Lectura 5. EL DESARROLLO INFANTIL

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EL DESARROLLO INFANTIL
CUESTIONES GENERALES
Cuando hablamos de infancia, nos referimos a la etapa que transcurre desde el nacimiento hasta la
madurez del niño. Dentro de esta fase existen diferentes momentos que marcan el ritmo del desarrollo
de cada niño según sus características físicas, psicológicas y sociales. Es por eso por lo que se dice
que cada niño es un mundo y no todos son iguales.
La infancia es un periodo de aprendizaje para el niño donde va a adquirir las capacidades básicas para
poder interactuar con el mundo en el que viven. Esto supondrá una serie de cambios cada vez más
complejos en las áreas principales del desarrollo de los pequeños: el área cognitiva, el área del
lenguaje, el área socio-emocional y el área motora. Y que conllevan la adquisición progresiva de
habilidades
FACTORES QUE INFLUENCIARON EN EL DESARROLLO INFANTIL.
Aunque el cerebro tenga un gran potencial para el aprendizaje y la primera infancia sea un “campo
fértil para la siembra”, existen algunos factores que pueden ejercer significativa influencia en el
desarrollo infantil y en todos los aprendizajes que ocurren en esta época. Entre ellos, podemos
mencionar:
• Factor nutricional
• Factor emocional
• Factores de índole genética
• Factor ambiental (entorno familiar, socioeconómico y cultural)
• Lesiones cerebrales
• Experiencias directas
• Aprendizajes previos
De estos factores mencionados, merece una especial atención el factor nutricional. Durante la primera
infancia, los niños y niñas pasan por un proceso de crecimiento y desarrollo muy intenso, por lo que
una buena alimentación es fundamental debido a la actividad vital del organismo. Sin embargo, todo
empieza en el vientre materno, y la madre debe preocuparse por tener una alimentación correcta, sana
y equilibrada. Las carencias nutricionales de la madre durante el periodo prenatal tienen
consecuencias severas: afectan el crecimiento del feto y originan alteraciones en el sistema
inmunológico, por lo que hay un mayor riesgo de contraer infecciones, aumentando el riesgo de
enfermedades como la neumonía.
Para un recién nacido la lactancia materna debe ser exclusiva. Es la única etapa en la que los niños
reciben todos los nutrientes de un solo alimento. La leche materna es el mejor alimento para el bebé,
y esta debe ser ingerida como alimento único hasta los seis meses, aproximadamente. A partir de los
seis hasta los nueve meses, el bebé debe ingerir además de la leche, líquidos y papillas más
consistentes, los cuales irán aumentando gradualmente. De los nueve a los doce meses es necesario
incorporar mayor variedad de alimentos, y que estos sean cada vez más sólidos. De los doce meses
a los dos años, los niños deben ir consumiendo lo que se prepara para la familia. A partir de los dos
años, los niños ya deben estar plenamente incorporados a la alimentación familiar.
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El pediatra es quien mejor puede guiar a los padres en la incorporación de los nuevos alimentos de
manera gradual.
El organismo convierte los alimentos que los niños ingieren en nutrientes, necesarios para un
adecuado crecimiento. Hay alimentos que son indispensables para el cuerpo humano, como son las
proteínas, yodo, hierro, vitaminas en general, minerales, calcio y agua. Hay que evitar alimentos con
alto contenido de grasa, sal y especias, así como los que tienen carbohidratos en exceso
Para que el crecimiento de un niño se dé de manera adecuada, es necesario tener una dieta
balanceada en cuanto a cantidad y calidad de alimentos. De no darse esto, se puede producir
desnutrición o, en caso contrario, obesidad
Los efectos de la desnutrición en la primera infancia pueden ser irreversibles: dificultades en el
desarrollo cognitivo, anemia, retraso en el crecimiento, bajo peso, crecimiento inadecuado del cerebro,
problemas en el desarrollo motor, enfermedades dentales, problemas conductuales, problemas para
sociabilizar, entre otros La obesidad en la primera infancia es también un problema de gran magnitud.
La excesiva ingesta de comida tipo “chatarra” sumada a la inactividad física, como estar sentados
frente a la televisión, a la computadora o a los juegos de videos, llevan a los niños a una
descompensación de todos sus sistemas, que puede dejar una huella indeleble en la calidad de vida
posterior
Una buena alimentación en la primera infancia es fundamental, pues asegura un crecimiento y
desarrollo adecuados, evita carencias de nutrientes importantes y previene posibles enfermedades
cardiovasculares, hipertensión y obesidad.
Las investigaciones realizadas por el Dr. Regino Piñeiro (Cuba) refuerzan la enorme vinculación que
existe entre la nutrición y la cognición: “El cerebro necesita para su desarrollo y función normal, tanto
de la ingesta de macronutrientes (hidratos de carbono, grasas y proteínas) como de micronutrientes
(vitaminas y minerales). La desnutrición en los primeros años de la vida puede llevar a la disminución
del desarrollo psicomotor y de la capacidad de aprendizaje, pues afecta el nivel de atención, la
memoria y la actividad motora.

LA PRIMERA INFANCIA
La infancia es el periodo que transcurre desde el nacimiento a la madurez del niño. Se divide en etapas
muy diferenciadas denominadas periodos de la infancia y sirven para agrupar a los niños según:
• Características físicas, psicológicas y sociales.
• Comportamiento propio de cada edad.
La perspectiva de Jesús Palacios (1999) se basa en los principios del modelo organísmico (el individuo
concebido como activo, el cambio visto como propiedad de los organismos y como proceso
permanente, etc.), en este modelo se apoyan las conceptualizaciones usadas por este autor para
explicar el desarrollo. Por otro lado, Philip Rochat (2004) enriquece el conocimiento de este momento
evolutivo con sus investigaciones; éstas se centraron sobre la acción, la percepción y el desarrollo
cognitivo en los bebés.
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En cuanto a la delimitación del período, Palacios y Mora (1990) ubican la primera infancia en torno a
los dos primeros años de vida. Rochat, desde una perspectiva funcional, se refiere a la primera infancia
como el período del desarrollo que va desde el nacimiento hasta el inicio del andar autónomo. Estos
autores hacen hincapié en describir que el crecimiento que se produce en la primera infancia es tanto
estructural como funcional, es decir, los cambios se refieren a la anatomía y también a la conducta del
niño.
Agrupamos las características específicas del desarrollo en la primera infancia en torno a tres ejes:
• El desarrollo motor, centrado en el progresivo control postural.
• El desarrollo emocional, en el proceso de adquisición de autonomía psíquica
• Desarrollo intelectual, caracterizado por el tránsito de lo motor a lo representativo. Subrayamos
que el desarrollo infantil evidencia la estrecha interdependencia entre estos tres ejes

EL DESARROLLO MOTOR EN LA PRIMERA INFANCIA:


En cuanto al desarrollo motor, se observa un progresivo control corporal; este logro obedece a la
maduración que se da en el cerebro del niño, fenómeno que condiciona y posibilita los progresos en
la motricidad y su paulatino control. Específicamente, en cuanto al desarrollo motor en la primera
infancia, inicialmente los movimientos del niño son incontrolados y no coordinados, y sobre el final de
esta etapa observamos que el niño logra movimientos voluntarios y coordinados. Como ya planteamos
en las primeras clases, estos cambios no son anárquicos, sino que están regulados por principios o
leyes del desarrollo, referidos a: la dirección de maduración, la subordinación funcional, la
diferenciación y al ritmo de crecimiento en tanto asincrónico y discontinuo. Estos cinco principios que
rigen el desarrollo se expresan de manera particular a lo largo de todos los momentos evolutivos que
vamos a trabajar.
En relación a esta última ley, cabe subrayar que en la primera infancia este proceso continuo y
progresivo de crecimiento se acelera, las curvas de crecimiento muestran por lo tanto un perfil más
vertical. En períodos posteriores, se observa una disminución de la velocidad, tanto en altura como en
peso.
La génesis de la motilidad voluntaria se inicia en el área cerebral cortical específica, estimulando las
neuronas motoras espinales a través de las vías cortico espinales específicos (haces piramidales).
Esto se convierte en la condición necesaria pero no suficiente para el logro del movimiento voluntario.
Para que esta adquisición sea posible es indispensable el despliegue de este equipamiento biológico
del sujeto en interacción con el medio. Este control y coordinación motora se logra en dirección céfalo
caudal y próximo distal. La primera implica que se controlan antes las partes del cuerpo que están
próximas a la cabeza, y luego ese control se extiende hacia abajo.
La próximo distal muestra que se controlan antes las partes más próximas al centro del cuerpo que las
más alejadas. (La articulación del codo se controla antes que la de la muñeca, que se controla antes
que las de los dedos). El cuanto al desarrollo esperable del control postural en los dos años primeros
años de vida, la relación logro-edad se observa en los siguientes cuadros (Palacios, 1999):
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En cuanto a la conducta motora gruesa (motricidad gruesa) y conducta motora fina (motricidad fina):

Por lo tanto, podemos decir que el aspecto relevante de la psicomotricidad en la primera infancia recae
en el progresivo control corporal. El recién nacido no logra controlar su cuerpo, su cabeza cae
para los lados cuando no está apoyada, es incapaz de mantenerse sentado y hacia los dos años
de vida, se observan movimientos voluntarios y coordinados que se traducen en la posibilidad
del niño de alcanzar un andar y correr de forma autónoma. Un dato a destacar en el estudio de
Palacios (1999) es que en la primera infancia no se encuentran diferencias significativas de género en
cuanto al logro del control postural, como así también en el ritmo de crecimiento.
Los ritmos de adquisición son semejantes para niños y niñas, las diferencias están ligadas a las
influencias del medio, Por lo tanto, entendemos el desarrollo psicomotor como producto de la acción
conjunta de la programación madurativa, con las circunstancias del ambiente y las características del
propio niño. En cuanto a las circunstancias del ambiente, nos referimos a la interacción y por lo tanto
a la estimulación indispensables para que el desarrollo se lleve a cabo. Esta interacción es
indispensable para que este proceso se cumpla y nos lleva a pensar otra característica central de la
primera infancia: el progresivo y sutil pasaje de la dependencia a la independencia

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