Marx Ese Desconocido
Marx Ese Desconocido
Marx Ese Desconocido
MARX,
ESE DESCONOCIDO
JULIEN D'ARLEVILLE
Hay muchas biografas de Carlos
Marx, el fundador del Comunismo. Pero
probablemente ninguna llega pomo sta a
desentraar la verdadera personalidad de
esta figura central de nuestra poca. Porque
si poco, en realidad, se conoce su doctrina,
a pesar de su actual aceptacin e influencia,
incluso en la intelectualidad mundial, me-
nos se sabe de su vida. El autor de esta bio-
grafa no deja de comentar en el captulo
Marx, ese desconocido filsofo lo esen-
cial de la doctrina marxista, pero se ocupa
especialmente de la persona de Marx de su
ascendencia rabnica, de su conducta como
hijo, como esposo, como padre... Muchos
enigmas se aclaran y con ello adquiere to-
dava mayor dimensin el secreto de la in-
fluencia extraordinaria de la doctrina mar-
xista, impuesta hoy, al cabo de un siglo de
su publicacin, en naciones que suman mil
millones de habitantes, y que se proyecta,
amenazante, con increble poder de su-
gestin, sobre todos los rincones del plane-
ta.
2
JULIEN DARLEVILLE
MARX,
ESE DESCONOCIDO
1972
3
Versin espaola de
J. C. BARRIO
NOTA DEL TRADUCTOR
Al traducir hemos procurado referir la bibliografa citada
por el autor a las traducciones espaolas de las obras, cuando te-
nemos noticia de su existencia, por ser ms asequibles y de ms
fcil comprobacin las referencias para los lectores de la presente
edicin.
4
NDICE
ADVERTENCIA PREVIA ......................................................................................... 5
MARX!!! ................................................................................................................. 17
MARX, ESE DESCONOCIDO DESCENDIENTE DE RABINOS ..................... 20
MARX, ESE DESCONOCIDO HIJO ..................................................................... 28
MARX, ESE DESCONOCIDO ANTITEO ............................................................ 43
MARX, ESE DESCONOCIDO FILSOFO .......................................................... 61
MARX, ESE DESCONOCIDO ESPOSO ............................................................... 87
5
ADVERTENCIA PREVIA
La obra del Sr. MARX (Sr. PROUDHON) no es
simplemente un tratado de economa poltica, un li-
bro ordinario, es una Biblia: Misterios, Secretos
arrancados al seno de Dios, Revelaciones, nada
falta. Mas, como en nuestros das los profetas son
discutidos ms conscientemente que los autores pro-
fanos, es necesario que el lector se resigne a pasar
con nosotros por la erudicin rida y tenebrosa del
Gnesis, para elevarse con el Sr. MARX (Sr.
PROUDHON) hasta las regiones etreas y fecundas
de su super-socialismo.
Karl MARX
1
Las ediciones de las obras completas de MARX baten todos los re-
cords; igual las de cada una de ellas; sus cifras de tirada son fantsticas.
La bibliografa sobre MARX y el Marxismo es inmensa. El nmero de
sus ediciones y sus tiradas, tambin. Puede asegurarse que, sumadas las
ediciones de las obras de MARX y las marxianas, totalizando millones y
millones de ejemplares, sobrepasan en muchos, en muchsimos, los publi-
cados a travs de siglos relativos a cualquier ciencia, filosofa o religin.
La rauda e inmensa conquista marxista de las inteligencias y, en con-
1
K. Marx: Philosophie de la misre. Prlogo. Nos permitimos apli-
car a la obra de Marx el mismo juicio aplicado por l a la de Proudhon.
Los marxlogos dirn si sus palabras no le corresponden con ms justicia y
exactitud a Marx mismo.
6
secuencia, la creacin y expansin del Mundo marxiano, sin par en la His-
toria, tiene una primera causa eficiente: su colosal y universal predi-
cacin, hecha principalmente a travs de libros. Una vez ms es traducido
en hecho el apotegma leibnitzniano: Nada sucede sin causa suficiente.
Poco ms de un siglo tiene de duracin el perodo de la predica-
cin marxiana. Mas, realmente, si hace poco ms de un siglo que ven la
luz los primeros trabajos comunistas de MARX, aquel ms importante, El
Capital, inacabado por su autor, el primer tomo, nico publicado en vida,
lo es el 14 de septiembre de 1867; es decir, hace 105 aos.
Si exceptuamos el Manifiesto Comunista (1848), con dimensiones de
folleto, que tuvo cierta difusin entre los no muy numerosos miembros de
la I Internacional, el resto tardar ms de un siglo en llegar al gran pblico.
En vida de MARX y bastantes lustros despus, toda su produccin editorial
es un completo fracaso. Todas las angustias del autor y de su coautor, EN-
GELS, ante aquel absoluto silencio de la crtica y ante la carencia de com-
pradores de Das Kapital tienen constancia conmovedora en la correspon-
dencia entre ambos y con sus ntimos. Como al pueblo hebreo se le ha lla-
mado el Pueblo del Libro, por la Tora; al Islam la religin del Libro,
por el Corn; al comunismo se le debera llamar tambin religin del Li-
bro, por El Capital. Mas, a juzgar por el fracaso propagandstico de tan-
tos aos, nadie hubiese profetizado a El Capital, ni tampoco al Manifiesto,
mucho ms difundido y ms pronto, que llegase a ser Libro de todo un
mundo; de un Mundo, ya que si geogrfica y demogrficamente no lo es
an el comunista, con justificada licencia se le llama mundo, por exce-
der con mucho las ordinarias medidas demogrficas y geogrficas de las
agrupaciones humanas.
La gran tirada de El Capital, 1.000 ejemplares, en su primera edi-
cin, por cuyos derechos recibe a cuenta del editor, MEISSNER, de Ham-
burgo, la tambin gran cantidad de 60 libras, tarda en venderse cuatro
aos... se agota en 1871. El Capital no anuncia en su primera salida el best
seller que despus de mucho tiempo ha de llegar a ser. Durante muchos
aos, decenios y decenios, es un libro slo para iniciados; para ser ledo
por algn fantico empedernido, rayando en heroico, al resultar incom-
prensible para cuantos no se hallen profundamente versados en el abstruso
hegelianismo y Economa Poltica. Es incomprensible la obra por su mate-
ria en s. La Economa, como ciencia, est en su embrin an; y adems,
por no existir trabajos amplios y sistemticos de crtica del Capitalismo
desde el punto de vista comunista; pues, aun cuando los predecesores de
7
MARX han revelado sintticamente ya cuanto l dir, plagindolos e in-
sultndolos a la vez , esa crtica es fragmentaria y est dispersa, mezcla-
da con idealismos y utopismos, sin formar un cuerpo doctrinal, sin
sistema y, sobre todo, sin esa msica interior y lgica interna, que
MARX le infunde con su mstica del odio, con incendiaria llama de pro-
fetismo y mesianismo. MARX, que no posea la elegancia ni el talento
oratorio de LASSALLE, es un escritor oscuro, pesado, y desde luego poco
original. Sus ideas haban sido expresadas, a veces en los mismos trmi-
nos, un siglo antes, por el ingls William Thompson; l ha tomado tambin
mucho de Saint-Simon y de los socialistas franceses, como afirma su
hermano de raza, el sabio catedrtico francs, Salomn REINACH, en su
sinttica y finsima Historia de la Filosofa; una de las primeras (1926) en
la cual aparece MARX con categora de filsofo, y no como en otras, muy
pocas, cual simple miembro de la Izquierda hegeliana (
2
). O como dir
el denodado antifascista, antiguo Jefe del Gobierno de Italia, cuando el
Tratado de Versalles, Francisco NITTI:
Nada es original en la obra de MARX, y todo cuanto l escribe est
ya en sus predecesores: el antiliberalismo, el materialismo histrico, la lu-
cha de clases, el sobretrabajo y la plusvala, la crtica del desorden de la
produccin bajo la forma capitalista, y, en fin, la sucesin de las pocas
histricas con la victoria final del Proletariado, el Paraso perdido y recu-
perado, todo est en los autores que preceden a MARX, a quienes, siguien-
do su mtodo preferido, los insulta tanto ms cuanto ms los asimila. Lo
que hay de nuevo y pujante en la obra de MARX no es la novedad de sus
ideas, puesto que l no las tiene nuevas, sino la energa mental con que
elabora y coordina concepciones hasta entonces dispersas por todas partes,
las cuales l sintetiza en un sistema de lgica hegeliana. Es un esfuerzo pa-
ra renovar viejas hiptesis y antiguas utopas bajo un nuevo aspecto. As,
se puede afirmar hoy que lo ms vivaz y lo ms importante en la obra de
MARX no son sus elucubraciones doctrinales de carcter econmico, ni los
absurdos histricos y las pretendidas demostraciones algebraicas, sino so-
lamente el Manifiesto Comunista, en el cual ha creado una ideologa pol-
tica y determinado una mstica (
3
).
Queden ah esas palabras de dos hombres con indiscutida e indiscuti-
2
S. Reinach: Lettres a Zo sur l'Histoire des Philosophes, Tom. III. p. 236.
3
F. Nitti: La Democratie; Tom. I. p. 377. Ed. Pars (1933).
8
ble autoridad, como anticipo necesario, dejando para otro lugar el estudio
de MARX, ese desconocido plagiario...
La naturaleza intrnseca de su obra la condenaba infaliblemente al
repleto museo, ms bien panten, de las utopas sociales. De salvarse algo
de su ingente labor, hubiera sido ms o menos del cmulo de datos y ele-
mentos crticos, concretos, extrados por l durante sus largos aos de ra-
ta de biblioteca en el British Museum. El juicio expuesto lo formulamos a
base de puro anlisis, considerando al Marxismo como su fundador quiso
calificarlo y rotularlo: cientfico...
Mas no se nos reproche rechazar para nuestros juicios la validez del
apotegma leibnitzniano, pidiendo slo para los ajenos su reconocimiento.
Hay en la obra de MARX causa suficiente. Ya la insina el finsimo NITTI:
La obra de MARX ha determinado una mstica...
Durante decenios y decenios, la llama encendida por MARX qued
reducida slo a un rescoldo bajo las cenizas del olvido y el desprecio,
guardado vivo por pocos, muy pocos iniciados... Pero bast con brindar-
le la Gran Guerra Civil de la Humanidad, la primera guerra mundial, para
que del rescoldo marxiano, casi extinto ya, brotase una chispa ISKRA
que incendi al ms grande Imperio de la Tierra: Rusia.
Y el esotrico MARX, a partir del triunfo de la Revolucin de octu-
bre, primero en la Unin Sovitica, luego, ms paulatinamente, en Occi-
dente, va siendo elevado a los altares laicos de la Sociologa, la Economa,
la Filosofa... y ya torrencialmente, despus del ao 1945, despus de las
grandes conquistas imperiales del Marxismo, se le deifica... Ya se intenta,
previamente canonizado, elevarle a los iconoclastas altares de las igle-
sias cristianas...
Cuando, aventada de los cerebros la presente obnubilacin de las in-
teligencias, producida por la fascinacin de la monstruosa Boa constrictor
del Comunismo, si un San Jorge la mata un da, vueltos en s los hombres,
recobrada su capacidad crtica frente al Himalaya de la marxologa, se da-
rn cuenta de haber sido vctimas de un fenmeno, nada intelectual, sino
patolgico.
No una gran sofstica comparable con las grandes del pasado, sino la
estupefaccin masiva de las gentes ante las increbles conquistas del Co-
munismo, dotado ya de una demografa y una geografa suficientes para
conquistar y esclavizar al mundo entero, y, si se resiste, con sobrada po-
tencia destructiva para acabar con toda vida en el Planeta, reducindolo a
Luna, determina este fenmeno indito en la Historia del pensamiento uni-
9
versal: una doctrina cientfica y filosficamente deleznable, profesada casi
esotricamente por una pequea secta, la secta de los comunistas, al mero
impulso del Terror, sustituye a la Teologa y la Filosofa que hicieron de
Occidente la cuna de la sabia aristocracia universal.
MARX, insignificante pensador, ignorado y despreciado por la Histo-
ria del Pensamiento desde sus primeros escarceos de 1843 hasta 1917; du-
rante 74 aos, en absoluto; bastantes ms, prcticamente, hasta 1945, como
por ensalmo, deviene Maestro de los maestros.
No exageramos; incluso entre la mayora de sus sectarios, la mayora
del grupo intelectual tambin, MARX es el perfecto desconocido; muchos
de los intelectuales que se titulan marxistas no han ledo al Maestro; to-
do lo ms, el Manifiesto y algunas sntesis, parfrasis o glosas, guardando
solamente en sus memorias para la tribuna ciertas frases lapidarias suyas
(
4
).
En fin, no nos resistimos a insertar el testimonio fresco, sincero, ve-
rdico de un marxista, clebre durante muchos aos, filsofo ortodoxo del
Partido Comunista de Francia, que comparti con otro, GARAUDY, la filo-
sfica Ctedra oficial del mismo, con las debidas licencias del Krem-
lin, durante casi tres decenios. Nos referimos a Henry LEFEBVRE, bien co-
nocido en Francia y fuera de ella por sus numerosas obras parafrsicas de
MARX, ENGELS, LENIN y STALIN, litrgicas y ortodoxas y, en su conjunto,
sin tacha. Hoy, como es bien sabido, LEFEBVRE y no mucho despus GA-
RAUDY, han sido relegados a las tinieblas exteriores, al ser ambos expul-
sados del Partido Comunista.
Por el indesmentible testimonio de LEFEBVRE, podremos comprobar
cundo y hasta dnde ha llegado el conocimiento del Marxismo en las ms
altas cumbres de la cultura francesa. Y si as ocurra en Francia, pas teni-
4
En Espaa, con un Partido Socialista, declarado marxista; con una poderosa
organizacin anarcosindicalista y un Partido Comunista, disputndose los tres el ser
los legtimos descendientes de la I. Internacional (Asociacin Internacional de Traba-
jadores = A.I.T.), no es traducido al espaol El Capital; por cierto, una muy mala tra-
duccin, con permiso del personaje, real traductor, pues no lo fue quien figura en la
edicin como tal, el catedrtico Pedroso, de Sevilla, sino un predilecto discpulo su-
yo, de cuyo nombre no queremos acordarnos; no es traducido, repetimos, hasta 1931
por el editor Aguilar. Lo es en el ao mismo en que el Partido Socialista (marxista
oficialmente) tiene tres ministros en el Gobierno de la flamante Repblica y sus dipu-
tados forman el grupo ms numeroso en las Constituyentes (Nota del traductor).
10
do por Atenas moderna, fcil ser deducir cul sera y hasta qu fecha
no empezara en el resto del brbaro mundo.
Escribe as:
Qu fecha podemos nosotros ponerle al Materialismo Dialctico
como sistema filosfico y cientfico? En qu ao, en qu da de la vida de
MARX podemos nosotros decir: el Materialismo Dialctico est ah, for-
mulado, completo?
Cogido en este engranaje, yo he credo poder fijar en 1857 a 1858 la
fecha de la constitucin del Materialismo Dialctico, a causa de las cartas
de MARX a ENGELS que le muestran releyendo a HEGEL para profundizar
la dialctica y aplicarla metdicamente al estudio de la sociedad burguesa.
Como tantos otros, yo he postulado el "Materialismo Dialctico" como fi-
losofa, omitiendo los textos sobre el fin de la Filosofa como tal. Pero,
precisamente, estos textos me perturbaban un poco; y de ah ciertas oscila-
ciones y flotamientos que no han dejado de serme reprochados como una
falta de firmeza, sin percibir o sin querer reconocer su real sentido (
5
).
El problema que hace oscilar y flotar a LEFEBVRE resulta de la
antinomia irreductible entre una filosofa que niega la Filosofa, que se
niega por lo tanto a s misma. Tal problema, que afecta en primer trmino
a los filosofantes marxistas, caso LEFEBVRE, caso GARAUDY, etc., por in-
soluble, problema no resuelto an, contribuye decisivamente a que no sean
tenidos por filsofos MARX y ENGELS, dentro de la pura especulacin aca-
dmica.
Siga LEFEBVRE mostrndonos las consecuencias prcticas en la
Atenas de Occidente:
En 1938 y 1939, aparecieron al mismo tiempo que otros volmenes
los Morceaux choisis de Hegel, la traduccin de los Cahiers de Lenine so-
bre HEGEL y la dialctica, precedidos de una larga introduccin, y el pe-
queo volumen: Le Materialisme Dialectique. Diez aos de trabajo encar-
nizado, solo o en colaboracin con GUTERMAN.
El pequeo libro sobre Le Materialisme Dialectique se hallaba es-
crito desde 1934 1935. En 1933 1936, el Decano DELACROIX, espritu
de tipo amplio y fuerte, que desbordaba con mucho la especializacin es-
trecha, me pidi un estudio para la coleccin "Nueva Enciclopedia Filos-
5
H. LEFEBVRE: La some et le reste; Tom. I. p. 36. Ed. La Nef. Pars (1959).
11
fica" sobre esta "doctrina extraa" (Doctrina "extraa" para las altas cum-
bres de la cultura francesa, la "cultura" por excelencia...! nos permitimos
destacar; y esto en 1938 o 1939).
Su colega en la Sorbonne, Abel REY ampliamente citado con
elogios en algunas crticas por LENIN. insista cerca del Decano DELA-
CROIX para que concediese un lugar en esta coleccin a la filosofa marxis-
ta revolucionaria. El asombro sorprende agradablemente al Decano, cuan-
do ve entrar en su despacho de la Sorbona, donde le haba convocado, a un
hombre demasiado bien educado, y no como l esperaba ciertamente, un
feroz bolchevique con el cuchillo entre sus dientes; asombro que me en-
canta an. Poco tiempo despus, yo le llevaba copia de dos cuadernos que
tenan la extensin deseada. Desgraciadamente, durante tal perodo, el De-
cano DELACROIX muri. M. Emilio BRHIER, profesor de filosofa de la
Sorbona, tom la direccin de la Nueva Enciclopedia Filosfica. l no
amaba nada al Marxismo y no consideraba a MARX como un filsofo, sino
como un vigoroso panfletario sic, en la ltima parte de su Historia de la
Filosofa . l me lo hizo saber muy bien. Con pretextos absurdos o de
parcialidad poltica, discute mi texto, me pide modificaciones importantes.
Siguieron largas conversaciones; el volumen se arrastra. No apareci sino
muchos aos ms tarde, por lo tanto, en las mismas fechas las fechas
exactas se me escapan que la Historia del Partido Comunista bolche-
vique o poco despus que ella y que el famoso captulo de STALIN sobre
"Materialismo Histrico y Materialismo Dialctico", es decir, a finales de
1938 o principios de 1939 (
6
).
Dentro de los estrechos lmites impuestos a este libro, el caso referi-
do por LEFEBVRE, de veracidad incuestionable, ha de bastar para mostrar
el estado del conocimiento de las doctrinas marxianas en el mundo entero
en fecha tan prxima como es la del ao de la Segunda Guerra Mundial.
Porque si eso sucede en la misma Francia, dentro de ese faro cultural de
la Sorbonne, con cuya luz se ha venido alumbrando el mundo intelec-
tual; en la Francia, gobernada desde tres aos antes, 1936, por un Go-
bierno de Frente Popular, en su mitad formado por marxistas, presidido
por un marxista, BLUM, qu sucedera y cul sera la ciencia marxiana
en el resto de la Inteligencia mundial?...
Incluso en la misma Unin Sovitica, si en ella es reconocida como
6
H. Lefebvre: O. c. Tom. I. pp. 46-47.
12
filosofa la de Marx LENIN dixit , los escarmientos sufridos por
cuantos osaron elaborar filosofa (caso DEVORIN, etc.) aun limitndose al
estricto desarrollo de los sagrados textos marxianos, nadie se atreva, y
eso con muchos riesgos, ms que a encadenar textos y a formular ceidas
parfrasis. Fue necesario que el propio STALIN hiciese suya la famosa His-
toria del Partido Comunista (b), y por lo tanto, tambin hiciese suyo el 2.
Apartado del Cap. IV sobre Materialismo Histrico y Dialctico (
7
) para
que ya existiese un texto cannico y sistematizado con vigencia en la
U.R.S.S. y en todos los rangos de la Komintern o III Internacional. Con la
desestalinizacin, el Diamat ha cado en el olvido y el desprecio, como
su pretendido autor, STALIN; por lo tanto, no existe de nuevo un texto ca-
nnico del Materialismo Dialctico e Histrico, vindose obligados los
filsofos soviticos a volver al encadenamiento de textos literales y, a
costa de sus riesgos, a elaborar parfrasis.
A extraer, Historia en mano, que la magia cientfica y dialctica
marxiana sobre las inteligencias se debe a su predicacin, se demues-
tra que MARX, como filsofo, no determina el triunfo poltico ni las con-
quistas del Marxismo. Es lo inverso: son el triunfo de la Revolucin co-
munista de 1917 en Rusia, el colosal de 1945, con la conquista de media
Europa, y el de 1947, con el triunfo del Comunismo en China, los deter-
minantes del triunfo ideolgico mundial del Marxismo en conciencias e
inteligencias. Mucho mayor en profundidad y extensin de cuanto son ca-
paces de suponer cuantos an se creen no contagiados, porque el Mar-
xismo inconsciente y el vivido por los cultos y semicultos de Occidente,
resulta mucho ms eficiente para su desarme moral y material, causa pri-
mera y capital de esa pasmosa entrega de la Sociedad y los Estados bur-
gueses, consumada diaria e inadvertidamente, tanto en su interior como en
su exterior, ya que, donde no hay consciencia, no puede darse rectificacin
7
Eso obra, cuyo ttulo exacto es Historia del Partido Comunista Bolchevique
de la U.R.S.S., fue redactada por una Comisin, en la mal figuraron varios miem-
bros del Politbur, siendo aprobada por el Comit Central en 1938. Luego, aunque su
nombre no figura en las ediciones, la prensa y la propaganda le atribuyen a Stalin la
paternidad. Ese Apartado 2. del Cap. IV. es utilizado para elevarle a la cima del Par-
naso filosfico. La abreviacin del ttulo de su contenido Diamat es palabra pronun-
ciada por los adeptos con mgica uncin de Abracadabra. El famoso apartado
Diamat ocupa 31 pginas, de la 115 a la 146, en la edicin en lengua francesa, hecha
por las Ediciones en Lenguas Extranjeras de Mosc, de 1949.
13
o reaccin.
En fin, volviendo a lo ideolgico, como ya decamos, con MARX y el
Marxismo se da un fenmeno sin antecedente ni par en la Historia de las
ideologas, incluso en la de las filosofas, que asombrar un da, no sabe-
mos si lejano, a los historiadores y crticos, caso de sobrevivir ellos, por
frustrarse providencialmente el apocalptico final de la especie humana: ni
Atila ni Gengis Jan, a pesar de sus similares conquistas lograron siquiera
de sus aterrorizados sbditos ser tenidos por filsofos... En cambio, ahora,
en el siglo de las luces, o si se quiere de la Razn y de la Ciencia,
estos nuevos Gengis Jan, los LENIN, TROTSKY, STALIN, MAO, por recla-
marse ellos hijos ideolgicos de MARX, han logrado que la Inteligencia
laica e incluso una parte de la eclesial, reconozcan a MARX mundial-
mente como filsofo, y hasta como el nico Filsofo, como se le reco-
nociera en la inmensidad de su Imperio, en el resto del mundo; amenazado
de ser conquistado o aniquilado.
Si Dios evita ese tan amenazante Apocalipsis o el Reino del Comu-
nismo sobre todo el planeta, y con ello se disipa la mgica fascinacin
provocada en las Inteligencias por la epopeya conquistadora del Marxis-
mo, y liberadas ellas de su trance obnubilatorio, recobran su libertad de
juicio y crtica, los futuros sabios, al contemplar nuestro presente intelec-
tualoide, lanzarn la carcajada ms homrica que haya resonado en los es-
pacios.
Con lo expuesto, el ms mnimo residuo de capacidad crtica bastar
para comprender que el fenmeno del Marxismo no entra de ningn modo
en cualquier esquema cientfico, poltico ni social. Osamos arrostrar la
suficiente sonrisa del intelcctualoide, y conscientes de ser objeto de su
conmiseracin decimos: el fenmeno del Marxismo es mgico; algunos
grandes sabios, ya los citaremos, le llaman fenmeno religioso, pero con
idntica significacin objetiva.
Siendo as, como la experiencia ensea, nada o muy poco han de po-
der contra esa mgica fe ni razn ni ciencia, ni siquiera dotadas con las
mejores armas de la dialctica y la experiencia.
Esa mgica fe, prcticamente, objetivamente, responder siempre:
Credo quia absurdum = Creo porque es absurdo.
Convencidos, vamos a mostrar a ese desconocido MARX hombre, con
la piadosa intencin de provocar en algunos de nuestros lectores desobnu-
bilados una carcajada o, por lo menos, una leve e irnica sonrisa, con las
14
cuales resulten inmunizados para la polucin marxista respirada por ellos a
su pesar.
Para nuestro intento desintoxicador, cual triaca, vamos a recurrir casi
en exclusiva, no a los contados polemistas y detractores de MARX, sino al
propio MARX; luego, a su alter ego, ENGELS, a su padre y madre, a sus
mayores entusiastas... No creemos pueda pedir mayor prueba y estricta ob-
jetividad la ms exigente hipercrtica marxiana.
Estimamos con tal mtodo que slo con l, dentro de su sntesis y es-
casa dimensin, nuestra modesta obra pueda profundizar mucho ms en
MARX que sus biografas precedentes. Es una realidad en distinta medida,
pero en todas grande, la no explotacin de la mxima cantera biogrfica: la
Correspondencia completa entre MARX y ENGELS. Ciertamente, algo se ha
explotado desde que fuera publicada, con pretensiones de completa, en
los primeros aos de la segunda dcada, por decisin del Partido Social-
demcrata de Alemania. Mas, como se comprob ms tarde, tal coleccin
de cartas haba sido deliberada y meticulosamente purgada de cuanto
resultaba en algo desfavorable para la egregia figura de MARX, ya tan
frreamente consagrada y estereotipada mundialmente. Pureza cientfica
marxista se llama la figura. En la correspondencia completa, los testa-
mentarios de MARX y ENGELS, KARL KAUTSKY a la cabeza, dejaron en el
archivo sin incluir centenares de cartas; a otras muchas les cercenaron fra-
ses e incluso prrafos enteros, y en otros centenares ms modificaron todo
lo comprometedor. Y si esto hicieron los jefes de la Social-democracia
germana, con desprecio de la crtica existente y libre, puede suponerse lo
que han hecho los del Kremlin al publicar cierta seleccin de tal corres-
pondencia; prcticamente, la nica en circulacin y a mano de los bigra-
fos.
Resulta incomprensible la invalidacin de la edicin actual de la cer-
cenada y falsificada correspondencia realizada por Mosc. Porque lo
cierto es que hace aos, un centro oficial sovitico, el Instituto Marx-
Engels, public en alemn una coleccin de cartas completa, sin cercenes
ni falsificaciones, con el ttulo de Marx-Engels Gesamat-Ausgabe, que ge-
neralmente se cita, y nosotros citaremos, en su sigla: MEGA. Estas cartas,
cambiadas entre los dos amigos durante ms de cuarenta aos, en las cua-
les se expresaron con toda libertad y crudeza, mencionando sus actividades
y pensamientos ms ntimos, difcilmente, es cierto, se hallan hoy al alcan-
ce de quien tenga vocacin para adentrarse denodadamente en la tupida
selva de ms de 4.000 cartas, encerradas en cuatro volmenes.
15
Cuando, en 1913, fue publicada por primera vez la edicin alemana
cercenada y adulterada de la Correspondencia, LENIN escribi:
El lector ve desarrollarse ante sus ojos con asombrosa vida la Histo-
ria del movimiento obrero del mundo entero, en los momentos ms impor-
tantes y en sus puntos ms esenciales. Ms preciosa an es la historia de la
poltica de la clase obrera. Bajo los pretextos ms diversos, en los distintos
pases del viejo mundo y en los del nuevo, en momentos histricos dife-
rentes, MARX y ENGELS debaten principios esenciales relativos a la mane-
ra de presentar las tareas polticas de la clase obrera. Y la poca compren-
dida por la correspondencia es justamente aquella en que la clase obrera se
desgaja de la democracia burguesa; la poca del nacimiento del movimien-
to obrero independiente, la poca de la definicin de las bases de la tctica
y de la poltica proletarias (
8
).
Ms lejos, LENIN agrega:
Si se trata de definir con una palabra el foco de toda la correspon-
dencia, ese punto central en el cual converge toda la red de ideas expresa-
das y debatidas, esa palabra ser: dialctica (
9
).
Aun cuando, en marxista, LENIN se abstiene de ver al hombre-MARX
en su correspondencia, no creemos que se hubiese abstenido si llega a vivir
en el perodo 1929-1931, cuando el Instituto Marx-Engels, luego Marx-
Engels-Lenin, publica los cuatro tomos de la correspondencia completa.
Por l respondi STALIN, al purgar a los judos RIAZANOV y ADORATSKY,
primero y segundo directores del Instituto Marx-Engels y personalmente
compiladores de la Correspondencia completa. El triste final de los dos
eminentes marxlogos puede ser la prctica respuesta dada por los verdu-
gos stalinianos, all por los aos 1936-38, a la incomprensible publica-
cin de las cartas de MARX y ENGELS constitutivas de tan sacrlego
atentado a su divinizacin.
Ahora, en Francia, Ediciones Sociales empiezan la publicacin de
esa Correspondencia completa y sin purgar ni adulterar, que constar de
veinte volmenes, de unas 600 pginas cada uno, habindose publicado
slo el primero a finales de 1971, comprendiendo de 1835 a 1848; el cual,
por ms accesible, citaremos para dicho periodo. Admiremos el valor de
los editores franceses, a quienes no arredra el triste fin de los RIAZANOV y
8
Lenin: uvres, p. 19. Ed. Sociales.
9
Lenin: uvres, pp. 593-594.
16
los ADORATSKY, desendoles mejor fin, si sus anhelos fueran colmados
con el triunfo del Comunismo en nuestra patria, la bella Francia...
Estas raras incongruencias comunistas nos permiten revelar, no al le-
gendario MARX, sino a MARX, ese desconocido...
Ciertamente, por desgracia, en miniatura... Que la lente de muchos
aumentos de la imaginacin de nuestros lectores les permita ver en ella si-
quiera toda su estatura y sus ms esenciales rasgos.
Amn.
17
MARX!!!
I
MARX sobrepasa por sus tendencias y su formacin filos-
fica no solamente a D. F. STRAUSZ, sino tambin a FEUER-
BACH, lo que ya es mucho decir... El Dr. MARX, as se llama mi
dolo, es todo un joven hombre, todo la ms de 24 aos, que
dar el golpe de gracia a la poltica medieval y a la religin.
El une al espritu filosfico lo ms profundo y ms serio
de la ms mordiente irona; represntate a ROUSSEAU, VOL-
TAIRE, HOLBACH, LESSING, HEINE y HEGEL, no ya reuni-
dos, sino confundidos en una sola persona, y tendrs al Dr.
MARX.
Moiss HESS
(Padre del Comunismo alemn) (
10
)
Si quisiramos figurativa o cuantitativamente reflejar en forma grfi-
ca la planetaria dimensin del monosilbico nombre de MARX, cuyas cua-
tro letras, cual cuatro meridianos en cruz encierran hoy la Humanidad por
los cuatro puntos cardinales, deberamos apelar a la tipografa publicitaria
cartelera o a un nmero infinito de admiraciones para lograrlo. Acaso, se-
ra hoy apropiado recurso acudir a la llamada pintura abstracta para el
mismo fin, a un PICASSO, por ejemplo, si l, marxista, se hubiese credo
capaz de expresar, que es lo mismo que explicar, la universal dimensin de
MARX en uno de sus cuadros o dibujos, en progresin geomtrica valo-
rizados y revalorizados en mucha mayor proporcin que la desvalorizacin
monetaria, cual si por prodigio alqumico sus pinceles y sus lpices trans-
10
M. Hess: Carta B. Auerbach de 2-IX-1841. Cf. MEGA I. Tom. 12, p. 262.
18
mutasen pintura, carbn, lienzo y papel en el siempre valioso oro. Apela-
ramos gustosos al arte abstracto, al de PICASSO con predileccin sobre
cualquier otro maestro. Seguramente, alguno con su arte genial sera capaz
de mostrar y explicar a MARX; pero, como todo lo abstracto, si no se trata
de la elite iniciada, la picassiana explicacin requerira explicacin... y
el mundo no ha conocido an a un explicador capaz de explicar su explica-
cin, y menos la explicacin de la explicacin de la explicacin.
Renunciamos, pues, a expresar figurativa o cuantitativamente la ya
csmica figura de Marx, recurriendo a la imaginacin de los lectores para
la potenciacin hasta el infinito matemtico de esos tres signos de ad-
miracin con los cuales magnificamos su mgico nombre.
Los dos Estados ms extensos y poblados, la Unin Sovitica y Chi-
na, con todo su respectivo sistema satelitario y partidario, ms, bastantes
ms, de mil millones de seres humanos, oficialmente se declaran creyentes
en Marx.
Toda una gama de infinitos matices, comprendiendo a la casi totali-
dad de la Inteligencia universal, es hoy marxiana. En su mayora, el in-
telectual, sea laico, sea sacerdotal e incluso episcopal, lo es sin poseer
consciencia de serlo. Se trata de un fenmeno ecolgico, y empleamos
la palabra por no hallar otra ms explicativa en el diccionario ideolgico, a
la espera de que las Academias nos inventen una ms expresiva para signi-
ficar la masiva marxistizacin intelectual.
No hallamos en la Historia Universal caso semejante ni par en los
movimientos polticos del pasado. Para encontrar en ella semejanza cuali-
tativa, mas no cuantitativa, debemos recurrir a la historia de las religiones;
entre las cuales, la del Islam nos presta cierta imagen aproximada. Mas una
sumaria comparacin entre Islam y Marxismo, nos mostrar una inmensa
diferencia en cuanto a velocidad y extensin de las respectivas conquistas,
incluso, naturalmente, habida cuenta de la diferente proporcionalidad de-
mogrfica en ambas pocas.
Ni la formacin de ningn Imperio, ni el proselitismo de ninguna re-
ligin ha sido tan raudo ni de tanta extensin, con enormes diferencias,
como han sido y siguen siendo los del Marxismo. Si hemos de fijar y se-
alar la fecha del nacimiento de MARX, su mesas y profeta, es el da
5 de mayo de 1818; y si la de su vida pblica o egeria, es decir, la del
principio de la predicacin o formulacin del Marxismo, es el ao 1843
cuando MARX ha cumplido los 25 aosal elaborar sus dos grandes
artculos, titulados Zur Judenfrage (Sobre la cuestin juda), tan silencia-
19
dos desde siempre, los cuales marcan su paso ideolgico al Comunismo, al
preludiar por primera vez su tesis capital: el determinismo econmico tras-
cendental.
Mas como no pretendemos poner ctedra de marxologa, recurrimos
a un marxlogo insigne actual, hoy indiscutida autoridad en historiografa
marxiana: Augusto CORNU.
De su muy amplio anlisis y exposicin del tema, extraemos:
MARX, privando a la cuestin juda de su carcter especficamente
religioso y nacional, la estudia desde un punto de vista general, econmico
y social. En lugar de oponer, como B. BAUER (el artculo es una rplica a
un trabajo de ste), los judos a los cristianos, l haca del Cristianismo,
penetrado del espritu judo, la expresin ideolgica del rgimen de la pro-
piedad privada, engendrando con el egosmo, la sed de ganancia y de dine-
ro, que caracteriza la sociedad burguesa, y de la transformacin radical de
esta sociedad por la supresin de la propiedad privada, la condicin nece-
saria de la emancipacin humana, que habra de liberar judos y cristianos
a la vez.
Nos permitimos rectificar a CORNU: en ese momento y artculo,
MARX no haca del Cristianismo, penetrado del espritu judo, la expre-
sin ideolgica del rgimen de la propiedad privada. No acusa l ah al
Cristianismo, sino a los cristianos actuales, burgueses, judaizados, apli-
cndoles a ellos, no al Cristianismo autntico, el determinismo econmico,
su tesis filosfico-social esencial. Ms adelante, si podemos, ampliaremos
algo la cuestin.
Y sigue CORNU:
Al plantear as, como condicin necesaria de la emancipacin hu-
mana, la abolicin de la propiedad privada y la del reino del dinero, MARX
pasaba... del plano humano concebido en su aspecto general, al de la Hu-
manidad socialmente diferenciada y, por lo mismo, del democratismo al
comunismo (
11
).
Retengamos: con su Cuestin Juda, (1843) MARX da el paso de la
Democracia al Comunismo.
11
A. Cornu: Karl Marx et Friedrich Engels; Tom. II, pp. 271 y 273. Ed. Pres-
ses Universitares de France, Pars (1958).
20
MARX, ESE DESCONOCIDO DESCENDIENTE
DE RABINOS
Es necesario dejar de olvidar que en el siglo XVII sabios
y eruditos como Wagenseil, Bartolocci, Buatorf, Wolf, hicieron
salir del olvido los viejos libros de polmica hebraica, los que
atacaban a la Trinidad, la Encarnacin, todos los dogmas y to-
dos los smbolos (cristianos) con la aspereza judaica y la suti-
lidad que poseyeron aquellos incomparables lgicos que elabo-
raron el Talmud. Y no slo publicaron tratados dogmticos y
crticos, los Nizzachon y los Chizuk Emuna, sino que tambin
tradujeron libelos blasfemos, las vidas de Jess, como el Tole-
dot Jeschu (de finales del siglo I) y repiten sobre Jess y la Vir-
gen las fbulas y las leyendas irrespetuosas compuestas por los
rabinos del siglo II, que se vuelven a encontrar en VOLTAIRE y
en PARNY, y cuya irona racionalista, acre y positivista, revive
en HEINE, BOERNE y DISRAELI, como la potencia de los
doctores judos renace en Karl MARX y la fogosidad libertaria
de los sublevados hebreos en el entusiasta Fernando LASSA-
LLE.
BERNAD LAZARE (judo)
Karl Heinrich MARX tal es su nombre completo naci el 5 de
mayo de 1818 en Trveris; una pequea ciudad entonces del sur de Ale-
mania (Renania).
Naci del matrimonio entre Hirschel MARX y Henriette PRESBURG.
Un reciente bigrafo de MARX, judo como l, Werner BLUMEN-
BERG, sintetiza los datos sobre sus ascendientes as:
Los antepasados paternos y maternos eran rabinos desde generacio-
nes. La costumbre haca que los hijos de rabinos se uniesen entre ellos.
Los investigadores han podido establecer el rbol genealgico de Karl
21
MARX (
12
).
El padre de MARX, nacido en 1782, en Saarlautern, era el tercer hijo
del rabino Meier HALEVI MARX. Despus, ste fue nombrado rabino de
Trveris y su hijo mayor, Samuel, que muri en 1827, le sucedi. Se cuen-
tan entre sus antepasados numerosos rabinos. Nosotros encontramos en la
familia de la esposa del rabino Meier HALEVI, MARX una serie de sabios.
Esta mujer, la abuela de MARX, era hija de Moses Lwow, que fue igual-
mente rabino de Trveris. El padre de ste, Josua HESCHEEL LWOW, fue
tambin rabino de la ciudad y despus, en 1733, Landrabbiner (rabino re-
gional) en Ansbach. Este ltimo era un gran sabio. Se ha dicho de l que
no era tomada ninguna decisin dentro de las comunidades israelitas sin
haber logrado su aprobacin. El padre de Josua, Aron LWOW, fue igual-
mente en su juventud rabino de Trveris; despus, a partir de 1693, de
Westhof en, en Alsacia. Era hijo del sabio (rabino) Moses LWOW, de
Lemberg. Se cuentan entre sus antepasados hombres famosos, como el sa-
bio (rabino) de Cracovia, Josef ben GERSON HA-COHEN; Meier KATZE-
NELLENBOGEN, rabino y director de la Escuela talmdica de Padua (muer-
to en 1565) y Abraham HA-LEVI MINZ, es decir, de Maguncia, muerto ha-
cia 1525, rabino de Padua. El padre del ltimo, nacido hacia 1408, haba
abandonado Alemania huyendo de las persecuciones, a mediados del siglo
XV; fue "uno de los primeros corifeos del Judasmo, tanto del alemn co-
mo del italiano".
El abuelo materno de MARX, o puede que uno de sus otros antepa-
sados, haba emigrado de Hungra a Holanda. Este abuelo fue rabino de
Nimega. Una hermana de la madre, Sofa, se cas con el banquero Lion
PHILIPS, abuelo del fundador de la firma "Philips"...
En la poca post-talmdica, las leyes judas no estaban codificadas.
Se juzgaba segn el Talmud. En las causas delicadas se recurra a arbitra-
jes escritos (responsos) de sabios conocidos. Estos arbitrajes se basaban en
la exgesis de los textos, adaptada a cada caso segn normas precisas... Es-
te anlisis implicaba un extenso conocimiento de la tradicin, de la Hala-
cha del Talmud, que impona un estudio profundo. Muchos de los antepa-
12
B. Wachstein: Die Abstammung von Karl Marx; Festskrift i anelning al Pro-
fessor David Simonsen 70-aarige fadseldag; p. 277 y sig. Copenhague. (1923). E.
Lexin-Drosch: Familie and Stammbaum von Karl Marx, Die Glocke, I vol. p. 309.
IX ao. Berln (1923). H. Horowitz: Die Familia Lwow, Monatsschrift fr Ges-
chichte und Wissenscaft der Judentums, p. 487. 72 ao. Francfort (1928).
22
sados de MARX que nosotros ya hemos citado adquirieron un gran nombre
en estos "responsos". As Josua HESCHEL LOW y Josef ben GERSON HA-
COHEN. Si nosotros nos representamos bien lo que fuera el rabinato, esta-
remos llevados a ver en Karl Marx el rmate de una tradicin erudita secu-
lar y, a la vez, la ruptura de tal tradicin (
13
).
La tradicin, una tradicin exquisitamente talmdica, era insigne.
Por ejemplo, las crnicas hablan de que quienes conocieron al raBINO
GERSON COHEN se referan a l con gran temor y respeto. Igualmente, pero
con mayor temor y reverencia, hablan del rabino de Padua MEIER KATZE-
NELLENBOGEN, cuyo retrato figura en el vestbulo de la Universidad de la
ciudad, por considerarlo uno de sus talentos ms ilustres (
14
).
Con mucha razn, el judo BLUMENBERG opina:
Aun cuando MARX casi se haya esforzado en olvidar sus orgenes
judaicos, o ms bien por haberse esforzado l, incumbe a sus bigrafos se-
guir el hilo que le liga al Judasmo. El elemento rabnico sobre todo no de-
be ser despreciado. Naturalmente, no es necesario sobreestimar la im-
portancia, pero tampoco subestimarla. MEHRING (bigrafo semioficial de
MARX) estima que el padre "estaba completamente separado del Judas-
mo" (
15
).
Ms exactamente, y ms completamente, MEHRING dice sobre el pa-
dre de MARX:
...un hombre como l, que confesaba, con LOCKE, LEIBNITZ y LES-
SING, su "pura fe en Dios", no tena ya nada que buscar en la Sinagoga...
lo indudable es que el padre de MARX posea ya esa cultura del hombre
libre que le emancipaba de todas las ataduras judas (
16
).
Siga BLUMENBERG;
El MEHRING declara no descubrir en las cartas del padre a su
hijo "ninguna huella del espritu judo, buena o mala". Pero esta manera de
eludir la cuestin por desprecio o ignorancia demanda correcciones. Ella
13
W. Blumenberg: MARX; p. 13 y sig. Ed. Mercare de France. Pars (1967).
14
Bernhard Wachstein: Die Abstammung von Karl Marx. En Festskrift i
Anleding af Professor D. Simonson, Kjobnhavn (1923).
15
W. Blumenberg: O. c. p. 15.
16
Franz Mehring: Carlos Marx; pp. 13-14 Ed. Cenit. Madrid (1932).
23
no alcanza ms que a las zonas superficiales de la vida fsica. No toca ms
que al individuo consciente. Ignora las profundidades donde, en lo invisi-
ble y lo misterioso, se forman las fuerzas de la personalidad. "La tradicin
de todas las generaciones desaparecidas, gravita como una pesadilla sobre
el cerebro de los vivos", ha declarado el mismo Karl MARX. As, para
comprender al hombre por entero, nos hace falta incluir este patrimonio
rabnico del cual, sin duda, l no ha tomado consciencia jams. Sin duda
reinaba en la familia un espritu de liberalismo esclarecido y de vasta tole-
rancia. Sin duda, el padre se convirti al protestantismo. Sin duda, Karl
MARX mismo siente y manifiesta sin cesar una violenta aversin contra el
espritu mercantil de los judos. Pero todos estos hechos no son capaces de
anular esa "tradicin de todas las generaciones desaparecidas" que se con-
tinuaban tambin en l...
Se ha pretendido ligar muchos rasgos de la personalidad de Karl
MARX al carcter de tal o cual de sus antepasados. As, se ha querido rela-
cionar su carcter combativo con la herencia de Josua HESCHEL LWOW. A
veces se ha exagerado de manera simplista estas influencias hereditarias.
Arthur SAJEIM llama a MARX "el exegeta y talmudista de la sociologa". Se
ha querido ver en el don de asociacin de Karl MARX don sorprendente
, en la agudeza de su espritu y en la potencia de su exgesis, en la vio-
lencia polmica y en su maestra dialctica la herencia de esta larga serie
de sapientes rabinos entrenados en los ejercidos del pensamiento y en el
trabajo de la inteligencia. George ADLER subraya "la inclinacin natural
del espritu de MARX" a las conclusiones radicales, sus "disposiciones para
la abstraccin, la deduccin, la construccin intelectual", que deban desa-
rrollar an ms el estudio de la filosofa de Hegel. Sea lo que sea, nosotros
no tenemos derecho a ignorar estos orgenes. Tal es la opinin de todos los
sabios judos que poseen sobre este punto una autoridad particular; por
ejemplo, G. ADLER, S. DUBNOW, D. FARBSTEIN, H. HOROWITZ, E. LEWIN
DOROSCH, G. MAYER, A. SAJEIM, B. WACHSTEIN, S. de WOLFF. Muchos
eruditos ven en Karl MARX un sucesor de los profetas... (6)
Ms adelante, BLUMENBERG vuelve al tema:
Frecuentemente se ha aproximado a MARX a los antiguos profetas,
porque l proclamaba la venida ineluctable de una transformacin social,
que en sus frases lapidarias adquira figura de destino fatal. Esto es lo que
hicieron muchos sabios, escpticos sobre el carcter cientfico de las teo-
ras de MARX, notablemente todos los especialistas judos y, en nuestro
24
tiempo, CAMUS, BORKENAU y los interpretes teolgicos entre otros. Pero
esto es desconocer el carcter esencial de la profeca bblica (
17
). Tal carc-
ter implica que no existe destino ineluctable, que el Pueblo es el autor de
su suerte y que Dios es solamente un ejecutor de la voluntad humana (?).
El profeta pretende solamente crear un lazo natural entre el presente y el
porvenir y anunciar que el bien y el mal tendrn su recompensa y su cas-
tigo. l proclama que las profecas no tienen ms que un carcter condi-
cional y que la certeza que tiene el profeta de las cosas futuras no es ms
que una certeza moral. (
18
)
Unas pocas palabras para rectificar una parte errnea insertada en el
precedente texto por su autor:
a) Dios es solamente un ejecutor de la voluntad humana. No; Dios
posee Voluntad no faltaba ms! hgase Tu Voluntad, reza el Pa-
drenuestro. Muchas veces la impone, siempre por Su Amor, en virtud de
Su Gracia, al hombre concreto. Siempre, trascendentalmente, al hombre
genrico, a la Humanidad, con los hombres, sin los hombres y a pesar de
los hombres. Lo afirmado por BLUMENBERG es doctrina talmdica y tam-
bin kabalista; lo es tambin la de toda la Magia, en la cual incurren Tal-
mud y Kbala, por egotestas-pantestas. En cambio, tiene razn al afirmar
la condicionalidad de las profecas bblicas, las ortodoxas de la Biblia; por
ejemplo, todos los males vaticinados en ellas sobrevendrn si el Pueblo no
se arrepiente y se enmienda de su estado de pecado.
Siga BLUMENBERG:
Nada de todo ello en MARX. Ms bien rasgos suyos de carcter re-
cuerdan a los profetas y pueden ser invocados con justo ttulo. Como el
profeta, MARX aprehende intensamente el mundo que le rodea y ve pro-
fundamente la historia contempornea. El posee una "misin", que no le
permite elegir entre hablar y callarse, y que constituye el verdadero miste-
rio de la personalidad proftica. l pretende poseer el monopolio de la
verdad y de la infalibilidad. MARX mismo ensalza la soberbia de la infali-
bilidad comunista (
19
), haciendo de ella la suprema virtud del comunista
17
Cf. por ejemplo la bella interpretacin de E. Auerbach: Die Prophetie. Berln
(1920). Edicin juda.
18
W. Blumenberg: O. c. p. 109.
19
K. Marx: Carta a Engels de 25 agosto 1851.
25
(
20
).
Se impone nuevamente rectificar a BLUMENBERG. Nada de ello en
Marx. Nada de la condicionalidad proftica en l, afirma, en contexto res-
pecto a lo explicado por l sobre la profeca. En efecto; nada en l si se
comparan sus profecas con las ortodoxas, las bblicas, cuyo carcter y
rasgos esenciales ya hemos precisado. Todo, absolutamente todo, en l del
fatalismo proftico talmdico-kabalista; esencialmente, mgico-pantesta.
nica diferencia: MARX, antiteo, por egotesta, no evoca jams la Tras-
cendencia de la Divinidad; apela siempre a la Inmanencia de la Materia, su
ersatz de Dios. Y lgicamente, no se autoriza con la Revelacin sobrenatu-
ral, sino con la Revelacin de la Ciencia; sobre l, slo sobre l, descen-
dida...
Nada ms por el momento sobre tal tema. Quede algo de lo mucho
por decir al tratar de MARX, ese desconocido profeta...
Volvamos a las influencias conscientes o inconscientes del espritu
judo sobre MARX. Sean unas palabras de un clebre escritor judo, paladn
de DREYFUS, Bernard LAZARE:
Las causas que hicieron nacer esta agitacin revolucionaria ,
que la mantuvieron y la perpetuaron en el alma de algunos judos moder-
nos, no son causas exteriores, tales como la tirana efectiva de un prncipe,
de un pueblo, o de un cdigo agresivo; son causas internas, es decir que
corresponden a la esencia misma del espritu hebreo (
21
).
Algo ms del mismo:
Este espritu judo anima an a HEINE y BOERNE, MARX y
LASSALLE; ellos haban sido educados a la juda y acunados por las tradi-
ciones tambin judas... (
22
)
Ms an del mismo:
De un lado, los judos han estado entre los fundadores del Capita-
lismo industrial y financiero y colaboraron activamente en esta centraliza-
20
W. Blumenberg: O. c. p. 110.
21
Bernard Lazare: L'Antismitisme,son Histoire et ses causes; P. 152. Ed.
Documents et tmoinages (1969).
22
B. Lazare: O. c. p. 196.
26
cin extrema de los capitales que facilitar sin duda su socializacin (so-
cialistizacin, debera decir o, mejor, estatizacin: Comunismo de Estado);
del otro, ellos se cuentan entre los ms ardientes adversarios del Capita-
lismo (privado, debera precisar). Al judo absorbedor de oro, producto del
exilio, del Talmudismo, de las legislaciones y persecuciones, se opone el
judo revolucionario, hijo de la Tradicin bblica y proftica; esta tradicin
que anim a los anabaptistas alemanes del siglo XVI y a los puritanos de
CROMWLL.
A ROTHSCHILD corresponden MARX y LASSALLE; al combate por el
dinero, el combate contra el dinero, y el cosmopolitismo del agiotista se
convierte en el internacionalismo proletario y revolucionario (
23
).
Se impone una breve aclaracin: Lazare, como sus hermanos de raza,
el Rabino LOEB, DARMESTETER y tantos ms, hace del judo revoluciona-
rio, de un MARX, un LASSALLE, un HEINE, mi HESS, un LENIN, un
TROTSKY, etc., etc., un hijo de la Tradicin bblica y proftica. Incierto.
Hay dos Tradiciones en Israel; una, la patriarcal, escrita por Moiss y con-
tinuada por los libros cannicos del Antiguo Testamento, y aceptada por el
Cristianismo entero; hay otra Tradicin, las talmdico y kabalista, tradi-
cin oral y secreta hasta los primeros siglos del ltimo exilio, primeros
tambin de nuestra Era, durante los cuales la compilan y escriben las Aca-
demias rabnicas de Jerusaln y Babilonia, que es lo llamado el Talmud.
Tradicin heterodoxa con respecto al puro y autntico Mosasmo, que des-
de tiempo antes de Cristo ha ido subrepticiamente sustituyndose en la or-
todoxa, sin dejar de invocar la escrita, pero pervirtindola y falsificndola.
Evanglica e histricamente, es lo llamado farisesmo. Su origen, lo ms
probable un contagio de la teosofa y magia de Egipto, durante su estancia
en el pas del Nilo, donde el Hebreo deviene, de ser familia, un pueblo. Es
lo llamado Tradicin, un sinnimo de la palabra hebrea kbala, lite-
ralmente, recepcin, recepcin de la Tradicin. Una teosofa y una ma-
gia que se comunican secretamente, con la tcnica de los misterios ido-
ltricos, a una minora selecta (fariseo, en lenguaje corriente) que dice po-
seer por su iniciacin una revelacin no escrita por Moiss sobre los
ms profundos misterios teolgicos. Naturalmente, tal seudotradicin en-
gendra y ensea una moral, la contenida en el Talmud y en toda la gran li-
teratura rabnica. Hasta el siglo XIII, con anterioridad nicamente son co-
23
B. Lazare: O. c. p. 192.
27
nocidos breves y escasos tratados, con la compilacin del Sefer ha-Zohar
(Libro del Resplandor), elaborada en Espaa por el Rabino Moiss de
Len, no hay una obra importante sobre las doctrinas kabalistas; tan im-
portante resulta que, con motivo, el Zohar es llamado la Biblia de la
Kbala. Se trata de un pantesmo mstico, artera y sutilmente elaborado,
con el cual empleando instrumentos de tortura, como dir el sabio profe-
sor judo A. FRANCK, que son sistemas de interpretacin, se le hace a la
Palabra Divina, rodeada siempre de las mayores reverencias, declarar en
favor del pantesmo; exactamente, en favor del Homotesmo.
Conscientemente o no, es la confusin de ambas Tradiciones, la or-
todoxa con la heterodoxa, lo que motiva esa enormidad anticientfica y an-
tihistrica de hacer a MARX y a todos esos revolucionarios judos unos
hijos de la Tradicin bblica y proftica; lo son de la seudotradicin y del
seudoprofetismo, tambin ste muy abundante dentro de la lnea talmdi-
co-kabalista, eso s, doctrinal, tica e histricamente, algo bien sabido por
quienes han estudiado estas materias.
28
MARX, ESE DESCONOCIDO HIJ O
Tu corazn est manifiestamente animado y dominado
por una potencia demonaca que no se halla en todos los hom-
bres; este genio que habita en ti, es de naturaleza celeste o
fustica?
Heinrich MARX
A fin de resultar irreprochables, para mostrar a Marx-hijo, nos limita-
remos a traer aqu palabras de su propio padre. Un padre amantsimo, que
ha puesto en Karl todo su cario y sus ms grandes esperanzas. Con moti-
vo; en su matrimonio haba tenido 9 hijos: 4 varones y 5 hembras; de los
cuales, el primero, Moritz-David, muri al nacer; Hermann (1819-1842),
cuarto de los hijos, segundo de los varones, resulta un deficiente mental; el
noveno, cuarto de los varones, Eduardo (1826-1837), nacido tardamente,
estuvo enfermo los 11 aos de su corta vida. Adems, de las hijas, Henri-
queta (1820-1856) y Karolina (1824-1847), como los dos hijos citados,
mueren muy tempranamente de tuberculosis. As, al padre de MARX le
qued Karl como nico varn con vida o vlido, ms tres hijas con salud:
Sofa (1816-1883); Luisa (1821-1885) y Emilia (1822-1885) (
24
).
Se trata de la primera carta conservada del padre de MARX; y la pri-
mera en la edicin de su Correspondencia; desgraciadamente, no se cono-
cen las anteriores de padre e hijo, a las que se refiere:
Primeramente, algunas palabras sobre mi carta (anterior), que es po-
sible te haya causado algn pesar (Por el contexto, en ella debi amones-
tar al hijo por su comportamiento). T sabes que yo no soy hombre capaz
de afirmar formalmente mi autoridad paterna y que cuando yo me equivo-
co se lo declaro muy bien a mi hijo. Es un hecho que yo te haba dicho que
24
Cf. A. Cornu: Karl Marx et Friedrich Engels. Tom. I, p. 54, Ed. Press. Uni-
versitaires de France. Pars (1955).
29
no nos escribieras hasta obtener ms amplio conocimiento de tus lugares.
Pero habras debido, puesto que el asunto reclamaba tiempo, tomar mis pa-
labras menos al pie de la letra, sobre todo, sabiendo t hasta qu punto tu
buena mam est ansiosa y preocupada (Como suceder muchas veces
despus, una de las cosas que ha debido el padre reprocharle ha sido su si-
lencio, el no escribir a su familia).
Yo deseo para ti lo que puede que yo hubiese sido de venir al mun-
do bajo auspicios tan favorables. Depende de ti realizar o reducir a nada
mis ms bellas esperanzas. Puede que sea injusto y mal aconsejado el fun-
dar las ms bellas esperanzas en un ser humano, con riesgo de arruinar la
propia tranquilidad. Mas qu, si la Naturaleza no resulta responsable,
cuando hombres desde luego poco sospechosos de debilidad, son a pesar
de todo dbiles como padres?
La oportunidad que te ha tocado en suerte, mi querido Karl, raros
son los jvenes de tu edad que la disfrutan. Para esta primera etapa impor-
tante de tu vida, t has encontrado un amigo, un amigo muy digno, ms
viejo y ms experimentado que t. Es necesario que sepas apreciar esta
suerte. La amistad en el verdadero sentido clsico de la palabra es la ms
bella joya de la existencia, y, a tu edad, es para toda la vida. Esta ser la
mejor piedra de toque para tu carcter, tu espritu, tu corazn y, sobre todo,
de tu sentido moral, si sabes conservar este amigo y permanecer digno de
l.
Yo no dudo de que t sabrs permanecer siendo un ser moral. Pero
la slida fe en Dios sigue siendo un gran auxiliar de la moral. T sabes que
yo no soy nada fantico. Pero esta fe se impone pronto o tarde al hombre
como una necesidad autntica, y hay momentos en la vida en que incluso
el ateo es llevado a pesar suyo a adorar el ser supremo. Y esto es cosa fre-
cuente... por lo que han credo Newton, Locke y Leibnitz... (
25
)
Un inciso necesario para explicar esta profesin de fe del padre de
MARX, que tomamos del famoso marxlogo A. CORNU:
EI padre de MARX era un espritu muy cultivado, de tendencias libe-
rales, que tuvo sobre la formacin primera de su hijo una profunda in-
fluencia. Nacido en 1782, se haba evadido muy pronto de su medio fami-
25
Marx-Engels: Correspondencia. Tom. I (1835-1848), pp. 3-4. Editions So-
ciales, Pars (1971).
30
liar, sustrayndose de la influencia de su padre, Rabino de Trveris, distan-
cindose de la religin juda. Privado por ello del sostn familiar,
tuvo una juventud difcil, durante la cual, como se lo escriba a su hijo (
26
),
no haba recibido nada de los suyos.
Era un hombre esclarecido, penetrado absolutamente del raciona-
lismo del siglo XVIII y gran admirador de los escritores y filsofos de esta
poca: VOLTAIRE, ROUSSEAU, LESSING (
27
)... profesaba, a la manera de
KARL, una filosofa religiosa, uniendo sobre el plano de una elevada mo-
ral la razn y la fe. (
28
)
En sntesis, Hirschel, luego Heinrich, MARX, a imitacin de ESPINO-
SA, se distancia de la Sinagoga, y, como ste, profesa un desmo, como se
le llam en el siglo XVIII, en el cual se confunden Dios y Naturaleza;
en fin, profesa un pantesmo, ms o menos consciente, ms o menos for-
mulado. Pertenece a la generacin de judos, que rpidamente se ampla en
la poca ulterior, cuyo progenitor espiritual, o formulador filosfico ms
destacado es ESPINOSA, y quien lo desarrolla prcticamente, aun cuando
antiespinosiano, es el filsofo y banquero, Moiss MELDELSSO H N, con el
Movimiento Hascale, cuyo fin declarado era "el acuerdo entre la alta anti-
gedad juda y el "pensamiento moderno", separando del Judasmo todo
aquello que les haca incompatibles con las necesidades de la vida ambien-
te (
29
).
Hirschel MARX, como tantos otros judos de su tiempo, es un caso de
una realidad registrada, ms de un siglo despus de empezar a darse, por
Walther RATHENAU, aquel genio judo en tantos dominios, finanzas, pol-
tica, economa, sociologa, un genio malo, para quienes creen haber viola-
do su misterio, quien sin haber nunca roto con la Sinagoga, afirm:
El judo actual civilizado depende, a mi juicio, menos que cualquier
otro portador de cultura contempornea de lo dogmtico religioso. Consi-
26
Cf. MEGA, I, Tom. I, p. 206.
27
Cf. Neue Zeit. XVI, Tom. I, p. 5: Recuerdos de la hija de Marx, Eleanor;
El padre de Mohr (Moro) trmino afectuoso dado a MARX por sus hijas era un
verdadero francs del siglo XVIII. Se saba de corrido a Voltaire y Rousseau.
28
A. Cornu: O. c. p. 55.
29
Baruj Hagani, El Sionismo poltico y su fundador Teodoro Herzl; p. 20. Cf.
Jewish Encyclopedia: Art. HASCALA.
31
dera la fe de sus antepasados como un clarificado desmo en el sentido de
los filsofos del siglo XVIII, tiene pocos conocimientos con respecto a la
materia mitolgica, histrica, exegtica, dogmtica e incluso ritual de la
historia de su religin nacional; y en general slo establece contacto con la
comunidad religiosa en oportunidad con los eventos sacramentales de la
vida. Una relacin tan poco estrecha no produce ningn aislamiento; de lo
contrario, sta tendra que ser mucho ms sensible entre los incompara-
blemente ms religiosos catlicos que entre los judos (
30
).
Quede as documentada la cuestin.
Pasemos a otra carta. Entre ella y la mencionada precedentemente
hay otras del padre y una de su hermana, rebosantes de cario, esperanzas
y consejos; pero la situacin debe haber llegado a ser crtica por el com-
portamiento de Karl MARX:
Es curioso que yo, que por naturaleza me repugna escribir, sea
inagotable cuando se trata de escribirte. Yo no quiero ni puedo disimular la
debilidad que tengo por ti. Sucede que a veces mi corazn se llena de pen-
samientos hacia ti y tu porvenir. Y sin embargo, a veces no puedo evitar el
tener ideas tristes, plenas de presentimientos y espanto, cuando soy herido
como por un relmpago por el pensamiento siguiente: es que tu corazn
es a la medida de tu espritu y tus dotes? Tienes en l un lugar para estos
sentimientos terrestres, pero muy dulces, que aportan tanto consuelo al
hombre sensible en este valle de lgrimas? Tu corazn est manifiestamen-
te animado y dominado por una potencia demonaca que no est en todos
los hombres; este genio que te habita, es de naturaleza celeste o fusti-
ca? Es que t no sers jams y esta no es la duda menos punzante que
siente mi corazn accesible a una felicidad verdaderamente humana, es
decir, familiar? Es que t no podrs jams y esta duda no es menos do-
lorosa desde hace algn tiempo, desde que yo amo como a mi propio hijo a
cierta persona (a Jenny, la novia de su hijo) y a la que veo esparcir la
felicidad en el crculo de tus prximos?
T vas a preguntar lo que me ha podido llevar a estos pensamientos.
Frecuentemente, tales ideas morosas me han asaltado; pero las he rechaza-
do fcilmente, porque siempre he sentido la necesidad de envolverlo todo
30
W. Rathenau: Estado y judasmo. En Walther Rathenau. A travs de sus
obras; pp. 194-195. Ed. Instituto Americano de Investigaciones Sociales y Econmi-
co. Buenos Aires (1942).
32
con el amor y con toda la consideracin de que mi corazn es capaz, y yo
me borro voluntariamente en todas las circunstancias. Pero hay alguna co-
sa que me hiere en Jenny. Ella que se abandona tan totalmente en ti, con su
corazn de nia tan puro, expresa a veces involuntariamente, contra su
propio deseo, una especie de miedo, pleno de presentimientos, que no se
me escapa y que yo no sabra explicar, de lo cual ella ha tratado de extirpar
en mi corazn toda huella, desde que yo se lo hice notar. Qu puede sentir
ella? Yo no puedo explicrmelo, pero mi experiencia me impide des-
graciadamente dejarme engaar fcilmente.
Tu ascensin, la esperanza halagadora de ver un da tu nombre go-
zar de alta reputacin, tu felicidad sobre esta tierra, todo ello no es cosa
slo de corazn, estas son quimeras nutridas desde hace largo tiempo, que
han anclado profundamente en m. Pero en el fondo estos sentimientos se
deben en una gran parte a la flaqueza humana, y se mezclan a sentimientos
menos puros, tales como el orgullo, la vanidad, el egosmo, etc. Pero yo
puedo asegurarte que la realizacin de tales quimeras no me hara feliz.
Slo me har si tu corazn permanece puro y bate de manera puramente
humana, y si algn genio demonaco no es capaz de destruir en tu corazn
los sentimientos ms nobles; entonces, solamente, podra encontrar la feli-
cidad que de ti me prometo desde hace tantas aos; lo contrario sera el de-
rrumbe del ms bello objetivo de mi vida. Pero por qu entonces me aga-
rro a este punto y puedo estar tan triste? En el fondo yo no dudo de tu
amor filial hacia m y tu querida mam, y t sabes bien cul es el punto en
el cual somos ms vulnerables (
31
).
Tercera carta:
Mi querido Karl:
Cuando se conoce el propio punto dbil, se deben tomar las medidas
consecuentes. Si yo quisiese hoy escribir como habitualmente una carta de
un solo mantenedor, el amor que yo siento por ti me hara finalmente
adoptar el tono sentimental, y lo que yo hubiera escrito en primer lugar se-
ra tanto ms intil cuanto que no relees jams una carta segn me pare-
ce con justo motivo. Por qu releer cuando lo que se escribe en retorno
jams es una respuesta?
Entonces yo voy a dar libre curso a mis acusaciones en forma de
31
H. Marx: Carta a su hijo Karl Marx. Trveris, 2-III-1837.
33
aforismos, porque son verdaderamente acusaciones las que yo formulo. A
fin de hacerlas claras para m mismo y de hacrtelas tragar como pldoras,
planteo las cuestiones a las cuales yo cuento responder a posteriori.
l. Cul es el deber de un joven hombre, a quien la Naturaleza le ha
dado sin discusin un talento excepcional, en particular
a) cuando l venera a su padre y a su madre (esto como un ideal)
como lo da a pensar y como yo lo creo desde luego voluntariamente;
b) cuando l encadena a su destino una de las ms nobles jvenes,
sin interrogar su edad ni su situacin;
c) y cuando l ha puesto por este hecho a una muy honorable fami-
lia en situacin tal que ella debe aprobar una unin que, segn parece y se-
gn el desarrollo normal de las cosas, es para esta hija muy amada plena
de peligros y de sombras perspectivas?
2. Tus padres tienen algn derecho a exigir que tu conducta, tu
manera de vivir les procure alegra, o al menos algunos instantes gozosos,
y haga huir en tanto sea posible las ideas sombras?
3. Cules han sido hasta aqu para tus padres los frutos de tus mag-
nficas disposiciones naturales?
4. Cules han sido los frutos para ti mismo? De hecho, yo podra
y debera detenerme aqu y dejarte al cuidado de responder y desenvolver.
Pero desconfo en la ocurrencia de tu vena potica. Y es prosaicamente, a
partir de esta vida real, tal como ella es, como yo quiero responder, a ries-
go de parecer muy prosaico a los ojos del Seor mi hijo.
El humor en que yo me hallo, de hecho, no es nada potico. Con
una tos que dura hace un ao y que hace mi trabajo penoso, y con la gota
que ha venido a aadirse desde hace poco, me hallo a m mismo ms an-
gustiado de lo que convendra, y me irrito por mi falta de carcter, por lo
que no puedes esperar nada ms que las salidas de un hombre viejo e intra-
table, a quien irritan sus eternas desilusiones y que est sobre todo enojado
por tener que poner ante los ojos de su propio dolo un espejo en el cual no
se reflejan ms que figuras caricaturescas.
Respuestas, incluso motivos de queja:
l. Los dones merecen y hasta exigen que se muestre gratitud; y co-
mo los dones naturales magnficos son ciertamente entre todos los ms be-
llos, ellos exigen gratitud en grado ms elevado. Mas la sola manera de
mostrar gratitud a la Naturaleza es hacer de estos dones el uso que convie-
34
ne, y si me es permitido emplear un giro en uso, hacer valer el talento.
Yo s lo que se debe responder en el estilo ms noble: que estos do-
nes deben ser utilizados en el perfeccionamiento de s, y esto no es lo que
yo negara. Se est de acuerdo, se les debe utilizar para el propio perfec-
cionamiento. Pero cmo? Se es a la vez ser humano, espritu y miembro
de la sociedad, ciudadano; por lo tanto, en un perfeccionamiento fsico,
moral, intelectual y pblico. Y esto no sucede ms que cuando se ponen en
armona y la unidad los esfuerzos para alcanzar este noble fin que se mani-
fiesta en un conjunto bello y pleno de atractivos que Dios, hombres, fami-
liares y prometida tendrn el placer de contemplar, y que se podra clasifi-
car de composicin plstica ms verdadera y natural que el reencuentro
con un camarada de escuela.
Mas yo te repito, solamente en el esfuerzo hecho por repartir los
perfeccionamientos en todas direcciones, en proporcin igual para todas
las partes que componen al hombre, se manifiesta la voluntad de mostrarse
digno de estos dones; slo la igualdad de esta distribucin puede llevar a
una bella construccin, a la verdadera armona.
Se puede decir que, si se concentra en un punto particular, el esfuer-
zo ms sincero no slo deja de dar resultado sino que hace nacer caricatu-
ras; el esfuerzo slo sobre el plan fsico da un dandy; sobre el plan moral,
un soador exaltado; sobre el plan poltico, un intrigante, y sobre el plan
intelectual, un oso sabiondo.
a) S, un hombre joven deba proponerse tal fin, si l quisiera verda-
deramente proporcionar alegra a sus familiares... dejando a su corazn el
cuidado de apreciar todo lo que ellos han hecho por l; y sobre todo, si sa-
ba que esos familiares ponan en l sus ms bellas esperanzas.
b) S, l deba tener en cuenta el hecho de que haba asumido una
responsabilidad, puede que demasiado grande para sus pocos aos, pero
tanto ms sagrada, y sacrificarse l mismo por el bien de una joven que hi-
zo un gran sacrificio, si se consideran sus grandes mritos y su situacin
social, al abandonar una situacin brillante y sus esperanzas a cambio de
un porvenir indeciso y demasiado sombro, ligando su destino al de un
hombre demasiado joven. La solucin simple, prctica, es la de construir
un porvenir digno de ella, situada en el mundo real y no en una habitacin
humosa, con una lmpara de petrleo y un intelectual negligente a su lado.
c) S, sta es una pesada deuda que l debe pagar, y una noble fami-
lia tiene derecho a una gran indemnizacin por sus bellas esperanzas de-
fraudadas, aunque tan fundadas por la excelente personalidad de su hijo.
35
Porque, en verdad, millares de familiares le hubieran negado su con-
sentimiento. Y en los momentos de tristeza, tu propio padre llega a desear
que ellos te lo hubiesen negado, porque yo llevo demasiado en mi corazn
a esta joven angelical, que amo como a una hija, y cuya felicidad, en con-
secuencia, es tanto ms un motivo de preocupacin para m.
Todas estas obligaciones reunidas en conjunto constituyen un lazo
tan estrechamente tejido, que l solo debera bastar para barrer todos los
malos humores, para desechar todas las aberraciones, para compensar to-
das las debilidades, para suscitar nuevos y mejores deseos; basta para
transformar a un muchacho descuidado en un ser humano ordenado; un
genio negador, en slido pensador, un instigador disoluto de energmenos
disolutos, en hombre sociable, sabiendo conservar ciertamente bastante va-
lor para no tener el espinazo tan dctil como una anguila, sino poseer bas-
tante razn prctica y tacto para comprender que el comercio con gentes
educadas permite aprender el arte de presentarse al mundo por su lado ms
agradable y ms ventajoso, adquirir estimacin, amor y consideracin y, lo
ms pronto posible, hacer un uso prctico de los talentos que la Madre Na-
tura le ha en verdad concedido generosamente.
2. Tal es en pocas palabras tu deber. En qu medida ha sido cum-
plido? Que Dios me sea testigo?! Desrdenes, sombros vagabundeos a
travs de todos los dominios del saber, oscuros pensamientos a la triste luz
de una lmpara de petrleo; estar siempre todo un intelectual vestido con
ropa de alcoba, con los cabellos revueltos; el permanecer ante un botella
de cerveza, con desprecio de toda dignidad e incluso de todo miramiento
para su padre. El arte de rozarse con el mundo reducido al contacto de una
sucia habitacin, o, puede que en el desorden clsico, las cartas de amor de
Jenny y las recomendaciones de un padre, escritas con lgrimas, sirvan pa-
ra encender la pipa; lo cual sera mejor que dejarlas caer por una negligen-
cia ms irresponsable an, en manos de terceras personas. Y esto en este
teatro de una actividad intelectual absurda y sin objeto, que debera madu-
rar los asuntos propios para satisfacerte, a ti y a los que t amas, lo que de-
bera amasar la recoleccin que debe servir para cumplir santas obligacio-
nes.
3. A despecho de la resolucin que yo haba tomado, todo ello me
afecta muy profundamente, el pesar por hacerte mal casi me aplasta y he
aqu que mi debilidad se apodera de m nuevamente, pero para socorrerme
esto literalmente tomo las pldoras que me han sido prescritas, y las
trago todas, porque quiero por una vez ser duro y exhalar totalmente mis
36
quejas. No quiero enternecerme, porque comprendo muy bien que he sido
demasiado indulgente, que me he extendido poco en reproches y que por
ello me he hecho en cierta manera tu cmplice. Yo quiero y debo decirte
que t has causado a tus familiares muchas penas y les has dado poca e in-
cluso ninguna alegra.
Apenas habas terminado tu desordenada vida de Bonn, tu lista de
deudas estaba apenas extinguida deudas en verdad de origen tan diverso
cuando con gran estupefaccin nuestra hicieron su aparicin los tor-
mentos del amor; y con la bondad de verdaderos familiares de novela, no-
sotros nos convertimos en los heraldos y portacruces. Pero el sentimiento
profundo de que la felicidad de la vida se concentraba sobre este punto nos
hizo soportar el hecho consumado y puede incluso que desempear un pa-
pel inconveniente. T, ciertamente, habas escapado de la familia muy jo-
ven; pero nosotros no dejbamos de esperar, viendo con ojos de padres la
influencia bienhechora que se ejerca sobre ti, que los efectos benficos se
haran sentir bien pronto, porque en efecto, la necesidad y la reflexin
abogaban igualmente en tal sentido. Pero qu frutos hemos cosechado?
Nosotros no hemos tenido jams el placer de intercambiar una co-
rrespondencia razonable, que es generalmente el consuelo de una ausencia.
Porque la idea de correspondencia supone un dilogo consecuente y prose-
guido de carta en carta, realizado armoniosamente por las dos partes. No-
sotros no hemos tenido jams respuesta a nuestras cartas; tu carta siguiente
no se relacionaba con tu carta precedente ni con la nuestra.
Sobre lo que nuestro hijo tan demasiadamente amado haca y pen-
saba exactamente, apenas de tiempo en tiempo una frase rapsdica era lan-
zada, y este rico registro se volva a cerrar como por arte de magia.
Hemos estado muchas veces meses enteros sin cartas, y la ltima
fue cuando supiste que Eduardo estaba enfermo, tu madre muy en pena y
yo enfermo, habiendo adems clera en Berln; y como si todo ello no re-
clamara, la carta tuya que sigui no dice palabra, conteniendo escasamente
algunas lneas mal escritas y un extracto de diario, titulado Besuch (Visi-
ta): yo prefiero dejar esta visita a la puerta antes que recibirla en mi casa;
es un amasijo incongruente que no hace ms que testimoniar hasta qu
punto malgastas tus talentos, pasando las noches en vela para engendrar
estos monstruos; muestra tambin que marchas al paso de los nuevos esp-
ritus malignos que torturan sus palabras hasta que ellos mismos no las en-
tienden, que bautizan un frrago de palabras con el nombre de obra ge-
nial, cuando ellas no quieren decir nada o significan ideas muy embrolla-
37
das.
Cierto, tu carta contena alguna cosa, quejas con respecto a Jenny
que no escriba, a despecho de que t ests convencido de estar favorecido
en todos sentidos no haba ninguna razn para desesperarse o desga-
rrarse , pero no era bastante, este querido Yo reclamaba con languidez el
placer de leer lo que l saba (lo que en el caso presente resulta equitativo),
y he aqu aproximadamente lo que el seor mi hijo era capaz de decirles a
sus padres, a los cuales haba aterrado con su absurdo silencio, teniendo la
conviccin de que ellos sufran.
Como si nosotros fusemos duendes repletos de oro, el seor mi hi-
jo dispone en un ao aproximadamente de 700 thaleros contra todo lo que
habamos convenido, contra todos los usos, cuando los ms ricos no dan ni
500. Y por qu? Yo le hago esta justicia de que l no es un juerguista ni
un malgastador. Pero cmo un hombre que cada 8 15 das debe inventar
nuevos sistemas y desgarrar sus anteriores trabajos elaborados penosamen-
te, cmo este hombre, pregunto, puede ocuparse de pequeos detalles?
Cmo podra l acomodarse a un orden mezquino? Cualquiera pone la
mano en su bolsillo, cualquiera le engaa, pero se guarda de turbar los
crculos donde l evoluciona, y una nueva letra de cambio es muy pronto
girada. Gentes mezquinas como G. R. y Evers pueden despreciar esto, son
muchachos bien conocidos. Cierto, stos tratan en su tontera de digerir los
cursos aun cuando no sea ms que la letra y de procurarse de tiempo
en tiempo protectores y amigos, porque en los exmenes son estos hom-
bres los que juzgan, profesores, pedantes y a veces crpulas sedientos de
venganza, que quieren confundir a espritus independientes, porque bien
entendido, es en su facultad de crear y de destruir donde reside la grandeza
de estos seres.
Cierto, estos pobres jvenes duermen seguramente con tranquilidad,
salvo cuando a veces consagran toda una noche o la mitad de una noche al
placer, en tanto que mi Karl, slido y talentoso, pasa miserables noches
velando, fatiga su cuerpo y su espritu con estudios serios, se hurta a todos
los placeres, para consagrarse de hecho a estudios abstractos y slidos, aun
cuando lo que hoy construye lo destruye maana, y, para terminar, ha des-
truido lo que posee sin apropiarse lo desconocido! Ha terminado por poner
a su cuerpo enfermo y su espritu embrollado, en tanto que los pobres mu-
chachos del comn siguen su camino sin obstculos y frecuentemente al-
canzan mejor sus fines, y por lo menos ms fcilmente que los que des-
precian las diversiones de la juventud y destruyen su salud, a fin de captar
38
la sombra del saber, cuando en una hora de relacin con los hombres com-
petentes lo hubiesen adquirido mucho ms fcilmente, con el placer de ha-
llarse en buena compaa por encima de lo comn.
Termino, porque siento mis pulsaciones ms violentas, estando a
punto de caer en un tono lacrimoso, y hoy quiero ser implacable.
Tambin debo trasladarte las condolencias de tus hermanos y her-
manas. Leyendo tus cartas, apenas se percibe que ellos existen; y la buena
Sofa, que tanto sufre por ti y por Jenny, y que es tan devota tuya, no pien-
sas en ella ms que cuando la necesitas.
He pagado la letra de cambio de 160 thaleros. No puedo, o apenas,
imputarla al pasado ao escolar, porque est verdaderamente cargado al
mximum. Y con respecto a la que viene yo sin embargo no quiero esperar
mucho de la misma especie.
Venir a vernos en este momento sera pura tontera! Yo s bien que
t no concedes una gran importancia a los cursos que sin embargo pa-
gas, seguramente , pero quiero por lo menos conservar el decoro. Cier-
tamente, no soy un esclavo de la opinin pblica, pero no me gusta que
cabalguen sobre mi espalda. Ven para las vacaciones de Pascuas o quin-
ce das antes, no soy tan estricto y puedes estar seguro de que, a pesar
de esta carta, te acoger con los brazos abiertos y de que mi corazn de
padre, que no est enfermo ms que por haber solicitado demasiado, palpi-
ta con este pensamiento.
Tu padre,
MARX (
32
)
Bien quisiera el autor poder forjar por entero este pequeo libro con
textos completos del propio MARX, de su esposa, hijas, ntimos, como
acabamos de hacer por excepcin con las precedentes cartas de su padre.
Unas cartas capitales para conocer a plena luz a MARX, ese desconocido...
cartas expresando unos juicios, ciertamente, velados y atenuados por el
inmenso amor de su progenitor, que ha puesto en su bienamado todas sus
esperanzas, pero, aun as, reveladoras del inmenso egotismo, como lo cali-
fica l, de que se halla posedo su hijo.
Egotismo; el calificativo paterno es grave; mas, por paternal, ate-
32
H. Marx: Carta a K. Marx, 9-XII-1837.
39
nuado; porque cualquiera, con imparcialidad y justicia, conociendo por en-
tero, no slo al joven, casi adolescente, MARX, sino al total, no le vera po-
sedo de egotismo; le vera posedo de egotesmo...
En fin, nicamente algo ms para justipreciar los juicios paternos,
por si los lectores han olvidado el importante detalle de la edad. La ltima
carta tiene fecha de 9 de diciembre de 1837. Quiere decirse que los juicios
de Heinrich MARX se inspiran en su conducta durante diecinueve aos, que
son los cumplidos a la sazn por Karl. Y tenemos derecho a preguntarnos:
de haber podido conocer a su hijo hecho ya todo un hombre y en la pleni-
tud de sus hazaas, le habra calificado de egotista, o de egotesta...?
Porque los tan severos juicios y reproches, que sepamos, estn moti-
vados por actos y comportamientos no mucho ms graves que los propios
de tantos jvenes atolondrados universitarios. A no ser, cosa muy proba-
ble, que, por pudor, el padre no mencione algunos ms reprobables, ocul-
tados a su vez por bigrafos ulteriores, caso de haberlos conocido, por no
ser todos los popularizados bigrafos imparciales, sino panegiristas. Si los
ms graves hechos no se hubiesen dado, como hay derecho a suponer a
travs de las palabras paternas, stas deberan ser dictadas por una fina y
profunda intuicin, potenciada por el gran amor del padre, hacindole adi-
vinar en la conducta y el carcter del hijo un tenebroso porvenir para su
futura vida.
Para terminar, aportamos algunos hechos y rasgos, de los conocidos,
inspiradores de las condenaciones paternas:
Al principio (ya en la Universidad de Bonn), su ardor en el trabajo
es tal que se matricula en nueve asignaturas; por consejo de su padre, que
tema sufriera un intil surmenage (
33
), redujo el nmero a seis, que sigue
con mucha asiduidad, como lo atestigua el certificado de la Universidad
(
34
).
A consecuencia de un exceso de trabajo, cae enfermo a principios
de 1836 y su padre le invita a cuidar de su salud (
35
). Su celo no tarda en
disminuir, y se matricula durante el semestre de verano slo en cuatro
33
Cf. MEGA, I, Tom. I
2
, p. 185. Carta de H. Marx a K. Marx; Trveris, no-
viembre 1835.
34
Cf. MEGA, d. p. 194.
35
Cf. MEGA, d. p. 188. Carta de H. Marx a K. Marx. Trveris, principio de
1836.
40
asignaturas, que sigue en su conjunto con mucha menor asiduidad (
36
).
Se deja arrastrar entonces con los otros estudiantes de su club a una
vida gozosa y disipada que le hace condenar en junio de 1836 a un da de
encarcelamiento por borrachera y escndalo nocturno (
37
). Los estudiantes
tenan entonces el privilegio de ser juzgados por su Universidad; la prisin
donde eran encerrados no tena nada de severa y ellos continuaban all la
buena vida, recibiendo visitas de camaradas con los cuales festejaban ale-
gremente. Una litografa de la poca nos muestra a MARX con los estu-
diantes de su club en el hotel del Caballo-Blanco (
38
). Se bebe y se baila
alegremente, en tanto que desde un rincn el joven MARX contempla la es-
cena con el aire un poco siniestro de un genio romntico (
39
).
...el certificado librado por la Universidad al final de sus estudios en
Bonn menciona que Karl no es sospechoso de formar parte de una socie-
dad poltica prohibida (
40
).
Por satisfacer su inclinacin a la poesa, entra en un club de jvenes
poetas... Entonces pareci sospechoso a la Polica que le vigil y le hizo un
registro. Se puede pensar que aquella suposicin no estaba injustificada en
absoluto, si se considera que los fundadores del club eran BIEDERMANN,
antiguo alumno del Liceo de Trveris, que haba sido entonces acusado de
escribir poesas revolucionarias, y Fenner von FENNENSLEBEN, antiguo
miembro de la asociacin de los Intransigentes, fraccin extremista de la
Burschcnschaft, que deba desempear ms tarde un papel activo duran-
te la Revolucin de 1848. Este club, al cual pertenecan igualmente E.
GEIBLE y K. GRUN, uno de los futuros fundadores del Socialismo Verda-
dero, estaba en estrechas relaciones con el club potico de los estudiantes
de Grttingen, que deba tener las mismas tendencias, pues contaba entre
sus miembros, aparte de Th. CREIZ y Moritz CARRIRE, a L. F. C. BER-
MAYS, futuro colaborador de los Anales franco-alemanes, editado por K.
MARX y A. RUGE, y en 1844, director del peridico revolucionario alemn
de Pars, el VORWRTS (cuyo nombre tomara muchos aos despus el
36
Cf. MEGA. dd. p. 194. Cursos seguidos durante el semestre de verano de
1836.
37
Cf. MEGA, d. p. 194.
38
Cf. MEGA, d. p. 192.
39
A. Cornu: O. c. Tom. I, pp. 69-70.
40
Cf. MEGA, I, Tom. I
2
, p. 1.
41
diario y rgano oficial de la Social-Democracia alemana)... K. MARX, se-
gn se hizo constar en su certificado universitario, fue, despus de aban-
donar Bonn, denunciado de haber llevado a Colonia armas prohibidas (
41
y
42
).
Si la denuncia fue cierta, sera la primera accin revolucionaria de
MARX.
Despus de su llegada a Bonn, K. MARX deja a sus familiares sin
noticias durante tres semanas y en tres meses no les escribe ms que dos
veces, y con prisa, sin indicarles siquiera las asignaturas que estudia (
43
).
En sus cartas, su cuestin es el dinero, que gasta con facilidad, a despecho
de sus padres, y contrae incluso algunas deudas que su padre debe pagar de
mal grado (
44
). Pero lo que inquieta a sus padres ms an que sus derroches
son los duelos entre estudiantes, que frecuentemente tenan un resultado
fatal y contra los cuales pone en guardia a su hijo; pero sin resultado, ya
que en un duelo que tuvo lugar en agosto de 1836 MARX result ligera-
mente herido cerca del ojo izquierdo (
45
). El ao pasado en Bonn, con gran
desilusin de su familia, result casi como perdido; y para sustraer a
MARX de aquel medio, le hizo continuar sus estudios en la Universidad de
Berln (
46
).
Recordemos: CORNU, a quien hemos seguido, es un marxista, obli-
gadamente panegirista, escribiendo con censura comunista hoy, aun cuan-
do trata en lo posible de no traicionar su erudicin de gran marxlogo.
Si en las cartas desaparecidas de K. MARX y en todas, menos una,
tambin desaparecidas de su hijo pertenecientes a esta poca, los aos de
vida del padre, no existan otros motivos mucho ms graves, la conducta
de K. MARX, la misma de tantos estudiantes burgueses de aquellos tiem-
41
Cf. Karl Marx, Chronik seines Lebens in Einzeldaten, del Marx-Engels Insti-
tut Moskau, p. 3 (1934). Cf. M. Carrire: Lebenserinnerungen, Archiv. fr Hessisce
Geschibhte und Altertumskunde, Nue Folge, I, Tom. X, p. 165 (1914).
42
A. Cornu: O. c. Tom. I, p. 70.
43
Cf. MEGA, Carta de H. Marx a K. Marx, de 18-X1-1835, p. 188.
44
Cf. MEGA, pp. 188-189. Id. a d., de principios de 1836.
45
Cf. MEGA, pp. 188-189, carta de H. Marx a K. Marx de principio de 1836,
16-III-1836 y mayo-junio 1836.
46
A. Cornu: O. c. p. 71.
42
pos y los de hoy, no parece lo bastante grave para justificar la tan severa
condenacin y el tan lbrego porvenir augurado para l por su benigno y
amantsimo padre.
Para su motivacin, y gran motivacin ha de tener el apasionado y
sacrificado padre, slo hallamos algo en las primeras tentativas literarias
ay, tan engredas como deleznables! enviadas a su progenitor con la
pretensin de ser geniales y tempransimas obras maestras.
Unas frases de su indito drama, titulado Ulanem, el nombre de su
hroe:
Es el fin. Ha llegado mi hora, las agujas se paran, el edculo se
derrumba. Pronto, contra mi corazn, yo ser la eternidad y le gritar la
maldicin gigantesca de la Humanidad... Si existiera un abismo donde to-
do es abolido, yo me precipitara en l, incluso a riesgo de destruir al mun-
do que se interpone entre nosotros. Este mundo se rompera bajo mis mal-
diciones, yo encerrara entre mis brazos la realidad, que perecera estran-
gulada por mi abrazo. Abismarse en la Nada, y desaparecer y abolirse en-
teramente; esto sera vivir verdaderamente... Ay!, mas es necesario vivir,
con el alma vaca y angustiada, eternamente encadenados a la dura roca de
la existencia. Los mundos nos arrastran en su ronda gritando su canto de
muerte, y en tanto nosotros, bufones de un Dios sin entraas, calentamos
amorosamente la vbora en nuestro seno, para contemplarla erguida en su
omnipotencia y aplastndonos con su desprecio... Mas estn echados los
dados, destruyamos prontamente todo el tejido de mentiras y acabe en la
maldicin lo creado por la maldicin
47
.
Literariamente mediocre... pero ya todo un nihilista el joven Karl.
47
E. Marx: MEGA, I, Tom. I
2
, pp. 68-69. Monlogo de Ulanem.
43
MARX, ESE DESCONOCIDO ANTITEO
Odio a todos los dioses del cielo y de la tierra.
Karl MARX
Las influencias paternas resultan muy decisivas en los hijos, como
determinantes de su religin. Es algo demasiado evidente. Y de ah, sin
duda, ese afn de la criptoheterodoxia, demasiado extendida en la Iglesia
Catlica actual, de retrasar el bautismo hasta la edad adulta. Sin duda, la
criptoheterodoxia, sin proclamarlo verbalmente, pero afirmndolo prcti-
camente, no cree y niega la Gracia sacramental, pretendiendo reducir el
bautismo a un mero acto de voluntad humana, ajeno y hasta excluyente de
aqulla, como si el hombre, como tanto se da, no quedase luego, adulto ya,
en libertad de renunciar a la Gracia e incluso de renegar de su fe.
Ya hemos aludido a la conversin del judo Hirschel MARX. Y
tambin hemos aportado la razn para ella deducida por MERHING, el
bigrafo del hijo con mayor y ms antigua autoridad, achacndola ex-
clusivamente a motivos ideolgicos. Ms marxista, mejor crtico y mucho
mejor informado, CORNU dir:
Nacido en 1782 en Sarrelouis, se haba evadido pronto del medio
familiar, sustrayndose a la influencia de su padre, Rabino de Trveris,
apartndose de la religin juda. Privado del sostn de su familia, haba te-
nido una juventud difcil, durante la cual, como escribi a su hijo (
48
), no
haba recibido nada de los suyos... Gracias a su trabajo, haba podido llegar
a ser abogado en Trveris y crearse una honorable situacin que consagra-
ra consiguiendo el ttulo de Consejero y siendo elegido Decano del cole-
gio de abogados local. (
49
)
48
Cf. MEGA, I, T. I
2
, p. 206. Carta de H. Marx a K. Marx, 12-14-VIII-1837.
49
A. Cornu: O. c. T. I, p. 55.
44
En cuanto a la influencia de sus ideas sobre la decisin de apartarse
de la Sinagoga, que le cuesta perder el apoyo econmico familiar, resulta
indudable:
Era un hombre esclarecido, todo l penetrado del racionalismo del
siglo XVIII y gran admirador de los escritores y filsofos de esta poca:
VOLTAIRE, ROUSSEAU, LESSING. El padre de Mohr (Moro, cariosa apodo
familiar dado a Marx por sus hijas) era un francs del siglo XVIII. Se saba
de memoria a VOLTAIRE y ROUSSEAU. (
50
)
Ahora bien, que el racionalismo y el desmo profesado por el padre
de MARX le aparte de la Sinagoga, resulta lgico; pero, por la misma lgi-
ca, esas mismas ideas debieron apartarlo de toda otra religin positiva,
como en realidad, aun cuando no de manera oficial, haba sucedido con sus
maestros, cristianos de nacimiento todos ellos.
Nada de motivos ideolgicos para el bautismo de Hirschel MARX:
En conjunto, el principio que prevaleci fue aquel que el Ministro
del Interior de Prusia, von SCHUCKMANN, haba expuesto en un decreto el
4 de mayo de 1816, segn el cual los judos no deban tener acceso, en las
nuevas provincias, a funciones pblicas; y este trmino era tomado en su
sentido ms amplio. Por tal hecho, los judos fueron excluidos de la profe-
sin de abogado, no pudiendo tampoco ser nombrados jurados ni siquiera
dirigir una farmacia. (
51
)
Apoyndose en el artculo 16 de la Carta de la Confederacin Ger-
mnica, el gobierno (prusiano) despus de haber prohibido desde 1815 a
los judos las funciones pblicas, en 1822 extendi esta prohibicin a todas
las carreras liberales. Esta medida vino a caer sobre Hirschel MARX. (5)
En 1816, eleva una splica para ser autorizado a continuar ejerciendo
la profesin de abogado. A pesar del buen informe del Presidente de la
Comisin encargada de aplicar la ley, que le presenta como muy ins-
truido, celoso, y leal, su peticin es rechazada. Puesto as en el trance de
abandonar su profesin o su religin, que oficialmente sigue siendo la ju-
da, seguidamente, a fines de 1816 o principios de 1817, Hirschel MARX
decide hacerse cristiano. Se bautiza, cambiando su nombre judo,
Hirschel, por el de Heinrich (Enrique). Naturalmente, aquel cristiano
50
Eleanor Marx: Recuerdos; en Neue Zeit, XVI, T. I, p. 5.
51
Hansen: Die Eheinprovinz (1815-1915). T. II, p. 246. Bonn (1917).
45
nuevo no ha cambiado su nombre por el adoptado a causa de su devocin
por San Enrique. La eleccin de tal nombre se debe a que fonticamente
corresponde al suyo anterior, el judo HIRSCHEL. Tal razn fontica y or-
togrfica es la que dict a tantos judos conversos de entonces y de aho-
ra su eleccin de nombre cristiano. HEINE cambiar tambin su nombre
judo, HIRSCHEL por, ese mismo HEINRICH, luego Henri. La interpretacin
del hecho tan general resulta bastante sencilla: estos cristianos nuevos
pretendan indicar al elegir un nombre fontica y ortogrficamente lo ms
sinnimo posible del judo abandonado que nada esencial en ellos haba
cambiado al mudar aparentemente de religin: que bautizados, ellos conti-
nuaban siendo judos; por lo menos, espiritual y racialmente judos, lo si-
guieran siendo o no por su religin.
No podemos dudar de que el padre de MARX le descifrara muy pron-
to al hijo el secreto de su conversin y el significado del nombre cris-
tiano adoptado por l. Y no resultar menos fcil deducir cul sera la
reaccin de Karl despus de haber escuchado la explicacin de su progeni-
tor.
Algo importante tambin. La poblacin de Trveris, entonces de
unos 12.000 habitantes, era en su inmensa mayora catlica, pues la comu-
nidad protestante slo contaba con unos 300 miembros (
52
).
Si, como se ha visto, el padre de MARX cambia oficialmente de reli-
gin por motivos y necesidades materiales, para no ser privado del ejerci-
cio de su profesin, parece que tal motivacin le debi llevar al Catolicis-
mo, confesin de la inmensa mayora de la ciudad, en la cual deba l con-
seguir la casi totalidad de su clientela. Mas no; contra toda conveniencia,
opta por la protestante. Por qu, ya decidido a obrar segn le conviene y
as obra, por qu, repetimos, no realiza lo que ms le conviene hacindose
catlico?
Slo hallamos una explicacin en eso tan reiterado por tantos sabios
israelitas y por no pocos aplicado al mismo MARX, como ya vimos: la su-
pervivencia del espritu judo en los judos conversos e incluso, como en
el mismo MARX, en los ms declarados enemigos de toda religin. Y esta
inmortalidad del espritu judo, segn ellos, nos podra explicar la inconse-
cuencia de preferir Hirschel el Protestantismo. El ms clebre judo en su
poca, el tambin converso HEINE, en su apologa de Lutero apologa
52
Cf. A. Cornu: O. a T. I, p. 56.
46
hecha conociendo el antijudasmo feroz del mismo haba dicho del Pro-
testantismo:
En lugar del espiritualismo ndico, del bautismo de Occidente, que
se haba convertido en Iglesia Romana, naci el espiritualismo judaico
desta, que recibe, bajo el nombre de Fe Evanglica (Protestantismo), un
desarrollo acorde con las circunstancias de lugar y tiempo... Por otra parte
en el Protestantismo Dios vuelve a convertirse en un clibe celestial,
pues la legitimidad de su hijo es rudamente combatida, los santos son apa-
bullados, se les cortan las alas a los ngeles, y la madre de Dios pierde sus
derechos y se le prohbe hacer milagros. (
53
)
He ah la satrica definicin del Protestantismo, muy exacta en su ca-
ricatura, de tal genio literario judo. Y retengamos: el Protestantismo es el
espritu judo sustituyndose en el cristiano.
El padre de MARX, forzado por su inters personal a cambiar ofi-
cialmente de religin, ingresa en la nacida del espritu judaico, en el
Protestantismo.
Esta conversin (?), seguida en 1824 y 1825 por la de sus hijos y
por la de su esposa, le permita seguir siendo abogado... Muchos judos
ilustrados, como E. GANS, futuro profesor de MARX en la Universidad de
Berln, se convirtieron entonces al Protestantismo... lo que H. HEINE (tam-
bin converso), calificara muy justamente de billete de entrada para la
civilizacin europea. (
54
)
Los motivos y efectos de estas conversiones de judos podemos
apreciarlos en estas palabras del mismo HEINE:
Nosotros vivimos en un triste tiempo; los pcaros son considerados
los mejores y los mejores deben hacerse pcaros. Comprendo muy bien las
palabras del Salmista: "Seor, dame mi pan cotidiano, por temor a que yo
blasfeme tu nombre". (
55
)
Cuatro meses despus de bautizado, cuando le lleg la noticia de los
martirios sufridos por los cristianos en el Japn, escribi Heine:
53
H. Heine, De la Alemania. T. I, pp. 65-66 d. F. Sempera Valencia.
54
A. Cornu: O. c. T. I, pp. 56-57.
55
H. Heine: Carta 2 Moiss Moser.
47
He ledo que lo que los japoneses odian ms y les inspira ms ho-
rror son los cristianos. Yo quiero ser japons (
56
).
A no tardar, esos efectos de estas conversiones los contemplare-
mos tambin en MARX.
Aunque comedido y timorato, cuando la ocasin se le presenta, el
cristiano nuevo Heinrich MARX hace alarde de sus ideas revoluciona-
rias. En Trveris exista una llamada Sociedad Literaria en su Casino, a la
cual l perteneca. La sociedad organiz un banquete en honor de los dipu-
tados liberales de la Dieta. Hirschel, ya Heinrich, pronunci un discurso
que, formalmente fue un elogio para el Rey de Prusia, por haber concedido
instituciones democrticas... Pero, al final, un grupo de abogados enton
La Marsellesa y La Parisin; el converso Heinrich uni su voz al coro
que cantaba esas canciones revolucionarias. Enardecido el abogado BRU-
SIUS, declam que sin la Revolucin las gentes estaran an reducidas a
pastar la hierba como el ganado. El eco del escndalo lleg a Berln y el
Prefecto de la ciudad fue castigado por tolerarlo, pasando la Sociedad Lite-
raria del Casino a ser vigilada por la Polica (
57
).
Muy tempranamente, Karl MARX ingres en el Liceo local. En aquel
centro docente, la mayora de los profesores eran de izquierda. Haba in-
troducido all el liberalismo aos antes el arzobispo Clemente VECESLAS
(1768-1808) y su coadjutor, el cannigo DALBERG, pues ambos profesaban
las ideas del kantiano HONTHEIN (Frobenius). Nada nuevo bajo el Sol! El
Modernismo es viejsimo.
A la sazn, el profesor de matemticas, STEINGER; el de hebreo,
SCHEEMAN; y el director, WYTTEMBACH, eran de izquierda; en calidad de
tales, amigos del padre de MARX, y, en consecuencia, protectores del hijo.
El citado director, J. H. WYTTENBACH, ferviente kantiano, haba par-
ticipado en la fundacin de sociedades culturales, todas liberales, y sus en-
seanzas en el Liceo eran completamente racionalistas. Se hizo sospechoso
a la Polica por su actitud en las fiestas de Hambach (1832), que fueron
una manifestacin muy democrtica; motivando un registro policiaco en el
Liceo, donde, en poder de un alumno, fueron encontrados los textos de los
discursos pronunciados en Hambach y poemas satricos contra el Gobierno
56
H. Heine: Carta a Moiss Moser.
57
Cf. Geh. Staatrarchiv. B. rep. 77. Tt. 505. Vol. II, fol. 216.
48
prusiano. De la investigacin result acusado de atesmo el profesor
STEINGER; de haber cantado canciones revolucionarias, el profesor
SCHEEMAN; y el director, WYTTENBACH, fue amonestado por el estado de
espritu revolucionario del centro docente dirigido por l (
58
).
Esta agitacin poltica en la cual participaban su padre y algunos de
sus maestros y condiscpulos no poda dejar de ejercer una profunda in-
fluencia sobre el joven MARX... y aun cuando no haya pruebas de su parti-
cipacin efectiva en esta agitacin, no se puede dudar que ella ha contri-
buido mucho a su primera orientacin poltica. (
59
)
l MARX era uno de los alumnos ms jvenes de su clase y s-
lo tena 17 aos cuando termin el bachillerato (
60
), mientras que los de-
ms tenan de 19 a 21 aos.
En el momento de los exmenes, el examinando MARX pare-
ca no andar muy fuerte en Religin ni en Historia. (
61
)
Materias en las cuales l dictar luego lecciones con la pretensin de
vigencia sobre toda la Humanidad...
La diferencia de edad, de medio y de religin la mayora del
alumnado es catlico explica que K. Marx tuviese pocos amigos entre
sus condiscpulos (
62
). MARX no habla nunca de sus compaeros de Liceo,
ni sabemos tampoco de ninguno que registrase sus recuerdos. (
63
)
H. MARX no pensaba, no poda tampoco pensar, que al transmitir a
su hijo aquellos raudales de cultura burguesa como la riqueza ms slida
con que le equipaba para la vida, no haca ms que contribuir a dar vuelos
en l a aquel temido "demonio", del que no saba si haba de ser "fustico o
58
Cf. Acta de los Provinzialschukollegius koblez. C. III 2, n. 10; C. III b, n..
5.
59
A. Cornu: O. c. T. I, p. 62.
60
Sobre sus estudios en el Liceo de Trveris, cf. Archiv fr die Geschichte des
Sozialismus un der Arbeiterbewegung; pp. 424-444 (1925). Cf. Grunberg: Nachtrag
zu Marx als Abiturient. Certificado de fin de estudios, 14 septiembre 1835. Cf.
MEGA, I T. I
2
, pp. 182-184.
61
A. Cornu: O. c. p. 63.
62
F. Mehring: O. c. p. 14.
63
F. Mehring: O. c. p. 14.
49
celeste". K. MARX super ya en el hogar paterno, como jugando, mucho de
aquello que a un HEINE o a un LASSALLE les costara los primeros y ms
duros combates de su vida y de cuyas heridas no llegaron jams a reponer-
se. (
64
)
Creemos que un buen anlisis permitir extraer grandes enseanzas
de cuanto en el presente captulo llevamos aportado. Como el espacio nos
impide realizarlo, se lo recomendamos a la capacidad crtica de nuestros
lectores. Por nuestra parte, tan slo destacar como lo radical en la influen-
cia educacional de MARX, primera determinante de su antitesmo, a saber:
el judasmo y el desmo conjurados en su primer maestro, su padre.
Se comprender que sobre Judasmo puede ser escrita toda una gran
biblioteca; incluso si se trata del mero judasmo talmdico. Y resultar una
evidencia la imposibilidad nuestra para encerrar tan gran tema en una mera
fraccin de captulo. En consecuencia, para contemplar un poco, poqusi-
mo, pero elocuente del antitesmo del Talmud, sea un texto suyo capital:
No son voces misteriosas las que deben decidir en lo sucesivo las
cuestiones de doctrina; han de decidirlas la mayora de los sabios. La Ra-
zn no est oculta en el cielo; no es en los cielos donde se halla la Ley; ella
ha sido dada a la tierra, y pertenece a la razn humana comprenderla y ex-
plicarla. (
65
)
El cannico texto anterior, no deber ser objeto de la frecuente ca-
lumnia judaica de haber sido inventado por el antisemitismo, negando que
se halle inserto y vigente en el Talmud, tan inasequible para la inmensa
mayora de las gentes. Si lo hemos elegido, evitando su tacha de falsedad,
es por haber sido insertado, sin desmentido durante ms de medio siglo,
por un judo defensor de sus hermanos de raza, el ya citado Bernard LA-
ZARE (
66
).
Ignoramos si puede haber una expresin ms profunda y refinada de
antitesmo que esa de someter la Revelacin, la Ley, a la razn humana;
exactamente, a la razn de los Sabios de Sin, los rabinos de Israel.
64
F. Mehring: O. c. p. 14.
65
Talmud: Trat. Baba Mezia, 59 a.
66
B. Lazare: O. c. p. 159.
50
En cuanto al desmo, poseemos un precioso texto del mismo MARX:
Si HOBBES pulveriz los prejuicios destas del materialismo baco-
niano, COLLINS, DODWELL, COWARD, HARTLEY, PRIESILET, etc., derrum-
baron el ltimo obstculo teolgico del sensualismo de LOCKE.
En fin de cuentas, para el materialista, el desmo no es sino un me-
dio cmodo e indolente de liberarse de la religin. (
67
)
Explicado, lector, el desmo de Heinrich MARX por su propio hijo?
Las obligadas disertaciones de MARX para revalidar su bachillerato
denotarn la influencia paterna y profesoral; claro es, observando cierta
moderacin impuesta por el canon gubernamental.
Las pruebas del examen de estado, realizadas en agosto de 1835,
cuando tena 17 aos, las realiz satisfactoriamente. Las ms flojas fueron
sus disertaciones de alemn y latn. El tema de la segunda fue: An prin-
cipatus Augusti merito inter feliciores rey publicae Romanae numeretur?
(Puede contarse con justo ttulo el gobierno de Augusto entre los ms
felices de la historia romana?). Sobre la misma dir CORNU, a pesar de su
simpata por MARX, era una comparacin bastante banal de este reinado
el de Augusto con la poca anterior, menos cultivada, y la ulterior,
en la cual empieza a manifestarse la decadencia y se anuncia la tirana
(
68
).
Es curioso; MARX pasar a sus biografas como insigne literato y, a
la vez, como gran historiador, con el doble motivo de pertenecer a la es-
cuela historicista, y en sus primeros pasos cientficos muestra la deficien-
cia de su aficin y de sus dotes para la literatura y para la Historia.
Pero donde revela su formacin ideolgica, la cual nos interesa ms,
es en su disertacin religiosa, cuyo tema fue: Mostrar con arreglo al
Evangelio segn San Juan, XV, 1-4, la razn, la naturaleza, la necesidad y
los efectos de la unin de los creyentes con Cristo.
Nada ms antittico que el tema con su tratadista, posedo del de-
monio fustico, segn su propio padre. Remitimos al captulo y verscu-
67
K. Marx: La Sainte Famille,. p. 156. Ed. Sociales. Pars (1969). Cf. K. En-
gels: Introduccin al Materialismo dialctico y al Socialismo cientfico; p. 33. Ed.
Agular, Madrid (1932).
68
A. Cornu: O. c. p. 63.
51
los comprendidos en la disertacin. Pero, especialmente al XV, 12,13,14,
donde los precedentes hallan su causa y razn:
(12) ste es el mandamiento mo: que os amis unos a otros, as co-
mo os am. (13) Mayor amor que ste nadie lo tiene: que el de dar uno la
vida por sus amigos. (14) Vosotros sois mis amigos, si hiciereis lo que yo
os mando.
El Apstol, telogo del Amor: Dios es Amor (1,8); el Amor prin-
cipio, vida y fin de la Historia, es la ms irreductible antinomia con el
MARX que proclamar que la Historia es la lucha de clases; que no es el
Amor la Historia, sino el Odio; no por amor morir, sino por odio matar.
No poda MARX an oponerse al Evangelio jonico. Las autoridades
civiles le imponan convenir con el evangelista en que la unin de los
hombres en Dios responde a una tendencia profunda de la naturaleza hu-
mana, que se ha esforzado siempre, como atestigua Platn, en elevarse
hasta Dios por una moralidad ms alta... Y seguidamente expona que la
unin de los creyentes con Cristo, que se impona dada la impura moral de
los paganos, hace llegar a la verdadera virtud a la cristiana, ms humana y
dulce incluso que la de los estoicos y ms elevada que la de los epicreos
(
69
).
Desde el punto de vista dogmtico juzga CORNUesta diserta-
cin es muy floja, porque las razones dadas en ella para la unin de los
creyentes en Cristo tan slo son de orden moral, sin tener en cuenta, como
hace constar el corrector, las razones especficamente religiosas. (
70
)
Al juzgar la disertacin, el profesor de Religin dir:
Esta exposicin vigorosa, viva y rica en pensamientos, merece elo-
gios, aun cuando la naturaleza de la unin en causa no sea indicada; su ra-
zn slo es estudiada en un slo aspecto y su necesidad est insuficiente-
mente demostrada. (
71
)
Naturalmente, sin reconocer como determinante al Amor, la unin
con Cristo no puede ser perfectamente demostrada ni justificada. Tanto es
as que sin conocer al Dios-hombre, el hombre jams podr llegar a la ms
alta comprensin de que l es capaz de la Divinidad.
69
MEGA, I, T. I
2
, pp. 171-174.
70
A. Cornu: O. c. p. 64.
71
MEGA, I. T. I
2
, p. 174.
52
Se dira que, providencialmente, al franquear MARX el ltimo esca-
ln para poder penetrar en el recinto universitario, es enfrentado con cl
Dios-Amor, del cual ser una de sus ms abisales negaciones en la Histo-
ria.
Pueden multiplicarse y agudizarse los anlisis del Marxismo, sean
comprensivos y simpticos o incomprensivos y antipticos; sin pon-
derar en ellos lo radical en MARX, su antinomia irreductible con Dios-
Amor, y, en consecuencia, tambin con el humano amor, nadie ser capaz
de comprender lo esencial en l ni la esencia del Marxismo.
Se comprobar inmediatamente, y en muy solemne ocasin, al redac-
tar su tesis para el doctorado (1841), no conservada en su totalidad, pero
que a los efectos de prueba para nuestra precedente asercin resulta sobra-
damente suficiente. All, en el Prefacio de la Tesis, podemos leer:
En tanto le reste a la Filosofa una gota de sangre en su corazn ab-
solutamente libre y conquistador del Mundo, no dejar de gritar a sus ad-
versarios, con Epicuro:
"No es el impo aquel que rechaza a los dioses de la multitud, sino
quien abraza la opinin que la multitud tiene de los dioses" (
72
).
La Filosofa no hace un secreto de ello. Hace suya la profesin de
Prometeo:
"En verdad, a todos los dioses odio". (
73
)
Es su propia confesin, su lema contra todos los dioses, celestes y
terrenales, que no reconocen a la conciencia humana como divinidad su-
prema. Ningn dios ha de existir al mismo nivel que ella.
72
Epicuro: Carta e Menokeo. No aquel que rechaza a los dioses de la multitud
es el impo, sino el que abraza la opinin que la multitud tiene de los dioses (De la
carta de Epicuro a Menokeo acerca del dcimo libro de Digenes Laercio). (Ed.)
73
Del Prometeo encadenado, de Esquilo.
53
Y a los locos de atar que se regocijan por el aparente descenso de la
posicin social de la Filosofa, sta vuelve a replicarles, como contest
Prometeo a Hermes, el mensajero de los dioses:
"Jams cambiar mis cadenas por la servidumbre del esclavo. Mejor
es permanecer encadenado a una roca que obligado al servicio de Zeus".
(
74
)
Prometeo es el ms noble de los santos y mrtires del calendario de
la Filosofa.
Berln, marzo de 1941. (
75
)
Retengamos: Odio a todos los dioses.
Se dira que el muy joven MARX pretende ser o es ya el hombre del
pecado, el hijo de perdicin, el que hace frente y se levanta contra todo el
que se llama Dios (
76
), el hombre apocalptico del que hablara en la ms
solemne ocasin el Apstol de las gentes.
Y ahora, lectores, nuestro insoluble problema: cmo escoger los
textos ms representativos del antitesmo marxista siendo ellos tantos y tan
decisivos a lo largo de su obra?
Perdonen los marxlogos, si los hubiere, las fatales omisiones, im-
puestas por lo parco del espacio. Leamos:
La crtica de la religin es la condicin de toda crtica. (
77
)
El aforismo precedente resulta una flagrante contradiccin dentro de
la famosa dialctica marxiana: si la religin, segn ella, est determinada
por lo econmico, y no a la inversa, la condicin de toda crtica ser la cr-
tica de lo determinante, lo econmico, y no de lo determinado, la religin.
74
Esquilo: Prometeo encadenado.
75
MEGA. I. T. I
1
, p. 11.
76
S. Pablo: II Tesalonicenses, I, 3-4.
77
K. Marx: Contribution a la critique de la philosophie du droit de Hegel.
Oeuvres philosophiques. T. I, p. 83. Trad. Molitor.
54
Para Alemania escriba en 1844 la crtica de la religin est
acabada en sustancia. (
78
)
Por nuestro mismo argumento, cmo puede hallarse acabada la cr-
tica del reflejo, la religin, sin existir an, segn el mismo MARX, que
se la atribuye, la crtica de lo reflejado, lo econmico?...
Los marxlogos dirn si las dos versiones del mismo argumento las
ha refutado en alguna parte MARX o cualquiera de sus numerosos epgo-
nos.
Para B. BAUER, "la forma ms rgida de la oposicin entre el judo y
el cristiano, es la oposicin religiosa". Cmo se resuelve una oposicin?
Hacindola imposible. Y, cmo se hace imposible una oposicin religio-
sa? Suprimiendo la religin (Segn el tajante remedio, el dolor de cabeza
se curara suprimiendo la cabeza, cortndola...) En cuanto el judo y el
cristiano no vean ya en sus religiones respectivas ms que diversos grados
del desarrollo del espritu humano, "camisas de serpiente" abandonadas
por la serpiente que es el hombre, ya no se hallarn en oposicin religiosa,
sino en una relacin puramente critica (en oposicin tambin), cientfica y
humana. La ciencia constituir entonces su unidad. Pues bien, las oposi-
ciones cientficas se resuelven por la propia ciencia. (
79
)
El sorites marxista es bastante grosero, sin que por ello deje de ser
ingenuamente utpico. Slo parece que suprimidas las oposiciones de tipo
religioso radicalmente, suprimiendo las religiones, la serpiente que es el
hombre dejar de oponerse a la serpiente que es el otro hombre... Y las
dems contradicciones?... Sobre todo para MARX, las famosas contradic-
ciones econmicas, procreadoras de todas las dems. Ah, la utopa saints-
imoniana! La Ciencia con versal crear la unidad humana. En
efecto, la ciencia, en su actual pice, ha creado la bomba nuclear, y, desde
luego, se dispone a suprimir toda contradiccin en la Humanidad, por el
mismo sistema inventado por MARX para suprimir las religiosas: supri-
miendo la Humanidad...
La lucha contra la religin es la lucha contra este mundo, del cual la
78
Marx: Id. d.
79
Marx: Question Juive. Oeuvres philosophiques. Tom. I, p. 166.
55
religin es el aroma espiritualizado. (
80
)
Parecera ms lgico luchar contra el perfumador, el mundo, y no
contra su perfume, la religin; desaparecido el perfumador, nada ya de
perfume...
La miseria religiosa es, por una parte, la expresin de la miseria
real, y, por otra, la protesta contra la miseria real (Pero no habamos
quedado en que se trataba del perfume de este mundo, ahora, misera-
ble...? Contradiccin una ms: si la religin es expresin de la mi-
seria real, no puede ser lo protestado...) La religin prosigue es el
suspiro de la criatura agobiada por la desgracia, el alma de un mundo sin
corazn, del mismo modo que es el espritu de una poca sin espritu. Es
un opio para el pueblo. (
81
)
He ah la clebre frase: opio del pueblo. Si es as, si la religin es
un anestsico para hacer desaparecer o disminuir el dolor en la criatura do-
lorida, resulta inexplicable, por cruel, que MARX pretenda suprimirla. Lo
humano y lgico sera suprimir el dolor, mejor, la causa del dolor; pero
jams aquello que lo disminuye o lo hace desaparecer. Aqu MARX se nos
muestra como si fuera un cirujano decidido a operar suprimiendo la anes-
tesia... Tal cirujano se quedara sin clientela y, es ms, lo suponemos, sera
echado del Colegio Mdico. No sucede igual con este cirujano antianeste-
sista, MARX, cuya clientela, indudablemente masoquista, crece de da en
da; y, es ms, es admitido de da en da en ms y ms colegios... hasta en
los colegios eclesiales y religiosos.
La verdadera felicidad de un pueblo exige que la religin sea supri-
mida (
82
).
Si la religin es el opio para el pueblo, si es la anestesia que evita
el dolor, y la verdadera felicidad del mismo exige que la religin sea su-
primida, no hay duda, para MARX, la felicidad del pueblo est en su do-
lor... Lo dicho, el pueblo deber padecer aberracin masoquista... o MARX
la padece sadista.
80
K. Marx: Contribution a la critique de la Philosophie du droit de Hegel.
Oeuvres philosophiques, I, p. 84.
81
K. Marx: Id., d.
82
K. Marx: Id., d.
56
Y siga MARX:
El Comunismo "anula las verdades eternas, anula la religin y la
moral en vez de regenerarlas". (
83
)
La frase es atribuida por MARX aun supuesto contradictor, pero in-
mediatamente, sin haberla rechazado, es aceptada, diciendo que la Revo-
lucin comunista romper de la manera ms radical con las ideas tra-
dicionales indicadas.
Ignoramos, e ignoraremos, si MARX y ENGELS crean en la posibili-
dad de una sociedad sin religin ni moral. Como en vida de ellos no pudie-
ron demostrarlo prcticamente, al no regir, por no existir, un Estado comu-
nista, debemos inducirlo del comportamiento de Lenin, que, l s, lo rigi.
Y dijo:
En qu sentido negamos nosotros la moral, la moralidad?
La negamos en el sentido en que la ha predicado la burguesa, dedu-
cindola de los mandamientos de Dios. A este respecto decimos, natural-
mente, que no creemos en Dios... O bien, en lugar de deducir esta moral de
los dictados de la moralidad, de los mandamientos de Dios, la deducan de
frases idealistas o semiidealistas que, en definitiva, se parecan siempre
mucho a los mandamientos de Dios.
Nosotros negamos toda moralidad de esa ndole...
Pero, sin duda, la realidad ha mostrado a Lenin que una sociedad no
puede vivir sin una moral social e individual, pues a rengln seguido dice:
Pero, existe una moral comunista? Existe una moralidad comunis-
ta? Es evidente que s. Se pretende muchas veces que nosotros no tenemos
una moral propia, y la burguesa nos acusa con frecuencia de que nosotros,
los comunistas, negamos toda moral...
Decimos que nuestra moralidad est subordinada por completo a los
intereses de la lucha de clase del proletariado. Nuestra moralidad se deriva
de los intereses de la lucha de clase del proletariado...
Decimos que, para nosotros, la moralidad tomada al margen de la
sociedad humana no existe, es un engao. Para nosotros, la moral est
subordinada a los intereses de la lucha de clase del proletariado.
83
K Marx-F. Engels: Manifiesto Comunista; cap. II: Proletarios y comunistas.
57
Ahora bien, en qu consiste esta lucha de clase? En derrotar al zar,
en derrocar a los capitalistas, en aniquilar a la clase capitalista. (
84
)
Existe, pues, una moral comunista, es decir, marxista. Una moral
de lucha, de lucha de clase, de guerra de clases; guerra eterna, per-
manente; para MARX y para todo comunista, el Demiurgo de la Historia...
Naturalmente, profesar esa moral impone fatalmente negar la mo-
ral dictada por los Mandamientos de Dios, ya negados al negarle a l; in-
compatible con la marxiana, como son incompatibles radicalmente los
opuestos sentimientos en que respectivamente se inspiran: Odio y Amor.
Ya sera temible la profesin de esa moral de lucha, esa moral de
odio, inspirando al individuo; pero lo es en grado sumo al ser una moral
de Estado, de un Estado Absoluto, el llamado ahora Totalitario, asumiendo
todos los poderes, el espiritual, el poltico, el econmico, el militar, el po-
licaco. Ese Poder sin ms ejemplo histrico que el del Faran y el Inca,
multiplicado el del dios-Faran y el del dios-Inca por la terrible potencia-
cin que le brinda hoy la Ciencia aplicada.
Una moral de lucha, una moral de Odio, que el Estado Totalitario
y divinizado impondr imperativamente a todos, la profesen subjetivamen-
te o no. Y no slo la impondr por derrotar al Zar y aniquilar a la clase
capitalista, como limitadamente deca Lenin, sino que la impondr para
aniquilar tambin a cuantos subjetiva u objetivamente, por accin u omi-
sin, sean calificados por el Estado, sin recurso ni apelacin, como capi-
talistas... Y ah est la historia de ms de medio siglo del Estado comunis-
ta demostrndolo.
RUBEL, ese gran marxlogo ya citado por nosotros, no duda en cali-
ficar a MARX de amoralista:
La tica de MARX se caracteriza negativamente por su amoralismo
y, positivamente, su trayectoria es esencialmente pragmtica. A travs de
FEUERBACH, enlaza con el pensamiento del mayor amoralista que ha exis-
tido: ESPINOSA... Igual que ESPINOSA, MARX hace entrar al hombre en el
eterno ciclo de la Naturaleza infinita, y le asigna un ideal de perfeccin: la
84
Lenin: Discurso ante el III Congreso de la Unin de Juvetundes Comunistas
de Rusia, el 2 octubre 1920. Pravda, n. 221, 222, 223, del 5 al 7 de octubre 1920.
58
realizacin de su totalidad humana. (
85
)
Debemos terminar este captulo; y lo haremos con algo concreto de
MARX sobre el Cristianismo:
La moral cristiana es la expresin de la disociacin del hombre de s
mismo, de su naturaleza y de la Naturaleza; disociacin hipostasiada en un
imperativo moral, que resulta desde luego vano y no se traduce en nada
real. Es una evasin y no ataca la causa de la disociacin de la que es refle-
jo... (
86
)
Los principios sociales del cristianismo han justificado la esclavitud
clsica, han justificado la servidumbre medieval, y cuando hace falta, sa-
ben aprobar la opresin del proletario, aunque con un aire un tanto contri-
to. Los principios sociales del Cristianismo predican la necesidad de una
clase dominante y de una clase dominada, y para esta ltima, se contentan
con formular piadosamente el deseo de que la primera sea caritativa. Los
principios sociales del cristianismo trasladan al cielo la compensacin... de
todas las infamias, y justifican de este modo la perpetuacin de esas infa-
mias sobre la tierra. Los principios sociales del cristianismo declaran que
todas las infamias cometidas por los opresores contra los oprimidos son el
justo castigo del pecado original o de otros pecados, o bien son pruebas
impuestas por el Seor en su infinita sabidura, a las almas salvadas. Los
principios sociales del cristianismo predican la cobarda, el desprecio de s
mismo, el rebajamiento, la sumisin, la humildad; en resumen, todas las
cualidades de la canalla... (
87
).
Si yo s que la Religin es la autoconciencia enajenada del hombre,
s confirmada en ella, no mi autoconciencia, sino mi autoconciencia ena-
jenada. S, por consiguiente, que mi yo mismo, la autoconciencia corres-
pondiente a mi esencia, no se confirma en la Religin, sino que ms bien
se confirma en la Religin aniquilada (
88
).
85
M. Rubel: Pages choises pour une thique socialiste; p. XXVII. Ed. Rivire.
Pars (`1948).
86
K. Marx-F. Engels: L'Idologie allemande; pp. 287-288.
87
K. Marx: Deutsche Brsseler Zeitung, de 12 septiembre 1874. Cf. MEGA, I,
vi. p. 274.
88
K. Marx: Manucritos. Economa y Filosofa; p. 198. Ed. Alianza Editorial.
Madrid (1969).
59
Faltos de espacio para refutar esta serie de aplogos de MARX, meros
aplogos, por no deslizarse ni por casualidad el menor argumento, ni la
ms leve prueba, tomando por tales otros aplogos propios, dados ahora
como proposiciones probadas y demostradas irrefutablemente, creemos
que resultar ms convincente una refutacin ajena... la del propio MARX.
Acabamos de verlo, no ya ejercitando su dialctica en contra del
Cristianismo en particular y de la Religin en general, sino sus inmensas
dotes para el insulto; pues bien, he aqu como ha calificado l mismo al
Cristianismo:
Slo en apariencia ha vencido el Cristianismo al Judasmo real. El
Cristianismo era demasiado elevado, demasiado espiritualista, para elimi-
nar la brutalidad de la necesidad prctica del Judasmo de otra forma
que sublimizndola en una bruma etrea.
El Cristianismo es el pensamiento sublime del Judasmo... el Cris-
tianismo, en tanto es religin perfecta, hubiese acabado, al menos en teo-
ra, por hacer al hombre extrao a s mismo y a la Naturaleza. (
89
)
Perfecto, si omitimos la incapacidad de MARX para comprender la
cristiana renuncia del hombre, por el amor a Dios hasta el desprecio de s
mismos (
90
); amor al Dios que se sustituye en el hombre desgraciado:
"Venid, vosotros los benditos de mi Padre, entrad en posesin del
Reino que os est preparado desde la creacin del mundo; porque tuve
hambre, y me disteis de comer; porque tuve sed, y me disteis de beber; pe-
regrino era, y me hospedasteis; desnudo, y me vestisteis; enferm, y me
visitasteis; en prisin estaba, y vinisteis a m. Entonces le respondern los
justos, diciendo: "Seor, cundo te vimos hambriento y te dimos de co-
mer, o sediento y te dimos de beber...?" Y respondiendo el Seor les dir:
"En verdad os digo, cuanto hicisteis con uno de estos mis hermanos ms
pequeuelos, conmigo lo hicisteis". (
91
)
89
K. Marx: La Question Juive; Segunda parte (final). Oeuvres Philosophiques.
Tom. I. Ed. Costes. Pars (1927).
90
S. Agustn: De Civitate Dei; Lib. XIV, cap. 17.
91
S. Mateo, XXV, 34-40.
60
S; Dios-Cristo se sustituye en el hombre pobre o desgraciado. No lo
contrario, como quiere la inversin ebionin (progresista, hoy) y la marxis-
ta, su heredera: el Pobre sustituyndose en Dios.
Inmediatamente lo veremos:
Los comunistas no predican desde luego la moral en absoluto...
Ellos no plantean a los hombres exigencia moral: "Amaos los unos a los
otros, no seis egostas, etc."; ellos saben muy bien, por el contrario, que el
egosmo tanto como el desarrollo es una de las formas, y, en ciertas con-
diciones, una forma necesaria de la afirmacin de los individuos. Los co-
munistas no quieren de ninguna manera abolir (Aufheben) al "hombre pri-
vado" en provecho del hombre "general", como hace el hombre que se sa-
crifica. (
92
)
Confrntese las palabras de MARX con las de Cristo...
En el captulo inmediato contemplaremos al egosmo marxista deve-
nido egotesmo.
92
K. Marx-F. Engels: Lidologie Allemande; pp. 178-280.
61
MARX, ESE DESCONOCIDO FILSOFO
La filosofa es al estudio del mundo real lo que el onanis-
mo al amor sexual.
K. MARX - F. ENGELS (
93
)
El exergo pertenece a La Ideologa Alemana (1845-846), voluminosa
obra de MARX y ENGELS, en situacin de indita durante 86 aos; hasta ser
publicada en 1932 por el Instituto Marx-Engels-Lenin de Mosc.
Tan obscena y chocante apostasa de la Filosofa, en lgica y en ho-
nestidad cientfica, debera imponer a quienes la profieren su abstencin
permanente y total en especulaciones filosficas; segn ellos, aberrante,
nefando, repugnante y estril onanismo mental...
Y ya es osada en los dos jvenes, casi unos imberbes (27 y 25 aos,
respectivamente) calificar de onanismo el amor a la verdad que la Filo-
sofa es. Aun pasando por alto la grosera obscena de su frase, jams resul-
tar tolerable para nadie aplicarla de lleno a tan sublime sentimiento hu-
mano, progenitor de cuanto bueno y bello ha realizado el hombre intelec-
tualmente. Todo lo ms, podra tolerarse dirigida especficamente a las
aberraciones del amor a la verdad, a veces, con ms apariencias de amor a
ella que la verdadera y autntica Filosofa; aberraciones padecidas por tan-
tos usurpadores fraudulentos del nombre de filsofos.
Pero an ms intolerable resulta su exabrupto, por hipcrita y embus-
tero, al darse la paradoja de insertarlo en el instante mismo en que MARX y
ENGELS estn lanzados a elaborar Filosofa, o a pretender elaborarla, en
ese mismo centn de cuartillas donde los tres autores tres, contemos al
excluido HESS lo insertan. Pues, en efecto, La Ideologa Alemana, pre-
cedida, entre otros trabajos menos importantes del primero, por Sobre la
93
K. Marx-F. Engels (M. Hess): L'Idologie Allemande; pp. 269 Ed- Sociales
Pars (1968).
62
Cuestin Juda, la Crtica de la filosofa del Derecho de Hegel, los Ma-
nuscritas de Economa y Filosofa (ms conocidos por Manuscritos 1844),
que la preceden, y La Sagrada Familia, si no queremos contar el folleto
escrito en colaboracin con B. BAUER, publicado sin sus nombres, La
Trompeta del Juicio Final contra Hegel, el Ateo y el Anticristo. Un ultim-
tum (
94
); folleto en el cual, fingiendo denunciar y atacar al implcito ates-
mo hegeliano, a lo VANINI, lo exponen, razonan, exaltan y propagan; cuya
obra, como todas las citadas, son filosofa; aberracin filosfica, ona-
nismo mental, segn ellos; pero, intencionalmente, filosofa...
Creo ha de bastar para convencerse de ello con enunciar el subttulo
de La Ideologa Alemana: Crtica de la filosofa alemana ms reciente, en
la persona de sus representantes Feuerbach, B. Bauer y Stirner, y del so-
cialismo alemn en la de sus diferentes profetas.
Adems, como se ha indicado, en la elaboracin de La Ideologa
Alemana participa un tercer hombre, cuyo nombre ha sido silenciado al
editar tantos aos despus la obra: Moiss HESS. Y es eliminado como au-
tor por haber ingratamente roto MARX y ENGELS con l aos despus. Y
ello, a pesar de, o por ser el descubridor del genio del primero y haberle
proclamado el ms grande y maravilloso de la poca, de cuya tan temprana
proclamacin hemos dado constancia en estas pginas. Y este tercer
hombre, HESS, nueve aos antes (1837), cuando MARX tan slo cuenta 19
aos, ha publicado, aparte de otros muchos trabajos menores, una obra que
tuvo cierta fama: Historia Sagrada de la Humanidad por un discpulo de
Espinosa (
95
); y no mucho despus (1841), La Triarqua Europea (
96
). Bas-
tarn los ttulos de estas dos obras del tercer colaborador para convencerse
de que tanto l como los dos primeros escriben pretendiendo ser filsofos;
es decir, onanistas...
Por si no fuera suficiente lo alegado para demostrar la contradiccin
flagrante de condenar como nefanda la Filosofa y, a la vez, pretender la
elaboracin de una ms, conozcamos el propio testimonio explcito de los
condenadores:
94
K. Marx-B. Bauer: Die Posaune des Jngsten Gerichts ber Hegel, den
Atheisten und Anthichristen. Ein Ultimatum. Ed. Wigand. Leipzig (1841).
95
M. Hess: Die Heilige Geschichte der Menschheit. Von einem Jnger Spino-
zas. Ed. Hallberger. Stuttgart (1837).
96
M. Has: Die europische Triarchie, Ed. Wigand. Leipzig (1841).
63
El "sistema" del seor DRING, del cual es crtica el presente libro, se
extiende a un dominio terico muy vasto; vindome obligado por ello a
seguirle por todas partes y a oponer mis concepciones a las suyas. De esta
manera la crtica negativa se convierte en positiva; la polmica se trans-
forma en una exposicin ms o menos coherente del mtodo dialctico y
de la Filosofa comunista (subrayamos nosotros), que es la obra de MARX
y ma... Esta filosofa, desde que hizo su aparicin en el mundo en la Mi-
seria de la Filosofa de MARX, y en el Manifiesto Comunista, ha atravesa-
do un perodo de incubacin de ms de veinte aos, hasta despus de la
aparicin de El Capital, y se ha extendido con rapidez creciente a medios
cada vez ms alejados, traspasando las fronteras de Europa, conquistando
atencin y sufragios en todos los pases, en los cuales hay, de una parte,
proletarios, y, de otra, tericos cientficos independientes...
Incidentalmente, hago la siguiente observacin: Como quiera que la
filosofa (volvemos a subrayar) expuesta en este libro ha sido en su mayor
parte fundada y desarrollada por MARX y en su menor parte por m mismo,
era natural que no escribiese esta exposicin sin consultarle. Integramente
le he ledo el manuscrito antes de su impresin; en cuanto al segundo cap-
tulo de la segunda parte, consagrado a la Economa Poltica ("Acerca de la
historia crtica"), ha sido escrito por l. (
97
)
Quienes han condenado a la Filosofa como un onanismo intelec-
tual, inmediatamente, sin asomo de rubor, se entregan a la produccin ca-
vilosa de esa su llamada Filosofa del Comunismo...
Sin perjuicio, y tambin sin rubor, de afirmar en el mismo libro, p-
ginas atrs, algo inaudito y, desde luego, muy dialctico:
Ya no existe la necesidad de la Filosofa como tal; no hay necesidad
tampoco de ningn sistema de filosofa, aunque ste sea el sistema natu-
ral. (
98
)
Adems, al declararse filsofos y filosofar, ya han declarado previa-
mente ser unos hombres enajenados, pues han dicho:
97
F. Engels: Contra Dring; p. 90. Ed. Bergua. Madrid (1935).
98
F. Engels: O. c. p. 124.
64
El filsofo es, pues, una forma abstracta del hombre alienado. (
99
)
Sorprendente. Donde as se autosentencian no es en un escrito cual-
quiera, sino en un libro cuya mitad es de filosofa formal y, la otra mitad,
de filosofa econmica; ya que en l, como luego seguirn haciendo, la
Economa es sometida enteramente a la Filosofa; incluso a la Filosofa
Moral.
Sin comentarios por nuestra parte. All MARX y ENGELS, con todos
sus epgonos, se las entiendan con la lgica y con sus propias contradic-
ciones.
Se impondra imperativamente aqu un anlisis crtico de la filoso-
fa marxiana. Es imposible ahora por absoluta falta del necesario espacio.
No disponemos, ni de lejos, del requerido. Y, ciertamente, no sera mucho
si pudiramos atenernos proporcionalmente al ocupado en toda la obra de
MARX por lo estricta y puramente filosfico. Si salvando la dificultad mo-
tivada por la gran dispersin de sus textos filosficos, a boleo sembrados a
todo lo largo y ancho del inmenso pedregal de sus polmicas, improperios,
insultos y groseras ironas y stiras, como tambin, a contrapelo y a des-
tiempo, en la pantanosa y enmaraada selva de su inmensa obra econmi-
ca, se pudieran reunir sus textos filosficos, con gran sorpresa mayoritaria
contemplaramos cmo su filosofa positiva no sobrepasa las dimensio-
nes de un folleto... Naturalmente, no estimamos su filosofa positiva
cuando escribi, y ello, con mucho, es lo ms, para negar, criticar y refutar
la filosofa escrita por otros. En esas negaciones, crticas y refutaciones, en
verdad, como en el resto de su obra, se deslizan algunas breves y pocas te-
sis propias, que seran las nicas a seleccionar. Y no se d a la palabra
propias un significado absoluto ni amplio; porque muchas de tales tesis,
por no decir todas, no son marxianas, no son invencin de MARX, sino to-
madas de otros; en la mayora de los casos, sin citar a sus autores, a los
cuales, para ocultar el hurto, insulta sistemticamente, tanto ms cuanto
ms los expropia... siempre expropiador! Esa hipottica y diminuta selec-
cin tan slo servira para su apreciacin cuantitativa. Nada para su cua-
litativa. Porque resultara un verdadero caos, al carecer absolutamente de
sistema y orden. Tal realidad ha motivado por necesidad esa inmensa flo-
racin bibliogrfica, mltiple y contradictorio intento de dotar a la filoso-
99
K. Marx: Manuscritos. Economa y Filosofa (Se citan muchas veces con el
ttulo de Manuscritos 1844); p. 143. Ed. Alianza Editorial. Madrid (1969).
65
fa de MARX de sistematizacin y orden; cuyas exgesis, una tras otra, se
han ganado sucesivamente los anatemas y excomuniones del Santo Oficio
del Vaticano kremliniano. Por lo cual, desde hace aos, los telogos
oficiales ubicados en el mundo comunista, para evitar anatemas y exco-
muniones, se limitan a elaborar medidas y comedidas parfrasis de los tex-
tos del Profeta.
Cuanto antes afirmamos, dado el estruendo propagandstico, motiva-
r el asombro de muchos de nuestros lectores. Nos permitimos aconsejar-
les para curarles de tales asombros que acudan a las mismas obras de
MARX; luego, a las de sus exgetas, los KAUTSKI, BERNSTEIN, RIAZANOV,
ADORATSKI, DEVORIN, TROTSKY, LUKACS (todos judos), BUTARIN, y pa-
ra no citar ms, LEFEBVRE, GARAUDY, SARTRE, RUBEL... De todos los
exgetas que conocemos, tan slo se ha salvado de la excomunin el
ms insigne de todos: Jean-Yves CALVEZ S. J. con su Pensamiento de Karl
Marx qu honra para la Compaa de Jess! cuya obra har palide-
cer de envidia en los Infiernos al quemado VANINI.
En fin, de la exgesis, los lectores debern pasar a las parfrasis ela-
boradas por los soviticos. Y no dudamos de que, realizado ese trabajo,
nuestros lectores hallarn plena motivacin para cuanto afirmamos.
En la imposibilidad de criticar y refutar una por una las proposicio-
nes filosficas de MARX, todas ellas refutadas ya, bajo distintas formas,
por ser tan viejas como la misma Filosofa, vamos a ocupamos tan slo de
la tesis calificada por MARX y ENGELS de capital; tesis no suya, cierta-
mente; pero formulada y reiterada por ellos con singular nfasis y energa.
Nos referimos a la del determinismo econmico, en la cual se basa por en-
tero y tambin culmina su tan pregonado Materialismo Dialctico e Hist-
rico.
En su integridad aportamos los textos, siguiendo el orden de fechas
respectivas.
Define MARX ex catedra:
Religin, familia, Estado, derecho, moral, ciencia, arte, etc., no son
ms que formas especiales de la produccin y caen bajo su ley general. La
superacin positiva de la propiedad privada la primera superacin posi-
tiva de la propiedad privada es el comunismo como apropiacin de la
vida humana es por ello la superacin positiva de toda enajenacin, esto
66
es, la vuelta del hombre desde la Religin, la familia, el Estado, etc., a su
existencia humana, es decir, social... El Comunismo empieza inme-
diatamente con el atesmo (OWEN) (
100
)
Dejamos por el momento lo referente al Comunismo, para ocupamos
del Gran Descubrimiento del muy joven MARX (26 aos), dogma-base
de su Materialismo Dialctico e Histrico, destinado por l a terminar
con Religin, familia, Estado, derecho, moral, ciencia, etc., etc., y en torno
a cuyo eje girar ya toda su obra.
Segn acabamos de ver, Religin, familia, Estado, derecho, moral,
ciencia etc., no son ms que formas especiales de la produccin ya ve-
remos que se trata de la produccin material y caen bajo su ley general.
Ignoramos cul y qu sea esa Ley General, de existir, bien me-
rece las versales porque, aun cuando MARX ha empleado casi toda su
vida en su bsqueda, que slo eso es El Capital: la finalidad ltima de
esta obra es, en efecto, descubrir la ley econmica que preside el movi-
miento de la sociedad moderna (subraya MARX (
101
), se muri sin haberla
descubierto ni formulado.
Esa Ley ha sido evocada por cerebros ms poderosos y mucho an-
tes, por un ESPINOSA, seguido de HEGEL, por ejemplo, pero tampoco por
ninguno hallada, ya que slo se fabricaron cada uno su Demiurgo: la
Unidad de sustancia, la Idea, como en MARX el de la Produccin,
respectivamente. Un economista burgus, J. S. MILL, en su A system of lo-
gic (1843) le precede; y al mismo le plagia inmediatamente, al ao si-
guiente, 1844.
Ha enumerado MARX una serie de determinados por su Ley; pero no
son todos, pues la termina en etc. y en sta, entre otras muchas cosas de-
terminadas estn la consciencia y la conciencia (
102
) humanas nada menos.
100
K. Marx: Id., d. p. 184.
101
K. Marx: El Capital. Prlogo e le primera edicin; Tom. I. p. XV. Traduc-
cin de W. Roce, Ed. Fondo de Cultura Econmica. Mxico (1966).
102
Conciencia y consciencia son palabras sinnimas; lo son absolutamente en
francs, ingls y alemn, por ejemplo, pero en espaol, sindolo tambin, adquiere la
de conciencia un significado especfico: conocimiento subjetivo del juicio moral y
hasta el de imperativo tico. Estos dos significados resultan expresados conjuntamen-
te en las lenguas citadas. As en lo de conscience del francs y del ingls. Aqu
Marx emplea la palabra alemana Bewustsein (cf. Die Deutsche Ideologie; p. 16. Ver-
lag fr Literatur und Politik. Volskausgabe im Auftrage des Marx-Engels-Lenin-
67
Vase:
...se parte de los hombres en su actividad real; es a partir de su pro-
ceso de vida real cmo se representa tambin el desarrollo de reflejos y de
ecos ideolgicos de este proceso vital. E incluso las fantasmagoras en el
cerebro humano son sublimaciones resultantes necesariamente del proceso
de su vida material que se puede comprobar empricamente y que reposa
sobre bases materiales. Por tal hecho, la moral, la religin, la metafsica y
todo el resto de la ideologa, as como las formas de consciencia (y con-
ciencia) que les corresponden, pierden inmediatamente toda apariencia de
autonoma. Ellas no tienen historia, ellas no tienen desarrollo; por el con-
trario, son los hombres quienes, al desarrollar su produccin material y sus
relaciones materiales, transforman, con esta realidad que les es propia, su
pensamiento y los productos de su pensamiento. No es la consciencia (ni la
conciencia) la que determina la vida, es la vida la vida material de pro-
duccin, segn el inmediato contexto la que determina su consciencia
(
103
) (y su conciencia).
Otra versin de la misma teora, ms breve, pero ms conocida, por
ser la primera que vio la luz impresa, es la del Manifiesto Comunista
(1848), pues los Manuscritos, elaborados en 1844, y La Ideologa Alema-
na, en 1845-46, no fueron llevados a la imprenta hasta los aos 1956 y
1932, respectivamente. Adems, fue ms conocida por ser el Manifiesto el
escrito ms popularizado.
Vamos a conocerla:
El modo de produccin y de cambio econmico que domina una
poca, y la organizacin social que se deriva necesariamente, constituyen
la base sobre la cual se edifica la historia poltica e intelectual de la poca;
slo tal base modo de produccin y cambio econmico , permite ex-
plicar esta historia; por consecuencia, toda la historia de la Humanidad,
despus de la disolucin de la sociedad tribal primitiva, que posea la tierra
en comn, ha sido la historia de la lucha de clases, entre explotadores y
Instituts. Moskau (1932). (Heraussgeben von Adoratski).
103
K. Marx-F. Engels: L'Idologie allemande; p. 51. Ed. Sociales. Pars
(1968).
68
explotados... (
104
)
En realidad, la primera formulacin completa que lleg al pblico
aparece en un prlogo a la edicin inglesa en 1888 es la del libro de
MARX, titulado Crtica de la Economa Poltica (1859) y es una reproduc-
cin casi literal de la ya expuesta de La Ideologa Alemana:
Mis investigaciones dieron este resultado: que las relaciones jurdi-
cas, as como las formas de Estado, no pueden explicarse ni por s mismas,
ni por la llamada evolucin del espritu humano; que se originan ms bien
en las condiciones materiales de existencia, que Hegel, siguiendo el ejem-
plo de los ingleses y franceses del siglo XVIII, comprenda bajo el nombre
de "sociedad civil"; pero que la anatoma de la sociedad hay que buscarla
en la economa poltica... El resultado general a que llegu y que, una vez
obtenido, me sirvi de gua para mis estudios, puede formularse brevemen-
te de este modo: en la produccin social de la existencia, los hombres en-
tran en relaciones determinadas, necesarias, independientes de su voluntad;
estas relaciones de produccin corresponden a un grado determinado de
desarrollo de sus fuerzas productoras materiales. El conjunto de estas rela-
ciones de produccin constituye la estructura econmica de la sociedad, la
base real, sobre la cual se levanta un edificio jurdico y poltico y al cual
corresponden formas sociales determinadas de consciencia (y conciencia).
El modo de produccin de la vida material domina (
105
) en general el desa-
rrollo de la vida social, poltica e intelectual. No es la consciencia (ni la
conciencia) de los hombres la que determina su existencia, por el contra-
rio, es su existencia social (la "produccin social" ha dicho y repetido) la
que determina su consciencia (
106
) (y su conciencia).
En la nota 13 establecemos una precisin y no por prurito acadmico,
104
K. Marx-F. Engels: Manifiesto Comunista. Prefacio a la edicin inglesa
(1888). Cf. Karl Marx. Oeuvres. Economie. Ed. Maximilien Rubel. Biblioteque de la
Pliade; Tom. I, p. 1.487. Pars (1965).
105
En muchas traducciones, como pasa en la de J. Merino de la Editorial Ber-
gua (1933) son empleadas las palabras condiciona y superestructura sta hoy
tan popularizada que son traducciones incorrectas. La autorizada por el mismo
Marx, la francesa de J. Roy, traduce las originales alemanas bedingen y berbau con
las palabras domina y edificio que, sobre todo la primera, y decisiva, es ms
enrgica que la de condicionar.
106
K. Marx: Critique de lEconomie Politique. Prlogo. En la citada edicin.
Tom. I, p. 273. Pars (1965).
69
al rectificar las traducciones ms corrientes, que traducen condiciona en
lugar de domina, como es fiel y correcto. No es pueril esa precisin; y
que se nos permita en ello acogernos a la gran autoridad del marxlogo M.
Rubel, que nos dice:
Esta negacin de la autonoma de la consciencia (y la conciencia)
"dominada por el modo de produccin" da todo su significado al
"materialismo" de MARX. Se asir mejor todo su porte, si se aproxima a
los pasajes antes citados de tal tesis de La Ideologa alemana: "La moral,
la religin, la metafsica y toda otra ideologa, as como las formas de
consciencia (y conciencia) que les corresponden, no conservan ya su apa-
riencia de autonoma..." (Remitimos al texto ya insertado por nosotros, que
cita entero este autor). Conviene aproximar tambin lo citado a las Tesis
sobre Feuerbach, que MARX ha redactado sobre la misma poca (que la
Ideologa) cuya novena y dcima son formuladas as: "El resultado ltimo
al que llega el materialismo especulativo (anschauende), es decir, el mate-
rialismo que no concibe la realidad concreta (Sinnchauung) coma activi-
dad prctica, es la concepcin (Anschauung) de individuos aislados y de la
sociedad burguesa". "El punto de vista del antiguo materialismo es la so-
ciedad burguesa; el del nuevo materialismo es la sociedad humana o hu-
manidad social".
Que se nos permita citarnos a nosotros mismos, para dar una breve
conclusin a lo que precede: "El nuevo materialismo se confunde... con
una teora general de la sociedad, que es al mismo tiempo un mtodo de
explicacin sociolgica de la Historia humana. El plan de la gnoseologa
pura es as abandonado y el "materialismo" cesa de ser una metafsica de la
materia: ha devenido un instrumento de conocimiento y de explicacin de
la realidad social histrica. Por lo tanto es una verdadera inversin de
perspectivas a la que llega la crtica marxiana de la gnoseologa materialis-
ta e idealista. Mas, una vez afirmada esta toma de posicin, MARX formu-
la... el postulado tico final, que entiende deducir de la reflexin preceden-
te. "Los filsofos no han hecho ms que interpretar al mundo de diferentes
maneras; lo que importa no obstante es transformar al mundo". (M. Rubel:
Karl Marx. Essai de biographie intellectuelle, p. 171. Pars, 1957). (
107
)
El primer punto de M. Rubel es perfectamente justo en su juicio rela-
tivo al gran porte asignado por MARX y todos sus epgonos a la categora
107
Rubel: Marx. Oeuvres; Tom. I, pp. 1.601-1.602. Ed. citada.
70
del texto. De su segundo punto, que puede muy fcilmente despistar, re-
tengamos cunta es la ambicin encerrada en estos textos por MARX; pero
no retengamos nada ms; porque todo queda en esas proposiciones, siem-
pre sin demostrar ni probar.
Ah quedan sin faltar uno todos los textos de la Gran Teora mar-
xiana; en verdad, quedan en estado de mera hiptesis; ms bien, por llenar
todas las condiciones del orculo, en estado de profeca...
Extrao, muy extrao es el hecho de que algo tan sumario y elemen-
tal, en lo cual brilla la ciencia por su ausencia, haya podido alcanzar cate-
gora tan suprema...
Ni siquiera resulta explicable como efecto propagandstico y publici-
tario, inexistente durante tantos aos, y slo desenfrenado a partir de 1945,
y as consagrada como cientfica y filosfica; consecuencia propa-
gandstica de la conquista de un Imperio mundial por el Comunismo mar-
xista...
Porque, recordmoslo: el texto de la Crtica de la Economa Poltica,
con muy mediocre difusin, slo aparece en 1859; el de La Ideologa Ale-
mana, que le precede en su elaboracin (1845-45), ha de esperar hasta el
ao 1932, en que la publica Mosc; y, por ltimo, los Manuscritos. Eco-
noma y Filosofa (escritos en el ao 1844) se publicarn en 1956. Y no
creemos que aquel texto, breve alusin a la teora, del Manifiesto Comu-
nista, pudiera encerrar tamaa potencia sera filosficamente atmica
para tan retardado y descomunal efecto.
Un fenmeno tan fenomenal no tiene par en los anales cientficos.
nicamente cabe atribuirlo a un estado emocional; una fascinacin, la de
esa boa constrictor del Comunismo, con su abisal Terror adueado del
humano consciente, muertas razn y voluntad, del hombre-masa intelec-
tual del Occidente...
Sinceramente, contra tal estado sugestivo nada esperamos lograr con
apelaciones a su raciocinio. Y si a l apelamos en estas pocas pginas es
por constarnos muy bien que la mayora de quienes nos han de leer no per-
tenecern a esa especie del hombre-masa intelectual, ni siquiera al intelec-
tualoide.
Confesado nuestro total escepticismo con respecto a intelectuales e
intelectualoides, pasamos a la crtica de los textos marxistas precedentes.
Ante todo, empecemos por lo esencial.
La mayora de los marxlogos, sean marxistas, antimarxistas (si los
71
hay) o neutrales, pretendiendo encuadrar la Gran Teora en alguno de
los sistemas conocidos y con vigencia, la encuadran en el historicista. Tal
asignacin tiene a favor las reiteradas declaraciones del mismo MARX. Pe-
ro ellas no significan mucho. En el juicio jurdico, y as debera ser en to-
dos los lgicos, el testimonio de parientes, por sospechosos de parcialidad,
no es requerido; con mayor razn que el de los parientes debe ser tomado a
beneficio de inventario el del interesado, ya que no hay nadie ms pariente
de uno que uno mismo.
El mal historicismo, y sumamente malo es el hegeliano-marxista, es,
en sntesis, el inversor del papel del hombre en el acontecer universal, im-
propiamente llamado Historia, pretendiendo hacer de l, su real sujeto, un
objeto.
La treta de tal inversin tiene por objeto hacer del historicista un au-
gur, un profeta... dos profesiones prestigiossimas en la no muy remota an-
tigedad; pero desprestigiadas con sobrados motivos en los modernos
tiempos. Los hombres de hoy, los modernos, resultan ser idnticos a los
pretritos en cuanto a sus pasiones y ambiciones. Y, como sus predeceso-
res, tambin ambicionan prestigios idnticos; de ah sus permanentes in-
tentos para lograr ser tenidos por augures y profetas. Y como la magia y la
religin, con motivo y sin l, han cedido sus clsicos prestigios a la mgica
religin de la Ciencia, los hombres modernos a la Ciencia invocan para
sus iluminaciones augurales y profticas. Y su ciencia les provee a
placer de toda una serie de dioses o demiurgos obedientes a sus conjuros,
constituyendo ya entre todos un gran politesmo, tan numeroso y abigarra-
do como el olmpico, el ndico, el egipcio y cualquier otro mitolgico. Para
no citar ms, el historicismo hegeliano evoca la diosa-Idea; el darwiniano,
la diosa-Evolucin; el marxismo, la diosa-Economa... ltimamente, un
Nobel, Monod, se saca de la manga una dual deidad: Azar-Necesidad. La
gran teora dlfica no ha de acabar ah; el politesmo mitolgico alumbrado
por la Ciencia no tendr fin, en tanto y cuanto el hombre siga siendo
presa de su ambicin de pasar por augur o profeta!...
Concretemos. Y para ello recurrimos al prestigioso profesor Karl R.
POPPER, el cual, segn B. RUSSELL., es mortfero en su anlisis de HE-
GEL..., y ha disecado a MARX con igual penetracin. Leamos:
MARX fue, a mi entender, un falso profeta. Profetiz sobre el
curso de la Historia y sus profecas no resultaron ciertas... Pero mucho ms
importante es que haya conducido por la senda equivocada a docenas de
poderosas mentalidades, convencindolas de que la profeca histrica era
72
mtodo cientfico indicado para la resolucin de los problemas sociales...
El Marxismo es una teora puramente histrica, una teora que aspira a
predecir el curso futuro de las evoluciones econmicas y, en especial, las
revoluciones... Al describir al Marxismo como la forma ms pura del his-
toricismo creo haber dejado bien sentado que, a mi juicio, el mtodo mar-
xista es, en verdad, sumamente pobre (
108
). En efecto, el argumento plausi-
ble de que la ciencia puede predecir el futuro slo si el futuro est pre-
determinado si el futuro, por as decirlo, se halla presente en el pasado,
incrustado en ste le condujo a sustentar la falsa creencia de que un m-
todo rigurosamente cientfico debe basarse en un determinismo rgido. Las
"inexorables" leyes del desarrollo histrico, de MARX, revelan ntidamente
la influencia de la atmsfera laplaciana y de los materialistas franceses. Pe-
ro actualmente podemos decir que la creencia en que los trminos "cient-
fico" y "determinista" son, si no sinnimos, al menos miembros de una pa-
reja inseparable, es una de tantas supersticiones de otros tiempos que toda-
va no han caducado completamente... En efecto, cualquiera que fuere el
resultado de esas controversias metafsicas, como, por ejemplo, la relacin
entre la teora de los quanta y el "libre albedro", hay, sin embargo, algo
seguro. No existe ningn tipo de determinismo, ya sea que le exprese co-
mo el principio de la uniformidad de la Naturaleza o como ley de la causa-
cin universal, que pueda seguir siendo considerado un supuesto necesario
del mtodo cientfico; en efecto, la Fsica, la ms adelantada de todas las
ciencias, nos ha demostrado, no slo que puede arreglarse sin semejantes
supuestos sino tambin que, hasta cierto punto, hay hechos que los contra-
dicen. (
109
)
Interrumpamos por un momento al Profesor POPPER. Su asercin en
contra de la causacin universal debe ser slo referida siempre a la cien-
cia, a la llamada hoy Ciencia por antonomasia, las ciencias fsico-
naturales; por lo tanto, considerada una verdad provisional, que esas
mismas ciencias pueden sustituir. Y ello porque tales ciencias no lo son de
las primeras o ltimas causas, que corresponden a la Metafsica, sin cuyas
primeras o ltimas causas, existentes y determinantes, no existira esa
Ciencia ni nada.
108
K. Popper: Cf. Poverty of Historicism (Econmica, 1944. Buenos Aires.)
109
K. P. Popper: La sociedad abierta y sus enemigos; pp. 285 y 287. Ed. Pai-
dos. Buenos Aires (1957).
73
Siga Mr. Popper:
No hay ninguna razn para que creamos que, entre todas las cien-
cias, ha de ser la ciencia social la nica capaz de realizar el viejo sueo de
poder revelar lo que el futuro nos reserva. Esta creencia en la adivinacin
cientfica no se basa solamente en el determinismo; su otro fundamento
reside en la confusin entre el concepto de prediccin cientfica, tal como
la conocemos en el campo de la fsica y la astronoma, y las profecas his-
tricas en gran escala, que nos anticipan en grandes lneas las tendencias
principales del futuro desarrollo de la sociedad. Estos dos tipos de predic-
cin son sumamente diferentes, y el carcter cientfico del primero no
constituye argumento alguno en favor del carcter cientfico del segundo
(...) Si existiera una ciencia social y, en consecuencia, el profetismo hist-
rico, el curso principal de la Historia debera hallarse predeterminado y ni
la buena voluntad ni la razn tendran facultades suficientes para alterarlo.
Todo lo que nos quedara por hacer, dentro del radio de una interferencia
razonable, sera asegurarnos, mediante la profeca histrica, de cul sera
el curso de este desarrollo. "Cuando una sociedad ha descubierto dice
Marx en El Capital la ley natural que determina su propio movimiento...
aun entonces no puede ni superponer las fases naturales de su evolucin, ni
desecharlas de un plumazo. Pero s puede hacer esto: abreviar y disminuir
los dolores del parto". (
110
)
Y pasemos ya concretamente al anlisis de los textos continentes del
Materialismo Dialctico e Histrico; es decir, del Socialismo Cientfi-
co.
Remitimos a tales textos, recomendando su relectura; pero para ma-
yor proximidad, una vez vueltos a ver en todo su contexto, analizamos, se-
paramos, lo que primera y concretamente vamos a refutar:
La moral, la religin, la metafsica y dems ideologas, y las formas
de consciencia (y conciencia) que les corresponden, pierden su aparente
autonoma. Ellas no tienen historia, ni desarrollo, son los hombres quienes,
al desarrollar su produccin material y su comercio material, modifican al
mismo tiempo que esta realidad su pensamiento y los productos de su pen-
samiento. No es la consciencia (ni la conciencia) la que determina la vida,
es la vida (la vida material de la produccin y del comercio) la que de-
110
K. P. Popper: O. c. pp. 287-288.
74
termina su consciencia (y su conciencia).
Y tambin hemos ledo la ratificacin y ampliacin:
El conjunto de estas relaciones (de produccin y comercio) consti-
tuye la estructura econmica de la sociedad; base real sobre la cual se le-
vanta el edificio jurdico y poltico, y al cual corresponden determinadas
formas de consciencia (y conciencia) social. El modo de produccin de la
vida material domina en general el desarrollo de la vida social, poltica e
intelectual. No es la consciencia (ni la conciencia) de los hombres la que
determina su existencia, por el contrario, es su existencia social (de pro-
duccin y comercio) la que determina su consciencia (y conciencia).
Primeramente argimos: esas relaciones de produccin y mercado
determinantes, como toda relacin, son hechos; hechos humanos...
Para el vulgar lgico, el hechor determina siempre a su hecho. Es
ms, no hay hecho sin hechor... tambin, desde luego, en lgica vulgar,
no puede darse ms radical ni mayor determinacin que la del hechor con
respecto a su hecho, por ser condicin existencial...
Pero oh, prodigios de la dialctica! en ese concepto marxista
de la Historia, el hecho determina a su hechor; los hechos, a sus hechores;
al acto y actos, a su actor y a sus actores...
El hechor, causa, en lgica vulgar, es anterior a su efecto, el hecho.
Si, como quiere MARX, el hecho es causa determinante y el hechor efecto
determinado por l, se impone que el efecto, lo determinado, sea nece-
sariamente anterior a la causa determinante; en una palabra, el hecho ante-
rior a su hechor... Que cmo podr existir el hecho antes de existir el he-
chor?... Eso lo ignoraremos para siempre los lgicos vulgares, en tanto y
cuanto no nos sea revelado el esotrico enigma; que, sin duda, MARX ha
dejado descifrado slo para sus adeptos iniciados.
Que ah MARX incurre de lleno en flagrante antedatacin, al hacer el
hecho anterior a su hechor, que burla la ley del tiempo invirtiendo el orden
de sucesin, a la vez que la ley de causa y efecto... tambin debe ser una
ilusin de la lgica vulgar, tan pobre y alicorta que ver en la relacin
econmica marxiana a lo causado hecho causa y a la causa, causado.
Siendo as para MARX, esas relaciones de produccin y mercado
resultan, no ya causa o causas, l las eleva incuestionablemente a Primera
Causa; y como Hechora, necesariamente, la funcin crea el rgano, la
metamorfosea en Ente; tambin l, Ente necesario... Es toda una nueva
75
Ontologa!... Una Ontologa en la cual el hecho es el ente... por ser un he-
cho sin hechor, acto sin actor. Es llevar a supremo grado demencial esa
locura metdica que es la Kbala y, en consecuencia, su moderna ver-
sin, la de Hegel. Para una y el otro, se da total identidad, monismo, entre
sujeto y objeto... y, subconscientemente, el hegeliano MARX debe partir de
tal dialctica, de tal kabalismo, para llegar a su contradictio in ajecto.
Debera bastar la evidencia del absurdo en el determinismo marxiano
para el derrumbe total de su famosa teora. No es as, ya que sigue con vi-
gencia cual jams. Nosotros no creemos, dada la sencillez de su refutacin
bsica, que la nuestra sea original; y, an sin conocerlo, suponemos habr
sido formulada por cuantos con algo de capacidad crtica se hayan enfren-
tado con MARX. Pero dado el estado de aberracin y desplome de la inte-
ligencia occidental del homo econmicus de hoy, mutacin en retroce-
so del homo sapiens, al parecer, esa su inteligencia resulta im-
penetrable para el absurdo e incluso para los imposibles morales. En con-
secuencia, nos vemos precisados a recurrir a los argumentos histricos, en
la esperanza de que el historicismo profesado en su Marxismo y, sobre to-
do, en su criptomarxismo, ayude a la comprensin.
Entremos, pues, en el historicismo, terreno especfico del Marxismo.
Si, como hemos visto proclamar a MARX, el modo de produccin de
la vida material determina el carcter general de los procesos sociales, po-
lticos y espirituales de la vida, lgicamente, el mismo modo de produc-
cin ha de determinar idnticos procesos sociales, polticos y espiritua-
les de la vida, de la vida individual y social, claro est, ya que MARX no
identifica ni distingue. E incluso, como ha dicho antes que sobre la es-
tructura econmica, se levantan las superestructuras legal y poltica, a las
que corresponden determinadas formas de conciencia (y consciencia)...
formas de conciencia en religin, filosofa, moral, y reiterar, la polti-
ca, las leyes, la moral, la religin, la metafsica, etc. de un pueblo; resu-
miendo como final: no es la consciencia (ni la conciencia) la que determi-
na la vida, sino la vida la vida econmica la que determina la con-
ciencia (y la consciencia).
Y perdn por tanta reiteracin. Tiene motivo: ah, en todos esos ap-
logos oraculares, est la base cientfica nica de la llamada filosofa
marxiana. Dada su tan universal aceptacin, nicamente podemos atri-
buirla y explicrnosla por un desconocimiento general de su dogma-base;
cuya ignorancia da lugar a la gratuita suposicin de la existencia previa de
algo fundamental axiomtico, por lo evidente, algo as como la gravitacin
76
universal, cuya evidencia y constancia dispensa en Fsica de referirse a ella
en cada cuestin de tal ciencia. Igual en Marxismo: se supone gratuitamen-
te la existencia en su filosofa de un centro de gravitacin universal,
axiomtico, indiscutible e indiscutido... Pues bien, a costa de tantas reite-
raciones, hemos querido dar a conocer ese centro de gravitacin univer-
sal marxiano, en la esperanza de que su mero conocimiento baste para
convencer de su absurdo.
Una reiteracin ms: lgicamente, el mismo modo de produccin de-
be ser determinante de cuanto MARX afirma que determina en hombres y
sociedades.
Tngase bien presente.
Y vamos a remontarnos inmediatamente al pasado para poder averi-
guar si la Historia le da la razn o no al historicismo marxiano.
Contemplemos dos modos de produccin, dos estructuras eco-
nmicas, idnticos, pues ambos son el modo de produccin del, con
rigor cientfico, llamado Capitalismo de Estado; pero por todos llamado
Socialismo de Estado y, como el mismo MARX, Comunismo (
111
): las
estructuras econmicas o modos de produccin material comunistas
del Egipto faranico y del Per incaico.
Un inciso. MARX, como en la nota 110 hacemos constar, llama co-
munismo, con razn, al de los Incas. Muchas ms veces se ocupa del
Egipto faranico (
112
), pero, teniendo los mismos motivos, no califica de
comunista al Estado faranico. Slo desliza una fuerte aproximacin; pues
dice:
La Repblica de Platn, en lo que se refiere a la divisin del trabajo,
como principio normativo del Estado, no es ms que una idealizacin ate-
niense del rgimen egipcio de castas; para algunos autores contempor-
111
Cf. K. Marx, El Capital. Tom. III, p. 811. Trad. Roces: el comunismo de
los peruanos, ya ms desarrollado y artificial (que el de las comunidades indias
ms rudimentarias).
112
Cf. K. Marx: El Capital. Trad. Roces. Cf. con respecto al Egipto (antiguo):
trabajadores en las minas de oro. Tom. I, p. 181; efectos de la cooperacin simple, p.
269; perfeccin que alcanzaren las artes, p. 275; en lo industrial sirve de modelo a
Grecia, p. 299; castas, p. 299; educacin infantil, p. 429; rgimen de agua, p. 430; por
qu pudieron ejecutar tantas obras grandiosas, p. 430; causas del predominio de la
casta sacerdotal, p. 430.
77
neos de Platn, como por ejemplo, Iscrates, Egipto era el pas industrial
modelo, rango que todava le atribuyen los griegos de la poca del Imperio
romano. (
113
)
Y como ilustracin, copia un prrafo de Diodoro SCULO, presentan-
do al rgimen faranico como modlico (
114
).
Y antes, refirindose, entre otros estados, asiticos, etruscos, a
Egipto, tambin realiza otra aproximacin, citando a R. JONES, como si-
gue:
En la antigedad, estos estados se encontraban, despus de cubrir
sus atenciones civiles y militares, en posesin de un remanente de medios
de subsistencia, que podan dedicar a obras de utilidad y esplendor. Su po-
der de mando sobre las manos y los brazos de casi toda la poblacin no
agrcola y el poder exclusivo de disposicin asignado al monarca y a los
sacerdotes sobre el remanente, les brindaban los medios necesarios para
levantar aquellos monumentos gigantescos con que llenaban el pas... Para
mover aquellas estatuas colosales y aquellas masas enormes, cuyo trans-
porte causa asombro, se derrochaba el trabajo humano, sin emplear apenas
otro medio. Bastaba con el nmero de obreros congregados y con la con-
centracin de su esfuerzo. As mismo surgen de las profundidades del
Ocano hasta convertirse en tierra firme potentes islas de corales, cada uno
de cuyos componentes individuales es un ser raqutico, dbil y desprecia-
ble... Empresas semejantes no hubieran sido posibles sin la concentracin
en pocas manos de las rentas de que vivan los obreros. (
115
)
A lo que MARX agrega seguidamente:
En la sociedad moderna, este poder de los reyes asiticos y egipcios
o de los tecratas etruscos pasa al capitalista, ya acte como capitalista ais-
lado o como capitalista colectivo, en forma de sociedad annima. (
116
)
La paridad entre el rgimen econmico faranico y el capitalista es
falsa y demaggica. Debera MARX, tan obsesionado por la propiedad pri-
vada, compararlos en algo tan fundamental. Ms honesto cientficamente
seria en l traer aqu algo dicho en la misma obra con respecto a los capi-
113
K. Marx: El Capital. Tom. I, p. 299.
114
Didoro Sculo: Biblioteca Histrica; Libr. I, cap. 74, pp. 177-178.
115
R. Jones: Textbook al Lectures, etc., pp. 77-78.
116
K. Marx: El Capital. Tom. I, p. 269. Trad. Roces.
78
talismos, socialismos o comunismos de Estado, que fue esto:
Cuando no sean terratenientes privados, sino el propio Estado, co-
mo ocurre en Asia, quien les explota directamente como terrateniente,
adems de enfrentarse con ellos como Soberano... El Estado es aqu el su-
premo (nico, debera decir) terrateniente y la soberana no es ella misma
sino la concentracin de la propiedad de la tierra a escala nacional. (
117
)
A pesar de tales aproximaciones, huye MARX de llamar comunista
al Estado faranico, a pesar de mostrarle simpata. Por qu, siendo tan
semejantes, no lo califica de comunista como al de los Incas?
Es importante averiguarlo. Como el de los Incas, el Estado faranico,
el Faran-Estado es dueo de tierra, agua, animales y personas, desde la
invencin del Capitalismo de Estado, de lo llamado ahora Estado Comu-
nista, como le llama el mismo MARX, por obra y desgracia del Patriarca
JOS (
118
), que dura hasta Cleopatra; de 15 a 18 siglos, segn el cmputo
que se adopte (
119
).
Slo podemos intuir como causa de que MARX no identifique al Es-
tado faranico como perfectamente comunista, la calificacin del Comu-
nismo formulada en el mismo Gnesis:
20) Adquiri, pues, Jos todo el suelo de Egipto para el Faran,
porque los egipcios vendieron cada uno sus campos, ya que el hambre
apremiaba fuertemente. As qued la tierra propiedad del Faran. 21) Y al
pueblo lo redujo a esclavitud desde un extremo de la frontera de Egipto
hasta el otro. (
120
)
Queda definido por el sagrado libro: el Comunismo es el esclavismo.
Con motivo llama MARX comunismo al rgimen incaico, guardn-
117
K. Marx: El Capital. Tom. III, p. 733. Trad. Roces. Damos la traduccin, en
parte, tomada de Rubel. O. c. Tom. II, p. 1.400, la de Roces, por excepcin, resulta
confusa.
118
Cf. Gnesis: 40, 55-57, 47, 13-21.
119
Cf. Eteneo: XIII, 37. Smabon: XVII, 1, 25. Plinio: XXXIV, 18. E. Breccia:
Alexandrea ad Aegyptum; p. 26 (1922). Mahaffy: Empire, p. 104, Greek life, p. 204.
Draper: I, p. 190. Tarn, p. 148 y en C.A.H. VII, p. 137. Rostovtzev: Roman empire, p.
259. Usher, pp. 80-85. Glotz: La Grce ancienne, p. 353. Calhoun, p. 130. Will
Durant: Histoire de la Civilisation, Tom. VI. Cap. XXV. Prrs. II, III, IV; Le socia-
lisme sur les Ptolmes, pp. 173-185.
120
Gnesis: 47, 20-21.
79
dose de llamar comunismo a su igual, el faranico... no sea que la Biblia
les recuerde a los cristianos, destinados por l a la esclavitud, que Comu-
nismo es Esclavismo.
Nada ms, lectores. Perdn por el desmedido inciso; pero se impone,
dada la ignorancia general sobre el Comunismo ms antiguo y caractersti-
co registrado por la Historia, el egipcio. Por qu tal silencio sepulcral,
tambin observado por MARX? Y en l no por ignorancia, en verdad... Es
que la ignorancia en colaboracin con la complicidad mandona evita el
choque entre la Esclavitud que el Comunismo es y el Paraso Terrenal
que se pretende y se hace creer que es.
Y ya podemos continuar nuestro anlisis: dos modos de produc-
cin idnticos, modos de produccin comunista, el egipcio y peruano, de-
terminan superestructuras ideolgicas, metafsica, religin, etc., simi-
lares. Determinan una conciencia religiosa que, sobre politesmos dife-
rentes, pero con base idntica, el Sol: Ra, en Egipto, Inri, en Per; Amen,
en el primero, Huiracocha, en el segundo, estas ltimas divinidades ms
metafsicas, coinciden tambin en hacer del Soberano un Hijo de Ra
(Sol) y de Inti (Sol) respectivamente, o tambin Encarnacin de los
mismos.
Tal identidad entre Egipto y Per, dara la razn a MARX, pues a
iguales modos de produccin, comunistas ambos, iguales conciencias
religiosas e ideas metafsicas. Claro es que as sera, pero a condicin de
demostrar si el modo de produccin comunista determinaba la categora
de Dios del Faran y el Inca o si, por el contrario, su categora de
Dios determinaba el modo de produccin, el del Comunismo de Es-
tado. En el primer caso, de ser demostrado, tiene razn MARX; en el se-
gundo, no, pues resultara todo lo contrario de su ley. La Historia, que
Historia tambin es la sagrada, nos dice que cuando en Egipto es instau-
rado el Capitalismo de Estado, el Comunismo estatal, ya existen desde
hace muchos siglos los faraones y desde haca muchos tambin ya tienen
categora de Dios; en consecuencia, como lo ulterior, el modo de pro-
duccin comunista, no puede determinar ni ser causa de lo anterior, de la
divinidad del Faran: la Historia desmiente a MARX...
Pero hay ms. Con el Comunismo Egipcio, temporalmente, coexisten
otros, el de Creta, del cual sabemos muy poco, y el de Esparta, del que sa-
bemos mucho ms.
80
Como se sabe, el legislador lacedemonio, LICURGO, se inspira en la
estructura econmica comunista de Creta (
121
); como, a su vez, la de
Creta se inspira en la de Egipto.
Conocida por su apologa c idealizacin, por obra y desgracia del
divino PLATN, como dir el sabio FRANCK:
Es en la repblica espartana de donde han extrado sus inspiraciones
los ms audaces innovadores del ltimo siglo (se refiere al XVIII) y nues-
tros revolucionarios ms ardientes y terribles. Es en esta repblica de Es-
parta donde los comunistas de nuestros das van a buscar argumentos en
favor de sus doctrinas. (
122
)
Inspirada directamente en la de Creta y mediatamente en la de Egip-
to, la estructura econmica de Esparta determina ideologa y conciencia
religiosa y poltica distintas: en la repblica espartana no hay Rey-Dios,
ni siquiera monarca... la misma causa, la misma estructura econmica,
el mismo modo de produccin comunista determina opuestas formas re-
ligioso-polticas. Y no slo se da oposicin en ello; tambin determina di-
ferentes formas de conciencia en otros aspectos, por ejemplo, en el fami-
liar: en Esparta, lo que no sucede en Egipto ni en Creta, los nios son edu-
cados y mantenidos en comn y pertenecen directa y absolutamente, no a
sus padres el autntico padre no es conocido sino al Estado republi-
cano, siendo ste, desde su nacimiento, el que decide sobre su vida y su
muerte, sobre su educacin y dedicacin, segn los servicios que por su
constitucin mental y fsica puedan prestarle cuando sean hombres. Y la
comunidad de los nios es precedida por la comunidad, por la prostitucin,
de las mujeres, que, aun cuando facultativa, no ha dejado de ser practicada
en gran escala. LICURGO, segn PLUTARCO (
123
), se burlaba de aquellos
que hacan del matrimonio una sociedad exclusiva, en la cual no es tolera-
da mltiple participacin. Y recomendaba al marido viejo de mujer joven
an la introduccin junto a ella para fecundarla de un hombre de la misma
edad que la esposa, destacado por su belleza, sus virtudes y lo robusto de
su cuerpo, a fin de que la progenie fuese formada por una sangre rica y ge-
nerosa.
Mas la monstruosidad no se detiene ah: nos referimos a la brutal ley
121
Aristteles: Poltica; Lib. II, cap. 7.
122
A. Franck, Le Communisme jug par l'Histoire, pp. 16-17. Pars (1849).
123
Plutarco, Hombres ilustres. Vida de Licurgo.
81
por la cual todo individuo, pertenezca a uno u otro sexo, tiene la obliga-
cin de someterse, en tiempo de guerra, a los deseos sexuales de los va-
lientes:
Mientras dure la Guerra... nadie podr negrseles. En consecuencia,
si un soldado siente deseo de alguien, ya sea varn o mujer, esta ley le
permitir cobrarse el precio de su valor. (
124
)
Ahora bien, la Historia tambin hace saber que, a pesar de la misma
estructura econmica y el mismo modo de produccin, en Egipto
de Creta no hay noticia no se daba la comunidad de mujeres; por el
contrario, se incurra en otra aberracin para conservar intacto lo familiar,
pues los egipcios, empezando por los faraones, estos obligatoriamente, se
casaban con sus propias hermanas. Y hasta tal punto esta prctica era muy
universal, que muchos griegos del tiempo de los Ptolomeos, residentes en
Egipto, se contagiaron e incurrieron en esos matrimonios incestuosos (
125
);
siendo ello causa de gran degeneracin en su descendencia. En cuanto a
los hijos de los egipcios, si, como sus padres y todos los seres humanos,
mediatamente pertenecan en propiedad al Faran, inmediatamente perte-
necan a sus propios padres, con los cuales permanecan, recibiendo de
ellos alimento y educacin; ya que no eran producto de la prostitucin ma-
terna. Quiere decirse que la estructura econmica y el modo de pro-
duccin comunista de Egipto, no determinaba la destruccin de la familia
como la destruye en Esparta. Por lo tanto, la Historia contradice a Marx,
porque a estructuras econmicas iguales corresponden formas de con-
ciencia y sociales distintas y hasta opuestas.
Sigamos, pues la Historia es muy rica. Contendiendo con MARX, es-
tamos dispuestos a incurrir en historicismo, entendido como aumentativo
de Historia.
El mundo no se reduce a Egipto, Creta, Esparta y Per; a la vez que
sus respectivos regmenes, existen otros muchos. Por ejemplo, los de Asi-
ria, Caldea, China, Japn; todos ellos con sistemas econmicos opuestos al
comunista en lo ms radical; pues todos mantienen el de la propiedad pri-
vada, con su correspondiente modo de produccin y modo de cambio.
Pues bien, si el modo de produccin determinara las formas de concien-
cia religiosas, por ejemplo, esas formas, en estos estados deberan ser dife-
124
Platn: Repblica; 468 c.
125
Cf. W. Durant: Histoire de la Civilisation Tom. VI, p. 185.
82
rentes a las de Egipto, Per, Creta y Esparta. Mas no; Asiria, Caldea, Chi-
na, hasta su Repblica, y Japn, hasta 1945, han credo dioses a sus res-
pectivos monarcas. As, a distintas estructuras econmicas y distintos
modos de produccin corresponde la misma forma de conciencia reli-
giosa... Incluso Roma, tambin con rgimen de propiedad privada, tiene,
primero, monarcas que no son dioses; despus, ya no tiene reyes, devie-
ne Repblica; y, por ltimo, desde Augusto, despus de la conquista de
Egipto, y a imitacin de los desaparecidos Faraones, el Emperador deviene
tambin Dios. As, la misma estructura econmica y el mismo modo
de produccin determinan en Roma tres formas distintas de conciencia
religiosa y tres formas distintas de conciencia poltica.
Naturalmente, sobra decir cunta es la variedad de las conciencias
metafsicas, cosmolgicas, etc. dentro de cada pas, sea cualquiera el sis-
tema econmico reinante. Incluso en Egipto, cuya inmutabilidad es tan
cantada por Platn, Iscrates y tantos ms, hay constancia histrica, sin el
menor cambio en la estructura econmica, de grandes mutaciones en la
conciencia: las luchas entre los sacerdotes de Amen (Tebas) y los de Ra
(Om = Elipolis), que acaba en un sincretismo, es de las ms famosas; por
ltimo, como ms popularizada, la Reforma del Faran Amenofis IV
(reina 1375-1358), instaurando el monotesmo, tomando el nombre de
Akhnaten (hijo de Aten, el dios nico). Ah, en Egipto, sin cambio alguno
de estructura econmica, vemos surgir otra conciencia religiosa, chocar
con la precedente, imponerse y, por fin, volver a triunfar la anterior, la po-
litesta de Amen-Ra.
Y no podemos dejar de evocar frente a MARX el caso de su propia
nacin, la hebrea. Ha devenido, de ser familia, un pueblo dentro de una
estructura econmica comunista, la egipcia, inventada e impuesta por
Jos, uno de los suyos, la cual no determina en la mayora hebrea un cam-
bio de conciencia religiosa, ni siquiera de conciencia econmica; porque
liberado Israel, dueo de sus destinos, instaura el rgimen de propiedad
privada ms estricto y perpetuo. Porque la propiedad privada hebrea es
inalienable a perpetuidad; los aos sabticos y jubilares, por imperativo
categrico de la Ley, anulan toda venta de la tierra, que vuelve a ser pro-
piedad privada de su primitivo dueo.
Ah!, y caso inslito, con una estructura econmica de propiedad
privada, igual que la de todas las naciones asiticas y europeas del mundo
conocido y totalmente opuesta a la estructura econmica comunista de
Egipto, Creta y Esparta, con conciencia religiosa politesta stas y aqu-
83
llas, Israel, nica excepcin, es permanentemente, al menos oficialmente,
rgidamente monotesta; pero para mayor contradiccin de MARX, la inva-
riable estructura econmica hebrea desde SALOMN hasta el exilio babi-
lnico, hasta el siglo VI (a. de C.) determina, muchas veces en la mayora
popular y en casi todos sus reyes, una conciencia religiosa, politesta,
idlatra, en choque con el monotesmo mosaico, al cual es fiel una minora
ms o menos numerosa.
Tampoco queremos dejar de mencionar el caso de la India; cierta-
mente, muy ejemplar.
El cdigo ms antiguo que conocemos son las Leyes de Manu; que
son, para los habitantes de la India, lo que el Zend-Avesta para los antiguos
persas; y la Biblia, antes de la ltima dispora, y el Talmud, despus de
ella, para los judos; y como El Corn para los mahometanos; principal-
mente, cual cdigo civil y jurdico. Pues bien, leemos en el Cdigo de Ma-
nu:
El brahman es el seor de todo lo que existe; todo lo que este mun-
do encierra es propiedad del brahman; por su primogenitura y su nacimien-
to, l tiene derecho sobre todo lo existente. El brahman no come ms que
su propio alimento, no viste ms que sus propios vestidos, no da ms que
su propio haber; slo por la generosidad del brahman gozan los dems
hombres de los bienes de este mundo. (
126
)
Si no conociramos ms que esas estrofas de las Leyes de Manu,
creeramos que este tipo de comunismo determinara un modo de produc-
cin, una estructura econmica comunista, determinantes a su vez de la
conciencia religiosa y social del pueblo indio, por la cual se producira la
divinizacin de la casta brahmnica; claro es, no una monodiviniza-
cin como la del Faran y la del Inca, sino una polidivinizacin, la de
toda una casta.
Pero tambin leemos en las mismas Leyes:
Los sabios que conocen los tiempos antiguos han decidido que el
campo cultivado sea propiedad de aquel que primero ha talado el bosque
126
Leyes de Manu: Lib. VIII, estrofa 37. Lib. I, estrofa 100. Lib. VIII, estrofa
416 (Traduccin de Loiseleur-Deslonchamps).
84
para roturarlo; y la gacela, del cazador que la ha herido mortalmente. (
127
)
He ah en este ltimo texto consagrada y reconocida la propiedad
privada, con la particularidad (para asombro de Rousseau), tan natural e
histrica, de hacerla emanar del trabajo humano.
Por 10 tanto, sobre una estructura econmica de propiedad privada
determinada por ella tambin?, diga MARX hallamos una superes-
tructura que es conciencia religiosa, social y jurdica, comunista; pero no
de un comunismo estatal, sino, aunque tambin divino, no monrquico,
sino de casta, de la casta brahmnica. Mas como se ha visto, este comu-
nismo de tipo teolgico, slo es eso, divino, moral, religioso, sin realidad
prctica, meramente terico, pues nicamente supone la traslacin a la cas-
ta brahmnica de esa propiedad que, por derecho de Creacin, todo cre-
yente le reconoce a su Dios o sus dioses; una propiedad sin efectos polti-
cos, jurdicos ni econmicos.
Y debemos volver a preguntar: tiene conciencia el brahman de ser
divino por determinarlo as la estructura econmica de su sociedad, o es
su divinidad la determinante de la que debemos llamar en este caso su-
perestructura econmica social? Qu determina qu?
Terminemos con los contradictorios ejemplos. Salvo unos ensayos
primariamente socialistas, de Capitalismo de Estado, en tiempos del
emperador DIOCLECIANO, el mundo entonces conocido de Occidente y
Oriente ha tenido permanentemente una estructura econmica de pro-
piedad privada y el inherente modo de produccin; pues bien, esa es-
tructura y ese modo han determinado mltiples conciencias religiosas
idoltricas, politestas; en un caso, en un pueblo, monotestas; y sin cambio
de estructura ni de modo, a partir del siglo I, la conciencia religiosa
sufre mutacin en todo el Imperio romano, que se hace cristiano, mono-
testa. Paralelamente, dentro de la misma estructura y modo, ya en
Grecia, determina conciencias monotestas aisladas; pero tambin, a la
vez, conciencias atestas. Despus, en el Imperio Romano, dentro del poli-
tesmo, tambin se determinan conciencias religiosas variadas y las reli-
giones orientales, la egipcia y persa, por ejemplo, alcanzan un gran proseli-
tismo. Ya existiendo el Cristianismo, hay determinismo para las ms va-
riadas conciencias religiosas; para conocer su variedad, ah est el catlogo
127
Id. Lib. IX, estrofa 44.
85
de las herejas, tan numerosas y varias, que reciben el nombre comn de
Gnosticismo, y son ms de 80, slo en los cuatro primeros siglos de la Era.
Y sigue siendo as en los sucesivos, hasta hoy: se dan conciencias re-
ligiosas, arreligiosas, testas y atestas e, incluso, antitestas; hay pantes-
mo, hay cosmismos, hay acosmismos, por citar slo los ms genricos y
extendidos tipos, pues las antiguas supersticiones, que tambin son for-
mas de conciencia, se han metamorfoseado, pero no han desaparecido.
Y todo ello sin el menor cambio de estructura econmica en el
modo de produccin en Occidente... Resulta insensato histricamente,
como lo es lgicamente, atribuir la determinante de los cambios espiri-
tuales de los hombres a lo Econmico; que si as fuera, la misma estructu-
ra econmica y el mismo modo de produccin determinaran un mismo
estado de conciencia en lo religioso, metafsico, moral, poltico, jurdico,
como proclama MARX.
La historiografa por entero lo desmiente: no es la primera, la Revo-
lucin econmica, tanto la capitalista-industrial como la llamada social; no
la sucede la Revolucin poltica y, luego, la Revolucin religiosa...
Por el contrario, la primera es la Revolucin religiosa, el Protestan-
tismo; la segunda, la Revolucin poltica, anglo-americana-francesa; y la
tercera, la Revolucin Econmica, llamada social, la de Rusia.
Y volvemos a nuestro argumento: lo causal, lo determinante, no pue-
de ser ulterior a lo causado y determinado; la sucesin en el tiempo es l-
gica e histricamente inviolable.
Por lo tanto, la Historia invierte el apotegma de MARX y nos dice:
No determina la vida econmica la conciencia; por el contrario, es
la conciencia la que determina la vida.
El mismo MARX lo ha reconocido as en un texto ya insertado, que
reiteramos:
El Comunismo empieza inmediatamente en el atesmo. (
128
)
Quede ah para el arrastre la base de la Filosofa marxiana. Y si la
base resulta falsa, toda la superestructura de la misma se derrumbar, que-
dando de la misma tan slo la necesaria parte de verdad que ha de darse en
128
K. Marx: Manuscritos. Economa y Filosofa, p. 144. Alianza Editorial.
Madrid (1969).
86
toda sofstica, una de las cuales, no la menos grosera y elemental, es la
marxiana.
No es ninguna gran hazaa, digmoslo con la debida modestia, el re-
futarla y hasta ridiculizarla.
87
MARX, ESE DESCONOCIDO ESPOSO
Cul es el deber de un hombre joven... cuando ha enca-
denado a su destino una de las ms nobles jvenes, sin mirar su
edad ni situacin, y cuando, por tal hecho, ha puesto a una ho-
norable familia en situacin tal que ella debe aprobar una
unin que, segn parece con arreglo al desarrollo normal de
las cosas, est para esta hija plena de peligros y de sombras
perspectivas?
Heinrich MARX
Jenny von WESTPHALEN (de Westfalia, diramos en espaol), era hija
del barn de su apellido, Johann Ludwig von WESTPHALEN; aristcrata
prusiano, con el cargo de Delegado del Gobierno de Berln en Trveris.
Ella, bautizada con los nombres de Johana Bertha Julie Jenny, era la mayor
de los tres vstagos habidos en el segundo matrimonio del padre; otra hija,
muerta muy joven, y un hijo, llamado Edgar.
La baronesita WESTPHALEN naci el 12 de febrero de 1814, cuatro
aos antes que Marx.
El barn se cas en segundas nupcias ya viejo. Su segunda esposa,
Carolina Amalia Julia HEUBEL, tambin tena sus aos; tena ya cuarenta
cuando naci su primera hija. Es de suponer que su matrimonio con el vie-
jo barn fue de conveniencia. Muy bella de joven, pero hija de un em-
pleado insignificante, debi aspirar a su gran ascenso social al casarse; pe-
ro no lo consigui, y pasaron aos y aos esperando al prncipe azul, sin
que ninguno de los muchos que la cortejaron acabase casndose. Y debi
conformarse para realizar sus aspiraciones con aceptar para esposo al viejo
barn prusiano.
Mas echemos un vistazo sobre los nobles ascendientes de la futura
seora MARX. Realmente, el barn WESTPHALEN poda enorgullecerse de
la gran categora aristocrtica de sus lejanos ascendientes. Su padre haba
88
sido Intendente del ejrcito que mandara el duque Fernando de BRUNSWIK:
un ejrcito anglo-prusiano, formado para poder hacer frente a los ejrcitos
de Rusia, Francia, Austria y Suecia, que hacan la guerra a Federico el
Grande. La barona fue creada para Felipe, el padre del padre de Jenny, o
sea su abuelo. Pero, en realidad, la gran alcurnia de los WESTPHALEN les
vena por la abuela de Jenny, aun cuando por su rama no heredasen los t-
tulos. Su abuela, Jenny WISHART, descenda de la ms rancia nobleza es-
cocesa. Proceda de un conde de ARGYL, la casa se convertira en ducal
luego, y de otro conde de ANGUS. Su rama descenda del segundo hijo del
segundo conde de ARGYL, que no heredaba ttulos.
El contacto primero de los WESTPHALEN con los MARX es oficial, y
se establece entre los respectivos padres; y los personales se convierten en
una amistad. No parece causa suficiente para ella que el barn y el aboga-
do, por sus respectivos cargos, debieran tener espordicamente algunas re-
laciones. Ms bien pudiera ser que motivase su amistad la real afinidad
ideolgica entre ambos. Los dos, el aristcrata y el judo converso pertene-
can a la llamada Ilustracin; admiradores de las ideas de la Revolucin
francesa y de sus grands anctres, los ROUSSEAU, VOLTAIRE, DIDEROT. El
barn posea una buena biblioteca bien provista de la literatura filosfi-
ca, como entonces era llamada la revolucionaria. Con gran facilidad para
los idiomas el barn, conoca el ingls, el francs, italiano, espaol, latn y
griego, posea libros en todas esas lenguas. Era un admirador de SAINT-
SIMON, el aristcrata, masn, revolucionario, especulador capitalista,
arruinado y, por ltimo, terico de un socialismo sui generis, del que
MARX declarar es su grand anctre. Y hay fundamento para creer que las
primeras semillas socialistas fueran sembradas en el joven descendiente de
rabinos por el viejo descendiente de los duques de ARGYL. Nada nuevo ba-
jo el sol, porque el mismo SAINT-SIMON era conde francs, grande de Es-
paa por su ttulo, y se gloriaba de descender de mucho ms alto, nada
menos que de CARLOMAGNO. Como se ve, el determinismo gentico es tan
invlido como el econmico para llegar patolgicamente al socialismo.
No sera de extraar, dadas las comunes ideas externas del aristcrata
y del hijo de rabino, que su amistad exotrica tuviese en su origen una
hermandad esotrica: su comn hermandad en Francmasonera; que la
Francmasonera era el rasgo comn de todos los avanzados de su poca.
Sea de ello lo que quiera, lo cierto es que los MARX parece se propu-
sieron, desde su traslado a la lujosa casa de la Simeonstrasse, vecina de la
de los WESTPHALEN, conquistar a la primera figura poltica y social de la
89
ciudad. Acaso, la eleccin de una casa situada en la vecindad se debiera a
tal designio. Lo cierto es que, con designio preconcebido o sin l, los
MARX consiguieron muy pronto conquistar a los WESTPHALEN: al padre,
al hijo y a la hija.
La conquista de Jenny se realiz con todas las de la ley.
Sofa, la hermana mayor de MARX, una chica sensata y cerebral, es
ingresada en el mismo colegio al que va Jenny, cuando ambas son nias de
parecida edad.
Sofa se convierte muy pronto en su mejor amiga. Por su lado, MARX
tambin ingresa en el mismo colegio que Edgar von WESTPHALEN... coin-
cidencia; y, como su hermana, se hace su mejor amigo. Un ao menor que
MARX, holgazn desde muy temprano, Edgar debe ser ayudado con sus
soplos por su amigo, que, casualidad tambin, se sienta a su lado en el
pupitre de la clase.
La doble e ntima amistad entre los jvenes WESTPHALEN y los
MARX, abre a stos las puertas de la casa del barn, vedada para tantos de
ms elevada clase. All pasan muchas horas las dos parejas de hermanos en
alegre compaa.
Mas no es la juvenil amistad de Edgar la perseguida por el jovenzue-
lo MARX. A ste no le gustan las amistades con los de su misma edad; no
se le recuerda ningn amigo en el colegio, ni en el Liceo, ni tampoco en la
Universidad. La de WESTPHALEN hijo, debe haberla cultivado nicamente
como medio para conquistar la de su padre y hermana. Amistad que muy
pronto conseguir.
El barn intelectual, dotado de una gran cultura clsica, que sabe re-
citar en griego a HOMERO y en ingls a SHAKESPEARE, aburre a su hijo,
superficial, tarambana y alocado; a quien todas las Musas le importan un
bledo. MARX debe darse cuenta, y comprendiendo la necesidad sentida por
todo intelectual de poseer un dedicado discpulo todo intelectual es un
tanto Guru y necesita de un chela , seguramente hacindose violencia,
dada su edad, asume inmediatamente su papel de admirador del viejo se-
or, para pasar muy pronto a ser su atentsimo auditor. Le pide prestados
aquellos libros que ms estima el ilustrado barn, le hace consultas sobre
su lectura y hasta se permite observaciones, muchas extradas de crticas
ledas, pero que sabe fingir que son discurridas por l. MARX inicia con el
barn su gran carrera de plagiario.
Todo ello le da resultado. El grave barn cree hallar en el jovencito
90
MARX una especie de hijo espiritual, adornado con cuantas dotes l hubie-
se querido ver adornando a su hijo de la carne. Y as, con asombro de los
burgueses de Trveris, paseaban por las calles de la ciudad, en animada
conversacin, el respetado barn y el muchacho judo, casi un nio an.
Recorran las calles y tambin los campos y montaas de las cercanas: el
viejo sesentn hablando y hablando con todo su nfasis de romntico, y el
jovenzuelo, serio, muy serio, escuchando y permitindose intercalar alguna
discreta pregunta. El anciano lo pasaba en grande. MARX soaba y soaba
con ver un da realizado su sueo.
Porque s, aquella conspiracin de los MARX, con la complicidad in-
consciente de los dos WESTPHALEN, hijo y padre, tena un objeto principal:
la baronesita Jenny...
Que la baronesita Jenny, la descendiente de los legendarios duques
de ARGYL, fuera la esposa del descendiente de los tambin legendarios
Rabinos de la Dispora, la verdadera e inextinguible aristocracia de Israel;
Aristocracia de las aristocracias...
Jenny es la Belleza de Trveris.
Rubia, de cabello rojizo; tez delicada, nacarina, muy sensible a los
rayos del sol, de los que deba guardarse, pues le producan quemaduras
purpreas y una plaga de pecas; ojos grandes, verdes; el rostro de valo
alargado, la nariz recta, el mentn saliente, le prestan una cierta serenidad
severa, bajo unas cejas pobladas, anchas y rasgadas, que no conocen el
martirio de las modernas pinzas; el conjunto clsico es atenuado por la co-
quetera estudiada del peinado: tirabuzones, cayendo descuidados por los
ptalos de azucena de su escote, rematado por una especie de complicada
torre, segn la moda de entonces; moda estrictamente observada con cierta
fastuosidad estudiada en sus vestidos, que causan sensacin en las raras
exhibiciones callejeras de la recatada baronesita. Ella roba todas las ansio-
sas miradas de los jvenes. Sus carnets de baile se llenaban con los nom-
bres de los ms apuestos y elegantes; y, en el revuelo de los giros danzari-
nes, ella era el gran blanco de las furtivas y sabias miradas de los viejos.
Muchos aos despus, al visitar Trveris, MARX se lo recordar emo-
cionado a su esposa en carta perfumada de nostalgia y poesa:
He ido cada da en peregrinacin a la vieja mansin de los WESTP-
HALEN en la calle de los Romanos, que me interesa mucho ms que todas
las antigedades romanas, porque me recuerda los felices tiempos de mi
juventud y que entonces encerraba mi ms caro tesoro. Adems, se me pi-
den cada da, un poco por todas partes, noticias de aquella que era en aque-
91
llos tiempos la ms bella nia de Trveris y la reina de sus bailes. Es en-
diabladamente agradable para un hombre comprobar que su mujer conti-
na viviendo cual una princesa encantada en los espritus de toda una ciu-
dad (
129
).
Verdadero, acaso ficcin, MARX, fracasado poeta, en ciertos momen-
tos logra encontrar acento potico para expresarle a Jenny su amor:
Encadenado por tu amor, la claridad se hizo en m, porque haba ha-
llado lo que slo era un oscuro deseo. Lo que mi espritu, impulsado por el
destino, no haba sabido conquistar, ha entrado en mi corazn trado por tu
mirar. (
130
)
MARX atacar siempre a Jenny por su flanco y su flaco romntico,
morbosa epidemia de la poca. Y claro es, como siempre, y en aquellos
tiempos ms que nunca, la mejor flecha del amante es la poesa. Y as
MARX.
l ha trabajado y trabajado como un galeote; luchando con su prosai-
ca Musa pasa noches enteras, cigarro tras cigarro, con pena para su miopa,
tratando de clavar en las cuartillas esas esquivas, voltiles y fugitivas ma-
riposas de las rimas, desesperacin infernal de todos los poetas.
Luego, cuando los amigos le recuerdan aquellas poesas, con algn
rubor, tan impropio en l, las calificar de pecados de juventud. Cuando
a instancias de MEHRING, su bigrafo-panegirista, el oficial del Partido,
debe Laura, su hija, mujer de LAFARGUE, remitirle los viejos cuadernos
poticos, le advierte:
No es necesario decirle que mi padre trataba con mucha falta de
respeto estos versos; cada vez que mis familiares hablaban de ellos, l se
rea de todo corazn con estas locuras de juventud (
131
).
Siempre plagiario, aquellos cuadernos tenan por ttulos: Libro de
cnticos (Buch der lieder) y Libro de amor (Buch der Liebe), como los de
HEINE, por entonces en el furor de su apogeo; pero de HEINE slo tienen
eso, los ttulos. Su bigrafo-panegirista, MEHRING, con gran dolor de su
129
K. Marx: Carta a Jenny Marx. Ttveris (1865). Cf. Karl Marx, de F. Meh-
ring; p. 8.
130
K. Marx: Umwandlung; dudo por Mehring: Nachlass, I, p. 27.
131
Cf. F. Mehring: Aus dem literarischen Nachlass K. Marx-F. Engels. Tom. I,
pp. 25-26. Berlin-Stuttgart (1923).
92
corazn, pues ha debido publicar los engendros poticos del dolo, se ve
obligado a expresarse as, para luego tratar de disculparle, evitando mcula
en el Genio:
En una palabra, ellas las poesas son informes en toda la ex-
tensin de la palabra. La tcnica del verso es en absoluto primitiva, y si no
se conociese tan exactamente la fecha en la cual fueron escritas, no se po-
dra dudar que lo han sido un ao despus de la muerte de PLATEN y nueve
aos despus de la publicacin del Libro de cantos de HEINE. Ninguna otra
cosa de su contenido lo hace presentir (Es un curioso eufemismo el de
MEHRING para evitar la palabra plagio; pero lo empeora, pues confiesa que
las poesas de Marx, hasta como plagio, son un fracaso). Son acentos ro-
mnticos de arpa (...) Tales sonidos de arpa, desgraciadamente, no tienen
nada del encanto crepuscular propio del romanticismo, de aquella atmsfe-
ra crepuscular baada de claro de luna, que deba permanecer para siempre
extraa a un espritu enamorado de la claridad (hegeliana!) como era el de
MARX. (
132
)
Otro bigrafo-panegirista, A. CORNU, ms concienzudo en aporta-
cin de datos, nos proporciona temas de ciertos poemas marxianos:
A despecho de su ttulo (que recuerda uno de HEINE), las poesas no
recuerdan ms que de muy lejos las de HEINE y su valor literario es nulo.
Son de un romanticismo chato, banal y convencional; tratan sin originali-
dad alguna los dos temas principales del romanticismo: el del amor des-
graciado y trgico y el de las fuerzas misteriosas a las cuales estn someti-
dos los destinos humanos: es el joven que resiste al prfido canto de las
sirenas para permanecer fiel a su Ideal (El canto de las sirenas); es el caba-
llero que parte para guerrear y, cuando torna, halla a su infiel prometida y
se mata en el momento en que se va a desposar con su rival (Lucinda); son
los dos tocadores de arpa que con cnticos mezclados con llantos se refu-
gian en la naturaleza para recobrar la paz de sus almas (Los dos tocadores
de arpa); son las estrellas indiferentes y extraas a los destinos humanos
(El canto a las estrellas); y, en fin, la plida joven, enamorada del caballe-
ro, que, desesperada, se suicida ahogndose por amor (La joven plida).
Algunas estrofas de este ltimo poema permiten juzgar el valor del conjun-
132
F. Mehring: Nachlass. Tom. I, p. 26.
93
to de la antologa:
La joven plida y silenciosa se encierra en s misma
Y su alma, dulce como la de los ngeles, se aflige
[tristemente.
Piadosa y dulce, sumisa a la voluntad del Cielo,
Ella es la imagen de la inocencia bienaventurada,
[ornada de gracias.
Pero llega un caballero caracoleando sobre su cor-
[cel,
Cuyos ojos, ebrios de amor, lanzan inflamados ra-
[yos.
l le atraviesa el corazn y parte para guerrear
[gozosamente,
Sin que ella le pueda retener.
La cosa no tiene pero.
Pero, es lo que se dira MARX, Jenny bien vale una mala poesa. So-
bre todo, cuando comprobaba, el amor es legendariamente ciego, que sus
detestables versos la encantaban...
Pero donde su estro potico brilla con todo su esplendor es cuando el
personaje potico quiere ser l mismo idealizado. Por ejemplo, en el Canto
del marino en la mar:
Luchando contra el viento y las olas,
Yo dirijo una plegaria al Todopoderoso,
Y, largando todas las velas,
Tomo por gua mi segura estrella.
Despus, concentrando todas mis fuerzas,
Pleno de ardor y de gozosa audacia,
Yo hago, en esta lucha a muerte,
Resonar y vibrar mi canto.
En vano, vosotras saltis para herir mi esquife,
Estis obligadas a llevarle hasta su destino;
Porque vosotras me estis sometidas.
En otro poema observa A. CORNU titulado Altivez. MARX
evoca, exaltado por el amor de Jenny, la imagen de una marcha gloriosa y
liberadora a travs del fragor de un mundo derrumbndose; cuya visin
94
hace presentir en l al profeta de los tiempos modernos que edificar sobre
las minas del antiguo un mundo nuevo:
Jenny, si puedo proclamar que hemos unido
nuestras almas en amor,
Y que un mismo ardor las llena
y que la misma ola las arrastra.
Entonces, con desprecio, lanzar
mi guante al rostro del mundo,
Y ver derrumbarse a este pigmeo-gigante
cuya cada no podr sofocar mi ardor.
Cuando, parecido a los dioses, ebrio de victoria,
camine yo sobre las ruinas,
Y dando a mis palabras la fuerza de la accin,
Me sentir el igual del Creador. (
133
)
En su embriaguez romntica, causada por este potico aguardiente
matarratas, la pobre Jenny vea la figura de su amado agigantada, diviniza-
da...
Aquel Karl, bajito, de tan cortas piernas; chata y ancha nariz, de tez
morena, tirando a negra, de ah su apodo familiar de el Moro; su pelo es-
peso, rizado en espirales, cual retorcidos alambres, crispado siempre, tpi-
camente judo; con aquellos ojos negros, asomando por las rendijas de los
prpados a causa de su miopa; pero brillando siempre con algo de mefis-
toflico, irnicos, despreciativos, conmiserativos; y ya de joven, denun-
ciando sus desarreglos hormonales, pelos y pelos en matojos, aqu o all,
en la nariz, en las orejas, las muecas, en los pmulos; todo unido a su sar-
dnica mirada; y subrayando el desprecio y el odio que rezumaba, su belfo
grueso, cado, mvil, pronto para la mueca despectiva. Y, sobre todo, su
sonrisa brillando con cinismo, altanera y vilipendio, dejando ver el blanco
brillo de unos dientes y colmillos de canbal... En fin, la ms perfecta ima-
gen del Dios Creador que pretenda ser...
No es un retrato deformado fsica ni fisonmicamente. As lo descri-
ben quienes sin prejuicios le conocieron personalmente:
133
A. Cornu: O. c. Tom. I p. 78.
95
Era pequeo y enclenque, de pelo negro como el carbn y tez ama-
rillenta (cuando le ataca tempranamente su enfermedad de hgado, que ya
ser permanente). La frente muy alta y las orejas salientes (algo dice de
esto Lombroso). En sus ojos pequeos, oscuros y miopes brillaba una lla-
ma de inteligencia y malicia. Cuando lea, tena que acercar mucho el pa-
pel a los ojos (...) Posea una inteligencia asombrosamente aguda, pero
tambin era un intrigante y mentiroso (...) slo deseaba explotar a los de-
ms (l, ansioso exterminador de los explotadores); le mova ms la a en-
vidia a los otros que su propia ambicin. (
134
)
Este retrato es hecho por Karl HEINZEN, admirador de MARX, al que
sirvi gratis de secretario algn tiempo; lo escribi emigrado en Amrica,
siendo publicado en un peridico de Cincinnati, del que era redactor. Ar-
nold RUGE, ya clebre cuando MARX empieza su carrera poltica, hombre
de la extrema izquierda, que le ayuda, y el cual financiar los Anales
Franco-Alemanes, publicados en Pars, de cuya revista le hace, junto a l
mismo, codirector, empleo que motiva el traslado a Francia de MARX, sin
ms base econmica que los posibles beneficios de la revista, de la cual
slo publican un nmero, se pronunciar muy amargamente sobre su anti-
guo amigo y correligionario:
MARX se dice comunista, pero es un egosta fantico. (
135
) Me
persigue como "librero" y "burgus" (...) estamos a punto de convertirnos
en enemigos mortales; y yo, por mi parte, no conozco otra causa ms que
el odio que me tiene, realmente del peor gusto. Pareca desear la destruc-
cin de todo recuerdo sobre nuestra relacin pasada, por crearle dificulta-
des la interrupcin de mi ayuda, viendo que estaba equivocado respecto a
mi situacin financiera. (
136
) Para todo esto no conozco ms causa que el
odio y la locura de mi adversario. (
137
) Mostrando sus dientes y sonrien-
do sarcsticamente, MARX destrozar a todo aquel que le cierre el paso.
(
138
)
Un revolucionario ruso exiliado, ANNUNKOV, es el primero en acer-
134
K. Heinzen: Erlebtes. Vol. II. p. 423. Boston (1864).
135
A. Ruge: Briefwechsel uns Tagebuchbltter; p. 380.
136
A. Ruge: Id., p. 354.
137
A. Ruge: Id., p. 380.
138
A. Ruge: Id., p. 381.
96
tar con el ttulo que ms le conviene a MARX, pues es quien primeramente
le llamar Dictador del proletariado (
139
). El mismo ANNUNKOV, le har
este retrato:
Con su espesa melena negra sobre la cabeza, sus manos vellosas y
su levita mal abotonada, daba la impresin de alguien que tiene el derecho
y el poder de imponer respeto, cualquiera que fuese su aspecto e hiciera lo
que hiciera. Sus maneras desafiaban las formas ms elementales del trato
social y eran altivas y casi desdeosas. Su aguda voz metlica se ajustaba
notablemente bien a sus veredictos, pronunciados constantemente por h-
bito contra hombres y cosas. Ya en aquel tiempo, MARX hablaba invaria-
blemente en forma de sentencia sin apelacin. (
140
)
Un revolucionario alemn del ao 1848, jefe de alguna nota en aque-
lla Revolucin de Alemania, Karl SCHURZ, que fue delegado, junto con
MARX, en asambleas de representantes de obreros y demcratas, exiliado
al fracasar la revolucin, acab por marchar a los Estados Unidos, donde
no esperaba la gran fortuna que le aguardaba: fue general, senador, Secre-
tario del Interior y protector de los germano-americanos. Describe a MARX
as:
Nunca he conocido a un hombre con arrogancia ms ofensiva e in-
soportable. A ninguna opinin que discrepase de la suya conceda el honor
de una consideracin ni siquiera medianamente respetuosa. Todo aquel
que se hallaba en desacuerdo con l era tratado con poco velado desprecio.
Responda a todos los razonamientos que le desagradaban con un desdn
mordaz, aludiendo a la ignorancia de quienes los exponan, o con un anli-
sis difamatorio de sus mviles. Todava recuerdo el tono incisivo y despre-
ciativo con que pronunciaba, casi podra decir que "escupa", la palabra
"burgus", cual si lo burgus fuera el estado ms bajo moral y espiritual,
lanzando la palabra contra todo aquel que osaba oponerse a sus opiniones.
No era, pues, sorprendente que las propuestas que apoyaba MARX en la
reunin no fueran aceptadas por aquellos a quienes l haba herido, incli-
nndoles a votar a favor de lo que l combata, y que no slo no consiguie-
se partidarios, sino que alejase a muchos que le hubiesen apoyado. Apren-
139
Cf. E. H. Carr: Karl Marx; p. 60.
140
Cf. E. G. Catlin: The Story of the Political Philosophers; p. 568.
97
d una valiosa leccin en aquella conferencia, a saber: que todo hombre
que desee ser dirigente o maestro de hombres, debe tratar a sus oyentes
con respeto, pues hasta el pensador ms superior perder su influencia so-
bre los dems si trata de humillar a la gente, poniendo constantemente de
manifiesto su superioridad. (
141
)
Pero, a nuestro juicio, el retrato ms acabado de MARX lo hace el ex
teniente TECHOW; quien, cuando la Revolucin del 1844, entreg el Arse-
nal que custodiaba a los revolucionarios y se pas a ellos. Su carta la es-
cribi inmediatamente despus de una larga conversacin con MARX, que
trat de atrarsele para contrabalancear el mando de otro teniente prusiano
revolucionario, WILLICH, perteneciente al Comit de la Liga Comunista,
junto con MARX; al cual se le haba conferido el mando del futuro Ejrcito
Revolucionario en la nueva revolucin que se preparaba, pues este Gene-
ral en Jefe, no era muy dcil y desobedeca los mandatos de MARX. En la
carta dice:
Primero bebimos oporto, luego un clarete, que es burdeos rojo; des-
pus, champagne. A continuacin del clarete, MARX se hallaba completa-
mente borracho. Esto es lo que yo buscaba exactamente, porque as se vol-
vera ms franco de lo que seguramente hubiera sido en otro caso. Y as
descubr la verdad, que de otro modo habra quedado en meras suposicio-
nes. Pero, a pesar de su borrachera, l domin la conversacin hasta el l-
timo momento.
La impresin que me caus fue la de una persona dotada de una ex-
traa personalidad muy singular. Si su corazn lo hubiera tenido a la mis-
ma altura que su inteligencia, y si hubiese posedo tanto amor como tena
odio, yo habra desafiado el fuego por l; incluso, a pesar de que al final
me expres el franco y absoluto desprecio que le merezco, insinuado antes
incidentalmente. MARX era el nico y el primero entre nosotros a quien yo
confiara la Jefatura, porque es un hombre que nunca se pierde en cuestio-
nes mnimas y slo se ocupa de asuntos trascendentales.
Sin embargo, es cosa lamentable, dados nuestros objetivos, que este
hombre, con su claro intelecto, carezca en absoluto de nobleza de alma.
Estoy convencido de que todo cuanto de bueno pudiera existir en l lo ha
devorado una ambicin personal peligrossima.
141
K. Schurz: Lebensrinnerungen; p. 143
98
Se re de los tontos que repiten como loros su catecismo proletario,
y tambin se mofa de los comunistas a lo WILLICH y de la burguesa. Las
nicas personas a las cuales respeta es a los aristcratas, a los autnticos,
aquellos que tienen plena consciencia de su aristocracia. A fin de impedir
que tales aristcratas gobiernen, necesita poseer una fuente de Poder ni-
camente suya, que slo puede hallar en el proletariado. Por consiguiente,
ha confeccionado un sistema a la medida de los proletarios. Y, a pesar de
sus muchas protestas de lo contrario, yo he sacado la impresin de que el
objetivo de toda su empresa se cifra en conquistar para s mismo el poder
personal.
ENGELS y todos sus antiguos asociados, a pesar de sus dotes, muy
reales, son muy inferiores a MARX, y si osaran olvidarlo por un momento,
l sabra colocarlos en el puesto que les corresponde con desvergonzada
insolencia, muy digna de un NAPOLEN. (
142
)
Retengamos: Si hubiese posedo tanto amor como posea odio!...
Ah tenemos la sntesis moral ms acabada de los retratos biogrficos
pintados por tantos como le trataron; incluso por su propio padre, que le
reprocha, metafricamente, claro est, que se halla posedo por un demo-
nio... Posedo por el demonio del Odio...!
Posedo del Odio Marx y Odio su obra: el Marxismo es Odio.
En consecuencia, sin mayor especulacin psico-filosfica: si Marx es
un poseso del Odio y es su obra Odio, como persona y como actor, l es un
monstruo.
Y si fsicamente no lo es, aun cuando su figura humana, si no mons-
truosa, tenga ms de los gnomos recordados en alguna poesa suya que del
Mefistfeles, por l descompuesto en el tro de homosexuales de su inte-
rrumpida tragedia Ulanem, desde luego, nada tiene que ver con las bellas
deidades del Olimpo.
Y, siendo as, se mostrar como un misterio el encendido amor de la
hermosa Jenny; bella, inteligentsima, exquisita, perdidamente apasionada,
llegando a inaudito sacrificio, inmolndolo todo, hasta inmolndose a s
misma en aras de tal Monstruo...
El amor, sobre todo, cuando alcanza trances de la mstica, sea la san-
142
Cf. Karl Vogt: Mein Prozess, gegen die Allgemeine Zeitung; pp. 142-157
Ginebra (1859).
99
ta, sea la satnica, su inversin, recibe su impulso y avasalladora fuerza de
lo que la criatura humana conoce o pone ella en el objeto amado. Estric-
tamente, slo en lo que ella pone, cuando el objeto-amor es lo monstruoso,
lo inhumano.
Mucho, muchsimo, puso Jenny en su dios Marx, para llegar a tan-
to y tanto sacrificio; sacrificio, como veremos, escarnecido por su mons-
truoso dolo.
Suponemos habrn advertido nuestros lectores que no hemos avan-
zado en esta maestra modesta obra un slo juicio sin previa o ulteriormente
documentarlo con testimonios de parte. Es lo que seguiremos haciendo, en
tanto y cuando ello nos sea posible. Y empezaremos a mostrar as cuanto
puso Jenny von WESTPHALEN en su dolo Karl MARX. Sea primeramen-
te algo de la primera carta suya conservada; y sentimos que no permita el
espacio darla entera; pues toda ella es testimonio vlido para nuestra prue-
ba:
Mi almohadoncito: me alegro de que seas feliz, de que mi carta te
haya divertido, de que languidezcas por m, de que te alojes en cmaras
tapizadas, de que hayas bebido champagne en Colonia, de que haya Clubs-
Hegel, de que hayas soado y de que en breve ests conmigo, mi amor
adorado, mi almohadoncito. No obstante yo siento slo una cosa: bien ha-
bras podido cumplimentarme un poco. Pero as sois vosotros, los seores
Hegelianos: no reconocis nada, ni aun cuando fuera lo ms perfecto, si
ello no va en vuestro sentido. As, debo contentarme con mis propios lau-
reles (...) S, mi corazn, es verdad que yo debo continuar con gran pesar
mo reposando, pero sobre edredones y cojines, y esta pequea carta parti-
r desde mi lecho (...). El domingo me he arriesgado a emprender una ex-
pedicin atrevida hasta las habitaciones delanteras; pero ello me ha perju-
dicado y debo pagar la audacia. SCHLEICHER (el mdico de cabecera) aca-
ba de decirme que ha recibido una carta de un joven revolucionario, y que
l se equivoca en su opinin sobre sus conciudadanos. Y dice tambin que
no cree pueda adquirir acciones de quienquiera que sea. Ah, mi amor, mi
amor adorado, he aqu que t te mezclas en poltica! Es muy fcil que ello
haga que te rompas el cuello, mi Karl; suea solamente en que tienes aqu
alguien que te ama, que espera y se lamenta y depende enteramente de tu
destino. Mi adorado corazn, si yo hubiera podido verte antes!
Ay de m!, yo no puedo ni tengo derecho a fijar el da en que te ve-
r. No recibir mi pasaporte hasta el da en que me sienta de nuevo total-
100
mente bien (...).
Mi pequeo Karl, yo querra an decirte un montn de cosas, pero
mi madre no lo tolera ms tiempo, de lo contrario me quitara la pluma y
no podra siquiera dirigirte el saludo de mi ms ardiente amor. Sobre cada
dedo un beso, y en tanto, que ellos hablen desde lejos! Volad, volad hacia
mi Karl, y apretaos contra sus labios con tanto ardor como los suyos han
brotado antes con su clida ternura! Dejad de ser los mudos mensajeros del
amor y murmuradle todas las pequeas palabras de dulce amor y los secre-
tos que el amor inspira, contdselo todo; pero no, dejad siquiera alguna co-
sa para que se lo diga vuestra seora.
Adis a ti, el nico a quien amo.
Ya no puedo ms, todo se turba en mi cabeza... no conoces an la
quadrupedante sonitu (el estruendo de las cuatro patas de los caballos he-
rrados). Adis, querido pequeo hombre. No es verdad que yo bien puedo
esposar contigo?
Adis, adis, mi amor. (
143
)
MARX no conserv ms cartas de Jenny, o se han perdido las escritas
hasta la que sigue, de cuando ya estn casados, ao y medio despus apro-
ximadamente que la anterior. La carta est escrita en Kreeznach, desde la
casa de la madre de Jenny, donde haban pasado juntos los nuevos esposos
sus primeros cinco meses de matrimonio; la carta es largusima:
Aun cuando en la ltima conferencia de las dos grandes potencias
no se haya estipulado nada sobre cierto punto, y que ningn acuerdo haya
sido concluido sobre el deber de inaugurar el cambio de correspondencia,
y que, en consecuencia, no existe ningn medio exterior compulsivo, la
pequea escriba de los bellos bucles se ha sentido obligada a abrir el baile,
escribindote lo que ella siente por ti; t, el nico hombrecito querido de
mi corazn y tan bueno, describindote su amor y su gratitud los ms pro-
fundos y los ms sinceros. Yo pienso que t no habas estado nunca ms
encantador, ms dulce, ms gentil, y, no obstante, yo me hallaba cada vez
ms hechizada cuando t te marchabas, deseando que volvieras junto a m,
para decirte una vez ms cunto te amo, cunto te adoro. Y sin embargo, tu
143
Jenny von Westphalen: Carta a Marx, sin fecha; pero es del 10-VIII-1841,
escrita en Trveris.
101
salida fue un triunfo la ltima vez. Yo no puedo decir hasta qu punto te
amaba en lo profundo de mi corazn cuando ya no te vi presente por tu
cuerpo cerca de m, pero slo tu imagen fiel se impona con tanta vida a mi
alma, con tanta su dulzura anglica y su bondad, la nobleza de su amor y el
resplandor de su espritu. Ah, y que no te halles en este momento aqu, mi
pequeo Karl! Cmo hallaras t cuan receptiva es para la felicidad tu pe-
quea mujercita, valerosa y llena de vida; incluso si t manifestaras malas
tendencias, por malas que fuesen ellas, y hasta si te llevasen al mal, yo no
tomara ninguna medida reaccionaria, y ofrendara mi cabeza con pacien-
cia a mi maligno bribn. "Qu?" cmo? luz! Te acuerdas t an de
nuestras conversaciones en la penumbra, de nuestros guios de ojo, de
nuestras horas pasadas soando? Mi corazn adorado, qu bueno eras,
qu encantador, qu indulgente, qu feliz!
Con qu resplandor se yergue ante m tu imagen, con la fuerza que
confiere la victoria! Mi corazn aspira a verte siempre presente cerca de l;
cmo se lanza hacia ti, temblando de gozo y de arrobo; cmo te sigue con
angustia por los caminos que recorres, en casa del Escriba de los pasapor-
tes, en la de MERTEN, este hombre de oro, en la de pap RUGE, en la de
"Pansa". Y que no pueda yo allanar e igualar los caminos ante ti, y evitar-
te cuanto pueda constituir un obstculo para ti...! (
144
)
Casi siempre as en esa carta que, en cuerpo ocho, ocupa cinco pgi-
nas.
En estas dos cartas nicamente hay un reproche un tanto festivo y re-
signado de Jenny, por la indiferencia de MARX ante su triunfo acadmico
en lengua griega. Y no es que su estado de hechizada la haya privado de
sensibilidad y juicio. No; tenemos la prueba de que desde muy pronto ella
conoce todos los riesgos inherentes a su gran amor por MARX. Tenemos la
prueba en esta temprana carta del padre de l:
Esta joven hace por ti un sacrificio incalculable y demuestra un re-
nunciamiento de s misma que slo puede comprenderse plenamente ape-
lando a la ms fra razn. Ay de ti, si por un momento lo olvidases! ni-
camente t puedes ahora dar los pasos efectivos. Debes darle la seguridad
de que, a pesar de tu juventud, eres un hombre que merece el respeto de
144
Jenny: Carta a Marx. Kreuzach, marzo 1843.
102
los dems hombres y la conquistars. (
145
)
Todo lo contrario de lo que hara siempre MARX.
En 1843, llevaba ya siete aos de novio y no haba logrado ms que
el ttulo de doctor, pero ninguna colocacin, salvo la fugaz direccin de la
Gaceta Renana, muerta por decreto gubernamental, y no poda atender a
sus obligaciones matrimoniales.
Los sufrimientos de Jenny eran indecibles: cumpla ese ao la fatdi-
ca edad para una soltera: 29 aos; ms fatdica entonces que en nuestros
tiempos, dado el ms prematuro envejecimiento de las gentes. MARX mis-
mo, tan poco dado a mostrar sus apuros a nadie, si no era para pedir ayuda,
como en el caso, dice a su entonces gran amigo, despus tan odiado, Ar-
nold RUGE:
Estoy comprometido desde hace ms de siete aos (esto nos retro-
trae a sus 17) y mi prometida ha sostenido por m las ms duras luchas,
ruinosas para su salud; en parte, contra sus familiares pietistas y aristcra-
tas, para los cuales el seor del cielo y el seor de Berln son objeto de
igual veneracin; y, en parte, contra mi propia familia, en la cual se han
deslizado algunos clericales y otros enemigos jurados mos. Mi prometida
y yo hemos sostenido desde hace aos luchas ms intiles y agotadoras
que muchas otras personas mayores que nosotros, que se llenan la boca
con su "experiencia", trmino al que son tan aficionados nuestros partida-
rios del "justo-medio". (
146
)
Suea MARX con obtener de RUGE, por ser codirector de la revista
que pensaba fundar ste, la cantidad de 100 luises oro (550 thaleros), can-
tidad poco ms de la mitad de lo gastado por l, siendo estudiante, en un
solo curso, y con la cual pretenda poder hacer frente a sus gastos matri-
moniales. Con la mera promesa de tal sueldo anual, se decide MARX a ca-
sarse; y algo ms notable, tambin se decide ella. Pero ha de librar l, y
sobre todo ella, una ltima y terrible batalla familiar. Slo tienen a su favor
al hermano, Edgar; pero su conducta bohemia le priva de toda influencia.
Est en contra la madre; pero el enemigo ms temible es el hermano pri-
mognito de ella, Otto Wilheim, barn von WESTPHALEN, heredero del t-
145
H. Marx: Carta a su hijo K. Max. Trveris, 28-XII-1836.
146
K. Marx, Carta a A. Ruge. Trveris, 13-III-1843.
103
tulo, ya muy situado en Berln, quien al cabo de los aos llegara a Minis-
tro del Interior de S. M. el Rey de Prusia. Fracas el primognito y futuro
ministro, ante la firmeza de Jenny. Y, lo ms extrao: repentinamente, la
madre cede; y es ms, dominando su repulsin, acoge a MARX con mues-
tras de cario, cuando se presenta en su casa para formalizar la inmediata
boda.
Para estas fechas Jenny ya est bien inficionada con ciertas primarias
ideas socialistas, que le ha contagiado su dolo; como ya denota en su co-
rrespondencia con MARX, en la cual seala sus relaciones con quienes son
amigos polticos de l: RUGE, BAUER, etc. (
147
). Sobre todo, expresa sus
ideas en los juicios relativos al atentado frustrado de que ha sido objeto el
Rey FEDERICO-GUILLERMO IV, el 24 de julio de 1844. Acepta que el cri-
men no tiene carcter poltico, que se debe a la desesperada pobreza de su
autor, el ex burgomaestre Heinrich Ludwig TSCHECH, deduciendo de ello
que es una prueba de que una revolucin poltica es imposible en Alema-
nia, pero, por el contrario, existen todos los grmenes necesarios para una
revolucin social. Si jams hubo aqu un exaltado poltico que osara recu-
rrir a soluciones extremas, en cambio, el primero que osa intentar cometer
un homicidio, ha sido impulsado por la necesidad, la necesidad material
(
148
). Se ve que Jenny profesa ya un determinismo materialista-
econmico, que ser el descubrimiento capital de MARX, expuesto in-
cipientemente en La cuestin juda y en la Crtica de la filosofa del dere-
cho de Hegel, cuyos trabajos escribi durante su luna de miel con la baro-
nesita de WESTPHALEN, a mesa, mantel y cama de la baronesa viuda,
durante cinco meses, los mismos que emplea en elaborar esos sus escritos,
que marcan su paso de la extrema izquierda poltica a la extrema social: el
comunismo. Teora que desarrollara en otros dos trabajos que per-
maneceran inditos, en cuadernos, hasta muchos aos despus de su
muerte: Economa y Filosofa, 1844; ttulo asignado por sus editores, y
que ha quedado; y en La Ideologa Alemana, escrita en el ao siguiente al
de su matrimonio.
147
Cf. Las cartas de Jenny a Marx, sin fecha, pero sealada por los crticos con
la de marzo de 1843, es decir, antes de su matrimonio; y la de 20-VI-1844, de un ao
despus, en la cual trata de conseguir que Schleicher, el mdico de su familia, suscri-
ba acciones, que deben ser para financiar los Anales.
148
Jenny: Carta a Marx, desde Trveris, sin fecha, pero que debe ser inmedia-
tamente posterior al atentado, 26 de julio 1844.
104
Por cierto, con motivo de burlarse de la metfora empleada por los
peridicos para calificar el regicidio frustrado, que decan era la virgini-
dad perdida de Prusia, ella escriba en la misma carta: Oh! "La virgi-
nidad perdida! Se ha perdido el honor!"... Tales son las palabras de con-
signa en los peridicos prusianos. Cuando he odo al pequeo saltamontes
verde, el capitn X, declamar sobre la virginidad perdida, no he podido
creer que pensaba en otra cosa ms que en la santa e inmaculada virgini-
dad de la Virgen Mara que es la nica virginidad con constancia oficial
; pero, hablar de la virginidad del Estado prusiano! No; yo haba perdi-
do desde haca tiempo mi creencia en ella. Con las ideas socialistas, por
incipientes que fueran en ella, debi adquirir las muy libres que sobre las
relaciones sexuales y el matrimonio son propias de las creencias comunis-
tas, antes de ser abandonadas por los Estados socialistas; que, necesitan-
do de esclavos, obreros y soldados, para sus industrias y sus conquistas,
han impuesto unas leyes y unas costumbres sexuales y matrimoniales muy
rgidas, tan rgidas como comunistas son las de los Estados burgueses,
llamados cristianos. Qu inversin de frentes...!
Pero sigamos con los esposos MARX: el matrimonio lo celebraron
cristianamente los dos, ya comunistas, en una iglesia protestante.
Asistieron a ella la viuda WESTPHALEN, y su hijo, Edgar. Ningn
otro pariente cercano ms; y unos pocos amigos.
El viaje de novios, siguiendo las costumbres burguesas de la regin,
consisti en la clsica visita a las Cascadas del Rhin en Rheinpfalz (Suiza);
esta costumbre debi ser introducida por los germano-americanos en Nor-
teamrica, y traducida en la obligada visita de los recin casados a las cata-
ratas del Nigara. Regresaron por Baden a Kreuznach, cuando se les acab
su derrochado dinero. La madre de Jenny haba recibido una herencia, que
convirti en dinero, depositando las monedas de oro de la venta en una ca-
jita porttil de hierro; la cual, con su contenido, fue su principal regalo de
boda. Ellos se llevaron la cajita; hicieron ostentacin de su oro, dejndola
abierta en las habitaciones de los hoteles para asombro y tentacin de cria-
dos y tambin para obsequiar con monedas a los amigos con que tropeza-
ron. Aquel oro les haba de ser muy pronto necesario. En marzo del ao
siguiente, ya en Pars, MARX debi recurrir a sus amigos de Colonia, re-
dactores y colaboradores de la fenecida Gaceta Renana, a iniciativa de G.
105
JUNG, que, por suscripcin, reunieron mil taleros y se los enviaron (
149
). Es
la primera constancia existente de la tan prolongada mendicidad ejercida
por MARX durante casi todos los restantes aos de su vida, salvo los lti-
mos, cuando recibe la herencia de su amigo y correligionario WOLF, gas-
tada muy rpidamente, y la pensin que le asignara ENGELS, cuando ven-
di su participacin en la fbrica de Manchester.
La suscripcin y los pocos recursos trados por Jenny a Pars fueron
muy pronto dilapidados. El sueldo de los Deustsch-Franzsische Jah-
rbcher (Anales franco-alemanes) acab al publicarse el primero y nico
nmero, cuyo contenido da para un libro bastante grueso; slo dos artcu-
los de Marx, antes citados, que aparecieron en l, forman un pequeo vo-
lumen como el presente. Aquello, como revista, no haba quien se lo traga-
se; en consecuencia, se vendi muy poco. Y RUGE, el financiero, vio que
la empresa le arruinara, y no quiso malgastar ms. Imagnese la situacin
que se le creaba a MARX, sin un clavo para mantenerse l y su mujer, y,
adems, el vstago que muy pronto llegaba. Y tambin su indignacin con-
tra su amigo y capitalista. No se lo perdonara ya en la vida.
Adems, reunido el matrimonio en Pars, empiezan vida de sociedad.
Primero con HEINE, al nico que MARX ha respetado entre todos sus ami-
gos. Aparte de su esclavizado alter ego, ENGELS, ha sido a HEINE, su ami-
go hasta la muerte; gran figura entonces l en Pars; no precisamente por
sus ideas y amistades revolucionarias, sino por su fama de poeta, bien me-
recida; pero sobre todo por su ntima amistad con el Dios ROTHSCHILD
(James), este Nern de la Finanza, que se ha construido en la rue Laffitte
su Palacio Dorado como el mismo HEINE haba escrito (
150
).
HEINE meditaba muy profundamente sobre el papel de ROTHSCHILD
en el mundo, e incluso vea en l a uno de los ms grandes revolucionarios,
entre aquellos que fueron los fundadores de la democracia moderna. Ri-
chelieu ha roto la soberana de la nobleza feudal, Robespierre le ha cortado
la cabeza a la misma, pues haba degenerado; pero la propiedad de la tierra
ha sobrevivido, y sus dueos no han hecho ms que conservar bajo una
nueva mscara las usurpaciones de la antigua nobleza. Despus, ROTHS-
149
Cf. Joseph Classen: Carta a Marx, de 13-III-1844.
150
Egon Csar Comte Corti: La Maison Rothschild, Tom. II, p. 213. Ed. Payot.
Pars (1930).
106
CHILD ha venido y ha derribado la supremaca de los terratenientes, ele-
vando a la ms alta potencia el sistema de ttulos del Estado, y dndole,
por as decirlo, al dinero que cada poda poseer los antiguos privilegios po-
sedos por la tierra. (
151
)
Lo de NERN, aplicado a su amigo el multimillonario, no tena el
menor significado oprobioso, dada la simpata del dulce poeta hacia
cuantos mataran cristianos, aunque fuesen japoneses... Como quisiera ser
japons, por la misma causa hubiera querido ser Nern.
Lo de Nern fue dicho por HEINE muy amablemente, cuando paseaba
con James ROTSCHILD cogidos del brazo como hacan muchas veces
de una manera completamente (
152
) familiarona, a travs de las calles de
Pars. HEINE tena a James ROTHSCHILD, una vez muerto su hermano Nat-
han el otro Dios de Londres por el hombre en quien se encarnaba
toda la importancia poltica de la Casa Rotschild (
153
).
HEINE debe ser quien presenta los esposos MARX en un saln de gran
porte: el de la condesa Mara D'AGOULT. Esta condesa era la amante del
gran msico LISZT, y protectora de artistas y filsofos. Tambin era escri-
tora, firmando con el nombre de Daniel STERN. Al contrario que hoy, tan
en baja lo masculino, las pocas escritoras existentes deban adoptar seud-
nimos de varn para ser ledas; a veces tambin pantalones y chistera, co-
mo la Jorge SAND. En su saln se podan hallar todas las celebridades del
arte en cualquiera de sus facetas; nombres que han logrado la celebridad
perdurable hasta nuestros das, se reunan all, tales como MEYERBEER,
INGRES, CHOPIN, HEINE, SAINTBEUVE, MUSSET, VIGNY, WAGNER, BAL-
ZAC, DUMAS, LAMARTINE; hasta polticos en el Poder, como THIERS y
GUIZOT. MARX debi pasar bastante oscuramente por entre tantas estre-
llas, como se dira hoy. No tanto, Jenny; por su belleza y su hbito de tra-
tar con elevadas gentes. All, en aquel saln, naci la idea de lanzar una
revista muy avanzada. La financi el msico judo MEYERBEER, a pesar de
tener un cargo oficial, Kapelmeister del Rey prusiano. Nombr director a
BERNAY (Fernando) y subdirector a un confidente de METTERNICH , VON
BORNSTEDT (Adalberto). En ella colabor MARX. Su ttulo fue el de Vor-
151
H. Heine: Louis Boerne. Tom. I, p. 35. Edicin XII.
152
Charles Kraus: Verffenttlichungen Heinescher Briefe an die Familie
Rothxchild, Die Goethe und Heine; p. 78. En Die Fackel, octubre de 1915.
153
E. C. Comte Corti: O. c. Tom. II, pp. 212-213.
107
wrts (Adelante), que pasados los aos llegara a ser ttulo del rgano ofi-
cial de la Social-Democracia alemana.
El Vorwrts (Adelante) lanzaba con sus encendidas palabras hacia
adelante a los regicidas, dicindoles que el asesinato de FEDERICO-
GUILLERMO IV sera la mecha para provocar el estallido de la Revolucin
social. El gobierno francs, aunque nacido de la Revolucin del ao trein-
ta, muy extremista en sus comienzos, era muy burgus, en obediencia al
mandato del sufragio universal. Y naturalmente, sin romper con las normas
democrticas y libertarias, al menos aparentemente, vigilaba y molestaba
cuanto poda y estaba en mano de la Polica al grupo redactor del peridi-
co. En l, sin tener cargo distinguido, ya empezaba MARX a sobresalir co-
mo uno de los ms extremistas; al menos de boquilla, pues principalmente
se les iba toda la fuerza en las acaloradas y vociferantes discusiones entre
los mismos del grupo. Los confidentes, parsito de todo grupo conspi-
rador, informaban puntualmente a la Polica; y no slo a la francesa, sino
tambin a la prusiana. El Rey de Prusia pidi al francs medidas contra los
que en Pars excitaban para su asesinato. Las relaciones franco-alemanas
eran entonces cordiales.
MARX, cobrado un solo mes de los Annales difuntos, obtuvo algn
dinero de la viuda WESTPHALEN, saqueada continuamente no slo por su
hijo poltico, sino sobre todo por el propio Edgar. Y como se lamenta
Jenny:
Mi pobre madre hace bien pocos gastos en el presente y es muy po-
bre. Edgar la desvalija y escribe cartas insensatas; una despus de otra, ex-
presando en ellas sus alegras y sus pensamientos sobre las prximas revo-
luciones, piensa en la destruccin de todas las situaciones existentes; pien-
sa en la destruccin de todas las situaciones, pero no tiene pensamiento
ninguno de comenzar por cambiar las condiciones de su propia vida (...)
Mi madre ha hecho ms gastos de los que puede soportar (se refiere a los
ocasionados por ella y su beb). El cuadro en que ella vive es pobre, pero
digno (...). Mi madre debe privarse de todo, en tanto que l (Edgar), en Co-
lonia, asiste alegremente a todas las peras, como escribe l mismo (Y
ahora, dirigindose al mismo Marx): Los primeros sntomas del terremoto
y de la zapa del subsuelo sobre el cual esta sociedad ha establecido sus
templos y sus tiendas, no se manifiestan ya por todas partes? Ese topo es el
108
tiempo y va muy pronto a cesar de socavar bajo tierra. En Breslau se han
producido nuevamente relmpagos anunciadores de la tempestad (
154
). Si
nosotros nos pudiramos mantener slo hasta que nuestra pequea se haga
mayor! (
155
)
Los derroches de Marx, Edgar y dems jvenes revolucionarios de la
poca, no son tan locos coma parecen. Si quieren gozar de la vida y llegan
a vivir al da, sin preocuparse mucho y a veces nada de su porvenir y el de
sus familias, se debe a que en ellos, con carcter de evidencia, est prxi-
ma y a la vista su gran Solucin: la gran Revolucin europea.
Ellos tienen por seguro su triunfo, dada la estupidez inculta de toda la
burguesa. La mayor muestra de la cual es el apoyo prestado por Inglaterra,
y con ella los ROTSCHILD, a la Revolucin internacional. Recurdense las
enigmticas palabras de HEINE sobre sus ntimos los ROTSCHILD. El poeta
comunista intuye, mejor, lo sabe; aunque quien ha estado dando la cara en
el negocio revolucionario es el Dios ROTSCHILD de Londres, Nathan;
al que sucede su hijo Lionel, genial, culto, brillante, idealizado en el per-
sonaje Sidonia de su novela Connigsby por el futuro Premier, DISRAE-
LI; que, de acuerdo con Inglaterra, ser el oculto fautor de la Revolucin
internacional de 1848; triunfante momentneamente en Prusia, y gran parte
del resto de Alemania, en Austria, en Npoles, etc. y fracasada solamente
en Espaa, gracias a NARVEZ, que se gana para siempre el mote de el
Espadn de Loja y el de tirnico dictador; por eso, por vencer a la Re-
volucin y echar a Mr. BULWER, el Embajador de Su Graciosa Majestad
Britnica: dos malos ejemplos dados por NARVEZ a los estadistas de las
dems naciones...
Perdn por el inciso. Lo cierto es que cuando as habla Jenny, expre-
sando la esperanza en la Solucin revolucionaria para sus problemas
econmicos y personales (probablemente suean ella y Marx con que lle-
gue a ser l Presidente de la Repblica Socialista alemana o, por lo menos,
ministro...); cuando as suea, repetimos, la Revolucin est ya a menos de
tres aos vista. A tal ignorada luz para los bigrafos debe ser comprendido
el estado de nimo para los asuntos econmicos de la pareja. Por otro lado,
y digmoslo por anticipado, como MARX, y, en consecuencia, ella, no
154
Alude a los desrdenes que haban ocurrido en la citada ciudad los das 6 y
7 de junio de 1844, a causa de la sublevacin de los tejedores silesianos.
155
Jenny: Carta a Marx, posterior al 20 de junio de 1844.
109
abandonar durante toda su vida ese sueo de que la gran Revolucin sal-
tar siempre al da siguiente al volver la ms prxima esquina, en tan loca
creencia obsesiva encontramos la explicacin de su inexplicable conducta
durante toda su vida en relacin a lo econmico de su vida personal y fa-
miliar; explicacin que para l es razn, pues, adems, esa su despreo-
cupacin encaja con su indolencia propia y con su holgazanera inveterada
para todo trabajo sistemtico y ordenado; nicos adecuados para propor-
cionarle medios econmicos regulares y en cantidad ms o menos grande
para su propio sustento y el de sus familiares.
l, que escribir: los expropiadores sern expropiados, empezar
por poner en prctica su vaticinio en provecho de s mismo. MARX hubiera
preferido poder emplear para las expropiaciones aisladas en su propio
beneficio la violencia preconizada por l para las colectivas; pero, desgra-
ciadamente, no tena valor para dar atracos; llamados por los anarquistas
que empezaron a cometerlos con pretextos polticos, en ellos apolticos,
eso mismo: expropiaciones aisladas forzosas. Y ante tal imposibilidad,
MARX ha de realizar las expropiaciones aisladas por medio de la men-
dicidad, sin preocuparse mucho de si los expropiados por l son o no ex-
propiadores...
Esto, tan adverso a la educacin y al espritu que se adivina en Jenny,
debe ser aprobado por ella; ya que, salvo sus terribles lamentaciones en
momentos de apuros y miserias horribles, aorando ingresos fijos, en ge-
neral, ella no menciona siquiera la mendicidad permanente de su marido.
Le sobraba dialctica, si es que la necesitaba con ella, para dejarla to-
talmente convencida de la sublimidad de su conducta. Indudablemente,
Jenny deba poner en su dolo el atributo divino de la Sabidura infinita; y
si l as le deca, para ella era orculo apolneo.
Si hemos adelantado la identidad en ideas de Marx y Jenny, dndolas
por embrionarias en ella, debi hacer muy rpidos progresos, porque slo
un ao despus ya tenemos un testimonio de calidad sobre sus progresos.
Un revolucionario, Stephan BORN, a quien suponemos judo, intima con
MARX y con Jenny, en Bruselas y, asombrado, dice:
Encontr a MARX en un pequeo alojamiento muy modesto,
incluso dira pobremente amueblado (...). Como ella Jenny hiciera
durante toda su vida, tomaba muy a pecho todo lo que era objeto de las
preocupaciones de su marido. Se interes tambin por m, considerndome
un discpulo de su esposo. Ella era rubia, en tanto que sus hijos tenan los
110
cabellos y los ojos negros de su padre (...). Mme. MARX estaba absorbida
por las ideas de su esposo y los cuidados para con los suyos no tenan nada
de comn con los de las amas de casa alemanas, cuyo pequeo horizonte
est limitado por el tricot y la actividad culinaria. (
156
)
Las demandas del Gobierno prusiano fueron atendidas por el francs,
que decret la expulsin de una docena de revolucionarios, incluidos
HEINE, HESS, RUGE, BERNAY, BRONSTEIN, BAKUNIN, MARX y otros me-
nos conocidos. Como vemos, la mayora son judos alemanes.
Lo curioso es que todos ellos, con HEINE a la cabeza, pues a l le so-
braban influencias, arreglaron con las autoridades la manera de no exiliar-
se. As lo consiguieron, por ejemplo, BAKUNIN y RUGE. Pero MARX deci-
di no gestionar la suspensin de la orden de expulsin, despreciando la
oferta de HEINE. En el asunto vio l la manera de conseguir una especie de
aureola de mrtir. Su situacin econmica en Pars era psima; y el des-
tierro le ofrecera motivo para proseguir el ya iniciado pordioseo. As fue;
ya hemos mencionado la suscripcin iniciada por JUNG en Alemania, que
proporcion 1.000 taleros, unos 3.600 francos oro de entonces; despus, se
aument con otros 800; y 50 taleros de otra iniciada por Engels, tambin
en Alemania. A todo esto, lo expropiado a su madre poltica y tambin
algo a su primo hermano, Mijnheer PHILIPS, hijo de un hermano de su
madre, banquero en Holanda, cuyos descendientes son los fundadores y
propietarios de ese imperio industrial de nuestros tiempos, la Casa Philips,
cuya fundacin data de los ltimos tiempos de Marx; ambas expropiacio-
nes familiares se haban evaporado.
MARX lleg a Bruselas el 5 de febrero de 1845. Los pocos fondos de
que dispone el matrimonio se los lleva MARX. Su esposa nos entera:
A principios de 1845, un Comisario de polica se presenta de repen-
te y nos conmina con la expulsin en un plazo de 24 horas (...). Me fue
acordado un plazo ms largo, que yo emple para vender mis muebles y
una parte de mi ropa blanca (entonces desaparecieron las sbanas con las
armas de los ARGYLL) a un precio irrisorio, porque tena necesidad de
procurarme dinero para el viaje. Los HERWEGH me dieron hospitalidad
durante dos das. Enferma y con un fro de lobo, me reun con MARX en
156
S. Born: Souvenirs d'une quarente-huitard; p. 67 y sig. Leipzig (1898).
111
Bruselas a principios de febreros. (
157
)
Naturalmente, todo aquello lo sufre Jenny con su hija, que cuenta
ocho meses cuando ha de marchar a Blgica. La nodriza que proporcion
su madre, se haba marchado; sin duda, harta de comer mal y de que no la
pagaran. Pero, como veremos, la madre de ella segua velando por el ma-
trimonio y su nieta. Debemos tomar nota de que Jenny ya est encinta por
segunda vez, de unos dos meses, cuando la expulsin de Pars. Pues bien,
la baronesa viuda se desprende a favor de su hija de un verdadero tesoro,
ms valioso para la familia MARX que cualquier gran herencia, pues tal te-
soro no lo pudieron derrochar jams y vivieron gracias a l hasta la muerte
de ambos. Nos explicaremos: el tesoro se llamaba Helen DEMUTH , su
doncella, que se hallaba con la madre de Jenny desde nia y senta por la
madre y por ella el respetuoso y obediente amor que pudiera sentir por la
ms amada madre y la ms amada hermana mayor, pues tena nueve aos
menos que Jenny. Cuando se casaron MARX y Jenny, Elena tena veinte
aos, y ya llevaba ocho o nueve en la casa.
En abril, conociendo sin duda el estado y la penosa situacin de su
hija, la baronesa decidi desprenderse de su querida y fiel Lenchen, (
158
)
carioso apelativo con el que la nombraban; y en el mismo mes la envi a
Bruselas. Era hija de campesinos; bastante bonita, rubia; ya haba tenido
pretendientes, pero no acept a ninguno por seguir con sus seores. Dada
la vida bohemia de MARX y la incapacidad de Jenny para gobernar su ho-
gar, sobre todo, aquel hogar sin lumbre ni pan, tantas veces ambulante y
durante casi cuarenta aos faltndole dinero hasta para lo ms indispensa-
ble, convirti a Elena en la nica y verdadera duea de la casa; duea, sir-
vienta, administradora, con la obligacin de resolver esos pequeos gran-
des problemas de un hogar donde falta dinero hasta para el bibern de un
nio de pecho, para comida, para jabn, para petrleo de la lmpara, etc.,
etc. Ella cocinaba, haca la compra, casi siempre al fiado, luchando con
la resistencia de los tenderos; daba la cara a los acreedores, iba y vena a la
casa de empeo; era la niera, la costurera, la lavandera, etc., etc. Y todo
sin recibir de MARX un cntimo; pues, aun cuando administraba los esca-
sos recursos destinados a las compras de la casa, era incapaz de quedarse
157
Jenny Marx: Bref aperu d'une vie agite, pp. 205-206. 2. edicin. Berln
(1965).
158
Diminutivo de Helen.
112
con un cntimo. Su pago nico era el cario de su seora; la nica que
comprenda el sacrificio de la joven y tambin que, sin ella, su triste fami-
lia y su miserable hogar se derrumbaran. Est por hacer con Helen DE-
MUTH por protagonista una gran novela-biografa. Brindamos el tema a los
novelistas. Como gran fuente, pueden consultar la correspondencia de
MARX, ENGELS y Jenny; si no se hallase a su alcance, hallarn un valioso
material en la gran biografa de MARX, cuyo autor es Mr. Robert PAYNE,
que con la titulada El Prusiano Rojo, de Leopoldo SCHWARZSCHILD,
creemos son las mejores de cuantas conocemos, y son algunas. Hay edi-
ciones espaola y argentina, respectivamente, de cada una de tales obras.
MARX, a instancias de ENGELS, se haba comprometido a escribir un
libro de Economa, pues en Pars haba empezado sus lecturas sobre la ma-
teria, para basar su teora del determinismo materialista-econmico, ya
insinuada en su trabajo periodstico La cuestin juda, que, como se com-
prender, dada su ignorancia en ciencia econmica era una intuicin suya,
en el caso mejor, segn dicen sus partidarios enterados; en realidad, un
plagio, una expropiacin intelectual, de la cual es vctima John STUART
MILL y su obra Principios de Economa Poltica: MARX no ha cambiado
ms que la terminologa (
159
) y, a veces, ni eso; como la teora del va-
lor, se la expropia a RICARDO (
160
), la de plus vala, a THOMPSON,
y as todo seguido. MARX se compromete a escribirlo, y hasta le ex-
propia a un editor 1.500 francos, como anticipo, por el libro, ya muy
adelantado (
161
), que se titular, nada menos, Crtica de la Poltica y la
Economa. No tiene an escrita ni una cuartilla. Ese proyectado libro de
1844, aparecer, pasados quince aos, 1859, con el ttulo muy parecido:
Crtica de la Economa Poltica. Y el editor expropiado de sus 1.500
francos, expropiado para siempre.
Los expropiados jams sern indemnizados por MARX. Hay un mo-
mento en su vida, por el ao 1847, precisamente, cuando est en los dolo-
res del parto para dar a luz el Manifiesto Comunista, la nica obra genial,
159
Vifredo Pareto: Les systmes socialistes. Tom. 11, p. 330. Ed. V. Girard y
E. Briere. Pars (1903).
160
J. A. Schumpeter Grandes economistas: de Marx a Keynes (incluye a Pare-
to), p. 49. Ed. Alianza Editorial. Madrid (1969).
161
Cf. Marx-Chronik: 1 febrero de 1845; julio de 1845; 31 marzo de 1846; 2
febrero de 1947.
113
para el mal, claro est, de toda su vida, cuando la irona del Destino le hace
cobrar su herencia paterna; ya que su madre y hermanas no le pasan la
cuenta de habrsela cobrado con creces con sus dispendios en vida del pa-
dre. Decimos que se trata de una irona del Destino; porque MARX, en el
programa mnimo revolucionario que incluye en el Manifiesto Comunista,
en su punto tercero, decreta: Abolicin de todos los derechos de herencia.
Y decimos que sus expropiaciones son sin indemnizaciones, porque
ni siquiera uno de sus expropiados es indemnizado cuando Marx recibe los
6.000 francos de la herencia enviados por su madre.
Ni siquiera los reserva para poder hacer frente a los gastos familiares.
Gastos aumentados, pues el 26 de septiembre de 1845 le ha nacido su se-
gunda hija, Laura; con la cual son ya cuatro la familia, ms la criada He-
len, cinco. Y slo lleva dos aos de matrimonio.
Marx se gasta 5.000 francos de los 6.000 recibidos en nutrir un fondo
especial formado por el Partido para comprar armas con destino a los obre-
ros belgas.
Al solicitar el derecho de asilo, Marx haba firmado una instancia en
la que se comprometa solemnemente a ser sumiso ciudadano de S. M. el
Rey de los belgas. Cuando le concedieron el derecho de residencia, fue con
la condicin expresa de que poda escribir y publicar libremente cuanto
quisiera, salvo cuanto se refiriese a la poltica belga. Ya vemos cmo cum-
pli sus promesas.
Segn MARX, a todo ello tena derecho: l, en cuanto consigui el
derecho a residir en Blgica, para epatar a los dems compaeros revolu-
cionarios, en un escrito pertinente, dirigido al Gobierno prusiano, de po-
tencia a potencia, renunci para siempre a su ciudadana prusiana. As,
qued aptrida; y, naturalmente, se crey con derecho a carecer de toda
ley.
Mucho lament luego su epatante decisin; pues hizo esfuerzos so-
brehumanos para que el Estado prusiano volviese a concederle la ciudada-
na, lo que jams logr; y aptrida muri.
Los chivatos, polilla de toda conspiracin, dieron el soplo a la Po-
lica. Y MARX fue fulminantemente detenido el 3 de marzo. Fue llevado a
la crcel. La detencin se realiz a las primeras horas de la noche. Jenny se
ech a la calle presa de pavor, para recurrir a sus amistades e influencias
polticas. Hall acogida en Lucien JOTTRAND, Presidente de la Asociacin
Democrtica. Dio resultado la gestin del poltico belga; cuando, despus
114
de otras visitas, regres a su casa a altas horas de la noche, la esperaba un
sargento de la Polica, el cual la dijo que si deseaba ver a su marido no te-
na ms que acompaarle a la Comisara. Y a ella se dirigi en unin de un
acompaante, Felipe GIGOT, que haba puesto a su disposicin el citado
poltico para ayudarla en sus gestiones. Llegaron a la Comisara, y un Co-
misario celoso quiso aprovechar la ocasin para interrogar a la esposa de
aquel tan peligroso revolucionario. GIGOT, su acompaante, protest aira-
damente del interrogatorio. Se mostr insolente en defensa de su dama.
Ella no debi mostrarse menos, dndose por ofendida. Total, que su acom-
paante fue a un calabozo y ella pas a otro, donde permaneci toda la no-
che, acompaada de dos prostitutas trotacalles, que, al pronto, la tomaron
por una ms de su gremio. Todo ello aument hasta lo imposible su gran
congoja. No ignoraba la gravedad del delito. Entregar armas a los revolu-
cionarios belgas era penado como alta traicin. Y acababa de saber que la
Polica conoca la financiacin realizada por MARX con sus cinco mil fran-
cos.
Pero no pas nada. Por una R. O. del Rey de los belgas, S. M. haca
saber a todos sus sbditos presentes y venideros: se conmina al llamado
MARX, Charles, doctor en filosofa, de 28 aos de edad, natural de Tr-
veris (Prusia), a abandonar el Reino de Blgica en el plazo de 24 horas,
con la prohibicin de volver en el porvenir. La notificacin se la hicieron
el mismo 3 de marzo, en la que le detuvieron e ingres en la crcel.
Jenny, al da siguiente, en la maana, fue interrogada por un juez. Por
la tarde fue puesta en libertad, con escolta, para que cumpliera la orden de
destierro con su marido. l ya se hallaba libre, pero tambin escoltado. A
toda prisa, Lenchen hizo el equipaje y, con su escolta, salieron para la
frontera francesa.
S; a Francia, de la cual fuera expulsado; pero que le abra de nuevo
sus puertas; como constaba en carta de un ministro del Gobierno Provisio-
nal, instaurado por la Revolucin triunfante; carta que recibi en cuanto
sali de la crcel, en la cual pas menos de 24 horas; las nicas que per-
maneci en una durante toda su vida de gran revolucionario. Esta br-
bara burguesa...! La carta deca:
Querido y bravo Marx:
El suelo de la Repblica francesa es el lugar de refugia para todos
los amigos de la libertad. La tirana le desterr; la Francia le abre sus puer-
tas (...) se las abre a usted y a todos los que luchan por la santa causa de la
115
hermandad de los pueblos. En este sentido, todos los funcionarios del Go-
bierno francs comprenden su deber. Salud y fraternidad.
Ferdinand FLOCON
Ministro del Gobierno Provisional.
La carta del ministro parece cosa natural. Lo que no lo parece tanto
es la benignidad del Gobierno belga, que se contenta castigando a MARX
slo con la expulsin, perdonndole el comprobado delito de alta traicin.
Se intuye una extraa influencia: Masonera...?
Nadie ha investigado si Marx fue masn, como lo fueron la mayora
de los revolucionarios de su tiempo. Y eso que en su correspondencia exis-
te un dato bastante revelador. Por curiosidad, leamos:
Mis relaciones con la Commune fueron mantenidas por intermedio
de un comerciante alemn que viaja todo el ao entre Pars y Londres. To-
do se arregl verbalmente con la excepcin de dos asuntos:
Primero, por el mismo intermediario, les envi a los miembros de la
Commune una carta en respuesta a una pregunta de ellos acerca de cmo
podran negociar ciertos valores en la Bolsa de Londres.
Segundo, el 11 de mayo, diez das antes de la catstrofe, les envi
por el mismo mtodo todos los detalles del acuerdo secreto concertado en
Francfort entre BISMARCK y FAURE.
Esta informacin me lleg por la mano derecha de BISMARCK (
162
),
una persona que en su tiempo (de 1848 a 1853) haba pertenecido a la So-
ciedad secreta de la que yo era jefe. Este hombre sabe que conservo en mi
poder todos los informes que me envi de y sobre Alemania. Depende de
mi discrecin. De ah sus continuos esfuerzos para demostrarme sus bue-
nas intenciones. Es la misma persona que me previno, como ya le dije a
usted, de que BISMARCK haba decidido detenerme, si yo volva este ao a
visitar en Hannover al Dr. KUGELMAN. (
163
)
Qu sociedad secreta puede ser esa de la cual ha sido Jefe Marx,
y a la cual ha pertenecido ese poltico, Lothar BCHER, mano derecha de
162
Lothar Bcher (Nota de la edicin sovitica).
163
Marx: Carta a Beesly. Londres, 12-VI-1871. En Marx-Engels: Correspon-
dencia. Seleccionada, comentada y anotada por el Instituto Marx-Engels-Lenin de
Leningrado. Trad. al espaol. Ed. Cartago. Buenos Aires (1957).
116
BISMARCK,..? No parece que pueda ser ninguna de las fugaces y cor-
pusculares sociedades secretas de los comunistas. El citado pertenece a
ella durante cinco aos, del 48 al 53. Precisamente, desde cuando MARX
vuelve a Alemania, cuando estalla la Revolucin del 1848. Por otra parte,
BISMARCK, como se sabe, era tambin masn.
Pero dejemos eso, que si no ha interesado a historiadores y bigrafos
objetivos, cuando la Masonera era tenida por algo muy serio, como re-
volucionaria, hoy se la tiene por una especie de Instituto Secular laico y
agnstico inofensivo; tenido por tal hasta por buena parte del clero catli-
co, a pesar de la vigencia del Cdigo Cannico y las Encclicas papales,
para los simples mortales resultar una minucia en la vida de Marx. Por
nosotros, como mera minucia queda. Ni una palabra ms del asunto.
Y sigamos con el matrimonio Marx.
Los ltimos acontecimientos aludidos coincidieron con la Revolu-
cin en Francia. En los primeros momentos, pareci que triunfaba la so-
cial. BLANQUI, BARBES, FLOCON, tomaban aires de Dantones y Robes-
pierres; pero de boquilla; los ministros burgueses, contando con el Ejr-
cito, tan slo les permitieron desahogarse perorando y con unos modestos
ensayos fracasados de socialismo. Cuando lleg MARX, despus de su
fracaso belga, donde soara con un alto puesto dirigente, la fogata revolu-
cionaria, si no se haba extinguido, tena ya muy dbiles llamaradas. Su
Manifiesto Comunista, con la tinta fresca, pas inadvertido, cuando l
crea que sera la gran tea del Incendio europeo.
Pero si la Revolucin decreca y se aburguesaba en Francia, como
reguero de plvora provocaba cada da nuevos incendios en otras naciones
europeas. El 10 de marzo, estalla en la Roma papal; el Pontfice ha de do-
blegarse; concede una Constitucin democrtica y delega su poder civil en
un Gobierno laico. El da 13, levantamiento en Viena; cae METTERNICH y
el Emperador ha de jurar una Constitucin; el Gran Canciller austraco,
terror de los revolucionarios, sale para el destierro. El 18, se lucha en las
calles de Berln; FEDERICO-GUILLERMO IV sufri la humillacin de hacer-
les regias reverencias a los cadveres de los revolucionarios cados en la
lucha y, claro es, debi jurar la correspondiente Constitucin. En Npoles,
Reino independiente entonces, tambin haba triunfado la Revolucin. Y,
en Espaa, donde se intenta tambin, como ya hemos dicho, es el nico
pas donde fracasa, gracias a Narvez, que por tan horroroso delito, ha
de pasar a la historia con catadura siniestra; todo, por no haberse acobar-
dado ante Inglaterra ni ante su mano siniestra, o izquierda.
117
En Pars, los exiliados alemanes han estado muy activos en los suce-
sos revolucionarios; pero al iniciarse el aburguesamiento, ya le resultan al
Gobierno peligrosos y molestos. Para librarse de ellos, les permiten or-
ganizar una Legin para marchar en armas sobre su propio pas. La legin
es mandada por el amigo de MARX, Georg HERWERG, el que acogi a
Jenny al salir l para Blgica. Antes de partir, los alemanes desfilaron fiera
y correctamente muchas veces por los bulevares. Por fin marcharon, para
sufrir una completa derrota en cuanto pasaron la frontera. La Revolucin
alemana, pasados los primeros momentos, era eso, alemana; es decir, ideo-
lgica y ordenada.
MARX march por su cuenta, llevando en la maleta, por todas armas,
unos ejemplares del Manifiesto Comunista y un volante impreso con las
Demandas del Partido Comunista de Alemania. Con su sola persona y
aquellos dos documentos, pensaba l, le sobraba para convertir la revolu-
cin democrtica en la Revolucin Social soada.
Omitimos, por no corresponder a este captulo, las hazaas de
Marx en la pacfica y parlamentaria revolucin alemana. Ni siquiera sus
grandes corifeos ulteriores, contando con la ignorancia general, han podido
convertirlas ni en la ms modesta epopeya.
No viendo porvenir, y no queriendo correr los riesgos que a ltima
hora pretenda correr el ejrcito de su odiado correligionario, Augusto
von WILLICH, su General en Jefe, consigui el cargo de delegado del
Partido Democrtico alemn, para representarlo en Pars, ante los partidos
revolucionarios franceses, los cuales, crea l, triunfaran en una prxima y
segunda Revolucin social. El, MARX, actuara como enlace. En realidad
era un bonito pretexto para huir de todo riesgo.
La relacin tan sinttica, obligada, de todos esos acontecimientos, n-
timamente enlazados unos con otros, nos ha privado hasta el momento de
dar cuenta de uno importante para el matrimonio MARX: el nacimiento de
su tercer vstago; un varn esta vez, que llamaron Edgar, en honor del to
revolucionario de pera u opereta. Naci en Bruselas, en diciembre de
1846. Es decir, menos de quince meses despus que su precedente herma-
nita. La familia ya suma cinco personas, con Helen, seis.
Jenny, con sus tres hijos y la criada se reunieron con MARX en Franc-
fort, durante el tiempo que l fue director del peridico Neue Rheinische
Zeitung. Cuando las cosas empezaron a marchar mal, Jenny debi ir a re-
fugiarse en Kreuznach, junto a su madre. Es de suponer el dolor de sta,
que no era nada revolucionaria, viendo a su hija fugitiva con sus tres cria-
118
turas y la buena Helen. All permaneci unas semanas, hasta saber que
MARX estaba sano y salvo en Pars, donde se le reunieron todos.
Encontraron a MARX convencido como nunca de que la Gran Solu-
cin, la Revolucin Social, triunfara cada sbado prximo. La realidad,
que l no vea, por no quererla ver, era que el Prncipe-Presidente, NAPO-
LEN, haca frente con mano frrea a la Revolucin que le haba encum-
brado.
Pero, l, MARX, era un embajador en Pars de la Revolucin Euro-
pea. Y obraba en consecuencia. Despus de una intentona el 7 de junio,
que Napolen reprimi slo con la Polica, los jefes se desbandaron.
Los principales, LEBRUN-ROLLIN y Luis LA BIANCA, con otros,
huyeron a Londres; en manos de la Polica, como casi siempre, slo caye-
ron los segundones. MARX debi desaparecer; se aloj en la rue Lill, 45,
tomando el nombre falso de Monsieur RAMBOZ.
Su situacin econmica era, como casi siempre, desesperada. A me-
diados de julio, escriba a su correligionario WEYDEMEYER:
...si no me llega alguna ayuda de alguna parte, estoy perdu; mi fa-
milia est aqu, y hasta la ltima alhaja de mi esposa est en la casa de em-
peo. Y, adems, le daba cuenta de una nueva carga: Jenny se halla en-
ferma, consecuencia natural de su nada interesante estado.
Resultaba del peor gusto hacer juegos de palabras con el desesperado
estado de su esposa, casi con un hijo por ao.
Tan desesperado debe hallarse, y tales deben ser los lamentos de
Jenny, que, por una vez en su vida, piensa vivir honestamente, no recu-
rriendo a expropiaciones: Es necesario lanzarnos a una empresa litera-
ria y mercantil; espero tus proposiciones, escriba MARX a ENGELS, el
cual, despus de sus hazaas militares-revolucionarias, se haba ido a
refugiar con sus pietistas y beatos familiares en Barnem. Como vemos,
MARX no piensa en hallar me empleo; quiere empezar a trabajar como ca-
pitalista; pero poniendo el capital, no l, sino su amigo.
Su escondite fue pronto descubierto. Nada de tragedias; ni crcel ni
fusilamiento napolenico. Lo de la otra vez, destierro; ni siquiera fuera de
Francia: al departamento de Morbihan (Bretaa). Una regin martima
muy saludable, que MARX, a efectos expropiadores, convierte en las c-
lebres marismas pontinas romanas, sugiriendo que se le quiere reducir a
una muerte personal y familiar prfida, por envenenamiento atmosfrico
119
letal...
Existen testimonios de que HEINE, acaso a travs de ROTHSCHILD,
logra que no vaya al destierro; permitindole que se marche al extranjero;
esta vez, a Inglaterra, pues a la sazn tiene oficialmente cerradas las puer-
tas de Blgica, Alemania y Francia; y seguramente las de todos los pases
que rodean a la ltima, como Espaa, Suiza e Italia. Adems, la eleccin
de Inglaterra es consecuente: fueran cuales fueran las reservas mentales
que tuviera, de hecho, MARX, como revolucionario, en la ocasin, haba
sido un soldado mercenario de la Gran Bretaa, Deus ex machina de la
Revolucin de 1848.
El 26 de agosto embarc en Boulogne para atravesar el Canal. Cuan-
do el barco surcaba las aguas, no abandonaban sus sueos a MARX: la Re-
volucin, infaliblemente, haba de estallar. Si haba fracasado durante el
ao anterior y parte del 1849 en el continente, se deba indudablemente a
que las naciones continentales carecan de un proletariado industrial nume-
roso y esclavizado. Tal conditio sine qua non se daba como en ninguna
otra nacin del Globo en aquella cuyas blancos acantilados se perciban
all, en direccin a la proa de su nave. Ciertamente se aseguraba in
mente a s mismo ser Inglaterra la Tierra Prometida de la Revolu-
cin... Y sin poder reprimir una irnica sonrisa, casi en voz alta, se dijo:
Y t, Albin, Tierra Prometida, ah confiada, feliz, dormida, sin saber que
hoy pisar tu suelo el Josu de la Revolucin.
Para empezar, llevaba el proyecto, discutido largamente con los ami-
gos, aprovechando los ltimos momentos, de fundar y dirigir un nuevo pe-
ridico alemn en Londres, que sera la chispa provocadora del revo-
lucionario Incendio.
Ante tan grandiosa perspectiva, de su imaginacin desapareca la
imagen de su Jenny, an en Pars, sin haber podido acompaarle por lo de
siempre, por carecer de dinero para el viaje y carecer de cualquier cosa pa-
ra lograrlo con su venta. La polica napolenica, sospechando de sus idas y
venidas, que crey eran conspirativas, la conmin para salir del pas el 15
de septiembre como mximo. Hasta el ltimo instante no pudo reunir el
dinero estrictamente necesario. Y all march con sus pequeos, Jenny,
Laura, Edgar y con otro, ya de ocho meses, que llevaba en sus entraas.
MARX no sali a recibirla; se hallaba muy ocupado. Envi a un pe-
riodista, que haba tenido a sus rdenes en el peridico ltimamente; se
llamaba Georg WEERT, y era un buen muchacho servicial. Primeramente,
Jenny se aloj en una pensin de Leicester Square. La mayora de los exi-
120
liados se haban alojado en aquel barrio. Era una pensin muy modesta;
pero podra estar pocos das en ella, pues el dinero se agotara muy pronto.
Adems, necesitaba un cuarto para ella; no poda dar a luz all, y el da se
aproximaba.
Por fin, encontraron un piso muy modesto, por seis libras al mes, en
el 4 de Anderson Street, en el barrio de Chelsea.
El nio tuvo la ocurrencia de venir al mundo el da 5 de noviembre,
da clebre para Inglaterra, pues conmemora el famoso Complot de la
Plvora de 1605; fecha en la cual unos cuantos catlicos intentaron volar
con plvora el Parlamento. Fue quemado el destinado a ejecutar el proyec-
to, Guy FAWKES. Y desde aquel ao, todos los ulteriores celebran festi-
vamente los ingleses el Da de Guy, con gran jolgorio y quemando mu-
chas efigies suyas de grandes y pequeos tamaos; algo as como se hace o
haca en muchas aldeas el da de Resurreccin con los Judas.
Aquel da, atronada por el estruendo callejero, Jenny alumbr a su
cuarto hijo, esta vez, un segundo varn. En prueba de los sentimientos de
MARX hacia la Inglaterra que le acoga, y dada la coincidencia, le pusieron
los nombres de Edmund Heinrich, Guy. Su padre deca que el Da de
Guy haba nacido otro revolucionario; por ello siempre le llamaron Guido
o Guy.
El futuro revolucionario fue desde la cuna muy enfermizo. Como no
pudieron costearle una nodriza, debi criarlo a sus pechos la madre, y sus
condiciones fsicas se prestaban mal para ello. En la ocasin se le presenta-
ron grandes dolores en la espalda; seguramente reuma, debido al hmedo
clima de Londres. El pequeo sufri de convulsiones violentas refie-
re la madre por los dolores (seguramente tambin por desnutricin)
mamaba con tal fuerza que me ha dejado los pechos escoriados y la piel
llagada, y frecuentemente la sangre le ha entrado a chorro por su boquita
contrada.
Por si algo faltaba, el ex-subteniente WILLICH haba llegado a Lon-
dres, aureolado con sus abultadas hazaas revolucionario-militares. Alto,
guapetn, rostro aristocrtico, en fin, un tipo imponente; comparado con el
enclenque judo Marx, aquel perfecto tipo militar profesional prusiano
era un Apolo, con trazas de Marte. Y lo peor es que l lo saba mejor que
nadie, y presuma.
Cierta maana, das despus de su llegada, se present en el piso de
los MARX, a pretexto de discutir de comunismo; pero, con desenvoltura,
presente MARX, sin ms, se col en la alcoba de Jenny, mostrando gran
121
inters por su estado de salud y por el nio.
A tal efecto, el General en Jefe, se haba presentado luciendo el
uniforme revolucionario: guerrera gris y fajn rojo en la cintura. Estaba
imponente. MARX lo sac como pudo y se lo llev a discutir a la calle. Pe-
ro el mal estaba hecho. El guapetn WILLICH, en su fatuidad, crey adivi-
nar cierto fervor hacia l en los ojos de Jenny. Y siempre que la supona
sola, se presentaba en el piso a cortejarla con admiracin por algo haba
nacido baronesa, a lo cual no son insensibles muchos revolucionarios por
comunistas que sean y tambin con su conmiseracin, pues era ma-
nifiesta la pobreza y necesidades que all se respiraban. La inteligente
Jenny, en su especie de memorias, hace una observacin finsima: Sola
visitarme, porque pretenda cultivar el gusano que hay siempre dentro de
todo matrimonio, hacindole salir a la superficie.
MARX debi notarlo. Y su odio al militarote ya no tuvo lmites. Su
venganza sera tratar de destruirle como figura revolucionaria. Y, ah, si l
hubiese tenido valor para destruirlo con las armas!...
No tard WILLICH en brindarle la ocasin para destruirle. En una de
las reuniones de Comit, discutieron sobre si era o no bueno aquel momen-
to para la Revolucin. El General en Jefe deca que s; MARX, que no. Y
se enzarzaron en palabras gruesas, llegando a los insultos. WILLICH llam
a MARX traidor; MARX a l, fantasmn... El General se sinti ofen-
dido y le ret a duelo. MARX replic que l no quera tomar parte en los
juegos de los oficiales prusianos y se neg a batirse. Pero consinti en
que le saliera un paladn en la persona del joven revolucionario Konrad
SCHRAM, su encendido admirador.
Segn los bigrafos, parece que MARX no hizo grandes esfuerzos pa-
ra evitar el duelo. Saba que su paladn era valiente; y aun cuando el anti-
guo subteniente era mucho ms ducho en el manejo de las armas... acaso
pens: Quin sabe si me quitar de delante a tal fantasmn que ha osado
poner sus malditos ojos en mi Jenny...
Como en Inglaterra estaba muy castigado el duelo, los padrinos deci-
dieron atravesar el canal y celebrarlo en una costa del continente, en Bl-
gica. Y as fue. Enfrentados, se cruzaron dos disparos. El paladn de MARX
cay al suelo con sangre en la cabeza.
Uno de los padrinos de WILLICH, al regreso, fue el primero en ir a
dar la noticia. Encontr slo a Jenny. Era un revolucionario francs, con
traza siniestra, terror para ella, pues se le atribuan varias muertes durante
la revolucin. Pregunt con ansiedad ella, y l se limit a decirle:
122
SCHRAM tiene un balazo en la cabeza. Y sin ms explicaciones, se
march.
Cuando regres MARX a su casa, acompasado de LIEBENNECHT, ha-
ll a Jenny llorando. Ambos creyeron muerto a SCHRAM; y lo sintieron,
pues era un gran amigo, como lo haba demostrado. MARX lo sinti por
partida doble: haba perdido a un amigo, pero su enemigo segua viviendo;
y, seguramente, ms fantasmn y vanidoso.
A todo esto, la situacin econmica se haca insostenible. Lo poco
que les poda mandar la madre de Jenny no cubra la mitad de sus ms m-
nimas necesidades. La madre de MARX, harta de l, y sabiendo que bastan-
te haba hecho mandndole aquellos 6.000 francos que pertenecan a sus
otros hermanos, se neg en redondo. ENGELS no haba llegado an de
Alemania.
Los cinco primeros meses de alquiler haban podido pagarlos con
grandes trabajos y con retraso. Pero en el mes de abril ya no pagaron. Y
lleg el desahucio judicial. Era uno de esos das londinenses lluviosos y de
mucho fro. Los alguaciles procedieron a la notificacin, dando un plazo
de dos horas, caso de no pagar antes de que transcurrieran.
Los nios lloraban, Jenny se vea pasando la noche en la calle con
sus hijos y dolindole horriblemente las llagas de su pecho. La Providencia
hizo que los alguaciles se apiadaran, permitindoles pasar la noche en la
casa.
As cont aquella tragedia Jenny en una carta:
Al da siguiente nos obligaron a dejar la casa; haca un tiempo fro,
lluvioso, terrible; mi esposo buscaba sitio donde nos admitieran, pero na-
die quera cuando se hablaba de los cuatro nios. Al cabo, acudi un ami-
go y pudimos pagar lo que debamos; yo vend inmediatamente todas las
camas para pagar al farmacutico, al panadero, al carnicero y al lechero;
pues ellos, alarmados por el desahucio y el rumor del embargo, tambin
nos asediaban con sus cuentas. Las camas vendidas se las llevaron en un
carro... y luego, lo que sucedi!, haca tiempo que haba pasado la hora de
la puesta del sol, y la ley inglesa prohbe que se hagan traslados de mue-
bles despus de tal hora. El casero vino corriendo con unos policas, ale-
gando que podamos llevarnos alguna cosa suya y marcharnos al ex-
tranjero. En menos de cinco minutos se juntaron doscientas o trescientas
personas a la puerta, toda la chusma de Chelsea. Descargamos nuevamente
las camas (...). Cuando vendimos todos nuestros efectos y utensilios, pu-
123
dimos pagar las deudas hasta el ltimo cntimo y me llev a mis hijitos a
dos habitaciones reducidas del German Hotel, Leicester Street, Leicester
Square, y por cinco libras semanales nos recibieron humanamente (...). No
se imagine que estos mezquinos sufrimientos me hayan doblegado, s de-
masiado bien que nuestra lucha no es una lucha fcil; y yo en particular s
tambin que pertenezco a los elegidos, a los favorecidos y afortunados,
porque mi adorado esposo, el inquebrantable sostn de mi vida, contina a
mi lado... (
164
)
Cunto no haba puesto la desdichada Jenny en su MARX para hablar
as en tan atroces circunstancias! Pasados dos meses encontraron un pe-
queo piso en el 64 de la Dean Street, y se mudaron. Pero en aquel mismo
verano la situacin volvi a ser desesperada. Y decidi tomar una medida
heroica. En vista de que las cartas ya no hacan efecto, pens que si ella
misma se presentaba al to de MARX, el opulento Lion PHILIPS, le contaba
su desesperada situacin, de lo que MARX era incapaz, describindole la
miseria de sus cuatro hijitos, que tenan su sangre, y la contemplaba a ello
misma, en estado de traer un quinto, el viejo acabara por conmoverse y se
dejara expropiar una vez ms, acaso en una buena cantidad.
Esta vez la fina intuicin de Jenny le fall. El viejo Len, verdadero
Len de Jud para los negocios, tan descendiente como su MARX de la
misma interminable lnea de rabinos, no era ningn idiota. Si los judos re-
volucionarios eran conscientes, este judo capitalista tambin era tanto y
ms consciente. Se hallaba perfectamente informado de que su sobrino es-
taba dedicado a provocar una Revolucin expropiadora de todos sus bienes
y, seguramente, de su propia vida. Adems, haba ledo el Manifiesto Co-
munista, firmado por l, y no podan caberle dudas. En consecuencia, se
neg rotundamente a dar nada. Despidi a su sobrina poltica y se limit a
entregarle un regalito para su Guy.
Las lgrimas y splicas de Jenny se estrellaron contra la conciencia
capitalista del viejo Len.
Acaso, Jenny ignoraba que aquel judo ortodoxo no tena por seres de
su misma sangre a sus hijos; porque su sangre era slo de ella, de la madre,
una no-juda; y la calidad de judo slo se hereda con la sangre, segn
prescribe el Talmud, la ley suprema.
164
Jenny Marx: Carta a Joseph Weydemeyer.
124
Como si el regalito del viejo Len hubiera tenido un mal hechizo, al
poco tiempo morira repentinamente el nio Guy; frustrndose as aquel
gran dinamitero profetizado en l por su padre.
La miseria era negra. ENGELS era acosado casi semanalmente, y ayu-
daba cuanto poda; pero en aquella poca slo era un empleado en la em-
presa de la que su padre era uno de los dos propietarios. Viva de un buen
sueldo; pero deba atender los gastos de su propia casa, donde viva mari-
talmente con una chica irlandesa llamada Mary BURNS; adems, le gustaba
vivir bien, alternar en sociedad y era muy aficionado a montar a caballo.
Por lo tanto, por esta poca su socorro no era con mucho suficiente para
las copiosas necesidades de los Marx, aun cuando la expropiacin por
parte de ellos no ces jams.
Jenny tuvo una nia ms, el 28 de marzo de 1851, a poco de regresar
de Holanda. La llamaron Franzisca Avelin. El parto fue fcil escribi
MARX a ENGELS pero ella ha permanecido en el lecho, ms que por mo-
tivos de salud, por los domsticos.
Adems de los motivos domsticos, econmicos, ya veremos con qu
otra tragedia se enfrentaba Jenny al propio tiempo. Queda para despus.
Algunos das ms tarde, MARX escriba a su pao de lgrimas, EN-
GELS, quejndose de los sollozos que duraban toda la noche y aada:
T sabes que por naturaleza no tengo mucha paciencia y hasta soy algo
duro, con lo cual sucede que de vez en cuando pierdo la serenidad.
Y, en agosto, escriba a otro amigo de Suiza; en la carta se quejaba de
las descomunales infamias que mis enemigos propalan sobre m, que
gritaban gozosos: Marx est liquidado. Naturalmente comentaba
yo debera rerme de toda esa basura; pero, aada: No debo permitir
que se obstaculice mi trabajo ni un momento, pero, comprenda usted, mi
esposa enferma ha de soportar la ms miserable pobreza burguesa desde la
maana a la noche, y tiene el sistema nervioso alterado; y no la mejora na-
da el hecho de que unos chismosos idiotas le traigan todos los das los
vahos de las letrinas democrticas (
165
).
En 1853, MARX juzgaba a sus camaradas revolucionarios, y no era la
primera vez, y se ve que ellos le correspondan amablemente tambin:
Nuestros hombres de Alemania no son ms que perros cobardes.
165
K. Marx: Carta a Weydemeyer, Londres, agosto 1851.
125
(
166
)
Pero debemos abreviar. Para ello recurrimos a la biografa de Werner
BLUMENBERG, que es un prodigio de sntesis; cuya sntesis sintetizare-
mos:
Sin ninguna duda, todos estos males (acaba de resear el estado cl-
nico de toda la familia MARX) fueron acentuados por la presin fsica de la
miseria financiera permanente sufrida por MARX.
No es un antimarxista este judo, su sinttico bigrafo; pues asom-
brosamente, dice, a continuacin: El Marx daba a la sociedad ms
de lo que reciba de ella... MARX le daba a la Sociedad Revolucin antica-
pitalista: pero como quienes deban pagar lo mucho que de Revolucin l
daba, eran la parte capitalista de esa misma sociedad, esa parte destinada
por l a la expropiacin e incluso a la liquidacin fsica, salvo numerosas
excepciones, lgicamente, se negaba en redondo a pagarle a Marx las ar-
mas con las cuales pretenda l asesinarla. Cosa hoy paradjica!... dice
no menos paradjicamente Blumenberg. Pero paradoja hay muy real y
generalizada en favor de los epgonos de MARX.
MARX no pudo subsistir durante los ltimos treinta aos en Londres
ms que gracias a ENGELS. ENGELS, un capitalista, si los hay, explotando
a obreros; algo que le hubiese costado la vida, de seguir siendo capitalista,
cuando triunf la Revolucin comunista sovitica. Pero lo que a Engels
pagaba su padre era poco. As, al principio, slo pudo enviar algunas
libras. Luego, cuando vendi su parte, le pagaba una pensin anual de
7.000 marcos, cantidad que frecuentemente hubo de aumentar,
Cuando RIAZANOV, fundador y primer Director del Instituto Marx-
Engels de Mosc, fue destituido en los ltimos aos de la dcada de los
veinte, tena ya muy avanzada la relacin de las cantidades expropiadas
por Marx. Siendo incompleta esa relacin, que no se continu suma-
ba ya cuando se interrumpi 150.000 marcos oro. Un gran capital para
la poca.
Pero reconoce Blumenberg: El dinero no poda nada contra la mise-
ria de los MARX. Asombrar tal afirmacin; pero la explica: Karl Marx,
en ciertos momentos, recibi de improviso fuertes sumas. Sin embargo,
esas sumas se fundan entre sus manos y las de su mujer. Por ejemplo,
166
K. Marx: Carta a Engels. Londres, marzo 1853.
126
cuando en 1856 Jenny cobr la herencia de su madre y de su to, 5.000
marcos, y pudo abandonar aquella casa miserable de la calle Dean y tras-
ladarse a Garfton Terrace 9, no alcanz esa importante cantidad para com-
pletar la instalacin y ENGELS debi pagar parte. Al ao siguiente, 1857,
ya se haba evaporado la herencia; y MARX escriba:
Yo no s absolutamente qu hacer y de hecho me hallo en una si-
tuacin ms desesperada que hace cinco aos. Pero no. Lo peor es que esta
crisis no es temporal. No veo cmo salir de ella.
Eso lo deca en enero; pero en marzo del mismo ao, ratificaba: to-
da la casa se halla en tal crisis que la cabeza me da vueltas para poder es-
cribir. La situacin es acobardante.
En mayo de 1861, expropia 3.000 marcos ms a su primo PHILIPS,
el hijo del to Len, que no es tan consecuente como su padre. Tambin
expropia cantidades menores en la misma poca a LASSALLE, a Lud-
milla ASSING y a un primo alemn de Engels. Pero al mes, junio, ya tiene
que expropiar otros cuarenta marcos a ENGELS para poder pagar sus
impuestos. Al ao siguiente, en agosto, nueva expropiacin a LAS-
SALLE. No le importa entonces saber la procedencia de los fondos lassa-
llianos; bien sabe que proceden de su querida, la condesa; luego s lo re-
cordar, cuando le inflige otra expropiacin y no es tan grande como l
espera. Sean unas lisonjas de Marx a su bienhechor:
"Oh, oh, el gran LASSALLE" (
167
), "ese pequeo judo" (
168
), "el pe-
queo leguleyo" (
169
), "el judo Braun" (
170
), "Efrain Smart" (
171
), "Su Ex-
celencia Efrain Smart" (
172
), "Izzy" (
173
), "el Barn Izzy" (
174
), "Izzy el sal-
tarn:" (
175
), "Qu judo ridculo!" (
176
), "Vive vergonzosamente como
167
F. Engels: Carta a Marx, de 14 abril 858. Engels es siempre un eco de Marx.
168
K. Marx: Carta a Engels. 25-2-1859.
169
K. Marx: Id. a Engels. 25-5-1859.
170
F. Engels: Id. a Marx. 9-6-1858.
171
K. Marx: Carta a Engels. 2-7-1858.
172
K. Marx: Id. a Engels. 2-7-1858.
173
K. Marx: Id. a Engels. 14-7-1858.
174
F. Engels: Carta e Marx. 27-6-1860.
175
K. Marx: Id. a Engels. 3-2-1865.
127
amante" de la condesa Sophie von HATZFELD (
177
), "Es un tipo que
publica libros a expensas de la tremenda pcara" (la citada condesa) (
178
),
"Si LASSALLE se toma la atribucin de hablar en nombre del Partido
(que haba fundado LASSALLE y era su jefe electo) en el futuro deber ha-
cerse a la idea de ser desahuciado por nosotros. Su folleto es un enorme
desatino" (
179
), "LASSALLE slo podra servir como director del peridico
bajo nuestra disciplina. De lo contrario slo traera descrdito" (
180
), "De-
jemos que el hombre (LASSALLE) se libre a s mismo de su propia m."
(
181
), "El folleto de Lassalle es una indigna vulgarizacin del Manifiesto,
no es una desvergenza monumental? El tipo cree, al parecer, que se pue-
de comparar con nosotros". (
182
)
Salvo dos de las frases citadas, todas las dems y muchas otras que
podramos seguir aportando, como puede verse por sus fechas, correspon-
den a los aos en que LASSALLE se deja expropia. Ya hemos citado al-
gunas de las expropiaciones; otra expropiacin, ulterior a casi todos
esos insultos contra LASSALLE, con motivo de no haber recibido de l, al
marcharse de Londres, ms que 15 libras en dinero y 60 ms en pagars
negociables, cuando sin duda esperaba expropiarle muchas ms, le
arranca esta queja:
Ese tipo prefiere arrojar su dinero a una alcantarilla antes que pres-
trselo a un amigo. (
183
); pero la carta sigue: Quiere pasar no slo por el
ms grande de los sabios, el ms profundo de los pensadores y el ms bri-
llante de los descubridores, sino tambin por un "Don Juan" y por un RI-
CHELIEU revolucionario. (
184
)
Pero no es bastante; en la misma carta le lanza el ms impdico in-
sulto a LASSALLE y, adems, a su madre y hasta a su abuela; batiendo
176
K. Marx: Id. a Engels. 8-5-1857.
177
K. Marx: Id. a Engels. 5-3-1856.
178
K. Marx: Id. e Engels. 1-2-1858.
179
K. Marx: Id. a Engels. 18-2-1859.
180
K. Marx: Id. a Engels. 7-5-1861.
181
F. Engels: Carta a Marx. 21-4-1863.
182
K. Marx: Carta a Engels. 28-1-1862.
183
K. Marx: Id. a Engels. 30-6-1862.
184
K. Marx: Id. a Engels. 30-6-1862.
128
MARX todas sus propias marcas:
Quiere pasar por idealista, pero en realidad se encenaga en todas las
lujurias de la carne... es un judo negro. Es completamente evidente, dada
la forma de su cabeza y por lo rizado de su pelo, que desciende de los ne-
gros que se unieron a Moiss a la salida de Egipto; a no ser, quiz, que su
madre o su abuela hubiesen tenido relaciones con algn negro. (
185
)
Cualquier hombre medianamente honesto es incapaz de insultar tan
soezmente a quien tantas veces le ha dado dinero y, adems, gracias a l,
ha podido publicar su Crtica de la Economa poltica: Slo gracias al ex-
traordinario celo y poderes de persuasin de LASSALLE, ha decidido
DUNKER (el editor) dar este paso (el de editar el libro) (
186
); de quien,
como MARX, no es capaz de ser agradecido podra esperarse que la muerte
del bienhechor, y ms siendo tan trgica como fue la de LASSALLE, que
muere en un duelo, aplacara su odio; pero no, MARX le sigue odiando
despus de muerto: Es preciso purificar la atmsfera y limpiar al Partido
de esa hediondez lassalliana que le queda. (
187
) Lassalle haba traiciona-
do al Partido. (
188
)
Y no olvida su flaqueza con la condesa HATZFELD, ni despus de
muerto; todo vale para ensuciar la tumba del odiado:
"La vieja ramera" (
189
) "apenas fue fundado el Sozial-Demokrat, la
vieja (...) Hatzfeld quera poner en ejecucin el testamento". (
190
)
Damos ah por terminado el episodio LASSALLE. Volvamos a la es-
posa; cuya situacin, en literales palabras de MARX, se refleja as:
No tengo literalmente un cuarto de penique en casa, incluso estando
sin pagar muchas cuentas de tenderos, el carnicero, el panadero, etc. (
191
).
He llegado a la situacin encantadora de que ya no puedo salir de casa,
porque mis ropas estn empeadas; y no puedo comer carne, porque est
185
K. Marx: Id. a Engels. 30-6-1862.
186
K. Marx: Id. a Engels. 18-5-1859.
187
K. Marx: Id. a Engels. 3-2-1865.
188
K. Marx: Id. a Engels. 23-2-1865.
189
K. Marx: Id. a Engels. 3-2-1865.
190
K. Marx: Id. a Kugelmann. 3-2-1865.
191
K. Marx: Id. e Engels. 31-3-1851.
129
todava sin pagar la cuenta del carnicero, del panadero, etc. (
192
). Cuando
muere su pequea hija Franziska, no haba dinero para el entierro, Jenny
dice: me apresur a visitar a un migr francs que vive en la vecindad.
Me dio dos libras. Con esta cantidad pude pagar el atad en que descansa
ahora en paz mi pobre hija (
193
). Mi esposa est enferma, la pequea
Jenny est enferma y Lenchen DEMUTH sufre una especie de inflamacin
de nervios. No puedo llamar al mdico, porque no tengo dinero para los
medicamentos. Desde hace ocho o diez das alimento a mi familia con pan
y patatas y es dudoso que pueda conseguirlos hoy. No puedo escribir el ar-
tculo para Nueva York, porque no tengo dinero para comprar los diarios
que necesito. La semana pasada me prestaron unos pocos chelines algunos
obreros. Para m eso fue lo peor de todo, pero tuve que hacerlo para no
morirme de hambre. (
194
) "He empeado lo ltimo que poda empear"
(
195
). "Durante diez das hemos estado sin un cntimo en casa" (
196
). "Mi
esposa pasa las noches llorando y eso me enfurece". "La carga ms pesada
recae sobre ella y fundamentalmente tiene razn" (
197
). "Un mueble tras
otro fueron a la casa de empeos". (
198
)
Ahora, seleccionamos unas cuantas cartas de las ms expresivas, ci-
tndolas algo ms extensamente, para mejor comprensin de los lectores.
El menor nmero de testimonios es compensado por la mayor amplitud de
los aportados:
Mi mujer me repite cada da que ella deseara reposar con sus hijos
en la tumba. Y verdaderamente no puede dejar de desearlo. Porque las
humillaciones que es necesario sufrir en esta situacin son en verdad in-
descriptibles (...). Mis pobres hijos me dan igual pena, ya que sucede que
en esta exhibition season en la que todos sus amigos se divierten, ellos pa-
decen el temor de ver llegar a un visitante que descubra esta sucia mise-
192
K. Marx: Id. a Engels. 27-2-1852.
193
Jenny Marx: Carta a Weydemeyer. Cf. F. Mehring: Karl Marx; p. 221. Ed.
alemana.
194
K. Marx: Carta a Engels. 8-9-1852.
195
K. Marx: Id. a Engels. 8-9-1853.
196
K. Marx: Id. a Engels. 8-10-1853.
197
Cf. Marx-Chronik, septiembre 1855 y mayo 1856.
198
Cf. F. Melhring: O. c. p. 255.
130
ria. (
199
)
MARX llevaba ya bastantes aos esperando heredar a su madre, que
se negaba rotundamente a darle ms dinero. La situacin la describe MARX
as:
Mi madre no desea or una palabra sobre dinero contante; pero se
acerca rpidamente el final de su vida; ha destruido dos viejos abonars
que yo le haba firmado. Este es el nico resultado agradable de los dos
das que he pasado con ella. (
200
)
Contemplamos a MARX esperando la muerte de su madre, para caer
sobre su herencia. Ni una palabra de pena cuando deduce que se acerca
rpidamente el final de su vida; al contrario, el contexto de su pen-
samiento es muy claro: como ella no quiere or una palabra sobre dinero
contante... la muerte le har entregrselo.
De vuelta en Londres, MARX vuelve a la carga sobre su madre:
He recibido una respuesta de mi vieja. Expresiones de afecto, pero
no dinero contante. Adems, me dice algo que yo saba ya: que tiene seten-
ta y cinco aos y siente que empieza a derrumbarse. (
201
)
MARX ya saba que su madre contaba setenta y cinco aos. Cmo
los contara ansioso esperando la muerte de su vieja, para hacer presa en
dinero contante...!
Pero an ha de esperar dos largos aos...! Por fin por fin!, ex-
clamara llega la gran noticia: su madre ha muerto.
Hace dos horas recib un telegrama anuncindome la muerte de mi
madre. Debo ir inmediatamente a Trveris para tratar de arreglar la cues-
tin de mis bienes (
202
), deca MARX a Engels, sin ninguna palabra de pe-
na, cuando le escriba esa carta pidindole dinero para el viaje.
Aqu se produce algo picaresco. MARX engaa a ENGELS; lo engaa
199
K. Marx: Carta a Engels. Verano de 1862.
200
K. Marx: Id. a Engels. 7-5-1861.
201
K. Marx: Id. a Engels. 6-11-1861.
202
K. Marx: Id. a Engels. 2-12-1863.
131
en cuestin de dinero. Engaa al hombre que se ha quitado el pan de la bo-
ca, cuando slo ganaba 150 libras al ao, mandndoselas hasta una por
una; y ms an, aquel mismo ao, ante una peticin angustiosa de MARX,
no teniendo dinero propio...
En ausencia del viejo Hill, el tenedor de libros, tom el adjunto pa-
gar por 100 libras contra John Rapp y C, y lo he endosado a tu favor.
(
203
) Es una cosa terriblemente peligrosa (
204
), le dir en carta ulterior.
Engels roba para Marx...! Exactamente, expropia para l: roba a
su padre y al socio de su padre. Pues bien, a tal hombre le engaa sobre lo
recibido por la herencia de su madre; como se comprueba por esta frase de
carta ulterior:
...todo lo que me tocaba eran 12 libras (
205
).
Lo que le tocaba en realidad eran 15.000 marcos, que recibi al ao
siguiente, 1864, en marzo (
206
).
La estafa a su amigo es premeditada. Sabe que no ha de poder ocul-
tarle que posee dinero cuando reciba el importe de su herencia; para des-
pistar a ENGELS, aprovech el viaje a Trveris, con un doble motivo; para
obtener de su to Len un anticipo, garantizado con la dichosa herencia; y
tambin para decirle a su amigo que procedan de su monstruoso acree-
dor (
207
), el to Len.
Parece que la Providencia quiso castigar su felona. Haca ya bastan-
tes aos que padeca con frecuencia los fornculos. Debidos sin duda de
ningn gnero a su enfermedad de hgado que desde muy temprano le
aquejaba, agravada de ao en ao por su aficin al vino y las tremendas
borracheras que tomaba en cuanto tena un poco de dinero. Pero en aquella
pequea ciudad holandesa de Zalt-Bommel, residencia del to Lion Philips,
sufri el primer gran ataque serio. En gran parte de su cuerpo le brotaron
bastantes abscesos y carbnculos. No poda comer ni dormir; se hallaba
deshecho. La enfermedad era muy sucia y maloliente; manaba pus por to-
203
F. Engels: Carta a Marx. 26-1-1863.
204
F. Engels: Id. a Marx. 13-2-1863.
205
K. Marx: Carta a Engels. 7-11-1866.
206
Cf. W. Blumenberg: Marx, p. 152. Ed. Mercure de France. Pars (1967). Cf.
R. Payne: Marx; p. 321. Ed. Bruguera. Barcelona (1969).
207
K. Marx: Carta a Engels. 4-12-1863.
132
das partes y apestaba. Para ser asistido por personas extraas era demasia-
do.
No puedo andar, ni estar parado, ni sentarme; y hasta acostarme me
resulta detestablemente incmodo (
208
).
Cuando decreci algo la invasin furunculosa, vendado y parcheado
todo su cuerpo, pudo regresar a Londres. Pero, inmediatamente, revivi de
nuevo la explosin furunculosa. Adems, ello se complicaba con otra do-
lencia suya crnica: las hemorroides... que tanto l maldice en muchas car-
tas, al impedirle por completo sentarse para escribir. A la pobre Jenny, tan
delicada y aristocrtica, padeciendo durante muchos aos vivir en las po-
cilgas que eran sus sucesivas casas, le cay este nuevo castigo (
209
).
Las desgracias nunca vienen solas, dice un viejo refrn. Desgracias
son las muertes de familiares y amigos; pero, para Marx, eran su nica for-
tuna, en el sentido crematstico de la palabra. El autor debe suponer que l
habra preferido hacer fortuna con la muerte de sus enemigos burgueses,
muertos o ajusticiados por la Revolucin, su sueo dorado, para ser pode-
roso, rico y respetado. Pero, dada su psicologa, tal y como se perfila en
sus propias cartas hasta la nusea, debemos suponer, sin formular induc-
ciones temerarias, que las muertes de aquellos familiares y amigos a quie-
nes l heredaba, deban consolarle con mucho en sus penas, si es que las
sufra. Porque, s, lectores, su amigo Wilhelm WOLFF, Lupus, as llamado
latinizando su apellido, poco despus de la madre, el 9 de mayo de 1844,
tambin se le mora. Se mora dejando a MARX como heredero universal
en un muy correcto testamento. Esta herencia no la pudo ocultar, como ha-
ba ocultado la maternal; y hasta encarg a ENGELS que se ocupase de los
trmites oficiales y de realizarle los bienes heredados. Magnnimo MARX,
correspondera con Wilhelm WOLFF dedicndole El Capital una dedicato-
ria muy bien pagada. Su legado alcanz la suma de 16.000 marcos.
Llegaba muy oportunamente. La herencia materna se haba esfumado
en aquellos pocos meses; bueno, el presunto prstamo del to Philips. La
cosa fue as: en cuanto recibieron la herencia, buscaron una nueva casa que
correspondiese a su cambio de fortuna. Encontraron una de su agrado en el
n. 1 de Maitland Park Road, llamada entonces Modenas Villa, n. 1; casa
208
K. Marx: Id. a Engels. 26-1-1864.
209
Cf. L. Schwarzschild: El Prusiano Rojo; p. 325. Ed. Peuser. Buenos Aires
(1956).
133
elegante y grande, con vecindad acomodada; se prestaba muy bien para
reuniones sociales. Aquellos gastos de alquiler y amueblamiento los dis-
fraza Marx con las operaciones de Bolsa, ya indicadas en otra parte por l,
pero que parece no existieron. Y a poco de instalarse en su nueva y, en
comparacin de las anteriores, suntuosa residencia, es cuando sobreviene
la herencia de WOLFF. La cosa marcha viento en popa. Los envos de EN-
GELS, segn va realizando la herencia, se suceden a buen ritmo; no tanto
como deseara Marx, que le apremia con cierta grosera, que llega en cierto
momento a molestar a su paciente amigo.
Jenny la gozaba. Por fin poda demostrar ser lo que era ella, una gran
dama. E inmediatamente, se dedic a hacerles regalitos a sus amigos. Un
pequeo desquite de las miserias que no haba podido ocultarles al pedirles
tantas veces socorro. Fue un verano y un otoo para ella como no los haba
disfrutado desde los tiempos de su padre.
Como en su juventud haba tenido pasin par los bailes, en los cuales
luca toda su belleza, rodeada de su corte de rendidos adoradores, debili-
dad femenina, quiso revivir aquellos aflorados das de su dorada juventud.
Sus cincuenta y maltratados aos parecieron desaparecer en ella como por
encanto; y decidi, siquiera por una vez, ver realizado su acariciado sueo.
Y organiz en su casa un baile de sociedad. Confeccion la lista de sus
amistades y envi invitaciones redactadas de la siguiente manera:
El Dr. Karl Marx
Y Frau Dr. Jenny Marx,
nacida Von Westphalen,
solicitan el placer de su
compaa
para el baile que darn en su residencia
1. Modenas Villas, Maitland Park, Haverstock Hill.
Londres, N. W.
el 12 de octubre de 1864.
Resulta chusco imaginarse aquel extrao baile. Debemos suponer
que la inmensa mayora de las amistades marxianas eran exiliados revolu-
cionarios, casi todos viviendo de milagro. Y los vemos con sus fracs alqui-
lados, oliendo a naftalina, demasiado holgados o demasiado estrechos, lle-
nando la casa de los MARX, lanzndose vidos sobre los emparedados y
los vinos; y, luego, como era de ritual, yendo a solicitar un baile de la se-
ora de la casa. Y no podemos por menos que imaginar al mismo MARX
134
con su frac a la medida, sus hirsutas melenas romnticas y revolucionarias,
ms sus barbazas de patriarca hebreo, haciendo los honores, trasegando
buenos vinos y bailando con las principales damas... La cosa bate moral y
materialmente todas las marcas de lo grotesco.
Se puede apostar un milln contra uno a que cuando se alzan, en reli-
gioso ritual, esos gigantescos retratos de MARX en las grandes solemnida-
des de masas en la Plaza Roja de Mosc, o cuando gigantescas tambin se
alzan en las manifestaciones y mitines comunistas de Occidente o de
Oriente, ninguno de esos millones de proletarios, ante ese MARX, al cual
les muestran con trazas de Padre Eterno y ocupando el lugar iconogrfi-
co de la Primera persona de la Trinidad cristiana, ningn proletario, repe-
timos, ha de ser capaz de imaginarlo con su frac, su pechera brillante almi-
donada, su corbata blanca, zapatos de charol, girando como un trompo
aprisionando el talle de su dama...
Resultado: que el dinero de ambas herencias desapareci por comple-
to al ao justo de haberlo recibido. La cosa es tan tremenda que MARX se
siente obligado a disculparse ante su amigo ENGELS:
...Este hecho no te puede asombrar si consideras: que durante todo
este tiempo no he podido ganar ni un cntimo; 2. que el simple pago de
las deudas y la instalacin me ha costado unas 500 libras. Yo no he hecho
las cuentas cntimo por cntimo (as to this item), porque yo mismo no po-
da creer en la desaparicin de tanto dinero (...). Yo vivo, es verdad, en una
casa que sobrepasa mis medios; y adems, este ao hemos vivido mejor
que nos hallbamos acostumbrados. Pero es el mejor medio, no solamente
para indemnizar a los hijos, al menos por algn tiempo, de todo lo que han
sufrido; y tambin para permitirles adquirir relaciones y conocimientos
que aseguren su porvenir. T mismo estars de acuerdo: incluso desde el
punto de vista puramente comercial, una simple instalacin de proletario
no convendra, aunque mi mujer y yo pudiramos conformarnos; y mis hi-
jos tambin podran si no fueran hijas en lugar de chicos (
210
).
Al ao siguiente, como en los malos tiempos, le fue necesario: co-
mo en los peores tiempos de la emigracin, tocar a sus amigos londinenses
de los medios modestos e incluso indigentes para atender los gastos
diarios ms indispensables. Adems, los proveedores se tornaban amena-
210
K. Marx: Carta a Engels. 13-6-1865.
135
zantes; algunos han cerrado su crdito y amenazan con acudir a la Justicia.
Esta situacin es tanto ms trgica porque LAFARGUE est continuamente
en casa y es necesario que se le oculte celosamente el estado real de los
asuntos...
Yo s que t has hecho todo lo que puedes y ms an. Pero es nece-
sario hallar un remedio a esto de una manera u otra. El prstamo de algu-
na suma u otra transaccin cualquiera no ser posible? (
211
).
La alusin a LAFARGUE, un revolucionario con ciudadana francesa,
pero que poda invocar, como invoc en 1871, la espaola, pues haba na-
cido en Cuba de la unin de un judo francs con una negra o mulata,
cuando an era la isla de la corona de Castilla, tal alusin, repetimos, se
debe a que estaba prometido a una hija de los MARX, Laura.
Aparte de los delirios de grandezas de Jenny, explicables, dado su
nacimiento y educacin, otra de las causas de que desapareciese el dinero
como por ensalmo entre las manos de MARX es la de ser un bebedor habi-
tual y, con mucha frecuencia, un borracho. Ya de estudiante fue detenido
por escndalo estando embriagado; y emborrachndose sigui toda su vida
en cuanto poda disponer de algn dinero. Desde sus primeros tiempos,
cuando por uno muy corto dirigi aquel peridico en Colonia, un redactor
que tuvo recordaba:
Todas las noches iba a la posada a beber, vaciando botella tras bote-
lla. MARX entonces se pona muy alegre, y se diverta una y otra vez con la
misma broma. De pronto, refirindose a cualquiera, le deca a quien se ha-
llaba a su lado: "Voy a aniquilarle"; y lo repeta y repeta, disfrutando mu-
cho (
212
).
A veces, con bastante frecuencia, las borracheras eran homricas.
Hay en la embriaguez alemana un rito muy curioso, que Marx observaba
y cumpla con todo rigor. La cosa tiene premeditacin: reunida la pandilla,
es elegido un trayecto por determinadas calles; aquellas en que ms menu-
dean las tabernas. En cada una, de las dos aceras, todos han de tomar una
copa o el correspondiente barro de cerveza. La longitud de la marcha, el
nmero de tabernas y, por consiguiente, la cantidad de copas no hay quien
211
Cf. W. Blumenberg: Marx, p. 154.
212
Karl Heinzen: Erlebtes. Vol. II, p. 423. Boston.
136
la resista. Bebiendo y marchando a bandazos de taberna en taberna y de
acera en acera, al cabo de las horas, uno a uno van quedando rezagados o
tumbados en el suelo, con gran alegra y algazara de los supervivientes,
que siguen y siguen, cayendo uno por uno; as hasta que slo queda uno:
el hroe...!
A veces, para conveniencia de sus maltrechos hgados, los bebedores
arman camorra o escndalo, y otros bebedores les acometen o acaba por
perseguirles la polica; y entonces, corriendo, se desparrama el cortejo de
beodos y se acaba el festival.
Ha quedado memoria de una de estas parrandas, llevada a cabo por
iniciativa de Edgard BAUER, el acometido por MARX en su Sagrada Fa-
milia, as como a su hermano Bruno, su antiguo amigo. Pero se ve que el
vino limaba o haca desaparecer por el momento aquellos odios africanos
entre los revolucionarios. La carrera que acordaron comprenda todas las
tabernas existentes desde Oxford Street hasta Hamptad Road, una milla
aproximadamente, en la cual hay una gran cantidad de establecimientos de
bebidas. La carrera era de campeonato, y slo verdaderos campeones,
entre los que MARX se contaba, podran llegar por su pie a la meta. l,
BAUER y LIEBKNECHT eran de la panda. Hasta Tottenham Curt Road, no
hubo incidentes; pero en una taberna de esta calle se tropezaron con los
miembros de una sociedad titulada Los Odd-fellows (Los compaeros ra-
ros) que no tenan de raro ms que su aficin al vino y su alegra. Cuando
lleg la pandilla de alemanes, les cayeron bien, y cuando hubieron bebido
su ronda de ritual, los Raros les invitaron. Aceptaron contentos. Aque-
llos Raros eran borrachos, pero patriotas, campechanos y alternantes.
Obreros patriotas, nada de burgueses. Hubo discursos en honor de los re-
fugiados; en ellos expresaron su gozo porque hubieran podido salir de las
garras del despotismo alemn, hallando refugio en la hospitalaria y libre
Inglaterra. Fueron insultados los reyes y prncipes alemanes, brindndose
reiteradamente por su desgracia. La cosa marchaba; pero BAUER insinu
algo sobre el snobismo de los ingleses; MARX, por no ser menos, acus a
los ingleses de ser incapaces para la msica, comparndolos con los gran-
des genios musicales alemanes... Y embalados, los alemanes siguieron
desahogando todo su desprecio contra los britnicos, subiendo el tono y los
insultos por momentos. Al fin, aquellos obreros Raros se hartaron, y lle-
garon a las manos; hubo puetazos, patadas, etc. Los exiliados, vindose
en inferioridad numrica, y llevando la peor parte, optaron por la retirada
estratgica; y sin grandes deterioros fsicos, siguieron de taberna en taber-
na, pero cada vez ms ruidosos.
137
En este momento escribe LIEBKNECHT estbamos ya cansa-
dos de nuestra "ronda" de tabernas (...). BAUER tropez con una pila de
adoquines (...). "Hurra, tengo una idea!", grit, y recordando sus salvaja-
das de estudiante, agarr uno de los adoquines y lo lanz contra un farol de
gas, que, con gran estrpito se rompi y apag. La cosa result contagiosa.
MARX y yo no quisimos ser menos (...) el ruido llam la atencin de un po-
lica; toc su pito, al que contestaron los de otros prximos (...) escapamos
a la carrera, con varios policas siguindonos a distancia. MARX hizo gala
de una agilidad que yo no le hubiese atribuido.
Por fin se vieron a salvo.
No es necesaria gran imaginacin para representarse a MARX des-
pus de sus maratones borracheriles regresando al hogar. A tientas, tratan-
do de no despertar a las criaturas, pero haciendo caer los muebles con es-
truendo, acabara por llegar hasta la cama donde su esposa desvelada y en
sollozos le aguardaba.
En resumen: Jenny ha dado a luz, desde mayo de 1845 a enero de
1855, en nueve aos y siete meses, siete hijos; uno cada ao y cuatro me-
ses. Ya est bien. Han sido cinco hijas y dos hijos. Los hijos han muerto
los dos; de las hijas, otras dos. Han sobrevivido tres: Jenny, Laura y Elea-
nor.
Jenny se casa con LONGUET, un socialista francs; Laura, con LA-
FARGUE, del que ya se habla; Eleanor, se junta con un cmico y granuja,
llamado Edward AVELING. Laura, junto con LAFARGUE, se suicida. Tam-
bin se suicidar la ltima, Eleanor. Estos suicidios acaecen cuando ya no
viven Jenny ni MARX. Sobre todo, las muertes de los dos hijos varones
fueron grandes tragedias para los padres. Claro es que principalmente se
debieron a las horribles condiciones alimenticias y sanitarias en que vivie-
ron, pues jams disfrutaron de una salud normal. Salvo las dos libras que
gan el padre por dos artculos a la semana que le encargaron, muchos de
los cuales se los escribi Engels para que pudiera cobrarlos, corresponsala
que le dur algn tiempo, no gan ni un cntimo ms en toda su vida; sal-
vo el anticipo por la Crtica de la Economa, ya citado, que no entreg al
editor, y las 60 libras de anticipo que le dio el editor por los 1.000 ejempla-
res de la primera edicin del primer tomo de El Capital.
La madre de MARX sola decir a sus amistades: Si mi hijo Karl, en
vez de escribir El Capital, se hubiese dedicado a hacer un capital, otra
suerte sera la suya. Sin duda, esto lo deca su madre por ignorar que
MARX, si en realidad todo su trabajo lo dedicaba a escribir El Capital, no
138
por eso haba dejado de hacer un capital. Claro es, a costa de sus expro-
piaciones a familiares y amistades.
Vamos a mostrar, demostrndolo, que es una fbula montada en to-
das sus piezas la pretendida miseria de MARX, tan destacada por todos sus
bigrafos; y por nosotros mismos. No es paradoja: lo que demostraremos
es que si vivieron miserablemente MARX y su familia, en cuanto a los gas-
tos naturales e imprescindibles para sus vidas, no fue, como l se lamenta
en tantas cartas de su correspondencia, por carecer de ingresos ms que
necesarios para sufragarlos con decencia y abundancia.
En pginas anteriores hemos aportado el resultado de la relacin de
los ingresos que ha tenido MARX, publicados por el Instituto Marx-Engels-
Lenin de Mosc, cuyas cifras para ser relacionadas y sumadas fueron ex-
tradas de la correspondencia de MARX a ENGELS. Sin embargo, esa rela-
cin se interrumpi al ser purgado David RIAZANOV, el fundador y
primer Director del citado Instituto. Ahora bien, en tiempo de RIAZANOV
se publicaron tres volmenes de tal correspondencia, con el ttulo general
de Briefwechsel (Correspondencia) dentro de las Obras completas; stas,
con el ttulo Karl Max-Friedrich Engels historisch-Kritische Gesamtaus-
gaben Werke, Schriften Briefe (que se cita con la sigla M.E.G.A.). Los tres
volmenes publicados por RIAZANOV comprenden: el I, que contiene las
cartas de 1844 a 1853 (Berln, 1920); el II, las de 1844 a 1860 (Berln,
1930), y el III, las de 1861 a 1867 (Berln, 1931). En consecuencia, las car-
tas entre ambos de 1844 a 1867; es decir, las cambiadas durante 23 aos.
Como la suma de las cantidades recibidas por MARX durante tal perodo es
de 150.000 marcos en nmeros redondos, tendremos, por medio de una
simple divisin, que ha recibido una cantidad media anual de 6.521,73
marcos. En carta del padre de MARX, aportada al principio de este libro,
figura el reproche del padre a MARX, que recordamos: Como si estuvi-
semos repletos de oro, el Seor mi hijo dispone para un ao aproximada-
mente de 700 thaleros, contra todo lo convenido, cuando los ms ricos no
dan ms que 500 (
213
). Quiere decirse que un estudiante de casa rica poda
vivir en Berln, con arreglo a su clase, gastando la cantidad de 500 thale-
ros. Suponemos que cada persona viviendo en familia debera gastar me-
nos, por disminuir los gastos generales y no tener todos los individuos de
una familia como la de MARX, sobre todo cuando son nios, las mismas
213
Heirinch Marx: Carta a K. Marx. 9-12-1837.
139
necesidades que un estudiante universitario, pues de universitario se trata.
Si dividimos los 6.500 marcos por 500, tendremos que MARX ha recibido
la cantidad suficiente para mantener a 13 personas gastando en cada una
500 marcos, con lo cual hubieran podido vivir al mismo tren de un estu-
diante de casa rica. Sabido es que MARX, contando a la sirvienta, nunca ha
reunido ms de seis personas. Pero, en ese perodo, la mayor de las hijas
tan slo alcanza la edad de 23 aos; las otras dos supervivientes, tienen
menos edad en esa fecha. Adems, Guido slo vive un ao; Edgar, 8 aos;
Franziska, 1 ao; en 1867, Jenny ha vivido 23 aos; Laura, 22, y Eleanor,
12. La cuenta es fcil: a efectos de gastos, si dividimos el total de aos vi-
vidos por todos los hijos por los 23 aos de ingresos, tendremos que ha
debido mantener una media de 2,9 hijos. Pongamos tres, que con MARX,
Jenny y Lenchen, suman 6 personas durante los 23 aos. Por lo tanto, divi-
didos los 150.000 marcos entre los 23 aos y las seis personas, a cada una
le corresponden 1.086 marcos anuales. Ms del doble a cada una de lo
asignado a un estudiante de familia rica, segn testimonio del propio padre
de MARX. Seguramente, bastante ms; porque si MARX ha recibido con
toda seguridad cuantas cantidades figuran en la Correspondencia, es indu-
dable que ha de haber recibido otras que no figuran en ella.
La elocuencia de las cifras es aterradora (
214
). La culpabilidad de
MARX resulta tremenda en la miseria de su familia. Dnde y en qu ha
podido gastar fuera de su hogar, mantenido en la miseria, salvo el ao en
214
Para proporcionar un punto de referencia a los lectores, nos permitimos re-
cordarles que, no en los aos de referencia, mediados del siglo pando, sino en la pri-
mera veintena del presente, el jornal en el campo de Espaa era de una peseta por da,
cuando haba jornal y haca buen tiempo para poder trabajar, y de tal jornal viva una
familia. Evidentemente, muy mal, pobremente; pero ese jornal, el mayoritario de la
clase obrera, y el mximo: las cuatro pesetas, del cajista Julin de la Verbena, el
aristcrata de los operarios, determinaban principalmente el costo de la vida: un
maestro de escuela, 500 pesetas anuales, un sacerdote rural, unas 500, ambos con
descuento. Un empleado del Estado, 1500, de entrada, un Teniente del Ejrcito, tam-
bin 1.500 anuales; y esto hasta el ao 1917. Comparen con los ingresos por persona,
1.080 marcos y 6.500 la familia por ao, y, adems, contando que el marco se cotiza-
ba ms alto que la peseta, por lo tanto, tena ms poder adquisitivo. En Francia, el
salario diario 6 das semanales es de 3 francos, en aquella poca (Cf. K. Marx:
Le Capital. uvres. Tom. I, p. 1.037): 935 fr. al ano. Suponiendo equivalente el va-
lor entre franco y marco, Marx tena ingresos equivalentes a los de 6,8 familias de
obreros industriales (Nota del traductor).
140
que dilapida la herencia de su madre y la de Wolff...? Es un misterio no
revelado por sus bigrafos; porque incluso los que no son apologistas fal-
sarios, los pocos objetivos y veraces, no dan idea de lo que acabamos de
demostrar con cifras irrefutables; porque son las propias cartas de MARX y
ENGELS las que hablan. Indudablemente, los bigrafos veraces, aun cuan-
do mencionan las borracheras de MARX, su aficin a los buenos vinos, a
los buenos cigarros, con ello no dan ni una plida idea de la realidad.
MARX ha debido jugar y gastarse en juergas la mayor parte de esos
150.000 marcos, que hubieran permitido vivir a toda su familia a un nivel
de la burguesa media, ms bien tirando a la alta, y tuvo la mala entraa de
hacerle pasar las calamidades que revelan esas pocas notas de miseria ele-
gidas entre un verdadero cmulo, que hemos podido aportar en estas pgi-
nas. De las tres muertes prematuras de sus hijos, cuntas han ocurrido por
culpa de MARX...? Y el martirio de la esposa...? Y el de Lenchen...? Es-
tremece pensarlo y a la vez causa invencible nusea.
Y este hombre resulta hoy venerado en los altares marxianos cual el
Redentor de la Humanidad proletaria...!
La Historia humana no brinda un sarcasmo igual. Es una tremenda
responsabilidad la contrada por MARX para con sus cuatro hijos, cuya
muerte pesa sobre su conciencia, as como las calamidades que hizo sufrir
a los vivos, incluyendo a la esposa y la sirvienta.
Y pocos hombres han inspirado mayores amores y ms fervientes
amistades. Del amor de Jenny, ya hemos hablado bastante; de la amistad
sacrificada de ENGELS, tambin bastante; de la de WOLFF, queda demos-
trada dejndole como heredero de todos sus bienes; de las hijas, tenemos
un testimonio referido a una procedente de ENGELS, cuando MARX ha
muerto ya: Tussy (nombre carioso de Eleanor) wants te make an idol of
her father (Tussy quiere hacer un dolo de su padre) (
215
) dijo ENGELS; en
cuanto a la sacrificada y jams pagada sirvienta, Lenchen DEMUTH, dire-
mos algo ms...
Volvemos al ao 1851, uno de los ms terribles entre los terribles pa-
ra la familia MARX y, en consecuencia, para Lenchen DEMUTH. Viven en
las dos habitaciones de que consta el cuarto de la calle Dean seis personas.
La situacin econmica es de las ms desesperadas. Helen ha de vrselas
215
W. Blumenberg, Marx; p. 161.
141
todos los das con los tenderos para arrancarles alguna comida para la fa-
milia. La casa, sin combustible para la estufa, est helada y hmeda en los
brumosos y fros inviernos londinenses; y aquel es uno de los ms brumo-
sos y helados. Cuando hay un puado de carbn o lea para encender la
estufa, los humos hacen irrespirable el aire de las dos piezas, ya cargadas
con el olor de las verduras que se cuecen; adems, el incesante fumar de
MARX. La suciedad en tales estrecheces, con tantas criaturas y la imposibi-
lidad de fregarla y adecentarla, pues no es posible desocupar aquellas habi-
taciones, que slo una es bastante espaciosa, resulta repelente y apestosa.
Para colmo, cuando entra el invierno, Jenny est muy avanzada en su
embarazo; prcticamente, no sale de la cama, pues le produce aqul ms
molestias que los anteriores.
Espera un hijo la seora; pero tambin para despus espera otro hijo
la sirvienta... Y ambos hijos son del mismo padre: MARX.
En aquel mes de marzo de 1851, en el cual Jenny espera su parto, po-
co ms o menos, es cuando Jenny se da cuenta del estado de su querida
Lenchen. No puede ser de otra manera, pues ya se halla en el sexto mes de
su embarazo, y tanto el volumen de su vientre como los sntomas tan co-
nocidos por ella, son inocultables para los ojos ms inexpertos.
Naturalmente, Jenny atribuye la desgracia de su Lenchen a cualquier
desaprensivo revolucionario de los muchos visitantes de su casa; pero no
puede adivinar cul pueda ser el individuo, ya que la conducta de la mu-
chacha no le da motivos para sospechar de ninguno. Al fin, se decide a in-
terrogarla. Se puede imaginar la escena. Despus de muchos ruegos y ra-
zones, logra obtener la tremenda confesin de la muchacha: el padre del
futuro hijo de Lenchen es su propio marido...!
Cosa extraa; parecera natural, cual sucede siempre en casos pareci-
dos, que la esposa ofendida no perdone su falta de ningn modo a la sir-
vienta que ha hecho cometer el adulterio a su marido. Pero nada de ello
sucede entre Jenny y Lenchen. Sus relaciones y afectos personales no va-
ran en todos los aos de sus vidas. Jenny sigue tratndola con superiori-
dad, pero con el afecto de siempre y con la misma confianza; ni siquiera
cuando le llega el fugaz cambio de fortuna, pasados unos aos, cambia su
conducta con ella y mucho menos la despide. Lenchen sigue siendo para
todos la verdadera duea de aquel hogar al que ha sacrificado gratuitamen-
te todo en su vida. Y su seora contina considerndola, salvando las dis-
tancias, como una ms de la familia.
Como es lgico, un resultado tan extrao, tan fuera de lo normal en
142
estos casos, slo puede deberse a resultar Lenchen absolutamente irrespon-
sable de lo sucedido; por lo tanto, para las dos mujeres, el nico culpable
ha de ser MARX. Y slo puede ser el responsable nico si por parte de
Lenchen no ha existido seduccin ni entrega voluntaria. En una palabra, si
en vez de adulterio mutuamente consentido entre la criada y MARX, hay
violacin. Una violacin en cualquiera de las formas registradas por los
cdigos. Probablemente, provocando en la muchacha un previo estado de
embriaguez; porque, todo debe decirse, Lenchen es aficionada a la bebida,
vicio que aumentar en ella con el paso de los aos.
Se ignora cundo pudo empezar la cosa. Lenchen tena en 1844,
cuando la madre de Jenny se la enva, veintin aos. Ya sabemos que su
seora le lleva nueve de edad. Como tambin sabemos que los siete partos
habidos se han sucedido a un ritmo de uno por cada 16 meses. Todo ello
nos lleva muy sencillamente a deducir que Jenny tan slo durante muy po-
co tiempo poda satisfacer normalmente las apetencias sexuales de MARX,
que deban, dada su ociosidad, ser bastante grandes. Una muchacha sana,
bonita dentro de su clase campesina, con 21 aos, debi ser una tentacin
para su amo, sobre todo en las pocas de sus forzadas abstinencias matri-
moniales. Por lo tanto, con premeditacin o durante alguna de sus tumul-
tuosas borracheras, bien pudo Marx cometer la violacin, fuera por la fuer-
za, o por hacerle a Lenchen participar en su embriaguez. Si fue as, se ig-
nora; pero que hubo violacin, es decir, que la cosa ocurri sin asentimien-
to de Lenchen, es algo que se desprende con toda seguridad de la conducta
ulterior para con ella de su ofendida seora. Nada vara, pues, entre Jenny
y su querida Lenchen. Es elocuente para juzgar sobre quin es el culpa-
ble. Porque no podra Jenny adoptar tal actitud en caso de existir el menor
asomo de culpabilidad en su criada. Y, desde luego, Lenchen ha debido
poder demostrar su inocencia; probablemente, obligando a que Marx con-
fesase que l era el nico culpable... Por los rasgos de carcter tanto de
Jenny como de Lenchen, ambas con gran energa en las ocasiones crticas,
de lo que hay constancia en la correspondencia y en las autobiografas de
quienes las conocieron, es muy probable que Marx confesase.
Como creemos haber indicado, el ao del doble parto, 1851, Jenny
tiene 37 aos y Lenchen 28. Ya sabemos el ritmo tan raudo a que ha tenido
hasta el momento sus hijos, uno cada 16 meses de media. Pues bien, ya s-
lo tendr un parto; pero, en lugar de mediar tan corto tiempo, Eleanor, la
ltima hija, tardar en nacer 3 aos y 9 meses, pues nace en enero de 1855.
Es que quizs durante tres aos las relaciones sexuales matrimoniales han
estado interrumpidas entre Jenny y MARX?
143
Volvamos a los hechos. En carta a ENGELS, das despus del naci-
miento de Eleanor (28-3-1851) dice te revelar un mystre en tres peu de
mots; pero se arrepiente, pone un pretexto y dice lo har al da siguiente.
El mistre debe ser lo del hijo adulterino; porque no se lo revela en nin-
guna carta a ENGELS; en cambio, aquel mismo mes de abril, MARX hace
un viaje a Manchester para conferenciar con su amigo.
Del misterio no hay mencin en las cartas. Hay derecho a suponer
que se lo ha revelado a ENGELS verbalmente. Y no es difcil intuir el moti-
vo de la revelacin, dada la conducta ulterior de ENGELS en relacin al
asunto. Si a Jenny no era posible ocultarle la cosa, pues ya deba conocer-
la, por lo menos ella debi exigir que no se produjera el menor escndalo;
es decir, que el adulterio no trascendiera en absoluto a sus amistades y co-
nocidos. Esto cuadra perfectamente con su bien demostrado culto a las
apariencias sociales. Si ella poda consentir sin una ruptura en la humilla-
cin del adulterio dentro de las paredes de su domicilio, le resultaba impo-
sible soportarla frente a las gentes. Y, cosa ms extraa, si se analizan bien
las particularidades del carcter de MARX: hay numerosas pruebas de que
apreciaba en mucho cl concepto de sus amistades, y sobre todo, de los re-
volucionarios, sobre su moral privada; incluso en lo tocante a su moral se-
xual. En su casa no toleraba de ningn modo a sus visitantes, no ya una
palabra obscena, sino una ligeramente picante. Hay pruebas. Es decir, ob-
servaba exteriormente aquella moral burguesa, tan flagelada por l en
escritos y conversaciones, tachndola de hipcrita y farisaica; pero, co-
mo veremos, la suya era tanto o ms hipcrita como pudiera serlo la del
burgus ms farisaico.
Fue seguramente en aquella conversacin de Manchester donde su-
plic a ENGELS que, para las gentes, apareciera l como el padre de lo
que trajera al mundo Lenchen. Y, parecer increble, pero lo cierto es que
tan asombrosa cosa la consigui de su amigo ENGELS.
Con toda seguridad, MARX no slo debi apelar a la amistad jams
desmentida de su impar amigo; creemos que, ni siendo tan abnegada como
demostrara ser la suya, ENGELS no se hubiera prestado a ese tan inusitado
y tremendo sacrificio, con el cual peligraba su honor y hasta su fama.
MARX debi apelar al argumento supremo para ENGELS: si los revolucio-
narios partidarios, pero, sobre todo, los encarnizados revolucionarios ene-
migos, a quienes tanto haba l insultado y fustigado, se enteraban de que
haba tenido un bastardo, le destrozaran, perdera toda su autoridad; y su
futura gran obra, ya tan avanzada, destinada a ser la Revelacin mundial
144
para los creyentes y no creyentes comunistas, quedara invalidada... Y
aquella Revolucin, tan anhelada, y que con toda seguridad la Obra pro-
vocara, ya sera imposible para siempre; al menos durante sus vidas...
Conociendo el ciego fanatismo de ENGELS y su fe a toda prueba en
su Dios MARX, ese argumento hubo de decidirle al gran sacrificio. Y
acept atribuirse a s mismo el bastardo de su amigo...
El bastardo vino al mundo el da 25 de junio de 1851; tres meses
despus que la hija de Jenny. Naci, pues no haba otro remedio, en la
propia casa de los MARX. No hay bastantes dotes imaginativas para poder-
se representar las consiguientes escenas durante el acontecimiento habidas
entre aquel tro: MARX, Jenny y Lenchen, si no queremos agregar la del
recin nacido, con su papel en aquella tragicomedia... Y los eplogos.
Siete das despus de nacer su bastardo, MARX se lamenta:
Mi esposa pasa toda la noche llorando y eso me enfurece. La com-
padezco (
216
).
No sabemos si Helen DEMUTH estuvo gravemente enferma como
consecuencia de su parto. Seguramente, por falta o mala asistencia en l,
dada la caresta de todo en la casa por entonces. Tena cuando el trance 28
aos ya; y a esa edad el primer parto, cuando los huesos han perdido su jo-
ven elasticidad nunca es fcil, ni siquiera con una buena asistencia faculta-
tiva. Acaso se debiese al pudor solamente, pero la realidad es que su hijo
no fue inscrito hasta pasadas cinco semanas de su nacimiento en el registro
civil del Subdistrito de St. Anne, Westminster, condado de Milddex. Debi
ir ella sola. No declar ningn nombre como de su padre; el domicilio de-
clarado en el documento para la madre es la casa de MARX. El nombre da-
do a su hijo es el de Frederick. Tomemos nota: es el nombre de ENGELS.
Sin duda, Lenchen conoce ya la farsa montada y se pliega a ella. Tal nom-
bre para su hijo le ha debido ser sugerido por el propio MARX, y proba-
blemente tambin por su seora, buscando con l la nica posible prueba
material de que el padre verdadero es el apcrifo inventado.
En los largos aos sucesivos, no hay noticia ninguna sobre la exis-
tencia del nio Frederick DEMUTH, que tal ser el nombre y apellido con
el cual se le conocer durante toda su vida. Es de suponer que los meses de
lactancia, al menos, los pasara en el hogar de los MARX. En 1851, la hija
216
K. Marx, Carta a Engels. 31-7-1851.
145
mayor tiene 7 aos y la segunda 6; ignoramos qu explicacin les daran
sobre el nio de Lenchen trado de Pars. Como en este perodo, hasta el
23 de julio de 1856, no muere la madre de Jenny, no aparecen ms que las
dos libras mensuales de los artculos mandados al New York Daily Tribune
como ingresos. Es de creer que el nio de Lenchen ha debido continuar,
por lo menos, ms de cinco aos en el hogar de los MARX, claro es, ocul-
tndolo en el ltimo rincn cuando llega una visita; y, naturalmente, min-
tiendo a las hijas, que ya tienen las dos mayores ms de 12 y 11 aos, res-
pectivamente, sobre su origen, pues ellas por entonces no han de ignorar
que para venir un hijo es necesario el concurso de un padre. Todo sera po-
co para que ignorasen que, precisamente, el del nio era su propio padre.
A todo esto, el 14 de abril de 1852, la hija Franziska, nacida el 28 de
abril del ao anterior, muere. El 16 de enero de 1855, tres aos despus,
nace la ltima, Eleanor; pero el mismo ao, el 6 de abril, muere el nico
hijo varn que les resta, Edgar. El primer ingreso de cierta importancia, no
mucha, dadas las expropiaciones sufridas en vida, es la herencia proce-
dente de la madre de Jenny, que muere el 23 de julio de 1856. Por lo tanto,
es de suponer que hasta esa fecha, los cinco aos que median desde su na-
cimiento, el nio de Lenchen debi permanecer en el hogar de los MARX,
de no haber sido depositado en un hospicio. Se ignora qu destino tuvo, ni
a quin fuera entregado despus. Lo cierto es que la madre, por seguir al
servicio gratuito de sus Seores, sirviendo para todo, hasta para pagar el
derecho de pernada del Seor del Proletariado, se separa de su propio
hijo y slo sabe Dios cmo y por quin sera atendido. Para cosa tan ex-
traordinaria, rayana en lo monstruoso, no puede ser un juicio temerario
atribuirlo a que las relaciones sexuales entre Marx y la criada continuaron.
Slo algo pasional, de tipo sexual, nos puede dar una explicacin verosmil
del abandono de aquel hijo por su madre, que, por otra parte, su vida ente-
ra lo demuestra, era una buena persona. Pero algo irresistible poda domi-
nar hasta punto tal esa desnaturalizacin maternal. Con motivo de la he-
rencia materna, Jenny se traslada al continente donde permanece algn
tiempo. Lenchen, como siempre, queda por completo de ama de la casa; y
a solas con Marx... debe ser el momento en que, apelando a lo sexual, ha
de poder convencerla para que aparte su hijo.
Cuando regres Jenny con un anticipo sobre su herencia materna,
pudieron abandonar la pocilga de la calle Dean, trasladndose a una casa
con siete habitaciones, en lugar de las dos de la anterior.
Aquel dinero, que tan rpidamente desaparecer, como suceder
146
siempre, permite a Jenny poner distancia entre ella y Marx, no slo dentro
de la casa, sino tambin marchndose de ella sola, pretextando o alegando
con verdad motivos de salud. En sus pequeas memorias, da meticulosa
cuenta de tales separaciones; e incluso expone su temor a que la inmedia-
cin corporal la lleve a concebir algn hijo ms; por lo menos una vez ex-
presa ese terror, que le hace abandonar la casa por una temporada veranie-
ga, tambin completamente sola.
Mas la desgracia la persigue. En el verano de 1859, Jenny cae muy
enferma. El estpido mdico se equivoca en su diagnstico y dictamina
fiebre tifoidea. Las nias han de salir de la casa para evitar el contagio. En
realidad, lo padecido por ella era la viruela. Su aspecto se torn monstruo-
so. En carta escrita durante su convalecencia deca: Tengo la sensacin de
parecerme mucho ms a un rinoceronte escapado de un zoo que a un indi-
viduo de la raza caucsica.
Su belleza y su aristocracia constituan sus mayores orgullos. La
primera, ya muy maltratada, pero que ahora, con la mejora de fortuna po-
da restaurar un tanto, sufra un atentado que hara imposible toda restaura-
cin durante el resto de su vida.
MARX habla de su suicidio. Suponemos que para excitar la compa-
sin de su atribulada esposa.
En cuanto a sta, resulta singular, a pesar de sus penosas y violentas
reacciones, en el fondo, segua sintiendo un apasionado amor por su Karl...
Indudablemente, aquello que el ser humano pone en su ser amado, por
monstruoso que el amado sea, es casi imposible arrancarlo del corazn
amante.
Es lo nico que puede dar explicacin del extraordinario caso de
Jenny.
Y que segua ella amndolo, pues no creemos pueda ser una pose,
queda reflejado en estas palabras de una carta suya dirigida a LASSALLE,
durante la visita que MARX hace a Alemania:
No retenga al Moro a su lado demasiado tiempo. Le dejara retener
cualquier otra cosa, pero a l no. Es en lo nico que me he tornado verda-
deramente exigente, egosta, celosa; en ello mis sentimientos humanos se
acaban y son reemplazados por un egocentrismo descarado; tan fuerte que
es imposible desarraigarlo...
Imposible desarraigarlo, debemos destacar, por enormes que sean
los motivos espirituales, morales y fsicos para arrancarlo.
147
Contra lo que Jenny ha puesto en Marx, nada puede aquel adulterio,
que, dado el cario de madre sentido por ella hacia la buena Lenchen, la
hiere cual un incesto. Tampoco nada las borracheras, groseras palabras y
violencias tan frecuentes; ni los dispendios del dinero robado al sustento
de sus hijos y ella; ni siquiera la natural repugnancia que ha de inspirarle
cohabitar y admitir en su lecho a aquel ser apestoso, sangrante por las he-
morroides y, adems, sufriendo las consecuencias repugnantes de la en-
fermedad intestinal inherente a la familia Marx (
217
) de la que morir
su hijo Edgar . Nada puede con aquello tan grande que ella ha puesto en
l... Y, debemos anotarlo, despus de la reaccin que la aleja carnalmente
de Marx, despus de la muerte de Edgar, como si quisiera darle otra vez el
anhelado hijo varn, ya desaparecidos los dos primeros, an tiene un sp-
timo parto; pero el nio, un nio!, nacer muerto.
Nos vemos obligados a terminar este captulo, cuya dimensin es ya
desmedida.
Ya lo hemos visto, esos enormes pesares han tenido una breve com-
pensacin con la fugaz mejora de fortuna, empezando con la herencia de
su madre; seguidamente, otra de la madre de MARX y, por ltimo, con el
legado de WOLFF. Ya hemos contemplado a Jenny desquitarse dando su
ltimo baile.
A todo esto, ENGELS se ha hecho rico. Seis aos de prosperidad eco-
nmica general, contradiciendo las profecas catastrficas de El Capital,
cuyo primer tomo ha sido ya publicado, provocando, contra los sueos
megalmanos de MARX, una indiferencia y un silencio general, que tratan
entre los dos por todos los medios de romper, empleando algunos nada or-
todoxos, como es el de intentar que se hable, aunque sea mal...
En fin, ENGELS vende la mitad de la empresa mitad que le ha co-
rrespondido en la herencia de su difunto padre a su socio ERMEN, tam-
bin enriquecido. Su propsito es marchar a Londres y establecerse en la
corte britnica, junto a MARX. Y as lo har. Ya rico, en dinero contante,
decide sacar de apuros para siempre a su amigo. Y, en consecuencia, le
asegura una pensin anual de 350 libras, ms gastos extraordinarios de-
bidos a enfermedades u otros acontecimientos imprevistos (
218
).
217
K. Marx: Carta de 6 de abril de l855.
218
F. Engels, Carta a Marx. 29 noviembre 1868.
148
Me siento abrumado por tu bondad (
219
), responde MARX.
La fortuna de la alta burguesa entra definitivamente en casa de
MARX.
Jenny puede disfrutarla an durante unos once aos.
Relativamente, porque pasados no se sabe cuntos, es atacada por un
cncer. No es necesario decir a nadie los sufrimientos que casi siempre
acarrea esa enfermedad a quienes tienen la tremenda desgracia de pa-
decerla.
Jenny mora el da 2 de diciembre de 1881. Tena entonces 67 aos.
MARX, aquejado de una fuerte bronquitis y de sus males habituales,
no puede asistir al entierro. Slo asistieron tres o cuatro amigos. Ello no
detuvo a ENGELS, que pronunci la oracin fnebre de la difunta: una bio-
grafa apologtica, con grandes elogios para ella, pero con muchsimos
ms para su revolucionario esposo. Adems, culp de las desdichas de la
muerta a la clase capitalista en general y, concretamente, al Gobierno bri-
tnico y a la oposicin de S. G. Majestad... Y tambin a la Prensa por su
conspiracin de silencio con respecto a MARX. Era demagogia barata des-
tinada a la ignara posteridad intelectualoide, ansiosa siempre de poseer
mrtires.
Hemos dejado un poco en el aire, no documentndolo, el affaire
del hijo ilegtimo de Marx. Para terminar el captulo, llenaremos tal vaco.
En realidad, nicamente una casualidad permite documentar el asun-
to. Con meticulosidad exquisita, muy explicable, las hijas de Marx borra-
ron toda traza documental sobre su hermano bastardo. El conocimiento de
su existencia constituira un atentado contra la divinidad de su padre.
Luisa FREYBERGER, esposa de KAUTSKY, haba sustituido a Helen
DEMUT, pues pas a su servicio al morir MARX, en casa de ENGELS; al
cual su esposo haba servido de mdico y secretario.
Hay una carta de Luisa FREYEERGER a BEBEL, jefe del Partido So-
cial-Demcrata alemn, en la cual dice:
Yo s por el mismo General (sobrenombre dado en la intimidad a
ENGELS) que Freddy DEMUTH es hijo de MARX. Tussy (Eleanor MARX)
me ha presionado tanto que yo he planteado la cuestin directamente al
219
K. Marx: Carta a Engels. 29 noviembre 1868,
149
viejo. El General se asombr mucho de que Tussy se aferre tan obs-
tinadamente a esa conviccin. Y l me concede el derecho de hacer frente
en caso necesario a las insinuaciones de los habladores que le acusaron de
renegar de su hijo. T recordars que yo te he informado de la muerte del
General hace mucho tiempo. Antes de morir, el General confirm desde
luego al Dr. MOORE el hecho de que Frederic DEMUTH era hijo de Karl
MARX y de Helen DEMUTH. Mr. Moore fue entonces a Orpington a casa
de Tussy y le repiti lo dicho. Tussy le replic que el General menta, pues
haba dicho siempre l mismo que era el padre. MOORE regres de Orping-
ton, y volvi a preguntar al General, pero el anciano se mantuvo en lo di-
cho: Freddy era efectivamente el hijo de MARX. Y dijo a MOORE: "Tussy
wants to make an idol of her father" (Tussy quiere hacer un dolo de su
padre).
El domingo, por lo tanto, la vspera de su muerte, el General lo es-
cribi sobre una pizarra para Tussy misma. Y Tussy sali tan trastornada
que olvid todo su odio contra m, y se ech en mis brazos llorando amar-
gamente.
El General nos autoriz (a Mr. MOORE, a LUDWING y a m) para
usar de esta confidencia, en el slo caso en que se le acusara de avaricia
con respecto a Freddy; l no quera que su nombre fuera ensuciado, tanto
ms cuanto ello no beneficiaba a nadie. Aparte de nosotros, del Dr. MOO-
RE y de los hijos de MARX, yo creo que Laura dudaba de la historia, sin
conocerla directamente; no existan ms que LESSNER y PFNDER que
tuviesen conocimiento de la existencia de un hijo de MARX. LESSNER me
dijo antes de la publicacin de las cartas de Freddy: "Freddy es sin duda el
hermano de Tussy, nosotros estbamos informados de la cosa, pero no po-
damos determinar dnde haba sido educado el muchacho".
Freddy presenta una curiosa semejanza con MARX y es necesaria
una ciega prevencin previa para ver en esta cara netamente juda, con ca-
bellos abundantes y negros, cualquier semejanza con el General. Yo he
ledo la carta de MARX, dirigida a Manchester, al General, pues el General
no viva an en Londres, y creo que el General ha destruido esta carta co-
mo tantas otras cartas (letras) de cambio.
Es todo lo que yo s de la cosa; Freddy no ha sabido jams, ni por
su madre, ni por el General, quin es su padre.
Releo una vez ms las lneas que me escribes relativas a esta cues-
tin. MARX tema el divorcio, su mujer era muy celosa. l no quera nada a
150
este muchacho. El escndalo habra sido demasiado grande, y l nunca os
hacer nada por l.
Pasados los aos, Eleanor estableci contacto varias veces con su
hermano bastardo, buscando en l un refugio y una ayuda cuando las rela-
ciones con su amante AVELIN se rompan, tornndose tormentosas, y l
intervino alguna vez para procurar un arreglo; incluso hacindole algn
prstamo, procedente de sus economas de obrero, que jams recobr, pues
el tal amante result ser un pillo en el sentido ms lato de la palabra. Tan
malvado que, cuando Eleanor decide suicidarse, l finge que se suicidar
tambin, proporcionndole el veneno, aprovechando que el farmacutico le
supone mdico, cuando en realidad, aunque tiene aprobados estudios de
medicina, no ha obtenido el ttulo; pues bien, hace que Eleanor ingiera la
mortal bebida; pero l no lo hace, y en cuanto el ludano la va durmiendo,
se aleja, fabricndose una coartada, pues l puede probar que se halla lejos
cuando la sirvienta descubre a Eleanor murindose en sus ltimos momen-
tos.
Ms an, parece que MARX ha pasado una noche con su hijo. Henry
CLAYTON, un socialista, que con toda su familia viva con el hijo de
MARX, que era compaero suyo de trabajo en la fbrica, quiso aos des-
pus conmemorar el acontecimiento con una placa que deca: Karl MARX
durmi aqu, la cual coloc en la puerta de hierro de la casa; pero el case-
ro le oblig a quitarla con gran disgusto suyo.
Ya slo extraer lo siguiente: MARX queda viudo el 2 de diciembre de
1881. Helen DEMUTH contina con l atendindole en todo hasta su muer-
te, el 14 de marzo de 1895. Son casi quince aos los que viven solos. Un
hombre honrado habra reparado su falta casndose con la buena Len-
chen, a quien tanto deba, sacrificada por l y por los suyos durante toda
su vida.
Pero acto tan humano era incompatible con su conciencia de arist-
crata, contagiada por Jenny o, acaso, innata, por tener la de ser descendien-
te de la autntica aristocracia de Israel: la doble lnea de sabios rabinos.
Por lo menos, debi y pudo, sin disgustos, una vez muerta su esposa,
reconocer, o al menos, auxiliar y educar a su hijo. En absoluto, no; debi
pasar toda su infancia en algn orfanato, acaso en poder de alguna familia
obrera, aun cuando se ignora todo en este aspecto. Lo cierto es que apren-
di el oficio de tornero, en el cual fue un hbil obrero, y como tornero se
gan la vida, hasta su jubilacin, sostenindose con la cual, muri el 28 de
enero de 1929.
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Ni siquiera en el testamento dej nada MARX para Helen ni para su
hijo Frederick, porque no se preocup de hacerlo.
Tal fue el esposo, el padre, el amigo Karl MARX.