Comunicación en Publico

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Nombre del alumno: María Elena Von Raesfeld Ochoa

Matricula: 1743830
Materia: 2566 Información y Comunicación
Actividad Semana 4: La comunicación en público

Nombre del maestro(a): Kopara Nerio Salim


COMUNICACIÓN EN PUBLICO

La comunicación en público se ha estudiado de muy distintas maneras. Para


algunos es un arte práctico, una herramienta en las organizaciones para mejorar la
productividad y un medio de control social; otros la han considerado como una de
las bellas artes, puesto que la palabra embellecida brinda placer, estabilidad y
visión interior a las experiencias humanas. Sin duda, la comunicación en público
se ha practicado en diversos estilos durante años, pero hoy se considera
indispensable para el desarrollo de los sistemas, las instituciones y los países
democráticos, ya que proporciona el ambiente adecuado para que la gente se
exprese con libertad, hable de sus ideas y sus problemas y, en consecuencia,
exista pluralidad de opiniones y se formen grupos que actúen para el logro de sus
metas e ideales.

Al correr de la historia, la función de hablar ante público ha


experimentado cambios. El filósofo griego Aristóteles (384-322 a.C.) vio el arte de
hablar en público —la retórica— como un medio para persuadir, “considerando
ilícito usar la palabra para fines inmorales, pues la retórica debía perfeccionar
al hombre, no pervertirlo” (Fernández, 1991:14).

El comunicador puede presentar su discurso de varias maneras, según su forma


de ser, la ocasión y el contexto:

1. Leído. Se redacta en un documento y el comunicador lee el texto


directamente. La habilidad de leer con eficacia resulta lo más importante en este
tipo de discurso, pues se debe hacer la transición de la tonalidad vocal de leer a
conversar, aunque, por mucha práctica que tenga el comunicador para este
cambio, siempre perderá con la lectura del texto gran parte de la espontaneidad
fundamental de la comunicación oral.
2. Memorizado. Como su nombre lo dice, este discurso se redacta completo y
luego se memoriza. Existen pocas personas que utilizan tal método con eficacia,
ya que normalmente la memorización lleva al comunicador a dar un discurso
“acartonado” y poco flexible, por no poder hacer cambios o modificaciones durante
la presentación, dado que la concentración del comunicador está en cada palabra
que va enunciando y no precisamente en la retroalimentación del público.
3. Improvisado. Este discurso es pronunciado bajo la inspiración del momento;
no se requiere preparación, ya que el orador confía plenamente en sus habilidades
y en sus conocimientos sobre el tema. Puede resultar útil en una emergencia,
aunque siempre causará gran desgaste mental al comunicador. Para evitar algún
error se aconseja, siempre que sea posible, hacer un esquema de ideas y
seguirlo.
4. Extemporáneo. Se prepara y estructura en todos sus detalles. Se organizan
los materiales y se redacta un bosquejo de la totalidad del discurso, pero el orador
no confía sólo en la memoria, sino que practica el discurso en voz alta, siguiendo
el plan trazado, pero expresándose con ligeras diferencias al pronunciarlo. Emplea
el esquema para fijar las ideas en su mente siguiendo un orden determinado, lo
cual contribuye a la exactitud, concisión y flexibilidad de expresión. Cuando no se
sigue debidamente el esquema de ideas, se corre el riesgo de que parezca un
discurso improvisado y de presentarse confusión entre estos dos tipos de
discursos.
El estilo propio del comunicador para expresar su mensaje puede, en algunos
casos, ser un obstáculo para la comunicación efectiva del tema; véanse, por
ejemplo, los siguientes tipos:
 El creativo o imaginativo: produce ideas que se apartan de la estructura
planeada del tema; entonces el receptor puede interpretar erróneamente la idea
central del mensaje o confundir la finalidad de la comunicación.
 El hablador: genera muchas ideas (apoyos verbales) para desarrollar el
tema; tantas, que satura de información al receptor e incluso llegará a distraerlo de
la idea central del tema.
 El sintético: comprime tanto la información para evitar la pérdida de tiempo
que comunicará en forma incompleta las ideas o con falta de claridad, por la
ausencia de apoyos verbales suficientes para desarrollarlas.
 El repetitivo: repite las mismas ideas tratando de hacer el tema más
interesante o que se cumpla un tiempo en su totalidad; termina por dar muchas
vueltas al mismo asunto, haciendo que el receptor no capte la idea central,
obligándolo a reconstruir todas las ideas que escuchó como en un rompecabezas
para entender el mensaje.

Se dice que todos tenemos la capacidad para comunicarnos ante un público, pero
por alguna razón no todos queremos o logramos hacerlo; muchos no obtienen la
eficacia deseada; otros se comunican sólo cuando es muy necesario y algunos
más evitan totalmente enfrentar esa situación. Así que la primera reflexión que
haremos sobre la comunicación estratégica para informar se refiere a la seguridad
en nosotros mismos, en las habilidades con las que contamos para comunicarnos
y en el prestigio que nos hemos ganado, o bien, en la credibilidad que lograremos
de cualquier público, si nos esforzamos en ello.

La credibilidad se puede definir como un sentimiento de confianza que otorgan los


públicos al comunicador con base en sus percepciones y filtros de prejuicios. De
esta afirmación se desprenden varios principios que toda persona debe conocer,
en su papel de comunicador, antes de enfrentar a un público.

Principios de credibilidad

1. La credibilidad de cualquier comunicador está sujeta a la percepción de la


audiencia. La percepción selectiva de la audiencia es la que determina el éxito o
fracaso del comunicador en su discurso. La audiencia otorga credibilidad (un
sentimiento de confianza hacia el comunicador) con base en las cualidades de
éste, que pueden ser muchas y muy variables; pero, sin duda, un factor de
influencia notable en el público es el carácter honesto, sincero y auténtico que
manifiesta al compartir su discurso. La credibilidad la otorga el público en la
medida en que perciba virtudes en el comunicador y verdad en su discurso. El
comunicador logrará establecer credibilidad en tres momentos distintos: antes,
durante y después del discurso.

2. La credibilidad del comunicador está sujeta a los prejuicios y las actitudes que el
público tenga hacia la ocasión, el mensaje en sí y, por supuesto, hacia el
comunicador.

3. La credibilidad del comunicador también está sujeta al control de su tensión o


nerviosismo en el momento de la presentación. posible.
Tensión y nerviosismo

La tensión y el nerviosismo que se producen al hablar en público hacen que todos


respondamos a este hecho con alguna manifestación física: el corazón late a un
ritmo más acelerado, las palmas de las manos comienzan a sudar, la boca se
seca y las rodillas tiemblan. A pesar de que el público parece no darse cuenta de
ello, sí observa la conducta del orador cuando juega con la pluma, el lápiz, las
notas o cualquier objeto que caiga en sus manos; si su cara se pone roja,
comienza a sudar en exceso y su voz se hace temblorosa. A esta manifestación
se le llama ansiedad situacional,3 debido a que se presenta sólo en situaciones
importantes, de alto riesgo o de gran responsabilidad, en las que tenemos que
hablar públicamente; la ansiedad desaparece al finalizar la situación que la había
provocado.

La ansiedad es una sensación muy común entre quienes ejecutan alguna acción
peligrosa o importante, y se considera completamente normal. Algunos corredores
de autos, al comenzar una competencia, se tornan violentos; algunas actrices de
teatro, en noche de estreno, sienten que se paralizan o que no pueden recordar
sus parlamentos; ciertos empresarios, cuando se acerca el día de la asamblea
anual en la que rinden su informe, la noche anterior no logran conciliar el sueño y
otros llegan a despertar bañados en sudor. Las biografías y autobiografías de
actores, pilotos, empresarios, líderes políticos, profesores, etcétera, están llenas
de relatos de este tipo, pues nadie escapa a esa sensación de ansiedad, tensión o
nerviosismo cuando tiene que hablar ante un público, por lo que se considera un
fenómeno hasta cierto punto normal. Desafortunadamente, no existe ningún
método para resolver o eliminar el problema. Sin embargo, sí hay técnicas y
recomendaciones para reducirlo o controlarlo:
La primera recomendación es: reconozcamos que sentimos tensión, nerviosismo o
ansiedad, pues mucha gente considera la ansiedad como algo que debe
esconderse. Si admitimos que somos nerviosos, que nos sentimos ansiosos e
intentamos hablar de ello con otras personas, iremos mejorando y descubriremos
que hay muchos que sienten como nosotros; aunque este descubrimiento no
elimine la ansiedad, nos ayudará a controlarla.

La segunda recomendación es: preparemos bien el discurso; muchas personas


dejan de preparar bien su mensaje debido a que se sienten ansiosas, pero luego
estarán mucho más nerviosas porque no se prepararon. No caigamos en esa
trampa; esforcémonos por prepararnos. Recordemos que, si encontramos un buen
tema y elaboramos materiales de calidad, nos sentiremos confiados y
comprobaremos que la ansiedad disminuirá. Planeemos hacerlo para un día
determinado. Cuando encuentre una razón para retrasarlo,
pregúntese si es legítima para evadir la situación, pues desatender o posponer su
discurso
hará que aumente cada vez más su ansiedad.

El discurso informativo

Para elaborar un discurso informativo se deben seguir los procesos de ejecución


analizados en cada una de las partes que conforman la estructura de la estrategia
de comunicación, los cuales sintetizamos en los siguientes esquemas:

 Planeación
 Organización
 Elaboración
 Presentación o interacción

Tipos de discursos informativos

Un discurso informativo es aquel que se presenta a un público con la idea de


informarle sobre algún área del conocimiento, pero dejándolo en libertad de que
sea él el que saque sus propias conclusiones o algún aprendizaje. La función
principal de este tipo de discurso es dar a conocer objetivamente todos los
factores de un problema o del tema que motivó la comunicación, con la finalidad
de establecer una visión clara al respecto. El comunicador tiene que presentar
información con ejemplos, datos, hechos, comparaciones, analogías, estadísticas,
etcétera, que permitan enriquecer al auditorio con un conocimiento que antes no
poseía (Ander-Egg, 1985:44).

Las habilidades de pensamiento ayudan a distinguir el tipo de información que


generamos y comunicamos en un proceso lógico, que va desde que percibimos el
entorno hasta que expresamos oralmente las ideas que hemos procesado.
Rudolph F. Verderber (1999:415-419) señala cuatro formas que utilizamos para
elaborar mensajes informativos:
 Observar
 Describir
 Explicar
 Definir
 Exponer
Aunque los discursos informativos adoptan muchas variantes, en general existen
cuatro métodos cuyo propósito específico es comunicar conocimientos

Los informes

Son el recurso de que se valen con frecuencia científicos, investigadores,


comisionados especiales y administradores. Los expertos dedicados a una
investigación determinada informan sobre sus hallazgos; las comisiones llevan a
cabo encuestas y presentan informes de los resultados a la organización de la que
forman parte; académicos, políticos, ejecutivos y hombres de negocios asisten a
congresos, convenciones y asambleas en donde se presenta la información que
otros o ellos mismos han logrado reunir.

Las instrucciones
Van encaminadas a dirigir los esfuerzos de un grupo determinado para
alcanzar una meta y un objetivo. Las instrucciones juegan un papel muy
importante para la difusión del conocimiento. Un profesor instruye a los
estudiantes sobre cómo hacer determinada tarea; un jefe da instrucciones
sobre procedimientos a sus empleados; un supervisor, a sus operarios,
etcétera. Estas instrucciones, aunque en general se expongan oralmente,
en muchos casos van acompañadas de textos (manuales, folletos o
instructivos) como complemento de lo expresado oralmente.
Las demostraciones:
Se refieren a eventos comunicativos en donde se demuestra el
funcionamiento de una máquina, de una cámara, la elaboración de algún
platillo, etcétera. Es la modalidad informativa a la que recurre el orador
cuando la palabra es insuficiente y se necesita demostrar algún proceso.
Las lecturas: Son complementos que se usan en las exposiciones
informativas para llevar al público textos profesionales que apoyen el
discurso oral, como sucede en seminarios, radio, televisión, reuniones
políticas y de clubes, etcétera. Las lecturas llevan al público conocimiento y
apreciación de un hecho o suceso en particular.
Los discursos o mensajes que entregan un conocimiento, producto de una
investigación o búsqueda de información, se llaman conferencia y ponencia.
Conferencia
Aunque pertenece a la oratoria académica, la conferencia queda también
comprendida dentro de la comunicación individual en público. La conferencia tiene
la misma estructura que los modelos anteriores: una introducción, un cuerpo del
discurso y una conclusión. Sin embargo, el cuerpo de la conferencia se divide en
dos partes, para cumplir mejor su objetivo informativo, quedando estructurada en
la siguiente forma.
Estructura de la conferencia:

1. Introducción
2. Proposición
3. Confirmación
4. Conclusión

1. La introducción. Debe ser aprovechada por el comunicador para presentarse.


(Si no es conocido, debe hacer una breve referencia a su persona, puesto, área de
trabajo o investigación, etcétera.) También sirve para elaborar una llamada de
atención que realmente despierte el interés del público hacia el tema o asunto que
se va a tratar, el cual regularmente se hace explícito en la idea central del
discurso, que tendrá que exponerse al final de la introducción, como una breve
entrada al tema, o bien, al comenzar la primera idea principal.

2. La proposición. Aunque el tema o asunto se anunció previamente, el


conferenciante aprovecha esta parte para hacer una exposición más amplia del
asunto o tema, lo precisa con más detalle e informa de sus diversas partes y
puntos más importantes.

3. La confirmación. Aquí el conferenciante debe hacer varias cosas: analizar el


tema o asunto que expone; apoyar sus ideas; señalar las opiniones encontradas
como adversas o equivocadas; dejar claramente asentada su propia manera de
pensar y sus conclusiones, y

promover la inquietud intelectual y emocional del público. En esta parte es donde


el comunicador desarrolla todas sus habilidades y técnicas como comunicador,
para demostrar su conocimiento, convicción y entusiasmo por su tema, para avalar
precisamente el saber que entrega al público.

4. La conclusión. Como parte final de la conferencia, la conclusión debe ser


aprovechada por el comunicador para hacer una síntesis del conocimiento
expuesto y ofrecer un final lógico, como consecuencia del propio mensaje, no un
parche o añadido. El resumen de contenido es el tipo de conclusión más utilizado
en el discurso informativo, puesto que el conferenciante deja en la mente del
público un extracto del conocimiento, libre de las palabras introductorias y de
apoyos de ideas. Esto lo aprovecha el público, el cual en esta forma observa más
claramente las ideas que fueron expuestas y el conocimiento que esperaba; puede
también recapitular sobre todo lo expuesto en la conferencia y así prepararse para
formular preguntas.

La ponencia

Aunque no se considera exclusiva de los ambientes científico y académico, la


ponencia, al igual que la conferencia, debe aceptarse, ante todo, como un discurso
que promueve o favorece el conocimiento. Además, como refuerzo a esta
consideración, hay que recordar que la ponencia se presenta ante un público que
concurre a congresos específicamente para adquirir conocimientos, expresando
muchas veces sus opiniones de acuerdo con su saber, en un ambiente
deliberativo, para llegar a recomendaciones, conclusiones y resultados
aprovechables.

Las diferencias que encontramos entre la conferencia y la ponencia son las


siguientes: mientras que la conferencia es un conocimiento que se imparte y está
sujeta a preguntas y explicaciones para ampliar la información, que puede o no
satisfacer al público, la ponencia es una propuesta a modo de tesis, sobre un tema
concreto, que se somete a la examinación y resolución de una asamblea,
generalmente un congreso o una mesa redonda.

La estructura de una ponencia comprende cinco partes:

1. Antecedentes. El ponente o sustentante de la tesis, la cual no


necesariamente es original en todo, pero sí debe fundamentar, mantener y
defender sus ideas con datos y razones aprovecha esta parte para hacer una
síntesis o recapitulación sobre todo cuando se ha dicho, hecho, investigado,
estudiado, etcétera, sobre el particular. El ponente se apoya en esta parte para
introducirse en su proposición, pero debe hacerlo en forma sensible, con
secuencia lógica, bien concatenada y evitando un salto brusco, aunque las partes
se separen por el nombre.
2. Proposición. En esta parte, el sustentante establece claramente su
proposición, dejando ver los beneficios que aportan los conceptos con que prepara
al público para la comprensión de ideas y razones que habrá de exponer a
continuación.
3. Confirmación. Ésta es la parte medular del trabajo, pues aquí el ponente,
como el conferenciante, analiza su tesis, la afirma, la defiende, introduce las
opiniones adversas y equivocadas, y las rebate con argumentos, razones y
ejemplos, si es posible. Defiende su proposición con adecuados y sólidos apoyos
verbales, que deben ser expuestos con claridad, fuerza y entusiasmo, dando
primacía a las ideas principales que han de reforzarse con ideas de menos fuerza
demostrativa o con elementos visuales.
4. Recomendaciones. Como consecuencia lógica de sus ideas y del ritmo
emocional con que se ha entregado a la confirmación, el ponente recomienda lo
que considera pertinente para consolidar su propuesta y para inclinar a su favor la
opinión última de quienes han de participar en la aprobación, la aceptación o el
rechazo de su ponencia.
5. Conclusiones. El ponente se apoya en las recomendaciones que considera
relevantes para el público, para concluir generalmente con ideas semejantes a las
que ha seleccionado para titular su ponencia.
Conclusión
En toda sociedad, el discurso público es importante para la expresión libre de los
individuos y para la democracia. La comunicación pública se ha estudiado a lo
largo de la historia y ha experimentado pocos cambios en cuanto a los elementos
que participan en el proceso comunicador-mensaje-público. Pero en cuanto a su
dinámica, sí ha sufrido transformaciones debido al impacto de las nuevas
tecnologías de comunicación y la informática. En la actualidad, el término orador
se cambió por el de comunicador, dado el contexto de intercomunicación y la
diversidad de medios de comunicación utilizados para llegar hasta diferentes
públicos.

Las características que distinguen este proceso se centran en la importancia de


los tres elementos que interactúan: el comunicador, el mensaje y el público,
destacando la importancia del conjunto comunicador-mensaje para la credibilidad
que otorga la audiencia. El hecho de que ésta acepte o no el mensaje depende de
la percepción que tenga del mensaje y del comunicador antes, durante y después
de la presentación. Los tipos de discursos públicos se pueden clasificar en tres
categorías principales, de acuerdo con el propósito que se tenga para
comunicarse: informar, persuadir y entretener, de los cuales se derivan tipos de
discursos con propósitos más específicos para cada situación o según las
intenciones del comunicador.

Entre los tipos de discursos informativos destaca la conferencia, que sirve para
transmitir conocimientos, experiencias, investigaciones, etcétera, a públicos
interesados. Al preparar una conferencia, el orador debe encontrar una base
común con las actitudes, los valores, las creencias y las metas de la audiencia.
Cuando las actitudes del orador difieren de las de la audiencia, tiene que intentar
reducirlas al mínimo para lograr credibilidad de su parte. Es necesario elegir un
tema que resulte interesante, tanto para el orador como para la audiencia. Una vez
que se ha hecho la elección del tema, el orador debe buscar la información en su
propia experiencia, en la comunidad y en las bibliotecas.

Cuando prepara la conferencia, el orador debe considerar la estructura, que


consiste en una introducción, una proposición o una tesis, la confirmación y una
conclusión. Tiene que elegir el lenguaje que empleará para que sea una expresión
clara, concreta, coherente, con conocimiento y convicción. Una vez terminada la
conferencia, el orador puede aprender recibiendo preguntas y aceptando críticas
de expertos en el tema. Cuanto más se capacite el comunicador para desarrollar
sus habilidades, y más aprenda de sus propios errores y aciertos, mayores serán
las posibilidades de que su próxima conferencia constituya un éxito.
Bibliografía
Fonseca Yerena, María del Socorro; Correa Pérez, Alicia; Pineda Ramírez, María
Ignacia y Francisco Javier Lemus Hernández. Comunicación Oral y Escrita. 2011.

Hablar en público es una habilidad importante en la vida, que tiene gran relevancia
en la gestión familiar y comunitaria. debido a que se trata de una
habilidad aprendida, puede perfeccionarse con la práctica, se puede
tener la certeza de que en la medida en que se practique, en que se
acumule de experiencias positivas cada vez se sentirá menos ansiedad.

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