Evangelio Febrero17

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 16

Febrero 2017

MIÉRCOLES DE LA CUARTA SEMANA


DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
1 DE FEBRERO
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 6, 1-6
Jesús se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la
multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: “¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada
y esos grandes milagros que se realizan por sus manos? ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago,
de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?”. Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo.
Por eso les dijo: “Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa”. Y no pudo hacer allí ningún
milagro, fuera de sanar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos. Y él se asombraba de su falta de fe. Jesús recorría
las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente.

Jesús fue despreciado por su pueblo, por su familia, porque demasiado ya le conocían aparentemente, pero en realidad no
lo conocen porque no lo aceptan como profeta. Y por la falta de fe, no pudo realizar milagros, salvo pudo sanar a unos pocos
enfermos. Por “esos pocos” vale la pena cualquier sacrificio y cualquier indiferencia o persecución que un misionero pueda
padecer. En nuestro tiempo, en donde se quiere justificar todo a través de la razón, y en donde se desecha lo que no sirve
y no es útil, es necesario despertar esa chispa de fe, que sólo se da cuando la persona se abre a la Gracia de Dios y se deja
inundar por su Luz y su Amor. Necesitamos abrazarnos a la cruz de Cristo, por fe, pues sólo desde Él que está presente en
otras personas (sobre todo en los jóvenes), nos enseña a descubrir al Mesías pobre y sencillo, sufriente y cercano. El riesgo
es que queramos personas y mensajes a nuestra medida. Será imposible reducir la medida de Dios (Amor incondicional) a
la nuestra. Por ello, se nos invita a abrirnos a la Gracia de Dios, a saber acoger y acompañar a los misioneros que Dios nos
envía y a creer en Él aunque duela lo que nos diga. Gracias Señor por enseñarnos lo mejor para nuestra vida y sanarnos de
tantas enfermedades.

JUEVES DE LA CUARTA SEMANA


DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
FIESTA DE LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR
2 DE FEBRERO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 2, 22-40
Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación de ellos, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al
Señor, como está escrito en la Ley: “Todo varón primogénito será consagrado al Señor”. También debían ofrecer en sacrificio
un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor. Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado
Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no
moriría antes de ver al Mesías del Señor. Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron
al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley, Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo: “Ahora, Señor,
puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste
delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel”. Su padre y su madre
estaban admirados por lo que oían decir de él. Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: “Este niño será causa
de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón.
Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos”. Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de
Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido.
Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche
y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño
a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron
a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.

José y María, cumpliendo con la ley de Moisés, se dirigen al templo a consagrar a su primogénito luego de 40 días de su
nacimiento. Juan Pablo II desde 1997, presentó para que en toda la Iglesia este día se celebrara una jornada especial de la
vida consagrada. El Santo Padre Francisco declaró en 2015 “año de la vida consagrada”, invitando a todos los consagrados
a vivir su vocación con alegría. La alabanza del anciano Simeón, por ver al Mesías frente suyo y en sus brazos, nos genera
agradecer a Dios por todos los consagrados del mundo entero a lo largo de la historia. ¡Cuánta historia de amistad con Jesús
a través de los consagrados, y cuánta amistad de Jesús desde los hermanos necesitados para con los consagrados! Jóvenes:
no teman acercarse a Jesús y alabarlo siendo sus amigos a través de los hermanos sufrientes y en situaciones de absoluta
precariedad. Gracias Señor por tu humildad y entrega desde la sencillez y humildad de nuestra carne humana. Gracias por
llamar a tantos hermanos a consagrarse totalmente a Ti para donar sus vidas por nuestra salvación.
VIERNES DE LA CUARTA SEMANA
DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
FIESTA DE SAN BLAS, OBISPO Y MÁRTIR
3 DE FEBRERO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 16, 15-20
Jesús resucitado se apareció a los Once y les dijo: “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la
creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean:
arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben
un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los sanarán”. Después de decirles
esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor
los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban.

Cuentan que san Blas camino al martirio, un muchacho que tenía una espina en la garganta con peligro de muerte
se le acerca, y él le cura rezando por él. En nuestro país hasta hoy día se hace la bendición de las gargantas con las velas
bendecidas el día anterior, como testimonio de aquél milagro que él generó. Además, como era época de persecución, san
Blas alentaba a los cristianos a perseverar y predicaba a muchas personas que también se convirtieron al Señor. El Evangelio
habla de anunciar la Buena Noticia: a Jesucristo, Muerto y Resucitado. Sólo Él trae la alegría a la vida de uno. Y un llamado
fuerte a bautizarse, sumergirse en la vida total de Dios. Un llamado fuerte a no desanimarse hasta lograr encontrar a Jesús.
Cuántos enfermos, personas en las cárceles, en situación de calle, en las drogas o alguna adicción, mujeres abandonadas por
su pareja. Cuánta necesidad en el mundo entero, cuántas personas necesitadas que esperan la oportunidad de encontrar a
nuestro Dios a través nuestro para que le acerquemos un pedazo de cielo en sus corazones. Eso es abrazarse a Cristo Jesús,
abrazar a quienes Él ama y nos invita a ser sus amigos. Gracias Señor por enviarnos a llevarte al corazón de tantos hermanos.

SÁBADO DE LA CUARTA SEMANA


DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
4 DE FEBRERO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 6, 30-34
Al regresar de su misión, los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
Él les dijo: “Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco”. Porque era tanta la gente que iba y venía,
que no tenían tiempo ni para comer. Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos los
reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos. Al desembarcar, Jesús
vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.

Los Apóstoles regresan de la misión y tienen la necesidad de compartir con el Maestro, en comunidad. Pero luego de estar
con tantas actividades, tantos servicios, en donde a veces ni siguiera hay “tiempo ni para comer”, es necesario hacer una
pausa, hacer silencio, pues no hay nada igual como el descanso en el Señor. En donde se lo puede escuchar mejor y sentir
sus mimos y amor profundos por cada uno de nosotros. Hoy día todo es veloz, a la carta, donde el “ahora ya” tiene precio,
teniendo a los medios masivos de comunicación que invaden hasta los ámbitos más sagrados de las personas y las familias,
tantas angustias para producir y ganar más, etc. Todo es tan agitado y acelerado que a nadie deja indiferentes, carcome el
ruido todo lo que encuentra. ¿Qué podemos hacer?: Pausa (stop) con el Señor, en el Señor y desde el Señor para seguir
sirviendo por un mundo mejor. Jesús, el Cristo, se compadece (padece con) de la gente, les siente todo integralmente y se
involucra comprometiéndose por ayudar. Jóvenes: dense tiempo de calidad con el Señor, compartiendo con los hermanos
para conocerle mejor a Jesús, sin apuros. Ahí está Dios con tantos regalos. Perdón Señor porque no siempre nos queremos
alejar de esta sociedad de bienestar consumista e invasiva. Gracias por hacernos entender que debemos retirarnos contigo
después de misionar y servir.
LUNES DE LA QUINTA SEMANA
DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO, SAN PABLO MIKI Y COMPAÑEROS MÁRTIRES
6 DE FEBRERO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 6, 53-56
Después de atravesar el lago, Jesús y sus discípulos llegaron a Genesaret y atracaron allí. Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida
a Jesús, y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba. En todas partes
donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto,
y los que lo tocaban quedaban sanos.

Jóvenes, tocados por la gracia de Dios


Imaginamos a Jesús, hijo de Dios, ya que “la gente reconoció enseguida a Jesús” (…) “le rogaban” (…) y “los que lo tocaban quedaban sanos”.
Son tres acciones admirables y sorprendentes subrayados por Marcos, el santo evangelista.
1.- Encontrarse con Jesús y reconocerlo enseguida, es un don de Dios Padre, como lo dijera el Señor en alguna oportunidad: “nadie viene a mí si
el Padre no lo atrae”. No es difícil para los jóvenes, lleno de sueños, ideales, y de verdad, encontrarse con Jesús, el Hijo de Dios. Él es divino, digno
de fe y confianza, hijo bendecido y enviado por el Padre. Sin embargo, no goza de un poder prodigioso y de una protección invulnerable, no es un
privilegiado de Dios, como se podría creer. El problema está en que Satanás también lo reconoce como hijo de Dios, pero es un reconocimiento que
no lo hace para adorarlo, sino por conveniencia, y quizás por eso Jesús no quería que se tomara su nombre en vano. Los creyentes lo reconocemos
para honrarle, adorarle, y hacer su voluntad, ya que Jesús se manifiesta como hijo de Dios cuando su alimento y apoyo está en hacer la voluntad de
Dios. 2.- Rogarle a Jesús es la actitud religiosa de quien se dirige a él con humildad. Los cristianos en la liturgia, a veces le pedimos o nos dirigimos
directamente a él, porque lo reconocemos como hijo de Dios. No obstante, la mayoría de las veces nos dirigimos a Dios Padre, por medio de Cristo,
su Hijo. Los ruegos o peticiones se hacen con humildad y con confianza: no debemos dudar al dirigirnos a él, porque él es el único mediador por
quien tenemos acceso al Padre. Es cierto que nuestra oración es interesada pero no por egoísmo: le pedimos los bienes espirituales y materiales
para hacer el bien, para hacer lo que él hacía o para hacer la voluntad del Padre. En el Evangelio de este día, las gentes hacían un bien a los enfermos
y le rogaban a Jesús que los sanara. Podemos decir que eran ruegos de intercesión por el prójimo o por los necesitados. Con razón las oraciones de
la Iglesia incluyen siempre a los huérfanos, pobres y pecadores. 3.- Nadie que pida algo o le toque a Jesús queda sin nada; siempre se recibe gracia
y bendición, aunque no sea exactamente lo que se pida. La gracia de la sanación, la conversión o de sentirse hijo de Dios son regalos que Jesús nos
concede o consigue de su Padre. Más aún, la gracia del Espíritu Santo es el mayor Don que se puede recibir, y con ello la gracia del martirio. Pablo
Miki y sus compañeros mártires son así, testigos y modelos de vida cristiana. ¿Quién no quisiera tocar o ser tocado por Jesús? ¿Quién querría quedar
excluido de la gracia de ser testigo y misionero del Maestro? Oremos y acompañemos a los jóvenes en este año de gracia.

MARTES DE LA QUINTA SEMANA, DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO


7 DE FEBRERO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 7, 1-13
Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos
impuras, es decir, sin lavar. Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición
de sus antepasados; y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las que están aferrados
por tradición, como el lavado de los vasos, de las jarras, de la vajilla de bronce y de las camas. Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús:
“¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?”. Él les respondió:
“¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de
mí. En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos”. Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la
tradición de los hombres”. Y les decía: “Por mantenerse fieles a su tradición, ustedes descartan tranquilamente el mandamiento de Dios. Porque Moisés
dijo: “Honra a tu padre y a tu madre”, y además: “El que maldice a su padre y a su madre será condenado a muerte”. En cambio, ustedes afirman: “Si
alguien dice a su padre o a su madre: Declaro corbán –es decir, ofrenda sagrada– todo aquello con lo que podría ayudarte...”. En ese caso, le permiten
no hacer nada más por su padre o por su madre. Así anulan la palabra de Dios por la tradición que ustedes mismos se han transmitido. ¡Y como éstas,
hacen muchas otras cosas!”.

Jóvenes, un culto que agrada a Dios.


El culto cristiano es similar a otros cultos en las diversas religiones ya que tienen los mismos elementos principales y una diferencia muy grande.
La diferencia consiste en la relación personal que mantenemos con Jesús, a quien adoramos y “servimos en espíritu y en verdad”. Es decir, ofrecemos
un culto espiritual, pero no necesariamente sin ritos, como el mismo Jesús había realizado. A) El “Espíritu Santo”, espíritu de Jesús, enviado por el Padre
y el Hijo, nunca podrán estar ausentes del culto cristiano, un nuevo culto instituido por Cristo. Se trata del mismo Espíritu del Padre por quien hablaron
los profetas y siguen hablando los apóstoles de Jesús (Jn 4,10. 14. 23ss; 7,37ss y el Credo apostólico). También los Obispos, en comunión con el Papa,
expresan por medio del Espíritu Santo lo que agrada a Dios para su pueblo. Así, las decisiones más importantes son celebradas en el culto divino, como
nos enseña la Sacrosanctum Concilium (Constitución sobre la sagrada liturgia, del Concilio Vaticano II). B) Por tanto el culto forma parte de la “Tradición”.
Una tradición que permanece constante, de generación en generación, y en la que no pueden faltar el Bautismo y la Eucaristía, mandados por Jesús. Tiene
un triple aspecto que no puede faltar al culto agradable: conmemora una obra divina del pasado; lo actualiza en el presente; y expresa la esperanza de
un futuro, cuando Cristo manifestará en su plenitud la gloria de Dios. Por ello las oraciones, el canto y los gestos o signos son realizados con las “manos,
labios y corazón purificados” para unirse al culto filial que Cristo tributa a su Padre en el cielo, y cuya realidad es la vida eterna (Hbr 7, 26; 8, 1s; 9,
14.26). C) “La ofrenda” de Cristo, por nuestra salvación, cuyo memorial celebramos, son frutos de la resurrección y del don del Espíritu. Es una expresión
humilde y confiada, de la salvación que ya está consumada (Hbr 13,10). Por eso los cristianos damos “ofrendas” como expresión de la “comunión” con
Dios y con el prójimo. El sustento del culto y la ayuda a los pobres, son acciones ofrendadas con este sentido. No son una hechura de manos humanas.
MIÉRCOLES DE LA QUINTA SEMANA, DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
SAN JERÓNIMO EMILIANI, SANTA JOSEFINA BAKHITA
8 DE FEBRERO
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 7, 14-23
Jesús, llamando a la gente, les dijo: “Escúchenme todos y entiéndanlo bien. Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo;
lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre. ¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!”. Cuando se apartó de la multitud y entró en la casa,
sus discípulos le preguntaron por el sentido de esa parábola. Él les dijo: “¿Ni siquiera ustedes son capaces de comprender? ¿No saben que nada de lo
que entra de afuera en el hombre puede mancharlo, porque eso no va al corazón sino al vientre, y después se elimina en lugares retirados?”. Así Jesús
declaraba que eran puros todos los alimentos. Luego agregó: “Lo que sale del hombre es lo que lo hace impuro. Porque es del interior, del corazón de
los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños,
las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino. Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre”.

Jóvenes, vida y ofrenda espiritual


Los santos Jerónimo y Bakhita, recientemente canonizados, son uno de los tantos ejemplos de personas que “ofrendan sus vidas” a Dios. La pureza,
honestidad, bondad, intención y acción brotan del mismo corazón, del mismo amor, de la misma fe en Jesús y en la Virgen María. No se puede separar la
fe en Cristo de la fe en la Santa Trinidad; el testimonio de Jesús de la vida de la Virgen María; la fe en Dios y en la Iglesia. Jesús dijo a sus discípulos: ¿no
son capaces de comprender? Y les enseñaba. No puede haber división, separación y oposición entre exterior e interior, pasión y acción, vida receptiva y
proactiva, actitud de contemplación y postura de lucha, “en la unidad del Espíritu Santo”. Esto es: la misma fe y el mismo amor no permite la indiferencia,
el individualismo, y la indolencia. Jesús enseñó a “involucrarse”, no a decir: – ‘esto no me corresponde’; a “juntarse” a otros cristianos, no a querer
hacerlo ‘todo y solo’; a “comprometerse”, no a ‘lavarse las manos’, como Poncio Pilatos. Jesús llamó a dos pares de hermanos para “trabajar a favor
de los hombres”, más que “trabajadores de la pesca”; llamó y miró conmovido a “cuatro hombres” que se pusieron de acuerdo y se arriesgaron para
descolgar al paralítico, por el techo de una casa, al Encuentro con Jesús. Esto es, ofrendaban sus vidas a Dios. Las cosas creadas por Dios, incluyendo a
sus criaturas, los seres humanos, son buenas. Pero por los engaños, las manipulaciones, los pecados, vicios y malas opciones, se pervierte y corrompe
el corazón, y da origen a “las malas intenciones, avaricias, adulterios (…), difamaciones y desatinos”. En síntesis, la perversión y corrupción a todos los
niveles requieren de la misericordia de Dios y de la sanación y de la purificación de las personas y grupos de gentes, por quienes se difunden los males.
No obstante, no basta con desear los cambios y descubrir los fenómenos del mal, sino que las personas de buena voluntad y los discípulos misioneros, se
cultiven y depositen la Palabra de Dios en los corazones, en las familias y en la vida de las gentes, como sucediera con la Santa Bakhita (1869–1947) que
fue vendida como esclava, después criada, y ya religiosa pudo cantar la bondad de Dios, a quien dio gracias por su historia y la hizo capaz de perdonar
a sus vendedores.
JUEVES DE LA QUINTA SEMANA
DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
9 DE FEBRERO
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 7, 24-30
Jesús fue a la región de Tiro. Entró en una casa y no quiso que nadie lo supiera, pero no pudo permanecer oculto. En seguida una mujer cuya
hija estaba poseída por un espíritu impuro, oyó hablar de él y fue a postrarse a sus pies. Esta mujer, que era pagana y de origen siro fenicio, le pidió
que expulsara de su hija al demonio. Él le respondió: “Deja que antes se sacien los hijos; no está bien tomar el pan de los hijos para tirárselo a los
cachorros”. Pero ella le respondió: “Es verdad, Señor, pero los cachorros, debajo de la mesa, comen las migajas que dejan caer los hijos”. Entonces él
le dijo: “A causa de lo que has dicho, puedes irte: el demonio ha salido de tu hija”. Ella regresó a su casa y encontró a la niña acostada en la cama y
liberada del demonio.

Jóvenes, tras las huellas del verdadero Dios


Los demonios y espíritus impuros son, en las creencias de las religiones, fuerzas oscuras cuya presencia se sospechaba por detrás de los males,
enfermedades y pestes que asaltan al hombre. Mientras que para el mundo bíblico, como en el antiguo Oriente, se le daba un rostro personal. Pero solo
con el tiempo, el contraste entre Jesús que libera y sana al hombre, expulsando a los malos espíritus, da sentido a todo lo que ocurría. A la luz de Cristo
todo adquiere sentido, y se comprende la serie de exorcismos realizados en el mundo babilónico, por ejemplo, que tenía una demonología compleja.
Esto nos motiva a “aferrarnos a Cristo” En los orígenes de la Biblia no se niega la existencia y las acciones de estos seres, que pueblan ruinas, lugares
desérticos y malditos, noches, mezclados con bestias salvajes (…) llegan a matar al hombre, como Asmodeo, el demonio persa. Así, son divinizados
y comparados con los ángeles (…) hasta distinguir cuando una fiebre o enfermedad viene de Dios a Saúl, declarándolo culpable, y cuando el ángel
exterminador viene a Egipto, a Jerusalén, o al ejército asirio. Así, los traductores griegos llaman idolatría al conjunto de demonios y acciones malignas de
los dioses paganos (…) hasta mostrarlos como rivales de Dios. Así, aprendemos a ponernos de parte de Dios, a rezar y a transitar por el camino del bien.
Pero Jesús es el que afronta, lucha y vence en un duelo entre dos mundos, para salvar al hombre. Su vida y sus acciones nos enseñan una lucha personal
contra Satán y los espíritus malignos. Éstos tienen poder sobre la humanidad pecadora, pero el Señor los vence en su terreno como sabemos por los
diferentes episodios donde aparecen endemoniados, epilépticos, endemoniado mudo, incluyendo a María Magdalena de la que había salido 7 demonios.
De esta manera, más allá de una simple curiosidad, participamos de un mundo real, misterioso, pero donde existen fuerzas ocultas y malignas en la vida
de cierta gente. Por eso valoramos la oración y el testimonio de personas concretas que luchan o se consagran para que triunfe Jesús. En la actualidad,
en caso de una posesión confirmada, se pide permiso al Obispo para que dé un permiso a sacerdotes con buena fama y vida de oración, preparados
y designados para casos de oración de liberación y de exorcismos, que pueden ser a su vez menor o mayor. Esto se realiza según la tradición, como
aparecen en el NT, los Hechos de los apóstoles, Pablo, Santiago y el Apocalipsis. No es fácil, no se juega, sino que se reza y lucha contra la falsa sabiduría,
y todo mal y pecado.
VIERNES DE LA QUINTA SEMANA
DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO, SANTA ECOLÁSTICA, VIRGEN
10 DE FEBRERO
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 7, 31-37
Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis. Entonces le
presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en
las orejas y con su saliva le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: “Efatá”, que significa: “Ábrete”. Y en seguida se
abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente. Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto
más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: “Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”.

Jóvenes, purificación, santificación y vocación.


La vocación o un porvenir de la mano de Dios es una cuestión recurrente, que no se reduce al ámbito de los consagrados religiosos y de los ministros
del evangelio. Nda ha´êi pa’i ha religiosa pe guarãnte; oî vocación o´mendâvape guãrâ aveî (existe la vocación matrimonial). El desafío o la exigencia del
amor se realizan en el terreno de la vida matrimonial y/o en la vida sacerdotal y religiosa. La vocación es algo interior que se desarrolla desde la llamada
de Dios, pasando por el discernimiento (proceso de comprensión y opción), hasta la plenitud de la vida lograda en la meta. Jesús, “todo lo ha hecho
bien”, pero necesitamos de alguien como San Marcos, el evangelista, que nos relató lo que aprendió del resucitado y de san Pablo y de los testimonios
de las Iglesias. Necesitamos de los discípulos y apóstoles, que aprendieron de Jesús cuando “lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le impuso las
manos y le sanó, al sordomudo”. Necesitamos de los discípulos misioneros que “hablando normalmente”, manifiesten su experiencia vocacional. Se trata
de un inicio, de un proceso y de una meta. Los bautizados nos purificamos y/o nos santificamos desde la infancia hasta la ancianidad, desde el inicio de
un itinerario espiritual hasta la madurez de una paternidad o maternidad espiritual, pasando por caminos de caídas, tropiezos y levantadas. La vocación
y vida espiritual de Santa Escolástica, hermana de San Benito, padre de la vida monástica, es ejemplar. La llamada de Dios nace en familia, “desde su más
tierna edad” y crece o se santifica “en el monasterio” (casa del monje que reza y trabaja) y en el “diálogo con ciertas personas” de dentro o fuera del
mismo, por toda la vida. Una vez al año conversaba con su hermano, mientras el resto de los monjes y monjas cantaban himnos a Dios y discutían sobre
asuntos espirituales. En una de esas ocasiones, ella tuvo una intuición o visión, por la cual debían prolongar el encuentro y violar las reglas de la visita.
Era la última vez que se encontrarían y, por tanto pidió a Dios, de aprovechar al máximo el diálogo. Vino un mal tiempo que les permitió mayor tiempo
de oración y conversación, pero San Benito se negaba al incumplimiento de las reglas. Santa Escolástica disfrutaba de la voluntad de Dios que coincidía
con su petición; pero después del Encuentro último, falleció al tercer día de su regreso. El santo tuvo otra visión en el que “el alma de su hermana
ascendía al cielo en forma de paloma”. Cuando Dios llama a sus elegidos por el Bautismo, concede también las gracias del consuelo, fortaleza, ciencia y
entendimiento, y alegría en el espíritu, para decirle SÍ como la Virgen María.

SÁBADO DE LA QUINTA SEMANA, DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO


NUESTRA SEÑORA DE LOURDES
11 DE FEBRERO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 8, 1-10
En esos días, volvió a reunirse una gran multitud, y como no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: “Me da pena esta
multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. Si los mando en ayunas a sus casas, van a desfallecer en el camino, y
algunos han venido de lejos”. Los discípulos le preguntaron: “¿Cómo se podría conseguir pan en este lugar desierto para darles de comer?”. Él les
dijo: “¿Cuántos panes tienen ustedes?”. Ellos respondieron: “Siete”. Entonces él ordenó a la multitud que se sentara en el suelo, después tomó los
siete panes, dio gracias, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. Ellos los repartieron entre la multitud. Tenían,
además, unos cuantos pescados pequeños, y después de pronunciar la bendición sobre ellos, mandó que también los repartieran. Comieron hasta
saciarse y todavía se recogieron siete canastas con lo que había sobrado. Eran unas cuatro mil personas. Luego Jesús los despidió. En seguida subió
a la barca con sus discípulos y fue a la región de Dalmanuta.

Jóvenes, discípulos del Señor como la Virgen María.


San Agustín afirma que “la Virgen María es más dichosa por ser discípula que por su maternidad divina”. En esta afirmación podríamos encontrar muchas
razones, pero la fe o la confianza en las palabras de un Santo, podría introducirnos en el misterio de la Devoción a Nuestra Señora de Lourdes. Jesús llamó a
sus discípulos y les dijo: “Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer”. Imaginemos que, como en las Bodas
de Caná, María se apenara por la falta de vino en la fiesta de los esposos. Al parecer, se repite la historia cuando Jesús comparte su revelación de la voluntad
del Padre y su misión con los discípulos. Se trata de la experiencia de nuestro encuentro con Dios, cuando atravesamos por la misma situación complicada
que nos sentimos impotentes. ¿Dónde está tu Dios? se nos podría preguntar, o nos sentiríamos impotentes. Para este año 2017, en Lourdes se nos propone
el lema: “El Señor hizo en mí maravillas”, y la siguiente reflexión sobre la vida de Bernardita para nuestra consideración. Ese momento (en la vida de
Bernardita) resume toda su existencia, condenada al fracaso por la enfermedad, las malas cosechas, la mala administración y por la imposibilidad de ir a la
escuela y al catecismo. A los 14 años es una marginada, en la periferia de Lourdes. Hubiera podido desaparecer de Lourdes sin que nadie se preocupara...
Pero alguien la vio en el fondo de su agujero. Una joven «tan joven y tan pequeña como yo», dirá ella. Alguien que se le parece, que igual que ella, era
insignificante a los ojos de los hombres, pero que Dios supo ver, al fondo de la gruta de Nazaret. «Dios no ve como los hombres, que ven las apariencias; el
Señor ve el corazón» (1 Sm 16, 7). Se trata de la Aparición de la Virgen María, tan sencilla y pobre consolándola. Desde aquél Día todo cambió en su vida y
hoy canta en el cielo, como la Virgen. El encuentro con el Señor, nos enseñan los Obispos de Aparecida, se realiza cuando nos encontramos con la Virgen;
cuando nos encontramos peregrinando en un Santuario, cuando nos encontramos y compartimos con las gentes, la fe en el Señor Jesús. Nos animamos
pues, durante este año, para acompañar a los jóvenes a sus Encuentros, y también muchos discípulos misioneros puedan cantar las “maravillas del Señor”.
LUNES DE LA SEXTA SEMANA
DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
13 DE FEBRERO
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 8, 11-13
Llegaron los fariseos, que comenzaron a discutir con Jesús; y, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. Jesús,
suspirando profundamente, dijo: “¿Por qué esta generación pide un signo? Les aseguro que no se le dará ningún signo”. Y
dejándolos, volvió a embarcarse hacia la otra orilla.

Jesús se niega a dar una señal a los fariseos porque en realidad él no hacía prodigios donde no había confianza. Además,
a los incrédulos ninguna señal les basta para llegar a depositar su confianza en el Señor. San Lucas dice (16, 31…) que si no
escuchaban la Palabra de Dios no creerían “aunque resucite un muerto”. Por eso Jesús no quería “tirar perlas a los cerdos”
y se niega a darles señales. El suspiro de Jesús muestra su profunda indignación ante la hipocresía de los fariseos, que en
realidad estaban pidiendo algo que no deseaban.

MARTES DE LA SEXTA SEMANA


DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
SAN CIRILO, MONJE
SAN METODIO, OBISPO
14 DE FEBRERO

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 8, 13-21


Jesús volvió a embarcarse hacia la otra orilla del lago. Los discípulos se habían olvidado de llevar pan y no tenían más
que un pan en la barca. Jesús les hacía esta recomendación: “Estén atentos, cuídense de la levadura de los fariseos y de
la levadura de Herodes”. Ellos discutían entre sí, porque no habían traído pan. Jesús se dio cuenta y les dijo: “¿A qué
viene esa discusión porque no tienen pan? ¿Todavía no comprenden ni entienden? Ustedes tienen la mente enceguecida.
Tienen ojos y no ven, oídos y no oyen. ¿No recuerdan cuántas canastas llenas de sobras recogieron, cuando repartí cinco
panes entre cinco mil personas?”. Ellos le respondieron: “Doce”. “Y cuando repartí siete panes entre cuatro mil personas,
¿cuántas canastas llenas de trozos recogieron?”. Ellos le respondieron: “Siete”. Entonces Jesús les dijo: “¿Todavía no
comprenden?”.

Los discípulos, después de haber dado pan a más de cinco mil personas, por la multiplicación de cinco panes que Jesús
había hecho, se encuentran sin pan y comienzan a discutir la falta de pan para ellos. Esto nos muestra que los discípulos
estaban tan entregados que hasta se olvidaron de sí mismos y de sus necesidades. Pero ahora Jesús quiere hacerles ver que
después de haber presenciado la multiplicación de los panes, no deberían preocuparse por la falta de pan, ya que el maestro
generoso y lleno de poder que los llamó a estar con él, no podría dejarlos sin el sustento necesario para sobrevivir. En el
trasfondo, Jesús usa el lenguaje simbólico de la levadura del pan para referirse a los poderosos de su época, Herodes y los
fariseos. La levadura de ellos es la incredulidad y el afán desmedido de poder que se convierte en envidia y controlarlo todo.
MIÉRCOLES DE LA SEXTA SEMANA
DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
15 DE FEBRERO
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 8, 22-26
Cuando Jesús y sus discípulos, llegaron a Betsaida, le trajeron un ciego a Jesús y le rogaban que lo tocara. Él tomó al
ciego de la mano y lo condujo a las afueras del pueblo. Después de ponerle saliva en los ojos e imponerle las manos, Jesús le
preguntó: “¿Ves algo?”. El ciego, que comenzaba a ver, le respondió: “Veo hombres, como si fueran árboles que caminan”.
Jesús le puso nuevamente las manos sobre los ojos, y el hombre recuperó la vista. Así quedó sano y veía todo con claridad.
Jesús lo mandó a su casa, diciéndole. “Ni siquiera entres en el pueblo”.

Nos encontramos con un texto donde se muestra el estilo de Jesús para tratar a las personas y librarlas de sus males.
Le vemos curando poco a poco, llevando al ciego fuera de la aldea, dialogando con él, tomándolo de la mano, tocando sus
ojos, untándolos con su propia saliva. Jesús va creando lentamente un clima de confianza y cercanía para mostrar que el
prodigio procede de su amor, que el amor sana. Qué lección para nosotros que vivimos en un mundo de prisas, competencia
y descontrol, donde no nos reconocemos fácilmente como hermanos.

JUEVES DE LA SEXTA SEMANA


DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
16 DE FEBRERO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 8, 27-33
Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesárea de Filipo, y en el camino les preguntó: “¿Quién dice la gente
que soy yo?”. Ellos le respondieron: “Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas”.
Entonces él les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”. Pedro respondió: “Tú eres el Mesías”. Jesús les ordenó
terminantemente que no dijeran nada acerca de él. Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y
ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después
de tres días; y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo. Pero Jesús, dándose
vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: “¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no
son los de Dios, sino los de los hombres”.

Hasta aquí Jesús se nos ha mostrado a través de sus gestos, y poco a poco nos ha ido manifestando su maravillosa
persona; pero a partir de ahora Jesús se nos muestra encaminándose a la Muerte y a la Resurrección, y por eso nos anuncia
repetidamente la Pasión. Así se entiende también el duro reproche que Jesús hace a Pedro. Pero solo deseaba la alegría para
su maestro, y se negaba a aceptar que lo rechazaran y lo mataran. Pero Jesús quiere destacar que su obra debe pasar por
la Pasión. A través de este texto, Jesús nos mira a los ojos y se dirige a cada uno de nosotros para preguntarnos. “Y ustedes
¿quién dicen que soy yo? Cada uno de nosotros debería sentirse interpelado por esta interrogación y preguntarse a si mismo
cuál es el lugar real que Jesús está ocupando en su vida.
VIERNES DE LA SEXTA SEMANA
DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
17 DE FEBRERO
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 8, 34—9, 1
Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí
mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y
por la Buena Noticia, la salvará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el
hombre a cambio de su vida? Porque si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora,
también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con sus santos ángeles”. Y les decía:
“Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de haber visto que el Reino de Dios ha llegado
con poder”.

Jesús después de anunciar su Pasión, (Marcos 8, 27…) pasa ahora a la vida de sus discípulos indicándoles que ellos
deben aceptar su parte de pasión. También ellos deben cargar la cruz. Pretendiendo una vida sin problemas en realidad se
pierde la vida, pero aceptando perder la vida, en realidad se la está salvando, ya que son los valores más profundos los que
le dan sentido, valores que a veces hay que defender con sangre y lágrimas. Pero al invitar a no avergonzarse de él, Jesús da
a entender precisamente a qué sufrimiento, a qué cruz se refiere: la incomprensión, los rechazos, las burlas, los desprecios
sociales. Identificarse con Cristo implica también aceptar y cargar la cruz de cada día.

SÁBADO DE LA SEXTA SEMANA


DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
18 DE FEBRERO

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 9, 2-13


Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó a ellos solos a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos.
Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas. Y se les aparecieron
Elías y Moisés, conversando con Jesús. Pedro dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una
para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. Pedro no sabía qué decir, porque estaban llenos de temor. Entonces una nube los
cubrió con su sombra, y salió de ella una voz: “Éste es mi Hijo muy querido, escúchenlo”. De pronto miraron a su alrededor y
no vieron a nadie, sino a Jesús solo con ellos. Mientras bajaban del monte, Jesús les prohibió contar lo que habían visto, hasta
que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos cumplieron esta orden, pero se preguntaban qué significaría
“resucitar de entre los muertos”. Y le hicieron esta pregunta: “¿Por qué dicen los escribas que antes debe venir Elías?”. Jesús
les respondió: “Sí, Elías debe venir antes para restablecer el orden en todo. Pero, ¿no dice la Escritura que el Hijo del hombre
debe sufrir mucho y ser despreciado? Les aseguro que Elías ya ha venido e hicieron con él lo que quisieron, como estaba
escrito”.

Por un instante los tres apóstoles alcanzan a vislumbrar el misterio trascendente de Jesús cuando el Padre les presenta en
la montaña como su Hijo querido, su predilecto e invitándoles a escucharle. Los apóstoles quieren prolongar esa maravillosa
experiencia, pero deben bajar de la montaña porque todavía falta hacer un largo camino en la tierra. También a nosotros,
muchas veces, nos gustaría quedarnos en la montaña, en un lugar sereno y feliz, pero tenemos que bajar ir y seguir con las
tareas cotidianas, y a veces tenemos que enfrentar momentos difíciles. Cuando bajamos a la fiebre de la ciudad, nos basta
recordar que también existe la paz de la cima de la montaña. Pero además esa rutina cotidiana, y los sufrimiento propios de
la vida también pueden ser ofrecidos, entregados con amor y así se llenan de sentido.
LUNES DE LA SÉPTIMA SEMANA
DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
20 DE FEBRERO
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 9, 14-29
Después de la Transfiguración, Jesús, Pedro, Santiago y Juan bajaron del monte. Llegaron donde estaban los otros discípulos y los
encontraron en medio de una gran multitud, discutiendo con algunos escribas. En cuanto la multitud distinguió a Jesús, quedó asombrada
y corrieron a saludarlo. Él les preguntó: “¿Sobre qué estaban discutiendo?”. Uno de ellos le dijo: “Maestro, te he traído a mi hijo, que
está poseído de un espíritu mudo. Cuando se apodera de él, lo tira al suelo y le hace echar espuma por la boca; entonces le crujen sus
dientes y se queda rígido. Le pedí a tus discípulos que lo expulsaran pero no pudieron”. “Generación incrédula, respondió Jesús, ¿hasta
cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo”. Y ellos se lo trajeron. En cuanto vio a Jesús, el espíritu
sacudió violentamente al niño, que cayó al suelo y se revolcaba, echando espuma por la boca. Jesús le preguntó al padre: “¿Cuánto
tiempo hace que está así?”. “Desde la infancia, le respondió, y a menudo lo hace caer en el fuego o en el agua para matarlo. Si puedes
hacer algo, ten piedad de nosotros y ayúdanos”. “¡Si puedes...!”, respondió Jesús. “Todo es posible para el que cree”. Inmediatamente
el padre del niño exclamó: “Creo, ayúdame porque tengo poca fe”. Al ver que llegaba más gente, Jesús increpó al espíritu impuro,
diciéndole: “Espíritu mudo y sordo, yo te lo ordeno, sal de él y no vuelvas más”. El demonio gritó, sacudió violentamente al niño y salió
de él, dejándolo como muerto, tanto que muchos decían: “Está muerto”. Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó, y el niño se
puso de pie. Cuando entró a la casa y quedaron solos, los discípulos le preguntaron: “¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?”. Él les
respondió: “Esta clase de demonios se expulsa sólo con la oración”.

Este pasaje es un relato de exorcismo y sanación en el que Jesús establece un diálogo con tres actores distintos: la gente, el padre
del enfermo y sus discípulos. Las claves del texto son la fe y la oración. El relato comienza y termina mostrando la incapacidad de los
discípulos para sanar al niño enfermo; al final sabremos las razones: falta de fe y oración. El padre acude entonces a Jesús y le dice
«si puedes hacer algo». La frase expresa desesperación, necesidad, urgencia, pero también cierto grado de desconfianza en el poder
de Jesús. La oración del padre de este niño epiléptico, ha quedado como uno de los modelos de oración. Si nos dirigimos a Dios en la
oración es porque tenemos fe; pero en ese mismo momento descubrimos la pobreza y la fragilidad de nuestra fe. La respuesta de Jesús
«todo es posible a quien cree» indica que quien tiene fe todo lo puede, porque pone toda su confianza en el poder de Dios. Como diría
Pablo, «ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí». En otros textos dice que solo con la oración y el ayuno, se puede expulsar esta clase
de demonios. Aquí, Marcos insiste en la oración. Es uno de los temas favoritos del evangelista: Presentarnos a Jesús como hombre de
oración. ¿Cuándo aprenderemos los cristianos a ser hombres y mujeres de oración, oración diaria, pausada, que nos una íntimamente
con el Dios Padre de Jesús y Padre nuestro? Y cuando digo cristianos, incluyo a los religiosos/as, al clero y a la Jerarquía.

MARTES DE LA SÉPTIMA SEMANA


DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
SAN PEDRO DAMIÁN, OBISPO Y DOCTOR
21 DE FEBRERO
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 9, 30-37
Jesús atravesaba la Galilea junto con sus discípulos y no quería que nadie lo supiera, porque enseñaba y les decía: “El Hijo del
hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará”. Pero los discípulos
no comprendían esto y temían hacerle preguntas. Llegaron a Cafarnaúm y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó:
“¿De qué hablaban en el camino?”. Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande. Entonces,
sentándose, llamó a los Doce y les dijo: “El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos”.
Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: “El que recibe a uno de estos pequeños en mi
Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a Aquél que me ha enviado”.

Jesús no quería que nadie supiera de su presencia porque deseaba estar a solas con sus discípulos para anunciarles, por segunda
vez, su pasión, muerte y resurrección. La expresión del Hijo del hombre «va a ser entregado», sugiere que es Dios quien lo entrega.
Esto no supone una actitud sádica de Dios. Él entregó a su Hijo amado para que la humanidad fuera salvada, pero arrebatarle
violentamente la vida dependía de los «hombres», una decisión que tomaron rápidamente aquellos que sintieron amenazado su
poder, civil y religioso. Los discípulos con su visión triunfalista no entienden que el Mesías deba pasar por la cruz. Es curioso, pero
todo esto se sigue repitiendo hoy, en las sociedades cristianas. El silencio de los discípulos indica la dificultad que todavía tienen
para comprender y asumir con radicalidad las enseñanzas de Jesús. En realidad, no se enteraron de la propuesta de Jesús hasta el
día de Pentecostés Respecto a quien es el más grande y al poder, las palabras de Jesús son tajantes: no es la dominación sino la
capacidad de servicio lo que identifica al discípulo. Dirá en varias ocasiones, que el poder se ejerce sirviendo al más pequeño y
necesitado.Y poniendo a un niño en medio de ellos ilustra su enseñanza. Sobre un niño no se puede ejercer otro dominio que no
sea el servicio y el amor. Y el niño, no siempre sabrá agradecerte lo que has hecho y haces para él.
MIÉRCOLES DE LA SÉPTIMA SEMANA
DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
FIESTA DE LA CÁTEDRA DE SAN PEDRO, APÓSTOL
22 DE FEBRERO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 16, 13-19
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre?
¿Quién dicen que es?”. Ellos le respondieron: “Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de
los profetas”. “Y ustedes –les preguntó–, ¿quién dicen que soy?”. Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: “Tú eres el
Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Y Jesús le dijo: “Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni
la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de
la muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra quedará atado
en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”.

Éste es un texto denso y elaborado. Recoge un hecho tal como lo ha entendido y vivido la comunidad. Se trata de identificar
el ser de la persona de Jesús. Jesús pregunta qué opinión tiene la gente de Él. El interrogante abierto en tiempos de Jesús sigue
igualmente abierto en nuestros días. La respuesta puede darse desde el punto de vista de la gente, de la apreciación humana de
este personaje histórico o desde el punto de vista de Dios, el de la revelación.La gente buena, que ha presenciado la actividad
de Jesús, lo considera un enviado especialísimo de Dios para preparar la era mesiánica. Simón declara que Jesús es el Mesías
esperado y Jesús lo ratifica declarando que la confesión procede de una revelación del Padre, por la cual Pedro (nuevo nombre
que le da Jesús) merece una bienaventuranza particular. Después prosigue estableciendo y declarando la función específica de
Simón Pedro. Jesús se propone construir un «templo», una comunidad nueva, en la cual Pedro será una «piedra» fundamental.
«Petra» en griego designa un sillar o la peña o roca donde se asienta un edificio. El edificio o comunidad es obra y pertenencia
de Jesús, «mi Iglesia»; Pedro tendrá en ella una función mediadora central. Contra la Iglesia de Jesús nada podrá el poder de la
muerte. Este texto ha suscitado numerosas discusiones entre católicos y protestantes sobre la figura del Papa como sucesor de
Pedro. La tradición católica sostiene que estas palabras se aplican a Pedro y también a todos los que le suceden en la tarea de
presidir en la fe y el amor. La tradición protestante, sin embargo, ha visto en las palabras de Jesús una alabanza y una promesa
referidas, no a la persona de Pedro, sino a su actitud de fe. El Papa Francisco nos dice que andar separados por estas cosas, no
tiene sentido.

JUEVES DE LA SÉPTIMA SEMANA


DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
SAN POLICARPO, OBISPO Y MÁRTIR
23 DE FEBRERO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 9, 41-50
Jesús dijo a sus discípulos: Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé a beber un vaso de agua por el
hecho de que ustedes pertenecen a Cristo. Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería
preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar. Si tu mano es para ti ocasión de pecado,
córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos al infierno, al fuego inextinguible. Y si tu pie es
para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies al infierno.
Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser
arrojado con tus dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. Porque cada uno será salado por el
fuego. La sal es una cosa excelente, pero si se vuelve insípida, ¿con qué la volverán a salar? Que haya sal en ustedes mismos
y vivan en paz unos con otros.

La radicalidad del Evangelio nos exige tomar opciones claras y coherentes por el proyecto de Jesús que es la Vida, lo
demás, es muerte. No podemos, pues, servir a dos señores. Continúa el tema de servir a los pequeños. En ese servicio al
necesitado, hasta un vaso de agua dado al prójimo, no va a quedar sin recompensa. Pero el seguidor de Jesús, no hace las
cosas buscando recompensas. Hay que hacer el bien siempre, y al que necesita: esa es la manera de seguir a Jesús. Si la gente
no reconoce lo que por ellos se hace, yo no debo de dejar el hacer el bien y ayudar: eso es lo que Jesús hizo, eso es dar Vida
y compartir la Vida. El tema de las mutilaciones es simbólico: la mano representa nuestras acciones; el pie, el camino que
seguimos, y el ojo, nuestros pensamientos. Se señalan dos cosas como lo importante: no escandalizar a los pequeños, a los
inocentes, a los pobres y entrar en la vida que nos ofrece el Reino de Dios. El Reino de Dios no es un lugar donde Dios nos
coloca. Más bien es un modo de vida que nos invade y se apodera de nosotros. Es el encuentro de uno consigo mismo, la
plena realización de todas nuestras posibilidades, la unión perfecta con el Dios que cada uno llevamos dentro de nosotros.
“Que haya sal en ustedes mismos y vivan en paz unos con otros”. Una magnífica invitación a vivir con alegría la experiencia
del Dios de la Vida, compartida con los demás y que construye fraternidad.
VIERNES DE LA SÉPTIMA SEMANA
DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
24 DE FEBRERO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 10, 1-12
Jesús fue a la región de Judea, al otro lado del Jordán. Se reunió nuevamente la multitud alrededor de él y, como de
costumbre, les estuvo enseñando una vez más. Se acercaron a Jesús algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon
esta cuestión: “¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?”. Él les respondió: “¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?”.
Ellos dijeron: “Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella”. Entonces Jesús les respondió: “Si
Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio de la creación, “Dios
los hizo varón y mujer”. “Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, y los dos no serán sino una sola carne”. De
manera que ya no son dos, “sino una sola carne”. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido”. Cuando regresaron a la
casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto. Él les dijo: “El que se divorcia de su mujer y se casa con otra comete
adulterio contra aquélla; y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio”.

10,1-12 Sobre el divorcio. Jesús abandona definitivamente Galilea para iniciar el camino hacia Jerusalén. Como de
costumbre, siempre que puede, enseña. Y de eso se aprovechan los fariseos para ponerlo a prueba. A ellos no les interesa su
postura ante el matrimonio, sino su interpretación de Deuteronomio 24,1 en torno al divorcio. Según la legislación judía sólo
el varón tenía derecho a pedirlo; para la escuela de rabí Shamai sólo en caso de infidelidad; pero para la escuela de rabí Hillel
por cualquier cosa que pudiera desagradar al marido, como quemar la comida, por ejemplo. Jesús responde primero con una
pregunta: « ¿Qué les mandó Moisés?», para luego remitirse al momento de la creación, en la que Dios crea al hombre y a la
mujer en igualdad de condiciones. Con esto, distingue las limitaciones de las leyes humanas, de la eterna validez de las leyes
divinas. Y va más allá de la perspectiva de los fariseos, pues aboga por la validez permanente del matrimonio al insistir en la
fidelidad al pacto de amor: «Así pues, lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre». El matrimonio es un proyecto de
amor que implica igualdad en derechos, dignidad y obligaciones, y excluye, por tanto, toda relación de dominación. Mientras
haya amor, hay matrimonio y habrá corazón para soñar y para perdonar. Pero ese amor hay que cuidarlo, profundizarlo,
ir creciendo en el amor personalmente y en pareja. Ser tolerantes y saber perdonar: El amor todo lo perdona, todo lo
disculpa,…dice S. Pablo. Si el amor desaparece, se acabó el matrimonio. Y no olvidar, que Dios, que es Amor, lo expresa
especialmente con la Misericordia.

SÁBADO DE LA SÉPTIMA SEMANA


DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
25 DE FEBRERO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 10, 13-16
Le trajeron unos niños a Jesús para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron. Al ver esto, Jesús se enojó y
les dijo: “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como
ellos. Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño no entrará en él”. Después los abrazó y los bendijo,
imponiéndoles las manos.

Los discípulos siguen creyendo que tienen la exclusividad del reino. No han entendido que la tarea del misionero es
acercar la gente a Jesús antes que impedírselo. El reino de Dios debe ser acogido como la actitud de aquellos niños, que al
contrario de la actitud dañina de los fariseos, buscan con alegría y sencillez estar cerca de Jesús. La sociedad que vivió Jesús
en su época era una sociedad muy machista, en la que los niños eran preocupación de la madre y no interesaban a la gente
adulta. Jesús rompe ese modelo de sociedad; él no tiene hijos, pero abre a todos las riquezas de su corazón. Se maravilla del
misterio de una vida que empieza llena de esperanzas y encuentra en ellos una semejanza plena con el Padre. Jesús nos llama
a la esperanza, ¿cómo olvidar que los niños son nuestra esperanza?. “Jesús se Indignó”. Es la única vez que se dice tal cosa
de Jesús. Él los bendice y los toma en brazos. Es importante que los niños, desde pequeños sean iniciados en el camino que
les lleve a conocer a Jesús, y eso desde nuestros hogares. Son las mamás y las abuelas las que han de iniciar ese proceso de
conocimiento de Jesús en sus hijitos. En casa han de aprender las primeras oraciones.
LUNES DE LA OCTAVA SEMANA
DEL TIEMPO DE DURANTE EL AÑO
27 DE FEBRERO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 10, 17-27
Jesús se puso en camino. Un hombre corrió hacia él y, arrodillándose, le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer
para heredar la Vida eterna?”. Jesús le dijo: “¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. Tú conoces los mandamientos:
No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu
madre”. El hombre le respondió: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud”. Jesús lo miró con amor y le dijo:
“Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme”.
Él, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes. Entonces Jesús, mirando alrededor,
dijo a sus discípulos: “¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!”. Los discípulos se sorprendieron por estas
palabras, pero Jesús continuó diciendo: “Hijos míos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello
pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios”. Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban
unos a otros: “Entonces, ¿quién podrá salvarse?”. Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: “Para los hombres es imposible,
pero no para Dios, porque para él todo es posible”.

El evangelio de hoy cuenta, en primer lugar, la historia del hombre rico que pregunta por el camino de la vida eterna (Mc
10,17-22), y, en segundo lugar, nos presenta a Jesús que llama la atención sobre el peligro de las riquezas (Mc 10,23-27).
El hombre rico no aceptó la propuesta de Jesús, pues era muy rico. Una persona rica está protegida por la seguridad que
la riqueza le da. Tiene dificultad en abrir la mano y dejar escapar esta seguridad. Agarrada a las ventajas de sus bienes vive
defendiendo sus propios intereses. Una persona pobre no acostumbra tener esta preocupación. Pero puede que tenga una
cabeza de rico. Entonces, el deseo de riqueza crea en ella una dependencia y hace que esta persona se vuelva esclava del
consumismo. Hay gente que tiene tantas actividades que ya no tiene tiempo para dedicarse al servicio del prójimo. Con esta
problemática en la cabeza, tanto de las personas como de los países, vamos a meditar el texto del hombre rico.

MARTES DE LA OCTAVA SEMANA


DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
28 DE FEBRERO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 10, 28-31
Pedro le dijo a Jesús: “Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido”. Jesús respondió: “Les aseguro
que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia, desde
ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y campos, en medio de las
persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna. Muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán
los primeros”.

El tipo de vida que resulta de la entrega de todo es lo que Jesús quiere realizar: (a) ensancha la familia y crea comunidad,
pues aumenta cien veces el número de hermanos y hermanas. (b) hace que los bienes se compartan, pues todos tendrán
cien veces más casas y campos. La providencia divina se encarna y pasa por la organización fraterna, donde todo es de todos
y no habrá más necesitados. Ellos cumplen la ley de Dios que pide “entre vosotros no haya pobres” (Dt 15,4-11). Fue lo
que hicieron los primeros cristianos (He 2,42-45). Es la vivencia perfecta del servicio y de la gratuidad. (c) no deben esperar
ninguna ventaja en cambio, ni seguridad, ni promoción de nada. Por el contrario, en esta vida tendrán todo esto, pero con
persecuciones. Pues los que en este mundo organizado a partir del egoísmo y de los intereses de grupos y personas, viven
a partir del amor gratuito y de la entrega de sí, éstos, al igual que Jesús, serán crucificados. (d) serán perseguidos en este
mundo, pero, en el mundo futuro tendrán la vida eterna de la que hablaba el joven rico.
PASOS DE LA “LECTURA ORANTE DE LA PALABRA DE DIOS”

La Sagrada Escritura es Palabra de Dios 3. Oración. ¿Qué le decimos al Señor


escrita, por inspiración del Espíritu Santo, y motivados por su Palabra? Después de
confiada a la iglesia para la salvación haber escuchado la Palabra del Señor, de
haberla reflexionado, de haber participado
1. Lectura. ¿Qué dice el texto bíblico? Es del mensaje y de haber conocido a Jesús,
el alma de la oración. Es fundamental que ¿qué le digo?, ¿qué tengo en mi corazón
haya una lectura atenta, pausada reverente que me gustaría expresarle al Señor?, lo que
de la Palabra de Dios. Es el Señor que se nos siento, lo que necesito, lo que me tocó.
revela y se nos da aconocerpor medio de las
Escrituras. 4. Contemplación – Acción. ¿A qué
conversión y acciones nos invita el Señor?
2. Meditación. ¿Qué nos dice el Señor El actuar nos recuerda que la Palabra no es
por su Palabra? Detenerse en la Palabra, solo para ser conocida y reflexionada, sino
concerla por dentro, gustar los detalles, que ella debe ser vivida, llevada a la práctica
descubrir la voz del Señor en ella. Descubrir de nuestras vidas. La gente que nos rodea al
el mensaje del texto para nuestra vida, para ver nuestra vida y testimonio, darán “gloria
mi vida; aquello que el Señor ha querido a Dios”. Nuestro “quehacer” les llevará a
transmitirnos por su Palabra. contemplar el Rostro de Dios.

Oración por nuestra Familia

Dios Padre Creador de todas las familias, Que nunca nos falten el trabajo y el pan
quédate en nuestra casa con tu gracia y de cada día, a nosotros y a nuestros
tu amor; y así puedan crecer nuestra fe y semejantes.
nuestra esperanza.
Y que nuestro hogar, el de nuestros vecinos,
Quédate en nuestra casa para que podamos y de los demás, lleguen a ser “Santuario de
vivir como pequeña Iglesia, en comunidad la vida”, donde Tú reines con tu Hijo y el
fraterna, a la luz de tu palabra; para que se Espíritu Santo.
arraiguen en nosotros los valores humanos
y cristianos. Envíanos como tus discípulos misioneros
para evangelizar nuestra patria.
Nos comprometemos a vivir y a difundir
la verdad y la justicia, la paz y el perdón, Bendícenos ahora y siempre.
la amistad y la fidelidad, la honestidad y la
libertad.
Oración antes de leer la Sagrada Escritura

Oh Dios, tú nos amas tanto que hasta te Dame una gran fe en ti, para que tus
dignas hablarnos como amigos, concédenos palabras sean para mí luces que me guíen
la gracia del Espíritu Santo, para que, al gozar hacia ti por los caminos de la justicia y de la
de la dulzura de tu palabra, nos llenemos de verdad.
pleno conocimiento de tu Hijo.
Habla Señor, que yo te escucho y deseo
Señor Jesús, abre mis ojos y mis oídos a poner en práctica tu mensaje porque tus
tu Palabra. palabras son para mí, vida, gozo, paz y
felicidad.
Que lea y escuche yo tu voz y medite
tus enseñanzas. Despierta mi alma y mi Habla Señor, tú eres mi Señor y mi
inteligencia, para que tu Palabra penetre Maestro y no escucharé a nadie sino a ti.
en mi corazón y pueda yo saborearla y Amén.
comprenderla.

Comisión Arquidiocesana Redactora


Del 01 al 01 de febrero Pbro. Francisco Silva
Del 06 al 11 de febrero Pbro. Oscar González
Del 13 al 18 de febrero R. P. Humberto Villalba, cssr
Del 20 al 25 de febrero R. P. José Miguel Ortega, Sj
27 y 28 de febrero R. P. Víctor Cabañas, Sdb

También podría gustarte