Cuatro Pensamientos Fundamentales Pueden Ser Dados Que Expresan El Propósito Subyacente Del Proceso Creativo y Del Objetivo de Ambos

Descargar como doc, pdf o txt
Descargar como doc, pdf o txt
Está en la página 1de 9

Cuatro pensamientos fundamentales pueden ser dados que

expresan el propósito subyacente del proceso creativo y del


objetivo de ambos, el Cristo cósmico y el aspirante individual.
Ellos nos dan la guía para llevar a cabo el plan. Tomados
juntos engloban toda la historia de la relación de espíritu y
materia, de vida y forma, y de alma y cuerpo.

El primer pensamiento es: «La naturaleza expresa energías


invisibles a través de formas visibles». Detrás del mundo
objetivo de los fenómenos, humano o solar, pequeño o
grande, orgánico o inorgánico, yace un mundo subjetivo de
fuerzas que es responsable de la forma exterior. Detrás de la
cubierta material exterior puede encontrarse un vasto imperio
del Ser, y es dentro de ese mundo de energías vivientes,
donde ambas, la religión y la ciencia, están penetrando
ahora. Todo lo exterior y tangible es un símbolo de las
fuerzas creativas internas, y es idea que está debajo de toda
simbología. Un símbolo es una forma exterior y visible de una
realidad interior y espiritual.
Es con esa acción recíproca de la forma exterior y de la vida
interior que Hércules lucha. Él sabía que era la forma, el
símbolo, para que el dominio de la naturaleza material inferior
hiciera sentir su presencia con la facilidad de la expresión
antigua. Al mismo tiempo sabía que su problema era
expresar su ser y energía espiritual. Él tenía que saber de
hecho y en experiencia que era Dios, inmanente en
naturaleza; que era Yo en estrecha relación con el No-Yo;
tenía que experimentar con la ley de causa y efecto, ésta,
desde el punto de vista del iniciador de las causas para
producir inteligentes efectos. A través de los doce signos del
zodíaco pasó, luchando para trabajar subjetivamente y
tratando de rechazar la tentación y la atracción de la forma
tangible exterior.

El segundo pensamiento clave puede ser expresado en las


palabras: «La concepción de una Deidad oculta yace en el
corazón de todas las religiones».
Ésta es la realización mística y el objeto de la búsqueda que
la humanidad ha practicado a lo largo de los años. Los
exponentes de las religiones del mundo han encarnado en
sus enseñanzas, un aspecto de la búsqueda, aceptando el
hecho de Dios como una premisa básica, y con el amor de
sus corazones, la devoción y la adoración demostrando la
realidad de su Existencia. El testimonio de los místicos de
todos los tiempos y razas es tan vasto que ahora constituye
en sí mismo un campo de hechos comprobados y no puede
ser negado.

Los investigadores científicos han procurado encontrar la


verdad a través del conocimiento de la forma, y nos han
conducido a una posición de amplio conocimiento y al mismo
tiempo a una concepción paralela de nuestra profunda
ignorancia. Hemos aprendido mucho de la vestidura externa
de Dios, a través de la física, la química, la biología y otras
ciencias, pero hemos luchado dentro de una región donde
todo aparece como siendo hipótesis e inferencias. Todo lo
que nosotros seguramente conocemos es que todas las
formas son aspectos de la energía; que hay una acción
recíproca y un impacto de energías sobre nuestro planeta;
que el planeta mismo es una unidad de energías compuesta
de una multitud de unidades de energía, y que el hombre
mismo es también un manojo compuesto de fuerzas y se
mueve en un mundo de fuerza. Aquí es donde la ciencia tan
admirablemente nos ha conducido, y donde el astrólogo, el
ocultista, el idealista y el místico también se reúnen y
atestiguan una Deidad oculta, un Ser viviente, una Mente
Universal y una Energía central.

En el desarrollo del drama de los cielos, en las conclusiones


del investigador científico, en las computaciones matemáticas
de los astrólogos, y en el testimonio del místico, sin embargo,
podemos ver una firme manifestación emergente de la
divinidad oculta. Poco a poco, a través del estudio de la
historia, de la filosofía y de la religión comparada, nosotros
vemos el plan de esa Deidad volviéndose significativamente
manifiesto. En el paso del sol a través de los doce signos del
zodíaco, podemos ver la maravillosa organización del plan, el
enfoque de las energías y el crecimiento de la tendencia
hacia la divinidad. Ahora, por fin, en el siglo veinte, lo objetivo
y lo subjetivo se han tornado tan estrechamente mezclados y
fundidos que es casi imposible decir dónde uno empieza y el
otro termina. El velo que oculta la Deidad se está volviendo
transparente, y el trabajo de aquellos que han logrado
conocimiento, el programa de Cristo y de su Iglesia, los
planes del grupo de los trabajadores del mundo, los Rishis y
la oculta Jerarquía de nuestro planeta, están ahora
enfocados en llevar a la humanidad al Sendero del
Discipulado, entrenando a muchos de los más avanzados
para que puedan llegar a ser los conocedores e iniciados de
la nueva era. Así los hombres pasarán de la Cámara del
Aprendizaje a la Cámara de la Sabiduría, del reino de lo irreal
al de lo Real, y de la oscuridad exterior de la existencia
fenomenal, dentro de la luz que brilla siempre en el reino del
espíritu.

El tercer pensamiento clave nos da una guía para el método.


A través de los años las palabras se han adelantado: «Yo soy
él… que despierta al espectador silencioso». Se ha hecho claro
para los buscadores en todos los campos que dentro de las
formas hay un impulso hacia la expresión inteligente, y una
cierta vivacidad que llamamos conciencia de sí mismo, y que
en la familia humana toma la forma de un autoconocimiento.
Este autoconocimiento cuando es verdaderamente
desarrollado, capacita al hombre para descubrir que la
Deidad oculta en el universo es idéntica en naturaleza,
aunque bastante mayor en grado y conocimiento, a la Deidad
oculta dentro de sí mismo. El hombre entonces puede
volverse conscientemente el Espectador, el Observador, el
Percibidor. No está más identificado con el aspecto material,
sino que es Aquel que lo usa como un medio de expresión.
Cuando esta etapa es lograda, los grandes trabajos
empiezan, y la lucha está progresando conscientemente. El
hombre es desgarrado en dos direcciones. El hábito lo tienta
a identificarse con la forma. La nueva comprensión lo impulsa
a identificarse con el alma. Una reorientación tiene lugar
entonces y un nuevo y autodirigido esfuerzo se inicia, el que
está representando para nosotros en la historia de Hércules,
el Dios-Sol. En el momento en que la altura intelectual ha
sido lograda, el «Observador silencioso» despierta a la
actividad. Hércules empieza sus trabajos. El ser humano,
hasta aquí arrastrado en el impulso de la marea evolutiva y
gobernado por el deseo de experimentar y por las
posesiones materiales, se pone bajo el control del divino
Morador. Emerge como el aspirante, se revierte, y empieza a
trabajar a través de los doce signos del zodíaco, sólo que
ahora trabajando desde Aries a Piscis por vía de Tauro (en
sentido inverso a las agujas del reloj), en vez de trabajar en
la ordinaria forma humana retrógrada, desde Aries a Tauro
vía Piscis (en sentido de las agujas del reloj).

Finalmente, el enfoque cambiante de la vida y la firme


aplicación a los doce trabajos en los doce signos, capacita al
discípulo para llegar a ser el triunfante vencedor. Entonces
puede comprender el significado del cuarto pensamiento
clave y exclamar al unísono con la Deidad
Cósmica: «Escuchen este gran secreto. Aunque estoy por encima
del nacimiento y renacimiento, o Ley, siendo el Señor de todo lo
que existe, pues todo emanó de Mí, aún así aparezco en mi propio
universo y Soy por consiguiente nacido por mi Poder, Pensa-
miento y Voluntad». (El Bhagavad Gita).
Salir de la cabeza
Yo Soy la Tierra!

Sentid mi energía y mi fuerza. Conectad conmigo por medio de


vuestro cuerpo, porque ese es el puente que nos une. Acogedme
en vuestra vida, de manera que pueda daros lo que necesitáis, algo
que solamente es posible cuando os permitís recibir.

Os convertisteis en humanos aquí, en la Tierra, después de que


vuestro cuerpo recibiera los elementos de la misma, y solo sintiendo
profundamente vuestra conexión conmigo podréis manifestar en
carne y hueso quienes de verdad sois: seres de hondura
inconmensurable y completos.

Yo deseo recibir vuestra alma, el calor y la luz que lleváis en vuestro


interior, y, a cambio, daros todo lo que necesitáis como seres
humanos para prosperar y brillar, para manifestar e irradiar lo que
sois. No obstante, cuando se trata de recibir, los humanos levantáis
una barrera que me impide daros todo lo que necesitáis. En la gente
se da una incapacidad a la hora de conectar con la Tierra y recibir
mi energía, no solo a nivel individual, sino también colectivamente.
Esa es la razón de que la humanidad en su conjunto ande tan
perdida en la cabeza y de que, por tanto, su base de apoyo sea
frágil e incierta.

Muchas personas desconectan del ahora al perderse en


pensamientos incesantes y frenéticos, al dejarse enredar por el
pasado o arrastrar por el futuro, y al quedar atrapados por el estrés
y las presiones del mundo exterior. Yo no puedo llegar a vosotros
cuando estáis entrampados en la cabeza. Por tanto, os pido que os
deis cuenta durante unos instantes de esa brecha que hay entre
nosotros. Visualizad ante vosotros a una de esas personas que no
sale de su cabeza y que está completamente dominada por los
pensamientos que en ella se agitan y dan vueltas; esa persona es
prisionera de su propia mente. Mientras tanto, su cuerpo va
perdiendo energía, vitalidad y fuerza porque apenas le llega
alimento de su propia consciencia, por lo que no puede recibir la
inspiración de los poderes de la Tierra y la naturaleza. Este tipo de
persona pierde la conexión con sus sentimientos y con la energía
que fluye en su cuerpo. Y en cierta medida, cada uno de vosotros
es esa persona. Con todo, tampoco podía ser de otra manera, pues
todos habéis sido enormemente influenciados por la manera en la
que los seres humanos han sido educados durante siglos.

¿Por qué ha llegado a concentrarse en la cabeza toda esa energía?


El hecho de guiaros principalmente por la mente únicamente
sucede cuando ya se ha producido una especie de ruptura entre
vosotros y la Tierra. Un animal está conectado de forma natural con
su hábitat y constituye un conjunto orgánico, primero con los de su
misma especie y luego con su entorno más amplio. Se siente
inextricablemente parte de un todo y se sumerge en ese todo.
Siente que pertenece y no se pone a pensar en cómo sería el estar
separado del todo.

Sin embargo, la mayoría de la gente no experimenta esa vivencia


natural de conexión. Cuando estáis atrapados en la cabeza, os
sentís perdidos: hay una sensación de soledad, de separación y de
falta de sentido, así como una incapacidad de encontrar significado
alguno a vuestra vida. Por eso no es de extrañar que las personas
empiecen a comportarse de maneras que las separan y alejan aún
más de sí mismas, de los demás y de mí, la Tierra.

En las personas que viven desde la cabeza hay miedo y, de


resultas, surge en ellas la necesidad de controlar y eliminar ese
miedo, o, al menos, de disimularlo.
Por desgracia, si solo se aborda desde la cabeza y a base de
actividad mental, el miedo no puede realmente mitigarse nunca. De
hecho, lo único que se consigue es levantar aún más barreras
contra la vida, pues todos esos juicios sobre lo
que debería o podría o tendría que ser están localizados en la
cabeza.

Ahora, imaginad por un momento a una persona cuya


energía no esté tan concentrada alrededor de la cabeza.
Visualizadla de pie, sobre la Tierra. Quizá veáis a un ser humano
con un tipo de presencia diferente y cuyo ser habita su cuerpo de
una manera única e individual. Puede que lo que aparezca en
vuestra imaginación sea la visión de una persona descalza y vestida
sencillamente, una persona más natural. Observad el corazón y la
esencia de esa persona.

Ese ser humano forma parte del todo porque escucha lo que la
naturaleza le dice y es consciente del flujo vital que recorre su
cuerpo. Esa persona siente desde el abdomen lo que necesita a
nivel físico —alimento, vestido, refugio— y siente desde el corazón
lo que necesita a nivel emocional —conexión con los demás,
pasión, inspiración, creatividad—. Tal es el nuevo ser humano,
porque este humano es el que desea nacer a través de vosotros y
conectar con vosotros en la nueva Tierra.

Vosotros, que os halláis en este precioso y benevolente entorno [sur


de Francia, lugar de la canalización], podéis imaginar a ese nuevo
humano, porque, estando aquí, os es más fácil conectar con la
naturaleza. Convocad a ese humano en vuestra imaginación, ya
está en vosotros, es una visión de vuestro futuro yo.
Vuestra actividad mental se ha tranquilizado y acallado; habéis
descendido más profundamente en vuestro corazón y abdomen. Ya
no necesitáis intentar regular ni ordenar por medio de vuestra mente
pensante; os resulta fácil dejar que las cosas sean como
naturalmente son. Y es desde esta actitud más pasiva —pasiva solo
en apariencia, pues, de hecho, estáis abiertos y receptivos, sin
querer sujetar ni controlar— desde donde podéis realmente recibir
vuestra alma en la Tierra.

Vuestra alma es como una estrella luminosa que extiende uno de


sus rayos hacia la Tierra, un rayo que solo puede penetrar y brillar
gracias a la receptividad de un ser humano. Imaginad por un
momento que, dentro de vuestra alma, hay tal estrella luminosa.
Invocadla. Debería resultaros fácil, puesto que vosotros sois esa
estrella. Imaginad que la luz de esa estrella llega hasta vosotros y
observad hacia qué parte del cuerpo se dirige más fácilmente
habéis visto que no se dirige a la cabeza .

Permitid que la luz de la estrella eterna que sois fluya por vuestro
cuerpo y recorra vuestro corazón, abdomen, coxis, piernas y pies.
En cuanto seres humanos, sois un canal para la luz de vuestra
alma. Por eso es tan esencial que apreciéis vuestra propia
humanidad, que la comprendáis y améis. Vuestra humanidad no es
un obstáculo para el alma, sino una aliada. Vuestra humanidad, con
todas vuestras emociones, vuestros pensamientos y vuestro
cuerpo, forma parte de vuestra vida en la Tierra. Es el canal por el
que vuestra alma desea fluir. Abrazad vuestra dignidad como seres
humanos.

Lo que os lleva a intentar con tanto ahínco demostrar que sois


dignos de ser amados es consecuencia de vivir desde la cabeza.
No os fijáis en quiénes sois realmente porque siempre hay algo
fuera de vosotros que queréis y buscáis, pero, cuando actuáis así,
no podéis ser el canal receptor de la energía de vuestra propia
alma. Solamente podéis sentiros de verdad en Casa y unidos a
vuestra alma cuando realmente os reafirmáis en vosotros mismos y
sois quienes sois como seres humanos, con todas las
inseguridades e incertidumbres que forman parte de ser humano.
Entonces, ya no necesitáis demostrar nada; sabéis que ser como
sois basta y está bien.

Todo lo que sois —todos los aspectos de ser humano— forma parte
de esta vida en la Tierra y no hay nada que suprimir. Cuando decís
«sí» a vuestra humanidad, os liberáis. Dejáis de luchar contra
vosotros mismos y pasáis a formar parte del todo. Cada ser humano
es único y anda su propio camino. Por eso precisamente tenéis
tanto que ofrecer los unos a los otros, porque cada uno de vosotros
tiene una perspectiva única y es irremplazable dentro del todo.
Para terminar, quisiera pediros que imaginéis que os halláis en la
nueva Tierra, un lugar en el que la gente no vive tanto desde la
cabeza y está más en armonía consigo misma, con la naturaleza y
también con los demás. Visualizad, por unos instantes, cómo sería
vuestra vida en ese marco. ¿Hay, por ejemplo, algún paraje natural
en el que podéis ser totalmente vosotros mismos, en el que os
sentís en paz y relajados? Quizás sintáis una conexión con ese
entorno y os sentéis allí, tranquilamente y en silencio. O lo mejor
tenéis vuestra propia casita, una que es un fiel reflejo vuestro. En
esa casita os sentís seguros y a salvo. Dejad que el paisaje ejerza
su influjo en vosotros; es importante que lo sintáis.

Seguidamente, mirad a vuestro alrededor para ver si hay otras


personas por allí cerca. Notad si sentís una conexión con esas
personas y si se trata de una comunidad a la que pertenecéis en
esa nueva Tierra. Dad un paso más; imaginad que os aproximáis a
esas personas y que estáis en un foro o una plaza en donde os
podéis reunir en círculo. ¡Qué natural os resulta juntaros con esa
gente, porque no tenéis nada que demostrar, podéis ser
simplemente quienes sois!

Tal es vuestro papel en esa comunidad; ser quienes sois y, desde


allí, irradiar vuestra energía única. Sentid por un momento cuán
agradecida está la gente de que forméis parte de esa comunidad, lo
mucho que se os aprecia por lo que sois y la inspiración que causan
vuestra presencia y contribución. Experimentad cómo esas
personas y vosotros os tomáis de la mano y formáis un círculo.
Juntos, generáis algo hermoso para la Tierra y para la humanidad.

De ese modo, el flujo de dar y recibir se establece sin esfuerzo.


Sabéis quiénes sois y aceptáis con naturalidad aquello que
necesitáis para vivir bien y en armonía. Apreciad vuestro valor como
seres humanos. Lo que yo os deseo es que os toméis en serio de
verdad y dejéis de denigraros como soléis hacer. Sois el canal de la
nueva Tierra que quiere alzarse por encima de la vieja, llena de
miedo y juicio. La nueva Tierra quiere manifestarse, por tanto,
tomaos en serio como precursores de esta nueva era. Abrazad por
completo vuestra humanidad, pues es el canal por el que se abrirá
paso la manifestación. Vuestra humanidad individual os convierte
en parte del todo; imprescindibles y únicos. Este es el llamamiento
que os hago: creed en vosotros, valoraos, poneos en pie y atreveos
a brillar.
¡Atreveos a dar y a recibir!

También podría gustarte