Introduccion A La Grecia Antigu - Epona PDF
Introduccion A La Grecia Antigu - Epona PDF
Introduccion A La Grecia Antigu - Epona PDF
Biblioteca temtica
INTRODUCCIN
A LA GRECIA
ANTIGUA
El libro de bolsillo
Clsicos de Grecia y Roma
Alianza Editorial
Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra est protegido por la Ley, que establece penas
de prisin y/o multas, adems de las correspondientes indemnizaciones por daos y prejuicios, para
quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren pblicamente en todo o en parte, una obra
literario, artstica o cientfica, o su transformacin, interpretacin o ejecucin artstica fijada en cualquier
tipo de soporte o comunicada a travs de cualquier medio, sin la preceptiva autorizacin.
INTRODUCCIN
12
l. l. Panorama general
l. l. l. Perfil histrico de la edad oscura
13
14
1. HOMEROYLA EDADOSCURA
?e
15
16
Otro de los cambios decisivos de este perodo fue la aparicin del hierro, que comenz a sustituir al bronce como metal
bsico en armas y herramientas de todo tipo. Sin embargo,
tampoco es necesario invocar la idea de invasin para
explicar dicha innovacin. La ruptura momentnea en las
relaciones comerciales con Oriente que provocaron las
destrucciones masivas del 1200 tuvo como consecuencia
inmediata la falta de cobre y estao, los dos metales que eran
necesarios para la elaboracin del bronce. En estas
circunstancias se impuso el tratamiento de un metal que
poda hallarse con cierta facilidad en suelo griego para la
continuidad de las actividades en la metalurgia.
Estos cambios reflejan ms bien, por tanto, la necesidad de
adaptarse a unas condiciones diferentes de las que haban imperado durante el perodo micnico. Los reinos micnicos
aglutinaban a su alrededor una poblacin considerable cuya
vida estaba programada de forma minuciosa en todas sus actividades desde el centro de poder que representaba el palacio
central. Su desaparicin signific la prdida de referencia en
todo tipo de actividades y comportamientos y supuso el comienzo de unos tiempos de incertidumbre e inseguridad a los
que las gentes no estaban habituadas. Grupos dispersos de
poblacin deban comenzar a organizar su vida de nuevo sin
la proteccin que representaban los palacios y sin la gua de
toda la estructura burocrtica que aparece reflejada en los
registros de las tablillas. Ya no se daban tampoco las
condiciones idneas para el cultivo de la tierra de forma
extensiva con ciertas garantas de productividad y eficacia, y,
por tanto, quedaron desiertos considerables espacios de
terreno. Los nuevos lugares de asentamiento no adquiran
carcter definitivo, y algunos de ellos ni siquiera duraron
ocupados ms all de una generacin. Por ello, la mayor
parte de las estructuras arquitectnicas que detecta la
arqueologa son de carcter efmero y transitorio frente a la
monumentalidad de las construcciones del perodo anterior.
La pobreza de los ajuares refleja igualmente el modo de vida
itinerante, motivado por la confusin
17
IS
con el perodo micnico anterior. El historiador ateniense Tucdides apunta a la escasa fertilidad del suelo tico como la razn que disuadi a los invasores y convirti la regin en un lugar de refugio para todos aquellos que huan de los lugares que
haban sido arrasados. Ciertamente, en el terreno arqueolgico se detecta una lnea de continuidad que no permite apreciar
ningn tipo de ruptura que habra alterado el desarrollo de la
vida en esta zona. Todo indica, adems, una cierta preeminencia de Atenas en todos los terrenos. Sus manifestaciones artsticas, sobre todo la cermica desarrollada en Atenas durante la
segunda mitad del siglo xr, son superiores a las de las dems
regiones, que adoptaron incluso sus formas y estilos. Atenas se
convirti tambin en el punto focal de una red de comunicaciones con el exterior, especialmente con las islas del Egeo y
Chipre, que pone de manifiesto la pujanza y la prosperidad de
la comunidad que habitaba por entonces la regin del tica.
Estos contactos con la cuenca del Mediterrneo oriental y la
existencia de una continuidad poltica y socioeconmica fueron la base del renacimiento cultural que se produjo hacia el
ao 900. Un movimiento caracterizado sobre todo por el uso
de un tipo especial de cermica de gran calidad cuya decoracin predominante de carcter geomtrico ha dado nombre a
todo el perodo que se inicia en estos momentos.
La cermica geomtrica no representa sin embargo un fenmeno casual o repentino. Significa la culminacin de un
largo proceso de desarrollo que se haba iniciado con la cermica submicnica y que haba continuado ms tarde con la denominada protogeomtrica. La mayora de las formas de los
vasos se mantiene con algunas ligeras innovaciones de carcter tcnico. Los cambios afectan sobre todo al estilo decorativo
y a la mejor calidad de su factura. El empleo del torno de alfarero, ms rpido, facilit la produccin de formas ms esbeltas y mejor terminadas. Los crculos y semicrculos que predominaban en la decoracin de la fase protogeomtrica fueron
sustituidos por una enorme abundancia de meandros, zizzags, rombos y otros motivos de carcter geomtrico que se
19
disponan en bandas a lo ancho del vaso. Un rasgo fundamental de este nuevo sistema decorativo era el contraste entre el
claro y la sombra. Sin embargo, al lado de estos vasos de decoracin geomtrica exclusiva se desarrollaron otros en cuya decoracin predominaban las figuras de animales como caballos, cabras y ciervos. Los ms evolucionados dieron entrada a
las primeras escenas figurativas con personajes humanos,
aunque fuera de forma estilizada y trazadas a silueta. Por lo
general, el esquema bsico consista en una cabeza de perfil
con un torso frontal de forma triangular del que sobresalan
los brazos y las piernas.
Las piezas ms representativas de todo este perodo son las
grandes nforas procedentes del cementerio ateniense del Dipiln. Todas ellas tienen un tamao monume~t.al que ~n alg~n
caso alcanza hasta 1,75 m. Tenan como func10n servir de mdicadores de las tumbas sobre las que se hallaban situadas. Las
representaciones que se encuentran en sus bandas decorativas
son, por tanto, cortejos fnebres, lamentaciones en torno al
cadver o escenas de batalla y de caza. Se trata en su mayor
parte de escenas tipo que no corresponden a ninguna ~itua
cin real concreta. La mayora de estas nforas fue realizada
por un grupo reducido de artesanos para el consumo de un
crculo tambin reducido de familias atenienses. En ellas aparecen reflejados, por tanto, los intereses y las preocupaciones
que afectaban a este grupo social privilegiado de la soci~dad
tica de aquel tiempo. Constituyen de esta forma un testimonio importante para el historiador acerca de la mentalidad e
incluso de las formas de vida de aquella sociedad. Estas nforas guardan tambin, quiz, una cierta relacin con el naciente
culto a los hroes, que ser una de las bases ideolgico-religiosas sobre las que se constituir la polis.
La importancia que Atenas adquiri a lo largo de todo este
perodo se comprueba tambin a travs de la gran dif~sin
que alcanz el estilo geomtrico por el resto de las reg10nes
griegas, especialmente en l~ Arglide, Beocia y ~orinto, que
son las zonas limtrofes al Atica, o en la afluencia de nuevas
,.i::
,i..
).
20
Un tema de debate constante entre los estudiosos de este perodo es la existencia histrica de la guerra de Troya. Este supuesto
conflicto blico habra tenido lugar a finales del perodo micnico o en los inicios de la edad oscura. Existen al respecto diversas opiniones. Algunos sostienen que la guerra se produjo
tal y como aparece reflejada en la leyenda griega dada la confirmacin que aporta el testimonio de la arqueologa. Un segundo grupo de estudiosos se alinea tambin con esta idea de que
la guerra fue un acontecimiento de carcter histrico que resulta perfectamente explicable dentro del marco del imperialismo micnico. Sin embargo, piensa, por el contrario, que es
preciso introducir ciertas matizaciones en el relato legendario
que nos ha legado la tradicin pica, en el que predomina la licencia potica. Es as necesario readaptar la magnificencia del
conflicto que describen los poemas a la realidad arqueolgica
que presenta la colina de Hissarlik. Por fin, otro buen nmero
21
de especialistas parte de la base de las contradicciones evidentes que existen entre la narracin pica y los datos arqueolgicos para reducir el conflicto a una simple razia ocasional en
busca de botn, que fue ms tarde exagerada y magnificada en
tonos heroicos por la epopeya, dada la tendencia habitual de
este gnero a la sobrevaloracin literaria de una simple accin
sin demasiada importancia (vase el caso de Roncesvalles y la
Chanson de Roland).
Ciertamente la pobreza del registro arqueolgico de Hissarlik no contribuye mucho a confirmar la historicidad de la guerra. La ciudad que presuntamente fue el objeto del ataque de la
(Oalicin micnica corresponde al estrato Vlla. Sin embargo
en esos momentos Troya era una ciudad pobre y de reducido
tamao. Se ha calculado que podra haber albergado una po'.:>iacin de tan slo trescientos habitantes, lo que traducido en
(apacidad militar equivaldra a un ejrcito compuesto de ape:ias setenta y cinco individuos. Los famosos restos seos que
se encontraron en las ruinas de la ciudad pertenecan a tan
slo cuatro cadveres, y las huellas de armamento que podran
apuntar a la existencia de un conflicto armado quedan reducidas a una punta de flecha. Un bagaje demasiado escaso y hasta
ridculo para justificar desde el punto de vista arqueolgico
un asedio que se prolong durante diez aos.
Existen por otra parte tres importantes clases de obstculos
que impiden el establecimiento de una estrecha coincidencia
entre el lugar sealado y la amplitud del conflicto tal y como lo
describe la leyenda. En primer lugar obstculos de tipo cronolgico. Los disturbios que se produjeron dentro del propio territorio griego a lo largo de los aos 1250/1240 impedan toda
posibilidad de que se organizara en aquellos momentos una
expedicin militar en toda regla fuera de sus lmites. Esta
posibilidad se habra dado slo en una poca anterior, que
vendra a coincidir con un lapso de tiempo entre el 1400
1300, pero esto nos obligara a retrotraer hacia abajo el estrato
arqueolgico correspondiente de Hissarlik. La Troya del nivel
VI presenta a su vez graves problemas para ser identificada
22
l. Hm.IEROYLAEDADOSCCRA
J 2. PROBLEMAS FL':\DAME\'TALES
23
24
l . HOMEROYLAEDADOSCURA
:. ~ill EMASFUNDAMENTAL ES
25
Uno de los principales problemas de este perodo es determinar las causas concretas que provocaron el derrumbamiento
final de los reinos micnicos. Las viejas propuestas que buscaban una nica causa determinante, bien fuera una invasin
generalizada de pueblos del exterior de la cuenca egea, una catstrofe natural o climtica o un estado de discordia civil, han
dado paso a otro tipo de explicaciones ms complejas que
contemplan la cuestin desde una perspectiva ms global en la
que los diferentes factores intervienen de forma coordinada y
complementaria. El grado de sofisticacin alcanzado por la civilizacin micnica dependa para su correcto funcionamiento de una serie de factores que guardaban una estrecha relacin de dependencia mutua. Nos referimos a factores como la
agricultura y el mantenimiento del nivel de produccin de alimentos, la metalurgia y la obtencin de las materias primas
adecuadas, la especializacin artesanal y el consumo de una
elite en estrecha dependencia del mantenimiento de las rutas
y circuitos comerciales con Oriente, el nivel de poblacin y el
tamao de los asentamientos e incluso el conjunto de creencias religiosas asociado al mantenimiento de una estructura
jerrquica determinada dentro de la escala socioeconmica.
La buena marcha del sistema requera la interrelacin constante y armoniosa entre sus diferentes elementos, as como su
adecuacin a las condiciones del medio ambiente. Cualquier
fallo o imprevisto que supusiera un cierto desequilibrio acarreara sin duda una serie de reacciones en cadena que iran
incidiendo de forma negativa en el resto de los factores. Un desastre natural, por ejemplo, por limitadas que fueran sus consecuencias inmediatas, creara las condiciones adecuadas para
el aumento de la tensin en diferentes campos y el posible estallido de la violencia generalizada. El descontento creciente de
la poblacin ante un problema de desabastecimiento en el suministro de alimentos provocara sin duda conflictos de orden
interno en cada uno de los reinos. Esta situacin de inestabili-
26
l. HOMERO Y LAEDADOSCURA
Uno de los fenmenos sobresalientes de este perodo es el poblamiento de las costas occidentales de Asia Menor por griegos que procedan de la pennsula helnica. De h echo, en esta
zona sera donde, ms tarde, tendra lugar el renacimiento
griego de los siglos vm y VII y floreceran las primeras comunidades griegas de cierta importancia. La tradicin legendaria
nos habla de un movimiento colonizador que tuvo su punto de
partida en Atenas y en el que tomaron parte gentes provenientes de todos los rincones del mundo micnico, entonces ya en
proceso de desaparicin. El testimonio de la arqueologa
apunta a una fecha cercana al ao 1000 como la poca ms
adecuada para que este movimiento hubiera tenido lugar. As,
una gran parte de la costa minorasitica ha producido hallazgos de cermica de tipo protogeomtrico, datable en el siglo x.
. OSLEMASFUNDAMENTALES
27
El territorio, desde luego, reuna todas las condiciones ade:uadas para que surgiera de modo natural la tpica forma de
ida griega: grandes valles de tierra cultivable, encajonados
entre montaas, que iban a parar al mar siguiendo el curso de
ros como el Castro, el Caico y el Meandro. La costa presentaba adems buenos fondeaderos que podan servir como puertos y ofreca adems islotes y pequeas pennsulas que resultaban muy adecuadas como proteccin y defensa. La regin
no se hallaba adems muy poblada en aquellos tiempos y no
exista ningn poder poltico organizado que pudiera obstaculizar el establecimiento de los griegos. Para colmo, algunos
de estos lugares, como Mileto, ya haban sido antes visitados,
si es que no habitados de forma regular, por cretenses y micnicos. No eran por tanto regiones desconocidas u hostiles, y
resulta fcil imaginar las razones que pudieron conducir hacia
ellas a un conjunto de gentes procedentes del continente en
unos momentos en los que la situacin all no les ofreca muy
buenas perspectivas de futuro.
La mayora de los establecimientos no fueron otra cosa que
aldeas de reducidas dimensiones instaladas en las pequeas
pennsulas que sobresalan de la costa. Un muro defensivo circundaba un conjunto heterogneo de construcciones que se
amontonaban unas contra otras sin ningn orden regular. Un
ejemplo de este tipo de comunidades es Esmirna, cuyo emplazamiento arcaico ha sido muy bien excavado.
Sobre la relacin de estos primeros griegos con los habitan~es indgenas de la zona contamos con el dudoso testimonio de
una serie de leyendas que han sido transmitidas por historiadores de poca tarda. Posiblemente reflejan, aunque de forma
.:iertamente difusa y distorsionada, un eco de la realidad histrica de aquellos primeros momentos. ste podra ser el caso
de la ancdota que refiere Herdoto sobre Mileto, cuyas muje:-es haban establecido el acuerdo tcito de no llamar por su
;'IOmbre a sus maridos ni sentarse nunca a comer en la mesa
.:on ellos. Como motivo de esta decisin tan singular se apun:a el hecho de que los griegos dieron muerte a sus padres, her-
28
_;;. i't:ENTES
29
e ;ocio y el dorio sucesivamente. Sin embargo, el valor hist- -- de esta clase de criterios se reduce de forma considerable
::o contar con documentos contemporneos. Sirven, no
- ;:ante, para establecer criterios de cronologa relativa en la
::_acin respectiva de unos grupos sobre otros, aunque no
-.: s pueden proporcionar datos concretos sobre la historia de
er..as gentes.
::.a arqueologa, en cambio, puede proporcionarnos noti.-..:.;; sobre la civilizacin material o el tamao y duracin
:.::: los asentamientos, pero tampoco nos revela el contenido de
s acontecimientos que tuvieron lugar ni nos aporta ninguna
-=sobre cuestiones tan importantes como el desarrollo pol:::c.:o de estas comunidades nacientes o sobre las fuerzas espiri::ales que all se pusieron en marcha. Un perodo por tanto di::..:il y oscuro del que apenas podemos ms que vislumbrar sus
?~rfiles externos y ms generales.
:nicnicos, desde finales del 1200 hasta los inicios del siglo IX
a.C., casi cuatrocientos aos, resulta especialmente difcil para
el historiador por la exasperante escasez de fuentes de informacin. La ausencia total de textos escritos y la manifiesta pobreza de los restos materiales han conducido a algunos estudiosos a denominar a este largo perodo edad oscura. La
brusca desaparicin de las estructuras organizativas de los reinos micnicos origin un vaco de poder que se dej sentir en
todos los terrenos, y una de sus muchas consecuencias fue sin
duda la prdida del sistema de escritura. Durante la poca micnica, la escritura haba sido patrimonio de una reducida clase de expertos escribas cuya misin era consignar los movi-
30
l. HO:-.iEROYLAEDADOSCCRA
31
:_;sFUENTES
::o s, para que la publicacin de sus resultados permita obte::e:- la informacin suficiente sobre las condiciones mater ia-~5 v las caractersticas de los hombres de aquel perodo. Sin
~:nbargo, la gran dispersin de los emplazamientos excava:.os y la pobreza de los hallazgos materiales no han contribui:.o mucho a nuestro conocimiento, siquiera relativo, de toda
:sta poca. La arquitectura en piedra desapareci casi por
: ompleto y, por tanto, no han quedado restos de edificacio::es importantes. Las artes figurativas presentan una gran
.?.usteridad decorativa. El patrimonio iconogrfico se reduce
.?. motivos lineales y geomtricos dentro de un repertorio ar ~tico muy limitado del que la figura humana ha desaparecido por completo. Si, como suele decirse, una imagen vale ms
que mil palabras, las que nos ofrecen los objetos artsticos de
'.a edad oscura no nos permiten ir muy lejos por el carcter
excesivamente esquemtico y redundante de sus imgenes.
Existen, sin embargo, algunas excepciones dentro de este
desolador panorama. Algunos lugares presentan una estratificacin continuada desde el final del mundo micnico hasta
el siglo vm a.C. y han sido objeto de una cuidada excavacin.
Es el caso de LEFKANDI, en la isla de Eubea, donde se han encontrado los restos de una comunidad comparativamente amplia e in usualmente prspera para el nivel general atestiguado
en este perodo. Uno de los hallazgos ms destacados es un
edificio largo, rematado con un bside final, que constituye
uno de los primeros ejemplos de heroon (santuario en honor
de un hroe), levantado en honor de un guerrero que fue enterrado all con su consorte y sus caballos siguiendo un tipo de
ritual funerario que se asemeja de forma sorprendente al que
aparece descrito en los poemas homricos.
han aparec~do
tambin algunos de los primeros bienes de lu10 que fueron unportados desde Oriente. La prospe~cin arqueolgica ha c~n
tribuido tambin a aumentar considerablemente nuestras mformaciones sobre regiones mal conocidas del mundo griego
como Mesenia, donde se aprecia ya una cier ta divisin de la
poblacin en pequeos emplazamientos. Dentro de este terre-
A?
32
33
nos individuos destacados adquirieron protagonismo y se lle1.-aron a cabo determinadas realizaciones culturales. Todo ello
::ia quedado, sin embargo, sumergido casi por completo en el
olvido y la oscuridad de unos tiempos remotos a causa de la
desesperante falta de testimonios. La historia prosigui su
curso implacable, pero nosotros no tenemos, hoy por hoy, ma:::iera alguna de recuperarla.
34
35
-~
<""
' ..\
J.:
36
l. HOMEROYLAEDADOSCL:RA
37
38
l.
HO~IERO Y LA
EDAD OSCL"R-\
39
40
41
42
l. HO.\-IEROYL..\.EDADOSCL:RA
43
co.n.todos sus condicionantes y limitaciones, los poemas homencos nos permiten percibir un tipo de realidad histrica
que va ms all de la referencia especfica a determinados
acontecimientos o del reflejo puntual de ciertas instituciones.
En la Ilada ha quedado reflejado todo un cdigo de valores
heroicos, punto central de toda la tica aristocrtica que estuvo vigente a lo largo de toda la poca arcaica y durante buena
part~ d~ los ~erodos posteriores. De acuerdo con este cdigo,
el Objetivo vital era la consecucin de la aret (la excelencia en
todos los terrenos, que implicaba la superioridad sobre los dems), y se conceda la mxima importancia a la doxa (la opinin social), que se derivaba del continuo ejercicio y exhibicin de estas cualidades. Esta tica de carcter esencialmente
aristocrtico imperaba de forma clara en todas las manifestaciones vitales, desde la demostracin del valor supremo en el
momento del combate, que llevaba a preferir la muerte a la
deshonra que significaba la derrota, hasta escenarios ms ldicos pero no menos fundamentales en la escala de valores
como era la prctica de las competiciones deportivas. Esta
mentalidad de carcter esencialmente agonstico (competitivo), que ser la caracterstica definitoria de toda la cultura
griega y marcar especialmente el modo de vida y comporta~iento ~e sus elites, se encuentra expresada a modo de paradigma ejemplar en los poemas homricos.
La Odisea, por su parte, nos permite vislumbrar el conjunto de experiencias, emociones y actitudes mentales que caracterizaron los ltimos tiempos de la denominada poca oscura y los primeros momentos de edad arcaica. El comienzo, o
el reinicio en algunos casos, de las navegaciones a ultramar
con ~~es comer~iales o simplemente en busca de mejores
cond1c1ones de vida puso a los griegos en contacto con nuevos horizontes geogrficos y pueblos desconocidos que contribuyeron, sin duda, a estimular la imaginacin y que suscitaron entre sus protagonistas directos una serie de tensiones,
44
1. HOYlEROYLAEDADOSCl.RA
45
a) La edad oscura
SNODGRASS, A.M.: The Dark Age ofGreece, Edimburgo, 1971.
DESBOROUGH, v. R. d' A.: The Greek Dark Ages, Londres, 1972.
ScHNAPP, A.: Les siecles obscurs de la Grece, Annales HSC, 29,
1974, 1465-1474.
POURSAT, J. C.: La Grece prclassique. Des origines ala fin du VI siecle, Nouvelle histoire del' Antiquit, Seuil, Pars, 1995.
b) El perodo geomtrico
COLDSTREAM, J. N.: Geometric Greece, Methuen, Londres, 1977.
DREWS, R.: Basileus. The Evidence for Kingship in Geometric Greece, New Haven-Londres, 1983.
LANGDON, S. (ed.): New Light on a DarkAge. Exploring the Culture
ofGeometric Greece, UniversityofMissouri, Columbia, 1997.
e) La guerra de Troya
FINLEY, M. I. y otros: The Trojan Warn, Journal ofHellenic Studies,
84, 1964, 1-20.
FJNLEY, M. l.: Schliemann's Troy. One Hundred Years After, The British Academy, Londres, 1975.
CoINDOZ, M.: Guerre de Troie: realit ou fictiom>, Anatolica, 9,
1982, 77-121.
Wooo, M.: In Search ofthe Trojan War, BBC Books, Londres, 1985.
46
1.
47
EASTON, D.: Has the Trojan War been found?, Antiquity, 59, 1985,
188-196.
BERNABt, A.: Hetitas y Aqueos. Aspectos recientes de una vieja
polmica, Estudios Clsicos, 90, 1986, 123-137.
SANDARS, K.: The Sea Peoples, Ancient Peoples and Places, Londres, 1978.
MuSTI, D. (ed.): La transizione da/ Miceneo ali' alto arcasmo. Da/
palazzo al/a citta, Roma, 1991.
DREWS, R.: The End of the Bronze Age. Changes in Warfare and the
Catastrophe ca. 1200 B.C., Princeton, 1993.
e) La migracin jonia
W ILL, E.: Doriens et ioniens. Essai sur la valeur du critere ethnique
appliqu a l'tude de l'histoire et la civilisation grecques, Pars,
1956.
SAKELLARIOU, M. B.: La migrationgrecque en lonie, Atenas, 1958.