Psicoan Libro
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Psicología. Lo Inconsciente. José Töpf. Heberto A. Rojo. Buenos Aires. Eudeba, 2014.
(selección).
En las formas más primitivas, esta homeostasis se produce por pasaje inmediato o casi
inmediato de aquellas substancias del medio externo que el medio interno necesita. Es
decir, que apenas registrada la necesidad, la tensión que ello origina busca su distensión
lo antes posible. En las estructuras más evolucionadas, puede tolerarse un tiempo de
espera, y ello da lugar a respuestas más complejas y más adecuadas. En el nivel
psíquico, lo inconsciente también busca una inmediata satisfacción ante cualquier
necesidad. En las fantasías, las ensoñaciones o los sueños no es necesario esperar a que
llegue el Tiempo y el Espacio adecuados para cada comportamiento. La fantasía de su
realización se da de manera inmediata. A esto es que se llama Principio de Placer. Quizá
entonces quede más claro a qué nos referimos con esta afirmación acerca de la “doble
legalidad” del psiquismo, y del conflicto que le es inherente. El sistema de lo
inconsciente es anterior, por lo que se rige según los primeros estilos psíquicos.
Aquellos que suponen que si cierro los ojos el mundo desaparece. Por ser primeros, a
estos modos de actividad psíquica se los llama Procesos Primarios.
Digamos de paso que a las psicologías que explican el comportamiento por búsqueda
de Placer, o sea por distensión, se las llama Psicologías Hedónicas. Asimismo, las
psicologías que explican el comportamiento por búsqueda de metas (hormé), se las
llama Psicologías Hórmicas. El Psicoanálisis participa de ambos modelos.
acerca del hombre se hacen eco necesariamente de los estilos de la propia cultura y de
los hallazgos contemporáneos en otros campos del conocimiento. Por ejemplo, algunas
delas psicologías desarrolladas recientemente, en tiempos de las computadoras, utilizan
el vocabulario y los modos de la informática para describir el funcionamiento de la
mente. En aquellas épocas en que se desarrolló la ingeniería y la construcción de
aparatos para mejorar y hasta suplir el trabajo humano, las ciencias adoptaron la noción
de “aparato” como recurso explicativo de lo que sucede en campos incluso muy
disímiles, como es el de la fisiología, por ejemplo. De ahí que desde la escuela primaria
escuchemos acerca de cosas tales como el “aparato digestivo”, el “aparato circulatorio”,
el “aparato respiratorio”, y así otros más. Está claro que estos aparatos son entidades
virtuales que, aunque referidos a partes del cuerpo, no son las partes del cuerpo. Antes
bien, son constructos teóricos que están en la mente de quien estudia o explica las
respectivas funciones. Es la función la que determina el aparato, y no los órganos que se
le adscriben. Basta con pensar que dichos órganos y demás partes que participan en la
producción de una función son de naturaleza diversa: huesos, músculos, vísceras y
muchos más, sin los cuales la función no se produciría. Pero también cabe tener
presente que estos mismos huesos, músculos, vísceras, son parte constitutiva de otros
“aparatos”. Por ejemplo, ¿los pulmones pertenecen al aparato respiratorio, al aparato
fonador, al aparato circulatorio? Pertenecen a todos ellos, precisamente porque su
adscripción a un aparato o a otro depende de cómo el investigador teoriza acerca de la
función del aparato y no de cuál es su estructura. Los aparatos, está claro, tanto los de la
ingeniería industrial como los que los rememoran en el estudio de los organismos, son
una estructura o sistema complejo, constituido por partes. Estas partes, a la vez, se
hallan en interacción dinámica entre sí, o sea que son capaces de movimiento para
producir algo, y necesitan, por supuesto, de una energía que las impulse. Pronto, al
adentrarnos en el estudio de las psicologías de lo inconsciente, nos vamos a topar con la
denominación de aparato psíquico. Pues bien, es necesario entenderla cual si se dijese,
en épocas en que la fisiología inaugura la noción de aparatos responsables de las
funciones del organismo, que así como imaginamos aparatos para respirar o aparatos
para digerir, bien podemos imaginar un aparato que sirva para pensar pensamientos,
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para sentir sentimientos, para decidir decisiones, y que funciona en dos registros
simultáneos que necesita regular, el de lo conciente y el de lo inconsciente, y cuya
energía se acuerda en llamar libido.
Y al igual que los otros, éste es también un aparato virtual, pues si bien la actividad
psíquica requiere del sistema nervioso, fibras, médula, cerebelo, cerebro, no se limita a
él. Porque, como vimos, la función sobrepasa la actividad de los órganos
comprometidos en ella. Es la totalidad de la persona la que produce la función. Incluso,
participan de ella acontecimientos que están más allá de los límites corporales de la
persona, por ejemplo en su ámbito psicosocial. Freud escribe al respecto que se trataría
de algo semejante a explicar la función óptica de un microscopio sin detenerse ni en sus
lentes, ni en su espejo, ni en el cilindro que los sostiene, sino en lo que sucede al interior
del sistema. Está claro entonces que no se trata de negar la necesaria relación entre los
órganos del sistema nervioso y la actividad psíquica, sino de referirnos a un nivel de
acontecimientos que los sobrepasa. Este es precisamente el nivel de análisis de lo
psicológico, que tiene su legalidad propia. Con ello queremos decir que los hechos
psíquicos sólo pueden lograr plena explicación en su propio nivel de análisis. Reducir
su comprensión a las leyes del nivel neurofisiológico o extenderlos para la comprensión
de acontecimientos de tipo sociológico, puede tener un valor de analogía pero nunca de
comprensión cabal del problema. A partir de aquí quizás se entienda mejor por qué en
estas psicologías, así como más tarde en la Teoría del Campo de Kurt Lewin, se recurre a
modelos explicativos tomados de la geometría topológica, una geometría no euclidiana
que no se ocupa de mediciones sino de espacios, lugares, y de las relaciones entre
lugares. Más adelante habrá de verse que la noción de aparato psíquico recurre para su
inteligencia a una figura que diferencia un adentro de un afuera. Y que en ese adentro
pueden señalarse sistemas o instancias y las relaciones entre ellos. Por basarse en la
geometría topológica, a estos modelos se los llama Modelos Tópicos. Finalmente,
conviene señalar que aquí –al arribar a esta concepción acerca del funcionamiento del
psiquismo como consecuencia del conflicto entre sistemas opuestos, y la libido como su
fuerza generadora– es donde definitivamente Freud modifica su concepción acerca de la
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El pensamiento dialéctico
Como estamos viendo, y se podrá leer más adelante, el modelo de aparato psíquico que
Freud describe también en un principio denominado
Así también Marx funda sobre este concepto el modelo de lo que llamaría la dialéctica
materialista, en el marco del Materialismo Histórico. Freud, como muchos científicos de
su época, adhiere al concepto de interjuego dialéctico, y entiende los procesos psíquicos
como producto del interjuego de fuerzas contrarias, en este caso los sistemas consciente
e inconsciente. Cuando leamos acerca del segundo modelo de aparato psíquico, o
Segunda Tópica, producido veinte años después, veremos allí que el comportamiento
humano ya no es explicado como producto de un conflicto bipolar sino como la
resultante de un complejo interjuego de fuerzas en el campo psíquico. Y ello es así
porque está instalándose un nuevo modelo explicativo: el de entender realidad como
constituida por estructuras complejas y su devenir como resolución de un campo de
fuerzas.
ejemplo, las tragedias de Sófocles. En Edipo Rey, una de ellas, se quiso exponer la
circunstancia posible de un parricidio, posterior relación sexual entre hijo y madre, y
sus terribles consecuencias. No está de más señalar que en Grecia se consideró en un
principio el destino humano como designio de cumplimiento inexorable, a menos que
se le opusiese particular cuidado y empeño. Es la noción de destino trágico y su versión
teatral dio lugar a las tragedias. El pensamiento griego tendió luego a suponer que el
destino humano no está dado de una vez y para siempre, sino que se va construyendo
en la interacción dramática entre los protagonistas. Su forma de exposición teatral es el
drama.
Tengamos en cuenta entonces el significado implícito de que Edipo Rey sea una
tragedia. Acotemos también para una comprensión de su función pedagógica, que la
asistencia a las representaciones teatrales era obligatoria para los atenienses
a adopción por parte de Freud, a quien la cultura griega fascinaba, del modelo de la
tragedia Edipo Rey para ilustrar su concepción acerca del origen totémico de la cultura
y la importancia del tabú del incesto como forma de preservarla, tuvo como
consecuencia en su popularización la suposición de que efectivamente se trataría de la
atracción sexual del hijo varón hacia su madre, con la consiguiente irrupción
prohibidora del padre. No está tan clara esta relación en el caso de la hija mujer y su
padre, siendo la madre su primer vínculo. Tal vez haya sido éste, además de
particulares opiniones de Freud acerca de las diferencias entre el psiquismo masculino y
el femenino, lo que lo llevó a no aceptar en un principio la existencia de un conflicto
edípico en la mujer. Fue precisamente su colega Jung quien teorizó sobre este tema, al
que denominó Conflicto de Electra, concepto que fue luego subsumido en la literatura
psicoanalítica freudiana tal como ahora se lo conoce. Postulo que para comprender el
fenómeno del llamado conflicto edípico en la teoría psicoanalítica no es necesario
suponer en sentido lato una apetencia sexual del hijo por la madre, ni ceñirse al relato
de la tragedia griega, que en realidad tiene sólo un sentido metafórico. Antes bien, una
visión evolutiva del desarrollo humano permite suponer un primer momento en que el
recién nacido carece de recursos psíquicos para poder diferenciar qué es él y qué es
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con ideas, quien ayuda al hijo acrecer y arrancarse de la primera relación nutricia y táctil
que tuvo con el mundo. Es entonces el desarrollo mental del niño, así como el sostén
materno y paterno para su crecimiento, los factores que permiten la instalación de esta
función “disyuntora” de lo “tercero”. Es decir que el camino del desarrollo de una
persona y de su constitución como sujeto diferenciado pasa inexorablemente por un
primer momento de un uno indiferenciado, un segundo momento de relación primaria
de dos y un tercer momento de relación ya secundarizada de tres. Y estos tres son en un
principio los representantes de la relación familiar básica, para llegar a ser luego el
mundo, en la dimensión en que cada cual pueda abarcarlo. El mito de Edipo nos estaría
diciendo, entonces, que para ser es necesario descifrar los enigmas de la vida. Saber de
sí, saber de lo “materno-nutricio” y saber de “lo paterno-legal”. Entonces se puede ser
persona. Si no, no se es.
diferentes artículos, pero teniendo en cuenta que dichas citas son el resultado de una
selección no caprichosa aunque seguramente subjetiva.
“He dado por sentado que el psicoanálisis no es una rama especializada de la Medicina,
y por mi parte no concibo que sea posible dejar de reconocerlo. El psicoanálisis es una
parte de la Psicología, ni siquiera de la Psicología médica en el viejo sentido del
término, ni de la Psicología de los procesos mórbidos sino simplemente de la Psicología
a secas. No representa su totalidad, sino su infraestructura, quizá aún todo su
fundamento.” Apéndice, Análisis profano (1927).
el artículo Múltiple interés del psicoanálisis (1913) Freud señala la colaboración del
psicoanálisis con las ciencias no sicológicas.
pulsión, a diferencia del de instinto, se impone como un concepto límite entre las
concepciones biológica y psicológica. El interés del psicoanálisis para la historia de la
civilización surge en la comparación de la infancia del individuo con la historia
primitiva de los pueblos, permitiendo un nuevo instrumento de trabajo y planteando
así nuevos interrogantes. Es posible, entonces, aplicar la concepción psicoanalítica
obtenida en el estudio de los sueños y las neurosis a los productos de las fantasías de los
pueblos, tales como mitos y fábulas. Mientras que las fantasías impiden la aparición de
la angustia (6), los mitos se construyen frente a hechos que la han producido; en tanto
haya un vacío, el mito es una construcción que alivia. Con respecto a la pedagogía,
Freud señala que cuando los educadores se hayan familiarizado con los resultados del
psicoanálisis, les será más fácil reconciliarse con determinadas fases de la evolución
infantil, y no correrán el peligro de exagerar la importancia de impulsos asociales del
niño, ya que la represión violenta desde el exterior no produce nunca la desaparición ni
el vencimiento de tales pulsiones, sino que por el contrario puede iniciar unatendencia a
ulteriores enfermedades neuróticas. Por otra parte, el psicoanálisis resuelve también
satisfactoriamente algunos de los problemas entre el arte y el artista, así como otros
hechos culturales y sociales.
Debemos destacar que Freud no creía que el psicoanálisis estaba destinado una nueva
concepción del mundo o que desde su teoría podía explicarse todo; sólo la consideraba
como un aporte más al conocimiento científico. Aun con sus diferencias, estaba
fuertemente determinado por el espíritu de la época. Propiciaba, por lo tanto, una
filosofía de la vida basada en la ciencia y no en la metafísica y en la religión.
En la introducción del artículo “ Psicología de las masas y análisis del Yo”, (1920/21)
señala: “En la vida anímica individual aparece integrado siempre, efectivamente, el
otro, como modelo, objeto, auxiliar o adversario, y de este modo la psicología individual
es al mismo tiempo y desde un principio psicología social, en un sentido amplio pero
plenamente justificado”.
Durante los años en que desarrolló su obra no dejó nunca de replantear sus
elaboraciones teóricas y sus aplicaciones, las que giraron sobre una idea vertebral: su
conceptualización del inconsciente y los procedimientos de investigación para develar
su discurso.
Su formación científico-cultural
Sigmund Freud nace en 1856 en Freiberg, Moravia, bajo el imperio austrohúngaro. A los
tres años va a vivir a Viena, ciudad en la que pasa la mayor parte de su vida. Cuando en
1937 los nazis ocupan Austria, Freud se ve obligado a refugiarse en Inglaterra. En 1939
muere en Londres. En el año 1859, cuando Freud se instala en Viena, Charles Darwin
publica su trascendental libro
que intenta dar cuenta del conflicto psíquico. A partir del trabajo realizado con el
destacado médico clínico A. Breuer sobre un caso de histeria y por las experiencias
posteriores con sus pacientes, Freud nota que los mismos manifestaban concientemente
la búsqueda de una solución a sus dolencias; pero por otro lado se hacían evidentes
otras fuerzas que se resistían a ello. Así llega a la conclusión de que los síntomas
neuróticos son el resultado de motivaciones inconscientes ocultas para el paciente.
Elaborará poco a poco la conceptualización de un aparato psíquico dividido en
Sistemas: -Consciente - Preconsciente, y sistema Inconsciente, tomando el término
aparato no sólo en el sentido médico sino fundamentalmente del concepto original de la
física, en el sentido de trabajo, de transformación de energía. Según esta nueva
conceptualización, el sujeto intentará mantener la cantidad de excitación o energía
contenida en un nivel tan bajo o constante como sea posible, lográndolo mediante la
descarga o evitando aquello que pudiera aumentarla. A este trabajo de lo psíquico lo
denominará posteriormente “principio de constancia”. La diferenciación en sistemas del
aparato psíquico permite comprender el pasaje de energía libre a energía ligada. La
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“El concepto de inconsciente ha estado desde hace tiempo llamando a las puertas de la
psicología para que se le permita la entrada. La filosofía y la literatura han jugado con
frecuencia con él pero la ciencia no encontró cómo usarlo. El psicoanálisis ha aceptado
el concepto, lo ha tomado en serio y le ha dado un contenido nuevo.” Freud, S.:
Algunas lecciones elementales del psicoanálisis (1938).
Pese a su imperio, la razón sufrió varias heridas por no poder cumplir con todo aquello
que prometía.
Las primeras críticas a los valores de la modernidad comienzan a fines del siglo XIX.
Tanto P. Ricoeur como M. Foucault, pese a ser filósofos de posiciones muy distintas,
comparten la idea de que las tres grandes obras que cuestionan el pensamiento
moderno son: El Capital de K. Marx (1867), El nacimiento de la tragedia de F. Nietzsche
(1878) y La interpretación de los sueños, de S. Freud (1900). Estos tres grandes
“maestros de la sospecha” llevan a cabo la desmitificación de la razón y despejan el
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horizonte para dar paso a una palabra más auténtica, no sólo a través de la crítica sino
también por la invención de un arte de interpretar. Descartes triunfa desde la duda
sobre la cosa, por la evidencia de la conciencia; ellos triunfan desde la duda
sobre la conciencia por una exégesis del sentido (J. Carvallo). Para el pensamiento
marxista el materialismo es el alma con el que se trata de abolir la filosofía, que estaría
al servicio de la burguesía (que identifica con el idealismo). Para Marx será la realidad
social la que determine la conciencia de los seres humanos. Por otro lado, Nietzsche
denunciará la fragmentación de la realidad, cuestionando la noción de verdad y de
mundo verdadero, poniendo en tela de juicio los ideales morales vigentes. Freud dirá
que su intuición se anticipó a los descubrimientos del psicoanálisis: nadie hasta él había
sido tan consciente de la dualidad de la conducta humana. P. Ricoeur, en
Hermenéutica y psicoanálisis, nos explica que la filosofía parte de que las cosas son
dudosas, que no son tal como se nos aparecen, pero de lo que no duda es de que la
conciencia sea tal como se aparece a sí misma. En ella coinciden sentido y conciencia de
sentido, pero si la conciencia no es entonces lo que cree ser debe instituirse una nueva
relación entre lo manifiesto y lo latente. Esta nueva relación correspondería a aquella
que la conciencia había instituido entre la apariencia y la realidad de la cosa. La
conciencia, fuente de conocimiento y autodominio, se tornará para Freud casi tan oscura
como el inconsciente mismo, dejando caer la ilusión de la plena conciencia de sí, “...las
fuerzas irracionales de la naturaleza humana son tan fuertes que las fuerzas racionales
tienen escasas posibilidades de éxito. La mayoría de los hombres se sienten cómodos
viviendo con sus engaños y supersticiones en lugar de la verdad.” Freud, S.: “El
porvenir de una ilusión” (1927).
Freud rescatará al sujeto allí donde el sinsentido y la contradicción cobran una singular
significación.
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En el último cuarto del siglo XIX se configuró una psicología científica que construyó su
objeto de estudio a partir del análisis de los hechos de conciencia. Esta psicología se
caracterizaba por ser experimental y centrarse en el estudio de las funciones. Si bien no
se descartaba la existencia de ideas latentes, por debajo del nivel de conciencia
(subconsciente), a éste y a otros fenómenos psíquicos se los dejaba de lado por
considerarlos nimios o carentes de fuerza. A fines de siglo algunos hombres de ciencia
comenzaron a interesarse por el fenómeno de la sugestión y en especial por la
hipnosis, cuyos orígenes se rescatan de los trabajos realizados por el médico vienés
Mesmer (magnetismo animal o mesmerismo). Paralelamente el interés popular se
inclinaba por el ocultismo y el espiritismo, lo que fuera denominado por Pierre Richet
como metapsíquica. Comienza a generarse así una idea colectiva de que el psiquismo
rebasa el campo de la conciencia. obre el término inconsciente podemos encontrar
antecedentes pre-freudianos. Así como citamos antecedentes en la literatura por parte
del romanticismo alemán, desde la ciencia el reconocimiento oficial del término fue
adjudicado al médico y filósofo Pierre Janet, en cuya tesis para el doctorado en letras
(1889), y luego en el de medicina (1893), señala que en las regiones inferiores del yo
pueden aparecer segundas personalidades que le hagan ejecutar al individuo actos cuya
causa desconoce. Sin embargo, lo más importante para Janet es la “conciencia vigil”,
que asegura en su fusión con lo real el estado normal del individuo. Por eso no duda de
que la disgregación de este poder de síntesis sea lo que abre la puerta a las
manifestaciones inconscientes, es decir, a las “formas inferiores de la actividad
humana”. En sus investigaciones se propone penetrar en los procesos psíquicos de la
histeria, entendiéndola como una alteración degenerativa del sistema nervioso, que se
manifiesta en una innata debilidad de la síntesis psíquica, incorporandopor lo tanto a
sus ideas, la influencia de las doctrinas dominantes en Francia sobre la herencia y la
“degeneración”. Mientras tanto, su maestro Charcot sostenía que tanto la hipnosis
como la histeria eran una condición morbosa del sistema nervioso. Paralelamente, en
Nancy (Francia) Liebeault y Bernheim afirmaban, a diferencia de Charcot, que la
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hipnosis no era un estado patológico sino un sueño ordinario inducido por sugestión.
Concluyeron, a partir de sus investigaciones que los sujetos no podían dar cuenta de
que la acción que ejecutaban había sido inducida durante la hipnosis (sugestión
poshipnótica) y sí podían hacerlo si se insistía posteriormente para que recordaran.
Algunos años después de su experiencia con Charcot, Freud se dirige a la escuela de
Nancy a perfeccionarse en la técnica de la hipnosis.
“Fui testigo de las experiencias de Bernheim con los enfermos del hospital,
adquiriendo intensas impresiones de la posible existencia de poderosos procesos
anímicos que permanecían sin embargo ocultos a la conciencia.” S. Freud,
Autobiografía (1924).
El destacado médico clínico vienés J. Breuer había atendido en el año 1880 a una
joven paciente con un cuadro polisintomático de histeria. Su nombre, para la
literatura psicoanalítica, será Ana O. (aunque su verdadero nombre fue Berta
Papenheim) a quien aplicó como método terapéutico la hipnosis. Esto le permitió a la
paciente hablar acerca de las causas relacionadas con sus síntomas, temática que no
recordaba sino a través de esta técnica. Breuer observa que al salir a la luz estos
sucesos juntamente con el afecto que ellos habían suscitado, los síntomas
desaparecían. Años después de dicho tratamiento, junto con Freud, presentan un
trabajo teorizando sobre la experiencia, denominando al método utilizado “hipnosis
catártica” (Freud, S., Breuer, J., Estudios sobre la histeria, 1895).A partir de estas
primeras teorizaciones y ya con la experiencia de sus propios pacientes, Freud
bosqueja algunas hipótesis, no todas compartidas por su colega, comenzando así a
separarse de él. En el mismo año (1895), un sueño con una de sus pacientes ( Sueño de
la inyección a Irma), lo lleva a profundizar aún más en su historia clínica, lo que le
permite empezar a sentar las bases para su posterior obra La interpretación de los
sueños y la teoría psicoanalítica. Freud arriba así a una nueva y reveladora
conceptualización de inconsciente, produciendo la caída hegemónica de la conciencia
en el estudio del psiquismo humano. Aquellos recuerdos olvidados a los que no se
les daba mayor importancia se considerarán como determinantes de los fenómenos
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psíquicos, pero estos contenidos sólo accederán a la conciencia una vez superado un
mecanismo denominado por él como represión. Este es un mecanismo por el cual el
sujeto desaloja de la conciencia aquello que puede tornarse displacentero a sus
aspiraciones conscientes. Desde sus primeras teorizaciones Freud comienza a
bosquejar el concepto de “determinismo de la vida psíquica”, aludiendo a que las
vivencias y los actos del sujeto no son azarosos sino que están ligados a una
causalidad, por lo que los sueños, síntomas y actos fallidos serían una forma
enmascarada de acceso a la conciencia de motivaciones inconscientes, esto es, algunos
de los modos privilegiados del retorno de lo reprimido. Partiendo del concepto de
determinismo y causalidad
Considera un sujeto inconsciente que opera a través de sus deseos y que a su vez está
estructurado por ellos, pero de los que no puede dar cuenta conscientemente. Su
teoría hace ruptura con el concepto de individuo (indiviso, no divisible) vigente, para
partir de la consideración de una escisión básica del sujeto (inconsciente/consciente),
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“De joven no ansiaba más que el conocimiento filosófico, y ahora estoy en camino de
satisfacer este anhelo al pasar de la medicina a la psicología.” Freud, S.: Carta a Fliess
(1896).
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Es así como a través de la escucha de sus pacientes, llega a determinar varias hipótesis
que irá confirmando posteriormente. Una de ellas es que los síntomas neuróticos son
de origen psíquico, postura diferente a la de la medicina que buscaba afanosamente el
origen somático de los mismos, pasando a denominar a las neurosis (enfermedad de los
nervios) como psiconeurosis.
“Allí donde los demás postulan un concomitante somático, nosotros postulamos la idea
de un inconsciente.” Freud, S.: Esquema del psicoanálisis (1923).
El inconsciente como tal es un constructo teórico que permite dar cuenta del fenómeno
psíquico; no teniendo entonces una localización anatómica, el inconsciente freudiano
tendrá un “carácter psíquico”. Una de las diferencias con Breuer es que para Freud los
contenidos que caen bajo represión van a estar siempre referidos a una temática sexual.
Pero no sólo al modo en que Charcot asociaba a las histéricas con problemas de alcoba o
como el saber popular que asociaba sólo genitalidad a sexualidad. Freud va a abordar
este concepto desde una significación más amplia. Es así que lo va a entender como la
búsqueda de placer que nos acompaña a lo largo de la vida, cursando diferentes fases
del desarrollo psicosexual hasta llegar a la genitalidad. Se mete de lleno en un terreno
hasta entonces vedado, la sexualidad infantil . Esta temática, junto con la importancia
que asignó al Complejo de Edipo (8), generó una reacción adversa en los círculos
culturales y científicos de la época, resistencia que, en menor escala, aún perdura a
través de diferentes modalidades.
“No deja de ser singular el hecho de que todos los autores que se han ocupado de las
investigaciones de las cualidades y las reacciones del adulto sobre la sexualidad hayan
dedicado más atención a aquellos tiempos que caen fuera de la vida del sujeto, a la vida
de sus antepasados, antes que a la vida infantil. Reconociendo así mucho más la
influencia de la herencia que a la niñez misma del sujeto.” Freud, S.: Tres ensayos para
una teoría sexual (1905).
Se produce así un corrimiento del saber médico imperante al saber del paciente. El
psicoanalista, a través de su técnica, sólo ayudará a develarlo.
-Atemporales. Con respecto a esta característica, diremos que Freud produce una
ruptura con respecto al principio kantiano que sostiene que el tiempo y el espacio son
dos formas necesarias de todo pensamiento. Para el psicoanálisis, los contenidos
inconscientes no están ordenados temporalmente, y nada de ellos será modificado por
el tiempo, manteniendo la misma intensidad y fuerza que le dio su origen, subsistiendo
en él el inconsciente infantil entrelazado con lo actual. Freud comentará: como las
sombras del Hades en la Odisea, basta que algo realimente las huellas mnémicas para
que vuelvan a hablar.
-Determinados por el principio de placer. Es uno de los dos principios que rige el
funcionamiento mental. Tiene por finalidad evitar lo displacentero y procurar el camino
para darle libre acceso al placer. Tiende a imponer el deseo originado por la descarga
pulsional sin atender a los obstáculos que pueda presentar la realidad exterior. El
inconsciente interpretará la realidad sólo acorde a sus deseos (realidad psíquica). La
pulsión buscará así su descarga por el camino más corto.
“En tales casos sucede que no sólo se olvida, sino que además se recuerda
erróneamente. Ala conciencia del sujeto que se esfuerza en recordar el nombre olvidado
acuden otros nombres sustitutivos que son rechazados en el acto como falsos, pero que,
sin embargo, continúan presentándose en la memoria con gran tenacidad. El proceso
que os había de conducir al nombre buscado se ha desplazado y nos ha llevado a un
sustitutivo erróneo. Mi opinión es que tal desplazamiento no se halla a merced de un
mero capricho psíquico sino que sigue determinadas trayectorias regulares y
perfectamente calculables, o por decirlo de otro modo, presumo que los nombres
sustitutivos están en visible conexión con el buscado...” Freud, S.: Psicopatología de la
vida cotidiana (1901).
Debemos destacar que tanto el desplazamiento como la condensación no son sólo una
manera de eludir la censura sino una característica del pensamiento inconsciente. En el
inconsciente, las representaciones son esencialmente imágenes visuales, que no están
ligadas a un lenguaje verbal sino a lo que Freud denominó representación-cosa, a
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Se rige por el proceso secundario: a diferencia del proceso primario, no admite el libre
desplazamiento y la condensación; cualquier representación no puede ocupar el lugar
de otra y si esto ocurre, por ejemplo en la metáfora, debe guardar una relación lógica o
poética con la primera.
Principio de contradicción: intenta resolver los conflictos que puedan ocasionar dos
contenidos que se contrapongan hasta lograr una solución, ya que no es lo mismo
asumir la contradicción de amar u odiar a una persona.
La conciencia:
es un momento fugaz, donde las representaciones o ideas, una vez que acceden
voluntariamente a ella, dejan inmediatamente su lugar a otros contenidos. Esto
permite un orden y una discriminación en el pensamiento consciente del sujeto.
Situada, tópicamente, en la periferia del aparato psíquico, cumple la función de
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diferenciar las percepciones internas y externas dentro del conjunto de los fenómenos
mentales, constituyéndose en lo que Freud denominó el Sistema Percepción-Conciencia.
Será entonces un “lugar de percepción anímica” con respecto a pensamientos,
recuerdos, sentimientos, sensaciones placenteras y displacenteras. Dispone para ello de
la atención, aunque su ejercicio no es totalmente independiente del funcionamiento del
aparato psíquico en su totalidad. La relación con el preconsciente es que éste cumple la
función de almacenamiento de recuerdos y vivencias, que con poco esfuerzo permiten
vencer la segunda censura dejando a los contenidos en un libre acceso a la conciencia.
Como ambos sistemas participan de la misma legalidad, Freud se refiere a ellos
unificándolos como Sistema Preconsciente-Consciente. Si bien el psicoanálisis, al
elaborar esta tópica, produce una profunda ruptura con los postulados de la psicología
clásica, no por ello deja de considerar la importancia de la conciencia en el
funcionamiento psíquico del sujeto. La finalidad del análisis será “hacer consciente lo
inconsciente”. Esto implicará un levantamiento de la represión integrando los
contenidos inconscientes al sistema preconsciente-consciente. Esta labor, denominada
trabajo elaborativo, consiste en darle palabra a los contenidos inconscientes. El tiempo
que llevará la misma será lo que permitirá la integración progresiva de estos contenidos
a la verbalización por parte del sujeto. El pasaje de la representación-cosa a la
representación- palabra será lo que permita la toma de conciencia. En las conferencias
citadas anteriormente en la Universidad de Clark, Freud señala que la toma de
conciencia puede tener tres caminos: juicio adverso, sublimación o satisfacción parcial o
total de los deseos. Cuando la represión es sustituida por un juicio adverso, puede
haber ocurrido que el sujeto haya producido en su vida infantil una represión de la
pulsión sólo porque en esa época él era muy endeble y su organización muy imperfecta.
Con su madurez y fortaleza actual y como resultado del análisis quizás pueda gobernar
lo que le es displacentero, rechazándolo ya a nivel consciente. Un segundo desenlace
del trabajo psicoanalítico es poder aportarle a las pulsiones inconscientes descubiertas
aquella aplicación posible acorde con los fines que ya hubiera debido hallar si el
desarrollo no hubiera estado perturbado. Un desarrollo adecuado implica la posibilidad
de que dicho contenido sea sublimado.
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“Es probable que a los aportes de la energía ganados de esta manera para las
operaciones anímicas debamos los máximos aportes culturales.” S. Freud.
Freud considerará como muy importante la capacidad de sublimación por parte del
sujeto para los resultados del tratamiento analítico. El tercero de los desenlaces posibles
es la satisfacción parcial o total delas mociones libidinales, que fueron reprimidas
otorgando libre acceso y canalización a los deseos postergados, en tanto ya no se
contraponen con la actividad consciente del sujeto. Como ilustración del levantamiento
del mecanismo de represión continuaremos con el ejemplo dado por Freud en la
conferencia antes citada.
“El fenómeno onírico es por sí mismo un síntoma neurótico que presenta, además, la
inapreciable ventaja de poder ser observado en todo el mundo, incluso en los
individuos de salud normal.” Freud, S.: Lecciones introductorias al psicoanálisis (1916).
“Dichos sueños han sufrido una deformación; el proceso psíquico que entrañan hubiera
debido hallar originalmente una muy diferente traducción verbal. Hay que diferenciar
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el contenido manifiesto del sueño, tal y como se lo recuerda con extrema vaguedad por
la mañana, que se reviste penosamente y con aparente arbitrariedad de palabras, de las
ideas latentes del sueño, que permanecen en lo inconsciente...De este modo resulta tan
difícil para el sujeto reconocer el sentido de sus sueños como para el histérico la relación
y el significado de sus síntomas.” Freud, S.: Psicoanálisis (1909).
La elaboración del sueño será la labor que transforma el sueño latente en el sueño
manifiesto. Los efectos de la misma son: el desplazamiento, la condensación y la
transformación de las ideas en imágenes visuales; no es ésta la única forma en que las
ideas se pueden revestir, pero las imágenes constituyen lo esencial en la formación de
los sueños. El sueño manifiesto, como resultado de la elaboración, se puede considerar
como una manifestación enmascarada de un deseo reprimido.
“La elaboración onírica nos hace remontar a una doble prehistoria: en primer lugar a la
prehistoria individual, o sea a la infancia, en tanto y en cuanto todo individuo
reproduce abreviadamente en el curso de su infancia el desarrollo de la especie humana,
la prehistoria filogenética.” Freud, S.: Lecciones introductorias al psicoanálisis (1916).
Los sueños serán estimulados por deseos sexuales infantiles y actuales, dice Freud, a
veces con tan desenfrenada licencia, que han hecho necesaria la institución de una
censura y de una deformación onírica. En su construcción las ideas latentes se
entrelazarán con otras ideas que el sujeto puede recordar y que corresponden a
vivencias del día anterior. Estos restos diurnos, bajo una ingenua apariencia, ya que
hallan una relación más o menos lejana con el deseo inconsciente, ofrecen algo
indispensable al sueño, ya que burlarán a la censura expresando bajo esta envoltura
contenidos reprimidos.
“... Estableceremos una distinción entre restos diurnos e ideas latentes, dando este
nombre a todo aquello que averiguamos por medio de la interpretación y reservando el
de restos diurnos para una parte especial de tales ideas. Diremos entonces que a los
restos diurnos ha venido a agregarse algo que pertenecía también a lo inconsciente, o
sea un deseo intenso, pero reprimido, y que este deseo es lo que ha hecho posible la
36
formación del sueño. La acción ejercida por él sobre los restos diurnos crea un nuevo
acervo de ideas latentes, precisamente aquellas que no pueden ser consideradas como
relaciones explicables en la vida despierta.”
La diferencia fundamental con las otras formaciones del inconsciente es que pertenece
al campo de lo psicopatológico, mientras que el sueño y los actos fallidos pertenecen al
campo de lo que Freud llama “psicopatología de la vida cotidiana”. Con respecto a los
actos fallidos, diremos que son aquellas acciones en las que no se obtiene el resultado
esperado conscientemente, sino que éste se encuentra reemplazado por otro sin
38
justificación aparente alguna. Freud demostró que estas acciones son también
formaciones de compromiso entre la intención consciente y lo reprimido.
Debemos señalar que estos actos no son fallidos en relación con el contenido
inconsciente, ya que ésta es la forma indirecta que encuentra para su emergencia.
Citaremos un ejemplo que da Freud en el artículo Psicopatología de la vida cotidiana
(1901) en el que podemos observar una combinación de actos fallidos que se repiten con
notable insistencia.
“Por motivos desconocidos para él había Jones dejado sobre su mesa, durante varios
días, una carta, sin acordarse de echarla. Por último se decidió a hacerlo pero al poco
tiempo le fue devuelta por las oficinas de correo a causa de haberse olvidado de
consignar las señas .Corregida esta omisión, echó la carta, olvidándose esta vez de
poner el sello. Después de esto no pudo dejar de ver ya su rechazo a mandar dicha
carta.”
Agregaremos otros actos a los que ya no denominaremos fallidos sino actos casuales y
sintomáticos, que se muestran también como fallidos, inmotivados y faltos de
trascendencia, y se distinguen de los anteriormente citados por la ausencia de otra
intención distinta a aquella con la que tropiezan. Tomaremos como ejemplo a aquellos
actos casuales que se realizan sin tener una finalidad aparente: enrollarse el pelo
mientras se habla, dibujar garabatos durante un diálogo telefónico, etc. Estos actos
poseerán un sentido, son pequeños indicios reveladores de otros procesos psíquicos
más complejos.
39
“...a) La vida sexual no comienza sólo con la pubertad, sino que se inicia con
evidentes manifestaciones poco después del nacimiento. b) Es necesario establecer
41
funciones vitales (por ej., el hambre) que le proporcionan una fuente o “zona erógena” y
un objeto, desprendiéndose de ello el concepto de “apoyo” o “apuntalamiento”. Pero
señala también que posteriormente se independizarán abandonando el objeto inicial y
volviéndose “ autoeróticas”. El “autoerotismo” se refiere a un momento en que las
pulsiones parciales se satisfacen cada una independientemente de la otra, sin ninguna
organización de conjunto. Es una excitación que nace y se satisface en el mismo lugar o
zona erógena (por ej., la succión del pulgar).Ya desde el año 1897, en el intercambio de
correspondencia con su amigo W. Fliess, Freud comienza a bosquejar mentalmente la
idea de una sucesión de momentos por los que atraviesa la sexualidad, estableciendo
posteriormente que la libido por excesiva gratificación o por excesiva frustración
quedaría fijada a alguno de estos momentos, determinando posteriormente
modalidades de personalidad.
Si la libido puede desplazarse en relación con su objeto y con su fin, tendrá entonces
durante la vida infantil diferentes fuentes de excitación. Teniendo cada una de ellas
distintas modalidades de lograr la sensación de placer le corresponderán a cada zona
erógena diferentes modalidades eróticas. Por ejemplo: la succión del pulgar, la succión
del pecho, la defecación, la masturbación, etcétera, llegando a extenderse a la totalidad
del cuerpo, incluso a los órganos internos. De esta diversificación de la libido en
diferentes zonas erógenas le corresponderán las siguientes fases del desarrollo
“psicosexual”: oral, anal, fálica, período de latencia, y genital. En la “fase oral” la
búsqueda de placer está centrada en la cavidad bucal y en los labios, la actividad de la
alimentación y la del chupeteo permiten comprender cómo la pulsión sexual se
apuntala sobre una función vital, pero también cómo puede adquirir autonomía y
lograr el placer autoeróticamente. La primera experiencia de satisfacción se desarrolla
durante la fase oral, pero nos sirve como modelo para comprender la esencia del
funcionamiento psíquico en general. Debemos señalar que respecto a la oralidad y a la
alimentación el deseo y la satisfacción quedan marcados para siempre: ya no será el
objeto concreto –alimento– sino todo aquello que representa, aquello que arrastra. Ya no
es lo mismo cualquier alimento. La “fase anal” transcurre aproximadamente entre los
45
dos y cuatro años, momento que coincide con la maduración biológica del músculo
voluntario denominado esfínter anal. Esta fase esta ligada a la función de
defecación(expulsión-retención), en relación con su dominio y con su control, pero
también al valor simbólico asignado a las heces. De este doble juego de
expulsión-retención de la materia fecal se construye una modalidad pulsional que da
como resultado una serie de fantasías que serán la base de determinadas conductas
pasivas y activas relacionadas con el tema. Las pasivas se relacionarán con el erotismo
anal y las activas con el sadismo anal: fantasías de destrucción del objeto, de control y
de dominio. La importante significación que adquiere para el sujeto el producto que
sale de él (las heces), la desarrolla Freud cuando habla de la equivalencia simbólica;
heces = regalo = dinero. Permitiéndonos comprender las fantasías que están detrás de
muchas de las manifestaciones adultas, por ejemplo la avaricia, etcétera. La “fase
fálica” aparece descripta en el artículo “La organización genital infantil”. En esta fase se
produce la unificación de las pulsiones parciales bajo la primacía de los órganos
genitales, pero no al modo en que ocurrirá en la fase genital que se inicia en la pubertad,
sino que tendrá la característica de que tanto para la niña como para el niño el único
órgano reconocido es el masculino: el “falo”, siendo en este período el homólogo
femenino el clítoris. Toda la actividad intelectual se pone al servicio de la curiosidad
sobre la sexualidad. La utilización de “fálica” para denominar a esta fase no queda
sujetada al concepto de pene como realidad anatómica sino al valor simbólico que éste
adquiere. Considerado el falo como uno de los símbolos universales, adquiere a su vez
significaciones personales: el sujeto como persona total puede ser identificado al falo,
puede representar también la fantasía de completud, de virilidad, de potencia, etcétera.
Una de las principales fantasías que surgen en esta fase del desarrollo gira alrededor de
la posesión o no del falo: “tener falo o estar castrado”. Como los señalamos con
anterioridad, la niña sostiene también esta fantasía, en la medida en que produce una
libidinización de su clítoris, no tomando en cuenta su zona vaginal como centro de
excitación. Por lo que para ambos sexos su interés gira en torno de la representación de
la posesión “fálica” y en la posibilidad de su separación del cuerpo, estando esta última
fantasía relacionada con lo que Freud denomina “Complejo de castración”. Dicho
46
“...Cuando la recién nacida tenía ya unos ocho días, Juanito presencia el baño de su
hermanita. Observó: ¡Qué pequeña tiene la cosita ¡Ya le crecerá cuando sea
mayor!”“...Ve bañar a su hermanita de tres meses y dice con acento compasivo: ¡Tiene
una cosita muy chiquituca! Le dan una muñeca. La desnuda y dice: ¡Esta sí que tiene
pequeña la cosita!” Tiempo después, a los cuatro años y medio, presencia nuevamente
el baño de su hermana y se pone a reír: “...Le preguntan: —¿De qué te ríes? Juanito:
—De la cosita de Hanna. —¿Por qué? Juanito: —Porque es muy bonita.”
Este “Complejo nuclear”, como fuera denominado inicialmente, se despliega entre los
tres y cinco años aproximadamente, cuando el niño comienza a sentir sensaciones
voluptuosas hacia su madre y paralelamente siente con respecto a su padre admirado
un sentimiento de rivalidad, ya que es él el obstáculo de amor hacia su madre,
generándose un sentimiento ambivalente de odio y amor. También puede adoptar una
posición inversa de sentimientos, amor hacia el padre y hostilidad hacia la madre, lo
que se denomina Edipo negativo. Siendo ambas posibilidades complementarias
constituyen lo que en el artículo “El yo y el ello” (1923) Freud describe como “Edipo
completo”. La conflictiva edípica se disuelve en el varón debido al temor instaurado por
47
Aún con las mismas consecuencias finales en su resolución, ocurre que en el caso del
Edipo femenino Freud intenta afanosamente determinar qué es lo que aleja a la niña de
dicha conflictiva, pero no lo logra claramente. Mientras que en el varón la angustia que
genera la fantasía de temor a la castración lo aleja de la triangulación edípica; a la mujer,
la angustia de castración la ha introducido en dicha conflictiva, como consecuencia de la
desilusión con la madre de no poseer el falo y de no habérselo otorgado a ella. Al no
haber una causa clara que la lleve a alejarse, luego de varios intentos de explicación
Freud llegará a la idea de que la conflictiva edípica en la niña se disipa lentamente en
comparación con el varón. Retomando el concepto de sobredeterminismo de la vida
psíquica, podemos señalar que son varios los factores que impulsan al sujeto al
complejo de Edipo, pudiendo así citar la herencia filogenética a través de las fantasías
primordiales, a los vínculos primarios establecidos y a las actitudes de los padres que
reactualizan su propia historia infantil edípica. Podemos tomar como ejemplo algunos
comentarios del padre de Juanito, donde quedan expuestos claramente el complejo de
castración y el complejo de Edipo: “...En la noche del 27 al 28, Juanito nos sorprende
levantándose a oscuras de su cama y viniéndose a la nuestra. Su cuarto está separado
del nuestro por un gabinete. Le preguntamos por qué se ha levantado y si es que le ha
dado miedo. Dice: ‘No, mañana lo diré’. Se duerme en nuestra cama y lo llevo dormido
a la suya.” Al día siguiente el padre lo interroga por lo sucedido: “...Juanito dice: por la
noche había en mi cuarto una jirafa grande y otra toda arrugada. La grande empezó a
gritar porque yo le quité la arrugada. Luego dejó de gritar, y entonces yo me senté
encima de la jirafa arrugada.” Freud señala a continuación: “El sentarse encima es
probablemente la representación que Juanito se forma de la toma de posesión. Fantasía
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de desafío enlazada a la victoria sobre la oposición del padre. ¡Grita lo que quieras!
Mamá me recibe a pesar de todo en su cama. ¡Mamá es mía, me pertenece!”
Toda esta fantasía representa lo que estaba ocurriendo con Juanito en los últimos días ya
que se pasaba a la cama de los padres, mientras su padre reprochaba a la madre porque
lo consentía. El complejo de Edipo es un complejo nuclear porque es determinante en la
estructuración psíquica del sujeto. Si bien el mecanismo de represión arrastra al sujeto a
una amnesia de lo acontecido (amnesia infantil sobre los primeros cinco años de vida)
estas vivencias y su modo particular de intento de resolución determinaran una manera
de vincularse con sí mismo y con el mundo. A partir de la declinación del complejo de
Edipo comienza a desarrollarse un período denominado de “latencia”. Durante su
transcurso hasta la pubertad ocurre que, por efecto de la represión, hay una
disminución notable de actividades y fantasías ligadas directamente a la sexualidad,
pero si hay un predominio de sentimientos tiernos con sus relaciones objetales, aparecen
también sentimientos de pudor, de asco e inquietudes relacionadas con el aprendizaje,
con lo moral y con lo estético. A este momento del desarrollo libidinal se lo denomina
período y no fase, porque en su transcurso no se produce una nueva organización de la
sexualidad. Llegada la pubertad, las pulsiones parciales se unifican bajo la primacía
dela genitalidad, organizándose y jerarquizándose, volviéndose así el placer que
conlleva los preliminares al orgasmo. En esta nueva “fase genital”, aquellas pulsiones
que no logran integrarse en forma definitiva a la genitalidad encuentran el camino de la
sublimación (por ej.: actividades artísticas, intelectuales, etcétera). La maduración
biológica y la internalización de la prohibición del incesto impulsan al sujeto a una
canalización exogámica de sus deseos sexuales. E. Roudinesco y M. Plon señalan que
Freud no estableció una terminología para diferenciar los dos dominios de la
sexualidad: la determinación anatómica y la representación social o subjetiva. Pero sí
demostró que la sexualidad es tanto el lugar de una diferencia anatómica como el de
una representación o una construcción mental.
Por el año 1920 el Psicoanálisis se había constituido como un sólido cuerpo teórico, que
permitía desde el campo de la ciencia acceder a la comprensión de los aspectos más
irracionales del alma humana. A diferencia de sus primeros años había construido un
lugar que se expandía en los diversos círculos científico-culturales. Si bien para muchos
su base teórica había encontrado una cierta estabilidad, no lo fue así para Freud, cuyo
espíritu crítico y de investigación continuaba con la misma fuerza que en sus
comienzos. Hasta aquí había arribado a una elaboración de una teoría pulsional
señalando que la misma es una carga energética que impulsa al organismo hacia un fin,
y que se diferencia del instinto ya que éste tiene un objeto y un fin predeterminados.
Agrupa a las pulsiones en un par antitético dividiéndolas en pulsiones del Yo o de
autoconservación (por ejemplo, hambre), que están al servicio del principio de realidad
y pulsiones libidinales o sexuales (amor), que están gobernadas por el principio del
placer, sustituyendo éstas luego por las de libido objetal y libido narcisista. Partiendo de
ciertas conceptualizaciones de la biología, Freud se da cuenta de que ya no puede
explicar la búsqueda de satisfacción por parte del sujeto con esta primer teoría
pulsional, correspondiente a un único tipo de pulsiones, pulsiones de vida
(autoconservación, sexuales).
“En los trabajos de mis últimos años, (Más allá del principio de placer, Psicología de las
masas y análisis del Yo y El Yo y el Ello), he dejado libre curso a mi tendencia a la
especulación, contenida durante mucho tiempo y he intentado una nueva solución al
problema de las pulsiones. He reunido la conservación del individuo y de la especie
bajo el concepto de Eros, oponiendo a ésta la pulsión de muerte o de destrucción
(Tánatos) que labora en silencio.... La pulsión es concebida como una especie de
elasticidad de lo animado; esto escomo una aspiración de reconstruir una situación que
existió alguna vez y fue reprimida.” Freud, S.: Autobiografía (1924).
J. Schabelson señala que el ser humano a lo largo de la historia sintió la muerte como un
hecho ajeno a sí mismo, que corta el hilo de la vida, inexplicable desde lo racional y por
lo tanto librado a lo religioso, a la voluntad de Dios. Tanto Freud como Heidegger (en
sus primeros trabajos) producen una ruptura con respecto al concepto de muerte; para
ellos será una condición previa para la vida, dejando de ser un hecho repentino o
fortuito. La oposición entre pulsiones de Vida y de Muerte es introducida por Freuden
el artículo Más allá del principio de placer (1920). Las pulsiones de muerte tienden al
retorno a un estado inorgánico, a un estado de reposo tal, que desaparecen por
completo las tensiones (nirvana); mientras que las de vida tienden a conservar unidades
vitales existentes y construir a partir de éstas unidades más complejas. Entre los
motivos manifiestos que llevaron a Freud a esta nueva conceptualización se encuentra
el trabajo con sus pacientes; observa en los mismos una compulsión a la repetición de
actos o ideas que no podían explicarse por una búsqueda de satisfacción libidinal ni
tampoco por el intento de dominar experiencias displacenteras, dependiendo de una
fuerza independiente y capaz de oponerse aparentemente al principio de placer. El
principio de placer parece entonces hallarse también al servicio de las pulsiones de
muerte. Freud señalará con respecto a esta oposición sus aspectos complementarios en
la vida del sujeto. Por ejemplo, en la relación sexual se tiende a un equilibrio entre
ambas pulsiones, ya que el incremento de la pulsión de muerte lleva a una relación
agresiva con el objeto y su ausencia o su pasividad a la impotencia. En un reportaje
realizado en 1929 por G. S. Viereck, Freud comentará que “tal vez muramos porque
deseamos hacerlo. Del mismo modo que en nuestro interior conviven simultáneamente
el odio y el amor por una persona, toda vida combina el deseo de supervivencia con un
ambivalente deseo de aniquilación. En todo ser normal el deseo de vivir es lo
suficientemente intenso como para contrarrestar el deseo de morir, aunque, en última
instancia, este último acaba siendo el más poderoso. Podemos así jugar con la sugerente
51
Este incipiente aparato psíquico está constituido sólo por el Ello, lo que le otorgará a la
pulsión un origen inicial. Freud se referirá a él metafóricamente como el caldero de las
pulsiones, o sea como un caos o un caldero hirviente de estímulos. Si lleváramos esta
tópica a una representación gráfica, lo haríamos con uno de sus extremos abiertos,
orientado a lo somático, recibiendo las necesidades pulsionales que es de donde cargará
su energía, las que posteriormente serán traducidas en expresiones psíquicas.
Recordemos que la pulsión es el límite entre lo somático y lo psíquico. Si lo
comparamos con el inconsciente de la primera tópica nos encontramos que mantiene su
misma legalidad, careciendo por lo tanto, de organización, no generando una acción
conjunta y dando curso al principio de placer. Diremos entonces que el Ello es
inconsciente y que la energía pulsional es móvil y capaz de descarga, pues de otro
modo no se produciría el libre desplazamiento y la condensación característica de esta
instancia psíquica. Es el gran reservorio de la libido (energía dinámica de la pulsión
sexual). Sus contenidos se constituyen a partir de lo hereditario, lo innato y lo
reprimido, conformándose así en el polo pulsional de la personalidad. El término Ello,
tomado por Freud de Broddeck y de Nietzsche, designa lo impersonal; para el
psicoanálisis será aquello que nos maneja desde un lugar distinto a aquel en el que
somos capaces de reconocernos.
“No esperéis que del Ello pueda comunicaros grandes cosas. Es la parte inaccesible y
oscura de nuestra personalidad; lo poco que sabemos de él lo hemos averiguado
mediante el estudio de la elaboración onírica y de la producción de los síntomas
neuróticos. No pudiendo ser descripto sino como antitético al Yo.” Nuevas lecciones
introductorias al psicoanálisis (1932).
53
El Yo es aquella parte del Ello que fue modificada por la proximidad y la influencia del
mundo exterior, recibiendo los estímulos y siendo también una protección hacia ellos.
“La relación con el mundo exterior ha sido decisiva para el Yo, el cual ha tomado a su
cargo la misión de representarlo cerca del Ello, para bien del mismo, pues, sin cuidarse
de tan ingente poder exterior, y en su ciega aspiración a la satisfacción pulsional, no
escaparía al aniquilamiento.
... De este modo ha destronado al principio de placer que rige ilimitadamente su poder
en el Ello, y lo ha sustituido por el principio de realidad que promete mayor seguridad
y mejor éxito.” Nuevas lecciones introductorias al psicoanálisis. (1932).
Su constitución será a partir de lo que del otro humano toma como modelo, por medio
de identificaciones. Se constituye a partir de las primeras relaciones objetales con
aquellas personas que cumplieron las funciones parentales, agregándose
posteriormente a la conflictiva edípica otras figuras significativas. S u función
perceptiva permite el registro del otro, con quien en sus primeros momentos se
establece un encuentro libidinal, resultado de sensaciones en la superficie de su cuerpo
(ej.: caricias de la madre), que le permiten su integración, y posteriormente, su
diferenciación, lo que podemos considerar como una proyección de su organismo en su
psiquismo. Este encuentro dará así lugar a las identificaciones, donde el Yo hace propias
o internaliza algunas características o rasgos del objeto. Esta constitución paulatina de
integración y posterior diferenciación del otro le permite al sujeto una forma de
encauzar las demandas pulsionales. La distinción con el Ello gira en torno de la
posibilidad paulatina de organización y síntesis de sus contenidos, representando a la
razón y a la reflexión, lo que hace posible las funciones de atención, pensamiento,
percepción, etcétera. Si bien la mayor parte de sus contenidos se rige por el proceso
secundario, debemos señalar que la represión y los mecanismos defensivos del
Yo(formación reactiva, racionalización, negación, etcétera) son inconscientes. Así como
el término Ello alude a lo impersonal, el término Yo designa, como pronombre de
primera persona, aquello que el sujeto reconoce como propio. Aunque Freud va a
señalar que el Yo es débil constitutivamente en tanto su energía la recibe del Ello.
54
El Superyó
“... el Ideal del Yo es con quien se compara el Yo, al cual aspira y cuya demanda de
perfección siempre creciente se esfuerza en satisfacer. No cabe duda de que este ideal es
el residuo de la antigua representación de los padres, la expresión de admiración de
aquellas perfecciones que le atribuía entonces.” Freud, S.: Nuevas lecciones
introductorias al psicoanálisis (1932).
Como vemos, no hay límites precisos en las tres instancias por lo que la división sólo
intenta designar procesos, funciones y mecanismos diferentes constitutivos de la
personalidad. Conducido por el Ello, restringido por el Superyó y enfrentándose con la
realidad, el Yo intenta establecer como puede una cierta armonía entre las demandas
que actúan sobre él.
57
Si en los primeros años el objetivo del psicoanálisis era hacer consciente lo inconsciente,
Freud dirá a partir de esta formulación: “Lo que era Ello, Yo hade ser”.
Si partimos de los orígenes de la teoría psicoanalítica, debemos recordar que Ana O.,
aquella paciente tratada por Breuer y sobre la que luego teorizó junto a Freud,
denominó ese tratamiento hipnótico “cura por conversación”, o en broma, “limpieza de
chimenea”.
“Pronto descubrió como por azar que mediante este deshollinamiento del alma podía
obtenerse algo más que una eliminación pasajera de perturbaciones anímicas siempre
recurrentes. También se conseguía hacer desaparecer los síntomas patológicos cuando
en hipnosis se recordaba con exteriorización de los afectos la ocasión y el asunto a raíz
del cual esos síntomas se habían presentado por primera vez.” Psicoanálisis (Cinco
conferencias) (1909).
La utilización con sus pacientes del método catártico (derivado del griego katharsis que
significa purificación) va siendo dejada de lado, ya que la inducción hipnótica no sólo
cada vez se vuelve más resistente en los pacientes sino que encuentra una barrera en los
recuerdos que no puede atravesar .Además, los síntomas tienden nuevamente a
regresar. Luego de implementar la técnica del apremio, consistente en ponerle la mano
en la frente al paciente ys eñalarle que recordará así lo buscado, Freud dejará cada vez
más al paciente en su libre discurrir, arribando así a la técnica de la asociación libre. Esta
original técnica para la cura, que diferenciaba claramente al psicoanálisis de otros
abordajes terapéuticos, instauró un lugar privilegiado tanto a la escucha como a la
palabra. Sólo en la medida en que el paciente se permita la asociación libre es que se
puede hablar de acto psicoanalítico, determinándose así en su “regla fundamental”.
58
“El éxito del psicoanálisis depende de que el paciente respete y comunique todo lo que
atraviesa su pensamiento y no se deje llevar a retener ocurrencias por creer las
insignificantes o faltas de conexión con el tema dado, y otras por absurdas o
desatinadas.” La interpretación de los sueños (1900).
Este particular discurso no se hallará regido por las leyes de la clásica escuela
asociacionista: contigüidad, semejanza, contraste, sino que las formasen que se agrupan
estas asociaciones, su diversidad y engañosos modos de conexión, son el resultado de la
propia dinámica de los mecanismos de defensa inconscientes del sujeto. Al correrse del
hilo conductor que le da coherencia a su discurso, el mismo se organizará desde otro
lugar, permitiendo en el análisis una vía más accesible para develar los contenidos
reprimidos. Aunque el inconsciente está presente en todos los actos y en el decir
corriente del sujeto, su emergencia será más evidente en aquellas interrupciones no
esperadas conscientemente en el discurso, como por ejemplo: lapsus linguae,
neologismos, etcétera. Debemos agregar que la palabra para el psicoanálisis dice más
que lo que enuncia.“... La disposición de ánimo del hombre que reflexiona es totalmente
distinta de la del que observa sus procesos psíquicos... En muchos casos existe una
concentración de la atención; pero el sujeto, sumido a la reflexión, ejercita además una
crítica, a consecuencia de la cual rechaza una parte de las ocurrencias emergentes
después de percibirlas, irrumpe otras en el acto, negándose a seguir los caminos que
abren el pensamiento, y reprime otras antes que hayan llegado a su percepción, no
dejándolas advenir conscientes. En cambio el autoobservador no tiene que realizar más
esfuerzo que el de anular la crítica. Si lo consigue acudirá a su conciencia una infinidad
de ocurrencias, que de otro modo hubieran permanecido inaprensibles. Con ayuda de
estos nuevos materiales se nos hace posible llevar a cabo la interpretación de las ideas
patológicas.” La interpretación de los sueños, Cap. 2(1900).
La técnica de la asociación libre no sólo fue utilizada con los pacientes sino también por
el propio Freud para interpretar sus sueños y en su autoanálisis. La misma permite
reinstalar lo reprimido en la serie psíquica consciente, dando lugar a nuevas
significaciones. Como dato curioso, podemos citar un artículo publicado en 1920,
59
“He de recomendar a mis colegas que procuren tomar como modelo durante el
tratamiento psicoanalítico la conducta del cirujano, que impone silencio a todos sus
afectos, e incluso a su compasión humana y concentra todas sus energías psíquicas en
su único fin: practicar la operación con todas las reglas del arte.” Consejos al médico en
el tratamiento sicoanalítico (1912).
Es así como la atención flotante permitirá descubrir al analista las conexiones existentes
en el discurso del paciente y establecer una comunicación de inconsciente a
inconsciente. Para ello deberá existir no sólo una sólida formación previa sino un
análisis personal del analista. W. Stekelseñaló que: “a cada una de las represiones no
60
“Mi procedimiento no es tan cómodo como el popular método descifrador, que traduce
todo contenido onírico conforme a una clave fija. Por lo contrario, se ve que un mismo
sueño puede presentar varios sentidos, según quién lo sueñe o el estado individual al
que se relaciona.” Freud, S.: El método de la interpretación onírica (1900).
Cabe destacar que Freud va a señalar a la interpretación de los sueños como una “vía
regia” para el acceso a los contenidos inconscientes. Se constituirá así en el método por
el cual se intentará hacer el pasaje del sentido manifiesto al sentido latente. Si bien la
interpretación estuvo presente en sus primeros trabajos, se incorpora claramente en la
dinámica de la cura cuando pasa a formar parte como método psicoanalítico en el
artículo El manejo de la interpretación de los sueños (1911).Una intervención analítica
referida al discurso del paciente, a un sueño, a un acto fallido, etc. se constituirá como
interpretación sólo a posteriori, en relación con el efecto que produce. La interpretación
no tiende a cerrar el discurso sino a que el mismo se siga desplegando a través de
nuevas asociaciones. La palabra del analista es muy importante porque viene del Ideal
del Yo, por lo que debe ser cuidadoso en toda intervención.“El Yo del enfermo nos
propone la más completa sinceridad, es decir, promete poner a nuestra disposición todo
el material que le suministra su autopercepción; por nuestra parte, le aseguramos la más
61
Continúa diciendo que sólo una parte de estas tendencias han realizado una evolución
psíquica completa, mientras que otra parte en cambio ha quedado detenida en su
desarrollo por el ejercicio sobre ella de la represión, pudiendo desplegarse sólo en la
fantasía o quedando confinadas en lo inconsciente. Por lo tanto, es factible que la carga
de libido que el sujeto parcialmente insatisfecho mantiene esperanzadamente se oriente
en el tratamiento hacia la figura del analista. El terapeuta será entonces insertado en una
de las series psíquicas que el paciente ya tiene preparada. No tendrá así recuerdo
consciente de lo reprimido sino que lo vivirá de nuevo con un marcado sentimiento de
actualidad, siendo encauzado ya sea por sentimientos amorosos u hostiles, existiendo
una modalidad de satisfacción de la pulsión que se repite en la relación con el analista.
62
Introducción
Freud y sus discípulos, a quienes habría que llamar en realidad su “equipo de trabajo”,
constituyeron lo que se llamó el Circulo de Viena. A él no perteneció Breuer, aquel
psiquiatra con quien se inició y con quien había escrito su primer libro sobre la Histeria.
Pero sí pertenecieron Adler y Jung, discípulo el primero y colega mayor el segundo, que
no lo acompañaron en la hipótesis acerca de la naturaleza sexual, de lo que hoy en día
llamaríamos su explicación de la motivación humana, ya sea en su sentido restringido o
en el ampliado. Ambos, con extrema violencia, como fueron las disputas con el maestro,
se retiraron del Circulo y construyeron sus propios modelos teóricos. Esto fue en las
décadas o años anteriores a la Segunda Guerra Mundial, pero cabe señalar que todos
ellos, ya fuesen discípulos o disidentes, salvo en el caso particular de Jung, tuvieron una
mirada naturalista sobre los hechos humanos. Incluso sacerdotes católicos, pastores
protestantes y rabinos que entonces se acercaron y practicaron el Psicoanálisis
participaron, aunque críticamente, de esta mirada. Pero después de la Segunda Guerra
Mundial se constituyó lo que dio en llamarse el Segundo Circulo de Viena, de
formulación espiritualista. Pertenecieron a él Frankl, Boss, Biswanger, entre otros. Si
bien la visión del Psicoanálisis que se origina en Frankl tiene amplia aceptación en
algunas universidades de nuestro país, nosotros acá haremos sólo una breve reseña de
los puntos de vista de aquellos que disintieron en discusión personal con Freud, como
los mencionados Adler y Jung, o de quien sin disentir con él formuló a partir de sus
ideas una muy particular concepción del Psicoanálisis, como fue la psicoanalista
vienesa-inglesa Melanie Klein. Finalmente incluimos los desarrollos que en nuestro país
produjo Enrique Pichón Rivière y algunos de sus discípulos, que tuvieron un papel
fundante del Psicoanálisis yde la psicología académica en la Argentina. Para el
conocimiento de quien esto lea, diremos sólo que el Psicoanálisis freudiano ha dado
lugar a innumerables desarrollos teóricos, en gran medida sujetos a los estilos culturales
y tradiciones científicas de cada lugar, como a sus particulares circunstancias históricas.
Así es como en los Estados Unidos dio lugar a lo que se llamó la Psicología del Yo, en
64
Carl Gustav Jung ya era un prestigioso psiquiatra suizo, con vasta producción propia,
cuando se vio atraído por el psicoanálisis freudiano. Fue durante años un colaborador
entusiasta y crítico de Freud, para quien fue particularmente cercano. Recordemos que
en ocasión de su viaje a los Estados Unidos, en ocasión en que dictó aquellas tan buenas
y tan rechazadas exposiciones en la Universidad de Clark, que hoy conocemos como las
Cinco Conferencias, puso especial empeño en que fuera Jung uno de los que lo
acompañaran. Del mismo modo, y por razones no sólo científicas sino muy relacionadas
con las penosas circunstancias discriminatorias en Alemania y Austria de aquel
entonces, impuso su nombre para la presidencia de la Asociación Psicoanalítica
Internacional. Recordemos que en ese entonces Jung era el único no hebreo de ese
grupo fundacional. A pesar de la lamentable cercanía que Jung tuvo luego con el
nazismo, su producción científica fue sumamente original y valiosa. Es posiblemente el
psicoanalista que más esfuerzos hizo para vincular en el campo de la Psicología
occidental las concepciones filosóficas orientales, que por otra parte se hallaban muy
presentes en la cultura europea de aquel entonces. En nuestro país, su pensamiento
tuvo particular difusión en las décadas de los ’40 y ’50, figurando la traducción de sus
obras muy tempranamente en la bibliográfica local de aquel entonces. La psicología
junguiana, en tanto teoría general de la personalidad, postula respuestas acerca de qué
es lo que la constituye (aspecto estructural); cuáles son sus fuentes de energía (aspecto
dinámico) y cómo se origina y qué cambios se producen en ella (desarrollo). Jung
denomina psiquis a la personalidad, que incluye tanto los pensamientos como los
afectos, en su faz consciente e inconsciente. Funciona como guía que regula y adapta al
individuo a su medio social y físico. La conciencia es la única parte de la mente que el
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individuo conoce. Esta teoría postula su existencia desde antes del nacimiento. Sus
cuatro funciones son: pensamiento, sentimiento, sensación e intuición. Su distinta
participación en el comportamiento, así como los factores introversión y extraversión,
darán lugar a la diversidad de tipos psicológicos. (1)El desarrollo de la psiquis está
dado por una progresiva individualización de la conciencia, de donde deviene un
nuevo elemento, el ego
2. Las concepciones evolucionistas se agrupan sobre dos ejes. Uno iniciado por Darwin
Wallace, que presupone una diversificación de características conductales debidas al
azar, de las que predominan luego las más aptas y más adaptativas. El otro eje es el
iniciado por Lamarck que sostiene el aprendizaje de comportamientos en relación con el
medio y la posibilidad de su transmisión hereditaria.
Melanie Klein fue hija de un médico psiquiatra vienés. Se dedicó en un inicio a las artes
plásticas y su enseñanza. Interesada en problemas psicológicos de la niñez, implementó
los recursos plásticos con propósitos educativos y terapéuticos. Intentó acercarse al
“grupo de los miércoles”, el de los discípulos de Freud, al que no fue invitada. Sin
embargo, Freud alentó sus trabajos y propició su análisis con Ferenczy, psicoanalista
húngaro interesado en el tema de la transferencia, el que sería luego relevante para el
desarrollo de las teorías de Klein. Su concepción acerca del Psicoanálisis se basa en los
conceptos básicos freudianos, pero también sus diferencias son sustanciales. Podría
decirse que Melanie Klein procura una explicación a la génesis de ese psiquismo cuya
dinámica había procurado explicar Freud. Para ubicar el pensamiento de Melanie Klein
debemos hacer referencia previamente a tres ideas expuestas por Freud en sus trabajos
metapsicológicos. La primera es la idea de fase, entendida como momento evolutivo en
el desarrollo psicosexual del niño. Como hemos visto anteriormente, esta idea supone
un desarrollo lineal a partir de la maduración y ejercitación de diversas zonas
corporales. Distingue entonces la fase oral, la fase anal, la fase uretral, el conflicto
edípico y la posterior fase de latencia, y la fase genital. Trabajos recientes (Wisdom)
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del infante recién nacido. Dan lugar también a protomodelos de relación objetal, lo que
–como dijimos– presupone núcleos arcaicos del yo capaces de sostener esta incipiente
relación objetal. La experiencia de nacimiento es posible por prevalencia del instinto de
vid asobre el de muerte, pero el sufrimiento que conlleva desencadena sentimientos de
hostilidad. De ahí que la teoría quiera suponer que el primer vinculo que se establece lo
es con un objeto frustrador (objeto malo) y con la participación del instinto de muerte.
Para Klein, a diferencia de Freud, la agresión, destructividad u odio son indistintamente
emociones del instinto de muerte. Inmediatamente el niño experimenta relaciones de
satisfacción, de cuidado, que son la base del establecimiento de relaciones de un así
llamado objeto bueno y de emociones de amor emanadas del instinto de vida. Así en
sucesivas infinitas experiencias se establece una relación bivalente con el mundo, el que
es percibido en forma de objetos parciales, anatómica y valorativamente parciales,
puesto que el conocimiento del mundo es, en un principio, de partes y no de totalidades
y escindido entre lo que es cercano y amistoso y lo que es ajeno y hostil. Esta doble
experiencia con el mundo facilita que también en el psiquismo se establezca una
división –disociación– que permitirá un primer movimiento ordenador en el caos de
sensaciones y emociones placenteras y displacenteras. Este primer movimiento
ordenador tanto puede ser la base de grandes perturbaciones de la personalidad como
de útiles capacidades de organización y de separación entre las fantasías inconscientes y
los procesos mentales, según sea el posterior devenir de su desarrollo. Así se establecen
dos modalidades del psiquismo y dos modalidades de concebir la realidad. Los
mecanismos de introyección y de proyección permiten mantener una relación objetal
del sujeto con el objeto bueno, a la vez que expulsar el instinto de muerte sobre el objeto
malo y procurar mantenerlo disociado, lo que permite sentirlo ajeno. Este movimiento,
que presupone la puesta en marcha de estructuras innatasreferidas a experiencias de
relación objetal, determina un estilo psíquico, una forma de vinculación del sujeto con el
mundo a la que denomina esquizoparanoide (al momento evolutivo en que se produce
lo llama posición esquizoparanoide) y que corresponde a la primera mitad de la fase
oral. Los procesos biopsíquicos de maduración, y el lento aprendizaje de larealidad dan
lugar al surgimiento de la posición siguiente, a la que denomina depresiva. Rudimentos
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Dentro del marco de las teorías de las relaciones objetales, pero con marcada influencia
de Fairbain y su concepto de técnicas instrumentales del o y del interaccionismo
simbólico de Mead, se ubica el modelo de Pichón Rivière acerca de la maduración y el
desarrollo de la personalidad implícito en su Teoría de la enfermedad única. La idea de
una patología central única, de la cual las diversas formas que adopta son su
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interna y otro tipo de relación con el mundo–, para diferenciar esta experiencia de las
otras experiencias, posteriores: la posición depresiva y la posición esquizoparanoide
instrumental , en sucesión alternante. Se ha mencionado con anterioridad las graves
perturbaciones que tiene para el desarrollo de la personalidad la cristalización del
comportamiento en forma defensiva en cualquiera de estas dos posiciones, que
corresponden a la fase oral primaria y secundaria. La consolidación de la posición
depresiva produce culpa por el destino del yo y dolor por el destino del objeto, culpa y
dolor. Un mecanismo inherente a todo organismo vivo es el de la inhibición ante
eldolor. Inhibición que lleva a una detención del desarrollo de las capacidades percep-
tuales, motoras, afectivas e incipientemente ideativas como es la fantasía inconsciente.
Es aquí, según la teoría donde se constituye elnúcleo psicopatogenético, núcleo del yo
que lleva la huella de la protodepresión primera. Este núcleo psicopatogenético impele
al psiquismo a buscar una forma de comportamiento que atempere el dolor de la
posición depresiva. Esta forma es la posición esquizoparanoide, a la que se vuelve ya no
porque sea el único modo posible de relación con el mundo, sino defensivamente,
porque en algún momento ha demostrado ser eficaz. De aquí que esta posición sea
llamadaesquizoparanoide instrumental o patoplástica. Porque según sean las formas
que adoptará la relación del yo escindido con los objetos bueno y malo, en otras
palabras, según sean las técnicas instrumentales que se pongan en juego, en términos de
introyección y de proyección de unos objetos o de otros, así serán los diferentes estilos
de comportamiento. Cabe agregar que estos estilos son variables, cambian según la
gama de respuestas posibles en el repertorio del sujeto, y según sean las circunstancias
que deba afrontar. Cuando estas técnicas fracasan en su función de estilos adaptativos,
reaparece la situación depresiva. Depresión llamada de comienzo, cuando sólo marca el
momento de la incipiente desorganización del yo o, luego, depresión regresional,
cuando ante el dolor desencadenado el sujeto regresa a puntos disposicionales, formas
de comportamiento que en su historia mostraron ser eficaces. La intervención técnica en
esta situación lleva a lo que Pichón Rivière llama la depresión iatrogénica , en tanto es
promovida confines de resolución del conflicto. En su defecto, el proceso depresivo
generalmente también se encamina a nuevas formas instrumentales y nuevas
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adaptaciones al medio que permitirán que la persona siga siendo persona, con el estilo
que le es peculiar. Si a la diversidad de conductas instrumentales que surgen de la
proyección e introyección de objetos y parten del yo según este modelo se le aplicase
otro concepto de Pichón Rivière y Bleger –según el cual la conducta, en su unidad, se
expresa simultáneamente en tres áreas fenoménicas pero con preferencia en una de ellas
(mente-cuerpo-mundo externo)– tendríamos un panorama más vasto y coherente de los
diferentes tipos de comportamiento y estilos de personalidad. A ello puede agregarse el
concepto de patorritmia, el estilo hipomaníaco o el epileptoide que, en diverso grado, y
a veces cíclicamente, marcan el “tempo” de cada estilo