Tema 1
Tema 1
Tema 1
1 Dos trabajos recientes resultan fundamentales para conocer sobre todo la primera
fase en la construcción del Estado Nación en España. Pro Ruiz, J., “La construcción del
Estado en España: haciendo historia cultural de lo político”, en Almanack, Guarulhos, n.
13, p. 1-30; y Millá, J., “La primera fase del Estado-Nación en España, 1808-1880:
cambios sociales y espacios políticos”, en Cahiers de civilisation espagnole
contemporaine, 20 | 2018. http://journals.openedition.org/ccec/7259
En la vida cotidiana es frecuente el uso indistinto de las palabras “Nación” y “Estado” como si fueran sinónimos; cuando
en realidad no los son. Todo estado tiene un territorio, un espacio geográfico donde se asienta una población. El territorio
es un elemento indispensable del estado, ya que el gobierno ejerce su autoridad y las leyes tienen vigencia, es decir,
deben cumplirse, dentro de los límites territoriales. La soberanía territorial es una cualidad del estado que consiste en no
reconocer dentro de su territorio, ninguna autoridad superior a las autoridades del propio estado. El estado tiene el poder
o la capacidad para cumplir con su finalidad, organizar la convivencia de la población. El gobierno es el conjunto de las
instituciones políticas que ejercen el poder del estado a través de las personas que son los gobernantes. En una república,
esas instituciones son el Poder Legislativo, el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial. El estado tiene el poder de dictar leyes,
hacerlas cumplir y sancionar a quienes no las cumplan, organizando de esta manera la convivencia de la población.
Los miembros de una nación comparten un idioma, usos, costumbres, tradiciones, creencias... Muchas veces practican
la misma religión y tienen un origen étnico común. Estos dos últimos elementos no son indispensables, ya que existen
muchas naciones integradas por personas de distinto origen étnico y que practican diferentes cultos.
Los integrantes de una nación se sienten hermanados por un sentimiento de pertenencia solidaria denominado
patriotismo. Un elemento importante para que pueda constituirse una nación es que sus miembros hayan tenido una
historia común y convivan en el presente compartiendo una cultura cuyas ideas, creencias y valores desean ver perdurar
en el futuro. El territorio no es un elemento indispensable para la nación, aunque contribuye a mantener las relaciones
culturales. Ejemplos de nación sin territorio son el pueblo judío antes de constituirse el Estado de Israel (1948), y el pueblo
gitano.
El ESTADO es, por lo tanto, la organización jurídica, basada en leyes escritas, de una población que reside en un
determinado territorio, dirigida por un gobierno.
La NACIÓN es, por lo tanto, una unidad cultural, porque sus miembros comparten una misma cultura que se manifiesta
tanto en las ideas, creencias y valores más importantes para esa comunidad, como en el idioma y los usos de su vida
cotidiana.
Para determinar desde cuando España devino una nación, resulta muy útil
recordar la breve pero sustancial observación que sobre el proceso de formación
de las naciones hizo Ortega. Para Ortega la evolución de las naciones pasó por
cuatro momentos: "1º su germinación o formación desde el siglo XI hasta 1600;
2° su articulación normal de 1600 a 1800; 3° su siglo de hipertensión arterial,
1800 a 1920, la era (añadía) en que las naciones no sólo son naciones sino que
se embarcan en nacionalismo, el ismo de la hipertensión. En fin, 4° -decía
Ortega-, la forma de vida X que es la que ahora comienza" (que Ortega no aclaró,
aunque por el contexto posiblemente pensaba en una etapa caracterizada por la
creación de organismos supranacionales). O en otras palabras: origen de las
naciones, siglos XI a XVI; construcción del Estado (desarrollo de instituciones,
legislación y administración y formas de gobierno estatales), 1600-1800; era del
nacionalismo, siglos XIX y parte del XX; era postnacionalista, desde el final de la
II Guerra Mundial.
Aunque el esquema se preste a numerosas matizaciones y sea válido con
reservas sólo para el mundo occidental, parte del mismo se adapta a la historia
española casi a la perfección. Lo "español" apareció, de acuerdo con Américo
Castro, en tomo al siglo XIII. Para 1500 (aunque España no fuese ni un Estado
nacional unitario, ni una nación soberana, aunque la unión de los Reyes
Católicos fuera en principio una simple unión dinástica), los pasos hacia la
formación de España como nación ya estaban dados. Con todo, como escribió
Cánovas del Castillo, fue bajo la Casa de Austria cuando España se formó como
nación. Desde luego, entre 1520 y 1640, lo que desde principios del XVI se
conocía ya indistintamente con los nombres de España y Monarquía Hispánica
se apoyaba en un amplio entramado de instituciones comunes, símbolos
unitarios y formas de vida cultural e intelectual ampliamente compartidas. Como
por ejemplo:
1.-un Estado y una administración centralizados en torno a la Monarquía, la
Corte, los Consejos y, desde que la fijase Felipe n, la capital: las instituciones
separadas de los distintos reinos y territorios subsistieron, más nominalmente
que con poder real; las autoridades territoriales y locales actuaban en nombre de
la Corona, no como representantes de los territorios; las distintas Cortes de los
diferentes Reinos carecieron de capacidad legislativa.
Lo que probablemente no existió bajo los Austrias -como vio también muy bien
Cánovas- fue el sentimiento nacional, la idea de patria, ideas y valores que
fueron germinando a lo largo del siglo XVIII. Lo que no deja de ser paradójico.
Porque resulta que fue en el siglo de gustos cosmopolitas y de fuertes influencias
cuando terminó de articularse definitivamente España como nación.
Literalmente, ni Castilla, ni la mística, ni las castas: el reformismo ilustrado hizo
a España como nación.
-la pérdida completa del poder naval español (en Trafalgar, 1805) y la
interrupción por tanto de tráficos y comunicaciones con América;
-la pérdida del Imperio americano (1810-1825), que no pudo dejar de afectar a
la economía de algunas de las regiones más prósperas de la Península (la zona
Cádiz-Sevilla);
-una guerra civil de casi siete años, 1833-40, que dejó un saldo de unos 200.000
3.1. los inicios: revolución liberal y construcción del estado-nación por los
moderados.
Se da la paradoja de que en los inicios del siglo XIX, España era una de
la más viejas entidades políticas de Europa y, sin embargo, no se refunda en un
Estado-Nación indiscutido, de ahí que sea necesario referirnos a las razones de
El proceso de formación del Estado nación en España. Siglo XIX Página 8
esa peculiaridad, aun cuando sea un tema insuficientemente estudiado, y abierto
a importantes debates sobre su significado, caracteres y alcance 2.
2 Para un balance de los debates sobre estas cuestiones ver Antonio Fernández García;
“Introducción” en Antonio Fernández (coord.) Los fundamentos de la España liberal (1834-1900).
La sociedad, la economía, las formas de vida, en Historia de España Menéndez Pidal dirigida
por José Mª Jover Zamora, Vol. XXXIII, Espasa- Calpe, 1997; María Esther Martínez Quinteiro “
Del Antiguo Régimen al Régimen liberal. En torno al supuesto del “fracaso” de la Revolución
liberal” en Antonio Morales Moya y Mariano Esteban de Vega (Eds.); La historia contemporánea
en España, Universidad de Salamanca, 1992, pp. 93-102; Pedro Ruiz Torres; “Del Antiguo al
Nuevo Régimen: carácter de una transformación” en AA.VV; Antiguo Régimen y Liberalismo.
Homenaje a Miguel Artola. 1. Visiones Generales. Alianza Editorial, 1994, pp. 159-192. Jesús
Cruz; Los notables de Madrid. Las bases sociales de la revolución liberal española. Alianza
Editorial, 2000.
3 Las consideraciones sobre el origen de la identidad nacional en España son muy numerosas.
Desde la actual coyuntura española se han ofrecido análisis desde todos los puntos de vista,
desde las esencialistas de la Real Academia de la Historia a las tesis de J.P.Fusi en España. La
evolución de la identidad nacional. Madrid, Espasa-Calpe, 2000, las de Javier Tusell; España
una angustia nacional. Madrid, Espasa- Calpe, 1999 o la de Antonio Domínguez Ortiz; España:
Tres milenios de historia. Madrid, Siglo XXI, 2000. Nos parecen especialmente relevantes de
cara a la distinción, capital en este estudio, entre identidad colectiva e identidad nacional las
reflexiones que ofrece José Álvarez Junco; “Identidad heredada y construcción heredada.
Algunas propuestas sobre el caso español, del Antiguo Régimen a la Revolución liberal”.Historia
y política, núm. 2, 1999, pp.123-146. La más brillante aportación es la realizada por Álvarez
Junco; Mater Dolorosa. Madrid, Taurus, 2001.
Sin duda uno de los principales puntos de debate sobre el siglo XIX
español es el que atañe a la configuración de un Estado y administración
modernos. La opinión más generalizada es la que se refiere a su debilidad,
incluso en aspectos supuestamente claros como el centralismo, que resultó ser
más teórico que real, según ha señalado en diversos estudios Juan Pablo Fusi4.
4 Fusi en España... pp.165 señala que “La España del siglo XIX fue un país de centralismo
oficial, pero de localismo real. Pese a las tendencias nacionalizadoras que inspiraron la creación
del Estado español moderno, la fragmentación económica y geográfica del país siguió siendo
considerable hasta que las transformaciones sociales y técnicas terminaron por crear un sistema
nacional cohesivo, lo que no culminó hasta las primeras décadas del siglo XX” y C.P.Boyd en
Historia patria. Política, historia e identidad nacional en España: 1875-1975. Barcelona,
Ediciones Pomares Corredor, 2000, p. 19 que “pese a los clichés de la centralización española
y la hegemonía cultural de las clases dominantes, el históricamente débil Estado español no
5 Esta expresión se encuentra en la obra homónima de José Varela Ortega, Los amigos
políticos. Madrid. Alianza editorial, 1975.
6 Pérez Ledesma, Manuel; “ Restauración, liberalismo y democracia” pp. 3-7, Revista de Libros.
Octubre, 1998, nº 22. p.6.
4.- Creemos que una cosa es que las elites liberales dieran por supuesta la
existencia de la nación española y que desde esa constatación actuaran y otra
muy distinta es que llevaran a cabo una eficiente nacionalización, aspecto este
en el que fracasan, debido, según Jover "a una autosatisfecha instalación en el
presente y una nula proyección de futuro”. Esto resultará evidente en el momento
en que en toda Europa se responda a los retos planteados por la modernización
social mediante una integración masiva de las masas bajo el paraguas de la
nación, momento preciso este en el que se produce la asunción mayoritaria de
la nación como comunidad imaginada.
7 Pérez Garzón, Juan Sisinio; " La nación, sujeto y objeto del Estado liberal español". Leviatán nº
75, 1999
Mapa político de España en que se presenta la división territorial con la clasficación política de todas las
Provincias de la Monarquía según el régimen especial común en ellos (Jorge Torres Villegas, 1852)