Iglesia Rosa de Saron Las Calabazas. Ensayo

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Iglesia Rosa de Saron Las

Calabazas

Club de lectura

¨El verdadero amor¨

Elaborado por:
Wendy moreno
Noreymi Alvares
Daylen Artola
Linda Rivera
Darling Torres

Fecha: 23 de octubre 2023

¨El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor¨


Introducción
Dios es amor. Para redimir a nosotros los seres humanos del pecado,
se hizo carne en persona convirtiéndose en el Hijo del hombre y fue
clavado en la cruz como ofrenda por el pecado de la humanidad,
perdonando su pecado y eximiéndola de la condenación de la ley y
maldición, otorgándole abundantes gracias, bendiciones y promesa de
la vida eterna. El amor de Dios es algo que nadie posee.

Existen muchos amores en todo el mundo, pero el verdadero amor


viene de Aquel que nos amó primero y que a pesar de lo que somos
nos ama sin condiciones. El amor de Dios es el verdadero amor.
Colosenses 3:12-17
Reina-Valera 1960
12
Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia,
de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; 13 soportándoos unos a
otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que
Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. 14 Y sobre todas estas cosas vestíos de
amor, que es el vínculo perfecto. 15 Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la
16
que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. La palabra de
Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en
toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos
y cánticos espirituales. 17 Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo
en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

Pablo le está escribiendo a la iglesia diciéndoles que tienen que soportarse los unos a los
otros. El hecho de que seamos redimidos y hermanos en la fe, no quiere decir que
tendremos relaciones perfectas o color de rosa. Cada uno de nosotros estamos en el
proceso de desechar y revestirnos, y en ese proceso podemos ser heridos o herir a otros;
pero como resucitadas en Él debemos soportarnos y perdonar.

El perdón no viene de la nada; sino como una respuesta al perdón que hemos recibido
en Cristo. No hay argumento mayor para ayudarnos a ofrecer perdón que recordar y
meditar en cuanto perdón hemos recibido nosotras. Además de que si el Señor ha
perdonado a mis hermanos, como no he de hacerlo yo por ellos. Nuevamente, hay
muchos factores y matices que podemos evaluar; pero el principio del perdón es el
mismo; perdonamos como Cristo nos perdonó a nosotras.

El perdón y la comunión entre nosotros provienen del amor que nos une y nos hace una
familia. El amor que primero recibimos de Dios, y que debemos reflejar y mostrar a
otros.

En muchas ocasiones estas ideas de perdón y comunión se nos hacen difíciles de


entender, ya que no son naturales a las relaciones humanas. Necesitamos recordar que
hemos sido llamados de las tinieblas a la luz, ahora somos parte del reino de Dios, y en
su reino los principios y expectativas son diferentes a lo que estamos acostumbrados.

Marcos 12:28-34
Reina-Valera 1960
El gran mandamiento

28
Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había
respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? 29 Jesús le
respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el
Señor uno es. 30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y
con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. 31 Y el
segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento
mayor que estos. 32 Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno
es Dios, y no hay otro fuera de él; 33 y el amarle con todo el corazón, con todo el
entendimiento, con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno
34
mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios. Jesús entonces, viendo que
había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y ya ninguno
osaba preguntarle.

Hoy por hoy, la pregunta del escriba es una que se mantiene vigente y está relacionada
con aquello que consideramos más importante en una religión. Otros lo plantean así:
¿Qué hace una religión verdadera? El apóstol Pablo llegó a la misma conclusión que
Jesús en Romanos 13:8. La pregunta es tan antigua como la misma iglesia. Para
Santiago, en su epístola, “la religión pura y sin mancha delante de Dios el Padre es esta:
visitar a los huérfanos ya las viudas en sus tribulaciones y guardarse sin mancha del
mundo” (1:27). Siguiendo las enseñanzas de Jesús fundamentadas en el amor, Santiago
propone que además de tomar en cuenta la importancia de la fe en Dios para agradarle y
el logro de la vida eterna, es menester realizar buenas obras (2:17). Y, entre ellas, el
amor al prójimo expresado de diversas formas.

Entonces, ¿quién es nuestro prójimo? Juan Calvino, teólogo y pastor del siglo XVI dice
al respecto: “Lo que afirmo es que debemos amar con un mismo afecto de caridad a
toda clase de hombres sin excepción alguna, sin establecer diferencias entre griego y
bárbaro, entre dignos e indignos, entre amigos y enemigos; pues todos deben ser
considerados en Dios y no en sí mismos.”

Como dijo el apóstol Juan: el que no ama no ha conocido a Dios porque Dios es amor,
por lo cual, todo el que permanece en Dios da testimonio de Él, amando de la misma
forma en que Él nos amó.

Deuteronomio 10:12-22
Reina-Valera 1960
Lo que Dios exige

12
Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios,
que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu
corazón y con toda tu alma; 13 que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos,
que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad? 14 He aquí, de Jehová tu Dios son
los cielos, y los cielos de los cielos, la tierra, y todas las cosas que hay en
ella. 15 Solamente de tus padres se agradó Jehová para amarlos, y escogió su
descendencia después de ellos, a vosotros, de entre todos los pueblos, como en este
día. 16 Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra
cerviz. 17 Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande,
poderoso y temible, que no hace acepción de personas, ni toma cohecho; 18 que hace
justicia al huérfano y a la viuda; que ama también al extranjero dándole pan y
vestido. 19 Amaréis, pues, al extranjero; porque extranjeros fuisteis en la tierra de
Egipto. 20 A Jehová tu Dios temerás, a él solo servirás, a él seguirás, y por su nombre
jurarás. 21 Él es el objeto de tu alabanza, y él es tu Dios, que ha hecho contigo estas
cosas grandes y terribles que tus ojos han visto. 22 Con setenta personas descendieron tus
padres a Egipto, y ahora Jehová te ha hecho como las estrellas del cielo en multitud.

Aquí se nos enseña nuestro deber hacia Dios en nuestros principios y


prácticas. Debemos temer al Señor nuestro Dios. Debemos amarlo y
deleitarnos en la comunión con él. Debemos caminar en los caminos que él
nos ha señalado. Debemos servirlo con todo nuestro corazón y alma. Lo que
hacemos en su servicio debemos hacerlo con alegría y buena voluntad.
Debemos guardar sus mandamientos. Hay verdadero honor y placer en la
obediencia. Debemos dar honor a Dios; y a él debemos adherirnos, como a
alguien a quien amamos y nos deleitamos, en quien confiamos y de quien
tenemos grandes expectativas. Aquí se nos enseña nuestro deber hacia
nuestro prójimo. Los dones comunes de Dios a la humanidad nos obligan a
honrar a todos los hombres. Y aquellos que han estado en aflicción y han
encontrado misericordia con Dios, deben estar listos para mostrar amabilidad
a aquellos que están en la misma aflicción. Aquí se nos enseña nuestro deber
hacia nosotros mismos. Circunciden sus corazones. Arrojen todas las aficiones
y inclinaciones corruptas que les impiden temer y amar a Dios. Por
naturaleza, no amamos a Dios. Este es el pecado original, la fuente de donde
procede nuestra maldad; y la mente carnal es enemiga de Dios, porque no
está sujeta a la ley de Dios, ni puede serlo realmente; así que aquellos que
están en la carne no pueden agradar a Dios, Romanos 8:5. Vayamos, sin
demora ni reserva, y adherímonos a nuestro Dios reconciliado en Jesucristo,
para que lo amemos, sirvamos y obedezcamos de manera aceptable, y seamos
transformados día a día a su imagen, de gloria en gloria, por el Espíritu del
Señor. Consideren la grandeza y la gloria de Dios; y su bondad y gracia; estos
nos persuaden a hacer nuestro deber. ¡Espíritu bendito! Oh, por tus
influencias purificadoras, perseverantes y renovadoras, para que, siendo
llamados fuera del estado de extraños, como lo fueron nuestros padres,
podamos encontrarnos entre el número de los hijos de Dios y que nuestra
porción esté entre los santos.

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