A veces los lectores simplemente no pueden dejar ir las historias. Están tan enamorados de un personaje, un ciclo de eventos o un mundo ficticio que cA veces los lectores simplemente no pueden dejar ir las historias. Están tan enamorados de un personaje, un ciclo de eventos o un mundo ficticio que cuando el autor original pasa a otros libros (o fallece), quieren más. Y por supuesto, los escritores y editores se apresuran a complacerlos.
Así, varios autores todavía escriben novelas sobre Jack Ryan, personaje creado por el autor Tom Clancy, ya fallecido. Los editores aún publican novelas de James Bond, sin inmutarse por la muerte de su creador Ian Fleming en 1964. Y abundan los libros ambientados en el mundo de Orgullo y Prejuicio de Jane Austen, publicado originalmente en 1813. Y luego tenemos la ficción creada por fans. Prosperando fuera del dominio de las publicaciones comerciales, se trata de precuelas, secuelas, vínculos o historias completamente nuevas generadas por fanáticos que se apropian libremente de personajes, escenarios e incidentes de las obras que aman.
En este contexto, un verdadero tsunami de actividad de los fanáticos rodeó la aparición de la enorme y compulsivamente atractiva trilogía “El Problema de los Tres Cuerpos” del escritor chino Liu Cixin, publicada originalmente en China entre 2007 y 2010. Este trabajo de Liu ganó numerosos premios y atrajo fanáticos como un imán. Por tanto, en poco tiempo Internet se llenó de análisis, especulaciones y fan fiction relacionado a esa historia.
Uno de esos trabajos fue producido por Li Jun, un fanático que se convirtió en un autor galardonado por derecho propio, bajo su seudónimo Baoshu. Su contribución al fanverse de “El Problema de los Tres Cuerpos” apareció por primera vez en línea como un diálogo muy largo entre dos personajes secundarios del tercer libro “El Fin de la Muerte”. Más tarde se amplió hasta convertirlo en una novela completa. Bien recibido por otros fanáticos, el trabajo de Baoshu atrajo la atención de Chongqing Press, editorial de la trilogía de Liu, la cual rápidamente produjo una edición comercial en China en 2011. Y ese libro, luego traducido hábilmente al Inglés por el autor Ken Liu, aparece ahora ante nosotros en Español como “La Redención del Tiempo”.
En el prefacio de la edición estadounidense de “La Redención del Tiempo”, Baoshu escribe que había sido fan de Liu Cixin durante años y que formaba parte de una gran comunidad de Internet dedicada a discutir y analizar sus historias y novelas a medida que iban apareciendo. Después de que “El Problema de los Tres Cuerpos” se publicara por primera vez en Chino en 2008, devoró cada entrega y ansiaba la siguiente, completamente fascinado. Cuando se publicó el último libro de la trilogía en 2010, Baoshu no pudo conseguir una copia porque estaba estudiando en Europa. Un amigo suyo terminó enviándole por correo electrónico fotografías de cada página del libro, lo que le permitió finalmente leerlo.
Una vez lo terminó, se unió a legiones de fanáticos de la novela para debatir lo que había sucedido en el libro, analizando los distintos personajes, historias y agujeros en la trama. Estaba particularmente interesado en un personaje llamado Yun Tianming, quien inicialmente se presume perdido y luego reaparece en un momento crucial. Baoshu ya había escrito fan-fiction de “El Problema de los Tres Cuerpos” antes y decidió hacer una nueva historia que llenara el vacío entre la desaparición y la reaparición de Yun Tianming.
¿Por qué es necesario saber todo esto? Porque el atractivo de la novela de Baoshu dependerá fundamentalmente de si hemos leído la trilogía original de Liu y, de ser así, de cuánto recordamos de ella. Como gran parte de la fan-fiction, “La Redención del Tiempo” está plagada de alusiones a personajes, eventos y conceptos de su progenitor, todos presentados sin explicación. Si, por ejemplo, los nombres Cheng Xin, Thomas Wade, Luo Ji y Guan Yifan; y si frases como zona ciega de sofón, Programa Escalera, ataques del Bosque Oscuro, propulsión de curvatura, dominios negros, y reducción dimensional no significan nada para tí es difícil imaginar cómo le darás sentido a “La Redención del Tiempo”.
También es necesario saber que gran parte de este libro consiste en personajes que se cuentan unos a otros acontecimientos (algunos bastante espectaculares e importantes para la historia) que suceden fuera del escenario. Se cuenta mucho y se muestra poco. El primer tercio del libro, por ejemplo, consiste en un diálogo en el que dos personajes secundarios de “El Fin de la Muerte” relatan los acontecimientos de esa novela, completando detalles e información que Liu omitió.
Este libro de Baoshu ofrece un espectáculo maravilloso; y su alcance excede incluso el de la trilogía de Liu. “La Redención del Tiempo” también presenta provocativas alusiones a las religiones y explora ideas sobre temas como el impacto del tiempo en la conciencia humana y el papel de los mitos, especialmente los mitos de la creación, en la configuración de la concepción que la humanidad tiene de su lugar en el universo.
Si se toma en sus propios términos, menos como una historia y más como una serie de diálogos salpicados de exposiciones a veces largas, y después de una revisión detallada (o primera lectura) de la trilogía de “Los Tres Cuerpos”, “La Redención del Tiempo” ofrece mucho para disfrutar y reflexionar.
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Liu Cixin ha roto muchas fronteras en la ciencia ficción internacional con su aclamada trilogía “El Recuerdo del Pasado de la Tierra”, y parece que elLiu Cixin ha roto muchas fronteras en la ciencia ficción internacional con su aclamada trilogía “El Recuerdo del Pasado de la Tierra”, y parece que el resto del mundo no podía tener suficiente cuando otra de sus inventivas novelas recibió una traducción, titulada en español “La Esfera Luminosa”. En ella, seguimos la historia de un joven que dedica su vida a descifrar el fenómeno antinatural que acabó con la vida de sus padres, un relámpago en forma de esfera. Su búsqueda, sin embargo, lo lleva a una frontera completamente nueva donde generales, físicos y locos persiguen descubrimientos científicos, sin importar el costo.
No hay duda de que los descubrimientos científicos han impulsado a la humanidad hacia adelante, y en el último siglo se podría decir que sus efectos se han amplificado enormemente. En sólo cien años pasamos de los carruajes y la máquina de vapor a los aviones, la energía de fisión, las bombas nucleares, las computadoras, el Internet y todo lo que podemos imaginar en el medio. En otras palabras, recientemente hemos comenzado a ampliar cada vez más las fronteras del descubrimiento, hasta el punto en que algunos han comenzado a preguntarse si nuestro alcance tecnológico excederá nuestro control.
Después de todo, ya nos hemos aventurado en territorio atómico y como resultado hemos creado armas capaces de aniquilar el planeta entero ¿Realmente se puede confiar en nosotros? Es una pregunta que preocupa a mucha gente, y Liu Cixin ha decidido escribir una historia centrada en ella, titulada “La Esfera Luminosa”.
La premisa es bastante simple al principio y eventualmente se expande hasta convertirse en algo mucho más complejo y de mayor alcance. Se nos presenta a Chen, un hombre que ha dedicado su vida a explicar el misterioso fenómeno titular, un rayo en forma de esfera, después de que éste vaporizó a sus padres ante sus ojos.
Aunque al principio su investigación se centra principalmente en la naturaleza y lo lleva a las cimas de montañas tormentosas, eventualmente se convierte en algo más siniestro cuando se encuentra investigando un laboratorio de armas experimentales, así como una antigua estación científica soviética. No tarda demasiado en sumergirse hasta el cuello en una trama que ni siquiera podría haber soñado, que involucra a locos, físicos, soldados y un general demasiado ambicioso, todos aspirando al codiciado premio del descubrimiento científico sin ningún compromiso ni respeto por la moralidad o las consecuencias.
Sin embargo, una vez la historia sale de la etapa preparatoria, Liu Cixin intenta subvertir nuestras expectativas agregando giros, vueltas y ajustes a una fórmula que conocemos bien. No se anda con rodeos con conceptos y detalles que ya podemos adivinar, sino que se toma el tiempo para concentrarse en Chen y desarrollar un vínculo entre él y el lector.
Una vez preparado el escenario, emprendemos un viaje a lo que parecen tierras desconocidas, desentrañando poco a poco con Chen una trama que constantemente añade elementos más complejos al juego. La historia aquí se basa en un único hilo de ciencia ficción que le permite tomarse su tiempo y profundizar bastante en los distintos elementos propios del género.
En otras palabras, ofrece una sorprendente cantidad de detalles técnicos, y aunque no podríamos decir cuántos de ellos son precisos dentro del ámbito de la física, todo parece lo suficientemente realista como para creer en ellos. Esto a veces se prolonga y las explicaciones técnicas en algunas secciones pueden ser difíciles de seguir. Sin embargo, esto no sucede a menudo y puede perdonarse debido a la naturaleza general de la historia y al cuidado que ha tenido el autor al crear un universo de ciencia ficción en el que realmente podamos creer.
Si bien la trama en sí está definitivamente llena de emoción y hay varios personajes que no olvidaremos pronto, la verdadera estrella de este libro son las meditaciones filosóficas del autor sobre la condición humana. La idea principal en torno a la cual gira el libro es si estamos o no preparados para los descubrimientos que estamos haciendo. Este es uno de los temas más urgentes y apremiantes que a la humanidad le encanta esconder bajo la alfombra, aunque todo el mundo sabe que es sólo cuestión de tiempo hasta que alguien haga el tipo de descubrimiento que podría otorgar a un pequeño grupo de personas el poder sobre los demás.
El autor adopta definitivamente una postura sobre la cuestión, no sin antes examinar los argumentos a favor y en contra de su punto de vista. Independientemente de cuál sea su punto de vista sobre el tremendo avance tecnológico que hemos conocido en la historia reciente, presenta un muy buen argumento para que la humanidad eventualmente sea la causa de su propia condenación, ya que nuestras mentes no están preparadas para las verdades que encontraremos.
Sus críticas a la naturaleza humana son bastante reveladoras de leer y se entrelazan perfectamente en la narrativa hasta el punto de mejorar el ritmo en lugar de detenerlo. En el camino, Liu Cixin también encuentra tiempo para reflexionar sobre la vida, el amor y la muerte, y cómo todos tienen su lugar en la existencia humana.
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George Orr tiene miedo de quedarse dormido. Cuando sueña un tipo particular de sueño, lo que Le Guin llama un sueño "efectivo", Orr se despierta y desGeorge Orr tiene miedo de quedarse dormido. Cuando sueña un tipo particular de sueño, lo que Le Guin llama un sueño "efectivo", Orr se despierta y descubre que la realidad ha cambiado literalmente para adaptarse a ese sueño. Cuando lo conocemos por primera vez, el peso de esto lo ha convertido en un consumidor de drogas, tomando cualquier cosa que suprima sus sueños; esto es lo que lo envía a la consulta privada de William Haber, un psiquiatra y onirólogo que procederá a usar los sueños “efectivos” de Orr para remodelar la realidad de maneras cada vez más ambiciosas.
Haber encuentra a Orr casi repugnante. George despierta desprecio en el psiquiatra; Haber ve en Orr a un hombre tan débil y sin carácter como para ser intimidado. Considera que el estado peculiar de aplomo de George no es un signo de auto-armonía sino más bien de auto-cancelación. Haber tiene ideas, grandes ideas como descubrimos, sobre cómo debería ser el mundo. Cada noción utópica con la que podríamos ser lo suficientemente valientes de soñar: eliminar la guerra y el odio racial; restaurar el equilibrio ecológico del planeta y resolver la sobrepoblación; abordar la pobreza y la desigualdad, las enfermedades mentales y más. Pero su herramienta, el propio Orr, es imperfecta. Resiste, lucha, frustra los intentos de Haber de reorganizar la realidad de acuerdo con sus creencias; y todo esto proviene de las muy diferentes concepciones de estos dos hombres sobre la realidad y el papel de los seres humanos dentro de ella.
Haber es, es en cierto modo, una cristalización muy clara de los valores del Occidente judeo-cristiano-racionalista. Es un individualista que no cree que exista nada fuera de él. Rápidamente se da cuenta de que Orr puede cambiar la realidad, aunque al principio se miente a sí mismo al respecto. Luego le miente a Orr, porque “piensa que puede hacer que las cosas salgan bien” mientras tanto él no tenga interés en “lo que es verdad, en lo que es”.
A través de Haber, esta novela no solo pregunta "¿Podemos imaginar el futuro?" sino “¿Cuál es el precio de ese futuro?” Seis mil millones de vidas son solo el comienzo, y al final de “La Rueda Celeste” las palabras dichas en broma por el tercer personaje principal de la novela, Heather Lelache, resuenan en el lector. Haber se convierte, en verdad, en un "científico loco con una máquina infernal" cada vez más involucrado en un proyecto que lo ve moldear el mundo de maneras cada vez más utilitarias, al mismo tiempo que aumenta su influencia y su posición. Esto nunca parece parecerle a Haber un error, aunque lo reconozcamos como tal, pero una de las cualidades definitorias del psiquiatra es su visión del mundo extremadamente racionalista. Una visión en la que la moralidad no juega ningún papel. Y frente a esto está nuestro soñador, George Orr.
Irónicamente, Orr no sueña con un mundo mejor; más bien, cree que el hombre no tiene derecho a entrometerse en el mundo de la forma en que sus sueños se lo permiten, y aquí se ve la raíz del desacuerdo entre los dos. Donde se describe a Haber como alguien que solo tiene capas sobre capas y nunca un centro, Heather caracteriza a Orr de la siguiente manera: "Era la persona más fuerte que había conocido, porque no podía alejarse del centro".
¿Y qué sucede cuando dos fuerzas opuestas se encuentran a mitad de camino? Colisión, con consecuencias catastróficas.
Esta novela es un tour filosófico. La mayor parte toma la forma de diálogos entre Orr y Haber, ocasionalmente interrumpidos por una descripción expositiva y la aparición de Heather, la ambiciosa abogada cuya hambre por los misterios de la vida salta de la página. Ella tiene una importancia para la historia que también es muy adecuado reflexionar.
Esta es lo que podríamos llamar una obra de ciencia ficción social. Se puede argumentar que este trabajo merece, más que la mayoría, la etiqueta de ciencia-fantasía. “La Rueda Celeste” es una obra especial, poderosa y relevante, una carta de amor a las obras inquisitivas y paranoicas de los años sesenta, y única entre la obra de Le Guin. Es una de sus novelas más oscuras e inciertas, y bien merece su lugar entre las obras maestras de la ciencia ficción.
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Como en “El Problema de los Tres Cuerpos”, “El Fin de la Muerte” nos presenta una fuerte protagonista femenina. “El Problema de los Tres Cuerpos” nos Como en “El Problema de los Tres Cuerpos”, “El Fin de la Muerte” nos presenta una fuerte protagonista femenina. “El Problema de los Tres Cuerpos” nos contaba la historia de Ye Wenjie, una ingeniosa física que es perseguida durante la Revolución Cultural y se convierte en la primera científica en iniciar contacto con la civilización alienígena Trisolaris. “El Fin de la Muerte” nos presenta a Cheng Xin, una brillante ingeniera aeroespacial que trabaja como parte del Proyecto Escalera para enviar un humano al espacio para que sirva como diplomático al reunirse con la flota Trisolariana. Tener una protagonista femenina inspiradora como Cheng Xin es otro cambio bienvenido con respecto a “El Bosque Oscuro”, que se centró en el poco inspirador Luo Ji como personaje principal.
En “El Bosque Oscuro”, Luo finalmente supera su naturaleza poco ambiciosa para desarrollar un sistema de destrucción mutua asegurada al estilo de la Guerra Fría, formando una frágil paz entre los humanos y los trisolarianos. Con el dedo en el botón de aniquilación masiva, Luo Ji pasa a ser conocido como el Porta Espada, una posición tipo "elegido" que luego pasa a Cheng Xin. Sin embargo, los trisolarianos no están convencidos de que Cheng Xin realmente cumpla con la amenaza de destrucción mutua.
“El Fin de la Muerte” es, con diferencia, el volumen más épico de la trilogía, que abarca cientos de años a lo largo de múltiples eras de existencia. A medida que avanza la trama, el alcance de la novela sigue expandiéndose, desde el mundo hasta el sistema solar, culminando finalmente en un gran drama intergaláctico donde el destino de todo el universo está en peligro. La construcción de la historia es muy satisfactoria y emotiva, especialmente en el último tercio del libro.
“El Fin de la Muerte” está lleno de ideas imaginativas e inspiradoras, la mayoría de las cuales funcionan eficazmente para impulsar la narrativa. La novela funciona mejor cuando se centra en Cheng Xin y el gran elenco de personajes secundarios. Realmente disfrutamos la relación entre Cheng y su ex compañero de universidad, Yun Tianming, así como la amistad que florece entre Cheng y su igualmente brillante compañera, la astrónomo AA. El ex director de la CIA, Thomas Wade, fumador de cigarros, es un gran contraste para Cheng, ya que encarna la corrupción y el individualismo del capitalismo occidental. Otro personaje favorito es Tomoko, una diplomática androide controlada por las partículas sofones y que sirve como vínculo de comunicación entre los humanos y los trisolarianos.
La novela profundiza en la exploración de cómo la humanidad podría responder a un evento de nivel de extinción. Liu Cixin destaca muchos puntos sobre cómo la sociedad humana cambia de una era a otra y cómo el pasado sigue siendo reinterpretado. Los esfuerzos de exploración espacial de hace siglos pueden terminar olvidados y luego surgir nuevamente para brindar soluciones. La forma en que la humanidad elige a sus líderes tiene una gran influencia a lo largo de los siglos. Y finalmente, nos adentramos en un futuro lejano y una extraña ciencia de cuatro dimensiones.
Hay suficiente material en esta novela para llenar varias trilogías más. Se nos presenta la maravilla infinita del universo, un universo en el que debe existir otra vida, y en el que en ocasiones extraordinarias, ésta se encuentra. Es imposible exagerar la insignificancia de la Tierra, pero lo que se destaca son algunos humanos clave en cada uno de los tres libros que tuvieron una inmensa influencia sobre la vida y su desarrollo. Las culturas son diferentes pero pueden unirse en una causa común.
Liu Cixin claramente tiene una mente aguda y un interés fuera de este mundo en las ciencias puras. Su creatividad al emplear sus conocimientos de física e incorporarlos en ideas que nos dejan impávidos son simplemente impresionantes y nos reafirman por qué esta es verdaderamente una obra maestra de la ciencia ficción. Ideas desde las teorías de la relatividad general y especial hasta la mecánica cuántica y la teoría de supercuerdas. La fuerza combinada de la asombrosa imaginación del autor y su dominio de estos temas se unen en una historia completamente impredecible. Simplemente no se puede pensar en las cosas que podrían suceder en la historia sin ambos elementos.
En conjunto, la trilogía está llena de ideas brillantes y alucinantes procedentes de la mecánica cuántica, la relatividad general, la teoría de cuerdas y la biología evolutiva. Sin embargo, a lo largo de las tres novelas, Liu Cixin ha establecido un historial algo desigual a la hora de transmitir estas ideas al lector. Sus escritos funcionan mejor cuando combina lo personal con lo galáctico, donde los avances científicos conducen a una mejor comprensión de las verdades universales de lo que significa ser humano o, más en general, de lo que significa ser un ser inteligente. “El Fin de la Muerte” es, en muchos sentidos, un testimonio de nuestras aspiraciones y logros como seres humanos, y de nuestra capacidad para superar las limitaciones de nuestra inteligencia finita.
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La humanidad ha librado una guerra contra los insectos durante miles de años. A pesar de nuestro intelecto y tecnología superiores, los insectos aún sLa humanidad ha librado una guerra contra los insectos durante miles de años. A pesar de nuestro intelecto y tecnología superiores, los insectos aún sobreviven e incluso prosperan. Al final de “El Problema de los Tres Cuerpos”, los extraterrestres de Trisolaris envían un mensaje simple a la humanidad: "No sois más que insectos". La brecha entre los trisolarianos y los humanos es tan grande como la que existe entre los humanos y los insectos. ¿Se enfrentará la humanidad a la aniquilación por parte de esta especie mucho más inteligente que se propone colonizar la Tierra, o encontrará una manera de sobrevivir después de haber sido degradada a un estado insectoide?
Los habitantes de la Tierra tienen unos 400 años para prepararse para la llegada de los trisolarianos, que sólo pueden viajar a una pequeña fracción de la velocidad de la luz. Como segundo libro de la trilogía de Liu Cixin, “El Bosque Oscuro” cuenta cómo la humanidad se prepara para la llegada de esos invasores. El principal desafío es que los Trisolarianos han infestado a la Tierra con sofones, partículas subatómicas inteligentes que pueden monitorear todas las comunicaciones humanas y transmitirlas instantáneamente a los Trisolarianos por medio del entrelazamiento cuántico.
Los sofones pueden monitorear cualquier comunicación, pero no pueden penetrar la mente humana. Como tal, el Consejo de Defensa Planetaria de las Naciones Unidas selecciona a cuatro personas para formular planes de supervivencia completamente en sus propias mentes, sin comunicar nunca sus ideas a nadie para evitar la intercepción por parte de los trisolarianos. Estos llamados “Vallados” reciben recursos esencialmente ilimitados para respaldar sus planes, sin hacer preguntas.
Los tres primeros Vallados son intelectuales muy respetados con amplia experiencia en ciencia y política. A cada uno de ellos se le asigna un Desvallador por parte de la Organización Terrícola-Trisolariana, un culto cuyos miembros adoran a los Trisolarianos como deidades. Los Desvalladores buscan exponer y sabotear los planes desarrollados por los Vallados.
Para sorpresa de todos, el cuarto y último Vallado seleccionado es Luo Ji, el personaje principal del libro. Luo es astrónomo y profesor de sociología, pero sin credenciales impresionantes que justifiquen su nombramiento como Vallado. No es ambicioso y utiliza su posición como Vallado para vivir un estilo de vida opulento, que incluye una trama secundaria extraña y bastante sexista en la que Luo instruye a su jefe de seguridad para que localice a la mujer perfecta de sus sueños.
La primera mitad de “El Bosque Oscuro” tiene un ritmo bastante lento. Mientras que “El Problema de los Tres Cuerpos” se centra en la ciencia dura dentro de su trama muy unida, la primera mitad de “El Bosque Oscuro” serpentea sin rumbo entre reflexiones filosóficas existenciales y los planes bastante ridículos ideados por los Vallados. Otro problema importante es Luo Ji, a quien es fácil encontrar bastante desagradable como personaje principal. Luo palidece en comparación con la brillante y emocionalmente devastada Ye Wenjie de la primera novela. El sexismo manifiesto de Luo Ji ciertamente no ayuda, lo cual es especialmente decepcionante después de tener a Ye Wenjie como la fuerte protagonista femenina de “El Problema de los Tres Cuerpos”. También hay una caída notable en la calidad de la escritura en “El Bosque Oscuro” en comparación con el texto poéticamente escrito y cuidadosamente pulido de “El Problema de los Tres Cuerpos”.
Afortunadamente, Liu Cixin introduce un dispositivo argumental para que los personajes escapen de la tediosa primera mitad del libro, impulsándolos 200 años hacia el futuro. La trama finalmente despega cuando Luo despierta en un futuro impresionante lleno de tecnología avanzada. Como lectores nos encontramos con un viaje salvaje en la segunda mitad del libro, que está llena de acción y giros inesperados en la trama. Luo Ji también muestra un desarrollo positivo como personaje en la última parte del libro, superando su lamentable estado de la primera mitad.
Aunque “El Bosque Oscuro” no está totalmente a la altura de “El Problema de los Tres Cuerpos”, los lectores que soporten la laboriosa primera mitad del libro serán recompensados en su rápida y estimulante segunda mitad. Las últimas 100 páginas son de primera categoría, llegando al mismo nivel que la primera novela.
“El Bosque Oscuro” es exactamente lo que debería ser una secuela. Liu amplió sus ideas del primer libro, al tiempo que las superó con ideas aún más alocadas. Es un retrato de lo que el aislamiento puede hacerles a los individuos y cómo ellos a su vez lo utilizan para crear futuros; futuros que probablemente no querríamos para nosotros mismos. Es un lugar oscuro y aterrador, este universo en el que vivimos, y Liu encuentra formas de llevar ese miedo a casa para abarcar a las personas que nos rodean. No diríamos necesariamente que sea esperanzador, pues después de todo, el universo todavía es un oscuro túnel y no hay una partícula de luz que nos guíe a quienes deambulamos por él.
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Esta novela comienza durante la Revolución Cultural, un período de fanatismo en el que la República Popular China se convirtió esencialmente en un culEsta novela comienza durante la Revolución Cultural, un período de fanatismo en el que la República Popular China se convirtió esencialmente en un culto a la personalidad de Mao Zedong. El culto a Mao dominó todas las facetas de la vida de la gente, buscando borrar todos los aspectos no comunistas de la historia y la cultura chinas, a través de medios violentos si era necesario. Por supuesto, esto también significó un control estricto sobre el sistema educativo chino para impedir la enseñanza de ideas contrarrevolucionarias.
En este contexto de la Revolución Cultural, el padre de Ye Wenjie es un destacado profesor de física en la prestigiosa Universidad Tsinghua de Beijing. Está a la vanguardia de su campo, enseñando teorías fundamentales de la física moderna, como la relatividad general y la mecánica cuántica. Su aceptación de la ciencia occidental (incluido el trabajo de Einstein y Bohr) lo lleva a ser acusado de abrazar ideologías reaccionarias. Estudiantes de la Guardia Roja lo matan a golpes delante de su aterrorizada hija. La propia Ye Wenjie más tarde es perseguida y encarcelada por abrazar el pensamiento occidental. La salvan dos científicos militares que trabajan en la Costa Roja, un programa espacial ultrasecreto del gobierno chino, que reconocen las destacadas habilidades de Ye Wenjie como física.
La idea central de “El Problema de los Tres Cuerpos” se basa directamente en el clásico de ciencia ficción de Stanisław Lem de 1961, “Solaris”, que analiza si un planeta que orbita alrededor de dos soles puede sustentar la evolución de la vida. En “Solaris”, los dos soles tienen intensidades muy diferentes, lo que hace que el clima del planeta en órbita, llamado Solaris, varíe drásticamente dependiendo de cuál de los dos soles esté actualmente más cerca. Las fluctuaciones climáticas resultantes arrojan dudas sobre si el planeta tiene un clima lo suficientemente consistente como para sustentar la evolución biológica, que requiere una relativa estabilidad climática durante millones de años.
En “El Problema de los Tres Cuerpos”, Liu Cixin sube la apuesta al introducir un tercer sol en el problema. La trayectoria orbital de un planeta alrededor de tres soles plantea un complejo problema matemático que ha eludido solución durante cientos de años. En esta novela, el planeta en órbita, Trisolaris, experimenta períodos de relativa estabilidad interrumpidos por períodos de repentino caos climático.
A lo largo de su historia planetaria, Trisolaris ha pasado por cientos de períodos estables, en los que la sociedad ha alcanzado distintos niveles de desarrollo científico y tecnológico, para luego ser aniquilada por cambios climáticos repentinos. Los trisolarianos han desarrollado la capacidad de deshidratarse para sobrevivir durante estos períodos de caos, pero finalmente han determinado que la única forma en que su sociedad puede sobrevivir a largo plazo es colonizar otro planeta habitable con un clima más estable. Comparado con Trisolaris, el punto azul pálido que conocemos como La Tierra parece bastante atractivo.
Más allá de su excelente tratamiento de los principios científicos, “El Problema de los Tres Cuerpos” plantea varias cuestiones filosóficas importantes, siendo la más profunda: ¿Vale la pena salvar a la humanidad? A medida que Ye Wenjie se convierte en una de las principales científicas en busca de vida extraterrestre, sus experiencias durante la Revolución Cultural han moldeado sus puntos de vista sobre el valor de la humanidad.
Aunque “Solaris” y “El Problema de los Tres Cuerpos” comienzan esencialmente con la misma premisa, “El Problema de los Tres Cuerpos” tiene éxito en aspectos en los que “Solaris” falla. Mientras que “Solaris” cae rápidamente en la pseudociencia, “El Problema de los Tres Cuerpos” se basa en principios científicos en gran medida creíbles. Liu Cixin inyecta a la trama grandes dosis de entrelazamiento cuántico realista, teoría de la información, nanotecnología y física de partículas. Uno de los conceptos más interesantes propuestos por él es una nueva partícula subatómica llamada "sofón", que puede cambiar de dimensionalidad como forma de almacenar información. Más allá de las ciencias puras, Liu Cixin también maneja brillantemente cuestiones de sociología, especialmente en relación con la Revolución Cultural y su impacto en la psicología humana y las decisiones tomadas por personajes individuales.
La historia en sí se cuenta desde múltiples puntos de vista a lo largo de varias décadas. Cambios tan drásticos en la perspectiva y el marco temporal podrían desorientar a manos menos capaces, pero Liu Cixin maneja hábilmente estas transiciones, usándolas como una forma efectiva de construir una narrativa más amplia.
Esta es ciencia ficción pura, llena de largos y amorosos pasajes de exposición técnica sobre todo, desde la mecánica cuántica hasta la inteligencia artificial. Pero Liu Cixin respalda toda esa teoría retorcida con personajes empáticos y una fuerte columna vertebral de suspenso y acción. Hay mucho que preparar, y “El Problema de los Tres Cuerpos” se tambalea un poco hasta que encuentra su equilibrio. La historia comienza lentamente a pesar de sus muchos avances cronológicos, y lleva un tiempo desenredar exactamente quiénes o cuáles se supone que son los puntos focales de la trama. Sin embargo, una vez que está en funcionamiento, es apasionante.
A pesar de su atractivo universal, “El Problema de los Tres Cuerpos” se sitúa en un contexto específico, uno que la mayoría de los lectores occidentales sólo conocen de lejos. Muchos de sus puntos principales dependen del conocimiento de la historia y la cultura chinas, y si bien la traducción es clara, elegante y lírica, hay mucha exposición para analizar. Vale la pena cada gramo de esfuerzo. El bien merecido suspenso del libro gira en torno a dilemas morales que resuenan mucho más allá de su nacionalidad o incluso de su embriagadora y abstracta física. ¿En qué momento la ciencia se convierte en dogma y en qué momento ese mismo dogma se convierte en religión?
Liu Cixin no plantea esa pregunta sino que deja que se desarrolle en un drama radical que apunta a los riesgos más altos imaginables, y algunos que apenas pueden imaginarse. Si “El Problema de los Tres Cuerpos” ayuda a cerrar la brecha entre la ciencia ficción oriental y occidental, habrá cumplido un gran deber para el mundo literario. Pero como epopeya de ciencia ficción del tipo más profundo, ya ha ganado.
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Cada década, algunas piezas de tecnología de punta (como la realidad aumentada o los drones) se abren camino hacia el futuro imaginario. Sean o no comCada década, algunas piezas de tecnología de punta (como la realidad aumentada o los drones) se abren camino hacia el futuro imaginario. Sean o no comunes en la vida real, se apoderan de nuestra imaginación tan bien que apenas nos cuestionamos si pertenecen a la ciencia ficción; en cierto modo, siempre están allí, junto con computadoras más poderosas y una moda más extraña. A veces, lo hacemos bien. A menudo, lo hacemos mal, o al menos lo hacemos bien de una manera que está fuera de lugar, como el Internet que tanta gente imaginó como una copia virtual del mundo físico.
Es tentador sentirse avergonzado por esto, preocuparse por parecer ingenuo. Preferimos ver algo que se sienta bien, que se sienta como una idea general del futuro, que obtener una enciclopedia de nuestro aburrido presente. Y por eso es tan importante leer a autores que logran construir lugares que sean familiares y extraños al mismo tiempo, como por ejemplo William Gibson.
Con “La Periferia”, Gibson especula sobre múltiples futuros: la novela alterna entre dos períodos de tiempo diferentes, uno una generación o dos más allá de la nuestra y el otro mucho más adelante. De alguna manera, ambos son lugares sobre los que Gibson ha estado escribiendo durante décadas: un remanso futuro lleno de bienes producidos en masa y ajetreo semi-legal, y una alta sociedad hiperconectada cuyas facetas (desde el arte hasta los negocios y la tecnología) parecen inevitablemente envueltas en una gran conspiración.
Flynne Fisher, la protagonista del mundo anterior, está atrapada apoyando a su madre en una ciudad lúgubre y vagamente sudamericana. Se gana la vida a duras penas como, entre otras cosas, jugadora de videojuegos. Su hermano tiene algo parecido al trastorno de estrés postraumático por haber servido en la Infantería de Marina, y Flynne parece igualmente afectada por la constante rutina de la pobreza que sus juegos exageran claramente: lo que a los ricos les parece jugar es realmente una forma agotadora de sobrevivir. A veces (como descubre Flynne cuando es testigo de un espantoso asesinato en un Londres virtual), eso incluso podría ser muy real en cierto modo.
Generaciones más tarde, en un futuro lejano en Londres, vive Wilf Netherton, el otro protagonista. Está separado de Flynne por un desastre prolongado conocido como el “jackpot", que mató a la mayor parte de la raza humana durante un período de décadas. Sus problemas más inmediatos involucran a un artista de performance extravagante a punto de causar un desastre diplomático en una micronación en la Isla de la Basura del Pacífico, en donde las modificaciones corporales extremas de sus ciudadanos son solo el comienzo de lo que la tecnología puede hacer.
A partir de allí, la novela es una investigación de asesinato y un thriller político de ritmo vertiginoso que se disfruta más cuando nos dejamos llevar por la masa de ideas y escenarios. No es exactamente una historia de viajes en el tiempo, pero aborda algunos de los problemas que suelen tener, incluida la responsabilidad del futuro con el pasado. Si supieras que algo terrible iba a pasar, pero no estuvieras seguro de por qué, ¿cómo intentarías detenerlo?
Gibson ha declarado que él no intenta ser un oráculo. En cambio, es excepcionalmente bueno en la refundición de la cultura actual. Eso a menudo implica una mezcla de cultura pop con tecnología ligeramente extrapolada y personas que no están muy impresionadas por ella. En consecuencia, las personas en el mundo de Flynne conducen Teslas, vuelan cuadricópteros y entienden cómo imprimir correctamente en 3D. Londres tiene "zonas de cosplay" anacrónicas en las que la precisión histórica se aplica legalmente. Lo mismo ocurre con el “jackpot”, un apocalipsis ambiental que se ha convertido en un escenario de pesadilla común en la ciencia ficción contemporánea. Parece tímidamente anticuado, pero de una manera que en realidad es más interesante que un intento directo de predicción perfectamente precisa.
Este es un libro sobre cómo el futuro ve el pasado. No es el primero en hacer la conexión entre el viaje en el tiempo y el colonialismo, o ver nuestra comprensión unidimensional del pasado. Pero casi funciona como una guía de las cosas que el futuro encontrará anticuadas sobre nuestras concepciones del mismo. Nos reímos del pasado o lo explotamos en busca de influencia: pensamos en el steampunk, el atompunk, el dieselpunk y el millón de otros microgéneros basados en la incongruencia de las sociedades antiguas y la tecnología del futuro, pero algún día, el futuro hará lo mismo con nosotros.
Afortunadamente, los mundos también son convincentes por derecho propio, a pesar de su desolación. La ciudad de Flynne está dominada por grandes tiendas, la economía impulsada por una combinación de trabajos de servicio y piratería de impresión 3D. Mientras que el Londres de Netherton es un área de desastre rehabilitada, donde es más probable que veamos robots de telepresencia que personas reales. Pero están tan llenos de personalidad como cualquier ciudad abarrotada, descrita en la prosa densa e ilustrativa de Gibson. Aquí el autor muestra una alta pasión por las minucias, integrada en la vida de los personajes.
Aunque el cyberpunk a menudo se caracteriza como un género cínico, Gibson ha dicho que en el contexto de la Guerra Fría y los años 1980, era esperanzador sugerir que el mundo sobreviviría. “La Periferia” es innegablemente sombría, pero lleva esta idea más allá, ocasionalmente, hasta un punto en que se siente como un optimismo ligeramente forzado. Gran parte de la trama de Wilf es una visión post-post-apocalíptica, ambientada en un mundo en el que hemos sorteado desastres pero finalmente logramos superarlos. Los escenarios que pueblan nuestras pesadillas son horribles, pero no son permanentes. Mientras que el páramo pre-apocalíptico de Flynne podría no estar condenado. Resulta que incluso el futuro no sabe realmente lo que depara el futuro.
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Mau (Maponto Lee)
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science-fiction
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