31 Las Demandas Del Discípulo, Amar A Nuestros Enemigos

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Evangelio de Lucas, (XXXI)

6:27-36 Las demandas del discípulo, amar a nuestros enemigos

Somos una iglesia reformada, y no hay muchas de estas en Canarias. Una iglesia Reformada entiende y
mantiene los principios de la Reforma. La Reforma es ese despertamiento religioso que ocurrió al
principio del s.XVI que marcó la historia de Europa y occidente. Algunos historiadores afirman que este
acontecimiento fue de los de mayor repercusión después de la introducción del cristianismo, por los
efectos tan grandes que tuvo en la vida el pensamiento de Europa.
¿Que se descubrió en esta Reforma?, pues nada nuevo sino el lugar que debe de tener de las S.
Escrituras en nuestra vida y en la iglesia, que los seguidores del papa tenían relegada debajo de muchas
tradiciones y errores; y la otra cosa resaltar la gracia de Dios.
Esto dio pie a que muchos hombres de Dios, entendiendo y desarrollando estos puntos, pudieron seguir
en los siglos posteriores poniendo marcas claras para el pueblo de Dios de cuáles son las enseñanzas
bíblicas sobre el Dios Trino y el evangelio y la vida de piedad. Pues estas marcas claras que estos
hombre dejaron con sus enseñanzas y escritos han ayudado al pueblo de Dios a conocer mejor a Cristo y
seguirlo. Hombres como M L Jones, Spurgueon, J. Bunyan, J. Owen, Calvino... cuanto han contribuido
para nuestra bien espiritual y para la iglesia. Que sería de la iglesia sin ellos, qué errores hubieran
podido extenderse más aun entre nosotros.

Nosotros hemos podido entender y recibir y enseñar las S. Esc. y las enseñanzas del evangelio, de Dios y
de Su Gracia y la vida de piedad como estos autores lo enseñaron. Podemos creer y enseñar la
Suficiencia y Autoridad de todas las S. Escrituras, podemos proclamar la gracia de Dios como el
fundamento único y firme de nuestra salvación y vida. Esto es un privilegio grande que quizás algunos no
valoran lo suficiente.
Normalmente estamos metidos en nuestras cosas personales y las tareas de nuestra familia, y no nos
damos cuenta el bien tan grande que estas gloriosas doctrinas que podemos creer y proclamar han hecho.
Podemos tener las doctrinas de la gracia entre nosotros libremente expuesta, y nosotros aquí las
podemos mantener y proclamar. Todo el bien que esta ha dado iglesia y a nosotros. Algunos no se dan
cuenta de esto. Apenas hay iglesias Reformadas en Canarias. ¿Qué idea podemos dar nosotros de una
iglesia heredera de esta Reforma a esos que nos pueden ver?

Estas doctrinas de la Gracia de Dios y de la suficiencia de la S. Esc. son el terreno en el que se puede
plantar esa vida que Cristo pide aquí de aquellos que le siguen, y son objetos de Su gracia. El Dios vivo
que es Rey Soberano en este universo salva por Su gracia a pecadores, y esta gracia es un poder para
una vida nueva, vida como en este sermón expone, que no es natural para el hombre que estime ni persiga.

1º Vers.20-23, ¿Quiénes son los bienaventurados? Aquellos que son objetos de esta gracia de Dios por
el evangelio. Mirar este discurso, pues a esos Cristo los vuelve pobres, hambrientos, que lloran y padecen
por esta causa de otros. Esto no es natural, no nos parece lógico, no es lo que buscamos.
2º Vers.24-26. ¿De qué tememos que huir, que tenemos que rechazar para ir en pos de Cristo?, de ser
de esos ricos que aquí tienen encuentran su consuelo; de ser de esos que están saciados aquí en esta
vida; de ser de los que ríen porque se bendicen a sí mismos; de que todas las gentes digan cosa buenas de
ti... Pero en una sociedad hedonista como la nuestra que tienen como grande lo que aquí Jesús pronuncia
su "ay", el placer como el objetivo más preciado del hombre; estas afirmaciones serán de tropiezo,
producen un natural rechazo, y acudirá a su razón para buscar como desmontar o como suavizar estas
palabras. Pero estas son las exigencias de la vida a la que Cristo nos llama, vida que es fruto de un poder
que no es de aquí, el poder de la gracia de Dios que actúa por el evangelio para salvar y la suficiencia y
autoridad de las Esc.
3º Vers.27-38. Aquí ahora presenta la marca distintiva de los discípulos de Jesús. El amor, el amarse
los unos a otros, en esto se conocerán los discípulos de Jesús, (Jn.13:35) Pero este no es al amor no es
natural, no es ese amor que antes teníamos y nos movía, es otro amor, fruto de la gracia de Dios, es un
amor para amar aún a los enemigos. Es amar a los que te aborrecen, a los que te maldicen, a los que te
calumnian, a los que te humillan, a los que te quitan... Andar así no es natural para nosotros, no es algo
intuitivo, que se despierta en nosotros ante ciertas circunstancias, esto es un tropiezo para nosotros,
un escándalo. Pero esta es la demanda de lo que Cristo requiere de sus discípulos, y esta es la vida que
surge de la obra de gracia en nuestros corazones.

Estas pautas no son las demandas que nuestro Señor pide para entrar en esta gracia, a esta nueva vida,
sino lo que requiere de aquellos que han entrado en ella, el costo que deben de pagar los que han recibido
la gracia salvadora de Dios, ver.27 "vosotros los que oís".

Consideremos algunos puntos acerca de esta marca distintiva por la que nos deben de conocer como
discípulos de nuestro Señor. ¿Somos una iglesia reformada que proclama las doctrinas de la gracia?
Pues vivamos en esa piedad que produce la gracia en nuestros corazones, cuyo distintivo notorio es el
amor, amor para amar incluso a los enemigos. Que podamos ser conocidos por esto.

1º "Vuestros enemigos". Son esos de quienes pedimos y esperamos que Dios nos libre, Lc.1:74. Esto es
lo que decía Zacarías, podremos servir a Dios, y vivir una vida más entregada a Dios, cuando seamos
librado de este tipo de personas. Ser librados de aquellos que quitan, o amenazan, atentan contra lo que
es nuestro, que poseemos y es de valor. El enemigo viene a ser ese que nos quita la paz que teníamos en
la vida, en la familia, la tranquilidad, la seguridad, o pisotea nuestro honor, o lo que nos es precioso, el
buen nombre.
Volvemos en enemigo aquel que atenta contra lo nuestro y que apreciamos, que yo necesito, que me ha
costado mucho conseguir... y pone en peligro todo eso.
Estos enemigos aquí no se refieren ni al diablo, ni al pecado o al mundo (como sistema que se opone y
milita contra Dios) A los tales nunca los podemos amar, Dios nos lo dice, no podemos amar al pecado, al
diablo, o al mundo, 1Jn.2:15. Eso es incompatible con este amor que es fruto de la Gracia de Dios.
Se refieren a todas esas personas, que pueden ser una amenaza para todas esas cosas que son valiosas
para mí, o para los míos, esas cosas que aprecio, quiero y necesito, vers.27-29.

2º ¿Qué no es este amor a los enemigos? Debemos diferenciarlo del amor moralismo, o del amor que
tolera o pasa por alto la maldad.

a.- Vers.32-34. Nuestro Señor insiste en amar de esta manera, pues este amor que nos pide es algo
distintivo, pues refleja la gracia de Dios. Por eso no podemos confundir ese amor con otros que se le
parezcan. Y en estos vers dice que si amas de esta manera, ¿qué haces de más, qué merito tiene? Tú que
eres objeto de la gracia de Dios no puedes conformarte a esa clase de amor, no puedes justificarte con
esta otra clase de amor. Ese es el amor con el que los pecadores aman, esos que viven en sus pecados,
aman con esa clase de amor.
Cto nos habla de gente buena, gente que ama a otras personas, que les hace bien, que presta a otros.
¿Pero Cristo dice qué mérito tiene (qué reputación, qué valía) esta clase de amor? Ese es el amor de los
que viven en sus pecados, hasta ahí llegan los moralistas, las personas que logran ser buenos delante de
los hombres sobre la base de sus propias fuerzas.
Está hablando de las personas que el mundo considera buena, personas que aman a otros. Esta clase de
amor no puede dejarnos conformes y satisfechos, no es la clase de amor que Cristo nos pide, con las que
nos conformamos.

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¿Qué tiene o por donde va este amor de los pecadores? Este ama y hace bien a otros porque busca algo a
cambio, quiere conseguir algo de vuelta. Ama a los que le aman, para que le sigan amando, es que él ama
para seguir recibiendo eso que quiere del otro. Hace bien a los que le hacen bien, o sea, quiere que le
hagan bien y por eso hace bien. El problema está en la motivación, está buscando algo para sí.
Recuerdan al hijo mayor de la parábola, que permaneció con el padre, mientras el menor se fue y
desperdició toda su herencia. Ahora que vuelve le hace una fiesta, pero el mayor le reclama, Lc.15:29,
todo cuanto ha hecho él, como ha amado y servido a su padre... y nunca le ha dado... amaba a su padre con
ese amor moralista que buscaba honores, o beneficios... ¿Qué mérito tiene ese amor?
Hacer bien a otro, esforzarse por amarlo y darle, hasta que un día te sientes herido, frustrado porque
ese a quien has amado no te da la recompensa que tu esperabas, querías, o buscabas. Tú le has amado, y
has hecho una serie de cosas para su bien, pero te sientes roto, porque no te reconoce, no te pone en
alto, o no te da lo que tú esperabas recibir... Tú crees que ese es el amor, pero Jesús dice, ¿mira qué
mérito tiene eso? los pecadores aman así.
Y de esta manera nos podemos engañar a nosotros mismos, pensando que amamos, que tenemos el amor
que Cristo quiere en nuestros corazones, cuando estamos totalmente equivocados. Este es el amor del
moralista, que ama porque busca a cambio un beneficio de los otros, que le digan o le den algo. Es de ahí
de donde viene amarguras ente nosotros en la iglesia, cuando hemos amado, hecho bien a los otros,
cuando hemos servido y trabajado para el bien de otros, y ahora los otros no me dan lo que merezco.
Este amor del moralista es lo que puede traer enfrentamiento y discordia en el matrimonio también, yo
le doy, le hago, y él no me reconoce, no me paga como yo espero.
Si haces bien a los que te hacen bien ¿qué mérito tienes?, los pecadores hacen lo mismo. No es eso lo que
nos pide el Señor Jesús, es el otro amor, otra clase de amor, el que viene de la gracia.

b.- Tampoco el amor a los enemigos es una actitud ciega, o indiferente al mal que ellos hacen. Este amor
que nos pide Jesús no es ese amor que justifica lo malo, que hace como que no ve el pecado de esos a
quienes ama, o lo considera como nada. Es un amor que ama pese a ver y conocer el mal que hacen sus
enemigos.
Mirar el ejemplo de Esteban en Hech.6y7 llegó a ser un hombre prominente en el evangelio, en palabras
y obras, 6:8-10. Y estos judíos que disputaban con él empezaron a volverse en sus enemigos, mirar lo
que empezaron a quitarle, comenzaron por quitarle su honor y su inocencia, vers.6:11, sobornaron a
testigos falsos para que para manchar su reputación y su mensaje; luego abusaron de él alterando una
multitud en su contra, vers.6:12. Luego le quitaron el derecho a un juicio justo, lo llevaron al tribunal
para ser juzgado con testigos comprados otra vez, vers.6:13. Luego le quitaron su defensa, vers.7:57,
le quitaron también su ropa, y por último le quitaron también su vida, vers.7:58. Estos en verdad llegaron
a ser los enemigos de Esteban en verdad, pero no les guardó rencor en su corazón, sino amaba a sus
enemigos como Cristo había enseñado, pues vers.7:60 oraba e intercedía por ellos, este era el bien que
les podía hacer a sus enemigos en tales circunstancias.
Sin embargo ese amor de su corazón hacia estos que eran sus enemigos, no le impidió ver y tratar los
males de esos hombres, presentarles sus desvíos, vers.51-53. Ese amor no era por hacer la vista gorda
a su dureza y perversidad, sino amarlos a pensar de ellas.

3º Que es el amar a los enemigos.


Lc.6:35-36. Es ese amor que refleja el amor de Dios que recibimos. Es amar, es dar por gracia, como
hemos sido amados por Dios, de gracia. La motivación para este amor aún a los enemigos, es porque Dios
nos ha amado a nosotros de gracia, y nos dio a Cristo. Esta es la fuente, y este es el poder de donde sale
este amor que Cristo nos pide aquí. Filp.2:5ss, que haya en nosotros este mismo sentir de Cristo, para
amarnos con esa misma motivación que hubo en Cristo para amarnos nosotros.
Cristo se humilló a Sí mismo, y renunció a Su gloria Divina, a Su poder y Su Autoridad, a Sus honores,
para nacer en un pesebre, renunció a Su reconocimiento que todos le deben, pero es que renunció a Su
justicia, para ser contado entre los pecadores y cargar nuestros pecados en su cuerpo en una cruz,

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renunció a Su salud, y aún renunció a Su misma vida, y se entregó para ser muerto. Y llega a exclamar
lleno de dolor "Dios mío Dios mío, porque me has desamparado".
Y así llegó a renunciar a todo, pero a todo, hasta a su misma vida para amarnos a nosotros. Indignos de
ser amados y siendo Sus enemigos. Y nos amó no para sacar nada para Él, no va a ser más como El Hijo
eterno de Dios, nos amó por gracia, para darnos, darnos por gracia a nosotros, para darnos el perdón de
pecados, y la reconciliación con Dios, y así la vida eterna y Su reino. 2Cor.8:9
Pues mirando a Cristo que nosotros amemos a otros con esta clase de amor, este amor que puede aun
amar aun a los enemigos, porque solo busca el bien de ellos, y nada a cambio para sí.
Este es el amor con el que debemos amar a los demás, un amor que refleja la gracia de Cristo que hemos
recibido de Él.
¿Pero cómo podemos amar con ese amor? No es natural para nosotros, no es algo intuitivo, que se
despierta ante ciertas circunstancias. Tenemos que mirar a Cristo, tenemos que traer la gracia de Dios
con la cual nos ha amado en nuestros muchos pecados, y con esto en la mente, recordar que "tiene que
haber en nosotros el mismo sentir que hubo en Cristo Jesús".

Las doctrinas de la gracia son las verdades que pueden armar nuestro corazón para amar con Cristo
quiere que amemos. Cuidemos que estas doctrinas de la gracia que creemos, que sostenemos que
enseñamos y en la que nos apoyamos, nos lleve a amar de esa misma manera, aun hasta a nuestros
enemigos. Que por esto seamos conocidos en esta iglesia, Iglesia cristiana de la gracia. Que así podamos
dar un una claro testimonio de lo que es ser Reformado, un grupo de hombres y mujeres que aman aún a
sus enemigos porque vivimos sostenidos en la gracia soberana de nuestro Dios en Cristo.

Este es el ideal del amor que debemos de anhelar, y este es la clase de amor que debemos de cultivar,
este amor que ama aún a los enemigos, es el que debe de estar en nuestro corazón y así vivir con los
demás. En el camino veremos cómo fallamos y como caemos muchas veces, y veremos también qué de
egoísmo y qué de maldad todavía queda en nuestro corazón.
Pero aún eso mismo, toda esa maldad residual que vemos, nos servirá para ver más claro esta gracia de
Cristo que nos sigue amando pese a nuestro fracaso para hacer lo que nos pide. Y viendo más de Su
gracia sobre nosotros, podamos amar de igual manera aún a nuestros enemigos.

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