El Cementerio de Los Libros Olvidados
El Cementerio de Los Libros Olvidados
El Cementerio de Los Libros Olvidados
OLVIDADOS”
— Daniel, bienvenido al Cementerio de los Libros Olvidados.
Salpicando los pasillos y plataformas de la biblioteca se perfilaban una docena de figuras.
Algunas de ellas se volvieron a saludar desde lejos, y reconocí los rostros de diversos colegas
de mi padre en el gremio de libreros. A mis ojos de diez años, aquellos individuos aparecían
como una cofradía secreta conspirando a espaldas del mundo. Mi padre se arrodilló junto a mí
y, sosteniéndome la mirada, me habló con esa voz leve de las promesas y las confidencias.
— Este lugar es un misterio, Daniel, un santuario. Cada libro, cada tomo que ves, tiene alma. El
alma de quien lo escribió, y el alma de quienes lo leyeron y vivieron y soñaron con él. Cada vez
que un libro cambia de manos, cada vez que alguien desliza la mirada por sus páginas, su
espíritu crece y se hace fuerte. Hace ya muchos años, cuando mi padre me trajo por primera
vez aquí, este lugar ya era viejo. Quizá tan viejo como la misma ciudad. Nadie sabe a ciencia
cierta desde cuándo existe, o quiénes lo crearon. Te diré lo que mi padre me dijo a mí. Cuando
una biblioteca desaparece, cuando una librería cierra sus puertas, cuando un libro se pierde en
el olvido, los que conocemos este lugar, los guardianes, nos aseguramos de que llegue aquí.
En este lugar, los libros que ya nadie recuerda, los libros que se han perdido en el tiempo,
viven para siempre, esperando llegar algún día a las manos de un nuevo lector, de un nuevo
espíritu.
— En la tienda nosotros los vendemos y los compramos, pero en realidad los libros no tienen
dueño. Cada libro que ves aquí ha sido el mejor amigo de alguien. Ahora solo nos tienen a
nosotros, Daniel. ¿Crees que vas a poder guardar este secreto?
Mi mirada se perdió en la inmensidad de aquel lugar, en su luz encantada. Asentí y mi padre
sonrió.
— ¿Y sabes lo mejor? —preguntó. Negué en silencio.
—La costumbre es que la primera vez que alguien visita este lugar tiene que escoger un libro, el
que prefiera, y adoptarlo, asegurándose de que nunca desaparezca, de que siempre permanezca
vivo. Es una promesa muy importante. De por vida —explicó mi padre—. Hoy es tu turno.
D. Daniel debía escoger un libro, adoptarlo y protegerlo. ¿Cuánto debía durar esa promesa?
A. El padre de Daniel quería enseñarle que allí se podían comprar los libros a mejor
precio, para llevárselos a su tienda.
B. El padre de Daniel quería enseñarle lo valiosos e importantes que son los libros,
las bibliotecas, las librerías...
PREGUNTA 9
A veces, para expresar una idea utilizamos palabras que tienen un significado diferente al suyo.
Por ejemplo, cuando el padre de Daniel dice “cada tomo que ves, tiene alma”, en realidad se
refiere a que “cada libro es importante”.
Une con flechas estas expresiones del texto con el significado al que se refieren.
“los libros que se han perdido en el Así los veía cuando yo tenía aquella
tiempo”. edad.
D. Infinito e inmedible.
B. A los libreros que estaban allí, les molestó que un niño entrara sin
permiso.