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Psicología. Lo Inconsciente. José Töpf. Heberto A. Rojo. Buenos Aires. Eudeba, 2014.

(selección).

Hacia un modelo de la actividad psíquica

Sobre la base de las experiencias hipnóticas se afianzó la idea de la existencia de


representaciones inconscientes en el psiquismo, producto de prohibiciones
expresamente vertidas como en la hipnosis, o de mecanismos de represión, como forma
de retirar de la conciencia experiencias dolorosas, pero que siguen siendo eficaces, o sea
actuantes en el comportamiento cotidiano .¿Qué queremos decir con que son eficaces?
Lo diremos con un ejemplo. A muchos no sucede que para conciliar el sueño
necesitamos estar tapados. Y si hace calor nos tapamos con sólo una sábana, pero no
dejamos de hacerlo. Sino lo podemos hacer estamos inquietos, nos cuesta dormirnos.
Estar tapados no brinda seguridad. Si alguien quisiese convencernos de que la sábana
no es protección eficaz para un asaltante nocturno, y menos aún para los fantasmas, que
suelen ser expertos en sábanas, estaríamos en un todo de acuerdo, pero no dejaríamos
de sentir inquietud por no estar tapados. Pues bien, al afirmar que las representaciones
inconscientes son eficaces, queremos decir que actúan sin que sepamos de ellas, y a
despecho de nuestras propias opiniones conscientes. La teoría quiere, y a veces es así,
que sólo cuando puede disiparse el significado oculto, reprimido, del acto de taparse es
que esa conducta se vuelve innecesaria. En este caso el resultado sería banal, pero hay
veces en que cosas de esta naturaleza hacen de la vida un suplicio. Freud fue
construyendo su teoría psicológica acerca del comportamiento general de las personas
sobre la base de su actividad clínica con personas con afecciones psicopatológicas, de
modo que su preocupación por el tema de lo inconsciente reprimido se originó primero
en el propósito terapéutico deliberar a sus pacientes de dolencias cuyo origen parecía no
tener explicación. En esta línea, si cada dolencia ha de tener una causa, ¿qué
experiencias habrán desencadenado en ellos síntomas tales como por ejemplo la
parálisis de un brazo sin que hubiese afección neurológica de por medio? Hemos visto
que la idea de la sexualidad estaba muy presente en la cultura y en los escritos
científicos de la época. Es natural entonces que se haya supuesto como etiología, como
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causa, del sufrimiento neurótico algún tipo de experiencia traumática de naturaleza


sexual en la infancia. La tradición psicológica racionalista, que se hallaba muy presente
en s pensamiento, le dio la convicción de que si estos acontecimientos pudiesen sortear
la represión y pasar al dominio de la conciencia y ser aceptados por ella, éste sería el
modo como la persona podría liberarse de sus síntomas. De manera que los primeros
tratamientos se centraron en procurar suficiente distensión y confianza como para que
el doliente pudiera internarse en la recordación de aquellos sucesos traumáticos
iniciales. Por cierto, esa recordación solía darse, con una frecuencia y una ineficacia que
le hicieron pensar a Freud, que era terco pero sagaz, que su hipótesis debía adolecer de
algún error. Es así como reflexiona sobre la verdadera importancia que puede tener el
recordar como actividad ideativa, y entiende que lo que podría liberar al doliente de sus
síntomas no es la mera recordación, sino que ese recuerdo pueda darse con el dolor o el
terror con que el hecho recordado se habría producido. Y efectivamente, las personas en
tratamiento padecieron intensamente en sus sesiones las penurias que sus recuerdos
evocaban. Llamó a esto abreacción, o sea reacción exaltada, y al proceso de descarga
emocional, siguiendo la tradición griega, catarsis, o sea descarga, limpieza, purificación.
Es importante señalar que con esta suposición Freud incluye, en una cultura psicológica
centrada en la Razón y la Conciencia, la noción de que el mero recordar ideativo carece
de eficacia, o sea la importancia de la participación emocional para el proceso de
curación. De todas maneras, los escasos logros lo llevan nuevamente a preguntarse
acerca de la certeza de su suposición, y formula una idea pionera: la de que quizá los
hechos recordados no sean en sí los hechos traumáticos responsables de la dolencia,
sino recuerdos que están al servicio de encubrirlos, para evitar su emergencia dolorosa.
Los llamó recuerdos encubridores, a los que habría que sortear para poder llegar a la
verdadera situación traumática. Estos recuerdos encubridores serían una solución de
compromiso entre la búsqueda de la cura y el dolor por rememorar un sufrimiento
intolerable. Supuso que eran verdaderos, pues se está aún a mucha distancia de saber
que se pueden recordar hechos nunca sucedidos. Tiempo después conjetura la
posibilidad de suponer una situación traumática no accidental y singular, sino común a
toda la especie: el trauma del nacimiento.
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Con esta suposición Freud se aventura en resignar la hipótesis de situaciones


traumáticas sexuales como origen de las patologías nerviosas, a la vez que se adelanta
en décadas a las teorías acerca del nacimiento prematuro del ser humano, su
indefensión originaria y la consiguiente fetalización de la especie. Estas ideas acerca del
trauma del nacimiento las desarrolló luego Otto Rank, uno de sus discípulos más
cercanos, que luego derivó en ser uno más de sus enconados disidentes. Ahora bien,
iniciado el camino de resignar la suposición de una situación traumática sexual en el
origen de las neurosis, comienza a perfilarse la idea de que así como todo en la
naturaleza se nutre de la contradicción, también la conducta humana, tanto la
patológica como la normal, ha de ser producto del conflicto entre sistemas psíquicos
contrapuestos. En este caso el sistema de la Conciencia, regido por el Principio de
Realidad, y el sistema de lo Inconsciente, regido por el Principio del Placer.

Este conflicto estructural,c omún a todo humano, en algunas personas y en algunas


circunstancias puede ser entonces causante del enfermar. ¿Dónde se da esta lucha? Al
interior de la persona. Y para indicar que en este nivel de análisis psicológico está
hablando de la persona como totalidad, y no de algunos de sus órganos en particular, es
que recurre a la geometría topológica para diseñar un posible modelo de
funcionamiento de lo que, ahora sí, puede llamar Aparato Psíquico.

Esa doble y contradictoria legalidad que mencionamos es registrada por el sujeto


humano como conflicto. El psiquismo se halla en equilibrio lábil, inestable, capaz de
continua modificación. Esta modificación en busca de un nuevo equilibrio constituye lo
que luego otros psicoanalistas llamaron la Dinámica de la Conducta, que es constante.
Es el vivir. Hemos mencionado el Principio de Realidad.

¿Qué se entiende acá por realidad? Es el aprendizaje y la sujeción a las nociones de


Espacio y de Tiempo, y luego a la noción del Otro como un alguien diferenciado. ¿Qué
se entiende en cambio por Principio de Placer? Para contestarlo conviene recordar que
en todo lo viviente existe una relación, constante e inestable, entre su medio interno y el
medio externo en que se encuentra. En el nivel de análisis biológico, este equilibrio se
denomina homeostasis.
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En las formas más primitivas, esta homeostasis se produce por pasaje inmediato o casi
inmediato de aquellas substancias del medio externo que el medio interno necesita. Es
decir, que apenas registrada la necesidad, la tensión que ello origina busca su distensión
lo antes posible. En las estructuras más evolucionadas, puede tolerarse un tiempo de
espera, y ello da lugar a respuestas más complejas y más adecuadas. En el nivel
psíquico, lo inconsciente también busca una inmediata satisfacción ante cualquier
necesidad. En las fantasías, las ensoñaciones o los sueños no es necesario esperar a que
llegue el Tiempo y el Espacio adecuados para cada comportamiento. La fantasía de su
realización se da de manera inmediata. A esto es que se llama Principio de Placer. Quizá
entonces quede más claro a qué nos referimos con esta afirmación acerca de la “doble
legalidad” del psiquismo, y del conflicto que le es inherente. El sistema de lo
inconsciente es anterior, por lo que se rige según los primeros estilos psíquicos.
Aquellos que suponen que si cierro los ojos el mundo desaparece. Por ser primeros, a
estos modos de actividad psíquica se los llama Procesos Primarios.

El sistema de la conciencia es posterior, cuando ya lo experiencial nos enseña,


chichones y llantos mediante, acerca de las propiedades de las cosas: que ocupan un
espacio y se dan en un tiempo. Y que el mero deseo no basta para modificarlas. Como
estos modos de actividad psíquica, dijimos, son posteriores en el desarrollo, se los llama
Procesos Secundarios.

Digamos de paso que a las psicologías que explican el comportamiento por búsqueda
de Placer, o sea por distensión, se las llama Psicologías Hedónicas. Asimismo, las
psicologías que explican el comportamiento por búsqueda de metas (hormé), se las
llama Psicologías Hórmicas. El Psicoanálisis participa de ambos modelos.

La noción de aparato psíquico

Hemos mencionado la importancia que el desarrollo industrial y tecnológico tuvo en el


nacimiento de lo que se dio en llamar las ciencias modernas. Como sucede en toda
circunstancia, los procesos culturales se hallan profundamente implicados con los
procesos económicos y sociopolíticos. Es en ese entramado donde las teorizaciones
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acerca del hombre se hacen eco necesariamente de los estilos de la propia cultura y de
los hallazgos contemporáneos en otros campos del conocimiento. Por ejemplo, algunas
delas psicologías desarrolladas recientemente, en tiempos de las computadoras, utilizan
el vocabulario y los modos de la informática para describir el funcionamiento de la
mente. En aquellas épocas en que se desarrolló la ingeniería y la construcción de
aparatos para mejorar y hasta suplir el trabajo humano, las ciencias adoptaron la noción
de “aparato” como recurso explicativo de lo que sucede en campos incluso muy
disímiles, como es el de la fisiología, por ejemplo. De ahí que desde la escuela primaria
escuchemos acerca de cosas tales como el “aparato digestivo”, el “aparato circulatorio”,
el “aparato respiratorio”, y así otros más. Está claro que estos aparatos son entidades
virtuales que, aunque referidos a partes del cuerpo, no son las partes del cuerpo. Antes
bien, son constructos teóricos que están en la mente de quien estudia o explica las
respectivas funciones. Es la función la que determina el aparato, y no los órganos que se
le adscriben. Basta con pensar que dichos órganos y demás partes que participan en la
producción de una función son de naturaleza diversa: huesos, músculos, vísceras y
muchos más, sin los cuales la función no se produciría. Pero también cabe tener
presente que estos mismos huesos, músculos, vísceras, son parte constitutiva de otros
“aparatos”. Por ejemplo, ¿los pulmones pertenecen al aparato respiratorio, al aparato
fonador, al aparato circulatorio? Pertenecen a todos ellos, precisamente porque su
adscripción a un aparato o a otro depende de cómo el investigador teoriza acerca de la
función del aparato y no de cuál es su estructura. Los aparatos, está claro, tanto los de la
ingeniería industrial como los que los rememoran en el estudio de los organismos, son
una estructura o sistema complejo, constituido por partes. Estas partes, a la vez, se
hallan en interacción dinámica entre sí, o sea que son capaces de movimiento para
producir algo, y necesitan, por supuesto, de una energía que las impulse. Pronto, al
adentrarnos en el estudio de las psicologías de lo inconsciente, nos vamos a topar con la
denominación de aparato psíquico. Pues bien, es necesario entenderla cual si se dijese,
en épocas en que la fisiología inaugura la noción de aparatos responsables de las
funciones del organismo, que así como imaginamos aparatos para respirar o aparatos
para digerir, bien podemos imaginar un aparato que sirva para pensar pensamientos,
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para sentir sentimientos, para decidir decisiones, y que funciona en dos registros
simultáneos que necesita regular, el de lo conciente y el de lo inconsciente, y cuya
energía se acuerda en llamar libido.

Y al igual que los otros, éste es también un aparato virtual, pues si bien la actividad
psíquica requiere del sistema nervioso, fibras, médula, cerebelo, cerebro, no se limita a
él. Porque, como vimos, la función sobrepasa la actividad de los órganos
comprometidos en ella. Es la totalidad de la persona la que produce la función. Incluso,
participan de ella acontecimientos que están más allá de los límites corporales de la
persona, por ejemplo en su ámbito psicosocial. Freud escribe al respecto que se trataría
de algo semejante a explicar la función óptica de un microscopio sin detenerse ni en sus
lentes, ni en su espejo, ni en el cilindro que los sostiene, sino en lo que sucede al interior
del sistema. Está claro entonces que no se trata de negar la necesaria relación entre los
órganos del sistema nervioso y la actividad psíquica, sino de referirnos a un nivel de
acontecimientos que los sobrepasa. Este es precisamente el nivel de análisis de lo
psicológico, que tiene su legalidad propia. Con ello queremos decir que los hechos
psíquicos sólo pueden lograr plena explicación en su propio nivel de análisis. Reducir
su comprensión a las leyes del nivel neurofisiológico o extenderlos para la comprensión
de acontecimientos de tipo sociológico, puede tener un valor de analogía pero nunca de
comprensión cabal del problema. A partir de aquí quizás se entienda mejor por qué en
estas psicologías, así como más tarde en la Teoría del Campo de Kurt Lewin, se recurre a
modelos explicativos tomados de la geometría topológica, una geometría no euclidiana
que no se ocupa de mediciones sino de espacios, lugares, y de las relaciones entre
lugares. Más adelante habrá de verse que la noción de aparato psíquico recurre para su
inteligencia a una figura que diferencia un adentro de un afuera. Y que en ese adentro
pueden señalarse sistemas o instancias y las relaciones entre ellos. Por basarse en la
geometría topológica, a estos modelos se los llama Modelos Tópicos. Finalmente,
conviene señalar que aquí –al arribar a esta concepción acerca del funcionamiento del
psiquismo como consecuencia del conflicto entre sistemas opuestos, y la libido como su
fuerza generadora– es donde definitivamente Freud modifica su concepción acerca de la
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importancia de lo sexual en el marco de su teoría, al renunciar a la suposición de una


génesis delas dolencias psíquicas en una experiencia traumática sexual y trocar el
concepto de sexualidad en principio referida a lo genital en su sentido ulterior de
energía libidinal.

El pensamiento dialéctico

Como estamos viendo, y se podrá leer más adelante, el modelo de aparato psíquico que
Freud describe también en un principio denominado

Tópica, presenta un esquema en el que aparecen dos sistemas contrapuestos: el de la


Conciencia y el de lo Inconsciente. Pero inmediatamente nos aclara que en el sistema de
la conciencia es necesario distinguir dos subsistemas: el de la conciencia propiamente
dicha, o conciencia inmediata, y el del Preconsciente, o sea aquello que siendo de
cualidad inconsciente en el momento presente es sin embargo el reservorio de
información capaz de pasar fácilmente a la conciencia, evocados como recuerdos o
enunciados como propósitos. Y agrega que la dinámica del comportamiento humano se
da en el equilibrio de estos dos sistemas. Podríamos preguntarnos por qué razón al
formularse este modelo se recurrió a definir la existencia de dos sistemas y no de tres,
cada uno con sus particularidades. Esta pregunta nos llevaría a ver que, por ejemplo, al
formular su teoría de los instintos también recurre a la suposición de dos instintos
básicos, contrapuestos. Años después, al convencerse de la existencia en todo lo vivo de
una fuerza que impulsa a la quietud o a la muerte, considera necesario subsumir los dos
instintos hasta ahí enunciados en uno solo, el instinto de Vida, al que se le opondría el
instinto de Muerte. ¿Por qué? Es que el mundo científico había sido impactado por las
ideas de Hegel acerca de la Dialéctica. Si bien este filósofo planteó la Dialéctica como un
interjuego permanente entre tesis y antítesis para el entendimiento del devenir humano
en su camino hacia Dios, la idea de fuerzas bipolares enfrentadas, que a su vez
producen una síntesis entre ambas, la que luego se convierte en una nueva tesis para
una nueva antítesis, es en la época de la que nos estamos ocupando un modo extendido
de comprender la dinámica del universo. Fue Engels quien, en su libro Dialéctica de la
Naturaleza, trasladó este concepto a la comprensión materialista del devenir humano.
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Así también Marx funda sobre este concepto el modelo de lo que llamaría la dialéctica
materialista, en el marco del Materialismo Histórico. Freud, como muchos científicos de
su época, adhiere al concepto de interjuego dialéctico, y entiende los procesos psíquicos
como producto del interjuego de fuerzas contrarias, en este caso los sistemas consciente
e inconsciente. Cuando leamos acerca del segundo modelo de aparato psíquico, o
Segunda Tópica, producido veinte años después, veremos allí que el comportamiento
humano ya no es explicado como producto de un conflicto bipolar sino como la
resultante de un complejo interjuego de fuerzas en el campo psíquico. Y ello es así
porque está instalándose un nuevo modelo explicativo: el de entender realidad como
constituida por estructuras complejas y su devenir como resolución de un campo de
fuerzas.

Acerca del conflicto edípico

El tema del conflicto edípico y su subsiguiente y eventual cristalización en el llamado


Complejo de Edipo ha tenido amplio desarrollo en la teoría psicoanalítica, ha
despertado más de una controversia en el campo del Psicoanálisis y es uno de los que
tuvieron mayor difusión en la cultura ambiente de los países en los que estas
teorizaciones tienen más peso. En el texto de Heberto Rojo el tema está tratado
minuciosamente. Aquí sólo quiero proponer una otra manera de entender el tema de las
relaciones triádicas sobre la base del desarrollo del psiquismo infantil. Sabido es que las
culturas antiguas procuraron fijar y transmitir conocimientos básicos para el mejor vivir
a través de los recursos que les eran propios. Así como por ejemplo la sacralización de
algunas formas del comer intentó establecer de un modo eficaz estilos alimentarios
adecuados para esa circunstancia y ese tiempo, o como las distintas religiones
transmiten a través de su liturgia conocimientos acerca del mundo, las personas y sus
modos adecuados de interrelación, así también las mitologías, los relatos dehablistas y
rapsodas intentaron fijar en la mente y en el comportamiento de las personas normas
acerca del correcto hacer. Esto sucede en grado extremo con la mitología griega, cuyos
relatos ejemplarizadores señalan las consecuencias y los castigos a los que se exponen
quienes trasgreden las normas que de ese modo se quieren inculcar. Así surgieron, por
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ejemplo, las tragedias de Sófocles. En Edipo Rey, una de ellas, se quiso exponer la
circunstancia posible de un parricidio, posterior relación sexual entre hijo y madre, y
sus terribles consecuencias. No está de más señalar que en Grecia se consideró en un
principio el destino humano como designio de cumplimiento inexorable, a menos que
se le opusiese particular cuidado y empeño. Es la noción de destino trágico y su versión
teatral dio lugar a las tragedias. El pensamiento griego tendió luego a suponer que el
destino humano no está dado de una vez y para siempre, sino que se va construyendo
en la interacción dramática entre los protagonistas. Su forma de exposición teatral es el
drama.

Tengamos en cuenta entonces el significado implícito de que Edipo Rey sea una
tragedia. Acotemos también para una comprensión de su función pedagógica, que la
asistencia a las representaciones teatrales era obligatoria para los atenienses

a adopción por parte de Freud, a quien la cultura griega fascinaba, del modelo de la
tragedia Edipo Rey para ilustrar su concepción acerca del origen totémico de la cultura
y la importancia del tabú del incesto como forma de preservarla, tuvo como
consecuencia en su popularización la suposición de que efectivamente se trataría de la
atracción sexual del hijo varón hacia su madre, con la consiguiente irrupción
prohibidora del padre. No está tan clara esta relación en el caso de la hija mujer y su
padre, siendo la madre su primer vínculo. Tal vez haya sido éste, además de
particulares opiniones de Freud acerca de las diferencias entre el psiquismo masculino y
el femenino, lo que lo llevó a no aceptar en un principio la existencia de un conflicto
edípico en la mujer. Fue precisamente su colega Jung quien teorizó sobre este tema, al
que denominó Conflicto de Electra, concepto que fue luego subsumido en la literatura
psicoanalítica freudiana tal como ahora se lo conoce. Postulo que para comprender el
fenómeno del llamado conflicto edípico en la teoría psicoanalítica no es necesario
suponer en sentido lato una apetencia sexual del hijo por la madre, ni ceñirse al relato
de la tragedia griega, que en realidad tiene sólo un sentido metafórico. Antes bien, una
visión evolutiva del desarrollo humano permite suponer un primer momento en que el
recién nacido carece de recursos psíquicos para poder diferenciar qué es él y qué es
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no-él. En ese incipiente momento del desarrollo no se hallan discriminadas las


sensaciones propioceptivas –las que provienen del propio cuerpo–, de las que se
originan en el espacio externo. Psíquicamente podría entenderse este período como el
de fusión e indiscriminación con el mundo, como propone José Bleger. Podemos
adoptar el criterio de llamar al mundo, en este momento del desarrollo, “madre”, por
ser con ella o su sustituto, con quien el bebe tiene mayor interacción, y por el sentido
genéricamente nutricio de esta relación. Paulatinamente, con el desarrollo continuado
de la capacidad mental, el bebe comienza a discriminar aquello que es él de aquello que
es la madre, enel sentido que acabamos de dar. Esta creciente capacidad de
individuación es lo que permite el establecimiento de una primera relación de objeto, o
sea una intensa relación de dos, bebe-mundo, o si se quiere, hijo-madre. La relación es
diádica, de a dos, porque la capacidad mental del bebe por ese entonces le permite
vincularse con sólo un otro, no importa la pluralidad de personas físicas que se hallen
presentes en su entorno. Progresando en su desarrollo mental, el niño se encuentra más
adelante y en condiciones de albergar mayor cantidad de representaciones respecto de
quienes lo rodean y mayor complejidad de relaciones entre ellas. De modo que su
campo psíquico está en condiciones de incorporar a “lo tercero”, o si se quiere “lo
padre” del entorno. Siendo en el principio de la vida las principales necesidades que el
niño percibe de naturaleza nutricia, como dijimos, ése es su modelo de relación con el
mundo. Pero luego, estando en condiciones de comprender algo de las limitaciones y
prohibiciones que provienen de la realidad, la ampliación de su mundo interno –que
permite la inclusión de la representación del padre– conlleva también la paulatina
comprensión y ajuste a esas limitaciones de la realidad. En otras palabras, a incorporar
al otro, o sea a “la ley”. (2)Visto así, es entonces el desarrollo del niño el que permite la
incorporación del tercero-padre, y no el padre el que irrumpe prohibitivamente en la
relación anterior del niño con su madre. No sólo eso, sino que en realidad el primer
tercero que aparece para la mente del niño es el lenguaje. Son las palabras conque le
habla la mamá –o sea “lo madre” del mundo– las que van trayendo a esa relación de
dos la presencia de “lo tercero”, “lo padre”. Es la madre laque al hablarle, o sea al
incluir “terceras cosas” que van ampliando el conocimiento e iniciando el pensamiento
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con ideas, quien ayuda al hijo acrecer y arrancarse de la primera relación nutricia y táctil
que tuvo con el mundo. Es entonces el desarrollo mental del niño, así como el sostén
materno y paterno para su crecimiento, los factores que permiten la instalación de esta
función “disyuntora” de lo “tercero”. Es decir que el camino del desarrollo de una
persona y de su constitución como sujeto diferenciado pasa inexorablemente por un
primer momento de un uno indiferenciado, un segundo momento de relación primaria
de dos y un tercer momento de relación ya secundarizada de tres. Y estos tres son en un
principio los representantes de la relación familiar básica, para llegar a ser luego el
mundo, en la dimensión en que cada cual pueda abarcarlo. El mito de Edipo nos estaría
diciendo, entonces, que para ser es necesario descifrar los enigmas de la vida. Saber de
sí, saber de lo “materno-nutricio” y saber de “lo paterno-legal”. Entonces se puede ser
persona. Si no, no se es.

2. En el Imperio Romano, se llamaban idiotas no a los faltos de inteligencia. En su inicio el vocablo


nombraba a quienes por no vivir en la polis, en la urbe, carecían de la capacidad de adecuar su
comportamiento a la presencia de otros. Es decir, carecían de ley.

Parte IILa teoría psicoanalíticade Sigmund Freud. Heberto A. Ro.

Las rupturas epistemológicas del pensamiento freudiano. Algunas consideraciones


generales.

Si compartimos la idea de que el desarrollo de la ciencia no se da en forma lineal o


acumulativa, como resultado de la resolución de enigmas, sino que se produce, por lo
que señala T. Khun en su primer trabajo, a través de revoluciones científicas, será cierto
entonces que el psicoanálisis produce una revolución en el campo de la ciencia
originando un nuevo paradigma que no sólo influirá en el campo de la psicología sino
que la trascenderá. El objetivo de este trabajo introductorio es el de dar cuenta de
algunas delas influencias que recibe Freud y paralelamente, el de señalar las rupturas
epistemológicas que produce su desarrollo teórico con el saber de su época. También,
articular los conceptos más importantes de su obra, acudiendo a su palabra en
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diferentes artículos, pero teniendo en cuenta que dichas citas son el resultado de una
selección no caprichosa aunque seguramente subjetiva.

Sigmund Freud fue el fundador de una corriente de pensamiento que colaboró en


poner en tela de juicio algunos de los supuestos básicos desde los que partía y
descansaba el saber de la moderna cultura occidental, aunque su libro La interpretación
de los sueños (1900) –trabajo fundacional de la teoría psicoanalítica en el que se
expresan sus primeras hipótesis– tardó varios años en vender su primera edición de 600
ejemplares. Fue así ignorado por los científicos en general o, en el mejor de los casos,
duramente criticado. Sin embargo, apoyándose en la seguridad de sus investigaciones,
poco a poco comenzó a ser escuchado aunque no siempre bien comprendido. En sus
primeros trabajos utilizó los términos análisis y análisis hipnótico para dar cuenta de
una nueva forma de abordaje de los fenómenos psicológicos. El término psicoanálisis
empieza a figurar en dos trabajos escritos en 1896, siendo en Nuevas observaciones
sobre la neuropsicosis de defensa en donde puntualiza que es el único método que
permite “hacer consciente lo inconsciente”. Años después precisará pero si lo psíquico
está referido a lo mental, ¿por qué análisis? Freud señala en un artículo titulado Los
caminos de la terapia psicoanalítica (1919)que análisis significa descomposición,
asociación, sugiriendo la actividad del químico en el laboratorio. Esta técnica le permite
partir de la consideración de los síntomas psíquicos como manifestaciones altamente
compuestas para llegar así a los elementos de su composición: motivaciones, mociones
pulsionales (3), pudiendo dar explicación a manifestaciones no patológicas como
sueños, actos fallidos y tendencias sexuales cuyas causas permanecían ignoradas por el
propio sujeto. Sin embargo, establece que esta comparación con la química tiene ciertos
límites, ya que, por ejemplo, cuando se desarticula un síntoma (4), al liberar una moción
pulsional de un conjunto de relaciones, ésta no permanece aislada sino que pasa a
formar parte de un nuevo conjunto.

El inconsciente como existente psíquico no es separable de los modelos tópico


(diferenciación del aparato psíquico en sistemas), económico (distribución y circulación
de energía) y dinámico (como un conflicto de fuerzas) que constituyen la teoría.
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No es casual en esta definición su insistencia en el tema de la investigación, ya que su


elaboración teórica se nutre y se contrasta permanentemente en la actividad clínica y no
de la especulación como punto de origen. La teoría no es un añadido contingente, ya
que es constitutiva del objeto mismo. El inconsciente como existente psíquico no es
separable de los modelos tópico (diferenciación del aparato psíquico en sistemas),
económico (distribución y circulación de energía) y dinámico (como un conflicto de
fuerzas) que constituyen la teoría. N. Braunstein en su artículo “¿Qué entienden los
psicólogos psicología?” señala que el psicoanálisis como teoría trasciende el plano de la
práctica ideológica, a diferencia de otras teorías que a partir de la observación,
experimentación y clasificación establecen relaciones de fenómenos más o menos
constantes en sus posibles articulaciones, arribando a leyes sin explicarlas. Para el
psicoanálisis la conciencia y la conducta constituyen el campo de lo apariencial e
ideológico que deberá ser tratado por un pensamiento científico. Las explicaciones
dadas por Freud son el resultado de tomar esas abstracciones simples (materia prima
indeterminada) y procesarlas a partir de los conceptos de una práctica teórica.

“Una psicología que no ha conseguido explicar los sueños no podrá tampoco


proporcionarnos una explicación de la vida anímica normal; no tiene derecho alguno
alnombre de ciencia.” Freud, S.: Análisis profano (1926).

Contextualizando su cuerpo teórico en el campo de las ciencias señala:

“He dado por sentado que el psicoanálisis no es una rama especializada de la Medicina,
y por mi parte no concibo que sea posible dejar de reconocerlo. El psicoanálisis es una
parte de la Psicología, ni siquiera de la Psicología médica en el viejo sentido del
término, ni de la Psicología de los procesos mórbidos sino simplemente de la Psicología
a secas. No representa su totalidad, sino su infraestructura, quizá aún todo su
fundamento.” Apéndice, Análisis profano (1927).

Si bien sus trabajos se inician en el campo de la clínica, su teoría le permite trascender la


misma extendiendo su aplicación a diversos fenómenosintersubjetivos y culturales. En
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el artículo Múltiple interés del psicoanálisis (1913) Freud señala la colaboración del
psicoanálisis con las ciencias no sicológicas.

Con respecto a la biología, al estudiar la sexualidad del adulto y observarla a la luz de


los conocimientos adquiridos sobre la vida infantil, no se nos muestra ya la sexualidad
como una función encaminada sólo a la reproducción y equivalente a las funciones
digestivas, respiratorias, etc., sino que trasciende lo biológico. El concepto de

pulsión, a diferencia del de instinto, se impone como un concepto límite entre las
concepciones biológica y psicológica. El interés del psicoanálisis para la historia de la
civilización surge en la comparación de la infancia del individuo con la historia
primitiva de los pueblos, permitiendo un nuevo instrumento de trabajo y planteando
así nuevos interrogantes. Es posible, entonces, aplicar la concepción psicoanalítica
obtenida en el estudio de los sueños y las neurosis a los productos de las fantasías de los
pueblos, tales como mitos y fábulas. Mientras que las fantasías impiden la aparición de
la angustia (6), los mitos se construyen frente a hechos que la han producido; en tanto
haya un vacío, el mito es una construcción que alivia. Con respecto a la pedagogía,
Freud señala que cuando los educadores se hayan familiarizado con los resultados del
psicoanálisis, les será más fácil reconciliarse con determinadas fases de la evolución
infantil, y no correrán el peligro de exagerar la importancia de impulsos asociales del
niño, ya que la represión violenta desde el exterior no produce nunca la desaparición ni
el vencimiento de tales pulsiones, sino que por el contrario puede iniciar unatendencia a
ulteriores enfermedades neuróticas. Por otra parte, el psicoanálisis resuelve también
satisfactoriamente algunos de los problemas entre el arte y el artista, así como otros
hechos culturales y sociales.

“La investigación psicoanalítica descubre en la vida psíquica del individuo humano


hechos que nos permiten resolver más de un enigma de la vida colectiva de los
hombres, o por lo menos fijar su verdadera naturaleza.” Freud, S.: Lecciones
introductorias al psicoanálisis (1916).
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Debemos destacar que Freud no creía que el psicoanálisis estaba destinado una nueva
concepción del mundo o que desde su teoría podía explicarse todo; sólo la consideraba
como un aporte más al conocimiento científico. Aun con sus diferencias, estaba
fuertemente determinado por el espíritu de la época. Propiciaba, por lo tanto, una
filosofía de la vida basada en la ciencia y no en la metafísica y en la religión.

En la introducción del artículo “ Psicología de las masas y análisis del Yo”, (1920/21)
señala: “En la vida anímica individual aparece integrado siempre, efectivamente, el
otro, como modelo, objeto, auxiliar o adversario, y de este modo la psicología individual
es al mismo tiempo y desde un principio psicología social, en un sentido amplio pero
plenamente justificado”.

Durante los años en que desarrolló su obra no dejó nunca de replantear sus
elaboraciones teóricas y sus aplicaciones, las que giraron sobre una idea vertebral: su
conceptualización del inconsciente y los procedimientos de investigación para develar
su discurso.

Su formación científico-cultural

Sigmund Freud nace en 1856 en Freiberg, Moravia, bajo el imperio austrohúngaro. A los
tres años va a vivir a Viena, ciudad en la que pasa la mayor parte de su vida. Cuando en
1937 los nazis ocupan Austria, Freud se ve obligado a refugiarse en Inglaterra. En 1939
muere en Londres. En el año 1859, cuando Freud se instala en Viena, Charles Darwin
publica su trascendental libro

El origen de las especies, marcando un hito importante en el desarrollo científico. Sus


estudios e investigaciones señalan, a diferencia de otras teorías como la de Lamarck,
Chambers, Spencer y los naturphilosophen alemanes, la no existencia de una meta ya
establecida tanto por Dios o por la naturaleza. Lamarck, quien tendrá cierta influencia
en posteriores conceptos del psicoanálisis (fantasías originarias y el inconsciente
colectivo de Jung) sostenía la transmisión hereditaria de los conocimientos en la especie
y la existencia de una tendencia interna de adaptación. Darwin, contrariamente va a
hablar de la selección natural. Sus trabajos, aunque fueron fuertemente resistidos en su
16

momento, revolucionaron la concepción que el ser humano tenía acerca de sí mismo.


Freud tomará dichos aportes como una de las tres heridas narcisistas que
históricamente sufre el hombre. La primera aparece cuando descubre que la Tierra no es
el centro del universo, perdiendo así el lugar jerárquico que se había asignado. La
segunda estará referida a los aportes de Darwin: el sujeto humano pasa a ser un objeto
más de estudio de la naturaleza, siendo el resultado de la evolución de las especies. La
tercera herida narcisista es el descubrimiento del inconsciente, ya que a diferencia de lo
que se pensaba no somos íntegramente racionales; la mayor parte de las motivaciones
de nuestras conductas nos es desconocida. Hacia 1860, G. Fechner, hombre de ciencia,
filósofo alemán e iniciador dela psicología experimental, demostró que los fenómenos
mentales eran pasibles de ser abordados científicamente y medirse cuantitativamente.
Recordemos que el paradigma científico de aquel momento era el de las ciencias
naturales. El trabajo de este pensador –y otros posteriores– facilitan la entrada de la
psicología al campo del conocimiento científico, donde comenzó a despertar interés.
Una publicación de Fechner en 1873, titulada “Algunas ideas sobre la historia de la
creación y evolución de los organismos” será citada por Freuden 1920 por coincidir en
esencia con la concepción de placer y displacer deducida por la teoría psicoanalítica.
Los aportes de la física contribuyen en la construcción del edificio de la ciencia. A
mediados de siglo, Herman von Helmholtz formuló el principio dela conservación de la
energía, señalando que la misma, al igual que la masa, es cantidad y que puede
transformarse pero no ser destruida. Desarrolla de este modo lo que se considerará
como el “campo de la dinámica”; la energía, cuando desaparece en una parte del
sistema, tiene que aparecer en otra parte del mismo. Esto llevó a pensar en una nueva
visión del ser humano estudiándolo y comprendiéndolo como un sistema de energía.
En 1873, Freud comienza sus estudios de medicina, decisión que toma por la lectura de
un ensayo goethiano “La Naturaleza”, pues hasta ese entonces pensaba seguir abogacía.
Se recibe tardíamente, en 1881, por dedicarse de lleno a trabajos de investigación. Su
primera investigación versó sobre el estudio de las anguilas de río en la estación
zoológica de Trieste, dirigida por Carl Claus, quien motivó a Freud a que realizara su
primera publicación científica. En ella señala la posibilidad de que la diferenciación
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sexual de las anguilas no estuviera determinada genéticamente (intersexualidad), sin


advertir en aquel momento la importancia posterior que tendrá para él la temática
sexual. Luego realiza investigaciones en el Instituto de Fisiología dirigido por el
destacado investigador Ernst Brücke, donde desarrolla una brillante carrera de
investigación y gana en 1885 un concurso como docente de neuropatología. En 1886 la
facultad lo beca para continuar sus estudios en París, y Freud elige la Clínica de la
Salpetrière. Se interesa allí por los trabajos sobre la histeria dirigidos por el médico Jean
M. Charcot y descubre el aspecto psicológico de la neuropatología y también la técnica
de la hipnosis. Tanto esta última experiencia como las novedosas conceptualizaciones
sobre fisiología dinámica de Brücke (quien sostenía que el organismo vivo es un sistema
dinámico al que se le pueden aplicar las leyes de la física y de la química), marcarán un
camino a seguir en sus posteriores investigaciones. Tomando los aportes de Brücke pero
extendiéndolos a lo psicológico, configura un hecho trascendental cuando construye
una psicologíadinámica

que intenta dar cuenta del conflicto psíquico. A partir del trabajo realizado con el
destacado médico clínico A. Breuer sobre un caso de histeria y por las experiencias
posteriores con sus pacientes, Freud nota que los mismos manifestaban concientemente
la búsqueda de una solución a sus dolencias; pero por otro lado se hacían evidentes
otras fuerzas que se resistían a ello. Así llega a la conclusión de que los síntomas
neuróticos son el resultado de motivaciones inconscientes ocultas para el paciente.
Elaborará poco a poco la conceptualización de un aparato psíquico dividido en
Sistemas: -Consciente - Preconsciente, y sistema Inconsciente, tomando el término
aparato no sólo en el sentido médico sino fundamentalmente del concepto original de la
física, en el sentido de trabajo, de transformación de energía. Según esta nueva
conceptualización, el sujeto intentará mantener la cantidad de excitación o energía
contenida en un nivel tan bajo o constante como sea posible, lográndolo mediante la
descarga o evitando aquello que pudiera aumentarla. A este trabajo de lo psíquico lo
denominará posteriormente “principio de constancia”. La diferenciación en sistemas del
aparato psíquico permite comprender el pasaje de energía libre a energía ligada. La
18

energía libre es la que fluye libremente en el inconsciente de una representación a otra


buscando su descarga. El pasaje al sistema preconsciente-consciente le permite ligarse a
una representación, posibilitando distintas vías posibles para su descarga, siendo ésta
una de las formas de comprensión del fenómeno psíquico desde el modelo económico.
El pensamiento generalizado de aquella época partía de una concepción iniciada por el
Iluminismo, la que se fundaba en la razón y en el conocimiento científico para arribar a
la verdad: “Sapere Aude”, Ten valor de servirte de tu propia razón (Kant). Pero el
amplio espectro cultural contemplaba otras formas de pensar, por ejemplo ciertas
corrientes de la literatura se inclinaban por lo emocional, la sensibilidad y lo instintivo,
como caminos de acceso a la verdad. En el libro La literatura en Freud de S. Kobrin, se
señala la notable influencia del romanticismo alemán en él. “Esta corriente literaria
estuvo ligada a la exaltación de los aspectos profundos y oscuros de la conciencia, ala
aparición de la idea del inconsciente, a la revaloración de los sueños y a la
resignificación del concepto de locura. Será por medio de los sueños, mitos y poesías
que intentarán conectarse con lo cósmico absoluto.” Cercano a esta corriente podemos
citar a Goethe, de quien fuera lector el joven Freud. Dice Goethe en relación con el
concepto de inconsciente: “El hombre no puede permanecer mucho tiempo en el estado
consciente; debe resumergirse en el inconsciente, porque allí vive la raíz de su ser” (cita
de S. Kobrin). Freud, en uno de sus últimos artículos, se refiere a aquellas
aproximaciones previas a la formulación de dicho concepto psicoanalítico:

“El concepto de inconsciente ha estado desde hace tiempo llamando a las puertas de la
psicología para que se le permita la entrada. La filosofía y la literatura han jugado con
frecuencia con él pero la ciencia no encontró cómo usarlo. El psicoanálisis ha aceptado
el concepto, lo ha tomado en serio y le ha dado un contenido nuevo.” Freud, S.:
Algunas lecciones elementales del psicoanálisis (1938).

En efecto, como la ciencia estaba tan preocupada por la medición, la experimentación y


la objetividad, los aspectos más irracionales del ser humano sólo eran abordados por la
literatura. Cada época histórica está determinada por una particular forma de construir
la realidad, de valorar los aspectos del acontecer social, de seleccionar lo que considera
19

prioritario. Este estructurante originario, que determina el pensar y el hacer, es el


“imaginario social”. Concepto que nos permite dar cuenta de la particular red de
significaciones del incipiente desarrollo de la modernidad; es a partir de siglo XVIII
cuando claramente comienza a establecerse una nueva forma de ver la realidad y el ser
humano. De la certeza de la religión y del saber especulativo de la filosofía se pasa a la
búsqueda de la “certeza” a través de la ciencia. Pero la filosofía racionalista que se
constituye a partir del cogito cartesiano marcará los límites de este nuevo saber. Las
nuevas estructuras económicas y sociales favorecen el desarrollo de la individualidad,
la que venía construyéndose desde el Renacimiento, y dan paso a la subjetividad
moderna. La razón será el instrumento para controlar el hacer y el sentir del sujeto
ofreciéndole el camino de su desarrollo personal y de su felicidad.

La ruptura con la filosofía racionalista

Pese a su imperio, la razón sufrió varias heridas por no poder cumplir con todo aquello
que prometía.

“Experimentamos la impresión de que la civilización es algo que fue impuesto a una


mayoría contraria a ella por una minoría que supo apoderarse de los medios de poder y
coerción. Luego, no es aventurado suponer que estas dificultades no son inherentes a la
esencia misma de la cultura desarrollada hasta ahora....Mientras en el dominio de la
naturaleza ha realizado la humanidad continuos progresos y pueden esperarse aún
mayores, no puede hablarse de un progreso análogo de las relaciones humanas....los
límites de la educabilidad del hombre supondrán también los de la eficacia de tal
transformación cultural.” Freud, S.: El porvenir de una ilusión (1927).

Las primeras críticas a los valores de la modernidad comienzan a fines del siglo XIX.
Tanto P. Ricoeur como M. Foucault, pese a ser filósofos de posiciones muy distintas,
comparten la idea de que las tres grandes obras que cuestionan el pensamiento
moderno son: El Capital de K. Marx (1867), El nacimiento de la tragedia de F. Nietzsche
(1878) y La interpretación de los sueños, de S. Freud (1900). Estos tres grandes
“maestros de la sospecha” llevan a cabo la desmitificación de la razón y despejan el
20

horizonte para dar paso a una palabra más auténtica, no sólo a través de la crítica sino
también por la invención de un arte de interpretar. Descartes triunfa desde la duda
sobre la cosa, por la evidencia de la conciencia; ellos triunfan desde la duda

sobre la conciencia por una exégesis del sentido (J. Carvallo). Para el pensamiento
marxista el materialismo es el alma con el que se trata de abolir la filosofía, que estaría
al servicio de la burguesía (que identifica con el idealismo). Para Marx será la realidad
social la que determine la conciencia de los seres humanos. Por otro lado, Nietzsche
denunciará la fragmentación de la realidad, cuestionando la noción de verdad y de
mundo verdadero, poniendo en tela de juicio los ideales morales vigentes. Freud dirá
que su intuición se anticipó a los descubrimientos del psicoanálisis: nadie hasta él había
sido tan consciente de la dualidad de la conducta humana. P. Ricoeur, en

Hermenéutica y psicoanálisis, nos explica que la filosofía parte de que las cosas son
dudosas, que no son tal como se nos aparecen, pero de lo que no duda es de que la
conciencia sea tal como se aparece a sí misma. En ella coinciden sentido y conciencia de
sentido, pero si la conciencia no es entonces lo que cree ser debe instituirse una nueva
relación entre lo manifiesto y lo latente. Esta nueva relación correspondería a aquella
que la conciencia había instituido entre la apariencia y la realidad de la cosa. La
conciencia, fuente de conocimiento y autodominio, se tornará para Freud casi tan oscura
como el inconsciente mismo, dejando caer la ilusión de la plena conciencia de sí, “...las
fuerzas irracionales de la naturaleza humana son tan fuertes que las fuerzas racionales
tienen escasas posibilidades de éxito. La mayoría de los hombres se sienten cómodos
viviendo con sus engaños y supersticiones en lugar de la verdad.” Freud, S.: “El
porvenir de una ilusión” (1927).

A diferencia de Descartes, quien sostenía “pienso, luego existo”, J. Lacan en sus


Escritos va a sostener desde el psicoanálisis “pienso donde no soy, y soy donde no
pienso”.

Freud rescatará al sujeto allí donde el sinsentido y la contradicción cobran una singular
significación.
21

Génesis del concepto de inconsciente y la ruptura con la psicología de la conciencia

En el último cuarto del siglo XIX se configuró una psicología científica que construyó su
objeto de estudio a partir del análisis de los hechos de conciencia. Esta psicología se
caracterizaba por ser experimental y centrarse en el estudio de las funciones. Si bien no
se descartaba la existencia de ideas latentes, por debajo del nivel de conciencia
(subconsciente), a éste y a otros fenómenos psíquicos se los dejaba de lado por
considerarlos nimios o carentes de fuerza. A fines de siglo algunos hombres de ciencia
comenzaron a interesarse por el fenómeno de la sugestión y en especial por la
hipnosis, cuyos orígenes se rescatan de los trabajos realizados por el médico vienés
Mesmer (magnetismo animal o mesmerismo). Paralelamente el interés popular se
inclinaba por el ocultismo y el espiritismo, lo que fuera denominado por Pierre Richet
como metapsíquica. Comienza a generarse así una idea colectiva de que el psiquismo
rebasa el campo de la conciencia. obre el término inconsciente podemos encontrar
antecedentes pre-freudianos. Así como citamos antecedentes en la literatura por parte
del romanticismo alemán, desde la ciencia el reconocimiento oficial del término fue
adjudicado al médico y filósofo Pierre Janet, en cuya tesis para el doctorado en letras
(1889), y luego en el de medicina (1893), señala que en las regiones inferiores del yo
pueden aparecer segundas personalidades que le hagan ejecutar al individuo actos cuya
causa desconoce. Sin embargo, lo más importante para Janet es la “conciencia vigil”,
que asegura en su fusión con lo real el estado normal del individuo. Por eso no duda de
que la disgregación de este poder de síntesis sea lo que abre la puerta a las
manifestaciones inconscientes, es decir, a las “formas inferiores de la actividad
humana”. En sus investigaciones se propone penetrar en los procesos psíquicos de la
histeria, entendiéndola como una alteración degenerativa del sistema nervioso, que se
manifiesta en una innata debilidad de la síntesis psíquica, incorporandopor lo tanto a
sus ideas, la influencia de las doctrinas dominantes en Francia sobre la herencia y la
“degeneración”. Mientras tanto, su maestro Charcot sostenía que tanto la hipnosis
como la histeria eran una condición morbosa del sistema nervioso. Paralelamente, en
Nancy (Francia) Liebeault y Bernheim afirmaban, a diferencia de Charcot, que la
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hipnosis no era un estado patológico sino un sueño ordinario inducido por sugestión.
Concluyeron, a partir de sus investigaciones que los sujetos no podían dar cuenta de
que la acción que ejecutaban había sido inducida durante la hipnosis (sugestión
poshipnótica) y sí podían hacerlo si se insistía posteriormente para que recordaran.
Algunos años después de su experiencia con Charcot, Freud se dirige a la escuela de
Nancy a perfeccionarse en la técnica de la hipnosis.

“Fui testigo de las experiencias de Bernheim con los enfermos del hospital,
adquiriendo intensas impresiones de la posible existencia de poderosos procesos
anímicos que permanecían sin embargo ocultos a la conciencia.” S. Freud,
Autobiografía (1924).

El destacado médico clínico vienés J. Breuer había atendido en el año 1880 a una
joven paciente con un cuadro polisintomático de histeria. Su nombre, para la
literatura psicoanalítica, será Ana O. (aunque su verdadero nombre fue Berta
Papenheim) a quien aplicó como método terapéutico la hipnosis. Esto le permitió a la
paciente hablar acerca de las causas relacionadas con sus síntomas, temática que no
recordaba sino a través de esta técnica. Breuer observa que al salir a la luz estos
sucesos juntamente con el afecto que ellos habían suscitado, los síntomas
desaparecían. Años después de dicho tratamiento, junto con Freud, presentan un
trabajo teorizando sobre la experiencia, denominando al método utilizado “hipnosis
catártica” (Freud, S., Breuer, J., Estudios sobre la histeria, 1895).A partir de estas
primeras teorizaciones y ya con la experiencia de sus propios pacientes, Freud
bosqueja algunas hipótesis, no todas compartidas por su colega, comenzando así a
separarse de él. En el mismo año (1895), un sueño con una de sus pacientes ( Sueño de
la inyección a Irma), lo lleva a profundizar aún más en su historia clínica, lo que le
permite empezar a sentar las bases para su posterior obra La interpretación de los
sueños y la teoría psicoanalítica. Freud arriba así a una nueva y reveladora
conceptualización de inconsciente, produciendo la caída hegemónica de la conciencia
en el estudio del psiquismo humano. Aquellos recuerdos olvidados a los que no se
les daba mayor importancia se considerarán como determinantes de los fenómenos
23

psíquicos, pero estos contenidos sólo accederán a la conciencia una vez superado un
mecanismo denominado por él como represión. Este es un mecanismo por el cual el
sujeto desaloja de la conciencia aquello que puede tornarse displacentero a sus
aspiraciones conscientes. Desde sus primeras teorizaciones Freud comienza a
bosquejar el concepto de “determinismo de la vida psíquica”, aludiendo a que las
vivencias y los actos del sujeto no son azarosos sino que están ligados a una
causalidad, por lo que los sueños, síntomas y actos fallidos serían una forma
enmascarada de acceso a la conciencia de motivaciones inconscientes, esto es, algunos
de los modos privilegiados del retorno de lo reprimido. Partiendo del concepto de
determinismo y causalidad

(tomado de la física) abandona el método catártico, ya que la asociación libre y el


método de la interpretación suplían ampliamente la técnica de la hipnosis y permiten
acceder a temáticas más profundas y a posteriores elaboraciones (7). Por aquel
entonces, la Psicología tradicional relacionaba el deseo con aquellas necesidades que
el individuo aspiraba satisfacer a través del ejercicio enérgico de su voluntad. Será a
partir de Freud que el deseo comienza a cobrar una nueva conceptualización. Aunque
por momentos lo utiliza desde su anterior acepción, el sentido estricto que cobrará para
la teoría psicoanalítica lo colocará en el orden de lo inconsciente y como motor del
aparato psíquico. Será irreductible a la necesidad dado que su origen no esa partir de
un objeto real sino de la fantasía. Este origen inconsciente lo lleva a pretender
imponerse más allá de lo anhelado (consciente) por el sujeto o de las imposiciones de
la realidad externa, constituyéndose junto con la defensa en uno de los dos polos del
conflicto psíquico. Se configura así una nueva teoría sobre el sujeto humano,
claramente diferenciada desde su posicionamiento inicial a la psicología, a la sociología
o a la psiquiatría.

Considera un sujeto inconsciente que opera a través de sus deseos y que a su vez está
estructurado por ellos, pero de los que no puede dar cuenta conscientemente. Su
teoría hace ruptura con el concepto de individuo (indiviso, no divisible) vigente, para
partir de la consideración de una escisión básica del sujeto (inconsciente/consciente),
24

zpunto de partida de la predisposición universal a la neurosis. Tal escisión da lugar así a


un nuevo sujeto epistémico. Con respecto a las consideraciones preliminares a Freud
sobre el inconsciente, J. Lacan comentará en el Seminario Nº 11: “El inconsciente
freudiano no es en absoluto el inconsciente romántico de la función imaginativa. No es
el lugar de las divinidades de la noche... A todos estos inconscientes siempre más o
menos afiliados con una voluntad oscura considerada como primordial, con algo antes
de la conciencia, Freud opone la revelación de que a nivel del inconsciente hay algo
homólogo en todos sus puntos con lo que sucede a nivel del sujeto: eso habla y eso
funciona de manera tan elaborada como a nivel de lo consciente, el cual pierde así lo
que parecía ser privilegio suyo”.

La ruptura freudiana con algunos conceptos médicos de la época

Freud, médico neurólogo, con importantes y reconocidas investigaciones en el campo


de la medicina durante los primeros años de su vida profesional, poco a poco se aleja de
algunas conceptualizaciones básicas que sostenía la ciencia médica, cuando empieza a
explorar el campo de los fenómenos psíquicos. Uno de sus primeros trabajos sobre el
tema, Proyecto de una Psicología para neurólogos, señala este momento de transición.
La exigencia médico-científica de su formación lo lleva a insertar los descubrimientos de
los procesos psíquicos primarios (inconscientes) y secundarios (conscientes)dentro de
una concepción claramente biológica, ya que los relaciona al sistema neuronal. Sin
embargo, terminó desechando este trabajo y no concluyéndolo. Es más, posteriormente
no se refiere a él. Si lo retomamos y analizamos hoy, vemos que contiene en sí el
núcleo de gran parte de los pensamientos del desarrollo posterior de la teoría
psicoanalítica freudiana. Pero quizás, la ruptura que comienza a realizar Freud con la
medicina tiene también otros orígenes.

“De joven no ansiaba más que el conocimiento filosófico, y ahora estoy en camino de
satisfacer este anhelo al pasar de la medicina a la psicología.” Freud, S.: Carta a Fliess
(1896).
25

Es así como a través de la escucha de sus pacientes, llega a determinar varias hipótesis
que irá confirmando posteriormente. Una de ellas es que los síntomas neuróticos son
de origen psíquico, postura diferente a la de la medicina que buscaba afanosamente el
origen somático de los mismos, pasando a denominar a las neurosis (enfermedad de los
nervios) como psiconeurosis.

“Allí donde los demás postulan un concomitante somático, nosotros postulamos la idea
de un inconsciente.” Freud, S.: Esquema del psicoanálisis (1923).

El inconsciente como tal es un constructo teórico que permite dar cuenta del fenómeno
psíquico; no teniendo entonces una localización anatómica, el inconsciente freudiano
tendrá un “carácter psíquico”. Una de las diferencias con Breuer es que para Freud los
contenidos que caen bajo represión van a estar siempre referidos a una temática sexual.
Pero no sólo al modo en que Charcot asociaba a las histéricas con problemas de alcoba o
como el saber popular que asociaba sólo genitalidad a sexualidad. Freud va a abordar
este concepto desde una significación más amplia. Es así que lo va a entender como la
búsqueda de placer que nos acompaña a lo largo de la vida, cursando diferentes fases
del desarrollo psicosexual hasta llegar a la genitalidad. Se mete de lleno en un terreno
hasta entonces vedado, la sexualidad infantil . Esta temática, junto con la importancia
que asignó al Complejo de Edipo (8), generó una reacción adversa en los círculos
culturales y científicos de la época, resistencia que, en menor escala, aún perdura a
través de diferentes modalidades.

“No deja de ser singular el hecho de que todos los autores que se han ocupado de las
investigaciones de las cualidades y las reacciones del adulto sobre la sexualidad hayan
dedicado más atención a aquellos tiempos que caen fuera de la vida del sujeto, a la vida
de sus antepasados, antes que a la vida infantil. Reconociendo así mucho más la
influencia de la herencia que a la niñez misma del sujeto.” Freud, S.: Tres ensayos para
una teoría sexual (1905).

El atravesamiento del complejo nuclear (Complejo de Edipo) determinará un tinte


particular en la sexualidad de cada sujeto. Si bien nacemos hombre o mujer, la
26

masculinidad o la feminidad será resultado fundamentalmente del transcurso de los


primeros años de vida. “Frente a los modelos imperantes de sexualidad en cada período
histórico, el psicoanalista deberá apuntar a la manera singular en que en cada sujeto y
sus vínculos se despliega el deseo”, ya que para el psicoanálisis no hay un saber
normativo y universal.

La utilización de la técnica de la asociación libre instaurará una nueva modalidad en la


relación con el paciente, abriendo el camino para una dignificación del mismo, a través
de la escucha del analista, aun en los estados delirantes.

“La investigación psicoanalítica de la paranoia sería imposible si no nos permitiésemos


ver que los pacientes revelan espontáneamente, aunque alterado por la deformación,
aquello que los neuróticos ocultan como su más íntimo secreto.” Freud, S.:
Observaciones sicoanalíticas sobre un caso de paranoia (1910).

Se produce así un corrimiento del saber médico imperante al saber del paciente. El
psicoanalista, a través de su técnica, sólo ayudará a develarlo.

La primera formulación freudiana del aparato psíquico.

La consideración de este tema la podemos rastrear en los primeros bosquejos que


presenta Freud en el capítulo VII de La interpretación de los sueños (1900), si bien su
pleno desarrollo se plantea en los trabajos metapsicológicos del año 1915. El término
metapsicología fue utilizado en los comienzos de sus investigaciones para situarse “al
otro lado de la conciencia” propuesta por la psicología tradicional; posteriormente
retomará el término para referirse a todo proceso psíquico en sus relaciones tópicas,
dinámicas y económicas. Esta primera formulación desde una concepción tópica
supone una diferenciación en sistemas dotados de características y de funciones
diferentes, además de una disposición en un determinado orden entre sí, lo que
permite considerarlos como lugares psíquicos, otorgándoles por lo tanto una
representación espacial figurada. La diferenciación en sistemas va unida a una
concepción dinámica de la teoría, según la cual estos lugares psíquicos se hallan
relacionados entre sí como un conflicto de fuerzas. Desde la concepción económica se
27

podrán explicar los procesos psíquicos entendiéndolos como el resultado de la


circulación y la distribución de la energía pulsional, por lo que cada sistema tratará de
establecer el nivel más bajo posible de la energía que por él circula. Cuando hablamos
de energía nos referimos a la transformación de energía somática en energía psíquica y
no de consideraciones místicas o metafísicas. Se enlazarán así las tres formas de
aproximación teórica que permiten dar cuenta del fenómeno psíquico. Utilizando un
recurso didáctico para la descripción de esta tópica, Freud nos propone
representarnos la imagen de un iceberg. Aquello que se nos representará de él será
comparable al sistema Percepción-Conciencia. El nivel del mar será una censura
(segunda) que nos obstaculizará la clara visualización de su continuación; pero con un
esfuerzo voluntario podremos observar su prolongación. Este nuevo contorno se
corresponderá al sistema Preconsciente. Cada vez, será más difusa su percepción hasta
llegar a un punto en que sabiendo que se continúa no podremos ya dar más cuenta de
él, denominando a este límite perceptivo, represión o primera censura. Aquello delo que
ya no podremos dar más cuenta será el sistema inconsciente, sabiendo que se
corresponde a la mayor parte de la estructura del iceberg, lo que lo ésta figuración
imaginativa nos permite introducirnos en el tema y así inferir dos conceptos
fundamentales: el de represión y el de inconsciente, que diferencian claramente a la
teoría psicoanalítica. Con respecto a la represión diremos que es una fuerza de desalojo
de aquellos contenidos que son vividos como displacenteros para el sentir consciente.
Será displacentero, para cada sujeto, aquello que dependa o guarde relación con
contenidos reprimidos, fundamentalmente ligados a la historia sexual infantil. Aunque
con diferencias particulares puede considerarse su función como universal, ya que se
constituye como el determinante de la escisión básica entre inconsciente y consciente de
todo sujeto. El proceso de represión no suprime ni destruye los contenidos
displacenteros sino que éstos pasarán a formar parte del orden de lo inconsciente, pero
ya sea por desencadenantes internos o externos, dichos contenidos pueden cobrar una
mayor fuerza e intentarán retornar a la conciencia. Lo reprimido, dice Freud, siempre
tiende a retornar, pero por efecto de la fuerza de la represión lo hará por un camino
indirecto, en forma desfigurada o de alusión a través de las formaciones del
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inconsciente: síntomas, sueños, actos fallidos, o deslizándose en el discurso. Las


representaciones inconscientes están siempre ligadas a una pulsión; en tanto lo
pulsional no puede devenir nunca consciente, lo hará a través de una idea que lo
representa. El modo en que podemos dar cuenta de la existencia de la represión es a
través de la resistencia; a manera defensiva, en actos o palabras, el sujeto vivenciará
como ajeno a él todo contenido inconsciente, en tanto éstos revelan deseos. Tanto la
resistencia como la represión actúan con las mismas fuerzas. Para ilustrar estos
conceptos tomaremos un ejemplo que da Freud en una conferencia en la Universidad de
Clark (Estados Unidos) en el año 1909: “Acaso me sea lícito ilustrarles el proceso de la
represión y su nexo con la resistencia mediante un grosero símil que tomaré,
justamente, de la situación en que ahora nos encontramos. Supongan que aquí, dentro
de esta sala y entre este auditorio cuya calma y atención son ejemplares, se encontrara
empero un individuo revoltoso, que me distrajera de mi tarea con sus impertinentes
risas, charlas, golpeteo con los pies. Y que yo declarara que así no puedo proseguir la
conferencia, tras lo cual se levantarán algunos hombres vigorosos entre ustedes y tras
una breve lucha pusieran al barullero en la puerta. Ahora él está ‘desalojado’
(reprimido) y yo puedo continuar mi exposición. Ahora bien, para que la

Podemos así arribar a la idea de que el inconsciente se irá conformando, a partir de


la represión, especialmente con aquellos contenidos relacionados con la historia sexual
infantil. Pero no por ello debemos dejar de señalar que Freud va a hablar de un proceso
hipotético denominado represión originaria, que se constituirá en la base por la que se
ejerce posteriormente la represión, ya que una representación no puede ser reprimida si
no lo es por la atracción proveniente de contenidos que ya son inconscientes. Agrega
así, a esta construcción hipotética, las fantasías originarias (vida intrauterina, escena
originaria, castración, seducción), que son el resultado del patrimonio filogenético y las
organizadoras de las fantasías del sujeto. Todos los contenidos (deseos,
representaciones) alojados en el inconsciente están regidos por una legalidad propia de
este sistema, y tienen entonces la particularidad de ser:
29

-Atemporales. Con respecto a esta característica, diremos que Freud produce una
ruptura con respecto al principio kantiano que sostiene que el tiempo y el espacio son
dos formas necesarias de todo pensamiento. Para el psicoanálisis, los contenidos
inconscientes no están ordenados temporalmente, y nada de ellos será modificado por
el tiempo, manteniendo la misma intensidad y fuerza que le dio su origen, subsistiendo
en él el inconsciente infantil entrelazado con lo actual. Freud comentará: como las
sombras del Hades en la Odisea, basta que algo realimente las huellas mnémicas para
que vuelvan a hablar.

-Ausentes de contradicción. En el inconsciente se encuentran deseos que a nivel


consciente serían vividos conflictivamente por ser contradictorios; por ejemplo, el amor
al padre admirado y el odio al padre rival, como derivación del Complejo de Edipo.

-Determinados por el principio de placer. Es uno de los dos principios que rige el
funcionamiento mental. Tiene por finalidad evitar lo displacentero y procurar el camino
para darle libre acceso al placer. Tiende a imponer el deseo originado por la descarga
pulsional sin atender a los obstáculos que pueda presentar la realidad exterior. El
inconsciente interpretará la realidad sólo acorde a sus deseos (realidad psíquica). La
pulsión buscará así su descarga por el camino más corto.

-Determinados por el proceso primario. El análisis de los contenidos oníricos permitió


a Freud el conocimiento del funcionamiento psíquico y llegar a la conclusión de que los
sueños no carecen de sentido sino que hay un deslizamiento permanente de éste. El
inconsciente tendrá así la posibilidad de desplazar los valores o investiduras que las
representaciones tienen, pudiendo condensarse en una nueva representación. No se
establece entonces una fijeza en la representación, porque intervienen para ello las dos
formas de funcionamiento anteriormente citadas. En el desplazamiento a una
representación originariamente sin intensidad y significación puede atribuírsele un
nuevo valor psíquico, adquiriendo así la intensidad y la significación originalmente
atribuidas a otra. Esta nueva representación que desplaza a la anterior está ligada a la
primera por una cadena asociativa. Tomaremos como ejemplo una cita de Freud con
respecto al olvido de nombres propios:
30

“En tales casos sucede que no sólo se olvida, sino que además se recuerda
erróneamente. Ala conciencia del sujeto que se esfuerza en recordar el nombre olvidado
acuden otros nombres sustitutivos que son rechazados en el acto como falsos, pero que,
sin embargo, continúan presentándose en la memoria con gran tenacidad. El proceso
que os había de conducir al nombre buscado se ha desplazado y nos ha llevado a un
sustitutivo erróneo. Mi opinión es que tal desplazamiento no se halla a merced de un
mero capricho psíquico sino que sigue determinadas trayectorias regulares y
perfectamente calculables, o por decirlo de otro modo, presumo que los nombres
sustitutivos están en visible conexión con el buscado...” Freud, S.: Psicopatología de la
vida cotidiana (1901).

El otro modo de funcionamiento es la condensación, por la cual varias representaciones


expresadas por las cadenas asociativas confluyen en una sola representación. En los
sueños, si bien es una modalidad que puede adoptar la censura, también es una forma
de escapar de la misma, ya que permite dificultar la comprensión del relato manifiesto.

“En mi obra La interpretación de los sueños he expuesto el papel que desempeña el


proceso de condensación en la formación del llamado contenido manifiesto del sueño a
expensas de las ideas latentes del mismo. Una semejanza cualquiera de los objetos o de
las representaciones verbales entre dos elementos del material inconsciente es tomada
como causa creadora de un tercer elemento que es una formación compuesta o
transaccional. Este elemento representa a ambos componentes en el contenido del
sueño, y a consecuencia de al origen se halla frecuentemente recargado de
determinantes individuales contradictorios. La formación de sustituciones y
contaminaciones en la equivocación oral es, pues, un principio de aquel proceso de
condensación que encontramos que toma parte activísima en la construcción del
sueño.” Freud, S.: Psicopatología de la vida cotidiana (1901).

Debemos destacar que tanto el desplazamiento como la condensación no son sólo una
manera de eludir la censura sino una característica del pensamiento inconsciente. En el
inconsciente, las representaciones son esencialmente imágenes visuales, que no están
ligadas a un lenguaje verbal sino a lo que Freud denominó representación-cosa, a
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diferencia del sistema preconsciente donde las representaciones están ligadas al


lenguaje verbal, lo que le permitirá al sujeto tomar conciencia de los contenidos
inconscientes (representación-palabra).

El sistema preconsciente contiene aquellas representaciones, ideas y recuerdos que no


están presentes en el campo actual de la conciencia pero que con un pequeño esfuerzo
tienen libre acceso a ella. Su funcionamiento está acorde con la lógica que reconocemos
como propia por lo que su legalidad tiene las siguientes características:

Se rige por el proceso secundario: a diferencia del proceso primario, no admite el libre
desplazamiento y la condensación; cualquier representación no puede ocupar el lugar
de otra y si esto ocurre, por ejemplo en la metáfora, debe guardar una relación lógica o
poética con la primera.

Temporalidad : esta característica permite una organización cronológica delo vivido,


diferenciando los recuerdos de vivencias infantiles y los actuales.

Principio de contradicción: intenta resolver los conflictos que puedan ocasionar dos
contenidos que se contrapongan hasta lograr una solución, ya que no es lo mismo
asumir la contradicción de amar u odiar a una persona.

Principio de realidad : tiene la característica de cumplir una función reguladora con


respecto al principio de placer, postergando las demandas inconscientes, o dándoles
curso mediante rodeos de acuerdo con las condiciones que plantea el mundo exterior.
La oposición entre proceso primario y secundario corresponde a la forma de circulación
de la energía psíquica en libre o ligada, y paralelamente a la oposición entre principio de
Realidad y principio de Placer.

La conciencia:

es un momento fugaz, donde las representaciones o ideas, una vez que acceden
voluntariamente a ella, dejan inmediatamente su lugar a otros contenidos. Esto
permite un orden y una discriminación en el pensamiento consciente del sujeto.
Situada, tópicamente, en la periferia del aparato psíquico, cumple la función de
32

diferenciar las percepciones internas y externas dentro del conjunto de los fenómenos
mentales, constituyéndose en lo que Freud denominó el Sistema Percepción-Conciencia.
Será entonces un “lugar de percepción anímica” con respecto a pensamientos,
recuerdos, sentimientos, sensaciones placenteras y displacenteras. Dispone para ello de
la atención, aunque su ejercicio no es totalmente independiente del funcionamiento del
aparato psíquico en su totalidad. La relación con el preconsciente es que éste cumple la
función de almacenamiento de recuerdos y vivencias, que con poco esfuerzo permiten
vencer la segunda censura dejando a los contenidos en un libre acceso a la conciencia.
Como ambos sistemas participan de la misma legalidad, Freud se refiere a ellos
unificándolos como Sistema Preconsciente-Consciente. Si bien el psicoanálisis, al
elaborar esta tópica, produce una profunda ruptura con los postulados de la psicología
clásica, no por ello deja de considerar la importancia de la conciencia en el
funcionamiento psíquico del sujeto. La finalidad del análisis será “hacer consciente lo
inconsciente”. Esto implicará un levantamiento de la represión integrando los
contenidos inconscientes al sistema preconsciente-consciente. Esta labor, denominada
trabajo elaborativo, consiste en darle palabra a los contenidos inconscientes. El tiempo
que llevará la misma será lo que permitirá la integración progresiva de estos contenidos
a la verbalización por parte del sujeto. El pasaje de la representación-cosa a la
representación- palabra será lo que permita la toma de conciencia. En las conferencias
citadas anteriormente en la Universidad de Clark, Freud señala que la toma de
conciencia puede tener tres caminos: juicio adverso, sublimación o satisfacción parcial o
total de los deseos. Cuando la represión es sustituida por un juicio adverso, puede
haber ocurrido que el sujeto haya producido en su vida infantil una represión de la
pulsión sólo porque en esa época él era muy endeble y su organización muy imperfecta.
Con su madurez y fortaleza actual y como resultado del análisis quizás pueda gobernar
lo que le es displacentero, rechazándolo ya a nivel consciente. Un segundo desenlace
del trabajo psicoanalítico es poder aportarle a las pulsiones inconscientes descubiertas
aquella aplicación posible acorde con los fines que ya hubiera debido hallar si el
desarrollo no hubiera estado perturbado. Un desarrollo adecuado implica la posibilidad
de que dicho contenido sea sublimado.
33

La sublimación es un mecanismo mediante el cual la energía de las mociones infantiles


de deseo no es bloqueada sino que se canaliza hacia otro fin, siendo el mismo
reconocido y valorado socialmente. Aunque su fin aparentemente ya no es sexual, la
energía que lo sustenta halla sus fuerzas en una pulsión sexual.

“Es probable que a los aportes de la energía ganados de esta manera para las
operaciones anímicas debamos los máximos aportes culturales.” S. Freud.

Freud considerará como muy importante la capacidad de sublimación por parte del
sujeto para los resultados del tratamiento analítico. El tercero de los desenlaces posibles
es la satisfacción parcial o total delas mociones libidinales, que fueron reprimidas
otorgando libre acceso y canalización a los deseos postergados, en tanto ya no se
contraponen con la actividad consciente del sujeto. Como ilustración del levantamiento
del mecanismo de represión continuaremos con el ejemplo dado por Freud en la
conferencia antes citada.

“... Consideremos que con el distanciamiento del miembro perturbador y la colocación


de los guardianes ante la puerta el asunto no necesariamente queda resuelto. Muy bien
puede suceder que el expulsado, ahora enconado y despojado de todo miramiento, siga
dándonos qué hacer. Es verdad que ya no está entre nosotros; nos hemos librado de su
presencia, de su risa irónica, de sus observaciones a media voz, pero en cierto sentido, el
esfuerzo de desalojo no ha tenido éxito, pues ahora de ahí afuera genera un espectáculo
insoportable, y sus gritos y sus golpes de puño que aplican contra la puerta estorban mi
conferencia más que antes su impertinente conducta. En tales circunstancias no
podríamos menos que alegrarnos si, por ejemplo, nuestro estimado presidente, el Dr.
Stanley Hall, quisiera asumir el papel de mediador y apaciguador. Hablaría con el
miembro revoltoso ahí afuera y acudiría a nosotros con la exhortación de que lo
dejáramos reingresar, ofreciéndose él como garante de su buen comportamiento.
Atendiendo a la autoridad del Dr. Hall, nos decidimos entonces a cancelar el desalojo, y
así vuelven a reinar la calma y la paz. En realidad no es una figuración inadecuada de la
tarea que le compete al médico en la terapia psicoanalítica de la neurosis.”
34

Las formaciones del inconsciente

Se podrá ya acordar que el concepto de inconsciente freudiano posee las características


de ser un existente psíquico, de ser reprimido y agregaremos, de ser eficaz , y lo es en
tanto produce efectos: sueños, síntomas y actos fallidos. El psicoanálisis no sólo ha
oído sino que ha podido escuchar, otorgando sentido al sinsentido en que se
manifiestan las formaciones del inconsciente. Por ejercicio de la represión, los
contenidos inconscientes retornan deformados a la conciencia, como resultado de una
transacción o compromiso entre el deseo que pugna por su satisfacción y la defensa que
intenta mantenerlo reprimido. En el análisis de estas formaciones de compromiso o
sustitutivas, podemos observar la legalidad y el modo de funcionamiento del
inconsciente (desplazamiento y condensación). Desde un principio Freud escuchó a sus
pacientes con frecuencia relatar algunos de sus sueños y que éstos eran tan
incomprensibles para ellos como sus síntomas. El análisis de estos relatos lo lleva a
establecer una relación entre los mismos.

“El fenómeno onírico es por sí mismo un síntoma neurótico que presenta, además, la
inapreciable ventaja de poder ser observado en todo el mundo, incluso en los
individuos de salud normal.” Freud, S.: Lecciones introductorias al psicoanálisis (1916).

Arriba así a la conclusión de que en ambos casos el deseo imaginariamente se ve


cumplido. En la vida despierta los deseos se hallan sometidos por la censura. La
disminución de la misma durante el dormir permite que estos deseos tengan mayor
posibilidad para manifestarse. La función del sueño es la de ser el medio por el que se
suprimen las excitaciones psíquicas que acuden a perturbar el reposo, supresión que se
efectúa por medio de una satisfacción alucinatoria. El sueño para el psicoanálisis es un
fenómeno psíquico pero que se torna como una manifestación incomprensible, aunque
es muy probable que el sujeto sepa de qué se trata: “no sabiendo que lo sabe, cree
ignorarlo”.

“Dichos sueños han sufrido una deformación; el proceso psíquico que entrañan hubiera
debido hallar originalmente una muy diferente traducción verbal. Hay que diferenciar
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el contenido manifiesto del sueño, tal y como se lo recuerda con extrema vaguedad por
la mañana, que se reviste penosamente y con aparente arbitrariedad de palabras, de las
ideas latentes del sueño, que permanecen en lo inconsciente...De este modo resulta tan
difícil para el sujeto reconocer el sentido de sus sueños como para el histérico la relación
y el significado de sus síntomas.” Freud, S.: Psicoanálisis (1909).

La elaboración del sueño será la labor que transforma el sueño latente en el sueño
manifiesto. Los efectos de la misma son: el desplazamiento, la condensación y la
transformación de las ideas en imágenes visuales; no es ésta la única forma en que las
ideas se pueden revestir, pero las imágenes constituyen lo esencial en la formación de
los sueños. El sueño manifiesto, como resultado de la elaboración, se puede considerar
como una manifestación enmascarada de un deseo reprimido.

“La elaboración onírica nos hace remontar a una doble prehistoria: en primer lugar a la
prehistoria individual, o sea a la infancia, en tanto y en cuanto todo individuo
reproduce abreviadamente en el curso de su infancia el desarrollo de la especie humana,
la prehistoria filogenética.” Freud, S.: Lecciones introductorias al psicoanálisis (1916).

Los sueños serán estimulados por deseos sexuales infantiles y actuales, dice Freud, a
veces con tan desenfrenada licencia, que han hecho necesaria la institución de una
censura y de una deformación onírica. En su construcción las ideas latentes se
entrelazarán con otras ideas que el sujeto puede recordar y que corresponden a
vivencias del día anterior. Estos restos diurnos, bajo una ingenua apariencia, ya que
hallan una relación más o menos lejana con el deseo inconsciente, ofrecen algo
indispensable al sueño, ya que burlarán a la censura expresando bajo esta envoltura
contenidos reprimidos.

“... Estableceremos una distinción entre restos diurnos e ideas latentes, dando este
nombre a todo aquello que averiguamos por medio de la interpretación y reservando el
de restos diurnos para una parte especial de tales ideas. Diremos entonces que a los
restos diurnos ha venido a agregarse algo que pertenecía también a lo inconsciente, o
sea un deseo intenso, pero reprimido, y que este deseo es lo que ha hecho posible la
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formación del sueño. La acción ejercida por él sobre los restos diurnos crea un nuevo
acervo de ideas latentes, precisamente aquellas que no pueden ser consideradas como
relaciones explicables en la vida despierta.”

El sueño será entonces un cumplimiento de deseos aunque esto no se puede deducir


del contenido manifiesto ya que puede ser tan engañoso que nos diga lo contrario. El
análisis de las pesadillas, por ejemplo, nos suele mostrar este cumplimiento. Lo que ha
ocurrido es que se ha expuesto tan claramente el deseo que lejos de ser aceptado es
rechazado. En 1932, en el artículo Nuevas lecciones introductorias al psicoanálisis,
Freud hace una acotación señalando al sueño como una tentativa de cumplimiento de
deseos, ya que en determinadas circunstancias el sueño puede conseguir muy
imperfectamente sus propósitos o tiene que abandonarlos; por ejemplo, en los casos de
una fijación a un hecho traumático, este hecho puede hacer fallar el trabajo de la
elaboración onírica. La interpretación analítica a partir de las asociaciones del paciente
permitirán acceder al contenido latente del sueño. Por lo tanto, lo recordado(manifiesto)
ya no serán imágenes relacionadas entre sí sino que pasará a ser un discurso que puede
expresar uno o varios deseos. El simbolismo onírico implica una representación
figurada e indirecta de un conflicto que por este rodeo puede escapar a la censura. El
psicoanálisis tomará a toda formación de compromiso como simbólica, es decir, el
resultado de la relación entre el símbolo y lo simbolizado inconsciente. Todo síntoma
posee un sentido que se halla ligado a la vida psíquica del sujeto. Este sentido fue
descubierto por el Dr. Breuer en 1880, mediante el tratamiento de un caso de neurosis.
Cabe señalar que recién publicó estas observaciones diez años después en colaboración
con Freud. Este descubrimiento se constituye en la base del tratamiento psicoanalítico:
partiendo del síntoma se arribó a la existencia del inconsciente.

“Para expresarlo más directamente, por medio de la investigación de los histéricos y


otros enfermos neuróticos, llegamos al convencimiento de que en ellos ha fracasado la
represión de la idea que entraña el deseo intolerable. Ha llegado a expulsarla de la
conciencia y de la memoria ahorrándose así aparentemente una gran cantidad de dolor,
pero el deseo reprimido perdura en lo inconsciente, espiando una ocasión para ser
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activado, y cuando ésta se presenta sabe enviar a la conciencia una disfrazada e


insustituible formación sustitutiva de lo reprimido, a la que pronto se enlazan las
mismas sensaciones displacenteras que se creían ahorradas por la represión. Este
producto sustitutivo de la idea reprimida, el síntoma, queda protegido de subsiguientes
ataques de las fuerzas defensoras del yo, y en lugar de un conflicto poco duradero,
aparece ahora un interminable padecimiento.” Freud, S.: Psicoanálisis (1909).

El síntoma será entonces un signo y un sustitutivo de una expectativa de satisfacción de


un deseo y también del resultado de la represión. Algunos síntomas están más al
servicio de la satisfacción del deseo y otros más al servicio de la satisfacción de la
defensa. Estas dos fuerzas opositoras, por medio de una transacción, se reconcilian en el
síntoma. Esto nos muestra cuáles la causa por la que su disolución presenta tanta
resistencia por parte del paciente. Para Freud, la sola desaparición de un síntoma no
implica la disolución de la enfermedad, pues, manteniéndose aún aquellos contenidos
inconscientes que lo originaron, es posible que encuentren nuevas formas de
expresión.Si profundizamos en la teoría nos dirá también que todos podemos ser
considerados neuróticos, pues hasta los supuestamente más sanos llevan en sí las
condiciones que posibilitan la formación de síntomas. Debemos agregar que el síntoma
psíquico es perjudicial o por lo menos inútil y parasitario, y que el sujeto lo realiza en
contra de su voluntad, experimentando así sensaciones displacenteras o dolorosas que
demandan un esfuerzo psíquico muy alto, quitando dicha energía a otras actividades.
Freud dirá que es un representante de lo reprimido cerca del Yo y de un dominio muy
lejano a él, por lo que el paciente lo vive como incongruente con sus anhelos, incoercible
en la medida en que no lo puede controlar, y como señalamos anteriormente,
incomprensible.

La diferencia fundamental con las otras formaciones del inconsciente es que pertenece
al campo de lo psicopatológico, mientras que el sueño y los actos fallidos pertenecen al
campo de lo que Freud llama “psicopatología de la vida cotidiana”. Con respecto a los
actos fallidos, diremos que son aquellas acciones en las que no se obtiene el resultado
esperado conscientemente, sino que éste se encuentra reemplazado por otro sin
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justificación aparente alguna. Freud demostró que estas acciones son también
formaciones de compromiso entre la intención consciente y lo reprimido.

En sentido extenso, el acto fallido no sólo engloba a las acciones aparentemente


equivocadas, sino también a los lapsus linguae, olvidos, pérdida de objetos, errores en
la lectura, en la escritura y del funcionamiento psíquico en general . “Así pues el
psicoanálisis ha extendido considerablemente la amplitud del mundo de los fenómenos
psíquicos y ha conquistado para la psicología dominios que anteriormente no formaban
parte de ella.” Lección IV, Los actos fallidos (1916).

Debemos señalar que estos actos no son fallidos en relación con el contenido
inconsciente, ya que ésta es la forma indirecta que encuentra para su emergencia.
Citaremos un ejemplo que da Freud en el artículo Psicopatología de la vida cotidiana
(1901) en el que podemos observar una combinación de actos fallidos que se repiten con
notable insistencia.

“Por motivos desconocidos para él había Jones dejado sobre su mesa, durante varios
días, una carta, sin acordarse de echarla. Por último se decidió a hacerlo pero al poco
tiempo le fue devuelta por las oficinas de correo a causa de haberse olvidado de
consignar las señas .Corregida esta omisión, echó la carta, olvidándose esta vez de
poner el sello. Después de esto no pudo dejar de ver ya su rechazo a mandar dicha
carta.”

Agregaremos otros actos a los que ya no denominaremos fallidos sino actos casuales y
sintomáticos, que se muestran también como fallidos, inmotivados y faltos de
trascendencia, y se distinguen de los anteriormente citados por la ausencia de otra
intención distinta a aquella con la que tropiezan. Tomaremos como ejemplo a aquellos
actos casuales que se realizan sin tener una finalidad aparente: enrollarse el pelo
mientras se habla, dibujar garabatos durante un diálogo telefónico, etc. Estos actos
poseerán un sentido, son pequeños indicios reveladores de otros procesos psíquicos
más complejos.
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“Observaréis que el investigador psicoanalítico se caracteriza por una estricta fe en el


determinismo de la vida psíquica. Para él no existe nada pequeño, arbitrario ni casual
en las manifestaciones psíquicas; espera hallar siempre una motivación suficiente hasta
en aquellos casos en los que no se suele sospechar ni inquirir la existencia de la misma,
y está incluso preparado a encontrar una motivación múltiple del mismo efecto
psíquico, mientras que nuestra necesidad causal, que suponemos innata, se declara
satisfecha con una única causa psíquica.” Psicoanálisis (1909).

El modelo de las series complementarias

Si bien en el comienzo de sus elaboraciones teóricas, Freud parte del concepto de


determinismo en un sentido simple (causa-efecto), pronto percibirá que son varias las
causas que producen un fenómeno psíquico, arribando así a la idea de una
sobredeterminación. Es decir, a la existencia de una superposición de diferentes cadenas
causales en relación a un mismo efecto. En 1916, en el artículo “Lecciones introductorias
al psicoanálisis”, define, con mayor claridad, que desde el punto de vista etiológico
confluyen en mayor o en menor medida, según cada caso, tanto factores
endógenos(fijaciones) como exógenos (frustración) para desencadenar una neurosis y la
fijación a ciertos puntos en la trayectoria infantil del sujeto debe ser comprendida como
una cristalización de una determinada cantidad de energía libidinal. Este mismo
modelo será utilizado para explicar la génesis de toda conducta humana.
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Los caminos de la pulsión

La sexualidad ocupa un papel preponderante en la teoría freudiana ya que permite


explicar las motivaciones más profundas del alma humana. Freud en su obra Tres
ensayos para una teoría sexual (1905), profundiza la temática iniciada por los
científicos de finales de siglo, quienes interesados por dicho tema construyeron la
sexología o ciencia de lo sexual, como una ciencia biológica del comportamiento.
Partiendo de hipótesis basadas en la herencia y su transformación, intentaron así
explicar las diferencias de las conductas sexuales humanas. Con respecto a esta postura
el psicoanálisis produce una ruptura epistemológica profunda, desarrollando un
acercamiento a lo sexual apoyándose en lo biológico y lo genital, pero a su vez
trascendiéndolo ya que la sexualidad pasa a ser la esencia de toda la actividad psíquica
humana. Por lo tanto, para esta nueva teoría el concepto de sexualidad es mucho más
abarcativo de lo que pensaba la ciencia por aquel entonces. Por el año 1938 en el
artículo “Compendio de psicoanálisis” sintetiza sus investigaciones del siguiente modo:

“...a) La vida sexual no comienza sólo con la pubertad, sino que se inicia con
evidentes manifestaciones poco después del nacimiento. b) Es necesario establecer
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una neta distinción entre los conceptos de lo sexual y lo genital. El primero es un


concepto más amplio y comprende muchas otras actividades que no guardan relación
alguna con los órganos genitales. c) La vida sexual abarca la función de obtener
placer en zonas del cuerpo, una función que posteriormente es puesta al servicio de
la procreación, pero a menudo las dos funciones no llegan a coincidir íntegramente.”

Partiendo de estas premisas podremos observar como ejemplo el placer que


manifiestan los bebes llevándose los objetos a su boca, ya que la misma se constituye
en una zona erógena o productora de placer. Dice Freud: “Es así como en la
estructuración del psiquismo las energías o fuerzas que en él actúan se organizan
integrando funciones fisiológicas que sirven para la conservación de la especie.”

A partir del nacimiento y apoyándose en la necesidad biológica de alimentarse se va a


construir un nuevo orden. En tanto la alimentación le va a permitir al bebe satisfacer su
necesidad somática, le otorgará paralelamente una nueva experiencia: la sensación de
placer. Señala N. Braunstein que en este momento “El orden de la necesidad estudiado
por la biología se separa del orden del deseo, que será estudiado por el psicoanálisis.” A
este momento lo denominaremos mítico, en tanto esta “primer vivencia o experiencia
de satisfacción “es una construcción teórica, de la que no podemos dar cuenta de que se
dé en un momento preciso, pero nos permite comprender la génesis dela constitución
de lo psíquico. El encuentro con un otro (aún no diferenciado), dejará inscripto en el
bebe ciertos rasgos, que funcionarán como signo de aquello que produjo placer. La
satisfacción generada como consecuencia de la interacción con otro (succión del pecho)
abrirán el camino de lo pulsional. Poco a poco, ante la ausencia de esta vivencia, se
generará un aumento tensional, motorizando el deseo de reencuentro. Pero no será el
placer generado lo que centrará la búsqueda, sino aquel rasgo o signo que ha quedado
inscripto en su psiquismo (huella mnémica), asociado a la excitación originada por la
necesidad fisiológica (motivada por la sensación de hambre).
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El pequeño sujeto ya no buscará satisfacer su necesidad biológica solamente, sino algo


más que eso. Pero como la primera experiencia es única e irrepetible, cada próximo
reencuentro dejará en él un “ plus de insatisfacción”, comparándolo con lo que Freud
denomina “defraudación”. Esto llevará a la imposibilidad de descargar totalmente la
energía pulsional, incrementándose a posteriori la carga de tensión psíquica frente a
una nueva necesidad (fisiológica) o ante un nuevo estímulo psíquico, cobrando mayor
fuerza y energía el deseo. Será así como la acción de la succión puede independizarse de
la necesidad fisiológica (hambre) tomando otros caminos, como por ejemplo el
chupeteo. Si bien en un principio la acción se “apoya” en una necesidad, el deseo será
irreductible a ella, dado que su origen no es en relación con un objeto real, sino con un
objeto fantaseado. Intentará así cumplir su descarga a través de la representación de
aquella primera experiencia mítica que quedó en su recuerdo. Dicha representación no
es en sí misma más que la inscripción de los signos de lo acontecido. Por ello en
psicoanálisis se habla de cumplimiento de deseos y no de realización de deseos, ya que
no se hace referencia a objetos específicos, a lo real de lo material, a la satisfacción de la
necesidad, sino a una “realidad psíquica” que alude a los deseos y a sus respectivas
fantasías, a lo inconsciente. El deseo implicará un retorno imposible, un mirar hacia
atrás fundado en la ilusión del reencuentro con lo perdido, a la total descarga de la
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pulsión, pero, paradójicamente, es una motorización del psiquismo que impulsa al


sujeto hacia adelante, a la permanente búsqueda. Freud utiliza por primera vez el
término pulsión en el artículo “Tres ensayos para una teoría sexual” (1905); en un pasaje
añadido en 1910 expone que la pulsión es la representación psíquica de una fuente
endosomática de estimulaciones, que fluye de manera continua. Siendo la pulsión un
concepto de demarcación o límite entre lo somático y lo psíquico, el concepto de
“libido” designará el aspecto psíquico, caracterizándose como la energía y la
manifestación dinámica de lo pulsional. El concepto de pulsión impone una diferencia
entre lo dinámico del funcionamiento psíquico humano y el rígido “predeterminismo”
conductual animal, limitado por lo instintivo. Si observamos la vida sexual de un
animal, conoceremos con muy pocas variaciones el comportamiento de todos los
miembros de su especie, no ocurriendo lo mismo con el comportamiento humano. En el
artículo “Pulsiones y destinos de pulsión” (1915) Freud enumera cuatro características
de la pulsión: empuje, fuente, objeto y fin. El “empuje” constituye su esencia,
produciendo la fuerza que genera la actividad psíquica. La “fuente” es el proceso
somático localizado en una parte del cuerpo o en un órgano, cuya excitación es
representada en el psiquismo por la pulsión. El “objeto” es el medio por el cual la
pulsión alcanza su descarga, puede ser tanto la representación psíquica de un objeto
externo como la representación psíquica de una parte del propio cuerpo. Siendo
susceptible de ser sustituido por otros objetos psíquicos en el devenir de la historia del
sujeto. El “fin” apunta al logro de la satisfacción, a la descarga de la excitación o tensión
interna, siendo dicha actividad sostenida y orientada por la fantasía. Podemos ya
acordar que a diferencia del instinto, la pulsión no tiene un objeto y un fin
predeterminado por la especie. Las variaciones propias de la sexualidad humana que
esta característica le otorga fueron lasque condujeron a Freud a sus trabajos de
investigación. Intentando articular el concepto de pulsión con la primer experiencia de
satisfacción, podemos señalar que desde el nacimiento hasta la pubertad la pulsión
sexual se halla formando un conjunto de “pulsiones parciales”, siendo las mismas el
fundamento de la “sexualidad infantil”. Freud señala que las pulsiones sexuales
secundariamente se vuelven independientes, ya que inicialmente se apoyan sobre las
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funciones vitales (por ej., el hambre) que le proporcionan una fuente o “zona erógena” y
un objeto, desprendiéndose de ello el concepto de “apoyo” o “apuntalamiento”. Pero
señala también que posteriormente se independizarán abandonando el objeto inicial y
volviéndose “ autoeróticas”. El “autoerotismo” se refiere a un momento en que las
pulsiones parciales se satisfacen cada una independientemente de la otra, sin ninguna
organización de conjunto. Es una excitación que nace y se satisface en el mismo lugar o
zona erógena (por ej., la succión del pulgar).Ya desde el año 1897, en el intercambio de
correspondencia con su amigo W. Fliess, Freud comienza a bosquejar mentalmente la
idea de una sucesión de momentos por los que atraviesa la sexualidad, estableciendo
posteriormente que la libido por excesiva gratificación o por excesiva frustración
quedaría fijada a alguno de estos momentos, determinando posteriormente
modalidades de personalidad.

Si la libido puede desplazarse en relación con su objeto y con su fin, tendrá entonces
durante la vida infantil diferentes fuentes de excitación. Teniendo cada una de ellas
distintas modalidades de lograr la sensación de placer le corresponderán a cada zona
erógena diferentes modalidades eróticas. Por ejemplo: la succión del pulgar, la succión
del pecho, la defecación, la masturbación, etcétera, llegando a extenderse a la totalidad
del cuerpo, incluso a los órganos internos. De esta diversificación de la libido en
diferentes zonas erógenas le corresponderán las siguientes fases del desarrollo
“psicosexual”: oral, anal, fálica, período de latencia, y genital. En la “fase oral” la
búsqueda de placer está centrada en la cavidad bucal y en los labios, la actividad de la
alimentación y la del chupeteo permiten comprender cómo la pulsión sexual se
apuntala sobre una función vital, pero también cómo puede adquirir autonomía y
lograr el placer autoeróticamente. La primera experiencia de satisfacción se desarrolla
durante la fase oral, pero nos sirve como modelo para comprender la esencia del
funcionamiento psíquico en general. Debemos señalar que respecto a la oralidad y a la
alimentación el deseo y la satisfacción quedan marcados para siempre: ya no será el
objeto concreto –alimento– sino todo aquello que representa, aquello que arrastra. Ya no
es lo mismo cualquier alimento. La “fase anal” transcurre aproximadamente entre los
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dos y cuatro años, momento que coincide con la maduración biológica del músculo
voluntario denominado esfínter anal. Esta fase esta ligada a la función de
defecación(expulsión-retención), en relación con su dominio y con su control, pero
también al valor simbólico asignado a las heces. De este doble juego de
expulsión-retención de la materia fecal se construye una modalidad pulsional que da
como resultado una serie de fantasías que serán la base de determinadas conductas
pasivas y activas relacionadas con el tema. Las pasivas se relacionarán con el erotismo
anal y las activas con el sadismo anal: fantasías de destrucción del objeto, de control y
de dominio. La importante significación que adquiere para el sujeto el producto que
sale de él (las heces), la desarrolla Freud cuando habla de la equivalencia simbólica;
heces = regalo = dinero. Permitiéndonos comprender las fantasías que están detrás de
muchas de las manifestaciones adultas, por ejemplo la avaricia, etcétera. La “fase
fálica” aparece descripta en el artículo “La organización genital infantil”. En esta fase se
produce la unificación de las pulsiones parciales bajo la primacía de los órganos
genitales, pero no al modo en que ocurrirá en la fase genital que se inicia en la pubertad,
sino que tendrá la característica de que tanto para la niña como para el niño el único
órgano reconocido es el masculino: el “falo”, siendo en este período el homólogo
femenino el clítoris. Toda la actividad intelectual se pone al servicio de la curiosidad
sobre la sexualidad. La utilización de “fálica” para denominar a esta fase no queda
sujetada al concepto de pene como realidad anatómica sino al valor simbólico que éste
adquiere. Considerado el falo como uno de los símbolos universales, adquiere a su vez
significaciones personales: el sujeto como persona total puede ser identificado al falo,
puede representar también la fantasía de completud, de virilidad, de potencia, etcétera.
Una de las principales fantasías que surgen en esta fase del desarrollo gira alrededor de
la posesión o no del falo: “tener falo o estar castrado”. Como los señalamos con
anterioridad, la niña sostiene también esta fantasía, en la medida en que produce una
libidinización de su clítoris, no tomando en cuenta su zona vaginal como centro de
excitación. Por lo que para ambos sexos su interés gira en torno de la representación de
la posesión “fálica” y en la posibilidad de su separación del cuerpo, estando esta última
fantasía relacionada con lo que Freud denomina “Complejo de castración”. Dicho
46

complejo se constituye como un sentimiento inconsciente de amenaza que


experimentan los niños cuando verifican la diferencia anatómica con el sexo opuesto. En
el artículo “Análisis de una fobia de un niño de cinco años” (1909), se citan algunos
comentarios textuales realizados por un niño, llamado Juanito, ante el descubrimiento
de las diferencias sexuales anatómicas con su hermana menor:

“...Cuando la recién nacida tenía ya unos ocho días, Juanito presencia el baño de su
hermanita. Observó: ¡Qué pequeña tiene la cosita ¡Ya le crecerá cuando sea
mayor!”“...Ve bañar a su hermanita de tres meses y dice con acento compasivo: ¡Tiene
una cosita muy chiquituca! Le dan una muñeca. La desnuda y dice: ¡Esta sí que tiene
pequeña la cosita!” Tiempo después, a los cuatro años y medio, presencia nuevamente
el baño de su hermana y se pone a reír: “...Le preguntan: —¿De qué te ríes? Juanito:
—De la cosita de Hanna. —¿Por qué? Juanito: —Porque es muy bonita.”

No siendo muy sincero en su respuesta (dice Freud), ya que lo enfrenta a la concreción


imaginaria de la fantasía de castración, Juanito llega a reconocer por primera vez la
diferencia sexual anatómica en vez de negarla. Correlativamente el “Complejo de
Edipo” es una noción central para el psicoanálisis, y si antes de Freud el mito de Edipo
era sólo relacionado a la tragedia de Sófocles, hoy no puede dejar de asociarse también
al des-cubrimiento freudiano. Se relaciona así el destino con el determinismo de lavida
psíquica. J. Starobinski señala al respecto que: “Edipo simboliza lo universal del
inconsciente disfrazado de destino.”

Este “Complejo nuclear”, como fuera denominado inicialmente, se despliega entre los
tres y cinco años aproximadamente, cuando el niño comienza a sentir sensaciones
voluptuosas hacia su madre y paralelamente siente con respecto a su padre admirado
un sentimiento de rivalidad, ya que es él el obstáculo de amor hacia su madre,
generándose un sentimiento ambivalente de odio y amor. También puede adoptar una
posición inversa de sentimientos, amor hacia el padre y hostilidad hacia la madre, lo
que se denomina Edipo negativo. Siendo ambas posibilidades complementarias
constituyen lo que en el artículo “El yo y el ello” (1923) Freud describe como “Edipo
completo”. La conflictiva edípica se disuelve en el varón debido al temor instaurado por
47

la amenaza de castración, asociada a la representación paterna como instituyente de la


Ley (prohibición del incesto), evolucionando así hacia una pérdida de investidura
libidinal hacia la madre y a una fuerte identificación con la figura paterna. Este proceso
no sólo permite volver a la madre a través de sentimientos tiernos (pulsiones de meta
inhibida) sino también a una identificación con su sexualidad.

Aún con las mismas consecuencias finales en su resolución, ocurre que en el caso del
Edipo femenino Freud intenta afanosamente determinar qué es lo que aleja a la niña de
dicha conflictiva, pero no lo logra claramente. Mientras que en el varón la angustia que
genera la fantasía de temor a la castración lo aleja de la triangulación edípica; a la mujer,
la angustia de castración la ha introducido en dicha conflictiva, como consecuencia de la
desilusión con la madre de no poseer el falo y de no habérselo otorgado a ella. Al no
haber una causa clara que la lleve a alejarse, luego de varios intentos de explicación
Freud llegará a la idea de que la conflictiva edípica en la niña se disipa lentamente en
comparación con el varón. Retomando el concepto de sobredeterminismo de la vida
psíquica, podemos señalar que son varios los factores que impulsan al sujeto al
complejo de Edipo, pudiendo así citar la herencia filogenética a través de las fantasías
primordiales, a los vínculos primarios establecidos y a las actitudes de los padres que
reactualizan su propia historia infantil edípica. Podemos tomar como ejemplo algunos
comentarios del padre de Juanito, donde quedan expuestos claramente el complejo de
castración y el complejo de Edipo: “...En la noche del 27 al 28, Juanito nos sorprende
levantándose a oscuras de su cama y viniéndose a la nuestra. Su cuarto está separado
del nuestro por un gabinete. Le preguntamos por qué se ha levantado y si es que le ha
dado miedo. Dice: ‘No, mañana lo diré’. Se duerme en nuestra cama y lo llevo dormido
a la suya.” Al día siguiente el padre lo interroga por lo sucedido: “...Juanito dice: por la
noche había en mi cuarto una jirafa grande y otra toda arrugada. La grande empezó a
gritar porque yo le quité la arrugada. Luego dejó de gritar, y entonces yo me senté
encima de la jirafa arrugada.” Freud señala a continuación: “El sentarse encima es
probablemente la representación que Juanito se forma de la toma de posesión. Fantasía
48

de desafío enlazada a la victoria sobre la oposición del padre. ¡Grita lo que quieras!
Mamá me recibe a pesar de todo en su cama. ¡Mamá es mía, me pertenece!”

Toda esta fantasía representa lo que estaba ocurriendo con Juanito en los últimos días ya
que se pasaba a la cama de los padres, mientras su padre reprochaba a la madre porque
lo consentía. El complejo de Edipo es un complejo nuclear porque es determinante en la
estructuración psíquica del sujeto. Si bien el mecanismo de represión arrastra al sujeto a
una amnesia de lo acontecido (amnesia infantil sobre los primeros cinco años de vida)
estas vivencias y su modo particular de intento de resolución determinaran una manera
de vincularse con sí mismo y con el mundo. A partir de la declinación del complejo de
Edipo comienza a desarrollarse un período denominado de “latencia”. Durante su
transcurso hasta la pubertad ocurre que, por efecto de la represión, hay una
disminución notable de actividades y fantasías ligadas directamente a la sexualidad,
pero si hay un predominio de sentimientos tiernos con sus relaciones objetales, aparecen
también sentimientos de pudor, de asco e inquietudes relacionadas con el aprendizaje,
con lo moral y con lo estético. A este momento del desarrollo libidinal se lo denomina
período y no fase, porque en su transcurso no se produce una nueva organización de la
sexualidad. Llegada la pubertad, las pulsiones parciales se unifican bajo la primacía
dela genitalidad, organizándose y jerarquizándose, volviéndose así el placer que
conlleva los preliminares al orgasmo. En esta nueva “fase genital”, aquellas pulsiones
que no logran integrarse en forma definitiva a la genitalidad encuentran el camino de la
sublimación (por ej.: actividades artísticas, intelectuales, etcétera). La maduración
biológica y la internalización de la prohibición del incesto impulsan al sujeto a una
canalización exogámica de sus deseos sexuales. E. Roudinesco y M. Plon señalan que
Freud no estableció una terminología para diferenciar los dos dominios de la
sexualidad: la determinación anatómica y la representación social o subjetiva. Pero sí
demostró que la sexualidad es tanto el lugar de una diferencia anatómica como el de
una representación o una construcción mental.

... Veinte años después


49

Por el año 1920 el Psicoanálisis se había constituido como un sólido cuerpo teórico, que
permitía desde el campo de la ciencia acceder a la comprensión de los aspectos más
irracionales del alma humana. A diferencia de sus primeros años había construido un
lugar que se expandía en los diversos círculos científico-culturales. Si bien para muchos
su base teórica había encontrado una cierta estabilidad, no lo fue así para Freud, cuyo
espíritu crítico y de investigación continuaba con la misma fuerza que en sus
comienzos. Hasta aquí había arribado a una elaboración de una teoría pulsional
señalando que la misma es una carga energética que impulsa al organismo hacia un fin,
y que se diferencia del instinto ya que éste tiene un objeto y un fin predeterminados.
Agrupa a las pulsiones en un par antitético dividiéndolas en pulsiones del Yo o de
autoconservación (por ejemplo, hambre), que están al servicio del principio de realidad
y pulsiones libidinales o sexuales (amor), que están gobernadas por el principio del
placer, sustituyendo éstas luego por las de libido objetal y libido narcisista. Partiendo de
ciertas conceptualizaciones de la biología, Freud se da cuenta de que ya no puede
explicar la búsqueda de satisfacción por parte del sujeto con esta primer teoría
pulsional, correspondiente a un único tipo de pulsiones, pulsiones de vida
(autoconservación, sexuales).

“En los trabajos de mis últimos años, (Más allá del principio de placer, Psicología de las
masas y análisis del Yo y El Yo y el Ello), he dejado libre curso a mi tendencia a la
especulación, contenida durante mucho tiempo y he intentado una nueva solución al
problema de las pulsiones. He reunido la conservación del individuo y de la especie
bajo el concepto de Eros, oponiendo a ésta la pulsión de muerte o de destrucción
(Tánatos) que labora en silencio.... La pulsión es concebida como una especie de
elasticidad de lo animado; esto escomo una aspiración de reconstruir una situación que
existió alguna vez y fue reprimida.” Freud, S.: Autobiografía (1924).

El concepto antitético entre Eros, pulsiones de vida y Tánatos, pulsiones de muerte ,


recibió fuertes resistencias en el seno del círculo psicoanalítico; Freud ya estaba
acostumbrado a ello y persistió en esta teoría hasta el final de su obra.
50

“Recuerdo mi propia resistencia cuando la idea de la pulsión de destrucción me


apareció por primera vez, y cuánto tardé en aceptarla.” Freud, S.: El malestar en la
cultura.

J. Schabelson señala que el ser humano a lo largo de la historia sintió la muerte como un
hecho ajeno a sí mismo, que corta el hilo de la vida, inexplicable desde lo racional y por
lo tanto librado a lo religioso, a la voluntad de Dios. Tanto Freud como Heidegger (en
sus primeros trabajos) producen una ruptura con respecto al concepto de muerte; para
ellos será una condición previa para la vida, dejando de ser un hecho repentino o
fortuito. La oposición entre pulsiones de Vida y de Muerte es introducida por Freuden
el artículo Más allá del principio de placer (1920). Las pulsiones de muerte tienden al
retorno a un estado inorgánico, a un estado de reposo tal, que desaparecen por
completo las tensiones (nirvana); mientras que las de vida tienden a conservar unidades
vitales existentes y construir a partir de éstas unidades más complejas. Entre los
motivos manifiestos que llevaron a Freud a esta nueva conceptualización se encuentra
el trabajo con sus pacientes; observa en los mismos una compulsión a la repetición de
actos o ideas que no podían explicarse por una búsqueda de satisfacción libidinal ni
tampoco por el intento de dominar experiencias displacenteras, dependiendo de una
fuerza independiente y capaz de oponerse aparentemente al principio de placer. El
principio de placer parece entonces hallarse también al servicio de las pulsiones de
muerte. Freud señalará con respecto a esta oposición sus aspectos complementarios en
la vida del sujeto. Por ejemplo, en la relación sexual se tiende a un equilibrio entre
ambas pulsiones, ya que el incremento de la pulsión de muerte lleva a una relación
agresiva con el objeto y su ausencia o su pasividad a la impotencia. En un reportaje
realizado en 1929 por G. S. Viereck, Freud comentará que “tal vez muramos porque
deseamos hacerlo. Del mismo modo que en nuestro interior conviven simultáneamente
el odio y el amor por una persona, toda vida combina el deseo de supervivencia con un
ambivalente deseo de aniquilación. En todo ser normal el deseo de vivir es lo
suficientemente intenso como para contrarrestar el deseo de morir, aunque, en última
instancia, este último acaba siendo el más poderoso. Podemos así jugar con la sugerente
51

idea de que la muerte nos alcanza porque en algún momento la deseamos”. El Yo es


otro concepto tomado de la Psicología que estuvo presente desde los inicios de sus
elaboraciones teóricas, utilizado tanto para referirse a la personalidad en su conjunto
como, en otras oportunidades, para designar el sistema preconsciente-consciente. Es a
partir de 1920 que Freud comienza a reconceptualizarlo adquiriendo características
propias en la teoría psicoanalítica. En el artículo “El Yo y el Ello” (1923) es donde pone
de relieve el hecho de que la instancia represora Yo y sus operaciones defensivas son las
que permiten evitar la angustia en el sujeto, siendo en su mayor parte inconscientes. El
Yo no será ahora equivalente a conciencia sino que algunos de sus aspectos serán
inconscientes. Estas últimas elaboraciones del funcionamiento mental lo llevan a la
necesidad de reformular la tajante división del aparato psíquico en dos sistemas, para
considerar una nueva formulación del mismo en tres instancias: Ello, Yo y Superyó. Lo
significativo será que tanto el Yo como el Superyó hunden sus raíces en el Ello. Como
los límites de estas instancias son imprecisos, esta formulación se diferenciará
notablemente de la primera. La conceptualización de esta tópica se conforma
definitivamente en el artículo: Nuevas lecciones introductorias al psicoanálisis (1932).
No deviene ya de las ideas del funcionamiento propio de la física sino que en ella se
juega una visión antropomórfica de los procesos psíquicos, basada en el modelo delas
relaciones interpersonales. Por ejemplo, cuando se refiere a la depresión, señala que el
Superyó se comporta sádicamente con respecto al Yo. El incipiente pensamiento
estructuralista en el campo de las ciencias ejercerá su influencia en esta nueva
formulación. El aparato psíquico se constituirá a partir de una diferenciación progresiva
de las instancias psíquicas, existiendo entre ellas una permanente interrelación,
ocupando el Yo el lugar de representante de los intereses de la totalidad de la persona.
Al caer el deseo de dar por terminadas las conceptualizaciones teóricas arribadas hasta
ese momento, reinstala la duda –fuente y motor de inspiración para proseguir la
búsqueda de la verdad. “Tan sólo aquellos crédulos que piden a la ciencia un sustituto
del catecismo podrán reprochar al investigador el desarrollo o modificación de sus
opiniones.” Más allá del principio de placer. Freud, S. (1920).
52

Segunda formulación del aparato psíquico

Las instancias Ello, Yo y Superyó serán consideradas como una diferenciación


progresiva en la constitución psíquica. A partir del nacimiento no hay todavía una
diferenciación entre el yo y el no-yo por parte del sujeto.

Este incipiente aparato psíquico está constituido sólo por el Ello, lo que le otorgará a la
pulsión un origen inicial. Freud se referirá a él metafóricamente como el caldero de las
pulsiones, o sea como un caos o un caldero hirviente de estímulos. Si lleváramos esta
tópica a una representación gráfica, lo haríamos con uno de sus extremos abiertos,
orientado a lo somático, recibiendo las necesidades pulsionales que es de donde cargará
su energía, las que posteriormente serán traducidas en expresiones psíquicas.
Recordemos que la pulsión es el límite entre lo somático y lo psíquico. Si lo
comparamos con el inconsciente de la primera tópica nos encontramos que mantiene su
misma legalidad, careciendo por lo tanto, de organización, no generando una acción
conjunta y dando curso al principio de placer. Diremos entonces que el Ello es
inconsciente y que la energía pulsional es móvil y capaz de descarga, pues de otro
modo no se produciría el libre desplazamiento y la condensación característica de esta
instancia psíquica. Es el gran reservorio de la libido (energía dinámica de la pulsión
sexual). Sus contenidos se constituyen a partir de lo hereditario, lo innato y lo
reprimido, conformándose así en el polo pulsional de la personalidad. El término Ello,
tomado por Freud de Broddeck y de Nietzsche, designa lo impersonal; para el
psicoanálisis será aquello que nos maneja desde un lugar distinto a aquel en el que
somos capaces de reconocernos.

“No esperéis que del Ello pueda comunicaros grandes cosas. Es la parte inaccesible y
oscura de nuestra personalidad; lo poco que sabemos de él lo hemos averiguado
mediante el estudio de la elaboración onírica y de la producción de los síntomas
neuróticos. No pudiendo ser descripto sino como antitético al Yo.” Nuevas lecciones
introductorias al psicoanálisis (1932).
53

El Yo es aquella parte del Ello que fue modificada por la proximidad y la influencia del
mundo exterior, recibiendo los estímulos y siendo también una protección hacia ellos.
“La relación con el mundo exterior ha sido decisiva para el Yo, el cual ha tomado a su
cargo la misión de representarlo cerca del Ello, para bien del mismo, pues, sin cuidarse
de tan ingente poder exterior, y en su ciega aspiración a la satisfacción pulsional, no
escaparía al aniquilamiento.

... De este modo ha destronado al principio de placer que rige ilimitadamente su poder
en el Ello, y lo ha sustituido por el principio de realidad que promete mayor seguridad
y mejor éxito.” Nuevas lecciones introductorias al psicoanálisis. (1932).

Su constitución será a partir de lo que del otro humano toma como modelo, por medio
de identificaciones. Se constituye a partir de las primeras relaciones objetales con
aquellas personas que cumplieron las funciones parentales, agregándose
posteriormente a la conflictiva edípica otras figuras significativas. S u función
perceptiva permite el registro del otro, con quien en sus primeros momentos se
establece un encuentro libidinal, resultado de sensaciones en la superficie de su cuerpo
(ej.: caricias de la madre), que le permiten su integración, y posteriormente, su
diferenciación, lo que podemos considerar como una proyección de su organismo en su
psiquismo. Este encuentro dará así lugar a las identificaciones, donde el Yo hace propias
o internaliza algunas características o rasgos del objeto. Esta constitución paulatina de
integración y posterior diferenciación del otro le permite al sujeto una forma de
encauzar las demandas pulsionales. La distinción con el Ello gira en torno de la
posibilidad paulatina de organización y síntesis de sus contenidos, representando a la
razón y a la reflexión, lo que hace posible las funciones de atención, pensamiento,
percepción, etcétera. Si bien la mayor parte de sus contenidos se rige por el proceso
secundario, debemos señalar que la represión y los mecanismos defensivos del
Yo(formación reactiva, racionalización, negación, etcétera) son inconscientes. Así como
el término Ello alude a lo impersonal, el término Yo designa, como pronombre de
primera persona, aquello que el sujeto reconoce como propio. Aunque Freud va a
señalar que el Yo es débil constitutivamente en tanto su energía la recibe del Ello.
54

“La relación entre el Yo y el Ello puede compararse con la de un jinete y su caballo. El


caballo suministra la energía para la locomoción; el jinete tiene el privilegio de fijar la
meta dirigir los movimientos del robusto animal. Pero entre el Yo y el Ello ocurre
frecuentemente el caso nada ideal de que el jinete tiene que guiar al caballo allí donde
éste quiere ir.”Así es como solemos escuchar: No sé, no lo puedo evitar, esto es más
fuerte que yo.

El Superyó

Será la tercera instancia psíquica que se constituye, a partir de la prolongada


dependencia del sujeto a la autoridad de los padres y fundamentalmente con la
declinación del Complejo de Edipo.

“El Superyó es para nosotros la representación de todas las restricciones morales, el


abogado de toda aspiración a un perfeccionamiento; en suma, aquello que se nos ha
hecho psicológicamente aprehensible. Siendo en sí procedente de la influencia de los
padres, posteriormente de educadores, etc. El examen de estas fuentes nos ilustrará
sobre su significación. Por lo regular los padres y las autoridades análogas a ellos siguen
en la educación del niño las prescripciones de su propio Superyó....De este modo el
Superyó del niño no es constituido en realidad conforme al modelo de los padres
mismos, sino al del Superyó parental; recibe el mismo contenido pasando a ser el
sustrato de la tradición de todas las valoraciones permanentes, que por tal camino se
han transmitido a través de generaciones.” Nuevas lecciones introductorias al
psicoanálisis (1932).

Afirmamos el principio de que la constitución definitiva del Superyó es resultado de la


declinación del Complejo de Edipo, ya que su consecuencia es la renuncia a la
satisfacción de los deseos incestuosos por parte del sujeto, por efecto de la represión. El
Complejo de Edipo se enfrenta con la prohibición paterna, siendo la figura del padre
quien encarna la ley, por lo que el Superyó no es sólo un residuo de las primeras
relaciones objetales del Ello sino una enérgica formación reactiva contra las mismas.
Transformará así, el pequeño sujeto, sus deseos en un proceso de identificación con los
55

padres, a través desentimientos tiernos originarios del Yo y ya no del Ello, y se


identificará con el progenitor del mismo sexo lo que se constituirá en la base de la
identidad sexual. Freud señala que la relación con el Yo no se limita a la advertencia:
“Así como el padre debes ser”, sino que comprende también la de prohibición: “Así
como el padre no debes hacer”. No debes hacer todo lo que él hace pues hay algo que le
está reservado. La internalización de la ley fundamental, la prohibición del incesto, será
la que permite la posterior internalización del resto de las normas culturales. Es en el
artículo El Yo y el Ello (1920) donde figura por primera vez el término Superyó. En
aquel momento es tomado como sinónimo del Ideal del Yo, pero en el artículo citado de
1932 Freud realiza una diferenciación de tres funciones:

Ideal del Yo, conciencia moral y autoobservación.

El Superyó realiza una observación actual al Yo y lo compara con el Ideal operando la


censura en la medida en que se aleja de éste. Las tensiones entre el Yo y el Superyó dan
como resultado sentimientos de inferioridad y de culpabilidad. El primero relacionado
con el alejamiento del Ideal del Yo y el segundo por el no cumplimiento normativo de la
conciencia moral; por lo que el Superyó determinará al Yo lo que ha de reprimir y lo que
no. Si bien algunos de sus aspectos son conscientes, la mayor parte del Superyó es
inconsciente. El Ideal del Yo le permitirá al sujeto un modelo al que intentará adecuarse
siendo primariamente las figuras parentales y posteriormente otros modelos
significativos. Estará relacionado con el “deber ser”.

“... el Ideal del Yo es con quien se compara el Yo, al cual aspira y cuya demanda de
perfección siempre creciente se esfuerza en satisfacer. No cabe duda de que este ideal es
el residuo de la antigua representación de los padres, la expresión de admiración de
aquellas perfecciones que le atribuía entonces.” Freud, S.: Nuevas lecciones
introductorias al psicoanálisis (1932).

El siguiente esquema ilustra las relaciones estructurales de la personalidad anímica.

Esquema propuesto por Freud en el artículo“Nuevas lecciones introductorias al


psicoanálisis” (1932).
56

Como vemos, no hay límites precisos en las tres instancias por lo que la división sólo
intenta designar procesos, funciones y mecanismos diferentes constitutivos de la
personalidad. Conducido por el Ello, restringido por el Superyó y enfrentándose con la
realidad, el Yo intenta establecer como puede una cierta armonía entre las demandas
que actúan sobre él.
57

Si en los primeros años el objetivo del psicoanálisis era hacer consciente lo inconsciente,
Freud dirá a partir de esta formulación: “Lo que era Ello, Yo hade ser”.

La cura por la palabra.

“Las palabras primitivamente formaban parte de la magia y conservan en la actualidad


algo de su antiguo poder. ”S. Freud.

Si partimos de los orígenes de la teoría psicoanalítica, debemos recordar que Ana O.,
aquella paciente tratada por Breuer y sobre la que luego teorizó junto a Freud,
denominó ese tratamiento hipnótico “cura por conversación”, o en broma, “limpieza de
chimenea”.

“Pronto descubrió como por azar que mediante este deshollinamiento del alma podía
obtenerse algo más que una eliminación pasajera de perturbaciones anímicas siempre
recurrentes. También se conseguía hacer desaparecer los síntomas patológicos cuando
en hipnosis se recordaba con exteriorización de los afectos la ocasión y el asunto a raíz
del cual esos síntomas se habían presentado por primera vez.” Psicoanálisis (Cinco
conferencias) (1909).

La utilización con sus pacientes del método catártico (derivado del griego katharsis que
significa purificación) va siendo dejada de lado, ya que la inducción hipnótica no sólo
cada vez se vuelve más resistente en los pacientes sino que encuentra una barrera en los
recuerdos que no puede atravesar .Además, los síntomas tienden nuevamente a
regresar. Luego de implementar la técnica del apremio, consistente en ponerle la mano
en la frente al paciente ys eñalarle que recordará así lo buscado, Freud dejará cada vez
más al paciente en su libre discurrir, arribando así a la técnica de la asociación libre. Esta
original técnica para la cura, que diferenciaba claramente al psicoanálisis de otros
abordajes terapéuticos, instauró un lugar privilegiado tanto a la escucha como a la
palabra. Sólo en la medida en que el paciente se permita la asociación libre es que se
puede hablar de acto psicoanalítico, determinándose así en su “regla fundamental”.
58

“El éxito del psicoanálisis depende de que el paciente respete y comunique todo lo que
atraviesa su pensamiento y no se deje llevar a retener ocurrencias por creer las
insignificantes o faltas de conexión con el tema dado, y otras por absurdas o
desatinadas.” La interpretación de los sueños (1900).

Este particular discurso no se hallará regido por las leyes de la clásica escuela
asociacionista: contigüidad, semejanza, contraste, sino que las formasen que se agrupan
estas asociaciones, su diversidad y engañosos modos de conexión, son el resultado de la
propia dinámica de los mecanismos de defensa inconscientes del sujeto. Al correrse del
hilo conductor que le da coherencia a su discurso, el mismo se organizará desde otro
lugar, permitiendo en el análisis una vía más accesible para develar los contenidos
reprimidos. Aunque el inconsciente está presente en todos los actos y en el decir
corriente del sujeto, su emergencia será más evidente en aquellas interrupciones no
esperadas conscientemente en el discurso, como por ejemplo: lapsus linguae,
neologismos, etcétera. Debemos agregar que la palabra para el psicoanálisis dice más
que lo que enuncia.“... La disposición de ánimo del hombre que reflexiona es totalmente
distinta de la del que observa sus procesos psíquicos... En muchos casos existe una
concentración de la atención; pero el sujeto, sumido a la reflexión, ejercita además una
crítica, a consecuencia de la cual rechaza una parte de las ocurrencias emergentes
después de percibirlas, irrumpe otras en el acto, negándose a seguir los caminos que
abren el pensamiento, y reprime otras antes que hayan llegado a su percepción, no
dejándolas advenir conscientes. En cambio el autoobservador no tiene que realizar más
esfuerzo que el de anular la crítica. Si lo consigue acudirá a su conciencia una infinidad
de ocurrencias, que de otro modo hubieran permanecido inaprensibles. Con ayuda de
estos nuevos materiales se nos hace posible llevar a cabo la interpretación de las ideas
patológicas.” La interpretación de los sueños, Cap. 2(1900).

La técnica de la asociación libre no sólo fue utilizada con los pacientes sino también por
el propio Freud para interpretar sus sueños y en su autoanálisis. La misma permite
reinstalar lo reprimido en la serie psíquica consciente, dando lugar a nuevas
significaciones. Como dato curioso, podemos citar un artículo publicado en 1920,
59

titulado Para la prehistoria de la técnica psicoanalítica, donde comenta el trabajo


literario de L. Börne (1823), y recuerda que le fue regalado cuando tenía 14años, siendo
éste un escritor que por aquel entonces llamó mucho su atención. Uno de los artículos
de este autor es “El arte de llegar a ser un escritor en tres días”. En ese escrito propone
tomar varios pliegos de papel y escribir todas las ocurrencias que surjan
espontáneamente sin efectuar crítica alguna. Años después Freud se sorprende al
releerlo, ya que encuentra también otras ideas que él mantenía y defendía. Freud va a
definir como criptoamnesia el olvido de este texto que sin duda es un antecedente
interesante en su pensamiento con respecto al valor de las asociaciones espontáneas, de
las que fuera determinando su valor terapéutico en el devenir de sus trabajos con los
pacientes. En esta particular relación que se establece en la cura analítica, al libre
discurrir del paciente le deberá corresponder por parte del analista una escucha no
convencional, denominada por Freud “atención flotante”; consiste en rechazar todo
medio auxiliar, incluso la anotación, en ahorrar todo esfuerzo que intercepte la atención,
en escuchar sin prejuicios o diagnósticos previos el relato del paciente y sin intentar
retener algún fragmento en especial, ya que en la sesión surgirán ideas que aunque
parezcan muy nimias su significación podrá ser descubierta a posteriori,
abandonándose así el analista a su memoria inconsciente. Lo atentatorio sería quedarse
con una palabra tan social que haga callar y por lo tanto no escuchar la singularidad del
paciente.

“He de recomendar a mis colegas que procuren tomar como modelo durante el
tratamiento psicoanalítico la conducta del cirujano, que impone silencio a todos sus
afectos, e incluso a su compasión humana y concentra todas sus energías psíquicas en
su único fin: practicar la operación con todas las reglas del arte.” Consejos al médico en
el tratamiento sicoanalítico (1912).

Es así como la atención flotante permitirá descubrir al analista las conexiones existentes
en el discurso del paciente y establecer una comunicación de inconsciente a
inconsciente. Para ello deberá existir no sólo una sólida formación previa sino un
análisis personal del analista. W. Stekelseñaló que: “a cada una de las represiones no
60

vencidas por el analista le corresponderá un ‘punto ciego’ en su trabajo con los


pacientes”. La “interpretación” es el método que por medio de la deducción resultante
de la investigación terapéutica permite intervenir al analista, señalando el sentido
latente de los actos y del discurso del analizado, intentando dejar en descubierto el
conflicto psíquico entre el deseo y la defensa. El acto interpretativo puede rastrearse
desde los orígenes de la civilización, por ejemplo a través del relato bíblico de los
sueños del faraón, donde las imágenes de siete vacas flacas y siete vacas gordas, al
entender de los exégetas, representarían futuros años de miseria y de prosperidad.
Podemos citar también como ejemplo, la interpretación popular de las imágenes
oníricas con cábalas o premoniciones. Es a partir del psicoanálisis que la interpretación
cobra sentido en relación con la historia del sujeto y no con simbolismos universales.

“Mi procedimiento no es tan cómodo como el popular método descifrador, que traduce
todo contenido onírico conforme a una clave fija. Por lo contrario, se ve que un mismo
sueño puede presentar varios sentidos, según quién lo sueñe o el estado individual al
que se relaciona.” Freud, S.: El método de la interpretación onírica (1900).

Cabe destacar que Freud va a señalar a la interpretación de los sueños como una “vía
regia” para el acceso a los contenidos inconscientes. Se constituirá así en el método por
el cual se intentará hacer el pasaje del sentido manifiesto al sentido latente. Si bien la
interpretación estuvo presente en sus primeros trabajos, se incorpora claramente en la
dinámica de la cura cuando pasa a formar parte como método psicoanalítico en el
artículo El manejo de la interpretación de los sueños (1911).Una intervención analítica
referida al discurso del paciente, a un sueño, a un acto fallido, etc. se constituirá como
interpretación sólo a posteriori, en relación con el efecto que produce. La interpretación
no tiende a cerrar el discurso sino a que el mismo se siga desplegando a través de
nuevas asociaciones. La palabra del analista es muy importante porque viene del Ideal
del Yo, por lo que debe ser cuidadoso en toda intervención.“El Yo del enfermo nos
propone la más completa sinceridad, es decir, promete poner a nuestra disposición todo
el material que le suministra su autopercepción; por nuestra parte, le aseguramos la más
61

estricta discreción y ponemos a su servicio nuestros conocimientos en la interpretación


del material influido por el inconsciente ”Compendio de psicoanálisis (1938).

Debemos pensar que en la cura analítica no es de un diálogo de lo que se trata, sino de


una comunicación de inconsciente a inconsciente. La interpretación es de un nivel
lógico diferente; de no ser así será sólo una opinión del analista. Las intervenciones
psicoanalíticas no se refieren a las causas, sino a motivaciones inconscientes,
otorgándoles un significado que no excluye otros.

El método interpretativo será utilizado también para develar la significación


inconsciente de otras actividades humanas a las que no se puede acceder por medio de
la asociación libre, por ejemplo en psicoanálisis aplicado. Pero la base del psicoanálisis
ha sido y será la de develar las motivaciones inconscientes que hay detrás de toda
palabra, de la palabra pronunciada en transferencia. Freud va a señalar que el primer
motor de la terapia está en las dolencias del enfermo y en el anhelo de curación por ella
generado, pero que en el curso del tratamiento las nuevas fuentes de energía nacen en el
fragor de la transferencia.

“Recordemos ante todo que la acción conjunta de la disposición congénita y las


experiencias de los años infantiles determinan en cada individuo la modalidad especial
de su vida erótica.” Freud, S.: La dinámica de la transferencia (1912).

Continúa diciendo que sólo una parte de estas tendencias han realizado una evolución
psíquica completa, mientras que otra parte en cambio ha quedado detenida en su
desarrollo por el ejercicio sobre ella de la represión, pudiendo desplegarse sólo en la
fantasía o quedando confinadas en lo inconsciente. Por lo tanto, es factible que la carga
de libido que el sujeto parcialmente insatisfecho mantiene esperanzadamente se oriente
en el tratamiento hacia la figura del analista. El terapeuta será entonces insertado en una
de las series psíquicas que el paciente ya tiene preparada. No tendrá así recuerdo
consciente de lo reprimido sino que lo vivirá de nuevo con un marcado sentimiento de
actualidad, siendo encauzado ya sea por sentimientos amorosos u hostiles, existiendo
una modalidad de satisfacción de la pulsión que se repite en la relación con el analista.
62

La pulsión se enlazará así a un complejo de representaciones, a una escena. Este


recuerdo en acto estará al servicio de la resistencia, produciéndose en general en el
momento en que está por ser develado algún contenido reprimido, en esa sesión o en
anteriores, jugándose en esta repetición modalidades infantiles en relación con vínculos
primarios(funciones parentales u otras figuras significativas).Lo que se despliega en la
transferencia es una sexualidad proveniente del Ello, en tanto exige todo (se pone en
juego una repetición sin recuerdo consciente) a diferencia de la ternura, que es una
sexualidad mediada por el Yo. Si bien este recuerdo en acto está al servicio de la
resistencia, por otro lado permite en el análisis captar in statu nascendi los elementos
del conflicto infantil, pasando así de ser sólo un obstáculo a un elemento privilegiado
parala cura. El fenómeno de la transferencia será interpretado en la medida que
interfiera con el libre asociar del paciente, ya que estos sentimientos, por lo general
ambivalentes (amor-odio) son un obstáculo si no son desanudados. Las dificultades en
un tratamiento pasan por el trabajo de la transferencia, ya que, como dijo Freud: “el Ello
(caldero de las pulsiones) no habrá de ser conquistado sin una lucha previa”. Debemos
agregar que el fenómeno de la transferencia es un concepto original del psicoanálisis, ya
que sólo fue enunciado por primera vez por él. Es una modalidad que se da en todos los
vínculos que establecemos en nuestra vida de relación sin tener conciencia de ello. Pero
sí es cierto también que las características del análisis son favorecedoras para que se
despliegue sin necesidad de que el analista haga algo para que se instale. La creencia del
analizado de que el analista puede dar respuesta a todos sus interrogantes colabora
también para inducirlo en el fenómeno de la transferencia. Si bien Freud en sus
primeros trabajos considera la transferencia como un simple desplazamiento, es a partir
del des-cubrimiento del Complejo de Edipo y delos efectos posteriores que éste genera
cuando las manifestaciones transferenciales cobran una nueva significación en la teoría.
Tanto la asociación libre, la interpretación, como el análisis de la transferencia son
recursos técnicos de la teoría psicoanalítica. Tienen como objetivo que el sujeto se
enfrente a un nuevo discurso, el discurso del inconsciente, para poder desprenderse así
de su mito individual, pensar y proyectarse desde un nuevo lugar.
63

Parte III. Otras formulaciones psicoanalíticas. José Töpf

Introducción

Freud y sus discípulos, a quienes habría que llamar en realidad su “equipo de trabajo”,
constituyeron lo que se llamó el Circulo de Viena. A él no perteneció Breuer, aquel
psiquiatra con quien se inició y con quien había escrito su primer libro sobre la Histeria.
Pero sí pertenecieron Adler y Jung, discípulo el primero y colega mayor el segundo, que
no lo acompañaron en la hipótesis acerca de la naturaleza sexual, de lo que hoy en día
llamaríamos su explicación de la motivación humana, ya sea en su sentido restringido o
en el ampliado. Ambos, con extrema violencia, como fueron las disputas con el maestro,
se retiraron del Circulo y construyeron sus propios modelos teóricos. Esto fue en las
décadas o años anteriores a la Segunda Guerra Mundial, pero cabe señalar que todos
ellos, ya fuesen discípulos o disidentes, salvo en el caso particular de Jung, tuvieron una
mirada naturalista sobre los hechos humanos. Incluso sacerdotes católicos, pastores
protestantes y rabinos que entonces se acercaron y practicaron el Psicoanálisis
participaron, aunque críticamente, de esta mirada. Pero después de la Segunda Guerra
Mundial se constituyó lo que dio en llamarse el Segundo Circulo de Viena, de
formulación espiritualista. Pertenecieron a él Frankl, Boss, Biswanger, entre otros. Si
bien la visión del Psicoanálisis que se origina en Frankl tiene amplia aceptación en
algunas universidades de nuestro país, nosotros acá haremos sólo una breve reseña de
los puntos de vista de aquellos que disintieron en discusión personal con Freud, como
los mencionados Adler y Jung, o de quien sin disentir con él formuló a partir de sus
ideas una muy particular concepción del Psicoanálisis, como fue la psicoanalista
vienesa-inglesa Melanie Klein. Finalmente incluimos los desarrollos que en nuestro país
produjo Enrique Pichón Rivière y algunos de sus discípulos, que tuvieron un papel
fundante del Psicoanálisis yde la psicología académica en la Argentina. Para el
conocimiento de quien esto lea, diremos sólo que el Psicoanálisis freudiano ha dado
lugar a innumerables desarrollos teóricos, en gran medida sujetos a los estilos culturales
y tradiciones científicas de cada lugar, como a sus particulares circunstancias históricas.
Así es como en los Estados Unidos dio lugar a lo que se llamó la Psicología del Yo, en
64

consonancia con la tradición conductista. En Francia, después de una rica producción


encaminada hacia una integración teórica como fueron los trabajos de Nuttin y Lagache,
o vinculados con el enfoque materialista histórico, deriva luego, en la tradición de la
lingüística francesa, en el particular modelo de Jacques Lacan. Todos ellos muy
presentes en el psicoanálisis argentino contemporáneo.

El modelo teórico de Carl Gustav Jung

Carl Gustav Jung ya era un prestigioso psiquiatra suizo, con vasta producción propia,
cuando se vio atraído por el psicoanálisis freudiano. Fue durante años un colaborador
entusiasta y crítico de Freud, para quien fue particularmente cercano. Recordemos que
en ocasión de su viaje a los Estados Unidos, en ocasión en que dictó aquellas tan buenas
y tan rechazadas exposiciones en la Universidad de Clark, que hoy conocemos como las
Cinco Conferencias, puso especial empeño en que fuera Jung uno de los que lo
acompañaran. Del mismo modo, y por razones no sólo científicas sino muy relacionadas
con las penosas circunstancias discriminatorias en Alemania y Austria de aquel
entonces, impuso su nombre para la presidencia de la Asociación Psicoanalítica
Internacional. Recordemos que en ese entonces Jung era el único no hebreo de ese
grupo fundacional. A pesar de la lamentable cercanía que Jung tuvo luego con el
nazismo, su producción científica fue sumamente original y valiosa. Es posiblemente el
psicoanalista que más esfuerzos hizo para vincular en el campo de la Psicología
occidental las concepciones filosóficas orientales, que por otra parte se hallaban muy
presentes en la cultura europea de aquel entonces. En nuestro país, su pensamiento
tuvo particular difusión en las décadas de los ’40 y ’50, figurando la traducción de sus
obras muy tempranamente en la bibliográfica local de aquel entonces. La psicología
junguiana, en tanto teoría general de la personalidad, postula respuestas acerca de qué
es lo que la constituye (aspecto estructural); cuáles son sus fuentes de energía (aspecto
dinámico) y cómo se origina y qué cambios se producen en ella (desarrollo). Jung
denomina psiquis a la personalidad, que incluye tanto los pensamientos como los
afectos, en su faz consciente e inconsciente. Funciona como guía que regula y adapta al
individuo a su medio social y físico. La conciencia es la única parte de la mente que el
65

individuo conoce. Esta teoría postula su existencia desde antes del nacimiento. Sus
cuatro funciones son: pensamiento, sentimiento, sensación e intuición. Su distinta
participación en el comportamiento, así como los factores introversión y extraversión,
darán lugar a la diversidad de tipos psicológicos. (1)El desarrollo de la psiquis está
dado por una progresiva individualización de la conciencia, de donde deviene un
nuevo elemento, el ego

–la organización de la mente consciente que provee identidad y continuidad a la


persona. Las experiencias que no logran ser reconocidas por el ego no desaparecen de la
psiquis, quedan almacenadas en el inconsciente personal, nivel de lamente que se
agrega al ego, y suelen ser fácilmente accesibles a la conciencia. Los contenidos
ideatorios y afectivos de este inconsciente personal pueden constituir grupos complejos,
como puede verse en el Test de asociación de palabras, ideado por Jung. El concepto
más conocido de la teoría junguiana es el de inconsciente colectivo. La mente, a través
del cerebro, hereda características que determinan su modo de comportarse, e incluso el
tipo de experiencias que le sobrevendrán. Con ello Jung discute el determinismo
estrictamente ambiental de otras teorías y sostiene que la evolución y la herencia
suministran un diseño de la psiquis, y también un diseño del cuerpo. Así como el
inconsciente personal es un depósito de contenidos que alguna vez fueron conscientes,
el inconsciente colectivo lo es de imágenes primeras o primordiales, relativas al más
temprano desarrollo de la psiquis, en el marco de la teoría lamarckiana de transmisión
hereditaria de conocimientos de la especie.(2)Los contenidos del inconsciente colectivo
son los arquetipos , sensaciones difusas y universales que corresponden a esas
experiencias primeras y anteriores al nacimiento. Los cuatro fundamentales son: el
personaje (o arquetipo de conformidad), el ánima y el animus (el lado interno del
hombre y de la mujer, en tanto ambos bipolares), la sombra, el más enraizado en la
naturaleza corporal del sujeto y finalmente el yo, arquetipo central en el inconsciente
colectivo. En cuanto a su dinámica, la psiquis es un sistema relativamente cerrado,
susceptible de recibir energía de fuera del sistema, la que se incorpora y forma parte del
sistema de la libido, expresión de significado distinto y más amplio que en la teoría
66

freudiana. La medida de la cantidad de libido puesta en la prosecución de una idea o


meta es el valor que esa persona asigna a esa meta. Esta energía se distribuye en la
psiquis según dos principios derivados de la física: el principio de equivalencia

y el principio de entropía. A las experiencias cotidianas de una persona, que


promueven su adaptación psicológica, las llama progresión de la energía. El
movimiento de la libido tendiendo a replegarse es la regresión. Así se producen
procesos de adaptación, no sólo con relación al mundo externo sino también al propio
mundo psíquico, condición necesaria para la anterior. En cuanto al desarrollo de la
personalidad, Jung entiende que la persona llega al mundo totalmente indiferenciada, y
que inicia un proceso, que llama de Individualización, hasta constituirse en alguien
unificado, diferenciado y equilibrado consigo y con el medio. Este proceso implica una
mayor concientización de los actos y del inconsciente personal; un mayor equilibrio con
el inconsciente colectivo y entre los arquetipos. La individualización es para Jung un
proceso autónomo innato. No requiere de estímulos externos. La personalidad está
destinada a individualizarse, como el cuerpo está destinado a crecer. Pero este
desarrollo puede verse favorecido o alterado por influencias del ambiente y la
educación o aprendizaje. Esta concepción asigna una importancia primordial a la
relación de los padres con el niño, ya que en éste se supone se expresan las
perturbaciones paternas. La cura de la psicopatología de un niño –y en esto ha sido
extraordinariamente precursor– atraviesa no por él sino por la cura de sus padres. La
teoría delimita cuatro etapas de la vida: niñez, juventud y primera adultez, edad
madura y ancianidad. Estas etapas están signadas por un progresivo incremento de la
integración y de la conciencia del ego, hacia la edad madura, y un regreso hacia lo
inconsciente en la ancianidad. En esta concepción está implícita la posibilidad de que
este regreso indique una vuelta a estados psíquicos más allá de la muerte, como
suponen algunas religiones y filosofías orientales. El enfermar es en esta concepción
consecuencia de la disociación de partes del ego. Por ejemplo el pensar del intuir, lo
masculino de lo femenino. Por ende, si algún vocablo le cuadra a su modo de entender
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la salud éste es integración. Integración de aspectos aparentemente contradictorios,


manifiestos y latentes, de la persona y su sombra.

1. Jung distingue: a) tipo pensante extravertido, b) tipo pensante introvertido, c) tipo


sentimental extravertido, d) tipo sentimental introvertido, e) tipo sensorial introvertido,
f)tipo sensorial extravertido, g) tipo intuitivo introvertido, h) tipo intuitivo extravertido
(en Tipos Psicológicos Sudamericana, 1950).

2. Las concepciones evolucionistas se agrupan sobre dos ejes. Uno iniciado por Darwin
Wallace, que presupone una diversificación de características conductales debidas al
azar, de las que predominan luego las más aptas y más adaptativas. El otro eje es el
iniciado por Lamarck que sostiene el aprendizaje de comportamientos en relación con el
medio y la posibilidad de su transmisión hereditaria.

La escuela de las relaciones objetales de Melanie Klein

Melanie Klein fue hija de un médico psiquiatra vienés. Se dedicó en un inicio a las artes
plásticas y su enseñanza. Interesada en problemas psicológicos de la niñez, implementó
los recursos plásticos con propósitos educativos y terapéuticos. Intentó acercarse al
“grupo de los miércoles”, el de los discípulos de Freud, al que no fue invitada. Sin
embargo, Freud alentó sus trabajos y propició su análisis con Ferenczy, psicoanalista
húngaro interesado en el tema de la transferencia, el que sería luego relevante para el
desarrollo de las teorías de Klein. Su concepción acerca del Psicoanálisis se basa en los
conceptos básicos freudianos, pero también sus diferencias son sustanciales. Podría
decirse que Melanie Klein procura una explicación a la génesis de ese psiquismo cuya
dinámica había procurado explicar Freud. Para ubicar el pensamiento de Melanie Klein
debemos hacer referencia previamente a tres ideas expuestas por Freud en sus trabajos
metapsicológicos. La primera es la idea de fase, entendida como momento evolutivo en
el desarrollo psicosexual del niño. Como hemos visto anteriormente, esta idea supone
un desarrollo lineal a partir de la maduración y ejercitación de diversas zonas
corporales. Distingue entonces la fase oral, la fase anal, la fase uretral, el conflicto
edípico y la posterior fase de latencia, y la fase genital. Trabajos recientes (Wisdom)
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muestran la incorrección de suponer una evolución lineal y progresiva, como por


ejemplo que la fase uretral corresponde a un nivel de maduración necesariamente
superior al de la fase oral. Pero a los fines de esta exposición bástenos recordar este
concepto (completado por Abraham) acerca de la maduración por fases y la
consiguiente fijación en alguna de ellas por falta o exceso de estimulación, como intento
de explicación, incluso, de los estilos de personalidad. La segunda idea se refiere al ya
mencionado concepto freudiano de pulsión(trieb) y la suposición, a partir de 1920, en
Más allá del principio de placer, de la existencia de dos instintos o pulsiones básicas
como explicación de la tendencia general del comportamiento humano: el instinto de
vida y el instinto de muerte, conceptos que se correlacionan con el descubrimiento
sucesivo dela primera y segunda ley de la termodinámica. Conviene aclarar acá que la
concepción kleiniana de los instintos corresponde más al uso corriente de este vocablo
–por su referencia a lo constitucional biológico– que el vocablo pulsión. La tercera idea
se refiere a la concepción de Freud acerca de cuál es en su origen la primerísima forma
de relación del niño con el mundo. Al respecto es sabido que a lo largo de su obra Freud
sostiene tres puntos de vista, contradictorios entre sí, pero coherentes con las
observaciones clínicas en las cuales se apoya. Consciente de esta contradicción, siguió
sosteniéndolos, más fiel a la observación empírica que a un provisional desajuste
teórico. En 1904 sostiene que la primera relación del niño con el mundo es de naturaleza
objetal, lo que presupone un yo prematuro y una prematura capacidad de relación con
el mundo. En 1909 sostiene que esta relación es de naturaleza narcisista, lo que supone
una no-relación objetal en el inicio de la vida, y en 1914 sostiene que la relación del niño
con el mundo es de naturaleza autoerótica. Klein toma de estos postulados el de las
relaciones objetales y basada en ésta, así como también en las mencionadas ideas de
fases de la evolución de la libido –que dará lugar a su concepto de posiciones– y en la
de instinto de vida y de muerte, elaborará su teoría acerca del desarrollo infantil y de las
formas básicas de la personalidad. A partir de su trabajo con niños y adultos psicóticos
formula puntos de vista particulares en lo que se refiere a la maduración y constitución
del psiquismoy el acceso al conocimiento de la realidad. Los instintos de vida y de
muerte, y su correlato emocional de amor y de odio, constituyen el bagaje hereditario
69

del infante recién nacido. Dan lugar también a protomodelos de relación objetal, lo que
–como dijimos– presupone núcleos arcaicos del yo capaces de sostener esta incipiente
relación objetal. La experiencia de nacimiento es posible por prevalencia del instinto de
vid asobre el de muerte, pero el sufrimiento que conlleva desencadena sentimientos de
hostilidad. De ahí que la teoría quiera suponer que el primer vinculo que se establece lo
es con un objeto frustrador (objeto malo) y con la participación del instinto de muerte.
Para Klein, a diferencia de Freud, la agresión, destructividad u odio son indistintamente
emociones del instinto de muerte. Inmediatamente el niño experimenta relaciones de
satisfacción, de cuidado, que son la base del establecimiento de relaciones de un así
llamado objeto bueno y de emociones de amor emanadas del instinto de vida. Así en
sucesivas infinitas experiencias se establece una relación bivalente con el mundo, el que
es percibido en forma de objetos parciales, anatómica y valorativamente parciales,
puesto que el conocimiento del mundo es, en un principio, de partes y no de totalidades
y escindido entre lo que es cercano y amistoso y lo que es ajeno y hostil. Esta doble
experiencia con el mundo facilita que también en el psiquismo se establezca una
división –disociación– que permitirá un primer movimiento ordenador en el caos de
sensaciones y emociones placenteras y displacenteras. Este primer movimiento
ordenador tanto puede ser la base de grandes perturbaciones de la personalidad como
de útiles capacidades de organización y de separación entre las fantasías inconscientes y
los procesos mentales, según sea el posterior devenir de su desarrollo. Así se establecen
dos modalidades del psiquismo y dos modalidades de concebir la realidad. Los
mecanismos de introyección y de proyección permiten mantener una relación objetal
del sujeto con el objeto bueno, a la vez que expulsar el instinto de muerte sobre el objeto
malo y procurar mantenerlo disociado, lo que permite sentirlo ajeno. Este movimiento,
que presupone la puesta en marcha de estructuras innatasreferidas a experiencias de
relación objetal, determina un estilo psíquico, una forma de vinculación del sujeto con el
mundo a la que denomina esquizoparanoide (al momento evolutivo en que se produce
lo llama posición esquizoparanoide) y que corresponde a la primera mitad de la fase
oral. Los procesos biopsíquicos de maduración, y el lento aprendizaje de larealidad dan
lugar al surgimiento de la posición siguiente, a la que denomina depresiva. Rudimentos
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de memoria, de persistencia alucinatoria de imágenes – probablemente apoyada en la


sensación táctil– permiten guardar un somero yf ugaz recuerdo del objeto bueno
cuando éste ya no está. Es decir, cuando está presente –por carecer de la posibilidad de
registrar la ausencia– el objeto malo. Así se produce una paulatina persistencia del
objeto, el que es reconocido cuando regresa (recordar ideas de Spitz acerca de la
respuesta de sonrisa delos tres meses) y el concomitante descubrimiento, esporádico en
un principio, más continuado luego, de que el objeto malo y el bueno son un solo
objeto, y que el psiquismo de amor es el mismo que el psiquismo de odio. La
preocupación por el destino del objeto bueno, dador de vida, agredido por los
sentimientos hostiles del instinto de muerte, hace aparecer culpa y dolor.(1)De allí que
la terminología kleiniana denomine a esta posición depresiva, que coincide
aproximadamente con la segunda mitad de la etapa oral, posición depresiva. En ella, el
psiquismo logra las bases para la futura capacidad de unir y de discriminar, para el
futuro sentimiento de responsabilidad y el conocimiento más verdadero de la realidad.
El dolor inherente a esta posición, además de la dificultad que ella implica para la
decisión y la acción, impulsa al psiquismo a volver al estilo anterior de relación con el
mundo, ya conocido, para afrontar las vicisitudes de la siguiente fase. Así
sucesivamente se repetirán a lo largo de la existencia, como procesos de origen interno
pero en directa relación con la experiencia del mundo, momentos de disociación y
momentos de integración, ambos normales y necesarios para la existencia. Los estilos de
personalidad resultarán de la cristalización patológica o del interjuego dinámico y
progresivo de estas dos posiciones.

1. Klein, M.: Desarrollos en Psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1968

La teoría vincular y de la enfermedad única deEnrique Pichón Rivière

Dentro del marco de las teorías de las relaciones objetales, pero con marcada influencia
de Fairbain y su concepto de técnicas instrumentales del o y del interaccionismo
simbólico de Mead, se ubica el modelo de Pichón Rivière acerca de la maduración y el
desarrollo de la personalidad implícito en su Teoría de la enfermedad única. La idea de
una patología central única, de la cual las diversas formas que adopta son su
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consecuencia y su manera particular de mostrarse, es antigua. La formula Hipócrates, y


ya sobre la base de otros autores, como Paracelso. La retoma Heinemann, en 1810,
cuando funda la escuela homeopática. En el otro extremo, recientemente Nacht toma el
miedo como hilo conductor explicativo de las diversas patologías psicológicas. Antes,
en nuestro medio, en una línea organicista, la doctora Telma Reca había postulado la
existencia de una lesión cerebral mínima como subyacente a toda afección
psicopatológica. Por la misma época, Enrique Pichón Rivière postula un enfoque
estructural, histórico y dinámico de la personalidad y postula un eje, el de la depresión
,como hilo conductor del desarrollo y de las formas particulares del comportamiento
humano. Partiendo de ideas emparentadas con el concepto de estado de indefensión del
sujeto humano en el momento de su nacimiento, y del concepto de trauma del
nacimiento desarrollado por Otto Rank, postula un primer momento experiencial de
desorganización y de crisis a la que llama protodepresión .Esta protodepresión se
inscribe como una huella mnémica, que se reactiva cada vez que el sujeto a lo largo de
su existencia vuelve a sentir riesgo de desorganización. Es la señal de alarma ,
desencadenadora de mecanismos de defensa.A partir de la protodepresión el desarrollo
atraviesa los períodos de posición esquizoparanoide y posición depresiva, tal como los
describe Melanie Klein. Pero debe hacerse la salvedad muy importante de que el
psiquismo para Pichón Rivière es esencialmente condensación de experiencias, tanto del
sujeto individual como de la especie; por lo que el motor esencial de la relación de
objeto no será el elemento pulsional, como en Klein, sino el interjuego
necesidad-satisfacción y la consiguiente inscripción en el psiquismo de experiencias
gratificadoras y de experiencias frustrantes. De ahí que aunque reconocen un mismo
modelo teórico estas concepciones difieren.La teoría de Melanie Klein es
fundamentalmente instintivista y pone el acento en el bagaje hereditario y su
consiguiente maduración, mientras que la de Pichón Rivière es fundamentalmente
ambientalista; pone el acento en la experiencia social –el vínculo– y sostiene que incluso
lo heredado es en granmedida fruto de esta experiencia social acumulada. Pichón
Rivière llamó a esta primera posición esquizoparanoide de desarrollo –que se da así por
incapacidad del psiquismo de tener en este momento evolutivo otro tipo de integración
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interna y otro tipo de relación con el mundo–, para diferenciar esta experiencia de las
otras experiencias, posteriores: la posición depresiva y la posición esquizoparanoide
instrumental , en sucesión alternante. Se ha mencionado con anterioridad las graves
perturbaciones que tiene para el desarrollo de la personalidad la cristalización del
comportamiento en forma defensiva en cualquiera de estas dos posiciones, que
corresponden a la fase oral primaria y secundaria. La consolidación de la posición
depresiva produce culpa por el destino del yo y dolor por el destino del objeto, culpa y
dolor. Un mecanismo inherente a todo organismo vivo es el de la inhibición ante
eldolor. Inhibición que lleva a una detención del desarrollo de las capacidades percep-
tuales, motoras, afectivas e incipientemente ideativas como es la fantasía inconsciente.
Es aquí, según la teoría donde se constituye elnúcleo psicopatogenético, núcleo del yo
que lleva la huella de la protodepresión primera. Este núcleo psicopatogenético impele
al psiquismo a buscar una forma de comportamiento que atempere el dolor de la
posición depresiva. Esta forma es la posición esquizoparanoide, a la que se vuelve ya no
porque sea el único modo posible de relación con el mundo, sino defensivamente,
porque en algún momento ha demostrado ser eficaz. De aquí que esta posición sea
llamadaesquizoparanoide instrumental o patoplástica. Porque según sean las formas
que adoptará la relación del yo escindido con los objetos bueno y malo, en otras
palabras, según sean las técnicas instrumentales que se pongan en juego, en términos de
introyección y de proyección de unos objetos o de otros, así serán los diferentes estilos
de comportamiento. Cabe agregar que estos estilos son variables, cambian según la
gama de respuestas posibles en el repertorio del sujeto, y según sean las circunstancias
que deba afrontar. Cuando estas técnicas fracasan en su función de estilos adaptativos,
reaparece la situación depresiva. Depresión llamada de comienzo, cuando sólo marca el
momento de la incipiente desorganización del yo o, luego, depresión regresional,
cuando ante el dolor desencadenado el sujeto regresa a puntos disposicionales, formas
de comportamiento que en su historia mostraron ser eficaces. La intervención técnica en
esta situación lleva a lo que Pichón Rivière llama la depresión iatrogénica , en tanto es
promovida confines de resolución del conflicto. En su defecto, el proceso depresivo
generalmente también se encamina a nuevas formas instrumentales y nuevas
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adaptaciones al medio que permitirán que la persona siga siendo persona, con el estilo
que le es peculiar. Si a la diversidad de conductas instrumentales que surgen de la
proyección e introyección de objetos y parten del yo según este modelo se le aplicase
otro concepto de Pichón Rivière y Bleger –según el cual la conducta, en su unidad, se
expresa simultáneamente en tres áreas fenoménicas pero con preferencia en una de ellas
(mente-cuerpo-mundo externo)– tendríamos un panorama más vasto y coherente de los
diferentes tipos de comportamiento y estilos de personalidad. A ello puede agregarse el
concepto de patorritmia, el estilo hipomaníaco o el epileptoide que, en diverso grado, y
a veces cíclicamente, marcan el “tempo” de cada estilo

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