ITS

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La gonorrea es una infección de transmisión sexual causada por la bacteria Neisseria

gonorrhoeae. Afecta principalmente el tracto genital, pero también puede infectar la


garganta, el recto y los ojos. Los síntomas incluyen dolor al orinar, secreción anormal y,
en algunos casos, dolor pélvico, aunque muchas personas pueden no tener síntomas.

Se transmite a través de relaciones sexuales sin protección y puede causar


complicaciones graves si no se trata, como infertilidad y enfermedad inflamatoria
pélvica. El diagnóstico se realiza con pruebas de laboratorio y el tratamiento es con
antibióticos, aunque la resistencia a los antibióticos es un riesgo creciente.

La prevención incluye el uso de preservativos y las pruebas regulares de ITS. Es


importante buscar atención médica si se sospecha de infección.

La sífilis es una infección de transmisión sexual causada por la bacteria Treponema


pallidum. Tiene varias etapas:

1. Primaria: Aparece una llaga indolora en el área de infección.


2. Secundaria: Erupciones cutáneas y otros síntomas como fiebre y dolor
muscular.
3. Latente: No hay síntomas, pero la bacteria sigue en el cuerpo.
4. Terciaria: Si no se trata, puede dañar órganos internos y ser fatal.

Se transmite a través del contacto sexual sin protección y de madre a hijo durante el
embarazo. El diagnóstico se hace con análisis de sangre y el tratamiento se realiza con
antibióticos, generalmente penicilina. La prevención incluye el uso de preservativos y
hacerse pruebas regulares de ITS.

El herpes genital es una infección de transmisión sexual causada por el virus del herpes
simple (VHS), generalmente el tipo 2 (VHS-2). Sus síntomas incluyen ampollas
dolorosas en los genitales, picazón, ardor, y dolor al orinar, aunque algunas personas no
tienen síntomas. El virus se transmite por contacto sexual directo, incluso sin llagas
visibles.

No tiene cura, pero los brotes se pueden controlar con medicamentos antivirales. Para
prevenir la transmisión, es recomendable usar preservativos, evitar el contacto durante
los brotes y considerar el uso de medicamentos preventivos. Aunque permanece en el
cuerpo de por vida, las personas pueden llevar una vida sexual saludable con
precauciones.

La hepatitis B es una infección viral que afecta al hígado y puede ser aguda o crónica.
Los síntomas incluyen fatiga, dolor abdominal, ictericia, orina oscura y náuseas, aunque
muchas personas no presentan síntomas. Se transmite a través de fluidos corporales,
como relaciones sexuales sin protección, compartir agujas o de madre a hijo durante el
parto.

El diagnóstico se hace mediante análisis de sangre, y el tratamiento para la forma


crónica incluye antivirales. La prevención se logra principalmente mediante la vacuna
contra la hepatitis B, así como el uso de preservativos y evitar compartir agujas.
La clamidiasis es una infección de transmisión sexual causada por la bacteria
Chlamydia trachomatis. A menudo no presenta síntomas, pero en algunos casos puede
causar secreción anormal, dolor al orinar y dolor abdominal. Se transmite
principalmente por contacto sexual sin protección y puede ser detectada mediante
análisis de muestras de orina o frotis.

El tratamiento consiste en antibióticos, como doxiciclina o azitromicina. Para


prevenirla, se recomienda el uso de preservativos y realizarse pruebas regulares de ITS.
Si no se trata, puede causar complicaciones graves, como infertilidad.

Las verrugas genitales son crecimientos pequeños causados por el virus del papiloma humano
(VPH), principalmente por los tipos 6 y 11. Se transmiten principalmente por contacto sexual y
pueden aparecer en los genitales, el ano o áreas cercanas. A menudo son indoloras, pero
pueden causar picazón o molestias.

No hay cura para el VPH, pero las verrugas pueden tratarse con medicamentos tópicos o
procedimientos médicos. La prevención incluye la vacuna contra el VPH, el uso de
preservativos y exámenes regulares de ITS. El VPH puede controlarse con el tiempo gracias al
sistema inmunológico.

El cáncer de cuello uterino es un tipo de cáncer que se origina en el cuello del útero, y la
mayoría de los casos están relacionados con la infección por el virus del papiloma humano
(VPH). En sus primeras etapas, no suele causar síntomas, pero puede provocar sangrado
vaginal anormal, dolor pélvico y secreción inusual en etapas más avanzadas.

Los factores de riesgo incluyen infecciones por VPH, fumar y no hacerse exámenes de
Papanicolau. El diagnóstico se realiza con un examen de Papanicolau, prueba de VPH y, en
algunos casos, biopsias. El tratamiento varía según el estadio e incluye cirugía, radioterapia y
quimioterapia.

La prevención se basa en la vacuna contra el VPH, los exámenes regulares de Papanicolau y el


uso de preservativos. La detección temprana y la prevención son clave para evitar y tratar el
cáncer de cuello uterino.

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