Fábulas Lila

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Fábulas:

Esopo, Fedro, Samaniego, Iriarte y


La Fontaine

Lila Calderón
La Fábula es un relato moralizador del que se extrae una
moraleja. Se refiere a acciones que a través de personajes
imaginarios ridiculizan las debilidades de los hombres. Los
temas recurrentes son: la avaricia, el egoísmo, la
holgazanería, la vanidad, el despilfarro, la envidia. Esta
expresión literaria tiene sus orígenes en antiguos pueblos de
Oriente. El primer fabulista conocido Esopo (Grecia, 620-560
A. C.), trató temas universales para ilustrar y orientar a sus
contemporáneos y que hoy son la base de muchas fábulas
popularizadas por otros autores. También son famosas las
del latino Fedro (Macedonia, 30 A. de C. - 40 D. de C.
Roma). Él, y Esopo son considerados los padres del género.
Los fabulistas modernos más importantes son: Juan de La
Fontaine (Francia, 1621-1695), Félix María Samaniego
(España, 1745-1801) y Tomás de Iriarte (España, 1750-
1791). La fábula surge en colectividades de esclavos,
quienes recurren a esta expresión velada e indirecta al no
poder manifestar libremente sus inquietudes. Esopo fue
esclavo de Iadmón en Samos, quien por admiración a su
talento le dio la libertad. Las fábulas critican la realidad del
hombre desbordando época y lugar. Son apólogos las
fábulas de animales y seres inanimados; parábolas cuando
todos los actores son hombres, y fábulas mixtas cuando
alternan hombres y animales.
El León viejo y la Zorra
Esopo
Un león llegado a viejo, incapaz de procurarse por sí solo la
comida, pensó que necesitaba hacerlo por la astucia. Por lo
cual se dirigió a una caverna y se tendió en el suelo fingiendo
hallarse enfermo; de este modo, cuando los animales iban a
visitarle, los atrapaba y se los comía. Habían perecido ya
bastantes, cuando la zorra, comprendiendo ya su trampa, se
presentó también y, deteniéndose a distancia de la caverna,
preguntó el león que cómo le iba.
-Mal -contestó el león, preguntándole por qué no entraba.
-Hubiera entrado –dijo la zorra- si no viera muchas huellas de
animales que entran, pero ninguna de animales que salen.

El hombre sensato advierte en indicios el peligros y lo evita.


El Perro con campanilla
Esopo

Había un perro que mordía a traición. Púsole su amo una


campanilla para advertir a la gente. Y el can, sacudiendo la
campanilla, se fue a presumir a la plaza pública. Mas una perra
entrada en años le dijo:

-¿Dé qué presumes tanto? Pues no llevas esa campanilla a


causa de tu virtud, sino para anunciar tu maldad oculta.

Los gestos de presunción de los fanfarrones descubren sus vicios secretos.


El Perro que soltó su presa por otra
Fedro

Cuando cruzaba a nado un río, llevando un trozo de carne,


un perro vio en el espejo de las aguas su retrato. Creyendo
que se trataba de otra presa llevada por otro perro, quiso
arrebatársela.

Pero su avaricia fue engañada, pues no solo soltó su comida


de la boca, sino que tampoco pudo alcanzar la que deseaba.

Quien ansía lo de otro, pierde con justicia lo propio.


El Asno cargado de reliquias
La Fontaine

Un borrico cargado de reliquias se imaginó que era a él a


quien las gentes adoraban. Y, poseído de esta idea,
caminaba con aire altivo, recibiendo como propios los
cánticos y el incienso. Alguien que vio su error, se le acercó
y le dijo:
-¡Señor asno, desechad de vuestro espíritu una vanidad
tan insensata! No es a vos, sino al ídolo, a quien tanta gloria
se ofrenda.

De un magistrado ignorante, es la toga lo importante.


El Gusano de seda y la araña
Iriarte
Trabajando un gusano su capullo,
la araña que tejía toda prisa,
de esta suerte le habló con falsa risa,
muy propia de su orgullo:

-¿Qué dice de tal tela el señor gusano?


Esta mañana la empecé temprano,
Y ya estará acabada al mediodía.
-¡Mire qué sutil es, mire qué bella!...
El gusano con sorna respondía:
-Usted tiene razón; así sale ella.

Se ha de ver la calidad de la obra y no el tiempo empleado en hacerla.

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