Caso Mazzeo

Descargar como doc, pdf o txt
Descargar como doc, pdf o txt
Está en la página 1de 5

El tribunal tambin ha intervenido en casos sensibles en materia de derechos humanos.

En 2007, la Corte declar la inconstitucionalidad de uno de los decretos de indulto dictados en 1989 por el ex presidente Carlos Menem, que beneficiaba, entre otros, al general Santiago Omar Riveros. El tribunal sostuvo que cuando se juzgan crmenes de lesa humanidad, el principio de cosa juzgada debe ceder ante la obligacin estatal originada en el derecho internacional de los derechos humanos de investigar, juzgar y sancionar a los perpetradores (caso Mazzeo, 2007). Los jueces Fayt y Argibay, sin embargo, votaron en disidencia. Esta ltima sostuvo que dado que en 1990 la Corte ya haba confirmado la validez de este mismo decreto de indulto, revisar dicha decisin constituira una violacin al principio de cosa juzgada.

Por consiguiente, el aspecto mas sustancioso - a nuestro criterio - del caso Mazzeo no se centra en el control de constitucionalidad que la Corte ejerce sobre la facultad presidencial de indultar, la cual podra aparecer debilitada frente al carcter de delito de lesa humanidad adjudicado por la Corte, sino en lo que consideramos un ltimo giro de rosca que el Tribunal imprime a su doctrina judicial en torno a la interpretacin que cabe dar a las normas constitucionales argentinas relativas a la jerarqua del derecho internacional dentro del bloque de constitucionalidad y los resultados prcticos que tal jerarqua provoca sobre la efectividad y los alcances de las garantas constitucionales de los derechos humanos a la defensa, legalidad y debido proceso. Este ltimo giro que hemos referido, hace caer en Mazzeo las garantas de cosa juzgada y de ne bis in idem. El voto de la mayora en este punto justifica la omisin de estas garantas sosteniendo que en el derecho humanitario internacional los principios de interpretacin axiolgicos adquieren plena preeminencia tanto al definir la garanta de ne bis in idem como la cosa juzgada ..Por ello sin perjuicio de dar prioridad a las autoridades nacionales para llevar a cabo los procesos, si tales procesos locales se transforman en subterfugios inspirados en impunidad, entra a jugar la jurisdiccin subsidiaria del derecho penal internacional con un nuevo proceso 1.- Refiere entonces la CSJN al articulado de los Estatutos de Tribunales internacionales encargados de juzgar, entre otros, delitos de lesa humanidad que admitiran el desplazamiento de las dos garantas en cuestin, cuando el proceso llevado a cabo en la jurisdiccin local tuviera como finalidad sustraer de su responsabilidad al imputado, o el proceso no haya sido imparcial o independiente, o hubiera sido llevado de un modo tal que demuestre la intencin de no someter al acusado a la accin de la justicia.En igual sentido, cita jurisprudencia de la CIDH cuando seala que: En lo que toca al principio ne bis in idem, aun cuando es un derecho humano reconocido en el art. 8.4. de la Convencin Americana, no es un derecho absoluto y, por tanto, no resulta aplicable cuando: I) la actuacin del tribunal que conoci el caso y decidi sobreseer o absolver al responsable de una violacin a los derechos humanos o al derecho internacional obedeci al propsito de sustraer al acusado de su responsabilidad penal; II) el procedimiento no fue instruido independiente o imparcialmente de
1

Considerando 35 del voto de la mayora.

conformidad con las debidas garantas procesales, o III) no hubo la intencin real de someter al responsable a la accin de la justicia. Una sentencia pronunciada en las condiciones indicadas produce una cosa juzgada aparente o fraudulenta. Por otro lado, la misma CIDH considera que si aparecen nuevos hechos o pruebas que puedan permitir la determinacin de los responsables de violaciones a los derechos humanos, y, mas an, de los responsables de crmenes de lesa humanidad, pueden ser reabiertas las investigaciones, incluso si existe una sentencia absolutoria en calidad de cosa juzgada, puesto que las exigencias de la justicia, los derechos de las vctimas y la letra y espritu de la Convencin Americana, desplazan la proteccin del ne bis in idem 2.Por consiguiente la CSJN concluye que los principios que, en el mbito nacional, se utilizan habitualmente para justificar el instituto de la cosa juzgada y ne bis in idem no resultan aplicables respecto de este tipo de delitos contra la humanidad 3.Muchas consideraciones jurdicas mereceran estos frgiles argumentos de la Corte, pero lo que sorprende decididamente al observador constitucional es el razonamiento que formula el Tribunal descalificando su propia autoridad (con otra composicin parcial) y ejerciendo una especie de control de constitucionalidad de sus propias decisiones. Efectivamente, las consecuencias de la lnea argumental de la CSJN que venimos analizando en la secuencia Arancibia Clavel-Simn-Mazzeo se centraron principalmente en remover los obstculos que los poderes polticos del Estado haban generado en uso de facultades constitucionales para la investigacin, juzgamiento y penalizacin de los responsables de crmenes de lesa humanidad, a travs de la declaracin de inconstitucionalidad de las leyes 23.492 (punto final) y 23.521 (obediencia debida) dictadas por el Congreso y del indulto Presidencial dictado por Decreto N 1002/89 respecto de Santiago Omar Riveros y otros. Pero en Mazzeo la Corte amn de la declaracin de inconstitucionalidad del Decreto Pen 1002/89 - al argumentar en torno a la inaplicabilidad de los principios de cosa juzgada y ne bis in idem a los delitos de lesa humanidad, se alza contra la validez de sus propias sentencias, echando incomprensible e injustificadamente - un manto de dudas sobre la imparcialidad e independencia del propio Tribunal. As, como el Congreso Nacional desconoci la legitimidad soberana del mismo (con otra composicin) al declarar la nulidad de una ley dictada por dicho Poder, la Corte, a travs del voto mayoritario (integrado por los Dres. Lorenzetti, Highton de Nolasco, Zaffaroni y Maqueda) descalifica la propia actuacin previa del Tribunal, haciendo caer la garanta de la cosa juzgada; arrastrando en su razonamiento el principio de seguridad jurdica y lesionando los pilares sobre los que se asienta el Estado de Derecho. VI. Las disidencias de Mazzeo.

2 3

CIDH caso Almonacid Arellano, sentencia del 26 de septiembre de 2006.Considerando 37 del voto de la mayora.

Los jueces Fayt y Argibay votaron en disidencia en el caso en comentario. El Juez Petracchi, quien en su momento, conjuntamente con Julio Oyhanarte en diciembre de 1990 se inclin por la constitucionalidad del decreto en cuestin, se abstuvo de votar 4.Fayt coherentemente - mantiene la posicin que motivo sus disidencias en los casos Arancibia Clavel y Simn, sopesando adecuadamente los avances que se produjeron en el derecho internacional de los derechos humanos con el principio fundamental de irretroactividad de la ley. En su oportunidad, el Ministro Fayt declar la validez constitucional de las leyes de punto final y obediencia debida y descalific la ley que declar retroactivamente la nulidad de dichas leyes (25.779).Tambin se inclina este ministro por la validez constitucional del indulto. En el consideradno 44 de su disidencia sostiene Cabe recordar que el indulto no es en nuestros das un acto privativo de gracia de un individuo que se encuentre en posesin del poder. Es parte del esquema de la Constitucin. Cuando se concede, es la determinacin de la autoridad ltima de que el bienestar pblico ser mejor servido o inflingiendo menos que la pena fijada con cita de Pritchett, La Constitucin Americana, ed. Tipogrfica Editora Argentina, Buenos Aires, 1965, pg. 434 s. Que empero otro de los argumentos para considerar que resulta invlido el indulto en los casos de crmenes de lesa humanidad, es el de la posterior evolucin de los derechos humanos en el derecho internacional. Esta fundamentacin tambin resulta aparente, toda vez que a poco que se observa dicho avance tampoco aparece demostrado que la posibilidad de perdn se encuentre reida con aquello que pueda caracterizarse como crimen de lesa humanidad. Tan as es que, en plena evolucin del derecho de los derechos humanos se han decretado tales medidas respecto de personas que se encontraban detenidas por delitos de esa laya. Es el caso, por ejemplo, de los criminales nazis... 5.La disidencia de la Ministra Carmen Argibay cuenta amn de su autoridad jurdica con la autoridad moral de haber sido detenida arbitrariamente durante los aos de la dictadura militar que provoc el cmulo de violaciones a los derechos humanos que resultan materia de las sentencias y de estas reflexiones. Luego de rechazar los agravios correspondientes al juez natural y a la prescripcin de la accin penal con derivacin a la posicin de dicha Ministra en el caso Simn, la Dra. Argibay - en el considerando 4 de su disidencia- afirma que corresponde acoger el agravio referido a la violacin de la garanta constitucional de la cosa juzgada.En efecto, en este mismo proceso y en el mes de diciembre de 1990, esta Corte Suprema resolvi convalidar este indulto: la mayora, por razones formales que fundaron el
4

Lamentamos la abstencin de dicho Juez en un tema de tamaa trascendencia, considerando que integraba la Corte que convalid el decreto 1002/89. La posicin omisiva del Juez deja flotando el interrogante de los motivos de su abstencin a la luz justamente de las reflexiones que se formulan en el punto III de este trabajo. 5 Considerando 47 de la disidencia del juez Fayt.

rechazo del recurso y los jueces Oyhanarte y Petracchi, en voto concurrente pero entrando al fondo del asunto, aprobando la constitucionalidad del decreto en cuestin (Fallos: 313: 1392). De manera que, en este caso, la discusin qued cerrada hace 17 aos. Y destaco que la Convencin Americana sobre Derechos Humanos estaba vigente desde 1984, el Pacto Internacional de Derechos Econmicos, Sociales y Culturales desde 1986 y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos tambin desde 1986 (leyes 23.054 y 23.313, esta ltima referida a los dos pactos). Asimismo, conviene recordar que la Corte Interamericana de Derechos Humanos se haba instalado en 1979 y dict sus primeras sentencias en junio de 1987, vale decir, ms de cuatro aos antes de la resolucin de esta Corte. Notoriamente, la Comisin Interamericana de Derechos Humanos dict el informe 28/92 en la que concluye que el decreto 1002/89 es incompatible con el artculo XVIII (Derecho de Justicia) de la Declaracin Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y los arts. 1, 8 y 25 de la Convencin Americana sobre Derechos Humanos y formula recomendaciones al gobierno de Argentina sobre el otorgamiento de compensacin a los peticionarios, pero no lo somete a la Corte Interamericana, como prescribe el art. 51 de la Convencin mencionada. Como ya dije, y se desprende de los antecedentes reseados, la discusin sobre la inconstitucionalidad del indulto a Riveros ha concluido aos atrs cuando en este mismo recinto los ministros firmaron la sentencia que desestim el recurso interpuesto por los particulares damnificados. Pese a que toda la informacin y hasta declaraciones pblicas parecen desatender el punto, entiendo que esta omisin conduce a una visin equivocada de la cuestin. Lo que est en juego en esta causa es, segn se dejara ya aclarado, el principio de cosa juzgada y la prohibicin de doble juzgamiento, tema que paso a considerar 6. Pero, ... hay razones aun ms profundas, vinculadas al funcionamiento mismo del Poder Judicial y del Estado de Derecho, que no me permiten seguir a la mayora en un caso como ste. Es que ni esta Corte, ni ningn otro tribunal, puede eludir los efectos de una decisin judicial firme sin negarse a s mismo, es decir, sin poner las condiciones para que nuestro propio fallo sea tambin revocado en el futuro con argumentos contrarios, esto es, alegando su error, injusticia, etctera. Si el propio juicio sobre el desacierto de un fallo pasado (ver Fallos: 308:1150, considerando 4; 319: 2527, 2532) o la diferente concepcin de la equidad o la justicia (ver Fallos: 315:2406, considerando 7) que anima a los jueces actuales pudiese dar lugar a una revisin de las sentencias judiciales firmes, el carcter final de las decisiones que estamos tomando vendra a significar apenas ms que nada, pues slo sera respetado por los jueces futuros en la medida que fueran compartidas por ellos.

Considerando 5 de la disidencia de la jueza Argibay.

Ninguna concepcin razonable del Poder Judicial como institucin, mucho menos como institucin bsica del Estado de Derecho, es compatible con semejante consecuencia puesto que ese carcter supone que la opinin favorable (o desfavorable) de los jueces por venir no incide en su deber de respetar las decisiones judiciales pasadas, que cuentan con autoridad de -158- cosa juzgada. Lo contrario torna trivial y contingente el principal cometido que tiene asignado el Poder Judicial de la Nacin, a saber, dar el fallo final e irrevocable a las controversias sobre los derechos de las partes. La excepcin a la regla que asigna efectos irrevocables a un fallo judicial, conocida como "cosa juzgada rrita", no tiene absolutamente nada que ver con el acierto de los jueces que lo dictaron, sino, principalmente con su decencia y su libertad de conciencia. Es la desviacin en el cumplimiento de sus deberes, por dolo o coaccin, lo que les quita el carcter de jueces y, por ende, la importantsima atribucin de resolver con carcter definitivo las causas sometidas a su decisin. Nada ms alejado de la situacin que se presenta aqu. No est en duda la honradez de los jueces que dictaron el sobreseimiento en esta causa hace ya diecisiete aos, juicio que no puede verse alterado por las profundas diferencias jurdicas o intelectuales que mantengo con esa decisin. Tampoco hay lugar para pensar en que hayan actuado bajo el influjo de alguna restriccin a su independencia. A punto tal que, incluso en el pronunciamiento que hoy estamos dictando, aquella resolucin que cerr el caso es defendida en su voto disidente por el juez Fayt quien, junto al juez Petracchi, formaba parte de la Corte Suprema al momento de dictarse la resolucin que, al rechazar el recurso extraordinario, dej firme el pronunciamiento apelado en torno a la validez de los indultos y al sobreseimiento definitivo del imputado 7. As pues, por mucho que personalmente me disgusten las consecuencias de aquella decisin judicial, en cuanto desvincula a Riveros de la causa aun cuando contine la investigacin, el principio de la cosa juzgada debe prevalecer en salvaguarda del Estado de Derecho basado en nuestra Constitucin Nacional. De esta manera se reafirman las pautas de la vida democrtica y republicana, que la distinguen neta y definitivamente de quienes la conculcaron, y es la mejor manera de defender las instituciones contra las incursiones violentas como las que padecimos 8. La contundencia y claridad de los conceptos expresados por la Jueza disidente con los cuales coincidimos - nos eximen de todo comentario

7 8

Considerando 6 de la disidencia de la jueza Argibay. Considerando 7 de la disidencia de la jueza Argibay

También podría gustarte