La Frontera Selvática Historia de Maynas Siglo Xviii
La Frontera Selvática Historia de Maynas Siglo Xviii
La Frontera Selvática Historia de Maynas Siglo Xviii
M x i c o D. F. / 2011
ndice
! ! Introduccin !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! "! Captulo I !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!#$! TIEMPOS DEL CONTACTO EN LA CUENCA AMAZNICA !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!#$! EL SIGLO XVI: EXPEDICIONES Y QUIMERAS DORADISTAS !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!#$! LA AMAZONA EN TIEMPOS DE LA UNIN IBRICA, 1580-1640 !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!#%! EXTRANJEROS Y SOLDADOS DE DIOS: PROTAGONISTAS EN LA FRONTERA !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!&'! Captulo II !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!%(! UNA FRONTERA A COMIENZOS DEL SIGLO DE LAS LUCES, 1700-1740 !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!%(! LA INVASIN PORTUGUESA, LA EXPEDICIN QUITEA Y LA COMPAA DE JESS !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!%(! UN RECLAMO COMO BALANCE: LOS JESUITAS Y EL INFORME DE 1721 !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!)*! NUEVAS FUNDACIONES, CRECIMIENTO DEMOGRFICO Y LA CASA FORTE DEL RO NAPO !!!!!!!!!!!!!!!! #$+! AVANZADAS PORTUGUESAS Y NUEVAS FORTIFICACIONES !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! #&#!
VERSIONES ENFRENTADAS: JESUITAS, BANDEIRANTES, Y SUS ARGUMENTOS SOBRE LA OCUPACIN FRONTERIZA, 1730-1740 !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! #"$! QUIXOS: LOS CONFLICTOS DE UNA REGIN ADYACENTE Y FRONTERIZA !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! #*&!
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Introduccin
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HISTORIOGRAFA DE FRONTERA Y FRONTERAS DE LA HISTORIOGRAFA
Hasta el momento no son muchas las preocupaciones presentadas en la historiografa sobre Amrica Latina a favor del tema de las fronteras. Los casos, dependiendo de la regin estudiada, y por supuesto, de las motivaciones que los impulsan, demuestran que an existen regiones carentes de atencin, espacios oscuros en trminos del anlisis y de la problematizacin, lo que puede ser considerado como lagunas historiogrficas que se crean por diversas razones: las fuentes documentales disponibles, las orientaciones hacia las perspectivas nacionales y regionales o, simplemente, el desconocimiento plenamente justificado. Se les ha denominado como espacios poco atractivos dado que no han sido apreciados como puntos de referencia para el sustento de otras investigaciones sobre territorios especficos o sobre problemticas puntuales. Desde la perspectiva historiogrfica latinoamericanista y ms convencional, es decir, aquella historiografa relativa al perodo colonial cuyos enfoques apuntan casi siempre al estudio de los dos grandes virreinatos y sus procesos histricos de larga duracin, las fronteras territoriales suelen concebirse como espacios semivacos y por lo tanto, carentes de vitalidad, importancia y significacin para las pretensiones de muchos historiadores. En otras palabras, lugares descartables para la comprensin del intrincado mundo colonial en perspectiva hemisfrica. Por fortuna, las pocas investigaciones al respecto de los temas que involucran el entendimiento de los espacios fronterizos del continente americano demuestran todo lo contrario. Y Cada vez ms se constata la necesidad de abordarlos en aras de complejizar y matizar las mltiples historias que juntas confeccionan el pasado. En el Nuevo Mundo, es decir, en el continente americano extendido desde el siglo XVI hasta los archipilagos del ocano Pacfico en la regin asitica meridional y parte de Oceana, al igual que todos los territorios sometidos por la empresa colonialista gestada desde Europa en diversos lugares del planeta no hubo excepciones en tal caso. Este vasto continente cont a lo largo de sus ms de tres siglos de dominacin con espacios despoblados, espacios sin control, lugares al margen del poder emanado desde las metrpolis. Fueron territorios de frontera parcialmente aislados que supusieron un lmite difcil de franquear para la expansin humana planeada con los proyectos coloniales de poblamiento y sujecin compulsiva que garantizaran,
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en trminos de dependencia administrativa, la relacin dual entre metrpoli y posesin; la corona y los vasallos de Ultramar. Desde la primera mitad del siglo XVI, con las iniciales ocupaciones territoriales del continente conocido slo en partes especficas, existieron alicientes para la ocupacin y el poblamiento de los territorios desconocidos y apartados de los centros urbanos de administracin poltica y desarrollo econmico. Mrgenes del margen trazado por la urbs y la civitas que mostraban a la advenediza percepcin occidental un modelo territorial y de poblamiento donde la accidentalidad geogrfica, la barbarie y el paganismo, as como las esperanzas de enriquecimiento mediante la explotacin de algn recurso natural o la simple suerte, eran los tpicos que justificaban la intervencin de los proyectos civilizatorios en nombre de las dos majestades imperantes: Dios y el Rey. Siguiendo los resultados logrados por los contados historiadores dedicados al tema fronterizo en la historia iberoamericana es posible encontrar que al realizar un acercamiento a la definicin del trmino Frontera se observan consideraciones poco reprochables si de utilidad explicativa se trata. Los diversos enfoques comprenden preocupaciones distintas y metodologas que divergen tanto en forma como en contenido. Las definiciones sobre Frontera tanto en su trmino como en su nocin suelen emplearse para los tpicos unos ms y otros menos conocidos abarcados desde las primeras dcadas del contacto y posterior dominio europeo en el Nuevo Mundo. Sin embargo, aquellas definiciones tambin se han usado para elaborar explicaciones sobre los azarosos procesos de consolidacin nacional en los perodos republicanos o hasta para los anlisis comparativos entre dos modelos y espacios fronterizos diferentes.1 Se ha considerado entonces como Frontera, tanto por sus dinmicas de interaccin socio-culturales entre poblaciones distintas que compiten entre s, como por su relativo aislamiento geogrfico o sus caractersticas de Hinterland, No mans land, barrera para el avance de la civilizacin, membrana de divisin cultural o territorio cuyo dinamismo depende de los procesos de poblamiento y de creacin de estructuras productivas,2 a territorios como las regiones !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
HENNESSY, Alistair. The Frontiers in Latin American History, Albuquerque, University of New Mexico Press, 1978. Al respecto ver: FEBVRE, Lucien. Frontera: la palabra y la nocin, en: Sociologa. Revista de la Facultad de Sociologa de la Universidad Autnoma Latinoamericana, Medelln, Universidad Autnoma Latinoamericana, nm. 20, 1998, pp. 41-50; WEBER, David J. & RAUSCH, Jane M. (Editores). Where cultures meet. Frontiers in Latin American History, Wilmington, Jaguar Books, 1994; TURNER, Frederick Jackson. The Frontier in American History, New York, Henry Holt & Company, 1956; SCHMINK, Marianne & WOOD, Charles. Frontier expansion in Amazona, Gainesville, University of Florida Press, 1984; SLATTA, Richard W. Historical frontier imagery in the Americas, en: COVINGTON, Paula (Editora) Latin American Frontiers. Borders and Hinterlands: research needs and resources, Albuquerque, Salalm Secretariat/University of New Mxico,
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norteas de la Audiencia de Nueva Galicia, as como el sur del virreinato novohispano, la Costa de Mosquitos en la Capitana General de Guatemala, El Darin stmico en la Real Audiencia de Panam, el espacio antillano y su inclinacin a la convergencia de todos las potencias extranjeras antagonistas de la Monarqua Hispnica, los amplios llanos del occidente de la Capitana General de Venezuela, el vasto Paraguay, las tierras patagonas en el cono sur del continente, y en una dimensin mucho menor, aunque no por esto menos atractiva, la intrincada cuenca hidrogrfica del caudaloso ro Amazonas. A pesar de que existen propuestas tericas que argumentan la falta de caractersticas fronterizas en una regin como la Amazona, tal regin, conocida y dominada desde el siglo XVI a partir de la invasin europea en Amrica de Sur, fue un territorio marginado en tanto que all, los proyectos de incorporacin y sujecin por parte de la corona no tuvieron un desarrollo estable si es que puede hablarse de desarrollo segn las definiciones modernas, ni gozaron de continuidad dadas las circunstancias adversas ofrecidas por el mismo territorio, sus habitantes y, sin lugar a dudas, por la lgica administrativa de la empresa colonial ibrica. Puede tambin considerarse como una regin de frontera por excelencia debido al parcial desconocimiento de la misma por parte de las administraciones coloniales, por ser un refugio de forajidos, un lugar de rebeliones3 y por contener, en trminos geopolticos, los difusos lmites fsicos o imaginarios de cuatro proyectos imperiales europeos, cuyos principales exponentes fueron el espaol y el portugus. La existencia de estos dos imperios colindantes en la franja ecuatorial de Amrica del Sur no constituye en absoluto el nico tpico para considerar la regin amaznica como regin de frontera, ya que aparte de las coronas ibricas, otros reinos europeos pusieron en la regin varios de sus intereses ligados al expansionismo ultramarino llegando a explayarse hasta invadir jurisdicciones ajenas: Holanda y Francia suponen este tipo de fricciones, en tanto que ambas coronas, adems de contar con importantes posesiones insulares en el mar Caribe, dominaron significativos terruos en la lnea costera del nororiente suramericano, fomentando as arduas competencias por el control de los recursos y la apropiacin territorial. !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
1988; BANNON, John Francis (Editor). Bolton and the Spanish Borderlans, Norman, University of Oklahoma Press, 1968; VANGELISTA, Chiara. Frontiera, en: Storia DellAmerica Latina, Firenze, La Nuova Italia Editrice, 1979, pp. 77-78. 3 TAYLOR, Anne-Christine. Gnesis de un arcasmo: la Amazona y su antropologa, en: BERNAND, Carmen (Compiladora). Descubrimiento, conquista y colonizacin de Amrica a quinientos aos, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1994, pp. 109 -126.
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Desde la perspectiva oficial, el dominio de la regin amaznica en el siglo XVIII fue un hecho que se enfrent militarmente desde diversos bastiones geogrficos del dominio hispanolusitano en Amrica del Sur: Caracas, Santa Fe, Popayn, Guyana, Lima, Charcas, Asuncin, Buenos Aires, Quito,4 as como desde Belm, So Luis y Barcelos. Durante el perodo colonial el noroccidente amaznico era el territorio de friccin territorial entre la jurisdiccin oriental de la Real Audiencia de Quito, el suroriente del Nuevo Reino de Granada en su gobernacin de Popayn, el nororiente del virreinato del Per, el sur de la capitana general de Venezuela, las capitanas lusas de Maranho, Gro Par y la posteriormente fundada capitana de Rio Negro entidades territoriales administradas desde Lisboa y colindantes con la amplsima jurisdiccin de las capitanas que componan a Brasil. Adems, sumndole a ello las continuas y para nada fortuitas avanzadillas de los holandeses y franceses desde sus dominios de Surinam y Guyana y los omnipresentes britnicos pujando por mantener la pesada influencia de facto hacia la corona de Portugal, es posible considerar la cuenca amaznica, particularmente en la subregin noroccidental como una verdadera Frontera territorial para el desarrollo de los proyectos imperiales europeos en el Nuevo Mundo. El vasto territorio amaznico, drenado por decenas de ros con torrentes desmesurados es una Frontera, un territorio difcil de ser analizado con los parmetros convencionales empleados para abordar la historia de la frontera constituida por el Far West norteamericano, aunque tampoco puede emparentrsele arbitrariamente con el multicolor virreinato novohispano o con el intrincado mundo andino durante el periodo de la dominacin hispnica. Aunque es necesario hacer la salvedad y aclarar que poco o nada tiene que ver esta cuenca hmeda y selvtica con las cordilleras chilenas, las elevaciones argentinas o las cumbres altoperuanas rotuladas arbitrariamente como los Andes. El noroccidente amaznico no puede disociarse de cuatro subregiones en trminos geopolticos: Los virreinatos del Per y el Nuevo Reino de Granada,5, la jurisdiccin de la Real Audiencia de Quito y las capitanas portuguesas ubicadas al !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
PANIAGUA PREZ, Jess. La frontera oriental de Quito hasta 1600, en: LVAREZ MAURN, Maria Jos, BRONCANO RODRGUEZ, Manuel & CHAMOSA GONZLEZ, Jos Luis. La Frontera: mito y realidad del Nuevo Mundo, Len, Universidad de Len, 1993, p. 101. 5 Resulta necesario aclarar que tanto la Audiencia de Quito como la Gobernacin de Popayn eran dos jurisdicciones distintas. No obstante se superponan la una a la otra debido a la falta de rigor poltico para la demarcacin de sus lmites. As, la ciudad de Popayn y otros ncleos urbanos aledaos eran sufragneos en lo eclesistico al Obispado de Quito, y sta ciudad a su vez dependa del arzobispado de Lima, capital virreinal del Per. Mientras que en el aspecto civil, la ciudad de Popayn era sufragnea de la ciudad de Santa Fe, sede de la Real Audiencia del Nuevo Reino de Granada y
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noroccidente de Brasil. Las dos primeras, posean su vinculacin con la frontera selvtica en tanto que eran la prolongacin territorial de las regiones tropicales y hmedas hacia el piedemonte andino, mientras que la segunda posea una parentela geo-histrica con la selva, ya que las capitanas Maranho y Gro Par y posteriormente las de Rio Negro y Mato Grosso se convirtieron en los puntos selvticos de avanzada para la expansin territorial de la corona portuguesa en el septentrin suramericano. Estas complejas circunstancias indujeron a una constante pugna territorial entre las monarquas dominadoras, la cual se exacerb a lo largo de todo el siglo XVIII por las vas de hecho y del Derecho; se disearon acuerdos polticos a manera de tratados, se establecieron pactos soportados en armisticios de corte, se redactaron leyes y se trazaron cartografas para sustentar la efectiva pertenencia de las jurisdicciones a cada una de las monarquas ibricas. Sin embargo, y como ocurra con frecuencia durante el perodo colonial, aquellos acervos legislativos eran prcticamente inoperantes en los dominios fronterizos de Ultramar, ms an cuando, como era el caso espaol, los intereses para la preservacin de los dominios amaznicos no tenan la consistencia suficiente para lograr la dominacin, la defensa y la posterior concrecin de la pretendida soberana territorial. Aquello supuso entonces el evidente desamparo monrquico, desamparo que tuvo una serie de consecuencias para la configuracin jurisdiccional y cuyo testimonio ms nefasto fue la prdida de una gran porcin territorial de la cuenca amaznica noroccidental a manos de los vasallos auspiciados por la corona de Portugal que ensancharon al oriente la jurisdiccin de la capitana de Rio Negro. El perodo abarcado entre los aos de 1700 y 1777 es la esencia cronolgica de la investigacin para este trabajo. Sin embargo, y por motivos de argumentacin, en l se incluye un primer captulo relativo a los primeros siglos donde tuvieron lugar el contacto y los orgenes, tanto de la ocupacin territorial como de la posterior dominacin ibrica. Es a lo largo de los siglos XVI y XVII donde las disputas jurisdiccionales comienzan a surgir y es, precisamente a finales de la dcada de 1630, donde se establece una suerte de parteaguas que tendr ecos a lo largo de las dcadas siguientes: la expedicin y el Auto de Posse efectuados en la jurisdiccin hispnica por una hueste comandada bajo las ordenes del capitn portugus Pedro Teixeira, as !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
futura capital del virreinato que habras de fundarse en dos oportunidades durante el siglo XVIII. Cfr. MCFARLANE, Anthony. Colombia antes de la independencia. Economa, sociedad y poltica bajo el dominio Borbn, Bogot, Banco de la Repblica, 1997.
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como la fundacin de los primeros asentamientos misionales de la Compaa de Jess, fueron un par de hechos que, contextualizados en la realidad geopoltica supuesta por la Unin Ibrica, dejaron su impronta en la regin a lo largo de las dcadas siguientes. Adems, aquellos hechos sirvieron como puntos argumentativos frente a las discordias y tensiones monrquicas al momento de reclamar sus respectivos derechos para la ocupacin del espacio noroccidental de la cuenca amaznica. Debido a esto, y a otra serie de acontecimientos no menos significativos, durante el siglo XVIII se experimentaron una serie de tensiones entre las monarquas ibricas y sus respectivos vasallos en aquella regin de Amrica del Sur. Desde las metrpolis europeas al igual que desde la propia cuenca amaznica se desataron tensas pugnas cuyo objetivo principal era el establecimiento y el control del territorio, asunto que posteriormente permitira la explotacin de los recursos all encontrados. Pero ms all de todo eso, uno de los motivos principales de este trabajo es hacer un acercamiento que, partiendo de la utilizacin de fuentes, metropolitanas en su mayora, muestre cules fueron las estrategias empleadas por los habitantes de los diferentes asentamientos de la frontera amaznica para garantizar la prioridad de su monarqua sobre una jurisdiccin susceptible de ser ampliada. Asimismo, se muestra cmo repercutieron las polticas metropolitanas en los acontecimientos derivados de la rivalidad hispano-lusitana en torno a la ocupacin territorial, teniendo en cuenta los hechos histricos que permiten contextualizar tal rivalidad en un mbito especfico para luego mostrar cules fueron los orgenes, as como las consecuencias, de los acuerdos polticos materializados en dos tratados de lmites 1750 y 1777 que, impulsados por las polticas reformistas de las cortes ibricas para sus dominios de Ultramar, no fueron en realidad tan efectivos en aras de solucionar los multifacticos conflictos biimperiales ocurridos en el noroccidente amaznico. As pues, este trabajo es una mirada puntual a uno de las tantas historias que estn por entretejerse a fin de sustentar la larga duracin de la historia amaznica y, como cualquier trabajo inserto en esta disciplina, no posee todas las garantas historiogrficas deseables. Es decir, las fuentes consultadas y aqu empleadas son el fruto del esfuerzo por comprender la abigarrada situacin de la frontera amaznica en el perodo colonial. Sin embargo, tales fuentes son, en su mayora, de carcter metropolitano: documentos que reposan en archivos histricos europeos complementados con un puado de documentos que se hallan en archivos latinoamericanos, los cuales, al ser puestos en contrapunto permitieron la escritura de este trabajo. No obstante, lo
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escrito no ser definitivo ya que es una aproximacin inicial a investigaciones posteriores que vinculen la documentacin existente que a su vez resulte til para una conformacin ms amplia y compleja del problema histrico aqu abordado. Es entonces una historia de la disputa por la ocupacin del territorio que contiene diferentes aspectos relativos a las particularidades de las sociedades all asentadas. Es tambin un vistazo al pasado de una regin cuyas caractersticas parece que permanecieran inmutables a grandes rasgos: el control territorial, la ocupacin del espacio, los intereses por la explotacin de sus recursos naturales, el aprovechamiento para la navegacin de sus ros, y otros aspectos como la violencia, la ausencia de presencia estatal y los mitos acerca de su abandono parecen ser simples transfiguraciones de los fenmenos que en nuestros das tienen lugar en esta desmesurada y cada vez ms devastada regin de Amrica Latina. No es fortuito entonces, que una vez transcurridos los tiempos de la dominacin europea, la cuenca amaznica en todos sus puntos cardinales conservara ese hlito fronterizo que dio lugar a muchas otras historias, las cuales, contextualizadas en circunstancias distintas, en nuevas sensibilidades polticas y en devenires socioeconmicos propios de la era del capital, sean un testimonio fehaciente, una condicin que permite denominar a este espacio del interior continental como una Frontera Selvtica
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Captulo I
TIEMPOS DEL CONTACTO EN LA CUENCA AMAZNICA
Yendo ms all de las consideraciones bsicas para la rotulacin de un territorio como territorio de frontera, el caso de la dilatada cuenca amaznica es bastante sugerente. Si se examinan con cuidado los pormenores de su atrabancada existencia como regin de los dominios espaoles, portugueses, franceses y holandeses las conclusiones no irn muy lejos al determinar que, fue y quizs siga siendo un territorio marginal y fronterizo. Basta con remontarse a las primeras dcadas de la dominacin europea para comprender por qu la Amazona ingresa claramente en la denominacin tradicional de frontera. Desde la primera dcada del siglo XVI, los peninsulares arribaron a la Tierra Firme. Aos despus del acelerado proceso fundacional y del descubrimiento del ocano Pacfico en 1513 a manos del extremeo Vasco Nez de Balboa, otras huestes de conquista partieron siguiendo la lnea costera rumbo al sur. Un puado de soldados castellanos bajo las rdenes de Francisco Pizarro penetraron en un imperio americano constituido por cuatro regiones cardinales cuyo epicentro era la ciudad de Cuzco: el Tahuantinsuyo (Antisuyo, Collasuyo, Chinchasuyo y Cuntisuyo), imperio y forma de organizacin territorial de los incas, descendientes estos de las etnias originarias de la selva amaznica y ms tarde pobladores de las altas y ridas sierras cordilleranas gracias al proceso expansivo requerido para la adaptacin de los cultivos y a la necesidad de asentamientos dispersos, llegando a poblar de esta forma una gran parte del enorme y accidentado sistema orogrfico que se extiende de sur a norte a lo largo de la cuenca pacfica suramericana.6 Despus de varias jornadas devastadoras el extremeo Francisco Pizarro, acompaado de sus hombres, alcanz la ciudad incaica de Cajamarca en 1532 y tras el cruel pero efectivo sometimiento del Inca Atahualpa, el territorio constituido por los cuatro suyos, fue integrado a los dominios americanos de Carlos V, monarca borgon, soberano de Espaa. !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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PEASE G.Y., Franklin. Los ltimos incas del Cuzco, Lima, Ediciones PLV, 1972, pp. 17-43.
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Las disidencias entre facciones de conquistadores no se hicieron esperar. Varios aos de cruentas guerras civiles fueron el resultado del acelerado proceso de invasin, conquista y dominacin del territorio y su poblacin originaria. Desde la corte se dispuso la colocacin de un monarca para la antigua estructura administrativa y se recurri entonces a un individuo de la nobleza incaica para suplantar el vaco dejado por el depuesto y cruelmente decapitado monarca anterior para darle continuidad a las sucesin dinstica del incario bajo los preceptos castellanos de administracin poltica. No obstante, este gobierno implantado y a su vez tributario de la corona castellana no tard en ser una estrategia fallida, ya que el propio soberano, Manco Inca, se opuso al dominio hispnico y logr huir hacia el Antisuyu, precisamente a Vilcabamba, oriente del recin erigido virreinato del Per.7 La selva amaznica ha sido un lugar de refugio y resistencia para los marginados e inconformes con el proyecto descubridor, conquistador y civilizador encarado por la Monarqua Hispnica. Aos despus de la huda de Manco Inca, su hijo y a la vez sobrino de Atahualpa y hermano de Sairy Tupac, Titu Cusi Yupanqui fue el sucesor al trono de los incas selvticos. Los incas gobernaban desde la selva y fue esta el refugio de los nobles huidos y sobrevivientes al impacto de la dominacin europea. Desde la selva fraguaron varias conspiraciones e hicieron del territorio una suerte de margen del control jurisdiccional de los espaoles reinantes en las ciudades de Cuzco, Lima, Quito, Popayn y Santa Fe.8 No solo los antiguos monarcas del Tahuantinsuyo vieron en la selva amaznica un lugar de recomposicin y de refugio promisorio. Durante la primera mitad de aquella centuria intrpidos navegantes portugueses como Joo Coelho y Diogo Ribeiro haban emprendido en cuestin de once aos (1502-1513) dos expediciones con miras a la ocupacin de la inmensa cuenca amaznica.9 Otros expedicionarios europeos como Gonzalo Dez de Pineda, Gonzalo Pizarro, Pedro de Ursa, Francisco de Orellana, Hernn Prez de Quesada, Philip von Hutten, Lope de Aguirre, aparte de los dems capitanes menos afortunados como Diego Palomino, Juan Prez de Guevara, y de comisionados directos con amparo del virrey del Per como Juan Salinas !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
LORANDI, Ana Mara. Ni ley, ni rey ni hombre virtuoso. Guerra y sociedad en el virreinato del Per. Siglos XVI y XVII, Buenos Aires, Gedisa, 2002, pp. 28-41. 8 GRUZINSKI, Serge & BERNAND, Carmen. Historia del Nuevo Mundo: los mestizajes (1550 1640), Dos Tomos, T. II, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1999, pp. 25-60. 9 CHAMBOULEYRON, Rafael. Conquista y colonizacin de la Amazona portuguesa (Siglo XVII), en: SANTOS PREZ, Jos Manuel & PETIT, Pere (Editores). La Amazona brasilea en perspectiva histrica, Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 2006, p. 12.
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de Loyola, fueron atrapados por el espejismo de aquella frontera buscando fallidamente los legendarios pases de La Canela, las mticas tierras de El Dorado, el lejano Paytiti,10 el inalcanzable pas de La Cucaa posteriormente conocido como el Pas de Jauja y por supuesto, el pas de Las Amazonas.11 Ya el esmerado cronista madrileo, Gonzalo Fernndez de Oviedo, en una carta fechada en 1543 y dirigida al cardenal y humanista italiano Pietro Bembo, haba mencionado todos esos anhelos materiales que le traeran gloria y fortuna a quien concretara su hallazgo. Sin embargo el cronista madrileo intua las desgracias que acarreara tal ambicin. Al referirse a Gonzalo Pizarro y su expedicin en la cuenca amaznica Oviedo apunt:
a los que con mucho hervor buscan este oro, porque la verdad por la mayor parte se ha tornado en lloro a muchos y esta demanda de la canela no era ella sola la que movi a Gonzalo Pizarro a la buscar, cuanto por topar junto con esa especia o canela un gran prncipe que llaman el dorado, del cual hay mucha noticia en aquellas partes. El cual dicen que continuamente anda cubierto de oro molido o tan a menudo como sal muy molida, porque le parece a el que ningn otro vestido ni atavo es como este y que oro en piezas labradas es cosa grosera y comn12
Hacia 1527, cinco aos antes del sometimiento del Inca Atahualpa a manos de la hueste de Francisco Pizarro, un portugus llamado Aleixo Garca, estuvo informado acerca de las riquezas del Per. Garca haba partido desde el sureste de Brasil cruzando la selva amaznica con la intencin de remontar la cordillera de los Andes, hazaa que pudo concluir gracias a la compaa y la ayuda de varios indios chiriguanos conocedores de la regin.13 Tal hazaa no resulta exclusiva ni mucho menos incidental si se considera que desde los dominios lusitanos se iniciaron en 1549 pequeas migraciones de indios tups que partieron desde Pernambuco para establecerse en la provincia de Chachapoyas, jurisdiccin oriental del virreinato del Per, y que !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
10 Al respecto, un estudio detallado y sugerente sobre el Paytiti, Cfr. LORANDI, Ana Mara. De quimeras, rebeliones y utopas. La gesta del inka Pedro Bohorques, Lima, Pontificia Universidad Catlica del Per, 1997. 11 HEMMING, John. Los indios del Brasil en 1500, en: BETHELL, Leslie (Editor). Historia de Amrica Latina. Amrica Latina Colonial. La Amrica Precolombina y la Conquista, 16 Volmenes, vol. 1, Barcelona, Cambridge University Press/Editorial Crtica, 1990, p. 116; Un estudio absolutamente riguroso sobre el tema de las quimeras amaznicas se encuentra en: GIL, Juan. Mitos y Utopas del Descubrimiento, El Dorado, Tres Tomos, T.III, Madrid, Alianza Editorial, 1989, pp. 195-285; BUARQUE DE HOLANDA, Sergio. Visin del Paraso. Motivos ednicos en el descubrimiento y colonizacin del Brasil, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1987, pp. 53-64. 12 ASENSIO, Eugenio [Presentacin y Transcripcin]. La carta de Gonzalo Fernndez de Oviedo al cardenal Bembo sobre la navegacin del Amazonas, en: Revista de Indias, vol. IX, nms. 37-38, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, 1949, p. 574. 13 MURRA, John. Las sociedades andinas antes de 1532, en: BETHELL, Leslie (Editor). Op. cit., p. 48.
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para 1553, gracias a informaciones proporcionadas por un mameluco brasilero, otro portugus llamado Tom de Souza asegur que en la Amazona podan hallarse lugares con ms minas de oro y de plata que diez veces en el Per.14 El Dorado pretendido por varias huestes de conquista se imaginaba desde lugares alejados a la cuenca amaznica. Desde las islas caribeas de Trinidad y de San Juan Bautista varios castellanos infectados por la febril ilusin basada en los rumores sobre su quimrica existencia incursionaron en la selva para tratar de apropirselo. Uno de ellos, el perulero Luis Daza, quien haba iniciado su carrera de mlite indiano en las jornadas de conquista de Nicaragua y haba pertenecido a las huestes de Sebastin de Belalcazar, subalterno del virrey Francisco Pizarro, sostena que adems de haber participado en la fundacin y el poblamiento de ciudades como Pasto, Popayn, Timan, Neiva, Cali y Anserma sufragneas norteas del virreinato del Per haba tomado como prisionero en 1534 al fugitivo Rumiahui, principal lugarteniente del Inca Atahualpa, y adems, se jactaba de haber capturado al Indio Dorado.15 Luis Daza crey con toda certeza en su prdiga hazaa, aunque al parecer, su prisionero no era ms que un guerrero lugareo ataviado con algunas indumentarias del preciado mineral aurfero.16 En 1550, Jernimo de Aguayo, quien tambin soaba con la Amazona y sus bondades, haba propuesto a la corona fundar varias ciudades en menos de diez aos: en la provincia de Aruacas entre el Amazonas y el Orinoco, para esto ya haba concebido la respectiva traza de las futuras urbes selvticas: ocho calles en la plaa, cada cuartel cuatro casas, cada casa goza de cuatro calles. Su proyecto, adems de fundacional consista en poblar lo fundado con varios vecinos y en garantizar los recursos necesarios para la supervivencia de todos ellos: 50 caballos, 50 yeguas, 50 cabras y ovejas, 500 cabeas de puercos, senbrado trigo y cebada y otras semillas plantas de olivares y vias y otros arboles.17 Por su parte, en la dcada de 1560, Lope de Aguirre, nombrado a s mismo como El Peregrino, y capitn de una soldadesca proclamada !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
DRUMOND, Carlos. A carta de Diogo Nunes e a migrao dos Tup-Guaranis para o Per, en: Revista de Historia, So Paulo, vol. I, num. 1, Industria Grfica Jos Magalhes Ltda., 1950, pp. 96-97. 15 Probanza de Luis Daa en que se testifica sobre la captura del indio Dorado, en: RAMOS PREZ, Demetrio. El mito del Dorado. Su gnesis y proceso. Caracas, Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, 1973, p. 475 16 SNCHEZ, Jean Pierre. Myths and legends in the Old World and European expansionism on the American Continent, en: HAASE, Wolfgang & REINHOLD, Meyer (Editores). The classical tradition and the Americas, Berlin, Walter de Gruyter & Co, 1993, p. 342. 17 Traza de la ciudad o ciudades que se propone fundar Jernimo de Aguayo en la provincia de Aruacas entre el Amazonas y el Orinoco, Cfr. AGI. Mapoteca-Venezuela. nm. 2.
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como Los Maraones18 desafi al rey Felipe II, imparti justicia a su antojo y arbitrariamente otorg ttulos de mando a fin de crear en el Nuevo Mundo un proyecto emancipado de una monarqua cuyo emperador le inspiraba un evidente desdn; para Lope de Aguirre, la selva amaznica fue su aislado, utpico y circunstancial fortn.19 Hacia 1574, el capitn Pedro Maraver de Silva ofreci capitular con la corona para descubrir, pacificar y poblar la Nueva Extremadura, una gobernacin selvtica enclavada en el alto Amazonas, distinta y muy distante de sus homnimas novohispana y chilena, la cual, segn el capitn, se hallaba cercana de las tierras de Omaguas, Omeguas y El Quinaco. Comprometido en reclutar a 500 hombres para ese ao y otros 500 para cuatro aos mas tarde, Maraver de Silva se encargara de fundar tres ciudades que seran puntos geogrficos de avanzada para el expansionismo castellano. Sus reclutados no solo seran soldados, pues 100 de los 500 que llevara en cada ocasin deberan ser hombres casados que contaran con sus esposas y sus hijos para garantizar y consolidar el poblamiento de las fundaciones. Para el sustento local, comenzara llevando 100 caballos, 100 yeguas, 500 vacas, 100 ovejas, 200 cerdos y otro centenar de cabras. Edificara tres fortalezas y la corona le asignara 100.000 maraveds de salario anual para el sostenimiento de cada una. La corona buscaba hacer de Pedro Maraver de Silva la persona con potestad absoluta para el aprovechamiento de los recursos en aquella Nueva Extremadura, el establecimiento castellano y la expansin de la ocupacin fronteriza. Para ello se le orden el nombramiento de alcaldes, jueces, consejeros, corregidores y encomenderos para cada una de las respectivas instancias administrativas que compondran su gobernacin.20 Las postrimeras del siglo no fueron menos agitadas; en materia administrativa, el orden y el control que se esperaba para la selva tambin era una ilusin. Las rebeliones de los indios jbaros generaron serias preocupaciones en el gobierno de la Audiencia de Quito y en centros administrativos aledaos, pues aparte de las guerras intertnicas y los procesos migratorios de los indios durante tres momentos a finales de siglo: 1572, 1581 y 1599, los indios jbaros se rebelaron contra la dominacin espaola llegando a causar notables estragos en las localidades !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
PIZARRO, Ana. Amazona. El ro tiene voces, Santiago, Fondo de Cultura Econmica, 2009, pp. 47-50. VZQUEZ, Francisco & ALMESTO, Pedrarias de. Jornada de Omagua y Dorado. Crnica de Lope de Aguirre, Madrid, Ediciones Miraguano, 1986. 20 Capitulacin que se tom con Don Pedro Maraver de Silva para el descubrimiento de la Nueva Extremadura. Ao de 1574, en: ARMAS CHITTY, Jos Antonio de. Influencia de algunas capitulaciones en la geografa de Venezuela, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1967, pp. 198-201.
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fronterizas de Zamora y Logroo de los Caballeros,21 mientras que desde la pennsula ibrica y desde otras regiones del Nuevo Mundo, los ecos generados por la quimera fronteriza de El Dorado selvtico hacan persistir a los sedientos de gloria y fortuna. A finales de la dcada de 1590, otros proyectos para la penetracin al territorio amaznico se gestaban desde diversos flancos del Caribe insular. El propio Sir Walter Raleigh esperanzado en rumores y comentarios que se tomaban por ciertos, se aventur en 1595 a la bsqueda de El Dorado en las inmediaciones de la Guyana, fracasando en su empresa al igual que toda la anterior generacin de doradistas ibricos. Por su parte, y queriendo apoyarse en los recursos que podran proveerse desde Venezuela, otro castellano, Domingo de Ibargen y Vera, confiaba ciegamente en su capacidad y en el conocimiento por l adquirido para iniciar una nueva jornada en la bsqueda de El Dorado. Ibargen solicitaba centenares de hombres a la corte para sustentar su expedicin a la par que aseguraba al rey que, de concretarse su proyecto, la monarqua se adueara de provincias tan prsperas como el Per. Asimismo se percat de no tener la exclusiva en su proyecto dado que El Dorado que se pretendi encontrar en la regin amaznica fue una quimera voltil que mutaba segn las circunstancias, la conveniencia y la imaginacin de cada uno de sus interesados. A decir del propio Ibargen: en particular, en esta jornada del Dorado, porque todos dicen mal de ella, y cada uno por caminos extraordinarios la pretende.22 Este tipo de hechos son los que denotan las caractersticas fronterizas de la Amazona en el siglo XVI. Un perodo de inicios del dominio colonial que supuso una era de rupturas innegables en la cual los protagonistas europeos se valieron de toda suerte de estrategias para dominar una regin geogrficamente adversa y en gran parte desconocida. Una regin de frontera donde los intereses polticos y econmicos sostenidos en los diferentes proyectos de colonizacin europea chocaron entre s dejando como saldo un gran espacio que, a juzgar por sus exageradas dimensiones, estaba insuficientemente poblado. Una regin desprotegida e inutilizada en la mayora de su extensin, que slo con el pasar de las dcadas obtuvo cierto reconocimiento, !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Para el mismo perodo el padre dominico Reginaldo de Lizrraga mencion la existencia de otras tres rebeliones propinadas por los indios Quixos en contra de las excesivas polticas de tributacin instauradas por los espaoles. Cfr. LIZRRAGA, Reginaldo de. Descripcin del Per, Tucumn, Ro de la Plata y Chile, Madrid, Historia 16, 1987, pp. 155-156; LANE, Kris. Quito 1599. City and colony in transition. Albuquerque, University of New Mxico Press, 2002, pp. 148 149. 22 IBARGEN Y VERA, Domingo. Relacin sobre El Dorado y sobre la expedicin de Antonio de Berro, en: ARELLANO MORENO, Antonio. Relaciones Geogrficas de Venezuela, Caracas, Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, 1964, p. 255.
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aunque una muy cuestionable utilizacin, pues la ocupacin territorial, fuera planeada o espontanea, estaba evidentemente desarticulada de los ncleos administrativos ms cercanos, lo cual supuso para los dominios amaznicos una condicin plenamente desventajosa en comparacin con otros territorios de la Amrica espaola. Proyectos para intervenir y beneficiarse de esa frontera desprotegida, de sus habitantes y de sus recursos naturales; cuyos poseedores por las vas de iure no acabaron de conocer ni de explorar en su totalidad. Tal situacin remite necesariamente a considerar la densidad territorial del Nuevo Mundo, particularmente en la regin suramericana, como una condicin que posibilit la creacin de numerosas confusiones que luego se convertiran en verdaderos conflictos entre las monarquas interesadas y sus vasallos decididamente enfrentados por el control territorial; conflictos agudizados por las ingenuas e inexactas representaciones cartogrficas23 concebidas por soldados, marinos bisoos, exploradores, cronistas y clrigos que inventaron un espacio fronterizo de inusuales sorpresas, confeccionado con habladuras, rumores y, en pocas excepciones, con ideas acertadas.
Si para el siglo XVI la Amazona atraves por estas circunstancias, el comienzo de la nueva centuria, aunado a las proyecciones de orden oficial y clerical, condujeron a la consolidacin de la situacin fronteriza en la regin. El noroccidente amaznico segua siendo una regin del Nuevo Mundo prcticamente desconocida. Aunque hubo varias expediciones que siguieron el curso de los ros y se adentraron por algunos lugares de la espesura, la regin mantuvo un hlito enigmtico no solo para la administracin del virreinato del Per, sino tambin para las audiencias de Quito y Santa Fe. En la dcada de 1610 las iniciativas de penetracin a la selva fueron comandadas por el virrey del Per prncipe de Esquilache, don Francisco de Borja y !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Resulta muy importante comprender el porqu de las confusiones que, en materia cartogrfica, eran bastante comunes desde finales del siglo XV hasta bien entrado el siglo XVII. En las cartografas que se representa la costa nororiental de Suramrica se confunde en numerosas ocasiones el ro Orinoco y su desembocadura con el ro Maran o Amazonas. Por ello, tanto cronistas, oficiales como vasallos comunes de la monarqua, solan afirmar creyendo tener certeza, que la desembocadura del Maran estaba muy cercana a la isla Margarita. Cfr. GIL MUNILLA, Ladislao. El descubrimiento del Maran, Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1954, pp. 13-27; Relacin de Zamora de los Alcaides, en: PONCE LEIVA, Pilar. Relaciones Histrico-Geogrficas de la Audiencia de Quito (Siglos XVI-XIX), Dos Tomos, T.I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, 1991, p. 434.
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Aragn. A lo largo de toda esa dcada, se articularon varias expediciones en la cuenca amaznica; unas venidas desde la jurisdiccin quitea y otras venidas desde el ocano Atlntico que ingresaron a contracorriente por la enorme desembocadura del ro Amazonas. Hubo justificaciones para ingresar por el ro e internarse en la selva que no distaron mucho de las pretensiones acariciadas a lo largo del todo el siglo XVI. Las incursiones y los proyectos expansionistas y colonizadores de la cuenca amaznica no se proponan y llevaban a cabo nicamente desde la jurisdiccin de la Audiencia de Quito ni desde las capitanas portuguesas ubicadas al oriente de la cuenca. As lo atestigu el carmelita espaol Antonio Vzquez de Espinosa, quien en su obra dej plasmado el testimonio de un aventurero novohispano, vecino de la alejadsima ciudad de Mxico, y quien tambin poco tiempo despus de su periplo fuera alcalde de las villas de Tacuba y de Tlalnepantla al noroccidente de aquella gran capital virreinal. Su nombre era Roque de Chvez Osorio,24 un descendiente de los primeros pobladores castellanos que ocuparon y dominaron la otrora gran Tenochtitlan. Desde la ciudad de Mxico parti hacia el puerto caribeo de Veracruz y de all naveg hacia las costas de Amrica del Sur logrando adentrarse por la desembocadura del ro Amazonas hasta el gobierno de Gro Par donde lleg a residir entre los aos de 1612 a 1615, perodo de tiempo en que aprendi la lengua tupinamb adems de dedicarse a la bsqueda de una quimera de oro y de una prueba fsica acerca de la visita de un apstol bblico en algn lugar de la espesura selvtica. Roque de Chvez Osorio fue apresado por los franceses ocupadores de lisle de Maragnan, y aunque de stos pudo escapar para luego encontrar refugio en la ciudad de !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Es probable que para mediados de la dcada de 1630, aos despus de haber regresado a la Nueva Espaa, el capitn Roque de Chvez Osorio se desempeara como regidor y comisario del cabildo de la ciudad de Mxico. Fue uno de los principales encargados de velar por la construccin del desage de la laguna de Huehuetoca en el norte de la ciudad; una compleja obra hidrulica que impedira las usuales inundaciones que se desataban en aquella urbe. Aunque tambin es posible que este mismo personaje se haya desempeado como capitn en un regimiento militar de Portobelo en el reino de Panam. Segn testimonios oficiales, se afirma que era noble e hidalgo y que combati a los ingleses y holandeses que trataron de invadir el puerto de El Callao en la dcada de 1620. Es posible adems que estos capitanes llamados Roque de Chvez Osorio, tanto el que ejerci como regidor en la Nueva Espaa, como el que se desempe como capitn de artillera en Portobelo sean simples homnimos aunque haya indicios que los hagan coincidir cronolgicamente. Aunque es tentador pensar que Roque de Chvez Osorio haya emprendido una jornada viajera en el continente americano: partiendo desde la ciudad de Mxico hasta la capitana lusa de Gro Par, que de all se desplaz hasta el reino de Panam, que sirvi como militar en los regimientos de Lima y luego, para la dcada de 1630, haya regresado a la Nueva Espaa donde adquiri el cargo de regidor por 6.500 pesos. Cfr. VSQUEZ DE ESPINOSA, Antonio. Compendio y descripcin de las Indias Occidentales, Dos Tomos, T.I, Madrid, Historia 16, 1992, p.151; RUBIO MA, Jos Ignacio. El Virreinato. Obras pblicas y educacin universitaria, Cuatro Tomos, T.IV, Mxico, Fondo de Cultura Econmica/Universidad Nacional Autnoma de Mxico, 1983, pp. 102-106; GRUZINSKI, Serge. Las cuatro partes del mundo. Historia de una mundializacin, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 2010, p. 127; AGI. Panam 63B, Doc. 12, ff. 7r-7v; AGI. Mxico 183, Doc. 96, ff. 4v-5r.
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So Luis, de all fue expulsado a manos de un militar portugus, el capitn mayor Jernimo de Albuquerque,25 conocido entre la burocracia lusitana como O Restaurador do Maranho por ser uno de los encargados y ejecutores del descubrimiento das terras e ro do Maranho y por sus pactos de tregua con los franceses.26 En 1619, un grupo de espaoles residentes en la ciudad de Loja descendieron hasta las clidas tierras bajas y fundaron la ciudad de San Francisco de Borja, emplazamiento cercano al estrecho fluvial conocido en la regin como el Pongo de Manseriche. Poco tiempo despus esta fundacin de carcter civil paso a ser parte de la gobernacin de Maynas. Como entidad territorial conocida, mas no establecida oficialmente, Maynas exista desde finales del siglo XVI. Una vez erigida como gobernacin, su primer gobernador fue Diego Vaca de Vega, nombrado en la ciudad de Lima en 1618. La jurisdiccin de Maynas comprenda ms de 700 kilmetros entre el norte y el occidente y para mediados del siglo XVII, precisamente en 1656, una Real Cdula extenda los lmites de la provincia hacia las regiones ocupadas por las misiones jesuitas y franciscanas.27 A partir de la dcada de 1630, y con mayor intensidad desde 1636, las incursiones misioneras auspiciadas desde la Real Audiencia de Quito comenzaron a enfocarse hacia el oriente de la jurisdiccin. Hubo otras tentativas de penetracin a esa nueva frontera durante la primera mitad del siglo XVII llevadas a cabo mediante capitulaciones concedidas a militares inexpertos que en la mayora de los casos fracasaron en el intento; ejemplo de ello, fue el caso de Vicente de los Reyes Villalobos, sargento mayor, gobernador y capitn general de la provincia de Quixos28 !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
25 Hacia 1607, el provincial de los jesuitas portugueses de Brasil, el padre Ferno Cardim orden a los padres Francisco Pinto y Luis Figueira para viajar a Maranho y establecer all una misin en el cerro de Ibiapaba, con el fin de ir expandiendo la ocupacin y el dominio misional de la Compaa de Jess en aquella regin constantemente amenazada por individuos de otras naciones europeas, principalmente franceses, los cuales fueron expulsados justo hacia 1615 gracias a la acometida militar comandada por los capitanes Jernimo de Albuquerque y Alexandre de Moura. Cfr. CHAMBOULEYRON Rafael Ivan. Portuguese Colonization of the Amazon Region, 1640-1706, Cambridge, Dissertation submited for the degree of Doctor of Philosophy/Cambridge University, 2005, p.124. 26 AGI. Patronato 272, Doc. 4, f. 1r; una pequea biografa de ste gobernador se halla en: MARQUES, Csar Augusto. Dicionario Histrico Geogrfico da Provincia do Maranho, Ro de Janeiro, Editra Fon-Fon e Seleta, 1970, pp. 295-296. 27 PHELAN, John Leddy. The Kingdom of Quito in the seventeenth century, Madison, The Universty of Wisconsin Press, 1967, pp. 28-29; Cfr. ANDA AGUIRRE, Alfonso. Primeros gobernadores de Mainas. Los Generales Vaca de Vega, Quito, SCE, 1955. 28 Quixos era una porcin territorial del oriente cercano a la jurisdiccin de la Real Audiencia de Quito, as llamada debido a los indios de la etnia Quixos que habitaron este territorio y que sirvieron como poblacin para las misiones y como fuerza productiva para las encomiendas que existieron en la regin desde el siglo XVI. Segn la descripcin geogrfica que proporcion el padre Juan de Velasco en el siglo XVIII: Confina al norte con el de Mocoa y Sucumbos en el ro San Miguel o por mejor decir en el grande Azuela y Aguarico que baan la provincia de los Cofanes, intermedia a los Quijos y Sucumbos. Por el sur con el gobierno de Macas; por el poniente con los corregimientos de Quito y
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quien se ofreci a internarse en la espesura teniendo el amparo del rey Felipe IV; de igual manera Alfonso de Miranda y el general Joseph de Villamayor Maldonado trataron de penetrar para expandir esa desconocida frontera selvtica, aunque su sacrificio no fuera suficiente. Igual suerte corri un militar portugus entre los aos de 1633 y 1634: Francisco Coelho de Carvalho, quien fuera gobernador de las capitanas de Maranho y Gro Par una dcada atrs. Cristbal de Acua escribi que durante esos aos los portugueses se encontraban bastante ocupados disputndose la regin de Pernambuco con los holandeses; lo cual sugiere que la expansin hacia el occidente amaznico no era la nica meta de la ocupacin portuguesa en la cuenca del caudaloso ro. El gobernador portugus Francisco Coelho de Carvalho, primer gobernador de Maranho, estuvo alertado desde 1626 acerca de la amenaza que representaban los holandeses. Aquello justific una enorme preocupacin dada la imposibilidad de contener sus incursiones por la desembocadura del ro Amazonas. De esta manera los navegantes, exploradores y comerciantes judos tambin fueron personajes protagnicos en aquella regin. Posean intereses comerciales muy concretos y hacan parte fundamental de las amplias redes del comercio atlntico que se gestaron entre los diversos puntos de conexin del mundo conocido hasta entonces. Asimismo, judos holandeses que lograron llegar a Brasil establecindose inicialmente en Pernambuco se desempearon como militares para la defensa de los territorios ganados por Holanda en aquella parte de Amrica del Sur.29 Gracias al amparo monrquico proporcionado por la corona de Espaa, la cuenca hidrogrfica del alto Amazonas alberg a una veintena de misioneros de la Compaa de Jess quienes fundaron en la selva varias misiones que perduraron ms de cinco dcadas despus y que daran como resultado a ms de 100.000 indios bautizados en la fe catlica, reducidos en 32 !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Latacunga y parte de Riobamba, y por el oriente con las misiones de Napo y del bajo Aguarico, unidas al gobierno de Mainas. Cfr. ORTZ DE LA TABLA DUCASSE, Javier. Los encomenderos de Quito 1534-1660. Origen y evolucin de una lite colonial, Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos/Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, 1993, pp. 181182; VELASCO, Juan de. Historia del Reino de Quito, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1991, p. 419. 29 FIGUEROA, Francisco de & ACUA Cristbal de. Informes de Jesuitas en el Amazonas, 1660 1684, Iquitos, Monumenta Amaznica, 1986, p. 39; CARDOZO, Alirio. Noticias do norte: primeiros relatos da presena holandesa na Amaznia brasileira (sculo XVII), en: Nuevo Mundo Mundos Nuevos, Debates, 2008, [Artculo en lnea], noviembre 7 de 2008. URL: http://nuevomundo.revues.org/index43703.html; GARCA DE LEN, Antonio. La malla inconclusa. Veracruz y los circuitos comerciales lusitanos en la primera mitad del siglo XVII, en: DEL VALLE, Guillermina & IBARRA, Antonio (Coordinadores). Redes sociales e instituciones comerciales en el imperio espaol, siglos XVII a XIX, Mxico, Instituto Mora/Facultad de Economa Universidad Nacional Autnoma de Mxico, 2007; BHM, Gnter. Los sefardes en los dominios holandeses de Amrica del Sur y del Caribe. 1630 1750, Frankfurt, Vervuert Verlag, 1992, pp. 26-33.
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misiones o pueblos. Sin embargo, desde el lejano oriente de la cuenca, las iniciativas portuguesas tambin cobraban vigor. Con la llegada de dos franciscanos espaoles al fortn portugus de Belm en 1639 las autoridades de las capitanas previeron la amenaza del expansionismo hispnico decidindo contrarrestar la avanzadilla con 2.000 soldados dispuestos a las rdenes de Pedro Teixeira,30 hombre alentado, de sana y buena intencin31 quien contando con ms de 60 aos de edad logr llegar hasta la ciudad de Quito a finales de las dcada de 1630 para reclamar a los espaoles por los lmites estipulados en el ya antiguo Tratado de Tordesillas. Tal asunto adquiri un matz bastante complejo debido a la situacin poltica que se enfrentaba en la pennsula ibrica en tanto que el agregado reino de Portugal mostraba serias pretensiones para emanciparse.32 Respaldada entonces por las rdenes del gobernador Jcome de Noronha, la empresa de Pedro Teixeira iba encaminada claramente al beneficio del reino de Portugal, aunque el mismo Teixeira reconoca la autoridad de Felipe IV como monarca y soberano de ambos reinos peninsulares y sus respectivas jurisdicciones ultramarinas en ambos hemisferios. Sin embargo, es !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
30 Pedro Teixeira [Castanhede, 1585Belm, 1641] era un militar acucioso y firmemente interesado en los reclamos territoriales para la corona de Portugal. A su regreso de Quito, Teixeira estuvo acompaado por dos jesuitas espaoles que sirvieron como confesores y doctrineros de la hueste: Cristbal de Acua, rector del Colegio de Cuenca y Andrs de Artieda, lector de teologa en el Colegio de Quito, adems de dos mercedarios y dos franciscanos de quienes se conocen los nombres: Fray Domingo Brieva y Fray Agostinho das Chagas, este ltimo era superior de un convento franciscano en Belm. En sus memorias, el padre Acua afirma que Pedro Teixeira sali desde Gro Par, navegando a contracorriente con 47 canoas grandes, 70 soldados portugueses y 1.200 indios remeros y de guerra, acompaados a su vez por sus mujeres y sus hijos los cuales sumaran alrededor de 2.000 personas. El viaje dur ms de un ao, aunque el primero en pisar tierras quiteas no fue el propio Teixeira sino un soldado brasileo llamado Benito Rodrguez de Oliveira: que, como criado toda su vida entre los naturales, les tena calados los pensamientos y se los adivinaba, con que era conocido y respetado de todos los indios de aquellas conquistas. Poco tiempo atrs, Pedro Teixeira se haba distinguido por ser un militar, aguerrido defensor de la soberana portuguesa en la Amazona. Combati contra los holandeses en sus fortalezas de Nassau y Orange a orillas del ro Xing, dirigi la quema de Mandiutuba, otro fortn holands, en respuesta a un hecho similar que los holandeses haban cometido en la fortaleza de Gurup. No debe confundrsele con dos homnimos que, adems de ser portugueses, tambin sobresalieron durante el mismo perodo: Pedro Teixeira [15701610], viajero que gan la inmortalidad despus de sus recorridos por Persia, India e incluso se conoce que visit Brasil. Su otro homnimo, Pedro Teixeira Albernos [1595-1662] fue un reconocido cartgrafo, hijo del cosmgrafo mayor del reino de Portugal y nieto del canciller mayor del mismo reino. Estuvo al servicio de Carlos IV en la corte de Madrid durante la unin ibrica. Sus trabajos cartogrficos gozaron de cierto reconocimiento en tanto que traz importantes mapas de ciudades, fortalezas y puertos de Europa y Amrica. Cfr. FIGUEROA, Francisco de & ACUA, Cristbal de. Op. cit, pp. 31 43; Cfr. RODRGUEZ, Manuel. El Descubrimiento del Maran, Madrid, Alianza Editorial, 1990, pp. 246; KIEMEN, Mathias C. The indian policy of Portugal in the Amazon region 16141693, Washington, The Catholic University of Amrica Press, 1954, p. 24; PEREDA, Felipe & MARAS, Fernando. El atlas del Rey Planeta: Felipe IV y Pedro Teixeira, en: PEREDA, Felipe & MARAS, Fernando. El atlas del Rey Planeta. La Descripcin de Espaa y de las costas y puertos de sus reinos de Pedro Teixeira, Madrid, Editorial Nerea, 2002, pp. 10-14. 31 MALDONADO, Jos. Relacin del descubrimiento del ro Amazonas, llamado Maran hecho por medio de los religiosos de la Provincia de San Francisco de Quito, Quito, Biblioteca Amazonas, 1942, p. 21. 32 HENNESSY, Alistair. Op. cit, pp. 53-58.
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posible deducir que tal expedicin haca parte de una estrategia portuguesa para socavar los intereses de la monarqua que los subyugaba.33 La idea proveniente del derecho clsico consistente en la res nullius fue el argumento esgrimido por los europeos que se apoderaron del Nuevo Mundo en todas sus latitudes34 y siguiendo estos parmetros jurdicos, Pedro Teixeira tom posesin territorial sirvindose de un escribano que lo acompaaba en su expedicin y frente a un par de jesuitas quiteos sin capacidad de objetarlo ni de reprocharle asunto alguno.
Tom posesin por la corona de Portugal del dicho sitio y las dems tierras, ros navegaciones, y comercios, tomando tierra en las manos y echndola al aire, y cuando con un azadn diciendo en altas voces que tomaba posesin de dichas tierras y sitio en nombre del Rey Felipe IV nuestro seor por la corona de Portugal [] y en nombre del Rey Felipe IV nuestro seor lo hube permitido e investido en dicha posesin por la corona de Portugal del dicho sitio y las dems tierras, ros, navegaciones y comercios.35
El procedimiento desarrollado por Pedro Teixeira, posea en s mismo una carga simblica que, por su infausta efectividad, se hizo recurrente a lo largo de la historia del expansionismo europeo, adems, tena su amparo en Las Siete Partidas, el cdigo legal castellano del siglo XIII, legislacin en la cual se adjudicaba la potestad de posesin territorial a quien adems de descubrir, poblare primeramente.36 Las estrategias jurdicas llevadas a cabo por Pedro Teixeira indicaban sin duda una suerte de confusin para las administraciones coloniales encargadas de velar por el dominio y la expansin de territorios ya adquiridos bajo el precepto de res nullius. El hecho de que los reinos de Espaa y Portugal estuvieran unidos bajo la misma corona no tena las dimensiones esperadas en los dominios de Amrica, dado que cada movimiento portugus efectuado entre los sesenta aos que corrieron desde 1580 hasta 1640 causaba fuertes reacciones de su contraparte espaola tanto en la pennsula ibrica como en los dominios de Ultramar;37 por ello, los recelos eran evidentes en aquella parte del continente y en otras regiones donde los lusitanos proyectaran su expansionismo.38 !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
33 MARQUES, Guida. L invention du Bresil entre deux monarchies. Gouvernement et pratiques politiques de lAmrique portugaise dans lunion ibrique (1580-1640), Pars, Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales/Thse pour obtener le grade de Docteur 2009, pp. 337-339. 34 SEED, Patricia. Ceremonies of Posesin in Europes Conquest of the New World, 1492-1640, Cambridge, Cambridge University Press, 1995, pp. 149-153. 35 FIGUEROA, Francisco de & ACUA, Cristbal de. Op. cit., p.139. 36 ELLIOTT, John H. Imperios del Mundo Atlntico. Espaa y Gran Bretaa en Amrica 1492-1830, Madrid, Taurus, 2006, p. 65. 37 BRADLEY, Peter T. El Per y el mundo exterior. Extranjeros, enemigos y herejes (siglos XVI-XVII) en: Revista de Indias, vol. LXI, nm. 223, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, 2001, p. 18. 38 MARQUES, Guida. Op. cit., pp. 339-342.
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Sesenta aos fueron un perodo de tiempo suficiente para que la Monarqua Hispnica, ahora universal, alcanzara serios niveles de crisis en materia econmica y poltica. Un perodo de evidente decadencia que pona en entredicho el xito anterior de Espaa en el concierto de los reinos europeos que ingresaron al negocio de la expansin planetaria y la dominacin del comercio ultramarino. En 1581, al consolidarse la unin de las dos coronas ibricas bajo el mandato castellano, el rey Felipe II asegur a los portugueses el respeto del fuero comercial en sus dominios de frica, Persia e India, amn de prometerles la conservacin de los privilegios burocrticos del reino slo a la realeza originaria, adjudicando tesoreras y cancilleras nicamente a oficiales portugueses. Tal unin bajo el cetro de un nico monarca no era un asunto del todo inaudito. Portugal y Castilla tenan pasados comunes y perfectamente familiares que favorecan la unidad de sus reinos, pues aquellos pasados compartidos se remontaban siglos atrs hacia los tiempos del Imperio Romano y posteriormente a la Monarqua Visigoda, lo cual haca que ambas naciones tuvieran cierta capacidad de unificacin. Adems, cabe recordar que si bien el rey Felipe II era castellano, gran parte de su vida, y especialmente de su infancia, estuvo asociada a Portugal; era hijo de Isabel de Avis y Trastmara, mejor conocida como Isabel de Portugal y a su vez tambin era esposo en primer matrimonio (1527-1545) de una portuguesa, la infanta Mara Manuela, hechos que le valieron el no ser un perfecto desconocido (tal y como lo haba sido su padre en Castilla) para la nobleza de aquel reino occidental de la pennsula ibrica.39 Los juramentos hechos por Felipe II en la ciudad portuguesa de Tomar consistieron en hacer de Portugal un reino constitutivo de la Monarqua Hispnica, aunque el hecho de pertenecer a los dominios del mismo monarca no le aseguraban al nuevo reino anexionado los beneficios de los dems territorios administrados desde Madrid.40 Si bien antes de 1580 Portugal contaba con una buena cantidad de dominios en Ultramar, la corona de Castilla se declaraba impedida para actuar en su defensa,41 dejando los dominios de Brasil y del oriente a merced de las ofensivas !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
FERNNDEZ LVAREZ, Manuel. Objetivo: Lisboa. La unin de Portugal y Castilla bajo Felipe II, en: CARABIAS TORRES, Ana Mara. Las relaciones entre Portugal y Castilla en la poca de los descubrimientos y la expansin colonial, Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 1994, p. 331. 40 DOS SANTOS, Ricardo Evaristo. El Brasil Filipino. Sesenta aos de presencia espaola en Brasil (1580-1640), Madrid, Editorial Mapfre, 1993, pp. 13-27. 41 Sin embargo dcadas antes la Monarqua Hispnica haba mostrado inters en ocupar aquellos territorios asiticos que, para entonces se encontraban bajo el dominio de Portugal. En una carta dirigida al rey Felipe II, fechada el 15 de septiembre de 1571, Juan de Borja, funcionario castellano, evidenciaba aquellos intereses al escribir que: De cossarios no
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propinadas por Holanda e Inglaterra. Esa cautividad de sesenta aos supuso para aquel reino un perodo de ruina econmica, de impotencia poltica y de inopia colonial. Aparte de soportar el pesado lastre creado por la intolerancia religiosa de Espaa y su Santo Oficio de la Inquisicin frente a judeo-conversos y cristianos nuevos,42 el reino de Portugal aport un buen nmero de naves para la renombrada, aunque fracasada Grande y Felicsima Armada Invencible; creada por Felipe II para combatir contra Inglaterra en 1588, hecho con el cual se dilapid una parte bastante considerable de su podero naval. En materia comercial, ese cativeiro portugus tambin supuso prdidas invaluables derivadas de negocios evidentemente irrisorios. Ejemplos claros fueron aquellos en los que Portugal estableci sus propias compaas comerciales para el oriente, las cuales no tuvieron un desarrollo prspero debido al escaso capital invertido por la metrpoli espaola.43 A causa del desamparo de la corona en sus territorios ultramarinos del oriente, los ingleses aliados de los persas se aduearon de las isla de Ormuz en el Golfo Prsico; y por su parte, los holandeses y su Verenigde Oostindische Compagnie, [Compaa Holandesa de las Indias Orientales] se apropiaron de Malaca en 1601, nueve aos despus ocuparon la isla de Formosa en el archipilago de Taiwn y se apoderaron de las islas Molucas donde erigieron un prspero bastin especiero y azucarero en 1619: Batavia.44 Aunque Holanda representaba un enemigo acrrimo45 y !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
tenemos nuevas ni en las islas de los Aores las ay dellos, una carauela habr tres dias, o quatro con el aviso de haber llegado tres naos de la India, no tan ricos como se esperava, las nuevas que traen son de haver mucha guerra en la India por haverse levantado contra los portugueses el Hidalcan [Adil Khan], y el Zamalmo, y el amori de Calicut tienen cerrada a Goa y a Chauey a Crangalor. Demas de estas nuevas dicen que los castellanos que andan en Maluco tenan cercada una fortaleza de los Portugueses y que los Castellanos seran como ochocientos y los Portugueses como hasta sesenta, segn la India esta ningun socorro les puede ir por este ao, esto es lo que en suma se, las naos esperamos aqu por toda esta semana, y assi en llegando dare cuenta de todo tan particularmente como suelo y assi solo servira esta por aviso. Cfr. AGI. Patronato 256, R. 16, f. 1r; SUBRAHMANYAM, Sanjay. Also sprach der Idalcan. Un encuentro curioso en el Bijapur de 1561, en: Cuadernos Hispanoamericanos, nm. 620, Madrid, Agencia Espaola de Cooperacin Internacional, 2002, pp. 21-23. 42 BIRMINGHAM, David. Historia de Portugal, Cambridge, Cambridge University Press, 1995, p. 49. 43 OLIVEIRA MARQUEZ, Antonio Henrique. Historia de Portugal. De los tiempos ms antiguos hasta el gobierno de Pinheiro de Azevedo, Dos Tomos, T.I, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1983, p. 278. 44 BLUSS, Leonard. Batavia, 1619-1740: The Rise and Fall of a Chinese Colonial Town, en: LORIMER, Joyce (Editora). Settlement Patterns in Early Modern Colonization, 16th-18th Centuries, Aldershot, Ashgate Publishing, 1998, pp. 165-166. 45 La expansin holandesa ocurrida durante el auge de la Revolucin Comercial tuvo un sentido estrictamente asociado al desarrollo del Capitalismo. Ya se haba fundado el banco de msterdam cuando se constituyeron las compaas de comercio que operaran contra el monopolio mercantil mantenido por espaoles y portugueses. Una doctrina de mare liberum inspirada en la obra del jurista holands Hugo Grotius, argumentada a su vez en los intereses econmicos de los mercaderes btavos, la cual legitimaba la accin de sus navos en los territorios que el Papa reparti entre los ibricos desde finales del siglo XV. Cfr. LACERDA DE MELO, Mario. Holandeses e Portugueses, en: Revista de Historia, So Paulo, vol. VII, num. 16, Industria Grfica Jos Magalhes Ltda., 1953, p. 275.
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una competencia nada despreciable en las rutas martimas y comerciales que conectaban frica y Asia a lo ancho del ocano ndico y su dinmica red portuaria,46 aquellos europeos no eran el nico obstculo del expansionismo ni el motivo del declive econmico portugus en Asia, pues en el siglo XVII tambin debieron enfrentarse, entre muchos otros, a los soberanos de Tanjavur, Mataram y al sultn de Macassar.47 As, para desgracia del reino de Portugal y en menor medida de la corona de Espaa, la West-Indische Compagnie [Compaa Holandesa de las Indias Occidentales] era parte esencial de las permanentes acechanzas colonialistas de Holanda en Brasil, sumndole a ello las pretensiones de Mauricio de Nassau, prncipe de Orange, quien por los mismos aos acariciaba el plan de usurparle a Portugal sus posesiones en Amrica del Sur.48 Al ser un reino agregado, pero no unido a Espaa, se supondra tericamente que Portugal tambin sera beneficiario de las riquezas del Nuevo Mundo. Estas polticas de inclusin y repartimiento no se concretaron de la manera acordada, ya que por el contrario, Portugal estuvo sometido a presiones fiscales cuyos rditos eran destinados a las agendas blicas de Espaa en territorio europeo, omitiendo la inversin de caudales para impulsar las empresas agrcolas y mineras ubicadas en Brasil. De otro lado en la Recopilacin de las Indias elaborada por el jurista y Gran Canciller Antonio de Len Pinelo se orden Libro II, Ttulo XII, tambin como una forma de subordinacin al reino anexionado, no consentir que los portugueses radicados en India atravesaran el ocano Pacfico y llegaran a tratar comercialmente en los vastos archipilagos de Filipinas, orden basada en una Real Cdula expedida por Felipe IV en el ao de 1634:
Por quanto la nacin portuguesa que asiste en la Yndia oriental ha intentado el trato y comercio con las islas Filipinas embarcando a los sangluyes de yr a ellas a vender sus mercaduras lo cual sera en gran dao y prejuicio de nuestra real Hazienda y buen govierno de las dichas islas y contra lo que est dispuesto y ordenado por nuestras leyes reales mandamos a nuestros presidente y oydores de nuestra Audiencia que reside en la ciudad de Manila que cada y cuando le constare que se trata de lo que sussodicho, acuda luego al remedio dello y que el fiscal de la dicha Audiencia salga a esta causa y pida todo lo que juzgare convenir a la utilidad y aumento de nuestra real Hazienda y
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46 PRAKASH, Om. The Portuguese and the Dutch in Asian maritime trade: a comparative analisis, en: CHAUDHURY, Sushil & MORINEAU, Michel (Editores). Merchants, Companies and Trade. Europe and Asia in the Early modern era, Cambridge, Cambridge University Press, 1999, pp. 175-180. 47 SUBRAHMANYAM. Sanjay. O Imperio Asitico Portugus, 1500-1700. Uma histria poltica e econmica, Lisboa, Difel Editora, 1995, p. 206. 48 TREVOR DAVIES, R. La decadencia espaola. 1621-1700, Barcelona, Editorial Labor, 1969, pp. 45-50.
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observancia de lo que esta probeydo y ordenado, pues le toca por raon de su officio y de todo lo que en esto proueyeren nos bayan siempre dando quenta.49
Para Espaa, administrar los dominios africanos y asiticos de Portugal era un asunto lo suficientemente aparatoso que invitaba a claudicar. La Monarqua Hispnica deba contener las amenazas holandesas que se cernan sobre Angola y So Tom; dos importantes bastiones para el aprovisionamiento de mano de obra esclavizada que habra de emplearse compulsivamente en las empresas agrcolas y mineras de Amrica del Sur. Deban tambin expulsar a los holandeses que detentaban la isla de Ceiln, aplacar los disgustos de los burcratas de Goa y encarar una reforma de la administracin colonial en todos los dominios de la India, en tanto que aquella posesin languideca carcomida por la corrupcin de una oficialidad coludida con los comerciantes particulares que operaban en las aguas de los ocanos ndico y Pacfico.50 Este tipo de consecuencias nefastas debidas en parte a la insuficiente atencin y el fatal ausentismo del monarca en la administracin de un reino puesto en unin51 hicieron de Portugal un reino empobrecido y anclado en la orfandad que clamaba por su pasado esplendoroso y por su ya difunto rey Sebastio I,52 con un sistema econmico castigado por los crecientes impuestos y las restricciones legislativas que evidenciaban su compleja situacin poltica como reino dependiente de una monarqua extranjera, cuyo destino estaba siendo guiado por uno de los ms sagaces validos de Europa: Gaspar de Guzmn y Pimentel, el Conde-Duque de Olivares; quien nombrado por Felipe IV en 1621, fue el encargado de trazar la centralizacin de la Monarqua Hispnica, proyecto que no alcanz a fraguar ya que el reino de Portugal entr en un proceso de rebelin que culminara triunfal en 1640.53 La dependencia frente a Espaa termin al ser posesionado en el trono del reino un noble portugus, el Duque de Bragana, don Joo IV quien, aparte de afrontar el hecho del desconocimiento de su dinasta por parte de la Iglesia !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
49 LEN PINELO, Antonio de. Recopilacin de Indias [Ed. Facsimilar], Tres Tomos, T.I, Mxico, Editorial Porra, 1992, p. 489. 50 VALLADARES, Rafael. La Rebelin de Portugal. Guerra, conflicto y poderes en la Monarqua Hispnica (1640-1680), Junta de Castilla y Len, Valladolid, 1998, pp. 28-30. 51 ELLIOTT, John H. Espaa, Europa y el mundo de Ultramar [1500-1800], Madrid, Taurus, 2010, p. 37. 52 HERMANN, Jacqueline. No reino do desejado. A construo do sebastianismo em Portugal sculos XVI e XVII, So Paulo, Companhia das Letras, 1998, pp. 305-310; Al respecto es importante consultar: SILVRIO LIMA, Lus Felipe. O Imperio dos Sonhos. Narrativas profticas, sebastianismo & mesianismo brigantino, So Paulo, Universidade de So Paulo/Tese apresentada Faculdade de Filosofa, Letras e Cincias Humanas da Universidade de So Paulo para obteno do ttulo de Doutor em Historia Social, 2005, pp. 63-81. 53 ELLIOTT, John H. El Conde-Duque de Olivares. El poltico de una dcada de decadencia, Barcelona, Editorial Crtica, 1991, pp. 591-592.
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romana encarara a su manera la nada fcil tarea de orientar hacia un futuro benfico el destino de la monarqua portuguesa y sus empresas de Ultramar en tres continentes del mundo hasta entonces conocido.54 Como era de esperarse, los inconvenientes surgidos a raz de la unin compulsiva de ambas coronas ibricas tuvieron sus resonancias en los dominios de la cuenca amaznica. El padre carmelita Antonio Vsquez de Espinosa fue bastante sugerente al tratar de ilustrar dicho problema. Para l, hispanos y lusitanos podan rotularse perfectamente bajo el ttulo genrico de espaoles, pues la unin de los dos reinos bajo el mandato del mismo monarca, es decir, el cativeiro portugus, haca de la pennsula ibrica y de todos los dominios ultramarinos acaparados por ambos reinos una sola entidad poltica: la Monarqua Hispnica, cuyo nico monarca era el rey Felipe II. Por tanto, al narrar lo ocurrido acerca de las reacciones espaolas frente a la presencia de franceses y holandeses en la cuenca amaznica, Vzquez de Espinosa mostraba que para las primeras dcadas del siglo XVII, personajes de la oficialidad portuguesa como Francisco Coelho de Carvalho, el capitn Bento Maciel Parente o el capitn Francisco Caldeira de Castelo Branco capturaron y apresaron a varios extranjeros, no a favor de Portugal, sino en nombre de la soberana de Espaa en sus posesiones del amplsimo oriente amaznico.55 Hacia 1641, un ao despus de finalizado el perodo de la Unin Ibrica, desde la corte de Madrid se insisti con ms ahnco en la prohibicin para evitar que los portugueses transitaran por los territorios hispnicos ni mucho menos se atrevieran a comerciar con los vasallos espaoles, asunto evidentemente complejo y prcticamente imposible de cumplirse en los dominios de Ultramar. Tal hecho era respaldado pero no cumplido por el propio rey de Portugal, quien al parecer no tena inters alguno en cumplir unas disposiciones formuladas por una monarqua ajena que tambin represent una seria amenaza para los dominios americanos de la monarqua lusitana.
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AMES, Glenn J. Renascent Empire? The House of Braganza and the quest for stability in portuguese Monsoon Asia, ca. 1640-1683, Amsterdam, Amsterdam University Press, 2000, pp. 17-18. 55 Dcadas despus, hacia 1642, el propio capitn Bento Maciel Parente fallecera a manos de unos militares holandeses que lo tomaron prisionero durante la invasin a Maranho comandada por el capitn Jan Corneiliszoon Lichthardt en noviembre de 1641. Con esta ofensiva los holandeses alcanzaron a tomarse la ciudad de So Luis de Maranho. La invasin const de casi 2.000 hombres repartidos en 18 embarcaciones. Siguiendo sus filiaciones protestantes profanaron iglesias y conventos en So Luis de Maranho, adems deportaron a ms de 150 vecinos portugueses hacia la isla de Madeira. Cfr. CARDOZO, Alirio. Op. cit., pp. 3-4.
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Portugueses sospechosos de ser judaizantes eran eslabones casi imprescindibles en los circuitos comerciales del Atlntico americano. El caso era bastante sintomtico: puertos espaoles como Veracruz, Cartagena, Panam y El Callao gozaban de una alta cuota de participacin lusitana en el dinamismo de las actividades mercantiles, asunto que Espaa no vacil en considerar como una gran riesgo a combatir para la estabilidad econmica y poltica de sus dominios.56 Ante esta situacin se emiti otra Real Cdula que, como era de esperarse, no tena una clara orientacin hacia los dominios amaznicos sino que su espacio geogrfico de inters era el cono sur del continente, adems de aquellas provincias interioranas relativamente adyacentes a la Villa Imperial de Potos, en el Alto Per:
teniendo entendido S.M. que por el puerto de Buenos Ayres se haban cometido hasta ahora muchos excesos en contravencin a las rdenes de que no se entrase, saliese, comerciase, ni sacase plata por el en ninguna forma, ni por ningn accidente aunque ms se pretendiese justificar; y si se atreviesen a intentarlo con alguna fuerza u otra nacin, previniesen en este caso para resistir, y castigar la osada; y el presidente y la Audiencia de los Charcas, como ms vecinos atendiesen a los movimientos y entradas, que pretendiesen hacer por la va de San Pablo del Brasil para estorvarlo, ejecutando sin omisin lo resuelto.57 EXTRANJEROS Y SOLDADOS DE DIOS: PROTAGONISTAS EN LA FRONTERA
Durante el siglo XVII, el territorio gobernado por la Audiencia de Quito se perfil como una regin de prosperidad econmica: una actividad minera considerable, una produccin obrajera de notable envergadura, una apertura hacia el comercio novohispano y filipino por el puerto de Guayaquil y una ptima articulacin de las redes comerciales intercoloniales con otros dominios hispnicos en el virreinato del Per y sus audiencias sufragneas. La relacin con el resto del virreinato peruano tena una connotacin comercial conjugada con la produccin de plata en el Alto Per y los abastos agrcolas del reino de Chile que servan para el consumo en Quito o para su exportacin rumbo a Santa Fe, Panam, el Golfo-Caribe o la Nueva Espaa, asuntos que se complementaban con la produccin obrajera de textiles exportados a su vez hacia otros dominios hispnicos, creando as una competencia nada despreciable para las producciones metropolitanas. !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
56 SCHWARTZ, Stuart. Panic in the Indies. The Portuguese Threat to the Spanish Empire, en: Colonial Latin American Review, vol. 2, nms. 1-2, New York, The City College of New York, 1993, pp. 173-182. 57 AYALA, Manuel Josef de. Diccionario de gobierno y legislacin de Indias, [Edicin de Milagros del Vas Mingo], 12 Tomos, T. XI, Madrid, Ediciones de Cultura Hispnica/Instituto de Cooperacin Iberoamericana, 1993, pp. 213-214.
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Para la segunda mitad del siglo XVII las autoridades de la audiencia, siguiendo rdenes precisas desde la corte peninsular centraron su atencin en el oriente de la jurisdiccin, justamente en la regin del alto Amazonas. All, en las tierras drenadas por el ro Napo, los cultivos de algodn fueron un recurso natural indispensable para el desarrollo econmico de la zona, aunque otro tipo de sistemas de trabajo y tributacin compulsiva, practicada contra los indios, como la encomienda, tuvo tambin un fuerte arraigo durante todo el siglo XVII y buena parte del siglo XVIII.58 Desde finales del siglo XVI y aunque era alta la densidad de poblacin india, la encomienda en el oriente de la Audiencia de Quito era una institucin que haba perdido fortaleza debido en parte al ausentismo de los propios encomenderos. Pocos eran quienes optaban por vivir todos sus das en la regin, pues usualmente sus vidas y dems negocios estaban radicados en ciudades como Quito, Popayn, Lima o hasta en Cuzco, lo cual supona estadas espordicas para la administracin de sus obligaciones amaznicas. No obstante, la presencia de misioneros de la Compaa de Jess en la regin fue el factor que sirvi a la monarqua para la reduccin de los indios en partidos, es decir, en aglomeraciones humanas establecidas fijamente en un territorio, diferenciadas por un nombre y en la mayora de los casos con constituciones pluritnicas debido a que las reducciones, es decir, las conjunciones compulsivas de seres humanos, fueron establecidas arbitrariamente sin distinguir el origen o la nacin de los individuos all contenidos, pues mediante el adoctrinamiento catlico, se convertiran en nuevos siervos de Dios y en vasallos del monarca espaol, anulando aparentemente sus rasgos tnicos y su cosmogona originaria.59 A partir de 1658, los misioneros jesuitas emprendieron una exploracin sistemtica del territorio selvtico con el objetivo de establecer una ruta que, partiendo desde la ciudad de Quito, los comunicara con las misiones de Maynas. Una ruta menos larga y menos difcil de transitar que la ruta trazada por el ro Napo. El padre Raimundo de Santa Cruz quin a pocos aos de oficiar como misionero morira ahogado en el ro Bobonaza, consigui descender hasta la selva y establecer la ruta inicial del camino para que otros padres sucedneos como Lucas de la Cueva, Juan Lorenzo Lucero y Agustn Hurtado pudieran acceder al territorio durante los diez aos !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
PHELAN, John Leddy. Op. cit., pp. 23-24. VIDAL, Silvia M. & ZUCCHI, Alberta. Efectos de las expansiones coloniales en las poblaciones indgenas del Noroeste Amaznico (1798-1830), en: Colonial Latin American Review, vol. 8, nm. 1, New York, The City College of New York, 1993, pp. 113-120.
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siguientes.60 As, para finales del siglo XVII en 1680, los 32 pueblos cohesionados aos atrs estaran delimitados una vez ms por la nueva forma de agrupacin consistente en diez partidos: Alto Maran, Pastaza, Sur del ro Huallaga, Norte del ro Huallaga, Bajo Maran, Gran Cocoma, Alto Ucayali, Iquitos, Mayorunas y Gran Omagua seran las nuevas entidades territoriales que, bajo la tutela jesutica conformaran la gobernacin de Maynas.61 El establecimiento de estos pueblos obedeca entonces al objetivo misionero de crear un ncleo de poblamiento con asentamientos relativamente cercanos y conectados entre si.62 Hacia 1691, tal gobernacin pas a ser custodiada exclusivamente por la Audiencia de Quito en materia judicial y administrativa y los asuntos relativos a lo eclesistico quedaron bajo la tutela de la dicesis de la ciudad. La conformacin jurisdiccional y poltica de esta nueva gobernacin tuvo que atravesar por arduos procesos y consecuencias importantes para consolidarse como entidad poblacional y jurisdiccional de la Monarqua Hispnica. Las intervenciones de los misioneros de la Compaa de Jess auspiciadas por la corona sirvieron como un estmulo para el dominio y posterior control territorial a nombre de Castilla, pues a diferencia de Portugal, la Monarqua Hispnica estimaba los proyectos misionales como una estrategia para frenar las expansiones portuguesas, y obviamente, como posibilidad para conformar una nueva entidad territorial que fuera dependiente del virreinato del Per. Gran parte del siglo XVII fue dedicada al envo de misiones desde la ciudad de Quito y el Nuevo Reino de Granada, acciones que pretendan expandir la frontera misional y en menor medida buscar recursos importantes que sirvieran como fuentes de ingresos para el erario de la monarqua. En algunas crnicas y fuentes oficiales es evidente la importancia que se le imput al territorio amaznico, en el sentido de apreciarlo como una regin estratgica para la corona, en tanto que su gran y principal arteria fluvial podra ser usada para el traslado de la plata extrada del virreinato del Per y despus ser transportada a Espaa por una ruta atlntica
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60 RENARD CASEVITZ, F.M., SAIGNES, Thierry & TAYLOR, Anne Christine. Al este de los Andes. Relaciones entre las sociedades amaznicas y andinas entre los siglos XVI y XVII. Dos Tomos, T. II. Quito, Abya-Yala/Instituto Francs de Estudios Andinos, 1988, p. 157. 61 PHELAN, John Leddy. Op. cit., p. 35. 62 TORRES-LONDOO, Fernando. Trabalho indgena na dinmica de controle das redues de Maynas no Maran do sculo XVII, en: Historia, So Paulo, vol. 25, nm. 1, 2006, p. 17.
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menos expuesta a los ataques de piratas, corsarios y otros pillos del mar vidos de expropiar los tesoros de la Amrica espaola.63 En su obra dedicada al Conde-Duque de Olivares, el jesuita Cristbal de Acua, se refiri a ste territorio selvtico en trminos un tanto exagerados, aunque en cierta medida vlidos, si se considera la carrera expansionista de los reinos europeos y sus afanes por el dominio de territorios agrestes, desconocidos y habitados durante aquellas dcadas por pueblos ajenos a la cristiandad. Debido a ello, la legitimacin de las empresas de conquista y dominio territorial fungiran como un testimonio de arrojo, devocin y grandeza para la posteridad. Referirse a la desmesurada cuenca del ro Amazonas como un espacio equiparable a otras regiones del mundo conquistado requera de cierta elocuencia y magnificencia para despertar deslumbramientos y actitudes de respeto entre los rivales de Espaa. Aparte de esto, las incansables intenciones de la Compaa de Jess para establecerse en los territorios donde fuera necesario el adoctrinamiento y su ulterior ganancia de almas para el reino de los cielos tambin seran una forma de demostrar la grandeza, la eficacia y el podero de los soldados de San Ignacio de Loyola, no solo frente a las otras rdenes religiosas, sino tambin ante las cortes de los reinos europeos en su afn expansionista por todo el Orbe. Acudiendo a las argumentaciones ms desconcertantes el padre Acua as lo explic:
Porque si Etiopa se alza con tan glorioso renombre por ocupar su jurisdiccin espacio de novecientas leguas. Si la gran China, por encerrar en dos mil de circuito, quince diferentes reinos, espanta al mundo su grandeza. Y si la longitud que del Per se publica se reduce a trminos de mil quinientas leguas que se miden desde el Nuevo Reino de Granada hasta los ltimos fines del de Chile. Con cuanta ms razn adquirir todo lo descubierto ttulo de grande, el ro de las Amazonas, pues en el espacio de casi cuatro mil leguas de contorno encierra ms de ciento cincuenta naciones de lenguas diferentes. Suficientes cada una de ellas a hacer por si sola un dilatado reino, y todas juntas un poderoso imperio.64
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El historiador Vctor Andrs Belande ha propuesto que las dinmicas del establecimiento y ocupacin de la cuenca del ro Mississippi son comparables slo en cierta medida a lo ocurrido en la cuenca del ro Amazonas. Durante el perodo colonial, el Mississippi fue un ro prcticamente ajeno a las pretensiones del dominio britnico y ms bien debe asociarse al establecimiento y las fricciones por su ocupacin desatadas entre franceses y espaoles. Hecho de notable similitud para la cuenca amaznica desde el siglo XVI. Cfr. BELANDE, Vctor Andrs. The Frontier in Hispanic America, en: WEBER, David J. & RAUSCH, Jane M. Op. cit., pp. 35-36. 64 FIGUEROA, Francisco de & ACUA, Cristbal de. Op. cit., pp. 27-28.
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En trminos de magnitud, el territorio amaznico s representaba todo un reto tanto para la expansin colonialista como para la ocupacin misional de la Societas Iesu. No se trataba nicamente de un espacio desmedido e inculto sino tambin de un lugar disputado por los rivales de la Monarqua Hispnica. El jesuita Acua, buen conocedor del territorio, lo consider como un espacio que precisaba de ser sometido exclusivamente bajo la tutela hispnica, y de esta manera, como una sugerencia para la ocupacin misional efectiva, se refiri a las siete rutas que existan para ingresar al territorio por su margen occidental: desde la provincia de Mocoa siguiendo el curso del ro Caquet (que es decir el Japur de los portugueses); desde la ciudad de Pasto tomando la ruta del ro Putumayo; desde Sucumbos, cabecera de la provincia de los indios Encabellados; desde la provincia de los Quixos; desde la ciudad de vila; desde la ciudad de Archidona; desde Santiago de las Montaas y desde la provincia de Maynas.65 Los testimonios que aport el padre Acua durante el siglo XVII advirtieron la importancia que cobraran las disputas territoriales en aquella frontera. Los lusitanos, venidos desde el oriente estaban al acecho en la cuenca del ro Negro tratando de consolidar sus tentativas para el establecimiento de una fortificacin y para la esclavizacin de los indios que habitaban el lugar, los cuales en teora estaban amparados por las misiones religiosas adscritas a la corona de Espaa. Con este aspecto se hacan evidentes las complejos conflictos jurisdiccionales, en tanto que los portugueses argumentaban el conocimiento de varias Reales Cdulas castellanas que permitan su ingreso al territorio y el sometimiento de los indios, pero a decir de Acua, esta permisin solo se limitaba a los territorios de Maranho y Gro Par que estuvieron sometidos desde aos atrs por la corona de Portugal.66 El conjunto territorial que tericamente se adjudic para Portugal en la jurisdiccin de la Audiencia de Quito fue bautizado por Pedro Teixeira como La Franciscana y entre los testigos de su acto de posesin hubo varios militares portugueses integrantes de la hueste expedicionaria: coronel Bento Ruiz de Oliveira, sargento mayor Felipe Matos, capitn Pedro Costa Favela, capitn Pedro Bayo de Abreu, los alfereces Fernando Mendes Gago, Bartolom Dias de Mattos, Antonio Gomes de Oliveira, Mauricio de Aliarte, los sargentos Diego Rois, Manuel Mas de Oliveira, Domingo Gonalves, el capitn Domingo Peres da Costa y el escribano Juan Gomes de !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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Andrada; este ltimo sera quien dejara para la posteridad la certificacin jurdica de tal posesin arguyendo tanto a las maniobras jurdicas como a las seales arcifinias que ofreca el espacio recientemente ocupado por la hueste descubridora:
en frente de los Eujaris y las bocas del ro del oro [Aguarico], estando all Pedro Teixeira Capitn mayor por su Majestad de las entradas del descubrimiento de Quito o ro de las Amazonas y viendo la derrota del dicho descubrimiento mand venir ante s capitanes, alfrez y soldados de sus compaas y presentes todos les comunic y declar que el traa orden del gobernador de su Majestad para descubrir en dicho descubrimiento un sitio que mejor le pareciese para hacerse en el una poblacin, y por cuanto aquel en que al presente estaban, le pareca conveniente asi por la tierra de oro que haba noticia, como por ser buenos aires y campias para todas las plantas, pastos de ganado y cras.67
Es claro que para esta pugna territorial no solo los espaoles y los portugueses haban destinado sus fuerzas expedicionarias. Desde 1611 la corona de Francia deposit su inters en aquella selva con la designacin de cuatro misioneros capuchinos: Yves d Evreux, Arsne de Pars, Ambroise de Amiens y Claude dAbbeville, clrigos de acrrima voluntad indigenista que abogaron por un establecimiento francs de orientacin misional y comercial en el territorio disputado por hispanos y lusitanos. Pretendieron aprovechar las tierras con el cultivo del tabaco y del azcar, arguyendo adems a la necesidad de proteger a los indios que eran vctimas de espaoles y portugueses, pues los franceses sugeran que los dems europeos frecuentaban prcticas de esclavismo y sumisin compulsiva entre los indios.68 Aparte de las iniciativas misionales afrontadas por los clrigos capuchinos, otros proyectos franceses relativos a la ocupacin territorial encontraron en la Amazona su justificacin. No obstante algunos proyectos se vieron truncados en repetidas oportunidades por el accionar luso-hispnico, ejemplo de ello fue lo ocurrido en 1615 cuando Diego de Acua, un gobernador de la muy lejana provincia de Cartagena en el litoral caribeo del Nuevo Reino de Granada, inform que por ese entonces haba arribado al puerto de la ciudad una embarcacin cuyos tripulantes eran franceses de los que
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Ibid., p. 140. METRAUX, Alfred & LAFAYE, Jacques. Introduccin a LHistoire du Maragnan (1613) de Claude d Abbeville, en: LAFAYE, Jacques. Brasil y Francia: una intimidad secular, Mxico, Universidad Nacional Autnoma de Mxico, 2001, pp. 5558.
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estaban poblados en el ro Maran, los cuales haban sido expulsados por los portugueses por rdenes metropolitanas.69 Si defender los indios de espaoles y portugueses era el argumento de los clrigos franceses, de parte espaola existi una clara defensa esgrimida a manos del jesuita Cristbal de Acua, quien aseguraba que los lusitanos opriman cruelmente a los indios tabalosos, presionndoles a pelear entre s con el fin de capturarlos, someterlos y esclavizarlos. Estos recurrentes procedimientos, conocidos en la Amrica portuguesa con el nombre de resgates se llevaban a cabo bajo persuasiones, amenazas y otras vejaciones en contra de mujeres e infantes por lo cual el jesuita no vacilaba en opinar sobre los portugueses que en materia de maldad cada uno es un diablo desatado, pues atemorizaban a los indios obligndoles a ofrecer a otros indios como esclavos y entregaban a cambio herramientas metlicas, varas de lienzo y de algodn y unas imposibles promesas de amistad.70 Para Acua, tales derivaciones de inhumanidad frente a los indios eran uno de los resultados de la conflictividad por la jurisdiccin territorial entre las coronas de Espaa y Portugal. Comentaba que los portugueses paulatinamente iban ganando ms territorio al remontar a contracorriente el gran ro Amazonas; sus pretensiones esclavistas y mineras eran la principal motivacin para ir ocupando porciones de territorio de las cuales podan extraer mano de obra, conformando as un clima de hostilidad tal que si desde la corte hispnica se efectuaba un plan de pacificacin, el costo econmico y humano sera desmedido ya que tal disputa pudo haber desembocado, cuando menos, en una batalla. Los proyectos franceses en la Amazona colonial existieron a pesar de no tener un impacto duradero, pero tambin existieron registros de incursiones inglesas por el ro Maran. El padre Acua mencion que durante los mismos aos, los ingleses llegaron a adentrarse hasta la provincia de los tabalosos conduciendo una nave de gran porte, describiendo que sus !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
AGI. Quito 158, f.1r. En palabras del padre Cristbal de Acua, para referirse al asunto del maltrato y sumisin de los portugueses hacia los indios: Qu haban de hacer los miserables, presos ellos, quitadas las armas, saqueadas sus casas, oprimidas sus mujeres e hijos, sino rendirse a todo lo que ellos quisieran hacer?. Cfr. FIGUEROA, Francisco de & ACUA, Cristbal de. Op. cit., p. 96; Por los mismos aos, el padre jesuita Samuel Fritz observaba que con facilidad y poco costo [los indios] se proveen de herramienta inglesa del ro Orinoco, porque la compran con unos abalorios que hacen de caracoles mas estimados entre aquellos gentiles que los de vidrio. Con esos avalorios van los comerciantes que llaman Cavauri, a tierras de otros infieles y rescatan a unos cautivos; estos despus los llevan por el Ro Negro a los Guaranacuas hasta donde llegan los ingleses, porque pocos das median de estos Guaranacuas, caminando por tierra se llega a los Pajonales y ro Orinoco. Cfr. FRITZ, Samuel. Diario del Padre Fritz [Presentado por Hernn Rodrguez Castelo], Quito, Studio 21, 1997, p. 113.
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intenciones consistan en establecer cultivos de tabaco, tal y como solan hacerlo en los dems territorios del Nuevo Mundo que estaban bajo su sujecin. Sin embargo, la hostilidad de los indios les impidi consumar su proyecto, pues a decir de Acua los indios mataron algunos ingleses, robaron sus armamentos y les prometieron una muerte segura si optaban por regresar. Las tentativas directas de los ingleses en el espacio amaznico no tuvieron un revuelo tan importante y significativo para la posteridad. Su presencia fue escasa y por ello sus pretensiones expansionistas en la regin no significaron amenaza alguna. No obstante, proyectos concebidos por otros britnicos como los irlandeses si obtuvieron cierto reconocimiento en la corte de Madrid dado que en ellos se proponan exploraciones para la regin amaznica adems de la progresiva colonizacin de su cuenca riberea. El caso de Gaspar Chillan ilustra perfectamente este tipo de iniciativas que, si bien nunca pudieron consumarse, evidenciaban los intereses de la Monarqua Hispnica por la posesin de facto en el territorio amaznico as fuera a manos de irlandeses71 quienes, de cualquier forma, tambin eran portadores de la fe catlica, y por obvias razones, podan jurar leal vasallaje al rey de Espaa sirviendo a la corona en la contencin del crecimiento expansivo que procuraban portugueses, franceses y holandeses.72 Un hombre conocido como Gaspar Chillan cuyo nombre original, no castellanizado, pudo ser Jasper Dillon73 era un irlands natural de Dubln. Haba residido en Londres y tiempo despus habra de radicarse en la ciudad de Bilbao al norte de la pennsula ibrica. Al parecer conoca bien las disputas establecidas por los holandeses para asegurarse una gran porcin de la cuenca amaznica adems de la costa de Guyana y ser seores por mar y tierra en perjuicio de la Monarqua Hispnica. Saba de los establecimientos ingleses en el Caribe continental y conoca a los encargados de administrar aquellas posesiones.74 En 1632, Chillan propona que adems de trasladar pobladores irlandeses a la cuenca amaznica se hiciera una complicada !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
71 Para un estudio bastante completo respecto del tema: Cfr. LORIMER, Joyce (Editora). English and Irish settlement on the river Amazon 1550-1646, London, The Hakluyt Society, 1989, p. 113. 72 De hecho, hacia la dcada de 1640, la Monarqua Hispnica amparaba la participacin de mercenarios irlandeses en los conflictos blicos que tuvieron lugar en Europa. Una vez ms, el catolicismo y el buen desempeo militar fueron los factores que impulsaron a la corte de Madrid a confiar en los irlandeses para ciertas misiones en Ultramar. Cfr. STRADLING, R.A. The Spanish Monarchy and Irish Mercenaries. The Wild Geese in Spain 1618-1668, Dubln, Irish Academic Press, 1994, pp. 41-51. 73 RIBEIRO, Darcy [Seleccin de Textos] & ARAUJO MOREIRA NETO, Carlos de [Notas Introductorias]. La fundacin de Brasil. Testimonios 1500-1700, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1992, p. 492. 74 AGI. Quito 158, f. 190r.
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concesin con el rey de Espaa para el empleo de gentes de otras nacionalidades flamencos o ingleses renegados del protestantismo que fueran diestros en milicia, decididos para las expediciones y curtidos en artes de marear. Ni en el Consejo de Indias, ni en el Consejo de Estado, ni en la Junta de Guerra se mostraron nimos suficientes para creer en el proyecto de Gaspar Chillan. Aquel irlands menospreciado relataba los cruentos pormenores que desde 1622 tenan lugar en la regin nororiental de la cuenca amaznica. Chillan coment sobre el arribo del corsario ingls Thomas Roe, quien al mando de cinco navos ingres por la desembocadura del ro Amazonas. Uno de sus navos se extravi mientras que en los otros se comenz a carecer de bastimentos para sostener a la tripulacin. La decisin de Thomas Roe frente a tal precariedad fue obligar el abandono las embarcaciones a todos los irlandeses tripulantes prometindoles en vano que volvera para rescatarlos. Los irlandeses sobrevivieron a las inclemencias y la humedad de la selva y hasta lograron amistarse con indios lugareos y construir una fortaleza con la cual resistieron una posterior embestida holandesa para desalojarlos. Hacia 1625 el propio capitn Pedro Teixeira, acompaado de varios soldados lleg hasta la fortaleza construida por los irlandeses. A decir de Chillan, el capitn Teixeira traa consigo unas Reales Cdulas falsificadas, con las cuales hicieron rendir a los 70 irlandeses que desde aos atrs poblaban el lugar y se dedicaban, adems de la pesca y la agricultura, al adoctrinamiento y educacin de los indios. Los portugueses mataron a 54 de los irlandeses y a los restantes 16 los trasladaron como prisioneros a Brasil: quedando la tierra sin cabeza de cristiano. De igual manera a mediados del mismo ao, otro portugus, el capitn Lus Aranha de Vasconcelos informaba al rey Felipe IV acerca de la necesidad de expulsar los extranjeros que habitaban las riberas del ro Amazonas previniendo los saqueos y el aprovechamiento que stos pudieran hacer de los recursos que ofreca la regin.75 Cuatro aos despus, en 1629 otro grupo de irlandeses al mando del capitn Bernard OBrien, conocido burlonamente entre los espaoles como Bernardo Obrien del Carpio,76 !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 1, Doc. 30, ff. 1r-1v. Bernardo del Carpio es un personaje pico y ficticio perteneciente a una tradicin literaria castellana que se remonta al siglo XII. Adems de haber sido una celebridad en las batallas por la Reconquista, ste personaje fue protagonista de diversos romances. Entre sus hazaas ms conocidas se cuenta la de haber derrotado a los franceses en la batalla de Roncesvalles. En su obra El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes Saavedra relat que entre las novelas de caballera que motivaron la prdida de la cordura al pobre de don Alonso Quijano se encontraba la de Bernardo del Carpio: Deca que el Cid Ruy Daz haba sido muy buen caballero, pero que no tena que ver con el Caballero de la Ardiente Espada, que de solo un revs haba partido por medio dos fieros y descomunales gigantes. Mejor estaba con
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incursionaron ro arriba por el Amazonas y lograron construir una fortaleza donde se establecieron y luego bautizaron con el nombre de Torrego fortificandole con una piea de artilleria y quatro pedreros dexando ay parte su gente.77 Su establecimiento en el lugar gener recelos entre los portugueses, quienes ya conocan de tiempo atrs las intensiones irlandesas y por ello recurrieron a atacar la fortaleza de Torrego en dos oportunidades bajo las rdenes del capitn mayor de Gro Par, Manoel de Sousa dEa. En enero de ese mismo ao, se envi una tropa compuesta por 200 soldados y un poco ms de 1.000 indios para atacar a los invasores y ejercer un bloqueo fsico a fin de impedir su aprovisionamiento con vveres,78 hecho que termin por ser fallido ya que los irlandeses lograron resistirlo. Ocho meses despus, otros 300 soldados, amparados tambin por un gran nmero de indios corrieron con la misma suerte. Durante ese mes de septiembre, el capitn Pedro Teixeira se haba enterado de la resistencia al desalojo emprendida por los irlandeses desde Torrego, y por ello recurri al empleo de ingleses para que efectuaran varios ataques y lograran la rendicin de los irlandeses adems de conseguir su juramento de fidelidad al rey de Inglaterra, pues de lo contrario seran juzgados bajo la pena de treason, es decir, traicin a la patria. Los irlandeses capturados fueron llevados como prisioneros a un lugar llamado Cait, y todos sus bienes pasaron a manos del fisco portugus.79 De esta forma, Portugal podra seguir construyendo su soberana en la regin asegurando para s la tributacin de las poblaciones indias. Todo este tipo de inconvenientes surgidos desde la dcada de 1620 preocupaban a Gaspar Chilln, quien desesperadamente busc ayuda entre polticos y validos europeos para que auspiciaran su proyecto y enviaran milicias desde Flandes que sirvieran como apoyo a la defensa de lo ganado por los irlandeses, y adems, velaran por los intereses de Espaa en esa frontera. Por ello adverta que: !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Bernardo del Carpio, porque en Roncesvalles haba muerto a Roldn el encantado, valindose de la industria de Hrcules, cuando ahog a Anteo, el hijo de la Tierra entre los brazos. Probablemente el nombre de Bernardo del Carpio reson en las jornadas de descubrimiento y conquista de Amrica a manos de los espaoles, quienes burlonamente empleaban dicho nombre para apodar a individuos homnimos. Ejemplo de ello fue aquel Bernard OBrien, capitn irlands. Cfr. CERVANTES SAAVEDRA, Miguel de. El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha [Edicin Crtica y Comentario de Vicente Gaos], Madrid, Editorial Gredos, 1987, pp. 58-59; LEONARD, Irving. Los libros del conquistador, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1979, p. 224. 77 El Capitan Don Bernardo Obrien del Carpio Irlandes Suplica a Vmgd, en: RIBEIRO, Darcy & ARAUJO MOREIRA NETO, Carlos de [Seleccin de Textos]. Op. cit., p. 495. 78 PURPURA, Christian. Formas de existencia em reas de fronteira. A poltica portuguesa do espao e os espaos de poder no oeste amazonico (sculos XVII e XVIII), So Paulo, Universidade de So Paulo/Faculdade de Filosofa, Letras e Ciencias Humanas/Curso de Pos-Graduao em Histria Social, 2006, p. 67. 79 KIEMEN, Mathias C. Op. cit, p. 42.
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Si su majestad no pusiese orden presto perder todas aquellas tierras porque los holandeses van poblando en ellas y el rey de Inglaterra tiene dado patentes y facultad a sus vasallos para que vayan en el d[ic]ho ro de las Amazonas y costa de Guyana = Como el ro es peligroso en la entrada por las arenas y bajos no se puede enviar armada gruesa ni navos de grande porte y ans quedar la poblacin ms segura por su majestad o por cualquier que la tuviere y es mas de seiscientas leguas de camino inaccesible del Per y de las dems tierras que tiene su Magestad catlica poblada, y es debajo de la lnea equinoccial, clima imposible para ser habitada de Espaoles.80
Aparentemente el argumento de Gaspar Chillan tena la clara motivacin de persuadir al rey Felipe IV acerca de la importancia de confiar en los irlandeses para asegurar la soberana en ese alejado territorio. Deca que los indios no eran recelosos frente a su presencia y que a su vez podan cooperar para repeler las expansiones de los enemigos de Espaa. Chillan afirm que 100.000 ducados eran suficientes para llevar a cabo tal empresa, aclarando que era una necesidad urgente, pues los holandeses y los ingleses tambin estaban dispuestos a socorrer a sus coterrneos que merodeaban el lugar buscando agregarlo a los dominios de sus respectivas coronas. La importancia atribuida por Gaspar Chilln respecto al poblamiento de aquella regin con gentes venidas de Irlanda tambin posea otra dimensin que no estaba limitada a la cuenca oriental del ro Amazonas. Chilln explic al rey que si su propuesta era aceptada los beneficios para la corona de Espaa seran mayores pues los irlandeses haciendo despliegue de su alardeada lealtad fungiran como vigilantes y defensores de Espaa frente a sus enemigos, no slo en los dominios amaznicos, sino tambin en las costas y puertos del mar Caribe: defenderan los dominios hispnicos de corsarios y piratas que acechaban las islas de Santo Domingo, Trinidad, Margarita y la grandiosa y por siempre codiciada ciudad-puerto de La Habana, tal cual lo haba efectuado el capitn irlands Richard Hasquet el ao de 1645, trasladando un batalln conformado por 345 de sus coterrneos desde la isla inglesa de La Barbada hasta Santo Domingo para servir como leales vasallos del rey de Espaa en las Indias.81 En sus recomendaciones al rey, Gaspar Chillan explicaba de forma ingenua, o si se prefiere, con gran audacia, que:
se puede evitar con uno o dos navos de Guerra enviados de Espaa con solo municin y aviso a la poblacin de los irlandeses bastar tanto como si fuera armada gruesa de Espaa, atento que no habr falta de gente ni bastimento y como los Irlandeses sern en barlovento pasarn con sus barcos y los salvajes que tuvieran por acompaar los cavos y
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orden de V.Mgd. Y por la gracia de Dios que V.Mgd tuviera hartos irlandeses para poblar y asegurar en todos los reinos y tierras remotas de V.Mgd atento que son ms inclinados y aficionados a Espaa que a ninguna otra nacin de la Europa y consiguiente no pueden alzar ni valerse de otro rey ni potentado del mundo por amparados sino de V.Mgd catlica y anssi y V.Mgd haga por ellos esta mira por la cual quedarn ms vasallos de V.Mgd que del Rey de Inglaterra y esto en conformidad de lo que ha consultado su 82 consejo de estado quien mejor sabe y entiende esta empresa que su Consejo de Indias.
Aunque pareca conocer el hecho crucial de la Unin Ibrica, el jesuita Cristbal de Acua no estaba equivocado al juzgar los procedimientos de los portugueses, ms aun cuando estos operaban en la jurisdiccin hispnica. No obstante, el derecho de posesin sobre los indios trataba de ejercerse por la administracin espaola bajo cualquier circunstancia, y por ello, enterados de la situacin por la que se atravesaba en la Amazona debido a la pugna entre hispanos y lusitanos por la sujecin de los indios y a las continuas guerras intertnicas en las cuales se cautivan, se comen y venden entre si, en diciembre de 1623, el cabildo de la remota ciudad de Cartagena de Indias solicitaba que por medio de mecanismos como el rescate, se trajeran indios de la cuenca amaznica para reponer la falta de servidumbre que asolaba a la ciudad y su jurisdiccin. Se les requera para el trabajo agrcola, la minera y las labores domsticas; actividades venidas a menos debido a la escasez de mano de obra esclava, sustentada en gran parte por la caresta de los esclavizados africanos, las arduas e infrahumanas condiciones de trabajo a las que estaban sometidos y las nefastas epidemias de viruela.83 Aquellos indios de la Amazona desterrados a la costa del Caribe continental seran esclavizados exentos de cargas arancelarias, puesto que llevar a cabo este proyecto supondra para aquella ciudad y su provincia un incremento de las producciones agrcolas y mineras que, en buena medida, dinamizaban su economa portuaria.84 De parte y parte, tanto espaoles como portugueses se valieron de elementos jurdicos para determinar la validez de sus reclamaciones territoriales, pero en este caso, y como en muchos otros que tuvieron un desarrollo similar en los dominios americanos de las potencias europeas, el desconocimiento del territorio y la !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Ibid., f. 120r. El historiador Antonino Vidal Ortega sostiene que para las dcadas de 1620 y 1630 tanto los esclavizados africanos como la plata altoperuana y neogranadina circularon por Cartagena con tendencia creciente. Lo cual sugiere que la solicitud del cabildo hecha en 1623 no estaba basada en la escasez de servidumbre y mano de obra esclavizada. Cfr. VIDAL ORTEGA. Antonino. Cartagena de Indias y la regin histrica del Caribe, 1580-1640, Sevilla, Universidad de Sevilla/Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, 2002, pp. 98-99. 84 AGI. Santa Fe 63. Doc., 50, ff. 1r-1v.
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complejidad de los litigios dificultaban la llegada de una conclusin que respondiera a las verdaderas preocupaciones que motivaban la disputa. Mientras tanto, la ocupacin de la cuenca hidrogrfica del ro era la prioridad para a su vez determinar por vas de hecho la sujecin y el dominio tanto de la tierra y sus recursos como de los indios y sus almas. Por ello, en primer lugar, en un memorial presentado en el Consejo de Indias sobre el descubrimiento del ro despus de la Rebelin de Portugal, se consideraba la desembocadura del Amazonas como la principal puerta del Nuevo Mundo, apreciacin que se tena en poca estima pues en materia militar la amplsima regin no contaba con la proteccin suficiente para impedir el ingreso de los detractores de Espaa ni estorbar la fuga de numerosas cantidades de metales preciosos extrados de los virreinatos del Per y de la jurisdiccin de la Audiencia de Santa Fe en el Nuevo Reino de Granada, los cuales eran conducidos por las manos de contrabandistas expertos que preferan una salida ms directa al ocano Atlntico usando la ruta riberea del Amazonas en lugar de afrontar la ruta de la costa pacfica rumbo a Panam, o aquella ruta andina que culminaba en la ciudad de Cartagena de Indias.85 Aos atrs, hacia 1624, el capitn portugus Simo Estacio da Silveira, quien fuera Procurador General de la Conquista del Maran haba publicado en Lisboa un escrito conocido como la Relao sumaria das coisas do Maranho. Con esto el militar trat de despertar el inters de la Monarqua Hispnica para aprovechar la navegacin del ro Amazonas hasta su desembocadura en el ocano Atlntico y as poder transportar con mayor seguridad y eficiencia la plata altoperuana extrada en el cerro de Potos, cuestin que sera un tpico recurrente a lo largo de las dcadas posteriores. En ste sentido Simo Estacio de Silveira explic en su Relao que:
Yo el dicho capitn como platico [sic] en las cosas de la mar y que tengo mucha noticia de las del Maran, como parece de mi relacion que he impresso me ofrezco por servicio de Dios y de Vmgd a abrir nuevo camino por uno de los ros del de Maran por donde con seguro y en 4 meses se venga a Espaa desde el Piru porque estos ros nacen en el y desembocan en el mar del norte.86
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El transporte y el posterior comercio de bienes como cacao, cera, aceite, textiles, plvora, armamentos y municiones encontr una ruta prdiga por el ro Amazonas desde el siglo XVII y a lo largo del siglo XVIII. Ciudades como Cali, Popayn, Pasto, Timan, La Plata y la capital de la Audiencia: Quito, se vieron enormemente beneficiadas por la actividad del comercio clandestino efectuado por la ruta del ro y su salida al ocano Atlntico. CASAS AGUILAR, Justo. Evangelio y colonizacin. Una aproximacin a la Historia del Putumayo, Bogot, Ecoe Ediciones, 1999, pp. 53-55. 86 ESTACIO DA SILVEIRA, Simo. Relao sumaria das coisas do Maranho, Lisboa, 1624; citado en: MARQUES, Guida. Op. cit., p. 318.
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Adems, dos aos despus el procurador Silveira en un auto redactado sobre las misiones y poblaciones asentadas en las riveras del ro Amazonas aclar, desde su posicin de oficial y haciendo las salvedades necesarias, los asuntos tocantes a la pertenencia del ro a la corona de Espaa: Porque tambin el ro Maran no es del distrito de la corona de Portugal mas que tan solo la entrada que como corre al sudeste luego sale del rumbo de la demarcacin y lo de que se trata pertenece a la corona de Castilla.87 Por su parte, la idea que acariciaba el jesuita Cristbal de Acua estuvo fundamentada en primer lugar en que el provecho que pudiera obtenerse de la navegacin por el ro y su final salida al ocano Atlntico seran a su vez una forma de esquivar las actividades corsarias de los enemigos de Espaa que merodeaban la inmensidad de las costas stmicas de Panam, las proximidades de Cartagena y obviamente gran porcin de las aguas del Golfo-Caribe, y as poner a salvo todos sus tesoros por lo menos hasta llegar al Par de donde en veinteycuatro das, por mar ancho con galeones hechos en el mismo ro, a todos tiempos se ponan en Espaa sin que enemigo alguno les pueda aguardar a la salida.88 En segundo lugar, el jesuita mencion la importancia de la ocupacin de la cuenca del ro con el establecimiento de misiones cuyo fundamento podra tener dos alcances puntuales: las reducciones de las naciones indias y su adoctrinamiento con el fin ganar almas para la iglesia y vasallos para Espaa ya que logrando un adoctrinamiento generalizado se evitaran las guerras intertnicas garantizndose la existencia de ms almas y desde luego de tributarios para la corona, aunque a decir de Acua, tantas almas haba en la selva que podran poblar de nuevo todo lo despoblado del Per. De otro lado, aprovechando la doctrina y el vasallaje compulsivo de los indios hacia la monarqua se podra alcanzar a celar gran parte del territorio sometido para evitar las presencias extranjeras y de sta forma castigar el mal mirado atrevimiento de los lusitanos.89 El recelo contra los portugueses por parte del jesuita era ms que evidente: los consideraba poco cristianos y desleales a su propia corona, insinuando as que su presencia en tierras hispnicas era una amenaza latente. Comentaba que los portugueses podan usar a las naciones indias como aliadas para efecto de invasiones y ganar territorios hacia el occidente de la cuenca por lo cual era imprescindible mantener una poblacin numerosa y estable que hiciera frente a la desolacin de algunos poblados susceptibles de ser invadidos por los lusitanos. !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
AGI. Quito 158, f. 142r. FIGUEROA, Francisco de & ACUA, Cristbal de. Op. cit., p. 107. 89 Ibid., p. 106.
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Acua mencion que los portugueses tenan todas las posibilidades de remontar el ro y llegar a los Andes para ocupar lugares pertenecientes a las gobernaciones de Quito y Popayn, tal como lo lograron al mando del capitn Pedro Teixeira en aos anteriores. Adems, las alianzas de los portugueses con los holandeses representaban un grado ms de complejidad a la amenaza expansionista en contra de Espaa en el territorio amaznico, pues los holandeses hasta bien entrado el siglo XVII mantuvieron una posicin firme en apoderarse de una porcin de la cuenca amaznica. (Mapa 1) Acua, quin tuvo acceso a la obra de Jean de Laet, Utriusque Americ, publicada en 1633, dedujo los objetivos holandeses ya que en ella se describan minuciosamente los intereses de aquel reino para expandirse en la Amazona.90 De hecho, entre las dcadas de 1630 y 1660, holandeses provenientes de los dominios de Esequibo, haban logrado ingresar paulatinamente hasta la cuenca del alto Ro Negro buscando entablar intercambios comerciales con los indios de la regin. Las incursiones holandesas tambin estaban motivadas por el eventual hallazgo de alguna quimera doradista, entre las cuales el lago Parime o el recurrente El Dorado seguan cautivando las ansias de gloria y fortuna.91 Desde el siglo XVII el propio Jean de Laet escribi en su obra, como una estrategia para la legitimacin de la presencia holandesa en la cuenca amaznica, que: nuestros compatriotas que desde hace mucho tiempo recorren este ro para comerciar, demostrando as que el conocimiento de los holandeses era equiparable al de los dems europeos interesados en la regin, confirmando adems que para la navegacin del ro Amazonas, la ruta de ms fcil acceso era su desembocadura. Segn Laet, ni los espaoles ni los portugueses, mucho menos los franceses, haban explorado esa regin, por lo cual desde 1598 o quizs desde aos antes, algunos comerciantes de msterdam equiparon navos para alcanzar las costas aledaas a la desembocadura del ro Amazonas y establecer all contactos comerciales con los pueblos indios
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Adems de ser el traductor al holands de las obras de Plinio y de Vitrubio, Jean de Laet fue tambin el autor de una pequea obra escrita en latn y titulada Hispania Sive de Regis Hispaniae Regnis et Opibus Comentarius, publicada en 1629 y dedicada a Sir Edward Powell. El libro contena una descripcin de Espaa y Portugal y sus respectivos dominios ultramarinos, as como algunos comentarios acerca de las familias reales de ambas monarquas. Cfr. MARKHAM CLEMENTS, Robert. Expeditions into the valley of the Amazons. 1539,1540 & 1639, London, Adamant Media Corporation, 2001, p. 179; FIGUEROA, Francisco de & ACUA, Cristbal de. Op. cit., p. 107. 91 EDMUNDSON, George. The Dutch on the Amazon and Negro in the Seventeenth Century. Dutch Trade in the Basin of the Rio Negro, en: The English Historical Review, Oxford, Oxford University Press, vol. 19. nm. 73, 1904, pp. 17-25.
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habitantes del territorio.92 Aquella temeraria hazaa habra servido como base para los posteriores proyectos expansionistas de Holanda, ya que para el primer cuarto del siglo XVII los holandeses se haban asentado al oriente del ro Orinoco93, y debido a ello, para mediados del mismo siglo, Jean de Laet, afirmaba acertada y orgullosamente que:
Despus de esto los muy ilustres y poderosos seores de los Estados Generales de las Provincias Unidas de los Pases Bajos concedieron permiso para la navegacin hacia ambas Amricas a una compaa, excluyendo a todos los dems sbditos, con excepcin de los que estaban inscritos en dicha compaa. Hubo entonces otros que bajo el auspicio y permiso de ella fundaron colonias y edificaron fortalezas en diversos parajes. Tanto ingleses como irlandeses procedieron de la misma manera, casi al mismo tiempo, pero ellos como tambin los nuestros fueron inopinadamente atacados y expulsados por los portugueses provenientes del Par, sufriendo muchas bajas. Sin embargo para reponerse y vengarse de las injurias recibidas, se dedicaron con aun mayores esfuerzos a continuar lo que haban comenzado.94
Las afirmaciones de Jean de Laet eran letrados ejemplos de la potencialidad que poda desplegar Holanda sobre el territorio amaznico. La presencia de holandeses que merodeaban toda la llamada Costa Salvaje buscando la oportunidad de ingresar por la desembocadura del ro Amazonas para beneficiarse con algunos de sus recursos fue un asunto concurrido que, adems de suscitar el encono en la Monarqua Hispnica, tambin controverta los proyectos acariciados por Francia en la regin. En 1615 un capitn de la armada naval holandesa conocido como Pedro Luis se haba presentado en la ciudad de La Haya acompaado de su hijo. Segn afirmaba el propio capitn, haba logrado adentrarse casi 100 leguas por el ro Amazonas, aunque en su testimonio no se refiri, por ejemplo, a las fricciones que seguramente pudo haber enfrentado con los portugueses, ni a las dificultades que durante su periplo pudo hallar entre franceses y castellanos, pues a su decir, los franceses que a dos grados cerca de la lnea han puesto un fuerte que se llama Maran ynexpunable [] hecho por orden del rey de Francia donde acuden cada da muchos !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
En un trabajo ya clsico el historiador Gnter Bhm, demuestra que los contactos de sefardes holandeses con la regin amaznica pueden evidenciarse desde finales del siglo XVI, pues existieron comerciantes de msterdam que traficaban con azcar trado por otros comerciantes holandeses desde Faranboucke, es decir, Pernambuco, noroeste de Brasil. Cfr. BHM, Gnter. Op. cit., p. 18. 93 ARAUZ MONFANTE, Celestino Andrs. El contrabando holands en el Caribe durante la primera mitad del siglo XVIII, Dos Tomos, T.I, Caracas, Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, 1984, p.113. 94 LAET, Jean de. Mundo Nuevo o descripcin de las Indias Occidentales, Dos Tomos, T.II, Caracas, Universidad Simn Bolvar, 1988, pp. 1122 - 1130
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baxeles. Pedro Luis simplemente se refiri a las dos casas que, ayudado por su hijo, haba construido a orillas del ro Viapuco (posiblemente el ro Japoc, Oiapoque u Oyapaco), adems de un pequeo cultivo de tabaco. Sera entonces en el ro Viapuco donde el capitn holands tendra su bastin de avanzada para la cuenca amaznica. A su regreso a Holanda, Pedro Luis haba trado consigo mucha ganancia de pintura bermeja, tabaco y diferentes especias y segn los indios de la regin con quienes pudo comunicarse le confirmaron que muchas ms leguas en direccin al occidente encontrara una gran cantidad de habitantes y de naciones: donde hay mucha mayor ganancia para los hombres de negocios.95 El viaje y posterior asentamiento que haba logrado Pedro Luis haba sido auspiciado por dos prestantes funcionarios del Estado de las Provincias Unidas de los Pases Bajos: Angelo Leounis y un tal seor Destiyn. El precario asentamiento de Viapuco se apreciaba como una oportunidad dorada para comenzar a acaparar territorios y recursos desde un lugar enclavado en la cuenca amaznica que, al igual que sus dominios de Surinam en el septentrin suramericano y los asentamientos de Pernambuco sirvieran como una fuente nada despreciable de ganancias para su reino e incluso mayor que la obtenida gracias a los dominios de Holanda de las Indias Orientales, asunto que por obvias razones la Monarqua Hispnica no tolerara bajo ninguna circunstancia, mucho menos considerando aquella notable contienda en la que se sumieron espaoles y holandeses entre 1568 y 1648.96 No obstante, desde Holanda se avalaron los alcances de Pedro Luis, constatando que:
el consentimiento de poder establecer la d[ic]ha colonia y poblacin y esto sin embargo de la grande y general poblacin que d[ic]hos estados pretenden hacer en aquellas partes de la Amrica en casso la guerra no pasar adelante la cual muchos dessean y tienen por segura y as toda la compaa del trato y comercio por mar insisten a los d[ic]hos estados para que acudan con alguna notable ayuda con que puedan ir tomando lengua y reconocer todo lo estensso y largo del d[ic]ho ro de las Amazonas por donde los d[ic]hos estados habrn de sacar gran fruto en lo por venir andando el tiempo el sobredicho capitn y su hijo en relatado por cossa sierta97
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AGI. Patronato 272, Rollo 3, f. 42r. GOSLINGA, Cornelius Ch. Los holandeses en el Caribe, La Habana, Casa de las Amricas, 1983, pp. 358-359; NEME, Mrio. Frmulas polticas no Brasil Holands, So Paulo, Editora da Universidade de So Paulo, 1971, pp. 40-59. 97 AGI. Patronato 272, Rollo 3, f. 42v.
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Gracias a Pedro Luis los holandeses ya estaban enterados de que su primigenio establecimiento en el ro Viapuco haba sido habitado durante varios aos, y no mucho tiempo atrs, por ingleses entre ellos un tal Juan Rectors que llegaron a la regin enterados de la existencia de una gran ciudad, posiblemente una tarda quimera que nunca tendran la fortuna de encontrar, ya que durante una expedicin la hueste se haba quedado sin provisiones, hecho del cual aprenderan los holandeses para tentar la ventura, sin xito alguno, navegando por el ro Viapuco con el fin de conquistar lo que otros europeos dejaron iniciado.98 Sin embargo, casi tres dcadas despus, en noviembre de 1641, las iniciativas holandesas en la desembocadura del ro Amazonas dieron como resultado la invasin y la posesin de la ciudad de So Luis de Maranho a manos de colonizadores venidos desde Pernambuco durante un periodo de tiempo nada despreciable: cuatro aos fueron necesarios para que los portugueses recuperaran su bastin en el estuario del gran ro Amazonas.99 Por esos mismos aos, el padre jesuita portugus Antonio Vieira, relataba airadamente acerca de la hereja y el oportunismo de los holandeses en Brasil, pues las vejaciones cometidas por ellos tanto entre indios y africanos esclavizados eran asunto proverbial que molestaba sobremanera al padre Vieira.100 En su Sermo pelo bom sucesso das armas de Portugal contra as de Holanda, el jesuita proclamaba con suma indignacin que:
Os velhos, as mulheres os meninos que no tm foras nem armas con que se defender, morrem como ovelhas inocentes s mos da crueldade heretica, e os que podem escapar morte desterrando-se a terras extranhas perdem a casa e a patria [] Que diga o Herege (que treme de a pronunciar a lingua), que diga o Herege, que Deus est Holands? Oh no permitais tal, Deus meu, no permitais tal por quem sois. No digo per ns, que pouco ia em que nos castigsseis: no digo pelo Brasil, que pouco ia em o destruisseis: por vos os digo e pela honra de vosso Santissimo Nome que to imprudentemente se v blasfemado.101
La frontera amaznica y su significacin histrica tanto para los vasallos de las monarquas europeas no fue un tpico que solo preocupara a un clrigo como el padre Acua. Otros padres, !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
dem. MARTINS MEIRELES, Mario. Holandeses no Maranho (1641-1644), So Luis, Universidade Federal do Maranho, 1991, pp. 71-101. 100 CORTESO, Jaime. Introduo Historia das Bandeiras, Dos Tomos, T.II, Lisboa, Portuglia Editora, 1964, pp. 21-28. 101 VIEIRA, Antonio. Sermes, So Paulo, Hedra, 2001, pp. 444-449.
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Soldados de Dios u Obreros del Evangelio adscritos a la compaa de Jess como el padre Samuel Fritz102 tambin observaron con cautela el problema fronterizo. Aunque para ellos, la cuestin de la frontera y los lmites jurisdiccionales eran un problema que iba ms all de las pretensiones imperiales. Consideraban a la religin como la materia que primaba en aquellas contiendas. La evangelizacin de los indios y la creacin de misiones bajo la tutela de la Compaa de Jess eran en s los motivos de mayor peso para justificar el inters de proteger un territorio adscrito a una monarqua especfica. En su testimonio para la posteridad, el padre Samuel Fritz, al igual que varios de sus colegas misioneros comenz relatando el viaje que efectu hasta Gro Par no sin antes aludir a sus ocupaciones doctrineras entre los indios yurimaguas y aizuares. Coment entonces que la belicosidad y ferocidad de los habitantes de la Amazona, por lo menos de los que poblaban las misiones, ya no era comparable a la de antao, a la de tiempos del descubridor Francisco de Orellana, dado que por esos das los indios estaban muy acobardados y consumidos por la guerra y cautiverios que haban padecido y siguen padeciendo por los vecinos de Gro Par.103 !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
102 Samuel Fritz naci en el poblado de Trutnov, Bohemia, hacia 1654. Fue uno de los varios beneficiarios de la poltica espaola que consisti en permitir el envo de misioneros extranjeros a los dominios del Nuevo Mundo. Arrib a tierras americanas a mediados de la dcada de 1680 como clrigo destinado a las misiones de la Amazona. Ingres a la misin de los Omaguas en 1686 y muri en la misin de Xeberos en 1725. Fue tal vez uno de los misioneros ms clebres en toda la historia de la epopeya amaznica. De su larga estancia en la selva escribi adems de un gran nmero de cartas un diario conocido como El diario del padre Fritz S.J. cuya edicin incluye una sucinta historia de las misiones y unos excelentes mapas sumamente detallados de la regin amaznica en los siglos XVII y XVIII. Cfr. BORJA GONZLEZ, Galaxis. Libros Americanos, autores jesuitas y pblico alemn: la literatura jesutica americana en el mercado de libros del siglo XVIII, en: KOHUT, Karl & TORALES PACHECO, Mara Cristina (Editores). Desde los confines de los imperios ibricos. Los jesuitas de habla alemana en las misiones americanas, Frankfurt, 2007, p. 674; ALMEIDA, Andr Ferrand de. Samuel Fritz and the Mapping of the Amazon, en: Imago Mundi. The International Journal for the History of Cartography, vol. 55, London, Routledge, 2003, pp. 113-119. 103 No slo el padre Fritz dara opiniones sobre la mansedumbre de los indios y el sosiego de las misiones de la Amazona con fines de ilustrar el buen contexto para las labores jesuticas. El padre Manuel Rodrguez, en su obra El Maran y Amazonas. Historia de los descubrimientos, entradas, y reduccin de naciones, trabajos malogrados de algunos conquistadores, y dichosos de otros, assi temporales como espirituales, en las dilatadas montaas y mayores ros de la Amrica, hizo varias afirmaciones con las cuales se empe en demostrar las condiciones martirizantes que vivieron los miembros de la Compaa de Jess en las diversas misiones establecidas en el mundo, recurdese la frmula del jesuita espaol Jernimo Nadal: Totus mondus nostra habitatio fit. Sin embargo, defenda el territorio amaznico como un lugar prdigo para los proyectos misionales. Un lugar que otorgaba ms mrito a un misionero, pues comparaba aquellos territorios con otros lugares donde las adversidades fueron comunes para la compaa. As, hablando de las misiones de China y de los chinos, Rodrguez comentaba que: Los convertidos que son seores y polticos presumidos de sabios, no tienen la sujecin que deben al padre si no es que fuese en San Francisco; aqu es el padre el superior, el patrn y en su estimacin su rey y su pontfice. Obedecindole con todo rendimiento sin apartarse un punto de su voluntad [] all la lengua y caracteres snicos son muy difciles de aprenderse, ac en tres meses puede aprenderse la lengua de estas naciones, y an sin ella con intrpretes se obra en bien de las almas y se hace en los indios con agasajos cuanto se quiere. All son altivos y soberbios en natural; ac es indecible la humildad y docilidad de estos gentiles, como todos los dems indios que se sujetan por su pusilanimidad a los espaoles. El padre Manuel Rodrguez tuvo la oportunidad de conocer a un misionero que haba pasado una larga
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Estos indios se retiraron despoblando el territorio gracias a las intervenciones blicas y al sabotaje constante de los portugueses.104 El padre Fritz estaba enterado de las incursiones portuguesas que llegaban hasta la misin de los cuchivaras, pero en este caso los lusitanos no tuvieron motivos esclavistas, por el contrario, fueron movidos por el inters de extraer la medicinal zarzaparrilla, no obstante construyeron algunas edificaciones en la selva bajo las rdenes de dos personajes que adelantaban tal iniciativa: Manuel Andrade y Manuel Pestaa. Debido a esto, el padre Fritz no ocultaba su inconformidad por esta suerte de incursiones, pues las conceba como verdaderas tensiones por el control y la apropiacin del territorio. Gracias a su viaje y prisin en Gro Par pudo entrever que la situacin del dominio territorial mantena atentos a los portugueses para lograr sus avanzadillas:
As como llegu [a] aquella ciudad, el gobernador que era a la sazn Arturo S de Meneses y dems portugueses no dejaron ver que el nico motivo de mi bajada no haba sido otro que la precisa necesidad de buscar algn alivio a mis achaques; sin embargo, como la conciencia no deja de ser admonitor inquieto, sabiendo cuanto se haban adelantado con sus conquistas en el territorio del Rey Catlico, contra lo compactado con autoridad pontificia entre las dos coronas, empezaron a sospechar no fuese yo espa perdido enviado del gobernador de Maran por parte de Castilla, para explorar sus adelantamientos y hecha entre si una junta sobre este asunto, enviaron un oidor llamado Miguel Rosa, al P[adre] rector Orlandini, intimndole me tuviese como preso en aquel colegio y en sanando de mis achaques no me dejase volver a mi misin hasta que tuviesen respuesta de su rey, a quien daran cuenta de mi bajada; porque tenian por
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temporada en las misiones de China, el cul comentaba: ser esta gloriosa misin mejor, por lo que veo que hay en ella, que en otras por lo que de ellas se dice. Es la mejor para los misioneros en el alma y en el cuerpo, para la salvacin de los gentiles y para el logro de la gracia de Dios, de que dir sus partes, comparndola con China, que se tiene por tan gloriosa [] que son mejores estas misiones que las de la China para salvar almas se ve ser as: lo primero por la multitud de indios que hay y la suma facilidad que hay de reducirlos: con el regalo de una aguja, cuchillo o cascabel est en un instante ganada un alma en consiguindose el instituirla y bautizarla. En la China cuando despus de mucho tiempo se logra conseguir hablar con el emperador o recibir de el alguna cortesa se ha hecho una gran cosa, instruirlo y despus bautizarlo. All despus de muchas fatigas y cuidados, si se convierten unos pocos, otros temerosos del tirano y tirados de los boncos otros y del inters no se atreve; aqu que es tierra de oro y le tienen a los pies, el bautizar uno es bautizar todos los de su nacin, por no tener tiranos ni boncos ni religin, ni secta que les impida el convertirse, sin que se necesita expeler la forma contraria de la idolatra. Pero ste tipo de experiencias que desembocaban en una suerte de aborrecimiento hacia las misiones de China no fue la idea comn de todos los misioneros de la compaa de Jess, dado que el continente asitico era el lugar predilecto para ejercer la labor misionera entre los jesuitas ms eruditos, pues en China, a diferencia de otros lugares, los paganos eran sabios. Cfr. RODRGUEZ, Manuel. Op. cit., p. 574; FINDLEN, Paula. De Asia a las Amricas: Las visiones enciclopdicas de Athanasius Kircher y su recepcin, en: CORSI, Elisabetta. rdenes religiosas entre Amrica y Asia. Ideas para una Historia misionera de los espacios coloniales, Mxico, El Colegio de Mxico, 2008, p. 107. 104 FRITZ, Samuel. Op. cit., p. 80.
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probable que la tierras de mi misin tocaban a la corona de Portugal, cuya conquista, decan se extiende siquiera hasta la provincia de la grande Omagua.105
En ese mismo pasaje, Fritz coment las dificultades que tuvo para ponerle fin a su cautiverio que haba durado ms de 18 meses entre los portugueses del Gro Par. Poco tiempo despus, quiso partir hacia Lisboa pero no lo consigui. El asunto relativo a la cautividad del padre Fritz tuvo una versin complementaria aunque confusa relatada por su colega y coterrneo el padre Wenceslao Breyer, quien se encarg de aclarar varios aspectos de la vida de Samuel Fritz, tanto durante su vida en la misin de San Joaqun de Omaguas como de su cautividad a manos de los portugueses en Gro Par. En una carta fechada el 18 de junio de 1699 y dirigida a su hermano otro padre jesuita radicado en Praga , el padre Breyer afirm que hacia el ao 1692 el padre Fritz haba sido encerrado en una choza durante tres meses rodeado de agua y de amenazantes cocodrilos. All, el jesuita bohemio padeci una enfermedad y fue abandonado por sus captores. Tiempo despus fue transportado en canoa hasta la frontera portuguesa, es decir, hasta el lmite ms prximo de los dominios lusitanos del occidente amaznico que colindaban con la Gran Omagua, posiblemente las proximidades a la desembocadura del ro Negro. Los portugueses no pudieron socorrerlo y le sugirieron seguir navegando hasta llegar a Gro Par. Estando una vez all, y despus de recuperar la salud, el gobernador de Par lo detuvo por un perodo aproximado de dos aos, hasta que el propio rey de Portugal emiti una orden para su liberacin. Por ello, no slo en San Joaqun de Omaguas, sino en otras misiones de la gobernacin de Maynas, corra el rumor de que el padre Fritz haba muerto a manos de los portugueses o haba perecido ahogado en algn torrente de la selva. El padre Breyer asegur en su carta que los portugueses acompaaron a Fritz hacia las misiones jesuticas de espaa y que adems le dieron toda clase de provisiones en abundancia, vino, harina, herramientas, etc.106 Segn el padre Breyer, al llegar a la misin de San Joaqun de Omaguas, los portugueses tomaron posesin de la misin a nombre del rey de Portugal, posiblemente aprovechando que San Joaqun de Omaguas era una entidad territorial colindante con los dominios portugueses. Desconcertado, el padre Fritz respondi que l haba !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Ibid., p. 86. Carta del P. Wenceslao Breyer S.J. de la provincia de Bohemia a su hermano, sacerdote jesuita en Praga. Escrita en la reduccin de Santiago de Laguna el 18 de junio de 1699, en: MATTHEI, Mauro. Cartas e informes de misioneros jesuitas extranjeros en Hispanoamrica. 1680-1699, Tres Tomos, T.I, Santiago, Universidad Catlica de Chile, 1969, p. 250.
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sido el primer apstol de los Omaguas y que les haba predicado el evangelio durante siete aos bajo la proteccin del rey de Espaa, argumento con el cual demostraba que aquella misin y todas sus dependencias eran parte de la Monarqua Hispnica ms no dominio territorial de Portugal. Temeroso por la reaccin portuguesa, el padre Fritz se traslad a la ciudad de Loja para exponer lo ocurrido y quejarse ante la administracin. El gobernador no le prest la suficiente atencin y lo agasaj con algunos regalos, no sin antes explicarle que la Gran Omagua era un territorio de costosa manutencin y sin ningn rendimiento inmediato. Por ello, poco tiempo despus Fritz acudi hasta la ciudad de Lima para quejarse ante el virrey del Per, quien adems de poner a su disposicin tropas para la reconquista del territorio, le brind 2.000 pesos y algunas provisiones para edificar la iglesia de su misin.107 El padre Fritz estaba empecinado en demostrar que las misiones donde llevaba a cabo su labor pertenecan a la corona castellana. La delimitacin de la frontera, el dominio jurisdiccional y todo lo que esto acarreaba fue una de sus mayores preocupaciones, por lo cual, aos ms tarde, se empeara en la elaboracin de un detallado y riguroso mapa que sera impreso en la ciudad de Quito el ao de 1707 titulado: El Gran Ro Maran, o Amazonas con la Missin de la Compaa de Jess geogrficamente delineado por el padre Samuel Fritz misionero continuo en ese ro, quizs uno de los ms bellos e ilustrativos que se hayan trazado e impreso en la Amrica del Sur durante el perodo colonial y que, tiempo despus, haya tenido una significativa difusin en Europa.108 De esta forma expres con toda claridad los fundamentos jurdicos acerca de la territorialidad concerniente a ambas coronas en la selva amaznica, solventado en los mismos argumentos que su correligionario espaol, el jesuita Cristbal de Acua:
En lo que se fundan los portugueses del Par, es una cdula de la Real Audiencia de Quito que llev la tropa de Teixeira volviendo para Par con el P. Acua el ao de 1639, en la cual se les conceda tomar posesin de una aldea, donde haban encontrado, al subir el Maran, unas orejeras de oro en manos de los infieles y por eso la llamaron Aldea del
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Carta del P. Wenceslao Breyer S.J Op. cit., pp. 249-250. ALMEIDA, Andr Ferrand de. Samuel Fritz Revisited. The maps of the Amazon and their circulation in Europe, en: RAMADA CURTO, Diogo, CATTANEO, Angelo & ALMEIDA, Andr Ferrand de. La cartografa europea tra primo rinascemento e fine dellilluminismo, Firenze, Leo S. Olschki Editore, 2003, pp. 133-153; SOUBLIN, Jean. Histoire de lAmazonie, Pars, Editions Payot & Rivages, 2000, p. 123.
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Oro. El sitio era a la banda del sur en tierras altas, algo ms arriba del ro Cuchivara donde de hecho dicen tomaron posesin y dejaron all por padrn un tronco grande.109 (Mapa 2)
Absorto en demostrar que tena la completa razn en su alegato por los lmites, el padre Samuel Fritz se mostr interesado en acudir a la embajada castellana en Lisboa para poder sustentar sus consideraciones, ya que aquel hito o mojn sealizador conocido como El Tronco fue uno de los motivos ms puntuales de la discordia. En ese mismo pasaje Fritz aclar los detalles incluyendo las fechas de la posesin y de la demarcacin que tuvo lugar en el ao de 1639 bajo las rdenes de Felipe IV.110 Pero Fritz audazmente aclar tambin la situacin del mandato o catividade que en ese entonces ejerci Espaa sobre el reino de Portugal y, como refuerzo argumentativo, dentro de su obra insert una seccin crucial titulada Apuntes acerca de la lnea de demarcacin entre las conquistas de Espaa y Portugal en el ro Maran. En tales apuntes, Fritz plante los trminos que en principio fueron otorgados ms de dos siglos atrs, las demarcaciones para las dos coronas establecidas por el papa Alejandro VI en la aclamada Bula Papal:
en la cual mand se formase una lnea imaginaria de polo a polo, distante de las iislas de Cabo Verde hacia el occidente 22 grados y un tercio y que perteneciesen para siempre los descubrimientos y conquistas desde aquella lnea hasta el occidente los Reyes de Espaa, y las conquistas hacia el oriente a los reyes de Portugal. En cuanto a esa concesin la recibieron y se ajustaron entrambas en los tratados de paz que celebraron, uno en Tordesillas a 7 de junio de 1493 y el otro en Lisboa a 7 de mayo de 1681111.
La comprensin del sistema de donativos papales que dio pie a la dominacin territorial del Nuevo Mundo resulta ser algo confuso pues si se leen con detenimiento las bulas alejandrinas de 1493 es posible encontrar que desde el propio siglo XV tanto Espaa como Portugal se hallaban en condiciones equitativas para la adquisicin de los territorios mediante aquellos donativos. As: la primera bula Primera Inter Caetera consisti en donar a los Reyes Catlicos de las islas y tierras descubiertas y por descubrir navegando hacia el occidente hacia las Indias bajo la condicin de que no pertenecieran a otros prncipes cristianos, con los derechos y privilegios ya !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
FRITZ, Samuel. Op. cit., p. 87. Todo este recorrido cronolgico-espacial que hace el padre es interesante en tanto que se encarga de arrojar datos el pasado que tienen validez hasta bien entrado el siglo XVIII. Datos significativos como aquel de la construccin de la fortaleza en el Ro Negro ordenada por el rey de Portugal. Cfr. FRITZ, Samuel. Op. cit., p. 87. 111 Ibid., p. 106.
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concedidos a los portugueses. La segunda bula Eximie Devotionis extrae la primera parte de la anterior y reproduce casi literalmente la segunda parte de la misma con los mismos derechos y privilegios que tenan los reyes de Portugal. La tercera bula Segunda Inter Caetera es la reproduccin con leves variantes de la primera parte de la Primera Inter Caetera y establece una lnea de demarcacin a cien leguas direccin norte-sur al oeste de las islas Azores y Cabo Verde, aqu se omitieron los privilegios pero es la ms completa sobre la donacin y particin de tierras en las Indias. La cuarta bula Dudum Siquidem conceda a los reyes de Castilla las tierras que se descubrieran al este, al sur y al oeste de la India con tal de que no estuviesen ocupadas de hecho por otro prncipe cristiano.112 (Mapa 3) Si bien el antiguo Tratado de Tordesillas planteado a finales del siglo XV tuvo su resonancia hasta el siglo XVIII, el Tratado Provisional de Lisboa en 1681 sera el que cobrara mayor fuerza y significacin para la disputa por las fronteras hispano-lusitanas en Amrica del Sur. Aunque cabe aclarar que el tratado tena una orientacin especfica que en poco o nada haca referencia al problema jurisdiccional que tena lugar en la cuenca amaznica, pues la disputa que en esencia se buscaba solucionar con este tratado era aquella relativa a las dos monarquas ibricas en los dominios del estuario del Ro de la Plata. Una disputa en la que se vieron inmiscuidos tanto Espaa como Portugal debido a que los lusitanos, amparados por el astuto gobernador de Rio de Janeiro, osaron fundar en 1680 una ciudad que, estando en jurisdiccin territorial hispnica, fue bautizada como Colnia do Sacramento, un bastin lusitano que contribuy a agudizar la prcticas del comercio clandestino entre los espaoles de Buenos Aires y los portugueses generalmente venidos desde las capitanas del sur de Brasil, quienes, motivados por la obtencin de la plata altoperuana, fraguaron sustanciosos contrabandos muchas veces amparados por la propia oficialidad hispnica. Para este tipo de episodios la efectividad del Tratado Provisional de Lisboa fue incuestionable ya que la fundacin portuguesa paso a manos de la Monarqua Hispnica, pero las dudas respecto de las jurisdicciones en la selva amaznica no quedaban resueltas de ninguna forma debido a que toda la atencin estaba situada en el problema rioplatense. !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
CASTAEDA DELGADO, Paulino. La teocracia pontifical en la controversia sobre el Nuevo Mundo, Mxico, Universidad Nacional Autnoma de Mxico, 1996, p. 322.
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El padre Fritz coment en su Diario que desde el mandato de Carlos V exista una marca fsica que a manera de lindero estableca una lnea imaginaria entre los dominios espaoles y portugueses en la selva amaznica. Se trataba de El Tronco, una columna de mrmol donde, a decir del padre Samuel Fritz, se esculpieron las armas de Espaa al occidente y al oriente las de Portugal con el fin de garantizar la supuesta demarcacin relativamente imaginaria de aquel territorio selvtico. Los Apuntes escritos por Fritz a finales del siglo XVII contribuyeron al esclarecimiento de la cuestin limtrofe, pues a manera de conclusin el jesuita plante cuatro puntos que indicaban una posicin completamente orientada hacia los intereses de Espaa:
lo primero, que como los portugueses por derecho no pretenden ni pueden pretender ms desde la boca de este ro amazonas que cuatro grados y dos tercios de longitud, solamente llega el derecho de su conquista y demarcacin hasta el meridiano que pasa por la boca del ro Vicente Pinzn; y as todas las dems tierras y ros y gentes hacia el occidente tocan por derecho a la conquista y estn dentro de la demarcacin de la corona de Castilla. Lo segundo: las posesiones que desde el dicho meridiano de la demarcacin que pasa por la boca del ro Vicente Pinzn, han tomado hasta ahora hacia el occidente los Portugueses son invlidas y nulas; as el dominio que desde all hasta el Ro Negro ya han usurpado, como tambin la posesin que recin tom en el ao de 1691, un capitn portugus Antonio de Miranda sobre el ro Yuru por orden como el dijo, del gobernador del Par Antonio de Albuquerque [] Menos pueden pretender los portugueses las tierras hasta el Napo. Y aunque la Audiencia de Quito dio licencia a Teixeira tomase posesin de una aldea, que llamaron del Oro, algo ms arriba del ro Cuchivara, esa posesin tambin fue nula, por no haber sido confirmada por el rey Felipe IV porque antes que eso llegase a su noticia, Portugal se haba apartado de la corona de Castilla; en donde se sigue que las tierras que ocuparon desde dicho meridiano que pasa por la boca de Vicente Pinzn debieron los portugueses restituirlas.113
El tercero de los puntos planteados por Fritz tena un enfoque dirigido al problema de la esclavizacin de los indios realizada por los portugueses, problema que al parecer fue de la incumbencia de toda una generacin de misioneros jesuitas que se radicaron en la selva amaznica. Afirm que cada ao los portugueses asignaban una tropa para efecto de los resgates ayudados a su vez por otros indios capturados con anterioridad, lo cual representaba para Fritz un hecho ilegtimo contra el Derecho, pues aparte de cometerse una usurpacin territorial, los mtodos de captura y cautiverio empleados por los lusitanos eran bastante crueles. Pero el asunto
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de las cautividades y la esclavitud de los indios sera evacuado al momento de su argumentacin, pues el jesuita Fritz explicaba en el cuarto punto que:
estante el lindero que se puso antiguamente junto al ro de Pinzn, no se puede permitir a los portugueses la posesin tomada hasta el ro negro, que dista de dicho ro de Pinzn 9 en longitud, porque entonces la lnea de demarcacin se hara muy tuerta, mucho ms si la quisiesen extender hasta Napo, segn es su intento. Y esto me ha parecido necesario apuntar, para que conste no haber la compaa castellana sin slido fundamento, extendido sus conquistas ms abajo del ro Napo y tener derecho para extenderlas aunque sea hasta el Gran Par, por ser todas tierras pertenecientes a la Corona de Castilla, mientras no se determine otra cosa en las cortes de Espaa y Roma.114
Para el padre Fritz, el problema de las incursiones portuguesas poda acabarse con el fortalecimiento de las misiones jesuticas, ya que de esta manera, los padres se desempearan como un escudo de proteccin para los indios custodiados en las reducciones misionales. Excepcionalmente, Fritz relat como conoci a un portugus llamado Francisco Souza, seguramente quien tena por costumbre incursionar en la jurisdiccin espaola para recoger cosechas de cacao sembradas por l mismo en temporadas anteriores. El portugus le explic al padre Fritz que desde Gro Par se haba ordenado prohibir la incursin de tropas con fines de esclavistas, a excepcin de s poder capturar y esclavizar espaoles que hubiesen matado algn soldado portugus. Sin embargo, tal excepcin conocida por Fritz sera quizs solo una presuncin del lusitano Souza, pues el propio jesuita afirm en su diario que estando en la misin de San Joaqun de Omaguas, algunos indios yurimaguas le solicitaban su proteccin frente a unos portugueses que llegaron en busca de cacao y que adems los pretendan esclavizar y llevrselos ro abajo.115 Las afirmaciones del padre Fritz acerca del temor y el disgusto que los portugueses suscitaban en los indios puede ser cuestionable. Es cierto que el proyecto jesuita defendido por Samuel Fritz buscaba su legitimacin a toda costa para monopolizar el escenario misionero de la Amazona y por ello, sus opiniones respecto de los indios, siempre inducen a pensar que stos se inclinaban hacia los jesuitas espaoles despreciando, sin razn aparente, las misiones portuguesas.
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Para el mes de abril de 1697, en una carta escrita por el gobernador de Maranho, Antonio de Albuquerque,116 dirigida a Pedro II, rey de Portugal, el gobernador expuso que el padre Samuel Fritz se internaba en la jurisdiccin portuguesa dentro dos limites daquella conquista, continuava na mesma dilligencia de persuadir os indios vassalhos de V.mgde a qui subisem para a sua misso, alegando siempre que esos territorios eran pertenecientes a la corona de Castilla y que su jurisdiccin llegaba hasta el ro Negro.117 El argumento presentado por el padre Fritz ante aquella acusacin, consisti en:
que por quanto V[uestra]S[eora] ha subido por orden por orden del s[e]or gov[ernad]or del Par con escolta de armas a essas provincias de ybanomas, ayuares, y yurimauas, mas de ochocientas leguas remotas de Par hazia al Per a donde yo desde el ao de 1688 de parte de [la] corona de castilla sin prejuicio alguno a la conquista portugueza ni controversia pacificam[en]te hasta aora he missionado y ha traydo consigo dos padres carmelitas a introducirlos por missioneros dessa[s] provincias; y desta manera quitar y hecharme de hecho desta mission: Suplico a V[uestra]S[eora] se sirva de no hacer novedad alguna por esas provincias [] hasta que entre ambas coronas se determinen los limites, que yo con essa seguridad he proceguido missionando aqui despues que por orden de su Mag[esta]d de Portugal el ao de 91 yo fui repuesto a essa mi mission y en dicha forma segun avise tambien al S[e]or gov[ernad]or en Par e informado entonces entrambas majestades en la reducion de N[uestr]a S[eo]ra de las Nieves de los yurimauas.118
No obstante, Fritz haba violado la ley portuguesa en la cual era explcita la prohibicin de que cualquier persona escandalizara, es decir, instigara a los indios a escapar de la misiones de Solimes, el tramo portugus del ro Amazonas. Para ello, un funcionario portugus, Joseph Antnez de Fonseca, exiga que a quienes violaran aquella ley se procedera expulsndolos o tomndolos por prisioneros, no sin antes confiscarles todos los bienes que trajeran.119 Estas tensiones surgidas gracias a las ocupaciones y entradas furtivas a los territorios declarados como dominios de las Monarqua Hispnica o lusitana fueron constantes a lo largo de !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
116 Al parecer las cartas enviadas por el gobernador Antonio de Albuquerque al rey de Portugal fueron varias. Se conoce otra carta fechada el da 20 de julio de 1697 donde el gobernador tambin inform acerca de las incursiones del padre Samuel Fritz en los territorios que, supuestamente, pertenecan a Portugal. A decir de Albuquerque, el padre Fritz: quien al mismo tiempo arribaba en esos caseros bajo el pretexto de visitarlos y parlamentar con ciertos habitantes de sta Capitana, quienes estaban comprometidos en recolectar cacao. Cfr. MARONI, Pablo. Noticias autnticas del famoso ro Maran (1738). Seguidas de las relaciones de los PP. Andrs de Zrate y Juan Magnin (1735-1740), Iquitos, Centro de Estudios Teolgicos de la Amazona, 1988, (Anexo No. 3) p. 526. 117 AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 4, Doc. 340, f. 2r. 118 Ibid., f. 3r. 119 Ibid., f. 4r.
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todo el siglo XVII. Al parecer, en el caso de los portugueses, estos no pensaban desistir de los proyectos de captura y esclavizacin de las naciones indias asentadas en los dominios de Espaa, ya que estas se presentaban de una forma fcil y til para ser aprovechadas mediante mecanismos compulsivos. Los jesuitas castellanos o extranjeros que oficiaban para la Compaa de Jess en su provincia de Indias asentados en la selva concibieron el hecho de contrarrestar las incursiones portuguesas como un aliciente para legitimar ante la Monarqua Hispnica lo indispensable que resultaban las misiones en la Amazona y as mantener constante el crecimiento de estas y el fortalecimiento de la Compaa de Jess en los dominios del Nuevo Mundo. El padre Manuel Rodrguez, que se desempe como Procurador General de las Provincias de Indias era bastante enftico al emitir sus opiniones sobre tal asunto, pues adems de glorificar el trabajo de varios misioneros de la regin, ensalzndolos con caractersticas sobrehumanas, se jactaba comentando que los indios tenan una inclinada predileccin hacia la proteccin y la vida adoctrinada que los jesuitas espaoles establecieron en las misiones. Por ello, este clrigo valenciano consider que los religiosos ms idneos e indispensables para laborar en las misiones de Maynas eran los jesuitas y para conservar aquella tutela solicit al rey, por medio del Consejo de Indias, la custodia de las misiones a manos de los soldados de Dios, no sin antes explicar lo siguiente en su peticin:
A V.Magestad suplica se sirva de mandar por su Real Cdula a la Real Audiencia de Quito, mantenga la compaa en la posesin quieta y pacfica de dichas Missiones, y reconociendo lo que en ellas ha sido servido V. Magestad con los nuevos vassallos de aquellos pueblos, y agrado su Catholico zelo con las muchas almas que de aquella gentilidad se han ganado para el cielo. Se sirva tambin V. Magestad de recomendar las reducciones entabladas y el fomento, de lo que a ellas toca para su permanencia. Y para que vayan adelante en servicio de Dios y de V.Magestad a que tanto atiende en aquellas partes la Compaa, mereciendo por lo que ha obrado en ellas, la recomendacin, gratitud y complasencia de V. Majestad, para mayor esfuerzo en su empresa, hasta oy poco manifestada por ser su obligacin y la intencin de su obrar solo servir y fructificar en las misiones, y no el representar los trabajos de ellas120.
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El padre Rodrguez afirm pues basndose en los comentarios hechos previamente por el padre Juan Lorenzo Lucero,121 que un misionero como Francisco Fernndez de Mendoza era un entusiasta y convencido de sus trabajos; quien aseguraba vivir acechado por el demonio y haberlo visto en varias ocasiones, adems de ser un excelente doctrinero que a su decir lo buscaban los indios vidos por dejar atrs su gentileza. Manuel Rodrguez, quien parafraseaba lo dicho por el padre Lucero, afirm que ms de 3.000 indios de la Gran Omagua venan en bsqueda del padre Fernndez para protegerse de los portugueses quienes por su parte hacan rostro al holands para capturar y esclavizar a los indios.122 Refirindose a la dcada de 1680, el padre Rodrguez escribi que los omaguas solicitaron a los frailes su ayuda para contrarrestar las incursiones de los holandeses que estaban respaldados en cierta medida por Portugal. Para tomar decisiones efectivas frente a las incursiones, Rodrguez asegur que haba ms de 7.000 indios de guerra armados con dardos y flechas que impediran la entrada de los extranjeros. Este clrigo castellano es un ejemplo fidedigno para comprender las intenciones de los jesuitas en la selva amaznica. Para Rodrguez, la existencia de jesuitas portugueses operando en la misma regin no era un problema, ya que su objetivo de ganar almas para el cielo era incuestionable. Sin embargo, los litigios por la frontera comn de la Amazona conllevaron a la constante presencia de los portugueses en la regin, lo cual incomodaba la labor de los padres pues tal presencia dejaba como resultado la perdida paulatina de los dos elementos que, a manera de pilares, sostenan el proyecto misional: el territorio y los indios. As pues, las avanzadillas portuguesas remontando los ros con direccin al occidente presuponan debates donde las opiniones de los jesuitas eran fundamentales. Ellos conocan gran parte del territorio y estaban enterados de la situacin poltica que all se experimentaba. Sujetos como Rodrguez !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
El padre Juan Lorenzo Lucero fue un jesuita clebre y relevante en las misiones de la Amazona. Naci en la ciudad de Pasto, gobernacin de Popayn en el Nuevo Reino de Granada. Perteneci a la primera generacin de misioneros que ingresaron a las misiones del oriente del reino de Quito entre 1638 y 1683. Fue el fundador de varias misiones como Nuestra Seora de Loreto de Paranapuras, Santiago de la Laguna, San Javier de los Chamicuros, San Lorenzo de los Tirilos, San Estanislao de Otanabes, San Jos de Mamarinas. Estableci la Hacienda Jess del Monte. El padre Juan de Velasco en su Historia del Reino de Quito, escribi sobre el padre Lucero con gran admiracin y fervor: fue el mayor hombre que en el siglo XVII vio el Reino de Quito digno por su sabidura y talentos de gobernar una entera monarqua. Fue quien mas y con mayor gloria trabaj en las misiones del Maran. Gan la mayor parte de las naciones, y su fama esparcida por los brbaros bosques ms retirados, hizo que saliesen en busca suya, pareciendo cosa de encanto el imperio que Dios le dio sobre los corazones de todos los indianos. El padre Vieyra, predicador del rey de Portugal, que lo trat por cartas asombrado de su sabidura y de sus hechos, contrapuso en una de sus obras al Lucero de occidente con el Sol de oriente San Javier. De 29 aos que estuvo en las misiones fue superior los 20. Y fue sacado para rector del colegio de Popayn en el 1688. Cfr. VELASCO, Juan de. Op. cit., p.495. 122 RODRGUEZ, Manuel. Op. cit, p. 320.
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intervenan en los debates con opiniones que legitimaban y defendan el espacio selvtico ocupado por la Compaa de Jess en nombre de Espaa, ya que Portugal no se quedaba atrs en esgrimir argumentos con fines legitimadores sobre el territorio. A manera de defensa, aunque algo confundido, Rodrguez explicaba en 1684 que haba dos ros Maraones, uno portugus y el otro espaol, sin percatarse de que el gran ro era slo uno con diferente denominacin, y que adems de s mismo, varios cartgrafos, expedicionarios, cronistas y gentes que moraron en la selva tambin haban incurrido sin percatarse en aquel frecuente error:
vean esas cartas de los misioneros de los Maynas, en que le llaman Maran, vean el ttulo de su gobernador, los autos de sus conquistas. Todos llenos de la apelacin de Maran en todo el ro de aquellas naciones altas. Suban desde su gobernacin que llamada de el Maran los del Brasil, y si por aquel ro van a salir a Quito como sali Pedro de Teixeira desde el Par subiendo por la boca de el Napo conocern que su Maran es rama baja o tronco dividido de aquella alta de los Maynas [] y en conclusin se vuelve a poner la de arriba: que el Maran de las mil y quinientas leguas de curso desde su origen, el trajinado de los misioneros de Quito, el que busc desde all Pizarro es el grande y verdadero Maran, el del imperio dividido con las Amazonas123
Hacia 1655, dcadas antes de que el padre Manuel Rodrguez tratara de explicar la constitucin, la existencia y la pertenencia bajo criterios exclusivos del ro Amazonas a la Monarqua Hispnica, la Casa de Contratacin de Sevilla haba ordenado redactar una relacin que incluyera los testimonios de personas prcticas, a saber, de peritos expertos en cartografa, cosmografa !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Ibid., p. 631; El debate por el nombre de Maran tuvo diversas acepciones entre los cronistas. Cabe anotar que desde las tempranas exploraciones del siglo XVI, se consideraba que ste gran ro americano era el ro Tordemonte, o en ocasiones se le confundi con el Ganges, ambos ros presentes en los relatos de la antigedad clsica. En el siglo XVII, fray Pedro Simn argumentaba en su obra que Maran era un trmino para designar el ro Amazonas y por ello se atribuy a la hueste de Lope de Aguirre quienes fueron conocidos como Los Maraones por haber incursionado en la selva desde los Andes centrales. De esta manera, el padre Simn entendi la selva como maraa, lo cual es comprensible si se acude a la definicin que el Diccionario de Autoridades expone basndose en la definicin de Sebastin de Covarrubias en su Tesoro de la Lengua Castellana: Maraa: La abundancia de malezas, que hacen impracticables los montes y otros sitios. Es del Griego Maralna, que significa el sitio spero e intrincado. Sin embargo, el padre Manuel Rodrguez, explic otra acepcin del trmino en la cual Maran no era ms que una voz compuesta entre Mara que significa Mar y Non que significa No, es decir, el No-Mar, la negacin del mar, aludiendo a la anchura y longitud del ro, semejante al mar, pero contrario a ste por ser de agua dulce: un mar dulce. Por su parte el padre Juan de Velasco en su obra expuso que el trmino Maran no es ms que un nombre dado al ro debido al apellido de un soldado que particip en su descubrimiento durante el siglo XVI. Cfr. SIMN, Fray Pedro. Noticias Historiales de las Conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales. Bogot, Seis Tomos, T.II, 1984; Diccionario de la Lengua castellana en el que se explica el verdadero sentido de las voces, su naturaleza y calidad, con las phrases y modos de hablar; los proverbios o refranes, y otras cosas convenientes al uso de la lengua [17261739]. Edicin Facsmil bajo el ttulo Diccionario de Autoridades, Madrid, Tres Volmenes, vol. I, Tomo II, Editorial Gredos, 2002, p. 493; RODRGUEZ, Manuel, Op. cit, pp. 70 77; VELASCO, Juan de. Op. cit, p. 432; GIL, Juan. Op. cit, p. 201.
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y navegacin, para elaborar un concepto de los proyectos que acariciaban los portugueses para la cuenca amaznica, y para ello, se precisaba de las aclaraciones geogrficas que definieran exactamente el curso del ro Amazonas, es decir, del Maran, nombrado Solimes por los portugueses y que usualmente se entenda como si fueran dos ros separados, dos afluentes hdricos con cursos distintos pero pertenecientes a la misma cuenca. Segn el informe ya se saba que los lusitanos queran enviar varios pobladores y un gobernador oficial para erigir una poblacin ubicada a 50 leguas al occidente de la desembocadura, y que adems all, los portugueses esperaban sembrar cacao, vainilla, azcar y ail con fines expansivos, tal y como lo venan desarrollando en las dems capitanas de Brasil, su orgullo del Nuevo Mundo. Estas personas prcticas que fueron consultadas ofrecieron informaciones dispersas y poco congruentes entre s, hecho que demuestra la aguda propensin que existi a lo largo de los siglos XVI y XVII para confundir los lugares, los accidentes geogrficos o los arcifinios, ms an confundir un ro de tal dimensin con sus centenares de afluentes, sus bifurcaciones, sus meandros, sus juntas, sus islas y su natural traza serpenteante que drena la planicie amaznica desde el piedemonte andino hasta el ocano Atlntico arrastrando a su desembocadura una enorme carga sedimentaria extrada a lo ancho de la Suramrica septentrional. Uno de tales informantes prcticos, el capitn Juan Toms Miluti explic:
el ro Maran est en la Amrica en el Brasil a la altura de dos grados de la parte del sur de la lnea equinoccial y de longitud en 334 grados y medio distante de los dominios de su Mgd 240 leguas que son los primeros de la parte del occidente Guaiana, Orinoco y la Trinidad de Barlovento pero que el ro Maran no divide el Brasil sino el ro de las Amazonas que est distante 90 leguas al occidente del ro Maran en el cual habitan indios naturales con poblacin de mucha consecuencia124
Por su parte, el piloto mayor de la Carrera de Indias Gaspar de Palacios inform que:
el paraje en que est el ro Maran es en la Amrica meridional por la parte que mira al norte en costa de Lessueste Vesnorueste a la altura de dos grados y 1/3 de la parte del sur de la equinoccial entre la costa de Brasil y ro de las Amazonas siendo occidental al Brasil y oriental al dicho ro que corre la tierra adentro ms de 300 leguas y la nacin que la habita son portugueses125
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El informe de otro piloto mayor de la Carrera de Indias, Alonso Bacas consisti en que:
del ro Maran una voca est a dos grados 10 minutos al sur de la equinoccial poco ms o menos a la parte occidental [] Que en la boca del ro que es lo que toca al mar no hay ms que una ciudad bien fortificada y presidida de gentes y guarnicin donde tocan o llegan las flotas de Portugal y de donde comienza el dominio de portugueses llamarse del nombre ro Maran. Que a la parte oriental de este ro en toda su costa del sur tampoco se sabe que en mucha tierra adentro126
Es indiscutible que las incoherencias en los informes solicitados para la Relacin fueron absolutamente inverosmiles. Tal vez eran ideas infundadas en el desconocimiento o en la total ignorancia, o tal vez en la falta de rigurosidad y cuidado al establecer las mediciones y las gradaciones pertinentes. El informe brindado por el diputado de la Universidad de Mareantes, Juan de Melo, es tal vez el ms enrevesado. Sus afirmaciones sobre la conjuncin entre el ro Amazonas y el Ro de La Plata muestran que, posiblemente, la cartografa que este diputado us para sustentar tal aseveracin no contena la suficiente informacin fidedigna y de calidad como si la tuvieron otros mapas y fuentes cartogrficas publicadas en diversos lugares de Europa como Amsterdam, Londres o Lisboa, a lo largo del siglo XVII. Ms an cuando existan testimonios como el del padre jesuita Francisco de Florencia quien confirmaba la falta de prcticos espaoles para informar acerca de ubicaciones territoriales de cualquier elemento geogrfico. Al parecer, el jesuita s estuvo enterado de la ubicacin y recorrido continental del ro Amazonas, conocimiento que en su opinin se deduca del mapa o tabla de Juan Blan, es decir, el mapa !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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titulado Americ Nova Tabula elaborado alrededor de 1618 por el cartgrafo holands Johannes Blaeu.128 Conocimiento que tambin posean los otros padres de la compaa de Jess que oficiaban en la cuenca amaznica, el que a su vez les permita saber desde o hasta qu punto llegaba la jurisdiccin hispnica. En su obra, el padre Manuel Rodrguez plasm un conocimiento geogrfico mucho ms claro y acertado en comparacin a los conocimientos expresados por otros prcticos curtidos en geografa y cartografa, hecho que le permita esgrimir una suerte de defensa acerca del nacimiento del ro Amazonas y su curso:
Por muchas otras partes quiere el reino del Per alzarse con el principio y nacimiento de este gran ro, celebrndole y festejndole como a rey de los dems; pero de hoy en adelante no lo permitir la ciudad de San Francisco de Quito, pues a ocho leguas de su assiento tiene encerrado este tesoro a las faldas de la cordillera que divide su jurisdiccin de la de los Quixos, al pe de dos cerros poco distantes, de los cuales y de las dos lagunas que hay en ellos nacen dos ros caudalosos, el uno llamado Guanama y el otro Pulca, que a poco trecho se juntan, y tributndoles otros ros, empieza su caudal a tener el principado de aquellos montes, y su origen cae solo veinte minutos distante de la lnea equinoccial, a la banda del sur; y este es el cierto principio del gran ro de las Amazonas.129
Como lo expuso el padre Wenceslao Breyer, de forma sucinta pero diciente: la situacin poltica de las misiones en el noroccidente amaznico no era favorable a sus habitantes, mucho menos a la administracin monrquica, la cual no presentaba plan alguno para solucionar los percances que padeca el territorio. En su carta de 1699, el padre Breyer dio varias opiniones acerca de los principales elementos que dificultaban el progreso y el bienestar de las misiones. Breyer era partidario de que hablando de estos indios no hay que entender por ello grandes naciones a la manera de las de Europa; sino pequeas tribus que viven en perpetua guerra con sus vecinos, lo cual consideraba como un asunto crucial para efectuar el adoctrinamiento y conseguir la mansedumbre de los indios,130 hecho que justificaba haciendo una suerte de etnografa bsica, con la cual describa a los nativos de la regin segn sus composiciones demogrficas, de sexo, edades, sus estructuras familiares y sus siempre condenadas prcticas rituales: su aficin por la !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Ibid., f. 40r. RODRGUEZ, Manuel. Op. cit., p. 189. 130 Carta del P. Wenceslao Breyer S.J Op. cit., p. 252.
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matanza del prjimo, su borrachera y gritera; su alimentacin y el aprovechamiento que hacan de los recursos naturales. Sin embargo, para el padre Breyer lo tocante a los indios no era un hecho capital que sustentara la difcil tarea de conservar el proyecto misional en todo su vigor. El jesuita consider que la falta de caminos que unieran diferentes lugares, sumada a la inexistencia de mulas y caballos para el transporte, era uno de los inconvenientes graves, pues la navegacin por los ros en canoas frgiles sorteando cascadas y vorgines no era tarea para navegantes inexpertos. Los determinantes geogrficos tambin eran, segn los padres jesuitas, otro impedimento aunque salvable para el xito de las misiones: el calor y la humedad, que era ms insoportable para los padres europeos, haca que los alimentos se descompusieran, que las ropas generalmente de hechas de lana o estamea131 se pudrieran132 y que los padres estuvieran sometidos a enfermedades y a desgracias zoolgicas como los mosquitos. Pero el padre Breyer, opinaba que estos elementos externos a la voluntad humana eran simples pruebas para medir el empeo de los jesuitas en el combate contra la aniquilacin de los demonios que acechaban el alma de los indios, finalmente aquello era una guerra donde peleaban los Soldados de Dios. No obstante su preocupacin mayor era el desamparo monrquico que suma a las misiones en la mayor desproteccin, y sumado a esto, la negligencia de los administradores civiles. De otro lado, la lejana y los inconmensurables obstculos que podan existir en pocas lluviosas eran factores puntuales para el aislamiento que tanto preocupaba al padre Wenceslao Breyer. Las ciudades de Quito y Riobamba estaban demasiado alejadas del oriente selvtico lo cual insidia en las dificultades para el comercio, y por supuesto, en los precios de los bienes que se necesitaban importar desde aquellos ncleos urbanos, a parte del menosprecio en que se tenan !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Estamea: Texido de lana assi dicho por ser la urdimbre y trama toda de estambre. Cfr. Diccionario de Autoridades, Op. cit., Tomo II, p. 625. 132 Acerca de la ropa y los usos en el vestir, en una de las Disposiciones Varias se encarg a los jesuitas que pasaban a oficiar en las misiones de la selva que: Al que hubiere de ir a Archidona o a la Misin de Mainas, se le ha de dar lo siguiente: Una sotana de estamea nueva, dos jubones, dos pares de calzones de cotense o crea, tres pares de medias, tres pares de zapatos, sombrero y un manteo de camino para que se abrigue y una sotana vieja para el camino. Adems de esto se le ha de dar en ropa blanca tres camisas, tres pauelos tres escofias, tres pares de escarpines y su cama, que se compone de una almohada con su funda, un colchoncillo, dos sbanas, una de ruan y otra de tocuyo y una frazada, mas un pao de manos, unos mantelillos y una servilleta. Todo lo cual ha de ser a cuenta del colegio de Quito o de la Misin, pero llevar memoria de ello formada del Procurador de este colegio, para que lo registre todo el superior a donde va. Cfr. (Apndice F). Disposiciones varias de los Superiores de la Compaa sobre las Misiones del Maran, en: JOUANEN, Jos. Historia de la Compaa de Jess en la antigua provincia de Quito 1570-1574, Dos Tomos, T.I, La viceprovincia de Quito, 15701696, Quito, Editorial Ecuatoriana, 1941, p. 620.
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los bienes producidos en las misiones. Al parecer estos hechos consternaban al padre Breyer, que no vacilaba en admitir el escaso avance de la red misional de Maynas en sus 60 aos de existencia:
la escasez de espaoles en esta regin del Maran. Hay una sola triste y pequea aldea de 17 espaoles. El comandante ni siquiera reside en ella. Y carece totalmente de tropas y dinero. En cambio lleva el gran ttulo de Capitn General. Poco se preocupa l por esta nueva cristiandad. Durante mucho tiempo los misioneros gobernaban solos estas regiones y con mejor provecho para la religin, pues los indios eran ms dciles, gracias al amor y a la amistad de los misioneros. El temor a la justicia espaola no ha hecho mejoras en los indios.133
Para el siglo XVIII, los argumentos en torno a los conflictos fronterizos con la corona de Portugal se mantuvieron latentes. El padre Juan de Velasco quien ley The History of Amrica del escocs William Robertson compositor de una amplia crnica titulada Historia del Reino de Quito ahond en la defensa de la Amazona espaola opinando sobre los diversos conflictos que tuvieron lugar durante el siglo XVII. Velasco, consider que despus de las sublevaciones indias en la regin y despus de las epidemias que azotaron la poblacin de las misiones, las incursiones portuguesas eran el tercer mal o gran quebranto que aquejaba a aquellos dominios de Espaa. El ingreso de los portugueses al territorio legalmente dominado por Espaa supona una gran preocupacin: ya para entrado el siglo XVIII los lusitanos mantenan vivos los intereses de penetrar al territorio y expandir su frontera agrcola, sometiendo bajo su dominio a las naciones indias. Todo esto llevo a Juan de Velasco a justificar la defensa por la preeminencia de Espaa en la regin, arguyendo a tres puntos que consistan, en primer lugar, al derecho innegable y prioritario de Espaa obtenido gracias a los descubrimientos realizados por Francisco de Orellana en 1541 y Pedro de Ursa en 1560, en segundo lugar, a la legtima defensa del territorio en tanto que fue aprovechado circunstancialmente por Portugal gracias a la separacin poltica de la pennsula ibrica, lo cual repercuti en la Amazona con las tentativas lusitanas por establecer sus lmites territoriales hasta la desembocadura del ro Napo. Y en tercer lugar, los argumentos de Velasco iban en contra de las incursiones portuguesas en territorios hispnicos como la Gran Omagua, donde se haba esclavizado a miles de indios so pretexto de su
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prcticas antropofgicas,134 hecho que incluso fue reprochado con vehemencia en los Sermes escritos por el jesuita portugus Antonio Vieira entre las dcadas de 1640 y 1660.135 Velasco afirm que a partir de la separacin de Espaa y Portugal en 1640 los portugueses aprovecharon para iniciar la irrupcin en los dominios hispnicos de la Amazona, particularmente en el territorio ocupado por la nacin Omagua en la cuenca alta del ro. A decir del jesuita, otro colega suyo, el padre italiano Gaspar de Cuja, haba llegado a censar a 15.000 omaguas de los cuales, en un periodo de 36 aos, los portugueses capturaron a ms de 8.000, lo cual fue un motivo de peso para que en 1681 los indios de tal nacin estuvieran dispuestos a resistir armados contra las arremetidas de los portugueses, algo que efectivamente tuvo lugar el ao de 1682, generndose as una fuerte reaccin ante el hecho, pues los omaguas fraguaron la venganza, orquestados por el jesuita pastuzo Juan Lorenzo Lucero: asesinaron a gran parte de la tropa portuguesa, liberaron a los otros omaguas cautivos y se apoderaron de dos nios lusos para despus trasladarse ms al occidente a fin de evitar futuras invasiones.136 Este tipo de tensiones surgidas gracias a la ocupacin de un territorio por parte de empresas expansionistas de diversa nacionalidad, al igual que sus intenciones y proyectos, fueron una condicin permanente para los primeros siglos de presencia europea en la cuenca amaznica. La absurda enormidad del territorio en cuestin, aunada a la dispersin de los proyectos dirigidos a ocuparla, y a los diferentes episodios de enfrentamiento blico, poltico o legislativo, demuestran la densidad y el hermetismo de este territorio, adems su propensin a ser enmarcado bajo las caractersticas
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134 VELASCO, Juan de. Op. cit, p. 523; El jesuita italiano Pablo Maroni explic que la justificacin de los portugueses para capturar a los indios y llevrselos al Gro Par consista en que estos eran canbales y bebedores de sangre humana. Indios como los urarinas tal vez Arinas o Urinas, mayorunas, piros, iquitos, cugies, yais, ancuteres y murcilagos fueron capturados y esclavizados bajo tal pretexto: Para libertar a estos miserables del poder de los que les tienen presos para comrseles son los rescates de los portugueses del Par, quienes los compran o rescatan a trueques de herramientas y abalorios y los llevan consigo a sus casas y haciendas; aunque en eso suele haber muchos abusos. Cfr. MARONI, Pablo. Op. cit., p. 181. 135 El padre Antonio Vieira consideraba la esclavitud de los indios como algo detestable y susceptible de toda recriminacin moral y divina. Desde su juventud como misionero en la ciudad de Baha haba sido testigo de los vejmenes cometidos por los portugueses contra los esclavizados africanos, por lo cual haca la dcada de 1650, se pronunci mediante los Sermes en contra de los sometimientos que soportaban los indios de Maranho, lugar donde Vieira ofici como misionero. Cfr. TAPIA MORALES, Carmensusana. El discurso teolgico de Antonio Vieira como mecanismo para objetar el sometimiento indgena en el estado del Maran y Gran Par, en: Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, nm. 34, Universidad Nacional de Colombia, Bogot, 2007, p. 305. 136 VELASCO, Juan de. Op. cit., pp. 523-524.
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fronterizas que, aunque pueden emparentarse con las de otras regiones del mundo colonial americano, es difcil encontrar en aquellas la complejidad de la frontera selvtica amaznica.
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Captulo II
UNA FRONTERA A COMIENZOS DEL SIGLO DE LAS LUCES, 1700-1740
Iniciado el siglo XVIII, las amenazas de invasin por parte de los portugueses persistan sin cesar. El fortalecimiento de las misiones comenz a consolidarse en la regin con iniciativas promulgadas desde la corte de Madrid. En una Real Cdula redactada en noviembre de 1706 el rey Felipe V demostraba estar enterado de las frecuentes incursiones portuguesas en las jurisdicciones hispnicas de la cuenca amaznica. Su preocupacin consista en que desde las capitanas lusas de Maranho y Gro Par los portugueses se adentraron ms de 800 leguas al occidente navegando por el ro Amazonas y alcanzando a recalar en la jurisdiccin misional de la Compaa de Jess. La llegada de los portugueses acarre actos de violencia entre varios pueblos de indios ibanomas, aizuares y yurimaguas que habitaban la regin, adems de la designacin, por parte de la corona de Portugal, de algunos religiosos carmelitas para administrar las misiones pertenecientes a la Compaa de Jess. El precursor de esta avanzada territorial haba sido el cabo portugus Joseph Antnez de Fonseca, el mismo militar que en las postrimeras del siglo pasado haba advertido acerca de la prisin a que seran sometidos los jesuitas castellanos que osaran radicarse en la jurisdiccin portuguesa. Por ello, en la Real Cdula el rey de Espaa orden:
se vuelvan a entregar a la religin de la Compaa de JHS las misiones que violentamente se les quitaron por los portugueses (como queda dicho) y pusieron al cargo de los padres carmelitas descalzos, y mando a mi virrey de las provincias del Per y al presidente y oidores de la dicha Audiencia de Quito y a los gobernadores y dems ministros ms de aquellas jurisdicciones lo tengan entendido as y que cada uno en la parte que le tocare concurra y asista a que tenga efecto el reintegro de las dichas misiones.137
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Las dificultades surgidas debido a la presencia extranjera, ms an aquella presencia de vasallos de una monarqua rival, tena un soporte legislativo elaborado desde el siglo XVI, pues lo que la Monarqua Hispnica siempre consider como Nuestras Indias nunca fue un territorio inmune a la presencia extranjera en ninguno de sus flancos insulares y continentales, presencia nociva tanto para los intereses monopolistas acariciados desde las metrpolis como para la consolidacin del proyecto religioso inherente a la Monarqua Catlica.138 Tal susceptibilidad hacia la presencia extranjera y su cercana a la perturbacin de la sancta fe cathlica contaba con su respectiva prohibicin en la Recopilacin de las Leyes de los Reinos de las Indias, donde en la Ley IX, Libro IX, Ttulo XVII, se expresaba claramente que:
Se procure limpiar la tierra de Estrangeros, y gente sospechosa en las cosas de la F. Porque crecen los inconvenientes de pasar a las Indias Estrangeros y residir en los puertos y otras partes, y de algunos se ha experimentado que no son seguros en las cosas de nuestra Sancta F Catlica y conviene atender mucho a que no se siembre algn error entre los indios, y gente ignorante. Mandamos a los Virreyes, Audiencias, y Governadores y encargamos a los Arobispos, y Obispos, que se correspondan, ayuden y procuren limpiar la tierra desta gente, y los haga echar de las Indias, y embarcar en las primeras ocasiones, a costa de ellos, poniendo siempre muy cuidadosa diligencia de que nos avisaran.139
Lo que no se tena previsto desde la corte era que las incursiones portuguesas constituiran la ms potente amenaza sobre los dominios hispnicos en el noroccidente amaznico durante varias dcadas del siglo XVIII, lo cual desat un gran nmero de proyectos y operaciones militares para tratar de contener efectivamente las decididas avanzadas enemigas cuyos objetivos econmicos y polticos apuntaban al claro detrimento de Espaa en aquella amplsima regin de Amrica del Sur. A comienzos del siglo, en su viaje realizado hasta la ciudad de Quito, el padre Samuel Fritz tuvo como objetivo acudir a la autoridad de la Real Audiencia y al gobernador de Maynas para solicitar limosnas y tropas que se desplazaran hasta las misiones con el fin de efectuar la ocupacin militar del territorio resguardo de los misioneros y coercin de los indios. Ese !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
138 Para conocer un estudio fundamental y bastante detallado sobre ste aspecto de las pugnas hispano-lusitanas, ver el captulo titulado: Los portugueses y el concepto jurdico de extranjera en los territorios hispanoamericanos durante el perodo colonial, en: OTS CAPDEQUI, Jos Mara. Estudios de Historia del Derecho Espaol en las Indias, Bogot, Editorial Minerva, 1940, pp. 364-378. 139 Recopilacin de las Leyes de los Reinos de las Indias [Ed. Facsmilar], Cuatro Tomos, T.IV, Madrid, Ivlian de Paredes, 1681, p. 13.
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mismo ao, la regin no slo padeca la latente amenaza constituida por las invasiones portuguesas, sino que tambin soport pequeas tentativas de rebelin como la del cacique Payoreva, quin ayudado por el forajido mestizo quiteo Fabin Caumari decidi rebelarse el 23 de agosto de 1701:
con sus allegados haban convidado a los Caumaris y Pevas infieles a que, viniendo de repente, pegasen fuego a la iglesia, y casa del padre, que ellos estaran prontos para matarlo a macanazos, caso que saliese vivo de la quema; y lo mismo hara con los indios que estuviesen de su parte. No quiso Dios se ejecutase la maldad acobardndose los infieles.140
Sin embargo, aquella tentativa fue sofocada por la autoridad quitea, logrando apresar al cacique y al mestizo rebelde quien adems era prfugo de la justicia y estaba sindicado de otros delitos para encarcelarlos en la ciudad de San Francisco de Borja, cabeza de la gobernacin de Maynas. Segn el padre Fritz, tales intentos de rebelin no slo fueron efectuados por estos dos individuos y sus dems aliados. El jesuita expuso que varios indios omaguas tambin estaban alzados y se haban confabulado con algunos indios ticuna para acribillar a todos los misioneros que laboraban en la Gran Omagua. Frente a esto, un militar castellano, el cabo Antonio Manrique, se desplaz hasta el lugar con varios soldados armados sofocando los nimos de la rebelin y logrando que un cacique ticuna declarara su amistad hacia los espaoles. El cabo, mand castigar a los cabecillas del motn, empleando los azotes y el destierro como vindicta para quienes osaran rebelarse de nuevo. A principios de febrero de 1702, el cacique Payoreva logr huir de la prisin de San Francisco de Borja y lleg a San Joaqun de Omaguas logrando reunir ms indios que asestaran golpes certeros contra clrigos, oficiales y civiles castellanos en caso de que se atrevieran a ingresar en sus tierras. Temeroso, el padre Fritz decidi refugiarse entre los yurimaguas llevando consigo los objetos preciosos que guardaba en la iglesia de la misin. All, entre sus indios, fue protegido y estuvo a salvo hasta finales del mes de marzo. Refugiado entre los yurimaguas, el padre Fritz se top con un misionero carmelita portugus llamado Juan de Guilherme, quien le explic haber llegado hasta all enviado por su superior provincial para negociar con el jesuita la reinclusin de varios indios yurimaguas y aizuares que estaban en dominios portugueses. Fritz lo intervino !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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comentndole que los indios estuvieron del lado espaol por el simple gusto de estar con l quien les haba dado las primeras noticias de la fe de cristo. Por ello, el jesuita bohemio viaj hasta Gro Par acompaado del carmelita para buscar a los omaguas que huyeron como fugitivos durante la rebelin. El 30 de marzo de ese mismo ao, el jesuita y el carmelita se encontraron con el cacique Payoreva y los dems indios fugitivos. Fritz trat de persuadirlo para que regresara mientras que el carmelita insista en que capturarlo, amarrarlo y llevarlo preso era una mejor opcin, ya que estando en la misin de San Pablo, durante la rebelin de los omaguas Payoreva haba intentado matar al padre Guilherme.141 Despus de tal episodio, ambos padres se dirigieron a la misin de Zuruit, en los dominios portugueses, y desde all partieron hacia la misin donde resida el carmelita, lugar en el cual se encontraron a otros dos jesuitas portugueses y, segn el padre Fritz, discutieron acerca de la cuestin limtrofe en aquella regin selvtica. Es deducible entonces que el problema de los lmites iba mas all de los acuerdos polticos y las consideraciones de los clrigos radicados en la selva. Aquello supona la vigencia del Tratado de Tordesillas y de sus bulas (1493-1494), aunque esa vigencia contena caractersticas un poco abstractas que en realidad impedan llegar a acuerdos concretos, pues la lnea trazada en direccin norte-sur sobre el planisferio fue refutada por ambas monarquas reclamando mediciones y grados que implicaban la posesin de territorios en Amrica. Sin embargo las intenciones de las misiones jesuitas adscritas a la corona de Espaa se enfocaban en mantener una jurisdiccin amplia que no estuviera compartida con otros misioneros sin importar su orden religiosa. Pues del enfrentamiento entre jesuitas portugueses y espaoles no se obtuvieron acuerdos amables, lo cual evidenci cierta fidelidad poltica alejada en parte de los preceptos filosficos de la Compaa de Jess. As, una vez que llegaron los dos clrigos al lugar donde resida el padre Guilherme, el jesuita Samuel Fritz coment que:
fui recibido con mucha honra y agasajo. Aqu repet por escrito mi protesta sobre que aquellas tierras eran sin controversia de la corona de Castilla [] conclu pidindoles desistiesen de subir para arriba, hasta que en las cortes se determinase el pleito y sealasen limites entre las Coronas; as me prometieron que haran pero apenas yo volv para Zuruit, cuando un religioso corista llamado fray Antonio Andrade, compaero de fray Guillerme, fue con algunos soldados en seguimiento mo y embistiendo con furia a una de mis canoas, cogi preso a un cacique que iba subiendo conmigo, aunque despus,
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Ibid., p. 132.
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al da siguiente volvi a entregrmelo, contentndose con echar mil amenazas contra mi y mis pobres catecmenos, que todos nos llevara cargados de grillos al Gran Par.142
El padre Fritz afirm que a lo largo de este tiempo el cacique Payoreva termin por huir y refugiarse en algn lugar de la extensa jurisdiccin de Gro Par, mientras que aquel temperamental corista143 Antonio de Andrade homnimo del primer jesuita portugus que ofici en el Tbet se acaudill entre unos mamelucos tratando de conquistar y dominar toda la Gran Omagua. Durante su primer encuentro con el padre Fritz, Antonio de Andrade haba tenido la osada de amenazarlo con una boca de fuego.144 Estas intervenciones y ocupaciones furtivas del territorio a manos de portugueses, bien fueran religiosos, militares o civiles despertaron en el rey y en el Consejo de Indias la necesidad de intervenir acudiendo a la emisin de nuevas leyes. Una Real Cdula de 1706 da testimonio de ello aduciendo a que los portugueses del Gro Par y de Maranho despojaron a los jesuitas espaoles de sus misiones colocando en su lugar a religiosos carmelitas descalzos, quienes aseguraban que:
segn la demarcacin de la santidad de Alejandro Sexto, aquellas tierras pertenecen a los portugueses, siendo as que no pertenecen sino es a mi corona de Castilla [] he tenido por bien de resolver que se vuelvan a entregar a la religin de la Compaa de Jess las misiones que violentamente se les quitaron por los portugueses como queda dicho y pusieron a cargo de los padres carmelitas descalzos, y mando a mi virrey de las provincias del Per y presidente de la Audiencia de Quito y a los gobernadores y dems misioneros mos de aquellas jurisdicciones lo tengan entendido ass y queda uno en la parte que le tocare concurra y asista a que tenga efecto el reintegro de las dhas misiones a los padres de la compaa en tiempo habil y oportuno.145
Pocos meses despus, entre los aos de 1707 y 1708 fuertes rumores sobre una posible invasin portuguesa rondaron entre las misiones de Maynas. Alertado de ello gracias a la informacin suministrada por el padre Pedro Bollarte, Samuel Fritz supo de la violencia con la cual los portugueses haban arremetido en la Gran Omagua. Lo interesante del caso, es que en tal invasin !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Ibid., p. 133. Chorista: El que canta, sigue y assiste de ordinario en el Choro, al tiempo de los Oficios Divinos y horas cannicas. Regularmente se llama ass en las Religiones y rdenes Sagradas los religiosos que aun no son sacerdotes, deputados para cantar los psalmos y dems preces, y oficiar Misas. Viene de la voz Choro, y se pronuncia la Ch como K. Lat. Chori ministerio mancipatus Monachus. Cfr. Op. cit., Diccionario de Autoridades, T.I, p. 330. 144 ZRATE, Andrs de. Informe que hace Su Magestad el Padre Andrs de Zrate, de la compaa de Jhesus, Visitador y Vizeprovinzial que acaua de ser de la provinzia de Quito, en el reyno del Per, y de sus misiones del ro Napo y del Maran, en: MARONI, Pablo, Op. cit., p. 435. 145 AGI. Quito 158, ff. 209r-209v.
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haba participado Antonio de Andrade, el corista portugus, acompaado de 11 soldados y cien indios aliados cuyo objetivo era capturar algunos indios ibanomas. Los portugueses no pudieron lograr su objetivo y decidieron partir hacia Yurimaguas donde el corista ordenara a Joseph Pinheiro Marques, cabo de la tropa, entrar por la fuerza a las moradas de los indios para capturarlos, logrando tomar por prisioneros a 18 familias. Luego regresaron a la Gran Omagua y capturaron alrededor de 100 indios ms, pero al parecer el objetivo primordial del corista era capturar al padre Samuel Fritz, autoridad principal en las misiones amaznicas de Espaa. Segn Fritz, el corista Andrade asegur que cualquier cosa que sucediera estaba dispuesto a afrontarla pues plata tena para ir a Roma a negociar la absolucin.146 Samuel Fritz design al padre Bollarte para viajar a Quito a informar de la situacin y lograr la intervencin de la autoridad provincial. En una carta fechada en diciembre de 1707 dirigida al padre Fritz, su colega y compaero de misin, el padre natural de la isla de Cerdea, Juan Bautista Sanna, le aclar que desde principios del mes de diciembre haba llegado a la misin de Yurimaguas una armadilla compuesta por 11 soldados y acompaada de unos 200 indios, todos al mando del capitn Joseph Pinheiro Marques. Entre este contingente se encontraba el carmelita Antonio de Andrade, quien haba sido el verdadero orquestador e impulsor para capturar los indios que, segn l, haban huido de las misiones. Sanna escribi en su carta que el carmelita le oblig a entregar los indios en nombre de Dios y del rey de Portugal, pues de lo contrario, el pueblo de Yurimaguas sera sometido a muertes y vejaciones. El belicoso carmelita reclamaba ocho indios remeros quienes aos atrs transportaron al padre Fritz en su regreso a Yurimaguas. El padre Sanna le respondi que entregar los indios era competencia del clero secular mas no de la Compaa de Jess.147 Los argumentos de Antonio de Andrade sugeran que tanto el padre Sanna como sus colegas jesuitas se encontraban en tierras de Portugal y que el ro Amazonas perteneca todo al rey portugus. Por lo tanto la armadilla prosigui a buscar los indios que reclamaban sin poder encontrar ninguno, pues todos huyeron, y frente a esto, los portugueses tomaron represalias contra la misin de Yurimaguas. Adems de auspiciar el procedimiento militar, el carmelita le advirti al padre Sanna sobre los intereses de Portugal para construir una fortaleza en la !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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desembocadura del ro Coca; asunto que era posible pues a decir del padre Sanna el gobernador de Maynas Antonio Snchez estuvo avisado de las invasiones, pero nunca ha querido poner remedio y aunque la Real Audiencia le mand que viniera a echar los portugueses, no lo ejecut.148 Juan Bautista Sanna explic que a pesar de varias splicas al carmelita, ste decidi dar la orden al capitn Pinheiro de atacar Yurimaguas a la media noche, y aunque el capitn no estaba convencido de tener permiso para hacerlo, Andrade le replic: que hiciese lo que le peda, que le castigaran a l sus superiores si obrase mal algo, tambin era menester dar el asalto por haber tenido noticia esconda un indio de este pueblo dos mujeres de uno de los huidos.149 La misin de Yurimaguas fue tomada por asalto: los portugueses apresaron a doce familias de indios junto con sus hijos. Antonio de Andrade insista en que todos los indios capturados le pertenecan y, a decir del padre Sanna, no hubo forma de hacerle cambiar de opinin, dado que el carmelita Antonio Andrade adems de su tosquedad e ignorancia no ostentaba ni el ttulo sacerdotal y segn l deca no haba estudiado. Esta incursin comandada en parte por el temerario corista haba causado fuertes temores entre los jesuitas castellanos y los indios de las misiones. El padre Sanna lo afirmaba con cierta desazn:
Ha causado tanto miedo esta armada en las provincias Omagua y Yurimagua ya bautizadas divididas en 18 pueblos, que todos van desamparando sus pueblos y los mas lo han ejecutado y en este pueblo de Santa Mara Mayor [Yurimaguas] en donde estuvo la armada catorce das ha quedado tal horror que no tratan sino de huirse y algunos, lo han ejecutado ya que ni an los mismos del pueblo saben en donde estn.150
Recurriendo a la violencia y a las armas los portugueses se llevaron de Omaguas y Yurimaguas a ms de cien personas entre adultos e infantes, y adems de esto, era posible que regresaran en poco tiempo para desolar ambas provincias capturando a las casi 1.300 familias que all residan. Al ser una situacin inminente, 15 caciques de Omaguas le requeran al padre Sanna el envo de soldados espaoles que actuaran en su defensa, pues de lo contrario optaran por regresar a la espesura de los montes atemorizados por las arremetidas portuguesas. El cacique omagua Jernimo Mativa le explic al jesuita que quera irse lejos con su gente a fundar su pueblo en !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Ibid., f. 212v. dem. 150 dem.
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otro ro, hecho que era completamente verosmil en esa desmesurada masa territorial drenada adems por tal cantidad de afluentes. Sin embargo, para el padre Sanna, uno de los principales perjuicios de las incursiones portuguesas era que los indios reducidos en las misiones comenzaban a dudar de los benvolos planes de la Compaa de Jess. Era comn que los indios de Omaguas y Yurimaguas comentaran entre s que los padres jesuitas los haban engaado y que los bautismos y las reducciones no tenan otro fin ms que el facilitarle a los portugueses el trabajo de capturarlos y esclavizarlos, lo cual si se observa desde una forma pragmtica, es un asunto probable: Todo es en prejuicio de la predicacin del Santo Evangelio y del renombre Santo de Dios. Otro prejuicio que el padre Sanna mencion era que las pretensiones de expansionismo territorial acariciadas por Portugal y condensadas con el posible dominio de las provincias de Omaguas y Yurimaguas facilitara que los portugueses de Maranho y Gra Par se apoderaran de aquella fraccin de la cuenca amaznica y aprovecharan a los indios como remeros, resultando absolutamente factible que despus de remontar el ro Napo llegaran pudieran alcanzar las ciudades de Quito, Pasto y quizs Popayn, donde sin duda las precarias fuerzas de milicia deberan prepararse para contener a los lusitanos. Estas amenazas y las respectivas consecuencias que se cerniran sobre aquellas misiones fueron el motivo de la alarma comunicada por el padre Sanna a su superior, el padre Fritz, quien por esos das se encontraba en Quito. As, el jesuita poda confirmarle tanto a las autoridades eclesisticas como a la oficialidad de la Real Audiencia sobre las posibles dificultades a encarar si las misiones de Maynas continuaban careciendo de la presencia militar.151 Si para el padre Sanna la situacin ventilada por las invasiones portuguesas era un prejuicio, para el capitn don Luis Duque de Estrada, un militar encomendero residente en la gobernacin de Quixos, todo esto era inminente: una verdad irrefutable. En un testimonio redactado para la Audiencia de Quito en abril de 1708 el capitn avisaba sobre el peligro y los daos irreparables que podan causar los portugueses. Por ello, el capitn Duque de Estrada adverta sobre la necesidad de proteger toda la gobernacin siendo necesario contar con una hueste de 25 soldados armados que tuvieran la capacidad de repeler la incursin lusitana. El capitn saba que los portugueses haban tomado ventaja en el territorio ocupado por los jesuitas tiempo atrs; su argumento era que: han salido muchos portugueses que se supone es para !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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Ibid., f. 213r.
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apremiar a los reynos de toda esta provincia a que condesciendan a su voluntad a prejuicio de esta Real Corona,152 pues se tena noticia de que durante los aos anteriores seguramente en las postrimeras del siglo XVII los portugueses haban recorrido desde la desembocadura del ro Amazonas hasta la gobernacin de Quixos, en el cercano oriente de la ciudad de Quito. Como capitn, Duque de Estrada se comprometi a dirigir la soldadesca y hasta arriesgara su vida por el bien de los dominios de su majestad. Para ello solicitaba armas boca de fuego, municiones y plvora; el utillaje preciso para repeler a los intrusos. Aunque como encomendero era completamente vulnerable de perder su fuente de utilidades a manos de los invasores y por ello su propuesta de una defensa militar privada cobraba para l un doble sentido, tanto as, que sugera a los propietarios de encomiendas en Quixos que acudieran armados a la gobernacin a fin de procurar a toda costa su defensa; asunto que de otro lado beneficiaba el erario de la Audiencia de Quito al comprometer civiles transfirindoles la potestad defensiva y as reducir el gasto que acarreaban los militares expertos que, adems, escaseaban. 153 De esta manera, segn lo planeado por Duque de Estrada, los encomenderos de Quixos cumpliran una funcin que en teora deba ser competencia de la corona; hecho que se hizo crnico mientras permaneci vigente el sistema de encomiendas.154 Sin duda, ste capitn estaba alerta de los merodeos lusitanos, y de hecho haba logrado capturar a dos individuos uno de ellos portugus, someterlos como prisioneros y remitirlos a la ciudad de Archidona donde fueron juzgados y obligados a declarar acerca de sus intensiones en territorios de la jurisdiccin hispnica. Uno de los capturados se llamaba Manuel Joo da Silva, tena 40 aos y era natural de la ciudad de Castelo Rodrigo al norte de Portugal, ciudad fronteriza con los reinos de Espaa. En su declaratoria dijo ser escultor y haber vivido por diez aos en la ciudad peninsular de Oporto, de donde parti para cruzar el ocano Atlntico y recalar en el Nuevo Mundo. Segn lo que afirm Manuel Joo da Silva, desde Oporto se embarc hacia la ciudad de Quito pero en su travesa transatlntica la embarcacin sufri la embestida de unos
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Ibid., f. 215r. SLATTA, Richard W. Spanish colonial military strategy and ideology, en: GUY, Donna & SHERIDAN, Thomas E. Contested Ground. Comparative Northern and Southern Edges of the Spanish Empire, Tucson, The University of Arizona Press, 1998, p. 87. 154 OBEREM, Udo. Los Quixos. Historia de la transculturacin de un grupo indgena en el oriente ecuatoriano, Otavalo, Instituto Otavaleo de Antropologa, 1980, p. 104.
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piratas155 que los asaltaron e hicieron prisioneros durante 22 das hasta que fueron liberados en una playa de la capitana de Maranho, prxima a la ciudad de So Luis. Manuel Joo da Silva logr vivir en So Luis de Maranho durante 15 meses donde luego se embarc en una nave que iba rumbo al Gro Par y cuyo capitn era Manuel Ribeiro Cuaresma. Se radic en la capitana durante 11 aos desempendose en su oficio y un da cualquiera tom una canoa para navegar rumbo al occidente, hacia los territorios misionales de la corona de Portugal.156 Es posible que lo declarado a la justicia hispnica por Manuel Joo da Silva no fuera ms que una treta: pues tanto las versiones del padre Juan Bautista Sanna y de otros misioneros, as como las del capitn Luis Duque de Estrada, siempre estuvieron plagadas de alusiones a los intentos portugueses por aduearse del territorio y desplazar a los padres castellanos de la Compaa de Jess. Adems tanto los misioneros y los indios de las misiones espaolas, as como los escasos habitantes civiles y los casi inexistentes militares encargados de velar por la regin, conocan que desde antao las acechanzas portuguesas eran moneda corriente en el sector y por ello se reclamaba con desesperacin que desde Quito se desplazaran tropas remuneradas con dineros de la Real Audiencia. Manuel Joo da Silva fue una prueba sustancial de lo temido por clrigos y oficiales en todo el oriente de la Audiencia de Quito, una amenaza latente que recrudeca la desconfianza hacia los vecinos. Segn su declaratoria los motivos de su arribo a Quixos eran claros; simplemente buscar medios en estas tierras para regresarse a Portugal, pues confes ser un prfugo perseguido en la capitana de Gro Par. No contaba con pasaporte y tal parece que su intencin tampoco era la de comerciar con algn gnero pues a Quixos haba llegado armado y con una servidumbre de cinco indios: entre los pocos bienes que traa consigo podan contarse una escopeta de cuatro cuartos, y una pistola de cuarta y mas y espada y daga y poco ms o !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
155 Lo que afirma el portugus Manuel Joo da Silva acerca del asalto pirata del que fue vctima es verosmil: las ltimas dcadas del siglo XVII son el perodo del declive de la piratera britnica, francesa y holandesa. Para ese perodo, en el mar Caribe, en los dems puntos cardinales del Atlntico, as como dispersos a lo ancho del ocano Pacfico, los agitadores del mar: piratas, corsarios, filibusteros y bucaneros de diversas nacionalidades seguan empeados en el saqueo de los tesoros y otras producciones espaolas que se hallaban navegando en los mares o resguardados en los puertos de Amrica. Es pues factible que el asalto propinado a la embarcacin en la cual viajaba Manuel Joo da Silva haya ocurrido en las proximidades de la costa de Venezuela a manos de ingleses o de holandeses acechadores de las embarcaciones que transportaban el cacao de aquella Capitana General. Cfr. LUCENA GIRALDO, Manuel. Piratas, bucaneros, filibusteros y corsarios en Amrica, Madrid, Editorial Mapfre, 1992, pp. 203-206; BRITTO GARCA, Luis. Demonios del mar. Piratas y corsarios en Venezuela, 1528-1727, Caracas, Fundacin Francisco Herrera Luque, 1998, p. 519. 156 AGI. Quito 158, f. 217v.
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menos que una docena de balas sin plvora porque se le moj en una canoa que vena. Adems afirmaba que no saba si por esos das Portugal y Espaa estaban en paz, aunque tena claro que tiempo atrs ambas coronas se haban enfrentado en una guerra.157 El otro individuo capturado, acompaante de Manuel Joo da Silva, era un vizcano llamado Juan, quien sospechosamente, no se acuerda de su apellido. ste haba trasegado entre Vizcaya, Bilbao y La Rochelle, reinos de Francia. Se haba embarcado para el Nuevo Mundo y haba llegado a Cayena dominio Francs donde se alist como militar. Desde Cayena haba partido para Gro Par y all fue socorrido por unos jesuitas portugueses. Sera entonces en Gro Par donde este enigmtico individuo se uni a Manuel Joo da Silva para navegar remontando el ro Amazonas y adentrarse hasta el gobierno de Quixos.158 En su declaracin Juan coment acerca de un asunto que reiteraba a los espaoles la precaucin frente los vasallos de Portugal: al parecer, las misiones de Maynas eran usualmente el refugio de algunos lusitanos que, como Manuel Joo da Silva, haban cometido algn delito en las capitanas de Gro Par o Maranho, por tanto se daban a la fuga solicitando asilo a los misioneros espaoles. Tal situacin disgustaba a las autoridades de las capitanas portuguesas quienes acatando las leyes procedan a buscar a prfugos de la justicia que en realidad difcilmente hallaban y, a decir del capturado y testigo Juan: que de no hallar la di[c]ha gente se llevaran la de los padres jesuitas.159 La situacin en la frontera de aquellos dominios era alarmante. En Quito no se dio espera para iniciar el contrarresto y frenar las tentativas enemigas. Era claro que la gobernacin de Quixos haba sido vulnerada por la presencia portuguesa y por ello se requera de inmediato la presencia militar. Un mes despus de ocurrida la captura de Manuel Joo da Silva a manos del capitn Luis Duque de Estrada, la Junta de Guerra de la ciudad de Quito determin el envo de 100 hombres voluntarios quienes armados cada uno con un arcabuz se desempearan como guardias en el puerto del ro Napo. Su encargo consistira en expulsar a los portugueses que merodeaban la cuenca del ro buscando yacimientos de oro pues era claro y ampliamente conocido que el ro Napo ubicado en la jurisdiccin del gobierno de Quixos perteneca a la corona de Espaa. Estos 100 milites voluntarios estuvieron bajo las rdenes de dos capitanes de !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Ibid., f. 218r. Ibid., f. 218v. 159 dem.
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milicia, fueron debidamente remunerados por la Real Audiencia de Quito y, adems, por rdenes explcitas de la Junta de Guerra, contaron con el apoyo civil de los encomenderos de Quixos.160 Juan Bautista Sanna no se cans de advertirlo. En mayo de 1708, cinco meses despus de haber enviado la carta de informes y peticiones al padre Samuel Fritz, el italiano envi una nueva misiva a otro de sus colegas, el padre Pedro Bollarte, explicndole los nuevos acontecimientos ocurridos y difundidos en Yurimaguas: el carmelita Antonio de Andrade haba acometido en Omaguas tomando por la fuerza ocho misiones entre las cuales estaban San Pedro de Cafur, Santo Toms de Cait y San Lucas de Curvasate, lugares que contenan a los indios agrupados, es decir reducidos, y por tanto fueron presas fciles del corista. Otro de los acontecimientos de los que dio cuenta el padre Sanna fue el de la fortificacin construida por los portugueses junto a la misin de San Mateo de Yavar. Sanna haba recibido un recado de parte de Antonio de Andrade; el corista dijo que, si tales tierras pertenecieran a Espaa, los espaoles hubieran reaccionado en su defensa desde haca ms de 13 aos, perodo en el cual los portugueses desterraron de tales dominios al padre Samuel Fritz. Por ello, el hecho de no defenderse significaba para Andrade la prueba fehaciente de que aquellas tierras no pertenecan a Espaa, lo que sin duda le generaba gran temor a Sanna puesto que otra misin recin fundada por l en la provincia de Mayorunas corra peligro de despoblarse, en tanto que sus 100 habitantes se escabulliran a causa de la presencia portuguesa.161 Tal parece que la situacin de ambas misiones se mantuvo en constante zozobra poco menos de un ao. El da 2 de febrero de 1709, Juan Bautista Sanna redact de nuevo otra carta para un colega, el jesuita Sebastin Luis Abad. En ella, Sanna explic cmo un cabo del ejrcito portugus le haba dado a conocer una Real Cdula sellada y firmada por el fidelissimo rey de Portugal. All se ordenaba despachar a un cabo acompaado de soldados venidos desde el Gro Par para presionar el desalojo de las misiones. Los jesuitas tendran slo dos meses para abandonar el territorio segn lo ordenaba la Real Cdula. El desalojo consistira en anular la presencia jesuita a lo largo de todo el ro Maran y todo el ro Napo, incluso hasta el puerto de Napotoa, lugar de explotacin aurfera, y de no cumplirse tal orden, el mandato del rey era claro:
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los jesuitas seran tomados como prisioneros y trasladados a Gro Par para despus ser remitidos a una prisin de Lisboa.162 El padre Sanna saba que el avance de la tropa portuguesa era inminente. No le bastaron sus apelaciones a la religiosidad ni su leal vasallaje a Felipe V, mucho menos los argumentos que demostraban el amparo del rey de Espaa hacia las misiones de Maynas y la larga trayectoria en los oficios misionales. Ninguna de estas argucias fueron suficientes para persuadir a los portugueses de evitar su procesin expansiva. Aquella tropa portuguesa enviada desde Gro Par tena rdenes precisas de avanzar hasta el ro Napo y construir una fortaleza en su desembocadura, lo cual sera una til estrategia para asentar el podero militar sobre el territorio usurpado. Cabe mencionar de nuevo que adems de los estragos que ocasionaran los portugueses a los proyectos de la Compaa de Jess, el peligro de que stos surcaran el piedemonte andino y se encumbraran hasta la cordillera significara, en otras palabras, la invasin a las ciudades localizadas en los Andes, entre las cuales, Quito, Pasto y Popayn suponan las presas ms codiciadas. Estos son sus intentos y los han de ejecutar porque no hay aqu quien se les oponga, afirmaba con preocupacin el padre sardo. Y no era para menos, ya que la distancia entre la ciudad de Quito y las cabeceras del ro Napo era relativamente corta. Aproximadamente nueve das de camino distaban entre ambos lugares y en caso de que la situacin evolucionara como se tena previsto sera posible que Portugal adquiriera una gran parte de la franja noroccidental de la cuenca amaznica; sellando de cierta manera el acceso de los jesuitas a las misiones de Maynas163 y, ms importante an, ganando para la monarqua lusitana una promisoria fuente de riqueza: las minas de oro del ro Napo. Con el corista fray Antonio de Andrade a la cabeza de aquella tropa los portugueses ya se haban abierto camino en direccin al occidente a contracorriente del ro. El padre Sanna afirm que eran un total de doce soldados lusos acompaados de 60 indios quienes ya haban allanado por la fuerza ms de 20 misiones dejando libres lugares como La Laguna, la misin de Xeberos y las misiones de Maynas. El tiempo apremiaba para el padre Sanna y una de sus !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Ibid., f. 231r. La justificacin que daba el padre Sanna rezaba exactamente: Y as quedan perdidas todas las misiones por donde no hay ya camino por donde salir ni entrar a las misiones, no por el ro Napo porque ya lo han quitado los portugueses, y sino adelantara este despacho secreto no habra por donde avisar despus porque el pongo no se puede ya andar por haberse derrumbado una pea y haber imposibilitado el trajn. No por canelos porque est el camino muy cerrado, y en partes perdida la trocha, segn me dicen, y aunque estuviera abierto son menester tres meses y an ms para llegar carta a Quito. Ibid., f.231r-231v.
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principales angustias era la profanacin de la infraestructura cristiana cometida por los enemigos en las misiones. A su decir, en la misin de San Pablo de Omaguas, los portugueses haban hecho de la iglesia una cocina, adems de casa de juego y despensa de provisiones, toda una modificacin sustancial a favor de la logstica para las expediciones militares. Sin embargo la situacin era ms delicada an y se requera urgentemente la presencia de las milicias quiteas para contrarrestar el avance portugus, buscando evitar la prdida de toda una enormidad territorial: mil y trescientas leguas de tierra.164 Un misionero bohemio llamado Xavier Malowetz, quien laboraba en las misiones del Gro Par al servicio de Portugal le trajo a su coterrneo, el padre Fritz, una carta donde se propona negociar con el gobernador acerca de las incursiones violentas acometidas por los portugueses en la selva hispnica. El padre Malowetz afirm que el propio gobernador portugus de la regin seal varias condiciones para aceptar las negociaciones. Entre ellas, contemplaba una bastante descabellada: si las misiones estaban administradas por el archiduque Carlos III habra posibilidad de llegar a un acuerdo poltico, pero si las decisiones estaban en manos de el Gabacho Felipe V, no se negociara asunto alguno y los portugueses se extenderan sin control hacia el occidente. Era claro entonces que, en teora, Felipe V, como cabeza de la Monarqua Hispnica estara preocupado por continuar poseyendo sus territorios y por garantizar mediante la Societas Iesu la expansin de la fe catlica entre los fieles de la Amazona. A su regreso de Quito, el padre Bollarte introdujo la noticia de que desde la corte se haba emitido una Real Cdula, con la cual se determinaba desalojar a los portugueses con el apoyo de 100 hombres de milicia. Desde las misiones de la Gran Omagua el padre Fritz estaba enterado de las noticias sobre el avance de la tropa portuguesa, la cual tena el beneplcito del propio Joo V, rey de Portugal. Un cabo portugus llamado Ignacio Correa dio avis al padre Juan Bautista Sanna de que se retiraran de all l y los dems misioneros, tanto de la regin central del ro Amazonas como del ro Napo, pues segn el cabo, toda la regin, es decir, gran parte de la cuenca hidrogrfica noroccidental hasta el puerto de Santa Rosa perteneca a la corona de Portugal, pues los lusitanos se basaban en el acto de posesin hecho en el siglo anterior y que bajo unos preceptos jurdicos confusos haba efectuado Pedro Teixeira. Por ello, de no cumplir con esta !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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orden, los padres seran tomados como prisioneros, luego seran llevados al Gro Par y de ah despachados hacia Lisboa. Mostrndose conciliador, el padre Fritz, escribi al cabo Ignacio Correa tratando de disuadirlo de la injusta decisin de invadirlos pues consideraba poco sensato su actuar a pesar de contar con el respaldo del rey de Portugal. La carta de Fritz al cabo Ignacio Correa, es reveladora en tanto que expuso claramente los argumentos por los cuales las invasiones portuguesas fueron consideradas como una violacin a la soberana de los dominios hispnicos. Fritz conoca los tratados con los cuales aos atrs se estipularon los lmites geogrficos basados en las gradaciones longitudinales del planisferio conocido. As, el padre llamaba la atencin del militar explicndole que desde 1668 con el Tratado de Lisboa, se haba establecido que, desde la desembocadura del ro Amazonas a Portugal le pertenecan cuatro grados y dos tercios de longitud sobre el territorio, ms no 40 grados que era la medida que los portugueses reclamaban y perseveraban en sus incursiones. Para Fritz ni siquiera una guerra sostenida por Espaa y Portugal poda ser motivo de repercusiones en la Amazona. El jesuita consideraba que la labor de los insignes padres distaba mucho de las pretensiones polticas y belicistas que empleaban ambas coronas por el control del territorio y sus recursos. Pero en su carta, sin duda el argumento ms instigador e ilustrativo planteaba que:
bien saben que ningn gobernador ni virrey puede dar tierras a otra corona sino solo el rey. Esta posesin ni la dio ni la confirm Felipe IV, pues cuando la tomaron ya Portugal se haba apartado de la corona de Espaa, y por consiguiente es legtima y nula. Por tanto aviso a vmd. y a toda la tropa que desista de tan injusto empeo y se vuelva abajo dejndonos intactas nuestras misiones, suplicando que primero se despache esa mi carta a S.M de Portugal, que si no, persudase de cierto que no se escapar de la ira de Dios y de su mano omnipotente. A los padres (les amonesto en el nombre de Dios vivo), si al fin no quisiera desistir de este injusto empeo. vmd. los ponga en salvo con las alhajas, aqu o en el puerto de Napo, dndoles canoas, bogas y el avo necesario, que eso he visto hacer aun en las guerras en Hungria del hereje Tekely, etc.165
A partir de esta carta enviada por el padre Fritz comenz un proceso bastante arduo para la prevencin de las invasiones portuguesas. Gracias a estas advertencias, desde Quito, as como desde otros lugares de la vasta frontera selvtica fueron llegando varios militares. El 23 junio de 1709 llegaron los primeros 16 hombres acompaados por Baltazar de Rioja el gobernador de San !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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Francisco Borja. Para el da 30 de se mismo mes el padre Andrs Cobos lleg acompaado de unos yurimaguas que recientemente haban huido de los portugueses. El da 3 de julio el capitn Fernando Saldaa arrib con soldados de Moyobamba e indios del partido de Xeberos y para el da 12 del mismo mes lleg don Luis de Iturbide, cabo principal del contingente, quien haba venido para proteger el pueblo de Yurimaguas acompaado del cabo Antonio de Oviedo, al mando de 50 mestizos reclutados en la ciudad de Quito. Desde la Audiencia se orden que los habitantes de la ciudad de San Francisco de Borja que no participaran en la defensa y proteccin de las misiones seran castigados por traicin al rey. Todo el andamiaje con el cual se buscaba repeler la invasin portuguesa comenz a estructurarse. En la misin de San Joaqun de Omaguas, los padres Samuel Fritz y Juan Bautista Sanna acompaados de los indios se encontraron con los soldados enviados desde Quito, y aunque la mayora de estos soldados era gente inexperta en la milicia pues eran bisoos en el manejo de armas de fuego, los pertrechos que traan eran obsoletos y adems varios de ellos eran ladronzuelos y gente balad, se constituyeron como una brigada dispuesta a hacerle frente a la amenaza lusitana. Varios espas se designaron para vigilar cautelosamente a los indios y as prevenir que los portugueses se enteraran de la arremetida fraguada por los espaoles antes de comenzar la gesta. Tomando todas las precauciones del caso, avanzaron hasta el oriente dejando atrs las misiones de Cafur y Zuruit. En el camino se encontraron con algunos misioneros portugueses que no escondieron su asombro al ver el desplazamiento de aquella tropa, entre ellos fray Juan de Luz, un portugus que se enfureci al ver la presencia de la tropa espaola en sus supuestos territorios. A medida que seguan avanzando, encontraban a ms portugueses dispersos, algunos ya estaban enterados de la llegada del padre Fritz por lo cual se previnieron y se armaron a la espera de cualquier sorpresa. Siguiendo el camino se cruzaron con fray Andrs, un misionero de Portugal que vena acompaado de un joven que tambin estaba enterado de los proyectos de arremetida hispnica. Segn el joven, un indio omagua le haba comentado que los espaoles venan quemando y matando a todos, sin embargo no hubo un encuentro significativo con ninguna tropa armada de Portugal. Simplemente, durante la travesa, hallaron alguna gente dispersa y aislada que al parecer no tena nada que ver con las incursiones sistemticas de los lusitanos planeadas desde las capitanas de Gro Par y Maranho. Debido a esto, la tropa quitea y su comandante-clrigo decidieron regresar a San Joaqun de Omaguas, no sin antes asegurarse
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de quemar algunas rsticas edificaciones que vieron en el camino para impedir que fueran usadas por los enemigos. El regreso a San Joaqun de Omaguas tuvo algunos percances, pues segn el padre Fritz, l mismo contrajo el conocido mal del valle, se enter a su llegada de que el padre Bollarte estaba enfermo de hidropesa y observ como muchos de los indios aizuares que lo acompaaban decidieron marcharse a Zuruit irritados porque uno de los soldados quiteos haba violentado pblicamente a la mujer del cacique.166 Un breve perodo de tiempo que iba desde la segunda mitad de 1708 hasta el mes de marzo de 1710 fue bastante sosegado. Las misiones vivieron una corta temporada de tranquilidad y experimentaron el ambiente pasivo que les procuraba el haberse replegado ms al occidente, es decir, dejando un amplio margen con los territorios que posea Portugal. La expedicin conformada por los padres jesuitas y la tropa enviada desde Quito al mando de Luis de Iturbide haba entregado varios resultados; la captura de cinco militares portugueses entre los que se encontraban dos individuos jvenes: el propio cabo Ignacio Correa de Oliveira capturado en Zuruit y su colega, Antonio de Aragn Pereira capturado en Tayasuti, quienes les confirmaron las rdenes y la patente que tenan desde las capitanas lusitanas para desalojar a los padres espaoles:
Dijo que su gobernador del Maran y Par remiti a este declarante una provisin para que notificasen a los padres de la compaa de Jess de esta provincia que estaban misionando en algunos pueblos el que se retirasen de ellos por ser de la conquista de la corona de Portugal y haberse quejado los padres carmelitas de que los de la compaa se haban introducido en sus misiones y el rey de Portugal mand que cada uno estuviese en lo que era suyo porque no haba ms conveniencia que conquistar almas.167
Antonio de Aragn Pereira constataba que las distancias que deban recorrerse en la cuenca amaznica eran tan desmesuradas que requeran de meses enteros para desplazarse de un lugar a otro: desde d[ic]ha ciudad del Par hasta el pueblo de San Joaqun, cuatro, cinco y seis meses de camino, que el que se hace en cuatro meses es muy feliz y raras veces se hacen.168 A pesar de esta gran dificultad los portugueses alcanzaron a llegar a las misiones de San Joaqun de Omaguas, San Pablo de Omaguas y Santa Mara la Mayor de Yurimaguas y una vez all, !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Ibid., p. 144 -147. AGI. Quito 158, f. 242r. 168 Ibid., f. 243v.
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inusualmente, con toda veneracin, trataron de persuadir a los padres para que desalojaran los lugares. Aunque los padres Pedro Bollarte, Juan Bautista Sanna, Matas Lasso y Andrs Cobos estaban reacios a acatar el desalojo, no tenan ni armas, ni municiones, ni otro utillaje de defensa, as que terminaron por rendirse ante la presin lusitana y abandonaron las misiones. Sin embargo, tiempo despus la expedicin militar comandada por Luis de Iturbide haba capturado y sometido a stos cinco portugueses en el pueblo de Zuruit, lugar que se hallaba a un mes de distancia de Santa Mara la Mayor de Yurimaguas. Estos portugueses capturados no eran lo suficientemente ofensivos como para lograr desastres mayores en las misiones, no obstante, su valor radicaba en que brindaron valiosa informacin acerca de los posicionamientos de Portugal en la regin. Antonio de Aragn Pereira explic que a lo largo de ambas orillas del Amazonas haba cinco fortalezas habitadas por cabos, capitanes, alfreces y soldados, todos bien pagados y amparados por el gobernador de Maranho. El portugus explic adems que existan presidios en Gurupatu, Paru, Payos, Trumbetas y en el ro Negro, adems mencion que desde el ro Negro hacia el oriente existan cuatro misiones: Manacaui, Yueroapi, Zuruit y Tayasuti, donde operaban los religiosos carmelitas169 y unos cuantos religiosos franciscanos adscritos a la Provincia da Piedade, quienes por su parte tambin acudieron al poder del monarca portugus a mediados de 1710 para enfrentar los posibles embates de una incursin espaola a la fortaleza construida por los portugueses en una de las orillas del ro Negro. El padre franciscano Pedro do Redondo explic en una carta al rey Joo V que los espaoles provenientes de Quito podan invadir la fortaleza o casa forte del ro Negro170 y por lo tanto era necesario que el socorro de la corona portuguesa enviado desde la capitana de Maranho se capitalizara con armamentos, soldados e indios que fungieran como defensores de aquella localidad ante la probable invasin, dado que en las regiones aledaas las confrontaciones entre imperios, rdenes religiosas y autoridades civiles era inminente.171 La captura realizada por los soldados quiteos a sus homlogos portugueses y las declaraciones de stos al respecto de la situacin evidencian una gran complejidad en este !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Ibid., ff. 243r-243v. La fortaleza o casa forte de So Jos do Ro Negro era el enclave fijo de presencia militar ms alejado de la ciudad de Belm. Tal fortaleza fue diseada aproximadamente en 1669 por Francisco da Motta Falco, ingeniero militar portugus. Sin embargo, la fortaleza sera reformada y completada en la dcada de 1690 por Manoel da Motta Siqueira, quien a su vez estuvo encargado de construir otras cuatro fortalezas en la cuenca amaznica. Cfr. PURPURA, Christian. Op. cit., p. 78. 171 AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 11, Doc. 1115, f. 1r.
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amplio mundo fronterizo. El simple factor de las distancias que deban recorrerse y las regiones que deban allanarse sugieren enormes dificultades para el logro de los objetivos polticos y militares: Portugal y Espaa debieron contar con algo ms que suerte para poder hacer respetar cada una de sus jurisdicciones ya que un territorio agreste y gigantesco no era el espacio ms cmodo ni ms idneo para ser controlado efectivamente con medidas ligeras, ni con ideas plasmadas en papel. Varias dcadas despus, el padre Andrs de Zrate, viceprovincial de la Compaa de Jess explic que aquella marcha militar comandada por Luis de Iturbide, adems de precaria, haba sido una suerte de detonante para incitar a los portugueses, quienes pocos meses despus, iniciaron una contraofensiva con resultados mucho ms funestos y lamentables en comparacin a lo logrado con el despliegue emprendido por la tropa quitea:
Esta expedicin sirvi ms de irritar a los portugueses y de alentarlos a repetir sus correras, que de escarmentarlos, y contenerlos, porque los de Quito como gente recogida de las heces de la ciudad, criada en vicios y nada ejercitada en las armas, escandalizaran mucho an nuestros indios con sus malos ejemplos; Y hacindoles cara al encontrarse los cinco portugueses a ms de cien que iban, respondieron que iban de paz y despus se hecharon sobre ellos y los prendieron cogiendolos descuidados y confiados en la palabra.172
A pesar del supuesto apaciguamiento de la regin, el da 9 de agosto de 1711, el gobernador y capitn general de Maranho, Cristovo da Costa Freire haba enviado una carta a Joo V, rey de Portugal, en la cual le notificaba la advertencia hecha desde la capitana de Maranho a los misioneros castellanos. Se les solicitaba que abandonaran las supuestas misiones portuguesas donde se encontraban pues de lo contrario seran tomados como prisioneros por no obedecer una explcita orden de la monarqua lusitana.173 Tal notificacin estaba sustentada por un decreto redactado el mes de febrero de 1711 a manos del rey Joo V en el cual, basado en la informacin proporcionada por el carmelita fray Vitoriano Pimentel, se hacia explicita la incomodidad de la administracin de la capitana de Maranho frente a la presencia de los padres Samuel Fritz y
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AGI. Quito 158, f. 280r. AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 6, Doc. 473, ff. 1r-1v.
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Juan Bautista Sanna en las misiones portuguesas tuteladas por la orden de Nossa Senhora do Monte do Carmo y por ello desde Lisboa se solicit su inmediata captura y prisin.174 Ese mismo ao ms de 1.500 portugueses acompaados de aproximadamente 4.000 indios tenan como objetivo sitiar una por una las misiones que existan a lo largo del ro amazonas hasta la desembocadura del ro Napo. Capturar indios para esclavizarlos era el objetivo concreto aunque el padre Fritz segua siendo una presa codiciada ya que segn le haba informado un vecino de Quito llamado Estanislao Vsquez, el corista Antonio de Andrade se aproximaba con la tropa portuguesa y que adems aseguraron que no han de parar hasta cogerme a mi a quien atribuyen la llevada de los cinco portugueses a Quito.175 Para ese entonces, el padre Samuel Fritz, encargado de supervisar las misiones establecidas en la Gran Omagua no estaba presente y por ello fue suplido por el padre italiano, Juan Bautista Sanna, quien al verse indefenso ante la invasin portuguesa decidi entregarse a los enemigos en el momento de su captura y dejarse llevar por ellos hacia el Gro Par con tal de no morir de hambre.176 Desde Belm, Sanna escribi una misiva al rey de Espaa solicitndole su ayuda para regresar a las misiones de la Amazona espaola, pero al parecer sus peticiones jams obtuvieron respuesta. A decir del padre Fritz, su correligionario fue trasladado a Lisboa y tiempo despus haba sido puesto a disposicin de la Compaa de Jess que oficiaba en las misiones de China.177 La versin que ofrece el padre Samuel Fritz acerca de lo ocurrido al padre !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Maranho, Caja 11, Doc. 1123, ff. 1r-3r. Para el mes de marzo de 1710, el padre Samuel Fritz ya tena noticia de que unos portugueses venan subiendo por el ro con el fin de llegar a la Omagua. Conociendo las intenciones de los portugueses decidi trasladar a los indios de San Joaqun de Omaguas y de San Pablo de Yurimaguas para otro lugar llamado Yarapa. Ibid., p. 150. 176 FRITZ, Samuel. Op. cit, p. 151. 177 La mencin que hace el padre Samuel Fritz a las misiones de China es una acepcin que no debe comprenderse literalmente, pues al referirse a estas misiones est haciendo alusin a los territorios que la Monarqua Hispnica posea en el archipilago de Filipinas. Desde el siglo XVI era comn que, debido a su cercana, se asociara a las islas de Filipinas con los reinos de China. Son claras e ilustrativas las menciones que desde la temprana dominacin hispnica se haca de los habitantes de aquellas islas como indios de la China o indios de Manila. Por su parte, desde 1550 los jesuitas portugueses tenan establecidas varias misiones en el lejano oriente. A partir de 1582 realizaron acercamientos importantes hacia la corte de Pekn. Por estos mismo aos ya existan misiones portuguesas asentadas en Macao, Delhi, Bengala y Gujarat, y a principios del siglo XVII, entre varios de los proyectos jesuticos, se encontraba el establecimiento de una misin en los reinos de Gu-ge (Tbet occidental) y de Utsang (Tbet central), hecho que se concret con la llegada en 1624 del padre Antonio de Andrade y sus compaeros a Tsaparang, capital del reino tibetano de Gu-ge. Los proyectos misionales de la Compaa de Jess en China tuvieron una amplia participacin de jesuitas portugueses, quienes tuvieron el privilegio de estar all debido al cruel y nefasto expansionismo gestado en la regin desde el siglo XVI por la corona de Portugal y bajo auspicio de la Iglesia Catlica. Cfr. SANTA INS, Francisco de. Crnica de la Provincia de San Gregorio Magno de Religiosos Descalzos de Nuestro Seor padre San Francisco en las islas Filipinas, China, Japn, etc, Dos Tomos, T.I, Manila, TipoLitografa de Chofre y Comp., 1892, pp. 3-15; DE LA COSTA, Horacio. The Jesuits in the Philippines 1518-1678, Cambridge, Harvard University Press, 1961, pp. 433-582; NEWITT, Malyn. A history of portuguese overseas expansion. 1400-1668, New
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Sanna es susceptible de comparacin con otras versiones acerca del destino del jesuita italiano cuando cay apresado por los lusitanos. En su versin al respecto afirm que:
el p. Sanna, cuando le cogieron los Portugueses iba subiendo para Yarapa. Estando en un arenal de noche ya acostado en su rancho al ruido de los bogas se levant y se escondi en el monte. De all a poco desembarcando los portugueses, prendieron los bogas saquearon las canoas y se apoderaron de los trastos del padre. Despus fueron en busca de el y habindole encontrado en el monte, con algazara dispararon todos una al aire y le pusieron en una hamaca. Mataron entonces a un indio de San Joaqun y dos hijos de otro. En esa tropa vinieron tres frailes carmelitas y 300 blancos o mamelucos con armas de fuego. Despus de esta vino otra tropa menor llevaron las puertas, retablos de la casa e iglesia, con cinco campanas. El fraile y los portugueses que haban quedado de asiento en San Pablo, dicen que fueron llamados para el Par.178
Casi tres dcadas ms tarde, hacia 1737, varios individuos avecindados en San Joaqun de Omaguas testificaron acerca de las entonces continuas incursiones de los portugueses en los pueblos y misiones. Uno de ellos, Pedro de Ortega y Morga confirm a manera de recuento que en 1707 una armada de portugueses haba llegado a las misiones de la Gran Omagua hostilizando a la poblacin y apresando a los indios so pretexto de que las misiones se haban erigido en territorio portugus. Confirm adems que los portugueses se haban apoderado de la misin de San Pablo de Omaguas y a causa de esto, ms de un ao despus, desde Quito se haba enviado una tropa que lleg hasta la misin portuguesa de Zuruit y haba tomado como prisioneros a varios portugueses, no obstante los lusitanos contraatacaron el ao de 1711 y en su ofensiva tomaron como prisionero al padre Juan Bautista Sanna.179 Otra versin emitida en el mismo ao de 1737 daba razn del destino afrontado por el padre sardo. El teniente general Francisco Matas de Rioja as lo confirm:
Por eso volvieron los portugueses al mismo pueblo el ao de 11, y se llevaron presos no solo a los indios que pudieron sino tambin al Padre Juan Bautista Sana, y a algunos mozos que le asistan de los cuales el padre pas de el Par al Oriente, cansado de tantas
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York, Routledge, 2004, p. 198; Cfr. BROCKEY, Liam Matthew. Journey to the East. The jesuit mission to China. 1579-1725, Cambridge, Harvard University Press, 2007, pp. 46-53; DIDIER, Hugues [Estudo Histrico]. Os portugueses no Tibete. Os primeiros relatos dos jesuitas (1624-1635), Lisboa, Comiso Nacional para as Comemoraes dos Descobrimentos Portugueses, 2000, pp. 11-14; Un acercamiento bastante sugerente al tema del expansionismo portugus en aquella regin de sia bajo la til y novedosa perspctiva de las Historias Conectadas se encuentra en: SUBRAHMANYAM, Sanjay. From the Tagus to the Ganges. Explorations in connected History, New Delhi, Oxford University Press, 2005, p. 33. 178 FRITZ, Samuel. Op. cit, p. 151. 179 AGI. Quito 158, ff. 262r-262v.
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molestias y muri en Philipinas, y los mozos pasaron a Lisboa y de all a Espaa, y algunos de ellos volvieron por un rodeo tan largo a Quito.180
Estos declarantes estaban convencidos de que la invasin portuguesa no alcanz a llegar hasta la desembocadura del ro Napo, pero si logr penetrar hasta las misiones de San Javier y San Pablo de Omaguas en cercanas del ro Negro. A lo largo del territorio invadido, los portugueses dejaron construidos pequeos puestos de avanzada como estrategia militar para prevenir la recuperacin territorial por parte de Espaa. Esta invasin territorial de 1711, la cual lamentara con dolor el padre Samuel Fritz, tuvo como consecuencia para Espaa dos asuntos relevantes segn el criterio del padre Juan de Velasco: la prdida de un gran nmero de cristianos nuevos y el aumento de la desproteccin en el flanco nororiental para una futura y posible invasin enemiga a Quito o el resto del virreinato del Per. Con los indios que quedaron despus de la invasin, los jesuitas buscaron refugio en las misiones altas, es decir, al occidente de la cuenca, donde fundaron dos misiones ms. El padre Fritz, coment dos aos ms tarde que los omaguas estaban casi desaparecidos y dispersos por la selva, otros se mostraban reacios a ser agrupados en reducciones distintas a las de la Gran Omagua, y aparte de esto, no se dispona de misioneros que pudieran concentrarse en la labor de reducir en pueblo a los indios que estaban diseminados por distintos lugares. Segn el padre Fritz, quien confiaba ciegamente en su ayudante Juan Bautista Sanna: Ahora la dificultad que hay en eso es que no volviendo el padre Sanna no hay misionero que los pueda asistir. Pero al paso de unos meses, con la labor esmerada de otros padres llegados desde Quito se logr cohesionar poco a poco la poblacin dispersa. Un misionero llamado Joseph Jimnez logr atraer a 50 familias de yurimaguas que aceptaron reducirse en Guallaga, un nuevo lugar escogido por los jesuitas. Tambin llegaron varios omaguas provenientes de las misiones asentadas en cuenca del ro Ucayale, buscando refugio por temor a otra invasin portuguesa.181 !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Ibid., f. 280r. Entre todos los pormenores mencionados por el padre Fritz tambin se encontraba la noticia de que el corista portugus Antonio de Andrade haba sido asesinado desastradamente por los indios chamas de la Omagua al tratar de capturarlos para someterlos a la esclavitud. Cfr. FRITZ, Samuel. Op. cit, p. 152; Hacia 1740 el jesuita suizo Juan Magnin expona en su obra que para aquella fecha la cantidad de indios en las misiones estaba absolutamente disminuida en comparacin con las cifras de la poblacin en el siglo XVII. Magnn afirmaba qu: Los pueblos no son muy copiosos; el ms grande es el de Xeberos y tendr 1.200 almas; el de La Laguna llega a 1.000, los dems a 500, 300, 200, 100 y aun menos, conforme lo grande de las naciones que lo constituye; por todos sern 5.000 las almas que se catequizan siendo
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En el discurso del padre Fritz, el hecho de concertar las paces era fundamental dado que siempre estuvo reflexionando acerca del conflicto con Portugal y en las desastrosas consecuencias que experimentaron las misiones jesuticas. Fritz escribi acerca de prisioneros mandados a Lisboa y de otros remitidos a Espaa y a Quito, hechos que finalmente no terminaron con aplacar las tensiones fronterizas. Adems mencion pequeos ataques, al parecer insignificantes, pero que mostraban una evidente friccin entre ambas monarquas ibricas.182 El caso del padre Juan Bautista Sanna lo ilustra en alguna medida ya que se trat de un jesuita hecho prisionero por los portugueses en medio de una de tantas incursiones fronterizas. Fue trasladado a Lisboa para ser juzgado y luego puesto en libertad y deportado a Espaa. Desde all partira tiempo despus para oficiar en las misiones que la Compaa de Jess tena establecidas en el reino de Filipinas, cuya provincia jesutica comprenda las jurisdicciones de Tagalos, Pintados, Mindanao y Marianas. Transcurrieron varias dcadas y del padre Juan Bautista Sanna jams volvi a saberse nada.183 La invasin portuguesa que tuvo lugar en 1711 caus cierta consternacin tanto en los padres jesuitas como en la administracin de la Audiencia de Quito: un misionero desaparecido a manos de los enemigos, los portugueses apoderados de varias misiones, los carmelitas adoctrinando a los indios, la impotencia que se experiment en la Real Audiencia, la crtica falta de milicianos para la defensa de las dems misiones y un gobernador del Maran, el marqus de Solanda, considerndose inhabilitado por su larga edad y achaques para proceder,184 fueron los ingredientes que constituyeron la crasa situacin de la gobernacin de Maynas a principios del siglo XVIII. La desazn del padre Samuel Fritz tena su honda justificacin en aquellas dificultades: ninguna esperanza hay de que tomen con empeo su alivi, escribi en su Diario, donde adems anot que la displicencia de la Real Audiencia de Quito frente a la desproteccin de las gobernaciones del oriente estaba enraizada en la falta de dinero para financiar ms milicias, !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
de muchos millares las que se esperan reducir. Cfr. MAGNIN, Juan. Breve descripcin de la provincia de Quito y de sus misiones de Sucumbos y de Maynas 1740, Quito, Sociedad Ecuatoriana de Investigaciones Histricas y Geogrficas, 1989, p. 24. 182 A 16 de Agosto lleg despacho de Quito. La Real Audiencia de aquella ciudad volvi los prisioneros portugueses, porque el rey de Portugal haba vuelto los castellanos de aqu. El capitn Joseph Cantajos baj desde la boca de Napo hasta Pucatepachiru, pueblo de Omagua, a entregar dos portugueses cautivos que trajo de Quito. De los otros tres, el uno curose en aquella comarca; otro revolvi desde Archidona, Ignacio Correa se fue para Lima en donde contrajo matrimonio. Cfr. FRITZ, Samuel. Op. cit, p. 153 183 MURILLO VELARDE, Pedro. Historia de la Provincia de Philipinas de la Compaa de Jess, Dos Tomos, T.II, Manila, Imprenta de la Compaa de Jess, 1749, p. 863. 184 AGI. Quito 210, Leg. 6, ff. 147r-148v.
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ms expediciones y ms esquemas defensivos en contra de los portugueses. Fritz lo explic concretamente segn le haban informado los burcratas quiteos: que las cajas reales no estn para gastos, y que es muy difcil remitir gente a pases tan distantes y de clima tan opuesto a el de la tierra. Solamente mand al gobernador de Quixos que pasase en persona a Napo, para defender con sus indios, si pudiese, aquel punto.185 Sin duda, las opiniones del padre Fritz eran acertadas. No poda esperarse un riguroso apoyo militar que desde la cordillera descendiera hasta el piedemonte andino y de ah siguiera hasta Quixos para despus alcanzar la jurisdiccin de Maynas. Basta con comprender la calidad de la tropa compuesta por los 50 mestizos quiteos, al mando de Luis de Iturbide, que en toda su gesta slo capturaron a cinco portugueses y que despus de su cometido ms de 20 de los reclutados haban muerto a causa de varios achaques.186 Al parecer desde la Real Audiencia de Quito se jactaban de esa nfima hazaa y cndidamente se conformaban con ordenar a los portugueses la restitucin de las misiones a la Compaa de Jess,187 aunque en realidad la situacin era ms delicada. Los portugueses argumentaban que los indios eran idlatras y que adems los requeran para el trabajo esclavo en Gro Par y Maranho y en otras capitanas de Brasil donde se necesitaba mano de obra con urgencia en minas y plantaciones. Aunque desde la Audiencia de Quito el enfrentamiento de estos problemas no se efectuaba debidamente, la preocupacin por la cercana de los portugueses si generaba cierto temor: en otra oportunidad se introducirn ms adentro en grave prejuicio de S. Mgd188. Se saba de antemano que desde 1711 la marcha lusitana de ms de 1.500 hombres venidos desde las capitanas de Gro Par y Maranho haba logrado internarse hasta el ro Napo, lugar que no estaba tan alejado de la ciudad de Quito en comparacin a otros lugares como la Gran Omagua o el ro Negro, y por ello, la preparacin de defensa para la ciudad era un motivo apremiante. En la ciudad de Quito, los ecos de la expedicin comandada por el capitn Luis de Iturbide seguan presentes. En 1715 Iturbide se regodeaba en el hecho de haber capturado a cinco o diez portugueses,189 hecho que l mismo consideraba como una ardua defensa de la corona de Espaa !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
FRITZ, Samuel. Op. cit, p. 150. AGI. Quito 158, f. 544r. 187 AGI. Quito 128, nm. 29, f. 211r. 188 Ibid., f. 306r. 189 La captura de los portugueses a manos de la expedicin venida desde Quito es un hecho confuso pues en la documentacin respectiva vara considerablemente el nmero de portugueses capturados; es decir, en algunos
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y de la religin catlica en aquellas tierras usurpadas y tiraniadas por el enemigo. Todo el proceso expedicionario haba tomado diez meses a partir del mes de abril y la gran recompensa obtenida haba sido la recuperacin de 400 leguas de tierra:
usurpadas a la corona de Castilla y la reintegracin de las misiones comprendida en ellas y de cinco mil indios de que estaban despojados los padres de dicha compaa expeliendo a los carmelitas portugueses que las ocupaban y aprisionando a el cabo principal que llev y entreg con otros soldados enemigos a el presidente de la R! Audiencia de Quito.190
El padre Samuel Fritz ya haba regresado de nuevo a las misiones, pero en ellas la presencia portuguesa todava estaba latente. Los portugueses continuaban ocupando misiones de la Gran Omagua, hecho que el jesuita buscaba contravenir de alguna manera. A decir de Fritz, varios soldados portugueses acompaados de un sargento mayor de Gro Par lo haban buscado a mediados de 1714 para regresar los hombres tomados por prisioneros durante la invasin de 1711 adems de algunos objetos que los portugueses haban saqueado de las iglesias. Fritz confirm que mediante estas devoluciones se buscaba una suerte de intercambio con la corona de Espaa ya que los portugueses esperaban el reintegro de los soldados capturados por Luis de Iturbide. Sin embargo entre la gente que los portugueses queran intercambiar solo se hallaban aquellos criados mozos que tambin fueron tomados por prisioneros el da en que los portugueses capturaron al padre Juan Bautista Sanna, quien por esos das seguramente ya estara oficiando al servicio de la Compaa de Jess en su provincia filipina. La corona accedi a la peticin de los portugueses y por ello desde la Real Audiencia de Quito opt por regresar a quienes cayeron como prisioneros en la expedicin de Luis de Iturbide.191 A mediados de octubre de 1714, en una Real Provisin redactada desde Madrid se expresaba claramente la indignacin del rey por lo sucedido haca ms de 4 aos atrs con la invasin portuguesa. El rey haba sido informado de todo lo acontecido entre 1706 y 1711, siendo la prdida de 22 pueblos y la captura del padre Juan Bautista Sanna los hechos que ms mella causaron en la opinin del monarca, y por ello ordenaba que: !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
expedientes se refieren a cinco portugueses y en otros se menciona que los capturados fueron 10. De igual manera en algunos documentos se afirma que toda la tropa estaba constituida por 50 hombres y en otros se asegura que eran 100. Cfr. AGI. Quito 128, ff. 305r-306r, 309r. 190 Ibid., ff. 309r-309v. 191 FRITZ, Samuel. Op. cit, pp. 152-153.
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entendidos de la gravedad de esta dependencia deis todas las providencias convenientes para restablecer las misiones y pueblos en la forma, y por las reglas que antes de ahora lo estaban y tambin para que discurrais como se podr establecerse la seguridad y resguardo ms competente a evitar en que otra ocasin pueda volver a suceder semejante dao y tambin regulareis o hareis que regule el costo que esta especfica parte podr tener y de lo que en uno, y otro ejecutareis con toda distincin y individualidad por duplicado en las primeras ocasiones que haya para que en su vista pueda tomar la resolucin que ms convenga.192
Un ao ms tarde, el rey de Espaa volva sobre el asunto de las providencias para impedir el acoso de los portugueses en el territorio amaznico. La forma con la cual pretenda establecer la seguridad y resguardo de aquellas misiones sera con la edificacin de alguna fortaleza y colocando all la vigilancia pertinente, hecho que era recurrente entre los portugueses, y que los espaoles tmidamente esbozaban en sus planes de contencin para hacer respetar su jurisdiccin. Por ello, en otra providencia redactada el 20 de agosto de 1715, se especificaba que:
en lo futuro en caso de rompimiento con Portugal no acaesca igual subceso, y que haya la defensa necesaria para oponerse a sus intentos mando zelar con buestro mayor cuidado no se introduzcan en essos dominios los extranjeros con ningn pretexto y que se haga la mayor defensa, y seguridad de los del ro Maran juzgareis puede ser a propsito hacer alguna fortaleza que los resguarde; es mi voluntad.193
A pesar de que la situacin de 1711 fue ms apremiante y mucho ms onerosa que los resultados obtenidos por Luis de Iturbide en su expedicin de 1709, en agosto de 1715, desde el Consejo de Indias se tom una determinacin para incentivar el poblamiento de aquella frontera, pero tal objetivo no quedara a merced de militares o civiles castellanos y quiteos que cultivaran la tierra, explotaran los yacimientos aurferos o cebaran ganados. El poblamiento sugerido consista en traer desde Europa ms misioneros jesuitas que estuvieran dispuestos a apoyar el proyecto misional en la gobernacin de Maynas, ya que se consideraba corto el nmero de clrigos en relacin al nmero de almas por acumular para la Iglesia, asunto que el rey aceptaba sin reparo. Se recomendaba que el envo de slo 20 misioneros jesuitas, de los cuales era difcil hallar que todos fueran espaoles, poda solucionarse acudiendo a las otras provincias jesuticas !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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europeas para obtener el apoyo esperado. Las provincias de Parma y Sicilia seran los lugares que aportaran a los nuevos misioneros, hecho que no era extrao pues en aquellas misiones fronterizas de Maynas los nativos de Cerdea, Npoles o Florencia eran habitantes de viejo cuo.194 As, este aporte de nuevos clrigos sera un pequeo refuerzo que facilitara un poco el control del territorio disponible, territorio que, del otro lado, Portugal no pretenda abandonar, pues desde las capitanas de Gro Par y Maranho se empeaban en mantener cuerpos de milicia con sus respectivos capitanes disponibles en todas las fortalezas construidas tanto en su jurisdiccin como en los territorios arrebatados a los jesuitas espaoles.195 Todo lo ocurrido a raz de la invasin de 1711 tuvo repercusiones tanto en la Audiencia de Quito como en la corte de Madrid. Entre las medidas experimentadas algunas fueron providenciales pues la solucin ms idnea se remita al empleo de milicianos para la proteccin del territorio amaznico. Una de aquellas provisiones, constituida mediante una Real Cdula, consisti en otorgarle al capitn Luis de Iturbide el ttulo de gobernador del Maran, cargo que ostent poco tiempo atrs un criollo quiteo, Antonio Snchez de Orellana y Ramrez de Arellano, marqus de Solanda.196 El 3 de diciembre de 1715 Luis de Iturbide inici labores en su nuevo cargo. Las justificaciones del rey para otorgarle tal ttulo a Iturbide fueron esencialmente dos: en primer lugar, el marqus de Solanda haba sido exonerado de su cargo como gobernador, y en segundo lugar, Iturbide era el hombre llamado a reemplazarlo debido al merito un poco cuestionable amasado durante 1709 con la expedicin y posterior captura de los cinco o diez portugueses que osaron incursionar hasta las misiones de Maynas. As, mediante una Real Cdula, Felipe V, rey de Espaa, ordenaba a su virrey del Per y a su vez ste ordenaba al presidente de la Audiencia de Quito que se nombrara por espacio de diez aos al hombre ms a propsito e inteligente del pas del territorio del Maran para gobernador; en sntesis, el capitn Luis de Iturbide.197 En su nuevo cargo como gobernador Iturbide gozara de una encomienda en la jurisdiccin de Quito que antiguamente haba pertenecido a un vecino encomendero llamado Salvador Prez Guerrero, la cual, de no hallarse vacante, le sera compensada con una !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
AGI. Quito 128, ff. 316r-317r. AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Maranho, Caja 11, Doc. 1160, ff. 1v-2v. 196 Posiblemente el Marqus de Solanda estuvo emparentado con Ambrosio Snchez de Orellana, clrigo de Menores rdenes del Colegio Real de San Fernando en la ciudad de Quito y con Juan Joseph Snchez de Orellana, corregidor del asiento de Otavalo y tambin burcrata de la carrera amaznica como gobernador de las provincias de Quixos y Macas. Cfr. AGI. Charcas 445, Doc. 37, f. 2v. 197 AGI. Panam 232, Leg. 11, ff. 222r-223r.
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remuneracin equivalente a los dividendos generados por la encomienda, es decir, un valor anual que oscilaba anualmente los 20.800 pesos de plata. Salario aprobado por el Marqus de Castelfuerte, virrey del Per.198 El impacto causado por la expedicin de Iturbide tuvo que haber sido significativo, por lo menos en el erario de la Real Hacienda de la Audiencia de Quito, pues haber corrido con los gastos de salario para cada uno de los 50 soldados, los armamentos, las municiones y las prebendas dadas al capitn no era un monto insignificante. Sin embargo aquella inversin realizada para la expedicin deba realizarse a toda costa: pues aparte de ser un mandato estipulado en una Real Cdula, se deba asegurar que la presencia de portugueses en el territorio fuera erradicada. Casi 24 aos despus, en un documento titulado como Relacin de los dineros y pertrechos empleados en la expedicin hecha por don Luis de Iturbide en 1709 realizada por el contador al servicio de la corona Joseph Surez de Figueroa se informaba que el gasto de la expedicin haba alcanzado la suma de 8.108.7 reales, autorizados por el entonces presidente de la Real Audiencia de Quito, el consabido contrabandista de la carrera transpacfica, Juan de Sosaya, quien haba adquirido su oficio burocrtico beneficindose del sistema de venta de cargos pblicos.199 El dinero invertido por la Audiencia de Quito en tal expedicin no fue el nico medio empleado para sustentar la tropa y los dems gastos acarreados en la campaa. Adems de esto se emplearon otro tipo de bienes materiales que servan para el sustento: 22 quintales de bizcocho, 22 quintales de carne, 10 cargas de sal, y por supuesto, el utillaje blico, herramienta indispensable en una expedicin: 300 libras de plvora, 3.000 balas, seis hachas de asta, dos quintales de cuerda y 70 varas de bayeta. Todo este pertrecho fue conducido en 40 mulas arrendadas desde Quito. Sin embargo es deducible que todo lo transportado tuvo que haber sufrido algn dao, pues posiblemente debido a la humedad del territorio la plvora perdiera sus
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AGI. Quito 137, Doc. 2, f. 4r. En marzo de 1707 el comerciante limeo Juan de Sosaya compr la presidencia de la Audiencia de Quito, aprovechando el sistema de venta de cargos pblicos instaurado en la Amrica espaola dcadas atrs. Fue un reconocido contrabandista en la jurisdiccin Quitea. Posey una ubicua red de contactos familiares y personales que le permitieron amasar cierta fortuna recurriendo al comercio de hecho en el puerto de Guayaquil durante su mandato. Cfr. ANDRIEN, Kenneth J. The Kingdom of Quito 1690-1830. The State and Regional Development, Cambridge, Cambridge University Press, 1995, pp. 166-173; Cfr. BURKHOLDER, Mark & CHANDLER, David S. From Impotence to Authority. The Spanish Crown and the American Audiencias 1687-1808, Columbia, The University of Missouri Press, 1977, pp. 19-22.
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cualidades explosivas y los alimentos corrieran el riesgo de descomponerse.200 El salario inicial del capitn Luis de Iturbide consisti en 520 pesos por cuatro meses de servicio: 130 pesos mensuales que el capitn debi dividir en dos partes, 90 para su remuneracin y 40 para su pfano201 y su tambor. El resto del dinero estara dividido entre los dems componentes de la tropa constituida por dos escuadras. Los mestizos quiteos reclutados como soldados gozaran de un salario de 87 pesos, adems se pagaran las respectivas asignaciones a un sargento, un alfrez, a un cabo y a dos herreros de la ciudad que se contrataron para la elaboracin y la compostura de parte de los pertrechos de guerra.202 Tanto para Espaa como para Portugal, el haber sido un par de monarquas ibricas colindantes en Europa y en el Nuevo Mundo supuso dificultades trascendentales que implicaron gastos y prdidas tanto humanas como materiales para cumplir los objetivos de defensa territorial y las aspiraciones de soberana. Vasallos de ambas monarquas clrigos, militares y civiles no cumplieron a cabalidad las reglamentaciones que ambas coronas dispusieron para sus dominios. La frontera de ambos territorios fue vulnerada y sus consecuencias fueron ms o menos nefastas dependiendo del caso particular. Espordicas apariciones de portugueses en los dominios espaoles y de igual forma incursiones espaolas a los dominios portugueses fueron los hechos que causaron la fuerte tensin fronteriza durante las dos primeras dcadas del siglo XVIII, dcadas en las cuales la frontera era absolutamente mvil pues si bien desde el siglo XVII los lmites estaban confusamente estipulados, no hubo, despus del Tratado de Tordesillas ningn tipo de convencin entre ambas monarquas que denotara cartogrficamente o por medio de una legislacin escrita el espacio dominado a excepcin de El Tronco sealizador mandado a colocar por Pedro Teixeira cuya ubicacin precisa en la cuenca del alto Amazonas parece ser todo un acertijo.203 El jesuita Pablo Maroni arroj luces al respecto, aunque sin precisar la ubicacin geogrfica exacta de aquel mojn, pues teniendo en cuenta las discordias por la posesin !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
AGI. Quito 158, ff. 545r-545v. Pfano o Pfaro: Se llama tambin a la persona que toca el instrumento llamado Pfano, que es un instrumento militar bien conocido que sirve en la infantera acompaado con la caja. Es una pequea flauta de muy sonora y aguda voz que se toca atravesada. Covarrubias escribe Pifaro y dice se llam as por la figura onomatopeya del sonido Pif que forma con el soplo. Cfr. Op. cit. Diccionario de Autoridades, Tomo III, p. 493. 202 AGI. Quito 158, ff. 547r-547v. 203 ULLN DE LA ROSA, Francisco Javier. Jesuitas, omaguas, yurimaguas y la guerra hispano-lusa por el alto Amazonas. Para un posible guin alternativo de La Misin, en: Anales del Museo de Amrica, Madrid, Nm. 15, 2007, p. 181.
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territorial, lo advertido por Maroni cobra toda su vigencia. Era perfectamente posible que existieran dos mojones en la cuenca amaznica: uno instalado por los espaoles en la jurisdiccin de la Gran Omagua y otro instalado por Pedro Teixeira en 1639 en las proximidades del ro Aguarico, afluente del Napo. Para ello, Pablo Maroni explic que: ese, pues, padrn hace ahora todo el pleito, y como ya no hay ninguno que se acuerde puntualmente del sitio en donde haban puesto dicho padrn pretenden ahora que haya sido ms arriba de la provincia de Omaguas.204 Para 1713 con el Tratado de Utrecht, Portugal dara un firme paso en su consolidacin territorial de sus dominios americanos, es decir, las capitanas ubicadas al norte de Brasil, fueron un territorio beneficiario de la renuncia formal hecha por Francia a los proyectos expansionistas desde sus dominios de Guyana, lo cual hizo del nororiente amaznico un lugar de plena soberana portuguesa. Espaa, por su parte tuvo con aquel tratado un beneficio prcticamente nulo para sus dominios en la Amazona septentrional.205 As, la falta de un riguroso control estatal logr que estas gobernaciones ubicadas en un territorio fronterizo incentivaran en ambas monarquas la posibilidad de expandirse hacia el oriente, en el caso de Espaa, o hacia el occidente, en el caso de Portugal, aprovechando la relativa facilidad de la navegacin fluvial y el innegable desamparo monrquico en un territorio denso y evidentemente despoblado que, posiblemente, fuera la ms enigmtica frontera del continente americano.
Casi una dcada despus de ocurridas las invasiones de los portugueses a las misiones de Maynas y la consecuente suplantacin clerical de los jesuitas a manos de los religiosos del Carmen amparados por la corona de Portugal, se redact desde la ciudad de Quito un Informe en que se manifiesta lo contrario y la usurpacin que hacen los portugueses a los derechos y posesiones de la corona de Castilla y daos que constantemente repiten en los pueblos reduzidos de la infidelidad por las misiones de la compaa, cuyos destinatarios seran tanto el Consejo de Indias como el gobernador de Maranho Alexandre de Souza Freire. Para ste ltimo el informe tendra !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
FRITZ, Samuel. Op. cit., p. 53. FREITAS DE REZENDE, Tadeu Valdir. A conquista e a ocupao da Amaznia brasileira no perodo colonial: a definio das fronteiras, So Paulo, Universidade de So Paulo/Tese apresentada Faculdade de Filosofa, Letras e Cincias Humanas da Universidade de So Paulo para obteno do ttulo de Doutor em Histria Econmica, 2006, p. 124; ELLIOTT, John H. Imperios del MundoOp. cit., pp. 347-348.
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las caractersticas propias de un reclamo justificado en las acciones de los portugueses que, con su presencia y consecuente usurpacin territorial, haban quebrantado el desarrollo de las misiones jesuticas en la gobernacin de Maynas.206 La autora de aquel Informe permanece en duda, aunque es posible que su redaccin, hecha en tercera persona, haya estado a cargo del misionero jesuita Samuel Fritz durante los ltimos aos de su existencia falleci el 20 de marzo de 1725, no obstante es probable tambin que otro religioso de la Societas Iesu radicado en la ciudad de Quito haya sido el responsable de reclamar y representar por escrito y con suma preocupacin ante la administracin imperial de Espaa la consecuente situacin experimentada en la gobernacin de Maynas a raz de la invasin portuguesa de 1711, ya que en gran medida aquel territorio estaba ocupado por vecinos y clrigos portugueses venidos desde las capitanas lusitanas de Gro Par y Maranho. Redactado en 1721 ao de la muerte del indoblegable enemigo del padre Fritz, el carmelita portugus Antonio de Andrade, y enviado al gobernador de Maranho en 1730, en aquel escrito se plasm que el descontento de los padres jesuitas tena una plena justificacin en lo sucedido a raz de las invasiones portuguesas. Aquella red misional que iba desde la cuenca del ro Negro hasta la cuenca del ro Napo y que tena como eje troncal el caudal del ro Amazonas era, por ese entonces, una posesin adquirida y agregada a los dominios americanos de Portugal por las vas de hecho. El Informe consta de tres secciones donde se hallan varios argumentos cuya orientacin buscaba acreditar y en cierto modo desmentir las consideraciones de la corona portuguesa y de las administraciones de sus capitanas del norte amaznico segn las cuales se acreditaba con toda seguridad la legitimidad de la posesin territorial que los portugueses haban llevado a cabo desde principios de la dcada de 1710. Por ello, aunque fuera redactado por la pluma de un padre jesuita, el informe no tendra aspiraciones de promover sus espirituales conquistas, sino de argumentar bajo los cnones de la ms posible exactitud que la corona de Portugal haba dado libre albedro a un error que cost muchas vidas humanas y ech a pique gran parte del proyecto misional de la Compaa de Jess. Sin duda el Informe era una obra que posea implcito todo el rigor acadmico e intelectual de los jesuitas, rigor que desde la creacin !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
206 En la copia que desde Quito se envi al gobernador de Maranho Alexandro de Souza Freire se lee una inscripcin: Copia del informe acerca de los derechos de la corona de Castilla y misioneros castellanos de la compaa de Jess, sobre las misiones y tierras de las juntas de Napo hasta el Gran Par enviado este ao de 1730 a Don Alexandro de Sousa Freire, gobernador y capitn general del Estado del Maran en nombre de los misioneros castellanos. Cfr. AGI. Quito 158, f. 161r.
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de su compaa plasmaran en la escritura de concienzudos tratados cosmogrficos, astronmicos, botnicos, lingsticos o en sus celebres Historias sobre los remotos lugares del globo donde oficiaron hasta que fueron expulsados.207 Ya no eran entonces las almas de los nuevos vasallos, ni las tierras que sustentaban fsicamente las jurisdicciones misionales. Ya, el inters de la Compaa de Jess y del redactor del Informe, estuvo trastocado como a mediados del siglo XVII por hacer una representacin demostrativa, bajo una clara argumentacin, sobre cules eran los derechos territoriales que tena Espaa en la cuenca amaznica y particularmente la aclaracin del verdadero alcance de aquella frontera o lnea divisoria que divida a ambos imperios europeos en el septentrin de Amrica del Sur. Por ello, en tal escrito no se vacil en retornar a los principios argumentativos sustentados por el Decreto Pontificio alejandrino concebido a finales del siglo XV para exponer que: La lnea de divisin entre los dominios de Castilla y Portugal [] por Decreto Pontificio es el meridiano que pasa sobre la ciudad de Par, y aparta el Brasil de todo lo dems de esta Amrica meridional.208 En este mismo sentido, en el Informe se hizo referencia a las bulas del Papa Alejandro VI, las mismas bulas pontificias que otorgaron a los reinos ibricos todos los derechos territoriales sobre el mundo descubierto y por descubrir, con el fin de explicar a los prcticos que, siglos atrs, Alejandro VI haba determinado el trazo de una lnea divisoria que en sentido norte-sur cortara en dos el planisferio del mundo conocido.209 Debido a que el Tratado de Tordesillas se redact a finales del siglo XV y el descubrimiento oficial de Pedro lvarez Cabral en las costas del Atlntico suramericano tuvo lugar el ao de 1500, en el Informe se expuso que aquella lnea divisoria se haba desplazado intencionalmente 270 leguas hacia el occidente partiendo desde el hito territorial Atlntico constituido por las islas Azores y las islas de Cabo Verde buscando la participacin de Portugal en el territorio del continente recin descubierto, hecho que se condens con la adquisicin de aquel extenso borde cuasi costero que despus de varias denominaciones sera bautizado con el !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
MILLONES FIGUEROA, Luis & LEDEZMA, Domingo (Editores). El saber de los jesuitas, historias naturales y el Nuevo Mundo, Frankfurt, Vervuert Verlag, 2005, p. 10. 208 AGI. Quito 158, f. 161v. 209 Una explicacin bastante clara con la cual se omiten las contradicciones y los anacronismos que suscita el estudio del Tratado de Tordesillas y la divisin territorial de los imperios ibricos en Amrica del Sur puede hallarese en: Cfr. SEIXAS CORRA, Luiz Felipe de. La repercusin del Tratado de Tordesillas en la formacin de Brasil, en: VARELA MARCOS, Jess (Coordinador). El Tratado de Tordesillas en la cartografa histrica, Valladolid, Junta de Castilla y Len/Sociedad V Centenario del Tratado de Tordesillas, 1994, pp. 109-115
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nombre de Brasil. As pues, partiendo de ste postulado, el mundo qued dividido: todo lo que miraba al oriente hasta las Molucas fuese de Portugal, todo lo que miraba al occidente fuese de Castilla, asegurando que, bajo el amparo del sumo pontfice de Roma, la transgresin de dichos lmites anulara todas las pretensiones de expansionismo y el castigo sera la excomunin Lata Sententia Ipso Facto Incurrenda: un precepto del derecho cannico concebido por el papa Pablo V y ejecutable para castigar la desobediencia de una bula pontificia, lo cual para el caso de los dominios ibero-amaznicos tena una versin explcita: quien no dir terminarse dicha distancia de doscientas setenta leguas siquiera en la ciudad del Gran Par distante de Cabo Verde todo lo que hay de mar entre uno y otro mundo y por consiguiente con toda razn los castellanos estender hasta el Par sus conquistas.210 Los argumentos esgrimidos en el Informe jesutico estaban basados en las gradaciones hechas a partir del Tratado de Tordesillas. Se haba llevado a cabo una revisin cartogrfica sobre el tema y adems se haba recurrido los aportes tericos derivados de los cmputos de los gegrafos y marineros ms prcticos algo nada parecido a los enrevesados clculos de Juan Melo, diputado de la Universidad de Mareantes en el siglo XVII obteniendo como conclusin que la diferencia longitudinal entre las islas de Cabo Verde y el Gro Par era de ms de 30: pues el grado de longitud de Cabo Verde segn los mejores mapas era de 359 y el de Gro Par de 328; por ello en el Informe se sugera que cada grado deba tener una distancia de aproximadamente 15 leguas con lo cual:
hallaremos ser distante el Par de Cabo Verde sin contar la diferencia de la latitud 450 y mas leguas con que queda tambin excluido el Par de la jurisdiccin y dominio de Portugal. Tanto que no queremos sea el meridiano del Par lmite de divisin entre los dos dominios que assi lo confiesan los ms practicos gegrafos portugueses en un tratado impreso aos ha en Lisboa acerca de la Colonia del Sacramento situada en el continente de Buenos Aires.211
Aquel tratado publicado en Lisboa, el cual los jesuitas quiteos tuvieron la oportunidad de conocer y estudiar con detenimiento explicaba que, bajo la unanimidad de los cartgrafos: desde la amplsima desembocadura del ro Amazonas hasta el occidente no les toca ms que lo que hay de tierra hasta el Par, afirmacin que se traduca como cuatro grados y dos tercios desde !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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dicha boca para arriba, asunto que daba un hlito de complicacin mucho ms agudo a las opiniones divergentes entre espaoles y portugueses, a lo que tambin se le sumaba que en el Informe se considerara sin faltar a la verdad, aunque errticamente, que el curso del ro Amazonas era recto, opinin que de alguna forma poda facilitar un acuerdo para la disputa territorial a favor de Espaa. Si bien con el Informe los jesuitas buscaron refutar las opiniones de la corona de Portugal acerca de los territorios amaznicos que posean de hecho, aquellas consideraciones lusitanas tambin se aferraron a postulados y antecedentes cartogrficos e histricos que tenan cierta validez, pero que no fueron suficientes para quebrantar la voluntad de defensa territorial que, en el papel, diriga la Compaa de Jess. Desde Lisboa y desde las capitanas amaznicas los portugueses consideraban como argumento de plena legitimacin sobre sus nuevas posesiones que aquella lnea divisoria no llegaba simplemente hasta la capitana de Gro Par, sino que su trazo deba hacerse mucho ms al occidente de Amrica del Sur; un trazo que en sentido nortesur atravesara la regin donde el ro Napo desemboca en el ro Amazonas. Tal consideracin era como arrojar lea al fuego encendido por el descontento de los jesuitas quiteos pues era un verdadero escndalo afirmar que la jurisdiccin portuguesa en la cuenca amaznica se adentrara hasta una regin hispnica colindante con los gobiernos de Quixos y de Macas, distantes pocas leguas de la ciudad de Quito. Adems, los portugueses de Maranho y Gro Par tuvieron la osada de contradecir los decretos pontificios del Tratado de Tordesillas y por ello en el Informe se indic que la corona de Portugal simplemente basaba su concepcin jurisdiccional en las deducciones hechas por cartgrafos y marinos ignorantes afincados en Lisboa. Si los portugueses, tanto los peninsulares como los que habitaban en Amrica, se aferraron a aquellas deducciones para legitimar su presencia en el noroccidente amaznico es entonces fcil comprender con detalle los motivos de esta ardua disputa. As lo explicaron los jesuitas en el Informe: basarse en aquella arbitraria lnea divisoria concebida por los portugueses sobre la regin de la desembocadura del ro Napo equivala a afirmar para disgusto de Espaa que:
no solo el ro amazonas, ms tambin todo lo dems que se comprende dentro de dicha lnea como es parte del reino de Granada, parte de los Moxos, que estn a las cabeceras del ro de la Madera, casi todo el Paraguay y Tucumn pertenecen a Portugal y que injustamente se posee de los reyes de Castilla lo cual nadie ha soado hasta ahora
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ms que por voluntad de los sumos pontfices la mitad del Orbe, esto es 180 o meridianos pertenecen a Portugal y otros tantos a Castilla estendiendo dicha linea ms arriba del Par hasta el Napo, esto es 29 ser preciso el quitar a Portugal otros tantos grados de la parte del oriente ms ac de las Molucas y dar por nulas muchas conquistas que tiene hechas en las Indias orientales.212
De llegar a hacerse efectiva esta nueva lnea divisoria trazada tericamente por los portugueses escandalizando a los jesuitas quiteos habra notables repercusiones en Amrica del Sur, pues varios territorios administrados por la Compaa de Jess que tambin fungan como una frontera misional con los dominios lusitanos, como era el caso de las reducciones jesuticas de Paraguay, quedaran entonces como un dominio de Portugal. Adems, aquella lnea cuyo trazo norte-sur evocaba con medidas ms extensas la divisin concebida a finales del siglo XV con el Tratado de Tordesillas, en teora, tambin integrara al dominio lusitano varias porciones del Caribe insular, regiones en las cuales no solo la Monarqua Hispnica extenda su jurisdiccin. No obstante, es posible que las temerarias consideraciones portuguesas evidenciadas en el Informe, es decir, aquellas ideas que causaron molestias a los padres quiteos, no fueran ms que exageraciones resultantes de la angustia causada por la constante amenaza que, con mayor agudeza desde la expedicin de Pedro Teixeira, suponan los portugueses en el septentrin de Amrica del Sur. (Mapa 4) La posesin de hecho llevada a cabo por la corona portuguesa mediante sus vasallos americanos era para la corona de Espaa un inconveniente ms que se sumaba a la agenda de las tentativas extranjeras por usurpar los dominios hispnicos. En el Informe los jesuitas ensalzaron varias de sus afirmaciones bajo un hlito de evidente moralismo catlico, hecho que los llevaba ingenuamente a protestar por aquellos mtodos de socavamiento ejercidos por los reinos antagonistas de Espaa en las Indias que, bajo las banderas del expansionismo territorial, buscaban diezmar el ya decreciente vigor de la Monarqua Hispnica y por ello, los jesuitas se !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
212 Ibid., f. 163r. Las misiones jesuitas ubicadas en Moxos tambin fueron asediadas por los portugueses que, navegando el ro Amazonas y luego remontando el ro Madeira buscaban una ruta que conectara el ocano Atlntico con la regin de Charcas. Los asedios lusitanos en aquella regin tuvieron vigencia a lo largo del siglo XVIII. Aunque es claro que Moxos al igual que Maynas no fue una entidad administrativa que generara dividendos econmicos considerables para la Monarqua Hispnica. Cfr. BLOCK, David. Mission culture on the upper Amazon. Native Tradition, Jesuit Enterprise, and Secular Policy in Moxos, 1660-1880, Lincoln, University of Nebraska Press, 1994, pp. 47-49; SAMPAIO GOES, Synesio. Navegantes, Bandeirantes, Diplmatas: aspectos da descoberta do continente, da penetrao do territorio brasileiro extra-Tordesilhas e do establecimiento das fronteiras da Amaznia, Brasilia, Instituto de Pesquisa de Relaes Internacionais, 1991, pp. 90-94.
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pronunciaron; unas pocas voces cndidas y lejanas que no alcanzaran audiencia entre la extranjera flagelante de los dominios del rey catlico: vuelvan estos primero a sus legtimos dueos lo que malamente poseen entonces volver tambin Portugal a Castilla lo que le tiene usurpado en el ro Amazonas, escriban desde Quito los ignacianos en 1721. El encono suscitado entre los jesuitas quiteos debido a los fuertes impactos propinados por los lusitanos en la cuenca amaznica conllev a que afloraran opiniones y apelativos que demostraban el recelo entre los sbditos de ambas coronas. De parte espaola las referencias hacia la nacin portuguesa consistan en afirmar que los lusos eran un pueblo que se vanagloriaba de ser hijo obedientsimo de la Iglesia, hecho que condenaban los jesuitas debido a la violacin del los decretos pontificios estipulados en el Tratado de Tordesillas. Por lo tanto Portugal poda considerarse como una nacin equiparable a Holanda o Inglaterra, enemistades clsicas de la Monarqua Hispnica que se aprovecharon de su podero naval y del efectivo despliegue militar al momento de aduearse de los territorios hispnicos en Amrica y, mediante el principio jurdico de Primi-Ocupantis, referente a territorios susceptibles de ser dominados por los pioneros de su ocupacin, omitan de facto las donaciones hechas un par de siglos atrs por el Papa Alejandro VI en nombre de Dios. Portugal y Espaa se hallaron en una encrucijada de la que slo podan liberarse acudiendo a los argumentos otorgados por un pasado no muy remoto. Segn se expuso en el Informe los portugueses hallaron otros argumentos para continuar batallando a favor de sus posesiones territoriales recientemente adquiridas y administradas en el aspecto religioso por los carmelitas cuya orden de Nossa Senhora do Monte do Carmo haba reemplazado a la Societas Iesu. En el Informe se hallan referencias que demuestran cmo los portugueses apelaron a sucesos como la expedicin de Pedro Teixeira y su Auto de Posse que haba tenido lugar ms de sesenta aos atrs y en la cual aquel capitn haba alcanzado a llegar hasta la ciudad de Quito, hecho que para los portugueses concentraba toda su legitimidad, un eje central de la disputa, pues el Auto de Posse realizado por Teixeira constataba la navegacin hecha a lo largo del ro Amazonas por toda una hueste militar que parti desde Gro Par hasta recalar en la desembocadura del ro Napo. Con tal argumento se sustentaba el reclamo luso, ya que Teixeira, adems de haber contado con testigos espaoles los padres jesuitas Cristbal de Acua y Andrs de Artieda, se haba embarcado hasta Espaa para presentarle al rey Felipe IV su descubrimiento: a fin de que su majestad confirmase la posesin y conquista de este ro a favor
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de la corona de Portugal. No obstante, gracias a las crnicas y a los dems testigos de la Compaa de Jess, los jesuitas quiteos conocan al dedillo las circunstancias histricas que cobijaron tales eventos en el siglo XVII; aquello haba tenido lugar en 1641, ao en que ya se haba diluido la unin de las dos coronas ibricas, por lo cual, los portugueses consideraban tener el pleno derecho de su posesin, pero por qu trataron de legitimar tal descubrimiento ante el rey de Espaa y no ante el recin entronizado rey de Portugal? Sin duda es un asunto confuso que se contempl en el Informe, pues es claro que para los portugueses no tena ningn sentido explorar y luego dominar un territorio esperando la aprobacin de un monarca rival como Felipe IV. A pesar de la falta de precisin para refutar las pretensiones de Portugal, los jesuitas Quiteos esgrimieron en principio dos argumentos que buscaban contrarrestar la pretendida legitimidad lusitana: en primer lugar volvieron sobre el tema del Tratado de Tordesillas y sobre otros hechos concretos ocurridos durante el siglo XVI como la navegacin del ro realizada por Francisco de Orellana y su hueste en 1540 donde el ro fue nombrado como de las Amazonas y la posterior aprobacin del emperador Carlos V sobre la nueva posesin. En segundo lugar el otro argumento iba dirigido a explicar que, cuando Pedro Teixeira viaj a Espaa buscando legitimar su posesin, Portugal ya se haba apartado de la corona de Castilla y por lo tanto era falso que la peticin que buscaba legitimar el Auto de Posse hubiera tenido la aprobacin del monarca castellano, ya que l mismo argument que las donaciones pontificias del siglo XV haban sido consideradas por los padres Cristbal de Acua y Andrs de Artieda quienes acatando rdenes emitidas desde la Audiencia de Quito tomaron posesin de las tierras ubicadas dos leguas al oriente de la desembocadura del ro Napo, por parte del gobierno de Maynas, Xeberos, Cocamas y dems misiones hasta el Gran Par, para contrarrestar aquella posesin de hecho realizada por Pedro Teixeira y ahora reclamada por los portugueses como suya. En el Informe se explic cmo los portugueses reconocieron que los padres Acua y Artieda contrarrestaron la toma de posesin lusitana con un artificio jurdico auspiciado por el gobierno quiteo. Los portugueses invocaban el hecho de haber sido los primeros propagadores del evangelio en aquella frontera selvtica, a lo cual en el Informe los jesuitas respondieron que tal atribucin era una completa falsedad ya que fueron los jesuitas castellanos quienes incursionaron entre los indios cambebas [omaguas] y solimes [yurimaguas] y otras naciones indias que habitaban la cuenca amaznica hasta la desembocadura del ro Negro para propagar el evangelio. Al parecer, quien redact el informe se bas minuciosamente en las afirmaciones
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contenidas en el Diario del padre Samuel Fritz, testigo presencial de aquellas contiendas a principios de la dcada de 1700. En sus declaraciones, se inform que hacia la dcada de 1690 eran muy pocos los portugueses que habitaban aquella porcin de la cuenca amaznica, pues los nicos que podan hallarse estaban radicados en la fortaleza del ro Negro y en la fortaleza de Gurup ubicada en la desembocadura del ro Xing, adems de pocas aldeas bien cortas cercanas a Gro Par, desde donde solan venir mamelucos portugueses para capturar indios que luego seran comercializados en los ingenios de caa de azcar esperando recoger alguna prrica cantidad de cacao para hacer negocios en las capitanas portuguesas. Por parte de la corona de Espaa, todos estos hechos se trataron de enfrentar recurriendo al apoyo militar que, siendo patticamente escaso en aquella frontera, era el nico recurso efectivo para hacerle frente a las embestidas lusitanas, pues segn se expuso en el Informe los jesuitas eran entes compasivos e indefensos: los mesmos misioneros de la compaa fiados en la mucha religiosidad de la nacin portuguesa tuvieron siempre esperanzas de componer el pleito sin el ruido de las armas las cuales sirven de ordinario de mucho embarazo a la conversin de los infieles, por ello se les hizo ofrecimientos a los vecinos residentes en lugares como Moyobamba, Jan de Bracamoros, Lamas y San Francisco de Borja, para apoyarlos militarmente en contra de los portugueses, sin embargo, los jesuitas rechazaron el ofrecimiento hasta que las iniciativas portuguesas se hicieron ms contundentes. A decir de los jesuitas aunque son cuestionables tales afirmaciones el presidente de la Audiencia de Quito y particularmente el gobernador de Maynas tenan conocimiento de unas Reales Cedulas emitidas por el rey de Portugal en las cuales se prohiba explcitamente que los vasallos residentes en las capitanas lusas ingresaran al territorio hispnico. Adems afirmaron que exista otra serie de cdulas portuguesas que ordenaban la devolucin inmediata de los territorios usurpados a los padres de la Compaa de Jess. Por ello, los jesuitas quiteos crean que la voluntad del monarca portugus estaba dirigida a que las misiones les fueran restituidas a sus fundadores, pero los gobernadores de las capitanas de Maranho y Gro Para obedecan las ordenanzas del monarca y a la vez se rehusaban a cumplirlas, pues segn los jesuitas, eran aquellos administradores quienes insistan y amparaban las expansiones portuguesas al occidente de la cuenca amaznica, expansiones que para los padres quiteos eran movidas por la codicia desmesurada, pues a su decir, en aquellas regiones las riquezas tangibles eran escasas: un poco
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de cacao y cuatro esclavos que es todo el provecho que pueden sacar de estas tierras pero muy apetecido de ellos.213 Si los portugueses eran el enemigo acrrimo y temido por los padres jesuitas, la propia Compaa de Jess tuvo una suerte de caudillo que se encarg de enfrentar los proyectos expansionistas de los portugueses y que adems abog por la conservacin de los indios y la economa de las misiones. En el Informe el padre Fritz, cobr un protagonismo especial, ya que haba sido quien soport y luch sin ms armas que el crucifijo contra las vicisitudes demonacas que encarnaban las creencias de los indios y la presencia de los portugueses. Si bien los portugueses ya haban advertido que el padre Fritz sola introducirse en la jurisdiccin ajena, para la Compaa de Jess hispnica aquel jesuita era un personaje de virtudes intachables como el carisma y el amor en el trato con los indios. Todo lo cual indicaba, que el padre Samuel Fritz era un jesuita sin punto de comparacin en el mundo misional americano, pues:
acudan los infieles a dar obediencia al padre Samuel, y a oir su predicacin llamndolo dueo y nico y padre de este ro. A el recurran cuando se vean acosados de sus enemigos, su principal defensa era el decir que avisaran a su padre que lo diran a su padre. A el preguntaban como a orculo en todas sus empresas no apartndose un punto de lo que les deca y aun llegaron algunos con su rudeza a atribuir al el la creciente de los ros, los eclipses y otras obras y efectos semejantes del autor de la naturaleza. Christiandad ms lcida y ms numerosa que la que iba entablando este Santo Varn digno de ser contado entre los apostoles de la primitiva iglesia, no huviera sin duda en todo este Nuevo Mundo.214
Aquellos demonios que el padre Samuel Fritz trat de combatir a lo largo de su carrera misional en la cuenca amaznica no solan adquirir forma de lagartos, ni de chamanes, ni de mohanes selvticos; el demonio tena rostro europeo, pudo haber sido negro o mameluco pero hablante de la lengua de Cames. Considerados entonces enemigo infernal, los portugueses tenan la necesidad de expandir su frontera occidental partiendo desde las capitanas de Maranho y Gro Par, pues los ecos sobre las riquezas aurferas del ro Napo no podan postergarse a cuenta de la insatisfaccin de los misioneros jesuitas. Para los quiteos, era sin duda la pobreza segn ellos: generadora de codicia y ambicin el gran motivo del expansionismo portugus, pues observaron que las capitanas lusitanas eran lugares decadentes que arrastraban un lastre vergonzoso debido a !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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sus marginadas economas: ciudades de mucho nombre y poco caudal, de por s muy estriles o, en palabras ms elocuentes escritas poco tiempo despus se afirmaba que la capitana de Gro Par era: un pas tan desdichado que fuera a propsito para el destierro de un malhechor.215 De hecho en aquellas capitanas portuguesas el dinamismo comercial era escaso. Se trataba de economas naturales que prosperaban en reas perifricas donde no circulaba moneda acuada y donde los intercambios comerciales se basaban en las producciones agrcolas bsicas recurrentes en latitudes bajas y hmedas: algodn, azcar, tabaco, cacao, vainilla y, en dimensiones bastante menores, ndigo y caf.216 Tales capitanas eran lugares donde no existan los recursos suficientes para que algn vasallo emprendedor pudiera procurarse cuadrillas numerosas de esclavizados africanos,217 y por ello, eran completamente usuales las empresas fundamentadas en el desplazamiento que consistan en trasladarse o si se prefiere, invadir hasta las tierras allende el ro Negro para aprovechar una suculenta oportunidad de expansin en unos territorios que, a falta de milicias, contaban con unos misioneros jesuitas cuya vigilancia e indumentaria defensiva era evidentemente dbil, lo cual dejaba a los indios reducidos en las misiones en una situacin vulnerable, sumndole a ello el aislamiento y las desmesuradas magnitudes de la regin misional: muy distantes y descuidados mediando una gran cordillera con muchos ros y caminos muy dilatados y speros entre Amazonas y Quito cabeza principal de estas provincias, lo cual sera una gran ventaja aprovechada sin duda alguna por los lusitanos.218 Las riquezas del ro Napo fueron una suerte de imn cuyo magnetismo atrajo a los portugueses de Gro Par y Maranho. El padre Juan de Velasco opinaba que: los riqusimos minerales del Napo junto a los dems yacimientos aurferos de Quixos eran los nicos lugares de aquella densa frontera donde la explotacin minera poda generar ganancias considerables.219 El establecimiento lusitano en la desembocadura del ro Napo era adems la justificacin de la corona de Portugal para afirmar que el territorio le perteneca, asunto que los padres jesuitas consideraban como un hecho trascendente, pues el establecimiento fijo de los portugueses en una !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Ibid., f. 256v. SCHWARTZ, Stuart B. Plantations and peripheries, 1580-1750, en: BETHELL, Leslie (Editor). Colonial Brazil, Cambridge, Cambridge University Press, 1991, p. 126. 217 BOXER, Charles R. The golden age of Brazil 1695-1750. Growing Pains of a Colonial Society, Los Angeles, University of California Press, 1973, pp. 275-277. 218 FERREIRA REIS, Arthur Cezar. Aspectos da experiencia portugusa na Amaznia, Manaus, Edies do Govrno do Estado do Amazonas, 1966, pp. 167-169. 219 VELASCO, Juan de. Op. cit., p. 459.
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regin ubicada relativamente a pocas leguas de la ciudad de Quito supondra una desarticulacin completa de los territorios hispnicos en Amrica del Sur. En el Informe se plante que los portugueses all establecidos no tenan la ms remota idea de los lmites que, segn los espaoles, haban violado, atribuyndolo a que: los mesmos paraienses en gran parte ignoran ni cuidan de saber el origen y el derecho de semejante conquista. Pero los portugueses s tenan claro que las riquezas en extracciones de oro y en cultivos de cacao halladas en la cuenca del ro Napo eran el mayor encanto de aquel territorio disputado que impulsara la propia riqueza de Portugal en la regin. Segn se aseguraba en el Informe: sin esto estuviera muy pobre el Par, y ellos no tuvieran con que aumentar sus caudales: esto es lo que hace cerrar los oidos a toda razn y protesta de los misioneros castellanos, sin mirar el que obran contra el derecho manifiesto de Castilla. Aquel codiciado objetivo de los portugueses haba tenido un precio mortal para los jesuitas quiteos. Las diversas incursiones militares en la cuenca amaznica tuvieron como consecuencia la desolacin y el pnico esparcido a lo largo de la red misional. El traspaso forzoso de los indios adoctrinados a los religiosos carmelitas de Portugal y la captura de indios para su comercio y esclavizacin fueron los motivos causantes de la sobrevivencia de slo seis misiones a lo largo de parte de la cuenca del ro Amazonas, una distancia de ms de 200 leguas. Slo seis asentamientos misionales que en conjunto no superaban en nmero de individuos a solo una misin de las que se hallaban en la parte occidental de la gobernacin de Quixos. Hacia 1721, en el Informe se aseguraba tambin que el esplendor misional cultivado desde la primera mitad del siglo XVII pareca perdido. Sin duda, los jesuitas quiteos esperaban recuperar aquella gloria de antao para a su vez poder hacerle frente a las constantes amenazas que los portugueses inflingan a la soberana de la Monarqua Hispnica. Tal vez por ello la intencin del Informe haba sido explicarle al Consejo de Indias cmo bajo el innegable signo de la tragedia se haba perdido un territorio fundamental para la consecucin de nuevos vasallos para el rey y nuevas almas para la Iglesia. Era indispensable entonces recuperar aquel dominio que segua estando amparado por las leyes y los decretos pontificios y con ello salvar las almas de los indios que, estando en manos de los religiosos carmelitas, corran el peligro de la desproteccin y el abuso de los portugueses, de quienes se deca que slo los usaban para emplearlos forzosamente como recolectores de cacao, segadores de caa o simplemente como medios de
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transporte en beneficio del comercio sostenido entre las capitales de Gro Par y Maranho con otros asentamientos amaznicos. Los indios eran para la Compaa de Jess el verdadero propsito de las labores misionales y debido esto, su defensa deba llevarse a cabo a toda costa. La esclavizacin de los indios a manos de los portugueses era quizs el asunto que ms rechazo e incomodidad causaba a los jesuitas quiteos. Estos alegaban que desde Portugal se concibieron leyes que prohiban los abusos y los malos tratos a los indios, sin embargo los religiosos carmelitas hacan caso omiso de tales detalles, menospreciando as una de las grandes conquistas obtenidas por el jesuita portugus Antonio Vieira durante el siglo XVII, que consistan en dispensar un trato digno y humano a los indios, indicando que las tropas de resgate que trasegaban los ros de la Amazona deban contar con padres jesuitas que infelizmente acreditaran si los indios resgatados merecan la captura o si era pertinente concederles la libertad. Fueron entonces los indios las grandes vctimas de las confrontaciones entre rdenes religiosas y sistemas coloniales europeos, segn se expres en el Informe:
Y nada dir de las violencias y barbaridades usadas con los infieles entrando a sus tierras quemndoles casas y cabagras, matandoles a balazos por cualquier leve motivo, tratando a los cautivos peor que a las bestias: de donde se va originando que los infieles tanto aborrezcan al presente el hacerse cristianos. Recelndose de no aver hacer un da esclavos de los portugueses el cual miedo se ha tenido a las naciones ms remotas de este ro y ha hecho que muchas se retiren a los bosques y lagunas ms apartadas donde apenas hay esperanza que pueda llegar un da la luz del evangelio. Que haya sucedido todo esto pocos aos ha nadie lo puede negar sin falta a la verdad. Lo peor es que cada da va siempre ms y ms aumentndose en este ro el nmero de semejantes piratas y ladrones de indios de los cuales algunos no dejan de perturbar de cuando en cuando an las misiones ms remotas que tenemos al presente ms arriba del ro Napo.220
Es claro que en aquella fronteriza regin ninguno de los preceptos religiosos se cumpli a cabalidad, al igual que sucedi con un gran nmero de leyes que se omitieron a la sazn de la notable ausencia del control monrquico en cada uno de los imperios que all reinaron. El gobierno de Quito prest poca atencin a la situacin en su frontera oriental, hecho que era benfico para las capitanas portuguesas. La desproteccin de la red misional de la gobernacin de Maynas brind a los portugueses la oportunidad de continuar con la bsqueda de riquezas !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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aurferas y con la esclavizacin de los indios. Los jesuitas quiteos permanecan bajo un tormento difcil de sobrellevar, ms cuando por ese entonces se saba de las incursiones de los portugueses quienes, procedentes de la aldeia de So Paulo, llegaron hasta una de las seis misiones que an conservaba la Compaa de Jess: Santiago de la Laguna. Los lusitanos, quienes a su decir venan con intereses de comerciar con los vecinos de San Francisco de Borja, anunciaron una noticia nada grata que dej perplejos a los padres quiteos: que por orden del gobernador del Maran subira cuanto antes una tropa ms numerosa que la que [se] llev al padre Sana, para registrar las misiones castellanas y llevarse a cuantos pudiese, ass fieles como infieles, cautivos al Par.221 En una Relacin222 escrita a finales de la dcada de 1720 por el padre jesuita Andrs de Zrate, se confirm lo temido por los jesuitas quiteos en el Informe. Aquel escrito fue tambin una suerte de balance que, basado en el Informe,223 ilustraba con algunos detalles los intentos de la Compaa de Jess en su bsqueda por la recomposicin de las misiones en el territorio usurpado de hecho por una chusma insolente de mamelucos desalmados y criminosos venidos desde Gro Par. En la Relacin, el padre Andrs de Zrate inform cmo los portugueses cumplieron con su amenaza previa: ese mismo ao un capitn portugus que a decir de Zrate era negro lleg armado y acompaado por una legin de mamelucos a la misin de Mayorunas. Aquella tropa tom por asalto la misin, ejecut a varios de los indios y a otros los captur para llevarlos esclavizados a Belm. Sin embargo esa incursin portuguesa no haba sido la nica pues al parecer la advertencia lusitana hecha en la misin de Santiago de la Laguna inclua otros escarmientos: en las misiones de Caumaris y de Pebas los portugueses intentaron amedrentar a los indios y al padre misionero, adems, dos paraenses armados navegaron por el ro Napo hasta adentrarse en San Miguel de Sucumbos, gobernacin de Popayn, echando mil valentas y amenazas que, segn lo afirm el padre Zrate, la resistente voluntad de los jesuitas fue suficiente para soportar aquella embestida. Al igual que en el Informe, en la Relacin de Andrs de Zrate los !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Ibid., f. 172r. Relacin de la Mission Apostlica que tiene a su cargo la provincia de Quito de la Compaa de JHS en el gran ro Maran. En que se refiere lo sucedido desde el ao 1725 hasta el ao 1735. Cfr. AGI. Quito 158, ff. 246r-257r; Otra transcripcin de sta Relacin se halla en la obra de Pablo Maroni. Op. cit, pp. 399- 424. 223 Es evidente que el padre Andrs de Zrate conoci el Informe redactado por los jesuitas quiteos, ya que en su Relacin la narrativa sigue la misma estructura cronolgica que el Informe. Adems, varias opiniones y acepciones seran exactamente iguales, de no ser porque Zrate modific las expresiones y agreg nuevos trminos para ilustrar su narracin. Cfr. AGI. Quito 158, ff. 246r-257v.
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portugueses estaban cobrando de facto lo que aseguraban ser de su pertenencia: aquella gran porcin noroccidental de la cuenca amaznica cuyo lmite arbitrario se hallaba en la desembocadura del ro Napo sera el respaldo territorial para que los lusitanos penetraran hasta la cordillera de los Andes y se aduearan por entero del virreinato del Per. Zrate consider que el desamparo de los indios era el asunto de mayor gravedad pues opinaba que era poco importante que las misiones de Maynas estuvieran bajo el dominio de Portugal o de Espaa pues no tiene que esperar la Real Hacienda provecho alguno. No obstante lo que verdaderamente lo inquietaba era que, a pesar de ser catlicos, los portugueses seguiran estendiendo sus crueldades sobre las naciones indias, asunto que solo podra ser contrarrestado con una suerte de utpica alianza entre jesuitas portugueses y espaoles cuyos objetivos comunes de velar por el bienestar de las misiones y de los indios sirvieran para enfrentaran provisionalmente los acosos de los piratas portugueses avecindados en Gro Par. Para ello el padre Zrate sugiri la construccin de una fortaleza o un presidio custodiado por soldados quiteos cuyo fin fuera reprimir las avanzadillas de las tropas lusitanas; hecho que para ste inteligente jesuita sera la nica solucin ante las dificultades que se van cada da multiplicando impidiendo as la paz y el descanso224 que, relativamente, otrora tuvieron las misiones de Maynas. Asunto que debido al poco inters que suscit aquella regin fronteriza entre las autoridades hispnicas estaba lejos de concretarse.
NUEVAS FUNDACIONES, CRECIMIENTO DEMOGRFICO Y LA CASA FORTE DEL RO NAPO
Hacia finales de la dcada de 1720 todas las vicisitudes ocurridas aos atrs seguan causando revuelo entre los padres de la Compaa de Jess. En 1727 el padre Bernardo Zur-Mlhen jesuita alemn adscrito a la provincia quitea, sucesor del padre Fritz en el superiorato de las misiones de Maynas y fundador de dos misiones con indios reducidos de la nacin yameos,225 explic, en una suerte de certificacin escrita, cmo despus de aquellas jornadas de invasiones, expediciones y contraataques mutuos llevados a cabo por lusos e hispanos, Luis de Iturbide, gobernador y capitn general de Maynas segua cumpliendo su labor a cabalidad. El capitn visitaba las misiones que permanecan bajo la jurisdiccin quitea, es decir, aquellas que no !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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estaban ocupadas por los religiosos carmelitas ni por los vecinos de las capitanas lusitanas, corriendo innegables riesgos en sus labores de vigilancia, orden y control militar en esa gran porcin del noroccidente amaznico que, de hecho, todava conservaba la Audiencia de Quito. La anchura y el caudal de los ros, la precariedad de las embarcaciones para navegarlos, los riesgos que emergan del fragor de los caminos enmaraados y anegadizos donde con suma dificultad apenas podan caminar las mulas que, segn el padre Zur-Mlhen, su trasegar atraa con facilidad algunos depredadores: leones, tigres, osos, culebras, vboras, fauna lugarea que daba cuenta de los peligros hallados en la espesura de la regin. Por ello, para el jesuita Zur-Mlhen, el capitn Luis de Iturbide era un militar digno de toda loa ya que siendo gobernador haba logrado en Maynas lo que otros oficiales jams se dignaron a efectuar: procurar el orden administrativo de las misiones, impartir justicia a los transgresores de la ley y velar por la vigilancia ante las posibles incursiones de los portugueses: pues a ms de cuarenta y cinco aos que ningn gobernador haya visitado estas provincias y misiones segn la noticia que tenemos. Los cometidos de Iturbide que por esos aos se hallaba enfermo postrado e imposibilitado tambin fueron avalados por el presidente de la Audiencia de Quito, Dionisio de Alsedo y Herrera,226 para quien Iturbide es y ha sido en el tiempo de su gobierno el que con ms puntualidad ha cumplido con la obligacin de su cargo.227 No obstante, Iturbide no haba conseguido ninguno de los objetivos para los cuales fue ascendido pero no vacilaba en continuar su labor en servicio de la majestad hispnica. Tal asunto no era extrao: el desamparo militar de la gobernacin de Maynas era ya, para finales de la dcada de 1720, un hecho proverbial. El gobernador Luis de Iturbide haba anexado la provincia de Lamas a la jurisdiccin de Maynas tambin bajo acto de posesin. Lamas era una provincia colindante con Moyobamba en la cual aos despus se erigi una ciudad del mismo nombre. Pero adems de la anexin territorial Iturbide haba sumado 1.200 indios de todos los estados grandes y pequeos a la jurisdiccin y haba recuperado a ms de 5.000 indios que estaban bajo el adoctrinamiento de los carmelitas portugueses y se los haba encargado al padre Fritz, cuestin que para el padre Zur!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
226 Sobre la trayectoria de Dionisio de Alsedo y Herrera en Amrica, ver el captulo titulado: Dionisio de Alsedo y Herrera o el orculo de Amrica de Felipe V y Jos Patio en: PERALTA RUIZ, Vctor. Patrones, clientes y amigos. El poder burocrtico indiano en la Espaa del siglo XVIII, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, 2006, pp. 73-114. 227 AGI. Quito 131, Doc. 67, f. 64r.
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Mlhen era uno de los mayores servicios que se haban hecho a Dios y al rey desde que estas misiones se descubrieron,228 pues sin duda aquellos miles de indios nuevos representaba un aliento frente a la desolacin y dispersin ocurrida en Maynas a causa de la pugna por el dominio territorial. La intervencin de Iturbide y sus ejecuciones como gobernador sumada a algunas circunstancias concretas produjeron una situacin que a simple vista parecera estar hecha con detalles nimios, pero a juzgar por la desmesura territorial, la casi nula presencia militar y la dificultad para reducirlos a la vida en polica, fue efectivo que en la gobernacin de Maynas o lo que qued de sta a finales de la dcada de 1720 la situacin present una relativa mejora, por lo menos en trminos demogrficos. En un escrito redactado por Luis de Iturbide en 1727 y presentado despus de su muerte en 1731 bajo el rtulo de Memoria229 el entonces gobernador describi el verdadero estado de las misiones en las respectivas jurisdicciones asignadas a cada una de las cabezas de gobierno. En tal Memoria son evidentes serias imprecisiones que demuestran cmo en la gobernacin de Maynas la poblacin india era bastante mvil: las naciones indias eran sociedades nmadas, y en la mayora de los casos, completamente renuentes a las reducciones o aglomeraciones fijas que pretendan realizar los misioneros de forma compulsiva. A decir de Iturbide, los indios cuando quieren se juntan y llaman al padre, en recibiendo lo que les dan se vuelven a huir al monte. Eran pues dos lgicas de reciprocidad, dominio y civilizacin distintas, tratando de sobreponerse la una a la otra en esa inmensa regin fronteriza. Por ello, en la red misional de la Amazona si que cobr vigor el precepto tenido en boga desde los primeros contactos civilizatorios acaecidos en el Nuevo Mundo: aquella cruda pero lcida sentencia pontificada desde el siglo XVI por el hidalgo de Medelln y conquistador de Mxico, Hernn Corts: sin indios, no hay Indias era un precepto que ms de dos siglos despus continuaba vigente. Cuando los indios se fugaban de las reducciones amaznicas, los padres jesuitas al igual que los encomenderos, entraban en riesgo de padecer pobreza, agudas hambrunas y hasta indefensiones; los indios eran el recipiente para verter la fe catlica, de ellos se extrajo la energa, el servicio personal, el trabajo y por ende las ganancias en bienes materiales y comestibles que hacan de las jurisdicciones amaznicas unas entidades productivas en la medida de sus posibilidades. !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Ibid., ff. 65r-65v. Memoria de la gente que tienen las misiones de la Compaa de Jess de esta provincia de Quito, en estas provincias de Maynas, ro del Maran y Amazonas as espaolas como de Indios e Indias. Cfr. AGI. Quito 158, f. 67r.
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Segn la Memoria redactada por el gobernador Iturbide, la conjuncin de todos los indios existentes en la gobernacin de Maynas, sumados a todo gnero de personas, es decir, aquella gente de todos los colores en la que se incluan individuos como: blancos pobres, encomenderos, mestizos de los poblados andinos y clrigos regulares, se condensaba en una sola frmula: la gente que hay por todos en los pueblos y misiones de la compaa en este gran ro del Maran y Amazonas son 5.456 segn el censo realizado por el gobernador Luis de Iturbide en 1715. La redaccin de la Memoria tuvo su origen en una visita hecha por el gobernador en la cual haba iniciado una numeracin donde discrimin la poblacin de indios entre hombres, mujeres y nios segn los pueblos que habitaban, no sin antes considerarse a s mismo como el artfice de la mejora en la gobernacin de Maynas:
De los pueblos reducidos puedo tambin informar con toda verdad que mucha gente de la que contiene la visita se debe a mi aplicacin el haberse reducido las mil y docientas almas a la misin de la compaa agregndosele la provincia de Lamas y ms de cinco mil y cuarenta personas de que ya se haban apropiado los portugueses en una invasin el ao de setecientos y nueve antes de entrar en el gobierno haviendome nombrado por capitn y cabo principal para esta pacificacin cuya verdad confirma tambin el superior de las misiones el P. Bernardo Surmillen 230Iturbide inform a la Real Audiencia de
Quito que su precario estado de salud le impeda continuar con las labores asignadas ms de una dcada atrs. Mltiples dolencias fueron el testimonio de sus servicios como oficial en la frontera selvtica, peligros a que me he expuesto en estas funciones, donde recorri a pie caminos que son tan speros y climas tan rigurosos, comand tropas inexpertas e hizo lo posible por cumplir las rdenes para impedir las incursiones de los enemigos. Ya entrado en aos y notablemente enfermo, el gobernador exigi a la Real Audiencia de Quito el reconocimiento de sus labores en Maynas con algo de modestia. Aunque se le adeudaba ms de seis aos de salario, seal adems que, de no ser por su lamentable condicin, estara dispuesto a continuar velando por la defensa de la soberana de la Monarqua Hispnica en sus dominios del alto Amazonas. El 27 de abril de 1730, naturalmente gravado de aos y de achaques, el gobernador Luis Iturbide falleci en la ciudad de Quito.231
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Si aquel conteo realizado por Iturbide era equivalente a la cifra sugerida, hacia 1726, en toda la gobernacin de Maynas la cifra haba aumentado hasta alcanzar los 6.405 habitantes.233 Ahora bien, se trataba de una cifra discriminada por dos rubros: slo 1.570 indios y 4.835 individuos considerados como todo gnero de personas eran los habitantes de la gobernacin de Maynas en 1727. Es posible que en el conteo realizado por Iturbide existan varios errores, pues cifras como estas no dejan de ser datos aproximativos que evidencian un crecimiento poblacional poco significativo si se consideran los casi 11 aos transcurridos, lo que sin duda agudiz una de las caractersticas ms significativas de ste desmedido espacio fronterizo: el bajo ndice de poblacin que incidi directamente en la estabilidad y el porvenir de la red misional en la amazona hispnica. Las cifras arrojadas por los clculos de los censos poblacionales eran para los jesuitas quiteos una suerte de constatacin. Las avanzadillas portuguesas haban disminuido a finales de la dcada y varias de las viejas misiones jesuitas fueron abandonadas por los religiosos de Nossa Senhora do Monte do Carmo, hecho que los padres consideraban ingenuamente como un sntoma de que la gobernacin de Maynas y toda su dbil infraestructura misional volvera a la estabilidad de antao. !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Memoria de la gente que tienen las misiones de la Compaa de Jess de esta provincia de Quito, en estas provincias de Maynas, ro del Maran y Amazonas as espaolas como de Indios e Indias. Cfr. AGI. Quito 131, ff. 67r-68r. 233 AGI. Quito 158, ff. 67r-68r.
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Para los portugueses la nueva divisin espacial se descifraba en otro sentido. El ao de 1729, Juan Bautista Julin, otro padre jesuita nacido en Alemania, tambin mostr serias preocupaciones al respecto, y no era para menos: con el objetivo de hacer respetar la jurisdiccin hispnica escribi una carta en un impreciso idioma portugus a Alexandre de Souza Freire, gobernador de Maranho, puntualizando en que las usurpaciones territoriales cometidas por Portugal y las vejaciones del clrigo Fray Joo da Conceio dieron ocazions a queixas e motivos dezasoegos como V. Rma no atrahindo asi os indios das nossas missioins mas povoando aldeyas fora dos seus limites y por ello hizo mencin de aquel hito fsico, mojn o baliza, conocido como El Tronco que Portugal haba transgredido asignndose ms territorio del que por leyes pontificias le perteneca. Portugal haba establecido as un orden geopoltico biimperial en el noroccidente amaznico explicado por el padre Julin como tudo o que delle corre pa o Par he de Portugal, e pa Quito de Castela. Consider entonces que toda la regin tomada por los portugueses hasta la desembocadura del ro Napo no tena la ms mnima fundamentacin, pues: sem titulo algum verdadeiro tem tomado invalida posse pretextuando esta mesma aao como zelo do servio. Hecho que slo era susceptible de tratarse como una negociacin entre monarcas o por lo menos mediante una intervencin diplomtica en las metrpolis y no a manos de un puado de burcratas y militares fronterizos que a su antojo gobernaban en Maranho y Gro Par.234 De manera insistente, el padre Juan Bautista Julin escribi al gobernador de Maranho sobre la necesidad que ste tena de recordar que todo el territorio perteneciente a la antigua red misional de la Compaa de Jess haba sido cuidado y administrado por los padres Samuel Fritz y su tocayo sardo Juan Bautista Sanna que uma tropa portuguesa traxe a esta cidade prisioneiro por semelhante demazia. Posiblemente el jesuita Julin estaba persuadido al igual que la mayora de los jesuitas de Maynas de la existencia de las Reales Cdulas escritas por el rey de Portugal donde se ordenaba el despoblamiento del territorio previamente ocupado y la restitucin de todos los indios que, en teora, pertenecan a las misiones y que despus de las capturas portuguesas fueron vctimas de todos os disturbios, mortes e fatalidades cometidos por los religiosos carmelitas y los dems portugueses avecindados en las capitanas lusitanas. Julin no !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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vacil en mostrarse intolerante al igual que sus colegas a raz de la gran dislocacin que haba tenido el proyecto de la Compaa de Jess. No obstante, y a juzgar por los trminos que emple, pudo tratarse slo de ejercer presin bajo palabras insinuantes que podan entenderse como una amenaza, o por lo menos como una advertencia. Hacia el mes de enero de 1731, dos aos despus de que el padre Julin intentara persuadir al gobernador de Maranho para frenar el impulso de los portugueses que se adentraban hasta la desembocadura del ro Napo, el propio Alexandre de Souza Freire haba redactado un corpus de ordenanzas para el sargento Belchior Mendes de Moraes. En las ordenanzas, el gobernador fue bastante incisivo sobre diversos planes que deban llevarse a cabo para el beneficio de la corona de Portugal; planes que seran claros intentos de diezmar tanto el territorio como apoderarse de las riquezas que este poda contener. Sin duda alguna, Souza Freire estaba convencido de que los dominios portugueses en el noroccidente amaznico llegaban hasta la desembocadura del ro Napo y por ello, en servicio de su monarca, tena como obligacin lograr el repliegue de los misioneros espaoles fuera del territorio que aseguraban dominar. El gobernador portugus afirm que los jesuitas espaoles establecidos en las misiones ubicadas en la cuenca del ro Napo habitaban un lugar que a su entender era un distrito dividido en dos partes: una estaba en manos de los jesuitas y la otra en manos de los portugueses de Gro Par. Sin embargo, esta divisin era considerada por Souza Freire como una entidad territorial perteneciente a Portugal y por ello haba escrito una carta al padre Juan Bautista Julin afirmndole que: abstivessem de exceder os seus limites introduzemdose em os nossos. Segn el gobernador, el padre negaba que los dems jesuitas hubieran traspasado los lmites; pues era claro que tanto espaoles como portugueses se afirmaban como habitantes legtimos de toda esa porcin territorial, lo cual hacia ms complejo el entendimiento, dado que ambas partes solo coincidan en reconocer que el mismo territorio perteneca a sus respectivas monarquas235. Compuesta por 15 apartados, las ordenanzas redactadas por Alexandre de Souza Freire contenan diversas indagaciones que deban ser efectuadas por el sargento Belchior Mendes Moraes. Entre estas el gobernador solicit que se le informara sobre el lugar mejor ubicado para la construccin de la casa forte en la desembocadura del ro Napo, y para ello era preciso contar !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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con indios probablemente trados desde la cuenca del ro Negro236 que sirvieran en las obras de edificacin. Esta pretendida fortaleza sera, en palabras de Souza Freire, la causa e onra para defender los supuestos dominios portugueses. Adems de ser un asunto a favor de la legitimidad lusitana, aquella fortificacin sera un enclave crucial para velar por los intereses econmicos que se acariciaban desde la capitana de Gro Par. Intereses orientados a la adquisicin de la plata andina que poda obtenerse recurriendo al comercio clandestino con los espaoles avecindados en las ciudades de Archidona y San Francisco de Borja, comerciantes necesitados de comprar mercancas provenientes de las capitanas brasileras o de otros enclaves atlnticos dominados por la corona de Portugal, lo cual sera relativamente fcil de concretar ya que los paraenses conocan de antemano la ausencia de militares espaoles en la regin.237 Por ello, el gobernador Souza Freire no vacil en afirmar que tambin era necesario averiguar sobre los lugares que los espaoles aprovechaban para la extraccin de oro, el cultivo de las plantas de canela, e indagar sobre otras formas que condujeran a la obtencin de plata, alimentando as un pretencioso aunque disparatado sueo argentfero en el cual se conduza a prata dos Galees at esta cidade do Par e della para Portugal.238 A raz del fallecimiento del gobernador Luis de Iturbide ese mismo ao de 1731 fue nombrado un nuevo gobernador para la provincia de Maynas. La Audiencia de Quito procedi con el nombramiento de Juan Antonio de Toledo239 como responsable de administrar aquella jurisdiccin. Si para Luis de Iturbide gobernar Maynas represent enormes dificultades, y fue casi el motivo de su deceso, el nuevo gobernador no estuvo exento de las mismas penurias; la desamparada frontera selvtica era un complejo reto administrativo para cualquier burcrata colonial acostumbrado a oficiar en la comodidad de un aposento palaciego. Juan Antonio de Toledo, hombre de menor arrojo que Luis de Iturbide no vacil en afirmar que su cargo era el !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
AGI. Quito 158, f. 561r. AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 13, Doc. 1207, f. 2v. 238 AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 14, Doc. 1305, f. 1r. 239 Juan Antonio de Toledo era uno de los clsicos militares indianos cuya carrera en el Nuevo Mundo les permiti ocupar cargos en diversas regiones del imperio espaol. En la pennsula ibrica haba sido cadete del Regimiento de Caballera de Santiago y guardia en la Primera Compaa del Marqus de Bedmar. A su llegada a Amrica ocup cargos militares en el fuerte de San Agustn de la Florida, en la isla de Trinidad y en lugares del Alto Per como San Francisco de Coaguilla, la villa de San Felipe de Austria y las minas de Oruro. Despus de haberse desempeado con notable pesadumbre como gobernador de la provincia de Maynas, Toledo solicit al Consejo de Indias en 1736 un traslado para ser gobernador en Antioquia, provincia noroccidental del virreinato del Nuevo Reino de Granada, cargo que jams llegara a ocupar. Cfr. AGI. Santa Fe 283, ff. 1r-2v; BRAVO BETANCUR, Jos Mara (Director). Gobernantes de Antioquia, Medelln, Academia Antioquea de Historia/Asociacin de exgobernantes y exdiputados de Antioquia, 2007, pp. 95-136.
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ms infeliz de todo el reino, pues adems de las pocas utilidades econmicas que generaban al erario aquellos pases selvticos se precisaba mantener una alerta constante en funcin de prevenir los ataques de los indios brbaros, y claro est, de los enemigos lusitanos que amagaban con penetrar en la gobernacin de Maynas desde la capitana de Gro Par. De hecho, Toledo mencion estar informado de que posiblemente en los das prximos una armadilla portuguesa penetrara de nuevo en la gobernacin de Maynas. Es necesario estar siempre con las armas en la mano, rezaba la opinin de Juan Antonio de Toledo aduciendo a la inexistente presencia militar para la proteccin de la jurisdiccin hispnica y la salvaguarda de los ros, en especial sus desembocaduras, excelentes rutas de acceso para las tropas antagonistas. Al parecer, en las Reales Cajas del erario de la Audiencia de Quito, no se hallaba rubro alguno para el envo y sostenimiento de tropas hacia sus jurisdicciones orientales.240 Las disminuidas asignaciones salariales del nuevo gobernador fueron invertidas por ste en la compra de algunas armas y municiones, por lo cual ste haba comenzado a claudicar en su nuevo cargo. Toledo, quien resida en la ciudad capital de San Francisco de Borja, opt por renunciar a su nombramiento. Aquel ambiente inhspito donde se enclav la ciudad en las montaas ms clidas y estriles del ro Maran era una suerte de purgatorio dantesco difcil de paliar con un sueldo precario, ya que la adquisicin de bastimentos como carne salada, aceite, harina y hasta el vino para consagrar las misas, deban traerse desde las ciudades de Loja, Cuenca, Jan de Bracamoros y Quito, centros urbanos notablemente ms prsperos aunque ubicados a ms de 140 leguas aproximadamente 840 kilmetros de San Francisco de Borja. As, dada la compleja situacin, Juan Antonio de Toledo solicit ser removido de su cargo como gobernador, sugirindole adems al presidente de la Real Audiencia de Quitosu colocacin de nuevo como capitn de caballera en la ciudad capital.241 La decisin de Toledo era un sntoma diciente de que la gobernacin de Maynas no era una entidad que pudiera subsistir sin la intervencin directa de las autoridades de la Real Audiencia. Una gobernacin fronteriza que, a falta de proteccin militar, quedaba a merced de las cada vez ms frecuentes intensiones portuguesas.
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Ms de un ao despus, Jos da Serra, gobernador y capitn general de Maranho y sucesor de Alexandre de Souza Freire insisti basndose en las ordenanzas de su antecesor en la importancia que tendra para las capitanas lusitanas un establecimiento fijo en la cuenca del ro Napo. Para el nuevo gobernador las riquezas minerales y agrcolas que pudieran extraerse seran un logro imprescindible, sin embargo, el comercio con los espaoles de las ciudades cercanas que poda coordinarse desde la fortaleza ya erigida o desde una povoao oculta era el objetivo ms codiciado pues, en consonancia con las ordenanzas de Souza Freire, el gobernador recalc la gran oportunidad que exista para entablar jugosos negocios que al parecer se basaban en el comercio clandestino. De esta manera orden que: E veja se pode a qualquer costo politico, establecer amizade sincera, e secreto comercio com os vaalhos de El Rey catholico.242 En su Relacin el padre Andrs de Zrate consign que los portugueses fueron los causantes de las ruina de las misiones de Maynas al persistir en sus proyectos de invasin. Varias de las misiones mejoraron en tanto que su poblacin haba aumentado debido a la fundacin de nuevas reducciones compuestas con familias de indios infieles y apstatas que anteriormente vivan esparcidas por los bosques. La opinin sobre el crecimiento poblacional que tena el padre Zrate constaba de un basamento preciso: un conteo de la poblacin existente en la gobernacin de Maynas hecho entre los aos de 1729 y 1735 con los datos proporcionados por los padres que regentaban las misiones. El padre consider que a pesar de su notorio incremento poblacional, una ciudad como San Francisco de Borja entonces capital de la gobernacin no experiment el esplendor de las dcadas anteriores ya que los piratas portugueses haban cometido cuantas insolencias les haya sugerido su insaciable codicia, y por esto, confirm que la nica posibilidad de restaurar el antiguo esplendor de la ciudad era recurriendo a los vecinos de Quito que estuvieran interesados en poblar aquella capital fronteriza y que adems fungieran como defensores de la misma, tal y como se haba llevado a cabo sin mucho xito en las misiones de Omaguas de las cuales San Joaqun de Omaguas,243 antiguo cuartel del padre Fritz, tambin haba crecido considerablemente.244 !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 14, Doc. 1305, f. 1v. Cabe aclarar que debido a las incursiones portuguesas la misin de San Joaqun de Omaguas fue trasladada en varias oportunidades dentro de la misma regin. El padre Zrate as lo confirm: San Joachin de Omaguas que ha sido la ms perseguida de los portugueses, causa de que los aos antecedentes se haya disminuido mucho aquella nacin y transplantado repetidas veces de uno a otro sitio. Cfr. AGI. Quito 158, f. 247r; NEGRO, Sandra. Maynas. Una misin
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Era evidente que la cifra de la poblacin de las misiones haba aumentado en los ltimos ocho aos, pues segn los clculos del censo realizado en 1727, la gobernacin de Maynas contaba con una poblacin de 1.570 indios y ocho aos despus, en 1735, dicha poblacin haba crecido hasta 5.672 indios. El acelerado crecimiento se debi a que en el conteo de las almas realizado por Andrs de Zrate ya se incluan las nuevas reducciones fundadas por la Compaa de Jess como los Arazas o la provincia de Lamas, anexada aos atrs por Luis de Iturbide. Por ejemplo, Zrate explic que la misin de Santiago de la Laguna se compona de 4 naciones distintas: cocamas, cocamillas, panos y chapeos que fueron atrados gracias a las doctrinas de los padres, adems de casos como el de los Arazas, quienes fueron persuadidos para vivir en una misin por los indios Andoas que fueron a buscarlos a sus tierras por direccin del padre y recibieron muy gustosos el agua del bautismo.246 Las opiniones del padre Zrate eran completamente favorables hacia la labor de sus homlogos. Aunque el crecimiento poblacional de las misiones era notable, el jesuita no lo consideraba suficiente, pues de no existir los estorbos para las conversiones y los adoctrinamientos los indios de Maynas podran asumir fervorosamente la fe catlica del mismo !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
entre la ilusin y el desencanto, en: NEGRO, Sandra & MARZAL, Manuel M. Un reino en la frontera. Las misiones jesuitas en la Amrica colonial, Lima, Pontificia Universidad Catlica del Per/Ediciones Abya-Yala, 1999, pp. 279-282. 244 AGI. Quito 158, f. 274r. 245 Relacin de la Mission Apostlica que tiene a su cargo la provincia de Quito de la Compaa de JHS en el gran ro Maran. En que se refiere lo sucedido desde el ao 1725 hasta el ao 1735. Cfr. AGI. Quito 158, ff. 246r-257r 246 dem.
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riguroso modo que otros indios la haban adoptado. Zrate explic que varios de los recin integrados omaguas antes tiznados por el vicio abrazaron la fe con suma voluntad de martirio:
A muchos les parece no haber cumplido bien con el precepto de la confesin por cuaresma sino es que la acompaan con una disciplina muy sangrienta por semana santa. Uno de estos el ao pasado habindose hallado por cuaresma fuera de su pueblo luego que volvi a su casa su primera diligencia fue cumplir con la iglesia, y el viernes siguiente de noche salio por si solo a azotarse haciendo con mucha puntualidad todo aquel rodeo que se suele hacer con la procesin el viernes santo causndonos al mismo tiempo risa y admiracin la simplicidad de este pobre y ternura su buen camino y devocin.247
Las labores misionales en las nuevas fundaciones deban continuar enfrentando los llamados estorbos. Zrate mencion las dos nuevas misiones fundadas por la Compaa de Jess: una de ellas establecida en 1719 en la cuenca del ro Napo que se despobl debido a la muerte del padre Luis Coronado, luego reemplazado por el padre Juan Bautista Julin, quien adems fundara la misin de San Joseph de los Nuevos Icaguates: indios nmadas y antropfagos quienes tiempo atrs mataron a un espaol que los haba intentado reducir y, a decir de Zrate, de no haber muerto el padre Coronado en forma natural, un grupo de los icaguates queran hacer lo mismo. Sin embargo esta nueva fundacin no tuvo xito, pues era comn que los indios huyeran del adoctrinamiento y encontraran refugio en esos bosques inacabables, aunado a ello que las acechanzas portuguesas continuaban latentes. Pues ya era bien conocido que ms al norte del ro Napo, en San Miguel de Sucumbos, los portugueses incursionaron decididos a contrabandear y estuvieron a poco de alcanzar la ciudad de Pasto.248 Era el ao de 1732, un hecho confirmado por el padre Zrate: guiados de un mestizo nuestro que por sus delitos se haba refugiado entre ellos, subieron por el Maran hasta entrar en Napo, y de ste por el Aguarico arriva, hasta los Sucumbos, que distan solo ocho das de camino de tierra de la ziudad de Pasto, y all lograron despachar hasta cuatro mil pesos de ropa que se llegaron a saber.249 El padre Zrate atribua la dificultosa tarea de fundar una reduccin a hechos inherentes a las cosmogonas de los indios, los conflictos suscitados por diferencias intertnicas y los obstculos naturales que impona la aspereza del territorio amaznico. Todo !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Ibid., f. 248v. Ibid., f. 250v. 249 ZRATE, Andrs de. Informe que hace Su Magestad, Op. cit., p. 433.
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ello complicaba sobremanera la creacin de un nuevo poblado, sin embargo con la fe y la voluntad de acero de los reclutas de San Ignacio de Loyola se podan soportar los obstculos con estoicismo, pues as lo haba hecho el fundador de la Compaa de Jess, ejemplo a seguir por todos los discpulos que oficiaban en la Amazona:
Para amistar pues a estos miserables, comunicarles alguna luz de nra. Cristiana religin, es preciso que el misionero a modo de cazador ande peregrinando muchos das y aun meses por los bosques vadiendo ros y rompiendo espesuras, penetrando cienegas y lodazales, fiado a la providencia y mantenimiento de que es capaz un bosque que solo en las orillas de los ros grandes abundo de frutos y cacera hasta encontrar con una u otra ranchera de infieles pues no solo las parcialidades sino tambin las familias viven apartadas las unas de las otras muchos das de camino. En viendose ellos descubiertos, como quienes aun no conocen su dicha o recelan alguna hostilidad procuran inmediatamente asegurarse con la fuga, o se ponen en emboscadas de matar a sus caritativos huspedes.250
Una vez que el misionero contaba con los indios suficientes era preciso iniciar labores para la escogencia del terreno, procurar la cercana al cauce de un ro, apartar malezas, ubicar un lugar apto para cultivos y comenzar con la edificacin de la iglesia y de las casas mientras se daba continuidad a las jornadas de doctrina en la reduccin; asunto de poca facilidad pues, el evangelio impartido en castellano, adems de inverosmil, resultaba inaprensible para los futuros vasallos. Segn el padre Zrate, algunos indios mostraban repugnancia hacia la doctrina y el catecismo catlico y debido a esto los jesuitas trataban de acercarse a ellos con regalos y otros mtodos no emparentados con los castigos, aunque en la mayora de los casos despus de obtener el regalo jesuita, los indios: acuden con bastante promptitud y frecuencia repitiendo como papagayos aquello que dice el padre sin ninguna seal de devocin o aprecio.251 Tales asuntos eran claros: en las misiones los padres intentaron impartir la doctrina y alcanzar la asimilacin y aceptacin de la cristiandad por parte de los indios, sin embargo, ellos tambin tenan sus sospechas acerca de la efectividad de sus discursos, dado que afirmaron continuamente el hecho de que los indios creyeran que aquellas verdades del catolicismo solo eran sueos y fbulas y por consiguiente los padres seran vistos como unos embusteros que pretendan embaucarlos para servirse de ellos en las reducciones con la construccin de casas, !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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levantamiento de iglesias y por supuesto, con los cultivos y las dems actividades productivas que dinamizaban la economa de toda la red misional en la gobernacin de Maynas.252
Dionisio de Alsedo y Herrera, presidente de la Audiencia de Quito, era un funcionario suficientemente enterado del acontecer fronterizo. Su conocimiento basado en los previos informes de los jesuitas, de los funcionarios quiteos y de otros prcticos le sirvieron para comprender que las avanzadillas portuguesas hacia el occidente de la cuenca amaznica alcanzaron una distancia de mas de mil cien leguas253 aproximadamente 600 kilmetros en los dominios hispnicos. Las preocupaciones de Alsedo estaban enraizadas en el evidente despliegue de los portugueses hasta la franja occidental de la gobernacin de Maynas. Sin embargo el presidente no se conform slo con enunciar aquella prdida sino que adems trat de buscar explicaciones que condujeran a una solucin. Por ello, expuso en una de sus cartas al Consejo de Indias que el inters de los lusitanos no estaba dirigido simplemente al expansionismo de su jurisdiccin, pues la posesin de esa enormidad territorial en una vasta regin incapaz de reduzirla a republicas civiles sera un asunto engorroso tanto para la administracin de sus capitanas amaznicas como para la totalidad de la monarqua portuguesa. Alsedo adujo a que las diversas naciones que poblaban la cuenca del alto ro Amazonas eran grupos de indios infieles cuya dispersin en la densidad de la selva haca de las reducciones un proyecto descabellado y casi imposible de concretar. Alsedo, quien conoca medianamente la geografa de la regin oriental de la Audiencia de Quito, saba de antemano cules eran las implicaciones que, tanto Espaoles como Portugueses, deban sortear en sus objetivos de ocupar un territorio drenado por un inmenso pilago de agua dulce, un ro Amazonas que a su acertado decir era el mayor que se conoce en el Orbe, componente de una geografa que, dadas las exiguas condiciones econmicas y materiales de la Audiencia de Quito y de la capitana de Gro Par, supona que la disputada gobernacin de Maynas fuera intervenida !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
252 REEVE, Mary-Elizabeth. Regional Interaction in the Western Amazon: The Early Colonial Encounter and the Jesuit Years: 1587-1767, en: Etnohistory, vol. 41, nm. 1, Durham, Duke University Press, 1993, pp. 127-130. 253 Segn los clculos hechos por el padre Andrs de Zrate, la distancia de los dominios hispnicos arrebatada por los portugueses era de 1.400 leguas hacia el occidente de la cuenca amaznica. Cfr. AGI. Quito 158, f. 565r.
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efectivamente para hacer de ella un espacio soberano y una entidad geogrfica aportante al erario de la monarqua interesada. Amplitud, desmesura, inmensidad, malformacin y desorden, eran algunos de los adjetivos empleados por Dionisio de Alsedo y Herrera para mostrar cmo la gobernacin de Maynas era una jurisdiccin ingobernable, tanto as, que su opinin sobre la expedicin llevada a cabo por Luis de Iturbide a finales de la dcada de 1700 fue nada ms que un gasto innecesario, ocioso e intil para proveer a 50 hombres inexpertos de armas y municiones que escasamente sabran maniobrar. Por ello, y con cierto desdn, el presidente explic que Luis de Iturbide: quien sin necesidad naveg el ro hizo algunos daos en los pueblos de los enemigos; y se volvi a Quito suponiendose en gran servicio de tan despreciable triumpho con una impensa del Real Patrimonio que fuera el mayor servicio haberla omitido.254 Alsedo conoci las pretensiones portuguesas que, fraguadas poco tiempo atrs desde la capitana de Gro Par a manos del gobernador Alexandre de Souza Freire y encomendadas al sargento Belchior Mendes Moraes, estaban dirigidas a construir una fortaleza a en las desembocaduras de los ros Napo y Aguarico que, a manera de fortn, fueran adems un enclave para el comercio con las provincias del nororiente del virreinato del Per.255 Un subalterno del sargento lo explic claramente:
porque la corona de Portugal pretende la jurisdiccin en todo este ro Amazonas hasta la boca del ro Napo y lo que me ordena su excelencia esto es, que yo con el sargento mayor enviado por su excelencia averige el puesto conveniente en que conforme a dichos derechos se edifique de parte de Portugal una casa fuerte por lmite de su jurisdiccin en este ro Amazonas.256
La alarma cundi hasta llegar a la capital virreinal donde el virrey, Marqus de Castelfuerte, orden combatir las iniciativas lusitanas por la fuerza de las armas. Desde la ciudad de Lima se consult al Consejo de Indias para proceder contra los portugueses, siendo el ministro de Indias, Jos Patio, el entusiasta e idneo burcrata257 encargado de autorizar la formacin de una tropa con sus respectivas remuneraciones y as ejercer la resistencia militar contra los portugueses. La tropa se encargara entonces de demoler las fortificaciones y las poblaciones que se hallaran en !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Ibid., ff. 504r-506r. MARQUES, Csar Augusto. Op. cit., pp. 335-336. 256 Ibid., f. 195v. 257 LYNCH, John. La Espaa del siglo XVIII, Barcelona, Editorial Crtica, 1999, p. 84.
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los pueblos de las riberas del Maran y bocas de los ros Negro y Napo; una decisin dirigida a la defensa y legitimacin de los lmites de la gobernacin de Maynas jurisdiccin del soberano derecho de V.M, aunque el propio Alsedo reconoca que las fortificaciones construidas por los portugueses nos puso en confusin.258 Tratando de evitar los posibles errores y sobretodo la prdida de dinero en la Real Hacienda, el presidente Alsedo procur ser ms delicado en comparacin con la criticada expedicin realizada por Luis de Iturbide. De sta manera dio rdenes al maestre de campo de las milicias de la ciudad de la ciudad de Archidona para que iniciara un reclutamiento a fin de conformar una tropa dedicada a expulsar, o dado el caso, a impedir el establecimiento de los portugueses en el oriente de la gobernacin de Maynas. Adems, consider la necesidad de hacer un llamado al Consejo de Indias puntualizando en los perjuicios que los portugueses causaban a la jurisdiccin: esclavitud de los indios y usurpacin territorial pretendiendo tocarles todas aquellas tierras.259 Basado en los informes encargados al padre Juan Bautista Julin, el presidente Alsedo opt por escribir en 1731 una carta dirigida al gobernador de Gro Par. En la misiva Alsedo le reclam por la omisin de los decretos pontificios y a consecuencia por la usurpacin del territorio, pues era la Compaa de Jess la institucin con la potestad para mantenerse en las misiones que comenzaban desde la desembocadura del ro Napo hasta la desembocadura del ro Negro a lo largo del ro Amazonas. Por ello Alsedo conmin a Souza Freire para que ordenara desalojar los pueblos cambebas [yurimaguas], solimes [omaguas] y dems naciones.260 As, de forma cordial, y arguyendo a la buena correspondencia entre vasallos de las monarquas ibricas Alsedo pidi cordialmente al gobernador portugus que:
la misin de los padres jesuitas castellanos corra sin embarazo en el distrito de los trminos que le pertenecen y cesen los daos y correras que hasta ahora se han cometido por los vecinos de la aldea de San Pablo en los pueblos reducidos como se pudiera en pases enemigos y con especialidad por el padre Fray Juan de la Concepcin que debiendo ser religioso vive y obra como Pirata en el insulto y en la correra, y cuyo remedio debo esperar abra puesto la providencia de su Seora.261
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AGI. Quito 158, f. 197r. Ibid., f. 510r. 260 Ibid., f. 177r. 261 Ibid., f. 178v.
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Posiblemente el informe redactado por el padre Andrs de Zrate en 1737 y ledo por el presidente Dionisio de Alsedo y Herrera sea una de las fuentes ms lcidas e ilustrativas que existen sobre la situacin poltica experimentada en la cuenca amaznica durante la primera mitad del siglo XVIII. ste jesuita prdigo en escritura y opiniones relat su interesante viaje desde la ciudad de Quito el da 4 de diciembre de 1736 y pasando por lugares como Papallacta, la jurisdiccin de Quixos: las ciudades de Baeza y Archidona, el pueblo de Santa Rosa, la cuenca del ro Napo y la desembocadura del ro Aguarico hasta adentrarse en la gobernacin de Maynas, regin de la cual era visitador y viceprovincial en nombre de la Compaa de Jess. Zrate consign en su informe varios pormenores del viaje, y otros detalles como la geografa: Todo lo dems es monte cerrado; la hmeda temperatura: no hay prevencin que no se pudra o malee; los recursos alimenticios de los indios la gamitana al salmn, la ceja a la anguila, la arauana, las palometas, las motas [] las charapas y el manat, que en las misiones llaman vaca marina;262 detalles tocantes a sus observaciones y su experiencia en la travesa fronteriza. Este jesuita espaol anot su arribo a un pueblo del cual no precis el nombre ubicado a zinco das ms arriba de la boca del ro Napo, compuesto por 14 naciones entre las cuales se hallaban omaguas, yurimaguas, mayorunas, yameos, panos, chipeos, cocamas, pebas, cabachis, encabellados e icaguates. Tal pueblo era un clsico ejemplo de una reduccin misional en donde se cohesionaban indios dispersos atrados por las dulces promesas y tratos paternales de los jesuitas. Ese mismo ao hacia el mes de agosto desde la lejana ciudad de Belm, capital de Gro Para, se prepar una expedicin compuesta de un oficial y tres soldados cuya misin sera investigar sobre la presencia de espaoles en la aldea de So Paulo, lugar cercano a la misin de San Joaqun de Omaguas. La presencia los jesuitas haba sido delatada por los religiosos del Carmen. Para la expedicin, los paraenses solicitaron al gobernador interino de Gro Par, Antonio Duarte de Barros, que les concediera armamento y municiones pues teman algn enfrentamiento.263 Al parecer, los portugueses no encontraron rastros de los jesuitas. Sin embargo, el ao siguiente algunas incursiones portuguesas alcanzaron las misiones de Pebas y Caumaris.
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Ibid., ff. 293v-294r. AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 19, Doc. 1736, ff. 1r-2r.
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Antes de su viaje a la frontera selvtica el padre Zrate fue advertido por un testigo: su colega, el ignaciano alemn Nicols Schindler, quien le coment acerca de una avanzada de portugueses que, provenientes desde la capitana de Gro Par, tenan como objetivo invadir las misiones. Segn observ Schindler, aquellos paraenses remontaron el ro Amazonas hasta recalar en la desembocadura del ro Napo a bordo de 60 canoas de gran calado y otras seis embarcaciones pequeas donde transportaban la indumentaria y los materiales necesarios para construir all una casa forte: fortaleza militar que servira para acantonar a los lusitanos, validando as su permanencia en la jurisdiccin quitea. Alertado por aquella situacin ocurrida poco tiempo atrs Zrate avis al presidente Dionisio de Alsedo y Herrera, y de igual forma, al virrey del Per. Como era de esperarse el jesuita no recibi ninguna respuesta para enfrentar la situacin. As, a finales del mes de enero de 1737 el padre Zrate fue testigo presencial del arribo de varios portugueses que remontaron el ro Napo: tres canoas con la bandera de Portugal izada en lo alto, se acercaban a contracorriente. En aquella misin no haba ni un solo militar que pudiera servir en su defensa; tampoco espaoles, ni mestizos ni otro civil designado como gobernador o apoderado de la seguridad. Clrigos e indios eran los nicos habitantes que quedaron a merced de las iniciativas portuguesas. Tratando de prevenir algn ataque de la tropa recin venida el padre Zrate opt por tomar una escopeta y adems decidi armar a cuatro indios para contener siquiera con esta apariencia algn insulto. Las embarcaciones atracaron en la orilla del ro, y despus de descender, los portugueses se dirigieron a la misin. Uno de los portugueses era un sargento que vena acompaado por un alfrez y un religioso carmelita. Persuadieron al jesuita de que venan en paz y por ello le solicitaron dialogar. Los portugueses procedan desde Gro Par y su llegada hasta la cuenca del Napo se debi a que en aquella capitana corra el rumor de que los misioneros de Quito haban fundado una misin en la jurisdiccin ajena y por ello venan a escarmentarlos arrasando con el pueblo. El resto de la tropa lusa estaba en el Ro Negro a la espera de recibir noticias para luego proceder. Sin embargo el sargento portugus se haba percatado de que la misin que pretendan destruir supuestamente erigida en territorio portugus no era ms que la misin de San Ignacio de Pebas y Caumaris, misin ubicada en la franja occidental de la Omagua, claramente dominio hispnico. El padre Zrate fue bastante audaz: decidi interrogarle al sargento si saba cules eran los lmites que reclamaban en el noroccidente amaznico tanto el rey de Portugal como los
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gobernadores de las capitanas de Maranho y Gro Par. Curiosamente el sargento le respondi que no le haban dado instruczion alguna sobre este punto.264 Ahora bien, en sta oportunidad la confrontacin por el territorio entre espaoles y portugueses, o mejor, entre jesuitas y militares, no contaba con el hlito de certeza con el cual Portugal reclamaba los territorios. Los jesuitas se mantuvieron firmes en la postura de no ceder a las suposiciones de los portugueses sobre sus propios lmites pues contaban con el potente recurso de las bulas y los decretos pontificios del siglo XV. Sin embargo, el hecho de que los portugueses no estuvieran decididos a arremeter en contra de los padres quiteos no era garanta de que sus reclamos y sus intenciones de usurpar el territorio hispnico cesaran definitivamente. El sargento portugus argument algo que era una sospecha recurrente en las arduas tensiones por el dominio del territorio amaznico: las reales cdulas que ordenaban el abandono de las misiones invadidas, redactadas por el rey de Portugal Joo V tenan, segn los portugueses, una explicacin; y es que la consorte del rey lusitano, Maria Ana de Austria hija de Leopoldo I, emperador del Sacro Imperio Romano Germnico por un acto de extraa solidaridad haba intercedido a nombre de los jesuitas alemanes y bohemios Samuel Fritz, Wenceslao Breyer, Juan Bautista Julin, Adam Widmann, Bernardo Zur-Mhlen, Nicols Schindler, Enrique Richter, Franz Niclutsch, Leonardo Debler, entre otros ante su esposo para efectuar la restitucin de los respectivos territorios a la corona de Espaa. Desde luego, aquel gesto signific que tambin la Compaa de Jess podra restablecerse en la gobernacin de Maynas como aos atrs, y de cumplirse, el padre Zrate lo considerara como justo. Posiblemente se trat de un resquicio asociado a las polticas combativas de la Gran Alianza que a raz de la Guerra de Sucesin acaecida a principios de la centuria se fraguaron en contra de Espaa y de las cuales Portugal partcipe desde 1703 obtendra ciertos beneficios.265 El pacifismo en la arribada de la tropa portuguesa obedeci a que stos solo venan con la intencin de tantear la forma ms gil y la ruta ms segura de comerciar con ropas y otras mercancas en la cuenca del ro Amazonas buscando remontar la cordillera andina, asunto del cual el padre Zrate suspicazmente no se fi, pues saba que aquella cacera de indios con fines esclavistas poda ser uno de los objetivos soterrados de los portugueses. Ese mismo ao, Joseph !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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AGI. Quito 158, f. 277r. KAMEN, Henry. La Guerra de Sucesin en Espaa 1700-1715, Barcelona, Grijalbo, 1974, pp. 20-21.
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Ferreira de Melo, alfrez de las milicias de Gro Par, haba arribado a la misin de San Ignacio de Pebas y Caumaris. Su llegada, diferente a la de sus coterrneos, tena el objeto de verificar los lmites que quedaron ajustados en las concordatas paces entre las dos coronas. A saber, lo referido por Ferreira de Melo no era otro asunto que reclamar por los lmites supuestos con una lnea divisoria en el Tratado de Lisboa cuya injerencia en los dominios amaznicos de Espaa y Portugal ya haba quedado estipulada desde el siglo XVII y estaba completamente ligada a las disposiciones de los decretos pontificios del Tratado de Tordesillas. A causa de ello Zrate protest por la supuesta verificacin que pretenda el alfrez, pues como jesuita quiteo y viceprovincial curtido en la gobernacin de Maynas lo tena todo muy claro: el lmite requerido por los portugueses durante esos aos, ms que ambicioso, era completamente errtico: el territorio hispnico y su respectivo lmite a decir de Zrate era mucho ms dilatado, hecho suficiente para que los ignacianos no necesitaran transgredir otras jurisdicciones, pues de lo contrario, de haberlo resuelto, los jesuitas castellanos hubieran llegado hasta el gobierno de Gro Par en detrimento de las leyes portuguesas; hecho que se traduca en la ya recurrente peticin ante el gobiernos de las capitanas portuguesas para que los misioneros de Nossa Senhora do Monte do Carmo emprendieran la desocupacin de todas los asentamientos que, desde la aldea de San Pablo hasta el ro Negro, tenan bajo su control. Aquellas tensiones que tuvieron lugar en los dominios amaznicos no fueron precisamente el ntido reflejo de la situacin poltica que se experiment entre las dos metrpolis de la pennsula ibrica en territorio europeo. Espaa y Portugal estaban sumidas en un perodo de estabilidad en sus relaciones, sin ningn asomo de confrontacin blica en otras latitudes y con escasas probabilidades de ingresar pronto en una nueva disputa. En el artculo I del Tratado de Paz y Amistad ajustado entre la Corona de Espaa y la de Portugal, que haca parte del Tratado de Utrecht (1713-1715) se aclararon los trminos de la relacin bilateral que ambas monarquas en el nombre de la Santsima Trinidad estuvieron obligadas a sostener:
Artculo I. Habr una paz slida y perpetua y una verdadera, y sincera amistad entre su Magestad Catlica, sus descendientes, sucesores y herederos, todos sus Estados y sbditos de una parte; y su Magestad Portuguesa, sus descendientes, sucesores y herederos, todos sus Estados y sbditos de la otra; que la paz ser observada firme e inviolablemente, tanto por tierra como por mar, sin permitir que se cometa hostilidad alguna entre las dos Naciones en ninguna parte y con ningn pretexto, y si; aunque no se espera se llegase contravenir en alguna cosa al presente Tratado, ste quedar no
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obstante en su vigor, y la dicha contravencin se reparar de buena fe, sin dilacin ni dificultad, castigando rigurosamente los agresores, y volvindolo todo su primer estado.266
El padre Zrate consider que la devolucin del territorio ocupado por los carmelitas sera el cometido ms idneo para contribuir a la manutencin de la paz que flua entre las dos monarquas por lo menos en el mbito europeo, ya que en Amrica del Sur, tanto en la cuenca amaznica como en el estuario del Ro de la Plata las tensiones ibricas permanecan, por lo cual continuar con las invasiones y las pugnas por el dominio territorial sera perturbar sus estrechas alianzas. As, en caso de rompimiento o de una confrontacin directa era completamente factible que en Amrica aquello tendra serias repercusiones que a la postre deberan ser enfrentadas con los mismos argumentos basados en los decretos pontificios y as prevenir que en esa parte de la cuenca la situacin se agudizara hasta asemejarse guardando las proporciones a lo que ocurra en el Golfo-Caribe cuando se desataban las guerras entre las distintas potencias europeas. Zarate mantuvo una opinin bastante lcida: el soberano de Espaa, Felipe V confiaba decididamente en la legitimidad que el Tratado de Tordesillas le otorgaba a la Monarqua Hispnica, pues segn los decretos pontificios que lo amparaban, Portugal y Espaa no tenan ningn pretexto para enfrentarse en los lmites de sus dominios suramericanos, y por esto las tierras designadas para las misiones del septentrin amaznico constituan un desmesurado espacio fronterizo: desarmadas [y] sin prevencin alguna para su defensa. As, el padre Andrs de Zrate haca parte de los jesuitas quiteos que mantenan la preocupacin constante sobre la presencia militar que no se dispona ni desde las ciudades de Lima, Quito o Santa Fe, para la proteccin de la gobernacin de Maynas. Gracias a su pericia como viceprovincial y adems como curtido viajero de las anfibias jornadas amaznicas, Zarate saba que el desplazamiento de tropas venidas desde alguna de estas ciudades, particularmente desde Quito o Lima, era una empresa que requera de amplias inversiones en metlico para la adquisicin de pertrechos y la manutencin de las tropas que posiblemente no fueran ms que una pequea soldadesca contando adems con las !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
266 Cfr. Tratado de Paz y Amistad: ajustado entre la Corona de Espaa y la de Portugal concluido en el Congreso de Utrecht en 6 de Febrero del ao de 1715; y ratificado por S.M. Catlica en Buen-Retiro a dos de Marzo del mismo ao, en: S/A. Coleccin de los Tratados de Paz, Alianza, Comercio, Etc. Ajustados por la Corona de Espaa con las Potencias Extrangeras desde el reynado del Seor Don Felipe Quinto hasta el presente, Tres Tomos, T.I, Madrid, Imprenta Real, 1796, p. 402.
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implicaciones para lograr una logstica que permitiera despliegues militares efectivos en un territorio agreste. Por ello, el padre consider que uno de los grandes apoyos que podra recibir la gobernacin de Maynas de parte de las administraciones coloniales centralizadas deba hacerse con armamentos, municiones y pertrechos blicos que, a falta de soldados o gentes medianamente diestras, seran usados por los indios: su numerosidad podra aprovecharse a manera de un ejrcito abundante y permanente que: al poco tiempo espero que estarn hbiles no solo para su defensa sino tambin para emprender cualquier faccin ardua.267 Posiblemente el padre Zrate no previ las consecuencias que podan experimentarse si su propuesta se cristalizaba: en otras regiones fronterizas del continente americano: desde el norte del virreinato de la Nueva Espaa, pasando por las hmedas regiones de El Darin, El Choc, hasta la rida pennsula de La Guajira en el extremo norte de Amrica del Sur, los indios armados solan demostrar algo completamente opuesto. En el mismo sentido, la otra propuesta del padre Zrate consisti en sugerirle a las autoridades de la Audiencia de Quito que para consolidar una barrera efectiva frente a las arremetidas de los portugueses que navegaban el ro Amazonas era necesario fundar una colonia, es decir, erigir un asentamiento y poblarlo con vecinos y militares quiteos justo en la margen septentrional del ro, margen contraria a donde se ubicaba la ciudad de Belm, cabeza de la capitana de Gro Par. Segn lo concibi Zrate, sta fundacin sera una mayor providencia, y muchos juzgan que ser muy oportuna, sin embargo comprenda las consecuencias que ste osado proyecto poda acarrear a la corona de Espaa pues sera una fundacin claramente establecida en los dominios portugueses. Sin embargo el jesuita era entusiasta en afirmar que, adems de fungir como bastin defensivo, desde tal colonia se podran establecer circuitos mercantiles con los puertos ribereos de la gobernacin de Maynas: aprovechar dos minas de sal que existan en sus proximidades, traficar con cacao muy suave y de mejor gusto que el de Caracas, cera resinosa y de buen olor, canela de inferior calidad a la de oriente, zarzaparrilla, almendras mucho ms suaves y ms aceitosas que las de Europa, algodn de monte ms fina para colchones, almohadas y cojines, tabaco muy escogido y
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otros recursos vegetales, la mayora del orden especiero como el clavo y otros como el ail,268 tambin conocidos por los portugueses como drogas do serto. Recursos que los lusitanos de Gro Par y Maranho comerciaban con amplia frecuencia en las dems capitanas de Brasil.269
VERSIONES ENFRENTADAS: JESUITAS, BANDEIRANTES, Y SUS ARGUMENTOS SOBRE LA OCUPACIN FRONTERIZA, 1730-1740
Autodenominado modestamente como un pobre religioso, el padre Juan Bautista Julin, conocedor de las dificultades bi-imperiales por la ocupacin y el dominio de la cuenca amaznica, explic en 1732 al Consejo de Indias los pormenores de los reclamos portugueses sobre la gobernacin de Maynas. Julin se empecin en demostrar cmo los sucesos del pasado, a saber: el Tratado de Tordesillas, las bulas alejandrinas, la Unin Ibrica y la expedicin de Pedro Teixeira seguan siendo las armas argumentativas que los portugueses esgriman para legitimar sus peridicas incursiones y sus establecimientos fijos en las desembocaduras de los ros Aguarico y Napo, dominios plenos y constatables de la Monarqua Hispnica en el alto Amazonas. Debido a esto, la deduccin del padre Julin era simple: la bula papal de Alejandro VI otorgada a finales del siglo XV haba sido una donacin al rey castellano que, en ese entonces, no tena injerencia alguna sobre el reino de Portugal. En tal sentido, la Unin Ibrica no representaba ninguna potestad para que los Portugueses de Gro Par sustentados en el Auto de Posse de 1639 hecho por Pedro Teixeira ocuparan un territorio que, siendo ajeno, consideraban y defendan como propio. Por lo tanto, los argumentos expuestos por el sargento Belchior Mendes Moraes carecan de validez, y a decir del padre Julin, hasta de autenticidad pues, recurriendo a los mismos sucesos de antao, concluy en dudar que el rey Felpe IV hubiera ratificado la expedicin y el Auto de Posse de Pedro Teixeira como dos hechos vlidos que otorgaban a Portugal la soberana sobre la cuenca amaznica hasta su latitud ms noroccidental, an cuando en 1641, poco tiempo despus de la !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
268 Entre los recursos vegetales aptos para el comercio descritos por el padre Zrate tambin se encontraban: flor de la canela, caafstula, jengibre, ail, escobilla, chica, copal amarillo, aceite mara, caraa, estoraque y yerba guay-yusa. Cfr. Ibid., ff. 296v-297r. 269 FERREIRA REIS, Arthur Cezar. Aspectos econmicos da dominao lusitana na Amaznia, Ro de Janeiro, Agncia da SPVEA, 1959, pp. 22-23; ALENCASTRO, Luiz Felipe de. O trato dos viventes. Formao do Brasil no Atlntico Sul, So Paulo, Companhia das Letras, 2000, pp. 138-140.
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expedicin de Teixeira, Portugal haba dejado de ser un reino constitutivo de la Monarqua Hispnica.270 Para Julin, Espaa cobraba toda su legitimidad basndose en los decretos pontificios. El meridiano trazado cien leguas al occidente partiendo desde las islas de Cabo Verde era la lnea divisoria, pero aunque hubo despus alguna mutacin en esta divisin con mutuo consentimiento los dominios portugueses tampoco alcanzaban a extenderse hasta la requerida latitud occidental. El Tratado de Lisboa, haba entregado la Colnia do Sacramento a Portugal, lo que para Julin supona una verificacin de las posesiones, pues: quedan por derecho a los portugueses desde Cabo Verde hacia el poniente cuatro grados y dos tercios que son como 95 leguas, cuanto quizs habr hasta un poco ms arriba del Gran Par, y por su misma concesin queda todo lo dems hacia el poniente para los castellanos. Julin estaba convencido de la necesidad de llegar a un acuerdo definitivo entre ambas coronas pero argument adems que tales acuerdos no tendran un alcance suficiente si no se comunicaban a los habitantes de Maynas, particularmente a los de la misin de San Joaqun de Omaguas pues se seguira incurriendo en los mismos errores y los pretendidos acuerdos sobre aquellos lmites jurisdiccionales continuaran dilatndose sin llegar a una decisin definitiva, cuyas consecuencias seran las constantes avanzadas, tanto espaolas como portuguesas, hacia las jurisdicciones contrarias.271 A raz de estas arribadas furtivas de los portugueses venidos desde Gro Par, el padre Carlos Brentano, jesuita quiteo, haba enviado varias cartas a las autoridades de la capitana. Desde Belm las cartas del padre tuvieron una respuesta cordial aunque al mismo tiempo aquellas misivas sirvieron para que los portugueses refutaran varios de los postulados que los jesuitas consideraban inamovibles respecto de los lmites de ambas coronas en la regin del alto Amazonas. La carta de los portugueses escrita hacia 1737 desmenta la presuncin clsica tambin mantenida por el padre Carlos Brentano: segn los paraenses, desde Belm no se preparaba ninguna arremetida militar, hecho que el padre Brentano no deba temer, sin embargo, en la misma carta se le dio a entender que las respuestas lusitanas seran una reaccin a cualquier cometido de los espaoles. !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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En una de sus cartas, el padre Brentano expuso ante los portugueses los argumentos con los que la Monarqua Hispnica, el virreinato del Per, la Audiencia de Quito y la Compaa de Jess basaban el dominio del territorio amaznico donde se ubicaban los asentamientos espaoles, hecho que los portugueses consideraron como una insuficiencia dos fundamentos com q V.Rma procura justificar hum to notorio excesso. Para los portugueses la existencia de las Bulas Papales y sus respectivos decretos pontificios no era garanta de un sustento claro para refutar la posesin territorial de Espaa, pues argumentaron que aquellas Bulas planteaban que era lcito ocupar los territorios ajenos y adems prohiban recuperarlos. Los portugueses no doblegaran su voluntad de poseer aquel territorio, asunto que recalcaban en la carta: estaran dispuestos a enfrentarse a cualquier ejrcito de indios y a responder ante cualquier ofensa ocurrida en la frontera, a pesar de sugerir que: estaro tanto mas seguras, quanto mas desarmadas as terras de S.Mgde, pues de lo contrario, los jesuitas seran considerados como los vecinos ms peligrosos, comparado con la situacin que se viva en las dems fronteras: franceses en Guyana y holandeses en Surinam.272 Era un hecho, los paraenses posean una superioridad militar capaz de derrotar con creces la disposicin blica de los jesuitas y de sus nefitos adoctrinados. Pocos aos atrs el jesuita Pablo Maroni lo explic al presidente de la Audiencia de Quito:
A ms de eso, los vecinos del Par y cercanas aldeas son numerosos, y muy ejercitados en el uso de las armas, advenedizos gran parte del Brasil a quienes no falta arrojo para cualquier empresa. Muchos de sus indios manejan muy bien armas de fuego, ni les faltan embarcaciones con piezas de artillera y dems pertrecho militar bastante para recibir con mofa y risa cualquiera armadilla que se despachase de Quito.273
El escritor de la carta inform que no era de su profesin dedicarse a discutir el derecho que le otorgaban los decretos pontificios a la corona de Espaa en q V.Rma se fundo para ampliar os dominios de Castelha at as muralhas do Gro Par. As, refut el hecho de que los padres usaran tales recursos que en muy pocas oportunidades fueron considerados por los anteriores reyes de Espaa. De sta manera, con la carta se pretendi demostrar cul era el lugar donde confinaban los dominios de Espaa y Portugal en el ro Amazonas, sin valerse de escritores !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 22, Doc. 1920, ff. 1v-2r. AGI. Quito 158, f. 544r.
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prcticos portugueses o extranjeros el annimo conoca la obra de Jean de Laet ni mucho menos de espaoles apaixonados contrarios a toda pretensin portuguesa. Bajo ste artilugio de neutralidad el annimo slo se bas en los testimonios escritos dcadas atrs por los padres jesuitas Manuel Rodrguez y Cristbal de Acua, cronistas que tambin mantuvieron de forma latente el inters por legitimar los territorios amaznicos como parte innegociable de los dominios hispnicos. En la carta se mencionaron aquellos hitos clsicos: la Unin Ibrica, el cativeiro portugus, los alcances de Holanda en las Indias Orientales, las tres fortificaciones construidas por los holandeses a lo largo de la cuenca oriental del ro Amazonas, y por supuesto, sus estratgicas ubicaciones en varios bastiones de Brasil, hitos que a su vez demostraban las vicisitudes que Portugal haba podido sortear. Aquel escritor expuso que no ahondara en las hazaas ni en el Auto de Posse de Pedro Teixeira ejecutado ms de cien aos atrs. Sin embargo, tal expedicin otorgaba un motivo de peso para una justificacin desestimada por las autoridades de la Real Audiencia de Quito ya que los portugueses esgriman que: a custa das vidas de Portugueses em servio da cora de Portugal e por orden de El Rey de Hespanha a quem ento estar sogeita.274 Para los portugueses no haba dilema alguno: durante la Unin Ibrica el Auto de Posse de Pedro Teixeira se hizo en nombre del rey Felipe IV pela cora de Portugal. Se descubri y sujet el territorio amaznico hasta la desembocadura del ro Aguarico en nombre de un rey que adems posea un reino en la orfandad, adems esa toma de posesin realizada en 1639 haba contado con la presencia de los jesuitas Cristbal de Acua y Andrs de Artieda, hombres que reconocieron la posesin y a su vez trataron de contrarrestarla. Echar mano de slo un suceso registrado como la expedicin de Teixeira garantizaba poco. Por ello en la carta se recurri a exponer otro argumento ms contundente: el segundo artculo del Tratado de Lisboa de 1668 en el cual el rey de Espaa cedi al rey de Portugal todos los territorios que hubiera adquirido hasta la fecha en que se diluy la Unin Ibrica, es decir 1640, ao de la coronacin del nuevo rey portugus. Un suceso considerado por el escritor de la carta como un hecho natural que legitimaba todo el procedimiento. De otro lado, se expuso que los espaoles haban citado el Tratado de Utrecht de forma inapropiada buscando rebatir los argumentos portugueses, hecho que el redactor de la carta !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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consider contraproducente ya que, obedeciendo a su versin, en ste tratado que en realidad era una amplia serie de pactos entre coronas realizados a lo largo de tres aos se mencionaron todas las posesiones que deban restituirse entre las coronas firmantes, adems complement que en el tratado se hizo referencia a las rayas y lmites que tanto Portugal como Espaa detentaban en Amrica del Sur y que deban permanecer tal y como se hallaban antes de la Guerra de Sucesin. Es posible que el autor portugus estuviera equivocado o que hubiera tratado de emplear un argumento falso, pues en el Tratado de Utrecht no se hizo mencin de los dominios amaznicos en ninguno de sus 25 artculos. En ste tratado se discurri entre generalidades, asuntos relativos a territorios europeos, acuerdos bilaterales sobre el Asiento para la trata esclavista y, acerca de Amrica del Sur, sobre la devolucin a la corona de Portugal de su codiciado y por siempre anhelado dominio platense: Colnia do Sacramento. As, en el artculo V se orden que:
Artculo V. Las plazas, castillos, lugares, territorios y campos pertenecientes a las dos Coronas, as en Europa como en cualquier otra parte del mundo, se restituirn enteramente y sin reserva alguna; de suerte, que los lmites y confines de las dos monarquas quedarn en el mismo estado que tenan antes de la presente guerra. Y particularmente se volvern a la Corona de Espaa las plazas de Albuquerque y la Puebla, con sus territorios en el estado en que se hallan al presente. Sin que S.M. Portuguesa pueda pedir cosa alguna a la Corona de Espaa por las nuevas fortificaciones que ha hecho aumentar en dichas plazas, y la Corona de Portugal, el castillo de Noudar con su territorio, la Isla de Verdejo, y el territorio de Colonia del Sacramento.275
No obstante, el autor de la carta afirm que Francia, potencia aliada de Espaa, reconoca: as duas margens meridional e septentrional do rio das Amazonas pertenecem em toda a propriedade, dominio e soberania a S. M.gde portugueza, un malinterpretado reconocimiento que fue sacado a la luz en uno de los pactos del Tratado de Utrecht: Tratado de Paz entre Sua Magestade Cristianssima e Sua Magestade Portuguesa de 1713 donde: achar no tratado de paz entre el Rey de Portugal e El Rey de Frana. Sin embargo, qu potestad tena el entonces agonizante Luis XIV, rey de Francia abuelo de Felipe V para declarar tamao reconocimiento sobre aquella franja de la cuenca del ro Amazonas relativamente alejada de sus dominios guyaneses? Ninguna. !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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A pesar de todo, la insistencia de los lusitanos parti de que los intereses del monarca francs estaban mais unidos q nunca a los del rey de Espaa,276 una consideracin notablemente conveniente y forzada, pues el reconocimiento que hizo Luis XIV estuvo dirigido al arreglo bilateral entre las coronas de Francia y Portugal cuya promesa qued plasmada en el artculo X del pacto luso-francs contenido en el amplio Tratado de Utrecht: nunca apresentar qualquer pretenso navegao e ao uso do referido rio, fosse a que pretexto fosse, promesa que no interfera en los intereses territoriales de Espaa, ya que en el artculo VIII el rey francs desista para siempre de sus derechos territoriales sobre la regin de Cabo Norte;277 regin conformada por la franja septentrional del desmesurado estuario del ro Amazonas y la margen oriental de un mediano afluente: el ro Japoc u Oyapaco cuyo nombre en versin castellana era ro Oiapoque.278 Ms de una dcada despus, entre 1723 y 1728 la corona de Portugal enviara varias expediciones militares para verificar la existencia del padro o mojn que desde el siglo XVI se fij como hito fsico para delimitar los confines de sus respectivos dominios. Aquellas expediciones fueron comandadas por Joo Pais do Amaral, Diogo Pinto da Gaia, Francisco de Melo Palheta y Xavier Botero, militares que lograron hallar pedazos de roca dispersos que al parecer eran los vestigios del padro. Slo vestigios pues ste haba sido destruido por los franceses para dificultar las devoluciones territoriales pactadas entre Portugal y Francia en el Tratado de Utrecht.279 Los portugueses interpretaron aquella afirmacin francesa como una referencia a la totalidad de la cuenca amaznica. Era claro que los lmites comprendidos entre el oriente de la audiencia de Quito hasta la desembocadura del ro Negro hacan parte de la red misional de los jesuitas espaoles, es decir: la gobernacin o provincia de Maynas. Era claro tambin, que la jurisdiccin tanto poltica como eclesistica de la capitana de Gro Par tena sus lmites entre el ro Negro y la desembocadura del ro Amazonas en el ocano Atlntico. Por lo tanto, ambas coronas basaron sus lmites teniendo como eje arcifinio el serpenteante curso hidrogrfico del ro Amazonas, hecho que al parecer los franceses no supieron dilucidar, y por ello, si el argumento !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 22, Doc. 1920, f. 3r. FERREIRA REIS, Arthur Cezar. Limites e demarcaes na Amazona Brasileira, Tres Tomos, T.I, A fronteira colonial com a Guaiana Francesa, Rio de Janeiro, Imprensa Nacional, 1947, pp. 117-125. 278 FREITAS DE REZENDE, Tadeu Valdir. Op. cit., pp. 139-140 279 FERREIRA REIS, Arthur Cezar. A expanso portugusa na Amaznia nos sculos XVII e XVIII, Ro de Janeiro, Agncia da SPVEA, 1959, pp. 26-28.
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del monarca francs existi tal cual se haba mencionado en la carta de los portugueses, no cabe duda de que su afirmacin fue producto de un equvoco, ya que si bien la jurisdiccin de los dominios franceses de Guyana se adentraba hasta la cuenca amaznica desde su latitud ms oriental, sta no alcanzaba a llegar hasta el margen septentrional del gran ro, as que en tal asunto la injerencia del monarca francs era nula. Fue ste un falaz argumento astutamente utilizado por los portugueses280 para controvertir los reclamos del padre Carlos Brentano y de los dems jesuitas quiteos que desde aos atrs no claudicaban en buscar la legitimidad de unos dominios hispnicos donde tenan asentados sus bastiones de la fe.281 Un argumento que se desvi de los preceptos establecidos en el Tratado de Tordesillas y en el cual se tomaron tanto palabras como afirmaciones convenientes de los tratados sucedneos y de las obras escritas por jesuitas espaoles. ste escritor annimo, que bien pudo ser el gobernador de Gro Par o Maranho, haba aadido ms lea a la hoguera del temor que los padres quiteos mantenan encendida en la frontera selvtica. Sumndose a la disputa argumentativa sobre los dominios, el ao de 1736 el padre Nicols Schindler envi una carta desde la misin de Xberos al padre provincial de Quito. Al igual que los padres Andrs de Zrate y Carlos Brentano, Nicols Schindler estuvo enterado personalmente de la amenaza de los portugueses y sus 60 embarcaciones, pero segn l, aquella avanzada era una suerte e retaliacin, un eco amaznico causado por el impacto de la Guerra de Sucesin. Los portugueses echaron mano de una estrategia bastante efectiva; convencer a varios indios por medio de regalos y comunicacin para azuzar su nimo contra los padres jesuitas. Los regalos, consistentes en ropas arapos y vestidos y algunas escopetas fueron el material para el convencimiento, lo cual conllev segn el padre a que los indios se alboroten, con solo verlos tan galanes y achilindrados, gente muy movible y novelera.282 Como parte de su estrategia, durante sus incursiones al occidente de Maynas los portugueses entraron en contacto con el curaca de los indios cocamas, embebido en ideas daadas, llegando a hacerlo su aliado y aceptando adems a otro indio quiteo, yerno del curaca, fugado de la justicia de San Francisco de Borja y refugiado entre los portugueses, lo cual signific para Schindler un acto de traicin al rey de Espaa y un descarado sinrubor. Traicin !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
BOXER, Charles R. O Imperio Martimo Portugus 1415-1825, Lisboa, Edies 70, 2001, pp. 163-164. AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 22, Doc. 2082, f. 3v. 282 AGI. Quito 158, f. 560v.
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que, al parecer, compartan muchos de los indios cocamas. El padre Schindler se mostr temeroso por un asunto; y es que los cocamas le hicieron saber que su traicin estaba infundada en un hecho crucial: los portugueses los convencieron de que los dominios lusitanos eran tierra de cristianos y no tierras donde la fe se propagaba bajo la tutela de alemanes;283 aduciendo a que una gran mayora de los padres jesuitas que oficiaban en las misiones amaznicas de Espaa provenan de las cinco provincias jesuitas de Europa central: Alto Rin, Bajo Rin, Germania Superior, Bohemia y Austria.284 Sin duda este era un argumento clsico, derivado de las fricciones religiosas sostenidas por el cristianismo en contra de las versiones luteranas que, surgidas desde tiempos de la reforma protestante, se disputaban la autenticidad de la fe y el monopolio para su propagacin en los espacios coloniales.285 Un hecho que bajo las circunstancias acaecidas en sta frontera selvtica cobraba cierta significacin, pues si a decir de Schindler y quizs de todos los jesuitas de la provincia de Maynas el carcter de los indios era notablemente fcil de modificar con persuasiones, regalos, y otras prebendas, no era extrao que unos indios de trayectoria insumisa optaran por adherirse bajo alguna razn a los proyectos portugueses, bien fueran religiosos, belicistas o esclavistas. Por los mismos aos el jesuita patavino Pablo Maroni, quien a decir del presidente Alsedo, era un excelente gemetra y gegrafo, realiz una lectura minuciosa de las crnicas escritas por sus colegas en el siglo XVII adems de apoyarse en las legislaciones que, emitidas con el Tratado de Tordesillas, se emplearon a lo largo de las dcadas tratando de legitimar, o por lo menos de hallar un consenso sobre los lmites geogrficos de las coronas de Espaa y Portugal en Amrica del Sur. Al igual que sus colegas, y por obvias razones, el padre Maroni no estuvo de acuerdo con los argumentos portugueses sobre la legitimidad de sus posesiones. Los postulados de Pablo Maroni sirvieron a los burcratas quiteos para encontrar una justificacin precisa y proceder a la defensa de la gobernacin de Maynas. Basado en sus conocimientos e impulsado por la defensa de la fe en las misiones jesuitas del territorio hispnico, el padre Maroni explic que los portugueses buscaban aduearse !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
dem. MEIER, Johannes. Totus Mondus Nostra fit Habitatio Jesuitas del territorio de lengua alemana en la Amrica portuguesa y espaola, en: SANTOS, Zulmira (Coordinadora). So Francisco Xavier. Nos 500 anos de So Francisco Xavier: da Europa para o mundo 1506-2006, Porto, Universidade do Porto, 2007, p. 85. 285 STEPHAN, Jrg. Jesuiten am Amazonas. Spanische herrschaft und mission in der grenzprovinz Maynas, 1619-1768, Stuttgart, Verlag Hans-Dieter Heinz, 2000, pp. 230-239.
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de la cuenca del ro Napo y tambin la cuenca de los ros Aguarico y Payamino donde pretendan construir una fortaleza para introducirse con facilidad a las jurisdicciones de vila y San Miguel de Sucumbos y apropiarse as los minerales aurferos pertenecientes a la corona de Espaa. Para Maroni los portugueses incurran en una absoluta violacin de los decretos pontificios y adems pasaban por alto la soberana de los dominios hispnicos, pues afirm que el sitio donde el capitn portugus Pedro Teixeira haba realizado el Auto de Posse para la corona de Portugal no haba sido en el ro Napo, ni en la provincia de Omaguas, sino mucho ms al nororiente en un pueblo de infieles que por haber all rescatado algunas planchitas de oro, llamaron Aldea de Oro, y el ro cercano ro de oro, es decir, la desembocadura del ro Aguarico en el ro Napo,286 asunto que el propio presidente Dionisio de Alsedo y Herrera conoci de antemano, pues supo que la finalidad de los portugueses en la regin consisti en: fundar una casa fuerte en la boca del ro Aguarico diciendo que hasta all comprende la demarcacin de las tierras de Portugal queriendo as poner trmino a la jurisdiccin de las dos coronas de Castilla y Portugal, y juntamente establecer comercio franco entre los vasallos de una y otra monarqua287 Era claro que con las frecuentes incursiones hasta la desembocadura del ro Aguarico en el ro Napo y la jurisdiccin de Sucumbos los portugueses no solo buscaban beneficiarse de las minas de oro, pues el desarrollo del comercio clandestino en detrimento de los erarios hispnicos tambin era uno de sus ms fuertes impulsos. Maroni asegur que los paraenses estaban sumamente interesados en comerciar con los vecinos de San Francisco de Borja, Jan de Bracamoros, Lamas, Moyobamba, Archidona, Quito y Lima, inters vinculado a la necesidad de poseer plata para enriquecerse y a su vez dinamizar las economas de Gro Par y Maranho, ya que a falta total de plata, los portugueses empleaban ovillos de algodn y granos de cacao como factores de cambio.288 No obstante, el comercio pretendido por los paraenses con las provincias del virreinato peruano tena un soporte mayor que se desligaba de los impedimentos provinciales, pues el matrimonio entre el prncipe de Asturias, Fernando VI cuarto hijo del rey Felipe V con la princesa portuguesa Brbara de Bragana en 1729289 era un aliciente pacfico y amistoso para que existiera un comercio mutuo y regulado entre los vasallos de ambas coronas !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
AGI. Quito 158, f. 543v. Ibid., f. 193r. 288 Ibid., f. 543v. 289 LYNCH, John, Op. cit, pp. 85-86.
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en la cuenca amaznica. De hecho, en una carta redactada en 1736, el padre Schindler ilustr con un ejemplo preciso lo que suceda a raz de las pretensiones comerciales de los portugueses con los asentamientos de la jurisdiccin oriental de la Audiencia de Quito: un tal Jernimo Barahona, natural de la ciudad de Cali, en la gobernacin de Popayn, suroccidente del Nuevo Reino de Granada, sola desplazarse hasta la ciudad de Archidona para desde all atravesar las misiones de Maynas y llegar hasta la aldea de So Paulo dos Cambebas, a orillas del ro Amazonas. Barahona estaba acreditado entre sus camaradas portugueses como un hombre de plena confianza en tratos y negocios, por ello, sola acompaarlos hasta San Miguel de Sucumbos y, a decir del padre Schindler, adems de cometer vejaciones en los pueblos, haba participado en la destruccin de una misin en la cuenca del ro Aguarico y estaba comprometido con los portugueses en un plan para construir una embarcacin grande que navegara y recalara en las misiones de los padres franciscanos y luego, junto a sus camaradas, se desplazara por tierra hasta la ciudad de Pasto.290 Casos como los del caleo Barahona seran moneda corriente a lo largo de la centuria. En 1739, Jos de Abreu e Castelobranco, gobernador de la capitana de Maranho, asegur haber enviado una carta a la Compaa de Jess de Quito en respuesta de las comunicaciones hechas tanto por el presidente Dionisio de Alsedo y Herrera como por el padre Juan Bautista Julin. El gobernador no tena la certeza de que las cartas hubieran parado a manos de sus destinatarios, pues en ellas se trataba de un asunto muy importante: las especificaciones sobre los lmites em que se termina a jurisdio de Quito, es decir, el ltimo lugar arcifinio que pudiera detectarse para ser tomado como marca limtrofe. Segn el gobernador de Maranho la nica respuesta la haba recibido por parte de un misionero espaol que oficiaba en la misin de San Ignacio de Pebas. Tal correspondencia entre los jesuitas y las autoridades de Maranho obedeci a la evolucin sobre la disputa por los lmites de los dominios, disputa que a simple vista no presentaba ninguna opcin de solucionarse por medio de un acuerdo escrito. Como defensor interesado por la soberana de su corona, Castelobranco escribi: estou na inteligensia de que estes P[adres] castelhanos tem excedido os seus verdadeiros limites e ainda que seria
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facil obrigallos a retroceder. No acho que na [a]quela distancia, possa haber intereses [] e as consecuencias que podem resultar de cualquier violencia que se faa nas missens.291 Entre las copias de cartas atesoradas por el gobernador Castelobranco se hallaba una misiva escrita por el padre Juan Bautista Julin como respuesta al mandato del gobernador de Maranho segn el cual los padres jesuitas deban deshacer una misin erigida al oriente de la desembocadura del ro Napo y adems devolver a los indios que, segn el gobernador, pertenecan a los dominios de Portugal y que fueron empleados para el poblamiento de la misin. La carta traducida del portugus al castellano contena algunos aportes sustentados a su vez en la explicita aceptacin que el religioso hizo de la ocupacin portuguesa hasta la desembocadura del ro Napo. Ocupacin que Julin aceptaba de hecho pero que por las vas del derecho juzgaba plenamente invlida. En la carta el jesuita alemn se despleg en cuatro razones para explicar que la Compaa de Jess no estaba incurriendo en ninguna irregularidad respecto de los supuestos dominios portugueses. As, en su primera razn Julin explic al gobernador de Maranho que los jesuitas no haban fundado ningn pueblo al oriente de la desembocadura del ro Napo. La segunda razn vers sobre el reclamo que el gobernador por los varios indios que los jesuitas haban atrado para poblar aquella nueva misin, hecho desmentido por el Julin, quien asegur que tales indios buscaron el amparo de los espaoles mientras huan de otros indios enemigos sin comida, ni casa, pareciendo [sic] de miseria. Los padres los socorrieron y los trasladaron a la misin; por ello Julin pregunt: no obligaba la caridad cristiana socorrerles? La tercera razn argumentada por el jesuita era que muchos de esos indios haban fallecido, y los sobrevivientes huyeron hacia otros lugares de la espesura para protegerse de los enemigos. En la cuarta razn Julin prometi al gobernador que para evitar a toda costa una reaccin blica de Portugal los jesuitas se abstendran de ingresar en la supuesta jurisdiccin portuguesa: no pondremos ni un pie ms debajo del desembocadero del ro Napo, hasta que los reyes de Espaa y Portugal no llegaran a un acuerdo sobre sus posesiones en la cuenca amaznica.292 Como parte de la carta el padre Julin expuso su versin utilizando los argumentos que contrariaban las opiniones lusitanas sobre la ocupacin del territorio. Julin afirm haber !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 22, Doc. 2082, ff. 1r-1v. Ibid., f. 2r.
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consultado obras de varios autores gegrafos, adems de los decretos pontificios del Tratado de Tordesillas, con lo cual extrajo las conclusiones que servan de refutacin a la iniciativa portuguesa. En primer lugar la lnea divisoria trazada a cien leguas de las islas de Cabo Verde en direccin norte-sur y que entregaba prcticamente a cada corona ibrica un hemisferio propio inclua del lado hispnico toda la capitana de Gro Par. Segn su consulta a un autor extranjero de mi nacin alemana el padre aadira que 170 leguas ms seran complementadas a la lnea demarcada, adelantndose sta hasta atravesar por su margen oriental el continente americano. No obstante el padre aclar que en la obra De Indiarum Iure293 del eruditissimo abogado madrileo Juan de Solrzano Pereira aquellas leguas aadidas no eran 270 sino 300. Despus recurri al argumento resultante del Tratado Provisional de Lisboa y su consecuente demarcacin sustentada por la ubicacin de la Colnia do Sacramento. Una lnea imaginaria que, trazndose desde el estuario del Ro de la Plata:
le quedan a los portugueses 4 grados, y dos tercios desde la boca del ro de Amazonas para arriba hacia poniente pues dcese en el referido tratado que desde la ysla de Antonio de Cabo Verde, est en 17 grados, y un tercio la boca del ro de Amazonas, los cuales 17 grados y un tercio con los 4 grados y dos tercios desde la boca del Maran arriba hacen los 22 grados.294
Julin expuso segn su conocimiento que cada grado era equivalente a una distancia de 20 leguas afirmando adems que otros prcticos consideraban que un grado equivala slo a 18 leguas, por lo cual, los 4 grados y dos tercios pretendidos por los portugueses desde la desembocadura del ro Amazonas no eran el exacto equivalente a 100 leguas, distancia que a decir de Julin era la dimensin de la jurisdiccin de Gro Par, jurisdiccin que tampoco se acercaba al lmite defendido por los portugueses en la desembocadura del Ro Negro. Por ello el jesuita afirm con toda claridad que los misioneros de Quito estaban ocupando una regin localizada ms arriba del Ro Negro lo cual supona que la jurisdiccin de los dominios hispnicos se extenda mucho ms abajo de la boca del ro Napo, desembocadura que segn los clculos de Julin distaba ms de 1.000 leguas de Gro Par y que los portugueses, aduciendo a los resultados de la expedicin de Pedro Teixeira, reclamaban como propios: siguiendo el contra-curso del ro en !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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SOLRZANO PEREIRA, Juan de. Poltica Indiana, Madrid, Mateo Sacristn, 1736, pp. 43-48. AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 22, Doc. 2082, f. 3r.
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direccin occidental, desde su desembocadura en el ocano Atlntico hasta la desembocadura del ro Napo. Para el padre Julin tal aseveracin era un gran equvoco y su argumento insinuaba la invalidez de la posesin por el inexistente reconocimiento de la misma a manos del rey Felipe IV. Sin embargo, a pesar de que los argumentos del padre Juan Bautista Julin gozaban del sustrato postulado desde el Tratado de Tordesillas, adems de los aportes provenientes de las observaciones geogrficas y las anotaciones consignadas en las obras de historia jesutica, los portugueses no pensaban desistir de la ocupacin territorial en el alto Amazonas. Las fortalezas construidas en las desembocaduras de los ros Negro, Aguarico y Napo, la ocupacin de las misiones otrora de la Compaa de Jess y las casi permanentes incursiones a la gobernacin de Maynas siguiendo el curso de los ros no eran asuntos que, desde las capitanas de Gro Par y Maranho, las autoridades portuguesas planearan frenar. Por el contrario, ordenanzas como las redactadas por el gobernador Jos da Serra en 1739 impulsaron la ocupacin de las fortalezas construidas con ms fuerzas defensivas venidas desde las capitales de Maranho y Gro Par, y abogaron por mantener el amparo y la proteccin para las misiones tuteladas por los religiosos de Nossa Senhora do monte do Carmo,295 suponiendo as la persistencia de las disputas por gran parte del territorio ubicado en la franja oriental de la provincia de Maynas, tanto en el terreno con los constantes amagues belicistas como en el papel con sus acalorados y concienzudos debates. Por ello la idea de mantener una escolta, una docena de soldados con provisin de armas y plvora y un corto estipendio,296 sostenida por el padre Julin, no era un asunto descabellado: la defensa de Dios y de la corona ameritaban cualquier esfuerzo e inversin posible, aunque la adversa realidad econmica de los erarios de la Real Audiencia de Quito , y ms an, por las esquivas voluntades de la oficialidad para paliar la indefensin de la provincia de Maynas, demostraban ser lo opuesto a lo esperado por el padre Julin.
QUIXOS: LOS CONFLICTOS DE UNA REGIN ADYACENTE Y FRONTERIZA
Las misiones o pueblos localizados en la Gran Omagua eran, tanto para la Real Audiencia de Quito y en cierta medida para la corte de Madrid, el asunto ms relevante que atender en las comarcas amaznicas. Toda la vasta extensin de los dominios de Maynas y sus dems regiones !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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selvticas colindantes seguan siendo, innegablemente, una frontera que requera de las disposiciones administrativas para concretar por vas del derecho el dominio del territorio previamente descubierto. En aquella frontera, las carencias y dificultades relativas a la posesin territorial no estaban cifradas solo por la resistencia impuesta por algunos indios hacia el vasallaje de la Monarqua Hispnica sino por la completa oposicin al dominio territorial exigida y reclamada mediante una aguda beligerancia por la corona de Portugal y sus vasallos habitantes de unos dominios ubicados en la misma cuenca hidrogrfica. Por ello, la orientacin administrativa de la Audiencia de Quito frente a tal situacin no era completamente acorde con lo que ocurra en otros lugares dominados por Espaa en el continente americano. Lugares fronterizos de la Amrica espaola como el Paraguay, el norte novohispano o cierta porcin de las tierras rioplatenses gozaron de notables prebendas monrquicas como el envo de tropas, la disposicin de infraestructura y utillaje, adems del establecimiento de militares fijos que, basados en estrategias preconcebidas, combatieron en aquellas fronteras de guerra constantemente amenazadas por naciones indias insumisas al poder estatal y clerical que pretenda irradiarse desde la corte peninsular hasta sus respectivos territorios del Nuevo Mundo.297 En la gobernacin de Maynas tal situacin debi sortearse de una forma bastante precaria que, de cualquier forma, result intil sin el concurso de una fuerza militar con la destreza suficiente para repeler ofensivas e invasiones de contendores curtidos en la milicia y respaldados a su vez por un estado antagonista de Espaa. El arrojo y la voluntad blica de los soldados de San Ignacio de Loyola no fueron precisamente un par de virtudes que los hicieran relucir. Si bien la gobernacin de Maynas era la que captaba gran parte de la precaria atencin emanada desde la administracin colonial, otras regiones aledaas a tal gobernacin eran, desde tiempos proverbiales del dominio europeo, territorios donde la presencia estatal era espordica o prcticamente inexistente, lo cual les proporcionaba sus atributos fronterizos. El caso de las tierras drenadas por el ro Caquet,298 al nororiente de la gobernacin de Quixos y al norte de la gobernacin de Maynas tambin se insertaba en esta dinmica de tensiones por la presencia y el !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
SLATTA, Richard W. Spanish colonial military strategy and ideology, en: Op. cit., p. 83-85. El curso del ro Caquet tambin fue materia de confusin durante el siglo XVIII. El padre jesuita Juan de Velasco crea que ste ro era el mismo ro Orinoco sin percatarse de que ambas cuencas hidrogrficas se ubican en dos latitudes diferentes de Amrica del sur. A decir de Velasco: el ro Caquet, llamado ms abajo Orinoco en 1 grado 40 minutos de latitud septentrional. Cfr. VELASCO, Juan de. Op. cit., p. 405.
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control territorial. Al igual que en las jurisdicciones de Maynas, Quixos o en la suroccidental gobernacin de Moxos,299 los portugueses tambin dirigieron sus intereses hacia aquel vasto fragmento territorial atravesado por el ro Caquet, en cuyas cercanas se hallaban ciudades espaolas como Agreda de Mocoa o San Juan de Pasto, la primera ubicada en las tierras bajas del piedemonte andino y la segunda, una fundacin encumbrada en los Andes septentrionales. El jesuita friulano Pablo Maroni afirm que el cauce del ro Caquet, o por lo menos parte de ste, desembocaba en el ro Orinoco;300 no obstante Maroni si tuvo muy claro que aquella regin estaba entre los itinerarios mineros de los portugueses de Gro Par y Maranho. El padre Maroni describi que desde aos atrs los portugueses conocan sobre las bondades aurferas de la cuenca de este ro, sin embargo, a pesar de varios intentos no pudieron remontarlo hasta su nacimiento debido a las peligrosas angosturas y los saltos insuperables que posea el ro en la mitad de su trayecto. Los portugueses identificaban el ro Caquet como ro Japur o Jupur que en todo tiempo ha tenido ste fama de muy rico y abundante de minerales de oro, principalmente entre portugueses del Par, quienes discurren ser esta la puerta ms segura para entrar al tan apetecido Dorado. Al parecer, los minerales ubicados a lo largo del curso del ro Caquet tambin fueron aprovechados por algunos afortunados espaoles avecindados en la ciudad de Pasto que, descendiendo desde la cordillera, se internaban en la selva para extraer el oro en las orillas y lechos de los ros.301 Otros individuos menos afortunados capitularon con la corona de Espaa para iniciar procesos de expansin de la frontera agrcola y minera pacificando !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
DAVIDSON, David M. How the brazilian west was won: Freelance & State on the Mato Grosso Frontier, 1737-1752, en: ALDEN, Dauril (Editor). Colonial Roots of Modern Brazil, Berkeley, University of California Press, 1973, p. 61-66; En el ao de 1743, el capitn Pedro Altamirano sugera con argumentos puntuales que para la defensa de las misiones ubicadas en Moxos era preciso erigir un pueblo: en atencin a que d[ic]hos portugueses se han internado en ellas como consta a VS por el ro que divide los Itunamas y entra en el caudaloso llamado el Mamor (o de la Madera) en la altitud de 11 grados 15 minutos y a los 315 grados y 40 minutos de longitud por lo que juzgo necesario se forme un nuevo pueblo en la cercana de los dos mencionados ros que sirva de muro al presente para impedir las entradas de los portugueses en los Moxos y para que en lo venidero sea escala para que nuestro catlico monarca recupere lo que fuese debido a su R! Corona. Esta nueva poblacin deber formar por dichas misiones de los Moxos y principalmente del pueblo de San Pedro. Cfr. AGI. Quito 158, f. 434r. 300 De hecho, en la primera edicin del mapa trazado por el cartgrafo Juan de la Cruz Cano y Olmedilla (1775) se puede leer una inscripcin con la cual se trat de aclarar el asunto sin xito alguno, pues pocos aos ms tarde se demostr que la navegacin por el brazo Casiquiare buscando conectar las cuencas de los ros Orinoco y Amazonas era completamente posible. Segn la inscripcin del mapa: Los portugueses del Gran Par pretenden aver comunicado con el Orinoco por el ro Negro, ao 1743, pero segn el Mapa Ynedito de los Sres. Solano Doz y Guerrero, no pudieron llegar a el y mucho menos navegando el Caquet sin internarse por alguno de los ros Paddavida, Punichimi, Temi, Atacavi, Cao de Atabapu o brazo Casiquiari, lo que no es posible. Cfr. CRUZ CANO Y OLMEDILLA, Juan de la. Mapa Geogrfico de Amrica Meridional, 1775 [Reeditado por William Faden, 1799], en: David Rumsey Map Collection [en lnea]: www.davidrumsey.com. 301 MARONI, Pablo Op. cit., pp. 126-127.
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los indios de aquel territorio, pero sus resultados no tuvieron el xito deseado; la nacin andak haba resistido diversos intentos de pacificacin a lo largo de la dominacin hispnica.302 En 1722, Blas Ambrosio de Bolaos, un vecino de la ciudad de Pasto que haba participado entre 1715 y 1716 en las pacificaciones de los indios andak, que habitan las nicas y dilatadas montaas de Mocoa, reclamaba al rey de Espaa las remuneraciones que la corona le adeudaba luego de haber cumplido su misin pacificadora. Nombrado desde Pasto como Mariscal de Campo, Bolaos haba emprendido una expedicin para tratar de controlar los diferentes altercados ocurridos en la ciudad de Agreda de Mocoa, pues algunos indios andak y charaguayes303 entraron a la ciudad robando alimentos, saqueado algunas viviendas y adems mataron a varios vecinos. Bolaos, que era descendiente de los primeros pobladores de aquella ciudad, consider que tena una gran oportunidad de intervenir en el conflicto generado por tales naciones indias de la hoya del ro Caquet. Las pacificara y reducira, para posteriormente adoctrinarlas en la fe catlica con la ayuda de los misioneros franciscanos y adems despejara el territorio para luego emprender labores de minera.304 Tiempo despus de haber concluido la pacificacin, Bolaos insisti en que estaba sumamente pobre con mujer, hijos y hermanos, que todos viven a expensas de mi trabajo, despus de haber invertido todo su caudal en la empresa que el propio cabildo de la ciudad de Pasto le haba encomendado. Por ello, tras haber realizado una peticin en la cual expona todo lo hecho, sus reclamos al rey contenan un tono de desafo e inconformidad: una fehaciente representacin que, explcitamente deca: servicios hechos a vuestra Real Persona son obras muertas y intiles diligencias, pues al parecer un simple y empobrecido vecino, natural de un villorrio enclavado en los andes septentrionales, que hubiese participado en una pacificacin de indios en su frontera oriental no mereca la atencin, el amparo y las reposiciones monetarias que !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
302 Segn el historiador Juan Friede, los andak fueron un pueblo o nacin amerindia habitantes del noroccidente amaznico cuyo principal campo de accin durante el perodo colonial estuvo fijado en la regin adyacente al nacimiento del ro Magdalena. Sin embargo, los andak tambin tuvieron incidencia en otros lugares adyacentes al nacimiento y curso alto del ro Caquet y del ro Putumayo que para la segunda dcada del siglo XVIII eran jurisdiccin de la provincia de Neiva, perteneciente sta al gobierno de la audiencia de Santa Fe, aunque la situacin misional y eclesistica de aquella regin se administraba desde la ciudad de Quito. Cfr. FRIEDE, Juan. Los Andak, 1538-1947. Historia de la aculturacin de una tribu selvtica, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1967, p. 19. 303 El antroplogo Hctor Llanos Vargas aclara que durante el perodo colonial los indios charaguayes eran los mismos indios andak. Cfr. LLANOS VARGAS, Hctor & PINEDA CAMACHO, Roberto. Etnohistoria del gran Caquet (siglos XVIXIX), Bogot, Banco de la Repblica, 1982, p. 21. 304 AGI. Quito 143, Leg. 38, f. 563r.
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si deba garantizrsele a gobernadores u otros funcionarios de la carrera burocrtica indiana, privilegiados con las comodidades urbanas en ciudades como Lima, Quito, Santa Fe u otras urbes capitales. Bolaos haba reclutado a varias personas en Pasto para emprender su pacificacin y tambin haba empleado algunos esclavizados que serviran para el cateo de los minerales de aluvin. Su propsito se haba logrado y por ello los reclamos al rey estaban plenamente justificados: di yo entero cumplimiento a lo que por d[ic]ho gobernador y ttulo se me encomend. Haban cesado los robos en la ciudad de Agreda de Mocoa y los indios que propinaban todas las dificultades fueron sometidos al yugo de la cristiandad. Segn Bolaos, se haba acercado a ellos con herramientas y otras quincallas cosas a ellos necesarias, y adems haba realizado una exploracin para determinar la opulencia de las minas de oro que existan en tales lugares, asunto que ya haba sido reportado tanto al rey como al Consejo de Indias, pero que hasta entonces no haba tenido ninguna respuesta que confirmara la retribucin esperada305. Siendo un gran ro uno de los ms caudalosos afluentes de la cuenca amaznica que surca en direccin occidente-oriente un porcin del noroccidente y que adems se ubicaba entre las jurisdicciones de los dominios de Espaa y de Portugal, el Caquet fue una arteria bastante convencional para la navegacin y comunicacin entre ambos espacios dominados. Sus riberas siempre fueron consideradas como lugares propicios para los establecimientos misionales y para prcticas agrcolas, mineras y de sujecin compulsiva como la encomienda, en el caso espaol, o simplemente la esclavizacin en el caso portugus. Del lado hispnico las misiones franciscanas amparadas por el Felipe V gozaban de cierta prosperidad ya que desde la dcada de 1630 una notable cantidad de estas fueron fundadas y en su mayora perduraron hasta el siglo XVIII. Un clrigo franciscano, fray Bartolom de Alacano, daba un testimonio optimista sobre aquellos hechos. Al igual que los jesuitas, Alacano se encargaba de ensalzar un poco sus aportes sobre el xito de los franciscanos en aquellos parajes argumentando que los indios consideraban a los clrigos como indispensables para subsistir, pues segn el fraile los nativos estaban vidos de obtener el bautismo y sedientos de la doctrina cristiana; nativos indios de la misma nacin que,
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hacia el ao de 1724, causaron serios y fatales trastornos en ciudades como Agreda de Mocoa, Timan y San Miguel de Sibundoy.306 Los tramos medio y bajo del ro Caquet eran claramente, por las vas de hecho, un dominio Portugus. Las polticas lusitanas de consolidacin territorial estaban formuladas sobre el precepto de ganarle territorio a los dominios de Espaa, hecho que se lograba a medida de la organizacin y el avance de las expediciones portuguesas hacia el occidente de la cuenca amaznica. Desde Lisboa se emitieron varias ordenanzas para edificar fortificaciones tanto en orillas del ro Japur (Caquet), como en la confluencia de los ros Amazonas (Solimes) y Yavar, a ms de 400 leguas ms de 2.000 kilmetros al occidente de la ciudad de Belm, hecho que para la corona de Portugal representara dos asuntos cruciales: en primer lugar, aquellas fortificaciones seran los hitos fsicos para sealar las jurisdicciones territoriales de Portugal en la cuenca amaznica y en segundo lugar, la presencia militar en aquella regin sera slo uno de los varios esfuerzos concebidos por la corona portuguesa para garantizar la defensa frente a las seguras acechanzas de los enemigos extranjeros.307 Espaoles, y en menor medida franceses, eran los contendores ms directos de Portugal en sus dominios amaznicos. La corona portuguesa procuraba impedir la circulacin de franceses que, procedentes de sus posesiones de Cayena, podan navegar por el ro Blanco o el ro Oiapoque y de sta manera remontar despus de varios das de navegacin el ro Amazonas, o dado el caso, trocar el recorrido e introducirse por el Ro Negro para llegar a los dominios ms occidentales, aquellos colindantes con la amazona hispnica. Para ello Portugal trat de reforzar su presencia militar con el desplazamiento de solados y aumento de los contingentes fijos en las fortificaciones ribereas e impedir as tanto la presencia de los galos como el posible comercio de contrabando que pudieran ejercer entre los indios o entre comerciantes de la regin interesados en traficar con productos venidos desde Europa o desde los dominios franceses del Golfo-Caribe. La corona de Portugal y la oficialidad establecida en Gro Par y Maranho estaban alertas a las posibles ofensivas francesas, aunque los movimientos ms intensos provenan de esclavizados africanos que huan de los presidios de Cayena buscando refugio en la jurisdiccin !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
306 Relacin del Padre fray Bartolom de Alacano, dirigida al presidente de Quito en 1739, en: CANET DE MAR, Benigno. Relaciones y datos histricos sobre las misiones catlicas del Caquet y Putumayo. Desde el ao 1632 hasta el presente, Bogot, Imprenta Nacional, 1924, p. 10. 307 FREITAS DE REZENDE, Tadeu Valdir. Op. cit., p. 137.
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de la capitana de Gro Par, o de indios sometidos a la corona portuguesa que buscaban escapar del dominio y refugiarse en un lugar seguro perteneciente a ese dominio francs.308 Las acechanzas francesas tanto en las capitanas de Gro Par y Maranho como en los dems dominios portugueses de Amrica constituan una vertiente ms en la disputa europea por el vasto territorio amaznico, hecho que era posible slo porque aquellas vastsimas jurisdicciones carecan de concisas determinaciones poltico-administrativas para otorgarles un estatuto preferencial que las nivelara con otros dominios como las capitanas de Brasil que generalmente gozaban de una densidad poblacional considerable, de una actividad comercial fluida y por ello, de una mayor y efectiva recaudacin tributaria. La desmesura amaznica, que superaba en varias veces las dimensiones superficiales de los reinos de la pennsula ibrica, era una frontera prcticamente despoblada y parcialmente desconocida que desde su descubrimiento sedujo a ministros y monarcas europeos decididos a participar de las ganancias que pudieran arrebatrsele a Espaa y a Portugal. Ganancias de fbula y glorias insensatas que, adems, ya haban sido conseguidas muchas dcadas atrs. Si entre los siglos XVI y XVII varios reinos europeos como Holanda, Irlanda, Inglaterra y Francia, hicieron lo posible por abalanzarse sobre la Amazona ibrica como fieras hambrientas y sedientas de metales preciosos y de otros recursos naturales que les permitieran afianzar sus carreras coloniales en toda la vastedad ultramarina, hacia la dcada de 1720 la situacin no fue del todo contraria: la cuenca amaznica, otros territorios fronterizos de Amrica del Sur e incluso una isla del mar Caribe estaban entre algunos de los varios proyectos de expansionismo ultramarino acariciados por Pedro I El Grande, sexto monarca ruso de la dinasta Romanov, plenamente amparado por la corte moscovita. Deslumbrados por disparatadas e inverosmiles propuestas hechas a partir de 1711 por cuatro proyectistas europeos un ingls, un portugus y dos holandeses, los rusos esperaban obtener su porcin territorial en el Nuevo Mundo a la usanza de las dems monarquas europeas. Segn sus proyectos, estableceran compaas de comercio e instituciones administrativas de carcter colonial sin percatarse al parecer de que omitir la soberana de los dos imperios ibricos !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
308 SANTOS DIAS, Joel. Os verdadeiros conservadores do estado do Maranho: poder local, redes de clientela e cultura poltica na Amaznia colonial (primera metade do sculo XVIII), Belm, Universidade Federal do Par/Dissertao apresentada ao Programa de Ps-graduao em Histria como exigncia parcial para a obteno do ttulo de mestre em Histria Social da Amaznia. , 2008, pp. 90-93.
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en aquella parte del continente era una cuestin quimrica, casi un despropsito, que requera de un esfuerzo sin igual.309 No obstante, ms de tres dcadas despus, atendiendo a los previos !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
La primera propuesta hecha a la corte de Mosc provino de un ingls llamado Rupert Beck, quien en 1711 present al embajador ruso en Londres un proyecto titulado: Sobre la instalacin del comercio en la India Occidental con el cual propona a Pedro I la ocupacin de la isla de Tobago en el mar Caribe, isla que segn Beck estaba deshabitada despus de haber sido asaltada por los caraibas, quienes se la arrebataron al prncipe de Curlandia, soberano que a su vez la haba usurpado a los franceses 20 aos atrs. En varios documentos encontrados por un historiador apellidado Zabelin en el Archivo Central del Ministerio Exterior de Mosc y publicados en la revista Moskvitianin el ao de 1851, se expone que la segunda propuesta fue hecha a principios de la dcada de 1720: un holands haba presentado al emperador Pedro I un proyecto titulado: Proyecto respetuoso y muy secreto de conquista por su majestad de la Gran Rusia de tierras muy extensas y ricas. Su autor haba vivido durante su juventud en Amrica del sur y por ello se percat de la falta de ejrcitos y fortalezas en la regin, adems de la facilidad de someter a los indios que no estuvieran subyugados por espaoles o portugueses. Tal proyecto estaba dividido en cuatro partes: en la primera de ellas, Informaciones, se indicaba que en el sur de Amrica se hallaban ms de 80 reinos, principados, provincias y pueblos que, por ese entonces no haban sido conquistados por ningn soberano europeo. Tales lugares eran: Magelnia (tierras adyacentes al estrecho de Magallanes), Uruguay, La Guaira, Paran, Brasil Meridional, la Amazona y Guyana. Segn se expona en tales informaciones aquellas tierras eran frtiles, de clima sano, fciles de conquistar y adems opulentas en producciones: azcar, cacao, cochinilla, ndigo, lino, seda, camo, hierro, cobre, estao, salitre, mercurio, oro y plata en abundancia. Segn el holands, quien al parecer conoca bien el territorio, se necesitaban 12.000 soldados, 4.000 dragones, 60 navos de transporte y 30 embarcaciones para navegacin fluvial, 10 navos de guerra, vituallas para consumir durante 8 o 9 meses, un presupuesto de 40.000 guldens y por ltimo, se requera de oficiales, comerciantes, ingenieros y mercenarios para consolidar la empresa. A decir del holands, Pedro I contaba con todos los medios para asegurar el dominio de cualquiera de los territorios propuestos, el cual sera plenamente subyugado en un lapso de 2 a 3 aos y sera administrado por tres virreyes. En su proyecto se aseguraba de que las riquezas producidas seran suficientes para mantener entre 60.000 y 80.000 soldados as como 40 o 50 navos de guerra en las costas europeas. Adems el departamento de comercio de San Petersburgo podra tener la potestad de comerciar directamente con aquellos dominios productos como seda, lino, estao y camo, materias que podran utilizarse para el incremento de la industria manufacturera del imperio ruso. Por lo dems, el holands le afirmaba al zar: que el comercio del azcar sera bastante redituable en los mercados europeos, que las relaciones con Espaa y Portugal se fortaleceran gracias al compartimiento de un territorio en Amrica del sur, que se incrementara la fuerza naval rusa, que las utilidades de aquellas posesiones oscilaran entre los 80 millones de guldens, que aquellos territorios tendran los vasallos suficientes como para constituir ejrcitos de entre 80.000 y 100.000 soldados para luego combatir contra los turcos o los persas y conquistar numerosas tierras, ciudades y liberar a millares de cristianos de la infame servidumbre y por ltimo que el territorio ruso de Ultramar podra dividirse en porciones del tamao de Holanda y entregrselo a once nobles rusos que hicieran de ellos unos condados sufragneos a la inmensa metrpoli. La tercera propuesta fue hecha en 1735 por un portugus apellidado DAcosta al entonces embajador ruso en Londres: su proyecto consista en poblar una supuesta provincia riqusima que se localizaba en las inmediaciones de los dominios de Espaa y Portugal; toda una entelequia, pues DAcosta se refera a una regin ubicada entre Brasil, Nueva Espaa y la Guyana holandesa, una regin de cerca de 300 millas de costa, rica en todos los sentidos y habitada por indios que nunca haban sido conquistados. No obstante, el embajador ruso estaba dispuesto a cooperar enviando embarcaciones que partieran desde las costas siberianas del ocano Pacfico y recalaran en Amrica del sur. Sensatamente DAcosta le respondi que eso no era posible. Por ltimo, la cuarta propuesta, hecha en el ao de 1736, provino de otro holands orate llamado Simn Abrogam, quien coment a la corte moscovita sobre la existencia de un prncipe amerindio llamado Jpiter Tarivari, cuyo seoro se ubicaba en una parte de Amrica del sur no habitada ni por espaoles ni por holandeses. Abrogam crea que los espaoles y los holandeses habitaban las regiones adyacentes a la desembocadura del ro Orinoco, donde segn l comenzaba el virreinato de la Nueva Espaa. Consideraba que las potencias europeas imperantes en la regin estaran complacidas de tener como vecinos a una posesin rusa, sobretodo los espaoles. Afirmaba que desde aquel futuro dominio suramericano, el imperio ruso podra beneficiarse con importaciones de caf, cacao, colorantes preciosos, materias primas para la fabricacin de medicinas, algodn, plata, oro, limones, mandarinas y hasta pericos y otras aves de plumajes exticos! Sin embargo y a pesar de tal disparate, por parte de la corte rusa Simn Abrogam estuvo a punto de ser enviado a Amrica capitaneando una fragata para comenzar con su proyecto. Cfr. BENNIGSEN, Emmanuel de. Nota acerca de alguns projetos de colonizao russa na Amrica do sul durante o sculo XVIII, en: Revista de Historia, So Paulo, vol. VII, num. 15, Industria Grfica Jos Magalhes Ltda., 1953, pp. 171-175.
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resultados expedicionarios llevados a cabo desde 1648 por el explorador y descubridor del canal que comunica el mar Glacial con el ocano Pacfico: Semin Ivanovich Dezhniov y posteriormente por exploradores como Aleksei Ilich Chrikov y el dans Vitus Jonassen Behring, aquel imperio ruso, entonces bajo la regencia de la zarina Catalina I, dara los primeros pasos de reconocimiento territorial en el noroeste del continente americano, cambiando as una porcin de la Amrica trrida y tropical por otra glida y boscosa, cardinalmente opuesta, pero tambin fronteriza; asunto que caus cierta alarma en la monarqua hispnica al considerar a los rusos como una amenaza expansionista en el virreinato de la Nueva Espaa.310 Los conflictos y las presiones por el control territorial tambin tuvieron su cuota de importancia en las gobernaciones orientales ms aledaas a la cordillera andina, y por tanto en la jurisdiccin de la ciudad de Quito. La gobernacin de Quixos, entidad administrativa establecida en el oriente prximo posea una dinmica comercial y poltica completamente dependiente de la ciudad de Quito, pues era desde all que se configuraba la precaria actividad comercial que relacionaba a los espacios andino y amaznico. La precariedad del comercio entre ambas regiones tena una clara justificacin, pues debido a la fragosidad de los caminos, el transporte era lo suficientemente complejo como para mantener unas relaciones comerciales favorables311 con las cuales la gobernacin de Quixos conformara parte de los entonces dbiles circuitos comerciales de la audiencia que conectaban entre s las ciudades principales como Quito, Cuenca y el puerto de Guayaquil con el resto de ciudades y por lo tanto con el virreinato del Per y la jurisdiccin de la Real Audiencia de Santa Fe.312 Quizs el sustento econmico ms importante para los habitantes blancos de la gobernacin de Quixos fue el sistema de encomiendas. Aunque es claro que Quixos no se distingui por ser una regin cuya densidad poblacional de indios sometidos fuera significativa, por ello las encomiendas establecidas all eran pequeas aglomeraciones humanas cuya capacidad de produccin no era nada comparable con las encomiendas existentes en otras regiones de la Amrica espaola como la Nueva Espaa, ciertas regiones andinas del virreinato del Per o las !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
SANTIAGO CRUZ, Francisco. Fronteras con Rusia, Mxico, Editorial Jus, 1967, pp. 56-57; ALPEROVIC, Moisej S. Culminacin de la rivalidad ruso-espaola en Amrica (los aos 80 del siglo XVIII), en: SCHRTER, Bernd & SCHLLER, Karin (Editores). Tordesillas y sus consecuencias. La poltica de las grandes potencias europeas respecto a Amrica Latina (1494-1898), Frankfurt, Vervuert Verlag, 1995, pp. 61-63. 311 ANDRIEN, Kenneth J. Op. cit., p. 80. 312 MIO GRIJALVA, Manuel. La economa colonial. Relaciones socio-econmicas de la Real Audiencia de Quito, Quito, Editora Nacional, 1984, pp. 71-73.
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altiplanicies centrales de lo que posteriormente sera el virreinato del Nuevo Reino de Granada. Sin embargo, los encomenderos que la habitaban basaron parte de sus caudales en las utilidades obtenidas debido al trabajo compulsivo de los indios.313 Dos ciudades con sus respectivas jurisdicciones hacan parte del gobierno de Quixos, Archidona y vila: dos pequeos ncleos urbanos donde se establecieron algunos encomenderos y la mayora de los clrigos franciscanos que oficiaban en las misiones, adems aquella gobernacin estaba compuesta por cuatro partidos dependientes del mismo gobernador: Sucumbos, Macas, Quixos y Jbaros. La ciudad de Archidona, capital de la gobernacin, fungi como una suerte de centro de operaciones para las labores administrativas en la gobernacin de Quixos. Adems, sta ciudad fue el centro de acopio misional desde el cual se coordinaban los planes de la orden religiosa de San Francisco para la creacin y administracin de misiones ya existentes en las cuencas medias de los ros Aguarico y Putumayo, regiones colindantes con la gobernacin de Quixos.314 En aquella gobernacin fueron evidentes las tensiones surgidas a raz de la confrontacin de poderes entre las rdenes religiosas y los encomenderos, ya que ambas entraban en disputa por el trato que, desde el ya lejano siglo XVI, los encomenderos solan dispensar a los indios y que ms de cien aos despus segua vigente como mecanismo de dominacin.315 El poder de los encomenderos alcanz hasta para fraguar conspiraciones en las cuales los indios se sublevaron contra los clrigos. La proteccin de los encomenderos hacia los indios era ms efectiva que la propinada por las rdenes religiosas en las misiones. Durante la primera mitad del siglo XVIII, los enfrentamientos entre indios adoctrinados y encomendados contra otros indios brbaros que no estaban sujetos a ninguna encomienda ni mucho menos reducidos en alguna misin fue bastante corriente en Quixos, por ello, los encomenderos estaban notablemente inconformes y solicitaban respaldo de la monarqua para paliar la paulatina prdida de indios en sus encomiendas. Los ataques ms frecuentes provenan de indios de la Gran Omagua que no estaban bajo la tutela de la Compaa de Jess. stos lograban llegar hasta Quixos y se encargaban de, por !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
313 ROMANO, Ruggiero. Mecanismos y elementos del sistema econmico colonial americano. Siglos XVI-XVIII, Mxico, Fondo de Cultura Econmica/El Colegio de Mxico, 2004, pp. 160-162. 314 OBEREM, Udo. Op. cit., p. 102. 315 VIEIRA POWERS, Karen. Andean Journeys. Migration, ethnogenesis, and the state in colonial Quito, Albuquerque, University of New Mexico Press, 1995, p. 35.
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ejemplo, entrar en la ciudad de vila y hostigar a su poblacin; saqueando, capturando matando vecinos, lo cual despert en el gobierno de Quixos el inters por emprender pacificaciones que amainaran tal situacin.316 En 1722, Joseph Gonzlez, gobernador de Quixos informaba con suma preocupacin acerca de las incursiones de los indios enemigos y gentiles, por lo cual demandaba con urgencia que los encomenderos de la gobernacin estuvieran alertas y se armaran para repeler cualquier ataque. A decir de Gonzlez:
siendo todas las encomiendas de la gobernacin de Quixos tan tenues, que la mayor nunca puede mantener el encomendero por reducirse a diez, veinte o treinta indios y algunas de un indio: solo estas no se confieren por otra cosa que para tener en unas provincias tan desiertas y vastas de montaa de muy notable aspereza promptos a los encomenderos con sus armas y gente que acaudilla la resistencia de las frecuentes 317 invasiones que hacen los indios
Debido a la frecuencia de los ataques e invasiones, Gonzlez asegur que durante los dos aos anteriores haba coordinado varias expediciones en las que logr juntar a todos los encomenderos de Quixos bajo la premisa de defender las encomiendas expuestas a los indios insumisos. Al parecer, durante aquellas expediciones el gobernador haba logrado aplacar las invasiones de los indios pues las hostilidades y las muertes propinadas a los indios cristianos y encomendados haban cesado. Esta situacin que se experiment en el gobierno de Quixos durante aquellos aos fue algo singular, pues el hecho de que el territorio fuera tan vasto, con tan pocos indios de servicio laborando en las encomiendas y adems, con la latente amenaza de los enemigos confinantes, hizo que la real Audiencia de Quito, amparada en varias Reales Cdulas emitidas con anterioridad considerara el territorio de Quixos como una gobernacin exenta de gravmenes para los encomenderos. Tal y como lo explic Joseph Gonzlez, eran los encomenderos los que por las vas del derecho consolidaban aquella gobernacin como una entidad administrativa con jurisdiccin propia, pues adems de habitarla, poblarla, beneficiarse de ella y mantener a los indios reducidos, la defendan tanto de los posibles ataques indios como de las tambin inminentes acechanzas lusitanas venidas desde el muy distante oriente amaznico, por tanto, se !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
316 OBEREM, Udo. Op. cit., pp. 103-104; En la gobernacin de Quixos, los conflictos entre indios y las preocupaciones de los encomenderos por proteger sus encomiendas, fueron un asunto bastante comn que perdur en el tiempo durante gran parte del siglo XVIII. En 1761, el informante Juan Romualdo Navarro plante que los indios gentiles: hacen repentinas invasiones en nuestros pueblos, viviendo esas gentes en un continuo sobresalto. Cfr. NAVARRO, Juan Romualdo. Idea del reino de Quito, en: MIO GRIJALVA, Manuel. Op. cit., p. 119. 317 AGI. Quito 137, Leg. 3, f. 291r.
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haca indispensable la presencia de los encomenderos en aquel territorio fronterizo, y de no ser posible, a decir del gobernador Joseph Gonzlez, las consecuencias para la monarqua seran funestas:
quedando estas provincias desiertas en poder solo de los indios convertidos, fcilmente se redujeran a la brbara observancia de sus ritos en conocido deservicio de Dios, y de V.Mgd. que fueron los inconvenientes que rezele del cumplimiento de la primera Real Cdula, conociendo cuan del desagrado de V.Mgd pudiera ser el seguimiento de todas estas consecuencias318
Las rdenes del gobernador Gonzlez fueron escuchadas y las campaas para la defensa y reduccin de los indios infieles que amedrentaban a los indios cristianos y sometidos a las encomiendas se llevaron a cabo durante dos aos. Sin embargo, las condiciones que ofreca el medio selvtico en la gobernacin de Quixos no fueron propicias para lograr una verdadera aniquilacin de aquellos infieles. Estos indios enemigos, podan emprender ofensivas en contra de las encomiendas y alcanzar a huir sin dejar seales ntidas que delataran sus escondites. Se trataba entonces de combatir sociedades nmadas que habitaban la cuenca del ro Napo y que por medios terrestres y fluviales tenan una movilidad bastante efectiva que rebasaba las posibilidades de los espaoles para capturarlos, dominarlos y hasta matarlos, para de sta forma contener las ofensivas en su contra. Hacia el mes de octubre de 1723, los indios llegaron al pueblo de Santa Rosa donde su incursin dej un saldo de nueve indios cristianos muertos. Ello haba dado pie para que el gobernador Gonzlez encabezara una expedicin que inici a finales del mes de noviembre y en la cual solo pudo capturar a 11 indios y rescatar a uno de los indios cristianos que se encontraba cautivo. Gonzlez seal con certeza que su expedicin haba servido para amainar el clima de amenaza que se cerna sobre las encomiendas, ya que tiempo despus los indios infieles trataron de acercarse de nuevo al pueblo de Santa Rosa sin llegar a cometer accin alguna.319 En 1724, desde la ciudad de Archidona el gobernador Gonzlez inform a la Audiencia de Quito que, aquellos indios conocidos por el nombre de arinas, hablantes de la lengua cocama320 y que se !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Ibid., f. 292v. Ibid., ff. 297r-297v. 320 Es posible que estos indios arinas sean los indios urrarinas de los que habla el padre Manuel Rodrguez, pues al tratar de los lmites de las provincias que se ubican al oriente de Quito explica que: La primera provincia de la ciudad
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ubicaban a una distancia de tres das de recorrido en canoa por las aguas del ro Napo, seguan causando estragos en las encomiendas de la gobernacin de Quixos. Atacaban a los dems indios mientras estos cumplan con las forzosas labores agrcolas para el pago de los tributos a los encomenderos. Aquellos indios arinas ejercan la presin por medio de tcnicas suficientemente significativas como para persuadir a los espaoles e instigarlos a defenderse; pues adems de las muertes y latrocinios, los arinas raptaban a los indios adoctrinados, los mataban y en ocasiones los decapitaban, llevndose las cabezas como premio de su valenta y ejecutan con ellas los abusos de su barbarismo por ser una nacin inclinada a la ferocidad. Estos hechos preocuparon sobremanera al gobernador Gonzlez, pues a su decir, en toda la provincia de Quixos slo existan diez encomenderos: diez personas que vean directamente afectados sus negocios por las incursiones de los arinas que, por aquellos aos, se presentaban con frecuencia. Para el gobernador Gonzlez, esta situacin slo poda remediarse de la misma manera sugerida por los dems oficiales espaoles que velaban por el orden de otras jurisdicciones amaznicas dependientes de la Audiencia de Quito en el mismo perodo: el desplazamiento de tropas que, venidas desde otros lugares de la jurisdiccin quitea, apoyaran la ofensiva en contra de los indios arinas. Sin embargo, a pesar de requerir cuerpos de milicia como la nica opcin para enfrentar aquella dificultad, el gobernador Gonzlez no recurri a la radical beligerancia que usualmente se esgrima en aquellas situaciones. Para ste gobernador la prioridad consista en que los militares empleados en la ofensiva consumaran una estrategia: atemorizar a los indios arinas con el fin de contenerlos y, ms importante an, reducirlos, aunque con la prevencin de que no lleguen a muertes ni a otros horrores militares,321 tal y cmo haba procedido en su expedicin de 1723, donde: no sucedi otra muerte ni otro fracaso alguno en esta entrada. Quizs el hecho de no acabar con la vida de los indios arinas posea un inters especfico consistente en aprovechar la fuerza de trabajo para que mediante la dominacin compulsiva practicada con el sistema de !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
abajo es la de los maynas, que corre por las riberas del Maran y de varias quebradas o ros menores que entran ene l; estindense estas naciones por espacio de sesenta leguas, entre varias lagunas y dificultosas malezas; y estos indios son los que se llaman maynas, que dan su nombre a la misin. A stas siguen otras naciones de roamaynas, urrarinas, chapas, ciures, coronados y miscuaras, por el ro de Pastasa. Cfr. RODRGUEZ, Manuel. Op. cit., p. 267. 321 AGI. Quito 137, Leg. 3, ff. 296r-296v.
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encomiendas stos sirvieran como mano de obra y servidumbre para acrecentar los caudales de los encomenderos. En su relacin de mritos, escrita por los mismos aos, un antiguo gobernador de Quixos llamado Manuel Laviano corrobor lo afirmado por el gobernador Joseph Gonzlez: en aquella provincia ubicada al oriente de la jurisdiccin Quito la situacin de los encomenderos era evidentemente azarosa, pues segn l, un sector de los indios no sometidos, cuya considerable cantidad era cercana a las 1.600 personas, haban capturado y adems causado el desplazamiento de los indios subyugados recin convertidos. A diferencia del gobernador Joseph Gonzlez, el exgobernador Laviano inform que los indios que amenazaban el orden de la provincia de Quixos no eran los arinas, sino los encabellados, indios as llamados por los espaoles debido a que dejaban crecer una larga cabellera en sus cabezas, que ass hombres como mugeres, usan, que a algunas les pasa de las rodillas. Desde el siglo XVII, el padre Manuel Rodrguez explic que la provincia de encabellados, es decir, la porcin de Quixos habitada por los estos indios comenzaba sus lindes partiendo de la desembocadura del ro Aguarico, tambin conocido como Ro de Oro. Adems, el jesuita sostuvo que de parte de Espaa siempre existi el deseo de dominar y sujetar la provincia de los encabellados: por la multitud grande de gentiles que est poblada.322 Varias dcadas despus el padre jesuita Franz Niclutsch mencion en su obra que el nomadismo de los indios encabellados haba sido una de las causas concretas que impidieron el xito de las misiones de la Compaa de Jess en la cuenca del ro Napo, pues: acostumbrados a una vida errante los encabellados solan dispersarse por el territorio obedeciendo a su prcticas ancestrales, la cuales eran totalmente inverosmiles si pretendan abrazar el modelo misional de la reduccin.323 Como era de esperarse, en su relacin de mritos, Manuel Laviano relat al Consejo de Indias sus hazaas para combatir a los indios encabellados, sus entradas anteriores a las espesuras de las gobernaciones de Quixos y de Macas, y sus intentos de someterlos a la fe cristiana atendiendo siempre a su conservacin y aumento de nuestra santa fe. Acompaado por una tropa de 200 indios al mando de un comisario quiteo, Laviano se haba desplazado hasta los !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
RODRGUEZ, Manuel. Op. cit., pp. 212-213. NICLUTSCH, Franz. Americanische Nachrichten von Quito und den wilden Indianern in Maragnon, s.l, 1781, pp. 64-65, citado en: DOWNES, Peter. Jesuitas en la Amazona: experiencias de Brasil y Quito, en: HERNNDEZ PALOMO, Jos Jess & MORENO JERIA, Rodrigo. La misin y los jesuitas en la Amrica espaola, 1566-1767: cambios y permanencias, Sevilla, Consejo Superior de Investigaciones Cientficas/Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 2005, p. 167.
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asentamientos temporales de los encabellados sorteando todas las dificultades ofrecidas por la agreste espesura. En su travesa haba capturado a dos de los indios rebeldes quienes le advirtieron sobre lo peligroso que resultara incursionar en el territorio dominado por los encabellados, pues se componan estos de ms de mil seiscientos flecheros. Al parecer, estos indios encabellados que llevaban adems el adjetivo de rebeldes, lo eran porque tiempo atrs pertenecieron forzosamente a la poblacin de las misiones y a las encomiendas, pero sin duda y con justa razn, haban renegado de aquella fe recientemente adquirida optando por reacomodarse a su antigua cosmogona. Frente a la superioridad numrica, Manuel Laviano no tuvo otra alternativa que claudicar en la idea del combate y usar otra estrategia, menos convencional, pero tal vez ms efectiva que la guerra: las promesas y los regalos. Al igual que suceda en otras regiones de la Amrica espaola donde a lo largo del siglo XVIII las prcticas de reciprocidad entre espaoles e indios fueron prcticamente uno de los pocos mtodos para asegurar pactos de convivencia y sujecin condicionada, en la gobernacin de Quixos tambin los regalos fueron parte de la estrategia no tan existosa, para lograr acuerdos de parte y parte. El ex-gobernador Laviano haba fraguado una estrategia y para ello dispuso de un indio subyugado que, siendo cristiano prctico del pas y de bastante ardid, se introdujera entre los encabellados para que les ofreciera el perdn y muchos dones de cuchillos, hachas y otras cosas a cambio de que stos regresaran a las misiones y de nuevo reconocieran para s la fe de Jesucristo. No obstante, fueron pocos los encabellados que dos das despus de aquel ofrecimiento aceptaron la oferta del espaol, pues los dems se mantuvieron al margen de los pactos bajo toda una estructura de resistencia comandada por Capan, uno de sus caciques y por otro indio llamado Francisco Puma conocido por los espaoles como el apstata, quien renegando de Cristo lideraba la sedicin de los encabellados. Tal situacin movi a Laviano a optar por la clsica represin blica basada pues en recurrir al empleo da una tropa de 200 espaoles que portaban armas de fuego y que decidieron ir en busca de los encabellados. Algunos indios lograron huir a otros lugares encontrando refugio, entre ellos el cacique Capan, sin embargo el saldo de la represin haba sido amplio: 32 indios muertos y 59 tomados como prisioneros, sin que el bando espaol contase con muertos, simplemente tres indios cristianos con heridas de poca consideracin. Esta hazaa relatada someramente en la relacin de mritos de Manuel Laviano haba dado como resultado que, adems de los indios capturados, otros encabellados solicitaron el perdn del entonces
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gobernador de Quixos, sin embargo, uno de sus lderes, Francisco Puma, no haba mostrado el menor sntoma de sumisin; al parecer tambin haba huido y el escapar del sometimiento era una alarma para los administradores de Quixos. Despus de la refriega blica y sus consecuencias, los indios sometidos que obtuvieron el perdn del gobernador fueron repartidos en varias misiones y a manera de premio Laviano les cumpli con sus regalos: muchas hachas, cuchillos y cuentas de vidrio por establecer con este agasajo en ellos el amor por nuestra santa fe.324 De esta manera la administracin colonial actuaba de forma consecuente, aunque oportunista, con los preceptos establecidos dcadas atrs desde la administracin de los Habsburgo. Emplear las conversiones a la fe catlica como mecanismo para la conservacin de los nuevos vasallos que representaban un rengln indispensable en la servidumbre, la mano de obra y el sistema tributario de la economa colonial. Adems, los indios convertidos o amigos podan ser un ejemplo para el resto de indios insumisos o infieles quienes podran aceptar la fe catlica dcilmente, tal cual se haba empleado por ese mismo perodo en otra regin fronteriza y con una notable presencia misional jesutica: la alta Tarahumara, norte del virreinato novohispano, donde los padres se encargaban de evangelizar y adoctrinar a un grupo de indios que pudieran persuadir por medio del ejemplo a sus homlogos paganos que habitaban las regiones adyacentes buscando as su asimilacin de la nueva fe.325 Para el caso de las misiones amaznicas, el padre Andrs de Zrate lo ilustr claramente en su Relacin:
en ese caso el nico medio para allanar la dificultad es coger algunos muchachos de aquella nacin descuidados en sus sementeras o caceras conforme disponen sus ordenanzas reales y llevarlos provechosamente engaados a nuestros pueblos, porque con la crianza y comunicacin entran en alguna polica y en la lengua de los cristianos y despus sirvan de guas y de intrpretes para amistar a los dems de su nacin.326
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324 AGI. Quito 143, Leg. 50, ff. 1v-2r; En su Relacin, el padre Andrs de Zrate expuso que ste tipo de herramientas, pero puntualmente las hachas, eran un bien material muy codiciado por los indios. Aunque eran herramientas costosas y de difcil adquisicin en las misiones de Maynas, los jesuitas no vacilaban en usarlas como medio de acercamiento y persuasin para lograr la confianza entre las distintas naciones indias no sometidas, aprovechndose as de una necesidad material y de el sonido de las hachas que tanto apetecen. Zrate observ que para los indios: es el repartirles de continuo con mano liberal cuanto piden y necesitan en especial herramientas muy costosas en estas partes, y es lo que ms apetecen para hacer sus casas y sementeras. Cfr. AGI. Quito 158, f. 253r. 325 LEN GARCA, Ricardo. Misiones jesuitas en la Tarahumara. Siglo XVIII, Ciudad Jurez, Universidad Autnoma de Ciudad Jurez, 1992, p. 58. 326 AGI. Quito 158, f. 253v.
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Manuel Laviano haba cumplido su objetivo ante la Audiencia de Quito y la corona de Espaa, adems haba dejado el testimonio por escrito en su relacin ante el Consejo de Indias; hecho con el cual acreditaba su entrega en servicio de la monarqua a la vez que esperaba una retribucin tangible en dinero o en alguna prebenda que le proporcionara un ascenso en la jerarqua burocrtica colonial. Segn Laviano, bajo su gobierno hizo lo posible por diezmar la capacidad de ataque que tenan los encabellados y, quizs lo ms importante, era que haba reducido algunos indios subyugndolos al vasallaje del rey de Espaa, precepto de notable importancia durante los primeros aos de la administracin borbnica en los dominios de Ultramar, sobretodo en aquellos dominios fronterizos y que se agudizara a lo largo del siglo XVIII creando hombres hijos de Dios y vasallos de Espaa.327 Feligreses de la iglesia y tributarios para la Corona debidos a la labor de un hombre que, en un perodo temprano, encarn de manera fehaciente la idea del oficial acucioso, fiel y regalista, necesario para el funcionamiento de las polticas borbnicas en los dominios de Amrica, quien a si mismo se describi en su relacin de mritos como buen ministro, ajustado, limpio y recto y haber amparado y dado buen tratamiento a los indios y naturales, vigilando el servicio de ambas majestades. Administrando igual justicia a las partes, evitando pecados publicos, limpiando la tierra de facinerosos, manteniendo en paz el pas328 Sin duda, pudo tratarse de uno de aquellos funcionarios, proto-reformistas que desde Amrica abogaron por acrecentar el absolutismo monrquico esperado por la dinasta borbnica as fuera en las regiones ms marginales y fronterizas de todos sus dominios.329
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En una rigurosa y concienzuda investigacin, el historiador norteamericano David J. Weber explica desde una perspectiva continental cules fueron los mtodos usados por la administracin borbnica durante la segunda mitad del siglo XVIII para acomodar por las diferentes vas de hecho a los diversos pueblos indios que desde los inicios de la dominacin europea no estuvieron sometidos al sistema colonial hispnico. Cfr. WEBER, David J. Brbaros: spaniards and their savages in the age of elightenment, New Haven, Yale University Press, 2005, pp. 91-94 328 AGI. Quito 143, Leg. 50, f. 2v. 329 LYNCH, John. Op. cit., p. 83.
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Captulo III
1740-1777
LOS DOS MARAONES Y OTROS ARGUMENTOS DEL PADRE TOMS NIETO POLO: DEFENDER LA
AMAZONA HISPNICA
Una vez iniciada la dcada de 1740 las preocupaciones de espaoles y portugueses por el dominio territorial eran evidentes en diversos sentidos. Ambas monarquas consideraron que la ocupacin del septentrin amaznico a manos de clrigos, soldados y pocos vecinos dispersos en una y otra franja de los dominios deba contener una justificacin contundente que sirviera como escudo para los pleitos y reclamaciones territoriales surgidos en las metrpolis. Tanto la oficialidad quitea as como la Compaa de Jess, conservaban en sus archivos una amplia correspondencia elaborada con base en los tratados celebrados durante los siglos anteriores, informacin que era constantemente evaluada, confrontada y usada a favor de los argumentos que la monarqua hispnica ejecutaba en contra de las pretensiones lusitanas para la expropiacin territorial. Los jesuitas que oficiaban en Quito hablaron de la existencia de un libro compuesto por los autos redactados a manos de plenipotenciarios y cosmgrafos de Espaa y Portugal acerca de los cursos de las lneas divisorias que separaban imaginariamente las tierras de Amrica del Sur: cuestiones que no slo versaban sobre el septentrin amaznico o la desembocadura del caudaloso ro en el ocano Atlntico, sino tambin sobre las disputas existentes en las misiones jesuticas ubicadas en las tierras bajas del centro del continente, jurisdiccin de la provincia de Santa Cruz de la Sierra, donde fundaciones erigidas por la Compaa de Jess como San Rafael y San Miguel ubicadas en la frontera chiquitana no estuvieron exentas del acecho portugus a lo largo del siglo XVIII.330 Por supuesto, en aquel libro tambin se trat ampliamente sobre las
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RADDING, Cynthia. Landscapes of power and identity. Comparative Histories in the Sonoran Desert and the Forests of Amazona from Colony to Republic, Durham, Duke University Press, 2005, p. 82.
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disputas en el estuario del Ro de La Plata, por su siempre codiciado bastin portuario, fundacin luso-brasilera de finales del siglo XVII: Colnia do Sacramento.331 Entre su variada informacin, aquel libro cont con un aporte escrito que era una clara defensa de los intereses de Espaa en la cuenca amaznica. Redactado en 1741 por un ignaciano espaol llamado Toms Nieto Polo, quien desde Madrid elabor una compleja descripcin acompaada de un mapa trazado por l mismo que lleva como ttulo: Descrbese el ro Maran de la Corona de Portugal. Con sta sucinta descripcin Nieto Polo busc exponer al igual que sus colegas predecesores pero tambin ilustrar diversos aspectos sobre los lmites territoriales de ambas monarquas en la cuenca amaznica. Sin embargo el aporte del jesuita fue realizado bajo una nueva perspectiva; una consideracin de orden geogrfico que tomaba los cauces ribereos como referentes arcifinios para la argumentacin de los alcances jurisdiccionales.332 Siendo un esfuerzo notable por dilucidar las intrincadas redes fluviales de la Amazona en toda su extensin, la descripcin de Nieto Polo incluy tanto afluentes menores como grandes tributarios del caudaloso ro Amazonas, haciendo adems la salvedad sobre la denominacin que tanto Espaa como Portugal dieron al ro en cada uno de sus extensos segmentos individuales o aquellos tramos de los cuales beban otros de sus afluentes. Por considerar entonces todo el cauce del ro Amazonas como dos ros diferentes, con nombres distintos dependiendo de la pertenencia a cada dominio, Nieto Polo asegur que el ro Maran, es decir, el ro Amazonas en su cauce alto que irriga toda la provincia de Maynas no era ni uno de los cuatro ros principales de Amrica del Sur o Ibrica Meridional segn su curiosa denominacin. Por lo tanto, afirm que este supuesto par de ros estaban claramente diferenciados como Maran de Castilla y Maran de Portugal: ro tan grande de nuestra Ibrica natural y peregrina.333 Segn Nieto Polo, el Maran de Portugal desembocaba en una ensenada ubicada a 160 leguas al oriente de la desembocadura del Maran de Castilla, ensenada en la cual tambin desembocaban otros tres ros de caudales enormes por entre diversas islas y con varios brazos, !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
AGI. Quito 158, ff. 575r-578v. Un ao ms tarde, en 1742, en un informe redactado por un funcionario annimo de la Real Audiencia de Quito se seal que tanto la descripcin como el mapa elaborados por el padre Nieto Polo tenan varias inconsistencias. Hecho que posiblemente ocurri debido al poco conocimiento que el jesuita espaol tena sobre aquella regin fronteriza. A decir del informe: Tambin se ha de observar la equivocacin que se padece en algunos informes dados por los padres de la compaa, especialmente en el del padre Polo y en las notas prestas en el mapa, que ha presentado del ro Maran dando a entender que los cosmographos de Castilla, hicieron dos delineaciones; designando la que suponen hecha por los portugueses, mucho mas al occidente. AGI. Quito 158, ff. 576v-577r. 333 Ibid., f. 298r.
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ramos y canales hacindola muy semejante a la del otro maran aunque de menor circunferencia, opinin que el jesuita haba construido basndose en sus observaciones cartogrficas y en las descripciones previas hechas durante el siglo anterior por el clrigo francs Claude dAbbeville y por el flamenco Jean de Laet. Para Nieto Polo, los mapas existentes o por lo menos los que l conoci y en los cuales se bas para la elaboracin de su propio mapa donde aparecan trazados los dominios portugueses del septentrin adems de Brasil, mostraban una confusin que posiblemente no era ms que la legitimacin por medios cartogrficos que la corona de Portugal pretenda defender sobre sus dominios. Por ello argument que los portugueses pensaban que su Maran era el principal ro que conformaba la amplia desembocadura en el ocano Atlntico, no obstante para Espaa tal ro no era otro que el Amazonas. As, aquel Maran de Portugal era utilizado por los lusitanos como un arcifinio confuso que, a decir de Nieto Polo, conformaba un territorio que indiscutiblemente le perteneca a Portugal. Se refera entonces a los dominios centrales de Brasil cuyos drenajes fluviales hacan parte de las conexiones del litoral con el interior continental. Sin embargo, los argumentos de Nieto Polo, basados tambin en la Relao Sumaria das coisas do Maranho de Simo Estacio da Silveira, estaban orientados a mostrar que el ro Maran de Castilla tena un gran nmero de tributarios cuyos nacimientos y cursos no se ubicaban en el septentrin de Amrica del Sur, sino que eran afluentes que atravesaban las regiones medias del subcontinente, ros como el Meare, el Noni y el Fapscobie, cuyas cabeceras se hallaban en regiones notablemente distantes de los lmites sureos del virreinato del Per con Brasil, por lo cual el Maran hispnico difera de su homlogo lusitano:
origina este ro en las lagunas con que muelen los ingenios de plata, de la villa imperial de Potos, y le remata en la laguna del Paitit, de lo cual saca en seis grados y medio este ro Maran de Portugal. No hall posibilidad en este origen por lo que implica con lo que hemos dicho y diremos de los grandes ros que por aquel centro de la Ibrica Meridional corren y pasan sin que supongamos lo que puede ser, de que crucen unos por encima de otros, que este fuera necesario conceder si las aguas de Potos y otras que nombra desaguaran por este Maran como se ver en la Relacin del Castillo o Ro de Orellana, ni tampoco se concede el sitio del Paytit en paraje que pueda dar nacimiento a este ro como queda visto y se dir.334
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Ibid., f. 301r.
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As, stos dos Maraones considerados por el jesuita en su descripcin distaban uno del otro en sus desembocaduras: ms de 170 leguas, hecho que supuestamente desmenta lo presupuestado desde el siglo XVII por el cronista Antonio de Herrera y Tordesillas, quien en sus Dcadas sin acordarse de lo que en otras partes ha puesto, en lo que hemos alegado describe el Maran distinto del Orellana ochenta o cien leguas ms a poniente.335 A lo cual Nieto Polo respondi, segn le comentaron, que el Maran de Castilla tena su nacimiento en el sur de la gobernacin de Popayn en el Nuevo Reino de Granada, afirmacin que el propio jesuita calific de errnea en varios puntos:
El primero ponen el Maran al poniente, estando al levante del Orellana. El segundo dicen que viene del medio da y pensar que puede nacer de Popayn, el tercero admitir cuasi en este nacimiento, estando en medio de los ros de Orellana y Ori[n]oco. El cuarto situar en la lnea de la demarcacin de la corona de Castilla el Orellana. Y aunque se responda que en este lugar hablando de el Maran se hace entender del Orinoco, dems lo que dejamos dicho de esta confusin de nombres no pasa por el Orinoco la lnea de demarcacin sino sobre la boca del Orellana.336
Si bien las consideraciones argumentadas por Nieto Polo en su Descripcin tenan un basamento bastante heterogneo y evidentemente contradictorio por constar de autores como los padres jesuitas Cristbal de Acua y Manuel Rodrguez, Antonio de Herrera y Tordesillas, los hermanos Martn Alonso y Vicente Yez Pinzn, los portugueses Vasconcellos y Francisco Brito, adems del cronista Lucas Fernndez de Piedrahita, y el padre jesuita Rodrigo Barnuevo, sus conclusiones fueron notablemente radicales al observar que los portugueses se negaban a respetar los dominios hispnicos despus de que, a su parecer, las delimitaciones haban sido aclaradas. Todo un manifiesto digno de aquellos jesuitas defensores y guardianes de la fe. Nieto Polo opin que la mejor de las opciones para contrarrestar la presencia lusitana en la Amazona hispnica era recurrir a las armas, y adems, que estas fueran operadas por los indios tal y como se haba practicado, con amplia controversia, en las misiones del Paraguay, en !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Ibid., f. 304r; Tal vez la lectura de las Dcadas realizada por Toms Nieto Polo no haya sido muy concienzuda debido a que en tal obra, su autor, Antonio de Herrera y Tordesillas mencion claramente que: Caen de la otra parte del ro de San Juan de las Amazonas, por otro nombre Orellana, que algunos, con yerro quieren que sea el Maran. Explicacin que el jesuita espaol pas por alto al proponer que el cronista cometa un error de apreciacin cartogrfica. Cfr. HERRERA Y TORDESILLAS, Antonio de. Historia general de los hechos de los castellanos en las islas y Tierra Firme del Mar Ocano o Dcadas, [Edicin y Estudio de Mariano Cuesta Domingo], Cuatro Tomos, T.I, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 1991, p. 185. 336 Ibid., f. 304v.
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las tierras fronterizas de Chile, as como en la pampa argentina, e intentado sin mucho xito en algunas misiones de Texas y California337 pues expuso que a los indios habitantes de las misiones amaznicas no les faltan bros, ni destreza para las guerras, idea con la cual tambin comulgaba el padre Carlos Brentano, quien por los mismos aos, instrua en formacin militar a los indios amigos de las misiones de Xeberos: creaba simulacros de combate y enseaba el manejo adecuado de armamento con el fin de hacer de los indios unos soldados efectivos que sirvieran en las expediciones para el recaudo de ms almas para las misiones de la Compaa de Jess.338 Por ello, tener a ms de 200 indios entrenados en el uso de las armas sera una empresa efectiva donde correspondern con balas las incursiones que los portugueses emprendieran por las vas fluviales. No obstante Nieto Polo tambin conceba como algo necesario el hecho del desplazamiento de tropas mas o menos experimentadas que vinieran desde Quito, San Francisco de Borja, Santiago de las Montaas o Jan de Bracamoros, quienes adems de servir sin repugnancia estaran conformes con un salario moderado, logrando as la defensa militar de las misiones de Maynas. La situacin fronteriza segua siendo apremiante y para encararla haca falta armamentos, pertrechos y municiones que deban traerse desde Espaa ya que en Quito, a decir de Nieto Polo: no hay sino unos pocos arcabuces muy viejos y muy malos. La plvora podra traerse con el debido cuidado desde Latacunga y las municiones podran ser abastecidas desde Quito. Mucho menos radical, la otra opinin y sugerencia de Nieto Polo a la corona de Espaa era la mediacin con la corona de Portugal para llegar a un acuerdo que facilitara el desalojo del territorio hispnico. La corte de Lisboa deba conocer los pormenores surgidos a raz de la penetracin portuguesa y su paulatina ocupacin del territorio ajeno. As, el jesuita explic que la administracin de Gro Par deba ser coartada desde Europa para prevenir ms incursiones a los !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
337 Ibid., f. 324r; Cfr. ARMANI, Alberto. Ciudad de Dios y Ciudad del Sol. El Estado jesuita de los guaranes (1609-1768), Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1982, pp. 111-115; Cfr. BOLTON, Herbert Eugene. Texas in the middle eighteenth century, Austin, University of Texas Press, 1970, pp. 23-24; BOLTON, Herbert Eugene. La misin como institucin de la frontera en el septentrin de la Nueva Espaa, en: WEBER, David J. (Compilador). El Mxico perdido. Ensayos sobre el antiguo norte de Mxico, 1540-1821, Mxico, Secretara de Educacin Pblica, 1976, p. 46; VILA, Carlos Lzaro. El reformismo borbnico y los indgenas fronterizos americanos, en: GUIMER, Agustn (Editor). El reformismo borbnico. Una visin interdisciplinar, Madrid, Alianza Editorial/Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, 1996, p. 286. 338 CIPOLLETI, Mara Susana. La minuciosidad de la violencia y los mainas del Amazonas superior en un manuscrito del jesuita Juan Magnin (1742), en: DEDENBACH-SALAZAR SENZ, Sabine, ARELLANO HOFFMANN, Carmen, KNIG, Eva & PRMERS Heiko (Editores). 50 Aos de Estudios Americanistas de la Universidad de Bonn. Nuevas contribuciones a la arqueologa, etnohistoria, etnolingistica y etnografa de las Amricas, Bonn, Verlag Anton Saurwein, 1998, [Apndice Documental], nm. 21, p. 465.
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dominios hispnicos que, a pesar de los acuerdos polticos pactados y de la armona que exista entre las dos coronas, los lusitanos residentes en los intrincados territorios amaznicos se negaban a cumplir. En ste sentido, Nieto Polo posea una opinin similar a la de sus colegas predecesores:
porque esos pueblos estn distantes muchsimas leguas de la demarcacin ms favorable a los portugueses. No lo ignoran los del Par; pero alegando falsas tradiciones, dicen que no solo no traspasan los lmites sino que el dominio de su corona se extiende a ms de lo que poseen y mientras la corte de Portugal no conozca [y] se declare este error, durar la inquietud y se impedir la conquista del Maran. Esto parece lo ms seguro y lo que puede servir de universal remedio a los males de esta misin as para lo presente como para lo futuro.339
Si lo que propona Nieto Polo llegaba a cumplirse sin dificultad algo evidentemente complejo, los dems tpicos para la defensa de toda la provincia de Maynas consistiran en asuntos del orden militar: construir fortalezas, asegurar una escolta constante de soldados quiteos y mejorar los caminos que comunicaban las tierras bajas y espesas de la selva con el piedemonte andino y los ncleos urbanos enclavados en la cordillera. El jesuita era consciente de que los portugueses eran una fuerza opuesta notable y dispuesta a contrarrestar cualquier ofensiva espaola y con la ventaja de poder reclutar sus fuerzas desde el Par, lo qual no pueden hacer los nuestros desde Quito. Una dificultad que remita a la complejidad geogrfica de aquellos territorios donde la navegacin por los cauces ribereos era un factor decisivo para la dominacin territorial, hecho que los portugueses controlaban casi a plenitud tanto desde sus bastiones ribereos como desde sus cabezas de gobierno en el oriente de la cuenca amaznica. Complejidad geogrfica que tambin evidenci Nieto Polo al hablar de aquella dificultad absolutamente recurrente en todos el territorio de la Amrica espaola: el mal estado de los caminos. Estas rutas de conexin, absolutamente precarias en los territorios amaznicos y prcticamente subdesarrolladas en comparacin con los caminos trazados en la cordillera de los Andes y sus estribaciones, fueron un verdadero problema para la oficialidad quitea, la Compaa de Jess y dems individuos interesados por la ocupacin territorial y su respectiva defensa. Nieto Polo argument que tal precariedad material, aunada a los obstculos naturales y a las desmesuradas distancias haca de los caminos amaznicos el asunto de mayor dificultad para !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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Ibid., f. 326r.
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proveer de atencin a la provincia de Maynas. El trasegar de los indios, de los misioneros, y de los pocos oficiales establecidos en la regin haca que los caminos estuvieran mas o menos trazados, sin embargo Nieto Polo explic que un camino en regular estado tardaba poco tiempo en desvanecerse en el verdor gracias a la pluviosidad: creciendo las malezas del monte, por las lluvias continuas y falta de trajn y cayndose los puentes de los ros que las permiten; inclemencias de la selva que constrean el desenvolvimiento de aquella provincia fronteriza, hecho que a decir de Nieto Polo, era el causante del horror de los forasteros para entrar a la regin y de la falta de comercio interprovincial, en suma, el atraso de Maynas y la inhumana marginalidad de los indios, quienes fungiendo de acmilas con notable quebranto y riesgo de sus vidas, por los precipicios y largas jornadas en que tardan muchos meses arriesgaban su vida340 Siendo entonces los caminos de Maynas uno de los problemas bsicos que denotaban la caracterstica fronteriza de la provincia, el padre Nieto Polo ahond un poco ms en las propuestas para su mejoramiento. Tres caminos a saber eran pues las rutas de acceso y salida de la espesura que deban mejorarse: el de Borja, por la ciudad de Loxa, el de Patate, por el asiento de Ambato, y el de Archidona por el sitio de los Quixos. El camino de Archidona era segn el padre el ms frecuentado a pesar de ser el ms largo debido a sus numerosos obstculos. Un camino que se distingua de los dems por que se relevaba con la navegacin del ro Napo, jornada sta que resultaba peligrosa debido tanto a que eran territorios poblados por indios no reducidos y por portugueses que alegan ser suyos los sitios de ste ro a los de la banda del norte y amenazan destruir las poblaciones que a su parte hicieran los misioneros espaoles.341 Era pues una ruta que deba contar con la atencin suficiente para prevenir las incursiones portuguesas, ya que el curso del ro Napo segua siendo una de las rutas predilectas para los soldados y vecinos que partan desde Gro Par, lo cual deba encararse con la fundacin de varias poblaciones en lugares determinados por los jesutas que contaran con plazas de armas y as servir como frentes de contencin a las avanzadas lusitanas: porque ellos pretenden que su dominio sea hasta el medio del Napo en el ro Aguarico. Por ello, lo propuesto por Nieto Polo era en sus palabras una fundacin de la frontera, amparada por la !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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Compaa de Jess y coordinada por la presidencia de la Audiencia de Quito. El camino que parta desde Ambato empatando con el curso del ro Bobonaza y desembocando en el ro Pastaza hasta adentrarse en la regin centro-oriental de la red misional342 era, segn Nieto Polo, el menos distante y capaz de componerse. Asunto que, de concretarse, tendra innegables beneficios para la provincia. Nieto Polo sugera tres puntos cruciales para intervenir en esta empresa que mejorara en parte las condiciones materiales de la provincia. En primer lugar, se facilitara la entrada de semovientes de carga como mulas hasta el puerto de Canelos, evitando as el maltrato inflingido a los indios como cargueros. La dinmica anfibia consistira en emplear mulas por tierra y ayudarse de los indios conductores de canoas que transitaban por el ro para transportar mercancas, alimentos, y dems abastos desde y hacia la ciudad de Quito, evitando as su posible prdida debido a su descomposicin. En segundo lugar, asegur que los intercambios comerciales entre la provincia de Maynas y la ciudad de Quito repercutiran en que los indios ayudaran al dinamismo comercial en los establecimientos misionales intercambiando productos como cacao, vainilla, ceras, tabaco, algodn, resinas y aceites, complementando as los bienes de consumo que podan procurarse bajo el mandato misionero. En tercer lugar explic que con la buena manutencin del camino se incentivara el ingreso de hombres forasteros que trajinaran en busca de comerciar algunos bienes, hecho que se consolidara como una propuesta exitosa siempre y cuando las misiones o pueblos ubicados en la Omagua y en la cuenca occidental del ro Amazonas, es decir, en el Maran de Castilla, fueran recobradas del arrebato lusitano. As, el jesuita prevea como la provincia de Maynas atravesara por una condicin idlica mejorando el temple, con tierras frtiles y soldados que velaran por defender la soberana de los dominios del rey de Espaa. Las opiniones de Toms Nieto Polo tuvieron un complemento bastante tcnico de la pluma de su colega, el padre jesuita Joseph Mara Maugeri, quien slo un ao despus tambin !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
342 Para el padre Toms Nieto Polo la importancia de ste camino radicaba tambin en que con su utilizacin las vidas de los indios no correra los evidentes peligros que solan ocurrir en las dems rutas: A su decir: ltimamente en las jornadas intermedias de este camino, los misioneros y los indios tendrn el alivio de hacer escala en los sitios templados antes de pasarse por los pramos y montes de nieve, en que o se agravan los males que casi todos contraen en el viaje de la Montaa, o los adquieren de nuevo entrando en un sumo frio, inmediatamente que salen de un excesivo calor; y por esta causa se inutilizan y an se mueren muchos indios. Esto se evita en este camino. Porque en el hay pueblos templados entre la montaa y los pramos y no son tantos los desiertos despoblados, y fros como en los otros caminos. Cfr. Ibid., f. 327v.
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se dio a la tarea de escribir una Relacin en la cual se encargaba de refutar mediante argumentos claros la presencia de Portugal en la cuenca amaznica dominada por Espaa. Maugeri se mostr de acuerdo en que las dos coronas llevaran a cabo un pacto para determinar sus lmites, algo que sin duda haba tenido un fuerte eco en las opiniones de los jesuitas durante las dcadas anteriores. No obstante, al hablar de lmites el padre Maugeri consider preciso hacer varias salvedades; recobrar los varios matices de ste concepto general y exponer sus apreciaciones. Uno de tales matices era aquella lnea imaginaria trazada por el papado en el siglo XV, lnea que daba el sentido divisorio al Tratado de Tordesillas: lnea especulativamente puesta por el papa Alejandro VI que despus de tantos aos no se ha podido acabar de ponerla en prctica. Aquel trazo imaginario sobre el globo terrqueo slo parcialmente conocido era para Maugeri un motivo irrefutable de obediencia, pues la corona de Espaa poda solicitarle a Portugal el retiro de sus vasallos en aquella regin:
desde los grados 300 en donde estn hasta la lnea de su emarcacin [sic] (que es en los grados 325) y desocupen los 25 grados usurpados, no sabemos si SM quiere aunque sea por ahora ceder a su derecho; y dado caso que quiera su majestad ceder; no son los portugueses tan descuidados que sabiendo ser convencidos por su misma demarcacin de usurpadores de 25 grados no tengan otras razones aparentes con que defenderse, como es el auto de posesin que alegan en las bocas del ro del oro u otras semejantes y cuando estas no les valieran, no dejar el rey de Portugal de pedir tiempo para informarle de sus gobernadores del Par y el negocio ir en proceso infinitum, como el principal de la demarcacin, con que concluyo que si este medio es practicable y con alguna brevedad es el mejor y nico; ms a mi parecer cuanto es bueno en si, tanto es de ningn remedio por impracticable.343
Lo propuesto por el padre Maugeri redundaba en el hecho de llamar la atencin sobre el lugar hasta donde se extenda la ocupacin portuguesa adems de recalcar la imperante necesidad de la defensa territorial, la cual a falta de soldados poda emprenderse con el auxilio de indios armados con 200 bocas de fuego, asunto que ya haba sido considerado por otros clrigos e incluso por autoridades de la Audiencia de Quito, sin llegar a prever consecuencias insospechadas. Sin embargo la complejidad de la situacin territorial aun distaba de quedar resuelta ante algn estrado metropolitano y las acciones efectivas en el terreno tardaran en consumarse.
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Ibid., f. 343r.
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EL CASTILLO ENCANTADO Y LAS OPINIONES ILUSTRADAS: CHARLES MARIE DE LA CONDAMINE, ANTONIO DE ULLOA Y JORGE JUAN:
Con el fin de llevar a cabo estudios geodsicos y observaciones astronmicas para trazar la lnea ecuatorial que circunda imaginariamente el globo terrqueo y verificar las teoras de Sir Isaac Newton sobre la gravitacin universal,344 lleg a la ciudad de Quito en 1737 una comisin de cientficos franceses venida desde La Rochelle. Partiendo desde Francia cruzaron el ocano Atlntico e ingresaron al mar Caribe hasta recalar en la isla de Saint Domingue y de all se embarcaron hacia el continente americano hasta arribar a la ciudad de Portobelo. Cruzaron el istmo y llegaron a Panam para luego embarcarse en el ocano Pacfico hasta las costas pertenecientes a la Real Audiencia de Quito. Una vez all, aquella comisin conformada por Luis Godin, Pedro Bouguer, Joseph de Jussieu y Charles Marie de La Condamine, acompaados por los jvenes y entusiastas ilustrados espaoles Jorge Juan y Antonio de Ulloa iniciaron su travesa hacia el oriente de la jurisdiccin quitea.345 Charles Marie de La Condamine se destacara en Amrica por haber realizado valiosas observaciones geogrficas y por escribir algunas memorias sobre sus viajes; entre ellas, una de 1744 titulada: Relacin abreviada de un viaje hecho por el interior de la Amrica Meridional, desde la costa del mar del Sur hasta las costas del Brasil y de la Guayana, siguiendo el curso del ro de las Amazonas. En sta Relacin La Condamine se ci a los precedentes histricos que adems le sirvieron como referentes para sus observaciones: haba conocido los pormenores de las expediciones de Francisco de Orellana, Pedro de Ursa y del controvertido portugus Pedro Teixeira. Los relatos de los padres Acua y Artieda, el errtico mapa elaborado por el cartgrafo francs Nicolas Sanson dAbbeville copiado en varias ocasiones por algunos gegrafos y cronistas y el tambin reproducido mapa del padre Samuel Fritz, trazado desde 1690 y grabado en la ciudad de Quito en 1707, tomado del tomo XII de las Lettres difiantes et Curieuses des
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344 LAFUENTE, Antonio & DELGADO Antonio J. La geometrizacin de la Tierra: observaciones y resultados de la expedicin geodsica al virreinato del Per (1735-1744), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Cientficas/Instituto Arnau de Vilanova, 1984, pp. 31-34. 345 LAFUENTE, Antonio & MAZUECOS, Antonio. Los caballeros del punto fijo. Ciencia, poltica y aventura en la expedicin geodsica hispanofrancesa al virreinato del Per en el siglo XVIII, Madrid, Ediciones del Serbal/Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, 1987, pp. 83-90.
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Missions Etrangres de Chez Nicolas le Clerc, aquella difundida obra sobre crnicas misionales de la Compaa de Jess en diversas regiones del mundo publicada en 1734.346 Con elementos basados en su conocimiento cientfico, este naturalista francs tambin se ocup de escribir acerca del curso hidrogrfico del ro Amazonas y varios de sus afluentes principales. Para l, sin duda alguna, el ro Amazonas era el ms caudaloso del mundo, opinin que haba sido considerada previamente por otros observadores, cronistas y navegantes sin llegar a concluir su veracidad.347 El inters por aquel opulento cauce fluvial llev a que La Condamine se explayara en aclaraciones acerca de la denominacin del ro en una corta pero relevante disertacin que hace parte de su obra: Diversos nombres del ro de las Amazonas, en la cual explic con ciertas imprecisiones que el nombre Maran tena sus orgenes en el apellido de un soldado castellano perteneciente a una de las huestes expedicionarias que se adentraron en la selva casi una dcada despus de la ejecucin del Inca. sta denominacin tambin haba sido expuesta por el jesuita riobambeo Juan de Velasco en su Historia del Reino de Quito donde adems el jesuita afirm que en el siglo XVII su colega, el padre Rafael Ferrer, estim que el trmino Maran significaba: madre de los ros.348 Sin embargo, posteriormente La Condamine expuso que diferentes gegrafos, entre ellos el flamenco Jean de Laet, confundieron engaados el ro Maran y el ro Amazonas como si fuesen dos ros diferentes; confusin homloga a la atizada poco tiempo atrs por el padre Toms Nieto Polo. Aumentando la confusin preexistente, La Condamine afirm que los equvocos en la denominacin del ro se deban a las bsicas interpretaciones, como la de Jean de Laet, quien se bas en las explicaciones ofrecidas por el Inca Garcilaso de la Vega y por Antonio de Herrera. Segn el francs, los espaoles llamaron Maran al gran ro desde 1513, ao en el cual evidentemente apenas algunas huestes exploraban el septentrin suramericano y el amo del afortunado Leoncillo se proclamaba como el descubridor europeo del Mar del Sur en su litoral americano. Por tanto, La Condamine tambin incurri en varias imprecisiones de ndole historicista y cronolgica al tratar de esgrimir sus explicaciones. No obstante sus observaciones le !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
LA CONDAMINE, Charles Marie de. La Amrica Meridional, Bogot, Instituto Colombiano de Cultura, 1992, pp. 40-41. El entonces presidente de la Real Audiencia de Quito, Dionisio de Alsedo y Herrera conoci algunas copias de los escritos y las cartografas levantadas por los franceses de la comisin Geodsica. Alsedo opin sobre tal informacin: a mi corta comprensin le parecen de muy grave consecuencia por el intuitivo exmen de los confines que tienen con las costas, los lugares de tierra adentro y las distancias y calidad de los caminos para llegar a ellos desde los desembocaderos. Cfr. AGI. Quito 158, f. 566r. 348 VELASCO, Juan de. Op. cit., p. 464.
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permitieron otros aciertos notables; asuntos que, tanto los jesuitas quiteos como algunos cronistas y gegrafos no pudieron dilucidar debido a las disputas territoriales que la corona de Espaa tena con su homloga ibrica, en las cuales los nombres adjudicados a los territorios y sus arcifinios eran un hecho determinante para legitimar las posesiones:
Sin embargo, los portugueses establecidos despus en 1616 en Par, villa con obispado, situada en la desembocadura ms oriental de ste ro, no le conocen all ms que con el nombre de ro de las Amazonas, y ms arriba con el de Solimos [sic], y han transferido el nombre de Maran Maranhaon [sic] en su idioma a una ciudad y una provincia entera o capitana vecina de Par.349
Las anotaciones de ndole cientifica hechas por La Condamine demostraron que el ro Amazonas, cuyo origen se ubicaba en los 11 grados de latitud austral, atravesaba por la jurisdiccin de la ciudad de Jan de Bracamoros y viraba hacia el oriente paralelo a la lnea equinoccial: Hasta el cabo del norte por donde entra el ocano bajo el ecuador mismo, despus de haber recorrido desde Jan, donde comienza a ser navegable, 30 de longitud, o 750 leguas comunes, equivalentes por los rodeos a 1.000 o 1.100 leguas, recorrido en el cual el ro se nutre de ms de un centenar de afluentes que, a decir del cientfico francs, no eran inferiores ni en caudal ni en tamao a ros europeos como el Danubio o el Nilo.350 Despus de hablar de los asuntos ms recurrentes y bsicos para un individuo curtido en el ideario de la Ilustracin, La Condamine se refiri a los caminos que surcaban el territorio como uno de los aspectos que podan posibilitar la explotacin aurfera, adems de referirse a las alturas, precipitaciones, temperaturas, saltos fluviales, las conjunciones, los puertos y dems asuntos fsicos como las posibilidades para la navegacin, los puentes que atravesaban los ros de orilla a orilla y aquella famosa y peligrosa estrechura de la cuenca occidental del ro Amazonas conocida como el Pongo de Manseriche.351
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LA CONDAMINE, Charles Marie de. Op. cit., p. 39. Ibid., p. 41. 351 El Pongo de Manseriche era un estrecho del ro Amazonas que dificult enormemente la navegacin desde el oriente de la Audiencia de Quito hasta las misiones de Maynas durante la temprana ocupacin de aquella regin hecha por la Compaa de Jess. En su obra, el padre Juan de Velasco mencion que slo a partir de 1616 se haba franqueado tal obstculo, porque hasta entonces jams se haba atrevido a navegarlo europeo alguno. A principios de la dcada de 1740, el padre Andrs de Zrate as lo describi: El pongo es un estrecho por donde pasa toda el agua del Maran y de el ro de Santiago que se le junta ms arriba y por el caudal de tantas aguas y por la declinacin es tan precipitada que la corriente que bajan tres leguas en media hora oprimida entre los peascos aunque se sube en canoas es preciso bajarle en balsas. Cfr. VELASCO, Juan de. Op. cit., p. 471; AGI. Quito 158, f. 288v.
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Ya habindose adentrado en la provincia de Maynas y llegado a San Francisco de Borja, La Condamine relat su encuentro con el jesuita suizo Juan Magnin, a quien llam compatriota y amigo, lo cual no era para menos: el padre Magnin le obsequi al francs un mapa trazado por l mismo donde se ubicaban cartografiadas todas las misiones de Maynas y una descripcin de los usos y costumbres de cada uno de los pueblos, mapa que Magnin haba concebido basndose en el mapa trazado por el padre Samuel Fritz.352 Toda esa informacin sera posteriormente traducida por un tal monsieur Artur, funcionario de los dominios franceses de Guyana, radicado en Cayena, quien, ayudado por La Condamine, se encargara de sacar a la luz aquellos testimonios.353 A su llegada al pueblo de La Laguna, el francs mencion su encuentro con el excelente cartgrafo y gobernador de la provincia de Esmeraldas, don Pedro Vicente Maldonado, a quien pblicamente rindo el homenaje que se merece pues la gran amistad trabada entre ambos vena de antao:354 desde la llegada de La Condamine a Quito los hermanos Maldonado participaron como clientes de un jugoso matute de mercancas europeas introducidas por el francs.355 En su travesa, siguiendo la navegacin en direccin oriental, La Condamine pas por las misiones de San Joaqun de Omaguas y San Ignacio de Pebas, ltimos reductos espaoles en las !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
LARREA, Carlos Manuel. La Real Audiencia de Quito y su territorio, Quito, Editorial Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1963, p. 91. 353 CIPOLLETI, Mara Susana. La minuciosidad de la violencia, en: Op. cit., p. 452. 354 LARA, Dario. La amiti de deux hommes de science: Charles Marie de La Condamine et Pedro Vicente Maldonado, et lorigine de lamiti de deux peuples, en: VV/AA. La Condamine y la expedicin de los acadmicos franceses al Ecuador. 250 Aniversario 1735-1785, Mxico, Instituto Panamericano de Geografa e Historia/Universidad Pars X Nanterre, 1985, pp. 64-76. 355 En 1737 Charles Marie de La Condamine haba sido acusado de contrabandista en la ciudad de Quito. Al momento de su llegada a aquella capital ingres varias mercancas europeas como: Borlones finos, medias de seda, guantes grandes y pequeos, cortes de chupas de vasos de diferentes colores bordadas de oro y plata [] gorros blancos de algodn, cuchillos, hebillas, tijeras, peines, alfileres, piedras de escopeta, paos de agujas, quitasolillos de camino, estampas, botones de camisa, muchas plumas de oro y plata, estuches de zapa rollos de lienzo fino, lijas coloradas, cajetas de tabaco, pistolas y escopetas, bolsas de seda y finalmente mucha mercera que se venda en las calles y casa de esta dicha ciudad. Al parecer Charles Marie de La Condamine haba tenido xito con la venta de sus productos hasta ser sorprendido por las autoridades locales. Varios de sus amigos eran tambin parte de su clientela, prestantes personajes de la oficialidad quitea como los hermanos Ramn y Don Pedro Vicente Maldonado ste ltimo sera gobernador de la provincia de Esmeraldas y autor del valioso mapa trazado en 1750 conocido como la Carta de la Provincia de Quito y de sus Adyacentes adems del expresidente de la audiencia de Quito Dionisio de Alsedo y Herrera, quien paradjicamente a finales de la dcada de 1740, como presidente de la audiencia de Panam sera un destacado perseguidor del comercio ilcito y exterminador de una compaa confederada de contrabandistas conocida como La Sacra Familia que operaba en varios lugares del istmo panameo. Cfr. AGI. Quito 133, Doc. 27, ff. 1r-5r; AGN. Contrabandos, T. XI, ff. 270r-272r; Al respecto, ver tambin: GMEZ GONZLEZ, Juan Sebastin. Las tensiones de una frontera stmica: alianzas, rebeliones y comercio ilcito en El Darin, siglo XVIII, en: Historia y Sociedad, nm. 15, Medelln, Universidad Nacional de Colombia sede Medelln, 2008, pp. 158-163; LA CONDAMINE, Charles Marie de. Op. cit., pp. 60-61;
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orillas del curso ribereo. Despus de estar all arrib a la misin portuguesa de San Pablo, ubicada en la Omagua, aquella misin que haba sido arrebatada a los espaoles durante la invasin portuguesa en la dcada de 1710. A partir de su incursin en territorio portugus La Condamine no escatim en elogios y admiraciones hacia aquellos establecimientos lusitanos de la cuenca amaznica. Segn su percepcin, diferentes aspectos de la cultura material y, paradjicamente, cierto dinamismo comercial evidenciaban la situacin de superioridad econmica de los portugueses frente a la precariedad de las misiones de la amazona hispnica. Misiones fronterizas que, estando a espaldas de la administracin de la Audiencia de Quito, de las dems audiencias que las amparaban, y prcticamente ausentes de los itinerarios monrquicos, difcilmente podan prosperar. (Mapa 5) Posiblemente las lecturas y el conocimiento adquirido previamente por La Condamine le permitieron opinar y elaborar sus propias representaciones sobre las circunstancias que se experimentaba en los asentamientos visitados durante el recorrido fluvial del Amazonas.356 Aquella situacin derivada del cercano pasado fue plasmada por el francs al unsono de sus explicaciones sobre las constantes pugnas que los vasallos de ambas monarquas llevaron acabo durante las dcadas anteriores. Al hablar de la misin carmelita de Coari, asentamiento ubicado en las riberas del ro Amazonas en su curso por la Omagua, La Condamine explic que: es el ltimo de los poblados de los misioneros carmelitas portugueses; los cinco primeros [So Paulo, Iviratuha, Tracuatua, Paraguari, y Tef] se formaron con los restos de la antigua misin del P. Samuel Fritz, y son una aglomeracin de un gran nmero de tribus diferentes, la mayor parte de ellas trasplantadas.357 Sin extenderse en explicaciones de carcter fsico y geogrfico sobre el curso de los ros que desembocan en el gran ro Amazonas, el cientfico parisino aprovech para explicar otro de los asuntos relativos a los lmites arcifinios que consternaban a los habitantes de ambos dominios amaznicos. Para ello, el ro Caquet (segn la versin hispnica) o Japur/Jupur (en sus acepciones portuguesas), posea una dinmica fluvial poco propicia para considerarse como un arcifinio fijo que sirviera de basamento al trazo delimitador, pues:
el Yupura, que tiene sus fuentes un poco ms hacia el norte que el Putumayo, y que en sus comienzos se llama Caquet, nombre totalmente desconocido ya en sus
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PERALTA RUIZ, Vctor. La frontera amaznica en el Per del siglo XVIII. Una representacin desde la Ilustracin, en: Brocar. Cuadernos de Investigacin Histrica, nm. 30, Logroo, Universidad de La Rioja, 2006, pp. 141-144. 357 LA CONDAMINE, Charles Marie de. Op. cit., p. 77.
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desembocaduras en el Amazonas. Digo sus desembocaduras porque, efectivamente tiene siete u ocho formadas por otros tantos brazos, que se derivan del cauce principal, tan lejanas unas de otras que hay ms de cien leguas de distancia desde la primera a la ltima, los indios les dan diferentes nombres, lo que ha originado el tomarlos por diferentes ros, y llaman Yupura a uno de los brazos ms caudalosos; pero yo llamo Yupura, conformndome en esto con lo establecido por los portugueses, que, al remontarle han extendido este nombre, no solamente al brazo denominado as desde antiguo por los indios, sino al cauce del que se derivan ste y los restantes.358
Al realizar observaciones sobre el entorno geogrfico y la situacin poltica de aquella regin fronteriza, era lgico que adems La Condamine centrara su atencin en uno de los tpicos que mayor encono suscitaba entre los dos imperios contendientes, tpico que obligatoriamente deba ser analizado y explicado bajo con los hechos ocurridos en el siglo XVII, siglo en el cual la expedicin del capitn portugus Pedro Teixeira atraves el septentrin amaznico y remont luego la cordillera andina hasta alcanzar la ciudad de Quito. Segn las crnicas pstumas escritas por varios jesuitas quiteos, Teixeira haba dejado un mojn o baliza con lo cual se pretenda sealizar, a manera de hito o marca fsica, los lmites territoriales de ambas coronas. Gracias a las facilidades dispuestas durante el mes de septiembre de 1739 por el gobernador de las capitanas de Maranho y Gro Par, Joo Abreu de Castelobranco359, La Condamine haba consultado un acta que reposaba en un archivo de la ciudad de Belm en Gro Par firmada por todos los oficiales de su destacamento, en la cual constaba la declaracin hecha por Pedro Teixeira acerca de la instalacin del hito sealizador. Basado en los escritos previos del padre Cristbal de Acua, La Condamine determin que aquel mojn haba sido erigido frente a la desembocadura del Ro de Oro, ro que es llamado por el francs como Iquiari, mientras que en documentos anteriores, tanto oficiales como en crnicas de la Compaa de Jess, la denominacin de tal ro que a su vez es afluente del ro Napo es claramente la del ro Aguarico. Posiblemente La Condamine incurri de nuevo en un error al confundirse con las complejas denominaciones de cada afluente y sus caprichosos e irregulares cursos a lo largo y ancho de la cuenca amaznica. Es poco probable que el nombre Iquiari se refiera al cao de Atabapu o brazo Casiquiare,360 ste ltimo afluente del ro Caquet o !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Ibid., p. 78. AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 22, Doc. 2088, f. 1r. 360 Desde el siglo XVIII hasta nuestros das, el brazo Casiquiare ha sido considerado como una monstruosidad geogrfica debido a que es el nico caso conocido de una conexin natural entre dos cuencas hidrogrficas. Ya hacia 1725, un oficial portugus de Gro Par, Francisco Xavier de Moraes, embarcado en el Ro Negro, remont el brazo
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Japur, cuya ubicacin es mucho ms al nororiente de la desembocadura del ro Aguarico y de cuyo serpenteante curso apenas se constat hacia comienzos de la dcada de 1800, gracias a la expedicin del naturalista prusiano Alexander von Humboldt que era posible navegarlo llegando a remontar las aguas del ro Orinoco.361 Charles Marie de La Condamine asegur errneamente que los ros Negro, Orinoco y Caquet/Japur nacan en el mismo lugar. Sin embargo tales aseveraciones no eran nicas en materia de ubicacin fluvial. La Condamine, al igual que otros autores como el cartgrafo Juan de la Cruz Cano y Olmedilla, los padres jesuitas Joseph Gumilla y Samuel Fritz, entre otros, se refirieron a la posibilidad de la comunicacin entre el ro Orinoco y el ro Amazonas, la cual poda ejecutarse gracias a la mediacin de ros como el Negro y los afluentes del brazo Casiquiare. A decir de La Condamine:
Ya por una carta del R.P. Francico Ruber de la C. de J. misionero del Orinoco, a otro misionero de Maynas habamos sabido que esta comunicacin antiguamente supuesta por los gegrafos fundados en la autoridad de varios escritores espaoles, y despus
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Casiquiare hasta llegar al ro Orinoco. Veinte aos ms tarde Charles Marie de La Condamine revel la existencia de ste fenmeno ante la Academia de Ciencias de Pars basado en la informacin que le suministraron los portugueses de Gro Par. Cfr. GEORGESCU PIPERA, Constantino y Paul. Del Orinoco al Ro de la Plata. 40.000 Km. de navegacin fluvial, Barcelona, Ediciones del Serbal, p. 52; WALLACE, Alfred Russell. A Narrative of Travels on the Amazon and Rio Negro (The Second Edition of 1889), New York, Dover Publications Inc., 1972, pp. 160-162. 361 Acompaado por el naturalista francs Aim Bonpland y varios indios al servicio de la expedicin, Alexander von Humboldt naveg todo el brazo Casiquiare desde la cuenca del ro Amazonas hasta desembocar en el ro Orinoco. Un pintoresco viaje que tard aproximadamente 13 das y qued plasmado en una interesante crnica. Humboldt consider al ro Negro como una arteria fluvial de segundo orden en tanto que se haba constitudido en la va de acceso para los portugueses que pretendan llegar a Guyana como a la Capitana General de Venezuela. En su crnica not un recelo evidente entre las administraciones coloniales o una desconfiaza sistemtica an en los tiempos ms pacficos. Para l, aquellas dificultades geopolticas resonaban directamente en los obstculos para el conocimiento geogrfico del ro Amazonas y todos los dems afluentes de la cuenca, ya que la presencia de Espaa y de Portugal en diferentes puntos estratgicos de la red fluvial amaznica causaban dificultades a los gegrafos que solan confundirse: los portazgos impuestos a las embarcaciones que pasan de un afluente a otro cuyas fuentes estn prximas inducen a confusin respecto a bifurcaciones y ramificaciones de los ros que en realidad no existen. Todo eso sumado a que los indios de las misiones ubicadas en la cuenca de aquel laberinto acutico nombraban a los ros de manera distinta segn su lengua, cuyo nico factor comn eran las terminaciones que denotaban conceptos como agua, gran ro, corriente. El propio Humboldt reconoci su impotencia al tratar de descifrar el cauce de un ro segn la regin que este drenara. De esta forma, el naturalista prusiano llam la atencin acerca de las usuales confusiones en las que cartgrafos, gegrafos y cronistas generalmente europeos solan incurrir: mapas trazados con base en comentarios, trazos de ros inexistentes (usualmente el mismo ro con diferentes nombres), tal y como le ocurri al padre Toms Nieto Polo al tratar de describir todo el cauce del ro Amazonas. Humboldt saba muy bien de las incursiones portuguesas a lo largo del siglo XVIII. Afrim que los portugueses y holandeses merodeantes usaban anzuelos, cuchillos y otras quincalleras europeas para intercambiarlas por indios esclavizados tomados por prisioneros de guerra. Para ello, los portugueses se encargaban de azuzarlos para provocar las guerras intertnicas y extraer de all la mano de obra necesaria para la explotacin minera, tanto en las capitanas amaznicas como en las de Brasil. Estas incursiones portuguesas se realizaban por el brazo Casiquiare y el ro Conorichite, arterias fluviales conectoras de las cuencas ribereas del Amazonas y el Orinoco. Cfr. HUMBOLDT, Alexander von. Del Orinoco al Amazonas, Barcelona, Editorial Labor/Punto Omega, 1981, pp. 266-282.
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reputada [sic] por chimerica, era sin embargo muy cierta y ltimamente evidenciada con el descubrimiento de un brazo del Orinoco, por el cual en cuatro das se poda bajar al ro Negro. Todo esto nos fue confirmado y puntualizado en la fortaleza, y despus en el Par. El author del Orinoco Ilustrado impresa en Madrid en el ao de 1742 que fue misionero en las orillas del Orinoco, y niega fundamentalmente en su libro aquella comunicacin y la trata de imposible362
Adems de tales argumentos, La Condamine confirm que aquella navegacin s era posible en tanto que haba consultado a varias personas que aseguraron haber navegado desde la cuenca baja del Orinoco hasta llegar al ro Amazonas, concretamente a la jurisdiccin de la capitana portuguesa de Gro Par: una india adoctrinada habitante de las misiones de la Compaa de Jess a orillas del Orinoco as se lo haba confirmado al cientfico francs.363 Las afirmaciones de La Condamine referentes a estos cursos hidrogrficos conllevaron a diversas deducciones que podan ser tomadas como una suerte de advertencias respecto de la vulnerabilidad de los dominios hispnicos en la regin centro-occidental de Amrica del Sur. La navegacin del brazo Casiquiare y las posibilidades de conexin entre dos importantes cuencas hdricas supona de antemano que los portugueses de las capitanas de Ro Negro y Gro Par podan utilizar tal conexin hidrogrfica para merodear por la cuenca de Orinoco, pues a decir del cientfico francs, toda la parte descubierta de las riberas del Ro Negro est poblada con misiones !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Las opiniones respecto a la conexin fluvial entre los ros Orinoco y Amazonas expuestas en 1741 por el padre jesuita Joseph Gumilla en su obra El Orinoco Ilustrado fueron las siguientes: la carta ltima sobre las observaciones de los cientficos de las Real Academia de las Ciencias de Pars pone comunicacin mutua entre Maran y Orinoco, por un brazo o ro llamado Negro; y si bien en la longitud convienen, le ponen en un solo grado de latitud. Monsieur Sansn Fer, gegrafo particular de la Magestad Cristiansima, en la carta moderna de 1713, pone la misma comunicacin de aguas por el mismo ro Negro, en los mismos dichos grados uno de latitud y trescientos doce de longitud. Bien s que aquellos seores, sutiles Argos de las ciencias y linces para averiguar y establecer lo ms cierto, no slo no llevarn a mal, sino que apreciarn lo que yo afirm: que despus de costeada una y muchas veces la dicha altura y las dems latitud y longitud, que baja Orinoco baado por la banda del sur, desde ms arriba del raudal de Tabaje, situado en trescientos seis grados y medio de longitud, y un grado y cuatro minutos de latitud, ni yo, ni misionero alguno de los que continuamente navegan costeando el Orinoco, hemos visto entrar ni salir al tal ro Negro. Digo ni entrar ni salir, porque supuesta la dicha unin de ros, restaba por averiguar de los dos quien daba de beber a quin; pero la grande y dilatada cordillera que media entre Maran y Orinoco excusa a los ros de este cumplimiento y a nosotros de esta duda. Fuera de que, aunque la cuidadosa observacin del Padre Samuel Fritz, en su plan del grande ro Maran, demarca la cabecera del ro Negro casi en cinco grados de latitud, no se atreve a unirlo con el ro Orinoco; ni pudiera sin romper una elevada serrana, para dar paso al Orinoco hacia Maran o al Maran hacia el Orinoco. Finalmente, Guillermo y Juan Bleau, en la parte segunda de su Teatro o Atlas Nuevo, y monsieur Laet en la dcima parte de sus Recopilaciones, no ponen al ro Negro unido con Orinoco, antes bien demarcan las cordilleras que separan a uno de otro ro. Verdad es que como estos autores puramente recopilan variedad de noticias, ms me atengo a lo que vio el Padre Fritz en Maran, y a lo que yo tengo visto con cuidado en Orinoco. Cfr. GUMILLA S.J, Joseph. El Orinoco Ilustrado y Defendido, Caracas, Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, 1963, pp. 60-61; Cfr. LA CONDAMINE, Charles Marie de. Viaje a la Amrica Meridional por el ro de las Amazonas. Estudio sobre la Quina [Edicin Facsimilar], Barcelona, Editorial Alta Fulla, 1986, pp. 98. 363 Ibid., p. 99.
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portuguesas364 lo cual era una evidente amenaza tanto para las misiones de la Compaa de Jess all establecidas como para las jurisdicciones orientales del recientemente refundado virreinato del Nuevo Reino de Granada y la jurisdiccin de la Capitana General de Venezuela. Adems, era claro y perfectamente conocido que aquella cuenca septentrional contaba con presencias espordicas mas no por ello insignificantes de holandeses y en menor medida de franceses que se adentraban all directamente desde sus dominios o desde la desembocadura del ro en el ocano Atlntico.365 No obstante el inters por la marca dejada por Pedro Teixeira en 1639 llev a La Condamine a afirmar en uno de los apartados de su obra que:
Se ha perdido el recuerdo de stos lugares:tantos testimonios acordes, respetables todos y cada uno de ellos, no permiten dudar de su veracidad, sin embargo el ro, el lago, la mina de oro, el mojn y la Villa del Oro, atestiguada por la declaracin de tantos testigos todo ha desaparecido como un palacio encantado, y de stos lugares se ha perdido hasta el recuerdo.366
Sin duda, estas opiniones y afirmaciones eran un hecho que demostraba en cierta forma el carcter adverso de la frontera selvtica. La espesura de la selva, la desmesurada amplitud del espacio y el gran nmero de ros con un caudal inverosmil eran hechos que adems de impulsar confusiones por doquier fueron factores determinantes para frenar cualquier intento de apropiacin territorial por parte de ambas monarquas y de sujecin hacia los respectivos habitantes del territorio. Al confrontar las versiones de los representantes de ambas coronas La Condamine lleg a la conclusin de que los portugueses afirmaban que el mojn se ubicaba ms arriba de la provincia de Omaguas, mientras que el padre Samuel Fritz asegur que tal ubicacin era cercana al ro Cuchivara, afluente ubicado a ms de 200 leguas al oriente del lugar pretendido por los portugueses. Sin embargo, los rastros de aquella marca fsica haban desaparecido por completo, lo cual indicaba la necesidad de recurrir a otros parmetros para la fijacin de los lmites imperiales en la cuenca amaznica, dado que la tensa situacin poltica, religiosa y militar aun permaneca en esta frontera selvtica. !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
LA CONDAMINE, Charles Marie de. La Amrica..., p. 88. USECHE LOSADA, Mariano. Colonizacin espaola e indgenas en el Alto Orinoco, Casiquiare y Ro Negro, en: PINEDA CAMACHO, Roberto & ALZTE NGEL, Beatriz (Compiladores). Los meandros de la historia en Amazona, Quito, Abya-Yala/MLAL, 1990, pp. 95-121. 366 LA CONDAMINE, Charles Marie de. La Amrica..., p. 80.
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El capitn de la Real Armada, Antonio de Ulloa, quien fuera designado desde Europa como acompaante de la expedicin comisionada a los cientficos franceses bajo licencia del rey de Espaa tambin lo percibi de la misma forma. Para el entonces joven e irreverente sevillano367 la situacin que se experimentaba en el septentrin de la amazona hispnica no era muy diferente de lo que haba ocurrido all a lo largo de las dcadas pasadas: invasiones portuguesas, constantes ataques de los indios infieles y una crasa presencia militar eran los asuntos que requeran de solucin inmediata, desde las gobernaciones de Quixos y Macas en el noroccidente amaznico hasta los confines de la provincia de Maynas con las capitanas portuguesas. De forma bastante clara Ulloa seal en su Viaje a la Amrica Meridional que la provincia de Maynas era una entidad administrativa de caractersticas poco usuales en los dominios ultramarinos de la corona de Espaa. Una provincia cuyos trminos estn poco conocidos por las partes del norte y sur, con un espacio prcticamente imposible de delimitar debido a la amplitud de sus puntos cardinales. No obstante, Antonio de Ulloa adverta que los linderos de la provincia slo podan intuirse gracias a la presencia de la Compaa de Jess en su red misional. Si bien tanto el norte, el sur y el occidente de la provincia de Maynas podan entreverse hasta sus lmites respectivos, el oriente de la provincia era un espacio cuyo lmite an permaneca en cuestin ya que confina con los pases de los portugueses, lo cual para Ulloa era una alusin hacia la frontera en disputa entre las coronas de Espaa y Portugal. Ulloa estaba muy bien enterado del asunto dado que la lnea imaginaria acordada con el Tratado de Tordesillas en el siglo XV segua siendo el hito creado
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A su llegada a la ciudad de Quito en 1737 Antonio de Ulloa fue acusado en una causa por Joseph de Araujo y Ro, presidente de la Audiencia de Quito. Segn el presidente, Ulloa se haba comportado con cierta irreverencia negndose a darle el tratamiento de seora que logran los presidentes hasta de los virreyes. Adems de eso, Ulloa haba buscado al presidente en sus propios aposentos, con voces alteradas y con estilo descompuesto me dijo que era un impoltico en haberle devuelto el papel y que entendiese no ser yo su juez, ni que lo tena en este reino por su grado y por su empleo, y por uno y otro que no deba darle el tratamiento que quera practicando hasta en el modo de hablarme lo mismo que enunciaba, lo que oblig a mi mujer a que se le pusiese delante para detenerle el furor con que se llegaba a mi lecho y persona extraando el modo de entrar a un cuarto tan privilegiado y de un enfermo, aun cuando fuese en casa de un hombre particular a quien repeli con el desenfado de decirle que no era su igual obligndome a mi advertirle muy dentro de mi sosiego, debido a su piedad quizs porque no perdiese del todo la salud o porque no se alterase la casa Sin duda, Antonio de Ulloa alardeaba de su posicin privilegiada como teniente de navo y su mpetu juvenil le permiti comportarse violentamente frente a los requerimientos de este burcrata y a su vez contrabandista en las rutas del Pacfico americano. Cfr. AGI. Quito 133, Doc. 16, ff. 1r-1v; ANDRIEN, Kenneth J. Op. cit., pp. 173-175.
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por las vas del derecho para diferenciar dos desmesuradas porciones de tierra en la Amrica meridional368. Debido a sus travesas por el territorio, a su formacin acadmica y a su filiacin monrquica como teniente de la Real Armada, Antonio de Ulloa, junto a su compaero y colega en los periplos suramericanos, Jorge Juan, escribieron un interesante documento revestido de justificaciones y en cierta medida de quejas que reflejaban la situacin fronteriza bi-imperial en la cuenca amaznica. La obra, publicada en Madrid en 1749 y cuyo ttulo abreviado es: Disertacin Histrica y Geogrphica sobre el meridiano demarcacin entre los dominios de Espaa y Portugal, tuvo por objetivo principal aclarar los pases que corre y por dnde los corta ste meridiano como tambin definir cules son sus fundamentos.369 Dado que para los jvenes Juan y Ulloa el argumento esgrimido por cada una de las coronas interesadas para la fijacin de sus lmites careca de formalidad.370 Adems, a esto le sumaron la justificacin de que el meridiano concebido desde el Tratado de Tordesillas era una cosa imaginaria que, al ser intangible, contribua a que ninguno de los dos imperios dolientes se interesara por la eleccin de algn arcifinio que sirviera como pauta a las futuras demarcaciones en ciernes, fomentndose as una eterna disputa. As, en la Disertacin los espaoles explicaron, a manera de recuento, las polticas lusitanas surgidas a raz del recelo frente a los dictmenes papales del siglo XV adems de todas las consecuencias que tales determinaciones acarrearon en los siglos subsecuentes. La Disertacin consta de cuatro puntos de los cuales los dos ltimos ahondaron en las quejas y las proposiciones hacia la monarqua hispnica, yendo ms all de las justificaciones polticas que motivaron su densa exposicin en los primeros puntos. Aquellas quejas y proposiciones posean una explicacin sustentada en el conocimiento previo recabado a partir de las experiencias y los testimonios escritos con anterioridad: Las Dcadas de Antonio de Herrera, la Histrica Relacin del Reino de Chile de Francisco Cavallo, la Utriusque Americ de Jean de Laet, el Teatro del Mundo de Johannes Blaeu, la Restauracin de la ciudad de Salvador de Baha de Todos Santos en la provincia del Brasil por las armas de Don Felipe IV rey de Espaa !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ULLOA, Antonio de. Viaje a la Amrica meridional, Dos Tomos, T.B, Madrid, Historia 16, 1990, p. 461. JUAN, Jorge & ULLOA, Antonio de. Disertacin Histrica y Geogrphica sobre el meridiano de demarcacin entre los dominios de Espaa y Portugal, y los parages por donde passa en la Amrica Meridional, conforme a los tratados y derechos de cada Estado, y las ms seguras y modernas observaciones, Madrid, Imprenta de Antonio Marn, 1749, p. 6. 370 LEONARD, Irving. Ensayos y semblanzas: bosquejos histricos y literarios de la Amrica Latina colonial, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1990, pp. 128-129.
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del Cronista Real de Castilla Toms Tamayo de Vrgas, el De Indianarum Iure de Jun de Solrzano Pereira, las Dcadas de Indias de Pedro Mrtir de Anglera y el Diario del padre Samuel Fritz. Un sartal de obras que fueron fundamentales para que Jorge Juan y Antonio de Ulloa mostraran en sus escritos el panorama de las tensiones polticas y la historia que vena entretejindose en la frontera selvtica, cuyo sustrato bsico eran las acciones de los sbditos tanto de Espaa como de Portugal que buscaban la posesin y el dominio de la cuenca amaznica. Naturalmente, en la Disertacin, Espaa era la monarqua favorecida para poseer y reclamar los territorios que le pertenecan por las vas del derecho. Acudiendo a las frmulas ciceronianas Historia: testis temporum, lux veritatis, Espaa contaba, aunque con cierta arbitrariedad, con la legitimacin que le otorgaba la Historia pues desde el primer avistamiento del estuario del ro Amazonas y el reconocimiento de las costas de Brasil hecho a comienzos de 1500 por el navegante onubense y socio de Cristbal Coln, Vicente Yez Pinzn, Espaa posea los elementos para entablar una disputa y contrarrestar el apoderamiento que los portugueses tenan efectuado en varios lugares de la Amazona hispnica. Para los autores de la Disertacin, los portugueses incurrieron en una grave falta a la soberana de los dominios de Espaa solventados en las donaciones pontificias: sin que haya[n] contribuido a legitimar su posesin ni el hallarse dentro de los trminos de su demarcacin ni el haber sido primeros descubridores de aquel territorio; pues de uno y otro extremo carecen371. Como era de esperarse y al igual que en varias obras relativas a sta confrontacin biimperial, Juan y Ulloa, tambin sacaron a relucir los argumentos sobre El Tronco, la marca fsica que gener tantas preocupaciones desde que fue concebido por Pedro Teixeira en 1639. No obstante, las consideraciones de stos dos autores al respecto de aquel mojn sealizador diferan de lo expuesto por los jesuitas quiteos: aquella marca dejada por Teixeira y su hueste no era una elaborada columna de mrmol con las armas de Espaa y Portugal grabadas en la direccin a sus puntos cardinales del dominio, sino que se trataba literalmente un gran tronco extrado de un rbol conocido como samona una especie de ceiba, que a decir de Juan y Ulloa se ha confundido con el transcurso del tiempo con los muchos que se hallan en aquellos montes.372 !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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JUAN, Jorge & ULLOA, Antonio de. Op. cit., p. 120-121. Ibid., pp. 144-145.
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Debido a esto, los autores concluyeron anticipadamente que los portugueses reclamaban para su corona, mediante el Auto de Posse lleno de defectos e injusticia, y sin ningn ttulo, por donde pueda calificarse o defenderse. Lo cual era la justificacin precisa para determinar que, desde su nacimiento hasta la desembocadura del ro Negro, esa porcin noroccidental de la cuenca amaznica perteneca a la corona de Espaa. Teniendo juntos tales presupuestos, los entonces jvenes tenientes de la Real Armada espaola, Jorge Juan y Santacilia y Antonio de Ulloa y De La Torre Giral, admitieron a manera de balance general que la corona de Espaa haba cometido diversos y costosos errores en la administracin de sus dominios amaznicos. Reconocieron los desaciertos de la oficialidad quitea ante su jurisdiccin oriental y, por supuesto, la casi inmediata y atenta respuesta de la corona de Portugal y particularmente de los vecinos de Gro Par frente al evidente abandono. El sentimiento era ms que de desazn. Las intervenciones de Portugal en los dominios hispnicos desencadenaron funestas consecuencias urgidas de ser reparadas. Reparaciones basadas en propuestas concebidas desde lugares completamente remotos y que no lograron concretarse, como aquella reforma administrativa promulgada por Sebastin de Eslava virrey del Nuevo Reino de Granada quien, oficiando a principios de 1747 desde la lejana costa del mar Caribe en la ciudad de Cartagena de Indias, aprob la providencia para delegar en la provincia de Maynas a un vecino radicado en cualquiera de las fundaciones selvticas que adems de nombrrsele como Justicia Mayor fungiera tambin como Capitn a Guerra para autorizarlo ms y cometerle el mando de las expediciones militares que se ofreciesen contra los indios y portugueses confinantes y as suprimir el cargo de gobernador, que, para el caso amaznico, siempre se caracterizaba por su ausentismo o su indisposicin para impartir la legtima justicia en territorios adversos, tal y como haba ocurrido tres aos antes en una encendida rebelin de indios payaguas contra los jesuitas de las misiones adyacentes al ro Napo, donde el padre Manuel Uriarte haba sido herido de gravedad en su cabeza a causa de un fuerte golpe de macana, dejandole rebolcandose en su propia sangre.373 Era pues una medida razonable aunque un tanto desesperada, pues al parecer la ciudad de Quito segua siendo tierra prdiga en burcratas palaciegos y militares bisoos incapaces de afrontar responsabilidades de tal !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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envergadura en la frontera selvtica oriental.374 Aquella providencia acariciada por el virrey Eslava frente a la desproteccin de los dominios amaznicos era el enunciado que caus mayor eco en las opiniones de Jorge Juan y Antonio de Ulloa. La desproteccin de la Amazona hispnica pareca ser un hecho premeditado, un asunto que no despertaba la atencin suficiente de ninguna autoridad circunvecina y cuyas repercusiones se notaban escasamente en la corte metropolitana. Por ello el virrey Sebastin de Eslava consider que la supresin del cargo de gobernador con evidencia de ser intil y nada necesario y el nombramiento de un Justicia Mayor, podan tener consecuencias mucho ms ptimas para la provincia de Maynas, pues quien fuese nombrado para el cargo, adems de asumir una nueva configuracin jurisdiccional del territorio, tendra que ser una persona conocedora de las lides fronterizas cuyo empleo completamente presencial en la red misionera sera beneficiado con un salario fijo de 500 pesos anuales, en comparacin con los 2.000 ducados que sola pagrsele a los gobernadores ausentistas.375 Al respecto, la opinin del virrey fue bastante ilustrativa:
ninguno de los gobernadores de los Maynas desde el primero que lo fue don Gernymo Vaca ha residido en las tierras de su gobierno y muchos nisiquiera las han conocido y otros habiendo entrado por algn poco tiempo han buelto luego a salir con pocas o ninguna utilidad del partido contentndose con poner un teniente slo con el nombre y no en el efecto porque asignndose al teniente as nombrado alguna conjuria y que lo deba hacer el gobernador de su salario como mal pagados unos se desvelan poco en su cumplimiento de su oficio y otros descuidan en el todo su atencin.376
De igual manera, para un jesuita quiteo llamado Diego de Riofro quien, adems de comulgar con la idea de omitir el cargo de gobernador para la provincia de Maynas, consider que lo que !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
AGI. Quito 127, Doc. 13, f. 588r. Tal propuesta, adems de estar avalada desde principios de la dcada de 1740 por el padre Toms Nieto Polo tambin fue amparada in extensu por el jesuita quiteo Diego de Riofro en 1746, quien textualmente sugiri que: se extinga o suprima el gobierno de Maynas; y que los presidentes de Quito nombren un Justicia Mayor de tres sujetos naturales de aquel distrito que dijesen los presidentes de la compaa y que los 22 p[eso]s que tiene de sueldo y inutilemente disfrutan los gobernadores se distribuian en d[ic]ho Justicia Mayor = socorro de misioneros = limpia de caminos, etc [] Que d[ic]ho Justicia Mayor tenga jurisdiccin desde la ciudad de Borja donde debe residir, hasta la boca del ro Napo y la del gobernador de Quixos se le ample desde Archidona donde debe residir hasta confinar con las misiones de Portugal siempre ro abajo por el Napo para que divida proporcionadamente la jurisdiccin se administre prompta y comodamente la justicia donde convenga y para que suprimido el gobierno de Maynas tenga la frontera de Portugal en el gobernador de los Quixos un capitn general a la vista para dar las providencias militares que pueden requerir el t[iem]po y contener el orgullo lusitano, que continuamente procura introducirse en las tierras de Castilla Cfr. AGI. Quito 158, ff. 150r-151r. 376 AGI. Quito 127, Doc. 13, ff. 593v-594v.
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deba fortalecerse en la regin era la presencia misional. El jesuita tambin propuso en 1746 una suerte de acuerdo razonado por las vas de la razn y del acomodamiento que no implicaba el uso de recursos blicos ni estratagemas militares para ninguna de las dos monarquas. Riofro tambin conoca perfectamente lo que suceda en Maynas: haba tenido acceso a los informes sobre las visitas hechas por la oficialidad quitea y por ello reclamaba para los jesuitas la absoluta tutela de la provincia dados los sinsabores causados por las incursiones y los establecimientos lusitanos. Debido a esto el acuerdo propuesto se bas en que las coronas de Portugal y de Espaa consintieran que fuera nicamente la Compaa de Jess, tanto en su provincia espaola como portuguesa, la institucin encargada de velar por el bienestar y la armona en la frontera comn de la cuenca amaznica, ya que de parte y parte los jesuitas defenderan su territorio de presencias externas que pusieran en peligro la estabilidad de las misiones, formndose entonces una idlica cooperacin indiferente a las pretensiones monrquicas por la expansin territorial de sus imperios y la explotacin de los codiciados recursos naturales disponibles:
siendo este medio al parecer y por lo que se tena experimentado de la lealtad de la d[ic]ha religin la llave ms segura para guardar los lmites de ambas coronas, y atender al fin general que es la conversin de los infieles con la quietud que pide el empleo. El seor fiscal expres en este punto que se reconoca que el medio que propuso d[ic]ho visitador le dictaba su celo y fervorosos deseos: pero como su prctica comprende precisamente un formal y expreso acenso a las dilatadas usurpaciones que sin ttulo ni aun aparente fundamento han hecho y estn haciendo los portugueses internndose por varias partes de la Amrica, y especialmente por el ro Maran a los dominios del Rey377
A pesar de que la realidad era absolutamente dismil, ste complejo panorama de propuestas y de opiniones fueron considerados al final de la dcada en el balance concluido por Juan y Ulloa que posteriormente fue publicado en su Disertacin. Un repertorio de hechos precisos, completamente favorables a los portugueses, quienes formaron con gentes reclutadas en Gro Par un destacamento militar ubicado a dos leguas de la desembocadura del ro Negro para velar por el comercio de indios esclavizados, adems encontraron nuevos espacios para la ubicacin de guarniciones militares, la explotacin de minerales aurferos en las orillas de algunos ros !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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menores, o pequeos bastiones que apoyaran las dinmicas del comercio clandestino, asuntos que fueron mencionados por el virrey, cuya preocupacin por combatir el contrabando en el Nuevo Reino de Granada y sus confines fue una de las banderas de su mandato, pues era bien sabido ms an por el virrey Eslava que los portugueses radicados en la capitana de Gro Par, en perjuicio de estos dominios de S.M. o del comercio de Espaa con las introducciones ilcitas que por aquellas partes se suelen ejecutar no obstante de estar prohibida su navegacin.378 Seguramente el virrey Sebastin de Eslava conoca las dimensiones del asunto para su virreinato. El Nuevo Reino de Granada era un virreinato notablemente afectado por el contrabando y por la corrupcin de la oficialidad encargada de combatirlo y era un hecho comn que todas sus fronteras fueran vulneradas a lo largo del siglo XVIII.379 Su frontera del sur, la gobernacin de Popayn, no fue la excepcin. La jurisdiccin de Popayn era colindante con la provincia de Maynas en su margen sur-oriental y, desde luego, no fueron pocos los impactos que la gobernacin y sus provincias aledaas absorbieron feliz o infelizmente del comercio clandestino que se desarrollaba en la cuenca amaznica: comercio que tena sus inicios en algn puerto continental del amplsimo ocano Atlntico y que poda cumplir su destino final en algn ncleo urbano de los Andes septentrionales. As lo atestigu en 1747 el gobernador de Popayn, Antonio Mola de Vinacorba, quien siendo capitn de infantera segua de cerca un proceso judicial en contra de Domingo de la Lastra, un comerciante medianamente acaudalado y avecindado en la ciudad de Cali que fue interrogado por su participacin en un contrabando de veynte y cuatro cargas de fardos y cajones venido desde la capitana portuguesa de Gro Par. Como era usual en aquellos procedimientos, los bienes de Lastra fueron embargados, no sin antes acudir a los testimonios de otras personas que podan declarar en su contra.380 Los cargamentos introducidos por Lastra hasta la ciudad de Cali consistan en 500 libras de plvora, paos, alfombras, bayetas azules, un silln, imgenes religiosas, una olla de cobre, garbanzos, lentejas y 180 marcos de plata labrada. A excepcin de las imgenes y de la plata, que fueron adquiridas en Quito, el resto de los artculos fueron transportados desde la capitana de !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Ibid., f. 609r. Al repecto Cfr. GMEZ GONZLEZ, Juan Sebastin. Comer y dejar comer. Historia del contrabando en el Nuevo Reino de Granada, siglo XVIII, Tesis presentada para optar al ttulo de Maestro en Estudios Latinoamericanos, Mxico, Universidad Nacional Autnoma de Mxico, 2008. 380 ACC. Colonia, sig.: 4114, ff. 1r-4r.
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Gro Par posiblemente embarcados en Belm o So Luis a contracorriente del largo ro Amazonas. Tal vez, las dems mercancas eran producto de los tratos comerciales gestados en los puertos lusitanos de Asa que, luego de exportarse desde los enclaves portuarios ndicos y despus de ser registrados en Lisboa, ingresaban a los contratos atlnticos de la corona de Portugal. Quienes sirvieron como cargueros o arrieros de mulas tuvieron que haber remontado el ro Caquet para poder alcanzar tiempo despus la provincia de Sucumbos y su capital, Agreda de Mocoa. Desde all, partir hacia el occidente, rumbo a Pasto y luego recalar en Popayn para despus llegar a Cali tras pocas jornadas. (Mapa 6) No obstante, Cali, ciudad donde se realiz el decomiso no era el destino final de las mercancas. Un testigo llamado Joseph Tenorio, arroj ms informacin al respecto explicando que las intenciones de Domingo de la Lastra eran distribuir las mercancas entre varios clientes del diferentes regiones neogranadinas: 14 cargas para Antonio Panisa y tres cargas para Juan Antonio de Rivas en la ciudad de Santa Fe, mientras que cinco de las seis cargas restantes seran conducidas hasta la villa de Honda por un vecino de La Plata quien se encargara de despacharlas siguiendo el curso del ro Magdalena hasta ser recibidas mucho ms al norte por Gaspar de Perea, un comerciante residente de la lejana y montaosa provincia de Antioquia.381 Todo ello probaba que tanto los ros Napo, Caquet, Putumayo y Negro as como el ro Amazonas merecan ser vigilados en los puntos neurlgicos de sus cauces sobretodo en las desembocaduras y en sus intersecciones pues mientras existieran contrabandistas espaoles y criollos dispuestos a conseguir pequeas fortunas negociando mercancas con los vecinos vasallos de Portugal el comercio clandestino no dara tregua en la regin. Los milicianos portugueses que merodeaban en la cuenca del ro Negro no eran el nico saldo de la negligencia espaola. Hacia finales de la dcada de 1740, erigieron cinco fortalezas a lo largo de la cuenca amaznica: la fortaleza de Pauxis en la desembocadura del ro Trumbetas, la fortaleza de Tapayos en la desembocadura del ro Tapajos, otra til fortaleza construida en Par, antiguo bastin holands, la fortaleza de Gurup en la orilla occidental del ro Amazonas, aunque dos leguas ms al norte de su ubicacin original, erigieron la fortaleza de Macap, y gracias a una iniciativa privada en 1740 y avalada en 1748 por la corte de Lisboa, bandeirantes venidos de Gro Par sentaron las bases para la fundacin de una nueva capitana lusitana de importancia !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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Ibid., f. 4v.
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crucial para el expansionismo y el efectivo dominio portugus de la regin: Mato Grosso.382 Los autores de la Disertacin finalizaron mencionando que ambas coronas con lo que pide la razn y la justicia383 deban buscar un acuerdo razonado basado en el respeto a la soberana territorial y considerando que ambas monarquas no podan proceder de forma precipitada a manera de entidades perfectamente desconocidas, pues adems de existir un pacto de amistad entre sus regentes, se haba creado un parentesco gracias al matrimonio entre Fernando VI hijo de Felipe V y la infanta Mara Brbara de Bragana, hija del rey portugus Joo V, hechos que ameritaban la llegada de una solucin para ambas monarquas y el descarte de un gran riesgo poltico de consecuencias planetarias.
ECOS AMAZNICOS DE UN ACUERDO CRUCIAL: EL TRATADO DE MADRID DE 1750
Tanto en Madrid como en Lisboa las preocupaciones por los lmites de los dominios de ambas coronas ibricas comenzaron a tener mayor atencin en aras de encontrar un acuerdo razonado. Esa gran masa territorial de proporciones continentales que mediaba entre los cursos y desembocaduras del ro Amazonas y el Ro de la Plata deba negociarse para concretar un acuerdo benfico a cada una de las partes interesadas. Ambas cortes iniciaron labores con miras a las delimitaciones desde 1747. Para el ao de 1748 Portugal ya contaba con un Plano de Lmites [Plan de Lmites], mientras que Espaa posea un gran arsenal cartogrfico para la defensa de sus posesiones. De parte y parte se prepararon los futuros acuerdos nombrando inicialmente a personajes idneos que sirvieran como diplomticos con responsabilidades para tal negociacin. La corona de Portugal nombr al Secretario de Estado dos Negocios Estrangeiros Marco Antnio Azevedo Coutinho para desempearse en Lisboa, y a Toms da Silva Teles para ocupar el cargo negociador en Madrid. Por su parte, la corona de Espaa slo nombr a Jos de Carvajal !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
382 SAMPAIO GOES, Synesio. Op. cit., p. 108; DAVIDSON M. David. Op. cit., p. 89; En 1740, preocupado por la ocupacin portuguesa en la regin central de la cuenca amaznica conocida como por los espaoles como Montegroso, Francisco de Argamosa Zevallos, gobernador de Santa Cruz de la Sierra, haba estructurado un complejo plan para la aniquilacin o el destierro de los portugueses de aquella regin: pues an cuando la situacin en que se hallase Cuiaba y Montegrosso, haga difcil una reduccin por el vecindario, de que se compongan dominando nuestra tropa las campaas y ms embarcaciones las aguas del lago grande; no ser tanto el quitarles la comunicacin que tengan para su subsistencia, ya sea por alguno de los ros, que entran en el de las amazonas, en el Par o desde San Pablo, como lo quieren suponer por no poder internar por ellos con la facilidad y calidad de embarcaciones, que a nosotros nos facilita la grande madre del ro del Paraguay. Cfr. AGI. Quito 158, f. 582v. 383 JUAN, Jorge & ULLOA, Antonio de. Op. cit., pp. 169-171.
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y Lancaster quien fallecera pocos aos despus como contraparte para aquellas negociaciones diplomticas.384 El Plano de Lmites concebido un par de aos atrs en Portugal const de 19 artculos donde se enunciaron las pautas bsicas para el futuro Tratado de Madrid que entrara en vigencia a comienzos del ao 1750. Un tratado que servira como respuesta a las encrucijadas limtrofes experimentadas en el pasado. Una solucin bastante concisa frente a las inconsistencias que surgieron a raz de las interpretaciones errneas y de los incumplimientos del avejentado Tratado de Tordesillas y sus tratados y acuerdos derivados.385 El Tratado de Madrid, sera entonces el acuerdo diplomtico que anulaba la vigencia eclesistica y, por lo tanto oficial, de un tratado concebido desde el siglo XV. Tal anulacin no solo se estimaba en aras de verificar las posesiones del Nuevo Mundo: el propio subttulo del Tratado de Madrid: Para determinar los lmites de los Estados pertencientes a las coronas de Espaa y Portugal en Asia y Amrica, aclar que la reorganizacin territorial de los dominios sera hecha en los dos hemisferios del globo, tal y como lo haba sido en 1494. Por ello, no solo se hara Tabula Rasa sobre el Tratado de Tordesillas (1494), sino tambin sobre los tratados subsecuentes celebrados en Lisboa (1668 y 1681), Utrecht (1713) y de otros cualquiera tratados, convicciones y promesas donde se incluyeran disputas territoriales luso-hispanas.386 Para proceder con el tratado previsto, tanto los diplomticos de Espaa como los de Portugal, comenzaron una ardua evaluacin de las cartografas existentes. Prcticamente la mayora de los mapas trazados en Europa y Amrica fueron revisados buscando confrontar sus inconsistencias. Sin embargo, sera un mapa en especial, trazado en Lisboa bajo la supervisin del diplomtico brasilero Alexandre de Gusmo y conocido como Mapa das Cortes o Mapa dos Confins do Brasil, uno de los elementos principales para las delimitaciones y para la creacin de las cartografas venideras.387 ste Mapa das Cortes se concibi sobre el basamento proporcionado por ocho mapas diferentes; en seis de ellos se cartografiaron regiones !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
FERREIRA, Mario Clemente. O Tratado de Madrid e o Brasil meridional. Os trabalhos demarcadores das partidas do sul e a sua produo cartogrfica (1749-1761), Lisboa, Comisso Nacional para as Comemoraes dos Descubrimentos Portugueses, 2001, pp. 45-46. 385 RAMOS PREZ, Demetrio. Los criterios contrarios al Tratado de Tordesillas en el siglo XVIII, determinantes de la necesidad de su anulacin, en: VV/AA. El Tratado de Tordesillas y su proyeccin, Dos Tomos, T.II, Valladolid, Universidad de Valladolid, 1973, pp. 165-166. 386 Tratado firmado en Madrid el 13 de enero de 1750 para determinar los lmites de los Estados pertenecientes a las coronas de Espaa y Portugal en Asia y Amrica, Buenos Aires, Imprenta del Estado, 1836, p. 5. 387 SAMPAIO GOES, Synesio. Op. cit., p. 111.
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meridionales de Amrica del Sur, mientras que los dos restantes son cartografas que ilustran su septentrin: el Mapa del Nuevo Reino de Granada del padre jesuita Joseph Gumilla hecho en 1741 y la Carte du cours du Maragnon ou de la grande riviere des Amazones del cientfico francs Charles Marie de La Condamine trazado en 1744.388 La relevancia de aquel mapa consista en que con una lnea roja se haban delineado los lmites entre la Amrica espaola y la Amrica portuguesa, lnea que fue analizada por los negociadores diplomticos, de los cuales Jos de Carvajal y Lancaster haba hecho las respectivas correcciones segn su criterio basndose en los derechos concedidos por antonomasia gracias al principio de uti possidetis tomado del derecho romano y a la existencia de los hitos fsicos.389 Por tanto, al momento de las confrontaciones, las evaluacin de aquella cartografa realizada por espaoles y portugueses no coincida en diversos puntos.390 As, en el Tratado de Madrid, aquello de las lneas divisorias era un tpico completamente superado. Sera entonces el trmino Frontera la voz adecuada para calificar los lmites de cada uno de los dominios en Amrica del Sur. En los 26 artculos que compusieron ste tratado de lmites firmado por los comisarios Jos de Carvajal y Lancaster y Tomas da Silva Teles era evidente que el problema para trazar la frontera de ambos dominios se agudiz en la regin meridional del continente, es decir: el estuario del Ro de la Plata, las misiones jesuticas de la provincia de Santa Cruz de la Sierra, buena parte del territorio misional paraguayo junto a sus indios desplazados y estafados, y todos los arcifinios supuestos por las redes fluviales adyacentes a la cuenca de los ros, Uruguay, Ibicu e Iguaz, adems de la montaa de Castillos Grandes, tuvieron prevalencia sobre la cuenca del ro Amazonas. Aunque con el artculo III del Tratado de Madrid se inici la nueva configuracin jurisdiccional de ambas monarquas en el norte de Amrica del Sur, hecho que visto desde otra escala mostraba que seran la Audiencia de Quito y la capitana de Gro Par las jurisdicciones administrativas de ambos imperios que sufriran una modificacin sustancial:
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FERREIRA, Mario Clemente. Op. cit., p. 69. ALMEIDA, Andr Ferrand de. Entre a Guerra e a Diplomacia. Os conflitos luso-espanhois e a cartografia da Amrica do Sul (1702-1807), en: GARCIA, Joo Carlos (Coordinador). A Nova Lusitnia. Imagens Cartogrficas do Brasil nas Coleces da Biblioteca Nacional (1700-1822), Lisboa, Comisso Nacional para as Comemoraes dos Descubrimentos Portugueses, 2001, pp. 49-50. 390 Ibid., pp. 60-65.
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Artculo III. En la misma forma, pertenecer a la Corona de Portugal todo lo que tiene ocupado por el ro Maran, o de las Amazonas arriba, y el terreno de ambas riberas de este ro, hasta los parajes que abajo se dirn; como tambin todo lo que tiene ocupado en el distrito de Matogroso, y desde este paraje hacia la parte del oriente y Brasil; sin embargo de cualquiera pretensin que pueda alegarse por parte de la Corona de Espaa, con motivo de lo que se determin en el referido tratado de Tordesillas. A cuyo efecto Su Majestad Catlica, en su nombre y de sus herederos y sucesores, se desiste, y renuncia formalmente a cualquiera derecho y accin, que en virtud del dicho tratado o por otro cualquiera ttulo, pueda tener a los referidos territorios391.
Aquello estipulado en la primera frase del artculo III: pertenecer a la Corona de Portugal todo lo que tiene ocupado por el ro Maran, o de las Amazonas arriba, era sin duda una afirmacin de gran complejidad, en tanto que era bien sabido por los gobiernos de Quito, Lima y Santa Fe que, al tratarse de ocupacin, los portugueses tenan una considerable ventaja ya que dcadas atrs se haban establecido por las vas de hecho en pequeos bastiones al occidente de la cuenca amaznica; uno de ellos, la casa forte en la desembocadura del ro Napo. Debido a esto, era posible que la administracin de la capitana de Gro Par echara mano de tal argumento de la uti possidetis, con el cual cada monarqua poseera lo que hasta entonces ocupaba, para reclamar y defender dicho territorio como parte de su jurisdiccin, hecho que evidentemente impactara en la reduccin del tamao de la jurisdiccin oriental quitea. De sta forma, la provincia de Maynas cobraba cierta importancia en el Tratado de Madrid. Los artculos siguientes implicaban a la provincia en tanto que varios de los ros que atraviesan la regin de Santa Cruz de la Sierra corran en direccin sur-norte, lo cual los lleva a encontrar su desembocadura en las aguas del ro Amazonas, ro cuyo cauce era un arcifinio sine qua non las monarquas firmantes del Tratado de Madrid no hubieran podido proceder en el trazo cartogrfico de sus intereses territoriales. Aquellos arcifinios como el ro Caquet [Japur/Jupur], el ro Yavar y el Ro Negro fueron cruciales para las delimitaciones. En el artculo VIII del tratado se expres claramente que: tendrn particular cuidado de sealar la frontera en esta parte, pues de antemano era conocido que aquella regin donde convergen varias desembocaduras era un territorio problemtico donde las presencias espaolas y portuguesas posean proyectos misionales y econmicos que burlaban las jurisdicciones debido a la escasa intervencin oficial. Como nunca antes, con el Tratado de Madrid se estipul que esos !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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usuales desplazamientos jurisdiccionales y los tambin frecuentes movimientos de personas a lado y lado de las supuestas jurisdicciones existentes quedaran reglamentados gracias a que se escogera al Ro Negro como la frontera o raya que portugueses y espaoles estaban obligados a respetar, por ser entonces la principal divisin territorial de las monarquas ibricas en el septentrin de Amrica del Sur. De cumplirse a cabalidad el artculo IX del Tratado de Madrid la situacin poltica y militar en aquella regin sera casi idlica: ni misioneros ni otros vasallos espaoles se adentraran en la jurisdiccin de las capitanas portuguesas; mientras que por su parte, los lusitanos no penetraran en la provincia de Maynas y, para felicidad de los espaoles, tambin se abstendran de navegar el brazo Casiquiare para remontar las aguas del ro Orinoco.392 Este acuerdo tuvo su complemento en el artculo XIV, donde qued claramente estipulado que la corona de Portugal entregara a la de Espaa la franja territorial hallada entre la desembocadura occidental del ro Caquet adems de toda la navegacin del ro Putumayo y todo lo que sigue desde este ltimo ro al occidente, lo cual supona que los ros seran los arcifinios por excelencia para el trazo de la frontera comn. Las concertaciones entre ambas monarquas no podan quedar slo plasmadas en un cuerpo legislativo; era indispensable que ambos comisarios acordaran el trazo de un mapa con las convenciones y sealizaciones respectivas que ilustraran de forma coherente cules eran las nuevas jurisdicciones de cada dominio y que las comisiones delimitadoras enviadas a la frontera selvtica rindieran cuentas pormenorizadas al respecto de lo concluido en las cuencas de los ros Orinoco y Amazonas. Siguiendo las polticas reformistas propiciadas por los estados borbnico y pombalino, de parte de ambas coronas fueron nombrados comisionados para las demarcaciones en cada una de las regiones que precisaban de la lnea divisoria para la fijacin de los lmites: arcifinios e hitos como columnas y obeliscos construidos con materiales perdurables fueron empleados para la sealizacin a lo largo del subcontinente en remplazo de las abstractas consideraciones establecidas antao.393 Todo esto indicaba la ejecucin de polticas inscritas en una lgica de dominacin que inclua la reorganizacin territorial con miras al control socioeconmico del espacio. Desde los !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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puertos de Cdiz y de Lisboa partieron las comisiones destinadas a efectuar los clculos y los trazos en los territorios implicados, labores que tuvieron inicio a comienzos de 1754 con el arribo de los comisarios espaoles al puerto de Cuman en la Capitana General de Venezuela.394 Ambas coronas emplearon a ingenieros, matemticos, dibujantes, instrumentistas, varios militares e indios de servicio para llevar a cabo los trazos y mediciones que, desde las regiones adyacentes al estuario del Ro de La Plata hasta la cuenca del ro Orinoco, tendran como resultado la elaboracin de un mapa donde quedaran estipuladas las convenciones cartogrficas y los hitos limtrofes de los dominios de ambos imperios en Amrica del Sur.395 Tal mapa resultante de las expediciones delimitadoras sera copiado y conservado en cada una de las cortes a manera de testimonio en caso de surgir una futura reclamacin. De hecho, las reclamaciones que pudieran presentarse en la posteridad a manos de cualquiera de las dos coronas sera una cuestin completamente bsica y fcil de sortear. Con el Tratado de Madrid se previ que la amistad y los acuerdos polticos entre Espaa y Portugal podan deteriorarse hasta llegar a niveles de hostilidad que impulsaran una nueva guerra entre ambas coronas, por lo cual, el cumplimiento a cabalidad del tratado era un asunto imprescindible para conservar la quietud en las metrpolis y en sus dominios de Ultramar. De sta manera, el Tratado de Madrid no se haba concebido nicamente como una norma relativa a la identificacin de una frontera territorial; tambin con el tratado se estipularon otros asuntos puntuales sobre la necesidad de erradicar los hechos ms comunes que tenan lugar en aquellos parajes de frontera: la navegacin de los ros, el contrabando y la inclinacin de ambas monarquas para beneficiarse del apoyo que otras potencias pudieran proporcionarle tanto en Amrica del Sur como en los dominios asiticos.396 Las determinaciones tomadas en el Tratado de Madrid que tericamente gozaran de un perpetuo vigor entre las partes firmantes seran en realidad el inicio de un perodo poco convulso en trminos militares, perodo en el cual se hizo evidente la falta de articulacin entre el poder monrquico emanado desde las metrpolis y sus satlites coloniales de Amrica. A pesar !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
LUCENA GIRALDO, Manuel. Ciencia para la frontera. Las expediciones de lmites y la ocupacin del espacio americano, 1751-1804, en: MITRE FERNANDEZ, Emilio, GARCA CRCEL, Ricardo, LUCENA GIRALDO, Manuel, EDELMAYER, Friederich & RIQUER Y PERMANYER, Borja de (Editores). Fronteras y fronterizos en la Historia, Valladolid, Universidad de Valladolid/Instituto de Historia Simancas, 1997, pp. 96-97. 395 QUIJANO OTERO, Jos Mara. Memoria histrica sobre los lmites de la Repblica de Colombia y el Imperio del Brasil, Dos Tomos, T.I, Bogot, Imprenta de Gaitn, 1869, p. 517. 396 Tratado firmado en Madrid el 13 de enero de 1750Op. cit., p. 9-10.
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de que existi un soporte jurdico que oblig al respeto mutuo entre las dos monarquas en sus posesiones, fueron pocos los artculos del Tratado de Madrid que se acataron sin quebranto alguno. La amplitud territorial de Amrica del Sur y particularmente la complejidad geogrfica y social de su septentrin amaznico no eran precisamente asuntos aptos para ser intervenidos con un tratado de lmites que inclua pactos de no agresin entre las coronas interesadas. Las dificultades que all florecan deban atenderse con las modalidades que jesuitas quiteos y bandeirantes de Gro Par estimaban como lgicas: presencia militar, utillajes blicos y vigilancia permanente eran las respuestas acertadas para la contencin de las incursiones y otro tipo de conflictos que tanto espaoles como portugueses seguan experimentando en su frontera comn. La regin del noroccidente amaznico por donde la raya o lnea divisoria deba ser trazada siguiendo el origen y curso de los ros y los montes ms notables era la misma regin que desde mediados del siglo XVII representaba las tensiones ms fuertes entre las coronas de Espaa y Portugal. Aquella regin ubicada en las riberas del ro Amazonas, donde confluan las jurisdicciones de San Joaqun de Omaguas, el pueblo de Yurimaguas, San Francisco Javier de Yavar, San Ignacio de Pebas, adems de los poblados establecidos por los padres carmelitas de Portugal como frentes misionales, deba ser intervenida por los comisarios de lmites mediante trazos que, a manera de divisin, esclarecieran los dominios territoriales de ambas monarquas segn se haba estipulado en el artculo XIV del Tratado de Madrid. Se inici entonces una expedicin de lmites consistente en dos partidas: una se encargara de trazar el lmite desde el ro Caquet hasta el ro Yavar, mientras que la otra tendra como obligacin el ubicar la latitud intermedia entre los ros Madera y Mamor para despus trazar la raya definitoria de cada dominio.397 De hecho, lograr tales trazos limtrofes de forma certera y cumpliendo con la exactitud esperada desde un principio era un asunto sumamente complicado. La dcada de 1750 fue un perodo de tiempo complejo para las monarquas de Espaa y Portugal. En la rbita metropolitana, las relaciones entre ambas coronas eran de relativa estabilidad. Se compartan ciertos ideales polticos que fueron respetados dentro de sus proporciones, buscando no transgredir los pactos de amistad logrados mediante acuerdos oficiales y uniones matrimoniales. En materia administrativa, Espaa cont con un rey Borbn, Fernando !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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LUCENA GIRALDO, Manuel. Ciencia para la frontera Op. cit., pp. 94-95.
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VI sucesor de Felipe V, notablemente despreocupado por los asuntos verdaderamente relevantes del expansionista proyecto imperial. No obstante a falta de un rey consecuente, haba ministros lo suficientemente interesados en acrecentar el podero de Espaa, o por lo menos, mantener su posicin privilegiada en la carrera colonial echando mano de polticas reformistas cuyo impacto futuro sera bastante reconocido, aunque no necesariamente exitoso en todos los mbitos. Por su parte, la corona de Portugal haba nombrado a un ministro cuyos orgenes no eran patricios, Sebastio Jos de Carvalho e Melo, un personaje polmico y autoritario, representante por excelencia del despotismo ilustrado que campeaba en las cortes europeas. Conocido como el Marqus de Pombal, ste valido fue un ministro difcil de amilanar frente a las adversidades sufridas por su corona en aquella dcada: un fatdico terremoto que destruy gran parte de la capital imperial lusitana, unas profundas desavenencias con la nobleza portuguesa, un airado rencor polticamente justificado hacia la monarqua britnica y una total aversin hacia la Compaa de Jess: no en vano haba hecho ahorcar y luego quemar el cadver del jesuita italiano Gabriel Malagrida antiguo misionero en las capitanas de Maranho y Gro Par, en una vindicta pblica realizada en plena Praa do Rossio, corazn de Lisboa.398 El ascenso del Marqus de Pombal al ms alto ministerio portugus seal una serie de cambios drsticos y sin precedentes en la cuenca amaznica. La gran influencia ejercida por Pombal sobre el rey portugus Jos I, llev al monarca a considerar una nueva orientacin en las polticas para la administracin de las capitanas del septentrin suramericano. Poco ms de media dcada fue suficiente para que la cuenca amaznica dominada por Portugal sufriera cambios estructurales: Desde Lisboa se proclamaron en 1755 una serie de leyes, entre las cuales estaba la conocida como Lei de Liberdade, que le otorg a los habitantes indgenas de la Amazona la cualidad de ciudadanos libres, un precepto claramente derivado de los cnones de la Ilustracin. Tambin se promulg una nueva ley que daba por finalizados dos siglos de dominacin misionera en los pueblos indios, privando as a los clrigos de los privilegios administrativos como la imparticin de justicia y el monopolio econmico de las misiones y dejndoles nicamente la potestad para la evangelizacin de los nuevos vasallos. Adems, entre estas leyes sin precedentes, hubo otras que versaron sobre la elevacin de las jefaturas indgenas !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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como administradoras de los pueblos, aunque subordinadas al poder real del gobernador del Estado de Maranho y Gro Par denominacin creada por el Marqus de Pombal, y sobre represin a la discriminacin racial contra los indios, prohibiendo, por ejemplo, que se les denominara peyorativamente como caboclos, es decir, mestizos: gente de color cobrizo.399 El reformismo pombalino tuvo un hondo impacto en la Amazona lusitana. Pombal nombr en 1753 a su hermano, Francisco Xavier de Mendona Furtado meu irmo do meu corao como gobernador del septentrin amaznico portugus, es decir, el Estado de Maranho y Gro Par estaran a su cargo con el fin de contrarrestar la decadencia que desde dcadas atrs se vena experimentando en la regin. No obstante Alexandre de Gusmo haba dado los primeros pasos en la reestructuracin poltica y econmica de la Amazona lusitana en la dcada de 1730, aunque dos dcadas ms tarde, las iniciativas reformistas encaradas por Pombal mediante la accin directa de Mendona Furtado fueron dirigidas a la recuperacin econmica de la Amazona. Aquellos dominios comenzaron a mirarse bajo una perspectiva utilitarista cuya racionalidad consisti en la explotacin y el aprovechamiento de los recursos humanos y naturales de forma intensiva. Durante el ciclo pombalino en la cuenca amaznica se concret una serie de proyectos: se intensific el cultivo de frutos originarios de la regin as como el de frutos europeos, se increment la explotacin de minerales aurferos, se reorganizaron las milicias para la defensa de las capitanas que estaban amenazadas por franceses, holandeses y espaoles,400 se agudizaron los controles frente al comercio ilcito, se creo la Companhia Geral de Comercio de Gro Par e Maranho y se promovi el poblamiento de los espacios vacos con la fundacin de ms de una decena de poblados. Fundaciones y poblamiento en el interior del Estado de Gro Par y Maranho como Oeiras, Malgao, Portel, bidos, Arraiolos, Espozende, Almeirim, Barcelos, Monte Alegre, Alter do Cho, Boim, Tomar, Pinhel, Santarem, Vila Franca y Moura fueron la respuesta inicial para la paulatina ocupacin espacial entre los aos de 1751 y 1758, aos en los cuales se registr un !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
HEMMING, John. Fronteira Amaznica. A derrota dos indios brasileiros, So Paulo, Editora Universidade de So Paulo, 2009, p. 30. 400 Tanto el Marqus de Pombal, como su hermano, Mendona Furtado, consideraban para 1752 que la proteccin de las fronteras y la militarizacin de las desembocaduras de los ros principales evitaran la amenaza que estos rivales europeos suponan para las cuatro capitanas del norte y para el resto de Brasil. La vigilancia de la frontera occidental de la capitana de Mato Grosso era, a decir de Mendona Furtado, el sistema ms conveniente para impedir que los espaoles se introdujeran en la regin. Cfr. CARNEIRO DE MENDONA, Marcos. A Amaznia na era Pombalina, Correspondencia indita do gobernador e capito general do Estado do Gro Par e Maranho Francisco Xavier de Mendona Furtado, Dos Tomos, T.I, Ro de Janeiro, Instituto Histrico y Geogrfico Brasileiro, 1963, p. 190.
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incremento en la poblacin de aquellas capitanas fronterizas.401 Gracias a las iniciativas pombalinas se erigi adems una nueva capitana: So Jos de Ro Negro, entidad territorial y administrativa que surgira de la fragmentacin de Gro Par y que sera entonces el espacio limtrofe con la jurisdiccin de la provincia de Maynas, jurisdiccin de la Amazona hispnica.402 Aparte de tales fundaciones, los portugueses tambin se decidieron por erigir otros poblados a lo largo del curso ribereo del Amazonas: Tef, So Paulo de Olivena y So Jos do Javar, y en la capitana recin establecida fundaron Serpa y Silves, dos pequeos asentamientos, proyectando adems, aunque impedidos por las fuertes lluvias que se desatan entre los meses de mayo y agosto, la fundacin de una fortaleza en la desembocadura occidental del ro Caquet/Japur. De estas fundaciones, So Jos do Javar era sumamente importante. A decir del gobernador Mendona Furtado, aquella fundacin deba ser mais do que aldeia debe ser aquela povoao uma Praa Fonteira. Al estar ubicada en la desembocadura del ro Yavar, fungi como un bastin desde el cual poda vigilarse la actividad nutica, ms aun aquella que se encargara de transportar mercancas provenientes del comercio clandestino con los espaoles, ya que adems de incurrir en un delito contra la Real Hacienda, se violaba la jurisdiccin del monopolio ejercido por la Compaa Geral de Comercio de Gro Par e Maranho.403 Otras fundaciones, un poco ms tardas, tambin hicieron parte de la reestructuracin jurisdiccional del espacio: Acar, Chaves, Vila Nova do Rei, Faro, Cintra, Mazago, Ourem, Porto de Moz, So Caetano de Odivelas y Sour.404 Todo este proceso de fundar nuevos asentamientos con el objetivo de poblar no slo giraba en torno a los proyectos de ocupacin de los espacios carentes de presencia europea y civilizacin. La fundacin de pequeas ciudades y fortalezas militares estaba en consonancia con la proteccin de la frontera ya que despus del Tratado de Madrid se decretaron los mandatos que impedan la presencia de vasallos de una y otra corona en el territorio ajeno.405 Si bien el Tratado de Madrid haba entrado en vigencia haca ms de cinco aos, varios de sus 26 artculos no se estaban cumpliendo a cabalidad, aquellos relativos a las
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MAXWELL, Kenneth. Marqus de Pombal. Paradoxo do Iluminismo, Rio de Janeiro, Editora Paz e Terra, 1997, p. 53. FERREIRA REIS, Arthur Cezar. Aspectos da experienciaOp. cit., pp. 130-132. 403 CARNEIRO DE MENDONA, Marcos. Op. cit., p. 191. 404 FERREIRA REIS, Arthur Cezar. Aspectos da experienciaOp. cit., pp. 135. 405 DOMINGUES, ngela. Quando os indios eram vassalos. Colonizao e relaes de poder no Norte do Brasil na segunda metade do sculo XVIII, Lisboa, Comisso Nacional para as Comemoraes dos Descubrimentos Portugueses, 2000, pp. 204-205.
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innegociables prohibiciones sobre las presencias no autorizadas se omitan cotidianamente sin llegar a castigar a los implicados. El gobernador Mendona Furtado tena previsto que las intentonas de penetracin por parte de algunos espaoles no se haran esperar, y por ello era necesario fijar los lmites arcifinios en el noroccidente amaznico. Para ello, el Marqus de Pombal no cesaba en insistirle a su hermano sobre la importancia que tenan para el imperio portugus cada uno de los trazos delimitadores que deban concordar con los descritos en el Tratado de Madrid. El noroccidente de la cuenca amaznica era entonces uno de los territorios que Pombal consideraba de mayor estima en la regin. En una comunicacin dirigida en 1753 a Mendona Furtado, conocida como la Instruo assinada pela real mo de S.Maj. a respeito das demarcaes da parte do norte, el Marqus de Pombal seal en el punto vigsimoprimero que:
dstes fatos resulta que, se os comissarios castelhanos atendendo-se rigorosamente letra da clausula deste artigo acima referido, pretendessem que a latitude media de que se trata, ou a linha que a debe marcar seja dirigida do rio das Amazonas depois de haver entrado nle todods os rios acima declarados, se isto assim se practicasse, da se seguir ficarem os domnios de Castela mais avanados para a parte do norte e para os meus Domnios do que a razo pede.406
Ya establecida la capitana de So Jos de Ro Negro el asunto resultaba menos complejo. No obstante, a decir de Mendona Furtado, la presencia de los jesuitas quiteos en la regin era un obstculo, pues podan amparar a los espaoles que, desde las misiones, trataran de impedir, o en el peor de los casos, omitiran las demarcaciones portuguesas, justificacin que sera atacada con la fundacin e nuevos establecimientos militares; pequeas guarniciones a manera de las clebres y tiles casas fortes ya existentes seran los bastiones para prevenir cualquier movimiento enemigo. De nuevo Portugal se estableca estratgicamente en el interior de su capitana recin fundada: So Gabriel de Cachoeira, Marabitanas y So Joaquim. Y, para la consolidacin de su presencia y evitar mayores dissabores construyeron muy cerca de San Joaqun de Omaguas una fortificacin que para los aos venideros sera imprescindible: la casa forte de Tabatinga. Asunto que sera registrado por Xavier de Sampaio, oidor de la capitana de So Jos do Ro Negro,
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como un procedimiento jurdico de posesin territorial a manos de la monarqua lusitana en la cuenca amaznica noroccidental.407 Aquella decadencia econmica que se trat de combatir tena, a criterio del Marqus de Pombal una justificacin precisa; en otras palabras, un culpable: la Compaa de Jess.408 En las regiones adyacentes al curso bajo del ro Amazonas los jesuitas posean numerosos negocios derivados de las actividades agrcolas y pecuarias desempeadas por los indios de las reducciones. Cultivos de algodn, tabaco, arroz, especias o drogas do serto, pequeas estancias azucareras y explotacin de maderas tintreas adems de la cra de ganado, eran los generadores de fortunas nada despreciables concebidas en nombre de la fe. Estos jesuitas portugueses ms aventajados que sus colegas espaoles llamaban la atencin de la administracin colonial y nutran inconscientemente el recelo de Pombal. Los vecinos asentados a lo largo y ancho de Gro Par y Maranho se quejaban constantemente de que los jesuitas ejercan sendos monopolios de los recursos y por tanto de las ganancias que entregaban el trabajo compulsivo de los indios y las riquezas naturales de la selva, hechos que les haban procurado un nada despreciable crecimiento de sus fortunas.409 Doce aos ms tarde, en 1767 ao decisivo para la Compaa de Jess en los dominios de Espaa, aquellas acusaciones altisonantes en contra de los jesuitas seran sacadas a la luz con la publicacin de un libro en espaol, de autora annima y paradjicamente impreso en Madrid, cuyo ttulo: Causa Jesutica de Portugal410 ofreca una densa y acalorada argumentacin sobre la conveniencia y el acierto en el proceder contra los jesuitas portugueses que regentaban grandes porciones territoriales entre las cuencas de los ros Amazonas y de La Plata, gigantesca porcin territorial de dimensiones continentales en el Amrica del Sur. Pero de igual manera, durante su exilio italiano, el padre Jos Caeiro, haba escrito su propia y bastante elaborada defensa
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FERREIRA REIS, Arthur Cezar. Op. cit., p. 137. BOXER, Charles R. Missionaries, Colonists and Indians in Amazona, en: MRNER, Magnus. The Expulsion of the Jesuits from Latin America, New York, Alfred A. Knopf, 1965, p. 114. 409 MACLACHLAN, Colin M. The indian labor structure in the Portuguese Amazon, 1700-1800, en: ALDEN, Dauril (Editor). Op. cit., pp. 209-214. 410 ANNIMO. Causa Jesutica de Portugal, o documentos autnticos, bulas, leyes reales, despachos de la Secretara de Estado, y otras piezas originales, que precedieron a la Reforma, y motivaron despus la expulsin de los Jesuitas de los dominios de Portugal. En que se halla la repblica de Paraguay y Maran. Que contiene la relacin de la guerra que sustentaron los jesuitas contra las tropas espaolas, y portuguesas, en el Uruguay, y Paran, Madrid, Imprenta Real de la Gazeta, 1768.
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argumentativa contra la jesuitophobia y las calunias propinadas por el Marqus de Pombal a la Provinciae Lusitanae.411 En aquella Causa Jesutica se expuso que los clrigos asentados en la Amazona portuguesa: acumulando abusos a abusos vinieron a hacerse seores absolutos del gobierno espiritual y temporal de los indios. Se plante adems que los padres no permitan que los bandeirantes paraenses entraran a su antojo en las misiones, que no incentivaban el uso de la lengua portuguesa entre los indios412, que su apoderamiento del comercio clandestino haba llegado a la desproporcin, que la sujecin inflingida hacia los indios rayaba con la esclavitud413 y que adems cultivaban una peligrosa relacin con los espaoles, sus vecinos ms cercanos.414 En palabras del propio Marqus de Pombal, los jesuitas se haban convertido paulatinamente en unos senhores do serto que contravenan por completo los planes reformistas del dspota ilustrado. Por su parte, los jesuitas estaban en profundo desacuerdo con las muy recurrentes expedies de resgate ao serto que los portugueses seguan efectuando en Gro Par y Maranho,415 no obstante la energa de cualquier argumentacin por parte misional sera aplastada por las determinaciones polticas tomadas en Lisboa. Obnubilado por aquellas informaciones, con un fulgurante desprecio hacia la Societas Iesu y atizado por los escandalosos informes resultantes de las misiones secretas encomendadas a su querido hermano quien sola exagerar en sus opiniones,416 el Marqus de Pombal opt por decretar la expulsin de los jesuitas tanto de Portugal como de todos los dominios ultramarinos lusitanos en 1759, dando inicio a una poltica de ndole ilustrada donde los intereses del Estado en las posesiones de Ultramar primaron sobre los proyectos del clero regular, generndose as una serie de consecuencias irrevocables.417 Pombal fue entonces una suerte de contraparte a los proyectos concebidos por los economistas y polticos espaoles de la corte que buscaron por todos los medios la prosperidad de la Espaa borbnica. La corona de Espaa concibi desde comienzos del siglo XVIII un proceso !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
PEIXOTO, Afranio S.J. (Editor). Primeira Publicao Aps 160 Anos do Manuscrito Indito de Jos Caeiro sobre os Jesuitas do Brasil e da India na Preseguio do Marqus de Pombal (seculo XVIII), Baha, Academia Brasileira de Letras/Escola Tipogrfica Salesiana, 1936, pp. 3-23. 412 ANNIMO. Causa Jesutica de PortugalOp. cit., pp. 75-77. 413 AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Rio Negro, Caja 736, Doc. 15, ff. 3r-5v. 414 CARNEIRO DE MENDONA, Marcos. Op. cit., p. 192. 415 SANTOS DIAS, Joel. Op. cit., pp. 113-114. 416 PEIXOTO, Afranio S.J. (Editor). Op. cit., p. 381. 417 HEMMING, John. Op. cit., pp. 32-35; MAXWELL, Kenneth. Op. cit., pp. 53-54.
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reformista para todos sus dominios, incluyendo, slo en cierta medida, las grandes regiones fronterizas del Nuevo Mundo. A partir de 1750, aquellas regiones fueron administradas bajo un nuevo precepto de organizacin territorial que intent articular el control social y poltico del espacio, dndole prevalencia al carcter administrativo sobre la gran injerencia clerical de la Compaa de Jess, y buscando as la apropiacin efectiva y la defensa del territorio frente a las amenazas supuestas tanto por los indios no sometidos como por las potencias extranjeras asentadas en jurisdicciones aledaas.418 Portugal tambin reaccion con la formulacin de proyectos de gran envergadura en aras de mantener a su corona como una monarqua prestante en la carrera colonial. Dos procesos reformistas con orgenes comunes en el desarrollo de la Ilustracin, adoptada a su manera en la pennsula ibrica que, adems, estaran confrontndose constantemente en las orbitas ultramarinas de la mayora de sus dominios, de los cuales, Amrica del Sur y en especial la cuenca del ro Amazonas no seran la excepcin. La dcada de 1750 fue prdiga en intervenciones de ndole reformista para la cuenca amaznica, intervenciones que buscaban el ejercicio efectivo del control territorial pero que no escaparon a los pequeos y no tan excepcionales quebrantos de las normas estipuladas en el Tratado de Madrid. En la ciudad de Belm, capital de Gro Par, las autoridades mantenan las precauciones necesarias para que tanto clrigos como civiles espaoles u otros forneos no tuvieran acceso a las tierras dominadas por Portugal. De hecho, pocos aos antes, hacia 1750, Francisco Pedro de Mendona Gorjo, gobernador de Maranho y Gro Par requera de examinar todas las peticiones de trnsito en su jurisdiccin. As se lo haba hecho saber al propio Luis Godin,419 naturalista francs y compaero de Charles Marie de La Condamine, quien haba llegado a la fortaleza de Gurup, despus de una larga estancia cientfica en el alto Amazonas solicitando una licencia para poder atravesar el territorio portugus en direccin a Cayena y luego embarcarse hasta Pars.420 Por los mismos aos el gobernador segua insistiendo com toda a restrico en las ordenanzas para impedir que los jesuitas espaoles transitaran en tramo del ro que dreanaba las tierras de Portugal: no consentirem o transito de Espanhois pello ro das Amazonas. Aquella disposicin jurdica estaba justificada en que poco tiempo despus de !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
LUCENA GIRALDO, Manuel. El reformismo de frontera, en: GUIMER, Agustn (Editor). Op. cit., p. 268. Acerca del periplo de Luis Godin y del interesante drama vivido por su esposa, Isabel Godin des Odonais, a lo largo del ro Amazonas, Cfr. WHITAKER, Robert. La mujer del cartgrafo. La apasionante historia de un amor sin fronteras, Barcelona, Editorial Ocano, 2004. 420 AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 32, Doc. 2998, ff. 1r-2v.
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acordado el Tratado de Madrid, era frecuente que los ros comunes a las jurisdicciones de Espaa y Portugal fueran navegados por personas forneas, bien fuera para recalar en las misiones de Maynas o para buscar una salida al ocano Atlntico. Era comn entonces que los jesuitas de las misiones hispnicas arribaran y desembarcaran en los principales puertos de las capitanas lusitanas al momento de iniciar un viaje a Europa.421 En 1754, un burcrata perteneciente al patriciado quiteo, el primer Marqus de Selva Alegre, Juan Po de Montufar y Fraso, inform a la corte que la construccin de una fortaleza militar en las proximidades de la desembocadura del ro Napo segua siendo un asunto de primera necesidad. No obstante aquel informe nunca lleg a cristalizarse en nada concreto, un simple proyecto que no llego a convertirse en hecho.422 Sin embargo Montufar, al igual que los jesuitas de Quito, estaba plenamente convencido de la importancia de la fortificacin, pues proteger el flanco oriental de la jurisdiccin de la audiencia era esencial para la contencin de las cada vez ms frecuentes avanzadas portuguesas que poco a poco contribuan con intensificar el comercio ilcito en la frontera amaznica de las jurisdicciones de Quito, Lima y Santa Fe. Montufar tena muy bien entendido que construir una fortificacin en la desembocadura del ro Napo no garantizaba el control y el dominio frente a las tentativas lusitanas: repeler el ingreso de los enemigos ibricos por las aguas del Napo significaba salvaguardar la ciudad de Quito. Sin embargo la cuenca amaznica es una red fluvial intrincada que, para ser vigilada efectivamente requera de un despliegue militar mayor y de una infraestructura de ms amplio accionar para impedir que los portugueses tambin ingresaran a otros enclaves urbanos importantes de los virreinatos andinos: gentes avecindadas en las capitanas de Ro Negro, Gro Par y Maranho podan llegar a la ciudad de Pasto en el Nuevo Reino de Granada remontando las aguas del ro Putumayo. Por el ro Pastaza podran alcanzar las ciudades de Ambato y Latacunga y, por el ro !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 32, Doc. 2996, ff. 1r-2r. En un informe redactado el 1 de mayo de 1754 por un oficial quiteo llamado Juan Basabe y Urquieta se expuso que la fortificacin a orillas del ro Napo era un asunto bastante complejo, en tanto que el oficial encargado de administrar aquella provincia amaznica era todo un incompetente: para el remedio de esto no se puede ocurrir al Govierno de Maynas, lo primero, por no haver Governador sino solo un Teniente, sin ningn carcter, pues siendo un hombre que no save leer ni escrivir, no hacen juicio de el sus vecinos, y lo segundo, por haberse desmembrado este ro de su jurisdiccin por la Real Audiencia de Quito, y ocurriendo al Gobierno de Archidona se encuentran unas dificultades insuperables principalmente por falra de jente que acompae con armas y bastimentos a su Governador. Cfr. Rectificacin al informe de Don Juan Basabe El territorio de la misin del Napo form siempre parte integrante del gobierno de Maynas, en: OSMA, Felipe de. Arbitraje de lmites entre el Per y el Ecuador. Dos monografas, s.l, Imprenta de los hijos de M.G. Hernndez, 1906, pp. 13-14.
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Coca, lograran adentrarse hasta la ciudad de vila, en la gobernacin de Quixos. Una amenaza constante, que no slo era evidente por la va riberea sino tambin por tierra, pues por los caminos existentes en las jurisdicciones de Jan de Bracamoros, Lamas y Moyobamba, los portugueses podran aproximarse bastante a la periferia jurisdiccional de la ciudad de Lima, capital del virreinato del Per.423 Montufar estaba plenamente enterado de los acuerdos derivados del Tratado de Madrid, aunque casi tres aos despus de que cobraran vigencia las negociaciones, los lmites de la jurisdiccin oriental de la Audiencia de Quito, es decir, de la provincia de Maynas, no estaban claramente definidos. Se conoca entonces que, desde Santa Fe, capital del recientemente erigido virreinato del Nuevo Reino de Granada se haban nombrado varios gobernadores indios para cada uno de los pueblos de Maynas y un gobernador para toda la provincia sujeto a las rdenes del virrey de turno en Santa Fe. Sin embargo, Maynas continu siendo una de las entidades administrativas ms marginales, abandonadas y despobladas en los dominios espaoles de Amrica del Sur, con el aliciente de ser un lugar de fcil vulnerabilidad ante las iniciativas militares, religiosas o econmicas que la corona de Portugal, bajo la batuta reformista del Marqus de Pombal, acariciaba en la regin.424 Ese mismo ao, Francisco Xavier de Mendona Furtado, inform en una carta dirigida al Secretario de Estado da Marina e Ultramar que los padres espaoles radicados en la misin de San Francisco Javier de Yavar le haban dado a entender que el gobernador de la provincia de Maynas, Felipe Romero, estaba dispuesto a reclamarle al gobierno de Gro Par por los derechos de nuestros soberanos. Los derechos a los que se refera el gobernador Romero tenan un nombre propio: la misin de San Pablo de Yurimaguas, asentamiento jesuita de antao que, a su decir, los padres carmelitas haban hecho trasladar hacia la jurisdiccin de la capitana lusitana a la parte del sur.425 Romero, quien a diferencia de los gobernadores provinciales anteriores s se encontraba en la provincia de Maynas precisamente residiendo en la misin de San Joaqun de Omaguas, estaba bien enterado de los artculos que componan el Tratado de Madrid, y por tanto, no vacil en invocar el principio de uti possidetis para encarar a Mendona Furtado sobre !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
423 Razn sobre el estado y gobernacin poltica de las provincias, ciudades, villas y lugares que contiene la jurisdiccin de la Real Audiencia de Quito. Por Juan Po de Montufar y Fraso, en: PONCE LEIVA, Pilar. Op. cit., T.II, p. 332. 424 Ibid., pp. 346-347. 425 AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 37, Doc. 3459, f. 2r.
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la pertenencia de aquella misin a la jurisdiccin de la provincia de Maynas. El reclamo de Romero se justific en que: con prevenzion malicioza a la parte del sur intentando eludir con esta injusta diligencia la entrega de aquel pueblo, q segn expresa convencin de este tratado al art. 14 deber tocar a la Corona de Espaa, los portugueses expropiaron una misin cuya jurisdiccin entraba en la porcin territorial sealada en los artculo XIV y XVI del Tratado de Madrid.426 Mendona Furtado no acept aquella representacin que el gobernador de Maynas estaba empecinado en esgrimir. El portugus, no careca de argumentos para defender lo que consideraba parte de los dominios de su corona. En la misiva de respuesta al reclamo de Romero, el gobernador coment sobre la existencia de un verdadeiro Mappa do Ro Maranho ou Amazonas en el cual se mostraba claramente que la misin de San Pablo de Yurimaguas, por ellos conocida como So Paulo dos Cambebas, siempre haba estado ubicada en el margen austral del ro Amazonas, lo cual supona que un traslado de la misin ms hacia el sur era inconcebible dado que un asentamiento de ste tipo no poda prosperar en medio de la espesura y alejado del cauce ribereo. No obstante, Mendona Furtado actu polticamente al garantizarle a Romero que slo los comisarios de lmites podan remediar aquel incidente jurisdiccional.427 Adems del gobernador de Maynas, un clrigo franciscano llamado Joseph de Jess, tambin haba redactado una carta-reclamacin para el gobernador Mendona Furtado. Lo curioso de ello era que, a decir del gobernador, el franciscano espaol se hallaba refugiado en una misin de los carmelitas portugueses, a donde haba ido a parar despus de un infructuoso periplo por la cuenca del ro Putumayo donde trat de fundar una misin. Segn el fraile, la codicia de los portugueses materializada en la creciente esclavizacin de los indios conllev a que las poblacin indgena asentada en las cuencas de los ros Putumayo y Caquet estuvieran prcticamente diezmadas, porque para coger uno matan seis, por lo que suplico a V.Exa. sea servido de mandar contener semejantes tratos, pues tenemos sedula de nuestro monarcha para poblar el ro de Iza [Putumayo] y el de Yupur [Caquet], quien padece dha plaga de armas con ms fuersa pues llegan hasta serca de la serrana.428 !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Ibid., ff. 1r-1v. Ibid., f. 3r. 428 Ibid., f. 3v.
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Se obedece pero no se cumple pareca ser la premisa mxima que rega la situacin en la frontera selvtica luso-hispana. Naturalmente, la promulgacin de aquellas leyes sustentadas con los tratados internacionales de ambas coronas no alcanzaban a obtener la suficiente obediencia de los vasallos avecindados en las fundaciones amaznicas ni la institucionalizacin deseada en los gigantescos dominios que se posean en todos los puntos cardinales de la selva.429 La cuenca del ro Amazonas era una suerte de laboratorio que arroj sintomticas muestras de una situacin donde las leyes concebidas por juristas peninsulares y americanos parecan difuminarse en la atmsfera del denso territorio. La casi nula presencia del poder monrquico focalizado en las audiencias de Lima, Quito y Santa Fe era el detonante ideal para que las leyes existentes no fueran ms que lneas impresas o escritas en un papel, a su vez memorizadas por burcratas y militares generalmente ausentados del candor fronterizo. Las informaciones de carcter secreto suministradas al gobernador Francisco Xavier de Mendona Furtado tenan justa razn: los portugueses avecindados en las capitanas recin erigidas no eran tampoco sujetos dispuestos a obedecer cabalmente la quietud y el aislamiento ordenado por la oficialidad desde ciudades como So Luis, Belm o desde la propia metrpolis a orillas del ro Tajo. Un misionero vasco, perteneciente a la ltima generacin de padres jesuitas que oficiaron en el territorio amaznico escribi una densa obra con la cual puso en evidencia los quebrantos de las ordenanzas expuestas en el Tratado de Madrid. Este ignaciano llamado Manuel Uriarte era un clrigo que, como la gran mayora de sus colegas quiteos, le apostaba al empleo de ms misioneros de la Compaa de Jess, y por supuesto, a la fundacin de otras misiones como garanta para la sujecin territorial del alto Amazonas por parte de la corona de Espaa. En su obra, el padre Uriarte consign que hacia 1756 se establecieron en la misin de San Francisco Javier de Yavar unos nuevos residentes que no eran ni indios, ni clrigos, ni mucho menos vasallos espaoles. Aquella misin se ubicaba bastante cerca de San Joaqun de Omaguas, misin otrora boyante a pesar de hallarse siempre en uno de los puntos geogrficos focales para las disputas e invasiones. Se trataba entonces de la llegada a la misin de un sargento portugus acompaado de 20 granaderos. Aquellos militares advirtieron a otro jesuita de la misin, el padre
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SILONI, Rolando Segundo. La diplomacia luso-brasilea en la cuenca del Plata, Buenos Aires, Editorial Rioplatense, 1974, p.
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Manuel Santos, que deba desalojar aquella fundacin so pretexto de una arremetida violenta. (Ilustracin 1) Todo aquello indicaba la falta de coherencia entre el obedecimiento de la ley y el cumplimiento estricto de la misma. En tales dominios fronterizos la efectividad de las leyes era altamente cuestionable. Al igual que los lusitanos, los jesuitas espaoles tampoco se esforzaron en cumplir lo estipulado. De hecho, el padre Manuel Uriarte explic cmo en San Francisco Javier de Yavar estaba avecindado desde aos atrs un desertor portugus llamado Paulo Melo, quien al ver la llegada de la tropa huy de la misin por temor a ser castigado. A decir del padre Uriarte: en esto pararon las confianzas de fundar un pueblo con jesuitas, por ms seguridad en la frontera.430 El padre Uriarte comprendi que las arremetidas de Portugal en las misiones de la Compaa de Jess no tendran disminucin si slo los padres con sus escasos pertrechos defensivos y los indios eran los nicos individuos prestos a defender la misin, por ello, aquella clsica peticin sobre la presencia militar permaneca inmutable en las misiones de la provincia de Maynas. La situacin poltica y social en la frontera selvtica durante los aos en que tuvo vigencia el Tratado de Madrid no fue precisamente de quietud. El padre Uriarte inform sobre pequeas incursiones portuguesas a la red misional de los jesuitas quiteos. A principios de ese mismo ao de 1756 se haba sorprendido a un portugus apellidado Catana merodeando cerca de unos cultivos de cacao en San Francisco Javier de Yavar. Poco tiempo despus de haberse marchado, retorn a la misin con la noticia de que alrededor de 300 soldados acantonados en la capitana de Ro Negro haban desertado, y su ruta de escape era en direccin occidental, es decir, hacia la provincia de Maynas, jurisdiccin de la corona de Espaa. Hacia el mes de mayo del mismo ao apareci por el ro una embarcacin izando una bandera blanca. No eran los 300 portugueses desertores, sino slo 24 que llegaron a San Francisco Javier de Yavar huyendo de los militares de Ro Negro que, segn le decan a Uriarte, los maltrataban y no pagaban. Entre los maltratos que les propinaban los mandos superiores de milicia haba un castigo conocido como Roda de Paus, una suerte de corrillo donde se apaleaba sin piedad a una vctima, y adems: los ponan a la golilla tres das, cargados de armas haciendo sus necesidades !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
URIARTE, Manuel. Diario de un misionero de Maynas. Dos Tomos, T.I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Cientficas/Instituto Santo Toribio de Mogrovejo, 1952, p. 190.
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parados a la vista de todos; aquellas vejaciones431 eran unos motivos ms que suficientes para planear la desercin de una guarnicin selvtica.432 Los desertores haban tenido un cruento periplo de ms de seis meses desde la capitana de Ro Negro hasta la provincia de Maynas, hecho que contribuy a que muchos de ellos se enfermaran y requirieran de la ayuda misionera. Aquellos desertores se quedaron poco tiempo en la misin y decidieron continuar hacia el occidente. Slo dos de ellos conocidos por los nombres de Javier y Borrega decidieron quedarse en la misin bajo el amparo de los jesuitas. El padre Uriarte no escatim en elogios y admiraciones hacia aquellos residentes temporales que haba albergado en su misin a manera de una de las obras de misericordia:
Era cosa de alabar a Dios la sujecin con que se mantuvieron, cerca de un mes, sin menearse de la plaza; unos eran cocineros, otros taran agua, y los cabezas reciban el bastimento, pagando todo largamente con cuchillos, abalorios, espejos, agujas [] lean a rato libros que les prest; rezaban cantando la letana con bellas voces; dos haciendo coro: el uno que era insigne sastre y tena una marca de sablazo en la cara; asistan sin falta a misa, y fueron todos cumpliendo con la Iglesia, con gran consuelo mo y edificacin de los indios. Sucedi por estos das la celebridad de San Fernando, e hicieron muchas salvas con Viva Castela y su Rey! Tambin ayudaron a componer para Corpus la iglesia, calles y plaza con palos, arcos triunfales, etc., y de cuatro en cuatro en filas acompaaron al santsimo, haciendo sus salvas en todos descansos, acabada la oracin y bendicin: y aun se empearon en tumbarle y poner bveda a toda la iglesia, con achas o palmas blanqueadas, y traje algunas canoas llenas; mas por diversos respetos nuestros se dej de hacer, como el nuevo descubrimiento Ucayale; porque el teniente Romero, que se mostr con ellos muy garbudo, les propuse si le acompaaran y que por all podan salir al Cuzco. Dijeron que si y ofrecieron para matalotaje cuatrocientos tazones de farina que traan; pero no me aprobaron mis padres la idea y luego entraron los frailes. Como los omaguas, que ellos dicen canvebas, son tan abiertos, les gustan mucho y en especial un viejo fiscal mayor, llamado Maiquitari, muy tableado. Este si el domingo o fiesta no estaba alguno pronto a empezar misa, le gritaba carayoa, mara chicucati! (portugus, a la iglesia!) y el soldado corra diciendo: Ms te temo que al gobernador del Par.433
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Al parecer los castigos que los mandos militares de las capitanas amaznicas inflingan a los soldados de menor rango eran de una escandalosa crueldad. Refirindose a un teniente de gobernador conocido como Bulhes, el padre Jos Caeiro coment con indignacin que: tambem por sse tempo um soldado honrado porta do templo lhe pedisse o seu valimento por um dos seus camaradas, censurou em linguagem dura; e s porque ele se escusou dizendo que fizera aquilo movido de comiserao para com um camarada, o estendeu quasi morto no cho s pauladas; e no contente ainda com tanta crueldade, acrescentou-lhe as peores penas militares. O instrumento de que se servia constaba de duas peazinhas, que se encravavam uma na outra pelas extremidades, de forma que juntando-se, formava uma argola acomodada para nela se meter o pescoo. Com esta pena somente costumavam ser castigados os soldados razos que cometiam culpas mais graves, os quais ficavan com os ps no cho e a cabea s a aparecer por cima da argola. Continuou, por ordem do antistite, a ser torturado com aqule suplicio alguns dias e noites sem interrupo o sobredito soldado, j to mal tratado com as bastonadas; e smente quando, inchando-se-lhe disformemente os ps e as perna, j incapazes de lhe sustentar o peso do Corpo, estando com o pescoo j deformado e as fontes inchadas, que mandou soltar aquele infeliz, receando que ali mesmo viesse a acabar seus dias. Cfr. PEIXOTO, Afranio S.J. (Editor). Op. cit., pp. 385-387. 432 URIARTE, Manuel. Op. cit., pp. 209-210. 433 Ibid., p. 211.
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El dcil comportamiento de algunos de los portugueses que residieron en San Francisco Javier de Yavar era simplemente un rasgo general de completa aprobacin para el padre Uriarte. Otros portugueses de los acogidos no se preocuparon en alcanzar la simpata de los padres: un tal Acosta, vecino de Belm y antiguo estudiante de la prestigiosa Universidade de Coimbra, haba tratado de acceder sexualmente a Luca, una mujer india de la misin que no sucumbi a sus acosos. Otro de los portugueses haba participado en un altercado igual de desafortunado: a filo de espada mat a un colega por un asunto de celos masculinos. Varios de aquellos desertores esperaban remontar la cordillera de los Andes. Unos se embarcaron por el ro Putumayo hasta alcanzar las ciudades de Pasto y Popayn, otros navegaron a contracorriente las aguas del ro Napo para luego tomar el camino de Andoas y llegar a Quito, mientras que la mayora, tomaron las rutas terrestres de Lamas y Moyobamba para llegar a Lima, capital virreinal. Varios de ellos perecieron en el viaje y otros decidieron asentarse en las misiones occidentales de la provincia de Maynas, donde al parecer fueron bien recibidos hasta el punto de ser empleados en oficios de carpintera, cantera y hasta hubo uno que se desempe como vigilante de pfano en una misin de la provincia de Lamas, que haba servido, deca, a todos los monarcas. Este ltimo era un reconocido juerguista que, durante sus noches de alcohol, sola gritar: denme aguardiente, y si no, doy fuego a la casa. Intimidados, los indios de la misin no tenan ms remedio que complacer sus ansias de embriaguez. La suerte del resto de la tropa desertora no se supo despus, aunque es posible que llegaran a insertarse de alguna manera en las sociedades de las ciudades andinas, como sola suceder.434 Si bien esta presencia itinerante de los 24 portugueses no signific una amenaza para la misin de San Francisco Javier de Yavar y para el resto de poco vigiladas misiones de Maynas, es evidente que las leyes promulgadas con el Tratado de Madrid fueron desobedecidas. Quizs sea ms conveniente observar que en tal caso los jesuitas optaron por tolerar la incursin lusitana dadas las amables circunstancias y poniendo en prctica los principios contenidos en las leyes cristianas. Aquel recurso eclesistico sobre dar posada al peregrino tena para los jesuitas mayor justificacin que una ley enraizada en los preceptos de la racionalidad cientfica. En la frontera selvtica, ni la longa manu de Fernando VI ni las disposiciones de los virreyes aposentados en Lima y Santa Fe hacan mella frente a tales acontecimientos. Por ello, la Real !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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Audiencia de Quito estimaba que eran los padres de la Societas Iesu quienes propiciaban el merodeo de los portugueses en la provincia de Maynas dado que en ocasiones y echando mano del contrabando practicado con los traficantes de Gro Par, los jesuitas solan adquirir textiles y dems artculos indispensables como armas, pertrechos y alimentos para suplir las necesidades materiales de las misiones. De hecho, pocos aos ms tarde, en octubre de 1761, el gobernador de Gro Par, Manuel Bernardo de Melo e Castro, respondiendo a una misiva de su superior sobre las intrucciones para o politico uzo de commercio, e correspondencia que se pode interter cautellozamte com os padres castelhanos informaba sobre las excelentes posibilidades con las cuales los comerciantes de Gro Par podran lucrarse del comercio clandestino con los jesuitas de la provincia de Maynas. Un intercambio mercantil que beneficiara los mutuos intereses de espaoles y portugueses en tanto que los padres quiteos podan pagar con oro los bienes ofrecidos debaixo das prohibiens por sus vecinos lusitanos y aquellos podran vender los gneros comerciales y los abastos agrcolas y pecuarios producidos en las capitanas. En aquella breve carta, el gobernador Melo expuso que se servira de dos oficiales quienes fungiran como agentes para concretar los matutes: Balthezar do Rego y Bento Silva, quienes haban mostrado inters en entrar nesta particular e misterioza negociao debaixo dos pretextos, segredos, e cautellas q V.Exa adverte. El gobernador portugus conoca muy bien la orfandad militar que se padeca en las misiones de Maynas, no obstante, por aquellos das se saba en la frontera que los comisarios designados para los trazos limtrofes aun permanecan en la regin, hecho que poda truncar las aspiraciones de iniciar los contrabandos, y por ello Melo e Castro consideraba til o esperar sua retirada, me determino aproveitara ocazio q for[a] mais favoravel a este pensamento.435 Este tipo de proyectos, formulados bajo unos cnones maliciosos ya que no era fortuita la cercana de Portugal a la British Way demostraban que la provincia de Maynas sin vigilancia ni presencia militar del Estado era, en la prctica, tierra de nadie. Ese clima de alteraciones, de incumplimientos soterrados y de iniciativas privadas que burlaban el corpus legislativo en los dominios amaznicos fue uno de los alicientes para que el Tratado de Madrid se diera por fracasado. Las expediciones de lmites divididas en partidas encargadas de las mediciones en el septentrin subcontinental tampoco cumplieron al pie de la !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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letra las indicaciones de la corte: dirigieron sus intereses a otro tipo de actividades como el poblamiento, el establecimiento de estancias agrcolas, observaciones sobre posibles explotaciones mineras, adems, debido a las adversidades de la regin padecieron prdidas de indios, militares e ingenieros.436 El trazado de los lmites que era el verdadero objetivo, no fue al parecer, un hecho que dejara conforme a las coronas de Espaa y Portugal, y mucho menos a las administraciones locales de la provincia de Maynas y de la capitana de Ro Negro que slo hasta comienzos de 1760 veran concretar de una manera incipiente los retos monrquicos: para mes de febrero de ese ao haba llegado a la capitana de Ro Negro el comisario espaol encargado de las demarcaciones.437 Sin embargo, en la cuenca amaznica los asuntos relativos a las delimitaciones geogrficas no tuvieron el dramatismo y la crudeza de los levantamientos indgenas, ni de la frrea oposicin de los misioneros espaoles de la Compaa de Jess,438 ni de la conocida Guerra Guarantica que si tuvieron lugar en la regin platense439 durante los mismos aos y que fueron tal vez uno de los mayores detonantes para frenar las aspiraciones delimitadoras ejecutadas desde mediados de la dcada.440 A pesar de que entre las dos monarquas ibricas exista un clima poltico favorable sustentado en parte por los pactos de familia y por los acuerdos metropolitanos, en los dominios hispano-lusitanos de Amrica del Sur los resultados eran plenamente contradictorios. Un acuerdo tan ambicioso como el Tratado de Madrid haba fracasado. Si bien se estipularon los lmites fsicos en el territorio subcontinental, especialmente en la regin meridional, las adversidades supuestas por la naturaleza y la falta de articulacin de las partidas441 encargadas de delimitar la espesa vastedad del septentrin tuvieron como resultado el abandono del proyecto demarcador en la zona en 1756.
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436 LUCENA GIRALDO, Manuel. Laboratorio tropical. La expedicin de lmites al Orinoco, Caracas, Monte vila Editores/Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, 1991, pp. 65-86. 437 AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 45, Doc. 4161, ff.1r-2r. 437 LYNCH, John. Op. cit., p. 164. 438 ANNIMO. Causa Jesutica de Portugal, Op. cit., pp. VI-XXVIII. 439 QUARLERI, La. Rebelin y guerra en las fronteras del Plata. Guaranes, jesuitas e imperios coloniales, Buenos Aires, Fondo de Cultura Econmica, 2009, pp. 206-244. 440 FERREIRA, Mario Clemente. Op. cit., p. 316; LISS, Peggy K. Los imperios trasatlnticos. Las redes del comercio y de las revoluciones de Independencia, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1995, p. 103; TAMBS, Louis A. Brazils Expanding Frontiers, en: The Americas, vol. 23, nm. 2, Washington, Academy of American Franciscan History, 1966, pp. 165-179. 441 AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Rio Negro, Caja 37, Doc. 43, ff.1r-2r.
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A todo esto deba sumrsele los graves inconvenientes acelerados por la presin jesutica sobre las injusticias cometidas contra los pueblos guaranes y la feroz resistencia de estos a las determinaciones fragmentadoras tomadas a nombre de la monarqua hispnica por los comisarios de las partidas del sur. Desde las cortes ibricas se opt por la revocatoria del Tratado de Madrid, hecho que para felicidad de Pombal y del recin posesionado soberano Borbn, el rey Carlos III siempre aversos a la formulacin y ejecucin del tratado por cuestiones de inequidad en la reparticin territorial442 se consumara durante el primer ao de la dcada siguiente con la sancin efectuada mediante el Tratado de El Pardo,443 dndole paso a un nuevo corpus legislativo que orden las condiciones polticas de ambas monarquas de una forma similar a la experimentada durante los aos anteriores a 1750.444
Los acuerdos, disposiciones y planes desarrollados para los dominios americanos y asiticos pactados entre las monarquas de Espaa y Portugal mediante el Tratado de Madrid quedaron prcticamente olvidados al iniciar la nueva dcada. Aquellos diez aos siguientes seran un perodo crucial para la reconfiguracin del dominio colonial en las posesiones ibricas del continente americano gracias a los procesos reformistas asumidos desde las cortes de Lisboa y Madrid. Entre ambas metrpolis peninsulares la situacin comenz a recrudecerse despus de que en los aos anteriores hubiera existido un relativo sosiego en trminos polticos. Un conflicto europeo, la Guerra de los Siete Aos, suscitado entre Inglaterra y Francia gracias a una declaracin de guerra hecha en 1756 alcanz a impactar directamente diversas regiones del continente americano. Adems de las evidentes contusiones polticas y econmicas resultantes del choque blico entre estas potencias europeas en sus dominios de Amrica del Norte,445 los dominios ibricos, tanto insulares como continentales tambin acarrearon con una cuota nada despreciable del enfrentamiento anglo-francs.446 !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
LYNCH, John. Op. cit., p. 164. FREITAS DE REZENDE, Tadeu Valdir. Op. cit., pp. 277-279; ALMEIDA, Andr Ferrand de. Entre a Guerra e a Diplomacia, en: Op. cit., p. 51. 444 DOMINGUES, ngela. Op. cit., p. 208. 445 OLSON, James S. (Editor). Historical Dictionary of European Imperialism, New York, Greenwood Press, 1991, p. 109. 446 ELLIOTT, John H. Imperios del MundoOp. cit., p. 432.
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La mayora de los reinos europeos no fueron indiferentes al conflicto y, acudiendo a los acuerdos diplomticos, en muy poco tiempo se constituyeron alianzas estratgicas,447 alianzas que, como era de esperarse, involucraron a las dos monarquas ibricas dndole a la guerra un tinte planetario. Al advertir el podero naval y blico de Inglaterra, adems de atestiguar una serie de omisiones para lograr un acuerdo diplomtico entre los dos principales reinos beligerantes, Espaa, fracasada mediadora, recurri a la renovacin del Pacto de Familia, un argumento basado en la parentela borbnica que sirvi para entregarle a Francia un indiscutido apoyo en la contienda. Aquellos movimientos calculados seran el acicate para que los ingleses reaccionaran de forma contundente: merodeantes en los mares de ambos hemisferios, los ingleses atacaron y se tomaron el importante enclave caribeo de La Habana con una pericia digna slo de la intrepidez nutica y militar que otorga una vida curtida en el pillaje,448 igualmente sometieron a la ciudad de Manila, preciado bastin del Pacfico espaol.449 Tomando ventaja de la desproteccin militar brindada por el enemigo se apoderaron de la pennsula de La Florida y ocuparon sin clemencia el golfo de Honduras. Todo esto en un tiempo inferior a tres aos.450 La corona de Portugal haba sido instada por los Borbones a participar del conflicto en el bando franco-espaol, asunto que paradjicamente el soberano Jos I y su magnnimo ministro se rehusaron a aceptar, a pesar de que Sebastio Jos de Carvalho e Melo, Marqus de Pombal, era partidario de una dura poltica adversa a los intereses britnicos.451 Sin embargo, por los mismos aos, la corona de Espaa haba invadido con ejrcitos la jurisdiccin ibrica de Portugal, impulsando as varias campaas militares, asunto que desat el disgusto de Pombal quien decidi alinear el destino de su monarqua en las marchas de la Rule Britannia.452 !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
447 VIDAL, Joseph Juan & MARTNEZ RUIZ, Enrique. Poltica interior y exterior de los Borbones, Madrid, Ediciones Istmo, 2001, pp. 272-273. 448 Al respecto, un sucinto pero interesante diario sobre el sitio de La Habana durante la Guerra de los Siete aos escrito por un oficial annimo de la marina britnica: Cfr. OFFICER. An authentic journal of the siege of the Havana. By an officer. To which is prefixed, a plan of the siege of the Havana, Shewing the Landing, Encampments, Approaches, and Batteries of the English Army. With the Attacks and Stations of the Fleet, London, Charing Cross/St. Martins Lane/St. Pauls Church Yard, 1762, pp. 6-42. 449 ELLIOTT, John H. Imperios del MundoOp. cit., p. 435. 450 MARN AMEZCUA, Marcos. La Guerra de los Siete Aos (1756-1763) vista desde Ultramar: su impronta en la mentalidad y la memoria, Huelva, Universidad de Huelva/Tesina para acreditar el segundo ao del VIII Doctorado Iberoamericano en Historia, 2006, pp. 94-99. 451 MARTNEZ DE CAMPOS, Carlos. Espaa Blica. El siglo XVIII, Madrid, Aguilar, 1965, pp. 152-157. 452 BOXER, Charles R. O Imperio MartimoOp. cit., p. 185.
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Aquella adscripcin portuguesa a los proyectos de Inglaterra tena un trasfondo complejo en tanto que la monarqua lusitana atravesaba por una crisis econmica que rayaba en el escndalo; pues era Inglaterra la principal monarqua acreedora de las deudas externas iniciadas por Portugal en dcadas anteriores, deudas que se saldaban en gran medida con las bonanzas aurferas procedentes de Brasil.453 Sin embargo, la nada amable situacin econmica de Portugal poco interfera con la voluntad monrquica de socorrer a su aliada insular en una guerra en que se bata con holgura. Ahora bien, cules fueron las consecuencias acarreadas en la cuenca amaznica durante esos conflictivos aos? Obviamente en aquella regin suramericana tuvieron que haber repercutido las desavenencias surgidas entre las monarquas ibricas. Como sola ocurrir, los conflictos desatados en Europa alcanzaban en casos ms o menos rigurosos las regiones del continente americano donde rivalizaban las potencias coloniales u otros reinos pretendientes del Nuevo Mundo. Por tanto, en la vertiginosa frontera amaznica, las coronas de Espaa y Portugal, protagonistas no menos importantes de la guerra, lograron emitir el eco del enfrentamiento planetario. Si bien los orgenes de la Guerra de los Siete Aos se remontaban hasta 1756 y el ingreso de Espaa y Portugal como potencias beligerantes se registr apenas hacia 1761, desde antes de 1760 las autoridades de las capitanas portuguesas de la cuenca amaznica permanecan firmes en restringir la navegacin de los ros de su jurisdiccin bajo cualquier pretexto. No obstante, en ocasiones se mostraron benevolentes, aunque desconfiados, por aquellos trnsitos menores que espordicamente realizaban algunos padres de la Compaa de Jess cuyo viaje iniciaba en la ciudad de Quito, y despus de atravesar a lo ancho el septentrin subcontinental, desembarcaban en las ciudades de Belm o So Luis para luego zarpar hacia Europa y, usualmente, ir a rendir cuentas al superiorato de la Santa Sede. El jesuita Quiteo Antonio de Leam haba sido uno de ellos q disse quera fazer tranzito por Portugal pa a cidade de Roma. Sin embargo, a su llegada a Belm, el gobernador del Estado de Gro Par y Maranho, Manuel Bernardo de Melo e Castro extraamente lo acus de impostor y de apstata, dando la orden para que el padre Leam fuera recluido en un convento de la ciudad a manera de prisin.454
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BIRMINGHAM, David. Op. cit., p. 78. AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 47, Doc. 4335, ff.1r
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De otro lado, las autoridades portuguesas bajo rdenes de Mendona Furtado auspiciaban el hecho de que gentes avecindadas en la capitana de Ro Negro tuvieran contactos de orden comercial con algunos contrabandistas espaoles, poseedores de oro y plata, que solan deambular en la cuencas del ro Yavar. Estos metales eran factores de cambio indispensables para las economas portuguesas, y para obtenerlos, trataban de cerciorarse de que las incursiones lusitanas a Maynas no sufrieran ninguna reprimenda militar: no tem tropas nem por aquellas povoaens, informaba Joaquim de Melo e Pvoas, gobernador de Ro Negro en enero de 1760, quien a su vez, gracias informaciones externas, dedujo que el gobernador de la provincia de Maynas era una persona muito ordinaria.455 As, a falta de ejrcitos represores y de un gobernador acucioso se facilitaban sobremanera las felices transacciones. Las demarcaciones encomendadas a las partidas mediante el Tratado de Madrid nunca pudieron formalizarse, aunque las jurisdicciones de ambos dominios seguan considerndose a partir de los arcifinios hallados en la zona. En la ciudad de Belm el gobernador Melo e Castro pareca preocupado por la cuestin. Los espaoles de Maynas tampoco tenan claros cules eran los lmites territoriales exactos en su jurisdiccin de cara al exterior; hecho que inevitablemente sugera la confrontacin por parte de las autoridades de ambos bandos. Para los inicios de 1760, toda la extensin de la provincia de Maynas haba sido dividida en tres grandes territorios administrados cada uno por un padre jesuita asentado a su vez en la misin que funga como capital jurisdiccional. Aquellas tres entidades territoriales constituyentes de la provincia eran: la Misin Alta del Maran, al mando del padre superior Pedro Esquini quien regentaba desde el pueblo de Santiago de la Laguna una jurisdiccin ubicada entre la cuenca del ro Huallaga hasta la ciudad de San Francisco de Borja. La Misin Baja del Maran, comandada desde San Joaqun de Omaguas por el padre Manuel Uriarte y cuya jurisdiccin se extenda sobre la cuenca del ro Amazonas entre las misiones de San Regis y San Ignacio de Pebas. Por ltimo la Misin del Napo y Aguarico administrada por el padre Jos Montes sin que llegara a determinarse su capital de gobierno. En la Real Audiencia de Quito se saba que estas tres entidades de vasta jurisdiccin contenan un total de 34 misiones, en las cuales slo operaban 22 misioneros encargados de velar por la explotacin, el adoctrinamiento y la proteccin de aproximadamente 12.229 indios.456 !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Rio Negro, Caja 1, Doc. 64, f. 1r. MARONI, Pablo Op. cit., pp. 63-65.
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La copia de una carta redactada en la ciudad de San Francisco de Borja, fechada el 21 de marzo de 1760, fue una prueba que el gobernador portugus utiliz para advertir a la corte de Lisboa sobre os sentimentos en q esto os Castelhanos a respeito das demarcaes. Tal carta haba sido escrita por un oficial excepcional, el gobernador de Maynas, Domingo Antonio de Pastoriza y Paz457 e iba dirigida a Jos Solano, uno de los comisarios empleados para las demarcaciones limtrofes en la cuenca del ro Orinoco. Solano conoca los esbozos limtrofes que se haban planteado pocos aos atrs. Era un hombre de trayectoria en estudios de ciencias exactas y se haba distinguido entre los dems comisarios por ser un protegido del teniente de la Real Armada, Jorge Juan, y por haber asesorado a Jos de Carvajal y Lancaster en algunas determinaciones cruciales para la formulacin de varios artculos del Tratado de Madrid.458 La misiva enviada por el gobernador Pastoriza y Paz tena como motivo informarle al comisario Solano quien an se hallaba en Amrica del Sur sobre la existencia de una Real Cdula en la cual el rey de Espaa ordenaba que el superior provincial de la Compaa de Jess de Quito fuera el encargado de: hacerse cargo de las tierras que entregaron los portugueses y que el gobernador de San Francisco de Borja passe tambien a tomar possesion de ellas en su Real nombre, por lo qual suplico a V.S. me de instruccin del tiempo para que debo passar y el paraje hasta dnde.459 Posiblemente lo que ms preocupaba al gobernador portugus era que su homlogo hispnico hablaba del justo reparo refirindose a que el pueblo de San Cristbal, fundacin de los jesuitas quiteos, haba sido trasladado al otro lado de la raya concebida en las demarcaciones inconclusas que tuvieron lugar durante el mandato de entonces gobernador Francisco Xavier de Mendona Furtado con conocida malicia. Por ello era necesario que el comisario Solano !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Si bien el ausentismo era un hecho generalizado en la provincia de Maynas, hubo tambin escasas excepciones que tergiversaron aquella regla: una de ellas fue Domingo Antonio de Pastoriza y Paz, quien recibi el cargo de Capitn General de la ciudad de San Francisco de Borja, Provincia de Maynas y Ro Maran el ao de 1757. En su relacin de mritos presentada en la dcada de 1770 al Consejo de Indias Pastoriza asegur ser el nico de los ocho gobernadores de la provincia que haba residido permanentemente en ella, y adems: Que para proceder con acierto al cumplimiento de su obligacin sin estar sujeto a las equivocaciones de los interpretes aprendi la lengua general del Inga y la de los indios Omaguas que es muy dificultosa [] Que sac de los montes y ladroneras trescientas y treinta personas de la nacin Urarina y algunos de los antiguos cimarrones Payaguas de los cuales se hallaban ya algunos bautizados, cuya conquista hizo por su persona y a su costa llevando para ello doce blancos y cuarenta indios cristianos [] Que ha celado con todo empeo las ilcitas introducciones de ropas de Portugal, que antes se hacan sin dejar por esto buena correspondencia con los de la frontera para indagar e impedir como lo logr que no se extrajesen indio alguno nuestro, como lo ejecutaron en tiempo de otros gobernadores. Cfr. AGI. Quito 231, ff. 1r-1v. 458 LUCENA GIRALDO, Manuel. Laboratorio tropicalOp. cit., pp. 109-111. 459 AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 49, Doc. 4445, f. 1v.
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interviniera a manera de perito para aclarar el entuerto. No obstante, las acciones de Solano en el terreno estaban condicionadas slo si ste elega su retorno a Europa siguiendo la ruta occidental que atravesaba toda la provincia de Maynas y remontaba la cordillera andina hasta llegar a Quito. De llegarse a concretar la misin, el gobernador de Maynas le brindara hospedaje en San Joaqun de Omaguas.460 Por su parte el padre Manuel Uriarte haba sido testigo de los rumores sobre la guerra que vena desarrollndose entre las potencias europeas. Como estrategia para no caldear los nimos de los indios haba ocultado aquellos rumores para que la poblacin de las misiones no fuera presa del pnico, pues a decir de todos los jesuitas, los indios eran temerosos de los portugueses. No obstante, el propio gobernador Pastoriza y Paz sobrecogido del susto haba esparcido la noticia de la guerra a lo largo y ancho de la provincia de Maynas en su recorrido hacia Quito para solicitar ante la Real Audiencia refuerzos militares que amainaran un posible enfrentamiento. Adems, se conform con sugerirle a los indios que mantuvieran su fortaleza para resistir la probable embestida lusitana. Todas esas advertencias causaron una gran conmocin entre las poblaciones de San Francisco Javier de Yavar y dems misiones aledaas. El padre Uriarte, que no ahorraba palabras para cada una de las eventualidades fronterizas as lo explic:
No es decible la consternacin que caus a esta pobre gente esta novedad; cunto nos cost el defenderla y sosegarla. Escrib a los seis padres de mi jurisdiccin, pidindoles encomendasen muy de veras a Dios y animndoles mantener a la gente en sus pueblos hasta que supisemos de cierto si vena el enemigo, y que para entonces previniesen guarida segura en una buena chacra monte adentro, a donde se pudiesen esconder hasta pasar la borrasca, que esperaba en Dios sera en breve.461
El padre Uriarte envi al franciscano Fray Antonio Paredes quien, acompaado por varios indios, deba averiguar por la situacin del conflicto ibrico en las misiones portuguesas de Yavar y So Paulo dos Cambebas. En Yavar, los portugueses ni se imaginaban que en otras partes del continente y en Europa hubiera una guerra desatada, mientras que en la aldea de So Paulo dos Cambebas s se tenan noticias de los enfrentamientos. Sin embargo la oficialidad de Belm les haba impedido proceder en contra de los misioneros espaoles. Otras averiguaciones realizadas !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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por un jesuita apellidado Bahamonde y sus espas caumares [sic] en San Ignacio de Pebas no registraron ninguna novedad. Uriarte solicit a la Real Audiencia de Quito el envo de militares para prevenir la posible incursin enemiga en la provincia de Maynas. Por medio de una carta, la oficialidad quitea le haba respondido al poco tiempo que su peticin era bastante complicada de resolver: contar con soldados para el auxilio de aquella provincia era un asunto de enorme dificultad pues teman los quiteos mucho al Maran, una respuesta que se devel despus de tantsimas dcadas de negar a la frontera selvtica una salvaguardia militar. Partidario de la presencia de una soldadesca fija en la provincia de Maynas, Uriarte no escatim en reprochar sensatamente a las autoridades quiteas: y no teman que por el [ro Amazonas] y Napo se les podan meter sin sentir los ingleses y portugueses en las minas de oro que tanto desean, y aun apoderarse de Quito.462 Poco tiempo despus, Jos Larrazbal, el sucesor del enrgico gobernador Antonio de Pastoriza haba llegado a Quito dispuesto a trasladarse hasta Maynas con los militares solicitados. Para desgracia de la provincia y sus habitantes, aquel nuevo gobernador haba padecido de un fuerte catarro que termin por llevarlo a la tumba sin pisar jams el suelo de la frontera selvtica. La conmocin sobre el posible arribo de los portugueses fue advertida tambin por otros padres residentes en la red misional. Jesuitas como Franz Xaver Weigl, Leonardo Debler, el ya veterano Adam Widmann, Pedro Esquini y Francisco Xavier de Aguilar acordaron que, de llegar a penetrar los portugueses en las misiones, los indios tenan ordenado quemar y destruir los cultivos mientras que los misioneros se encargaran de huir a la espesura con las alhajas y dems ornamentos de valor que haba en las iglesias. A pesar de comulgar con los dogmas del catolicismo, los portugueses venidos de Ro Negro y Gro Par no escatimaran en injurias cuando se trataba de herir a sus rivales. Todo este plan fue reprobado por el padre Manuel Uriarte estableciendo una extrapolada comparacin alusiva a un episodio belicista europeo: como si el turco subiera ya por el Maran, como por el Danubio a Viena el ao pasado. Lo que en realidad molestaba al jesuita era que sus colegas abandonaran las misiones y las dejaran a merced de los enemigos de Espaa. Uriarte tema porque las embestidas portuguesas se realizaran a manera de emboscadas. Varios indios de su misin fueron enviados en otra labor de espionaje para averiguar por los !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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Ibid., p. 279.
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nimos guerreristas de los portugueses de las capitanas de Ro Negro y Gro Par. No obstante las noticias recaudadas no eran tan adustas como se esperaban. Un destacamento de 40 soldados portugueses estaba disponible en la casa forte de Tabatinga, y de hecho, uno de ellos, ms exactamente un cabo, haba desertado y llegado por su cuenta a San Joaqun de Omaguas. El desertor traa consigo una copia de la declaracin de la guerra por Portugal, aunque para la tranquilidad del padre Uriarte, el ex-soldado le inform que los portugueses estaban de abajo en mucha necesidad, que no haba gente y que los miserables soldados andaban descalzos y remendados por falta de providencia y pagas. Y si no fuera por temor de los castigos, todos se huyeran a Espaa. Que l vena desengaado, y si llegaba a Portugal quera entrar de capuchino en La Rbida.463 El capitn de los portugueses acantonados en la casa forte de Tabatinga haba salido en persecucin del desertor. Acompaado de tres soldados ms, alcanz a llegar a la misin de Ticunas donde atropelladamente pregunt por el cabo dado a la fuga. Un jesuita apellidado Segundo le respondi que no saba nada al respecto, por lo cual el capitn se retir de la misin echando bravatas sin que el asunto trascendiera a ms.464 Eran los finales del ao 1762. La guerra, tanto en Europa como en la vastsima Amrica, haba iniciado su declive y, por aquellas dificultades que suponen el tiempo y la enormidad de las distancias fsicas entre el viejo mundo y el nuevo; en la Amazona hispnica, otros rumores sobre la posible invasin portuguesa rondaban por todas las misiones jesuitas de la provincia de Maynas. Aquellos voltiles comentarios que generaron pnicos y temerosas expectativas acabaron siendo, a decir del padre Uriarte, slo chascos y risas pues al parecer los portugueses de Ro Negro, Gro Par y Maranho no estuvieron muy convencidos de atacar la vulnerable frontera enemiga en obediencia a un conflicto iniciado en la metrpoli. Sin embargo durante el tiempo que corran los rumores tiempos ya tardos en relacin a la caducidad de la guerra la oficialidad de las capitanas de Ro Negro y Gro Par mantenan vigente el estado de alerta, pues era claro que no slo Espaa era el nico rival contendor en tanto que la corona de Francia era su aliada circunstancial y tambin tena la potestad de ingresar en el conflicto fronterizo con la ventaja de establecerse libremente en cualquier punto estratgico de su dominio guyans.
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En la ciudad de Belm hacia el mes de junio de ese mismo ao el gobernador Manuel Bernardo de Melo e Castro se refiri a la declarao da Guerra q imminente ameaa o Reino de Portugal, e as suas Conquistas gracias a las advertencias proporcionadas desde la corte por el Marqus de Pombal, recientemente intitulado como Conde de Oeiras, a quien el gobernador respondi:
estou actualmte trabalhando em deffender esta cidade, e com o mesmo cuidado assistindo no s aos lugares que necessito fortificados nesta Capitania, mas em os mais q comprihende o Estado da minha jurisdio como fiz prezente ao mesmo Exmo snor. [] farei o q S.Mage determina dos navios francezes, ou castelhanos que obrigados de qualquer motivo entrarem neste porto465
Aquella estrategia para escudarse de los inofensivos ataques que pudieran propinar los padres jesuitas a las fundaciones portuguesas era una suerte de esfuerzo desperdiciado. Los indicios de una agresin blica hubieran sido prcticamente nulos de no ser por los escasos transentes que desde los Andes o su piedemonte se adentraban en la selva buscando zarpar a algn ro de la cuenca amaznica para salir al ocano Atlntico y alcanzar muy posteriormente alguna costa ibrica. Fue el caso de Lorenzo de Iturre, un nativo del reino de Navarra avecindado en Cajamarca quien, por huma disgraa q le succedeo haba descendido desde la cordillera andina y solicitaba al gobernador de Maynas que intercediera en su nombre ante el gobernador de Gro Par a fin de poder cruzar por los dominios Portugueses para despus desembocar en el ocano y partir hacia Europa. Las autoridades de Belm no se mostraban muy confiadas de todos estos movimientos dada la conjunctura prezente supuesta por la guerra internacional. Sin embargo, aquel disgostozo castelhano, llamado as por el gobernador Bernardo de Melo e Castro, qued a merced de la justicia paraense y, posiblemente al poco tiempo fuera dejado en libertad.466 Por su parte, para el mes de septiembre, desde la villa de Barcelos, una de las recientes fundaciones lusitanas erigidas para promover la ocupacin fronteriza, el oidor e intendente general de la capitana de Ro Negro, Loureno Pereira da Costa, coment en el duodcimo punto de un extenso informe dirigido a su superior, el ya ascendido Francisco Xavier de Mendona Furtado ahora Secretario de Estado da Marina e Ultramar que dado el caso de que la guerra se desatara en Europa y en Amrica, como efectivamente ocurri, los espaoles habran de atacar !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 52, Doc. 4790, f. 1r. AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 52, Doc. 4803, ff. 1r-3r.
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los bastiones de la Amazona portuguesa. Por ello era necesario establecer una fuerza defensiva contra los posibles embates del enemigo,467 aunque era bien sabido que la nimia efectividad militar de Espaa en sus dominios amaznicos no alcanzara a debilitar mediante ningn tipo de ataque las misiones, fortificaciones y dems asentamientos lusitanos colindantes a su jurisdiccin. De hecho, en 1763, la oficialidad de Belm inform que una pequea guarnicin de espaoles establecida muy cerca de la misin portuguesa de Maravitanas, en la capitana de Ro Negro haba sido abandonada y refundada en la desembocadura del ro Casiquiare.468 En su afn por prevenir cualquier acecho espaol los portugueses trataron de estar alertas ante los invasores que no slo podran acercarse a la jurisdiccin de la capitana de Ro Negro sino que, viniendo desde el occidente, podan erigir fundaciones e iniciar capturas de indios para conformar reducciones en sus dominios. El mes de julio de 1764, el entonces gobernador de Gro Par, Fernando da Costa de Atade Teive inform que, incluso desde el ro Orinoco, los espaoles podan remontar fcilmente el Ro Negro ya que dos de los brazos del ro Blanco desembocaban en esa arteria fluvial. Sin embargo, los espaoles no eran el nico posible invasor. Holandeses urgidos de oro, plata e indios para esclavizar tambin podan incursionar por la misma ruta e internarse en la capitana lusitana.469 El clima de suposiciones creado en las misiones orientales de la frontera selvtica a raz del conflicto gestado en Europa constern la opinin del padre Manuel Uriarte. Para l, las mil mentiras, es decir, las notables tergiversaciones sobre las consecuencias de la guerra en otros lugares del mundo ya que se haba cogido Gibraltar, que ya fueron echados ignominiosamente los ingleses de La Habana [] y otras mil patraas. No saban cmo el ingls cogi a Manila, y a espaoles y franceses en Canad cogi cuanto quiso eran una prueba elemental que sugera la pronta proteccin de los dominios amaznicos de la corona de Espaa para evitar que la misma suerte ocurrida en los enclaves insulares y continentales del Caribe y en Amrica del Norte se repitiera en la recndita provincia de Maynas. Como sola ocurrir entre los jesuitas, el reproche fue dirigido a la displicente oficialidad de la Real Audiencia de Quito, quienes despus de varias dcadas sin reaccionar ante las amenazas de los portugueses seguan !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Rio Negro, Caja 1, Doc. 37, f. 3r. AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 54, Doc. 4913, f. 1r. 469 AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 57, Doc. 5153, ff. 1r-2r.
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anclados en una suerte de indolencia poco coherente con las pretensiones polticas y econmicas del reformismo borbnico.470 Una de las premisas ms trascendentales del proceso reformista encarado por la dinasta Borbn tanto en la pennsula ibrica como en sus dominios ultramarinos fue la expulsin de la Compaa de Jess. Ms de una dcada atrs la corona de Portugal, siguiendo un derrotero poltico trazado por el desptico Marqus de Pombal, haba suprimido la injerencia de los jesuitas en los dominios lusitanos ejecutando la expulsin de todos los padres que oficiaban en las misiones establecidas en Asia y Amrica. La corona de Espaa pareca haber calcado la decisin de su entonces antagonista ibrica471 optando, segn lo haba dispuesto el rey Carlos III en abril de 1767, por coartar el poder de la Societas Iesu mediante una Pragmtica Sancin que ordenaba el destierro de todos los padres establecidos en la pennsula ibrica y en los dominios de Ultramar. Paradjicamente, la corte de Madrid y el Consejo de Castilla y su presidente, el Conde de Aranda recurrieron al apoyo de alguien que pocos aos atrs, durante los siete aos de beligerancia, haba sido un enemigo: el Marqus de Pombal, quien desde Lisboa se encarg de coordinar a sus subalternos de las capitanas amaznicas para que cooperaran de una forma amable con el traslado y acompaamiento472 de los 27 jesuitas expulsos que deban navegar por el ro Amazonas desde la provincia de Maynas hasta su desembocadura en el ocano Atlntico, para despus embarcarse hacia Europa.473 Desde la ciudad de Belm, el gobernador Costa de Atade promulg un Auto de Entrega fechado el 8 de diciembre de 1770, con el cual, Joseph !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
470 El balance sobre la Guerra de los Siete Aos hecho por el padre Manuel Uriarte es una opinin meritoria para el recuerdo. A su decir: La sustancia [de la guerra] era: que el francs volvi lo que cogi en Aover y Menorca; el ingls la Martinica y se quedaba con el Canad, dando no s qu isla para pescar bacalao; al francs volva Bella Isla. El pruso quedaba con su parte de Silesia, como antes, y se volvan de una a otra parte las cosas que se cogieron, y quedaba el hijo de la Reina Rey de los Romanos. A Espaa volva el ingls La Habana, vaca de tanto que pill, y Manila; y Espaa le daba La Florida y Honduras y no s qu ms. El ingls se firmaba el defensor de la Iglesia. Que vergenza! Pecados nuestros y van adelante. Cfr. URIARTE, Manuel. Op. cit., p. 282. 471 MADARIAGA, Salvador de. The Fall of the JesuitsThe Triumph of the Philosophers, en: MRNER, Magnus (Editor). Op. cit., pp. 33-40. 472 A travs de su hermano, el Secretario do Estado da Marina e Ultramar, Francisco Xavier de Mendona Furtado y del gobernador de Gro Par, Maranho y Ro Negro, Fernando da Costa de Atade Teive, el Marqus de Pombal orden a principios de 1769: fazer conduzir os jesuitas hespanhois por el ro Solimes en cumplimiento de la peticin que se le haba hecho ms de un ao atrs desde la corte de Madrid. Cfr. AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 63, Doc. 5499, ff. 1r-1v. 473 GARCA ARENAS, Mar. La colaboracin Hispano-portuguesa contra la Compaa de Jess (1767-1768), en: VV/AA. Esteban de Terreros y Pando: vizcaino, polgrafo y jesuita. III Centenario: 1707-2007, Bilbao, Universidad de Deusto/Instituto de Estudios Vascos, 2007, p. 517; Cfr. FERRER BENIMELLI, Jos A. La expulsin de los jesuitas de las misiones del Amazonas (1768-1769) a travs de Par y Lisboa en: CARVALHO DOS SANTOS, Maria Helena (Coordinadora). Revista Sculo XVIII [Coloquio os Jesuitas e o Imprio Portugus], nm. 2, Lisboa, Sociedade Portuguesa de Estudos do Sculo XVIII, 2005, pp. 183-188.
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Diguja, presidente de la Audiencia de Quito por medio de un oficial llamado Joseph Basabe, entreg a los jesuitas de Maynas ya dispuestos para abandonar el suelo americano. Tal entrega tuvo lugar en la villa de So Paulo de Olivena y fue supervisado por un par de oficiales portugueses y un vicario franciscano. El maltrecho padre Manuel Uriarte, testigo presencial de la expulsin, no ocult su tristeza ni mucho menos sus lgrimas al contemplar por ltima vez el cauce del ro Napo.474 Segn los informes levantados por la oficialidad lusitana que operaba en las villas de Barcelos y Olivena, no eran 27 los jesuitas expulsos de Maynas, eran 19 en total: que ocupan las misiones de Maynas, Napo y Maran475 a quienes se les realiz una suerte de empadronamiento donde se consignaron detalles alusivos a cada uno y a las escasas pertenencias que llevaban consigo.476 Naturalmente la expulsin afectara a las jurisdicciones amaznicas de Espaa pues la consabida desproteccin militar prcticamente institucionalizada por los burcratas de la ciudad de Quito, sumada a la extincin de los jesuitas, haran de la provincia de Maynas y de sus territorios aledaos un espacio de mayor acceso y facilidad para las iniciativas que los portugueses de las capitanas limtrofes pudieran concebir.
Jesuitas Expulsos de las misiones de Maynas, Napo y Maran (1768-1770)477
NOMBRE 1. Francisco Xavier de Aguilar 2. Leonardo Debler 3. Adam Widmann 4. Franz Xaver Weigl 5. Mauricio Caligari 6. Joseph Mara Montes 7. Franz Xaver Plinderdorfen 8. Pedro Esquini 9. Dionisio Ibez 10. Joseph Bahamonde 11. Andrs Camacho 12. Manuel Uriarte EDAD 48 80 63 45 45 46 42 51 51 58 42 48 ORGEN Montilla (Andaluca), Espaa Bamberg, Alemania ?, Alemania Graz, Austria Roma, Italia Bonorva, Italia Linz, Austria Florencia, Italia La Guardia (Alava), Espaa Quito (Reino de Quito) Popayn (Nuevo Reino de Granada) Zurbano (Alava), Espaa CALIDAD Profeso Profeso Profeso Profeso Profeso Profeso Profeso Profeso Profeso Profeso Profeso Formado
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CIPOLLETI, Mara Susana. Fruto de la melancola, en: Op. cit., p. 240. Los nombres oficiales de estas tres entidades misionales con jurisdicciones propias en la cuenca amaznica eran: Misin Alta de Maynas, Misin Baja del Maran y Misin del Napo. Cfr. BORJA MEDINA, Francisco de. Los Maynas despus de la expulsin de los jesuitas, en: NEGRO, Sandra & MARZAL, Manuel M. Op. cit., p. 429. 476 AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 66, Doc. 5708, ff. 1r-2r. 477 Autos da entrega dos Padres Jesuitas dos Dominios Espanhois. Cfr. AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 66, Doc. 5708, ff. 1r-4v.
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13. Martn Schreyna 14. Antonio del Castillo 15. Juan del Salto 16. Carlos Albrizzi 17. Pedro Berroeta 18. Joseph Palme 19. Pedro Schnemann
44 32 35 35 31 35 57
Zlin, Moravia Ampudia (Castilla), Espaa Ambato (Reino de Quito) Venecia, Italia Cuenca (Reino de Quito) Warnsdorf, Bohemia ?, Holanda
Desde finales del siglo XVII los jesuitas encargados de expandir la frontera misional hacia el oriente de la gran cuenca amaznica reclamaban a la Real Audiencia de Quito el urgente envo de tropas que sirvieran para socorrer las eventualidades surgidas debido a las presiones que, tanto indios no sometidos como portugueses de Gro Par y Maranho, efectuaban sobre las comunidades residentes en los pueblos hispnicos. Durante la primera mitad del siglo XVIII, es decir, 40 aos antes, slo la expedicin comandada por Luis de Iturbide e integrada por un batalln no superior a 100 reclutados logr internarse hasta el corazn de la provincia de Maynas. Fue aquella la nica presencia militar medianamente efectiva de la que se tuvo noticia en la regin, presencia cuya duracin no fue mayor a los tres aos y cuyos mediocres resultados eran el fiel reflejo de su cuestionable calidad. Y no era para menos: la ciudad de Quito contaba con una infantera evidentemente escasa, un contingente minsculo de soldados que no tena comparacin con los esquemas defensivos y las numerosas tropas de ciudades-puerto como Lima, Guayaquil o Cartagena. El Marqus de Selva Alegre, Juan Po de Montufar y Fraso, lo constat en 1754: en Quito, la Compaa de Soldados Infantes, haba sido recin creada y contaba con menos de 25 efectivos, quienes armados con lanzas y precarias armas de fuego, reciban un sueldo irrisorio de slo 10 pesos mensuales; salario nada atractivo que se pagaba con las utilidades generadas por la Real Renta de Aguardiente.478 Ms de una dcada despus, el padre Juan de Velasco confirm aquella situacin de inopia militar argumentando que la ciudad de Quito: no ha sido jams plaza de consideracin [] como no lo es ninguna de las que estn tierra adentro [] nunca han pensado en muros, fortalezas, artilleras ni presidios de soldados. Con tales presupuestos, en aquella capital andina existan para ese entonces 50 soldados comandados por un cabo y cuyo destacamento deba desempearse en la defensa del presidente de la Real Audiencia.479 De hecho, !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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Razn sobre el estado y gobernacin poltica, en: PONCE LEIVA, Pilar. Op. cit., T.II, pp. 325-344. VELASCO, Juan de. Op. cit, pp. 314-315.
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hacia 1766 debieron movilizarse tropas desde otras plazas militares del continente como Lima y Panam para tratar de controlar tardamente una fuerte rebelin ocurrida en la ciudad, una serie de motines llevados a cabo a raz de las exigencias estatales sobre los aumentos tributarios,480 los cuales fueron denominados por el padre jesuita Bernardo Recio con el ttulo pomposo de Guerra de Quito.481 Esta era la razn ms sensata para no desplazar tropas disminuidas a la selvtica frontera oriental de la jurisdiccin quitea. Era inconcebible prestar demasiada atencin, invertir caudales, planear pacificaciones y adjudicar una reserva militar notablemente pequea a una provincia vastsima de lmites desconocidos y custodiada a su manera, aunque sin mucho xito, por misioneros jesuitas y algunos vecinos armados que procuraban la conservacin de sus haberes. La proteccin de todo el reino de Quito era prioritariamente costera, por tanto, Guayaquil acaparaba la mayora de las inversiones en las tropas, armamentos, municiones y dems pertrechos necesarios para su defensa. Si bien el establecimiento de misiones jesuitas en los dominios ultramarinos de Espaa y Portugal fue una alternativa bastante idnea para la ocupacin de los espacios carentes de presencia estatal, la expulsin de la Compaa de Jess fue, durante un corto perodo de tiempo, la causal directa del abandono de los pueblos fundados a lo largo de la centuria en la provincia de Maynas, y claro est, en el inmenso resto de territorios fronterizos que de norte a sur constituan amplsimos espacios en el continente americano. Estando ya exiliado en Italia, un clebre y erudito jesuita novohispano, Francisco Javier Clavijero, escribi en tono de resentimiento sobre la infausta expulsin de la Compaa de Jess. Con una encendida indignacin, Clavijero cuestion la vanagloria del Siglo de las Luces y todas sus pretensiones de ilustracin y absolutismo monrquico que ofuscadamente omitan casi dos siglos de labores misionales en el nombre de la fe catlica pero a favor de unas coronas especficas: lo que el ms grosero pueblo no ignorar jams. [Los jesuitas] Haban convertido una parte de la India, de la China, y de la Amrica, que los Obispos y los Papas, los haba siempre protegido, y por ello, Espaa se arrepentira de perder unos dominios que otrora haban sido, junto con las almas de los indios, ganados para la monarqua: habiendo perdido los inmensos pases en la Amrica, y quizs tambin todas las riquezas del Per, se acordar de !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
480 MCFARLANE, Anthony. The Rebellion of the Barrios. Urban Insurrection in Bourbon Quito, en: Hispanic American Historical Review, vol. 69, num. 2, Durham, Duke University Press, 1989, pp. 323-324. 481 RECIO, Bernardo. Compendiosa relacin de la cristiandad de Quito, Madrid, Consejo Superior de Investgaciones Cientficas/Instituto Santo Toribio de Mogrovejo, 1947, p. 531.
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que el Paraguay fue conquistado, o por mejor decir, criado para ella por los jesuitas.482 Sin mencionar explcitamente a la red misional jesutica de la cuenca amaznica Clavijero era portador del despechado sentimiento que allan de igual manera a su colega riobambeo, el padre Juan de Velasco, quien despus de un obligatorio y prolongado periplo que lo llev por Guayaquil, Panam, Cartagena, La Habana, Cdiz, Crcega y Gnova, finaliz su viaje en Faenza, un poblado cercano de Ferrara, norte de Italia, donde por los mismos das llegara a exiliarse su colega novohispano. Durante su exilio, Velasco se dedic a la redaccin de su extensa obra en la cual eran evidentes los comentarios sobre el recelo que le haba producido la decisin del rey de Espaa, Carlos III respecto de la estructura poltica y econmica creada por los jesuitas en diferentes lugares de los dominios hispnicos. Una amplia lista de clrigos de la Compaa de Jess haca parte de los balances expuestos en su Historia del Reino de Quito, lista que informaba sobre aquellos que residieron gran parte de sus vidas en la provincia de Maynas y fueron testigos de las arremetidas portuguesas, de algunos espordicos levantamientos a causa de la sujecin compulsiva y de los mtodos para el adoctrinamiento, asuntos que consignaron con suma tristeza en algunas memorias que veran la luz en varios lugares de Europa a partir de la dcada de 1780.483 Adems de enunciar con nombres y apellidos a cada uno de los padres oficiantes en las misiones selvticas del oriente de Quito, el padre Velasco se encargo de hacer una relacin pormenorizada, un listado de cada una de las misiones con su respectiva ubicacin geogrfica, las naciones484 que las componan, los ros adyacentes y, por supuesto, el nombre del jesuita !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
FROLDI, Rinaldo. Una carta indita de Francisco Javier Clavijero en torno a la supresin de la Compaa de Jess, en: Revista de Literatura, T.63, nm. 126, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Cientficas/Instituto de la Lengua Espaola, 2001, pp. 528-530. 483 CIPOLLETI, Mara Susana. Fruto de la melancola, restos del naufragio: el Alto Amazonas en los escritos de los jesuitas expulsos, en: TIETZ, Manfred (Editor). Los jesuitas espaoles expulsos: su imagen y su contribucin al saber sobre el mundo hispnico en la Europa del siglo XVIII, Frankfurt, Vervuert Verlag, 2001, pp. 240-242; MEIER, Johannes. Op. cit., pp. 82-84. 484 En 1783, ms de diez aos despus de lo explicado por el padre Velasco, el naturalista bahiano Alexandre Rodrgues Ferreira expuso en una de sus Memorias que el trmino naciones/naes tena un significado especial en la cuenca amaznica, por lo menos en la regin dominada por la corona de Portugal. Para Rodrgues Ferreira: Pela palavra naes de ndios de forma alguma se deve entender o mesmo que na Europa. O europeu, que l ouve dizer que tal ou tal rio e habitado por tantas ou tantas naes, enganar-se- ao pensar que algumas delas por exemplo (o que eu no digo) como a alem, a francesa, a portuguesa, etc. No nem sequer aquela parte de habitantes que cabem na menor provncia de qualquer destes reinos. Chamam de naes de indios uma sociedade to pequenha e insignificante em nmero de indivduos que as vezes no ultrapassam mais de 300, 400, e 600 almas. para se admirar que algumas to pequenas corporaes ocupem s vezes espaos maiores que os maiores reinos da Europa. Cfr. RODRIGUES FERREIRA,
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encargado de velar por su prosperidad. Cerca de 40 misiones que aglutinaban en reduccin a 150 naciones, cada una con caractersticas tnicas diferenciadas quedaron a su suerte a comienzos del ao 1767. A decir del padre Velasco, todo el proyecto jesuita contemplado en la red misional construida desde el siglo XVII haba llegado a su fin, hecho que trat de explicar con una metfora singular: un esqueleto gigante, al cual no le quedaron ms que 41 huesos descarnados. Quiero decir, 41 pueblos compuestos de las ltimas reliquias de diversas naciones, tan pequeos los ms, que juntos podan componer uno de aquellos que antiguamente se llamaban principales.485 Relegados entonces de sus posesiones en la cuenca amaznica, la expulsin tambin golpeara de forma notable a las misiones meridionales:486 la frontera misional de Moxos y Chiquitos haba cado en el desamparo momentneo y el acecho lusitano no tardara en arribar, pues para finales de 1765, era bien sabido, incluso por el propio virrey del Per, que los portugueses estaban establecidos bastante cerca a la frontera de la jurisdiccin de las misiones de Moxos.487 Sin prever la fulminante decisin tomada por el monarca espaol, desde ciudades como Lima, Quito y Popayn se destinaron misioneros franciscanos para tratar de completar la cobertura doctrinera de la red misional tanto para la provincia de Maynas como para las gobernaciones aledaas y sufragneas de la Audiencia de Quito y del Nuevo Reino de Granada para intentar sostener lo construido por los jesuitas a lo largo del siglo XVIII. Estuvieran a cargo de jesuitas, de franciscanos o de otra orden religiosa, la administracin colonial al igual que los polticos y letrados de la metrpoli entendan al dedillo que, para el poblamiento y la sujecin estable de las regiones fronterizas y sus respectivos vasallos, el modelo de ocupacin misional era la alternativa que requera de menores inversiones y que a su vez ofreca mejores resultados. Ahora bien, con la expulsin de la Compaa de Jess, paulatinamente se fueron concretando los nuevos propsitos misionales que seran encarados por la orden de San Francisco, y cuyos proyectos comenzaran a funcionar bajo un influjo mucho mayor por parte de la corona y sus representantes en las reales audiencias relativamente cercanas a la cuenca amaznica: a los !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Alexandre. Viagem Filosfica pelas capitanias do Gro-Par, Rio Negro, Mato Grosso e Cuiaba, Ro de Janeiro, Conselho Federal de Cultura, 1972, p. 98. 485 VELASCO, Juan de. Op. cit, p. 540. 486 ESCOBARI DE QUEREJAZU, Laura. Caciques, Yanaconas y Extravagantes. La sociedad colonial en Charcas, s. XVI XVIII, La Paz, Plural Ediciones/Embajada de Espaa en Bolivia/Instituto Francs de Estudios Andinos, 2001, pp. 71-75. 487 AGI. Lima 651, Doc. 16, ff. 350r-352v.
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misioneros les estara vedada la administracin de las misiones, todo ello sera supervisado por agentes dependientes de la Real Audiencia.488 Conforme la provincia de Maynas iba siendo abandonada por sus antiguos custodios, los portugueses permanecan fieles a la idea de reforzar sus fundaciones fronterizas y avanzar en el territorio hispnico. De hecho, acariciaban la idea de reestablecerse en la desembocadura del ro Napo, fundaron una fortaleza en la desembocadura del ro Putumayo y capturaron a 700 indios de Maynas que fueron destinados a la esclavitud en la capitana de Ro Negro.489 Varios aos antes, la corona de Portugal haba sorteado el desamparo de las misiones jesuitas nombrando clrigos carmelitas, mercedarios, religiosos de La Piedad y de La Concepcin, y erigiendo poblados fronterizos acordes con las necesidades de explotacin agrcola. Lo cual dio como resultado la existencia de ms de 60 poblados dependientes del obispado de Gro Par.490 En las nuevas fundaciones la mano de obra proporcionada por los indios fue imprescindible para dinamizar la economa de la regin segn lo propuesto por el Marqus de Pombal. Por ese entonces la corona de Espaa, fiel a los preceptos reformistas, tambin pretenda hacer de sus dominios amaznicos una fuente de ingresos considerable sin dejar de lado la proteccin de su frontera y procurando una nueva oleada colonizadora que pudiera apropiarse del espacio y de la mano de obra indgena. Aunque cmo sola ocurrir en muchos de los casos donde las pretensiones espaolas eran ms cndidas que las circunstancias reales, la mayora de los propsitos fueron inalcanzables.
El proceso reformista impulsado por el Marqus de Pombal para las capitanas portuguesas de la Amazona, al igual que para Brasil y los dominios asiticos de Portugal, se haba puesto en marcha desde la dcada de 1750 con un xito considerable. Para las capitanas amaznicas de Ro Negro y Gro Par se impuls la comunicacin entre los puertos establecidos a lo largo del ro y !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ABURTO COTRINA, Carlos Oswaldo. Polticas y mtodos de evangelizacin en Maynas durante el siglo XVIII: definiendo los elementos de la cultura misionera, en: NEGRO, Sandra & MARZAL, Manuel M. Op. cit., pp. 87-90. 489 QUIJANO OTERO, Jos Mara. Op. cit., p. 527. 490 COELHO, Mauro Cezar. Do Serto para o Mar. Um estudo sobre a experiencia portuguesa na Amrica a partir da Colnia: o caso do Diretrio dos ndios (1751-1798), So Paulo, Universidade de So Paulo/Tese apresentada Faculdade de Filosofa, Letras e Cincias Humanas da Universidade de So Paulo para obteno do ttulo de Doutor em Historia Social, 2005, pp. 101102.
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sus afluentes, se tuvo como conveniente mejorar los caminos, ajustar las legislaciones sobre la minera, darle continuidad a la explotacin maderera, intensificar la produccin agrcola especialmente con los cultivos de caa de azcar y cacao, se incentiv el poblamiento y la ocupacin del espacio trasladando a las fundaciones de la selva familias portuguesas residentes tanto en las islas Azores como en los emplazamientos lusitanos de la costa atlntica marroqu,491 tambin se hicieron cargo de atraer a las comunidades indias habitantes de la espesura para reducirlos a la civilidad de las formas europeas492 y, como materializacin de el podero colonial en aquellos mrgenes, se edific un monumental palacio de gobierno en la ciudad de Belm, bastin capital de los dominios portugueses en la Amazona septentrional. Desde 1755, la creacin de la Companhia Geral do Gro Par e Maranho, gigantesca iniciativa pombalina para ayudar a contrarrestar los alcances del mercantilismo britnico en la rbita martima portuguesa, funcion vinculando de manera ms eficiente la economa de las capitanas amaznicas de Portugal con los diversos puertos del mundo Atlntico.493 Cacao, azcar, algodn, maderas, drogas do serto y otras producciones amaznicas recalaban en lugares como Amberes, Roterdam, Londres, Hamburgo, Cdiz, Gnova o Marsella, as como esclavizados africanos capturados de forma execrable en Cabo Verde, Angola, Guinea y So Tom cruzaban el ocano Atlntico para ser destinados al trabajo compulsivo en las plantaciones amaznicas494 o en sus homlogas localizadas en las capitanas de Pernambuco y Paraiba gracias a los complejos itinerarios de navegacin y distribuciones mercantiles creados para las Frotas da Amazona.495 De otro lado, el gobernador, Fernando da Costa de Atade Teive, posesionado en 1763 se encargara de darle continuidad a las polticas de proteccin y defensa militar encaradas aos atrs por el ya fallecido Francisco Xavier de Mendona Furtado. La poltica defensiva que Atade Teive pretenda establecer estaba dirigida, naturalmente, a las posibles invasiones que los espaoles avecindados en Maynas y los franceses de Guyana pudieran lograr en las jurisdicciones portuguesas. Por ello, los gobernadores subordinados de las capitanas de Ro Negro, Maranho y !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
TEIXEIRA SOARES, lvaro. O Marqus de Pombal, Brasilia, Editora Universidade de Brasilia, 1966, p. 175. DOMINGUES, ngela. Op. cit., p. 137. 493 MAXWELL, Kenneth R. Pombal and the Nationalization of the Luso-Brazilian Economy, en: Hispanic American Historical Review, vol. 48, num. 4, Durham, Duke University Press, 1989, p. 622-626. 494 BOXER, Charles R. O Imperio MartimoOp. cit., p. 193. 495 NUNES DIAS, Manuel. A tonelagem da frota da Companhia Geral do Gro Par e Maranho (1755-1788), en: Revista de Historia, vol. XXVIII, nm. 15, So Paulo, Universidade de So Paulo, 1964, pp. 113-115.
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Piau, deban obedecer las rdenes y ejecutar los planes de defensa designados para cada uno de sus territorios.496 Por su parte, los dominios amaznicos de Espaa en la regin noroccidental, es decir, la provincia de Maynas y las gobernaciones aledaas a la jurisdiccin de Quito, no gozaron de ninguna intervencin importante por parte de la corona, como si ocurri en otras regiones fronterizas de la Amrica espaola. Para inicios de la dcada de 1770 la situacin era bastante similar a la transcurrida durante las dcadas anteriores. Un espacio desprotegido, poco poblado y excluido de los proyectos generales para la explotacin segn las premisas borbnicas era, en comparacin con lo planeado por la corona de Portugal para los territorios vecinos, sumamente menor. En la capitana de Rio Negro los portugueses tenan bien asentado un ncleo urbano capital, la villa de Barcelos y, a manera de punto de avanzada fronterizo, la casa forte de Tabatinga era una suerte de lmite erigido de facto a raz del abandono de la zona supuesto por la expulsin de la Compaa de Jess.497 Siendo un emplazamiento ribereo Tabatinga funga como un foco de operaciones para los portugueses. Desde all se planeaban incursiones a la provincia de Maynas y la mayora de las veces solan concretarse. El entonces gobernador de Maynas, Juan Francisco Gmez de Arce coment en 1770 que algunos portugueses avecindados en la capitana de Ro Negro haban formado toda una brigada para introducirse hasta el pueblo de Loreto, fundacin misional hispnica. Tales noticias haban resonado en la Audiencia de Quito donde adems se saba que el comandante de Tabatinga, Diego Luis Rebello, era el principal instigador de las incursiones. Un espaol llamado Juan Bautista Palma, antiguo prisionero y ahora prfugo del destacamento portugus aposentado en la casa forte de Tabatinga fue testigo de todo el acontecer. Palma, quien haba huido de su calabozo en compaa de dos desertores ms y de un negrito llamado Fernando fue acogido por Justo Bermeo, el capelln de Loreto, quien a su vez escribi a Gmez de Arce sobre el grave peligro que corran los asentamientos espaoles mientras el portugus Rebello y su maldita gente estuvieran regentando en Tabatinga. !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
496 VILAA DOS SANTOS, Fabiano. O governo das conquistas do norte: trajetorias administrativas no Estado do Gro Par e Maranho (1751-1780), So Paulo, Universidade de So Paulo/Tese apresentada ao programa de Pos-Graduao em Historia Social do Departamento de Historia da Faculdade de Filosofa, Letras e Cincias Humanas da Universidade de So Paulo para obteno do ttulo de Doutor em Historia Social, 2008, pp. 118-126. 497 PORRAS, Mara Elena. Gobernacin y Obispado de Maynas, siglos XVII y XVIII, Quito, Abya-Yala/Taller de Estudios Histricos, 1987, p. 75.
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A decir de Palma, el comandante Rebello no escatimara en atacar: dice que si los castellanos le dicen algo no le costara nada el cogerse este pueblo498 Una amenaza completamente real, en tanto que, como parte del reformismo pombalino, la presencia militar en las jurisdicciones portuguesas se haba intensificado y la bsqueda casi desesperada de mano de obra indgena para el trabajo compulsivo era una necesidad apremiante que deba cubrirse a cualquier costo; por ello, el accionar de las tropas de resgate no se limitaba exclusivamente a las jurisdicciones lusitanas. Aquellos cuerpos de milicia buscaban esclavizar indios valindose de ciertos recursos: alianzas estratgicas, transacciones econmicas y capturas furtivas, cuyo resultado era la esclavitud de los indios: una fuerza de trabajo compulsiva que poda asegurar la prosperidad material de las capitanas, y por consiguiente, el crecimiento de los reales erarios.499 Slo hacia 1772, con el arribo de los misioneros franciscanos provenientes de Quito, Per y el Nuevo Reino de Granada se tomaron ciertas decisiones administrativas cuyos alcances no fueron algo trascendental. Una Real Cdula fechada el 2 de diciembre de 1772 ordenaba que en las misiones amaznicas dominadas por la corona de Espaa se deba incentivar el poblamiento buscando la forma de avecindar a criollos, mestizos y espaoles que pudieran arraigarse y contribuir con el crecimiento poblacional y, por supuesto, con el dinamismo del exiguo comercio y la vinculacin interprovincial de Maynas con las gobernaciones aledaas de Quito, Quixos, Macas, Lamas, Moyobamba, Pasto y Popayn. Aunque para esta ltima ciudad se haba prohibido el ingreso por su flanco oriental y provincia de Sucumbos, pues la justificacin dada por el oficial Jos Basabe haca referencia a que: no sea ocasin de comercio por el ro Putumayo con el Gran Par colonia de portugueses.500 Todo esto estaba sujeto a la legislacin consignada en las Leyes de Indias, un gran paso en materia administrativa para la anquilosada administracin colonial de los dominios amaznicos. En la Real Cdula se consign tambin la necesidad de reestructurar las jerarquas de las jurisdicciones amaznicas. El gobierno eclesistico estara conformado por un vicario secular general residente en la misin de La Laguna que tendra como subordinados a todos los misioneros de Maynas, pero a su vez, obedecera rdenes del obispo de Quito. A los nuevos pobladores de la provincia se les asegurara la entrega de una pequea parcela de tierra, la cual !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
AGI. Quito 400, Doc. 47, ff. 251r-252v. DOMINGUES, ngela. Op. cit., p. 186. 500 AGN. Miscelnea, Tomo II, f. 514v.
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podran dedicarla a los cultivos de pancoger y, de la misma forma, beneficiarse de los recursos que provean los ros. As pues, reestructuracin administrativa, eclesistica e incentivos al poblamiento fueron disposiciones orientadas a la supresin de las funciones de los misioneros en mbitos que sobrepasaran la dimensin espiritual en su trato con los indios. Aunque de igual manera, en tal ordenanza se contempl algo fundamental para el futuro de la provincia: su defensa. Contra las incursiones portuguesas se haca necesario el nombramiento de un gobernador principal que, en aras de evitar su ausentismo, fijara su residencia permanente y sede principal del gobierno en la misin de San Ignacio de Pebas. El gobernador tendra como subordinados a sus colegas de San Francisco de Borja, Quixos y Macas y sus funciones seran el velar por la proteccin de la provincia frente a las cotidianas incursiones extranjeras. La reestructuracin de la provincia de Maynas planeada con la Real Cdula de 1772 no fue ms que una de las varias tentativas que la corona de Espaa siempre boyante en intenciones y proyectos no pudo realizar a cabalidad.501 La frontera selvtica comprendida por la provincia de Maynas y las aledaas jurisdicciones del noroccidente amaznico era, al parecer, inaprensible para los funcionarios que pretendieron alcanzar la prosperidad, la felicidad y la eficacia adminisrativa de los dominios hispnicos ms marginados mediante las polticas reformistas. Aquella jurisdiccin hispnica de la cuenca amaznica permaneca con las mismas caractersticas que, desde mediados del siglo XVI, conquistadores, exploradores y clrigos le atribuyeron: desierto inculto, tierra de barbarie, llanos de peligro. Denominaciones tpicas y usuales para los espacios fronterizos del vasto Nuevo Mundo. En un informe redactado en 1772 para el virrey Pedro Messa de la Cerda, el fiscal protector de indios del Nuevo Reino de Granada, Francisco Antonio Moreno y Escandn, realiz un bosquejo general sobre la situacin poltica, religiosa y militar de todo el virreinato. En tal informe, las referencias y datos sobre las jurisdicciones amaznicas no fueron obviadas ni concebidas como espacios carentes de importancia, por el contrario, echando mano de cartografas, el fiscal explic muy claramente que la provincia de Maynas era un territorio limtrofe tanto hacia el virreinato del Per como hacia las capitanas portuguesas y otras posesiones europeas: lindando por la de Chachapoyas, y circunvecinas pertenecientes al !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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virreinato y Audiencia Real de Lima, por cuya parte se extiende hasta el ro del Maran o Amazonas, hasta la lnea divisoria de la corona de Portugal502. Si bien el virrey pudo tener cierta claridad acerca de los lmites de su virreinato en la regin suroriental, para los portugueses aquellas consideraciones eran prcticamente inexistentes y carentes de valor. Las noticias de las invasiones portuguesas llegaban hasta la distante y encumbrada ciudad de Santa Fe, capital virreinal, y el informe de Moreno y Escandn daba cuenta de ello: portugueses en la cuenca del ro Orinoco dedicados a extorsiones y esclavitud en sus dominios eran los causantes de que los indios huyeran de la capitana de Ro Negro para buscar refugio en las misiones franciscanas de los espaoles, y ms al sur, en la fronteriza provincia de Maynas. Aquellos presupuestos se repetan todava con ms rigor: adems de las hostilidades, es decir, del hecho de maltratar y esclavizar a los indios, los portugueses:
por cuyos confines, fuera de las hostilidades que causan [] tienen usurpado bastante terreno a este Virreinato, introducindose igualmente hacia Guayana, hasta establecerse en la famosa laguna de Parima; sobre que son de ver los respectivos informes hechos en el asunto por el gobernador de Mainas y comandante de Guayana, que ofrece dar particulares noticias.503
Una poblacin consistente en 11.714 personas era el saldo demogrfico de toda la provincia de Maynas hacia 1772. El crecimiento poblacional casi se triplic en cuestin de 45 aos, lo cual era una cifra nada despreciable para una regin fronteriza donde las voluntades de fundar emplazamientos eran casi nulas y la asignacin de renta anual por parte de la Real Audiencia de Quito era de slo 1.340 pesos. La cifra no era alentadora, as que Moreno y Escandn reconoci que la provincia de Maynas, al igual que sus jurisdicciones aledaas, padecan un mal infranqueable; el territorio fronterizo era aborrecido por algunos frailes franciscanos que fueron designados para oficiar en las misiones, los portugueses continuaban acechando los pueblos y mantenan una presencia constante en sus fortificaciones ribereas, la oficialidad de Quito no garantizaba la proteccin militar y el gobernador provincial haba sucumbido frente a lo malsano !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Estado del Virreinato de Santa Fe, Nuevo Reino de Granada, y relacin de su gobierno y mando del excelentsimo seor Bailio Frey Don Pedro Messa de la Zerda, Marqus de la Vega de Armijo, Caballero Gran Cruz de Justicia del Orden de San Juan, Gentilhombre de cmara de su majestad con llave de entrada, decano de su consejo el Real y Supremo de Guerra, Teniente General de la Real Armada; Virrey, Gobernador y Capitn General del mismo Nuevo Reino, y presidente de su Audiencia y Cancillera Real, en: COLMENARES, Germn. Relaciones e Informes de los gobernantes de la Nueva Granada, Tres Tomos, T. I, Bogot, Biblioteca Banco Popular, 1989, p. 154. 503 Ibid., p. 170.
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del terreno y la fragosidad de los caminos buscando pretexto para vivir fuera, dejando teniente en su lugar. Adems de esto, el fiscal mencion que el estado del comercio en la provincia de Maynas era ms que pauprrimo y su escaso dinamismo era una suerte de estancamiento que no alcanzara solucin si la provincia no tena una comunicacin directa con la ciudad de Quito. (Ilustracin 2) Por ello tena la certeza de que la construccin de un camino que iniciara desde las misiones adyacentes al ro Napo era una solucin tangible, no slo para el comercio interprovincial, sino tambin para que la oficialidad tuviera una ruta de acceso menos intrincada y, dado el idlico caso, el camino sirviera para la movilizacin de tropas dispuestas a combatir los perjuicios causados por las incursiones lusitanas. Vulnerable y efectivamente vulnerada por los portugueses y sus tropas de resgate, las misiones de la provincia de Maynas slo tenan mayor sosiego con respecto de las invasiones lusitanas en el flanco occidental de la cuenca amaznica504. Ciudades como Archidona, vila y San Francisco de Borja, as como las jurisdicciones de Mocoa y Sucumbos estaban menos exentas de ser acechadas por el enemigo. Sin embargo, en su margen oriental aquella vulnerabilidad era mucho ms funesta y visible. Misiones como San Ignacio de Pebas, San Joaqun de Omaguas o San Francisco Javier de Yavar eran pretendidas constantemente por los milites avecindados en los diversos emplazamientos de Rio Negro. Contrario a las aspiraciones e ideas espaolas sobre la presencia militar en el territorio, los portugueses contaban con una gran capacidad de accin y despliegue sobre la jurisdiccin de sus capitanas amaznicas. Fortificaciones, soldados, armas y municiones eran la estructura militar dispuesta para velar por la defensa de la frontera y, claro est, por la expansin de la misma a costa de la evidente desproteccin del contendor. Mientras la oficialidad radicada en Santa Fe, Quito y Lima, se ahogaba entre planes y fallidos proyectos de ndole militar para la ocupacin de las fronteras, sus antagonistas operantes en So Luis, Belm, e incluso en las villas de Borba y Barcelos, fraguaban verdaderos planes de defensa y expansin. Slo en la ciudad de Belm, capital de Gro Par, el Regimento da Infantaria, es decir, el nmero de soldados !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
LEHM ARDAYA, Zulema. Efectos de las reducciones jesuticas en las poblaciones de Maynas y Mojos, en: SANTOS GRANERO, Fernando. Opresin colonial y resistencia indgena en la Alta Amazona, Quito, Flacso/Cedime/Abya-Yala, 1992, pp. 135-148.
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disponibles superaba los 650 individuos hacia el ao de 1754,505 cifra nada comparable al nmero de efectivos militares que pudieran hallarse en toda el territorio de la Real Audiencia de Quito. Conforme ampliaban su nmero de efectivos, planeaban ataques, posicionamiento de tropas, construccin de fortificaciones, guarniciones y otras acciones necesarias para hacer de su jurisdiccin un espacio ms hermtico a la presencia enemiga. El nuevo gobernador de Gro Par, Joo Pereira Caldas as lo confirm. En una carta enviada al Secretario de Estado da Marinha e Ultramar a comienzos de 1774, explic la necesidad de ejecutar un plan de defensa ptima que consistiera en construir una guarnicin con presupuesto independiente y separada de la capitana de Ro Negro. El motivo era posicionarse en la margen ms occidental de aquella jurisdiccin y evitar as las largas jornadas para el transporte de tropas y destacamentos militares, gastos que se ahorraran a la Fazenda Real. Todo ello con el fin de guarnecer a capital a fortaleza daquelle rio, e as fronteiras com os dominios de Hespanha, pelas Rayas do Javar, e Orinco.506 Un plan que sera llevado a cabo, mnimamente, con el empleo de 160 hombres que conformaran toda una compaa. Adems de ello, el gobernador solicit ms hombres en tanto que planeaba conformar un destacamento de Soldados Artelheiros que sera comandado por los militares de alto rango residentes en la capitana de Ro Negro, y para ello, redact una relacin bastante detallada donde se incluyeron tanto los pertrechos existentes as como los faltantes morteros, obuses, bayonetas, espingardas y municiones para los regimientos de Belm, Macap y Maranho. Espaoles, y en menor medida franceses, seran los invasores a repeler.507 Los portugueses establecidos en la villa de Barcelos, codiciaban algo ms que indios para esclavizar en las jurisdicciones hispnicas, codicia que no fue monopolizada slo por ellos, pues era obvio que los espaoles y su indoblegable voluntad quimrica no dejaran pasar por alto la oportunidad de hallar para s un nuevo tesoro de El Dorado. Bien conocidas son las peripecias de varias generaciones de conquistadores y exploradores europeos que, en casi todas las regiones del continente, entre los siglos XVI y XVII, persiguieron con desespero la fama, la gloria, y sobretodo la fortuna que pudiera entregarles el hallazgo de El Dorado, mtico premio guardado para los ms osados aventureros del Nuevo Mundo. !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 72, Doc. 6095, [Cuadro Anexo] Ibid., f. 1r. 507 Ibid., f. 2r.
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Hacia la dcada de 1770, los rumores sobre su existencia seguan cundiendo, y en la regin amaznica tuvieron su concrecin en la cuenca del lago Parime. Desde el siglo XVI, exploradores como el espaol Antonio de Berro y el ingls Sir Walter Raleigh se refirieron a esta amplia depresin territorial ubicada en las planicies de Rupununi actual Guyana como Laguna Parima, nombre aproximado a la denominacin con la cul fue conocida por los portugueses y los espaoles de las gobernaciones amaznicas. De hecho, para el siglo XVII varios de los mapas espaoles que ilustraban la regin ubicaban a El Dorado en la Laguna Parima.508 En 1771, Pedro Messa de la Cerda, virrey del Nuevo Reino de Granada, haba sido informado de las andanzas de los portugueses en las tierras que estn al oriente del ro Negro, concretamente, en el lago Parime. Su incursin desde la capitana de Ro Negro hasta aquel lugar haba sido posible, a decir del virrey, por la inexistente vigilancia espaola en aquel desierto inmenso.509 El lugar donde el lago se ubica era claramente parte de la jurisdiccin hispnica en la Amazona, jurisdiccin que haba sido reconocida desde siglos atrs, lo cual indicaba que la presencia portuguesa contravena las Leyes de Indias adems de las ordenanzas que se emitan desde las audiencias de Santa Fe, Caracas y Quito. (Mapa 7) As lo haba atestiguado en 1774 el gobernador de Guayana, Manuel Centurin, en una carta dirigida a Jos de Glvez. Los portugueses se haban adentrado desde su capitana hasta Parime, navegando el ro del mismo nombre. Por ello, Centurin haba nombrado a un comisionado, el capitn de infantera Antonio Barreto, para dirigir la queja sobre la presencia portuguesa al gobernador de la capitana de Ro Negro y de no ser atendido, recurrir hasta instancias del propio gobernador de Gro Par. Adems de haberse adentrado hasta Parime, los portugueses tomaron como prisioneros a una tropa de soldados espaoles, hecho que agudiz el reclamo por la invasin:
Para convencerlos y obligarlos a que la den fue instruido en exponerles que los portugueses no han poblado ni ocupado hasta ahora el ro Parime (que nace en lo interior de esta provincia de Guayana y desagua en Ro Negro, dividido ya en tres brazos con el nombre de ro Blanco pues es notorio que el ao de 1773 baj la primera vez nuestro interprete de caribes Don Isidro Rondn a explorarlo de orden del referido comandante de la expedicin de la Parime, y le naveg hasta la voca del ro Mao por donde se introdujo al de Abaraur remontando por ellos hasta aproximarse a la laguna Parime; de donde se
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HEMMING, John. Fronteira Amaznica Op. cit., pp. 67-68. QUIJANO OTERO, Jos Mara. Op. cit., p. 529.
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retrocedi y volvi a salir por la boca del Mao y desde all hasta la de Curaricara fundo los pueblos de Sn. Juan Bautista de Cadacada, Santa Brbara y Santa Rosa con los indios salvages que hall y voluntariamente se redujeron a la Dominacin del Rey Nuetro Seor en las orillas del Parime.510
Para el mes de octubre del ao siguiente, se envi otra expedicin consistente en 18 hombres de tropa y 30 indios511 auspiciada desde Santa Fe por el virrey del Nuevo Reino de Granada y comandada por un cadete llamado Antonio Lpez quien, en un intento por legitimar el territorio como parte de los dominios hispnicos, tomo posesin de la Laguna Parime y Dorado. Sin embargo, desde el mes de julio del mismo ao el gobernador Joo Pereira Caldas supo de aquellos movimientos espaoles, hecho que no le preocupaba demasiado, pues conoca de antemano la flaqueza de aquellas tropas y sus proverbiales impericias: no duvido muito pela conheida falta de tropa que sempre tivero, fue una de las opiniones que expres en un informe,512 mientras que en la capitana de Ro Negro, el gobernador Joaquim Tinoco Valente procuraba no bajar la guardia frente al mismo asunto: haba hecho capturar a un grupo de 12 espaoles fortificados en el lugar donde desemboca el ro Tacut en el Ro Blanco el ao de 1775, cumpliendo a cabalidad el precepto lusitano de atacar e prizionar todos os que da dita nao ou de outra qualquer se encontrassem naquele rio.513 Una vez que la expedicin concret la posesin, un destacamento portugus fortificado en la desembocadura del ro Mao los tom por arresto. El gobernador Centurin inform que haba sido Michel Antoine Futon, un desertor francs fugitivo de Guyana, quien advirti a los portugueses de Barcelos sobre las insistencias de los espaoles por ocupar Parime.514 Poco tiempo despus, el gobernador de Gro Par supo de la advertencia, reaccionando con el envo a la regin de un contingente de 200 soldados acompaados de 500 indios fusileros, para !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
AGI. Caracas 445, Doc. 1, ff. 1v-2r. Al momento de elaborar la lista de los indios tomados como prisioneros, los portugueses contaron cuatro indios ms, lo cual suma una cifra de 32 personas. En total 17 adultos cuyos nombres eran: Urucumau, Paruy Conchi, Rosa, Mauricio, Capanuchi, Subi, Antamaco, Camayaure, Perucumare, Emutapere, Sicare, Marestae, Guaeava, Faravay, Caripa y Copi y 17 nios cuyos nombres eran: Cumi, Punaima, Cunaba, Pipitol, Guoipono, Piasuva, Paaurica, Cuaspara, Bescama, Curavaea, Capaispaque, Poronoca, Ereanar, Capoqui, Aguapa y Sapay. Cfr. AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 75, Doc. 6307, ff. 6r-7v. 512 AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 76, Doc. 6369, f. 3v. 513 AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Rio Negro, Caja 3, Doc. 185, f. 1r. 514 Cabe recordar que adems de espaoles y portugueses, la regin donde se ubica Parime es bastante prxima a los dominios holandeses. De hecho en el informe del gobernador Centurin se explica que los holandeses establecidos en Esequibo, estaban al tanto de la expedicin ejecutada por los espaoles para fundar un asentamiento en Parime. Cfr. AGI. Caracas 445, Doc. 1, f. 3r.
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subyugar al destacamento espaol conformado por escasos 13 hombres asentados en el pueblo de San Juan Bautista de Cadacada [o San Juan Bautista de Cayacaya]. Los portugueses los apresaron con las muestras de los metales que sacaron del Dorado en las excavaciones practicadas por el minero y fueron trasladados como prisioneros a la capitana de Ro Negro. Nueve meses despus, de la tropa no se tena ni el menor indicio, aunque s se supo que a los indios los haban esclavizado para obligarlos a trabajar cargando tierra en conchas de tortuga en la construccin de una fortaleza que buscaban establecer en el ro Mao: una casa grande con piedra que estn haciendo para poner caones ms grandes que los nuestros.515 Hecho que para los espaoles era igual de delicado en comparacin a lo que ocurra en la provincia de Maynas. Los portugueses eran una amenaza en todas las franjas limtrofes de la cuenca amaznica, y especialmente en la regin del alto ro Negro haban vulnerado el espacio que ellos conceban como la llave de nuestra frontera y territorio.516 El gobernador Centurin se empe en redactar una cndida representacin ante las autoridades portuguesas, pues era cierto que los lusitanos haban incurrido en una fuerte contravencin hacia los derechos de Espaa sobre el territorio. No obstante, una tierra fronteriza en la cual no se hubieran estipulado los lmites fijos, fueran arcifinios o no, era un espacio propenso para este tipo de enfrentamientos. Por ello, lo expuesto por el gobernador Centurin en 1776 al Ministro de Indias Jos de Glvez consistira en que:
se restituyan el cadete y sargento con su respectiva tropa, armas, pertrechos, municiones, bageles e indios, a los puestos que ocupan cuando los sorprendieron esto es: el primero a la boca del Mao y el segundo a Cadacada y que los daos hechos en casas, plantos y sementeras, los rezarzan y den el auxilio necesario para recoger los indios amontonados, a fin de poner los pueblos antedichos, en el estado que los tenamos cuando los insultaron y finalmente que retirandose los portugueses de la fundacin que hacen en el Mao y Parime se figen lmites treinta o cuarenta leguas mas abajo; de modo que ni los portugueses puedan propasarse de ellos hacia la voca del Mao y Laguna Parime, ni nosotros adelantarnos de estos puestos a los dhos limites. De esta importante diligencia que he repetido tambin por la va del Parime tendr relacin la resulta por la gran distancia a que se encamina pero la que produjere o noticiare sin
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Carta de Don Vicente Diez de la Fuente a D. Manuel Centurin, fechada en Guirior a 3 de julio de 1776, relatandole lo sucedido a los expedicionarios que fueron al descubrimiento de la Laguna Parima y Dorado, en: RAMOS PREZ, Demetrio. El mito del DoradoOp. cit., p. 681; Cfr. LUCENA GIRALDO, Manuel. La ltima bsqueda de El Dorado: las expediciones al Parime (1770-1776), en: Ibero-Americana Pragensia, nm. XXVI, Praha, Univerzita Karlova v Praze, 1992, pp. 67-86; HEMMING, John. How Brazil Acquired Roraima, en: Hispanic American Historical Review, vol. 70, num. 2, Durham, Duke University Press, 1990, pp. 309-310. 516 AGI. Caracas 445, Doc. 1, f. 4v.
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perdida de tiempo a VS a quien acompao un plano que muestra el derrotero que llev Nuestra Expedicin hasta el dorado; la situacin de este y de la Laguna Parime y tambin de los tres pueblos que tenamos en el ro de su nombre con copia de la carta escrita por mi al gobernador de Barcel [sic]; y me parece que desde luego se pasen los correspondientes oficios a la corte de Lisboa para que por ella se mande al General del Par cumpla puntualmente lo que pido y a satisfaccin del capitn comisionado Dn. Antonio Barreto, pues de otro modo creo no lo haga, quien sabiendo lo que aquello importa lo ha usurpado con tanta violencia y se halla con fuerzas y ventajas tan superiores a las nuestras en el da que no tiene que temer de nuestra parte.517
Efectivamente la representacin hispnica era de tal tenor, sin embargo, los portugueses tenan otra versin que justificaba sus propios actos. El gobernador Joo Pereira Caldas as lo hizo saber a sus superiores en Lisboa ese mismo ao de 1776: los portugueses haban apresado, nuevamente, y com igual felicidade la tropa de espaoles que se haba internado en el Parime avanzando por el ro Tacat.518 A su decir, no eran 18 espaoles, eran 20 ms un cadete que los comandaba junto a los 34 indios aliados que llevaban como servidumbre y a manera de escolta militar. Espaoles que, a diferencia de lo creido por ellos mismos, haban incursionado en un dominio portugus adquirido por las vas de hecho. Aparte de retenerlos, los portugueses les confiscaron todos los bienes que traan, utillajes y objetos propios del quehacer explorador: pedreros de bronce y hierro, diamantes, sacatrapos, cuchillos de mano, bayonetas, armas de fuego, botijas y barriles de plvora, pederneras, balas, martillos, un comps, pares de calcetas, hierros de calafate, lanzas, botijas de aceite y de vinagre, ollas de hierro, resmas de papel, arpones, panes de sal, varias petacas y otras herramientas de uso cotidiano en las expediciones.519 Adems incluyeron papeles escritos con ordenanzas, instrucciones oficiales y hasta un largo diario de expedicin que los lusitanos consideraron exteno e insignificante para ser traducido y transcrito en la relacin de lo incautado.520 Aquellos documentos eran el testimonio fidedigno de los quimricos proyectos espaoles: el descubrimiento de la Laguna Dorada y las supuestamente robustas minas de oro que, a decir de las autoridades portuguesas em fim no acharo depois de tanto trabalho, adems de efectuar !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Ibid., f. 5r-5v. Tacat: ro de la provincia y gobierno de Guyana en la Amrica Meridional, nace de la laguna Parime la parte de poniente y unido con el ro Maho forma el que llaman Blanco, que luego entra por la parte septentrional en el Maran, y no en el negro, como est en la carta del curso del Maran de D. Carlos de la Condamine. Vase Yaguarip. Cfr. ALCEDO, Antonio de. Diccionario Geogrfico-Histrico de las Indias Occidentales o Amrica, Cinco Tomos, T. V, Madrid, Imprenta de Manuel Gonzlez, 1789, pp. 8-9. 519 AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 75, Doc. 6307, ff. 4v-5v. 520 Ibid., f. 1r.
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nuevas reducciones a naciones indias que habitaban la jurisdiccin de Ro Negro. Si bien el gobernador Centurin y la oficialidad de las reales audiencias de Caracas y Santa Fe, no tenan ni la ms remota idea sobre aquella tropa prisionera, los portugueses informaron que los infestadores fueron conducidos como presos hasta la ciudad de Belm y all estaban esperando a que desde Lisboa, Martinho Melo e Castro, Secretaro do Estado da Marinha e Ultramar, enviara alguna orden que definiera su futuro prximo y fueran restituidos de nuevo a la jurisdiccin espaola.521
Soldados espaoles capturados en Ro Negro y cautivos en Belm do Par en 1776.522
NOMBRES (Cadete) Antonio Lpez Manuel Herrera Gabriel Martnez Andrs Salazar Isidoro Rondn Vicente Navarro Rafael Jos Paisano (?) Manuel Muate Juan Herrera de Aguilar Juan Simn Jimnez Antonio Jos de Lema Calixto Ortz Manuel Zapata Prinse (?) Juan Bautista de Larraza Miguel Martnez Andrs Jos Surez Francisco Gil Jos Vidal Juan Pedro (Desertor) Duqui (?)
Expediciones malogradas, capturas furtivas, bsquedas de riquezas y toda suerte de amenazas mutuas conformaron la efervescencia fronteriza del noroccidente amaznico a mediados de la dcada de 1770. Si al nororiente de Maynas la situacin era evidentemente crtica y sus ecos haban llegado a los estrados de las reales audiencias de Amrica del Sur, en ciudades capitales como Lima, Quito, Popayn, Santa Fe, Caracas y seguramente en Charcas se conocan, en la medida de lo posible, las consecuencias de la expulsin de la Compaa de Jess, de la notable ausencia de ejrcitos y del constante merodeo de los portugueses provenientes de las capitanas de Ro Negro, Gro Par y Mato Grosso, amn de su capacidad militar para poner en jaque la soberana de los dominios espaoles incursionando allende sus mrgenes, no slo con el fin de
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AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 75, Doc. 6328, f. 1r. Relao das pessoas que vo prezas para essa capital. Cfr. AHU. Conselho Ultramarino.Brasil-Par. Caja 75, Doc. 6307, f.
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capturar indios y someterlos a la esclavitud, sino tambin contrabandeando en pequea escala con los comerciantes andinos y con algunos misioneros de fe mercantilista. Frente a ste ltimo aspecto, que no era un tema secundario, el oficial Joseph Basabe reconoci la necesidad de que la Real Audiencia de Quito financiara la construccin de una fortaleza en la desembocadura del ro Napo para impedir los contrabandos que del Par han tomado su camino por esta va. El virrey comprenda que las rutas de acceso frecuentadas por los portugueses para ingresar a la provincia de Maynas eran diversas lo cual haca indispensable proteger la provincia con ms de una fortaleza. Un proyecto que en su opinin tena costos altsimos pues adems de construir la pretendida en el ro Napo y asegurar un destacamento permanente para su vigilancia, se deban construir otras para velar por la proteccin de rutas como: los ros Putumayo, Pastaza, Coca y aquellas otras que atravesaban las provincias de Moyobamba, Lamas y Jan de Bracamoros. Sin embargo, ms all del costo humano y monetario de aquel proyecto, el oficial Basabe no era muy optimista en tanto que predeca los cohechos que los militares designados para las fortalezas pudieran fraguar con los comerciantes portugueses vidos del oro amaznico y de la plata altoperuana.523 Enterado de las diversas situaciones, el virrey del Nuevo Reino de Granada y otrora virrey de la Nueva Espaa, Manuel Antonio Flores, escribi con preocupacin al Ministro de Indias, Jos de Glvez, una carta en la que gracias a las informaciones surtidas por el gobernador de Popayn Francisco Iturrate se explicaban con tino las desavenencias con los vecinos de las capitanas lusitanas. Algunos franciscanos de las misiones hablaron sobre las extorsiones que los portugueses cometan en la larga cuenca del ro Putumayo, asuntos que tenan ecos tanto en la provincia de Maynas como en el suroriente de la gobernacin de Popayn. Incluso en la ciudad de Quito, el presidente de la Real Audiencia ya haba sido instruido sobre las rdenes a cumplir conforme las incursiones portuguesas mantuvieran su ritmo en las jurisdicciones hispnicas. Por ello, en septiembre de 1776, la oficialidad de la Real Audiencia de Quito fue obligada a remediar el asunto acudiendo a la tropa y milicias de este gobierno, con la idea de desplazarse hasta Maynas para repeler al invasor. Aquella misiva demostraba que la situacin que emergi debido a las tensiones fronterizas, y ms an, la displicencia en las acciones militares indispensables pero !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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casi inexistentes a lo largo de todo el siglo XVIII por parte de la oficialidad quitea eran reprochadas con justa razn. El gobernador Iturrate fue testigo de ello:
Al presidente de la Real Audiencia de Quito] se le ha dicho que vigile y no permita que los portugueses se introduzcan ni un paso en los dominios del Rey: que no sea el primero en atacar sino que rechace la fuerza con la fuerza justificando siempre la puntualidad con que el rey observa la buena correspondencia con las naciones amigas haciendo de modo que siempre consten las irrupciones y tropelas que siempre causan los portugueses contra los vasallos y en los terrenos de nuestro soberano, oponindose a estas con vigor, defendiendo el terreno y vasallos como es de su obligacin y con arreglo a lo referido.524
Por su parte, el gobernador de Gro Par segua esgrimiendo el ya avejentado, reevaluado y nada vlido Auto de Posse redactado por el capitn Pedro Teixeira en la primera mitad del siglo XVII. No obstante, desde las capitanas portuguesas la inconformidad relativa a las posesiones amaznicas tambin era moneda corriente y los reclamos hacia los espaoles por la usurpacin territorial fueron debidamente argumentados. El gobernador de Gro Par asegur que: nos limites dos Rees Dominios de sua magestade fidelissima se tem ltimamente establecido e multiplicado pelos vassalos de sua magestade catholica. Refirindose tanto a la presencia de espaoles cateadores de minas y buscadores de naciones indias para reducir, como a algunos desertores de recnditas guarniciones portuguesas.525 El asunto era ms que delicado: a juzgar por el encabezado de la carta escrita por el gobernador de Popayn en 1776, el hecho de que los portugueses hubieran construido una fortaleza en la desembocadura del ro Putumayo destacando un regimiento con sus respectivos pertrechos, amerit a que el rey, por medio de su virrey en Santa Fe, anunciara: que no perdone indio ni providencia que conduzca a contener y escarmentar los portugueses hasta reducirlos a sus antiguos lmites y tomar venganza de los insultos que en todos los confines han hecho contra los territorios y vasallos de S.M.526 La iracundia del rey, posiblemente transmitida y distorsionada por el virrey neogranadino, no ira ms all. Era un acto de ntida impotencia y pocos alcances frente a todo un complejo expansionista que no escatimaba en acciones inmediatas. En 1770, cinco de los clrigos franciscanos asignados para las misiones de Maynas haban sentido el rigor de la intrusin !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
AGI. Quito 400, ff. 177r-177v. Ibid., f. 148r. 526 Ibid., ff. 176r-176v.
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portuguesa en la provincia. Fray Bonifacio de San Agustn Castillo, fray Juan de Nuestra Seora de los Dolores, fray Joseph de la Concepcin Vicua, fray Ignacio de Nuestra Seora de Gracia Romero y fray Joseph Antonio de los Dolores e Iglesias, se desplazaron hasta la misin de Nuestra Seora de la Concepcin y una vez all fueron tomados como prisioneros a manos de dos portugueses armados provenientes de un lugar conocido como La Cayzara en las riberas del ro Amazonas, y luego trasladados a la fuerza hasta la fortificacin lusitana construida en la desembocadura del ro Putumayo. Los clrigos aseguraron que all los portugueses tenan formado un destacamento y que tambin contaban con el utillaje blico suficiente para enfrentar cualquier intento de represin hispnica, adems de reafirmar que las tropas de resgate merodeantes en los cauces ribereos de la regin alto-amaznica seguan dedicados a la extraccin contnua de los indios reducidos en las misiones de Maynas. De hecho, no eran slo indios los capturados por los vasallos luso-brasileros de la magestad fidelssima: a decir de los cinco frailes, un chapetn llamado Juan Antonio Garca y un esclavizado negro conocido como Fernando, propiedad de un tal Francisco Rivas, ambos residentes de la misin allanada, tambin fueron tomados como prisioneros y trasladados hacia algn calabozo de Belm.527 (Mapa 8) Uno de los hechos ms ilustrativos de la capacidad militar de los portugueses en su frontera del noroccidente amaznico fue el despojo perpetrado a los espaoles de su misin de Loreto, ribera del Amazonas. Juan Francisco Gmez de Arce, gobernador de Maynas inform sobre el caso asegurando que las tropas asentadas en Tabatinga haban anexado al pueblo de Loreto como parte de su jurisdiccin desde finales de 1773.528 Desmontado territorio se le puso por nombre Tabatinga, y adelant el destacamento que se hallaba en Yaguar, fue la descripcin que el gobernador brind al presidente de la Real Audiencia de Quito y que, adems, fue conocida por el gobierno de Gro Par en 1776. El asunto no termin all. Las preocupaciones del gobernador Gmez de Arce tambin se encaminaron a que los portugueses haban comenzado a mejorar las condiciones materiales de la casa forte de Tabatinga. Desde las capitanas de Ro Negro y Gro Par se trajeron soldados para refuerzo de la tropa, municiones, maestranza de carpintera, herreros y otros efectivos con destrezas para la construccin: con quienes a toda
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diligencia se estn construyendo casas y otros edificios despus de haver fortificado el pueblo con una estacada.529 Aquella construccin erigida a raz del despojo de una porcin territorial fronteriza era pues, para Diguja, la materia ms delicada puesto que asegur que todo haba sido realizado sin el consentimiento del rey de Portugal quien, segn l, mantena una buena armona con su contraparte de Espaa. Conforme a ello lanz una advertencia al gobernador de Grao Par: se abstenga enteramente de la continuacin de dichas comenzadas fbricas y se retire con su destacamento y operarios sitados a el antiguo sitio de Yaguar,530 y con miras a lograrlo, expuso al Consejo de Indias el proyecto de trasladar sesenta u ochenta familias que se sustentaran de estancias agrcolas a la vez que su establecimiento servira como medio para presionar el desalojo de los portugueses y, desde luego, la recuperacin del territorio usurpado.531 Es posible que los portugueses hayan tomado tal advertencia con socarronera; las disposiciones de ndole oficial ms an las de un adversario causaban muy poca mella en los avatares fronterizos y, en trminos reales, las esperanzas que florecan del proyectismo oficial para enfrentar militarmente las avanzadas se repelan de forma tajante con presencias de soldados e infraestructuras verdaderas derivadas de la iniciativa portuguesa. Los portugueses contaron con el amparo de su corona y con el acervo material suficiente para expandir sus fronteras y merodear por la provincia de Maynas a la sazn de impedimentos antagnicos casi inexistentes. El presidente Diguja se quejaba de ello al mismo tiempo que ilustraba los fatdicos alcances que los lusitanos lograban en la Amazona hispnica con sus muy recurrentes pirateras:
que los vasallos de SM fidelisima, auxiliados de sus Reales Armas, suben todos los aos a las playas y montes de los pueblos de Loreto, Pebas y otros, extendindose con sus barcos y rancheras hasta el ro Napo, a fin de hacer pesquera de Tortuga y extraher el cacao, zarza y otros efectos que producen aquellos Pases y lo mas extrao e intolerable es, que con igual auxilio suben por el ro Putumayo por los que en el desembocan y otros a hacer correras y en ellas cautivar los mizerables yndios en perjuicio de la libertad que gozan y de la proteccin del Rey Cathlico.532
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AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 76, Doc. 6348, f. 3r. Ibid., f. 3v. 531 AGI. Quito 307, Doc. 31, f. 3r. 532 AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 76, Doc. 6348, f. 4r.
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Tratando de que sus advertencias causaran el impacto esperado, el presidente Joseph Diguja, ech mano de presunciones que, quizs podan tener algn efecto en el expansionismo portugus. Amenazas inocentes fraguadas en la irrealidad como la existencia de tropas que descendieran a la frontera selvtica desde la ciudad de Quito y cuyos ciento, o ciento y cincuenta hombres inflingiran a los portugueses un castigo ejemplar. Tal vez Diguja saba que no poda ufanarse de contar con su tropa soada, mucho menos que sta estuviera dispuesta a penetrar en la recndita provincia de Maynas para combatir a unos enemigos que hasta podan cuadruplicarlos en nmero y superarlos escandalosamente en pertrechos y utillajes blicos. Por tanto, se limit a solicitar que el gobernador de Gro Par aceptara su peticin de abandonar la jurisdiccin hispnica y de devolver los indios esclavizados por las tropas de resgate a sus respectivos pueblos, todo ello con el debido miramiento.533 Ese ardiente clima que revisti la situacin fronteriza en 1776 tuvo, en cierta medida, un trasfondo significativo cuyas dimensiones no se circunscribieron slo a la cuenca amaznica. Era tambin una situacin continental que, tangencialmente, implic para la corona de Espaa el intervenir sobre los dominios de Amrica del Sur que permanecan en constante disputa. Por ese entonces el estallido revolucionario en las Trece Colonias britnicas de Amrica del Norte haba trascendido felizmente en el tiempo y para 1776 se encontraba en el cenit de su furor. Su conclusin, es decir, la Independencia de aquellos territorios respecto de la corona de Inglaterra y la primigenia conformacin de los United States of America tuvieron un impacto notablemente singular en las Amricas espaola y portuguesa,534 siendo la Nueva Espaa y los dominios insulares del Caribe espaol los lugares que posiblemente experimentaron una mayor repercusin en los aspectos polticos y econmicos.535 Desde alianzas comerciales hasta los ms inspirados impulsos revolucionarios emergieron en la Amrica espaola a raz de la independencia que las Trece Colonias declararon ante dominio ingls en el norte del continente, y de una forma particular, pero no menos significativa, en la recndita y casi olvidada provincia de Maynas tambin se percibieron ecos lejanos de esa transcendental revolucin. !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Ibid., f. 4v. LISS, Peggy K. Op. cit., pp. 204-205. 535 GRAFENSTEIN, Johanna von. Nueva Espaa en el Circuncaribe, 1779-1808. Revolucin, competencia imperial y vnculos intercoloniales, Mxico, Universidad Nacional Autnoma de Mxico/Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos, 1997, pp. 127-131.
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El virrey del Nuevo Reino de Granada observ con detalle las implicaciones que poda tener la revolucin en Amrica del Norte sobre las jurisdicciones hispnicas de Amrica del Sur. Todo era conciso: Inglaterra haba perdido tal vez su ms preciada posesin en el continente americano, hecho que a su decir, sera una causa que estimulara el expansionismo britnico en detrimento de los dominios espaoles; una formulacin suspicaz en tanto la corona de Portugal segua incondicionalmente figurando como aliada poltica y econmica de Inglaterra a pesar de que, durante esos aos, sta ltima se juraba polticamente neutral. Al sur del continente los portugueses seguan insultando a Buenos Aires con sus merodeos y contrabandos en el estuario del Ro de la Plata, asunto que el rey de Espaa combati con el envo de flotas navales y legiones que juntas conformaran un cuerpo de 9.000 hombres para la defensa de los puertos platenses en su virreinato recientemente fundado.536 Se reconoci entonces que la corona de Portugal actuaba siempre bajo las instigaciones de Inglaterra, y los ingleses, a su vez, fraguaban planes de usurpacin en los espacios ms vulnerables de los dominios hispnicos. La provincia de Maynas y el resto de jurisdicciones amaznicas se veran amenazadas por el ms astuto y poderoso de los imperios europeos y debido a ello, a efecto de no ser sorprendido con que los ingleses intenten alguna invasin en aquellos territorios, el virrey Flores sugera que para la defensa del Nuevo Reino de Granada y, en especial de sus fronteras amaznicas, se copiaran las decisiones tomadas para la defensa de la lejana Buenos Aires.537 Esta determinacin tena un sustrato material evidente: la carencia de tropas y efectivos militares, pues: la general falta de armas y municiones que tiene el virreinato aunque se quiera suplir no hay de donde sino se provee de Europa como se tiene pedido repetidas veces a la va reservada. Naturalmente la Real Audiencia de Quito tambin estaba obligada a participar en la defensa militar de la Amazona hispnica. El virrey haba informado al presidente de la Real Audiencia de Quito sobre la imperiosa necesidad de contar con armamentos y tropas. Desplazar militares desde el puerto de Guayaquil hasta Maynas era la peticin fundamental, pues trasladar infanteras desde Panam, adems de la distancia y las insalvables demoras, era una empresa engorrosa que efectundose hacia el sur por el ocano Pacfico desprotega la defensa del Caribe stmico dejando la ciudad de Portobelo, una vez ms, a merced de los britnicos. !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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LYNCH, John. Op. cit., p. 286. AGI. Quito 400, ff. 204r-204v.
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As, el flanco occidental de la provincia de Maynas podra estar protegido, o por lo menos prevenido frente a los ataques enemigos. Los movimientos planeados por el virrey excluan tajantemente los aportes militares que podan proporcionarse desde la ciudad de Santa Fe, capital del virreinato. Era entonces imposible apoyar el plan defensivo desde all an cuando hubiera tropa, milicias disciplinadas, armas y municiones, pues todo el abasto de plvora de la capital virreinal entre 500 y 600 quintales se haba enviado con el fin de proteger a la ciudadpuerto de Cartagena de Indias, y de ser posible, el virrey asegur que la tropa ni llegara en estado de servicio a Quito cuando se le llevase por lo dilatado y fragoso del camino. Por su parte, para el flanco oriental, el virrey Flores consider que desde Europa tambin podran enviarse tropas hasta Guayana: estas ingresaran por la desembocadura del ro Orinoco y se acantonaran en lugares estratgicos a la espera de cualquier amague invasor.538 Slo ideas y proyectos fallidos, nada ms que eso. La provincia de Maynas, a diferencia de otras posesiones, no ocup una posicin privilegiada en los itinerarios defensivos de la corona de Espaa en Amrica del Sur. Aunque el virrey del Nuevo Reino de Granada mostrara frente a ello una seria preocupacin, Maynas era una frontera amplia, adversa y vulnerable, de difcil manutencin y a espaldas de los claros intereses econmicos que suscitaban los distritos mineros de los Andes, las populosas ciudades novohispanas y los enclaves portuarios del continente y del Caribe insular. El virrey Flores as lo dibuj el 30 de septiembre de 1776 con unas palabras redactadas al Consejo de Indias por la va reservada y no sin cierta desazn, o tal vez, impostada dolencia:
Me da cuidado aquella parte de la jurisdiccin de la audiencia de Quito en los gobiernos de Maynas, Quixos y dems, todos situados en las inmediaciones de los caudalosos ros que desaguan en el Maran o Amazonas, por los cuales tienen los portugueses la facilidad de hacer sus expediciones con comodidad por agua, cuando nosotros tenemos la parte alta, nos cuesta mucho y an imposibilita hacer lo mismo por medio de las cordilleras de los Andes. Este punto se ha descuidado en el tiempo pasado y fuera bueno haberlo aprovechado fotificndonos en las bocas de los ros, y en las angosturas de los valles por donde viajan estos al Maran cuya obra pide dinero y para recoger este es menester tiempo. En mi particular quisiera estar en Maynas, viaje dilatadsimo y en Cartagena a un tiempo, quedandome en inaccin en cuanto a viajar, por no saber a donde ser mayor la urgencia, dando cuantas providencias puedo desde aqu, bien que pronto a partir a la ltma plaza, por ser ms importante y con este motivo me parece exponer que cuando la Audiencia de Quito sin
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presidente oficial militar, segn lo ltimamente dispuesto har falta cuando se ofrezca defender la frontera con los portugueses como es preciso hacerlo ahora y las costas de Guayaquil en el mar del Sur cuando las ataquen los ingleses.539
Por su parte, desde los inicios de 1777, los portugueses mantenan la posicin de alerta en la capitana de Ro Negro. A pesar de su inferioridad militar, espaoles y, en muy menor medida holandeses, seguan siendo observados con cautela. Las experiencias pasadas demostraban que los enemigos tambin tenan la capacidad de incursionar en los territorios ajenos usando las conexiones fluviales. Por ello, dentro de las polticas defensivas adoptadas para las capitanas amaznicas de Portugal se encontraba la presencia de tropas con nmeros amplios de soldados, vecinos reclutados por conviccin e indios armados, adems de los respectivos abastos de municiones y armamentos necesarios para emprender la defensa ante posibles amenazas forneas especialmente en la cuenca del Ro Blanco. De hecho, el da 14 de enero de 1777 el gobernador de Gro Par orden el desplazamiento de una tropa encargada de enfrentar a unos espaoles supuestamente asentados en el pueblo de Santa Rosa, asentamiento del que nada ms quedaban antigos vestigios y que fue luego repoblado con indios de la jurisdiccin de Ro Negro.540 Pocos meses despus, los informes del gobernador no reportaban novedades sobre movimientos extranjeros en la regin.541 Tal vez los agitados hechos de 1776 haban diezmado las intenciones espaolas de transgredir las advertencias sealadas previamente. Sera entonces el nuevo ao el momento en que diversos acontecimientos dispararan el dinamismo de esta frontera bi-imperial. Una noticia ms o menos inaudita fue revelada en el septentrin suramericano a comienzos de 1777. El 14 de febrero, desde la ciudad de Lima, el virrey del Per Manuel Guirior, envi la orden al presidente de la Real Audiencia de Quito, Joseph Diguja, para el alistamiento de una tropa: todo un contingente compuesto con las fuerzas que le parezca necesarias a expulsar a los portugueses de los dominios de S.M en el Maran. Aquella determinacin, llena de sentido y voluntad defensiva, a la vez que bastante inverosmil en relacin a los casi inexistentes desplazamientos de tropas durante los aos pasados, sera bautizada y conocida poco tiempo despus como la Expedicin del Maran. Ms de un siglo atrs, en toda la gobernacin de Maynas, nunca se tuvieron noticias de tamaa decisin. Ni desde ciudades como Quito, ni desde !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Ibid., ff. 206r-207r. AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 76, Doc. 6370, f. 1v 541 AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 76, Doc. 6402, f. 1r.
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Lima, ni mucho menos desde Santa Fe o Caracas se plane una intervencin de las propociones de tal expedicin. Las disculpas sobre lo mermado de los ejrcitos o la evidente bisoada de los efectivos disponibles eran respuesta comn, ms an cuando otras necesidades para la intervencin militar deban suplirse en otros lugares del los virreinatos ubicados en el norte suramericano, sobretodo en perodos donde las colisiones entre imperios europeos podan acontecer con naturalidad. El virrey del Per pareca resuelto a enfrentar a los portugueses en los dominios amaznicos, en los cuales Maynas era una provincia principal. Desde luego, frenar los injustos procedimientos de los lusitanos era, en palabras de Joseph Diguja, un asunto complejo, no por la dificultad de combatirlos ya que para su fortuna se contara con tropas, municiones y pertrechos suficientes, sino por los inacabables obstculos para el desplazamiento de un crecido nmero de hombres por los caminos que, desde las provincias andinas del litoral, conducan a las tierras bajas drenadas por los ros amaznicos. Sin embargo, los nimos del presidente Diguja no menguaron frente a los obstculos naturales de la spera selva: en una breve carta al virrey asegur que vencera las dificultades que parecen insuperables, a la sazn de contar con los auxilios pertinentes.542 Guirior acept lo requerido por su subalterno y adems de organizar una soldadesca digna para la expedicin a la frontera selvtica, nombr a dos cirujanos y a un boticario que partiran desde el puerto de El Callao rumbo al norte hasta el puerto de Paita, jurisdiccin de Quito: tres hombres encargados de custodiar la salud de todo el cuerpo expedicionario, equipados con toda suerte de insumos y remedios para atender las heridas y dems padecimientos en las jornadas militares: sal de Inglaterra, aceite de nuez moscada, polvos de ruibarbo, antimonio diaportico, laudano opiado, piedra infernal, frascos de lata, pomos de vidrio, libras de hilo, un millar de agujas as como de alfileres, jeringas pequeas, tazas de peltre, cerillos, jarabe de adormideras, aguas arteriales y de canela, extractos de Saturno, races aperitivas, miel de abejas, blsamo catlico, pulpa de caafstula, benedicta laxativa, alumbre crudo, pldoras balsmicas, flor de saco, semillas fras, harinas resolutivas, barriles de aguardiente, bistures, sondas de fierro, cuchillos corvos, tenazas sacabalas, esptulas de hierro, cinta para torniquete, !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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resmas de papel, entre otros tantos elementos, seran el equipo con el cual los expertos en medicina atenderan las emergencias y seguras calamidades de la tropa.543 Obviamente, adems de los cuidados para toda la soldadesca, los pertrechos, la artillera y las municiones eran tambin las herramientas imprescindibles en la jornada expedicionaria para rechazar con la fuerza a d[ic]hos portugueses de los sitios en que se han establecido.544 Complaciente con el presidente Diguja, el virrey del Per dispuso el embarque de todo lo solicitado en el puerto de El Callao, un lugar ideal para el despacho de las tropas y sus haberes, ya que para ese entonces en la ciudad de Lima exista un nmero superior a los mil hombres disponibles para ser destinados a misiones militares, bien fueran ultramarinas o del interior continental, aspecto claramente aprovechado por el virrey Guirior.545 El Gran Poder de Dios, la embarcacin elegida, sera entonces el medio de transporte empleado para trasladar tanto a la tropa como a su extenso utillaje blico. La conduccin hasta Quito de todos los elementos relativos a la expedicin le fue encargada a dos hombres: el capitn de artillera Pedro Revuelta y un subteniente llamado Marcos Camba, quienes bajo el mando del coronel y comandante general de Artillera del virreinato del Per, Antonio Zini, seran los responsables de velar por todo el armamento y sus accesorios respectivos: seis caones de bronce, con un peso de ms de 200 kilos cada uno y bautizados con nombres del santoral catlico segn la usanza ibrica en cuestiones de milicia: San Juan, San Jernimo, Santa Teresa, San Juan de Dios, Santa Ins y Nuestra Seora de Loreto. Adems de aquella pesada artillera, otro considerable rubro de armamentos y pertrechos blicos dignos de cualquier gesta militar dieciochesca, de aquellas en que la corona de Espaa sola participar, tanto en tierras europeas como en los amplios espacios y dems rincones de Ultramar, pero cuyo saldo consisita ms en hechos lamentables que en triunfos para el orgullo monrquico. As, los invasores portugueses seran recibidos por un notable arsenal compuesto por:
seis juegos de armas de calibre de a 4 y otros tantos de a 3, y juntamente dos sacatrapos de primer calibre y dos de segundo: tres compaces de puntas curvas de un pie de largo, y nueve pasabalas de los calibres de a 12, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, y 1, de bronce y las armas sin astas (pesa cada uno con sus pinzotes 3 arrobas, 3 libras) Trece pedreritos del calibre de a
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Ibid., ff. 287r-291r. AGI. Quito 400, f. 199r. 545 LOHMANN VILLENA, Guillermo. Historia Martima del Per. Siglos XVII y XVIII, 12 Tomos, T. IV, Lima, Instituto de Estudios Histrico-Martimos del Per, 1975, pp. 195-196.
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4 onzas guarecidos con su pinzote para tragante; de bronce (Van empacados en un cajn como los de fusiles y precabidos de la misma forma) Doce esmeriles, los nueve de alatn y los tres de fierro, montados con sus llaves, baqueta y fierro y armazn con su pinzote para el tragante.546
Fuera de esto, se adicionaron 250 cajones por falta de cueros de vaca donde iban empacados 2.500 fusiles de calibre 16 con sus bayonetas y cada uno con su piedra y todas limpias y en buen estado, pues es armamento nuevo. Tambin mil balas de calibres 4 y 3, y 393 granadas de mano. Se agregaron utensilios procedentes de los Reales Almacenes de Marina ubicados en el puerto de El Callao a efecto de construir embarcaciones pequeas y giles para navegar los ros amaznicos.547 Era pues, sin duda, un gran esfuerzo en materia militar, una decisin nunca antes tomada para enfrentar a los portugueses que, desde varias dcadas atrs, se haban establecido usurpando una gran porcin de la jurisdiccin perteneciente a la corona de Espaa en el alto Amazonas.
RELACIN DE LA ARTILLERA, ARMAS, PERTRECHOS Y MUNICIN QUE SE HAN APRONTADO PARA DESPACHAR A QUITO, Y A LA EXPEDICIN DEL RO MARAN DE ORDEN DEL EXCELENTSIMO SOR. VIRREY DON MANUEL DE GUIRIOR, Y DISPOSICIN DEL CORONEL Y COMANDANTE GENERAL DE ARTILLERA DEL REYNO DEL PER DON ANTONIO ZINI, Y QUE DESDE LUEGO MARCHA AL CUIDADO DEL CAPITN DE ARTILLERA DN. PEDRO REVUELTA, Y HECHO CARGO FORMALMENTE EL SUBTENIENTE DEL MISMO RL CUERPO DON MARCOS CAMBA, 548 Y ENTREGA A DISPOSICIN DEL SOR. PRESIDENTE DE QUITO. NMERO DE RECIPIENTES 16 Cajones 42 Cajones 100 Barrilitos 11 Cajones 11 Cajones ? ? CONTENIDO 500 cartuchos de piel de vaca del calibre de a 4 cargados con trozos de fierro de fragua, por no haber otra metralla. 51 quintales y 67 libras de balas de plomo y 18 y 2/7 con algo ms en libra es de a 14 adarmes para aplicar a metrallar. 100 quintales de balas de fusil del calibre de a 16 pero ellas de a 17 en libra para tirar con cartucho que componen del nmero de 100 balas. Once quintales de balas de a 17 libras para pistolas del calibre de a 20 y no van los 15 quintales enunciados en la relacin del paralelo, por no haberse encontrado en la prctica sin embargo de darse mucho mayor nmero efectivamente en el estado de exsitencia. 300 espadas de caballera con sus cinturones y estos no tienen los sables y por eso no se remiten (30 espadas en cada cajn) Quinientos rejones con sus astas equivalentes a chuzos que no existen 30.000 piedras de fusil en 19 cajones; los 18 con 1.600 piedras cada uno; y el restante 1.200
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AGI. Quito 239, Doc. 58, f. 294v. Ibid., f. 300r. 548 Ibid., ff. 295r-295v.
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4.000 piedras de pistola Cuerda mecha, diez quintales Hachas de a dos manos o de derribar, sin cabos, quinientas en 23 cajones, a razn de 22 hachas en cada uno de los 22 y 16 en el restante Azadas 200 en once cerones de esparto, las nueve con 18 azadas cada uno: y los dos con diez y nueve Papel para cartuchos de fusil en bulas viejas 100 resmas de a 400 pliegos cada una Resmas de papel de escribir, seis y media de papel de marca mayor Galpagos de plomo siete, con treinta arrobas, siete y media libras. Sacatrapos y rascadores de fusil en una misma pieza de Baqueta de fierro, treinta Tachuelas de reclavar cajones, un quintal con dos martillitos de oreja enmangados Ciento y cincuenta pieles de vaca
Para la utilizacin de todos los pertrechos el presidente Diguja se ocup de conformar una tropa con soldados reclutados en Quito y en otros ncleos urbanos andinos de jurisdiccin aledaa.549 Varios guayaquileos y un puado de pastuzos fueron convocados a participar de la expedicin alcanzando as un nmero crecido de efectivos que ascendi a los 1.075 hombres en total: oficiales, tambores, cabos y soldados que fueron destinados para las compaas de granaderos y fusileros. Pedro Brusual, el comisario de guerra nombrado para la Expedicin del Maran describi algunos detalles de la tropa en un informe anexo redactado a principios de 1778:
Tena tambin un maestro armero y entre los tambores ejerca uno sin suelo de ttambor mayor y otros que sin gozar prestaciones estaban puestos en la escuela de la caxa. No solo toda esa tropa estaba vestida y armada sino que se haban hecho muchos vestuarios para la gente que se iba reclutando como igualmente fue preciso hacer correajes, furnituras, caxas, banderas y cuanto era necesario para levantar los batallones [] y estaban haciendo tambin algunos pertrechos, utsensilios, e instrumentos de gastadores, para el uso de la misma campaa 550
Adems, buscando que todos los hombres destinados a la Expedicin del Maran fueran gentes diestras en los oficios militares, el virrey le concedi a Diguja un grupo de oficiales de infantera adscritos al Batalln de El Callao, de los cuales varios contaban con experiencia militar en algunos regimientos de la pennsula ibrica. Ellos tambin se embarcaran y zarparan en El Gran Poder de Dios, la nave sealada, y llegaran hasta Guayaquil, para luego desplazarse por tierra y ros hasta el corazn de las intrincadas provincias amaznicas.551 Tambin, y por considerar a cada uno acechador de sus mritos, el presidente Diguja destin su cuota personal !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
PORRAS, Mara Elena. Op. cit., p. 76. AGI. Quito 239, Doc. 80, ff. 317v-318r 551 AGI. Quito 239, Doc. 58, ff. 297r-297v.
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de oficiales militares inscritos en las nminas de la Real Audiencia de Quito. Nombr a tres corregidores peninsulares que se desempeaban en Quito, Quixos y Otavalo respectivamente para ser enlistados bajo su tutela en la Expedicin del Maran: hombres de importante y reconocida experiencia militar como Joseph Carrasco, quien haba servido a los ejrcitos espaoles en las guerras sostenidas por la corona en lugares como Italia, Francia, el norte de frica, El Darin y la isla de Cuba en estos ltimos servicios combati a los britnicos en Cabo Tiburn y en el sitio de La Habana durante la Guerra de los Siete Aos fue designado como sargento mayor; Apolinar Daz de la Fuente soldado distinguido en el Regimiento de Dragones de Extremadura [y] conquistador en el Alto Orinoco como cuartelmaestre y comandante de las compaas de gestadores; y por ltimo, Joseph Poss Pardo, un viejo guardia de capitanes en la Compaa Espaola, como su inmediato ayudante de campo.552
RAZN DE LOS OFICIALES DE INFANTERA DEL BATALLN DEL CALLAO, Y ASAMBLEA DE ESTA CAPITAL, QUE SON DESTINADOS A LA EXPEDICIN DEL MARAN, COMETIDA POR SM, AL SOR. PRESIDENTE 553 DE QUITO, CON EXPRESIN DE SUS AGRADOS. NOMBRE Francisco Garos Agustn de Torres Manuel Soriano Juan Molviedro Joseph Reguera Miguel Blanco Francisco Benoch Agustn Lasso Joaqun Garca Pedro Pachel Nicols Arregui Joseph Soliva Manuel Sierra Ignacio Saavedra Antonio Donoso Ramn Gil del Valle Juan Pablo Lastaunau Francisco Masferrer Francisco Larrua Joseph Herrero Joseph Varela Manuel Planella RANGO Coronel Sargento Mayor Habilitado Teniente (habilitado de Capitn) Teniente (habilitado de Capitn) Teniente (habilitado de Capitn) Teniente (habilitado de Capitn) Teniente (habilitado de Capitn) Teniente (habilitado de Capitn) Teniente (habilitado de Capitn) Teniente (habilitado de Capitn) Teniente (habilitado de Capitn) Teniente (habilitado de Capitn) Teniente (habilitado de Capitn) Teniente (habilitado de Capitn) Teniente Teniente Teniente Teniente Teniente Teniente Teniente Teniente
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AGI. Quito 400, ff. 262r-262v. AGI. Quito 239, Doc. 58, ff. 295r-295v.
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Joseph Marzn Joseph Dourcurt Francisco Soler Domingo Castao Pedro Revuelta Marcos Camba Manuel Costilla Antonio Extremiana Pedro Hermosilla Toms Hidalgo
Subteniente (habilitado de Teniente) Subteniente (habilitado de Teniente) Subteniente (habilitado de Teniente) Subteniente Habilitado de Capitn Subteniente Subteniente Ingeniero Ordinario Cirujano Mayor Boticario
Las designaciones de personal, el avo de los pertrechos suficientes y el alistamiento de la soldadesca, tendran un costo elevado. El virrey Guirior fue el encargado de gestionar las inversiones desde Santa Fe, no obstante, el presidente Joseph Diguja solicit, adems, 500.000 pesos para los gastos que pudieran contraerse en la Expedicin al Maran, lo cual alcanz un monto presupuestal de 1685.474 pesos. Aquella cantidad era una suma bastante significativa, una cifra mayscula que, sin duda, fue difcil de asumir por un erario virreinal que se hallaba en deplorable estado hasta para destinar la cuarta parte del monto solicitado por el entusiasta presidente de Quito.554 A pesar de todo, el virrey inform que haba enviado 100.000 pesos para el mismo propsito recogiendo de todas las tesoreras sus caudales, nico monto disponible en los reales erarios peruanos ya que por ese entonces, desde la ciudad de Lima se estaba financiando una expedicin mayor para proteger el lejano puerto de Buenos Aires y los dems enclaves platenses.555 De hecho, para el financiamiento de las campaas en el estuario del Ro de la Plata que en estricto sentido tambin buscaban enfrentar y excluir a los portugueses de los dominios hispnicos el virrey del Per recurri a prestamos privados, varias cantidades de los honrados vecinos de esta capital que, a su decir: sin inters ni premio alguno, invirtieron parte de sus haberes en la causa defensiva afrontada hasta el momento por el monarca.556 Era claro entonces que la financiacin de las campaas militares en la Amrica espaola era una empresa costosa que, de llevarse a cabo implicara desajustes en los erarios y, por tanto, en los dems gastos e inversiones requeridas con urgencia en los dominios.557 Fue entonces un !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
AGI. Quito 239, Doc. 75a, f. 311r. AGI. Quito 400, f. 231r. 556 AGI. Quito 239, Doc. 58, ff. 299r-299v. 557 MARCHENA FERNNDEZ, Juan. La defensa del imperio, en: CASTILLERO CALVO, Alfredo & KUETHE Allan (Director y Codirector). Historia General de Amrica Latina. Consolidacin del orden colonial, Nueve Volmenes, vol. III, T. II, Pars, Ediciones Unesco/Editorial Trotta, 2001, pp. 615-617.
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notable despliegue de logstica militar, de inversin de capitales y de verdaderos nimos protectores hacia los dominios hispnicos de la Amazona lo que se experiment desde la capital del virreinato del Per y se esper con ansias en la ciudad de Quito. Un plan completamente novedoso y poco recurrente en los espacios fronterizos de la vasta Amrica espaola. Pudo ser una de las reacciones ms fuertes y oportunas en contra de la presencia portuguesa en los dominios suramericanos del rey catlico. Pudo ser, adems, el inicio para la recuperacin de los territorios perdidos que, desde la etapa de la ocupacin jesutica, haban quedado a manos de los portugueses acantonados a lo ancho de la capitana de Ro Negro. Pero debido a un acontecimiento puntual, a una reaccin de la corte de Madrid, se suspendi la Expedicin del Maran. El da 15 de julio de 1777, en los despachos de la Real Audiencia de Quito se recibi la noticia proveniente de la ciudad de Lima: a raz de un improvisado armisticio, Carlos III, soberano de Espaa, haba ordenado la cancelacin de la Expedicin del Maran y el Ministro de Indias, Jos de Glvez, fue el emisor de la nueva. El motivo era estarse celebrando tratados de paz con el rey de Portugal,558 un acuerdo concertado poco tiempo atrs bajo la intervencin diplomtica de Francia e Inglaterra559 y sazonado por un benfico aire de familia. En realidad el rey Jos I de Portugal haba fallecido en el mes de febrero de 1777, por lo cual Carlos III tuvo que negociar con Mariana Victoria de Borbn, la viuda consorte portuguesa, quien al mismo tiempo era su sobrina.560 Aquello era nada menos que los albores del Tratado de San Ildefonso, el cual entrara en pleno vigor a partir del mes de octubre de ese mismo ao. El presidente Diguja, an a la espera de los auxilios venidos desde Lima, ya tena reclutados a 350 hombres en el puerto de Guayaquil, adems del Regimiento de Pardos o morenos libres561 del puerto para comenzar las jornadas expedicionarias del alto Amazonas. Herreros, calafates, y otros reclutados estaban dispuestos para trabajar en la construccin de embarcaciones: cuentas hechas, asegurados los proveedores de vveres para el abasto, listos los alojamientos para la tropa e iniciada la conduccin de la artillera disponible en Quito y Guayaquil hacia el pas donde se iba a hacer la guerra tuvieron que ser paralizados por gracia !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
AGI. Quito 239, Doc. 58, f. 291r. LUCENA GIRALDO, Manuel. Ciencia para la frontera Op. cit., pp. 100-101. 560 AGI. Quito 239, Doc. 75a, f. 311r. 561 AGI. Quito 239, Doc. 86, f. 335r.
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de la orden metropolitana. El presidente Diguja, quien se hallaba sin perder tiempo en esta ciudad, con el mayor esmero en la disciplina, formacin y enseanza de tropa que estaba creando, debi finiquitar el proyecto expedicionario y olvidarse para siempre de las flacas remesas 100.000 pesos aportados por Lima y 170.656 pesos aportados por Santa Fe562 destinadas para su remuneracin y para los salarios de la tropa.563 Todo ello condujo a que se ordenara el retiro de los soldados de Guayaquil, al licenciamiento de los oficiales y a la congelacin de los gastos y el consumo de los vveres ya aprobados para los suministros de la amplia comitiva expedicionaria.564 A pesar de tales circunstancias, Joseph Diguja reconoci que, de cualquier forma, los capitales destinados para la Expedicin del Maran no eran suficientes para cubrir los gastos que surgieran a lo largo de las jornadas defensivas. Slo seis meses era el perodo calculado para la subsistencia de toda la tropa y su parque de oficiales bajo circunstancias favorables que amainaran los nimos de una posible sublevacin; seis meses en los cuales apenas se tendra todo listo para dar inicio a la expedicin: un tiempo bastante corto si se consideran factores a sortear como la distancia, los costos, la dificultad de acceso a la cuenca amaznica y, por supuesto, la calidad militar de los rivales a enfrentar. Por ejemplo, segn lo afirm el propio Joseph Diguja:
Los enemigos tienen en aquel ro barcos de cubierta en los que traen cuando vienen del Par sus caones y guarnecidas las muras de pedreros y as para oponerse a ellos como para facilitar los desembarcos y conducir nuestra tropa, se deban conducir, lanchas, chatas y botes, estableciendo astillero en el Maran [] Tanto en el Maran como en el Ro Negro tienen los portugueses fortalezas con artillera, las cuales para sitiarlas y batirlas es necesario llevar caones de un regular calibre con los pertrechos, municiones, y utensilios correspondientes, siendo costossimo el poner este tren a la actual frontera, distante seiscientas leguas de esta ciudad, estando de por medio la spera, alta y desierta cordillera de los Andes [] Aunque est la tropa enemiga regada, y divertida por los
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AGI. Quito 400, f. 241r. AGI. Quito 239, Doc. 58, ff. 283r-284r. 564 En una carta dirigida por Joseph Diguja al ministro de Indias Jos de Glvez en enero de 1778, se explica con mayor detalle la reforma de la tropa emprendida por el presidente de la Real Audiencia de Quito: Muy seor mo, en 31 de diciembre del ao 1777, y en 3 del corriente (1778), represent a VE haber suspendido los preparativos que estaba con la mayor actividad haciendo para desalojar los portugueses del ro Maran, por las rdenes que recib del virrey de Lima, referentes a las que tuvo de SM para que cesasen las hostilidades que en estos dominios se ejecutaban contra los enemigos de su corona, y en su consecuencia, retir los pertrechos oficiales y caudales que le haba pedido, y me enviaba sin cuyos auxilios no poda emprender la expedicin que el Rey se haba dignado fiarme ni menos conservar la tropa que tena ya levantada por cuya razn y las dems que expone a VE en dhas representaciones, me he visto en la indispensable necesidad de reformarla como en efecto se ejecut el da 7 de este mes dejando en esta ciudad las mismas tres compaas que la guarnicin. Cfr. AGI. Quito 239, Doc. 80, ff. 317r-317v.
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muchos fuertes, poblaciones de los ro Maran, Negro y Putumayo, por la seguridad en que se hallan de que no los podemos sorprender por esta serrana.565
Sin embargo, el entusiasta presidente Diguja asegur que, de ser necesario, y dados los auxilios materiales proporcionados por los virreyes del Per y del Nuevo Reino de Granada, no sera difcil volver a conformar una tropa con reclutados quiteos.566 Durante el mes de junio de ese mismo ao, y sin prever la factible cancelacin de la Expedicin del Maran, un oficial llamado Francisco de Requena haba sido nombrado como cuartelmaestre de la expedicin.567 Experto en temas militares y con un amplio historial al servicio de la monarqua, Requena entreg un informe al presidente Diguja donde realiz una exposicin pormenorizada de todos los elementos que, en su opinin, necesitaban considerarse para alcanzar el xito en la expulsin de los portugueses de las jurisdicciones hispnicas. Requena era consciente de que a lo largo de los muchos aos transcurridos, tanto en la corte de Madrid con en las reales audiencias de Quito y Santa Fe, era muy vaga la informacin que se tena sobre los dominios amaznicos, particularmente sobre la provincia de Maynas. Sin embargo, tena muy claro que la amenaza portuguesa era una realidad constante que deba ser combatida de la manera ms profesional dado que su ocupacin de diferentes puntos de la cuenca amaznica les permitan controlar el territorio amn de crear un sistema eficaz a la hora de emprender la defensa de sus dominios. Requena, quien haba recaudado buena informacin al respecto, inform que:
Adems de estas que son las primeras que VS deba atacar, tienen otras muchas de donde pueden extraer enteramente las guarniciones para defender su extraordinaria frontera, sin riesgo de perderlas por estar en lo interior del ro: tales son Pauxis, Topayos, Paru y Curupa, esto es en el Maran pues en el Ro Negro tienen otras cinco bastantes regulares, segn los planos que ha presentado el capitn de la esmeralda Don Apolinar Dez de la Fuente que las examin y naveg aquel ro en el ao de 1769 por las que infiero tendrn en el ro Maran cuadrados fortificados, con la misma regla que tienen en el ro Negro, y si ocho aos hace estaban con tanta precaucin, con ms razn lo estarn ahora que si no est la guerra declarada, estn viendo que por el ejrcito de Buenos Aires, toma SM justa venganza de los insultos que han cometido y temern se les castigue por esta parte porque tambin han hecho a Nro. Soberano bastantes agravios. No es solo de Maran y Ro Negro de donde pueden recibir fuerzas, para frust[r]ar esta expedicin; del mismo Par pueden sacar socorros: en aquella plaza en
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AGI. Quito 239, Doc. 75, ff. 308r-308v. AGI. Quito 239, Doc. 58, f. 286v. 567 BEERMAN, Eric. Francisco Requena: la expedicin de lmites. Amazona 1779-1795, Madrid, Compaa Literaria, 1996, p.16.
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tiempo de paz hay dos regimientos de a mil hombres sin las milicias del Pas, a las que hacen en ocasin de guerra tomar las armas para el servicio ordinario de las cuales y de la tropa veterana pueden haber mandado un gran destacamento, el que reunido a las dems tropas que est por el ro y a los moradores de sus poblaciones, que solo de Tabatinga a Putumayo tienen cinco bastantes grandes de a doscientas almas, pueden tener sobrada gente para defenderse supongo (que con lo expresado bien se puede hacer suposiciones), sea este destacamento o refuerzo del Par de mil hombres entre milicianos y aguerridos, sabemos que a el cuartel general de Nariba, en el ro Negro vienen en tiempo de Paz quinientos soldados para repartir por los pueblos de indios y otros quinientos para esparcir por el maran, ros ms til para ellos que el Negro, con lo cual tienen dos mil hombres que pueden si se reunen y se avanzan hacia Tabatinga para fortificarse, hacer se malogre nuestra empresa.568
Estas circunstancias evidentemente adversas para la capacidad militar de Espaa en la regin amaznica suponan, a decir de Francisco de Requena, la necesidad de formar una tropa de 2.500 soldados acompaados de 2.500 indios, en el menor de los casos, para vencer a los portugueses y desalojarlos con la mayor celeridad posible.569 Un nmero que superaba con creces a los 1.075 hombres con los que esperaba contar el presidente Joseph Diguja. Una cifra que, segn el pragmatismo de Requena, era tan alta dado que se buscaba compensar la impericia de los soldados bisoos con la experiencia de los dems reclutas. As, con esta gran tropa conformada Requena hizo las sugerencias pertinentes sobre el ingreso a la provincia de Maynas: los caminos adecuados, los medios de transporte, los armamentos, pertrechos y municiones ms tiles, la calidad de las embarcaciones y su equipamiento, los abastos de vveres para la alimentacin, las jerarquas militares de la oficialidad y los dems aspectos que complementaran la logstica de la Expedicin del Maran.570 Si bien para el mes de diciembre de 1777 el Tratado de San Ildefonso era efectivamente el argumento jurdico que justific la anulacin de la causa belicista emprendida con ahnco en Amrica del Sur, el presidente Joseph Diguja mantuvo en pie sus posiciones polticas sobre el actuar contra la ocupacin territorial de Portugal en los dominios de Espaa. Una Representacin de su autora fue el testimonio expuesto a la corona sobre una serie de asuntos que, a su parecer, era necesario evaluar antes de ejecutar el Tratado de San Ildefonso. Diguja era un hombre versado en cuestiones fronterizas: haba sido gobernador de Cuman y Guayana, y ms de una !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
AGI. Quito 400, ff. 127v-128r. Ibid., f. 129r. 570 Ibid., f. 131v-135r.
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dcada atrs particip como cuarto comisario en la expedicin de lmites a la cuenca del Orinoco.571 Como presidente de la Real Audiencia de Quito, y a pesar de que poco tiempo antes se le reproch su mala conducta e irregulares procedimientos al impartir justicia,572 tena profundos conocimientos sobre la situacin de las periferias amaznicas por lo cual se ofreci al rey para arreglar estos lmites y tener la gloria de serle til participando como comisario principal en el proyecto delimitador.573 No obstante, adems de que sus peticiones no fueron contempladas, desde la corte metropolitana se le orden que regresara a Espaa574 dado que no se consider necesaria su intervencin en tanto que los dilogos sobre la cesacin de hostilidades hispano-lusitanas ya estaban en curso.575 Sus propuestas a la corte de Madrid contenan un hlito de radicalismo que, para el momento y las circunstancias polticas de la monarqua en sus dominios de Ultramar, no eran muy indicadas: unas propuestas que suscitaran el encono en la corona de Portugal y que posiblemente repercutiran negativamente en los consensos para alcanzar la paz que se buscaba con el Tratado de San Ildefonso. Eran pues varios tpicos los que el presidente Diguja tom por indispensables para que se verifique un tratado ventajoso, tpicos claramente enmarcados en una serie de idealizaciones difciles de concretar. Diguja conoca muy bien el proceso de usurpacin territorial que los portugueses radicados en la cuenca amaznica impulsaron con xito desde el siglo XVII. Supo cules haban sido los logros de la Compaa de Jess en la regin, as como las consecuencias de su expulsin. Conoco sobre las ocupaciones furtivas de los carmelitas portugueses y las dinamicas del comercio ilcito en los diversos puntos ribereos de la frontera, adems, y a diferencia de otros funcionarios de su talla, conoci las dificultades que, para llegar a un acuerdo de lmites, suponan la amplitud del territorio y los diferentes ros que lo surcaban.576 Por ello, Diguja sugera que los portugueses fueran expulsados de toda la cuenca amaznica, pues la presencia de estos tan remotos del mar del norte, hacia lo interior de estas serranas les
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PERERA, Miguel ngel. El Orinoco domeado. Frontera y lmite. Guayana, siglo XVIII. Ecologa cultural y antropologa histrica de una colonizacin breve e inconclusa, 1704-1816, Caracas, Universidad Central de Venezuela/Consejo de Desarrollo Cientfico y Humanstico, 2006, pp. 264-270. 572 AGI. Quito 298, Doc. 28, f. 71r. 573 AGI. Quito 239, Doc. 74, f. 305v. 574 AGI. Quito 239, Doc. 108, ff. 432r-432v. 575 AGI. Quito 400, f. 238r. 576 AGI. Quito 239, Doc. 74, ff. 301r-302r.
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permitira efectuar como de hecho ya era consabido el comercio clandestino que aun siendo precario en la regin, supona prdidas para los erarios hispnicos:
Se hizo demonstrable [sic] como se haran dueos de todo el comercio de estos reynos si llegaban a apoderarse, como dan a entender lo pretenden por la conducta que observan de las bocas de los ros Pastaza, Napo, Guallaga, y de la salida del Pongo de Manseriche, pues por la primera y segunda, pueden traer todos sus efectos a los corregimientos de esta audiencia y por Guallaga y Manseriche a todas las provincias del bajo Per, as como los han llevado por los ros Putumayo y Caquet a los gobiernos de Santa Fe y Popayn y por el ro de la Madera hasta las ricas minas de Matogroso, sin que uno y otro se pueda estorbar.577
Siendo entonces el tratado de lmites una de las prioridades de la corona de Espaa en la cuenca amaznica, Diguja propuso de forma similar a lo planteado por el conde de Aranda ese mismo ao578 que para ejecutar las demarcaciones era preciso que los portugueses cedieran todo el Maran hasta su desemboque en el mar a fin de que la frontera pudiera fijarse con exactitud. De lo contrario, y aunque nos cedan algunos centenares de leguas, s la corona de Espaa no era la duea absoluta de la desembocadura del ro Amazonas en el ocano Atlntico, la prosperidad tanto de la provincia de Maynas como de las dems provincias amaznicas, as como los beneficios que de ellas pudieran obtenerse para el abastecimiento del comercio andino quedaran en entredicho pues sera necesario construir fortalezas para la vigilancia de las navegaciones furtivas a fin de reprimir las incursiones portuguesas y para extirpar el comercio ilcito. Todo aquello tendra costos altsimos: administrar un espacio tan vasto y conflictivo como la Amazona hispnica requera ms que simples rdenes enviadas desde Quito y Santa Fe. Paradjicamente, y a pesar de los acuerdos de paz celebrados entre las dos monarquas, por los mismos meses en la cuenca del ro Orinoco los espaoles vean con suma preocupacin las incursiones de los portugueses que, procedentes de la capitana de Ro Negro y conectados con el norte amaznico gracias al brazo Casiquiare, deambulaban por la jurisdiccin guayanesa. Un oficial llamado Mateo Gual, le confirm al ministro Jos de Glvez que los lusitanos se haban apoderado de la ciudad de San Fernando y llevado como prisioneros a algunos soldados. Glvez intuy que aquello era una expedicin muy premeditada y llevada a cabo bajo el influjo !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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Ibid., f. 302v. LUCENA GIRALDO, Manuel. Ciencia para la frontera Op. cit., p. 104.
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britnico cuyos intereses tambin se concentraban en usurpar la isla de Trinidad.579 Una vez ms, los ingleses, amparados en sus aliados ibricos, podran poner de nuevo en jaque la soberana de los dominios de Espaa. Por ello, acantonarse en la isla de Trinidad era la mejor alternativa para vigilar la desembocadura del ro Orinoco y patrullar su cuenca buscando repeler la presencia de los portugueses venidos desde Ro Negro. Segn el oficial Gual, el capitn de una balandra perteneciente a la Compaa Guipuzcoana y dedicada a la guardia costera, haba comentado sobre el asunto que: estamos amenazados de los portugueses por esta parte que se van entrando por el Ro Negro,580 por lo cual solicit al gobernador de Cuman el envo de cien hombres, armamentos, plvora y municiones a fin de combatir la presencia enemiga; pues de lo contrario, los portugueses podan incursionar y hacerse dueos de aquel gran comercio hasta internarse en el reino de Santa Fe.581 Era entonces un asunto casi idlico: controlar la desembocadura del ro Orinoco y hacer que los portugueses cedieran la desembocadura del ro Amazonas, sera la mejor situacin para que la corona de Espaa garantizara su propia soberana en esa fraccin continental, y de paso, pudiera apoderarse paulatinamente de la cuenca amaznica. Sin embargo, mientras Portugal siguiera expandindose hacia el noroccidente con relativa facilidad y, sobre todo, poseyendo el bastin amaznico/atlntico de Belm de Par, no quedara ms alternativa que enfrentar los embates lusitanos con altas posibilidades de sucumbir. A decir del presidente Diguja: Para los enemigos en cualquiera parte que est pertrechada, transitando slo por agua cuando para nosotros es casi imposible estar all en defensa, por la tierra spera y desierta que hay que atravesar de la cordillera de los Andes para llegar a los mismos lmites era una de las justificaciones bsicas que explicaban la frustracin en los proyectos. Estas circunstancias, evidentemente adversas para Espaa, habran sido determinantes en la opinin de Joseph Diguja para el sonado fracaso de su justa venganza, es decir, la ya cancelada Expedicin del Maran.582 El presidente de Quito persisti en su idea radical: Espaa deba ser la nica corona imperante en la cuenca amaznica, lo cual, desde las perspectivas y esperanzas del crecimiento
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AGI. Caracas 445, Doc. 5, f. 105r AGI. Caracas 445, Doc. 10, f. 163r. 581 AGI. Caracas 445, Doc. 15, ff. 193r-193v. 582 AGI. Quito 239, Doc. 74, ff. 303v-304r.
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econmico proyectadas por el reformismo borbnico significara una fuente de sustento nada despreciable:
si poseyeramos enteramente el ro Maran, ya se deja comprender bastantemente las ganancias que traera al estado esta adquisicin, porque entonces con slo una plaza, puerto y establecimiento fortificado en su boca, o en las cercanas como gobernacin, con dependencia inmediata a Espaa, para poderla tener ms asegurada, se ahorraban muchos pequeos puestos fortificados, que en el estado presente o en cualesquier otro que posean los portugueses parte de aquel ro, se necesitan establecer, para impedirles la internacin por los ros Negro, La Madera o Mamor, Ucayale, Guallaga, Caquet, Putumayo, Napo y Pongo de Manseriche. Y se cerraba la entrada a todos estos pases, pudiendose extraer de todos los dhos ros hacia el mar oro, cacao, canela, cera, zarza, maderas de construccin, gomas, blsamos, resinas y otros preciosos frutos, los que despus de dar con los justos derechos de su salida para mantener en aquella nueva plaza grande, guarnicin para abrir los caminos de esta serrana con aquellos mismo ros, y para la multiplicacin de las poblaciones en ellos, quedara un grande aumento en las rentas R[eale]s.583
En definitiva, los espaoles haran de la cuenca amaznica algo similar a lo ya efectuado por los portugueses en todos sus dominios. De ceder los portugueses la vastsima jurisdiccin de Gro Par, los espaoles crearan en Belm un bastin comercial que fungiera como un eslabn ms de las redes hispnicas del comercio atlntico, tal y como se haba deseado desde finales del siglo XVII, mientras que los portugueses seran recompensados de algn modo por cederle a Espaa sus preciados dominios y, slo as, podran establecerse las garantas para la concrecin de la paz ibrica. Seran entonces los dominios de Brasil el conjunto territorial que los lusitanos podran ostentar en Amrica del Sur, mientras que los espaoles tendran bien custodiados los virreinatos del Per, Nuevo Reino de Granada, y Ro de La Plata en cada uno de sus confines. Para Joseph Diguja, poseer la cuenca del ro Amazonas y ros que en l entran, era el requisito innegociable para sustentar el Tratado de San Ildefonso, hecho que amputara una gran porcin territorial de los dominios portugueses, algo de lo que resultara, sin duda, un mapa diferente, pero que poda ser repuesto por Espaa mediante una concesin que entregara a su contendor todo el pas, desde la costa oriental del ro de La Madera hasta el Brasil, pero quedando excluidos de los que le den caudal, como barrera entre las dos monarquas. Diguja consider que el hecho de monopolizar los ros de la cuenca amaznica como parte de jurisdiccin espaola era la nica forma de asegurar la soberana territorial; adems los ros !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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podan servir como lmites arcifnios entre los dominios, y de no ser usados como hitos divisorios, seran una causa permanente de disputas y de guerras As, usando los ros como indicadores de una demarcacin territorial en toda Suramrica, el nombramiento de una comisin delimitadora y la elaboracin de un tratado de lmites seran innecesarios. Espaa deba procurar los medios que le permitieran esquivar un enfrentamiento con Portugal y una costosa inversin para trazar de nuevo un meridiano: ceder o comprar a los lusitanos un territorio que contuviera tales ros era la manera de lograr un acuerdo perdurable.584 Algo que, como una gran cantidad de proyecciones dieciochescas centradas en el proceso reformista para los dominios de Espaa en el continente americano, era sumamente difcil de concretar, por no decir inviable. Existan entonces lmites en el noroccidente amaznico?, es decir, exista un lindero fsico establecido y reconocido por ambas coronas que demostrara el lugar fijo hasta donde llegaban sus jurisdicciones en definitiva? Todo parece indicar que no. Desde tiempos anteriores al Tratado de Madrid se usaban trminos como frontera, raya, dominio, lmite, gobierno y jurisdiccin para denotar la pertenencia de un lugar a una entidad jurdica como lo eran las coronas de Espaa y Portugal, sin embargo, ni espaoles ni portugueses acordaron algo concreto despus de la venida a pique del Tratado de Madrid en su territorio comn. Sucesivas invasiones, expropiaciones, ocupaciones, despojos territoriales realizados por las vas de hecho, as como tentativas de demarcacin fallidas modificaron parcialmente las jurisdicciones de cada dominio, dndole tanto a la provincia de Maynas como a las capitanas portuguesas, especialmente a la de Ro Negro, una morfologa distinta en trminos de magnitud, hecho que conllev a que las dos coronas volvieran a pactar un nuevo tratado con miras a establecer los lmites territoriales en Amrica del Sur. Una vez ms, desde el Ro de la Plata hasta las hmedas selvas drenadas por las grandes arterias hdricas del Amazonas y el Orinoco, los contendores ibricos participaron de nuevo en un evento que podra ser el precedente histrico ms significativo para la divisin geopoltica en el sur del continente: el Tratado de San Ildefonso. Firmado a prinicipios del mes de octubre de 1777, ste fue un acuerdo con el cual se reevaluaron los pormenores heredados por el Tratado de Madrid a lo largo de sus 16 aos de vigencia. Su ttulo oficial: Tratado preliminar sobre los lmites de los Paises pertenecientes en Amrica Meridional a las coronas de Espaa y !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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Ibid., f. 305r.
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Portugal,585 buscaba reanudar con 25 artculos las paces y poner fin a las desavenencias entre ambas coronas, as como ajustar los asuntos irresueltos sobre las jurisdicciones de los dominios limtrofes en Amrica y Asia. Todo ello enmarcado en un acontecer poltico bastante significativo a la vez que promisorio: Jos I, rey de Portugal haba fallecido, y el desptico, aunque ejecutivo, Marqus de Pombal, haba terminado por siempre su regencia como principal ministro del imperio lusitano. Hechos que, en cierta medida facilitaban las posibilidades para la reconciliacin entre las monaquas ibricas.586 Los asuntos relativos a los dominios meridionales de Amrica del Sur, es decir, a las bandas del norte y el sur del Ro de la Plata, el ro Uruguay, los siete pueblos de las misiones orientales, as como lo relativo a la posesin de la siempre anhelada y disputada Colnia do Sacramento monopolizaron los primeros nueve artculos del tratado.587 Las consideraciones sobre los lmites arcifinios y la devolucin de los territorios espaoles usurpados con anterioridad a manos de los portugueses secundados por el impulso de Inglaterra eran entonces una de las principales preocupaciones evocadas por el rey Carlos III y sus ms allegados ministros, entre ellos, el Conde de Aranda, un valido sumamente interesado en abogar por la preeminencia del derecho de uti possidetis con miras a conservar los dominios que Espaa haba adquirido desde tiempos ya remotos. Si bien la cuestin platense ocup parte de la atencin y fue el motivo de mayor peso para la redaccin del Tratado de San Ildefonso, los territorios insertos en la cuenca amaznica y todas las jurisdicciones que la componan tambin hicieron parte fundamental para la bsqueda de un acuerdo que considerara, bajo preceptos de justicia y amistad, los intereses de las coronas en pugna. Varios de los tpicos estipulados en el Tratado de Madrid fueron retomados casi exactamente en el Tratado de San Ildefonso. Tpicos relativos a las lneas de demarcacin y la ubicacin de marcas fsicas sobre el territorio eran los asuntos a emprender por los comisionados !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
585 Tratado preliminar sobre los lmites de los Paises pertenecientes en Amrica Meridional a las coronas de Espaa y Portugal ajustado y concluido entre el Rei N.S. y la Reina Fidelisima y ratificado por S.M. en San Lorenzo el Real a 11 de octubre de 1777 en el qual se dispone y estipula por dnde ha de correr la lnea divisoria de unos y otros dominios que despus se deber fixar y prescribir determinadamente en un Tratado Definitivo de Lmites, Madrid, Imprenta Real de la Gazeta, 1777, p. 1. 586 SOUZA TORRES, Simei Mara de. Dominios y fronteras en la Amazona Colonial. El Tratado de San Ildefonso (17771790), en: Fronteras de la Historia. Revista de Historia Colonial Latinoamericana, vol. 8, Bogot, Instituto Colombiano de Antropologa e Historia, 2003, p. 187. 587 TEJERINA, Marcela Viviana. La lucha entre Espaa y Portugal por la ocupacin del espacio: una valoracin alternativa del Tratado de San Ildefonso de 1777, en: Revista de Historia, nm. 135, So Paulo, Universidade de So Paulo, 1996, p. 33.
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para el caso. A partir del artculo XII, se expusieron todos los acuerdos sobre los lmites tocantes a los dominios comunes de la cuenca amaznica en su vertiente noroccidental. Ya desde 1775, tanto en Madrid como en Lisboa se recurri al empleo de cartografas previamente disponibles, a descripciones geogrficas y a informes de toda laya para la elaboracin de un nuevo mapa en el cual, por medio de una lnea divisoria, se indicara con exactitud la jurisdiccin de cada uno de los dominios ibricos. De hecho, el ya antiguo y muy recurrente Mapa das Cortes fue una suerte de gua para los trazos que habra de llevar a cabo Juan de la Cruz Cano y Olmedilla, autor del Mapa Geogrfico de Amrica Meridional, del cual no existe plena certeza de que fuera utilizado en las negociaciones diplomticas.588 De sta manera se fueron estableciendo puntos geogrficos que fungiran como hitos arcifnios desde los cuales cada corona distinguira sus posesiones amaznicas. Uno de stos sera la desembocadura del ro Caquet/Japur, precisamente la ms occidental, amplio arcifinio navegable desde el cual se estipulara el trazo de la frontera:
subiendo aguas arriba de dicha boca ms occidental del Japur y por enmedio de este Ro hasta aquel punto en que puedan quedar cubiertos los establecimientos portugueses de las orillas de dicho Ro Japur y del Negro como tambin la comunicacin o canal de que se servan los mismos portugueses entre estos dos ros al tiempo de celebrarse el Tratado de Lmites de 13 de Enero de 1750.589
Estos acuerdos cambiaron notablemente la apariencia del mapa regional respecto de sus divisiones polticas y administrativas, y adems, sentaron las bases para nuevos preceptos jurdicos que serviran para castigar las intromisiones de espaoles y portugueses en territorios distintos a los posedos por sus respectivas coronas. Todo ello ya se haba estipulado con anterioridad en el artculo IX de fracasado Tratado de Madrid, sin embargo, ambas monarquas vean con prudencia el hecho de reiterar, acudiendo al derecho de uti possidetis, aquellas legislaciones en aras de respetar los pactos bsicos que regan el espritu del nuevo tratado:
sin perjudicar tampoco a las posesiones espaolas ni a sus respectivas pertenencias y comunicaciones con ellas y con el ro Orinoco, de modo que ni los espaoles puedan introducirse en los citados establecimientos y comunicacin portuguesa ni pasar aguas debajo de dicha boca Occidental del Japur ni del punto de lnea que se formare en el ro
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ALMEIDA, Andr Ferrand de. Entre a Guerra e a Diplomacia, en: Op. cit., pp. 55-56 Tratado preliminar sobre los lmitesOp. cit., pp. 19-20.
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Negro y en los dems que en l se introducen, ni los portugueses subir aguas arriba de los mismos ni otros ros que se les unen para bajar del citado punto de lnea a los establecimientos espaoles y a sus comunicaciones, ni remontarse hacia el Orinoco ni extenderse hacia las provincias pobladas por Espaa o a los depoblados que le han de pertenecer segn los presentes artculos.590
Para la regin del noroccidente amaznico el tratado de San Ildefonso busc aclarar que tantos las incursiones furtivas como la navegacin de los ros pertenecientes a las jurisdicciones ajenas fueran hechos susceptibles de ser penalizados. Para ello, tambin se redactaron artculos que consideraban las normas respectivas y, con el fin de que los vasallos no puedan ignorar esta regla se procedera al mtodo de antao consistente en establecer marcas fsicas, es decir, marcos o trminos con inscripciones grabadas que, a manera de explicacin mostraran el carcter comn o privativo de la zona. De la misma forma habra de ocurrir con las islas ribereas que, siendo ms prominentes en las temporadas de sequa, seran anexadas como territorios pertenecientes a la jurisdiccin ms cercana; de lo contrario, si tales islas estuvieran en inmediaciones cuya distancia fuera exactamente igual a los dominios ms prximos de ambas coronas, seran declarados territorios neutrales. Ahora bien: las disposiciones concebidas en el Tratado de San Ildefonso no podan quedar plasmadas simplemente en un cuerpo documental que no fuera llevado a la prctica sobre el terreno en disputa. Los resultados de los tratados anteriores demostraban lo perjudicial que poda resultar para los dominios de cada monarqua el no formalizar los postulados en trminos prcticos. Era bien sabido entonces que tanto los portugueses como los espaoles residentes en las jurisdicciones amaznicas omitan frecuentemente los acuerdos fronterizos, y por ello, las puntuales delimitaciones serviran de argumento para controvertir y penalizar los desmanes que tuvieran lugar en la regin: bsqueda de minerales aurferos para explotar, fundaciones furtivas, capturas y desplazamientos compulsivos de indios y el recurrente comercio clandestino. As, en el artculo XV del nuevo tratado y en vista de alcanzar la exactitud pretendida, cada monarqua tuvo la obligacin de nombrar comisionados expertos para elaborar las delimitaciones: grupos de personas idneas en este tipo de tareas seran desplazadas hasta la cuenca amaznica para iniciar
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Ibid., p. 20.
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una serie de misiones evidentemente difciles a fin de encontrar la definitiva respuesta a los complejos interrogantes sobre los lmites jurisdiccionales surgidos siglos atrs.591 Francisco de Requena y Teodosio Constantino de Chermont fueron los dos comisionados nombrados respectivamente por las coronas de Espaa y Portugal para comandar las numerosas huestes expedicionarias de cada corona.592 Espaoles y portugueses conformaron sendas comitivas compuestas por oficiales, blancos pobres, indios y mestizos que fungieron como ayudantes rasos.593 En cierta medida Requena y Chermont eran portadores de algunas ideas propias de la ilustracin ibrica y la importancia de sus obras en la cuenca amaznica dej una impronta para la posteridad tanto por la gran cantidad de escritos como por los resultados de su oficio como agentes procuradores de la causa delimitadora. Francisco de Requena era un espaol nacido en Mazalquivir, baha de Orn cuya trayectoria militar en la pennsula ibrica y en Amrica a le permiti desempearse en cargos de alto rango. Tena slidos conocimientos sobre cartografa adquiridos gracias a sus estudios en ingeniera militar y una evidente destreza para el dibujo y el trazado de mapas y planos; hechos a su favor que le sirvieron para ser designado como comisario principal de la Cuarta Partida y como gobernador de la provincia de Maynas en reemplazo del ya difunto Juan Francisco Gmez de Arce.594 Por su parte, el portugus Teodosio Constantino de Chermont tambin era un ingeniero militar graduado como teniente-coronel de artillera y cuyos conocimientos sobre geografa le valieron como mritos suficientes para integrar la comisin delimitadora lusitana en calidad de primer comisario. Una vez iniciadas las labores de demarcacin en la frontera selvtica durante 1781, las desavenencias entre comisiones comenzaron a cundir. Ni espaoles ni portugueses estaban de acuerdo con las reclamaciones territoriales que ambos se propinaban: Portugal reclamaba a Espaa el desalojo de la fortaleza de San Carlos en el alto Ro Negro, al tiempo que Espaa reclamaba a los portugueses por el desalojo de Tabatinga en la orilla del ro Amazonas. Ambos bastiones eran producto del furtivo expansionismo ibrico en territorios ampliamente
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591 SALA CATAL, Jos. La ciencia en las expediciones de lmites hispano-portuguesas: su proyeccin internacional, en: Dynamis. Acta Hispnica ad Medicinae Scientiarumque Historiam Illustrandam, vol. 12, Barcelona, Universitat Autnoma de Barcelona, 1992, pp. 28-29. 592 AHU. Conselho Ultramarino. Brasil-Par, Caja 85, Doc. 6945, f. 1v. 593 FREITAS DE REZENDE, Tadeu Valdir. Op. cit., pp. 285-286. 594 BEERMAN, Eric. Op. cit., pp. 13-14.
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desconocidos, siendo Portugal la monarqua que mayores beneficios logr captar de los asentamientos expropiados a la corona de Espaa en el noroccidente amaznico. A ello se le sum la confusin causada por un fenmeno natural que dificult la precisin sobre la pertenencia de la boca ms occidental del ro Caquet/Japur: el curso de las aguas en diferentes perodos del ao impeda registrar si aquella boca occidental del ro era efectivamente tal o ms bien era una ramificacin del propio ro Amazonas.595 El ro Caquet/Japur haba sido concebido como un lmite arcifinio por excelencia desde tiempos del Tratado de Madrid, y luego, casi treinta aos despus, segua siendo materia de discusin dado que los lmites propuestos en el Tratado de San Ildefonso no eran utilizados con exactitud por la comisin portuguesa,596 quienes a su vez trataban de convencer a Francisco de Requena con bastante vanidad para que aceptara los lmites territoriales que ellos haban propuesto.597 Cabe recordar que, para la formulacin del Tratado de Madrid, los portugueses ya haban hechado mano de una evidente astucia en aras de lograr la reparticin ms conveniente, pero no por ello la de mayor exactitud cartogrfica.598 Pocos aos despus, y respecto del mismo tema, Jos Moino y Redondo, Conde de Floridablanca, se refiri a la cuestin de esa mala fe de los portugueses en su Instruccin Reservada. En 1787, aquel valido espaol cuyos influjos en la corte eran de un alcance rotundo, coment que las dificultades para la fijacin de los lmites en la cuenca del ro Caquet/Japur no slo obedecan a la astucia lusitana y a la desidia de algunos comisarios espaoles, sino tambin a un sonado error de ubicacin geogrfica existente desde el Tratado de Madrid y del cual las partidas de lmites de ambas coronas no se haban percatado dos dcadas ms tarde.599 (Mapa 9)
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CAPISTRANO DE ABREU, Joo. Captulos de Histria Colonial, 1500-1800, So Paulo, Publifolha, 2000, p. 216. QUIJANO OTERO, Jos Mara. Op. cit., pp. 572-573. 597 AGN. Miscelnea. Tomo 108, ff. 875v-876r. 598 FERREIRA, Mario Clemente. Op. cit., p. 47. 599 Segn lo explic el Conde de Floridablanca en el artculo 125 de su Instruccin Reservada: Ahora es fcil comprender la equivocacin de los comisarios portugueses, que no han sabido deshacer los espaoles. Han pretendido los portugueses que se ha de buscar la cordillera que cita el artculo 9 de 1750, subiendo por el Yapur, en el concepto de que aquel artculo est literalmente repetido en el 12 del Tratado de 1777; y esta es la equivocacin. Por este artculo 12 ya no se debe buscar tal cordillera, sino el sitio donde establecer el punto que cubra los establecimientos portugueses, y el canal de comunicacin de que se servan en 1750. En estos particulares es en lo que est capitulado seguir el sentido literal del artculo 9 de 1750, pero no en los dems, de buscar una cordillera que no existe ni se sabe, y que, por lo mismo, se dej de nombrar en el ltimo tratado. Cfr. FERRER DEL RO, Antonio. Obras originales del Conde de Floridablanca y escritos referentes a su persona, Madrid, Biblioteca de Autores Espaoles, 1952, p. 230.
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La dcada de 1780 en la cuenca amaznica quedara surcada por las complejas y no tan felices labores de las comisiones delimitadoras. Si bien hubo retardos en los consensos y una notable falta de sincrona para el inicio de las trazas y la fijacin de los hitos, la produccin cartogrfica resultante de este gran proyecto ilustrado es una de las pruebas que demuestran el empeo y la dedicacin de ambas monarquas para esclarecer, despus de varias dcadas de zozobra, los lmites de las jurisdicciones territoriales en el amplio espacio fronterizo del noroccidente amaznico. Sin embargo, a lo largo de los aos que duraron los procesos demarcadores, la frontera supuesta por las jurisdicciones de la provincia de Maynas y la capitana de Ro Negro no se caracteriz precisamente por mantener un clima de estabilidad. Requena fue lo suficientemente explcito en demostrar todos los percances sufridos por la Cuarta Partida en la Expedicin de Lmites. A su decir, los portugueses se haban empeado en que los espaoles se retiraran de la frontera selvtica y dejaran a un lado las tareas encomendadas: calumnia, maltrato, desaire opresiones, [y] quimeras fomentadas con industria fueron el arsenal lusitano empleado contra los espaoles. Adems, varios de los expedicionarios se hallaban enfermos, otros haban fallecido y algunos sufran achaques debido a su avanzada edad. Por ello Requena opt por retirarse de la comisin a finales de 1790, no sin antes sugerirle a la corte el nombramiento de una nueva partida y de un nuevo comisario, cuyo cese de actividades, as como la finalizacin del proyecto delimitador llegara en el ao de 1804,600 dos aos despus de que la provincia de Maynas fuera separada como jurisdiccin sufragnea del virreinato del Nuevo Reino de Granada para ser incorporada mediante una Real Cdula al virreinato del Per.601 Al desempear la doble funcin de comisario principal de la Cuarta Partida y de gobernador de la Provincia de Maynas, amn de su experiencia como acucioso militar en el Nuevo Mundo, Francisco de Requena obtuvo todo un cmulo de conocimientos de los cuales desprendi toda una serie de reflexiones sobre la regin fronteriza del Amazonas. En 1784, durante el pleno transcurso del proceso delimitador hispano-portugus en el noroccidente amaznico, el gobernador Requena realiz ms de una treintena de observaciones bajo cierto tono de nostalgia y desazn, aunque tambin repletos del recurrente y necesario nimo !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
LUCENA GIRALDO, Manuel. Ciencia para la frontera Op. cit., pp. 110-111. Real Cdula de Carlos IV, expedida en Madrid a 15 de julio de 1802, sobre la incorporacin de Maynas al Per, en: MARTN RUBIO, Mara del Crmen. Historia de Maynas, un paraso perdido en el Amazonas. (Descripciones de Francisco de Requena), Madrid, Ediciones Atlas, 1991, pp. 3-7.
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proyectista que cobij el carcter de los administradores oficiales durante la administracin colonial de la casa de Borbn a lo largo del Siglo de las Luces. Despus de elaborar una descripcin ampliamente detallada la Descripcin del Gobierno de Maynas adems de varios mapas a pedido de la corona, Requena trat de sintetizar all la ya conocida historia de los dominios amaznicos de Espaa desde los tiempos de su temprana ocupacin, todo ello en contrapunto con anotaciones sobre las adversas circunstancias experimentadas a finales del siglo XVIII. Tal y como lo haban hecho varios de sus colegas predecesores desde inicios de la centuria, el gobernador expuso varios puntos que, en beneficio de la religin de estos dominios y de los mismos naturales eran, si se aprecian con detalle, la constatacin de la permanencia y larga duracin en trminos cronolgicos de la precariedad y del abandono en aquella regin: frontera selvtica imperial de los dominios hispnicos. Hacia mediados de la dcada de 1780, la provincia de Maynas con un tamao bastante reducido en comparacin a la jurisdiccin que se le otorg desde el siglo XVII segua siendo una regin desprovista de pobladores blancos y, especficamente, de presencia oficial. Pocos criollos y peninsulares habitaban en los pequeos ncleos urbanos de toda su jurisdiccin. Slo los asentamientos ms cercanos a las jurisdicciones de Quixos y Macas gozaban de mayor atencin por parte de las reales audiencias, dejando al resto de asentamientos sumidos en la dispersin y en el desamparo casi absoluto. Aquello significaba a grandes rasgos que, adems de la carencia de poblacin haba una falta profunda de presencia estatal, es decir, de administradores civiles y militares que sirvieran como apoyo defensivo ante cualquier amenaza fornea y que adems actuaran como agentes civilizadores, aunque tambin abusivos y explotadores, de las etnias indgenas; segn como se contemplaba en el amplio ideario proyectista elaborado por los adalides del reformismo borbnico en su mayora ministros del rey Carlos III para las distintas y muy vastas regiones fronterizas de la Amrica Espaola.602 Requena propuso entonces que tales pobladores blancos casados de poca edad, robustos y de espritu fueran persuadidos para radicarse en la provincia de Maynas. Se les proveera vestido, enseres, animales domsticos para criar y, sobretodo, armamentos. Aquellos nuevos pobladores, de preferencia mozos solteros, se transformaran con el tiempo en padres de familia, impulsaran el mestizaje al mismo tiempo que el incremento !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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poblacional y serviran como defensores de los dominios de la majestad catlica. Para ello, Requena sugiri armarlos con fusiles, bayonetas y cartucheras de cuenta del rey para luego ensearles a disparar y crear as una suerte de ejrcito permanente en la frontera con la capitana portuguesa de Ro Negro. Una vez que las demarcaciones de lmites concluyeran y estuvieran estipuladas claramente las jurisdicciones de cada corona en el noroccidente amaznico, se desplazaran soldados a los linderos y se construiran fortalezas a manera de vigas en los ros Putumayo y Caquet; asunto conveniente, ya que el parque militar de toda la provincia de Maynas hacia 1784 se reduca slo a 14 soldados, un sargento y un cabo que velaban por la proteccin de toda una espesa inmensidad.
Clculo aproximado de la poblacin de la provincia de Maynas hasta 1776.603
Aparte de proyectar objetivos con miras a la defensa militar de la provincia de Maynas, Requena no escatim en extenderse en otras consideraciones tpicas de los estratagemas borbnicos para alcanzar la tan soada felicidad de la monarqua basada en la racionalidad de la administracin. Como conocedor de una frontera en la que mor por ms de una dcada, explic las amables !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Memoria de la gente que tienen las misiones de la Compaa de Jess de esta provincia de Quito, en estas provincias de Maynas, ro del Maran y Amazonas as espaolas como de Indios e Indias, en: AGI. Quito 131, ff. 67r-68r; MARONI, Pablo. Noticias autnticas del famoso ro Maran (1738). Seguidas de las relaciones de los PP. Andrs de Zrate y Juan Magnin (1735-1740), Iquitos, Centro de Estudios Teolgicos de la Amazona, 1988, pp. 63-65; Copia del Ynforme hecho al Yllmo Seor Obispo de esta Diocesis por los Superiores que fueron de las misiones establecidas en la Gobernacin de Maynas, y ro Maran, o Amazonas, en: AGI. Quito 242, Doc. 117b; Padrn General del Virreinato del Nuevo Reino de Granada, demostrativo del nmero de personas con distincin de sexos, estados, clases y castas, inclusos prbulos, que havitan en cada una de sus Provincias deducido de los particulares, formados por sus respectivos Gefes, con arreglo a lo prescrito en Real ordende diez de noviembre de 1776, en: COLMENARES, Germn. Op. cit., p. 171 y Cuadro Anexo I.
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conveniencias que resultaran de ejecutar todos los proyectos concebidos para los an vastos dominios amaznicos. Proyectos que, examinados bajo una ptica pragmtica, estaban imbuidos en la ms patente dificultad: nombrar corregidores para los pueblos, educar a los indios en la fe catlica y las costumbres de la civilidad, establecer aduanas en diferentes puntos ribereos, impulsar el comercio de la canela, el cacao y el tabaco de la regin, establecer obrajes en cada misin para la fabricacin de textiles, perfeccionar las embarcaciones y mejorar las tcnicas de navegacin fluvial, habilitar todas las rutas de acceso a la provincia desde las jurisdicciones de los Andes, establecer fbricas para el procesamiento de harina de yuca brava o mandioca, incrementar el cobro de diezmos, suprimir la servidumbre personal de los indios, extinguir el poder de los frailes en el gobierno misional, erigir un cabildo para la administracin poltica de cada poblacin y, por ltimo, buscar la manera con que la monarqua hispnica se adueara para siempre de la desembocadura del ro Amazonas.604 Proyectos, planes, lucubraciones e ideas fueron quizs la faceta ms controversial de la dominacin hispnica en la cuenca amaznica. En realidad muy pocas de estas consideraciones fueron puestas en marcha a lo largo del siglo XVIII. Las pretensiones reformistas abogadas por la poltica borbnica evidentemente exitosas en otras regiones del continente americano no tuvieron mayores posibilidades de florecer en la provincia de Maynas. Solo hasta los ltimos aos de la centuria comenzaron a ser frecuentes algunas tmidas intervenciones del estado colonial hispnico en la regin. Sin embargo, y prcticamente desde su fundacin como entidad territorial sometida por lo menos tericamente al dominio espaol, aquella vasta regin que ocupa una gran porcin de las tierras bajas de Amrica del Sur y que tuvo una delimitacin fsica resultante del dbil alcance poltico y militar de una monarqua europea fue, durante todo el perodo colonial, un espacio carente de atencin, semivaco, pobre, inculto y agreste, aunque no por eso deja de ser un espacio importante donde tambin palpitaron los intereses de otro proyecto monrquico, el que a su vez coadyuv con la configuracin esencial del espacio amaznico e impuls la movilidad de sus habitantes y el fluir de su historia en los diferentes territorios de las amplias cuencas ribereas. As, bajo los preceptos de un !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
604 REQUENA, Francisco de. Descripcin del gobierno de Maynas en el establecimiento en que se satisface a las preguntas que se hacen en la Real Orden de 31 de enero de 1784 formada por el coronel don Francisco de Requena y Herrera gobernador de Maynas comandante general de su provincia y de las de Quixos y Macas y comisario principal de la Quarta Divisin de Lmites entre la Corona de Espaa y Portugal, en: MARTN RUBIO, Mara del Crmen. Op. cit., pp. 31-48.
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esquema poltico basado en la poca presencia civil e intervencin estatal por medio de ejrcitos, los dominios amaznicos de Espaa nacieron, pervivieron y desaparecieron siendo una de las regiones ms marginales, desconocidas y fronterizas de todas las posesiones europeas en Amrica. Espacio aislado y fronterizo desde todas las perspectivas historiogrficas atribuibles: espacio marginal, perifrico, despoblado y desprotegido; o segn las sensatas palabras del oficial Francisco de Requena en una relacin escrita hacia 1777: En el Maran no se encuentra absolutamente nada605
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Conclusin
Por medio de esta investigacin trat de demostrar que el noroccidente amaznico, vasta fraccin territorial de toda una amplia y espesa cuenca hidrogrfica, fue una regin de frontera en el sentido clsico del trmino. Aquel atributo que es tanto de ndole historiogrfica y geohistrica implica que tal regin fuera una frontera constituyente de las amplias jurisdicciones hispanolusitanas en Amrica del Sur. Desde la primera mitad del siglo XVII, cuando ya en cierta medida podan vislumbrarse las tensiones por la ocupacin territorial y el aprovechamiento de los recursos naturales, propias de las jurisdicciones amaznicas de Espaa y Portugal, aquellos tpicos relativos al despoblamiento, la desproteccin y, posteriormente, la disputa entre dos monarquas trasladada al mbito local por sus vasallos en las posesiones de Ultramar, comenzaron a evidenciarse y a transformarse con el tiempo en aspectos que constataron los diversos y difciles obstculos que la corona de Espaa enfrent al momento de administrar aquellos amplios mrgenes americanos. La situacin fronteriza del noroccidente amaznico no solo fue evidente en trminos de tamao, aislamiento, despoblamiento y desproteccin militar. Aquella inmensidad selvtica de paisajes sempiternos, y en gran parte desconocida, agudiz las confusiones de ndole jurisdiccional y, por lo tanto, los asuntos acerca de los derechos de apropiacin territorial. Por ser una frontera donde colindaron principalmente dos proyectos monrquicos europeos cuya orientacin consisti en acaparar la mayora del espacio en cuestin, cada uno con ideas diferentes sobre los modelos y procedimientos para efectuar la ocupacin territorial, el poblamiento, el acceso a los recursos, la administracin poltica de las sociedades all habitantes y, claro est, su respectiva defensa, tales asuntos llevaron a una inevitable friccin entre los vasallos de las coronas hispana y lusitana que se extendi a diferentes puntos geogrficos de la cuenca amaznica desde el siglo XVII, a lo largo de todo el siglo XVIII y las primeras dcadas del siglo XIX. Enfrentamientos que no solo fueron sustentados por las constantes persuasiones violentas y las espordicas confrontaciones blicas, sino tambin por otro tipo de prcticas que, basadas en las invasiones, conllevaron a exacerbar las pugnas por la ocupacin territorial y a su vez alertaron a las respectivas administraciones coloniales sobre las factibles amenazas a la integridad y
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soberana de ambas monarquas en sus dominios amaznicos. Esta misma situacin, surgida de la pugna por la ocupacin territorial, que solo conoci remedio durante las nfimas treguas pactadas mediante los explcitos armisticios contemplados en el Tratado de Madrid (1750) y el Tratado de San Ildefonso (1777), permite cuestionar la efectividad con que la administracin colonial, echando mano de una nueva orientacin poltica de orden racionalista, aunque cuestionablemente pragmtica conocida historiogrficamente como reformismo borbnico, actu en sus dominios fronterizos. Desde los comienzos del siglo XVIII el hecho de que los portugueses hubieran remontado diferentes cauces ribereos para luego establecerse en fortificaciones militares claramente ubicadas en territorios adscritos a la jurisdiccin hispnica, y que la mayora de tales fortificaciones perduraran a pesar de varios conflictos blicos y paces subsecuentes, denota que todos los dominios del noroccidente amaznico, especialmente los circunscritos a la provincia de Maynas, fueron espacios subordinados, en tanto que ocuparon un lugar desventajoso si se les compara con otros dominios del continente americano, donde los intereses para la defensa, el ejercicio de la soberana territorial y el aprovechamiento de los recursos fueron prcticas llevadas a cabo con mayor intensidad y cuya regularidad supuso menores estragos frente a las arremetidas de los antagonistas de la monarqua hispnica. Contrario a otros lugares pertenecientes a los dominios ultramarinos de Espaa, donde las confrontaciones imperiales eran cotidianas y por lo tanto las respuestas defensivas eran acordes a las amenazas e invasiones verdaderas, en la provincia de Maynas, solo fueron efectuadas un par de prricas y casi hilarantes expediciones militares a comienzos del siglo XVIII. Expediciones arduamente planeadas y diseadas exclusivamente para expulsar a los invasores portugueses quienes, dadas las condiciones de desproteccin territorial y la completa ausencia de ejrcitos, se establecieron paulatinamente en varios puntos neurlgicos de la vasta geografa en aquella jurisdiccin. Si bien fueron capturados y reprimidos, en cuestin numrica aquellos portugueses invasores podan contarse con los dedos de ambas manos, siendo entonces una amenaza notablemente minscula y por lo tanto, casi inocua, si se trasladan tales hechos a una rbita comparativa frente a otros escenarios americanos como la cuenca del mar Caribe o el estuario del Ro de la Plata, lugares donde las constantes amenazas derivadas de las presencias extranjeras conllevaron a la ejecucin de medidas verdaderamente drsticas pero no necesariamente eficientes y enfocadas netamente a la defensa de la soberana territorial hispnica.
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Sin embargo, no se ha tratado de hacer una suerte de apologa a las carencias defensivas y a la inoperancia militar de la corona de Espaa en ese dominio territorial; tampoco un elogio de la innegable superioridad militar y la capacidad de reaccin de la corona de Portugal en sus posesiones de la misma regin, ni de los evidentes logros que, en materia de ocupacin territorial y efectivo dominio del espacio, concretaron los vasallos lusobrasileros en el las jurisdicciones administradas y efectivamente pertenecientes a la monarqua hispnica. Lo que en este trabajo se plantea es la complejidad de los diversos hechos y sus respectivos matices que, confrontados entre s, demuestran ser aspectos inherentes a una realidad poltica relativa a dos proyectos imperiales de apropiacin territorial con intereses fijados en un espacio comn aunque completamente marginal de la enormidad ultramarina. Hechos que a todas luces recuerdan aquello de las particularidades con las cuales est confeccionada una gran parte de la historia amaznica y que en la mayora de los casos han sido omitidas por no considerarse como un asunto relevante para explicar por qu una regin como sta, particularmente en su fraccin noroccidental, puede ser considerada como una regin fronteriza del mundo colonial americano. Hechos que, conjugados entre s, arrojan interrogantes diversos a la par que ofrecen soluciones para la comprensin de un perodo de tiempo en un espacio geogrfico puntual. As, oficiales de Quito, Lima, Popayn y Santa Fe, junto a sus homlogos de Belm, So Luis, Barcelos y Tabatinga, al igual que misioneros jesuitas, franciscanos y temperamentales carmelitas; indios de etnias distintas reagrupados arbitrariamente contra su voluntad, vecinos pobres, mineros en el total infortunio, contrabandistas de carrera fluvial, soldados errabundos, desertores y viajeros del iluminismo, fueron protagonistas ms o menos importantes del acontecer fronterizo durante toda una centuria en la cuenca amaznica. Acontecer conformado tanto por hechos probados como por lo que pudo haber sido dado que al desarrollarse durante el perodo de emergencia de los complejos y efervescentes planes reformadores, sumados a la clsica retrica proyectista de la dinasta Borbn, es natural observar y no sin asombro que un gran nmero de planes concebidos en su mayora desde la corte metropolitana por los consejeros, ministros y dems camarillas de validos integrantes de la cpula administrativa del imperio espaol, nunca llegaron a emprenderse, y mucho menos a realizarse, bien fuera por la carencia de infraestructura real, por la adversidad supuesta por el medio fsico, por la inverosmil candidez de los mismos proyectos o, simplemente, por decisiones manifiestas para su completa interrupcin. El caso de la fallida Expedicin del Maran, comandada por el oficial Joseph Diguja en el ltimo tercio del
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siglo XVIII, es un caso ms que sintomtico de aquella situacin en un dominio fronterizo como la provincia de Maynas. De cualquier forma, y a pesar de los avatares administrativos, el siglo XVIII en aquella frontera del noroccidente amaznico fue una centuria cuyo dinamismo se revela en la supervivencia y el ejercicio del poder, hechos que se conjugaron para hacer de esa regin selvtica un fragmento significativo y completamente indisociable para la Historia continental e incluso hemisfrica del territorio que actualmente se conoce como Amrica Latina.
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