Trailer (INGLÉS)
- Sinopsis
- En una isla viven los Borg: Johan, que es pintor, y su mujer Alma. Sus vecinos, los siniestros Von Merken, poseen un círculo de amistades tan escalofriante que Johan comienza a obsesionarse con la idea de que los demonios lo acechan... (FILMAFFINITY)
- Género
- Drama Terror Drama psicológico Surrealismo
- Dirección
- Reparto
- Año / País:
- 1968 / Suecia
- Título original:
- Vargtimmen (Hour of the Wolf)
- Duración
- 88 min.
- Guion
- Música
-
- Fotografía
(B&W)- Compañías
- Links
Premios
UNA ISLA DEL OTRO MUNDO
24 de agosto de 2008
1. Elaborando en clave de frío terror detalles de cuentos de Hoffman, Bergman se centra en una de sus obsesiones: las relaciones vampíricas, y no sólo en los vínculos afectivos (como en “Persona”) sino también en el tenebroso dominio de los fantasmas íntimos.
2. A una isla apartada llega una pareja, Alma y Johan, a pasar un tiempo de descanso. Ella, para cuidar su embarazo; él, para concentrarse en la creación pictórica.
La casa tiene techo de brezo, luz de quinqués y una bomba de agua.
Alma expresa serenamente su anhelo: envejecer con Johan, irse volviendo iguales, acabar teniendo los mismos pensamientos. Él parece ajeno al proyecto simbiótico. Enervado y ausente, refiere encuentros con personajes estrafalarios cuando vuelve de dibujar apuntes. En un diario que ella encuentra bajo la cama, tales encuentros están anotados. Representan una contienda desequilibrada.
3. La aparición de una distinguida dama ante la casa marca el cruce de un límite. Los personajes consignados en el diario están en la realidad. El clan de aristócratas lenguaraces se reúne en un castillo al otro lado de la isla. Tienen la facultad de encarnar a insidiosos críticos, mecenas, público y compradores, y exacerbar los temores de Johan como artista. También cobran cuerpo una antigua amante (de apellido bergmaniano: Vogler) y un niño-demonio, probablemente generado durante los aterradores encierros en un armario sufridos por Johan en la infancia.
4. Misterios masónicos en La Flauta Mágica del teatrillo de marionetas. El maestro de ceremonias luce draculino pico de viuda. Mueve los hilos y sonríe desde alto. Los invitados siguen con mirada brillante un pasaje protagonizado por Tamino, entregados como catecúmenos. En el Bosque, fuera del Templo de la Sabiduría, la juventud llama desde lo más profundo de su desesperación:
—¿Cuándo acabarás, oh noche eterna? ¿Cuándo la luz tocará mis ojos?
—Pronto, joven. O nunca.
Johan nota el cerco de la animadversión. La corbata y el cuello de la camisa le molestan ostensiblemente: “Me denomino artista a falta de un nombre mejor”.
5. Alma intenta transferir a Johan, quien se muestra pasivo y aturdido, capacidad de respuesta; trata de impedir que seres con siglos de edad pudieran humillarle. Los rostros de ambos, extraordinariamente iluminados y fotografiados.
6. Noche que no es del todo noche. El pálido sol escandinavo rebota en el horizonte. Pero en lo hondo del bosque la oscuridad es total. Hora del lobo: cuando llegan los que nacen y parten los que mueren.
Silencio y sonidos: viento y oleaje; gaviotas; cuervos y otros pájaros del bosque…
Y, definitivamente, el ruido de un ojo postizo al caer en copa de cristal.
(7,5)
2. A una isla apartada llega una pareja, Alma y Johan, a pasar un tiempo de descanso. Ella, para cuidar su embarazo; él, para concentrarse en la creación pictórica.
La casa tiene techo de brezo, luz de quinqués y una bomba de agua.
Alma expresa serenamente su anhelo: envejecer con Johan, irse volviendo iguales, acabar teniendo los mismos pensamientos. Él parece ajeno al proyecto simbiótico. Enervado y ausente, refiere encuentros con personajes estrafalarios cuando vuelve de dibujar apuntes. En un diario que ella encuentra bajo la cama, tales encuentros están anotados. Representan una contienda desequilibrada.
3. La aparición de una distinguida dama ante la casa marca el cruce de un límite. Los personajes consignados en el diario están en la realidad. El clan de aristócratas lenguaraces se reúne en un castillo al otro lado de la isla. Tienen la facultad de encarnar a insidiosos críticos, mecenas, público y compradores, y exacerbar los temores de Johan como artista. También cobran cuerpo una antigua amante (de apellido bergmaniano: Vogler) y un niño-demonio, probablemente generado durante los aterradores encierros en un armario sufridos por Johan en la infancia.
4. Misterios masónicos en La Flauta Mágica del teatrillo de marionetas. El maestro de ceremonias luce draculino pico de viuda. Mueve los hilos y sonríe desde alto. Los invitados siguen con mirada brillante un pasaje protagonizado por Tamino, entregados como catecúmenos. En el Bosque, fuera del Templo de la Sabiduría, la juventud llama desde lo más profundo de su desesperación:
—¿Cuándo acabarás, oh noche eterna? ¿Cuándo la luz tocará mis ojos?
—Pronto, joven. O nunca.
Johan nota el cerco de la animadversión. La corbata y el cuello de la camisa le molestan ostensiblemente: “Me denomino artista a falta de un nombre mejor”.
5. Alma intenta transferir a Johan, quien se muestra pasivo y aturdido, capacidad de respuesta; trata de impedir que seres con siglos de edad pudieran humillarle. Los rostros de ambos, extraordinariamente iluminados y fotografiados.
6. Noche que no es del todo noche. El pálido sol escandinavo rebota en el horizonte. Pero en lo hondo del bosque la oscuridad es total. Hora del lobo: cuando llegan los que nacen y parten los que mueren.
Silencio y sonidos: viento y oleaje; gaviotas; cuervos y otros pájaros del bosque…
Y, definitivamente, el ruido de un ojo postizo al caer en copa de cristal.
(7,5)
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119 de 131 usuarios han encontrado esta crítica útil
La hora del lobo
18 de agosto de 2007
No sólo de matrimonios en crisis habla el cine de Bergman, y para muestra un botón: La hora del lobo, sublime historia de una paranoia que tiene mucho de exorcismo interior, y auténtica obra cumbre del terror existencial en clave arte y ensayo (y del terror a secas). En un blanco y negro cegador se nos narra la inmersión en la locura del insigne pintor Johan Borg (enorme Max von Sydow), consumido por la presencia de demonios interiores que surgen de la oscuridad a esa hora del lobo a la que hace referencia el título (“cuando se producen más muertes y nacimientos; si estamos dormidos tendremos pesadillas, si estamos despiertos tendremos miedo”), auspiciados por el clima devastador y solitario en el que habita el protagonista junto a su inocente y sufridora esposa Alma (Liv Ullmann, capaz de helarte el corazón con una sola mirada).
Sentimiento de culpa, un amor no del todo enterrado, homosexualidad reprimida, maldad: todo se escupe en imágenes imperecederas que Bergman filma con el grado de locura necesario para que estas permanezcan en nuestra cabeza toda la vida, en un estilo surrealista y hermoso que bebe de la iconografía satánica clásica (¡esos habitantes del castillo, tentadoras y siniestras figuras de inequívoco carácter diabólico!) a la vez que elabora un profundo discurso sobre la naturaleza oscura del ser humano, sus miserias y sus grandezas, sus deseos, sus miedos... Nada sobra ni falta en esta pesadilla perfecta trazada con tiralíneas, cada escena tiene una importancia capital, no hay puntos fuertes porque todos lo son: es una sucesión de momentos escalofriantes que no se detienen hasta el final. Secretos y mentiras en prosa visual magnética y experimental, nada aburrida, para este título básico del terror como instigador del alma humana: una obra trascendental, obsesiva, claustrofóbica y freudiana, pieza clave del fantástico y mi película favorita del director sueco. Para compartir vitrina en mi particular museo del mal rollo junto a El año pasado en Marienbad y El quimérico inquilino.
Lo mejor: es inquietante como ninguna.
Lo peor: nada.
Sentimiento de culpa, un amor no del todo enterrado, homosexualidad reprimida, maldad: todo se escupe en imágenes imperecederas que Bergman filma con el grado de locura necesario para que estas permanezcan en nuestra cabeza toda la vida, en un estilo surrealista y hermoso que bebe de la iconografía satánica clásica (¡esos habitantes del castillo, tentadoras y siniestras figuras de inequívoco carácter diabólico!) a la vez que elabora un profundo discurso sobre la naturaleza oscura del ser humano, sus miserias y sus grandezas, sus deseos, sus miedos... Nada sobra ni falta en esta pesadilla perfecta trazada con tiralíneas, cada escena tiene una importancia capital, no hay puntos fuertes porque todos lo son: es una sucesión de momentos escalofriantes que no se detienen hasta el final. Secretos y mentiras en prosa visual magnética y experimental, nada aburrida, para este título básico del terror como instigador del alma humana: una obra trascendental, obsesiva, claustrofóbica y freudiana, pieza clave del fantástico y mi película favorita del director sueco. Para compartir vitrina en mi particular museo del mal rollo junto a El año pasado en Marienbad y El quimérico inquilino.
Lo mejor: es inquietante como ninguna.
Lo peor: nada.
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