Direitos Humanos Na America Latina - Ebook
Direitos Humanos Na America Latina - Ebook
Direitos Humanos Na America Latina - Ebook
DIREITOS HUMANOS
NA AMRICA LATINA
ISBN 978-85-8443-097-0
4
Nueva Democracia. David Alfaro Siqueros Palacio de Bellas Artes - Mxico
Conselho Editorial
Marli Marlene M. da Costa (Unisc)
Andr Viana Custdio (Unisc)
Fabiana Marion Spengler (Unisc)
Salete Oro Boff (Unisc/IESA/IMED)
Carlos Lunelli (UCS)
Liton Lanes Pilau (Univalli)
Danielle Annoni (UFPR)
DIREITOS HUMANOS
NA AMRICA LATINA
4
AUTORES
Alejandro Medici
Alejandro Rosillo Martnez
Antonio Carlos Wolkmer
Csar Augusto Baldi
David Snchez Rubio
Diego Augusto Diehl
Efendy Emiliano Maldonado Bravo
Fernanda Frizzo Bragato
Curitiba
2016
APRESENTAO
Dentro do vis delineado acima, o presente estudo se apresenta dividido em trs partes: na primeira, possvel encontrar textos com enfoque na fundamentao filosfica e na busca de compreenso hermenutica, momento que possibilita verificar quais so as bases que sedimentam
uma abordagem crtica e filosfica do tema; na sequncia, a segunda parte
prioriza temas que envolvem um denso desenvolvimento terico; trata-se
de construes elaboradas por categorias tericas de suma relevncia
para a reflexo sobre a nossa realidade regional; por fim, o terceiro e ltimo momento da obra revela uma pontual abordagem sobre a questo da
violncia, cujo tpico estabelece elementos crticos para pensar a situao
das prticas de brutalidade contra os direitos humanos. Assim, a obra fica
dividida em: Parte 1 - O horizonte crtico filosfico dos direitos humanos na
Amrica Latina; Parte 2 - Teoria crtica dos direitos humanos na Amrica
Latina e; Parte 3 - Faces da violncia institucional latino-americana.
Na parte 1, aparece no captulo inaugural um texto elaborado pelo
pesquisador mexicano Alejandro Rosillo Martnez, que trata da inverso
ideolgica dos direitos humanos no pensamento de Franz Hinkelammert,
obra de teor filosfico que observa nas reflexes crticas do autor alemo/
costa-riquenho uma possibilidade de desmistificar as falcias da modernidade sobre o tema e estabelecer um horizonte de libertao a partir da
desideologizao aos direitos humanos.
J a segunda parte da obra, que apresenta textos de elaborao terica, visualiza inicialmente a contribuio do autor espanhol David Snchez
Rubio em uma contribuio fundamental para as construes categoriais
da teoria crtica dos direitos humanos na regio, pois afirma um pensamento considerando a colonialidade como estrutura terico-hegemnica
do tema, refletindo e destacando as potencialidades de libertao nas categorias crticas como decolonial, anti-heterrquicas e interculturais.
Com o captulo stimo, os autores Diego Augusto Diehl e Gladstone
Leonel Jnior contribuem ao pensamento terico-crtico dos direitos humanos redigindo um texto que privilegia, como marco reflexivo, a questo
da dialtica social no Direito, esboada como um mtodo para superao
da colonialidade epistmica regional, que estabelece um riqussimo dilogo entre as categorias dialticas elaboradas por Roberto Lyra Filho e o
mtodo analtico criado pelo filsofo Enrique Dussel.
No captulo oitavo, a pesquisadora Fernanda Frizzo Bragato se dedica a explorar os limites das teorias da modernidade em contextos sociais
plurais, utilizando-se do marco terico da descolonizao como instrumento de crtica ao Direito na modernidade.
O captulo nono vem com a contribuio do professor mexicano
Oscar Arnulfo de la Torre de Lara, em que destaca o significado do milho
para os saberes e prticas de direitos humanos no contexto mexicano, explorando o campo cultural, as relaes poltico-econmicas e as questes
sociojurdicas; um marco terico contextualizado de lutas por direitos humanos a partir da produo na agricultura como reproduo da vida.
Com o captulo dez, encerrada essa segunda parte do livro, e seguindo a lgica descolonizadora que permeou esta etapa, o autor Cesar
Augusto Baldi resgata um pensamento crtico do ativista de Direitos
Humanos Zapata Olivella, personagem pouco conhecido nas academias de
Nuestra Amrica, mas que deixou um legado de luta significativo para o
campo poltico e cultural dos direitos humanos, tratando-se de um artigo
que conecta o campo terico com a prxis de direitos humanos.
SUMRIO
PARTE 1
O HORIZONTE CRTICO FILOSFICO DOS DIREITOS HUMANOS
NA AMRICA LATINA
LA INVERSIN IDEOLGICA DE LOS DERECHOS HUMANOS EN
EL PENSAMIENTO DE FRANZ HINKELAMMERT............................................................ 13
Alejandro Rosillo Martnez
PARTE 2
TEORIA CRTICA DOS DIREITOS HUMANOS
NA AMRICA LATINA
DERECHOS HUMANOS, NO COLONIALIDAD Y OTRAS LUCHAS POR LA DIGNIDAD:
una mirada parcial y situada................................................................................... 135
David Snchez Rubio
10
PARTE 3
FACES DA VIOLNCIA INSTITUCIONAL
LATINO-AMERICANA
A CRIMINOLOGIA CRTICA NA AMRICA LATINA E NO BRASIL:
em busca da utopia adormecida.............................................................................. 255
Vera Regina Pereira de Andrade
PARTE 1
1 INTRODUCCIN
La crtica de la ideologa de derechos humanos ha sido desarrollada
desde diversas posturas del pensamiento crtico. Como bien se sabe, gran
parte de estas posturas tiene una referencia a la crtica que realiza Marx a los
derechos burgueses, a los derechos del hombre egosta, a los del hombre
centrado en s mismo (MARX, 2004, p. 19). Para Manuel Atienza, la postura
de Marx en sus obras juveniles y en La cuestin juda acerca de los derechos
humanos podra resumirse de la siguiente forma: ante la contradiccin existente entre la sociedad civil (el hombre burgus) y el estado poltico (ciudadano abstracto), se debe superar a travs de la emancipacin humana; as,
los derechos humanos son un momento importante en el proceso total de
realizacin del hombre, de superacin de la alienacin, aunque su momento
de libertad real no necesita ya asumir formas jurdicas y polticas (ATIENZA,
2008, p. 44-45). En otras obras, como en La ideologa alemana, Marx ve el
carcter ideolgico de los derechos humanos en que son ideas que aparecen
como independientes de la prctica material y, por eso, tienen un carcter
ilusorio, pues plantean la emancipacin del hombre en el mundo de las ideas
y no en el de la praxis material.
En este captulo analizaremos una de las propuestas en que la
Filosofa de la Liberacin (FL) desarrollada en y desde Amrica Latina
realiza la crtica de los derechos humanos cuando estos se convierten en
un instrumento ideolgico de opresin. Esto responde a la funcin liberadora de la filosofa que seala Ignacio Ellacura: el horizonte propio de la
FL es una liberacin integral que, entre otras dimensiones, busca la liberacin de las ideologas y de las instituciones jurdico-polticas deshumanizan-
14
tes (ELLACURA, 1993; 2000). Pues bien, para la FL, los derechos humanos pueden llegar a ser parte de esas ideologas e instituciones que niegan
humanidades. No obstante, es importante comprender el objetivo de esta
crtica para la FL.
Ante el uso ideolgico de los derechos humanos pueden darse diversas reacciones. Una es la actitud de la postmodernidad que rechaza la
nocin de derechos humanos por considerarla uno de los metarelatos
modernos que se deben desechar. Otra es la proveniente de una tradicin
marxista (dogmtica), que contina viendo a derechos humanos exclusivamente como expresin de la ideologa de la burguesa. Para esta postura se
tratara de un discurso a eliminar, pues no responde a los autnticos intereses de las masas populares. No obstante, sin negar la razn que pueden
tener los argumentos de estas reacciones, suelen quedarse por lo general
en el mbito de la denuncia, y carecen de una reflexin profunda sobre
la posibilidad de que derechos humanos sean una herramienta para la liberacin integral. Para la FL, como hemos insistido en otros escritos, es
posible esta funcin de los derechos humanos (ROSILLO, 2013). Por eso,
su crtica es slo un paso, una etapa del proceso, pues comprende que es
mala estrategia poltica y un dejar pasar una forma de hacerse cargo de la
realidad, que los sujetos de la praxis, comprometidos con la produccin,
reproduccin y desarrollo de la vida de los pueblos, entreguen ingenua
y acrticamente la materialidad y el discurso de los derechos humanos al
pensamiento hegemnico y funcional del colonialismo neoliberal. Para la
FL es claro que una cosa es el uso ideologizado y perverso que se hace de
los derechos humanos y otra cosa es que derechos humanos sean tal uso.
La FL apuesta, como hemos insistido, por el uso de derechos humanos por
parte del sujeto vivo, prxico e intersubjetivo, y cuando esto no se da, entra
en escena la dimensin crtica de la funcin liberadora de la filosofa. En
efecto, de las diversas propuestas para abordar este tema por parte de la
FL, abordaremos el anlisis que de la inversin ideolgica de los derechos humanos realiza Franz Hinkelammert.
2
b) Al lograr el cumplimiento de esas reivindicaciones, y si adems asume una posicin hegemnica, defiende sus logros a
travs de invisibilizar las tramas sociales y de poder que les
dieron origen.
c) Entonces el sujeto vivo y concreto desaparece, y se abstrae de
la historia; se seala que sus reivindicaciones son valores universales, racionales, aptos para todo tiempo y lugar.
15
16
Hinkelammert seala que, entre las diversas tradiciones de derechos humanos, es la inaugurada por John Locke la que muestra y pone
en operacin la inversin ideolgica. Se trata del relato fundamente de la
Modernidad capitalista en cuanto derechos humanos, y que an se encuentra como sustento de las polticas neocoloniales de los Estados Unidos y
de algunos pases europeos. Haremos un breve repaso de esta lectura del
Segundo Ensayo sobre el Gobierno Civil, ya que ejemplifica la elucidacin del
proceso de inversin ideolgica1.
Enrique Dussel realiza una lectura sobre el estado de guerra en el pensamiento de Locke que
guarda estrecha relacin con la propuesta de Hinkelammert (Cf. DUSSEL, 2007, p. 275-292).
La situacin a la que se enfrenta Locke est marcada, segn nuestro autor, por la bsqueda de legitimidad de las acciones imperiales de
Inglaterra, pues las lneas de expansin de esta nacin ya estaban claramente dibujadas en su tiempo, es decir, ya en 1690, cuando aparece el
Segundo Ensayo sobre el Gobierno Civil. Bajo esta perspectiva, ese es un
texto fundante sobre todo para la tradicin anglosajona, y define hasta hoy la poltica imperial primero de Inglaterra y, posteriormente, de
EE.UU. (HINKELAMMERT, 2000, p. 82). Adems, fue la formulacin entonces de la teora poltica correspondiente a hechos como la Revolucin
Gloriosa de 1688, y la declaracin de derechos en el Habeas corpus (1679)
y la Bill of rights (1689). Si por un lado se declaraba la igualdad humana
frente a la ley y la proteccin de la libertad y la propiedad privada, por
otro lado, Inglaterra se encontraba en un periodo fundante y en expansin de su imperio. Un crecimiento que se realizaba hacia las tierras de
Amrica del Norte, hacia el oriente para entrar en conflicto con Francia
por la India, y la lucha por el control del mercado de trfico de esclavos2.
Es decir, la teora de Locke respondi a las necesidades de la expansin
del Imperio ingls, no slo en sus conflictos con los imperios existentes
entonces, Espaa y Holanda, sino tambin en su ocupacin de las tierras
de Amrica del Norte y en el Lejano Oriente. Adems, era necesaria una
teora que fuera apta para que Inglaterra consiguiera el control del comercio de esclavos3.
2
Conquistas que va logrando en el siglo XVIII. Enrique Dussel afirma que en el Segundo ensayo sobre el gobierno civil, John Locke, opuesto a la Iglesia anglicana y al absolutismo
monrquico del partido torv, expres de manera secularizada y agresiva la nueva posicin
burguesa de los whigs. La trata de esclavos era un comercio en auge, lo mismo que el establecimiento de colonias en Amrica, donde Inglaterra competa con Portugal y Espaa, e
igualmente con Holanda (DUSSEL, 2007, p. 279).
Hinkelammert recuerda que John Locke haba invertido su fortuna en el comercio de esclavos (Cf. CRANSTON, 1985).
17
18
El Imperialismo espaol en Amrica era justificado por el derecho divino de los reyes o por la concesin papal, pero despus de una revolucin
burguesa antimonrquica, esa clase de ttulos perdan legitimidad para los
nuevos conquistadores. Se requera de una nueva ideologa que justificara
el colonialismo, pero ya no basada en el derecho divino de los reyes, pues
sta haba sido la ideologa que la misma burguesa haba combatido. Por
otro lado, la burguesa no poda renunciar a los derechos fundamentales
establecidos en el Habeas corpus y en el Bill of rights, pues eran la respuesta antagnica al derecho divino. En este sentido, y siendo congruentes, la
universalidad de los derechos de libertad, seguridad y propiedad deba excluir la posibilidad del trabajo forzado por esclavitud y de la expropiacin
de tierras de los indgenas de Amrica del Norte.
Al transgredir la ley de la naturaleza, el ofensor declara que vive segn otra regla que la de la razn y la equidad comn, que son las medidas que Dios ha establecido para regular las acciones de los hombres, en beneficio de su mutua seguridad. Y as, el ofensor se vuelve
peligroso para la humanidad, pues ha ignorado y roto las ataduras
que protegan a los hombres del dao y la violencia. Lo cual, al ser
una transgresin contra toda la especie y la paz y la seguridad garantizadas por la ley de la naturaleza, permitir que cada hombre,
segn esta medida y en virtud del derecho que tiene de preservar al
gnero humano en general, pueda poner lmites o, cuando sea necesario, destruir cosas dainas para la humanidad, y as castigar a
cualquiera que haya transgredido esa ley, de modo que se arrepienta
de haberlo hecho y se abstenga de cometerlo nuevamente y, mediante su ejemplo, disuada a otros de cometer el mismo delito. Y en este
caso y sobre este fundamento, todo hombre tiene derecho de castigar al ofensor y de ser ejecutor de la ley de la naturaleza. (LOCKE,
2004, p. 12)
El culpable de violentar la ley de la naturaleza se convierte en algo semejante a un animal. Aqu no interesa si Locke est simplemente sealando
la necesidad de establecer penas y en concreto la pena de muerte como
consecuencia de un delito. Lo que se constituye como parte del proceso de
inversin ideolgica est en que el delito se comete contra toda la humanidad, se instituye una guerra contra la humanidad (LOCKE, 2004, p. 14).
No se habla de una relacin concreta, con seres humanos vivos y tramas
sociales especficas, sino de la humanidad, y a la vez, se les comienza a
negar como parte de esa humanidad al culpable. Se le excluye de quienes
pueden legtimamente disfrutar de los derechos que concede la ley de la
naturaleza. De hecho, Locke seala que el ltimo juez es Dios; lo que para
Hinkelammert no es nada ms que transformar a la burguesa en el ltimo
juez, la cual en nombre de la anticipacin del ltimo juicio condena y casti-
19
20
No obstante, para poder atacar al culpable de actuar contra la racionalidad es necesario pasar del mero estado de naturaleza al estado de
guerra, que para Hobbes se daba simultneamente; pero para Locke, el
estado de naturaleza no es el estado de guerra; se entra a ste cuando
hay alguien que se opone a la ley natural u odia a nosotros sin motivo.
El estado de naturaleza es en realidad, para Locke, el estado de guerra. La
humanidad debe sentirse constantemente bajo amenaza de aquellos seres que continan sin constituir el estado civil y, por tanto, continuamente
pueden caer en la violacin de la ley de la naturaleza. Por eso, hay que
luchar para civilizar el mundo, y donde no haya estado poltico ah establecerlo.
Dicho estado de guerra significa para los que defienden a la humanidad, un derecho de guerra, la facultad de realizar una guerra justa. Para
Hinkelammert, el nosotros de Locke son explcitamente la humanidad,
pero en realidad es la nueva clase dominante en Inglaterra, los burgueses, con tendencias de expansin colonialista. Los enemigos con quienes
se est en estado de guerra son, por un lado, las monarquas absolutas
de su tiempo fundamentadas en el derecho divino de los reyes, y tambin aquellos que viven en el estado natural, pero se defienden de la transformacin al estado civil. En efecto, la abstraccin de Locke, y uno de sus
pasos en la inversin ideolgica que realiza, est en que el nosotros no
son para l los burgueses ingleses, sino todos aquellas que defienden el
gnero humano, la ley de la razn que Dios ha puesto en el corazn humano; en fin, aquellos que imponen la ley de la naturaleza (HINKELAMMERT,
2000, p. 89).
La ley de la naturaleza que contiene la igualdad, la libertad y la propiedad como derechos del gnero humano es invertida en el pensamiento
de Locke, segn Hinkelammert, para negarle esos mismos derechos a quienes violen esa ley. El estado de guerra conlleva una serie de consecuencia
que benefician a quien sale victorioso de la batalla, siempre y cuando su
guerra sea justa. Y cundo es justa esa guerra? Pues bsicamente, como
ya hemos apuntado, cuando se realiza para castigar a quien violenta la ley
de la naturaleza o acta en contra de ella. Quien es derrotado en una guerra justa pierde su derecho a la libertad, a la vida, y a la propiedad, pero no
por haber sido derrotado sino porque es una amenaza a la humanidad por
violentar la ley de la naturaleza y, por lo tanto, actuar de manera irracional.
En este contexto, Locke buscara una manera de comprender la esclavitud no slo como una expresin de la violacin a la ley de la naturaleza
(como sera la violacin de la libertad en las monarquas absolutas que
combatan los burgueses) sino tambin como consecuencia del cumplimiento y de la defensa de esa ley contra quienes la violaran o pretendieran
hacerlo (como el trfico de esclavos que dominara comercialmente la burguesa triunfante). As, el filsofo ingls reconoce el derecho humano de
no ser esclavo de nadie, afirmando que [e]l hecho de estar libre del poder
absoluto y arbitrario es tan necesario y est tan estrechamente vinculado
con la preservacin del hombre, que nadie puede renunciar a l sino renunciando a su preservacin y vida (LOCKE, 2004, p. 23). El poder desptico no es otorgado por la naturaleza, pues no est permitido que ningn
ser humano atente contra la vida de otro. Tampoco puede constituirse por
pacto o contrato alguno, porque el hombre no tiene arbitrio sobre su pro-
21
22
pia vida y no puede darla a otro hombre este poder sobre ella. No obstante,
a partir de esto, Locke concluye exactamente lo contrario, es decir, que el
poder desptico slo puede generarse cuando el agresor haya renunciado
a su propia vida ponindose en estado de guerra con otro. Y esto trae como
consecuencia lo siguiente:
Pues, habiendo renunciado a la razn, que Dios nos ha dado para que
sea la regla entre los hombres, y a los caminos pacficos que ella ensea, y habiendo hecho uso de la fuerza para imponerle sus fines injustos a otro hombre, sobre el cual no tiene derecho, se convierte en susceptible de ser destruido por su adversario cuando ste pueda, como
cualquier otra criatura daina y brutal que es destructiva para su ser.
Y as los cautivos tomados en una guerra justa y legtima, y slo ellos,
estn sometidos a un poder desptico, el cual, como no surge del pacto
no es capaz tampoco de establecer ninguno, sino que es el estado de
guerra continua. Pues, qu pacto puede hacerse con un hombre que
no es amo de su propia vida? Qu condicin puede cumplir? Y si alguna vez se le permitiera ser amo de su propia vida, el poder desptico y
arbitrario de su amo cesa. Aqul que es amo de s mismo y de su propia
vida tiene derecho, tambin, a usar los medios para preservarla; de
manera que apenas hay pacto, cesa la esclavitud, y aquel que pacta con
su cautivo, abandona su poder absoluto y pone fin al estado de guerra.
(LOCKE, 2004, p. 125)
El ser humano no slo es libre sino que est obligado a serlo, pues
por su voluntad no puede hacerse esclavo. No obstante, si no se puede renunciar a la libertad, se puede perderla por entablar una guerra injusta
contra la humanidad. Es decir, nadie le quita su derecho humano a la libertad, sino que l mismo se lo quita por hacer una guerra injusta (LOCKE,
2004, p. 23). Pero adems, para Locke, la esclavitud puede interpretarse
como un beneficio para quien, por violar la ley de la naturaleza, merece la
muerte:
[] cuando un hombre ha renunciado a su propia vida por causa de
algn acto que merece la muerte, aqul que lo tiene en su poder puede demorarse en quitrsela y emplearlo en su propio servicio, con
lo cual no le causa ningn dao. Pues, si el hombre encuentra que la
penuria de su esclavitud supera el valor de su vida, est en su poder,
resistindose a la voluntad de su amo, acarrearse la muerte que desea. (LOCKE, 2004, p. 23)
En esta afirmacin, comienza a verse uno de los elementos de la inversin ideolgica en Locke: los derechos humanos dejan de ser del ser
vivo, corporal y necesitado para convertirse en derechos del propietario.
Sorprende ver cmo la vida y la libertad pueden perderse con mayor facilidad que la propiedad (LOCKE; 2004, p. 132). sta ocupa un lugar especial
en el pensamiento de Locke, jerrquicamente por encima de la vida y la
libertad. Tiene que asegurar el respeto a la propiedad privada an contra
el poder desptico que nace de la conquista, pero por otro lado debe dejar la posibilidad para que la nueva clase hegemnica pueda expropiar las
tierras de los pueblos sujetos al colonialismo. El argumento ir en dos sentidos. El primero es lgico y consecuencia de la guerra justa: el derecho a la
reparacin de los daos. Para Locke, existe este derecho en los siguientes
trminos:
De manera que quien, por conquista, tiene derecho sobre la persona
de un hombre, no tiene por ello derecho a poseer y disfrutar de sus
propiedades. Pues es la fuerza bruta que el agresor ha utilizado lo
que le da a su adversario el derecho de quitarle la vida y destruirlo,
23
24
Sigue,
El conquistador no roba, sino cobra los costos en los cuales ha incurrido por conquistar, por defenderse del agresor, por convertirse en
un defensor de la humanidad a travs de proteger la ley de la naturaleza.
Entonces, a final de cuentas, en la prctica se le niega el derecho a su propiedad a aqullos que actan contra lo racional.
El segundo argumento muestra con mayor claridad la inversin ideolgica en cuanto al derecho de propiedad. En primer lugar, Locke seala
que Dios ha dado la tierra a la humanidad en comn. Lo que no significa
que Dios haya dado la tierra en comn a todos los hombres, sino que pertenece en comn a la humanidad. El detalle no es menor, pues en esta
abstraccin del sujeto se fincar la inversin ideolgica. A partir de esto,
busca demostrar cmo los hombres pueden llegar a tener en propiedad
varias parcelas de lo que Dios dio a la humanidad en comn, y eso sin que
haya ningn pacto expreso entre los miembros de la comunidad (LOCKE,
2004, p. 24).
Locke seala que Dios dio la razn al hombre para que haga uso de
ella para mayor ventaja y beneficio de la vida. La tierra y todo lo que hay
en ella fueron dados a los hombres para sustento y comodidad de su existencia. Al ser comn a la humanidad, pero tambin para ser aprovechados, entonces necesariamente debe haber algn medio de apropiarse de
ellos antes de que puedan ser utilizados, o resulten beneficiosos para algn
hombre en particular. As, para Locke, en un inicio, el hombre es propie-
tario de tanta tierra labre, plante, mejore, cultive, y cuyo producto pueda
usar. No sera lcito que un hombre poseyera ms tierra de la que puede
utilizar pues los frutos que de ella obtiene se desperdiciaran. Pero, con la
invencin del dinero, es posible y viable acumular tierras:
Ahora bien, estos argumentos a favor al derecho de la propiedad privada son, a su vez, la base para violentar el derecho de propiedad de quienes
no acatan la ley de la naturaleza; y en concreto, se trata de los pueblos indgenas de Amrica del Norte. Para estos pueblos no es lcito que acumulen
ms tierras de la que pueden cultivar; el resto es comn a la humanidad
y, por lo tanto, ingleses y franceses pueden ir a utilizarlas. Adems, al estar los pueblos indgenas en un estado de naturaleza, sin haber constituido
ningn acuerdo o pacto para el uso del dinero, la acumulacin de ms tierra
que la que ellos pueden cultivas no es justificable (LOCKE, 2004, p. 36-39).
Bajo esta perspectiva, los conquistadores tienen el mismo derecho que los
indgenas de ocupar las tierras no cultivables en Amrica, y si estos las defienden, desconocen que la tierra ha sido dada en comn a la humanidad.
Pero, adems, violentan la ley de la naturaleza pues no aprovechan de la mejor manera la propiedad. En diversos textos, Locke hace ver que el burgus
europeo tiene mayor derecho sobre la tierra que las culturas americanas,
ya que las explota mejor (LOCKE, 2004, p. 34-35). En efecto, la propiedad
comn no logra el uso efectivo de los bienes y la tierra, segn la perspectiva
de Locke. Entonces lo que est en concordancia con la ley de la naturaleza
es la propiedad privada que permite obtener el mayor beneficio: [] cada
uno considere cul es la diferencia entre un acre de tierra plantado con tabaco o azcar, sembrado de maz o avena, y un acre de la misma tierra pero
comunal, sin labranza alguna, y encontrar que la mejora introducida por el
trabajo es lo que constituye la mayor parte del valor. (LOCKE, 2004, p. 33).
Los pueblos indgenas actan contra la ley de la naturaleza al no producir de
la manera en que produce el burgus ingls, ya que no benefician de igual
manera a la humanidad.
25
26
c) Slo en el estado civil existe el juez con autoridad. En la relacin entre los estados (y especialmente referido al mundo
colonial), no hay autoridad suprema, y, por lo tanto, nos encontramos en un estado de guerra.
d) Cuando un estado juzga que otro lo ha agredido, lo haya tratado con injusticia, o simplemente lo odia, y entonces considera
a dicho estado como agresor y por ello lo define como enemigo
fuera de la ley y la razn, puede declararle una guerra justa.
Slo Dios puede juzgar sobre este juicio.
Hinkelammert no niega los logros contra el absolutismo y la sensibilidad de derechos humanos que hubo en las revoluciones burguesas; como
bien seala la utopa de Locke era una sociedad de pequeos productores,
en la cual cada uno tendra acceso a la propiedad independiente. Por eso en
el centro de su reivindicacin de la igualdad estaba el ser humano concreto
y necesitado, que aspiraba a una sociedad, en la cual todos podan vivir dignamente y satisfacer sus necesidades por igual, basndose en el derecho
de propiedad privada (HINKELAMMERT, 2000, p. 103). No obstante, la
inversin ideolgica aparece a travs de un proceso de normalizacin y de
su uso ideologizado. El ser humano concreto y vivo se abstrae de la historia (la humanidad), se sustituye por un sujeto abstracto (propietario) y
sus intereses se establecen como valores universales. Se predica de forma
universal y natural el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad, pero
su ejercicio se vincula con una expresin concreta de ser humano: el propietario capitalista. Por eso, para Locke, a final de cuentas, la sociedad civil
est para proteger la propiedad privada (LOCKE, 2004, p. 61). Con eso los
derechos humanos como medios de dignificacin de la persona humana
como sujeto vivo con necesidades concretas, es sustituido por la sacralizacin de la propiedad. Pero no de cualquier propiedad, sino de la propiedad
como sistema de competencia y eficacia. Por eso, la propiedad de los indios
no poda ser protegida por la ley de la naturaleza, como lo deba ser, efectivamente, la propiedad privada del burgus ingls.
Esta es la inversin de los derechos humanos, en cuyo nombre se aniquilan a los propios derechos humanos. Ella tiene una larga historia.
De hecho, la historia de los derechos humanos modernos es, a la vez,
la historia de su inversin, la cual transforma la violacin de estos
Dussel habla de una razn cnica, donde no se tiene una pretensin de verdad, sino que se
tiene la verdad y slo se exige su aceptacin: la guerra justa de John Locke, por ejemplo. La
razn cnica usa siempre un pseudo-argumento tautolgico, seala este autor, pues es la
razn que se da a s mismo el que ostenta el poder, y por la que no necesita ingresar jams
en una autntica discusin (la de la razn discursiva), porque no est en la disposicin,
desde el punto de partida, a dejarse juzgar por ningn otro poder (DUSSEL, 2007, p. 288).
27
28
Se puede estar o no de acuerdo con la lectura que de Locke realiza Hinkelammert, pero no es nuestro objetivo en este momento entrar a
esta disputa. Valoramos la lectura en cuanto una propedutica para comprender el discernimiento de la inversin como un mtodo de crtica
de los derechos humanos. Si las intenciones del filsofo ingls eran o no
las que establece esta lectura no es nuestro punto a discusin, sino cmo
este tipo de discursos muestran la inversin ideolgica en los derechos
humanos. Por eso, nosotros hemos destacado la lectura en funcin de presentar con mayor claridad esta crtica de derechos humanos. Una crtica
que seala que [l]os derechos humanos se transforman en una agresividad humanitaria: violar los derechos humanos de aquellos que los violan
(HINKELAMMERT, 2000, p. 78).
3
Hinkelammert tambin ha presentado su crtica de los derechos humanos desde la perspectiva del asesinato fundante. Se trata de un uso ideologizado de un asesinato, al cual se le otorga un carcter general o global
para justificar todas las acciones que un poder realice para tomar venganza, para llevar a cuentas al asesino, o para evitar nuevos acontecimientos
que significaran la repeticin de aqul. As, los derechos humanos usados
Entonces el poder que asesina se presenta como un vengador continuo. En efecto, el asesinato fundante tiene un carcter universal, es expansivo y crea una corriente de asesinatos sin cesar; alcanza con su perspectiva al mundo entero por todos los tiempos. Para nuestro autor, este tipo de
asesinato se encuentra en la base de la modernidad, si bien ya aparece en
los antiguos griegos y en la Edad Media europea est formulado de manera
completa.
29
30
La construccin de los asesinatos fundantes hace aparecer las violaciones de derechos humanos como actos de servicio a la humanidad y
su destino. Luego, lo que como hecho hace presente una violacin, en
el contexto de estas interpretaciones es, al contrario, un servicio a la
humanidad y para la vigencia de los derechos humanos. A la luz de la
construccin del asesinato fundante, el llamado al respeto por los derechos humanos significa un llamado a violarlos. La construccin del
asesinato fundante invierte la realidad y la relacin con los derechos
humanos: la guerra es paz, la tortura es amor, la explotacin es camino
hacia un mundo mejor. (HINKELAMMERT, 2003, p. 248)
31
32
Como puede observarse, el mito del asesinato fundante es otra perspectiva desde la que se muestra la inversin ideolgica de los derechos
humanos. Una manera de discernir cmo derechos humanos son ideologizados y utilizados para fines que niegan derechos humanos. De cmo derechos humanos en lugar de ser herramientas para que los sujetos vivos
se defiendan de los poderes abusivos, se convierten en instrumentos de
legitimizacin de la opresin.
4
Por ltimo, deseamos comentar sobre dos elementos que componen la inversin ideolgica de los derechos humanos: la normalizacin
y el utopismo. De cierta forma estos elementos los hemos mostrado a
travs de la lectura que realizamos del pensamiento de John Locke, pero
ahora deseamos explicitarlos. Ambos son esenciales para comprender el
uso opresor de los derechos humanos que muestra la inversin ideolgica, cuando son utilizados para cerrar el paso a nuevas praxis de liberacin y emancipacin.
Una vez que una lucha especfica de emancipacin se ha convertido
en un poder instituido y ha conformado un orden socio-poltico que
busca preservar unas determinadas relaciones de produccin y acceso
a bienes, stas tienden a absolutizarse y pretenden clausurar cualquier
va para la emergencia de nuevos poderes. Esto expresa una tendencia
de la praxis humana de fijar de manera definitiva las diversas expresiones histricas, tales como normas, instituciones, costumbres, estructuras
sociales, etc. A travs de la descontextualizacin se busca fijar de forma
permanente particulares rdenes de relaciones de produccin y acceso
de bienes para la produccin y reproduccin de la vida; se pretende absolutizar el resultado de praxis humanas concretas y contextualizadas.
Es decir, la inversin ideolgica es la forma que adquiere la contingencia histrica cuando una de las concreciones o realizaciones de la accin
humana se ha estabilizado o institucionalizado y tiende a absolutizarse frente a otras posibles concreciones a las cuales declara invlidas o,
ms radicalmente, imposibles (SOLRZANO, 2007, p. 146). Y, adems,
es una manera de negar la complejidad de derechos humanos (ROSILLO,
2013).
Una lucha de emancipacin se normaliza y se absolutiza, y al institucionalizarse termina por crear una nueva forma de dominacin; entonces
Al estar las democracias y los estados de derecho de Occidente vinculados a un sistema econmico especfico el capitalismo neoliberal y
globalizado el inters fundamental que garantiza el discurso de derechos
humanos son las relaciones capitalistas de produccin y las leyes del libre
mercado. En efecto, el sujeto vivo, intersubjetivo y prxico6 que fundamenta derechos humanos es desplazado por un sujeto abstracto, que no tiene
necesidades concretas para producir y reproducir la vida, y que goza de
una igualdad en abstracto con otros sujetos de derecho.
La praxis humana se enfrenta en sus realizaciones al principio de
imposibilidad debido a la finitud de la condicin humana, pues hay que
atender a las condiciones materiales de posibilidad y de factibilidad. En trminos de Hinkelammert:
Utopismo entendido como la idea moderna de la razn y el mito sobre progreso infinito,
que crey posible domesticar la realidad social an ms all de sus propios lmites. En el
campo del derecho, el utopismo jurdico se da cuando los operadores jurdicos creen que la
realidad es cmo se enuncia en las normas, y, por lo tanto, al establecer y obedecer normas
se estn realizando derechos humanos.
Sobre este sujeto, ver ROSILLO, 2013.
33
34
[] todos los fines posibles tienen condiciones materiales de posibilidad, y el producto social es el universo en el cual los fines por realizarse se disputan sus condiciones materiales. Independientemente
de la voluntad humana y de las capacidades subjetivas de realizacin, las condiciones materiales de la posibilidad, cuyo conjunto es
el producto social, obligan a una seleccin de los fines efectivamente
enfocados y realizados. [...] Aparece, entonces, el lmite de los proyectos materialmente posibles que es ms estrecho que el lmite de los
proyectos tcnicamente posibles. Ningn proyecto puede realizarse
si no es materialmente posible, y la voluntad no puede sustituir jams las condiciones materiales de posibilidad. (HINKELAMMERT,
2002, p. 318)
Ahora bien, los derechos humanos describen, como parte de su complejidad, un horizonte utpico de la convivencia humana en relacin con
el cual slo permiten aproximaciones (HINKELAMMERT, 1990, p. 137).
Debido a los criterios arriba sealados, en ningn tiempo y en ningn lugar
cada uno de los derechos puede ser protegido ni cumplido plena y totalmente. Adems, la apertura a la novedad histrica de la praxis del sujeto
vivo e intersubjetivo nos imposibilita conocer de antemano el contenido de
los nuevos derechos.
Cuando se invisibilizan las condiciones de posibilidad y de factibilidad en cuanto a derechos humanos, se niega la relacin transversal que
existe entre el horizonte utpico y la realizacin histrica. Soslayar estas
condicionantes de la praxis, conlleva la negacin de su dinamicidad.
En efecto, cuando la praxis de liberacin del sujeto vivo e intersubjetivo est denunciando la ilegitimidad de los poderes instituidos, estos
fundan su legitimidad en la pretensin de realizar esos derechos humanos;
entonces, se argumenta que el sujeto vivo que demanda el cumplimiento
de (nuevos) derechos humanos est en contra de la garanta de realizacin de derechos humanos que descansa en esos poderes instituidos que
han sido deslegitimados por no proveer el acceso a los bienes para la satis-
35
36
ATIENZA, Manuel. Marx y los derechos humanos. Lima: Palestra Editores, 2008.
CRANSTON, Maurice. John Locke, a biography. New York: Oxford University Press,
1985.
FERRAJOLI, Luigi. Derechos y garantas. La ley del ms dbil. Madrid: Trotta, 1999.
HINKELAMMERT, Franz. Crtica de la razn utpica. Bilbao: Descle de Brouwer,
2002.
37
38
_____. El asalto al Poder Mundial y la violencia sagrada del Imperio. San Jos de Costa
Rica: Departamento Ecumnico de Investigaciones, 2003.
LOCKE, John. Segundo tratado del gobierno civil. Trad. Cristina Pia. Buenos Aires:
Losada, 2004.
MARX, Karl. Sobre la cuestin juda. Buenos Aires: Prometeo, 2004.
40
1 INTRODUO
O presente trabalho examina as possibilidades para uma perspectiva
libertadora dos direitos humanos na Amrica Latina. A partir da sistematizao de algumas reflexes que vm se realizando nos ltimos anos em
nosso grupo de pesquisa (Ncleo de Estudos e Prticas Emancipatrias, no
PPGD/UFSC), originadas nos aportes de alguns pensadores crticos e atentas s especificidades dos processos de lutas sociais ocorridas em nossa regio, pretende-se fortalecer uma matriz de pensamento de libertao que
j vem sendo gestado e aprimorado em diversos pases latino-americanos,
mas que infelizmente permanece marginal em terras brasileiras.
CRTICA E LIBERTAO
Primeiramente, importante retomar, minimamente, o que se compreende enquanto crtica e libertao. Em busca disso, faz-se necessrio assinalar os diversos sentidos desprendidos da expresso crtica, termo que no deixa de ser ambguo e abrangente, pois representa inmeros
significados, sendo interpretado e utilizado de formas diversas no espao
e no tempo. Comprovam essa diversidade de significaes as diferenas
latentes entre uma leitura crtica baseada em Kant, Marx, Horkheimer,
Habermas ou at mesmo Popper. Infelizmente, no h agora que se aprofundar nessa rica discusso filosfica e nessa trajetria histrica sobre as
diferentes perspectivas e escolas crticas que podem ser adotadas numa
pesquisa cientfica.
41
42
43
44
Nesse aspecto, partindo de uma perspectiva influenciada pelo materialismo-histrico e pela dialtica, h que se reconhecer a importncia
da categoria de emancipao para a filosofia poltica crtica. Entretanto,
tem-se conscincia de que a ideia de libertao abrange, corrobora e se
adqua melhor realidade latino-americana, sobretudo se forem analisadas as principais tendncias revolucionrias do continente no sculo XX,
como, por exemplo, as ocorridas em Cuba, Nicargua, Mxico, Colmbia,
etc. (DUSSEL, 2007, p. 482-551). Nessa linha, com base em Negri e Hart,
Enrique Dussel (2014, p. 13) prope a seguinte distino:
Certamente, a ideia de libertao assume um vis utpico e revolucionrio de transformao da realidade, vinculado aos processos de autodeterminao que, inserido num contexto scio-histrico determinado como o latino-americano, permite a construo original e criativa de outros mundos
por meio de um projeto prprio e autntico para a regio, ou seja:
Esta utopa es un ms all del horizonte ontolgico, del ser del capital. La totalidad del capital es superada por un mbito que trasciende su fundamento. [...] La utopa futura (flecha 4) es as el polo
afectivo, tendencial (triebende, dira Marx) que moviliza la accin. El
oprimido, alienado, subsumido en el capital, tiene as un proyecto de
liberacin que crea el fundamento para una praxis revolucionaria de
liberacin. Este, hombre, que hoy es oprimido, pero que hoy espera (el
Prinziphoffnung de Bloch) una nueva sociedad, y por ello lucha, ya se
transforma, desde el presente, en un Hombre nuevo. (DUSSEL, 1991,
p. 359. Grifos do original.)
45
46
Formou-se, deste modo, no mbito, da cultura moderna eurocntrica, a categoria de um sujeito racional capaz de direitos, de direitos positivados engendrados por circunstncias valorativas especficas, como a emergncia do sistema produtivo capitalista, a formao dos Estados-nacionais,
as crescentes demandas polticas de novos segmentos sociais (a burguesia) por liberdade, igualdade e segurana, e a defesa pelo direito natural
propriedade privada.
gerais e humanistas de direitos, ocultavam-se discursivamente conceituaes estreitas, abstratas e contraditrias. Constituiu-se, assim, de direitos
idealizados para um homem burgus, racional e individualista.
No interior dessa perspectiva se projeta, igualmente, a tradio retrica dualista de civilizao e barbrie ou Ocidente e Oriente, mantidas
por intrpretes acadmicos tanto dos pases centrais quanto daqueles perifricos. A palavra barbrie origina-se na plis grega para designar aqueles que balbuciavam o grego, os quais no eram considerados cidados. No
entanto, Brbaro ser, tambm, sinnimo de selvagem, inculto, isto , no
cultivado em conformidade com o que parece ser do homem mesmo por
excelncia, o grego. (ZEA, 2005, p. 57-58). A ideia de barbrie contraposta
ideia de civilizao que a partir de Aristteles ser constantemente retomada pelos defensores dos sistemas de dominao colonial , abarcava
todos os mbitos da existncia desses povos, negando assim a sua prpria
humanidade, e tambm os seus modos de vida comunitrios e, por conseguinte, as suas cosmovises.
47
48
a formao dos pases desenvolvidos anglo-americanos e parte dos pases europeus (MALDONADO, 2015, p. 141-142).
Partindo dessa premissa, o marco histrico dessa nova poca (modernidade) a chegada Amrica, des-coberta que en-cobriu a cultura
e a existncia dos Outros aqui presentes, os quais foram genericamente denominados de ndios e aniquilados violentamente pelo desenfreado
lucro das metrpoles. A partir desse momento, segundo Dussel (1993, p.
15), a Europa deixa de ser periferia do mundo oriental para torna-se o
centro global da humanidade. Para alm do aspecto positivo que teria a
Era Moderna, Dussel desvela a existncia de um verdadeiro mito, que se
funda na falcia desenvolvimentista que gera o eurocentrismo. O mito
poderia ser descrito assim:
a) A civilizao moderna se autocompreende como a mais desenvolvida, superior (o que significar sustentar sem conscincia uma
posio ideologicamente eurocntrica); b) A superioridade obriga, como exigncia moral, a desenvolver os mais primitivos, rudes,
brbaros; c) O caminho do referido processo educativo de desenvolvimento deve ser o seguido pela Europa [...]; d) Como o brbaro
se ope ao processo civilizador, a prxis moderna deve exercer em
ltimo caso a violncia, se for necessrio, para destruir os obstculos de tal modernizao (a Guerra justa colonial); e) Esta dominao produz vtimas (de muitas variadas maneiras), violncia que
interpretada como um ato inevitvel, e com sentido quase ritual de
sacrifcio; o heri civilizador investe suas prprias vtimas do carter
de ser holocaustos de um sacrifcio salvador (do colonizado, escravo africano, mulher, da destruio ecolgica da terra, etc.); f) Para o
moderno, o brbaro tem uma culpa (o fato de se opor ao processo
civilizador) que permite que a Modernidade se apresente no s
como inocente, mas tambm como emancipadora dessa culpa de
suas prprias vtimas; g) Por ltimo, e pelo carter civilizatrio da
Modernidade, so interpretados como inevitveis os sofrimentos
ou sacrifcios (os custos) da modernizao dos outros povos atrasados (imaturos, das outras raas escravizveis, do outro sexo por
ser fraco, etc.). (DUSSEL, 1993, p. 185-186)
da, por exemplo, em dois dos pilares da ilustrao filosfica: Kant e Hegel.
Ambos, sua maneira e com as respectivas diferenas, explicitam claramente a perspectiva eurocntrica plasmada na modernidade, bem como
seu racismo inerente, o qual destruiu violentamente a riqueza e a diversidade sociocultural dos povos de suas colnias e a vasta gama de riquezas
naturais existentes. Portanto, deve-se explicitar o mito moderno, a fim de
visualizar a face oculta da modernidade, qual seja, a irracionalidade da sua
violncia constitutiva para com as demais culturas (MALDONADO, 2015,
p. 142). Descoberto o mito moderno, outra categoria a ser observada a
ideia de colonizao do mundo da vida, inserida e vista a partir do violento e sanguinrio processo histrico de conquista da famigerada civilizao
ocidental europeia. Sobre isso, o seguinte trecho esclarecedor:
Colonizao (Kolonisierung) do mundo da vida (Lebenswelt) no
aqui uma metfora. A palavra tem o sentido forte, histrico, real; []
Era uma figura econmico-poltica. A Amrica Latina foi a primeira
colnia da Europa Moderna [...] A colonizao da vida cotidiana do
ndio, do escravo africano pouco depois, foi o primeiro processo europeu de modernizao, de civilizao, de subsumir (ou alienar)
o Outro como si-mesmo; mas agora no mais como objeto de uma
prxis guerreira, de violncia pura como no caso de Corts contra
os exrcitos astecas, ou de Pizarro contra os Incas , e sim de uma
prxis ertica, pedaggica, cultural, poltica, econmica, quer dizer,
de domnio dos corpos pelo machismo sexual, da cultura, de tipos de
trabalho, de instituies criadas por uma nova burocracia poltica,
etc., dominao do Outro. o comeo da domesticao, estruturao,
colonizao do modo como aquelas pessoas viviam e reproduziam
sua vida humana. (DUSSEL, 1993, p. 50-51)
49
50
Para isso, ao contrrio do discurso hegemnico, que tende a mimetizar a linearidade histrica da teoria jurdica liberal-conservadora e a sua
viso estatalista da ampliao de direitos, dois elementos so cruciais para
um salto qualitativo no debate e nas reflexes sobre a atuao dos movimentos sociais latino-americanos na sua luta insurgente por direitos; so
eles: a descolonizao e a interculturalidade.
Por isso, a descolonizao crucial para a interpretao dos processos jurdico-polticos ocorridos em sociedades perifricas, como as da
Amrica latina. Essa nova lente hermenutica, portanto, uma questo
candente que deve ser suscitada por aqueles que buscam realizar pesquisas no campo do Direito, da poltica e da sociologia de forma engajada na
luta contra-hegemnica ao sistema-mundo capitalista. O segundo elemento crucial que deve ser incorporado ao debate seria a perspectiva da
interculturalidade. Mas, para isso, antes de qualquer coisa, parece importante definir o que se entende por cultura:
Ou seja, ao contrrio de boa parte das correntes culturalistas e ps-modernas, sendo a dimenso econmica constitutiva da dimenso cultural, no h como entender uma cultura sem entender a sua economia-poltica. Isso, por outro lado, tambm no leva ao economicismo, que reduz
todos os problemas dimenso econmica. Outro aspecto, que tambm
deve ser esclarecido sobre o entendimento adotado de Cultura o fato de
que no se deve partir de uma viso essencialista e homogeneizadora dos
fatores culturais, uma vez que:
Nos ltimos anos, a interculturalidade vem sendo abordada por diversas disciplinas das cincias humanas e pelas vrias concepes cientficas que as compem. Nesse sentido, para alm do frutfero debate acadmico filosfico sobre a interculturalidade, na presente discusso utiliza-se
a perspectiva dos movimentos sociais equatorianos, os quais recordam
que la interculturalidad crtica tiene sus races y antecedentes en las discusiones polticas puestas en escena por los movimientos sociales, hace resaltar su sentido contra-hegemnico, su orientacin con relacin al problema
51
52
A concepo jurdica pluralista latino-americana adotada neste artigo pretende refletir sobre a atuao jurdica dos novos sujeitos coletivos,
numa opo terica e poltica de questionamento do monoplio estatal de
produo e circulao do direito, valorizando o pluralismo jurdico (SOUSA
JNIOR, 2002, p. 65). Ou seja, desde essa concepo terica, a emergncia
2
Para uma anlise aprofundada destas reflexes, que compem parte da nossa dissertao
de mestrado, ver: MALDONADO, Efendy Emiliano. Histrias da insurgncia indgena e campesina: o processo constituinte equatoriano desde o pensamento crtico latino-americano.
Florianpolis: Curso de Ps-Graduao (Mestrado) em Direito da Universidade Federal de
Santa Catarina, 2015. p. 123-140.
A perspectiva jurdica pluralista, portanto, vem construindo e consolidando uma perspectiva crucial no interior do pensamento jurdico crtico, pois, ao ampliar o leque de fontes normativas, dando especial ateno
s lutas dos movimentos populares em busca das suas necessidades humanas fundamentais, compreende o fenmeno jurdico a partir de uma sociologia do conflito e o reinsere numa perspectiva histrico-dialtica. Nessa
questo, como bem recorda J. G. Sousa Jnior (2008, p. 289), Roberto Lyra
Filho defendia que:
[...] o Direito no ; ele se faz, nesse processo histrico de libertao
enquanto desvenda progressivamente os impedimentos da liberdade no lesiva aos demais. Nasce na rua, no clamor dos espoliados
e oprimidos, at se consumar, pela mediao dos Direitos Humanos,
na enunciao dos princpios de uma legtima organizao social da
liberdade.
53
54
Cabe aqui anotar a importncia dos movimentos sociais e a vitalidade que trouxeram para as lutas de libertao da classe trabalhadora
na Amrica Latina, irrompendo na sociedade civil e explicitando, por
torn-las agudas, suas contradies. Os movimentos sociais popula-
Usamos essa terminologia a partir das reflexes de: RETAMAR, Roberto Fernndez. Todo
Caliban. Buenos Aires: CLACSO, 2004.
55
56
Essa perspectiva parte de uma leitura heterodoxa do marxismo, baseada em Gramsci, j que ao mesmo tempo que reconhece o Direito como parte
da superestrutura da sociedade capitalista, ou seja, como um elemento de
dominao da classe dominante, percebe que na prxis ocorre uma relao
dialtica com a infraestrutura dessa sociedade, motivo pelo qual, por meio
das lutas sociais promovidas pelos oprimidos, so abertas fissuras e possibilidades de utilizao do jurdico pelas classes subalternas para a transformao da ordem vigente (MALDONADO, 2015, p. 135-136).
Ser a partir dessas concepes pluralistas e insurgentes sobre o fenmeno jurdico, em especial na dimenso aqui proposta para os direitos
humanos, que se apresentar a seguir algumas exemplificaes mais prtico-concretas, as quais buscaro demostrar que os movimentos indgenas e
campesinos do nosso continente, por meio de suas lutas por esses direitos,
compreendidas como prxis de libertao, promoveram verdadeiras mudanas paradigmticas na compreenso sobre a relao do Ser Humano e
a Natureza, e geraram a conquista de novos direitos.
5
Portanto, os atuais processos constituintes latino-americanos devem ser observados no marco de uma superao de toda uma tradio
jurdico-poltica colonial historicamente marcada pela violncia, excluso
e dominao de grupos populacionais, em especial os povos originrios
dessas regies, e a expropriao sem limites da Natureza. Diante disso,
as lutas dos movimentos sociais indgenas e campesinos se constituem
de um componente tnico-cultural de carter anticapitalista, ou seja, so
profundamente transformadoras, que trazem tona um verdadeiro debate
civilizacional que pode ser observado, por exemplo, na incorporao da
concepo ecologicamente sustentvel e solidria de sumak kawsay (buen
vivir) dos povos indgenas andinos, em oposio perspectiva econmica exploratria e mercantilista de desenvolvimento, marcada pela ideia de
progresso conformadora do sistema capitalista.
Las movilizaciones y rebeliones populares, especialmente desde el
mundo indgena en Ecuador y Bolivia, asoman con la fragua de procesos histricos, culturales y sociales de larga data, conforman la base
del Buen Vivir o sumak kawsay (kichwa) o suma qamaa (aymara). En esos pases andinos estas propuestas revolucionarias cobraron
57
58
fuerza en sus debates constituyentes y se plasmaron en sus constituciones, sin que por esto se cristalicen an en polticas concretas. (ACOSTA,
2012, p. 19)
Naturalmente, ao longo da dcada de 90, com a implantao do neoliberalismo e sua sede expropriatria e privatizante, esse bem comum foi
leiloado s transnacionais, as quais esto comprando inmeras fontes desse lquido precioso. Ser exatamente contra esses processos de mercantilizao e privatizao da gua (ex: Guerra da gua) que se insurgiro os
movimentos sociais, seja para defender as suas fontes, seja, para reverter
os processos de privatizao e ou at mesmo para denunciar a sua contaminao por parte de empresas internacionais. Sobre a importncia desses
processos de luta em nossa regio, Ricardo Buitrn menciona:
Latinoamrica se ha convertido en el referente mundial al conseguir importantes logros en la defensa del agua como derecho humano y patrimonio pblico. Estos cambios se han dado como resultado de un largo
proceso de movilizacin de sindicatos, organizaciones sociales, indgenas,
de derechos humanos u organizaciones comunitarias que manejan sistemas de agua; ecologistas y pobladores urbanos que han empujado estos
procesos de transformacin durante aos de lucha [...] Estas luchas han
provocado cambios polticos en pases de la regin logrando modificar
los marcos jurdicos nacionales mediante reformas constitucionales, de
leyes o de la institucionalidad pblica, provocando inclusive la reversin
de procesos privatizadores. (ACOSTA, 2010, p. 124)
A srie de revoltas populares contra a privatizao da gua, buscando reverter os processos de privatizao em curso na regio, e as inmeras
manifestaes contra as contaminaes provocadas pelas transnacionais
petrolferas, isto , as diversas lutas dos movimentos sociais contra-hegemnicos, pautaram a insurgncia de um novo direito, isto , o direito
humano fundamental gua, inserido nos marcos das lutas pelos direitos da natureza. Ser a partir dessas lutas concretas que, por exemplo, no
Equador, na Constituinte de Montecristi, se conseguiu incorporar essa outra perspectiva sobre o lquido vital, visto e reconhecido como um bem
comum da humanidade:
Para conseguir este logro se cont con una alta participacin y movilizacin de la sociedad. Esa presencia y ese aporte fueron sustantivos. Sin
minimizar el trabajo de muchos asamblestas, cabe resaltar que la contribucin de las organizaciones de la sociedad civil comprometidas desde hace muchos aos con la defensa del agua, como Ecuarunari, Conaie,
Foro de los Recursos Hdricos, entre otra, permiti consolidar una posicin vigorosa. Sus aportes sirvieron incluso para la redaccin misma de
los textos constitucionales. (ACOSTA, 2010, p. 14-15)
Nessa linha, dentre os diversos aspectos transformadores observados, verificamos, por exemplo, no processo constituinte equatoriano, a
indita proteo dos direitos da natureza pela incorporao constitucional
da cosmoviso indgena expressa na mtica Pachamama5, que incorpora
uma perspectiva diferente da relao entre ser humano/natureza, ou seja,
que, em sntese, reconhece e garante a defesa dos bens comuns a partir dos
marcos de uma ontologia distinta da civilizao ocidental.
Assim, esses processos constituintes retratam possveis metamorfoses da tradio jurdico-poltica moderna, j que esta foi imposta durante
o processo colonial de forma unilateral e violenta, sempre privilegiando a
centralizao do poder poltico e partindo de uma concepo jurdica monista, marcada pela necessidade de manter a excluso de grandes setores
da populao, sobretudo para manter os interesses de determinada classe
em segurana e garantir a acumulao capitalista. Nesse sentido, a confrontao da lgica monoltica homogeneizadora, tpica ao Estado-Nao,
tambm pode ser observada no reconhecimento constitucional da plurina5
59
60
6 CONCLUSO
H de se ter em conta que os direitos humanos, engendrados no bojo
de uma tradio liberal-burguesa, no esto mais centrados meramente
em necessidades corporalizadas nos direitos individuais, mas inclui direitos sociais, econmicos, culturais, transindividuais, etc. As lutas dos movimentos sociais tm sido um importante catalizador de demandas e reivindicaes que vm transformando profundamente os sistemas jurdicos de
nossa regio. Exemplo privilegiado dessa questo so as lutas em defesa
dos bens comuns da humanidade, visto que o legado de anos de mobilizaes e lutas sociais tem possibilitado o reconhecimento do direito humano
fundamental gua, nos marcos dos direitos da natureza, que, para alm
de uma viso mercadolgica, vem pautando a importncia de superar o
utilitarismo e o antropocentrismo e assumir o legado das cosmovises indgenas e sua ontologia integrada ser humano/natureza.
1998, p. 92). Por certo, h que instrumentalizar processos de educao enquanto prtica da alteridade e libertao, objetivando a superao do conceito individualista, monocultural e positivista dos direitos humanos para,
sobre a base da igual dignidade das culturas, abrir caminho para uma definio e interpretao intercultural dos direitos humanos (STAVENHAGEN,
1998, p. 105).
Sem dvida, o contexto mundializado vivenciado na contemporaneidade marcado por emergentes impasses de convivncia e complexos procedimentos de controle social, por diversos conflitos sociais e por novas
necessidades humanas impe-se buscar uma prxis crtica, intercultural
e liberadora, voltada para a aprendizagem e para a prtica dos direitos humanos como esforo de luta contra qualquer espcie de dominao e de
opresso, bem como critrio comum de defesa da dignidade e da autonomia do ser humano (FARIAS DULCE, 1997, p. 6).
Em suma, a potencialidade dessas lutas sociais, em especial aquelas
marcadas pela cosmoviso indgena e a (re)definio do controle e uso
dos bens comuns da humanidade, promovidas pelas organizaes indgenas e camponesas, ou seja, em defesa da Madre Tierra, sintetizada na
ideia de direitos da natureza, permite vislumbrar algumas incidncias das
perspectivas dos movimentos sociais contra-hegemnicos, gerando proposies criativas para a cultura jurdico-poltica latino-americana, sob o
prisma de uma perspectiva dos direitos humanos insurgente e libertadora,
isto , construda na prxis de libertao dos oprimidos.
REFERNCIAS
______. Buen Vivir Sumak Kawsay. Una oportunidad para imaginar otros mundos.
Quito: Abya-Yala. 2012.
BALDEZ, M. L. Anotaes sobre direito insurgente. Captura crptica: direito, poltica, atualidade, Florianpolis, CPGD/UFSC, v. 1, n. 3, jul./dez. 2010.
BECKA, Michelle. Interculturalidade no pensamento de Ral Fornet-Betancourt.
Trad. Benno Dischinger. So Leopoldo: Nova Harmonia, 2010.
61
62
______. 20 tesis de Poltica. Mxico: Siglo XXI: Centro de Cooperacin Regional para
la Educacin de adultos en Amrica Latina y el Caribe, 2006. p. 64-65.
______. Los Derechos en el Contexto de la Globalizacin: tres precisiones conceptuales. In: SNCHEZ RUBIO, David; HERRERA FLORES, Joaqun; CARVALHO, Salo
de (Orgs.). Direitos Humanos e Globalizao: Fundamentos e Possibilidade desde a
Teoria Crtica. Rio de Janeiro: Lumen Juris, 2004.
______. A (Re)Inveno dos Direitos Humanos. Florianpolis: Funjab, 2009.
LYRA FILHO, Roberto. O que Direito. 11. ed. So Paulo: Brasiliense, 1990.
MALDONADO BRAVO, Efendy Emiliano. Histrias da insurgncia indgena e campesina: o processo constituinte equatoriano desde o pensamento crtico latino-americano. Florianpolis: Curso de Ps-Graduao (Mestrado) em Direito da
Universidade Federal de Santa Catarina, 2015.
MANCE, Euclides Andr. Uma introduo conceitual s Filosofias da Libertao.
Revista Libertao Liberacin, Curitiba, Instituto de Filosofia da Libertao. ano
I, n. 1, p. 25-80, 2000.
______; ENGELS, Friedrich. A ideologia alem: crtica da mais recente filosofia alem em seus representantes Feuerbach, B. Bauer e Stirner, e do socialismo alemo
em seus diferentes profetas (1845-1846). Superviso editorial, Leandro Konder;
traduo, Rubens Enderle, Nlio Schneider, Luciano Cavini Martorano. So Paulo:
Boitempo, 2007.
MIGNOLO, Walter. La Idea de Amrica Latina. Barcelona: Gedisa, 2007.
PANIKKA, Raimundo. Seria a noo de direitos humanos uma concepo ocidental?. In: BALDI, Cesar A. (Org.). Rio de Janeiro: Renovar, 2004.
63
64
SOUSA JNIOR, Jos Geraldo. Direito como Liberdade: O Direito Achado na Rua.
Experincias Populares Emancipatrias de Criao do Direito. Tese (Doutorado
em Direito) - Universidade de Braslia, Braslia, 2008.
______. Sociologia Jurdica: Condies Sociais e Possibilidades Tericas. Porto
Alegre: Sergio Antonio Fabris Editor, 2002.
______. O que a Histria tem a dizer sobre a Educao em Direitos Humanos. In:
BITTAR, Eduardo C. B. (Coord.). Educao e Metodologia para os Direitos Humanos.
So Paulo: Quartier Latin, 2008.
______. Prefcio. In: HERRERA FLORES, Joaqun. Teoria Crtica dos Direitos Humanos.
Os direitos como produtos culturais. Rio de Janeiro: Lumen Juris, 2009. p. XVIII
XIV.
______. Introduo ao Pensamento Jurdico Crtico. 9. ed. rev. So Paulo: Saraiva,
2015.
Alejandro Medici
Profesor de Direito Poltico na Universidad Nacional de La Plata. Doutor en Derechos Humanos
y Desarrollo (UPO/ESP). Mestre en Teoras Crticas del Derecho y la Democracia (UPO/ESP).
1 INTRODUCCIN
En este captulo reflexionamos sobre las prcticas de concretizacin
constitucional en el contexto del nuevo constitucionalismo sudamericano,
desde la centralidad de las prcticas de garanta de los derechos constitucionales y algunos ejemplos tomados de las experiencias de Ecuador y Bolivia.
66
Alejandro Medici
LA PONDERACIN CONSTITUCIONAL EN
EL NUEVO CONSTITUCIONALISMO TRANSFORMADOR.
67
68
Alejandro Medici
Los valores y principios constitucionales son, desde nuestra perspectiva, mediaciones jurdicas, institucionales, culturales, para la dignidad. Desde
la dignidad humana es posible tener criterios de valorizacin jerarquizada.
La manera en que ellos son incluidos en las constituciones depende de los
procesos de lucha por la apertura de los espacios de dignidad humana, de las
relaciones entre los grupos sociales que participan y/o son re presentados
efectivamente en el momento constituyente formal y de las decisiones que
desde all se tomen para organizar la convivencia consensual y factible. Es
decir, las condiciones del instituir en conjunto quedan inscriptas en el derecho y tienen consecuencias varias para la prctica constitucional. Ahora
mismo nos interesa entonces comprender cmo se establecen principios y
valores constitucionales desde una cierta concepcin de la dignidad humana
que acta como criterio de jerarquizacin, y en el grado de indeterminacin
y apertura de esa jerarquizacin.
Entre poder constituyente formal en sus condiciones histricas, materiales, sociales, de despliegue y concretizacin constitucional (que implica la
actividad interpretativa ms o menos democrtica, abierta) hay una relacin
que queda disponible para todos los peligros o para los potenciales liberadores. Puede ser, si tomamos a la constitucin y a su proceso de desarrollo
y concretizacin como un aspecto del proceso cultural, como deca Herrera
Flores, de apertura a nuevas formas de relacin con nosotros, con los otros y
con la naturaleza tomando como insumo la creatividad y riqueza humanas,
o puede ser, como lamentablemente ha sido y es predominantemente en el
constitucionalismo regional, de bloqueo de esas relaciones (FLORES, 2005).
El bloqueo trae consigo la necesidad de analizar la congruencia entre la dimensin o funcin simblica del derecho constitucional y la dimensin normativa/regulativa del mismo. Es decir, el bloqueo es ideolgico y tiene funciones de legitimacin a travs de fetichismo y encriptacin constitucional,
para usar las expresiones de Dussel (2009, p. 259) y de Sann (RESTREPO;
HINCAPE, 2012, p. 97), que vienen al caso.
La simblica constitucional siempre consagra de una forma u otra
la produccin, reproduccin y desarrollo de la vida de forma consensual
y factible (aqu la ideologa constitucional puede ser liberal, social, democrtica, pluralista o combinaciones diversas), construye imgenes rectoras
acerca del ser humano, sus relaciones, su mundo y la naturaleza. Pero la
69
70
Alejandro Medici
Tenemos que introducir en este punto unas aclaraciones terminolgicas de conceptos que vamos a utilizar, empezando por el propio de concretizacin constitucional. Nosotros lo usamos en general para significar
ese pasaje por el que los procesos y tramas complejos de derechos humanos como signo cultural de la lucha por la apertura de espacios de reconocimiento de la dignidad humana, son receptados en la constitucin y en
el sistema constitucional como derechos constitucionales y sus garantas.
Pero en un sentido ms especfico, afn a la teora neoconstitucionalista, se
puede definir a la concretizacin constitucional como
Podramos decir que, si hasta ahora venamos hablando de una concretizacin en sentido constituyente, ahora nos centramos en el aspecto
ms usual de la concretizacin constituida, siendo que aquella es el marco
de sta. Mientras aquella es transversal a la dialctica y a la analctica1
En el sentido que le da al trmino Enrique Dussel. Ver DUSSEL, Enrique. Filosofa de la liberacin. Mxico. D.F. F.C.E. PF. 238.
Esta concepcin de la concretizacin fue tomada por la teora neoconstitucionalista europea y regional de las formulaciones de la nueva
hermenutica constitucional, que si bien registra antecedentes en la poca
de la Repblica de Weimar, construye su cuerpo principal en la Repblica
Federal Alemana de postguerra teniendo en mira la interpretacin que
hace de las normas iusfundamentales de la Ley Fundamental de Bonn el
Tribunal Constitucional Federal. Sus principales exponentes en este perodo sern Konrad Hesse, Friedrich Mller y el ya mencionado Robert Alexy.
No sin diferencias en sus respectivas posiciones y teoras, especialmente
en el caso de Mller y su mtodo, aunque todas tienen un parecido de
familia.
En general, esta definicin que hemos tomado del constitucionalista
portugus Canotilho significa a la vez un mtodo y una prctica que se generaliz a partir de la comprensin de la interpretacin constitucional, sus
presupuestos seran:
a) Parte de diferenciar el texto o enunciado normativo (que pueden ser reglas o principios constitucionales), de la norma. Por
ejemplo, Robert Alexy para explicar la diferencia, parte de un
concepto semntico de norma, sostiene que una norma puede
ser expresada por distintos enunciados normativos, de tipo deontolgico (de obligacin, permisin y prohibicin) o con enunciados indicativos que semejan juicios descriptivos o constatativos, ej, Art. 4 de la Constitucin de Bolivia El estado respeta
y garantiza la libertad de religin y de creencias espirituales, de
acuerdo con sus cosmovisiones (se refiere a todas y todos los
bolivianos, las naciones y pueblos indgenas y originario campesinos, y las comunidades interculturales y afrobolivianas que en
conjunto constituyen el pueblo boliviano, art. 3), significa que el
estado boliviano est obligado o debe respetar, o que est prohibido irrespetar la libertad de religin, creencias espirituales, las
cosmovisiones de los habitantes.
71
72
Alejandro Medici
b) Diferencia entre principios y reglas dentro de las normas constitucionales (ALEXY, 1997, p. 81 e ss.). Esta distincin es importante y se clarifica viendo las diferencias entre ambos tipos
de normas constitucionales:
c) Las reglas valen o no valen y por lo tanto, se aplican o no. La
validez no es graduable.
Como hemos visto y ejemplificado con la sentencia de la Corte provincial de Loja en el caso del Rio Vilcabamba, aplicando directamente los
derechos de la naturaleza sin necesidad de ponderacin judicial, digamos
que el criterio de priorizacin de derechos en funcin del principio material de dignidad de la vida acota el marco de posibilidades para este tipo de
operacin ponderativa. Su papel, en el marco del nuevo constitucionalismo
sudamericano transformador, es mucho menor, a nuestro entender, que el
que le viene reservando la teora constitucional en la regin. Sin embargo,
ella no puede rechazarse en forma absoluta, ya que dentro de este marco
delimitado por la prioridad del criterio material, puede contribuir en tanto
mtodo y actividad concretizadora a la factibilidad de las mediaciones institucionales para realizar los derechos.
Creemos que una teora constitucional crtica como la que estamos
proponiendo se diferencia de la centralidad que le asigna la teora neoconstitucionalista a la ponderacin, como tambin del rechazo que le dedica la teora discursiva del estado constitucional.
De la primera, porque enmarca y anuda las operaciones ponderativas al principio material que es criterio de jerarquizacin de valores, principios y derechos constitucionales, dndole as el lugar y peso limitado que
le corresponde en un sistema constitucional que prioriza la dignidad. Esto
resulta ms importante an frente a contextos donde dichas operaciones
73
74
Alejandro Medici
ponderativas se piensan como la nica lnea de defensa frente a la avanzada que vaca de contenidos al constitucionalismo social. El panorama
que tenemos en vista en la actual crisis del constitucionalismo social en
Europa, frente a la ofensiva del Consenso de Bruselas y en los pases de
Amrica Latina adscriptos al Consenso de Washington, bajo los embates
de la imposicin de polticas neoliberales, lleva a concluir que no se puede
responder a los mismos slo con criterios meramente discursivos o procedimentales del estado de derecho. En la medida en que se van vaciando los
contenidos materiales de derechos y polticas sociales, la ponderacin es
una operacin que se realiza cada vez ms a la defensiva.
LA ANALOGA EN LA CONCRETIZACIN DE
LOS DERECHOS CONSTITUCIONALES
Ms all de que las operaciones de ponderacin pueden ser axiomatizadas como proposiciones lgicas a la manera en que lo ejemplifica
Alexy en su Teoria de los Derechos Fundamentales, nosotros creemos que
la hermenutica analgica brinda una herramienta importante tanto en la
necesidad de enmarcar los casos necesitados de ponderacin, como en las
propias operaciones ponderativas.
En tercer lugar, el propio Alexy construye una serie de razonamientos analgicos cuando pasa de la ponderacin de principios a su fundamentacin en valores constitucionales, estableciendo la analoga entre
conceptos deontolgicos y axiolgicos y enlazando de esa forma las reglas
jurdicas con las reglas valorativas y los principios con los valores (entendidos como criterios de valoracin). La ponderacin de principios conflictivos en condiciones concretas se fundamenta en un juicio comparativo de
criterios de valoracin en colisin situacional. La diferencia est dada para
Alexy en que los principios se mueven en el mbito deontolgico o de lo
75
76
Alejandro Medici
debido. Mientras que los valores, cuando son criterios valorativos que se
comparan, se mueven en el mbito axiolgico o de lo bueno o lo mejor. La
semejanza es argumentada de la siguiente forma:
arbitrariedad hacia el mtodo de la ponderacin desde el paradigma discursivo del derecho. A juicio del autor de Facticidad y validez esta indeterminacin hace adems que en las operaciones ponderativas se mezclen dos tipos de discursos que en la propuesta habermasiana deben estar
institucionalizados en mbitos diversos: los discursos de fundamentacin
(constitucionales y legislativos) y los discursos de aplicacin (administrativos y judiciales) (HABERMAS, 1998, p. 332-333)2.
Para nosotros en cambio, la ponderacin no es descartable si su mbito es enmarcado por la condicin y el criterio de valoracin que permite
distinguir y priorizar las normas de derechos constitucionales: la dignidad
de la vida humana. Esto es el criterio de produccin, reproduccin y desarrollo de la vida humana en su circuito natural de forma consensual y factible. Lo que tiene dignidad, no vale, sino que es entonces fundamento de
los valores. Los valores son mediaciones que estn valorizadas en funcin
de su instrumentalidad para lograr la dignidad de la vida, la naturaleza y la
actividad humana satisfactora de las necesidades.
INTERPRETACIN Y PONDERACIN EN
EL ESTADO CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL:
ALCANCES Y LMITES. ALGUNAS REFLEXIONES PROVISORIAS
A PARTIR DE LA EXPERIENCIA DE ECUADOR Y BOLIVIA
Es el contexto del pluralismo jurdico, de la necesidad de desarrollar una hermenutica intercultural que establece la forma de Estado
plurinacional, en los nuevos textos constitucionales de Bolivia y Ecuador,
la que abre un terreno novedoso para la ponderacin de derechos constitucionales.
Para una defensa de la ponderacin frente a las crticas de Habermas, ver ALEXY, Robert.
Derechos fundamentales, ponderacin y racionalidad. En: CARBONELL, Miguel y Garcia
Jaramillo (ed.). El canon neoconstitucional. Madrid: Trotta, 2010. p. 111 y ss.
77
78
Alejandro Medici
Especialmente en el marco del reconocimiento amplio de la autonoma de los pueblos originarios, de sus propias formas de derecho y de
las funciones judiciales ejercidas por sus autoridades dentro de la funcin
axiomtica de las constituciones y en concordancia con los derechos constitucionales y el bloque de constitucionalidad que incorpora el derecho internacional de los derechos humanos.
Es en este escenario donde se plantea la necesidad del control plural de constitucionalidad de las decisiones de las autoridades originarias
donde estn en juego al mismo tiempo los derechos colectivos de autonoma de los pueblos y comunidades, y los derechos humanos fundamentales
de personas y grupos, que deben ser armonizados dentro del marco del
Estado constitucional plurinacional.
No obstante, tanto en Ecuador como en Bolivia, el desarrollo del
pleno reconocimiento de la jurisdiccin indgena y con ello de la plena
autonoma de los pueblos originarios y del pluralismo jurdico no ha respetado la textualidad de las nuevas constituciones del Estado plurinacional. Estaramos ante un proceso relativo de desconstitucionalizacin o de
incoherencia entre los marcos constitucionales del Estado plurinacional y
las respectivas prcticas y marcos legales de la actuacin y relaciones de la
jurisdiccin ordinaria respecto a la justicia indgena originaria.
En Ecuador, la Constitucin de Montecristi reconoce en su artculo
57.10 la plena capacidad de los pueblos indgenas para crear su propio
derecho y el 171 establece para las decisiones de las autoridades indgenas
el principio de non bis in idem. No obstante, a varios aos de sancionada la
nueva constitucin, no existe an una ley de coordinacin y cooperacin
entre la jurisdiccin ordinaria y la jurisdiccin indgena.
Pese a la ausencia de la ley de coordinacin entre la jurisdiccin ordinaria y la jurisdiccin indgena, de ese marco constitucional y legal puede inferirse que al menos el control de constitucionalidad de las decisiones de las autoridades indgenas en Ecuador debe respetar los siguientes
principios: interculturalidad, pluralismo jurdico, autonoma dentro de los
lmites del bloque de constitucionalidad, el entendimiento intercultural del
principio del debido proceso, la oralidad de las actuaciones con la debida
traduccin y la expresin bilinge en caso de fijacin por escrito de las
mismas, la legitimacin activa amplia, que cuando se ejerce en nombre de
pueblos y comunidades originarias debe ser acreditada.
A su vez, la falta de inters e iniciativa poltica para resolver estos problemas por parte de los dirigentes del gobierno de la Revolucin
Ciudadana y la confusin favorecida por los medios de comunicacin entre
los principios y prcticas punitivas de las juntas campesinas (organizaciones para policiales de campesinos que actan frente al abigeato rural en
zonas de relativa ausencia del Estado y los pueblos originarios) y la justicia
indgena originaria, han deslegitimado y retrasado el pleno desarrollo consistente de sta ltima en un pie de igualdad y en autonoma coordinada y
cooperativa con la justicia ordinaria, conforme lo exige el marco constitucional de plurinacionalidad y pluralismo jurdico.
En 2013, el Consejo de la Judicatura de Ecuador public las conclusiones de su investigacin sobre pluralismo jurdico, acercando el diagnstico de este organismo pblico a la crtica que se viene haciendo a
este proceso de desconstitucionalizacin desde organizaciones indgenas
como la propia CONAIE (Confederacin Nacional Indgena del Ecuador) y
el Movimiento Pachakuti. En este documento, titulado Lnea Base de los
Sistemas de Justicia Indgena. Una aproximacin valorativa (CONSEJO DE
LA JUDICATURA, 2003) se traza, adems del diagnstico, algunos lineamientos de accin mientras se produce el debate acerca de la postergada
ley de coordinacin y cooperacin en la Asamblea Nacional.
Se establece en general, la necesidad de una serie de cambios en el
poder judicial tanto en su organizacin, como en su accin y en la formacin de los operadores judiciales para hacerlo consistente y coherente
frente a las exigencias del nuevo marco constitucional.
79
80
Alejandro Medici
81
82
Alejandro Medici
a) La armona axiomtica se interpreta desde el contexto inter-cultural. Busca interpretar priorizando la supremaca constitucional desde su ncleo axiomtico y axiolgico intercultural
en cuanto a la validez material de la decisin. Mediante ella se
exige que las decisiones emanadas de la jurisdiccin originario campesina sean adecuadas a los principios y fines de los
valores constitucionales supremos ya reseados (como, por
ejemplo, la igualdad, complementariedad, solidaridad, reciprocidad, armona, inclusin, igualdad de condiciones, bienestar comn, buen vivir, entre otros).
b) Segunda etapa, anlisis de la armona interna, implica la realizacin de una ponderacin intra-cultural que busca determinar si la decisin adoptada armoniza con la cosmovisin de la
propia comunidad que tom la decisin.
83
84
Alejandro Medici
El pluralismo jurdico, la interculturalidad y el desarrollo consistente de la forma de Estado Plurinacional adoptada como innovacin en
el constitucionalismo mundial por primera vez en las Constituciones de
Ecuador de 2008 y de Bolivia de 2009, es todava un postulado que debe
ser desarrollado en forma consistente a nivel de polticas pblicas que
hacen a la organizacin, funcionamiento de la justicia ordinaria en forma
coordinada, equilibrada, igualitaria y cooperativa con la justicia originaria
e indgena, as como a travs del desarrollo de legislacin y jurisprudencia
coherentes con la interpretacin intercultural que los nuevos textos constitucionales exigen.
Ver al respecto el anlisis de los hechos, proceso y resolucin del caso en TORROBA, Rodrigo.
El pluralismo jurdico en el contexto del Tribunal Constitucional Plurinacional del Estado de
Bolivia. Santa Rosa, mimeo, 2014, p. 18.
Estas consideraciones desde la experiencia del nuevo constitucionalismo, que se basan en buscar los casos de concretizacin constitucional
que sealan no la afirmacin de una tendencia a travs de su reiteracin en
la jurisprudencia, sino las rupturas novedosas y las potencialidades y amenazas que aparecen en los casos de concretizacin de los marcos constitucionales de Bolivia y Ecuador, nos permite retomar la reflexin acerca de
la metfora de la constitucin horizontal, que venimos proponiendo como
mucho ms adecuada que la idea de constitucin vertical, todava hegemnica en la acadmica jurdica y cuyos supuestos bsicos subyacentes se
verifican incluso todava en, por ejemplo, la teora del garantismo jurdico
de Luigi Ferrajoli.
Desde esta visin, que lejos de ser solamente metafrica es, mxime cuando contrastada con nuestro esquema de la constitucin horizontal
como ncleo articulador de la complejidad y el pluralismo sociojurdicos,
paradigmtica, el derecho se reduce a un sistema de normas centralizado
en su creacin y en su aplicacin que se metaforiza como una pirmide
jurdica, en cuyo vrtice esta la norma fundamental y la constitucin, o el
derecho constitucional como nivel inmediatamente derivado de ella.
La metfora y simbolizacin piramidal del orden jurdico, originariamente pensada como un recurso pedaggico, se ontologiz en el sentido comn de los operadores polticos, jurdicos, sociales, tratadistas de derecho
constitucional y de las elites beneficiarias en nuestra regin. As adquiri
temporalidad y espacialidad, suplantando el tiempo existencial por la temporalidad lgica del antecedente y del consecuente en la dinmica de la derivacin normativa, y la pluralidad de espacios sociales, institucionales, culturales coexistentes de relacin, por la morfologa constitucional del mbito
de validez territorial. Incluso las relaciones normativas son espacializadas
85
86
Alejandro Medici
Todava hoy la idea de que la constitucin est por arriba y por afuera de las prcticas jurdicas cotidianas refuerza un efecto de fetichizacin
y encriptacin constitucionales que tensionan la pretensin democrtica
del constitucionalismo regional. Los modelos normativos constitucionales adoptados, no funcionan por responsabilidad de nuestras sociedades
en este diagnstico. El anlisis y el diagnstico constitucional es a su vez,
patrimonio de los detentadores del capital simblico en el campo sociojurdico.
Es posible pensar metforas ms adecuadas para contextos de pluralismo social, cultural y jurdico, que se quieren democrticos y predican
derechos humanos varios de sus habitantes, ciudadana, pueblos, como
han sido y son nuestros complejos estado sociedad en Amrica Latina. Una
que me parece muy pertinente y til en trminos comprensivos es la de
Luiz Fernando Coelho (2006, p. 330), acerca de la constitucin horizontal, como ncleo de un campo sociojurdico circular. La constitucin aqu
sigue siendo fundamental y en un cierto sentido no exterior ni espacializado, suprema, porque fundamenta la validez jurdica y opera como regla de reconocimiento constitucional, en ese sentido se puede hablar de
un principio de supremaca constitucional, pero como ncleo de sentido
abierto y que en tanto tal, est presente como contenido y procedimientos en el resto de la normatividad jurdica. Entre el enunciado normativo
particular y el enunciado normativo constitucional habra una relacin de
analoga proporcional en tanto la primera concreta en circunstancias de
caso lo que est ya en alguna medida, en parte, en general, previsto en esta
ltima como norma en potencia, que se concretiza al determinarse con las
circunstancias fcticas y normativas del caso.
Esta relacin no es univoca, no se reduce a un simple suplemento
de informacin para operar la subsuncin lgica, ni tampoco es equvoca,
ya que incluso actuando como regla de reconocimiento de otras formas
de derecho (derecho consuetudinario o comunitario, derecho internacional) la constitucin es articulacin o coyuntura de las formas de derecho
reconocidas. De la misma forma, no debera ser equvoca, incluso en los
casos difciles en que la interpretacin constitucional debe concretarse en
situaciones o condiciones de conflictos de normas concurrentes, ya que la
operacin de ponderacin que, por ejemplo, decide la norma concreta aplicable a un caso desarrolla el contenido constitucional, que no le es ajeno,
87
88
Alejandro Medici
89
90
Alejandro Medici
garantas jurdicas el nivel constitucional. Vale decir que su supuesto bsico subyacente sigue siendo eurocntrico: el estado moderno monista, que
como hemos visto, resulta un modelo relativamente inadecuado a la hora
de expresar y comprender el pluralismo sociocultural y jurdico de las formaciones polticas regionales postcoloniales.
Frente a esta dicotoma, entre neoconstitucionalismo y garantismo, la racionalidad analgica y transversal de la constitucin horizontal
nos provee tambin de insumos a seguir y desarrollar, mostrando como
la distincin entre los casos donde la ponderacin no es necesaria ya que
se practica analoga de atribucin, respecto a los casos en que convergen
tpicas de dignidad humana de cosmovisiones culturales diversas, donde
si es necesaria por lo tanto una operacin de ponderacin fundamental
para la dinmica de interpretacin constitucional que exige el nuevo constitucionalismo regional. Estas dos posibilidades se ejemplifican en los casos que hemos visto, respectivamente, en este captulo: la sentencia de la
Corte Provincial de Loja, Ecuador, sobre los derechos de la naturaleza en
el caso del Ro Vilcabamba Juicio 11121-2011 y la Sentencia del Tribunal
Constitucional Plurinacional de Bolivia nro. 1422/2012 Junta Vecinal de
Poroma (Pcia. de Oropeza, Cochabamba) ponderacin constitucional entre
derechos personalsimos y derechos de los pueblos originarios.
Creemos es posible recurrir nuevamente a la interpretacin constitucional analgica, distinguiendo, respectivamente entre la analoga de
atribucin y la analoga de proporcin que funda una posibilidad de
hermenutica pluritpica entre derechos convergentes en un mismo caso,
veamos:
91
92
Alejandro Medici
a) leyes anteriores o posteriores son inconsistentes con el contenido de la constitucin, o sea que no guardan analoga de atribucin con el ncleo de sentido constitucional. En este caso a
un juicio sobre la constitucionalidad o inconstitucionalidad se
llega por la constatacin de la incoherencia y correspondiente
nulidad de la norma inconstitucional anterior o posterior. El
juicio de constitucionalidad recae sobre el significado constitucional y su ausencia/presencia (coherencia, completitud)
en normas ante y postconstitucionales vigentes que son declaradas invlidas. Se trata de un juicio que compara una norma constitucional con una norma subconstitucional en base al
anlisis de la validez sustancial en el tiempo. Este juicio sustituye en el plano constitucional lo que en el legal y en el paradigma del Estado de derecho legal es el de lex posteriori, lex
speciali, exceptio.
b) El ncleo de significado constitucional no genera el consiguiente desarrollo legal o administrativo, generndose una
laguna o incompletitud que debe ser llenada por el reglamentacin legal, administrativa o por va de control judicial de
inconstitucionalidad por omisin. Es decir frente al mandato
constitucional existe inconstitucionalidad por omisin de desarrollo legal o administrativo. En este caso a la norma constitucional se opone una omisin normativa que significa la
norma no existente por omisin, determinada en un lapso de
tiempo razonable teniendo en cuenta la necesidad de fuerza
normativa de la Constitucin.
En segundo lugar, tenemos el modelo, ya explicado, neoconstitucionalista de reglas y principios (Dworkin, Alexy), que opera en el plano
sincrnico cuando en una situacin fctica que configura un caso judicial
concurren distintas posibilidades interpretativas en enunciados constitucionales diversos: principios y reglas, que requieren de una operacin de
ponderacin constitucional que concrete dichas disposiciones iusconstitucionales en la circunstancia del caso, all la analoga constitucional es de
proporcin y se verifica en la construccin de la regla adscrita que guarda
una cierta proporcin con los principios y reglas que concurren, incluso
con los que ceden en forma proporcional y razonable, como producto de
93
94
Alejandro Medici
HERRERA FLORES, Joaqun. El proceso cultural. Materiales para la creatividad humana. Sevilla: Aconcagua Libros, 2005.
KAUFMANN, Arthur. La espiral hermenutica. Persona y Derecho, n. 52, 2005.
95
96
Alejandro Medici
KELSEN, Hans. Teora General del Estado. Mxico-DF: Eds. Coyoacan, 2005.
MLLER, Friedrich. Concretizao constitucional. En: I CONGRESSO INTERNACIONAL DE DIREITO CONSTITUCIONAL, ADMINISTRATIVO E TRIBUTRIO. Recife,
Fac. de Direito, 1996.
RESTREPO, Ricardo Sann; HINCAPE, Gabriel Mndez. REDHES, Revista de Derechos Humanos y Estudios Sociales, San Luis Potos, UASLP, n. 8, jul./dic. 2012.
RICOEUR, Paul. Hermenutica y accin. Buenos Aires: Docencia. 1988.
DESDE LA FILOSOFA Y LA
TEOLOGA DE LA LIBERACIN:
La crtica jurdica de Porfirio Miranda,
aporte a la tradicin iberoamericana
de derechos humanos
1 INTRODUCCIN
La Filosofa de la Liberacin forma parte del Pensamiento de
Liberacin latinoamericano, y desde sus presupuestos se produce parte importante de la Crtica Jurdica actual. Forma parte, tambin, de ese
Pensamiento de Liberacin, la llamada Teologa de la Liberacin, y tambin desde este quehacer reflexivo se ha hecho y se hace un abordaje
crtico al Derecho.
El pensador mexicano Porfirio Miranda, tanto desde la Filosofa
como desde la Teologa de la Liberacin se ocupa del Derecho, haciendo
crtica de su rol opresivo y rescatando su dimensin liberadora.
2
La Teologa de la Liberacin (TL) es producto de la situacin socio-poltica y econmica de Amrica Latina, marcada por la injusticia y
la violacin sistemtica de derechos humanos; a esta realidad se une el
Pensamiento de Liberacin, sociolgico, econmico, filosfico, poltico, pedaggico y geogrfico. Pero la TL puede surgir, gracias a que a lo anterior se
unen tambin circunstancias eclesiales. Tales como los documentos dados
con motivo de la celebracin del Concilio Vaticano II, que se abri a la problemtica de la realidad del mundo y foment la creatividad teolgica; y la
realizacin de la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano (CELAM)
98
celebrada en 1968, en Medelln, Colombia, que produjo documentos pastorales muy importantes enraizados concretamente en la realidad latinoamericana y convocando a la justicia y a la paz. En esos Documentos ya
se utiliza como trmino oficial, la nocin y la palabra liberacin, y, desde entonces, como dice Segundo Galilea, qued acuada como propia
de la reflexin y de la tarea de los cristianos en el continente. (GALILEA,
1976, p. 19).
Por Teologa de la Liberacin entendemos aqu una reflexin teolgica, que toma como dato las realidades contemporneas sociales
(en sentido amplio), se centra en los hechos y anhelos de Liberacin
Social y pretende valorarlos y discernirlos a la luz de la fe. Adems,
pretende que estos mismos datos, o mejor, esta realidad de esclavitud-liberacin interpele nuestra fe. En resumen, sta Teologa
pretende descubrir el nexo e integracin de estas realidades con la
plena liberacin en Cristo. (ZENTENO, 1971, p. 15)
nes sociales, marxistas y culturales, de sus primeras obras, por un occidentalismo universalista extremo (DUSSEL, 2007, p. 8).
99
100
En este momento en Mxico los obreros y los campesinos y los habitantes de la corona de miseria de las grandes ciudades cuentan con
muy pocos prjimos que son capaces de ayudarles eficazmente a hacer valer sus derechos. (MIRANDA, 1972, p. 149)
Siguiendo con esa denuncia de la injusticia, caracterizada por la riqueza diferenciante, relaciona el dato econmico con la moral y lo jurdico.
Miranda inicia as una certera crtica del Derecho.
De los textos es ineludible deducir que, segn la Biblia, no hay manera legtima de admitir riqueza diferenciante. Si no se supone esa
tesis moral de economa, el castigar a los ricos en cuanto ricos queda
completamente incomprensible. Todos esos textos implican que slo
por medios ilcitos es posible alcanzar un nivel econmico superior
al de la mayora de la poblacin. Evidentemente ilcito no significa:
en desacuerdo con las leyes positivas vigentes. El hecho de que la
legislacin de los pases autorice los medios de enriquecimiento, no
hace que ellos sean lcitos. Si hay algo valioso en la tradicin intelectual cristiana, es esa conviccin de que el criterio de lo bueno y de los
malos no depende de lo que digan las leyes o decretos o las costumbres en turno. (MIRANDA, 1981, p. 52-53)
Se define la justicia como dar a cada cual lo que se le debe, recompensar a cada cual segn sus mritos, dar a quien lo suyo. Pero, qu es
lo suyo de cada quien? Se entiende, desde una nocin de justicia conservadora, que lo suyo de cada quien es lo que ya tiene de suyo; lo suyo de los ricos
es su riqueza, los suyo de los miserables, su hambre y su miseria. Por eso
Marx sostiene que debe someterse a una crtica previa, radical y decisiva
las condiciones sociales que han permitido a esas partes y a esos mritos a eso suyo de cada quien formarse y llegar a nacer; pues de no
ser as, implica reconocer el estado de cosas existente, aprobar cualquier
Derecho y cualquier orden social.
Qu es reparto equitativo? No afirman los burgueses que el reparto actual es equitativo? Y no es ste, en efecto, el nico reparto
equitativo que cabe, sobre la base del modo actual de produccin?
(MARX, 1975, p. 14)
101
102
Miranda, pues, retomando la crtica de Marx y aadiendo la profunda tradicin de la Biblia, enjuicia al Derecho producido por la modernidad,
haciendo extensiva la crtica a la tradicin jurdica occidental en general,
en estos trminos:
cidas se rigen por los precios, fijados por oferta y demanda, y corresponde
a la justicia conmutativa tambin regirlo; ante esto Miranda siguiendo la
clasificacin aristotlica de justicia, postula el ejercicio de la justicia distributiva, que corresponde su ejercicio a la intervencin de la autoridad del
Estado. Salarios y precios constituyen las dos vlvulas o canales por los
que pasa la distribucin del ingreso y por consiguiente la de la propiedad
(que es, como vimos, ingreso acumulado). Pretender normarlas prescindiendo de la justicia distributiva, es hacer caso omiso de la ms elemental
ciencia econmica. (MIRANDA, 1981, p. 40).
3.3
103
104
No tienen el sentido corriente que para nosotros hoy da. No se trata de la concepcin que sostienen los positivismos jurdicos voluntarista,
sociologista o normativista; tampoco Derecho y Justicia se entienden de
acuerdo a la concepcin iusnaturalista, como derivados de la naturaleza
del ser humano. Se trata de una concepcin del Derecho y la justicia ms
profunda, ms rica e histrica, esto ltimo en el sentido de que, sin perder
su valor para todo tiempo y lugar, tienen una ubicacin en el aqu y ahora,
no son abstracciones, se concretizan.
Este modo de entender la administracin de justicia, es muy importante para la teorizacin del uso alternativo del Derecho, una de las lneas
crticas con relacin a lo jurdico que se ha desarrollado en los ltimos
aos en Amrica Latina. Se trata, adems de una concepcin de justicia
relacionada con la Tradicin Iberoamericana de Derechos Humanos; el uso
alternativo del Derecho, es uno de los modos como se ha expresado, terica
y prcticamente, la Tradicin Iberoamericana de Derechos Humanos en el
mbito latinoamericano.
Miranda pasa despus a ocuparse del mispt como ley, como el sentido ms profundo de la ley.
105
106
ALFARO, Juan. Juicio Crtico sobre la obra de Marx y la Biblia. Crtica de la Filosofa
de la Opresin. En la obra colectiva Enjuiciamos a Marx y la Biblia, Mxico, 1973.
CALERA, Nicols Mara Lpez. Filosofa del Derecho. Granada: Comares, 1992.
MARTNEZ, Alejandro Rosillo. El derecho en la tradicin bblica, un concepto anlogo. En TORRE RANGEL, Jess Antonio de la (Comp.). Hermenutica Analgica.
Derecho y Derechos Humanos. Aguascalientes: Universidad Autnoma de
Aguascalientes, 2004.
MARX, Karl. Crtica del Programa de Gotha. Mosc: Progreso, 1975.
SILVA, Silvia Regina de Lima. La ley inscrita en los cuerpos y el compromiso con
la vida: un acercamiento bblico a la temtica de la ley. Pasos, San Jos, Costa Rica,
n. 114, p. 25-36, jul./ago. 2004.
STOYANOVICH, Konstantin. El Pensamiento Marxista y el Derecho. Madrid: Siglo
XXI, 1977.
ZENTENO, S. J. Arnaldo. Algunos Hechos como Punto de Partida para una Teologa
de la Liberacin. Christus, Mxico, n. 425, p. 15, abr. 1971.
107
1 INTRODUO
A hermenutica, ao longo da modernidade, a fim de garantir sua
autonomia epistemolgica e, por via de consequncia, definir seu objeto
e pressupostos tericos, manteve suas preocupaes oscilando entre dois
campos metodolgicos aparentemente excludentes, porm ambos vinculados tradio positivista: o univocismo, de matriz iluminista, e o relativismo, de matriz romancista, o que tem delineado uma insistente atitude
cientificista pendular. Tal discusso, incorporada no pensamento jurdico moderno, foi reproduzida pela cultura jurdica brasileira desde o sculo XIX, inicialmente com forte matriz univocista e que, no estgio contemporneo do Direito, sobretudo com as chamadas Teorias Crticas que
ganharam relevo aps a instaurao do Estado Democrtico de Direito
ps-1988, se desloca para o relativismo solipsista. Com a emergncia do
pluralismo jurdico constitucional andino, designao provisria dos modelos poltico-jurdicos construdos em alguns pases da Amrica Latina
110
A questo inicial que se coloca para qualquer campo do conhecimento o seu problema constitutivo, ou seja, o desafio inicial de um campo
particular do conhecimento epistemolgico, obrigando sua delimitao e
particularidade de forma a evidenciar o objeto em torno do qual gravitam
suas proposies, objetivos e finalidades, tornando possvel a identificao
dos seus elementos constitutivos, definindo, assim, os paradigmas que lhes
servem de sustentao e tambm justificam a legitimidade de seu discurso
legitimador.
Indo nesse sentido, a primeira tarefa da reflexo aqui proposta esclarecer o que se define como hermenutica e quais as questes essenciais
que envolvem a delimitao de seu objeto e particularidades metodolgicas, esforo que um grande desafio aos que se dedicam a este particular
campo do conhecimento e que, no campo do Direito, tem ocupado, nas primeiras dcadas do sculo XX, a pauta central dos debates.
Embora sem possibilidade de esclarecimento conclusivo sobre a origem e o sentido da palavra hermneutik na cultura grega antiga, o certo que era associada atividade sacra, a
transmutao do divino para o humano, e no a reflexo sobre o sentido da linguagem tal
qual passou a ser considerada na modernidade.
Sem querer mergulhar no imenso oceano da construo do pensamento hermenutico moderno, certo que hermenutica ganha o
status de Teoria Geral de Interpretao como resultado de um processo
cumulativo possvel pela conjuno, de um lado, do modelo de racionalidade cientfica moderna como fiana intelectual, e, de outro, porque
solucionou de maneira eficiente o conjunto de desafios colocados a partir
do sculo XV, no campo da interpretao dos textos sacros, profanos e
jurdicos. Por esta razo, lembra Gadamer (2004, p. 113) que o sentido de
hermenutica situada na tradio cientfica da modernidade. O uso
moderno da palavra hermenutica principia exatamente ao, quer dizer,
com o surgimento do conceito moderno de mtodo e de cincia. No seu
uso aparece sempre implcita uma espcie de conscincia metodolgica.
No apenas possumos a arte da interpretao como tambm podemos
justific-la teoricamente. exatamente neste sentido que vai se orientar
o esforo terico dos pensadores que delimitaram as propostas iniciais
da moderna hermenutica, qual seja, elaborar uma teoria a partir do conjunto das representaes capaz de conferir autocerteza cientfica ao conhecimento paulatinamente construdo que atinge a idade da Razo no
sculo XIX.
Definida como saber especfico acerca da compreenso do sentido,
hermenutica um termo que historicamente foi carregado de imprecises. Na tradio clssica, o grande esforo terico em sua origem foi o
de delimitar regras para eliminar as arbitrariedades e os subjetivismos interpretativos, e com esta preocupao que se definiram as concepes
univocistas, paradigmas dominantes entre os sculos XVII e XIX. J no sculo XX amplia-se o campo metodolgico e reorientado seu objeto, assumindo-se a hermenutica como filosofia universal da interpretao, considerando a interpretao a caracterstica essencial da presena humana
111
112
Composto por inmeras correntes tericas e discursos de sustentao, tais como o estruturalismo, a crtica ideologia, a desconstruo, os
ps-modernismos, etc., a hermenutica contempornea acabou por servir
e alimentar o triunfo da incerteza e dos relativismos. Conduzida ao campo
da filosofia e dominada pelo debate da crise epistemolgica na tradio
eurocntrica genericamente rotulada como ps-modernidade a hermenutica tem se caracterizado pelo predomnio das concepes equivocistas, que so marcadas pela perda total de sentido e fragmentao da
realidade, a exemplo da desconstruo de Rorty, o pensamento de Vattimo
ou mesmo o conceito de ps-modernidade de Lyotard, fragilizando a epistemologia da verdade e a prpria tica do bem. A perda de sentido e de referncia produto da contraposio ao excessivo univocismo que dominou
a preocupao hermenutica construda a partir do paradigma cientificista moderno que pretendeu reduzir a realidade experimentao tcnica
cientfica.
Tanto a reduo da realidade ao eterno relativo que condena o humano impossibilidade do bem e do previsvel, como a incessante busca
da verdade nica e universal dada pelo experimental tecnicista, podem ser
considerados como extremos hermenuticos que tm servido como mola
propulsora ao que se pode definir como pndulo hermenutico2. Tal qual
um pndulo que oscila entre dois polos cuja velocidade diminui pouco a
pouco, assim como a distncia entre os extremos, mas sempre antagnicos
por menor que seja a distncia, at que chegue ao centro e pare; a hermenutica foi levada ao extremo univocista e ao seu contrrio, o relativismo
equivocista. Evidentemente os dois dogmas se excluem e so reducionistas
(DORANTES, 2005, p. 31).
Segundo Mauricio Beuchot Puente (2005, p. 46-47), a hermenutica univocista sustenta a concepo reducionista de que somente h uma
interpretao vlida e todas as demais em sua totalidade so incorretas.
Trata-se de uma construo que recebeu distintas matrizes vinculadas
ao cientificismo que encontra seu apogeu no positivismo do sculo XIX e
maior elaborao no positivismo lgico do sculo XX, segundo o qual um
113
114
A realidade, campo de conhecimento e de ao humana, complexa e, dentro de certos limites, mutante. Caso fosse imutvel e de absoluta
simplicidade, a sim seria de se admitir o univocismo e no haveria que
se falar em expresses ambguas. Ainda, a complexidade e a mutabilidade
do real, alm da limitao do conhecimento humano, impem um esforo permanente em torno de referenciais para valorao do real. Portanto,
desde a perspectiva da cincia, no possvel sustentar uma nica atitude
cientfica aceitvel e um conhecimento verdadeiro e certo, concepes e
fundamentos dogmticos tpicos da cincia clssica. Ao contrrio, em funo das limitaes humanas, h que se incluir na busca da verdade a probabilidade e a possibilidade, e no somente as certezas. O saber humano
impulsionado por questes acerca da essncia e da existncia dos seres
e, acumulando indicaes parciais, vai integrando penosamente conhecimentos vlidos que ampliam de maneira indefinida o dinamismo do esprito sobre a realidade (MORFN, 1999, p. 73-74).
Em direo oposta, o relativismo equivocista toma como parmetro o romantismo que, em sntese, privilegia a subjetividade absoluta
prpria do idealismo filosfico de sua matriz do incio do sculo XIX. O
romantismo representou, em sua origem, uma reao s cincias naturais e formais que impregnaram o positivismo filosfico dominante. O
relativismo romntico, atualmente transvestido de ps-modernismo,
essencialmente equivocista, defendendo a diferena e a diversidade interpretativa. Impregna-se no pela via da razo, mas pelo sentimento
pela concepo de que texto e contexto de alguma maneira so compreensveis quando se faz uma imerso no mundo cultural do autor que se
vincula ao intrprete desde a subjetividade (BEUCHOT PUENTE, 2005,
p. 48). O intrprete tem a tarefa de encontrar-se com o horizonte compreensivo do autor, o que acaba por se tornar tambm um reducionismo
que pressupe a tradio cultural particularizada como limite da racionalidade e da compreenso. O relativismo elaborado ao longo da filosofia
romntica, que tem em Scheleiermacher uma sntese da hermenutica,
encontrar em Nietzsche a extrema manifestao quando ele afirma a
famosa frase no h fatos, somente interpretaes. Legado nihilista presente nas concepes ps-modernas, como particularmente em Vattimo,
herdeiro contemporneo maior de Gadamer.
O relativismo equivocista limitado na medida em que permite uma
subjetividade sem margem de limites; impede a viso global e totalizante
Perde-se, em ambas as discusses, um elemento hermenutico precioso e essencial que j chamava ateno Gadamer: a discusso acerca dos
elementos que definem o horizonte compreensivo determina o sentido e
legitimam o agir humano. Em tal perspectiva, o compreender torna-se
produto de condies definidas por um horizonte, um mbito de viso,
estabelecido por um agir histrico e questionador a partir da finitude do
presente. Diz Gadamer (1999, p. 452):
Horizonte o mbito de viso que abarca e encerra tudo que visvel a partir de um determinado ponto [...] ter horizonte significa no
estar limitado ao que h de mais prximo, mas poder ver mais alm
disso [...]. A elaborao da situao hermenutica significa ento a
obteno do horizonte de questionamento correto para as questes
que se colocam frente tradio.
115
116
Assim, partindo de um horizonte e atitude hermenutica de ampliao do presente com vistas a um futuro mais generoso construdo historicamente por atores histricos concretos, que se podem recuperar experincias do pensamento jurdico crtico brasileiro e latino-americano para
encontrar elementos a serem resgatados e reinventados pela hermenutica jurdica crtica, dentre os quais a hermenutica analgica, proposta
e metodologicamente discutida pelos destacados pensadores mexicanos
Mauricio Beuchot Puente, Jess Antonio de la Torre Rangel e Alejandro
Rosillo Martnez, dentre outros.
3
O pensamento jurdico brasileiro construdo por uma lgica colonizadora, a partir da qual o formalismo legal, a bem-sucedida soluo metodolgica do positivismo jurdico do sculo XIX, encontra, no processo de
codificao, um instrumental eficiente de operacionalidade da cincia do
direito, permitindo a reduo da atividade compreensiva num ato restrito
de reproduo de seu objeto cientfico privilegiado: o texto legal. Assim,
o trabalho do jurista convertido numa exegese capaz de especificar e concretizar o texto legal, limitada to somente subsuno de aplicao da
norma geral e abstrata ao caso concreto. Um simples trabalho silogstico
no qual a premissa maior o sistema normativo e a premissa menor o fato
concreto, sendo a concluso necessria deciso. Indo mais alm do procedimento metodolgico, o fundamento terico desta lgica encontrado
na f jurdica de que o sistema permite uma nica soluo correta para um
fato da vida social.
117
118
Retomando a trajetria histrica do pensamento hermenutico jurdico brasileiro, visvel que, como parte da cultura jurdica nacional, a hermenutica jurdica desenvolveu-se numa matriz epistemolgica que muito
bem cumpriu o papel de reproduo do Direito hegemnico europeu, tornando-se instrumento de legitimao de um passado comprometido com
a ausncia de compromissos de legtima emancipao nacional. Uma concepo hermenutica vazia e negadora de referenciais que possam definir
um horizonte compreensivo legitimamente justo para com o que secularmente foi excludo do Direito brasileiro: valores e necessidades capazes de
promover a emancipao poltica e social dos empobrecidos, dos ausentes
e dos invisibilizados. Uma Hermenutica das Ausncias, para parafrasear
a expresso de Boaventura de Sousa Santos, responsvel por ter a balana da justia pendido para o lado mais forte poltica e economicamente.
Brevemente resgatando a histria do pensamento hermenutico no
Direito brasileiro, o marco inicial a proposta de Francisco Paula Baptista
com a publicao, em 1860, da obra Compndio de Hermenutica Jurdica,
livro-base da formao dos juristas brasileiros at a segunda metade do
sculo XX. A obra dividida em duas partes: a Geral, com os conceitos operacionais fundamentais, e a Especial, constituda basicamente de regras de
interpretao. A Parte Geral, no Ttulo nico, distinguindo entre hermenutica e interpretao, define, no pargrafo 1, a hermenutica jurdica
como o sistema de regras para a interpretao da lei, arrematando, no
pargrafo 2, que sua importncia e autoridade imensa, e deriva do interesse pblico, que exige que as leis tenham aplicao fiel ao pensamen-
Com tal intencionalidade, inicia enfrentando uma das grandes crenas do conservadorismo jurdico brasileiro: a possibilidade de reproduo
da vontade do legislador como objetivo hermenutico. Considera que se o
trabalho de interpretao fosse restrito busca de uma inteno volitiva, se
tornaria uma fico e tarefa impossvel. Se fssemos, a rigor, buscar a inteno ocasional, precpua do legislador, o encontraramos visando horizonte
estreito, um conjunto de fatos concretos bastante limitados (MAXIMILIANO,
119
120
As consideraes de Carlos Maximiliano vo demonstrando uma concepo hermenutica mais alm do que era predominante em seu tempo.
Admitia a Hermenutica, a qual se refere sempre com letra maiscula,
como um saber especfico, como uma teoria cientfica da arte de interpretar
(MAXIMILIANO, 2002, p. 1). Enquanto teoria estabelece princpios e regras
que, auxiliados por outros campos do conhecimento Sociologia e Filosofia
fixa processos (procedimentos) de interpretao inter-relacionados entre
si, formando um sistema, que, no caso particular do Direito, capaz de renovar a arte de interpret-lo de forma atualizada e renovadora. Por esta razo,
hermenutica e interpretao no se confundem, j que esta a aplicao
daquela; a primeira descobre e fixa os princpios que regem a segunda. A
hermenutica a teoria cientfica da arte de interpretar (MAXIMILIANO,
2002, p. 1). E, partindo de tal pressuposto, define a hermenutica jurdica
por seu objeto: o estudo e a sistematizao dos processos aplicveis para
determinar o sentido e o alcance das expresses do Direito.
121
122
los extremos, que, em sua poca, eram representados pelos excessos tanto da Escola da Exegese como pelo Direito Livre de Kantorowicz, optando
pela equidade como critrio para ao mesmo tempo suprir as lacunas do
ordenamento jurdico e auxiliar a fixar o sentido e alcance das disposies
legais (MAXIMILIANO, 2002, p. 140).
Lembra Maximiliano que a equidade como noo de justia generalizada na coletividade, ideia de bem comum, fonte de princpios gerais preexistentes e superiores lei, e sendo assim, fonte primria de direito. um
sentimento subjetivo e progressivo, porm no individual, nem arbitrrio;
representa o sentir de maior nmero, no o do homem que alega ou decide
(MAXIMILIANO, 2002, p. 141). Recorrer equidade o que permitiria atenuar o rigor do texto, mas alerta que este procedimento jamais ser o mesmo invocado para se agir, ou decidir, contra prescrio positiva clara e prevista (MAXIMILIANO, 2002, p. 142-143). Preocupado com a finalidade do
Direito colocado em questo pelos extremos do pensamento exegtico e do
Direito livre, faz uma clara opo por uma concepo sociolgica, o que, para
sua poca, era ousada, ao esclarecer que dentro da letra da lei expressa,
procure-se a interpretao que conduza melhor conseqncia para a coletividade (MAXIMILIANO, 2002, p. 133). Para Christiano Jos de Andrade
(1991, p. 89), esta orientao de Carlos Maximiliano se aproxima de Ihering,
pensador que transitou por mltiplos autores e concepes e considerado
o mestre do sistema teleolgico, ou seja, o sistema medianeiro e combinatrio de Carlos Maximiliano culmina no evolucionismo teleolgico, de feio
moderada, que engloba o mtodo teleolgico e o histrico-evolutivo ou progressivo, de conotao sociolgica.
Em busca de superao, a concepo hermenutica restrita ao campo metodolgico, mas sem abandon-lo, Maximiliano esclarece que a interpretao um processo nico que no se fraciona, mas que exercitado
por distintos processos que so constitudos por dois principais: um que
se preocupa com a letra do dispositivo; o outro com o esprito da norma.
Assim, o primeiro esforo de compreender a linguagem empregada, da
se originou o processo verbal, ou filolgico, de exegese. Atende forma
exterior do texto; preocupa-se com as acepes vrias dos vocabulrios,
[...] procura descobrir qual deve ou pode ser o sentido de uma frase, dispositivo ou norma (MAXIMILIANO, 2002, p. 102). Pretendendo fixar cnones
hermenuticos de forma prxima ao rigor metodolgico, o processo gramatical diz respeito ao objeto interpretativo a letra da lei para o qual
so sugeridos requisitos a serem observados, tais como as questes de
123
124
O processo lgico consiste em procurar descobrir o sentido e o alcance de expresses de Direito sem o auxlio de nenhum elemento exterior,
como aplicar ao dispositivo em apreo um conjunto de regras tradicionais
e precisas, tomadas de emprstimo Lgica geral (MAXIMILIANO, 2002,
p. 100). Parecendo soar de forma contraditria ao que Maximiliano anuncia como critrio balizador do procedimento hermenutico, a equidade
que exige referencial tico-social na realizao do bem comum, portanto,
externo ao Direito positivo, invoca a lgica como procedimento hermenutico, apesar de reconhecer que o problema est no exagero silogstico, no
abuso do raciocnio lgico, que conduz ao desprezo a valores jurdico-sociais. Lembra mais uma vez que no meio termo est a virtude: os vrios
processos completam-se reciprocamente, todos os elementos contribuem
para a descoberta da verdade e maior aproximao do ideal da verdadeira
justia (MAXIMILIANO, 2002, p. 104).
Ao que parece, o trabalho de Carlos Maximiliano que tanto influenciou o pensamento jurdico brasileiro at fins do sculo XX trata-se de um
intil esforo. Mais serve para legitimar a subsuno dogmtica e reproduo da ordem normativa posta, portanto uma justia idealizada e absolutamente abstrata, do que propriamente sua renovao como pretendia.
4
Uma possibilidade de enfrentamento e compreenso da crise jurdica brasileira foi encontrada na Teoria Crtica, concepo que desde a
dcada de 60 vinha influenciando pensadores do Direito europeus, por
meio das ideias provindas do economicismo jurdico sovitico (Stucka,
Pashukanis), da releitura gramsciana da teoria marxista feita pelo grupo
de Althusser, da teoria crtica frankfurtiana e das teses arqueolgicas de
Foucault sobre o poder (WOLKMER, 2012, p. 40). Na Europa, as inovaes
da Teoria Crtica encontravam um terreno frtil no ambiente ps-guerra,
e projetavam no campo jurdico a desmistificao do jusnaturalismo e do
125
126
positivismo. Antonio Carlos Wolkmer (2012, p. 40), retomando a trajetria do pensamento jurdico crtico europeu, lembra que a crtica jurdica
se consolidou inicialmente na Frana, por volta dos anos 70, culminando
com o manifesto da Associao Crtica do Direito, em 1978, atingindo
em seguida a Itlia, Espanha, Blgica, Alemanha, Inglaterra e Portugal.
Na Amrica Latina, os ventos inovadores chegam por volta da dcada de 80, com o engajamento de juristas progressistas e comprometidos com a superao dos obstculos polticos que impediam a construo e efetivao da democracia. Esse movimento de renovao do pensamento jurdico recebe a adeso de pensadores brasileiros em inmeras
faculdades de Direito, que acabaram por ser pioneiros de uma pedagogia
jurdica emancipadora. As perspectivas epistemolgicas, apesar de mltiplas, tinham como ponto em comum a defesa do rompimento com o
positivismo legalista, revelando o carter dominador e centralizador do
Direito hegemnico4.
A Teoria Crtica trouxe consigo o impacto do questionamento do papel
ideolgico do Direito na medida em que, diferentemente da concepo moderna de cincia, coloca no interior da discusso jurdica as contradies e
ambiguidades inerentes ao Direito moderno, buscando tom-lo como instrumento no de manuteno da ordem estabelecida, mas como possibilidade
de emancipao do sujeito histrico tradicionalmente submerso em determinada normatividade repressora, mas tambm discutir e redefinir o processo de constituio do discurso legal mitificado e dominante (WOLKMER,
2012, p. 18). Mostrava-se assim um horizonte inovador, mas que trazia consigo a necessidade de rompimentos e abandonos tericos.
Foi exatamente nesse contexto que a hermenutica jurdica ganha um
novo status na discusso jurdica, j que nos momentos agudos de transio que a questo hermenutica ganha relevncia. Mais do que nunca necessrio compreender a partir de novas categorias uma realidade tambm
inovadora. A complexidade desta nova problemtica, qual seja, descobrir o
lugar da hermenutica numa lgica jurdica emancipadora, fez com que
fosse instaurada uma discusso movendo o pndulo hermenutico.
superao do autoritarismo, excluso social e violao de direitos fundamentais que desde os primrdios da inveno colonialista tm se constitudo em
patologia crnica exposta no grave quadro social que se delineava. Naquele
momento, lembra Daniel Sarmento (2010), a grande maioria dos juristas passou a entrar em sintonia com as tendncias constitucionalistas que apontavam como grande desafio garantir a efetividade das Constituies democrticas. At ento, os comandos jurdicos e polticos constitucionais, de fato, estavam nas mos dos detentores dos poderes poltico, econmico e social. Desde
ento, o Pas comeou a levar a srio a Constituio e os avanos, apesar das
dificuldades enfrentadas, tais como a desigualdade e o patrimonialismo que
ainda povoam as instituies nacionais, os avanos, em relao ao passado,
so inquestionveis (SARMENTO, 2010, p. 3-4).
Logo aps a homologao da Constituio de 1988, juristas como
Lus Roberto Barroso e Clmerson Merlin Clve5 passaram a militar a
concepo de que a Constituio, enquanto norma jurdica, deveria ser
aplicada comumente pelos juzes, defendendo um constitucionalismo de
efetividade, independentemente de qualquer mediao legislativa, o que
viria a tirar do papel as proclamaes generosas de direitos contidas na
Carta de 88, promovendo justia, igualdade e liberdade. Se at ento o discurso da esquerda era de desconstruo da dogmtica jurdica, a doutrina
da efetividade vai defender a possibilidade de um uso emancipatrio da
dogmtica, tendo como eixo a concretizao da Constituio (SARMENTO,
2010, p. 248).
Desde a se aprofundaram e se radicalizaram os estudos da hermenutica jurdica. Influenciados pelo giro lingustico da filosofia e pela entrada do pensamento de Ronald Dworkin, Robert Alexy, John Rawls, Hans
Georg Gadamer, Jrgen Habermas, entre outros, juristas como Lenio L.
Streck e Eros Roberto Grau refundam o pensamento jurdico brasileiro, denunciando e renunciando o velho positivismo e seus procedimentos hermenuticos. Nessa nova etapa, ou quadra da histria, como prefere Lenio
L. Streck nominar este indito momento de redefinio, valorizada a natureza normativa do Direito e dos princpios constitucionais.
Nesse contexto, lembra Daniel Sarmento (2010, p. 249), h uma
verdadeira febre de trabalhos sobre teoria dos princpios, ponderao
127
128
No novidade, desde Kelsen, que o julgador tem um espao discricionrio em aberto e que desde muito desmistificado o juiz boca da
lei, mas como adverte Streck, deve-se estar atento com o ps-positivismo brasileira:
Portanto, preciso estar alerta para certas posturas tpicas do ps
positivismo brasileira, que pretende colocar o rtulo de novo em
questes velhas, j bastante desgastadas nessa quadra da histria,
quando vivenciamos um tempo de constitucionalismo democrtico.
Ainda hoje presenciamos defesas vibrantes de ativismos judiciais
para implementar e concretizar os direitos fundamentais, tudo
isso sempre retornando ao mesmo ponto: ideia de que, no momento da deciso, o juiz tem um espao discricionrio no qual pode moldar sua vontade... (STRECK, 2012, p. 38)
Em sntese, reproduzindo a mesma prtica colonizadora que caracteriza a cultura jurdica nacional e lamentavelmente com as mesmas
consequncias, as concepes e os modelos eurocntricos descobertos
no Brasil em fins do sculo XX que decretaram a morte do mtodo acabaram por conduzir um descontrolado solipsismo e ativismo judicial que
confunde discricionariedade com arbitrariedade e, como resultado, ao que
parece, o pndulo est solto e querendo voltar ao seguro univocismo, e
pior, se tem judicializado a vida cotidiana e a poltica, neutralizando movimentos sociais e desvinculando as prticas judiciais e polticas do Estado
129
130
Apenas para iniciar e introduzir o tema que dever ser alvo de estudos menos superficiais, a hermenutica analgica, como anteriormente
afirmado, uma proposta desenvolvida pelo mexicano Mauricio Beuchot
Puente, que encontra uma soluo intermediria entre o univocismo e o
relativismo hermenutico e potencialmente eficiente frente necessidade
de instrumentalizar os juristas para o plural e intercultural.
Para Jess Antonio, a tarefa hermenutica no Direito deve levar em conta a natureza do ser humano, a natureza das coisas e do conhecimento e das
condies histricas e sociais do prprio ser humano, j que o Direito , em
seu entender, um conceito anlogo, no unvoco nem equvoco ou ambguo. O
direito da razo das normas, da lei ou do direito objetivo; das faculdades ou
capacidade das pessoas sobre o seu, ou direito subjetivo; e o justo objetivo
ou coisa devida a outro no o que se pretende quando se interpreta a norma
ANDRADE, Christiano Jos de. Hermenutica jurdica no Brasil. So Paulo: RT, 1991.
BAPTISTA, Francisco Paula. Compndio de Hermenutica Jurdica. So Paulo:
Saraiva, 1984. (Coleo: Clssicos do Direito Brasileiro)
BEUCHOT PUENTE, Mauricio. Tratado de Hermenutica Analgica: hacia un nuevo modelo de interpretacin. 3. ed. Mxico D.F.: Editorial taca/UNAM, 2005.
(Coleccin Seminarios)
FERRAZ JNIOR, Tercio Sampaio. A cincia do direito. 2. ed. So Paulo: Atlas, 1980.
GADAMER, Hans-Georg. Verdade e Mtodo: traos fundamentais de uma hermenutica filosfica. Traduo de Flvio Paulo Meuer. Petrpolis: Vozes, 1999.
______. Verdade e Mtodo II: Complementos e ndice. Traduo de Enio Paulo
Giachini. Petrpolis: Vozes, 2004.
GARCA, Manuel Calvo. Los fundamentos del mtodo jurdico: una revisin crtica.
Madrid: Tecnos, 1999.
131
132
GONZLEZ DORANTES, Arturo Guilhermo. Hacia una interpretacin analgico-icnica del hombre. Revista Analoga Filosfica, Mxico, D.F., n. 16, 2005.
GRONDIN, Jean. Introduo hermenutica filosfica. Traduo de Benno
Dischinger. So Leopoldo: Unisinos, 1999.
STRECK, Lenio Luiz. Verdade e Consenso: Constituio, hermenutica e teorias discursivas. 4. ed. So Paulo: Saraiva, 2012.
PARTE 2
1 INTRODUCCIN
En otros trabajos hemos abordado de una manera ms explcita los
lmites que a nivel interno e intra-cultural posee la figura y el concepto
de los derechos humanos por su excesiva dimensin estatalista, delegativa, formalista, burocrtica y post-violatoria1. Algunas de las razones de la
consolidacin de la separacin y el abismo que existe entre la teora y la
prctica de los mismos se deben a ese modo de concebirlos, que, adems,
provoca una cultura jurdica social y popular minimalista, acomodaticia,
pasiva, indolente, dormida y anestesiada. A continuacin, en este artculo
vamos a complementar, desde una crtica constructiva, no colonial e inter-cultural, esos problemas internos del discurso universal de los derechos
humanos con la exploracin de otros problemas, limitaciones, paradojas,
fallas y contradicciones que suceden en un mbito extra-cultural y externo,
ms all de las fronteras de los pases considerados occidentales. De lo que
se trata es de reflexionar sobre si los derechos humanos expresan una real
y no falsa idea de dignidad universal que implica a todas las culturas y a
toda la humanidad o es un modo concreto de luchar, pensar y garantizar
espacios de libertad y dignidad que puede ser resignificado y complementado junto con otros modos y procesos de reaccin, emancipacin y libe
136
racin que todas las culturas desarrollan en sus propias historias frente a
distintos excesos de poder.
137
138
no son tenidos en cuenta y mucho menos si lo que reivindican son derechos colectivos, territoriales, identitarios y culturales.
Ver Helio Gallardo, Sobre las generaciones de derechos humanos, en http://www.heliogallardo-americalatina-info, consultado el 20 de septiembre de 2009.
139
140
En cierta manera, desarrollaron un ideal de apertura, emancipador y un horizonte de esperanza. Asimismo, demandaron unos derechos en tanto que
clase vulnerable a los poderes vigentes aunque con una fortaleza mayor
a otros movimientos sociales que abri un proceso de liberacin con el
que se estableci un mtodo muy eficaz de lucha para hacer que el derecho
burgus se hiciera real, se consolidara y se efectivizara la sociabilidad demandada. No obstante, la burguesa reivindic unos derechos circunscritos
a su propio modo de vida, limitados a una forma de ser hombre o humano.
De ah que Ellacura hable que sus derechos tambin expresan su carcter
inhumano en tanto que se convierten en privilegio de pocos, negando su
esencia universal disputable. Al ser significados por medio de la fuerza legitimadora de quienes poseen ms poder, haciendo uso de un manto de universalidad ideal se oculta la particularidad real favorable para unos pocos
(la burguesa y los grupos ms poderosos) y desfavorables para la mayora.
Su reivindicacin legtima de derechos expresa una forma concreta, privilegiada y exclusiva de ser hombres, de ser humanos, que se convierte en
ilegtima cuando no atribuyen derechos o se los impiden a quienes conviven
con ellos desde modos de vida con racionalidades diferentes, experiencias
de contrastes y desgarramientos distintos (campesinos, mujeres, negros,
indgenas) (FRUTOS, 2012, p 365 y ss.). Pasan a ser los derechos de los
ms fuertes y no derechos de los ms dbiles con los que poder subvertir
las asimetras. Para estos los logros son solo puntuales cuando una vez que
se violan, se los reconocen por medio de los circuitos judiciales.
La naturaleza ambivalente la explica Joaqun Herrera Flores: los derechos humanos son un producto cultural que Occidente propone para encaminar las actitudes y las aptitudes necesarias para llegar a una vida digna
en el marco del contexto social impuesto por el modo de relacin basado
en el capital. Surgen y se despliegan paralelamente al origen y al despliegue del modo de relaciones desigual dominado por el capital. De ah que,
por un lado, sirvieron como justificacin de la expansin colonial por todo
el globo terrestre, pero, por otro lado, en ese mismo proceso, se hizo necesario enfrentarse a esa globalizacin de injusticias y opresiones producida
por doquier y sirvieron como arma de resistencia. Teniendo en cuenta que
cada formacin social construye cultural e histricamente sus vas hacia
la dignidad, en ese proceso existen expresiones hegemnicas dominantes
de dignidad y de lucha por ella y, tambin, muestran actitudes antagnicas
contra ellas con sus actores plurales. Los derechos humanos expresan esa
dualidad en el marco del circuito de reaccin cultural occidental y de reacciones culturales no occidentales que resignifican el discurso y la prctica
141
142
143
144
En el interior de la cultura occidental capitalista, predominan diversos modos de dominacin tanto a nivel institucional, como a nivel de
relaciones sociales y sociabilidad cotidiana, con los que expresa la socio-materialidad procesual de diversas estructuras opresivas que operan simultneamente dentro y, en un grado mayor, fuera de sus fronteras. Desarrolla todo un conjunto de relaciones sociales particulares que
articulan un grupo (in)diferenciado de opresiones muchas de ellas naturalizadas: sexo, raza, gnero, etnia y clase social se construyen sobre
relaciones jerrquicas, combinando tanto el espacio pblico de poder,
la explotacin o el estatus y el espacio de servilismo personal. Es decir,
las sociabilidades cotidianas de Occidente combinan el tratamiento de
lo humano desde la consideracin de la superioridad y la inferioridad
de determinados colectivos. Por ello las relaciones patriarcales se articulan con otras formas de relacin social en un determinado momento
histrico, que en este caso situamos en el contexto de las sociedades capitalistas. Las estructuras de clase, raza, gnero y sexualidad no pueden
tratarse como variables independientes, porque la opresin de cada una
est inscrita en las otras (FLORES, 2005).
No es que exista una estructura de opresin autnoma e independiente con respecto al resto de opresiones y dominaciones que dominan en entornos relacionales capitalistas. Ms bien nos encontramos
con la coexistencia de situaciones de discriminacin, marginacin y explotacin simultneas, ms que superpuestas, expresivas de estados de
interseccionalidad de opresiones en red, en la lnea sealada por Glora
Anzalda y Mara Lugones junto con otras feministas con la nominacin
de a) diferentes dimensiones superpuestas de opresin (overlapping
opressions) (ANZALDA, 1989; YOUNG, 2000) o b) de interseccionalidad
de opresiones sufridas diferencialmente por las mujeres en funcin
de su situacin, posicin y jerarquizacin subordinada y dependiente
en el marco de los procesos de divisin social/sexual/racial del trabajo
(LUGONES, 2008).
En esta lnea, Ramn Grosfoguel combina el concepto de interseccionalidad de jerarquas con el concepto heterarqua del filsofo y socilogo
griego Kyriakos Kontopoulos. Siendo la colonialidad y la modernidad las
dos caras de una misma moneda y siendo el capitalismo una de las mltiples constelaciones imbricadas del patrn colonial de poder, nos encontramos con mltiples y hetergenas formas de dominacin y explotacin
sexuales, polticas, econmicas, espirituales, lingsticas y raciales, donde
las jerarquas etno-raciales de la lnea divisoria Occidente/no Occidente
reconfigura de manera transversal todas las dems estructuras globales
de poder (GROSFOGUEL, 2014, p. 381, 383, 389-390). Raza, gnero, espiritualidad y epistemologa son parte constitutiva, integral e imbricada del
sistema-mundo occidental moderno, cristiano, capitalista, colonial y patriarcal. No son aadidos a la estructura econmica y poltica del sistema
capitalista (GROSFOGUEL, 2014, p. 382).
Sobre estas bases hay que entender el discurso universalista de los
derechos humanos y en su versin liberal. Asimismo, hay que partir de la
premisa que ningn pueblo tiene el monopolio de la verdad y menos sobre
la dignidad. No hay cultura, religin, filosofa, tradicin que pueda hablar
por el conjunto de la humanidad (PANIKKAR, 2004, p. 206). Adems, pese
a que en cualquier afirmacin de verdad existen pretensiones de universalidad, todas estn ubicadas y situadas en un marco histrico y cultural.
El problema es cuando tendemos a identificar los lmites de nuestra visin
local y particular del mundo con el horizonte humano completo e infinito,
(PANIKKAR, 2004, p. 220-221) confundiendo un modo de ser humano con
el todo plural y diverso. No solo eso, pues resulta peor al ir acompaado y
de la mano de un sistema de dominacin heterrquico.
3
La versin ms proclamada del ideal occidental de los derechos humanos se centra en los derechos asignados al ser humano y que le pertenecen por el mero hecho de serlo. Sus presupuestos filosficos fundamentales se cimentan sobre una naturaleza humana universal que es comn a
todos los pueblos y que es diferente al resto de la realidad, ya sea animal,
vegetal o csmica. Solo puede ser cognoscible a travs de la razn. Tienen
su origen en su naturaleza, son previos a los contextos socioculturales donde se encuentra y, adems, son superiores a la sociedad y al estado pues
giran en torno a la dignidad de los individuos que se opone a ambas ins-
145
146
Ver tambin Boaventura de Sousa Santos, Por una concepcin multicultural de los derechos humanos, en Memoria, 101, Bogot, p. 46.
En parecidos trminos se expresa el colombiano Santiago CastroGmez cuando califica la hybris del punto cero de las filosofas eurocntricas. Bajo el manto de la neutralidad, la objetividad y la universalidad, se
protege y disfraza a quien nomina (el humano occidental), considerando
el supuesto de que habla desde el ojo de Dios como si estuviera ms all de
un punto de vista particular y convirtindolo en universal. La perspectiva
local y cultural desde la que emite las palabras y el conocimiento se baan y se barnizan con un abstracto universalismo (CASTRO-GMEZ, 2003,
p. 377)5. En este molde epistmicos, los derechos humanos son lugares de
enunciacin de los centros imperiales capitalistas que se proyectan como
valores universales incontestables que facilitan el sostenimiento de su hegemona econmica, poltica y cultural, imposibilitando cambios sustanciales de sus relaciones de dominacin (ALMEIDA, 2011, p. 117 y ss.).
En la misma lnea, Boaventura de Sousa Santos califica de abismal
al pensamiento occidental porque consiste en un sistema de distinciones
visibles e invisibles, constituyendo las segundas en fundamento de las primeras. Lo invisibilizado se establece por medio de lneas radicales que dividen la realidad social en dos universos dicotmicos: el universo de este
lado de la lnea que es como si fuera el punto cero de emisin, el que marca
los criterios de verdad y superioridad, y el universo del otro lado de la lnea,
que pasa a ser no existente, ausente e inferior. Este dualismo se reproduce
en otros registros culturales como el conocimiento (ciencia/saberes tradicionales; verdad/falsedad), el derecho (legal/ilegal; monismo jurdico/
pluralismo jurdico), la cultura (civilizacin/barbarie o primitivo), la economa (desarrollo, subdesarrollo), la geografa poltica (Norte/Sur), etc.
Con estos dispositivos se jerarquiza la realidad en instancias y realidades
superiores e inferiores. El mundo se divide entre sociedades metropolitanas y sus colonias. El lugar desde el que se enuncia estas clasificaciones
aparece como neutral, universal y objetivo, provocando exclusiones radicales que en nuestro presente se van incrementando (SANTOS, 2014, p. 21
y ss.; SANTOS, 2013, p. 16-17; MDICI, 2012, p. 42 y ss.).
Ver tambin Alejandro Mdici, La constitucin horizontal. Teora constitucional y giro decolonial, p. 44 y ss.
147
148
Sobre las generaciones de derechos humanos, ver David Snchez Rubio, Encantos y desencantos, op. cit.
149
150
Asimismo, cuando se habla de derechos humanos no hay que circunscribir su dimensin al plano de idealidad abstracta y terica, tanto en
lo normativo y lo institucional como en lo discursivo y lo filosfico-doctrinal. Luchar por los derechos no solo es un triunfo de la razn sobre la fuerza (por ejemplo, tal como se estableci con los derechos individuales burgueses), sino que hay que relacionarlos bsicamente con hacerle justicia al
dbil, al oprimido, al debilitado, al victimizado, pero entendida esta expresin como esfuerzo por no producirlos como tales, como dbiles o vctimas,7 a travs de una praxis construidas y caracterizadas desde ellos, que
intente superar las realidades negadoras de sus derechos para superarlas
y poder disfrutar realidades que los hacen factibles y experimentables. Se
necesita para ello un reconocimiento social y el establecimiento de todo
aquello que posibilite las condiciones materiales para ejercerlos con todas
las sociabilidades y tramas sociales que permite su disfrute (ELLACURA,
1979). Para lograr un mayor grado de xito y eficacia en el reconocimiento de los derechos, Helio Gallardo habla de la necesidad de transferencias
de poder sobre aquellos colectivos victimizados y oprimidos que permitan dotar de carcter, convocando, a las relaciones humanas desde otro
prisma no opresivo, sino liberador, articulado desde dinmicas en las que
todos sean sujetos significadores de realidades plurales, sin tratamientos
intersubjetivos jerarquizadores y baados por medio de lgicas de imperio
Por aclaracin y observacin personal hecha por el propio Gallardo, la expresin hacer
justicia al dbil no es correcta porque al dbil se le hace justicia oprimindolo. Lo que hay
que hacer es el esfuerzo de no producir dbiles.
151
152
(GALLARDO, 2008, p. 31 y 44). De este modo, sera posible que los grupos
victimizados dejaran de serlo al crearse espacios relacionales que convocan y sensibilizan al mayor nmero de personas, donde todos son tratados
como sujetos, pudiendo disfrutar de los derechos consolidados y establecidos desde esas lgicas de sociabilidad liberadoras y emancipadoras, en
contextos siempre contingentes, reversibles e inciertos.
4
Ver en este sentido el monogrfico Los derechos humanos: un nuevo caballo de Troya?,
Ixtus, n 57, 2006.
153
154
a) Por un lado, si hay algo que es caracterstico de la condicin humana es su diversidad y su pluralidad. No existe un ser humano completo,
inmortal, omnipotente y omniscente. Otra cosa es que haya alguien que se
lo crea. Cada persona es un mundo y pone en la mano muchos mundos.
No hay en la Tierra dos personas exactamente iguales. Nuestra condicin
finita, incompleta y mortal forma parte de nuestra naturaleza socio-histricamente producida. Que la humanidad se manifieste a travs de distintas
versiones heterogneas, llena de matices, con saberes, formas de hacer,
corporalidades y espiritualidades mltiples, producidas desde plurales miradas, tactos, colores, audiciones, sabores, olores, emociones y sentimientos, combinando espacios, ritmos y tiempos diversos, expresa su riqueza
en los procesos de significar y resignificar la realidad y de hacer y deshacer
mundos. La multiculturalidad es un hecho que la historia demuestra desde
tiempos remotos y que la globalizacin, sincrnicamente y desde nuestro
presente, ha visibilizado en mayor grado.
El problema aparece en el modo como se gestiona esta riqueza humana arco iris. El mito bblico de la tradicin hebrea de la torre de Babel
narrado en el Gnesis y retomado por Raimundo Panikkar (1990, p. 1516) puede servirnos de pretexto para abordar cmo se puede administrar,
enfrentar, limitar, consolidar, fortalecer, debilitar y/o tratar positiva o negativamente, el fenmeno de la multiculturalidad y lo pluriversal, que no
hay que interpretarlo ni juzgarlo como una maldicin, tal como el relato
del Gnesis defiende, sino todo lo contrario. Las luchas por la dignidad humana reclaman a gritos, la necesidad de babelizar positivamente no solo
la realidad de los derechos humanos y otras luchas de resistencia contra
la injusticia, sino tambin otras producciones y otros productos socio-histricamente construidos como el derecho, la democracia, el concepto de
ciudadana, la administracin de justicia, el poder, la sexualidad, la familia,
lo racial, etc. Babelizar el mundo desde una lgica anti-colonial, descolonizadora, no colonial, sin pretensiones imperiales y de dominacin, reconociendo la diversidad y la diferencia en el mundo pluriverso de la especie
humana en su relacin con la naturaleza.
Por esta razn hay que ser conscientes de que los derechos humanos
occidentales son una forma ms entre otras de lucha por la dignidad. No es
el nico discurso de resistencia y de emancipacin para las mayoras sociales oprimidas de todo el mundo. Existe una heterogeneidad y una pluralidad de actores sociales y formas de movilizacin social que se enfrentan a
los complejos modos de dominacin heterrquicos y que abren, articulan e
intentan consolidar diversos procesos de lucha a favor de sus particulares
conceptos de dignidad dentro y fuera de los cauces institucionales, seculares y burocrticos. Panikkar afina con claridad al explicar metafricamente
que los derechos humanos son la ventana con la que la cultura occidental
traduce su idea de orden justo. Existen otras ventanas con sus propias visiones sobre la justicia. Por eso deben complementarse (PANIKKAR, 2004,
p. 228). Todas las culturas poseen diversas concepciones sobre la dignidad
humana, pero no todas ellas las conciben en forma de derechos humanos.
Mltiples son las experiencias culturales y polticas en los pases del sur
global en las que los movimientos sociales de resistencia son los protagonistas desde bases ideolgicas diferentes a las referencias culturales y
polticas occidentales predominantes. Lo que hay que hacer es buscar los
denominadores comunes y las diferencias existentes entre los derechos
humanos generados en Occidente y aquellos equivalentes isomrficos que
tienen un parecido estadio o nivel de importancia en las culturas que los
defienden.
Asimismo, Ral Fornet Betancourt afirma que los derechos humanos representan una energa liberadora de la humanidad, no siendo motivo de objecin para reconocer su contenido emancipador, el hecho de que
su origen histrico se site en el seno de la historia de Occidente. Para el
filsofo cubano-alemn, los derechos humanos no son un fruto nativo que
hubiese crecido sin ms en el suelo cultural europeo. Son expresin de su
tradicin alternativa liberadora. Y ms bien representan una conquista que
ha tenido que ir siendo lograda en y por la lucha por la propia cultura contra las resistencias de los poderes establecidos en ella como factores de
orden social y poltico. La historia de los derechos humanos, forma parte
de la cultura humana de la memoria de liberacin a partir de las reacciones surgidas de experiencias humanas violentadas. Transmite un captulo
histrico humano de la memoria liberadora que se encarna en la lucha que
desarrollan y tienen los seres humanos oprimidos y que sufren injusticias
(FORNET- BETANCOURT, 2001).
Desde otro punto de vista, el socilogo del derecho belga Cristoph
Eberhard seala que la historia de Occidente con sus defectos, ha desarro-
155
156
riesgos de imposiciones hegemnicas y de dobles discursos excluyentes aparecern a cada instante, porque siempre tendemos a mirar desde
nuestros propios horizontes de sentido, desde nuestras propias ventanas
culturales. De ah que esta pluriversalidad dialgica y de confluencia sea
tan difcil de construir y deba hacer referencia a aquella dimensin de la
realidad a partir de la cual se puede conocer si los procesos de desarrollo,
encuentros y conflictos interculturales provocan situaciones de marginacin, discriminacin y exclusin social en todas sus esferas y dimensiones.
Ese lugar lleno de riesgos, incertidumbres, avances y retrocesos podemos
encontrarlos en distintas versiones sobre la dignidad y en la figura de derechos humanos que hay que articular y ensear sin la intencin de homogenizar con una idea de unidad, sino respetando las diferencias y su base
relacional e histrica.
b) Por otro lado, pero muy relacionado con lo anterior, es que uno de
los fundamentos esenciales o centrales de los derechos humanos reside en
la fuente que le da origen y los mantiene vivos: la praxis de liberacin. En
este sentido, los derechos humanos tienen en su reclamacin a uno de sus
componentes ms importantes. Segn Ellacura la mejor forma y el mtodo ms adecuado para percibir un derecho humano real y dinmico es el
de negar aquella condicin de esclavitud, debilidad y opresin que viola
una dimensin vital y existencia de los seres humanos que se traduce y
significa en trminos de dignidad, de libertad o de derechos, ya que este
estado o condicin negadora es la que ofrece un dato temtico primario
que sirve de fuente no solo de anlisis, sino, principalmente, para poder
hacer justicia enfrentndola y, de modo dialctico, anulndola, mediante
su superacin crtica y transformadora. Por ello, la situacin de sufrimiento e injusticia exige vislumbrar el problema de los derechos humanos desde lo que es la raz ms profunda de esa realidad negadora que produce
el dao y la inferiorizacin de unos sujetos por otros, pues la condicin
de esclavo, dbil u oprimido no cae del cielo ni es primigenia, ni tampoco
consiste en una mera carencia, sino que es derivada de un estricta privacin,
de un despojo mltiple y diferenciado, socio-histricamente producido
(ELLACURA, 1969-1989, p. 298-299).
La comunidad de vctimas que sufre distintos procesos de inferiorizacin, dominacin, marginacin, humillacin y exclusin y que busca subvertir el sistema que le niega las condiciones para la produccin, reproduccin y desarrollo de una vida digna de ser vivida es la que produce la praxis
de liberacin. Va ms all del protagonismo del estado o de la naturaleza
157
158
Los derechos humanos junto con otros procesos de lucha por la dignidad humana contextual e histrica, deben contribuir al desarrollo de
propuestas y miradas interculturales que desde el respeto y la capacidad
de los seres humanos de dotar de sentido a sus propias realidades en tanto
sujetos plurales y diferenciados, defienden divisiones del ser, del saber, del
poder y del hacer humanos no de-coloniales y basadas en solidaridades
y reciprocidades que no reniegan de mbitos de encuentro comunes interculturales, enfrentando un modo de interpretar lo universal de manera
aparentemente inclusiva y en abstracto y basado en asimetras concretas
de carcter racista, clasista y patriarcal. Se trata de luchas y prcticas simbolizadas que colisionan, tal como hemos intentado reflejar, con un discur-
159
160
so, un imaginario y una prctica que incluso ofrece opciones de defensa del
pluralismo y de la diversidad, pero desde un criterio cerrado y excluyente
de lo universal, no abierto a otras expresiones tnicas, productivas, sexuales, genricas, culturales e identitarias. Por ello el horizonte de los derechos humanos hay que enmarcarlos en un mundo Babel anti-heterrquico,
descolonizado y de liberacin.
ALMEIDA Gregorio J. Prez Almeida, Los derechos humanos desde la colonialidad del poder, en VV.AA. Los derechos humanos desde el enfoque crtico: reflexiones
para el abordaje de la realidad venezolana y latinoamericana. Caracas: Defensora
del Pueblo-Fundacin Juan Vives Suri, 2011.
ANZALDA, Gloria. Borderlands/La Frontera: The New Mestiza. San Francisco:
Aunt Lute, 1989.
BOURDIEU, Pierre. Meditaciones pascalianas. Barcelona: Anagrama, 1999.
GARCA, Erick L. Gutirrez. Aportes para una visin liberadora de los derechos
humanos desde una crtica intercultural. En VV.AA. Los derechos humanos desde
el enfoque crtico: reflexiones para el abordaje de la realidad venezolana y latinoamericana, 2011.
161
162
RODRGUEZ, Maryluz Guilln. La construccin hegemnica de los derechos humanos: una aproximacin desde Gramsci. En VV.AA. Los derechos humanos desde
el enfoque crtico: reflexiones para el abordaje de la realidad venezolana y latinoamericana, 2011.
ROSILLO, Alejandro. Fundamentacin de derechos humanos desde Amrica Latina.
Mxico D.F.: Itaca, 2014.
______. Por una concepcin multicultural de los derechos humanos. Memoria, 101,
Bogot.
______. Se Deus fosse um ativista dos direitos humanos. So Paulo: Cortez, 2013.
1 INTRODUO
O presente artigo tem o objetivo de demonstrar de que modo o pensamento jurdico de Roberto Lyra Filho pode ser incorporado como uma
contribuio crtica chamada teoria jurdica ps-colonial (ou de-colonial), ainda que o criador da Nova Escola Jurdica brasileira no tenha
utilizado propriamente as categorias dessa escola de pensamento crtico.
O argumento fundamental para a defesa da pertinncia do pensamento de Lyra Filho para a teoria jurdica ps-colonial encontra-se na crtica e
consequente superao do positivismo jurdico, em prol de uma dialtica social do Direito. Como teoria viva e em constante processo de discusso, rediscusso e aprofundamento terico, o artigo defende um aprofundamento da
proposta lyriana para uma analtica social do Direito, calcada por um lado na
filosofia da libertao latino-americana, e, por outro, no giro descolonizador
promovido nas cincias sociais nos ltimos vinte anos.
Iniciaremos o debate com uma reviso necessria sobre o processo
histrico e social de produo do pensamento positivista, do qual o juspositivismo um dos braos tericos fundamentais. Como produto da ascenso do capitalismo industrial, o positivismo gestado na Europa e assimilado na Amrica Latina sob o contexto da colonialidade do poder e do saber,
que deve ser desvelada de forma consequente para que se torne possvel a
construo de uma teoria crtica e descolonizada do Direito.
164
POSITIVISMO E O PS-POSITIVISMO:
A COLONIALIDADE DO SABER JURDICO
ONTEM E HOJE
Seguindo o raciocnio apresentado por Leopoldo Zea (1976), pode-se dizer que a histria guarda consigo um papel fundamental para a constituio ontolgica do ser humano. a partir do estudo e da compreenso
da dialtica da histria (que essencialmente humana) que se torna possvel compreender o passado, o presente e o futuro.
A partir da chegada do europeu Amrica, passou-se a constituir
uma viso da histria que negava toda a histria anterior construda pelos
povos originrios, incorporando apenas aquilo que o europeu admitia enquanto tal. A viso social de mundo dominante no perodo da conquista da
Amrica marcada pela noo de Cristandade (DUSSEL, 2007), porm com
uma diferena fundamental em relao ao perodo anterior: forma-se nesse perodo uma racionalidade marcada por um mito encobridor, um mito
sacrificial, que justifica a violncia contra os povos originrios e os saques
promovidos no Novo Mundo como os passos necessrios para o processo
de humanizao, ou de civilizao (DUSSEL, 1994).
165
166
As cincias sociais atuaram desde seu incio como agentes do processo colonial europeu da Modernidade, naturalizando e universalizando
as regies ontolgicas da cosmoviso liberal, e foram transplantadas
Amrica por suas elites regionais, com o objetivo de extirpar tudo que constitusse o chamado pr-moderno, tradicional, brbaro etc. Colocando
estas expresses como produtos do passado, nega-se a elas a possibilidade
de serem tidas como contemporneas (SANTOS, 2002).
No plano do conhecimento, esse processo de colonialidade do saber
elevado mxima potncia com a transposio do pensamento positivista s sociedades perifricas. Seus grandes rivais nesse contexto foram o
pensamento escolstico cristo (diante do qual assumia uma perspectiva
progressista) e as vises sociais de mundo e as cosmologias dos povos e
dos grupos sociais oprimidos (diante dos quais assumiu uma perspectiva
reacionria e destruidora).
A adoo do positivismo na Amrica hispnica se deu de forma muito mais dramtica do que no Brasil. que, se neste o positivismo se mostrava apenas como a teoria mais adequada poca para a compreenso
da realidade, entre os pases de colonizao espanhola tratava-se de um
programa poltico, dentro de processos de independncia bastante violentos (ZEA, 1976).
Cada pas continha nesse programa poltico determinadas reivindicaes e aspiraes. Se na maioria deles o positivismo era uma bandeira
que visava concretizao de programas liberais de governo, h ainda casos especficos em que a perspectiva era ora de construo de um projeto
nacional autntico, ora de desenvolvimento econmico estrito.
Na filosofia do Direito, ocorre nesse perodo o rechao do jusnaturalismo (tpico dos perodos pr-revolucionrios), e apologiza-se a ordem
167
168
Para a teoria do direito, esse um aspecto fundamental, pois o fenmeno jurdico deixa de
ser produto da vontade divina com direitos previamente existentes, para se tornar um
produto poltica e socialmente construdo.
169
170
Vale a pena citar o trecho a seguir produzido pelo referido autor, que
logra assim superar todas as teorias tidas atualmente como superadoras
do positivismo kelseniano:
O positivismo lgico parte das leis ou, subsidiariamente, de outras tantas normas sociais da ordem instituda, numa espcie de hierarquia,
que culmina em ordenamento nico, pleno, hermtico e consagrado,
sob a gide estatal. As razes sociais, a dinmica dos grupos e das classes, ou no entram em linha de conta, ou ficam atadas e limitadas, pois,
em todo caso, prevalece a voz do Estado. Nesta perspectiva, o Direito
no existe antes do Estado, e no paira acima dele. Sobre tal produto,
incide a Hermenutica: interpreta-se, mais ou menos flexivelmente, o
que vem disposto no terreno chamado de lege lata, para a aplicao espontnea, ou contenciosa (atravs dos rgos da jurisdio estabelecidos e segundo ritos pr-formulados). No mximo, h que saber o que
rezam as normas ou compatibilizar tudo o que elas exprimem, num
sistema livre de contradies duas tarefas no isentas de dificuldades. Se falharem, como falharam, os instrumentos da Hermenutica
mais antiga, apela-se para o requinte da Nova Lingstica; aplica-se o
arsenal da semitica; adota-se a anlise estrutural abstrata; formula-se, at, uma lgica especial, deontolgica, ou se faz a acomodao
duma lgica do razonable; estudam-se os discursos da Cincia dogm-
A dialtica social do Direito, proposta como mtodo de anlise do fenmeno jurdico, configura-se, portanto, como uma contribuio efetiva de
Lyra Filho descolonizao do saber jurdico, pois amplia o rol de relaes
sociais s quais o poder social da juridicidade devidamente reconhecido.
O Direito deixa de ser produzido de forma restrita ao mago estatal, que,
segundo sua perspectiva tributria do pensamento de Marx, o espao social de controle das classes e grupos sociais dominantes. Pelo contrrio, o
Direito concebido como produto da luta das classes e grupos dominados
e dominantes, enquanto parte de um processo histrico dialtico:
Dessa forma, na viso de Lyra Filho, o campo jurdico em si construdo desde o primeiro momento em que ocorre o convvio social entre
seres humanos. No entanto, a pluralidade de ordenamentos jurdicos em
conflito e disputa ocorre apenas com o advento das sociedades divididas
em classes sociais:
[...] os ordenamentos jurdicos plurais e conflituais advm precisamente da sociedade classista, pois no existiam antes dela, nem
se h de supor que permaneam depois. Nas comunidades primitivas, a dialtica social das normas, inclusive as jurdicas, tem seu
arranco unitrio, cuja diviso vai depois acompanhar as vias de organizao dos modos de produo asitico ou escravagista. (LYRA
FILHO, 1980, p. 19)
171
172
Numa sociedade que assim se divide em classes e grupos, de interesses conflitantes, o direito no pode ser captado, em sua inteireza, sob
a exclusiva tica da classe dominadora. Nem h, em todo caso, um
s conjunto de normas sociais, sem contradies. H, pelo contrrio, uma pluralidade de ordenamentos que aspiram a definir o que
propriamente jurdico, isto , o direito vlido, eficaz e corretamente
formalizado. Esses ordenamentos lutam pela hegemonia, cujas condies de triunfo ou legitimidade sempre dependem da natureza dos
posicionamentos e interesses que as normas refletem. (LYRA FILHO,
1980b, p. 6)
partimentos estanques, entre a sntese filosfica, a anlise da dialtica social das normas, em ordenamentos plurais e conflitivos e sob o
impulso da prxis libertadora. (LYRA FILHO, 1980, p. 42)
Segundo Enrique Dussel (1996, p. 186), Llamamos dialctica negativa al mtodo o movimiento metdico que surge desde la negacin de lo
negado en la totalidad, y por ello su limitacin estriba en tener en la misma
totalidad la fuente de su movilidad crtica. Assim, o movimento dialtico
promove a negao da negao dentro da estrutura da Totalidade vigente, e tem por funo compreender essa mesma estrutura a partir da articulao dos diversos campos que lhe do formato prprio, no mais como um
emaranhado de coisas e sentidos como os fenmenos se nos apresentam
na realidade cotidiana, mas propriamente como um todo estruturado no
qual possvel identificar as mediaes existentes e a sua estrutura interna de funcionamento.
173
174
Uma ontologia dialtica do direito, como prope Lyra Filho, ensejaria em princpio a limitao do saber jurdico Totalidade vigente, desconsiderando a Exterioridade e a Alteridade do outro como absolutamente
Outro. Essa ontologia conseguiria compreender o processo da luta de classes dentro das relaes sociais capitalistas em sentido amplo; no entanto,
no conseguiria dar conta de uma srie de outras relaes sociais que no
so funcionais Totalidade vigente, e no so, portanto, reproduzidas pelo
modo de produo capitalista, mas so, pelo contrrio, destrudas pelo
avano do Capital.
Trata-se aqui de incorporar, de forma consequente, o projeto metafsico que a Exterioridade filosfica contm em si, e que se projeta tambm
para o campo jurdico. As categorias vislumbradas por Lyra Filho j permitem resgatar a visibilidade de todas as Alteridades negadas pela Totalidade
vigente. Basta que se concebam todos os outros mundos possveis, mas que
foram silenciados violentamente pela Modernidade ocidental.
Desse modo, possvel inclusive compreender o atual processo de
luta pela afirmao das subjetividades secularmente negadas pelo processo de colonizao, enquanto obrigaes juridicamente reconhecidas no
plano de Estados nacionais ou plurinacionais efetivamente emancipados
(SANTOS, 2010). Trata-se do processo histrico-concreto de libertao,
que enseja a ampliao do campo jurdico mediante o reconhecimento
dessas subjetividades:
Segundo Dussel (1996, p. 76), a libertao no es una accin fenomnica, intrasistmica; la liberacin es la praxis que subvierte el orden fenomenolgico y lo perfora hacia una trascendencia metafsica que es la crtica total a lo establecido, fijado, normalizado, cristalizado, muerto. Dessa
forma, a construo de um Direito da libertao no uma mera questo
terica, ou que possa ser teoricamente resolvida, mas uma questo essencialmente ligada prxis concreta, entendida como prxis de libertao
da Exterioridade em relao Totalidade vigente, dominadora.
Dessa forma, aquilo que at ento seria o impensvel dentro da estrutura da Totalidade vigente, e que sequer as filosofias ontolgicas conse-
175
176
guiriam captar, eis que se tornam reivindicaes concretas a partir da atuao organizada dos oprimidos. A Exterioridade traz em si o programa para
a dissoluo da Totalidade vigente, dominante e dominadora. Seu projeto
jurdico impensvel dentro do sistema de Direito vigente, e se tornar
evidente, corriqueiro, cotidiano dentro do novo sistema de Direito futuro, que se encontra por ser construdo. E assim o era tambm antes do
sistema de Direito edificado a partir das revolues burguesas.
Na realidade, o espao social um espao multidimensional, conjunto aberto de campos relativamente autnomos, quer dizer, subordinados quanto ao seu funcionamento e s suas transformaes,
Quando o poder indiferenciado (potentia) decide organizar-se institucionalmente, o exerccio delegado do poder se determina em
primeiro lugar como poder institudo (potestas) que, com relao a
uma possvel constituio, constitui-se a si prprio como poder constituinte (que se concretiza como assemblia constitutinte). A constituio (que deve positivizar os direitos humanos) estabelece, por
177
178
O campo jurdico passa a existir na medida em que o campo da produo material da vida permite uma complexificao da diviso social do
trabalho, que passa da diviso sexual no mbito das famlias e dos cls,
para uma diviso propriamente social, que gradualmente cindir as sociedades em classes sociais distintas, umas baseadas no trabalho manual, e
outras em geral dominantes baseadas no trabalho intelectual.
Na medida em que so criadas as possibilidades materiais de liberao de um crescente nmero de indivduos do processo produtivo para
o processo essencialmente especulativo (os religiosos, os intelectuais etc.)
ou operacional (no caso da burocracia, dos administradores da guerra
etc.), criam-se tambm formas institucionais que reproduzem a maior
complexidade da diviso social do trabalho. nesse contexto que nasce o
campo jurdico propriamente dito, que se tornar autnomo (mas jamais
independente) em relao aos demais campos.
O giro descolonizador busca romper com toda perspectiva eurocntrica, constituindo-se como alternativa terica na Amrica Latina s
perspectivas que apenas reforam o chamado colonialismo interno, dentro
do qual se encontram a colonialidade do poder e a colonialidade do saber.
Essas novas epistemologias do Sul, para utilizar a categoria proposta
por Boaventura de Sousa Santos (2008), caracterizam-se pelos seguintes
elementos (LANDER, 2000): uma concepo de comunidade e de participao assim como do saber popular, enquanto formas de constituio e
como produto de uma episteme de relao; a ideia de libertao por meio
da prxis, que supe a mobilizao da conscincia, e um sentido crtico
que leva desnaturalizao das formas cannicas de apreender o mundo;
a redefinio do papel do investigador social e o reconhecimento do Outro
como Si Mesmo, transformando assim a relao sujeito-objeto e o papel
do ator social na construo do conhecimento; reviso dos mtodos utilizados para conhecer a realidade; a perspectiva da dependncia e tambm
da resistncia.
Compreendemos que a dialtica social do Direito, proposta por
Roberto Lyra Filho, enquanto teoria do Direito e enquanto mtodo para a
compreenso do fenmeno jurdico, pode ser concebida como uma contribuio descolonizao do saber jurdico, e como um programa inicial de
estudos do Direito nas sociedades contemporneas, podendo acoplar-se
179
180
a essa teoria as perspectivas do giro descolonizador e da teoria do sistema-mundo, de forma a conceber o processo atual de produo social do
Direito como um processo analtico marcado pela atuao de diferentes
povos, classes e grupos sociais dominantes e dominados, que produzem de
forma dinmica os processos de afirmao do fenmeno jurdico.
Para romper com a colonialidade do saber jurdico, no basta, portanto, romper apenas com o positivismo jurdico de matriz kelseniana, ou
com o modelo de regras la Hart, mas trata-se de superar dialeticamente
(ou analeticamente) todas as teorias denominadas ps-positivistas que
acabam por reforar a colonialidade do saber medida que reproduzem
a colonialidade do poder, enquanto poder social de distribuio seletiva
do reconhecimento jurdico das relaes sociais como relaes propriamente jurdicas.
REFERNCIAS
BETHEL, Leslie (Ed.). Ideas and ideologies in twentieth century Latin America.
Cambridge: Cambridge University Press, 1996.
BOURDIEU, Pierre. O poder simblico. 12. ed. Traduo de Fernando Tomaz. Rio de
Janeiro: Bertrand Brasil, 2009.
______; PASSERON, Jean-Claude. A reproduo: Elementos para uma teoria do sistema de ensino. Traduo de Reynaldo Bairo. 3. ed. Rio de Janeiro: Francisco Alves.
1992.
LOVE, Joseph. Ideas and ideologies in twentieth century Latin America. In:
BETHEL, Leslie (Org.). Cambridge History of Latin America. Cambridge: Cambridge
University Press, 1996.
PERELMAN, Cham. Lgica jurdica: nova retrica. 2. ed. So Paulo: Martins Fontes,
2004.
QUIJANO, Anbal. Colonialidade, poder, globalizao e democracia. Novos Rumos,
ano 17, n. 37, 2002.
RIBEIRO, Gustavo Lins. Post-imperialismo. Para una discusin despus del post-colonialismo y del multiculturalismo. Braslia: UnB, 2000.
SALAZAR BONDY, Augusto. Existe una filosofa de nuestra Amrica. 5. ed. Mxico:
Siglo Veintiuno, [s.d.].
181
182
______. Para uma sociologia das ausncias e uma sociologia das emergncias. Revista
Crtica de Cincias Sociais, n. 63, p. 237-280, 2002.
______. Refundacin del Estado en Amrica Latina. Perspectivas desde una epistemologa del Sur. Lima: Instituto Internacional de Derecho y Sociedad, 2010.
SARTORI, Vitor Bartoletti. Lukcs e a crtica ontolgica ao Direito. So Paulo:
Cortez, 2010.
______. La filosofa americana como filosofa sin ms. Mxico, DF: Siglo Veintiuno,
1969.
1 INTRODUO
O desafio diante do qual se encontra o Direito contemporneo reside
no paradoxo provocado pela convivncia de duas heranas que dominaram
o universo intelectual dos juristas e dos filsofos no sculo XX. Na cincia
do Direito, a influncia marcante do positivismo, e na filosofia, o historicismo. A construo de uma nova forma de pensar a funo do Direito vem
sendo desenvolvida em face desses dois obstculos, principalmente tendo
em vista que a teoria de Hans Kelsen retirou do Direito qualquer funo
crtica. Se a cincia do Direito se reduz, como na perspectiva kelseniana, a
uma anlise da estrutura interna do Direito positivo, ela no pode integrar
em suas consideraes as ideias do justo e do injusto, o que inviabiliza uma
verdadeira avaliao do sistema jurdico.
O projeto positivista caracteriza-se pela convico de que possvel uma cincia do Direito que tenha por objeto de estudo exclusivamente o Direito legislado pela autoridade poltica. Na explcita sugesto de
Kelsen, a Teoria Pura do Direito (2006, p. 3) pretende libertar a cincia
jurdica de todos os elementos que lhe so estranhos e que no funo
da cincia jurdica legitimar e justificar o Direito, mas to somente conhecer e descrever (KELSEN, 2006, p. 5) o fenmeno jurdico. O termo
positivista refere-se, assim, tanto positividade do direito, como filosofia positivista que fundamenta a sua interpretao. Essa argumentao
justificadora da natureza pura do Direito, abstrada de qualquer considerao de ordem moral, poltica ou sociolgica, foi a base intelectual do
positivismo jurdico.
184
Questes fundamentais como a legitimidade do Direito e os critrios no meramente formais de aplicao das normas foram relegadas
a um plano secundrio, sob a crena de ser possvel a assimilao do
Direito por um esquema lgico-dedutivo. Como o positivismo foi deixando diversos problemas sem respostas, como a questo das razes e dos
limites da obedincia em contextos autoritrios/totalitrios, da discricionariedade judicial e das insuficincias do individualismo liberal como
nico conjunto de valores desejveis para uma sociedade, tem-se assistido, desde a segunda metade do sculo XX, ao retorno destas questes
pauta de investigao da teoria e da filosofia do Direito.
A legitimidade do Direito tem a ver com as razes pelas quais o
conjunto de normas que formam o Direito gera a obrigao de obedincia pelos seus destinatrios, assim como quais as normas que esto obrigados a seguir. Questes de aplicao do Direito tem a ver com resoluo dos conflitos e, portanto, com a forma como os juzes argumentam/
raciocinam e decidem os casos. Nenhuma dessas questes pode ser satisfatoriamente respondida, independentemente da investigao de fatores polticos, axiolgicos e sociolgicos. A poltica preocupa-se com as
circunstncias nas quais as pessoas organizam e estruturam a convivncia no espao pblico e, por isso, crucial para compreender problemas
como autoridade, democracia, soberania popular, consenso ou desacordo. A Sociologia indaga as formas de organizao, interao, comportamento dos grupos sociais, e por isso capaz de problematizar questes
como desigualdade social, excluso, multiculturalismo e outras. O estudo
da poltica e da sociedade ir apontar o sistema de valores dos grupos
sociais que pauta seu imaginrio, suas expectativas e suas condutas, caracterizando o problema moral.
A poltica e a moral dos grupos sociais refletir-se-o na origem e na
forma dos sistemas de normas jurdicas. A tentativa de isolar o fenmeno
jurdico da sua necessria dimenso poltica, sociolgica e moral e de afirmar a existncia de um campo perfeitamente delimitado e individualizado
de saber, como tentaram Austin e Kelsen, revelou-se um projeto reducionista, que ignora a origem e a natureza da sociedade e da forma como nela
se expressa a prxis humana.
Conscientes dos problemas fundamentais do Direito e de sua necessria relao com fatores excludos da moldura formalista do positivismo jurdico, os jusfilsofos tm transformado o cenrio das investi-
gaes tericas em Direito nas ltimas dcadas. As concepes contemporneas sobre o Direito desenvolvidas no ps-guerra constituem, por
isso, uma reao ao positivismo jurdico. O presente artigo no pretende
apresentar e discutir cada uma destas teorias, mas identificar e problematizar um ponto comum do qual todas partem e que pode constituir-se
em obstculo para a construo de uma resposta adequada ao problema
da legitimidade do Direito em sociedades plurais. Portanto, mesmo que
tenham avanado em relao ao positivismo jurdico, ainda assim falham
em responder ao problema da legitimidade do Direito, dado o apego ao
iderio liberal-individualista da modernidade.
2
No entanto, boa parte dos tericos contemporneos ainda est comprometida com o projeto do positivismo jurdico, tentando atenuar suas principais deficincias. Dentre eles, podem-se incluir Herbert Hart, Joseph Raz e Neil MacCormick.
Dworkin (2003) defende a ideia de integridade, que pode ser definida enquanto a compreenso do Direito como um todo, abrangendo regras e princpios, norteada pelo compromisso de, ao mesmo tempo, ser coerente e ntegra com o que o Direito foi, e manter
a capacidade de, nos moldes da integridade, renovar o Direito na medida do necessrio.
Nessa concepo, cabe ao juiz preservar os entendimentos passados, adaptando-os para
a realidade do caso no presente. Partindo dessa concepo, Dworkin nega que o juiz
legisle quando est diante de casos difceis, que so aqueles casos em que a lei existente
no tem resposta clara. Para isto, criou a famosa distino entre princpios e polticas: as
polticas fixam os objetivos sociais coletivos e os princpios, e, por outro lado, estabelecem direitos (como o direito liberdade de expresso ou de associao). Em seu influente livro, Levando os direitos a srio (2000), Dworkin sustenta que, na realidade, os juzes
resolvem os casos difceis apelando a princpios, que so o fundamento do ordenamento
jurdico; as consideraes de polticas ficam nas mos dos poderes do Estado eleitos
democraticamente. A teoria dworkiniana da deciso judicial acompanha a concepo de
justia, democracia e constitucionalismo. O princpio de justia mais bsico a obrigao
das instituies governamentais de tratar a todos com igual considerao e respeito. Ao
estabelecer limites ao poder das instituies que ela mesma cria, a Constituio reflete
este princpio: restringe o poder das maiorias no Congresso e do Poder Executivo em
suas polticas que restrinjam as liberdades fundamentais. Nesta viso, os direitos so
trunfos que limitam a possibilidade de promover objetivos sociais, ainda que estes sejam
legtimos ou valiosos. Se os direitos sempre devessem ceder ante as polticas, que sentido teria reconhec-los? Com base nisso, o Poder Judicirio, encarregado de velar pelo
respeito aos direitos, capaz de resolver casos difceis sem que isso implique discricionariedade.
185
186
John Finnis (2006) parte da ideia de que existem bens humanos que somente o Direito, enquanto instituio jurdica, pode assegurar, assim como requisitos de razoabilidade prtica
que apenas este pode satisfazer. Assim, o propsito de sua obra mais difundida e importante,
Natural Law and Natural Rights, 1980, exatamente o de identificar esses bens, assim como
os requisitos de razoabilidade prtica que o Direito deve cumprir. Sua inteno reabilitar a
tradicional teoria da lei natural das crticas sofridas pelo positivismo jurdico e resgatar, desde
a perspectiva da discusso da justia, questes cruciais como autoridade e conceito de Direito.
John Rawls (2008) tem importncia fundamental para o Direito, pois resgata para o debate
jurdico uma discusso que parecia ter sido sepultada pelos utilitaristas e positivistas do sculo
XIX e primeira metade do sculo XX: o problema da justia e, consequentemente, dos valores.
Rawls prope estabelecer quais princpios morais devem governar a estrutura bsica de uma
sociedade qualificada como justa. Para tanto, prope sua teoria da justia como equidade,
inspirando-se em Kant e situando-se em posio oposta s formas dominantes do pensamento terico, como o utilitarismo, de um lado, e a filosofia lingustica, de outro. Rawls afirma
a primazia da justia sobre o bem-estar e a legitimidade de discutir filosoficamente temas
substantivos mesmo quando ferramentas conceituais no so totalmente satisfatrias ou disponveis. Sua tese sobre a prioridade da justia deita suas razes na longa tradio filosfica
moral e poltica presente no pensamento de Plato, Aristteles, Rousseau e Kant.
Por meio de sua obra Tpica e Jurisprudncia, Theodor Viehweg (1986) prope, por um
lado, uma forte crtica ao projeto cientificista do positivismo jurdico e, por outro, defende
a estrutura tpica da jurisprudncia. Em contraposio lgica dedutiva, Viehweg sustenta
que a tpica sempre esteve na base do raciocnio jurdico, que busca no exame dos prprios
contornos do problema a base para a sua soluo. O pensamento problemtico , assim,
aquele que enfatiza uma soluo concreta, para a qual so possveis vrias respostas, devendo-se escolher uma, com base em critrios previamente estabelecidos ou em novos,
formando os chamados topi. A tpica consiste na busca de premissas axiolgicas do Direito
no momento da soluo dos casos.
A exemplo de Viehweg, Perelman (2000) contesta o emprego da lgica formal ao estudo das
cincias humanas e sociais. A nova retrica de Perelman prope a formulao de uma nova cultura judicial, fundada em processos de argumentao. Os raciocnios jurdicos so concluses
no de uma lgica formal, mas de argumentao que deve chegar a uma soluo razovel, nem
subjetiva, nem arbitrria. Para tanto, Perelman assinala que as decises judiciais operam na
base dos raciocnios dialticos, em que a passagem das premissas para a concluso no uma
operao obrigatria, mas resultado de argumentos que visam no verdade, mas adeso.
A inteno de Alexy (2005) demonstrar a viabilidade de um discurso racional na fundamentao jurdica, fundada na procedimentalidade e na formulao lgica de regras discursivas. A razo, para Alexy, discursiva, ou seja, a prpria argumentao prtica pautada por regras elaboradas em uma situao ideal de fala. A argumentao jurdica racional
depende de uma srie de regras e de formas que devem ser seguidas e que constituem os
critrios de correo para as decises judiciais.
A anlise econmica do Direito, conforme preconiza Richard Posner (2007; 2011), assume
como pressuposto o fato de que as pessoas so maximizadoras racionais de suas satisfaes. Isso significa que, quando efetuam suas escolhas, as pessoas ponderam a relao
entre custos e benefcios e adotam as que lhes trazem mais bem-estar. Quando o fazem
racionalmente, as pessoas escolhem com base no critrio da eficincia. A economia que
estuda como os seres humanos comportam-se e tomam decises em contextos de recursos
escassos constitui um mtodo que pode ser aplicado ao Direito. Assim, a anlise econmica
do Direito tanto descritiva (positiva), quanto normativa. Em sua dimenso descritiva, pro-
cura explicar as normas desde o ponto de vista econmico, ao medir os custos que acarreta
e os efeitos que produz. Em seu vis normativo, preconiza que os juzes devem decidir com
base no critrio da maximizao da riqueza.
Jeremy Waldron (2001) sustenta que a poltica o terreno dos desacordos, onde diferentes
e, s vezes, conflitantes vises de justia disputam espao. Todavia, tem-se dado questo
da legitimidade das leis um tratamento que ignora a atuao divergente dos Parlamentos.
Portanto, Waldron no considera os direitos como trunfos que se sobrepem ao processo
democrtico de elaborao de leis. Quaisquer divergncias, inclusive relativas a direitos,
devem ser superadas mediante procedimentos majoritrios e no por meio da atribuio
dessa funo aos juzes. Isso porque os juzes tambm discrepam entre si, decidem por
maioria, no garantem que no haver arbitrariedades, mas, ao contrrio dos Parlamentos,
no so rgos democrticos.
187
188
Wolkmer (2011) assinala que o Direito da sociedade moderna adequa-se ao tipo de sociedade burguesa, de economia capitalista, de ideologia liberal-individualista e organizada politicamente em torno da figura do Estado-nao. Essas estruturas produziram um paradigma jurdico
marcado pelos princpios do monismo, da estatalidade, da racionalidade
formal, da certeza e da segurana jurdica. Segundo estes princpios, regras
genricas e abstratas, produzidas por um s agente o Estado-nao so
formuladas para realidades unitrias e homogneas, centradas na figura
do sujeito racional, de modo a construir um modelo jurdico abstratamente
igualitrio. O igual tratamento de todos perante a lei torna-se um dogma,
ainda que convivendo com um mundo dspar e plural composto por sujeitos amplamente diferentes entre si.
As teorias propostas no cenrio ps-moderno partem deste pressuposto: a modernidade um fenmeno meramente intraeuropeu, cujos momentos constitutivos so a Reforma, o Iluminismo, a Revoluo Francesa
e a Revoluo Industrial. As teorias ps-positivistas para o Direito, a despeito de resgatarem a dimenso poltica e moral para a compreenso do
fenmeno jurdico, encaixam-se no mesmo contexto das teorias crticas do
sculo XX, que continuam adeptas ideia segundo a qual existe um iderio poltico e moral que atende ao conjunto das demandas das sociedades contemporneas, a saber, o liberalismo individualista, e que pode ser
tranquilamente usado como o critrio para resolver os problemas de legitimidade do Direito. Ocorre que, como adverte MacIntyre (1988, p. 12), o
189
190
As explicaes mais completas sobre o mundo s so possveis quando as narrativas locais se expandem ao contrrio de serem sufocadas em
grandes narrativas singulares (STACY, 2001, p. 174). O projeto moderno de
sociedade, estruturado na racionalidade tecnocientfica e na ideia de oposies hierrquicas (Oriente/Ocidente, primitivo/civilizado, mgico/mtico-cientfico, irracional/racional, tradicional/moderno), comeou a debilitar-se desde o momento em que se tornou impossvel negar a diversidade
caracterizada pelas prticas sociais e discursivas constitudas margem
desse modelo, o que resulta na impossibilidade prtica de universalizao
do projeto moderno, a no ser por meio de modelos autoritrios de convivncia social, onde, como ensina Castro-Gomez (1996, p. 44), a homogeneidade e o consenso foram assegurados base da fora. Eis o caso tpico
da colonizao, mas no somente dela.
A questo no se restringe apenas existncia de outros sujeitos
e grupos que no compartilham ou que resistem ao ideal de vida boa estabelecido pelos parmetros ocidentais, mas que grande parte desses sujeito
e grupos diferentes sofrem processos de desigualdade social e discriminao que andam lado a lado com a prevalncia deste modelo. A hegemonia da cultura ocidental, que advm da ideia de superioridade dos valores
construdos na (sua) modernidade, tambm responsvel pelos atuais
processos de excluso dos indivduos e grupos no adequados aos seus
padres cientficos, morais e estticos. O racismo, por exemplo, um discurso que postulava bases cientficas para a hierarquizao e gradao das
diferenas humanas com o objetivo de inferiorizar negros, ndios e outros
grupos no identificados com o esteretipo de sujeito de direitos europeu
e que persiste at hoje.
191
192
sob a perspectiva global, a tradio jurdica ocidental, apesar de sua riqussima herana, aparece apenas como um modelo paroquial e estreitamente
focado, tendendo ao etnocentrismo. Pretendendo ser mais compreensiva
que isto, a perspectiva global permite construir uma viso alternativa
teoria legal que pressupe a compreenso do Direito, implcita ou explicitamente, sob os cnones ocidentais, propondo vises do Direito no mundo, razoavelmente abrangentes. Isso implica tomar em conta realidades
transculturais que, por conseguinte, desafiam noes padronizadas sobre
justia, direitos humanos, difuso, pluralismo legal entre outras. Em outras
palavras, a perspectiva global busca compreender os processos de difuso
do Direito luz das mudanas trazidas tona pela globalizao, que determinam a necessidade de se tomar em conta outras tradies e culturas
legais que povoam o contexto contemporneo.
Uma concepo de Direito, razoavelmente compreensiva, desde a
perspectiva global parte do projeto de uma teoria geral do Direito reanimada pelos desafios da globalizao. De acordo com Twining, tal concepo pode ser til como ponto de partida para a construo de uma viso
geral da imagem do Direito no mundo, sublinhando a diversidade e a complexidade dos fenmenos legais. Em suas palavras, desde uma perspectiva
global esclarecedor conceber a lei como uma espcie de prtica social
institucionalizada que orientada para ordenar as relaes entre os sujeitos em um ou mais nveis de relaes ou ordenaes (TWINING, 2009,
p. 117).
As teorias legais devem reconhecer e levar em conta o pluralismo
como a principal caracterstica da cultura ps-moderna. O objetivo de assegurar a superioridade de uma dada cultura tornou-se um projeto sem
qualquer factibilidade diante do reconhecimento do irredutvel pluralismo das culturas, das tradies, das ideologias e das formas de vida. Assim,
como esclarece Stacy (2001, p. 177), no mundo ps-moderno do pluralismo cultural, o foco da teoria do direito est em como diferentes grupos
podem se comunicar, se entender e resolver os seus conflitos legais.
193
194
desde o ponto de vista daqueles que esto sujeitos a essa fora. Tais prticas no constituem, portanto, atos formais de criao de leis, seno, em
ltima anlise, crenas e atitudes a respeito de sua legitimidade, obrigatoriedade e poder prescritivo (TWINING, 2009, p. 118).
5 CONCLUSO
Diante disso, a colonialidade como uma caracterstica da modernidade que explica os processos de excluso e desigualdade social gerados
nas sociedades contemporneas aponta a existncia de contextos sociais
cujas tenses e conflitos exigem respostas que no podem ser encontradas
simplesmente no repositrio liberal-individualista. O problema da legitimidade do Direito no contexto de sociedades plurais, como o caso latino-americano, deve levar em conta suas especificidades polticas, sociolgicas e morais igualmente plurais, o que evidencia as insuficincias das
principais teorias jusfilosficas ps-positivistas.
REFERNCIAS
195
196
PERELMAN, Cham. Lgica jurdica: nova retrica. So Paulo: Martins Fontes, 2000.
RAWLS, John. Uma teoria da justia. 3. ed. So Paulo: Martins Fontes, 2008.
TWINING, William. General jurisprudence: understanding law from a global perspective. New York: Cambridge University Press, 2009.
VIEHWEG, Theodor. Topica y jurisprudencia. Madrid: Taurus, 1986.
WALDRON, Jeremy. Law and Disagreement. Oxford: Oxford University Press, 2001.
WALLERSTEIN, Immanuel. O universalismo europeu. So Paulo: Boitempo, 2007.
WOLKMER, Antonio Carlos. Pluralismo jurdico. Fundamentos de uma nova cultura no Direito. 3. ed. So Paulo: Alfa mega, 2011.
EL MAZ:
entre nuevos mbitos de comunalidad
y nuevas alambradas del saber
1 INTRODUCCIN
Es bien sabido que el maz es de suma importancia alimentaria a
nivel mundial, ya que es uno de los cuatro cultivos cruciales para la humanidad. No obstante, en el caso de Mxico, el maz no slo constituye la
principal base alimentaria de la poblacin, sino que adems es su centro
de origen y de diversificacin constante (YAMAZAKE et al., 2009, p. 23); lo
que quiere decir que el maz fue domesticado en esta regin del mundo,
adems de ser un lugar donde constantemente se crean nuevas variedades de maz mediante el intercambio de semillas y conocimientos entre
campesinos. De entrada, es importante comprender que el maz para los
mexicanos fundamentalmente para pueblos indgenas y campesinos no
es una cosa, ni una mercanca, ni un simple cultivo o producto agrcola,
sino un tejido relaciones que involucra epistemologas y espiritualidades,
formas de estar y pensar el mundo colectivamente.
La domesticacin del maz implic el desarrollo de toda una cultura, con sus propias exigencias materiales, intelectuales y espirituales,
misma que obligo a organizar en torno a ellas y a su dinmica toda la
198
pesinos e indgenas y sus sentidos del buen vivir ligados a sus saberes de
subsistencia1 se ven seriamente amenazados por la racionalidad capitalista neoliberal en un proceso ampliado de subsuncin real de la vida en
el capital, mediante la subordinacin de la naturaleza y los procesos biolgicos constitutivos de la reproduccin natural de la vida. Hablando en
clave de derechos humanos, podemos decir que gracias a la hegemona
del neoliberalismo y por tanto a su capacidad de imponer regulaciones
jurdicas hacia dentro de los estados nacionales, es que stos derechos
reconocidos por el derecho internacional se ven desactivados. La autoridad internacional del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco
Mundial en materia econmica se ejerce por su capacidad material y estructural de inducir comportamientos macroeconmicos a los Estados
altamente endeudados y dependientes del crdito internacional (como
Mxico) para lo cual se establecen reglas tcnicas de la buena conducta
econmica, que implican ajustes estructurales que refuerzan un contexto
socioeconmico y geopoltico contrario a la eficacia real de los derechos
humanos, pero si en beneficio de los derechos patrimoniales de grandes corporativos trasnacionales y el libre comercio (MEDICI, 2011). En
base a estos ajustes estructurales se crean y modifican leyes estatales
que territorializan un nuevo orden colonial articulado a toda una red de
tramas sociales, polticas, culturales, econmicas y jurdicas en torno a
la dinmica de dominacin, explotacin, exclusin y marginacin de amplios sectores sociales.
Las reformas estructurales son ajustes a las regulaciones jurdicas
nacionales, impuestos como condicin para recibir algn tipo de inversin
econmica, bajo el chantaje de quedar excluidos de los flujos de produccin y comercio internacionales (Tratados de Libre Comercio) mediante el
despliegue de los dispositivos militares, polticos, econmicos y culturales
del discurso neoliberal. Esta imposicin, no slo abre la puerta al despojo
y explotacin de recursos de los pases del tercer mundo, sino que tienen
tambin como consecuencia la transformacin de dinmicas sociales, econmicas, culturales, polticas y estticas. Estas transformaciones implican
una profunda degradacin de los diversos tejidos sociales entretejidos que
conforman nuestras variopintas sociedades latinoamericanas, no slo a
199
200
201
202
En 1993, los gobiernos de Canad, Estados Unidos (EU) y Mxico suscribieron el Tratado de
Libre Comercio de Amrica del Norte (TLCAN), el cual entr en vigor el 1 de enero de 1994.
El captulo agropecuario del TLCAN establece, entre otros aspectos, cupos de importacin
para ingresar determinadas cantidades de maz y frijol, entre otros, provenientes de Estados
Unidos a nuestro pas, con un pago de arancel o impuesto que fue disminuyendo progresivamente hasta llegar a cero. Esta situacin signific importar cada vez ms maz a Mxico,
mientras que, en EUA, a partir de 1996, se destinaron cada ao ms hectreas a la siembra
comercial de maz transgnico. Como consecuencia de la entrada en vigor del TLCAN la
comercializacin y produccin de maz en Mxico, en el mercado interno, enfrenta en estos
momentos grandes problemas, por la competencia con las importaciones procedentes de
Estados Unidos, que son controladas en su mayora por grandes consorcios privados.
203
204
205
206
ductos de la mente (SHIVA, 2003, p. 18). Al igual que los procesos de colonizacin de la llamada modernidad madura planteaban que pesar de estar
habitada por pueblos indgenas, la tierra descubierta fue tratada de terra
nullius, o Tierra Vaca, porque no haba asentamientos de europeos blancos. Cuando John Locke dice en el principio todo el mundo fue Amrica,
est estableciendo un principio terico, no histrico (CLAVERO, 1994, p.
22). En el pensamiento de Locke el territorio de Amrica puede considerarse jurdicamente vaco, ya que, segn su pensamiento, la ocupacin
efectiva de la tierra sirve para generar derecho, en su sentido extensivo,
de la facultad no slo sobre s mismo, sino tambin sobre la naturaleza.
Para Locke otros usos no son considerados vlidos, slo el capital puede
aadir valor a la naturaleza que se ha apropiado y, por lo tanto, slo los
que poseen capital tienen derecho natural de poseer recursos naturales,
un derecho que sustituye a los derechos comunes de otros con reivindicaciones anteriores (SHIVA, 2003, p. 45). De este modo Locke pretende legitimar el robo y saqueo efectuado por parte de las potencias occidentales. En
trminos sintticos para Locke el derecho de propiedad es el derecho por
antonomasia, y el territorio americano puede considerarse jurdicamente
vaco porque no est poblado por individuos que respondan a los requerimientos de la propia concepcin liberal/burguesa de este derecho; esto
es a una forma de ocupacin y explotacin de la tierra que produzca ante
todo derechos, antes que nada, individuales. De modo que, aunque se trate
de un territorio poblado por los pueblos indgenas americanos, este puede
ser considerado vacante a disposicin de los nuevos colonizadores europeos, ya que aquellos no conciben el derecho de propiedad con los atributos lockeanos.
En realidad, no se est postulando un derecho para todos los seres humanos, sino slo para aquellos seres, afortunados individuos que responden
a la concepcin liberal de humanidad (CLAVERO, 1994, p. 22). Naturaleza
humana que resulta de una apreciacin de lo que seran los individuos humanos con entera independencia de sus relaciones sociales y sus contextos
de vida. As se consideran seres humanos aquellos que encajan en la nueva
subjetividad abstracta y hegemnica: hombres, iguales, racionales, libres y
propietarios. Subjetividad en la que evidentemente no encajan los pueblos
indios mexicanos americanos.
Del mismo modo en la lgica lockena la utilidad de los objetos fsicos o naturales se produce a travs del esfuerzo humano y los que emplearon dicho esfuerzo tienen el derecho moral al uso exclusivo de tales objetos
(TANSEY, 2008, p. 40). No obstante, el conocimiento que es inventado,
patentado y convertido en propiedad intelectual suele ser una innovacin actual de los sistemas de conocimiento indgenas, esto es, una historia de sucesivas innovaciones hechas por los pueblos indgenas y campesinos que no son valoradas ni reconocidas. De modo que, este derecho a
reivindicar la invencin, como el derecho a reivindicar el descubrimiento
que otorgaban las cartas patentes de la conquista colonial, es la justificacin para hacerse con el control de los sistemas econmicos y de mercado
por medio de sistemas de patentes globalizados. El disfraz de recompensa
a la inventiva oculta su objetivo real: el control de la economa mundial. Lo
que est en el centro de los intensos conflictos y controversias sobre las patentes es esta conquista secular de los diversos sistemas de conocimiento y
economas (SHIVA, 2003, p. 18-19).
207
208
niera gentica, ofreciendo un conjunto de tcnicas que permiten modificar la herencia de los seres vivos, creando nuevos organismos, usando
combinaciones novedosas de material gentico que no existan antes en
la naturaleza y no han pasado por el proceso de evolucin. Entonces, la
biotecnologa moderna permite una combinacin de patrimonios genticos de especies que no se cruzaran naturalmente, rompiendo las barreras
naturales de cruzamiento entre ellas mediante la introduccin directa de
genes obtenidos de otros seres, ya sean vegetales, animales, bacterias, virus etc. Estos nuevos OGMs son producidos mediante un proceso biotecnolgico moderno en laboratorios para aumentar rendimientos, resistir
heladas, sequas, plagas enfermedades y herbicidas, producir sus propios
insecticidas u obtener nuevos productos a fin de responder a los mercados globalizados. En este sentido la revolucin biotecnolgica constituye
la continuacin de la Revolucin Verde, obedece a su misma lgica y como
aquella pretende ser una panacea para acabar con el hambre en el mundo; comparte tambin con ella una visin fragmentada de la socio-bio-diversidad, basada en la homogenizacin de los cultivos (monocultivos), y
la bsqueda de altos rendimientos (AGUILAR; ILLSLEY; MARIELLE, 2003,
p. 105-106.)
209
210
Las consecuencias de la proteccin en exclusividad de ese conocimiento, mediante la patente como rgimen de proteccin de la propiedad
intelectual en el mbito de la agricultura, implican la creacin de dependencia alimentaria, la restriccin o limitacin de las condiciones de existencia
humana y la satisfaccin de necesidades humanas reales, como por el pago
obligado y excesivo por semillas genticamente modificadas (SNCHEZ
RUBIO; SOLRZANO ALFARO, 2004). Esta colonizacin y monopolizacin
En marzo de 1998, el USDA y la Delta and Pine Land Company anunciaron que haban
desarrollado y patentado conjuntamente una nueva biotecnologa agrcola a la que denominaron, en trminos benignos, control de la expresin gentica de las plantas. La
nueva patente hace posible que sus dueos y los poseedores de una licencia creen semillas estriles mediante la programacin selectiva del ADN de la planta para que mate
a sus propios embriones (SHIVA, 2003, p. 102).
de las bases materiales de vida, a travs del libre comercio, produce lo que
Ivn Illich atino en llamar monopolios radicales, mediante la creacin de
nuevas formas de escasez; limitando el acceso a los recursos e instalando
a la gente dentro de la dependencia mediante la transformacin de la agricultura y alimentacin en una realidad econmica y artificial, sustituyendo
valores de uso por valores de cambio, esto es, sometiendo a la gente a la
necesidad de bienes y servicios escasos. Illich llam monopolio radical ms
que la dominacin de una marca, a la de un tipo de producto. Un proceso de
produccin industrial que ejerce un control exclusivo sobre la satisfaccin
de una necesidad apremiante excluyendo en ese sentido todo recurso a las
actividades no industriales. De modo que hay monopolio radical cuando
la herramienta programada despoja al individuo de su posibilidad de hacer. Esta dominacin de la herramienta instaura el consumo obligatorio y
con ello limita la autonoma de la persona [y las comunidades]. Es un tipo
particular de control social, reforzado por el consumo obligatorio de una
produccin en masa que slo las grandes industrias pueden garantizar
(ILLICH, 1985, p. 81-83). As las empresas agrobiotecnolgicas pretenden
ejercer el monopolio radical de la agricultura y la alimentacin, apropindose de las fuentes materiales de subsistencia a travs de la biotecnologa
y el rgimen de patentes y de proteccin a la propiedad intelectual, alterando la relacin entre lo que la gente necesita y hace por si misma para
obtener su alimento, y lo que obtiene de la industria.
Se trata de nuevos cercamientos del saber [alambradas del saber], cuyos pivotes son el refuerzo de los derechos de propiedad intelectual, las patentes sobre la vida y la pirateria sobre saberes tradicionales
(VERCELLONE, 2004, p. 69) [biopiratera];4 como forma de apropiacin
por parte de corporativos transnacionales y tambin de algunas instituciones pblicas de investigacin a menudo en curso de privatizacin
de los recursos genticos y conocimientos asociados a ellos, para su privatizacin y con la finalidad de lucrar con ellos. De esta forma opera la
apropiacin de estos espacios vitales, con el afn de obtener ganancias,
sin el consentimiento y excluyendo a los pueblos indgenas y campesinos,
creadores y conservadores de dichos conocimientos (SHIVA, 2003); legi
Previo a la biopiratizacin existe un proceso de bsqueda y evaluacin, que permite identificar, seleccionar y aislar componentes ltimos de estos recursos. A este proceso se le
conoce como bioprospeccin, el cual consiste en la exploracin de la diversidad biolgica y
conocimiento indgena y tradicional asociado a ella, para facilitar la seleccin y extraccin de
recursos genticos y bioqumicos que puedan resultar aplicables en productos comerciales
(SHIVA, 2003, p. 102).
211
212
213
214
Mediante las patentes opera una la reduccin de los bienes materiales de subsistencia y el conocimiento tradicional, a bienes susceptibles de
apropiacin y regulacin por intereses de libre mercado y su control corporativo. De este modo se les desliga de su ancestral significacin cultural
operando un despojo que implica la previa desvalorizacin de los sistemas
de conocimiento indgena y las formas de vida verncula para justificar
215
216
217
218
No obstante, bajo un lgica totalmente contraria, como bien explica la Unin de Cientficos Comprometidos con la Sociedad (UCCS), el maz
nativo es toral para Mxico por tres razones: 1) es el nico tipo de maz
que prospera en tierras de baja calidad agrcola, que son la mayora de las
dedicadas a su cultivo y de las que dependen millones de familias campesinas; 2) produce el maz de especialidad que requiere la cocina mexicana,
y 3) su biodiversidad es la mejor apuesta para Mxico y para el mundo
para enfrentar al cambio climtico. De modo que su importancia radica en
su diversidad. Por consiguiente, los monopolios de semillas que disfrutan
las grandes compaas semilleras, gracias a los DPI no son ni necesarios ni
deseables desde el punto de vista del inters pblico, y mucho menos del
inters campesino e indgena. El hecho de que una comunidad indgena o
campesina innove o mejore una determinada semilla, propiciando el surgimiento de una caracterstica nueva en su maz, atiende a una necesidad
o un gusto particular a nivel familiar o comunitario. La constante seleccin
y adaptacin de las plantas domesticadas al medio ambiente y preferencias culturales han generado razas y variedades adaptadas a los distintos
climas, regiones, altitudes de nuestro pas en funcin de las necesidades,
limitaciones y gustos de los campesinos5.
Ahora bien, la agricultura campesina, con menor aporte de substancias qumicas externas, mecnicas y de energa implica tanto o ms conocimientos que las llamadas ciencias para la agricultura industrial. La agricultura campesina constituye una forma de conocimiento diferente, que
no se reconoce como ciencia porque no est suficientemente orientada al
control y al reduccionismo. Asimismo, este tipo de conocimiento no es considerado confiable en trminos comerciales porque no puede ser controlado como un objeto de propiedad y explotacin, y mucho menos asociado
a un propietario particular (corporativo o individual); sino que este tipo o
forma de conocimiento holstico se comparte como un recurso cultural
colectivo de aprendizaje experimental y emprico no comercializable y no
dogmtico. De modo que se hace fundamental el rescate de memorias y
saberes de la agricultura campesina, calendarios, cosmovisiones, formas
de relacionarse con el territorio y construir territorialidad, buenas prcticas e innovaciones campesinas, a fin de que este carcter de innovacin
constante sea reconocido con un verdadero derecho de propiedad intelectual sui generis de los conocimientos tradicionales como se plantea en el
artculo 8 del Convenio de Diversidad Biolgica, firmado y ratificado por el
estado mexicano.
La agricultura tradicional, transmitida oralmente y por demostracin de agricultor a agricultor, familiar y/o comunitario se enriquece con la experimentacin, modificacin de prcticas, implementos,
semillas, y calendarios, conservando aquellas que tienen xito. El
uso de los multicultivos, y de heterogeneidad gentica en lugar de
materiales genticos uniformes es preferido en este tipo de agricultura. Los procesos agrcolas en estos sistemas tienen una racionalidad ecolgica y muestran estrecha liga con la superestructura emanada de la cosmovisin particular de las sociedades. Adems estos
300 tipos de tamales, tlayudas, totopos, tlacoyos, el pozole, el pinole, etc. y bebidas como el
pozol, atoles, el tascalate, el tehuino, etc. Por ejemplo, la tlayuda tradicional, slo se puede
hacer a partir de masa de la raza Bolita para que cumpla con su calidad organolptica (textura, sabor, olor, color), a su vez el totopo oaxaqueo slo se puede hacer a partir de la raza
Zapalote Chico y as muchos ms platos tradicionales mexicanos. De modo que ninguno
de los maces mejorados en Mxico o en el extranjero (en su mayora de calidad forrajera)
incluyendo a los transgnicos, sirve para preparar la comida tpica regional a base del maz
nativo. En cambio, s funcionan para hacer la tortilla industrial uniformizada de psima calidad organolptica a la que hemos tenido que adaptarnos en las ciudades. Asimismo, los
maces transgnicos aadiran a la mala calidad organolptica de sus preparados, el riesgo a
la salud, a la ecologa y la dependencia tecnolgica. De modo que el concepto de que el maz
es el alimento bsico de Mxico no puede separarse de las ms de 60 razas nativas, necesarias como ingredientes especializados de los ms de 600 preparados alimenticios y bebidas
que conforman la cocina mexicana. (TURRENT FERNNDEZ et al., 2014, p. 34)
219
220
Por su parte Tansey (2008, p. 40) seala, que las diversas formas de
propiedad intelectual en los diferentes pases difieren en cuanto a lo que es
221
222
ESQUIZOFRENIA GUBERNAMENTAL
El contexto legal en Mxico respecto a la defensa del maz es abiertamente adverso, an cuando el estado mexicano ha firmado y ratificado
tratados y convenios internacionales en los que se encuentran reconocidos
derechos a los pueblos indgenas y campesinos; as como obligaciones positivas al Estado para salvaguardar bienes fundamentales como lo son las
semillas nativas y los conocimientos, costumbres y prcticas culturales de
pueblos indgenas uy campesinos asociados a la biodiversidad (Convenio
169 de la OIT, Convenio de Diversidad Biolgica, Declaracin de Ro sobre
el Medio Ambiente y el Desarrollo, Declaracin de Naciones Unidas sobre
los Derechos de los Pueblos Indgenas)7. Esta contradiccin a la que hace
Sentencia Tribunal Permanente de los Pueblos 2014 [en lnea] Formato html, Disponible
en Internet: <http://www.tppmexico.org/sentencia-de-la-audiencia-final-del-capitulo-mexi
co-del-tpp/> [citado 23 de junio de 2015].
La reforma del artculo primero constitucional de 2011 reconoce que toda persona goza
de los derechos y de los mecanismos de garanta reconocidos tanto por la Constitucin as
como por los Tratados Internacionales, abriendo el sistema jurdico mexicano de forma clara
y contundente al derecho internacional de los derechos humanos. Asimismo, en el mismo
artculo primero constitucional se recoge la figura de la interpretacin conforme, pues se
seala que todas las normas relativas a derechos humanos, cualquiera que sea su rango
jerrquico, debern interpretarse a la luz de la propia Constitucin y de los tratados internacionales. Esto implica la creacin del llamado bloque de constitucionalidad (integrado no
solamente por la Carta Magna, sino tambin por los tratados internacionales), a la luz del
cual se se debe interpretar el conjunto del ordenamiento jurdico mexicano. De modo que
a la luz de esta reforma constitucional se hace obligacin del Estado mexicano (en todos
sus niveles de de gobierno, sin excepcin) el promover, respetar, proteger y garantizar los
derechos humanos. De esta forma queda claro que todo derecho humano reconocido
por la Constitucin y los tratados internacionales genera obligaciones para las autoridades
mexicanas, con independencia del nivel de gobierno que ocupen o de la modalidad administrativa bajo la que estn organizadas, y debern cumplirse conforme a los principios de
universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad de los derechos.
Lex mercatoria: prcticas de las corporaciones transnacionales, que establecen un derecho
informal, consuetudinario a la vez que flexible para regir las relaciones con sus subcontratistas, con otras empresas transnacionales, e incluso entre sectores de su propio mercado intraempresario. Es una forma jurdica que adopta ese nombre por analoga el derecho construido en el pasaje de la edad media a la edad moderna por las prcticas comerciales de los
mercaderes que trascendan la unidad econmica de los feudos. La actual lex mercatoria,
resulta funcional a los nuevos modelos de gestin y produccin econmica segmentados
transnacionalmente y articulados en una red que trasciende las jurisdicciones estatales. Su
objetivo es posibilitar una ingeniera jurdica financiera que maximice las ganancias y reduzca los costos transaccionales, sociales, ambientales y fiscales de la produccin. De esta forma, la produccin segmentaria se organiza teniendo en cuenta los costos de cada actividad,
la posibilidad de externalizacin de los mismos, desplazando las actividades de acuerdo a
esta lgica, y tambin la necesidad de flexibilidad e informalidad para las transacciones y
eventuales litigios evitando el lento y oneroso ritualismo de las instancias jurisdiccionales
de los estados nacionales. Nuevo Derecho Internacional Pblico de la Liberalizacin de los
Mercados Globales: Constituye una herramienta jurdica internacional encaminada a brindar estabilidad y seguridad a la movilidad del capital, a travs de instituciones y formas
jurdicas (tratados internacionales multilaterales), que obliguen a los estados. Es decir, el
uso de la forma jurdica y su capacidad de constreir, para asegurar, consolidar y estabilizar
la lgica de la globalizacin neoliberal (MEDICI, 2011, p. 183-184).
223
224
Bajo esta lgica corporativa y mercantilista los ordenamientos jurdicos vigentes de los Estados nacionales se han venido subordinando a
las directrices marcadas por la OMC (Organizacin Mundial de Comercio),
a travs del APDIC (Acuerdo sobre los Aspectos de los DPI relacionados
con el Comercio), el UPOV (Unin Internacional para la Proteccin de las
Obtenciones Vegetales) y el GATT (Acuerdo General de Tarifas y Comercio),
los cuales exigen la configuracin de sistema de leyes uniformes sobre patentes y derechos de propiedad intelectual, sin tomar en cuenta las diferencias ticas y culturales de los pueblos y comunidades tradicionales del
Tercer Mundo y sus formas de relacionarse con la naturaleza. Cada estado
signatario de estos acuerdos (como Mxico), debe hacer su legislacin interna compatible con los mismos. Estos mecanismos jurdicos tienen una
gran fuerza operativa y acaban siendo cumplidos con mayor eficacia que las
normas protectoras del medio ambiente y de Derechos Humanos. De este
modo leyes, polticas pblicas, programas gubernamentales y megaproyectos (pblicos o privados) operan el despojo. Se escinde maz, tierra, agua,
biodiversidad, cultura comunitaria, trabajo y saber campesino acumulado
con la consecuente destruccin de los vnculos socio-bio-culturales de los
pueblos que viven con la naturaleza [en un territorio], a fin de facilitar la
apropiacin privada de todo aquello susceptible de generar ganancia, en un
proceso actualizado de acumulacin de capital.
Segn explica Vercellone existe una ntima vinculacin entre el capitalismo cognitivo y la nueva divisin internacional del trabajo, ya que el
proceso de globalizacin actual puede, en algunos de sus aspectos, interpretarse como la renovacin de un vasto proceso de acumulacin primitiva. Combina estrictamente los mtodos tradicionales de la expropiacin
originaria y la tentativa de transformacin en mercancas de la totalidad
del mundo de la vida y del pensamiento. Se trata de una nueva dinmica
de privatizacin, parasitaria, de lo comn, que subsume del Norte al Sur
de la economa mundo los saberes tradicionales como saberes nuevos de
la economa del conocimiento, con independencia de que se trate de antiguos derechos colectivos sobre los espacios agrcolas o forestales o de los
servicios colectivos del Estado del Bienestar (VERCELLONE, 2004, p. 67).
Proceso se viene imponiendo no obstante la evidente importancia socio-bio-cultural del maz para los pueblos indios y campesinos mexicanos y
su proteccin formal en el derecho internacional de los derechos humanos.
225
226
La supervivencia de los pueblos indgenas y campesinos, su identidad y sus formas de reproduccin social han estado por largo tiempo
amenazadas. En las ltimas dcadas en base a los ajustes estructurales se
han venido creando y modificando leyes que territorializan un nuevo orden colonial en nuestro pas9, articulando toda una red de tramas sociales, polticas, econmicas y jurdicas en torno a una lgica de dominacin,
explotacin, exclusin y marginacin de amplios sectores sociales, cuyas
consecuencias son palpables en la acelerada transformacin de dinmicas
sociales, culturales, polticas y estticas; as como de lugares y representaciones simblicas que son base y fundamento de formas de la convivencia
y subsistencia (territorios campesino/indgenas). Estos ordenamientos
jurdicos impuestos desde un horizonte de sentido neoliberal, han venido
construyendo hacia el interior de nuestro pas un orden jurdico adverso,
que no slo no responde a las necesidades reales de los pueblos a las que
van dirigidas, sino que constituyen un gran obstculo para la efectivizacin
de sus derechos y la posibilidad de una vida digna. Sin embargo, en este
contexto los saberes campesinos los saberes de subsistencia son y han
sido fundamentales para la resistencia y la supervivencia de los pueblos.
Los saberes comunitarios, muchos de ellos ancestrales, constituyen la base
para imaginar y pensar un mundo diferente en tanto camino para cambiar
ste; el camino mismo como gestacin de un escenario diferente10. Como
Don Pablo Gonzlez Casanova (2009, p. 72), haciendo alusin a la experiencia indgena chiapaneca:
En el caso concreto del maz y el mundo rural, reforma al artculo 27 constitucional, Ley
de Bioseguridad de Organismos Genticamente Modificados y Ley Federal de Produccin,
Certificacin y Comercio de Semillas.
10
Palabras del Obispo de Saltillo, Coahuila, Jos Ral Vera Lpez en pltica con estudiantes y
acadmicos en la Universidad Autnoma de Aguascalientes, 16 de junio de 2015.
9
11
227
228
En este contexto epistmico-conflictivo se ve plasmada la estructura dominante y la institucionalizacin global de la dicotoma superior-inferior que implica la colonialidad del poder, del saber y del ser. Dicha
colonialidad, vigente hasta nuestros das, explica la actual organizacin
del mundo en su conjunto, como producto de la complicidad existente
entre la ciencia occidental moderna y el modelo de desarrollo dominante,
entendido ste como la ideologa de la superioridad del modelo civilizatorio occidental capitalista, basado en un paradigma cientfico-tecnolgico ligado al colonialismo y la imposicin violenta de una epistemologa
excluyente, que priva a los pueblos de culturas diferentes la oportunidad
de definir sus propias formas de su vida social (FORNET-BETANCOURT,
online). No obstante, si bien la modernidad colonial ha sido en gran medida ocultadora y esclavizante para los pueblos indgenas de Amrica,
tambin ha sido escenario de resistencias y conflictos; una serie continua
de levantamientos y despertares, proyectos y propuestas contrahegem-
229
230
14
los saberes que sta encarna, es una lucha contra el hambre y el xodo, un
combate por la soberana alimentaria y por la soberana laboral. Pero es
tambin una batalla, an ms profunda y decisiva, por preservar la pluralidad cultural y la diversidad biolgica, la riqueza de la experiencia humana
de las que depende no slo el futuro del Mxico, sino tambin el futuro de
la humanidad.
231
232
Utilizando una categora de Enrique Dussel, la legalidad de la injusticia, Jess Antonio de la Torre Rangel (2011, p. 160) denuncia el conflicto jurdico que surge cuando la justicia no es sino la habilidad de dar al
poderoso lo arrebatado al dbil bajo apariencia legal; as la acumulacin
por despojo opera mediante la aplicacin del derecho positivo vigente subsumido a la lgica de mercado. Ahora bien, David Snchez Rubio retomado la reflexin de De la Torre Rangel, describe otro criterio de justicia a
partir de los movimientos sociales, que ante esta cooptacin del derecho
vigente por parte de poderes oligrquicos y hegemnicos que imposibilitan condiciones de vida dignas al pueblo y debilitan las garantas jurdicas
positivizadas, reaccionan mediante procesos de liberacin y de lucha por
sus derechos, frente a la coaccin legal del sistema vigente (legalidad de
la injusticia), implementando actuaciones que sirven de garantas de sus
derechos robados. De este modo, explica Snchez Rubio, la comunidad de
aquellos colectivos victimizados y oprimidos, en tanto movimientos sociales, instituyen criterios de una justicia ilegalizada institucionalmente,
desde parmetros crticos y transformadores que aspiran a una legalidad
de la justicia; esto es, a un orden institucional que no les arrebate sus condiciones existenciales y de vida como sujetos instituyentes plurales y diferenciados (SNCHEZ RUBIO, 2014, p. 569-570); apelando a la constitucin
un modelo civilizatorio e institucional capaz de reconocer y comprender
la complejidad de las relaciones sociales y del ser humano con su entorno,
como un mundo natural prximo, fuente de sustento, cosmovisin y saber.
Pueblos indgenas y campesinos sus culturas y saberes han sobrevivido en base a una obstinada existencia-resistencia; una voluntad de vivir
(DUSSEL, 2006) mediante la cual constituyen un discurso crtico y afirman
un lugar de enunciacin distinto al de la modernidad capitalista. Desde los
pueblos indgenas y campesinos se plantean alternativas al cultivo de la
uniformidad y la acumulacin por despojo promovidos por el capitalismo,
y mediante su praxis de liberacin/descolonizacin y la inmanencia de las
relaciones que construyen en sus asediados mbitos de comunalidad,15 llevan acabo una labor desalambratoria16 si se me permite el neologismo;
esto es una labor encaminada a derruir las alambradas levantadas por el
orden de relaciones impuesto por el capital. Desalambran, no slo las alambradas que cercan la tierra (tierra/territorio), sino tambin las alambradas
del saber, mediante la afirmacin de la modernidad india y la pertinencia y
puesta en juego de racionalidades, epistemologas y tecnologas diversas a
la occidental/capitalista; negando de este modo que la produccin de conocimiento y bienes inmateriales estn sujetos a la lgica de la escasez que
subyace al capitalismo cognitivo. Se trata de establecer una suerte de estatuto comn como garanta de respeto y expansin de la diversidad epistemolgica del mundo, que reconozca las recreaciones, entornos y espacios
comunes de la humanidad; esto es, los cuidados, obras y las recreaciones
que los pueblos indgenas y campesinos han desarrollado localmente desde tiempos inmemoriales, en sus relaciones con la naturaleza, todo lo cual
nos beneficia a todos los seres humanos, a nivel global (SNCHEZ RUBIO,
2008), lo que conlleva a su vez rescatar de sus entraas las posibilidades
de las cosmovisiones, saberes, instituciones y derecho indgena y las posibilidades y respuestas que estos encarnan.
Concretamente en el plano de la filosofa del derecho esto supone
evidenciar y combatir el iuspositivismo acrtico dominante en nuestro
Los nuevos mbitos de comunalidad son modos de vida y regmenes polticos de diversos
grupos humanos, principalmente indgenas, que han recuperado sus antiguos mbitos de
comunalidad y los estn regenerando, dndoles una forma contempornea. La comunalidad
define un modo de ser y experimentar la realidad desde la condicin comunitaria, en que las
personas no han sido an individualizadas. (ESTEVA, 2006a)
16
Tomamos la idea de la cancin A desalambrar del msico y activista poltico uruguayo
Daniel Viglietti: Yo pregunto a los presentes / si no se han puesto a pensar /que esta tierra
es de nosotros /y no del que tenga ms. / Yo pregunto si en la tierra / nunca habr pensado
usted / que si las manos son nuestras es nuestro lo que nos den. / A desalambrar, a desalambrar! / que la tierra es nuestra, / es tuya y de aquel, / de Pedro y Mara, de Juan y Jos.
/ Si molesto con mi canto / a alguien que no quiera oir / le aseguro que es un gringo / o un
dueo de este pas. / A desalambrar, a desalambrar! / que la tierra es nuestra, /es tuya y de
aquel, / de Pedro y Mara, de Juan y Jos.
15
233
234
pas, en cuanto corriente interpretativa del Derecho, que reduce la pluralidad de sistemas jurdicos a unidad coercitiva; y la heterogeneidad a homogeneidad por la puesta en escena de lo que Martnez de Bringas llama la
falacia del anacronismo, que barbariza y acusa de anti-moderno y arcaico al Derecho y cultura indgena (MARTNEZ DE BRINGAS, 2010, p. 120).
Asimismo, en el mbito epistemolgico es fundamental el rescate de memorias y saberes de la agricultura campesina: calendarios, cosmovisiones,
formas de relacionarse con el territorio y construir territorialidad, buenas
prcticas e innovaciones campesinas, a fin de que este talante de innovacin constante sea reconocido como un verdadero derecho de los pueblos
indgenas y campesinos. Esto compromete a tomarse en serio el potencial
de los diversos proyectos autonmicos y el pluralismo jurdico, en un sentido contrahegemnico, ya que los pueblos del maz los pueblos indios y
campesinos se han visto obligados a ejercer en los hechos el derecho a la
autonoma, como derecho madre que hace posible llevar acabo su propio
proceso civilizatorio acorde a la propia cultura material, en virtud de que
la apuesta india por la modernidad se centra en una nocin de ciudadana
que no busca la homogeneidad sino la diferencia. Se trata de un proyecto
que busca traducirse en trminos prcticos en las esferas de la poltica y
el Estado, lo que supone en trminos institucionales una capacidad de
organizar la sociedad a nuestra imagen y semejanza (de sociedad abigarrada) y de armar un tejido intercultural duradero y un conjunto de normas
de convivencia legtimas para todos (RIVERA CUSICANQUI, 2010, p. 71).
El ejercicio de las autonomas indias en los hechos, es manifestacin de la modernidad y coetaneidad de los diversos proyectos indgenas,
expresados en diversas experiencias de autodeterminacin poltica, econmica y religiosa, mediante las cuales retoman la historicidad propia y
practican la descolonizacin de los imaginarios y las formas de representacin. Esta apuesta india por la modernidad, cuestiona el reconocimiento
estatal condicionado y sesgado de los derechos culturales y territoriales
(contrarreforma indgena de 2001), y pugna por tener acceso a los derechos y servicios del Estado moderno, pero desde su propia perspectiva de
desarrollo, es decir que su lucha es por autonoma autodeterminacin
no indigenismo ni asistencialismo.
Desde este lugar se hace un cuestionamiento profundo de la legalidad vigente e impuesta, y se propone y acta al margen de la misma para
crear las bases jurdicas, polticas y epistemolgicas donde se reconoce y
valora la paciencia y el trabajo de criar y crear el maz; la profunda relacin
con la tierra, con el tiempo y la sabidura de saber estar en comunidad en
DE ITA, Ana. Mxico: Impactos del procede en los conflictos agrarios y la concentracin de la tierra. Mxico: Ceccam, 2003.
DE LA TORRE RANGEL, Jess Antonio. El Derecho que nace del pueblo. Mxico:
Porra, 2006.
______. Iusnaturalismo histrico y analgico. Mxico: Porra, 2011.
235
236
GONZLEZ JCOME, Alba, El maz como producto cultural desde los tiempos antiguos. En: GONZLEZ VALDERRAMA, Carmen; RODRGEZ LAZCANO, Catalina
(Coords.). Diario de Campo. Desgranando una mazorca. Orgenes y etnografa de
los maces nativos, Mxico, n. 52, Ene./Feb. 2009.
HARVEY, David. El nuevo imperialismo: acumulacin por desposesin. Social
Register En nuevo desafo imperial, Buenos Aires, CLACSO, Ene. 2005.
MEDICI, Alejandro. El malestar en la cultura jurdica. Ensayos crticos sobre polticas del derecho y derechos humanos. La Plata: Universidad de la Plata, 2011.
MERTON, Thomas. Ishi. Barcelona: Pomaire, 1979.
OBISPO DE SALTILLO, Coahuila; VERA LPEZ, Jos Ral. Pltica con estudiantes y
acadmicos en la Universidad Autnoma de Aguascalientes, 16 de junio de 2015.
PINEDA, Francisco, Emiliano Zapata y los saberes de los campesinos revolucionarios[en lnea], Formato html, Disponible en: <http://desinformemonos.org.mx/
2011/03/emiliano-zapata-y-los-saberes-de-los-campesinos-revolucionarios/>,
[citado 22 de junio de 2015].
POLANYI, Karl. La gran transformacin. Mxico: Juan Pablos Editor, 2009.
RIBEIRO, Silvia. Cultivos transgnicos: Contexto empresarial y nuevas tendencias. Alimentos transgnicos. Ciencia, Ambiente y Mercado: un debate abierto.
Mxico: Siglo XXI, UNAM, 2004.
______. El Asalto Corporativo a la Agricultura, Ciencias, Mxico, n. 92, oct. 2009.
______. La crisis: el despojo impune. Como evitar que el remedio sea peor que el mal.
Mxico: Jus, 2010.
SALGADO, Alvaro. Lectura diacrnica de los mitos fundantes del maz nativo, elementos para fortalecer la defensa de los pueblos de maz. En: ORDEZ CIFUENTES,
Jos Emilio Rolando (Coord.). XVII Jornadas Lascasianas Internacionales Padre/
madre: nuestro maz [en lnea]. Mxico: Instituto de Investigaciones Jurdicas
UNAM, 2010. Disponible en: <http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/6/2898/16.
pdf> [citado 13 de junio de 2011].
SNCHEZ RUBIO, David. Crtica a un cultura esttica y anestesiada de derechos
humanos. Por una recuperacin de las dimensiones constituyentes de la lucha por
los derechos. Revista de Investigaciones Jurdicas de la Escuela Libre de Derecho,
Mxico, n. 38, ao 38, 2014.
237
238
Sentencia Tribunal Permanente de los Pueblos 2014 [en lnea] Formato html,
Disponible en Internet: <http://www.tppmexico.org/sentencia-de-la-audien
cia-final-del-capitulo-mexico-del-tpp/> [citado 23 de junio de 2015].
Oye, para la loba loca, Amrica es tierra prometida, la esperanza, la libertad. Mas para nosotros los negros ha sido siempre el continente de
la esclavitud y la rebelin. As ser hasta tanto se
cumple la profeca de Chang: Te librars por
tu proprio puo y travs de todas las sangres
oprimidas. (OLIVELLA, 2010, p. 609)
possvel dizer, sem qualquer erro, que Zapata Olivella, cuja morte
fez dez anos em novembro de 2014, foi no somente escritor, mas tambm
novelista, mdico, antroplogo, educador, investigador, folclorista, cientista social e tema pouco tratado ativista de direitos humanos. Esta faceta
de direitos humanos e de pensador intercultural est ainda por ser explorada, pois necessrio buscar aportes em seus trabalhos, algo ainda por
desenvolver.
240
vividas, las artes de la resistencia materializadas en sus proyectos literario-culturales que (re)narran y (re)construyen la constitucin de s y sus
comunidades imaginadas (PALACIOS, 2013, p. 41). E como heresia que
deviene proceso de (re)construccin de la experiencia individual y colectiva
del sujeto intelectual racializado. (PALACIOS, 2013, p. 47).
Da decorre sua primeira responsabilidade como hombre y como escritor de saber-se como producto de una historia, de una geografa y de un
mestizaje racial y cultural (ARAGON, 2006, p. 21), de forma a orgulhar-se
como colombiano, sem, contudo, esquecer ser solidrio com peruano, com
sul-africano, porque sua conscincia leva a rechazar las injusticias sociales, tnicas y culturales en mi pas, me obliga a estar con el oprimido, cualquiera que sea el lugar donde se lo tiranice, a expresar, pues, su solidaridad
con los tiranizados del mundo. E, pois, sua crtica forte:
No pertenezco a la familia de los demcratas, que dicen luchar por los
derechos humanos en cualquier parte del planeta pero que se sienten
libres en un pas donde hay oprimidos y hambrientos. Mi libertad no
comienza en el pleno ejercicio de mis derechos civiles, sino en la total libertad que tengan mis hermanos en Colombia y en Pretoria. Las
cadenas que oprimen a un ser humano y tambin a los rboles,
Es que esos conceptos de la burguesa, considerados muy democrticos y justos, estaban aqu cuando esos mismos burgueses, dueos del
poder, reyes, coronas, etc., imponan ac su dominio y conceban los
conceptos de igualdad, libertad y fraternidad dentro de los pueblos colonizados por Europa. (ARAGON, 2006, p. 163)
As lutas afro, depois dos anos 60, caram no conto dos derechos que
proclaman la burguesa y la revolucin francesa, ou seja, o direito igualdade, fraternidade e liberdade, quando o que se est reclamando so
[] los derechos del Munt y los derechos de sus creadores, y que nos
brinden todas las posibilidades, y que no se nos prive de esas facultades, porque al privrsenos de la posibilidad de ser creadores, de
transformar la sociedad, de unificar el espritu humano hacia el bien
comn, etc. Al negrsenos eso, automticamente ya no somos libres.
(ARAGON, 2006, p. 193-194)
241
242
Atendendo ao conceito de Munt, no se puede concebir en este momento estar nosotros tranquilos y pacficos, viviendo en una sociedad donde
no se reconozca a cada ser o gozo, em sua plenitude, da igualdad de todos
los bienes que ja producido la sociedad, uma vez que temos que
[] revolucionar todos los conceptos que a lo largo de la historia ha
habido en la humanidad, para plantearlos enriquecidos con todos los
conocimientos de las culturas, y hacerles frente a las encrucijadas en
las que se encuentra la humanidad, de cmo sobrevivir con la riqueza
tecnolgica y de supervivir aqu en la tierra. (ARAGON, 2006, p. 195)
O Munt, como afirma Santiago Arboleda um dos grandes estudiosos do pensador deste autor uma ruta diferente desde el pensamiento propio afro precolonial, avanando em sentidos otros de construccin
social y poltica, en una dimensin compleja e integral (QUIONEZ, 2011,
p. 248).
A obrigao dos afros necessria, porque, segundo o autor, somos los nicos y verdaderos defensores de la libertad, porque fuero los que
llegaron en condicin de prisioneros e, assim, predicadores de la libertad
en el pasado, y dicha aspiracin debe ser una exigencia hoy. Um passo a
mais, portanto, no sentido da desalienacin social, de forma paulatina
(ARAGON, 2006, p. 220-221).
Como tal, a justia cognitiva intenta que a tradicin oral, mitos y leyendas conformem um corpus vlido y justificado plenamente por los sentimientos, rebeldas y reivindicaciones transmitidos a viva voz, de generaciones
a generaciones, por quienes nunca fueran odos en las galeras de los barcos
traficantes, nos palanques, a oportunidade, assim, de escuchar los iletrados,
el 50% de los descendientes de los abuelos, que no pudieron en su momento
dejar testimonio escrito de las indignidades sufridas (OLIVELLA, 2011a, p. 91)
243
244
A clusula de igualdade se faz clara para todos os mortais, inclusive mulheres brancas naturalizadas, seus filhos atuais e futuros e os
alemes e polacos que tenham sido naturalizados pelo Governo (art. 13).
Nesta viso histrica, a Revoluo do Haiti, proclamando a independencia de uma nao negra, de escravos iletrados, no poderia ser entendida como ocorrendo ao mesmo tempo que as declaraes de direitos dos
Estados Unidos e Frana. Teria que ser considerada um accidente histrico
(TROUILLOT, 1995), apagada como no acontecimento, obscurescendo a
trilogia racismo, escravido e colonialismo. Como afirma Siba Grovogui, al
asumirse a si mismos como humanos, los esclavos haitianos desafiaban las
nociones corrientes de hombre y razn, y de sus accesos a capacidades y facultades humanas (GROVOGUI, 2007, p. 15)
245
246
Porque, ao fim,
comprueba el empleo de alucingenos (tabaco, ayahuasca, etc.), de estimulantes cardiotnicos, respiratorios, dinmicos, (coca), antipirticos, antihelmnticos, analgsicos y antipaldicos (quina). O mesmo pode ser dito sobre
as prticas cirrgicas com trepanaes cranianas, suturas sseas, cesreas,
correes de fraturas, etc. (OLIVELLA, 2011b, p. 95-96).
247
248
trabalhar desde uma outra Nuestra Amrica (SANTOS, 2014, p. 65), como
se fosse um mundo ao revs (SANTOS, 2014, p. 62).
De tal modo, no brancos, mulheres e outros aparecem ligados a lugares, espaos e identidades perptuos e involuntariamente designados;
faz-se necessrio, pois, reconhecer la construccin social de la segregacin
social involucrada y las jerarquas sociales que (re)definen y deforman raza,
gnero y clase en la sociedad (RABAKA, 2010, p. 33).
Por isso, para Zapata Olivella (2011b, p. 136), devemos chamar
afrocolombianos para decir a todos aquellos que quieren todava recordarnos que nosotros fuimos esclavizados, que no hemos aceptado nunca esa condicin de esclavitud y que procedemos de un continente que foi a cunha da
humanidade.
Termino, assim como se iniciou, com Chang, el gran putas:
249
250
[] deja que Elegba, el abridor de caminos, te revele tus futuros pasos ya escritos en las tablas de If, desde antes de nacer. Tarde o temprano tenas que enfrentarte a esta verdad: la historia del hombre
negro en Amrica es tan tuya como la del indio o de la del blanco que
lo acompaarn a la conquista de la libertad de todos. (OLIVELLA,
2010, p. 35-36)
REFERNCIAS
ARAGN, William Mina. Manuel Zapata Olivella: pensador humanista. Cali: Artes
Grficas del Valle, 2006.
GROVOGUI, Siba N. Mind, body and gut! Elements of a Postcolonial Human Rights
Discourse. 2007. Disponible en: <http://digitalcommons.law.umaryland.edu/cgi/
viewcontent.cgi?article=1002& context =iclc_papers>.
LERMA, Betty Ruth Lozano. El pensamiento crtico de Zapata Olivella. In: DVILA,
Victor Hugo Torres. Miradas Alternativas desde la diferencia y las subalternidadesQuito: Abya Yala, 2012. p. 201-222 (Serie Pensamiento decolonial)
OLIVELLA, Manuel Zapata. Chang, el gran putas. Bogot: Ministerio de Cultura,
2010.
______. He visto la noche. Bogot: Los Andes, 1953.
______. Las claves mgicas de Amrica. Bogot: Plaza & Janes, 1989.
______. El arbol brujo de la libertad; frica en Colombia orgenes transculturacin-presencia. Santago de Cali: Universidad del Valle y Universidad de Cartagena,
2011a.
______. Chovinismo literario y complejo nacionalista. In: Por los senderos de mis ancestros; textos escogidos (1940-2000). Recopilacin y prlogo Alfonso Muera.
Bogot: Ministrio da Cultura, 2010a.
______. Esto somos, esto defendemos. In: Por los senderos de mis ancestros; textos escogidos (1940-2000). Recopilacin y prlogo Alfonso Muera. Bogot: Ministrio
da Cultura, 2010b.
PALACIOS, George. Configurando la dispora africana en las Amricas desde el pensamento poltico, radical y hereje de Manuel Zapata Olivella (1920-2004). Doctor of
Philosophy, University of Pittsburgh, 2013.
QUIONEZ, Santiago Arboleda. Le han florecido nuevas estrellas al cielo: suficiencias ntimas y clandestinizacin del pensamiento afrocolombiano. Santiago de
Cali: Tesis doctoral, Universidad Andina Simn Bolvar-Ecuador, 2011. Disponible
en: <http://repositorio.uasb.edu.ec/handle/10644/2816>.
251
PARTE 3
A CRIMINOLOGIA CRTICA NA
AMRICA LATINA E NO BRASIL:
em busca da utopia adormecida
A dcada de 1970 marcou o campo criminolgico latino-americano com a recepo das criminologias crticas norte-americana e europeia, desenvolvidas com base no paradigma da reao ou do controle
social, processo que teve como um de seus pioneiros e dinmicos cenrios a Venezuela, onde surge, em 1974, em Maracaibo, o Grupo Latino-americano de Criminologia Comparada1, coordenado pelo Instituto de
Criminologia da Universidade de Zulia e pelo Centro de Criminologia da
Universidade de Montreal (Canad), ento dirigidos, respectivamente, por
Lola Aniyar de Castro e Denis Szabo, cujo rgo de divulgao cientfica ,
at hoje, a revista Captulo Criminolgico.
Nesse sentido tambm Gabriel Igncio Anitua (2008, p. 676): Um pensamento que j
pode ser denominado, com propriedade, de Criminologia crtica teve seu ponto inicial
na Venezuela, no ano de 1974, durante a realizao de um congresso de Criminologia que
centraria o foco na violncia institucional e em abordagens diferentes da Criminologia tradicional. Ali se uniriam as vozes de crticos europeus convidados, como Christie, Cohen e
Basaglia, s das jovens Lola Aniyar e Rosa Del Olmo, que realizaram uma reflexo com poderosa carga poltica contra o imperialismo violento e o papel desempenhado em sua negao
pela Criminologia tradicional e seus cultores. Basaglia declarou queem Maracabo, a velha
Criminologia havia morrido e que uma cincia alternativa abria passagem para visualizar
o homem numa dimenso humana. A criao do grupo foi ento direcionada para a investigao da realidade latino-americana e sua especificidade (controle social, violncia,
criminalidade de colarinho branco) baseada na premissa de que a Criminologia, na Amrica
Latina, no se poderia converter numa mera reproduo das Criminologias norte-americana
e europeia. (MANZANERA, 1990, p. 191-192)
256
Tendo iniciado pela Venezuela (Lola Aniyar de Castro, Rosa Del Olmo,
Juan Manuel Mayorca e Argenis Riera, Tosca Hernndez, Myrla Linares,
Geraldo Gabaldn e Christopher Birbeck), a Criminologia crtica se desenvolve atravs de outros cenrios e atores como: Argentina (Roberto
Bergalli, Eugenio Ral Zaffaroni, Juan Pegoraro, Enrique Mar, Emilio
Garca Mendez, Luis Marc Del Pont, Elias Carranza, Gustavo Cosavoc,
Mximo Sozzo, Gabriel Igncio Antua), Colmbia (Emiro Sandoval,
Fernando Rojas, Alfonso Reys, Maurcio Martnez e Juan Guilhermo
Seplveda, Fernando Tenrio e Guillermo Villegas), Chile (Juan Bustos
Ramrez, Eduardo Novoa Monreal e lvaro Bunster), Mxico, Panam,
Costa Rica, Mxico e Brasil:
Na Amrica Latina insurgente dos anos 1960, com o ciclo das ditaduras civil-militares, a esquerda formou um slido dique de teoria
e prticas de resistncia ao poder punitivo daquele autoritarismo:
Bergalli, Pegoraro, Zaffaroni, Lola Aniyar de Castro, Rosa Del Olmo,
Caridad Navarrete, Novoa Monreal, Bustos Ramrez, Luis Carlos
Prez e tantos outros, em todo o continente. No livro de Anitua temos um bom encontro com essa histria que um dia Rosa Del Olmo
comeou a contar e que Mximo Sozzo analisou como tradues. No
Brasil, a esquerda jurdico-penal estava na trincheira da luta contra o
arbtrio e a truculncia estatal: Nilo Batista, Juarez Cirino dos Santos,
Roberto Lyra Filho, Zahid Machado Neto, Gizlene Neder e Gislio
Cerqueira. Mesmo Michel Misse participou desse movimento. Juarez
Tavares foi o primeiro jurista brasileiro a incluir o marxismo na sua
teoria do delito. (BATISTA, 2011, p. 86)
bem verdade que o Brasil tambm comportava crticos de importncia, como Heleno Cludio Fragoso, Ester Kosovski, Nilo Batista,
Juarez Tavares e Juarez Cirino dos Santos, autor, em 1979, de um livro
intitulado Criminologia da represso, e outro, de 1981, Criminologia
radical.
257
258
Com esta percepo, proponho-me aqui a formular hipteses de trabalho sobre o desenvolvimento do criticismo criminolgico na Amrica
Latina e no Brasil e a propor um desafio e uma convocatria latina: interpelemo-nos por resgatar a utopia dos anos 1970, sobre a base do longo
acmulo criminolgico crtico da modernidade-colonialidade. Estamos
sem projeto coletivo, politicamente instrumental, para o controle social
punitivo, num tempo em que o capital tem um megaprojeto, globalizado.
preciso reativar e ressignificar os dispositivos de resistncia que esto a,
dispersos, em busca da latinidade e da brasilidade criminolgicas.
2
259
260
de outras Criminologias e, sobretudo, da Criminologia positivista tradicional. Entretanto, como explicita Luiz Muoz Gonzalez (1989, p. 268-269)
estas expresses criminolgicas possuem uma especificidade, no obstante se poder identificar nelas um denominador comum, composto por trs
elementos: a) a comum referncia a um perodo histrico determinado;
b) a comum referncia a um momento criminolgico determinado; e c) a
comum atitude, vincadamente crtica, em face do sistema de bem-estar
e controle sociopenal, e de proposio de alternativas poltico-criminais.
Relativamente matriz a, todas elas surgem entre os ltimos anos da
dcada de 1960 e meados da dcada de 1970, nos pases do capitalismo
avanado e sua forma poltica o Estado Providncia , e so condicionadas por este contexto histrico (MUOZ GONZALEZ, 1989, p. 267-282).
Quanto matriz b, a comum referncia a um momento criminolgico determinado precisamente o de mudana do paradigma etiolgico para o
da reao social, que condicionou o terreno de seu surgimento em duplo
sentido: tanto a inovao representada por este paradigma em face daquele e de seus resultados, considerados um processo irreversvel, quanto
a crtica de suas limitaes tiveram um importante papel no nascimento
desta Criminologia radical, nova e crtica, que se desenvolver por dentro
do paradigma da reao social e para alm dele, numa perspectiva majoritariamente macrossociolgica.
As razes concretas para manter a diferenciao entre as trs expresses criminolgicas se assentam, por sua vez, em dois fatos: (a) a diferente
evoluo concreta da Criminologia estadunidense (radical) e da europeia
(nova); e (b) a evoluo interna para estudos de carter materialista e
marxista. O primeiro diferencia a Criminologia radical da nova; o segundo serve para precisar a referncia Criminologia crtica.
Com efeito, enquanto a Criminologia radical teve como contextos geogrfico e histrico de referncia os Estados Unidos da Amrica4, a nova
Criminologia teve a Europa5.
[...] tambm esta ltima perspectiva orientada para uma interpretao marxista da criminalidade e do controle social era, ainda que
implicitamente, uma sada obrigatria e necessria para quem havia
passado atravs da teorizao do labelling e da reao social. Uma
vez que o interesse do criminlogo se desloca desde a fenomenologia
criminal para os processos de criminalizao, uma das sadas tericas mais previsveis precisamente o estudo das razes estruturais
que sustentam, numa sociedade de classes, o processo de definio
e de enquadramento.
No universo europeu de construo da Criminologia crtica6, destaca-se o protagonismo de Alessandro Baratta, presente nos processos
de recepo do labelling approach na Alemanha, na Escandinvia (Grupo
Europeu) e na Itlia (Escola de Direito Penal e Criminologia de Bolonha),
que se props a sistematizar e precisar, desde meados da dcada de 1980,
261
262
[...] mesmo na sua estrutura mais elementar, o novo paradigma implica uma anlise dos processos de definio e de reao social, que se
estende distribuio do poder de definio e da reao numa sociedade, desigual distribuio desse poder e aos conflitos de interesses
que esto na origem desses processos. (BARATTA, 1983, p. 147)
Che cosa la criminologia critica? Entrevista Sancha Mata Victor. Dei delitti e delle pene.
Torino, n. 1, p. 51-81, 1991. Separata. p. 53.
De qualquer modo, quando o enfoque macrossociolgico se desloca do comportamento desviante para os mecanismos de controle social dele, em especial para o processo de criminalizao, que o momento
crtico atinge sua maturao na Criminologia, que se movimenta de uma
teoria da criminalidade para uma teoria crtica e sociolgica do sistema
penal. Assim, deixando de lado possveis diferenciaes no seu interior,
nos dias atuais ela se ocupa fundamentalmente da anlise dos sistemas
penais vigentes.
Como objeto dessa abordagem:
A criminalidade se revela, principalmente, como um status atribudo a determinados indivduos, mediante uma dupla seleo: em primeiro
lugar, pela seleo dos bens jurdicos penalmente protegidos e dos comportamentos ofensivos a estes bens, descritos nos tipos penais; em segundo lugar, pela seleo dos indivduos estigmatizados entre todos aqueles
que praticam tais comportamentos (BARATTA, 1991, p. 167).
Epistemologicamente demarcada em torno do binmio interacionismo-marxismo e propondo-se como alternativa terico-ideolgica
Criminologia liberal, a Criminologia crtica teria seu desenvolvimento nuclear vinculado construo de uma teoria materialista, ou seja, econ-
263
264
c) Em sentido lato, para alm da caracterstica datada de movimento, constituiu-se um campo9 analtico complexo, a partir
Sobre a relao que subsiste entre Criminologia e marxismo e o problema de uma teoria
materialista, dado que a obra de Marx e do marxismo em geral carecem de uma teoria
explicativa do controle penal em si. Nesse sentido, conferir BARATTA, 1991, p. 165 et seq. e
PAVARINI, 1988, p. 148 et seq.
No estou usando o termo, aqui, no sentido de Pierre Bordeau, mas no sentido, simples, de
uma delimitao ou esfera de interesse e produo dentro de uma disciplina.
265
266
A mudana de paradigma e a construo do criticismo em Criminologia edificado pelas mos de socilogos, filsofos e politlogos impactou progressivamente o Penalismo euro-americano aberto e sensvel
crescente deslegitimao do sistema penal, recriando um novo horizonte
para a discusso das relaes entre Criminologia, Direito penal dogmtico
(ou Dogmtica penal) e Poltica criminal, e um novo modelo integrado de
Cincia Penal (BARATTA, 1991; ANIYAR, 1987, p. 87-88; BUSTOS RAMREZ,
1987, p. 523; ZAFFARONI, 1991).
Recria-se, por esse caminho, o campo criminolgico, a partir da interlocuo crimino-dogmtica e cujo ponto de interseco que se projetou
de intenso magnetismo (mgico) foi o chamado garantismo, em mltiplas verses, talvez a sntese mais vitoriosa, enfim, de todos os signos do
processo de recepo.
Nessa direo, Eugenio Ral Zaffaroni (1982, p. 46) afirmava, na dcada de 1980, que
Referindo-se investigao sobre sistemas penais e direitos humanos, dirigida por Eugenio Ral Zaffaroni (1984a, 1984b) na Amrica
Latina, Aniyar de Castro (1987, p. 93-94) visualizava nela precisamente as
potencialidades do aprofundamento de um garantismo crtico, nos seguintes termos:
[...] uma interessante reflexo crtica no apenas sobre o Direito penal e o Direito em geral, mas tambm sobre a Criminologia crtica,
que pode resultar muito til para a concreo desta Criminologia.
Incumbe ao criminlogo a reflexo crtica da Criminologia crtica e
do Direito penal [...].
Independentemente da transformao dogmtica e de um novo modelo disciplinar que esta nova interao possa protagonizar12, hoje est
aberta e explorada a recepo da crtica historiogrfica e criminolgica do
sistema penal, tambm desde o interior da prpria Dogmtica penal, por
obra de penalistas crticos que atuam como sujeitos desta recepo.
Alessandro Baratta, em sua Criminologia crtica e crtica do direito penal: introduo
Sociologia jurdico-penal, e Eugenio Ral Zaffaroni, em seu Em busca das penas perdidas:
a perda de legitimidade do sistema penal, conferem especial ateno reconstruo da
Dogmtica penal e de um novo modelo de cincias penais, tendo desenvolvido modelos
alternativos.
12
267
268
A Criminologia crtica ou abolicionista, aquela que conhece a histria do sistema penal (seu fracasso aparente e suas silentes vit-
15
269
270
rias), foi frtil em produzir projetos coletivos de reduo de danos do poder punitivo em seu pice, mas no conseguiu romper
as barreiras que, por exemplo, a luta antimanicomial conseguiu.
Mas que a questo criminal fundamental para a governamentabilidade do capitalismo contemporneo: trata-se o problema do
controle do tempo livre na revoluo tecnocientfica do capital videofinanceiro. Inspirados naquela lio de Baratta para o Direito
penal mnimo, propomos uma pequena pauta para os desafios de
hoje [...].
Esses aspectos estruturais, por outro lado, convivem com modalidades operacionais concretas diferentes, que se traduzem na Amrica Latina
numa radicalizao da sua violncia operacional, ou seja, muito maior violncia operativa na regio marginal (ZAFFARONI, 1991, p. 173). Verifica-se,
assim, na operacionalidade social dos sistemas penais latino-americanos,
um violentssimo exerccio de poder margem de qualquer legalidade
(ZAFFARONI, 1991, p. 29).
A ambiguidade dos processos de criminalizao, entretanto, faz da
polcia que mata a mesma polcia que tambm violentada e morre. E o
mesmo se diga para os agentes penitencirios, pois o sistema penal no
271
272
sobre essas bases que Ral Zaffaroni (1991) constri o modelo denominado Realismo jurdico-penal marginal, a partir do ponto de vista de
uma regio marginal do poder planetrio, baseado numa razo abolicionista e numa teoria agnstica da pena.
Por sua vez, a teorizao de Lola Aniyar de Castro (1987, p. 96) sobre
o sistema penal na Amrica Latina chega a duas concluses gerais: a de
que h, na regio, um funcionamento global e real dos mecanismos de controle formal e informal, em contrariedade ao funcionamento oficialmente
programado. Da concluir pela existncia de um um sistema penal subterrneo, funcionando sob um sistema penal aparente, e que a articulao
das instncias judiciais com os nveis de maior discricionariedade, como a
policial, opera sistematicamente na regio em funo da seletividade classista do controle social.
16
17
273
274
Brasil tem escravido (indgena e afro) e, a partir e por dentro dela, maus-tratos, tortura e extermnio abertos (Canudos, ditadura civil-militar) e encobertos ao longo de toda a sua histria, continuamente, incluindo a atual
democracia civil (Eldorado dos Carajs, Carandiru, Candelria, Alemo).
Para alm das matanas nominadas e datadas, o Brasil mata cotidianamente, no campo e na cidade, annimos da misria, annimos da mendicncia,
annimos nos confrontos com a criminalizao (notadamente do trfico
de drogas) e o sistema penal formal (as polcias, as prises) e informal ou
subterrneo (os jagunos, as milcias, os esquadres da morte), sem falar
em outras tantas matanas como a ambiental (Chico Mendes), familiar domstica e do trnsito. Ainda est por ser escrita a vrias mos, incluindo as
mos da Criminologia brasileira, a histria punitiva do Brasil, na qual a dolorosa fenomenologia dos campos de concentrao (Gulags) certamente
vai reaparecer na sua diversa, porm contnua, e no menos dolorosa e
violenta (des)concentrao: seramos ns um campo punitivo em carter
cotidiano cruel e perptuo?
procura das matrizes ibricas do direito penal brasileiro, tratemos de isolar e descrever alguns procedimentos caracterizados pela
generalidade, eficcia e persistncia de suas concepes e de seus
mtodos. [...] O primeiro elemento dessa matriz (continuidade pblico-privado) a existncia de um Direito penal domstico que dispe
de profundas razes romanas e tambm germnicas. Pudemos anteriormente mencionar a lei VI, V, XII, promulgada porque senhores
(e senhoras) cruis matavam seus escravos extra culpam ou extra
discussionem publicam, quer dizer, sem procedimento legal, domesticamente; [...]. J mencionamos tambm a importncia das penas corporais nesse direito penal domstico bem como a especial funo de
reproduo pblica, regulamentada, de castigos corporais que integram o cotidiano do controle penal domstico para a legitimao da
continuidade pblico-privado. Acresamos agora outra caracterstica,
a autonomia do direito penal domstico, que significa no apenas a
possibilidade, que historicamente se realizar, de uma normatizao
privada penal articulvel ao direito penal (pblico), mas tambm a
delimitao, mais ou menos ntida, de campos de competncia distintos, com nenhum ou escasso controle pblico dos (ab)usos privados. [Grifos do autor.]
E, considerando que o tempo presente se caracteriza pela permanncia do imperialismo ideolgico na Amrica Latina e no Brasil, pois
na regio o controle penal oficial, auxiliado pela Criminologia colaboracionista, continua refm do modelo (neoliberal) de controle penal euro-americano (globalizado), sempre em busca da eficincia perdida, o eficientismo intolerante, entre ns, continuidade da histrica Poltica criminal com derramamento de sangue (BATISTA, 1998) implica pena de
morte indireta, mais mortes e mais vagas nos cemitrios. E sobre isso deve
haver muito mais do que mediana clareza por parte das agncias e dos atores que tm o poder criminalizador: tem de haver resistncia.
275
276
1) um reencontro com a trajetria percorrida pelo paradigma da reao social e pela Criminologia crtica na Amrica Latina nos ltimos quarenta anos demonstra que no houve uma disjuntiva entre recepo da
Criminologia crtica norte-americana e europeia na Amrica Latina e construo de uma Criminologia crtica latino-americana, mas uma complementaridade mais sutil e complexa, pois tanto se recepcionou o paradigma da
reao social e seus desenvolvimentos tericos centrais quanto, quase que
simultaneamente ou no prprio processo, conferiu-se-lhe uma continuidade
latina perifrica especfica nos diferentes pases, como o Brasil; num caso e
noutro, enriquecendo terica e/ou empiricamente a matriz originria, seja
alargando o campo da Criminologia crtica como marco terico, seja latinizando-a; quer dizer: produziu-se conhecimento novo;
2) existe uma Criminologia crtica latino-americana18, plural e complexa, liberta do colonialismo intelectual, ainda que em seus momentos
fundacionais e, ao depois, marcada pela interlocuo com as matrizes norte-americana e europeia;
18
19
20
277
278
6) o resultado global desse processo que temos um acmulo criminolgico crtico na Amrica Latina e no Brasil, desde as perspectivas
colonial e perifrica (marginal), acmulo este que no est e no deve
ser dissociado do acmulo criminolgico da modernidade (central), porquanto dialogicamente construdo com ele (e no contra ele) e aberto para
uma necessria continuidade nos formatos epistemolgico e poltico, por
exemplo, de uma transdisciplinaridade ou de uma Ecologia de saberes21.
Proponho falar, ento, do longo acmulo criminolgico crtico da modernidade-colonialidade e identificar nele a base da retomada, a ncora do
resgate do criticismo.
21
nhos que o controle penal no pode mais legitimamente trilhar na perspectiva dos direitos humanos e da democracia.
As Criminologias crticas latino-americanas tm, portanto, muito a
dizer e a contribuir para a compreenso dos processos genocidas produzidos pelo poder punitivo e sobre os remdios com prazos de validade vencidos, que perpetuamente retornam sob velhos rtulos e embalagens; numa
palavra, sobre o eterno retorno da reao social punitiva, da resposta repressiva, sempre depois que os sintomas dos conflitos violentos eclodiram no espao pblico.
De contribuir para compreender o controle penal e salvar vidas humanas (limite negativo extremo do saber criminolgico) a reconstruir modelos alternativos e modelos no violentos para responder positivamente
aos problemas e conflitos sociais (limite positivo extremo do saber criminolgico), a Criminologia pode assumir funes complexas e desafiadoras,
que certamente requerem fortes parcerias disciplinares, agenciais e empricas; que requerem o transbordar dos muros criminolgicos, a ponto de
se indagar, como bem sugeriu Roberto Bergalli, se um saber assim poder
seguir sendo chamado de Criminologia. Retornamos, com esta dvida, ao
prprio debate fundador da discusso criminolgica crtica na Amrica
Latina.
5
279
280
A Criminologia, nessa esteira, tambm se reveste de potenciais ambguos. No obstante ser mecanismo co-constitutivo e legitimador da ordem,
neste momento em que, sob o influxo das referidas lutas, os saberes se
deslocam e se revisam, h espao para a teorizao de um projeto criminolgico crtico para a Amrica Latina e para o Brasil, que concorra para
a compreenso de nossa latinidade e de nossa brasilidade, relacionadas
Europa e Amrica do Norte, matrizes constitutivas dela, e para as prxis
libertadoras no subcontinente.
22
No mesmo sentido, Mximo Sozzo (2001, p. 354-431; 2006, p. 394400) chama a ateno para a necessidade de uma hermenutica apta a dar
conta das tradues dos discursos punitivos como processos culturais
mais complexos que os conceitos de transposio ou traslados possam
sugerir e apta a dar conta das mediaes culturais que se interpem entre
a produo material da vida, os discursos e as prticas punitivas.
A partir dessa perspectiva, coloco outra importante questo, que a
potencialidade de se proceder, por dentro do longo caminho latino-americano j percorrido e avanado, a certa inverso, na viso da diferena que
tambm tem alimentado dominantemente o debate latino criminolgico
ao caminhar na direo centro-periferia; ou seja, ao assimilar o ponto de
partida e a definio do objeto da Criminologia central, para ento identificar, a partir e por dentro dela, as nossas especificidades. O campo criminolgico latino assim construdo dependentemente como um campo de
dficit/excessos em relao ao centro, ficando a singularidade criminolgica relativamente prisioneira.
Assim, se aceitamos a hiptese de que as Criminologias latino-americanas tm identificado especificidades no funcionamento do controle penal perifrico, como a importncia que o controle social informal, de matriz privada e patrimonialista, ocupa no controle penal latino-americano
281
282
23
283
284
ANDRADE, Vera Regina Pereira de. Pelas Mos da Criminologia: o controle penal
para alm da (des)iluso. Rio de Janeiro: Revan/Instituto Carioca de Criminologia,
2012. (Pensamento Criminolgico 19).
______. A iluso de segurana jurdica: do controle da violncia violncia do controle penal. 2. ed. Porto Alegre: Livraria do Advogado, 2003.
BATISTA, Nilo. Punidos e mal pagos: violncia, justia, segurana pblica e direitos
humanos no Brasil de hoje. Rio de Janeiro: Revan, 1990.
______. Introduo crtica ao direito penal brasileiro. Rio de Janeiro: Revan, 1990.
______. Matrizes ibricas do sistema penal brasileiro. Rio de Janeiro: Freitas Bastos,
2000.
BATISTA, Vera Malaguti Souza W. Difceis ganhos fceis: drogas e juventude pobre
no Rio de Janeiro. Rio de Janeiro: ICC/Freitas Bastos, 1998.
______. Duas ou trs coisas que sabemos (por causa) dele. In: ANDRADE, Vera Regina
Pereira de (Org.). Verso e reverso do sistema penal: (des)aprisionando a sociedade
da cultura punitiva. Florianpolis: Fundao Boiteux, 2002. v. 1.
______. Introduo crtica Criminologia brasileira. Rio de Janeiro: Revan, 2011.
285
286
______. Sentido y contenido de una sociologa del controle penal para Amrica
Latina. Criminologia crtica. I Seminrio. Medelln: Universidade de Medelln, agosto de 1984.
______. El control penal en el marco de la sociologa jurdica. In: _____ (Coord.).
El Derecho y sus realidades. Investigacin y enseanza de la sociologa jurdica.
Barcelona: PPU, 1989.
______. Garantismo penal? Cmo, por qu y cundo? Seores pealistas: la polmica est servida! Doctrina Penal, Buenos Aires, n. 49/52, p. 503-505, 1990.
MONREAL, Eduardo Novoa. Desorientacin epistemologia en la Criminologia crtica? Doctrina Penal, Buenos Aires, Depalma, n. 30, p. 263-275, abr./jun. 1985.
______. Criminologa y derecho penal, aspectos gnoseolgicos de una relacin necesaria en la Amrica Latina actual. Doctrina Penal, Buenos Aires, n. 37, p. 23-43,
ene./mar. 1987.
PAVARINI, Massimo. Control y dominacin. Teoras criminolgicas burguesas y
proyecto hegemnico. Traduo de Ignacio Munagorri. Mxico: Siglo Veintiuno,
1988.
287
288
PLATT, Tony. Perpesctivas para uma criminologia radical nos EUA. In: TAYLOR,
Ian; WALTON, Paul; YOUNG, Jock (Orgs.). Criminologia crtica. Traduo de Juarez
Cirino dos Santos e Srgio Tancredo. Rio de Janeiro: Graal, 1980. p. 113-134.
PRANDO, Camila Cardoso de Mello. Histria do pensamento criminolgico no
Brasil: a revista de direito penal (1933-1937) e o debate entre os juristas. [No prelo]. 2010.
SANTOS, Juarez Cirino dos. A criminologia radical. Rio de Janeiro: Forense, 1981.
______. A moderna teoria do fato punvel. 4. ed. Curitiba: ICPC, 2005. v. 1.
______. As razes do crime. Um estudo sobre as estruturas e as instituies da violncia. Rio de Janeiro: Forense, 1984.
______. Teoria do crime. So Paulo: Acadmica, 1993.
SOLA DUEAS, Angel de. Politica social y politica criminal. In: BERGALLI, Roberto;
BUSTOS RAMIREZ, Juan (Coords.). Pensamento criminolgico II. Barcelona:
Pennsula, 1982. p. 245-268.
SOZZO, Mximo. Tradutore Traditore. Traduccin, importacin cultural e Historia
Del presente de la Criminologia en Amrica Latina. Cuadernos de Doctrina Y
Jurisprudencia Penal, Buenos Aires, Ad-Hoc-Villela Editor, ao VII, n. 13, p. 354431, 2001.
_____. Roberto Bergalli y la tarea de hacer una historia crtica dela criminologa en
Amrica Latina. In: BEIRAS, Iaki Rivera (Coord.). Contornos y pliegues del derecho:
homenage a Roberto Bergalli. Barcelona: Anthropos, 2006. p. 394-400.
TAVARES, Juarez. Teoria do injusto penal. Belo Horizonte: Delrey, 2000. v. 1.
______. Teoria do crime culposo. 3. ed. Rio de Janeiro: Lumen Juris, 2009. v. 1.
______. Direito penal brasileiro. Teoria geral do direito penal. Rio de Janeiro: Revan,
2003. v. 1.
______. Direito penal. Parte geral. 2. ed. Curitiba: ICPC / Rio de Janeiro: Lumen Juris,
2007.
______. Em busca das penas perdidas: a perda de legitimidade do sistema penal.
Traduo de Vnia Romano Pedrosa e Amir Lopez da Conceio. Rio de Janeiro:
Revan, 1991.
______ et al. Direito penal brasileiro. Teoria geral do direito penal. Rio de Janeiro:
Revan, 2003. v. 1.
289
1 INTRODUO
No presente trabalho analisa-se a relao entre os direitos humanos
e a problemtica questo criminal na era do encarceramento em massa,
pautado pelo eficientismo punitivo e o neoconservadorismo classista com
a manifestao da velha defesa social.
292
O presente trabalho se baseia eminentemente em referencial bibliogrfico e parte da conjuno analtica crtica entre os direitos humanos e
a Criminologia, em uma anlise conjectural-estrutural, objetivando a compreenso da realidade contempornea, e buscando permitir/contribuir
com aportes e chaves tericas/de leitura da problemtica realidade dos
sistemas de controle social punitivo/violento.
2
293
294
O desenvolvimento das instituies liberais absorveu e anulou o direito de resistncia, entendido como perigoso juridicamente [...] isto
significou o trmino do processo de absoro e substituio do direito de resistncia nas estruturas do Estado de Direito, consumando o
liberalismo, no a democracia. Ao excluir a resistncia e a revoluo
do sistema, o liberalismo privou o direito revoluo de fundamento
jurdico. Estando fora do direito, a revoluo tornou-se mero fato.
Nessa esteira, os direitos humanos, nascidos em bero classicista jusnaturalista, foram transformados em instrumentos tcnico-jurdicos humanos pelo positivismo e pela teoria dogmtica constitucional moderna;
e assim, convertido em direitos humanos no plano internacional, e direitos
fundamentais no plano interno, a dinmica universalista se apresenta autoritria, reducionista e homogeneizante, pois s leva em conta o cdigo de
valores e significaes no bojo do qual foi criado (mundo ocidental e hegemnico) e internacionaliza e impe essas concepes a todas as outras
formas de ver a vida (cosmovises), reduzindo as complexidades culturais
e identitrias sob o manto da igualdade formal.
Os direitos humanos fundamentais e naturais, em suas bases tericas originrias, j teriam cumprido sua funo, a de emancipao e hegemonizao da classe burguesa sob o postulado da liberdade e igualdade.
Entretanto, diante da crise de legitimidade que enfrentou no incio do
sculo XX, tendo em vista a aguda desigualdade produzida pela liberdade do capital, surgem novas reivindicaes por parte de grande parcela
de atores que historicamente contribuiu para o processo revolucionrio burgus, mas que no fez parte da partilha dos benefcios o povo
oprimido.
Assim, pressionada pelo sucesso da Revoluo Russa e diante das demandas revolucionrias da Constituio Mexicana de 1917, surge a constitucionalizao e integrao dos direitos sociais e econmicos aos direitos
humanos como forma estratgica e transigente da ideologia capitalista desenfreada. Tal fato tambm pode ser compreendido como um grande acordo entre a direita e a esquerda, que frente cobraria seu preo, tendo em
vista a retomada da filosofia liberal em seu sentido mais puro e voraz, com
a poltica neoliberal aps a queda do muro de Berlim, e o esvanecimento do
fantasma comunista, dispersando o medo com base no acordo realizado, e,
portanto, a sua desnecessidade.
Assim, no decorrer do sculo XX, verificou-se que os direitos humanos encerram um tabu que deve ser subvertido pela teoria crtica. O tabu
do monoplio e da dogmatizao, trazendo-se para esta arena a discusso
de elementos centenrios e atribudos como pertencentes ao homem, mas
que, em realidade, no pertencem ao homem comum, por um simples erro
interpretativo em sua gnese conceitual (HUNT, 2009).
O paradigma liberal de direitos humanos a partir de instrumentos
legais e como dogmas (direitos) autoevidentes encontra fundamento na
prpria gnese do Estado moderno e do constitucionalismo positivista,
e sua estrutura legitimada e legitimante de uma estrutura jurdica complexa permeada pela ideologia liberal e hegemnica dos detentores do
295
296
A partir disso, constitui-se a pretenso de ideologia do fim da histria (ou o politicamente correto), que, como aponta Costa Douzinas
(2008), seriam os direitos humanos pretensamente construdos em
sua feio liberal , o ltimo paradigma sociorregulatrio da humanidade; obviamente que esta entendida como sociedade burgus-capitalista
como um paradigma irreversvel e ltimo. Essa ideologia do fim da histria permitida a partir da base terica liberal baseada na igualdade e
liberdade (do homem, branco e proprietrio), operacionalizada/neutralizada mediante o dogmatismo constitucionalista burgus, que se erige
em um edifcio jurdico pretensamente neutro e cientfico cristalizado
em direitos humanos universais tem como marca a total incapacidade
de abarcar a complexidade e a multiplicidade das culturas marginais, e
qui a mera inteno de faz-lo, enquanto naturaliza o paradigma de sociabilidade ocidental capitalista orientado pela gesto seletiva e desigual
dos bens positivos e negativos1.
Como segundo ponto deste trabalho, passa-se a seguir anlise da
dinmica de retrocesso e limitao dos direitos humanos (ainda que dentro do paradigma da teoria liberal) a partir da contrarreforma conservadora, principalmente no que toca questo criminal, ou seja, a utilizao dos
direitos humanos para humanos direitos.
Como prope Alessandro Baratta (2011), os bens positivos como o amplexo de possibilidades de bens e oportunidades, e os bens negativos, como as dinmicas de controle
social e estigmatizao em uma relao inversa de desigualdade de distribuio, ou
seja, quem possui maior possibilidade de acumulao de status na sociedade burguesa
tem menor vulnerabilidade diante das estruturas formais e oficiais de controle social, e
portanto de arcar com os bens negativos impostos por essas agncias/estruturas.
Diante do cenrio de infraes de direitos, ou de nenhuma conquista real e efetiva destes, e ainda da violncia estrutural e institucional como
marcas indelveis de funcionamento do sistema burgus de governabilidade, verificou-se um avano muito significativo de diversas frentes e pensamentos criminolgicos tambm nesta segunda metade do sculo XX, que
neste trabalho se explicita talvez em suas principais manifestaes, como
a Criminologia Radical nos EUA e todo o clima de efervescncia ao redor da
Universidade de Berkeley e que unia o pensamento criminolgico crtico e
o ativismo poltico contra a atuao do governo norte-americano e sua belicosidade, e que tem em Herman e Julia Schwendinger importantes cones;
ainda, a Nova Criminologia inglesa, reunida em torno do National Deviance
Conference, que contava com importantes autores, como Jock Young, Paul
Walton, Ian Taylor, Anthony Platt, com uma proposta de um marxismo terico e cientificamente mais rigoroso e com a proposta de um Realismo de
Esquerda, a partir da assuno de que o delito um problema e que devem
ser formuladas propostas crticas para lidar com a questo criminal desde
uma perspectiva da luta de classes (YOUNG, 2007).
Ou ainda, a proposta mais radical, o Abolicionismo Penal, provindo
da regio escandinava, cujos principais formuladores so Louk Hulsman,
Nils Christie e Thomas Mathiesen, com uma ideia de extino do sistema
penal, tendo em vista que a simplificao da relao conflituosa e proble-
297
298
A proposta e a militncia terico-poltica do Realismo de Direita surgem em 1975 com a obra de James Wilson intitulada Pensando sobre o delito, que se apresenta como uma crtica denominada Criminologia crtica
apontada acima; ademais, esse autor se apresentava como importante consultor dos governos republicanos nos EUA, em polticas repressivistas com
vistas a angariar votos em campanhas eleitorais, assim como aliado a grupos de presso pautados por uma ideologia conservadora (ANITUA, 2008).
Mas a principal obra desse perodo e a partir dessa corrente de
autoria de James Wilson3 (assessor do governo republicano de Ronald
Reagan) e de George Kelling, Janelas quebradas: a polcia e a sociedade nos
bairros (1981), que, em sntese, propunha que se uma edificao tem a janela quebrada e nada feito, dentro de pouco tempo todas as janelas, dessa
edificao e das demais no bairro estaro quebradas e se instaura na co
Obviamente, essa breve referncia nem de longe encerra a proposta do abolicionismo penal, por isso remete-se o leitor leitura de Hulsman, 1993; Christie, 2011; 1998; Mathiesen,
2003; ou ainda a qualificada sntese realizada por Anitua, 2008.
Salienta-se ainda que, em 1985, James Wilson escreve em coautoria com o psiclogo
Richard Hernstein o livro intitulado Delito e natureza humana, no qual resgata e atualiza os
fundamentos racistas lombrosianos de forma mais aberta e clara, apontando os negros e os
latino-americanos como predispostos ao crime, e como calculistas, pois teriam em mente o
risco de serem presos, e isso estava includo no valor potencial a se obter com o cometimento (ANITUA, 2008).
Em Janelas quebradas: a polcia e a sociedade nos bairros, eles defendiam, com veemncia, a necessidade de punir mesmo as menores
incivilidades de rua, uma vez que estas representariam o ponto de
partida de uma deteriorao maior nos bairros. Os autores usavam
como exemplo a metfora das janelas quebradas: se uma janela de
um edifcio est quebrada e se ela no consertada, as demais janelas em pouco tempo estaro quebradas tambm, porque uma janela
sem conserto sinal de que ningum se preocupa com ela e, portanto, quebrar as demais janelas no teria custo algum. Um edifcio com
todas as janelas quebradas traduz a ideia de que ningum se importa
com o que acontece nas ruas e logo outros edifcios estaro danificados. Isso ter efeitos negativos, pois s os jovens, os criminosos ou os
temerrios mantm alguma atividade numa avenida sem proteo,
e, por conseguinte, cada vez mais cidados abandonaro a rua. Com
essa explicao, Wilson e Kelling deixam claro quem eles consideram
como cidados. (ANITUA, 2008, p. 783-784)
A partir dessa formulao, processam-se as propostas e tcnicas de policiamento e combate ao crime, denominadas tolerncia zero.
Inicialmente elas so utilizadas pelo prefeito Rudolph Giuliani, em Nova
Iorque, no incio da dcada de noventa, e depois so exportadas para o
mundo inteiro, especialmente a Amrica Latina, onde cria e se difunde um
pnico social, e se vende uma receita pronta de segurana que resultado
de uma parceria pblico-privada de elevada rentabilidade e a custo de vidas humanas. O mesmo Giuliani, aplicando tais tcnicas de policiamento e
combate ao crime no plano da governabilidade nova-iorquina, conseguiu
manter os ndices de criminalidade e aumentar estrondosamente os ndices de encarceramento, proposta que comprada pelo Brasil, ao contra-
299
300
A partir de discursos de matiz populista-punitivo e sem correspondncia com a realidade, ressurge, se transmuta e se legitima a imperiosidade do encarceramento que tem sido a regra, e no a exceo; contrariamente ao que propem a legislao, a doutrina (dogmtica) e os discursos
pseudo-humanitrios, e se nutre essa dinmica a partir de pnicos sociais-morais (every days theories) que se difundem na mdia de massa, legitimando a poltica do Estado que se manifesta de forma racista e classista.
Escreve Lola Aniyar de Castro (2010, p. 119):
As tenemos reformas penales, procesales, policiales, que tienen poco
que ver con nuestra realidad institucional de base; al igual que las le-
gislaciones internacionales sobre la delincuencia organizada, la tendencia a tener crceles y policas privadas; y por supuesto, tambin las
teoras del control basadas en la tolerancia cero y la del one, two, three
strikes, out; que bendicen un renacer del positivismo del Cdigo Rocco.
301
302
Neste ponto, aporta-se uma contribuio desde a teoria crtica dos direitos humanos, especialmente de matriz latino-americana. A partir disso,
articula-se uma proposta de fundamentao de direitos humanos baseada na Filosofia da Libertao (DUSSEL, 2011), ou seja, desde a exterioridade dos indivduos que fizeram parte do pacto da modernidade pela sua
face inversa, da no pertena, da dominao e da excluso. Uma construo
terica e uma fundamentao de direitos humanos a partir dos sujeitos
negados pelo processo histrico e marginalizados na estrutura social burguesa, na linha proposta por Enrique Dussel (1993) quando fala de uma
episteme libertadora que elenca os rostos excludos do paradigma da modernidade e no qual o stimo rosto justamente o marginal4 o rosto do
sujeito criminalizado o indivduo objeto de controle/dominao social
oficializada.
7
5
6
Segundo Enrique Dussel (1993), os rostos encobertos so; 1 o ndio; 2 o negro ou escravo;
3 mestio (resultado da hibridao cultural e biolgica entre o europeu e o nativo originrio);
4 criollo (brancos nativos de colnias espanholas ou portuguesas); e modernamente se fala
nos novos rostos, tais como; 5 os camponeses; 6 os operrios; 7 os marginais.
Rosillo (2013) indica como dogmatismo.
Quanto ao reducionismo (ROSILLO, 2013).
Em relao ao pensamento dbil (ROSILLO, 2013).
303
304
Decorrente das diversas manifestaes de historicidade do indivduo em sociedade, que Rosillo fala do sujeito como prxis scio-histrica libertadora, esse indivduo concreto em processo de libertao, que se
apresenta como: (b1) libertao das necessidades bsicas, pois sem a satisfao das necessidades bsicas no h vida, tampouco vida digna; (b.2)
libertao das ideologias e instituies desumanizantes, tendo em vista
que as instituies modernas se baseiam mais sobre o medo e o terror do
que sobre a convico; (b.3) libertao individual e coletiva de todas as
formas de dependncia, a subverso da castrao da liberdade potencial
quando manifestada, ou seja, a tendncia introjetada de um determinado paradigma cultural que tolhe a liberdade imanente, como o caso de
indivduos consumidores e consumveis na modernidade contempornea;
(b.4) libertao de si mesmo, ou seja, romper com a tradio liberal do
indivduo constitudo em uma ilha autossuficiente, isolado, individualista,
mas sim propiciar o encontro e o renascimento do sujeito intersubjetivo.
Como resume Alejandro Rosillo Martnez (2013, p. 89), es la lucha del victimizado, del empobrecido y el oprimido por superar la alienacin proveniente de la totalidad.
E, por ltimo, o que Rosillo (2013) define como (c) o fundamento
da produo de vida, quando trata da necessidade de se romper com a
episteme pautada pelos meios dirigidos a fins que fruto do pensamento
iluminista e orientada pelo utilitarismo das coisas (e dos indivduos) em
relao aos seus fins, pautado por uma lgica de em uma linguagem marxista sacrificar (escravizar e explorar) os valores de uso pelos valores de
troca, e assim submeter os meios aos fins da competio no mundo social
burgus-capitalista, levando em conta o sujeito abstrata e formalmente livre e igual, construdo pela fico do contratualismo.
Ao contrrio, em uma abordagem da teoria crtica dos direitos humanos em perspectiva latino-americana, e neste momento em uma matriz dusseliana de orientao claramente marxista, aporta a necessidade
de trazer a ideia do sujeito vivo que se apresenta como indivduo material
e concreto, com suas necessidades que so de sobrevivncia e libertao
material da vida9. nesta linha que se situa o fundamento da produo de
Salientando que, na esteira proposta por Alejandro Rosillo Martinez (2013), no se olvida a
tridimensionalidade do indivduo que material, prxis e intersubjetiva como trs dimenses e condies de libertao.
305
306
Para efeito deste trabalho, preconiza-se a construo de uma institucionalidade material e simblica de direitos humanos em uma perspectiva
crtica, pois, no que diz respeito atuao diante da problemtica questo
criminal, tem se pautado pela dinmica importada e abstratamente prevista
da liberdade e igualdade e politicamente orientada pela poltica eficientista da tolerncia zero que escraviza/domina os indivduos, atuando a partir
de uma dinmica atuarial de risco e concorrncia medida em metas de
apreenses, de averiguaes, de prises, como forma de resolver a questo
da criminalidade em uma guerra interminvel e perdida de antemo, pois,
atravs disso esto, como assinalou Martinez (2013), perfazendo a prpria
destruio e morte do indivduo (individual como corporalidade e coletivamente enquanto coletividade e comunidade) a partir da atuao do prprio
sistema que pretensamente tem a funo de proteg-lo.
Diante disso, encerra-se este ponto acerca do fundamento dos direitos humanos, com Joaqun Herrera Flores, que resume e alia dois dos postulados centrais, a exterioridade e o constante processo de luta (afirmao,
construo e reafirmao), ou seja, essa permanente liminaridade deve ser
permeada de uma postura dialtica, de uma autocrtica, para no constituir-se, por sua vez, em dogmatismo dominador, por tais razes, o pensamento
crtico demanda a busca permanente de exterioridade no em relao ao
mundo em que vivemos, mas em relao ao sistema dominante [...] como
dizia Ernst Bloch, criticar no consiste unicamente em dizer no, mas em
afirmar um sim a algo diferente (FLORES, 2009. p. 65-66).
Nesta linha, os direitos humanos so tomados a partir da perspectiva
crtica, e no como um projeto ou dolo pronto e acabado, mas em constante processo de construo, como percurso, como ferramenta de luta no
perodo contemporneo; tem na figura do criminalizado (o stimo rosto
oprimido, dominado e negado de Enrique Dussel, 1993) e objeto de interveno/dominao/negao do prprio sistema penal, sua figura central
para o presente trabalho.
E a partir disso, passa-se a uma anlise/abordagem de uma perspectiva dos potenciais transformadores da teoria crtica dos direitos humanos,
como ferramentas de reduo de danos e dores do sistema penal atravs
de dinmicas pautadas pela (re)produo de vida, levando-se em conta
a alteridade dos indivduos que no so abstratos, mas reais, materiais e
concretos, inseridos em um contexto scio-histrico especfico.
5
Neste momento tem-se como foco intentar articular direitos humanos e Criminologia, ambos desde uma perspectiva Crtica e da Libertao,
e o que essas disciplinas e espaos de luta tm em comum.
Nesta linha, como demonstrou Rosa del Olmo (1979), o que ela chamou de primeira ruptura criminolgica se deu com a inverso qualitativa
e metodolgica operada e permitida pelo labeling approach (teoria do etiquetamento), colocando o prprio sistema penal e seu funcionamento na
307
308
mira e constituindo-o como objeto de anlise da criminologia. Tal abordagem s veio a se reforar com a Criminologia crtica a partir de seu alinhamento com a teoria marxista. Entretanto, ainda se apresentava como saberes importados, alheios realidade latino-americana, e a partir disso se
apresenta a segunda ruptura, com a conformao da Criminologia crtica
latino-americana desde a filosofia da libertao, movimento que teve grande importncia terica e prtica (constituindo-se em prxis da libertao)
e intensa ressonncia nas cincias sociais e humanas e nos movimentos
sociais na Amrica Latina.
Esse movimento da teoria da libertao foi acolhido no s na conformao da Criminologia Crtica Latino-Americana como na Teoria Crtica
do Controle Social (denominado Criminologia da Libertao; ANIYAR DE
CASTRO, 2005), como tambm na produo de uma Teoria Crtica dos
Direitos Humanos, como bem aponta Alejandro Rosillo Martinez (2013),
antes exposto e brevemente apresentado em suas principais categorias,
sendo elas (Direitos Humanos e Criminologia Latino-americana), assim,
oriundos e herdeiras de um mesmo marco terico e de militncia poltica,
e, portanto, imbudas do mesmo compromisso, a libertao dos dominados
da estrutura scio-histrica da modernidade.
10
309
310
Julgamos que a contribuio da criminologia preveno dos massacres deve consistir (a) em primeiro lugar, na anlise crtica dos textos
suspeitos de ocultar tcnicas de neutralizao; (b) em segundo lugar,
deve estudar os efeitos da habilitao irresponsvel do poder punitivo e advertir os juristas e os polticos sobre seus riscos; (c) em terceiro lugar, deve investigar a realidade violenta, aplicando tcnicas
prprias de investigao social de campo, para (d) neutralizar, com
dados reais, a criminologia miditica e (e) adquirir prtica comunicacional miditica para revelar publicamente sua causalidade mgica. Por ltimo (f), deve analisar as conflitividades violentas em todas
as suas particularidades locais, a fim de apontar o caminho mais adequado para desmotivar os comportamentos violentos e motivar os
menos violentos. (ZAFFARONI, 2013, p. 262)
Passa-se s propostas de alinhamento dessa Criminologia com os direitos humanos em uma perspectiva crtica e da libertao latino-americana e com uma proposta concreta e prtica de atuao, uma prxis militante
e comprometida com a regio em que se insere e da qual surge (fundamenta) seu prprio saber e atuao poltica.
5.1 Uma nova juno entre poltica e Criminologia:
por uma aliana libertadora e na conteno da
violncia do sistema penal
Neste ponto, analisa-se a aliana necessria e possvel entre os direitos humanos e a Criminologia crtica como dinmica de conteno da
violncia punitiva. Assim, segue-se na esteira proposta por Herman e Julia
Schwendinger, em seu clebre texto Defensores del ordem o custodio de los
derechos humanos? (2007), quando iniciam por questionar o argumento
e discurso de validade/legitimidade da tipificao criminal e do trato positivo ao tema, tendo em vista que como eles apontam que se constituem
mais em definies operacionais do que o que lhe confere validade, que a
preciso jurdica ou cientfica.
A preciso seria advinda da obteno de verdades extradas da aplicao de mtodos cientficos realidade observvel, entendendo-se as
determinantes e as causas da criminalidade e do criminoso, o que fora intentado pelo positivismo criminolgico e constitudo na base da criminologia etiolgica que, mesmo deslegitimada e desconstruda pelas diversas
teorias e pensamentos criminolgicos crticos do sculo XX, continua servindo de lastro e base tipificao criminal contempornea e toda sua po-
Pero la simples verdad es que aun cuando diferencisemos esos elementos y los empleramos separadamente, seguiran siendo inadecuados para fines cientficos. Para ilustrar eso, supongamos por ejemplo
que los legalistas efectivamente aluden al empleo de la definicin legal
para fines operativos cuando insisten en sus caractersticas de precisin. (SCHWENDINGER; SCHWENDINGER, 2007, p. 161)
Continuam argumentando os autores de que o discurso que se envolve do estatuto de cientificidade positiva como forma de angariar legitimidade a suas leis universais, gerais e imutveis, sob o plio da pretensa neutralidade se apresentam mais como dinmica de operacionalidade
ideolgica do que propriamente com o que definem como segurana jurdico obtida a partir das pseudocertezas cientficas, e, nesta linha, se apresentam como argumentos cientficos pautas e necessidades polticas muito especficas, e identificveis no seio do grupo, e contexto scio-histrico
do qual surgem e favorecem. Assim complementam os autores:
Debe observarse que las nicas mediciones posibles que esas reglas habilitan toman la forma de enumeraciones oficiales de casos de condena.
Cuando los criminologos extraen sus tasas estadsticas de esas enumeraciones, estan operativizando la conduta criminal. [...] aunque la legalidade de una definicion de delito propuesta puede resultar de una
situacion mayoritaria en un parlamento (y por conseguiente, como veremos ms adelante, subordinar la actividad de los cientficos sociales
a una ideologia predominante), desde un punto de vista empirista no
puede considerarse que una votacion mayoritaria sea definicion operativa adecuada [...] la conducta que legalmente se califica como delictiva
a juicio de la mayoria de las personas preparadas en la tradicion empirista, existio antes de la formulacion de su definicion legal. Se justifica entonces, que se considere la conducta como determinante y de este
modo no es la ley que determina el delito sino el delito determina la ley.
(SCHWENDINGER; SCHWENDINGER, 2007, p. 162)
311
312
Alessandro Baratta (2011) em sua clebre obra Criminologia crtica e crtica do direito penal: introduo sociologia do direito penal, em seu captulo
XV, criminologia e poltica criminal alternativa.
Nesse trabalho, Baratta articula algumas proposies, e aponta quatro indicaes para uma politica criminal alternativa: (a) primeiro, a diferenciao e o rompimento com o que Baratta denomina de poltica penal,
claramente pautada pela suspenso do conflito no tempo com a medida
punitiva, e que carrega consigo toda a incapacidade institucional, poltica
e ideolgica de resoluo do conflito por meio da maquinaria punitiva e
reprodutora de violncia.
Nesta mesma linha, articula (b) uma corajosa poltica de despenalizao e contrao do sistema penal, aliado como estratgia e como meio
um processo de uso alternativo do direito penal, como forma de obter
esse processo de controle e conteno do poder punitivo, como referem
Zaffaroni e Nilo Batista (2003), limitando seu horizonte de projeo; prope como princpios externos ao sistema penal (extrassistemticos) que se
apresentam como forma estratgica e poltica de contrao, e substituio
do sistema penal por dinmicas reais e efetivas de resoluo de conflitos e
transformao social, e no pelo seu acirramento e deteriorao.
Nestes princpios externos aponta (b.1) a no interveno til, tendo em vista que em muitos casos e conflitos a no interveno do sistema penal mais benfica que a sua prpria atuao, tendo em vista os
efeitos que causa maquinaria penal e punitiva, no sentido da deteriorao ainda maior do conflito e das relaes de violncia; (b.2) privatizao
dos conflitos que aponta a necessidade de devolver aos prprios e diretos
Que o prprio autor desvela os interesses internos no processo de seletividade dos bens
juridicamente tutelados (seletividade primria) pelo sistema penal liberal, e toda a sua atuao seletiva na criminalizao secundria (BARATTA, 2011).
11
313
314
CONSIDERAES FINAIS
Em segundo, no perder de vista o elemento utpico dos direitos humanos, que, no que diz respeito ao sistema penal, a sua prpria extino e
substituio por formas alternativas, dialogais e libertadoras na resoluo
de conflitos, pautado por relaes de no violncia e rompendo com o ciclo
de dores e sofrimento. Fala-se em manter o iderio utpico, tendo em vista
a necessidade de no se permitir que o garantismo (por mais bem intencionado que seja) se torne um fim em si mesmo, e opere um novo processo
de relegitimao da estrutura estatal opressora e violenta; e assim, manter
a luta dos direitos humanos e a pauta da questo criminal como um objetivo que no inalcanvel, mas algo que deve ser trilhado em uma acepo
preconizada por Eduardo Galeano, pois, o caminho se faz ao caminhar.
315
316
BERCOVICI, Gilberto. Soberania e Constituio: para uma crtica do constitucionalismo. So Paulo: Quartier Latin, 2008.
CHRISTIE, Nils. Uma Razovel Quantidade de Crime. Rio de Janeiro: Revan, 2011.
DEL OLMO, Rosa. Ruptura criminolgica. Caracas: Universidad Central da Venezuela, 1979.
DOUZINAS, Costa. El fin de los Derechos Humanos. Bogot: Legis, 2008.
DUSSEL, Enrique. 1492 - o encobrimento do outro: a origem do mito da modernidade. Petrpolis: Vozes, 1993.
______. Filosofa de la Liberacin. Mxico: FCE, 2011.
GARLAND, David. A Cultura do Controle: crime e ordem social na sociedade contempornea. Trad. Andr Nascimento. Rio de Janeiro: Revan/ICC, 2008.
HUNT, Lynn. A inveno dos direitos humanos. Rio de Janeiro: Cia das Letras, 2009.
LEAL, Jackson da Silva. As Crnicas do Capital a viagem do peregrino da alvorada: o (re)nascimento emancipatrio dos Direitos Humanos. Revista Hendu, UFPA,
v. 1, n. 3. p. 23-43, 2012.
SANTOS, Boaventura de Sousa. A Gramtica do Tempo: para uma nova cultura poltica. So Paulo: Cortez, 2006.
317
TENSIONAMENTOS SOCIAIS
E JUSTIA DE TRANSIO:
contribuies ao constitucionalismo
latino-americano
1 INTRODUO
Entre as dcadas de 1960 e 1990, diversos pases da Amrica Latina
vivenciaram experincias de regimes polticos de exceo, seja pela via dos
golpes de Estado, seja pelos conflitos internos armados.
As transies desses regimes foram marcadas, sob o ponto de vista jurdico, por processos de reconstitucionalizao que englobam tanto a
restaurao dos textos constitucionais anteriores incluindo as reformas
sofridas a posteriori , como a instituio de novas Constituies por meio
de Assembleias Constituintes.
O simples advento da implementao de novos textos constitucionais ou a tentativa de retomada da legitimidade daqueles que foram
ignorados pelos regimes de exceo, no entanto, no constituem causas
imediatas de garantias de direitos ou medidas automticas de uma ampla produo de efeitos normativos, sobretudo na retomada das bases do
Estado Constitucional de Direito. E, nesses contextos, o modus operandi
das transies polticas decisivo para a consolidao de condies polticas e jurdicas que favoream a efetivao dos textos constitucionais.
Tais condies passam necessariamente pela construo social de estratgias de tensionamento que se imponham aos diversos mbitos institucionais em reformulao.
A forma como, por exemplo, a Argentina conduziu seu processo de
transio poltica tanto por meio dos grupos sociais vinculados ao debate
320
da defesa dos direitos humanos mobilizados em torno das questes transicionais como institucionalmente, com nfase na busca pela memria e verdade sobre as violaes aos direitos humanos ocorridas durante o perodo
do Estado de exceo e a posterior construo de possibilidades jurdicas
de responsabilizao dos agentes estatais, o que impulsionou internamente um debate amplo sobre a necessidade de proteo dos direitos humanos,
permitindo um avano no campo da aplicabilidade interna do direito internacional dos direitos humanos com a adoo pelo texto constitucional, na
reforma de 1994, do inciso 22 do artigo 75, que reconheceu a hierarquia
constitucional de tratados e convenes internacionais no plano interno.
Esse processo no ocorreu sem resistncias ou grandes tensionamentos
internos tanto por parte da sociedade civil como em mbito institucional, e
justamente a existncia dessas tenses que permite ou at mesmo impe
a necessidade de que o debate pblico acerca das demandas poltico-constitucionais seja enfrentado no campo das disputas valorativas da sociedade1 e, tambm, nas instituies constitudas como parte do poder estatal.
Em sociedades democrticas, a existncia de tensionamentos polticos que possibilitem a constante reflexo sobre a prtica constitucional e
o aumento de processos de integrao social essencial, e nas sociedades
em transio poltica eles so imprescindveis se o que est em jogo a
efetivao de direitos.
O que se pretende debater no presente texto so as possveis potencialidades trazidas pelos pilares da chamada Justia de Transio para a
sustentao de campos de tensionamento poltico-institucional que podem significar avanos no sentido da consolidao da fora normativa dos
textos constitucionais latino-americanos, e tambm do aprofundamento
da dinmica entre direito e poltica e seus reflexos no campo da proteo
aos direitos humanos. Ao final, ser dada uma nfase ao caso brasileiro,
especificamente no que tange aos tensionamentos da temtica transicional
que permeiam o Supremo Tribunal Federal a partir da anlise das extradies 974, 1150 e 1278.
2
OS PROCESSOS DE RECONSTITUCIONALIZAO
LATINO-AMERICANOS E A NOTRIA QUESTO DA
EFETIVIDADE DOS TEXTOS CONSTITUCIONAIS
Os textos constitucionais, todavia, estabelecem pactos jurdico-polticos geradores de expectativas normativas prprias de um Estado de Direito.
Afinal, como destaca Hesse (1991, p. 19), Embora a Constituio no possa,
por si s, realizar nada, ela pode impor tarefas. Partindo do pressuposto
de que os textos constitucionais, inseridos em conjunturas histricas especficas, contemplam metas normativas de superao de problemas reais das
sociedades, essa imposio de tarefas requer uma srie de medidas institucionais que passam a ser necessrias para sua efetivao.
Contudo, as diferentes compreenses polticas sobre os problemas sociais, e at mesmo as concepes acerca das instituies, geram
uma srie de disputas, muito bem identificadas por Lassale, em torno das
questes jurdico-polticas pautadas pelas Constituies e, desse embate
especfico, diferentemente do que conclui o autor, contudo, pode se estabelecer uma dinmica de efetivao normativa do texto constitucional. Isto
porque, longe de significar uma construo harmoniosa com garantia de
efetivao plena de seus textos, as Constituies pertencem, como coloca
321
322
pelos prprios militares responsveis pela manuteno do regime de exceo, tenha existido uma tendncia em colocar o mximo de prerrogativas e garantias jurdicas no texto constitucional, ainda que sua produo
de efeitos fosse uma incgnita para a poca, afinal, no se havia conseguido, sequer, garantir eleies diretas para a Presidncia da Repblica,
apesar da ampla mobilizao nacional, em 1984, pelo movimento que ficou conhecido como Diretas J. H autores como Raymundo Faoro que
denunciaram a falcia da constituinte de 1986, pois no seria uma assembleia exclusiva a responsabilizar-se pelo novo texto constitucional,
mas sim o poder constitudo, uma vez que o Congresso transmutar-se-ia
em constituinte para aprovar a nova Constituio. Considerando que o
poder institudo ainda estava nas mos de quem comandava o regime
ditatorial, compreensveis as denncias de Faoro e sua descrena em um
resultado constitucional que pudesse significar um avano democrtico
ao pas. Isso fica claro na seguinte passagem em que, segundo o autor, no
movimento pelas Diretas J,
O povo saiu de casa, se reuniu, clamou pela soberania de sua vontade o que a Constituinte, no seu sentido autntico, real, genuno,
sem mscaras. Esta a Constituinte que ele quer, no a Constituinte
que os polticos tentam lhe vender, embutida dentro do Congresso
Nacional, manobrada de cima, do alto, meramente para reescrever
a Constituio atual, sobre um projeto das espertas elites. (FAORO,
1987, p. 11-28)
323
324
Portanto, uma compreenso superficial sobre os contextos que permeiam esses momentos transicionais, presentes nos processos de reconstitucionalizao latino-americanos, no contribui para uma anlise mais
ampla acerca das consequncias e significados polticos de textos constitucionais que incorporam garantias de direitos h muito impraticveis nessas sociedades, afinal, a existncia de uma Constituio, ainda que cumpra
um papel incipiente de simbolizar a retomada formal da democracia, pode
ser decisiva para impulsionar novas formas de tensionamentos pblicos
que garantam, na dinmica social, a consolidao substancial de processos
democrticos.
[...] una clusula relegada o adormecida puede cobrar inesperada realidad, puede despertar de su letargo un hecho que de ningn modo
puede verse como una anomala en el derecho, ya que es puro y directo
producto de la incorporacin explcita de ciertas clusulas en un texto que se asume como plataforma social compartida (GARGARELA;
COURTIS, 2009, p. 33)
instrumentalizar disputas polticas que acabem reforando sua fora normativa. Em qualquer desses cenrios, a existncia de direitos e dispositivos de melhoria das condies relacionais da vida em sociedade nos textos
constitucionais indica a potencialidade normativa de questes que esto
abertas a transformar-se em novos focos de disputas poltico-sociais e processos capazes de despertar os textos constitucionais. E nesse sentido
que a existncia de campos de tenso sociais que alcancem o mbito institucional deve ser compreendida como imprescindvel para o avano dos
processos de redemocratizao latino-americanos.
325
326
No h uma definio terica sobre as origens, caractersticas e consequncias do fenmeno da judicializao, o que dificulta o estabelecimento de parmetros mais uniformes para as anlises que englobam o tema
(VERONESE, 2009, p. 249-281). De todo modo, em linhas bem amplas,
possvel afirmar que as leituras mais recorrentes desse fenmeno identificam que, diante da ausncia de ao estatal na formulao de polticas
pblicas capazes de efetivar os direitos sociais, o Poder Judicirio sobretudo na Amrica Latina passou a uma postura mais ativista, tornando-se
protagonista desse processo de efetivao. Esse cenrio poderia indicar
uma disputa entre os Poderes Executivo, Legislativo e Judicirio ou, ainda,
a falncia ou diminuio do espao da poltica que passa a ser ocupado
cada vez mais pelo Poder Judicirio2.
Jlio Aurlio Vianna Lopes (2005, p. 65-66) afirma que O direito no mais institudo para
ou pela poltica; passa a ser instituinte dela, na medida em que legislar e administrar vo se
tornando meros modos de regulamentao de princpios jurdicos superiores (legais, constitucionais, supraconstitucionais) ao Estado. O direito no mais a argamassa das obras polticas;
o cido que as corri, desmanchando-as e substituindo-as por suas prprias instituies..
Contudo, se, por um lado, para alguns autores o fenmeno da judicializao tem o mrito de impor um novo ritmo ao processo de dar concretude a alguns direitos estabelecidos nos textos constitucionais, por outro ele gera um problema srio no mbito poltico, uma vez que o Poder
Judicirio passa a interferir no campo das decises polticas3. A simples
existncia de um rol mais extensivo de direitos por si s, de acordo com
Gargarella, pode significar uma ameaa ao espao de discusses democrticas. Primeiro, porque diminui o poder de decidibilidade das maiorias sobre determinados assuntos da vida poltica, depois, porque a incluso de
mais direitos nos textos constitucionais corresponde imediatamente a um
fortalecimento dos rgos judiciais, que se sobressaem como os principais
responsveis pela custdia desses direitos, mas que, contudo, esto mais
distantes de processos de legitimao poltica (GARGARELA, 2010, p. 38).
Veronese chama a ateno como um possvel risco do debate latino-americano sobre a judicializao a restrio do tema a essas duas posies: (a) a judicializao benfica, desde
que amplie os cnones liberais do direito (Javier Couso); ou, ela benfazeja, desde que
mantida sob o controle popular (Yepes, Sousa Santos, etc.); ou (b) a judicializao negativa
porque expropria o espao real da poltica, diminuindo a possibilidade de autogoverno e
a democracia (Ran Hirschl) (VERONESE, 2009, p. 277). Como o objeto deste trabalho no
consiste na tentativa de superao desse risco, adotam-se essas duas posies exatamente
por serem as mais recorrentes na literatura latino-americana.
327
328
[...] uma srie de iniciativas empreendidas por via dos planos internacional, regional ou interno, nos pases em processo de liberalizao ou democratizao, englobando suas polticas pblicas, suas
reformas legislativas e o funcionamento de seu sistema de justia,
para garantir que a mudana poltica seja bem-sucedida e que, ao
329
330
Portanto, nem todas as transies polticas so marcadas pela adoo ou implementao imediata das medidas prprias da justia transicional e a adoo dessas medidas vincula-se tanto s decises polticas institucionais como ao grau de organizao e mobilizao da sociedade civil em
torno do tema. importante perceber como a consolidao de um campo
prprio da justia de transio passou a impor uma pauta mais substancial em termos de garantias de direitos aos processos transicionais, j que,
como a prpria definio de Torelly indica, as pretenses de uma transio pura e simples apontam muito mais para a implementao de procedimentos de uma democracia formal, ou como dito pelo autor, eleitoral e,
a justia de transio, compreendida como uma temtica de articulao
social em torno da questo dos direitos humanos, principalmente quanto
s reivindicaes das vtimas das violaes aos direitos5, passou a exigir
uma resposta poltica mais ampla aos processos transicionais, sobretudo
quanto proteo de direitos.
A justia de transio tem se firmado cada vez mais como uma temtica que trata como
prioridade os direitos das vtimas justia, reparao, memria e verdade. Isso fruto
de uma apropriao da temtica por parte dos movimentos de defesa das vtimas que sofreram as violaes dos regimes de exceo, o que faz com que tais movimentos sejam pea-chave na consolidao da temtica da justia de transio na maior parte dos pases em
processos transicionais, sobretudo na Amrica Latina. Na leitura de Carlos Nino em Juzo ao
mal absoluto isso fica claro em vrios trechos. Conferir: NINO, Carlos. Juicio al mal absoluto. Buenos Aires: Ariel, 2006. p. 111, 124, 127. Do mesmo modo como no caso colombiano,
em que Uprimny y Saffon identificam tais grupos como os grandes responsveis pela exploso de debates acerca da temtica no pas. (UPRIMNY, Rodrigo; SAFFON, Mara Paula. Usos
y abusos de la justicia transicional en Colombia. In: Anuario de Derechos Humanos, p. 171175, 2008. Disponvel em: <www.anuariocdh.uchile.cl>. Acesso em: 12 maio 2013.) Essa
identificao de centralidade dos movimentos sociais feita por Louis Bickford no verbete
sobre Justia de Transio da Enciclopdia de Genocdios e Crimes contra a Humanidade,
em especial na seguinte passagem: First, the human rights movement has strongly influenced the development of the field, making it selfconsciously victim-centric. Transitional justice
practitioners tend to pursue strategies that they believe are consistent with the rights and
concerns of victims, survivors, and victims families. (BICKFORD, Louis. Transitional Justice.
In: The Encyclopedia of Genocide and Crimes Against Humanity. v. 3. New York: MacMillan,
2004. p. 1045-1047. p. 1045). Torelly, a partir da definio de Bickford, tambm destaca em
seu texto a importncia dessa caracterstica da justia de transio (TORELLY, Marcelo D.
Justia de Transio e Estado Constitucional de Direito, p. 106).
der das estratgias utilizadas, pode sofrer uma ampliao de seu alcance
para conseguir o apoio de outras parcelas da populao que no estejam
diretamente vinculadas s violaes de direitos, mas que passam a se identificar com essas reivindicaes tanto pelo sentimento de solidariedade
com aqueles que sofreram as violaes aos seus direitos, como tambm
pelo reconhecimento da importncia pblica de uma comunidade poltica estar resguardada por um autntico Estado de Direito, garantidor de
direitos fundamentais capaz de enfrentar as graves violaes aos direitos
humanos. E, nesse ponto de interligao, que se pode destacar a importncia de textos constitucionais que reforcem a importncia da garantia e
proteo de direitos fundamentais como documento poltico interno basilar s reivindicaes da sociedade, que dialoga com o conjunto de documentos internacionais de proteo aos direitos humanos.
Por outro lado, essas reivindicaes tambm geram tenses importantes aos avanos poltico-institucionais de um pas, e podem ser determinantes para a consolidao democrtica das sociedades em transio.
Carlos Nino, no livro Juzo ao mal absoluto, reconhece as dificuldades
polticas enfrentadas por Ral Alfonsin, presidente argentino responsvel
pela transio poltica desse pas, em atender s pautas dos movimentos
por direitos humanos. Contudo, o simples fato de existir uma determinada
presso social sobre a temtica, fora o plano institucional a tomar decises que talvez no atendam integralmente aos reclamos sociais, mas que
podem representar um avano no cenrio de conquistas democrticas. Isso
fica claro no texto de Nino, quando trata da aprovao da Lei de Obedincia
Devida na Argentina, em 1987, que, na prtica, j vinha se constituindo
desde 1984 como um critrio interpretativo das leis militares, que permitiu a abertura dos primeiros processos criminais contra oficiais militares.
Naturalmente, os movimentos por direitos humanos no gostaram da ideia
de uma lei que s responsabilizasse o alto escalo das foras armadas argentinas sob o fundamento de que haviam dado as ordens, o que lhes pareceu uma espcie de anistia encoberta. Contudo, em um cenrio mais
global, a iniciativa poltica de responsabilizar justamente o alto escalo das
foras armadas foi considerada por muitos como um ato de coragem poltica decisivo no processo de responsabilizao dos torturadores, o que colocou a Argentina frente no enfrentamento dos crimes ocorridos durante
as ditaduras no contexto latino-americano (NINO, 2006, p. 128). Em 2005,
a Lei da Obedincia Devida, ao lado da Lei do Ponto Final, foram consideradas inconstitucionais pela Corte argentina, o que possibilitou a responsabilizao de outros escales das foras armadas (NINO, 2006, p. 131).
331
332
O que importa afirmar nesse ponto que a busca por uma transio
justa geradora de disputas valorativas que desembocam em tensionamentos polticos e institucionais importantes. O que se destaca neste texto
justamente a potencialidade para, a partir dessas tenses, consolidarem-se os processos democrticos, principalmente, quanto afirmao de um
Estado de Direito que privilegie a articulao de espaos polticos e sociais
para a legitimao da fora normativa das Constituies.
A transio poltica brasileira tem tido um tempo diferenciado das demais experincias latino-americanas, em especial em relao aos pases do
Cone Sul que sofreram golpes de Estado e passaram por perodos de exceo
semelhantes, sobretudo no que diz respeito ao enfrentamento das questes
que envolvem a implementao das medidas da justia de transio. Isso se
deve ao modo como a transio foi gestada pelos prprios militares, ainda
frente do governo, administrando a chamada abertura lenta e gradual. A
333
334
Para uma leitura completa sobre o sistema reparatrio brasileiro, conferir: ABRO, Paulo;
TORELLY, Marcelo D. Justia de Transio no Brasil: a dimenso da reparao. In: Represso e
memria poltica no contexto ibero-brasileiro: estudos sobre Brasil, Guatemala, Moambique,
Peru e Portugal. Braslia, DF: Ministrio da Justia. Comisso de Anistia, 2010. p. 26-59.
Muitos desses avanos so fruto de uma atuao institucional da Comisso de Anistia a
partir de 2007, que, ao reconhecer o importante papel da sociedade civil na construo da
anistia no Brasil, passou a construir uma nova interpretao da Lei 10.559/02: Na avalia-
avanar juridicamente no mbito da responsabilizao, um desafio verdadeiramente pesado para a realidade brasileira se considerarmos todas as
questes que envolvem o Poder Judicirio brasileiro no contexto ditatorial
e da transio9. Se, por um lado, nosso sistema reparatrio avanou muito,
sobretudo depois que passou a ser compreendido como um pilar da justia
de transio10, por outro, o Pas custa a avanar na apurao das circunstncias de violao aos direitos humanos, e no avanou quase nada no debate acerca da responsabilizao dos agentes pblicos perpetradores dos
crimes contra a humanidade.
o empreendida pela Comisso de Anistia para reorganizar suas aes estratgicas para o
perodo 2007-2010, foram considerados, portanto, os seguintes elementos: (i) a sociedade
civil brasileira mais ampla desarticulou-se do tema da anistia, que passou a ser desenvolvido por setores isolados uns dos outros, com grande sobreposio de esforos e desperdcio de energias, devendo o eixo prioritrio de ao ser a promoo de atividades de rearticulao de uma causa esparsa, mas nunca esquecida; (ii) entre os poderes de Estado, o
Executivo , desde sempre, o principal artfice das medidas transicionais no Brasil, sendo ou
seu executor direto, ou o promotor do debate pblico que pressiona aos demais poderes14,
(iii) o processo de justia transicional brasileiro no se resume s aes das duas comisses
de reparao, e tal diagnstico nocivo, pois, somado ao ataque reacionrio contra o processo de reparao, obstaculiza o avano da consolidao democrtica brasileira. (ABRO,
Paulo; TORELLY, Marcelo D. Justia de Transio no Brasil: a dimenso da reparao. p. 35)
9
Anthony Pereira, em um importante estudo comparado entre Brasil, Chile e Argentina, investigou o grau de envolvimento de cada poder judicirio dentro desses pases e concluiu que o
mais participante foi o brasileiro, e que a ausncia de reformas significativas contribui para
a manuteno do que chama de entulho autoritrio. De acordo com o autor, O judicirio
brasileiro, da mesma forma que os militares, continuou, mesmo depois da volta democracia,
como um grupo corporativo altamente isolado e privilegiado. Os salrios do Judicirio brasileiro esto entre os mais altos do mundo, enquanto a eficincia dos tribunais, em termos do
nmero de casos julgados, relativamente baixa. (PEREIRA, Anthony. Ditadura e Represso:
o autoritarismo e o Estado de Direito no Brasil, no Chile e na Argentina. So Paulo: Paz e Terra,
2010. p. 243). Conferir tambm BAGGIO, Roberta Camineiro; MIRANDA, Lara Caroline. Poder
Judicirio e Estado de exceo no Brasil: as marcas ideolgicas de uma cultura jurdicas autoritria. Revista do Instituto de Hermenutica Jurdica, n. 8, p. 149-169, jan. 2010.
10
Essa compreenso gerou a chamada virada hermenutica na interpretao do sistema
reparatrio institudo pela Lei 10.559/02, que pode ser compreendida na seguinte explicao: essa correta percepo do que a anistia brasileira coerente com a luta histrica
dos perseguidos polticos que a sustentaram que levou a Comisso de Anistia a promover
uma virada hermenutica nas leituras usualmente dadas Lei n 10.559/2002: no se
trata de simples reparao econmica, mas gesto de reconhecimento das perseguies aos
atingidos pelos atos de exceo. Tanto assim que, a partir de 2007, a Comisso passou a
formalmente pedir desculpas oficiais pelos erros cometidos pelo Estado, consubstanciado
no ato declaratrio de anistia poltica. Corrigiu-se, dentro das balizas legais existentes, o
desvirtuamento interpretativo que dava ao texto legal uma leitura economicista, uma vez
que a anistia no pode para fazer sentido como ato de um Estado fundado nos valores em
que se funda o Estado brasileiro ser vista como a imposio da amnsia ou como ato de
esquecimento, ou de suposto e ilgico perdo do Estado a quem ele mesmo perseguiu e
estigmatizou como subversivo ou criminoso. (ABRO, Paulo; TORELLY, Marcelo D. Justia de
Transio no Brasil: a dimenso da reparao, p. 46).
335
336
O Poder Judicirio, contudo, representado pela manifestao de alguns Ministros do Supremo Tribunal Federal (STF), como Marco Aurlio de
Mello, resistiu aos termos da condenao da CIDH de que a Lei de Anistia
6.683/79 no poderia ser aplicada por ser uma lei de autoanistia produzida
ainda no regime ditatorial. O Ministro afirmou que Essa uma deciso que
pode surtir efeito no campo moral, mas no implica a revogao da Lei da
Anistia e a cassao da deciso do Supremo (ESTADO, 2010).
No mbito do STF, o que se percebe uma resistncia grande em
romper com a leitura de anistia como esquecimento e isso pode ser percebido, sobretudo na deciso tomada alguns meses antes da condenao
do Brasil na CIDH na ADPF 153. Contudo, isso no determina que o Brasil
no conseguir avanar nas questes de responsabilizao dos agentes do
Estado que cometeram crimes de lesa humanidade. preciso levar em conta que, alm de todas as presses sociais que se aprofundam a cada inciativa da sociedade civil e de algumas instncias institucionais no campo da
busca por uma justia de transio, o Brasil est inserido em um contexto
latino-americano, sobretudo em relao aos pases do Cone-Sul, que favorece um debate jurdico sobre a importncia e a necessidade de aplicao
das normas de direito internacional dos direitos humanos. Nesse sentido,
os debates travados pelos ministros do STF no mbito de trs extradies
de agentes do Estado perpetradores de crimes contra a humanidade durante o regime ditatorial, requisitadas pela Repblica Argentina, so muito
elucidativos.
o lema da busca de verdade e justia, anlogos aos movimentos que antes surgiram na
Argentina e no Chile. Questionam a validade da lei de anistia. Exigem o cumprimento da
sentena da Corte Interamericana de Direitos Humanos para que sejam superados os obstculos jurdicos para a responsabilizao judicial dos agentes perpetradores de crimes contra a humanidade. Se, na primeira fase, os movimentos sociais demandavam liberdade, e,
na segunda, reparao e memria, estes novos movimentos sociais avanam ainda mais a
agenda da transio, inaugurando a terceira fase da luta pela anistia, ao demandarem verdade e justia (ABRO, Paulo; TORELLY, Marcelo. Mutaes do conceito de anistia na justia
de transio brasileira: a terceira fase da luta pela anistia. Revista Anistia Poltica e Justia de
Transio, Braslia, n. 7, p. 10-47. jan./jun. 2012, p. 42-43).
337
338
Em um segundo momento, o relator desqualifica o crime de sequestro como um tipo penal equivalente ao de desaparecimento forado, uma
vez que, tendo passado mais de trinta e dois anos do crime sem qualquer
tipo de identificao sobre o paradeiro do desaparecido, presumir-se-ia
que j est morto. Sustenta como base legal especfica de tal presuno a
Lei 9.140/95, que reconhece como mortas as pessoas desaparecidas em
A interpretao de Piovesan chegada da nova emenda de que nada muda a considerao
da hierarquia material dos tratados e convenes sobre direitos humanos: Reitere-se que,
por fora do art. 5, 2, todos os tratados de direitos humanos, independentemente do
quorum de sua aprovao, so materialmente constitucionais, compondo o bloco de constitucionalidade. O quorum qualificado est to-somente a reforar tal natureza, ao adicionar
um lastro formalmente constitucional aos tratados ratificados, propiciando a constitucionalizao formal dos tratados de direitos humanos no mbito jurdico interno. Como j defendido por este trabalho, na hermenutica emancipatria dos direitos h que imperar uma
lgica material e no formal, orientada por valores, a celebrar o valor fundante da prevalncia da dignidade humana. hierarquia de valores deve corresponder uma hierarquia de
normas22, e no o oposto. Vale dizer, a preponderncia material de um bem jurdico, como
o caso de um direito fundamental, deve condicionar a forma no plano jurdico-normativo,
e no ser condicionado por ela. (PIOVESAN, Flvia. Tratados Internacionais de Proteo dos
Direitos Humanos: jurisprudncia do STF, p. 54).
17
A extradio de Manuel Cordero tambm foi requisitada pelo Uruguai. O STF entendeu,
contudo, que a teria preferncia o pedido de extradio feito pelo Estado em que o crime
foi cometido, no caso, a Argentina (BRASIL. Supremo Tribunal Federal. Deferimento de pedido de extradio. Extradio 974. Argentina e Manuel Cordero. Relator: Ministro Marco
Aurlio de Mello. 06 ago. 2009. Disponvel em: <http://redir.stf.jus.br/paginadorpub/pagina
dor.jsp?docTP=AC&docID=606492>. Acesso em: 01 nov. 2012, p. 6).
16
339
340
virtude de participao ou acusao de participao em atividades polticas no perodo de 02 de setembro de 1961 a 05 de outubro de 1988
(BRASIL, 2009, p. 10). Da mesma forma, na Argentina, o artigo 22 da Lei
14.394/54 adota a presuno ao dispor que A ausncia de uma pessoa
no lugar de seu domiclio ou residncia na Repblica, haja ou no deixado
patrimnio, sem que dela se tenha notcia, findo o prazo de trs anos, causa
a presuno de seu falecimento. Esse prazo ser contado desde a data da
ltima notcia que se teve da existncia do ausente. (BRASIL, 2009, p. 11).
Desse modo, o tipo legal amoldado conduta do acusado o de homicdio,
que j estaria prescrito tanto no Brasil como na Argentina, sendo invivel,
nesses termos, o deferimento da extradio. Como reforo ao voto, o relator chama a ateno para o fato de que, caso o extraditado tivesse que
cumprir pena no Brasil, estaramos diante de uma situao delicada quanto ao alcance da Lei de Anistia 6.683/79 e as consequncias drsticas de
uma possvel reabertura das possibilidades de persecuo penal no Brasil.
Em suas prprias palavras:
Em ltima anlise, o Supremo est a enfrentar, neste caso, na via indireta, certo, a problemtica alusiva a tema que, h pouco, esteve
em voga o alcance da anistia. Se deferida esta extradio, assentar-se- a viabilidade de persecuo criminal, de responsabilidade administrativa e civil, no tocante a fatos cobertos pela anistia e, ento,
esvaziada na essncia ser esta ltima, no mais implicando a suplantao de quadra desejada. Feridas das mais srias, consideradas
repercusses de toda ordem, podero vir a ser abertas. Isto no interessa ao coletivo, isso no interessa sociedade presentes valores
maiores. Isso resultar em retrocessos dos mais nefastos.
Anistia o apagamento do passado em termos de glosa e responsabilidade de quem haja claudicado na arte de proceder. Anistia definitiva virada de pgina, perdo em sentido maior, desapego a paixes que nem sempre contribuem para o almejado avano cultural.
Anistia ato abrangente de amor, sempre calcado na busca do convvio pacfico dos cidados. Eis o que se faz em jogo neste julgamento.
Deferida a extradio, abertas estaro, por coerncia, as portas s
mais diversas controvrsias quanto ao salutar instituto da anistia.
Grassar o conflito sem limites. (BRASIL, 2009, p. 11-12)
O Ministro Ricardo Lewandowski sustenta sua divergncia em relao ao relator, argumentando que h dupla tipicidade do crime de sequestro no Brasil e na Argentina, e que no h que se falar em homicdio
porque, em tese, o sequestro pode subsistir. Reforando com uma srie de
A reclassificao jurdica dos fatos para a categoria normativa de homicdios inovaria a prpria base emprica do pedido de extradio,
porque implicaria transpor, mediante simples exerccio de conjectura, os limites da operao mental de subsuno para mudar, em
consequncia pressuposta, a situao concreta que, como objeto dos
processos, motivou o pleito. (BRASIL, 2009, p. 33)
De outro lado, como forma de demonstrar a incoerncia da invocao do direito civil para a presuno das mortes, o Ministro rene uma
srie de jurisprudncias e posies doutrinrias para demonstrar o quo
complexa a questo, e como no h que se fazer essa ponte entre direito
civil e direito penal sem o devido cuidado. Em concluso, o ministro afirma:
Em relao prescrio, o problema que aventei, que cuido ter examinado luz dos artigos 6 e 7 do Cdigo Civil, que, para que seja
admitida a presuno, seja tanto para efeitos civis, como para efeitos
penais, a presuno de morte tem de ser objeto de uma sentena,
que, entre outras coisas, deve fixar a data provvel do falecimento,
porque sem tal sentena permanece sempre a dvida. E, neste caso,
ns nos remetemos, j no para a hiptese de morte presumida, mas
para o instituto da ausncia, que tem tratamento normativo completamente diferente e no qual no se presume morte alguma. (BRASIL,
2009, p. 45)
341
342
herana e a lei brasileira invocada pelo relator est direcionada ao reconhecimento das mortes por perseguio poltica para fins especficos de indenizao do Estado, como parte do sistema reparatrio brasileiro, o que
torna, na melhor das hipteses, a construo jurdica elaborada falaciosa.
18
Apesar do reconhecimento da prescritibilidade dos crimes de homicdio e da ausncia de qualquer argumento normativo vinculado ao direito
internacional dos direitos humanos, sobretudo quanto imprescritibilidade dos crimes contra a humanidade, a relatora afirmou no haver ocorrido a
prescrio dos crimes de desaparecimento forado, reconhecendo sua equivalncia interna ao crime de sequestro (BRASIL, 2011, p. 40), resultando na
deciso de votar no sentido de deferir o pedido de extradio to somente
pelos crimes de desaparecimento forado de pessoas, considerada a dupla
tipicidade do crime de sequestro qualificado (BRASIL, 2011, p. 40).
Outro aspecto do voto que a relatora afastou a tese da defesa do
acusado de que os crimes cometidos por ele seriam crimes de natureza poltica, reafirmando a sua condio de crimes comuns. Essa questo bastante relevante, porque um dos pontos centrais na deciso da ADPF 153
a reafirmao da interpretao dada Lei 6.683/79 de que os crimes
cometidos por agentes do Estado seriam crimes conexos aos crimes polticos e que estariam, por isso, englobados na previso de anistia da referida
Lei. A Ministra Crmen Lcia acompanhou o voto do relator, ministro Eros
Grau, no julgamento da ADPF 153, contudo, no aderiu completamente,
naquele momento, tese da conexo entre os crimes. A manuteno de
tal interpretao, de acordo com a Ministra, seria uma espcie de dever
histrico que cumpriria o objetivo de no ofender o princpio da irretroatividade das leis e, para tanto, a interpretao mais conveniente seria aquela
que no considera a conexo em um sentido tcnico restrito, mas como
um conceito mais amplo. O trecho mais relevante de sua argumentao,
poca, o que segue:
De se notar que este Supremo Tribunal j se debruou sobre o sentido da conexo referida no 1 do art. 1 da Lei 6.683, por exemplo, ao julgar o recurso em habeas corpus 59.834, relator o Ministro
343
344
No vejo como, para efeitos especfica e exclusivamente jurdico-penais, ns, juzes, reinterpretarmos, trinta e um anos aps e dotarmos
de efeitos retroativos esta nova interpretao da lei que permitiu o
que foi verdadeiro armistcio de 1979 para que a guerra estabelecida
pelos ento donos do poder com os cidados pudesse cessar. No
vejo como, judicialmente, possa ser, agora, aquela lei reinterpretada
com negativa, ampla, geral e irrestrita de tudo o que ocorreu ento e
que permitiu que hoje fosse o que se est a construir. (BRASIL, 2011,
p. 97)
345
346
que ver con las razones subyacentes por las que la ley busca prevenir este tipo de actos. La
gente debe decidir si comete o no un acto de acuerdo con normas de ilegalidad y consecuentemente corre el riesgo de confiar en factores que son irrelevantes para esas normas.
Si alguien comete un crimen porque espera que antes de ser detenido la prescripcin expire,
debe cargar con haber confiado en factores ajenos a la legalidad del acto, como la persona
que espera que no ser castigada porque todas las prisiones del pas incendiarn. Por lo
tanto, no creo que el principio contra la legislacin penal retroactiva sea un obstculo para
extender o abolir normas de prescripcin para abusos masivos a los derechos humanos. La
nica cuestin que puede legtimamente surgir es si resuelta justo castigar a alguien por
actos realizados en el pasado distante cuando la persona ha cambiado significativamente
en el nterin. (NINO, Carlos. Juicio al mal absoluto, p. 255-256).
347
348
GARGARELA, Roberto; COURTIS, Christian. El nuevo constitucionalismo latinoamericano: promesas e interrogantes. CEPAL, Serie Polticas Sociales, Santiago de
Chile, n. 153, nov. 2009.
HESSE, Konrad. A Fora Normativa da Constituio. Porto Alegre: Srgio Fabris,
1991.
LOPES, Jlio Aurlio Vianna. A invaso do direito. Rio de Janeiro: FGV, 2005.
MOREIRA FILHO, Jos Carlos. O Julgamento da ADPF 153 pelo Supremo Tribunal
Federal e a Inacabada Transio Democrtica Brasileira. In: PIOVESAN, Flvia;
SOARES, Ins Virginia Prado (Coords.). Direito ao desenvolvimento. So Paulo:
Frum, 2010.
NEVES, Marcelo. Transconstitucionalismo. So Paulo: Martins Fontes, 2009.
NINO, Carlos. Juicio al mal absoluto. Buenos Aires: Ariel, 2006.
PIOVESAN, Flvia. Tratados Internacionais de Proteo dos Direitos Humanos: jurisprudncia do STF. Revista Internacional de Direito e Cidadania, So Paulo, v. 1,
n. 1, p. 43-57. jun. 2008.
349
1 INTRODUCCIN
En Colombia la guerra interna es un conflicto que presenta variables que dialogan con el pasado vinculado originariamente a la lucha con
fines polticos y cambios sociales, pero al mismo tiempo se recrean con las
lgicas del presente en donde adquiere ciertas dinmicas propias de las
nuevas guerras2. Hoy en da para comprender el conflicto armado interno
de Colombia es necesario tener en cuenta variables como: las implicaciones locales, nacionales e internacionales que caracterizan al actual conflicto como un problema de orden regional; los orgenes ideolgicos del
conflicto; la prolongacin de la lucha armada que ha llevado a procesos
de negociacin exitosos con algunos grupos y al fracaso con otros y finalmente; la degradacin de la guerra con actores como los paramilitares que
han exacerbado la guerra sucia y han logrado el control de buena parte
del territorio colombiano y el manejo de importantes recursos econmicos
(PIZARRO, 2004, p. 112)3. En realidad, varios factores han coincidido para
352
Con las nuevas guerras se crean nuevos discursos por parte de los
actores, ya no prevalece el discurso ligado a un objetivo de transformacin
social y de construccin de un nuevo modelo poltico y econmico. En su
lugar, las nuevas formas de confrontacin se encuentran ligadas a reivindicaciones de carcter particular, tnico y/o religioso, se desplazan los combates mutuos, caracterstica relevante en la guerra interestatal y las lgicas
de las guerras insurgentes que buscaban atacar a las fuerzas armadas estatales. En su lugar, aparecen los actos de guerra indiscriminados dirigidos
contra la sociedad desarmada, con el fin de causar terror. En los nuevos
conflictos los efectos territoriales son difusos, no se quiere la posesin del
territorio sino su control. Las estructuras de los aparatos militares en la
mayora de las veces no responden a una unidad de mando jerarquizada,
aparece la figura de los lideres carismticos. En este escenario, las reglas
Otro factor de los nuevos conflictos esta en que sobre ellos recaen las
miradas de diversas organizaciones unas de orden internacional, como las
instituciones pertenecientes al sistema de la Organizacin de las Naciones
Unidas, otras Organizaciones No Gubernamentales (ONG) de carcter nacional o internacional, Estados y organizaciones de vctimas de la violencia.
353
354
en argumentos teleolgicos y en su lugar, admitir que los conflictos internos y las nuevas guerras son procesos complejos y ambiguos, en los cuales
se ponen en juego diversos intereses de orden privado, poltico, colectivo
e individual y de la cual la poblacin civil no puede escapar a ser objeto de
sealamiento o de acciones de tipo disuasivo, represivo o de intimidacin.
En Latinoamrica, los conflictos denotaron unas caractersticas
particulares, por un lado, nacieron impregnados con los ideales polticos
propios de la izquierda que tena como objetivo la toma del poder para
transformar las estructuras sociales, econmicas y polticas y promover un
nuevo modelo de sociedad. A pesar que casi la totalidad de las guerrillas se
inspiraban en el marxismo su estrategia de guerra y sus tesis substantivas
variaban segn la lnea socialista el modelo revolucionario al que se circunscriban (chino, cubano o sovitico). En esta parte del continente, tan
slo la guerrilla cubana y la nicaragense lograron el objetivo de la toma
del poder, por la va armada.
Al finalizar la guerra fra en Amrica Latina existan ocho conflictos
internos, para inicios del siglo XXI slo subsiste el conflicto interno colombiano. La mayora de estos conflictos se han solucionado por va de procesos de negociacin y estos acuerdos se han sostenido hasta el momento y
se han legitimado en la medida en que muchos de los actores del conflicto
han logrado sumir por va democrtica el poder.
3
Acerca de la teora de los cambios sociales existen posiciones de extrema diversidad, que en
la parte que corresponde al pensamiento clsico y a la poca de mayor confrontacin ideolgica en la sociologa, pueden ser consultadas en Amitai y Eva Etzioni. Los cambios sociales,
Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1992, 19 y ss.
Sobre el papel del narcotrfico en la degradacin de la guerra vase Alonso Salazar. La cola
del lagarto, Medelln, Corporacin Regin, 1998, p. 112.
De otra parte, sobre la evolucin del secuestro y su aporte en la degradacin de la guerra
Mauricio Rubio. Del rapto a la pesca milagrosa, Bogot, Universidad Externado de Colombia,
2005, 43 y ss. Tambin, Daniel Meja Londoo. El secuestro en Colombia: una aproximacin
econmica, en Astrid Martnez Ortiz (Editora), Economa, crimen y conflicto, Bogot, Banco
Santander, Universidad de Alcal y Universidad Nacional de Colombia, 2001, p. 185 y ss.
Programa Presidencial para la Defensa de la Libertad Personal. El secuestro en Colombia,
Bogot, Repblica de Colombia, 1999, p. 12 y ss.
355
356
Entre 1989 y 1994, en forma simultnea con procesos de negociacin que se dan en Centro Amrica entre gobiernos y grupos insurgentes,
en Colombia gran parte de los grupos guerrilleros se desmovilizan. Estos
procesos de negociacin se dieron en un contexto en el cual se da es la
cada del socialismo y una revalorizacin de las democracias constitucionales, lo que llevo a la negociacin y acuerdos de paz con el M-19, bajo el
gobierno de Virgilio Barco (1986-1990), quien en 1990 firma un acuerdo
de desmovilizacin. En el gobierno de Cesar Gaviria Trujillo (1990-1994),
lo harn el EPL, PRT y el Quintn Lame.
A pesar del xito de estos procesos de desmovilizacin y de reinsercin las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC-EP y el Ejrcito
de Liberacin Nacional ELN, no logran suscribir un acuerdo para llegar a la
paz, sus argumentos se centraron en dos aspectos: en primer lugar, el deseo
de profundizar algunas reformas estructurales, particularmente en cambio
del modelo de la estructura agraria, el manejo de los recursos naturales y la
poltica econmica, y en segundo lugar, la presencia del paramilitarismo que
desde mediadnos de la dcada de 1980 gener unas nuevas dinmicas del
conflicto dirigidas contra la poblacin civil y zonas control guerrilla, con el
paramilitarismo la guerra tendera a degradarse.
4
con las caractersticas del grupo predominante. Este proceso ha ido generando un escenario de degradacin de las relaciones entre la poblacin y
los grupos armados al margen de la ley, con lo que se da lo que Eric Lair denomina como la Crisis De Sentido derivada de la ausencia de referentes
compartidos que vinculen la lucha a un sentimiento general ya sea poltico
o identitario (LAIR, 2004, p. 105-143).
357
358
lucha frontal contra las FARC que es catalogada por el presidente como un
grupo terrorista que se nutre del narcotrfico. En segundo lugar, se vincula
ms a la poblacin civil con el conflicto armado al proponer la creacin de
una red de informantes que denuncien el accionar de la guerrilla a cambio
de recompensas en dinero. Por ltimo, promueve una negociacin con los
grupos armados de extrema derecha.
debate hace referencia al tratamiento de las vctimas producto de la degradacin del conflicto y la forma de justicia que se debera aplicar a los
victimarios. En este escenario, bajo un proceso de negociacin, la justicia
transicional es una herramienta que se utiliza en un escenario de cambio
poltico en el cual se negocia con un actor armado y tiene como objetivo
dar respuestas legales para dar solucin a la superacin del conflicto.
5
Las consecuencias ms graves de la degradacin del conflicto armado interno colombiano la han vivido siempre las personas que no se encuentran vinculadas a las hostilidades, esto quiere decir que las principales vctimas de la degradacin del conflicto siempre han sido los civiles. La
situacin humanitaria de la poblacin civil que se encuentra en medio del
conflicto ha sido de gran preocupacin para la comunidad internacional
dada la imposibilidad del Gobierno Nacional de atender a las necesidades
de este grupo vulnerable y afectado por el conflicto.
Estos problemas han sido objeto de estudio por diferentes organizaciones internacionales, como la Cruz Roja Internacional, UNICEF, ACNUR,
Human Rights Watch, La Comisin Interamericana de Derechos Humanos,
entre muchos otros. Por este motivo es importante enunciar los principales problemas humanitarios que estas organizaciones han detectado como
una consecuencia de la degradacin del conflicto.
Los principales problemas humanitarios que afectan a la poblacin civil se dan por la inobservancia de los principios fundamentales del
Derecho Internacional Humanitario por parte de los diferentes actores del
conflicto, como la distincin entre civiles y combatientes, el ataque, uso y
ocupacin de bienes civiles, la cual causa numerosas muertes de personas
protegidas por el DIH, pero esta no es la nica accin directa en contra de
los civiles, en muchas ocasiones tambin son vctimas de amenazas empleadas para atemorizar a la poblacin, la cual trae consigo el desplazamiento
forzado (CRUZ ROJA INTERNACIONAL, 2012).
Otro de los graves problemas que sufren los civiles es la violencia
sexual, entendida no solamente como la relacin sexual forzada, sino tambin la prostitucin, la esclavitud sexual, la interrupcin del embarazo, los
actos sexuales abusivos y todas las acciones que afecten contra la integridad sexual (CRUZ ROJA INTERNACIONAL, 2012) tanto de los civiles, como
359
360
Por otra parte, otro elemento de alto impacto a nivel nacional e internacional es la participacin de menores de edad en el conflicto armado,
esta problemtica ha de ser analizada desde dos perspectivas (CRUZ ROJA
INTERNACIONAL, 2012). La primera de ellas son las violaciones directas
de los derechos de los nios debido al reclutamiento forzado, lo cual pone
en riesgo inminente la vida de los menores, la segunda perspectiva son
las violaciones indirectas a sus derechos debido al reclutamiento forzado,
ya que esto causa la imposibilidad de que los menores puedan acceder a
tratamientos mdicos, o al sistema educativo, tampoco podrn tener un
contacto permanente con su familia y se ve vulnerado la preservacin de
su espacio cultural (UNICEF, 2015).
El conflicto armando interno se ha prolongado por cerca de seis dcadas. En es lapso de tiempo se han presentado un cambio de contexto en
internacional, Amrica Latina y Colombia. Hoy da nos encontramos en un
mundo globalizado en el cual el paradigma de los derechos humanos y la
democracia guan el comportamiento de los Estados.
Esta situacin ha generado la degradacin del conflicto, lo cual se caracteriza por que la poblacin civil se ha convertido en objetivo militar, generando una sistemtica violacin de los derechos humanos que se secuestros,
masacres, desplazamientos y el uso de mtodos que cusan terror.
La respuesta del Estado ha oscilado entre la bsqueda de un acuerdo
negociado con los grupos ilegales y una respuesta militar. Cada uno de estos modelos trae consigo la construccin de una gramtica que busca justificar y encausar las acciones. As bajo el gobierno de lvaro Uribe Vlez
(2002-2010). Se propuso una lucha frontal contra los grupos ilegales, caracterizada como una confrontacin contra el terrorismo, simultneamente se negoci con los grupos de extrema derecha. Por contrario, el gobierno
de Juan Manuel Santos (2010-2018) inici un proceso de negociacin con
la guerrilla de las FARC-EP, situacin que pone como debate, cmo caracterizar el conflicto y la manera de reparacin a las vctimas producto de la
degradacin del conflicto armando que gener una sistemtica violacin
de los derechos humanos.
361
362
REFERENCIAS
CARVAJAL, Jorge. Marco Jurdico en los procesos de paz. Una mirada histrica
1950-2006. Revista IUSTA, Universidad Santo Tmas, Bogot, n. 26, p. 152-168,
2007.
_____. La seguridad dentro del Estado de garantas. Bogot, Colombia: ILSA, 2008.
ETZIONI, Eva. Los cambios sociales. Mxico D.F: Fondo de Cultura Econmica, 1992.
GAITN, Fernando. El mtodo dialctico como alternativa para estudiar la violencia en Colombia. En: MARTNEZ, Astrid (Comp.). Violencia y Crimen. Bogot:
Universidad Externado de Colombia, 2006.
HUMAN RIGHTS WATCH. Informe Mundial 2014: Colombia Disponible en: <https://
www.hrw.org/es/world-report/2014/country-chapters/260120> (Revisado el
15/10/2015).
KALDOR, Mary. Las nuevas guerras. La violencia organizada en la era global. Barcelona, Espaa: Kriterios Tusquest, 2001.
LAIR, Eric. Transformaciones y fluidez de la guerra en Colombia: un enfoque militar. En: SNCHEZ, Gonzalo; ERIC, Lair (eds.). Violencia y estrategias colectivas en
la regin Andina. Bogot: Instituto Francs de Estudios Andinos, (IFEA), Grupo
Editorial Norma, 2004.
RAMELLI, Alejandro. El derecho internacional humanitario como discurso poltico durante el desarrollo del conflicto armado colombiano. En: PRIETO SANJUN,
Rafael (Coord.). Sociologa jurdica. Anlisis del control y del conflicto sociales.
Bogot: Universidad Externado de Colombia, 2003.
RAMREZ, William Tobn. Estado, violencia y democracia. Bogot: Tercer Mundo y
Universidad Nacional, 1990.
_____. Urab. Los inciertos confines de una crisis. Bogot: Planeta, 1997.
363
364
TICKNER, Arlene; CEPEDA, Carolina. Las drogas ilcitas en la relacin ColombiaEstados Unidos. En: GAVIRIA, Alejandro; MEJA, Daniel (Comp.). Polticas antidroga en Colombia: xitos, fracasos y extravos. Bogot: Universidad de los Andes,
2011.
UNIDAD NACIONAL DE VCTIMAS. Registro nico de Vctimas. Disponible en:
<http://rni.unidadvictimas.gov.co/?q=node/107>.
organizadores