Pedro Lemebel
Pedro Lemebel
Pedro Lemebel
.......... As, como si fuera ya tarde para las taxonomas y los censos,
Lemebel acude al barroquismo en un gesto caractersticamente
latinoamericano: la cultura de la resistencia responde no con la economa de
la nominacin puritana sino con el exceso de la renominacin metafrica; no
con la simetra apolnea de la forma armnica, sino con la hibridez
informalista y el "salto por el ojo de la aguja" (propuesto por Vallejo,
retomado por Lemebel). Responde tambin con el sobredecorado, el rizado,
la voluta. Pero no solamente resiste y responde, tambin reapropia con
.......... "Para no ser menos, otra aldea famosa por los dulces empolvados se
inscribi con un alfajor monumental donde se ocup todo el azcar que
necesita una poblacin para endulzar su msero desayuno de un mes... "
.......... Pero cito esta crnica en extenso para ilustrar no slo la vehemencia
satrica sino algo ms importante del trabajo del autor: la disputa por el
lugar de la cultura popular. En efecto, esas ceremonias de pantagruelismo
municipal, que en los Estados Unidos son una prctica semirural regionalista
(las ferias compiten por el cerdo de ms peso, el zapallo ms gigantesco,
etc.), parecen ms bien una manipulacin meditica de la cultura de la
plaza pblica; y el derroche que exhiben resulta un ritual no slo
dispendioso sino vaco. Reveladoramente, el cronista acera su sarcasmo
porque ya no se trata solamente del espectculo y la trashumancia; se trata
ahora del espacio de la cultura popular, de por s marginalizado, de pronto
ocupado por estas ceremonias de contrasentido.
.......... As, en esta apoteosis del deseo (de "loco afn") emergen dos otros
rasgos de la escritura de Lemebel: primero, su capacidad para el grotesco;
y, segundo, su bsqueda de un exceso expresivo, capaz de exorcisar la
densidad semntica y privilegiar el acuerdo elemental sobre los hechos.
Como Luis Rafael Snchez, Lemebel hace del grotesco una "pica descalza,"
es decir, una lrica con calle. Como en la prosa porosa del puertorriqueo,
varias hablas orales se interpolan en la crnica del chileno: el eros tiene esa
vehemencia de voces henchidas, escanciadas y silabeadas, que cruzan en
voz alta su arrebato tenso, su juego retrico y tentativo. Ese juego demanda
el exceso, fractura la mesura, arriesga los lmites. Recorriendo, as, lo
pattico pero tambin lo cmico, el lenguaje abre lo pblico en lo privado, y
viceversa; porque la crnica es el gnero de los entrecruzamientos
(analogas de lo diferente), de la hibridez (anttesis de lo semejante), de la
mezcla (travestismo de lo uno en lo otro). Contra la normatividad burguesa
que territorializa los espacios cerrados contra los abiertos, los privados fuera
de los pblicos, la apoteosis lemebeliana es carnavalesca (rebajadora),
relativista (escptica) y celebratoria (religadora).
.......... Y luego: "En fin, para todo existe una metfora que ridiculiza
embelleciendo la falla, la hace propia, nica."
.......... Otra crnica, "El ltimo beso de Loba Lamar" narra la muerte de una
loca sidosa, y para alarma del lector se trata de una de las muertes ms
comicas de la literatura ms trgica. Las amigas peleando con el rigor
mortis para que la cara de la difunta venza a la muerte con el gesto de un
beso, suma el grotesco, el exceso y la comedia. Esto es, el barroquismo
festivo de Pedro Lemebel renombra a la muerte desde el eros nomdico.