Bajtin El Vocabulario de La Plaza Publica en La Obra de Rabelais

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EL VOCABULARIO DE LA PLAZA PBLICA EN LA OBRA DE RABELAIS

Por Mijail Bajtin Bajtin se propone estudiar los elementos de la obra de Rabelais que a partir del siglo XVIII fueron juzgados como groseros, blasfemos y prostibularios y por ende, censurados, por los sectores ilustrados. Estos no supieron integrar esos elementos orgnica y totalmente en la trama literaria y en el contexto de la poca (realismo grotesco), dentro de los cuales adquiran su sentido pleno, muy alejado de lo grosero, balsfemo y prostibulario tal como se los considera hoy da. Los investigadores de la obra de Rabelais trataron con desdn la herencia del siglo XVI. Las groseras de Rabelais siempre aluden directamente a lo inferior corporal y a los rganos genitales y excretores. Es el vocabulario de la plaza y de la feria pblica, donde se desarrolla el carnaval y las fiestas a fines de la Edad Media y comienzos del Renacimiento. No se trata de una alegra individual sino de la alegra de las multitudes. Los excrementos y la orina cumplan un rol importante en el ritual de la Fiesta de los Tontos y en la prctica de la Cencerrada. En Gargantua, el gigante orina sobre los curiosos parisinos que lo observan reunidos en torno suyo y en un episodio, su raudal de orina impide el paso de los peregrinos. El hecho de arrojar excrementos y de rociar con orina eran actos degradantes tradicionales del realismo grotesco. En la base de estas actitudes y en las expresiones verbales correspondientes exista un acercamiento a lo inferior corporal y a las zonas genitales y excretoras. Esta degradacin es sinnimo de destruccin y sepultura para el que recibe los agravios, pero todas las actitudes y expresiones degradantes de esta clase son ambivalentes. Lo inferior corporal, la zona de la genitalidad y la excretabilidad, es lo inferior que degrada y fecunda a la vez. Las imgenes de la orina y de los excrementos guardan un vnculo sustancial con el nacimiento, la fecundidad, la revocacin y el bienestar. Cada una de estas imgenes (rociar con orina y arrojar excrementos) tiene una relacin muy importante con el ciclo vida-muerte-nacimiento. Para el realismo grotesco, estas figuras estn desprovistas de grosera en el sentido que nosotros atribuimos a estos trminos. Pero estas mismas imgenes percibidas en otro sistema de concepcin del mundo, donde los polos positivos y negativos de la evolucin (nacimiento y muerte) estaban separados y

opuestos entre s en imgenes diferentes que no se fusiona, se transforman en grosera y pierden su relacin con el ciclo vidamuerte-nacimiento y su ambivalencia degradante y regeneradora. Los especialistas comprenden y juzgan el vocabulario de la plaza pblica de Rabelais de acuerdo al sentido que ste ha adquirido para los modernos, separndolo de los actos de las fiestas y el carnaval, que constituyen su verdadero vehculo y del realismo grotesco, que es su contexto de comprensin. No pueden captar su profunda ambivalencia degradante y regeneradora. En la poca de Rabelais, las ideas de renacimiento, fecundidad, renovacin y bienestar estaban vivas y eran perceptibles en las imgenes de la orina y los excrementos. Hay un episodio en el que Garganta orina durante tres meses, siete das, trece horas y cuarenta y siete minutos y origina el ro Rdano junto con setecientos navos. Todas las fuentes termales curativas de Francia provenan de la orina hirviente que excreta Pantagruel enfermo. Adems, las imgenes de la orina y los excrementos estn asociadas con la risa. La degradacin y la renovacin en las imgenes de la orina y los excrementos son presentadas bajo su aspecto alegre y cmico. Las plazas pblicas de fines de la Edad Media y de inicios del Renacimiento constituan un mundo nico e integral en el que todas las expresiones orales tenan algo en comn y estaban basadas en el mismo ambiente de franqueza, libertad y familiaridad. Los elementos del lenguaje popular, como los juramentos y las groseras, perfectamente autorizados en las plazas pblicas, se infiltraron en todos los gneros festivos asociados a ese lugar. La plaza pblica era el punto de convergencia de las manifestaciones extra-oficiales y gozaba de un derecho de extra-oficialidad dentro del orden y la ideologa oficial. Era un sitio donde el pueblo llevaba la voz cantante. La cultura popular extra-oficial tena un territorio propio en la Edad Media y en el Renacimiento (la plaza pblica) y un tiempo propio (los das de fiesta y de feria). Constitua un segundo mundo dentro del mundo oficial de la edad media y el renacimiento, en el que reinaba el trato libre y familiar, mientras que en los palacios, las iglesias, las casas reinaba el principio de la comunicacin jerrquica y las reglas de urbanidad. En las plazas pblicas se escuchaba un lenguaje familiar imposible de emplear en la iglesia, en la corte, en las instituciones pblicas, en los tribunales, en la escuela, en las universidades y en la literatura oficial, si bien es cierto que a veces el vocabulario de las plazas irrumpa tambin all, en determinadas

circunstancias. Durante las fiestas y las ferias, la plaza agrupaba un nmero considerable de gneros y formas superiores e inferiores, basadas en una visin nica y extra-oficial del mundo. La obra de Rabelais refleja los aspectos de la fiesta y la feria de las plazas pblicas medievales y renacentistas. Esto es as porque Rabelais tuvo oportunidad de observar y apreciar personalmente la vida de las ferias y fiestas. La plaza pblica penetro en la obra de Rabelais y se vio reflejada en la misma. En el prlogo de su primer libro, Rabelais se dirige a su pblico mediante la acumulacin exagerada de elogios en un estilo tpico de los charlatanes de feria y vendedores ambulantes, que no cesan de prodigar elogios a las mercancas que venden y al pblico que pretenden que las compre: Muy ilustres y corteses campeones, personas gentiles y honestas que habis ledo y aprendido Las grandes e inestimables crnicas del enorme gigante Garganta y que como autnticos fieles las habis credo como si fuesen historias de la Bliblia o de los Evangelios, y que habis permanecido con ellas largo tiempo en compaa de damas y seoritas, leyndoles las narraciones a la hora de la tertulia: son ustedes muy dignos de mi elogio y sempiterna recomendacin Despus de los elogios, el autor pasa a las injurias, que son la otra cara de los insultos callejeros. Los que no estn de acuerdo con Rabelais, son tratados de abusones, impostores, predestinadores y seductores, calificativos empleados entonces contra los protestantes: No les parece extraordinario esto? Encontradme un libro en la lengua,, especialidad o ciencia que sea, que tenga estas virtudes, propiedades y prerrogativas, y os pagar un cuartillo de callos. No seores. Es un libro sin par, incomparable y sin parangn. As lo sostengo, excepto, ante la hoguera. Y los que sigan afirmando lo contrario, sern considerados abusones, impostores, seductores y predestinadores Adems, el autor tiene la astucia de por un lado comparar sus libros con las sagradas escrituras igualando los derechos de lo sagrado y lo profano, pero tomando a la vez partido por la Iglesia al acusar a los herejes protestantes. En un mismo movimiento, parodia a la Iglesia Catlica pero al estilo cmico y alegre de las peroratas de feria, insultando a los protestantes, lo cual garantiza su impunidad frente a tal atrevimiento. Los charlatanes de feria y los vendedores ambulantes podan parodiar a la Iglesia Catlica y nunca ser acusados de hereja, siempre que lo hicieran de forma bufonesca y agraviando a los protestantes. El prlogo de Pantagruel acaba de la siguiente manera: Por lo tanto, para terminar con el prlogo, dir que si hubieses una sola palabra

mentirosa en el libro, entregar a cien mil diablicas canastas mi cuerpo y mi alma, mis tripas y entraas. As tambin, que os de el ergotismo, la epilepsia, la ulcera de las piernas, la disentera, la eripsela anal y que os parta un rayo y caigis en el azufre, el fuego y el abismo, como Sodoma y Gomorra, si no creis firmemente en todo lo que os contar en esta presente Crnica El autor pasa de los elogios desmesurados a las fulminantes imprecaciones no menos exageradas. Elogios e injurias son las dos caras de una misma moneda en el vocabulario de la plaza pblica. Los elogios son irnicos y ambivalentes, colindando con la injuria. Las injurias tienen frecuentemente un sentido afectuoso y laudatorio. La base de la fusin de elogios e injurias en una misma imagen reside en la idea de un mundo en estado de permanente imperfeccin, que muere y nace al mismo tiempo. Esta concepcin del mundo solo poda expresarse en la cultura extra-oficial porque no tena derecho de ciudadana en la cultura de las clases dominantes, dentro de la cual elogios e injurias estaban claramente separados y petrificados, ya que el principio de la jerarqua inmutable, en el que nunca se mezclaba lo inferior y lo superior, era la idea bsica de la cultura oficial. El prlogo de Pantagruel est escrito de principio a fin con tonos vulgares al estilo de la plaza pblica. Se escuchan los gritos del charlatn de feria, del vendedor de drogas milagrosas, del vendedor de libros de cuatro centavos y los insultos groseros y afectuosos a la vez que siguen a los elogios irnicos y burlescos. El tono y el estilo del prlogo se inspiraban en los gneros publicitarios callejeros y en el lenguaje familiar callejero. El prlogo de Garganta est escrito de forma ms compleja. Es polifnico porque las voces de arriba se entremezclan con las voces de abajo El vocabulario callejero cargado de injurias elogiosas y elogios injuriosos se combina con elementos de la ciencia y las artes librescas y humanistas. En el prlogo del libro tercero, Rabelais invita a los lectores a deleitarse con banquetes y vino, pero injuria, degrada y amenaza con golpear a los representantes de las concepciones oficiales que lo critican. Declara que estos son incapaces de orinar y defecar (satisfacer sus necesidades) si no reciben primero una tunda de palos y correazos. Para hacerlos producir hay que someterlos al dolor y al sufrimiento. El masoquismo de los calumniadores es una degradacin grotesca del miedo y del sufrimiento, categoras dominantes de la concepcin medieval del mundo. La satisfaccin de las necesidades naturales bajo los efectos del miedo y del sufrimiento significa la

degradacin del cobarde y del miedo mismo. El miedo y el sufrimiento son un excelente remedio contra el estreimiento. Rabelais ofrece un intento de explicacin medica: La virtud retentiva del nervio que controla el musculo esfnter (es decir, el orificio el culo) desaparece por obra de los vehementes terrores provocados por fantsticas visiones (al volverse piadoso y cobarde, Panurgo cree ver un diablillo en la oscuridad, cuando en realidad se trata de un gato, y se hace encima de tanta emocin). Aadid a esto la tempestad de caonazos, que es ms horrible en las cmaras bajas que sobre cubierta. Uno de los sntomas y accidentes del miedo es que por l se abre extraordinariamente la cancela del domicilio en el que durante algn tiempo estuvo retenida la materia fecal La degradacin del miedo y del sufrimiento es un elemento de gran importancia en el sistema general de las degradaciones de la seriedad medieval, totalmente impregnada de miedo y sufrimiento. Sera inexacto creer que hay grosera en la degradacin rabelaisiana del miedo y el sufrimiento medieval al rebajarlos al nivel de las necesidades naturales. Esta imagen, como todas las de lo inferior material y corporal, es ambivalente y contiene los grmenes de la virilidad, el nacimiento y la renovacin. Al referirse al masoquismo de los calumniadores e injuriadores, Rabelais coloca, despus de la satisfaccin de las necesidades naturales, la excitacin sexual y la capacidad de realizar el acto sexual. No hay nada grosero en las imgenes escatolgicas de Rabelais ni en las del realismo grotesco: la rociadura de orina, el arrojar excrementos y la lluvia de insultos escatolgicos lanzados. En los dos prlogos del libro cuarto, Rabelais desarrolla su doctrina del mdico alegre que entretiene a los enfermos y de la virtud curativa de la risa. Encontramos en los elementos principales de este prlogo numerosos elementos tomados de la plaza pblica. La del mdico es una imagen compleja y ambivalente. Dentro de esta mezcla contradictoria entran, en un plano superior, el mdico a semejanza de Dios de Hipcrates, y a nivel inferior, el mdico escatolgico (oledor y comedor de orina, excremento, sudores y vmitos) del mimo antiguo y las chanzas medievales. El medico cumple un rol capital en la lucha entre la vida y la muerte que se libera en el interior del cuerpo humano y cumple tambin una funcin especial durante el parto y la agona, derivada de su participacin en el nacimiento y la muerte. Se ocupa del cuerpo que nace, se forma, crece, da a luz, defeca, sufre, agoniza y es desmembrado. No del cuerpo unitario, completo y perfecto de los albores del Renacimiento.

Se ocupa del cuerpo al que son referidas las imprecaciones, las groseras, los juramentos y las imgenes grotescas vinculadas a lo inferior material y corporal. El mdico, como protagonista y testigo de la lucha que se libera al interior del cuerpo entre la vida y la muerte, tiene una relacin especial con las excreciones, cuyo conocimiento era muy importante para la ciencia mdica de entonces, porque a partir de ellas poda deducirse el estado del enfermo: las excreciones indicaban si el enfermo vivira o morira. Segn Rabelais, el elemento que conectaba los dos aspectos del mdico era la risa. Entre los gneros verbales de la plaza pblica se destacan el pregn de Paris, el grito del vendedor y el juramento. Todos ellos se infiltran en la literatura de Rabelais donde cumplen una importante funcin estilstica. Los pregones eran anuncios gritados por los vendedores en las calles y plazas de Francia para ofrecer sus mercancas y exaltar sus cualidades. Los pregones permitan la entrada de los diversos tipos y formas del lenguaje humano. Tenan un papel enorme en la vida de la plaza y de la calle. Cada mercadera posea su propia figura verbal y musical. Cabe recordar que no solo la propaganda era verbal y proclamada a voz en grito, sino que tambin los anuncios, ordenanzas y leyes se ponan en conocimiento del pueblo por va oral. En la vida cultural y cotidiana del pueblo el papel del sonido y de la palabra hablada era mucho ms importante que en nuestra poca de comunicacin meditica. La cultura y cotidianeidad de la lengua vulgar era en gran medida la de la palabra proclamada a viva voz al aire libre, en la plaza y en las calles. El carcter culinario de las obras de Rabelais es tomado del vocabulario utilizado por los pregoneros para elogiar las cualidades de sus manjares y vinos. Los banquetes y cocinas rabelesianos son la imagen del universo de la abundancia, la comida y la bebida. Con respecto a los gritos, la propaganda elogiosa de los productos medicinales aparece permanentemente en la obra de Rabelais. Las Crnicas son presentadas como un remedio contra el dolor de muelas y capaz de aliviar la sfilis y la gota. El hermano Juan dice que la ropa monacal tiene la propiedad de aumentar la virilidad y que recitar salmos cura el insomnio. En los textos de Rabelais se perciben tonos que ruedan por la plaza y por la calle y que son idnticos a los anuncios de los herbolarios. Los pregones y los gritos pertenecen al registro laudatorio del vocabulario de la plaza pblica en el que predomina el polo positivo: la comida, la bebida, la cura, la regeneracin, la virilidad y la

abundancia. Los juramentos constituyen el reverso de loe elogios que se escuchan en la plaza y en las calles y en ellos predomina el polo negativo: muerte, enfermedad, descomposicin, desmembramiento, despedazamiento y absorcin del cuerpo. Los juramentos son los elementos extra-oficiales del lenguaje, considerados como una violacin de las reglas normales del lenguaje, un rechazo deliberado a adaptarse a las convenciones verbales de etiqueta, cortesa, piedad, consideracin, respeto del rango. Se juraba por diversos objetos sagrados: por Dios, por el cuerpo de Dios, por la sangre de Dios, por las fiestas sagradas, por los santos, por las reliquias. Los juramentos estaban prohibidos y eran combatidos por la Iglesia, el estado y los humanistas del gabinete, que los consideraban como elementos superfluos y parasitarios del lenguaje, que solo servan para alterar su pureza. El Estado y la Iglesia vean en ellos un empleo blasfematorio y profano de los nombres sagrados, incompatible con la piedad. Las condenas y prohibiciones solo sirvieron para sancionar su carcter extra-oficial y reforzar la impresin de que al emplearlos se violaban las reglas del lenguaje, lo que a su vez acentuaba la naturaleza especifica del lenguaje cargado de esas expresiones, tornndolo an ms familiar y licencioso. Los juramentos eran considerados por el pueblo como una violacin del sistema oficial, una forma de protesta contra las concepciones oficiales. Los mismos reyes que dictaban las prohibiciones tenan sus propios juramentos favoritos, convertidos en sobrenombres por el pueblo irreverente, y ciertos grupos sociales y profesiones eran descritos de la misma manera, de acuerdo a sus juramentos favoritos. Al transcribirlos juramentos de la muchedumbre cuando Garganta orina sobre los parisinos curiosos que le observaban, Rabelais realiza un cuadro de la plaza pblica formada por sus numerosos elementos. La accin de Garganta es tan poco oficial como los juramentos proferidos por la muchedumbre que logra salvarse de morir ahogada, en el sentido de que ambos comportamientos expresan la misma visin extra-oficial del mundo. Muchos juramentos eran a su vez una parodia licenciosa de los santos en sentido obsceno o referidos a la buena comida: Santa Morcilla (salchichn) y San Guodegrin (cabaret)

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