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Ver 2 más- Sinopsis
- Un hombre, Alekséi, habla con su esposa sobre su situación actual y los motivos por los que se han distanciado. La película es una evocación continua de recuerdos y sentimientos del propio Tarkovsky que viajan en diferentes tiempos sin orden aparente: la relación con su madre, su infancia,...que se mezclan con material fílmico de noticiario sobre la Guerra civil española, la Segunda guerra mundial y el enfrentamiento entre la URSS y China por la isla Damanski. En la película suenan poemas escritos y recitados por Arseny Tarkovsky, padre del director. Retrata un pasado que es el suyo, pero también el de un país y el del acontecer mundial. (FILMAFFINITY)
- Género
- Drama Familia Infancia Años 30 Años 40 II Guerra Mundial Cine experimental Surrealismo Película de culto
- Dirección
- Reparto
- Año / País:
- 1975 / Unión Soviética (URSS)
- Título original:
- Zerkalo
- Duración
- 107 min.
- Guion
- Música
Algunas posibles claves para entender a Tarkovsky
21 de febrero de 2011
No creo que esta película sea exactamente ininteligible o refractaria a la interpretación. Por el contrario, me parece perfectamente comprensible en su esquema básico (aunque siempre haya, por descontado, múltiples elementos abiertos a la interpretación), pero, eso sí, con dos condiciones iniciales: 1) estar bien informado acerca de la vida del director (pues la película es crípticamente autobiográfica), y 2) tener bien claro en todo momento quién es quién en la película (lo cual, teniendo en cuenta que, en dos casos, el mismo actor o actriz interpreta a dos personajes distintos, exigirá sin duda más de una visión). Con estas dos condiciones cumplidas, la trama resulta comprensible, si bien no deja de ser extremadamente compleja. Por otra parte, la renuncia a un esquema narrativo clásico en favor de un esquema poético, en el que el desarrollo de los acontecimientos se mueve por vías distintas a las de la causalidad en su sentido convencional, y la continua ruptura de la continuidad cronológica, ciertamente, no facilitan las cosas.
Esa primera condición a que acabo de referirme (conocer la vida del director para poder dar su sentido a infinidad de circunstancias que de otro modo pasarían inadvertidas) plantea un problema, en mi opinión, importante: ¿es legítima esa exigencia extrafílmica, por decirlo así, por parte del director?, ¿no es ésa una limitación a la universalidad que debe caracterizar la obra de arte y no plantea una contradicción con los propios principios artísticos de Tarkovsky? El problema es complejo y lo paso por alto, pues no me atrevo a dar en unas pocas líneas una respuesta tajante en un sentido o en otro. En todo caso, debe admitirse que puede ser necesario tener que ver una película en repetidas ocasiones para llegar a su comprensión; esa dificultad, que puede molestar a algunos, es propia, por la naturaleza misma de las cosas, de toda obra creativa profunda. ¿Alguien entiende íntegramente a Heidegger a la primera lectura? ¿Se captan todos los matices de una obra polifónica en la primera audición? ¿Por qué pedírselo entonces a Tarkovsky? “La belleza es difícil”, dicen que dijo Sócrates.
Dejando, pues, a un lado ese problema y satisfechas las citadas condiciones, se percibe con relativa claridad que la película plantea un esquema perfectamente lógico, a su manera, en el que unos acontecimientos llevan a otros de forma natural y en absoluto arbitraria, aunque no siempre evidente.
Pero un nuevo problema surge entonces; pues, más allá de la intelección superficial de los “hechos”, captar su sentido profundo exige participar (o, al menos, conocer) los presupuestos intelectuales de Tarkovsky, que no tienen nada que ver con los criterios vigentes o dominantes en la sociedad contemporánea.
(Aunque no es en absoluto mi norma saltarme los 3.000 espacios de la crítica, me veo obligado a recurrir excepcionalmente al “spoiler” para terminar la exposición.)
Esa primera condición a que acabo de referirme (conocer la vida del director para poder dar su sentido a infinidad de circunstancias que de otro modo pasarían inadvertidas) plantea un problema, en mi opinión, importante: ¿es legítima esa exigencia extrafílmica, por decirlo así, por parte del director?, ¿no es ésa una limitación a la universalidad que debe caracterizar la obra de arte y no plantea una contradicción con los propios principios artísticos de Tarkovsky? El problema es complejo y lo paso por alto, pues no me atrevo a dar en unas pocas líneas una respuesta tajante en un sentido o en otro. En todo caso, debe admitirse que puede ser necesario tener que ver una película en repetidas ocasiones para llegar a su comprensión; esa dificultad, que puede molestar a algunos, es propia, por la naturaleza misma de las cosas, de toda obra creativa profunda. ¿Alguien entiende íntegramente a Heidegger a la primera lectura? ¿Se captan todos los matices de una obra polifónica en la primera audición? ¿Por qué pedírselo entonces a Tarkovsky? “La belleza es difícil”, dicen que dijo Sócrates.
Dejando, pues, a un lado ese problema y satisfechas las citadas condiciones, se percibe con relativa claridad que la película plantea un esquema perfectamente lógico, a su manera, en el que unos acontecimientos llevan a otros de forma natural y en absoluto arbitraria, aunque no siempre evidente.
Pero un nuevo problema surge entonces; pues, más allá de la intelección superficial de los “hechos”, captar su sentido profundo exige participar (o, al menos, conocer) los presupuestos intelectuales de Tarkovsky, que no tienen nada que ver con los criterios vigentes o dominantes en la sociedad contemporánea.
(Aunque no es en absoluto mi norma saltarme los 3.000 espacios de la crítica, me veo obligado a recurrir excepcionalmente al “spoiler” para terminar la exposición.)
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219 de 238 usuarios han encontrado esta crítica útil
El trascender de lo bello
5 de junio de 2006
Ponerse a descifrar y analizar a Tarkovski y en particular esta película sería una tarea ardua a la par que pedante y pretenciosa.
Cargada de símbolismo, onirismo metafórico, mística y poesía como para llenar una biblioteca, el Espejo de Tarkovski es un ejemplo de trascendencia y desarraigo narrativos. No interesa la trama. Pero trasciende. Imposible apartar los ojos de la pantalla. Ciento seis minutos embelasado, con cada diseño de plano, con la luz, con la magia. El Espejo alcanza cotas artísticas y estéticas tan altas que parece un lienzo de los maestros holandeses por momentos. El subconsciente despega y el viaje es maravilloso. El sueño meridiano pre-mortis de un hombre que revisita los recuerdos que han marcado su infancia a través de los ojos de su mujer, su madre, su hijo y él mismo siendo todos y ninguno a la vez. Un espejo para el espectador que convierte la película del genio ruso en su propio reflejo, en su propia historia. Impresiones, sensaciones, olores. Los cuatro elementos testigos hilvanadores de los ciclos vitales. El misterio de la vida, de los sueños, de lo inerte. La belleza de las palabras y de los objetos. Arte y poesía. Las estaciones. La tristeza, el llanto. La pérdida de la inocencia. Los temores, las pulsiones. El amor de madre, el primer amor.
La película comienza con una sesión de hipnosis para curar un defecto en el habla de un adolescente que no es capaz ni de decir su nombre. Tarkovski nos prepara de este modo para que comprendamos que sólo desde el subconsciente podemos ver el alma humana e intentar comprender el gran misterio del amor y la muerte. El último travelling, es el último verso del poema de la vida, el instante eterno de dos amantes sobre la hierba y el grito del niño a manos de su madre, que aúlla haber vuelto a nacer, mientras la cámara se adentra en el sombrío y misterioso bosque que es la muerte. Arte y trascendencia en estado puro. Genios de esta categoría no son de este mundo, y al igual que los Da vinci, Bach, o Shakespeare están aquí para hacernos pensar en la condición humana y en la belleza innata e implícita que trasciende de la vida el amor y muerte.
Borx
Cargada de símbolismo, onirismo metafórico, mística y poesía como para llenar una biblioteca, el Espejo de Tarkovski es un ejemplo de trascendencia y desarraigo narrativos. No interesa la trama. Pero trasciende. Imposible apartar los ojos de la pantalla. Ciento seis minutos embelasado, con cada diseño de plano, con la luz, con la magia. El Espejo alcanza cotas artísticas y estéticas tan altas que parece un lienzo de los maestros holandeses por momentos. El subconsciente despega y el viaje es maravilloso. El sueño meridiano pre-mortis de un hombre que revisita los recuerdos que han marcado su infancia a través de los ojos de su mujer, su madre, su hijo y él mismo siendo todos y ninguno a la vez. Un espejo para el espectador que convierte la película del genio ruso en su propio reflejo, en su propia historia. Impresiones, sensaciones, olores. Los cuatro elementos testigos hilvanadores de los ciclos vitales. El misterio de la vida, de los sueños, de lo inerte. La belleza de las palabras y de los objetos. Arte y poesía. Las estaciones. La tristeza, el llanto. La pérdida de la inocencia. Los temores, las pulsiones. El amor de madre, el primer amor.
La película comienza con una sesión de hipnosis para curar un defecto en el habla de un adolescente que no es capaz ni de decir su nombre. Tarkovski nos prepara de este modo para que comprendamos que sólo desde el subconsciente podemos ver el alma humana e intentar comprender el gran misterio del amor y la muerte. El último travelling, es el último verso del poema de la vida, el instante eterno de dos amantes sobre la hierba y el grito del niño a manos de su madre, que aúlla haber vuelto a nacer, mientras la cámara se adentra en el sombrío y misterioso bosque que es la muerte. Arte y trascendencia en estado puro. Genios de esta categoría no son de este mundo, y al igual que los Da vinci, Bach, o Shakespeare están aquí para hacernos pensar en la condición humana y en la belleza innata e implícita que trasciende de la vida el amor y muerte.
Borx
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