Gaffney Patricia Cuatro Amigas

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PATRICIA GAFFNEY

CUATRO AMIGAS

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NDICE
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ARGUMENTO
Durante diez aos, Rudy, Emma, Lee e Isabel han compartido un profundo afecto que las ha ayudado a afrontar esperanzas y decepciones comunes a todas las mujeres. Las une la comprensin, la honestidad y la aceptacin, fortalecidas con el paso de los aos. Rudy tiene un agitado pasado amoroso y una situacin tensa con su marido. Piensa que con lo pesada que soy, no s como mis amigas se preocupan tanto por m. Emma, periodista e independiente, es una escptica que no cree en el amor hasta que conoce al hombre que no podr tener. Cree que una mala noticia no sienta tan mal si te la dan en buena compaa. Lee es la normal del grupo. Ansa tener un hijo, pero ese anhelo amenaza con destruir su matrimonio. Sus amigas son el hombro sobre el que ella descarga sus esperanzas y temores. Isabel es la mayor y el espritu gua que impulsa a las cuatro amigas. Define al grupo como mujeres juiciosas y bastante normales. Sin embargo estas hermanas del corazn no estn preparadas para afrontar una crisis de enormes proporciones que someter su lealtad a la ms dura prueba.

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Captulo 1

Emma
La mitad de los matrimonios terminan en divorcio. Pero cunto duran por trmino medio? Me temo que no superen los nueve aos y medio. se es el tiempo que llevamos las Cuatro Gracias apoyndonos, y an no nos aburrimos. Seguimos hablando sobre si hemos adelgazado, sobre nuestro peinado o los zapatos que acabamos de comprarnos. Que yo sepa, ninguna tienen inters en conocer a un miembro ms joven y firme. A decir verdad, nunca cre que dursemos tanto. Me un al grupo porque Rudy me indujo a ello. Las otras dos son Lee e Isabel. Al principio estuvo en el grupo Joan, pero no sigui. Se traslad a vivir a Detroit con su novio, que es urlogo, y perdimos el contacto. Las otras tres no me parecieron candidatas a amigas ntimas el da que las conoc, la verdad. Lee me dio la impresin de ser muy mandona e Isabel demasiado mayor (treinta y nueve) Aunque yo cumplir cuarenta el ao que viene, y con eso est dicho todo, y Lee es efectivamente mandona pero no puede evitarlo porque siempre tiene razn. No exagero. Si no le tenemos en cuenta su talante autoritario se debe a esa virtud innata de no equivocarse casi nunca. La primera reunin, que celebramos en casa de Isabel cuando an estaba casada con Gary, fue mal. Me parecieron muy envaradas. Envaradas y ricas, y eso fue lo que no acab de gustarme. Porque yo acababa de mudarme a un pequeo apartamento en un stano de Georgetown por el que pagaba mil cien dlares al mes (por el barrio), de modo que estaba un poco susceptible en cuestiones de dinero. Lee daba la impresin de acabar de pasar un da en el balneario de Neiman's. Adems, era soltera, todava no se haba licenciado pero trabajaba como profesora de educacin especial a tiempo parcial y ya sabis lo poco que se gana en esos trabajos y, sin embargo, viva a un tiro de piedra de Isabel en el snob Chevvy Chase, en una casa de propiedad. Y como es natural me sent un poco cohibida. Durante el trayecto hasta casa le expliqu a Rudy, en un plan tan humorstico como sarcstico y desdeoso, por qu difcilmente poda yo unirme a un grupo de mujeres que tenan poda dora elctrica, vestan en Ellen Tracy, recordaban a Eisenhower y se ligaban al urlogo. Pero son majas, insisti Rudy, aunque la verdad es que eso nada tena que ver. Hay muchas personas majas en este mundo, pero una no va a cenar con ellas todas las semanas y les hace confidencias.

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La otra cuestin eran los celos. Yo era lo bastante estrecha de miras como para que me importase que Rudy tuviese una buena amiga que no fuese yo. Una noche por semana ella y Lee enseaban desinteresadamente a leer a los analfabetos prcticos que tanto abundan entre los urbanitas, e intimaron durante el perodo de formacin. Nunca me preocup, ni me preocupa ahora, que intimasen. Lo digo porque dudo que existan dos personas con menos en comn que Lee y Rudy. Pero mi viejo e inseguro yo es demasiado neurtico para reconocer la belleza potencial de las Cuatro Gracias, aunque fuese tan evidente. Todava no nos llambamos las Cuatro Gracias, claro est. Ni siquiera ahora nos llamamos as ante los dems. Es cursi. Suena a telecomedia, verdad? Las Cuatro Gracias, protagonizada por Valerie Bertinelli, Susan Dey y Cybill Shephard. Reparen en que todas estas mujeres son atractivas, inteligentes y simpticas, aunque algo granaditas. En fin... La gnesis de nuestro nombre es un asunto privado, no por ninguna razn especial es algo divertido que nos refleja bastante bien a todas. Pero no nos gusta comentarlo porque es muy personal.

Regresbamos en el coche despus de cenar en un restaurante de Great Falls (cenamos fuera cuando a quien le toca cocinar no le apetece). Dimos un rodeo, porque Rudy se pas la salida del Belt way. Podamos considerarnos un grupo desde haca cosa de un ao. Nos habamos quedado sin Joan, pero an no se haba incorporado Marsha, que fue el miembro efmero nmero dos. De modo que estbamos slo nosotras cuatro. Yo iba en el asiento trasero. Rudy mir hacia atrs para apreciar mi imitacin de la camarera, que a todas se nos antoj que se pareca a Emma Thompson tanto por su aspecto como por su voz. Isabel grit Cuidado! y una fraccin de segundo despus atropellamos al perro. An puedo ver la expresin del animalito en el instante previo a que el parachoques lo alcanzase y lo hiciese volar por encima del cap del Saab de Ruby, que se qued perpleja pero no demasiado afectada, como si lo considerase un curioso accidente sin importancia. Todas gritamos. Y empec a decir Lo hemos matado, lo hemos matado. Por fuerza, mientras Rudy arrimaba el coche al bordillo. A decir verdad, de haber conducido yo, seguramente no habra parado. Porque estaba convencida de que lo habamos matado y prefera no verlo. Cuando yo tena doce aos atropell a una rana con la bicicleta y an no lo he superado. Pero todas bajaron, y yo tuve que bajar tambin. No era un perro sino una perra, y no estaba muerta. Pero no lo supimos hasta que sbitamente Lee se metamorfose. All mismo en el bulevar MacArthur, se convirti en Cherry Ames, la enfermera de la autopista. Han visto alguna vez a una persona hacerle el boca a boca a un perro? Es divertido pero slo para contarlo. Verlo resulta estremecedor y vomitivo, aparte de ilegal en casi toda Nueva Inglaterra. Rudy se quit el

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echarpe de cashmere (siempre he deseado tener uno) y envolvi a la perra porque segn Lee iba a entrar en estado de shock. Tenemos que llevarla al veterinario enseguida dijo Isabel. Pero no se vea en las inmediaciones ninguna casa ni ninguna tienda desde la que se pudiera telefonear, nada salvo una oscura iglesia al otro lado de la carretera. Isabel le hizo seas a un coche que se acercaba y, cuando se detuvo, corri a hablar con el conductor. Yo segu junto al arcn retorcindome las manos. Rudy y Lee llevaron a la perra al asiento trasero del Saab. El animal tena el morro ensangrentado. Lo vi con mi visin perifrica, de la nica manera que me senta con nimo de mirar en aquellos momentos.

A Curtis le va a dar un ataque recuerdo que musit al ver que una mancha oscura se agrandaba en la tapicera color miel del 900 Turbo. Pero Rudy, que sera quien pagase el pato si Curts se cabreaba, ni siquiera pestae. Hay un veterinario en Glen Echo dijo Isabel al subir y sentarse en el asiento del acompaante, junto a Rudy, para indicarle por dnde tena que ir. Yo tuve que subir atrs, con Lee y la perra. No soporto ver a nadie sangrar y menos an agonizar. Me mareo. Literalmente. Una vez vi a un hombre, a un vecino, pillarse un pie con la corta csped elctrico y me impresion tanto que empec a vomitar en la acera. No exagero. De modo que mir por la ventanilla y vi al otro lado de la carretera, iluminado por los faros de los coches, un letrero que pona nuestra seora de la gracia. Si empiezan a olerse a cuento de qu viene el nombre que nos pusimos, han olido bien. Rudy condujo como si llevase una frmula 1 hasta el consultorio del veterinario de Glen Echo. El veterinario no estaba (eran las once de la noche), pero acudi al poco de que el adormilado ayudante nocturno lo llamase. Gracia la perra tena un pulmn hundido, una pata rota y otra dislocada, pero se salv. La factura ascendi slo a 1.140 dlares. Nadie reclam a la perra quelle surprise!, pero al salir de la clnica veterinaria Lee e Isabel discutieron sobre cul de las dos tendra que quedrsela. Ernie, el viejo beagle de Isabel, acababa de morir, de modo que gan ella, o perdi, segn se mire, y se qued con Gracia, que an vive y sigue con ella. Est vieja y canosa como nosotras, y sus correras por las autopistas se han terminado. Pero es un encanto, y lo digo yo, que no soy muy perrera. Siempre pens que nos odiara por haberla atropellado, pero nos adora por haberla salvado. Cuando celebramos el aniversario de nuestro grupo, decimos que es tambin el cumpleaos de Gracia y la obsequiamos con montones de juguetes y comestibles. De modo que ya saben por qu nos llamamos como nos llmanos.

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Habrn notado que soy la nica que no hizo realmente nada parecido a una heroicidad. El grupo, al igual que Gracia en su benevolencia y generosidad, opt por no tenrmelo en cuenta. Ninguna de ellas me lo ha echado en cara, ni siquiera en broma (algo que yo habra sido incapaz de resistir hacer, por lo menos una vez en nueve aos y medio). Pero no. Desde el primer momento me aceptaron sin condiciones como una de las Gracias, y eso por s solo, aunque no me hubiesen dado tantas pruebas de apoyo y amor, amabilidad, fidelidad, simpata y solidaridad, habra garantizado mi lealtad de por vida. Y me las han dado a montones. Aunque como nuestro grupo no tena nada de monjil, debera decir que tambin hubo celos, mezquindades, enfrentamientos y exabruptos. Pero eso son pelillos a la mar, y me aterra pensar que mis prejuicios respecto de la gente acomodada casi me indujeron a excusarme para no unirme al grupo, despus de la primera reunin en casa de Isabel. La buenaza de Rudy fue la que me dio esa impresin de envaramiento y estrechez de miras, lo que no deja de ser curioso. Porque, de las cuatro, Rudy es con mucha diferencia la nica a quien podemos considerar la ms natural. Lee es la normal (a veces incluso la llamamos as). Y ella lo acepta como un cumplido, algo que la retrata bastante bien.

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Captulo 2

Lee
Nos reunimos por primera vez el 14 de junio de 1988, en casa de Isabel, en Meadow Street. Nos hizo pollo estilo cantons, con salsa de cacahuetes y fideos de celofn. En aquella primera ocasin fuimos cinco: Isabel, Rudy, Emma, Joanne Karlewski y yo. Suger reglamentar las contribuciones al condumio, porque cuatro de nosotras trajimos ensaladas. Convinimos en que, a menos que una preparase el primer plato porque la cena se organizase en su casa, nos asignaramos los platos del modo siguiente: Rudy los entremeses, Emma la ensalada, Joanne el pan, Isabel la fruta y yo el postre. Salvo en el caso de Rudy, estas aportaciones se han mantenido invariables desde entonces (a ella tuvimos que sustituirle los entremeses por los postres porque nunca llega puntual). Nos reunamos el primer y tercer mircoles de mes hasta septiembre de 1991, al volver yo a la enseanza y tener clase los mircoles. Entonces lo cambiamos a los jueves y prcticamente hemos respetado el da hasta la fecha. Nos reunamos a las siete y media y la reunin duraba hasta las diez o diez y media. Durante los primeros aos, de manera ms o menos formal, tratbamos de un tema concreto que decidamos la semana anterior (madres e hijas, ambicin, confianza, sexo y esas cosas). Lo empezbamos a tratar despus de cenar y lo comentbamos durante una hora. Pero acabamos por abandonar esta prctica y la verdad es que la echo de menos. De vez en cuando les sugiero que volvamos a tratar siempre un tema, pero nunca secundan la idea. Ya hemos hablado de todo lo humano y lo divino aduce Emma. Hemos agotado los temas. Y la verdad es que no le falta razn. Aunque creo que el verdadero problema es la desidia. Es ms fcil charlar de cuestiones intrascendentes que organizar las ideas acerca de un tema concreto sin desviarse de l. Estoy convencida de que nuestras conversaciones son mucho ms interesantes cuando estn organizadas. Al unirse al grupo Susan Geiser, que estuvo con nosotras desde febrero de 1994 hasta abril de 1995, instituimos la regla del cuarto de hora, que an sigue en vigor, aunque ya no la necesitamos ahora que Susan no est. Las Cuatro Gracias llevbamos bastante tiempo sin ms incorporaciones, hasta que Isabel conoci a Susan y le propuso unirse a nosotras. Susan tena algunas caractersticas encantadoras y poda ser bastante interesante y divertida. Pero tena un defecto: nunca se callaba. A m no me importaba demasiado pero a Emma y Rudy las sacaba de

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quicio. De modo que una noche Isabel propuso la regla del cuarto de hora con un tacto increble del que slo Isabel era capaz y, desde entonces, cada una de nosotros viene dedicando quince minutos durante la cena a contar cmo est, lo que ha hecho y lo que ha pensado ltimamente. Pero no somos muy estrictas con la observancia de esta regla. No estamos pendientes del reloj. Lo del cuarto de hora es slo a modo de orientacin. Yo suelo terminar en cinco minutos, mientras que Rudy necesita por lo menos veinte. De modo que, en la prctica, la regla funciona. Emma y Rudy dicen que fui yo quien propuso formar el grupo y quien concibi el plan y la organizacin originales. Pero, a decir verdad, Isabel lo impuls tanto como yo. ramos amigas desde haca ao y medio, desde una noche de Halloween cuando Terry, su hijo, me vomit en los zapatos nuevos. Fue mi primera noche en la casa de Chevvy Chase y lo estaba pasando en grande, dndoles palomitas de maz y manzanas recubiertas de caramelo que hice yo misma a todos los pequeos que iban a pedir golosinas por las casas. Un verdadero enjambre. Yo acababa de mudarme desde el apartamento que tena en un rascacielos de College Park y me pareca increble que viviesen tantos nios en mi nuevo vecindario. Pero estaban tan monos, tan encantadores con sus trajecitos de princesitas, brujas y rangers. A las ocho y media ya apenas sonaba el timbre de la entrada y, a las nueve, Halloween pareci haberse terminado. Iba a apagar la luz del porche para subir a ducharme cuando algo golpe la puerta. Fue un ruido sordo. Pens que habran tirado algo, acaso una de las calabazas que vaci y model y dej en los escalones. Mir por la mirilla y vi a un chico. Dos. Y como a uno lo reconoc abr la puerta. Qu me dais? les dije yo. Eso les hizo gracia. Se empujaron y se echaron a convulsivamente. Una risa ebria. Ninguno de los dos iba disfrazado. Sois payasos? les pregunt. No, somos gamberros dijo el que luego supe que se llamaba Kevin. De nuevo se echaron a rer a carcajadas. Llevaban fundas de almohada llenas de caramelos, prueba de una fructfera noche. Lo que significaba que llevaban horas rondando por ah. Y an se pregunta la gente por qu es tan problemtica la juventud actual! Aquellos dos eligieron mal la casa. A ti te conozco dije sealando a Terry. Vives en Meadow Street, en la casa blanca de la esquina. Ya sabe vuestra madre lo que estis haciendo esta noche? Pues claro dijo Terry, pero dej de rer. La glida llovizna le haba puesto de punta su pelo rubio y enrojecido las mejillas. Terry tena entonces quince aos, pero aparentaba menos. La ropa le vena tan grande que pareca un nio que jugase a disfrazarse. Y t dnde vives? le pregunt al otro. rer

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En Leland Street musit Kevin retrocediendo hacia los escalones. Suelo surtir este efecto en los chicos. Cuando me muestro severa con ellos se serenan (y en aquel caso, literalmente). Pero no es por miedo, sino porque consigo hacerles ver las cosas como son, con sensatez. La que cruza Connecticut Avenue, verdad? En qu lado est tu casa? En el de aqu contest Kevin. De acuerdo dije, porque no quera que cruzase una calle tan transitada estando borracho. Pues marchaos a casa enseguida. Y sea lo que sea lo que llevis para beber me lo voy a quedar dije tendiendo la mano. Kevin tambin pareca menor de lo que era pero no tena muy buena pinta. Era un poco malcarado y llevaba un falso tatuaje de una calavera en la mejilla, supongo que en vas de un look nazi. A la mierda! exclam Kevin. Adems, lo lleva Terry aadi trastabillando por los escalones hasta la acera. Ya nos veremos cuando se esfume esa mala puta, Terry! Qu maravilla de lxico! exclam. Terry retrocedi y choc con la puerta mosquitera. Trat de sonrer pero no pudo. Kevin es un imbcil farfull. Perdone aadi. La funda de la almohada se le escurri entre los dedos y cay al porche con un ruido sordo. La recog. Dentro haba una botella de vodka casi vaca, debajo de los caramelos. Mov una calabaza y dej la botella en lo alto de la pilastra. Crees que podrs llegar solo a casa? Claro dijo, pero no se movi. Y si no se desplom fue porque tena las rodillas muy juntas. Anda... vamos dije suspirando. Lo tom del brazo. Ahora mide ms de metro ochenta y es muy fornido, pero entonces ramos casi de la misma estatura, aunque yo era ms fuerte y no me supuso esfuerzo cargar con la mitad de su peso al apoyarse en m por la acera hasta la esquina. Protest, aunque cada vez menos a medida que llegbamos a su casa. La luz del porche estaba apagada. De lo contrario habra visto que Terry palideca, y las gotas de sudor en su labio superior. Titube al entrar, temeroso de lo que le esperaba, pens. Llam y casi al instante Isabel abri la puerta, sonriente, con un cuenco de golosinas. La reconoc y no pude evitar sonrerle. Era una mujer algo mayor que yo, muy simptica y que paseaba a su beagle por el mismo solar el pipicn lo llamamos en el barrio por el que yo paseaba a Lettice, mi cocker spaniel.

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Terry? Al ver a su hijo detrs de m, Isabel frunci el ceo perpleja. Mam dijo. Aunque no lleg a decir mam sino ma.... Si llego a cerrarle la boca a tiempo quiz hubiese salvado mis zapatos. Pero solt un repugnante chorro de chucheras a medio digerir, batidos y vodka, casi todo encima de unos Ferragamo grises de ante que me haba comprado aquel mismo da. Isabel sali presurosa al porche, seguida al instante por Gary. No recuerdo qu impresin me caus aquel da. Aunque no repar en gran cosa (en que era el marido, mayor que ella, bajito y fornido, vulgar). Se ocup de Terry mientras Isabel se ocupaba de m. He estado charlando con ella miles de veces en su cocina desde entonces. Isabel no se parece a ninguna de las amigas que he tenido y, al principio, aunque me caa muy bien, nunca imagin que llegaramos a intimar. Por lo pronto era mayor que yo, aunque slo ocho aos. Pero parecan ms, acaso por ser de otra generacin, segn ella. Creo que no se debe slo a eso. Hay personas que nacen sabiendo cosas que a los dems nos cuesta toda una vida aprender. Adems estaba muy avejentada, tena el pelo casi gris, llevaba moo nada menos, y no tena el menor sentido de la moda (con los aos he conseguido que por lo menos el pelo lo lleve ms acorde con los tiempos). Sin embargo, an era hermosa. Aquella noche me record a una de esas vrgenes de los pintores italianos, aunque mayor. Aquello fue en 1987. De modo que sus verdaderos problemas an no haban empezado. Pero su expresin ya era triste. Aunque tambin haba serenidad y esa luz interior que siempre me asombra tanto. Y yo... bueno, llevaba una vida ajetreada, entre mi dedicacin a la enseanza a tiempo parcial y el trabajo para preparar mi tesis de licenciatura. Pese a ello me senta un poco sola. Y puede que necesitada de una madre, no porque no la tuviese sino porque anhelaba cierto trato maternal. Emma dice que no tengo sentido del humor, que no capto las ironas. Supongo que se debe a que no poder tener hijos me amarga un poco. Salvo Isabel, tampoco las dems han tenido hijos pero yo soy la nica que quiere tenerlos. Creo que Isabel y yo estamos hechas para ser madres, pese a que ambas tuvimos padres ms bien fros. Yo anhelo ser madre y anhelo el calor materno. Y ella trata a todo el mundo como una madre, pero quin le da a ella el calor maternal? Nadie. Bien pensado, puede que esto no entrae ninguna irona. Puede que slo sea pattico. Hizo que me quitase los panties y que me pusiera unos calcetines limpios, de Terry, y me sirvi una jarra de sidra caliente mientras me limpiaba los zapatos en el lavabo del aseo. Al volver, tuvimos una conversacin de lo ms agradable y distendida. Me hizo muchas preguntas. Lo que ms recuerdo es que le cont algunas de las

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gamberradas de mis dos hermanos cuando eran adolescentes, que luego se convirtieron en ciudadanos modlicos, como suele decirse. De modo, le dije, que no deba preocuparse demasiado de que Terry pudiera terminar descarrindose. No me qued en su casa mucho rato, pero al marcharme repar en que ella haba obtenido mucha ms informacin acerca de m que yo acerca de ella. Terry vino a casa al da siguiente a excusarse del modo ms encantador y a invitarme a cenar. Y as es como empez. Isabel y yo nos hicimos amigas. Y cuando no nos visitbamos, coincidamos en el pipicn con Lettice y Ernie, o bamos a jugar a tenis o a pasear en coche por el campo. Y compart su llanto cuando Terry decidi ir a estudiar a la Universidad McGill de Montreal. Escuchaba todos los detalles del largo y tmido cortejo a que me someti mi esposo. Y cuando rompi con Gary, ella y Gracia ocuparon mi dormitorio de invitados durante tres semanas; y, cuando contrajo el cncer, lo sent como si me hubiese ocurrido a m. No puedo imaginar no haber conocido a Isabel y apenas recuerdo cmo era mi vida antes de conocerla. Cosa de un ao despus de la juerga de Terry la noche de Halloween, estbamos sentadas en el suelo de linleo, secando a nuestras perras despus de su ltimo bao del verano. Pasas demasiado tiempo conmigo en esta cocina, Leah Pavlik. Deberas salir e ir a jugar con amigos de tu edad me dijo Isabel. T s que deberas jugar con amigos de mi edad! repliqu. Nos echamos a rer y luego, no estoy segura de cul de las dos lo dijo, surgi la idea de formar un grupo. Siempre he tenido muchas amigas y reconozco que disfruto organizndolas. Cuando era pequea fund un club slo para chicas y nos reunamos en el stano de mi casa cuando cursbamos sexto y sptimo. Y en el instituto fui cocapitana de la escuadrilla del pompom, y luego presidenta del club femenino en la facultad. Pero desde que me traslad a Washington, supongo que debido a estar muy ocupada, no hice muchas amigas, salvo Isabel. Me encant la idea de fundar un grupo. No sera una tertulia literaria ni poltica, ni tampoco un grupo feminista. Su nica caracterstica sera la de estar formada por mujeres que nos cayesen bien y a las que admirsemos, de quienes pensramos que podamos aprender algo, para reunirse a menudo y hablar de nuestros problemas y de todo aquello que nos interesase. Ciertamente, era un programa con muy pocas pretensiones. Poco podamos imaginar que aquello sera la semilla de un hermoso jardn. As me lo dijo Isabel aos despus, que era como si cultivsemos lozanas verduras para nutrirnos y bonitas flores para nuestro goce. Le pregunt en qu categora vegetal me inclua, creyendo que me catalogara de verdura ya crecidita, pero me dijo que en ambas. Todas nos incluimos en las dos, puntualicemos, aadi. Un ao despus de haber formado el grupo, en una de las reuniones tratamos el tema, a propuesta ma, de qu opinbamos cada una de las

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dems las que no nos conocamos antes de asistir a la primera reunin . Empec yo diciendo que Emma me pareci ser una persona dedicada a algn trabajo creativo, acaso una estrella del rock (ms bien una estrella en declive, quise decir, debido al talante de estar de vuelta de todo que a Emma le gusta transmitir). No es en absoluto una persona hastiada y no s por qu se esfuerza tanto en demostrarlo. No hace ninguna falta. Le encant que la comparase con una estrella del rock. Hasta el punto de que quiso saber a qu estrella del rock crea yo que se pareca. Le contest que a Bonnie Raitt, porque pensaba que ambas tenan unas bonitas facciones, y a veces la misma expresin ceuda. Llevaban el pelo igual, largo, de un tono rubio rojizo y, por expresarlo de un modo piadoso, peinado a su aire. Me muero de ganas de presentar a Emma a mi peluquero, pero ella asegura que no le interesa. Rudy y Emma coincidieron en decir que Isabel les cay bien nada ms verla, que pensaron que era encantadora aunque quiz algo anticuada, un peln demasiado conservadora. Una manija, pero en el mejor sentido dijo Emma. No, ms que manija, maternal la corrigi Rudy. Recuerdo perfectamente que en aquella primera reunin Isabel llevaba un delantal rojo de hilo por encima del jersey y de unos pantalones holgados, y no se lo quit en toda la noche, simplemente porque no se acord. Esa es una buena muestra de lo poco presumida que es. Pero conservadora? Qu va! Ni por asomo. Y esta es una buena prueba de que la primera impresin puede ser totalmente equivocada. Isabel dijo que pensaba que Rudy era una de las mujeres ms hermosas que haba visto en la vida real. Y Emma y yo estuvimos de acuerdo. Las dems somos mujeres bastante atractivas dentro de lo normal, creo yo. Pero Rudy es hermosa de verdad. Llama la atencin. No podemos ir a ninguna parte sin que se fijen en ella. Tiene el cutis como un beb, un cuerpo de chica de portada de revista, un pelo tan negro que azulea, resplandeciente y perfecto, y tan dcil que hace lo que quiere con l. Si slo fuese muy bonita quiz inspirase animosidad, de pura envidia, pero adems de tener una excepcional belleza clsica es una persona muy dulce, candorosa y vulnerable, que atrae el instinto maternal y de proteccin de cualquiera. Todo el mundo quiere salvar a Rudy, sobre todo los hombres, segn ella. Pero lamento decir que, hasta la fecha, dudo que nadie la haya salvado. En cuanto a m, segn Emma tambin tena aspecto de estrella del rock. Y enseguida le pregunt a quin me pareca. En cierta ocasin un cincuentn interesante me dijo que le recordaba a Mane Osmond, por lo chispeante. Pero Emma me compar a Sinead O'Connor. Cmo? exclam. No por la calva, eh?, aunque llevabas el pelo muy corto, Lee. Lo digo por ese talante severo y esos aires de sabihonda que gastas. Ah, pues muchas gracias, mujer, pens ofendida.

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A m me parece que Sinead O'Connor es muy atractiva aadi como si me adivinara el pensamiento. No te has fijado en sus ojos? No. Pues es una mujer preciosa, Lee, y te he comparado a ella como un cumplido. Menos mal. Pero, en cualquier caso, no tengo el menor parecido con Sinead O'Connor. Me parezco a mi madre: menuda, fibrosa, morena y vivaz. Y no me doy aires de sabihonda, aunque la verdad es que suelo tener razn. En fin, ya est bien de primeras impresiones. Al casarme con Henry pens que ya no necesitara tanto al grupo, que mi inters por mis amigas se ira extinguiendo, que no tendra tanto tiempo ni energa para dedicarles. Pero no fue as. Durante siete u ocho meses estuve tan volcada en hacer el amor con Henry que prcticamente me olvid de todo lo dems. Pero no fue ms que una transicin que no afect a las Cuatro Gracias. Emma y Rudy se partan de risa a mi costa durante aquella poca de mi vida. No s qu opinaran de m antes de que conociese a Henry que era una mojigata, supongo. Y no lo soy ni lo he sido nunca. Tampoco suelo decir tacos, y soy reservada en algunas cosas. Y cuando no lo soy tanto lo expreso en trminos que pueden parecer algo anticuados, e incluso gazmoos. De modo que cuando conoc a Henry y, de pronto, el sexo pas a ser lo nico en mi mente racional y poco imaginativa, les pareci cmico. Pude haber evitado que se burlasen de m por el simple procedimiento de no hacerles confidencias, pero por la razn que fuese, supongo que por el circo hormonal que desfilaba por mi interior, no poda dejar de hablar de ello. No poda tener la boca cerrada. Nunca me haba ocurrido nada parecido pese a que ya tena treinta y siete aos. Un jueves por la noche comet el error de decir en la reunin qu aspecto tena Henry con el uniforme azul, su nombre grabado en letras doradas en una plaquita y el de la razn social de su empresa al dorso: patterson & co. Tambin les dije que no slo era un manitas sino que tena manitas. Deb poner cara de haberlas probado porque incluso Isabel me dirigi una mirada maliciosa. La verdad es que Henry era el colmo del atractivo masculino, una irresistible combinacin de sexualidad y de capacidad para solucionar los problemas. Luego comet un error an mayor. Les cont que la primera vez que vino a casa, que fue slo para arreglar la cisterna de un vter (an no lo haba contratado para que cambiase las viejas caeras por otras nuevas e instalase nuevos registros para la calefaccin), me mostr un diagrama en un catlogo de fontanera para que viese con exactitud lo que estaba estropeado y cmo pensaba repararlo. Esto forma parte del servicio me dijo con su meloso y solcito acento sureo. Un cliente bien informado es un cliente satisfecho.

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Se arremang y el sol que entraba por la ventana del cuarto de bao ilumin el vello rubio de sus pecaminosos antebrazos. Tendran que ver el diagrama que me mostr para entender lo que quiero decir, pero cranme si les digo que el dibujo del mbolo que penetraba en el receptculo del mecanismo de apertura y cierre del paso del agua de la cisterna tena exactamente el mismo aspecto, exactamente el mismo, que el de un pene en una vagina. De modo que ya pueden imaginar los chistes de fontanera que he tenido que soportar en los ltimos cuatro aos. Y no acaban ah las humoradas. Aparte de la incontenible lujuria que me inspir Henry desde que lo vi, intu que sera el padre ms maravilloso del mundo. Mis genes llamaban a sus genes, sola bromear. Juntos bamos a producir unos hijos judeoprotestantes, intelectomanuales (el elemento intelectual lo aportaran mis padres, no yo, porque mi padre ensea fsica cuntica en Brandeis y mi madre es agente de bolsa). Pero la cosa no pinta bien en la planta productora de bebs en la actualidad. A veces parece por culpa de la fontanera de mi fontanero y otra de mi calefaccin. Los mdicos no estn seguros. Trato de no pensar en lo peor que podra ocurrirnos, o sea no tener hijos. Sera un mundo muy triste y desolado en el que nunca me haba imaginado. Me siento estafada al pensar en todos los aos que estuve tomando religiosamente la pldora o utilizaba espermicida o diafragma. He logrado ocultar mis peores temores al grupo mucho mejor de lo que he conseguido ocultar mi cmica libido, pero probablemente no lo conseguir durante mucho tiempo. Adems, por qu tendra que ocultarlos? Para conservar la imagen que tienen de m como una persona serena y sensata, supongo. Pero Isabel ya lo sabe. Como de costumbre. Una vez me dijo que no habra superado lo de su divorcio, el cncer, la quimioterapia y todo lo que ello implicaba sin m algo que es muy amable, muy tpico de ella, aunque no sea cierto. Pero s lo ser en mi caso. Si ocurre lo peor si Henry y yo no podemos tener hijos estoy segura de que sin Isabel no podr sobrellevarlo.

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Captulo 3

Rudy
No s por qu mis amigas se preocupan tanto por m. Soy una pejiguera. Tanto, que me echara a correr si me viese venir. Pero son muy pacientes y solidarias conmigo. Me rodean con sus brazos y me dicen Oh, Rudy, lo ests haciendo muy bien. Hay que leer entre lneas. Lo que quieren decir en realidad es que si an no me han puesto la camisa de fuerza es que estoy bien. Quiz, pero me tienta tocar madera cuando me lo dicen. Lo que no le digo a nadie, ni siquiera a Emma, que cree saberlo todo acerca de m, es lo mucho que han influido la norpramina y la amitripilina en mi salud mental. Y antes la protriptilina y el alprazoam, y el meprobamato. Y podra seguir. Slo lo sabe Curtis, mi marido, y Eric, mi psiclogo. Acerca del resto soy franca: de mi desastrosa familia, de los muchos aos de tratamiento psicolgico, mi lucha contra la depresin y la locura. Todo el mundo toma ahora Prozac o Zoloft, de modo que ya ha dejado de sorprender a nadie, ni de avergonzar, como dice Emma, el hecho de vivir mejor a base de qumica. Pero no lo cuento. Porque necesito que mis amigas crean que mi comportamiento es espontneo, autntico. Si conociesen mi secreto ejrcito de psicofrmacos, todo lo que hiciese bien lo atribuiran a los medicamentos y tambin lo que hiciese mal. Nada en m les parecera autntico. Para ellas Rudy no sera real. Ya vern lo que pasa cuando les cuente lo que he hecho hoy. Imagino cmo van a reaccionar. Emma se echar a rer, Isabel se mostrar solidaria y me consolar y Lee me lo reprochar, aunque con gentileza. Y todas se preguntarn en privado: En qu estaran pensando para contratarla? Pero no es su opinin la que me preocupa sino la de Curtis. Lo que ha ocurrido es que me han echado del Telfono de la Esperanza. Me avergenza decir que slo he estado una semana. La seora Phillips, mi jefa, me ha dicho que he tenido una conversacin demasiado personal con una de las personas que llam, en flagrante violacin de las normas que nos explicaron durante el cursillo. S que no estuve muy acertada, que ha de haber normas, pero la verdad es que si volviese a llamar la chica que llam, una tal Stephanie, actuara del mismo modo.

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Nos previenen para que al iniciar la conversacin seamos cautas. Y no sin razn, porque ya me haban gastado ms de una broma. Pero la voz delgadita, joven y tensa de Stephanie la delat enseguida. Y deduje que no era una broma. Telfono de la Esperanza. Soy Rudy. Diga? Soy Rudy. Quin es? Hola... Llamo en nombre de una amiga. De acuerdo. Cmo se llama tu amiga? Pausa. Stephanie. Y tiene Stephanie algn problema? S. Muchos problemas. Cul es el ms importante? El que ms la preocupa. Pues... no s. Llora muy a menudo. Por muchas cosas. Por su familia, por sus amigos. Qu ocurre con su familia? Un suspiro. Ocurre de todo dijo. Su madre es un verdadero desastre. En qu sentido? Silencio. En qu sentido es un verdadero desastre? insist. Silencio. Bebe? Qu? Que si la madre de Stephanie bebe demasiado. S. Ya lo creo. Cmo lo ha adivinado? Bueno... mi madre tambin bebe mucho. Supongo que por eso lo he adivinado. La verdad es que no me explico por qu le dije eso. Ah s? Es una alcohlica? Mi madre es una borracha, horrible. No s cmo puedo... Dios mo! Clmate. Me oyes, Stephanie? Tranquilzate. El noventa por ciento de las personas que llaman dicen hacerlo en nombre de un amigo o amiga. Pero no debe importarte. Creo que no hay nada malo en ello. Supongo que llamaras en nombre de una amiga si te lo pidiera, porque creo que eres una buena chica. Mi manera de hablarle no responda a mi talante habitual. Pero cuando hablo con alguien a travs del Telfono de la Esperanza termino por hablar como ellos. Y, antes de echarme, la seora Phillips deca que era una de mis tcticas ms eficaces.

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Sdijo Stephanie en tono escptico. Lo digo en serio. Noto que eres una buena chica. Cuntos aos tiene? Yo? Cuarenta y uno. O resoplar. Y qu va a saber usted entonces de los problemas de una adolescente? O el roce de sus dedos en el auricular y tem que fuese a colgar. Mi madre era alcohlica me apresur a decir. Quiso suicidarse cuando yo tena doce aos. Y cuando tena once se suicid mi padre. Se hizo un largo silencio. He tenido mucho tiempo para analizar por qu dije eso. Lo hice a conciencia de que contravena las reglas. Pero en aquellos momentos no se me ocurri nada mejor para que no colgase. Y funcion. Stephanie empez a desahogarse. Mi madre.... casi todos los das cuando vuelvo a casa al salir del colegio est como catatnica. Borracha perdida. Y he de ocuparme de ella. Y como no puedo traer amigos a casa no tengo amigos. En fin... s tengo. Slo una amiga, Jill. Pero ella no... No puedo contarle lo que ocurre. Y por eso... Te comprendo. Yo tampoco tena amigos. Pero eso fue un error. Me equivoqu. No entiendo. Pues que comet el error de avergonzarme de lo que ocurra, como si fuese yo quien bebiese. Pero, escchame, Stephanie, t no tienes nada de qu avergonzarte. Eres inocente. No mereces lo que te est ocurriendo. Stephanie rompi a llorar. Ambas guardamos silencio unos momentos. Y, aunque no estoy segura, creo que a partir de entonces la seora Phillips empez a escuchar desde su extensin. Y eso no es lo peor dijo Stephanie cuando se rehzo un poco. Pero afecta a todo. Entiendo. Y ahora hay algo ms, algo todava... De qu se trata Stephanie? Oh, Dios...! Rompi a llorar de nuevo. Pens en Eric, mi psiclogo, que nunca llora, por ms que vea que me desmorono en la consulta. Sin embargo, nunca he pensado que sea una persona fra o insensible. Todo lo contrario. Pero no llora. Y menos mal que no llora, porque alguien ha de mantener la entereza en estas situaciones. Y eso es lo que intent hacer en aquellos momentos.

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Qu ha ocurrido? Intuyo que algo muy grave. S. He hecho algo malo. Con un chico ? Silencio. Es usted adivina? Lo he adivinado por casualidad. Puedes decirme lo que sea. Est usted casada? Cmo se llama? Me llamo Rudy y estoy casada. Cunto tiempo hace? Cuatro aos y medio, casi cinco.. O sea que se cas a los treinta y siete, no? S. Un poco mayor me adelant. Pero not que eso era lo que pensaba. Y... ha hecho alguna vez algo con un chico que...? De lo que despus me avergonzase? Pues s. Tenemos prohibido contar historias paralelas. Se nos ensea a escuchar y hacer preguntas y dirigir a los interlocutores a los adecuados servicios sociales. Mira, Stephanie, he hecho cosas con los hombres de las que ni siquiera a mi psiclogo le he hablado. O sea que va usted al psiclogo dijo con una risita nerviosa. Pues s. Se llama Eric Greenburg. Y est en Maryland. Eh, un momento... Antalo, por si acaso... Le di el nmero de telfono y creo que ella lo anot. Aunque, como pueden imaginar, tambin tenemos prohibido dar este tipo de informacin. De acuerdo dijo Stephanie aclarndose la voz. Se trata de un compaero de curso. Se llama George, pero todo el mundo lo llama Araa. El Hombre Araa. No s por qu. Ni siquiera me cae demasiado bien. Quiero decir que no somos novios ni nada. Pero estaba en el centro comercial anoche con unos amigos suyos y yo estaba con Jill, y empezamos a hablar y esas cosas. Y al cabo de poco rato George nos invit a ir a su coche a fumarnos un porro. Jill dijo que ni hablar, que ella se largaba. Y eso s que fue una estupidez por mi parte. Porque le dije que bueno, que yo me quedaba. Hummm.

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Y ella se march y yo fui al aparcamiento con George y sus dos amigos y nos colocamos. Hummm. Yo ya haba fumado porros. No era la primera vez. Creo que fue porque estaba colocada y... No queras volver a casa. Exacto. Queras olvidarte de todo. Dejarte ir. S, oh Dios, Rudy... Ya lo s. Y... Y... sabe lo que hice despus? Me lo figuro. Y qu tal fue? Stephanie se ech a rer. Pero enseguida volvi a llorar. Tengo el telfono en una mesa, entre dos paneles de fibra de vidrio que quedan a la altura de mi mentn. Si no quiero que me vean cuando hablo casi he de pegar la cara a la mesa. Me llev la mano a la nuca y o a Stephanie llorar con desconsuelo. Clmate, clmate. No pasa nada. Sigues siendo una buena chica pese a todo. Es que fue horrible, Rudy, horroroso. Oh, Dios, si ni siquiera me gusta! Y se lo contar a todo el mundo, a todos sus amigos, y entonces... Y qu? T no eres as y lo sabes. De modo que... que se vayan al infierno! Es que Jill no me dirige la palabra. Bueno... porque est enfadada, pero... Ahora me odia. Mi mejor amiga me odia... No lo creo. Que s. Est confusa y muy enfadada contigo, pero no te odia. Es de verdad tu mejor amiga? Cunto hace que sois amigas? Desde primaria. Hace cuatro aos dijo Stephanie como si hiciese cuarenta aos. Qu voy a hacer ahora? Pues... hablar con ella. No me habla! Adems, no puedo contrselo todo. S puedes. Me lo has contado a m, no? Aunque comprendo que te costar. No puedo. Es muy estricta. Y es una buena chica. Siempre ha sido una buena chica. A veces pienso que si yo hubiese tenido una hermana, no me sentira tan mal. O incluso un hermano. Si tuviese a alguien...

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Bueno, no necesariamente. S, porque si tuviese una hermana, podra confiarme a alguien, y contarle toda esta mierda. Te lo parece as. No. Creo que todo me sera mucho ms fcil. Muchsimo. Pero estar sola y... Mira, voy a decirte una cosa dije contraviniendo de nuevo las normas. Tengo hermanos y, cuando yo tena tu edad, no hacan sino agravar mis problemas. No lo entiendo. Verdad que el hecho de que tu madre beba hace que te sientas como una intil? Pues creo que si tuvieses una hermana o un hermano tambin te sentiras as. En lugar de tener una persona por la que preocuparte tendras tres. Lo que quiero decir es que tener hermanos no mitiga necesariamente los problemas. Aun as me gustara tener a alguien. Por qu no dej las cosas en este punto? Escucha, Stephanie... Claire, mi hermana, se fug de casa cuando yo tena diecisis aos y ella dieciocho, y se uni a una secta religiosa. Y todava pertenece a ella. Ufff... S. Es una secta que cree que debemos adorar a los gatos porque son descendientes directos de Jehov. De quin? De Jehov? De Dios. Jehov significa Dios. Stephanie se ech a rer. En serio. Y no creen slo eso. Y mi hermano Alan, ni siquiera sabemos dnde est. Desapareci. O sea que ya ves cmo es mi familia, Stephanie. Mi padre se suicid y mi madre era una cuba, mi hermana se mete en una secta y mi hermano desaparece. Y aqu me tienes... trabajando en el Telfono de la Esperanza, comportndome como si fuese una persona sin problemas. De modo que escchame... Stephanie segua sollozando. Creo que lo primero que tienes que hacer prosegu es llamar al doctor Greenburg y luego llamar a Jill, porque ahora la necesitas mucho. S, pero no s... Cuando nuestra jefa quiere hablar con nosotras empieza a parpadear una luz roja en el telfono. Entonces debemos dejar al interlocutor en espera, pulsar un botn y ver qu quiere la jefa. La luz roja de mi telfono llevaba parpadeando por lo menos dos minutos.

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S, mujer, creo que deberamos tomar la iniciativa con Jill. Eso hara yo en tu caso. La aprecias de verdad? S. Creo que s contest Stephanie, que de nuevo se ech a llorar, ahora con mayor desconsuelo. Quiz haba tocado una fibra especialmente sensible. Vamos, Stephanie... clmate... La luz roja segua parpadeando. Rudy? Qu, cario? Y ahora est bien? Despus de todo lo que le ha pasado? Pues s, la verdad. Estoy perfectamente. Se nos permite mentir. Y si no fuese as debera serlo. Qu ocurri con su madre? pregunt Stephanie con voz queda. Ambas lo superamos. Vive en Rhode Island con mi padrastro y hablamos por telfono de vez en cuando dije. Porque no tena sentido contarle que haca cinco aos que no la vea, desde que me cas. Se excus conmigo una vez. Ah s? Y eso me hizo mucho bien. Oh, Dios, Rudy exclam Stephanie suspirando. Parece que su familia estaba ms jodida que la ma. Lo siento... Puedes estar segura, Stephanie. Si tuviese que contrtelo todo acerca de mi familia llegaras tarde maana al instituto dije. Stephanie se ech a rer. Me caa muy bien aquella chica. Y tuve una idea. Dnde vives? En Tenley Circle. Voy al instituto Wilson. Si quieres podramos vernos y charlar otro rato. Vamos... si te apetece. S. Me encantara. Qu le parece un sbado? Sera estupendo. Mi marido suele trabajar los sbados y podramos almorzar juntas. Ah, claro, olvidaba que est casada. S, estoy casada. Y mola? Estar casada? S mola, s. Por lo general s. Ya. Por lo general dijo ella en un tono de voz que de pronto son irnico y amargo. Me parti el corazn. Nos vemos el sbado entonces? Oh, sera...

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Clic. Stephanie? Eh! Sigues ah? Mir el auricular. Se haba quedado mudo. En mi consola parpadeaban seis o siete luces verdes. Era gente que deseaba hablar con los voluntarios del Telfono de la Esperanza. Habran pasado la comunicacin de Stephanie a otra? Puls un botn al azar. ... salir de la norma de esa manera es improcedente, y esa chica lo saba... Clic. Seora Lloyd. Me ergu en la silla. La seora Phillips nunca me llamaba seora Lloyd. Yo la llamaba seora Phillips y ella me llamaba Rudy. Mi jefa es una mujerona, escultural y muy bonita, de color, e intimida. Se me plant enfrente, con sus enormes pechos casi rozndome la cara. Me sent como una nia pillada en falta. Seora Lloyd, cuelgue el telfono, recoja sus cosas y salga inmediatamente de esta oficina. Un momento, ya s que... Fuera! me espet. Se apart hacia un lado y seal una de las ventanas que daban a la calle. Llevaba las uas pintadas, largusimas y muchos anillos y brazaletes que entrechocaban. Pareca una diosa. Por favor, seora Phillips, le agradecera que me permitiese hablar dos minutos ms con esa chica. Creo que... Seora ma me dijo con expresin de incredulidad, est usted despedida. En qu estaba pensando? La seora Phillips no estaba indignada sino furiosa. Era la primera vez que le oa alzar la voz. S que he cometido un error, seora Phillips, no volver... Estamos aqu para atender a quienes llamen, seora Lloyd, pero no para proporcionarles esa terapia suya. Es que yo... Y ya puede dar gracias de que no la denuncie. Denunciarme ? Fue de pesadilla. Domina tu ira, me dice Eric. Pero dudo que fuese ira lo que sent y en todo caso estara sofocada por el sentimiento de culpabilidad, el remordimiento, el dolor y la mortificacin. Fue uno de los fiascos ms grandes de mi vida. Pobre Stephanie, me dije de vuelta a casa. Qu sera de ella ahora? Y si volva con el Hombre Araa? Quiz pudiese localizarla. Saba que

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viva en Tenley Circle, que estudiaba en el instituto Wilson y que tena quince aos... Por qu crea poder ayudarla? Lo nico que haba hecho era hablarle de m, de una madre alcohlica, de una familia rota. La seora Phillips tena razn en todo. Me haba ganado a pulso que me echasen, y puede que algo ms. Y lo pagara an ms caro. Y bien pronto, en cuanto se lo contase a Curts.

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Captulo 4

Isabel
Acabo de leer un libro de una autora que cree que, en su anterior reencarnacin, fue simpatizante de los nazis. Segn ella, colaboraba con las SS, espiaba a sus vecinos y se enriqueci aprovechndose de la guerra. Est convencida de que entonces fue un hombre. Basa su conviccin no slo en la regresin por medio de la hipnosis sino tambin en las circunstancias de su vida actual. La pobre mujer es tetrapljica. Un horrible accidente de automvil, que sufri cuando tena diecisis aos, la dej sin poder mover ms que los msculos de la cara. Y, segn ella, el sufrimiento que ahora soporta es el castigo por los pecados cometidos en los aos cuarenta en Alemania. El karma. Todo lo que va vuelve. A m nunca me han hipnotizado y, por lo tanto, nunca he sido sometida a regresin. Si he tenido otras vidas, les he perdido la pista. Pero no excluyo la posibilidad. El escepticismo es un lujo que ya no me permito. Se lo dejo a los jvenes e inmortales. Pero si es cierto que el yin y el yang estn siempre equilibrndose, preferira pensar que se equilibran aqu y ahora, en esta vida. Incluso s dnde situara yo el fulcro para el equilibrio perfecto: en mis cuarenta y seis aos. Antes y despus las mitades de mi vida se abren como alas, como un corazn partido en dos. He vuelto a nacer. Y aqu, en el tercer ao de mi nueva vida, trato de equilibrar mi vida anterior con esperanza y amor, solidaridad, cordialidad y amabilidad, superficiales y gratuitos estallidos de gozo. Hay mucho que contrarrestar (aunque nada tan odioso como los crmenes nazis). Slo confo en tener el tiempo suficiente para hacerlo. Sera perfecto vivir hasta los noventa y dos. O sea, cuarenta y seis y cuarenta y seis. Entre buenas amigas llevarse diez aos no es mucho y, sin embargo, a veces me siento como si las Cuatro Gracias y yo vivisemos en siglos distintos. An no he cumplido los cincuenta. Tericamente soy un producto del baby boom, de la explosin demogrfica de mediados del siglo. Sin embargo, mi padre era misionero y pas la mitad de mi infancia en Camern y Gabn, y la otra mitad en Iowa. Luego, el trabajo de mi esposo nos llev a Turqua donde pasamos seis aos de nuestro matrimonio. Nuestro hijo naci all. Esto no justifica mi continuada inquietud acerca de la cultura popular sino que creo que en ella ha influido otra cosa. Algo que alienta en mi interior. Una infelicidad terminal, lo llamara Emma. Y es una explicacin perfectamente vlida.

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Las Cuatro Gracias somos mujeres activas y dinmicas, bastante juiciosas, sin ms lastre emocional salvo en el caso de Rudy del que cabra esperar de un sondeo al azar entre ejecutivas de mediana edad. Sin embargo, nuestra infancia fue un desastre. Para unas ms que para otras, por supuesto. Rudy podra escribir un libro y Emma probablemente lo escribir. La familia de Lee y la ma tienen en comn una apariencia de normalidad, y una realidad muy distinta en su seno. De vez en cuando jugamos las cuatro a lo que llamamos Qu nos mantiene unidas?, y siempre concluimos que se debe a haber sobrevivido a nuestra infancia. Me pregunto si hubiese sobrevivido al cncer sin el cario y atenciones de las dems. Sobrevivido.... s, probablemente. Pero slo eso: mera supervivencia. Nada, ninguna otra experiencia me ha equilibrado tanto. Llegu a creer que nunca me recuperara, que mi cambio era irreversible. Y as fue, pero no en el sentido que me tema. Haba ledo todo tipo de artculos y libros sobre la enfermedad. Los relatos autobiogrficos de mujeres que explicaban que el cncer haba cambiado sus vidas, que las haba convertido en personas distintas, fue una bendicin disfrazada... Estas historias me enfurecan. Me senta engaada y traicionada. Tena la sensacin de que me mentan y me senta profundamente ofendida. Y ahora... ahora soy una de esas mujeres. Hace dos aos que perd un pecho y me oigo gritar el mismo sentimiento que me haca rechinar los dientes: No es que se lo desee a nadie, pero fue positivo que me sucediera. Ha cambiado mi vida radicalmente. Y necesitaba que cambiase. Mi vida haba dado un pequeo rodeo debido, entre otras cosas, al descubrimiento de la permanente infidelidad de mi esposo. No s por qu pero he estado pensando mucho en Gary ltimamente. Me he preguntado si hice bien en utilizar su ltima infidelidad como catalizador de nuestra ruptura. Si continusemos casados y volviese a serme infiel, lo perdonara? Creo que s. Espero que s. Porque no soy la misma persona. Ya no albergo ira dentro de m. Gracias a Dios. Pero qu dira Lee si se lo comentase? O Emma? O Rudy? No quiero ni pensarlo! La nica luz en el horrible trance de mi divorcio fue su amistad. Hicieron pia para apoyarme, culpando a Gary. En el seno del grupo pasaron de tenerle cierta simpata a desear verlo muerto y, por entonces, su actitud me result muy reconfortante. Hasta la fecha nunca les he comentado a las Gracias toda la historia de sus infidelidades. Supongo que porque me resulta demasiado embarazoso. El comportamiento de Gary fue vergonzante y parte de esa vergenza me ha salpicado, como si parte de la culpa fuese ma. Y puede que lo fuese. Es ms, estoy segura de que lo fue. Pero nunca lo olvidar y siempre les estar agradecida por su justa ira cuando les cont cmo descubr su primera infidelidad. Fue la noche de nuestro 19 aniversario, algo que visto en retrospectiva resulta coherente. Gary siempre ha sido muy oportuno. Me llev a un nuevo restaurante turco en Besheda (un pequeo regalo nostlgico en honor a los viejos tiempos, cuando estbamos recin casados en Ankara). Me sorprendi y me emocion. Bebimos raki y cenamos estofado de cordero con berenjenas. Al volver a casa hicimos el

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amor en el sof. No acostumbrbamos hacerlo all, pero Terry estaba en Richmond para asistir a una fiesta y pasara la noche all. Por una vez estbamos solos en casa. Luego me qued dormida y me despert a oscuras. Con la ropa en la mano sub a nuestro dormitorio. Me sent coqueta y seductora al pensar que ya llevaba diecinueve aos casada y an haca el amor en el sof. La voz de Gary lleg hasta m a travs de la puerta entreabierta del dormitorio. Me detuve en el descansillo de la escalera por pura curiosidad. Con quin poda estar hablando a medianoche en tono susurrante? Hablaba con una tal Betty Cunnilefski que trabaja de ayudante administrativa en su oficina. La haba visto una vez y la recordaba vagamente: cetrina, menuda y canija, la clase de mujer que ve una cenar sola en los restaurantes. Gary me lo confes todo aquella misma noche de un tirn. Me jur que no volvera a verla y que hara que la trasladasen a otra oficina. Pese a lo mucho que me enfureci lo sent un poco por Betty a quien Gary, fiel a su palabra, traslad a otra seccin antes de una semana. Y es muy probable que no volviese a verla. Por entonces lo cre. Llor de un modo muy convincente y me suplic que lo perdonase, de un modo igualmente sincero. Pareca casi tan afectado como yo e incapaz de explicar por qu lo haba hecho. Y fue mejor as porque si me llega a decir que se senta solo, incomprendido o sexualmente insatisfecho; que lo hizo estando borracho, que lo sedujeron, que se deba a la crisis de la mediana edad o hubiese puesto cualquier excusa por el estilo, no habra hecho sino provocar mi ira. Yo apenas era consciente de ello y me senta incapaz de estallar, algo que hubiese dejado atnito a Gary de haberlo entrevisto. Tard tres aos en estallar. Ignoraba si Betty fue la primera con la que me fue infiel, pero desde luego no fue la ltima. Cmo se las ligaba? Eso es lo nico que ahora me interesa saber, una vez que mi furia se ha extinguido. Gary es bajito, cuellicorto y chaparro. Lleva barba y tiene el pelo entrecano. Es muy ancho de espaldas y paticorto. En la cama es muy bruto. Est bien si a una le gusta as, pero con el tiempo llegu a detestarlo. En el fondo, es bastante fro y calculador. Le gusta coquetear pero es muy torpe. No me lo imagino ligando. Pero lo consigue. Qu les da? Por lo pronto es un tipo mundano y apasionado. Por eso me enamor de l. Adems elige mujeres necesitadas de un hombre, solas, tmidas, mujeres que son un blanco tan seguro como pattico. Y as exactamente era yo. No puedo afirmar que lo haga deliberadamente y que por lo tanto proceda de un modo cruel y calculador, o si se trata de una pura y ciega intuicin. Nunca lo he tenido claro. Quiero concederle el beneficio de la duda. Quiero perdonar. No se trata de generosidad ni de bondad. Lo que ocurre es que ya no hay lugar en mi interior para la amargura. As de sencillo. Y a riesgo de parecer fatua, me permitir decir que el mundo est lleno de Bettys. No s a quin debo agradecer esta nueva y visceral actitud. Me resulta divertido pensar que acaso se deba en parte al Dios luterano de mi padre. Pero slo

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en parte. En la actualidad lo atribuyo ms a lo que Emma llama ocultismo, aludiendo al Tarot, reencarnacin, anteriores existencias, astrologa, numerologa, meditacin e hipnoterapia, todo lo que cae bajo la rbrica de la New Age (toda espiritualidad al margen del protestantismo ortodoxo, segn Emma). Yo creo en todo eso. El desdn que siente por todo ello mi amiga no tiene lmites, pero sus burlas son siempre gentiles y afectuosas. Es una especie de juego entre nosotras. El caso es que Emma y yo estamos ms unidas que nunca. Podra replicarle que para m es un verdadero gozo ver a Dios en tantos lugares. El peso de los convencionalismos y del racionalismo se me hace ms llevadero al pensar que puedo morir, que realmente puedo morir. Y ahora me siento libre. Libre, con cuarenta y nueve aos, y muy agradecida por empezar a vivir de nuevo. El yin y el yang. He vuelto al instituto; me he trasladado de Chevvy Chase a Burleith y de Burleith a AdamsMorgan una progresin muy reveladora por s sola. Me tio el pelo. Podra echarme un amante. Despertarme por la maana no es un acto obligatorio y tedioso sino el comienzo de una posible aventura. Me he remodelado. Aunque... no. Me han remodelado. Las circunstancias me han impuesto un nuevo concepto del hecho de ser mortal. Y ha merecido la pena. Slo he tenido que dar a cambio un pecho. Un trato vitalicio.

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Captulo 5

Emma
Una mala noticia no sienta tan mal si la recibe una en buena compaa. Es como si te tirasen por la ventana de un quinto piso y rebotases en una marquesina, el techo de un coche o un montn de bolsas de plstico antes de estrellarte en la calzada. Tendras bastantes probabilidades de sobrevivir. Esta analoga es demasiado burda para persistir en ella, aparte de que no tengo a quien comparar con un montn de bolsas de basura. De modo que me limitar a decir que la noche que descubr que Mick Draco estaba casado, pens que mis tres amigas eran un paracadas extraordinario. Uno de los jueves que tocaba reunin fuimos a cenar a La Cuillere de AdamsMorgan, en lugar de al apartamento de Isabel porque se le haba estropeado la cocina. Han vuelto a rechazarme comunicarles a Rudy, Lee e Isabel. el manuscrito acababa yo de

Estaba a punto de rerme de su preocupacin y solidaridad, aunque fuese para m como un lenitivo, para que no notasen lo hundida que me senta, cuando de pronto Lee dirigi la mirada hacia una mesa cercana y dijo Mick Draco. Me qued de piedra, desorientada. Porque haca cinco minutos haba fantaseado con l. Leme el pensamiento, Lee, pens mientras segua su mirada. Y entonces lo vi. Una ensoacin hecha realidad. Lee lo llam. Pero como Lee es de la clase de personas que antes se comera una cucaracha que alzar la voz en pblico, Mick Draco no la oy. De verdad lo conoca Lee? Me ruboric y me levant. Eh, Mick! l se gir, sonri y se acerc a nuestra mesa. Llevaba cuatro das pensando en l, desde nuestra breve charla previa a la entrevista en una tasca de tres al cuarto, frente a su destartalado estudio de la calle Ocho. Me dijo que viva cerca, en Columbia Heights. Pero, encontrrmelo de pronto en aquel restaurante francs de moda de Columbia Road me sorprendi.

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Era atractivo, todava muy erguido, delgado y no demasiado alto, mi tipo de hombre favorito fsicamente. Y an conservaba el pelo, castao, con algunos mechones plateados, una cara grande e inteligente y unos ojos marrones que brillaron al verme. Es el tipo de quien te habl me dio tiempo a susurrarle a Rudy antes de que se inclinase hacia nosotras, con las manos en los bolsillos de su chaqueta de cheviot, sonriente y complacido, aunque un poco nervioso y cohibido. Pens que en cuanto viese a Rudy se olvidara incluso de mi nombre. Es muy propio de los hombres. Ya estaba acostumbrada y me lo tomaba con filosofa. Pero aquella noche, de buena gana le hubiese cubierto a Rudy la cabeza con un saco. Hola, Mick, encantada de conocerte lo salud Lee. Hace tiempo que quiero llamar a Sally. Os conocais t y Emma? No tena ni idea. Quin ser Sally?, me pregunt mientras Lee se lo presentaba a Rudy y a Isabel. Y entonces ca. Sally sera su esposa. Maravilloso. La historia de mi vida. Ni siquiera se prestaba para un buen chiste, para una de esas groseras de alguno de los ineptos tipos con los que me haba acostado. No. Pura y simplemente me doli. No estaba preparada para saber lo mal que sentaba. Creen que se deba a inmadurez o inestabilidad? Lo digo por lo de reaccionar tan mal por el hecho de saber que un tipo al que apenas conoca estaba casado. Bueno, pues eso mismo pienso yo. No puedo explicarlo porque no me haba sucedido nunca. El hijo de Mick, Jay, va a la guardera dijo mirando a Mick con sus centelleantes ojos negros, visiblemente encantada de verlo. As me enter de lo de Sally. Otro disgusto. Aparte de esposa tena un hijo que, adems, iba a la guardera en la que trabajaba Lee. Sonre de oreja a oreja y les cont cmo conoc a Mick. Nos conocimos hace slo unos das. Mick ser el protagonista de un artculo que estoy escribiendo acerca de los cambios de profesin en la mediana edad. Rudy e Isabel parecieron sentir curiosidad. Mick guard silencio. Antes trabajaba como abogado especializado en patentes y marcas y ahora es pintor. Aspirante dijo Mick Draco, que lade la cabeza, sonri y movi las manos sin sacarlas de los bolsillos. Era tmido, sin duda. Dios mo. sa es otra de mis debilidades. Tengo dos: los hombres tmidos y los que son ms inteligentes que yo. Pero cuando tomamos caf no estuvo nada tmido. Y ahora no pareca fascinado por Rudy. Aunque la verdad era que tampoco me miraba a m mientras mantena una superficial conversacin con Lee. Isabel observaba en silencio, sin perder detalle.

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En principio, haba ido all para celebrar nuestra reunin de los jueves. Por eso no lo invitamos a sentarse con nosotras. Y me alegr. Para qu atormentarme innecesariamente? Cuando la conversacin empez a languidecer, Mick le dijo a Rudy e Isabel que se alegraba de verlas y a Lee que le dira a Sally que la llamase. Sally. Yo nunca haba conocido a ninguna Sally, pero la imagin. Deba de ser rubia natural y sencilla, con un atractivo de sexy casera. Deba de llevar delantal mientras horneaba complicados pero saludables pasteles para Mick y su hijo. Para sus hombres, como los llamaba ella. Mick retrocedi un paso y me mir a los ojos por primera vez. El lunes dijo. De acuerdo. El lunes. Quieres que almorcemos antes otro da? No, no puedo. Tal como quedamos, en tu estudio dije en tono envarado, estpida de m. Porque Mick no haba hecho nada incorrecto. Mick no llevaba alianza pero tampoco haba mentido, ni siquiera se haba permitido ese coqueteo que utilizan los hombres para dejar implcito que son solteros aunque sin decirlo. De modo que, en todo caso, la culpa fue ma, por dar por sentado algo sin ms base que mi deseo. Menuda bobada. Crea haber dejado de cometer estas tonteras haca aos. Al despedirnos Mick fue junto a un tipo cargado de espaldas y con coleta blanca que estaba sentado junto a una de las ventanas que daban a la calle. Los mir con el rabillo del ojo mientras Lee hablaba de Sally, de lo encantadora que era y de que pensaban ir juntas a clases de ballet. Me tentaba confesarles que acababan de partirme el corazn, en plan de broma, por supuesto. Todava me reservo algunos secretos, pero mis desengaos con los hombres no son parte de ellos. Por qu no lo cont? Primero, porque el hecho de que Lee conociese a la esposa me lo haca embarazoso. Y segundo, por Isabel. No haca tanto que se haba divorciado y el adulterio es un tema que an le afecta. Esto no significa que yo pensara en el adulterio. Ni hablar. Detesto engaar, a quienes engaan y la infidelidad. Pero... Not algo en la cara de Isabel, que estaba plcidamente sentada, con su amable expresin y su sonrisa de Buda. Siempre da la impresin de abstenerse de juzgar a los dems. Quiz por eso me abstuve de rerme de m misma, con comentarios ms o menos cnicos por haberme colado por un hombre casado. Como de costumbre, Rudy habl la ltima porque el cuarto de hora que en principio le corresponda sola alargarse hasta la media hora y, a veces, a los tres cuartos de hora. A ninguna nos importa, slo que es mejor contar con ello de antemano. Nos cont una larga y divertida historia acerca de que la haban echado de su trabajo en el Telfono de la Esperanza. Ya saba que os ibais a rer dijo. Pero os aseguro que no es tan divertido.

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De verdad le diste el telfono de Greenburg? Oh, Rudy, por Dios! Por qu no? Es un terapeuta de familia que trata a adolescentes. Y creo que si una chica puede necesitar consejo de esa clase es ella. Pero infringiste las normas dijo Lee con ese tono condescendiente y didctico que suele utilizar con Rudy, aunque no conmigo, porque si lo hace yo replico del mismo modo pero multiplicado por cien, con lo que resulta an ms irritante. A ver si as toma buena nota. Ya lo s dijo Rudy. Pero... En estos servicios no permiten recomendar a profesionales de ningn tipo, Rudy. No te lo explicaron? No os dieron un cursillo de formacin antes de que empezaseis a atender llamadas? S. Nos explicaron que no debamos recomendar mdicos, clnicas ni hospitales, ni siquiera programas de ayuda. Ya s que comet un error, pero no pude evitarlo. Si la hubieseis odo... Dej de mirarnos a Lee y a m, mir a Isabel y prosigui: T habras hecho lo mismo. Espero que s asinti Isabel sonriente. Pero eso no se puede hacer insisti Lee, porque entonces el Telfono de la Esperanza se convertira en un simple servicio de informacin. Se prestara a muchos abusos. Pensadlo. Isabel se recost en el respaldo, jugueteando con sus rizos de color rubio ceniza. Lleva el pelo teido pero le sienta muy bien. Est estupendamente. Nadie le echara ms de cuarenta y cinco aos. Con cuntas organizaciones humanitarias voluntaria, Rudy? le pregunt Isabel en tono amable. Ahora? Pues... con cuatro. Caray! Y cules son? Alfabetizacin, Reparto de Comidas Calientes, Sociedad Humana y La Hora del Cuento. La hora del cuento? S, vamos a los hospitales infantiles a contarles cuentos a los nios. Ah. Se hizo un silencio mientras asimilbamos la informacin. En la esquina de la calle Quince y G suele tocar la guitarra una mujer mayor, de color. A veces dejo caer un dlar en su caja de puros al pasar, aunque sin detenerme, porque siempre llevo prisa. Salvo algunos cheques que envo por Navidad, cuando puedo, esa es mi nica obra de caridad. Isabel no sigui preguntando. No era necesario. Lee dej de dar lecciones y yo de rer. La amable y despreocupada Rudy pidi ms agua al camarero. Ni siquiera haba reparado en que Isabel haba sabido dejar las cosas en su sitio. Rudy vio que yo le sonrea. colaboras como

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Qu pasa? me dijo sonrindome a su vez. Nada. Me encanta la manera que tiene Rudy de entornar los ojos cuando sonre. Hace doce aos, en la seccin de informacin de la biblioteca de la Universidad Duke, no deba de haber sonredo mucho, pues de lo contrario lo habra notado. Entonces slo nos conocamos de vista. En la actualidad nos complacemos en bendecir la suerte, la oportunidad, la providencia o el destino, como lo llamamos cuando bebemos, que nos permiti conocernos. Nos decimos que habra sido una tragedia no habernos trasladado a Washington el mismo ao; y que fue un verdadero milagro habernos unido a la misma tertulia literaria. Qu fue lo primero que te llam la atencin en m? No nos cansbamos de hacernos la misma pregunta. Que te reas con todos mis chistes contestaba siempre yo. Eras la nica de la tertulia que tenas sentido del humor, y una risa contagiosa. Era verdad, pero an lo era ms que Rudy siempre deca en voz alta lo que yo slo me limitaba a pensar. Saba expresarlo todo muy bien, y sus palabras siempre encajaban con mi vida interior, armonizaban con mis sentimientos ms profundos, como si estuviese dentro de m. Era como si hubiese encontrado a mi alter ego. Y creo que, aunque soy su mejor amiga, atrae a las dems por la misma razn. No s si se debe a todos los aos que ha estado yendo al psiclogo, pero Rudy tienen el don de decir lo inexpresable y de hacer que suene normal y humano. Cuando le pregunto lo que vio ella en m me contesta que era muy divertida. Me gusta. Me encanta hacer rer a la gente. No necesito acudir al psiclogo para que me explique por qu. Adems de que eras sincera. Y algo seria, pero en el buen sentido. Un poco bobalicona, pero con un corazn de oro. Es lo ms bonito que me han dicho nunca. Durante los postres me puse a divagar. Mick Draco tena unos hombros increbles. Draco es un apellido griego, no? Aunque su nariz no lo era. Me puse las gafas. Tena un lunar junto a su ceja derecha. Aunque llevaba el pelo demasiado largo para la moda, le sentaba bien. Acababa de rer por algo que le haba dicho su amigo. No pude or la risa a causa del jaleo del restaurante pero me hizo sonrer. Me quit las gafas y me rehice. No tena nada que hacer con Mick Draco. Soy una calamidad en cuanto a las relaciones hombremujer. Pasar media vida tratando intilmente de mantener relaciones con el otro sexo durante ms de un ao no puede atribuirse a que me haya estado buscando a m misma. Nunca me encontrar, porque soy un fracaso. Qu hara sin vosotras? le pregunt a Rudy mientras atacbamos la crme brle. Todas me sonrieron cariosamente. Isabel mir mi vaso de vino, slo a modo de supervisin, con expresin comprensiva y maternal.

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Lo digo en serio insist. Si con las mujeres hubiese tenido tan mala suerte como con los hombres, habra tenido que pegarme un tiro. Rudy me dio una palmadita en el hombro y volvi a lo que estaba contando acerca de su psiclogo. Lo que acababa de decirles era la pura verdad. Puede que muriese soltera, pero siempre tendra a mis amigas. Dios sabe bien que hay cosas peores que vivir sola. De todas maneras, la mayora de los hombres no son ms que cambios de rasante, molestos obstculos en el curso de una vida que, de no ser por ellos, sera un camino de rosas. Muy de vez en cuando una puede encontrar a un hombre que merezca la pena pero, aun as, siempre tienen tara. En cambio, buenas mujeres encontramos por todas partes. Puede una elegir a voluntad, quedarse con las mejores, formar un grupo y tener amigas para toda la vida. Al salir de La Cuillere, Lee se volvi hacia la puerta y se despidi por seas de Mick Draco, pero yo me abstuve. Segu adelante, sin volverme a mirarlo. Pasaba de l. Mis amigas me haban ayudado a verlo todo con perspectiva. Las Gracias me haban salvado una vez ms. Aunque, claro, el lunes tendra que volver a verlo.

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Captulo 6

Rudy
Anoche tuve una pesadilla horrible. Corra como una desesperada porque llegaba tarde a alguna parte. Hasta casi el final del sueo no caa en que a donde llegaba tarde era a mi sesin con Eric. No iba con mi coche sino con el de Curtis y no encontraba dnde aparcar. De modo que me sub a la acera y aparqu frente a la consulta de Eric. Hummm, pens, eso no va gustarle nada. Pero no s si me refera a Eric o a Curtis. Supongo que a Eric. Da igual. El caso es que estaba impaciente por verlo. Tena algo importante que decirle, algo acerca de mi padre. Qu? No lo saba. Corr escaleras arriba, cruc la sala de espera e irrump en su despacho sin llamar. Y all estaba l, haciendo el amor en el suelo con alguien. No le vea la cara a la mujer. Estaban vestidos (me pareci curioso que el sueo se autocensurase) pero no caba duda de que estaban haciendo el amor. Eric alz la vista y me sonri, como hace siempre, y luego vi que la mujer era pelirroja y tena la cara plida. Se rea. Era Emma. Deba contarle este sueo a Eric? Y a Emma? Se echaran a rer, seguro. Pero a m no me result divertido. Ni mucho menos. Me ech a llorar. Tena el corazn destrozado. Me escond detrs de la puerta. Pero me vieron, y entonces me sent humillada. Luego... luego el sueo cambi y ramos Eric y yo quienes hacamos el amor en su sof tapizado de terciopelo. Desnudos. Emma apareca entonces con los brazos en jarras y deca: Maravilloso. Ya vers t cuando se entere Curtis! Y nada ms or Curts me despert y empec a temblar. Poda ver el perfil de su hombro bajo la colcha, de espaldas a m. Segua con la mirada el movimiento de su cuerpo al respirar, aterrada al pensar que se hubiese enterado de lo que soaba y que fingiese estar dormido. No ha sido ms que un sueo, sent el impulso de decirle. No te entristezcas. No ha sido ms que un sueo. Slo te quiero a ti. Pero, como es natural, cuanto ms lo miraba ms me despertaba y, al cabo de un rato, deslic un brazo bajo su cintura, me arrim a l y me sent a salvo.

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Pero deba contarle a Eric aquel sueo? Por lo menos l sabra interpretar lo que significaba. A Curts, en cambio, no podra contrselo nunca. Adems, ni siquiera fue un buen polvo, aunque para el caso dara igual. En realidad result ms placentero verlo que hacerlo. Estoy segura de que el sueo tena un significado ms all de lo sexual, de control, dominio y puede que incluso amor. Por qu ser que en los sueos el sexo casi nunca significa realmente sexo? Al igual que la carta de la muerte en el tarot nunca significa muerte. O, por lo menos, eso te dicen. En definitiva. Tena mi sueo que ver con lo que deseaba o con lo que tema? O ambas cosas ? La verdad es que no lo s. Aunque no es de extraar, porque nunca estoy segura de nada. En cierta ocasin Eric me dijo: Mira, Rudy, qu es lo peor que podra ocurrir si tuvieses una firme opinin sobre algo y estuvieses equivocada? Pero no creo que eso venga al caso. No temo equivocarme, porque siempre me equivoco. Y si no, pregntenle a Curts. Lo que ocurre es que si una opta por creer una cosa elimina las dems. De modo que no es justo. Por qu elegir? Es mejor, ms cmodo no hacerlo. Adems, es importante dejarse siempre una va de escape, una salida. Tener siempre donde ocultarse. De modo que opt por no contarle a nadie aquel sueo. Eric est fascinado con las Cuatro Gracias. Cuando deja vagar la mirada abstrado mientras me enrollo con algo que lo aburre, siempre consigo recuperar su atencin hablndole de ellas. Creo que se debe a alguna razn sexual. Probablemente l lo negara si se lo dijeses as. Pero estoy convencida de que a mi psiclogo no slo le gusta que le hable de las Cuatro Gracias sino que le gustara acostarse con ellas. Con todas a la vez. Eso no significa que lo hiciese, caso de poder. Es un profesional muy estricto. Pero en el fondo de su noble subconsciente, estoy casi segura de que al bueno de Eric le gustara tirrsenos a todas. Qu aspecto tienen las Gracias? me pregunt una vez. Cmo es Emma? Muy bonita. Pero ella cree que no. Cree que est gorda. Es pelirroja y tiene una piel blanca de irlandesa, con muchas pecas en verano, y sonrosada cuando se ruboriza. No sabe disimular. Trata siempre de aparentar calma y tiene un aire desenfadado que engaa. Pero en realidad es... Iba a decir tan neurtica como yo, pero quiz exagero. Aj. E Isabel? Es mayor pero tambin muy bonita. O por lo menos as me lo parece. Cuando la conoc tena el pelo gris y... lo sigue teniendo, claro. Pero se lo tie de rubio. Tiene los ojos azules. Es alta, aunque no tanto como yo. Se mantiene en forma a base de andar mucho. En realidad est mejor ahora que antes de contraer el cncer. La verdad es que no se me ocurri nada ms que decirle de Isabel; que es una persona introvertida y hay que ser muy observadora o tratarla durante mucho tiempo para percatarse de lo encantadora que es.

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Lee es mona. Detesta que se lo digan, pero es la verdad. Es menudita. Parece una duendecilla. Los nios la adoran y creo que en parte se debe a que es casi de su estatura. Es morena y, desde que la conozco, lleva el pelo muy corto. Dice que es lo ms prctico. Y eso la retrata del todo. De modo que todas sois atractivas dijo Eric acaricindose el mentn. Le brillaban los ojos con una inocente picarda que me hizo rer. A veces es como un libro abierto. Se agradece el cumplido. Nunca me he parado a pensarlo. Pero puede que as sea. Y qu opina Curtis de vuestro grupo? me pregunt Eric sin venir a cuento. Curtis? Se muestra un tanto ambivalente dije, utilizando una palabra muy socorrida que a Eric le encanta. Pero al principio no le gustaba, verdad? No recordaba habrselo comentado. Me pareci una deslealtad haberlo hecho. Puede, pero slo al principio. Y nunca se opuso claramente. Creo que no le gustaba porque siempre est muy ocupado. Y eso qu tiene que ver? Pues que le gusta estar conmigo cuando llega a casa. Curts es asesor jurdico del congresista Wingert. Se levanta a las seis y a veces le dan las diez de la noche en el despacho. Me paso todo el da hablando con imbciles, Rudy me dice y me gusta encontrarte en casa cuando vuelvo. La verdad es que me parece razonable. Necesito estar contigo aade, a solas. Lo necesito, no es slo que me guste. Me equilibras. No me imagino capaz de contribuir al equilibrio de nadie. O sea que no le gustaba que te unieses al grupo porque... estaras menos en casa me dijo Eric. No, no exactamente. No s cmo expresarlo. Eric se encogi de hombros, aunque adivin lo que pensaba: pasivo agresivo. En cierta ocasin comet el error de contarle a Eric que Curtis se complace en advertirme a menudo que la biologa es el destino. El imperativo biolgico. Segn Curtis, los casos de psicosis en mi familia son tan serios porque, probablemente, son congnitos. Y, naturalmente, a Eric le sent mal. No hay argumento que desagrade ms a un psiquiatra. Tambin a m me desagrada, pero he de asumirlo. Porque si no me lo recuerda Curtis me lo recuerdo yo. El factor gentico va contra todo lo que Eric cree. Incluso dijo que los motivos de Curtis para opinar as podran ser algo turbios.

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Pero, cuando pintan bastos, a m me parece un argumento coherente y Curtis me sirve de consuelo y solaz. Me estrecha entre sus brazos y jura que siempre me proteger, y entonces me siento segura, a salvo. Eric dice que mimo demasiado a Curtis. Pero no entiende que es justamente al revs. Y qu opinan de Curtis las otras tres Gracias? me pregunt Eric tras unos momentos en silencio. Hablan muy poco de l. No es un tema que interese al grupo, Eric. Me refiero a que no nos reunimos para hablar de los hombres. Me dirigi una mirada paciente. Porque Eric casi siempre sabe cuando trato de salirme por la tangente. Bueno, la verdad es que s hablamos un poco de Curts, claro. Al margen de las reuniones del grupo con quien ms hablo de l es con Isabel. Ah s? No con Emma? No, con Emma no. Emma y yo tuvimos una fuerte agarrada en cierta ocasin por Curts dije, aunque se trataba de algo tan doloroso que prefera no recordarlo. Hace aos. De modo que ahora es un tema que nunca abordamos. Apenas decimos nada salvo frases protocolarias. Qu tal est Curtis? Muy bien, gracias. Dale recuerdos. Y eso es todo. Nunca me lo habas contado. Tuviste una agarrada con Emma? Cundo? No me apeteca contrselo en aquel momento. Hace mucho tiempo. Sigo pensando que fue culpa de Emma. Por qu? Porque aguard hasta la vspera de mi boda, literalmente, la noche anterior, para sincerarse sobre lo que opinaba de Curtis. Ya la he perdonado. Aunque en realidad no hay nada que perdonar. Pero es difcil de olvidar. Cuntamelo. Es agua pasada, Eric. Ya lo s. Pero me interesa. Porqu? Porque s. Vamos, cuntamelo. Suspir, resignada a contrselo. Fue un 5 de diciembre, cuatro aos atrs. Haca mucho tiempo que Curtis y yo vivamos juntos, pero la noche anterior a la boda no durmi en casa, slo por divertimento, y Emma vino a pasarla conmigo. Era una de mis damas de honor y se tomaba su papel muy en serio. Se mostraba muy solcita y diligente con todos los detalles. Y me vino muy bien, porque yo necesitaba ayuda. Mi madre y mi padrastro haban llegado en avin desde

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Rhode Island aquel mismo da; mi hermano desde Los ngeles, aquella noche; y mi hermana obtuvo un permiso de un da de la secta y llegara a la maana siguiente. Sera la primera vez que nos reunamos todos en veinticinco aos. Desde el entierro de mi padre. Los padres de Curtis llegaron dos das antes desde Georgia y se hospedaban en el Willard. No s cul de las dos familias me saca ms de quicio. l llama a los suyos viejos aristcratas sureos, aunque no tengo muy claro que se pueda ser aristcrata y pelanas. Los Lloyd tienen ese dulzn y cachazudo encanto sureo que hace que hierva mi sangre de Nueva Inglaterra. No paran de sonrer, aunque s que en el fondo de su corazn no albergan ms que desdn. Y no hablan sino que farfullan. Me recuerdan a esos rollizos lagartos pardos que se tumban en las rocas calientes, demasiado perezosos para mover un msculo. No paran de beber, y en pblico, no en privado como mi familia martinis, vasos de burbon de medio palmo, lingotazos de whisky de malta o de coac caliente. Han convertido el hecho de beber en un arte delicado y sensual. Cuando vamos a visitarlos los observo como una mirona. Me siento como si observase una escena ertica parapetada tras un seto de magnolios, madreselva o de cualquier otra planta dulzona y empalagosa, y casi puedo or a aquel personaje de Tennessee Williams que gritaba: Mendacity! Bueno, exagero, pero no mucho. Curtis se queja de que exagero las excentricidades de su familia para minimizar las de la ma. Y tiene razn. La vspera de la boda, por la noche, Emma fue conmigo a casa despus de la cena del ensayo. Pasara la noche all, se levantara temprano y me ayudara a vestirme para la boda. Estbamos hambrientas, pese a que acabbamos de cenar. Nos hicimos unas tortillas a la francesa y descorchamos una botella de vino. Habamos brindado una docena de veces en la cena del ensayo, pero como ya habamos perdido la cuenta pensamos que no vena de una. S que bebo demasiado, pero aquella noche en concreto no fue ms que una parte del problema. No encontrbamos el momento de meternos en la cama. Y a medianoche an estbamos bebiendo y hablando, cantando al comps de la msica de mi cadena. Nos hicimos confidencias de solteras, aunque tuvimos buen cuidado en no expresarlo as. En realidad, fingamos hacer justamente lo contrario que nada iba a cambiar, que mi matrimonio con Curtis era una pura formalidad, puesto que ya haca mucho que vivamos juntos. Recuerdo que Emma estaba tendida en el suelo del saln (estbamos en mi vieja casa de D Street de Capitol Hill, una casa adosada, oscura y destartalada con seis dormitorios repartidos en tres plantas) y yo estaba en el sof, con mi camisn ms viejo y rado, porque ya haba metido en las maletas los mejores para la luna de miel. Por supuesto yo ya saba que Curtis no le caa bien le dije a Eric. Lo not nada ms presentarlos diez aos atrs, poco despus de que Curtis y yo nos mudsemos a Washington. Pero nunca me lo haba dicho. Oportuna ironiz Eric. S.

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La cosa empez de un modo inocuo. Comentbamos lo del nuevo trabajo de Curtis para el congresista, del dinero que ganara y que no tardaramos en mudarnos a una casa ms grande. S, eso es estupendo dijo Emma, pero lo que no acabo de entender es qu pinta en todo esto el matrimonio. Me refiero a qu necesidad tienes de ponerte la soga al cuello. Me sorprendi la acritud con que lo dijo, pero me limit a responder que no era ms que una forma de cumplir con un ritual de compromiso pblico, o sea, la respuesta habitual. Estbamos en junio y haca calor. Emma no llevaba ms que una holgada camiseta sin mangas y las bragas. Se tap las rodillas con la camiseta, se rode las piernas con los brazos y empez a menear su melena pelirroja. S, pero por qu no limitarte a seguir viviendo con l como hasta ahora? Qu falta hacen los papeles? me dijo. Me cont entonces un chiste sobre Mickey Roonie o Liz Taylor; sobre los muchos problemas que se habran ahorrado de haberse limitado a follar. Nos remos las dos, pero no fue una risa franca. Not que haba clera en sus ojos al desviar la mirada. Puede que te sorprenda, pero Curtis me hace feliz le dije un tanto alarmada. Lo que pasa es que no lo conoces a fondo. No sabes cmo me siento cuando no est conmigo aad con una risa forzada. Supongo que no creers que eso es malo. Por supuesto que no. Te veo con l y sin l. Cuando l est apenas hablas, Rudy. O lo miras como si tuvieses que pedir permiso para decir lo que sea. Y eso me pone enferma. La repulsin que reflej su voz nos sorprendi a las dos. Eso es mentira dije muy seria. Estbamos las dos a la defensiva. Me levant y apagu la msica. En todos los aos que llevbamos de amigas jams habamos utilizado ese tono entre nosotras. Ni haba pronunciado palabras tan duras. Mentira, una palabra fesima que slo se utiliza con los amigos ntimos en plan de broma. Os asustasteis dijo Eric. Yo por lo menos s. Me ech a temblar. Emma y yo habamos tenido nuestras diferencias, acerca de cosas que nos crispaban, pero siempre sabamos limar asperezas con sentido del humor. A Emma se le da bien quitarle hierro a un asunto a base de bromear. Es su estilo y le funciona. Es de las que hara cualquier cosa para evitar un enfrentamiento. Porque le teme a la clera, sobre todo a la ma, supongo dije echndome a rer . Por extrao que te parezca. Lo dicho: estabais las dos asustadas. S. Asustadas, furiosas y borrachas.

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Emma trat de apaciguarme diciendo: Es porque queris tener hijos? Que os casaseis por querer tener hijos lo entendera. No contest. Por supuesto que no. Quiero tener hijos, pero no es esa la razn de que vaya a casarme con l. Se puede saber qu te pasa, Emma? Se hizo un silencio de lo ms embarazoso. Miramos en derredor, a todo, salvo a nosotras. Amo a Curts aad. Tan difcil es eso de entender? Curts es bueno para m. No, no lo es dijo ella, y se levant con una copa de Chardonnay tibio en una mano, un cigarrillo encendido en la otra y un enorme 28 estampado en el pecho (de los Redskins). Emma no bebe mucho y slo fuma cuando est conmigo. De modo que su aspecto resultaba incongruente. Y muy mono. No hay otra palabra para expresarlo. Me mora de ganas porque dijese algo divertido para atajar la conversacin y volver a nuestro tono habitual. No s cmo ha conseguido hacerte creer que es bueno para ti dijo . Acaso no te das cuenta de que slo es una mscara? Una mscara? Es que... Rudy, t eres mucho ms fuerte de lo que l deja que creas. Habras abandonado la carrera de no ser por Curts? No. Y ahora tendras un verdadero trabajo, una verdadera profesin. Vaya! O sea que ahora resulta que tampoco te gusta mi trabajo. Maravilloso! Me doli mucho. Yo trabajaba por entonces en una boutique de Georgetown vendiendo complementos y bisutera de diseo. Pero me gustaba y lo haca bastante bien. Adems, en todo caso, no haba sido culpa de Curts. Nos trasladamos a Washington despus de que Curtis terminase derecho y, en fin, yo no acab historia. Y por qu demonios ha de ser Curtis culpable de que ahora tenga un modesto empleo? Qu crees, que me oblig a dejar los estudios? S, eso es exactamente lo que creo. Aunque sin que te dieses cuenta. Vaya! Pareces adivina. Mira, Rudy, es un manipulador. Le gusta manejar a la gente. No s cmo no te das cuenta. Te hace creer que eres tonta, el muy imbcil. Es como aquel psicpata sureo que interpretaba Bruce Dern. Le arroj un compact a la cabeza. Le dio en el cuello y le hizo un pequeo corte, pequeo pero que le sangr. Se qued blanca como la cera. Nos fulminamos con la mirada, aterradas, deseando que la otra se excusara primero. Si no hubisemos estado bebiendo desde las cinco de la tarde estoy segura de que habramos encontrado una salida, una honrosa

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retirada. Pero estbamos borrachas, y las dos hartas de hablar acerca de Curtis. Eric me miraba como si yo tuviera dos cabezas. Eso hiciste? Tirarle un compact? Inconcebible, verdad? dije, aunque no me extraaba que le extraase porque soy notoriamente pacfica. Y cmo termin la cosa? Le dije que si era eso lo que opinaba de Curtis lo mejor que poda hacer era no asistir a la boda. Eric tiene unos enormes ojos castaos, como los de un personaje de un cuadro de Velzquez. Cuando los abre tras sus gafas de montura metlica, comprendo que he dicho algo que lo asombra. Y ella me dijo Est bien. Si eso es lo que quieres. Y yo dije Creo que eso es lo que quieres t. Y as estuvimos un buen rato, mareando la perdiz. Esa es otra de las virtudes de Emma. Salirse por la tangente. Quienes no la conocen a fondo creen que es franca y abierta, pero no lo es. Es una de las personas ms reservadas que conozco. Y asisti a la boda? Por supuesto. Pero no porque lo aclarsemos. No aclaramos nada. Y pas la noche en tu casa? S, porque optamos por dejarlo correr. Nos acobardamos. Yo empec a llevar platos y copas a la cocina y al volver la vi de pie junto a su maleta, embutindose en unos pantalones vaqueros. Yo temblaba de rabia y andaba envarada como una mueca. Te vas a ir? Me contest que s sin mirarme, pero not que estaba llorando. Y eso me pudo. Porque Emma nunca llora. De modo que me ech a llorar yo tambin, le dije que s que quera que fuese a mi boda y ella me dijo que ira, y as acab la cosa. Pero no llegamos a aclararnos y ninguna de las dos nos hemos excusado hasta la fecha. Nos fuimos a la cama y nos dormimos o, en mi caso, ms exactamente perd el conocimiento. Me tom un somnfero y me acost, slo por quitarme de en medio. La boda fue horrible. Me levant con una jaqueca que me dur tres das. Por encima del cuello de su vestido de dama de honor le vi el corte que le haba hecho, y cada vez que se lo vea me suma en el negro pozo de la depresin. Lee e Isabel eran las otras damas de honor. No tardaron ms de treinta segundos en notar que algo haba pasado entre nosotras. Emma y yo estuvimos tres meses muy enfadadas. Pero hicisteis las paces. S. Ojal te hubiese conocido entonces dije. Cmo se produjo exactamente la reconciliacin? pregunt Eric sonriente. Eso no puedo contrtelo. Forma parte de la historia de Emma, no de la ma. Se produjo debido a otra calamidad con un hombre, pero es todo lo

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que puedo decir. Aunque en este caso fue un hombre relacionado con ella, no conmigo. Eric no poda dejar de menear la cabeza. Cmo te sentiste cuando Emma te dijo que Curtis era un manipulador y un...? Qu ms te dijo que era? Lo llam psicpata. Cmo crees que me sent? Fue una pualada. Son las dos personas de este mundo a las que ms quiero y no puedo soportar que se odien. Aunque l no la odia y eso an me lo hace ms cuesta arriba. Nunca ha dicho una palabra contra ella. De verdad crees que a Curtis le cae bien Emma? Lo nico bueno de mi boda dije ignorando la pregunta fue que al fin conocimos al novio de Lee. Aunque an no era su novio. Henry el Fontanero lo llambamos. Ardamos en deseos de conocerlo, porque ya sabes cmo es Lee, la original princesa juda americana, que estaba colada... ms que colada, perdona la expresin, estaba encoada con aquel tipo. Pero terminamos enamoradas de l igual que ella, y nueve meses despus se casaron. Y as termin mi sesin de cincuenta minutos con Eric.

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Captulo 7

Emma
Cmo se sienten cuando miran un cuadro abstracto y no les dice absolutamente nada, se les queda la mente en blanco y ni siquiera se les ocurre una broma o una ocurrencia acerca del cuadro, si lo estn viendo con un amigo y todo lo que les pasa por la cabeza es: mira, uno de los dos est loco, oh, egregio pintor, y puesto que te han organizado la exposicin en una galera de postn y toda esa gente se emboba contemplando lo que has hecho, y dice cosas inteligentes acerca de tu obra, debe de ser a m a quien se le va la olla? Qu hacer entonces? Lo que yo hago es largarme lo antes posible procurando no abrir la boca, adems de tratar de beber lo ms posible del vino blanco de baratillo que han servido, si se trata de una inauguracin, para no malgastar del todo la noche, aparte de que siempre se me ocurre algo ms que decir sobre la obra del pintor si estoy ligeramente colocada. Pero estas soluciones no sirven si una est en el estudio del pintor, a solas con l y con su obra. Y pongamos que su obra te deja confusa, sin saber si es una maravilla o una porquera, porque no entiendes de pintura. Y supongamos que ests escribiendo un artculo serio y bien pagado sobre el artista para el importante peridico que te lo publica y que, adems, sientes una lujuriosa atraccin por el cuerpo del pintor, una pasin absurda por su personalidad. Encima, est casado. Qu ocurre entonces? Pues que ests jodida. Y bien, Mick. Cuntame cmo fue el trnsito desde el derecho hacia las bellas artes. El paso de Constitution Avenue a la calle Siete dije. Cuanto antes piense una en el titular, mejor. Los burgueses al Bauhaus. Los inquietos al PoMo. Pues... Y de paso, qu es exactamente el posmodernismo? Cuando estoy nerviosa soy insoportable. Veo venir que pierdo los estribos, pero no puedo evitarlo, no puedo callarme y cuanto ms importante es la ocasin para m, ms impertinente me pongo. Y la verdad, aquel da me super. Estbamos de pie en el centro de su glido y atestado estudio, ms pequeo de lo que yo supona, porque lo comparte con otros dos. El fotgrafo del peridico, Richard, acababa de marcharse despus de sacar

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un par de centenares de fotos, desde todos los ngulos imaginables y algunos inimaginables, de Mick untando pintura amarilla en un lienzo con un palustre (una paleta de albail). Entonces pude mirarlo bien de pies a cabeza, porque no tena que hablar, slo mirar. Ment antes al decir que tengo dos debilidades. Tengo tres, aunque no me gusta reconocer la tercera. Es la belleza fsica. Ya s que eso es superficial, y detesto que sea as. A veces salgo con hombres poco atractivos a propsito para que nadie pueda acusarme de superficialidad. Pero la verdad es que, en igualdad de condiciones en lo dems, los prefiero guapos. Al contemplarlo me dije que el atractivo de Mick radica tanto en la forma de moverse como en su tipazo, en la expresin de su cara sentido del humor y timidez, concentracin arrebatada e impaciencia. Llevaba unos pantalones negros holgados, chaqueta de lana, una camisa azul de mecnico y corbata roja. Y yo llevaba vaqueros y camiseta. Pens que resultaba divertido que l se hubiese vestido tanto y yo ms bien me hubiese desnudado, como si nos hubisemos vestido para el otro al elegir la ropa por la maana. Debo decir en su honor que ni siquiera intent contestar a mis estpidas preguntas. Te sientas? dijo. Luego, con un pringoso trapo que tena en su mesa de trabajo digamos que limpi de salpicaduras de yeso la nica silla del estudio. No, gracias dije mirando la silla con cara inexpresiva. Tiene una sonrisa turbadora. Entorna los ojos y muestra unas pestaas ms largas que las mas, frunce los labios e imaginas que piensa que te burlas de l. Ya s que no es el mejor sitio para hablar farfull. Prefieres que salgamos a tomar un caf? Ah, estupendo! Podamos volver a ir a Murray's, a aquella tasca donde te sirven bazofia y te congelan con el aire acondicionado, donde todos los clientes tienen aspecto cadavrico y el caf sabe a anticongelante. Nos sentaramos en un reservado cara a cara, en una destartalada mesa con mampara, junto a una ventana tan pringosa que pareca translcida, como hicimos la semana pasada, y all charlaramos sin parar. S, de acuerdo farfull a mi vez Si quieres... Durante el camino, embutidos en los abrigos para protegernos del aguanieve de noviembre, me hizo la pregunta bsica, o por lo menos eso creo. Lo volv a imaginar muy tmido o muy introvertido, debido a la manera en que se alej unos pasos de m y se asomaba a la esquina de la calle G mientras me explicaba lo que deba de ser uno de los acontecimientos ms significativos de su vida. Yo apenas lo oa. Y l haba elegido el momento menos ntimo para abordar el tema all en mitad del trfico como si quisiera deslizar su respuesta sin que nadie lo notase.

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Me pas a la pintura cuando cre que poda hacerlo me dijo o eso pens que me dijo, porque volva a farfullar. Supongo que bromeabas sobre lo del posmodernismo. Pues no, no bromeaba. Es que..., en cierto modo, ha redimido a la figuracin, ha hecho que la figuracin vuelva a ser respetable, podramos decir. Ha devuelto a la pintura el concepto de significado, algo que no quedaba demasiado claro durante el modernismo (me refiero al modernismo en sentido amplio, no al art nouveau); o llmale abstraccin, si lo prefieres. Me tom del brazo en el cruce y pasamos al otro lado. A ver, a ver, cmo es eso? dije en un alarde de brillantez. Se aclar la garganta. La abstraccin nunca me ha seducido; no la senta ni la entenda. La miraba y saba que no podra hacerlo y creo que era lo bastante orgulloso o estpido para pensar que eso significaba que no poda ser pintor. Estpido, bastante estpido, durante aos. Mick farfull algo ms que no entend. Fui a hacerle otra pregunta pero en ese instante me abra la puerta del local y entr. En Murray's la barra est a la derecha, los taburetes son de skai agrietado, y a la izquierda hay una hilera de reservados con mamparas y banquetas con la tapicera hecha polvo. La semana anterior nos sentamos en la barra, pero aquel da optamos por una mesa. La decoracin..., en fin, parece la de una cafetera de terminal de autocares de Trenton. En las paredes tienen espejos empaados, con grabados color sepia, y te sobresalta verte porque la enfermiza luz de los fluorescentes te da un aspecto tan horrible como el de la persona con la que hablas. La grasa de los espejos acta como un filtro y te da un aire espectral. La temperatura ronda los 25 C. Y esa es la razn de que vengan aqu los pintores que tienen buhardillas o estudios en las inmediaciones. Segn Mick vienen para calentarse. Caf? me pregunt. Asent con la cabeza y l fue a pedir las consumiciones en la barra, porque en Murray's no te sirven en la mesa. De modo que te hiciste pintor porque el ambiente del posmodernismo pictrico te hizo sentir libre para ser pintor dije cuando regres, preparada con bolgrafo y bloc para anotar sus respuestas. No, eso suena ridculo. No escribas eso. A m me pareci que sonaba bien. Por qu? Se trata de un artculo sobre personas que abandonan empleos que no les satisfacen por un sueo que creen que los satisfar. Ya se lo haba explicado antes pero me pareci conveniente repetirlo. Lo que yo busco son agentes de seguros que optan por ser guardabosques, dentistas que quieren escribir novelas de misterio.

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Washington es perfecta para esto. A la gente le encanta leer que un funcionario lo deja todo para ser jockey, cmico, criador de perros o promotor de algo. Lo s. Tengo claro lo que buscas. Bien. Plantemonoslo de este modo: por qu no te gustaba el derecho? Por qu lo dejaste? Me sonri con un malicioso brillo en los ojos. Estoy impresionado dijo. Ah s? Porque te has puesto muy seria al preguntarlo. Nos echamos a rer. No s por qu, pero me sent flotar, exultante. Quiz porque me miraba con admiracin, como si me analizase y le gustara lo que vea. Pero no daba la impresin de querer ligarme, slo de que le gustaba. Durante un minuto seguimos sentados en silencio, removiendo el azcar del caf y sacando servilletas de papel del servilletero de hojalata. Bueno, volvamos a lo del posmodernismo dije al mirar mi bloc y pensar que estaba all para hacerle una entrevista. De modo que t... Mira, Emma, olvdalo. Te dir la verdad me dijo con expresin entristecida. De acuerdo dije. Pero esto no es un interrogatorio policial. No tienes por qu decirme nada que pueda herir a nadie. Me expres como una de esas periodistas consagradas al periodismo de investigacin. Mick me haba pedido no grabar la conversacin, aunque yo suelo resistirme un poco aduciendo que as nos aseguramos de que no se deslice nada que pueda herir a alguien, y que es mejor as por mi propio bien y por el suyo. Pero cuando Mick me pidi que no lo grabase acced sin ms. Apoy los antebrazos en la mesa, se inclin hacia adelante, pasando el dedo por el borde de la taza manchada de caf. En realidad no se trata de un secreto dijo mirndome a los ojos. Yo le sostuve la mirada sin parpadear, tratando de reflejar profesionalidad. Pero me senta como una liebre deslumbrada por los faros de un coche. Era obvio que me estaba tanteando, tratando de entrever si poda confiar en m. Guard silencio. Qu poda decir? Aunque la frase que pugnaba por salir de mis labios era: Oh, Mick, si supieras...! Se recost en el respaldo y lade el cuerpo para recostarse tambin parcialmente en la pared, y apoy un pie en la rada banqueta. Se afloj la corbata. Draco es un apellido griego me dijo en un tono desenfadado. Tom nota aunque sin idea de adnde quera ir a parar. Mi padre es Philip Draco. Te suena?

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No. Percy, Wells, Draco & Dunn. Es un bufete bastante conocido con delegaciones en la mayora de las ciudades grandes. Pero mi apellido no es Draco. Ah no? No es mi verdadero apellido, el de nacimiento. Soy adoptado. No conoc a mis verdaderos padres. Oh. Fui hijo nico y crec sabiendo lo que estaba destinado a ser: abogado como mi padre, que es un buen hombre aadi, extraordinario en muchos aspectos, y un gran abogado, probablemente uno de los cincuenta mejores del pas. Te criaste en Washington? No; en Chicago. Cuntos aos tenas cuando descubriste que eras adoptado? Siempre lo supe. Incluso de pequeo? No recuerdo no haberlo sabido. Titube un poco, juguete con el mantelito de papel, que inclua un mapa de las principales atracciones infantiles que ofreca Washington, y luego prosigui: No hicieron que me sintiese como si estuviera a prueba. Mis padres se portaron maravillosamente. En todo caso fui yo quien se sinti as. Porque... Apur el caf y mir el nombre del fabricante de la taza grabado en el fondo. Porque no queras que lamentasen haberte elegido, no? Exacto. La sorpresa y la gratitud eran tan elocuentes en su expresin que me estremec. Coloqu las tazas en la bandejita, me levant y fui a la barra por ms caf. Tendramos que dejar lo personal a un lado, pens. Pero al volver a la mesa, sentarme, remover el azcar, beber un sorbo y comportarme con normalidad not que me miraba de otra manera. Al hacer o decir algo, inadvertidamente o no, que hace que nuestro interlocutor pase a otro nivel de relacin, a otra manera de vernos, solemos notarlo. A veces es positivo y a veces una deseara haber sido ms circunspecta. No saba en qu caso estaba, pero una cosa tuve clara: ya no se trataba de que Mick me interesase sino de que tambin yo le interesaba a l. Cog de nuevo el bloc y l prosigui. Hace cuatro aos, despus de mucho pensarlo, me decid a averiguar quin era mi verdadera madre. Haca ya siete aos que ejerca el derecho, aunque no me gustaba. Es ms, lo detestaba me dijo mirndome risueo. Estaba casado y tena un hijo de casi dos aos. Mi

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esposa, Sally, dej su empleo al nacer Jay para poder dedicarse a l por completo. En qu trabajaba ella? dije en plan profesional, como si fuese un dato imprescindible para el artculo. Trabajaba de pasante. As nos conocimos. Y averiguaste lo de tu madre? dije tras tomar nota. S. Pero antes debo contarte algo acerca de m. Yo siempre he pintado, dibujado, esculpido e incluso hecho maquetas de arquitectura, tambin collages. Siempre he hecho algo creativo. Desde nio. O sea que siempre has sido artista, no? Ms o menos, aunque yo no lo llamase as. Nunca me haba pasado por la cabeza. No haba artistas en la familia, ni remotamente. Lo ms aproximado es un primo segundo aficionado a la fotografa. Pero localizaste a tu madre? Quin era? S, la localic contest sonriente. Cuando me dio en adopcin estudiaba segundo curso en el Instituto de Bellas Artes de Chicago. Oh, Mick, es asombroso! Ya me pareca que te iba a interesar. Es una buena historia para el artculo, verdad? Bromeas? Lo de mi agente inmobiliario convertido en msico ambulante y lo del mensajero de UPS convertido en predicador pareca una tontera en comparacin a lo de Mick. Es increble! exclam. Menuda historia! Y la ves ahora? Qu hace? Sigue...? No la he visto nunca. Ah no? Le escrib una carta y s que la recibi, pero no me contest. De modo que tuve que dejarlo correr. Y no he intentado verla. Frunce los labios de manera que parece que esboce una sonrisa cuando algo lo apena. Provoca ternura y compasin. Pero yo no lo compadec sino que me condol. El caso es que averiguar quin era mi madre fue como una explosin dijo tocndose las sienes con los dedos. Y cuando el humo se hubo disipado todas las piezas encajaron y comprend lo que deba hacer. Por primera vez me entend a m mismo. Eso es estupendo dije sintiendo cierta envidia. Como el homosexual que decide salir del armario, no? Exacto. Aunque no fue de la noche a la maana. El humo tard casi un ao en disiparse.

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Supongo que eso se debi a tu lado de jurista. Me refiero a ser cauto. En parte s. No se extendi sobre el tema y empec a pensar cmo poda formularle una pregunta acerca de su esposa, acerca de cmo lo haba encajado ella. Pero no me decid. En la misma situacin s se la habra hecho a otra persona. Pero en aquellas circunstancias mis motivaciones eran impuras. En cambio le pregunt acerca de los primeros tiempos tras abandonar el derecho, y si le haba resultado difcil dejar la profesin. Me contest que sinti pnico. Mis ingresos se redujeron en un noventa por ciento me dijo observndome mientras yo tomaba nota. Ahora llevo tres aos dedicndome slo a pintar y he vendido dos cuadros, ambos a amigos. Puede que nunca consiga vivir de la pintura. Pero no lo crea as en realidad, porque lo dijo con tono absolutamente despreocupado, y no daba la impresin de ser de la clase de personas capaces de vivir a costa de los dems indefinidamente. Un alma gemela. Pero l haba abierto la puerta y yo tena la obligacin de entrar. Tu esposa... Sally. Le parece bien todo esto? dije anotando el nombre. Est...? Se ha portado maravillosamente. De verdad dijo asintiendo con la cabeza a la vez que yo transcriba sus palabras: Se ha portado maravillosamente. Lo mir expectante. Resulta asombroso comprobar lo mucho que se le puede sonsacar a una persona sin decir palabra, limitndose a aguardar en silencio. Mick se frot la mejilla describiendo un crculo (necesitaba un afeitado). Jay va a la guardera. Me parece que ya lo sabes porque conoces a Lee Patterson. Sally tuvo que volver a ponerse a trabajar. Es ayudante administrativa en el Departamento de Trabajo. Aj. No tuvo ms remedio. De lo contrario nos hubisemos muerto de hambre. Y hemos tenido que mudarnos a Columbia Heights. Dnde vivais antes? En la calle Q, en Dupont Circle, cerca del parque. Ya. Estamos restaurando una vieja casa adosada. Conozco eso.

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Ah s? Bueno, no exactamente. Pero compr una de esas casas en el centro de la ciudad, y la hice restaurar. Ya dijo l sonriente, aunque creo que lo que hizo fue imitarme en tono burln. Bueno, eso es distinto. Supongo. El cambio de direccin equivala a haber perdido rango social y eso pareca preocuparlo. Lo que no estaba claro era si lo senta por l o por Sally, y no me aventur a preguntrselo. Aunque tampoco era asunto mo. Y, bueno, cmo llamaras al tipo de pintura que haces? le pregunt alzando la vista. Apoy el mentn en la rodilla y frunci el ceo. Cmo lo llamaras t? Se me escap una risita nerviosa. Pero su pregunta estaba exenta de hostilidad y agresividad. Simplemente pareca sentir curiosidad. Mira, Mick, te ser franca: no entiendo ni medio de pintura. De verdad. Soy una ignorante absoluta en la materia, de modo que si quieres que este artculo resulte convincente y autntico, deberas hablarme de un modo ms concreto. En realidad, tendras que explicrmelo como a una nia. O por lo menos explicrmelo muy despacito. Se ech a rer. Oh, Dios, cmo me encantaba hacerlo rer! Y al fin me lo explic, con todo detalle. El quid de la cuestin estaba en que an no haba encontrado su propio estilo, ni tampoco sus temas predilectos, pero trabajaba dentro de una figuracin formalista porque necesitaba ejercitarse, y porque la abstraccin era para l un callejn sin salida. Opinaba que el posmodernismo no era una verdadera poca sino las ltimas boqueadas del modernismo antes del principio de la siguiente fase. No quiso aventurarse a decir cmo poda ser esa fase pero, al presionarlo yo un poco, dijo que crea que poda caracterizarse por un resurgimiento de la figuracin en su ms alto grado de excelencia tcnica, de la que el arte coetneo era incapaz y de la que, por lo tanto, haba renegado cnicamente. Le pregunt a qu pintores admiraba y me dijo que a Rembrandt, FatinLatour, Arshile Gorky, Alice Neel y Eric Fischl. Y a quines detestaba? Prometi decrmelo, pero slo confidencialmente, y cit cinco nombres, todos ellos hombres, desconocidos para m. Se vea deslizarse progresivamente hacia el retrato, me dijo. En realidad, ltimamente apareca en sus pinturas y bocetos un personaje recurrente, un joven, acaso un adolescente, a quien llamaba Joe y que pensaba que quiz fuese l mismo. El color era su fuerte y el dibujo lo que menos dominaba. Asista a dos clases de dibujo distintas, cuatro das a la semana, y crea estar progresando un poco. Lamentaba no disponer del tiempo ni del dinero para estudiar bellas artes, porque se hallaba en un momento en

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que su falta de formacin acadmica constitua un obstculo cada vez mayor. Lo anot casi todo, pero cuando ms me hablaba ms perda yo la concentracin. Era hermoso verlo tan apasionado por la pintura. Era casi una obsesin, y yo me pirro por los hombres que adoran su trabajo. Verlos tan resueltos me resulta increblemente sexy y deseable. Sobre todo porque as no han de apoyarse en m para darles sentido a sus vidas. Ya no supe qu ms preguntarle. Mir el reloj. Comamos algo, empiezo a tener temblores dijo Mick, alarg la mano y, en efecto, le temblaban los dedos. El caf me hace un efecto increble. No estoy acostumbrado a beber dos tazas seguidas con el estmago vaco aadi, y fue al lavabo. Pedimos hamburguesas, patatas fritas y batidos de leche, la clase de comida que ambos jurbamos no comer nunca. Pero no dejamos ni las migas. Mientras comamos fue l quien empez a hacerme preguntas. Al principio casi no me di cuenta. Pero cuando me dijo Siempre has querido trabajar para los peridicos? O descubriste un da quin era tu verdadera madre y quisiste ser como ella?, comprend que inverta los trminos y se dispona a entrevistarme. Me sent halagada. La mayora de las personas que conozco no se interesan por la vida interior de los dems. Se muestran amables, educadas, te preguntan qu tal ests y, en cuanto empiezas a decrselo, desconectan. Dejan vagar la mirada, se ponen en lnea de espera y lo que aguardan es que te tomes un respiro antes de decirte que sus vidas son mucho ms interesantes que la tuya. No quisiera parecer cnica, pero sucede continuamente. La excepcin, por supuesto, son aquellos hombres que quieren acostarse contigo. Y cuanto mejor se les da la tctica con mayor atencin te escuchan; cuanto ms te desean, ms interesados se muestran en tu charla. Lo curioso es que este manido mtodo funciona, por lo menos conmigo. Debera estar al cabo de la calle de estas cosas, pero no. Siempre pico. De modo que volv a mirar con sentimientos encontrados a los inteligentes ojos castaos de Mick Draco, que ahora me miraban con mayor insistencia y ms expectantes, pensando en lo que a continuacin me pregunt. Tratas de seducirme?, le dije telepticamente. Espero que s. No, no, lo detesto. Mary McCarthy. La escritora? exclam arqueando las cejas. S, o Iris Murdoch. Katherine Anne Porter. Aunque no, no realmente. Me preguntaba quin tena edad para ser mi madre hace cuarenta aos. Treinta y nueve.

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Mierda! Acababa de decirle mi edad. Y l era ms joven! Slo un ao, pero ms joven. O sea que te gustara escribir novelas, no? Eso me desconcert. No el hecho de revelarle mi edad sino mi sueo secreto. En realidad no era tan secreto, porque las Gracias lo conocen, aunque Rudy es la nica que sabe hasta qu punto lo deseo. Tambin lo sabe mi madre; y un par de ex novios, porque fui lo bastante estpida para confirselo. Pero pasa por ser un secreto. Por qu? Porque detesto fracasar. Y porque la periodista que aspira a escribir la gran novela americana es un estereotipo estpido y humillante, y no me apetece que me lo asignen. Pero estaba hablando con un hombre que haba abandonado el derecho para dedicarse a la pintura. Y si alguien poda entender mi sueo, sin duda sera Mick. De modo que no trat de salirme por la tangente tomndolo a broma sino que lo mir a los ojos. S, es lo que me gustara. Algn da. Es lo que ms me gustara hacer. Pero... me da miedo. Claro dijo como si fuese lo ms natural del mundo. Asusta. A m me aterra dije sin faltar a la verdad. Y qu vas a hacer? He escrito algunos relatos cortos que son una porquera. No le interesan a nadie dije de nuevo a la defensiva, con los brazos dentro de mi armadura. Y estoy intentndolo con un relato ms largo, pero no es bueno. De verdad. No es falsa modestia. Lo ha ledo alguien? Bromeas? dije echndome a rer. Por suerte tengo un sentido del ridculo muy desarrollado. Me evita muchos problemas. Mick me sonri y luego desvi la mirada. Me qued fra al notar que estaba un poco violento. Por m. Porque lo que acababa de decirle era muy transparente. Me pregunto qu es ms personal una pintura o un poema dijo. Me pregunt qu es ms revelador. Es fcil. Un poema. Por qu? Porque es ms fcil esconderse detrs de una pintura. Ah s? Por qu? Sonre, tratando de ganrmelo de nuevo a base de ingenuidad. Porque las pinturas no las entiendo. Yo no entiendo los poemas. Me ech a rer, pero l no. De acuerdo dije. Entiendo tu punto de vista.

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Qu punto de vista? T eres ms valiente. Eres un hroe. Yo soy muy gallina. Mira, no voy a discutir contigo. Creo que tienes razn. As que no hay disputa. No se trata de eso. No es eso lo que pretenda decir... Bueno, estoy equivocada. Olvdalo, da igual. Ni siquiera s de qu hablamos. Suspir exasperado. Estoy seguro de no ser ms valiente que t, Emma. Porque no me conoces. Cierto, pero noto que no tienes nada de gallina. Ah s? exclam, reprochndome que mi actitud no poda ser ms pueril e inmadura. Resultaba pattica de puro precaria. En qu te basas? No lleg a contestarme. La ensordecedora sirena de un coche patrulla y luego de una ambulancia, despus de otro coche patrulla hizo imposible la conversacin. Mick se encogi de hombros y sonri. Lade el cuerpo para ver los coches policiales a travs de la grasienta ventana. Oh, Dios! exclam. Son las tres menos diez! Mir el reloj de pared que haba junto a la entrada. Y? Empez a rebuscar la cartera por los bolsillos. Pareca atnito. He de ir a recoger a Jay. Lo siento. No tena ni idea de que fuese tan tarde. He de llegar a Judiciary Square en diez minutos. No s cmo ha podido pasarme el tiempo tan deprisa. Crees que hemos terminado la entrevista? S, supongo que s dije aunque era incapaz de pensar. Tena la mente en blanco. Djame que pague yo aadi. No. Va a cuenta de gastos del peridico. De acuerdo. Siento tener que marcharme ya... No importa. Si vas en metro llegars enseguida. No hay ms que una estacin. Me parece que voy a ir a pie, corriendo. Se levant, arque las cejas y se alis el pelo hacia atrs. Bueno, si necesitas hacerme ms preguntas, ya sabes cmo ponerte en contacto conmigo. Toma mi tarjeta. Puedes llamarme si se te ocurre algo ms para ampliar o matizar. Creo que ser un artculo magnfico.

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Gracias por una entrevista tan estupenda. Ha sido un placer dijo dirigiendo de nuevo una mirada hacia el reloj. Para m tambin. Buena suerte. Gracias. Estar pendiente de tu artculo en el Art World. Vale. Al fin tuve que dejar de sonrer. La expresin de Mick pas de inquieta a angustiada. Por unos segundos fue como si estuvisemos ambos desnudos. Fui a decir algo pero no me salieron las palabras. A l tampoco. Se haba acabado, terminado. Hola y adis. Si nos estrechbamos la mano.... Pero no. Se limit a decir mi nombre e inclin ligeramente la cabeza. Frunci los labios con esa esbozada sonrisa que indica que algo no le gusta. Y luego se alej de mi vida sin tocarme. Tanto mejor. Por los pelos. Quiz no hubiese podido soltarme jams. Volv a casa en autobs. Tengo coche pero me gusta viajar en autobs y en metro, porque as tengo tiempo para pensar. Si estoy de buen humor, me gusta contemplar a los pasajeros y especular acerca de sus vidas, medirlos de acuerdo a la estrecha e imperdonable escala que utilizo para determinar la normalidad de una persona. Si estoy de mal humor me complazco en ensimismarme y mirar abstrada por la ventanilla del 42 o del vagn del metro de la lnea roja, haciendo de todo edificio, viandante o cabina telefnica una metfora de la corrupcin, el deterioro y el engorro urbano. Eso me levanta el nimo. Pero hoy estaba ms all del buen y del mal humor. Estaba exasperada. No me entenda ni yo. Soy mi mejor amiga, me tengo confianza, mantengo una constante conversacin conmigo misma y en voz alta si estoy sola y es muy importante para m conocerme. Es vital. De lo contrario sera el caos. Por qu me senta tan desolada? Oh, por favor. La palabra desolada me ofende, porque es melodramtica. Haba estado bebiendo caf toda la tarde con un hombre y charlando. Haba sido una agradable conversacin y se haban producido momentos de honestidad que me haban entusiasmado, pequeas explosiones de ingenuidad que no se producen muy a menudo entre yo y los dems, salvo con Rudy, y raramente entre yo y los hombres con los que he salido a lo largo de los pasados cinco aos. Sobre todo estando sobria. La verdad es que no era tan sorprendente. Si Mick llega a dejarme grabar la entrevista, podra orla y estoy segura de que me rascara la cabeza y pensara dnde est lo extraordinario? Aparentemente nada haba sucedido. Por qu estaba tan afectada entonces? Estaba dolida, magullada por dentro como si hubiese sufrido un accidente.

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No deba sacar las cosas de quicio. Haba visto algo que deseaba y no lo haba conseguido. Eso era todo. Lo llaman prdida, y la reaccin corriente es el pesar. De modo que soy normal. Y cunto puede durar? No mucho, soy Emma DeWitt, no Emma Bovary. A las cuatro de la tarde mi casa estaba oscura como si fuera de noche. Encend luces y la calefaccin pensando que quiz debiese comprarme un gato, o un pjaro, algo que hiciese mucho ruido cuando llegase a casa. Me prepar t (o sea, ms cafena como llaman algunos, no s por qu, a la tena) y le ech un vistazo a mi tedioso correo. Luego contempl la lluvia deslizarse por la ventana de la cocina formando largos y montonos surcos. Son el telfono y el corazn me dio un vuelco. S? Sondra? Quin? Ah, perdone, me he equivocado. Clic. Lo mismo digo. Fue un percance insignificante pero revelador. Me temblaban las rodillas. Con los codos en la repisa, apoy la cabeza en las manos y estuve compadecindome durante ms de un minuto. Mick no iba a llamarme. Y, en el fondo, no quera que me llamase. No iba a utilizar el recurso de pretextar haber olvidado una pregunta y llamarlo yo. No ramos tan torpes. Todo lo que concluye produce cierto alivio, aunque sea triste. Odio la ambigedad. Soy partidaria del todo o nada. Puedo aceptar una negativa si es inequvoca, diluida en la esperanza o en un s, pero siempre y cuando.... Decid darme un bao. Soy de las de ducha, pero reconforta escaldarse en la baera cuando una est triste. Un bao o un tazn de leche bien caliente con copos de avena son los mejores remedios que conozco cuando se est deprimida. Bueno, quiz no, pero ambos son sansimos. Me llevara el telfono al cuarto de bao y llamara a Rudy. Curts an no habra llegado a casa y podramos hablar. Arriba, en mi estudio, el contestador tena un mensaje. Hola, Emma, soy Lee. Es lunes y aproximadamente las dos y media de la tarde. Te llamo para saber si vas a venir a cenar el viernes. Estupendo! As me distraera. Adems, haca siglos que no vea a Henry, que me levanta el nimo. Sigues viendo al tal Brad, el ingeniero? Lamentablemente s.

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Lo digo porque puedes venir con l, o con quien quieras. O sola, si lo prefieres. Da igual. Slo que estaramos desparejados. Bueno. Espero no habrtelo dicho con demasiado poca antelacin y que puedas venir. Me halaga la equivocada idea de mi vida social que tiene Lee. Ser algo informal. Todos traen algo y lo juntamos. De modo que puedes ponerte cualquier cosa. O sea que yo me presentara con leotardos y un jersey y ella se pondra un vestido de cctel de doscientos dlares. An los siguen llamando vestidos de cctel? Creo que adems de a ti slo voy a invitar a los Draco. Ayer me top con Sally y entonces record que ya conoces a Mick. Y he pensado que sera divertido reunimos. Sally te gustar. Es simptica. Me encanta. Por Dios bendito! Bueno, llmame enseguida que puedas. Estar en casa toda la tarde. O maana. Djame el mensaje si ests fuera toda la noche de juerga. Jaj. Ciao. Como he dicho, odio la ambigedad. Se me hace muy cuesta arriba asimilar la alegra y la desolacin al mismo tiempo. Baj a la planta porque necesitaba recurrir a la artillera. Un tazn de copos de avena con leche bien caliente para tomrmelo mientras me escaldaba en la baera.

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Captulo 8

Lee
Lo hubiese pasado mejor durante la cena si Emma y Mick Draco, el marido de Sally, hubiesen simpatizado ms. Creo que es una grosera evidenciar animosidad hacia una persona en el trato social, porque crea mal ambiente. No es que se enzarzasen en una discusin sino que no se dirigieron la palabra, ni mirarse siquiera. Y la verdad es que eso me parece una descortesa. Para con todos, desde luego, pero sobre todo para la anfitriona. O sea yo. Est claro que su entrevista del lunes pasado no fue bien. Pero yo no tena ninguna culpa. Trat de suavizar el ambiente lo mejor que pude y una persona poco observadora quiz no hubiese notado nada anormal. Pero, permtanme decir que eso slo podra pasarles inadvertido a los hombres. Las mujeres somos mucho ms receptivas por lo que a la dinmica de las relaciones interpersonales se refiere. Despus de cenar serv el postre en el saln (mousse de manzana con salsa al calvados). Cunto tiempo llevis casados? pregunt Sally en plan sociable mientras tombamos el caf. Cuatro aos contest. Y vosotros? Seis, no? repuso Sally, que mir a su esposo y este asinti con la cabeza. No crea que hiciese tanto. Como os conocisteis? Me encanta saber cmo se conocieron los matrimonios felices. Sally es una mujer muy sociable y agradec que tratase de animar la conversacin. Porque, al igual que yo, deba de haber reparado en la tensin entre Mick y Emma. Fui a contestar pero Henry se me adelant. Pues yo volva a casa en el coche al salir del trabajo por la tarde, y me llam por telfono mi madre, que estaba empantanada con una reparacin en la zona de Alexandria y quera que fuese en su lugar a hacer otra reparacin. O sea que tu madre es... S, es fontanera, como yo. La empresa se llama Patterson e hijo. Pues bien, yo soy el hijo. Ah, s?

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De modo que me pidi que fuese a Maryland, a casa de una seora que tena un lavabo embozado. Sally se ech a rer. Qu romntico! exclam. Y result que la seora de Maryland era Lee, verdad? Exacto. Fui a Chevvy Chase, llam a la puerta, a esta puerta, y... a primera vista. Caray! Exclam Emma. Cmo ibas vestida, Lee? Bah, no me acuerdo. Pues yo s dijo Henry sonriente, mirndome con el rabillo del ojo de un modo que me trajo ciertos recuerdos. Llevaba un traje sastre con corbatn negro. Una indumentaria varonil que me hizo rer porque ella no poda ser menos masculina. Llevaba zapatos rojos, con tacn de aguja, pero no me llegaba ni al mentn. Era una monada. Como un cesto lleno de gatitos. La verdad es que nunca he tenido zapatos rojos con tacn de aguja. Los he tenido de color burdeos, eso s, y de medio tacn. Pero nunca lo puntualizo cuando Henry evoca aquel da. Cree recordarlo con tal precisin y cario que me abstengo de corregirlo. En cambio yo s que recuerdo exactamente lo que llevaba l: uniforme azul, rionera de herramientas y botas. Recuerdo la impresin que me caus su dulzn acento sureo y que, aunque me coma con los ojos, estuvo correctsimo en todo momento. Se le notaba que tena que esforzarse pese a que no hablamos ms que de cisternas. En cambio yo estaba salida. Cuando hube terminado la reparacin me sirvi una taza de t y unas galletas. Unas tortitas lo correg. Bueno, pues tortitas. El caso es que nos sentamos a la mesa de la cocina y estuvimos hablando cosa de hora y media. De qu? pregunt Sally fascinada. Henry y yo nos miramos y nos encogimos de hombros. Quiz no debera decirlo, pero antes de marcharme ya me haba encargado que cambiase toda la instalacin del cuarto de bao. Y luego le encargu la de la calefaccin. Y despus la del aire acondicionado. Y luego tuve que casarme con l brome. Porque me arruin. Sally se levant para servirnos ms caf. Y vosotros, Emma? Cmo os conocisteis t y Brad? pregunt Sally tratando de desarmar a Emma, que titube aunque fingiendo que la pregunta no le resultaba embarazosa.

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Pues... del modo ms corriente. En un bar. Aj. Suena interesante dijo Sally. No mucho. Brad estaba sentado junto a Emma en el sof y le puso la mano en el muslo. Me pareci que estaba muy bonita aquella noche. Bien pintada, para variar, y con trenza. Adems iba bien vestida. Haca siglos que no vea a Emma con falda. Brad deba de gustarle. Porque normalmente no se molesta en estar especialmente atractiva para los hombres con los que sale. La verdad es que a m me pareci muy interesante dijo Brad. Me lo puso tan difcil que tuve que recurrir a todo mi encanto masculino. No tuviste ms que invitarme a una ronda detrs de otra. Bromea le asegur a Sally. Porque las humoradas de Emma no siempre son fciles de captar hasta que no se la conoce a fondo. Y aun as. Yo estaba con dos compaeros de la oficina y Emma con una amiga. Quin? interrump. Sent curiosidad porque no saba cmo se conocieron. No la conoces me dijo Emma, es una compaera del peridico. Pero la verdad es que no tiene excesivo... Fue en Shannon's en la calle L, entre semana, un mircoles prosigui Brad, despus de salir del trabajo, antes de cenar. Una hora que me encanta porque puedes decidir entre volver a casa o ir de juerga. Brad es ingeniero y, como tal, amante de la precisin. Es guapo pero no creo que sea el tipo de Emma. Resulta demasiado corriente. Yo estaba sentado en la mesa contigua a la suya. No haba dejado de mirarla en toda la noche. Y cuando se levant para ir al aseo, yo me levant tambin. Y le dije... Bueno, cuntalo t. No, cuntalo t dijo ella como si se hubiese quedado en blanco. De acuerdo. Le dije Quiere que le cuente un chiste?. Y ella me dijo Por qu. Y yo le contest Porque tiene una risa encantadora y me gustara orla de nuevo. Precioso dijo Sally. Muy bueno aadi mirando a su esposo. Pero tard una hora en conseguir que aceptase cenar conmigo, verdad, Emma? Lo veis? dijo Emma cruzando la pierna para que l le retirase la mano del muslo. Nada interesante. Luego slo tard dos horas en convencerla de que me dejase acompaarla a casa. Y entonces... Colorn colorado lo ataj Emma. Fuimos felices y comimos perdices.

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Bueno, bueno dijo Brad riendo. Fundido en negro. Me temo que el resto se lo ha cargado la censura. Y cunto tiempo llevis juntos? pregunt Sally. Emma se encogi de hombros. Pronto har cinco meses repuso Brad. Lo recuerdo bien porque fue la noche siguiente al Cuatro de Julio, y el metro estaba an sembrado de desperdicios. Te acuerdas, Emma? S contest ella. Mir a Emma detenidamente para cerciorarme de si se haba ruborizado. Y s. Baj la cabeza pero estaba sonrojada. Bueno, muy interesante. No es habitual en ella conocer a un hombre en un bar y llevrselo a casa. Pero, por otro lado, no es una mujer a la que le importe el qu dirn. Vete a la mierda, le espetara a cualquiera que se metiese con ella. Pero el caso es que se haba ruborizado por haberse acostado con Brad la primera noche. Muy interesante. Deba de ser por Sally, que es una persona recatada y deba de temer escandalizarla. Pues Mick y yo nos conocimos cuando me rescat dijo Sally deslizando la mano por el brazo de su esposo. Mi caballero andante. Le atiz a un sinvergenza que quiso quitarme el bolso de un tirn en MacPherson Square. Qu galante! exclam. Mick se inclin para hacerle una carantoa a Lettice, que dormitaba con la cabeza apoyada en su zapato. Yo no poda verle la cara. l y Sally eran una pareja muy atractiva, acaso por lo distintos que eran. l era alto, moreno y reservado y ella menuda, rubia y vivaz. Parecan hechos el uno para el otro. Ah, pues eso no es nada prosigui Sally. No me dej ni darle las gracias. Me dijo que tena mucha prisa, me pregunt si estaba bien y se march. Me qued de piedra. Estaba guapsimo, con un terno muy elegante. Y con tirantes! Me pirro por los hombres con tirantes. Me ech a rer. Nunca se me haba ocurrido pensarlo dije. Y a ti, Emma? No te gustan los hombres con tirantes? Depende. Y los chalecos... Me encanta que se quiten la chaqueta y se queden con chaleco y en mangas de camisa. Es muy sexy dijo Sally, y parpade en actitud coqueta mirando a Mick, que desliz el ndice por sus labios y le sonri. Lo tendr en cuenta dijo Brad dndole un golpecito con el codo a Emma. Recurdame que me quite la chaqueta ms a menudo. Emma le dirigi una de sus maliciosas miradas y l se ech a rer.

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Era jueves, o quiz viernes, y a que no sabis a quin me encontr en la fiesta de Navidad del despacho? A l! Vaya! exclam con incredulidad. A Mick? Result que trabajbamos en el mismo edificio de Vermont Avenue. Increble, no? Y en el mismo bufete! Pero no habamos coincidido nunca dijo Mick aclarndose la voz . Ella era nueva y yo llevaba una temporada viajando continuamente. Eso s que es una coincidencia dijo Brad. A m me pareci un milagro dijo Sally recostndose en el hombro de Mick. Estbamos predestinados. Flechazo! Muy romntico dije. S, Romeo y Julieta dijo Emma, y se levant. La miramos y nos pareci sorprendida de verse de pie. Lo siento, pero he de marcharme ya, que maana trabajo. En sbado? exclam Brad sorprendido. No hay ms remedio. El peridico sale todos los das. A todos les entr entonces prisa por marcharse y la velada termin mucho antes de lo normal. Al traerle el abrigo, Emma se excus. Lo siento, Lee. He estropeado tu preciosa fiesta. Tenas que habrmelo dicho. Lo siento. No he cado. Lo estaba pasando estupendamente. Lo siento de verdad. Ha estado todo perfecto, como siempre. Eres la mejor anfitriona. Lamento que no te haya cado bien musit mientras los dems se ponan los abrigos. Quin? Mick. Cmo? dijo Emma con perplejidad. Nada. Ya te llamar y hablaremos. De acuerdo dijo echndose a rer. Todos dejaron de hablar y la miraron. De qu te res? pregunt Henry. De nada dije. Mientras iba a abrir la puerta pens que acaso no deba haberla invitado. Pero se despidi con naturalidad y nos dio un abrazo a todas. Brad les estrech la mano a Henry y Mick; Henry abraz a Emma; Mick me abraz a m y... Mick y Emma ni siquiera se miraron. Puede que a lo sumo musitasen buenas noches. Eso fue todo. Y entonces lo comprend. No suelo equivocarme en estas cosas.

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Una cena estupenda dijo Henry ya en casa, mirndose la dentadura en el espejo del cuarto de bao. S. Yo haba hecho un thaazi saag aur narial (carne de ternera con espinacas al curry y coco). Segn la receta era para diez personas pero nos lo comimos entre seis. A eso le llamo yo salir bien la cena. Sally es encantadora, verdad? dije. Henry farfull algo ininteligible a modo de asentimiento. Y parece que t y Mick habis congeniado enseguida aad. No me sorprenda porque an no haba conocido a nadie a quien no le cayese bien Henry. S, es un tipo interesante dijo l. Sabes que me ha dicho? Puede que luego no resulte, pero nos va a recomendar a m y a Jenny a los dueos de su estudio para el trabajo de fontanera. Y sabes quines son los dueos? No. Carney Brothers. Si ponemos un pie en uno de esos viejos edificios del centro... Son una mina de oro, porque siempre hay algo que no funciona. Slo con un par de contratos de mantenimiento nos forraramos. Sera estupendo, no? Ya lo creo. Llamar a Jenny maana. Ahora ya es demasiado tarde. Puede que luego no resulte repiti, pero ha sido todo un detalle por parte de Mick ofrecerse. No todo el mundo lo hara. Henry llama Jenny a su madre. Antes me resultaba extrao, porque a m nunca se me ocurrira llamar Irene a mi madre. Pero l se cri en una comuna de mujeres de Carolina del Norte en los aos sesenta, y tena muchas madres. Padres no, pero madres tena un montn. De modo que en lugar de llamarlas a todas mam, las llamaba por sus nombres, incluso a su autntica madre. Y acab por parecerme lgico. S, ha sido una fiesta muy agradable. Aunque se palpaba cierta tensin dijo Henry, y se apart un poco para que pudiera quitarme el maquillaje frente al espejo. Me ha parecido que a Emma no le ha cado muy bien Sally. Aunque quiz haya estado un poco tensa por haber discutido con Brad. No s qu ha podido ver en ese tipo. En Brad? A m me parece simptico. Adems, a Emma le gustan las personas inteligentes y Sally lo es mucho. No deba de tratarse de eso. Es Mick quien no le cae bien. Mick? T crees? No has notado que no se han dirigido la palabra en toda la noche? Hummm dijo Henry con expresin pensativa.

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Se han mirado pero no se han hablado. Parece obvio que la entrevista para el artculo del peridico no result bien. Cansada? dijo Henry cuando hube terminado de lavarme los dientes. Me encog de hombros, aunque la verdad es que s estaba cansada. No obstante dije que no, por si acaso pensaba en algo... especial. Aunque enseguida romp el encanto con un comentario poco apropiado. Recuerdas aquel pollo relleno que sola hacer? Crees que estara bien hacerlo cuando vengan mis padres en diciembre? Henry me haba estado dando un ligero masaje en la espalda. Entonces retir las manos y me mir. Quiz no dijo echndose la toalla al hombro y saliendo del cuarto de bao. Aunque, qu vas a hacer si no? Termin de asearme y lo segu, con Lettice trotando por delante. Henry ya se haba metido en la cama. Tena su lamparita de lectura apagada, los ojos cerrados y las manos entrelazadas sobre el estmago. Oh no, pens. Puse a Lettice en su cestito, me sent en el borde de la cama junto a Henry para que no tuviera ms remedio que mirarme. No quieres que vengan? Sern slo dos noches. Claro que quiero que vengan. Son tus padres. Seguro que quieres que vengan? Claro. Pero no son dos noches. Son cuatro. No, slo dos. Dos a la ida y dos a la vuelta. Cuatro. No, una y una. Mis padres queran quedarse en casa a la ida y a la vuelta de su viaje anual a Florida. Ah bueno exclam aliviado. Me ech a rer. Le retorc los extremos del bigote tratando de curvrselo hacia arriba. El me sonri y volvi a cerrar los ojos. Mi esposo tiene pinta de hippie entrado en aos. Cabra pensar que a m no me gusta ese aspecto, pero en su caso s me gusta. Lleva coleta pero siempre muy cuidada. Por la noche se la deshace y se convierte en una poblada melena que resplandece en la almohada como una bandera rojiza. Nunca puedo evitar acariciarla. Adems no sern un incordio le dije. Te aprecian de verdad. Ya. De verdad. Bueno, Lee, dejmoslo. Te casaste con un simple obrero. Un simple obrero, un patn sureo. De acuerdo a la mentalidad de tus padres, no les habra sentado tan mal que te casases con un jeque rabe.

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Pues s que los conoces t! exclam. Me levant airada, me met en mi lado y tir de la punta de la sbana que estaba bajo su cadera. Me odia tu madre por haberte casado con una heterosexual ? Muy bueno. Uno a cero a favor de Lee. Henry se ech a rer. Pero a m no me pareci divertido. No haba querido hacer un chiste. Al ver que no me haca gracia, lade el cuerpo, apoy la cabeza en las manos entrelazadas detrs de la nuca y mir el techo, cavilando. Detesto reconocerlo, pero mi familia intimida a Henry. Lo aprecian de verdad, pero l no se da cuenta. No digiere que mi padre sea fsico, mi madre economista, uno de mis hermanos psiclogo y el otro cardilogo. Mientras que l es hurfano de padre, fontanero y sureo, con una mini empresa familiar con su madre como socia. Ciertamente tengo ms dinero que Henry, aunque no lo haya ganado yo. Mi profesin se centra en los primeros estadios del desarrollo y educacin infantil, una profesin propia de mujer, o sea que ni da prestigio ni dinero. Lo que gano se debe a que mi madre me asesora muy bien sobre qu acciones conviene comprar. Rara vez se equivoca. Y siento decir que esa es otra cosa que Henry no digiere. No es que albergue resentimiento hacia m, sino que se culpa y entonces se encierra en s mismo y se pone de mal humor. Por otra parte, el hecho de que no consigamos tener hijos no ayuda. Le toqu el tobillo con el pie y fing que haba sido sin querer. Henry se cambia de calzoncillos y camiseta antes de acostarse. Me encanta lo bien que huele el suavizante y el olor que deja la secadora. Me pone en situacin. Sin embargo, el sexo entre nosotros se ha hecho muy complicado. Ni siquiera tiene ya que ver con el amor. Todo se reduce a curvas de temperatura y a perodos de fertilidad. A levantarse a hacer pip en un cuenco e introducir unos bastoncitos de cartn impregnados de una sustancia inteligente. Lo s todo acerca de la hormona LH. Tengo tres estuches de prediccin de ovulacin en el cuarto de bao. Dimos gracias a Dios cuando supimos que Henry tena una vena varicosa en el escroto, porque eso eleva la temperatura testicular y es la causa ms comn de la infertilidad masculina. De modo que se someti a una operacin de microciruga para solucionar el problema y empezamos de nuevo. Nada. Ahora volvemos a los termmetros para tomar la temperatura basal, a los perodos de fertilidad y a los bastoncitos sonrosados que se vuelven azules. Has de hacer el amor cuando se ponen azules, tanto si te apetece como si no. Mov el pie rozndole la pantorrilla. Era un buen momento para m, hormonalmente hablando. Pero l ya lo saba porque se lo haba dicho por la maana. Si le haca una insinuacin ahora, pensara que era por la oportunidad del momento. Y la verdad es que as era, en parte. Oh, Dios, qu va a ocurrir? A veces Henry no funciona. Bueno... en realidad slo le ha ocurrido dos veces. Sin duda se debe al estrs, como ambos sabemos perfectamente. La segunda vez que le ocurri me dijo:

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Nunca he sido impotente! Y yo dije: Bueno, yo tambin a veces soy impotente; slo que no se nota! El comentario nos ayud un poco. Y desde entonces no ha vuelto a suceder. Anhelo tener un hijo. Mi vida est como atascada y no podr salir del atasco hasta que solucione el problema. Ya s que no es justo para nadie y menos an para Henry, pero no s qu hacer. No s cmo salir de este crculo vicioso de probar, fallar y vuelta a empezar. Suspir y apagu la luz. Siempre nos besamos antes de disponernos a dormir. A veces, el beso conduce a algo ms, pero por lo general es slo un gesto amoroso para darnos las buenas noches. Tanteamos a oscuras buscndonos y nos besamos. Buenas noches. Buenas noches. Empec a darme la vuelta, pero Henry me retuvo la mano y me atrajo hacia s, hacia su pecho, tan fuerte y ancho que no resulta cmodo para dormir, como ocurre con una almohada demasiado alta. Cariodije. Pero l llev las manos a mis caderas y me puso encima de l. Pensaba que... Bueno... eso estaba mejor. Me estir y me opuse cmoda. Qu pensabas? Desliz las manos por dentro del pijama hasta mis nalgas. Pensaba que queras seducirme. Quiz, pero estoy un poco cansada. S? La verdad es que no le dije rodendole el cuello. Hicimos el amor. Y result bien. Siempre resulta bien, aunque no llegu al orgasmo. No creo que Henry lo notase. Lo deseaba, pero tena la cabeza en otra parte. Slo poda pensar: Esta vez va a funcionar. Esta vez s. Esta vez seguro.

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Captulo 9

Isabel
Anoche me bes Kirby. Si llega a sacar una pistola y dispararme no me hubiese sorprendido tanto. Crea que era homosexual. Lo haba credo as durante meses y ahora comprendo que mi asuncin tena muy poca base, prcticamente ninguna. No saba que hubiese salido nunca con una mujer ni hablaba de ninguna. Eso por una parte. Y es actor, por lo que trabaja a salto de mata. Eso por la otra. La verdad es que me resulta muy embarazoso. De verdad. Porque detesto los estereotipos. Kirby tiene pinta de monje, un talante contemplativo. Es un hombre apacible y muy gentil, que siempre prefiere escucharme que hablar de s mismo. Bien pensado, por qu tuve que imaginar otra cosa? Regresamos a casa despus de salir de ver una obra en el Church Basement Theater de la calle Diecisiete, una obra experimental de un dramaturgo local en la que Kirby representaba a un empleado mudo de un peaje. Yo no haba entendido ni medio y, con sumo tacto y deferencia, l trataba de explicarme la obra. Acababa de empezar a caer la primera nevada invernal y nos detuvimos para contemplar los densos copos que cruzaban el halo de una farola. Nunca nos habamos tocado, salvo las manos. Pero me pareci natural ladear la cabeza, descansarla en su hombro y decir: A que es precioso? Podramos haber pasado por actores en una escena de una pelcula. Porque l me mir a los ojos y me dijo: Precioso. Luego me toc la cara con sus enguantados dedos. Me bes en la mejilla. Todo lo que pude hacer fue mirarlo, sbitamente cohibida, tratando de explicarme algo tan inesperado para m. Pero... no eras gay?, pens. Y entonces me bes en la boca y comprend que no lo era. Fue como si alguien a quien creas conocer hubiese estado siempre disfrazado. Exactamente igual, como si descubrieses que una amiga era en realidad un hombre. Se ech ligeramente hacia atrs y me sonri. Pero fui incapaz de corresponderle. Me haba quedado sin habla. Estaba estupefacta. Mi silencio no tard en resultarle embarazoso. Lo siento. Lo siento, Isabel. No pasa nada dije de manera automtica, sin pensar lo que deca.

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Seguimos caminando y volvi a sus explicaciones sobre la obra, aunque ahora resultaba bastante embarazoso. Y no supe hacer nada para suavizar la situacin. Estaba demasiado ocupada para revisar todo lo que haba pensado de l hasta entonces. Vivimos en el mismo edificio, en pleno centro del ruidoso barrio de AdamsMorgan. Su apartamento est en la tercera planta y el mo en la segunda. No es un vecino ruidoso. Pero como las paredes y los suelos son de papel lo oigo con una claridad un tanto inquietante. Por ejemplo, casi siempre s en qu estancia se encuentra y deduzco lo que est haciendo. Y me atrevera a decir que tambin l puede orme. La primera vez que hablamos fue cuando me telefone para pedirme que subiese el volumen de mi cadena para que pudiese or Appassionata sin aplicar el odo al suelo. Su voz profunda y cultivada me intrig pese a que, en un primer momento, pens que su peticin era puro sarcasmo y que en realidad le molestaba la msica. Otra deduccin falsa. Cuando nos conocimos en persona su aspecto no confirm ni desminti la equivocada impresin que, poco a poco, me form de que era homosexual. Es un hombre alto, delgado como un palo, casi completamente calvo. Podramos decir que tiene unos ojos penetrantes, por la fijeza con que suele mirar, de no tenerlos de un castao tan claro. Tiene la nariz fina y los labios suaves (muy suaves, como he tenido ocasin de comprobar). Da la impresin de persona desnutrida pero en realidad es muy fuerte. Lo s porque me ha ayudado muchas veces a cambiar los muebles de sitio y por las reparaciones caseras que me ha hecho en honor a nuestra amistad. Lo que nos acerc nuestra comn pasin por la msica es lo que sigue cimentando nuestra amistad. Nos gusta ir juntos a los conciertos y ahora nos asombra no habernos conocido antes o, por lo menos, reparado el uno en el otro, porque invariablemente ocupbamos las localidades ms baratas en el Kennedy Center, el DAR, el Lisner y el Baird Auditorium. Anoche, tras nuestro embarazoso camino a casa bajo la nieve, Kirby me acompa hasta la puerta, como hace siempre para despedirnos. Pero, claro, de un modo distinto esta vez. Quieres entrar? le pregunt. No, gracias. Es ya tarde. Estuve a punto de dejarlo marchar pero no pude. Aquello no poda quedar as. Fingir que no haba sucedido nada sera insultante para l y una cobarda por mi parte. Por otro lado, no estaramos dndole demasiada importancia? Y si su beso no fue ms que un impulso, un gesto de amistad, y nada ms? Pero no, fue algo ms para l, estaba segura. Mi vida est cambiando, Kirby. Yo estoy cambiando, muy deprisa actualmente. A duras penas consigo aclararme yo. En estos momentos estoy desbordada. No es el momento ms oportuno para iniciar una relacin sentimental. Soy demasiado egosta; estoy demasiado preocupada por m misma para ser justa con los dems. Adoro tu amistad,

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y prefiero dejar las cosas como estn. Te tengo mucho cario. Entindelo, por favor. Y le dije ms, aunque no recuerdo qu. l me escuch con atencin, inclinado hacia m. He conocido a muy pocas personas que sepan escuchar tanto como l. Cuando hube terminado mi pequeo discurso, me sent cohibida e insatisfecha, como si me faltase algo. Mira, Isabel, por nada del mundo querra contrariarte. No cre que fuese a sorprenderte tanto. La verdad es que haca mucho tiempo que deseaba besarte. Pues no lo haba notado dije algo ruborizada. Arque las cejas como si eso lo sorprendiese. Al margen de cmo acabasen las cosas entre nosotros, nunca podr decirle lo que haba pensado de l. Porque la verdad es que me resulta inconcebible que hasta ayer mismo creyese que era homosexual. Meti la mano izquierda en el bolsillo del abrigo y se mir los pies. Bueno, pinsalo un poco ms. Deja que se te pase la sorpresa. Y luego... dijo haciendo un ademn esperanzado y mirndome con ojos entornados. Puedes estar seguro que esta noche pensar en ello. Pues ya seremos dos. Un buen mutis. Musit buenas noches y se alej. Supo dar la talla, probablemente por las tablas que le daba el teatro. En este sentido era la anttesis de Gary, que no poda ser ms inoportuno. Aunque claro, es la anttesis de Gary en muchos otros aspectos. Cumpl mi palabra y pens en l por la noche. Quiz haya llegado para m el momento de vincularme a alguien. Hace cuatro aos que me divorci de Gary y no ha habido nadie en mi vida desde Richard Smith Pene, el hombre del grfico apellido, como lo llama Emma. Trato de no pensar en l, porque me trae demasiados malos recuerdos. Un ao y medio despus de mi divorcio, tres meses despus de empezar mis relaciones con Richard que era profesor de la facultad not el bulto en uno de mis pechos. O, mejor dicho, lo not Richard mientras me sobaba en el cine. Qu es esto? musit mientras veamos una escena turbadora de El imperio de los sentidos. Comprend enseguida lo que era. Al instante supe lo que ocurrira desde aquel momento hasta mi muerte. Por suerte slo acert a medias. Pero fue suficiente para Richard Smith Pene. Estuvo a mi lado hasta que me operaron pero luego me dijo que no crea que lo nuestro fuese a parar a ninguna parte. No me enfurec (esas reacciones se las dejo a Emma). Qu hara yo sin ella? Le tengo subrogada mi parcela inquina a los hombres.

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Pero lo de Richard hace dos aos que acab y desde entonces no ha habido nadie. No lo he echado en falta. Me gusta vivir sola. Adoro mi atestado apartamento. Lo he pintado de color melocotn, blanco y verde mar. He hecho arrancar las radas moquetas y he dejado el suelo de tablas desnudo. En mi casa de Chevy Chase tena demasiados muebles. Y se lo agradezco a Gary. Tengo mi biblioteca, mi mecedora, un viejo sof, varias lmparas de pie antiguas, y para mis amigos unos enormes cojines para que se sienten donde quieran cuando vienen a visitarme. Tengo vajilla y cubertera suficiente para servir a ocho personas, el nmero perfecto. Tengo vecinos antipticos, vecinos apacibles y vecinos excntricos. La conserje, la seora Skazafava, apenas habla ingls. Dice Lee que vivo como una hippie, y supongo que tiene razn (aunque, claro, no me toc vivir aquella poca cuando era joven). Segn Rama krisna, nuestras vidas se mueven en ciclos en un orden no prescrito. Y yo estoy pasando por un ciclo que otras vivieron hace treinta aos. Da igual. Lo que vale es el camino que se recorre. Por la tarde, sentada frente a mi escritorio, estaba sumida en una ensoacin, acariciando a Gracia y mirando por la ventana, en lugar de estudiar para mi examen sobre las familias en peligro, y o abrir y cerrar la puerta del apartamento de Kirby. La oigo continuamente y, de manera inconsciente, sin querer, me entero de sus movimientos. Enseguida o pisadas en mi rellano y que llamaban a la puerta. Gracia dej de ladrar en cuanto abr y vio a Kirby. Iba de uniforme: pantalones de piel artificial y un jersey muy holgado. Llevaba algo en la mano. Mira lo que he comprado me dijo tendindome un compact de Beethoven, el Concierto Triple. Quieres que lo escuchemos? De modo que prepar t y nos sentamos a escuchar el concierto. Fue como en nuestros mejores momentos. Aunque no. Al terminar el concierto, renunci a entrar en una conversacin superficial y le hice una pregunta directa. Sin la menor irona. Has estado casado? S. Vaya trat de disimular mi sorpresa jugueteando con el colador de la tetera. Nunca me lo habas comentado. Estuve casado diecinueve aos. Y tena un hijo y una hija me dijo mientras remova el azcar y beba un sorbo. Se mataron los tres hace once aos en un accidente de automvil. Julie tena doce aos y Tyler ocho. Lo siento. Por qu ha de sonar esta expresin siempre tan dbil, tan descorazonadoramente inadecuada? Querra encontrar otras palabras, pero acaso no existan. Gracias dijo l como si lo dijese en serio. Y as acab el pequeo protocolo del psame.

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Once aos dijo tras una pausa. Se hacen muy largos viviendo solo. Al principio lo encaj bien. Pero ya no aadi mirndome con franqueza. Me levant, fui a sacar el compact de la cadena y lo volv a meter en el estuche. Pas un dedo por mi archivador de compacts buscando algo adecuado para acompaar lo que pensaba decir a continuacin. Pero no encontr nada. Kirby... dije recostndome en el alfeizar. Ya sabes que tuve cncer de mama. Kirby lo saba. Se lo haba contado haca meses. No es algo que yo mantenga en secreto, pero tampoco voy pregonndolo por ah. A Kirby se lo haba dicho, aunque limitndome al hecho en s, sin entrar en detalles. Supuse que pensaras que simplemente me extirparon el tumor y que luego me reconstruyeron el pecho. Pero no. No tengo nada dije. Llevo una prtesis en el sostn. Eso es todo. Salvo los equipos mdicos nadie me ha visto desnuda desde entonces. ltimamente he empezado a asimilar la idea de que nadie me ver nunca. De modo que he dejado de imaginarme manteniendo una conversacin tan embarazosa con un amante potencial. Kirby se levant del suelo y se qued de pie frente a m. Yo cruc los brazos. Me mir con expresin severa. Eso no me importa en absoluto. Bueno dije. Le crea. Me estoy enamorando de ti, Isabel. Me apart de l, sorprendida. Eso no me lo crea. Adems, yo no quera enamorarme de nadie. Ya me haba enamorado. Y ahora soy demasiado vieja y egosta. Quiero concentrarme en m, no en alguien que se est enamorando de m. Oh, Kirby, ojal no me lo hubieses dicho. Se dio la vuelta. Fue un alivio notar que no se senta herido ni enfadado, ni violento. Pareca pensativo. Pues entonces yo tambin preferira no haberlo dicho. Me sonri, sac algo del bolsillo y me lo tendi. Era una anilla pero pareca un anillo. Yo retroced aterrada. He trado unas cuantas para probarlas dijo quedamente. Cmo? El grifo de la cocina sigue goteando, verdad? Yo asent con cara de estpida. Ver si puedo arreglrtelo. Sali de la salita, fue a la cocina y empez a trabajar.

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Yo me dej caer al suelo. Gracia se aup de donde estaba, junto al radiador, y vino a echarse a mi lado. Gracia quiere mucho a Kirby, me dije, acaricindole su suave morro gris. Fue el nico pensamiento coherente que cruz por mi mente. El martes me hara mi ltimo reconocimiento mdico semestral. Despus, suponiendo que todo estuviese bien, slo tendra que visitar a mi cirujano onclogo una vez al ao. Otra hito en mi historia de cncer de mama. Mientras acariciaba a Gracia y volva a aclararme tom una decisin. Si todo estaba bien, si no se extenda, si no haba ms bultos ni tumores (y estaba segura de que no los habra) entonces pensara seriamente acerca de empezar una relacin con Kirby. Lo pensara (nada ms). No me presionara, no me fijara un plazo. Simplemente reflexionara sobre ello. Mientras tanto, era agradable estar all sentada con Gracia y escuchar los ruidos de un hombre que trataba de repararme una avera en la cocina. Eran ruidos misteriosos y masculinos, reconfortantes. Me hacan sentir una verdadera mujer. Lo digo porque haca tiempo que no me senta as.

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Captulo 10

Rudy
Curts opina que yo no debera trabajar porque no necesitamos el dinero. Dice que una cosa es que haga una labor de voluntariado que me ocupe algunas horas (aunque olvidndome del Telfono de la Esperanza), porque ayuda a los dems y a m me satisface. Pero que un verdadero empleo remunerado que me obligase a trabajar todo el da me resultara demasiado estresante. No s si tiene razn. Puede que s. Pero fijaos en Lee, toda una licenciada, directora de una guardera estatal. Trabaja en lo que siempre quiso trabajar y para ella ha sido slo cuestin de ir paso a paso. Pero yo no me imagino asumiendo tanta responsabilidad, ni con las ideas tan claras. Y lo de Isabel tampoco est nada mal: volver a los estudios a los cincuenta aos para conseguir una licenciatura que le permite hacer lo que quiere. Cmo averiguaron lo que queran hacer en realidad? Incluso Emma lo sabe, aunque no lo comente con nadie. Emma tiene tanto miedo como yo. Pero su temor procede de su orgullo, porque no quiere quedar en ridculo. El mo procede de ser consciente de mi incompetencia. Trat de explicrselo anoche mientras regresbamos a casa despus de salir del cine. Pero no pude. Curts es el nico que realmente lo entiende. Y Emma y yo casi terminamos discutiendo. Detuve el coche frente a su casa, lamentando no habernos tomado unas copas en lugar de helado, porque as hubiese estado ms en forma para discutir. Emma me fulmin con la mirada, con una mano en la manecilla de la puerta y la otra apagando el cigarrillo en el cenicero. Cuando hace mal tiempo lleva un gorro negro de punto calado hasta las cejas, y su melena pelirroja asoma por los lados como una llamarada. Mira, Rudy, t eres una artista. Tienes muchsimo talento y podras ser lo que quisieras. Pero es como si algo te atenazase. Ests como atascada y no acierto a comprenderlo. Quiz fuese cobarda, incompetencia, inercia. Me senta a la defensiva, pero no quise replicar recordndole a Emma sus propios temores. La hubiese herido.

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Hago cosas, Emma. A lo mejor me seleccionan para un premio de fotografa en Corcoran. Y quieren que d clases de cermica en la Free School el ao que viene. Otra vez clases de cermica? Pero si ya no haces nada. Otro tema espinoso. Emma culp a Curtis de que yo hubiese vendido el torno de alfarero. Lo tena en el stano, y es cierto que su equipo de gimnasia haba empezado a invadirlo todo. Pero esa no fue realmente la razn de que vendiese el torno. Me absorba mucho tiempo y Curtis me dijo, y coincid con l, que si no me iba a dedicar en serio no mereca la pena que le dedicase tiempo. Aunque ahora no haga nada puedo ensear a los principiantes le dije a Emma. De modo que hago algo, aunque no siempre te lo comente. Ya lo s dijo casi a modo de excusa, porque not que haba herido mis sentimientos. Siento haberte hablado como si fuese tu madre; es decir, no como tu madre sino como una madre normal. No, claro, como mi madre no dije riendo. Ella ri tambin y enseguida volvimos al tono amigable. Pero al decirme que entrase un momento en su casa rehus. Pese a que en el ltimo momento suavizamos las cosas, Emma estaba un tanto agresiva y tem que volviese a la carga si me quedaba. Al despedirnos me dio una palmadita en el hombro (no es muy efusiva). Aguard hasta que hubo subido las escaleras del porche bajo la lluvia. Cuando hubo entrado encendi y apag repetidamente la luz del porche (nuestra seal para indicar que estamos a salvo, que no nos hemos topado con ningn violador apostado entre las plantas). Yo hice sonar el claxon y arranqu. La lluvia se convirti en aguanieve mientras regresaba a casa por Rock Creek. Me alegr de no haber redondeado la velada tomndonos unas copas. Y, al llegar a casa y ver que en la planta baja estaban todas las luces encendidas, an me alegr ms. Menos mal que estoy sobria, me dije al dar la vuelta a la manzana en busca de un hueco para aparcar. Curts haba regresado de Atlanta un da antes de lo previsto, y yo deba haber estado en casa. Odia llegar y encontrarse con la casa vaca. Pens en el consejo de Eric acerca del sentimiento de culpabilidad injustificado (que me preguntase qu era exactamente lo que haba hecho mal, porque la respuesta sera casi siempre nada). Quiz tenga razn pero nunca me siento inocente. Siempre tengo la sensacin, sobre todo en relacin a Curtis, de que podra y debera hacer ms y hacerlo mejor. Curtis? Tena las luces encendidas pero no estaba en la planta baja. De modo que sub quitndome el abrigo. Pero Curtis no estaba en el dormitorio ni en el cuarto de bao. Curtis?

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O ruido en su despacho, que estaba a oscuras. Entr pero no se dio la vuelta. Estaba recostado en el respaldo de la silla frente al ordenador, mirando al monitor, que estaba apagado. Curtis? No se haba quitado el traje. Le toqu el hombro. Como no se movi, deslic la mano por su nuca y palp sus msculos. Estaba tenso. Qu haces aqu solo y a oscuras? Tiene un remolino en la nuca. Lo detesta. Le pide a su carsimo peluquero de Capitol Hill que se lo disimule cada dos semanas pero enseguida vuelve a formrsele. Antes jugueteaba con su remolino pero ya no me deja. Le molesta. Dnde has estado? me pregunt con su premioso acento sureo. Crea que no regresabas hasta maana. Guard silencio como para invitarme a que contestase concretamente a la pregunta. He ido al cine. Sola? No; con Emma, que quera ver una pelcula francesa; una historia de amor. A ella le ha gustado pero a m me ha parecido una bobada dije aunque no era del todo cierto. Quiz porque no daba tiempo a leer los subttulos aad como para indicar que no me lo haba pasado demasiado bien. Introduje los dedos bajo el cuello de su chaqueta y empec a darle un suave masaje. Ola su colonia, todava fresca despus de su largo da y la espuma con aroma a almizcle que se pone en el pelo. Agach un poco la cabeza y not que empezaba a relajarse. Qu tal en Atlanta? pregunt. No deb haberlo mencionado, porque an no estaba del todo relajado. Un desastre. Por qu me sent responsable? Lo que hubiese ocurrido en Atlanta no tena nada que ver conmigo, pero su respuesta me son como una acusacin Qu ha ocurrido? insist. Morris. Oh, no! exclam a la vez que le oprima los hombros como para acelerar su relajacin. Porque Morris es el enemigo de Curtis. Ocupa un puesto inferior y quiere quitarle el suyo. Siempre trata de dejarlo en evidencia delante del congresista. Qu ha hecho esta vez? Silencio. Eh? Qu ha hecho est vez Morris?

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Y a ti qu ms te da? Sus palabras culpabilidad. no hicieron sino intensificar mi sentimiento de

Sabes perfectamente que s me importa. Tuve la certeza de que me reprochaba algo, pero no saba qu ni me atrev a preguntarlo. Pas un minuto largo y comprend que no iba a decrmelo. Ese era el peor castigo: no contrmelo, como si no se percatase de que as se castigaba l tambin. Lo rode con los brazos y apoy la mejilla en su cabeza. Cario... le susurr para confortarlo. Se levant de pronto. Mis manos colgaron como si fueran de trapo al echarme hacia atrs. Y, sin mirarme siquiera, sali del despacho. Curtis y yo observamos un ritual. Aquello formaba parte de l; se le pasara. Su actitud no significaba pasar de m. Nadie comprende que Curtis me necesita a m tanto como yo a l. Y a veces ms. Pero l es el fuerte. Me sentira perdida sin l. Eric dice que no, pero se equivoca. Luego, le llev una copa de coac a la cama. No me apetece rehus. Beb un sorbo. Pensaba ponerme el camisn que ms le gusta, uno negro cortito, de seda muy suave. Cansado? Se encogi de hombros y esboz una sonrisa. Trabajas demasiado dije a la vez que dejaba la copa en la mesilla de noche. Luego me dej quitarle el reloj y dejarlo al lado de la copa. Le caa un mechn sobre la frente, dndole un aspecto aniado. Pens en nuestros primeros tiempos, en Durham, cuando empezamos a vivir juntos. Fue la poca ms feliz de mi vida. La poca en que me he sentido ms segura. Estaba muy enamorado de m por entonces. Morris es un perfecto imbcil dije. Nunca le he soportado. Curts emiti un gruido. Y dentro de cuatro das tendr una horrible calva aad. Curts dej escapar un extrao ruido, entre risa y resoplido. Alargu la mano hacia l y me sonri de un modo que significaba que empezaba a perdonarme. Lo voy a dejar dijo tirando de la cinta negra del delantero de mi camisn. Ir a trabajar con Teeter y Jack. Cmo? Sigui tirando de las cintas y tuve que sujetarle la mano para que no me las acabase de sacar (es una lata tener que volver a pasarlas).

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Vas a dejar tu trabajo? Lo he decidido esta noche. Pero... Son unos imbciles, Rudy. Ya no los aguanto ms. Ni tengo por qu. Claro. Hars muy bien en marcharte. Te tienen fastidiado desde hace aos. Qu sorpresa! Casi no daba crdito a lo que acababa de or. Pero lo cierto era que no era feliz con su trabajo. Haba demasiadas pualadas traperas en la oficina del congresista Wingert, demasiada hipocresa. Teeter Reese y Jack Birmigham eran ex compaeros de la facultad de derecho y amigos de Curtis. Se haban establecido por su cuenta con un bufete y se estaban forrando, segn Curtis. Puede que fuese perfecto para l trabajar con ellos. Curtis no soportaba que lo mandasen. Ser socio de sus amigos en el bufete sera otra cosa. Aparte de que poda ser un trampoln para acceder a un cargo poltico, la verdadera ambicin de Curtis, tan importante como su cargo actual. Empez a bajarme el camisn por los hombros y a acariciarme. Y a Wingert que le den por el culo. Me dirigi una sonrisa radiante y aadi: Y a Morris que le den tambin. Que se den los dos. Su vulgaridad me sorprendi, porque Curtis rara vez dice tacos. Me atrajo hacia s. Lo dej que me tocase porque era obvio que lo necesitaba. Pero dej de acariciarme al notar que yo estaba pasiva. Entonces opt por la ternura. La ternura me puede y Curtis me conoce. Sabe que hago lo que quiera si se pone tierno. Me limpi las lgrimas con los dedos. As, Rudy dijo separndome los muslos con las rodillas. Dese que me penetrase. Nunca pierde el control. Es de los que sabe dominarse y consigue excitarme mucho. Empec a jadear para excitarlo yo a mi vez, a llamarlo cario. Oh, oh... Lo deseaba mucho. Hundi su cara en mi melena y de pronto se detuvo. Mierda! Me qued paralizada, sorprendida por el tono desabrido de su voz. Qu pasa? Apret los labios todava hmedos por haberme besado. Qu ocurre? Te lo voy a decir: ocurre que hueles como un cenicero. Lo siento dije. Lo siento. Cre haberlo dejado pero, como Emma fuma como una chimenea, he vuelto a picar, y he fumado en el coche. Lo siento.

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Not que no se trataba slo de que hubiese fumado. No me hagas esto le susurr. Le toqu el muslo con el dedo pero l se apart de mal talante. Por favor, Curtis... No iba a ceder aunque se lo implorase de rodillas. Me resulta ms fcil enfurecerme conmigo misma que con l. Pero a veces consigue que me enfade en serio con l. Me levant y me tom un analgsico para el dolor de cabeza y un tranquilizante. Dormir profundamente es el nico remedio contra este tipo de dolor. Es lamentable que no sepa dejar que se me pase de manera natural. Pero no s. Por la maana me llam mi madre por telfono. No hablaba con ella desde haca tres meses. Supongo que parecer mucho tiempo, pero no es inhabitual entre nosotras. Tena una voz horrible y maldije al pensar que deba de haber vuelto a beber. Rudelle? Cunto me alegro de orte. Cmo ests, cario? Bien, mam. Te ocurre algo? August est ingresado. Oh, no... Qu le ocurre? O un fuerte ruido que me ensordeci y tuve que apartar un poco el auricular: Sigues ah, mam? Es que se me ha cado dijo echndose a llorar. Sal al pasillo con el telfono. Me sent en el suelo, sobre mi alfombra de color malva. No llores, mam. Qu le ocurre a August? Mi padrastro haba cumplido los ochenta en septiembre. Es diecisis aos mayor que mi madre. Tuvo un infarto anoche. Llam a Alan pero no poda venir. Oh, Rudelle, si tu pudieses... Mam... No he bebido. Ya no bebo. Puede que fuese verdad o puede que no. Un infarto has dicho? Bueno... una crisis cardaca, han dicho. No s. No entiendo. Pero entonces se repondr, no? Lo mandan para casa hoy mismo. Entonces quiere decir que no es grave dije. Me sent fatal que dijese haber llamado primero a Alan, que es un alcohlico, divorciado dos veces, drogadicto y sin empleo, y mi madre va y lo llama primero a l. A m me iba a dar el infarto. Puedes venir? Hace mucho que no nos vemos, Rudelle.

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Me temo que no voy a poder. Podras venir por Navidad. Esto est precioso por esas fechas. Te acuerdas de lo bonito que es esto en Navidades? Estuviste con Curts, pero ya hace mucho. No podemos. Curts ha de trabajar dije, probablemente sin mentir . Bueno, mam, he de dejarte ahora. Te llamar luego. Rudelle... Tengo una llamada en espera. He de dejarte. Luego te llamo. Nada ms colgar me pregunt si seguira siendo tan hermosa como antes. Haca casi cinco aos que no la vea, desde mi boda. Cuando hablo con mis amigos nunca me refiero a ella como mi madre, ni la llamo mam sino Felicia. Y as es como la llaman ellos. Qu tal estn Felicia y el playboy?, me pregunta a veces Emma. Se refiere a un playboy ochentn, claro. August es suizo. Mi madre lo conoci en Ginebra un ao antes de que mi padre se suicidase. Eran amantes. Estoy casi segura. De vez en cuando a mi madre la da la vena de querer verme. Me llama y me dice que hace mucho que no nos vemos, que sera maravilloso volvernos a ver porque me echa mucho de menos. Pero yo soy incapaz de decirle lo mismo y de organizar una visita. Eric me lo reprocha. Cree que si tengo problemas con mi madre debera resolverlos. Pero soy incapaz de tomar ninguna iniciativa en este sentido. Tengo una imagen mental de mi aspecto en aquellos momentos, hecha un ovillo en el suelo del pasillo. Eric me ense a visualizarme cuando temo marearme. Y a veces funciona. Me induce a hacer algo que disipa la sensacin de mareo. Me levant y fui al cuarto de bao. Pero, nada ms encender la luz, no pude dar un paso ms. Me qued como petrificada junto a las baldosas. Trat de sobreponerme pero no pude. Apagu la luz, retroced hacia el pasillo, fui al dormitorio y me sent en el borde de la cama. Segua con el telfono en la mano. Puls el nmero 2 de la memoria. La recepcionista de la oficina de Wingert me dijo que Curtis estaba reunido y que si quera dejar un mensaje. No, gracias dije con una voz que me era desconocida. Desconect y marqu otro nmero. Or la voz de Emma a travs de su contestador automtico me tranquiliz un poco. Al hablarle al contestador mi voz me son casi normal. Hola, soy yo. Crea que estaras en casa. Supongo que ests en el trabajo. No es nada importante dije, casi susurrante porque acababan de saltrseme las lgrimas. Rudy, Rudy. Rudelle. Odio ese nombre. Es un nombre germnico que significa famosa. Nac en Alemania. A mis padres les gustaba ms Europa que Amrica. Me hice llamar Rudi desde nia. Y fui Rudi O'Neill hasta que mi madre se cas con August y tuve que adoptar su apellido:

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Lacretelle. Rudelle Lacretelle. En la facultad utilic el apellido de mi madre, Surratt, y cambi Rudi por Rudy. Rudy Surratt. Me gustaba. Me senta cmoda con ese nombre. Pero al casarme Curtis me pidi que utilizase su apellido. De modo que ahora soy Rudy Lloyd. A Emma le encanta mi nombre. Me levant de la cama y marqu otro nmero. Respondi el contestador automtico de Eric, que se puso a media grabacin. Podra verte hoy? le pregunt. Ha ocurrido algo, Rudy? No, pero me gustara verte, Eric. En realidad s ha ocurrido algo, pero no s de qu se trata. Te parece bien venir a las cuatro? Gracias, Eric, muchas gracias. Los dos primeros aos posteriores a la muerte de mi padre fueron los peores. Vivimos en Austria, en un pueblo turstico, no s por qu. No te lo haba contado nunca? Mi hermano viva con nosotros porque lo haban suspendido en la escuela preparatoria en Rhode Island. Y Claire y yo bamos a un colegio de monjas del pueblo. August estaba casi siempre en casa pero an no se haba casado con mi madre. Vivamos en un hotel. Eso ya te lo haba contado, no? Da igual. Ya conoces esa parte. La de mi madre. Lo del da que la encontr... Cuntamelo otra vez. De acuerdo, te lo cuento. Era en verano. Yo tena doce aos y Claire catorce. Alan, mi hermano, sala todos los das, no s adonde. A pasear, nos deca. Mi madre no consegua que se quedase en casa. Pero no poda hacer nada. No haca ms que beber y dormir y, cuando tomaba no s qu pastillas, era muy cariosa, muy dulce. Yo la quera mucho, Eric. Nunca he sentido tanto dolor por nadie desde aquel verano. Creo que desde entonces he estado como embotada. Hice una pausa y cerr los ojos. Eric permaneci en silencio aguardando a que prosiguiese. Volva a representrseme la escena, en blanco y negro salvo por la sangre. La encontramos mi hermana y yo; muerta, nos pareci; desnuda en las baldosas blancas, con la baera llena de agua ensangrentada. Corre, ve a pedir auxilio, le grit a mi hermana. Pero tena que haberlo notado por su cara, semisonriente y obnubilada, como si se estuviese adormilada. Y sali de casa tal cual. La encontr no s quin y la trajo a casa al da siguiente. Que iba en bicicleta, nos dijeron. Rudy... dijo Eric. Ya lo he superado. No te lo haba contado antes, verdad? Que estuve junto a mi madre yo sola durante horas. Estaba casi tan blanca como las baldosas del cuarto de bao. Y fra, pareca de goma. Cre que si

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la dejaba se morira. Tena un hematoma en la cara, pues se haba cado. Pero la sangre, gotas como monedas, era sangre menstrual. Porque utiliz pldoras y no una cuchilla. Pastillas y vodka. Es que no lo saba? Cmo iba a saber quin la encontrara! Sus hijas, sus nias. Oh, mam. Yo la abrazaba, pensando que habamos invertido los papeles; mi nia agonizaba y yo no poda hacer nada. Se me quebraba la voz. Eric me tom las manos y me las apret hasta que dej de sollozar. Estoy bien le dije. Estoy bien. De verdad. Cuando me hube tranquilizado, le cont lo de la llamada de mi madre de aquella maana. Y as es como me ha ocurrido. Es curioso. Pasan aos y crees haberlo superado. Pero no. Es que no se supera nunca? No lo creo. Me lo tema dije. Pero no tiene por qu ser siempre tan doloroso. Y cmo se consigue? Dudo que sea con el paso del tiempo, porque han pasado treinta aos. Treinta aos, Eric... Y? Le sonre como para que creyese que bromeaba. Es que jams conseguir sobreponerme?

No contaba con que me contestase porque es la clase de pregunta que suele ignorar. Pero estaba claro que lo haba asustado. Por una vez, cuando me tom las manos y me las apret, su cara no reflejaba serenidad. Creo que ya lo has conseguido me dijo muy serio. No te vera si no lo creyese. No me veras? exclam frotndome los brazos. Porque me haba quedado helada. Quiero decir que no seguira con tu tratamiento si no creyese que ibas a superarlo. Pero la verdad es que estoy peor ahora que cuando empezamos. Eric quiere que probemos con la terapia matrimonial. Le he dicho que eso es imposible, pero finge or llover. No lo entiende. Curts no me acompaara nunca a la consulta. Aunque me estuviese muriendo y pudiese salvarme la vida no ira a la consulta de un psiclogo. Bueno, he de irme dije, aunque faltaban diez minutos para que terminase la sesin. Curts me ha dicho que quiz llegue esta noche temprano a casa y le gusta encontrarme all.

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Eric guard silencio. Apret los labios y nos despedimos.

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Captulo 11

Emma
Esto no es cosa de mujeres. Llegu a decirlo, y con la boca grande. Aunque, desde luego, tuve mis razones. Pelar gambas le puede a cualquiera, y pasarse veinticinco minutos inclinada sobre el fregadero, sin ms compaa que la radio, podra llevar a Patricia Ireland, o a quienquiera que sea en estos tiempos, a darse a la bebida. Sin embargo, soy feminista. Forma parte de mi identidad, de mi personalidad, encaja en el talante de una irlandesa, agnstica y demcrata trasnochada. Una solterona. Tericamente estoy por encima de creer que la excesiva dedicacin a pelar gambas, manzanas y guisantes slo merece la pena si los hombres van a venir a cenar. Ah, pero adoro a mis gueeerrls. Estaba pensando en escocs, porque acababa de escuchar la entrevista que le haban hecho en la NPR a un tal Lonnie Mac no-s-qu, que ha escrito una novela de iniciacin a la experiencia, con muchas pretensiones, y lo tratan como si fuese la encarnacin del Segundo Advenimiento. Pero no es envidia, no. En absoluto. Apagu la radio con el canto de la mano y empec a pelar otro montn de gambas. La verdad es que me tomo tantas molestias cuando me toca cocinar para el grupo como cuando vienen a casa matrimonios amigos. Y muchsimas ms molestias que por los hombres en general, que pueden darse por satisfechos con que les prepare el caf por la maana antes de empujarlos a que se larguen cuanto antes por la puerta (educadamente, eso s, porque soy educada). Pero me encanta cocinar para mis gueeerrls. Tres de nosotras rivalizamos para ser la mejor segunda chef (porque para la primera no hay nada que hacer, puesto que Isabel es inaccesible a nuestro talento culinario), y las gambas al curry con guisantes y manzanas es un plato de los difciles. Adems he hecho un pastel. Lo he hecho yo de verdad. Incluso he escrito encima con nata: 2 Aniversario de las Cuatro Gracias. Ese es el tiempo que llevamos, dos aos har este mes, desde que Isabel se not el bulto en el pecho. Dicen que una no empieza a tranquilizarse hasta que han transcurrido cinco aos. Pero, pese a ello, sigue siendo un buen aniversario y lo celebramos de verdad. Las siete y cuarto. Rudy se retrasaba. Le haba pedido que viniese a las siete, porque soy tonta. Conocindola tena que haberle dicho que viniese a las seis y media.

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Termin de pelar las gambas y me ech jabn en las manos, preguntndome por qu hay tantas personas incapaces de quitarse el olor a pescado de las manos sin pensar en Susan Sarandon. No servira de idea para algo...? Hay que ver cmo penetra en nuestra vida cotidiana la iconografa cinematogrfica americana. Algn promotor listillo podra interesarse si soy capaz de echarle bastante sarcasmo. Es mi especialidad. Debe de haber centenares de ejemplos imborrables conexiones psquicas entre, pongamos, silbar y Lauren Bacall; los triciclos y los extraterrestres. Pregunta: Por qu se siente una sexy cuando ve a un tipazo en un sembrado? Respuesta: Harrison Ford, en Witness. De acuerdo, triste ejemplo, pero con todo, debe de haber centenares. Stinks me dije. Demasiado obvio. No cunde. Y una vez dicho, dicho est. Y ese es precisamente el problema del noventa por ciento de mis ideas para las novelas. Pese a ello garabate: Sarandon/limones/ culto en la hoja fijada a la puerta del frigorfico con un imn. Porque nunca se sabe. Son el timbre de la puerta. Encend la luz del porche y vi a Rudy con el resplandor. Estaba muy atractiva con su largo echarpe negro el mismo en que envolvi a Gracia hace ocho aos en el bulevar MacArthur . An sigo con ganas de comprarme uno. Su expresin era abstrada antes de verme a travs del cristal de la ventana. Entonces me dirigi una sonrisa radiante y alegre. Abr la puerta y entraron Rudy, una rfaga de viento helado, cashemere, perfume y... gasolina? No te lo vas a creer. Me he quedado sin gasolina en plena calle Diecisis y nadie se ha parado, nadie me ha ayudado. He tenido que ir hasta Euclid para volver con una lata. Pues vaya broma! exclam. La excusa era de las mejores. Rudy es de una impuntualidad crnica y no le da la menor importancia. Ni se molesta en excusarse. Pero es algo que nunca he entendidodije con cierta timidez. Cmo es posible quedarse sin gasolina? Es que no miras a ver cmo ests de gasolina cuando arrancas? Rudy ignor la pregunta y se ech a rer. Ests preciosa! exclam. Has ido al peluquero, verdad? No soy muy efusiva o, por lo menos, eso me dicen ellas. Pero la abrac, aunque temiendo aplastar lo que llevase en la bolsa de papel que llevaba. S dije. Ya me tocaba. No me lo han dejado demasiado corto, verdad? Ve a ver mi nuevo armario ropero. Es un regalo de Navidad. Y ven a la cocina, que tomaremos algo. Saqu copas, abr una botella de vino y llen un cuenco con cacahuetes mientras Rudy merodeaba por el apartamento, buscando cosas nuevas desde la ltima vez que estuvo en casa.

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Lo has colgado exclam sealando el colage de cocina que me haba hecho para Navidad. Es un buen sitio ah junto a la puerta. Me encanta. Lo dije sinceramente. Me parece una obra maestra: un montaje de piezas de batera de cocina estilo aos cincuenta que forman una cara, con cucharillas por ojos y una mano de mortero por nariz. No s cmo describirlo. Hay que verlo para apreciarlo. Pero cranme, no se puede evitar rer al verlo. Rudy podra ganarse la vida perfectamente haciendo estas cosas. No puedo evitar que me guste tanto ser de verdad duea de una casa le dije pasndole una copa de merlot, que es el que ms le gusta. Me llena de una repelente satisfaccin pequeoburguesa. He vivido en barrios mejores (Georgetown, Foggy Bottom, Woddley Park) pero no eran apartamentos de propiedad, o sea que no cuentan. Mi casern del centro de la ciudad, de principios de siglo, no es una maravilla, especialmente por fuera, y el barrio es de los que llaman conflictivos, con lo que quieren decir que no hay que ser tan imbcil como para salir por la noche sin un rottweiler bien entrenado. Pero es mo. Por los Sloan brind. Por los Sloan. Bebimos a la salud de los antiguos propietarios, que restauraron la casa cuando estaba a punto de venirse abajo y luego se marcharon, al quedar la esposa embarazada y decidir criar a su hijo en una zona residencial. Su psicosis me vino de perlas. Incluso empiezan a gustarme las rejas de las ventanas. Claro dijo Rudy. El hierro forjado es precioso. Todo consiste en separar la forma de la funcin. Y en no ponerse histrica. Ah, amiga... T elegiste vivir en nuestra preciosa e histrica capital de la nacin. A veces hay que arriesgarse. Volvimos a brindar. Bueno dije sentndome en la rinconera y hacindole sitio a Rudy . Cmo fue con Greenburg? pregunt. A veces se adivina cuando ha ido a ver a su psiclogo, porque tiene los ojos hinchados y enrojecidos. Pero aquella noche no. No te tocaba hoy ir a su consulta? S repuso Rudy, y sac dos Winston de un paquete y me ofreci uno. Ha ido bien. Hemos hablado de mi padre. Y eso siempre provoca tensin. Segn Eric no importa pensar que pudo no haberse suicidado. Que pudo no haberse suicidado? Pero lo hizo, no? Eso es lo que siempre me has contado. Lo hizo o no lo hizo?

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Slo digo que cabe la posibilidad de que no lo hiciese. Nadie lo sabe. Para mi familia est claro que lo hizo, pero tambin es posible que simplemente se emborrachase y cayese del barco. No slo era su familia la que crea que se haba suicidado. Tambin lo creamos en el grupo. Nos lo haba contado haca aos, y lo tengo tan vivo en la memoria como la escena de un vdeo casero. Sucedi en el lago de Como, hace treinta aos, cuando Rudy tena once. Puedo ver el cielo azul, el velero blanco y la suave luz marfilea de la anochecida. El padre de Rudy, Alan Aubrey O'Neill, lleva unos pantalones blancos holgados y un jersey blanco tambin. Va descalzo y fuma Camel. Se parece a Joseph Cotten. Apura el vodka que le queda en una petaca con funda de piel. Se sujeta al candelero y se apa. Las gaviotas planean y se lanzan en picado. Escucha durante unos momentos sus speros gritos y aspira por ltima vez la brisa. Luego salta y se zambulle en el fro azul del lago. Ah termina el vdeo. No lo veo chapotear ni boquear, ni tampoco hundirse; ni trato de imaginar su pnico ni sus espeluznantes ltimos pensamientos. Simplemente, el apuesto y aristocrtico padre de Rudy se ha quitado de en medio. Es posible, claro dije quedamente. Beba mucho, no? Oh, Dios... S. De modo que... por qu no? exclam. Tienes razn en que pudo caer por la borda. En cuyo caso todo cambiara. Oh, Rudy aad empezando a hacerme una idea de lo que eso podra significar para ella. O sea que no se suicid. O, por lo menos, es posible que no se suicidase. Y sera una buena noticia, porque si slo fue que se emborrach y no... Es verdad que beba. Pero tambin que era un manaco depresivo. No significa que no estuviese loco, Emma. Ya lo s. Pero aun as... Es slo algo que da que pensar. Eso es todo. S. No es lo importante. De acuerdo dije. Y opt por el humor para aparcar el tema. Apuesto a que Greenburg consigue publicar ms artculos en las revistas especializadas gracias a tu familia que al resto de sus pacientes. Rudy sonri y ech la cabeza hacia atrs para exhalar el humo hacia el techo. Bueno dijo con una tmida sonrisa. Crea estar preparada para confiar en una cosa as, pero parece que no. Por lo menos no soy capaz de verbalizarlo ante los dems. Yo no soy los dems. Rudy tiene unos bonitos ojos grises, como solan decir en los libros sobre amas de llaves inglesas. Repar en su tierna mirada.

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No, desde luego. Dej la copa en la mesa y aadi: En fin... Ojal sea cierto que cogi una cogorza, cay al lago y se ahog. Porque as slo tendra que preocuparme por mi predisposicin gentica al alcohol, la depresin, la drogadiccin y la esquizofrenia paranoide. Pero no al suicidio. No mencionamos a su madre y nos echamos a rer, no porque nos hiciese gracia sino porque era parte de nuestro repertorio teraputico, y tan vital para nuestra relacin como las palabras de nimo, o ms. Con aquello agotamos el tema de la muerte del padre de Rudy. Zanjado. Nos servimos ms vino y pens que deba levantarme y empezar a pelar cebollas. Porque Lee, Isabel y la nueva (Sharon) llegaran de un momento a otro. Pero estaba demasiado a gusto all sentada en la cocina con Rudy, fumando, bebiendo y hablando de la vida; y, como dice un anuncio de cerveza, era probablemente lo mejor del mundo. Yo he tenido un da horrible dije en tono animoso. Y le cont que estaba atascada con un artculo para el Washingtonian, que no tena pinta de poder terminar antes del lunes, que era la fecha tope. Rudy me anim y me dijo que quera estudiar paisajismo. Eran dos aos, y el curso empezaba en primavera. El ttulo poda abrirle la puerta de algn taller de arquitectura, o permitirle establecerse por su cuenta con una empresa de jardinera. Estaba entusiasmada con el proyecto, aunque luego dijo que no era ms que una idea, que lo ms probable era que no lo hiciese porque dos aos era mucho tiempo. Ah, pero podra ser estupendo. Porque a ti eso te gusta mucho. Y lo haras fenomenal. Paisajismo? Te encanta trabajar en el jardn y te encanta dibujar. Es perfecto para ti. No s, no s... Dudo que tenga tiempo. Hay que dedicarle todo el da y muy a fondo. Dudo que... Rudy cruz los tobillos y dej deslizar su estilizada figura por el respaldo de la rinconera. Lo que de verdad hubiese sido perfecto para Rudy era ser modelo. Lo ms probable es que no me decida aadi. Ni siquiera lo hemos hablado. El plural se refera a Curts, claro. Pero ya haba aprendido a morderme la lengua para no hacer ningn comentario que pudiera enojarla. Qu tal est Curtis, por cierto? dije en mi tono ms desenfadado. Bien contest mirando la brasa del cigarrillo. Me ha dicho que te salude. No faltaba ms. Curtis me adora. No te digo! Saldalo t tambin de mi parte correspond con fingida amabilidad. Luego me levant dispuesta a pelar cebollas. Ya haca mucho tiempo que aprend que, por lo que al tema de su esposo se refiere, el nico modo de conservar la amistad con Rudy es

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sonrer, mentir y morderse la lengua. Odio esta especie de acuerdo tcito. Detesto la hipocresa y la falta de franqueza, pero me atengo al acuerdo como si de un voto sagrado se tratase. Qu alternativa tengo? Lo hago por Rudy. Pero no lo hara por nadie ms. La o levantarse de la rinconera. Bueno, Emma, cuntame. Qu novedades hay en el frente Draco? Me qued de piedra. De no ser porque mi cuchillo no tiene filo me habra rebanado un dedo. Tuve que bajar la cabeza para que Rudy no viese que me haba ruborizado. Jo! Esto es ms serio de lo que pensaba. Y en lo que tampoco haba cado era en que ansiaba hablar de l. Pese a todo, no perd la compostura. Poca cosa. Volvimos a tomar caf juntos el viernes. O el jueves. No, el viernes. En la misma tasca del otro da, frente a su estudio. Hablar y nada ms. Hablar. S, de todo un poco. Su hijo, mi trabajo, su pintura. Su esposa. No, en absoluto. Ya hace tres meses que lo conoc. Tres meses. Una tortura. Estoy acostumbrada a que los hombres me atormenten, pero no as. Nos llamamos por telfono y decimos algo as como He tenido que hacer una gestin por tu barrio. Quieres que tomemos caf?, si soy yo quien lo llama, o Acabo de aprender a hacer litografas. Quieres verlas?, si es l quien me llama. Y como a ninguno de los dos nos gusta demasiado el caf, y yo ni siquiera estoy muy segura de saber qu es una litografa, no es exagerado decir que no son ms que subterfugios, aunque inocentes, insoportablemente inocentes. Es como una agona. Rudy se inclin con los codos en la repisa. Su Acqua di Gi aada un toque de distincin al olor a cebolla. Bueno, qu ocurre? Anda, ponme al corriente. Nada. Nada ha cambiado; slo que nos vemos de vez en cuando y charlamos. Somos amigos. Eso es todo. Dej el cuchillo a un lado y vi que me miraba a los ojos. Oh, Rudy exclam. Voy a volverme loca. Ella me sonri con expresin solidaria. Pobre Emma dijo. No puedo soportarlo. Ni siquiera hemos hecho manitas. Pero estoy colada, del todo, y creo que l tambin, aunque dudo que me lo diga nunca. Y nada puede cambiar. Nada podr cambiar nunca.

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Madre ma, cmo ests! exclam Rudy con cara de preocupacin. Al rodearme la cintura con el brazo sent el estpido impulso de echarme a llorar y me apart. Estoy bien ment. No saba si desahogarme del todo (aunque la verdad es que no haba nada que decir) o reservrmelo. Lo que en realidad prefera era conseguir olvidarme de l y comentrselo despus a Rudy; decir: No te lo vas a creer pero estaba coladsima por el tal Mick. Te acuerdas de l? Si te hace sufrir quiz sera mejor que dejases de verlo dijo Rudy. No me hace sufrir. Por lo menos no siempre dije porque era cierto que el sufrimiento alternaba con la euforia. S que he de dejar de verlo. Pero Lee da una fiesta e invita a Mick y a la encantadora Sally. Ya van dos veces que los invita... Pues has de contarle a Lee quin es Mick. No puedo hacerlo. Es demasiado tarde. He aguardado demasiado. De modo que aunque trate de no verlo, he de verlo. Creo que voy a perder la cabeza. Y l es... Llamaron a la puerta. Mierda dijimos al unsono. No importa. Estoy bien, de verdad. Ya te lo acabar de contar luego. Escucha dije retrocediendo hacia el vestbulo, no digas nada, ni su nombre ni nada, ya sabes... Rudy puso cara de sentirse insultada. Eso me provoc una risa nerviosa y volver a ruborizarme. No importa... Estoy como una cabra, Rudy. Oh, Dios mo. El caos preside los primeros veinte minutos de toda reunin de mujeres, mientras se abrazan, se besan, se sirven vino y tratan de encontrar una tabla de cocina, un cuchillo, se disputan el fregadero, se enteran de las novedades que cuenta cada una todo al mismo tiempo y todo, salvo en el caso de Lee, en cocinas del tamao de un cuarto de bao grande. Te has hecho un peinado precioso, Emma. Este queso es buensimo. Es brie? Puedo ducharme? Vengo de clase de ballet. Isabel, pon el arroz en el microondas, quieres? Necesito todos los fogones. Y que nadie me hable mientras preparo las gambas, necesito cinco minutos de sosiego y concentracin. Bah... No me ducho. Es muy mandona cuando cocina. Todo esto me encanta. Cocinar algo apetitoso para mis amigas, escuchar sus bromas y rer con ellas; preguntarles qu tal estn, aportar

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alguna bomba de mi cosecha de vez en cuando. Es cuando mejor lo paso. Vino, queso y nuestras charlas. Si pudiese incluir el sexo en todo esto lo tendra todo. Son el telfono. Puede responder alguien? dije, porque estaba en el momento crtico de la preparacin de la salsa de crema de leche y mostaza, que es muy delicada. Se puso Lee. S?... Ah, hola, Sharon. No; soy Lee. No? Pues s que lo siento. Lo saba musit Rudy. No me cay demasiado bien dije. Lee me mir con cara de pocos amigos y se llev el telfono al saln. No. Primero se depila las cejas y luego se las pinta. No te digo! Pero le suelen durar ms de dos reuniones. Todo un rcord. Lee regres junto a nosotras con cara de circunstancias. Otra que muerde el polvo dijo sentndose en un taburete. Qu les hacemos? aadi con fingido abatimiento. Rudy y yo nos echamos a rer. Lo digo en serio. Es la tercera en... cunto tiempo? Unos dos aos. Bueno, ya saba yo que no iba a durar. Y yo me secund Rudy. Te ha dicho por qu no va a venir? pregunt Isabel. Porque no tiene tiempo. Ya. Ah, yadijo Rudy. Y qu ms ha dicho? Nada. Slo que esperaba que tratsemos los temas ms a fondo. Temas? Por favor... exclam con desdn. Las mujeres en el trabajo. El posfeminismo en una poca de preliberacin. Darle autenticidad a la vida. Hacer compatible el trabajo y la familia en un... No le has dicho que ya hace aos que dejamos de tratar temas sistemticamente? interrumpi Isabel. S, pero... Temas dijo Rudy. Hablar de temas concretos es lo que hacen las personas cuando no se conocen bien. Hablar de temas concretos es lo que les gusta a los hombres dije. Lee mene la cabeza y nos mir con cara de decepcin. Supongo que ha de ser difcil para cualquiera integrarse en un grupo como el nuestro dijo Isabel.

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Sharon haba sido uno de los descubrimientos de Lee, e Isabel no quera que se sintiese mal. Formamos un grupo muy slido prosigui Isabel. Es inevitable que toda recin llegada se sienta como una extraa, por mejor que la acojamos. Pues... no veo por qu dije, pese a ser consciente de que Isabel tena razn. En realidad quera que siguisemos comentndolo. No creo que sea porque somos aburridas, verdad? aad mirando a Rudy. Os acordis de la calva? De aquella especie de punky de mediana edad. Cmo se llamaba? Moira, y era simptica dijo Rudy a la defensiva, porque fue ella quien la invit a formar parte del grupo. No he dicho que no lo fuese. He dicho que era calva, como una bola de billar. Cunto hace que formamos el grupo? pregunt Isabel para atajarme. Cada cuatro o cinco reuniones siempre hay alguien que lo pregunta. Lee sabe la respuesta y todas reaccionamos con expresin de incredulidad. En junio har diez aos contest Lee. Diez aos! Dios mo! Quin iba a decirlo! Por nosotras! dijo Rudy levantando su copa. Por nosotras brindamos todas. Mientras bebamos pens dos cosas: Qu afortunadas somos! Y ojal dure siempre. Bueno... maana le harn a Henry el tercer anlisis de esperma dijo Lee. Hasta ahora no ha resultado nada... consistente. A ver si esta vez s. Que su esperma no es consistente? Ah, pues si no es consistente no me gusta dije riendo. Me refiero a los resultados. Despus del primero dijeron que tena pocos espermatozoides; y despus del segundo que era normal. La morfologa result normal en el segundo, pero anormal en el primero. Y en ambas pruebas la motilidad fue del grado II, que significa lenta y sinuosa. A qu se refieren con la morfologa? pregunt Rudy. A la forma de los espermatozoides. Si el espermatozoide es demasiado irregular, podra no encajar en el acrosoma, que es el paquete de enzimas de un extremo que lo ayuda a penetrar por la capa del vulo.

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Vale, que estoy comiendo dije por alegrar el tema. Las batallas de Lee contra la infertilidad hace ya dos aos que duran, casi la mitad del tiempo que lleva casada, y empiezan a obsesionarla. Estoy tan acostumbrada a que ella sea la alegre, la equilibrada y la competente del grupo que se me hace cuesta arriba verla porfiar y perder siempre. Hay personas que se salen siempre con la suya de un modo casi insultante, y una no puede evitar cierto cosquilleo de satisfaccin cuando algo se les tuerce. Por lo menos eso me pasa a m. Pero no con Lee. Tiene un trabajo fabuloso, mucho dinero, un cielo de esposo que la adora. Hace casi diez aos que la conozco y en mi opinin merece todo lo que tiene. No me gusta verla decepcionada. Nunca. Es ms, me duele. Hace un par de reuniones, durante sus quince minutos nos dijo con lgrimas en los ojos lo mucho que anhelaba tener un hijo. Eso es todo, pero no pude soportarlo. Tuve que levantarme e irme a la cocina. No poda mirarla. Bueno... Por lo menos despus del anlisis de maana sabris algo ms dijo Isabel. Lo peor es siempre la incertidumbre. Desde luego asinti Lee, y se ech el pelo hacia atrs con los dedos. Un cambio de tema a cargo del lenguaje corporal. Lee apenas llega al metro sesenta, es menuda y delicada, pero nada frgil. Juega a golf y tenis, nada, baila actividades fsicas de la clase alta y lo hace todo bien. Una noche, despus de haberme pasado un poco con los gin-tonics la desafi a que echsemos un pulso. Y me aplast el puo contra la mesa casi sin enterarme. Bueno, yo ya estoy dijo ella risuea. Ahora te toca a ti, Rudy. Eso es todo? Que el trabajo te va bien, que tus padres te atosigan y que a Henry le hacen un anlisis de esperma maana? Pues s, eso es todo repuso Lee sonriente. O sea que as tienes veinte minutos y estoy segura de que los utilizars. Rudy se ech a rer. De acuerdo. Veris, ltimamente dijo Rudy inclinndose hacia Lee y tocndole la mano Curtis y yo hemos estado pensando... Pues que hemos decidido que quiz haya llegado el momento de que vayamos por un hijo. Rudy lo dijo mirando a Lee pero no a m. Me un a las sorprendidas exclamaciones de buenos deseos, pero por dentro me qued helada. Mientras no tuviesen hijos, la inevitable ruptura de su matrimonio slo hara dao a dos personas, y a m slo me importaba una de ellas. Oh, no, un hijo no. Desde el otro lado de la mesa Isabel me dirigi una velada mirada. Estaba pensando lo mismo que yo. Su opinin sobre Curtis Lloyd es ms suave y gentil que la ma, pero cuando la presiono convenimos en lo esencial: es un imbcil.

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Le he dado muchas vueltas antes de decidirme a decroslo le estaba diciendo Rudy a Lee, pero me ha parecido peor ocultrtelo, como si no te creyese capaz de digerirlo... Qu va! Me alegro de que me lo hayas dicho. Y me alegro muchsimo por ti, Rudy. Pero luego me he dicho: Y si me quedo encinta? Cmo voy a ocultrselo entonces? Se echaron a rer y empezaron a bromear diciendo que poda dar al nio en adopcin a una familia gitana para que lo criase en secreto. No estaba segura de si Lee finga o no. Pero si alguien en su situacin poda alegrarse de que Rudy pudiese tener un hijo era Lee. Por otro lado, Lee es humana y el momento no pareca muy oportuno. Si Rudy se queda encinta es inevitable que a Lee le duela pensar que ella no pueda. Me levant por ms pan y cuando regres Rudy estaba hablando de su proyecto de estudiar paisajismo. Yo no abr la boca y dej que Lee e Isabel la animasen a hacerlo. Pero creo que no lo va a hacer. El ao pasado se entusiasm con un trabajo de asesora de una sociedad dedicada a la compra de obras de arte, para una de las grandes empresas de la ciudad, no s si era una inmobiliaria o una empresa de gestin de franquicias. No lo recuerdo. Sera un milagro que lo consiguiera porque abandon la carrera de bellas artes cuando lo nico que le faltaba para acabar era su tesis de licenciatura. Pero era bueno verla interesarse por todo, y por eso la animamos a que lo hiciese. Al final ni siquiera lo intent. No lleg a enviar el curriculum. Oh, Rudy, por qu no?, le preguntamos. Porque la habra obligado a viajar mucho. Y bien? Pues que Curts no quera. No puedo soportar a ese retorcido paranoico. Cuando me toc hablar les cont una historia bastante divertida acerca de una cita a ciegas que tuve en Nochevieja (que, cranme, no fue en absoluto divertida mientras la tuve). Lee ri de tan buena gana que tuvo que sacar unos kleenex para limpiarse las lgrimas. Oh, Emma, eso no tiene precio exclam, dnde encuentras a esos hombres? Soy como un imn de ligues. Se me pegan como soldaduras de plomo. No sabis la suerte que tenis vosotras. En fin... ya he contado lo mo. Ahora le toca a Isabel. No tengo ms que contar, salvo que he de entregar el lunes mi colaboracin al Washingtonian. As que ya est. Vamos, Isabel... Un momento. No tan deprisa me ataj Lee. Y lo de ese casado? No hay novedades? Hace un par de semanas, en un momento tonto, comet el error de hablarle de Mick a Lee e Isabel. Pero no mencion su nombre ni les di detalles que pudiesen identificarlo. Slo les dije que vea de vez en cuando a un hombre casado, y que no tenamos relaciones pero que estaba empezando a volverme loca por l. Esto trivializa mis sentimientos pero

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supuse que el grupo me conoce lo bastante bien para descifrar mis cdigos autodefensivos. El caso es que me sincer, no pude evitar desahogarme. Pero no me aport ningn alivio ni satisfaccin ya que no poda entrar en detalles escabrosos. Lee va a clase de ballet con Sally y Henry est intimando con Mick. De modo que se ha formado un buen lo, o mejor dicho me lo he formado yo. De modo que les dije que era alguien de mi trabajo, algo que hay que reconocer es en cierto modo verdad. O sea que no dije, nada nuevo en el caso del hombre casado. Has dejado de verlo? Me lo encuentro de vez en cuando. Y slo hablamos. Significa que an sigues interesada por l? Mira... Es algo imposible dije sonriente. Me encog de hombros y juguete con los cubiertos. Lee capt el trasfondo. De acuerdo dijo. Porque ltimamente no hablabas de l. Pero ests bien, no, Emma? Claro que s. Estoy perfectamente. Si no hablo de l es porque no hay nada que decir. De acuerdo. De acuerdo dije riendo. Rudy me dirigi una mirada adusta pero la ignor. Y bueno, Isabel, qu tal te van las clases? Estupendamente. Me han puesto un notable en el examen final sobre problemtica familiar. Vivas y palmadas en la mesa. Isabel terminar por acabar la carrera de ciencias sociales. Aparte de esto... Aguardamos expectantes, pero Isabel se limit a menear la cabeza y sonrer. Pareca especialmente sosegada aquella noche. Lo not. La mir con mayor detenimiento. Cada vez me da la impresin de estar ms joven y bonita. Durante la poca en la que le estuvieron aplicando quimioterapia se le cay bastante el pelo, pero ya lo tena muy canoso. Sin embargo, al volver a crecer le ha salido ms suave y lozano, como el de una jovencita. Y le queda bien, no resulta incongruente o demasiado juvenil, porque en su sereno rostro apenas hay arrugas. No obstante, no da la impresin de placidez sino de serenidad. Su natural sosiego me recuerda ms al de los santos medievales que a los estudiantes de ciencias sociales. Pero lo cierto es que no me recuerda a nadie. Porque Isabel es nica. De verdad no tienes nada nuevo que contar? la urgi Lee. Pues no. Apenas nada. Y tu vecino? Y no tenas que ir al mdico? He pensado en Gary dijo Isabel. O, ms exactamente he estado pensando en la infidelidad y el perdn. En la infidelidad sexual, en lo

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distinta que es en los hombres y en las mujeres. Para nosotras es imperdonable. Para ellos... no significa nada. No para todos los hombres la corrigi Lee. No. Lo dijo con tal suavidad, y le toc el brazo a Lee con tal delicadeza que, al reparar en el enorme afecto que se tenan, sent celos. Es verdad. No para todos los hombres reconoci apoyando el mentn en las manos entrelazadas. He pensado en Gary ltimamente repiti y os contar algo acerca de su ltima novia. Te refieres a Betty Cunnilefski? preguntamos con una risita, como siempre que sala a colacin el nombre de Betty. No. Betty fue la primera. O por lo menos la primera de que me enter. Hubo otras. Otras? En plural, Isabel? exclam mirando a Rudy, que pareca tan sorprendida como yo. Lee guard silencio porque ya deba de saberlo. Y por qu no nos lo has contado antes? exclam Rudy leyndome el pensamiento. Es que... repuso Isabel encogindose de hombros con expresin de impotencia. Porque no os lo quera decir... hasta ahora. Te resultaba embarazoso? teoriz Rudy. No... O quiz s. En parte. No es fcil reconocer haber querido a un hombre que te ha sido infiel durante los veintids aos que has vivido con l. S, pero... Creo que he tenido que aguardar a ser capaz de perdonarlo para podroslo contar. Perdonarlo? Perdonar a ese cabrn? Mira, Isabel, ya se pas con aquella zorra cunnilingual. Por cuntas ms habrs de perdonarlo? Yo despotricaba interiormente contra Gary pero tambin estaba furiosa con Isabel, por habernos ocultado aquel pequeo detalle acerca de su vida. Y ella lo not. Alarg la mano hacia m desde el otro lado de la mesa. Era un asunto demasiado desagradable. No habra servido de nada contarlo antes. Slo me habra producido ms amargura. Vamos, mujer! De verdad no te das cuenta de que no me habra ayudado en nada? Habra acentuado mi rencor. Ya. Has esperado hasta conseguir el equilibrio; el equilibrio csmico. No hace falta que digas ms. Isabel me dirigi una mirada comprensiva.

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No te enfades. Cada cosa tiene su momento. Y an no haba llegado el momento adecuado para controslo todo acerca de Gary y de m. Ahora es distinto. Muy bien dije sonriente. No iba a enfadarme con ella y opt por no replicarle que para contrselo a Lee s que le haba parecido que era el momento, haca mucho tiempo. Pero decrselo as habra sido tanto como reconocer unos celos infantiles, una de mis fallas de carcter que prefiero no poner demasiado en evidencia. Rudy intervino para romper la embarazosa pausa que se produjo. Y qu tal esa ltima zorrita, Isabel? Se llamaba Norma y no era precisamente una zorrita. Era contable, otra de las conquistas de Gary en la oficina. Despus de lo de Betty siempre notaba cundo estaba acostndose con otra. No pude callarme. Por Dios, Isabel! A cuntas se ha tirado? Gary Kurtz? Me pareca inimaginable. Es de esa clase de tipos achaparrados de mediana edad, barbudo, una especie de Pap Noel pero sin la cordialidad que aquel irradia. Un chupatintas que trabaja en un organismo del Departamento de Comercio, realizando una tarea tan gris que ni siquiera recuerdo lo que es. No lo s contest Isabel, y me mir con las cejas arqueadas y una expresin severa, poco habitual en ella. Slo s que la ltima no iba a dejarlo. De modo que fui a verla. Todas ahogamos una exclamacin de sorpresa. En serio? Fuiste a verla? Busqu su nmero de telfono en la gua: Norma Stottlemeyer. Vive en un apartamento en Colesville Road. Y cmo sabas su apellido? Me lo dijo Gary. Nunca neg nada. Eso debo reconocrselo. Nunca me minti. Pues a m eso me parece an peor dijo Lee visiblemente indignada. Un sbado por la maana, aprovechando que l estaba en casa le dije que iba a Safeway. Y fui en el coche hasta Silver Spring, uno de esos bloques ajardinados que hay junto a la carretera en Colesville. Muchos nios jugando en el parque, juguetes de plstico por todas partes. Me horroric al pensar que poda destrozar su familia. Pero tena preparada una excusa por si me abra la puerta un hombre, o un nio: que recaudaba fondos para la leucemia. Buena excusa.

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No del todo. Porque no tenas nada que te identificase seal Lee, siempre prctica. Bueno, el caso es que fue ella quien abri la puerta. Llevaba un albornoz rosa de toalla. Pero ya antes de entrar comprend que viva sola. No s... enseguida me dio esa impresin. Qu edad tiene? Veintitantos; menos de treinta. Menuda cabrona! Qu aspecto tena? Era temprano y la pill desprevenida. An no se haba arreglado. Rudy y yo meneamos la cabeza y nos miramos con expresin de incredulidad. La buenaza de Isabel tena la delicadeza de justificar el aspecto de la zorra que se estaba tirando a su marido. O sea que es fea? dije. No, fea no. Pero no estaba muy atractiva. No me pareci nada sexy ni interesante. Muy corriente. Cuando le dije quin era se qued blanca. Cre que iba a desmayarse. O sea que no lo saba, no? S, saba que l estaba casado, pero fue la sorpresa de verme lo que la desconcert. Retrocedi un poco como para invitarme a entrar y enseguida comprend que nuestra conversacin no iba a degenerar en ningn drama. No estaba agresiva. Astuta, la muy cerda. Su apartamento pareca amueblado y decorado con trastos de segunda mano. Esa fue la impresin que me dio. Seguro que te habra inspirado para escribir algo divertido, Emma dijo Isabel, y lo interpret como un cumplido. Me hizo pasar hasta la cocina, no al saln. Se oa msica procedente del apartamento contiguo. En la repisa tena un bol con sopa, por la mitad. O sea que haba desayunado sopa. Alubias y beicon. Sonri de medio lado, con una mueca entre amarga y pensativa, y prosigui: Tena uno de esos soportes de especias de seis frascos encima de la cocina; frasquitos etiquetados. Compraba especias, las echaba en los frasquitos y les pona etiquetas: canela, pimienta, ajo en polvo, etc. Slo tena seis. Isabel nos mir entre compadecida y perpleja. Pero no s qu le pareca ms pattico, el hecho de que Norma etiquetase las especias o que slo utilizase seis. Y en la puerta del frigorfico haba unos gatitos esmaltados e imantados. Tenan msica. Al retroceder y tocar la puerta se le cay un gato y se puso a cantar: Eres el sol de mi vida. Me ests matando, Isabel dije muerta de impaciencia. Ve al grano la apremi Rudy.

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Como vi que ella no iba a abordar el tema le dije que quera ver qu clase de persona era; o sea, la pura verdad, porque a eso exactamente haba ido, a verla, a tratar de entender qu era lo que Gary encontraba tan atractivo. Pero ella lo interpret como un reproche y rompi a llorar. Ay, Dios. Y t qu hiciste? Pues llorar tambin. En serio. Nos dimos la espalda, nos llevamos las manos a la cara y lloramos a moco tendido. Yo me limpi las lgrimas con un pauelo y ella con una servilleta de papel. Qu cuadro! exclam Rudy, que tuvo que dominarse para no rer. Y a partir de ese momento perd inters en la visita. Resultaba una enemiga tan digna de lstima que no poda odiarla. Pero por primera vez sent desdn hacia Gary. Slo un intenso desdn. Gary es un cerdo dije. Norma dej de llorar y dijo que lo senta, que lo senta mucho y que dejara de verlo. Le pregunt si estaba enamorada de l y me contest que s. Esboz una sonrisa y aadi: Pero no creo que sea verdad. Y tambin creo que ella se percat de ello en ese momento. Le dije que no me importaba que lo siguiese viendo o que dejase de verlo, porque yo lo iba a dejar. Y que quiz ella debera hacer lo mismo. Muy bueno dije dando una palmada. Despus volv a casa y le dije a Gary que habamos terminado. Mi nico error fue que... Dejarlo en lugar de echarlo se adelant Lee a terminar la frase que adivinaba. Y todas asentimos. Aquel gesto tan digno le cost a Isabel quedarse sin la casa en el acuerdo de divorcio al que llegaron. El cerdo de Gary sigue viviendo all, con el lujo propio de las urbanizaciones de la zona; sigue cortando el csped, mientras Isabel ha de resignarse a vivir en un exiguo apartamento de un solo dormitorio en una srdida calle de AdamsMorgan. Isabel contrajo cncer de mama dos aos despus de dejar a Gary, que demostr la clase de persona que es intentando dejarla sin su pliza de la Seguridad Social. Isabel interpuso recurso y lo gan, pero era una batalla que pudo ahorrarse en un momento de su vida tan doloroso para ella. Creo que ms que por sus excesos de mujeriego detesto a Gary por haberle hecho aquello. La verdad es que no s por qu os lo he contado dijo Isabel meneando la cabeza. Porque lo cierto es que haca siglos que no pensaba en Norma. Es una triste historia dijo Rudy. Todo empez cuando has comentado que ltimamente has estado pensando en el tema de la infidelidad le record Lee. S, pero sin ninguna razn en especial.

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Fueron figuraciones mas, impulsadas por el sentimiento de culpabilidad, o realmente me mir entonces Isabel? Fue una escrutadora mirada para ver si haba captado yo el mensaje? Porque tambin yo haba pensado mucho ltimamente sobre la infidelidad. No s si sera capaz de cometer adulterio. Pero si haba tratado de insinuarme algo, lo hizo con suma inteligencia. Me conviene tener en cuenta que si llego a mantener relaciones con Mick Draco no me diferenciar de las Norma Stottlemeyer de este mundo ms que en los muebles de segunda mano. Isabel apoy los antebrazos en la mesa y se inclin hacia adelante. con que con qu La verdad es que... lo dicho: no s por qu os lo he contado dijo tono suave pero firme. En el fondo lo que quera que supieseis es le he perdonado. Hice un ademn desdeoso pero Isabel me ataj otro y prosigui: No, escuchad, que es importante. Nadie sabe por hace un hombre lo que hace... Pero Isabel... hay normas que... Repiti el mismo ademn, aunque ahora con mayor energa. Y me call. Nadie sabe por qu determinada persona acta como acta. Por lo menos no sabe todas las razones, ni todo lo que la ha impulsado a ello, ni de qu armas dispone en su interior para combatir la tentacin. Nunca podemos saberlo. Todo lo que pretendo deciros es que la vida es demasiado corta. Muy corta, y no puedo malgastar la ma con el resentimiento. Perdonar no implica debilidad, ni tampoco que una carece de criterio moral. Buda deca que desear vengarse es como escupirle al viento, que te devuelve el escupitajo. Isabel separ las manos en actitud beatfica. Pareca un ngel iluminado por el resplandor de las velas que olan a vainilla. Creo que es cierto que todos somos uno dijo sonriendo con timidez, consciente de lo grandilocuente que poda sonarle aquello a alguien pongamos como yo. Pensar slo a ttulo individual es un espejismo. Si perdono a Gary me perdono a m misma. Pero olvidas el pequeo detalle de que no hiciste nada que tengas que perdonarte terci, ms que nada por romper el silencio. La triste sonrisa de Isabel vena a decir que yo no acababa de entenderlo, pero que eso no disminua en nada el cario que me tena. Me levant a hacer caf. Reduje la luz para servir el postre (un pastel con velitas que haba hecho Isabel). Una pequea obra de arte. Y cantamos: Porque es una chica excelente, porque es una chica excelente... Y ella sopl las velas. Tena que haber trado la filmadora se lament Lee. Estoy muy orgullosa de ti aadi mirando a Isabel y besndola en ambas mejillas. Y yo tambin dijo Rudy inclinndose para abrazarla. Me alegro mucho de que al fin decidas hacer algo por ti. Estoy segura de que en adelante todo te ir mejor.

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Claro que sdije. La segunda mitad de tu vida ser maravillosa. Por la segunda mitad de la vida de Isabel! dijo Lee, e hicimos un brindis de lo menos ortodoxo, con tazas de caf, copas de agua y de vino. No cre que Isabel pudiese decir nada, tan abrumada estaba. Y casi me hizo llorar. El azul de sus ojos brillaba. Por nosotras! dijo sin embargo. Por nosotras! la secund. Y por que vivamos eternamente! aad con mi brindis favorito. Rudy se qued cuando Lee e Isabel se marcharon. Fui a ponerme el abrigo y salimos al porche a fumar y contemplar la Luna. En mi barrio una tercera parte son negros, otro tercio son blancos y el resto hispanos. Y me gusta que as sea. Refleja la realidad. Aunque a veces resulta demasiado real, como cuando las sirenas de los coches patrulla y las radios de la polica te despiertan a las cuatro de la madrugada; lees que han robado en la casa de la esquina o te topas con un camello frente a la tienda de comestibles. Con todo, me gusta la mezcla de razas y clases sociales. Adems casi todos somos respetuosos con la ley y no tratamos ms que de salir adelante. Aquella noche fue apacible, con una tranquilidad realzada por la luz opalina que flua de las ventanas de mis vecinos. No sala nadie ms que a pasear al perro. Isabel estaba muy tranquila, no crees? Salvo cuando ha contado lo de Norma me dijo Rudy. No me he fijado. De verdad crees, Emma, que a Lee no le importa que Curtis y yo busquemos un hijo? Supongo que ha de ser duro para ella no poder tener hijos dije con todo el tacto que pude. Aunque quiz no sea an consciente de ello. Creo que a ella y a Henry les espera una temporada difcil. Rudy suspir y yo segu con la mirada mi aliento condensado en el aire como plateados jirones. De modo que buscis un hijo, no? Pens que Curtis no estaba por la labor. Me dirigi esa mirada tan festiva y maliciosa que utilizamos ambas cuando hablamos de l. No lo estaba, pero lo he convencido. En el nuevo trabajo de que te habl ganar ms del doble. Y eso slo para empezar. Ya estn casi de acuerdo para firmar. Con dos socios, no? O sea que tendr bufete propio. Perfecto. S. De modo que el dinero no ser problema. Y era por el dinero por lo que no quera? Prcticamente. No sabes la ilusin que me hace, Emma! No he querido exteriorizarlo para no herir a Lee. Pero te imaginas? Ser madre!

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Y qu opina Greenburg? pregunt salindome por la tangente. Aspir nerviosamente el humo del cigarrillo y tir la ceniza por la barandilla del porche. No me lo dir. Se limita a preguntarme lo que opino yo dijo risuea. Probablemente no lo ve bien. Bueno, pero no puedes condicionar tu vida a lo que opine tu psiclogo dije, aunque a veces pienso que no sera tan mala idea. Siempre trato de sonsacarle, de un modo un tanto sinuoso, qu opina Greenburg de Curtis. Pero Rudy nunca me lo dice. De modo que o bien ella sabe esquivarme muy bien o Greenburg la sabe esquivar muy bien a ella. Aunque no estoy demasiado segura de querer que Greenburg la desilusione acerca de Curtis. A veces creo que debe de seguir la misma tctica que yo, que se traduce en no hablar mal de Curtis para no herir a Rudy. Por supuesto que no. Ni puede una posponer tener un hijo hasta estar en perfecta salud mental. Me habr muerto cuando est cuerda! Bueno, pues espero que sea nia y se parezca a ti, no a Curtis brome. Ella se rode los hombros con las manos, riendo. Le brillaban los ojos con expresin esperanzada. Y entonces comprend lo mucho que deseaba un hijo. Dentro de nueve meses podra ser madre, Emma dijo mirando la luna. Se estremeci de fro. Ojal repuse sinceramente. De verdad, y creo que ser maravilloso. Gracias. Significa mucho para m que te alegres. Bueno, ya es tarde. He de irme. Me abraz con fuerza y yo le devolv el abrazo con menos vigor. Se le haba olvidado preguntarme por Mick. Y estoy tan afectada por este asunto que no me sent con nimo de sacar el tema. De verdad te has de marchar ya? Slo son las once. Una indirecta directsima: Anda, qudate un rato ms y pregntame por ese hombre que me tiene tan obsesionada. No, de verdad, he de irme. A Curtis no le gusta que conduzca de noche dijo empezando a bajar las escaleras del porche. Quieres que lo llame y le diga que vas de camino? No hace falta. Llevo el mvil dijo dando una palmadita en el bolso . Gracias por la cena. Ha estado todo estupendo. Quieres que vayamos al cine el lunes? Estoy segura de que se me ilumin la cara. Claro. Te llamar el domingo por la noche.

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De acuerdo. Buenas noches, Emma dijo lanzndome un beso al aire. Rudy haba aparcado media manzana ms arriba, pens, al verla saltar la franja de hierba entre la acera y el bordillo con la pericia de un washingtoniano experto en cacas de perro. Despreocupacin, ensimismamiento, negligencia, espera una de las amistades corrientes, pero no de tu mejor amiga. De tu mejor amiga esperas la perfeccin. Quieres que te lea el pensamiento. Aparcar en mi calle es una pesadilla. El coche que estaba detrs del Wrangler de color caqui de Rudy la haba encajonado. Tuvo que maniobrar atrs y adelante por lo menos diez veces hasta conseguir sacar el morro. Al arrancar, le pas rozando un coche a toda velocidad, total, para ir a detenerse a menos de veinte metros casi enfrente de casa. Se me encogi el corazn y empec a correr hacia mi puerta cuando repar en el coche, un Volvo station wagon, y en quin bajaba del coche: Lee. Rudy y yo la abordamos casi a la vez. Qu ha ocurrido? Dnde est Isabel? Qu ha pasado? Estaba llorando, sin habla. Tuve que zarandearla. La he acompaado a casa... y me lo ha dicho, aunque me ha pedido que no lo diga. Qu? El cncer. Oh, Dios mo! Lee trag saliva. Le temblaba la mano. Se le ha reproducido. El mdico est casi seguro. Pero le han de hacer otro escner. Lee se desmoron. Rudy la abraz. Yo las rode a ambas con los brazos. Y nos quedamos all en la calle, como si se nos escapara la vida. Se acerc un coche e hizo sonar el claxon. Vamos dije yendo hacia el coche de Lee, que lo haba dejado en marcha. Conduce t, Rudy. Adnde? A casa de Isabel? Adnde si no? Pero... es que me ha pedido que no os lo dijera dijo Lee llorosa. Se supone que no os lo he dicho! grit. Yo la mir con fijeza. De acuerdo dijo ella, algo ms rehecha. Vamos.

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Captulo 12

Isabel
Recuerdo buena parte de mi juventud de un modo borroso, con grandes lagunas, como si peridicamente hubiese contrado amnesia, igual que se contrae el sarampin y la varicela en la infancia. Pero la noche en que me desilusion de mis padres la tengo tan viva en la memoria como si hubiese sido ayer. Yo tena ocho aos. Lo recuerdo porque lo marqu en mi memoria como la pgina de un libro con una seal, consciente de que algo importante haba ocurrido. Tengo ocho aos, pens. Acabo de comprender algo de pap y mam. Fue en Marshalltown, Iowa, al anochecer de un da de invierno. Recuerdo las llamas de los quinqus que siseaban en el saln y el olor de un radiador; el sonido de la pgina de un libro al volverla y luego la seca y forzada tos de mi madre. Baj con sigilo por la escalera y me detuve a mirar a mis padres apoyada en la barandilla. En nuestra pequea casa no haba sitio para un despacho y mi padre escriba sermones en el saln, sentado en su silln Morris, utilizando los anchos brazos a modo de escritorio, con su cuaderno de notas a un lado y la Biblia en el otro. Estaba sentado con los pies apoyados en un taburete, con un codo apoyado en una rodilla y la frente en el carpo de la mano. Lentamente, sin interrumpirse, redactaba el seco e inefablemente aburrido sermn que pronunciara en un fro monlogo el domingo siguiente en la capilla de la Iglesia Evanglica Luterana de la Concordia. Al otro lado de la trenzada alfombra azul de forma ovalada, junto a una lmpara de pie de bronce a la luz de una bombilla de 60 vatios, mi madre daba cabezadas con una gruesa tela en el regazo quiz una cortina o alguna de las fnebres vestiduras de mi padre. Frunca ligeramente el ceo a cada puntada y se le relajaba un poco la frente al tirar del hilo hacia arriba. No sonaba msica, no haba televisin ni radio. Ni conversacin. Mis padres estaban uno frente al otro pero de perfil, tan mudos e inmviles como estatuas. En aquel momento comprend aunque naturalmente sin saber la palabra el significado del ensimismamiento. Y la futilidad de esperar que algo pudiese cambiar, por lo menos all, en aquella estancia. Reinaba el silencio, un silencio saturado. No poda haber la menor comunicacin entre ellos, entre nosotros. Mi padre hablaba ms los domingos en la capilla que durante el resto de la semana en casa. Y esto es lo que

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comprend y lo que me salvara: Algo malo ocurre. Las dems personas no son as. Pasmada, acab de bajar la escalera, me acerqu a mi madre y me qued de pie junto a su silla. Me hizo un gesto, no s si asinti con la cabeza o se encogi de hombros, pero ni alz la vista para mirarme ni me habl. Llevaba un jersey de lana color tostado, una blusa tono mostaza, calcetines blancos hasta la rodilla y pantuflas. Tena cincuenta y tres aos. Me recost en su dura y tensa espalda, observando sus cambios de expresin, pensando en lo gris que tena su pelo ondulado. Al arrimar mi brazo al suyo me mir sobresaltada. Qu pasa? me pregunt, y me toc la frente con la mano, fra y huesuda, para ver si tena fiebre. No supe qu contestarle. Poda haberle dicho que no me encontraba bien, como haba hecho otras veces. Yo era una nia inteligente, que no dudaba en fingirme enferma para que me prestasen atencin, aunque lo cierto es que tambin era algo hipocondraca. Pero aquella noche fue distinto. Aquella noche me hice mayor. Nada dije, y me alej. Mi padre no dej de escribir ni levant la vista. Y en aquel momento me decepcionaron, perd toda esperanza. Qu lgubre suena esto. Pobrecita de m. De hecho, no fue tan duro. Fue mucho mejor desilusionarse claramente, creo, que ansiar y anhelar y albergar falsas esperanzas de una proximidad que nunca se producira. Mis padres no eran monstruos. Nunca los he odiado. Aos despus, cuando mi padre agonizaba, lo velamos con mi madre y mi hermana junto a su cama del hospital, tan inexpresivo y mudo como siempre. Te quiero, pap, le dije una vez (slo una vez). En aquel momento an estaba consciente. Me mir con sus plidos ojos azules y parpade. Se humedeci los labios con la lengua y cre que iba a decir algo. Pero no. Slo asinti levemente con la cabeza. Y pens que quiz crey que con eso bastaba para que lo entendiese. Puede que durante todos aquellos aos lo hubiese dado por sentado y creyese innecesario verbalizarlo. Quiz. Mi hermana es igual que ellos. Apenas la conozco. Como me lleva dieciocho aos es ms una ta que una hermana, como un pariente al que rara vez veo. Le escribo alegres notas de agradecimiento cuando se acuerda de mi cumpleaos y me enva una felicitacin. Aunque ltimamente s ms a menudo de ella. A veces me pregunta si creo que deberamos ingresar a mam en una residencia. Yo creo que s. Porque nuestra madre tiene noventa y cuatro aos y ya se le va la cabeza. Es extrao: mi madre nunca se volc en m, no me dio ms que lo esencial, nada de efusivos abrazos, bromas, risas ni conversacin. Sin embargo, ahora que prcticamente no est, la echo mucho de menos. Y a mi padre tambin. Es extrao.

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Por qu no crec yo distante y fra, asustada y posesiva, buscando a un hombre tras otro hasta dar con el engaoso abrazo de la aceptacin? Quiz slo en los manuales de autoayuda o en los reality shows se diga que es el destino que aguarda a todo nio o nia que crece solitario. La vida real es mucho ms complicada. O mucho ms sencilla. Pero una cosa s s: el amor o la bsqueda del amor es ms fuerte que la falta de atencin, la indiferencia o el rechazo. Yo lo he buscado en otros lugares, no en casa de mis padres, y lo he encontrado. A veces. Al final, las Gracias no vinieron a verme aquella noche, cuando Lee regres a toda prisa a casa de Emma y les dijo a ella y Rudy lo que le acababa de decir que no les dijese. Al llegar a mi calle y aparcar frente a casa se quedaron en el coche discutiendo qu hacer. Optaron por una operacin de reconocimiento, rodear con el coche hasta la parte de atrs y ver si tena las luces encendidas. Si estaban encendidas, bajaran del coche, llamaran a la puerta y me pediran entrar. Pero las luces no estaban encendidas. Siguieron discutiendo y optaron por volver a casa de Emma. Aunque, en realidad, se quedaron dentro del coche de Lee frente a su puerta y estuvieron hablando de m durante ms de una hora. Hicieron bien porque hablar de m aquella noche tena que ser ms agradable que hablar conmigo. Ninguna queramos bajar del coche explic Lee despus. No queramos aterrizar. No queramos entrar, sentarnos, tomar caf y mirarnos. De modo que nos quedamos en el coche mirando por el parabrisas. Como si estuvisemos en un autocine. Emma se sinti herida porque se lo cont a Lee pero no a ella. Pero, naturalmente, no me lo dijo. Me lo dijo Rudy. Emma todava imagina que si oculta sus debilidades nadie notar que las tiene. Pero no haba ms remedio. No pude hacer ms que lo que hice. La noticia era demasiado reciente. Y yo estaba demasiado afectada. No tena que haber ido a casa de Emma aquella noche, pero en el ltimo momento me dije que no poda dejar de ir. Comprend que all encontrara calor, porque estaba helada por dentro. Metstasis, estoy casi seguro dijo el doctor Glass. No sabe cunto lo siento. Fue duro or lo siguiente. O que decan cuarta fase y oa que decan sea y pens en el leve dolor de cadera que yo crea una simple distensin muscular. Luego me qued con la mente en blanco, helada, glida, paralizada por el pnico. Recuerdo haber salido de la consulta del doctor Glass pero no haber entrado en el ascensor ni salido del edificio. Recuerdo que unos obreros trabajaban con martillos pilones en la calle. El estruendo era tan ensordecedor que me sac de mi ensimismamiento y repar en que estaba lloviendo. La parada del autobs quedaba a varias manzanas de distancia. Y si tomase un taxi?, me dije. Para qu? Para ir a casa? Qu sentido tena? Qu sentido tena ya nada? Me qued en la acera mirando a los viandantes ir y venir por el paso de peatones, atenta a que cambiase la luz del semforo. Una mujer choc conmigo. Oh, perdn, se excus esbozando una sonrisa, y yo la mir

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como alelada. Qu ms da!, exclam para m al apartarme. Qu puede importarme que me empuje, que se excuse, comprarme un chaquetn muy clido, un buen maletn, leer el peridico o ir al oftalmlogo para que me recete gafas nuevas, o reunirme con mis amigas para cenar, o dormir lo suficiente o soar con unas vacaciones, o conocer a un hombre o tomarme las vitaminas o comprarle un ramo a la florista de la esquina? Nada importa ya. Lo s. Por qu no lo sabe usted? Ya estaba psicolgicamente hundida desde la ltima vez que me dijeron que tena cncer. Pero me haba acostumbrado. Una lluvia glida empapaba las hombreras de mi gabardina. Me sobresalt tanto como los martillos pilones. La realidad cotidiana me obligaba a moverme. Poda ir a casa, calentarme y tratar de digerirlo. Mientras una no est muerta est viva. Levant la mano. De inmediato fren un taxi y me puso los zapatos perdidos. Le indiqu al taxista la direccin y me llev a casa. Desde entonces, he sobrevivido a base de vivir el momento. Le doy la comida al perro, abro el correo, quito las migas de la repisa de la cocina. Contrariamente a lo que cre, mi vida no se detuvo en la consulta del doctor Glass. Sigo adelante y el futuro me parece tan misterioso como siempre. Bueno, no. Eso no es del todo cierto. Lo nico positivo que he sacado de mi situacin es esto: por lo menos se ha acabado la incertidumbre. Parece que Isabel Thorlefsen Kurtz morir de cncer de mama, no en accidente de automvil, ni de vieja, plcidamente dormida en la cama, ni de sida ni de infarto, ni tiroteada en un supermercado. Ya se acab darle vueltas. Al fin lo s. Y algo es algo. Tena que estar abierta a la verdad, no fingir ni disimular, prescindir de la irona y la pasividad. Pero la aceptacin es la muerte perdn por el sarcasmo en la famosa lista de los cinco estadios. Primero viene la negacin, pero esa fase parece que la he superado. Supongo que debido a la anterior experiencia. Haber tenido cncer antes me ha endurecido, por lo menos en cierta medida. Qu diferencia hay entre una esperanza y una falsa esperanza? Quin puede decir cul es el mejor modo de morir? Cmo voy a saberlo yo? Cmo va a saberlo nadie? Oh, ya veo que est justo empezando. Pronto estar muy familiarizada con estas y todas las preguntas sin respuesta. Pero tengo cosas que hacer, decisiones que tomar. He de mantener la cabeza clara y no ofuscarme. Para eso voy a tener tiempo de sobras. No estoy preparada para encajar la conmiseracin de quienes me quieren (esto es lo que Emma no poda entender). Pero se lo har entender, aunque todava no. An no puedo. He de aferrarme un poco ms de tiempo a mi normalidad, a m misma. Por eso no he llamado a nadie. Debo poner mi casa en orden. Es crucial mantenerse activa, hacer planes, seguir con mi vida igual que antes, como si todava tuviese significado. Y debo admitir que en mi fuero interno algo insiste en que cabe la posibilidad de que salga de esta; una voz queda pero firme que dice: Slo tienes cincuenta aos, no vas a morir. No puede haberse terminado.

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Los dos ltimos aos han sido los mejores de mi vida, y no los hubiese vivido de no haber enfermado. De modo que inevitablemente debo preguntarme si mereci la pena. Ha sido justo? Aparentemente ya lo tena todo. La vida es para vivirla, no para complacerse en el pasado. Me han sido concedidos dos esplndidos aos de mortificante incertidumbre y de inesperada satisfaccin. Compensa? Le temo a esa pregunta. Todo conspira contra m, todas las cosas que amo. Preparo un t indio y lo bebo con miel de azafrn y saboreo el almizcleo y ahumado sabor como nunca. Si me tomo un whisky me sirvo un dedito y lo bebo a pequeos sorbos, paladendolo. Luego dejo que su vigoroso sabor varonil descienda por mi garganta. Anoche cayeron poco ms de dos centmetros de nieve. Abr la ventana, hice un montoncito y lo dej fundir en la palma de la mano. La prob con la punta de la lengua. Tena un sabor metlico, a tierra, a... Un sabor delicioso. No me sacio con nada. La msica... Pero cuando pongo la sonata de Beethoven que siempre me hace llorar al llegar el adagio, me desmorono. Gracia sospecha algo. Me observa. La sorprendo a menudo mirndome con sus grandes ojos marrones. Me mira con fijeza y preocupacin. Es un amor de perrita. Debe de tener ya diez aos y quiz me sobreviva. No contaba con eso. Pequeas cosas. La idea de perderlas las hace mucho ms queridas. Es fcil olvidar en momentos como estos que la vida tambin entraa crueldad, indiferencia, brutalidad, perversin, intolerancia, miseria, codicia, venalidad, locura y corrupcin. Pero slo pienso en los aspectos amables. En las cosas sencillas. En la luna en cuarto creciente, en el sabor de una naranja. El olor de las pginas de un nuevo libro. Si me detengo a escuchar puedo or a Kirby movindose en su dormitorio que est justo encima del mo. Poda haber sido mi amante? Escucho las voces de mis amigas que me llaman y me dejan mensajes: Isabel, oh Dios, no s qu decir; Isabel, por favor, llmame. Te quiero. S que no puedo mantenerme alejada de ellas mucho tiempo. He de decrselo a mi hijo, a mi madre, a mi hermana. Oh, es como si el mundo se me viniese encima, como si todas las piezas de mi corazn se abalanzasen sobre m a la vez. Si no tengo cuidado, el amor me aplastar y me dejar lisa como un papel de fumar. El martes me harn un escner de huesos. Es una pura formalidad, porque Glass ya lo sabe. Y el mircoles habr de ir de nuevo a su consulta. Ha prometido decrmelo todo. Me llevar un cuaderno y anotar cuanto me diga. He de estar atenta y no perder la concentracin. Le llevar una lista de preguntas. O quiz no. Lo que s har es pedirle a Lee que me acompae.

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Captulo 13

Lee
Al principio cre que yo era la nica que no poda soportar al doctor Glass, pero result que todas lo detestbamos. Aunque, salvo Emma, todas nos mostrsemos educadas. Mire usted, no entiendo nada de lo que dice dijo Emma inclinndose, y alargando el cuello como si porfiase con una trailla que tirase de ella hacia atrs. Ver, usted es mdico pero nosotras no. Le importara utilizar palabras comprensibles? Nunca la haba odo tan crispada. Normalmente me hubiese resultado muy embarazoso, entre otras cosas porque creo que se gana muy poco mostrndonos belicosos. Pero yo tambin estaba furiosa y, a su manera, Emma expresaba lo que todas sentamos. Detrs de la mesa del doctor Glass la pared estaba llena de diplomas enmarcados. Tena un despacho regio, mucho personal y colaboraba con prestigiosos hospitales. Pero careca del don de infundir confianza y trasmitir la sensacin de que, quienes acudan a la consulta temerosos de or lo peor, le importaban por lo menos un poco. Es posible que s le importasen, pero nadie lo hubiese dicho, a juzgar por la inexpresividad de sus ojos y su esbozada sonrisa, y menos aun de sus palabras, casi inaudibles. Mova los labios como un ventrlocuo (o sea que apenas los mova). Tenamos que inclinarnos para orlo, yo con el cuaderno pegado al pecho (como encargada oficial de tomar notas) y alargar el cuello para captar su rpida farfulla. Digo que no existe curacin quirrgica para un cncer que ya se ha extendido ms all de su lugar de origen. Con todo, toda paciente con metstasis de mama en fase cuatro tiene varias opciones de tratamiento, aunque algunas pueden no ser indicadas en un caso concreto, y a veces en ninguno. En este caso, tenemos... En el caso de Isabel lo ataj Emma; la paciente se llama Isabel. Emma... dijo Isabel, que estaba blanca como la cera pero serena, ms serena que nosotras. Incluso cuando el doctor Glass mencion que haba metstasis en la columna vertebral y la pelvis, en ambos fmures y las costillas, Isabel sigui con las manos entrelazadas en el regazo. Lo miraba con fijeza, sin apenas parpadear. A m me temblaban tanto los dedos que casi no poda

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tomar notas. Era slo la manera de expresarse que tena el mdico lo que me haca tan difcil transcribir sus palabras. Era como si mi mente funcionase de manera intermitente. Me produca una sensacin extrasima, como si el miedo provocara un cortocircuito en mi cerebro. Por lo menos no llor. Pero Rudy s. Para que Isabel no lo viese se levant y fue hacia la ventana, fingiendo mirar el trfico de Reservoir Road. Pero la vi sacar el pauelo del bolsillo y pasrselo por los ojos. No se te ocurra desmoronarte!, sent el impulso de gritarle. No nos hubiese faltado ms que eso. El mal talante de Emma actu como elemento de distraccin. Podamos centrarnos en l en lugar de en las horribles y desoladoras explicaciones que el doctor Glass iba desgranando. En el caso de Isabel dijo entornando los ojos tras sus bifocales, en el que tenemos carcinomatosis alejada del origen, con una paciente en situacin de menopausia, con un estatus de positivo estrgeno pero negativo de progesterona, as como un antecedente de quimioterapia, digo que las modalidades de tratamiento disponibles se han reducido y son algo limitadas. Y qu hay del trasplante de mdula sea? pregunt Emma sujetndose a los brazos del silln como si fuese a saltar. Eso podra curarla, no? El doctor Glass uni las yemas de los dedos y frunci los labios. Tendramos que considerar muchos factores antes de poder recomendar un ABMT/BCT... Emma desentrelaz las piernas y golpe la alfombra con el tacn. ... a un trasplante de mdula sea me refiero aclar Glass. Por lo pronto, yo no descartara una terapia antiestrgena, aunque el hecho de que ya haya probado el tamoxifen, con resultados obviamente negativos, no me permite albergar muchas esperanzas. El ltimo recurso es la quimioterapia. Y no hay modo de saber si responder usted mejor a una ADQ... Ya. A altas dosis de quimioterapia se refiere, verdad? lo interrump. Lo he ledo en Internet. Exacto confirm Glass sonriente. Pero la sorpresa que reflejaba su voz resultaba insultante. Me dieron ganas de imitar a Emma, que chasc la lengua con expresin desdeosa. Todava es pronto para estar seguros, pero quiz ms adelante podra usted optar por la quimioterapia de induccin, un preludio para aquellos pacientes que quieren intentar el trasplante de mdula sea. No se trata propiamente de una terapia, pero a veces ayuda a determinar si un cncer responder a los frmacos utilizados en la quimioterapia de altas dosis. Por otro lado, el hecho de responder a la terapia de induccin no significa que la quimioterapia en altas dosis combinada con el trasplante de mdula vaya a ser ms eficaz que la quimioterapia estndar. Significa, simplemente, que el cncer es sensible a la quimioterapia. Por

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otra parte, tampoco implica que vaya usted a vivir ms tiempo o que vaya a tener una mejor calidad de vida con altas dosis que con dosis estndar. En definitiva, que no significa nada, no es as? Significa exactamente lo que he dicho que significa. El doctor Glass y Emma se fulminaron con la mirada. l se dominaba mejor pero Emma pareca una bruja, una autntica furia. Habra jurado que en ese momento Emma tena el pelo erizado como una gata furiosa. Incluso Rudy desvi la mirada, muy violentada por la hostilidad que se palpaba en la consulta. Isabel opt por romper el embarazoso silencio y se levant. Lo llamar. Sobre lo de la terapia hormonal y para concretar lo de las pruebas. Eso que ha dicho usted... la terapia de induccin y... Isabel se encogi de hombros como para indicar que el nombre era lo de menos. Y todos, incluso Glass y especialmente Emma, nos sentimos crueles y violentos. Porque durante unos minutos nos comportamos como si el problema del que all tratbamos fuese un conflicto de personalidad, en lugar de la vida de una persona. De la vida de Isabel. Bajamos en el ascensor sumidas en un extrao y cohibido silencio, hasta que Rudy pregunt adnde bamos a almorzar. Decidimos ir a Sergei's, en Georgetown, porque estaba cerca y podamos ir a pie. Parecamos incapaces de mirarnos pese a que estbamos hacinadas en el ascensor, hombro con hombro, como si participsemos en una manifestacin. Isabel me haba pedido a m que la acompaase a ver al doctor Glass, no a Rudy ni a Emma. Pero no s cmo se enteraron e insistieron en ir con nosotras. Me molest mucho porque pens que demostraban muy poca sensibilidad. Pero ahora... oh, Dios... ahora no quiero ni pensar lo que habra hecho yo sin ellas. Elegimos una mesa de un compartimiento con mampara en el restaurante, y yo fui a llamar a mi oficina para decirle a mi secretaria que llegara bastante ms tarde de lo que haba pensado. Al volver a la mesa, Rudy estaba pidiendo unas copas. Un whisky doble con hielo dijo como un hombre, como mi padre. Isabel y yo pedimos t helado. Isabel fue a protestar porque no pidisemos alcohol pero Emma la ataj. Yo beber contigo dijo. Cerveza. Lo que sea. Cuando trajeron las bebidas no brindamos. Es algo que siempre hacemos, por lo menos en la primera ronda. Pero en esta ocasin nos limitamos a beber un sorbo sin apenas mirarnos. Todo lo que se me ocurra decir se me antojaba demasiado superficial o lgubre. De modo que no abr la boca. Son figuraciones mas o ese medicucho es un memo redomado? dijo al fin Emma. Sus palabras sirvieron para que todas empezsemos a hablar. La verdad era que el doctor Glass haba estado odioso, pero no me atrev a

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decirlo por si acaso Isabel segua confiando en l, que al fin y al cabo era su onclogo desde haca dos aos. Recurr a l porque me dijeron que era bueno dijo Isabel, y luego no he tenido ninguna razn para cambiar de mdico. Cre estar curada. Pero siempre me ha parecido una persona muy arrogante. Arrogante? Ese to es un tmpano! exclam Emma. Me ha cado mal nada ms verlo. Os habis fijado en qu cara ha puesto al abrirnos la puerta? El muy cabrn sonrea con un sarcasmo repugnante. Emma lo deca porque no haba querido que entrsemos todas a su despacho. Slo una dijo con fingida sonrisa, no les parece? aadi viniendo a decir que era una bobada, una chiquillada querer entrar todas. Pero a nosotras no nos lo pareca. Y aunque en parte el mdico tuviese razn, opt por replicar del modo ms firme Creemos que es importante que todas oigamos lo que tenga usted que decirle, doctor. Estamos aqu en calidad de familia subrrogada de Isabel. El doctor Glass ri y separ las manos con gesto de impotencia, queriendo decir que era absurdo. Pero nosotros lo miramos con firmeza y no tuvo ms remedio que ceder. Y, ciertamente, Emma tena razn. Nos sostuvo la puerta con talante sarcstico. Pedimos el almuerzo. Estamos comiendo, pens. Como siempre, como si nada horrible hubiese sucedido. Isabel haba pedido ensalada de mariscos. Podamos hablar de unas cosas pero no de otras. Por ejemplo, no podamos decir: Cmo te encuentras hoy? Cmo te ha sentado que te dijese todas esas cosas sobre el cncer? Tienes miedo ? No pareca que pudisemos hacer ms que estar juntas, seguir unidas, como siempre. Fue Emma quien hizo la primera pregunta personal. Se lo has dicho ya a Terry o a tu madre? Todava no. He preferido esperar a estar segura contest Isabel; dej el tenedor en la mesa y se recost en el respaldo. Ya se lo haba comido casi todo. Mi madre no lo entendera y probablemente no se lo dir. No tiene objeto. Su madre acababa de ingresar en una residencia y padeca Alzheimer. Pero a mi hermana tendr que decrselo prosigui Isabel. Y a Terry. Oh, Dios musit cerrando los ojos. El rostro de Rudy se congestion, y se llev las manos a la boca. Emma desvi la mirada. Puedo llamar a Terry, si quieres dije. Isabel alarg la mano y me sonrindome sin separar los labios. frot el brazo, vigorosamente,

Gracias. Lo llamar yo esta noche. Es mejor dijo apretndome el codo. Gracias musit, casi llorosa pero sin llegar a verter una lgrima. No llor en todo el da.

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Puedo investigar en Internet propuse. Ya lo he hecho a veces en el trabajo. Asombra la cantidad de informacin que se puede obtener fcilmente. S, Kirby ya lo est haciendo. Te refieres a tu vecino? S. Un momento... Lo sabe Kirby? No pude crermelo. Isabel se lo haba dicho a Kirby y en cambio no le haba dicho an nada a Terry. Increble. Le volvi un poco el color a las mejillas. Juguete con la cucharilla del t. No os lo haba dicho antes porque no he tenido ocasin. Decirnos qu? Kirby... empez alzando la vista y echndose a rer. Kirby est enamorado de m. Eso dice. Cmo? Pero si es gay! Nos dijiste que era gay. S, es verdad. Pero por lo visto me equivoqu. No te digo! exclam Emma riendo y recostndose en el respaldo.. Y t? pregunt Rudy risuea. Te gusta? Isabel se limit a encogerse de hombros. Y os...? Que si nos acostamos? No se adelant Isabel a contestar a la pregunta que adivin. Pero no lo descartas, eh? dijo Emma dejando de rer. Por unos momentos el rostro de Isabel se haba animado pero volva a estar abatido. Quiz. An no lo he decidido dijo meneando la cabeza. En cualquier caso es un amigo, un buen amigo. Un buen amigo. La primera noticia. Y le deca lo de su enfermedad antes de decrselo a su hijo. Y a m me lo haba dicho antes, y eso era... Aunque quiz no fuese cierto. Quiz se lo hubiese dicho a Kirby antes que a m. Detesto los celos. No sirven ms que para hacerse dao. Me hacen sentir fatal. Al cabo de un rato empezamos a hablar de otras cosas, de cosas corrientes. Me pregunto si las dems estaran tan sorprendidas como yo

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de que fusemos capaces de hablar con normalidad. Y as va a ser en adelante, comprend. Ocurriese lo que ocurriese, Isabel intentara hacernos las cosas lo ms llevaderas posible. Durante el caf, Isabel pregunt por Henry. Qu tal ha resultado el anlisis de esperma, Lee? Tenis ya los resultados? S. Ayer llam la enfermera. Ya han terminado el conteo. Qu conteo? De qu va la cosa? Yo me haba sentido culpable por ser feliz, por tener un cosquilleo de satisfaccin pese al drama de mi mejor amiga. Pero ahora los expectantes rostros de las Gracias y el entusiasmo, el entusiasmo de Isabel, lo borr todo. No os lo vais a creer: lo que le ocurre a Henry es que tiene demasiados espermatozoides. Se quedaron boquiabiertas y luego rieron a carcajadas. Me lo figuraba. No os podis imaginar qu alivio ha sentido. Lo normal es tener entre veinte y doscientos millones por milmetro, y Henry tiene mil millones. Vamos! Mil millones? Es un caso raro. Vaya to! exclam Emma. Dile que estoy impresionada. Y ahora qu? Pues que probablemente no podr quedarme encinta de un modo normal. Es un problema de motilidad (as lo dice el informe). Tiene tantos espermatozoides que se entorpecen y no pueden moverse. De modo que tendremos que recurrir a la inseminacin artificial. Con donante? No, pueden utilizar los espermatozoides de Henry. Entonces es maravilloso, Lee! No sabes cunto me alegro. Segn embarazada. la enfermera, dentro de seis meses podra estar

Isabel se inclin hacia m y me bes. Esa era la noticia que me mantena animada. Cmo poda perder la esperanza acerca de Isabel si acababa de ocurrirme algo tan maravilloso?

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Es formidable dijo Emma. Hace cincuenta aos no hubiese habido nada que hacer. Hay que dar gracias a Dios por los milagros de la medicina moderna. Repar en que iba a alzar la copa pero se detuvo. Se hizo un tmido silencio. Emma haba tenido el impulso de brindar por los milagros de la medicina moderna. Y enseguida haba cado en que quien de verdad necesitaba un milagro era Isabel. De acuerdo dije apartando mi plato a un lado. Cmo nos organizamos? Cmo vamos a afrontarlo? Yo volver a indagar en Internet. Kirby tambin. Es estupendo, porque as seremos dos (lo digo en serio). Como parece que lo primero que has de decidir es si someterte o no a una terapia hormonal por ah empezar. Y tenemos an mucho tiempo para optar por el trasplante de mdula y la quimioterapia a altas dosis o la normal, si es que optas por ello. Mi padre conoce a uno de los principales onclogos de Sloan Kettering. Jugaban juntos al golf. De modo que puedo llamarlo y que nos recomiende a alguien, preferiblemente de por aqu. Necesitars por lo menos contrastar la opinin del doctor Glass con la de otros dos mdicos, no crees? Qu te cubre la mutua? Has comprobado si incluye ciruga experimental adems de la corriente? Emma se ech a rer. Qu? exclam Isabel tambin risuea. Incluso a Rudy le pareci divertido. Se puede saber de qu os res? De nada dijo Isabel rodendome con el brazo. Qu os pasa? Os parece que quiero dirigiros? No. Al contrario. Eres formidable. Desde luego que sdijo Rudy. Es que... alguien ha de organizar esto, no? Y supongo que el factor tiempo es esencial. Estis de acuerdo en eso, no? Dejaron de sonrer. Tienes razn repuso Isabel al ver que no lo hacan las dems.

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Captulo 14

Rudy
Lo superar, Emma. Tiene un aspecto estupendo. Est preciosa. Es verdad. Nunca ha tenido tan buen aspecto. Por qu ha tenido que ocurrir? Cmo ha podido recaer as? No lo s dijo Emma meneando la cabeza. Nos habamos quedado a solas. Isabel y Lee haban salido de Sergei's hacia las tres, pero Emma y yo ni siquiera hicimos ademn de levantarnos. Se daba por sentado que bamos a quedarnos. Como en los viejos tiempos. Quieren ms caf? pregunt la camarera. No; tomar otro whisky dije. Pero no doble como antes. Emma arque las cejas y me mir. Bueno, dilo ya. He de tomarme otra cerveza, no? De modo que empezamos a beber. A veces el alcohol me ayuda, me sienta realmente bien. No siempre. Pero a veces... no s cmo explicarlo. El caso es que muy de vez en cuando s que tomarme unas copas va a sentarme bien. En aquella ocasin me infundi el valor necesario para decir lo que pensaba. Estoy muy asustada. Es en lo nico que puedo pensar dije. Oh, Emma, y si muere? Y si Isabel muere? Emma se levant de su banqueta y vino a sentarse en la ma. Yo tambin estoy asustada. No dejo de pensar. Es que no puedo creerlo. La semana pasada estaba perfectamente y esta semana puede estar agonizando. Cmo es posible? No se est muriendo. Muchas personas lo superan, tienen remisiones durante aos, durante dcadas; se curan. Lo leemos continuamente. S, eso es verdad. Emma traz lneas verticales a travs de la condensacin de vapor de su copa de cerveza.

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Mi padre muri de cncer dijo. Pero t eras muy pequea, no? No debiste darte ni cuenta. Tena ocho aos y mis padres ya estaban divorciados. No recuerdo nada, slo que muri de cncer de hgado. Odio el cncer. Porque es lento y sabes que vas a morir con demasiada antelacin. Dios mo, preferira que me atropellase un autobs. Cualquier cosa menos eso. Yo dej de hacer trizas mi servilleta y me mir las manos. Y si fusemos nosotras quienes estuvisemos murindonos? Mi piel, mis dedos, las venas azuladas de mis muecas... Cmo podra dejar de ser yo? Ser algo y luego no ser nada. Dejar de ser. No va a morir dije. Es demasiado joven aad, aunque en realidad quise decir soy demasiado joven. Tienes un cigarrillo? pidi Emma. Lo he dejado repuse. Ah, pues estupendo. Lo dejaremos las dos... Compraremos. De acuerdo dijo. Se levant y fue a comprar un paquete de Winston. Sabes que esta noche tengo una cita? dijo al volver a la mesa a la vez que exhalaba un anillo de humo hacia el techo. Haba vuelto a sentarse en su banqueta y quera cambiar de tema, de talante. Por m. Siempre es muy considerada conmigo. Y con quin es la cita? Con Brad. Con el mismo. Crea que lo habas dejado. Y lo dejamos, pero hemos vuelto. Creo que por pura inercia. Pero esta noche pienso decirle que se ha acabado definitivamente. Qu te ha hecho? Nada. Sonremos, quiz al reparar en que habamos tenido conversaciones similares sobre diferentes hombres miles de veces. Qu es lo que no te gusta de l? Nada dijo Emma, que podra haber escrito un libro sobre todo lo que no le gustaba de los hombres con quienes haba salido. Me mir mientras rascaba con la ua la etiqueta de la botella de Sam Adams. Ella llevaba aquel da un peinado alto para que se vieran los pendientes esmaltados que le regal por su cumpleaos. Emma cree que

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tiene la piel demasiado plida, las caderas demasiado anchas, que su pelo es demasiado rojizo o demasiado cobrizo o yo qu s. No acabo de entenderlo. Porque a m no me parece que nada de eso sea cierto. Antes me preocupaba lo equivocada que estaba acerca de su aspecto, pero ya me he acostumbrado. Emma es as. Adems, tengo la teora de que el hecho de que una persona no est satisfecha consigo misma la hace ms amable y tolerante. La induce a ser ms sociable y solidaria. Ests enamorada? Que si estoy enamorada? dijo sonriente, simulando creer que me refera a Brad. Hizo pelotitas con las tiras de la etiqueta y las dej en el cenicero. Cmo voy a estar enamorada si apenas lo veo? Y por qu no dejas de verlo definitivamente? Por lo pronto, porque me est ayudando a escribir un artculo sobre el mundillo artstico de Washington. Otro artculo? Este es distinto. Es un encargo. No ha sido idea ma contest a la defensiva. Al jefe de redaccin de Capital le gust el artculo que escrib para el peridico y me sugiri que hiciese algo para ellos, sobre la situacin del mundillo del arte en Washington. Y sabes t algo sobre el mundillo artstico de Washington? No repuso echndose a rer. Por eso se ha ofrecido Mick a ayudarme. Y no te hace sufrir, Emma? No crees que sera mejor que...? Somos amigos, Rudy. Ya. Pero... amigos secretos. Me arrepent de decirle eso. Se puso lvida. Encendi un cigarrillo sin mirarme y guard silencio. Pens en la noche que zanjamos nuestra disputa sobre Curts. Me llam a las dos de la madrugada y fui a su casa. La encontr sentada en el sof del saln de su viejo apartamento de Foggy Bottom, llorando a lgrima viva y maldiciendo a Peter Dickenson, a quien acababa de echar de casa. Haba estado con l ms tiempo y ms en serio que con cualquier otro hombre que yo le conociese. Incluso haban llegado a pensar en casarse. Me asust mucho aquella noche pero, en cierto modo, lo de ahora era peor. No fue como aquel dolor violento, aquella furia descorazonada, que nunca olvidar. Lo de ahora era callado y casi imperceptible. La reconcoma, la destrozaba por dentro. Pedimos otra ronda. Emma se anim y me anim. Me encanta el calorcillo adormecedor que siento cuando bebo. Empieza en sitios extraos, en las mejillas, en los trceps, en los muslos... hasta que me inunda toda. No me extraa que la gente se acueste con cualquiera cuando se emborracha. Yo siento una relajacin tan deliciosa, tal armona,

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como si yo fuese todo el mundo y todo el mundo estuviese en m. Ahora puedo controlarlo, pero cuando era ms joven me habra tirado a cualquiera, literalmente a cualquiera, si llevaba unas copas encima. Justo entonces, dos tipos que estaban en la barra se nos acercaron. Uno era bastante mono. En Sergei's se come bien y es un buen restaurante pero, a partir de media tarde, se convierte en un local de ligue. Emma torci el gesto. Tenan pinta de abogados y eran ms jvenes que nosotras. Me toc la mano por debajo de la mesa. Qu tal si nos dejaseis tranquilas? No nos van los penes. Bueno, bueno! exclamaron al unsono. Dieron media vuelta y volvieron a la barra. Pedimos otra ronda. Nos colocamos? dijo Emma. Oh, no. Por qu? Porque Curts llega hoy. Y haba quedado en ir a recogerlo! Oh, Dios mo! A qu hora? De todas maneras, no te preocupes. Puede ir a casa solo. Lo hace siempre... Es que qued con l en ir a esperarlo al aeropuerto. Al aeropuerto? Ah, eso cambia dije riendo. A qu hora? A las seis menos diez. Anda! Pues entonces lo tienes crudo, Rudy. Porque son las seis. Me tap los ojos con las manos como para verlo todo tan negro como estaba. Emma rea a carcajadas, de una manera contagiosa. Y me ech a rer tambin, pero mi risa son histrica. Con qu compaa volaba? me pregunt. Con la Delta. Vale, pues espera aqu que voy a llamar para dejarle un mensaje. Llamar a la National y ellos lo llamarn al busca. Seor Curtis Lloyd, seor Curtis Lloyd, tenga la bondad de acudir a una de las cabinas gratuitas. Y qu le dirs? Pues que ests cocida y no puedes conducir dijo Emma, que debi de verme aterrorizada, porque me apret la mueca. Es broma. Qu quieres que le diga? Dile que... estoy con Isabel. Buena idea. Adems, tampoco es tan complicado. Puede tomar el metro hasta Eastern Market y luego ir a pie hasta casa, no? Tomar un taxi.

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Claro, por supuesto, no faltaba ms ironiz imitando la voz de Curtis. No te preocupes, Rudy, que esto lo arreglo yo. Al volver de hacer la llamada, Emma me mir con cara de preocupacin, aunque risuea y cohibida. La has jodido. Porqu? He tenido que dejar un mensaje repuso volviendo a sentarse a mi lado. Y qu? Ahora el sistema funciona de otra manera. Con buzn de voz. De modo que sabr que he sido yo quien ha llamado. Lo digo porque no oir a la operadora de la central de buscas sino a m, con un mensaje de tu parte. O sea que sabr que he llamado yo y no t. Tena que haber colgado. Y qu has dicho? He dicho que estbamos en Sergei's consolando a Isabel; que pensabas ir a recogerlo, pero que Isabel estaba hecha polvo y no hemos querido dejarla sola. Oh, Emma exclam. Porque as no era slo una mentira; eran tres. Ya lo s. Pero cuando he cado ya lo haba dicho. Me ech a rer, pero saba que iba a tener problemas aunque Curtis creyese lo que Emma haba dicho. Se acerc la camarera a preguntarnos si queramos otra ronda. Nos miramos. Y de pronto me sent exultante. Qu pueta! exclamamos al unsono. Vamos all! Nos sentamos como en los viejos tiempos, cuando acabbamos de trasladarnos a vivir a Washington y salamos a cenar y de copas, y charlbamos durante horas. Podamos empezar a la hora del almuerzo y seguir hasta despus de cenar. Antes de casarnos, claro. Eh, Rudy. No le tienes miedo, verdad? dijo Emma, que deba de estar ya muy borracha. Porque sobria nunca me hubiese hecho aquella pregunta. Y tambin yo deba de estar cocida, porque no me import. Ni le ment. A veces s, pero no es culpa suya repuse. Por qu dices que no es culpa suya? Porque me asusta cualquier cosa. Por ejemplo? Me encog de hombros.

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Te ha pegado alguna vez? me pregunt. No, por Dios! Perdona. No s por qu lo pregunto. Pues no. Nunca me ha levantado la mano. Vale. Pues eso: vale. Pero le ment. Me haba pegado una vez; slo una vez y haca ya mucho tiempo. No haba vuelto a pensar en ello. De qu tienes miedo entonces? insisti Emma. De todo. A ver, hazme una lista. Pues... que deje de quererme, que no lleguemos a tener hijos, que si los tenemos le destroce la vida contest apoyando el mentn en las manos y mirando mi copa, que termine por volverme loca y me suicide o haga cualquier barbaridad, que muera Isabel, que no sepa encauzar mi vida, que termine como mi madre, que mi hermano acabe matndose con las drogas... Caray, Rudy! exclam Emma rodendome con el brazo. No sigas. Le hice caso y dej de pensar en todo lo que tema. Y eso es slo lo que temo de cintura para arriba dije. Nos echamos a rer como locas, con unos lagrimones como garbanzos . Oh, Emma, que estamos llamando la atencin... aad sonndome con una servilleta. Deben de creer que somos lesbianas. Nos recostamos en el respaldo mirando en derredor sonrientes, abstradas. Miramos a la gente y empezamos a picar cacahuetes de las bandejitas que servan con las copas. Tendramos que irnos ya dijo Emma. S. No olvides tu cita. Mierda! Pues s que la he olvidado. Ser mejor que lo llame para cancelarla. Se levant algo tambaleante. La vas a cancelar? Pues claro. Con esta cogorza lo ms probable es que le atice o le haga proposiciones. Prefiero cancelarla dijo alejndose hacia los telfonos. Aguard, sin pensar en nada concreto. Me senta bien. Entonces volvi a acercarse uno de los abogados. Eh, la ha dejado sola su amiga?

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No repuse, ha ido a llamar por telfono. Ah s? Cmo se llama? Rudy. Yo Simn, qu tal? Simn tena una sonrisa afable y era altsimo. Llevaba una corbata amarilla. Estaba claro que era abogado. No eres lesbi, verdad? Me dirigi una mirada amistosa, sin hostilidad ni timidez. No, pero estoy casada repuse. Lstima. Se sent en el lado de Emma y entrelaz las manos sobre el regazo. Me gust la falta de agresividad de su lenguaje corporal. Pero enseguida desvi la mirada y arque las cejas. Una seal. Su amigo se levant del taburete de la barra, recogi el cambio, los cigarrillos y las copas y vino hacia la mesa. Emma me va a matar, pens, mientras Simon me preguntaba si trabajaba cerca. Y entonces ocurrieron tres cosas simultneamente. El amigo de Simon se sent a mi lado, Emma volvi con otras dos copas y el ceo fruncido, y vi a Curtis al mismo tiempo que l me vea a m. Deba de haber venido directamente desde el aeropuerto, porque llevaba su chaleco Hartman con una chaqueta al hombro. Se me acerc lentamente, mirndome con sus grandes ojos oscuros, visiblemente herido y pensativo. Trat de levantarme, pero el amigo de Simon era grandulln y como no saba qu ocurra no se movi. Hola, Curtis lo salud Emma con tono jovial. Dej las copas en la mesa y se interpuso entre l y yo a modo de escudo. Qu agradable sorpresa! Ya veo que has recibido mi mensaje. Estupendo. Te sientas? Lstima que no hayas visto a Isabel. Estos chicos... Se mordi el labio y aadi en tono normal: Quines son estos? Curtis, por favor, no... dije. Su tensa y violenta sonrisa me paralizaba. Vamos a casa? Lo dijo en tono educado, razonable. Tras el dolor que reflejaba su rostro, alentaba una especie de resignado entusiasmo. Te he pillado, deba de estar pensando. El amigo de Simon se levant al fin y yo tambin, lentamente, recogiendo el abrigo, los guantes y el bolso. No la dejes conducir le advirti Emma. No tienes que decirme lo que he de hacer con mi esposa! le espet Curtis.

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El descarnado odio que se profesaban me afect pero no me sorprendi. Crees que a Curtis le cae de verdad bien Emma?, me haba preguntado Eric en cierta ocasin. Emma se me acerc y me toc el brazo. Ests bien? S, mujer, claro dije. Trat de rer para distender la embarazosa situacin. Ella pareca muy excitada pero titubeante. Le llameaban los ojos. Eh... por qu no nos sentamos todos y nos calmamos?dijo inesperadamente. Comprend que tema por m. Curts segua de pie. Quise decirle a Emma que no tena nada que temer de l sino por l. No; nos vamos contest conduzcas, de acuerdo? abrazndola. Llmame. Y no

Emma asinti con la cabeza. Curts ni siquiera la mir al acercrseme y posar su mano en mi espalda, hacindome caminar por delante de l. Al salir a la calle me qued unos momentos con la mente en blanco. No recordaba dnde haba aparcado. Fui en direccin a Wisconsin Avenue, pero entonces record que lo haba dejado en la calle K. Ah, no, es por ah dije como si tal cosa. Curts se gir conmigo sin decir palabra. Pero not que estaba bebida. Y yo not que lo notaba. Se puso l al volante. Lo siento, siento no haberte ido a recoger al aeropuerto le dije acurrucndome en el asiento, aterida de fro porque la calefaccin del jeep an no se haba calentado. Pero no me dijo palabra. Puso la radio. Su hermoso rostro se vea con toda nitidez recortado en el resplandor de la luz de las ventanas al pasar. Nunca envejecera. Morira con aquella boca infantil. Por un momento intent no amarlo (como si de un experimento se tratase), pero me horroriz comprobar que lo consegu. Desvi la mirada hacia ms all de las farolas, hacia el glido y desierto paseo. La calefaccin empez a funcionar, pero no acab de entrar en calor. Ya en casa me sent en el borde de la cama y lo observ mientras deshaca el equipaje. Los calcetines y los calzoncillos al cesto de la ropa sucia; la camisa al montn para la tintorera; los zapatos al zapatero y el traje al galn de noche. Tiene un perchero elctrico para corbatas que las mueve de una en una de un lado a otro para que elija. Se lo regal como una broma, pero le encanta. Volv a intentarlo. Escucha... lo siento. Aquellos tipos del bar... no haba nada... Silencio.

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Y s estbamos con Isabel antes, pero ya se haba marchado; antes de que llegases t. Lo cierto era que se march cuatro horas antes. Me vi en el espejo de la cmoda. Tena los ojos enrojecidos y se me haba corrido el maquillaje. Hecha un cromo estaba. Adems tena aspecto de borracha, que es como estaba. Ya empezaba a notar los efectos de la resaca. Qu tal por Atlanta? Fatal me contest yendo hacia el cuarto de bao. No cerr la puerta. Qu ha ocurrido? Pensaba contrtelo esta noche; que saldramos y hablaramos. El sentimiento de culpabilidad hace que te sientas como si te hubiese cado encima una montaa de escombros y te enterrase viva. An podemos salir. Me visto enseguida. No son ms que las ocho. Sera incapaz de probar bocado ahora me dijo. Sali del cuarto de bao con el pijama, azul marino con pintitas blancas, y el albornoz de toalla a cuadros escoceses. Pareca un modelo de Brooks Brothers, rubio y rubicundo, saludable y educado. Me sorprendi que se sentase a mi lado en la cama. Lo siento repet porque si lo hago, si lo reitero, suele apaciguarse . Ha sido culpa ma. He bebido demasiado y se me ha pasado la hora. Y Emma ha puesto la excusa de que an estbamos con Isabel, que ya haca mucho que se haba marchado. Oh, Curtis, pobre Isabel, ha sido horrible or lo que el mdico le ha dicho en la consulta... O sea que Emma me ha mentido, no? Mentirte? Bueno, no exactamente... Mira, Rudy, ya s cunto la aprecias, pero no creo que Emma sea tan buena amiga como crees. Oh, no... Escucha me dijo amablemente. Me toc y yo me recost en l, relajada y aliviada. Me haba perdonado. Se me haba venido el mundo encima al verlo en Sergei's. Lade la cabeza para besar su cuello, que ola a limpio, y le rode la cintura con los brazos, pero como vi que segua rgido me apart. No me gusta que la veas demasiado. Te refieres a Emma? pregunt mirndolo con cara de estpida. Mira cmo ests por su culpa dijo tocando mi manchada mejilla con desagrado. Hasta yo notaba que me ola la ropa a tabaco, hasta el pelo. Ya s que hace muchos aos que sois amigas. Y no pretendo que dejes de verla. Dejar de verla?

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No. Pero creo que sera mejor que no la vieses fuera del grupo dijo mirndome a los ojos y posando ambas manos en mis mejillas. Por tu propio bien, Rudy. En cierto modo, me sorprende que Greenburg no te lo haya aconsejado an. Me daba vueltas la cabeza. Tom sus manos entre las mas. A Eric le cae bien Emma. Nunca me dira algo as. Suspir y se apart. Yo trat de retenerle las manos. No te enfades. No... Ya veo que no vas a hacerme caso. Pero te lo digo por tu propio bien dijo levantndose y yendo hacia la puerta. Dejar de ver a Emma? Es mi mejor amiga! Es decir... que no. No me hagas esto, Curtis. Por favordije con la sensacin de que iba a dar un portazo. Sent un escalofro. Se iba a marchar, y se iba a llevar su amor con l. Se lo iba a llevar todo. Por favor supliqu. Por favor, Curtis. S o no? Por mi bien, pens. Pero era cruel. No, no puedo. Lo siento. Emma es mi mejor amiga, por Dios, Curtis! Pero ya se haba dado la vuelta. Lo o bajar las escaleras con sus zapatillas de piel. Ira a la cocina, tostara pan en la tostadora y se hara un sndwich de queso, con margarina baja en caloras en una rebanada y nada en la otra. Se lo comera en la cocina acompaado de un vaso de leche desnatada mientras hojeaba los ltimos nmeros de Time, U.S. News y Money. Yo fui al cuarto de bao y me tom tres pldoras para dormir. No quise tomar ms porque haba bebido demasiado whisky. Con tres bastara. Una vez en la cama me tap hasta la cabeza. Quera sumirme en las tinieblas. Necesitaba meditar para aclararlo todo. Me tocara un tiempo de penitencia y slo Curtis saba cunto iba a durar. Dependa de l. Me adentr en un sueo acerca de Dios. Estaba sentado en un silln dorado, rodeado de ngeles de vagos rostros que lo adoraban. Mir el reloj, un Rolex como el de Curts. Ha llegado tarde dijo muy triste. Lo siento, pero ha llegado tarde. Y empez a derramar lgrimas de rectitud. Alz la mano, tir de la cadenilla de una lmpara Tifanny y se hizo la noche sobre el mundo.

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Captulo 15

Emma
En marzo termin tres engorrosas tareas en mi lista principal de cosas que hacer. Por orden creciente de dificultad: romp con Brad de una vez por todas, conduje hasta Virginia para ver a mi madre y present mi dimisin en el peridico. En realidad, las dos ltimas estn empatadas por lo que al grado de dificultad se refiere. Bromeaba. Mi madre no es tan mala. Cuando hubo dejado de reconvenirme por lo imbcil que haba sido al dejar mi trabajo, casi estuvo amable conmigo. Creo haber descubierto el secreto de los buenos modales que empleamos: vernos slo dos veces al ao. Lo ms horrible de la visita fue percatarme de lo mucho que empiezo a parecerme a mi madre, que se llama Kathleen. O que ella empieza a parecerse a m. Da que pensar. Nos pareceramos ms si me quedase all una semana, bebiendo, fumando, lanzando invectivas y tirndome todo bicho viviente. Y preocupndome. En eso la convierte a una tener sesenta y cinco aos, supongo, porque el nico pasatiempo de esa lista en la que mi madre se complace es en el ltimo. Pero, en eso, es toda una superclase internacional. Me parece que soy demasiado dura con ella. Es la costumbre. Pero me estoy haciendo demasiado vieja para reaccionar a sus torpes manipulaciones y maquinaciones como la taciturna e insoportable adolescente que fui. El caso es que he vencido. Venc hace mucho. Me march de Danville, Virgina; no me cas; no fui a la universidad estatal para convertirme en profesora y hacer algo de provecho por si, como le ocurri a ella, mi esposo me abandonaba. Y, adems, supe forjarme esa encantadora personalidad de sabihonda slo por hacerle la pueta. Dejar mi trabajo result ms duro de lo que supuse. Debido al dinero. Me haba acostumbrado a tener un poco. Haba empezado a comprar cosas que vea en los escaparates de las tiendas pasas por delante, te detienes, miras, entras y compras. Quiero esto, Me comprar aquello. Eso es lo que significa ser mayor, creo, desenfundando mi Visa Oro y mi Master Card de platino. Le envi a mi madre un vdeo por Navidad. Pensaba comprarme un coche nuevo en primavera, un deportivo, acaso un Miata. Y les dejaba unas propinas filantrpicas a las camareras. Pero haba algo que me escoca ms que la pobreza: mi excusa para no escribir una novela, lo que consideraba mi mayor anhelo: No tengo

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tiempo. Daba igual que eso fuese cierto o no; trabajar para el peridico, escribir artculos y cuentos que nadie compraba dejaba exhausta mi capacidad de escritora al cabo del da. De modo que tendra que prescindir de algo. Opt por dejar mi empleo de jornada completa, que me ocupaba en el peridico desde las nueve de la maana hasta las cinco de la tarde, seguir con los artculos para pagar la hipoteca y renunciar a seguir escribiendo cuentos. A ver si ahora averiguo si tengo madera. Digo esto refocilndome, muerta de risa. Como si no hubiese estado dndome largas desde que nac para no averiguarlo. Sera posible? Sera posible que estuviese madurando? No, por desgracia. La razn es ms timorata y no me deja en muy buen lugar. Es Isabel. A lo largo de los aos me ha enseado muchas cosas, pero esta es una que no he querido realmente aprender, no de ella y no de esa manera. Se trata de la leccin de lo corta que es la vida y de lo estpido que es malgastarla. Trato de entender por qu le ha sucedido a ella y por qu no a Rudy, a Lee o a m. Por qu a Isabel? Es la mejor de nosotras, la que tiene el corazn ms grande. Ella cree en todo y yo no creo en nada. Debe de ser el azar lo que se ha ensaado con ella, no? Isabel dice que no, que no existe el azar sino que todo ocurre por alguna razn. Qu razn? Es posible que yo pueda soportarlo y t no, me haba dicho. Pero me parece un sinsentido. Isabel prescindi de aquel memo de mdico y se puso en manos de otro onclogo. Se llama Searle. Empez a aplicarle una terapia a base de antiestrgenos, de un frmaco llamado Megace que la hizo engordar y tener sofocos, pero que por lo dems result ineficaz. Ahora est probando con dos nuevos frmacos, Armidex y otra cosa que no recuerdo cmo se llama, y todas hemos cruzado los dedos. A ver qu tal. No se lo pierdan: al principio, Isabel quiso prescindir de la medicina oficial y confiar en la autocuracin. Auto curacin, o sea, a base de lavativas de espigas de trigo y caf, saunas indias, acupuntura e hipnosis. Visualizacin dirigida y una biorretroaccin de dos pares de narices. Pero no abr la boca. Me mord la lengua y no dije una palabra. Rudy y Lee consiguieron disuadirla y, por lo visto, tambin Kirby, el presunto gay que result un ladrn de corazones. (Perdn, esto es una salida de tono. Me excuso ante Kirby, a quien todava ni siquiera conozco. Segn Isabel no hay entre ellos ms que amistad. Puede. Pero no s por qu, no me gusta. Y si la razn fuesen los celos y que soy una persona posesiva?) No puedo soportar que le est sucediendo esto a Isabel. Cuando hablo con ella nunca s qu decirle. Me siento cohibida y estpida, porque eso que hay entre nosotras y de lo que ninguna de las dos quiere hablar de ninguna manera se ha agigantado de tal modo que no podemos superarlo. De modo que he optado por espaciar las llamadas y pasan das enteros sin que ni siquiera piense en ella. Y eso es lo peor: poder olvidarme de mi amiga ms verdadera y ms amable, cuya vida se ha convertido en una autntica pesadilla.

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No, no es verdad. Sera mi vida la que se convertira en una pesadilla si estuviese yo en la piel de Isabel. Aunque quin sabe? Pero da la impresin de sobrellevarlo con la misma entereza que ha sobrellevado las duras pruebas a que la ha sometido la vida. En cuanto a Gary... no la ha llamado, ni siquiera le ha enviado una postal para desearle que se reponga. Terry tena la intencin de ir a visitarla; de tomar un avin y venir desde Montreal para pasar con ella un fin de semana largo, pero Isabel le ha dicho que no venga. Es un buen chico. Siempre me ha cado bien. Ojal tuviese quince aos ms. Madre ma! No hay nada como que un ser querido tenga un problema grave para que una se encierre en s misma. La enfermedad de Isabel nos afecta a todas. Me afecta a m. Cmo cambiar mi vida si su enfermedad se agrava en lugar de mejorar? Cmo voy a vivir sin ella si muere? Ah, el sentimiento de culpabilidad! Creo que fueron los judos quienes cargaron de por vida con el sentimiento de culpabilidad y no nosotros, los ex catlicos agnsticos. Pero Lee es juda y es la persona ms libre de culpa y menos neurtica que he conocido jams. Es irritable pero no neurtica. La situacin de Isabel est haciendo a Lee ms eficiente y organizada. Y ms mandona tambin. An no se ha quedado embarazada, por cierto. Pero est muy animada. ltimamente, en lugar de llamar, me enva mensajes por correo electrnico. Creo que es ms eficiente.
Para: Emma ([email protected]) De: L.P. Patterson ([email protected]) Asunto: Crculo Curativo

Emma: Slo un recordatorio acerca del mircoles de 9.00 a 9.30. Se lo he mencionado dos veces a Rudy, pero si hablas con ella desde ahora hasta entonces, querras volver a recordrselo? Ya sabes cmo es. nimo. Lee

El mircoles realizaremos nuestro segundo crculo curativo para Isabel. A una hora predeterminada, todas no slo las Gracias sino sus otras amistades y parientes de todo el pas, aparte de aquellos conocidos que lo deseen dejarn de hacer lo que estn haciendo y meditarn sobre Isabel y su recuperacin. Unos rezarn, otros imaginarn que a las clulas

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cancerosas les ocurren todo tipo de catstrofes, otros le enviarn luz blanca, sea lo que sea lo que eso signifique. Rudy mira con fijeza la llama de una vela y entona invocaciones. Qu clase de invocaciones?, le pregunt fascinada. Cosas. Es algo personal, me contest. Pues bueno. Se lo pregunt slo para orientarme, porque soy una calamidad para estas cosas. Nunca me haba importado demasiado ser tan ignorante en todo lo relativo a la New Age, porque la verdad es que soy la viva imagen de la Vieja Era. Pero ahora, cuando quiero rezar, hacer invocaciones o enviar luz blanca y termino fantaseando acerca de Mick o de un pastel, o pienso en que he de pasar la ITV, tengo la sensacin de dejar a Isabel en la estacada.

Para: Emma ([email protected]) De: L.P. Patterson ([email protected]) Asunto: Aniversario

Emma: Est todo concretado. Podemos contar con el chalet de Cape Hatteras el segundo fin de semana de junio. Yo preferira el tercero, como sabes, porque es la fecha exacta el 10 aniversario de las Cuatro Gracias. Pero ya lo tenan alquilado. Henry ha pensado bajar a ltima hora del domingo, cuando las dems se hayan marchado, y quedarnos tres das ms. Hay sitio para otro matrimonio. Te apetecera pasarlo con nosotros? Con o sin tu Romeo, como prefieras. Hasta el viernes. Lee

Para: Emma ([email protected]) De: L.P. Patterson ([email protected]) Asunto: Viernes noche Emma: Vendrs a mi fiesta, no? (Te lo pregunto porque no acusaste recibo

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de mi invitacin.) Suponiendo que vengas, podras hacerme un pequeo favor. Henry y yo tenemos hora maana con el mdico a las 15.30 (es la cuarta tentativa y esta vez creo que ser la definitiva). De modo que puede que no lleguemos a casa a tiempo para recoger la mousse de salmn en Fresh Fields. Como te va de camino, podras recogerla t? Muchas gracias. Ya est pagada. Slo tienes que pedirla. Otras cosa: Sabes quin vendr a la fiesta con otra persona? Pues, piensa, piensa, que tengo mucha prisa. Lee

Ja! Tena que ser Jenny, la suegra de Lee. Y con otra persona! Sera digno de ver. Me encanta observar al liberal superego de Lee luchar con su conservadora identidad. Me dije que la nica que tendra acceso de ansiedad en la fiesta de Lee iba a ser yo, tratando de comportarme con naturalidad delante de Mick y Sally, de la famille Draco al completo. Iba a ser una velada muy divertida.

No voy a negar que estaba pendiente de la puerta, pero no vi entrar a Mick. Cuando al fin lo vi estaba recostado en el arco del saln que daba al jardn, con una copa en la mano. El sol penetraba por las celosas e iluminaba a contraluz la mesa en la que se haba instalado el buf. Tambin iluminaba a contraluz la estilizada silueta de Mick. Nos miramos. Esboc una sonrisa pero se interpusieron varios invitados entre nosotros, un grupo que charlaba y que se abra para dejar pasar a Lee con su bandeja de canaps de cangrejo. Cuando tuvo el camino expedito vi que Mick se inclinaba a decirle algo al odo a su esposa. Sally se muestra tmida en las fiestas. Necesita tomarse un par de copas antes de aventurarse a entrar en conversacin. Que cmo lo s? Porque me lo dijo l. No s en qu contexto, aunque supongo que sera un comentario de pasada, sin malicia. Nuestras conversaciones estn exentas de malicia y el mugriento local de Murray's sigue siendo nuestro lugar de encuentro. No me ayuda a ponerme el abrigo, ni me toma del brazo para cruzar la calle. Salvo cuando nos rozamos las rodillas sin querer por debajo de la mesa, nunca nos tocamos. Pero estoy viviendo el ms ardiente, aventurado e intenso amor de mi vida. Y creo que a l le ocurre lo mismo. Lee se me acerc.

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Gracias por traer la mousse, Emma me dijo. Espero que no te haya creado ningn problema. Estaba en plan de anfitriona con traje de noche largo y un pauelo de seda; que se lo haba comprado en Emanuel Ungaro, me haba dicho en un mensaje por correo electrnico. No, qu va dije, me pillaba de camino. Ests fantstica! Y la casa preciosa. T tambin ests estupenda. Ese conjunto es muy mono. Creo que lo dijo sinceramente porque los sarcasmos eran ms propios de m que de Lee. La verdad es que yo no estaba segura de haber elegido bien: no llevaba blusa bajo la chaqueta corta de cctel a juego con una falda que apenas me llegaba a la mitad del muslo. Enseaba ms de lo que era habitual en m. Bueno... como es una fiesta... dije a la defensiva. Dnde si no va a exhibir una chica sus encantos? En la playa? sugiri Lee risuea. Oh, Emma, haba olvidado comentarte una cosa. No podemos hablar mucho ahora, pero... De qu se trata? Mir hacia atrs y baj la voz. Qu te parecera invitar a Sally a formar parte del grupo? me pregunt. Del nuestro aclar al ver que yo la miraba estupefacta. Te parece una buena idea? Me qued sin habla. Ya la has visto un par de veces. Te cae bien? Yo creo que es muy agradable. Lista e interesante. Y lo bastante distinta del resto de nosotras para aportar algo nuevo al grupo. La diversidad era importante para Lee. En cierta ocasin vet a una compaera del peridico porque trabajaba en lo mismo que yo. Tendramos dos periodistas me dijo. Es... redundante. Queramos variedad, no? Sally aportara variedad, eso estaba claro. Una madre joven, surea, trabajadora. El problema de Sally, tal como yo lo haba pensado ms de una vez, es que no haba nada anmalo en ella. Recurr a una excusa timorata pero lgica. No crees que no es el momento ms oportuno para pensar en incorporar a otra? No s... por Isabel. Dnde est, por cierto? Ha dicho que llegar ms tarde. No, no creo que... Hummm, qu delicia! Ests para comerte! exclam Henry dndome un abrazo de oso. Lee frunci el ceo por verse interrumpida y distradamente lo tom del brazo y se inclin hacia l. A partir un pin estaban. Lo tena en el

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bolsillo. Hacen tan buena pareja... son tan poco liberales o como se diga ahora. No veo por qu me dijo Lee. En cuanto den con el frmaco adecuado para Isabel, todo quedar atrs. Y entonces creo que sera bueno para ella. Adems, ya conoce a Sally aadi volviendo a bajar la voz. Se lo he preguntado y me ha dicho que le cae bien. Que se lo has preguntado ? Le has preguntado a Isabel si... ? No lo de que se incorpore al grupo; slo si le caa bien. Y me ha dicho que s. Ah exclam, aunque a Isabel le cae bien todo el mundo. En este aspecto es ms o menos como Dios. No s, Lee. No tengo nada contra Sally. Es slo que... no estoy muy segura de que sea un buen momento para invitar a nadie ms. Bueno. No estoy de acuerdo. Pero si esa es tu opinin... Por supuesto, le preguntar tambin a Rudy qu opina. Hazlo, hazlo, pens. Claro dije asintiendo, convencida de que Rudy no me iba a dejar en la estacada. Y a Isabel, por supuesto. Naturalmente. Lee sigui cumpliendo con sus obligaciones de anfitriona. Henry se qued a mi lado, hablando por los codos y contando sus estpidos chistes verdes. Sabes, Emma me dijo de pronto, puede que est equivocado, pero... Hundi la puntera del zapato en la alfombra y me mir. Qu? Me parece que Lee no est siendo muy realista acerca de lo de Isabel. De su estado. No se lo digo porque no quiero desanimarla. Y a veces ocurren milagros dijo inclinando la cabeza y rascndose la nuca. Qu opinas t? Creo que todas estamos esforzndonos al mximo, cada una a su modo. Lee es optimista y lo afronta con optimismo dije. Era un modo educado de decir que no quera aceptar la realidad. Rudy est asustadsima, pero lo disimula. Y t? Soy pesimista le contest abiertamente. Ya asinti. Distendi el ceo y su expresin se suaviz. Lo que me da miedo es que Lee se desmorone. Me refiero a si ocurre lo peor. No est preparada. Ya lo s dije, consciente de que si ocurra tampoco yo lo estara. Pero ella al menos podr apoyarse en ti aad acercndome un poco

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ms. Y, bien, ardiente Superman, qu tal va por el departamento de fertilidad ltimamente? Henry es tan majo que no slo no le molesta que le hables del tema sino que le encanta. Yo siempre bromeo con l sobre el tema desde que Lee nos cont lo de su superproduccin de esperma. Creo que lo alivia poder hablar de su problema con naturalidad, cosa que no podamos hacer antes. A que es ridculo? Era tab cuando el problema poda estar en que tuviese pocos espermatozoides, y ahora que resulta que tiene demasiados, deja de ser tab. Ridculo, no? Tras seguir bromeando un rato acerca de sus espermatozoides se puso serio. El momento es perfecto para nosotros, teniendo en cuenta cmo est el resto del panorama. Lee confa en que esta vez funcione. Y aunque no sea as tendremos otras dos oportunidades. Si se queda embarazada superar cualquier otra cosa. Si... Funcionar lo ataj para que no siguiera especulando. Porque, con esa potencia tuya, probablemente tendris trillizos. Y todos chicos. Ri a carcajadas y se sonroj. Henry me encanta. Es como un oso grandote adormilado, tranquilo y torpn, en quien se puede confiar tanto como en el amanecer. Es bueno con Lee y le atempera esa retencin anal como un buen sedante. Es como si Lee viviese con l por prescripcin facultativa. La fiesta se hizo ms bulliciosa y ms frvola. Aunque no mucho. Las fiestas de Lee nunca se desmadran. Lee invita casi siempre a todas sus compaeras de la escuela de preescolar y parvularios: mujeres despiertas, interesantes y de buen corazn cuyos maridos ganan ms dinero que ellas. Depart con las que ya conoca de otras ocasiones y me present a otras dos. A las fiestas de Lee asisten muy pocos hombres solos, no s por qu. Supongo que porque sus amigos son tan rectos y normales que nunca se divorcian. Aquella noche yo no estaba predispuesta a la caza del soltero, desde luego. Aunque no lo mirase, saba en todo momento dnde estaba Mick. Radar. bamos de un lado para otro, pero siempre nos mantenamos a conveniente distancia, separados por un nutrido grupo de personas. Yo de forma deliberada, y l... no lo s. La verdad es que me complaca en un juego tan adictivo como doloroso. Ciertamente, sufra debido a mi enamoramiento sin esperanza, pero al mismo tiempo nunca me haba sentido tan viva. Como de costumbre, Rudy y Curtis llegaron tarde. Puede que sea un memo la verdad es que memo rematado pero es innegable que Curtis Lloyd es un hombre atractivo, aunque su atractivo sea el de esos achulados jvenes nazis. Y en cuanto a Rudy, adems de ser bonita tiene esa elegancia natural que hace que las dems mujeres a su lado se sientan apocadas, demasiado compuestas y corrientuchas. Mujeres como yo. Le hice una sea para ver si se despegaba de Curtis y vena a charlar conmigo. Pero qu va. Como si no lo supiera. Curtis no le quita ojo de

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encima en las fiestas. No s si es porque no se fa de ella o porque no se fa de s mismo. Probablemente se deba a ambas cosas. Rudy y yo nos besamos en las mejillas pero Curtis y yo nos las compusimos para abrazarnos sin llegar a tocarnos. Dnde est Isabel? pregunt Rudy tras un breve intercambio de frases superficiales. An no ha llegado. Dice Lee que llegar algo tarde. Estoy impaciente por conocer al tal Kirby. Y yo. No puedo hablar con Rudy cuando Curtis est presente. Es como intentar hablar por telfono a travs del cristal mientras el funcionario de prisiones te observa. Slo hay otra cosa peor: hablar con Curtis cuando Rudy no est presente. Por eso me entraron ganas de estrangularla cuando me hizo cierto comentario. Ah, mira, ha venido Allison Wilkes. Hace siglos que no la veo. Enseguida vuelvo me dijo alejndose. De no haber tenido nadie que me importase especialmente, pude haberme dicho Al fin sola, en un momento como aquel, pensando que quitarse de en medio cuanto antes lo ms engorroso ayuda a disipar la tensin. Me reservo lo que de verdad pienso de Curtis lo de aquel da en Sergei's fue una excepcin. Rudy dice que no tiene miedo de l pero yo s. Un poco. Porque es retorcido. De modo que me muestro educada, asptica y deliberadamente gris con l, casi alelada a fuerza de dominarme. Es encomiable, no creen? Porque lo que de verdad me gustara es darle un guantazo. Todo sea por Rudy. Con las manos vacas (Curtis no bebe en pblico por temor a perder el control) se puso un poco de puntillas para echarle un vistazo general a los invitados; para ver si alguien poda serle de alguna utilidad, estaba segura. Es un poltico nato, pero no le gusta la gente. Bueno, Emma se anim a decirme, me ha dicho Rudy que has dejado tu empleo. S. Y que ests decidida a escribir un libro. Una novela dijo echndose a rer de un modo nada espontneo. Te resulta divertido? dije sonriente, limitando mi hostilidad a mi mirada. No se molest en contestarme. Mi enojo era desproporcionado, pero es que l tira siempre con bala y me acert en la fibra sensible. Y tu nuevo empleo cmo va? contraataqu. Lo de pleitear parece que te cuadra, Curtis. Es de verdad... aad fingiendo buscar la palabra una profesin... noble.

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Se limit a una sonrisa fingida. Mi dardo no haba hecho diana. Pens que nuestra escaramuza haba terminado. Pero no. Y de qu trata tu libro? Esa es la pregunta que ms detesta un escritor. Me sorprendi que supiera que yo estaba escribiendo un libro. Est todava en perodo de incubacin dije sin dejar de sonrer. El eufemismo me pareci adecuado. Prefiero no hablar de ello. Al otro lado del saln vi a Mick hablar con Henry. Rea con l, gesticulando mucho como suelen hacer los hombres. Su reciente amistad me sorprenda un poco. Porque son muy distintos. Dicen que siempre hay que escribir sobre lo que conozca uno mejor me dijo Curtis. S, quiz. Hasta cierto punto. O sea que tu historia tratar probablemente... Enarc las cejas, frunci los labios con expresin pensativa y prosigui: De oscuros sueos de adulterio de una solterona promiscua... o algo as, no? Lo fulmin con la mirada. l volvi a arquear sus rubias cejas con cara de inocente, esbozando una sonrisa. Me mir de arriba abajo detenindose desdeosamente en las partes de mi cuerpo que enseaba. El sentimiento de culpabilidad y la ira son una mala combinacin. Me sulfur hasta las orejas. Detestaba a aquel tipo, odiaba aquella expresin ufana. Estaba segura de que si abra la boca lo iba a insultar. Bueno, me parece que voy a ir con mi esposa. Cudate, Emma dijo alejndose displicentemente con las manos en los bolsillos. Fui al aseo sonriente e intercambiando algunas palabras con los que me cruzaba. Pero una vez dentro cerr la puerta, me apoy con ambas manos en los bordes del lavabo y me mir al espejo. Era aquel rostro demacrado el que haba visto Curtis? No era de extraar que estuviese tan ufano. No repliques a la provocacin, me advert, rebuscando en el bolso el lpiz de labios y la mscara de ojos. Curtis haba querido herirme y que me sintiese traicionada por Rudy. Cmo haba podido Rudy revelarle mi secreto? Aunque la verdad es que no le ped que no se lo dijera. No me pareci necesario. Crea que ella trataba mis confidencias como yo trataba las suyas, con el mayor respeto, como si fuese algo sagrado. Solterona promiscua. Por favor! A hacer puetas! Su actitud no hace sino corroborar lo que siempre he pensado de l: que es un enfermo. Pero, oh Rudy, cmo has podido contarle lo de Mick? Llamaron a la puerta. Mierda.

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Un momento. Necesitaba cinco minutos, por el amor de Dios. Que tena cara de haber llorado. Perdn. Reconoc la voz jovial y amistosa de Sally Draco. Perfecto. Sonre. Ech la cabeza hacia atrs y simul una risa divertida. Tena que ponerme la cara de fiesta. Me alis la falda y tom la decisin de tenrmelas con Rudy en otra ocasin, no aquella noche, no all, con dos copas de ms. Ya. lo hicimos una vez y no se volver a repetir. Sally estaba recostada contra la pared del saln contigua al aseo. Se dio la vuelta al or que se abra la puerta. Ah, eres t, hola! exclam. La segunda copa deba de haber hecho efecto. Pareca alegrarse de verdad de verme. Tanto es as que si no llego a cruzar los brazos probablemente me hubiese abrazado. Habra sido una efusin excesiva, teniendo en cuenta que, hasta aquella noche, slo nos habamos visto una vez, en otra de las fiestas de Lee. Qu tal te va, Emma? me pregunt. Siempre pienso en llamarte, pero ya sabes lo que pasa... Claro dije con voz queda, trabajando y teniendo hijos, debes de estar muy ocupada. Qu tal va el trabajo? aad, porque me pareci que le apeteca de verdad charlar, que no era slo un intercambio amable de saludos. Digamos que no es mi ideal pero... contest poniendo los ojos en blanco. No? No recordaba bien en qu haba trabajado anteriormente. No s si era pasante o asesora jurdica; algo que tena que ver con las leyes. Nunca recuerdo en qu trabajan los dems. Pero... s. Cuando Mick la conoci trabajaba de pasante en un bufete; y ahora en el Departamento de Trabajo. Me parece que no salimos a ms de uno por familia que haga lo que le gusta dije. Sonri, pero cre notar una soterrada agresividad. Llevas un modelo despampanante, de dnde es? De modo que hablamos de trapitos mientras yo la observaba y le devolva el cumplido, dicindole que me encantaba el vestido corto de cctel que llevaba. Era blanco y precioso, la verdad. Era una mujer atractiva, de eso no caba duda, con un pelo rubio liso y sedoso. Lo llevaba corto y con un peinado que las mujeres admiraban ms que los hombres. Sus ojos, muy separados, y los pmulos salientes le daban a su rostro un

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aire extico. Tena la boca grande, demasiado, y no la favoreca. Pero resultaba sensual; toda su cara era sensual y eclipsaba su cuerpo, nada exuberante. Me ha dicho Mick que casi has terminado tu artculo. Me alegra que haya podido ayudarte. Oh, s, ha sido de gran ayuda. No hubiese podido escribirlo sin l. Cundo saldr? No s. Puede que en junio. Cuando decidan programarlo. Estoy impaciente por leerlo dijo ella dirigindome una franca mirada. Dios sabe que he tratado de ser objetiva. Me he preguntado: Me caera bien Sally de no existir Mick? Si la conociese en una fiesta y empezsemos a charlar, me sentira impulsada a intimar con ella? Y la respuesta sincera es que no, aunque por ninguna razn slida. Me refiero a que no la veo en absoluto como una mala persona. Rebosa cordialidad, aunque tambin produce la sensacin de no ser del todo sincera; y cuando ms habla una con ella, menos autntica parece la impresin inicial que da de gran seguridad en s misma. Te observa detenidamente, expectante, como si anhelase algo. Tras sus grandes ojos percibo una gran carencia. Nuestra conversacin no se alarg mucho. Entr al aseo y yo me adentr en el saln, pensando en ella. Por qu se haba casado con Mick? No pueden ser ms opuestos. l es autntico y ella no (y no creo decirlo porque soy parcial). l rara vez habla de ella y cuando lo hace es siempre del modo ms genrico y educado, que es lo propio de l. Resulta frustrante, pero me gusta su discrecin, su caballerosidad. Vi que Lee estaba en el centro del saln, con una bandeja de mini kebabs de cordero. Miraba hacia la cocina con cara de circunstancias. Aj. Era Jenny, con una persona. Se notaba enseguida que eran amigas porque iban del bracete. Menuda pareja! exclam sin poder reprimirme. Lee cerr los ojos un momento. Acompame, quieres? me dijo. Claro. Incluso me adelant unos pasos. Jenny me cae bien. Henry estaba hablando con ella y con su amiga mientras sacaba unas mini quiches Lorraine del horno y las iba poniendo en una bandeja. Oh, Lee! exclam Jenny al vernos. Lee y su amiga. Oh, mira, Phyllis, es Lee, mi encantadora nuera aadi propinndole a Lee un tremendo abrazo que la levant del suelo.

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A m me aplic el mismo tratamiento, aunque comprend que se haba olvidado de mi nombre. No acaba de entender muy bien lo de las Cuatro Gracias, pero nos adora. Emma dije recordndole amablemente mi nombre, y le tend mi mano a aquella menuda cincuentona llamada Phyllis. Jenny le haca carantoas. Phyllis me dirigi una chispeante mirada y me salud. El ms claro sntoma de que Jenny pretenda no dar mala imagen era que se haba puesto un vestido (por primera vez que yo sepa). Era un vestido bonito y le sentaba bien, pero resultaba tan incongruente en ella que me record a un travest. Jenny mide 1,76 metro ochenta con botas, le encanta decir y es robusta. Se tie el pelo de color castao oscuro y lleva un peinado alto, anticuado, estilo Pompadour. Salvo por su acento sureo me recuerda a Julia Child. Lee, esta es Phyllis Orr, mi amiga ntima dijo con su fuerte deje de Carolina, como un Jesse Helms femenino. A su lado el acento de Henry resultaba de lo ms acadmico. Bueno, y qu tal estis? Estoy encantada de veros farfull Lee como si no quisiera desentonar con la farfulla de Phyllis. Bienvenidas. Las amigas de Jenny son... Se dio una palmada en la frente al orse y ver que Henry y yo nos mirbamos risueos. Luego aadi: Cmo os habis conocido? Bueno, si no es indiscrecin. Es curio... Phyllis regenta mi edificio de apartamentos contest Jenny como asombrada ante las sorpresas que depara la vida. Intentaron entrar a robar en mi apartamento... ya os lo cont. Lo recuerdas, Henry? Pero no hicieron ms que saltar la cerradura. Y ella me la arregl aadi dndole un golpecito con el codo a Phyllis. Lo que son las cosas dijo Lee con cara de pasmo. Y desde entonces sois amigas. Es maravilloso. Phyllis era una mujer estilizada, muy delgada y atractiva, con cara de entender lo suyo de cerraduras. Mir a Lee con curiosidad. Hablando de amigas... dijo Jenny. Cuntale a Phyllis lo de vuestro grupo, Lee, cario, cuntaselo. Lee form un grupo exclusivamente femenino hace muchos aos, Phyllis, y an siguen. Emma es miembro del grupo. Cunto tiempo llevis ya? En junio har diez aos repuso Lee. Ah s? exclam Phyllis. Vamos a celebrar el dcimo aniversario en Cape Hatteras terci. La familia de Lee tiene un chalet que alquilan por todo el ao, menos dos semanas en junio y otras dos en septiembre. Las Cuatro Gracias haban celebrado cuatro de sus nueve aniversarios all. De modo que poda considerarse una tradicin espordica. Ah, pues si yo fuese all, disfrutara nadando. Es maravilloso.

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Jenny descans afectuosamente un codo en el hombro de Henry. Patterson e hijo tenan un aspecto estupendo, vestidos de un modo tan impropio de ellos para aquella velada. Lee mir en derredor frotndose las manos y sonriendo impaciente. Dos compaeras de los cursos de formacin entraron en la cocina a por hielo y se acercaron a escuchar. Cuando yo tena tu edad, Henry. Cundo fue eso? dijo Jenny. A finales de los setenta repuso Henry tras reflexionar unos instantes. Eso es, hace veinte aos, cuando tena tu edad, tambin tuvimos la idea de vivir con mujeres en un grupo. Sabes que viv en una comuna? pregunt dirigindose a m. En el campo, cerca de Ahsville, en un sitio precioso. Y all creci Henry. Me preocupaba que no tuviese un padre (al suyo lo mataron en Vietnam, sabes?). Pero fjate cmo ha salido aadi. Le pas el brazo por el cuello a Henry casi como si fuese a hacerle una llave y apret. Aj! exclam, como si no se lo hubiese odo nunca a Lee, a Henry y a la propia Jenny muchsimas veces. Una quiche? ofreci Lee acercndole la bandeja a su suegra. Mujeres unidas jams sern vencidas! casi grit Jenny. No hay nada que no podamos conseguir si nos unimos. Verdad, Emma? Eh, Lee, cario? Menuda tropa ramos por entonces. Amor libre y... nada de hombres. Le habis puesto nombre al grupo? Nosotras nos llambamos Las Marimachos. Todos nos echamos a rer. Pero el nuestro no es de esa clase de grupos puntualiz Lee sealando a Henry, que era el nico all que tena pene, como diciendo: mirad, la prueba viviente de mi heterosexualidad. ramos radicales! Madre ma! Montbamos una manifestacin por menos de un pitillo, siempre y cuando fuese por algo comprometido. Recuerdo que una vez fuimos a una asamblea antibelicista en Raleigh y enarbolamos una pancarta que deca Lesbianas pro Mao. Mi novia y yo nos quitamos la camisa y nos pusimos a darles el pecho a nuestros hijos en la escalinata del Capitolio. Creo que t has visto esa foto, Henry. S, tena ocho aos. No! exclam Lee estupefacta. Pero no dur. No poda durar, supongo. Y, adems, ramos todas muy jvenes. Nos fuimos marchando una a una, y tengo entendido que all ahora no hay ni siquiera una granja. Con lo bonito que es aquel sitio! Te acuerdas de Sue Ellen Rich? pregunt Jenny mirando a Henry. Recib una felicitacin suya la pasada Navidad. An seguimos en contacto y dice que ahora han montado all un hipermercado. Hummm. Mene la cabeza con expresin desconsolada, le dio una palmadita en el brazo a Phyllis y exclam: Ay!

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No somos muy polticas dijo Lee sonriente. Todo se resume en cenas. Pero an segus juntas; eso es lo que os envidio. Diez aos, y an sois un grupo. Y seguro que todava os queris mucho. Ah, claro que s asent, rodeando a Lee por la cintura. Nos seguimos queriendo muchsimo. Lee adivin lo que me propona hacer (besarla en la boca) y ech la cabeza hacia atrs aterrorizada. Tuve que conformarme con la mejilla. Bueno, voy a ir pasando esto musit Lee soltndose, que si no se enfran. Me perdonis? Lee siempre tan educada. Pero me mir como si tuviese ganas de estrangularme. Siento llegar tan tarde. Kirby acaba de dejarme abajo dijo Isabel sin resuello. Ha ido a aparcar. Lee fue a quitarle la chaqueta pero Isabel rehus. Me la voy a dejar dijo mirndome. Hola me salud. Correspond desde lejos simulando un abrazo. Se senta bien, como siempre, muy lejos de desmoronarse ni nada parecido. Rudy se acerc y le sonri radiante. Luego la estrech entre sus brazos con la afectuosidad de siempre. Estaba preocupada. Ya tema que no fueses a venir. Es que he tardado en organizarme. Qu tal ests? le pregunt Lee a la vez que le tomaba ambas manos y la miraba a los ojos. Ests maravillosa! exclam Rudy. Era en parte cierto y en parte no. Isabel llevaba un vestido precioso, de esa clase que nos recuerda que el negro es siempre elegante, y se haba hecho un peinado que la favoreca. Pero estaba demacrada, plida y amarillenta, y los ojos daban la sensacin de ser demasiado grandes para su cara. Aseguraba no haber adelgazado ni engordado un solo kilo desde que tomaba los nuevos medicamentos. Por qu entonces pareca tener la cara hinchada bajo el mentn, como si tuviese papada? No era muy prominente, y cualquiera que no la conociese no lo habra notado. Pero yo no poda quitarle ojo a aquel extrao abultamiento. ltimamente la observo y la controlo como una madre a un hijo enfermo. Lo hacemos todas. Y ella lo detesta. Cmo te encuentras? insisti Lee volviendo a fulminarme con la mirada. Estupendamente. No podra encontrarme mejor. Qu bonita est tu casa! dijo Isabel mirando en derredor y soltndose las manos. Ese espejo es nuevo, verdad? No s qu dara por tener tu gusto, Lee.

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Bien. Incluso Lee capt el mensaje: no vamos a hablar de mi salud, de acuerdo? De modo que nos quedamos las cuatro en el centro del saln formando un protector crculo cerrado, riendo y hablando de cosas intrascendentes; de los bonitos pendientes de Isabel; de mis preciosos zapatos nuevos; y de si el perfume que se haba puesto Lee era Obsession o no (hasta que incluso yo olvid que algo oscuro y amenazador se haba posado sobre nuestra preciosa solidaridad y nos haba cambiado para siempre). Lleg Kirby. Isabel nos lo present a Rudy y a m (Lee ya lo conoca) sin la menor insinuacin respecto de que esperaba que les cayese bien, como habra hecho yo en su situacin. Kirby result un tipo inquietante. Era mucho ms alto que nosotras, aunque dudo que pesase ms de setenta o setenta y cinco kilos; casi calvo, con facciones angulosas y hombros altos. Aunque desgarbado, daba la impresin de ser fibroso, fuerte y atltico. Sus ojos de color castao claro y triste dominaban su rostro. No s por qu pero me pareci que tena cara de cura. Me limit a saludar sin aadir ms a la frmula de cortesa. Formamos un pequeo grupo en el saln exterior, nosotras cuatro y Kirby, y mantuvimos una charla con tmidos intentos de conocernos mutuamente. l tampoco dijo gran cosa, aunque no puede decirse que se mostrase distante o taciturno. Pero no cabe duda de que not que lo estbamos examinando. Curiosamente, Lee asegur que le caa bien, pese a que se muestra mucho ms posesiva con Isabel que nosotras. Pero tambin es proverbial su falta de ojo clnico para juzgar el carcter de los dems (no son prejuicios mos; baste pensar en Sally) y, por lo tanto, su opinin no me influy en nada. Francamente, Kirby no acababa de gustarme, pero trat de ser objetiva por el bien de Isabel. No fue por nada que l dijese y, de no estar yo tan susceptible y escamada, tampoco lo hubiese atribuido a nada que l hiciese. No es exactamente que no se despegase de Isabel sino que daba la impresin de vigilarla. Era una impresin que me transmiti su lenguaje corporal; y otra cosa: como Lee haba retirado todas las sillas del saln para que hubiese ms espacio, Kirby se esfum durante unos segundos y luego reapareci con un taburete de la cocina, que situ detrs de Isabel casi imperceptiblemente (su maniobra fue vista y no vista, como por arte de magia). Y, con el mismo talante, primero le trajo un vaso de tnica con una rodaja de limn, y luego un plato con lo que l haba elegido del buf. Al ver que ella no pareca muy apetente, la mir primero con ceo y luego con desenfado, cuando ella empez a picar un poco. Pareca haberse arrogado el papel de ngel guardin. Era fcil precipitarse y considerarlo un tipo raro y un tanto macabro por su modo de apegarse a una mujer que, como mnimo, estaba gravemente enferma. Y entonces comprend por qu Isabel pens al principio que era gay: no porque fuese afeminado, sino porque era diferente y no encajaba con el tipo de hombre habitual. Sin embargo, no tard en notar que era una persona gentil. Y decid darle un voto de

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confianza. Al cabo de media hora me alegr por Isabel. No hubiese podido encontrar un hombre menos parecido a Gary Kurtz ni aunque lo buscase con lupa. Kirby sugiri que fusemos a sentarnos al saln, y me percat de que lo haca porque pensaba que Isabel estara ms cmoda all. Al dispersarnos, Isabel me abord en la entrada. Qu? Tard unos momentos en contestar pero, al ver su mirada de impaciencia, fing no haber entendido la pregunta. Te refieres a l? Pues me gusta. De verdad, Emma? No sabra expresar cmo me sent al comprobar que a Isabel le importaba lo que yo opinase de su novio. Era como si nuestra lder me consultase a m primero sobre una cita a ciegas. Me conmovi. Isabel es mi mentora, aunque ninguna de las dos lo expresaramos nunca as en voz alta, y ciertamente nunca lo hemos expresado as. Es ella quien aprueba o desaprueba mi conducta, pero no a la inversa. Claro que me gusta. Por qu no iba a gustarme? dije. En qu ha quedado lo de que erais simplemente amigos? Seguimos as. Eso es exactamente lo que somos. Y se lo has dicho t as? Isabel sonri y baj la vista. Est enamorado de ti, no? Si alguna vez lo estuvo, ya no. Porqu? No me contest. Y cmo es eso? Por qu has vuelto a enfermar? Pues si es as... Las cosas son ahora muy complicadas, Emma. Eso es todo. Has de reconocer que son complicadas. Todo es complicado, Isabel. Pretendes decirme que Kirby slo puede quererte si rebosas salud? No, no es eso lo que pretendo decirte replic un tanto perpleja. No lo entiendes. Se me encendi la lucecita y lo vi todo claro. Es cosa tuya dije. Qu es cosa ma? T eres la que se echa para atrs porque ests enferma, no Kirby dije con cierto alivio, sobre todo porque acababa de convencerme de que Kirby me inspiraba confianza. Isabel me mir pensativa y mene la cabeza.

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No es tan sencillo, Emma. No es tan sencillo. Si t lo dices... Pero creo que es importante que veas las cosas con claridad. Hasta a m me asombra pontificar de esa manera acerca de los problemas de los dems en cuanto se me da un poco de pie. Ciertamente slo he visto a Kirby una vez aad, pero no me ha dado la impresin de ser una de esas personas que no soportan las complicaciones. No tiene pinta de ser de los que echan a correr. Isabel fue a decir algo, pero Lee nos interrumpi. Nias, al plat! dijo con voz cantarina sealando a la temible cmara de vdeo. Todas al saln, que Henry quiere filmarnos en el sof. Me ech a rer. De qu te res? exclam Lee con ceo. De nada repuse. No he conocido a nadie tan torpe para entender los sobrentendidos. El buenazo de Henry se haba prestado. Usar la cmara para poner en evidencia a los dems era una de las ms enojosas maneras de divertirse que tena Lee. Ya fastidiaba bastante cuando lo haca ella, pero cuando lo arrastraba a l a hacer lo mismo, Henry demostraba ser un santo. Nos apretujamos las cuatro en el condenado sof. Yo qued entre Rudy e Isabel. Rudy no estaba borracha pero le haca guios a la cmara y fingi meterme la lengua en la oreja. Yo no tena ganas de rer estaba enfadada con ella, pero al final lo consigui. Vi a Curtis revolotear entre los invitados que nos miraban. No ri con los dems, ni siquiera sonri. Y eso me ayud a decidirme. Haba sido una ingenua al creer que Rudy no le revelara mis secretos a Curtis. Cundo vas a madurar?, me reproch. Los matrimonios se lo cuentan todo. El matrimonio pasa por encima de la amistad, aunque est una casada con un imbcil. La verdad es que ya no estaba enfadada con ella y no iba a hacer un problema de lo que le hubiese dicho o dejado de decir a Curtis; ni siquiera pensaba sacar el tema a colacin. Eso era precisamente lo que l quera que hiciese. Pues que se joda. No iba a poner piedras en el camino de mi amistad con Rudy porque a l se le antojase. Repar en que Curtis me miraba y aprovech para rodear a Rudy con el brazo y besarla en la sien. Chpate esa, memo! Pero no fue una victoria total. Porque en adelante tendra que tener cuidado en qu le contaba a Rudy acerca de Mick y yo. Y la sola idea volvi a ponerme furiosa con ella. Hola. Hola. Durante toda la velada me haba sentido como un pjaro que revolotea sobre un matorral de ortigas sin atreverse a posarse.

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La parte de atrs del jardn de Lee era como un suave prado que yo escudriaba a vista de pjaro. Y all estaba Mick esperndome. Bueno, la verdad es que no s si estaba esperndome. Pero estaba all, fumando un cigarrillo junto a la valla descolorida y cubierta de hiedra que separaba la casa de los Patterson de la del vecino. Ni siquiera estaba solo. Porque al fondo del jardn otros invitados, tres o cuatro hombres y una mujer, rean, beban y fumaban cigarros alrededor de un columpio oxidado, tan viejo como la casa. La temperatura era agradable, estaba nublado y la luna no era ms que un trazo curvo apenas entrevisto en un cielo gris y sin estrellas. A diferencia de mi barrio y del de Mick, el de Lee era muy tranquilo los sbados por la noche. No es como por nuestros barrios, verdad? dije. Mick sonri, retrocedi un paso invitndome a ir con l junto al borde del csped. Yo tambin sonre pero baj la vista para que no lo notase. Porque la euforia me cosquilleaba en el pecho. La tensin que haba entre nosotros era alarmante. Significaba que todo era cierto; todo aquello que yo anhelaba y tema. Me sorprende que fumes dije. No creas... Me lo han dado. Pero no suelo fumar dijo mirando la brasa del cigarrillo como si tambin a l le sorprendiese. Fumo uno cada tanto. Yo s fumo, pero slo cuando estoy con Rudy. Quieres que te pida uno? No dije riendo, de nuevo eufrica. Los mosquitos danzaban a la luz del jardn. Dos casas ms all un perro ladraba de puro aburrimiento. Se oa el zumbido de un avin invisible. Poco a poco, aunque no hablsemos, empezamos a relajarnos. bamos tejiendo una red a nuestro alrededor, casi como un capullo. Era lo mismo que hacamos en Murray's, o sea que ya tenamos prctica. Sin embargo, estaba perpleja. Qu cmoda me senta con l! Tengo el artculo casi terminado dije. Slo me falta comprobar unos datos y la revisin final. Asinti con la cabeza, pero repar en que se abstena de decir nada que indicase que se alegraba. Porque terminar el artculo sobre el mundillo del arte en Washington para Capital significaba no tener ms excusas para llamarlo a su estudio o tomar caf con l para hacerle ms preguntas. No tendra ms justificaciones para seguir en contacto con l en adelante. Salvo la amistad. La secreta amistad, como Rudy lo haba expresado muy acertadamente, algo que, en cierto modo, la deslegitimaba como pura amistad. Gracias por tu ayuda dije en tono protocolario. Sin ti no hubiese conseguido escribir el artculo. No creo haberte ayudado en nada.

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Eso no es cierto. No habra sabido a quin entrevistar y a quin no de no haberme orientado t. Ni siquiera habra sabido por dnde empezar. El redactor jefe de Capital me aconsej enfocar el artculo desde el punto de vista de una persona profana en arte, algo que me vena al pelo, pues era el nico enfoque que yo poda darle. Eres periodista dijo Mick, ya hubieses encontrado el modo de hacerlo. No s por qu te empeas en no reconocer que me has ayudado. Claro que no hay que descartar que no les guste; incluso de que me lo rechacen. En tal caso puedes decir que ha sido culpa ma. De eso nada... Estaba pecando de falsa modestia, porque me senta muy satisfecha de cmo haba quedado el artculo. Me sorprendera mucho que lo rechazasen. Pero es innegable que soy una especialista en lanzar piedras sobre mi propio tejado. Es como aquel que se cubre en las apuestas, que alienta la esperanza sin descartar la decepcin para que luego no duela tanto. Por lo menos en pblico. A travs de los cristales de la puerta del jardn, que ahora estaba cerrada, vimos que los invitados iban lentamente desde el bar a la mesa, en pequeos grupos. No oamos lo que decan. Slo veamos los movimientos de su boca y oamos sus risas. La esposa de Mick estaba enfrascada en una conversacin con Curtis Lloyd y enseguida me asalt la fantasa de que surgiese entre ellos un flechazo fulminante, abandonasen a sus respectivos cnyuges y se largasen juntos a Ibiza. He hablado con tu amiga Isabel me dijo Mick. Ya la conocas, no? La haba conocido all mismo, en la ltima fiesta que dio Lee. S, aunque apenas hablamos. Pero esta noche s. Y me cae muy bien. Me sorprendera que no te cayese bien. Es duro me dijo. Un da, en Murray's, le confi lo asustada que estaba y me ech a llorar (algo que detesto). De modo que ahora l se mostraba diplomtico, expresando su solidaridad pero sin darme pie a ahondar en el tema. Lee le cont a Sally lo del Crculo Curativo y Sally me lo cont a m me dijo. Y lo has hecho? S. Y t? Por supuesto. Ms o menos. Cmo lo hicisteis vosotros? pregunt, tratando de imaginarlos a l y a Sally frente a una vela y haciendo invocaciones al unsono.

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En el metro, de vuelta de una clase de dibujo. No me acord hasta las diez menos cuarto. Y qu hiciste? Pues meditar. Y t? Me encantaba hablar con l as. Con Rudy y con Lee resultaba demasiado ntimo y, por supuesto, con Isabel no poda hablarlo. Yo intent meditar, pero no se me da nada bien. Cmo te las compones t para dejar la mente en blanco? Yo no puedo desconectar. La verdad es que no s si puedo llamar meditacin a lo que hice dijo tratando de no desanimarme. Simplemente pens en ella. Cerr los ojos y dese que se curase. Pues eso es lo que hice yo tambin. Desear que se cure. Una mujer a la que yo no conoca abri la puerta del jardn y se asom en la penumbra. Alguien sin duda Lee haba quitado la cinta de los Drifters y haba puesto una de Stephane Grappelli. Las sincopadas notas del jazz rompieron el silencio, como un coche que irrumpiese en un campo de rugby durante el descanso. La mujer sonri, desisti de salir al jardn y cerr la puerta. Volvi a hacerse el silencio. Al ver que me quitaba los zapatos, Mick me pregunt si quera volver a entrar. No. Se est muy bien aqu repuse. Pero si quieres, entramos. No dijo mirndome, mirando mi cuerpo, algo que sola costarle trabajo no hacer o, por lo menos, eso me pareca a m. A qu se debe que algunos hombres te miren y te hagan sentir la mujer ms sexy del mundo; y que en cambio cuando te miran otros sientas la tentacin de soltarles un puntapi en la entrepierna? Una fantasa irrumpi en mis tmidos intentos por hablar de temas superficiales: me imagin abrazndolo. De puntillas, rodendolo con mis brazos e inclinada hacia l. Se me sec la boca y olvid lo que estaba dicindole. Notaba la ropa demasiado ceida, demasiado ntima. Enseaba demasiado, pero deseaba ofrecrselo todo. Quera entregarme a l. Dej mi copa en el borde de una jardinera de hierro forjado. Aquello no era como un coqueteo con algn invitado guapo en una fiesta. Lo que yo senta era una lujuria peligrosa que poda destruir vidas. Pensar en ese potencial peligro me despej como si me hubiese zambullido en agua fra. En qu ests trabajando ahora? le pregunt, complacida por haber logrado cambiar de tema. En algo nuevo. En unos retratos a la aguada. Ven a verlos me invit. Ven cuando quieras, Emma. O sea que volvamos a estar como al principio. Intent esquivarlo. Me gustara. Algn da ir.

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No me pregunt acerca de lo que estaba escribiendo, porque haca tiempo que le haba pedido que no lo hiciese. No estoy contenta con lo que estoy escribiendo dije, sorprendida por mi acceso de sinceridad. No me gusta. Puede que dejar mi empleo en el peridico haya sido un error. No lo creo. Bueno... dije, para que se extendiese. Porque de momento me haba dicho lo que quera or. En todo caso, es demasiado pronto para decirlo. Cunto tiempo llevas? Un mes. Muy poco tiempo. Y cunto tiempo ha de pasar para saber si ha sido o no un error? Eso no lo s. No lo habra hecho de no haberme inspirado en tu ejemplo dije sonriendo de medio lado. No lo habra hecho de no haberte conocido. De modo que si la pifio parte de la culpa ser tuya. Te ir bien. Seguro. En qu te basas? En que tienes fuerza, entre otras cosas. Fuerza narrativa? Adems de que le echas corazn. Ests viva. Contigo s que estoy viva, pens. Tienes... no s cmo llamarlo, una actitud que sin duda atraer a los lectores, por lo menos a los lectores inteligentes. Por suerte estaba oscuro, porque me ruboric. Dara cualquier cosa porque eso fuese verdad reconoc casi sin aliento. Pero ni siquiera s an sobre qu debo escribir. Ya lo descubrirs. Eres demasiado impaciente. Cierto. Detesto esperar. Me pregunto si voy a conseguirlo, si va a funcionar, si va a tener xito. S. Soy demasiado impaciente. Y si la respuesta fuese que no, y ya lo supieses, qu haras? No lo s. Yo comprend que lo que deba hacer era pintar al percatarme de que era lo nico que quera hacer, aunque nunca triunfase. Esa era la prueba de fuego. Porque no se trata de lo que los dems opinen de mi obra. Se trata de m, de mi evolucin; de verme mejor, de comprender cosas que antes eran un misterio para m. De moverse. De cambiar.

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Asent con la cabeza repetidamente. La conversacin me hizo sentir exultante y animada, a la vez que me preocup. Me sirvi para reflexionar luego sobre ello. Y me confirm una cosa que sospechaba desde haca tiempo: Mick era ms maduro que yo. Bueno, da igual. Pero quera decirte que, de no haberte conocido, probablemente no habra dejado mi empleo. Me pareci que era correr un gran riesgo. No repar en lo que pudo significar para ti. Ahora lo s. Y te admiro. Baj la vista. Slo le vea la coronilla. Se meti la mano en el bolsillo trasero del pantaln. Por un momento cre que iba a sacar un pauelo para enjugarse las lgrimas. Me sent como una estpida, pero aliviada cuando sac la cartera. Quieres ver una fotografa de Jay? Su hijo era precioso, rubio, de mejillas sonrosadas y sonrisa angelical. Se parece a ti dije. Pero no s exactamente en qu. Porque sus facciones no... Pues no. Todo el mundo dice que se parece a Sally. S, pero hay algo, algo que... En la foto, Jay estaba haciendo un mueco de nieve con pap en el jardn. Reconoc la fachada de la casa porque en una ocasin pas por delante con el coche. No fue por casualidad sino que quera ver dnde viva Mick; quera llenar aquella inocente laguna en lo que saba de l. En la fotografa iba abrigadsimo, con un anorak acolchado, bufanda, gorro con orejeras, guantes de lana, y botas amarillas. Daba la impresin de no poder moverse, de estar enraizado en la tierra del jardn como los rboles. Una vez mi madre me hizo una foto con una indumentaria parecida, con la clsica pose de los nios: sujeto mi trineo con una cuerda y el vecinito detrs de m, ms alto, algo mayor, con una picara mirada. Pero no recuerdo nada de aquel da. Mirar Jay aquella de mayor sin recordar tampoco nada? Oh, Mick, es precioso. Qu tiene?, seis aos? Cinco y medio. Cumplir los seis en diciembre. Siempre has querido tener hijos? La verdad es que no. Jay vino... por sorpresa. Alc la vista. Su expresin se haba hecho grave, retrada. Estaba midiendo las palabras. Nunca cre que la vida de nadie pudiera importarme ms que la ma. Creo que Jay es feliz. Creo que es de verdad feliz. Lo que ms me asusta es su inocencia. Quiero protegerlo y s que no puedo dijo con una voz cada vez ms baja. No podra hacer nada que le hiciese dao a Jay. Por ms que lo desease. Por ms que... dej la frase sin acabar. Le devolv la fotografa sin decir palabra. Mensaje recibido.

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La verdad es que fue un alivio. Al igual que los nios, funciono mejor cuando se me ponen limitaciones. Ahora que s las reglas, las seguir al pie de la letra. En qu estabas pensando?, me pregunt. Se abri entonces la puerta del jardn. Ladeamos la cabeza con renovada inocencia. Sally se nos acerc con Lee a pocos pasos. Mick pareci aguardar a que su esposa estuviese a su lado antes de volver a guardar la foto de su hijo en la cartera. Equivala a una declaracin de inocencia. Entablamos conversacin (nosotras, porque Mick no abri la boca). Yo estaba aliviada y, a la vez, abstrada. Lee dijo que Sally quera colocarme a un novio de su oficina. Un abogado cuarentn, divorciado, que trabajaba como asesor jurdico. No digas que no sin ni siquiera pensarlo, Emma, porque parece un hombre realmente majo y... De acuerdo. Lee parpade con expresin inquisitiva. Gracias, Sally dije. Dale mi nmero de telfono y dile que me llame., Pareci sorprenderse tanto como Lee. Estaba visto que mi reputacin era de aupa. Descuida que lo har dijo Sally, y tom entre sus manos el brazo de Mick y recost la cabeza en su hombro. Mensaje de esposa: vaymonos pronto, cario, que estoy cansada. Comet el error de mirarlo. Me pregunto cunto dolor pude haberme ahorrado si l hubiese desviado la mirada o si hubiese disimulado sus sentimientos o, simplemente, si hubiese habido menos luz. Pero haba luz suficiente y Mick disimula mucho peor que yo. Vi todo su sufrimiento, enorme, descarnado y humillante. Durante todo aquel tiempo haba dominado mi amor por l. El espejismo que me induca a pensar que tena alguna posibilidad se haba evaporado. Comprend dos cosas que hubiese preferido ignorar: que nunca podra tenerlo y que estbamos enamorados.

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Captulo 16

Isabel
La primavera es mi estacin favorita. Mayo es el mes que prefiero. Adoro la inocencia de mayo despus del traicionero abril, la esperanza exenta de argucias que ofrece. La dulzura. No s si atribuir a la buena suerte, o a uno de los golpes bajos del destino, que la peor experiencia de mi vida tenga lugar en el amable mayo. El tratamiento con antiestrgenos no ha funcionado conmigo. Dado mi historial, el doctor Searle no se hizo ilusiones desde el principio pero, por distintas razones, ambos quisimos interrumpir la terapia el mayor tiempo posible. Mi razn era que ya haba seguido el tratamiento de quimioterapia y me aterraba. No slo no haba servido para evitar una recidiva sino que haba agravado mi enfermedad. El doctor Searle ha ideado un nuevo cctel de frmacos desde mis ltimas juerguecitas con la quimio. Lo llama CAC (Cytoxan, Adriamycin y 5-fluororacil) y, si no me mata, casi tendr que apiadarme de mis pobres clulas cancerosas. Kirby quiso acompaarme para mi primera sesin de tratamiento, pero lo disuad. Le dije que ya haba pasado por aquello una vez y que ya saba lo que me esperaba. Adems (esto no se lo dije) si surgan problemas, empezaran despus, entre siete y diez horas despus de las instilaciones. Tena hora para la una y media y a las doce y cuarto llam Lee a la puerta. Me tomo la tarde libre y te acompao me dijo. Comprend antes de que me lo dijese que, a diferencia de Kirby, a Lee no podra disuadirla y no me equivoqu. Pero debo reconocer que junto a un amago de exasperacin sent un alivio enorme. El mdico ya haba escrito las recetas de mi quimio, pero an tendra que aguardar un buen rato antes de empezar el tratamiento a que me hiciesen nuevos anlisis y a que en la farmacia del hospital tuviesen preparada la frmula magistral, como la llamaban. Hasta pasadas las tres no entr en el pequeo cubculo y me ech en la cmoda camilla. Lee se sent en un taburete a mi lado y charlamos. Chismorreos. Aunque yo estaba demasiado nerviosa para escucharla. Dudo que se conociese tanto como ella crea, porque estaba ms nerviosa que yo, que ya es decir. Pero,

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en cierto modo, pude haberle dicho que las instilaciones de quimioterapia en s no son nada. Es despus cuando empieza la juerga. El personal no era el mismo que dos aos atrs. No conoca a Dorothy, una enfermera morena, menudita y muy agraciada que entr muy sonriente con una bandeja llena de medicamentos. Una amiga, verdad? Eso est bien dijo con un bonito acento ingls a la vez que me buscaba la vena. El pinchazo fue casi imperceptible y rpido. Di gracias a Dios de que fuese tan hbil. Porque algunas son unas carniceras. Qu lleva eso? pregunt Lee al ver la jeringuilla de color rojo brillante que la enfermera Dorothy conectaba al catter. Adriamycin contest. Es el frmaco que provoca la cada del pelo, cario aadi mirndome a los ojos con expresin maternal. Su simpata era autntica, pero casi excesiva. Yo estaba hecha polvo, porque no hay nada en este mundo que me haga compadecerme ms que la quimioterapia. Creo que si Lee no llega a estar conmigo me hubiese puesto a llorar. Pero siempre me siento obligada a levantar el nimo de todo aquel que pretenda levantrmelo a m, y no se me ocurri ms que un ramalazo de humor tan negro como manido. Pronto todos calvos. Cerr los ojos mientras Dorothy me inyectaba lentamente la roja sustancia en la vena. Luego me instil Cytoxan, con un lento gota a gota. Ya me lo haban administrado anteriormente. Estaba preparada para sus desconcertantes e instantneos efectos secundarios. Produce la misma sensacin que si acabases de comer mostaza china, sientes fro en las fosas nasales y como si se dilatasen. Despus de instilarme el 5-fluororacil la enfermera me retir el catter y me dijo que no me moviese, que volvera dentro de un momento a tomar mis constantes vitales y darme instrucciones respecto de los efectos secundarios. Segu all echada con los ojos cerrados, con los cinco sentidos aplicados enfermizamente a captar lo que senta. No mucho. Era demasiado pronto. Lee apenas hablaba. Supuse que empezara a hablar otra vez al or que acercaba ms el taburete a m. Pos una mano en la ma; le temblaba. Vamos a hacer un experimento de visualizacin me susurr. Visualizaremos a las clulas cancergenas muriendo a manos de la quimio. Te parece? No s qu forma adoptara su visualizacin, pero la ma me hizo sonrer. Qu pasa? pregunt Lee. Pero yo me limit a menear la cabeza. Dud que a ella le hiciese tanta gracia como a m (con leotardos ajustados, Lee empuaba una

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espada de plstico y, cual gladiador, descabezaba una a una a las clulas cancergenas). Henry yo estamos de punta me dijo un da que fuimos a cenar temprano a un restaurante espaol cerca de mi apartamento. Se me iban los ojos vindola atacar un plato de arroz con gambas. Yo tuve que conformarme con una sopa de lentejas y una pequea ensalada. Y, aun as, tem excederme. Y por qu estis de punta? Discutimos por todo. Todo lo que dice o hace me pone furiosa. No puedo evitarlo. Es el estrs. Estis los dos... Ya lo s. Anoche le grit que tena que dejar de beber, y no nos hemos dirigido la palabra desde entonces. Dejar de beber? Pero si Henry apenas bebe! O s? A veces se toma una cerveza despus del trabajo. Y el alcohol afecta a la produccin de espermatozoides, Isabel. Est comprobado. No creo que sea pedirle mucho. Soy yo quien lo est haciendo todo. Todo lo que ha de hacer l es cascrsela y correrse en una botella cada tres o cuatro semanas, y yo he de hacer todo lo dems. Dej el tenedor en el plato y se tap la cara con las manos. Oh, Lee, cario... exclam, porque me pill desprevenida. Todo lo que se me ocurri hacer fue alargar la mano y darle unas palmaditas en el brazo. Perdona dijo rebuscando un pauelo en el bolso. He tenido un da horrible aadi con la cara roja como un tomate. Me ha venido la regla. Rompi a llorar. Oh, no. Lo siento mucho... No s qu me ocurre. No debera habrtelo contado precisamente en estos momentos, pero... No te preocupes. ... no puedo evitarlo. Estoy fuera de m. No puedo controlar mis emociones. Slo tengo ganas de llorar y emprenderla a patadas con todo. Estoy muy asustada, Isabel. Me aterra pensar que no lleguemos a tener hijos. Porque si no los tenemos... Se llev la mano al cuello, mirando en derredor con cara de sufrimiento, angustiada al pensar que alguien pudiese haberla odo. Pero podis probar muchos otros sistemas, no? Si la inseminacin no funciona... Hay millones de cosas que se pueden probar: la fecundacin in vitro, las madres de alquiler... No estamos ms que empezando, y todo es

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lentsimo y cuesta una fortuna. Henry no para de decir Y qu hacen los pobres en estas circunstancias?. S que lo saca de sus casillas gastar tanto dinero. Pero es mi dinero, y cuando se lo digo se siente herido y se pone furioso. Nunca la haba visto as. Emma y Rudy se burlan de la serenidad de Lee, de su racionalismo, de su tendencia a verlo todo blanco o todo negro, incapaz de matizar. Pero lo cierto es que puede ser tan temperamental como cualquiera de nosotras. Aunque tiene una idea ms rgida sobre lo que puede exteriorizar ante los dems, ms rgida y ms anticuada. Y por eso me sorprendi tanto su estallido de aquella noche. Tard poco en recobrar la compostura deshacindose en excusas. Yo quise seguir con el tema, pedirle que terminase la frase que haba dejado a medias: Porque si no los tenemos... Pero no era el momento ni el lugar. Cuando terminamos de cenar insisti en acompaarme a casa. Si te sientes indispuesta, es conveniente que ests con alguien. Protest a sabiendas de que sera intil. Pero como en otras ocasiones, tambin sent alivio. Probablemente me sentira indispuesta. Ya contaba con ello. Pero le dije que en tal caso nada podra hacer ella. Adems, y Henry? Deberas irte a casa, Lee. Es viernes... Y qu? Ya est bien solo. Lo llamar y le dir que voy a llegar tarde. No te preocupes por l. Era su manera de castigar a su esposo cuando estaba desconsolada. Ojal todos los matrimonios supiesen desahogar su ira de un modo tan inocuo, pens, al recordar mis relaciones con Gary. Aunque eran slo las ocho, al llegar a casa me desnud y me met en la cama. Probablemente no dormira. Pero, por lo menos, podra relajarme unas horas antes de empezar a encontrarme mal o por si me encontraba mal (intentaba ser positiva). Cmo te encuentras? me pregunt Lee, que se inclin hacia m, me arrop mejor y alis el borde de la sbana. No sabra cmo describrtelo. Tengo calor y noto la piel tensa. Me siento rara. Como un hormigueo. Lee se sent en el borde de la cama. Fiebre no tienes dijo tras ponerme la mano en la frente. No te preocupes, Isabel, que me quedar contigo. Vamos a salir de esta, ya lo vers. Quise decirle que haba sido para m como una madre maravillosa que lo seguira siendo, pero tem que nos echsemos ambas a llorar. Quieres que te traiga un poco de agua? S, por favor. Me han aconsejado beber mucha agua. Y es lgico. No conviene que todas esas pcimas se queden en la vejiga y en los riones ms tiempo del necesario dijo incorporndose.

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Quieres que apague la luz? S, por favor. Bueno, te traer agua. Luego intenta dormir. Y t qu hars? Pues me quedar aqu sentada y meditar un rato. Te importa que ponga la tele bajita? No, claro que no. Bueno, pues que duermas bien, Isabel. Buenas noches. Y gracias por todo, Lee. Me lanz un beso desde la entrada y, al cabo de unos minutos la o hablar en voz muy baja por telfono. Con Henry, supuse. Dese que hiciesen las paces. Aguc el odo, tratando de enterarme de cmo se encarrilaba la reconciliacin, pero deb de perder el hilo y quedarme dormida. Me sobresalt al or sonar el telfono. Lee contest. Est bien la o decir, con voz tensa y muy seria, casi grosera. Deduje que deba de ser Kirby. Y al cabo de unos segundos me sent fatal. Me levant tambaleante. El cuarto de bao estaba casi junto al dormitorio. No haba ms que dar diez o doce pasos en el pasillo para entrar. Pero no llegu. Vomit en la alfombra del pasillo, en las baldosas sonrosadas y en la alfombrilla del lavabo. Fue como una explosin. Todo lo que haba comido: la cena, el almuerzo y el desayuno, y una enorme cantidad de bilis negruzca y espesa sali como un giser incontrolable. Me apoy en el lavabo, dando arcadas y tosiendo, mientras Lee me rodeaba la cintura con el brazo. Bueno, as... Ahora te sentirs mejor me dijo. Madre ma...! exclam cuando pude. Pero no se te ocurra limpiarlo. Ya lo har yo, slo... Calla, Isabel. Ya est? No. Volv a vomitar, sujetndome el estmago, sin parar de dar arcadas hasta que no me qued nada en l. Pero al ir a enjuagarme la boca en el lavabo, tuve otro acceso. Lee me ayud a volver a la cama y me acurruqu; me qued hecha un ovillo, sudorosa. La o limpiar la alfombra frotando con un cepillo y luego fregar el suelo. El olor a detergente me produjo nuseas. Lee acababa de dejarlo todo como una patena, y volv a ponerle perdido el lavabo. Aquello no paraba. No s de dnde lo saco. He echado ya hasta la bilis! Y al final ya no qued nada, pero eso no acab con mis nuseas.

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Voy a llamar al mdico dijo Lee, que ya me lo haba repetido varias veces. Me sonaba a cariosa amenaza. Pero yo le repliqu que no iba a servir de nada porque ya me haba tomado la medicacin para combatir las nuseas. Es parte de los efectos secundarios. No pueden hacer nada. Lo cierto es que en aquella ocasin fue peor que otras veces. Deba de ser la Adriamycina, el nuevo frmaco que el mdico haba incorporado al cctel. Volv a la cama e intent descansar, pero no poda estar quieta ms de unos segundos; no encontraba la postura. Tena los msculos del estmago flccidos y doloridos, y todos los nervios en tensin. Lee quiso hacerme beber agua, pero no pude. Slo con pensarlo me entraban arcadas. Llamaron a la puerta y mir el reloj. Eran las doce y veinte. Lee fue a abrir y o la voz de Kirby interesndose por mi estado. Hund la cabeza en la almohada, absurdamente mortificada. No caba duda de que me haba odo porque su cuarto de bao estaba justo encima del mo. Me alegr de que Lee no lo invitase a entrar. Bueno, ya te llamar. Ahora no hay nada que puedas hacer. Pero gracias la o decir, y luego cerrar la puerta. Lament que Kirby y yo hubisemos tenido aquel abortado escarceo semirromntico el pasado diciembre; que me hubiese besado y que me dijese palabras de amor. No habra sido tan embarazoso que la cosa no siguiese adelante. Emma tena en parte razn al decir que era yo quien dio marcha atrs en la relacin. Pero en otro sentido estaba equivocada. Kirby desapareci. No me llam ni me visit durante seis das despus de que le contase lo de mi nuevo diagnstico. Y seis das era mucho tiempo, porque solamos vernos a diario. Cuando reapareci, se comport como si nada hubiese sucedido, y desde entonces haba sido la solicitud personificada, un modelo de solidaridad y de desprendida amistad. Era obvio que lo impulsaba la decencia, no el amor y, por supuesto, yo no se lo reprochaba. l haba perdido a su esposa y sus hijos de un modo tan absurdamente trgico como prematuro. Habra tenido que estar loco, ser una persona patolgicamente autodestructiva para volcarse en una relacin amorosa con una mujer en mi situacin. No, en absoluto, no poda reprochrselo, pero me mortificaba pensar que Kirby tendra que vrselas con otra desgracia. Vete a casa le dije a Lee a la una. Creo que ya estoy mejor ment. Porque tena escalofros. Me notaba afiebrada, agotada e incapaz de relajarme. Ya he llamado a Henry y le he dicho que me quedo. Ojal pudiese hacer algo. Quieres que te d un masaje en la espalda? No, gracias. Tengo la piel como descarnada. Me duele hasta el roce de la sbana. Quieres que ponga msica? Algo suave que te ayude a desconectar? No s. Quiz no.

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Anda, s. Lo probamos. Le dije que s por no desairarla. Puedes poner los intermezzi de Brahms de Glenn Gould. Me lo envi Terry. Lo puso y, al cabo de unos minutos, yo volva tambaleante al cuarto de bao. Qutalo, oh Dios, no lo estropees... dije llorando de pura debilidad y frustracin. No quera que la enfermedad me hiciese llegar a detestar algo tan hermoso, algo que tanto amaba. Oh, qutalo, Lee, qutalo, por favor. La not asustada al verme volver a entrar en el dormitorio y sentarme a su lado, medrosa. Creo que deberamos llamar al mdico insisti. Esto no puede ser normal. No lo es. Esa es la cuestin. Es veneno dije abrazndome las piernas hasta tocarme el estmago con las rodillas. Todo lo que me dan tiene por objeto devorar las clulas cancergenas. Es como un cido corrosivo. Pero creo que esto es excesivo. Djame llamar, Isabel. Slo para consultarle. Te digo que no sirve de nada. Es el efecto que producen los frmacos. Slo llamar... Pues anda, llama acced al fin, demasiado dbil para seguir discutiendo. Lee fue a llamar. La o musitar al telfono, pero no escuch. Me daba igual. He dejado el mensaje en urgencias me anunci desde la entrada . Luego llamar el mdico. Refunfu. Pero, en fin, por lo menos ella se senta ahora mejor. Al cabo de unos minutos son el telfono. Va a llamar al servicio nocturno de Columbia para que preparen una receta me dijo tras hablar unos minutos en voz muy baja. Ir a recogerla. Crees que puedo dejarte veinte minutos? Pero... no vas a ir a la farmacia a la una y media de la madrugada dije. Esforzarme para hablar volvi a provocarme nuseas. No seas tonta. Es un paseo. Que no, Lee. Lo digo en serio. Te lo prohbo. Hizo bien en no echarse a rer. Me mir escrutadoramente. Bueno, pues entonces llamar a Kirby. l puede ir a la farmacia.

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Insist en que no y solt un par de juramentos, pero Lee se limit a mirarme con el ceo fruncido hasta que empec a gemir. A las tres de la madrugada, estaba acurrucada en el sof del saln, abrigada con una manta, escuchando a Lee y Kirby que charlaban amigablemente. Ya me senta un poco mejor. Las pausas entre los accesos de vmito se haban alargado hasta cosa de media hora, y ya no me notaba afiebrada. Pero segua sin poder beber agua, y mi reaccin a la sugerencia de Kirby de que intentase tomar sal de frutas fue la previsible. Lee hizo t y lo acompaaron con subrepticios bocaditos de bizcocho cuando crean que yo no miraba. Aquella noche fue la peor que recordaba, y no quera estar sola lamiendo mis heridas, por as decirlo. No sent el noble impulso de no hacerlos sufrir con mi sufrimiento. Anhelaba compaa. Kirby se sent en el suelo como un yogui, con las piernas cruzadas y las muecas elegantemente posadas en las rodillas. A su lado, en el silln, Lee bostezaba sin taparse la boca, un grave lapsus en ella y un claro sntoma de fatiga. Cunto hace que vives en Washington? Kirby es nombre o apellido? Apellido. Vivo aqu desde 1980. Mi esposa y yo vivamos antes en Pittsburgh. Pittsburgh? Tengo amigos all. Conoces a los Newman? Patty y Mark Newman? Kirby dijo que no. O sea que eres de Pittsburgh, no? No; nac en Nueva York, en el norte. Y t? Mi familia procede de Boston. Aja. Silencio. Cmo conociste a Isabel? pregunt Kirby. ramos casi vecinas, en Chevy Chase, cuando ella estaba casada con Gary. Primero conoc a su hijo Terry, una noche de Halloween. Sonre al recordarlo. Pues la primera vez que vi a Isabel dijo Kirby estaba hablando con una vagabunda que acampaba en la esquina. Estaba sentada en la acera, con todos sus brtulos alrededor e Isabel estaba acuclillada a su lado. Isabel llevaba una falda verde oscuro, una blusa azul celeste y zapatos de tacn bajo. La vagabunda era la que ms hablaba. Las vi rer un par de veces. Isabel no le dio dinero pero al despedirse le dio unas cariosas palmaditas en la pierna. Pero pareci un gesto muy... afectuoso. Lade la cabeza y lo mir.

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La segunda vez que la vi prosigui Kirby con la mayor naturalidad iba sentada a mi lado en el autobs. Al principio no la reconoc. Pens que se pareca a la mujer que haba visto hablar tan amablemente con aquella vagabunda, pero no estaba seguro de que fuese ella. Llevaba unos pantalones holgados y un jersey marrn. Y botas. Y un montn de libros. Parecan libros de texto pero no pude leer los ttulos. Tena los dedos manchados de tinta. Nos mir a las dos sonriente y prosigui: Al llegar a la calle F, sac un walkman del bolso y se puso los auriculares. Yo la observaba por el rabillo del ojo. Su expresin se relaj y sonri. Fue una sonrisa apenas esbozada. Tambin observ que las manos, entrelazadas sobre el regazo, se relajaban. La msica apenas se oa. Por ms que lo intentaba no lograba discernir qu estaba escuchando. Yo ya me haba hecho una composicin de lugar: era perfecta y, sin embargo, me aterr la idea de que sonriese beatficamente escuchando a los Megadeath o a los Beastie Boys. Imagina mi alivio cuando, al llegar a Dupont Circle, abri el walkman para darle la vuelta al casete y vi que era una sinfona de Mozart; la sinfona en sol menor. Qu barbaridad! exclam Lee quedamente. Se ape en la misma parada que yo y ech a caminar por Ontario Road hacia Euclid. No puede decirse que la siguiese, porque era mi camino, sino que fui detrs. Al verla subir por las escaleras de la entrada de este edificio y luego entrar, tem padecer una alucinacin, una fantasa. Ella me vio desde el ascensor y me aguant la puerta. Subimos en silencio hasta su piso. Todo lo que se me ocurra decirle me sonaba frvolo. No lo bastante importante para la ocasin. Se abri la puerta y entonces s dije algo, aunque no recuerdo qu, y ella termin por decirme su nombre y yo el mo. Luego son la alarma por estar la puerta abierta demasiado tiempo. Ella dio un paso atrs, dijo Bueno y se despidi saludndome con la mano. Cuando hubo terminado de contar la historia no me mir pero Lee s, fascinada. Me incorpor. No saba qu decir, pero pareca obligado decir algo. A pesar de mi buena intencin, me haba incorporado demasiado bruscamente. Y ocurri lo peor. Volv a sentirme mal y apenas tuve tiempo de decir nada. Disculpad... Y de pronto vomit en la manta y tuve que ir corriendo de un modo nada digno al cuarto de bao. Cuando volv hablaban y rean muy animadamente sobre otra cosa, sobre un tema absolutamente asptico. La tensin emocional del momento haba pasado. Fue un alivio, aunque en mi fuero interno dese sentir de nuevo aquella tensin, por ms embarazoso que me resultase. Me ech de costado observando a Kirby, mirando escrutadoramente su cara, su plido rostro y sus marcados pmulos, sus ojos castaos ligeramente hundidos. Escuch mientras contaba algo acerca de su hija, Julie, que muri a los doce aos. Repar en que, con un tacto sin duda

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inconsciente, se ganaba a Lee, que dejaba sus recelos a un lado y se converta en su amiga. Se me nubl la vista y acab adormecindome. Amaneci. Andad, marchaos los dos a casa dije. Kirby se haba quedado dormido en el suelo y Lee en el silln. Yo me acurruqu bajo la manta, temblando. Ya no tena calor. Estaba helada. Crees que te sentara incorporndose y estirndose. bien un t? me pregunt Lee,

Pude tomrmelo. Todo un milagro. Nos lo tomamos en silencio. No s cul de los tres estaba ms demacrado. Probablemente yo, pero no pensaba mirarme en el espejo. Vaya noche! exclam, rascndome la cabeza con ambas manos . Me pica aad. Es la Adriamycine. Deja calvo a todo el que la toma. Sin remedio. Dentro de dos semanas estar como una bola de billar. Oh, Isabel... Lee vino a sentarse a mi lado. Me rode con el brazo y me bes en la cabeza. Yo me envar, notando que iba a echarme a llorar. Y me hubiese gustado, para desahogarme, de no haber estado Kirby presente. Y por qu no te lo cortas t misma? dijo Kirby. Cmo? exclam mirndolo. S, que te lo cortes t antes de que empiece a caerse contest mirndome a los ojos. Cortrmelo yo? dije tocando mis rizos con los dedos. Ahora? Toma t la iniciativa dijo Lee con animosa firmeza. Es mejor que lo jodas t antes de que te joda l. Puedo hacerlo yo, si quieres se ofreci Kirby mirndome como si tal cosa. Te rapar la cabeza con mi afeitadora elctrica. Podemos hacerlo ahora, aqu los tres. Me ech a llorar, pero slo un poco. Llor por todo lo que iba a perder; porque iba a perder el amor de mis amigos y porque, a veces, la amabilidad es tan mortificante como la crueldad. Y tambin llor, aunque solo un poco, por mi pelo.

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Captulo 17

Lee
Donde ms aniversarios habamos celebrado las Cuatro Gracias haba sido en Neap Tide, en el chalet que tena mi familia en Outer Banks. Como ya habamos celebrado cuatro no tena nada de particular que celebrsemos all el 10. Partimos el viernes por la maana, ms tarde de lo que planeamos porque Rudy tuvo problemas para que Curtis le dejase el coche. Tardamos siglos en llegar porque Rudy y Emma tenan que parar cada hora para ir al aseo. Aunque lo negaron es ms que posible que llevasen una petaca de whisky, que se pasaban la una a la otra en el asiento delantero. Estis bebiendo, verdad? les dije despus de la tercera parada discrecional. Emma se gir y me mir como si creyese que me haba vuelto loca. De modo que no estoy segura. Lo que s s es que alborotaban ms a medida que avanzaba el da; riendo por cualquier cosa y cantando al comps de las casetes que se haban trado; viejas canciones roqueras que no me dijeron nada cuando salieron y luego otras country que eran an peor, cantadas por Tammy Wynette, Dolly Parton y Dios sabe quin ms. Al final tuve que decirles que Isabel estaba tratando de dormir, que era la verdad. Tena la costumbre de dar una cabezada por las tardes desde que le administraban la quimioterapia, y ni siquiera Rudy y Emma eran tan inmaduras para no respetar eso. Neap Tide es en realidad Neap Tide II, porque Neap Tide I sufri tales destrozos durante el huracn Emily que tuvieron que reconstruirlo. El nuevo chalet es ms grande y tiene algunas cosas nuevas: el tejado, la instalacin elctrica y ventiladores en el techo. Pero, en lneas generales, resulta tan acogedor y poco sofisticado como el antiguo. Dicho de otro modo, no tiene nada que ver con las mansiones de medio milln de dlares que construyen actualmente en primera lnea de mar. Henry y yo bamos all un par de veces al ao; mis padres puede que una vez cada dos aos y mis hermanos nunca. Preferan Cape Cod. El resto del ao mi familia le alquilaba el chalet a los turistas. Estbamos agotadas cuando Rudy detuvo el coche bajo el desvencijado porche delantero. Emma tuvo que ir a ver el mar enseguida mientras Rudy y yo descargbamos nuestro equipaje (y el suyo) y lo subamos por los dos tramos de escaleras y elegamos las habitaciones.

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Suger que Isabel y yo ocupsemos el mismo dormitorio y que Rudy y Emma compartiesen la habitacin de invitados. A todas les pareci bien. Cuando Emma hubo regresado y hubimos deshecho el equipaje, nos reunimos en la cocina para (de nuevo a propuesta ma) organizar las comidas, el reparto de responsabilidades y otros arreglos domsticos. Y entonces fue cuando tuvimos nuestra primera pelea. No fue realmente una pelea. Debera empezar por ah. Nuestro primer choque emocional, llammoslo. Les dije que era ms lgico que censemos all aquella noche y salisemos al da siguiente, porque estbamos cansadas de conducir y tenamos filetes en el congelador que podamos hacer a la brasa; y suger ciertas tareas que parecan ms apropiadas para unas que para otras (a Emma, por ejemplo, se le da bien cocinar pero lo pone todo perdido, mientras que Rudy es menos creativa pero lo limpia todo a medida que cocina). Emma ya haba abierto una cerveza y bebido la mitad. Se irgui y me hizo un saludo militar. Seor, a la orden, seor, dijo cual marine. Como estoy acostumbrada a sus sarcasmos no le di importancia. Pero al cabo de unos minutos, mientras intentaba organizar turnos de limpieza para las partes comunes de la casa: el saln, el comedor, la cocina y los porches (no por ganas de mangonear sino porque alguien ha de organizar estas cosas al principio para evitar roces), Emma se burl de m. Lo dijo por lo bajinis y como para s, pero lo omos todas. Hizo una alusin a mi vida sexual y a quin se encargaba de ella, si Henry o yo. Yo mir para otro lado. Y no ocurri nada hasta que habl Isabel. Pero Emma... No s si fue a causa de la burla de Emma o de la desaprobacin de Isabel pero me ech a llorar. No poda parar. Yo intentaba darles la espalda a todas e Isabel se empeaba en darme la vuelta. Me sent en la mesa de la cocina y me cubr la cara con las manos. Oh, Lee, perdona dijo Emma sentndose a mi lado. Lo siento mucho aadi casi asustada. Isabel me acarici el pelo y Rudy me trajo un vaso de agua. Aquello me mortificaba. Son los frmacos para la fertilidad les dije. Tomo Clonid, que produce cambios bruscos de estado de nimo. No puedo evitarlo. No; ha sido culpa ma dijo Emma. No he debido decir semejante estupidez. Por favor, Lee, no me hagas caso. No; soy yo. No funciona. No me quedo embarazada y me siento como una imbcil. He esperado mucho tiempo, y no me falta tanto para cumplir los cuarenta y dos aos. Es culpa ma. No, no es culpa tuya espermatozoides de Henry. dijo Rudy. La culpa es de los

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No puede ser. El mdico dice que puede haber otro problema, porque ya tena que haberme quedado embarazada. Me parece que el problema est en m. Y con franqueza... creo que Henry se alegra de que no sea slo culpa suya! Trat de contener el llanto porque me percat de que las estaba asustando. Pero no pude. Tampoco poda dejar de hablar. Y qu he hecho yo? Qu he hecho yo? clam. Se debe a que fui demasiado promiscua cuando era joven? No veis que sala a to por polvo! aad al ver que Emma y Rudy se echaban a rer y que incluso Isabel sonrea. Pude haber contrado cualquier infeccin sin enterarme. Tuve que ponerme un DIU a los treinta aos para hacerme ms fcil tener relaciones sexuales, pero ahora se sabe que producen muchos efectos indeseables! Mira, Lee, eso no es... He esperado demasiado. He querido tenerlo todo: mi carrera, mi casa, mi marido. Por qu no me cas antes de los treinta? Oh, Dios. El problema est en que siempre he credo saber lo que quera; siempre lo he planeado todo, me he esforzado por conseguirlo y lo he conseguido. Y ahora todo se derrumba. Es como si estuviese paralizada. No puedo hacerlo todo. No puedo remediarlo ya. Y de nuevo me entr la llantina. Resultaba demasiado embarazoso para expresarlo con palabras. Rudy se haba acercado una silla y se haba sentado a mi lado. Debe de ser muy duro trabajar con nios me dijo. No parece el trabajo ms adecuado para ti en estos momentos. Claro asent sollozando. Fue un alivio que alguien lo dijese al fin en voz alta. Quiz fuese demasiado obvio, pero por la razn que sea a ninguna se le haba ocurrido expresarlo as: que el hecho de tener a mi cargo una guardera era una terrible crueldad, una mala pasada que la vida me jugaba. Es horrible aad. No creo que sea capaz de seguir mucho tiempo. Es muy doloroso. Pobre Lee dijo Emma posando sus manos en mis rodillas. Es demasiado. Es una tortura constante. Pero qu puedo hacer? Quiz podra dedicarme a asesorar, a escribir artculos, puede que un libro de texto. Pero aun y as... Seguira tratndose de nios dijo Rudy. Continuamente. S, y adems qu cambiara si fuese cajera de un banco y viese a los nios en sus cochecitos, a los nios en sus sillitas en los coches, a los nios mientras sus madres les dan el pecho en el lavabo de seoras en Nordstrom? Cuando veo a las madres comprar paales en el super he de desviar la mirada; no soporto esas historias de madres que abandonan a sus bebs recin nacidos en contenedores de basura.

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Isabel me abraz desde atrs y apoy su mejilla en la ma, hmeda de llanto. Desahgate. Es bueno llorar. Se lo has dicho a Henry? Estoy segura de que tiene muchas ganas de hablar contigo. Me solt del abrazo de Isabel. Me senta avergonzada, indigna de su consuelo. Adems, tena ganas de decir otra cosa. Estoy furiosa con l. Intento no estarlo porque s que es irracional, pero no puedo evitarlo. He de tomar esas horribles medicinas, me han hecho no s ya cuntos anlisis. He orinado en no s cuntos tubos; me toquetean, me inyectan, me meten la mano y... todo lo que tiene que hacer l es masturbarse dije. Tuve que sonrer cuando Emma arrim su cara a mi muslo y resopl. Os lo digo en serio. En mi fuero interno estoy furiosa con l, aunque no sea culpa suya y est segura de que l lo pasa tan mal como yo. Para Henry el sexo es algo privado y no puede soportar que se hable tan descarnadamente de ello; todas las preguntas que ha de contestar a un montn de enfermeras y mdicos acerca de nuestra vida ntima. Incluso despotrica contra el grupo. Ah s? No contra nadie en concreto, slo que supone que ya lo sabis todo acerca de l, todas sus intimidades, y lo detesta, como detesta tener que ir a la clnica a... fabricar su esperma, mientras las enfermeras saben lo que est haciendo. Lo hace sentir ridculo. Adems, como por lo visto todo se reduce a su esperma... Se siente culpable dijo Rudy. Desea que tengas todo lo que deseas y se siente culpable por no poder darte lo que ms quieres. Claro asent. No lo dice, pero una de las razones de que quiera ser padre es para compensar el hecho de no haberlo tenido l. Creo que ahora aflora parte de lo que sufri de nio. Y eso empeora las cosas. Dios mo...! exclam Emma quedamente. Si no quieres caldo, tres tazas. Exacto. Sent un gran alivio al poder desahogarme, notar que me comprendan y que se solidarizaban conmigo. Pero haba otras cosas que no poda decir. Como mi secreto deseo de haberme casado con otro, con cualquier otro, siempre y cuando pudiera darme hijos. Y, por supuesto, tampoco poda decirles lo mal que iban las relaciones sexuales entre Henry y yo. Ni siquiera lo hacamos ya ms que cuando tenamos que hacerlo. Qu sentido tena? Por pasin? Ya no nos quedaba. Yo no me senta atractiva ni sexy, y Henry se consideraba un desastre. Hacer el amor se haba convertido en algo mecnico y medroso. La ltima vez que lo intentamos no pude llegar al orgasmo y l apenas tampoco. Pude haber fingido pero ni me molest. Nos result tan embarazoso a los dos que no lo hemos vuelto a intentar. Y si recurrieses a un psiclogo? dijo Rudy. Y si fueseis a ver a alguien y le expusierais vuestro caso?

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Henry no querr. Y yo no pienso ir sola. Todo se arreglar dijo Emma. Todo puede cambiar de la noche a la maana, Lee. A lo mejor os llaman de la clnica y resulta que ests embarazada. Hace meses que me lo repito! Espera. Ten paciencia. Si no hago otra cosa, Emma! Y no has pensado en la posibilidad de la adopcin? me pregunt Isabel. No. Porque Henry no quiere. Quiere tener un hijo propio. Y yo tambin. Y mis padres. Tus padres? Un momento, Lee dijo Emma. Henry no quiere adoptar? Eso dice? Jenny dice siempre que al padre de Henry lo mataron en Vietnam, pero la verdad es que... que quede entre nosotras, eh?, pero Henry cree que ella no sabe siquiera quin fue su padre. De modo que quiere tener un hijo propio. Lo hablamos hace tiempo, y estuvimos de acuerdo. Bueno, pero quiz ahora... No. No pienso rendirme. Voy a quedarme embarazada cueste lo que cueste. Pero si eso te desquicia... No me desquicia, Rudy. Estoy decidida a tener un hijo. Eso es todo. No pienso rendirme. Hay una diferencia entre estar desquiciada y estar resuelta. Claro. No he querido decir que ests realmente desquiciada. Yo s que estoy como un cencerro. T, Lee, eres la ms cuerda de nosotras dijo Rudy. Vaya! Y yo que crea que era yo! exclam Emma. Nos hizo rer a todas, que le agradecimos su distendido comentario. Bueno, ya est bien dije. Me senta incmoda por haber acaparado la atencin de las tres tanto rato. Adems, no quera hablar de mis padres. Y lamentaba haber deslizado el tema; que quisieran un nieto autntico, otro pequeo Pavlik que llevase los autnticos genes. La postura de mis padres me incomoda. Imagino lo que dira Emma. Bueno dije levantndome. Tenis razn. De un modo u otro funcionar. Es slo que lleva tiempo y estoy un poco harta. En fin... ya he consumido con creces mi cuarto de hora aad riendo, y me siento mucho mejor. No me creyeron pero dejaron de mimarme. Fueron a preparar unas copas para tomrnoslas en el porche delantero. Fue como si todas nos percatsemos de que nuestro fin de semana para celebrar el aniversario

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empezaba con mal pie, y que era mejor cambiar el chip si no queramos estropearlo todo. Aunque estaba segura de que hablaran de m en cuanto yo no estuviese delante. Oh, pobre Lee. No tena ni idea. No la he visto nunca as. No es normal en ella. La verdad es que yo tampoco me haba visto nunca as. Apenas me conozco ya. Quiero que mi vida vuelva a ser como era. El crepsculo nos deslumbraba. Tuvimos que ladear las sillas hasta que el sol se sumergi en el horizonte. Esto es vida, dijimos todas por turno, recostadas en el respaldo y con los pies descalzos apoyados en la barandilla. No hay nada como esto. Rudy no recordaba si era la tercera o la cuarta vez que celebrbamos nuestro aniversario en Hatteras, y todas empezamos a tratar de recordarlo. Por qu no vamos a dar un paseo por la orilla? propuse. Les reservaba una sorpresa, pero no pensaba drsela hasta la noche del da siguiente. Un exceso de nostalgia de buenas a primeras poda estropearlo todo. Bajaba la marea. Fuimos a pasear por la orilla de dos en dos; Rudy y Emma metidas en el agua hasta la rodilla, con los pantalones remangados; e Isabel y yo por la arena. Isabel llevaba un bonito pauelo verde que le cubra la cabeza. Estaba preciosa. Nadie hubiese dicho que estaba enferma. Segn ella, las pastillas que tomaba la engordaban, pero a m no me lo pareci. Cmo te encuentras, Isabel? le pregunt. Estupendamente. El viaje es muy largo y yo estoy cansada. De verdad ests bien? De verdad. Y qu tal est Kirby? Estupendamente. Me ha dicho que te salude de su parte. Me cae muy bien. Al principio no acababa de gustarme reconoc . Pero despus de aquella noche, despus de la primera sesin de quimioterapia... Menuda nochecita, eh? Se haba sometido a la segunda sesin la semana anterior, y fue mucho mejor que la primera. No se haba encontrado tan mal ni las nuseas duraron tanto. No me qued yo con ella sino Emma, y no toda la noche. Y qu, todava sigue enamorado de ti? pregunt. Isabel mene la cabeza pero no a modo de negacin sino para soslayar el tema. Cuando se abordaba la cuestin, se limitaba a decir que el platnico amor de Kirby haba llegado en un momento inoportuno, pero que se alegraba de conservar su amistad. Y no estoy muy segura de si es eso lo

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que prefiere. La serenidad de Isabel no es siempre algo positivo sino que a veces es como una muralla. Yo tena que aminorar el paso para acompasarme al de ella, hasta que al fin se detuvo. Sigue t, Lee. Yo voy a sentarme un rato a contemplar el mar. Ests cansada. Me sentar contigo. No, ve; ve con Rudy y Emma. Seguir con vosotras a la vuelta. Esto es lo que no puedo soportar de ella, que pretenda hacerme creer que est como una rosa. Porque a veces incluso consigue hacerme olvidar que est enferma, se cansa demasiado y la veo sentarse trabajosamente, como una anciana con artritis. La realidad se impone y no acabo de acostumbrarme. Cada nuevo episodio me afecta tanto como la primera vez. Supongo que para ella es an peor. Mucho peor, claro. Cenamos en el comedor, con velitas, msica suave y un centro de flores que Emma rob del jardn del vecino. Todo estaba delicioso, incluso las patatas cocidas en el microondas. Hicimos muchas tostadas y a los postres estbamos muy alegres. No voy a decir que mi estallido en la cocina se hubiese olvidado. En realidad creo que se cerni sobre nosotras durante toda la velada y nos indujo a tener ms tacto con las dems. Sobre todo Emma, se estaba comportando estupendamente, hablndome con suma amabilidad y sin rastro de sarcasmo. Cada vez que alguien bromeaba, me tocaba la mano cariosamente como para compartir sus risas. Mi reaccin en la cocina deba de haberla alarmado. Tomamos el caf en el porche, en las tumbonas, escuchando el murmullo del oleaje y viendo las nubes pasar frente a la luna. La noche era esplndida, clida y estrellada, con una suave brisa. Neap Tide no est exactamente en primera lnea de mar pero, desde el porche delantero, se ve fcilmente la orilla a la izquierda y el estrecho de Pamlico a la derecha; y, por la noche, cuando el trfico disminuye en la estatal 12, se oye el oleaje casi con la misma nitidez que si estuviese sentada en la orilla. Bueno, pues tampoco yo estoy embarazada dijo Rudy sin venir a cuento, cuando la conversacin empez a decaer. Lo digo por si alguien pensaba que s. Tena las piernas estiradas en la tumbona y la cabeza apoyada en las manos entrelazadas tras la nuca. Las dems quedbamos en penumbra, pero la luz de la luna se reflejaba en el pelo negro de Rudy y en sus ojos grises. Incluso a oscuras destacaba. Fui a decir algo pero se incorpor y se inclin hacia m. No quera que pensases que lo ocultaba, que lo mantena en secreto para no herirte. Porque nunca hara eso. Sera una actitud... Condescendiente se apresur Emma a decir. E innecesaria aadi sonrindome. S asinti Rudy. Slo quera que lo supieses.

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A decir verdad, yo haba olvidado que Curtis y ella buscaban un hijo. Supongo que lo borr de mi mente. Y ests preocupada? le pregunt. Cunto tiempo llevis intentndolo? Desde enero. Y la verdad es que s estoy un poco preocupada. Porque le no s dnde que, si a los seis meses no se queda una embarazada, puede ser sntoma de que existe un problema. S, eso dicen asent, pensando que ojal lo hubiese sabido dos aos antes. Emma mir a Rudy en la oscuridad. Crees de verdad que puede haber un problema? Ya te tomas la temperatura y todo eso? Al principio no, pero desde hace dos meses s. Dos meses? Eso no es nada! exclam Isabel. Ya lo s dijo Rudy exhalando un profundo suspiro, como sola hacer cuando algo la contrariaba. Y cmo est Curtis? pregunt. Qu tal le va en su nuevo empleo? Curtis... Su titubeo fue tan largo que nos indujo a dejar de mirar el paisaje y a mirarla a ella, que aadi: Pues... De nuevo un largo silencio. Est bien dijo al fin en tono alegre, levantndose. Voy por una cerveza. Queris vosotras? Qu raro. Mientras estaba ausente nos miramos, dejamos escapar quedas exclamaciones: hummm, aaah, pero no hablamos. Quiz hubiese novedades, pero an no sabamos qu pensar. Si es que haba algo que diese que pensar. Emma era la que pareca ms perpleja. Qu noche ms preciosa! exclam Isabel. La brisa... Os importa que me quite el pauelo de la cabeza? Pero bueno! exclamamos casi al unsono. Por Dios, Isabel qu cosas tienes! remach Emma. Pero lo cierto fue que nos impresion verla calva, aunque una se acostumbra enseguida y la verdad es que incluso acab parecindome que le sentaba bien. En serio. Ella no est de acuerdo, claro; y no es menos cierto que se me hace cuesta arriba separar su aspecto de la causa del mismo. Qu tal? pregunt quedamente Emma, que apoy la mano en el respaldo de la tumbona de Isabel. Bien repuso Isabel sonriente. Aunque me fatigo con facilidad. Eso es lo peor.

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Y la cadera? pregunt Emma, porque Isabel haba tenido dolores ltimamente y, aunque les restaba importancia, cuando le dola mucho cojeaba. Me ha dicho el mdico que, si se agrava, me aplicarn radiaciones. Y problema resuelto. Si se agrava? dije. S. Pues eso significa que la quimioterapia te curar. Isabel asinti sonriente. A veces creo ser ms optimista que ella. Bueno... y qu tal de estado de nimo? Pues tambin muy bien. Estoy esperanzada. Guardamos silencio como para paladear el buen sabor de boca que nos dejaba aquella frase. Isabel suele decir la verdad. Y si era cierto lo que deca, no podamos pedir ms. Rudy se levant y se situ detrs del respaldo de la tumbona de Isabel. Probemos una cosa. He ledo algo sobre las propiedades curativas del tacto. Y crees que t las tienes? dijo Emma sonriendo de medio lado. Quiz. Y puede que t tambin, listilla. Si no se prueba no se sabe. Supongo que creer en ello ayuda dije sin demasiada conviccin. A veces el cinismo de Emma me exaspera. Isabel cerr los ojos y sonri. Chist... dijo Rudy. Pensad todas en curar. Si pongo las manos as, cerca pero sin llegar a tocarte, noto tu aura, Isabel. Rudy movi sus largos dedos lentamente, como si abarcase el aire, a dos centmetros de la cabeza de Isabel. Luego los desliz hacia la nuca, los hombros y los brazos. Estoy abarcando todo tu cuerpo musit Rudy. Isabel asinti lentamente con la cabeza. Notas algo? Noto el calor de tus manos. Lade la cabeza y mir a Emma con expresin victoriosa, pero ella tena los ojos cerrados, concentrndose. S que puedo notar tu energa dijo Rudy muy convencida. Cul es la cadera que te duele? Esta dijo Isabel, y Rudy le aplic su tacto curativo. Yo cerr los ojos e hice mi meditacin curativa favorita. Imagino un pelotn de fusilamiento. Las clulas cancergenas de Isabel son delincuentes vestidos de negro, con rifles en bandolera (aunque la verdad es que no tienen pecho sino que parecen habichuelas) y se sitan en fila mientras un pelotn de soldados buenos los apunta con largos fusiles negros y les disparan. Caen fulminados, muertos, y entonces se sita otra

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hilera de clulas cancergenas que va a correr la misma suerte: pam, pam, liquidados. Y as sucesivamente. Es muy eficaz y se puede repetir cuantas veces sea necesario. Rudy termin su sesin curativa y volvi a sentarse. Quieres probar t? le dijo a Emma. Ni hablar. Isabel es una amiga. Y a lo mejor lo nico que consigo es que se agrave. Se echaron a rer, pero me pareci que no haba sido una broma de buen gusto. Me levant para ir al lavabo. Incluso con la puerta cerrada poda or que Emma elevaba gradualmente la voz, cada vez ms furiosa. Al volver a toda prisa, estaba de pie de espaldas a la barandilla, vociferando. Detesto eso de que todo es psicosomtico, si queris que os diga la verdad, y no puedo soportar a ese Shorter. Creo que ha hecho ms dao a los pacientes que cualquier otra cosa desde que se inventaron los lychis. Quin es Shorter? pregunt Rudy. El mdico que escribi el libro acerca de... Es un memo que me saca de quicio. Si tuviese una que creer en sus teoras, creeramos que Isabel se ha provocado el cncer por estar sentimentalmente herida. Anda y que te jodan, Shorter! Isabel no tiene la culpa de tener cncer. Emma, eso no es exactamente... Lo que me sulfura es que un mdico pueda creer tales estupideces acerca de la medicina. Son ideas corrosivas. Porque, puestos as, cada vez que Isabel se deprima, como es bastante lgico que le ocurra, no os parece, dadas las circunstancias?, Shorter podra decirle que est provocando que sus tumores se agraven. Menudo imbcil! No creo que l diga realmente que... trat Isabel de apaciguarla. Lo digo en serio, es un memo absoluto! Es eso ciencia? Que te diga que t te has provocado la enfermedad? Y los virus o lo que sea? Eh? Y el factor hereditario? Y el tabaco y las emanaciones del cemento? Los nitritros? La contaminacin? La brisa le alborot el pelo y por un momento su melena pareci una escoba. Se balanceaba atrs y adelante, y dio un par de patadas en el porche. No estaba en absoluto borracha. Estaba como loca. Qu diferencia hay entre que Shorter achaque tu cncer a tu estado de nimo y que Jerry Falwell achaque el sida a los pecados? El cncer es una lotera. T no eres responsable de tenerlo. Oh, Dios, qu injusta es la vida! Dios tiene estas bromas. Y debe de pensar que... bueno, a lo mejor la prxima vez tienes ms suerte. Entiendo tu punto de vista Emma... pero... sintate, por favor. Quieres dejar de pasearte de un lado para otro ? Pero, nos guste o no,

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existe una relacin entre lo fsico y lo espiritual. Las personas sin fe religiosa viven menos, por ejemplo. Est demostrado. A m no me lo ha demostrado nadie. Isabel chasc la lengua. Mira, no sabra explicrtelo, pero tiene que ver con los neuropptidos, las clulas T, las endorfinas y no s qu ms. El cerebro se comunica con el cuerpo. De verdad. Puedes estar segura. Est bien dijo Emma dejndose caer en la tumbona con cara de pocos amigos. Yo tambin entiendo tu postura dijo Rudy. No me gusta la idea de que sea una misma la que pueda provocarse una enfermedad.... Que Isabel se haya provocado...! volvi a la carga Emma. Vaya memez! Nada, mujer, nada. Vive una como puede, lucha y un buen da, paf, contraes cncer. Y luego va ese imbcil y escribe un bestseller exponiendo la teora de que el cncer se lo provoca una misma. Eso es aadir injuria al dao! Exageras, Emma la reprendi Isabel. Ni Shorter ni ningn otro autor que yo conozca ha dicho nunca que sea culpa de una. Pero queda implcito. Tambin crees que nuestros crculos curativos son una memez, Emma? dijo Rudy. Crees que no sirve de nada que Isabel haga meditacin? No, no creo que sea una memez. Pues entonces dijo Isabel, si crees que puedo contribuir a curarme con energa mental positiva, por qu no puedes aceptar lo contrario, que mi energa negativa pueda haber contribuido a la enfermedad? De verdad crees eso? se revolvi Emma furiosa. No lo s. Slo creo que es posible. Bueno, pues yo no. Quiz en otra clase de persona sea posible, pero no en ti. En ti no. Se hizo un largo y tenso silencio. Quiz terminsemos por echarnos todas a llorar. Opt por ser yo quien rompiese el silencio. Estoy de acuerdo con Emma dije con un hilo de voz. Me miraron todas con curiosidad. Entonces yo me aclar la garganta. Creo que a veces podemos provocarnos una enfermedad dije. Ocurre. Pero Isabel no es... txica para s misma. No puede haber una persona ms pura. Lo digo en serio. No por ser amable. Ni creo que haya nadie que merezca esto menos. Isabel me tendi la mano, la tom entre las mas y me atrajo hacia s. En lugar de ponernos a llorar, nos miramos las cuatro con intensidad. Sent

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una mezcla de temor y entusiasmo. No s hasta qu punto creo en que todo sea psicosomtico, pero si todo lo que dicen acerca del tema es cierto, creo que las cuatro estbamos en ese momento tan rebosantes de energa que habramos podido curar a un hospital lleno de desahuciados. Pasamos el sbado por la maana en la playa, encajando las advertencias de Emma sobre que no haba que tomar demasiado el sol. No os fiis porque est nublado dijo, hecha un ovillo en una hamaca, tapada con una toalla y untada como una tostada con crema solar de mxima proteccin. No se lo reprocho porque es muy blanca de piel. Primero le salen pecas, luego se quema y despus se pela. Pero parece un disco rayado. Est bien. Pero cuando seamos viejas y me pregunten cmo alguien, de aspecto tan joven como yo, acept un empleo de enfermera de compaa de tres vejestorios con ms arrugas que una pasa, ya veris... Bueno, de acuerdo. Lo lamentaremos musit Rudy con la boca pegada al antebrazo, de espaldas sobre una toalla a rayas. Rudy nunca sera un vejestorio arrugado como una pasa. Al verla tan estilizada y bronceada, en biquini, sent envidia. Todas sentamos envidia. Era inevitable. Y hasta anoche tambin tena envidia de su vida amorosa. Me refiero a su vida sexual, no a su vida amorosa, desde luego, ni su matrimonio ni a nada que tenga que ver con Curts Lloyd. Pero siempre haba imaginado que ella y Curts deban de pasarlo bomba en la cama, aunque no tena ms razones para pensarlo que el hecho de que ambos eran muy atractivos. De modo que saber que, por lo menos hasta la fecha, no haban podido tener hijos me hizo sentir superficial y estpida, por confundir el atractivo fsico con la fertilidad. Harn bien en pensar que, precisamente yo, estando casada con Henry, tena que haber pensado de otro modo sobre aquello y... sobre algo ms que resulta duro confesar. En mi fuero interno haba un rincn siniestro que se alegr en secreto cuando nos cont su problema. Me avergenza reconocerlo, pero es la verdad. Quiero que Rudy tenga hijos, por supuesto, pero me gustara que Henry y yo los tuvisemos primero. Voy a dar un paseo anunci Isabel sacudiendo la arena de la toalla y echndosela luego por los hombros. Quieres que te acompae? le pregunt. No, gracias. Ser cortito dijo alejndose. La seguimos con la mirada y, cuando ya no poda ornos, hablamos de ella. Es lo que hacemos ahora cuando estamos solas las tres. Al principio se nos antojaba una deslealtad. Pero ya lo hemos superado. Intercambiamos informacin sobre la enfermedad, sobre lo que hemos odo o ledo, comentamos lo que nos dijo Isabel la ltima vez que la vimos, qu aspecto tena, que impresin nos caus al hablar por telfono con ella. Tiene buen aspecto.

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Pero camina muy despacio. An no ha nadado. Creis que nadar? Le encanta. Est muy dbil. Si se mete en el agua, alguna de nosotras ha de ir con ella. Me parece que no come lo suficiente. Dice que la quimioterapia hace que la comida no le sepa bien. Pero me parece que tiene una actitud muy positiva. Y no creis que a lo mejor finge? Que se muestra ms animada para no hacernos sufrir? Aunque as sea, es bueno para ella. Recordis ese estudio que aseguraba que sonrer contribuye a que una se sienta ms feliz? Se recuperar. Hace todo lo que le mandan los mdicos y la quimioterapia est resultando. Si antes no la mata. Doy gracias a Dios de que tenga a Kirby. Creis que acabarn juntos? S. En cuanto recobre las fuerzas. Habis visto su collage? No. Qu collage? El que tiene en la pared de su dormitorio. Ha hecho un pster de su vida; de su pasado y su futuro; de sus hitos, de los acontecimientos ms importantes. Ha recortado fotografas de cuando era pequea, y de sus padres, de su boda, fotografas de Terry y nuestras. Nuestras? Y dibujos de s misma despus de contraer el cncer, y de lo que est haciendo para combatirlo. Isabel no sabe dibujar. Son slo esbozos, figuras que la representan. Y qu ha puesto para representar su futuro? Ilustraciones de catlogos de agencias viajes; de lugares como la India, Nepal. Un dibujo de un diploma; una fotografa suya con Terry; otra con nosotras. Ah, y el banner de un e-mail con un anuncio que ofrece de todo. Y, al final, la fotografa de un beb. De un beb? Dice que es ella, reencarnada. Ah exclam Rudy asintiendo con la cabeza.

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De todo, vaya dijo Emma sonriendo esperanzada. Tal como tenamos pensado, cenamos fuera, en una nueva marisquera de moda de Hatteras. Haba estado nublado todo el da y mientras regresbamos a casa en el coche empez a llover. Se fastidi nuestro paseo por la playa a la luz de la luna! exclam Rudy contrariada. Paremos en la tienda de vdeos y alquilemos una pelcula. Yo fui la nica que no quiso. No, hagamos otra cosa dije. Cmo qu? No supe qu contestar. La conversacin se hizo progresivamente ms ridcula. Y al final tuve que decirlo. Bueno, est bien. Ya me habis estropeado la sorpresa. Ya tengo una pelcula para esta noche. Ah s? Cul? No pienso ver un musical de dibujos animados me advirti Emma que, por lo visto, no se cansaba de ser amable conmigo. Era una alusin maliciosa a la ltima vez que alquil pelculas para verlas en la casa de la playa. Alquil El jorobado de Notre Dame, Pocahontas y Aladino y la lmpara maravillosa. Tena que haber reparado en que Emma es la clase de personas perfectamente capaz de odiar a Disney. No es de dibujos, es de nosotras dije. Diez aos de las Cuatro Gracias. Encargu un montaje de fragmentos de todos los vdeos que hemos filmado, para hacer una sola pelcula de nuestro aniversario. Dura veintisis minutos. Oh, eso es maravilloso exclam Isabel. Rudy solt el volante un momento para aplaudir. Incluso a Emma pareci gustarle el invento, aunque tuvo que dejar caer la china. Oh, Dios. Vdeos caseros! Pero le haba gustado la idea. A todas les gust y yo me sent satisfecha. De vez en cuando, aunque no muy a menudo, el miembro previsor, organizado y competente del grupo obtiene el reconocimiento que merece. Domnate, DeWitt dijo Emma, que hizo una mueca de desagrado al verse en la pantalla. Parece que llevase un ao peleada con el peluquero. Cmo no me lo dijo nadie? Calla, que no oigo.

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Quisiera saber quin me dej salir de casa con ese vestido dijo Rudy. Estoy de pena. Slo me sientan bien los colores vivos; no debera ponerme nunca nada beige. Dios! Os acordis cuando nos teimos el pelo? Creo que estis las dos preciosas dijo Isabel. Bueno... todas lo estamos. Anda! Mirad qu delgadita estaba! exclam Emma maravillada, sealando a la pantalla. En qu ao fue eso? Sigues estando delgadita. Es que no te miras al espejo? dijo Rudy. Si t lo dices... He ledo que las mujeres que tienen una imagen positiva de su cuerpo tienen el doble de orgasmos que las mujeres que no la tienen. Ah, a m eso no me preocupa. Llevo buen promedio. Chist! intent acallarlas. Si guardbamos silencio, a veces podamos or lo que decamos en el vdeo, o sea, casi nunca, porque nuestras voces se solapaban con las del sonido. Hablbamos todas a la vez. Al ver los viejos vdeos, siempre me sorprende que no paremos de hablar y que no digamos ms que banalidades. Sin embargo, creo que somos bastante lcidas. El campamento de gimnasia! Os acordis? exclam Emma sealando a su imagen. Perd tres kilos y medio en seis das. Yo perd uno y medio. Yo dos, pero los recuper nada ms volver. En la primera semana. Deberamos volver a ir dijo Rudy. Fue divertidsimo. Nos remos al ver a Rudy y a Emma discutiendo en la casa de campo en la que estuvimos durante una semana en 1990. El campamento de gimnasia el balneario de las pobres no era ms que un campamento que la Asociacin de Jvenes Catlicas organizaba en Poconos. Fuimos all en lugar de ir a otro sitio ms bonito porque, por entonces, Emma no tena dinero. Mira que eres payasa! exclam Rudy con tono afectuoso pasndole la mano por el pelo a Emma. Por qu no tendrs nunca un aspecto normal? Era verdad. Siempre que la cmara enfocaba a Emma me daba la espalda, haca una mueca o algn gesto obsceno, como pasarse la punta de la lengua por el labio inferior con expresin lasciva. No s cuntas fotografas habr estropeado por ponerle cuernos a la cabeza de alguna con los dedos en el ltimo momento. Yo apenas aparezco en estos vdeos, porque soy la cmara, un trabajo desagradecido que las dems desdean, hasta que llega el

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momento de ver el producto acabado. Entonces no hay quien las arranque de delante del televisor. Ah, ahora viene lo bueno dijo Emma frotndose las manos. Lo has incluido, Lee? Apuesto a que lo has quitado. Tena que haberlo hecho. Pero no lo hice, y supongo que eso compensa por todas las veces que alguna pueda decir que no soy deportiva. Y por eso me gusta ser yo quien maneje la cmara. Porque hay que ver lo que ocurre cuando es otra (Emma) quien la maneja. Estbamos cenando en la casa de Captol Hill que Rudy y Curts acababan de comprar, y yo llev la cmara para filmarla, con la idea de darle la cinta a Rudy y que pudiera envirsela a su madre o a su hermana (porque su familia nunca la visita y pens que ese era el nico medio de que viesen su nueva casa). Pero yo acababa de salir de clase de ballet, esta acalorada y sudorosa y le ped a Rudy que me dejase ducharme antes de cenar. Ahora, ahora! dijo Emma exultante. Rudy e Isabel ya se rean. La cmara, temblorosa, inexpertamente sostenida, mostraba una puerta cerrada y una mano que iba a hacer girar el pomo. La inocente voz de Emma en la cinta deca: Hummm. No s qu debe de haber ah. Qu podra haber detrs de esa puerta? Vamos a verlo? Sali una nube de vapor cuando ella la abri. Y se oa mi voz confundida con el ruido del chorro del agua. S? Esto es algo que me repatea. Siempre doy la sensacin de ser demasiado digna o no s qu. La cmara segua movindose. A travs del vapor se vean las franjas azules y blancas de la cortina de la ducha. S? repito desde detrs de la cortina. Slo estaba tomando... (algo ininteligible). Ah, bueno digo, an en tono amable. Una mano corre la cortina y ah estoy yo. En cueros vivos. Toma frontal. Pero me estoy lavando la cabeza con los ojos cerrados y, durante quince segundos, no me percato de semejante indignidad (s que fueron quince segundos porque Henry se tom una vez la molestia de cronometrarlos). Quince segundos son muchos para estar desnuda en una pelcula sin saberlo. Y pudieron ser ms si Emma no hubiese terminado por decir con voz jadeante y sexy. Oh, nena... Entonces abr los ojos, me qued boquiabierta y grit. Fundido. Menudo cachondeo! Mis amigas se empujaban unas a otras en el sof, presas de un ataque de risa compulsiva. Incluso Isabel. Yo re tambin, aunque con menos ganas. Aquello ocurri hace siete aos, y

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todava estoy dndole vueltas para ver cmo se lo hago pagar a Emma. An no se me ha ocurrido nada que est a su altura. Pero ya se me ocurrir. Ya lo creo que se me ocurrir! La cinta pas entonces a escenas de la boda de Rudy. Oh, mirad a Henry! Fijaos en su pelo! Menudo tipazo! Esta es mi parte favorita del vdeo, nuestra primera cita. Rudy tuvo una boda clsica, pero Henry se puso una chaqueta informal de pana, pantalones marrones holgados y sin corbata y... no import. A m me daba lo mismo! Y al reparar en ello comprend que estaba enamorada. Y su pelo, ah, lo llevaba largo. Era sedoso y reluciente, ms bonito que el de Emma y del mismo color. Se notaba que estabais coladsimos! dijo. Era totalmente cierto. Creo que fue Isabel quien nos film bailando tras el banquete de la boda de Rudy. La orquesta tocaba Sea oflove y Henry y yo estbamos que ardamos. De haber tenido idea de que dbamos esa imagen, de que nos movamos como nos movamos, me habra desmayado. Porque resulta embarazoso, aunque tambin es bonito. Me gusta ver ese vdeo. Lo pongo a menudo y no me canso de verlo. Me filmaron cuando Henry me rode la cintura con los brazos atrayndome hacia s, mientras yo le acariciaba la nuca, pasaba los dedos entre el pelo y los flexionaba. Bailbamos con las mejillas pegadas. Dbamos la impresin de ir a besarnos de un momento a otro, aunque no llegamos a hacerlo. Fue como los prolegmenos de hacer el amor, slo que en pblico. Porque al cabo de unas horas estbamos en mi cama, haciendo el amor por primera vez. El vdeo recoga entonces unas escenas de una fiesta que Isabel organiz en el jardn de su casa. Fue en el verano de 1955. Emma dej escapar un siseo de desaprobacin cuando apareci Gary, pero Isabel slo puso cara de contrariedad, entristecida. Creo que es verdad que lo ha perdonado. Gary tena aspecto de persona pagada de s misma (dicen que la cmara no miente nunca). Llevaba pantalones a cuadros y un jersey remangado que dejaba ver el denso vello de sus antebrazos. Sonrea al ver la cmara, alzaba los brazos y los separaba como diciendo: Miradme, estoy hecho un oso. Recuerdo que por entonces me caa bien. Pens que su manera de coquetear era agradable e incluso me resultaba halagador. Ahora no puedo verlo ni en pintura. Lisa Ommert dijo Rudy. Qu habr sido de Lisa? Ha sabido alguien de ella? Cunto dur, Lee? Un ao? Nueve meses contest mirando a Lisa, que fue una del grupo hasta que se traslad con su esposo a Suiza. Estaba en animada conversacin con Gary, Emma y el que por entonces era el novio de Emma, Peter Dickenson. Ya me gustara saber a m de qu estbamos hablando! exclam Emma entre dientes.

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Eran los ltimos coletazos de la fiesta Probablemente estbamos todas ms que achispadas. Ah, eso seguro.

seal

Rudy.

Mir a Emma por el rabillo del ojo. Ella y Peter rompieron de la noche a la maana (ahora te quiero, ahora te dejo) y nunca ha querido decirnos por qu. Rudy lo sabe, pero Isabel y yo no. Bueno, acaso Isabel tambin lo sepa pero slo por intuicin. La ma me dice que deba de haber otra mujer y que Emma debi de descubrirlo de un modo horrible y humillante. Porque no s qu otra cosa pudo herirla hasta tal punto que, despus de tantos aos, an siga sin querer contarlo. Qu tal va con Clay? pregunt de pasada. Clay es el chico con quien Sally Draco trat de emparejar a Emma. Me pareci increble que Emma aceptase y an me sorprendi ms que saliesen otra vez. La primera cita tena que ser en principio con Sally y Mick que, en el ltimo momento, dijeron que Sally no se encontraba bien o algo as. Bien contest Emma. Slo bien? Emma se encogi de hombros y sigui mirando a la pantalla. Se puso muy seria, como suele hacer ltimamente cada vez que se habla de hombres. Su expresin viene a decir: dejmoslo correr. No s por qu se me ocurrira a m entonces decir lo que dije. Hace mucho que no nos cuentas nada de aquel chico casado. Lo habis dejado ya? Bueno, como en realidad nunca empez, supongo que se ha acabado repuso ella de mal talante. Y si nos limitsemos a ver el vdeo, Lee? Bueno, perdona. No crea que fueses tan susceptible. Eh, eh, chicas puso paz Rudy. Emma se inclin hacia adelante, con los antebrazos sobre las rodillas y la mirada tensa. Lo siento dijo entonces volviendo a recostarse en el respaldo y sonriendo. Nada dije, aunque en realidad quise decir: Yo tambin lo siento, pese a que no saba de qu tenamos que excusarnos. Pero no estaba de ms no enfadarse. Los ltimos minutos del vdeo eran de exactamente haca un ao, all mismo en Neap Tide cuando estuvimos para celebrar el noveno aniversario. Al verlo ahora repar que, en algunos aspectos, era perfecto. La cmara nos haba captado a las cuatro en actitudes muy representativas de nuestra idiosincrasia. ramos as. All estaba Emma, sentada en una hamaca de la playa, envuelta en una toalla y con una sudadera con capucha, enfrascada en un libro; Rudy, bronceada y

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esplndida a su lado, bebiendo de un termo lleno de bloody marys; Isabel de vuelta de darse un bao, trotando por la arena, con el pelo chorreando, los labios morados y riendo de nada en especial, de pura satisfaccin, seguramente. Incluso lo que Rudy film de m es caracterstico, me parece. Estoy en la cocina, pegando con cinta adhesiva una hoja de papel en la que acababa de detallar nuestras tareas. Divisin de trabajo, del 14/6 al 17/6. (Recuerdo que Emma aadi una nueva tarea: dormir, y escribi su nombre en todas las casillas.) Fue un alegre fin de semana, sin duda, y sin embargo, al ver las imgenes de las cuatro, las bobadas que hacamos, las tonteras que decamos y la ternura que irradibamos, me entristec. Parecamos tan inocentes... Entonces ignorbamos que nos aguardaban duras pruebas. Estbamos ensimismadas, convencidas de que siempre podramos ser como ramos, y no pensbamos en el futuro. Los ltimos fotogramas eran muy artsticos, me dije. Los film a contraluz, por detrs de las cabezas de Isabel, Rudy y Emma, que estaban en el porche y miraban hacia el horizonte enrojecido por el crepsculo. Slo se vea la silueta de sus cabezas, negras y recortadas en un fondo que, por contraste, pareca purpreo. Se oa el murmullo de sus voces. Me estremec. En el ltimo instante, Isabel me haba odo y se haba dado la vuelta. Quedaba la luz justa para ver su sonrisa. Fundido. Recordis de qu hablamos aquella noche? pregunt Isabel tras un plcido silencio. Yo s repuso Emma, que cogi el mando a distancia y apag el televisor. Yo tambin dijo Rudy. De nuestros objetivos dije. S confirm Isabel sonriente. Os cont que quera terminar mi licenciatura, buscar un empleo para ayudar a personas de la tercera edad y viajar. Yo dije que quera tener un hijo. A m no se me ocurri nada record Rudy mirando a Emma. Y t dijiste que queras vivir en una granja y ver un concierto de James Brown. Y pasar una noche con Harrison Ford record Emma. Por cierto, ahora preferira pasarla con David Duchovny. Record cmo surgi el tema. Empezamos hablando de los objetivos que una se propone en la vida en general, pero la conversacin deriv hacia lo que queramos conseguir antes de hacernos viejas (cosas que en nuestro lecho de muerte pudisemos lamentar no haber hecho). Yo ansiaba ganar una subasta de objetos que pertenecieron a la Pavlova y bailar el Cascanueces. Entonces nos pareci un tema de lo ms inocuo, haca slo un ao. Era divertido, como un juego. No poda mirar a Isabel, que no tard en romper el silencio que se hizo.

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Mis objetivos no han cambiado mucho desde aquella noche asegur como si me adivinara el pensamiento. Es curioso, no? Ahora tengo ms cosas de qu lamentarme, pero ambiciones las mismas. Qu cosas tienes que lamentar? pregunt Rudy. Me pareci la pregunta ms absurda y falta de tacto que haba odo en mucho tiempo. Pues... Isabel llevaba aquella noche la cabeza cubierta con el pauelo. Juguete con las borlitas que pendan del mismo y le rozaban un hombro. Nos dirigi una mirada dulce y melanclica. Pues lo que ms lamento sigue siendo no haberme esforzado ms para que mi matrimonio funcionase contest. En bien de Terry puntualiz al ver que bamos a interrumpirla. Puede que me engae pero, si Gary y yo hubisemos sabido seguir adelante, acaso Terry no se hubiese ido tan lejos. Quiz. No lo s. No, claro que no lo sabes dijo Emma apretando los labios. Aunque ahora, la verdad, tengo otras cosas de qu lamentarme prosigui Isabel; cosas en las que nunca antes haba reparado. Cmo qu? No haber aprendido a tocar el piano ni a pintar a la acuarela. No haber conocido a Carlos Castaeda para preguntarle si todo era cierto dijo riendo. No haber aprendido astronoma ni el canto de los pjaros; soy incapaz de distinguir un reyezuelo de un pinzn. Ni tampoco s nada de flores silvestres. Rudy acerc su brazo al de Isabel y apoy la cabeza en su hombro. Y nunca ser la chica del tiempo del Canal Cinco musit Isabel. No he actuado en una obra teatral ni bailado, ni siquiera he escrito un poema. Y adems no tengo nietos. Y por qu no te propones hacer todo eso? dijo Emma tras una pausa que nos entristeci. Sent el impulso de darle un beso. Puedes conseguirlo todo. Puede que lo de ser la chica del tiempo no, pero ellos se lo pierden. Tengo entendido que Carlos Castaeda ya ha muerto coment Rudy. Vale. Pero el resto, por qu no vas a poder conseguirlo, Isabel? Hablo en serio. Podras escribir un poema ahora mismo. Coser y cantar. Yo te ayudo. Y la semana que viene te compras una caja de acuarelas y un libro de astronoma y... qu ms era? Isabel se ech a rer. Ah, srecord Emma. El canto de los pjaros. Te compras uno de esos compact que incluyen todos los cantos habidos y por haber, mientras una voz te dice a qu pjaro corresponde. Y en cuanto a las flores silvestres, facilsimo, te compras otro libro y vas a pasear por el parque

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Rock Creek. Qu ms? Nietos? Ah puedes contar conmigo. Lo hablas con Terry y ya vers t.... Vaya, vaya dijo Isabel recostando la cabeza en el respaldo del sof. La tristeza haba desaparecido de su rostro. Pareca relajada, divertida y tolerante. De verdad, no soy una persona envidiosa, pero no saben cmo me gustara tener el don que tiene Emma para hacer cambiar de humor a una persona (cuando quiere, claro). Sabis qu lamento yo? pregunt Emma levantando el ndice de la mano derecha. No haber conducido nunca un coche a ciento setenta por hora. Segundo aadi mostrando el pulgar, no haber tenido una larga charla con el Papa para tratar de hacerlo cambiar de actitud. Y tercero, que no exista un pas que se llame Gracialandia. Un momento terci Rudy. Un momento. Quisiera decir algo. A ti, Isabel, y para todas nosotras. S que hablo por todas. No necesito preguntarlo. Quiero decir en voz alta que nosotras... bueno, ante todo, que estamos seguras de que vamos a curarnos. Eso para empezar. Emma y yo asentimos vehementemente. Y para seguir prosigui Rudy, creo que sera bueno que nos comprometisemos ahora mismo en una cosa, aunque ya s que se da por sentada. Pero a veces es bueno decir las cosas en voz alta. Quiero decir para todas que, suceda lo que suceda, estamos aqu. Quiero decir que estamos aqu para afrontar lo que sea. Nunca estars sola. Nunca. No lo digo por... Est claro por qu lo dices. Y estoy de acuerdo dijo Emma. Es bueno verbalizar las cosas. Y es bueno decir que nunca tendrs que afrontar nada sola, Isabel. Nada. En realidad, aunque quisieras, no podras librarte de nosotras. No pude exteriorizar mi asentimiento, aunque saba que eso era lo que se esperaba de m. Me asustaba tanto la idea de echarme a llorar que no me salieron las palabras. Aunque, si lloraba, sera ms de rabia que de pena. Cmo se atrevan a hablarle as, como si estuviese agonizando? Porque no lo estaba. Se estaba recuperando. Pero no crean que se estaba recuperando, y eso me pareci una traicin, no slo a Isabel sino tambin a m. Isabel se emocion, claro. Las abraz a las dos, parpadeando para evitar que se le saltasen las lgrimas. Quise protegerla de su pesimismo, pero, qu poda hacer yo? Cuando ella me sonri con los ojos humedecidos y alarg la mano hacia m me levant. Vamos a tomar un helado, eh? propuse. Y me fui a llorar a la cocina.

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Captulo 18

Rudy
No crees que Lee se est volviendo un poco chiflada? Emma lo dijo en voz baja, casi susurrante. Lee dorma en la habitacin contigua; Isabel al otro lado del pasillo; y nosotras habamos dejado la puerta y la ventana abierta para que circulase el aire. Por lo de tener hijos? No dije. Creo que es bueno que nos haya contado todo eso. A veces se encierra demasiado en s misma, se... No, no lo digo porque se haya sincerado un poco con nosotras. Estoy de acuerdo en que es bueno para ella. Lo digo por su actitud ante la maternidad. Ah. Parece que no viese nada ms. Y la creo cuando dice que nunca renunciar. Por qu no adoptan uno, Rudy? Por qu? Est obsesionada. Trabaja con nios, y est tan atrapada en el mundo de la maternidad que no ve nada ms. Ya lo s. Qu ha dicho acerca de sus padres ? No me acuerdo, exactamente. Pero es seal de que sigue con la idea fija en la cabeza. Ojal pudisemos hacer algo. Pero qu? Nada. No podemos hacer nada. Slo estar a su lado dije. S asinti mirndome. Sabes, Rudy? Ha estado muy bien lo que le has dicho a Isabel. Ah, pues no s... Slo he intentado ponerme en su lugar e imaginar qu era lo que ms poda asustarla. Pensar como si fuese yo la que temiese ir a morir pronto. Y estar sola. Por eso he querido que supiese que nunca estar sola. Crees que eso es lo que ms asusta? A m me parece que s. Encima de la mesita que separaba las literas inferiores en las que dormamos haba un viejo quinqu adaptado para acoplarle una vela, que arda con una llama viva. Entre la vela y la luz de la luna, poda ver a

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Emma con nitidez, estirada, con su camisn azul, apretndose la parte superior de su blanco muslo con un dedo para comprobar si haba tomado demasiado sol por la tarde. Yo creo que lo que ms asusta es el olvido. Estar y dejar de estar. Aunque todos aquellos que nos hayan importado en nuestra vida estn con nosotros hasta el final, y todos te tomen de la mano y te digan que todo ha sido estupendo, que te han amado y todo eso, sigues estando sola en el ltimo momento. All donde vayas nadie va contigo. Hummm. Eso suena un poco morboso. No, no lo es. Por qu? No irs a decirme que no piensas en esas cosas? Claro que pienso en esas cosas dije, aunque ltimamente lo vea con ms optimismo. Quieres creer que Lee pensaba que ayer estuvimos bebiendo en el coche? aad. Supongo que eso son como si quisiera salirme por la tangente, pero repar en que ella captaba la relacin. Bueno, ya conoces a Lee. Si te lo ests pasando en grande da por sentado que has bebido. Pues no es que haya bebido mucho ltimamente le dije. Lo que beb anoche es prcticamente lo nico que he bebido en varias semanas. Ya lo he notado. Por alguna razn especial? No s. Quiz porque ahora me siento ms fuerte. Ms a gusto con mi vida real. Y eso a qu se debe? No lo s. Supongo que, en parte, porque me va muy bien el tratamiento con Eric. No es fcil, pero parece que, para variar, estamos llegando a conclusiones positivas. Dice que es normal que no se logre avanzar durante mucho tiempo y que, de pronto, todo empiece a aclararse. Como con las dietas de adelgazamiento. Exacto. Bueno, a estas alturas ya habras de saberlo. Eric es tan amable, verdad? Tan paciente... ironiz Emma. No le importa ir despacio. Me pareci leer otra cosa entre lneas. Quieres decir que as no voy a ninguna parte, no? Que no me sirve de nada. Crees que la terapia es una prdida de tiempo, verdad? Emma lade la cabeza en la almohada y me mir. Antes s, pero empiezo a pensar que Greenburg sabe mejor lo que se dice que yo. Me sorprendi que lo reconociese.

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Oh, Emma, ese s que es un cumplido exclam. Se pondr contentsimo cuando se lo diga. Sonremos en la oscuridad. Ah, Emma... Qu? Recuerdas lo que te dije sobre el curso de jardinera y paisajismo? Claro que me acuerdo. Pues he decidido hacerlo. Eso es estupendo, Rudy dijo ella incorporndose. Empieza en septiembre. Fantstico! Y qu dice Curts? Hummm. Pues... Todava no se lo has dicho, verdad? adivin Emma, que se recost en el cabecero, mirndome. Todava no. Estoy esperando un momento oportuno. Bueno. Rudy, t cmo interpretas el hecho de no habrselo dicho an porque sabes que no le va a gustar? S a lo que te refieres. Hablas como Eric, Emma. Y a veces me asusta. Qu contestas? Pues que no me gusta, que no me gusta lo que revela de m y de Curts.. Y de Curts. Menos mal... Hemos de afrontar las cosas, ya lo s. He de decirle lo que pienso. Una cosa es decrselo a Eric o a ti. Pero a l debo decrselo. Emma se inclin hacia m. Esto es nuevo, Rudy, y creo que es positivo. Representa un cambio importante en tu actitud. Ya lo s. Y ya era hora, no crees? Emma guard silencio. De vez en cuando tiene tacto. Tampoco se debe al efecto de los medicamentos. Aj... Afirm los pies en el colchn y flexion las rodillas. Tomo antidepresivos dije, aunque quiz deb decir nuevos antidepresivos. Pero no creo que esa sea la nica razn. Como dice Eric, que los antidepresivos ayuden a que no se me vaya la olla no significa que est chiflada.

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La frase nunca me haba hecho demasiada gracia, pero a Emma le hizo tanta que se ech a rer tan fuerte que tuve que acallarla. Eric dice tambin que la risa es una catarsis purificadora, que es buena para el espritu y para el cuerpo y que, cuando es autntica, es mejor que el sexo. Cuntas horas habremos pasado Emma y yo desternillndonos en los ltimos trece aos? Me lo pregunto porque si an no acabo de estar muy equilibrada no s que habra sido de m si no llego a conocerla. Otro aspecto positivo de tener a alguien con quien rer es que implica confianza. Y esa debi de ser la razn de que le hiciese la siguiente confidencia. En todo diciembre no hicimos el amor ni una sola vez. Diciembre del ao pasado? S. T y Curtis? Quin si no? Hummm. mirndome. Por alguna razn concreta? pregunt Emma

Pues el caso es que no s qu razn pudiese haber. No creo que hiciese yo nada para que me castigase. Simplemente no lo hicimos. No se lo coment. Aunque s que deb hacerlo. Ni siquiera se lo he dicho a Eric. No se lo comentaste a Curtis? No contest. Hice una mueca de contrariedad porque me resultaba muy embarazoso reconocer que haba sido una cobarda. Y entonces, en Nochevieja lo hicimos, como si nada hubiese ocurrido. Y le dije Bueno, pues feliz Ao Nuevo, o algo as, con cierto retintn, a ver si l lo captaba y haca algn comentario. Pero se limit a mirarme con frialdad. Y en eso qued. Ya no hubo ms. Desde entonces todo se ha normalizado. Sexualmente. Sexualmente ? S. Y en lo dems no? Es curioso comprobar que a veces resulta ms fcil hablar de la propia vida sexual, por ms ntimo que sea el tema, que acerca de cmo va todo lo dems. Pues... se trata de un conjunto de cosas. De ideas que me pasan por la cabeza y de las que pienso hablar con Curtis pronto. Como qu? pregunt Emma suspirando. Ponme un ejemplo, a ver si nos aclaramos. Pues, por ejemplo, lo que hemos visto esta noche en el vdeo; cuando estamos todas frente a mi casa, listas para ir al campamento de gimnasia. Esa imagen de Curtis dndome un beso de despedida.

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S, fue un poco raro. Vinieron a recogerme la ltima, y estbamos algo atolondradas y nerviosas, impacientes por salir. Todas bamos con la idea de perder peso, pero parte del plan era detenernos por el camino a atizarnos un glorioso almuerzo, a base de todo lo que engorda, en un restaurante que recomendaba una gua. As, pesaramos lo mximo cuando nos pesasen la primera noche. No parbamos de rer y de decir tonteras, con la mente ya en la carretera. Tena que haber reparado, y supongo que en mi fuero interno lo hice, en que esa falta de atencin o de desentendimiento por mi parte hiere los sentimientos de Curtis. Es ms, creo que lo aterra. Me necesita para afirmarse continuamente. Necesita ser el centro. De lo contrario tiene la sensacin de no existir. El caso es que, cuando me bes, no me dio ese carioso besito que dan los maridos cuando estn delante de los dems y que viene a decir adis, cario, ten cuidado, te quiero, ese beso sin apenas tocarse los labios seguido de un rpido abrazo. Se trata de un beso tierno y desenfadado, pero un tanto asptico como beso. Aquel beso no fue as. Ni mucho menos. Sin apenas separarme del grupo, y consciente de que Lee lo estaba filmando, Curtis me rode con sus brazos y me dio un largo beso de cine, apasionado, sensual y forzado (pues aunque yo trataba de soltarme no me dejaba). Me oblig a que por un momento slo pensase en l. Lo hizo a propsito. Besarme de aquella manera, sujetarme as, era su modo de decir piensa en m y de decirles a mis amigas es ma. En cierto modo fue peor ver el vdeo aquella noche, aos despus, que cuando sucedi. Porque ahora encaja con muchos otros recuerdos, similares y en algunos casos ms inquietantes. Y yo ya no quiero que me posean. Antes s dije quedamente. Posean? Ya. Entiendo dijo Emma. Es una palabra anticuada. Supongo. Pero tambin temo que todo cambie. Detesto los cambios. Ests segura? Ests segura de que no es Curtis quien detesta los cambios? No ser que lo que no quieres es desafiarlo, contrariarlo? Hummm. Daba que pensar. Bueno, vas despacito pero eso est bien; es probablemente bueno. Como perder peso con una dieta, aunque no es una analoga que puedas aplicarte. Mientras avances, aunque sea poco, tenemos buenas razones para pensar que tu psiquiatra sabe lo que se hace. He fumado sin preocuparme por lo que diga dije. Quin? Eric? No. Curtis. Vamos! De verdad. No cuando l est en casa, porque me parecera una descortesa, pero cuando no est s. Y luego no echo ambientador en las cortinas para que no lo note, como haca antes. Y fumo delante de l

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cuando estamos fuera, en un restaurante o en un bar. Eric dice que eso es estupendo, que es fantstico. Y Eric detesta que fume, pero le encanta que no se lo oculte a Curtis. Dice que eso es mucho ms saludable para mi equilibrio. Supongo que s. Y aunque de un modo algo retorcido, es una muestra de valor. As, por lo menos, te haces polvo los pulmones por una buena causa. A la madurez por el enfisema. Fumamos uno? Claro. Encendimos los cigarrillos. Cuando era jovencita no tena estas cosas le dije. Qu cosas? Con los codos apoyados en nuestras literas, alargando la mano de vez en vez para pasarnos el cenicero en el suelo, parecamos adolescentes en colonias. Pues tener una amiga ntima a quien hacerle confidencias en la oscuridad. Fumar... Nunca haca estas cosas. Porque estabas demasiado jodida dijo Emma dndolo por sentado . Tu familia te puteaba, pero ahora lo ests superando. Poco a poco ests siendo t misma. De verdad lo crees? De verdad. Lo dijo tan convencida que me ech hacia atrs separndome de la vela para que no me viese la cara. Mi esperanzada expresin. No quera parecer pattica. Eso espero dije. Me lo imagino: t fumando delante de Curtis. Madre ma! A eso se le llama valor dijo sin asomo de sarcasmo. Es fantstico. Pens en aquel da en que Curtis me dijo que dejase de ver a Emma. Por tu propio bien, me haba dicho. Al recordarlo me pareci despreciable. Pero no poda contrselo a Emma. Era demasiado embarazoso. Me senta avergonzada por Curtis. Era una prueba de que Curtis menta al decirme que Emma le caa bien cuando en realidad la detestaba. Con la ayuda de Eric acab de percatarme de ello. No lo hace as Emma (morderse la lengua para no decir lo que realmente piensa de l). Se lo calla por m. Lo hace por respeto, por tacto y por amor. Curtis finge porque es deshonesto. Es otra manera de poseerme. Emma bostez y enseguida apagamos los cigarrillos y la vela. Siempre hablamos de mdije adormilada. Sdijo ella con los ojos entornados. Se debe a que eres una egocntrica.

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Es que siempre me obligas a que sea yo quien pregunte. Nunca me cuentas nada espontneamente; he de arrancrtelo con sacacorchos. Ah, olvidaba decirte una cosa: Lee me ha preguntado qu me parecera invitar a Sally a formar parte del grupo. Ya. Me ha dicho que te lo iba a preguntar a ti tambin. Qu le has contestado? Que encantada. Vamos! Me ech a rer. Sers...! exclam Emma, que se volvi a dejar caer en la litera (casi se haba dado con la cabeza en la de arriba al incorporarse bruscamente). Dime de verdad qu le has dicho. Pues lo mismo que t, que no creo que sea el momento ms oportuno, por Isabel. Not que Emma senta alivio. Crees que eso ha contrariado a Lee? No, en absoluto; ni siquiera entiendo por qu que me lo ha preguntado a m. Supongo que slo para quedar bien con todas. Pero la amistad entre Lee y Sally se est enfriando. Por cierto, cmo se te ha ocurrido decirle a Lee que te quedaras aqu otro par de das? pregunt. Emma abri un ojo. No me parece prudente ni sensato. Es ms, me parece totalmente fuera de lugar. Y quin te ha dicho que yo soy prudente y sensata? Ms que yo, por supuesto. Ah. Ms que t... Incluso en la oscuridad pude ver su sonrisa. Aquella noche Lee nos haba rogado que una de nosotras, dos o las tres, le daba igual, nos quedsemos hasta el martes y que luego regressemos con ella y Henry. Ninguna nos ofrecimos, pero insistimos en preguntarle por qu, hasta que al fin reconoci que se le haba cado la venda de los ojos respecto a Sally Draco. Haba invitado a los Draco a su chalet haca meses, pero ahora no quera quedarse con Sally, sin ms compaa que sus respectivos maridos. Y por qu ya no te cae bien? le haba preguntado Emma en tono desenfadado. Pues no lo s, por nada en especial contest Lee. No hay nada en Sally que me disguste especialmente, slo que ahora no me siento tan cmoda con ella como antes. Eso es todo. A m me ocurra lo mismo. Es decir, me haba ocurrido siempre. Creo que Sally tiene muchos problemas y probablemente Emma es el menor. Isabel y yo no podamos echarle una mano a Lee en aquellos momentos, porque ambas tenamos que estar en casa el domingo. Not

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que Emma lo estaba pensando, pero me qued de una pieza cuando me comunic su decisin. Bueno, me quedar, si quieres. Me he trado trabajo. Puedo hacerlo igual aqu que en casa. Mir con fijeza a Emma, que no me devolvi la mirada mientras Lee le daba las gracias y le aseguraba que no pasaba nada grave; que no tena nada contra Sally, slo que as las cosas le seran ms fciles. Isabel no dijo palabra. Bueno, Emma, por qu has dicho que ibas a quedarte? repet No crees que es peligroso? No crees que estar tanto tiempo viendo a Mick y Sally puede resultarte... hiriente? Eh, Emma? susurr. Te has quedado dormida? No lo s. El caso es que no me contest.

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Captulo 19

Emma
Rudy e Isabel se marcharon bastante tarde el domingo, despus de almorzar. Y en cuanto se hubieron marchado fui a dar un paseo por la playa. Tena que haberme quedado para ayudar a Lee a limpiar (Mick, Sally y Henry llegaran dentro de una hora). Pero no me qued. No s por qu. No fue por pereza sino porque no quera estar all cuando llegasen. No podra soportar estar con Lee junto a la barandilla del porche, saludndolos con la mano y sonriendo. Eh, qu tal? Bien el viaje? Adems no quera que a Mick lo pillase desprevenido, porque no esperaba que yo estuviese all. Disimula fatal. No convena que se notase que se alegraba demasiado de verme y menos an que pareciese..., no s cmo expresarlo, especular acerca de mi presencia? Quiz. Supongo que debera decir que haca un da esplndido. El cielo estaba muy azul, sin ms que algunas nubes blancas y dispersas, un suave oleaje, gaviotas, unas zancudas que no s cmo se llaman y conchas. La arena. Suba la marea. Lo s porque vi que la gente retiraba las toallas y las sombrillas y volva a colocarlas ms arriba. Pero en realidad yo estaba ajena a todo. Podra haber estado perfectamente en las calles del centro de Poughkeepsie. No crees que podra resultarte... hiriente? S, Rudy, creo que s. Por qu no lo pens antes? Quiz porque el amor no slo es ciego sino masoquista. Desde la fiesta de Lee slo habamos hablado dos veces, una en su estudio y otra por telfono. Y en ambas ocasiones nos quedamos con un regusto de insatisfaccin; todo entre nosotros eran medias palabras, sobreentendidos. Crase o no, no me busco problemas con los hombres; no soy una de esas mujeres que caen una y otra vez en interesarse por hombres con la misma pega, sin escarmentar nunca. No. Lo mo es dar con una pega distinta cada vez, y echar a correr en cuanto la descubro. De modo que, por qu me atormento respecto de Mick que no tiene ninguna? Por qu me sigue llamando? Ni l ni yo somos personas temerarias. Por qu hacemos esto ? Si atajamos por la parte de atrs de los jardines de los tres chalets que separan el de Lee y la playa, no hay que cruzar la carretera, lo que viene muy bien si una va descalza. Lee nos lo tiene prohibido porque dice que es ilegal. Pero cuando no est con nosotras, atajamos por all. Yo estaba a un chalet de distancia de Neap Tide II cuando o la estridente y

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entusiasta risa de Sally Draco. Entonces comprend que haba cometido uno de los ms graves errores de mi vida. An no poda verlos, slo oa a Henry arrastrar palabras ininteligibles con su voz de bartono, la voz clara y cortante de Lee, el pito de Sally, la asptica risa de Mick. Cmo se me haba ocurrido quedarme? Yo no pintaba nada all. Ellos s. Demasiado tarde para huir. Me embarg una intensa sensacin de soledad. Me estremec, abatida y desolada al percatarme de que me iba a llevar mi merecido. Ninguno de ellos repar en m, pese a que tropec en los escalones del porche. Estaban demasiado enfrascados en charlar y rer. Aunque s repar alguien en m. Me di la vuelta sobresaltada como si una alimaa se hubiese cruzado en mi camino. Era un nio: Jay, el hijo de Mick. Me haba olvidado por completo de l. Contaba Lee con que fuesen con el nio? Estaba sentado con las piernas cruzadas en el porche delantero. Era rubio como el trigo. Alz la vista, en absoluto sobresaltado y sin distraerse de la absorbente tarea de hacerle los nudos a la cola de una cometa. Sus ojos azules me estudiaron con seria y medrosa curiosidad durante unos segundos. Al ver que sonrea mir hacia sus padres. A m la tropa!, casi poda una orle gritar. Ah, ests ahdijo Henry sonriente al verme. Los dems se dieron la vuelta y yo fui hacia ellos sin dejar de sonrer. Hola, qu tal el viaje? salud. Luego bes a Henry y abrac a Sally. A Mick lo salud con la mano desde dos metros de distancia. Apenas lo mir. Me limit a mantenerlo en mi campo visual, como si del sol se tratase. Pero repar en que se haba cortado el pelo. As estaba ms joven. Pareca un pipiolo. Pero no se lo haban cortado bien, porque se le vea un poco el cuero cabelludo por ambos lados. Adems, estaba muy plido y demacrado. La sombra negro azulada de sus mejillas contrastaba fuertemente con su piel blanca. Habra estado enfermo? No sabes cunto me alegro de que te hayas quedado dijo Sally, y me tom de las manos y me mir a los ojos. Qu tal te va? Qu tal te va ltimamente} Me aterr pensar que pudiese saberlo todo y que se complaciera en torturarme. Qu tal te va? Qu tal te va ltimamente? Ni a mi madre le contesto con franqueza estas preguntas. Bien, bien dije tratando de dar la misma intencionalidad a mi respuesta. Es ese tu hijo? La maniobra de distraccin funcion. Me solt las manos y lo llam. Ven a saludar a Emma, Jay! Pobre cro. Por qu harn estas cosas los mayores? Ir a saludar a una vieja amiga de sus padres no era precisamente lo que Jay quera hacer en ese momento. Pero asom por detrs del porche, farfull hola como un

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nio obediente y me tendi la mano sin quitarle ojo a mis rodillas. Mick pos las manos en los hombros del pequeo, que alz la vista y se relaj. Tena la misma cara que en la fotografa, angelical. Superficialmente se pareca a su madre, porque era rubio y tena los ojos claros. Pero la forma de su cabeza tena una dignidad y una nobleza que slo poda haber heredado de su padre. Y no lo digo porque sea imparcial. Hala, todos a cambiarse, que vamos a la playa! anunci Henry para jbilo de Jay. Yo no rehus. Ya he tomado bastante sol por hoy. Esto provoc las habituales risas de incredulidad y bromas a mi costa. Henry me dijo que estaba ms blanca que la leche y compar mi tez a la de Casper, el fantasma amistoso. Vale, vale. Red, red. Ya veris cuando caigis fulminados por el melanoma. Pero la verdadera razn, por supuesto, es que no quera asistir al jolgorio familiar, a las risas, a los juegos en el agua y en la arena para mayor gloria de la Kodak. Cuando se hubieron marchado y me qued sola me prepar un gigantesco gin-tonic y me lo llev a la ducha. No me hubiese importado ahogarme, que me hubiese tragado el desage cubierta de espuma. Nadie me iba a echar de menos. Llegu sobria a la cena. Nos hacinamos los seis en el station wagon de los Patterson y fuimos a Brother's, donde nos pusimos morados de carne a la brasa, pescado frito con patatas y ensalada de col con montaas de mayonesa. Me sent frente a Sally, que no paraba de hablar. Llevaba el pelo teido de rubio platino, que contrastaba con sus cejas negras y arqueadas y sus enormes ojos azules. El peinado la favoreca. Habra sido una mujer fascinante de no hablar tanto. Cada vez que deca algo, por ms banal que fuese, nos miraba escrutadoramente, como si quisiera controlar nuestras reacciones. Pespunteaba casi cada frase con una risa artificiosa, como diciendo: Ya veris qu divertido. Incluso llegu a pensar que estuviese colocada. Probablemente no, pero estaba tensa como un muelle, y actuaba demasiado. Quiz hubiesen discutido. A su lado, Mick sonrea educadamente. Apenas abra la boca, aunque no dejaba de mostrarse solcito con ella. Yo segua sin poder mirarlo a los ojos, pero me pareci fatigado. No, conclu. No deban de haber discutido. Deba de ser su talante habitual cuando estaban juntos. Puede que Mick se ponga a trabajar anunci Sally. Estir el cuello al orlo. Ella solt su risita nerviosa y se apoy un momento en el envarado hombro de Mick con talante juguetn. Lo mir un instante y me pareci notarlo abatido. Me refiero a trabajar en un verdadero empleo prosigui Sally, en el que se gana dinero de verdad.

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Lee se rebull en el asiento incmoda. El descontento de Sally resultaba embarazoso de puro transparente. Adems, hablar de la situacin econmica de cada cual infringa una de las principales reglas de etiqueta de Lee. Pero mir a Mick expectante. Todos lo miramos. S, he pensado aceptar un empleo a tiempo parcial confirm l. Pero no vas a dejar de pintar, verdad? dije. No, no contest. Me mir un instante y desvi la mirada. Lstima que la fontanera no sea lo tuyo, porque podras trabajar conmigo brome Henry y disip la tensin. Qu clase de trabajo te interesa? Vigilante nocturno dijo Jay. Mick se ech a rer y Jay lo mir sorprendido. Eso era una broma le explic el padre a su hijo, como lo de trabajar en McDonald's. Pero es que si fueses vigilante nocturno llevaras pistola... Sally volvi a propinarnos una de sus falsas risas. Jay quiere que su padre trabaje en el zoo, en McDonald's o que se dedique al rodeo. O en las fuerzas areas puntualiz Jay. Por m estara encantada si trabajase como cbeer leader, con tal de que tuviese ingresos regulares. Ja ja! Yo juguete con una patata frita sin levantar la cabeza. Se hizo un silencio que se poda cortar. Lo que ms me repateaba era que Mick daba la impresin de no reprocharle a Sally su actitud. Deba de haberlo convencido de que la haba decepcionado, aunque no lo dijese con esas palabras. Sally era de las que prefera zaherir. Me han subido el alquiler en el estudio explic Mick haciendo caso omiso de la tensin que se palpaba. Y, como de momento todo son gastos y no hay ingresos, probablemente volver a trabajar en el bufete de antes, a tiempo parcial aadi mirndome. Puede que sea una buena frmula. Ah, pero y sus pinturas? Sus queridas pinturas! Sent nuseas. Me sublevaba lo que consideraba una injusticia. Y de no haber sabido que aquello era amor, lo hubiese sabido entonces, porque la verdad es que sus pinturas siguen sin decirme nada. Despus de la cena, durante el trayecto de regreso a casa, pens que no podra soportar pasar ms tiempo en compaa de Mick y Sally. Lo siento, Lee, mala suerte, vais a quedaros solos con ellos, pens. Te encuentras bien? me pregunt cuando dije que me iba a acostar temprano. S, estoy bien; slo que creo que he tomado demasiado sol.

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Era una buena excusa que siempre da pie a unos minutos de desenfadado cachondeo (desenfadado sobre todo por mi parte). Les di las buenas noches y desaparec. Ya en la cama los o hablar y rer en el porche. A veces oa lo que decan y otras slo voces que suban y bajaban de volumen, enrgicas o tmidas. Me senta como una nia a quien sus padres hubiesen mandado a la cama en plena fiesta. Y hablando de nios, Jay dorma en una turca a los pies de la cama de Sally y Mick. Pude haberme ofrecido para que durmiese en mi habitacin, en la litera que Rudy haba dejado libre. Pero no lo hice. Adivinen por qu. Hacia las once o pasos de dos personas que bajaban por la escalera del porche y que luego seguan por la rampa arenosa por la que accedan los coches. Me asom a la ventana pero ya no me dio tiempo a ver quines eran. Al cabo de unos minutos o la voz de Henry. De modo que eran Mick y Sally quienes haban salido. Deban de haber ido a dar un paseo. Aquella noche haba una romntica luna llena. Y el nio estaba en el dormitorio, de modo que... No tiene mucha gracia exponerse a que te mortifiquen los celos sexuales. El tictac de mi despertador de viaje me martilleaba el cerebro. Porfi por no imaginarlos entrelazados en la fra arena, bajo la luz azulada de la luna, pero en vano. Sally es muy atractiva, de verdad, cuando no habla; y l es un hombre apasionado. De eso estoy segura, aunque jams me haya tocado. El reloj marcaba las 11.34 cuando o a Henry y Lee ir de puntillas por el pasillo y cerrar la puerta de su dormitorio. A las doce menos veinte me levant y fui al cuarto de bao que comparta con los Draco, con la idea de tomarme un somnfero, aunque me sorprendi verme fisgando en el estuche de afeitar de Mick, a ver qu sola llevar cuando viajaba. Era una manera bastante pattica de acercarme a l, pero ya haba perdido todo sentido del decoro. Usaba jabn Mennen y una maquinilla de afeitar Gillette y, por lo visto, no usaba locin para despus del afeitado. Tiritas. Peine, pero no cepillo. Cortauas. Un tubo de aspirinas, una barra de desodorante y vendas. Gafas de sol, de las que se ponen encima de las corrientes. No haba preservativos. Hilo dental. Elixir. Pasta de dientes y cepillo. Ni rastro de preservativos. Una caja de cerillas, imperdibles y una cajita de gasas. Por qu no llevaba preservativos? Tres posibilidades. Una: que fuese ella quien velase por la anticoncepcin. Dos: que quisieran tener otro hijo. Y tres: que ya no tuviesen relaciones sexuales. Yo prefera la tercera posibilidad. El floreado estuche de tocador de Sally estaba encima de la tapa de la taza, pero no lo toqu. A pesar del descubrimiento de que no llevaba preservativos, les aseguro que no era informacin lo que buscaba. Slo quera ver lo que llevaba Mick. De verdad. Ya s que suena pattico, pero quera tocar su peine, ver cuntas aspirinas le quedaban en el tubo, oler su espuma de afeitar; ver si haba algn pelo de las axilas pegado a la

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barra del desodorante. No me importa que se ran. Lo tengo claro: se me iba la olla. Regresaron a las doce menos cuatro minutos. Fueron al cuarto de bao por separado y, a las doce y diez, ya estaban de nuevo en la cama con la puerta cerrada y la luz apagada. No, no es que fisgase por el ojo de la cerradura. Lo vi por el reflejo de la luz en el pino que quedaba enfrente de nuestras ventanas contiguas. Silencio. Ahora tena motivos para obsesionarme. No es fcil reconocer que, imaginar a la persona amada en brazos de otra, no es slo una tortura sino tambin excitante. Lo siento pero es as; tiene morbo. Y por qu no? La angustia emocional y la excitacin fsica no siempre se anulan. Desde luego que no. La angustia no hace sino intensificar la excitacin. Ms morbosa. Y aliviarse de ella, si acaba una hacindolo, no hace sino acentuarla, que te sientas an ms sola y superflua. Prescindible. En la hora gris y enfermiza antes del alba pens hacer la maleta y marcharme, pero la logstica se impuso. Porque hubiese tenido que robar un coche. Cuando al fin me dispuse a dormir, me qued como un leo y no despert hasta medioda. Me suele ocurrir. La noche que ech a Peter Dickenson de mi apartamento, hace aos, ni siquiera s ya cuntos, me acost y dorm todo el da, como si me hubiese quedado muerta. Pero eso no es malo, es mejor que tomar pastillas o emborracharse, y mucho ms barato. Yo lo llam Valium natural. Al levantarme sub a la planta, donde estn las zonas comunes del chalet y, por lo visto, todos haban salido. Bueno, pens, hasta que me hube tomado la tercera taza de caf y el segundo sndwich de queso con tomate. Entonces comprend que no deba pasar de ellos tan olmpicamente, me puse el baador y enfil hacia la playa. El panorama no era precisamente muy original. Ellos jugaban a lanzarse el consabido disco de plstico y ellas miraban. Soport las consabidas preguntas sobre si me encontraba bien y, tras asegurarles que estaba perfectamente, encaj tambin sus bromas sobre mi pereza. Para aprovechar la sombra de la sombrilla de Lee extend mi toalla junto a la suya. Sally estaba al otro lado de Lee. Saqu toda mi parafernalia: el libro, la locin, las gafas de sol, el sombrero y una toalla arrollada para utilizarla a modo de almohada y me ech boca abajo. Segu con ellas las evoluciones de sus maridos. En realidad jugaban tres: Henry y Mick cada uno en un extremo y Jay en el centro. Mick y Henry lanzaban el disco con precisin olmpica para hacerlo llegar a las manos de Jay. Produce cierta sensacin de seguridad ver que los hombres juegan con los nios. Cuando son pacientes y considerados, cuando hacen concesiones, cuando disimulan su superioridad, en otras palabras, cuando se comportan como las mujeres, refuerzan nuestra ilusin de que son personas civilizadas.

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Pese al placentero espectculo, yo estaba preocupada por Lee y por Henry. Estudiaba sus rostros, pero slo revelaban una plcida diversin. Me deca que por fuerza tenan que sufrir. Al igual que Rudy, me alegr cuando Lee se sincer un poco, todo lo que ella es capaz de sincerarse, y se abri a nosotras acerca de sus temores y de su rabia por el hecho de no conseguir quedarse embarazada. Como es la ms autosuficiente, Lee no utilizaba el grupo como terapia tanto como las dems. De manera que aunque ya supona que el resentimiento, los celos, la rabia y el sentimiento de culpabilidad la afectaban, no dej de sorprenderme que lo reconociese. Y ahora, al ver a Henry jugar tan alegremente con Jay, que es un verdadero ngel, un modelo de nio, el hijo con el que suea todo hombre, pens que a Lee tena que destrozarle el corazn. Pero creo que siguen llevndose bien. Eso espero de todo corazn. Porque Lee y Henry estn hechos el uno para el otro. Desde el principio Lee fue muy franca con nosotras acerca de su pasin por Henry, y lo cierto es que cuando una est con ellos lo palpa. No se trata de que hagan alardes efusivos, en absoluto, pero les aseguro que la atmsfera se carga de electricidad positiva cuando estn juntos. En parte se debe al modo que tiene l de mirarla, como si fuese la diosa del sexo y l llevase siglos sin hacer el amor; y, en parte, a la actitud recatada y discreta de Lee. Verlos juntos siempre me induce a imaginar escenas de sexo. Me pone un poco cachonda, si vamos a eso. Antes de dar la espantada tan temprano anoche, sal al porche a tomar el fresco. Lee y Henry ya estaban all, junto a la barandilla en un rincn oscuro. Vaya! Estuve a punto de farfullar una excusa y volver a entrar. Pero no hacan nada. l la haba rodeado con sus brazos desde atrs y ella recostaba la cabeza en l, con las manos ceidas a sus muecas. Me sonrieron y luego siguieron mirando la luna. Mi presencia no los incomod lo ms mnimo, pero yo me sent como si hubiese irrumpido en una escena de amor. Eso da idea de la intensidad del halo de ternura que los envolva. Cuando l se inclin hacia ella y roz su mejilla con la suya, con suavidad, en actitud puramente amorosa, se me hizo un nudo en la garganta. Les dije buenas noches y me alej. Cmo me gustara tener lo que ellos tienen! Es lo que todo el mundo anhela, no? Una dulce e intensa intimidad con la pareja. Ya s que es una quimera, un sueo que, en el mejor de los casos, slo se materializa fugazmente, y que casi nunca es lo que parece. Pero no me importa. El modo de entrelazarse, la sensacin que daban de ser uno all en la oscuridad, ahondaba el pozo de mi soledad. Y, sea real o no, a veces no me importara entregarme al sueo, aunque sepa que los sueos... sueos son. Echar de menos el ballet dijo Sally incorporndose para ponerse crema en las piernas. Yo la mir abstrada. Se lo estaba comentando a Lee aadi en un tono deferente, ansiosa por incluirme en la conversacin. He tenido que dejar las clases. Ya no podemos permitrnoslo, porque tenemos otras prioridades. Es la nica actividad que hago para m misma, y es duro. Pero qu va a hacer una? Nos dirigi una sonrisa de chica animosa, con los labios apretados.

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S, es una pena dije. Lee no hizo el menor comentario y apenas la mir. Hummm. All haba ms tensin de la que yo imaginaba. Y yo me haba desentendido de la misin que Lee me encomend: servir de colchn entre ella y Sally durante aquel fin de semana. Tena remordimientos por ello, pero la verdad era que haba elegido a la persona equivocada para aquella misin. No vi el disco hasta que me golpe en el hombro. Y me hizo dao. Henry se acerc corriendo, sudoroso, sonriente y jadeando como un perrillo. Perdona, Emma. Te he hecho dao? No, no es nada repuse devolvindole el disco con una deportiva sonrisa. El baador a rayas azules y blancas le llegaba por debajo de las rodillas, demasiado holgado. Levant el disco por encima de la cabeza de Jay. Mick dio un asombroso salto que hizo gritar a su hijo de jbilo. Me tap un lado de la cara con la mano para que Sally no me viese mirar fijamente a su marido. Haba adelgazado. Estaba flaco. No tena por qu achacrselo a ella, pero se lo achaqu. Salvo en los antebrazos estaba casi tan plido como yo. Anhel tocar sus bceps bronceados, besarlos, morderlos. Todo en l me excitaba, me atraa. Tena la sensacin de hacer algo indebido; de que mirarlo de aquella manera me estaba vedado; mirar sus muslos, sus pantorrillas, su velludo pecho. Seguirlo con la mirada cuando saltaba y corra. El hecho de que aquel cuerpo me estuviese vedado lo haca tan atractivo. Yo era consciente de ello, pero era de verdad hermoso, aunque estuviese flaco, plido y llevase el pelo demasiado corto. Se pareca un poco a Daniel Day-Lewis, coment tiempo atrs Isabel. Por supuesto, yo no hice la menor observacin al respecto, pero recuerdo que pens: Qu ms quisiera Daniel! Por qu sigo tan obsesionada con l? A qu se debe esta autodestructiva necesidad de no quitrmelo de la cabeza? Por qu no puedo olvidarme de l? Por qu no puede l olvidarse de m? El caso es que no puedo evitarlo. Cada vez con mayor claridad, me percato de que mi necesidad (no mi deseo, porque de eso ya estoy al cabo de la calle) es ms fuerte que mi discrecin (no que mi conciencia, porque an no hemos hecho nada que podamos reprocharnos). Me digo que nuestros espordicos encuentros son imprudentes pero no inmorales. No hacen dao a nadie, slo a m. Y a l. Oh, Dios, eso es lo que ms seduce, y lo ms peligroso, la posibilidad de que l sienta lo mismo que yo. Y creo que as es. No sabe disimular (yo disimulo mucho mejor) y, por lo tanto, no oculta su alegra cuando estamos juntos ni sabe mostrarse fro por telfono. Nuestras conversaciones son cada vez ms ntimas. Un da le cont lo de la ltima vez que vi a mi madre y termin por hablarle de mi infancia; cmo fueron

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las cosas cuando mi padre se march de casa, y cuando muri. Mick sabe ahora cosas de m que hasta la fecha slo saba Rudy. Tambin yo s cosas de l. Puedo imaginar la poca en que ansiaba destacar, ganar medallas deportivas y sacar sobresalientes a mayor gloria de pap y mam; dedicar su adolescencia y los primeros aos de su juventud a que sus padres adoptivos se sintiesen orgullosos de l y no lamentasen haberlo adoptado. Me cont que no solo era a Sally a quien haba decepcionado al dejar el bufete, sino tambin a sus padres. En cierto modo resultaba an ms duro decepcionarlos a ellos, porque aspiraban a mucho ms para l. Ahora, en cambio, bromeaban acerca de l con sus amigos, aunque sin zaherirlo, tomndoselo con filosofa. Qu le vamos a hacer?, imaginaba que diran. Y eso le duele mucho a Mick. Nos hemos hecho muchas confidencias sobre cuestiones muy personales. Cultivamos una intimidad parecida a la de unos compaeros de celda que se comunicasen dando golpes en las caeras o en la pared con los vasos metlicos. Compartimos secretos sin llegar a tocarnos. Jay se cans de jugar y vino a reponer fuerzas bajo la sombrilla de nuestro campamento. Se dej caer encima de mi toalla y la de su madre y pidi un refresco de la nevera que llevbamos. Lo bebi ruidosamente sin dejar de mirar a su padre y a Henry, cuyo juego haba subido muchos enteros en la escala varonil ahora que eran slo ellos dos. Hola me salud con una tmida sonrisa. Qu tal? Has dormido mucho, verdad? S. Estaba cansada. Porqu? Pues... porque he tenido pesadillas. Ah... Yo tambin tengo pesadillas. Me despierto y viene mi pap. Y a veces mam. Y enseguida me vuelvo a dormir. Yo tambin dije, haciendo abstraccin de lo de pap y mam, claro. Y qu pesadillas tienes? Monstruos. Y t? A veces sueo que llego tarde a algn sitio pero sin saber adnde dije. Y era verdad, porque sueo a menudo que me pierdo y llego tarde. No s dnde est la estacin del tren, o del autobs, y todos me indican direcciones diferentes. Y entonces llega el autobs o el tren, pero no s adnde va, no veo bien qu nmero es, y llego tarde, muy tarde y todo se repite una y otra vez hasta que despierto. Jay me mir y eruct. Perdona se excus mirando a Sally, que se limit a sonrer arqueando las cejas.

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Me encantara poder decir que es una mala madre... Pero no, no es eso lo que quiero decir, es slo una manera de hablar, un dicho. No estoy tan tarada como para desearle unos malos padres a un nio indefenso. No es una mala madre en absoluto. Lo mo es pura envidia. Es ms, parece muy buena madre, solcita, serena y afectuosa. Y sin embargo, se palpaba un s, pero... Jay se comporta de modo distinto cuando est con Mick que cuando est con su madre. Con l se muestra risueo y relajado, alegre y travieso, como un nio normal y equilibrado. Pero con su madre est demasiado serio, pendiente de su mirada. A partir de las cinco y media, cuando su madre llega a casa, debe de convertirse en un nio formalito. La verdad es que no s mucho de nios, porque les tengo pnico. Me parecen demasiado independientes, de una sinceridad que en un adulto resultara imperdonable. No saben lo que es la irona y, por lo tanto, nunca me ren las gracias. Suelo procurar tenerlos lejos, pero comprendern que aquel me fascinase y por eso le estuviese prestando tanta atencin. Me pareca un nio bien educado, inquieto, tmido y muy dulce, pero receloso y demasiado observador para su edad, como si se sintiese impulsado a tomar la temperatura ambiente, a medir la atmsfera emocional a su alrededor. Por increble que parezca Jay ha decidido que le caigo bien. Lleg a esa conclusin anoche en Brother's. Lo not con toda claridad. Vi la decisin reflejada en su rostro, candoroso e inocente. No s cmo vino a cuento, porque he olvidado el contexto, pero yo me haba embarcado en un discursito sobre las perversidades del antropocentrismo y de la pasmosa arrogancia de los humanos hacia los llamados animales inferiores (ciertamente me haba tomado ya un par de cervezas) y como ejemplos mencion designaciones como perro pastor, gallo de pelea, burro de carga, toro de lidia, vaca lechera, pobres animales cuya existencia los humanos habamos limitado y definido nombrndolos exclusivamente de acuerdo a su relacin con nosotros. Lo de vaca lechera le hizo gracia a Jay, que se ech a rer a carcajadas. No poda parar de rer con una risa cantarina y encantadora, tan contagiosa que terminamos todos riendo. Henry y yo empezamos entonces a ripiar con los nombres de animales ms cmicos que conocamos. ... el pjaro caganido... ... el ltimo de la pollada que ha nacido... .... el mosquito cagachn... Tachn, tachn... Y vuelta a rer. Qu divertido. Dudo que haya tenido jams mejor pblico. Cuando al fin Jay se recobr estuvo sonrindome toda la noche. Pregunta: ser la pura vanidad la que me induce a decirlo o aquel era el nio ms majo e inteligente que haba conocido?

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El da se me hizo muy corto, quiz porque me haba levantado muy tarde. Cenamos en casa, hamburguesas y salchichas a la parrilla. Despus, Lee hizo un aparte conmigo y me pregunt qu me pasaba. Pasarme? Nada. Por qu me lo preguntas? dije con fingida sorpresa, pero aterrada. Lo habra notado? Lo saba? Se trata de Mick, no? No negu horrorizada. Lo que no entiendo es por qu te cae tan mal... No, no me... balbuc aliviada. No tena que haberte pedido que te quedases. Lo siento, Emma. Lee haba estado limpiando los fogones. Se sent frente a la mesa de la cocina, con un pao de cocina en una mano y un vaso de agua en la otra. Pareca cansada y nerviosa. No, de verdad insist. Me alegro de haberme quedado. Lo estoy pasando estupendamente. No te reprocho que me lo niegues. Yo hara lo mismo. Porque a decir verdad ya no me siento a gusto en compaa de Sally dijo susurrante. Era una precaucin innecesaria porque estbamos solas en la casa. Henry, Mick, Sally y Jay haban ido a pasear a la luz de la luna por la playa. Se pas los dedos por su corto pelo castao y luego aadi: Estoy harta de que me cuente cosas que no quiero or. Cosas personales? S. Cuando empezamos a intimar le cont algunas cosas mas; mas y de Henry. No era nada realmente muy ntimo se apresur a matizar, nada parecido a lo que podra contaros a vosotras en el grupo. Ya. Pero s cosas personales. Aj. Y aunque ya no lo hago, ella sigue contndome las suyas. Como qu? pregunt expectante, con un hilillo de perversa esperanza. Como que asisten a terapia de grupo, de matrimonios, desde hace cinco aos, y llevan seis casados. Madre ma! exclam. Mick no me haba insinuado nada semejante. No caba duda de que era discreto. En sus mismas circunstancias la mayora de los hombres lo hubiesen comentado, no creen? De cajn: Como mi matrimonio es un desastre, echemos un polvo. Detesto orla hablar de su marido como lo hace dijo Lee inclinndose hacia m. En cambio a Henry le encanta Mick, y a m

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tambin me cae bien. Nos sentimos ms inclinados a ser leales con l que con ella. Y qu dice Sally de l? Pues... que la ha decepcionado mucho que haya abandonado el trabajo, haber tenido que descender de nivel de vida, que todo haya cambiado tanto. Ella es de Delaware y, por lo visto, su familia tiene dinero. Incluso me dijo: Si lo llego a saber no pico. Aunque luego se ech a rer como si bromease. Pero no bromeaba. Est claro. Y me subleva. Yo me cas con un fontanero, y nunca me he avergonzado de Henry, nunca. Es parte de l y parte de lo que amo de l. Se recost en el respaldo, me mir sulfurada y aadi: Y qu, si un buen da decidiese dejar la fontanera y ponerse a trabajar en otra cosa? Da igual; de camarero, pongamos por caso. Cmo reaccionara yo? Eso. Cmo reaccionaras? No me importara. No, claro que no. Porque Henry seguira siendo el mismo Henry. Y lo amo. Pens en Sally y en a quien amaba en realidad. Presumiblemente amaba a Mick el abogado. Don Michael Draco era merecedor de su amor, sobre todo con su terno de color gris marengo y con tirantes. Pero Mick el pintor arruinado, no. No contaba con eso. Menudo elemento la tal Sally. Daba lstima. Su falta de sinceridad induca a detestarla. Pero era una buena madre, como si Jay la hiciese superar todas sus neuras. Pobre Mick. Incluso yo comprenda que estaba atrapado. Hacia las diez de la noche Jay despert gritando. No lo o enseguida porque estbamos los cinco arriba con el televisor encendido, aunque slo Henry lo miraba. Transmitan un partido de baloncesto. Mick se dispuso a ir, pero Sally lo detuvo. Ya voy yo dijo. Y sali corriendo del saln. Lee dej a un lado la revista que estaba leyendo. Tiene pesadillas a menudo, Mick? ltimamente s, casi cada noche. Los gritos y el llanto de Jay cesaron casi de inmediato. Mick se tranquiliz y la tensin desapareci de su rostro. A esta edad es normal que tengan lo que llaman terrores nocturnos le asegur Lee. En realidad es ms corriente tenerlos que no tenerlos. No debis preocuparos en exceso. De verdad. Mick le agradeci el comentario con una sonrisa. Ya s que es normal, pero...

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Afecta, claro. Voy a echar un vistazo dijo Mick levantndose. Slo para asegurarme musit en tono de excusa antes de desaparecer por la puerta. Al cabo de unos minutos regres visiblemente aliviado. Se ha quedado dormido. Est bien. Bueno... ahora ya estis tranquilos. Sally me ha dicho que os d las buenas noches. Va a acostarse ya. De modo que nos quedamos los cuatro, a pasar el resto de la velada leyendo y viendo la televisin. Henry tena el sof para l solo y una lata de cerveza apoyada en el pecho. De vez en cuando musitaba cosas como Qu manera de perder una pelota, imbcil! y Tira ya!, Qu coo esperas!. Lee estaba sentada frente a la mesa, absorta en la lectura del ltimo Vogue. Mick reparta su atencin entre el partido y un libro, una novela que haba encontrado en la librera de Lee titulada Asesinato en la playa. Y yo? Yo deba de tenerlos impresionados, enfrascada en la lectura del ltimo libro de Louise Erdrich, que compr precisamente para impresionarlos. Aunque en realidad estaba pendiente de Mick, que me miraba de vez en cuando. Lee bostez y se estir. Bueno, me voy a la cama. Vienes, Henry? S, enseguida ir. Es un minuto. Buenas noches se despidi Lee mirndonos a Mick y a m. Buenas noches, Lee correspondimos. El minuto de Henry se alarg hasta un cuarto de hora, porque su equipo no paraba de hacer faltas personales y de pedir tiempos muertos. Debera ir a acostarme antes de que lo haga l, me repeta yo. Porque de lo contrario nos quedaramos Mick y yo a solas, y resultara un tanto embarazoso. Pero lea una y otra vez el mismo prrafo del libro, sin moverme. Henry dio un salto en el sof al conseguir su equipo una canasta que le daba la victoria, dcimas de segundo antes de que finalizase el partido. Qu partidazo! Ya se ha ido Lee a la cama? Nosotros nos echamos a rer y le dijimos que s. Qu tal maana? Toca madrugar o no? Me temo que sdijo Mick. Los padres de Sally vienen a cenar. Supuse que vendran desde Delaware. Los ricachones. Y t Emma? Has de estar en casa a alguna hora concreta? No. Me da igual. Cuando Lee y t queris.

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Estupendo. Entonces podremos aprovechar la maana para ir a la playa. Nunca he conocido a nadie que le guste ms el mar que a Henry, ni siquiera Isabel. Es como un nio. S, porque si no... no pudo evitar aadir te vas a ir ms blanca que un papel. Cuntos minutos habrs pasado a pleno sol este fin de semana? Diez? Quince? Ja ja! Ja, ja. Sin dejar de rer tir la lata de cerveza a la papelera. Canasta! exclam. Y se fue al dormitorio. Haba dejado el televisor encendido. Mick y yo nos miramos y enseguida desviamos la mirada hacia la pantalla, en la que aparecan un chico blanco y otro negro, en un anuncio de material deportivo. Luego dieron la repeticin de las mejores jugadas del partido. Lo seguimos durante un rato. Despus, una voz en off anunci que, si seguamos en su sintona, podramos enterarnos de todos los resultados de los partidos habidos y por haber en todo el pas. Me levant. No s por qu estbamos tan tensos. No era la primera vez que estbamos a solas. ramos amigos. Pero al mirar a Mick me flaquearon las piernas. Me faltaba la respiracin. Tena la piel tan sensible que tema hacerme dao si me tocaba. l se levant tambin. Me bast mirarlo para que todo se precipitase. Honestamente, no s de quin parti la iniciativa, quin alarg primero la mano. Hasta el ltimo instante todo me pareci inocente, un leve roce de los dedos al darse las buenas noches. Pero entrelazamos nuestras manos y al instante nos abrazamos con fuerza. Nos soltamos enseguida. Me aferr a la imagen de sus anchos hombros, del olor a algodn de su camiseta, como si me resignase a que fuese lo nico que podra tener de l. Dijo algo que no entend, tan aturdida estaba. Qu? Tir de mi mano y me llev fuera, al porche. Haba demasiada luz, estbamos demasiado expuestos. Bajamos por los escalones con sigilo. Yo iba descalza y Mick en zapatillas. Bajo la casa, en el umbro espacio entre su coche y un cobertizo de herramientas cerrado con candado, nos detuvimos. Un ltimo instante de cordura mientras nos mirbamos a los ojos, sin tocarnos. Podamos retroceder, limitarnos a hablar. Nos besamos. Fue doloroso, no gozoso. Pero no pude contenerme. Fue como beber agua de mar si estuviese muriendo de sed. Aunque me matase tena que bebera. Me abrac a l, cubr su boca con la ma, pegando mi cuerpo al suyo, restregndolo. Me arrim al cobertizo y choqu la cabeza contra algo metlico, la caja de los fusibles, me parece.

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Ay. Mick fue a separar las manos pero yo se las retuve, ansiosa. Bsame le dije, aunque ya me estaba besando. Lo repet una y otra vez como si de una excitante obscenidad se tratase, porque me haca bien expresar la verdad para variar, decir de una vez lo que deseaba. l no se expresaba con tanta claridad; musitaba juramentos entre beso y beso, pero a m me sonaron a poesa amorosa. Me acarici el pelo. Precioso dijo. Y mi corazn se puso a cantar. Era la primera vez que me haca un cumplido. Signific mucho para m. Lo bes entonces con ternura, no como si estuviese enloquecida de amor, y empezamos los dos a temblar. Desliz sus manos hacia arriba, por mi espalda, por debajo de la blusa. Me toc. Estremecida y jadeante le hice la fatal pregunta. Mick, adnde podramos ir? El resplandor de la luz del porche se reflej en sus ojos al mirar en derredor. Vi en ellos la misma indiferencia que yo senta por las consecuencias que pudiera tener nuestra transgresin. Me tom de la mano. Fuimos por el sendero de cemento que enlazaba con otro de hierba que llegaba hasta un pinar que separaba Neap Tide de la casa de atrs. A partir de all el sendero iba hasta el mar. Adnde me llevaba? Seguiramos por all hasta llegar al agua y haramos el amor en la fra arena a la luz de la luna? Lo segu ciegamente, irreflexiva. Me deleitaba con la sensacin de que tirase de m. Me alegraba de que hubiese sido l quien tomase la iniciativa. Tropec con un cardo. Mick me sujet del codo al ver que empezaba a cojear y profera un juramento. El zapato se me haba quedado atrapado en la espinosa mata. Mierda! exclam l. Y nos dejamos caer en la arena. No era aquella una perfecta analoga de mi vida? Del imprevisto que obliga a improvisar, a cambiar de plan? Me hizo estirar la pierna y pos mi pie en su regazo. Trat de hacerlo con cuidado, pero cuando hubo terminado de quitarme los pinchos ramos dos personas distintas. Habamos vuelto a encerrarnos en nuestro antiguo yo. En nuestro yo reflexivo. Lo lament tanto que estuve a punto de echarme a llorar. El viento agitaba las enmaraadas algas y la hierba de la playa y nos traa el fuerte olor a mar. Haba tantas estrellas que su luz pareca ocupar ms extensin que el negro vaco del cielo. La luna estaba casi llena. Nos quedamos all, arropados por el regular murmullo de las olas, mirndonos. Mick mir su mano ceida a mi tobillo, cada vez ms plida, y yo not el peso de mi pantorrilla en su muslo. Llevaba unos pantalones grises de verano y una camiseta negra. La luz de la luna se reflejaba en su pelo negro, demasiado corto, y yo me inclin a tocarlo, desbordada por una

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ternura lacerante e irresistible. Nos lanzamos a hablar al mismo tiempo. Pero le indiqu que fuese l quien empezase. Al llegar aqu y enterarme de que te habas quedado me dijo, yo me arrim ms a l, me dije que ya no vera slo tu rastro: un libro que hubieses ledo y dejado aqu, una toalla hmeda... Yo he fisgado en tu estuche del afeitado dije. Slo por ver lo que llevabas; por tocar tus cosas. Puso su mano en mi mejilla, cerr los ojos y aad: No tena que haberme quedado. Oh, Mick. Lo he comprendido nada ms verte. Pero me alegro de que te hayas quedado. Yo tambin, pero es una insensatez. Lo s. Qu vamos a hacer? No lo s. Me alegraba de no haber tenido que recurrir a mi fuerza de voluntad. Esa haba sido mi secreta esperanza, que tomase l la iniciativa, todas las decisiones, que me dijese qu haba que hacer, que me obligase a hacerlo si yo opona alguna resistencia, casi como un padre obligando a hacer algo a una hija. Me senta violenta. No creo que pueda dejar a mi familia, Emma. No puedo dejar a Jay. Ya lo s. atropelladamente. Y no te lo pido dije con firmeza, aunque

No quera que pensara que yo buscaba destrozar su matrimonio, pero su firmeza me parti el corazn, su falta de ambigedad. Yo no quera jugar, pero necesitaba algo, un hilillo de fingida esperanza al que aferrarme. Cubr con mi mano la que l tena posada en mi mejilla. Tengo tantas cosas que decirte... Inclin la cabeza acercndola ms hacia m. ... y, a la vez, no tengo nada que decir, puesto que no puedes dejarla. Trag saliva. Su expresin era la viva imagen del dolor. Tambin yo sufra. An sigues haciendo el amor con ella? Has tenido otras mujeres? No s nada de ti. Cmo puedo estar enamorada de ti si ni siquiera hemos ido nunca al cine! Slo quisiera pasear de la mano contigo, llamarte por telfono... Era una tortura. l guard silencio. Ni siquiera en ese momento se senta capaz de hablarme de su matrimonio. Era incapaz de traicionar a Sally conmigo. Habra sido el momento idneo para decir: Emma, soy

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muy desgraciado; ella no me entiende; ammonos. Pero Mick no era el tpico hombre casado insatisfecho que busca un ligue. No saba justificarse enumerando las fallas de su esposa. Y, sobre todo, no poda abandonar a su hijo, que ya se preocupaba por mam, y se despertaba por la noche gritando, acosado por las pesadillas. Esto es todo, no? Esto es todo lo que podemos tener, verdad? dije tocndole los labios, su rasposa mejilla. Pas los dedos entre sus cabellos. Quin te ha cortado el pelo tan mal, cario? aad casi ahogada por la ternura, notando que se me iban a saltar las lgrimas. Yo no quera que ocurriera esto dijo. Nunca me arriesgara a hacerte dao. Ya lo s. Pero es demasiado tarde. Emma.... Volvimos a besarnos, con los ojos cerrados, apretando los prpados como para no ver que aquello no tena esperanza; no hacamos sino posponer lo inevitable. Pero, oh Dios, qu bien me senta entre sus brazos. Me pareca lo ms honesto que haba hecho desde que nos conocamos. Tenamos que dejarlo. Nos apartamos temblorosos y jadeantes, como adolescentes en el asiento trasero de un coche en un autocine. Dios... dije. Oh, Emma. Mira... dije. Se acab. Dejmoslo correr. Porque esto me est matando. Me ayud a levantarme. Parece absurdo, pero necesitaba ayuda. Mir por encima de mi cabeza hacia el chalet e instintivamente yo tambin mir. No haba luces encendidas en la planta de arriba; su mujer no acechaba en el porche en actitud recelosa, con los brazos en jarras, oteando las dunas. Pero su ansiedad era contagiosa. Me hizo sentir mal. Quieras que vuelva yo primero? No contest mirndome con fijeza. Te das cuenta de cmo tendramos que estar siempre? Puede que ni siquiera nos aportase ninguna satisfaccin. Hemos de dejar de vernos, Mick, por completo. No me llames. No intentes verme. l asinti con la cabeza. Se llev las manos a la frente y las apret. Lee y Henry van a organizar una fiesta dentro de poco. Si te invitan, como es lo lgico, no ir. No; ser yo quien no vaya. No, t eres amigo de Henry, y yo a Lee puedo verla en cualquier momento. Di media vuelta para ir hacia el chalet, pisando con cuidado porque el sendero estaba lleno de zarzas. Otra metfora de mi vida.

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No llegamos a ir hasta la playa; no llegamos a hacer el amor gloriosamente arropados por el murmullo de las olas. Por culpa de un cardo nos habamos quedado en la arena y habamos tenido que contentarnos con unos besos furtivos. Nunca lloro delante de los dems. No s si por orgullo o por una especie de fobia. El caso es que no lloro. Imaginen mi dolor cuando, al llegar al pie de los peldaos del porche lateral, romp a llorar sin poder contenerme. Pude haberle dicho adis y correr sola escaleras arriba. As no se habra dado cuenta. Pero an no quera separarme de l. Mierda! musit al rodearme l con sus brazos. Y si alguien se asomaba? Henry a fumar un cigarro; Jay, sonmbulo; Lee con la sbita y compulsiva idea de barrer el porche. No sabes cmo odio esto! Yo tambin. Y es culpa ma. Te juro que nunca he querido que sucediera esto. No es culpa de nadie. Adems, no hemos hecho nada. Te he hecho sufrir. Eso es verdad. Pero te perdono. Nos besamos, sonrientes. Y entonces lo estrope todo echndome de nuevo a llorar. Yo no soy as le asegur utilizando su camiseta para secarme las lgrimas. De verdad. Es la primera vez que me ocurre algo as. Mick fingi creerme. Me sec las lgrimas de las mejillas con los dedos y luego apret su cara a la ma. Siento haberte hecho dao, no que haya sucedido esto. Te he mentido desde el principio. Yo tambin a ti. Por lo menos... S. Que por lo menos ya habamos dejado de mentirnos, quera decir. Era un magro consuelo. Te echar de menos musit. Oh, no, por favor dije, pero sin apartarme de l. Deseaba apurar hasta el ltimo segundo, por ms doloroso e intil que fuese. Un ltimo beso, muy suave. Sin pasin... slo de despedida. No me gusta notar que se me destroza el corazn. Es muy romntico, pero corroe como el cido. Adis. Me levantar tarde, Mick. No quiero verte marchar. Aquellas fueron las ltimas palabras. Los faros de un coche enfocaron nuestro callejn sin salida desde la autopista. Era un coche que iba de paso, pero nos sobresalt. Nos separamos. Di media vuelta y corr escaleras arriba, pas de puntillas frente a la puerta del dormitorio de Sally, que estaba cerrada, y entr en mi habitacin.

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Cerr la puerta. Me sent en la cama a oscuras y aguard hasta or a Mick, que abri y cerr la puerta de su dormitorio sin hacer ruido. Escuch como un animal al acecho, como una loba, pero no o nada, ningn murmullo de voces. Nada. Tena toda la noche por delante para mortificarme por mi decepcin. Hubiese preferido que ella lo sorprendiese, que lo descubriera, que lo pillase in fraganti. Mick comete un error. Debera dejarla por m. Yo podra hacerlo feliz, y podra adorar a Jay. En realidad, ya creo quererlo. Pero. Pero lo que amo del hombre a quien amo es su autenticidad. Me ha hecho polvo el muy condenado.

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Captulo 20

Isabel
Descubr el purgatorio, no el infierno, que es demasiado aburrido. El purgatorio es un lugar tenuemente iluminado, enmoquetado, de paredes color malva, donde seorea un silencio de biblioteca que slo rompe un televisor adosado en lo alto de una pared y permanentemente sintonizado con la CNN. Se llama Departamento de Visualizacin de Diagnstico. Mi ritmo cardaco desciende invariablemente en la sala de espera. Me siento en uno de los sillones de madera de pino, tapizados con una fina tela a cuadros, y noto flacidez en los msculos. Lo veo todo borroso. Toda mi energa parece disiparse en el apastelado color malva de las paredes, en el artesonado, en las reproducciones de cuadros de Renoir. Que alguien se ocupe de m, siento el impulso de rogar. Trtenme con consideracin. No me hagan dao. Es una claudicacin, una versin clnica de Entre tus manos. La pasividad en estado puro. La impotencia absoluta. Es un alivio dejarse ir, dejar de intentar ser quien gobierna mi vida, aunque slo sea por este ratito. Hoy estoy aqu para que me hagan una radiografa de trax. Antes he pasado das y das sometindome a radiaciones en la cadera. No s cmo lo han conseguido, pero me han remendado, por as decirlo. Ya apenas me duele la cadera y no cojeo al caminar. Teniendo esto en cuenta cabra deducir que este lugar debera gustarme ms. Pero no. Me acuerdo de Gracia: en el consultorio veterinario no le hacen dao, pero empieza a temblar aterrorizada en cuanto huele el aparcamiento. Aqu nadie parece asustado, ni siquiera los nios. Estudio disimuladamente a mis compaeros de radiologa, buscando sntomas de desesperacin, pnico, desolacin. Pero nunca los encuentro. Nadie solloza en silencio; nadie se desmorona. Doy yo esa impresin? Podran estar perfectamente aguardando a su agente de seguros, o al dentista. Pongo esa misma cara de pura aceptacin, exenta de dramatismo? Seora Kurtz? Una joven de pelo rizado me sonre desde la entrada de una puerta. La sigo por dos cortos pasillos hasta el vestuario. Qu tal se encuentra hoy? me pregunta mientras caminamos. Descorre la cortina de un cubculo.

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Desndese de cintura para arriba y pngase una de estas batas me indica. Enseguida volver. De acuerdo? Me quit el jersey, la blusa, el sostn con la prtesis y me puse una bata azul de algodn. Me da la impresin de parecer una hippie, con una minifalda muy ceida a la cintura por encima de los pantalones. La luz del fluorescente da a mi rostro un tono espectral, y sin embargo siento un acceso de amor a m misma, una dolorosa ternura. Oh, pobre Isabel. Vuelve la ayudante de radiologa. Segn la plaquita de identificacin que lleva prendida en la pechera se apellida Willet. Dentro de la espaciosa estancia de rayos X, empiezo a desabrocharme la bata. Pero ella me dice que no es necesario y me indica que me site frente a un cuadrado blanco de madera o plstico, que parece un tablero de baloncesto. Me dice que deje colgar los brazos a los lados y desaparece. Oigo su voz desde el otro lado de la estancia. Est detrs de una mampara protectora. As, inmvil. Respire hondo. Contenga la respiracin. As. Y reljese. Luego otra toma, de costado, y despus otra de espaldas. Bien. Ya est. Volver en un minuto. Nunca es un minuto. Siempre tardan ms; por lo general cinco y a veces diez. Ha ido a buscar a la radiloga, que se asegurar de que haya hecho bien las tomas. A veces han de repetirlas. Esa es la peor parte: esperar a que regrese la ayudante. Y cuando regresa nunca te dice nada. De modo que no tiene sentido estar en tensin, pero no puedo evitarlo. En estos momentos es cuando el miedo, el fatalismo y la autocompasin llegan a su mxima expresin. Siempre me acerco al revistero y elijo People o Woman's Day, lo que sea. Me quedo de pie de cara a la pared, hojeando la revista, leyendo por encima recetas de platos de pollo, artculos sobre antioxidantes milagrosos, anuncios de moda... Bueno dice la seorita Willett al regresar con las manos vacas. Ya puede vestirse. Miro escrutadoramente su rostro. Era conmiseracin lo que notaba en su voz? Sabe lo que han revelado los rayos X. Habr sealado la radiloga un lugar de la pelcula meneando la cabeza? No, no puede ser. Su sonrisa es demasiado desenfadada. No puedo tener una metstasis de pulmn. No pondra esa cara. Me equivoque o no, el caso es que me siento mejor a cada minuto que pasa. Vestirse en el cubculo es exactamente lo contrario (emocional y mentalmente) de desvestirse. Al bajar en el ascensor a la primera planta, salir a la calle y respirar el aire limpio de efluvios medicinales, me sent una mujer nueva. En la calle soy una ms, normal, no una persona marcada por mi enfermedad, en nada me diferencio de la gente que aviva el paso, corre, despreocupada y saludable. Soy como ellos. Podra ser inmortal. Cruc Pennsylvania Avenue y segu por la calle K, sin apresurarme. De camino al hospital, no haba reparado en el tiempo que haca. De

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haberlo hecho, me hubiese contrariado. Porque haca un da perfecto, uno de esos dorados das en que parece que el verano haya terminado sin que haya empezado el otoo. El aire tena un sabor dulce y el sol se reflejaba en las cansadas, envejecidas pero an verdes hojas de los rboles, como si un fotgrafo que quisiera sacarlas favorecidas le hubiese puesto a su lente un filtro de tul. Acababa de empezar la hora punta, pero los viandantes parecan relajados, no apresurados, como seducidos por la placidez de la tarde, como me ocurra a m. Pero me not fatigada al llegar a Ferragut Square, demasiado cansada para esperar el autobs en Connecticut Avenue. Compr un vasito de caf en un tenderete de la calle (el nico vicio que me queda es la cafena, ya que por lo dems mi dieta es exclusivamente macrobitica) y me sent en un banco del parque. Me entregu a un enfermizo juego en el que me complazco en extraos momentos. Pienso en las viejas arrugadas, en los nios, los jvenes, las chicas bonitas, las madres con sus bebs, los adolescentes desabridos y los ancianos y, al verlos cruzar por delante de m a paso vivo o cansino, pienso: T te ests muriendo, y t, y t, y t tambin. Todos os estis muriendo. No haca esto para consolarme, por supuesto. Quiz fuese una manera de convencerme de la impensable extraterritorialidad, de que nadie sale vivo de aqu. Pero la verdad es que an me cuesta trabajo creer en la muerte. S, pese a todo, incluso ahora. Puede que en el fondo no importe. Quiz baste con estar viva y saberlo. En este irrepetible instante, en la inmensidad del tiempo, yo, Isabel, tengo el privilegio de existir. Tomando caf con un delicioso aditamento cremoso ajeno a toda leche. Sabe realmente bien. Los estorninos se posan en los robles. El aire huele a perfume, luego a humo de los escapes de los coches, despus de nuevo a perfume. Me encanta el tacto del desgastado banco en que estoy sentada, tiene una suavidad de terciopelo, alisado por miles de traseros. Y aqu estoy yo en el mundo, en este mismo instante. Nunca estuve aqu antes. Ni volver a estar. Simplemente existo. Y es algo glorioso. Un honor y un privilegio, un prodigio asombroso. Le importa? Alc la vista y vi a un hombre que, a pocos pasos del banco, me sonrea abiertamente. Me qued perpleja hasta que hizo un ademn hacia el espacio vaco que quedaba a mi lado. S... no. Claro. Me apart unos centmetros y arrim ms el bolso a mi cadera. Se acerc con pasos cortos, arrastrando los pies y, trabajosamente, se sent. Suspir jadeante, aliviado; se recost en el respaldo casi por etapas, como suelen hacer los perros frente a la entrada del porche. Vi con el rabillo del ojo que sacaba un pauelo del bolsillo de la gruesa chaqueta marrn de punto que llevaba, una prenda demasiado calurosa para una tarde de septiembre tan templada. Se son educadamente. Su

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mano, lvida, era muy huesuda. Lade la cabeza y me sonri de oreja a oreja. Me pareci la sonrisa ms franca que haba visto nunca. Bonito da, verdad? Precioso asent. No me gusta la humedad. A m tampoco. Pero hoy no hay ni pizca. Bonito da, s seor. Esplndido. Hinch los carrillos como un sapo y dirigi la mirada afable de sus ojos plidos a las ramas que quedaban por encima de nuestras cabezas. Se sujet una rodilla con ambas manos y cruz la pierna sobre la otra, jadeante. Llevaba calcetines beige y unas sandalias radas. Tena los pies llenos de bultos, como si tuviese juanetes, sabaones o vete a saber qu. Dnde ha comprado el caf? me pregunt. Al otro lado de la calle repuse sealando el lugar. Hummm, huele bien dijo sonriente. Le apetece? Si quiere le traigo uno. Oh, no, no. Muchsimas gracias rehus enseando su blanca dentadura postiza al volver a sonrer. Ya no tomo. Me afectaba a los nervios. Pero me encanta el aroma. No me ocurre como con el tabaco. Tambin lo he dejado, y ahora me huele a rayos. Fuma usted? No, nunca he fumado. Hace bien. Mi esposa tampoco fumaba... Lo interrumpi un acceso de tos y se tap la boca con el pauelo. Era una tos ronca, hmeda, de anciano. Lade la cabeza para escupir discretamente en el pauelo y volvi a guardrselo en el bolsillo. Luego meti la mano dentro de la chaqueta, presumiblemente en el bolsillo de la camisa, y sac una fotografa. Mejor dicho: dos. Esta es mi esposa, Anna. Nos conocimos en Italia durante la guerra. Era italiana. Quera que cogiese las fotografas, no slo que las mirase. Eran dos versiones de Anna. En la primera estaba delgada y bonita; en la segunda rolliza y tambin bonita, con una misteriosa sonrisa en ambas. Misteriosa para m. Es difcil interpretar la sonrisa de una extraa. La perd en 1979 dijo hinchando y deshinchando los carrillos. Cmo muri? Era una pregunta demasiado personal que no tena que haberle hecho. Muri de cncer de matriz. Lo siento. Tiene hijos?

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Tuvimos una nia repuso l meneando la cabeza, pero muri cuando an era un beb. Y ya no pudimos tener ms. Lo siento dije. Me cost trabajo no darle un toquecito afectuoso en el brazo. La expresin de mi pesar era excesiva. Se refera a algo ocurrido haca tanto tiempo que mi condolencia debi de sonar desproporcionada. Extendi los dedos en las rodillas de sus pantalones marrones, que brillaban de puro desgastados. Gracias dijo con gran dignidad. Est casada? No contest, aunque sin saber por qu aad que tena un hijo. Y l est casado? No, pero vive con una chica. Se llamaba Susan. Terry me haba hablado de ella, pero yo no la conoca. Era maestra de una escuela primaria. Cundo perd a Terry?, me pregunt entonces. Fue a estudiar a Montreal y ya no volvi. Durante mucho tiempo me empe en que slo era una escapada, pero, claro, despus de tantos aos sera absurdo seguir creyndolo as. Terry huy de nosotros, de su padre y de m. No se lo reprocho, entre otras cosas porque no creo en las eternas lamentaciones. Pero haber fracasado con l me parece la mayor tragedia de mi vida. Es lo que hacen hoy en da dijo el anciano. Ya nadie le da importancia. S, juntarse lo llambamos nosotros dije. Exacto. Juntarse repiti l riendo alegremente. Bueno... Me llamo Sheldom Herman. No le doy la mano porque estoy resfriado. Yo me llamo Isabel. Encantado de conocerla. Mire... Sac otra foto del bolsillo y aadi: Esta es Moxie. Era una perra cruzada de orejas cadas, con mezcla de pastor alemn. Los ojos haban salido rojos a causa del flash de la cmara. Este es el mejor amigo del hombre me dijo Sheldom Herman con voz ronca. Bueno... la mejor amiga. Cariossima. Me hizo mucha compaa cuando perd a mi esposa. Muri en 1988, a los trece aos. Vaya... La enterr en el jardn. Incluso le hice un pequeo funeral. Le puse flores y le dej al lado su pelota de tenis, entre las patas. Aj. Luego tuve que mudarme. Ya sabe lo que ocurre cuando se hace uno viejo, te obligan a mudarte. De modo que ahora vivo en una residencia para ancianos. Podra ser peor.

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Lade hacia m su cuerpo, deformado y frgil. Tena en la cara manchitas blancas y unos pelos en las mejillas, blancos e hirsutos. Era difcil saber cmo habra sido su tez: blanca, oscura o cetrina. Lo que ms ech de menos fue ocuparme de alguien dijo. En la residencia todos tenemos habitaciones independientes. Todos somos hombres dijo al dirigirme su franca sonrisa. Es usted una chica asustadiza, Isabel? Cmo? Que si le dan miedo las araas, los bichos... No dije quedamente. No soy asustadiza en ese sentido. Por qu, seor Herman? Bueno, pues entonces... no eche a correr dijo bajando la vista y metiendo la mano en el bolsillo inferior de la chaqueta, que abultaba ms que los dems. Me envar un poco, no alarmada pero s un poco en guardia. Y sac algo (no pude verlo hasta que abri la mano, venosa y llena de manchas marrones). Era un ratn. Lo encontr en una de las trampas que ponen en la cocina. Fjese, tiene las patas aplastadas. Cojea. Podra hacerle una demostracin pero a lo mejor se desmaya usted. Lo llam Castaito. Ahora es mi mascota. Una monada dije. Y era verdad. Tena ojillos vivarachos, las patitas sonrosadas y un pelaje tostado. Posado en su mano, miraba nerviosamente en derredor moviendo los bigotes. Le doy de comer queso, pan y cualquier cosilla. Incluso lechuga. No s si saben que lo tengo, pero nadie me ha dicho nada. Quiere acariciarlo? Sus cansados ojos reflejaron un brillo malicioso, desafiante. Pas un dedo por el sedoso lomo del ratoncito. Claro. Le hace compaa dije. S. Siempre hay que tener algo; lo que sea, algo vivo. No puede ser un objeto. Ha de ser algo que respire, con eso basta. Siempre lo he credo as. Sobre todo ahora. Supongo que en parte porque me hago viejo. Supongo. Mi esposa era lo que ms quera en este mundo, ms que a mi propia vida. Pero, al pensarlo ahora, creo que ni siquiera eso bastaba. Me gustara poder volver a tenerla a mi lado para hacerlo mejor. Y creo que lo hara. Alz la mano con el ratoncito y lo bes en la cabeza con sus finos labios. Luego volvi a meterlo en el bolsillo con delicadeza, como una madre que acostase a su beb. Suspir y volvi a alzar la cabeza hacia las ramas del rbol.

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Bonito da dijo. Casi se nos acaba ya el verano, eh? Dudo que tengamos ya muchos das como este. No convine. No muchos ms. Al cabo de unos minutos, vi llegar mi autobs por la calle K. Me desped del seor Herman, que se qued en el banco sonren dome mientras el sol declinante proyectaba sombras en su encorvada figura. Al llegar a casa, no entr de inmediato. Rode el edificio hasta la parte de atrs para echarle un vistazo a mi jardn. En realidad es el jardn de Kirby, que fue quien hizo el trabajo duro de cavar y labrar la pasada primavera, cuando yo estaba tan mal a causa de mis primeras sesiones de quimioterapia. Sembr muchas cosas y durante aquel verano fue l quien reg regularmente, porque yo llegaba tarde a casa, demasiado agotada para hacer otra cosa que no fuese acostarme. Sin Kirby, no me hubiese ocupado del jardn aquel ao, aunque es con mucho lo mejor de mi casa. La seora Skazafava, mi casera, sola cultivar todo el terreno de la finca ella sola, un terreno bastante grande. Pero ahora es demasiado vieja y hace unos aos dividi el terreno en cuatro parcelas para uso de los inquilinos. Sorprendentemente, no todas las parcelas se alquilan pese a que en la casa hay doce inquilinos. Yo tengo una desde hace tres aos, el tiempo que llevo aqu. Me encanta el jardn. Es ms, me entusiasma. Kirby encontr un cilindro de madera en el callejn la pasada primavera y lo llev al jardn para utilizarlo como asiento. Y all me sent, porque empezaban a dolerme las piernas. La mayora de los inquilinos cultivan hortalizas y verdura, pero yo prefiero flores. En esta poca del ao tienen ms hojas que floes, pero las jarillas azules y blancas an resistan y tambin las aster, la nicotiana, mi transplantada boltonia, y las robustas che lone obliqua con sus sonrosadas cabezas de tortuga. Avanzaba el crepsculo. Vi a una abeja que zumbaba pero enseguida levant vuelo y se alej a casa. Los pjaros salieron a darse una ltima vueltecita antes de que oscureciese. Al otro lado del callejn mi vecina Helen asom la cabeza por la puerta trasera y canturre las alegres slabas con que las madres suelen llamar a sus hijos. O pasos y al girarme vi que Kirby se acercaba por el sendero de cemento que separa las parcelas. Llevaba su indumentaria de verano habitual: pantalones caqui, camiseta a juego y sandalias sin calcetines. Las sandalias me recordaron al seor Herman y sus pies deformados. Not un tenue acceso de melancola. Kirby se detuvo a mi lado con las manos en los bolsillos. Hola dijimos al unsono, sonrientes. Pero me mir con cara de preocupacin. Ya es casi tiempo de plantar crisantemos dije. Fjate en qu bien est la anmona y la cimicifuga. Las plantaste en el sitio perfecto. Se puso en cuclillas a mi lado, apoyando los antebrazos en sus huesudas rodillas y entrelaz las manos. Qu tal ha ido?

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Por un momento no supe a qu se refera. Las radiografas? Ah, pues bien. Ha ido bien. Te han dicho algo? No. Pero es normal. Nunca te lo dicen. Te llama el mdico si hay alguna novedad. Ya dijo frunciendo el ceo. Es encantador conmigo. S que se preocupa por m, pero no lo expresa mucho con palabras sino con actitudes. Y es uno de esos hombres, tan escasos, que no se siente obligado a opinar sobre todo; o, an peor, a dar recetas para todo. Mir en derredor de la parcela. Su esbelto cuello desnudo pareca el de un muchacho. Sent el impulso de tocrselo, de tocar el suave pelo de su nuca. Alargu la mano. El lade la cabeza y mis dedos resbalaron por su mejilla. Pero en lugar de retirarme le acarici la cara. Isabel... dijo sorprendido. Quiz muera dije. Pero existe una posibilidad de que salga de esta, aunque remota. Lo sabes, verdad? S. De verdad eres consciente de ello? Por supuesto. Acerc mi mano a sus labios. Yo fui a retirarla pero l la retuvo. No nos habamos tocado as desde la noche que me bes bajo la farola. Le acarici los pmulos con los dedos. Las pestaas ocultaban su mirada. Estoy enferma, Kirby; y calva. Mi cuerpo no es el de la verdadera Isabel. No s si ibas a querer... pero si... Pero si... Si as fuese... Estaba paralizada por la ms estpida timidez, por un aprensivo temor a verbalizar lo que acababa de percatarme que ms deseaba. Se irgui sin soltar mi mano y me ayud a levantarme. No he cambiado. En absoluto. Slo estaba esperando dijo mirndome agradecido. Pos sus manos en mis hombros y me atrajo hacia s. Me senta tan bien que casi no poda creerlo. Pero slo si me quieres de verdad farfull con los labios pegados a su camiseta. No por piedad. No me mientas, por favor. Qu ha ocurrido? me pregunt abrazndome con ms fuerza. Nada...

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No ests peor? Que no! Me lo juras? Estoy bien. No ha ocurrido nada. De verdad. Por lo menos no haba ocurrido nada que yo pudiese explicarle an. Un cambio en mi corazn. Tena que ver con el temor a las lamentaciones por no haber hecho cosas que quera hacer; y con el intento de eliminar tantas como pudiese mientras pudiese. Comprend que daba igual dnde y cundo surgiese el amor, ni cul fuese su apariencia. No quiero terminar mis das deseando haber hecho las cosas mejor, de manera diferente, ms plena. Esto es lo que tengo. Mi vida. Aqu y ahora. Pues entonces... dijo Kirby, deja de decir tonteras. Y entremos. So que estaba encerrada en un armario alto y negro. Palpaba con las manos, con la yema de los dedos en la rendija por la que entraba un poco de luz y gritaba Socorro, auxilio, squenme de aqu!, hasta que la luz se extingua, y me quedaba all encerrada en la oscuridad ms absoluta. Quera gritar pero no me sala la voz. Me despert con el rostro anegado en lgrimas. Kirby dorma de costado, de espaldas a m. No se movi cuando pas mi mano entre el colchn y la clida piel de su cintura. Ya haba soado aquello otras veces. Saba lo que significaba. Pero lo soaba tan a menudo que ya no me dejaba helada hasta el amanecer como al principio. Me concentr en el ritmo de la respiracin de Kirby, sosegada como el latido de su corazn, y me adormec. Al despertar no sent como otras veces una vaga ansiedad que de pronto se converta en fro e intenso pnico, me helaba el corazn y me sofocaba. El cncer ha vuelto a apoderarse de mi cuerpo, y esta vez me matar. Aguard pero, para variar, el acto de levantarme no fue un suplicio. Al ladear la cabeza vi el aguileo perfil de Kirby a la blanca luz del alba. No s si pensaba o dorma. Quiz durmiese, pero sus severas facciones no estaban relajadas y no lo oa respirar. Pens en Gary pero trat de no hacer comparaciones. Hacer el amor por primera vez con alguien siempre cohbe. Lo supongo, porque hasta anoche slo haba tenido esta experiencia en otra ocasin. Hacer el amor por primera vez con una mujer calva y con un solo pecho deba de hacer algo ms que cohibir. Para m, despus de Gary, la novedad de acostarme con un hombre, con un tipazo como el de Kirby, bastaba para ahogar la pasin y llenarme de dudas e inseguridad. Y a veces prever el desastre lo precipita como una profeca. Kirby nos salv a los dos. No me arrogo el mrito. Porque estuve a punto de estropearlo todo. Cuando nos desnudamos y nos metimos en mi cama, me qued all admirando la fortaleza de su cuerpo, y pens en Gary, y en si Kirby pensara en su esposa; y tem que slo sintiese

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compasin ahora que me tena, compasin y pesar. Pero su tacto transmita ternura. Otra novedad para m. No le cost seducirme. No pienses me dijo penetrndome con fuerza y besndome apasionadamente. No pensar? Era ms fcil decirlo que hacerlo. Sin embargo, lo consegu. Me hizo olvidar mi torpeza, lo anmalo o, como quiz algunos podran pensar, lo esperpntico de nuestro acoplamiento. Por un momento incluso olvid lo peor, el profundo temor que nunca me abandona. Dejarse ir as no es ms que un ensayo, me dije, estropendolo. Una enfermiza fantasa. Me sorprendi pensarlo as. Pero la larga noche no haca ms que empezar. Antes de quedarnos dormidos, abrazados, Kirby haba conseguido curarme de mi derrotismo, por lo menos durante un rato. Es un hombre de muchas y muy variadas habilidades. No creo que el sexo, el acto de hacer el amor, transforme a las personas. Emma no estara de acuerdo, pero el hecho es que no soy romntica. Sin embargo, he de reconocer que me sent otra por la maana. Estaba quieta en la cama, acostada y de pronto repar en lo que me haba abandonado. El temor. La luz incolora del amanecer se filtraba por los bordes de la cortina. Me bastaba para estudiar las rayas de mi mano. Segn esta, que casi rodea la base del pulgar, vivir unos ciento diez aos. No me tomo estas cosas a la ligera, pero me digo que viene a dar igual. Las revelaciones de ayer continan. Al final, en el Plan del Todo es irrelevante que yo viva cincuenta aos ms o slo cinco. O dos. Lo importante es vivirlos, no especular sobre cuntos sern. Y ahora estoy viva. Puedo disfrutar de mis flores, acariciar a la perra, comer tostadas con canela. Sera una estpida si dejase que mi mortalidad, que ha existido siempre, desde mi primer Alanito al nacer, estropease mi amor por estas cosas. De modo que no lo voy a permitir. Tendr que recordarme de continuo, y desde ahora mismo, que me propongo vivir hasta que muera. Despert a Kirby con la intencin de decrselo. Se despej al instante y me dirigi una deslumbrante sonrisa. Gracias dije en lugar de contarle mi epifana. Porqu? Por el regalo que me has hecho. Regalo? Not que pensaba que me refera al sexo. Resulta un tanto refrescante que, de vez en cuando, Kirby se comporte como un hombre tpico.

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Te equivocas dijo, pasndose la lengua por los dientes. Su velludo antebrazo contrastaba con el inmaculado color rosa de la manta. No te he regalado nada, Isabel. Lo he tomado. Para m. Mira que eres cruel! brome. Lo que no quiero es que tergiverses las cosas replic frunciendo los labios. No hagas que me sienta como una persona generosa y desprendida aadi muy serio. Tom mi cara entre sus manos y acarici con los pulgares el cabello de mis sienes. Kirby es muy romntico. Y todo lo que hace me gusta. Qu afortunada soy, comprend de pronto. Cubr de besos su rostro sorprendido. Esto es un principio, me record. No ms esperas, slo vivir de aqu en adelante. Vuelve a aprovecharte de m lo invit. Fue un hermoso principio.

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Captulo 21

Lee
Estaba adormilada cuando Henry contest al telfono en el vestbulo. Lo o decir Hola, Emma con voz alegre y luego subir corriendo las escaleras. S, est todava en la cama. Bueno, an le duele un poco. S. Un par de das, dicen. Ayer. No, todo fue bien. Se detuvo en la entrada del dormitorio. Espera, no te retires. Voy a ver dijo tapando el micrfono con la mano. Ests despierta? Quieres hablar con Emma? Que fue todo bien? dije mirndolo con frialdad. Se puso serio. Aqu la tengo dijo mirando al telfono. Ya te lo contar ella. Me pas el telfono y tap el micrfono. Por qu le has dicho que todo ha ido bien? Me refer a que no ha habido problemas tuvo el valor de decir con fingida exasperacin. Te alegras, verdad? Por qu no lo reconoces? Cmo? Porque as... ya no es culpa tuya. Mira, Lee, ests... dijo respirando hondo, como si tuviese que dominarse ests... como una cabra musit antes de salir del dormitorio. Me son con un pauelo de papel y dije hola al telfono. Qu tal ha ido? Cmo ests? Oh, no me hables de eso, sent el impulso de decirle. Quin se crea que era?, mi enfermera? Estoy bien, slo cansada. De verdad? No te duele? Ya no. Que te hicieron?

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Un HSG, un histerosalpingograma, y luego me hicieron una laparoscopia. Caray! Te durmieron? Para la laparoscopia s. Pero para el HSG no. Duele? S. Oh, Lee. Estaba Henry contigo? Tena trabajo. Fue a recogerme despus y me trajo a casa. Pausa. Emma acab captando la frialdad de mi tono. Ha habido malas noticias? pregunt titubeante. Qu te han dicho? T te has hecho un ligamento de trompas, verdad que no? Pues yo tampoco. Pero las tengo obturadas, bloqueadas o algo as. Divertido, eh? He pensado que te hara gracia. Salpingitis isthmica nodosa. Y eso qu significa? Significa bloqueo de trompas. Significa que cositas como los espermatozoides no pueden pasar. Oh, no. Oh, Lee. Y no tiene solucin? A veces. Pero en mi caso no. Porque tengo una disfuncin bipolar, o sea, bloqueo de trompas por ambos extremos, no slo en uno. Mierda. S. Pero algo podrn hacer, digo yo. Hoy en da... El nico recurso es la fecundacin in vitro. O sea, como en un tubo de ensayo. Toman un vulo del ovario, lo fertilizan con esperma en laboratorio, se forma un embrin y entonces lo implantan en el tero. Ya. Y funciona? Posiblemente. Hay ms probabilidades si utilizan esperma de donante. Donante... Quieres decir no el de Henry. Exacto. Y estarais...? En estos momentos no me importara nada. Aj. Y Henry tambin est de acuerdo? Ya estaba harta de contestarle preguntas. Me parece que es una pregunta demasiado personal dije.

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Bueno, mujer, perdona. Quiz no he debido preguntarlo, pero como siempre hemos... En fin, es igual. Perdona. Vale. O sea que la prxima tentativa ser... in vitro. Bueno, estoy segura de que funcionar. Quiz debieron empezar por ah, pero, claro, a toro pasado se acierta seguro. Aguard. Bueno... pareces cansada. Te dejo. Se lo contar a Rudy. Probablemente te llamar. De acuerdo. Quieres creer que ya ha empezado ese curso de paisajismo? No me lo puedo creer. Estaba segura de que Curtis se lo iba a impedir o, sencillamente, de que ella no lo hara por no contrariarlo, que se acobardara. Me parece fantstico. Nuestra Rudy tensa los msculos. S, es fantstico. Has hablado con Isabel? Anoche. Slo un momento. Y cmo estaba? Bien. Sinti lo que le cont de las trompas. De verdad te pareci que est bien? Estaba muy melosa. Bueno, he de colgar ya. Lee? Perdona, cario. Ya s que esto es duro, pero... No, no lo sabes. No tienes ni idea... Slo deseo que nunca te ocurra nada parecido, Emma, porque entonces no te parecer una cosa tan trivial. No he dicho que me parezca trivial! Qu te pasa? A qu viene eso? He de colgar. Bueno, mujer, pues cuelga... De acuerdo. Oh, Lee... Colgu. Le haba repetido dos o tres veces que iba a colgar, o sea que no era colgarle el telfono. Me levant y me vest. Henry estaba removiendo algo que tena en una olla en un fogn de la cocina. Se gir al orme. Ah, ya te has levantado... dijo, sorprendido aunque no especialmente complacido. Crees que debes levantarte ya? Han dicho que...

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Uno o dos das, y ya ha pasado un da. Me encuentro bien. Ir a casa de Isabel. A casa de Isabel? Pero si estoy haciendo la cena; son las siete. Ya s qu hora es. No tengo apetito. Y menos an de comer nada con chile. Slo sabe cocinar con chile. No tiene dos dedos de frente. No les parece que a cualquiera se le ocurrira que una salsa picante no es precisamente lo ms adecuado para una persona que convalece de una operacin? No s. Quiz se debiese a que ya me molestaba todo de l; su camisa de franela, la cuchara de madera que goteaba salsa en el suelo; el nuevo corte de pelo que le daba pinta de nena. Por eso discutimos la semana pasada. Eres demasiado mayor para llevar el pelo largo, le dije. Y entonces fue a cortrselo sin consultarme. No le gust nada mi comentario. Ahora pareces el Prncipe Valiente. Si vas a cortarte el pelo, por lo menos que te lo corten bien, de una manera normal, para variar. Estuvimos dos das sin hablarnos. Bueno, me marcho me desped. A qu hora volvers? Me puse la chaqueta con cuidado porque si lo hago bruscamente noto un tirn en el abdomen. No lo s. Llama antes de salir dijo volviendo a remover el chile. Porqu? Pues para saberlo. Saber qu? Que ya has salido dijo girndose con expresin crispada. Y qu ms da? Qu ms da que te llame o no antes de salir, si luego me atracan por la calle o en el coche? Pues no me llames dijo dando un golpe en la olla con la cuchara . No me llames aadi. Sali de la cocina y fue al saln. Me dola el estmago. Lo segu furiosa. Te alegras, verdad? Mierda! exclam estampando el mando a distancia en el carrito. Ya no es culpa de tus preciosos espermatozoides. Es culpa ma. Creo que te ests trastornando. De eso nada. No irs a negarme que en el fondo te alegras.

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Mira, Lee, aqu somos dos. S, y t eres el que se alegra. As no has de cargar t solo con la culpa. La culpa? exclam, seguido de un juramento que sabe que detesto. Por qu ha de ser culpa de nadie? Ocurre lo que ocurre y punto. No hay que buscar culpables. Ya, eso es lo que a ti te encantara. Se mes el pelo, exasperado. Qu significa eso? No significa nada dije. La verdad es que no tena ni idea. Y romp a llorar. l no se movi; no se acerc a consolarme. Nos quedamos cada uno en un lado del saln mirndonos. Voy a casa de Isabel le repet. Y me march. Sali Kirby a abrir. Llevaba una servilleta en la mano y tuvo que tragar para saludarme. Entra me dijo. Oh, no. Estis cenando. Lo siento. Pensaba que estarais... Lee? llam Isabel. Kirby abri ms la puerta y la vi en la rinconera de la cocina. Entra. Estamos terminando. Entra secund Kirby. Incluso Gracia se acerc a saludarme. Entr. El apartamento pareca una capilla, una iglesia. En todas las mesas, en todas las estanteras de la librera haba un jarrn con flores, dalias, petunias, asters. Sonaba msica clsica procedente del estreo, y ola a algo extico, a una mezcla de incienso y algo que me pareci jengibre. Comida china? Los ltimos rayos de sol se filtraban por una vidriera de la ventana del saln que tena un ngel grabado. No haba ms luz que aquella y la de las velas, casi tantas como jarrones. Qu pasa? pregunt tontamente. Kirby trataba de ayudarme a quitarme la chaqueta. Qu ocurre? Pues nada, mujer. No lo ves? Acabando de cenar. Se apoy en el borde de la mesa para echar la silla hacia atrs y se levant. Alarg la mano hacia atrs para alcanzarse algo, palpando hasta que lo encontr. Un bastn con empuadura de cobre. Me parece que he interrumpido. No te levantes. Tenis una cena ntima, puedo... No, no.

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Isabel se me acerc con lentitud pero andando con normalidad. Al darle la luz que entraba por la vidriera vi que estaba muy plida. Su terso cutis estaba demacrado. Tena los ojos anormalmente saltones y los pmulos ms marcados. Deba de ser a causa del nuevo frmaco, que haca que volviese a sentirse mal. El mdico haba interrumpido la antigua medicacin y le estaba administrando Taxol. Me sonri tratando de tranquilizarme. Kirby segua all. Me ech a llorar. Not dos manos reconfortantes en mis hombros. Al alzar la vista vi que Isabel le enviaba un mensaje a Kirby con los ojos. Bueno, me parece que yo... dijo. Y fue hacia el dormitorio farfullando algo ininteligible. Oh, no protest. Ves? Lo he ahuyentado... Chist. Chist. Vive aqu; slo va a su dormitorio. No lo has ahuyentado. Has cenado? Vive aqu? Bueno, prcticamente repuso Isabel. Me tom de bracete y, apoyada en el bastn, me hizo seguirla hasta la rinconera. Sintate. Fjate cunta comida ha sobrado. No tengo apetito. Por Dios, Isabel, qu es esto? Esto? Sopa de miso, tofu y arroz integral. Quieres zumo de ciruela? No, gracias. Estamos probando recetas de un nuevo libro de cocina. Apuesto a que no sabes que los guisos macrobiticos hay que removerlos en sentido contrario al de las agujas del reloj en el hemisferio norte y a la inversa en el hemisferio sur. Ah s? Estoy impaciente por contrselo a Emma. Nos sentamos aqu o prefieres que vayamos al saln? Mejor en el saln. Y cuando nos hubimos acomodado en el sof, Isabel con un vaso de zumo de ciruela en la mano y yo con Gracia sonrindome a mis pies, ya me haba rehecho. Ya no sollozaba ni lloraba. Lo siento dije sonndome. A veces basta con tan poco... Tena que haber llamado antes, pero... Que no importa, mujer. He salido huyendo, como quien dice. De m misma tanto como de la casa. Emma me ha llamado esta noche y le he colgado el telfono. Que le has colgado? S, ha sido una idiotez. La llamar maana para excusarme. No ha sido culpa suya sino ma. Estoy fuera de m. Y Henry, oh Dios, discutimos

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por todo, por cualquier tontera, Isabel. Me interrump sealando las flores y pregunt: Siempre estis as? Es precioso! De pronto me asalt la pregunta. Cmo poda morir Isabel? Tena aquella moqueta que tanto le gustaba, los cojines, aquellas preciosas litografas de flores en la pared. Ver todas sus cosas, sus pertenencias, me encogi el corazn; se me antojaron pruebas de que no poda dejarnos, de que tena que quedarse. De lo contrario, sera demasiado cruel. S repuso Isabel sonriente. Lo adornamos. Es idea de Kirby. Dice que es un entorno curativo. Pero cuntame, cmo ha ido la operacin? Horrible. Te has de echar bajo un enorme aparato de rayos X con los pies apoyados en un estribo. Te introducen un catter hasta el tero. Me administraron Advil y me dijeron que no me dolera, pero fue dolorossimo. Incluso tuve espasmos. Oh, Dios mo, Lee exclam apretndome la mano condolida. Introducen una sustancia coloreada por el catter. Si no hay obstruccin, llega hasta el final de las trompas de Fallopio, pero si estn bloqueadas no. Y no lleg. De modo que entonces decidieron que deban practicarme una laparoscopia para ver en qu estado estaban las trompas. Y? Fatal. No hay nada que hacer, no pueden operar. De la nica manera que puedo tener un hijo es mediante fecundacin in vitro, y las probabilidades de que funcione, a mi edad, son del doce por ciento, aunque se recurra al esperma de un donante. Adems, cada tentativa cuesta una fortuna. Cunto? Unos once mil dlares dije. Isabel se qued boquiabierta. Henry no quiere ni or hablar del asunto. Y casi no nos dirigimos la palabra. Isabel mene la cabeza. Y qu crees que acabaris haciendo? Pues recurrir a la fecundacin in vitro. Pero es muchsimo dinero. Y qu ms da? Si cayese gravemente enferma... Si cayeses gravemente enferma qu? Estaba visto que aquella noche cada vez que abra la boca meta la pata. Me refiero a que si necesitase operarme para salvar la vida, no le importara gastar tanto dinero. No, claro. Bueno, pues viene a ser lo mismo. Hasta ese punto?

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Para m s. Isabel se llev un puo a los labios, pensativa. Me dirigi su tierna mirada unos momentos y yo me inclin hacia la perra y la acarici. Y la adopcin, Lee? No, ya te lo coment. Ya lo s, pero... Est descartado. Ya. La fecundacin in vitro, puede funcionar, Isabel dije mirndola con visible entusiasmo. Un doce por ciento no es mucho, pero cada tentativa representa un doce por ciento, de modo que las probabilidades aumentan. As lo veo yo. Y estoy esperanzada, de verdad. Lo que siento es no haber empezado antes; porque nos hubisemos ahorrado mucho tiempo. Lee... Qu? Me sonri y repar en que me lea el pensamiento. No voy a aconsejarte me asegur, no temas. No me importa que me aconsejen dije en tono contrito. Pero me dolera mucho verte sufrir otra vez. Eso es todo. Ya lo s. Lo s, y tienes razn... Porque me lo veo venir: otra vez alentando la esperanza; cada vez, cada mes dije llevndome las manos a los prpados. Me horroriza tanto pensar que no funcione... Pero luego me digo que funcionar, que se producir el milagro. Luego pienso que no, y me aterro. Estoy tan harta, que me gustara concederme un respiro. Y por qu no lo haces? No me queda mucho tiempo; he dejado pasar demasiados aos. Eso es lo que ms me duele, o una de las cosas que ms. Siempre he controlado mi vida, paso a paso, y ahora resulta que el paso ms importante no puedo controlarlo; estoy atascada, inmovilizada; y ya no puedo soportar tanta incertidumbre. Isabel suspir. Se incorpor lentamente y remeti un cojn hasta los riones. Su fragilidad me preocupaba, pero era el Taxol, estaba segura. En muchos aspectos la quimioterapia es peor que la enfermedad que pretende curar. No voy a darte ningn consejo, Lee; slo voy a hacerte una pregunta para que la medites me dijo cansinamente. De acuerdo? Por supuesto, hzmela dije volviendo a acariciar a Gracia. Consideras que tener un hijo es lo ms importante de tu vida? Ms que Henry? Se me hizo un nudo en la garganta y no pude contestar.

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Pregntate si la necesidad de tener un hijo gentica y biolgicamente propio es ms importante que cualquier otra necesidad de tu vida, matrimonio incluido me dijo. Ya s que quieres a Henry, sin duda. Pero si tu respuesta es que s, podras perderlo. Por qu te casaste con l? me pregunt en tono amable. No es que est bien ni mal querer tener un hijo totalmente propio y no de otro. Pero podras perder a Henry... Lloras? No puedo evitarlo. Se arrim ms a m y me rode con el brazo. Ya lo s. Pero buena parte de tu sufrimiento se debe a intentar evitarlo. Es la tirana de ansiar cosas. Pobre Lee, lo deseas tanto que claro... Qu es eso? Budismo? Pues s repuso abrazndome. Perdona. No me importa. Yo no soy Emma dije riendo y sonndome a la vez . Pero estoy segura de no estar obsesionada. Isabel arque las cejas. De verdad. Lo que estoy es consumida. S que el hecho de que no tengamos hijos me consume; y no es justo para Henry. Sin duda habremos tenido otros problemas anteriormente, pero ni siquiera los recuerdo. Dice que lo culpo de todo lo que no funciona entre nosotros, de todo lo que no funciona en mi vida, y, por supuesto, de que no tengamos hijos. Y es verdad. Soy consciente de que lo estoy alejando de m. Isabel se recost en m al ver que yo volva a llorar. Lo que al fin hizo que dejase de derramar lgrimas fue comprender cunto ansiaba descansar la cabeza en su regazo y dejar que me abrazase. Y casi lo hice. Mi nica excusa es que no creo haberme sentido ms baja de moral en toda mi vida, y que Isabel siempre haba estado a mi lado, tan tierna y solcita como una madre. Pero ahora era distinto. Ella terminara por recobrar la salud, estaba segura. Pero, por el momento, sus problemas hacan que, en comparacin, los mos resultasen embarazosamente nimios. Me ergu. Ya me encuentro mucho mejor dije. Gracias por escucharme. Vayamos a la cocina. Fregar los platos mientras me cuentas cmo vas t. Protest, pero no le hice caso. Esto es nuevo, verdad? pregunt al levantarnos. Esto? Me lo trajo Kirby dijo sonriente, pasando los dedos por la empuadura del bastn. Era de cobre y tena forma de... caballo?. Es un dragn, el smbolo de la esperanza. Aj. Significaba eso que, en realidad, no necesitaba llevar bastn?

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Que lo llevaba para que le diese suerte y no para andar? Tem preguntrselo. No lleg a decirme cmo iba el tratamiento. Slo me dijo que el nuevo medicamento no tena tantos efectos secundarios como los anteriores, y me sorprendi. Porque no tena buen aspecto. Estaba bonita, como siempre, pero desmejorada. Slo estoy cansada me asegur mientras echaba migas de la repisa al fregadero con una esponja. Creo que podra dormir una semana de un tirn. Y las clases? Bien repuso tras titubear un momento. De verdad? Sigues el ritmo del curso? Acab de limpiar la repisa con la esponja y no contest. Eh? insist. No sabe mentir. Puede eludir contestar, pero mentir no sabe. He tenido que aparcar algunos. Era demasiado. Los retomar el verano que viene. Pero sigues con el resto, no? Claro afirm. Y trabajo mucho. Me gusta mucho lo de este curso. Imparto algunas asignaturas que me entusiasman. Por cierto que maana he de entregar un trabajo corregido: Sociedad y envejecimiento. Ah s? Y lo has terminado? Casi, an me falta... Y por qu no me lo has dicho? Eres el colmo, Isabel! Por qu? No seas tonta! exclam siguindome hasta el saln, riendo. Qu vas a hacer? Echar a correr? Primero te ahuyento a Kirby sin dejarlo acabar de cenar y ahora... Dnde est mi chaquetn? Dnde me lo ha puesto? No tienes por qu marcharte, Lee. Te tengo media hora contndote mis problemas, y no me dices ni media. Algo s te he dicho. Lo nico positivo que he hecho es fregarte los platos. No te vayas, Lee; slo me faltan las notas. Le di un beso y la not tan frgil que tem abrazarla demasiado fuerte. Excsame con Kirby. Puso cara de circunstancias.

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Te llamar maana. Gracias por todo, de verdad. Ten cuidado con el coche. Adis. Buenas noches, Lee. Ya estaba frente al ascensor y haba pulsado el botn cuando de pronto record una cosa y volv corriendo al apartamento de Isabel. Hola, cunto tiempo sin vernos!, eh? brome al abrirme. Puedo hacer una cosa? Claro dijo apartndose de la puerta para dejarme entrar. Qu? Llamar a Henry para decirle que salgo para all.

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Captulo 22

Rudy
El consultorio de Eric est en Carolina Avenue, en Captol Hill, en el chafln de Eastern Market. Puedo ir a pie desde casa y usualmente lo hago, pero aquel da fui en coche. Iba con el tiempo justo, como de costumbre. Encontr aparcamiento, aunque no s si se poda aparcar all. Corr bajo una fra lluvia sin siquiera detenerme a abrir el paraguas. El edificio es de los antiguos, de ladrillo rojo, habilitado para oficinas, y el despacho de Eric est en el ltimo piso. Entr corriendo sin pararme en la sala de espera a quitarme el abrigo, que chorreaba. Perdona, perdona... No sabes cmo est el trfico! No encontraba aparcamiento, adems de que ya iba tarde. Puedo dejar esto aqu? Eric me dijo que s y dej el abrigo encima del radiador. Bueno, el caso es que he llegado. Me dej caer en el silln negro idntico al suyo, frente a frente. Junto a mi silln haba una mesita con una caja de kleenex siempre llena. Qu tal? Estupendamente. Y t? Siempre dice lo mismo, con una escrutadora sonrisa que significa que est de verdad bien pero que prefiere hablar del paciente en lugar de s mismo. Una gran virtud en un psiclogo. Es asombroso lo poco que s de Eric pese a que lo veo una vez por semana (emergencias aparte) desde hace siete aos. Tiene cuarenta y seis aos y vive con una mujer un poco mayor que l. Eso es todo lo que s. ltimamente ha estado preocupado por su casa. Lo dej deslizar hace un par de semanas, y me fascin. Exageradamente. Fue como si al fin hubiese descubierto el paradero de mi verdadero padre o algo as; como si hubiese descubierto algo importante que no esperaba descubrir o que haba desistido de descubrir. Yo tambin estoy estupendamente dije; cuntas veces te digo lo mismo!, verdad? Vengo de casa de Emma, y ha sido muy triste. Pero, por lo dems, estoy estupendamente. Eric mene la cabeza con expresin inquisitiva. Algo que se fue al agua? Supongo.

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Qu le pasa esta vez? Pues esa ha sido otra de las razones de que haya llegado tarde. Pues que... ms o menos, se ha sincerado como haca mucho tiempo que no lo haca; por lo menos conmigo. Eric puso cara de que prosiguiese. Recuerdas que te cont que se haba enamorado de un hombre casado? le pregunt. La verdad es que eso fue todo lo que le dije, porque no aireo los secretos de Emma, salvo... en fin, una vez le habl a Curtis, aunque slo le coment que a Emma le gustaba Mick, sin entrar en detalles. Y aun eso se lo cont porque estaba un poco achispada. Bueno..., pues ha quedado en nada, y yo crea que Emma lo tena superado, aunque, bien pensado, he debido de estar ciega y sorda. Porque no lo ha superado, no? Qu va. Lo est pasando fatal. No ve a nadie y eso es algo muy raro en ella. Emma siempre anda con alguno. Y no escribe. No hace ms que encerrarse en casa. Le he comentado que estaba pasando el duelo y me ha dicho que claro, que ya lo sabe. Y lo que me extraa es que se haya abierto tanto conmigo al respecto. Me parece que es una especie de tctica que espera le levante el nimo para seguir con su vida normalmente. Pero est por los suelos y esa nunca ha sido su manera de afrontar sus problemas con los hombres, en absoluto. Dice que los hombres son como perros y que cuando uno muere has de ir enseguida a comprarte un cachorro. Ya. Cuando vena para ac en el coche pensaba que la actitud de Emma (quedarse en casa a lamerse las heridas) es mucho ms sensato que lo que sola hacer yo cuando estaba deprimida. Quiz porque sus depresiones no son como las tuyas. Ya lo s, pero... dije. Porque era obvio: las mas son crnicas, las de Emma son agudas; las mas son de psiquiatra, las suyas son... qu s yo. Pero lo que me dijo Eric me anim. Y as se lo dije. Y bien? Porque... porque no dejo de flagelarme cada vez que me equivoco y cometo tonteras. Pero todos partimos de circunstancias distintas, y si tenemos en cuenta las circunstancias de las que part yo... Qu? Adelante, dilo. De acuerdo dije, pues que no estoy tan mal. Muy bien, Rudy dijo con una radiante sonrisa. Eso est muy bien. Me pareci tan contento que aad otra cosa para redondearlo. A que no sabes a quin le han puesto un notable en paisajismo y jardinera en un parcial?

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En serio? Tenamos que disear un jardn de ciudad, un parterre con todo detalle: senderos, arriates a distinto nivel, glorietas. Incluso dise una fuente para el mo. El caso es que... notable! Magnfico! Pero me cost lo mo. La verdad es que todas las asignaturas se me hacen difciles. Pero me encantan y estoy contentsima de hacerlo. Gracias, Eric. Por qu? Por ayudarme a decidirme le aclar. Como vi que iba a atajarme para protestar, prosegu. Claro que me has ayudado! Y tambin Emma, pinchndome. Isabel tambin, aunque de otra manera. Nunca me dijo nada, pero me dio a entender que poda hacerlo; no que debiese hacerlo sino que poda hacerlo. Tena confianza en m. Y no quise decepcionarla, aunque creo que nunca se siente decepcionada por nada de lo que hago ni dejo de hacer, pero quera que se alegrase por m, que estuviese contenta. Eric asinti con expresin comprensiva. Y qu tal est ella? Pues... No es fcil de saber. Elude la cuestin. Siempre dice que est mejor, pero no tiene buen aspecto. Tengo entendido que con la quimioterapia se gana peso, pero ella est adelgazando. Creo que incluso se medica con esteroides, pero cada vez est ms delgada. Y es alarmante. Dice que se debe a su nueva dieta, pero no s..., no lo veo claro. Puede que Kirby sepa la verdad, pero nosotras no. Y eso te preocupa? Qu? Que cuente a Kirby lo que a vosotras no os cuenta? No, a m no. A Emma probablemente s. Y a Lee, por supuesto, pero es lgico porque su amistad con Isabel es ms ntima que con nosotras. Eric arque las cejas. En cierto modo. No en todos los aspectos. Es un poco complicado de explicar. En fin... Eric tiene un reloj de pared, en la que queda justo detrs de su silln. Lo tiene all para que sus pacientes lo vean y dosifiquen su tiempo. Y me sirvi, como tantas otras veces, porque repar en que ya haba consumido la mitad del tiempo de mi sesin y an no le haba dicho lo ms importante. En fin. Vers, lo que he venido a decirte en realidad es que voy a enfrentarme a Curtis y a obligarle a hablar de nuestra relacin dije echndome a rer y dando una palmada al ver su expresin. Ya s. Asombroso, verdad? Ni yo me lo creo. De dnde habr sacado tantos arrestos y sentido comn? Sern las pastillas?

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Qu pastillas? El nuevo antidepresivo; son las nicas que tomo. Eso espero. Por un momento he pensado que tomabas otras cosas... La fuerza de la costumbre brome. Nos echamos a rer. Bueno, Rudy... Esto es muy interesante me dijo. Y qu piensas decirle? Quieres que hagamos el rol? Yo en el papel de Curtis? Hummm. No, quiz no. Nunca se lo he dicho, pero cuando utilizamos la tcnica del rol y Eric intenta representar el papel de Curtis, me muero de risa. Empezar por decirle que lo amo, o sea, la verdad. En fin, bsicamente. Pero que creo que entre nosotros hay algunas cosas no muy positivas, y que querra que las enfocsemos de otra manera para superarlo. Eric aguard a que prosiguiese. Que una de esas cosas es tener que necesitar tanto su aprobacin; que me controle con su aprobacin o desaprobacin; con su actitud posesiva; y yo permitindosela, e incluso complacindome en ella. Eric se acarici el mentn. Pareca perplejo. Le dir que no creo positivo tener que decidirlo todo en comn, como si de una relacin simbitica se tratase dije, porque segn Emma es una expresin ms precisa que codependiente. Y... Y? Voy a proponerle que asistamos a terapia, con quien l quiera, lo que probablemente significar que no contigo. Aj. A m me gustara que fuese contigo, pero Curts no querr. La verdad es que no querr que vayamos a ninguno, pero pienso insistir. Me interrump para que ambos asimilsemos la ltima palabra: insistir. Bueno, qu te parece? Pues que me alegro mucho dijo, y yo me oprim las rodillas, muy contenta. Es un paso excelente, magnfico. S. Y estoy muy esperanzada. Ha sido muy comprensivo al dejarme estudiar paisajismo, ms exactamente, al no prohibrmelo ni ponerme pegas. Aunque s que no le gusta, desde luego. Me parece que teme que me desmorone y me d por beber. Oh, Dios, Eric, no estar cometiendo un error? Rudy...

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Ya lo s. Pero y si empeoro las cosas? Y si le digo todo esto y resulta que...? Qu? Qu es lo peor que puede ocurrir? Que se enfade contigo? No, a eso ya estoy acostumbrada. Entonces qu? Que deje de quererme? dije en tono medroso. Sera eso lo peor? T sabrs. Eso es justamente lo que no s! Oh, Dios. Me pas la mano por la cara, me ergu en el silln y aad: Pero pienso hacerlo. Lo har de todas maneras. Puede que esta misma noche le asegur. Un ligero acceso de temor me estremeci, aunque en lugar de debilitar mi firmeza la fortaleci . Lo voy a hacer aad dirigindome tanto a l como a m misma. Bien dijo Eric. Creo que has tomado la decisin acertada. Llmame maana si quieres. Reflexionar sobre lo que me has dicho. Pens prepararle a Curts su cena favorita, pero nos habamos quedado sin carne de ternera. De modo que le hice unas chuletas de cordero a la pimienta. Le gusta casi tanto como la ternera. Me senta como la madre de Pap s que sabe, cebando al patriarca antes de pedirle comprar muebles nuevos para el saln. Supongo que estas argucias me menoscaban, pero cada una hace lo que puede. Que prepararle a Curts unas chuletas de cordero me deje en mal lugar no va a quitarme el sueo. No s si fue la cena, pero mientras cenbamos estuvo de bastante buen humor. Poco hablador, pero eso es habitual en l. Cenamos en la cocina (le gusta ver la tele sin el sonido mientras come, y a m no me importa; ya me he acostumbrado). Arda en deseos de decirle la nota que me haban puesto en el parcial pero me lo call. La tctica que utilizo para hacerle digerir mi nueva vida de estudiante consiste en hablar de ello lo menos posible. Siempre estoy en casa cuando l regresa; nunca estudio delante de l y nunca hablo de mis clases, de mis profesores, de mis notas ni de mis compaeros de curso. Y, sobre todo, nunca aludo a lo que pueda resultar de mis estudios, a qu clase de traba jo pueda aspirar cuando tenga el ttulo. No es fcil vivir en dos mundos completamente separados. Pero hasta la fecha funciona y, ya se sabe, si algo va bien de una manera, mejor no cambiarla. Despus de cenar, Curtis fue al saln con su maletn. Buena seal. Se quedara all a trabajar mientras yo fregaba los platos. Algunas noches trabaja arriba en su despacho, y entonces est en su territorio y no hay que molestarlo. Quedarse a trabajar en el saln significa que est accesible; que an sigue en mi mundo. Estuve a punto de servirme otra copa de vino. Era tentador, pero no. Era normal estar nerviosa en un momento como aquel. Me sentira mejor con la cabeza despejada y sin que se me trabase la lengua.

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Le serv caf en una taza especial, una que hice hace aos como parte de un juego de caf. Haba utilizado un verde celidonia para el glaseado, para que armonizase con la liviandad y delicadeza de las piezas. La verdad es que empezaba a drseme muy bien la cermica cuando lo dej. An conservo mis mejores piezas en el saln, en una pequea vitrina que me anima tanto como me entristece cuando la miro. Porque por un lado me recuerda que tengo capacidad; y por otro que no persevero en nada. Quiz volviese a cultivar la cermica cualquier da, me dije al servirle a Curts el caf en la preciosa tacita. Quiz si supiese lo que significaba para m, porque yo se lo hubiese dicho, no le habra importado que asistiese a clases por las tardes ni se quejase de que mi torno de alfarero y toda la parafernalia le quitasen sitio a su equipo de gimnasia en el stano. Puede que la conversacin que estbamos a punto de tener significase el principio de muchas cosas nuevas. Es descafeinado? pregunt Curtis sin mirar la taza. Claro repuse sentndome a su lado. Qu tal te ha ido el da? pregunt sonrindome y bebiendo un sorbo. Bien. Vers, Curtis... Qu pasa? Respir hondo. Tenemos que hablar. Cuando alguien dice eso... malo brome. Adelante. De nosotros. Lade el cuerpo para dejar la taza en el platito y luego me mir muy serio y con frialdad. Como puedes ver, estoy un poco ocupado en estos momentos. Ya lo s. Pero esto es importante. Y esto tambin replic sealando el maletn. Mira, Curtis dije levantndome y yendo a sentarme en el silln del otro lado de la chimenea (distancia igual a objetividad). Pero ya haba olvidado lo que tena pensado decirle. Empezbamos mal. En primer lugar te dir algo que ya sabes: que te quiero. Eso es lo ms importante, que nos queremos. Pero tenemos algunas costumbres, algunos comportamientos y actitudes que no siempre funcionan. Ahora fue l quien se levant. Se haba quitado la chaqueta. Con su estatura y tan apuesto estaba impresionante; con chaleco, en mangas de camisa y con el nudo de su corbata de lunares aflojado. Pero se frot la frente con ambas manos de un modo extrao, como si estuviese cansado o le doliese la cabeza. Rudy... por favor...

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Qu? No me encuentro muy bien. No? Pues hace dos segundos estabas perfectamente. Tem que decirle eso lo enfureciese. Pero no dijo nada. Se acerc unos pasos a la chimenea y apoy los brazos cruzados en la repisa, sin mirarme. Volv a empezar. Es slo que creo que debemos hablar acerca de nuestra relacin. Creo que es algo que todo matrimonio, que toda pareja, debe hacer. Porque la rutina induce a que terminemos por no reparar en lo que hacemos; y pasan aos sin que nos percatemos de ello. Cerr los ojos y respir hondo como aconsejan hacer en ciertos momentos, antes de proseguir. No s... Me gustara, quisiera que cambiasen algunas cosas. O por lo menos hablarlo, Curtis. Me ests escuchando? Mira, Rudy, ahora no repuso, en un extrao tono. Qu te pasa? Nada. De verdad te encuentras mal? No es nada; es slo que... Me levant y me acerqu a l. Ahora o nunca, me dije. He pensado que deberamos ir al psiclogo juntos. Nos puede venir muy bien dije de un tirn. Para sincerarnos. Estoy convencida de que ser positivo para los dos. Le toqu la espalda. La tena caliente, hmeda. Curtis?

Trat de verle la cara, pero l me rehua. Al fin logr vrsela en el espejo de la chimenea. Qu te pasa? Me asust al ver que se le doblaban las rodillas y, aunque se rehzo enseguida, le rode la cintura con los brazos. Estoy bien dijo irguindose y soltndose. Estoy bien repiti. Pero fue hasta el sof, se sent lentamente y apag la lmpara de la mesita. Me sent a su lado y trat de posar mi mano en la suya. Qu significaba aquello? Segua sin dejarme mirarlo a la cara. Vi una lgrima en su mejilla antes de que l pudiera ocultarla con la mano. Se me encogi el corazn. Qu pasa? musit aterrada. Qu ocurre?

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No quiero decrtelo repuso con la voz entrecortada, como si le doliese la garganta. Prefiero que no lo sepas. Tan malo es? Asinti con la cabeza. No me lo digas dije tapndome los odos con las manos. Me estremec, temblorosa como una hoja agitada por la brisa. El no se movi. Estaba sentado con los hombros cados, plido y asustado. Bueno... dime lo que sea. Creo que voy a morir. Me ech a rer. Lo s desde el martes. Vamos! Pero qu dices! No me asustes. Me mir a los ojos, con fijeza. Curts! grit. Se abraz a m y se estremeci tembloroso, sin dejar de abrazarme. En el chequeo le coment al doctor Slater que estaba cansado, nada ms; que a veces me senta un poco mareado, que me dola un poco el estmago. No... no... No sigas, por favor. No puede ser... dije. Me empezaban a castaetear los dientes. No me preocup. Gripe. Pens que poda ser gripe. Tanto es as que estuve a punto de no comentrselo. Pero me mand hacer anlisis y result que tena demasiados leucocitos. Rudy, tengo leucemia. No! No puede ser! Dnde te han hecho el anlisis? No puede ser verdad. Pues lo es me asegur con los ojos anegados en lgrimas. Mi mdico es un buen mdico y el laboratorio es de los mejores. Dnde te lo han hecho? En el Georgetown. Oh, Dios mo... No llores.... Lo siento. Por eso no quera decrtelo. Con lo que ests pasando por lo de Isabel, no quera aadir esto. A travs del velo de sus lgrimas vi la tensin y la ansiedad de su expresin. Estaba preocupado por m. Haba querido velar por m. Yo tena los puos crispados, posados en sus hombros, incapaz de asociar lo que acababa de decirme con la aparente fortaleza de su cuerpo. Todava no tengo otros sntomas me dijo sin dejar de mirarme ni de abrazarme. Y eso es buena cosa, porque indica que acaso la enfermedad avance lentamente. Podra vivir muchos aos sin siquiera

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necesitar tratamiento. O no. No estn seguros. Es muy difcil de saber en mi caso. No, no, no... Me estrech con ms fuerza y me acarici la espalda, dicindome que me calmase. Pero no era como para calmarse. Se me vino el mundo encima. Apenas poda dar crdito a lo que me deca. Su hilo de voz sonaba lejano. No podemos decrselo a nadie todava, Rudy. Si lo supiesen en el trabajo podra quedarme sin empleo. No podemos permitrnoslo, hasta que no sea inevitable. No decrselo a nadie? exclam tratando de asimilarlo. No decrselo a nadie?. Eso es absurdo, no? Lo s. Pero as son las cosas. Adems, sera incapaz de hacer nada si los dems lo supiesen, salvo t. No podemos decirlo a nadie; ni a tu familia ni a la ma; ni a tus amigas ni a Greenburg. Pero... Promteme que no lo dirs. Pero... Por favor, Rudy... No comprendes que ni siquiera me he hecho an a la idea? No habra podido decrselo a nadie ms que a ti Promtemelo. Es importante para m. De acuerdo. Oh, Dios. Dios! Volvi a abrazarme. Lucharemos juntos, cario. Seremos fuertes. S. Nosotros contra el mundo, Rudy, como siempre. No lo entend. Como siempre? Como cuando nos enamoramos? Cuando estbamos en Durham y no nos importaba nada ajeno a nosotros, como si no existiese nadie ms. Ciertamente, aquella fue nuestra mejor poca. Haba intentado muchas veces resucitar tanta unin entre nosotros. Era un sarcasmo que fusemos a conseguirlo ahora. Quiso hacer el amor. Hubiese querido morirme. Lo dej hacer todo lo que quiso; y quiso hacerlo all mismo, delante de la chimenea, que estaba apagada, semivestidos (a veces le gusta as, porque debe de pensar que es ms voluptuoso). Yo no senta nada ms que fro y temor, como si me penetrase un fantasma. Nada era real. Curtis no poda estar mundose. Qu es la leucemia? Cmo mata? No, no poda ser real, pens mientras l me penetraba sin importarle mi pasividad, aceptndola sin ms. Luego nos quedamos en la spera alfombra y quise convencerme de que era una pesadilla, de que pronto me despertara y dira: He soado que ibas a morirte, Curtis. Ha sido horrible. Qu pesadilla!

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Me di la vuelta y lo mir. Tena los ojos cerrados y expresin apacible, la boca relajada. Me pareci cambiado, menos consistente. Dnde estaba su solidez? Su piel, sus uas, el vello de sus antebrazos, todo me pareci vulnerable, efmero y blando. Pero me sonrea ligeramente, parpadeando. Me dije que yo haba contribuido a que sonriese. Esa sera mi labor en adelante. No pensara en nada ms. Fuimos juntos arriba. Mientras l se duchaba, pens en llamar a Emma. Y estuve a punto de hacerlo, con el telfono ya en la mano. Vala mi promesa? Cmo poda dejar de decrselo? Cmo no decrselo a Emma! Pero volv a dejar el telfono y no llam a nadie. Es difcil explicar por qu. En cierto modo, a lo largo de nuestro matrimonio, haba traicionado a Curtis. Porque Curtis es un hombre reservado, muy reservado, y ms de una vez he revelado secretos suyos a aquellos a quienes quiero. Pero ahora no lo iba a hacer. Es algo que le ocurre a l, no a m. Si mantenerlo en secreto se lo hace ms fcil de soportar, cmo no voy a guardar el secreto? Saldremos de esta me dijo en la cama apretndome la mano bajo la sbana. No sabes cunto me ha aliviado decrtelo. Estos ltimos das han sido los peores de mi vida. Cario... acert a decir. Quiz no tendra que habrtelo dicho. Quiz haya sido egosta. Oh, no. Pero no he podido evitarlo. Empezaba a rseme la cabeza. Incluso tema desmayarme. De modo que no he tenido ms remedio que decrtelo. Aunque el hecho de que me maree no es preocupante. Me han dicho que puede sucederme de vez en cuando; que tenga sudores por la noche, fiebre... Arrim la cara a su hombro. Rudy... S. Quiero que sepas una cosa dijo apagando la lmpara de la mesita de noche. Le he preguntado si poda deberse a ser fumador pasivo; y me han dicho que no, que probablemente no. Qu quieres decir? Como no poda entender que me sucediese esto a m, he tratado de pensar en algn antecedente familiar. Pero no lo hay. No hay predisposicin gentica. De modo que... Por ser fumador pasivo? Era lo nico que se me ocurra. Pero me han dicho que las probabilidades eran muy escasas; casi nulas, en realidad. De modo que eso no ha de preocuparte.

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Tir de la manta para taparnos mejor y me hizo darme la vuelta para que le diese la espalda. Pos su pesado brazo en mi cintura y la mano en mis pechos. Esta noche dormir bien dijo con los labios en mi pelo. Gracias, Rudy. Te quiero, cario. Yo tambin te quiero, Curtis. Se qued dormido casi al instante. Yo me qued inmvil y aguard hasta que empez a roncar. Entonces me levant con sigilo y fui de puntillas al cuarto de bao. Tena un tubo de somnferos casi lleno, porque haca meses que no tomaba. Saqu dos pastillas y me las tom con agua del grifo. Poda tomar dos porque no haba bebido. Pero en fin... Todo tipo de malas costumbres me guiaban el ojo en aquellos momentos, impacientes por hacerme reincidir. No sabra por cul empezar.

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Captulo 23

Isabel
A finales de noviembre vino a verme Terry. Fue una visita corta, de viernes a domingo, y tuve que compartirlo un poco con su padre. El viernes por la tarde Gary fue a recogerlo al aeropuerto y lo acompa hasta casa. Yo tena los nervios de punta. Llevaba tres das adecentndolo todo, pensando en qu comidas hara y en qu ropa me pondra. Llevaba casi dos aos sin ver a Terry. Padre e hijo disimularon idnticas expresiones de abatimiento cuando les abr la puerta. Terry me abraz envarado, como si temiese romperme. Gary dijo que no poda entretenerse, que tena que marcharse enseguida. Me alegro de verte. Tienes buen aspecto, Isabel minti. Yo apenas lo mir. Haba engordado y tena menos pelo. Eso fue en todo lo que me fij. En cambio no poda dejar de mirar a Terry, de tocarlo, de maravillarme: tena veintisiete aos y ya era un hombre hecho y derecho. Ests ms guapo que nunca dije mientras revolva en un cuenco una ensalada de atn para hacer un bocadillo. A diferencia de Kirby que siempre daba la sensacin de no ocupar espacio, Terry me haca la cocina ms pequea de lo que era, porque no paraba de andar de un lado para otro. Not que estaba tan nervioso como yo. Senta mi misma aprensin por aquella visita. De verdad insist al ver que pona cara de circunstancias. Se te ha oscurecido el pelo y ests ms alto. Eso no es posible, mam. Pues lo es. Ahora tienes los ojos ms como tu padre, que tiene unos ojos preciosos. Pero Terry tena los labios tan finos y el rictus de la boca tan duro como mi padre, y me preocupaba. Sent el impulso de decirle que tuviese una actitud ms desenfadada, ms relajada, que la vida no tiene por qu ser una lucha tan encarnizada. Me sent frente a l y lo observ cenar. No os han dado nada de comer en el avin? Claro. A qu hora cenamos?

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Nos echamos a rer, complacindonos en la agradable ficcin de que seguamos siendo madre e hijo, de que nos conocamos lo bastante bien para bromear, rernos el uno del otro o reconvenirnos. Pero lo cierto era que una escrupulosa cortesa se haba interpuesto haca muchos aos entre Terry y yo. Y el tiempo y la distancia no haban hecho sino acentuarla. Ahora nos comportbamos como extraos respetuosos y cordiales (como la madre de una familia que tiene en casa a un estudiante extranjero en rgimen de intercambio). Pero esta vez quiz pudisemos romper el molde. Si todava nos quedaba una oportunidad, era sin duda aquella. Qu tal en la facultad, mam? Ah, fantsticamente. Me encanta. Me he tomado un respiro, pero pienso reincorporarme en enero. Respiro? Hubiese preferido no abordar el tema tan de sopetn. La quimioterapia me ha afectado un poco a la vista dije encogindome de hombros. Y he tenido que dejar de hacer algunos trabajos. De modo que he preferido interrumpir las clases una temporada que arriesgarme a suspender. No poda decirle el mazazo que supona para m no poder presentarme a los exmenes finales. Terminar la carrera lo significaba todo para m, y no slo porque equivala a la llave para mi futuro laboral. Representaba la normalidad, el bienestar. La rutina de las clases, las duras horas de estudio, las idas y venidas, seguir un programa, todo eso haba dado a mis das una forma y una estructura cuando el cncer amenazaba con convertirlo todo en un caos. Qu tratamiento sigues? Madre ma! Aunque quiz fuese mejor contrselo todo de un tirn y no tener que volver a hablar del asunto. Mi enfermedad era como un husped molesto no invitado, demasiado desagradable para ignorarlo. Pero a Terry siempre le haba gustado comentar estrategias, sistemas y porcentajes, y tena muchas otras cosas que decirle. En estos momentos no me medico. Qu quieres decir? Nada en absoluto? Nos hemos concedido un respiro. Pero mam... No pasa nada. El mdico no lo desaprueba. He estado once meses sometida a tratamiento de quimioterapia, Terry. Y hemos pensado que mi organismo se poda permitir un descanso. S, pero...

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Dej de protestar enseguida, un tanto cohibido. Debi de parecerle que hablarme como si fuese mi mdico de cabecera a aquellas alturas estaba fuera de lugar. Ya s que a ti no te convence mucho. Eres un cientfico. Es lgico. Terry est especializado en molculas enzimticas, pero sabe lo que es que un cncer de mama degenere en metstasis sea. Seguro que an te escandalizars ms si te digo que estoy a punto de renunciar por completo a la medicina oficial. Para tratarte... con qu? Con pases mgicos? dijo echndose a rer. Remos los dos. Prefera que pensase que bromeaba. Voy a intentar la auto curacin. Aunque, maticmoslo: me refiero a sanarme. Porque no es lo mismo sanar que curarse dije. Me sonri pensando que le tomaba el pelo. Kirby lleg a la hora de la cena, tal como tenamos previsto. Una de las cosas que ms me preocupaba era la opinin que Terry pudiera formarse de l; y de lo que pensara del hecho de que su madre, gravemente enferma, tuviese un amante. Los estuve observando toda la noche como una espa. Kirby tiene la extraa costumbre de comportarse delante de los dems como si estuviese solo. Primero desconcierta y aleja y luego resulta atrayente. Por lo menos para la mayora de las personas. Pero me inquietaba que Terry lo considerase una persona distante en lugar de ensimismado, que interpretase sus silencios como frialdad e incluso como arrogancia. Pero no tena que haberme preocupado. Kirby fue desplegando su hechizo de bajo perfil, lento pero seguro y, hacia el final de la velada, Terry incluso ri sus chistes, que son malos de solemnidad. Tambin le haba dado muchas vueltas a dnde dormira cada cual. Mi sof es cmodo pero corto, y no es cama. Y Terry mide ms de metro ochenta. Lo ms lgico pareca ofrecerle a Terry que durmiese arriba en el apartamento de Kirby, porque lo tendra para l solo, y que Kirby durmiese donde siempre, o sea conmigo. Era lo ms lgico pero no me atrev. Poda violar un principio tan arcaico como arraigado, un principio que ni defiendo ni apruebo especialmente pero al que, sin embargo, sigo apegada. Quiz sea producto de mi educacin. Y no crean que no quiero ver la carga de hipocresa que entraa. Mi nica justificacin es que tambin eso formaba parte de lo que me inculcaron de pequea. El caso es que Terry durmi en el sof y Kirby subi a dormir a su apartamento. Terry y yo fuimos el sbado a dar un paseo en el coche de Kirby. Quera ver el viejo barrio, el instituto y sus bares favoritos. Ya no existe el Hot Shoppe? exclam con incredulidad. Y Perople's? Y el Bank of Bethesda? Cmo ha podido convertirse esto en un barrio tan pijo?

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Llevaba fuera diez aos pero sus recuerdos ms claros procedan de mucho antes. No me extraa que te hayas mudado, mam. Tendras que estar forrada para poder vivir aqu ahora. Me fue sealando algunos lugares que recordaba. Mira... Ah es donde me enseaste a conducir me dijo al pasar frente al recinto destinado a aparcamiento de la iglesia catlica, que estaba al pie de la autopista. Pap lo intent una vez. Una vez y no ms. Lo recuerdas? Como si fuera hoy. Volvi a casa en estado catatnico. Cre que iba a darle un infarto. En cambio t, ni te inmutabas... Porque tomaba tranquilizantes que me daba Rudy; como para calmar a un potro. En serio? No, hombre, no! dije echndome a rer. El caso es que conducas bien. Pues pap no opinaba igual. Mira, esa es la casa de los Domsett. Siguen viviendo ah? No lo s. Supongo. Yo sola cortarles el csped. Y siempre procuraba que fuese ella y no l quien me pagase, porque me daba ms. Te acuerdas cuando deca que quera escaparme de casa? Me hacas un paquete con pastillas de caf con leche. S, y lo queras llevar en un hatillo atado a un palo. Seguro que lo habras visto en algn libro de cuentos. T me decas que estabas de acuerdo en que me escapase de casa siempre y cuando no cruzase la calle. Me dabas un beso de despedida y yo iba a dar vueltas y ms vueltas a la manzana, hasta que me cansaba y volva a casa. Luego me cont algo que yo ignoraba y que me puso los pelos de punta. Por lo visto, se emborrach en la fiesta de graduacin del bachillerato y, l y su amigo Kevin, fueron a toda velocidad con el coche por Old Georgetown Road. Pues si no me lo llegas a contar jams lo hubiese imaginado dije. Tambin me habl de Sharon Waxman, una compaera del instituto que se suicid el ao pasado. Me pregunt si me haba gustado ser una ama de casa. Le dirig una mirada inquisitiva. Era ya un hombre, no un muchacho. Llevaba el viejo turismo de Kirby por el trfico del sbado con prudencia y habilidad.

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Pues s le contest. Por lo general s. Creas que era una mujer anticuada por el hecho de no trabajar fuera de casa? No dijo sorprendido. Adems, no parabas. No estabas todo el da viendo seriales y comiendo bombones. Te ocupabas de verdad de la casa aadi muy serio. Eras el alma de la casa. Por ridculo que parezca, lo interpret como un halago. Aunque creo que no te sentas muy realizada. Lo demuestra el hecho de que hayas querido volver a la universidad para acabar la carrera. Sin duda te hubiese gustado hacerlo antes. Era la primera vez que hablbamos en estos trminos. Termina por sucedemos a la mayora, cuando nuestros padres empiezan a parecemos personas reales, con motivaciones y esperanzas tan autnticas como las nuestras. Pero no se me ocultaba que era mi estado lo que propiciaba que Terry y yo hablsemos ahora de t a t. S, en ciertos aspectos as es repuse sin faltar a la verdad. Me habra gustado ser ms independiente, tener que depender menos de tu padre; y supongo que l habra estado de acuerdo. El tema de su padre se cerna calladamente sobre nosotros. Si Terry me hubiese preguntado entonces por el divorcio le habra dicho todo lo que hubiese querido saber. Pero tena que partir de l. Y como l no lo sac a colacin; pas el momento y no lo lament. Por la tarde, Terry fue a ver a su padre, y luego a jugar al baloncesto con unos ex compaeros del instituto. Despus fueron a un bar y lleg a casa un poco tarde para la hora de cenar y muy achispado. No me has contado nada de Susan le coment mientras tombamos caf en el saln. Porque no hay nada que contar dijo, estirndose y apoyando la cabeza en las manos entrelazadas tras la nuca. Hemos roto. Oh, Terry, no. No pasa nada, mam. Ha sido de mutuo acuerdo. De mutuo acuerdo puede que s, pero de que no pasase nada ya no estaba yo tan segura. No se me han olvidado las tcticas de mi hijo para despistar; eso de estirarse, fingir bostezar y rehuir mi mirada como quien no quiere la cosa. Y qu ha ocurrido, si no es indiscrecin? Nada, slo que no funcionaba. Esperbamos otra cosa. Qu esperaba ella? pregunt. Ah, pues... lo habitual, ya sabes: casarse, tener hijos. Ya. Y t an la quieres? No lo s, mam. Supongo que s.

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Pareci sorprenderle que me atreviese a preguntarle algo tan personal. Hay que ver lo directa que me he vuelto ltimamente! Le ahorra a una mucho tiempo, porque el tiempo ya no transcurre para m al mismo ritmo que antes. Es complicado me dijo. Pero ahora somos buenos amigos. Aguard, pero por lo visto era todo lo que quera decirme. En aquellos diez ltimos aos haba perdido el derecho a presionarlo. Por eso no me import el matiz de cinismo de lo que me dijo a continuacin. Lo normal. La mayora de los padres se sienten culpables por la mnima imperfeccin de sus hijos, y yo no soy la excepcin. El desinters de Terry por la familia convencional (casarse, tener hijos) era una carencia que tem que pudiese estar directamente relacionada conmigo y su padre. Y el tema que por la tarde elud en el coche volvi a cernirse sobre nosotros. Pero Terry bostez, se tumb en el suelo y se qued dormido al cabo de unos momentos. Lo despert a las diez y lo ayud a hacerse la cama en el sof. Le di un beso al darle las buenas noches, temerosa de que mi enfermedad me propinase una sbita crisis, y me qued despierta mientras el reloj marcaba las horas de nuestro escaso tiempo juntos. No soporto reconocer ante mis seres queridos cul es el resultado ms probable de mi actual estado. Es demasiado doloroso. No tengo el valor ni la voluntad de causarles semejante dolor. No le hablara de mi enfermedad. Pero como aquel iba a ser el ltimo da de la visita de Terry, no quise dejar de decirle algunas cosas. Kirby y yo quedamos en llevarlo al aeropuerto. Yo me sent en una esquina del sof mientras Terry meta la ropa sucia en una bolsa de lona. Se arrodill en el suelo con sus vaqueros descoloridos, con el jersey amarillo que llevaba remangado hasta los codos. Alargu la mano y le acarici el pelo, se lo alis hacia atrs. Me sonri y sigui guardando la ropa. En aquel instante, con la cabeza erguida y su mirada risuea se pareca mucho al nio y al muchacho que fue, al Terry que mejor recordaba yo, y se me parti el corazn. Me hubiese gustado que tuvieses un hermano o una hermana, Terry dije con amargura. A m tambin me hubiese gustado. Qu quieres decir? Tienes a la ta Patty, no? Es un decir. Ah, ya. Deduzco que no os frecuentis, no? dijo sonrindome. No. Influye la diferencia de edad, desde luego. Pero no slo eso. Tampoco tuve mucha intimidad con mis padres. Nuestra casa era demasiado fra. Todo muy estricto. Debido a mi padre, bsicamente, pero mi madre tambin era una persona muy encerrada en s misma. Y nunca quise eso para mi propia familia.

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Una de las razones por las que me cas con tu padre fue por su vehemencia dije. Terry alz la vista interesado. Es un hombre vibrante. Sobre todo cuando ramos ms jvenes. Era apasionado y efusivo. Ya dijo titubeante, como si le diese que pensar. Pero las cosas no rodaron como esperbamos. Al separarnos yo le ech toda la culpa. Y no fue todo culpa suya, en absoluto dije inclinndome hacia l, tratando de aclarar las cosas de una vez por todas . Lo ltimo que podamos querer era que nuestra separacin te alejase de nosotros, Terry. T nunca tuviste culpa de nada. Eras lo mejor de mi vida. Si no consegu demostrarte lo mucho que te quera, lo siento de verdad. Te quera muchsimo. Y te sigo queriendo, tanto como a quien ms haya querido, tanto como soy capaz de querer. Y a m me parece que es mucho, porque me llena el corazn. Sentira que t no lo sintieses as. No haba visto llorar a mi hijo desde que tena doce aos. Repos la cabeza en mi regazo para ocultar su rostro. Sus hombros se agitaban, sollozaba. Vamos, desahgate... le dije acaricindole el pelo, robndole un beso. Confiaba en que no se avergonzase. He descubierto que llorar es bueno, o que por lo menos no es algo que haya que evitar a toda costa. Demuestra que uno tiene sentimientos, eso es todo. Le sequ las lgrimas y le sonre. Ahora era ms fcil hablar con l, tan fcil como cuando era pequeo. Nunca te he hablado de lo que provoc la ruptura entre tu padre y yo. T tampoco me has hablado de lo que realmente ha provocado la separacin entre t y Susan. Los detalles no importan. Pero asegrate de tener buenas razones, Terry. Que vuestra felicidad no sea completa, perfecta, puede no ser razn suficiente. La quieres? La vida es demasiado corta. Cuando se tienen veintisiete aos parece que haya de ser eterna, lo s, pero... Detesto sermonear, pero haba aguardado demasiado tiempo y tena muchas cosas que decirle. Nunca desdees el amor, no lo descuides. Nunca des por sentado que encontrars otro mejor en otra parte. Tmalo all donde seas tan afortunado de encontrarlo, y procura corresponder siempre le aconsej apretando mis labios a su frente. No des demasiadas cosas por sentadas le susurr. Este es mi ltimo pedacito de sabidura, y creo que es el ms importante. Como ya he dicho, Kirby tiene el don de la oportunidad. Porque justo en ese momento llam a la puerta con los nudillos y entr. Terry no se sobresalt; no pareci resultarle embarazoso que Kirby lo viese llorar. Sac un pauelo del bolsillo, se sec las lgrimas y se son dignamente. Listo? pregunt Kirby con adecuada suavidad. Ya es casi la hora.

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Nos levantamos. Terry se puso la chaqueta y se colg la bolsa de lona al hombro. Mirad... dije. He pensado que no voy a ir con vosotros. Nos despediremos aqu, Terry. Terry pareci sorprendido, pero no discuti. Te llamar en cuanto llegue a casa esta noche me prometi abrazndome con fuerza. Y volver, mam, en cuanto pueda. O podras venir t a verme. Qu te parece? Quiz por Navidad. Buena idea dije aceptando de buen grado lo improbable de la perspectiva. Cudate mucho. Y t. Cudala t tambin, Kirby. Lo har. Te quiero musit al besarlo en la mejilla, todava hmeda. Yo tambin te quiero, mam. Te quiero mucho dijo sin saber cmo acabar de despedirse. Yo tragu saliva y tambin las lgrimas. Andad, daos prisa, no vayas a perder el avin. Te llamar repiti siguiendo a Kirby hacia el ascensor, que lleg casi de inmediato. Y te escribir ms a menudo, mam! Le sonre y le lanc besos hasta que las puertas se cerraron. Y entonces me not tan cansada que me sent incapaz de llegar al dormitorio. Me dej caer en el sof y me tap con la manta, una vieja y agujereada manta que an ola a oveja y que haba tricotado yo misma haca muchsimos aos, cuando no me avergonzaba de ser el alma de la casa, como deca Terry. Vivimos muchsimos momentos felices en aquellos tiempos que, sin ninguna razn especial, haba menospreciado. La nostalgia me embarg como una agradable niebla, adormeciendo un poco el lacerante dolor de ver partir a Terry. Gary sola echar una cabezada los domingos por la tarde bajo esta manta. Yo me sentaba a su lado, leyendo o haciendo punto con la radio bajita, viendo subir y bajar su pecho bajo los entonces vivos colores de los cuadros de la lana. Tambin sola utilizar aquella manta para cermela al camisn y salir a la puerta a recoger el peridico. A Terry le gustaba tenderla entre dos sillas del comedor y decir que era un soldado que estaba en un fuerte. Estara Gary ahora en casa? Poda llamarlo. Slo para hablar. Hola, cmo ests? Qu te parece nuestro hijo? Despus de todo no lo hemos hecho tan mal, verdad? Pero el telfono estaba demasiado lejos y yo demasiado cansada para levantarme. Cerr los ojos y me adormec. Empec a soar algo bonito sobre la familia. Y le puse un final feliz.

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Captulo 24

Emma
Mi cumpleaos es el 28 de diciembre, o sea que soy capricorniana; como una cabra, vaya. No me hace ninguna gracia, sobre todo este ao. Muchas Navidades las paso fuera; voy a Danville a ver a mi madre, y a veces sigo hasta Durham y Chapel Hill a ver a ex compaeros de la facultad y pasar la Nochevieja con ellos. Pero aquel ao no me senta con nimo ni para hacer la maleta; y no digamos para viajar, prodigar saludos, sonrisas y conversacin. Y como el solo hecho de pensar en tener que sonrer y hablar me produca nuseas, opt por quedarme en casa. Pero no para auto compadecerme, en absoluto, sino que me vest como es debido, llam a todos aquellos a quienes quiero e incluso me anim a salir para llevarle a Isabel un regalo. De modo que, con una de esas piruetas mentales que catapulta de lo sublime a lo ridculo, me estaba reservando para celebrar mi cumpleaos el da 28 ms sola que la una. Era una actitud heroica, una orga de autocompasin. Mi soledad era elegida. Mis amigas no me haban abandonado. De modo que, en conciencia, no poda hacerles cargar conmigo y, por lo tanto, les ped que me dejasen tranquila (adems, Rudy estaba fuera). Empec el da con normalidad, es decir, por los suelos y flagelndome. Y la novela que comenc la pasada primavera? La tir a la papelera en agosto; una decisin piadosa, cranme. Result lo que llaman una novela de iniciacin a la experiencia; una adolescente precoz que se inicia en el amor, la vida, el sexo y la expiacin entre coloristas personajes, en un barrio de millonarios judos que quita el aliento, en el Medio Oeste. Yo ambient la ma en una repelente poblacin del sur de Virginia llamada Tomstown. Y, como he dicho, fue una decisin piadosa. Me lo merezco por confundir las churras con las merinas. Ahora estoy escribiendo algo totalmente distinto (aunque lo de que estoy escribiendo es casi un eufemismo). Va de misterio, un thriller, con mucha intriga y suspense, una mujer en peligro. Muere hasta el apuntador. Creo que es un bestseller potencial, incluso adecuado para una pelcula. Lstima que se te caiga de las manos. Pero escribir esa historia me ense una cosa: que disfruto de lo lindo matando a la gente. Lo digo porque le cog enseguida el gustillo. Y por lo tanto sigo, dale que te pego. Lo malo es que todos mis personajes pueden haber muerto antes de que termine el libro, y podra resultar que el narrador es el mismsimo Dios.

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Otra cosa que me est enseando este libro o, mejor dicho, este libro y su defenestrado antecesor, es que a lo mejor soy ms falsa que un dlar belga. Durante toda mi vida he querido escribir novelas o, por lo menos, eso he estado diciendo casi siempre. Escribir reportajes no me satisfaca. Siempre quera enfocar la historia de otra manera, porque pensaba que la realidad no era nunca del todo real, y esas zarandajas. Bueno, pues resulta que soy mucho mejor periodista que novelista. De modo que ahora he de preguntarme si no me sentira yo atrada simplemente por la imagen de lo que representa escribir novelas. Quera parecer una novelista. Quera que en las fiestas, cuando me preguntasen a qu me dedicaba, pudiese contestar soy escritora, novelista. Y, de ser esto cierto, no s qu voy a hacer en adelante. Me produce la misma sensacin que reventar una puerta de cristal. Pens que tena un buen panorama, un futuro, pero puede que solo consiga sumirme en la perplejidad y en un lacerante desconcierto. Feliz cumpleaos, Emma. Lo que necesitaba yo era un pastel; o una tarta helada, una de esas delikatessen de fbrica que anuncian por la televisin en estas fechas. Siempre consiguen que se me haga la boca agua. Una vez estuve a punto de comprarme una, pero renunci al leer en la etiqueta el contenido en caloras y grasas. Pero, bah, a hacer puetas!, tengo cuarenta aos y puedo tomar lo que me d la real gana: vino y tarta helada; un buen vino, no uno de esos que venden en break y se conservan en el frigorfico. Salir a la calle y entrar en el coche se me antoj como aterrizar en un nuevo planeta. Cunto haca que haba salido de casa? Casi cuatro das. No est tan mal eso de tener empleo fijo. Aunque no hay que exagerar. El cielo de diciembre al atardecer tena esa tonalidad griscea de paales usados. Amenazaba lluvia o nieve, sin acabar de decidirse a descargar (hasta que aparqu en Columbia Road y ech a andar hacia la licorera, que estaba a manzana y media). Empez a caer aguanieve. La maana del da 24 me puse unos viejos pantalones negros de un chndal, una blusa negra y una chaqueta de punto de color cachumbo con grandes bolsillo, a la que slo le quedaba un botn. Era una indumentaria que me gustaba tanto que me la puse tambin al da siguiente; y al otro. Y la llevo hoy. Hace una semana que no me lavo la cabeza (para qu?) y ni que decir tiene que voy sin maquillar. Habra sido perfectamente capaz de salir de casa en gabardina y pantuflas, sin calcetines. Captan la imagen? Mick la capt al abrir la puerta de la licorera y casi tropezar conmigo. Perdone dijo. Porque, por un instante, no me reconoci. Luego no supe si interpretarlo como un insulto o como un halago. Al reconocerme me dirigi una mirada que a un observador imparcial le hubiese parecido divertida, y se detuvo en seco.

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Yo tambin. Hola, Mick creo que dije como si tal cosa. Ya dentro de la licorera cre que iba a darme un infarto. Deb de quedarme lvida. En cambio l se sonroj, se le pusieron las mejillas como si acabasen de abofetearlo. Cmo ests? lo salud. Cmo ests ltimamente? Yo estaba apoyada contra el marco de la puerta con una bolsa llena de botellas que entrechocaban, y l al otro lado sostenindome la puerta. Emma... Ni siquiera pudo sonrer. Pero me dirigi una mirada incendiaria. Su sorpresa me ayud a reponerme de la ma. Estaba a punto de decirle algo brillante y puede que incluso cierto, como te he echado de menos o algo as, cuando mene la cabeza y dijo: Tengo a la familia ah fuera. Pues s. All la tena, en el coche. Reconoc el pequeo Celica blanco aparcado a media manzana de all. No distingua a sus ocupantes, slo brumosos perfiles a travs de la aguanieve y el parabrisas empaado. Bueno, pues saldalos de mi parte. Me alegro mucho de verte. No nos movimos. Cmo ests, Emma? Bien, ltimamente bien. Y t? No se me da muy bien mentir, pero por lo menos lo intento. Mick ni siquiera eso. Yo estoy fatal me dijo. Me sofoqu. No me digas eso musit. No me digas eso, por Dios. Dos clientes, uno que quera entrar y otro salir, pusieron fin a la tortura. Tuvimos que separarnos. Yo sal y Mick entr. No llegamos a decirnos adis, simplemente nos saludamos con la mano. Qu impotencia! Di gracias a Dios de que mi coche estuviese aparcado en sentido contrario al suyo. As no tendra que saludar a Sally. De modo que fui hasta el coche con mis botellas de vino, tratando intilmente de defenderme de la glida aguanieve, y volv a casa. Al sonar el telfono por la noche adivin que era Mick. Verdad que a veces una adivina quin es, segn cmo suena el telfono? Llevaba tanto rato sentada frente a la chimenea que el fuego se haba extinguido. Debo decir en mi honor que no me haba emborrachado. Me haba bebido un par de copas de vino de un cabernet carsimo, no ms. No me apeteca. Contest al telfono a la tercera llamada con un Diga firme, claro y fingidamente campechano. Feliz cumpleaos! Gracias. Cmo ests?

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Era Lee. Dej caer mi trasero en un taburete y aguard a que mi ritmo cardaco se sosegase. Bien. Hasta no hace mucho, Lee sola contestar a esta pregunta diciendo no estoy encinta. Pero ya no lo hace. Ya no nos hace gracia, sobre todo a ella. Porque, de momento, la fecundacin in vitro sigue sin funcionar. Qu tal tu cumpleaos? aadi. Fatal. Oh, no... Quieres venirte? No, gracias. No estamos haciendo nada, ni siquiera discutir. Vente y te animars. Te lo agradezco pero no. Eres muy amable. Qu tal t? Bien insisti. Rudy ya ha regresado de las Bahamas. Ah s? Cundo? Hoy. Te ha llamado? S. Jo! O sea que Rudy no me dice una palabra en mi cumpleaos pero llama a Lee para decirle que ya ha regresado de su segunda luna de miel (pongo a Dios por testigo que lo dijo literalmente as). Y qu tal? pregunt. La he notado como antes. O sea...? Pues no muy bien. Creo que slo me ha llamado para decirme que no vendr a cenar maana. De modo que slo seremos t, Isabel y yo. Vaya por Dios! El cuarteto empezaba a desintegrarse. Y te ha dicho por qu? Porque ha de ir a no s qu con Curts. Solt una retahla de tacos de los ms vulgares, que hizo que Lee sisease como una mangosta. Te comenta algo ltimamente? le pregunt . Te ha dicho qu le pasa? No. O sea que a ti tampoco te cuenta nada? No, y me consta que tampoco le cuenta nada a Isabel, porque se lo he preguntado. Suspiramos al unsono.

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Bueno dijo Lee en tono abatido. Pues maana por la noche nos veremos. No olvides traer la ensalada. La he olvidado alguna vez? Pasars t a recoger a Isabel? Claro. Bueno, pues feliz cumpleaos, Emma. Buenas noches, Lee. Colgamos. Al instante volvi a sonar el telfono. Diga. Emma? Soy Mick. Perd el mundo de vista; slo qued mi mano en el auricular y su voz en mi odo. Me sent atenazada por la ansiedad, por el puro anhelo, al saber que era l y que aquello era real. Haba estado muy cerca de convencerme de que no era real que l fuese lo nico que me importaba y que lo superara. Podramos vernos? me pregunt. Ests bien? Estoy bien dijo riendo entre resoplidos. Pero... Imagin poder or en su entrecortada respiracin todo lo que no poda decirme. Lo imagin en su casa, probablemente en la cocina mientras Sally acostaba al nio arriba. Ests en casa? No; estoy en mi coche. Te llamo con el mvil de Sally. Ah exclam felicitndome por mi intuicin. Pues se oye muy bien. De nuevo ri sin ganas. Claro, como que estoy en la esquina de tu casa! Oh, Dios... Guard silencio por unos angustiosos segundos. No te preocupes, que no pasa nada dijo luego. Slo que iba en el coche y he pasado por aqu. No voy a... Dame cinco minutos. Por? Necesito cinco minutos. Estoy... sin vestir. Y luego ven. De verdad? Que s. Cuelga y ven dentro de cinco minutos.

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Entonces s que ri con ganas. Aguard hasta que hubo terminado de rer, porque me deleitaba or su risa, y entonces colgu. Cinco minutos? Tena que haberle dicho diez. Corr escaleras arriba, me met en el cuarto de bao y me mir en el espejo. Diez minutos? Tena que haberle dicho hora y media. No me daba tiempo a ducharme y cambiarme de ropa. Tena que adecentar la casa y comprarme ropa. Me quit mi rada chaqueta de punto y me lav los dientes, manchados de vino. Intent peinarme pero era imposible, y opt por hacerme moo. Me di un toque de maquillaje y me pint los labios. Dios, Dios... Slo encendera una luz. Al bajar repar en que tampoco tena tiempo de reavivar el fuego de la chimenea. Recog los peridicos que tena esparcidos por todas partes, ahuequ los cojines del sof y recog las migas de la mesa. Puse msica, pero la apagu enseguida. Le gustara mi casa? No era muy artstica. Tena algunos cuadros, algunos grabados que me gustaban muchsimo, aunque probablemente fuesen chungos. Oh, Dios, descubrira que era vulgar, inautntica y superficial. Pero, qu bobadas estaba pensando? Me gustaba ms cuando ramos dos personajes de tragedia pura y simple; no un futurible, una realidad compleja. Antes ramos perfectos. Son el timbre de la puerta y me dio un vuelco el corazn. Se me aceler tanto el pulso que pens que, si no remita, por la maana la habra palmado. Respir hondo como medida preventiva. Puse cara de normalidad y abr la puerta. Hola, nos saludamos. Entr acompaado del fro y la humedad con su abrigo de lana. Tena el rostro aterido y las orejas lvidas. Qutate el abrigo le dije. Al drmelo not lo fras que tena las manos. Ests helado. Qu has hecho?, dar vueltas a la manzana? Ms o menos repuso. Entr al saln y fue hacia la chimenea pero se detuvo al ver que el fuego estaba apagado. Se ha consumido dije tontamente. Nos sentamos aqu? l se sent en un silln y yo en el borde del sof. Un error. Cmo bamos a hablar as? Resultaba artificioso. Mick y yo en el saln, uno a cada lado de mi alfombra de pita. No ramos nosotros. Actubamos. Quieres tomar algo? Tengo vino para dar y... tomar. No, gracias. Caf? Eso s, estupendo. Ven dije levantndome de un salto. Era mucho mejor en la cocina. Mick se apoy en la repisa, mirndome mientras yo pona un cacillo de agua a hervir y el caf en el filtro. El agua

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rompi a hervir en pocos segundos y la fui echando poquito a poco en el filtro. Resulta un tanto laborioso este sistema del caf filtrado, pero viene muy bien para tener las manos ocupadas. Hoy es el cumpleaos de Jay dijo para llenar el laborioso silencio. Ah s? exclam alzando la vista. Qu coincidencia. Cumple seis. Me he tomado la tarde libre porque le hemos organizado una fiesta con sus amiguitos esta tarde en el zoo me explic . Slo eran ocho, y no nos pareci que fuesen muchos cuando lo organizamos, pero... aadi tocndose la frente como si le doliese la cabeza. Madre ma! Ya, ya. Excusas para ir a comprar whisky y recuperarte. Nos echamos a rer y eso sirvi para mitigar la tensin. Empez a pasearse frente a la ventana mientras yo lo observaba con el rabillo del ojo. De nuevo lo vea cambiado. Llevaba pantalones grises, un buen abrigo y una corbata azul con el nudo flojo. Me dije que deba de vestir as, como un ejecutivo, en su nuevo empleo a tiempo parcial en el bufete en el que trabajaba antes. Si es que an segua trabajando all. El hecho de que yo ni siquiera lo supiese, de que poda haber muchsimas cosas en su vida de las que yo no tena ni idea, me pareci muy triste. Cmo est Isabel? me pregunt, jugueteando con un salero en forma de gallo que enseguida volvi a dejar en la repisa. Y Rudy? Sally me habla algunas veces de Lee, pero de las otras no he vuelto a saber nada. No es extrao que lo ame. No me lo haba dicho por llenar el silencio sino que se interesaba de verdad por cmo estuviesen mis amigas, y no slo por m. Serv el caf en dos jarras y aad leche al suyo. Isabel est muy enferma. Me temo que la cosa no pinta bien. Lo siento, Emma. Ya. Su condolencia me lleg al alma. Quiz porque ya estaba muy sensible. Le pas la jarra y cog la lata de las galletas. Quieres una? le ofrec. Rudy tampoco est bien. Ha dejado las clases. Sabes que haba empezado a estudiar paisajismo y jardinera? No. Bueno, pues lo ha dejado. Dios sabe qu har ahora. La verdad es que no tengo ni idea dije en un tono que me son fro y distante. Lo siento dijo l. S, la vida es un calvario dije, haciendo oposiciones a quedar como una imbcil, a echarme a llorar o yo qu s. Por qu has venido, Mick? Slo para hablar? Quieres tener relaciones conmigo? Es eso? Pues ya sabemos los dos exactamente cmo resultar aad en un tono

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que me pareci detestable. Y lo era. Qu derecho tena yo a pagarlo con l? Si quieres me marcho... No, no te marches. No, perdona. Es que estoy... He de ser sincera contigo, Mick: a veces tengo muy mal carcter, cuando sufro... Pues no quiero que sufras. Ya es demasiado tarde. No puedes hacer nada le dije. O s? Para qu haba venido? Dej la jarra en la repisa. No paraba de decirme que tena que verte. No poda creer que pasaran meses sin que coincidisemos. Ya. Pero yo te he visto; en la calle, pasando en el coche, en la cola del cine. Aunque no eras nunca t. No lo era, claro. Slo alguien que se le pareca, y a veces ni eso; slo unos ojos, un pelo o una boca de un tipo apuesto que me lo recordaban. Un espejismo. Pues hoy s hemos coincidido dijo. S. Una visin encantadora. Calladita ests ms guapa, Emma! Una visin encantadora repiti sonriente. Pero no ironizaba, y mi fatua frase no son as al repetirla l. Es como tomarse una copa o fumar un cigarrillo y reincidir en la adiccin. Oh, Dios, aydame. Estaba a punto de desfallecer. Tena que verte. No te ras. He pensado que... Se me ha ocurrido que si estuvisemos juntos, slo una vez, luego ya nos dejaramos en paz. Ah s? exclam muy seria, aunque sin insinuar que no estaba de acuerdo. Me pareca una actitud espuria, si es que se refera a lo que yo estaba pensando. Pero lo deseaba demasiado para poner objeciones. La sola idea de no volver a verte... dijo tocando el canto de mi mano asida a la repisa. Es peor que estar juntos. As me lo parece a m. Es engaarse, Emma. Casi un... pecado. Un pecado... Como ex catlica la palabra me dej pasmada. Es eso lo que sera para ti? Crees que acostarte conmigo sera pecado? Mene la cabeza sonriente, con expresin de impotencia. La verdad es que ya no me importa le dije. Me tienen sin cuidado tu sentimiento de culpabilidad y tu alma inmortal. Qu te parece eso? Ni tampoco me importan tu esposa, tu hogar feliz ni tu... Se me hizo un nudo en la garganta. No me sala. En lo ms profundo de mi ser alentaban las razones que me decan que lo nuestro era un error, como siempre nos lo pareci. Ni tu hijo dije al fin, como quien toma una valiente decisin aunque le flaqueen las piernas.

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l hizo lo mejor que poda hacer: rodearme con sus brazos y abrazarme. Cerr los ojos para no ver el dolor y la duda en su cara. Las palabras nunca nos han llevado a ninguna parte, aunque la verdad es que nunca conducen a ninguna parte cuando la situacin es insostenible. Lo bes para aliviar la tensin, y funcion: todo se disolvi lentamente; todo menos la clida boca de Mick, la aspereza de sus mejillas y el contacto de su mano en mi cuello. Nos besamos hasta quedarnos sin aliento y nos tocamos hasta que el sexo puro y duro se nos impuso, no para solazarnos, no para demostrarnos que nos queramos. Opt por dejarme ir, por dejar de pensar y simplemente hacerlo. Quiz algo cambiase si lo hacamos, quiz ocurriese algo imprevisible. Adems, pareca algo tan natural separar las piernas para que Mick pudiese moverse entre ellas y apretarme, arrimarme a la repisa y empujar, hacindome dao en la espalda. No me importaba que me hiciese dao, deseaba sentirlo, quera que sus manos me tocasen por todas partes. Vamos arriba musit. En la cama podra tenerlo completamente. Nos tomamos de la mano y fuimos a oscuras por el pasillo hasta las escaleras y subimos al dormitorio. Estuve a punto de no encender la luz, por temor a ver de nuevo su rostro, pero la azulada y fra luz de la luna me estremeci. Anhelaba tanto el calor que corr la cortina y encend la lamparita de la mesilla de noche. Nos quedamos de pie, uno a cada lado de mi cama, an por hacer. Nos miramos. Tuve razn al temer ver de nuevo su rostro, porque su expresin era trgica. Qu? dije mientras me desabrochaba la blusa. No era muy romntico, pero uno de los dos tena que empezar. Mick rode los pies de la cama y se sent en el borde. Pero no se movi. No se quit el cinturn ni los zapatos. Cre adivinar lo que iba a ocurrir. Sent el impulso de gritarle, de montarle una escena. Porque me enfurec al comprender lo que ocurra. Desech la idea pero estaba lo bastante furiosa y herida para querer herirlo a l. No volv a abrocharme la blusa al acercarme a l. Tengo los pechos grandes (as me lo han dicho ms de veinte hombres); son lo mejor que tengo. De modo que era un consuelo mostrrselos a Mick, refocilarme al ver cmo se le iban los ojos. Ya ves lo que te pierdes, pens despechada. Mick sonri. Me mir con tanta ternura y comprensin que me ech a llorar. Soy un imbcil me dijo tomndome de la mano y hacindome sentar a su lado. S lo que sientes. Seguro que ahora mismo me desprecias tanto como me desprecio yo. No, no... musit. Qu te pasa?

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Qu haba ocurrido en la corta distancia que mediaba entre la cocina y el dormitorio? Debimos haberlo hecho en la rinconera? Ya sabes t lo que ha ocurrido. Te he estado mintiendo. En qu me has mentido? pregunt medrosa. En que podramos hacerlo slo una vez. Ah, eso... Imaginas que te he credo? Sonri y empezamos a besarnos las manos. Una escaramuza. Luego descans la cabeza en su hombro. De modo que, por lo que veo, nada ha cambiado en realidad dije entristecida. Slo has venido aqu para atormentarme. Otra vez. Ya casi lo haba superado. Pero no es cierto. He venido porque... dijo elevando los hombros y dejndolos caer con abatimiento. Todo parece estpido. Slo puedo decirte que no poda resistir ms, que me mora de ganas de verte, que tena que verte. No s si ha cambiado algo, Emma, pero quiz s. He sufrido lo suficiente para que algo haya cambiado. Yo tambin. No ha habido otras mujeres me asegur mirndome con fijeza. Me lo preguntaste en la playa. Pues te contesto: slo t. Te pregunt algo ms. Not por su ligero parpadeo que lo recordaba. Tard en contestarme. Sigo acostndome con mi esposa. S. No muy a menudo. Ella necesita... hacerse la ilusin, y tratar de aportarla cuando yo no puedo hacer otra cosa. La ilusin? De que somos un matrimonio. Ah. Y crees que eso aporta algo positivo? Hizo una mueca de contrariedad y me mir abatido. No creo que lo entiendas. Intntalo. Vers, Emma... Soy lo nico que tiene. Aunque creo que en el fondo me odia. No me atrevo a entregarle a Jay ni a quedrmelo yo. Me lo dijo como si tuviese cristales rotos en la garganta, tanto le cost pronunciar las palabras. Segua detestando traicionar a Sally conmigo, ni siquiera con una relacin espordica. Y eso tambin me dola. Por qu te casaste con ella, Mick? Porque se qued encinta. Ya. Se hizo un silencio que se poda cortar.

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No podis ser ms distintas prosigui Mick, titubeante. No es una persona fuerte. Siempre se ha definido por lo que los dems piensan de ella, su familia, sus amistades. T. Sobre todo yo. La has querido alguna vez? Es a ti a quien quiero. Oh, Dios exclam ocultando la cara entre las manos. Por qu has venido? volv a preguntarle, presa de un extrao agotamiento que casi me hizo temer marearme. Creo que... a pedirte que esperes. Esperar? Porque an no puedes dejarla? Sigues creyendo que seguir con ella es mejor para Jay que romper? No lo s dijo mesndose el pelo. Tuve la certeza de que, en realidad, quera decir que s. Mrchate, Mick le dije levantndome. Emma... No soy tu psicloga. No vengas a mi casa para desahogarte de tus problemas conmigo. Esa es la primera muestra de egosmo que me has dado, y no me gusta. Te tena en un altar pero te has cado. Ni siquiera vas a acostarte conmigo. Mrchate, por favor; desaparece durante otros seis meses. No soy masoquista. Ya te habr olvidado. Te lo prometo. Mick se levant. Nunca se enfurece (algo que en ese momento no me pareci una virtud). Lo siento dijo. Lo siento. Farfull algo que no pude entender y sali del dormitorio. Lo alcanc en el pasillo, lo rode con los brazos desde atrs y arrim la cara a su espalda. Una posicin simblica (nada de contacto cara a cara, sino yo aferrada al hombre que una y otra vez se alejaba de m). l fue a darse la vuelta, pero no le dej. Me resultaba ms fcil decrselo as. Escchame. Quiero casarme contigo, Mick. Tener hijos. Morirme de hambre contigo por amor al arte. Lo que no quiero es ser una solterona de cuarenta aos que tiene un lo con un casado; o que ni siquiera tiene eso, que es aun peor dije. Not que el corazn le lata con ms fuerza. No puedo seguir esperando aad con voz entrecortada. No tenas que habrmelo preguntado. He de seguir con mi vida. De modo que no me llames ni vengas a verme. Eso no hace sino empeorar las cosas. Ya lo s. No te llamar ni vendr dijo meneando la cabeza. Te quiero. Y no lo digo para que cambies de actitud, slo para que lo sepas.

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Se ci la cintura con mis brazos por unos momentos y luego se march. A ltima hora de aquella noche llam a Rudy. Oh, perdona, estabas durmiendo, verdad? Emma? Perdona repet. Qu ocurre? Espera un momento... Rudy cubri el micrfono con la mano y durante medio minuto no o nada. El telfono que tiene en el dormitorio es inalmbrico. Supuse que estara dicindole a Curtis que volviera a dormirse, para levantarse luego sigilosamente e ir al pasillo o al cuarto de bao. Emma? No he cado en que era tan tarde, Rudy. Lo siento de verdad. No te preocupes. Supongo que Curtis se habr cabreado. No, mujer, en absoluto. No tena que haber dicho eso. Repar en ello por su tono. Siempre era muy susceptible en relacin a Curtis, y por eso procuraba abstenerme de mis sarcasmos, sobre todo porque ltimamente la susceptibilidad de Rudy haba subido de punto. Algo realmente malo deba de ocurrir entre ellos, pero no tena ni idea de qu poda ser. Qu tal las vacaciones, Rudy? Estupendamente. Ah s? Pues s. Por el tono en que lo dices, nadie lo dira. Ests bien? Acabo de despertarme. Ya, claro. Es verdad. Guard silencio y ella esper a que fuese al grano. Era una conversacin bastante inusual entre nosotras, y yo empezaba a perderme en vaguedades. Apenas recordaba por qu la haba llamado. Pero enseguida lo record. Hoy he visto a Mick. Ah. Su respuesta son como si le pareciese irrelevante. S, en la bodega de Columbia Road. Pero slo nos hemos mirado y apenas hemos podido hablar. Me ha pillado por sorpresa... Adems, su esposa y su hijo estaban esperndolo fuera, de modo que... Se fastidi.

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S. Pero esta noche me ha llamado, desde su coche y le he dicho que poda venir a casa. Oh, Emma... Ya lo s. Pero no he tenido fuerzas para resistirme. Te has acostado con l? No, pero he estado a punto. Rudy suspir de un modo que me pareci comprensivo. Ha sido casi una reedicin de lo ocurrido en la playa, salvo que hoy ha sido... Hemos hablado de su situacin, que no tiene salida. De modo que no hay ms cera que la que arde. Se acab, y estoy... Estoy hecha polvo, quise decirle. Aydame. Lo siento, Emma. De verdad que lo siento mucho. Quiz sea lo mejor. Quiz. Aguard a ver si Rudy me deca algo ms. Pero no. No habra ms palabras de consuelo ni de comprensin para m aquella noche. Tena que haber llamado al Telfono de la Esperanza. Bueno dije, ya es muy tarde. S. He de dejarte. Te llamar. De veras? Eso sera una novedad. Soy el colmo. Tampoco tena que haberle dicho eso. Tena que haberme abstenido de hacerle el ms leve reproche. Le sent mal y lo not en el tono de la despedida. Buenas noches, Rudy dije con mi tono ms amable. Perdona por haberte despertado. Buenas noches, Emma. No dudes de mi cario. Bueno... oye..., es que... Dej el auricular en el receptculo lentamente, frunciendo el ceo y sonriendo a la vez. Estaba casi sin aliento. Tampoco t dudes de mi cario, musit. Pero la verdad es que Rudy me dej muy preocupada. No poda enfadarme con ella por no mostrarse tan comprensiva como siempre, por no expresarme su apoyo con la firmeza de otras veces. Tena el corazn destrozado, pero ya se me curara. Algn da. Estaba claro que algo le ocurra a Rudy. Slo necesitaba sincerarse conmigo. Estaba segura de que tena que ver con Curtis. Pero de qu se trataba? Mientras hablbamos por telfono, haba pensado en unos momentos, de haca ya bastantes aos, en los que Rudy me ayud a superar una crisis que pas a causa de mi relacin con Peter Dickenson. Peter el Jeta. Yo estaba loca por l, loca perdida. Y estaba dispuesta a casarme con l. Creen que soy cnica acerca de los hombres? Pues tenan que haberme conocido hace seis aos.

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Peter era un tipo delgadito, que siempre llevaba el pelo peinado hacia atrs. La verdad, era de la clase de hombres que inspira desconfianza. Por entonces yo viva en un suntuoso apartamento en Foggy Bottom y estaba muy a gusto viviendo sola. Pero estaba tan colada por el Jeta que lo invit a vivir conmigo. Y vivimos en paz y armona durante casi cuatro meses. Pero una noche no adelanten acontecimientos llegu a casa temprano despus de una reunin de las Cuatro Gracias, y a que no lo adivinan? Vaya! Lo han adivinado! Pero, vern, da igual que sea una historia muy manida y que la hayan odo innumerables veces en letras de canciones country, o exageradas en las lacrimgenas series de televisin. Cuando le ocurre a una no tiene nada de divertido. Los pill in fraganti, en mi propia cama. Di media vuelta y los dej seguir, pero la imagen se qued como cauterizada en mis retinas. La parejita tambin me vio. De modo que fui al saln y me sent en el sof a esperar. No tardaron mucho. Peter sali primero, en calzoncillos. Se arrodill a mis pies. Y venga a hablar, a endilgarme lo de ella no significa nada para m, y entonces sali la chica. Por lo menos no era alguien que yo conociese. Tena pinta de estudiante universitaria, de piernas largas y exuberante melena rubia. Se qued lvida al or que no significaba nada para l, y la verdad es que me dio un poco de pena. Se march enseguida y Peter sigui hablando. Esto lo recuerdo con increble nitidez: le plant el pie en su pecho desnudo y le di tal empujn que lo hice caer de espaldas. Fuera!, le grit. Y como se neg a marcharse, llam a la polica (la primera y nica vez que he llamado a la polica). Peter vio la luz destellante del coche patrulla y se larg antes de que llegaran los agentes. De manera que a eso iba llam a Rudy. Por entonces casi no nos hablbamos. Porque, al poco de casarse con Curts, nos las tuvimos acerca de l y, aunque fingisemos haberlo olvidado para no daar la armona de las Cuatro Gracias, el resentimiento persista. Pero la llam y me bast decir Oh, Dios, Rudy para que me dijese Voy a tu casa enseguida. Se qued conmigo toda la noche. Y yo estuve llorando como una magdalena. Bebimos ginebra, fumamos un cigarrillo tras otro y, hacia las seis de la madrugada, fuimos al Howard Johnson's de Virginia Avenue y pedimos unos minis de beicon. Fue un desmadre. Pero Rudy consigui levantarme el nimo. Eso es lo importante. No s cunto tiempo habra estado llorando a Peter de no ser por ella. No s qu recibimiento debi de hacerle Curts al verla llegar a casa a las nueve de la maana. A eso iba: a que el hecho de que esta noche no haya acudido a una misin de rescate de esta pobre amiga no se lo tengo en cuenta por lo que a nuestra amistad se refiere. Est por encima de una actitud aislada. No hace mucho dije que el problema estaba en los hombres. Los hombres lo estropean todo. Es una muletilla de mi madre. Se la he odo desde que era nia, y la verdad es que me resulta difcil discutrsela.

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Pero ahora estoy enamorada. Lo paso fatal, pero no puedo culpar a nadie. Ser esto madurar? Si es as, preferira que no lo fuese. Porque hoy he llegado a la mediana edad. Y me repatea. No veo en mi futuro ms que soledad; madurar, aburrirme y seguir un tratamiento a base de hormonas como terapia sustitutiva. Feliz cumpleaos, Emma. Bienvenida al resto de tu vida.

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Captulo 25

Lee
Suelen llamar del consultorio del doctor Jergen a primera hora de la tarde. Tanto si son buenas como malas noticias, entre las cuatro y las cinco, es la hora en que las enfermeras dan a sus pacientes los resultados de los anlisis. De modo que pens que probablemente eran ellas, cuando son el telfono en casa a las cinco menos cuarto de un fro y oscuro lunes de mediados de enero. Llevaba todo el da con una sensacin de vaco. Una premonicin? Dej que el telfono sonase tres veces y media, casi a punto de que respondiese el contestador. La seora Patterson? Era Patti, una de las enfermeras simpticas. Siempre te consuela cuando no tiene buenas noticias que darte. No todas lo hacen. Te leen los resultados como si se tratase de las cotizaciones de la Bolsa, con una voz impersonal y monocorde. Qu tal? Cmo est? Bien. Y usted? Bien, gracias. La llamo para darle los resultados de las ltimas pruebas. Ya. Pues..., que lo siento muchsimo. No ha habido suerte esta vez. Que no haba habido suerte esta vez? Por si fuera poco, Henry haba escrito la lista de lo que tenamos que comprar con faltas de ortografa (algo que detesto): Ascar. Tengo muchos imanes adosados a la puerta del frigorfico. Demasiados. Dan una impresin catica. Uno de ellos dice: Mi karma se impone a mi dogma. Me lo regal Emma. Lo uso para fijar una fotografa de las Cuatro Gracias en los escalones del porche de la casa de Rudy el pasado verano. Enseamos mucho las piernas, muy bronceadas; y todas vamos con shorts y tops sin mangas. Seora Patterson? Henry aument la coleccin de imanes del frigorfico con uno en forma de palillo de tambor para sujetar el calendario de partidos de la liga

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de baloncesto de los Wizards. Esta noche juegan contra los Charlotte Hornets, de visitantes. Sigue ah, seora Patterson? S, gracias por llamar. Bien. No olvide que ha de concertar su prxima cita antes de este fin de semana. Si quiere puedo tomarle nota ahora mismo. O puede llamar en otro momento. Otro de mis imanes dice a cuntas onzas equivalen tres cuartos de taza; a cuntos milmetros cbicos una cuchara sopera; y a cuntas cucharadas soperas un tercio de taza. Me pareci que me sera muy til, pero apenas lo uso. Oiga... Colgu, pero no poda soltar el auricular. Me sobrepuse, abr la puerta trasera y segu el ruido del hacha de Henry crac, crac, que astillaba el fro crepsculo como si partiese hielo. Utiliza un viejo tocn de olmo detrs del garaje para partir la lea. Me encanta mirarlo mientras levanta los pesados troncos de roble que parecen impenetrables, los coloca en el tocn, retrocede un paso con el hacha y los parte de un solo y limpio tajo. No me oy. Pero al verme se irgui y me sonri. Luego asinti con la cabeza sin moverse del sitio con el hacha en la mano derecha. Han llamado. Entonces dej caer el hacha y se me acerc aplastando astillas y fragmentos de corteza con sus agrisadas botas de trabajo. Por qu no te has puesto la chaqueta? Te vas a helar aqu fuera. Volv a verlo todo con nitidez. Polvo de barro en los negruzcos paneles de cristal de la ventana del garaje; rodales oscuros entre los ladrillos, donde haba saltado el cemento; una mancha de caf en la pechera de la chaqueta a cuadros de Henry. No me he quedado encinta. No funcion. Lee, cario... dijo alargando la mano para tocarme el codo. Pero, al ver que yo haca una mueca y lo rehua retir la mano. Se acab. Qu? Ya son cuatro veces. Ya est bien. No volver a hacerlo. Pens que asentira con la cabeza, entristecido, hacindose cargo, que luego me abrazara y me dira que era la decisin acertada. Pero se limit a repetir se acab, casi ms para s que para que yo lo oyese. Le sudaba la frente. Me mir a los ojos como para asegurarse de que me encontraba bien. Yo me senta apocada, casi insignificante y, sobre todo, estaba harta. De acuerdo dijo tragando saliva. Ests decidida?

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S. Dio media vuelta hacia el tocn y empez a lanzar troncos a la carretilla. Aguard mientras se agachaba una y otra vez, lanzando los troncos con ambas manos sin fallar ni una vez. Me fij en su expresin, aunque tambin not que trataba de que no le viese la cara. Estaba llorando. La sorpresa me paraliz. Empec a sentir un extrao calor por todo mi cuerpo que pareca fluir de mi pecho. Henry? Fui a tocarle el brazo y me qued con la manga de su chaqueta entre los dedos. Segu tirando hasta que no tuvo ms remedio que mirarme. Las lgrimas resbalaban por sus mejillas. Si te parece mal volver a ir, cario. Volver a intentarlo. No, no quiero que vuelvas a intentarlo, Lee. Quiero que lo dejes correr. Estoy... Es que es... Triste. Se desabroch los botones de su chaqueta y me atrajo hacia s. Puse mis manos en sus hmedas mejillas. Era la primera vez que vea llorar a Henry. Me enterneci. Lo siento muchsimo. No digas eso... Muchsimo, Henry. Tranquila... dijo l estrechndome con ms fuerza entre sus brazos. Te quiero, Lee. Lo s. Y lo siento mucho insist. Y fui entonces yo quien se ech a llorar. Pero pens que acaso nuestro llanto sirviese para mitigar el dolor. Ya s que no haba hecho ms que empezar. La desesperanza es a veces una bendicin, me dijo una vez Isabel, y ahora comprendo que tena razn. Vamos dentro. Nos calentaremos dije. Y as es como empez. Henry y yo empezamos a cicatrizar la herida. A primeros de febrero, por fin nos reunimos las Cuatro Gracias en casa de Isabel. Digo por fin porque en las dos ltimas semanas Isabel haba cancelado la reunin en el ltimo momento (la primera porque dijo estar demasiado cansada y la segunda porque tena que ir al consultorio a ltima hora de la tarde). Pero cuando la llam para confirmar la del jueves por la tarde me dijo que s. Podis venir. Estoy demasiado impaciente por veros. De camino a su apartamento, fui por Connecticut Avenue detrs de un station wagon Subaru. Cada vez que paraba en un semforo en rojo, entre Van Ness y el zoo, dos nias pequeas me saludaban desde el coche

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de delante. Las primeras veces correspond al saludo e incluso les lanc un beso; pero a cada parada se comportaban de un modo ms alocado y termin por poner cara de adulto para que dejasen de hacer tonteras. Tendran seis o siete aos y deduje que no eran hermanas sino amigas. Una era rubia y la otra morena. Apretaban la nariz contra el cristal, me sacaban la lengua y luego se escondan y volvan a reaparecer para darme un susto. Sus risas y sus gritos debieron de pasarse de la raya porque de pronto miraron hacia adelante, muy serias; la mujer que iba al volante deba de haberlas llamado al orden. A partir de entonces las nias slo me miraron de vez en cuando y me sonrieron un par de veces, con lo que deban de suponer era expresin de complicidad. Pero al girar su coche en Woodley Street las perd de vista. Al cabo de varias manzanas ca en la cuenta: no me haba echado a llorar. Hasta no hace mucho, se me habran saltado las lgrimas. De modo que supongo que deba de haberme forjado una coraza. Henry y yo no tenemos hijos. A veces lo digo en voz alta: No tenemos hijos. Es mejor afrontar la realidad. Al pan, pan y al vino, vino. Les contar un secreto: pens llamar al doctor Greenburg, el psiclogo de Rudy, para que me visitase. Seguro que mis amigas se habran quedado estupefactas. Aunque ahora est algo pasado de moda, tambin creo en el ideal de ser autosuficiente, en la responsabilidad individual de la propia felicidad. No es que me parezca mal recurrir al consejo del psiclogo (no durara mucho en mi profesin si no lo creyese as) pero creo que no es para m. Digamos que es cosa de familia, si lo prefieren: los Pavlik no van al psiclogo. Adems, cmo iba a explicrselo a mi madre? En casa de Isabel, abri Emma. Dnde est? le pregunt en voz baja. Se encuentra bien? S, est en la cocina. Entra. Isabel estaba sentada a la mesa. No se levant pero me tendi los brazos y yo la estrech. Cmo te encuentras? Tienes un aspecto magnfico. Era verdad, pero tambin la not frgil y cansada. El jersey y los holgados pantalones hacan que su cuerpo pareciese ms menudo, y tambin la peluca resultaba demasiado grande para su cara, ms huesuda que antes. Pens que era mejor que no se la pusiera. Prefera verla con el pelo cortado a cepillo, aunque lo tuviese hirsuto y clarease un poco. Dijo lo que deca siempre, que estaba bien. Me dio unas palmaditas en el hombro y me sonri con tanta ternura que se me hizo un nudo en la garganta. Qu llevas en la bolsa? me pregunt. La cena. Has hecho el arroz?

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Aunque ella haba insistido en que nos reunisemos en su casa, no dejamos que hiciese nada, salvo el arroz macrobitico, el nuevo ingrediente de su dieta actual. Lo ha hecho Kirby dijo ella. Ahora no est, tena que actuar en una obra esta noche. Me ha dicho que os transmita su cario. Es un gran tipo dijo Emma mientras preparaba la ensalada. No muchos hombres transmiten su cario. Deben de creer que es poco varonil. Es verdad dije. Lo ms que hace Henry es dar recuerdos. Qu es eso, Emma? Espinacas? S. Isabel no puede comer espinacas. Oh, lo siento. Bueno, eso es en teora dijo Isabel encogindose de hombros. Tambin tengo achicoria dijo Emma a la defensiva. De eso puedes comer, tiene mucho yang; en cambio el ruibarbo es totalmente yin, lo sabas? De modo que no lo comas. Cunto sabes! ironiz Isabel. Todas habamos comprado libros de cocina macrobitica, y nos turnbamos para llevarle algunos platos a Isabel varias noches por semana. De paso, liberbamos un poco a Kirby de las tareas culinarias. Rudy se est retrasando seal Emma. Para variar. A lo mejor ni siquiera viene. Habis hablado con ella? La verdad es que no dijo Isabel. Viene a verme de vez en cuando, pero nunca se queda. Adems, no me cuenta nada. Es impropio de ella musit Emma. Isabel y yo nos miramos. Estaba claro que lo que le ocurriese a Rudy preocupaba mucho a Emma. Hasta entonces, que yo supiera, siempre se lo haban contado todo. No poda evitar pensar que Rudy no slo se haba alejado del grupo sino tambin de Emma. Desde luego, Rudy tena problemas. Pero quin no los tiene? Fuese lo que fuese porque lo cierto era que yo no tena ni idea no poda ser peor que el estado en que se encontraba Isabel. Nunca habamos pasado por un momento que exigiese tanta unin. No debamos compadecernos entonces por las propias neurosis. No lo expres en voz alta, por supuesto. Habra infringido una de nuestras reglas, una regla tcita que ni siquiera habamos comentado: si una dice algo negativo acerca de otra en el grupo (que la actitud de Rudy ltimamente era impropia de ella, por ejemplo) no hay que echar lea al fuego con otro comentario negativo. Porque eso desequilibra la balanza, y sera tanto como conspirar. No ha ocurrido nunca, aunque creo que la regla se flexibiliz un poco durante la poca en que fuimos cinco. Pero,

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como digo, nunca ha ocurrido. Sin embargo, bien pensado, creo que an fuimos ms homogneas cuando ramos cinco (a las cuatro de siempre, me refiero), como si hubisemos cerrado filas para enviarle un mensaje a la pobre quinta persona, la transente: que hara mejor en no criticar a ninguna de nosotras ante las dems. Por lo menos no bebe dijo Emma, como si quisiera compensar su negativo comentario anterior, que sepamos... Aunque, cmo vamos a saberlo? No es feliz, Emma dijo Isabel. Ya lo s asinti Emma, que pulverizaba rtmicamente un ramito de brcoli. Y quin es feliz? Conoces a alguien que lo sea? Qu tal va tu libro, Emma? pregunt Isabel, mirndome de una manera que me hizo temer que mi comentario no haba sido muy oportuno. Lo he tirado a la basura contest Emma con expresin de fastidio. La novela de misterio? Era de misterio? Pues gracias por decrmelo, porque nunca lo he tenido claro. Tienes otra entre manos? pregunt Isabel. No s, quiz una historia de amor. Me ech a rer. T? exclam, aunque enseguida repar en que Emma no bromeaba. Perdona aad. Es que he pensado que quiz t seas demasiado... Qu? Demasiado qu? Cnica, quiz. Para escribir una historia de amor, me refiero. Pero qu voy a saber yo? S, eso, qu vas a saber t. No creo que seas demasiado cnica dijo Isabel en tono reflexivo. En realidad no creo que seas en absoluto cnica. Emma se ruboriz. Al cabo de un momento, me sorprendi al darme un golpe con la cadera mientras seguamos cortando los ingredientes de la ensalada. Ahora te toca ti. Cmo van tus cosas, Lee-Lee? me pregunt. Lee-Lee es un apelativo carioso que Emma utiliza conmigo en muy raras ocasiones, por lo general cuando ha bebido demasiado, o cuando cree haber herido mis sentimientos. Oh! exclam. Pues estoy perfectamente. De verdad? De verdad contest. Bsicamente porque me siento aliviada.

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Entonces les cont lo de las dos nias del coche y que no me haba echado a llorar. Y ests convencida de haber hecho lo ms conveniente? Yo creo que s lo has hecho, la verdad dijo Emma. Lo creo de verdad, lo nico que me preocupa es que luego te arrepientas y lo lamentes. Bueno, lo hemos intentado todo me dije, consciente de que hay lamentaciones y lamentaciones. Ya no podemos hacer nada ms. Exacto. De modo que ahora debes olvidarte de ello por completo. Slo nos quedaba recurrir a una donante de vulo. Pero si habis dicho basta... pues basta. Eso pensamos nosotros. Creemos que ha llegado el momento de renunciar. Y cmo lo ha encajado Henry? Tambin se siente mejor. Los dos estamos mejor ahora dije riendo . Empezamos a recordar por qu nos gustamos al conocernos. Ah, pues me alegro dijo Emma dndome con su hombro (otro gesto afectuoso poco comn en ella). Dale recuerdos a tu cachas. Esperamos a Rudy, o empiezo a preparar ya el primer plato? dije, porque ya lo tena todo a punto para saltear el panach de calabaza, nabos, raz de loto y garbanzos (no sabe tan mal como parece). Isabel dijo Esperamos casi al mismo tiempo que Emma deca Empieza. Esperar unos minutos ms dije. Me sent frente a Emma e Isabel con una copa de vino para m y una taza de t para Isabel (Kirby prepara unos cuantos litros todas las maanas, e Isabel asegura que le est yendo muy bien). Qu tal va tu vida amorosa? le pregunt a Emma, aunque me sent un poco cohibida por sacar a relucir un tema tan frvolo. Probablemente tenamos que haber hablado de temas ms serios, como el significado de la vida. Pero lo cierto es que nunca lo hacamos. Hablbamos de los temas de siempre. A Isabel no pareca importarle. Lleva una temporada sin hablar mucho, pero nos escucha con una sonrisa complacida y apacible cuando hablamos. Aunque a veces no estoy muy segura de que preste verdadera atencin, porque parece sumida en una ensoacin, como si slo estuviera atenta al sonido de nuestras voces pero no a su significado. Mi vida amorosa? exclam Emma dejando resbalar los hombros por el respaldo de la silla. Es un oximoron. Emma iba vestida aquella noche totalmente de negro: vaqueros, jersey y botas. Espero que se vistiese de negro slo para variar, porque no es su color. Crea que estabas hablando con el de la inmobiliaria.

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Con Stuart? Ya no salgo con l. Y el abogado? Bill, o Willy... Se llama Phil. No funcion. Suspir. Pues no s qu voy a hacer dije mirndola risuea. Ya hace un ao que me he quedado sin hombres para colocarte. Mejor estar sola que mal acompaada. Ingrata. Alcahuetilla me dijo. No era precisamente un piropo. I'oro ya estaba acostumbrada a su lxico. O sea que ahora no sales con nadie, no? dijo Isabel, en un tono ms ligero. Aunque no s por qu. Desliz el ndice por el dorso de la mano de Emma como dicindole: seamos serias por un momento. Desvi la mirada al ver su huesuda mueca asomar de la manga de su sudadera. Tena la piel muy blanca y estaba plida como la cera. Ests segura, Emma, de que no sales con nadie? insisti Isabel. Emma la mir alarmada, como si temiese que Isabel supiera algo que ella no quera que supiese. Luego agach la cabeza y mir la copa de vino que haba dejado en equilibrio sobre su estmago. Como no contest, me decid a preguntrselo ms directamente. Que ha ocurrido con aquel casado? Aquel de quien dije que no quera hablar? me espet Emma. Bueno, perdona. Oh, Lee, perdona t dijo sonrindome, para tratar de hacerme sonrer. Estoy muy susceptible. Es que lo de esa persona... aadi meneando la cabeza. Pero de eso hace meses; fue la pasada primavera, Todava no lo has superado? Pues lo siento, Emma. No lo saba. Tenas que habrmelo dicho. Porque lo cierto era que jams nos haba dicho ni siquiera cmo se llamaba. Quiz tena que habroslo comentado dijo Emma mirando a Isabel . Pero precisamente porque est casado me resulta un poco violento hablar de ello. Pero si no habis hecho nada seal yo. O s habis...? No, en absoluto me ataj Emma, aunque no pareca muy satisfecha de que no hubiese ocurrido nada. De manera que todava ests enamorada de l, no es as?

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S, pero no quiero hablar de eso. Como nada va a cambiar, no tiene sentido comentarlo. No crees? contest dirigindole a Isabel una mirada inquisitiva. No vas a decirme nada que me sirva de algo? aadi con un dejo de irona pero con expresin esperanzada. Isabel le apret cariosamente la mano a Emma. Menudo lo le dijo quedamente. Pero real como la vida misma. S asinti Emma esforzndose por sonrer. Mi destino. Puede que an llegue a funcionar. Lo dudo. Creo que es ms saludable reconocer que he perdido. Estbamos sentadas en crculo, cariacontecidas y en silencio. Por qu nos estar ocurriendo todo lo malo al mismo tiempo? dije a la vez que, al igual que Emma, miraba a Isabel como si ella tuviese la respuesta. Ser el karma? Algn pecado colectivo que cometimos hace mucho tiempo y que no recordamos? Ya lo s! exclam Emma risuea. Es por haberle mentido a aquella (ya no me acuerdo cmo se llama), aquella que nos trajiste t, Lee, y le dijimos que el grupo iba a deshacerse, slo para poder... deshacernos de ella. Isabel se ech a rer. No creo que cometisemos ningn pecado. El karma (caso de existir tal cosa) dijo Isabel para tranquilizar la conciencia de Emma no es un castigo, es una leccin. Y siempre tenemos alguna que aprender. Si no en esta vida en... Dej la frase a medias y nos sonri. Ya. El currculum krmico ironiz Emma. Exacto. Pues no me gusta dije. Son lecciones horribles, que preferira no aprender nunca. Isabel se limit a sonrer, pero Emma puso cara de circunstancias. Opino como t dijo. Y en ese momento me sent ms cerca de ella, ms cerca que de Isabel. Al final, optamos por cenar sin Rudy. Pero justo cuando estaba salteando el panach son el timbre de la puerta. A buenas horas! exclam Emma refunfuando pero aliviada (se lo not). Ya abro yo. Mientras el aceite chisporroteaba en la sartn la o exclamar: Oh, Dios mo! Qu ha ocurrido? Y me di la vuelta. Isabel se rebull en la silla y mir hacia el saln, asustada. Rudy asom por el vano de la puerta de la cocina seguida de Emma. Apagu el fuego y corr hacia ella.

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Que ha pasado, Rudy? Has tenido un accidente? Qu? Me mir llorosa. Estaba roja como un tomate y sollozaba. Que qu te ha pasado! la urgi Emma tirndole de la manga del abrigo salpicado de nieve. Isabel se levant y fue tambin hacia ella. Estoy bien. No ha muerto nadie ni ha resultado nadie herido dijo al fin Rudy, para alivio de todas. Sintate le orden Emma a la vez que le quitaba el abrigo y le acercaba una silla. Dinos qu ha pasado. Pero... has tenido un accidente, no? Ahora mismo. Justo delante de tu casa. De mi casa? exclam Emma sorprendida. Haba olvidado que tenamos la reunin. He salido a pasear con el coche y he dado vueltas y ms vueltas hasta que he decidido venir a tu casa, y al intentar aparcar golpe una boca de incendios. Pero es igual, era el BMW de Curtis explic alcanzndose la copa de vino de Emma y bebiendo dos largos tragos. Nos miramos un tanto perplejas. Estara borracha? Cog una caja de kleenex que haba en el alfizar y me sent frente a ella, que sac tres pauelos y hundi la cara en ellos. Tena un aspecto horrible: desgreada, con los ojos enrojecidos y desorbitados. Hizo una pelota con los pauelos y trag saliva. Bueno. Os cuento lo que ha pasado dijo. Curtis me ha dicho que tiene cncer y que va a morir. No!! grit. Emma se qued sin aliento. Oh, Dios mo! Dios mo!! exclam Isabel dejndose caer hacia el respaldo de la silla. No, Isabel dijo Rudy tomando su mano y apretndosela con fuerza . No, no tiene cncer. Est bien. Pero! Oh, Dios! exclam Isabel mirndola, desconcertada. Rudy se ech a rer y le solt la mano. Su risa son tan extraa que me hizo estremecer. Lo he dejado. Puedo quedarme contigo? Que lo has qu...? dijo Emma atnita. Por el amor de Dios, Rudy! dijo Isabel. Dinos qu ha pasado de verdad! Emma y yo nos agachamos y nos quedamos en cuclillas, una a cada lado de Rudy, que hip y volvi a echarse a rer, aunque de un modo ms natural esta vez.

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Doy gracias a Dios por teneros a vosotras... dijo sonndose otra vez. Veris, os cuento: el pasado noviembre, Curtis me dijo que le haban diagnosticado una leucemia linfoctica crnica, una enfermedad que no tiene cura, pero que no siempre es mortal. Me explic que, en su caso, la enfermedad avanzaba con lentitud y que an poda vivir entre cinco y diez aos y que, para entonces, acaso hubiese cura. Estaba muy esperanzado. Un momento. Pero has dicho que no tiene leucemia dije yo para aclararlo. Que no la tiene... No, no la tiene. Hay que joderse! exclam Emma llevndose la mano a la frente y mirando hacia arriba como si clamase al cielo.. A m me extraaba que fuese tan pocas veces al mdico y que nunca me dejase acompaarlo nos explic Rudy. Segn l, era para no hacerme pasar un mal trago. Tomaba unas pldoras todas las maanas, pero eso era todo aadi mirndonos con expresin de impotencia. Creo que eran vitaminas. Santo Dios! A m me pareca que estaba bien y con buen nimo. Pens que estara tomando Prozac o qu s yo, incluso speed o algo parecido, para no caer en la depresin. De vez en cuando me deca que se senta dbil y que se mareaba porque tena pocos glbulos blancos, y recuerdo que una vez en el cine vea doble. Que vea doble? La leucemia no provoca que se vea doble! exclam Emma. La incredulidad de Emma nos hizo rer a todas, pero de momento la historia no tena nada de divertida, ni me pareci que pudiera tenerlo ms adelante. Me cont que, segn los mdicos, sus sntomas eran normales, que tendra crisis de vez en cuando, y que no deba preocuparme. Pero ahora caigo en que slo tena crisis cuando nos pelebamos. Bueno, no eran realmente peleas sino discusiones filando no consegua salirse con la suya en algo. O cuando yo le rogaba que por lo menos me dejase decrselo a Eric, y a vosotras, porque no quera que os lo dijese. Me lo hizo prometer... Rudy se interrumpi y volvi a echarse a llorar. Oh, Rudy... exclam Emma rodendola con sus brazos. Vamos, vamos, no importa, te perdono aadi. Y entonces repar en que eso era exactamente lo que quera Rudy: que la perdonsemos. De modo que fui a ver al doctor Slater prosigui Rudy, nuestro mdico de cabecera. Presenta que Curtis no me contaba toda la verdad, y quera saberla, por dura que fuese. Pens que poda ser peor de lo que Curtis me haba dicho y que por eso se mostraba tan reservado, para no hacerme sufrir. Dios mo! exclam llevndose las manos a las mejillas. Ten dijo Emma sirvindole ms vino y acercndole la copa.

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Pero Rudy se abstuvo de beber y sigui contndonoslo. Pues, como digo, fui a ver al doctor Slater, es decir, he ido esta tarde, pero es que tengo la sensacin de que hace semanas. Puede que algn da me ra de todo esto, al recordar la cara que puso Slater al preguntarle cunto tiempo le quedaba de vida a Curtis. Emma resopl y luego se ech a rer (todas nos echamos a rer, incluso la propia Rudy, aunque con cara de espanto). Y Slater me dijo que no tena ni idea de qu estaba hablando. Qu lenta y estpida soy! Si hasta me puse a discutir con l! No... dijo Isabel, pero Rudy la ataj con un ademn. Espera, espera, que la cosa es peor dijo Rudy. Le brillaban los ojos. Torci el gesto con una sonrisa amarga y aadi: Preparadas? Sabis lo que me ha contestado cuando le dije que dej de intentar quedarme embarazada al decirme Curtis que tena leucemia? Sabis lo que me dijo? Qu? Que Curtis se haba hecho una vasectoma. No! El ao pasado. Recordis que os coment que durante todo diciembre no hicimos el amor ni una sola vez? Sdijo Emma. Pues fue por eso! Porque se le estaba cicatrizando! Y justo despus va y me dice que quera que tuvisemos un hijo! Rudy se recost en el respaldo para tomar aliento, visiblemente aturdida. Pero ya no lloraba. Daba la impresin de haberse quedado inconsciente y empezar a recuperarse. Isabel y yo estbamos demasiado atnitas para hablar, pero Emma solt una retahla de juramentos lo bastante larga para dejarnos a gusto a todas. Me pregunto qu pensaba ese cabrn que iba a hacer cuando se le acabasen los cinco aos de vida. Eso me gustara saber a m. Y cmo crea que iba a poder ocultarle una vasectoma a su propia esposa, que encima tiene el mismo mdico de cabecera? No se le ocurri pensar que algn da podas preguntarle al doctor Slater por qu no te quedabas embarazada? A eso se le llama ser necio! Y cmo reaccion cuando le dijiste que lo sabas? terci Isabel. Cmo se defendi? Rudy la mir a los ojos. Ah, pues... es que todava no he hablado con l. Slo le he escrito una nota y me he marchado. Tena que haber hecho la maleta, pero ni en eso pens. Me he largado con su BMW aadi conteniendo una risa mezclada con sollozos.

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Eso le escocer dijo Emma. Todas estbamos decepcionadas pero ninguna lo dijimos. Volvimos a comentar lo ocurrido desde el principio, los increbles detalles del engao de Curts y de la credulidad de Rudy; lo mucho que haba sufrido durante los tres ltimos meses. Al cabo de un rato Rudy dej de sollozar y temblar. Le hice comer un poco de pan, para que tuviese en el estmago algo ms que vino, y enseguida recuper el color, porque se haba quedado lvida. Pero segua teniendo los ojos irritados y llorosos. Creo que deberas volver a casa, Rudy dijo Isabel, que llevaba un rato sin hablar. El comentario nos sorprendi y, tras un tenso silencio, empezamos a hablar todas a la vez. Ni en broma! Dejar a Curtis es lo ms sensato que ha hecho en muchos aos! Ests loca? Cmo va a volver! Qu vas a hacer si no? la ataj Isabel. Quedarte con Emma una temporada, ya lo s. Pero y despus qu? Pues me buscar un apartamento. Con qu? Curtis.... empez Rudy. Yo tengo dinero dijo Emma en tono beligerante. Yo tambin dije, aunque enseguida empec a pensar si... en fin. Permanecimos en silencio unos momentos. No se trata slo de dinero dijo Isabel en tono paciente. Ya, porque se lo quedar l, no? aventur Emma. Se quedar con la casa, con las tarjetas de crdito, con todas tus acciones.... Hasta con tu pliza de seguro! Nos temamos que as fuese, como le ocurri a Isabel. Como mnimo lo intentar, y con ventaja dije furiosa. Es un cabrn de abogado. Se quedaron tan boquiabiertas que tem que se fuesen a dar con el mentn en la mesa. No es que yo sea incapaz de soltar un juramento sino que, a diferencia de la mayora, los reservo para cuando la ocasin lo merece. Mierda! exclam Rudy al reparar en que el hecho de ser abogado le daba a Curtis una gran ventaja. Adems, sers t quien lo haya abandonado le record Emma. No se trata slo de dinero repiti Isabel. De qu se trata entonces?

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Isabel desliz dos dedos por el borde de su taza de t, ya vaca, describiendo un semicrculo. Siempre he lamentado haber sido yo quien abandonase a Gary; no haberme divorciado, sino haberlo dejado. Yo era la parte ofendida y me dio una pequea satisfaccin marcharme y dejarlo solo. Pero l me traicion y nunca lo ha afrontado, ni siquiera lo ha reconocido, por lo menos hasta la fecha. Es algo al margen del hecho de que yo lo haya perdonado. Ya. Te dio todo un curso en el programa de estudios krmicas... ironiz Emma. Cierto dije al ver que Isabel miraba a Emma con expresin de reproche. Te enga, Isabel, y nunca lo ha pagado. S dijo Emma, ese cabrn hijoputa te menta, te engaaba, se tiraba a toda la que se prestaba y se sali con la suya. Como Curtis dije. No es un caso comparable dijo Rudy. Ya lo creo que s. Lo que ha hecho Curtis es peor afirm Emma mirando a Isabel. En cierto modo, por lo menos, no os parece? De que est enfermo no me cabe duda, pero ninguna enfermedad mental puede eximirlo de lo que le ha hecho a Rudy. Gary pensaba con la polla y menta. Y ojal se pudra en el infierno, pero no era una persona malvada. Tampoco Curtis... No. No voy a defenderlo. Ms te vale le advirti Emma. Bueno dijo Isabel, lo que he querido decir antes es que Gary traicion mi confianza. No quiero decir que pecase. Qu entonces?, que no viva de acuerdo a su potencial humano?, que no estaba suficientemente auto actualizado? dijo Emma parafraseando las muletillas de moda entre los adeptos a la New Age. Pues mira, s, gracias dijo Isabel con cierto retintn, llmalo como quieras. El caso es que nunca tuvo que afrontarlo, y tena que haber pagado por ello. Y otro tanto digo en el caso de Curtis. En eso tienes toda la razn. Pero no por venganza matiz Isabel al ver el fulgor de la mirada de Emma, sino para equilibrar... Lo que t digas. Tiene razn, Rudy dije. Por muchsimos motivos, lo que tienes que hacer es que sea l quien se marche. Est ahora en casa? No, est de viaje. Vuelve esta noche. A qu hora? Tarde.

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Nos quedamos pensativas. Le tengo un poco de miedo dijo Rudy con voz queda. Isabel y yo nos miramos un tanto inquietas. Por qu? pregunt. Nunca me ha pegado ni nada parecido, salvo una vez, pero de eso hace mucho tiempo. Es ms... no s, puede que sea yo... Nos rebullimos en las sillas, expectantes. Rudy cerr los ojos. Oh Dios, escuchadme prosigui. No s cmo lo consigue, cmo consigue que haga lo que l quiere. No es con violencia. Pero le tengo miedo. Me asusta. Y la verdad es que me avergenza decroslo. Dinos la verdad, Rudy la urg posando mi mano en la suya. Todava lo quieres? No lo s, Lee. No debera dijo un tanto sonrojada. Creo que el amor que pueda quedar agoniza. Lo siento, como si fuese a tener un aborto. Te acompaar a casa si quieres se ofreci Emma. Porque a m ese cabrn no me asusta. Yo tambin te acompaar dije, aunque enseguida pens que primero llamara a Henry. Iremos todas dijo Isabel, que se apoy en el bastn y se levant trabajosamente. Pero ser mejor que vayamos en dos coches. La miramos perplejas. Porque despus Rudy no va a ir con Emma. Se quedar en su casa.

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Captulo 26

Rudy
Mis ltimos aos de estudiante universitaria fueron aos locos (no los primeros porque, por la razn que fuese, todo el veneno que inger durante mi infancia no lleg a mi torrente sanguneo hasta despus de los veintisis aos). Es asombroso que an siga viva. Nadie que me conozca ahora, salvo Curtis, sabe cmo era yo entonces (an no conoca a Emma, y nunca se lo he contado, por lo menos no todo). No tuve ms remedio que echarme a rer cuando Lee nos cont que una vez tuvo un ligue de una noche. Me enterneci orselo contar entre desafiante y avergonzada. Ojal tuviese yo un dlar por cada ligue de una noche! De una noche? Y de una hora! Es curioso que nadie me tuviese por una calentorra en aquellos tiempos (o al menos eso creo). Nunca tuve fama de putn verbenero, como decamos entonces. Quiz sea por mi apariencia (tengo aspecto de persona respetable), un don heredado de mi madre, un talante que proyecta esa dignidad tan caracterstica de Nueva Inglaterra pese a su caos emocional. Mi madre... traten de imaginar a Katherine Hepburn en un papel para Olivia de Havilland. No pueden, claro. Pues ah est el quid. Tampoco era que me pasase slo con el sexo, aunque el exceso fue de lo ms... aparatoso. Me acostaba con tipos degenerados, violentos, casados, locos. Utilizaba el sexo como un analgsico (y, adems, a conciencia, porque entenda perfectamente la razn teraputica). Pero lo haca de todas maneras. Me ayudaba el hecho de que los hombres me deseasen de verdad y, por lo tanto, poda tirarme a quien quisiera. Nunca me plante saber estar sola, no entregarme as como as. Y, como he dicho, no se trataba slo de sexo sino tambin de drogas y alcohol. Yo estaba en tratamiento psicolgico (desde los trece aos), pero el psiquiatra que tena por entonces en Durham era un incompetente. Todo lo que saba hacer era recetar psicofrmacos y, por lo tanto, yo tomaba un montn de drogas legales, adems de las ilegales. Lo que yo haca era ir a toda velocidad: utilizar las recetas para combatir el mono, el sexo para distraerme, el alcohol para no pensar, todo ello para escapar al creciente terror de que me haba convertido, o no tardara en convertirme, en una esquizofrnica o una maniaco depresiva en toda regla. No se trataba de una aprensin paranoide, porque ambas enfermedades van de la mano. Pero est claro que haba elegido un medio

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de lo ms disparatado para evitar la locura. Estoy convencida de ello, pero la verdad es que no he cambiado mucho. Eric dice que s, pero no le creo. Mi mayor temor... en fin, no quiero ni pensarlo. Pero el caso es que es siempre el mismo. En realidad no ha cambiado nada. Vern cmo conoc a Curts. Por entonces, sala con un tal Jean Etienne Leutze, un suizo que deca estudiar arte dramtico en Duke, aunque lo que de verdad haca era matarse a base de alcohol. Y, como es natural, me sent atrada por l. ramos tal para cual. Los lanzados nos llamaban nuestros amigos comunes, pero no saban ni la mitad de la mitad. Una noche JeanEtienne y yo tuvimos una pelea en su desvencijado y sucio apartamento de una sola pieza, de un barrio de estudiantes ruinoso y colorista bastante lejos del campus. Hasta aquella noche habamos sabido estar a la altura de nuestras peleas, realmente imaginativos con los insultos que nos intercambibamos y los objetos que nos lanzbamos. En aquellas escenas me senta exultante, como si abriese las ventanas de par en par para que entrase aire fresco, aunque fuese un aire peligroso. Crea que JeanEtienne era el hombre perfecto para m, por lo menos all y en aquellos momentos. Pero no poda durar. La violencia era cada vez mayor. Una noche me peg una paliza y me ech de su apartamento, literalmente (me arrastr hasta la puerta y me lanz escaleras abajo hasta el siguiente rellano de un empujn). No me hiri, no me rompi ningn hueso, pero yo estaba muy borracha y casi desnuda. No llevaba ms que las bragas. Curts viva al lado. Yo lo haba visto un par de veces, slo de pasada, pero lo suficiente para pensar: T no encajas en estos barrios. Tena un aspecto demasiado pulcro y digno. Era rubio, de ojos azules, serio, y siempre llevaba libros o un maletn. l tambin haba reparado en m, aunque yo pensaba que se deba a habernos odo pared de por medio (haciendo el amor o gritndonos) y que deba de sentir curiosidad por saber quin era la degenerada compaera de JeanEtienne. Sali de su apartamento y me encontr acurrucada en el rellano, semidesnuda y muy confusa. Era ms de medianoche, pero Curtis estaba prcticamente vestido de calle, con pantalones de pana, polo y zapatillas (porque estaba estudiando). Al mirarme, tocarme, ayudarme a levantarme y entrar en su apartamento, en ningn momento me pareci que me mirase con inters sexual. Aquello era nuevo para m. Y atractivo. Es un don que tiene y que ha utilizado con mucha eficacia innumerables veces. Pero aquella noche fue una novedad para m, y me col por l de inmediato. Me trajo su albornoz y me prepar caf para que me despejase. Recuerdo que quiso llamar a la polica y eso me conmovi, hizo que me sintiese agradecida como si acabara de toparme con un caballero andante. Estuvimos horas hablando o, mejor dicho, estuve hablando yo y l me escuch absorto (algo que tambin me result muy atrayente). Por entonces estaba ms delgado y era ms ingenuo y menos sabihondo, pero ya tena ese autocontrol que tanto me atraa, precisamente porque yo no tena ninguno.

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Cuando lleg la hora de acostarse di por sentado que dormiramos juntos. Pero me sorprendi sacando sbanas, una manta y una almohada y arropndome del modo ms solcito en el sof. Ni siquiera me bes. Por la maana me despert yo primero. Me duch en su inmaculado cuarto de bao muy distinto del de JeanEtienne, que estaba hecho un asco y luego fui a su dormitorio y me met en la cama a su lado. Esa era la idea que yo tena de un regalo de agradecimiento, un pequeo favor por un pequeo favor. Pero me rechaz. Me deseaba (dorma desnudo, de modo que eso era obvio), pero no quiso poseerme; y su manera de apartarme, sin palabras, sin ms que una leve sonrisa pero con firmeza, hizo que me sintiese avergonzada y... en su poder. Y entonces se dispar un crculo vicioso (lo veo ahora con toda claridad) en el que yo ofenda y Curts me perdonaba. Tardamos semanas en hacer el amor. Yo estaba frentica, consciente de que era yo quien ms lo deseaba. Y cuando lo hicimos tuve el convencimiento de que Curtis se las compona para que lo siguiese creyendo as. Y me gustaba. Entr en el juego. No tard en convertirme en adicta a su control. Era distinto a todos los hombres que haba conocido. Era una persona de ideas fijas y claras y, a diferencia de m, saba exactamente lo que quera: medrar en la poltica. Slo estudiaba derecho para que le sirviese de trampoln. Nuestra relacin nunca fue un camino de rosas, ni siquiera al principio. Desde fuera nos vea como la tpica pareja en la que el hombre mandaba y la mujer obedeca. Pero las cosas no son siempre lo que parecen ni tan sencillas. Poco antes de dejar Durham le dije que no quera seguir viviendo con l, que cuando llegsemos a Washington quera mi propio apartamento. Y no se lo dije porque quisiera romper sino porque necesita respirar, como suele decirse. Adems, quera frenar un poco le evolucin de nuestra relacin. En un extrao momento de lucidez comprend que su actitud posesiva, absorbente, era perjudicial para m y que aceptarla bordeaba lo patolgico. Por otra parte, yo no estaba preparada para un compromiso total. Segua necesitando mucha autonoma, mucha libertad para autodestruirme, y no me interesaba la estabilidad que ofreca el lado bueno de Curtis o, mejor dicho, s me interesaba pero tema que me diese la vuelta como un calcetn y me anulase. No poda creer lo que ocurri a continuacin. Trat de disuadirme, por supuesto, mostrndose razonable y metdico como slo Curtis sabe hacer. Pero, por una vez, me mantuve firme. Replic burlndose de m y ridiculizndome, y eso me result ms difcil de encajar, pero lo encaj. No estaba dispuesta a ceder. Y entonces se dio a la bebida. Es el vicio familiar de los Lloyd. Un mal vicio, sin duda, pero qu lujo!, haba pensado yo siempre, proceder de una familia cuyo nico vicio fuese la bebida. Pero Curtis apenas beba; a lo sumo una cerveza los

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sbados por la tarde o una copa de vino en un restaurante, que casi siempre me terminaba yo. Curts tena que presentarse a los exmenes del Colegio de Abogados de Washington, para poder actuar ante los tribunales en casos de mayor cuanta (faltaban slo tres semanas), y llevaba meses recluido como un monje, estudiando. Al da siguiente de nuestra fuerte agarrada, por lo de seguir o no seguir viviendo juntos, regres de la facultad (an no haba terminado mi master en historia del arte) y lo encontr sin conocimiento en el sof. Pens que estaba enfermo, pese a ver una botella de whisky vaca asomar entre los cojines. Cuando ca en la cuenta, me dije que aquello era impropio de l, le solt un rapapolvo, lo obligu a beber caf y lo llev a la ducha. No protest ni dijo una palabra. Pese a estar como una cuba segua dominndose. Cuando se hubo despejado lo bastante para valerse, se cambi de ropa y se march, sin decir palabra (hay que ver qu arma tan potente es el silencio). Volvi con cinco botellas de vodka y, durante los seis das siguientes, se las trajin en su dormitorio, encerrado con llave. Yo estaba frentica. Como he dicho, tenamos muy pocos amigos comunes, y ninguno con quien tuviese bastante confianza. De modo que llam a sus padres, que viven en Savannah. Fue una conversacin ftil y un tanto surrealista, como si tratara de interesar a un pez en el hecho de que una de sus cras se estaba ahogando. En cierta ocasin, mientras Curts estaba en el cuarto de bao, corr al dormitorio para tratar de quitarle su reserva de alcohol. Pensaba que se estaba matando, que se estaba intoxicando. Y la verdad es que as era, porque tena un aspecto horrible. Se haba abandonado; iba siempre sucio, y eso llamaba la atencin en un hombre que haba sido tan pulcro y meticuloso con su aspecto. Pero Curtis me pill in fraganti antes de que yo pudiera quitarle las botellas y, por primera y nica vez, me peg. No muy Inerte, porque estaba demasiado borracho, pero perd el equilibrio y me hice un corte en la frente al golpearme con el canto de la puerta. Al ver la sangre, Curtis se ech a llorar. Volvi al cuarto de bao y vomit. Pens que entonces lo dejara, pero volvi tambalendose a su dormitorio y empez a beber otra vez. De modo que desist de disuadirlo. No voy a dejarte le dije, mientras llorbamos los dos a lgrima viva. Buscaremos un apartamento en Washington, un bonito apartamento en Capitol Hill; seremos ricos y felices y t te hars famoso; llegars a presidente y yo ser la primera dama, y siempre estaremos juntos. Pero l no poda dejar de temblar y sollozar. Tuvo unas horribles arcadas que nunca olvidar, entre otras cosas porque no ha vuelto a

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suceder. Cuando se hubo serenado volvi a la normalidad, y de nuevo se comport con su seriedad y sobriedad acostumbradas. Y eso me aterr tanto como me entusiasm porque, hasta entonces, me haba parecido inimaginable que yo pudiese tener ningn poder sobre l. Me pareca increble que pudiera destrozar su vida con slo alejarme. Pens que era una enorme responsabilidad y que, en adelante, tendra que mostrarme muy solcita y amorosa, y muy delicada con l. Tard aos en caer en la cuenta (y aun as de un modo vago y fugaz) de que aquello no era ms que otro juego, que era l y no yo quien segua controlando la situacin, como un nio que hiciese pucheros para salirse con la suya. Pues bien, nunca como ahora se me antoja ms acertada esa analoga. Porque Curts me ha amenazado nada menos que con su propia muerte para salirse con la suya. Pero esta vez ha ido demasiado lejos. Y, al fin, a l se le ha cado la careta y a m la venda de los ojos. Se acab. Creo que se acab. Cmo voy a poder seguir viviendo con un hombre que est mucho ms loco que yo? Creo que deberas tirarle toda su ropa a la calle. Mir a Lee, que pis a fondo y pas al carril rpido de la autopista Rock Creek. Pens que quiz no hubiese sido muy buena idea dejarle conducir el BMW. Pero ella lo sugiri, Isabel la secund, y en ese momento me pareci lo ms sensato, porque yo estaba muy afectada y presa de un ataque de hipo. Pero jams haba visto a Lee tan furiosa. Conduca de un modo tan temerario que me pas el trayecto sujeta a la manecilla de la puerta, y echando de menos que el coche de Curts no tuviese air bag para el acompaante. Tena que haber ido con Emma, que nos segua a duras penas, tratando de no perdernos de vista con su pequeo Mazda. Y, por supuesto, has de llamar al cerrajero aadi Lee. Deberas llamarlo ahora mismo. Has de cambiar todas las cerraduras de la casa. Puedes llamar con mi mvil; lo llevo en el bolso. Saqu el mvil, pero me senta incapaz de llamar al cerrajero. Me gir para ver qu pensaba Isabel. Puede que no sea mala idea me dijo desde el asiento de atrs. Pero quiz sea mejor que esperes hasta que llegues all. De acuerdo asinti Lee, aunque como diciendo luego no digas que no te lo advert, pero a lo mejor no puede venir hasta maana. El tiempo es esencial. Y otra cosa: en cuanto llegues a casa, has de empezar a llamar a las centrales de todas tus tarjetas de crdito. Si Curtis se pone en plan vengativo, intentar dejarte sin recursos. De modo que has de adelantarte con una maniobra defensiva. En estos momentos tienes ventaja, porque sabes algo que l ignora, pero en cuanto lo sepa las cosas podran ponerse muy feas. Conoces a buenos abogados? Yo llamar a mi

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madre, que conoce a todo el mundo. Es buen abogado el que te represent ante Gary, Isabel? Aunque, con franqueza, creo que Rudy necesita a alguien ms duro. Necesitamos un tiburn. Lee lo dijo apretando los dientes, y lo remat con un abogado de lo ms cabrn. La expresin me dej estupefacta, porque jams le haba odo decir un exabrupto a Lee. Pero me alegr que estuviese de mi parte. Dame el telfono me pidi. He de llamar a Henry. Ya marco yo dije, porque Lee estaba tomando las curvas a cien kilmetros por hora y no quera que soltase el volante ni en broma. No llames a mi casa porque no lo encontrars. Est en casa de su madre dijo Lee. Me dio el nmero y lo marqu. Pero me temblaban tanto los dedos que repar en que me haba equivocado. Tuve que volver a marcar. No sabra decir si estaba tan nerviosa de puro entusiasmo, de miedo o de impaciencia. Probablemente era todo a la vez y envuelto en una vaga sensacin de nuseas, al pensar en lo que me haba hecho mi marido, mi mejor amigo, la persona en quien ms confiaba yo en este mundo.

Comunica le dije a Lee. Djame llamar a Eric. Marqu el nmero y, al or que responda el contestador automtico, aguard a que sonase el tono y dej el mensaje: Soy Rudy, Eric. Como notars, tengo hipo. Voy a toda velocidad en un coche con Lee e Isabel. Emma va en su coche justo detrs del nuestro. Vamos a mi casa para impedirle la entrada a Curts. Hip. Lee e Isabel dejaron escapar una risita (todas estbamos un poco histricas). No te lo vas a creer prosegu. Curts me dijo que tena leucemia (no haba tenido nimo de decrtelo antes) y hoy he descubierto que es mentira. Dile lo de la vasectoma dijo Lee al tomar la curva para enfilar Independence Avenue. Y resulta que hace un ao se hizo una vasectoma. No creas que estoy borracha ni que he tomado nada. Es real como la vida misma! De modo que voy a dejarlo; o, mejor dicho, iba a dejarlo. Pero lo que voy a hacer ahora es echarlo. Tengo a las Gracias conmigo. Me gustara que estuvieses con nosotras. Si llegas pronto a casa llmame a la ma. Pero llmame de todas maneras, llegues a la hora que llegues. Necesito hablar contigo. Cuelga ya, que he de llamar a Henry me apremi Lee. De acuerdo dije al telfono. He de colgar. Desame suerte aad dejando caer el mvil al suelo. Oh, Dios! Estoy hecha un lo. De verdad ser capaz de hacerlo?

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Pues claro dijo Isabel, que se agach para recoger el telfono. A ver, Lee, di otra vez cul es el nmero de tu suegra. Result que Henry tampoco estaba en casa de su madre. Lo haban llamado a casa de Jenny, por una avera que urga arreglar, y haba ido l en lugar de su madre a arreglarla. Isabel marc y le pas el telfono a Lee, que le explic a Jenny sucintamente el problema, y Jenny le dijo que tratara de darle el mensaje a Henry enseguida. S, por favor le encareci Lee. Es muy importante. Adnde ha tenido que ir exactamente ese hijoputa para esa avera? Isabel y yo pusimos ojos como platos. Porque Lee estaba batiendo aquella noche todos sus rcords de tacos. Ha tenido que ir nada menos que a Burke nos inform Lee. Pues, en cuanto pueda, dgale que vaya a casa de Rudy. S, ya sabe dnde vive. S, en Captol Hill. Lo sabe, Jenny, gracias. S, bueno... no lo sabemos. Es posible. Adis. Desconect y aadi mirndonos: Dice que tengamos cuidado. Ojal intente algo ese cabronazo... No, mejor que no. Creis que convendra que escondiese el coche? Esconder el coche? S, porque si lo ve, se lo quedar. Qu prefers que le deje, el BMW o el jeep? le pregunt. Aunque aad al caer en la cuenta, la verdad es que este coche es suyo; y me parece que los dos son suyos. Estn los dos a nombre de Curts? Creo que s, pero no estoy segura. Quiz el jeep est a nombre de los dos. Lee farfull una retahla de tacos. Pues entonces a hacer puetas! dijo mientras aparcaba frente a la casa en doble fila. Confo en que te guste desplazarte en metro. Al bajar del coche vi que la luz del porche estaba encendida. Oh, no. Ha llegado ya? dijo Isabel tocndome el brazo. S. De modo que habra ledo mi nota. He ido a ver al doctor Slater pens recordando lo que le haba escrito. Lo s todo. Voy a dejarte. Emma lleg con su Mazda y se apresur a aparcar al otro lado de la calle. No habrs dejado las luces encendidas, Rudy? No. Hummm. S que est en casa confirm Lee.

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El resplandor de la luz de las farolas me permiti ver en sus ojos una expresin de impaciencia. Emma tom mis manos entre las suyas. Tienes las manos heladas y entumecidas me dijo a la vez que me las frotaba para calentrmelas. Ahora escchame bien, Rudy. Si quieres, nos quedamos fuera. Cmo? exclam Lee. Pero Emma la ignor. Como t quieras prosigui Emma. Si quieres hablar con l a solas es cosa tuya. Pero, en cualquier caso, sabes que nos tienes a mano. No; quiero que entris conmigo. Todas respiraron aliviadas. Lo puedes hacer. Eres fuerte me dijo Emma mirndome a los ojos . Piensa que dentro de unos minutos habrs superado lo ms difcil. Y sabes que estamos contigo dijo Isabel. No te ser tan difcil sabiendo que todas estamos a tu lado. Exacto remach Lee. Slo te ser la cuarta parte de difcil, porque estamos unidas. De acuerdo? me dijo Emma, y por un momento pens que iba a invitarnos a juramentarnos y sellar el pacto con un apretn de manos. As que, venga. De acuerdo? Pues manos a la obra. Fuimos por la acera como un pelotn de aguerridos soldados, aunque a paso lento porque Isabel tena que caminar apoyada en el bastn (aparte de que tuvimos que separarnos en los escalones del porche, porque eran demasiado estrechos para que cupisemos las cuatro). Pero seguimos con paso marcial como si marchsemos hacia la batalla; las cuatro a enfrentarnos a un enemigo listo, peligroso, de reacciones imprevisibles y de quien, incluso entonces, parte de m poda seguir enamorada. Saqu la llave y abr la puerta de la entrada. La luz del vestbulo estaba encendida y vi a Curts bajar por las escaleras desde la planta superior. Al verme, se detuvo perplejo a mitad del tramo. Estaba plido y desencajado pero me sonri. Y de inmediato empec a ablandarme, a fundirme como la nieve con el sol. Al abrir del todo la puerta pudo ver quines me acompaaban. Una expresin de hostilidad sustituy a la cara de alivio que haba puesto al verme. Pero eso no hizo sino reafirmar mi decisin. Qu significa esto? dijo l. Una encerrona? Vale, vale, pens. Cuanto ms impertinente te pongas ms me facilitars las cosas. Lee entr la ltima y cerr la puerta. Casi nada ms bajar del coche se me haba pasado el hipo.

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Curts dije con voz aflautada, quiero que salgas de esta casa ahora mismo. Era pura pose, desde luego. Porque, por dentro, oscilaba entre el pnico y una especie de extrao distanciamiento. Ver a Curts y saber lo que saba resultaba desconcertante, como si me costase encajar su imagen con su oscura sombra. Tenemos que hablar, Rudy me dijo como si no me hubiese odo. No pienso hablar contigo repliqu. Slo quiero que te marches. Te vas a un hotel, con tu amigo Teeter o con quien quieras. Mira, Rudy, diles a tus amigas que se marchen dijo entre dientes . Tengo que decirte muchas cosas, pero no en pblico aadi, tendindome la mano a modo de sutil capitulacin, por favor. Mis amigas me miraron. Aunque a regaadientes, se marcharan si yo se lo pidiera; por lo menos Lee e Isabel (sobre Emma ya no estaba tan segura). No se van a marchar repuse con firmeza y, por su expresin y su manera de erguirse, not que mis amigas se sintieron orgullosas de m. No se va a ir nadie ms que t aad envalentonada. Le not un tic bajo el prpado izquierdo. Te equivocas. Ya hablaremos despus replic a la vez que suba escaleras arriba. Emma, Lee e Isabel me miraron. Curts! lo llam. Quiero que te marches! No me contest y desapareci tras el primer rellano. Cmo se me habra ocurrido pensar que aquello iba a ser tan fcil? Y ahora qu? dije mirando en derredor con expresin de impotencia. Has estado formidable dijo Emma zarandendome un poco el hombro. Desde luego que s secund Isabel. S, verdad? asent quedamente. No me he acoquinado. Pero an no has conseguido que se marche me record Lee. Y qu quieres que haga? Has de hablar con ldijo Isabel. No crea que fueses tan ingenua, pens. Y nosotras te acompaaremos aadi Isabel. Todas? Mis amigas asintieron con la cabeza. Resultaba un poco grotesco, pero prefer no pensarlo.

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De acuerdo, pues. Vamos dije. La cara que puso Curtis al vernos a las cuatro resultaba indescriptible. Estaban inclinados frente a su armario abierto. Se haba quitado la corbata y empezaba a desatarse los zapatos. Qu significa esto? exclam con una risa ahogada y expresin airada. Yo agit el ndice sealando el saco de viaje que haba tirado encima de la cama. No te molestes en deshacer el equipaje, porque tendras doble trabajo. Curtis me mir como si no me reconociese. Luego respir hondo con aquella expresin condescendiente que tan buen resultado le haba dado conmigo hasta entonces. No es el momento de hablar de ello, Rudy. Cierto. No pienso hablarlo. Quiero que salgas de esta casa. S lo que has hecho y espero que no te atrevas siquiera a negarlo. No soy yo quien ha de marcharse sino t. Isabel estaba a mi derecha y Lee a mi izquierda. Emma se haba sentado en el borde de la cama, a modo de avanzadilla, ocupando ms territorio enemigo. La posesin es el noventa por ciento de la ley. Curtis hizo un amago de mirarnos con irona; l, un hombre sensato, frente a la irracionalidad de un grupo de mujeres. No podras aconsejarles a tus amigas un poco de sensatez? dijo Curtis dirigindose a Isabel. Ella dio dos pasos hacia Curtis, alejndose de nosotras. Con una mano empuaba el bastn y con la otra el bolso. Llevaba el abrigo puesto, igual que las dems. Lo nico que pide Rudy es lo justo: un poco de generosidad por tu parte. No crees que por lo menos se la debes? Para empezar a equilibrar la balanza un poco, no te parece? La hubiese abrazado. Era la mejor valedora. Sin duda su sencilla honestidad afectara a Curtis, contribuira a que viese su mal comportamiento con claridad. l le sonri. Aspir por la nariz y ni siquiera se molest en contestarle. Lee se aclar la garganta. No creers que vas a salir de esto ileso, verdad? No te habr pasado por la cabeza que, despus de lo que has hecho, ella te va a perdonar y vais a volver a la normalidad como si tal cosa, verdad? Largo de aqu! le espet Curts. Lee se irgui muy digna.

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No nos vamos a largar. T te lo has buscado. Rudy no necesitara que estuvisemos aqu si no fueses tan violento. Yo violento? S, emocionalmente violento. Curtis... empec. Me mir esperanzado, desistiendo de razonar con mis amigas. No hay nada que hablar. No puedes darme ninguna explicacin. S lo que hiciste e incluso por qu, de modo que no necesitas explicarme nada. Lo nico que te pido es que te marches. Curtis se adelant y me encar, tan cerca que tuve que armarme de valor para no retroceder. Pues entonces hablaremos luego dijo quedamente pero con firmeza, dirigindose slo a m. Me marchar si eso es lo que quieres, pero volver cuando tus guardaespaldas se hayan marchado y hablaremos. Sabes perfectamente que tenemos que hablar, Rudy. Era pedir mucho por su parte? Despus de cinco aos de vida en comn y seis aos de matrimonio, era pedir mucho? La verdad era que s tenamos que hablar, no? El tenso y dubitativo silencio se prolong. Vi en el espejo del armario que Emma bajaba la vista con los hombros cados. Comprendi que yo iba a ceder. Y estaba segura de que si Curtis se quedaba a solas conmigo se saldra con la suya. No dije con un inmediato suspiro de alivio. Lo siento, (antis. La prxima vez que hablemos ser en el despacho de un abogado. No lo dices en serio replic l meneando la cabeza. Te avendrs a razones en cuanto lo pienses mejor. T sola. Te conozco, Rudy... Ya me estoy aviniendo a razones. Y me resulta muy reconfortante. De modo, Curtis, que haz el favor de marcharte. Escchame se apresur a decirme. Iba a decrtelo esta noche. Ya no poda soportar ms los remordimientos. Slo lo hice para conservarte, aunque saba que no estaba bien, que no era justo. Esta noche iba a decirte la verdad, en serio, Rudy, y proponerte que recurrisemos a terapia matrimonial, con Greenburg si quieres. Oh, Curtis exclam sin poder evitar rerme. Emma y Lee rieron a carcajadas, e incluso Isabel sonri. Si no llega a mencionar a Eric quiz lo hubiese credo. Anda y que os jodan a todas! espet Curtis, que al fin se quit la careta enseando los dientes y dirigindonos una mirada de odio. Quitaos de en medio! Sali con cajas destempladas de la estancia, tropez con Lee y baj por las escaleras. Pero escuchamos con atencin y no omos que la puerta de la calle se abriese ni se cerrase.

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Y bien? dijo Lee. T dirs dijo Emma. Yo estoy dispuesta a no acostarme en toda la noche. Nos dispersaremos para ocupar toda la casa propuso Isabel. Yo estaba confusa. Tiene gracia la cosa, no? dije mirando a Emma, retorcindome las manos. Todava no la tiene, pero la tendr repuso Emma. Ests segura? Por completo. De acuerdo. Emma agarr la bolsa de viaje de Curtis y salimos todas del saln. Lo encontramos en la cocina tratando de hacerse caf. Isabel, Emma y Lee se situaron hombro con hombro de espaldas a la repisa y yo frente a ellas. La luz amarillenta de la cocina le daba a nuestros tensos rostros un tono espectral. Cuatro cazadoras y una presa. Curtis pareca haber recobrado el dominio de s mismo. Torc el gesto, porque su aplomo es ms peligroso que su ira. Es intil, Curtis dije porque sent la necesidad de recordrselo a l y de recordrmelo a m misma. Has pretendido hacerme creer que tienes leucemia. Curtis termin de llenar la medida de su descafeinado, la verti en el depsito y accion el interruptor. Luego se dio la vuelta. Se llev las manos a las sienes, como si se pusiese anteojeras, como si no quisiera ver a mis amigas sino slo a m. No me pongas en evidencia dijo l en un tono que por primera vez me son sincero. Slo te pido que me des la oportunidad de explicarte por qu lo hice. Not que volva a ablandarme peligrosamente. Gracias a Dios, Isabel se decidi a intervenir. Pero esa no es la nica mentira que has dicho le dijo. Cmo pude haberlo olvidado? Me sent bien notar que la incredulidad y la indignacin volva a m con un rugido ensordecedor. Y Curtis tuvo al fin la decencia de bajar la vista. Eso, por s solo, me parece que basta para pedir el divorcio dijo Lee. Decirle a tu mujer que queras tener un hijo cuando acababas de hacerte una vasectoma! exclam mirndolo con incredulidad. Qu pretendas? Queras que lo descubriese? Por el amor de Dios! No ves que Rudy y t vais al mismo mdico de cabecera?

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Curtis se qued boquiabierto. Se estaba transformando lentamente ante mis ojos en un hombre a quien no slo ya no amaba sino que ni siquiera me gustaba. Al fin encontr palabras para replicarle a Lee. Eso no es asunto tuyo le dijo. Pattico. Y, por extrao que parezca, me hizo sentir en ridculo. No me explico por qu te he querido durante tanto tiempo dije. Porque se da mucha maa para lo que le interesa se adelant Lee ; o sea, para manipular a los dems. Eres... aadi mirando a Curtis eres despreciable. Anda y que te den por el culo! le espet l. Cada vez pareca ms pattico. Tena dos burbujitas de saliva en la comisura de los labios. Quieres hacer el favor de decirles que se larguen? insisti. No, eres t quien va a largarse. Se ech a rer y me dio un empujn, no muy fuerte pero lo suficiente para soliviantar a Emma. Eh, eh! exclam ella. Las tres nos rodearon de inmediato. Y justo entonces son el timbre de la puerta. Quienquiera que fuese estaba muy impaciente. El grupo que se haba formado en la cocina empez a dispersarse. Curts hizo amago de ir a abrir, pero Lee se le adelant, y entonces record que haba llamado a Henry. Emma me dirigi una mirada inquisitiva al ir todas hacia el saln. Ests bien?, vena a preguntarme. La verdad es que yo temblaba de pies a cabeza. Pero cuanto ms se alargaba la situacin, mejor me senta. El empujn de Curts fue como si me hubiese tomado una anfetamina de efecto inmediato, tan fuerte que casi me aturdi. Me produjo una excitacin artificiosa, pero eficaz en aquellos momentos. Pero no era Henry quien llamaba sino su madre. Nunca haba visto a Jenny con la indumentaria de trabajo. Las descripciones de Lee no le hacan justicia. Llevaba un mono de algodn y una camisa roja de franela, una rionera de piel con las herramientas y botas de goma hasta las rodillas, una gorra de visera que cubra su moo y que deca patterson & hijo y en la pechera, en letras amarillas, Jenny. Al vernos, ella y Lee interrumpieron la conversacin que mantenan en voz baja en la entrada. Tengo entendido que tenis un problemita dijo con su marcado acento sureo. Jaj! Curts ri de un modo tan artificioso que sent pena por l.

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Es increble! Menuda guerra! Movilizis hasta a las lesbianas! Cuidado con lo que dices, monn! le advirti Jenny con aplomo. La llegada de Jenny fue como una bocanada de aire fresco en una atmsfera viciada. Curts lo not. Tras un tenue velo de desdn se saba copado. Y de inmediato adivin lo que iba a hacer a continuacin. No! No lo hagas, Curts! exclam. Curts agarr con ambas manos la vitrina de cristal y bronce contigua a la ventana. Como no pudo levantarla la empuj con violencia y, casi dos metros de vitrina con las estanteras llenas de objetos de cermica se hicieron aicos contra el parquet. Mis jarrones, mis cuencos, todo roto; todo el suelo sembrado de esquirlas de cristal y fragmentos de cermica. Todo a hacer puetas. Nadie se movi. Curtis mascull entre dientes algo ininteligible, sulfurado, observndonos, desafindonos a reaccionar. Emita emiti un ruido gutural, furioso. Con el rabillo del ojo vi que Isabel la sujetaba por el brazo tratando de retenerla. La actitud soliviantada de Emma me envalenton an ms. Me alej unos pasos del crculo protector de mis amigas y me encar a Curtis. Me acerqu tanto que casi nos tocamos. No sent miedo en absoluto y me alegraba de que hubiese roto mis piezas de cermica. Porque, al igual que el empujn, aquello no hizo sino ayudarme a ver an con ms claridad. Con todo, mi voz no pareca realmente ma. Las palabras me salieron entrecortadas y agudas. Mrchate. Sal de aqu o llamo a la polica. Se ech a rer. Y se lo dir a Teeter. Le contar lo que has hecho. Se puso plido. Por fin haba encontrado la estaca adecuada para clavrsela en el corazn. Y si tratas de perjudicarme de alguna manera, despdete de tu carrera como abogado. Despdete, sabandija! Curtis mene la cabeza como si no pudiera dar crdito a lo que oa. Sabandija! le espet para remachar mi actitud. Una de ellas se ech a rer (creo que fue Jenny). Curtis gir en redondo. Las cinco cerramos filas. Creo que habra sido capaz de agredirnos, por lo menos a m, de destrozar ms cosas de la casa, como haba hecho con la vitrina. Pero ramos cinco y se acobard. Adems, una llevaba un bastn y otra una llave inglesa de casi medio metro. Lrgate le espet por ensima vez. Y se march.

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Jenny encendi el fuego en la chimenea. Lee sirvi el caf que Curtis haba preparado y Emma nos mir risueas. Podrais felicitarme por haberme mordido la lengua, no? dijo. Yo haba dejado de temblar y me haba tranquilizado lo bastante para llamar a Eric, pero no estaba en casa. Le dej un mensaje incoherente que termin as: Me alegro de no haberte encontrado, de verdad, porque as no has podido ayudarme y he tenido que componrmelas sola. No era cierto, claro. Porque de no ser por mis amigas no habra podido. Mira, aqu hay una pieza que no se ha roto dijo Isabel tendindome un pequeo jarrn glaseado en forma de berenjena. Era una de mis primeras piezas y no muy buena, pero siempre me haba gustado. Quiz se haba salvado porque pesaba bastante. Y hay un par que creo que podrs pegarlas, Rudy; me parece, vaya aadi. Ten cuidado con los cristales le dijo Lee desde el sof. Ven aqu junto al fuego, Isabel. Estaba segura de que si se me ocurra abrir la boca se iba a enfurecer demasiado. De modo que me he callado dijo Emma. Has estado formidable la felicit Lee. No, pero no ha sido como cuando rescatasteis a Gracia y yo no hice nada. Esta vez no he hecho nada a propsito. Pero me ha costado lo mo dominarme, no vayis a creer. La abrac y ella me sonri, ya apaciguada. Has estado magnfica reafirm por mi parte. Y ya s cunto ha debido costarte. No, quien ha estado extraordinaria has sido t me dijo. Oh, Rudy, cmo lo has puesto! Lo de sabandija me ha encantado dijo Lee risuea. Lo que no entiendo es que te dejases engatusar por semejante chiflado dijo Jenny, recostndose en el respaldo del divn. Jenny se haba quitado las botas y la rionera de las herramientas y se haba puesto la gorra al revs, con la visera hacia atrs. Tena toda la pinta de esas amas de casa tan avispadas que presentan en algunas series cmicas de televisin. Menuda cara ha puesto cuando nos ha visto a todas entrar en el dormitorio dijo Lee frotndose las manos. De foto, vaya... T tambin has estado magnfica le dijo Emma. Eres... despreciable aadi remedando la voz de Lee.

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S. Y se ha quedado sin habla; no ha sabido cmo justificarse. No te sientes mucho mejor, Rudy? Espero que no tengas el menor remordimiento. Has de estar orgullosa de ti. Y lo estoy, ya lo creo que sdije, aunque an me castaeteaban un poco los dientes y me estremeca. El fuego de la chimenea, el caf caliente, la manta con la que Emma me haba arropado, no bastaban para que desapareciese el fro interior. Quiz debera tomarme una copa. No har nada dijo Emma. Me refiero a que no tratar de perjudicarte. Lo has puesto en su sitio llamndolo sabandija. S asinti Lee, amenazarlo con decrselo a sus socios ha sido brillante. De modo que ahora tienes la sartn por el mango y podrs sacarle lo que quieras. No quiero sacarle nada. Bueno... eso dices ahora. No, de verdad. Me conformo con ir tirando hasta que vea claro cmo encarrilar las cosas dije abrazndome bajo la manta, de nuevo estremecida. Mira, Rudy, como no le ajustes bien las cuentas a ese cabrn no vuelvo a hablarte en la vida dijo Emma entre bromas y veras. Empezaron a hablar de cambiar las cerraduras y de llamar a los bancos, a las compaas de seguros, y de informarse sobre qu abogado poda convenirme. Lee era quien ms consejos me daba, como si se hubiese divorciado seis veces. Pero ella es as, siempre cree saberlo todo. Poco a poco empec a rehacerme. Pero me preguntaba si todo aquello iba a servir de verdad para algo. Pareca que s. Sin embargo, aunque as fuese, me asustaba la perspectiva. Sera lgico que, durante los primeros das, estuviese un poco asustada, porque aun haba muchas posibilidades de que todo se volviese en mi contra. Quiz por eso senta el extrao y poderoso impulso de llamar a mi madre. No me lo explicaba. Y como no me lo explicaba me levant para llamar a Eric otra vez. He de marcharme ya dijo Lee adelantndoseme. Con quin volvemos? Con Emma? A Jenny no le pilla de camino aadi, porque Henry haba llamado desde su coche haca una hora y, al decirle que no lo necesitbamos, haba ido directamente a casa. Ests lista, Isabel? Isabel no contest. Se ha quedado dormida dijo Emma. Se ha quedado dormida en el suelo. Lee se acerc sin hacer ruido hasta donde Isabel yaca de costado, con medio cuerpo en la alfombra y el otro medio en el parquet. Ests despierta, Isabel? Es que ya nos vamos dijo arrodillndose a su lado. Isabel?

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Emma y yo nos quedamos sin Aliento. Nos acercamos atradas por el tono alarmado de Lee. Pero entonces Isabel abri los ojos y sonri, y yo respir aliviada al desechar el negro presentimiento que me haba asaltado. Anda, levanta, dormilona le susurr Lee. Me temo que no voy a poder dijo Isabel apoyando la mano, lvida, en la rodilla de Lee. Por qu? Te encuentras mal? Qu mirndonos. Llama a una ambulancia, Rudy! te pasa? dijo Lee

No, no protest Isabel humedecindose los labios. Llamad a Kirby aadi quedamente. Me oyes, Lee? Slo llama a Kirby.

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Captulo 27

Isabel
Febrero... Al releer cartas y papeles encontr mi ltima agenda, una que haba utilizado durante quince aos antes de la actualizada que uso ahora. Le los nombres que haba escrito pulcramente, junto a recordatorios sobre cul era el nombre de pila del cnyuge y las techas de los cumpleaos de sus hijos. No s cmo interpretar el hecho de que muchas de estas personas, casi una tercera parte, no pasaran a la agenda actualizada. Puro desgaste? Fras palabras para una de las pequeas tragedias de la vida. Las personas se alejan, desaparecen o se quedan por el camino. Cuando Gary y yo nos separamos, muchas amistades desaparecieron completamente. Pero hay alejamientos que resultan un tanto extraos. Fay Kemper, por ejemplo, que viva en Thornapple Street. Coincidamos en el parque paseando a los perros, en el mismo lugar en que conoc a Lee. A las dos nos gustaba la jardinera y nos visitbamos. Tena una hija de la edad de Terry y hablbamos por telfono durante horas acerca de nuestros hijos. Sin embargo, se esfum. Nuestros maridos nunca simpatizaron (ese fue un obstculo) pero no lo explica todo. Yo apreciaba mucho a Fay, pero no hice nada por conservar su amistad, ni ella por conservar la ma; simplemente, nos alejamos. Y hay muchas ms como ella. Ya s que este tipo de amistades superficiales van y vienen en la vida de todas las personas; es una consecuencia inevitable debida a las circunstancias, a los gustos de cada cual, a la ocasin, la apata... y sin embargo, pese a ser consciente de ello, me entristece. Durante toda mi vida he deseado expresarles mi cario a los dems. A veces me ha retenido el temor de que mi cario les tuviese sin cuidado, que no les importase ni poco ni mucho, que se aprovechasen de m al saber la estima que les profesaba. Ahora es distinto. Los aos se acumulan como la nieve en el alfizar. Y no tengo un momento que perder. Esta hora del da me aterra. No quiero morir en invierno. No quiero que mi ltima imagen de este mundo sea la del tristn crepsculo a travs de la ventana de mi dormitorio; ver cmo se balancean las ramas bajo el cielo del ocaso. Porque el viento es muy fro y cruel y lo imagino llamndome entre su spera respiracin.

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Quiero despedirme con un tiempo clido y un cielo azul. Me gustara or el zumbido de una mosca, un avin rugir bajo un cielo despejado, una conversacin que me llegue desde otra habitacin. Risas. Olor a hierba. No puedo perdonarle a mi cuerpo que me haya traicionado. Soy mi mejor amiga, y me he dejado en la estacada. En quin puedo seguir confiando? Es una tontera, ya lo s. Pero sigo teniendo arraigado el mito de mi inmortalidad, aunque inevitablemente empiece a desdibujarse. Eso me produce accesos de pnico. Voy a morir, recuerdo de pronto tras unos das de inexplicable olvido de mis inexorables perspectivas, y se me dilatan las venas de puro pnico. Se me hace un nudo en el estmago y me echo a llorar de un modo compulsivo, jadeo, me desmorono bajo el peso de una tristeza insoportable; por m misma, por todos los seres humanos que, un da u otro, habrn de pasar por el mismo trance. Qu carga tan pesada nos vemos obligados a llevar a la sombra de la muerte que aguarda, bajo el ala del negro pjaro de la muerte. Por qu es la muerte tan misteriosa? Es un tab, como el sexo para una virgen, un secreto celosamente guardado bajo llave. He pasado mi vida creyendo que todo morira... salvo yo. Supongo que es de la nica manera que podemos vivir. Se debe a creer que somos nuestros cuerpos. No es natural considerar nuestra carne, nuestra sangre y nuestros huesos como una morada temporal de la que pronto nos echarn. Pero ltimamente estoy ms cerca de descubrir el secreto, creo yo, la leccin: que la muerte no es algo anmalo, detestable, una catstrofe indescriptible sino un crculo, no una lnea recta, cuanto ms largo mejor; un crculo que jams termina sino que se ensancha. Marzo... Emma viene a verme casi todos los das. Y siempre me hace rer. En lugar de la exclamacin cristiana Oh, Dios, exclama un ateo Oh, mierda. Nunca me ha mencionado a Mick Draco. De modo que el ltimo da que me visit saqu yo el tema a colacin (aguardar al momento oportuno es un lujo que ya no me permito). Pareci impresionada y aliviada, aunque no especialmente sorprendida, porque yo supiese quin era. Supona que acabaras por adivinarlo me dijo. Y por eso he estado muchas veces tentada de contrtelo. Pero imaginabas que lo desaprobara, porque es un hombre casado, no? No, no crea que lo desaprobases ni nada de eso, Isabel. Ni en mi caso ni en el de ninguna otra persona a quien quieras. Digamos entonces que no me gustase. Eso s; que no te gustase.

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Cierto dije. El adulterio, as in abstracto, es algo que me desagrada, incluso podra decir que lo detesto. Pues ya somos dos. Pero en los casos concretos es un poco ms complejo, no? Te adelantar que Mick y yo no nos hemos acostado nunca. Y habis terminado? S. Yo he roto. Me peda que lo esperase. Trata de librarse de su matrimonio sin hacerle dao a su esposa dijo con expresin sarcstica. Algo que no me parece posible, sobre todo teniendo en cuenta que, segn Lee, llevan cinco aos yendo al psiclogo. O sea que digmoslo de otro modo: no estoy dispuesta a esperar a que rompan. Y ahora te sientes bien? Qu va. Estoy fatal. Quiz debiste decirle que lo esperaras dije, porque ltimamente reparto consejos a diestro y siniestro; soy como una fuente de sabidura. Pero esperar es sufrir, Isabel. Y ya he agotado mi capacidad de sufrimiento. Le entre lneas que se refera al sufrimiento debido a m. La cosa tiene cierta gracia, porque paso ms tiempo consolando a quienes me quieren que compadecindome. Resulta agotador, aunque tambin me conforta. Porque, a fuerza de tratar de convencer a los dems de que lo que me ocurre no es una tragedia, casi llego a convencerme a m misma. Lee no es fcil de consolar, e imposible de convencer. Se siente muy desgraciada. La solucin a uno de sus problemas me parece sencilla pero ni siquiera yo albergo la pretensin de podrselo solucionar. Hace unos das fuimos de excursin en su coche. Haca semanas que yo no sala del apartamento ms que para ir al mdico, al acupunturista o al fisioterapeuta. Cuando voy a verlos tomo un taxi y me acompaa Kirby. Pero aquel da me senta inusualmente fuerte, y result una excursin muy agradable para Lee y para m. Puro placer. Nos llevamos a Gracia. Al fin se ha terminado el invierno, y di gracias a todos mis dioses por ello. Ya poda eliminar la preocupacin por morir en la desabrida estacin. Me sent de maravilla ir a buena velocidad en el coche, con las ventanillas bajadas y el viento dndonos en la cara. Fuimos hasta Virginia, por esas preciosas carreteras estrechas de la zona de Purcelville y Philomont. Gracia iba con el hocico asomado a la ventanilla dejando que el viento le echase las orejas hacia atrs. Pareca una perrita voladora. Querrs quedrtela? Lee fingi no orme. Kirby se la quedara, si se lo pidiese. Pero preferira que fueses t.

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Pens que Lee lo dejara correr y se limitara a no contestarme, pero al cabo de un rato me dijo: S, me la quedar. Luego las dos fingimos que era el viento el que nos haca lagrimear. Gracia es una perrita muy cariosa. En la actualidad gracia significa algo ms para m. Me ha sido concedida la gracia de ver... en fin, nuestro mutuo entendimiento. Es casi primitivo, de puro fcil. Literalmente, estamos todas juntas en esto, y mi ira casi se ha disipado por completo. Tengo la sensacin de que somos una unidad que lo abarca todo y a todos. Un don. Pero aun as, sera todo ms fcil si pudisemos abandonar este mundo acompaados de un amigo, un compaero. Ah, si pudiramos llevarnos a un amigo con nosotros. No sera tan triste. Una mujer de los servicios sociales vino a hablar conmigo y me dijo que, a partir de entonces, vendra una enfermera los martes y los jueves por la tarde para echarme una mano. Se llama Roxanne Kilmer. Tiene veintisiete aos y me temo que ha equivocado la profesin o accedido a ella demasiado joven. Creo que una mujer debera tener ms experiencia, saber ms de la vida antes de ver las cosas que Roxanne ha de ver. Pero me cae bien y soy lo bastante egosta para querer que siga viniendo. Me ayuda a baarme, me cambia la cama, organiza mi dieta y cuida de que tenga y tome los medicamentos que me recetan. Me gusta su competencia y desenvoltura, que se muestre amable conmigo pero sin compadecerme. La verdad es que debo considerarme afortunada: tengo a Roxanne; tengo a la seora Skazafava, que saca a pasear a Gracia todos los das a las cuatro de la tarde, y lo hace encantada; y tengo a mis amigas del grupo de las Gracias. Una de las cosas que se les hace ms cuesta arriba a las personas que estn en mi situacin (el temor a morir solas) se ha disipado. Ya no figura en mi lista de todo lo que me angustia. Y adems tengo a Kirby. La funcionarla de los servicios sociales anot en su informe que l es la persona que ms la cuida, algo tan obvio y evidente que ni siquiera me he percatado de ello ni aceptado. Supongo que se debe a la poca importancia que Kirby se da, y porque ha entrado en mi vida como de puntillas; como uno de esos arbolitos que se plantan en primavera y a la siguiente se han convertido en un arce exuberante, tan perfectamente asentado que ya no recuerdas cmo era el rodal del jardn cuando no estaba. Lo nico que me preocupa es que distraiga demasiado tiempo de su trabajo para estar conmigo. Pero no me deja ni hablar de ello, y mucho menos que lo reconvenga. Lo considera asunto de su exclusiva competencia. De todas maneras, ya me fatiga hablar demasiado, de modo que ahora hemos invertido los papeles. Por una vez, Kirby habla ms que yo. Al principio le costaba. Pero, aunque nunca ser una persona muy locuaz, habla mucho ms de lo habitual en l, porque sabe que me encanta escuchar. Me habla de su padre, que fue uno de los ms altos oficiales del

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ejrcito que muri en Vietnam; y acerca de su madre, que fue bailarina en comedias musicales en los escenarios de Nueva York. Noto estas contradictorias influencias en Kirby, que camufla su lado creativo y poco convencional con una conformidad engaosamente apacible y tristona. Le pregunt por qu segua conmigo. Porque te quiero me contest muy serio. As de sencillo. De veras? Importa? Debo yo debera cualquiera preocuparse porque el hecho de que seguir conmigo no sea ms que una manera de decirme adis?, un modo apropiado, humano y digno de despedirse, que no pudo utilizar con su esposa y sus hijos porque un trgico accidente se los arrebat? Sea como fuere, el motivo es el amor. Qu importa entonces? Kirby me ayuda a escribirles una carta a las Gracias. Yo se la dicto y l la escribe con su ordenador porttil. Por las noches me la lee. Yo me echo en el sof bajo la manta afgana y Gracia a mi lado en la alfombra. Kirby se sienta en el silln junto a la lmpara, con sus largas piernas cruzadas y la cabeza ligeramente hacia atrs para ver a travs de sus lentes bifocales. Su voz es algo teatral pero muy expresiva. Podra escucharlo durante horas. Me lee obras clsicas, comedias de Shakespeare, Ibsen, Moliere y Oscar Wilde; y novelas que me encantaron de pequea y que me localiza en la biblioteca: Girl of the Limberlost, The Secret Garden, Mujercitas. Y la Biblia, y el Corn. Poesa. Esas lecturas me resultan muy reconfortantes; esas otras voces, los mundos de otras personas. Siento un profundo agradecimiento porque consigan sacarme del mo. Kirby tambin me ayuda con la correspondencia. Recibo muchas postales desendome que me recupere; muchsimas notas amables, nerviosas, simpticas, torpes, faltas de tacto o elegantes; algunas de personas con quienes no he tenido contacto y ni siquiera he pensado en ellas desde hace aos. Pero me resulta tanto o ms interesante reparar en quienes no me escriben, no me llaman ni se dan por enterados de mi enfermedad de ninguna manera. Los perdono y, ltimamente, me he dedicado a escribirles pequeos mensajes para decrselo, aunque no con estas palabras. Me hago cargo de que a algunos les resulte imposible decirme nada en mi estado. No pueden evitarlo. Y no lo tomo a pecho. Antes s. Pero ahora no tengo tiempo. Gary es uno de los que se siente incapaz de decirme nada. Lo llam por telfono, esperando algo, unas palabras para despedirnos sin rencor. Pero no hubo opcin. De modo que Gary y yo moriremos por separado y distantes. Ahora estoy segura de ello, y me entristece pensar que, a la postre, nuestros votos fueron en vano. Abril... Kirby y yo ya no tenemos relaciones sexuales. Simplemente porque no es posible. Pero hacemos el amor. Existe una ceremonia o ritual hind de sanacin que consiste en el lavado de pies y en la aplicacin al cuerpo de aceites aromticos. l me lo hace y entona en voz baja las palabras

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que acompaan el rito. Y hace que me sienta como si mi cuerpo, ya tan dbil y marchito, fuese un templo. Por la noche nos acostamos y hablamos de cmo han sido nuestras vidas. Antes hacamos planes para viajar, pero ya no; desde hace poco hemos abandonado tal fantasa. Ya no soy tan ambiciosa como antes; ya no le pido a Dios que me deje vivir cinco aos ms, ni tres, ni dos. Mi ambicin ha menguado. No quiero morir en invierno ni tampoco en un hospital; eso es todo. Cmo cambian las cosas, eh? Te has fijado, Dios, en lo modesta que soy? Pienso en escribir unas palabras, una alusin a algo que hayamos compartido aunque no s todava qu es para que Kirby las lea cuando yo me haya ido, y las recuerde. Sera como seguir un poco viva. Es sorprendente. Queda algo cuando ya no queda esperanza. Algo que una se inventa. La aceptacin cranme entraa cierta alegra. S, y a partir de ah no se est muy lejos de la celebracin. Anhelo estar con mis queridas amigas. Hoy tengo muy buen da y puede que maana tambin lo tenga. Quiero llamar a Lee, a Emma y a Rudy y pedirles que celebremos nuestra habitual reunin aqu maana por la noche. Ya hace mucho que no la celebramos y tengo muchas cosas que decir. La palabra ms difcil es adis; sin embargo, casi creo poder decirla ya. Creo que podra decirla. Qu es lo mejor que puedo decir de m misma? Que he amado y me han amado. Todo lo dems es secundario. Me doy por satisfecha.

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Captulo 28

Emma
Isabel muri mientras dorma despus de la medianoche del 10 de abril. Tuvo una embolia, un cogulo de sangre que le bloque una arteria del pulmn y la mat al instante; o por lo menos eso espero. Kirby estaba durmiendo en el sof del saln porque ella haba estado muy inquieta un rato antes, y pens que se quedara dormida ms fcilmente si estaba sola. La encontr por la maana, de costado en la cama y con los ojos cerrados. Me alegro, porque eso demuestra que estaba dormida cuando expir. Dice Kirby que la ropa de la cama no estaba revuelta y que Isabel tena un aspecto plcido. Seguramente estaba soando; un dulce sueo en el que apareceran todas sus amigas, todas aquellas que la amamos. Intuyo que fue as, soando, como se alej de este mundo. No quera un funeral ni que la enterrasen. Especific en su testamento que, cuando la hubiesen incinerado, quera que su hijo Terry recogiese las cenizas para que dispusiera de ellas como quisiera. A nadie le gust su deseo, sobre todo a Terry, que no tena ni idea de qu era mejor hacer con los restos de su madre. Nosotras lamentamos que no hubiese velatorio, ni ceremonia, nada. De modo que tres semanas despus de su muerte, invit a cuantos amigos, familiares y conocidos de Isabel pude localizar y organizamos una reunin en su memoria en mi casa. Asistieron tantas personas que slo cupimos de pie. Ocupaban por completo el comedor, el pasillo, el vestbulo y medio tramo de las escaleras que comunican con la planta superior. No asisti ningn pastor ni representante religioso (porque Isabel haba profesado la mayora de las religiones principales y todas las menores); cul bamos a elegir? Pero s asisti Kirby, y fue aun mejor. Porque Kirby tiene un talante solemne y sacerdotal que vena muy bien para ejercer de maestro de ceremonias, por as decirlo, en el ltimo rito en honor de Isabel. Adems, siempre me pareci que haba algo misterioso en Kirby, sobre todo al principio, antes de conocerlo. Pero el misterio result no ser ms que su amor a Isabel, que la quera con todo su corazn; y en eso no hay misterio que valga. Me hubiese gustado conocerlo ms a fondo en vida de Isabel, y haber sido ms amable. No es que me mostrase esquinada, en absoluto, pero

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creo que tena celos de l. Lo consideraba un extrao, un entrometido. Un hombre. Nosotras, las Cuatro Gracias, no siempre somos muy hospitalarias o sociables con los recin llegados. Pero Isabel lo quera mucho, y s, estoy convencida de ello, que eso no significaba que nos quisiera menos a nosotras, ni a m, claro. Isabel tena amor para dar y tomar. Tena muchsimos amigos. Muchos tuvieron que sentarse en el suelo del saln porque no tengo bastantes sillas. Hice caf y saqu bandejas de repostera. Cuando los invitados empezaran a marcharse pensaba sacar whisky y hacer un velatorio ms de acuerdo al talante de sus ms allegados. Creo que a Isabel le hubiese gustado. Kirby trajo varios de sus compacts favoritos y escuchamos la monocorde msica New Age, Mozart, Emmylou Harris. La concurrencia iba disminuyendo pese a que llegaban otros. Asistieron vecinos, condiscpulos y profesores de la facultad, socias del club de bridge que frecuentaba Isabel, miembros de un grupo de ayuda a enfermos de cncer, personas que participaron en el crculo de sanacin y vecinos de su antiguo barrio. Me asombr comprobar cuntos se levantaban, se aclaraban la garganta y hablaban con emocionada sencillez acerca de lo que Isabel haba significado para ellos, deshacindose en elogios. Me dio un vuelco el corazn al ver llegar a Mick. Sin Sally. Se abri paso entre la concurrencia hasta donde yo me encontraba, en el arco que separa el saln y el comedor. Titube durante lo que a m se me antoj una eternidad pero que no fue ms que una fraccin de segundo. Luego se inclin hacia m y me bes en la mejilla. Lo he sentido mucho me dijo, como la cincuentena de personas que haba recibido hasta entonces. Te agradezco que hayas venido farfull emocionada. Entonces se alej y fue a sentarse en el suelo del saln. Al ladear la cabeza vi a Rudy mirar en mi direccin. Arque una ceja ligeramente, de un modo que lo deca todo. Luego sigui escuchando a la seora Skazafava, que comentaba que Isabel cuidaba de su parcela de jardn con tal primor que haca palidecer de envidia a los dems. La perrita de Isabel, Gracia, estaba echada a los pies de Rudy con su blanco hocico apoyado en su empeine. Ahora es la perrita de Rudy. Tena que habrsela quedado Lee, pero Lettice, su cocker spaniel estaba demasiado mimada y se habra muerto de celos. Rudy haba tenido que mudarse a un apartamento en el que permiten tener animales de compaa. Es bueno para Rudy y para Gracia, porque se aportan lo que ambas necesitan. Lee se pas toda la velada llorando. Henry la consolaba tomndola de la mano, pasndole un pauelo grande y rojo que llevaba en el bolsillo de la pechera de la chaqueta, la rodeaba con el brazo y dejaba que sollozase en su hombro.

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Uno de los asistentes ley un poema. Una mujer que haba formado parte del crculo de sanacin se levant y cant una cancin que haba compuesto especialmente para Isabel. La cant a capella. Y consigui que todos la secundsemos en cuanto nos aprendimos el estribillo. Rudy y yo volvimos a mirarnos. Grave error. Tuve que darme la vuelta y llevarme las manos a la cara abrumada por la emocin. Me ech a llorar a lgrima viva. Luego me son y consegu recobrar la compostura. Terry se desplaz en avin desde Montreal al da siguiente de la muerte de Isabel y an segua aqu. Su novia, una preciosa joven negra llamada Susan, se haba reunido con l das atrs y lo haba acompaado a nuestro singular funeral. Pens que Terry dira unas palabras acerca de su madre, pero no lo hizo. Creo que por temor a no poder contener el llanto (por eso tampoco habl yo). Haba trado una cajita ovalada de madreperla con las cenizas de Isabel y la dej en la repisa de la chimenea. Poda parecer inadecuado, pero no lo era. En absoluto. Yo dispuse unas azucenas alrededor de la preciosa cajita y todos los asistentes se fijaron en ella. Resultaba un smbolo muy digno, dulce y apacible. Como Isabel. Gary no asisti. Pero envi unas flores y escribi una nota breve pero hermosa que Kirby ley en voz alta. Yo no albergaba el menor deseo de ver a Gary ni de hablar con l, pero me pregunt cmo deba de sentirse tras la muerte de Isabel. Esperaba que sufriera. Que sufriera mucho; que sufriera por lo menos una dcima parte de lo que sufra yo. Los discursos improvisados empezaron a remitir. Kirby se levant. Era la primera vez que lo vea con traje. Se haba puesto un terno gris, con camisa blanca y sin corbata. Le sentaba bien. Estaba algo demacrado, pero no tena mal aspecto. La belleza de Isabel, la pureza de su rostro, por as decirlo, se haba acentuado a medida que se agravaba su enfermedad. Resultaba extrao, pero lo mismo le haba ocurrido a Kirby. No tengo mucho ms que aadir a lo que varios habis dicho dijo Kirby, con las manos entrelazadas a la espalda en postura de descanso militar. Isabel nunca perdi la esperanza, pese a que desde el principio supo lo que le iba a ocurrir. Le gustaba mucho un poema de Walt Whitman, sobre todo la estrofa que dice: Todo fluye hacia delante y hacia fuera Nada se desmorona Morir es algo distinto A lo que todos suponen y ms afortunado.

Trat de creerlo as y estoy seguro de que le sirvi de consuelo. Siempre fue una mujer muy valiente. Disimulaba su angustia y su tristeza. Porque ella no iba a perder slo a una persona muy querida, como nosotros, sino que iba a perderlas a todas.

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Kirby sac el pauelo del bolsillo y se son sin avergonzarse por dejarse llevar por la emocin. Isabel crea que la muerte era un proceso, no un final prosigui Kirby. Deca que tena la obligacin de aferrarse a la vida cuanto pudiese y lo mejor que pudiese (su deber krmico, lo llamaba ella). Pero tambin tena fe en que haba algo ms all, algo mejor, aunque no tena ninguna prisa por llegar aadi con un amago de triste sonrisa. Hablaba sin rodeos de sus temores, de su pesar. Pero su convencimiento de que la muerte no era el fin evitaba que se desesperase. Simplemente deseaba no tener que marcharse sola. Kirby mir en derredor con expresin de impotencia y ojos llorosos. Bueno... quiero daros las gracias a todos. A Isabel le hubiese emocionado vuestra presencia, vuestros buenos deseos y elocuentes palabras. Gracias, muchsimas gracias a todos. Kirby daba por terminada la parte formal del acto sin que ninguna de nosotras hubisemos dicho una palabra acerca de Isabel. Lee se tapaba la boca con el pauelo de Henry y apoyaba la cabeza en su pecho. Era evidente que estaba destrozada. Le dirig a Rudy una mirada apremiante: Levntate y di algo! Pero se limit a sonrer contrita y a menear la cabeza. Me dieron ganas de estrangularla. Quisiera decir algo anunci azorada y con voz tan nasal como si hubiese pillado un constipado. Quienes ya haban empezado a levantarse volvieron a sentarse. Al ver los rostros de los invitados, tan serios y expectantes, empez a latirme el corazn con ms fuerza. Slo quiero agradeceros yo tambin que hayis venido, y a Kirby todos sus desvelos. Y tambin quiero decir... Quera decirles lo mucho que iba a echar de menos a mi amiga, lo mucho que la quera, y cunto significaba para m. Cmo empezar? Mi mente se deslizaba hacia atrs, buscando el principio de lo que deba decirles acerca de ella. ... que tambin debo expresarle mi agradecimiento a Lee, a Lee Patterson, porque hace once aos tuvo la idea de formar nuestro grupo de mujeres, las Cuatro Gracias. Echada en el suelo a los pies de Rudy, Gracia alz la cabeza y la lade mirndome al or su nombre. As es como conoc a Isabel prosegu. En realidad, nos vimos por primera vez en su casa; y tambin aquella noche te conoc a ti, Terry. Te acuerdas? Terry me sonri y mene la cabeza. Tenas diecisis aos y eras un trasto. Risas.

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Por entonces continu ramos seis en el grupo de las Gracias, pero con el tiempo quedamos cuatro, y cuatro seguimos siendo, prcticamente. Isabel y Lee, Rudy Lloyd (Rudy Surratt, en la actualidad, perdonen) y yo. Yo... si pudiese... farfull antes de poder expresarme con claridad. Si tratase de explicar lo que las Cuatro Gracias han significado para m, nos pasaramos aqu toda la noche y no lo conseguira. Isabel era la mayor, y era diferente. Pero no lo digo porque fuese mayor, sino porque era nica. Siempre he tenido la sensacin de que no nos la merecamos, por lo menos yo. Era la persona ms gentil que he conocido. Siempre apacible. Saba escuchar como nadie. Observaba a los dems, pero no los juzgaba. Jams juzg a nadie. Y siempre supe el gran cario que me tena. Me quera mucho. Por un momento tem estropearlo todo ponindome a llorar a moco tendido. Creo que la amistad nos ensea mucho prosegu aguerridamente , contribuye a que maduremos y a que cambiemos. Las Gracias nos enseamos muchas cosas: a saber aceptar nuestra diferencia; cmo funciona un buen matrimonio; cmo entender las ambiciones espirituales de los dems; un sentido del humor ms alocado y puede que una mayor irona. Y muchsimas otras cosas. Isabel no era exactamente nuestra lder, pero s era el alma del grupo. Era ella quien estaba detrs de todo lo bueno y generoso que hicisemos. No sabra explicarlo muy bien pero creo que, en el mejor de los sentidos, Isabel era como nuestra madre. Y sin ella me siento perdida. Me siento hurfana. Segu hablando sin mirar a Lee ni a Rudy, porque era consciente de que si lo haca nos desmoronaramos. Me parece increble que Isabel ya no est con nosotros. Desde su muerte he sentido cientos de veces el impulso de llamarla y decirle algo, algo que slo ella entendiese y le importase. Incluso he llegado a descolgar el telfono y empezado a marcar su nmero. Enseguida he vuelto a colgar, claro. A Lee le ha ocurrido lo mismo, segn me ha dicho. Hemos perdido a nuestra amiga ms querida, a la amiga ms desprendida y cariosa. Intento pensar en algo bueno, en algo que me lo haga soportable, pero no puedo. Isabel ha muerto antes de llegar a la fase terminal que produce ms sufrimiento; es lo nico bueno que ha ocurrido. En fin... Ya est. Doy gracias a Dios por ello. En los ltimos tiempos era difcil ir a visitarla. Yo nunca saba qu decirle. Decirle adis era imposible. Porque entonces ya no hay esperanza. Si uno no dice adis, siempre queda algo por decir, an cabe remedio. Un nuevo intento. Creo que as es como vivimos todos... dndonos largas para enderezar las cosas, dicindonos que quiz la prxima vez. Y entonces, cuando ya no va a haber prxima vez, nos resulta insoportable. De modo que yo no poda decirle adis a Isabel. No s si ella lo hubiese preferido as o no. Era tan generosa que pensaba ms en nosotras que en s misma. Creo que muri como crea que iba a ser ms fcil para las personas que la queramos. Era muy tpico de ella. Adems, Isabel era una persona muy fcil de complacer prosegu. Al final, cuando acab por aceptar que ya no haba nada que yo pudiese hacer para cambiar las cosas, nada para sanarla; cuando

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comprend que iba a perderla sin remedio, todo fue mucho ms sencillo. Puesto que ya no haba futuro, todo deba concentrarse en el momento. Poda hacer que se le iluminase la cara al verme llegar a su casa; que riese con un chiste. Poda decir te quiero, Isabel y hacerla sonrer. Era todo lo que poda hacer, y pareca suficiente. En realidad, eso es lo que podemos hacer siempre los unos por los otros. Pero vivimos con el espejismo de que el tiempo es infinito, de que somos inmortales y de que no hay necesidad de tratar de que todo sea perfecto, aqu y ahora. Isabel me ense muchas cosas, pero creo que esa fue la ms importante. En fin... Tom aliento, hice una pausa y aad: No quera que estas palabras fuesen tan... teraputicas. Quera hablar de ella, no de m. Pero creo que ahora mismo nos sonre. Y debe de pensar: Mira t por dnde! Si ni siquiera bebe! Isabel sola decir que en cuanto beba un copa de ms se me soltaba la lengua. Y es verdad. De modo que terminar ya. Slo dir: Te quiero, Isabel, y te echar mucho de menos. Rudy cuida mucho a tu perrita y todas velaremos por Terry. Y por Kirby; tambin cuidaremos de l porque va a sentirse muy solo. Espera que ests ahora en un lugar maravilloso, en algn lugar que te merezca. Y donde ests en paz. Y nunca te olvidaremos. Agach la cabeza y musit: Adis, Isabel. Y como ese adis me resultaba insoportable, aad para m: "Luego hablaremos." Rudy y Lee se levantaron y me abrazaron. Formamos un sollozante trpode en el centro del saln, y creo que esa fue la seal que esperaban los dems para indicar que el acto haba terminado. Muchos se marcharon, pero otros se quedaron a comer, beber y charlar. Es algo que me saca de quicio (que podamos hacer tales cosas en velatorios, funerales y actos similares). Yo tambin lo hago, y no digo que est mal sino que me parece asombroso.

He asistido a ms de un velatorio, con el difunto a la vista en su fretro y, salvo los familiares ms prximos (y a veces tambin ellos), todo el mundo se comportaba como si de una reunin de amigos se tratase. En fin, debe de ser la costumbre; nuestra manera, primitiva y cobarde, de afrontar un dolor excesivo o una presencia demasiado inmediata de la muerte. Pero si alguien puede entender eso y perdonarlo es Isabel. De modo que, como por ensalmo, me transform en anfitriona y me dediqu a preparar bebida y a pasar bandejas de comida dndoles las gracias a todos, que me decan que haba sido muy valiente al hablar, que haba hecho muy bien en organizar aquel acto, porque era lo que a Isabel le hubiese gustado. Con todo, en ningn momento dej de tener presente que Mick estaba all. Lo vi hablar con Lee y Rudy, y luego con Henry durante un buen rato. Siempre que diriga la mirada hacia donde l se encontraba lo vea mirarme.

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Haban pasado cuatro meses desde la noche que rompimos en mi dormitorio. Desde entonces no lo haba visto ni una sola vez. Lee ya no tena tanto contacto con Sally como antes y, por lo tanto, esa fuente de informacin se me haba secado. Mick estaba como siempre, es decir, muy atractivo. Con mejor aspecto que el pasado invierno, no tan plido. Como el pelo le haba crecido, ya no se notaba aquel corte tan horrible que le haban hecho, pero se le vean ms canas. Le daban un toque de distincin. Me temblaban las rodillas al mirarlo. De modo que nada haba cambiado? Puede que fuese la fuerza de la costumbre. Un pavloviano reflejo condicionado que determinaba que se me hiciese la boca agua sin nada que llevarme a la boca. La verdad es que nuestra relacin no poda haber sido ms absurda, pattica y sin esperanza, desde el principio. Deja de mirarme con esa cara, condenado! Debi de leerme el pensamiento, porque se dio la vuelta. Terry me pidi que salisemos un momento al jardn para hablar en privado. Est hecho un hombretn, muy alto y apuesto. Tiene los ojos de Gary, aunque con algo de la dulzura de Isabel en la mirada. No coqueteamos, pero le encanta que bromee dicindole que me gustara que tuviese quince aos ms. Gracias de nuevo por haber organizado esto me dijo. Ha significado mucho para m. Me alegro. Pero la verdad es que no he hecho nada. Yo hubiese preferido que hubiese tenido un funeral como todo el mundo. Ya. Pero no es eso lo que ella quera dije, aunque la verdad es que yo tambin hubiese preferido que tuviese un funeral. Lo s. Escucha, Emma dijo apretndose la nariz con dos dedos (un varonil gesto de indecisin). La verdad es que no acabo de hacerme a la idea de verlo tan mayor. Qu? Pues... que no s qu hacer con las cenizas dijo desviando la mirada. Pues vaya... Es que no tengo ni idea. Debo enterrarlas? Hay jardines funerarios donde mucha gente las entierra. Pero le habra gustado a mam? Meneamos la cabeza a la vez. No, no le habra gustado. Sabes si tena algn lugar preferido? Se lo he preguntado a mi padre, pero me ha dicho que no lo sabe. Qu crees que debo hacer? He pensado en drselas a Kirby, pero no s. Hummm dije.

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La verdad es que era un problema. Terry regresara a Montreal, probablemente se casara con Susan y seguramente vendra a ver a su padre de tanto en tanto. Qu iban a hacer las cenizas de Isabel en Canad? Me he dicho que quiz a vosotras, las del grupo, quiz... que quiz os gustase asumir esa responsabilidad. Yo pensaba lo mismo, pero me lo call. No s, Terry dije. Ella ha querido que fueses t quien dispusiera. Alguna razn deba de tener. Ya. Pero dijo que hiciese con ellas lo que considerase ms adecuado. Huuummm dije. Estaba claro que Terry haba reflexionado a fondo sobre la cuestin. Se lo has comentado a Lee? aad, porque estaba ms acostumbrada a que fuese ella quien tomase las grandes decisiones del grupo. Est muy hundida dijo meneando la cabeza. Por eso he pensado preguntrtelo a ti. Aj. Me sent un poco halagada porque me considerase la uns entera. Pues creo poder decir en nombre de todas, de Rudy, de Lee y de m, que lo consideraramos un honor. De modo que de acuerdo, pero te llamar o te escribir para informarte de lo que pensemos hacer antes de hacerlo. Eso est muy bien. Me sonri aliviado, y repar en que se le haba hecho una montaa de algo que en el fondo no era tan complicado. Era curioso, aunque comprensible, que nosotras la conocisemos mejor que su propio hijo, y que l fuese ya lo bastante maduro para entenderlo as. Confiaba los restos de su madre a las personas en quienes su madre ms confiaba para que hiciesen lo ms adecuado. Era triste? O era un consuelo? Tendra que pensarlo. Terry y yo nos abrazamos sollozantes. Volv a decirle que su madre lo adoraba y que estaba muy orgullosa de l. Terry me dijo que lo que ms lamentaba era que no hubiese llegado a conocer a Susan y yo le asegur que a ella tambin le habra gustado. Al volver a entrar, ya empezaban a desfilar muchos y slo quedaban los ms allegados. Los que se marchaban me dieron las gracias y yo se las di a ellos por venir. Quiz por la fuerza de la costumbre mir en derredor buscando a Mick y vi que estaba justo detrs de m. He de marcharme ya, Emma me dijo. Lo acompa hasta el porche. Ya se pona el sol, rojizo y dorado, por detrs de los edificios de la calle Diecinueve. Estbamos a finales de abril, o sea en plena primavera, pero abril segua siendo el mes ms cruel; las marchitas azaleas que flanquean el sendero de mi casa se estremecan

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con la brisa y en la parte delantera del jardn haba ms barro que csped. Me abrac los hombros, algo destemplada, y le di las gracias a Mick por haber venido. No he querido dejar de hacerlo me dijo. La ausencia de Sally flot entre ambos como una humareda. Dnde est tu mujer?, sent el impulso de preguntarle. Sabe que has venido? A Mick siempre le haba cado bien Isabel, por supuesto, pero no la conoca muy a fondo. Haba venido por m. Me ha gustado mucho lo que has dicho. Creo que me he extendido demasiado dije. No. Y me ha resultado un poco embarazoso. Porque soy escritora, no oradora. Qu tal va tu...? Mejor no lo preguntes. Me sonri y yo, tonta de m, not que se me encoga el corazn. Un matrimonio (Hilda y Stan o Sam no-s-qu) sali al porche. l haba formado parte del grupo de apoyo de Isabel. Han de marcharse ya? Bueno, pues muchas gracias por venir. Gracias por invitarnos. Buena suerte. Que Dios la bendiga... Mick aguard a un lado, algo cohibido, pendiente de hacer otro aparte conmigo. Cuando al fin Stan y Hilda se marcharon, Mick y yo nos quedamos frente a la barandilla del porche mirando los coches que se alineaban junto a los bordillos. La echars de menos me dijo. Crea estar preparada, pero no lo estoy. Ya la aoro. Por lo menos te quedan tus otras amigas. S dije suspirando. Siempre te lo he envidiado. Qu? Mi amistad con las Gracias? Cada primavera voy a pescar truchas a los Catoctins con un amigo. El resto del ao apenas lo veo tres o cuatro veces. Y lo considero mi mejor amigo. Bueno, pero eso es porque eres un hombre. Los hombres no cultivis las amistades como nosotras. Tenis a vuestras esposas o a vuestras novias como mejores amigas.

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Resultaba mortificante que Mick pudiera pensar que estaba dando rodeos para volver a plantearle la cuestin de Sally, pese a que la verdad era que haba dicho lo primero que me haba pasado por la cabeza. Puedo llamarte, Emma? me pregunt de pronto. Ya echaba de menos orlo pronunciar mi nombre. Para qu? Se ech a rer y se mir las manos, apoyadas en la barandilla. Llevaba una chaqueta de pana marrn y una camisa azul. Desvi la mirada y observ su perfil, la curva que formaba el nacimiento de la barba en la mejilla. Su proposicin no me entusiasm en absoluto. Slo me sent desfallecer. Acaso ha cambiado algo? dije, aunque me repateaba preguntarlo, porque ya poda ver la respuesta en su cara. No, por favor, no me llames. No quiero verte. Lo estoy pasando muy mal por lo de Isabel, Mick; slo me faltaras t.... De acuerdo, Emma. Lo comprendo. Jams haba anhelado tanto que alguien me abrazase. Pero no nos tocamos, ni siquiera las manos. Y al cabo de un rato lo asimil perfectamente. La ausencia de Isabel haba dejado un vaco en mi vida que no tena la menor esperanza de poder llenar. Pero ver a Mick con la cabeza gacha y expresin abatida me conmovi. Tena un pelo tan precioso que turbaba. Me separ un paso hacia atrs y l alz la vista. Su boca me atraa de un modo irresistible. Tuve que dominarme para no besarlo. Por suerte varias personas salieron entonces al porche, personas a las que tena que saludar. Adis le dije a Mick a modo de autntica despedida. Y as lo interpret l. Me di la vuelta y me dirig debidamente a uno de los matrimonios que se marchaba, buena gente, una de las instructoras de Isabel y su esposo. Al volver a darme la vuelta, Mick ya se haba marchado. Volv a entrar y dije todo lo que se esperaba de m que dijera a la veintena de personas que an segua en casa. Cabra pensar que le habra cogido el tranquillo, que me sera ms fcil, ms sencillo, despedirme de todos, pero apenas me salan las palabras; slo adis, a diestro y siniestro. Rudy repar en ello. Oh, Dios, Rudy, aydame, pens. Y como si me hubiese ledo el pensamiento, enseguida me relev en las funciones de anfitriona con los ltimos asistentes, y luego se qued a dormir. Quiz debera comprar un gato dije al observarla con Gracia; su fcil relacin, admirable, su armona humanoperruna. Pues sdijo ella en tono amable. Encendi un cigarrillo y me lo pas. Eso es lo que vamos a hacer enseguida, Emma. Traerte un gato.

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Captulo 29

Rudy
Nadie pens que dispersar las cenizas de Isabel exiga un plan concreto. Las echaremos al mar, dijimos sin detenernos a pensar ms all de esas cuatro palabras, que sonaban perfectamente lgicas e incluso romnticas. Convinimos en que a Isabel le hubiese gustado. Le gustaba el mar y, sobre todo, la costa de Outer Banks y del cabo Hatteras, que era el lugar preferido de las Gracias. Adems, Isabel era de un signo de agua, Acuario, y crea en estas cosas, en la astrologa y todo eso. De modo que echar sus cenizas al mar estara bien. Pero en la prctica no se puede hacer, por lo menos desde la orilla. Porque el viento devuelve las cenizas hacia tierra, que es justo lo contrario de lo que se pretende. Por suerte nosotras aunque debera decir Lee camos en la cuenta antes de abrir la caja de madreperla, y evitamos que las ionizas de Isabel fuesen a parar a las dunas de Carolina, algo que no habra sido tan terrible, pensaba yo. Pero queramos que sus cenizas fuesen a parar realmente al mar. Lee propuso alquilar una barca para adentrarnos en el mar antes de esparcir las cenizas (coment que lo haba visto en una pelcula y que haba funcionado bastante bien). Por su parte, Emma sugiri ir hasta el final del espign de Frisco, donde van los pescadores, y echarlas al mar all. Pero al final ambas propuestas fueron rechazadas por la misma razn: implicaban la presencia de otras personas, y nosotras queramos que decirle adis por ltima vez a Isabel fuese un ritual privado. La solucin que adoptamos result mucho mejor en teora que en la prctica. Nos pondramos los baadores y nos adentraramos en el mar cuanto pudisemos. El plan era decir cada una unas palabras, que Lee abriera la caja y el viento se llevara las cenizas y las esparciera suavemente por el mar. Y as lo hicimos, aunque no tuvimos tiempo de pronunciar las palabras de despedida previstas, porque Emma casi se ahoga. Nos habamos alejado demasiado de la orilla, sin tener en cuenta que nadar no es lo suyo. Esos fueron nuestros dos errores.

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He de dar media vuelta! farfull Emma nadando estilo perro y tragando agua. No puedo alejarme ms. Abre ya la caja, Lee! A diferencia de Emma, Lee nada como un delfn (haba nadado hasta all con los brazos por encima de la cabeza para no sumergir la caja de las cenizas). De acuerdo dijo. La abriremos aqu... Est bastante... Vamos, date prisa, que no puedo adentrarme ms! clam Emma. De acuerdo, de acuerdo. Aqu entregamos las cenizas de nuestra querida amiga al mar que tanto amaba cuando estaba entre nosotros. Isabel, nosotras... Socorro! Agarr a Emma del pelo antes de que se hundiese. Date prisa, Lee! Vamos! grit a la vez que trataba de cargarme a Emma a la espalda. T no te muevas, que te tengo bien sujeta, entendido? Di algo! Qu? dijo Emma atragantndose con el agua que tena en la boca. Di algo por Isabel. Adis, Isabel! Lee la fulmin con la mirada. Entregamos estas cenizas al mar. Vale. Voy a abrir la caja. Rudy? Te echar de menos, Isabel. Te quiero. Descansa en paz. La verdad es que haba pensado decir algo mejor, pero si no tena cuidado Emma se iba a ahogar y me iba a ahogar a m. Lee abri la caja y el viento levant una nubecilla de cenizas que, como prismas minsculos, refractaron la cegadora luz del sol durante unos momentos, y luego se fundieron como copos de nieve. Al llegar la siguiente ola desaparecieron. Voy a tirar tambin la caja dijo Lee. Oh, no! exclam. Pero... bueno, s. No s... Emma, crees que debera...? Por Dios santo! Lee dej caer la caja y yo empec a nadar hacia atrs en direccin a la orilla sujetando con un brazo a Emma por el pecho, tirando de ella como una socorrista, aunque ni siquiera saba si era capaz de hacerlo. Lee se qued rezagada un par de minutos y luego nos sigui. Despus una se re de cosas as, e incluso entonces lo intentamos, pero lo cierto es que nos llevamos un buen susto. Quiz si hubisemos esperado un poco ms, un ao en lugar de dos meses, despus del fallecimiento de Isabel, la perspectiva del tiempo hubiese amortiguado nuestra sensacin de haber fallado. Pero nos sentamos en la arena

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mientras el sol se pona a nuestras espaldas, silenciosas y tristes (aunque Lee estaba ms bien furiosa). No habamos estado muy afortunadas, que digamos. Lo que pensamos que sera un rito emocionante, importante e incluso catrtico se haba convertido en un fiasco poco digno que no estuvo a la altura de lo que mereca Isabel. Tenamos la sensacin de haberle fallado. Fue la primera de las dos noches que pasamos en Neap Tide. Como no habamos tenido tiempo de comprar para la cena, fuimos a Brother's que es nuestro restaurante preferido en la zona. Pero ni siquiera la suculenta parrillada estilo Carolina nos levant el nimo. Nos asaltaban demasiados recuerdos. Y, como yo llevaba tres meses sin beber y pensaba perseverar, ni siquiera me cupo el recurso de achisparme. Volvimos al chalet cariacontecidas. Ninguna lo dijimos pero s que todas pensamos: Se puede saber por qu nos ha parecido esto divertido alguna vez? Qu inters tiene sentarnos a jugar al remigio o a ver estpidos programa de televisin que ni muertas veramos en casa, atiborrndonos, leyendo libros en los que no podemos concentrarnos porque nos interrumpimos constantemente con comentarios?, charlar sobre cosas superficiales o absurdas, sobre las que en realidad no querramos hablar, simplemente porque una ya ha dicho lo que tena que decir durante el interminable trayecto hasta aqu, y ya no queda ms que hablar de tonteras . Pero antes no nos parecan tonteras. Quiz no hablsemos de temas muy profundos, pero no nos parecan conversaciones absurdas cuando Isabel estaba con nosotras. Puede que, simplemente, sin ella fusemos incapaces de nada mejor. Quiz su muerte significase tambin la muerte del grupo. Quiz siguiramos reunindonos durante una temporada y luego, de modo gradual, imperceptible, lo fusemos dejando correr, fingiendo que todo segua igual, hasta que un da lo dejsemos del todo. Siempre haba credo que era Lee, mandona y formal, quien impona el orden en el grupo, la que haca que siguisemos unidas. Pero no sera Isabel, pese a ser la ms callada? Segn Emma, era el alma del grupo. Puede que sin ella nos sintisemos perdidas. Creo que voy a acostarme dije pasadas las diez. Emma y Lee me miraron como lechuzas, inexpresivas, y luego desviaron la mirada. No dijeron Tan temprano?. Nos limitamos a darnos las buenas noches desmayadamente y yo baj al dormitorio que utilizaba en la planta baja. En aquella ocasin tuve la habitacin para m sola, la de las literas que Emma y yo compartimos el pasado verano. Me sent sola. Echaba de menos a Gracia. Hubiese querido traerla, pero le ped a Kirby que cuidase de ella durante el fin de semana. Como tiene artritis en las patas traseras no habra podido subir y bajar las escaleras.

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Echada en la cama me pareci un buen sntoma desear estar en mi casa, teniendo en cuenta que ya no tengo casa propiamente dicha, porque se la dej a Curtis (s, ya lo s, pese a todo). Ahora vivo en un apartamento grande y muy soleado en la zona oeste de Georgetown. Curtis no se muestra muy exigente en el asunto del divorcio, aunque la verdad es que le pido muy poco; slo lo suficiente para ir tirando hasta que empiece a ganar un sueldo, aunque no s en qu trabajo. Y despus se acab. Matrimonio liquidado. A Lee y Emma no les satisface en absoluto mi magnanimidad. Incluso Eric cree que me precipito. Pero merece la pena, con tal que todo transcurra con suavidad. Me aterra pensar que me salga el tiro por la culata. Porque todo va demasiado bien y no creo en mi buena suerte. Es como si caminara con pies de plomo por un sendero sembrado de minas, temerosa de pisar una y saltar por los aires. Tuve que esforzarme tanto psicolgicamente para dejar a Curts que me he quedado exhausta. Pero, poco a poco, voy reponiendo fuerzas. Estas cosas requieren tiempo. An no he vuelto a clase de jardinera. Pero volver a asistir en otoo. Qu hago ahora? Pues volver a trabajar con la cermica. Me gusta tanto que no comprendo por qu lo he dejado durante tanto tiempo. Tambin llevo un diario. Voy a la consulta de Eric. No bebo. Doy largos paseos con Gracia. Y realizo algunas tareas de voluntariado. Casi todos los das descubro un nuevo aspecto en el que Curtis... me explotaba? No. No es la expresin adecuada. Me engaaba? Sea como fuere, referir un pequeo ejemplo. Tenamos gustos diferentes en materia de programas de televisin. Curts slo quera ver la CNN, la CNBC y la C-SPAN. Punto. Nada ms. En cambio a m me gustaban los espacios dramticos (obras teatrales, pelculas, series de hospitales, telecomedias y el espacio Teatro clsico), todo aquello que entraase una historia. l lo saba, naturalmente, pero lo ignoraba, sin hacer nunca concesiones. Las personas inteligentes tenan que ver al secretario del Interior dirigirse al Senado o al de Fomento dar una conferencia de prensa. Y, cuando haba terminado, las personas inteligentes apagaban el televisor. El modo que tena Curts de agradecer mi pasiva complicidad era burlarse de los programas que a m me gustaban. Deca que eran sensibleros, melodramticos, banales, mal interpretados, absurdos, vulgares, escabrosos y siempre vena a dar por sentado que yo estaba de acuerdo con l, que estbamos los dos por encima de aquella telebasura. S que era una cobarda por mi parte, pero su desdn era tan cortante y descalificador que le deca que estaba de acuerdo con l. Pero menta. No s explicar cmo consegua hacerme esto. Todo lo que puedo decir es que me senta impotente. Si l me lo hubiese pedido, mientras estuve bajo su influjo habra jurado que lo blanco era negro. Ahora, como ya no est, veo Urgencias y pelculas antiguas y nuevas versiones de cine clsico. Soy carne de sof! En realidad no es porque me pirre por esos programas sino por el placer que me produce verlos sin sentimiento de culpabilidad. Me siento como una delincuente a quien

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acabasen de soltar del reformatorio. Como estoy en libertad condicional he de andarme con cuidado, sin pasarme. Pero ahora tengo algo que no recuerdo haber tenido desde hace siglos, o acaso nunca: esperanza. Buenas noches, Emma. _Buenas noches, Lee. Las o cuchichear unos momentos. Luego cerraron las puertas de sus dormitorios sin hacer ruido para no molestarme. Se quedaran despiertas como yo, frustradas, rumiando acerca de sus preocupaciones y preguntndose por qu ahora parecamos no conectar? Tras la muerte de Isabel ya no tenemos confianza en el grupo. Es como si una tuviese cuatro piernas y le hubiesen amputado una. Se sentira una muy mal hasta que aprendiese a caminar con tres, si es que llegaba a conseguirlo. Y probablemente no estara muy satisfecha de s misma, porque se sentira cohibida, muy desgraciada. Recuerdo la ltima vez que me acost en esta litera y Emma en esa otra. Estuvimos despiertas hasta tarde hablando de nuestra vida. Justo entonces las cosas empezaban a cambiar para m, empezaba a sentirme ms fuerte. Qu valiente eres!, exclam Emma, cuando le cont lo de que haba fumado delante de Curtis. Entonces debi de ser cuando l not el cambio en m. De modo que eso significa que debi de pasar seis meses temiendo perderme (de perder a la que yo era antes, la mujer dependiente cuya vida giraba exclusivamente a su alrededor), antes de dar el paso fatal de decir que iba a morir. Qu decisin ms desesperada, Dios mo! Todava me cuesta trabajo entenderla. Eric opina que fue algo patolgico y que Curtis necesita someterse a terapia mucho ms que yo. En fin, la verdad es que creo que siempre lo ha sabido. ramos aliados de conveniencia, aunque no fusemos conscientes de ello. Era un espejismo que fuese l quien dominaba. Nos apoybamos. Quiz puedan considerar que nuestra relacin fue enfermiza, pero las personas hacen las cosas ms inverosmiles para sobrevivir. Por lo menos, jams le hicimos dao a nadie, salvo a nosotros mismos. No le guardo resentimiento ni le odio. Eric y yo seguimos analizando lo que siento pero, en cualquier caso, no es odio, ni siquiera rabia. Entiendo a Curtis perfectamente, porque me parezco mucho a l y, honestamente, no puedo ensaarme vilipendindolo por lo que me hizo. Pero no puedo volver con l, y eso demuestra que se ha producido de verdad un cambio en m. Durante mucho tiempo pens que jams cambiara o, ms exactamente, lo he pensado durante toda mi vida. Creo que el colmo de la desesperacin es precisamente ese: no poder creer en el cambio.

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Ahora no slo he comprobado ese cambio sino que lo he provocado. Soy, ciertamente, una mujer valiente. Paso de la euforia al pnico, pero no es la tpica oscilacin de los maniacodepresivos sino ms bien de la locura corrientucha; una variedad de neurosis de estar por casa, podramos llamarla. O sea, algo que tericamente resulta reconfortante. Pero estoy asustada. Necesito mucha ayuda y me aterra pensar que las Gracias acaso no puedan proporcionrmela. No s si es as. Estamos las tres demasiado pesarosas. La ausencia de Isabel es la pena que compartimos, pero tenemos otras ms personales. La ma es Curtis, la de Emma es Mick y la de Lee es el hijo que no llega. Quiz slo necesitemos tiempo para adaptarnos a nuestras tres piernas. Pero tengo miedo. No todo cambio es positivo. No sabes cmo me gustara que siguieses aqu, Isabel! No nos diras lo que tenemos que hacer, pero si estuvieses con nosotras lo sabramos.

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Captulo 30

Lee
Cuando vamos a la casa de la playa solemos comer gambas salteadas (o por lo menos las dos ltimas veces que estuvimos all). Ahora estbamos all por quinto ao consecutivo y necesitbamos una tradicin que reforzase nuestros lazos, aunque fuese una tradicin culinaria. De modo que insist. Vosotras dos empezad a pelar las patatas dije a Emma y a Rudy. Yo haba trado dos kilos y medio de casa. Por qu comprar patatas nuevas si ya tena las de mi huerto? Yo ir a comprar gambas frescas. Estar de vuelta dentro de veinte minutos. Luego result que fueron cuarenta, pero an estaban pelando patatas cuando regres, sentadas a la mesa de la cocina, con las cabezas casi tocndose, dejando caer las mondas en una bolsa de papel que tenan en el suelo. Cuntas cenas habremos preparado en nuestras respectivas cocinas en los ltimos quince aos? Cuntos vasos de vino habremos bebido? Cuntos secretos habremos compartido? Alzaron la vista, me sonrieron y siguieron con la labor, en silencio, un silencio cmodo y natural. Parecan un viejo matrimonio. Les envidiaba que ambas conservasen a su mejor amiga (porque, pese a Isabel, la mejor amiga de Rudy era Emma, y viceversa). ltimamente Rudy est ms delgada y Emma ms taciturna. Y yo? Yo estoy ms triste. Has trado las gambas? me pregunt Rudy, extraada por mi retraso. S repuse dejando la bolsa encima de la repisa. Es que he ido tambin a correos. A veces hay alguna factura en el apartado, o avisos de pago de impuestos del ayuntamiento. Se los envo a mi madre. Y? dijo Emma mirndome ceuda. Y eso qu es? Una carta contest dndole la vuelta al sobre. Es de Isabel. Me miraron perplejas, echaron la silla hacia atrs y se levantaron.

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Cmo has dicho? No es su letra. Pero s es su remite. Djame ver. Qu fecha lleva el matasellos? Me sent frente a la mesa con el sobre en la mano. Es letra de Kirby. Y el matasellos es del 8 de mayo. El 8 de mayo... Pero ella... La ha enviado Kirby dije. Despus. Es para las tres y con las seas de Neap Tide. Debi de tener la seguridad de que vendramos. Querra que la leysemos aqu. Dej el sobre en la mesa y lo miramos. Kirby haba escrito pulcramente los nombres de las tres como destinatarias, y el remite de Isabel en una esquina. Debemos abrirla? pregunt Rudy, muy erguida, con las manos entrelazadas bajo el mentn. A ti qu te parece? Qu vamos a hacer?, tirarla a la basura y seguir pelando patatas? exclam Emma. Rudy le sac la lengua. Me refiero a si la abrimos ahora o esperamos hasta despus de cenar. Porqu? No s. Es como ms... Ya. Como una ceremonia dije. Para concentrarnos slo en eso. Saldremos al porche y la leeremos. Est lloviendo, y adems habr oscurecido seal Emma. Puede que luego ya no llueva, y podemos sacar velas. Emma alz las manos y volvi a dejarlas caer dndose una palmada en los muslos. Pretendis cenar antes de leer la carta de Isabel? De modo que la lemos antes de cenar. Pero primero Rudy baj a la planta y trajo un paquete de cigarrillos. Emma abri la mejor botella de vino, el chardonnay que reservbamos para las gambas, y sirvi dos copas, una para m y la otra para ella. Rudy se prepar un t helado. Yo fui al cuarto de bao y me llen los bolsillos de kleenex. Quin la lee? Yo dije. Emma arque las cejas pero no dijo nada.

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Como segua lloviznando nos sentamos en el suelo del saln, con los ceniceros, las copas y los kleenex estratgicamente situados frente a nosotras. Introduje el ndice bajo la solapa del sobre y.... Espera un momento me dijo Rudy. He de ir al aseo. Emma frunci el ceo y bebi unos sorbos mientras aguardbamos, sin mirarme. Daba la impresin de hacer acopio de entereza para cuando yo leyese la carta. Porque no le gusta exteriorizar sus sentimientos ante los dems. Y tanto mejor, porque si Emma se echase a llorar sera el fin del mundo. Rudy regres enseguida, encendi un cigarrillo y tras dejar la cerilla en el cenicero exhal una bocanada de humo. Vale. Ya estoy. El sobre contena tres hojas mecanografiadas y una cuarta hoja escrita a mano. Esta es de Kirby. Lela. Queridas Emma, Lee y Rudy. Nos nombra por orden alfabtico seal Emma. Durante las ltimas semanas de su vida, Isabel empez a sentirse alejada de las cosas que haba conocido e incluso de las personas que haba amado. Deca que era un regalo morir rodeada de seres queridos. Me dijo que le resultaba difcil reconocerse, preocuparse o hablar acerca de muchas de las cosas que consideraba tan vitales en otro tiempo. Pero quera escribirles una carta a las Gracias y, por lo tanto, tena que recapitular, retrotraerse al pasado. Era un viaje que no siempre quiso hacer; un viaje de vuelta al amor, deca arrellanada de costado entre los cojines del sof, la nica postura en la que estaba cmoda ltimamente. Y fue dictndome con lentitud esta carta, que yo copiaba con mi ordenador. Me la dict a lo largo de varios das y no de un tirn, porque, como sabis, por entonces sus fuerzas se haban debilitado mucho. S que lo nico que deseaba era abandonar ya este mundo y, en realidad, parte de ella ya lo haba abandonado. Permaneca largos ratos en silencio, pero no dorma; quiz soaba, alejndose de esta vida, adentrndose en lo que pueda haber despus. Creo que su galopante deterioro fsico en la fase terminal la pill por sorpresa. Crea disponer de ms tiempo. Cuando se percat de la realidad ya no tuvo ms alternativa que utilizarme para decir las cosas que an quera decir. Confo en que no os importe que yo haya intervenido en esto. Era inevitable. Me enorgullece y me produce una honda satisfaccin que Isabel me confiase la misin de intermediario. Vosotras tenis el privilegio de haberla conocido durante mucho ms tiempo, pero no creo posible que la hayis querido ms que yo. Con mi ms cordial saludo. Kirby. Bueno dijo Rudy quedamente, y empec a leer la carta de Isabel.

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Queridas. Espero no equivocarme y que estis las tres en Neap Tide. Quiero pensar que estis juntas y que os esto (lela t, Lee) al mismo tiempo. Hace buen da? Os imagino en el porche a ltima hora de la tarde, con el sol ponindose sobre las aguas del estrecho. De modo que ahora Emma est a salvo de una excesiva exposicin al sol. Debe de llevar sus vaqueros recortados y su descolorido jersey rojo. Ha debido de estar todo el da con la nariz pegada a un libro y est deseando tomar una copa y tener un rato de conversacin. Y t, Rudy?, estilizada como una pantera, qu has estado haciendo? Dibujar en la playa, seguro. Pasear sola. Pero ahora ests tomando coca-cola o algo as, dispuesta tambin a un rato de conversacin. T, Lee, supongo que habrs preparado unos originales entremeses, o quiz un cctel de tu cosecha. Seguro que estars tan atractiva como siempre, con cualquier trapito sencillo y de buen gusto que te hayas comprado en Saks, del color de moda que te sienta de maravilla. Si vas a echarte a llorar, ser mejor que no sigas leyendo advirti Emma. Pero prosegu como si no la hubiese odo. Haba pensado escribiros una carta a cada una, pero lo pens mejor. A lo largo de estos aos, casi siempre lo hemos compartido todo en grupo. De modo que os escribo a las tres a la vez.

T, Rudy, eres mi herona. Jams me haba sentido ms orgullosa de nadie que la noche que echaste a Curtis de tu casa. Qu valiente! Espero que seas consciente de lo fuerte que eres. Dijiste que no te habras atrevido sin nosotras, pero yo no lo creo. Y, aunque as fuese, para eso estn las amigas, no? Fjate en cmo es ahora tu vida; en lo a gusto que ests. Aunque ya s que no me crees. Espera que Emma y Lee traten de convencerte. T, Rudy, eres tan amable, ests tan exenta de malicia hacia los dems... Admiro tu fortaleza y tu valor, tu coraje para afrontar una infancia, una herencia que, a estas alturas, habra destrozado a cualquiera que careciese de tu valor. Siento decir que dudo que llegue a serte nunca fcil sobrellevarlo, por lo menos no en esta vida, pero saldrs adelante pese a ello. Nunca olvides a tus fieles amigas, que siempre estarn a tu lado y siempre te querrn. Respecto a los hombres, espero que aprendas a confiar en otro. S que sabrs hacerlo, y espero que sea pronto, porque tienes mucho que dar. La prxima vez trata de compartir tu vida con alguien que te merezca. Y ten cuidado. Pertrchate con parte del escepticismo de Emma, sin pasarte. Y reza por tener un poco de la buena suerte de Lee. Me queda otro pequeo consejo que darte (espero que reconozcis que mi "elevada" posicin me da derecho a ello). Por poco que puedas, haz las paces con tu madre. Haz que cicatrice la herida. No estoy segura (probablemente Eric s sabr decrtelo, pregntale) pero creo que no podrs progresar de verdad hasta que lo intentes. Puedo decirte esto

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desde mi posicin de hija y de madre. Quiz no resulte, pero basta con intentarlo. Nunca podrs evitar los desequilibrios de tu familia, pero no te afectarn porque te has inmunizado. De eso estoy segura, Rudy. Ya no eres aquella nia que se qued en el cuarto de bao con su madre, echada con ella en las ensangrentadas baldosas, aguardando a que llegasen los mayores. Eres Rudy Surratt, una mujer madura, inteligente, creativa y encantadora, con un corazn enorme e indulgente. Te quiero, Rudy. Tengo mucha confianza en ti. Te observar, porque tu nueva vida ser interesante. Cudate mucho. Slo con que te trates con el cario con que tratas a los dems, saldrs adelante. Hice una pausa. Eso es todo dije. Lo que sigue es para Emma.

Rudy se ech boca arriba, entrelaz las manos y se tap los ojos. Sigue dijo con voz entrecortada. Qu le dice a Emma? Tuve que sonarme antes de seguir. Sabes qu voy a echar ms de menos de ti, Emma? Tu manera de callarte que piensas que todas esas cosas en las que creo, sobre lo New Age, son bobadas. A eso se le llama ser indulgente! Me encanta cuando ladeas la cabeza y pones los ojos en blanco sin decir palabra. La tolerancia es la esencia de la amistad. Tu tolerancia, gracias a Dios, proceda del amor, no de la indiferencia. No sabes cunto te quiero! Tambin para ti tengo un consejo, naturalmente. Muchos, en realidad. No s por qu pero me han salido en forma de aforismos, unos de mi cosecha y otros apropiados. El miedo mata. Defenderse acaba por volverse en contra de una. El fracaso no es un fracaso, es un paso; y la vida no es ms que una sucesin de pasos. O de fracasos, con ocasionales y muy espaciados xitos. Si no la pifias bien pifiada es que no vives. Y el dolor tampoco es lo que se da en suponer. Hablo por experiencia. Y vivir con miedo al dolor es un no vivir. Me captas? Concretando: cmo puedes no saber acerca de qu escribir? Dices no haber encontrado an tu tema (y cuando me has contado alguna de tus probaturas debo confesar que no puedo dejar de estar de acuerdo contigo). Veo el problema con gran claridad: Te has estado escondiendo detrs de las historias. Pueden ser buenas historias, pero no son reales y por eso las detestas. Y luego te detestas a ti misma. Deja de hacer eso. Ya s que decir la verdad asusta, pero tienes bastante valor para hacerlo. En serio, Emma, de verdad no sabes acerca de qu escribir? Pues... acerca de nosotras, cario. No crees? Escribir un libro acerca de nosotras. En cuanto al hombre del que ests enamorada, acaso te sorprenda este consejo: Probablemente creas que no me simpatiza la otra mujer, teniendo en cuenta mi historia matrimonial. Creo que el buen

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comportamiento es importante, como lo son la honorabilidad y la honestidad. Pero si una persona cae una y otra vez en el mismo error, por mejores que sean sus intenciones, sigue siendo un error. El hijo a quien pretendis proteger no puede ser protegido, tal como vosotros pretendis protegerlo, ni tampoco la esposa. Ha llegado el momento de actuar, Emma. Deja que la vida siga su curso. Es muy corta, ah, cortsima. Puedes tomar lo que quieres ahora. Creo que realmente puedes hacerlo. Trata de no tener tanto miedo. Me dijiste que ya no podas soportar ms sufrimiento (refirindote al que te produca mi enfermedad). Bueno, pues ahora yo ya no estoy, y te he dejado un poco ms de espacio. No puedo negar que el amor implica a veces sufrimiento, pero si ese hombre es el que te est destinado, ser digno de ti. Oh, debo seguir llamndolo "ese hombre"? Por el amor de Dios, dile a Lee quin es. Y te aseguro que no va a escandalizarse. Gracias por todo lo que me has regalado: tantas risas, tu encantadora inseguridad, tu lealtad. No hay nadie como t. Quererte ha sido para m un privilegio. Y, ahora, s valiente. Sigue el ejemplo de Rudy! Y todo ir bien. Bueno, pues ya est dije alzando la vista. Quin es l ? Emma tena cara de echarse a llorar. Me sent tan violenta que opt por bromear. Se trata de Henry, no? Emma se qued sin aliento. Crey que lo deca en serio! Asombroso (porque suelo ser yo quien toma en serio lo que ella dice en broma). Pero enseguida cay en la cuenta y se ech a rer. Oh, Dios exclam dejndose caer de espaldas en el sof junto a Rudy. Me las qued mirando. Sus estmagos suban y bajaban rtmicamente entre risas y llanto. Estaba claro que Rudy ya lo saba. O sea que soy la nica que no lo sabe? Emma volvi a sentarse. Lo siento... Era muy delicado, Lee. No poda decrtelo. Bueno, y bien? Dmelo ahora. Emma se encogi de hombros con fingido desenfado. Pero not que estaba nerviosa. Pues... es Mick. Mick! Mick Draco? exclam sorprendida. Pero si crea que no te caa bien! aad. Esperaba que Emma me lo contase con detalle, pero primero quera leer la parte de la carta dirigida a m. Y por qu no me lo has dicho antes? Apenas veo ya a Sally, si es eso lo que te preocupaba. Pues s, en parte s.

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Aunque Henry s habla bastante con Mick dije. Sabes que Sally ha vuelto a Delaware para quedarse a vivir all? Emma se qued tan boquiabierta que comprend que no lo saba. Cmo dices? exclam Rudy incorporndose. Se han separado. No lo sabais? Y probablemente Mick vaya a Baltimore a estudiar arte en el Instituto Maryland. Pero Jay... qu han hecho con l ? dijo Emma con voz entrecortada. Primero se haba quedado lvida y ahora estaba sonrojada. Lo estn estudiando. De momento est con Sally, piensan compartir la custodia. Es muy reciente, segn Henry. Debe de hacer cosa de una semana. Y por qu no me lo has dicho? Antes de que yo pudiese contestar a su ridcula respuesta se llev las manos a la boca y musit: Por qu no me lo ha dicho l? Claro que... yo le asegur que no lo esperara. Puede que ya no le importe. Sin embargo, en la reunin que organizamos en memoria de Isabel, estuvo tan... Por qu creis que no me lo ha dicho? Debo llamarlo? O sera presionarlo? Quiz ya no le intereso. Y si ya se ha marchado? Y si ha encontrado a otra? En una semana? Es posible! En tal caso lo vas a pasar mal dijo Rudy. Dice Isabel que el sufrimiento merece la pena repliqu. Emma apart las manos de la boca. Est bien. Lo llamar dijo empezando a levantarse. Eh! exclam. Oh! exclam ella a su vez. Y volvi a sentarse, riendo, y visiblemente azorada. Perdona. Termina la carta. Bueno... si no es mucha molestia para ti. Por nada del mundo querra... Quieta! Quieres estarte quieta? Basta ya! Pero no pude contener la risa porque me haba rodeado con sus brazos y empezado a besarme en toda la cara. Rudy se parta el pecho de risa. Pero me pone de los nervios que Emma haga eso, y precisamente por eso lo hace. Pero nos vino bien. Y enseguida volvimos las tres a tranquilizarnos. Fue el mejor rato que habamos pasados desde la muerte de Isabel. Bueno, voy a seguir leyendo, de acuerdo? Pero comportaos. Descuida dijo Rudy. Vale. Ya estamos serias. Lee dijo Emma, que levant las rodillas y se las abraz. Le haba cambiado la cara. Su expresin era ms vivaz, como si el cutis se le hubiese estirado o tuviese los pmulos ms prominentes que

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haca cinco minutos. Pareca un alambre tenso. Si lo hubiesen pulsado habra producido un sonido agudo y prolongado. Volv a la carta de Isabel. Hubiese preferido leer para m sola, pero no habra sido justo. A ti, Lee, mi querida y dulce Lee, qu puedo decirte? Hemos hablado tantsimo en estos ltimos das que queda poco que decir, salvo que voy a echarte mucho de menos. Te han dado las gracias Emma y Rudy por haber inspirado la idea de formar el grupo ? Deberan drtelas. Por lo menos una vez por semana, digo yo. Emma y Rudy me miraron risueas pero llorosas. T eres la sensata, siempre lo hemos dicho. Y, a veces, debido a eso olvidbamos ser ms gentiles contigo, pensando que ya eras bastante fuerte y no necesitabas de nuestra gentileza. Y es verdad que eres fuerte, pero tambin tierna en el fondo. No podra imaginar los doce ltimos aos de mi vida sin ti. Has sido mi amiga, y como una hija. Una delicia para m. Aunque me interrump y permanec en silencio durante un minuto, Emma y Rudy no dijeron nada. Ya ha pasado cierto tiempo desde que t y Henry desististeis de intentar tener un hijo. Ya habis pasado el duelo, por as decirlo. Y como ya no estoy, ahora no mezclars estas dos prdidas tan fcilmente. Puedes ver las cosas con mayor claridad. Vers, Lee, tengo una buena noticia que darte. Sabes que hay un beb que os busca? He intentado decrtelo antes, pero no encontraba el modo de hacerlo adecuadamente. He estado pensando mucho en ello. Emma no querr or cmo lo he sabido y por lo tanto no lo dir... pero he sabido a ciencia cierta que, ahora mismo, en algn lugar, hay un beb que os busca a ti y a Henry. Debis tratar de encontrarlo (sea nio o nia, porque ni siquiera yo conozco ese detalle, Emma). Y cuando lo encontris (porque lo encontraris) tendris que quererlo con todo vuestro corazn. Y lo querris. Me alegro mucho por ti. Me alivia y consuela mucho saber esto de ti. Y tu beb... ah, qu madre ms maravillosa tendr, ser un beb realmente afortunado. Podra deciros muchsimas ms cosas, mis queridas Gracias; Lee, Rudy, Emma, mis amigas del alma. Pero, por otro lado, no hay realmente nada ms que decir. Me siento muy cerca de vosotras. Y he pensado en algo que podis hacer por m. Es ms: os lo ruego. No admitir discutirlo. Debis buscar un nuevo miembro para el grupo que no sea algo transitorio sino permanente. Tenis que intentarlo, pero no con desgana ni acogerla con disimulado retintn. Y an sera mejor si incorporaseis a dos. No podemos dejar que nuestro grupo languidezca, lo sabis perfectamente. Hacedlo por m, por favor. Porque en realidad no es por m, sino por vosotras. Y deseo que lo hagis. Os agradezco en el alma todo lo que me habis dado. Lee, Emma, Rudy... os quiero. Os agradezco que hayis estado conmigo hasta el final. Sabis qu lamento? No estar a vuestro lado cuando os llegue la hora, para poder corresponder un poco a todo el amor, el consuelo y la dulzura que me habis dado.

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Aunque... (supongo, Emma, que esto ya te lo veas venir) quiz s podr estar a vuestro lado. S, creo que s. En realidad, ahora que lo pienso, cuento con ello. Pero, sobre todo, Dios, que no sea pronto. Con todo mi amor. Isabel.

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Captulo 31

Emma
Les ped a Rudy y Lee que saliesen al porche cuando decid llamar a Mick. Porque slo hay telfono en la cocina y habran podido orme. Aunque el porche estuviese mojado, ya no llova. De modo que podan estar all perfectamente. Pero a que no saben qu? Pues que comunicaba. Con quin estara hablando? Una infinidad de posibilidades todas ellas indeseables cruz por mi mente. Comunica. De modo que ya podis volver a entrar. Entraron y enseguida pusimos la mesa y acabamos de preparar las gambas. Mirad, sabis qu os digo? Que volvis a salir. Voy a llamar otra vez. Hala dije. Y como tem que se sublevaran le acerqu una bolsa de pretzels a Rudy. Si tenis hambre, id picando. Salieron de nuevo protestando por lo bajo y yo volv a marcar el nmero de Mick. Diga. En adelante asociar las grandes emociones, el temor, el pnico y el alivio que te deja sin aliento con el olor a gambas salteadas. Mick? Soy... Emma? S. Hola. Estaba hablando con Lee y me... Ests en casa? No, en Hatteras. Habis llegado hoy? Ayer. Llegamos ayer. Se ech a rer de un modo extrao. Ahora me lo explico dijo. Qu?

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Pues que anoche te estuve llamando sin parar. Pens que estaras con un ligue, con alguno de tus omnipresentes pretendientes. Empezaron a temblarme las piernas. Dej resbalar el cuerpo hasta el suelo sin soltar el telfono. Pretendientes ? Me sent eufrica. Not el mentn, la mandbula y los labios como si los tuviese hinchados. No me reconoca. Te he llamado hace un momento dije, pero comunicabas. He pensados que hablaras con tu nueva novia. De nuevo se ech a rer. No; hablaba con Jay. Ahexclam aliviada. Dnde est? Con su madre, que est con mis suegros en Wilmington, mientras busca apartamento, para ella y para Jay. Aj. O sea que... Nos hemos separado. Hace unos diez das. Tengo muchas cosas que decirte. Hizo una pausa y luego aadi: Por qu pueta ests tan lejos, Emma? Oh, Mick. Pero... por qu has esperado diez das para llamarme? Pues, entre otras cosas, porque estaba convencido de que iba a dar igual. Y cmo se te ha ocurrido pensar eso? Porque la ltima vez que hablamos dejaste las cosas muy claras. Acerca de nosotros. Lo recuerdas? Claro que lo recuerdo dije. Cmo no iba a recordar aquellos mortificantes momentos en el porche!. Pero fue porque no me dabas ninguna esperanza. No veas que nada fuese a cambiar. Ya lo s. Ha sido todo muy repentino. La otra razn era que no estaba seguro de que ella se marchase; de que se marchase para no volver. Ahora estoy seguro, pero si hubiese vuelto, las cosas habran sido muy negativas. Para ti. Por qu? pregunt medrosa. Si ella hubiese vuelto yo me habra marchado, Emma. Porque lo nuestro est realmente terminado. Oh. Pero no quera mezclarte en la ruptura, si al final se produca de verdad, como as ha sido. Por eso no te he llamado. Oh volv a exclamar. Esa era una buena razn. Me hizo sonrer como una hiena y di un silencioso puetazo en el suelo. Y cmo ha sido? Bueno... si quieres contrmelo. Ya s que t siempre...

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Claro que quiero contrtelo. Y verte. Quieres que vaya a verte esta noche? Eso s que me pillaba desprevenida. Bueno, como venir... podras. Pero es que maana vuelvo a casa. Maana. No s. Es mucho tiempo. Ya lo s. Podramos encontrarnos en Richmond dijo. Nos echamos a rer como dos adolescentes. O en Norfolk. Aunque supongo que no tendra mucho sentido. Supongo que no. En Fredericksburgh, aunque... Ms risas. Oh, Mick. Esto es... dije. O sea, lo que siempre quise. Decirle bobadas por conferencia. Qu? Estupendo. Estupendsimo. S. Un largo y sonriente silencio. Qu hacas ahora? me pregunt. Dnde estn tus amigas? Estoy sentada en el suelo de la cocina. Rudy y Lee estn fuera, en el porche. Las he echado... Es broma. Estn muy bien, y ha dejado de llover. Dnde ests t? Pues tambin en la cocina. No has estado nunca en mi casa. No. Es bonita? Ven y la vers. Ir dije y sonre. De modo que ests bien, no? Y Jay? Mucho mejor de lo que cre que estara, a no ser que me engae a m mismo. Lo echo de menos, eso es lo peor. Quiz me traslade a Baltimore para intentar ingresar en el Instituto de Maryland. Digo intentar porque es una de las mejores facultades privadas de artes plsticas del pas. Lo conseguirs. Piensas licenciarte? S. Y as estar ms cerca de Jay. Sally me ha sorprendido. No ha exigido la custodia para ella sola sino que quiere que la compartamos. Gracias a Dios. Eso era lo ms importante. S. Y podrs reprochrmelo dicindome que poda haberlo hecho hace aos. Pero dudo que las cosas se hubiesen podido precipitar antes.

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Nada de reproches. Ser un modelo de contencin. Not que sonrea (lo not por sus breves silencios). Qu te parece lo de Baltimore? Estupendo. Est a slo una hora en coche. Ya veremos cmo nos organizamos. Eso confiaba orte. Vers, es que... Qu? Que resulta difcil pasar de pronto de la ensoacin a la realidad. A qu te refieres? le pregunt, aunque lo saba perfectamente. Pero quera orselo. Pues... a todo lo que est sucediendo. Lo que est a punto de suceder. Lo he estado imaginando todo, casi desde el primer momento en que te vi. De verdad? Tema albergar falsas esperanzas. Lo s. A m me ocurra lo mismo. Pero ahora todo me parece factible. Asusta un poco. Porque parece demasiado bueno para ser verdad. O para que... No termin la frase, pero tambin adivine el resto: o para que funcione. Ciertamente, caba la posibilidad de que no funcionase. Mick no tena un historial de relaciones fracasadas (solamente una que yo supiese) pero yo s lo tena. Y los dos llevbamos desendonos ms de ao y medio. De modo que si eso no era hacer oposiciones al desastre, no s cmo llamarlo. Lo que me sorprende es que no estemos ms asustados dije. Por lo menos yo, debera estar paralizada de miedo. Sin embargo, tengo... (ya s que suena ridculo) tengo fe. Ya s que es una tontera decirlo. Pero es lo que siento. Nunca me ha ocurrido nada parecido. Oh, Mick, no s cmo expresarte estas cosas por telfono. Lo s. Maana. Maana. De acuerdo. Me siento... lujuriosa. As, de pronto... Lujuriosa repiti l en un tono que se me antoj sorprendido, risueo y expectante. Huummm. Lujuriosa repet. La palabrita empezaba a sonar onomatopyica. Llmame en cuanto llegues a casa me dijo. Descuida. Quieres venir aqu? No s...

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Ah el encanto de los obstculos! No. Mejor ven t a casa. Te importa? le propuse. No. Seguimos hablando un poco ms. Pero nos saba a poco. Tenamos demasiado que decirnos y, adems, gravitaba entre los dos demasiada lujuria. Y ni siquiera podamos decirnos cosas subidas de tono porque no estaba sola. Mick explic muy por encima cmo se haba producido la ruptura con Sally; que, mientras cenaban en el Yatching Palace en Connecticut, le haba preguntado si la quera. Mick poda haberle dicho que s por pura compasin, como haba hecho tantas otras veces. Pero le dijo la pura verdad: que no. Sally se ech a llorar pero no se desmoron. Y segn me dijo Mick, puede que incluso se sintiese aliviada. A no ser que yo me est engaando volvi a repetir como respecto a Jay. Sea como fuere, el caso es que fue Sally quien dijo que volva a Delaware; que, al principio, Jay estara ms con ella que con l. Y Mick no puso prcticamente pegas. Jay quiere mucho a sus abuelos, que lo adoran. Creo que estar bien. Y pienso verlo con mucha frecuencia. Ya s que esto lo digo slo con la cabeza... No. Lo vers, Mick, tanto como quieras. Pero no ser lo mismo. No, no ser lo mismo. Pero, al cabo de cierto tiempo, puede que sea mejor. De verdad le dije eso? Sent el impulso de levantarme y mirarme en el espejo; de comprobar si tambin mi aspecto haba cambiado. De acuerdo dije. Te dejo ya. Rudy y Lee deben de estar muertas de hambre. Vi el perfil de mis amigas a travs de la tela metlica de la puerta. Estaban echadas en las tumbonas. La roja brasa del cigarrillo de Rudy pareca hacerme guios en la oscuridad. De acuerdo dijo Mick a regaadientes. Parecamos dos adolescentes. An tardamos diez minutos en colgar. Y me dije que as bamos a estar quin sabe cunto tiempo en adelante. Quiz no funcionase (aunque creo que s). Pero estos ratos de felicidad nadie podr quitrnoslos. Te quiero musit. Has visto qu valiente soy, Isabel? El tambin me lo dijo: Te quiero, Emma.

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Me son a msica celestial. Poco iba a tardar en garabatear su nombre en mi libro de geografa. Nos veremos maana dije. Buenas noches, Emma. Buenas noches. Hasta maana. O me llamas luego. De acuerdo. Guardamos silencio unos momentos, sorprendidos de nuestro entusiasmo, y nos remos de la sencilla solucin. Nos hizo la despedida mucho ms fcil. Y bien? Eso: y bien? Pues... hemos hablado contest flotando hasta la barandilla. Estaba demasiado sensible, ensoada y romntica para sentarme. Rudy se levant y se me acerc. Habis hablado? Eso ya lo sabemos dijo Lee, que se levant a su vez y se puso al otro lado. Alldije inclinndome sobre la barandilla. Bueno, desde aqu no se ve. Qu? All, un poco ms all, es donde nos besamos por primera vez. Rudy suspir. Aquel fin de semana? pregunt Lee. S. Ah... pues quiero que me lo cuentes todo, hasta el ltimo detalle. De acuerdo. No haba problema. Nunca me haba sentido ms generosa. Pero primero dime una cosa: he de ir con l? No es eso lo que te dijo Isabel que debas hacer? S, claro.... Y te irs? Sonre. Acaso no lo lean en mi cara? A veces Lee se atiene excesivamente a las palabras. Os vais a decidir t y Henry por la adopcin? contraataqu.

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Oh, Emma exclam Lee abrazndose los hombros. Que hay un beb que me busca... musit mirando al cielo, que se haba despejado y apareca tachonado de estrellas que titilaban. Significa eso que s? Lee asinti con la cabeza con expresin ensoada. Por qu he esperado tanto a decidirme? Rudy y yo nos miramos. Pues... eso: por qu has esperado tanto? dije. No s. Ahora me parece la solucin obvia, pero antes..., la descartamos sin siquiera reflexionarlo a fondo. Henry deca que deseaba tener un hijo propio, y yo... lo asum como una razn concluyente, una ms que aadir a mi larga lista de razones para que fuese un hijo propio, aunque no tuviesen demasiado sentido. Isabel intentaba hacrmelo comprender, pero yo no la escuchaba. Porque tenas una idea fija. Y, adems, en las clnicas que aplican tratamientos de fertilidad nunca te hablan de la adopcin. Me he pasado los dos ltimos aos en consultas de mdicos, y ni una sola vez ha salido a relucir la palabra adopcin. Ni una sola vez. Parece asombroso, no? Ni siquiera las enfermeras. De modo que... tampoco he pensado en ello. Y estar de verdad de acuerdo Henry? Por supuesto que s. Me hubiese gustado haber tenido valor para decirle antes una cosa a Lee, o que se lo hubiese dicho Rudy. Pero quiz no queramos pecar de falta de tacto ni contribuir a agravar su obsesin. Dice Rudy que deberamos intentar que fuese un beb extranjero, porque los trmites son ms rpidos dijo Lee. Quiz un hurfano ruso o rumano. Y yo he pensado en un judo ucraniano aadi mirando al cielo. En cuanto terminemos de cenar he de llamar a Henry. Y si es una nia, la llamars Isabel dijo Rudy. Desde luego que s asent. Y si es un nio, Isidoro. Sonremos las tres en la oscuridad. No os parece que deberamos invitar a otra a formar parte del grupo cuanto antes? S, pero para que siga, no como las otras matiz Lee. As nos lo dijo Isabel. Suspiramos. Tengo una compaera de trabajo... dijo Lee. Rudy y yo torcimos el gesto.

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Creo que esta noche voy a llamar a mi madre dijo Rudy tirando la colilla a la arena. Hummm, menos mal que a Isabel no le dio por pedirme que dejase de fumar! No s por qu lo hice, pero lade el cuerpo y la estrech entre mis brazos. Hummm exclam Rudy complacida. Cada vez abrazas mejor. De veras? S, yo tambin lo he notado dijo Lee. Bueno... no estis muertas de hambre? exclam. Pero no se movieron. An no acabbamos de decidirnos a entrar. Sabis qu sera bonito? pregunt Rudy. Que envejecisemos todas juntas. Y por qu no vamos a envejecer juntas? Me refiero a estando juntas. S, en una residencia de ancianas ironic, aunque ms de una vez haba pensado en ello en serio, como una fantasa. Nos sentaramos en nuestras mecedoras en el porche de una pulcra residencia en el campo. Conservaramos todas simplemente seramos viejas. nuestras facultades dijo Rudy,

Y an tendrais un aspecto fantstico. Yo estara gorda, pero Lee me empujara la silla de ruedas, porque an seguira delgada, fibrosa y fuerte. Puede que s, o puede que no. Si quieres que te empuje la silla tendrs que ser mucho ms amable conmigo. Y an seguiremos llevndonos bien dijo Rudy. Jugaremos mucho a la canasta. Al bridge le corrigi Lee. Y cuando muera una dije ser incinerada, pero no se dispondr de los restos hasta que muera la ltima. Y quin lo har entonces? Isidoro. All mismo dije sealando en direccin al lugar donde echamos las cenizas de Isabel al mar, a unos cincuenta metros mar adentro, invisible ahora en la oscuridad. Isidoro? Tu hijo. Tendr unos sesenta aos. Espero que entonces an est en forma para nadar. Y no como alguien que yo me s. La luna rielaba en el agua. Los grillos elevaban su canto hasta el punto de ahogar el murmullo del oleaje. En la casa de enfrente, dos nios y su padre salieron a jugar al aro en la rampa de acceso. Escribir un libro acerca de nosotras, haba dicho Isabel.

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Sera realmente ese mi tema? No acababa de verlo. La vida real se me antojaba demasiado catica; no resultaba fcil reflejarla. La ficcin era mucho ms sencilla. Yo tena pensado un argumento de misterio, con una historia de amor, peligros que acechan, y el recurso a la amnesia. Siempre me atraen las historias de amnesia. Y tambin podra tratar de nosotras cuatro. Cuatro mujeres que forman un club y a una de ellas la matan. No, eso es demasiado triste. O resulta que son hermanas y las dems se conjuran para solucionar el crimen. Y, si engancha, podra convertirlo en una serie: Cuatro mujeres. Las cuatro yuppies. Bueno, lo del ttulo tendr que pensarlo mejor. Pero el caso es que Isabel dijo: Escribe un libro acerca de nosotras. (Ahora hablo con ella as, como si estuviese a mi lado, inspirndome. Creo que lo hacemos las tres.) Suena como si de pronto hubiese madurado. Djenme perorar un poco ms acerca de ello, de acuerdo? S, ya lo s, el factor tiempo; la vida es corta, y una nunca sabe hasta qu punto, ya lo s, ya lo s... De acuerdo, pensar en ello. Pero si me atasco, recurrir a la amnesia. Cenamos? Entramos en el comedor. La mesa tena un aspecto magnfico. Encendimos velas y utilizamos servilletas de hilo. No hablamos de que ser tres no era ni mucho menos como ser cuatro. Isabel estaba absolutamente en lo cierto. Tenamos que incorporar a otra al grupo. Despus, las tres quisimos llamar por telfono. Lee para hablar con Henry, Rudy para hablar con su madre, y yo... yo slo quera que me dejasen la lnea libre por si me llamaba Mick. Todo lo ocurrido, la ausencia, la lejana... No estbamos preparadas para ello. Habamos ido all con un propsito concreto: poner punto final. Sin embargo, ahora estbamos preparando un nuevo comienzo. Ests tal como yo te veo ahora, Isabel? Sonres y te frotas las manos de pura satisfaccin all arriba, dondequiera que ests? Bueno, pues estupendo, muy bien, no te lo reprocho, ni siquiera que nos mires ufana. Slo me gustara que estuviese aqu, sabes? Te aoro.

Fin

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