El Gordo Luis Fontanarrosa
El Gordo Luis Fontanarrosa
El Gordo Luis Fontanarrosa
agarr!
No te digo que empez a cantar boludeces, ni a caminar torcido, ni a
vomitar contra las paredes, ni nada de eso. Pero entr a regalar todo lo
que tena a su alcance, se le dio por la beneficencia, le dio un ataque de
comunismo acelerado. Primero termin en cinco minutos con la
existencia de caramelos y chocolatines que eran para toda la tarde...
Y despus empez a regalar los electrodomsticos! Empez
regalndole una tostadora elctrica a un pendejo. Despus le regal un
ventilador a la madre de otro de los pibes, despus sigui con
multiprocesadoras, veladores, hornos a microondas, etctera...
Llamaba a la gente a los gritos, entraba al negocio y les daba algo,
reparta, entregaba todo.
Y el empleado que se rascaba las bolas adentro del negocio ni se dio
cuenta, deba estar en el fondo, en una oficinita que estaba detrs,
arreglando papeles o apolillando una siesta mientras esperaba la hora
en que el patrn llegaba.
Lo cierto es que, te imagins, a los quince minutos en la puerta del
negocio haba un mundo de gente que vena de todas partes alertada
por los otros que ya haban ligado algo de arribeo, por la mama del
Gordo.
La gente pensaba que era una promocin del negocio o, en todo caso,
se haca la turra, cazaba los artefactos, se los llevaba y a otra cosa
mariposa, si te he visto no me acuerdo, and a cantarle a Gardel.
En eso aparece el dueo del boliche, un pelado con cara de amargo que
lleg en su auto, un coche nuevo.
Y cuando el tipo se dio cuenta de lo que estaba pasando se puso loco,
lgicamente se puso loco. Entr a gritar, a arrebatarles las cosas a la
gente, a recuperar licuadoras, televisores porttiles, radios que la gente
se llevaba
Ante el despelote se despert el empleado de adentro y sali cagando
aceite a ayudarlo al pelado. Haba tironeos, forcejeos, agarrones, hasta
vol algn puete. Y en eso lleg la cana, un patrullero que andaba de
ronda.
En el despelote, cuando medio se enter de cmo haba venido la
mano por lo que contaban los que se piraban con las licuadoras y todo
eso, que gritaban que Pap Noel se las regalaba, el pelado les indic a
los policas que lo metieran en cana al Gordo, responsable de todo ese
quilombo.
Y bien dice el Martn Fierro que no hay nada como el peligro para
refrescar a un mamado. Ah el Gordo se despej, se dio cuenta, volvi
a la realidad, se esclareci el Gordo.
Adems, ya haba vuelto a transpirar como un litro del vino blanco, me
imagino, se haba aliviado un poco de la tranca, y comprendi la
cagada que se haba mandado.
Pero te cont que es un tipo manso, un tipo tranquilo que no se iba a
poner a resistirse o a echarle la culpa a nadie. Supo que tena la culpa,
y entonces, todava medio tambaleante, baj la sabiola, se fue para
adentro del negocio para cambiarse la ropa en el bao y meterse,
derechito viejo, solito, adentro del patrullero.
Afuera segua el desbole entre el pelado, su empleado, la gente y los
canas que ahora tambin se haban unido a la tarea de recuperar todo lo
que haba regalado el Gordo.
El Gordo se fue al bao, se moj la cara, cosa que termin de
despejarlo, se sac esas pilchas de mierda de Pap Noel, se puso la
ropa que haba llevado en un bolsito y sali de nuevo a la calle.
Cuando sala para la calle el negocio es bastante largo- lo ve venir al
dueo con uno de los canas, desencajado el pelado, a las puteadas,
buscndolo. Claro, lo ve al Gordo, sin el traje colorado, de camisita
celeste y pantalones vaqueros, un bolso en la mano, el pelo negro
achatado por el agua de la canilla, y no lo reconoce.
No lo reconoce porque tampoco era l quien lo haba contratado sino
la conchuda de su esposa. Adnde est? Adnde est? me contaba
el Gordo que preguntaba el pelado, que vena a los pedos con el
polica. Y el Gordo pens que se refera al traje de Pap Noel que se
haba sacado.
Yo no s si el Gordo lo entendi as, segua en curda o se hizo bien el
boludo, la cosa es que seal hacia el bao y el pelado y el polica se
mandaron para all. Cuando el Gordo sali a la calle todava haba un