Evangelio Febrero17
Evangelio Febrero17
Evangelio Febrero17
Jesús fue despreciado por su pueblo, por su familia, porque demasiado ya le conocían aparentemente, pero en realidad no
lo conocen porque no lo aceptan como profeta. Y por la falta de fe, no pudo realizar milagros, salvo pudo sanar a unos pocos
enfermos. Por “esos pocos” vale la pena cualquier sacrificio y cualquier indiferencia o persecución que un misionero pueda
padecer. En nuestro tiempo, en donde se quiere justificar todo a través de la razón, y en donde se desecha lo que no sirve
y no es útil, es necesario despertar esa chispa de fe, que sólo se da cuando la persona se abre a la Gracia de Dios y se deja
inundar por su Luz y su Amor. Necesitamos abrazarnos a la cruz de Cristo, por fe, pues sólo desde Él que está presente en
otras personas (sobre todo en los jóvenes), nos enseña a descubrir al Mesías pobre y sencillo, sufriente y cercano. El riesgo
es que queramos personas y mensajes a nuestra medida. Será imposible reducir la medida de Dios (Amor incondicional) a
la nuestra. Por ello, se nos invita a abrirnos a la Gracia de Dios, a saber acoger y acompañar a los misioneros que Dios nos
envía y a creer en Él aunque duela lo que nos diga. Gracias Señor por enseñarnos lo mejor para nuestra vida y sanarnos de
tantas enfermedades.
José y María, cumpliendo con la ley de Moisés, se dirigen al templo a consagrar a su primogénito luego de 40 días de su
nacimiento. Juan Pablo II desde 1997, presentó para que en toda la Iglesia este día se celebrara una jornada especial de la
vida consagrada. El Santo Padre Francisco declaró en 2015 “año de la vida consagrada”, invitando a todos los consagrados
a vivir su vocación con alegría. La alabanza del anciano Simeón, por ver al Mesías frente suyo y en sus brazos, nos genera
agradecer a Dios por todos los consagrados del mundo entero a lo largo de la historia. ¡Cuánta historia de amistad con Jesús
a través de los consagrados, y cuánta amistad de Jesús desde los hermanos necesitados para con los consagrados! Jóvenes:
no teman acercarse a Jesús y alabarlo siendo sus amigos a través de los hermanos sufrientes y en situaciones de absoluta
precariedad. Gracias Señor por tu humildad y entrega desde la sencillez y humildad de nuestra carne humana. Gracias por
llamar a tantos hermanos a consagrarse totalmente a Ti para donar sus vidas por nuestra salvación.
VIERNES DE LA CUARTA SEMANA
DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
FIESTA DE SAN BLAS, OBISPO Y MÁRTIR
3 DE FEBRERO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 16, 15-20
Jesús resucitado se apareció a los Once y les dijo: “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la
creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean:
arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben
un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los sanarán”. Después de decirles
esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor
los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban.
Cuentan que san Blas camino al martirio, un muchacho que tenía una espina en la garganta con peligro de muerte
se le acerca, y él le cura rezando por él. En nuestro país hasta hoy día se hace la bendición de las gargantas con las velas
bendecidas el día anterior, como testimonio de aquél milagro que él generó. Además, como era época de persecución, san
Blas alentaba a los cristianos a perseverar y predicaba a muchas personas que también se convirtieron al Señor. El Evangelio
habla de anunciar la Buena Noticia: a Jesucristo, Muerto y Resucitado. Sólo Él trae la alegría a la vida de uno. Y un llamado
fuerte a bautizarse, sumergirse en la vida total de Dios. Un llamado fuerte a no desanimarse hasta lograr encontrar a Jesús.
Cuántos enfermos, personas en las cárceles, en situación de calle, en las drogas o alguna adicción, mujeres abandonadas por
su pareja. Cuánta necesidad en el mundo entero, cuántas personas necesitadas que esperan la oportunidad de encontrar a
nuestro Dios a través nuestro para que le acerquemos un pedazo de cielo en sus corazones. Eso es abrazarse a Cristo Jesús,
abrazar a quienes Él ama y nos invita a ser sus amigos. Gracias Señor por enviarnos a llevarte al corazón de tantos hermanos.
Los Apóstoles regresan de la misión y tienen la necesidad de compartir con el Maestro, en comunidad. Pero luego de estar
con tantas actividades, tantos servicios, en donde a veces ni siguiera hay “tiempo ni para comer”, es necesario hacer una
pausa, hacer silencio, pues no hay nada igual como el descanso en el Señor. En donde se lo puede escuchar mejor y sentir
sus mimos y amor profundos por cada uno de nosotros. Hoy día todo es veloz, a la carta, donde el “ahora ya” tiene precio,
teniendo a los medios masivos de comunicación que invaden hasta los ámbitos más sagrados de las personas y las familias,
tantas angustias para producir y ganar más, etc. Todo es tan agitado y acelerado que a nadie deja indiferentes, carcome el
ruido todo lo que encuentra. ¿Qué podemos hacer?: Pausa (stop) con el Señor, en el Señor y desde el Señor para seguir
sirviendo por un mundo mejor. Jesús, el Cristo, se compadece (padece con) de la gente, les siente todo integralmente y se
involucra comprometiéndose por ayudar. Jóvenes: dense tiempo de calidad con el Señor, compartiendo con los hermanos
para conocerle mejor a Jesús, sin apuros. Ahí está Dios con tantos regalos. Perdón Señor porque no siempre nos queremos
alejar de esta sociedad de bienestar consumista e invasiva. Gracias por hacernos entender que debemos retirarnos contigo
después de misionar y servir.
LUNES DE LA QUINTA SEMANA
DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO, SAN PABLO MIKI Y COMPAÑEROS MÁRTIRES
6 DE FEBRERO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 6, 53-56
Después de atravesar el lago, Jesús y sus discípulos llegaron a Genesaret y atracaron allí. Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida
a Jesús, y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba. En todas partes
donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto,
y los que lo tocaban quedaban sanos.
Jesús se niega a dar una señal a los fariseos porque en realidad él no hacía prodigios donde no había confianza. Además,
a los incrédulos ninguna señal les basta para llegar a depositar su confianza en el Señor. San Lucas dice (16, 31…) que si no
escuchaban la Palabra de Dios no creerían “aunque resucite un muerto”. Por eso Jesús no quería “tirar perlas a los cerdos”
y se niega a darles señales. El suspiro de Jesús muestra su profunda indignación ante la hipocresía de los fariseos, que en
realidad estaban pidiendo algo que no deseaban.
Los discípulos, después de haber dado pan a más de cinco mil personas, por la multiplicación de cinco panes que Jesús
había hecho, se encuentran sin pan y comienzan a discutir la falta de pan para ellos. Esto nos muestra que los discípulos
estaban tan entregados que hasta se olvidaron de sí mismos y de sus necesidades. Pero ahora Jesús quiere hacerles ver que
después de haber presenciado la multiplicación de los panes, no deberían preocuparse por la falta de pan, ya que el maestro
generoso y lleno de poder que los llamó a estar con él, no podría dejarlos sin el sustento necesario para sobrevivir. En el
trasfondo, Jesús usa el lenguaje simbólico de la levadura del pan para referirse a los poderosos de su época, Herodes y los
fariseos. La levadura de ellos es la incredulidad y el afán desmedido de poder que se convierte en envidia y controlarlo todo.
MIÉRCOLES DE LA SEXTA SEMANA
DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
15 DE FEBRERO
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 8, 22-26
Cuando Jesús y sus discípulos, llegaron a Betsaida, le trajeron un ciego a Jesús y le rogaban que lo tocara. Él tomó al
ciego de la mano y lo condujo a las afueras del pueblo. Después de ponerle saliva en los ojos e imponerle las manos, Jesús le
preguntó: “¿Ves algo?”. El ciego, que comenzaba a ver, le respondió: “Veo hombres, como si fueran árboles que caminan”.
Jesús le puso nuevamente las manos sobre los ojos, y el hombre recuperó la vista. Así quedó sano y veía todo con claridad.
Jesús lo mandó a su casa, diciéndole. “Ni siquiera entres en el pueblo”.
Nos encontramos con un texto donde se muestra el estilo de Jesús para tratar a las personas y librarlas de sus males.
Le vemos curando poco a poco, llevando al ciego fuera de la aldea, dialogando con él, tomándolo de la mano, tocando sus
ojos, untándolos con su propia saliva. Jesús va creando lentamente un clima de confianza y cercanía para mostrar que el
prodigio procede de su amor, que el amor sana. Qué lección para nosotros que vivimos en un mundo de prisas, competencia
y descontrol, donde no nos reconocemos fácilmente como hermanos.
Hasta aquí Jesús se nos ha mostrado a través de sus gestos, y poco a poco nos ha ido manifestando su maravillosa
persona; pero a partir de ahora Jesús se nos muestra encaminándose a la Muerte y a la Resurrección, y por eso nos anuncia
repetidamente la Pasión. Así se entiende también el duro reproche que Jesús hace a Pedro. Pero solo deseaba la alegría para
su maestro, y se negaba a aceptar que lo rechazaran y lo mataran. Pero Jesús quiere destacar que su obra debe pasar por
la Pasión. A través de este texto, Jesús nos mira a los ojos y se dirige a cada uno de nosotros para preguntarnos. “Y ustedes
¿quién dicen que soy yo? Cada uno de nosotros debería sentirse interpelado por esta interrogación y preguntarse a si mismo
cuál es el lugar real que Jesús está ocupando en su vida.
VIERNES DE LA SEXTA SEMANA
DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
17 DE FEBRERO
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 8, 34—9, 1
Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí
mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y
por la Buena Noticia, la salvará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el
hombre a cambio de su vida? Porque si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora,
también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con sus santos ángeles”. Y les decía:
“Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de haber visto que el Reino de Dios ha llegado
con poder”.
Jesús después de anunciar su Pasión, (Marcos 8, 27…) pasa ahora a la vida de sus discípulos indicándoles que ellos
deben aceptar su parte de pasión. También ellos deben cargar la cruz. Pretendiendo una vida sin problemas en realidad se
pierde la vida, pero aceptando perder la vida, en realidad se la está salvando, ya que son los valores más profundos los que
le dan sentido, valores que a veces hay que defender con sangre y lágrimas. Pero al invitar a no avergonzarse de él, Jesús da
a entender precisamente a qué sufrimiento, a qué cruz se refiere: la incomprensión, los rechazos, las burlas, los desprecios
sociales. Identificarse con Cristo implica también aceptar y cargar la cruz de cada día.
Por un instante los tres apóstoles alcanzan a vislumbrar el misterio trascendente de Jesús cuando el Padre les presenta en
la montaña como su Hijo querido, su predilecto e invitándoles a escucharle. Los apóstoles quieren prolongar esa maravillosa
experiencia, pero deben bajar de la montaña porque todavía falta hacer un largo camino en la tierra. También a nosotros,
muchas veces, nos gustaría quedarnos en la montaña, en un lugar sereno y feliz, pero tenemos que bajar ir y seguir con las
tareas cotidianas, y a veces tenemos que enfrentar momentos difíciles. Cuando bajamos a la fiebre de la ciudad, nos basta
recordar que también existe la paz de la cima de la montaña. Pero además esa rutina cotidiana, y los sufrimiento propios de
la vida también pueden ser ofrecidos, entregados con amor y así se llenan de sentido.
LUNES DE LA SÉPTIMA SEMANA
DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
20 DE FEBRERO
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 9, 14-29
Después de la Transfiguración, Jesús, Pedro, Santiago y Juan bajaron del monte. Llegaron donde estaban los otros discípulos y los
encontraron en medio de una gran multitud, discutiendo con algunos escribas. En cuanto la multitud distinguió a Jesús, quedó asombrada
y corrieron a saludarlo. Él les preguntó: “¿Sobre qué estaban discutiendo?”. Uno de ellos le dijo: “Maestro, te he traído a mi hijo, que
está poseído de un espíritu mudo. Cuando se apodera de él, lo tira al suelo y le hace echar espuma por la boca; entonces le crujen sus
dientes y se queda rígido. Le pedí a tus discípulos que lo expulsaran pero no pudieron”. “Generación incrédula, respondió Jesús, ¿hasta
cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo”. Y ellos se lo trajeron. En cuanto vio a Jesús, el espíritu
sacudió violentamente al niño, que cayó al suelo y se revolcaba, echando espuma por la boca. Jesús le preguntó al padre: “¿Cuánto
tiempo hace que está así?”. “Desde la infancia, le respondió, y a menudo lo hace caer en el fuego o en el agua para matarlo. Si puedes
hacer algo, ten piedad de nosotros y ayúdanos”. “¡Si puedes...!”, respondió Jesús. “Todo es posible para el que cree”. Inmediatamente
el padre del niño exclamó: “Creo, ayúdame porque tengo poca fe”. Al ver que llegaba más gente, Jesús increpó al espíritu impuro,
diciéndole: “Espíritu mudo y sordo, yo te lo ordeno, sal de él y no vuelvas más”. El demonio gritó, sacudió violentamente al niño y salió
de él, dejándolo como muerto, tanto que muchos decían: “Está muerto”. Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó, y el niño se
puso de pie. Cuando entró a la casa y quedaron solos, los discípulos le preguntaron: “¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?”. Él les
respondió: “Esta clase de demonios se expulsa sólo con la oración”.
Este pasaje es un relato de exorcismo y sanación en el que Jesús establece un diálogo con tres actores distintos: la gente, el padre
del enfermo y sus discípulos. Las claves del texto son la fe y la oración. El relato comienza y termina mostrando la incapacidad de los
discípulos para sanar al niño enfermo; al final sabremos las razones: falta de fe y oración. El padre acude entonces a Jesús y le dice
«si puedes hacer algo». La frase expresa desesperación, necesidad, urgencia, pero también cierto grado de desconfianza en el poder
de Jesús. La oración del padre de este niño epiléptico, ha quedado como uno de los modelos de oración. Si nos dirigimos a Dios en la
oración es porque tenemos fe; pero en ese mismo momento descubrimos la pobreza y la fragilidad de nuestra fe. La respuesta de Jesús
«todo es posible a quien cree» indica que quien tiene fe todo lo puede, porque pone toda su confianza en el poder de Dios. Como diría
Pablo, «ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí». En otros textos dice que solo con la oración y el ayuno, se puede expulsar esta clase
de demonios. Aquí, Marcos insiste en la oración. Es uno de los temas favoritos del evangelista: Presentarnos a Jesús como hombre de
oración. ¿Cuándo aprenderemos los cristianos a ser hombres y mujeres de oración, oración diaria, pausada, que nos una íntimamente
con el Dios Padre de Jesús y Padre nuestro? Y cuando digo cristianos, incluyo a los religiosos/as, al clero y a la Jerarquía.
Jesús no quería que nadie supiera de su presencia porque deseaba estar a solas con sus discípulos para anunciarles, por segunda
vez, su pasión, muerte y resurrección. La expresión del Hijo del hombre «va a ser entregado», sugiere que es Dios quien lo entrega.
Esto no supone una actitud sádica de Dios. Él entregó a su Hijo amado para que la humanidad fuera salvada, pero arrebatarle
violentamente la vida dependía de los «hombres», una decisión que tomaron rápidamente aquellos que sintieron amenazado su
poder, civil y religioso. Los discípulos con su visión triunfalista no entienden que el Mesías deba pasar por la cruz. Es curioso, pero
todo esto se sigue repitiendo hoy, en las sociedades cristianas. El silencio de los discípulos indica la dificultad que todavía tienen
para comprender y asumir con radicalidad las enseñanzas de Jesús. En realidad, no se enteraron de la propuesta de Jesús hasta el
día de Pentecostés Respecto a quien es el más grande y al poder, las palabras de Jesús son tajantes: no es la dominación sino la
capacidad de servicio lo que identifica al discípulo. Dirá en varias ocasiones, que el poder se ejerce sirviendo al más pequeño y
necesitado.Y poniendo a un niño en medio de ellos ilustra su enseñanza. Sobre un niño no se puede ejercer otro dominio que no
sea el servicio y el amor. Y el niño, no siempre sabrá agradecerte lo que has hecho y haces para él.
MIÉRCOLES DE LA SÉPTIMA SEMANA
DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
FIESTA DE LA CÁTEDRA DE SAN PEDRO, APÓSTOL
22 DE FEBRERO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 16, 13-19
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre?
¿Quién dicen que es?”. Ellos le respondieron: “Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de
los profetas”. “Y ustedes –les preguntó–, ¿quién dicen que soy?”. Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: “Tú eres el
Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Y Jesús le dijo: “Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni
la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de
la muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra quedará atado
en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”.
Éste es un texto denso y elaborado. Recoge un hecho tal como lo ha entendido y vivido la comunidad. Se trata de identificar
el ser de la persona de Jesús. Jesús pregunta qué opinión tiene la gente de Él. El interrogante abierto en tiempos de Jesús sigue
igualmente abierto en nuestros días. La respuesta puede darse desde el punto de vista de la gente, de la apreciación humana de
este personaje histórico o desde el punto de vista de Dios, el de la revelación.La gente buena, que ha presenciado la actividad
de Jesús, lo considera un enviado especialísimo de Dios para preparar la era mesiánica. Simón declara que Jesús es el Mesías
esperado y Jesús lo ratifica declarando que la confesión procede de una revelación del Padre, por la cual Pedro (nuevo nombre
que le da Jesús) merece una bienaventuranza particular. Después prosigue estableciendo y declarando la función específica de
Simón Pedro. Jesús se propone construir un «templo», una comunidad nueva, en la cual Pedro será una «piedra» fundamental.
«Petra» en griego designa un sillar o la peña o roca donde se asienta un edificio. El edificio o comunidad es obra y pertenencia
de Jesús, «mi Iglesia»; Pedro tendrá en ella una función mediadora central. Contra la Iglesia de Jesús nada podrá el poder de la
muerte. Este texto ha suscitado numerosas discusiones entre católicos y protestantes sobre la figura del Papa como sucesor de
Pedro. La tradición católica sostiene que estas palabras se aplican a Pedro y también a todos los que le suceden en la tarea de
presidir en la fe y el amor. La tradición protestante, sin embargo, ha visto en las palabras de Jesús una alabanza y una promesa
referidas, no a la persona de Pedro, sino a su actitud de fe. El Papa Francisco nos dice que andar separados por estas cosas, no
tiene sentido.
La radicalidad del Evangelio nos exige tomar opciones claras y coherentes por el proyecto de Jesús que es la Vida, lo
demás, es muerte. No podemos, pues, servir a dos señores. Continúa el tema de servir a los pequeños. En ese servicio al
necesitado, hasta un vaso de agua dado al prójimo, no va a quedar sin recompensa. Pero el seguidor de Jesús, no hace las
cosas buscando recompensas. Hay que hacer el bien siempre, y al que necesita: esa es la manera de seguir a Jesús. Si la gente
no reconoce lo que por ellos se hace, yo no debo de dejar el hacer el bien y ayudar: eso es lo que Jesús hizo, eso es dar Vida
y compartir la Vida. El tema de las mutilaciones es simbólico: la mano representa nuestras acciones; el pie, el camino que
seguimos, y el ojo, nuestros pensamientos. Se señalan dos cosas como lo importante: no escandalizar a los pequeños, a los
inocentes, a los pobres y entrar en la vida que nos ofrece el Reino de Dios. El Reino de Dios no es un lugar donde Dios nos
coloca. Más bien es un modo de vida que nos invade y se apodera de nosotros. Es el encuentro de uno consigo mismo, la
plena realización de todas nuestras posibilidades, la unión perfecta con el Dios que cada uno llevamos dentro de nosotros.
“Que haya sal en ustedes mismos y vivan en paz unos con otros”. Una magnífica invitación a vivir con alegría la experiencia
del Dios de la Vida, compartida con los demás y que construye fraternidad.
VIERNES DE LA SÉPTIMA SEMANA
DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
24 DE FEBRERO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 10, 1-12
Jesús fue a la región de Judea, al otro lado del Jordán. Se reunió nuevamente la multitud alrededor de él y, como de
costumbre, les estuvo enseñando una vez más. Se acercaron a Jesús algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon
esta cuestión: “¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?”. Él les respondió: “¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?”.
Ellos dijeron: “Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella”. Entonces Jesús les respondió: “Si
Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio de la creación, “Dios
los hizo varón y mujer”. “Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, y los dos no serán sino una sola carne”. De
manera que ya no son dos, “sino una sola carne”. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido”. Cuando regresaron a la
casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto. Él les dijo: “El que se divorcia de su mujer y se casa con otra comete
adulterio contra aquélla; y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio”.
10,1-12 Sobre el divorcio. Jesús abandona definitivamente Galilea para iniciar el camino hacia Jerusalén. Como de
costumbre, siempre que puede, enseña. Y de eso se aprovechan los fariseos para ponerlo a prueba. A ellos no les interesa su
postura ante el matrimonio, sino su interpretación de Deuteronomio 24,1 en torno al divorcio. Según la legislación judía sólo
el varón tenía derecho a pedirlo; para la escuela de rabí Shamai sólo en caso de infidelidad; pero para la escuela de rabí Hillel
por cualquier cosa que pudiera desagradar al marido, como quemar la comida, por ejemplo. Jesús responde primero con una
pregunta: « ¿Qué les mandó Moisés?», para luego remitirse al momento de la creación, en la que Dios crea al hombre y a la
mujer en igualdad de condiciones. Con esto, distingue las limitaciones de las leyes humanas, de la eterna validez de las leyes
divinas. Y va más allá de la perspectiva de los fariseos, pues aboga por la validez permanente del matrimonio al insistir en la
fidelidad al pacto de amor: «Así pues, lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre». El matrimonio es un proyecto de
amor que implica igualdad en derechos, dignidad y obligaciones, y excluye, por tanto, toda relación de dominación. Mientras
haya amor, hay matrimonio y habrá corazón para soñar y para perdonar. Pero ese amor hay que cuidarlo, profundizarlo,
ir creciendo en el amor personalmente y en pareja. Ser tolerantes y saber perdonar: El amor todo lo perdona, todo lo
disculpa,…dice S. Pablo. Si el amor desaparece, se acabó el matrimonio. Y no olvidar, que Dios, que es Amor, lo expresa
especialmente con la Misericordia.
Los discípulos siguen creyendo que tienen la exclusividad del reino. No han entendido que la tarea del misionero es
acercar la gente a Jesús antes que impedírselo. El reino de Dios debe ser acogido como la actitud de aquellos niños, que al
contrario de la actitud dañina de los fariseos, buscan con alegría y sencillez estar cerca de Jesús. La sociedad que vivió Jesús
en su época era una sociedad muy machista, en la que los niños eran preocupación de la madre y no interesaban a la gente
adulta. Jesús rompe ese modelo de sociedad; él no tiene hijos, pero abre a todos las riquezas de su corazón. Se maravilla del
misterio de una vida que empieza llena de esperanzas y encuentra en ellos una semejanza plena con el Padre. Jesús nos llama
a la esperanza, ¿cómo olvidar que los niños son nuestra esperanza?. “Jesús se Indignó”. Es la única vez que se dice tal cosa
de Jesús. Él los bendice y los toma en brazos. Es importante que los niños, desde pequeños sean iniciados en el camino que
les lleve a conocer a Jesús, y eso desde nuestros hogares. Son las mamás y las abuelas las que han de iniciar ese proceso de
conocimiento de Jesús en sus hijitos. En casa han de aprender las primeras oraciones.
LUNES DE LA OCTAVA SEMANA
DEL TIEMPO DE DURANTE EL AÑO
27 DE FEBRERO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 10, 17-27
Jesús se puso en camino. Un hombre corrió hacia él y, arrodillándose, le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer
para heredar la Vida eterna?”. Jesús le dijo: “¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. Tú conoces los mandamientos:
No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu
madre”. El hombre le respondió: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud”. Jesús lo miró con amor y le dijo:
“Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme”.
Él, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes. Entonces Jesús, mirando alrededor,
dijo a sus discípulos: “¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!”. Los discípulos se sorprendieron por estas
palabras, pero Jesús continuó diciendo: “Hijos míos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello
pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios”. Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban
unos a otros: “Entonces, ¿quién podrá salvarse?”. Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: “Para los hombres es imposible,
pero no para Dios, porque para él todo es posible”.
El evangelio de hoy cuenta, en primer lugar, la historia del hombre rico que pregunta por el camino de la vida eterna (Mc
10,17-22), y, en segundo lugar, nos presenta a Jesús que llama la atención sobre el peligro de las riquezas (Mc 10,23-27).
El hombre rico no aceptó la propuesta de Jesús, pues era muy rico. Una persona rica está protegida por la seguridad que
la riqueza le da. Tiene dificultad en abrir la mano y dejar escapar esta seguridad. Agarrada a las ventajas de sus bienes vive
defendiendo sus propios intereses. Una persona pobre no acostumbra tener esta preocupación. Pero puede que tenga una
cabeza de rico. Entonces, el deseo de riqueza crea en ella una dependencia y hace que esta persona se vuelva esclava del
consumismo. Hay gente que tiene tantas actividades que ya no tiene tiempo para dedicarse al servicio del prójimo. Con esta
problemática en la cabeza, tanto de las personas como de los países, vamos a meditar el texto del hombre rico.
El tipo de vida que resulta de la entrega de todo es lo que Jesús quiere realizar: (a) ensancha la familia y crea comunidad,
pues aumenta cien veces el número de hermanos y hermanas. (b) hace que los bienes se compartan, pues todos tendrán
cien veces más casas y campos. La providencia divina se encarna y pasa por la organización fraterna, donde todo es de todos
y no habrá más necesitados. Ellos cumplen la ley de Dios que pide “entre vosotros no haya pobres” (Dt 15,4-11). Fue lo
que hicieron los primeros cristianos (He 2,42-45). Es la vivencia perfecta del servicio y de la gratuidad. (c) no deben esperar
ninguna ventaja en cambio, ni seguridad, ni promoción de nada. Por el contrario, en esta vida tendrán todo esto, pero con
persecuciones. Pues los que en este mundo organizado a partir del egoísmo y de los intereses de grupos y personas, viven
a partir del amor gratuito y de la entrega de sí, éstos, al igual que Jesús, serán crucificados. (d) serán perseguidos en este
mundo, pero, en el mundo futuro tendrán la vida eterna de la que hablaba el joven rico.
PASOS DE LA “LECTURA ORANTE DE LA PALABRA DE DIOS”
Dios Padre Creador de todas las familias, Que nunca nos falten el trabajo y el pan
quédate en nuestra casa con tu gracia y de cada día, a nosotros y a nuestros
tu amor; y así puedan crecer nuestra fe y semejantes.
nuestra esperanza.
Y que nuestro hogar, el de nuestros vecinos,
Quédate en nuestra casa para que podamos y de los demás, lleguen a ser “Santuario de
vivir como pequeña Iglesia, en comunidad la vida”, donde Tú reines con tu Hijo y el
fraterna, a la luz de tu palabra; para que se Espíritu Santo.
arraiguen en nosotros los valores humanos
y cristianos. Envíanos como tus discípulos misioneros
para evangelizar nuestra patria.
Nos comprometemos a vivir y a difundir
la verdad y la justicia, la paz y el perdón, Bendícenos ahora y siempre.
la amistad y la fidelidad, la honestidad y la
libertad.
Oración antes de leer la Sagrada Escritura
Oh Dios, tú nos amas tanto que hasta te Dame una gran fe en ti, para que tus
dignas hablarnos como amigos, concédenos palabras sean para mí luces que me guíen
la gracia del Espíritu Santo, para que, al gozar hacia ti por los caminos de la justicia y de la
de la dulzura de tu palabra, nos llenemos de verdad.
pleno conocimiento de tu Hijo.
Habla Señor, que yo te escucho y deseo
Señor Jesús, abre mis ojos y mis oídos a poner en práctica tu mensaje porque tus
tu Palabra. palabras son para mí, vida, gozo, paz y
felicidad.
Que lea y escuche yo tu voz y medite
tus enseñanzas. Despierta mi alma y mi Habla Señor, tú eres mi Señor y mi
inteligencia, para que tu Palabra penetre Maestro y no escucharé a nadie sino a ti.
en mi corazón y pueda yo saborearla y Amén.
comprenderla.