Ardiente secreto
Por Stefan Zweig
4/5
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Información de este libro electrónico
"Pequeña joya que reúne dentro de ella todo lo mejor del autor y que desde el principio logra atraparnos, seducirnos."
Lola Santiago, ABC
"Esta novela corta destaca por dos motivos que dejarán huella en el lector: los sentimientos de indefensión del hijo de la protagonista y sobre todo, la insuperable descripción de la figura del seductor."
J.M. Cabrales Arteaga, El Diario Montañés
"La historia de una conquista amorosa se convierte en la crónica del paso de la infancia a la adolescencia, casi siempre doloroso."
J.M. Goicoechea, Tiempo
Stefan Zweig
Im Gymnasium desinteressiert sein Pensum abarbeitend, entdeckt Stefan Zweig mit der Leidenschaft des Heranwachsenden die Künste für sich. Was mit Lesen, Theater-, Galerie- und Konzertbesuchen beginnt, mündet in profunde Kennerschaft und erste eigene Gedichte. Schon im Alter von 19 Jahren ist er Künstler mit jeder Faser seines Seins - unfertig noch, aber ein Künstler. Am 28. November 1881 geboren, wächst Stefan als jüngerer von zwei Söhnen des begüterten Textilunternehmers Moritz Zweig in Wien auf. Die Familie der Mutter ist international, bei Familientreffen wird Italienisch, Französisch, Deutsch oder Englisch gesprochen. Die jüdische Herkunft spielt dabei keine Rolle, niemand im familiären Umfeld praktiziert die Religion. Erst der gereifte Autor wird sich darüber Gedanken machen, denn auffällig viele der Intellektuellen und Künstler Wiens stammen aus großbürgerlichem, jüdischem Hause.
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Comentarios para Ardiente secreto
102 clasificaciones7 comentarios
- Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Well, I enjoyed this more than 'Twenty-Four Hours in the Life of a Woman'. It was as corny as hell but insightful about the human condition nonetheless. The central conceit - a Lothario attempting to seduce a woman through befriending her son and how this backfires on him - is an entertaining one. It was light enough to fit into my work bag and not to tax me on my morning commute.
- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Really enjoyed this short one! Zweig was a fantastic writer, somehow in this story was able to make you feel sympathy for all three of the main characters, despite their different personalities and goals; an bon vivant serial seducer, a woman trapped in an unhappy and unfaithful marriage, and a pretty self absorbed immature pre teen.
- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5A beautifully written novella about loss of innocence and the "burning secrets" of life and love. This is my first Stefan Zweig read and I am really impressed. Reading this novella started off a year long group read of Zweig works, and I eagerly anticipate the next books I will be reading. This book has everything I look for; great characters, a compelling plot, and above all, absolutely beautiful writing!
- Calificación: 4 de 5 estrellas4/5A lonely twelve-year-old boy Edgar, befriended a charming,lady-killer baron.it was some time before the naive Edgar realizes the true motives behind the Baron's kindness and interest, When his adored friend meanly give up on his friendship and turns his seductive attentions to his mother, the boy's jealousy and insecurity feelings of betrayal become uncontrollable, Once Edgar recognizes the truth,he is invaded by new and previously unknown emotions and new behaviors.....
It was painful for that boy, who progresses from his childish dreams into the adult world of Deception ,dishonest and evil in only a few days......
Edgar's mother was at first resistant to the Baron charms......
but after a while she was getting many mixed feelings of regretting having stayed faithful to a husband she never really loved,she is still young ,beautiful and desirable, an urgent choice between maternal and feminine love........her son was her inner voice of conscience... - Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Five pretty powerful longish short stories.
The title story tells of an experienced seducer on a boring holiday; he entertains himself by befriending a lonely twelve-year old boy, with the aim of getting to the mother through the son. As the child realises the man's overtures of friendship were nothing but a ploy, he sets out to ruin the developing relationship, which he barely understands...
The other four stories all have a theme of madness or obsession:
-The Royal Game tells of a chess match during a cruise. The main protagonist is a stolid world champion...but his rival developed a fixation with the intricacies of the game while in lengthy solitary confinement.
-Amok also takes place on a ship, where the narrator encounters a doctor returning home from the colonies, after a tragedy This was for me the weakest of the collection, not ringing true at all.
-Fear was a BRILLIANT evocation of a well to do wife facing blackmail and possible exposure from a meaningless liaison. The constant terror, temptation to confess...was wonderfully conjured up.
-Letter from an Unknown Woman, while a tearjerker was, again, very OTT. A woman writes to an author- we must assume from the letter that she's already dead- and recalls their (brief) shared history. She was the young daughter of neighbours, adoring him from afar; later they had a brief liaison, meaning everything to her, while he never gave her another thought. The sadness of someone's entire life given up to a pretty worthless human being, while he has no recollection of her...
Pretty gripping read. - Calificación: 5 de 5 estrellas5/5This is one of the best novella's I've ever read. A rather simple story of a visitor to a spa who finds himself attracted to a lady visitor and, to get her attention, befriends her young son. Soon after that, the story switches focus to the son, who initially is proud to have such an old friend, then feels betrayed and finally -- in a brilliant ending -- feels he has discovered the Adult's Secret.
I love Zweig's clear prose and it's a shame he isn't more widely read (or more widely translated) as he used to be. - Calificación: 4 de 5 estrellas4/5The Book Report: Wet, drippy little Edgar, his bored, would-be glam mama Mathilde, and the louche horndog Count Otto meet in an Austrian mountain resort. Otto takes a fancy to Mathilde, since she's a visibly bored Jewess of a certain age. He decides he'll lay siege to her virtue via befriending little larva Edgar, who mistakes his overtures for real friendship because it's never occurred to him that adults lie, cheat, and steal in pursuit of sex. After revolting Count Otto thinks he's about to achieve the leg-over, he drops Edgar, and his troubles begin. Hell hath no fury, apparently, like a barely pubescent boy disappointed in love. What this nasty little child dreams up to do to the perfidious, selfish adults is really quite impressive! In the end, his life is completely changed, and one rather trembles at the path his future will take...*cue Horst Wessel*....
My Review: Peopled with deeply dislikable characters, and set in an anonymous vacation destination with no sense of permanence, it's a little hard to invest in the dramatis personae for a goodly stretch of time. I don't think I ever really did all the way. I don't care at all about anyone here, in that if each of them had fallen off an Alp I would've pursed my lips, tutted, and gone about my day.
But the story is a very involving one, paradoxically, because the nature of love comes in for a pretty thorough and fairly damning examination, one that would have seemed very risky for Jewish Zweig to conduct so openly in 1913, the year it was published. The love of mother for son, of son for mother, and mother for sex is explicitly explored. The love of any one of these people for anything is revealed in all its unglory as deeply selfish and terribly destructive, as my cynical heart believes love always to be. (Want to screw up a friendship? Fall in love with your friend! *bang* goes any hope of remaining on good terms...but I digress.)
A movie version of this novella, starring Faye Dunaway, appeared about 25 years ago. It wasn't very good. I am amazed at that, since Zweig's writing is so clear and simple that I'd think it was a shoo-in to have excellent dialogue come out of the characters' mouths. C'est la vie, as conventionally Francophile Mathilde would say...doubtless in a heavy Viennese accent.
So, okay, the point is: Recommended to Zweigers, cynics, and those with pubescent boys at home. Romantics, leave on shelf. "Life is Beautiful" and "La Traviata" fans, turn your backs upon. Multi-eyed, part-alien cyborgs, read and learn...this is what humans are *really* like, and it's not a terribly pretty picture.
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Ardiente secreto - Stefan Zweig
STEFAN ZWEIG
ARDIENTE SECRETO
TRADUCCIÓN DEL ALEMÁN
DE BERTA VIAS MAHOU
ACANTILADO
BARCELONA 2020
CONTENIDO
EL PARTENAIRE
PRONTA AMISTAD
TERCETO
EMESTIDA
LOS ELEFANTES
ESCARAMUZA
ARDIENTE SECRETO
SILENCIO
LOS MENTIROSOS
HUELLAS A LA LUZ DE LA LUNA
EL ATAQUE
TORMENTA
PRIMER ATISBO
DESCONCERTANTE OSCURIDAD
EL ÚLTIMO SUEÑO
EL PARTENAIRE
La locomotora emitió un grito ronco. Había alcanzado el Semmering. Durante un minuto los negros vagones descansaron en la luz plateada de las alturas, arrojaron unas cuantas personas, se tragaron otras, unas voces enojadas cruzaron de un lado a otro, después la máquina enronquecida volvió a gritar allí delante y, traqueteando, arrastró la oscura cadena hacia abajo, en dirección a la entrada del túnel. Nítido, extenso y con fondos claros, barridos por el viento húmedo, volvió a aparecer el paisaje.
Uno de los recién llegados, un joven que inspiraba simpatía por lo correcto de su indumentaria y la elasticidad natural de sus andares, se adelantó a los demás para tomar un coche de punto que le llevara hasta el hotel. Sin prisa, los caballos trotaron por el camino en cuesta. La primavera se dejaba sentir en el aire. En el cielo revoloteaban esas nubes blancas, revoltosas, que sólo se dan en los meses de mayo y junio, esos compinches blancos, aún jóvenes y revolantes, que, juguetones, corren por la pista azul, para en un instante ocultarse tras las altas montañas; que se abrazan y huyen, que tan pronto se arrugan como si fueran pañuelos de bolsillo, tan pronto se deshilachan formando tiras y por fin, bromeando, les ponen a las montañas boinas de color blanco. También allá arriba el viento se mostraba intranquilo y sacudía los descarnados árboles, húmedos aún por la lluvia, con tanta fuerza que sus articulaciones crujían suavemente, lanzando lejos de sí miles de gotas que centelleaban como si fueran chispas. De cuando en cuando parecía que una fresca fragancia a nieve bajaba de las montañas. Entonces, al respirar, se percibía algo dulce y al mismo tiempo cortante. Todo en el aire y en la tierra era movimiento y efervescente impaciencia. Silenciosos, los caballos corrieron resoplando por el camino que ahora discurría cuesta abajo. Los cascabeles resonaban muy por delante de ellos.
En el hotel lo primero que hizo el joven caballero fue consultar la lista de los huéspedes, que leyó a toda prisa, sintiéndose de inmediato decepcionado. «En realidad, ¿para qué he venido aquí?—empezó a preguntarse, intranquilo—. Estar aquí solo en las montañas, sin compañía, es peor que quedarse en el despacho. Es evidente que he llegado demasiado pronto o demasiado tarde. Nunca tengo suerte con mis vacaciones. No encuentro un solo nombre conocido entre todas estas gentes. Si al menos hubiera alguna mujer, alguien con quien mantener un pequeño coqueteo, aunque sea sin consecuencias, algo para poder pasar esta semana sin desesperarme del todo.» El joven, un barón perteneciente a la no muy prestigiosa nobleza del funcionariado austriaco, empleado en la administración, se había tomado aquel pequeño permiso sin mucha necesidad, en realidad únicamente porque todos sus colegas habían obtenido una semana de vacaciones en primavera y él no quería regalarle la suya al ministerio. Aunque no desprovisto de aptitudes para la vida interior, consciente de su incapacidad para la soledad, poseía un carácter enteramente mundano, y como tal era apreciado y bien visto en todos los círculos. No sentía ninguna inclinación a enfrentarse solo consigo mismo y en lo posible evitaba esos encuentros, porque en absoluto deseaba un conocimiento más íntimo de su propia persona. Sabía que necesitaba el roce con las personas para que todo su talento, el calor y la alegría desbordante de su corazón cobraran vida, y que a solas se sentía frío e inútil, como una cerilla metida en la caja.
Contrariado, deambuló por el vestíbulo vacío e, indeciso, tan pronto hojeaba los periódicos como tocaba un vals al piano en la sala de música, aunque sin conseguir que de sus dedos brotara el ritmo. Al fin, disgustado, se sentó y miró hacia fuera, contemplando cómo lentamente iban cayendo la noche y la niebla que, como un vapor grisáceo, surgía de entre los abetos. Así, sin hacer nada, nervioso, desmigajó una hora. Después se refugió en el comedor.
Allí de momento no había más que un par de mesas ocupadas, que recorrió de una rápida ojeada. ¡En vano! No había ningún conocido. Sólo allí—e indolente, devolvió el saludo—, un entrenador, y más allá, un rostro que le resultaba familiar, de la Ringstrasse. Por lo demás, nada. Ninguna mujer, nada que prometiera una aventura, aunque fuera fugaz. Su fastidio fue en aumento. Era uno de esos hombres jóvenes a los que su hermoso rostro les ha favorecido mucho y en los que todo está constantemente dispuesto para un nuevo encuentro, para una nueva experiencia; uno de esos jóvenes que siempre se hallan en tensión, para lanzarse a lo desconocido de una nueva aventura; a los que nada les sorprende, porque, estando siempre al acecho, lo calculan todo; a los que no se les escapa ninguna oportunidad erótica, porque ya al primer vistazo captan a cada mujer desde el punto de vista sensual, tanteando y sin distinguir si se trata de la esposa de su amigo o de la criada que les abre la puerta que conduce hasta ella. Cuando uno con cierto desdén califica a estos hombres de «cazadores de mujeres», lo hace sin saber cuánta verdad, cuánta capacidad de observación ha quedado plasmada en el término, pues, en efecto, todos los instintos apasionados de la caza, el rastreo, la excitación y la crueldad moral vibran en la vigilancia infatigable de semejantes individuos. Están permanentemente a la espera, siempre preparados y decididos a seguir una aventura hasta el borde del abismo. Siempre cargados de pasión, aunque no se trata de la del enamorado, sino de la del jugador, frío, calculador y peligroso. Entre ellos los hay perseverantes, a los que más allá de la juventud, y gracias a esa expectación, la vida entera se les convierte en una incesante aventura, a los que un único día se les descompone en cientos de pequeñas experiencias sensuales: una mirada al pasar, una sonrisa fugaz, el roce de una rodilla cuando se sientan frente a alguien. Para ellos, la experiencia sensual es una fuente que fluye eternamente, alimentando y estimulando su vida.
Aquí no había con quien iniciar un juego. Eso lo vio de inmediato. Y ninguna irritación resulta más enojosa que la del jugador que, con las cartas en la mano, convencido de su superioridad, se encuentra sentado frente al tapete verde y espera en vano un partenaire. El barón pidió un periódico. De mal humor, recorrió las líneas por encima, pero sus pensamientos eran torpes y, como si estuvieran ebrios, tropezaban siguiendo las palabras.
Entonces oyó, detrás de él, el murmullo de un vestido y una voz que, ligeramente enojada y en un tono afectado, decía:
—Mais tais-toi donc, Edgar!
Junto a su mesa un vestido de seda crujió. Alta y exuberante una figura pasó junto a él, ensombreciéndole, y tras ella, con un traje de terciopelo negro, un muchacho pequeño, pálido, que le rozó con una mirada de curiosidad. Ambos se sentaron frente a él, en una mesa reservada. El niño ostensiblemente preocupado por comportarse con una corrección que parecía contradecir la oscura inquietud que se leía en sus ojos. La dama—y el barón sólo se había fijado en ella—tenía un aspecto muy