Maite_Alvarado_Sobre_la_gramatica (2)
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LAIZA OTAÑI
MARÍA DEL PILAR GASPAR
INTRODUCCIÓN
Hoy, en la escuela, la gramática incomoda. Alguna vez fue bella, eficiente y nadie
dudaba de su poder para hacer escribir bien y organizar el pensamiento. La escuela le abrió las
puertas y ella se puso a su servicio.
Con el transcurso del tiempo, el deslumbramiento inicial se diluyó a favor de propuestas
más jóvenes y seductoras. Actualmente la escuela no sabe muy bien qué hacer con ella: si
mantener la relación (y bajo qué términos) o expulsarla definitivamente.
Para pensar el lugar que debe tener la gramática en la escuela, en este momento se
proponen por lo menos cuatro versiones. Quienes continúan afirmando que su enseñanza es
fundamental para leer y escribir mejor, le siguen dando el papel protagónico. Quienes
consideran que su rol es irrelevante, escriben su acta de defunción. Quienes sostienen, con más
o menos convicción, que hace algún aporte, le asignan el papel de "extra". Por último, quienes
defienden que directa o indirectamente es imprescindible, la ubican como protagonista junto con
otros saberes sobre la lengua y la literatura.
Antes de iniciar un recorrido más minucioso por el libreto de estas posturas, aclararemos
de qué estamos hablando cuando hablamos de "gramática".
Puntos de partida
Lectura 8 – Unidad 2 1
• La morfología se ocupa del análisis interno de las palabras, es decir, de los
morfemas (partes de la palabra que tienen significado) que las constituyen (raíces,
sufijos, prefijos).
• La sintaxis analiza cómo se combinan las palabras para formar oraciones y
construcciones menores.
• La semántica estudia el significado de las palabras y de las construcciones.
1. El deslumbramiento
Los antecedentes de esta primera etapa del romance entre la escuela y las teorías
lingüísticas se remontan a 1916, cuando se publica en Ginebra la primera edición del Curso de
Lingüística General de Ferdinand de Saussure, donde se desarrollan nociones básicas para la
lingüística moderna. Entre ellas, los conceptos de "lengua" y "habla" desempeñarán un papel
protagónico en nuestra historia; al mismo tiempo influirán fuertemente en el rumbo de las
investigaciones posteriores. Con el fin de darle a la lingüística el status de disciplina científica y
de asignarle un objeto de estudio bien delimitado, Saussure propone dividir el lenguaje en dos
partes: la "lengua" y el "habla", y privilegia el estudio de la primera por sobre la segunda:
Hay que colocarse desde el primer momento en el terreno de la lengua y tomarla como
norma de todas las otras manifestaciones del lenguaje. [...] la lengua parece ser lo único
susceptible de definición autónoma [...].
Lectura 8 – Unidad 2 2
Pero ¿qué es la lengua? Para nosotros, la lengua no se confunde con el lenguaje: la
lengua no es más que una determinada parte del lenguaje, aunque esencial. Es a la vez un
producto social de la facultad del lenguaje y un conjunto de convenciones necesarias adoptadas
por el cuerpo social para permitir el ejercicio de esa facultad en los individuos. Tomado en su
conjunto, el lenguaje [dado que además de la lengua incluye el habla, y debido a esta última] es
multiforme y heteróclito; a caballo en diferentes dominios, a la vez físico, fisiológico y psíquico,
pertenece además al dominio individual y al dominio social; no se deja clasificar en ninguna de
las categorías de los hechos humanos [...].
La lengua, por el contrario, es una totalidad en sí y un principio de clasificación
(Ferdinand de Saussure, 1988, pág. 37).
Lectura 8 – Unidad 2 3
El profesor de gramática, en la actualidad, debe tener presente que su disciplina se
halla en un período de crisis (diríamos, una "crisis de crecimiento"), experiencia por la
cual también otras ciencias (la matemática, la física, la lógica, la psicología) han pasado
o están pasando sin desmedro. Mientras dure el período de crisis, la situación de
aparente caos -o, por lo menos, de caos creador, es decir, positivo- veda al profesor de
gramática la comodidad, que es dada a otros colegas más afortunados, de seguir una
vía prácticamente única y unánimemente reconocida y aceptada. Los innegables
inconvenientes que esto tiene se ven, creemos, compensados de sobra por lo que
significa como posibilidades creadoras para el profesor mismo y para los propios
estudiantes: debería ser, no desalentador, sino apasionante ver crecer y organizarse
ante nuestros propios ojos una disciplina científica (J. Balderrama y J. Si-bermhart,
1969).
[la] Gramática estructural [...] por ser actitud relativamente nueva en el campo
de la Lingüística se tropieza en ella con dos dificultades importantes.
En primer lugar, la terminología sobre la que aún no nos hemos puesto de
acuerdo, por lo menos, en medida aceptable; en segundo lugar, dada la
renovación científica que aquélla importa, hasta qué punto debe suministrarse al
joven recién iniciado en estudios de esta naturaleza [...].
Dentro de nuestro modestos propósitos: una guía para el estudiante, a la que
siempre será indispensable la palabra insustituible del profesor, hemos buscado un
término medio, sin exceso de esquematismo pero, tampoco, sin llegar a un tecnicismo
rebuscado o erudito, desde luego inaccesible y, sobre todo, incómodo para muchachos
cuya edad, en sus tres cursos de gramática, oscila entre los doce y los quince años (A.
Berenguer Carisomo, 1968, pág. 9).
2. Las traiciones
Lectura 8 – Unidad 2 4
últimos defensores; la gramática todavía los cuenta por millares (A. Alonso, 1943, pág.
95).
Como ya vimos, los partidarios del estructuralismo ganaron la batalla y sus descripciones
de la lengua se impusieron en todos los documentos de la época destinados a la enseñanza
secundaria, y lentamente también ganaron un terreno hasta entonces impensable: los primeros
grados de la escuela primaria. Sin embargo, los años evidenciaron que por más modernos y
científicamente aceptables que sean los conceptos enseñados, éstos no darán como resultado
natural el desarrollo de las habilidades en la producción oral y escrita.
La segunda traición, esperable de cualquier teoría científica que se convierta en objeto
de enseñanza, fue resultado del exceso de credulidad por parte de la escuela. Si bien antes del
ingreso del estructuralismo a la escuela, distintos pedagogos alertaron sobre el error de
introducir en el aula conceptos no asequibles para los alumnos, las gramáticas escolares, con
el prurito de no traicionar la verdad científica, introdujeron definiciones que de tan complejas
resultaban inútiles. De esta manera, a mediados de siglo, las gramáticas escolares dan el mismo
paso en falso que había dado la enseñanza de la gramática tradicional, acertadamente criticada
por Lenz a comienzos de siglo:
En otras palabras, una definición propuesta en un ámbito científico, por el hecho de estar
dirigida a expertos, tiene tal grado de densidad conceptual que resulta imposible de comprender
por un alumno de la escuela primaria o secundaria. Enfrentado a la exigencia de su aprendizaje,
el estudiante típico no tiene más alternativa que incorporarla como un saber formulístico e
irreflexivo que no sólo se olvida fácilmente sino que, dado que no se comprende, tampoco se
puede aplicar. Veamos un ejemplo tomado de un manual de castellano para primer año que
adopta el modelo estructuralista:
[...] toda palabra puede considerarse desde dos puntos de vista: como función
sintáctica y como clase.1
1
[Nota al pie] 1. Se advertirá que nos referimos a clases funcionales, es decir, definidas por el
contexto, y no a clases fijas o "partes de la oración". En la práctica escolar las clases fijas se
establecen por una especie de criterio estadístico; por ejemplo, se dice que ayer es de por sí un
adverbio, porque en la gran mayoría de los casos se desempeña como tal, aunque,
funcionalmente, puede llegar a ser sustantivo, incluso, pluralizable: el ayer, los ayeres (J.
Balderrama y J. Sibermhart, 1969, pág. 70).
Lectura 8 – Unidad 2 5
y la sintaxis a la práctica del análisis sintáctico sumado a algunos mínimos aspectos
morfológicos (conjugación verbal, flexión nominal, familia de palabras) y semánticos (sinonimia,
antonimia, homonimia). Tal vez el aspecto más negativo de esta práctica es, como señalan
Hernanz y Brucart para España, la manera mecánica en la que se abordaron estas nociones:
Por desgracia, a veces se contunden en este ámbito los medios con los fines, hasta el
punto de identificar los esquemas gráficos de representación (diagramas arbóreos,
paréntesis etiquetados, etc.) con el análisis propiamente dicho. Tal error lleva en la
práctica a concebir esta actividad como un ejercicio puramente mimético desprovisto de
todo interés, plagado de decisiones arbitrarias y en cuya realización el estudiante
renuncia de antemano a utilizar su intuición de hablante. Creemos, por el contrario, que
el análisis debe concebirse primordialmente como un ejercicio de reflexión intelectual
sobre el funcionamiento lingüístico. Para ello, el estudiante ha de contar con dos armas
fundamentales: la intuición, derivada de la competencia que aquel tiene como hablante
de la lengua, y la formación teórica. Adquirir esta última equivale, en último término, a
aprender los rudimentos de la argumentación lingüística. De ahí la importancia
pedagógica que otorgamos a esta actividad, pues es la que en mayor medida puede
evitar que los árboles no dejen ver el bosque de la sintaxis (M. Hernanz y J. Brucart,
1987, pág. 8).
La última reforma educativa en nuestro país se asienta sobre el fracaso del intento por
conciliar una teoría lingüística centrada en el sistema con el objetivo de formar usuarios
competentes de la lengua, y así da cabida a teorías lingüísticas centradas en el uso.
1. El nuevo deslumbramiento
Lectura 8 – Unidad 2 6
toda interacción comunicativa: la afectividad, las intenciones, las habilidades individuales, los
factores fisiológicos, los condicionantes sociales, históricos, políticos, culturales, etc. Por el
contrario, las nuevas corrientes lingüísticas defienden la posibilidad de estudiar
sistemáticamente ciertos aspectos del uso. Así, distintas escuelas se ocupan de analizar lo que
los hablantes hacen con el lenguaje.
Entonces, esta segunda etapa del romance entre la escuela y las teorías lingüísticas fue
un eco del fortalecimiento de estos nuevos paradigmas. La reacción contra el estructuralismo y
el generativismo, que en el campo de la disciplina ocurrió a partir de los años sesenta, se tradujo,
en la escuela argentina, en un enfoque comunicativo que adquiere auge en los años noventa,
auge institucionalizado por la reforma educativa de 1994. Los términos de la lingüística que
figuran en los Contenidos Básicos Comunes para la Educación General Básica y los Contenidos
Básicos Comunes para la Educación Polimodal permiten suponer que las teorías lingüísticas
que subyacen en su redacción son, básicamente, la antropología lingüística, la etnografía de la
comunicación, el análisis de la conversación, la etnometodología, la sociología del lenguaje, la
sociolingüística, la pragmática, la gramática textual, la lingüística del texto, el análisis del
discurso y la psicolingüística.
Las cinco ramas de la lingüística hasta aquí mencionadas tienen el mérito de echar por tierra
una creencia muy extendida: por medio de análisis lingüísticos muy exhaustivos ponen en
evidencia que no existen lenguas superiores a otras, que ninguna lengua es más compleja, ni
más rica, ni más abstracta que otra.
La idea central de la pragmática es que el lenguaje no solo sirve para describir el mundo,
sino también (y sobre todo) para realizar acciones (prometer, ordenar, pedir, decir, rogar,
amenazar, etc.). A estas acciones que realizamos por medio del lenguaje se las llama "actos de
habla"'. En la medida en que los actos de habla son acciones humanas, están gobernados por
reglas o máximas que todos los miembros de una comunidad lingüística utilizan, reglas o
máximas que los pragmáticos intentan explicitar.
Lectura 8 – Unidad 2 7
Como ya dijimos, la gramática textual amplía el conjunto de unidades del sistema
lingüístico (fonema, morfema/palabra, oración) con la unidad "texto". Así, a los niveles
tradicionales (fonológico, morfológico, sintáctico y semántico), se suma el nivel textual. En este
marco, el texto es definido como un conjunto de oraciones relacionadas gramaticalmente. El tipo
de relaciones gramaticales que interesan son, por ejemplo, las que permiten dar cuenta de cómo
se distribuye la información en las oraciones de un texto (tema y rema), la organización de esa
información o progresión temática, los fenómenos de tematización o focalización, los fenómenos
de cohesión, el tema textual o macroestructura, la superestructura o estructura subyacente,
etcétera.
El análisis del discurso se propone, actualmente, analizar los textos en su relación con
el ámbito social en que son producidos y circulan. A partir del análisis formal de aspectos
sintácticos, semánticos y pragmáticos (presuposiciones e implicaturas, intencionalidad del texto,
sobreentendidos, inferencias), los analistas del discurso se proponen responder cuatro
preguntas básicas: quién dice qué, qué medios utiliza, quién es el destinatario y cuál es el efecto
de ese texto. Para ello, integran los aportes de tres disciplinas: la psicología, la lingüística y la
sociología. Es por esto que, dentro del análisis del discurso, es posible identificar distintas
tendencias según en qué disciplina se ponga el acento,
En la actualidad, la lingüística del texto se ocupa del estudio del texto entendido como
un hecho comunicativo, y no sólo como un conjunto de oraciones. Se interesa por responder
preguntas como: ¿qué nos permite afirmar que un texto es un texto? ¿Es posible clasificar los
textos? ¿De qué manera? ¿Cómo producimos y cómo comprendemos un texto?
Los límites entre estas tres últimas escuelas no siempre son precisos, ni siquiera entre
los especialistas. Por ejemplo, hay quienes consideran que la gramática textual es el antiguo
nombre de la lingüística del texto, o que el análisis del discurso es sólo una metodología de la
lingüística del texto que se orienta hacia los significados subyacentes que transmite un texto.
Lectura 8 – Unidad 2 8
• La actitud que quiere que se refleje en sus enunciados (reservada, irónica,
entusiasta, enojosa, humilde, etc.).
Es decir, ese hablante debería ser capaz de decidir cuál es la clase de texto más
adecuada a la situación. Para el ejemplo dado, debería poder, en principio, descartar clases
como el cuento, el informe, el comentario casual, y según las características más específicas de
la situación concreta, optar entre una nota de pedido, una carta a los medios, una queja personal,
etc. Todas estas decisiones serán más eficaces cuanto mayor sea su competencia
comunicativa. Dicho de otra forma, será capaz no sólo de elegir la clase de texto apropiada, sino
también de producir un texto que se ajuste a las convenciones propias de esa clase.
2. Un romance precavido
Ahora bien, ¿qué propuestas concretas formulan los defensores del enfoque
comunicativo para el desarrollo de esa competencia? En otras palabras, ¿cómo proponen llevar
al aula el saber científico desarrollado por las distintas teorías lingüísticas arriba descriptas?
Antes de responder esta pregunta, es necesario destacar que durante el primer romance
(el que tuvo lugar entre la escuela y el estructuralismo), la escuela ya había sufrido los reveses
de una pasión apresurada que se plasmó en llevar al aula, sin grandes modificaciones, el saber
científico. Precavido por este error, el enfoque comunicativo advierte acerca de las
características que no debe adoptar la transposición didáctica de los saberes lingüísticos
centrados en el uso de la lengua.
Si no se trata de sustituir las referencias gramaticales por los aportes textualistas, ¿cuál
es la propuesta concreta para la enseñanza de la lengua? Básicamente, la idea es enseñar
lengua por medio de prácticas orales y de lectura y escritura de textos completos y reales, pero
también de una reflexión metalingüística sobre distintos aspectos de los textos (función,
superestructura, macroestructura, cohesión, coherencia, tema-rema, acto de habla):
Lectura 8 – Unidad 2 9
orientado a afianzar y fomentar las competencias discursivas de los aprendices [...] (C.
Lomas García, 1994, pág. 11).
Otro de los pilares sobre los que se asienta el enfoque comunicativo, al menos en sus
propuestas iniciales, es plantear a los alumnos situaciones comunicativas reales. Se trata de
situaciones de producción y comprensión orales y escritas no dirigidas exclusivamente al
maestro, sino a interlocutores reales dentro o fuera de la escuela, con un objetivo comunicativo
real y que obtienen algún tipo de respuesta. Por ejemplo: escribir una carta al intendente
municipal para pedir que se ocupe del basural que se está formando en la esquina de la plaza,
confeccionar afiches que propongan a la comunidad mantener la ciudad limpia, llevar a cabo
una encuesta sobre algún tema que se esté estudiando.
Esta idea de trabajar con situaciones comunicativas reales llevó a revitalizar una vieja
propuesta que data de principios del siglo XX: la pedagogía de proyectos. Esta última consiste,
básicamente, en comenzar por explicitar el producto final que se quiere alcanzar al fin de una
etapa de trabajo. Por ejemplo, llevar a cabo una feria del libro en la escuela es un producto final
que se alcanza luego de varias tareas (escribir cartas a las editoriales, comunicarse por escrito
o por teléfono con autores de literatura infantil, confeccionar invitaciones y afiches, planificar el
espacio que se dará a cada stand, etc.), a través de las cuales los niños aprenden contenidos
relevantes de diferentes áreas.
Si bien esta forma de trabajo sedujo a los defensores del enfoque comunicativo, poco a
poco se fueron multiplicando las críticas, que apuntan a dos aspectos de la propuesta. Desde
un punto de vista práctico, no siempre es posible pensar en una situación real que el docente
domine, que permita trabajar contenidos escolares pertinentes, o que interese a los alumnos.
Desde un punto de vista ético, muchas veces los docentes que utilizan la pedagogía de
proyectos plantean a sus alumnos situaciones que prometen un destinatario real que en verdad
no existe; por ejemplo, es muy común la confección de una antología de cuentos o de un informe
sobre un tema particular para donar a la biblioteca de la escuela, antología e informe que a
pocos o nadie interesan, con excepción de algunos padres, los de los alumnos autores.
A partir de estas críticas, se reformuló el principio de trabajar sólo con situaciones reales
de comunicación, abriendo las posibilidades a tres tipos de situaciones:
3. ¿Y la gramática?
Lectura 8 – Unidad 2 10
¿En que sentido se lleva a cabo esta reubicación? En primer lugar, aunque el enfoque
comunicativo privilegia las prácticas del lenguaje, no descarta un espacio para la reflexión sobre
esas prácticas y sobre conceptos lingüísticos. Sin embargo, esta reflexión no se limita solo a la
gramática, sino que incluye también otros saberes acerca del lenguaje: características
estructurales de los textos, cohesión y coherencia, progresión de la información, diferencias
entre la escritura y la oralidad, importancia de la situación de comunicación para la elección de
un determinado registro, etc. Por otro lado, dado que el eje central de este enfoque está puesto
en las prácticas del lenguaje, la reflexión gramatical que se propone está siempre al servicio de
la escritura, e incluso se plantea su posterioridad temporal: en cada clase, primero se escribe y
luego se reflexiona sobre alguna cuestión problemática del texto producido. Esta reflexión tiene
lugar cuando los alumnos revisan su texto y se lleva a cabo sobre las dudas concretas que ellos
manifiestan.
Por lo tanto, la visión de gramática que se tiene es la de una gramática estrictamente
normativa, es decir, se la concibe como un conjunto de reglas a seguir para producir textos
correctos y adecuados; en este sentido, el enfoque comunicativo parece adscribir a la
concepción de gramática que la Real Academia Española formuló en 1931: "Gramática es el
arte de hablar y escribir correctamente". Si bien el lugar asignado a la gramática en la enseñanza
de la lengua es, en términos generales, el arriba descripto, se observan divergencias entre los
distintos autores. Así, algunos defensores de este enfoque proponen directamente erradicar la
gramática de la escuela. Otros, en cambio, no ceden a la tentación.
Para pensar hoy esta relación entre la escuela y la gramática, no alcanza con consultar
un solo libreto, porque en la práctica, cada ámbito de producción de saber elabora una versión
diferente para el final de esta historia. ¿A qué nos referimos con "ámbitos de producción de
saber"? Para responder esta pregunta, es necesario ampliar el concepto de transposición
didáctica. Chevallard define esta noción como el pasaje del "saber científico" al "saber
enseñado", aunque reconoce que el saber enseñado es distinto del "saber a enseñar". Así, este
autor diferencia dos etapas de transposición y tres tipos de saberes: del saber científico al saber
a enseñar y del saber a enseñar al saber enseñado. El saber científico es el saber producido
por los científicos en los ámbitos académicos. El saber a enseñar es, en principio, el saber
seleccionado por especialistas en la enseñanza, quienes, en los momentos de reformas
educativas, eligen aquellos que consideran relevantes para la escuela. Por último, el saber
enseñado es el que efectivamente producen los docentes en las aulas y transmiten a sus
alumnos.
Sin embargo, el movimiento es mucho más complejo aún. Considerar que el saber a
enseñar conforma una unidad, conlleva una reducción, porque los contenidos de los diseños
curriculares, de los programas, de los manuales escolares, de los cursos e incluso de los textos
para los docentes no son los mismos. En resumen, los saberes científicos adquieren, en esta
etapa de transposición, modalidades diferentes y sufren variaciones de diverso tipo en los
distintos textos orales y escritos (documentos curriculares, revistas, libros y cursos para
docentes, manuales para los alumnos, etc.).
Ser conscientes de esta diversidad permite ver más claramente que la relación que se
establezca entre la escuela y la gramática (o en otras palabras, el lugar de la gramática en la
enseñanza de la lengua) no será la misma en los distintos ámbitos de producción del saber. Así,
el lugar que se le da actualmente a la gramática en la mayoría de los manuales destinados a los
alumnos es muy diferente del que se le da en la mayoría de las propuestas didácticas destinadas
a los docentes.
Si comparamos este fenómeno con las características de la transposición de los contenidos
gramaticales a la escuela argentina en la época de dominio del estructuralismo, se observa que
en ese momento había una mayor homogeneidad entre los distintos documentos que contenían
los saberes a enseñar. Por ejemplo, los contenidos y los métodos presentados a los alumnos
en los manuales escolares respondían a la misma línea teórica y didáctica que los desarrollados
en los libros dirigidos a docentes. Una de las razones de esta similaridad es el hecho de que los
agentes que producían unos y otros textos eran no solamente los mismos, sino que
Lectura 8 – Unidad 2 11
generalmente también se trataba de los científicos a cargo de la producción del saber
especializado. En otras palabras, era muy común el hecho de que un especialista en gramática,
que en el ámbito científico presentaba los resultados de su investigación en este campo, también
se ocupara de difundir ese saber producido por él y por otros especialistas en libros y cursos
para docentes y en manuales para los alumnos; incluso, muchos de esos especialistas también
daban clases en las escuelas. En cambio, actualmente, se observa una gran disparidad entre
los contenidos y las formas de trabajo desarrollados en materiales orales y escritos dirigidos a
docentes y alumnos. Una de las razones de este fenómeno es que los productores de esos
materiales provienen de diferentes marcos disciplinares.
Ahora sí, recorramos las cuatro versiones que circulan hoy en la escuela argentina
respecto de la enseñanza de la gramática, versiones que podemos sintetizar de la siguiente
manera: aquellas en las que se escribe el acta de defunción del romance, aquellas en las que
se continúa dando a la gramática el papel protagónico, las que le asignan el papel de extra y,
finalmente, las que proponen ubicarla en un lugar tan importante como otros aspectos del área
lengua.
Lectura 8 – Unidad 2 12
La declaración de amor eterno entre la escuela y la gramática se vislumbra en muchas prácticas
de aula y en algunos libros (muy pocos, en realidad) destinados a docentes que hoy continúan
circulando. En estos últimos, se sigue privilegiando el enfoque estructuralista de enseñanza de
la gramática e incluso se enumeran las ventajas del análisis sintáctico, con la idea de que ambos
colaboran en la organización del pensamiento y en la producción de textos informativos
coherentes.
Con respecto a las prácticas de aula, en muchas de ellas la gramática sigue teniendo un
lugar relevante, aunque reducida al análisis sintáctico mecánico y a algunas cuestiones
morfológicas (formación de palabras, familia de palabras, flexión verbal, etc.) y semánticas
(sinonimia, homonimia, antonimia, etc.). Las razones de esta pervivencia se pueden buscar en
dos lugares: por un lado, la resistencia a cualquier cambio, que se conjuga con los buenos
resultados que el docente considera que ha obtenido, durante años, con su metodología de
trabajo. Por otro lado, frente a una tradición basada en el abordaje de contenidos conceptuales,
una propuesta como la del enfoque comunicativo, que le otorga un lugar central a las prácticas
del lenguaje, desconcierta y genera una sensación de vacío de contenidos a enseñar. Las
propuestas didácticas basadas en el estructuralismo brindaban al docente un conjunto claro,
ordenado y sistemático de conceptos a impartir, que se reflejaban en los materiales elaborados
para los alumnos a través del uso de definiciones, glosarios terminológicos y cuadros
clasificatorios. El docente contaba así con un bagaje claro y bien acotado de contenidos a
enseñar y evaluar.
Si recordamos que el enfoque comunicativo afirma que la gramática es importante pero
no especifica cuáles son los términos bajo los cuales se la debe incorporar ni tampoco define
qué contenidos incluir, se comprende por qué las antiguas propuestas estructuralistas continúan
seduciendo a los docentes.
Para defender esta postura se esgrimen argumentos del tipo: "Las personas no van por
el mundo diciendo cosas como 'sustantivo común femenino y singular'; simplemente dicen:
'biblioteca'" o "las personas no se comunican mediante palabras u oraciones aisladas, sino
mediante textos". Si bien estas afirmaciones son correctas, no demuestran lo que pretenden. Si
aceptamos esos argumentos, también tendríamos que sostenerlos para todas las áreas de
conocimiento, lo que nos llevaría a hacer afirmaciones del tipo: "Los hablantes no van por el
mundo diciendo 'siento una molestia en el peritoneo' o los rayos ultravioletas dañaron mis células
epiteliales'". Sin embargo, la ausencia de enunciados de este tipo no lleva a concluir que se
deba dejar de estudiar/enseñar temas como la digestión o las características de la luz solar o la
piel.
Lectura 8 – Unidad 2 13
Si bien es cierto que el objetivo que propone el enfoque comunicativo es altamente
seductor, como ya lo anticipamos, el desarrollo de la competencia comunicativa no es un
propósito novedoso entre quienes se preocupan por el área de la lengua. Así, en 1960, Amado
Alonso y Pedro Henríquez Ureña, aunque con una terminología diferente, manifestaban
prácticamente el mismo propósito:
Lectura 8 – Unidad 2 14
Sin lugar a dudas, una reflexión sobre la gramática durante la revisión de los textos
requiere tener, previamente, algunos conocimientos mínimos sobre este campo. La suposición
de que deban abordarse únicamente las cuestiones gramaticales que aparecen en las
producciones escritas de los alumnos les confiere a esas cuestiones el status de un contenido
ocasional cuyo estudio está ligado a la buena fortuna de una ocurrencia azarosa: que el alumno
manifieste una duda al respecto, que solicite una sugerencia sobre algún problema, que el
docente califique un tema como importante, que un grupo de la clase esté interesado; en pocas
palabras, que aparezca alguno de los muchos fenómenos interesantes de la gramática. El
segundo problema es que ni el desarrollo de la competencia comunicativa en general ni el de la
escritura en particular son los únicos objetivos del área de lengua, o al menos, no deberían serlo.
Un propósito fundamental que se está dejando de lado es el desarrollo de la capacidad
metalingüística, desarrollo que sólo se alcanza objetivando el lenguaje, es decir, convirtiéndolo
en objeto de reflexión. No quedan dudas de que, en términos de "utilidad para un hacer", la
capacidad metalingüística sirve al desarrollo de la competencia comunicativa. Sin embargo, no
se puede reflexionar sobre los fenómenos que surgen en el momento de las practicas vinculadas
al uso del lenguaje sin contar previamente con un bagaje de contenidos específicos que
permitan, frente a un fenómeno concreto que se presenta, analizarlo, evaluarlo, corregirlo o
ratificarlo, vincularlo a otros fenómenos, etc. Por otro lado, parece peligroso abandonar el
proyecto de una escuela en la que el desarrollo de la curiosidad o inquietud por el conocimiento
mismo también sea un objetivo relevante.
4. La gramática como una protagonista entre otros: "Ahora sólo somos buenos amigos"
Una cuarta versión reconoce el final del romance apasionado entre la escuela y la
gramática, aunque manifiesta su interés por continuar la relación, en términos de una buena
amistad. Este enfoque defiende un lugar relevante para la gramática, aunque compartido con
otros saberes y prácticas. Considera que la enseñanza gramatical debe partir de la intuición que
todo hablante de una comunidad lingüística posee y sobre esa base propiciar la competencia
metalingüística, cuyo desarrollo debe ser un objetivo de la escuela. En tercer lugar, no se
adscribe a una única escuela gramatical, sino que plantea que se deben buscar, en las distintas
corrientes, los análisis y las afirmaciones más explicativos de fenómenos particulares. Por
ultimo, postula la necesidad de reformular los saberes producidos en el marco de las teorías
científicas para adaptarlos a la situación comunicativa escolar.
Gramática, lectura y escritura. En nuestro país, llama la atención que muchos
documentos oficiales, evidentemente influidos por el enfoque comunicativo, eviten el empleo de
términos del campo de la gramática a favor de terminología vinculada a la lingüística textual. Lo
llamativo de este hecho es no sólo la complejidad conceptual de la terminología elegida, sino
también la imposibilidad de pensar cómo implementar su enseñanza sin contar con saberes
gramaticales previos. Los siguientes son algunos ejemplos que ponen de manifiesto la
relevancia de los saberes gramaticales (aunque no sólo gramaticales) para abordar conceptos
textuales y para realizar prácticas de lectura y escritura eficaces:
Lectura 8 – Unidad 2 15
oración, la elección de cualquiera de las otras dos estructuras pone en evidencia la
postura del enunciador de resguardar al agente de la responsabilidad de lo que se
predica y, por lo tanto, del hecho.
Ayer me encuentro con Juan. El me dice que el día anterior va al cine y que cuando
vamos nosotros le digamos a Mateo que él viene.
GÓNGORA Fábula de
Polifemo y Calatea
Los conocimientos gramaticales son ineludibles aun para una propuesta supeditada a
un objetivo comunicativo, es decir, que centre su interés en tareas de producción y comprensión
de textos orales y escritos. Por otro lado, estos ejemplos ponen de manifiesto otra limitación de
la propuesta comunicativa. La gramática no es útil solamente en la revisión de las producciones
escritas, sino que es relevante en las tareas de comprensión.
Lectura 8 – Unidad 2 16
solamente a un afianzamiento o bien de un mecanismo de análisis o bien de una clasificación.
Muy distinto es el caso de actividades como las dos siguientes:
La niña se acercó a la mujer con el libro (¿quién tenía el libro: la mujer o la niña?). Vi a
la cuñada de Ana, quien recién volvió de vacaciones (¿quién acaba de volver de las
vacaciones: Ana o su cuñada?).
Lectura 8 – Unidad 2 17
¿Qué gramática para la escuela? La enseñanza de la gramática en la escuela no debe
adscribir a una única escuela o teoría gramatical. Como ocurre en toda disciplina, la gramática
es investigada a partir de distintos supuestos básicos, con metodologías diferentes, con
objetivos diversos; esto significa que la gramática es un objeto de estudio que abordan distintas
escuelas. Entre estas escuelas, e incluso dentro de una misma escuela, no siempre hay
acuerdos respecto de fenómenos particulares. Por ejemplo, la teoría estructuralista reconoce
una distinción entre oraciones bimembres y unimembres que la teoría generativa no considera;
para los generativistas, toda oración tiene sujeto, aunque este sujeto no se realice
fonológicamente en un enunciado particular. Así, mientras que para los estructuralistas una
oración como llueve carece de sujeto y por lo tanto es una oración unimembre, para la corriente
generativa la oración en cuestión tiene un sujeto gramatical bajo la forma de tercera persona del
singular.
Es evidente que no tiene sentido que esta discusión llegue al aula (al menos de la
escuela básica). Lo que sí tiene sentido es que lleguen allí las descripciones más aceptadas
entre los lingüistas y, evidentemente, las que sean más accesibles para los alumnos y más
pertinentes para los objetivos de la enseñanza.
EPÍLOGO
Esta historia no es cuento, A pesar de que hoy muchos continúan pensando que la
gramática es la ortopedia del lenguaje, a lo largo de este capítulo intentamos mostrar cuantas
pasiones encontradas es capaz de generar. Como toda historia, ésta también tiene distintas
versiones. Algunas, muy pocas, narran una ruptura tajante y también otras pocas juran su amor
eterno. Las primeras proponen desterrar la gramática del área; las segundas se niegan a
reconocer que una enseñanza de la lengua basada exclusivamente en el sistema no se ajusta
a los objetivos que siempre persiguió la escuela: el desarrollo de la competencia comunicativa.
Las dos versiones menos radicales conceden un lugar para la gramática, aunque se trata de
espacios diferentes. El enfoque comunicativo propone acudir a ella en caso de necesidad y esa
necesidad se hace ver, al menos en sus propuestas, sólo en el momento de la revisión de los
textos. El último enfoque le otorga a la gramática un lugar tan importante como a las prácticas y
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destaca su implicancia no sólo en la escritura, sino también en la comprensión y en el desarrollo
de la competencia metalingüística.
En este capítulo, jugamos con una metáfora: la de los finales del romance entre la
escuela y la gramática. Ese fue un riesgo, porque la intención no fue hablar de finales, sino poner
sobre el tapete esa historia y suspender algunas certezas para barajar y dar de nuevo.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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Zayas, F.: "La reflexión gramatical en la enseñanza de la Lengua", en Textos de Didáctica de la
Lengua y de la Literatura, 1, 1994.
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