Cine Independiente3

Descargar como doc, pdf o txt
Descargar como doc, pdf o txt
Está en la página 1de 9

Distribución y exhibición de cine nacional e independiente, una suerte

de mercado, elites y pueblo

(Primera Parte)

Marcelo Cordero Q.

La falta de independencia económica de una nación, genera entre otras


cosas, dependencia cultural. Si bien, esta premisa no es nueva y es
fenómeno producto de la globalización, para el caso nuestro y
específicamente para el caso del cine, nos plantea varias preguntas: ¿cuál es
la situación de la cinematografía en un país como Bolivia, dependiente
económicamente?;¿cuál es el impacto económico que tiene la industria
cinematográfica en la economía boliviana?;¿qué incidencia tiene esta
industria en el comportamiento de la población?;¿de qué manera el ciudadano
legitima con su participación la existencia de la industria cinematográfica ya
sea esta nacional o extranjera? ¿de qué manera la industria cinematográfica
contribuye y afecta a la democracia de la nación? ;: En resumen, ¿es posible
la creación de una industria cinematográfica en Bolivia, aunque ésta sea
pequeña?;

Intentaré contestar algunas de estas interrogantes y otras que puedan ir


apareciendo en esta reflexión, centrándome en la distribución y exhibición
cinematográfica, teniendo como referencia lo ocurrido en otros países y
haciendo énfasis en el cine independiente, (entendiéndose éste como aquel
cine producido fuera de las grandes productoras de norteamérica y que
maneja un discurso estético y procesos de producción particulares
diferenciados del hollywoodense, al ser un producto de su autor sin
interferencias externas). Me abocaré a estas dos ramas del proceso
cinematográfico, por ser quizás, dos de los pilares más importantes a la hora
de pensar en la creación de una industria audiovisual nacional, además de ser
el talón de Aquiles para la consolidación de una cinematografía incluyente y
democrática.

Consolidación de la industria cinematográfica: el caso estadounidense.

Una de las controversias en la Historia del Cine, puede ser encontrada en los
orígenes del mismo, cuando el cinematógrafo, considerado un invento de
curiosidad y dominio burgués sin más aplicaciones que las científicas, pasa
ha convertirse poco tiempo después, en espectáculo de masas, orientado a
divertir a inmigrantes, obreros, artesanos, campesinos y a las nuevas clases
medias emergentes. Así, el cine se va desarrollando a partir de su
reconocimiento como arte, mercancía y medio de comunicación, tomando
distintos caminos de acuerdo a las características culturales y sociales de
cada país, consolidándose en aquellos con más poder económico y
estabilidad política.

Al terminar la Primer Guerra Mundial en 1918, y después de un pequeño auge


del cine alemán, Estados Unidos aprovecha la destrucción de las industrias y
economías europeas, para imponer, de forma sistemática, entre otras cosas,

1
el monopolio de su industria cinematográfica. Aprovecha además la escasa
competencia en la producción de filmes, y la casi inexistente producción
cinematográfica en los llamados países del tercer mundo para consolidar,
unificar e imponerse en el mercado. Esto permite a su vez la reafirmación de
la cultura capitalista a través de la imagen en movimiento; trabajando en el
imaginario del espectador logra que éste reproduzca o aspire a los modos de
vida estadounidense, por lo tanto, consolidan su hegemonía cultural anulando
casi en su totalidad cualquier posibilidad de cuestionamiento al sistema. El
cine de este país al exportar su cultura, permite la apertura y consolidación de
mercados para la venta de una amplia gama de manufacturas made in USA.

“Hollywood, en suma, no sólo vende películas, sino sistemas de vida, razón


por la que merece una importancia estratégica para la política del
Departamento de Estado y para quienes controlan la economía
norteamericana.”1

El cine llega a Bolivia

El cine latinoamericano comienza a dar sus primeros pasos aproximadamente


a partir de 1896, tanto en exhibición como en producción de filmes, sin
embargo las débiles economías de estos países hicieron que el estreno de
películas nacionales, sean más bien una suerte de eventos fortuitos, más que
una norma a seguir y sean producidos por aventureros y curiosos, más que
por grandes empresarios, lo que ocasionó que estas primeras experiencias se
frustren y no puedan trascender sus propias fronteras geográficas, haciendo
que mucho del material rodado se pierdan para siempre y pase desapercibido
por su público potencial.

De acuerdo a los registros históricos, se estima que el primer aparato


cinematográfico llega a Bolivia en 1897, produciéndose ese año, la primera
exhibición pública en la ciudad de La Paz.

Los filmes que se exhibían en nuestro país y el resto de los estados vecinos,
eran producidos en su mayoría por el consorcio familiar Lumière (Francia), en
competencia permanente con la empresa Edison Compañy, perteneciente a
Thomas Alva Edison (Estados Unidos). Estos reclutaban operadores para
recorrer el mundo en busca de vistas documentales de interés. Poco tiempo
después estos serían desplazados por las grandes casas productoras que
iban apareciendo, que dominarían el mercado global hasta principios de la
Primera Guerra Mundial y marcarían las reglas del juego para lo que hoy se
conoce como la industria del cine, todas ellas en su mayoría de procedencia
francesa (Pathé, Gaumont, Éclair).

Si bien el cinematógrafo llegó a territorio boliviano en 1897 y las primeras


filmaciones se dieron en 1904, y en décadas posteriores se originaron
experiencias en la producción de filmes nacionales por independientes, el cine
como tal, será reconocido por El Estado boliviano 66 años después de la
primera exhibición pública con la fundación del Instituto Cinematográfico
Boliviano en 1953, más por sus usos propagandistas, que sus virtudes
artísticos e industriales.

2
Esta falta de atención por parte de las autoridades bolivianas al tema
cinematográfico a lo largo del periodo precedente a la fundación del Instituto
Cinematográfico Boliviano, se debió según afirma el crítico de cine Pedro
Susz: “(a que) Bolivia vivía la traumática sensación de posguerra del Pacífico
de 1879, contienda en la que el país, aliado con el Perú, enfrentó a Chile,
perdiendo en definitiva todo acceso a las costas.

Ese aislamiento, añadido a la aguda dependencia del país, tuvo severas


consecuencias para el desarrollo nacional en todas las facetas, especialmente
en las productivas.

En el caso particular del crecimiento de los centros urbanos y de la dotación


de servicios básicos de energía eléctrica, éste se vio demorado por décadas.
Para el cine ello representó un proceso muy lento de inserción en el gusto
masivo. La revista Cinema, publicada en 1913, detalla las salas existentes en
todo el territorio de la república: apenas eran 11. Esta cifra no se había
incrementado de modo significativo en 1933, cuando tiene lugar otra cruenta
contienda bélica, la del Chaco, desencadenante de una honda crisis global.
En el ámbito del cine esto coincide con el arribo del sonoro, lo que postergó
de nuevo el desarrollo del mercado cinematográfico”.2

Considero que a los puntos que menciona Susz; sobre la lenta aparición y
consolidación de políticas de protección y fomento a la producción
cinematográfica boliviana, debiera aumentarse las consecuencias que trajo
consigo la Guerra Civil Federal Boliviana, (1898-1899), donde no sólo se
ahonda la crisis económica y moral de la nación, consecuencia de la derrota
en la Guerra del Pacifico, sino que se pone al descubierto aunque no se
acepta, la existencia de culturas originarias con sus propias formas de
organización, idiomas y creencias; pueblos que fueron hasta mediados del
siglo XX negados, sometidos y usados a capricho del poder neo colonial de la
republica oligarca, los mismos que irán en los próximos periodos históricos
definiendo de forma directa e indirecta el futuro del Estado Nacional.

Cine un arte solo para elites

Los factores mencionados, contribuyeron a que en Bolivia, se dieran procesos


inversos, distintos y contradictorios respecto a la evolución que tenia este arte
en países europeos y Estados Unidos, sobre todo los referidos a la oferta,
demanda y consumo cinematográfico por parte del público boliviano.

Recordemos que mientras en Estados Unidos y Europa el llamado séptimo


arte se consolidaba como espectáculo democrático de masas, incluyendo
poco tiempo después al sector burgués (que se resistía inicialmente a
consumir y aceptar este nuevo arte), y se solidificaba como uno de los pilares
culturales y económicos del capitalismo occidental, en países como Bolivia los

1
Octavio Getino, "Las industrias culturales: entre el proteccionismo y la autosuficiencia", Iberoamérica,
Revista de cultura., número 4 - Junio-Septiembre 2003

2
Pedro Susz K. "Made in Spanish 98", libro publicado en el Festival de San Sebastián, España.

3
sectores oligárquicos feudales y mineros herederos de la economía y cultura
colonial, estructuraron un Estado donde solo ellos podían representarse;
excluyendo de la vida social, política y económica a grandes sectores de la
población y por supuesto a los pueblos indígenas que para ese entonces
significaban el 51 % de la población boliviana.

Este hermetismo hizo que el cine ocultara su potencial capacidad como


generador de arte y divisas económicas y sea utilizado como simple
entretenimiento para un grupo reducido de la población concentrado en áreas
urbanas que veía en la imagen en movimiento un pasatiempo sin valor
cultural, el cual además podía fomentar actos contra la moral y las buenas
costumbres. No es por nada, que las primeras preocupaciones y políticas
asumidas por funcionarios públicos y autoridades de entonces, se encuentren
abocadas al control y regulación del cinematógrafo y no así, al fomento y
protección del mismo.

Entre 1905-1906 los países europeos, Estados Unidos y algunos países


vecinos, ya contaban con establecimientos destinados y equipados para la
exhibición cinematográfica. Sin embargo, en Bolivia las primeras exhibiciones
comprendidas entre 1897 y 1909, estuvieran a cargo de empresarios
extranjeros que llegaban al país de forma eventual ha realizar una serie de
exhibiciones publicas. De acuerdo a La Historia del Cine en Bolivia de Alfonso
Gumucio Dagrón, solo entre los años 1910 y 1912, se consolidan las primeras
salas equipadas para la exhibición de películas en territorio boliviano.

La apertura de establecimientos cinematográficos se debió sobre todo a


consecuencia de los constantes abusos y prohibiciones que las autoridades
municipales ejercían sobre los exhibidores de filmes, quienes para librarse de
la dependencia burocrática decidieron abrir sus propios espacios
permanentes de exhibición.

Las clases medias entran en juego

La apertura de salas cinematográficas trae consigo la creación de nuevos


públicos, compuestos en su mayoría por la clase media y pequeña burguesía,
sector puramente urbano y reducido de la población que iba germinando.

La democratización del acceso a la experiencia cinematográfica sólo se dio de


forma parcial y virtual, ya que la clase media y burguesa reproducía las
normas sociales, económicas, religiosas, culturales de la oligarquía nacional,
eso significaba a su vez el profundo desprecio hacia las culturas originarias, y
el rechazo a sectores de menor poder adquisitivo.

Las empresas de exhibición y distribución cinematográfica establecidas en el


país, regularon su oferta al tamaño del mercado y a las demandas que exigía
el mismo, lo que significaba reducir la inversión en apertura de nuevas centros
de exhibición e importación de películas; no es por nada que Susz afirma que
el número de salas existentes en el país no vario significativamente entre
1913 y 1933.

4
No es sino hasta 1952 donde las estructuras de poder cambiarán de dueño y
el cine cobrará un papel protagónico en la nueva sociedad boliviana.

Cine y Revolución

La Revolución Boliviana del 9 de abril de 1952, trae consigo cambios


sustanciales en la organización estructural del país, destruye por un lado a la
vieja clase política y sus postulados, por otro, introduce a la vida pública y
política a sectores de la población hasta entonces relegados, explotados y
negados.

Este hecho, el de mayor importancia quizá en la Historia Boliviana del siglo


XX, trae consigo una serie de políticas revolucionarias en cuanto temas,
culturales, económicos, sociales y artísticos se refiere. Por primera vez a
través de la creación del Instituto Boliviano de Cinematografía en 1953, el
Gobierno Boliviano reconocía, en parte, los alcances y virtudes que tenia el
medio cinematográfico, los mismo que fueron utilizados en forma
propagandista a favor de la consolidación del gobierno revolucionario, de sus
aliados y sus alcances. Sin embargo incidirá de forma directa y dentro de los
próximos 30 años, a la aparición de plataformas transversales y paralelas que
hacían posible soñar con la creación y consolidación de una industria
cinematográfica nacional.

El ICB a pesar de su dependencia política e ideológica, logró generar una


dinámica de producción sin precedentes en la cinematografía nacional; a su
vez, se convirtió en refugio y semillero de creadores cinematográficos e
incentivó a la creación y apertura de productoras y asociaciones
independientes que seguirían produciendo aun después del cierre del Instituto
en 1967.

La Revolución trajo consigo además de una frondosa producción y una


interminable lista de temas a tratar a través de las distintas manifestaciones
artísticas, un nuevo panorama para la distribución y exhibición
cinematográfica, que hasta entonces se encontraban estancadas y sin futuro
aparente.

Este fenómeno en la cinematográfica nacional, sentó sus bases en varias de


las políticas implementadas por el gobierno, entre ellas menciono algunas:

 Inserción de sectores proletarios y campesinos a la vida económica,


social y política.
 Nacionalización de los recursos naturales.

 Primeros pasos para la integración nacional a través de la construcción


de carreteras que conecten occidente con el oriente boliviano.

5
 Universalización de la educación

 Modernización de la economía.

 Consolidación de la clase media y burguesa como motor de desarrollo.

 Inicio de una pequeña industria nacional.

Estos factores permitieron que la población tenga mayor poder


adquisitivo, por lo tanto libertad en la demanda y consumo de productos
de toda índole y procedencia incluyendo los productos culturales. Esta
población, comienza a concentrarse en áreas urbanas y peri urbanas,
desencadenando un movimiento de dinero interesante para los
emprendimientos e inversiones privadas y estatales, esto abre las
puertas para un pequeño boom para la apertura de nuevas salas y casas
distribuidoras de cine a lo largo y ancho del territorio nacional.

A partir de aquí, el cine llega por ejemplo, a los centros mineros bajo la
administración de la Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL), que
contaba con una cantidad envidiable de 44 establecimientos
cinematográficos. En las ciudades capitales e intermedias se
consolidaban nuevos espacios de exhibición, además de los ya
existentes, se contaba con cines de barrio y cines móviles. De acuerdo a
los datos disponibles, en todo el territorio nacional, se logró contabilizar
entre los periodos comprendidos entre los años 60, 70 y principios de los
80 y aparte de las salas mineras, 240 espacios de exhibición, prueba por
demás, sobre el aparente impacto que tuvo la Revolución del 52 sobre el
cine y el cine sobre la vida de los ciudadanos.

Podríamos decir entonces que su acceso ya no se restringía a un grupo


reducido de personas, su consumo era masivo y democrático, lo que
permitió a pesar del monopolio cinematográfico ejercido por Hollywood, la
distribución de cine proveniente de diversas partes del mundo, sobre todo
producción procedente de países vecinos.

Esto dio pie para la aparición de una crítica cinematográfica acompañada


de iniciativas que apuntaban a las primeras experiencias referidas a la
formación de públicos y profesionalización de técnicos en el campo
cinematográfico.

Ocaso de un sueño

La Revolución del 52, estuvo encabezada por una clase media


emergente que veía en la oligarquía un freno para sus propios intereses,
lo que significaba, a riesgo de perderlo todo, apoyarse en las grandes
masas de población desplazada y oprimida asumiendo un discurso ajeno,
solo así, podía asegurar el apoyo que necesitaba para la toma y control
del Estado.

6
Las contradicciones políticas no tardaron en llegar y el proceso
revolucionario comenzó su ocaso, abriendo camino a una serie de
dictaduras, a la total dependencia económica y política de los Estados
Unidos, corrupción y finalmente, la desarticulación de los movimientos
campesinos y obreros.

“El caso es que el ICB conjuncionó la paradoja de ser el paso al nuevo


cine y ser a la vez parte de la frustración. En ello coherente con el propio
proceso político del que surgió.”3

El Estado se percató de los potenciales comunicacionales y propagandísticos


que tiene el cine, pero no fue capaz de ver más allá de ellos, es por eso que
con la consolidación de intereses de clase, termina la subvención a la
producción, distribución y exhibición nacional. Por otro lado, había encontrado
un medio de comunicación mucho más barato y quizá efectivo para los fines
buscados: la televisión.

Las salas de cine administradas por COMIBOL, comenzaron ha dejar de


ofrecer sus servicios por falta de una administración acorde a las exigencias
requeridas para este tipo de empresas, finalmente con la relocalización
minera en 1986 se cierran los últimos establecimientos mineros.

La generación de productores, críticos distribuidores y exhibidores que


quedaron después de este infortunio, comenzó a utilizar mecanismos que les
permitió adaptarse al nuevo panorama nacional. Los sectores obreros y
mineros que habían sido los mayores consumidores de filmes en este corto
lapso de tiempo, ahora se encontraba en situación desfavorable, lo que hizo
que ocupen sus energías en buscar elementos que les permita sobrevivir en
un Estado que ya no los protege.

Sin público a quien llegar, el mercado de exhibición y distribución de películas


comenzó a desmoronarse, las primeras empresas en cerrar fueron las que
trabajaban en su mayoría con sectores populares y cine independiente. Los
que van quedando no tienen más opción que apostar por lo seguro y
concentrando su trabajo nuevamente en zonas céntricas urbanas, dejando de
atender los requerimientos de cines de barrio, móviles y provinciales. Dirigirán
su interés hacia la industria de Hollywood, que aprovechará el momento
critico para imponer de forma definitiva su producción fílmica en el mercado;
convirtiendo a las distribuidoras que aun quedaban, en filiales
norteamericanas. La clase media y burguesa, al ser los únicos sectores con
poder adquisitivo real en el país, volverán a ser el sostén económico de las

3
Carlos d. Mesa Gisbert, “La aventura del cine boliviano”, Editorial Gisbert y CIA. S.A. 1985. p. 51.

7
empresas cinematográficas. Estos sectores, a pesar de la Revolución,
seguirán asumiendo en la estructura familiar, modos de vida parecidos a los
de la derrotada oligarquía nacional, mismos que serán reproducidos en su
mundo social, cultural y en su relación con otros sectores y pueblos
indígenas, lo que definirá el nuevo panorama nacional en cuanto cine se
refiere.

El sueño había sido roto, entre las décadas de los 70 y los 80, el espectáculo
cinematográfico se fue concentrando en pocas manos, el apoyo Estatal a este
medio se diluyó por intereses políticos; la producción nacional era producto
del azar y el riesgo asumido por unos pocos cineastas. Las empresas de
exhibición y distribución cerraban sus puertas a la producción independiente y
concentraban sus esfuerzos en asegurar su inversión, Estados Unidos
consolidaba a través del cine su hegemonía cultural.

A pesar del desastroso panorama, se podía divisar en el horizonte algunas


iniciativas que prometían revertir en el mediano plazo el proceso de
destrucción del mercado y reactivación del mismo para la creación de una
industria cinematográfica. Estas iniciativas aparentemente venían de la mano
de la Fundación Cinemateca Boliviana y el Consejo Nacional del Cine.

 Crítico de cine y Director del Centro Cultural Yaneramai

Referencias Bibliográficas

1. Werner Faulstich / Helmut Korte. Cien años de cine. Una historia del cine
en cien películas. Ed.Siglo XXI Editores, 1997.
2. Carlos d. Mesa Gisbert. La aventura del cine boliviano 1952-1985. ed.
Gisbert y CIA. S.A. La Paz, 1985.

3. Gumucio-Dagrón, Alfonso. Historia del Cine en Bolivia. Ed. Los Amigos


del Libro. La Paz-Cochabamba, 1982.

4. PNUD / FES-ILDIS / ASDI / PLURAL. Revoluciones del siglo XX.


Homenaje a los 50 años de la Revolución Boliviana. La Revolución
Boliviana. Ed. Plural Editores. La Paz, 2003. p.237 a la 364.

8
9

También podría gustarte