El Doctor
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PELÍCULA EL DOCTOR
Autores
SEVILLA, 2023
ASPECTOS DESTACADOS SOBRE LA COMUNICACIÓN VERBAL Y NO VERBAL.
En contraste con el quirófano anterior, el nuevo está mucho más calmado y sin música. Pese a
que el paciente está dormido, el Dr. Eli le comunica verbalmente que va a ser observado por otro
especialista. Al oírlo, el protagonista se mofa haciendo gestos con las manos que insinúan su
locuacidad. No satisfecho, se atreve a bromear con el paciente ““si usted me oye, deberían
despedir a la anestesista”.
Durante la visita a su médico de confianza, cabe subrayar como éste le resta importancia a sus
problemas de garganta y le receta simplemente un antibiótico; error muy típico de la CV.
Al revisar la cicatriz de una paciente, aunque el Dr. MacKee se disculpa por la espera, no
establece contacto visual con ella, por lo que no es capaz de apreciar su cara de tristeza y
preocupación mientras la explora con ligereza. Cuando ésta le pregunta si desaparecerá, bromea
violentamente al manifestar un comentario fuera de lugar.
En el pase de sala del paciente que trató de suicidarse, el Dr. MacKee transmite a sus residentes
el siguiente mensaje: “es peligroso encariñarse con los pacientes”, “encariñarse es una cuestión
de tiempo”, “la misión de un cirujano es entrar, arreglarlo y largarse”, “cuando tienes 30 s antes de
que se desangre, más que el cariño importa el corte”. Dejando a un margen sus desafortunados
comentarios, entra a la habitación sin presentarse, hace gestos faciales al sacerdote presente
para que abandone el cuarto, bromea aludiendo a su opinión previa (“a parte del cariño, ¿con qué
nos encontramos?”) y aconseja sarcásticamente al enfermo pese al estado de depresión en el que
se encuentra sumido (“cuando quiera usted castigarse de verdad, juegue al golf. No hay tortura
peor”).
Su tos impertinente deriva en una hemoptisis que le obliga a acudir a una consulta con una
otorrinolaringóloga del mismo hospital. En esta ocasión, el Jack sí se presenta, pero la Dra. Leslie
no lo hace a sabiendas de su reputación. De hecho, evita darle la mano, pese a que el
protagonista tenía dicha intención. Esta no es la única sorpresa con la que se topa, pues deduce
la instilación de un anestésico sin ser adecuadamente informado del por qué. Además, la Dr.
Leslie solo establece contacto visual al cuestionarle qué le sucede, pues durante la exploración no
atiende a la expresión de incomodidad en el rostro del protagonista. Tras la laringoscopia, le dice
sin rodeos que tiene un tumor laríngeo. No guarda silencio para esperar a que lo asimile, sino que
señala la imagen del tumor y le empieza a enumerar rápidamente todas las pruebas a realizar,
mientras le da la espalda. Se gira, le da cita para una biopsia y se marcha sin preocuparse por el
impacto de la noticia y sin preguntarle si tiene alguna duda. Jack realiza gestos de incredulidad,
pues niega con la cabeza después del diagnóstico.
Jack es ingresado para realizarle una biopsia y experimenta su nueva situación como paciente
(habitación compartida, paseos en pijama y camilla, confusión del enema, etc.). Durante la prueba,
le avisan que va a sentir una pequeña punzada, pero no le explican el procedimiento.
Posteriormente, la Dra. Leslie les confirma que el tumor es maligno y aparta la mirada hacia sus
dedos denotando nerviosismo, por lo que vuelve a fallar en la comunicación del diagnóstico una
vez más. Al preguntar si necesitan una segunda opinión, el protagonista usa el humor como
estrategia de afrontamiento (“no, creo que con un edema he tenido bastante”). Finalmente, le
recomienda radioterapia y le da cita para una RMN mientras agita su bolígrafo, indicando
probablemente prisa porque le sonó el busca. La negación del paciente raya lo inaudito
expresando incompatibilidad de horarios, razón por la cual la Dr. Leslie le acentúa que tiene
cáncer.
En la unidad de radiología exige ser tratado con privilegios, haciendo alusión a su trabajo como
cirujano. Después de gritar para expresar su enojo por la espera burocrática (“¡qué hago yo aquí!”,
“como uno más del rebaño”), sigue sin aceptar su rol de paciente en la consulta del radiólogo,
pues exterioriza su inseguridad al preguntar si éste contaría con él en el caso de tener que
modificar el tratamiento.
Durante la preparación a la radioterapia, bromea para batallar con su desasosiego (“su último
huésped se llevó la sábana”). La conducta del personal sanitario no ayuda a la CV, pues no
informa a Jack de determinados procedimientos (tatuar el objetivo de la radiación, fabricar una
máscara) hasta el momento en el que éste pregunta inquieto. En su primera sesión de
radioterapia, manifiesta miedo al no utilizar un delantal de plomo, pero el personal le comenta
rápidamente por qué no es necesario y sin establecer contacto visual en ningún momento.
Al día siguiente, Jack exige a la enfermera tratamiento diario porque su doctor se encuentra
reunido. Cuando ésta le dice “lo siento”, se burla de ella exaltado (“que le parece si a partir de
ahora suprimimos lo siento en las conversaciones”, “todas las frases empiezan igual”). Entonces
conoce a June, una paciente muy luchadora con un tumor cerebral de grado IV fruto de una
negligencia médica, pero el protagonista no quiere inmiscuirse en dicho asunto. Finalmente, la
engaña sobre su pronóstico (“mi padre tuvo un paciente como usted y ahora tiene nietos”) y,
cuando ésta se marcha, niega con la cabeza y suspira de alivio.
Junto al Dr. Murray, Jack hace uso de su supremacía médica para reclamar los resultados de la
RMN. Al conocer que los ganglios linfáticos no están afectados, ambos se abrazan, saltan y gritan
de alegría, mientras se mofan del Dr. Eli cantando y bailando.
En otro de los pases de sala, el Dr. MacKee se molesta con uno de sus residentes por llamarlo
“termina”. Como de costumbre emplea su ingenio (“¿terminal de qué?”, “de autobuses”), pero en
esta ocasión también grita (“¡llama a otro paciente terminal y estarás describiendo tu carrera!”).
Tras el fallecimiento de una paciente oncológica, Jack se preocupa por June, se sienta a su lado,
entrecruza las manos y muestra interés por sus metas pendientes. A continuación, el protagonista
cruza los brazos y baja la mirada afligido, para dejar de observar el sufrimiento a su alrededor.
En la consulta, el Dr. MacKee atiende con humanidad a un paciente que necesita un trasplante de
corazón. Presenta una postura relajada, le habla desde el corazón y le mira a los ojos, tanto que el
enfermo confía completamente en él. Después de estrechar su mano, se muestra sorprendido al
recibir un abrazo.
Mientras sus compañeros se burlan de un paciente que espera un trasplante de pulmón, el Dr.
MacKee ayuda a una persona que quedó afásica por negligencia del Dr. Murray, negándose a
declarar a favor de su compañero.
Después de que el radiólogo le dijese que el tumor no se había reducido, vuelve a ser examinado
por la Dra. Leslie, quien le afirma que el tumor ha crecido sin establecer contacto visual. El
protagonista discrepa enojado ante la discordancia de los resultados. La Dra. Leslie se pone a la
defensiva y propone operarlo por la tarde, Jack se opone por temor a que esté agotada y ella se
impone remarcándole que es su paciente. Debido a la supremacía de las enfermedades sobre los
enfermos y a la fría relación médico-paciente, Jack decide abandonar a su otorrinolaringóloga. Al
pedirle su historia clínica, la Dra. Leslie sonríe y se la lanza, ante lo cual el protagonista vuelve a
usar la ironía (“correo aéreo”).
Tras pedir disculpas por su comportamiento ofensivo, Jack le pide al Dr. Eli hacer su laringotomía
y éste le hace reír (“siempre había deseado cortarte el cuello”). Al enterarse de que June ha sido
ingresada, la toma de la mano y se sincera con ella contándole que está aterrorizado, pese a
saber que no lo puede oír. Finalmente, June acaba falleciendo.
Ya en el quirófano, Jack está nervioso y vuelve a bromear (“estaría mejor jugando al golf”). Antes
de comenzar, ponen música y todos sus compañeros, inclusive la enfermera Nancy, comienzan a
cantar y lo toman de las manos. Al finalizar, el Dr. Eli informa a Anne del pronóstico de su marido,
mirándola a los ojos, sin ocultarle ninguna información y preocupándose por su bienestar.
Una vez curado, el Dr. MacKee coje las manos de su paciente, le dice que hay un corazón en
camino y tranquiliza a sus familiares. A partir de ahora, la música del quirófano es más relajada y
Jack no solo ha adoptado la costumbre de susurrar al oído de sus pacientes sedados (“tu mujer
estará encantada porque es un corazón precioso”), sino que también habla con los órganos
(“¡late!”) y se muestra mucho más cercano (acaricia la cabeza de sus enfermos).
Finalmente, hace que sus residentes adopten el papel de pacientes durante 3 días, con el objetivo
de tomar contacto con esas vivencias, incluidos los estudios, las esperas y hasta las comidas. En
concreto, les traslada el siguiente mensaje “habéis dedicado mucho tiempo a aprender los
nombres latinos de las enfermedades de vuestros pacientes, ahora vais a aprender algo más
sencillo, que los pacientes tienen nombre, se sienten asustados, afanados y vulnerables”.
BIBLIOGRAFÍA.