Guiones 2 Sec.
Guiones 2 Sec.
Guiones 2 Sec.
Introducción: Alexander está sentado en la acera de una plaza, matando el tiempo sin hacer
nada provechoso cuando Miguel pasa frente a él.
Alexander (en tono burlón): ¡Mira quién viene ahí! El riquito del barrio.
Miguel (tratando de seguir su camino): Hola Alexander. ¿Cómo estás?
Alexander (tomándolo del brazo): Pero, ya va ¿ahora hablas con la chusma?
Miguel (zafando el brazo): ¿Cuál chusma? A mí la gente de este barrio no me parece chusma,
aquí crecí y me crié, además aquí sigue viviendo mi mamá.
Alexander (irónico): Si pero como ahora eres un ingeniero y vives en un lugar de ricos, tienes
auto y una esposa bonita, los del barrio debemos parecerte inferiores.
Miguel (mirando incómodo): Para mí todo el mundo es igual, unos que se esforzaron más y
otros menos, pero lo material no decide cuánto vales.
Alexander: Tu lo que tuviste fue suerte.
Miguel (riendo con ironía): ¿Suerte? ¿Tú piensas que la suerte te hubiese dado a ti todo lo que
dices ahora yo tengo?
Alexander (encogiéndose de hombros): Claro amigo, si yo hubiese tenido la suerte de
encontrarme un trabajo como el tuyo, que me pagaran así de bien, también hubiese salido de
este barrio.
Miguel (sin dejar de sonreír de manera irónica): ¿Y cómo lo ibas a conseguir? Porque para tener
este trabajo que tengo, yo tuve que estudiar mucho, hacerme una carrera y trabajar desde bien
jovencito para poder ayudar a mi mamá a pagarme los estudios y para poder tener mis cosas
¿tu hiciste eso mismo?
Alexander: No, yo no pude estudiar, no tenía recursos
Miguel: Yo tampoco tenía dinero, pero tenía ganas de salir adelante, y el poco tiempo que tenía
libre lo use para trabajar y ganar dinero para poder estudiar ¿tu recuerdas lo que hacías
mientras yo trabajaba en lo que fuera para estudiar?
Alexander: Bueno yo si salía con los amigos, me iba a fiestas, tomaba…
Miguel: ¿Y los fines de semana que te ibas a la playa a gastar más de lo que producías y le
quitabas dinero a tu mamá para irte de fiesta? ¿Sabes qué hacía yo ? Me desvelaba estudiando
para mis exámenes. Así que no creas que la suerte te va a dar las cosas que otros se esforzaron
por tener. La gente trabaja por lo que quiere, lucha por lo que espera sea su vida.
Alexander: O sea ¿no tuviste suerte?
Miguel (algo molesto): No, no tuve suerte, tuve empeño, y tú todavía estás a tiempo, deja de
querer lo que otros tienen con su esfuerzo y esfuérzate por lo que tú quieres, párate de esa
acera y sal a trabajar, trabaja día y noche, ahorra y ponte una meta. La suerte la haces tú mismo
y para tener lo que tienen otros, tienes que esforzarte lo que se esfuerzan ellos. Tú no eres
chusma, eres un conformista.
Miguel comienza a caminar dejando a Alexander sin saber que responder.
Alexander (viendo a miguel alejarse y hablando alto): Está bien pues, yo no tengo nada por
vago, tú tienes razón amigo.
FIN
Título: «Gracias a mamá»
Autora: Clara Perez
Obra sobre la educación en el hogar (3 personajes)
Obra de teatro para 3 personajes que trata acerca de lo importante que es la educación en el
hogar.
3 personajes:
1. Carmen: Madre dedicada a educar a su hija.
2. Susana: Hija de Carmen.
3. Fernando: Entrevistador.
ACTO I
Ambientación: Comedor de la casa.
Introducción: Susana está al teléfono mientras ambas comen el almuerzo, no mira a su madre,
solo a la pantalla del móvil.
Carmen (Hablando animadamente): No vas a creer lo que compré en el mercado. Encontré una
oferta buenísima de vestidos hechos con tela reciclada ¡Te van a encantar!
Susana (Murmura sin despegar la vista del móvil): ¡Qué bien! Más estropajos para mi armario
Carmen (Alzando la voz disgustada): ¡Mírame a la cara mientras estamos conversando! Esas
son normas del buen hablante y buen oyente. Estropajo es lo que deberías usar para lavar la
loza como te pido y nunca lo haces.
Susana (Mirando a su madre con molestia): ¿Por qué debo lavar la loza? Eso se llama
esclavitud.
Carmen (Desaprobando con la cabeza): No es esclavitud hija, es responsabilidad. Si quieres
tener derechos, debes cumplir tus deberes.
Susana (Diciendo con ironía): Tu deber es darme de vestir y llevo meses pidiéndote un par de
pantalones de la tienda de la esquina. Pero lo que me traes son vestidos de tela que nadie sabe
de dónde la han sacado.
Carmen (Decepcionada): ¡Qué mal agradecida eres! Sabes muy bien que no tenemos recursos
para derrochar en ropa de buena marca, aun así hago el esfuerzo de siempre comprarte cosas
lindas que estén dentro de nuestro presupuesto. Por supuesto que cumplo mis deberes como
madre y por eso tengo todo el derecho de exigirte que cumplas los tuyos.
Susana (Con expresión de fastidio): Como digas madre.
Carmen (Levantándose de la mesa): Ve a estudiar, haz tus deberes antes de las 4:00 de la
tarde, recuerda que debes ir a casa de tu abuela a llevarle su medicina y es mejor esperar a que
te esperen.
Susana (Bostezando): Pero mamá, la maestra jamás revisa las tareas, solo las manda por
molestar.
Carmen: No importa si no las revisa, debes estudiar si quieres ser exitosa en el futuro. Una
buena profesión te ayudará a conseguir el mejor empleo, así tendrás mucho dinero y podrás
comprarte todo lo que yo no puedo darte.
Recoge la vajilla, limpia una lagrima que quiere salir de sus ojos y se aleja con tristeza.
ACTO II
Ambientación: Oficina con un escritorio y dos sillas. Sala de espera con una silla
Introducción: Ya siendo mayor, Susana se encuentra en la sala de espera con documentos en
sus manos. Fernando llega y se sorprende al verla.
Fernando (Mira su reloj): Buenos días ¿Vienes por la entrevista para el empleo?
Susana (Se levanta y estrecha la mano de Fernando): ¡Así es! Mucho gusto, soy Susana.
Fernando (Señala su oficina y la deja pasar): Soy Fernando. Aun es un poco temprano, había
programado las entrevistas para las 8:30.
Susana (Respondiendo con orgullo): Es mejor esperar a que te esperen.
Fernando: Excelente forma de pensar, en nuestra empresa premiamos la puntualidad.
Permíteme por favor tu hoja de vida para leerla.
Susana (Entregando los documentos que llevaba en sus manos): Aquí mi hoja de vida, y estos
son certificados de los cursos que he realizado.
Fernando (Asombrado mientras lee): Eres una chica muy preparada, pareces estar muy
capacitada para el empleo.
Susana: Los estudios son importantes para tener éxito.
Fernando (Con una sonrisa): Estoy de acuerdo. Estamos buscando a alguien que organice
nuestros archivos, pero según tus estudios mereces un puesto mejor. ¿Te interesaría trabajar
con nosotros en el área de economía? Tendrías muchos beneficios, todos los derechos que por
ley se dan a nuestros trabajadores.
Susana (Entusiasmada): ¡Por supuesto! ¿Cuáles serían mis deberes?
Suena el teléfono de Susana, ella lo coloca en silencio y vuelve a mirar a Fernando.
Fernando: ¿No vas a contestar?
Susana: Ahora no, estoy hablando con usted.
Fernando (Toma una planilla y se la entrega a Susana): Aquí verás los deberes y derechos del
empleo. Léelo, fírmalo y comienzas el lunes. Mis felicitaciones y admiración para la universidad
que formó a una chica tan preparada y educada.
Susana (Con una enorme sonrisa): La universidad solo me enseñó teorías. Toda mi educación
viene de casa. Las felicitaciones y mi total admiración son para mi madre.
FIN
Título: «Matrimonios modernos»
Autora: Clara Pérez
Obra de teatro sobre un matrimonio (4 personajes)
Obra de teatro en dos actos para 4 personajes. Este ejemplo es un guión sobre un matrimonio
moderno y los problemas que enfrentan en la actualidad.
4 personajes
1. Amalia: madre que intenta aconsejar a su hija.
2. Sofía: Hija recién casada quien tiene su propia manera de vivir el matrimonio.
3. Fernando: Esposo de Sofía.
4. Paco: Padre de Fernando.
Acto I
Ambientación: Cocina de la casa de la madre de Sofía.
Introducción: Entra Sofía a la cocina y consigue a su madre barriendo, lavando trastes,
cocinando, todo a la vez.
Sofía (acercándose para besar a su madre): Hola mami ¿Cómo estás? Bueno ya te veo, como
un pulpo haciendo todo a la vez.
Amalia (Besando a su hija feliz de verla): Hola hija, si haciendo todo lo que puedo porque esta
tarde voy a acompañar a tu papá al médico y quiero dejar todo listo en la casa.
Sofía (asombrada): ¿Y él dónde está?
Amalia (sin dejar de moverse haciendo sus cosas): Bajó a hablar con sus amigos, desde que lo
jubilaron, se va todas las mañanas a la bodega de la esquina y ahí se encuentra con ellos,
regresa a la hora del almuerzo.
Sofía (más asombrada aún): ¿Y no te ayuda en nada?
Amalia (soltando la escoba para mover lo que prepara en la cocina): Las cosas de la casa son
para las mujeres hija, él no se va a poner a limpiar, tienes que aprender eso, para que tu esposo
no se queje.
Sofía (riendo irónica): ¿No sé qué…? ay mamá, en mi casa Fernando tiene que ayudar, si yo
cocino, él lava la loza, si vamos a limpiar lo hacemos juntos, nada le cuesta meter la ropa en la
lavadora.
Amalia (asombrada y negando con la cabeza): Hija pero eso no es trabajo de él, lo que vas a
conseguir es que consiga una mujer que lo atienda y te deje.
Sofía (riendo de buena gana): Despierta madre, estamos en otros tiempos, la esclavitud se
acabó, ahora ambos mantenemos el hogar, y ambos hacemos los oficios de la casa, ¿O yo me
voy a buscar otro porque tengo que salir a trabajar y Fernando no me mantiene?
Amalia: Claro que no hija, trabajas para ayudar a tu marido a sostener el hogar.
Sofía (asintiendo con la cabeza): Exacto, y él hace algunas cosas en la casa para ayudarme a
mantenerla en orden, así son los matrimonios de ahora mami.
Amalia: Que cosa tan rara, en mis tiempos eso hubiese sido casi condenado.
Sofía (riendo): Pues ahora eso es lo más normal. Voy a asomarme a ver si veo a mi papá y logro
saludarlo.
Sofía sale de la cocina y Amalia sigue en sus oficios.
Acto II
Ambientación: Sala de la casa.
Introducción: Fernando habla con Paco, su padre, mientras este lee el periódico.
Paco (sin despegar los ojos de las noticias): ¿Y cómo te va hijo? ¿Qué tal la vida de casado?
Fernando (sonriendo complacido): Muy bien papá, con Sofía me llevo muy bien, estamos de
acuerdo en casi todo, rara vez discutimos a la hora de tomar las decisiones.
Paco (Sacando la vista del periódico y mirando a Fernando): ¿Por qué tendrían que discutir? Si
eres el hombre de la casa, tú tomas una decisión y ella debe aceptarla, eso no tiene discusión.
Fernando (riendo de buena gana): No papá, eso ahora no es así, como yo tome una decisión
sin consultársela a Sofía, me corre de la casa.
Paco (asombrado): ¿O sea que haces lo que Sofía decide?
Fernando (sin borrar la sonrisa de su rostro): Hacemos lo que decidimos ambos y creemos que
es mejor para los dos.
Paco (inconforme con la respuesta): Ah, mira como perdimos autoridad con la modernidad ¿Y
ya has pensado cuantos trabajos vas a tener cuando Sofía decida tener un hijo? Porque me
imagino que ella dejará de trabajar para cuidar a su bebé y tú tendrás que mantener la casa.
Fernando (ya como cansado de las preguntas de su padre): Tener un hijo lo decidiremos los
dos papá, y no tengo que buscar más trabajos, Sofía tiene un buen trabajo, gana muy bien,
cuando se embarace, le darán el permiso necesario para cuidar al bebé los primeros meses y
luego, lo llevaremos a una guardería y ella seguirá trabajando.
Paco (Sin salir de su asombro): ¿Tu hijo lo va a cuidar un extraño, para que Sofía siga haciendo
lo que le da la gana?
Fernando: Ay viejito, por mucho que te explique no lo vas a entender, los matrimonios modernos
se basan en la igualdad, atrás quedo el machismo, la mujer que no podía opinar, ni trabajar.
Pero supongo que eso es algo muy difícil de entender para ti, cuando tienes arraigadas tus
creencias. Me voy a buscar a Sofía, padre, hablamos luego.
Fernando sale de la sala y Paco queda pensando en voz alta.
Paco: Mira cómo ha cambiado las cosas, si seguimos así, dentro de poco, los hombres
quedarán en la casa cuidando los niños y limpiando y las mujeres irán a los bares con las
amigas mientras el esposo está en casa, ¡qué bárbaro!
FIN
Título: «Otra oportunidad»
Autora: Silvina Carrasco
Obra sobre tomar decisiones correctas (2 personajes)
Esta es una obra de teatro para 2 personajes. La misma nos muestra la importancia de elegir lo
que uno realmente quiere hacer en la vida para no arrepentirse cuando sea tarde.
2 Personajes:
1. Jorge: Hombre de unos cincuenta años. Ha sacrificado su vida por un trabajo que en
realidad no le gustaba. De un día para otro lo despiden y luego de reflexionar acerca de lo
inútil que ha sido su sacrificio, decide empezar de nuevo.
2. Andrés: Sobrino de Jorge. Enterado del momento que vive su tío, va a visitarlo.
ACTO ÚNICO
Personajes que intervienen en este acto: Jorge y Andrés.
Escenario: Un porche que da a un patio trasero. En el porche una larga hamaca de madera
Jorge está sentado contemplando el patio. Andrés sale de la casa por la puerta trasera.
–Andrés: Hola tío, entré porque estaba abierto. Imaginé que estarías aquí.
–Jorge: ¡Andrés! Pasa, pasa.
(Andrés se sienta junto a Jorge.)
–Andrés: ¿Cómo estás? Me enteré de que te despidieron.
–Jorge: Aquí me ves, descansando… Aunque te confieso, no me lo vi venir.
–Andrés: ¿No te habían advertido de nada?
–Jorge: No. Una mañana llegó mi superior y me dijo con la mínima sensibilidad: ¨Amigo,
estamos queriendo renovar la imagen de la empresa y estamos pensando para su puesto en
alguien con ideas nuevas y mayor manejo de la tecnología¨… Creo que ni siquiera sabía mi
nombre.
–Andrés: Bueno tío, es que esos hombres no suelen ser muy considerados.
–Jorge: Es que me sentí tan ingenuo, porque yo creía que era importante para estas personas.
Cada navidad que pasaba lejos de mi hija o cada cumpleaños suyo que me perdí por estar
trabajando, me consolaba pensando: ¨en mi trabajo aprecian mucho mi desempeño¨, ¨soy muy
importante en mi trabajo¨. Sí, ¡muy importante!
–Andrés: Tienes que sentirte tranquilo de haber hecho lo que tenías que hacer.
–Jorge: Es que hoy no tengo nada de aquello por lo que sacrifique toda mi vida. Es como haber
estado treinta años construyendo un castillo que un día se derrumbó y punto, no queda más
nada.
–Andrés: Sabes que siempre vas a tener lugar en el proyecto familiar. De hecho, con tu
experiencia nos aportarías mucho.
–Jorge: Te agradezco pero ya dediqué mucho tiempo a ¨tener éxito¨, con los años que me
quedan me voy a dedicar a hacer algo que me haga feliz.
–Andrés: ¿Y qué es ese algo?
–Jorge: Voy a armar mi huerta y me voy a dedicar a cultivar mi propia comida. Quizás con el
tiempo pueda hacerla crecer y vender productos orgánicos.
–Andrés: (Sorprendido) ¡Wow, eres una caja de sorpresas! Nunca me imaginé que podía
gustarte eso.
–Jorge: Así como me ves, cuando niño, yo le ayudaba a mi padre en las tareas del campo.
–Andrés: No lo puedo creer, no te imagino en esas labores. ¿Y cómo te convertiste en un
hombre de negocios?
–Jorge: No lo sé. En algún momento de la vida uno se confunde y empieza a hacer cosas que
no quiere porque piensa que eso le da más valor… Y así se te pasa la vida… Y un día estás
viejo y aquellos por los que sacrificaste la vida te dicen con una palmada en la espalda: ¨Amigo,
estamos pensando en alguien más joven para su puesto¨. (Pequeña pausa) ¿Me permites un
consejo?
–Andrés: Sí, claro.
–Jorge: No desperdicies tu vida en algo que no quieres hacer porque quizás un día se termina y
si no lo has disfrutado te quedas sin nada.
–Andrés: Pero tú ahora tienes la oportunidad de hacer algo que te gusta.
–Jorge: Si, tengo otra oportunidad y no la voy a desaprovechar.
–Andrés: (Mira el reloj) Tío, tengo que irme, pero por cualquier cosa que necesites me llamas.
–Jorge: Gracias por venir a verme.
(Se despiden. Andrés se va. Jorge se para, se despereza estirando sus brazos y baja del porche
al patio)
–Jorge: Bienvenida nueva oportunidad.
(Toma un rastrillo de jardín y empieza a emparejar la tierra.)
FIN
“Juan, el pequeñín de la clase”
Obra sobre el bullying
Acto I
Narrador: Juan, el más pequeño de la clase y el favorito de la maestra Clara, con su
elevado coeficiente intelectual, solía crear un ambiente ameno dentro del aula. No
obstante, su autoestima decaía día a día, a causa del frecuente bullying del que era
víctima.
(Juan, su maestra y compañeros en el salón de clase)
Ana Clara: Buenos días mis estimados, por favor abran su libro en la página número 13.
¡Juan, querido! ¿podrías realizar la lectura?
Juan: ¡Con gusto maestra!.
Narrador: En el instante que Juan se levantó, todos sus compañeros de clase
comenzaron a mirarse entre sí, y a emanar risas entre ellos, como pretendiendo hacerle
una travesura.
(Juan camina tímidamente hasta el lugar donde está su maestra)
Maestra: Lee desde el párrafo dos por favor.
Juan: “Al caer la eterna noche, se encontraba la bella dama durmiendo en su aposento,
cuando de pronto Felipe decide declararle su amor…”
Narrador: En seguida y sin razón alguna, todos sus compañeros comenzaron a reírse a
gran carcajada.
Compañeros: ¡Ja ja ja ja ja!
Narrador: Juan, al ver la burla de sus compañeros, tiró el libro al piso e inmediatamente
salió corriendo del salón refugiándose en el armario de albañilería. Cuando de pronto,
como por arte de magia escuchó unos pasos cercanos a la puerta.
Acto II
(Juan empieza a temblar imparablemente crujiendo sus dientes. Seguidamente Yamal
abre la puerta)
Yamal Gabán: ¡No temas pequeñín!, vengo ayudarte y a levantarte el ánimo.
Juan: Pero…Pero ¿quién eres tú?
Yamal Gabán: Soy Yamal, el gran amigo de todos los pequeñines. Vamos amiguito tengo
algo que mostrarte, sígueme.
Narrador: Tras el asombro de Juan al ver a Yamal con su gran fuerza y fortaleza, sintió
que por fin había encontrado la solución a todo abuso sufrido.
Acto III
(Juan y Yamal miran de lejos a los chicos abusadores situados en el comedor)
Juan: ¡Mira allí están!, siempre me esperan en el comedor para comenzar a burlarse de
mí, ya sea por mi estatura, por mi inteligencia o por cualquier cosa que se les ocurra. A
veces quisiera no ser así.
Yamal Gabán: Nunca digas eso amiguito, esos talentos te hacen único. Espera un
momento…
(Yamal camina por el comedor y comienza a vociferar un excelso acontecimiento)
Yamal Gabán: ¡No puedo creer que me haya salvado ese pequeñín!. De no ser por él, ya
hubiese muerto ahogado por un trozo de carne.
(Los compañeros de clase de Juan, se acercan a Yamal)
Narrador: Al ser Yamal conocido por los niños como el superhéroe amigable, todos
deciden acercarse para escuchar con detenimiento los detalles de tan importante
noticia. Es así, como Hassín líder innato y curioso realiza la siguiente pregunta.
Hassín: Yamal, pero…¿Quién te salvo? cuéntanos por favor.
Compañeros: Sí, ¡dinos!, ¡dinos! (al unísono)
(Yamal pensativo, mientras Juan se queda mirándolo desde el fondo del comedor)
Yamal Gabán: ¡Me salvo aquel pequeño!…
(Yamal señala a Juan, y todos los compañeros colocan cara de asombro)
Compañeros: ¿Qué…?
Yamal Gabán: Sí, fue ese pequeño. ¡Pequeñín ven acá!.
Narrador: Juan muy tímido con paso presuroso va hacia donde esta Yamal y sus
compañeros.
(Yamal lo mira juntos con todos sus compañeros, con total silencio por la conmoción)
Juan: ¡ehhh!, aquí estoy… (Con timidez)
Compañeros: ¡eeeehhhhhhh! (Gritan de alegría)
(Juan recibe un gran abrazo colectivo)
Narrador: Lo que menos esperaba el pequeño Juan, era ser sorprendido ante la reacción
de felicidad por parte de sus compañeros, gracias a lo declarado por el individuo que sin
pensar, marcaría un elemento significativo en la vida de aquel niño. Recordando, que a
veces solo basta con cambiar la perspectiva de las cosas, sin importar las personas y el
lugar.
FIN.
Título de la obra: “Sin Mirar”
Autor: Manuel Martínez
Tema. El amor y las redes sociales
ACTO I
Nacho de 26 años es un chico invisible, ataviado con vendas, una gabardina y unas gafas
de sol, está cubierto totalmente de ropa para no asustar a la gente.
(Personajes que intervienen en este acto Nacho, Iván y Marisa)
Nacho y su amigo Iván esperan sentados en una mesa esquinada de una cafetería,
apartados del resto de los clientes.
NACHO: No va a venir. Estoy seguro y casi mejor que no venga, no quiero que otra
escena en la que se ríen de mí o salen corriendo asustadas.
IVÁN: Relájate Nacho, eso solo ha pasado una vez.
NACHO: Una vez detrás de otra, querrás decir, ¿no?
IVÁN: Pero no te pongas en lo peor, además ¿por qué iba a reírse de ti?
NACHO: ¿Perdona?, Mírame, si no me pongo estas vendas y este ropaje no podrías
verme. ¿Cuantas chicas crees que me toman en serio?
IVÁN: Yo te tomo en serio Nacho.
NACHO: Ya, pero eres el único. Y porque te conozco desde que eramos niños.
Marisa entra en la cafetería, busca con la mirada y se sienta sola en otra mesa. Nacho
se esconde tras la carta de la cafetería.
NACHO: Mírala, acaba de entrar.
IVÁN: Pues es guapa. Bueno, ¿te acercas?
Nacho niega con la cabeza.
NACHO: Mejor acércate tú, y habla con ella.
IVÁN: ¿Yo?, pero si él que tiene que hablar con ella eres tú
NACHO: Por favor.
IVÁN: De acuerdo. Voy a tantear el terreno.
Iván se levanta y se acerca a la mesa de Marisa, esta sonríe al verlo. Él se sienta al
lado de ella y se ponen a hablar.
NACHO: Qué envidia, él no tiene que esconderse ni nada, así yo también podría conocer
gente.
(Nacho los observa desde su mesa, ve como se ríen.)
Va a salir mal, lo sé, cuando me presento nunca sale bien. Nadie se cree que sea
invisible. Seguro que ahora se acerca y se ríe de mí, eso si no sale corriendo asustada, o
se enfada porque cree que es una broma.
(Iván señala a Nacho y ambos le miran.)
Tengo que salir de aquí.
Nacho sale corriendo de la cafetería, mientras todos le siguen con la mirada.
ACTO II (Personajes que intervienen en este acto Nacho, Elena, Eva y Julia)
Nacho en su habitación, escribe frente a un ordenador. Un foco en mitad de la escena
va a ir iluminando a las chicas que chatearán con él.
NACHO: Siempre he estado solo, un chico invisible, imposible acercarme a la gente sin
asustarla. Pero las redes sociales me han dado la oportunidad de poder acercarme a las
chicas. Primero fue Elena.
(Se da media vuelta y se pone a escribir en un ordenador)
Jajaja, tienes razón. Estaría muy bien que nos conociéramos, pero tienes que saber una
cosa de mí.
Elena entra en escena, un foco la ilumina, con un móvil en la mano. Chatea con Nacho
ELENA: Y ¿qué cosa es? No me irás a decir que eres un hombre de 50 años que me ha
estado engañando todo este tiempo.
NACHO: Que va, que va. Mira no te asustes, pero soy invisible, nací así.
ELENA: Ya claro, y yo soy wonder woman. Jajaja, venga ya.
NACHO: No, va, en serio Elena. Estoy siendo sincero contigo.
ELENA: Es decir, que eres un graciosillo. Mira chico vete a reírte de otra.
Elena sale de escena. Nacho se da media vuelta y deja el ordenador.
NACHO: Elena fue de las que se enfadaron, también las había que se reían de mí.
Nacho vuelve a ponerse al ordenador. Entra en escena Eva.
EVA: ¿Invisible?, pero ¿no se te ve nada de nada?
NACHO: Nada en absoluto.
EVA: Que chulo, ¿no? Y aprovechas para robar todo lo que quieras o asustar a la gente,
jajaja.
NACHO: Bueno, no siempre, es como todo.
EVA: Y tu ropa también es invisible.
NACHO: Obviamente no. Voy casi siempre con unas vendas para no asustar a la gente.
EVA: ¿Vendas? Qué ridículo más grande. Jajaja.
Eva sale de la escena. Nacho se da media vuelta y vuelve a dejar el ordenador.
NACHO: Y así muchas otras. Yo pensaba que iba a estar solo siempre, hasta que
encontré a Julia.
Julia entra en escena. Nacho vuelve al ordenador.
NACHO: ¿En el cine?, ¿ahí quieres que nos conozcamos?, pero si no nos vamos a poder
ver.
JULIA: Bueno, tú eres invisible, ¿no? Tampoco iba a poder verte entonces.
NACHO: Y ¿no te molesta?
JULIA: ¿El qué?
NACHO: Lo de ser invisible.
JULIA: Todos tenemos algo Nacho.
NACHO: Pero que es verdad, eh. No estoy de broma.
JULIA: Y te creo.
ACTO III (Personajes que intervienen en este acto Nacho, Julia y Chico 1)
Una sala de cine a oscuras. Julia sentada en una butaca mira la pantalla. Nacho entra
en escena la busca con la mirada hasta encontrarla y sentarse a su lado.
NACHO: (Susurrando) Hola.
JULIA: (Sin despegar la mirada de la pantalla, susurra hacía el lado de Nacho) Hola.
NACHO: Y ¿qué tal?, ¿Qué te parece?
JULIA: Muy bien, la película es muy bonita.
NACHO: Me refería a mí.
JULIA: Pues no sé, dímelo tú. ¿Estás bien?
NACHO: Digo con lo mío, lo de ser invisible, que si te parezco bien, si no vas a salir
corriendo asustada.
JULIA: Tú sí que sabes venderte bien, jeje. Relájate Nacho, ya te dije que todos tenemos
nuestras cosas. A lo mejor soy yo la que tiene algo que te hace huir de mí.
Una pareja se acerca al asiento de Julia.
CHICO 1: Perdona, ¿está ocupada?
JULIA: No, no, está libre.
Julia agarra su bolso y un bastón de invidente que está encima del asiento libre de su
lado y se lo pasa a Nacho.
JULIA: Por favor, Nacho, ¿puedes ponerlo por ahí?
NACHO: Claro.
(Nacho agarra el bolso y observa con detenimiento el bastón de invidente. Sonríe)
JULIA: Bueno, ¿por dónde íbamos?
NACHO: Estaba a punto de invitarte a cenar después de la película. Si quieres claro.
JULIA: Me encantaría.
Julia sonríe.
FIN.
Título de la obra: “Mi Espejo”
Autora: María Gabriela Méndez
Tema: La inseguridad y la autoestima
Ambiente
Narrador: – Sofía ha sido invitada a una fiesta de cumpleaños de una amiga, debe
arreglarse para salir y está bastante preocupada. En la fiesta estará el chico que le ha
gustado desde el primer día de Secundaria, nunca ha logrado llamar su atención.
Sofía cree que es demasiado simple, y es por eso que no ha logrado captar la atención del
apuesto chico que tanto ha ocupado sus pensamientos. Sofía está en problemas, el tiempo se
agota, debe estar perfecta en solo unas horas y no logra conseguir la combinación de vestuario,
maquillaje y peinado que le quiten su simplicidad y la hagan realmente atractiva para la ocasión.
Acto Único
Sofía: (Entra en el cuarto bastante molesta consigo misma, tiene un conflicto, se sienta con
fuerza en una silla frente a su espejo) -No sé qué hacer, me molesta mi cuerpo, mi estatura, mi
cabello, mi ropa… toooooodo!!!! (pausa, mientras se mira con inconformidad, luego se pone una
chaqueta de jean y se mira al espejo, se recoge el cabello, se lo vuelve a soltar, posa delante del
espejo, trata de encontrar un ángulo que le guste) – No voy a encontrar nada que me guste, no
hay remedio: soy gorda (Pausa: se pone la mano en la cintura una y otra vez como quien
quisiera reducir centímetros de diámetro de forma mágica e inmediata), -chiquita (Pausa: se para
de puntilla, intenta saltar, se prueba unos tacones, los observa en el espejo, se los quita y los
lanza con una leve violencia de molestia consigo misma. Luego se sienta en la silla de nuevo y
se recuesta haciendo un gesto de cansancio).
Narrador: – Sofía cree que nadie la escucha, ella está sola en la habitación, quién pudiera estar
escuchando sus fuertes críticas y su arranque de inseguridad e inconformidad con su aspecto
físico. Pero de pronto escucha una voz que pareciera salir de la nada.
Sofía: Un fantasma!!!???? Un espíritu!!!??? Qué voz pudiera ser esta?
Espejo: – Por qué eres tan dura contigo misma! he visto desfilar gente por aquí. Y no eres lo
peor que he visto… (Pausa), -Perdón, quise decir que no estás tan mal como dices.
Sofía: (Se asusta al escuchar esta voz pero tiene curiosidad de saber de dónde viene,
por lo que comienza buscar en toda la habitación) – Quién habla?, Sea quien sea debe
salir de una vez? (Toma el secador para usarlo como arma y vuelve a buscar en la
habitación) – A ver, basta de escondites, quién está donde quiera que esté? (Quiere
parecer segura, dispuesta a enfrentar a quien sea pero a la vez la delata un aspecto y
una voz de algo de pánico, no tanto, pero sí, está un poco asustada)
Espejo: – Soy yo chica, deja el show de policía asustado, soy el espejo, ¿la gente cree que
uno va a estar aquí calándose sus peores fachas, o cuando están en sus “mejores”
momentos, aquí, hablando frente a mí sin yo poder contestar ni una vez? pues me cansé,
ahora me vas a tener que oír. (Esto debe sonar con un ligero fastidio pero con
seguridad. El espejo es un personaje masculino, un poco irónico en su forma de hablar)
(Sofía voltea a ver el espejo y pone el secador a un lado)
Sofía: – Ah eres tú, ya, está bien. (Pausa: se sienta en su silla frente al espejo y se relaja
y mira hacia el suelo un poco desarreglada en su forma de sentarse, pero de pronto vuelve a
mirar el espejo con rapidez) -Ya va, de cuando a acá los espejos hablan, aquí hay algo muy
extraño. (Dirigiéndose al espejo le dice) – Desde cuándo hablas, y por qué no lo habías hecho
hasta ahora… Yo te he hecho tantas preguntas, tú jamás me respondes. He necesitado tantas
veces tú opinión, por qué no has estado cuando te he necesitado?
Espejo: - Te decía que eres hasta bonita chica, deberías ponerte cualquier cosa, creo que casi
todo lo que te has puesto te queda bien. Ah bueno, no… Jamás te pongas de nuevo esos
pantalones de pepitas negras… Quémalo por favor, me aturde solo ver que te lo estás
poniendo. (Pausa) Pero… en líneas generales creo que estás muy bien.
Sofía: – No estoy de acuerdo. Estoy gorda (y se vuelve a tomar la cintura).
Espejo: – No, no lo estás… Creo que el vestido rojo te queda muy bien.
Sofía: – Y mi cabello?.. Es un desastre, está seco y sin brillo (se intenta hacer peinados y
se lo vuelve a soltar).
Espejo: – A mí me gusta tu cabello, hasta antes de que te lo quemes con esos aparatos
que tanto te gustan.
Sofía: – Pues no, no tengo ni tamaño… No te has dado cuenta de que uso estos tacones
(toma unos tacones del suelo y los vuelve a tirar), – y estos (toma otros del suelo y los
vuelve a poner en su lugar), – y estos (toma otros que están tirados en el suelo a sus
espaldas, los ve y los vuelve a colocar en su lugar), -aunque son incomodísimos, pero
intento verme como Carla, Jessica, María Joaquina. Ellas sí que son altas, esbeltas, y
siempre saben qué ponerse.
Espejo: – Ah no! tú lo que eres es tremenda envidiosa. Ya me estás cansando.
Sofía: – es que es así, tengo que dejar de comer y hacer ejercicios hasta morir. (se
acuesta en el suelo a mirar el techo, con expresión de pensamiento)
Espejo: – Sabes qué? Pues sí, si lo que quieres es escuchar tus defectos te ayudaré. Creo que
ciertamente necesitas entrar al GYM porque tu trasero es, (pausa) – digamos, (pausa) –siiimple.
Sofía: (Se sienta con molestia y lo mira) – Qué? Tampoco así, a mí me gusta mi trasero
(Y se mira en el espejo con agrado)
Espejo: – Y viéndolo bien, creo que necesitas unas extensiones de cabello porque
siempre lo usas corto y eso no está de moda.
Sofía: -Ay no, a mí me luce el cabello así. (Y se peina con agrado)
Espejo: – Y… Creo que unos implantes de senos serían digamos que… necesarios,
porque tú eres como una nadadora: Nada por delante y nada por detrás.
Sofía: (se pone la mano en la cintura y se molesta) – Pues no chico, si supieras que me
han observado en las calles y me han dicho que son lindos. Ay espejito, tú como que
necesitas anteojos. Ya me estás cansando con tus críticas.
Espejo: – Y ni se te ocurra ponerte el vestido azul, ese que hace que se te vean las
piernas como una garza, porque las garzas y tú, (pausa), – perdón, creo que le ganas a
las garzas con esas piernas flacas.
Sofía: (Se mira las piernas sorprendida y comienza a mirarlas en el espejo con agrado
y empatía) – Yo amo mis piernas, y ahora que lo dices, ya encontré que me pondré esta
noche. El vestido azul… y (Pausa: lo busca entre toda la ropa regada) – Y… Ya sé los
zapatos que combinan con este vestido. (Busca entre todos sus zapatos y consigue los que le
gustan)… – Bueno, mi cabello, lo llevaré suelto, creo que me está gustando como
se ve – (refunfuña) – y que largo, este espejo no tiene buen gusto, la verdad. (corre a la
peinadora y vuelve al espejo) – Me pondré estos sarcillos. Y listo. (Se sale de escena a
cambiarse de ropa)
Narrador: – Parece que Sofía le halló sentido a su figura, ya no le parecía que era tan
gorda, tan simple, ni tan chiquita, como le creía antes de su conversación con el espejo.
Sofía tuvo un encuentro con su realidad, creo que todo lo que veía como defectos
comenzaron a ser virtudes para ella.
Sofía: (Entra en escena pero no habla, solo trae su vestido azul, sus tacones, se sienta
en la peinadora y comienza a maquillarse, mientras el narrador sigue hablando)
Narrador: – curiosamente, nuestro querido espejo no volvió a hablar con Sofía, y ella no
lo extraña, quizá fueron sus pensamientos quienes hablaron todo el tiempo. No lo sé,
pero quien quiera que haya sido ha logrado un verdadero cambio en ella.
Sofía: (Termina de maquillarse, se pone un poco frente al espejo, luego busca su cartera y
regresa al espejo) –Pues mira espejo, avísame cuando alguien pase por aquí y me supere.
(Sonríe con picardía y sale de escena, segura de sí misma y rumbo a
la fiesta)
Narrador: – Creo que muchos necesitamos a un personaje como “El Espejo” en nuestras
vidas, que nos permita ver lo que tenemos ante nuestros ojos acerca de nosotros
mismos. Lo prototipos sociales nos engañan respeto al hecho de que la singularidad y
originalidad en la que fuimos elaborados nos hace todo lo atractivos que queramos ver y
reconocer con nuestra propia percepción.