Ser y Muerte - Julio Casal Muñoz
Ser y Muerte - Julio Casal Muñoz
Ser y Muerte - Julio Casal Muñoz
Ser y Muerte
a l f a r
1950
JULIO CASAL MUÑOZ, profesor de filo
sofía, ha colaborado en las principales revistas
de América, ensayos, poemas y literatura.
Este joven escritor ha revelado una pro
funda vocación por las más altas disciplinas.
Sus libros destinados a la enseñanza
,losofía Griega” y “Filosofía Cristiana” , reáli-
Izados con un claro sentido pedagógica, son
faltosas contribuciones al estudio de los gran
des pensadores en forma de síntesis literaria,
^con selectos trozos de lecturas y crítica cons
tructiva, y han. recibido los más cálidos elogios.
Esta obra sobre “Ser y Muerte” que pre
sentamos, es la culminación de un proceso
intelectual de superación y de meditaciones,
que iniciara desde sá primer libro “La ex
presión inmóvil”, alcanzando ya en “Memoria
Viva” una orientación personal definida, im
pregnada de los temas de la agonía, muerte,
ñiemoria y libertad; con estudios filosóficos y
poesías de calidad, que han sido recibidos por
la crítica con unánime admiración.
Es en este ensayo sobre “Ser y Muerte”
donde el autor nos dice: “El hombre integral,
como conciencia personal, es el puente entre
el Ser Absoluto y la Muerte” ; concepto ori
ginal y pleno de angustias, la búsqueda in
terior fe* conduce a la presencia del Ser, pero
si bipn éste ilumina y posibilita al hombre su
e\isten0Ía, “parece trascender su conciencia
que como en tránsito le recibiera, para luego
tabandonarle” .
SER Y MUERTE
ENSAYO DE FILOSOFIA INTEGRAL
MONTEVIDEO
TIPOG RAFIA A T L A N T ID A - Bs. Aires, 429
1950
Al Dr. Juan Carlos Carlevaro,
a su talento profundo y admirable corazón.
— II —
Sobre Husserl y Heidegger
La conciencia se nos aparece como integrada por
fenómenos y procesos en tránsito y por una síntesis
que permanece en el fondo constituyendo la unidad de
la persona humana.
Es por ello que Husserl especialmente instituyó
la fenomenología como el lugar más apropiado para
estudiar las esencias y tal vez como el único lugar.
Pero Heidegger para no caer en un psicologismo,
intuyendo que además de los fenómenos psíquicos
está la existencia real de algo limitado en el tiempo,
ucomo progresión hacia el inevitable aniquilamiento
final” nos da la noción de “trascendencia” además de
la de “finitud”, la primera como “estar en el mundo”,
la segunda como “ser para la muerte”, habría un lu
gar cerrado como en círculo, que participa de la in
manencia de las cosas. Si la finitud está encerrada en
el hecho de la muerte, la trascendencia sería constitu
tiva del hombre. Pero toda conciencia es posición res
pecto de algo, no sólo conocimiento sino presencia.
La intención es el lugar hacia donde la conciencia se
inclina y varía de continuo sobre sus objetos. La con
ciencia de la propia conciencia sería convertida en una
abstracción que nos conduce al error, porque no pode
mos realmente vivir esta conciencia sin experimentar
un conocimiento distinto y por lo tanto incompleto y
pobre. La verdad es que esta posición de Husserl de
conciencia posicional como esencia de conocimiento no
completa todo lo que sentimos de nuestra propia con
ciencia, que va aún más lejos en la intuición y presen
cia de sí.
Y la posición de Heidegger, arrancando de la con
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— III —
Regreso a la Ontología. Sobre Sartre.
Si bien consideramos, posición previa a un aná
lisis profundo, a la conciencia como Puente-del-Ser,
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JULIO CASAL MUÑOZ
— 15
C a p ít u l o I
EL SER ABSOLUTO
Concepto a priori de Dios.
Ideas de San Anselmo.
Es evidente que el argumento a priori sobre la
existencia de Dios que desarrolla Anselmo en los pri
meros capítulos del Proslogion, constituye uno de los
temas centrales en torno al problema permanente del
Ser. Es una de las fuentes más auténticas que la teo
logía presenta a la filosofía en la esfera de lo racional
que investiga el mundo trascendente. Anselmo tras
cribe al comienzo del Proslogion aquellas palabras del
profeta Isaías (VII, 9) “Si vosotros no creyereis, no
entenderéis,,; supedita la razón a la fe, la ubica teoló
gicamente, pero le entrega la claridad de su ciencia re
velada por Dios, para que sea posible la comprensión
y la inteligencia.
Cuando Anselmo titula su obra “fides quarens in-
tellectum,, ya expresa que su fe busca el entendimien
to para iluminarlo, para darle la luz que posee y que
ha recibido ¡por la gracia. Surge entonces la primer
pregunta valorativa ¿es necesaria la fe para entender
a Dios? ¿No es suficiente la razón humana?. La po
sición de Anselmo parece clara y profunda, el desarro
llo de los argumentos racionales es necesariamente pos
terior a la Revelación y a la Gracia, pero indispensa
ble para trasmitir al incrédulo la verdad, para demos
trar con razones lo que él ya posee por vía directa.
¿ Cómo se interpreta ésto ? El siglo- XI, en el cual vivió,
no conocía la filosofía antigua y pagana más que por
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SER Y M U E R T E
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JULIO CASAL MUÑOZ
II
Análisis del Proslogion.
Vamos a entrar en el análisis del Proslogion. Co
mienza explicando en el Proemio, el modo como a
pedido de algunos hermanos publicó un opúsculo: el
Monologion, y la manera como desarrolló una serie de
argumentos encadenados unos a otros para probar la
existencia de Dios.
Le preocupaba la idea que si era posible sinteti
zar o argumentar en alguna forma, en la cual, no hu
biera necesidad de esa relación entre las explicaciones
y demostraciones, ansiando descubrir algo que por
sí mismo fuera suficiente para pensar en la existencia
de Dios, sin recurrir a una forma indirecta y secun
daria.
Nos relata Anselmo las dificultades que se le pre
sentaron al iniciar su búsqueda interior, como llega a
desesperarse por no poder alcanzar en su investigación
profunda la contemplación de Dios y como muchas
veces estuvo a punto de abandonar su intento metafí-
sico. Pero aquella idea de que debía existir un argu
mento directo que demostrase la verdad de la creen
cia en la divinidad, le atormentaba, y en lugar de poder
evadirse de ella, se fijaba y solidificaba con tenacidad
en su conciencia.
Hasta que un día “se ofreció a mí, en el mismo
conflicto de las ideas, por lo cual estudié cuidadosa
mente el pensamiento que, en mis inquietudes, desecha
ba”, nos confiesa con regocijo. 1
Escribe su opúsculo con el título de “La fe en
busca del entendimiento”, sin haberle puesto su nom
bre hasta que incitado por el arzobispo de Lyon, Hu
go, le denomina “Alloquion” (Alocución) así como
al apúsculo anterior que llamaba: “Ejemplo de medi
tación sobre la racionalidad de la fe”, le denomina
ahora “Monoloquium” ; pero más tarde, rectifica sus
nombres latinos por sus equivalentes en griego: “Pros-
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JULIO CASAL MUÑOZ
III
Crítica de Gaunilo y el libro
Apologético de Anselmo.
Anselmo era prior en el Monasterio de Bec, cuyo
abad Herluino le daba atribuciones como acostumbraba
ya antes con el antiguo prior Lanfranco, quien tenía
la mayor responsabilidad en todos los asuntos mona
cales. Cuando éste es nombrado abad en San Esteban,
Anselmo continúa la labor iniciada por su maestro Lan-
franco, pero aquella paz y tranquilidad de espíritu cul
mina en este hombre extraordinario con la publicación
de sus obras más importantes, las consideradas
filosóficas especialmente, el Monologiom y el Proslo-
gion. También escribe en esta época su “Libro apologé
tico’' en contestación a Gaunilo, monje del cercano mo
nasterio de Marmoutiers, quien saliendo “en defensa del
necio”, escribe un libro con este título oponiéndose al
argumento a priori de San Anselmo.
La discusión se plantea directamente al comentar
Gaunilo los capítulos I al V del Proslogion, exclusi
vamente, ateniéndose a la exposición del argumento an-
selmiano, y elogiando el resto de la obra. Comienza
examinando en forma sintética la argumentación de
Anselmo, para entrar en seguida en la crítica de esta
argumentación.
Pregunta (libro II) “No podría decirse que cual
quier cosa falsa y exenta de toda clase de xistencia
propia también está en mi entendimiento, puesto que
si alguien hablara de ella, yo la entendería, fuera lo
que fuera lo que él dijera?” . El ejemplo del pintor pa
rece rebatirlo Gaunilo fácilmente, porque la obra a rea
lizar forma parte de la mente del artista y Dios consti
tuye un objeto exterior a la naturaleza humana. Afir
ma que “no cabe duda de que lo verdadero es distinto
del entendimiento que lo capta” , (libro III) . Inmedia
tamente analiza la posibilidad de pensar en Dios, que
no puede compararse con las representaciones de los
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JULIO CASAL MUÑOZ
IV
Crítica de Santo Tomás.
Para Santo Tomás de Aquino es la ciencia la pre
cursora de la teología, “el preámbulo de la gracia”, la
filosofía natural es anterior a la teología, el conocimien
to sensible suministra los datos esenciales para que el
entendimiento haga inteligible después aquellos elemen
tos, el entendimiento ilumina las formas groseras y las
reduce a un acto inteligente. Los objetos sensibles in
fluyen sobre los órganos y trasmiten la^ impresiones sen
soriales en un estado intencional, el entendimiento agen
te da comprensión definitiva a los datos provenientes
del mundo exterior.
Dios es el acto puro, el fundamento de la verdad
está en él, la verdad de nuestro entendimiento depende
de su conformidad con las cosas, pero la verdad de las
cosas, —para Santo Tomás—, nace de su conformidad
con el entendimiento divino. Podemos pensar en Dios
valiéndonos de la razón natural, pasando de lo contin
gente a lo necesario, del efecto a la causa, —desarrollo
de una idea de Aristóteles— pero es cierto que los ar
gumentos no alcanzan para la demostración.
Afirma Tomás de Aquino que tenemos conciencia
de Dios, en él se identifican la esencia con la existencia,
por lo que si viéramos la esencia, comprenderíamos la
existencia por necesidad absoluta; pero no es posible
conocer la esencia en esta vida, no podemos compren
der a Dios más que por la iluminación divina, y desa
rrolla las llamadas “cinco vías” para la demostración
de su existencia: 1, Existe el movimiento y es necesa
ria una causa, un motor; 2) Tiene que haber una causa
primera en la serie de las causas eficientes; 3) Lo con
tingente que es real, trae la evidencia de lo necesario,
la esencia posibilita la existencia de la sustancia que
la produce; 4) Hay grados en la perfección que se
acercan cada vez más a la idea del ser perfecto y 5)
El orden del mundo necesita de un ser inteligente ca-
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SER Y M U E R T E
V
Ideas de Duns Escoto
sobre el argumento a priori.
Duns Escoto en su “Opus oxoniense” (Cuestiones
sobre las sentencias), (Libro I, dist. 2^ cuestión 2*)
Intenta reforzar el argumento de Anselmo en el Pros-
logion,. cap. II;. expresa: “Dios es aquello que, una
vez pensado, no puede pensarse mayor sin contradic
ción” porque sería impensable lo que no está de acuer
do con el famoso principio lógico de Aristóteles.
Y agrega Escoto: “Es posible también reforzar
el argumento de otro modo lo que existe puede pensar
se mayor, es decir conocerse mejor, porque es visible
o inteligible por vía de intelección intuitiva; en cambio
lo que no existe en sí, ni en cosa más noble, no es vi-
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JULIO CASAL MUÑOZ
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C a p ít u l o II
LA PRUEBA O N T O L O G I C A
I DEAS DE D E SC ART ES
Descartes expone detenidamente en sus “Medita
ciones” y “Principios de Filosofía” varias pruebas so
bre la existencia de Dios.
En su conjunto pueden distinguirse claramente dos
aspectos en la investigación, pensar a Dios por sus efec
tos o concebir directamente su existencia por necesidad
absoluta. La prueba por la idea de lo perfecto y la
que plantea la existencia de seres imperfectos con idea
de perfección, ya nos acerca al concepto ontológico de
Descartes, pero todavía estudiando la posibilidad de
la existencia de "Dios desde el punto de vista de sus
efectos. Así cuando considera que entre los pensamien
tos del hombre sólo las ideas pueden conducirlo a la
verdad, ya está en una posición cercana a la raíz de su
propio pensamiento. Ni los juicios, ni las voliciones
están exentas de errores. Y entre las ideas, las ficti
cias que construimos nosotros y las adventicias que nos
vienen de las apariencias de los objetos, son incapaces
de acercarnos a la verdad; sólo las ideas innatas pue
den darle un concepto certero de Dios. La idea de cau
salidad se enlaza con fuerza en este concepto que busca
lo trascendente.
Las ideas poseen para Descartes una realidad for
mal y cierto aspecto objetivo, esta formalidad necesita
su explicación en nuestro entendimiento; pero la ob
jetividad también necesita su representación.
En su respuesta a las primeras objeciones del Dr.
Catero, el teólogo de Lovaina, nos dice: “Por imper
fecta que sea esta manera de ser, según la cual una co-
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SER Y M U E R T E
— 38
JULIO CASAL MUÑOZ
II
Respuestas de Descartes a las objeciones de Catero,
Arnauld y Gassendi
Lía prueba ontológica cartesiana presenta varias
interrogantes que fueron discutidas en su época y die
ron lugar a objeciones importantes que el mismo Des
cartes contesta aclarando su posición.
Es posible la pregunta de si es factible el concep
to de un ser real y soberanamente perfecto; también
se puede preguntar si es necesario que lo que nuestro
pensamiento concibe como existente no pueda dejar de
serlo; y además si el ser real y la esencia que determi
na nuestro pensamiento sobre él, es una misma cosa.
En las objeciones de Catero, aparece la pregunta
de si para probar la existencia por la esencia no se es
tablece ya la realidad divina y se caería en una petición
de principio. En las 2.as objeciones se plantea la po
sibilidad del concepto de un ser soberanamente real;
en las 5.as y 6.as la identidad entre esencia y existen
cia. La respuesta de Descartes a las l.as objecioines
de Catero, se refieren al pasaje del pensamiento al ser,
Dios expresa lo más perfecto que puede pensarse, tal
ser está en la realidad a la vez que en el entendimiento,
el existir es propio de la naturaleza de Dios. Catero
compara el argumento de Descartes con un argumen
to (el de Anselmo) ya refutado por Santo Tomás. Es
te considera que la conclusión legítima sería la siguien
te : Aún conveniendo que el ser perfecto envuelve por
su propio nombre la existencia, no se deduce que esa
existencia sea efectiva en la naturaleza, sino eme el con
cepto de existencia está unido al del ser perfecto.
Descartes contesta que Santo Tomás examina un
argumento referente a la palabra Dios, no a su natura
leza; la conclusión sería que “el nombre Dios designa
un ser que está en el entendimiento y en la realidad” ;
pero Descartes afirma que él se refiere a la naturaleza
verdadera de Dios y no solamente al concepto sobre
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SER Y M U E R T E
— 45
JULIO CASAL MUÑOZ
III
Consideraciones de Malebranche.
El destino filosófico posterior a Descartes que tu
vo la prueba ontológica, fue muy distinto según el fi
lósofo que la interpretó; así vemos como la defienden
los grandes metafísicos racionalistas y como la atacan
los empiristas ingleses con profunda tenacidad. En sus
“Conversaciones sobre la metafísica'’ trata Malebranche
el problema ontológico de un modo muy personal y con
ideas de alto contenido filosófico. (I, V-VII) “Dios o
el infinito no es visible mediante una idea que lo re
presente. El infinito es para sí mismo su propia idea.
No tiene arquetipo. Puede conocerse, pero no hacer
se”. Las criaturas son visibles por ideas que las repre
senten, es posible: “ver un círculo, una casa, un sol,
sin que existan; pues todo cuanto es finito puede verse
en el infinito, que encierra las ideas inteligibles. Pero
el infinito no puede verse más que en sí mismo: pues
nada finito puede representar el infinito. Si se piensa
en Dios, es preciso que sea”. No es posible ver la esen
cia del infinito sin su existencia real. No podemos te
ner noción del Ser sin pensar en el propio Ser. No hay
otra idea que la represente, las contiene a todas. Y más
adelante afirma de acuerdo con Descartes: “Esta pro
posición : Hay un Dios, es por. sí misma la más clara
de todas las proposiciones que afirman la existencia de
algo, y aún que es tan certera como aquella: Pienso,
luego soy. Veis además lo que es Dios, puesto que
Dios y el Ser, o el Infinito no son más que una misma
cosa”.
En seguida Malebranche continúa su exposición
diciendo que no niega que se pueda ver la sustancia
de Dios en sí misma, se comprende en cuanto no se
representa por ninguna cosa finita, pero no se la en
tiende en sí misma: “en el sentido de alcanzar su sim
plicidad y descubrir en ella sus perfecciones” . El infi
nito sólo puede verse en sí mismo, ya que nada finito
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SER Y M U E R T E
IV
Posición de Locke.
En su “Ensayo sobre el entendimiento humano”
el filósofo inglés John Locke considera sólo muy bre
vemente la prueba ontológica que no es en su concepto
—■ la más apropiada para demostrar la existencia de
Dios. En un opúsculo posterior analiza más detenida
mente la prueba cartesiana llegando a la conclusión de
que el argumento referente a la existencia de una sus
tancia espiritual eterna y ordenadora de todo lo exis
tente, no excluye el pensar en una sustancia material
eterna pero inteligible como la conciben los ateos; y
que tanto puede servir para apoyo de una tesis como
de la otra tan radicalmente distinta en apariencia. Só
lo admite que tenemos certidumbre de nuestra existen
cia y de las cosas que nos rodean, de donde podría de
rivarse la demostración de la existencia de Dios, por
una inducción desde la experiencia y no pasando de
las esencias a la existencia de un ser supremo.
Dice Locke: “La falacia de su pretendida gran
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JULIO CASAL MUÑOZ
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SER Y M U E R T E
V
La filosofía de Leibniz frente a la prueba cartesiana.
Leibniz hace un estudio crítico sobre “la demos
tración cartesiana de la existencia de Dios”, que un dis
cípulo de Malebranche, el Padre Lami, había expuesto
recientemente. Dice lo siguiente: (“Tratados Funda
mentales”, trad.V. P. Quintero, Ed. Losada) “Ya he
expresado en otro lugar mi opinión sobre la demostra
ción de la existencia de Dios de San Anselmo, renovada
por Descartes, y cuya idea fundamental es la de que
aquello que encierra en su idea todas las perfecciones,
o en otros términos, el más grande de todos los seres
posibles comprende también la existencia en su esencia,
puesto que la existencia está en el número de las per
fecciones; de lo contrario podría agregarse cualquier
cosa a lo que es’ perfecto. Mantengo el término medio
entre los que toman este razonamiento por un sofisma
y la opinión del R. P. Lami, que la considera como
una demostración acabada. En efecto, concedo que es
una demostración, pero imperfecta, que postula o pre
supone una verdad que merece aún ser demostrada. Pues
se supone tácitamente que Dios o el Ser perfecto es
posible. Si este punto fuera demostrado podría decir
que la existencia de Dios estaría demostrada geométri
camente a priori”. Leibniz piensa que la prueba carte
siana es realmente importante, aunque incompleta; por
que mientras no se demuestra la imposibilidad de Dios,
debe admitirse su existencia, pero habría que demostrar
esta posibilidad primero para tener la certeza de su exis
tencia. Hay que concluir que si Dios es un ser por sí
mismo, y no depende de nada más, si existe por su pro
pia esencia, es lógico admitir que: “Si es posible, existe”.
Si el Ser necesario tiene la posibilidad de existir, no
es discutible su existencia, sino una consecuencia na
tural. Como corolario llega a lo siguiente: “Si el Ser
necesario no existe, no hay ningún ser posible” . Esto
parece ser una proposición lógica, puesto que hay se
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JULIO CASAL MUÑOZ
VI
Posición escéptica de Hume.
La filosofía empirista inglesa alranza su culmina-
minación con la filosofía de Hume, ya no acepta un
cierto matiz racional y hasta teológico como aparecía
en las filosofías de Bacón y Locke, que si bien dan a
la experiencia el primer plano en la investigación de
la verdad y aún consideran a ésta como posible desde
el punto de vista inductivo, aceptando incluso las de
mostraciones de la existencia de Dios cosmológica y
ideológica. Hume va más lejos m sus investigacio
nes críticas, no sólo no acepta la prueba ontológica o
directa sobre la existencia de Dios que estudia en la
filosofía de Malebranche; sino que tampoco admite las
otras pruebas que se basan en la experiencia o méto-
4— — 49
JULIO CASAL MUÑOZ
52 —
SER Y M U E R T E
VII
Kant en su crítica de la razón pura
Los análisis críticos que Kant realiza sobre las
pruebas de la existencia de Dios desde el punto de vis
ta racional y especulativo, son sin lugar a dudas, los
más penetrantes, profundos y completos que se pro
dujeron en la historia de la filosofía. Exige a la pro
pia razón en el estudio de su naturaleza íntima, el de
recho que posee para dar certeza a sus interpretaciones,
y culmina su crítica diciendo que sólo el uso empírico
de esta razón es posible, el material de la experiencia
es conocido por intuiciones a priori de espacio y tiem
po, pero es un caos que nuestro entendimiento por me
dio de sus ordenaciones categoriales va a discriminar
con exactitud, a considerar y comprender por medio
de juicios y a elaborar de este modo el mundo inteli
gible, propio del hombre. La sensibilidad y el enten
dimiento se ayudan mutuamente, una nos da el mate
rial rico de la experiencia, el contenido de las cosas;
el otro es el continente, el que ordena y entiende aque
lla experiencia, la luz del entendimiento aclara el mun
do de los sentidos. Pero existe una apariencia tras
cendental en el uso de la razón, que Kant llama razón
pura; si en lugar de analizar las cosas y sus fenómenos,
ya externos o psíquicos, intentamos conocer el abso
luto, nos enceguecemos y la apariencia de aprehender
lo verdadero se nos presenta como si fuera una reali
dad. Pero el análisis reflexivo nos demuestra que las
llamadas verdades eternas y la idea de Dios mismo,
son indemostrables por medio d la razón, según la con
clusión kantiana de que no es posible pasar de las
esencias a la existencia con legitimidad. En la dialec-
tiva trascendental, de la “Crítica de la Razón Pura”,
nos habla Kant de la razón pura como asiento de la
ilusión trascendental, del uso lógico de la razón y del uso
puro; de los conceptos y de los diversos razonamientos
dialécticos de la razón pura.
— 53
JULIO CASAL MUÑOZ
V III
Hegel ante el argumento a priori
Realiza Hegel la crítica a la forma de expresarse
Kant referente al argumento ontológico en su “Lógi
ca”, diciendo que no es el modo más apropiado para
referirse a Dios, compararlo con el ejemplo de los cien
thalers. “No debe ignorarse que cuando se trata de
Dios, uno se encuentra en presencia de una cosa muy
distinta de cien thalers. Pues lo que hace precisamen
te la finitud, la contingencia de las cosas es que su
existencia se distingue de su noción. Pero con respec
to a Dios, el pensamiento y la existencia, el Ser y la
noción son idénticos; y es precisamente aquella unidad
de la noción y del Ser por la cual Dios está constitui
do. Esta observación vulgar de la crítica kantiana de
que el pensamiento y el Ser son dos cosas distintas,
podrá turbar el espíritu pero no conseguirá detener el
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JULIO CASAL MUÑOZ
IX
Examen crítico.
Hemos llegado al término de nuestro desarrollo
histórico-crítico, sobre las distintas interpretaciones
que los filósofos han dado al argumento a priori de
Anselmo sobre la existencia de Dios.
¿Es posible pensar en la validez del análisis del
Proslogion después de las críticas profundas que se le
han opuesto ? Es evidente que aún los que le defienden,
por lo menos lo transforman en algo o mismo le en
cuentran defectos. Y los que le atacan, no pueden
menos que reconocerle su importancia, Kant expresa
que en el argumento a priori se resume toda la on-
tología.
Cuando Anselmo nos cuenta la angustia de su
búsqueda interior intentando encontrar una prueba di
recta de la existencia de Dios, no conformándose con
las pruebas que él mismo expone en el Monologion
aunque de un modo indirecto; ya se presenta la raíz
de la dificultad. Es difícil encontrar las palabras
justas que expresen la verdad Idel concepto de Dios,
pero es indudable que esta idea directa de la divinidad
es más importante que las demás pruebas de Dios,
que necesitan de explicaciones posteriores a la rea
lidad divina, que se basan en lo creado y en
lo contingente. Pero Anselmo' sólo puede decir
ante el hallazgo metafísico: (Tú eres Señor, algo
mayor que lo cual no puede pensarse cosa alguna; y
analiza conformándose con la conclusión de que lo que
existe al mismo tiempo en la realidad y en el entendi
miento es mayor que lo que existe sólo en nuestro en
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JULIO CASAL MUÑOZ
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C a p ít u l o III
EL HOMBRE INTE GR AL
La lucha por la vida; la inquietud permanente del
hombre frente a su destino; la libertad de su concien
cia abriéndose paso contra las adversidades, intentan
do crear situaciones favorables; son modos de la en
traña más viva del Ser-Real-Contingente,. Y esta
agonía, que es la lucha sin tregua, no desesperanza,
no sólo tragedia, ni solamente triunfo; sino y muy
especialmente ardor intenso y voraz del alma del hom
bre encendida en fuego en su conciencia sapiencial.
Porque el ser humano sabe, ■—■ entre las pocas cosas
que sabe — que va a morir. Y no hay tregua, ni pie
dad, ni ruego alguno que valga para nada. Entonces
nace la lucha en su Ser, entre el Ser-Absoluto que ilu
mina su conciencia y se aloja allí para alumbrar su
camino y el otro Ser, el Ser-contingente de la Con
ciencia viva; éste sabe su fin, de su finitud, y quiere
acomodar toda su existencia a esta forma de vida com
pleta en sí misma como parte de un pequeño torno sin
fin que lleva en sí la explicación y la alegría. Pero el
Ser absoluto está permanente, —para quién lo ha vis
to— cuya imagen no puede ya borrar; ahora se en
tiende y comprende lo que decía Platón sobre la “par
ticipación” y la “iluminación”, y también lo que decía
Teresa de Jesús sobre “Su morada interior” y Agus
tín y Plotino, Hegel y Leibniz. Y tantos espíritus que
^an sufrido y gozado ante su miseria y su grandeza.
Hay hombres también que no han experimenta-
(16 —
SER Y M U E R T E
II
Miguel de Unamuno
Y la experiencia de este tipo de hombre sobre la
muerte es muy valiosa desde cualquier punto de vista
que se examine, porque arrastra consigo en los aná
lisis, no solamente cualidades lógicas objetivas, sino
también parte de su propio ser, en un desgarramiento
que se realiza a veces desde alturas metafísicas consi
derables y que es difícil seguir. Tenemos por ejemplo
el Hombre - integral, absoluto - contingente que fue
Unamuno. Veamos algunos de sus pasajes intensos:
(“Agonía del Cristianismo” II) “La agonía es, pues
lucha. Y el Cristo vino a traernos agonía, lucha y no
paz”. “ . . . Alguien podrá decir que la paz es la vida
—o la muerte— y que la guerra es la muerte —o la
paz—, pues es casi indiferente asimilarlas a una o a
otra respectivamente, y que la paz en la guerra — o
la guerra en la paz — es la vida en la muerte, la vida
de la muerte y la muerte de la vida, que es la agonía”.
En su libro “Del sentimiento trágico de la vida”
nos habla .Unamuno del hombre de carne y hueso, in
dignándose de los que quieren reducirlo solamente a
un “homo sapiens”, o incluirlo en el concepto de “hu
manidad”, sin sexo, sin patria, como si fuera una idea
extendida a través de los siglos. Unamuno se refiere
al hombre que piensa, que rie, quiere y sufre, al hom
bre “que se ve y a quien se oye”, “Al verdadero her
mano” y “Ese hombre concreto es el sujeto y el su
premo objeto a la vez de toda la filosofía, quiéranlo
o no algunos sedicentes filósofos” . Nos dice que la
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SER Y M U E R T E
III
Soren Kierkegaard
Kierkegaard fué el primero en llamar filosofía
existencial a su forma de discurrir frente a la filosofía
especulativa. Esta última había alcanzado en el idea
lismo post kantiano su culminación en Hegel, este ilus
tre filósofo parecía resumir el más alto esfuerzo del
hombre ante su anhelo de saber racional durante el
transcurso de una cultura occidental de milenios. Des
de Sócrates y Aristóteles la razón había primado en
las diversas interpretaciones filosóficas del universo,
estoicos le dieron jerarquía moral, el cristianismo es
colástico validez universal. La filosofía moderna que
cambia en gran parte su destino con Descartes y lue
go con Kant, termina sin embargo por conceder a la
razón humana (aún en los límites de la experiencia)
la calidad de juez absoluto. Hegel sintetiza las diver
sas corrientes que parecen oponerse en un sistema mo
numental, su “Todo lo real es racionar’ parece ser una
sentencia irrebatible. Además concede a la “causali
dad” de Hume, a la “ontología” de Descartes y a la
“crítica trascendental” de Kant, el valor permanente
dentro de la filosofía que concilla en esta forma el uni
verso causal, la idea directa de Dios y las posibilida
des humanas. Parecería que con Hegel el anhelo del
hombre por “Sabef” hubiera alcanzado su máxima
expresión. Pero he aquí que no todo tiene explicación.
Las luchas religiosas, los martirios, los héroes, los alu
cinados y tantas víctimas de la incomprensión y la in
76 —
SER Y M U E R T E
IV
Federico Nietzsche
Vamos a elegir otro hombre integral para ver
cómo enfoca la existencia, éste no es cristiano como
Kierkegaard, ni solamente humano y agónico como
Unamuno; sino que presenta características comple
tamente distintas a ellos, sin dejar por eso de poseer
una concepción integral de la vida desde la cumbre de
su olímpica personalidad. Antes de crear Nietzsche
quiere destruir, desmoronar los castillos de prejuicios
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SER Y M U E R T E
90 —
C a p ít u l o IV
EL PROBLEMA DE LA MUERTE
Las aptitudes de los hombres superiores para ex
presar sus pensamientos y sus ideales, sus temores,
sus angustias y sus sueños; son a veces potencias des
conocidas por la mayoría de los seres y se admira más
a la obra que al hombre que la crea. Por eso quisimos
entregar algunos espíritus vivos de hombres integra
les a la meditación, aunque se desvíen naturalmente
por sus personalidades del tema central por el cual los
evocamos para verlos vivir y sufrir con nosotros, para
aprender de sus enseñanzas, para sentir npblemente
sus esfuerzos vivos frente al misterio. Vamos a dar
un paso más en la búsqueda de las esferas de la luz;
acercándonos poco a poco al problema esencial para
el hombre, vamos a entrar en meditaciones sobre la
muerte.
Nuestra investigación quiere ser dinámica y tole
rante, fuerte y noble. No es posible desconocer los
esfuerzos de sociedades enteras y de religiones de muy
variado origen para elucidar este problema. Y no po
demos permanecer en una actitud que no sea la de
aceptar las contribuciones a la verdad y su esclareci
miento que pueden llegar de lados quizá opuestos, qui
zá mal comprendidos.
Todo esfuerzo hacia la plenitud desde un espíritu
alerta y desde un ¡alma de limpio corazón, debe ser
considerado con dignidad y altura. Y jamás se debe
temer decir lo que se considere verdadero, aunque mu
chos se sientan incómodos, porque les sacude el polvo
de sus conciencias acostumbradas a aceptar sin refle-
— 91
JULIO CASAL MUÑOZ
que existe tal vez como causa de este Ser nuestro, pe
queño y doliente.
¿ Dónde va el- hombre sobre la tierra ? ¿ Cuál es su
signo? Más allá del saber y del pensar, del conocer y
del soñar, está viva y presente su agonía. Por eso es
que el hombre-contingente siente que no es un fin en
sí mismo, ni siquiera un medio, sino un Tránsito su -
93
JULIO CASAL MUÑOZ
II
El concepto de la Nada
Platón y Sartre
Es creencia vulgar que el hombre cuando muere
se acaba completamente. Como esta idea es evidente
mente grosera, pues atribuye al hombre como totali
dad la supeditación a su cuerpo material, la mayoría
de las religiones intentan superar este aniquilamiento
con una distinción muy sencilla en apariencia: el hom
bre es dual, está formado de cuerpo y alma, con la
muerte se termina el primero pero se liberta la segunda
que en definitiva lo caracteriza, pues es la parte supe
rior sin lugar a dudas. Sobre el destino del alma o del
espíritu es en donde comienzan las diferencias teoló
gicas.
Pero es evidente que el problema no está resuel
to en forma total; las creencias, la moralidad, la cul
tura, la civilización van complicando cada vez más este
concepto de cuerpo y alma, y aun se mantiene la idea,
de que la nada es el destino más allá de la muerte. En
el “Parménides” de Platón se plantean problemas ló
gicos : dificultades en la teoría de las ideas, método
en la investigación de la verdad y problemas ontológi-
cos: la idea ‘de la unidad. Es esta última parte del
diálogo en donde se advierte el esfuerzo dialéctico de
Platón por exponer las posibilidades de las teorías que
intentan explicar aspectos esenciales y las fuentes le
gítimas para las distintas interpretaciones.
Al hablar del Ser como Unidad presenta su rela
ción natural con el No Ser que implica el problema
ontológico de la Nada. Dice Platón: “Pero nacer y
morir, ¿es otra cosa que recibir el ser, y perder el
ser?”, y añade que lo que no participa nada del ser,
no puede recibirle, ni perderle. Y nos conduce en un
diálogo ágil y profundo a la conclusión de que: “Si
lo uno no existe, nada existe.“Si lo uno no existiera,
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SER Y M U E R T E
III
La idea de la muerte y la supervivencia.
Sócrates y Pascal
En la “Apología de Sócrates’" expresa Platón con
las palabras de su Maestro su concepto sobre la muer
te o el concepto de Sócrates, es decir la honrada posi
ción humana al respecto; y nos dice así: “Profundi
cemos un tanto la cuestión, para hacer ver que es una
esperanza muy profunda la de que la muerte es un bien.
Es preciso de dos cosas una: o la muerte es un
absoluto anonadamiento y una privación de todo sen
timiento, o, como se dice, es un tránsito del alma de
un lugar a otro. Si es la privación de todo sentimiento,
un descanso pacífico que no es turbada por ningún
sueño, ¿qué mayor ventaja puede presentar la muer
te? Porque si alguno, después de haber pasado una no
che muy tranquila sin ninguna inquietud, sin ninguna
turbación, sin el menor sueño, la comparase con todos
los demás días y con todas las demás noches de su vi
da, y se le obligase a decir en conciencia, cuántos días
y noches había pasado que fuesen más felices que aque
lla noche, estoy persuadido de que no sólo un simple
particular, sino el mismo gran rey, encontraría bien
pocos, y le sería muy fácil contarlos. Si la muerte es
una cosa semejante, la llamo con razón un bien; por
100
SER Y M U E R T E
IV
El esplritualismo experimental
W. Crookes y William James
■ Xas diversas tendencias con que las experiencias
del espiritismo y otras formas análogas: Teosofía, ocul
tismo, neoespiritismo; han presentado el estudio de
la posible supervivencia del espíritu humano más allá
de la muerte y de como es posible comunicarse con ese
mundo espectral; han tomado en un principio el ca
mino más despreciable: El fraude y el engaño por to
dos los medios que tuvieran a su disposición, suges
tión, hipnotismo, magia, trampas de toda clase. Dolo-
rosamente muchos espíritus bien dispuestos fueron
sorprendidos por los charlatanes y seres sin escrúpulos
que intentaban con fines subalternos, ocupar la aten
ción sobre problemas esenciales para el hombre.
Es especialmente la crítica a la teosofía, muy ex
tendida por otra parte entre gente bien intencionada la
que culminó con un célebre informe redactado por el
Dr. Hodgson enviado personalmente a la India por la
“Sociedad de Investigaciones Psíquicas,, (S.P.R.) “So-
ciety for Pyschical Research” de Londres, fundada a
fines del siglo pasado por ilustres sabios. En donde se
revelan magistralmente los fraudes evidentes de la cé
lebre directora del movimiento Mme. Blavatsky y de
su estado mayor. (Neoteosofismo).
Las críticas de los fanáticos espiritistas contra la
Sociedad referida se produjeron en forma agresiva,
llamándola: “Sociedad para la supresión de los he
chos”, “Para la divulgación de las acusaciones de im
postura”, “Para desalentar a los sensitivos y rechazar
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SER Y M U E R T E
V
Experiencia de la muerte
Dejando un poco al margen la filosofía especula
tiva y aún la experimental, entrando en el ámbito de
lo que puede llamarse la esfera personal, el círculo ín
timo de las meditaciones donde a fuerza del yunque y
martillo de la soledad y la imaginación uno se acos
tumbra a estar un poco solo consigo mismo o sea estar
de verdad en la universalidad que posee todo instante
de pensamiento conciente y desinteresado. Estando
como decía en este vagar sin rumbo preestablecido, que
contiene intuitivamente la orientación de un camino
oculto en la conciencia, llegué un día de sol hermoso
y de cielo azul caminando hasta los muros de un ce
menterio.
Era inevitable, ya que estaba aunque transitoria
mente libre de las obligaciones sociales, que penetrara
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JULIO CASAL MUÑOZ
VI
Plenitud de la agonía.
Una gota de amargura adormecida se aloja en el
fondo de la conciencia viva, es una plenitud de agonía;
tiene de la angustia el desencanto y el temor que aho
ga, pero también un ramo de flores de alegría sobre
el mármol blanco y tornasolado de la vida; así sueltas
como en desorden y arrojadas casi al descuido, su
aroma impregna el espacio amplio del espíritu, son
valores y esencias, pensamientos y noblezas; es que
la conciencia como puente de tránsito natural e inevi
table de las corrientes del agua eterna vital, es rever
decida por la presencia- del Ser Absoluto en su tierra
humilde y pequeña.
El hombre sabe de la existencia de un Dios eter
no y creador, inmenso y perfecto, que no puede nom
brar porque no tiene palabras en su voz para hacerlo,
que no puede sentir porque su diminuto corazón es
desbordado, que no puede más que amar y contemplar
en un éxtasis permanente y en una visión de grandeza
abismal.
Pero ese infinito que presiente y que aprehende en
su conciencia maravillosamente iluminada por el rocío
de luz eterno, no se detiene nunca, gira, se desliza, se
mueve y se transforma, he aquí la tragedia del hom
bre, no puede alcanzar la “expresión inmóvil” de la
plenitud y de la sapiencia; es “memoria viva”, siem
pre en un presente que sigue con dificultad al tiempo
de su instante que lo alienta. Al vivificarlo la expe
riencia se desliza su drama hacia un horizonte inno
— 119
JULIO CASAL MUÑOZ
VII
i
El Ser y la Muerte.
Hemos analizado las profundas meditaciones de
los grandes pensadores sobre el problema de Dios y
del Ser Absoluto, y llegamos a la conclusión de que
es posible que las experiencias directas sobre la pre
sencia viva de Dios en las conciencias sea completa
mente legítima.
También sabemos de la imposibilidad de todo
esfuerzo de la razón por sí sola para alcanzar el abso
luto, a pesar de que muchos filósofos eren aún lo con
trario. En el último precipicio, más allá de la postrer
cumbre auroral frente a lo desconocido que intenta
mos aprehender, está siempre la tiniebla que ciega
nuestros sentidos y nuestras reflexiones, como si la
luz del conocimiento, impidiera ver a nuestra más pro
funda meditación el mar de lo eterno, la huella de lo
infinito. Pero lo asombroso es que cuando ya decep
cionados por la búsqueda de siglos tras la verdad, re
cogemos nuestros pensamientos en lo más recóndito
de la conciencia individual, para llorar a solas de nues
tra impotencia metafísica, y beber de un sorbo la hiel
de las angustias y las tristezas; descubrimos que no
estamos solos, sino que algo vivo y eterno acompaba
al hombre en su peregrinaje por esta tierra perdida
en el universo.
¡Es la visión del Ser Absoluto! Y comprobamos
que ya los grandes filósofos lo vieron con una claridad
y profundidad maravillosas. Pero enseguida intenta
ron edificar sobre su descubrimiento un mundo ideal,
pleno de inmortalidad y de felicidades eternas. ¿Es
— 123
JULIO CASAL MUÑOZ
— 127
INDICE
I n t r o d u c c ió n ,
— 129
JULIO CASAL MUÑOZ
C a p ít u l o III
EL HOMBRE INTEGRAL . ................................ 66
II. — Miguel de Unamuno .................................. 68
III. — Sóren Kierkegaard .................................. 76
IV. — Federico Nietzsche .................................. 82
C a p ít u l o IV
EL PROBLEMA DE LA MUERTE ............... 91
II. — El concepto de la Nada. — Platón y Sartre 94
III. — La idea de la muerte y la supervivencia.
Sócrates y Pascal ........................................ 100
IV. — El espiritualismo experimental. — W .
Crookes y W. James ................................. 104
V. — Experiencia de la m uerte........................... 113
VI. — Plenitud de la agonía ................................ 119
V II. — El Ser y la Muerte ............................... 123
130 —
^ste libro terminóse de imprimir en la
Tipografía Atlántida, Calle Buenos
Aires, 429 - Montevideo, el
día 21 de Diciembre
de 1950.
EX-LIBRIS
J. C. M.
B IB LIO T E CA ALFAR