Metáforas Visuales y Representación
Metáforas Visuales y Representación
Metáforas Visuales y Representación
Dos propuestas en el Simposio Tentaciones Reduccionistas en el Concepto de Representacin 29th Annual Symposium of Jean Royal Piaget Society 25 Junio de 1999 Mxico
Rebeca Puche Navarro Hernan Lozano Presentacin En esta ponencia nos ocupamos de sustentar tres o cuatro cuestiones tan intuitivas como precarias, y que en este momento son objeto de una serie de prcticas investigativas de diversa ndole. Para empezar y antes de entrar en materia se requiere adoptar un cierto consenso sobre la definicin de metfora sobre la cual se trabajar. Desde siempre las metforas han sido estudiadas cmo analogas, cmo smiles, cmo semejanzas. Con la autoridad de Aristteles o sin ella, nadie puede negar que las metforas para ser entendidas, buscan un apoyo en las relaciones de semejanza (Miller, 1979). En este contexto, puede resultar bastante tradicional defender, como lo hace Miller, que la metfora es un smil abreviado y que el pensamiento que provoca es del tipo que se requiere para apreciar similitudes y analogas1. De hecho al definir la metfora, El Websters new international dictionary (2da edicion) dice "La metfora puede mirarse como una similitud comprimida, la comparacin implicada en la forma se vuelve explcita mas tarde". Hasta aqui podemos ponernos de acuerdo en que es un buen punto de partida. Las divergencias pueden venir de aqu en adelante. En trminos de Paivio, una metfora involucra similitud, porque sus trminos comparten atributos; relacin, porque se funda en relaciones comunes, e integracin, porque surge como una novedad, resultado de la integracin de aspectos de sus partes (Paivio, 1979). Para l, la comprensin de la metfora basicamente es un problema cognitivo que trata de descifrar la manera en que una entidad conceptual nueva, pueda incluir aspectos diferenciados (Paivio, 1979, pp 152). Respecto a la similitud Tverski (1977) propone que el grado de similitud entre dos trminos estara representado por una funcin inversa de la distancia entre sus representaciones en un espacio multidimensional. Por su parte y respecto a la integracin, Gombrich la tematiza como un proceso de substitucin : "sin ese proceso constante de substitucin no sera posible ni el lenguaje ni el arte, ni an la vida civilizada" (Gombrich, 1968). Una vez aclarado ese escenario de la metfora podemos pasar a las cuestiones en referencia. 1. La primera de esas cuestiones concierne las relaciones que en el campo de lapsicologa se han entrenido entre metfora y lenguaje En la psicologa, de manera hegemnica, la metfora ha sido una cuestin referida al lenguaje, y un campo de estudio casi que exclusivo del lenguaje. No en balde se la conoce como una forma representativa del lenguaje y una figura retrica. La metfora se aborda desde distintas concepciones lingusticas estructurales, semnticas, y pragmticas, en relacin por ejemplo a los uso del lenguaje. El nmero de estudios en estos campos es abrumadoramente mayor respecto a los realizados en cualquier otra alternativa. No es de
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No sobra agregar que las clases de sistemas representacionales implicados en las metforas son fundamentalmente abstractos. Ni las metforas ni los smiles pueden reducirse a usos literales del lenguaje; la reduccin de las metaforas a smiles, no contribuye n en nada a su solucin (Ortony, 1979).
extraar entonces que las clasificaciones que se hacen de la metfora esten marcadas por el fuerte acento de los estudios del lenguaje : se hablara por ejemplo de metforas nominales, predicativas y proposicionales. Y sin mucho esfuerzo se aceptara, que las llamadas funciones cognitivas del lenguaje entendidas como un contnuo proceso de codeterminacin con (casi todos) los procesos del pensamiento 2 seran la llave para entender la metfora. Solo cuando el nio por ejemplo haya dominado el lenguaje, hacia los 4 o 5 aos lograra entender y manejar la metfora. (Rivire, 1999) 2. Metfora y abstraccin visual Una segunda cuestin es la de recuperar y recolonizar la metfora como un territorio de lo perceptual dentro del cual la concepcin de la metfora aparece como resultado de una cierta abstraccin visual. Esta cuestin se encuentra como es fcil de entender en la orilla contraria respecto a la relacin de la metfora y el lenguaje. Se trata de otra alternativa un poco olvidada pero no por ello menos interesante. Susanne Langer constituye una buena representante de quienes defienden la posicin segn la cual, el orgen del pensamiento metafrico, no est en el lenguaje, sino en la naturaleza propia de la percepcin, en la abstraccin visual . Para ella "la metfora es una de las ms importantes evidencias de la abstraccin visual, y del poder de la mente para usar smbolos presentacionales, en esa lnea considera la percepcin visual como un proceso de abstraccin" (citada por Pavio, 1979, pp156). Ms recientemente y en una posicin ms extrema, Lakoff y Johnson por ejemplo, proponen que los esquemas de imgenes (nociones derivadas de arriba abajo, inclusiones parte todo fin del camino) fundamentan la capacidad misma de conceptualizar. Estos autores sugieren que los esquemas de imgenes derivan de una estructura perceptual preconceptual que forma la base de muchos de nuestros conceptos de objetos y eventos (Lakoff, & Johnson, 1980). De manera puntual Winner y Gardner luego de un buen acumulado de trabajos sobre la comprensin de la metfora en los nios, sealan por ejemplo el inters que tiene abordar la metfora no solamente desde un punto de vista eminentemente lingustico, sino tambin desde la accin del nio sobre los objetos; pus en ambos aspectos, el razonamiento metforico del nio se hace presente (Gardner, & Winner, 1986; Gardner & Winner, 1987; Dews, Winner, 1995) Nuestra intencin, sin entrar a discutir tajantemente esas posiciones, es situarnos de manera provisional e hipottica, en la orilla de esa tradicin que concibe las metforas, bajo una cierta autonoma respecto del tratamiento y de la interdependencia con el lenguaje. Alcanzada esa prudente distancia del dominio del lenguaje, nuestro inters sera el estudio de las metforas como objetos de naturaleza preferentemente visual 3 y dedicarnos al estudio de las llamadas metforas visuales. En este escenario hay que tener en cuenta que las categoras que se aplican a las metforas de naturaleza lingustica no son siempre aplicables a las metforas visuales. Ya Gombrich lo haba sealado al mostrar que la clsica definicin aristotlica de metfora, solo puede aplicarse a figuras del lenguaje: "Cuando
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A este respecto vale la pena revisar el brillante trabajo de Rivire sobre la metfora y del que nos ofreci una muy edificante exposicin en Barcelona en un coloquio sobre Mitos y metforas, en la Universidad de Ramon Llul en Mayo de este ao de 1999. 3 Otros psiclogos han enfatizado la base perceptual de la metfora sin necesidad de referirla explcitamente a la imgen (o imaginacin). Roger Brown por ejemplo sugiere que las extensiones metafricas involucran el vocabulario de las sensaciones, con palabras como clido, frio. Pesado etc., aplicado a personas. Osgood relaciona la metafora con la experiencia intersensorial o con la cinestesia una forman de imagen (o imaginacin). Werner y Kaplan reportan sujetos a quienes se les pidi expresar estados relacionales, en trminos de imgenes, a menudo lo hicieron de manera muy abstracta y por medios metafricos. " (Pavio, 1979, pp157).
Homero dice que Aquiles "salt contra sus enemigos como un len" es un smil; pero cuando dice "salt len contra los enemigos" es una metfora. Esta distincin necesariamente debe desaparecer en las artes visuales. (Gombrich, 1968, pp. 25). La historia de la plstica esta llena de fracasos que no tienen otro orgen, que el de buscar la correspondencia de metforas en imgenes, de metforas exitosas y propias del lenguaje. Pensar las metforas visuales exclusivamenate como una transposicin de la metfora del lenguaje ha sido un sendero fallido y sin duda equivocado. Pinsese por ejemplo en el cuadro de Daphne y Clo que propone su transformacin en rboles. Si bien se trata de una metfora que funciona en el nivel de la literatura y del lenguaje, al transladarla al nivel de las imgenes constituye un fracaso estrepitoso. Las metforas visuales no siempre, ni necesariamente, deben corresponder ni basarse en metforas lingusticas, pues lo ms probable es que por esa va simplemente se parasiten ideas y se profanen las imgenes. 2.1 Algunas ilustraciones Para ilustrar este escenario novedoso, se quieren presentar algunos datos empricos de investigaciones recientes que permiten explorar ciertas competencias tan tempranas como soprendentes en el nio pequeo y desde all se puede entrar a determinar la posibilidad de darle una lectura nueva a viejos problemas. Los procesos cognitivos representacionales identificables frente a las metforas visuales pueden ser una va poco transitada pero especialmente rica y promisoria de la actividad representacional y por esa va discutir sobre los reduccionismos, transfordo de este simposio y del congreso, en la medida en que esos datos pueden constituirse como indicios de lo no reductible. Establecida una relativa autonoma y territorialeidad por parte de las metforas visuales, podemos entrar a analizar algunas de ellas y por esa va encontrar sustrato para la hiptesis intuitiva y precaria sobre una posible relacin entre la metfora visual y el chiste grfico. La naturaleza de la relacin que las ata en un destino indisociable, es que ambas comparten un caracter subversivo, y violatorio que permitira reunirlas en un solo campo propio. Primero veamos un par de ejemplos de Magritte y de Escher que en nuestro concepto parecen corresponder a las llamadas metforas visuales. Cada una de esas obras esta construida sobre una violacin del sistema que les da sentido pero no hay que desdear que esa violacin reposa sobre el carcter ms abstracto y formal del sistema. Corresponden a una antinomia y a la reduccin al absurdo. El sentido reposa sobre relaciones de carcter abstracto y formal y su comprensin supone la captura de la violacin de esas relaciones del sistema. En cierta medida se trata de obras que tienen un claro sello destructivo, se subvierte la estructura, y se encarna una situacin insostenible, una especie de prueba de resistencia sobre la realidad Veamos ahora algunos de los chistes grficos trabajados. La relacin del chiste con las metforas visuales radica en primera medida en no funcionar por contigidad o continuidad sino por sustitucin, en el sentido de un erzatz (Lozano, 1986). Tanto el cuadro El Clarividente de Magritte como el Chiste del futbolista comparten la subversin de las relaciones del sistema en que se apoyan. Ambos operacionalizan el llamado sndrome de las medidas caracterizado por proponer un lector en la lectura, y que constituye la base de la violacin que le da sentido (Lozano & Puche Navarro 1998, Puche Navarro & Lozano en prensa). Sobre los procesos que hacen inteligible o comprensible la metfora Pavio comienza su ensayo sobre los procesos psicolgicos involucrados en la comprensin de la metfora, como un problema cognitivo que consiste en entender el surgimiento de una entidad conceptual nueva, como resultado de la integracin de ciertos aspectos de sus partes. (Pavio, 1979, pp151). En efecto, la comprensin de las metforas visuales implica que el sujeto (en este caso el nio) es un procesador de disloques, de subversiones, de violaciones, en un sistema que se caracteriza por su alto nivel de abstraccin. Veamos : la especificidad de la metfora visual del El Clarividente de Magritte o del chiste del Fut-
bolista es que se le pide al nio representarse un estado dentro de los varios estados que se proponen y de all proyectar inferencias a otro estado. En el caso del Portrait, ese estado consiste en el huevo-modelo que mira el pintor-Magritte. En el caso del chiste del Futbolista ese estado es la lectura del baln sentado sobre el baln. El otro estado es el ave que pinta sobre la tela Magritte, y en el caso del chiste es el nio naciedo de un balon. La tensin que los dos cuadros suponen esta en la naturaleza de la relacin entre los dos estados y que constituyen una violacin de sus respectivos sistemas. La lectura que encierran las dos metforas visuales, requiere pasar de el primer estado, a hacer inferencias representacionales al otro estado del sistema, que es la transformacin del huevo en ave una vez que se esta sobre la tela, o a entender el baln como un huevo de donde nace un nio. En ambos casos, y desde el punto de vista representacional, las dos metaforas visuales requieren que el nio tome en consideracin simultneamente, dos representaciones diferentes, dismiles, y en alguna medida conflictivas. Entender la relacin entre esos dos estados y hacer las inferencias del uno al otro es la manera de resolver la violacin que le propone la metfora. No resulta exagerado decir que el procesamiento y la comprensin de la metfora visual permite poner en en el terreno de lo explcito funcionamientos que hasta ese momento formaban parte de implcito y opaco de la actividad representacional. Por supuesto que considerar simultneamente dos representaciones de un mismo objeto, (huevo y ave) y/ o dos sucesivos de una misma situacin, exige que esas representaciones estn disociadas de su referente, es decir, que hayan perdido su carcter realista. Y ese punto resulta crucial en nuestra argumentacin en la medida en que lo que se plantea, es que las metforas visuales estaran en capacidad de ponernos al descubierto en el nio, de esa sorprendente capacidad para considerar simultneamente dos estados sucesivos de una misma situacin, o lo qu e antes hemos llamado dos estados de un sistema, y que constituye ese momento particular de la actividad representacional, caracterizado porque las representaciones deben estar disociadas de su referente (debenhaberperdidosucarcterrealista) (Mounoud, 1996). La comprensin de las metforas visuales, en una provisional y tentativa conclusin, dan cuenta de lo que Gombrich llam la "infinita elasticidad de la mente humana; de su capacidad de percibir y asimilar nuevas experiencias como modificaciones de otras anteriores, o de encontrar equivalencias en los ms variados fenmenos y substituir uno por otro" (Gombrich, 1968, pp. 25). Ms all de las definiciones cannicas de la metfora, lo cierto es que estamos frente a una forma distinta de conocimiento y no solo frente a una forma de conocer lo conocido. El encanto de la mtafora es que abre la posibilidad de una forma de conocimiento nueva que se opone a las formas lgicas. Se encuentran posiciones extremas y cercanas a reduccionismos provocadores y ciertamente tentadores, es el caso de la posicin de Lakoff y Johnson al plantear que todo el sistema conceptual ordinario en trminos del cual pensamos y actuamos es de naturaleza metafrica y que si las metforas lingusticas son posibles, es porque estan en el sistema conceptual de las personas (Lakoff &Johnson 1980, pp. 39 , pp42). De manera ms ortodoxa4, pero no menos interesante, Rivire siguiendo los parmetros de Bateson sobre la metfora como mecanismo de la semiosis, plantea muy penetrantemente que la indudable singularidad de la metfora es la de dejar en suspenso la accin, de dejar en suspenso las propiedades de lo real, y de dejar en suspenso las propias representaciones. Dejemos entonces, por ahora, en suspensin estas ideas y de manera poco metafrica esperemos que en el debate se nos puedan concretar algunas otras ideas.
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