Origenes y Los Tres Libros A Autólico
Origenes y Los Tres Libros A Autólico
Origenes y Los Tres Libros A Autólico
1
A. Puech, Histoire de la letterature grecque chrétien depues les orígenes jusque'a la fin du
IVe siècle, II, París 1928, p. 205; J. Quasten, Patrología, I, Madrid 1961, p. 226 y M. Pelle-
grino, *Letteratura greca-cristiana, Roma 1978, p. 46.
13
194 Daniel Morales Escobar
que le ocurre a aquél, las referencias que hace ai Estado Romano, al emperador,
etcétera, no son abundantes.
Sin embargo, y entrando ya plenamente en nuestro tema, hay dos fragmentos
de su obra que interesa resaltar y a los. que voy a dedicar toda la atención. En el
primero, en el capítulo 11 del libro primero, dice lo siguiente:
«Por ello, más bien honraría yo al emperador, si bien no adorándole, sino
rogando por él. Adorar, sólo adoro al Dios real y verdaderamente Dios,
pues sé que el emperador ha sido creado por El. Me dirás entonces: '¿Por
qué no adoras al emperador?'. Porque no ha sido puesto para que se le
adore, sino para que se le tribute el legítimo honor. Y, en efecto, no es él
Dios, sino hombre por Dios establecido, no para ser adorado, sino para
juzgar justamente. En cierto modo, una administración le ha sido confiada
por Dios; y así como no quiere él mismo que se llamen emperadores los
que tiene él establecidos bajo su poder, pues el nombre de emperador es
peculiar suyo y a nadie le es permitido llamarse asá; de la misma manera,
a nadie es lícito adorar sino a sólo Dios.
En conclusión, olh hombre, estás de todo en todo equivocado. Honra al
emperador por tu adhesión a él, sometiéndote a él, orando por él; pues
haciendo esto, harás la voluntad de Dios. Dice, en efecto, la ley divina:
'Honra, hijo mío, a Dios y al rey y a ninguno de los dos seas desobediente,
pues repentinamente se vengarán de sus enemigos (Prov. 24, 21-22'».
2
Tanto el original como la traducción al castellano de la obra de Teófilo de Antioquia los
tenemos en D. Ruiz Bueno, Padres Apologetas Griegos, Madrid 1979, pp. 768-873.
Los tres libros a Autólico... 195
3
Para el primero, remito a mi comunicación "La actitud política de los cristianos en el
siglo II: el Diálogo con Trifón y las Apologías de Justino", en Congreso Peninsular de Historia
Antigua, Santiago de Compostela 1986 (en prensa); y sobre el segundo, al capítulo 18 de su
Legación en favor de los cristianos, en el que el ateniense dice: "Y en efecto, como a vosotros,
padre e hijo (se refiere a Marco Aurelio y Cómodo, respectivamente), os ha sido puesto todo
en la mano al recibir el imperio de arriba —porque el alma del rey está en la mano de
Dios, dice el Espíritu profético—, así todo está sometido a un solo Dios y al Verbo que de
El viene, hijo suyo concebido como inseparable suyo..." (traducción de D. Ruiz Bueno).
4
Apolonio y la tradición senatorial (artículo en prensa).
5
Concretamente, Plinio decía lo siguiente: "Así es como yo creería que el padre del mundo
gobierna con su ceño..., ahora, libre y despreocupado de eso, no se cuida más que del cielo,
ya que te creó a ti (Trajano) para que hicieras sus veces respecto a todo el género humano.
Así lo haces tú y cumples el encargo..." (traducción de A. D'Ors: Plinio el Joven, Panegírico
de Trajano, traducción, introducción y notas de..., Madrid 1955).
Hay que señalar, sin embargo, que el reinado de Cómdo supone la ruptura con dicha tradi-
ción y el triunfo de un nuevo sistema en el que Cómodo es el propio dios Hércules (Hércules-
Cómodo). Se trata de una postura mucho más radicalizada y totalmente incompatible con la
creencia cristiana. No obstante, esta ruptura no se produce al principio del reinado, sino a
partir de los años 185-186, con su triunfo definitivo en los años 189-192. A su muerte, debido
al enfrentamiento con la tradición senatorial (Cómodo fue, junto con Nerón, el único empe-
rador vivo al que el senado reconoció entre los dioses públicos) sufrió una damnatio memoriae
(L. Cerfaux-J. Tondriau, Un concurrent du Christianisme: le culte des souverains dans la Civi-
lisation Gréco-Romaine, Tournai 1957, p. 367).
6
Sobre Justino, remito nuevamente a mi trabajo antes mencionado y sobre Melitón y Atená-
goras a dos publicaciones del profesor C. González Román: "Melitón de Sardes y las Rela-
ciones entre Cristianismo y Paganismo a fines del Reinado de Marco Aurelio", In Memoriam
Agustín Díaz Toledo, Granada 1986, pp. 195 y ss. y "La ΠΡΕΣΒΕΙΑ ΠΕΡΙ ΚΡΙΣΤΙΑΝΩΝ
de Atenágoras y las relaciones entre cristianismo e Imperio Romano en tiempos de Marco
Aurelio", Sodalitas, 3 (1983), pp. 144 y ss.
7
Actitud hostil al Imperio Romano parece también la de Taciano, cuyo Discurso contra los
griegos es de época de Marco Aurelio, según señalan A. Puech, op. cit., p. 191 y C. Gonzalez
Román, Melitón..., p. 191.
8
Se trata de una formulación semejante a la de Teófilo, quien dice que hay que dar "a
196 Daniel Morales Escobar
quien honor, honor; a quien temor, temor; a quien tributo, tributo..." (III, 14), y ambas hay
que relacionarlas claramente con una de Pablo de Tarso, que en la Epístola a los Romanos,
13, 7, aconseja "Pagad a todos lo que debáis; a quien tributo, tributo; a quien aduana, adua-
na; a quien temor, temor; a quien honor, honor". El hecho es, a mi modo de ver, una prueba
de la influencia que la teologia paulina tiene en las comunidades cristianas en este siglo II.
9
G González Román, Apolonio... (en prensa).
10
"Les apologètes et le culte du souverain" en AA. VV., Le culte des souverains dans l'Empire
Romain, Ginebra 1973, pp. 109-115.
Los tres libros a Autólico... 197
11
Beaujeu se refiere al artículo de F. Millar, "The Imperial Cult and the Persecutions", en
AA. W . , Le culte..., pp. 143-165.
12
J. Beaujeu, op. cit., p. 136.
13
Según J. Bayet {La religión romana. Hitoria política y psicológica, Madrid 1984, p. 206):
"La religión imperial respondía, en efecto —bajo sus intereses políticos y humanos—, a la
profunda y oscura necesidad de salvación sentida por las masas. Pero (...) hubiera sido nece-
sario mucho respeto por la creación augustea para basar todas las esperanzas en la veneración
del emperador sin prestar atención a las promesas de inmortalidad, mucho más sugestivas, de
las religiones 'de salvación'".
14
La persecución de Lyon obedeció a muy diversos motivos, pero uno de ellos pudo ser, según
cree M. Meslin (Le Christianisme dans l'Empire Romain, París 1970, pp. 76 y 77), la riva-
lidad entre dos comunidades religiosas, la seguidora de Cibeles, cuyo culto había sido asentado
sólidamente en Lyon desde diciembre del 160 asociado íntimamente al culto imperial, y la
cristiana, ambas operando en el mismo medio social.
15
F. Millar, op. cit., pp. 163 y 164; L. Homo, Les empereurs romains et le christianisme,
Paris 1891, pp. 40-44; H. Last, "Christenverfolgung", II, en Reallex. f. Awt. u. Christentum,
II, col. 1216-1248; L. Cerfaux-J. Tondriau, op. cit., pp. 392 y ss. y Ch. Munier, L'Eglise dans
l'Empire Romain (IIe-IIIe siècles). Eglise et cête, Paris 1979, pp. 203-205.
16
Por los años en los que escribe Teófilo, tanto a los mártires escilitanos en Africa como a
Apolonio en Roma se les pide que den culto al emperador. Ch. Munier {pp. cit., p. 241) ha
señalado, con respecto al martirio de Apolonio, que este hecho pone de manifiesto "los pro-
gresos del culto imperial en la misma Roma".
198 Daniel Morales Escobar
17
C. González Román, Melitón..., p. 197.
18
L. Polverini ("Societa antica e cristianesimo", en AA. VV., Problemi di Storia della Chiesa.
La Chiesa antica, secoli II-IV, Milán 1970, p. 21) señala que "la expansión del cristianismo
seguía las grandes vías de comunicación, teniendo sus sedes principales en los centros comer-
ciales: Antioquia, Efeso, Tesalónica, Corinto, Roma; con la consecuencia de que ya a mitad
del siglo II se encontraban muchos ricos en la comunidad cristiana, de la que constituían el
nervio, y con otra consecuencia: eran los habitantes de las ciudades y no los campesinos los
integrantes de la antigua comunidad cristiana...", mientras que M. Simón y A. Benoit - (El
judaismo y el cristianismo antiguo, Barcelona 1972, p. 60) ponen de manifiesto que "los apo-
logistas y los Padres alejandrinos representaban una burguesía cultivada".
19
Sobre las persecuciones en el siglo II se han escrito infinidad de páginas. Particularmente
destacables son los siguientes trabajos: J. Beaujeu, La religion romaine a l'apogée de l'Empire.
I. La politique religeuse des Antonins (96-192), Paris 1955 (no indicó páginas porque son
varios los capítulos que nos interesan; consultando el índice se averigua fácilmente cuáles son);
H. Gregroire, Les persécutions dans l'Empire Romain, Bruselas 1964, pp. 22 y ss. y 155 y
ss.; M,. Sordi, // Cristianesimo e Roma, Bolonia 1965, pp. 121-207 y Ch. Munier, op. cit.,
pp. 218-242.