Sentencia PUCP
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EL DERECHO A LA HERENCIA
A propsito de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la administracin de los
bienes de la Universidad Catlica
Mario Ral Gutirrez Canales
El Tribunal Constitucional ha emitido, con seguridad, una de las sentencias de mayor
repercusin en la sociedad y que, sin duda, coloca nuevamente sobre la agenda jurdica
nacional la necesidad del replanteamiento de sus funciones, sobre todo por el incesante
inters que la sentencia viene generando en el mbito acadmico. En efecto, luego de
una considerable expectativa se public la sentencia recada en el Expediente N 33472009-PA/TC que declar infundado el recurso de agravio constitucional interpuesto por
la Pontificia Universidad Catlica del Per (en adelante PUCP) para la defensa de sus
derechos constitucionales a la propiedad, a la autonoma universitaria y a la
inmutabilidad de los acuerdos (reconocidos en los artculos 2, incisos 14 y 16; 18, 62
y 70 de la Constitucin).
I. ANTECEDENTES DEL CASO
El 6 de marzo de 2007 la PUCP interpuso una demanda de amparo contra don Walter
Arturo Muoz Cho, en su calidad de miembro de la Junta Administradora de la herencia
de don Jos de la Riva Agero y Osma, solicitando que:
-
Artculo publicado en GACETA CONTITUCIONAL, mayo 2010, Tomo 29, Gaceta Jurdica, Lima, p.
101.
Miembro del Estudio Muiz, Ramrez, Prez-Taiman & Olaya. Abogado por la Pontifica Universidad
Catlica del Per, con Maestra en Derecho Constitucional y Derechos Humanos en la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos, Doctorando en Derecho y Ciencia Poltica en la misma casa de estudios,
y Diplomado en Altos Estudios Internacionales y Constitucionales por el Congreso de la Repblica del
Per.
de julio de 1994, retomando una discusin agotada sobre la administracin de los bienes
de la PUCP, constituye una amenaza, contra su derecho constitucional a la
inmutabilidad de los acuerdos. Agrega que el comportamiento del demandado vulnera
su autonoma universitaria, al plantear una agenda en la que incluye la revisin de los
actos de administracin y disposicin de sus bienes.
El emplazado, representante del Arzobispado de Lima, contest la demanda sealando
que el contenido de las comunicaciones epistolares enviadas a la PUCP se sustenta en la
voluntad testamentaria de don Jos de la Riva Agero y Osma, quien estatuy a la Junta
Administradora de sus bienes con carcter perpetuo e insustituible. Refiri que el
acuerdo del 13 de julio de 1994 fue producto de un exceso competencial, porque la
Junta Administradora, a tenor del testamento de 1938, tiene naturaleza indefinida en el
tiempo y a la vez es titular de la administracin exclusiva de los bienes de la
universidad.
II. EL DERECHO A LA PROPIEDAD Y EL DERECHO A LA HERENCIA
2.1 La regulacin constitucional conjunta de los derechos a la propiedad y a la
herencia
De conformidad con el artculo 2 de la Constitucin la propiedad y la herencia han sido
reconocidos en un mismo inciso, situacin que a tenor de la regulacin de los derechos
fundamentales en el plano constitucional, no responde a un simple de criterio
coincidente sino que, como veremos, resulta un aspecto medular en trminos de
vinculacin, pues el derecho de propiedad es una consecuencia natural del ejercicio del
derecho a la herencia.
Ciertamente, si revisamos el artculo 2 de la Constitucin, donde se ubican los derechos
de la persona, podemos advertir que adems de la libertad de trabajo y la legtima
defensa, los dems derechos no se encuentran establecidos con tal autonoma en cuanto
a la concrecin de su redaccin. As, apreciamos que cada inciso regulado contiene ms
de un derecho perfectamente identificado y que dicha tcnica obedece a la
consustancialidad entre los derechos agrupados. Es el caso del derecho a la vida, que se
encuentra ubicado en el mismo inciso de los derechos a la identidad y la integridad
moral, de lo que resulta razonable entender que los ltimos se hallan directamente
vinculados con el primero, siendo de hecho su consecuencia espontnea, pues la vida
para el Derecho no se acaba en la existencia fsica sino que atendiendo a que la vida no
posee un valor puramente individual, sino familiar y social 1, su garanta no se resume
en aspectos biolgicos sino sobre todo en el desarrollo de su personalidad como parte de
una sociedad.
Lo mismo sucede con la regulacin del derecho a la igualdad que es consustancial al
derecho a no ser discriminado, del derecho a solicitar informacin que es condicin del
derecho a recibirla de cualquier entidad pblica, del derecho a la eleccin del lugar de
residencia y su relacin con el derecho a la libertad de trnsito, y as se pueden
enumerar la generalidad de los casos que contempla nuestra Constitucin.
DIEZ-PICAZO, Luis y GUILLN, Antonio, Sistema de Derecho Civil, vol. I, quinta edicin, Tecnos,
Madrid, 1984, p.345.
Adems del carcter subjetivo de los derechos fundamentales, basado en la titularidad de los que lo
pueden exigir, tambin se le reconoce un carcter subjetivo que descansa en el hecho que dichas
prerrogativas fundamentales se erigen hoy como un medio de integracin objetiva del Estado
constitucional, es decir son derechos que representan el sistema de valores y principios concretos de una
sociedad, y por tanto constituyen el componente necesario de la cultura del derecho de todo Estado que se
denomine constitucional. HBERLE, Peter, El concepto de los derechos constitucionales, Problemas
actuales de los derechos fundamentales, ed. Jos Mara Sauca, Madrid, 1993, p. 94.
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AVENDAO VALDEZ, Jorge, El derecho a la propiedad, en: La Constitucin comentada, vol. I, Gaceta
Jurdica, Lima, 2005, p. 173.
formacin jurdica est en las normas que en cada momento la regulan y la aplicacin
que de las mismas se hace, y 2) como derecho subjetivo (plano concreto), que tiene
sustento constitucional directo, cuando la Constitucin ha reconocido, explcita o
implcitamente, un marco de referencia que delimita nominalmente el bien jurdico
susceptible de proteccin. Si bien ambos aspectos son correctos, debemos decir que a
saber del carcter consustancial que tiene el derecho a la propiedad respecto del derecho
a la herencia, no son los nicos criterios que deben ser tomados en cuenta al momento
de decidir sobre la legitimidad del derecho sucesorio concreto.
2.3 El improcedente carcter absoluto del derecho a la herencia
Ahora bien, resulta curioso que el Tribunal Constitucional haya desarrollado los
alcances del derecho a la propiedad desde la perspectiva de sus lmites, no haciendo lo
propio con relacin al derecho a la herencia. Ciertamente, para proscribir el carcter
absoluto del derecho a la propiedad, citando al profesor Jorge Eugenio Castaeda, se
sostiene que La propiedad es hoy un derecho esencialmente relativo; sus limitaciones
son numerosas y profundas (). El Estado interviene tanto en la propiedad que casi se
puede afirmar que es un condmino. La propiedad es funcin social, o sea que ella no
solo concede derechos sino que impone tambin obligaciones. No se permite el abuso
de la propiedad; la cosa deber ser usada racionalmente4.
Dicha cita, que adems ha sido expuesta por la demandante, tiene certeza y fundamento
constitucional, ya que pensar que la propiedad o cualquier derecho fundamental es
absoluto sera negar el Estado de Derecho Constitucional. No obstante, la resea
expuesta en nada contradice que el derecho de propiedad existente en el caso que
comentamos deba ejercerse en su contenido suficiente, en todo caso es preciso indicar
que el inters general o social no puede estar concentrado en la voluntad de un causante
determinado y mucho menos es correcto afirmar que la obligacin que este pueda
imponer tenga carcter absoluto en trminos de prolongacin indeterminada en el
tiempo, pues ello s afectara un inters pblico en abstracto que recae en el resguardo
del principio pro homine5, que aconseja interpretar la regla concerniente a un derecho a
un derecho humano del modo ms favorable para la persona, es decir, para el
destinatario de la proteccin, que legtimamente recae en la persona titular de la
propiedad heredada .
Al mismo tiempo, creemos incongruente que el Tribunal Constitucional, a diferencia del
derecho a la propiedad, no haya examinado los alcances del derecho a la herencia y los
lmites a su ejercicio, interpretando permanentemente a favor de la voluntad literal del
causante sin tomar en cuenta los elementos esenciales de la propiedad en su condicin
de derecho fundamental inmediatamente ligado al derecho sucesorio. Sin duda, su
exgesis, an cuando se apoya en el Derecho Civil, no puede dejar de ser constitucional,
es decir, no puede desatender que la Constitucin es una norma abierta siempre sujeta a
interpretacin desde los principios constitucionales, lo que sin vacilar trasciende a lo
que se estipul textualmente en un testamento. Si se trata de interpretar exclusivamente
la voluntad del causante, el proceso de amparo deriva en plenamente inoficioso.
4
CASTAEDA, Jorge Eugenio, Instituciones del Derecho Civil, Los Derechos Reales, vol. I, segunda
edicin, 1958, pp. 155 y 157.
5
El principio pro homine, ampliamente reconocido por el Tribunal Constitucional, tiene dos vertientes: a)
actuar como directriz de preferencia de interpretaciones y 2) actuar como directriz de preferencia de
normas. PIZA ROCAFORT, Rodolfo y TREJOS, Gerardo, Derecho Internacional de los Derechos
Humanos: la Convencin Americana, Juricentro, San Jos, 1989, p.67.
Desde octubre de 1964, en que se cumplieron los veinte aos desde el fallecimiento del testador, hasta
julio de 1994.
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Esta doctrina ha dado respuesta a diversos problemas desde una perspectiva concreta, por ello no es
extrao que para alcanzar un objetivo similar se hayan empleado diversas frases que resumen su
identificacin: "Quod semel placuit, amplius displicere non potest", "Patere legem quam ipse fecisti",
"Non est tolerabilis ignorantia in factum propio", "Nemo licet adversus sua facta venir". MANS
PUIGARNAU, Jaime, Los principios generales del derecho, Bosch, Barcelona, l977, p. 25.
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Sobre la doctrina de los actos propios se afirma que muy contadas reglas poseen una firmeza y aptitud
tal, que evite que algn da puedan ser llamadas a rendir cuentas de su existencia como medios adaptados
para lograr un fin estimado valioso. CARDOZO, Benjamin, Selected Writings, New York, 1947, p. 133
ss.
En esa lnea de ideas se afirma que no existe impugnacin de nulidad en ninguna de sus formas, sino
existe un inters lesionado que reclame proteccin. La anulacin por anulacin no vale. COUTURE,
Eduardo J., Fundamentos del Derecho Procesal Civil, cuarta edicin pstuma, Euros Editores, Buenos
Aires, 2002, p. 397.
Segn se trate de Representacin en el Acto Jurdico (Libro II, arts. 145 a 167 del Cdigo Civil) o de
Fuentes de las Obligaciones, Contrato de Mandato (Libro VII arts. 1790 a 1813 del Cdigo Civil).
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doctrina, situacin que a la fecha se cumple no solo con las mandas y encargos, sino con
la existencia de un Centro de Asesora Pastoral Universitaria, con la participacin de
cinco obispos representantes del Episcopado en su organizacin administrativa, y
sobretodo, con la obligatoriedad de seguir cursos de Teologa en todas las carreras. Por
tanto, el discurso de que la existencia de la Junta Administradora es determinante para
mantener el vnculo religioso15 con la universidad, no parece ser en los hechos la
voluntad de Riva Agero.
5.2 El derecho a la propiedad como lmite al principio de literalidad del testamento
Del mismo modo, en la sentencia se ha destacado que de conformidad con la Ley
Universitaria, los bienes que pertenecen a una herencia, deben ser regidos por lo
expresamente establecido en el propio rgimen sucesorio. En tal sentido, reafirmamos
que una disposicin como esta no puede ser absoluta a favor de la herencia pues como
ya se ha dejado establecido, esta institucin debe ser consecuente con los dems valores,
principios y derechos que la Constitucin rene, dentro de los cuales se encuentra la
propiedad en tanto posee una funcin social.
En cuanto al derecho a la propiedad, sabido es que su contenido esencial comprende sus
atributos naturales: usar, disfrutar, disponer y reivindicar un bien, lo que se garantiza
con el principio de inviolabilidad incluido en el artculo 70 de la Constitucin. De esta
forma, es evidente que la clusula quinta del Testamento de 1938, que deja la
administracin de los bienes a una Junta Administradora, afecta decididamente en la
posibilidad de disponer el destino de dichos bienes, ya que la universidad se encontrara
sujeta a una carga que le impide disponer libremente de su propiedad. Queda entonces
estudiar si dicha limitacin resulta razonable.
Para tal efecto, es oportuno recordar que el principio de razonabilidad exige que la
medida restrictiva se justifique en la necesidad de preservar, proteger y promover un
fin constitucionalmente valioso, en esta perspectiva debe perseguirse garantizar un fin
legitimo y adems de rango constitucional 16. Si esto as, debemos decir
preliminarmente que la preservacin de la voluntad absoluta del causante afecta el
contenido esencial de un derecho constitucional como es la propiedad, pero adems, a
tenor de lo expuesto, ha quedado claro, al menos para el Tribunal Constitucional, que la
voluntad real del testador no es propiamente la administracin de los bienes por parte de
una Junta, sino a partir de este ejercicio, asegurar la vinculacin de la Iglesia Catlica
con la universidad, vinculacin que hasta la actualidad no solo no ha dejado de existir,
sino que en razn de diversas prcticas, se ha fortalecido. En consecuencia, desde un
criterio razonable no es posible afirmar que el derecho de propiedad de la universidad
deba ceder frente a la voluntad del causante, mxime si de la interpretacin
constitucional de los testamentos ambos aspectos no son contradictorios.
Ahora bien, es importante resaltar que la vulneracin a la autonoma universitaria de la
PUCP en el presente caso es considerable, pues tal como lo ha advertido el Magistrado
Eto Cruz en su voto singular, cuando Riva Agero dej en manos de una Junta la
administracin de sus bienes, dos eran las realidades que trasuntaban dicha decisin y
15
Igualmente es importante mencionar que la herencia de don Jos de la Riva-Agero no est vinculada
con la denominacin pontificia de la universidad, pues este ttulo fue otorgado por la Santa Sede en
1942, es decir, dos aos antes del fallecimiento del benefactor.
16
Sentencia del Tribunal Constitucional del Per recada en el Expediente N. 01209-2006-PA/TC
(fundamento jurdico 54).
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que hoy han desaparecido: 1) La Junta deba facilitar el desarrollo de una institucin
universitaria, en ese momento, incipiente, por lo que se estableca para el
sostenimiento de la ltima y 2) Los miembros de la Junta consignados en el
testamento han fallecido, quedando nicamente dos miembros (el Rector de la PUCP y
el representante del Arzobispo de Lima). Naturalmente, esta ltima situacin dificulta el
normal funcionamiento de la universidad, por cuanto un rgano colegiado integrado por
dos miembros predice conflictos que pueden no llegar a resolverse, trabando
seriamente la buena marcha de la institucin universitaria.
En buena cuenta, el cambio en la circunstancias del tiempo, muestra que lo que en un
momento anterior se cre para coadyuvar y asegurar el funcionamiento de la
universidad, hoy es un riesgo de poder complicar su regular desarrollo. Ello, sin duda,
influye en el mbito de la autonoma universitaria de la que es titular la PUCP, y que
como hemos escrito, debi ser analizado desde una perspectiva de razonabilidad,
recurdese que la precisin sobre la autonoma universitaria es su correspondencia con
el sentido general del trmino autonoma introducido por Kant para designar la
independencia de la voluntad de todo deseo u objeto de deseo y su capacidad de
determinarse conforme a una ley propia, que es la de la razn17.
A MODO DE CONCLUSIN
A la luz de las conclusiones arribadas, y de la relevancia de la sentencia del Tribunal
Constitucional, considerando que se ha pronunciado sobre asuntos que se encuentran en
trmite en la va civil, es conveniente evaluar las posibilidades que tiene la PUCP para
recurrir a instancias internacionales, especficamente, si tiene legitimidad para plantear
que la controversia sea conocida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
El artculo 1, inciso 2) de la Convencin Americana de Derechos Humanos ha
depuesto: Para los efectos de esta Convencin, persona es todo ser humano. Sin
embargo, esta disposicin ha sido interpretada por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos en el caso Cantos vs. Argentina18 con un matiz amplio al hacer notar que, en
general, los derechos y las obligaciones atribuidos a las personas morales se resuelven
en derechos y obligaciones de las personas fsicas que las constituyen o que actan en
su nombre o representacin. As, describe que si bien la figura de las personas
jurdicas no ha sido reconocida expresamente por la Convencin Americana, esto no
restringe la posibilidad que bajo determinados supuestos el individuo pueda acudir al
Sistema Interamericano de Proteccin de los Derechos Humanos para hacer valer sus
derechos fundamentales, an cuando los mismos estn cubiertos por una figura o ficcin
jurdica creada por el mismo sistema del Derecho.
Dicha posicin no solo es coherente con otros sistemas modelo como el europeo, donde
el Protocolo N 1 de la Convencin Europea de Derechos Humanos, con sede en
Estrasburgo, si reconoce expresamente la legitimidad de las personas jurdicas, sino que
adems es consecuente con la tendencia jurisprudencial constitucional, tanto extranjera19
17
ABBAGNANO, Nicola, Diccionario de Filosofa, 2da edicin, Fondo de Cultura Econmica, Mxico,
1974, p. 126.
18
Sentencia de la Corte Interamericana del 7 de setiembre de 2001. Al reconocer la legitimidad de las
personas jurdicas se apoya en la jurisprudencia del caso Baruch Ivcher vs. Per.
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Para el caso que nos convoca, es de destacar que el Tribunal Constitucional espaol ha desarrollado
desde un tiempo considerable que las concretas personas jurdicas pueden ser titulares de ciertos derechos
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que se ejercen bajo su organizacin administrativa, incluyendo dos supuestos: 1) un supuesto de la STC
26/87 en relacin con las universidades y la autonoma universitaria y la libertad de enseanza, y 2) un
supuesto que hace la STC 190/1996 en relacin con los medios de comunicacin social, a los que
reconoce la titularidad de libertad de expresin.
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