4 Clasificacion Contratos Doctrina - Principios Fundamentales Contratacion
4 Clasificacion Contratos Doctrina - Principios Fundamentales Contratacion
4 Clasificacion Contratos Doctrina - Principios Fundamentales Contratacion
.- Contrato preparatorio o preliminar es aquel mediante el cual las partes estipulan que en el
futuro celebrarán otro contrato, que por ahora no pueden concluir o que está sujeto a
incertidumbre, siendo dudosa su factibilidad. Mediante el contrato preparatorio, las partes
que no pueden obtener de inmediato el resultado económico que esperan, quedan
vinculadas jurídicamente y pueden mientras tanto resolver las dificultades legales,
financieras, etc., hasta que una vez subsanadas, puedan celebrar el contrato definitivo y
satisfacer plenamente sus intereses.
.- Contrato definitivo es aquel que se celebra cumpliendo con la obligación generada por el
contrato preparatorio. Tal obligación es de hacer, y consiste en suscribir, dentro de un plazo o
si se cumple una condición, el futuro contrato.
Clases de contratos preparatorios: Según la doctrina, se clasifican en generales y especiales.
Entre los contratos preparatorios generales de más ordinaria ocurrencia se encuentran:
* El contrato de opción: según Fueyo, “es aquel que consiste en la oferta unilateral de
contrato que formula una de las partes, de manera temporal, irrevocable y completa, en
favor de la otra que de momento se limita a admitirla, reservándose libremente la facultad de
aceptarla”; Messineo señala que el contrato de opción es un contrato preliminar unilateral,
acentuando que sólo una parte (destinatario de la promesa-acreedor) tiene el derecho de
exigir que se estipule el futuro contrato y que ella tiene preferencia sobre todas las otras
personas, si se decide a estipular el contrato, mientras la otra parte no tiene derechos, sino
solamente obligaciones, subordinadas a la voluntad de la primera (condición meramente
potestativa), sin poder revocar la promesa. Identifica una figura en el caso de la compraventa
a prueba o al gusto, que el Código Civil chileno recoge en el artículo 1823.
* El contrato de corretaje o mediación (en este caso, la obligación que asume una de las
partes es con el corredor o intermediario, y no con la otra parte actual o futura, con la que
celebrará el contrato definitivo);
.- Entre los contratos preparatorios especiales, son los más usuales:
.- En el contrato de mutuo acuerdo o de libre discusión, las partes, de común acuerdo, establecen
libremente las estipulaciones del convenio: hay ofertas y contraofertas, conversaciones y finalmente
el contrato es una forma de transacción de los intereses de las partes.
.- En el contrato de adhesión se caracteriza porque la oferta la hace una de las partes conteniendo
todas las estipulaciones del mismo, sobre las cuales no acepta discusión ni regateo alguno; la
contraparte o acepta el contrato tal como se le ofrece o se abstiene de contratar; no existe otra
alternativa para ella: lo toma o lo deja, según el decir popular. Por ejemplo: los contratos suscritos
con Isapres, Administradoras de Fondos de Pensiones, compañías de seguros, de cuenta corriente
bancaria, de líneas de crédito bancarias o abiertas en casas comerciales.
.- Esta falta de igualdad ha permitido que se niegue a estos contratos la calidad de tales, pues no
habría acuerdo de voluntades, sino la imposición de una de ellas. Pero la verdad es que el interesado
siempre tiene la relativa libertad de contratar o no y además en cualquier contrato puede
presentarse la misma situación en que una de las partes, por la necesidad en que se encuentra la
otra, fuerce a su favor las estipulaciones del mismo.
Configuración de la noción de contrato de adhesión y doctrinas postuladas para explicar su
naturaleza jurídica. El jurista francés Raymond Saleilles, sostuvo que existía en el Derecho
contemporáneo cierto género de convenciones en las que no se presentaba el acuerdo de voluntades
que debía constituir el nudo central de todo contrato y, en las que, en consecuencia, uno de los
contratantes es el que dicta “la ley del contrato.” Postuló entonces Saleilles que estos actos no
podían explicarse mediante la aplicación de la teoría contractual tradicional, porque en realidad eran
actos producto de una sola voluntad y dio a los mismos la denominación de contratos de adhesión.
Ante ello, surgen dos tendencias en la doctrina francesa. La escuela llamada la de los “publicistas o
normativistas, que niegan la existencia de un contrato en esa clase de actos, sosteniendo que se trata
de actos emanados de una autoridad privada, cuyos efectos quedan determinados por la sola
voluntad del ofertante.”El contrato de adhesión debe interpretarse como declaración unilateral de
voluntad, por cuanto en él “existe más bien una ‘operación reglamentaria’ consistente en la ‘creación
de un estatuto al cual la voluntad de los demás debe someterse pura y simplemente.” No se trataría
por ende de un contrato, sino de dos actos jurídicos unilaterales y entre sí independientes.
La otra escuela “de los contractualistas”, ( Ripert, Capitant, Josserand, Planiol), afirman que
reducir a la nada el rol de la voluntad del adherente es una inexactitud en el terreno de los
hechos y que no puede rehusarse a considerar esa voluntad como necesaria para la
conclusión del acto.” En este sentido, como dice Ripert, “poco importa si la voluntad esté
sujeta si ella es consciente y libre (…) Para la formación del contrato la ley exige dos
consentimientos; ella no mide en el dinamómetro la fuerza de las voluntades (…) quien da su
adhesión sin discutir está decidido ante todo a contratar.” Agregan los contractualistas que
“La desigualdad económica de las partes tampoco constituye causa suficiente para descartar
la noción de contrato.
En la doctrina nacional, Arturo Alessandri Rodríguez se plegó a la doctrina contractualista,
señalando al efecto que “en estos contratos hay consentimiento, ya que el adherente ha
podido perfectamente elegir entre contratar y no hacerlo; y en realidad, casi todos los
contratos son de adhesión, porque se forman mediante la oferta, en que una de las partes fija
las condiciones y la aceptación, en que la otra parte se limita lisa y llanamente a admitirlas o
rechazarlas.”
En cuanto a las características de estos contratos:
4. La oferta se presenta bajo la forma de un contrato tipo cuyas cláusulas esenciales no pueden
discutirse.
5. El contrato contiene una serie de cláusulas concebidas en exclusivo interés del ofertante.
.-Para López Santa María, los signos distintivos del contrato de adhesión serían los siguientes:
1º Se trata de contratos estrictos o rígidos, en el sentido que el adherente nada puede cambiar, se
encuentra ante un “contrato-tipo”.
.- Remedios propuestos frente a los inconvenientes que presentan los contratos de adhesión
· Art. 1 Ley 18.490, que establece el seguro obligatorio de accidentes personales causados por
circulación de vehículos motorizados.
· Art. 2, inc. 1º, del DL 3.500 sobre sistema de pensiones de vejez, de invalidez y de
sobrevivencia, respecto de la obligación de quienes celebran un contrato de trabajo, para
afiliarse a una administradora de fondo de pensiones
∙ Art. 374 CC, relativo a las guardas: “Para discernir la tutela o curaduría será necesario que
preceda el otorgamiento de la fianza o caución a que el tutor o curador esté obligado.”
3.- Para obtener o para asegurar el cumplimiento de una obligación:
· Arts. 660 y 662 del CPC, relativos a la hipoteca legal durante el juicio divisorio en que se reciban
bienes raíces.
· Art. 695 del CPC en relación con el art. 671 del CC, respecto a la compraventa y tradición efectuada
por orden de la justicia.
· Art. 2151 del CC, en el contrato de mandato: habría un contrato forzoso implícito en el caso de que
el mandatario actúe a nombre propio y no a nombre de su mandante. Si así ocurre, el primero está
obligado, mediante un contrato, a traspasarle al segundo todos los derechos reales y personales y
todas las obligaciones que adquirió o contrajo, respectivamente, al contratar con los terceros en
ejecución de la gestión confiada.
· Art. 2178 del CC, en las normas del comodato: “El comodatario es obligado a emplear el mayor
cuidado en la conservación de la cosa, y responde hasta de la culpa levísima. / Es por tanto
responsable de todo deterioro que no provenga de la naturaleza o del uso legítimo de la cosa.
Art. 669 del CCl, a propósito de la accesión de mueble a inmueble: “El dueño del terreno en que otra
persona, sin su conocimiento, hubiere edificado, plantado o sembrado, tendrá el derecho de hacer
suyo el edificio, plantación o sementera, mediante las indemnizaciones prescritas a favor de los
poseedores de buena o mala fe en el título de la reivindicación, o de obligar al que edificó o plantó a
pagarle el justo precio del terreno con los intereses legales por todo el tiempo que lo haya tenido en
su poder, y al que sembró a pagarle la renta y a indemnizarle los perjuicios.
5.- Para suplir el silencio de las partes contratantes:
· En las normas de la sociedad colectiva mercantil, Art. 386 CCo: “Cuando el contrato social no
designa la persona del administrador, se entiende que los socios se confieren recíprocamente la
facultad de administrar y la de obligar solidariamente la responsabilidad de todos sin su noticia y
consentimiento.
.- De lo expuesto, podemos establecer las siguientes conclusiones:
1. El acuerdo de las voluntades de los sujetos ligados en un contrato, si bien corresponde a lo que
usualmente acontece, no sería un elemento de la esencia de la institución, pues hay numerosos
casos en los cuales la ley obliga a contratar, forzando a las partes a manifestar su voluntad en
determinado sentido, o incluso obliga a tener por celebrado un contrato, sin que las voluntades de
los sujetos concernidos siquiera se hayan manifestado.
2. No parece posible aplicar a los contratos forzosos fictos el distingo que formula el CC en su
art. 1444, en cuanto diferencia entre elementos de la esencia, de la naturaleza y accidentales,
pues el contrato ha nacido sin que los sujetos obligados en el mismo hayan estado en
condiciones de discutir sus cláusulas, excluir parte del contenido fijado por la ley o incorporar
algún elemento accidental.
III. Contratos individuales y colectivos.
.- Contratos individuales son aquellos que requieren el consentimiento unánime de las partes
a quienes vincularán. El contrato individual solamente crea derechos y obligaciones para los
que consintieron en él. Es el tipo normal de contrato y el único que tuvo en vista Andrés Bello.
.-Contratos colectivos son aquellos que crean obligaciones para personas que no concurrieron
a su celebración, que no consintieron o que incluso se opusieron a la conclusión del contrato.
Representan por ende una excepción al principio del efecto relativo de los contratos, dado
que en este caso la convención no afecta exclusivamente a quienes la celebraron.
.- Ni el número de las partes ni la naturaleza de los intereses en juego, determina que el
contrato deba considerarse colectivo. Lo sustantivo es que afecta a una colectividad o grupo
de individuos que no necesariamente han concurrido a su celebración, por el hecho de
pertenecer a dicha colectividad o grupo.
.- Un contrato en que concurren muchas personas, no por ese solo hecho pasa a ser colectivo;
si el consentimiento de todos los interesados es necesario, el contrato sigue siendo individual.
Igualmente, no basta con que intervenga alguna colectividad, y así, si una persona jurídica
contrata con otra, no hay contrato colectivo, ya que la característica de éste es que afecta a
todas las personas, naturales o jurídicas, que se encuentren en la situación prevista por la ley
aun cuando no presten su propio y personal consentimiento.
.- Esta clasificación atiende a la forma en que se cumplen las obligaciones emanadas del
contrato y a su permanencia en el tiempo.
1º. De ejecución única e instantánea. son aquellos en los cuales las obligaciones se cumplen
apenas se celebra el contrato que las generó. Producen sus efectos inmediatamente de
celebrados, de manera que realizada la prestación debida, desaparece el vínculo contractual,
las obligaciones recíprocas. En otras palabras, el contrato nace y se extingue de inmediato,
quedando las partes liberadas. Por ejemplo, en la compraventa, el acuerdo de voluntades, el
pago y la tradición, suelen ser inmediatos.
2º. De ejecución diferida. son aquellos cuyos efectos se cumplen de una sola vez o se van
cumpliendo progresivamente, pero en ambos casos, en el plazo estipulado por las partes o el
que corresponda a la naturaleza de la obligación. El plazo puede ser expreso o tácito.
.- Podemos distinguir dos categorías de contratos de ejecución diferida: la primera, es aquella en que
las obligaciones se cumplen en el plazo convenido, en un solo acto, quedando liberadas las partes
(por ejemplo, cuando celebrada que sea la compraventa, acuerdan los contratantes que el precio se
pagará y la cosa se entregará treinta días después); la segunda, es aquella en que las obligaciones se
irán cumpliendo en distintos plazos, hasta que al cumplirse la última de ellas, se extinga la relación
jurídica.
.-En la primera categoría, las obligaciones se cumplen uno actu; en la segunda categoría, en diversos
actos (aunque en ambas, se cumplen en un plazo y no al momento mismo de celebrar el contrato,
pues si así fuere, se trataría de un contrato de ejecución instantánea).
.- La única diferencia es que alguna o todas las obligaciones se cumplen en épocas prefijadas o por
parcialidades.
3º. De ejecución sucesiva o de tracto sucesivo. son aquellos que en el período de tiempo establecido
por la ley o acordado por las partes, van renovando sus efectos. Su cumplimiento va escalonándose
en el tiempo, durante un lapso prolongado. En estos contratos, la relación jurídica que vincula a las
partes tiene permanencia. Ejemplos: contratos de arrendamiento, de sociedad y de trabajo.
.- Se caracteriza este tipo de contrato porque las obligaciones van naciendo y extinguiéndose sucesiva
y periódicamente mientras dure la vigencia de ellos, de manera que cumplida una de las obligaciones,
nace otra de la misma naturaleza y extinguida ésta, la próxima, y así sucesivamente. El ejemplo más
típico de contrato de tracto sucesivo es el arrendamiento, en que el arrendador está cumpliendo
constantemente su obligación de proporcionar al arrendatario el goce tranquilo y pacífico de la cosa
arrendada, y éste de pagarle periódicamente la renta estipulada hasta la extinción del arriendo. Igual
ocurre en el contrato de trabajo, en el suministro de mercaderías, etc.
4°. Los contratos de duración indefinida: son aquellos que nacen sin que las partes fijen un plazo
expreso o tácito de vigencia de los mismos, teniendo éstas la pretensión de que se prolonguen en el
tiempo, por períodos extensos: es el caso de sociedades que se pactan a duración indefinida o de
arrendamientos pactados en la misma forma. La duración indefinida no implica, en modo alguno,
perpetuidad.
1º. La resolución por incumplimiento. En los contratos de tracto sucesivo la resolución toma el
nombre de terminación y opera únicamente hacia el futuro; las obligaciones cumplidas quedan a
firme.
2º. El riesgo. tratándose de contratos de ejecución instantánea, no se presenta el problema; si se
trata de contratos de ejecución diferida, extinguida la obligación de una de las partes por caso
fortuito o fuerza mayor, subsiste sin embargo la obligación correlativa (arts. 1550 y 1820) el riesgo
corre por cuenta del acreedor. En cambio, si el contrato es de tracto sucesivo o de término
indefinido, la extinción por caso fortuito o fuerza mayor de la obligación de una de las partes,
extingue la obligación de la contraparte (art. 1950).
3º. Extinción unilateral del contrato. Por regla general los contratos no pueden quedar sin efecto por
la sola voluntad de una de las partes; en los de tracto sucesivo suele aceptarse la revocación
unilateral si no hay plazo prefijado, ej. por el desahucio en el arrendamiento y contrato de trabajo.
4º. La imprevisión. Ella no podría afectar a los contratos de ejecución única e instantánea, sólo cabe
respecto de los contratos de ejecución diferida, de los contratos de tracto sucesivo y de los de
duración indefinida.
5°. Respecto de la resciliación (arts. 1545 y 1567), no puede operar la resciliación, tratándose de
contratos de ejecución instantánea, pues es indispensable, para resciliar, que existan obligaciones
pendientes de cumplimiento; Nada obsta resciliar un contrato de ejecución diferida, siempre que
reste por cumplir al menos una obligación; Tratándose de contratos de tracto sucesivo y de aquellos
celebrados por tiempo indefinido, excepcionalmente, puede tener lugar la resciliación por voluntad
unilateral de uno solo de los contratantes
6º En cuanto a la caducidad convencional del plazo o “cláusula de aceleración”, opera sólo en los
contratos de tracto sucesivo o en los de ejecución diferida (en estos últimos, salvo que fuere un
contracto uno actu).
7° En cuanto a la posibilidad de que se origine un subcontrato, ello sólo puede ocurrir en los casos de
contratos de ejecución diferida, de tracto sucesivo o de duración indefinida, pero no en los de
ejecución instantánea.
.- Los nominados están expresamente establecidos en los textos legales y son, desde luego, los de
más frecuente aplicación: compraventa, arrendamiento, permuta, sociedad, mandato, mutuo, etc.
.- Los contratos innominados tienen naturalmente un nombre, pero no están reglamentados por el
legislador y son incontables, ya que en virtud del principio de la autonomía de la voluntad, las partes
pueden unirse entre sí con todos aquellos vínculos jurídicos que sean capaces de imaginar, mientras
no vayan contra la ley, el orden público o las buenas costumbres. Por ejemplo: arriendo de un box o
estacionamiento para guardar automóviles, con características de arrendamiento de cosas y de
depósito.
VI. Contratos “intuitu personae” y contratos impersonales.
.- Como destaca Messineo, algunos contratos se califican y forman un grupo aparte por el
hecho de que la persona de uno de los dos contratantes y a veces de ambos es elemento
esencial, en el sentido de que un interés cualquiera ha inducido a uno de los contratantes a
escoger una persona determinada porque está dotada de cualidades o aptitudes particulares,
o de una especial pericia técnica, etc. Tal es el contrato intuitu personae.
.- Las consecuencias más importantes de los contratos “intuitu personae” son las siguientes:
· La esencialidad del error en la persona del otro contratante, dará derecho a solicitar la
rescisión del contrato;
· La pretensión del otro contratante a que el contrato sea ejecutado personalmente por la
contraparte y no por otros, con el consiguiente derecho de rehusarse a recibir la prestación si
ésta fuese obra de otra persona;
.- Los contratos de familia se refieren a la situación de una persona dentro de su familia y a sus
relaciones con los restantes integrantes de la misma. Por ejemplo, el contrato de matrimonio; el
acuerdo de unión civil; el pacto a que alude el artículo 45 de la Ley 19.620, sobre Adopción de
Menores; el pacto mediante el cual los padres que viven separados convienen que el cuidado
personal del hijo menor corresponde a uno de aquéllos o lo ejercerán en forma compartida (art. 225,
inciso 2º del CC); etc.
.- Los contratos puramente patrimoniales son aquellos destinados a crear, modificar, transferir o
extinguir un derecho patrimonial o avaluable en dinero. En este caso, la totalidad del contrato regula
aspectos patrimoniales. Tal es el caso de todos los contratos regulados en el Código Civil, salvo el
matrimonio. Algunos de estos contratos pertenecen a la esfera del Derecho de Familia, pero en
cuanto tienen un contenido puramente patrimonial, no son contratos de familia; tal es el caso de las
capitulaciones matrimoniales convenidas antes del matrimonio, cuando generan derechos y
obligaciones para los esposos; y el pacto mediante el cual se atribuye el ejercicio de la patria
potestad, a aquél de los padres que no tenga el cuidado personal del menor (art. 245, inc. 2º del CC).
XI. Contratos de formación instantánea y contratos de formación progresiva.
.- Se formula ésta clasificación según si el contrato nace de una sola vez o por un solo acto,
por el mero acuerdo de las voluntades, en cuyo caso estaremos ante contratos de formación
instantánea; o si por el contrario, el contrato requiere para nacer de un proceso de
negociación previo, en el cual los interesados van acercando posiciones y consensuando las
diversas materias que el contrato regulará, en cuyo caso estaremos ante un contrato de
formación progresiva. En estos últimos contratos, aunque ellos nazcan por un solo acto,
existe una fase anterior, de carácter precontractual, que resulta imprescindible para el
nacimiento del acto jurídico.
.- Actos jurídicos puros y simples son aquellos que inmediatamente de celebrados hacen
nacer un derecho, que puede ejercerse sin más dilación.
Actos jurídicos sujetos a modalidades son aquellos que están supeditados en sus efectos a
cláusulas restrictivas. Las modalidades son ciertas cláusulas particulares que pueden ser
insertadas en los actos jurídicos para modificar sus efectos, desde el punto de vista de la
existencia, ejercicio o extinción de los derechos y obligaciones derivados del acto jurídico. Las
modalidades más usuales son el plazo, la condición y el modo.
.- Es el acto jurídico que un sujeto celebra consigo mismo, no siendo necesaria la intervención
de otra persona. Es aquél en que la actividad y la declaración de una sola parte, en dos
distintas calidades (por ejemplo, representante que declara, por un lado, en nombre propio y,
por otro lado, en nombre del representado), basta para entenderlo celebrado.
.- En el autocontrato, el único sujeto actúa ya sea como parte directa y como representante
de otra parte; ya sea como representante de ambas partes; ya sea como titular de dos
patrimonios (o de dos fracciones de un mismo patrimonio) sometidos a regímenes jurídicos
diferentes.
* La primera serie, está formada por la hipótesis en la que el sujeto que interviene actúa
tanto a nombre propio como a nombre ajeno. Por ejemplo, el caso del mandatario que
debidamente autorizado, compra para sí lo que el mandante le ha ordenado vender.
* La segunda serie, la integran las situaciones de doble representación, en las cuales el sujeto que actúa es
representante legal o convencional de ambas partes: por ejemplo, mandatario que tiene tal carácter tanto del
vendedor como del comprador (caso de las operaciones a través de corredores de Bolsas de Valores).
.- De estos casos, en realidad sólo en la primera hay efectivamente un autocontrato, pues quien actúa, lo hace
“por sí” y en representación de otro; en la segunda, en verdad no lo hay, pues se actúa en representación de
dos personas, pero no “por sí”.
.- Para unos, se trata de un acto jurídico unilateral. Afirma al respecto Alessandri que el contrato es por su
esencia un acuerdo de voluntades, un choque de voluntades opuestas que terminan por ponerse de acuerdo.
En el acto jurídico consigo mismo falta este elemento, pues es el resultado de una sola voluntad.
.- Otros dicen que el acto jurídico consigo mismo es un acto híbrido, que se asemeja al acto unilateral por el
hecho que requiere una sola voluntad, y también al contrato, por el hecho que pone dos patrimonios en
relación. Se trataría de un acto unilateral, dicen algunos, pero con efectos contractuales.
.- Luis Claro Solar, siguiendo a Planiol y Ripert, afirma que el acto jurídico consigo mismo es un contrato, si un
acto jurídico produce obligaciones contractuales, esto es, convencionales, importa en realidad un contrato,
aunque sea un contrato de naturaleza especial, dada la manera como se forma.
.- Para López Santa María, el autocontrato es siempre un contrato. Agrega que razones de orden práctico
permiten sostener que jurídicamente la personalidad de un individuo puede desdoblarse, de tal modo que su
voluntad se exteriorice a diversos títulos.
.- Restricciones y prohibiciones al autocontrato.
.- En ciertos casos, la ley prohíbe algunos autocontratos y sujeta otros al cumplimiento previo de exigencias o
formalidades habilitantes. El fundamento de dichas prohibiciones y restricciones suele ser la protección a los
incapaces o el evitar que una misma persona represente intereses incompatibles.
.- Ejemplos de casos en que la ley restringe el autocontrato: art. 2144; art. 2245
.- Ejemplos de casos en que la ley prohíbe el autocontrato: art. 412, inc. 2; art- 1796
.- En general, se entiende que el autocontrato será válido:
iii) cuando, aun sin la autorización del representado, el contenido del contrato está determinado por la ley, de
manera que quede excluida la posibilidad del conflicto de intereses entre representante y representado
B. El subcontrato.
a. El contrato base o contrato padre debe reunir necesariamente ciertas características para que la
subcontratación sea procedente:
2º El contrato base no debe ser traslaticio de dominio, pues en caso contrario, cuando el adquirente
celebra un contrato similar al contrato base con otra persona, ya no habrá subcontrato, sino
simplemente un nuevo contrato autónomo e independiente.
.- Partes que intervienen en la subcontratación. La subcontratación se caracteriza por la
presencia de tres partes:
● En la delegación del mandato: el mandante podrá ejercer contra el delegado o submandatario, las acciones
del mandatario que le ha conferido el encargo (artículo 2138). En este caso, por ende, el causante tiene acción
contra el causahabiente mediato. A la inversa, el delegado o submandatario, sólo tendrá acción en contra del
mandante, si éste autorizó la delegación a determinada persona, precisamente el submandatario .En este
caso, la ley entiende que ha nacido un nuevo mandato, que vincula directamente al mandante y al delegado
(artículo 2137).
● En la subfianza (artículos 2335, inciso 2º; 2360; 2366; 2380 y 2383), el acreedor, en principio, carece de
acción en contra del subfiador; pero podrá demandarlo, una vez que lo haya hecho en contra del deudor
principal y del fiador
PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE LA CONTRATACION
.- El examen del principio consiste en averiguar si los contratos surgen a la vida jurídica como simples
pactos “desnudos”, por la sola manifestación de la voluntad de las partes (tesis consensualista) o por
el contrario, si es menester cumplir con ritualidades externas, para que los contratos tengan
existencia y produzcan efectos. Los contratos quedarían perfectos por la sola manifestación de las
voluntades internas de las partes, ya que cualquiera exigencia de formalidades externas, vendría a
contradecir la premisa según la cual la voluntad todopoderosa y autosuficiente es la fuente y medida
de los derechos y de las obligaciones contractuales.
.- Grupos de contratos consensuales. Es posible distinguir dos grupos de contratos
consensuales:
* Contratos consensuales formales: hay contratos que siendo consensuales, en cuanto no son
solemnes ni reales, están sin embargo inmersos en el universo de los formalismos, pues
requieren, para tener plena eficacia, del cumplimiento de formalidades habilitantes, de
prueba, de publicidad o convencionales. Por ejemplo: artículo 9º del Código del Trabajo, que
establece que el contrato de trabajo es consensual, pero que no obstante lo anterior, deberá
constar por escrito;
1. Libertad contractual significa que ninguna de las partes puede imponer unilateralmente a la otra el
contenido del contrato y que éste debe ser el resultado del libre debate entre ellas (contrato libremente
discutido).
2. Libertad contractual significa que,con tal que se respeten las normas legales imperativas del régimen
contractual general y particular, esto es, el relativo a cada uno de los contratos, el contenido del contrato
puede ser fijado por las partes a su voluntad, es decir, se autoriza la autodeterminación de cada una de las
cláusulas concretas del contrato (libertad de configuración interna del contrato).
3. Un tercer significado de la libertad contractual, es el de la facultad, dejada a las partes, de
“derogar” las normas dispositivas o supletorias puestas especialmente para los contratos
nominados singulares y de sustituir a ellas un régimen diverso fijado por la voluntad de las
partes, esto es, una disciplina distinta de la legal.
4. Otro significado concierne a los contratos innominados, en cuanto faculta a las partes a
concluir contratos con finalidades aun no previstas por la ley, pero subordinando su
reconocimiento a la condición de que el contrato innominado se dirija a realizar intereses
merecedores de tulela, según el ordenamiento jurídico.
.- El principio de la fuerza obligatoria de los contratos se expresa en el aforismo “pacta sunt servanda”: los
pactos deben observarse, deben cumplirse estrictamente. Está consagrado en el art. 1545.
1. Desde el momento en que un contrato no contiene nada contrario a las leyes, ni al orden público ni a las
buenas costumbres, las partes están obligadas a respetarlo, a observarlo, como están obligadas a observar la
ley. El acuerdo que se ha formado entre ellas las obliga como la ley obliga a los individuos. Dos aspectos
derivan de esta primera consecuencia:
● Los contratos sólo pueden ser revocados por el consentimiento mutuo de los contratantes o por las causas
que la ley autoriza. Sólo de manera excepcional, el contrato podrá terminar por la voluntad de una sola de las
partes;
● Los contratos deben ser cumplidos de buena fe. Las partes deben, en el cumplimiento de la convención,
portarse honestamente, lealmente.
2. El respeto a esta ley creada por la voluntad de los interesados se impone a los jueces encargados de
interpretarla, no pueden modificar los términos de la convención ni cambiar sus elementos. De esta segunda
consecuencia, derivan tres aspectos, según Colin y Capitant:
● Cuando una ley nueva, dictada después de la celebración del contrato, modifica una disposición
jurídica que las partes han adoptado como regla de su vínculo contractual, el juez no debe aplicar la
ley nueva al contrato anteriormente celebrado, pues, al hacerlo, modificaría los términos del acuerdo
celebrado entre los interesados (artículo 22 de la Ley sobre Efecto Retroactivo de las Leyes, operará
ultra actividad de la ley).
● El juez encargado de interpretar los términos de una convención debe inspirarse, ante todo en la
voluntad de las partes para determinar su sentido exacto.
● Cuando el juez se halla colocado frente a los términos de una convención, no puede modificar sus
elementos a pretexto de que las condiciones impuestas a una de las partes son contrarias a la
equidad, draconianas o leoninas. No tiene el derecho de atenuar el rigor de las obligaciones
impuestas a las partes.
.- La fuerza obligatoria del contrato frente al legislador y el juez. La obligatoriedad del contrato se
traduce en su intangibilidad, vale decir, que el contrato válidamente celebrado no puede ser tocado o
modificado ni por el legislador ni por el juez. Sin embargo, la intangibilidad del contrato no es
absoluta. Por ejemplo:
● Art. 1879, en relación al pacto comisorio calificado por no pago del precio: “
● Art. 1826, inc. 4º, en la compraventa, que establece un derecho legal de retención a favor del
vendedor.
.- Los contratos sólo generan derechos y obligaciones para las partes contratantes que concurren a su
celebración, sin beneficiar ni perjudicar a los terceros. Para estos últimos los contratos ajenos son
indiferentes. No les empecen, no los hacen ni deudores ni acreedores. Para los terceros, los contratos
son res inter allios acta.
.- Este principio es otra consecuencia lógica y necesaria del dogma de la autonomía de la voluntad. Si
se predica de la voluntad el poder de ser la fuente y la medida de los derechos y obligaciones
contractuales, eso sólo puede concretarse a condición que haya voluntad; por ende, quienes nada
dicen, no pueden verse afectados por contratos ajenos por regla general.
.- Sujetos concernidos por el principio del efecto relativo de los contratos.
1) Situación de las partes. Son partes en un contrato, aquellos que concurren a su celebración,
personalmente o representados (legal o convencionalmente). Como lo señala la ley, una parte puede
estar conformada por una o más personas, que articulan un solo centro de interés (art. 1438 del CC).
.- Distinta es la situación de aquellos que si bien también concurren a la ejecución o celebración del
acto jurídico, al otorgamiento del mismo, lo hacen cumpliendo otras finalidades, especialmente
relativas a las solemnidades o las formalidades: tal ocurre, por ejemplo, con el Notario, los testigos, o
en el caso de la mujer que autoriza a su marido para enajenar un inmueble, cuando están casados
bajo el régimen de sociedad conyugal, etc., los que obviamente no son partes.
.- También son partes, por regla general, y desde el instante del fallecimiento de uno de los
contratantes, sus herederos o causahabientes a título universal (representan a los contratantes,
según dice el art. 1097, para sucederles en todos sus derechos y obligaciones transmisibles). Los
herederos se asimilan a las partes ocupando, a la muerte de éstas, la misma situación jurídica que el
causante. Por consiguiente, los contratos celebrados por el difunto continúan produciendo sus
efectos respecto de dichas personas, como los producirían respecto del difunto. En otros términos, la
muerte del contratante no modifica los efectos jurídicos del contrato.
.- Por excepción, las obligaciones contractuales no se transmiten a los herederos:
∙ Caso de los contratos “intuitu personae”, que se extinguen con la muerte de las partes,
como ocurre, por ejemplo, en el matrimonio, o en el mandato o en el comodato (al
fallecer el comodatario).
· Caso de las obligaciones contractuales que por disposición de la ley, no pasan a los
herederos (por ejemplo, renta vitalicia).
2) Situación de los terceros. En general, se entiende por tercero toda persona que no ha
participado ni ha sido válidamente representada en la generación del acto. Se trata de todos
aquellos que aún habiendo participado físicamente en el acto jurídico, sus voluntades no han
sido determinantes para la generación del mismo.
.- Debemos distinguir: entre los terceros absolutos y los terceros relativos.
* Terceros relativos: también llamados “interesados”, son aquéllos que si bien no han generado con
sus voluntades el acto jurídico, están o estarán en relaciones jurídicas con las partes, sea por su
propia voluntad o por disposición de la ley.
.- A su vez, entre los terceros relativos o interesados distinguimos dos categorías: los causahabientes
a título singular y, a juicio de una parte de la doctrina, los acreedores comunes del deudor, cuando
éste es una de las partes del contrato.
1. Situación de los causahabientes a título singular: reciben este nombre quienes suceden a una
persona por acto entre vivos o por causa de muerte, en un bien determinado y no en la totalidad de
su patrimonio ni en una cuota del mismo. Son causahabientes a título singular por acto entre vivos,
por ejemplo, el comprador, el donatario, el mutuario. Lo son mortis causa, los legatarios. El
causahabiente a título particular sucede a su autor en lo que respecta al derecho transmitido; en
otros términos, este derecho continúa sometido a todas las modalidades con que estaba gravado en
el momento en que fue enajenado.
2. Los acreedores de las partes: ajenos a la relación jurídica, son los acreedores que no
disponen de preferencias, vale decir los acreedores valistas o quirografarios. Hoy, la doctrina
mayoritaria enfatiza que los acreedores son TERCEROS ABSOLUTOS en los contratos que su
deudor celebre con otras personas, pues estos contratos directamente no generan derechos y
obligaciones para los acreedores valistas. Lo anterior, sin perjuicio de que indirectamente, los
acreedores sean alcanzados por el efecto expansivo o absoluto de los contratos. Asimismo,
los acreedores podrán impugnar los contratos celebrados por el deudor en perjuicio de los
primeros, fundamentalmente por medio de la acción de simulación y de la acción revocatoria
o pauliana.
.- Excepciones al efecto relativo de los contratos. Estamos ante excepciones al principio
citado, cuando un contrato crea un derecho o impone una obligación a un tercero absoluto.
Tal es el caso de los CONTRATOS COLECTIVOS, y también tratándose de los convenios de
reorganización o de renegociación en el marco de la Ley N° 20.720, y de los acuerdos de
mayoría adoptados por las asambleas de copropietarios de edificios, o en general, en
cualquiera comunidad. En estas hipótesis surgen derechos y obligaciones para quienes no
concurren a celebrar la convención colectiva o incluso para quienes votan en contra. Se han
planteado también como excepciones la estipulación en favor de un tercero y la promesa de
hecho ajeno.
A.- La estipulación por otro o contrato en favor de un tercero. Se recoge en el art. 1449 de nuestro
CC.. Colin y Capitant, señalan que “Hay estipulación por otro cuando, en un contrato, uno de los
contratantes estipula con el otro que éste último dará o hará alguna cosa en provecho de un tercero
extraño al contrato y que no está representado en él”.
.- Se define como “un contrato entre el estipulante y el promitente, en el que el estipulante impone al
promitente el deber de obligarse a una prestación para con un tercero beneficiario.”
.- No hay que confundir la estipulación por otro con el mandato. El que obra a nombre de otro como
mandatario es un representante, y los efectos del contrato se producen directamente en el
representado, como si éste último hubiese sido parte en el contrato; en la estipulación por otro, el
estipulante contrata en su nombre, pero el efecto de su contrato se produce en beneficio de otro.
Por ejemplo: el seguro de vida.
.- Naturaleza jurídica de la estipulación en favor de un tercero: cuatro son las principales doctrinas
que se han formulado para explicarla. Para entenderlas debemos saber que intervienen tres
personas: el estipulante, el prometiente y el tercero beneficiario. Teorías propuestas:
1º Teoría de la oferta: se descompone la estipulación en favor de un tercero en dos
convenciones. Por un primer contrato, el prometiente se obliga frente al estipulante, quien se
transforma en acreedor de la estipulación. Posteriormente, el estipulante ofrece su crédito
contra el prometiente al tercero beneficiario. La aceptación de este último forma una
segunda convención. El crédito pasa así del patrimonio del estipulante al patrimonio del
tercero, pero únicamente después que éste acepta. A partir de este momento, el prometiente
tampoco podrá echar pie atrás. Se han señalado diversos inconvenientes de esta teoría, en
general, mientras el tercero no acepte la oferta que le hace el estipulante, esta estará sujeta a
todas las contingencias que pueden afectar una propuesta.
2º Teoría de la agencia oficiosa o gestión de negocios ajenos: el estipulante actúa como
gestor de los negocios del tercero, como su agente oficioso (art. 2286), al obtener el
compromiso del prometiente. Por la aceptación del tercero interesado, la operación
cuasicontractual se transforma, retroactivamente, en un contrato de mandato,
entendiéndose que el estipulante actuó a nombre y en representación del tercero. Este
último es en realidad “parte” y no “tercero”. Por consiguiente, el tercero beneficiario se
reputa que ha contratado para sí mismo con el deudor, lo que explica que su derecho se
considere nacido el día de la estipulación. Sin embargo, se precisa que esta teoría es FICTICIA,
ya que en el hecho, el estipulante actúa a nombre propio y no como agente oficioso.
3º Teoría de la declaración unilateral de voluntad: habría en la estipulación por otro una expresión
de la voluntad unilateral del deudor como fuente de las obligaciones. El prometiente adquiriría el rol
de deudor del beneficiario por su exclusiva voluntad; Ante esta teoría, se tiene presente: i) Que es
muy discutible que el Derecho Chileno acoja la promesa unilateral como fuente de las obligaciones. ii)
Esta teoría desconoce el CONTRATO, señalado en el art. 1449, existente entre el estipulante y el
prometiente. iii) Finalmente, no permite comprender por qué sería necesaria la concurrencia de la
voluntad del estipulante junto con la voluntad del prometiente para revocar la estipulación antes de
la aceptación del tercero, si para que naciera la obligación sólo se requería la voluntad del
prometiente.
4º Teoría de la adquisición directa del derecho: esta teoría considera la estipulación en favor de un
tercero lisa y llanamente como una excepción al efecto relativo de los contratos. Por excepción al
principio, el contrato crea directamente un derecho para el tercero. Más que explicar la naturaleza
jurídica de la figura, esta teoría constata la existencia y eficacia de la estipulación en favor de un
tercero. El derecho se crea en favor del tercero desde el instante mismo en que se celebra el contrato
entre estipulante y prometiente, aunque el tercero desconozca la estipulación. La declaración o
aceptación del tercero beneficiario, sólo es un requisito para que dicho tercero pueda exigir la
prestación, pero el derecho a su favor ya nació, independientemente de su voluntad.
.- Efectos de la estipulación por otro:
+ Efectos o relaciones entre estipulante y prometiente: son las partes en el contrato. Sin
embargo, al tenor del art. 1449, sólo el tercero beneficiario podrá demandar lo estipulado. El
estipulante, por sí mismo, no puede hacerlo, sin perjuicio de poder exigir al prometiente que
le cumpla al tercero. La legitimación activa para que pueda demandar judicialmente la
ejecución en favor del tercero, radica en el interés pecuniario y a veces moral que lo llevó a
contratar con el prometiente. A su vez, y no obstante el ingreso del derecho al patrimonio del
tercero desde el momento de la estipulación, el estipulante y el prometiente pueden
“REVOCAR” el contrato (resciliar, en estricto rigor) mientras el tercero beneficiario no haya
aceptado expresa o tácitamente.
.- El beneficiario para ejercer su acción contra el prometiente, deberá aceptar expresa o tácitamente.
No podrá ejercer sin embargo la acción resolutoria contra el prometiente, ya que esta acción
incumbe exclusivamente a las partes contratantes (art. 1489).
.- En caso de fallecimiento del tercero beneficiario antes de aceptar la estipulación, transmite a sus
herederos la facultad de aceptar, puesto que el crédito o derecho ya estaba en su patrimonio.
+ Efectos o relaciones entre estipulante y tercero beneficiario: jurídicamente, son sujetos extraños.
No media entre ellos ninguna relación jurídica proveniente de la estipulación. El derecho del tercero
beneficiario nunca se radica en el patrimonio del estipulante. Los acreedores del estipulante carecen
de derechos sobre el crédito derivado de la estipulación. Tampoco los herederos del estipulante
podrían poner en tela de juicio la estipulación en favor del tercero entablando la acción de inoficiosa
donación.
.- Características de la estipulación en favor de otro:
+ El tercero debe ser extraño a la relación jurídica entre el prometiente y el estipulante. Por ello, es
indispensable que el estipulante no tenga derecho para representar al tercero.
+ El estipulante debe obrar a nombre propio. En efecto, en caso de actuar sin poder pero a nombre
del tercero beneficiario, el estipulante será un agente oficioso.
+ Sólo el tercero beneficiario puede demandar lo estipulado. El tercero tiene un derecho exclusivo y
directo.
+ Las partes contratantes (prometiente y estipulante) pueden revocar (o mejor dicho resciliar) la
estipulación, mientras el tercero no acepte expresa o tácitamente.
La doctrina nacional concluye que esta figura no es excepción al principio del efecto relativo de los
contratos, ya que no crea ningún derecho y menos una obligación a cargo de un tercero absoluto. El
único que resulta obligado es el prometiente, quien se compromete a obtener que otra persona
acepte efectuar una prestación en favor del acreedor.
.- ¿Cuál es la fuente de la obligación que asume un tercero?. Para algunos, la fuente sería un
cuasicontrato de agencia oficiosa. El promitente actuaría como gestor de negocios ajenos.
Esta explicación tiene un inconveniente sin embargo, al tenor del art. 2290: la agencia oficiosa
crea obligaciones para el interesado (el tercero) “si el negocio ha sido bien administrado”. En
cambio, en la promesa de hecho ajeno, todo depende de la voluntad del tercero, vale decir,
es un criterio puramente subjetivo.
.- Para otros, la fuente sería la voluntad unilateral del deudor, en este caso, del tercero,
cuando ratifica. Hay sin embargo un argumento de texto contra esta hipótesis, en el art. 1536,
2º, relativo a la promesa de hecho ajeno con cláusula penal, cuando alude al
“consentimiento”, vale decir, la promesa de hecho ajeno implicaría, para su eficacia, un
acuerdo de voluntades y no la mera voluntad aislada del deudor que acepta.
.- López Santa María concluye que la fuente de la obligación del tercero es la ley (el art. 1450
del CC).
El efecto absoluto o expansivo de los contratos.
.- Al margen de la voluntad de las partes, a veces un contrato puede ser invocado por un tercero a su
favor o también oponerse a un tercero en su detrimento. En alguna medida, en cuanto el contrato es
un hecho que como tal existe para todos, en sus efectos puede alcanzar a terceros absolutos. No hay
propiamente en esta situación una excepción al principio del efecto relativo de los contratos. En el
caso del efecto expansivo, no surge un derecho u obligación directamente para el tercero, sino que
éste puede invocar un contrato ajeno o puede oponérsele.
* Se confiere a los acreedores una acción directa, que les permite demandar, en sede contractual, a
quienes contrataron con sus deudores. Acá, el demandante puede oponer al demandado un contrato
en el que sólo el segundo fue parte. El caso más importante está en la Ley Nº 18.490, en materia de
seguro obligatorio contra riesgos personales derivados de la circulación de vehículos motorizados
* En los casos de convenciones en perjuicio de terceros: los contratos fraudulentos celebrados por el
deudor pueden ser atacados por sus acreedores, como ocurre con la acción pauliana.
La inoponibilidad de los contratos.
.- Para Abeliuk, “es la sanción de ineficacia jurídica respecto de terceros ajenos al acto o contrato, y
en cuya virtud se les permite desconocer los derechos emanados de ellos”. Es la sanción civil que
impide que se haga valer ante terceros un derecho (nacido ya sea de la celebración de un acto
jurídico, ya sea de la nulidad o de otra causal de terminación anormal de un acto jurídico, como la
resolución o la revocación).
.- En el Código Civil chileno, sólo se encuentra en el artículo 1757 (sanciones por los actos del marido
administrador ordinario de la sociedad conyugal).
.- Diferencias entre la inoponibilidad y la nulidad. Si bien la inoponibilidad es una sanción civil igual
que la nulidad, entre ambas instituciones hay importantes diferencias:
* La nulidad deriva de infracciones legales o vicios que se producen al nacer el acto jurídico. La
inoponibilidad, en cambio, es independiente de la generación del contrato; el contrato es válido, pero
otras circunstancias determinan su ineficacia frente a terceros. Vale decir, sus causas son diversas.
* La nulidad produce efectos tanto entre las partes que celebraron el acto anulado cuanto respecto de
terceros. La inoponibilidad dice relación exclusivamente con los terceros.
* La nulidad es una sanción de orden público y por ende, no puede renunciarse de antemano. La
inoponibilidad, establecida únicamente en beneficio de los terceros que pueden invocarla, es de orden
privado. Los terceros, entonces, pueden renunciar al derecho a impetrarla.
* Si aparece de manifiesto en el acto o contrato, la nulidad absoluta puede y debe ser declarada de oficio por
el juez; la inoponibilidad nunca puede pronunciarse de oficio.
.- Las medidas de protección que articulan la inoponibilidad, están enfocadas principalmente en favor de los
terceros relativos o “interesados”, vale decir, los causahabientes a título singular (y los acreedores de las
partes, a juicio de algunos). En algunos casos, sin embargo, la inoponibilidad también beneficia a los terceros
absolutos.
.- La inoponibilidad que protege a los terceros de los efectos de un acto válido, puede tener su origen en
causas formales o de fondo.
1º Inoponibilidad por incumplimiento de las formalidades de publicidad sustanciales. Estas
formalidades están destinadas a divulgar ante terceros la celebración de un acto o contrato o el
acaecimiento de un determinado suceso de relevancia jurídica. Su incumplimiento acarrea la
inoponibilidad del acto frente a terceros. Algunos casos: Art. 225 del CC (cuidado personal de los
menores); Art. 246 del CC (patria potestad); Art. 1707 del CC (contraescrituras); etc.
2º Inoponibilidad por falta de fecha cierta. Por regla general, los instrumentos privados son
inoponibles a terceros respecto a la fecha en la cual aparecen suscritos, atendiendo a que es posible
antedatarlos o postdatarlos, careciendo por tanto de certeza en cuanto a su fecha. Pero esta regla no
es absoluta. Existen ciertas circunstancias que permiten fijar con toda claridad la fecha de un
instrumento privado: ejemplo, el art. 127 del C. de C. dispone que “Las escrituras privadas que
guarden uniformidad con los libros de los comerciantes hacen fe de su fecha respecto de terceros,
aún fuera de los casos que enumera el art. 1703 del CC.”
3º Inoponibilidad por falta de consentimiento o por falta de concurrencia. Un caso en el art. 1815, a
propósito de la venta de cosa ajena. El contrato es inoponible al dueño de la cosa, ya que este no
consintió en la venta. En consecuencia, mientras el comprador que se convierte en poseedor del bien
no se transforme en propietario en virtud de la prescripción adquisitiva, el dueño de la cosa puede
reivindicarla (o concurriendo las exigencias legales, recuperar la cosa a través de acciones posesorias
o incluso interponiendo acciones civiles restitutorias emanadas de los delitos de hurto, robo o
usurpación). Igual ocurre con el arrendamiento de cosa ajena: art. 1916, inc. 2º; y en la prenda de
cosa ajena, art. 2390.
.- Estos casos de inoponibilidad están en realidad establecidos a favor de terceros absolutos,
como es el dueño de la cosa. En el ámbito del mandato, encontramos otro caso: arts. 2160 y
2136. Son inoponibles al mandante los actos del mandatario, cuando éste excede los límites
del mandato (salvo que medie ratificación por el mandante).
4º Inoponibilidad por fraude. El acreedor no está obligado a tolerar actos que supongan una
disminución del patrimonio del deudor, en los cuales éste ha actuado fraudulentamente.
Recurrirá entonces el acreedor a uno de sus derechos auxiliares: la acción pauliana o
revocatoria. Esta es una acción de inoponibilidad, ya que el contrato que se revoca no tiene
eficacia frente al acreedor perjudicado por el fraude.
5º Inoponibilidad por lesión de derechos adquiridos. Encontramos un caso en el art. 94 del
CC., en materia de muerte presunta. La revocación (y no “rescisión”, como dice el texto legal)
del decreto de muerte presunta, no afecta derechos adquiridos por terceros.
6º Inoponibilidad por lesión de las asignaciones correspondientes a los legitimarios. Los
legitimarios pueden recurrir a la acción de reforma de testamento, cuando el causante no
respetó las asignaciones forzosas a que lo obliga la ley en favor de los primeros (arts. 1167,
1182 y 1216). Prosperando la acción, el testamento no será oponible a los reclamantes, en
aquella parte que contravenga las normas sobre asignaciones forzosas.
7º Inoponibilidad derivada de la nulidad de un acto jurídico. De conformidad a lo dispuesto
en el art. 1689, la nulidad judicialmente declarada confiere acción reivindicatoria contra
terceros poseedores, aunque se hallen de buena fe (a diferencia de la resolución del contrato,
que exige mala fe, arts. 1490 y 1491). En algunos casos, la nulidad será inoponible a los
terceros:
* Caso del art. 1895, en el ámbito de la rescisión por lesión enorme: subsisten las hipotecas u
otros derechos reales constituidos en favor de terceros.
* Caso del tercero que adquiere por prescripción, que a su vez extingue la acción
reivindicatoria.
* En materia de contratos de donación, el art. 1432 establece que normalmente, salvo que
concurran los supuestos que indica, la resolución, la rescisión y la revocación son inoponibles
a los terceros poseedores de los bienes donados.
8º Inoponibilidad por simulación. En los casos de contratos simulados, las partes no pueden oponer el acto
secreto u oculto a terceros. Estos pueden optar, es decir pueden valerse del acto ostensible, externo o
aparente o bien del acto secreto. En este último caso, tienen que probar la existencia del acto oculto
ejerciendo la acción de simulación.
9° Inoponibilidad por lesión de los intereses de incapaces. No puede el guardador dar en arrendamiento los
predios rústicos del pupilo por más de ocho años ni los urbanos por más de cinco; tampoco por el tiempo que
exceda la mayoría de edad del pupilo. Si arrendare el guardador por más tiempo, el exceso será inoponible al
pupilo (art. 407, norma similar a la del art. 1749, a propósito de la sociedad conyugal). El padre o la madre o
ambos, titulares de la patria potestad, están subordinados a las mismas normas que rigen para los
guardadores (artículo 255 en relación con el artículo 407). La infracción de esta norma no origina la nulidad del
contrato, sino la inoponibilidad ante el hijo.
.- Pueden invocarla sólo aquellos terceros a quienes la ley ha intentado proteger, vale decir, a quienes
perjudican los efectos del acto o la nulidad del mismo. Por regla general, la inoponibilidad puede invocarse
contra todo aquel que intente valerse del acto o de su nulidad. Excepcionalmente, la inoponibilidad por fraude
no alcanza a terceros adquirentes a título oneroso, que están de buena fe (art. 2468 Nº 1).
.- Forma de hacer valer la inoponibilidad: Por regla general, será a través de una excepción. En lo que
respecta a las inoponibilidades por fraude o por lesión de las legítimas, deben hacerse valer como acción. El
procedimiento aplicable a la acción pauliana del Código Civil es el ordinario, mientras que el que rige la acción
revocatoria concursal, es el sumario.
.- Extinción de la inoponibilidad.
* La inoponibilidad omitidas, cuando ello sea posible. de forma se extingue por el cumplimiento de las
formalidades
* Por la renuncia expresa o tácita del tercero (dado que la inoponibilidad mira a su personal interés, art. 12).
Habrá renuncia tácita, cuando no se interponga la acción respectiva, en aquellos casos en que la
inoponibilidad debe hacerse valer por vía de acción.
* Por prescripción, en todos aquellos casos en que debió hacerse valer como acción o como fundamento de la
acción. Así, por ejemplo, dado que la acción de simulación no tiene plazo especial, prescribirá en cinco años; la
revocatoria en el plazo previsto en la ley; y la reivindicatoria se extinguirá no por la prescripción extintiva sino
por la prescripción adquisitiva, es decir, cuando el poseedor adquiera la cosa por usucapión.
6.-) El principio de la buena fe contractual.
.- Alude a una persuasión subjetiva, interna, de carácter ético, de estar actuando o haber actuado
correctamente. Proyectada al Derecho Civil, asume dos direcciones: la primera, la buena fe subjetiva,
conserva la fisonomía psicológica a que aludíamos. La segunda, la buena fe objetiva, que es la que
mayormente interesa en materia de contratos, pierde tal fisonomía.
.- Los contratos deben ejecutarse de buena fe, (art. 1546) sin apego a la letra rigurosa de ellos ni a un
derecho estricto.
.- A diferencia de la buena fe subjetiva, que se aplica “in concreto” por el sentenciador, averiguando
la convicción íntima y personal del sujeto implicado, la buena fe objetiva se aprecia “in abstracto”,
prescindiendo el juez de las creencias o intenciones psicológicas de los contratantes, para puntualizar
la conducta socialmente exigible de las partes, exclusivamente en base a la equidad, a los usos y en
general, al modelo del hombre razonable, o sea, a los estándares legales.
.- Funciones de la buena fe contractual. Tres formas parecen reflejar de manera más idónea las
funciones de la buena fe en las relaciones contractuales:
3. Como un criterio de conducta, conforme al cual deben ser cumplidas las obligaciones: “en
la buena fe puede basarse una ampliación del deber de prestación, más allá de los términos
resultantes del contexto del contrato o de la ley. Así, se reconoce en la doctrina chilena que
‘se deberá lo que no figura explícitamente y que resulta de aplicar los módulos buena fe y
lealtad’”. Esta ampliación de deberes la realizará el juez, a través de una interpretación
supletoria o integradora, mediante la que el juez añade, a lo estipulado por las partes, aquello
que resulta necesario, para alcanzar los fines del convenio. Así, interpretar el contrato para
dirigirlo a su ejecución leal, implica, muchas veces, dar lugar a obligaciones que no se
pactaron expresamente, pero que las partes, sin embargo, asumieron implícitamente. Se
sobrepasa de esta manera, la “literalidad contractual.” Conforme a esta función, la buena fe
opera ampliando lo estipulado por las partes.
+ En la celebración del contrato: En la venta de cosa ajena: las indemnizaciones a que tiene
derecho el comprador en caso de ser evicta la cosa, se vinculan con la buena fe objetiva. La
buena fe también impone el deber de redactar la convención con la claridad necesaria. Si se
infringe este deber, podría tener aplicación la regla subsidiaria del art. 1566, en el ámbito de
la interpretación de los contratos. De esta forma, se castigaría indirectamente la mala fe de la
parte que redactó la cláusula oscura o ambigua. Los arts. 1468 y 1683 del CCl, se vinculan con
la mala fe al momento de otorgar o celebrar un acto o contrato.
+ En el cumplimiento del contrato: El art. 1558, en cuanto si la incorrección o deslealtad llega
a ser constitutiva de dolo, se responde también por los perjuicios imprevistos. El art. 1546,
que obliga a cumplir no solo lo que en el contrato se expresa, sino que también a lo que
emana de la naturaleza de la obligación o que por la ley o la costumbre pertenecen a ella.
Asimismo, se ha admitido por los tribunales, conforme a las últimas tendencias de la doctrina,
la posibilidad de revisar los contratos en casos de excesiva onerosidad sobreviniente.