La Ilegibilidad de Lo Ped
La Ilegibilidad de Lo Ped
La Ilegibilidad de Lo Ped
Entre la escritura y el
texto al decir y
pensar el acto
pedaggico.
Lic. Micaela Gonzlez Delgado.
Doc. Indito. Material de apoyo para la
asignatura de F P y P, mayo de 2008 modificado en julio de 2013
Presentacin
Reflexionar sobre el educar es una tarea sencilla o complicada aunque parezca
contradictorio, que se relaciona con la complejidad que muestran las sociedades
contemporneas, los nuevos sujetos emergentes, la configuracin del entorno social
y cultural, las formas actuales de construir los vnculos sociales y educativos; as
mismo, no podemos dejar de reconocer que tambin se asocia con lo poco que nos
permiten conocer de esos fenmenos otros acercamientos, otrora fructferos. Sin
embargo, reflexionar sobre ello, es una forma de tener acercamiento a los procesos
que entretejen sistemas simblicos y, al mismo tiempo, significantes originarios de
una accin instituyente y pensar un magma 1 de representaciones en el registro de lo
histrico-social y la subjetividad social cargados de imaginacin 2. De sta ltima
1
De acuerdo a Castoriadis es una trama de significados sociales compartidos, que no proceden de una lgica,
sino ms bien son espontneos, lo que lleva a la construccin terica de la institucin imaginaria. Un
magma es aquello de lo que pueden extraerse (o aquello en lo que se pueden construir) organizaciones
conjuntistas en nmero indefinido, pero que no puede ser nunca reconstituido (idealmente) por composicin
conjuntista (finita o infinita) de esas organizaciones (Ver: La lgica de los magmas y la cuestin de la
autonoma, en Los dominios del hombre, p. 200).
2
Vamos a entender la imaginacin con forme a Castoriadis que seala: Digamos que la imaginacin es una
funcin de esta alma (e incluso del cerebro, aqu no molesta). En qu consiste esa funcin? Entre otras
cosas, como hemos visto, en transformar las masas y energas en cualidades (de manera ms general en
hacer surgir un flujo de representaciones, y -en el seno de ste- ligar rupturas, discontinuidades), en saltar del
gallo al burro y de medioda a las dos de la tarde. Nosotros reagrupamos estas determinaciones del flujo
representativo (ms comnmente, del flujo subjetivo, consciente o no consciente) en una potencia, una
dunamis, dira Aristteles, un poder-hacer-ser adosado siempre sobre una reserva, una provisin, un plus
como ngulo particular desde el cual podemos pensar la realidad social porque
para el individuo comn, para el ciudadano de la vida cotidiana, la subjetividad
son los ojos con los cuales ve al mundo, lo interpreta, y en consecuencia, acta en
l. Colocar la mirada en-lo-que-escapa a los sistemas de representacin de lo
educativo y lo pedaggico, nos hace pensar en las fuerzas en tensin de los
pensamientos
totalizantes
que
construyen
sentidos
excluyentes
en
las
Es un educarse como el que percibo en particular en la satisfaccin que uno tiene de nio y como alguien
que va creciendo cuando empieza a repetir lo que no entiende. Por fin lo ha dicho bien, y entonces est
orgulloso y radiante. As, debemos partir quiz de estos inicios para no olvidar jams que nos educamos a
nosotros mismos, que uno se educa y que el llamado educador participa slo, por ejemplo como maestro o
como madre, con una modesta contribucin. (Gadamer, 2000:15)
6
Ms como dira Freire (1979) sujeto por vocacin, objeto por distorsin.
7
Josefina Granja Castro (1999) destaca en la nocin de configuracin que: [...] se desagrega en un conjunto
de nociones de alcance intermedio que le dan operatividad: emergencia, desarrollo, desplazamiento y
sedimentacin. Cada una de ellas ayudan a entender cmo procede el cambio en un doble aspecto: qu es lo
que se modifica en un proceso de cambio y cmo tiene lugar esa modificacin
en
la
emergencia-desarrollo-desplazamiento-sedimentacin
de
la
Apelando a Derrida heredar no es en esencia recibir algo, un elemento dado que entonces se pueda tener. Es
una afirmacin activa, responde a una conminacin pero supone tambin la iniciativa, la firma o la
refrendacin de una seleccin crtica. Cuando se hereda se clasifica, se criba, se valora, se reactiva. Tambin
creo, pero no puedo mostrarlo aqu, que todo emplazamiento de herencia alberga una contradiccin y un
secreto[] Si heredar es reafirmar una conminacin no slo un haber, sino un emplazamiento a descifrar, no
somos ms que lo que heredamos (1998:41-40)
9
De modo que las relaciones del hombre con la realidad contienen diferentes tipos de contacto y participacin
que van creando y recreando condiciones contextuadas en el dominio de la cultura. Por lo que participar
significa algo ms que tener una cultura profesional pedaggica o compartirla. Significa una relacin de
configuracin especfica con esa cultura profesional pedaggica (en tanto la cultura es un fenmeno colectivo
y no individual, significa tambin una relacin especfica con la colectividad, los actores que participan son
los portadores histricos de un determinado sistema simblico y una determinada cultura profesional). As, es
la colectividad quien produce, configura y define un nosotros distinto de los otros, a partir del
reconocimiento de una cultura profesional pedaggica propia y diferente que fortalecen la identidad
profesional. Pensando en el mediano y largo plazo, parafraseando a Josefina Granja, el mbito de la prctica
constituye uno de los lugares donde mejor pueden apreciarse los desfases temporales del cambio y
reactivacin de usos, representaciones, funciones de estructuras y prcticas culturales de la profesin. De ah
que se defina una cultura profesional pedaggica propia porque los agentes implicados tienen un cierto grado
de control sobre los elementos que la constituyen y la configuran a partir del sentido que adquiere en el
espacio y territorio de la experiencia.
Siguiendo la argumentacin de Derrida: Uno tiene la impresin, es una sensacin de la que cuesta
protegerse, que una sustitucin puede suplir todos los sentidos, salvo el tacto. Lo que veo puede reemplazarse.
Lo que toco no, o en todo caso tenemos la sensacin, ilusoria o no, de que el tacto asegura la
irreemplazabilidad: por lo tanto la cosa misma en su unicidad (1998:155)
11
Abstraer implica trasladar, sacar de su lugar original, realizar un movimiento forzado de elementos de un
nivel a otro. La abstraccin, por ende, involucra la trasposicin de mundos; extraer esencias, o elementos, o
generalidades, de un plano original para introducirlos en otro. El mundo nuevo, el nivel creado, la
(re)presentacin, proporciona la arena potencial para la manipulacin y el control de imgenes, al ser
liberadas de su contexto original, se tornan infinitamente maleables; a la vez que an conservan
significaciones dentro de ese contexto original. (Jenks, 1995)
eventualmente est por imitar, por restituir o por devolver, se encuentra, en todo
caso, en la invisibilidad. Un gesto ciego que circunda la subjetividad de lo que
viene. Lo que viene es el advenimiento, el acontecimiento, lo que sorprende, lo
imprevisible. El surgimiento del acontecimiento debe agujerear todo horizonte de
espera.
Ciegos que llevan las manos hacia delante, que deben adelantarse, es
decir, exponerse, correr el espacio como se corre un riesgo. Y cuyo
gesto oscila en el vaco entre la prensin, la aprehensin, la plegaria y
la imploracin. Pero qu plegaria, entonces, y qu imploracin en la
escritura, en el pensamiento, en la especulacin?... (Galard, 2006:70)
Nosotros ramos el punto ciego, no podamos ser captados, a veces queremos ver y
creemos que vemos y nosotros mismos no nos hemos inspeccionado...nos
buscamos puntos de fuga y nos comprometemos con formas de dependencia
forzosa como si no hubiera otra salida para enfrentar-nos a nosotros mismos, a
nuestras perdidas y los anuncios de aquello que nunca nos toc escribir en
solitario, pues todo lo que vemos podra ser de otra manera 12. De ah que esa cierta
prdida se produce en movimiento, pues es importante no perder de vista que en
los procesos educativos que ah surgen no son lineales y existen fisuras, hay cierto
modo de pensarlos, no todo se apropia el sujeto educativo, habr ciertas cosas que
deja de lado y hacen brecha13 por lo que en la traduccin del texto encontraremos
ciertas ausencias temporales que hay que desafiar ante la complejidad de los
saberes en juego que circulan.
14
No podemos vernos a nosotros mismos, nuestros procesos, escribimos textos sometidos a las grafas de
nuestro cegamiento, la invisibilidad y al ver de nuestro corto campo de visin, y si nosotros que nos
habitamos no podemos realizar esta complejidad, los que desde la pretendida exterioridad intentan hacerlo de
forma inmediata equivocados estn. Lo educativo y su huella es cuestin de tiempo, espera, dilacin y
pacienciaen el punto ciego hay una infinidad por ver, de mundos que traducir e interpretar de lo que viene
(advenimiento del acontecimiento) que agujera todo horizonte de espera.
13
La cuestin es cmo hace para discriminar lo que se apropiar y lo que no, constantemente la identificacin
lleva a la apropiacin, pero comprender las formas de prescindir de ciertas cosas, nos plantea la transmisin
de lo simblico y su configuracin con la identidad.
14
Aqu es preciso sealar que existen ciertas mediaciones simblicas-narrativas y su va de adquisicin es por
medio del lenguaje, las ideologas, las percepciones y concepciones de mundo que condicionan pero no
determinan nuestro ser en el mundo.
resignificaciones conceptuales que emergen del trabajo del duelo, que produce
espectralidad en la transmisin de la herencia cultural. 15 Entonces, la bsqueda se
torna sobre otros conceptos que den cabida a la constitucin de lo que soy y lo que
quiero ser, emerge de una mirada disimtrica, una mirada que busca al otro, su
otro que me mira y me incumbe, sin que uno se pueda mirar a s mismo. Ello
contiene cierta fragilidad y desvalimiento cuya expresin ms natural, es su
contingencia en la aventura del riesgo y el atrevimiento de sujetos anclados a
prcticas educativas diversas cruzadas por diferentes herencias, as como prcticas
particulares en la aprehensin de la experiencia, la circunstancia, el tiempo y el
espacio pedaggico16. Reconocer que los procesos que se gestan en el texto de lo
educativo, nos muestran el proyecto que somos sin ser destino es dar testimonio
del cambio por el protagonismo en un cierto adentro que exterioriza un cierto
afuera en la dualidad que somos 17 en el tiempo diferido del acontecimiento y en los
intervalos de esa temporalidad.
Ante esto, traducir y comprender este texto en una escritura invisible implica una
capacidad de dialogar, de establecer comunicacin con la accin humana y eso es
una accin narrativa que puede ser narrada a travs del acontecimiento que busca
forma, figura e imagen re-creando la posibilidad aun en la crisis de subjetividad.
Puesto que la subjetividad se forma en el cruce entre la accin y el relato de los
procesos educativos y, al mismo tiempo, genera en la trama social la expresin que
es productora de existencia, historia y vida resultado de la accin y del discurso en
la presencia del otro. Sin embargo, el agente no es capaz de alcanzar el pleno
sentido de su accin, el narrador es quien capta la historia, aunque la
imprevisibilidad de la accin sigue abierta en los procesos educativos a travs del
relato de vida. As, pues es probable que lo educativo est todo aparentemente
15
Afirma Derrida y por eso soy heredero: el otro est antes de m frente a m y yo frente a l, debindole
obediencia e incapaz de intercambio alguno (aunque sea una mirada) con l (1998:152)
16
Los procesos que dan lugar a la experiencia expresan el contenido y distincin con lo pedaggico.
17
Es necesario sealar que cada ser contiene en s mismo un espacio pblico y uno privado, Marleu Ponti
habla por ejemplo de la dualidad mente y cuerpo; Paul Ricoeur (1990) hace una distincin entre la persona (el
cuerpo o lo que ocupa un espacio-temporal) y el individuo (el sujeto de la enunciacin); Derrida (1995) habla
de la presencia real y la presencia en la representacin. En fin hay varias posiciones que podramos
mencionar, sin embargo, tomo una posicin desde la referencia espacial de que habla Derrida en el sentido del
adentro como conciencia y el sentido del afuera, como la representacin de una presencia en el mundo y como
la referencia espacial.
Derrida (1995) nos indica que el lenguaje est plagado de signos, el significado es una expresin del signo
de lo que quiere decir, la significacin es una presencia de la representacin y presencia de la experiencia y el
significante es la imagen acstica en el discurso, la experiencia trascendental.
19
La humana condicin es entendida desde un referente que parte de Sartre (1975) como una forma de
comprensin en donde el ser humano no es nada ms su proyecto, es ir ms all del quietismo con una moral
de accin y de compromiso de estar en el mundo, de estar all en el trabajo, de estar all en medio de los otros
casa donde se mira uno, nuestra propia morada porque somos alteridad en la
habitacin del otro en esa ciudad refugio que es relato y lectura de esos relatos, a
un tiempo que son acuerdos con la escritura de una realidad que est ah y la
palabra como artificio que parcialmente traducimos de una verdad desprovista de
alegato. As, existe el mirar del traductor que corre el riesgo de una necesidad
irresistible de impregnar su propia voz, pues entra en una especie de infierno que
tom por sustituto la experiencia y la comprensin fecunda plagada de
subjetividad.
Por ello, ser-formador-de-formadores tiene una mayor implicacin en cuanto a la
responsabilidad y la corresponsabilidad solidaria, una irreductible singularidad de
la tarea de educar-nos en la que la exterioridad de la experiencia se apresa en el
recuerdo de lo que hemos experimentado directamente y podemos deconstruir a
travs de crnicas de sentido en la escritura de las historias en que somos fundados
en la capacidad de recordar. No es un punto fijado en la superficie educativa, es un
punto cuya direccionalidad esta cercanamente en el recuerdo de lo eternamente
presente, se avivan los discursos de la escritura de lo educativo comunicando una
pluralidad de subjetividades cambiantes. Puedo afirmar que s existe posibilidad en
la traduccin de la realidad de los procesos educativos bajo un compromiso
profesional en quienes ejercemos la pedagoga y es algo ms que comprobar o
describir esa realidad, es un duro deseo de durar y permanecer en la escritura, es
producir y fabricar el sentido de pertenecer, de apostar, de hacer memoria y ser
capaces de dar cuenta del juicio de la historia, pues se incide en ella. Esta
incidencia son formas de intervencin y, al mismo tiempo, intervenciones que nos
han intervenido para formar parte, tomar partido y pertenecer a nuestra profesin.
Tal vez, haya que mirar en este ngulo en la superficie de inscripcin 20 en lo
invisible y lo indecible y los lmites de la apropiacin de los espacios y tiempos de
educar, para hacer una pausa que permita reconocer en esa gran superficie un
y de ser all mortal, entonces entendido as el proyecto no es definido sino re-encontrado en el compromiso
libre y comprensible en el tiempo y espacio. Esta concepcin se encuentra en contraposicin con la condicin
humana que le fija lmites y es determinista.
20
El momento de inscripcin es indispensable, pues ah la incorporacin escrita deja una marca en el cuerpo,
una huella que va ms all de la presencia y de la consciencia, trabaja en el inconsciente, ms nos remite a una
rememoracin consciente.
Aunque este anlisis es muy estrecho en lo que quiere expresar y apresar de lo ilegible de lo pedaggico,
trato de poner cierta atencin en la complejidad de nuestro tiempo porque los procesos educativos se
configuran ah y circulan nuevos rostros y miradas de lo que es nuestro quehacer, sin embargo, la singularidad
de nuestra intervencin profesional requiere construir nuevas categoras de anlisis de lo que se escribe en el
texto de lo educativo, su escritura nos da indicios y rastros de una tradicin estrujada y maltratada con una
idea de la historia discontinua, esa hendidura en el tiempo es una suerte de separacin entre pasado y presente.
Los pases latinoamericanos que vivimos la ilusin y la exclusin al desarrollo, tenemos que pensar nuevos
escenarios en donde podamos incorporarnos de manera alternativa al contexto presente y no hay posibilidad si
no leemos con atencin lo que se escribe en el texto de la experiencia y la memoria colectiva de nuestras
naciones. Tenemos que aprender del pasado e innovar en nuestro presente. Por tal motivo, nosotros como
educadores tenemos que acompaar a los sujetos en su formacin y no abandonarlos en el proceso, la
sociedad se ha encargado de fabricar su Frankestein y ya lo abandono. Ese sujeto abandonado requiere que le
devuelvan lo que le ha sido despojado, no vamos a encontrar en libros, la internet, aos de estudio en la
universidad o recetarios la frmula para brindarle alternativas. La mejor alternativa nace de lo que nos dice el
sujeto que vive lo procesos educativos. Con esto quiero decir que no nos centramos en transformar sujetos,
sino en leer los procesos que producen los sujetos y buscar formas de interpelacin mediante el acto
pedaggico que generen formas de identificacin en los sujetos y, por s mismos puedan ser capaces de ser
sujetos de decisin para transformar al mismo tiempo sus propias formas de pensar-se en el mundo.
22
La importancia del lenguaje reside en el hecho de que es por medio de l que nombramos la experiencia y
que actuamos como consecuencia de las maneras en que interpretamos o malinterpretamos esa experiencia.
Esto es importante no slo para los investigadores que intentan entender el proceso de la educacin sino
tambin para los estudiantes que intentan analizar crticamente su experiencia cotidiana. La lucha por la
manera de nombrar y transformar la experiencia es uno de los temas cruciales que la pedagoga crtica y de
la lucha por el cambio social.(McLaren, 1998)
23
Aludo al texto como todo aquello que puede leerse, es decir, no es slo algo impreso en papel, es lo que est
impreso en la realidad y contiene escritos de marcas y huellas de lo cultural.
Por ilegible entiendo aqu, en particular, lo que no se da como un sentido que debe ser descifrado a travs de
una escritura. En general, se piensa que leer es descifrar, y que descifrar es atravesar las marcas o
significantes en direccin hacia el sentido o hacia un significado. As, lo ilegible no se da como un sentido
que debe ser descifrado a travs de una escritura, se experimenta en el lmite de todo texto y su lectura, ah se
experimenta que el sentido no es accesible, que no hay un sentido escondido detrs de los signos y, al mismo
tiempo, se experimenta una cierta ilegibilidad.
25
El trmino texto es definido por Julia Kristeva (1974) como aquel que va ms all del discurso, debido a
que es construido gracias a la lengua pero no se puede reducir a sus categoras. Esta nocin de texto permite la
comprensin del sujeto en otras dimensiones que no obedecen necesariamente a 'lo dicho' en forma escrita u
oral, como por ejemplo, el despliegue de sus prcticas cotidianas. Un sujeto despliega durante su vida
mltiples prcticas inscritas en lo social, segn sea su rol social, su profesin, su inclinacin ideolgica, en
fin. Por lo que, es menester sealar que cada texto o prctica desplegada est constituida por otros textos que
adquieren sentido en la medida en que se interrelacionan los unos con los otros, debido a que constituyen una
red de significaciones; este fenmeno lo denomina Kristeva (1978) como intertextualidad.
26
Volviendo a Derrida (1986), l nos menciona dos niveles de resistencia. Hay una resistencia que se puede
someter al anlisis; por ejemplo, cierta tradicin universitaria, o cierto funcionamiento social o cierta
ideologa pueden hacerse resistentes a tal o a cual, e incluso tratar de concretarse en un texto; ste sera un
anlisis clsico de resistencia en sentido sociolgico o incluso en sentido psicoanaltico. Pero existe otra,
cabra decir, necesidad de resistencia inevitable: leer es tambin resistir. La experiencia de la lectura, incluso
si no obedece a la resistencia de la que he hablado, reactiva, negativa, la relacin con un texto que supone la
lectura, deca, debe, por una parte, operarse en la resistencia, y adems hacer la prueba del hecho de que el
texto resiste. Existe la resistencia de un texto; y se puede resistir a la resistencia.
sabemos con certeza qu es, ms se convierte en promesa de algo-que-hay-quedescifrar desde la lgica espectral de lo educativo.
De acuerdo a lo anterior planteado, la pedagoga interviene discursiva y
argumentativamente al configurar un ideal educativo o un proyecto particular, de
ese modo, lo pedaggico se gesta en el encuentro de lo metafrico, lo simblico y lo
subjetivo de la configuracin de lo educativo. Lo metafrico se desplaza en el
habitar, circular y trasladarse, hacerse o dejarse trasladar (Derrida1966:35). Lo
pedaggico nos permite a travs del lenguaje: 1) la interpelacin dada por la
intervencin al intercambiar, a manera de vehculo, algo que se intenta comunicar
y se traslada en lo que expresa un discurso que desplaza significados y significantes
que funcionan en la exterioridad de la escritura, a partir de la cual se ha de
interpretar el tejido de signos que circulan y desplazan en el texto. 2) En la
interpretacin de lo pedaggico y la traduccin de lo educativo nos convertimos en
escritor-es que creamos y nos servimos de metforas cuyas
funciones sern
En acuerdo con Rosa Nidia Buenfil Burgos, lo que concierne especficamente a un proceso educativo
consiste en que a partir de un prctica de interpelacin, el agente se constituya como un sujeto de educacin
activo incorporando de dicha interpelacin algn nuevo contenido valorativo, conductual, conceptual, que
modifique su prctica cotidiana en trminos de una transformacin radical o en trminos de una reafirmacin
ms fundamentada. (1983:118)
la escritura como una forma de portavoz que puede ser sustrada a la interpretacin
de una singularidad a partir de la cual se abre un mundo, pero precisamente
indecible y que de modo inmediato se resiste a la escritura en una suerte de
contingencia histrica donde circulan los signos del sistema del orse-hablar a
travs del lenguaje. Al mismo tiempo, es evocar, de algn modo, un significado que
no le es inherente y que nos ha de remitir al sentido de lo posible en la fragilidad de
la accin fundada en el recuerdo organizado de la narracin y el relato, cuestin
que nos lleva a pensar en las operaciones lgicas maestras que comparten
escenarios con el lenguaje, las palabras,
La imaginacin aqu es vista como un campo visual en la lectura de lo posible y dar, a su vez, posibilidad de
resistencia a la forma de presencia en el sentido del acto de vivir.
30
Dar vida a algo corresponde al ejercicio de lo que desborda el pensamiento y que slo el sujeto capaz de
abstraer la realidad puede realizar al incorporar a imgenes, abstracciones, representaciones y ms, para darles
vida al re-crearlas e incorporar otros elementos que les darn sentido a travs del lenguaje y relaciones
conceptuales conectadas entre s para representar el mundo.
31
De acuerdo a Remedi: podemos entender a simblico como una funcin compleja y latente que abarca a
toda la actividad humana; incluye una parte consciente y otra inconsciente, y adhiere a la funcin del lenguaje
y, ms especialmente, del significante. Recordemos que para Lacan, lo inconsciente est estructurado como
un lenguaje, destacando el papel determinante de lo simblico. Lo simblico subvertido por el lenguaje,
determina las formas del lazo social (2007:231-232)
32
En palabras de Rosa Nidia Buenfil Burgos. El carcter discursivo de los objetos (y procesos) no niega su
existencia fsica, sino que es condicin de inteligibilidad (significacin) de dichos objetos y de la emergencia
de nuevas significaciones y su institucin. (2006)
Para Derrida: todo sucede, entonces, como si lo que se llama lenguaje no hubiera podido ser en su origen y
en su fin sino un momento, un modo esencial pero determinado, un fenmeno, un aspecto, una especie de
escritura, y slo hubiera tenido xito en hacerlo olvidar, haciendo una cosa por otra, en el curso de una
aventura: como esta aventura misma. Una aventura al fin de cuentas bastante breve (1986)
Pues, sera un error pensar que pueda ser posible esa transmisin
lo pedaggico est sometido a una cierta huella que antecede a todo pacto y a todo
contrato social porque orientar a los sujetos a las situaciones de cambio nos exige
un cambio en la percepcin de la intervencin pedaggica 39. La pedagoga al
centrarse en lo educativo nos merece no olvidar el imperativo tico, pues la
corresponsabilidad solidaria descansa en la justicia donde lo injusto y el deber, el
recuerdo y la memoria, el olvido y el dao, la presencia y la ausencia son relatos
que no son marginales a la lectura del texto y su escritura, nos sirven para construir
prospectiva para gestionar alternativas democrticas de mayor inclusividad.
Entonces, hacer pedagoga es configurar microcosmos en el acto de educar para
que el ser humano mire a los ojos, a los corazones y toque puertas y abra ventanas
para desaprender de lo ya corrompido con humildad sin dar la espalda al otro y
romper la cadena del nuevo colonialismo para promover el buen vivir con
felicidad, en la diferencia y la distincin profesada de fe en el acontecimiento, en el
tener-lugar, al llegar, al tener lugar, al ocupar un lugar como horizonte de
anticipacin, de posibilidad ante la imposibilidad educativa, con hospitalidad entre
el afuera y adentro de la responsabilidad y compromiso en la profesin de fe que
profesamos. Puesto que la pedagoga es ms que un modo de vida. Decir que es un
modo de vida es el primer paso de ejercer la disposicin al cambio en el mundo
de vida, por tanto, el segundo es un hacer en el mundo de vida, el tercero es un
modo de ver al mundo de vida y el ltimo, y ms importante, es un modo de
insertarse al mundo de vida.
Reflexiones finales
La pedagoga y el pedagogo, entonces deben trabajar en la lectura, traduccin e
interpretacin del relato y narracin de los procesos educativos y la voluntad de los
educadores debe centrarse en la huella y la marca cultural no slo para recordar
sino para transformar lo que nos concierne, de otra forma ser puro silencio.
39
La intervencin pedaggica la describir como una fuerza productora, orientadora y articuladora en el lugar
de la imaginacin, de la utopa y de la innovacin para interpelar a los sujetos en condiciones de cambio hacia
modos distintos de dar significacin y sentido en la forma de hacer sus elecciones y tomar sus decisiones
como corresponsabilidad solidaria y social en los procesos de dar-recibir-devolver en los procesos de
produccin de trama social.
Bibliografa
DERRIDA, J. (1995).