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INTRODUCCIN A LA GRECIA ANTIGUA

Biblioteca temtica

F. JAVIER GMEZ ESPELOSN

INTRODUCCIN
A LA GRECIA
ANTIGUA

El libro de bolsillo
Clsicos de Grecia y Roma
Alianza Editorial

Diseo de la cubierta: Alianza Editorial


Proyecto de coleccin: Rafael Saudo
Ilustracin: Rafael Saudo

Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra est protegido por la Ley, que establece penas
de prisin y/o multas, adems de las correspondientes indemnizaciones por daos y prejuicios, para
quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren pblicamente en todo o en parte, una obra
literario, artstica o cientfica, o su transformacin, interpretacin o ejecucin artstica fijada en cualquier
tipo de soporte o comunicada a travs de cualquier medio, sin la preceptiva autorizacin.

Francisco Javier Gmez Espelosn, 1998


Alianza Editorial, S. A., Madrid, 1998
Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 15;
28027 Madrid; telfono 91 393 88 88
ISBN: 84-206-3653-3
Depsito legal: M. 32.766-1998
Compuesto e impreso en Fernndez Ciudad, S. L.
Catalina Surez, 19. 28007 Madrid
Printed in Spain

INTRODUCCIN

Grecia siempre ha constituido un punto de referencia ineludible a lo largo de los


tiempos. Desde los romanos hasta nuestros das los griegos han sido la pauta ejemplar
casi insustituible que ha modelado las ideas, las tendencias y las actitudes de una parte
considerable de nuestra cultura occidental. Su civilizacin ha suscitado entusiasmos de
todas las clases y ha despertado admiracin y asombro por los logros conseguidos en
casi todos los terrenos. Su proyeccin en la vida pblica se ha dejado sentir con fuerza a
travs de la presencia casi constante en los programas educativos de liceos y
universidades, de la imitacin incesante de los temas clsicos en la literatura, de la
msica y el arte o de la propia apariencia exterior de los edificios y monumentos ms
significativos. En el curso de la historia ha habido ciertamente variaciones importantes
en la percepcin de este modelo. En algunos momentos se ha prestado particular
atencin a aspectos muy determinados en detrimento de otros que, aunque no era menos
importantes, desentonan quiz con el gusto de los tiempos. En otras ocasiones se han
iluminado algunos periodos de la historia griega dejando otros no menos decisivos
sumidos en la ms completa oscuridad.
Este indiscutible predominio ha tenido, sin embargo, tambin sus desventajas. Se han
creado falsos modelos clasicistas, como las radiantes estatuas de mrmol que nunca
poblaron como tales las goras y santuarios de la Grecia antigua sino pintadas de
extravagantes y chillones colores que todava hoy provocan la extraeza y perplejidad
de los espectadores modernos. Se han establecido tambin ideales puristas, como el de

la democrtica e ilustrada Atenas de la poca de Pericles, que prescindan casi por


completo de las circunstancias histricas que lo condicionaron. El gran Historiador
Alemn Jacob Burckhardt ya dijo en su da que ninguna persona pacfica y prudente
habra deseado vivir en dicho periodo, expresando as la necesidad de un asptico
distanciamiento histrico. Tampoco el modelo de racionalidad perfecta que fue alabado
hasta la saciedad por los filsofos de la ilustracin se ha mantenido en estado puro. La
pervivencia del mito como forma de percibir el mundo en los llamados primeros
filsofos, la dificultad de establecer lneas ntidas de separacin entre el mito y la
historia o la alarmante presencia de elementos irracionales en la mentalidad griega, tal y
como seal en su da el estudioso ingls Dodds en un magistral estudio, han
contribuido a empear un tanto la ptina brillante de aquel lustroso ideal que
encamin, en falso, los pasos de tantos pensadores modernos.
Se han cometido, sin duda, algunos desvaros que han tergiversado de manera
importante la verdadera imagen de la Grecia antigua. El atvico deseo de encontrar
modelos de perfeccin que puedan constituir una gua segura en a trayectoria vital del
ser humano ha sido en buena parte el responsable de estas alteraciones. Otras veces el
mero desconocimiento o la ignorancia consciente han alimentado tambin la formacin
esta imagen distorsionada. Sin embargo no parece conveniente dejarse arrastrar por la
peligrosa pendiente de una desmitificacin radical que acabe situando a los griegos a la
altura de otras menos boato y espectacularidad. La civilizacin griega nos guste o no, no
es equiparable en sus logros e influencia a la cultura de los esquimales o de la los
bosquimanos del sur de frica, como, de forma exagerada se pretenda afirmar en un
cierto relativismo histrico que apadrin entre otros el insigne intelectual francs Andr
Malraux. Existen razones de carcter histrico, algunas de ellas aludidas de forma
sumaria ms arriba, que avalan su proposicin destacada dentro de la cultura occidental.
Pero a stas se suman tambin otras, quizs de carcter ms subjetivo y menos
mesurable como el mayor o menor atractivo que sus realizaciones despiertan entre el
pblico. Resulta abrumadora la comparacin entre las abarrotadas salas de los grandes
museos que albergan las obras maestras del arte griego con los amplios espacios vacos
de las secciones etnogrficas de las mismas instituciones dedicadas a las culturas ms
exticas o la dispar afluencia de visitantes que registran las exposiciones de temas
clsicos frente a aquellas otras que ofrecen otras culturas histricamente no menos
importantes como la maya o la china.
Esta situacin de privilegio no debe ofuscarnos, sin embargo a la hora de intentar
reconstruir con unas mnimas garantas la fiabilidad histrica la autntica imagen de de
la Grecia antigua. Una tarea que por cierto, no est exenta, ni mucho menos, de enormes
dificultades. Las fuentes de informacin, que sern estudiadas en detalle en cada uno de
los captulos respectivos, han sufrido prdidas considerables. Tan slo conservamos un
20% del total, y la mayora de ellas se encuentra en un estado fragmentario. Existe
adems un manifiesto equilibrio que favorece descaradamente a Atenas en detrimento
de otros estados importantes como Corinto, Mgara, Tesalia o las ciudades de Asia
Menor. Nos encontramos, por tanto, altamente condicionados por los prejuicios y
evidente parcialidad con los que los autores atenienses o educados en Atenas, nos
transmiten el relato de los acontecimientos. La imagen del mundo griego que obtenemos
de esta forma resulta notoriamente desigual. Si por lo que se refiere a Atenas alcanza en
algunos momentos con cierta nitidez, se va desdibujando paulatinamente segn nos
vamos alejando de sus fronteras hacia otros territorios no menos importantes de la
Hlade.
Por otro lado, existe un abismo casi infranqueable entre la sensibilidad moderna,
heredera incuestionable de los grandes logros alcanzados tras la Revolucin francesa en

la realizacin de los ideales humanos, y algunos aspectos fundamentales del mundo


griego antiguo como la esclavitud, la democracia sustentada en el imperialismo, la
posicin secundaria de la mujer, el abandono a su suerte de los desheredados, la
preeminencia de las guerras y su carcter casi ritual, el espritu competitivo llevado
hasta sus extremos, la tica de la venganza, el desprecio del trabajo manual, la actitud
desdeosa hacia los otros pueblos o la presencia dominante de los orculos. Hay
tambin importantes diferencias en cuestiones tan fundamentales como la prctica
imposibilidad de trazar una lnea divisoria entre lo religioso y lo profano, dos mbitos
que se encuentran hoy en da claramente separados uno de otro, o la percepcin de la
naturaleza, condicionada en el caso griego por esta particular sensibilidad religiosa y
por el carcter todava ingenuo de muchas de sus apreciaciones en el mbito natural.
Incluso en aquellos campos, como la democracia o el teatro, en los que nos sentimos
herederos directos de la experiencia griega existen tambin diferencias considerables.
La experiencia poltica particular de un grupo de varones, numricamente reducido,
ejercida de manera directa y con todos los condicionantes sociolgicos de una pequea
comunidad, no resulta fcilmente extrapolable a las democracias actuales de carcter
representativo que funcionan en pases cuya poblacin est distribuida entre grandes
ciudades y que se apoyan en la maquinaria administrativa de un aparato de estado
mucho ms complejo. Tampoco el fenmeno teatral, profundamente imbricado en la
trama poltica, social y religiosa del mundo griego antiguo, tiene en principio mucho
que ver con el moderno espectculo ocasional, reducido casi por completo a sus
dimensiones culturales y destinado a una minora urbana que se rene dentro de un
recinto cerrado.
Ciertamente se trata de un mundo de reducidas dimensiones, con una tecnologa
primitiva y con recursos escasos, y con una capacidad de respuesta a su entorno hostil
que a veces, incluso muy frecuentemente, resultaba excesivamente cruel y agresiva para
los parmetros modernos. Sin embargo, en contraste con la dureza implacable de estas
condiciones, destacan la fuerza y energa de sus realizaciones culturales, que han sabido
perdurar sobre la modas y los siglos. A pesar del difcil equilibrio de luces y sombras y
de todas las diferencias que nos separan de ellos -fue Jones, un estudioso de la tragedia
que calific a este mundo de desesperadamente ajeno-, son tambin numerosos y
prometedores los caminos que, a veces en forma indirecta y un tanto tortuosa nos
conducen de nuevo hacia los antiguos griegos, la curiosidad innata por descubrir y
explicar las cosas, la forma de dar expresin a nuestros sentimientos y emociones ms
profundas, los cnones fundamentales de belleza y sensibilidad, la profundidad tica de
algunos valores, una forma particular de organizar la sociedad, la fascinacin por los
relatos bien construidos y elaborados o el simple gozo extasiado de vivir en un universo
frgil y efmero, plagado de toda clase de sombras e incertidumbres.
Grecia, los griegos son en parte una falacia histrica, pues nunca existi la unidad
poltica bajo este nombre ni conocemos con mnimo detalle a la inmensa mayora de
gentes que poblaron en su da la pennsula helnica y las islas de Egeo. Hablaban una
lengua dividida en dialectos, vivan diseminados en pequeas comunidades a lo largo de
un paisaje spero y duro y se hallaban separados por irreconciliables enfrentamientos.
Pero veneraban a los mismos dioses y sentan como patrimonio comn los hermosos
versos del poeta Homero. Con constituyeron una experiencia histrica singular e
irrepetible que ha sabido perdurar a travs de los vaivenes caprichosos del tiempo
gracias al testimonio imborrable de su arte y su literatura. Un bagaje poderoso y
fascinante al que este libro pretende servir de gua introductoria.
Alcal de Henares, abril 1998

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FCO. JAVIER GMEZ ESPELOSfN

Nota sobre la bibliografa y el origen de algunas citas

l. HOMERO Y LA EDAD OSCURA


A la hora de determinar la ordenacin de la bibliografa fundamental que acompaa a cada captulo, se ha seguido el siguiente criterio: Cuando el tema de que se trata es relativamente uniforme, se ha optado por ordenar cronolgicamente
los diferentes ttulos que aparecen, con el fin de dar mayor relevancia a los ms recientes. En cambio, cuando dentro de un
mismo tema se han considerado varios aspectos se ha preferido agrupar sucesivamente los diferentes ttulos que tratan de
cada uno de ellos por separado.
Para las citas de cierta extensin, me he valido de traducciones ajenas cuyo origen consigno a continuacin: El texto de la
pgina 33 pertenece a la traduccin de la Ilada llevada a cabo
por E. Crespo y publicada en Biblioteca Clsica Gredos. Los
textos de Jenfanes de Colofn (p. 83) y de Safo (p. 84) se han
tomado de la Antologa de la poesa lrica griega (ss. VII-IV
a.C.) de Carlos Garca Gua! (Alianza Editorial, 1980). Los
fragmentos de la Historia de la guerra del Peloponeso de Tucdides citados en las pginas 194- 196 se han extrado de la traduccin de Antonio Guzmn Guerra (Alianza Editorial,
1989). Por ltimo, los versos de la Eneida citados en la pgina
405 pertenecen a la traduccin de la misma hecha por Rafael
Fontn Barreiro y publicada por Alianza Editorial en 1986.

l. l. Panorama general
l. l. l. Perfil histrico de la edad oscura

La denominada edad oscura no fue un perodo uniforme


desde el punto de vista geogrfico ni cronolgico. A la vista del
pobre y heterogneo panorama que nos presenta la arq~eol~
ga, podemos deducir que se caracteriz p~r una gran dive:s1dad regional. Mientras algunas zonas sufneron de lleno el Impacto de la oleada de destrucciones masivas que t~vo lu~ar :n
torno al ao 1200, otras reas continuaron su eXJstenc1a sm
apenas experimentar cambios decisivos. Se puede hablar tambin de diferentes fases dentro de toda esta poca que vendran a coincidir ms o menos con clasificaciones basadas en
los estilos de cermica. Tendramos as:
- En primer lugar un perodo submicnico, que abarcar~a
los tiempos inmediatos que siguieron al ocaso de los reinos micnicos durante la ltima parte del siglo xn y el XI.
- En segundo lugar un perodo protogeomtrico, que en, .
globara la parte final del XI y el x .
- Por ltimo el perodo propiamente geometrzco, que. ocupara el siglo rx y entroncara ya de lleno con el conuenzo
de la poca arcaica.

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14
1. HOMEROYLA EDADOSCURA

El rasgo ms caracterstico de todo este perodo, sobre


todo en sus etapas iniciales, son los movimientos de
poblacin. Estos movimientos procedan en ocasiones del
exterior del mbito egeo, como la debatida llegada de los
dorios al Peloponeso. En otras ocasiones fueron el
resultado de corrientes migratorias internas, como la
famosa migracin jonia a las costas de Asia Menor. Estos
dos acontecimientos son los nicos que aparecen
refrendados por las leyendas de la tradicin posterior en
forma de mitos como el retorno de los Herclidas para el
primer caso o la serie de historias dramticas de fundacin de
las diversas ciudades de Asia Menor para el segundo.
El derrumbamiento de los reinos micnicos tuvo
profundas repercusiones en todos los terrenos. La
desaparicin de estos centros de poder organizados facilit la
penetracin de gentes procedentes de las regiones
montaosas del norte que ya no encontraron serios
obstculos en su camino hacia el sur de la pennsula helnica.
Las causas de esta infiltracin hacia el sur fueron la
superpoblacin n de esas zonas y la presin que ejercan
sobre ellos otras tribus procedentes de regiones situadas
todava ms al norte. Sin embargo, no hay que entender estos
movimientos como una serie de oleadas de invasin masiva
que arrasaban todo lo que hallaban a su paso, tal y como reflejan algunos han dejado su impronta en una forma muy
habitual de hacer historia. Por el contrario, parece que
debemos considerar esta clase de fenmenos como un proceso histrico ms prolongado en el que intervinieron numerosas variantes, que no podemos precisar, y que culmin finalmente con la instalacin definitiva de un grupo de poblacin
diferente sobre el suelo griego.
La famosa invasin doria parece haber sido ms bien
una consecuencia ms de la desaparicin del mundo
micnico que la causa que la provoc. Incluso se ha
llegado a plantear la posibilidad de que los dorios se
encontraran ya en el interior del mundo micnico como
una clase dependiente, que, llegado un momento de
crisis, aprovech la ocasin

?e

1.1 PANORAMA GENERAL

15

para revelarse contra el dominio de los seores micnicos.


John Chadwick, uno de los estudiosos que particip de forma
destacada en el desciframiento de las tablillas en Lineal B, ha
sostenido esta hiptesis basndose en ciertos indicios de
carcter lingstico existentes en estos documentos que
parecen avalar esta suposicin.
Durante esta poca se produjeron una serie de cambios que
afectaron a la vida diaria de las gentes. En primer lugar, la
modificacin aparente de las costumbres funerarias que
supuso la sustitucin del rito de inhumacin existente hasta
entonces por el de la incineracin del cadver. Tambin se
modific la forma de enterramiento, abandonndose la
tumba colectiva en favor de una individual en forma de cista.
Sin embargo, no es preciso acudir a la idea de invasin
procedente del exterior para explicar dichos cambios. La
incineracin puede explicarse como la rehabilitacin de una
costumbre ms antigua que ya haba estado vigente en el
mundo griego con anterioridad al dominio micnico.
Ambos fenmenos se entienden, adems, perfectamente
desde la situacin precaria de los tiempos que siguieron al
colapso de los reinos micnicos. Las estructuras comunitarias
bien
organizadas
haban
dejado
de
existir
momentneamente, y con ellas desapareci tambin la posibilidad de llevar a cabo el esfuerzo colectivo necesario para la
construccin de esas grandes tumbas que caracterizaron el
perodo micnico. Tambin haban desaparecido los grandes
seores que moraban en los palacios y ciudadelas, y, por tanto, ya no era necesaria ni resultaba posible la exhibicin de
prestigio y poder que los grandes tholoi (tumbas monumentales recubiertas de una falsa cpula) representaban. La inutilidad de mantener cementerios estables se explica tambin
perfectamente por la situacin de dispora general, que impulsaba a las gentes a buscar lugares de proteccin y refugio
que ya no podan ofrecerles los sistemas defensivos de los reinos micnicos. La incineracin era una forma rpida de deshacerse del cadver y desde luego mucho menos costosa que
un enterramiento tradicional a la manera antigua.

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1. HOMEROYLA EDAD OSCU RA

Otro de los cambios decisivos de este perodo fue la aparicin del hierro, que comenz a sustituir al bronce como metal
bsico en armas y herramientas de todo tipo. Sin embargo,
tampoco es necesario invocar la idea de invasin para
explicar dicha innovacin. La ruptura momentnea en las
relaciones comerciales con Oriente que provocaron las
destrucciones masivas del 1200 tuvo como consecuencia
inmediata la falta de cobre y estao, los dos metales que eran
necesarios para la elaboracin del bronce. En estas
circunstancias se impuso el tratamiento de un metal que
poda hallarse con cierta facilidad en suelo griego para la
continuidad de las actividades en la metalurgia.
Estos cambios reflejan ms bien, por tanto, la necesidad de
adaptarse a unas condiciones diferentes de las que haban imperado durante el perodo micnico. Los reinos micnicos
aglutinaban a su alrededor una poblacin considerable cuya
vida estaba programada de forma minuciosa en todas sus actividades desde el centro de poder que representaba el palacio
central. Su desaparicin signific la prdida de referencia en
todo tipo de actividades y comportamientos y supuso el comienzo de unos tiempos de incertidumbre e inseguridad a los
que las gentes no estaban habituadas. Grupos dispersos de
poblacin deban comenzar a organizar su vida de nuevo sin
la proteccin que representaban los palacios y sin la gua de
toda la estructura burocrtica que aparece reflejada en los
registros de las tablillas. Ya no se daban tampoco las
condiciones idneas para el cultivo de la tierra de forma
extensiva con ciertas garantas de productividad y eficacia, y,
por tanto, quedaron desiertos considerables espacios de
terreno. Los nuevos lugares de asentamiento no adquiran
carcter definitivo, y algunos de ellos ni siquiera duraron
ocupados ms all de una generacin. Por ello, la mayor
parte de las estructuras arquitectnicas que detecta la
arqueologa son de carcter efmero y transitorio frente a la
monumentalidad de las construcciones del perodo anterior.
La pobreza de los ajuares refleja igualmente el modo de vida
itinerante, motivado por la confusin

1.1 PANORAMA GENERAL

17

e inseguridad de los tiempos, que no buscaba vincularse de


forma duradera a in territorio determinado.
El arquelogo ingls Anthony Snodgrass ha propuesto como
marco general de explicacin para esta poca un sistema de vida
centrado en el pastoreo, una actividad que representaba el modo
ms idneo de adaptacin a las cambiantes condiciones de los
tiempos. El abandono de muchos lugares de habitacin
proporcionaba amplios espacios de terreno disponible que
resultaban muy adecuados para esta clase de economa. De esta
forma se explicara tambin la ocupacin estacional de los
asentamientos, en consonancia con esta forma de vida
trashumante. Desde esta perspectiva se explica tambin otro
fenmeno de la poca, como es la conservacin de los nombres
originales de muchos lugares micnicos, a pesar de que fueron
reocupados posteriormente. Al tratarse de lugares visitados de
forma intermitente por los pastores, habran conservado con
mayor facilidad sus antiguas denominaciones.
Esta forma de vida pastoral guardara tambin una estrecha
con dos de los rasgos ms caractersticos de la cultura material
de la poca como son las construcciones de forma absidal y la
cermica de gran calidad pero hecha a mano. Segn el
arquelogo griego Michel Sakellariou, las construcciones de
forma absidal son un tipo de hbitat que se asocia con frecuencia
con los pastores mviles. Los objetos de cermica se explican
como el producto de una comunidad mvil que no tena acceso a
la rueda de alfarero. Una forma de vida, en suma, que no slo
explica las manifestaciones materiales del perodo sino que est
en consonancia tambin con la pobreza y dispersin de los
testimonios con que contamos para su conocimiento.
.

1.1.2. Atenas y el estilo geomtrico

La regin del tica fue una de las que permanecieron al margen


de la oleada de destrucciones masivas que se produjeron en torno
al 1200 y mantuvo ,por tanto, una cierta continuidad

IS

1. HOMERO Y LA EDAD OSCLRA

con el perodo micnico anterior. El historiador ateniense Tucdides apunta a la escasa fertilidad del suelo tico como la razn que disuadi a los invasores y convirti la regin en un lugar de refugio para todos aquellos que huan de los lugares que
haban sido arrasados. Ciertamente, en el terreno arqueolgico se detecta una lnea de continuidad que no permite apreciar
ningn tipo de ruptura que habra alterado el desarrollo de la
vida en esta zona. Todo indica, adems, una cierta preeminencia de Atenas en todos los terrenos. Sus manifestaciones artsticas, sobre todo la cermica desarrollada en Atenas durante la
segunda mitad del siglo xr, son superiores a las de las dems
regiones, que adoptaron incluso sus formas y estilos. Atenas se
convirti tambin en el punto focal de una red de comunicaciones con el exterior, especialmente con las islas del Egeo y
Chipre, que pone de manifiesto la pujanza y la prosperidad de
la comunidad que habitaba por entonces la regin del tica.
Estos contactos con la cuenca del Mediterrneo oriental y la
existencia de una continuidad poltica y socioeconmica fueron la base del renacimiento cultural que se produjo hacia el
ao 900. Un movimiento caracterizado sobre todo por el uso
de un tipo especial de cermica de gran calidad cuya decoracin predominante de carcter geomtrico ha dado nombre a
todo el perodo que se inicia en estos momentos.
La cermica geomtrica no representa sin embargo un fenmeno casual o repentino. Significa la culminacin de un
largo proceso de desarrollo que se haba iniciado con la cermica submicnica y que haba continuado ms tarde con la denominada protogeomtrica. La mayora de las formas de los
vasos se mantiene con algunas ligeras innovaciones de carcter tcnico. Los cambios afectan sobre todo al estilo decorativo
y a la mejor calidad de su factura. El empleo del torno de alfarero, ms rpido, facilit la produccin de formas ms esbeltas y mejor terminadas. Los crculos y semicrculos que predominaban en la decoracin de la fase protogeomtrica fueron
sustituidos por una enorme abundancia de meandros, zizzags, rombos y otros motivos de carcter geomtrico que se

19

1.1. PANOR.A.l\1A GE>/ ERAL

disponan en bandas a lo ancho del vaso. Un rasgo fundamental de este nuevo sistema decorativo era el contraste entre el
claro y la sombra. Sin embargo, al lado de estos vasos de decoracin geomtrica exclusiva se desarrollaron otros en cuya decoracin predominaban las figuras de animales como caballos, cabras y ciervos. Los ms evolucionados dieron entrada a
las primeras escenas figurativas con personajes humanos,
aunque fuera de forma estilizada y trazadas a silueta. Por lo
general, el esquema bsico consista en una cabeza de perfil
con un torso frontal de forma triangular del que sobresalan
los brazos y las piernas.
Las piezas ms representativas de todo este perodo son las
grandes nforas procedentes del cementerio ateniense del Dipiln. Todas ellas tienen un tamao monume~t.al que ~n alg~n
caso alcanza hasta 1,75 m. Tenan como func10n servir de mdicadores de las tumbas sobre las que se hallaban situadas. Las
representaciones que se encuentran en sus bandas decorativas
son, por tanto, cortejos fnebres, lamentaciones en torno al
cadver o escenas de batalla y de caza. Se trata en su mayor
parte de escenas tipo que no corresponden a ninguna ~itua
cin real concreta. La mayora de estas nforas fue realizada
por un grupo reducido de artesanos para el consumo de un
crculo tambin reducido de familias atenienses. En ellas aparecen reflejados, por tanto, los intereses y las preocupaciones
que afectaban a este grupo social privilegiado de la soci~dad
tica de aquel tiempo. Constituyen de esta forma un testimonio importante para el historiador acerca de la mentalidad e
incluso de las formas de vida de aquella sociedad. Estas nforas guardan tambin, quiz, una cierta relacin con el naciente
culto a los hroes, que ser una de las bases ideolgico-religiosas sobre las que se constituir la polis.
La importancia que Atenas adquiri a lo largo de todo este
perodo se comprueba tambin a travs de la gran dif~sin
que alcanz el estilo geomtrico por el resto de las reg10nes
griegas, especialmente en l~ Arglide, Beocia y ~orinto, que
son las zonas limtrofes al Atica, o en la afluencia de nuevas
,.i::

,i..

).

20

!. HO '.'v1ERO YLA EDAD OSCl.:RA

formas artsticas en objetos de metal y marfil importadas de


Oriente. Este ambiente de prosperidad que reflejan las manifestaciones de carcter artstico se explica por varias clases de
razones. Unas de carcter poltico, como el proceso de unificacin que tuvo lugar en el tica, conocido con el trmino de sinecismo (sun-oikismos: agrupacin de lugares de habitacin ).
Otras de tipo ideolgico, como el nfasis que pusieron algunos
miembros ilustres de la sociedad en establecer un vnculo con
un pasado ideal, que era concebido desde una perspectiva heroica, que otorgaba prestigio y legitimidad a las clases dirigentes de la comunidad. Todo ello explica el papel predominante
de Atenas en el inicio del perodo arcaico, cuando aparece ya
situada a la cabeza del mundo helnico en una poca tan temprana como el siglo rx y los inicios del vm.

1.2. Problemas fundamentales


1.2.1. La guerra de Troya

Un tema de debate constante entre los estudiosos de este perodo es la existencia histrica de la guerra de Troya. Este supuesto
conflicto blico habra tenido lugar a finales del perodo micnico o en los inicios de la edad oscura. Existen al respecto diversas opiniones. Algunos sostienen que la guerra se produjo
tal y como aparece reflejada en la leyenda griega dada la confirmacin que aporta el testimonio de la arqueologa. Un segundo grupo de estudiosos se alinea tambin con esta idea de que
la guerra fue un acontecimiento de carcter histrico que resulta perfectamente explicable dentro del marco del imperialismo micnico. Sin embargo, piensa, por el contrario, que es
preciso introducir ciertas matizaciones en el relato legendario
que nos ha legado la tradicin pica, en el que predomina la licencia potica. Es as necesario readaptar la magnificencia del
conflicto que describen los poemas a la realidad arqueolgica
que presenta la colina de Hissarlik. Por fin, otro buen nmero

1.2. PROBLEMAS FUNDAMENTALES

21

de especialistas parte de la base de las contradicciones evidentes que existen entre la narracin pica y los datos arqueolgicos para reducir el conflicto a una simple razia ocasional en
busca de botn, que fue ms tarde exagerada y magnificada en
tonos heroicos por la epopeya, dada la tendencia habitual de
este gnero a la sobrevaloracin literaria de una simple accin
sin demasiada importancia (vase el caso de Roncesvalles y la

Chanson de Roland).
Ciertamente la pobreza del registro arqueolgico de Hissarlik no contribuye mucho a confirmar la historicidad de la guerra. La ciudad que presuntamente fue el objeto del ataque de la
(Oalicin micnica corresponde al estrato Vlla. Sin embargo
en esos momentos Troya era una ciudad pobre y de reducido
tamao. Se ha calculado que podra haber albergado una po'.:>iacin de tan slo trescientos habitantes, lo que traducido en
(apacidad militar equivaldra a un ejrcito compuesto de ape:ias setenta y cinco individuos. Los famosos restos seos que
se encontraron en las ruinas de la ciudad pertenecan a tan
slo cuatro cadveres, y las huellas de armamento que podran
apuntar a la existencia de un conflicto armado quedan reducidas a una punta de flecha. Un bagaje demasiado escaso y hasta
ridculo para justificar desde el punto de vista arqueolgico
un asedio que se prolong durante diez aos.
Existen por otra parte tres importantes clases de obstculos
que impiden el establecimiento de una estrecha coincidencia
entre el lugar sealado y la amplitud del conflicto tal y como lo
describe la leyenda. En primer lugar obstculos de tipo cronolgico. Los disturbios que se produjeron dentro del propio territorio griego a lo largo de los aos 1250/1240 impedan toda
posibilidad de que se organizara en aquellos momentos una
expedicin militar en toda regla fuera de sus lmites. Esta
posibilidad se habra dado slo en una poca anterior, que
vendra a coincidir con un lapso de tiempo entre el 1400
1300, pero esto nos obligara a retrotraer hacia abajo el estrato
arqueolgico correspondiente de Hissarlik. La Troya del nivel
VI presenta a su vez graves problemas para ser identificada

22

l. Hm.IEROYLAEDADOSCCRA

con la ciudad homrica ya que parece haber sido destruida


por la accin de un terremoto.
En segundo lugar nos encontramos con obstculos de tipo
poltico-econmico. La fragilidad poltica de los pequeos
reinos micnicos, sometidos continuamente a querellas de orden interno y a importantes desafos procedentes del exterior,
no era una condicin que propiciase la salida masiva de tropas
al exterior en una expedicin arriesgada.
Por ltimo, no tenemos una causa histricamente plausible
para el conflicto. El motivo del rapto de Helena constituye un
tema legendario que aparece tambin en otras tradiciones nticas, como el mito de Europa, Medea en la saga de los Argonautas o el rapto de Ariadna por Teseo. Sin embargo, de todos
ellos, el rapto de Helena es el nico que culmina en una guerra.
Recientemente se han formulado otras hiptesis, como el deseo de controlar los estrechos desde un punto de vista comercial, pero no encuentran confirmacin a la hora de concretar
el objetivo material que poda haber suscitado dichas aspiraciones. Parece que la produccin principal de Troya fueron los
tejidos, sobre todo en vista de las numerosas pesas de telar que
se han hallado en sus ruinas, pero no parece que constituyeran
un objeto tan valioso como para suscitar una guerra. Algo parecido ocurre con los caballos que se criaban en su llanura, ya
que los micnicos posean tambin esta clase de ganado. El
aprovisionamiento de minerales, especialmente el bronce, podra proporcionar un motivo justificado, pero la pobreza arqueolgica del estrato VIIa de Hissarlik tampoco confirma
esta alternativa.
As las cosas, lo ms lgico es pensar que pudo tratarse de
un simple acto ocasional de pillaje que fue siendo progresivamente engrandecido al convertirse en un tema de la poesa
pica. Incluso el poeta que inici el ciclo pudo haber procedido a reagrupar una serie de acontecimientos insignificantes
convirtiendo el conjunto final en un conflicto de una envergadura mucho mayor. Ciertamente existe un fondo micnico en
la leyenda, patente en pasajes como el clebre Catlogo de las

J 2. PROBLEMAS FL':\DAME\'TALES

23

naves del canto segundo, pero a este ncleo inicial se fueron


agregando de forma sucesiva otros elementos de origen posterior como los que se encuentran presentes en las leyendas locales de Asia Menor, tal y como ha sealado Sakellariou. La
guerra de Troya se habra convertido en el conflicto por excelencia entre los colonos griegos de esta zona y los brbaros que .
habitaban la regin. De esta forma, los hroes locales habran
pasado a formar parte de los contingentes aqueos y sus adversarios en cambio pasaran a engrosar las filas de los aliados
troyanos.
Se han aportado incluso otras soluciones al dilema como la
de imaginar que pudo haber habido varias Troyas, como sugiere Lionel Cason, situadas en puntos diferentes de la cuenca
del Mediterrneo, como Cnosos y Biblos, que habran dejado
su recuerdo en la tradicin legendaria de estas culturas. Incluso se ha apuntado la posibilidad de revisar la identificacin de
Troya con Hissarlik en favor de una localizacin diferente que
quiz no ha sido hallada todava.
Las mayores expectativas de encontrar una posible solucin
al problema se centran en el testimonio que aportan las fuentes orientales, particularmente las hititas. En ellas aparecen
una serie de trminos que resulta tentador identificar con algunos de los protagonistas de la leyenda griega, tales como Pi\'amaradus (Pramo), Alaksandos (Alejandro, el nombre de
Par is) o Ahhiyawa (que constituira la versin hitita del trmi:10 griego Ajaioi con el que se designaba a los aqueos). Estos
textos reflejan el confuso panorama poltico de los aos pre\i os a la destruccin final del imperio hitita y nos dan a conocer una serie de conflictos locales en toda la regin costera de
Asia Menor en los que podran haber estado directamente implicados los micnicos, que de hecho haban ocupado ya Mileto. A pesar de que subsisten todava numerosos interrogantes e incertidumbres en este terreno, es muy probable que en
este campo resida la nica explicacin histrica de un tema
que la leyenda griega slo contribuy a desfigurar al haberlo
convertido en un tema legendario, objeto del canto pico.

24

l . HOMEROYLAEDADOSCURA

1.2.2. Los orgenes de la edad oscura

:. ~ill EMASFUNDAMENTAL ES

25

o: u"lterna incrementara el riesgo de conflictos entre los di-

~~tes estados dentro del propio mundo micnico en la pug-

Uno de los principales problemas de este perodo es determinar las causas concretas que provocaron el derrumbamiento
final de los reinos micnicos. Las viejas propuestas que buscaban una nica causa determinante, bien fuera una invasin
generalizada de pueblos del exterior de la cuenca egea, una catstrofe natural o climtica o un estado de discordia civil, han
dado paso a otro tipo de explicaciones ms complejas que
contemplan la cuestin desde una perspectiva ms global en la
que los diferentes factores intervienen de forma coordinada y
complementaria. El grado de sofisticacin alcanzado por la civilizacin micnica dependa para su correcto funcionamiento de una serie de factores que guardaban una estrecha relacin de dependencia mutua. Nos referimos a factores como la
agricultura y el mantenimiento del nivel de produccin de alimentos, la metalurgia y la obtencin de las materias primas
adecuadas, la especializacin artesanal y el consumo de una
elite en estrecha dependencia del mantenimiento de las rutas
y circuitos comerciales con Oriente, el nivel de poblacin y el
tamao de los asentamientos e incluso el conjunto de creencias religiosas asociado al mantenimiento de una estructura
jerrquica determinada dentro de la escala socioeconmica.
La buena marcha del sistema requera la interrelacin constante y armoniosa entre sus diferentes elementos, as como su
adecuacin a las condiciones del medio ambiente. Cualquier
fallo o imprevisto que supusiera un cierto desequilibrio acarreara sin duda una serie de reacciones en cadena que iran
incidiendo de forma negativa en el resto de los factores. Un desastre natural, por ejemplo, por limitadas que fueran sus consecuencias inmediatas, creara las condiciones adecuadas para
el aumento de la tensin en diferentes campos y el posible estallido de la violencia generalizada. El descontento creciente de
la poblacin ante un problema de desabastecimiento en el suministro de alimentos provocara sin duda conflictos de orden
interno en cada uno de los reinos. Esta situacin de inestabili-

.:<>nstante por el dominio de las mejores tierras o por el con-

-:r: de la riqueza mineral y comercial. Del m,ismo mo~'


::iese el exterior de sus fronteras se acentuana la pres10n
ere:-cida desde sus lmites por tribus nmadas. El militarismo
-:>erante entonces, como el que podemos vislumbrar a co-::....~nzos del siglo x11 por casi todas partes, redundara en un
;:escenso de la mano de obra dedicada a las tareas agrcolas, y
~ta circunstancia provocara a su vez un decaimiento notorio
.::e la produccin. Las rutas comerciales se hara~ inseg~ras a
2 usa de las frecuentes incursiones de saqueo y la mdustna aresanal sufrira, de esta forma, un trastorno considerable.
Esta situacin generalizada de inseguridad debi de ser
."Jrovechada por las tribus montaesas de los confin~s del
~undo micnico, especialmente en las regiones norocc1den;:ales de la pennsula balcnica, que decidiera~ ampliar ~u
: ampo de accin en busca de botn, sacando partid? del vac10
:-rogresivo de poder que se ira creando en determinadas zo~as. En estas circunstancias comenzaran a ser frecuentes las
conjuras internas, las traiciones y ~efecci~nes, fenm~~os todos ellos corrientes en pocas de msegundad y de cns1s. Los
campos sin cultivar por falta de protecc~n, los talleres vacos,
la desercin de los lugares de asentamiento fueron la consecuencia inmediata de esta situacin. En este estado de confusin hicieron su aparicin los denominados Pueblos d~l mar,
un conjunto heterogneo de gentes desde el punto de vista tnico que se haba agrupado con la nica fmalidad de llevar.
cabo expediciones de saqueo indiscriminado. Se les ha atnbuido una buena parte de responsabilidad en la ca_da final ~e
las fortalezas micnicas y en la oleada de destrucciones masivas que sucedi a continuacin. Sin embargo, est?s pueblo~,
difciles de identificar con precisin salvo el caso bien conocido de los filisteos (peleset), son ms un sntoma de estos tiempos que la causa de su directa aparicin, como ha sealado la
arqueloga Nancy Sandars. En su opinin no representaran

26

l. HOMERO Y LAEDADOSCURA

otra cosa que la continuacin de la piratera endmica, propia


de estos perodos de confusin, que haban llevado a cabo estado~ guerreros de reducido tamao y que haba sido moneda
corriente durante siglos en el Mediterrneo oriental.
El aumento creciente de la violencia no hizo, por tanto, ms
que dar el golpe de gracia a un sistema que posiblemente haba
alcanzado ya el mximo de sus posibilidades. El derrumbamiento final n o sera otra cosa que la consecuencia irremediable de la dislocacin completa de un sistema socioeconmico
que se sustentaba en un equilibrio delicado y frgil entre numerosos factores que no era posible controlar del todo en un
mundo de recursos limitados como ste y en medio de una naturaleza imprevisible. El modo de vida artificial de los antiguos centros polticos no fue capaz de sostener el esfuerzo y se
fue produciendo el colapso gradual de todas sus estructuras.
De hecho, a finales del siglo Xll la poblacin se haba visto reducida casi h asta un 10% con respecto a la existente cien aos
antes.

1.2.3. La migracin jonia a Asia Menor

Uno de los fenmenos sobresalientes de este perodo es el poblamiento de las costas occidentales de Asia Menor por griegos que procedan de la pennsula helnica. De h echo, en esta
zona sera donde, ms tarde, tendra lugar el renacimiento
griego de los siglos vm y VII y floreceran las primeras comunidades griegas de cierta importancia. La tradicin legendaria
nos habla de un movimiento colonizador que tuvo su punto de
partida en Atenas y en el que tomaron parte gentes provenientes de todos los rincones del mundo micnico, entonces ya en
proceso de desaparicin. El testimonio de la arqueologa
apunta a una fecha cercana al ao 1000 como la poca ms
adecuada para que este movimiento hubiera tenido lugar. As,
una gran parte de la costa minorasitica ha producido hallazgos de cermica de tipo protogeomtrico, datable en el siglo x.

. OSLEMASFUNDAMENTALES

27

El territorio, desde luego, reuna todas las condiciones ade:uadas para que surgiera de modo natural la tpica forma de
ida griega: grandes valles de tierra cultivable, encajonados
entre montaas, que iban a parar al mar siguiendo el curso de
ros como el Castro, el Caico y el Meandro. La costa presentaba adems buenos fondeaderos que podan servir como puertos y ofreca adems islotes y pequeas pennsulas que resultaban muy adecuadas como proteccin y defensa. La regin
no se hallaba adems muy poblada en aquellos tiempos y no
exista ningn poder poltico organizado que pudiera obstaculizar el establecimiento de los griegos. Para colmo, algunos
de estos lugares, como Mileto, ya haban sido antes visitados,
si es que no habitados de forma regular, por cretenses y micnicos. No eran por tanto regiones desconocidas u hostiles, y
resulta fcil imaginar las razones que pudieron conducir hacia
ellas a un conjunto de gentes procedentes del continente en
unos momentos en los que la situacin all no les ofreca muy
buenas perspectivas de futuro.
La mayora de los establecimientos no fueron otra cosa que
aldeas de reducidas dimensiones instaladas en las pequeas
pennsulas que sobresalan de la costa. Un muro defensivo circundaba un conjunto heterogneo de construcciones que se
amontonaban unas contra otras sin ningn orden regular. Un
ejemplo de este tipo de comunidades es Esmirna, cuyo emplazamiento arcaico ha sido muy bien excavado.
Sobre la relacin de estos primeros griegos con los habitan~es indgenas de la zona contamos con el dudoso testimonio de
una serie de leyendas que han sido transmitidas por historiadores de poca tarda. Posiblemente reflejan, aunque de forma
.:iertamente difusa y distorsionada, un eco de la realidad histrica de aquellos primeros momentos. ste podra ser el caso
de la ancdota que refiere Herdoto sobre Mileto, cuyas muje:-es haban establecido el acuerdo tcito de no llamar por su
;'IOmbre a sus maridos ni sentarse nunca a comer en la mesa
.:on ellos. Como motivo de esta decisin tan singular se apun:a el hecho de que los griegos dieron muerte a sus padres, her-

28

J. HOMERO Y LA EDAD OSCURA

manos y maridos al establecerse en la zona. Sin duda, esta


ancdota refleja de algn modo las conflictivas relaciones iniciales entre colonos e indgenas, en unos momentos en los que
los recin llegados necesitaban mujeres y tomaron a la fuerza
a las indgenas de la regin. De hecho, muchas de estas comunidades albergaron poblaciones de carcter mixto, y todava
en pleno siglo v a.C. era posible encontrar griegos de esta regin que tenan madres indgenas, como el mismo Herdoto,
cuya madre era de origen cario.
Tambin se ocuparon en estos momentos otras regiones de
la zona costera occidental de Asia Menor. La regin del norte
fue poblada al parecer por griegos eolios, procedentes quiz
de Beocia y Tesalia a tenor de sus respectivos dialectos. El centro de mayor importancia fue sin duda la isla de Lesbos. A diferencia de lo que sucedi en la regin central de Jonia, lascomunidades del norte permanecieron ms aisladas y en una
relacin distante con el pueblo indgena que habitaba la zona,
los misios, que apenas mostr inters alguno por la forma de
vida griega. La parte meridional de la costa fue poblada por
elementos de origen dorio quiz en un momento algo posterior a los dos anteriores. Los habitantes indgenas de la zona,
los carios, acogieron favorablemente a los recin llegados y
llegaron incluso a cohabitar con ellos de forma pacfica en muchas comunidades, como Ceramos y Yasos.
Desconocemos en cambio todo lo relativo al desarrollo histrico de estas regiones ya que estas tradiciones carecen por
lo general de validez a causa de su carcter tardo y, en gran
medida, ficticio. En opinin de Finley hay que entenderlas
ms bien como una interpretacin esquemtica y sentimental de los valores del pasado y como el reflejo de las reivindicaciones de un tiempo ms reciente. Para remediar en cierta
medida este estado de desinformacin general en que nos encontramos podemos acudir al estudio de la situacin dialectal, ya que fue a lo largo de esta poca cuando se constituy el
mapa lingstico griego que iba a predominar en los tiempos
subsiguientes. Hallamos as una divisin horizontal en tres

_;;. i't:ENTES

29

~o:..:J.<les zonas constituidas de norte a sur por el grupo eolio,

e ;ocio y el dorio sucesivamente. Sin embargo, el valor hist- -- de esta clase de criterios se reduce de forma considerable
::o contar con documentos contemporneos. Sirven, no
- ;:ante, para establecer criterios de cronologa relativa en la
::_acin respectiva de unos grupos sobre otros, aunque no
-.: s pueden proporcionar datos concretos sobre la historia de
er..as gentes.
::.a arqueologa, en cambio, puede proporcionarnos noti.-..:.;; sobre la civilizacin material o el tamao y duracin
:.::: los asentamientos, pero tampoco nos revela el contenido de
s acontecimientos que tuvieron lugar ni nos aporta ninguna
-=sobre cuestiones tan importantes como el desarrollo pol:::c.:o de estas comunidades nacientes o sobre las fuerzas espiri::ales que all se pusieron en marcha. Un perodo por tanto di::..:il y oscuro del que apenas podemos ms que vislumbrar sus
?~rfiles externos y ms generales.

: .3. Las fuentes


: .3.1. Un perodo sin historia?
~odo el perodo que sigui a la destruccin final de los reinos

:nicnicos, desde finales del 1200 hasta los inicios del siglo IX
a.C., casi cuatrocientos aos, resulta especialmente difcil para
el historiador por la exasperante escasez de fuentes de informacin. La ausencia total de textos escritos y la manifiesta pobreza de los restos materiales han conducido a algunos estudiosos a denominar a este largo perodo edad oscura. La
brusca desaparicin de las estructuras organizativas de los reinos micnicos origin un vaco de poder que se dej sentir en
todos los terrenos, y una de sus muchas consecuencias fue sin
duda la prdida del sistema de escritura. Durante la poca micnica, la escritura haba sido patrimonio de una reducida clase de expertos escribas cuya misin era consignar los movi-

30

l. HO:-.iEROYLAEDADOSCCRA

mientos econmicos principales que se realizaban en estos


reinos. Se crearon de esta forma una especie de rudimentarios
archivos cuya desaparicin posterior produjo un absoluto vaco de documentacin escrita que afect sobremanera a todo
el perodo subsiguiente.
No contamos, por tanto, con una narracin continuada de
los acontecimientos de este largo perodo. Ni siquiera tenemos
algunas referencias fragmentarias o alusiones de carcter indirecto procedentes de fuentes orientales. La serie de rupturas
que tuvieron lugar hacia el 1200 provocaron el aislamiento
mutuo de regiones como Egipto, Siria o Mesopotamia, que
durante los siglos xm y xn haban configurado una verdadera
comunidad internacional en la cuenca oriental del Mediterrneo. Las comunicaciones eran frecuentes a lo largo del perodo micnico y se haba establecido un gil sistema de intercambios entre el mundo egeo y el Oriente, por el que
circulaban con cierta fluidez las gentes, las ideas y los objetos
materiales. La interrupcin de los contactos dej aislado al
mundo griego, cerrado sobre s mismo y obligado a reiniciar
un largo proceso de aprendizaje a partir de los escasos cimientos que haban quedado de la poca anterior. La poblacin
tendi a concentrarse en las regiones del interior en busca de
una mayor seguridad, que la pusiera a resguardo de posibles
nuevos ataques como los que haban contribuido de forma decisiva a provocar los disturbios que condujeron de fo rma irremisible al final de los reinos micnicos.
Ante la ausencia completa de fuentes escritas, el nico recurso con que contamos es el testimonio de la arqueologa, a
pesar de los numerosos problemas de toda ndole que comporta. Los objetos son mudos por definicin, ya que somos
nosotros quienes debemos extraer de ellos la informacin
pertinente m ediante deducciones e inferencias. Slo series de
objetos, continuas y bien catalogadas como la cermica, nos
permiten inferir argumentos consistentes de ndole cronolgica. Es preciso tambin que la labor de excavacin se realice
en condiciones ideales, con el cuidado y la precisin necesa-

31

:_;sFUENTES

::o s, para que la publicacin de sus resultados permita obte::e:- la informacin suficiente sobre las condiciones mater ia-~5 v las caractersticas de los hombres de aquel perodo. Sin
~:nbargo, la gran dispersin de los emplazamientos excava:.os y la pobreza de los hallazgos materiales no han contribui:.o mucho a nuestro conocimiento, siquiera relativo, de toda
:sta poca. La arquitectura en piedra desapareci casi por
: ompleto y, por tanto, no han quedado restos de edificacio::es importantes. Las artes figurativas presentan una gran
.?.usteridad decorativa. El patrimonio iconogrfico se reduce
.?. motivos lineales y geomtricos dentro de un repertorio ar ~tico muy limitado del que la figura humana ha desaparecido por completo. Si, como suele decirse, una imagen vale ms
que mil palabras, las que nos ofrecen los objetos artsticos de
'.a edad oscura no nos permiten ir muy lejos por el carcter
excesivamente esquemtico y redundante de sus imgenes.
Existen, sin embargo, algunas excepciones dentro de este
desolador panorama. Algunos lugares presentan una estratificacin continuada desde el final del mundo micnico hasta
el siglo vm a.C. y han sido objeto de una cuidada excavacin.
Es el caso de LEFKANDI, en la isla de Eubea, donde se han encontrado los restos de una comunidad comparativamente amplia e in usualmente prspera para el nivel general atestiguado
en este perodo. Uno de los hallazgos ms destacados es un
edificio largo, rematado con un bside final, que constituye
uno de los primeros ejemplos de heroon (santuario en honor
de un hroe), levantado en honor de un guerrero que fue enterrado all con su consorte y sus caballos siguiendo un tipo de
ritual funerario que se asemeja de forma sorprendente al que
aparece descrito en los poemas homricos.
han aparec~do
tambin algunos de los primeros bienes de lu10 que fueron unportados desde Oriente. La prospe~cin arqueolgica ha c~n
tribuido tambin a aumentar considerablemente nuestras mformaciones sobre regiones mal conocidas del mundo griego
como Mesenia, donde se aprecia ya una cier ta divisin de la
poblacin en pequeos emplazamientos. Dentro de este terre-

A?

32

l. HOMERO Y LA EDAD OSCCRA

no arqu~olgico no debemos olvidar la gran importancia que


el es:u~10 de los estilos de la cermica ha tenido para el establec1m1ento de una secuencia cronolgica consistente.
Aunque la arqueologa es, sin lugar a dudas, la fuente principal y casi nica con que contamos para el conocimiento parcial
de este perodo, existen, sin embargo, otras posibilidades. Es el
caso de la tradicin legendaria de carcter oral, que puede haberse conservado en los mitos que han llegado hasta nosotros a
travs de autores de pocas posteriores. La poca micnica de
las grandes fortalezas y de sus prncipes guerreros aparece ciertamente como referencia lejana y difusa en muchos de los mitos griegos. Si~ embargo, no siempre resulta posible dar el gran
salto en el vac10 que supone retrotraer estos elementos mticos
hacia un pasado remoto, que ya era, sin duda, mal conocido
entonces por sus propios descendientes o, en el mejor de los casos, ~u~ fuero~ reel~borados en poca muy posterior bajo unas
cond1c1on:s ?1en diferentes y con unos presupuestos ideolgicos muy d1stmtos. Las comunidades que haban sido afectadas
de,U~no po~ la oleada de destrucciones tenan como objetivo
mas mmediato la pura y simple supervivencia, en unos momentos de confusin y miedo como los que debieron de seguir
al colapso final del mundo micnico. La conservacin de las
viejas leyendas debi de quedar relegada, por tanto, a un segundo plano en la sucesiva tarea de reconstruccin. Su restitucin se efectu, de hecho, sobre nuevas bases con la progresiva
vuelta al orden y la remodelacin de nuevos espacios territoriales. Slo algunos lugares emblemticos como Atenas, en los
que hubo una cierta continuidad, mantuvieron intactos sus
vnculos con el pasado ms remoto. En la mayora de los casos
las t~~diciones volvieron a crearse sobre nuevos moldes y en
func1on de los nuevos esquemas de vida que iban surgiendo al
paso durante un perodo de confusin y desarraigo como ste.
Nos faltan por tanto los elementos constitutivos bsicos a la
hora de reconstruir las lneas fundamentales de la historia de
este perodo. Una poca en la que, al igual que en las dems
los acontecimientos se fueron sucediendo unos a otros, algu~

:3. LAS FUENTES

33

nos individuos destacados adquirieron protagonismo y se lle1.-aron a cabo determinadas realizaciones culturales. Todo ello
::ia quedado, sin embargo, sumergido casi por completo en el
olvido y la oscuridad de unos tiempos remotos a causa de la
desesperante falta de testimonios. La historia prosigui su
curso implacable, pero nosotros no tenemos, hoy por hoy, ma:::iera alguna de recuperarla.

: .3.2. Los poemas homricos

Aunque no pertenecen de lleno a la historia de este perodo,


:os poemas homricos, la Ilada y la Odisea, constituyen un
.iocumento imprescindible para el estudio de toda esta poca.
.=u mbito de referencia no se limita, sin embargo, a la edad
.:iscura. Alcanza desde la lejana poca micnica, de la que re::ejan ecos evidentes aunque algo difusos, hasta el momento
:::iismo de su composicin definitiva, que pudo tener lugar en
3..lgn momento del siglo vm a.C. Los poemas homricos
.:onstituyen ciertamente un fenmeno cultural de carcter ex.:epcional dentro de la civilizacin griega que slo puede com,;ararse al papel que desempe la Biblia dentro de la cultura
-.idaica. Desde el momento de su creacin se erigieron en el
c:.:.itntico modelo a seguir en todos los terrenos y constituye:un la fuente de la educacin cvica y moral del pueblo griego.
:orno ha sealado Eric Havelock, Homero contena de alguna
:::anera todo el saber de los griegos y constitua el instrumen:o principal de la formacin y de la integracin del individuo
=.:::i el contexto social.
Sin embargo, los poemas homricos no pueden ser conside.:-.?.dos como un documento histrico ms a travs del cual po~mos percibir algunos de los acontecimientos que ocurrieron
=:::i un tiempo determinado. Se trata, por el contrario, de poe:::as picos, un tipo de poesa tradicional elaborada a travs de
:.:::i largo proceso de creacin oral en el que intervinieron dife:entes individuos. Por ello, ms que de autores propiamente di-

34

l. H OMERO Y LA EDAD OSCURA

1.3. L\S FCE'\ TES

35

chos, debemos hablar de intrpretes de un extenso repertorio


de temas que contribuan a modificar y ampliar con su intervencin particular en cada recitacin. Eran los aedos (cantores), una de las pocas profesiones especializadas que tenan un
reconocimiento social en la sociedad antigua, junto con el adivino, el mdico o el artesano. Estos personajes disfrutaban de
un estatus particular dentro de la comunidad, ya que posean
el don divino de evocar mediante la memoria las grandes hazaas del pasado, alegrando con su relato el corazn de los hombres. Obtenan su inspiracin por la accin mediadora de las
Musas, divinidades que posean el prodigioso don de la memoria. Eran ellas las que hablaban a travs del poeta, transmitiendo de esta forma la sabidura divina a los hombres. El propio
poeta es bien consciente de esta dependencia:
Decidme ahora, Musas, dueas de olmpicas moradas,
pues vosotras sois diosas, estis presentes y lo sabis todo,
mientras que nosotros slo omos la fama y no sabemos nada,
quines eran los prncipes y los caudillos de los dnaos.
El grueso de las tropas yo no podra enumerarlo ni nombrarlo,
ni aunque tuviera diez lenguas y diez bocas,
voz inquebrantable y un broncneo corazn en mi interior,
si las olmpicas Musas, de Zeus, portador de la gida,
hijas, no recordaran a cuantos llegaron al pie de Ilio.
Sin embargo, el poeta no era slo un mero transmisor de
una sabidura de carcter tradicional, que era reconocida pblicamente como el don prodigioso de las Musas, sin ninguna
clase de aportacin de su genio particular. El aedo deba poseer una techne, una habilidad especializada en el manejo de los
recursos que tena a su alcance, de modo que tuviera la capacidad de dar forma y coherencia al legado de relatos orales
transmitido hasta entonces. No debemos olvidar el hecho fundamental de que en una sociedad tradicional, que no posea
todava el manejo de la escritura, el proceso de composicin
del poema slo alcanzaba su culminacin en el momento pre-

-~

ciso de cada recitacin, en el que el aedo, echando mano de sus


habilidades <<tcnicas, trataba de adecuarse a los gustos y preferencias de su auditorio.
El proceso creativo de estos aedos, difcil de comprender
desde nuestra perspectiva actual, qued bien ilustrado por los
trabajos de campo realizados por el estudioso americano Milman Parry en el rea de los Balcanes, donde todava a mediados de este siglo subsista un tipo de sociedad tradicional en la
que predominaba la oralidad. Estos aedos gozaban sin duda
de una poderosa memoria, que era un recurso mucho ms necesario en este tipo de sociedades grafas, pero, al mismo
tiempo, contaban tambin con la ayuda de una serie de recursos que les facilitaban las cosas a la hora de proceder a la recitacin de largos poemas. Destacan especialmente tres:
a) Las frmulas, un conjunto de palabras que se hallaban
tan estrechamente asociadas entre s que al evocar una
de ellas, sta traa todo el conjunto a la memoria con relativa facilidad. Expresaban una idea esencial que defina acciones, tierras, ciudades o personajes. Solan estar
asociadas, adems, a un determinado esquema mtrico
fijo, cuyo ritmo singular contribua tambin sin duda a
la memorizacin del pasaje.
b) Una serie de escenas tpicas, como la celebracin de sacrificios, los banquetes, la despedida del guerrero, certmenes funerarios en honor del hroe cado, que se iban
repitiendo de poema en poema sin importar el tema elegido.
c) Temas recurrentes, consistentes en una serie de acciones
o atributos que era posible aplicar a cualquier hroe de
los que protagonizaban los poemas, tales como su lealtad a los compaeros, su valor en las acciones de guerra
o su confianza en la proteccin divina.
Echando mano de estos recursos, los aedos eran capaces
de componer largas tiradas de versos que, aunque quiz no
.!

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J.:

36

l. HOMEROYLAEDADOSCL:RA

alcanzaban las dimensiones extraordinarias de la Ilada y


la Odisea, sobrepasaban con mucho las capacidades aparentes de un medio sin escritura a la hora de acumular informacin.
Sin embargo, cuando nos referimos a su autor, preferimos
utilizar la expresin genrica de poemas homricos en lugar
de Homero, que parece remitirnos a un poeta singular. Desde
la propia Antigedad existen numerosas incertidumbres sobre
la existencia especfica de un personaje que llevara este nombre. Probablemente, en el estadio final del proceso de composicin pica que supuso su puesta por escrito, result decisiva
la intervencin creativa de un solo poeta que compuso y reagrup alrededor de un nico tema una serie de episodios que
circulaban anteriormente por separado, uniendo unos a otros
mediante encadenamientos lgicos y dramticos. Si este individuo fue un poeta llamado Homero por toda la tradicin desde la Antigedad, es una cuestin que no podemos dilucidar a
causa de nuestra absoluta ignorancia al respecto.
El debate acerca de la autora concreta de los poemas inici
sus pasos dentro de la erudicin moderna en el siglo XVIII, con
el planteamiento de la denominada cuestin homrica por el
estudioso alemn Federico Wolf. Dentro de una perspectiva
analista, Wolf se inclinaba a favor de una autora mltiple de
los poemas. Bien mediante la unificacin final, en un poema
mayor, de unidades ms breves que habran existido con anterioridad de forma independiente, bien mediante la ampliacin progresiva de un poema inicial de extensin ms reducida. Frente a esta tesis de los analistas se alz la denominada
escuela unitaria, que atribua la obra completa a un nico
autor y explicaba los aparentes fallos que se detectan en los
poemas, en forma de incoherencias, repeticiones o contradicciones, como el resultado de las inevitables etapas de un largo
proceso de creacin o como el producto de la evolucin natural en la persona del compositor.
Una tercera escuela, conocida como neoanalista, ha tratado de aproximar ambas posturas. Reconoce su lugar dentro

1.3. LAS FLT\TES

37

de los poemas a las ineludibles etapas de un largo proceso de


creacin de naturaleza oral pero sita en su etapa final el trabajo creador de un solo poeta que les habra dado la forma definitiva. Homero estara, por tanto, en el estadio final de un
largo proceso, habra demostrado su maestra en el dominio
de los recursos tcnicos a su alcance y habra aportado adems
una concepcin grandiosa a todo el conjunto.
El tema central de la Ilada es la clera de Aquiles, tal y
como se anuncia en el primer verso del poema. No narra la
guerra de Troya a pesar del ttulo, puesto con posterioridad a
la propia composicin de la obra. El relato se centra en un solo
ao de la guerra, el noveno, en el que acontecen los sucesos narrados. Existen, sin embargo, ciertas alusiones al conflicto
como tal en episodios clebres como la descripcin de las
fuerzas aqueas en el canto II (el clebre Catlogo de las naves) o la enumeracin que hace Helena de los principales
caudillos aqueos desde las murallas de la ciudad asediada. Las
acciones se suceden de acuerdo con una concepcin de conjunto que no olvida nunca su tema principal: la clera de
Aquiles, primero contra Agamenn por haberle arrebatado
una de sus esclavas favoritas y ms tarde contra Hctor por haber dado muerte a su compaero Patroclo. Las escenas debatalla se combinan con las asambleas de los dioses, en las que se
tornan las decisiones clave que afectan al desarrollo de los
acontecimientos. Estas intervenciones divinas sirven para
acentuar el encadenamiento entre las diferentes partes de la
accin y ponen de relieve el sentido trgico de todo el conjunto
al cumplirse de forma inexorable lo decretado por el destino.
En medio, una serie de gestos y emociones profundamente
humanas que sirven para subrayar el aspecto humano de los
personajes y su limitada capacidad de eleccin en un universo
en el que priman los designios divinos y la presin colectiva de
la comunidad.
La Odisea tiene corno tema central las andanzas de Odiseo
por los mares en busca del regreso a su patria. Se trata de una
obra diferente de la Ilada. A la saga troyana, de la que Odisea

38

l.

HO~IERO Y LA

EDAD OSCL"R-\

forma parte, se aaden un relato de viaje fabuloso y el tema de


la venganza sobre los pretendientes. La narracin combina
hbilmente diferentes escenarios y perspectivas. Nos encontramos con la evocacin personal del protagonista y con el relato en ter~era p ersona de los distintos acontecimientos que se
van sucediendo entre tanto en la patria del hroe. El tono heroico del relato es tambin menor que en la Ilada. Odiseo
slo cuenta con la ayuda de su hijo Telmaco, que prepara su
regreso al hogar, y de la diosa Atenea, que le secunda en todas
sus aventuras. El protagonista es adems un tipo de hroe
m~ ~oderno que Aquiles y que representa, seguramente, el
espmtu de una nueva poca. Acosado por dificultades de
todas clases, las va superando con astucia, paciencia y entere-

za, ydemuestra adems una enorme confianza en sus posibilidades.

1.3.3. Homero y la realidad histrica


Los poemas homricos nos transportan dentro de un universo que es bsicam ente el resultado de la ficcin, pero ello no
impide que existan en su interior elementos alusivos a la realidad histrica. Este carcter ficticio se revela ya en el propio
lenguaje utilizado para la composicin por escrito de los poemas. Se trata de una forma de griego artificial que nunca se habl en ninguna parte del mundo griego. Es el resultado final de
un largo proceso en el curso del cual han ido acumulndose
formas dialectales diferentes, formas arcaicas junto a otras
ms evolucionadas e incluso formas completamente artificiales surgidas ex profeso por las exigencias mtricas. Un panorama semejante encontramos a la hora de analizar las referencias histricas que contienen los poemas.
Para empezar, sus personajes principales no representan al
hombre comn de una poca determinada. Son reyes y hroes que, en muchos casos, descienden de los m ismos dioses.
Son, por tanto, seres de una naturaleza excepcional y muy su-

1.3. LAS FLT\JES

39

periores a los de la experiencia contempornea de cualquier


poca. Reflejan, a todas luces, un pasado idealizado que se remonta a una edad lejana, que ha sido conscientemente embellecida mediante la accin potica. No rememora, por tanto,
unos hechos determinados que acontecieron en un momento
dado. Dentro de este proceso se yuxtaponen elementos muy
antiguos, q_ue evocan realidades histricas del perodo micnico, como el esplendor de algunos palacios, el rito de la inhumacin o los escudos largos, junto a otros que reflejan la
realidad de tiempos mucho ms recientes, como las moradas
ms humildes, el rito de la incineracin o los escudos redondos. Es probable, incluso, que se hayan introducido en la narracin pica algunos elementos procedentes de la vida cotidiana de los tiempos del poeta, sobre todo a travs de los
smiles y las comparaciones que sirven para ilustrar determinadas situaciones. Podemos percibir, de esta forma, aspectos
de la naturaleza, n oticias sobre las costumbres de las gentes
comunes o rasgos que caracterizan a los nuevos tiempos
como el uso del hierro o la prctica de la pesca. Sin embargo,
el mundo de los hroes es un mbito bien distinto en el que
predomina de forma clara el uso del bronce y se consume
carne en las comidas. Quiz una forma de establecer un nexo
de unin entre un universo y otro, el de los hroes y el de las
gentes comunes, el de la ficcin potica y el de la realidad ms
prosaica, son los smiles, como el de las bandadas de moscas
que vagan en torno de los cntaros rebosantes de leche en los
establos para dar una idea visual del avance de las tropas
aqueas sobre Troya.
Un ejemplo claro de esta yuxtaposicin lo encontramos en
un aspecto tan importante a lo largo de los poemas como es la
forma de combate. La lucha cuerpo a cuerpo de los hroes, en
la que primaba sobre todo el valor individual y el apoyo de la
divinidad, haba dado paso a una forma de combate mucho
menos individualista y ms corporativa, en la que el factor
predominante era el mantenimiento del orden compacto de la
fila de guerreros que se apoyaban mutuamente con sus peque-

40

l. HO~IEROYLA EDAD OSCl.R->.

os escudos. En algunos pasajes de los poemas nos enco?tra-

mos de repente con alguna escena en la que aparece en p~rmer

Flano de la accin esta nueva tctica, mient~as como telon de


fondo sigue predominando el combate smgular, cuerpo a
.
cuerpo, que libraban los reyes.
.,
La arqueologa parece haber corrobora~o t~mb1en ~a realidad histrica bsica de estos poemas. Hemnch Schhemann
descubri, aparentemente, a finales del siglo pasado al norte
de Asia Menor los restos materiales de la mtica ciudad de Troya, que fue el objeto de la expedicin. heroica que consti~uye el
tema de fondo de los dos poemas. Sm embargo, todaVIa subsisten una serie de dudas acerca de la precisa identificacin de
estas ruinas. Se trata, efectivamente, de unos restos considerablemente humildes, que desde luego no se corresponden para
nada con la esplendorosa ciudad que aparece reflejada en los
poemas, objeto de un largo asedio que dur diez a~s. Page ha
calificado el emplazamiento desenterrado por Schbemann en
la colina de Hissarlik como una aldea miserable, en la que tan
slo se haba encontrado una punta de flecha y algunos huesos. Dicho bagaje material parece demasiado pobre para avalar la grandeza descrita en los versos d~ la !la.da. ~ampoco
existen causas aparentes que puedan justificar histncamen~e
el conflicto, tales como motivos comerciales, polticos o ambiciones de carcter expansionista.
El panorama resulta mucho ms alen_tador en el ~~ndo
contrario, el de los aqueos asaltantes. Schhemann realizo hallazgos en la ciudadela de Micenas que .dem~estra~ que no
estaban injustificados algunos de los calificativos picos empleados en los poemas para re~erirse a la ciudad de Agam~
nn como la rica en oro. Un simple paseo a travs de las vitrinas de la sala micnica del Museo Arqueolgico Nacional
de Atenas basta para ilustrar esa afirmacin mediante la co~ templacin del rico muestrario de objetos de oro que se exhibe en ellas. Incluso algunos de los objetos ms sorprende~t~s
han sido confirmados a travs de los hallazgos arqueolog1cos. Es el caso del casco de cuero recubierto de dientes de ja-

1.3. LAS Fl:E=-.IES

41

bal que llevaba Odiseo, o del enorme escudo de yax hecho


con siete pieles de buey recubiertas de una capa de bronce, o,
incluso, de la famosa copa de Nstor que estaba adornada
con clavos de oro y tena dos palomas en sus bordes. Eran en
todo caso unos objetos de carcter excepcional cuya rareza se
fue acentuando con el paso del tiempo. Su desaparicin contribuy a promover todava ms su recuerdo esplendoroso y
a mantenerlo vivo entre las nuevas generaciones que ya no
haban tenido la oportunidad de contemplarlos. Algo similar
debi de suceder con ciertas tcnicas artesanales como la incrustacin en metales o con algn tipo de adornos arquitectnicos de los que se han encontrado ejemplos en las tumbas
de Micenas y en el palacio de Tirinto. Los aedos trasladaron
su presencia del mbito cotidiano en el que haban existido al
de lo maravilloso que todos los objetos excepcionales iban a
parar en definitiva.
Estos objetos desempeaban una funcin destacada a la
hora de proceder a la evocacin de un pasado idealizado. El
poeta, ajeno por completo a las preocupaciones histricas, se
limitaba slo a embellecer su mundo fantstico con todos los
medios a su alcance. Algunos podan tener su correspondencia en la realidad, aunque fuera en los estratos ms antiguos
del largo proceso de composicin oral. Otros, en cambio,
eran slo el resultado de la exageracin potica habitual, que
tiende a magnificar las cosas por naturaleza, o de la simple
inventiva del poeta. El ejemplo ms sobresaliente es quiz
el clebre escudo de Aquiles, fabricado por el dios Hefesto,
sobre cuya superficie se hallaba representado todo el universo. Resulta difcil imaginar que algn da podamos encontrar un objeto semejante. Sin embargo, las coincidencias
entre la poesa homrica y la realidad histrica dejan de ser
efectivas llegado un momento. Por ejemplo, en ninguna parte de los poemas se refleja la complejidad de la administracin de los reinos micnicos que nos revelan los archivos
conservados en las tablillas escritas en lineal B halladas en los
palacios.

42

l. HO.\-IEROYL..\.EDADOSCL:RA

Moses Finley ha propuesto, en cambio, la primera parte de


la edad oscura como el marco histrico adecuado que puede
explicar las referencias que encontramos en ambos poemas.
La Odisea nos presenta un mundo dominado por reyezuelos y
nobles que posean las mejores tierras y los mejores rebaos,
que habitaban en mansiones seoriales y dedicaban su tiempo
a la prctica de la piratera o a realizar incursiones en busca de
botn. Un mundo, en definitiva, cuyo centro de poder resida
en el oikos (la casa seorial con sus tierras y las gentes que dependan directamente de ella), desde el que emanaban todas
las iniciativas y donde tenan su punto de partida las actividades sociales y econmicas. Las riquezas que estos reyezuelos
obtenan en sus acciones de saqueo, las hazaas gloriosas que
llevaban a cabo y la red de relaciones personales que establecan mediante alianzas matrimoniales o pactos de hospitalidad constituan la base de su soberana sobre la comunidad y
eran, al mismo tiempo, su principal fuente de prestigio. Era un
mundo en el que reinaba un equilibrio poltico tremendamente frgil, tal y como reflejan las disputas por el poder que retrata la Odisea. La presencia constante del rey era necesaria para
confirmar su autoridad frente a las aspiraciones que pudieran
ponerla en entredicho.
Sin embargo, con independencia de la poca concreta que
pudiera haber sido su marco histrico referencial, los poemas
homricos ponen de manifiesto un cierto sentido histrico. sa
es al menos la impresin que se desprende del extremo cuidado
puesto en la correcta sucesin de las distintas generaciones de
hroes o en el encadenamiento causal que domina el desenvolvimiento de la accin, en un esquema lgico en el que unos
acontecimientos son la causa inmediata de los que suceden con
posterioridad. Esta conciencia histrica avant la lettre, es decir
antes de que aqulla emergiera como tal con los primeros historiadores, es un fenmeno especficamente griego. Ciertamente,
no es frecuente encontrar esta forma de ver las cosas con perspectiva histrica en otras tradiciones picas en las que predominan sobremanera los elementos fantsticos y sobrenaturales.

1.3. LAS flJEXTES

43

1.3.4. El valor histrico de los poemas

co.n.todos sus condicionantes y limitaciones, los poemas homencos nos permiten percibir un tipo de realidad histrica
que va ms all de la referencia especfica a determinados
acontecimientos o del reflejo puntual de ciertas instituciones.
En la Ilada ha quedado reflejado todo un cdigo de valores
heroicos, punto central de toda la tica aristocrtica que estuvo vigente a lo largo de toda la poca arcaica y durante buena
part~ d~ los ~erodos posteriores. De acuerdo con este cdigo,
el Objetivo vital era la consecucin de la aret (la excelencia en
todos los terrenos, que implicaba la superioridad sobre los dems), y se conceda la mxima importancia a la doxa (la opinin social), que se derivaba del continuo ejercicio y exhibicin de estas cualidades. Esta tica de carcter esencialmente
aristocrtico imperaba de forma clara en todas las manifestaciones vitales, desde la demostracin del valor supremo en el
momento del combate, que llevaba a preferir la muerte a la
deshonra que significaba la derrota, hasta escenarios ms ldicos pero no menos fundamentales en la escala de valores
como era la prctica de las competiciones deportivas. Esta
mentalidad de carcter esencialmente agonstico (competitivo), que ser la caracterstica definitoria de toda la cultura
griega y marcar especialmente el modo de vida y comporta~iento ~e sus elites, se encuentra expresada a modo de paradigma ejemplar en los poemas homricos.
La Odisea, por su parte, nos permite vislumbrar el conjunto de experiencias, emociones y actitudes mentales que caracterizaron los ltimos tiempos de la denominada poca oscura y los primeros momentos de edad arcaica. El comienzo, o
el reinicio en algunos casos, de las navegaciones a ultramar
con ~~es comer~iales o simplemente en busca de mejores
cond1c1ones de vida puso a los griegos en contacto con nuevos horizontes geogrficos y pueblos desconocidos que contribuyeron, sin duda, a estimular la imaginacin y que suscitaron entre sus protagonistas directos una serie de tensiones,

44

1. HOYlEROYLAEDADOSCl.RA

temores y expectativas. Los viajes de tanteo y exploracin de


nuevos territorios debieron de ser frecuentes. La mayora se
realizaba dentro de un espacio desconocido y comportaba,
por tanto, un alto grado de riesgo y aventura que debi de dejar sus huellas en los relatos al uso y en las tradiciones populares.
Era frecuente que los expedicionarios arribasen a tierras
desconocidas despus de una azarosa navegacin de cabotaje,
expuestos a los caprichos del mar y a los temores que despertaban las tormentas, los animales marinos o la actitud hostil de
los indgenas. En el relato de las andanzas de Odisea podemos
detectar los ecos de esta clase de experiencias y ver reflejados
en ellas la gama diversa de sentimientos y actitudes que provocaban en sus protagonistas reales. Sin embargo, este trasfondo
humano real, que nos remitira a diferentes momentos de la experiencia histrica de los griegos, ha sido recreado poticamente y trasladado a un universo mtico en el que predominan
los elementos de carcter mgico y sobrenatural.
Los viajes de Odiseo no constituyen, por tanto, la traduccin
potica de una expedicin concreta que pudo haberse llevado a
cabo en aquellos primeros tiempos. Tampoco sus diferentes
episodios pueden ser situados dentro de un mapa real aun con
las debidas modificaciones, a pesar del empeo constante de la
erudicin antigua y moderna en este sentido. El escenario de
sus hazaas no fueron, efectivamente, ni las regiones del Mediterrneo occidental, como sospechaba Estrabn, ni el espacio
desconocido del ocano exterior, tal y como propuso Crates,
secundados en este camino por aventureros modernos con
mayores o menores conocimientos tales como Vctor Brard,
Timoty Severin o Ernle Bradford. Los viajes de Odisea transcurren en un mbito mtico, un espacio puramente imaginario
a cuya configuracin contribuyeron de forma decisiva los
cuentos de marinos, algunos elementos del folclore popular o
las leyendas que circulaban por entonces en boca de los mismos aedos. Sin embargo, dentro de este proceso de elaboracin
potica tambin desempearon su papel algunos ingredientes

1.4. BIBLIOGRAFA FUJ\:DA-V!El\'TAL

45

de la propia realidad histrica, en un grado difcil de delimitar.


Algunas de las experiencias individuales o colectivas que se desarrollaron dentro de este perodo histrico, seguramente distorsionadas por el paso del tiempo y por la ambigedad manifiesta de los canales de comunicacin utilizados para su
difusin, incidieron sin duda en todo este proceso.

1.4. Bibliografa fundamental

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