El Arte Impirateable

¿Por qué me gusta tanto el teatro? Simple: porque es intransportable, irreproducible y además impirateable; porque ocurre con gente de verdad, que cada tarde o cada noche está ahí para hacer ese momento posible, gente real, que respira, siente y vive… y eso me parece una verdadera maravilla. Una función de teatro no se puede llevar en la cartera esperando el momento justo para dedicarle (como pasa con un libro) y tampoco tiene la opción de pausa (como la música o las películas). De ahí que el teatro me resulta más mágico que otras expresiones artísticas… y más humano también, porque está siempre expuesto al error, al olvido, etc. y esa vulnerabilidad aumenta su encanto frente a mis ojos.

La vida de ella (ahhhhh!)
Vamos con lo visto recientemente entonces: “Atentados contra su vida” en el Teatro Mori, dirigida por Constanza Brieba (no soy feminista, pero me encanta cuando la dirección de lo que sea está a cargo de una mujer, especialmente si el resultado es tan bueno como éste). El texto es del inglés Martin Crimp (ojo para Mitch el guionista, que esta vez puse “texto” y no guión, jiji). Una interesante secuencia de actos entregan claves sobre quién es Ana (Annie, Anouska, etc.) ¿una hija, una madre, una esposa, un auto, una terrorista, una estrella porno, un poco de todo eso, etc.? En realidad no importa establecer quién fue exactamente, sino saber disfrutar y entretenerse con esas pistas. Eso de que “los árboles tienen nombre” me pareció una frase hermosa; eso de que “la cámara te aaaaama” ¿cómo lo explico? es que mejor no lo explico, vaya y vea, sólo digo que uuuuy que escena!. Lo que más me gustó: el monólogo de Coca Guazzini relatando “algo un poquitito chistoso”. Además me encantó el vestuario: súper cuidado, se cambian en cada escena desde los aros hasta los calzones y, obviamente, los zapatos… es que siempre me tengo que fijar en los zapatos… cosa mía nomás. Las actuaciones de verdad que todas gratamente notables, ellas y ellos todos elegidos con pinzas (Coca Guazzini, Taira Court, Natalia Aragonese, Pedro Vicuña, Ricardo Fernández, Francisco Medina y Víctor Montero). Nota: el que tenga tarjeta paris, jumbo o cualquiera de ese hiper-mega-requete-holding paga 2x1.

El hogar de ellos (ojo que para allá vamos todos)
Otra pasada al teatro (y una repasada a la vida): "Home" en el Teatro Camino, en un estilo más pausado y tradicional, aunque también de otro inglés (David Storey). “Home” también está muy buena: cuatro ancianos que viven en un asilo conversan, se ríen, pelean y se reconfortan según sea el caso. La ambientación es muy simple: una mesa y un par de sillas sobre un patio de tierra y, por añadidura, el cielo, el día, la noche y todo aquello que no se circunscribe a límites físicos… como la conversación misma. Si bien el Teatro Camino necesita urgentemente unas buenas butacas, hay que ser justos: desde sus graderías de madera y fierro, en esos cojines característicamente rojos, la incomodidad se esfuma al paso de las risotadas de una Bélgica Castro que se sube la falda hecha una fresca y muestra harto más que las rodillas, o con la entrada de una Delfina Guzmán que se amurra y respinga la nariz como sólo ella puede, o con los paseos y conversas con las que un tímido Noguera y un cuentero Sieveking intentan arreglar el mundo… o lo que a esas alturas les queda de mundo. Ojo, que si se llega con tiempo y hambre hay una cafetería bien piola en la que si se tiene suerte (porque no siempre hay) se pueden comer unos ricos sándwich caseros en marraqueta tostada y, mientras se conversa y mastica, seguro aparece alguno de los actores a tomarse el cafecito "antes de"… lo que agrega su gracia al asunto.

Eso. Y recuerden que teatros hay por montones en Santiago… y que ir al teatro hace bien!