Hoteles en Salamanca

Dormir rodeado de siglos de historia es posible en este hotel alojado en un antiguo convento dominico del siglo XVI. Pasear por sus jardines es una delicia, y llegar a tu estancia atravesándolos sublima la experiencia. Las habitaciones combinan muros de piedra con techos con vigas de madera y ventanales que miran a las catedrales de Salamanca. Te recomiendo la junior suite, que dispone de una zona de estar para relajarse.

¿Verano? La piscina al aire libre, con vistas al monasterio, es el rincón más codiciado de la propiedad. Como lo es El Monje, su restaurante, donde preparan deliciosos platos castellanos con un toque distintivo, como el pâté en croûte de cortes de ibérico. La terraza es el lugar ideal para disfrutar de una velada al aire libre y el brunch del domingo. Todo esto lo convierte en un imprescindible entre los mejores hoteles de Salamanca.

Dormir en un palacio del siglo XV parece un sueño, ¿verdad? Este alojamiento cinco estrellas, enfrente del convento de San Esteban, hace que se convierta en realidad. En este espacio, uno de los mejores hoteles de Salamanca, te esperan habitaciones clásicas muy espaciosas y, sobre todo, lujosas, para conseguir una experiencia premium.

Y para relax, el que proporciona su spa: un pequeño paraíso ideado para olvidarse del mundo un ratito. Hay bañera de hidromasaje privada, camas térmicas e incluso un baño turco. La guinda del pastel la ponen el patio interior, donde me pasaría el rato admirando esos increíbles murales, y, por supuesto Ment, el restaurante, donde apuestan por dar una vuelta de tuerca a la cocina castellana en clave de creatividad. Nada mejor que terminar el día con una copa en el lounge bar.

Si a ti también se te encoge el corazón cada vez que visitas la maravillosa Casa Lis, eres de los míos. Por eso, este alojamiento, uno de los mejores hoteles de Salamanca, te encantará. Lo encontrarás a unos pasos del monumento, en la que fuera una casa señorial que data de 1930. ¿Y por qué te enamorará? Porque comparte el estilo, en muchas zonas, de lo que hoy es el museo de Art Déco y Art Nouveau: vidrieras con flores, una escalera con raíl de madera, alfombras…

Solo tiene 14 habitaciones, pero ¡qué habitaciones! Todas son espaciosas, luminosas y espectaculares, pero la Suite Deluxe tiene una bañera antigua que me encanta. El desayuno tipo buffet es de los más especiales de Salamanca. Lo preparan de forma elegante y, además, puedes pedir platos calientes a la carta para completarlo. ¿Otro plus? Dispone de parking privado, así que olvídate del coche.

Siempre que paso por la icónica Plaza Mayor, me pregunto: «¿Quién vivirá ahí? ¡Menuda suerte!». Pues imagina mi sorpresa cuando descubrí que algunos de los balcones que dan a semejante monumento, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, pertenecen a uno de los mejores hoteles de Salamanca, el Luxury Plaza.

Sus 11 habitaciones están diseñadas para ofrecer el mejor descanso en un lugar único. Si abres la ventana, serás uno de los privilegiados que ve la plaza desde arriba. Conservan ese encanto rústico, pero cuentan con todas las comodidades modernas, como ducha de lluvia, cafetera de cápsulas en la propia habitación y amenidades de lujo. Además, el servicio es personalizado y puedes solicitar el desayuno en la habitación para disfrutarlo mientras contemplas cómo la plaza se despierta tranquila por la mañana y, poco a poco, aumenta el ritmo hasta llenar cada rincón.

Dicen que no hay castillo sin princesa ni fantasma, pero este no tiene ni lo uno ni lo otro. Lo que sí ofrece es una experiencia inolvidable en un auténtico castillo del siglo XV ubicado en plena campiña salmantina y uno de los mejores hoteles de Salamanca. Imagínate llegar y encontrarte con un alojamiento que ha sido restaurado pero sigue manteniendo elementos originales como el foso o unos exuberantes jardines donde la joya es… un laberinto de estilo francés.

Es adalid del lujo y perfecto para un viaje en pareja porque el romanticismo impregna cada rincón. El paisaje está lleno de viñas, por lo que aquí producen sus propios vinos. ¡No te vayas sin probar una copa! Y si hablamos de gastronomía, su restaurante, ubicado en las antiguas caballerizas del castillo, ofrece platos tradicionales con un toque moderno. ¿Mi recomendación? La sopa castellana con huevo poché y los ñoquis con farinato.

Dormir a un paso de la Plaza Mayor y la catedral suena a lujo, ¿verdad? Pues este lugar lo hace realidad. Es uno de los mejores hoteles de Salamanca; sus habitaciones son amplias y cómodas, decoradas con un estilo clásico que encaja a la perfección con el espíritu de la ciudad. Me quedo con las camas, tan cómodas que cuesta levantarse, y con el desayuno buffet, que te hace empezar la mañana con una sonrisa. Entre panes, embutidos y platos calientes recién hechos es imposible no disfrutar.

También es perfecto para viajes de trabajo, porque otro de sus puntos fuertes son los salones de que dispone, dotados de tecnología y comodidades que harán de tu reunión un éxito seguro. ¿Otra cosa que me encanta del hotel? Que cada cierto tiempo presenta en sus salas obras de artistas españoles. Siempre es un plus descubrir arte que te enriquezca.

Una calle adoquinada te lleva a la puerta de este alojamiento, uno de los mejores hoteles de Salamanca, ubicado en pleno casco viejo. Concretamente junto a la Catedral Nueva, lo bueno de este hotel es que te permite sumergirte en la historia de la ciudad nada más llegar. Las habitaciones son luminosas, acogedoras, con vistas y un punto extra de comodidad por sus mullidas camas.

Si tuviese que elegir, me quedaría con la Superior Room, pues tiene algo que otras no: una terraza equipada con sillas y una mesa con vistas a la catedral. El plan que te recomiendo es comprar un trozo de hornazo en cualquier tienda —todos están buenos— y disfrutar de una cena privada aquí. Hay una cafetería para tomar algo rápido antes de salir y también ofrece la posibilidad de disfrutar de un completo desayuno buffet para empezar el día con energía.

Pocos hoteles pueden presumir de tener su propia lección de historia. Este palacio del siglo XV, enfrente del imponente convento de los dominicos, fue restaurado con mimo, respetando joyas arquitectónicas como su patio hispano-flamenco —que ahora es el vestíbulo—, con columnas y capiteles que parecen contar secretos de otra época. Por ese saber traer el pasado al presente es uno de los mejores hoteles de Salamanca.

Las habitaciones dejan el pasado en la puerta y se rinden al diseño moderno, pero sin perder esa sensación de hogar y comodidad, con todo lo necesario para un descanso soberbio. ¿Mi rincón favorito? La terraza, con unas vistas de escándalo a la plaza del Concilio de Trento. ¿Qué mejor plan que sentarte aquí con una copa de vino y dejar que la belleza de la ciudad hable por sí sola? No te olvides del desayuno a la mañana siguiente, es completo y muy variado.

El río Tormes parece abrazar la ciudad. En la otra orilla se encuentra uno de los mejores hoteles de Salamanca. Con el casco histórico como telón de fondo, este parador es una apuesta segura para los amantes de las buenas vistas, porque desde muchas de sus habitaciones se divisa, en el horizonte, la imponente silueta de Salamanca y sus grandes monumentos. Aunque el edificio es moderno, te hace sentir conectado con las historias que guardan las calles.

Para los días soleados, la piscina exterior es un auténtico oasis. Imagina darte un chapuzón mientras contemplas las catedrales y las torres de la ciudad. El jardín que la rodea es perfecto para relajarse con un buen libro. Te recomiendo visitar el restaurante, especializado en cocina charra y con platos elaborados con ibérico. También tiene un cochinillo a la brasa memorable.

«Elegancia clásica en pleno corazón de Salamanca»: así podría definirse este alojamiento de cinco estrellas. A solo diez minutos de la Plaza Mayor, es perfecto para quienes buscan recorrer la ciudad sin prisas y volver para descansar en un lugar especial. Sus habitaciones destacan por su estilo atemporal, con una sofisticación que nunca pasa de moda. Me encanta que siga habiendo hoteles que conserven este estilo.

Pero lo que me conquistó fue su restaurante, lleno de luz natural y con una terraza con vistas, donde apuestan por una cocina de autor que no se olvida de los platos clásicos, como un suculento cocido. Y para completar la experiencia, no te pierdas la piscina exterior, un rincón ideal para refrescarse en verano disfrutando de las vistas de la ciudad. No cabe duda de que este es uno de los mejores hoteles de Salamanca.