S2 Sexualidad y ganero

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SEXUALIDAD Y GÉNERO

SEMANA 2

“Nuevas” identidades culturales obligan a reconocer que la cultura, lejos de ser


homogénea y monolítica es, de hecho, compleja, múltiple, desajustada, discontinua.
Muchos/as afirman, con evidente incomodidad, que esas nuevas identidades
“excéntricas” pasaron no solamente a ganar importancia en estos tiempos
posmodernos, sino, más que eso, pasaron a constituirse en el nuevo centro de las
atenciones (Louro, 2019).

Hay una estrecha articulación entre los movimientos sociales de los años 60 y el
posmodernismo. Como afirma Linda Hutcheon (1997) en una entrevista:
“súbitamente, las diferencias de género y raciales estaban sobre la mesa de la
discusión” y, “una vez que eso sucedió, la ‘diferencia’ se tornó el centro del
pensamiento, desde nuevas cuestiones de elecciones sexuales e historia poscolonial
hasta cuestiones más familiares, tales como religión y clase”.
Como se afirma, el problema del género ya se venía vislumbrando desde tiempo
atrás, el discurso hegemónico, religioso y demás, empieza a perder validez en la
época del posmodernismo, tanto así, que ya al interior de las familias se empiezan a
modificar tras una serie de oleadas de orígenes multicausales en donde se evidencia
el levantamiento del rol femenino, las constantes peleas por la libertad de los hijos,
el consumo de sustancias psicoactivas entran en el juego y las nuevas libertades
generan dinámicas diferentes frente a lo “ya establecido e imperturbable” como es la
construcción del género y la sexualidad.

Estos movimientos no solo se observan al interior de las familias, sino que vienen a
generar un trasfondo en las aulas de clase y las modificaciones que representan para
el manejo de estos. Las instituciones educativas tenían por regla mantener un
discurso sobre género al interior de las aulas, afirmando como “normal” femenino y
masculino y, por ende, que las parejas se formaran de manera heterogénea, pero se
inicia una ruptura entre este término y aquello que empieza a cobrar más auge, a
hacer más ruido, y es la posibilidad de establecerse otro tipo de relaciones,
transgrediendo de alguna forma las herméticas normas que pueden catalogar esto
como “anormal”.

Para la institución educativa es más fácil desconocer todos estos movimientos que
empiezan a generarse como el feminismo, problemas raciales y claro está, el inicio
de las minorías sexuales, y se suscitan diferentes preguntas: ¿cómo colocar orden
dentro de una serie de situaciones frente a lo que era preconcebido?, ¿quién define
lo que debería ser?, ¿cómo fortalecer una sociedad frente a situaciones que no eran
proclamadas de forma clara y que iban en contra del discurso hegemónico?. Estos
interrogantes son difíciles de contestar y, por lo tanto, se van postergando las
opciones de respuestas, hasta que socialmente no se puede seguir negando un
espacio en el currículo de los estamentos educativos, para llegar a la conformación,
aunque tardíamente de nuevos discursos frente a estos acontecimientos.

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Una de las primeras discusiones que se presenta es la posición que el rol femenino
implicaba en una sociedad y sus características propias como el género débil, el
segundo género, el que está por debajo de lo masculino y demás, como lo expresa
Louro (2019).

Es posible avanzar, de este modo, desde una perspectiva de “contemplación,


reconocimiento o aceptación de las diferencias” hacia otra, que permite examinar las
formas a través de las cuales, las diferencias son producidas y nominadas. La
cuestión deja de ser, en este caso, la “identificación” de las diferencias de género o
de sexualidad, percibidas como marcas que prexisten en los cuerpos de los sujetos y
que sirven para clasificarlos, pasando a ser una cuestión de otro orden: la indagación
del cómo (y por qué) determinadas características (físicas, psicológicas, sociales, etc.)
son tomadas como definidoras de las diferencias.

Ahora bien, el discurso en este momento no corresponde ni al feminismo, ni a


ninguna otra forma ideológica frente a las diferencias, pues éstas son necesarias para
poder generar conocimiento, entendimiento y desarrollo social, ya que, las
diferencias biológicas, cognitivas y emocionales son las que fortalecen el entretejido
social. Como lo dice la autora Martín (2006) “existe una tendencia muy generalizada
a confundir “género” con “mujeres” es decir, a pensar que cualquier investigación de
género se centrará exclusivamente en las mujeres mostrándolas persistentemente
como víctimas del sistema patriarcal. Otro error común constante es identificar
“género” con “sexo” y por tanto, creer que se trata de un concepto dual (masculino y
femenino).

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1. CONCEPTO DE GÉNERO

Es claro que, el primer concepto de género viene dado por las características
fisiológicas y biológicas perfilando posturas a nivel social, adicionalmente, este
componente trae consigo una simbología frente a la sexualidad en donde se juegan
papeles de poder como lo dice Foucault y este manejo de poder se prevé entre lo
masculino y femenino. Así lo expresa Butler (2004) “en este sentido, el género opera
para asegurar ciertas formas de enlaces sexuales reproductivos y para prohibir otras
formas. Nuestro género, en esta visión, es un índice de las relaciones sexuales
proscritas y prescritas mediante las cuales un sujeto es socialmente regulado y
producido”.

Por esta regulación social es que ha sido tan difícil romper con los estereotipos y
generar cambios frente a lo que se considera normal. Estas tensiones demuestran
que el género y la sexualidad pueden, si bien ir de la mano, no necesariamente
relacionarse, y aquí entra la fantasía, lo imaginado y las posibilidades de la realidad.
Se habla de fantasía cuando la persona añora, junto con el deseo, una serie de
condiciones para su bienestar que no necesariamente son reales o se pueden
cumplir; la imaginación es la capacidad que tienen para crear situaciones con base
en una realidad, por lo tanto, cuando de sexualidad se habla se puede estar entre la
fantasía, lo imaginario y la realidad.

En este punto se hace necesario traer a colación algunos conceptos aclaratorios


frente la manera en que éstos están definidos operacionalmente, para lo cual se han
tomado algunas afirmaciones de la UNESCO (2016):

• Género: conjunto de rasgos, comportamientos, características, valores, gustos


y actividades asignadas a las personas dentro de una sociedad.

• Roles de género: son las acciones y expectativas que una sociedad establece
sobre cómo debe actuar y sentir una persona en función de su género,
dividiendo a la sociedad en dos. Los roles de género son constructos sociales
y se pueden cambiar para alcanzar la igualdad y la equidad entre las mujeres
y los hombres.

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• Identidad de género: es la condición en la que los sujetos se identifican a
partir de su sexo biológico con elementos masculinos o femeninos de acuerdo
con su cultura. También puede ser adoptada sin que haya un vínculo con el
sexo biológico y las actividades que socialmente se relacionan para mujeres y
hombres.

Ahora bien, las personas se pueden relacionar desde su identidad de género y su


sexualidad frente a fantasías, imaginación y posibilidades de la realidad,
lamentablemente esto no ocurre frente a lo que llamamos roles de género y género
como tal, ya que es la sociedad quien los cataloga y encasilla.

Es por ello que, socialmente, el engranaje se afecta cuando se resalta la identidad de


género y la distinción del rol en diferentes ámbitos, ya que en ocasiones, no coincide
o se tiene más de una posibilidad, por ejemplo, lo que ocurre con las personas que
nacen intersexuados (genitales ambiguos – genitales de ambos sexos) en cuyo caso
son los padres quienes deciden qué género fortalecer eliminando a través de
procedimientos quirúrgicos el otro a riesgo de que el desarrollo de las hormonas no
coincida con el género que se decidió; en mínimas ocasiones dejan que sea la misma
persona quien decida su género. En este tipo de situaciones existen múltiples
variables que hacen aparición y que involucran factores sociales, biológicos,
psicológicos y afectivos a las cuales responder.

Hablar de género no es un tema fácil y ha dado origen a diversas disputas de orden


político, que como de costumbre, se ven permeadas por intereses particulares y la
ideología del candidato de turno, sin tomar en cuenta sus características, la postura
de la sociedad, su gobernabilidad, leyes y asociaciones frente una serie de factores
que limitan un comportamiento, sentimiento y conducta.

Por lo tanto, la responsabilidad realmente radica en la dinámica que se puede llegar


a desarrollar en una familia con vínculos estrechos fuertes y benéficos y
posteriormente, en el ámbito escolar cuando en éste se fortalece el respeto por la

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diferencia. Es en casa donde se fortalecen los lazos, los vínculos y los valores de
respeto a sí mismo y al otro en el ejercicio de sus preferencias y es solamente desde
allí, que puede surgir el verdadero cambio social y cultural.

Como resulta obvio, es éste un importante campo de acción en el que los


profesionales de la salud mental y la educación pueden hacerse partícipes de la
creación de programas e iniciativas.

1. GÉNERO Y LA SOCIEDAD

Ejercicio

Observe el video “Cirugías intersexuales”


https://derechoshumanosintersex.org/2019/03/02/video/ y responda las
siguientes preguntas:

a. ¿Podría decirse que la mejor decisión es evitar la cirugía en los bebés intersexuales?
Sustente su respuesta.

b. ¿Qué elementos debería tener una propuesta educativa frente al manejo de esta
situación? ¿Por qué?

Si se retoma el tema de la sexualidad y el género se encontrará una diversidad de


estilos, decisiones, conductas, motivaciones, fantasías e imaginarios, ya que es válida
toda conducta que se lleve a cabo con el beneplácito de la pareja o el grupo. Con el
estudio del cuerpo humano desde su anatomía, cruzando por el sistema nervioso,
los huesos, las vísceras, los tejidos y las hormonas, se han desarrollado una seria de
teorías que pueden colocarse sobre la mesa, referidas a lo que se considera normal
o no dentro de una sexualidad sana y responsable.

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Entre todo, vale la pena resaltar el hecho de que los seres humanos tenemos
hormonas tanto masculinas como femeninas y dependiendo de la fisiología de cada
uno, se desarrollarán en mayor grado unas u otras. No se debe olvidar que se pueden
tomar conductas del otro género en la vida íntima, sin que esto minimice o tergiverse
la identidad de género; entre algunas acciones se encuentran el vestirse con ropa del
otro género, tomar posturas o ademanes no propios del género al cual se pertenece.
Estas conductas no forman parte de cuadros clínicos.

La identidad de género y la sexualidad se entremezclan y se nutren de las


concepciones personales que han sido formadas desde la infancia, relacionadas con
la forma de concebir el disfrute de su propio cuerpo y las creencias que se tienen
alrededor de lo que se espera socialmente de su comportamiento.

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REFERENCIAS

• Caseres, M. (2006). Antropología del género, Culturas, mitos y estereotipos


sexuales. Madrid, España: Ediciones Cátedra.

• Louro, G. (2019). Currículo, género y sexualidad. Lo “normal”, lo “diferente” y


lo “excéntrico” Descentrada, 3(1) Recuperado de
http://descentrada.fahce.unlp.edu.arb Ramírez, C. (2008). Concepto de
género: Reflexiones. Ensayos, 2008(8), 307-314. Recuperado de
https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/3003530.pdf

• Igualdad de género. (2016, 1 de octubre) Recuperado de


http://es.unesco.org/creativity/sites/creativity/files/digitallibrary/cdis/Iguldad
%20de%20genero.pdf

• BBC New Cirugías intersexuales. (2019, 16 de febrero). Derechos Humanos.


Intersex. Recuperado de
https://derechoshumanosintersex.org/2019/03/02/video/

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