Unidad Temática 1 - Introducción y Escuela Clásica
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Criminología
Módulo 1
Presentación
Hay una extraviada noción sobre la criminología, que la define como una ciencia que tiene
como objetivo el estudio del delincuente. Es esta acepción de la criminología la que
promueve su confusión con disciplinas como la criminalística y la penología. Es por esto,
que iniciaremos este módulo saldando dicha argucia. Una vez aclarado, se pretende
introducir al lector en las ideas criminológicas asociadas al derecho penal moderno. No es
posible entender tales fundamentos sin conocer las bases teóricas que le dieron origen.
Beccaria se nos presenta entonces como el autor necesario para comprender los
fundamentos de dicho origen y para entender supuestos y postulados que impregnan la
teoría y la práctica del derecho penal en nuestros días. Su libro, “De los delitos y de las
penas” obra breve, lúcida y quirúrgica, es la lectura obligada de quien quiera recorrer
cualquiera de los caminos relacionados a la justicia y al derecho penal.
Objetivos
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3. Reconocer los principios del iluminismo que impactaron en el derecho penal
Temario
Tema 3: Las concepciones de Beccaria sobre la eficacia de la pena y la prevención del delito.
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Tema 1: Acerca de la Criminología. Qué es y qué no es la criminología.
Penología, criminalística y criminología
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Roxin, C. (1997). Derecho penal: parte general, t. I, fundamentos, la estructura de la teoría del delito. Tomo
I, Traducción de Luzón/Díaz y García Conlledo/De Vicente Remesal, Editorial Civitas, Madrid–España.
2
Paraschiv, E. (2015). The Use of Technical, Tactical and Methodological Means in the Investigation on the
Spot of the Various Methods of Committing Homicide Crime. Res. & Sci. Today, 10, 129.
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En primera instancia podemos decir que la criminología se encarga, por un lado, de explicar
y entender el delito como conducta humana y social. Pero también se encarga de
corroborar las teorías del delito a través de procesos de investigación científica. Jacques y
Wright la consideran como una disciplina que configura un campo de investigación. La
definen como una disciplina que se ocupa de conceptualizar, teorizar, investigar y descubrir
por qué, cómo, y en qué prevalencia existen conceptos, métodos, teorías y hallazgos
criminológicos, y cómo los hacen.
Es por esto que la criminología está plagada de contenido teórico. En la corta historia de la
criminología, se han establecido una serie de escuelas desagregadas en base a su
organización teórica. Es común en criminología escuchar o leer sobre conglomerados de
ideas y de investigadores asignados a escuelas criminológicas tales como, la escuela
positivista, la escuela clásica, la escuela de chicago entre otras. Cada una de estas escuelas
ha formado sus propias definiciones y explicaciones acerca del delito, el control social, la
conducta desviada, así como, el origen del delito, la prevención, la víctima y el delincuente.
Las explicaciones para cada uno de estos conceptos, debe interpretarse a partir del
contenido teórico del autor y de la escuela a la que se adscribe. No es posible entonces una
actividad criminológica sin adscripción teórica.
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Tema 2: El iluminismo y la escuela clásica. Principios básicos del derecho
político en el iluminismo. La concepción Roussoniana del contrato social
Bajo tales concepciones resulta central la idea del “contrato” basada en la razón humana y
en el individuo - que caracteriza la forma del pensamiento liberal – ya que se instaura como
oposición a las previas ideas organicistas. Las diversas ideas de "contrato social", aparece
con mayor claridad reflejado en la obra de John Locke. quien haría hincapié en la tolerancia
y en los derechos naturales (contemporáneamente denominados derechos humanos) como
los límites que permiten regular el accionar de los gobiernos. Locke, con la idea de asegurar
los derechos que ya existen en el estado de naturaleza, sostenía la idea de un gobierno
basado en la exigencia de la libertad de los individuos y de un Estado que tiene limitados
sus poderes y sus funciones.
El modelo liberal del contrato social se compone de dos partes, siendo la primera la decisión
que se da entre los individuos de crear la autoridad superior, y la segunda es el pacto entre
los individuos con la autoridad de entregarle, fiduciariamente, el manejo de algunos
intereses para su mejor consecución, pero preservando los derechos naturales que no
dependerán de esa institución.
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Por su parte, para Jean Jacques Rousseau (1712-1778), ilustrado que inspiraría a la
Revolución Francesa y a gran parte del pensamiento político contemporáneo, es el propio
contrato el que a la vez crear el Estado de Derecho y establece los deberes y obligaciones
de los individuos de acuerdo a la "voluntad general". Por lo tanto, el contrato no significa la
entrega de los derechos naturales al Estado, sino que, por el contrario, es un acto originario
de una forma social que defiende y protege con toda la fuerza del común a cada persona.
El contrato garantiza que cada uno de los asociados, uniéndose a todos, no obedezca a
nadie sino a sí mismo y que por lo tanto sea libre siguiendo la "voluntad general" que será
idéntica a la de cada uno de los individuos contratantes.
En las ideas de Rousseau, la comunidad se convierte por primera vez y por sí misma en un
sujeto político, que está por encima de los individuos, estamentos o reyes. La personalidad
colectiva de tal comunidad se expresa mediante el legislador en la "voluntad general",
siempre recta y que tiende a la utilidad pública. El concepto de comunidad por encima de
los intereses individuales se verifica en una nueva visión del Parlamento, que ya no vela por
el interés de quien lo elige, sino que representa a ese concepto abstracto denominado
Nación.
Para este autor, ninguna persona tiene por naturaleza autoridad sobre su semejante, y
como que la fuerza no constituye derecho alguno, son entonces las convenciones la base
de toda autoridad legítima sobre las personas. Es por esto que considera que cualquiera sea
el punto de vista, el derecho de esclavitud es nulo no solamente porque es ilegítimo, sino
porque las nociones de esclavo y derecho son contradictorias y se excluyen mutuamente.
Esta noción será una base importante en la consolidación del derecho penal moderno.
Teniendo en cuenta que el castigo legítimo es una actividad estatal en la que están
comprometidas las leyes, la justificación de lo que efectivamente hacían los Estados
históricos de ese momento se basarían en las diferencias entre el Estado autoritario y
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Estado de derecho o Estado ético. El andamiaje del estado de derecho se sustentaba en el
contrato social, de donde se derivará la noción de utilidad. Para Rousseau las leyes penales
se establecerán partir de una relación entre el hombre y la ley, que es la relación que existe
entre la desobediencia y el castigo. Esta relación necesita un delicado equilibrio, ya que el
contrato social implica que el ciudadano consiente en todas las leyes, aun en aquellas
sancionadas a pesar suyo y que le castiguen cuando ose violarlas. La pena de muerte
infligida a los criminales puede ser considerada, más o menos, desde el mismo punto de
vista “para no ser víctima de un asesino es por lo que se consiente en morir si se degenera
en tal”. En el contrato social, lejos de pensarse en disponer de su propia vida, sólo se piensa
en garantizarla, y no por lo tanto no puede esperarse que ninguno de los contratantes
premedite hacerse asesinar.
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Tema 3: Las concepciones de Beccaria sobre la eficacia de la pena y la
prevención del delito
Su obra más prominente y debemos decir brillantemente breve, denominada “de los delitos
y de las penas”, fue publicada de forma anónima en 1764. Se trata de una obra sincrética
que representa fielmente la Ilustración del empirismo inglés y el racionalismo francés en
una organización de ideas que hasta el momento resultaban irreconciliables. Desde un
análisis jurídico articula los fundamentos del derecho penal con base en la filosofía política.
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rechazaron la obra al considerarla peligrosa y revolucionaria, sujeta al pecado de
"socialismo". Sin embargo, fue en los ilustrados donde la obra de BECCARIA prendió
fecundamente convirtiéndose en el símbolo de su programa en materia penal. A esta altura
debemos advertir al lector que, quien no comprenda la obra de Beccaria, no comprende el
derecho penal moderno.
Anitúa3 dirá que, de esta manera, el principio de legalidad que defendía Beccaria limita la
arbitrariedad tanto de los jueces (limitados por la ley) como del legislador (limitado por la
necesidad social) a la vez que cumple una función como poder, ya que la ley les dice algo a
los individuos. Remite a la idea de certidumbre que será la base de una legalidad, y de un
castigo, básicamente útiles para impedir la comisión de nuevos delitos.
3
Anitua, G. I. (2005). Historias de los pensamientos criminológicos (p. 608). Buenos Aires: del Puerto.
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averiguación de la verdad al contemporáneo, en el que reinasen la oficialidad, la
imparcialidad, la prontitud y la publicidad.
Pero la eficacia o utilidad de la pena además tenía otra dimensión para este autor: En lo
que respecta a la ejecución de la pena, para que ni el condenado ni otros cometan otra vez
ese hecho, proponía una modernización de las penas en torno al precepto de su eficacia.
Sostenía ya en esos tiempos una concepción que no volvería a ser planteada
sustancialmente hasta la postguerra, la cuestión de los castigos crueles, que resultan
excesivos y contraproducentes ya que “vuelven insensibles a los hombres” y por ello deben
reemplazarse por otros que sean eficientes a la hora de prevenir delitos. Esto no quiere
decir que no se tenga en cuenta el acto merecido por parte del autor de un delito, sino que
dicho merecimiento constituirá la medida de la proporcionalidad entre delito y pena. He
aquí el concepto de proporcionalidad en tanto monto y en tanto forma.
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La proporcionalidad estará constituida por una analogía entre el tipo de pena aplicada y el
delito cometido, evitando el inconveniente gravamen de utilizar un mismo tipo de castigo
para todas las ocasiones. Es por esto que Becaria veía como inadecuada la privación de la
libertad para delitos como el hurto. Consideraba que los hurtos, que no tienen unida
violencia, deberían ser castigados con pena pecuniaria. Pero al provenir el delito de la
miseria, de personas de pocas pertenencias, las penas pecuniarias podrían incrementar el
número de los reos en razón de hacer crecer el de los necesitados. Esto hacia que aceptase
a regañadientes la detención por un tiempo que debía constatarse como justo.
Hay un aspecto en común por parte de los intelectuales del iluminismo que se deriva de la
reflexión sobre las causas de la delincuencia y los medios para prevenirla. Beccaria pensaba
que la causa más profunda de tantos hechos indeseables sería la de sociedades políticas
regidas por leyes que no se ajustan a la razón y por el accionar supersticioso e irracional de
las personas sin educación. Esto lo llevó a sostener la solución tanto en un cambio de los
fundamentos legales que rigen las relaciones interindividuales y las de éstos con el Estado,
como hacia la educación generalizada para que el pueblo de propia voluntad se "ilustre" y
respete esas leyes más justas y razonables. Para el autor, si se dan tanto la norma como la
educación universal, sólo habrá un grupo muy reducido de autores que vulneren el
contrato. Estas ideas son comunes a prácticamente todos los autores de la Ilustración penal
y aún perviven en nuestros tiempos.
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Tema 4: Pena de muerte, suplicios y contrato social
Los castigos habían sido utilizados históricamente desde el privilegio del poder y debía
demostrarse que las nuevas formas democráticas del uso de poder eran racionales, con
finalidades mesuradas, y consecuencias convenientes para todos. El contrato social
constituía el fundamento y la garantía, de tal manera que, si bien el castigo era racional, se
consideraba la consecuencia natural de quienes violaban el contrato.
Si bien los contractualistas del iluminismo creían en la necesidad de racionalizar las penas,
no todos estaban dispuestos a abandonar la pena de muerte como instrumento de control
social. Autores tales como Rousseau, Montesquieu o Voltaire, titubeaban en abandonarla
o inclusive señalaban la necesidad de mantenerla en vigor. Es por esto que Beccaria ha sido
considerado como el primer promotor de la abolición de la pena de muerte.
La obra de Beccaria, “De los delitos y de las penas” se inicia con una serie de preguntas que
guiaran toda la obra. Entre tales figuran:
¿Pero cuál es el origen de las penas, y sobré qué está fundado el derecho de castigar?
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Beccaria, sostenía que la pena de muerte no puede ser impuesta por la sociedad en atención
al contrato social, ya que cada individuo no ha querido sacrificar una porción lo más
pequeña posible de su libertad con el objeto de garantizar el bien común y que en esta
entrega de bienes no puede hallarse el de la vida, que es el mayor de todos los bienes.
Sin embargo, en el texto “De los delitos y de las penas”, Becaria muestra una argumentación
que en la lógica del derecho actual podría ser una contradicción. Reconoce que la muerte
de un ciudadano puede ser necesaria cuando aún privado de su libertad, mantiene un poder
tal que puede turbar la tranquilidad de una nación. En algunas interpretaciones anteriores
se ha entendido que este caso es demasiado accidental, particular de la época y no tiene
nada de común con los crímenes ordinarios.
Para Beccaria, los tormentos eran una ruptura directa del contrato social. Sostenía que un
hombre no puede ser llamado reo antes de la sentencia del juez, ni la sociedad puede
quitarle la protección pública sino hasta el momento en el cual esté decidido que ha violado
los pactos bajo los que le fue concedida dicha protección. Sostenía además que el tormento
era ineficaz en todos sus preceptos. No lograba la verdad y la confesión por la fuerza no
podía lógicamente constituir prueba de delito. Esta ineficacia la ejemplificaba de la
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siguiente forma: “puestos dos hombres igualmente inocentes, o igualmente reos, el robusto
y esforzado será absuelto, y el flaco y tímido condenado en fuerza de este exacto raciocinio”
Sin embargo, hay una razón más que colocaba a los contractualistas en contra de los
tormentos, que residía en que los mismos habían sido hasta el momento una poderosa
herramienta del poder del Estado, que se manifestaba en su máxima expresión. Beccaría
formulaba a su manera que el tormento mostraba el enorme poder del soberano,
desmedido e irracional: “La ley no los ha condenado aún, y se da en la incertidumbre en que
se está de su crimen un suplicio mucho más terrible que el de la muerte, a la que no se les
condena, sino cuando se está seguro de que la merecen”
Para es este grupo de pensadores que iniciaron el derecho penal moderno y que
posteriormente, a la luz de nuevas y contrarias ideas, serían nominados como “clásicos”, el
delito no es un simple hecho, sino un ente jurídico. La definición de delito se constituye en
la relación contradictoria entre el hecho del hombre y la ley. En esta relación todo hombre
es igual, todo hombre obra con inteligencia y voluntad propia dotado de libre albedrio, por
lo que el hombre que viola la ley es castigado por su acto y no por su responsabilidad. Esta
noción del hombre y su libertad para decidir será la rectora del derecho penal hasta el
advenimiento de una nueva teoría que proyectaría su atención en las características del
individuo y no en sus actos: el positivismo.
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