Literatura Tradición Oral

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ANEXOS

ANEXO A: El mito muisca de Bachué

Bachué, la madre del género humano, que emergió de la laguna de Iguaque, cerca de Tunja con un niño de tres años.
Cuando el niño Iguaque creció, Bachué se casó con él, realizándose así, el primer matrimonio muisca. Esta unión fue tan
prolífica y fecunda, que en cada parto la mujer tenía entre cuatro y seis hijos, con lo cual muy pronto se llenó de gente la
tierra. Este es el mito muisca del origen del género humano.
Bachué e Iguaque viajaban por todas partes, dejado hijos en todas ellas. Cuando ya estaban viejos llamaron a sus
descendientes y fueron acompañados hasta la laguna de Iguaque su lugar de origen. Allí Bachué les hizo una conversación
final exhortándoles a ala paz, después de la cual se despidieron y se convirtieron en dos grandes serpientes que se
sumergieron en la laguna, que desde entonces se convirtió en santuario.
(El mito muisca de Bachué, 2007)
ANEXO B: El Mohán

Algunos lo describen como un indio viejo, cubierto de musgos, de uñas largas en forma de lanza, que vive en
las montañas, en los playones de los ríos, en las rocas cercanas a las quebradas y en las ciénagas. Tiene el
cuerpo peludo y con una cabellera tupida que le cae sobre la espalda. Sus ojos son de color rojo encendido, con
un brillo intenso, que dan apariencia de dos brasas encendidas. Tiene boca grande, dientes enormes, tez
quemada por su exposición al sol, barba tupida y cabeza gigantesca. En general, ofrece un aspecto demoníaco.

Este ser mítico, así llamado, es considerado por casi todos los campesinos como la deidad masculina de los
ríos. Es juguetón y libertino, dicen los pescadores, a quienes les enreda el anzuelo o la atarraya, les daña el
copón, les arranca las estacas, les corta el hilo de la tola o del balandro. Acostumbra, cuando el día está
calentando, tomar el sol cerca de las peñas alrededor de los charcos donde guarda o cuida tesoros consistentes
en piedras preciosas; por esta razón, las lavanderas, a quienes gusta perseguir, deben madrugar a su oficio para
evitar el encuentro.

El Mohán, dicen, influye en las crecientes y, como se siente dueño de los ríos, riachuelos, arroyos y quebradas, ataca
o toma del pelo de manera de advertencia a quienes invaden su dominio; por ello tiene a los pescadores en su mira, a
quienes no solamente hace bromas pesadas, sino que, en muchas ocasiones, les voltea la canoa, los ahoga y los
devora cuando persisten en invadir sus pertenencias.

A más de ser enamorador y obsequioso con las adolescentes, a las que persigue a toda costa, el mohán sabe
de brujerías y es gran fumador de tabaco; por eso, para entretenerlo o calmarlo le dejan en sus dominios
paquetes de cigarrillos y puchos de sal, que también apetece.
(Tierra colombiana: El Mohan, 2015)
ANEXO C: La Patasola

La Pata Sola es un mito de las selvas, que se manifiesta como una figura con una sola pata que termina en una
pezuña grande de burro o de caballo, de puerco o de chivo. Es una mujer vieja de cabello áspero y enredado,
ojos rojizos y brotados, desnuda, con un solo pecho, boca grande, nariz de gancho, brazos largos, labios
gruesos y colmillos de tigre. Con una sola pata da saltos gigantescos y mortales, y avanza con rapidez
sorprendente.

Es la madre de los animales del monte, encargada de borrar las huellas o los rastros de los animales
perseguidos por otros; pero para que esta operación se cumpla debe caminar al revés es, pues, la Patasola un
ser unípedo. A su única pierna se unen los dos muslos. Se dice que es amiga de casi todos los animales
montaraces, a los que defiende a capa y espada de otros animales y de los humanos, especialmente de los
cazadores, caminantes y colonos.

La Patasola, según versión del campesinado, se transforma en mujer hermosa, motiva y cautiva a los hombres, y
se los lleva hasta la espesura de las montañas donde los abandona, unas veces sin ofenderlos; otras, triturándolos
con sus puntiagudos colmillos. También suelen transformarse en perro cazador, de orejas grandes, o en una vaca,
según las circunstancias. De ella se dice, además, que se roba los niños para chuparles la sangre y después
abandonarlos en el monte.

La versión popular dice que la Patasola era una mujer bella, pero que por libertina le amputaron una pierna con un
hacha y la arrojaron a una hoguera hecha con tusa de maíz; por eso, no puede ver el hacha, la candela ni las
mazorcas de maíz. Para resguardarse de la Patasola los cazadores llevan perros, pues éste es el único animal que
siente sus pasos y la avista a distancia, el que mejor conoce los intricados caminos de la selva, dado su oficio de
“cazador” y animal doméstico que más le teme por qué le conoce sus pisadas y su secreto.
Tierra colombiana: La pata sola, 2015)
ANEXO D: Los Duendes

Es un espíritu burlón que persigue a las mujeres, especialmente a las muchachas bonitas. Este espíritu no se
deja ver sino de las mujeres a quienes persigue y se les presenta en forma de un niño que le hace toda clase de
muecas y le tira con objetos pequeños y le propone amores. A las que acceden, les lleva frutas.

Dicen también que estos personajes, cambian las cosas de su lugar o las esconden; revuelcan lo que se halla bien
colocado y traen noticias. En otros casos son perversos: cuando se la dedican a una persona o a una familia entera,
van todas las noches a tirar piedras o terrones en una forma exagerada, que parece un torrencial aguacero de
balasto.
Al duende hay que decirle toda clase de groserías y en esa forma se retirará definitivamente. También se va si
se toca música de cuerda porque se dice que así se acuerda de la música celestial, ya que los duendes
pertenecen a los ángeles que se revelaron con Luzbel y que quedaron vagando por el mundo: unos sin cuerpo
como los duendes, otros con cuerpo como los micos.
(Tierra colombiana: EL Duende, 2015)
ANEXO E: Mito Tikuna

EL DIOS YUCHU vivía desde la eternidad en el mundo en compañía de las perdices, los paujiles, los monos y
los grillos; había visto como envejecía la tierra, a través de ello se daba cuenta que el mundo vivía y que la
vida era tiempo y que el tiempo también era muerte. En la tierra no existía un lugar más bello que allí donde
vivía el dios Yuche: una choza en un claro de la selva, muy cerca de un río rodeado de playas de arena fina. En
este lugar todo era tibio; ni el calor ni la lluvia entorpecían la belleza de aquel lugar. Se dice que ningún
hombre ha visto este lugar, pero los tikunas esperan ir allí algún día. Un día Yuche fue a bañarse al río, como
de costumbre. Llego a la orilla y se metió en el agua hasta quedarse completamente sumergido. Al levantar la
cara, se inclinó hacia adelante y se observó en el espejo del agua. Descubrió por primera vez que había
envejecido.

Al ver que había envejecido se sintió profundamente triste “¡y estoy muy viejo y solo! Ay, si me muero la
tierra quedara todavía más sola” dijo: Apesadumbrado, emprendió lentamente el camino de regreso a su casa el
susurro de la selva y el canto de los pájaros lo llenaron de una inmensa melancolía.

Mientras caminaba por el camino sintió de pronto un dolor en la rodilla, como si le hubiera picado un animal
sin darse cuenta. Entonces pensó que pudo haber sido una avispa. Poco a poco empezó a sentir que lo invadía
un pesado sopor “es raro como me siento”, dijo: “me acostare cuando llegue” siguió caminando con dificultad y
cuando dentro a la choza se acostó y quedo dormido. Tuvo un sueño. Soñó que entre más sonaba más envejecía
y más débil se ponía y que de su cuerpo moribundo se engendraban nuevos seres. Despertó muy tarde al día
siguiente, intentó levantarse, pero el dolor no lo dejaba moverse. Entonces se miró la rodilla y descubrió que la
tenía hinchada y transparente, le pareció ver que algo se movía en el interior de su rodilla acerco más los ojos y
vio con sorpresa que en el fondo había dos seres diminutos que trabajaban y se puso a observarlos, las criaturas
eran un hombre y una mujer, el hombre templaba el arco y la mujer tenía un chinchorro. Entonces el dios
Yuche le pregunto; “¿quiénes son ustedes?

¿Cómo llegaron aquí?” El hombre y la mujer levantaron la cabeza; miraron a Yuche, pero no dijeron nada y
siguieron con sus labores, el dios Yuche al ver que no le contestaban, hizo todo el esfuerzo por levantarse, pero
cuando intento ponerse de pie, cayó en la tierra. En el instante que se golpeó la rodilla contra el suelo, salieron de
adentro los dos pequeños seres, que enseguida empezaron a crecer el tiempo que empezaba a morir el dios Yuche.
Cuando el hombre y la mujer se convirtieron en adultos, Yuche murió. Los primeros tikunas se quedaron un tiempo
en aquel lugar y tuvieron muchos hijos. Más tarde se fueron porque querían conocer más tierras y desaparecieron.

(Mitos de origen de pueblos indígenas de Colombia: Pueblos Tikunas, 2015)

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