Lenin - El Imperialismo y La Escisión Del Socialismo (1916)
Lenin - El Imperialismo y La Escisión Del Socialismo (1916)
Lenin - El Imperialismo y La Escisión Del Socialismo (1916)
Existe relacin entre el imperialismo y la monstruosa y repugnante victoria que el oportunismo (en forma de socialchovinismo) ha obtenido sobre el movimiento obrero en Europa? Este es el problema fundamental del socialismo contemporneo. Despus de haber dejado plenamente sentado en las publicaciones de nuestro partido, en primer lugar, el carcter imperialista de nuestra poca y de la guerra actual, y, en segundo lugar, el nexo histrico indisoluble que existe entre el socialchovinismo y el oportunismo, as como la igualdad de su contenido ideolgico y poltico, podemos y debemos pasar a examinar este problema fundamental. Hay que empezar por definir, del modo ms exacto posible y completo, lo que es el imperialismo. El imperialismo es una fase histrica especial del capitalismo que tiene tres peculiaridades; el imperialismo es: 1) capitalismo monopolista; 2) capitalismo parasitario o en descomposicin; 3) capitalismo agonizante. La sustitucin de la libre competencia por el monopolio es el rasgo econmico fundamental, la esencia del imperialismo. El monopolismo se manifiesta en cinco formas principales: 1) crteles, consorcios y trusts; la concentracin de la produccin ha alcanzado el grado que da origen a estas asociaciones monoplicas de los capitalistas; 2) situacin monoplica de los grandes bancos: de tres a cinco bancos gigantescos manejan toda la vida econmica de los EE.UU., Francia y Alemania; 3) conquista de las fuentes de materias primas por los trusts y la oligarqua financiera (el capital financiero es el capital industrial monopolista fundido con el capital bancario); 4) se ha iniciado el reparto (econmico) del mundo entre los crteles internacionales. Son ya ms de cien los crteles internacionales que dominan todo el mercado mundial y se lo reparten amigablemente, mientras que la guerra no lo reparte de nuevo! La exportacin del capital, a diferencia de la exportacin de mercancas bajo el capitalismo no monopolista, es un fenmeno particularmente caracterstico, que guarda estrecha relacin con el reparto econmico y polticoterritorial del mundo. 5) Ha terminado el reparto territorial del mundo (de las colonias). El imperialismo, como fase superior del capitalismo en Amrica y en Europa, y despus en Asia, estaba ya plenamente formado hacia 1898-1914. Las guerras hispano-americana (1898), anglo-ber (1899-1902) y ruso-japonesa (1904-1905) y la crisis econmica de Europa en 1900 son los principales jalones histricos de esta nueva poca de la historia mundial. Que el imperialismo es el capitalismo parasitario o en descomposicin se manifiesta, ante todo, en la tendencia a la descomposicin que distingue a todo monopolio en el rgimen de la propiedad privada sobre los medios de produccin. La diferencia entre la burguesa imperialista republicano-democrtica y monrquico-reaccionaria se borra, precisamente, porque una y otra se pudren vivas (lo que no elimina, en modo alguno, el desarrollo asombrosamente rpido del capitalismo en ciertas ramas industriales, en ciertos pases, en ciertos perodos). En segundo lugar, la descomposicin del capitalismo se manifiesta en la formacin de un enorme sector de rentistas, de capitalistas que viven de cortar el cupn. En los cuatro pases imperialistas avanzados Inglaterra, Amrica del Norte, Francia y Alemania, el capital en valores asciende de cien a ciento cincuenta mil millones de francos, lo cual significa, por lo menos, una renta anual de cinco mil a ocho mil millones de francos por pas. En tercer lugar, la exportacin de capital es el
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parasitismo elevado al cuadrado. En cuarto lugar, el capital financiero tiende a la dominacin, y no a la libertad. La reaccin poltica en toda la lnea es propia del imperialismo. Venalidad, soborno en proporciones gigantescas, un Panam de todo gnero. En quinto lugar, la explotacin de las naciones oprimidas, ligada indisolublemente a las anexiones, y, sobre todo, la explotacin de las colonias por un puado de grandes potencias, convierte cada vez ms el mundo civilizado en un parsito que vive sobre el cuerpo de centenares de millones de hombres de los pueblos no civilizados. El proletario romano viva a expensas de la sociedad. La sociedad actual vive a expensas del proletario moderno. Marx subrayaba especialmente esta profunda observacin de Sismondi64. El imperialismo introduce algunas modificaciones: una capa privilegiada del proletariado de las potencias imperialistas vive, en parte, a expensas de los centenares de millones de hombres de los pueblos no civilizados. Se comprende la razn de que el imperialismo sea un capitalismo agonizante, en transicin hacia el socialismo: el monopolio, que nace del capitalismo, es ya su agona, el comienzo de su trnsito al socialismo. La misma significacin tiene la gigantesca socializacin del trabajo por el imperialismo (lo que sus apologistas, los economistas burgueses, llaman entrelazamiento). Al definir de este modo el imperialismo, nos colocamos en plena contradiccin con C. Kautsky, que se niega a ver en el imperialismo una fase del capitalismo y lo define como poltica preferida del capital financiero, cmo tendencia de los pases industriales a anexionarse los pases agrarios. Desde el punto de vista terico, esta definicin de Kautsky es completamente falsa. La peculiaridad del imperialismo no es precisamente el dominio del capital industrial, sino el del capital financiero, precisamente la tendencia a anexionarse no slo pases agrarios, sino toda clase de pases. Kautsky separa la poltica del imperialismo de su economa, separa el monopolismo en poltica del monopolismo en economa, para desbrozar el camino a su vulgar reformismo burgus como en el caso del desarme, del ultraimperialismo y dems necedades por el estilo. El sentido y el objeto de esta falsedad terica se reducen exclusivamente a velar las contradicciones ms profundas del imperialismo y a justificar de este modo la teora de la unidad con sus apologistas: con los oportunistas y social-chovinistas descarados. Ya hemos hablado bastante de esta ruptura de Kautsky con el marxismo, tanto en el SotsialDemokrat como en el Kommunist65. Nuestros kautskianos rusos, los del CO con Axelrod y Spectator al frente, sin excluir a Mrtov y, en grado considerable, a Trotski, han preferido silenciar el kautskismo como tendencia. Les ha dado miedo defender lo que Kautsky ha escrito durante la guerra y salen del paso elogiando sencillamente a Kautsky (Axelrod en su folleto alemn que el Comit de Organizacin ha prometido publicar en ruso) o aludiendo a cartas particulares de Kautsky (Spectator) en las que afirma que pertenece a la oposicin y trata de anular jesuticamente sus declaraciones chovinistas. Observemos que, en su interpretacin del imperialismo que equivale a embellecerlo, Kautsky retrocede no slo en relacin a El capital financiero de Hilferding (por muy empeadamente que el mismo Hilferding defienda ahora a Kautsky y la unidad con los socialchovinistas!), sino tambin en relacin al social-liberal J. A. Hobson. Este economista ingls, que ni por asomo pretende merecer el ttulo de marxista, define de un modo mucho ms profundo el imperialismo y pone de manifiesto sus
El imperialismo es un producto del capitalismo industrial altamente desarrollado. Consiste en la tendencia de toda nacin capitalista industrial a someter o anexionarse cada vez ms regiones agrarias cualquiera que sea el origen tnico de sus habitantes (vase Kautsky. Die Neue Zeit, 11 de septiembre de 1914). 2
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contradicciones en su obra de 1902. Veamos lo que dice este autor (en cuyas obras podemos encontrar casi todas las trivialidades pacifistas y conciliadoras de Kautsky) sobre la cuestin, que tiene singular importancia, del carcter parasitario del imperialismo: Dos clases de circunstancias han debilitado, a juicio de Hobson, la potencia de los viejos imperios: 1) el parasitismo econmico y 2) la formacin de ejrcitos con hombres de los pueblos dependientes. La primera es la costumbre del parasitismo econmico, en virtud de la cual el Estado dominante utiliza sus provincias, sus colonias y los pases dependientes, con objeto de enriquecer a su clase dirigente y de sobornar a sus clases inferiores para que se estn quietas. Refirindose a la segunda circunstancia Hobson escribe: Uno de los sntomas ms extraos de la ceguera del imperialismo (en boca del social-liberal Hobson estas cantinelas de la ceguera de los imperialistas estn ms en su sitio que en el caso del marxista Kautsky) es la despreocupacin con que la Gran Bretaa, Francia y otras naciones imperialistas emprenden este camino. La Gran Bretaa ha ido ms lejos que nadie. La mayor parte de las batallas por medio de las cuales conquistamos nuestro Imperio indio las sostuvieron tropas indgenas; en la India, como ltimamente en Egipto, grandes ejrcitos permanentes se hallan bajo el mando de britnicos; casi todas nuestras guerras de conquista en frica, con excepcin del Sur, las hicieron para nosotros los indgenas. La perspectiva del reparto de China suscita en Hobson el siguiente juicio econmico: La mayor parte de Europa Occidental podra adquirir entonces el aspecto y el carcter que tienen actualmente ciertas partes de los pases que la componen: el Sur de Inglaterra, la Riviera y los lugares de Italia y Suiza ms frecuentados por los turistas y que son residencia de gente rica, es decir: un puado de ricos aristcratas, que perciben dividendos y pensiones del Lejano Oriente, con un grupo algo ms considerable de empleados profesionales y de comerciantes y un nmero mayor de sirvientes y de obreros ocupados en el transporte y en la industria dedicada a la terminacin de artculos manufacturados. En cambio, las ramas principales de la industria desapareceran y los productos alimenticios de gran consumo y los artculos semimanufacturados corrientes afluiran, como un tributo, de Asia y de frica. He aqu qu posibilidades abre ante nosotros una alianza ms vasta de los Estados occidentales, una federacin europea de las grandes potencias; dicha federacin lejos de impulsar la civilizacin mundial, podra implicar un peligro gigantesco de parasitismo occidental: formar un grupo de las naciones industriales avanzadas, cuyas clases superiores percibiran enormes tributos de Asia y de frica; esto les permitira mantener a grandes masas de sumisos empleados y criados, ocupados no ya en la produccin agrcola e industrial de artculos de gran consumo, sino en el servicio personal o en el trabajo industrial secundario, bajo el control de una nueva aristocracia financiera. Que los que se hallen dispuestos a desentenderse de esta teora (debera decirse: perspectiva) como indigna de ser examinada reflexionen sobre las condiciones econmicas y sociales de las regiones del Sur de la Inglaterra actual que se hallan ya en esta situacin. Que piensen en las inmensas proporciones que podra adquirir dicho sistema si China se fuese
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sometida al control econmico de tales grupos financieros, de los inversionistas (rentistas), de sus agentes polticos y empleados comerciales e industriales que extraern beneficios del ms grande depsito potencial que jams haya conocido el mundo, con objeto de consumir los dichos beneficios en Europa. Naturalmente, la situacin es excesivamente compleja, el juego de las fuerzas mundiales es demasiado difcil de calcular para que resulte muy verosmil esa u otra previsin del futuro en una sola direccin. Pero las influencias que gobiernan el imperialismo de Europa Occidental en la actualidad se orientan en este sentido y, si no chocan con una resistencia, si no son desviadas hacia otra parte, avanzarn precisamente hacia tal culminacin de este proceso. El social-liberal Hobson ve que esta resistencia slo puede oponerla el proletariado revolucionario, y slo en forma de revolucin social. Por algo es social-liberal! Pero ya en 1902 abordaba admirablemente tanto el problema de la significacin de los Estados Unidos de Europa (spalo el kautskiano Trotski!) como todo lo que tratan de disimular los kautskianos hipcritas de diversos pases, a saber: que los oportunistas (socialchovinistas) colaboran con la burguesa imperialista precisamente para formar una Europa imperialista sobre los hombros de Asia y de frica; que los oportunistas son, objetivamente, una parte de la pequea burguesa y de algunas capas de la clase obrera, parte sobornada con las superganancias imperialistas, convertida en mastn del capitalismo, en elemento corruptor del movimiento obrero. Ms de una vez, y no slo en artculos, sino tambin en resoluciones de nuestro partido, hemos sealado esta relacin econmica, la ms honda, precisamente de la burguesa imperialista con el oportunismo, que ahora (ser por mucho tiempo?) ha vencido al movimiento obrero. De ello deducamos, entre otras cosas, que es inevitable la escisin con el socialchovinismo. Nuestros kautskianos han preferido eludir este problema! Mrtov, por ejemplo, ya en sus conferencias, recurra al sofisma que se ha expresado del modo siguiente en Izvestia Zagranchnogo Sekretariata OK66 (nm. 4, del 10 de abril de 1916): ...Muy mala, incluso desesperada, sera la situacin de la socialdemocracia revolucionaria si los grupos de obreros, que por su mentalidad estn ms cerca de los intelectuales, y los ms calificados, la abandonaran fatalmente para pasar al oportunismo Empleando la necia palabreja fatalmente y con un poco de trampa, se soslaya el hecho de que ciertas capas obreras se han pasado al oportunismo y a la burguesa imperialista! Y lo nico que queran los sofistas del Comit de Organizacin era soslayar este hecho! Salen del paso con el optimismo formal de que ahora hacen gala tanto el kautskiano Hilferding como muchos otros, diciendo que las condiciones objetivas garantizan la unidad del proletariado y la victoria de la tendencia revolucionaria!, diciendo que son optimistas en lo que respecta al proletariado! Y, en realidad, todos estos kautskianos, Hilferding, los del CO, Mrtov y Ca. son optimistas... en lo que respecta al oportunismo. Este es el quid de la cuestin! El proletariado es fruto del capitalismo, pero del capitalismo mundial, y no slo del europeo, no slo del imperialista. En escala mundial, cincuenta aos antes o cincuenta aos despus en tal escala esto es un problema secundario, el proletariado, naturalmente, llegar a la unidad, y en l triunfar ineludiblemente la socialdemocracia revolucionaria. No se trata de esto, seores kautskianos, sino de
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que ustedes, ahora en los pases imperialistas de Europa, se prosternan como lacayos ante los oportunistas, que son extraos al proletariado como clase, que son servidores, agentes y portadores de la influencia de la burguesa y, si no se desembaraza de ellos, el movimiento obrero seguir siendo un movimiento obrero burgus. Su prdica de la unidad con los oportunistas, con los Legien y los David, los Plejnov y los Chjenkeli, los Potrsov, etc., es, objetivamente, la defensa de la esclavizacin de los obreros por la burguesa imperialista a travs de sus mejores agentes en el movimiento obrero. La victoria de la socialdemocracia revolucionaria en escala mundial es absolutamente ineludible, pero se produce y se seguir produciendo, viene y llegar slo contra ustedes, ser una victoria sobre ustedes. Las dos tendencias, incluso los dos partidos del movimiento obrero contemporneo, que tan claramente se han escindido en todo el mundo en 1914-1916, fueron observadas por Engels y Marx en Inglaterra durante varios decenios, aproximadamente entre 1858 y 1892. Ni Marx ni Engels alcanzaron la poca imperialista del capitalismo mundial, que slo se inicia entre 1898 y 1900. Pero ya a mediados del siglo XIX, era caracterstica de Inglaterra la presencia, por lo menos, de dos principales rasgos distintivos del imperialismo: 1) inmensas colonias y 2) ganancias monopolistas (a consecuencia de su situacin monoplica en el mercado mundial). En ambos sentidos, Inglaterra representaba entonces una excepcin entre los pases capitalistas, y Engels y Marx, analizando esta excepcin, indicaban en forma completamente clara y definida que estaba en relacin con la victoria (temporal) del oportunismo en el movimiento obrero ingls. En una carta a Marx, del 7 de octubre de 1858, escriba Engels: El proletariado ingls se va aburguesando, de hecho, cada da ms; as que esta nacin, la ms burguesa de todas, aspira a tener, en resumidas cuentas, al lado de la burguesa una aristocracia burguesa y un proletariado burgus. Naturalmente, por parte de una nacin que explota al mundo entero, esto es, hasta cierto punto, lgico. En una carta a Sorge, fechada el 21 de septiembre de 1872, Engels comunica que Hales promovi en el Consejo Federal de la Internacional un gran escndalo, logrando un voto de censura contra Marx por sus palabras de que los lderes obreros ingleses se haban vendido. Marx escribe a Sorge el 4 de agosto de 1874: En lo que respecta a los obreros urbanos de aqu (en Inglaterra), es de lamentar que toda la banda de lderes no haya ido al Parlamento. Sera el camino ms seguro para librarse de esa canalla. En una carta a Marx, del 11 de agosto de 1881, Engels habla de las peores tradeuniones inglesas, que permiten que las dirija gente vendida a la burguesa, o, cuando menos, pagada por ella. En una carta a Kautsky, del 12 de septiembre de 1882, escriba Engels: Me pregunta usted qu piensan los obreros ingleses acerca de la poltica colonial? Lo mismo que piensan de la poltica en general. Aqu no hay un partido obrero, no hay ms que radicales conservadores y liberales, y los obreros se aprovechan con ellos, con la mayor tranquilidad del mundo, del monopolio colonial de Inglaterra y de su monopolio en el mercado mundial. El 7 de diciembre de 1889, escriba Engels a Sorge: ...Lo ms repugnante aqu (en Inglaterra) es la respetabilidad (respectability) burguesa que se ha hecho carne y sangre de los obreros...; incluso Toms Mann, al que considero como el mejor de todos ellos, se complace en hablar de que va a almorzar con el alcalde. Y nicamente al compararlo con los franceses, se convence uno de lo que es la revolucin. En otra carta, del 19 de abril de 1890: El movimiento (de la clase obrera en Inglaterra) avanza bajo la superficie, abarca sectores cada vez ms amplios, que, en la mayora de los casos, pertenecen a la masa ms inferior (subrayado por Engels), inerte hasta ahora; y no est ya lejano el da en que esta masa se encuentre a s misma, en que comprenda que es ella misma, precisamente, la colosal masa en
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movimiento. El 4 de marzo de 1891: El revs del fracasado sindicato de los obreros portuarios, las viejas tradeuniones conservadoras, ricas y por ello mismo cobardes, quedan solas en el campo de batalla... El 14 de septiembre de 1891: en el Congreso de las tradeuniones, celebrado en New Castle, son derrotados los viejos tradeunionistas, enemigos de la jornada de 8 horas, y los peridicos burgueses reconocen la derrota del partido obrero burgus (subrayado en todas partes por Engels). El prlogo de Engels a la segunda edicin de La situacin de la clase obrera en Inglaterra (1892) demuestra que estos pensamientos, repetidos durante decenios, fueron tambin expresados por Engels pblicamente, en letras de molde. En dicho prlogo habla de la aristocracia en el seno de la clase obrera, de la minora privilegiada de obreros frente a la gran masa obrera. Una pequea minora, privilegiada y protegida, de la clase obrera es la nica que obtuvo prolongadas ventajas de la situacin privilegiada de Inglaterra en 1848-1868, mientras que la gran masa, en el mejor de los casos, slo gozaba de breves mejoras... Cuando quiebre el monopolio industrial de Inglaterra, la clase obrera inglesa perder su situacin privilegiada... Lo miembros de las nuevas tradeuniones, los sindicatos de obreros no calificados, tienen una enorme ventaja: su mentalidad es todava un terreno virgen, absolutamente exento de los respetables prejuicios burgueses heredados, que trastornan las cabezas de los viejos tradeunionistas mejor organizados... En Inglaterra se habla de los llamados representantes obreros refirindose a gentes a las que se perdona su pertenencia a la clase obrera porque ellas mismas estn dispuestas a ahogar esta cualidad suya en el ocano de su liberalismo... Con toda intencin hemos dado citas bastante detalladas de manifestaciones directas de Marx y Engels, para que los lectores puedan estudiarlas en conjunto. Es imprescindible estudiarlas y merece la pena de que se reflexione atentamente sobre ellas. Porque son la clave de la tctica del movimiento obrero que prescriben las condiciones objetivas de la poca imperialista. Tambin aqu Kautsky ha intentado ya enturbiar el agua y sustituir el marxismo por una conciliacin dulzona con los oportunistas. Polemizando con los socialimperialistas francos y cndidos (como Lensch), que justifican la guerra por parte de Alemania como destruccin del monopolio de Inglaterra, Kautsky corrige esta evidente falsedad con otra falsedad igualmente palmaria. En lugar de una falsedad cnica coloca una falsedad dulzona! El monopolio industrial de Inglaterra, dice, est hace tiempo roto, destruido: ni se puede ni hay por qu destruirlo. Por qu es falso este argumento? En primer lugar, porque pasa por alto el monopolio colonial de Inglaterra. Y Engels, como hemos visto, ya en 1882, hace 34 aos, lo indicaba con toda claridad! Si est deshecho el monopolio industrial de Inglaterra, en cambio, el colonial no slo se mantiene, sino que se ha recrudecido extraordinariamente porque todo el mundo est ya repartido! Con sus mentiras dulzonas, Kautsky hace pasar de contrabando la despreciable idea pacifista-burguesa y oportunista filistea de que no hay por qu hacer la guerra. Por el contrario, no slo tienen ahora por qu hacer la guerra los capitalistas, sino que no pueden dejar de hacerla, si quieren conservar el capitalismo, porque sin un nuevo reparto de las colonias por la fuerza, los nuevos pases imperialistas no podrn obtener los privilegios de que disfrutan las potencias imperialistas ms viejas (y menos fuertes). En segundo lugar, por qu explica el monopolio de Inglaterra la victoria (temporal) del oportunismo en este Pas? Porque el monopolio da superganancias, es decir, un exceso de ganancias por
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encima de las ganancias normales, ordinarias del capitalismo en todo el mundo. Los capitalistas pueden gastar una parte de estas superganancias (e incluso una parte no pequea!) para sobornar a sus obreros, creando algo as como una alianza (recurdense las famosas alianzas de las tradeuniones inglesas con sus patronos descritas por los Webb), alianza de los obreros de una nacin dada con sus capitalistas contra los dems pases. A fines del siglo XIX, el monopolio industrial de Inglaterra estaba ya deshecho. Eso es indiscutible. Pero cmo se produjo esa destruccin? Es cierto que todo monopolio ha desaparecido? Si as fuera, la teora de Kautsky de la conciliacin (con el oportunismo) estara hasta cierto punto justificada. Pero precisamente se trata de que no es as. El imperialismo es el capitalismo monopolista. Cada crtel, cada trust, cada consorcio, cada banco gigantesco es un monopolio. Las superganancias no han desaparecido, sino que prosiguen. La explotacin por un pas privilegiado, financieramente rico, de todos los dems, sigue y es an ms intensa. Un puado de pases ricos son en total cuatro, si se tiene en cuenta una riqueza independiente y verdaderamente gigantesca, una riqueza moderna: Inglaterra, Francia, los Estados Unidos y Alemania ha extendido los monopolios en proporciones inabarcables, obtiene centenares, si no miles de millones de superganancias, vive explotando a centenares y centenares de millones de hombres de otros pases, entre luchas intestinas por el reparto de un botn de lo ms suntuoso, de lo ms pinge, de lo ms fcil. En esto consiste precisamente la esencia econmica y poltica del imperialismo, cuyas profundsimas contradicciones Kautsky vela en vez de ponerlas al descubierto. La burguesa de una gran potencia imperialista tiene capacidad econmica para sobornar a las capas superiores de sus obreros, dedicando a ello alguno que otro centenar de millones de francos al ao, ya que sus superganancias se elevan probablemente a cerca de mil millones. Y la cuestin de cmo se reparte esa pequea migaja entre los ministros obreros, los diputados obreros (recordad el esplndido anlisis que de este concepto hace Engels), los obreros que forman parte de los comits de la industria de guerra, los funcionarios obreros, los obreros organizados en sindicatos de carcter estrictamente gremial, los empleados, etc., etc., es ya una cuestin secundaria. De 1848 a 1868, y en parte despus, Inglaterra era el nico pas monopolista; por eso pudo vencer all, para decenios, el oportunismo; no haba ms pases ni con riqusimas colonias ni con monopolio industrial. El ltimo tercio del siglo XIX es un perodo de transicin a una nueva poca, a la poca imperialista. Disfruta del monopolio no el capital financiero de una sola gran potencia, sino el de unas cuantas, muy pocas. (En el Japn y en Rusia, el monopolio de la fuerza militar, de un territorio inmenso o de facilidades especiales para despojar a los pueblos algenos, a China, etc., en parte complementa y en parte sustituye el monopolio del capital financiero ms moderno.) De esta diferencia se deduce que el monopolio de Inglaterra pudo ser indiscutido durante decenios. En cambio, el monopolio del capital financiero actual se discute furiosamente; ha comenzado la poca de las guerras imperialistas. Entonces se poda sobornar, corromper para decenios a la clase obrera de un pas. Ahora esto es inverosmil, y quiz hasta imposible. Pero en cambio, cada gran potencia imperialista puede sobornar y soborna a capas ms reducidas (que en Inglaterra entre 1848 y 1868) de la aristocracia obrera. Entonces, como dice con admirable profundidad Engels, slo en un pas poda constituirse un partido obrero burgus, porque slo un pas dispona del monopolio, pero, en cambio, por largo tiempo. Ahora, el partido obrero
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burgus es inevitable y tpico en todos los pases imperialistas, pero, teniendo en cuenta la desesperada lucha de stos por el reparto del botn, no es probable que semejante partido triunfe por largo tiempo en una serie de pases. Pues los trusts, la oligarqua financiera, la caresta, etc., permiten sobornar a un puado de las capas superiores y de esta manera oprimen, subyugan, arruinan y atormentan con creciente intensidad a la masa de proletarios y semiproletarios. Por una parte, tenemos la tendencia de la burguesa y de los oportunistas a convertir el puado de naciones ms ricas, privilegiadas, en eternos parsitos sobre el cuerpo del resto de la humanidad, a dormir sobre los laureles de la explotacin de negros, hindes, etc., tenindolos sujetos por medio del militarismo moderno, provisto de una magnfica maquinaria de exterminio. Por otra parte, la tendencia de las masas, que son ms oprimidas que antes, que soportan todas las calamidades de las guerras imperialistas, tendencia a sacudirse ese yugo, a derribar a la burguesa. La historia del movimiento obrero se desarrollar ahora, inevitablemente, en la lucha entre estas dos tendencias, pues la primera de ellas no es resultado de la casualidad, sino que tiene un fundamento econmico. La burguesa ha dado ya a luz, ha criado y se ha asegurado partidos obreros burgueses de los socialchovinistas en todos los pases. Carecen de importancia las diferencias entre un partido oficialmente formado, como el de Bissolati en Italia, partido a todas luces socialimperialista, y, digamos, el cuasipartido, a medio formar, de los Potrsov, los Gvzdiev, los Bulkin, los Chjedze, los Skbelev y Ca. Lo importante es que, desde el punto de vista econmico, ha madurado y se ha consumado el paso de la aristocracia obrera a la burguesa; este hecho econmico, este desplazamiento en las relaciones entre las clases, encontrar sin gran dificultad una u otra forma poltica. Sobre la indicada base econmica, las instituciones polticas del capitalismo moderno prensa, Parlamento, sindicatos, congresos, etc. han creado prebendas y privilegios polticos correspondientes a los econmicos, para los empleados y obreros respetuosos, mansitos, reformistas y patrioteros. La burguesa imperialista atrae y premia a los representantes y adeptos de los partidos obreros burgueses con lucrativos y tranquilos cargos en el gobierno o en el Comit de la Industria de Guerra, en el Parlamento y en diversas comisiones, en las redacciones de peridicos legales serios o en la direccin de sindicatos obreros no menos serios y obedientes a la burguesa. En este mismo sentido acta el mecanismo de la democracia poltica. En nuestro siglo no se puede pasar sin elecciones; no se puede prescindir de las masas, pero en la poca de la imprenta y del parlamentarismo no es posible llevar tras de s a las masas sin un sistema ampliamente ramificado, metdicamente aplicado, slidamente organizado de adulacin, de mentiras, de trapicheos, de prestidigitacin con palabrejas populares y de moda, de promesas a diestro y siniestro de toda clase de reformas beneficios para los obreros, con tal de que renuncien a la lucha revolucionaria por derribar a la burguesa. Yo llamara a este sistema lloydgeorgismo, por el nombre de uno de sus representantes ms hbiles y avanzados en el pas clsico del partido obrero burgus, el ministro ingls Lloyd George. Negociante burgus de primera clase y zorro poltico, orador popular, capaz de pronunciar toda clase de discursos, incluso revolucionarios, ante un auditorio obrero; capaz de conseguir, para los obreros dciles, gajes considerables como son las reformas sociales (seguros, etc.), Lloyd George sirve admirablemente a
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la burguesa y la sirve precisamente entre los obreros, extendiendo su influencia precisamente en el proletariado, donde le es ms necesario y ms difcil someter moralmente a las masas. Pero es tanta la diferencia entre Lloyd George y los Scheidemann, los Legien, los Henderson, los Hyndman, los Plejnov, los Renaudel y Ca.? Se nos objetar que, de estos ltimos, algunos volvern al socialismo revolucionario de Marx. Es posible, pero sta es una diferencia insignificante en proporcin, si se considera el problema en escala poltica, es decir, masiva. Algunos de los actuales lderes socialchovinistas pueden volver al proletariado. Pero la corriente socialchovinista o (lo que es lo mismo) oportunista no puede desaparecer ni volver al proletariado revolucionario. Donde el marxismo es popular entre los obreros, esta corriente poltica, este partido obrero burgus, invocar a Marx y jurar en su nombre. No hay modo de prohibrselo, como no se le puede prohibir a una empresa comercial que emplee cualquier etiqueta, cualquier rtulo cualquier anuncio. En la historia ha sucedido siempre que, despus de muertos los jefes revolucionarios cuyos nombres eran populares en las clases oprimidas, sus enemigos intentaron apropirselos para engaar a estas clases. El hecho es que en todos los pases capitalistas avanzados se han constituido ya partidos obreros burgueses, como fenmeno poltico, y que sin una lucha enrgica y despiadada, en toda la lnea, contra esos partidos o, lo mismo da, grupos, corrientes, etc. no puede ni hablarse de lucha contra el imperialismo, ni de marxismo, ni de movimiento obrero socialista. La fraccin de Chjedze67, Nashe Dielo y Golos Trud68 en Rusia, y los del CO en el extranjero, no son sino una variante de uno de estos partidos. No tenernos ni asomo de fundamento para pensar que estos partidos pueden desaparecer antes de la revolucin social. Por el contrario, cuanto ms cerca est esa revolucin, cuanto ms poderosamente se encienda, cuanto ms bruscos y fuertes sean las transiciones y los saltos en el proceso de su desarrollo, tanto mayor ser el papel que desempee en el movimiento obrero la lucha de la corriente revolucionaria, de masas, contra la corriente oportunista, pequeoburguesa. El kautskismo no es ninguna tendencia independiente, pues no tiene races ni en las masas ni en la capa privilegiada que se ha pasado a la burguesa. Pero el peligro que entraa el kautskisrno consiste en que, utilizando la ideologa del pasado, se esfuerza por conciliar al proletariado con el partido obrero burgus, por mantener su unidad con este ltimo y levantar de tal modo el prestigio de dicho partido. Las masas no siguen ya a los socialchovinistas descarados: Lloyd George ha sido abucheado en Inglaterra en asambleas obreras, Hyndman ha abandonado el partido; a los Renaudel y los Scheidemann, a los Potrsov y los Gvzdiev les protege la polica. Lo ms peligroso es la defensa encubierta que los kautskianos hacen de los socialchovinistas. Uno de los sofismas ms difundidos del kautskismo es el remitirse a las masas, diciendo que no quiere separarse de ellas ni de sus organizaciones. Pero reflexionad sobre la forma en que plantea Engels esta cuestin. Las organizaciones de masas de las tradeuniones inglesas estuvieron en el siglo XIX al lado del partido obrero burgus. Por eso Marx y Engels no se conformaron con este partido, sino que lo desenmascararon. No olvidaban, en primer lugar, que las organizaciones de las tradeuniones abarcan, en forma inmediata, una minora del proletariado. Tanto entonces en Inglaterra como ahora en Alemania est organizada no ms de una quinta parte del proletariado. Bajo el capitalismo no puede pensarse seriamente
Hace poco he visto en una revista inglesa un artculo de un tory, adversario poltico de Lloyd George: Lloyd George desde el punto de vista de los tories. La guerra ha abierto los ojos a este adversario hacindole ver qu magnfico servidor de la burguesa es Lloyd George! Y los tories se han reconciliado con l! 9
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en la posibilidad de organizar a la mayora de los proletarios. En segundo lugar y esto es lo principal, no se trata tanto del nmero de miembros de una organizacin, como del sentido real, objetivo, de su poltica: de si esa poltica representa a las masas, sirve a las masas, es decir, sirve para libertarlas del capitalismo, o representa los intereses de una minora, su conciliacin con el capitalismo. Precisamente esto ltimo, que era justo en relacin con Inglaterra en el siglo XIX, es justo hoy da en relacin con Alemania, etc. Del partido obrero burgus de las viejas tradeuniones, de la minora privilegiada, distingue Engels la masa inferior, la verdadera mayora, y apela a ella, que no est contagiada de respetabilidad burguesa. Ese es el quid de la tctica marxista! Ni nosotros ni nadie puede calcular exactamente qu parte del proletariado es la que sigue y seguir a los socialchovinistas y oportunistas. Slo la lucha lo pondr de manifiesto, slo la revolucin socialista lo decidir definitivamente. Pero lo que s sabemos con certeza es que los defensores de la patria en la guerra imperialista slo representan una minora. Por eso, si queremos seguir siendo socialistas, nuestro deber es ir ms abajo y ms a lo hondo, a las verdaderas masas: en ello est el sentido de la lucha contra el oportunismo y todo el contenido de esta lucha. Poniendo al descubierto que los oportunistas y los socialchovinistas traicionan y venden de hecho los intereses de las masas, que defienden privilegios pasajeros de una minora obrera, que extienden ideas e influencias burguesas, que, en realidad, son aliados y agentes de la burguesa, enseamos de este modo a las masas a comprender cules son sus verdaderos intereses polticos, a luchar por el socialismo y por la revolucin, a travs de todas las largas y dolorosas peripecias de las guerras imperialistas y de los armisticios imperialistas. La nica lnea marxista en el movimiento obrero mundial consiste en explicar a las masas que la escisin con el oportunismo es inevitable e imprescindible, en educarlas para la revolucin mediante una lucha despiadada contra l, en aprovechar la experiencia de la guerra para desenmascarar todas las infamias de la poltica obrera nacional liberal, y no para encubrirlas. En el artculo siguiente trataremos de resumir los principales rasgos distintivos de esta lnea, en contraposicin al kautskismo. Escrito en octubre de 1916. Publicado en diciembre de 1916 en el nm. 2 de Sbrnik Sotsial-Demokrata. T. 30, pgs. 163-179.
Notas
64 C. Marx. El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte. Prlogo del autor a la segunda edicin. (C. Marx y F. Engels. Obras Escogidas en tres tomos, ed. en espaol, t. 1, pgs. 405-406.) 65 Kommunist (El Comunista): revista organizada por Lenin. La edit en 1915, en Ginebra, la redaccin del peridico Sotsial-Demokrat. Apareci (en septiembre de 1915) un solo nmero (doble). 66 Izvestia Zagranchnogo Sekretariata O K (Noticias del Secretariado del CO del POSDR en el Extranjero): peridico menchevique que se public en Ginebra desde febrero de 1915 hasta marzo de 1917. Aparecieron diez nmeros. El peridico sostena posiciones centristas. 10
CRTICA MARXISTA-LENINISTA
67 Fraccin de Chjedze: fraccin menchevique de la IV Duma de Estado, que encabezaba N. Chjedze. Durante la guerra imperialista mundial, ocupando posiciones centristas, respaldaba de hecho sin reservas la poltica de los socialchovinistas rusos. 68 Nashe Dielo (Nuestra Causa): revista mensual menchevique, principal rgano de los liquidadores y socialchovinistas en Rusia. Se public en 1915, en Petrogrado, en lugar de la revista Nasha Zari, clausurada en 1914. Aparecieron seis nmeros. Golos Trud (La Voz del Trabajo): peridico menchevique legal que se public en 1916, en Samara. Aparecieron tres nmeros nada ms.
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