Documento 77
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El Virreinato de la Nueva España (1535-1821) fue una entidad territorial integrante del imperio español,
que se desarrolló durante los siglos XVI al XIX, fue creado después de la conquista y abarcó territorios
de Norteamérica (parte de Estados Unidos y México) de Centroamérica, Asia y Oceanía. Durante los tres
siglos de colonización española gobernaron el imperio dos familias reales: la de los Habsburgo y la de
los Borbón y a la Nueva España 63 virreyes todos provenientes de la alta nobleza castellana.
El gobierno de la Nueva España fue una organización amplia y compleja, formada por diversos
organismos que llegaban hasta las más pequeñas localidades novohispanas. Durante la etapa colonial,
el Rey de España fue la principal autoridad, con un poder absoluto, su voluntad no tenía límites legales y
constituía una ley suprema. Los reyes gobernaron México, desde España, basándose en los informes
que recibían y delegaron su autoridad en instituciones que actuaban en su nombre.
El primer virrey Don Antonio de Mendoza llegó a la Nueva España en 1535, ostentando los cargos de
Gobernador General, Capitán General, Presidente de la Real Audiencia, Superintendente de la Real
Hacienda y Vicepatrono de la Iglesia. A partir de entonces, la máxima autoridad fue el Virrey quien
dirigía la política, cuidaba que se hiciera justicia y administraba la economía, era el jefe militar y debía
preservar a la Iglesia católica. En una palabra, el virrey fue la autoridad suprema. Además del virrey,
existían dos Audiencias o tribunales superiores que se encargaban de hacer justicia, cerciorarse de que
las leyes se cumplieran y de recibir las quejas de los pobladores, una se encontraba en la ciudad de
México y la otra en Guadalajara y fue un órgano auxiliar del virrey, quien era su presidente
. En contraste, la codicia de los conquistadores generaba una fiera lucha por las mejores encomiendas y
los mejores puestos del gobierno colonial. Por eso, la misión ineludible del primer virrey fue imponer el
gobierno central, representante de la Corona Española, sobre el poder de los conquistadores. Su primera
tarea fue lograr el sometimiento al gobierno virreinal de Hernán Cortés y de Nuño de Guzmán, quienes
detentaban gran poder en la colonia y que fueron despachados a España.
La Nueva España, al igual que otras colonias de ultramar, tuvo un sistema general de instituciones
políticas compuesto por un dispositivo central-peninsular, representado por el rey, sus secretarios y el
Consejo de Indias; otro dispositivo central americano, integrado por el virrey y la(s) Audiencia(s); un
dispositivo provincial y distrital, con los gobernadores y corregidores o alcaldes mayores; y un dispositivo
local, constituido por los cabildos y sus oficiales.
El virrey ejercía el poder por tres años y dependía del soberano prolongarlo o no en el cargo. Era quien
principalmente proclamaba las leyes y tenía la facultad de expedir reglamentos, ordenanzas, licencias,
bandos, mercedes, decretos, etc.
El poder reglamentario de los virreyes en la Nueva España fue muy importante, pues sus ordenanzas
constituyeron la base principal de las disposiciones reales al ser ratificadas, y quizá formaron la mayor
parte de la legislación colonial si se compara con la que se originó en la metrópoli . Casi toda la
reglamentación sobre asuntos del trabajo, minas, ganadería, tributo de los indios, etc., fue obra de los
virreyes, que por participación de la Audiencia se manifestó bajo la forma de Autos Acordados.
El virrey era el gobernador del reino de la Nueva España; había un presidente-gobernador para Nueva
Galicia, y gobernadores para Nueva Vizcaya, Nuevo León, Nuevo México y Yucatán. Por su parte, los
corregidores y alcaldes mayores vivían en las cabeceras de su provincia observando lo referente a obras
públicas, justicia local y tranquilidad, participaban además en el cobro de tributos.
Los corregidores dependían del Consejo de Indias, no del virrey; carecían de facultad legislativa y
ejercían la resolutoria subordinándose al propio virrey, quien podía conocer los casos correspondientes
al corregimiento e incluso revisar sus resoluciones
La organización política del virreinato tenía una estructura de jerarquía con el virrey como máxima
autoridad, seguido por los gobernadores de provincias y alcaldes mayores. Además, había un sistema de
audiencias que se ocupaba de la justicia y controlaba a las autoridades coloniales.
Las principales actividades económicas del virreinato fueron la minería, la agricultura (maíz, cacao y
otros productos originarios de la antigua Mesoamérica), la ganadería (introducida por los europeos,
quienes trajeron la mayor parte de los animales criados) y el comercio (limitado únicamente a las
posesiones españolas, acto de mercantilismo). Otro elemento importante en el desarrollo de la Nueva
España fue el papel jugado por la Iglesia católica, que logró un gran poder al adquirir grandes
propiedades y monopolizar la educación, los servicios de salud y otras áreas de la administración pública.
Los recursos minerales hallados bajo el suelo de la Nueva España, con importantes centros mineros
como Guanajuato, San Luis Potosí, Zacatecas e Hidalgo, constituyeron una de la más grandes fuentes de
riqueza para la corona, utilizadas en Europa para financiar gastos de Estado, costes de guerras o para
acuñar moneda circulante.
La minería fue la actividad económica que más impulso tuvo en el virreinato, pues cualquiera podía
echar a andar una mina siempre y cuando entregase la quinta parte de sus ganancias a la corona
española.
Los religiosos radicados en el territorio del virreinato consideraban como un castigo divino la muerte de
los locales a causa de las epidemias, atribuyéndolo muchas veces a la esclavitud, trabajos forzados y
cautiverio restringido a que eran sometidos los lugareños. Diego de Landa, fraile de Yucatán, escribió que
los indígenas se negaban a reproducirse, por temor a que sus hijos sufriesen las mismas condiciones que
ellos, llegando incluso a perpetrar infanticidios para evitarlo.