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AYUDANTES DE MUSEOS: TEMA 36

TEMA 36

LAS COLECCIONES REALES


ESPAÑOLAS. FORMACIÓN Y
EVOLUCIÓN A LO LARGO DE LA
HISTORIA. EL PATRIMONIO
NACIONAL: ESPECIFIDAD
INSTITUCIONAL Y ÁMBITO DE
ACCIÓN.

ACADEMIA DE OPOSICIONES MH PREPARADOS


AYUDANTES DE MUSEOS: TEMA 36

1. INTRODUCCIÓN.

2. PRINCIPALES PUBLICACIONES SOBRE EL TEMA.

3. LAS COLECCIONES REALES. FORMACIÓN Y


EVOLUCIÓN A LO LARGO DE LA HISTORIA.

4. PATRIMONIO NACIONAL: ESPECIFIDAD


INSTITUCIONAL Y ÁMBITO DE ACCIÓN.

5. MUSEO DE LAS COLECCIONES REALES.

6. VALORACIONES FINALES.

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1.- INTRODUCCIÓN.
En España el antecedente del coleccionismo real lo encontramos con los Reyes
Católicos, una afición que fue transmitiendo de unos monarcas a otros hasta Isabel II,
destronada en 1868. Era práctica antigua sacar a la venta, en pública subasta, las pinturas,
alhajas y demás bienes muebles de los Reyes cuando éstos fallecían, pagándose con su
producto las deudas declaradas en sus testamentos. Sin embargo, estas ventas solían
mermar muy poco la propiedad artística de la Corona dado que, generalmente, el príncipe
sucesor retenía para sí, por el precio de tasación, todos los cuadros y objetos artísticos del
rey difunto.
Los siglos XVI y XVII son de especial interés en la historia de España. De las
glorias del Imperio se pasó, en un breve periodo de tiempo, a la decadencia de la
monarquía de los Austrias españoles. Sin embargo, ni la política, ni la difícil situación
económica impidieron que los monarcas españoles desarrollaran en estos siglos la mayor
colección artística de su tiempo.
Estas colecciones no se conservan intactas debido a que algunos Palacios Reales,
donde se encontraban custodiadas dichas obras, sufrieron diversos siniestros, como el
incendio del Palacio del Pardo en 1664. A todo ello debemos sumar las pérdidas sufridas
por las guerras de Sucesión en 1710 y de Independencia entre 1808 y 1813.
La mayor parte de los fondos Reales se encuentran reunidos en el Museo del Prado
procedentes de distintos Palacios como San Ildefonso, El Pardo, La Zarzuela, La Quinta,
etc. Otros bienes culturales del Patrimonio Real, tanto muebles como inmuebles,
conforman el Patrimonio Nacional. Como dice la Ley 23/1982, de 16 de junio, de
Patrimonio Nacional éste está constituido por aquellos bienes que son titularidad del
Estado y que están afectados al uso y servicio del Rey y su familia para el ejercicio de la
representación que les atribuyen la Constitución y las leyes. Por consiguiente, integran el
Patrimonio Nacional los bienes inmuebles y muebles de los que se sirve la Casa Real, con
independencia de que tengan o no carácter histórico; es administrado por un Consejo de
Administración nombrado por el Consejo de Ministros.
Se puede decir que la mayor parte de estas Colecciones Reales se formaron en
momentos en los que España gozaba de una estabilidad política y jugaba un papel
importante a nivel internacional, tanto en el campo social y político como en el económico
y cultural. Otro factor a tener en cuenta fue la ausencia de un marco legal que permitió en
toda Europa el traslado de obras de arte de un país a otros sin el menor problema jurídico.
Ejemplo de ello es el expolio del patrimonio español durante la invasión napoleónica. La
invasión de España por las tropas napoleónicas supuso, desde un punto de vista cultural,
el saqueo más importante del patrimonio español en el siglo XIX.

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2.- PRINCIPALES PUBLICACIONES SOBRE EL TEMA.


Muchas son las investigaciones que se han llevado a cabo sobre este tema, tanto
en líneas generales, como más centradas en la labor coleccionista de reyes concretos.
Entre las publicaciones más generales destacan las llevadas a cabo por:
- Fernando Checa y José Miguel Morán, El coleccionismo en España, 1985.

- M.T. Ruíz Alcón, Colecciones Reales del Patrimonio Nacional, 1986.

- Gonzalo Anés, Las colecciones reales y la fundación del Museo del Prado,
1996.

- José Manuel Pita Andrade, Las colecciones reales de pintura hasta llegar al
trono de Felipe IV, 2006.

- Inmaculada Socias y Dimitra Gkozgkou (coordinado por.), Nuevas


contribuciones en torno al mundo del coleccionismo de arte hispánico en los
siglos XIX y XX, 2013.

- María Dolores Jiménez Blanco, El coleccionismo de arte en España. Una


aproximación desde su historia y su contexto, 2014.

Entre las publicaciones más concretas podemos destacar las siguientes:


- Mercedes Águeda, Una colección de pinturas comprada por Calos III, 1989

- Juan J. Luna, Carlos IV, mecenas de pintores y coleccionista de pinturas,


discurso de ingreso en la Real Academia de Doctores, 1992.

- María Pilar Silva Maroto, Las colecciones reales de la Regencia, 1995.

- Ángel Rodríguez Rebollo, Aportaciones de Felipe IV a las Colecciones Reales


de pintura, 2006.

3.- LAS COLECCIONES REALES. FORMACIÓN Y EVOLUCIÓN A LO


LARGO DE LA HISTORIA.
Anteriormente a los Reyes Católicos, la Casa de Trastámara, comenzó a reunir
una serie de elementos muy variados desde principios del siglo XV: objetos de cerámica,
cristal, oro, objetos litúrgicos, telas, guadamecíes, alfombras, tapices y libros con
miniaturas. Uno de estos tesoros fue el que Enrique IV, hermano de Isabel la Católica,
reunió en el Alcázar de Segovia.
El reinado de los Reyes Católicos representa, dentro de la historia del
coleccionismo español, un momento de transición del concepto medieval de Tesoro a la
idea de Colección en sentido moderno. Estos introdujeron un nuevo elemento, la pintura,

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pero sin superar la idea de un coleccionismo de tipo religioso y de exaltación política.


Entre los cuadros, destacan las obras de devoción de pintores flamencos como Memling
y Van der Weyden, encontrándose también obras de pintores italianos como Boticelli y
Perugino, así como de la escuela española con tablas de Berruguete y Bermejo. Junto a la
colección de cuadros figuraban tapices, libros, ornamentos religiosos y objetos personales
de los monarcas: espadas, coronas, cetros, cofres, relicarios, y trofeos. Todo ello fue
donado a la Capilla Real de Granada donde aún se conservan algunas de estas obras, como
“La Oración del Huerto”, de Sandro Botticelli. Aunque se rodearon de diversos artistas,
los preferidos de Isabel la Católica fueron Juan de Flandes y Michel Sittow. Del primero
se conoce el “Políptico de Isabel la Católica”, que constaba de 47 tablas, la mayor parte
de ellas desaparecidas. Es importante añadir que, a finales del siglo XV, también algunos
nobles actúan como mecenas, es el caso de las familias Borja, Fonseca y Mendoza.
Con la subida al trono de Carlos I en 1517, heredero del mecenazgo artístico de
su abuelo Maximiliano I, se abrió una nueva etapa en el coleccionismo monárquico
español. De 1544 se conserva el inventario con las tapicerías de Carlos V en Bruselas y
por un inventario de 1545 conocemos algunas de las adquisiciones del emperador,
figurando entre ellas relojes, medallas, libros con códices miniados, algunos ejemplares
impresos, pinturas y objetos preciosos, así como objetos litúrgicos. Otros inventarios nos
dan a conocer diversos ejemplares de cruces de oro y plata, joyas, espadas de parada,
libros, tapices y ornamentos de iglesia. Finalmente, está el inventario general realizado a
su muerte, en el que se especifican los objetos heredados tras la muerte de su tía Margarita,
así como los que él adquirió a lo largo de su vida. Un ejemplo es la colección de Armería,
que constaba de piezas reunidas por él mismo y otras que heredó de su abuelo
Maximiliano. También fue una novedad en aquel momento, la colección de objetos
americanos, integrada por joyas, objetos suntuarios y adornos, destacando de manera
especial el presente que Hernán Cortés ofreció el Emperador en 1519. A la entrada de la
ciudad de Tenochtitlan, realizada el 8 de noviembre de 1519, se produjo el encuentro de
Moctezuma y Cortés. Moctezuma II creyó que los españoles eran enviados del dios
Quetzalcóatl (Serpiente Emplumada) y fue un espléndido anfitrión de estos,
obsequiándole, entre otras cosas, con el Tocado del Dios Quetzalcóatl, mejor conocido
como “Penacho de Moctezuma” y el cual, fue enviado junto con otros presentes a la Corte
Imperial. Parte de estas colecciones se depositaron en el Monasterio de Yuste.
Toda esta labor llevada a cabo por Carlos I fue el pilar para entender el
coleccionismo artístico de Felipe II. Su reinado representó el desarrollo del coleccionismo
manierista puro, pero no puede entenderse éste sin hacer alusión a los años de su
formación como príncipe. De éstos, destacamos el período comprendido entre 1548 y
1551, en los que realiza un viaje desde Valladolid y Barcelona hasta Bruselas. Allí entró
en contacto, por primera vez, con la cultura internacional que tanto influyó en la
ambientación de sus palacios y en la formación de sus colecciones artísticas. Su llegada
a Flandes le permitió conocer todo el movimiento artístico que se estaba desarrollando en
dicho país bajo la protección de su tía María de Hungría. De aquí surgió su gusto por la
pintura flamenca, al tiempo que pudo admirar de cerca las colecciones de la corte
flamenca. La realización de este viaje, así como otros posteriores, explican el carácter

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internacional del patrocinio, mecenazgo y coleccionismo de Felipe II. En algunos casos,


siguió una política de patrocinio o de relación directa con los artistas, ejemplo seguido
con Tiziano; en otros, actuaba a través de intermediarios, diplomáticos y políticos que
ocupaban cargos de distintos países. Entre sus colecciones destacan los libros, los
manuscritos y los instrumentos científicos, que supusieron la base de la fundación de la
Biblioteca Escurialense. Dicho lugar, era considerado no sólo como depósito de libros,
sino también como un lugar de estudio en el que no podían faltar instrumentos científicos,
antigüedades, monetarios y una galería de retratos. La colección artística de Felipe II se
guardaba en varios palacios, por ejemplo, en el Palacio del Pardo destaca la galería de
retratos con obras de Tiziano, Antonio Moro, Sánchez Coello, etc. El coleccionismo de
Felipe II es de tipo ecléctico, constituyendo una “Wunderkammer” donde los objetos de
la naturaleza y las manufacturas se unían para presentar una imagen del cosmos de
carácter total y globalizador. La mayor novedad que representa el mecenazgo artístico de
Felipe II es la organización de la Armería que, a pesar de su calidad, no llegó a tener la
importancia que tuvo la armería de Fernando del Tirol, en Innsbruck.
En 1598 sube al trono Felipe III que, aunque no se distinguió por su afán
coleccionista, fue testigo de una serie de cambios en el ambiente cultural de su época. Por
una parte, el peso de la tradición siguió estando presente en algunas colecciones de esta
época, como en la de la reina Margarita de Austria, mujer de Felipe III, que contenía
figuras muy variadas, objetos de plata, relojes, piedras, además de una serie de pinturas
de tema religioso. Por otra parte, hubo un mayor interés por la pintura, produciéndose
traslados de cuadros de unos palacios a otros y adquiriéndose nuevas obras. Este monarca
centró su labor en consolidar las colecciones heredadas de su padre, que estaban
distribuidas en los Palacios de Madrid.
A comienzos del siglo XVII, se asistió a una serie de transformaciones en el campo
de la cultura. Las consecuencias concretas que estos cambios culturales aportaron al
mundo del coleccionismo se reflejaron en un interés creciente por la pintura, en
detrimento de otras manifestaciones artísticas, y en la diversificación de distintos géneros
pictóricos que conducirán a la pintura en serie, intentando cubrir la enorme demanda de
los coleccionistas para quienes resultaba menos costoso económicamente acceder a este
bien artístico que a cualquier otro de los elementos que conformaban los gustos
manieristas de la época, tales como relicarios, piedras preciosas y orfebrería.
Con Felipe IV las colecciones de pinturas heredadas de su antecesor aumentaron
considerablemente. A las mil pinturas que recibió como legado, como indican Checa y
Morán en “El coleccionismo en España” (1985), él añadió unas dos mil a lo largo de su
reinado. Este monarca se distinguió más por su mecenazgo artístico que por inclinación
a la política. Aprovechó la protección a las artes como un medio de prestigiar e impulsar
su política. Se rodeó de los pintores más conocidos de la época como Rubens y Velázquez,
quienes no sólo realizaron diversas obras para el monarca, sino que también actuaron
como asesores y agentes para la adquisición de pinturas en el extranjero, entre las que se
encuentran obras de Veronés, Tiziano, Tintoretto y Rafael. A éstas se sumaron los regalos
y donaciones de la nobleza. Sus colecciones se guardaban en cuatro edificios: El Escorial,

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el Alcázar de Madrid, el Buen Retiro y la Torre de la Parada. Completan estas


colecciones, la biblioteca del Rey que aún contenía una serie de instrumentos científicos
y otros objetos de gusto manierista; y la colección de armas heredada de Felipe II, que se
amplió con nuevas piezas decoradas al gusto barroco y que adquirieron un carácter
orgánico y puramente decorativo. Hasta 1650, Velázquez fue nombrado conservador de
las colecciones reales, momento en que se impuso el gusto barroco frente al criterio
manierista de la etapa anterior. Este período puede ser calificado como uno de los
momentos más brillantes de la historia del coleccionismo en España. Como indica María
Dolores Ruíz de Lacanal en su artículo “El gran coleccionista Felipe IV y grandes
conservadores y restauradores de su tiempo: Velázquez, Carducho y Murillo” (1995),
Felipe IV no sólo fue un gran coleccionista, sino que equiparó su colección a las europeas
y mostró interés en exponer las obras coleccionadas en sus palacios, germen de la Galería.
Carlos II fue el último monarca de la Casa de los Austrias. Con él, el gusto barroco
se impuso en la decoración de los Palacios y Residencias Reales. Encargó a Lucas
Giordano la realización de algunas pinturas al fresco en El Escorial y en el Buen Retiro.
Durante su reinado no se incrementaron las colecciones Reales, produciéndose
únicamente el traslado de cuadros de unos palacios a otros.
La llegada al trono del primer monarca Borbón, Felipe V, en la primera mitad del
siglo XVIII, supuso una de las etapas más pobres en el panorama artístico español, que
como indica Morán en “La imagen del rey Felipe V y el arte” (1990), tuvo consecuencias
negativas para el coleccionismo real. Perduraban aún los gustos artísticos del barroco,
destacando los trabajos de Lucas Giordano y Palomino. Si, por un lado, se adquirieron
obras de Poussin, Murillo, pinturas holandesas y parte de la colección de la reina Cristina
de Suecia, por otro, el patrimonio real sufrió una merma importante como consecuencia
del incendio de El Alcázar en 1734, en el que se destruyeron alrededor de 537 obras
pertenecientes, algunas de ellas, a Tiziano, Rubens y Velázquez. Destacó al gusto de
Felipe V e Isabel de Farnesio por la escultura y las antigüedades, y ejemplo de ello, es
que además de la compra de la colección de Cristina de Suecia en 1724, también
adquirieron en 1728 el conjunto de estatuas que el Marqués del Carpio había reunido en
Italia. Algunas piezas emblemáticas de esta colección son el “Grupo de San Ildefonso”
(s. I) y el “Fauno del Cabrito” (s. II).
El breve reinado de Fernando VI explica el escaso incremento que se observa en
las colecciones reales. Sin embargo, a partir de este momento, el interés por el arte se
amplió al campo científico dentro de los jardines botánicos, gabinetes de Historia Natural,
observatorios astronómicos, escuelas de Ingeniería, laboratorios de Física y Química, etc.
No puede decirse que fuese un coleccionista de pintura comparable a sus predecesores,
aunque sí aficionado como su mujer Bárbara de Braganza, a lujosos objetos artísticos,
que encargaban en París.
En 1785, Carlos III encargó a Juan de Villanueva la realización del Palacio de las
Ciencias y encomendó a todas las autoridades el incremento de las colecciones. Jugó un
papel importante en la vertebración de las colecciones reales. Durante sus años de reinado
en Nápoles ya había enviado a su madre, Isabel de Farnesio, un significativo conjunto de

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pintura napolitana contemporánea. Una vez en España, Carlos III se propuso inventariar,
reordenar y conservar lo que encontró en las colecciones reales, y además realizó
importantes encargos y adquisiciones para decorar el Palacio Nuevo madrileño, que hoy
conocemos como Palacio Real. Bajo su reinado se afianzó la visión del arte como símbolo
de poder y como vehículo de transmisión de ideas, en este caso las ideas ilustradas. Anton
Raphael Mengs propuso al rey Carlos III una reorganización de las colecciones en el
Palacio Real que permitiese trazar una historia de la pintura, por lo que de este modo se
adelantó al discurso de carácter didáctico que pronto desarrollarían los museos ilustrados,
y sugería la posibilidad de que el aprovechamiento de las colecciones fuese más allá de
los límites del deleite del rey y sus cortesanos.
Una de las facetas menos conocida de Carlos IV es la de coleccionista y mecenas.
Su vinculación a Italia, por un lado, y los lazos culturales y de parentesco de la monarquía
hispánica con Francia, por otro, marcaron las pautas de una actividad de coleccionista que
le caracterizó desde su juventud, aunque las fuentes documentales de esta época no son
muy abundantes. Como estudió Juan J. Luna en el texto anteriormente citado, Carlos IV
se inclinó hacia las últimas novedades en materia pictórica, y buscaba aquello que era
incluso difícil de adquirir. En su colección predominaban la pintura profana y los cuadros
de carácter histórico, mitológico, de paisaje o de género. También era aficionado a la
música y compró piezas únicas de pianos y violines. Las esculturas, bronces, porcelanas,
tapices y libros no le fueron tampoco indiferentes y los relojes constituyeron una de sus
pasiones preferidas, «al extremo -recuerda Luna- de montar un completo taller de relojería
en palacio». Sin embargo, fue la pintura lo que más atrajo su atención. Mostró su interés
por Luis Meléndez y Luis Paret y Alcázar. Otros pintores discípulos de Mengs estuvieron
al servicio de la Corona con mayor o menor suerte, como Francisco Javier Ramos,
Francisco Agustín, y Gregorio Ferro. Por otra parte, los pintores extranjeros no tuvieron
éxito en la corte, a excepción de Luis Japelli, pero sí los miniaturistas franceses, como
Jean Bauzil, y Joseph Bouton. Otro pintor extranjero, aunque de menor calado, fue Jean-
Démosthène Dugourc. Quizá la clave del interés por el arte se centre en la relación del
monarca con Goya ya que parece que tenían un trato familiar desde que se conocieron
cuando Carlos era príncipe de Asturias, y el pintor realizó numerosos dibujos para tapices
que decorarían las residencias reales de El Escorial y El Pardo. Gracias a la proximidad
al rey, Goya adquirió fama y prestigio. Podemos citar otros tantos pintores que contaron
con la protección del monarca y llevaron a cabo numerosos encargos para la decoración
de las residencias regias, como José Aparicio y Vicente López. El rey mostró siempre un
gran interés por el arte francés. Encargó a David un cuadro que hoy permanece en
Francia, “Napoleón cruzando el Gran San Bernardo”, y se sabe que el monarca pidió en
1766 al embajador español en París, conde de Fuentes, que comprara «obras de Watteau».
También sintió gran estima por otro pintor francés, Claude-Joseph Vernet. Durante su
exilio en Roma, Carlos IV siguió coleccionando pinturas y ejercitando su protección a
pintores destacados. En esta época, José de Madrazo y Juan Antonio Ribera trabajaron
como pintores de cámara para el monarca exiliado, y se hicieron cargo del inventario de
sus bienes y obras de arte. A su muerte, la colección se dispersó entre sus herederos y una
parte fue a parar al Museo Nacional del Prado.

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Durante los años de la Guerra de la Independencia (1808-1814), y con la presencia


de José Bonaparte en Madrid, se piensa en la creación de un Museo de Pinturas con obras
representativas del arte español. Pero, el llamado “Museo Josefino” no pasó de ser un
proyecto para el que entre 1810 y 1813 se almacenaron ingentes cantidades de cuadros
en distintos edificios de Madrid. Cuando los franceses dejaron Madrid en 1813, el
proyecto josefino se deshizo y se encargó a la Academia la misión de recuperar e
inventariar las piezas almacenadas.
Con el reinado de Fernando VII la relación de la Corte con el coleccionismo de
arte se modificó sustancialmente. Fue el fundador del Museo del Prado en 1819, aunque
esta decisión se atribuye a su esposa Isabel de Braganza. El propio rey adquirió piezas
dirigidas al nuevo museo y se ocupó de parte de la remodelación del edificio y de su
mantenimiento posterior a expensas de su propio patrimonio. La creación del museo bajo
su reinado fue una aportación extraordinaria que contribuyó a la modernización de las
instituciones culturales españolas, a la concienciación posterior sobre la importancia
patrimonial de las colecciones reales, al reconocimiento internacional de la llamada
Escuela Española de pintura a mediados del XIX y, sobre todo, a la democratización del
disfrute de las colecciones. Aunque a este rey se le ha criticado la desidia selectiva a la
hora de actuar frente al expolio sufrido por las colecciones reales durante la Guerra de la
Independencia (1808-1814). En este contexto suele repetirse que, mientras reclamaba
piezas a Francia, Fernando VII no dudó en regalar al Duque de Wellington los tesoros
artísticos extraídos por José de Bonaparte del Palacio Real de Madrid, que el militar inglés
había recuperado en la batalla de Vitoria con la que acabó la ocupación francesa de la
Península. Entre aquellos tesoros, que Wellington quiso devolver, se encontraba, por
ejemplo, “El aguador de Sevilla”, de Velázquez, que ahora puede contemplarse en Aspley
House, en Londres. Está claro que Fernando VII reconocía el valor de la colección real y
de la institución que debía albergarla, y así lo muestra la iniciativa de imprimir la
colección litográfica de los cuadros del rey de España, que incluía tanto las pinturas del
Museo del Prado como las presentes en todos los Reales Sitios. Pero también parece que
en el reconocimiento de aquel valor pesaban más los factores propagandísticos —y en
definitiva, políticos— que la pasión estética o la responsabilidad del mecenazgo que
habíamos señalado como rasgos propios de algunos de sus antecesores.
A la muerte de Fernando VII, en 1833, el museo y todas las colecciones contenidas
en él fueron consideradas patrimonio personal del Rey y, por tanto, no vinculadas a la
Corona, pasando a ser propiedad de sus hijas Isabel II y Luisa Fernanda. Ante este
problema, se nombró una Comisión que impedía dividir la colección Real, llegándose a
una solución en 1845. Isabel II compró la parte de su hermana y así el museo y su
contenido pasa a ser de su propiedad con el nombre de “Real Museo de Pintura y Escultura
de su Majestad”. También Isabel II, al igual que su padre, llegó a “regalar cuadros de la
colección real para premiar con ellos favores o adhesiones”.

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En 1869, con la nacionalización del museo tras la revolución liberal, la colección


se desvinculó de la Corona. Como ya se ha dicho, este hecho tuvo como principal reverso
positivo la progresiva democratización del acceso a las obras de arte en consonancia con
las ideas europeas.

El rey Alfonso XII como coleccionista se interesó por el retrato y contó con
retratistas de la talla de José Casado del Alisal y José Moreno Carbonero. Mientras,
durante los últimos años del siglo XIX y principios del XX se produjo la renovación de
la pintura de paisaje a través de la luz, tendencia que implicó una atención preferente a
los valores tonales de la pintura. Joaquín Sorolla fue muy valorado por Alfonso XIII,
quien se interesó vivamente por su arte. Desde 1907 hasta la muerte del pintor se
estableció una estrecha relación entre ambos, como demuestran los numerosos encargos
que a partir de ese año recibió para retratar a la Familia Real. Ejemplo de ello es el retrato
de “Alfonso de Borbón niño en el Alcázar de Sevilla”, de 1908, que se custodia en el
Palacio Real de Madrid.

4.- PATRIMONIO NACIONAL: ESPECIFIDAD INSTITUCIONAL Y ÁMBITO


DE ACCIÓN.
Patrimonio Nacional, como organismo público responsable de los bienes de
titularidad del Estado que proceden del legado de la Corona española recogidos en la Ley
23/1982, de 16 de junio, del Patrimonio Nacional, tiene como fines el apoyo a la Jefatura
del Estado para la alta representación que la Constitución y las leyes le atribuyen, así
como la puesta a disposición de los ciudadanos del patrimonio histórico-artístico que
gestiona a través de su uso con fines culturales, científicos y docentes.
La naturaleza diversa de los bienes y la compatibilidad de usos de los mismos
hace que la labor de servicio público a la que se debe Patrimonio Nacional sea amplia y
compleja. Esta institución gestiona inmuebles de excepcional valor histórico-artístico,
entre los que destacan 8 Palacios Reales y edificaciones anexas abiertas a la visita pública
bajo la denominación de Reales Sitios y 10 Monasterios y Conventos Reales que albergan
más de 154.000 piezas histórico-artísticas de todas las disciplinas que constituyen una
parte esencial del patrimonio cultural español. A ello se une un importante patrimonio
natural constituido por jardines históricos, bosques y otros espacios naturales.
A la cabeza de Patrimonio Nacional está el Consejo de Administración de
Patrimonio Nacional que se configura como una entidad de derecho público
orgánicamente dependiente de la Presidencia del Gobierno. Después está la figura del
presidente/a, posterior es el cargo de consejero/a gerente y, finalmente, están las
direcciones y las delegaciones. En las direcciones encontramos: Administración y
Medios, Colecciones Reales, Inmuebles y Medio Natural, y Actos Oficiales y Culturales.
Por su parte, las Delegaciones son: La Almudaina, Aranjuez, El Pardo, San Ildefonso,
San Jerónimo de Yuste, San Lorenzo de El Escorial, y Reales Patronatos.

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Patrimonio Nacional se rige por el siguiente marco jurídico:


- Ley 23/1982, de 16 de junio, reguladora del Patrimonio Nacional.

- Real Decreto 496/1987, de 18 de marzo, por el que se aprueba el Reglamento


de la Ley 23/1982, de 16 de junio, reguladora del Patrimonio Nacional.

- Real Decreto 1867/2004, de 6 de septiembre, por el que se integra en el


Patrimonio Nacional el Monasterio de San Jerónimo de Yuste.

- Real Decreto 214/2014, de 28 de marzo, por el que se modifica el Reglamento


de la Ley 23/1982, de 16 de junio, reguladora del Patrimonio Nacional,
aprobado por el Real Decreto 496/1987, de 18 de marzo.

- Ley 40/ 2015, de 1 de octubre, de Régimen Jurídico del Sector Público, que
modifica la Ley 23/1982, de 16 de junio, reguladora del Patrimonio Nacional.

Patrimonio Nacional tiene como principales objetivos:


- Puesta en marcha y apertura al público en 2023 de la Galería de las
Colecciones Reales.

- Reorganización y adaptación de la entidad al nuevo régimen del sector


público.

- Mejora de la infraestructura operativa de apoyo a la Corona.

- Refuerzo de las actuaciones de conservación y restauración de los bienes


inmuebles y muebles de carácter histórico-artístico y de los espacios naturales.

- Desarrollo de un plan de rehabilitación y gestión comercial de los bienes


inmuebles susceptibles de explotación económica.

- Desarrollo de una política de patrocinio.

- Incremento del número total de visitantes y de los ingresos por entradas.


Patrimonio Nacional acoge numerosos actos oficiales vinculados a la Jefatura del
Estado. Algunos de ellos mantienen todavía hoy la forma de solemnes ceremonias de
Estado de carácter histórico que conservan una gran parte del protocolo tradicional, como
las recepciones de gala a los Jefes de Estado que visitan nuestro país, o la presentación de
cartas credenciales ante S.M. el Rey por los Embajadores Extranjeros en España. También
cabe destacar las Audiencias Militares, los relevos solemnes de la Guardia Real y las
recepciones como la Pascua Militar o al Cuerpo Diplomático acreditado en España.
Además, a lo largo de su historia, Patrimonio Nacional ha colaborado en la
organización de importantes reuniones como las presidencias españolas de la Unión

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Europea o en la Conferencia de Paz celebrada en Madrid en 1991 y otros actos de gran


relevancia política y social.
Centrándonos en las Colecciones Reales de Patrimonio Nacional, estas son las
siguientes:
- La colección de armería.

Tiene su origen en las disposiciones testamentarias del rey Felipe II, quien ordenó
que no pudiera ser vendida en almoneda pública después de su muerte. Con ello vinculó
la Armería a su hijo, Felipe III, y a sus sucesores.

Constituye en la actualidad una de las joyas del Patrimonio Histórico Español. Es


una colección excepcional con gran valor artístico, histórico y material. La colección
abarca la totalidad del siglo XVI y XVII. Debido a la importancia política y económica
de España en esos siglos, los encargos se realizaban a los principales talleres europeos.
Junto con los objetos de uso personal también custodiaban trofeos militares y los regalos
diplomáticos.

Los reinados de Felipe III y Felipe IV acrecentaron la colección de armas de fuego


y armas blancas, destacando las forjadas en la ciudad de Toledo. Tras la llegada de la
Casa de Borbón la colección continuó enriqueciéndose.

En el siglo XVIII merece especial mención el importante papel de la villa de


Madrid como uno de los principales centros europeos de producción de armas de lujo. En
las primeras décadas del siglo XIX el auge de los centros vascos de Eibar y Placencia de
las Armas sustituyó a Madrid en el liderazgo de la producción española manteniendo su
reputación hasta la actualidad.

Piezas destacadas de la colección son: Espada de Ceremonia de los Reyes


Católicos; la Daga de Orejas; Juego de Parada del Emperador Carlos V; Armadura del
KD del Emperador Carlos V; Borgoñota del Emperador Carlos V; Armadura a la romana
del Duque de Urbino; Armadura de Parada de Felipe II.

- La colección de tapices.

Esta colección alcanza 3000 piezas, y está compuesta por tapices flamencos
atesorados por la casa de Habsburgo y tapices españoles fabricados para los monarcas de
la Casa de Borbón; las colecciones conservadas en los Patronatos Reales de Las Huelgas
de Burgos, las Descalzas Reales de Madrid y Doncellas Nobles de Toledo; así como los
tapices tejidos en el siglo XX para el Patrimonio Nacional y el Valle de los Caídos.

La colección real española es la más representativa en Europa de la producción


flamenca, ya que reúne más de quinientos paños procedentes de las manufacturas de
Bruselas, Brujas y Amberes.

El segundo gran bloque numérico, equiparable a la colección flamenca, es el


formado por los más de ochocientos paños de producción propiamente española. Los

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tapices tejidos en la Real Fábrica de Tapices de Madrid, fundada por Felipe V, se


destinaron a las decoraciones de los apartamentos reales en el Palacio Real de Madrid y
a los palacios de jornada de la Granja de San Ildefonso, Aranjuez, El Escorial y El Pardo.
Colección a la que se suman las alfombras tapiz, encargadas por Carlos III, Carlos IV y
Fernando VII para cubrir los suelos de mármoles de las Casas de Campo de Aranjuez, El
Pardo y El Escorial.

La labor continuada de Francisco de Goya como cartonista, desde 1775 hasta


1792, realzó la contribución de la Real Fábrica de Tapices de Madrid frente al resto de
las manufacturas europeas del siglo XVIII.

Piezas destacadas de la colección son: Revista de las tropas en Barcelona;


Colgadura Verdures du Vatican; Coronación de la Virgen.

- La colección de instrumentos.

Está compuesta por instrumentos musicales y por otros instrumentos mecánicos y


aparatos productores de música, con sus soportes de sonido. En total son 379 objetos que
abarcan desde los siglos XVI al XX, repartidos por todos los Reales Sitios y Patronatos.

A pesar de su reducido volumen, entre ellos se encuentran obras que destacan por
su calidad y por su valor cultural y musical. Estas joyas musicales permiten conocer los
gustos y las modas que imperaban en la Corte española, desde el siglo XVI hasta el primer
tercio del siglo XX, puesto que la colección finaliza con las últimas incorporaciones en
tiempos de Alfonso XIII.

Sobresale el cuarteto decorado, conocido también como Cuarteto Palatino,


compuesto por dos violines, una viola y un violonchelo, así como el violonchelo de 1700,
realizados todos ellos por Antonio Stradivarius. Junto a éstos, encontramos otras obras
excepcionales: el virginal de Hans Bos o el realejo denominado de la reina Juana, ambos
en el Monasterio de Tordesillas, del siglo XVI; el contrabajo de Nicola Amati del siglo
XVII; los pianos de mesa, bellamente decorados, del siglo XVIII; las arpas de Holzman
o Erard del XIX; sin olvidar el magnífico órgano de la Capilla del Palacio Real, construido
por Jorge Bosch, en 1778.

Otros instrumentos completan la colección, como las guitarras, violas y violines,


órganos, armonios, pianos, trompetas y cornetas, pianolas, fonógrafos y gramófonos con
sus cilindros, rollos y discos, estuches y contenedores, así como un quirogimnasio del
siglo XIX para ejercitar los dedos en la interpretación del piano.

- La colección de pintura.

Conserva pinturas de los siglos XV al XX en los palacios y monasterios reales,


con un total de 3.576 cuadros y 278 pinturas murales.

Tras la formación en 1819 del Real Museo de Pinturas, que supuso el trasvase de
un gran número de obras maestras de la Colección Real, la importancia de las colecciones

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reales que permanecen todavía en los Reales Sitios estriba en que al valor artístico de sus
pinturas se une el de su interés histórico, ya que muchas de ellas se encuentran todavía
formando parte de los programas decorativos para los que fueron creadas en los diferentes
palacios y monasterios reales. Esta particularidad permite comprender mejor las
necesidades representativas y estéticas de la Corte durante los distintos reinados, así como
los gustos personales de cada uno de los monarcas españoles.

Los fondos más importantes de la colección pictórica se encuentran en los Reales


Monasterios de San Lorenzo de El Escorial, de las Descalzas Reales y de la Encarnación
de Madrid, así como en el Palacio Real de Madrid y en los Palacios Reales de Aranjuez
y de La Granja.

La obra más antigua es el frontal de altar con las Historias de San Luis de
Toulouse, un anónimo castellano del siglo XIV del Convento de Santa Clara de
Tordesillas. Del siglo XV posee obras muy importantes de las escuelas nórdicas y
españolas, representadas respectivamente por Van der Weyden, El Bosco, Patinir,
Durero, etc, y el “Políptico de Isabel la Católica” de Juan de Flandes, o el “Retablo de
Santa Ana” de Rafael Moger. Del siglo XVI destacan obras de artistas italianos como
Tiziano, Tintoretto, Veronés, Bassano, etc, y españoles representados por Fernández
Navarrete, Urbina, Sánchez Coello, etc. La pintura española del siglo XVII está
representada, sobre todo, por los grandes maestros de la pintura española como
Velázquez, Ribera, o Zurbarán. Lo mismo ocurre con la escuela italiana, que cuenta con
obras desde Caravaggio a Carraci, Reni, Luca Giordano, etc. La escuela flamenca cuenta
también con magníficos ejemplares de los pintores más destacados del Barroco, entre
ellos Van Dyck, Brueghel, Teniers, etc. El siglo XVIII destacarán los artistas
especializados en el retrato como Jean Ranc y Louis Michel Van Loo, así como los
fresquistas Giaquinto, Tiepolo, y Mengs. Junto a ellos destaca Francisco de Goya, una
figura singular dentro de este grupo de pintores españoles. El siglo XIX se inició con una
continuación del academicismo clasicista y Patrimonio Nacional posee obras de
extraordinaria calidad de Vicente López y de los Madrazo, José y Federico. También
obras paisajísticas del Romanticismo y del Realismo, así como obras de Joaquín Sorolla.

Piezas destacadas son: El martirio de San Mauricio y La Legión Tebana de El


Greco; La túnica de José de Velázquez; El descendimiento de la Cruz y El Calvario de
Roger van der Weyden; El Jardín de las Delicias y Cristo con la Cruz de El Bosco.

- La colección de escultura.

Es una de las menos conocidas, a pesar de formar un conjunto de gran importancia.


Supera las 6.000 obras, realizadas en diversos materiales: bronce, mármol, piedra, barro,
madera, marfil, cera, etc. La escultura para retablos y la integrada en la decoración
arquitectónica representan un grupo destacado dentro de la misma.

La mayor parte de las obras se localizan en el Palacio Real de Madrid, tanto en el


interior como en su exterior, pues un núcleo considerable de la colección ornamenta las
fachadas y jardines de los diferentes palacios.

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Durante el reinado de Carlos I comenzó el coleccionismo regio, pero es con Felipe


II cuando se forma la colección de escultura. Felipe V y su esposa, Isabel de Farnesio,
compraron una colección importante de antigüedades en el mercado artístico romano. A
ellos se debe la adquisición en 1724 de la colección de escultura que había pertenecido a
la reina Cristina de Suecia. Durante los reinados de Carlos III y Carlos IV la colección
aumentó considerablemente, sobre todo al recibir la colección del embajador José Nicolás
de Azara, gran mecenas de las artes y las letras, que en parte se exhibe en la Real Casa
del Labrador de Aranjuez.

Las obras que se pueden contemplar actualmente en los diferentes sitios reales
son una magnífica muestra de los mejores artistas de cada periodo. Artistas italianos como
Leoni, Bernini o Cellini comparten obra con los imagineros del barroco español, como
Gregorio Fernández, Pedro de Mena, José de Mora o Luisa Roldán, cuyas obras se
localizan en los patronatos reales. La escultura de los siglos XIX y XX se centra en los
retratos de la familia real, obra de autores tan reconocidos como José Piquer, Francisco
Pérez del Valle, Agustín Querol o Mariano Benlliure, entre otros.

Piezas destacadas son: León de Bonicelli y Finelli; Olimpia, reina de Macedonia


de Settignano; Crucifijo de Cellini; Cristo en la Cruz de Bernini; Cristo Yacente de
Gregorio Fernández; Viento de Martín Chirino López; Columna de Eusebio Sempere; y
Santiago del Espaldarazo de Anónimo.

- La colección de relojes.

Cuenta en la actualidad con 721 obras, fechadas entre 1583 y los primeros años
del siglo XX, que se encuentran distribuidas por los palacios y monasterios reales.

Los monarcas españoles siempre manifestaron interés por los relojes, sobre todo
a partir de Carlos I y Felipe II, cuando creció la afición por estos objetos mecánicos y
científicos.

La pieza más antigua de los que se conserva es uno en forma de candil fabricado
en Madrid en 1583 por el maestro bruselense Hans de Evalo. Hay piezas de diversa
procedencia: alemana, inglesa, etc.

- La colección de carruajes.

Los carruajes proceden de los bienes privados de los Reyes y de los


correspondientes a la Casa Real que fueron acumulándose hasta 1931.

La colección actual es el resultado de un proceso de desarticulación del antiguo


patrimonio real iniciado en la Segunda República, tras la enajenación y posterior derribo
de las Antiguas Caballerizas Reales. En la década de 1960 volvió a reagruparse en un
conjunto de nueva construcción en los jardines del Campo del Moro.

La colección es única por la cantidad, variedad tipológica y calidad de los


vehículos conservados. En ella destacan la litera de viaje de Carlos I; la llamada Carroza

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Negra, prototipo del siglo XVII; la Berlina Dorada, ejemplo de los modelos de mediados
del siglo XVIII; carrozas de gran gala pertenecientes a los reinados de Carlos IV y
Fernando VII; o los grandes coches denominados de Conchas, de Cifras, de la Corona
Ducal, de Amaranto y de Tableros Dorados, todos ellos franceses de finales del siglo
XVIII.

Entre los coches de manufactura española sobresale el de la Corona Real, así como
los denominados de Caoba y el Landó de Bronces, que conforman el denominado Tren
Real utilizado en los desfiles oficiales de los reyes. Dignos de mención son además los
carruajes de gala y media gala, las berlinas o coches de Paris utilizados en ceremonias, o
los vinculados al ocio, deporte, viaje y jornadas.

La colección también incluye algunos ejemplos del ámbito infantil como los
trineos o la pequeña carretela-cuna realizada para la Princesa de Asturias, luego Isabel II.
Piezas importantes: Carroza negra; Coche de la Corona Real.

- La colección de mobiliario.

Con más de 18.000 obras, la colección de muebles abarca desde al siglo XVI hasta
el primer tercio del siglo XX, excepto algún ejemplo anterior como el arca del siglo XIV
del Monasterio de Santa Clara de Tordesillas.

Destacan por su gran calidad artística y diversidad tipológica los muebles de los
siglos XVIII y XIX.

- Otras colecciones.

Patrimonio Nacional también conserva otras colecciones de diversas tipologías:


abanicos, falúas, indumentaria, dibujos, cristales y luminarias, plata y metales, juegos y
diversiones, porcelana, real botica, ornamentos litúrgicos, arte contemporáneo, telas
medievales, etc.

5.- GALERÍA DE LAS COLECCIONES REALES.

La Galería de Colecciones Reales de Madrid es un centro museístico dependiente


de Patrimonio Nacional. La Galería de las Colecciones Reales, construida en el complejo
del Palacio Real de Madrid como remate de la cornisa que se abre al Campo del Moro
desde la Plaza de la Almudena, constituye el proyecto de Estado más importante de la
política museística de las últimas décadas en España.

Se ha convertido en el principal instrumento de proyección de la actividad cultural


de Patrimonio Nacional y en el escenario más visible de la máxima excelencia, riqueza y
diversidad de las Colecciones Reales adscritas al organismo, así como de la difusión de
la red de Reales Sitios, constituyendo una oferta única y exclusiva en el panorama
museístico nacional por la excepcional oferta de su contenido, como deslumbrante
testimonio de la labor de mecenazgo y coleccionismo de los reyes de España a lo largo
de quince siglos de historia.

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La primera idea de construir una edificio dedicado a albergar las colecciones


heredadas por el Estado del Patrimonio de la Corona se remonta a los años 30 del pasado
siglo, en los últimos años de la II República, iniciándose el proyecto en 1935. Finalmente,
el Decreto de creación del Museo de Armas y Tapices se publicó en la Gaceta de Madrid
el 6 de mayo de 1936, siendo el Presidente de la República Manuel Azaña, quedando
frustrado por el comienzo, apenas dos meses después, de la guerra civil.

No será hasta 1998 cuando se retome la idea y se apruebe la construcción del


museo mediante Acuerdo de la Comisión Delegada para Asuntos Culturales del
Gobierno, de fecha 23/11/1998, adjudicándose la redacción del proyecto en 2002 a los
arquitectos Emilio Tuñón Álvarez y Luis Moreno García-Mansilla (Mansilla y Tuñón
Arquitectos).

Las obras se iniciaron en diciembre de 2006 y se han ejecutado en 4 fases


sucesivas, recepcionándose el edificio el 10 de diciembre de 2015. Desde su construcción,
el edificio ha recibido varios premios de arquitectura, destacando el primer premio
COAM 2016 y el FAD de arquitectura 2017.

El inmueble tiene una superficie construida cercana a los 50.000 m2, y una
superficie útil que supera los 40.000 m2, de los cuales 9.000 serán de uso público,
distribuidos en 6 plantas.

A partir de su recepción, el edificio se ha ocupado de manera gradual, iniciándose


su actividad con la dotación integral, en la planta -4 del Museo, del equipamiento,
maquinaria y sistemas de almacenaje especializados para la óptima conservación,
ordenación y manipulación de las múltiples tipologías y formatos de las distintas
Colecciones Reales, que convierten estos espacios de almacén en instalaciones punteras
de ese género en el panorama museístico actual.

La recepción de este equipamiento tuvo lugar el pasado 2 de junio de 2017, por lo


que se procederá a su ocupación y puesta en funcionamiento, lo que permitirá la
reordenación de los almacenes del Palacio Real de Madrid y de múltiples espacios de
almacenaje actualmente existentes en los diferentes Reales Sitios, operación de
movimientos de miles de bienes histórico-artísticos sin precedentes en los últimos años
en el escenario museístico nacional.

El 2 de junio de 2017 el Consejo de Ministros autorizó la contratación del


equipamiento museográfico del Museo de las Colecciones Reales, que comprende el
diseño, fabricación, suministro e instalación del equipamiento de las superficies
expositivas, zonas de tránsito y uso público y otras dependencias, concurso publicado en
el Boletín Oficial del Estado con fecha de 31/07/2017.

Una selección de alrededor de 700 obras, de entre las más de 154.000 que
conforman las Colecciones Reales adscritas al Patrimonio Nacional, plasma el discurso
museológico estable del Museo de las Colecciones Reales, basado en su especial
relevancia histórica o artística, trenzando un recorrido a través de la historia de la

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monarquía hispana y el gusto artístico de cada uno de sus protagonistas, que se engarzarán
a través de los respectivos reinados, incardinados sucesivamente desde la Edad Media
hasta Juan Carlos I.

La exposición estable tiene un carácter flexible y dinámico, desplegándose las


colecciones en sentido descendente en las dos primeras plantas de exposición del edificio
(plantas -1 y -2).

La primera planta expositiva (-1) está dedicada a la Casa de Austria, con un breve
preámbulo reservado para las Coronas y Reinos Medievales y los Reyes Católicos.
Además, en este nivel se sitúan los importantes restos arqueológicos del Madrid medieval
que se levantaba en torno a su muralla y el antiguo Alcázar, descubiertos durante la
construcción del Museo, encajando perfectamente en la misma cronología de los reinados
situados en este nivel y enriqueciendo con ello la percepción histórica de este periodo,
que concluirá en el reinado de Carlos II.

En la segunda planta expositiva (-2) se desplegan las colecciones de los sucesivos


monarcas de la Casa de Borbón, desde Felipe V hasta Juan Carlos I.

La tercera y última planta de visita pública (-3), situada a nivel del Campo del
Moro, se dedia fundamentalmente a las exposiciones temporales y al despliegue de
grandes conjuntos singulares de las Colecciones Reales atesoradas por Patrimonio
Nacional, permitiendo su conexión con el Campo del Moro y enriqueciendo así la
experiencia de la visita pública al complejo del Palacio Real con el acceso a los jardines
desde el edificio.

6.- VALORACIONES FINALES.


Por todo lo visto anteriormente, podemos decir que, a pesar de los avatares
históricos, las Colecciones Reales se han ido enriqueciendo a lo largo de los siglos, siendo
un fiel documento histórico y artístico de la época en que se fueron creando.
Finalmente, podemos concluir señalando que desde 1936 hasta la actualidad el
Patrimonio del Estado, tanto en los que se refiere a bienes del patrimonio Nacional, como
a aquellos bienes que conforman el patrimonio de España, no se ha visto notablemente
incrementado, debido tanto a situaciones políticas como económicas.

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