Spinoza

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SPINOZA

Barcelona, 1 mayo 2023


Jorge Romero, licenciado en Derecho

Fue uno de los padres del racionalismo moderno, junto a Descartes. Así como judío de raza y holandés de patria,
tras llegar su familia a Holanda exiliada primero de España y luego de Portugal. No obstante, hemos de recordar que el
concepto de racionalismo es mucho más amplio, pues algunas de sus ideas y postulados estaban ya presentes en la
antigua Grecia, como, por ejemplo, en la obra de Platón.

Spinoza fue un buen conocedor de la cábala judía, de la filosofía medieval y también de la filosofía de la edad
moderna, de la cual es una de las figuras más destacadas. Por otra parte, en su obra encontramos también conceptos de la
escolástica (ockamismo y escotismo), de la tradición hebrea (la Biblia, el Talmud, la cábala o las obras de Maimónides) y
de la filosofía griega (principalmente estoicismo). A todo ello hay que sumar ideas de la ciencia natural contemporánea
(como las de Giordano Bruno) y la teoría política de Hobbes.

Es necesario aclarar, además, que Spinoza es un racionalista radical (o absoluto) porque parte de la idea de que,
mediante la razón, el ser humano es capaz de comprender la estructura (racional) del mundo que le rodea. Esta visión
determinó no sólo el contenido de la filosofía de Spinoza, sino también su forma. De ahí que no sea extraño, por ejemplo,
que la gran obra de nuestro protagonista sea su Ética, demostrada según el orden geométrico, en la que Spinoza explica
sus teoremas mediante definiciones y axiomas.

a) Pensamiento

Spinoza creía en la completa autosuficiencia de la razón para comprender toda la realidad y alcanzar la
felicidad. Y desde esa premisa defendió que el universo, la naturaleza y la deidad (Dios) son la misma cosa. De ahí
que, tanto en su época como hoy en día, sea considerado un panteísta.

En efecto, la principal propuesta de Spinoza fue la identificación de Dios con la naturaleza. Es decir, en lugar
de concebir a Dios como un ser personal, dotado de voluntad y omnipotencia (como lo hace la religión
judeocristiana), lo definió como una “sustancia que abarca todo lo real, todo lo que existe”. A continuación,
profundizamos en su pensamiento.

b) Filosofía

La realidad es para Spinoza lo mismo que la sustancia (a la que define como “lo que existe por sí mismo”), la cual
no necesita de ningún otro concepto para ser comprendida.

Configura eso un monismo ontológico absoluto, lo que significa que el universo está constituido por una sola
sustancia que es también su causa. Esa sustancia es Dios, que se identifica con la naturaleza. Como zanjó el propio
Spinoza, “Deus sive natura” (o Dios o la naturaleza). La naturaleza se manifestará activamente (naturans) o pasivamente
(naturata).

Los atributos de la razón son para Spinoza infinitos, pero se concretan en lo que él llama modos. Los objetos
físicos son uno de esos modos, y procede del atributo, extensión de Dios o de la naturaleza. De la misma manera, todas
las ideas son modos que proceden de otro atributo, en este caso el pensamiento. El hombre, por ejemplo, al estar dotado
de cuerpo y alma, conoce y se compone de ambos atributos, tanto en extensión como en pensamiento. Cuerpo y alma son
así una unidad formada por cuerpo y mente, y no son 2 entes separados.

La auténtica comprensión de la realidad se encuentra, para Spinoza, en poder captar la unidad de este todo. Por un
proceso en el que las ordenación de las ideas (concreción del pensamiento) tiene que coincidir con el orden de las cosas u
objetos físicos (concreción de la extensión).

Se trata de una visión holista, que considera que todo debe ser analizado en su conjunto y no en partes separadas.
Es más, las partes y el todo son inseparables.

b.1) Modo del ser

En la filosofía de Spinoza no hay dualismo, como se ve en su concepción de alma y cuerpo, que no son entes
separados sino que se trata de una y misma cosa, desde distintas perspectivas. En otras palabras, alma y cuerpo son
dos atributos diferentes (pensamiento y extensión, respectivamente) de la misma y única sustancia (Dios).

Es decir, que ni siquiera en el hombre hay ninguna sustancialidad. Esto implica que no es un ente idéntico a sí
mismo, sino sólo una modificación (un modo) de la sustancia divina. Así, el hombre no sería una sustancia
pensante, sino una manifestación del atributo pensamiento en la naturaleza.

Tomando en cuenta este principio, Spinoza sostuvo que la razón por sí sola, sin mediación de los sentidos, es
capaz de llegar al conocimiento verdadero de las cosas. Pues toda alma (racional) es “parte del pensamiento divino
e infinito”.

Spinoza define el ser como el “afán que tenemos de perdurar siempre, de seguir siendo eternamente”. Y explica
que cuando este afán se refiere a la mente se convierte en voluntad, mientras que cuando se refiere no sólo a la mente,
sino también al cuerpo, se convierte en apetito. Así, el apetito no es otra cosa que “la esencia misma del ser humano: el
deseo”. No queremos algo porque sea bueno, sino al revés: decimos que “algo es bueno porque lo deseamos”.

Existen, además, otros 2 afectos para este autor: la alegría y la tristeza, ambas relacionadas con el ser. La alegría
sería el “aumento de la perfección del ser”, mientras que la tristeza sería su disminución. De estos afectos es de los que
Spinoza cree que derivan todos los demás: el odio, la envidia, el enamoramiento, la frustración, la euforia... Ser es, por
tanto, tener apetito de eternidad, o querer ser para siempre. Y puesto que querer es desear, el deseo ha de ser la esencia
del hombre.

b.2) Determinismo y libertad

Spinoza postula que hay que alcanzar el saber partiendo de ideas, que en su 1º esbozo posiblemente sean
inadecuadas (al ser consideradas individual o aisladamente). Pero una vez enlazadas de una manera racional, estas ideas
proporcionarán la intuición necesaria (que Spinoza llama “amor Dei intellectualis”, o amor intelectual de Dios) para
comprender la unidad total de las cosas.

En esa unidad, toda parcialidad será superada a través del proceso racional, hasta llegar a conseguir la libertad
absoluta que es proporcionada por el conocimiento total del proceso. Luego es el conocimiento de la determinación de
las cosas, paradójicamente, lo que proporciona la libertad humana.

Una vez el determinismo ha sido entendido y aceptado por el hombre, éste puede actuar libre y racionalmente
desde esas “reglas del juego”. No hay libre albedrío, pues, sino que todo está determinado: “Se dice libre la cosa que
existe por la sola necesidad de su naturaleza, y que se determina a obrar por sí sola”. En este sentido, “es libre quien se
guía sólo por la razón”.

Si partimos de que todo lo que hay es naturaleza, entonces no hay nada que escape o se oponga a la
naturaleza, ni siquiera el alma humana. Por tanto, todo lo que le ocurre al hombre se supedita al curso de la
naturaleza. En este sentido, todo lo que nos acontece en la vida, especialmente lo relacionado con nuestras
pasiones, está sujeto a la necesidad de la naturaleza. Es en lo que consiste el determinismo: todo está determinado
por la naturaleza.

Sin embargo, el hombre puede alcanzar la libertad a través del conocimiento, pues para él (ser dotado de
razón) la libertad no es una cuestión de la voluntad, sino del entendimiento. Cuando el hombre comprende que está
determinado por la naturaleza, y acepta su esencia, es cuando puede realmente acercarse a la libertad. Es decir, que la
razón es la herramienta que nos permite ser libres.

En cambio, si el hombre se cree libre, e ignora las causas que lo determinan, seguiría permaneciendo bajo la
esfera de la ignorancia y los prejuicios, y no podría alcanzar ni el conocimiento ni la libertad. El ser humano “se
hace libre cuando se deja guiar por la razón”, concluye el filósofo judío, ya que el pensamiento es “un modo de la
naturaleza divina, que está en todas las cosas”.

c) Metafísica

Spinoza defiende que toda la realidad parte de una sustancia única, entendida ésta como “aquello que no
necesita nada para existir”. Es decir, que es causa de sí misma: “Por sustancia entiendo aquello que es en sí y se
concibe por sí. Esto es, aquello cuyo concepto no necesita del concepto de otra cosa por la que deba formarse”.

Ahora bien, Spinoza rechaza la idea de Dios como creador de la naturaleza, y en su lugar considera que la
propia naturaleza es Dios, pues “la naturaleza es la causa de sí misma, así como también es la causa y esencia de
todo lo que existe”. En este sentido, todo lo que hay, y todo lo que existe, son atributos de la única sustancia que
existe: Dios.

Son 3 ideas verdaderamente radicales las que podemos extraer:

1º no hay pluralidad en la sustancia,


2º la naturaleza (Dios) es la única que existe,
3º el orden ideal es el mismo que el real.

¿Parece demasiado complicado? En realidad, no lo es. Pensemos por un momento en nuestra propia vida, pues
¿nunca hemos tenido la sensación, al descubrir y comprender algo, de que parece que existe una verdad superior, como si
todo lo que existe fuera increíblemente exacto, o como si todo formara parte de algo mayor y perfectamente conectado?
Eso es exactamente a lo que se refiere Spinoza.

Spinoza entiende por sustancia sólo una cosa: “aquello que no necesita de nada para existir”. ¿Y quién no necesita
nada? Dios. ¿Qué son entonces, en opinión de Spinoza, todas las demás cosas? No sustancias, sino atributos. Los
atributos son lo que el entendimiento percibe de la sustancia, como constituyente de su esencia.

Es en lo que consistirá la res cogitans y res extensa de Descartes, en este caso rebajadas al ámbito de la categoría.
Descartes las llamará sustancias, mientras que Spinoza prefiere pensar que son “atributos de la única sustancia que
existe: Dios”.

Dios es así “el ente absolutamente infinito”, como “la sustancia que consta de infinitos atributos”. Y todo lo que
hay, y todo lo que existe, e incluso la realidad suprema, es tan sólo una afección de Dios. Es por lo que decimos que
Spinoza es panteísta, pues para él el universo, y la naturaleza, y la deidad, son la misma cosa: Dios.

d) Ética

Partiendo de la metafísica, es como Spinoza llega a la ética. Y puesto que todo lo que hay es naturaleza, no tiene
sentido oponerle nada, ni siquiera aquello que denominamos espíritu. El alma no es más que “la idea del cuerpo”, por lo
que los dos (alma y cuerpo) están estrechamente relacionadas.

¿Y qué quiere decir esto? Que sólo Dios es realmente libre, y el hombre por sí mismo no lo es. Todo lo que le
ocurre al hombre es necesario (le está determinado), y le está escrito de antemano. Y todo lo que acontece en su vida,
especialmente lo relacionado con sus pasiones, sigue el curso de la naturaleza. ¿No hay manera, entonces, de ser libres?
La hay, dice Spinoza: a través del conocimiento.

Cuando el hombre comprende que no es libre, y acepta su esencia, es cuando realmente puede acercarse a la
libertad. La razón es, por tanto, la herramienta que nos permite conseguirlo y hacerlo posible. Es mediante la razón como
podemos alcanzar el conocimiento, y con él la libertad. El ser del hombre es “saber que no es libre, y que tiene que vivir
de acuerdo con su naturaleza, que es Dios”. Si buscábamos la influencia estoica en Spinoza, aquí la encontramos, en la
forma de su principal dogma: “sólo la obediencia a Dios nos hace libres”.

Podemos concluir de todo esto que la filosofía no es otra cosa, para Spinoza, que un saber divino, o conocimiento
de Dios. Es el modo supremo del conocimiento, y en ella es donde residen tanto la libertad como la felicidad que tanto
perseguimos en la vida. La ética spinoziana culmina, como hemos visto, en el amor intelectual a Dios.

e) Política

La filosofía de Spinoza también tocó los temas políticos. En este caso, defendió la separación de la Iglesia
respecto al Estado, así como la libertad de expresión como base de la convivencia.

El filósofo también defendió la democracia, y afirmó que el fin del estado es “hacer a todos los hombres
libres” y no autómatas. Eso sí, tal libertad, que se logra por el conocimiento, implica “obrar de forma racional y
moral”. Para Spinoza la función del estado es “proteger a sus integrantes de la injusticia”, a partir de los dictados de la
razón. E indica que se debe practicar la tolerancia, que es el “elemento esencial que garantiza la libertad”.

Spinoza se interesó mucho por la moral social, en sus Tratado Teológico-Político y Tratado Político, publicados
respectivamente en 1670 y 1677 (siendo el 2º póstumo). En ambas obras considera de manera muy realista a los hombres
como son, no como deberían ser. Y así, viene a decir que “todo lo que es, en cuanto es, intenta perseverar en su
existencia”, significando que los humanos obran siguiendo el instinto de conservación.

La ley, el derecho, y la moralidad, existen por el estado. Pero éste se basa en una convención social, por la cual los
particulares acuerdan limitarse mutuamente en su actuar. Esta convención es una “cesión de derechos” al estado, en una
cesión que no es definitiva. Y dado que lo que el hombre espera de la comunidad a la que pertenece es su conservación,
Spinoza dirá que “Dios crea individuos, no naciones”.

De manera que si la comunidad pone en peligro la conservación de sus integrantes, la dificulta o la perjudica, a
estos les asistirá la razón para reclamar que “se les devuelvan todos sus derechos”, ya que simplemente los habían cedido
para la realización de un bien individual y común, que ha dejado de producirse.

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Act: 01/05/23 @fichas de filosofía EDITORIAL MERCABA MURCIA

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