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- Tras una inesperada tragedia familiar, tres generaciones de la familia Deetz regresan a Winter River. La vida de Lydia, todavía atormentada por Bitelchús, da un vuelco cuando su rebelde hija adolescente, Astrid, descubre la misteriosa maqueta de la ciudad en el desván y el portal al Más Allá se abre accidentalmente. Con los problemas que se avecinan en ambos reinos, es sólo cuestión de tiempo que alguien diga el nombre de Bitelchús tres veces y el travieso demonio regrese para desatar su propio caos. (FILMAFFINITY)
- Género
- Fantástico Comedia Terror Comedia de terror Secuela
- Dirección
- Reparto
- Año / País:
- 2024 /
Estados Unidos
- Título original:
- Beetlejuice Beetlejuice
- Duración
- 104 min.
- Guion
- Música
- Fotografía
- Compañías
- Grupos
- Bitelchús
- Links
Categorías 2
Premios
2024: Festival de Venecia: Sección oficial largometrajes (Fuera de concurso)
2024: Premios Globos de Oro: Nominada a Logro en taquilla.
2024: Critics Choice Awards: Nominada a Mejor maquillaje y peluquería.
2024: Saturn Awards: 4 premios. 13 nominaciones
2024: Premios Satellite Awards: 2 nominaciones
Floja secuela
7 de septiembre de 2024
Salgo del cine y tengo una pelea interior con esta película, que me lleva a la conclusión de que la secuela, en este caso, ha empeorado sustancialmente a la historia original. Bebe demasiado de las aguas de su precuela para construir algo que no nos brinda nada realmente nuevo bajo el sol y que a pesar de su deslumbrante aportación visual en tramos concretos de la historia, me huele a cierta indiferencia y me sabe a película algo blandengue, desdibujada y un tanto desordenada. No es que el Bitelchús de los años 80 fuese la quintaesencia de los guiones cinematográficos, pero dentro de su anarquía burtoniana global se intuía un orden vital con unas ideas no sé si más claras, pero al menos sí que mejor plasmadas.
Me ha costado esta vez hallar la frescura y el sencillo encanto de la película original, todo me ha resultado más tedioso y descafeinado y la historia me ha ido liando entre subtramas con poco empaque llevadas y resueltas con cierta liviandad, que no han servido sino para difuminar un conjunto que no me ha terminado de convencer. En efecto, si uno va avanzando en el visionado de "Bitelchús, Bitelchús", va sintiendo que le sobran personajes y situaciones y que le faltan ideas nuevas y poderosas que dejan en evidencia que Tim Burton se ha basado demasiado en su propio pasado para parir esta película. ¿El resultado? Casi un plagio de sí mismo, que goza del característico toque visual fantástico y surrealistamente gótico del director, pero sospechosamente carente del alma hipnotizante que nos brindaron pelis como "Eduardo Manostijeras" o "Batman". Es algo así como si al Tesla negro que nos chuta en los morros el bueno de Burton (¡¡macho, un Tesla aquí no pega ni con cola!!) se le presupusiese el alma del batmóvil original. Ambos son negros, estamos de acuerdo, pero a la hora de hacer una película de Tim Burton, no pueden ser la misma cosa ni aunque me peguen cien latigazos para que diga lo contrario. Así que en este juego que nos vuelven a proponer de mezclar vida y muerte y de reírnos en vida de los muertos y en muerte de los vivos, todo se percibe menos gracioso, menos musculoso, menos auténtico, menos original y demasiado redundante.
Punto a favor el hecho de volver a contar con Winona Ryder y Catherine O´Hara para darle más aire de verdadera secuela y de ceder protagonismo a una Jenna Ortega que es casi la viva reencarnación de la Winona de 1988. Trío de actrices que aciertan en su interpretación intergeneracional y que se ve reconfortantemente avinagrado por la aparición en pantalla de un Michael Keaton que sin duda vuelve a ser lo mejor de la peli y para el que parece que casi 40 años no han pasado en absoluto. Mismo punto fuerte que en 1988 y mismo punto débil que por entonces (hasta en esto no han sabido ser originales), pues al torbellino de Keaton, al igual que en el Bitelchús original, le faltan minutos en pantalla. No han aprendido de aquel error del pasado en el que se echaba de menos más presencia del actor (pues era ahí donde la historia de hacía fuerte de verdad) y uno vuelve a sentir que a Keaton le falta chupar más cámara.
De hecho, la película da la impresión de funcionar a trompicones, ya que la atmósfera cobra fuerza y se acelera cuando Bitelchús aparece por medio y cuando Burton decide volverse loco con sus efectos visuales, pero pierde todo fuelle entre medias, no sabiendo crear una argamasa que ofrezca una continuidad tensional global y tendiendo a despistarse con esas subtramas que decía antes y a las que se les da demasiado metraje para no llegar a nada realmente trascendente.
Es en definitiva bajo mi punto de vista una película inferior a la original, cargada de una estética que ya vimos por entonces y que seguramente por ello gustará a los muy fans del director californiano, pero que si nos volvemos asépticos a la debilidad de la nostalgia para juzgarla, veremos que luce unas cuantas lagunas de por medio, que unidas a la excesiva repetición de conceptos ya manidos en 1988, la convierte en una película reincidente, poco original y hasta incluso probablemente innecesaria. Entretiene a ratos, no divierte demasiado y es un petardo por momentos.
LO MEJOR:
- La parte visual, que aún no siendo novedosa, no deja de ser impactante.
- Michael Keaton.
LO PEOR:
- Se pierde un tanto entre subtramas.
- No aporta nada al mito de Bitelchús.
- Le cuesta arrancar.
- Me duele decirlo, pero tiene algún momento de bostezo.
Me ha costado esta vez hallar la frescura y el sencillo encanto de la película original, todo me ha resultado más tedioso y descafeinado y la historia me ha ido liando entre subtramas con poco empaque llevadas y resueltas con cierta liviandad, que no han servido sino para difuminar un conjunto que no me ha terminado de convencer. En efecto, si uno va avanzando en el visionado de "Bitelchús, Bitelchús", va sintiendo que le sobran personajes y situaciones y que le faltan ideas nuevas y poderosas que dejan en evidencia que Tim Burton se ha basado demasiado en su propio pasado para parir esta película. ¿El resultado? Casi un plagio de sí mismo, que goza del característico toque visual fantástico y surrealistamente gótico del director, pero sospechosamente carente del alma hipnotizante que nos brindaron pelis como "Eduardo Manostijeras" o "Batman". Es algo así como si al Tesla negro que nos chuta en los morros el bueno de Burton (¡¡macho, un Tesla aquí no pega ni con cola!!) se le presupusiese el alma del batmóvil original. Ambos son negros, estamos de acuerdo, pero a la hora de hacer una película de Tim Burton, no pueden ser la misma cosa ni aunque me peguen cien latigazos para que diga lo contrario. Así que en este juego que nos vuelven a proponer de mezclar vida y muerte y de reírnos en vida de los muertos y en muerte de los vivos, todo se percibe menos gracioso, menos musculoso, menos auténtico, menos original y demasiado redundante.
Punto a favor el hecho de volver a contar con Winona Ryder y Catherine O´Hara para darle más aire de verdadera secuela y de ceder protagonismo a una Jenna Ortega que es casi la viva reencarnación de la Winona de 1988. Trío de actrices que aciertan en su interpretación intergeneracional y que se ve reconfortantemente avinagrado por la aparición en pantalla de un Michael Keaton que sin duda vuelve a ser lo mejor de la peli y para el que parece que casi 40 años no han pasado en absoluto. Mismo punto fuerte que en 1988 y mismo punto débil que por entonces (hasta en esto no han sabido ser originales), pues al torbellino de Keaton, al igual que en el Bitelchús original, le faltan minutos en pantalla. No han aprendido de aquel error del pasado en el que se echaba de menos más presencia del actor (pues era ahí donde la historia de hacía fuerte de verdad) y uno vuelve a sentir que a Keaton le falta chupar más cámara.
De hecho, la película da la impresión de funcionar a trompicones, ya que la atmósfera cobra fuerza y se acelera cuando Bitelchús aparece por medio y cuando Burton decide volverse loco con sus efectos visuales, pero pierde todo fuelle entre medias, no sabiendo crear una argamasa que ofrezca una continuidad tensional global y tendiendo a despistarse con esas subtramas que decía antes y a las que se les da demasiado metraje para no llegar a nada realmente trascendente.
Es en definitiva bajo mi punto de vista una película inferior a la original, cargada de una estética que ya vimos por entonces y que seguramente por ello gustará a los muy fans del director californiano, pero que si nos volvemos asépticos a la debilidad de la nostalgia para juzgarla, veremos que luce unas cuantas lagunas de por medio, que unidas a la excesiva repetición de conceptos ya manidos en 1988, la convierte en una película reincidente, poco original y hasta incluso probablemente innecesaria. Entretiene a ratos, no divierte demasiado y es un petardo por momentos.
LO MEJOR:
- La parte visual, que aún no siendo novedosa, no deja de ser impactante.
- Michael Keaton.
LO PEOR:
- Se pierde un tanto entre subtramas.
- No aporta nada al mito de Bitelchús.
- Le cuesta arrancar.
- Me duele decirlo, pero tiene algún momento de bostezo.
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148 de 181 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vuelve la esencia de Tim Burton.
30 de agosto de 2024
En la era de los remakes, reboots, sagas y universos cinematográficos llega Bitelchús Bitelchús la ¿esperada? secuela del clásico de 1988 que situó a Tim Burton en el radar de todos los cinéfilos, convirtiéndole en uno de los directores más importantes del Hollywood de finales de siglo.
Tras una inesperada tragedia familiar, tres generaciones de la familia Deetz regresan a Winter River. La vida de Lydia, todavía atormentada por Bitelchús, da un vuelco cuando su rebelde hija adolescente, Astrid, descubre la misteriosa maqueta de la ciudad en el desván y el portal al Más Allá se abre accidentalmente. Con los problemas que se avecinan en ambos reinos, es sólo cuestión de tiempo que alguien diga el nombre de Bitelchús tres veces y el travieso demonio regrese para desatar su propio caos.
No hace mucho tiempo Tim Burton era uno de mis directores favoritos. Eduardo Manostijeras siempre me pareció su mejor película y sus adaptaciones de Batman son las mejores (superiores a las que hizo Nolan, a la altura del clásico Superman de Richard Donner, y en especial Batman vuelve, cuyo prólogo he podido ver más de un millar de veces). También destacaría títulos como Ed Wood, Sleepy Hollow, Big Fish o Mars Attacks! Era tal mi fervor por el director californiano, que incluso Danny Elfman fue mi compositor de referencia por esa época (aún conservo todas esas bandas sonoras originales) y hoy en día sigo amando su libro de poesía La melancólica muerte de Chico Ostra. ¿Qué ocurrió entonces? ¿Por qué defenestré al que era mi director favorito? Quizá fue el hecho de que su estética se convirtiera en una marca que se comercializaba en cualquier tienda, que se vendiera a Disney (que para mí era su archienemigo) y que apostara por decorados y efectos digitales.
Todo mi escepticismo se esfuma en los títulos de crédito de Bitelchús Bitelchús. Pelos de gallina escuchando los acordes de Danny Elfman acompañando a los planos aéreos del pueblo ficticio Winter River. Durante la primera mitad de metraje soy incapaz de dejar de sonreír: los efectos especiales tienen aroma a infancia, Michael Keaton y Catherine O´Hara siguen teniendo una gran vis cómica y en cada plano se aprecia la estética del Tim Burton (incluida una maravillosa escena en stop motion) que me fascinara hace años. La película tiene ritmo y mucho humor (los mejores chistes son visuales y tienen que ver con el mundo de los muertos) y es más violenta que su predecesora (a pesar de que se use con fines cómicos, en esta secuela se ve más sangre).
Pero no todo es oro lo que reluce. La película sí que cuenta con planos digítales. Excepto los actores anteriormente mencionados y salvando a un Willem Dafoe pasado de rosca, el resto del casting está realmente mal. Winona Ryder es incapaz de cambiar el rostro y personajes como el de Monica Belluci o Justin Theroux son completamente prescindibles y entorpecen la narración. La fotografía es un calco de la película del 88 pero no aporta ningún elemento moderno (como sí lo hicieran Blade Runner 2049 o la reciente Alien: Romulus - Review). Y por último, ninguna escena llega ni por asomo al nivel de brillantez de la cena con posesión de la película original. Por supuesto que tratan de replicarla sin éxito.
Dice Tim Burton que con esta secuela ha recuperado las ganas de dirigir películas. Sólo deseo que entre sus futuros proyectos no encontremos la tercera parte de Bitelchús. Ya sabemos la debacle que nos espera pronunciando ese nombre tres veces.
https://www.terrorweekend.com/2024/08/beetlejuice-beetlejuice-review.html
Tras una inesperada tragedia familiar, tres generaciones de la familia Deetz regresan a Winter River. La vida de Lydia, todavía atormentada por Bitelchús, da un vuelco cuando su rebelde hija adolescente, Astrid, descubre la misteriosa maqueta de la ciudad en el desván y el portal al Más Allá se abre accidentalmente. Con los problemas que se avecinan en ambos reinos, es sólo cuestión de tiempo que alguien diga el nombre de Bitelchús tres veces y el travieso demonio regrese para desatar su propio caos.
No hace mucho tiempo Tim Burton era uno de mis directores favoritos. Eduardo Manostijeras siempre me pareció su mejor película y sus adaptaciones de Batman son las mejores (superiores a las que hizo Nolan, a la altura del clásico Superman de Richard Donner, y en especial Batman vuelve, cuyo prólogo he podido ver más de un millar de veces). También destacaría títulos como Ed Wood, Sleepy Hollow, Big Fish o Mars Attacks! Era tal mi fervor por el director californiano, que incluso Danny Elfman fue mi compositor de referencia por esa época (aún conservo todas esas bandas sonoras originales) y hoy en día sigo amando su libro de poesía La melancólica muerte de Chico Ostra. ¿Qué ocurrió entonces? ¿Por qué defenestré al que era mi director favorito? Quizá fue el hecho de que su estética se convirtiera en una marca que se comercializaba en cualquier tienda, que se vendiera a Disney (que para mí era su archienemigo) y que apostara por decorados y efectos digitales.
Todo mi escepticismo se esfuma en los títulos de crédito de Bitelchús Bitelchús. Pelos de gallina escuchando los acordes de Danny Elfman acompañando a los planos aéreos del pueblo ficticio Winter River. Durante la primera mitad de metraje soy incapaz de dejar de sonreír: los efectos especiales tienen aroma a infancia, Michael Keaton y Catherine O´Hara siguen teniendo una gran vis cómica y en cada plano se aprecia la estética del Tim Burton (incluida una maravillosa escena en stop motion) que me fascinara hace años. La película tiene ritmo y mucho humor (los mejores chistes son visuales y tienen que ver con el mundo de los muertos) y es más violenta que su predecesora (a pesar de que se use con fines cómicos, en esta secuela se ve más sangre).
Pero no todo es oro lo que reluce. La película sí que cuenta con planos digítales. Excepto los actores anteriormente mencionados y salvando a un Willem Dafoe pasado de rosca, el resto del casting está realmente mal. Winona Ryder es incapaz de cambiar el rostro y personajes como el de Monica Belluci o Justin Theroux son completamente prescindibles y entorpecen la narración. La fotografía es un calco de la película del 88 pero no aporta ningún elemento moderno (como sí lo hicieran Blade Runner 2049 o la reciente Alien: Romulus - Review). Y por último, ninguna escena llega ni por asomo al nivel de brillantez de la cena con posesión de la película original. Por supuesto que tratan de replicarla sin éxito.
Dice Tim Burton que con esta secuela ha recuperado las ganas de dirigir películas. Sólo deseo que entre sus futuros proyectos no encontremos la tercera parte de Bitelchús. Ya sabemos la debacle que nos espera pronunciando ese nombre tres veces.
https://www.terrorweekend.com/2024/08/beetlejuice-beetlejuice-review.html
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