Unidad 1 El Campo de La Sexualidad Humana (1) - 1
Unidad 1 El Campo de La Sexualidad Humana (1) - 1
Unidad 1 El Campo de La Sexualidad Humana (1) - 1
Presentación de unidad
«Cuando pierdas, no pierdas la lección»
Dalai Lama
Objetivo
Distinguir el concepto de la sexualidad a fin de diferenciar la complejidad de este
constructo y la influencia del mismo en el abordaje de conceptos como sexo, género y
salud sexual.
Incidente crítico
Alexis figura en su IFE cómo sexo masculino, pero se identifica como persona no
binarie, tiene 26 años y vive en la Ciudad de México. Su tez es morena, siente atracción
por las personas del sexo contrario, viene de Oaxaca, pesa 80 kilos, mide 1.50 y le
gusta vestirse con ropa femenina.
Por estas razones Alexis se ha alejado un poco de la sociedad y solo sale con personas
cercanas. Adicional a esto, su familia le exige vestirse como "hombre" cuando está en
casa y le han dicho que están seguros de que esto solo es una etapa.
En este caso tu eres el psicólogo que es contratado por una fundación que te hace
saber la situación de Alexis, en este sentido debes intervenir como un tallerista que
sensibilice a la población adulta para evitar que se siga presentando la discriminación.
Como psicólogo:
¿Qué aspectos debes tomar en cuenta para sensibilizar a la población para no promover
conductas discriminatorias en el contexto de la sexualidad y diversidad humana?
1. La Sexualidad Humana.
Eventualmente, se hizo evidente que esto no era así, pues la sexualidad era, como afirmó
Weeks (1998) uno de los elementos más susceptibles a la influencia cultural, lo que
reubica a lo biológico de la sexualidad en un plano secundario (p.28).
El concepto de género se desarrolla con mayor fuerza y claridad durante los años 70,
cuando se cuestionó de manera más profunda si las diferencias entre hombres y
mujeres descansaban en lo biológico o en lo cultural y qué factores influían para
determinar sus roles en la sociedad. A partir del trabajo teórico publicado por la
socióloga inglesa Ann Oakley (1972), se logra establecer que el concepto de sexo se
refiere a las diferencias biológicas entre hombre y mujer, es decir, a la diferencia visible
en los genitales y relacionada con la función procreadora; en contraste, el concepto de
género refiere una cuestión cultural, a una clasificación social dentro de dos categorías:
masculino y femenino (categorización binaria) (p. 1-2).
Esta distinción entre sexo y género sigue generando debates, los cuales han permitido
avanzar en la comprensión de la complejidad de la sexualidad humana, su construcción
y su expresión. Aunque actualmente la distinción por sexo (condición biológica) goza de
una fuerte aceptación, existen autores que han hecho ver que una diferenciación de
sexo por la forma y función de los genitales y la configuración genética no es
completamente acertada pues existen rasgos que no siempre se corresponden con la
conformación biológica asociada a hombres y mujeres, tal es el caso del
hermafroditismo y la intersexualidad (Flores, 2001; p. 91-92)
Una vez aclarado que el sexo hace referencia sustancialmente a una condición
biológica, se avanza hacia la construcción del género, el cual, históricamente ha sido
reducido a sólo dos opciones, femenino y masculino, debido a su asociación con la
distinción entre hombres y mujeres por su biología. Aunque esta distinción ha
permanecido por mucho tiempo, las sociedades actuales a nivel mundial se encuentran
en una etapa de cambio y pugna para reconocer un espectro mucho más amplio del
que plantea el sistema binario de clasificación de género (Sánchez, 2020; p. 89-90).
Asimismo, se busca romper con los estereotipos impuestos para el género masculino y
para el femenino, derrumbar las estructuras de poder que establecen una jerarquía
entre ellos depositando mayor poder en sólo uno de ellos, además del establecimiento
de la heterosexualidad como ejercicio normal (aceptado) de la sexualidad. (Lamas,
2013; p. 102-112).
Aquí es donde radica la diferencia con la orientación sexual, la cual hace referencia
específicamente a la atracción emocional y física que siente una persona hacia
personas de su mismo sexo, del sexo contrario o ambos. Bajo esta lógica se
reconocieron tres grandes tipologías de la orientación sexual: la heterosexualidad, la
homosexualidad y la bisexualidad, las cuales no son definitivas y tampoco se
encuentran libres de cuestionamiento e incluso rechazo por diversas personas y
grupos que por diversas razones violentan y discriminan a quienes no se ajustan a la
norma social que sólo reconoce la heterosexualidad, vulnerando así sus derechos
fundamentales (Naciones Unidas, 2013; p. 2-5).
“…Las sociedades son comunidades interpretativas que van armando un discurso social
al compartir ciertos significados. Desde su infancia, los seres humanos perciben los
mandatos culturales de “lo femenino” y “lo masculino” mediante el lenguaje, el trato y la
materialidad de la cultura (los objetos, las imágenes, etc.). En el desarrollo cognitivo
infantil la información sobre el género antecede a la relativa a la diferencia sexual: entre
los dos y los tres años, niñas y niños saben referirse a sí mismos en femenino o masculino
y, aunque no tengan una noción clara de en qué consiste la diferencia genital, son
capaces de diferenciar la ropa, los juguetes y los símbolos más evidentes de lo que es
propio para un sexo y para el otro. Al nacer dentro de una cultura determinada, con una
lengua específica y en un grupo familiar donde ya están insertas las valoraciones y
creencias sobre “lo propio” de los hombres y “lo propio” de las mujeres, los seres
humanos introyectan esos esquemas de pensamiento y acción…” (p. 4.)
Para poder hablar de la salud sexual es conveniente tener un marco teórico que
contemple la diversidad y complejidad de la sexualidad humana pues las condiciones
de salud y bienestar no son resultado de un solo factor, sino que inciden en su logro
una multiplicidad de factores. El modelo holónico de la sexualidad humana desarrollado
por el doctor Eusebio Rubio Aurioles (1994a), establece que:
Con base en la teoría del sistema general de Ludwing von Bertalanffy y la noción de
holones (partes constituyentes de un sistema) propuesta por Arthur Koestler, Rubio-
Aurioles (1994a) identifica cuatro partes, elementos o subsistemas (holones) de la
sexualidad humana y que son necesario para una comprensión y estudio integral de
esta. Tales holones son: la reproductividad, el género, el erotismo y la vinculación
afectiva interpersonal, a partir de estos, es posible entender que la sexualidad se
construye en la mente de las personas a partir de experiencias que su naturaleza
biológica y las interacciones sociales que vive en el grupo le propician (p. 2).
Para Rubio-Aurioles, la salud sexual es parte fundamental del bienestar general de las
personas y se encuentra claramente relacionada con altos niveles de desarrollo social,
los problemas sexuales se gestan cuando una de las partes (Holones) que conforman la
sexualidad se expresa en forma no deseable o se reprime, de ahí la importancia de una
visión y abordaje integral de la sexualidad (Rubio-Aurioles, 2014; p. 3-10).
Recuerda
Fuentes de Consulta
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profesorado: Estudio etnográfico en una escuela Normal de la Ciudad de
México. Diálogos sobre educación. Temas actuales en investigación educativa. 11 (21)
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México. Disponible en: https://n9.cl/vh6g2
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Disponible en: https://scielo.isciii.es/pdf/bioetica/n52/1886-5887-bioetica-52-
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Rubio-Aurioles, E. (1994a). Antología de la sexualidad humana I. Miguel Angel Porrua:
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