Haesbaert 2011 El Mito de La Desterritorializacion
Haesbaert 2011 El Mito de La Desterritorializacion
Haesbaert 2011 El Mito de La Desterritorializacion
Rogrio Haesbaert
El mito de la desterritorializacin es el mito de los que imaginan que el hombre puede vivir sin territorio, que sociedad y espacio pueden estar disociados.
corno si el movimiento de destruccin de territorios no fuera siempre, de algn
modo, su reconstruccin sobre nuevas bases. Territorio se enfoca aqu en una
perspectiva geogrfica, intrnsecamente integradora, siempre en proceso, la
territorializacin corno dominio (poltico-econmico) y apropiacin (simblicocultural) del espacio por los grupos humanos, enfatizando la relacin espaciopoder a travs de una concepcin ampliada de poder (que incluye el poder
simblico). La globalizacin neolibera] acab difundiendo el mito del "fin de
los territorios" (confundido muchas veces con el "fin del Estado"), donde la
aniquilacin del espacio por el tiempo" sera responsable en gran parte del
preconcepto espacio-territorial" que ha envuelto cada vez ms los territorios
en una carga negativa, vistos ms corno obstculos para el "progreso" y la
movilidad, a punto de (tericamente, por lo menos) sumergirse en el mar de
la "fluidez" o de las redes que todo lo disuelven o disgregan. El gran dilema
de este inicio de milenio no es el fenmeno de la destenitorializacin, corno
sugieren autores como Paul \Mili, sino el de la mul ti terri tori al id ad ,la exacerbacin de la posibilidad, que siempre existi, pero nunca en los niveles contemporneos, de experimentar diferentes territorios al mismo tiempo. reconstruyendo el nuestro constantemente. Destenitorializacin sera de hecho la
territorializacin extremadamente precaria a que estn sujetos, cada vez ms,
las "aglomeraciones humanas' de los sin-techo. sin-tierra, y de tamos grupos
minoritarios en su lucha por el "territorio mnimo" de la proteccin y el amparo cotidianos.
Rogrio flaeshaert
9-3 (
)3
70
03-
ambiente
Y
democracia
traduccin
MARCELO CANOSSA
EL MITO DE LA DESTERRITORIALIZACIN
DEL "FIN DE LOS TERRITORIOS"
A LA MULTITERRITORIALIDAD
Par
ROGRIO HAESBAERT
2KI
siglo
veintiuno
editores
MXICO
ARGENTINA
XI
grupo editorial
siglo veintiuno
GUATEMAER
54310, M.Y1212, DR
salto de pgina, s. I.
AWASRD
38, 28010,
biblioteca nueva, s. I.
ALMAGRE,
39, 28010,
MADRID, ESPAA
MADRID ESPAA
GF491.7
C6718
2011
Para Doreen Massey quien, adems de su gran aliento intelectual, me ense a admirar el roco de la maana en Milton
Keynes, con reconocimiento y cario.
Costa, Rogrio Haesbaert da
mulliterritorialidade
ISBN-13 : 978-607-03-0308-1
I. Territorialidad humana. 2. Geografa humana. 3. Globalizacin.
4. Geopoltica. I. Canossa, Marcelo, traductor. II. t. III. Ser.
(e)
.torialidade
AGRADECIMIENTOS
[9]
10
AGRADECIMIENTOS
En relacin a esta edicin en espaol, quiero agradecer especialmente al amigo Marcelo Canossa, por la calidad de su traduccin, y a
la gegrafa y amiga Perla Zusman, de la Universidad de Buenos Aires,
por estar siempre disponible para solucionar dudas de traduccin, a
Carlos Walter Porto-Goncalves (gran compaero) y a Enrique Leff,
por su apoyo junto a Siglo XXI Editores.
Finalmente, many thanks a la Biblioteca Britnica y a sus empleados, siempre solcitos y amistosos, una institucin que es un verdadero "patrimonio de la humanidad" y que, como nuestra "catedral",
como sola decir Doreen Massey, me brind algunos de mis ms extraordinarios momentos en trminos de satisfaccin intelectual. All,
la socializacin del conocimiento, de todos los rincones y para tantos
estudiantes del mundo entero que, como yo, han tenido el privilegio
de frecuentarla, es la mejor demostracin de que el empleo digno del
dinero pblico es una bandera por la cual siempre debemos seguir
luchando.
[...] el hombre ya no es ms el hombre confinado, sino el hombre endeudado Es verdad que el capitalismo mantuvo como constante la
extrema miseria de tres cuartos de la humanidad, demasiado pobres
para el endeudamiento, demasiado numerosos para el confinamiento:
el control no slo tendr que enfrentar la disipacin de lasfronteras,
sino tambin la explosin de los petos y favelas.
GILLES DELEUZE
PRLOGO
Me gustara empezar con un relato ms personal, ya que mi experiencia, creo yo, es bien representativa de esas idas y venidas y ambivalencias de la des-reterritorializacin. Dado que viv en una zona rural
hasta el inicio de la escuela primaria, comenc por conocer la territorializacin ms rgida (y dura) de la vida en el campo. A pesar de estar
en cierta forma impregnado de la "tierra", como recurso primario de
supervivencia e identificacin (principalmente, para un gacho lusobrasileo como mi padre y para una descendiente de colonos alemanes como mi madre), pude experimentar igualmente la vivencia de la
desterritorializacin que acarrea la ausencia de la "tierra" para aquel
que depende casi totalmente de ella.
Fue as como viv tambin el famoso "xodo rural" que, al contrario
del economicismo de muchas interpretaciones, contiene igualmente
variables socioculturales representadas por todo un conjunto de valores "urbanos", en esa poca en avasallante difusin. La luz elctrica y
la radio, a los siete aos de edad, fueron una verdadera revolucin en
mi espacio-tiempo. La mayor atraccin de esa pequea ciudad de mil
habitantes, que en esa poca se emancipaba, era, para m, el tren. All,
por ese ferrocarril, creo que empec a vivir este sentimiento paradjico
entre temor y atraccin por el cambio, por la movilidad, por la des-territorializacin (siempre dialectizada). Mi mayor sueo era un da "tomar"
el tren. La estacin ferroviaria tena para m un sentido casi mtico. Una
"lnea de fuga", una puerta a lo desconocido, a lo no revelado, a los paisajes fantsticos recreados por el ferrocarril, a los puentes "imposibles"
(se deca que uno de ellos, a pocos kilmetros de la ciudad, tena el
mayor vano libre de Sudamrica). Pero mi territorio, en el fondo, era
calmo, una tranquila vida cotidiana de ritmos repetitivos, fines de semana "sagrados" en la misa del domingo, maanas con clases, tardes para
"buscar el ternero" en el campo, aventura que nunca me entusiasm.
Luego de un ao en ese pueblo, mi padre arrend un lote en la
cima de una colina, a pequea distancia, que subamos en carretn.
[13]
14
PRLOGO
De lo alto se poda ver la inmensa "meseta" de la Serra Geral y la campaa la pampa, perdindose de vista en el horizonte. All descubr
otra frontera para nuestro territorio, campos y llanuras sin fin, una
apertura que me fascinaba, lejos de las restricciones de la sierra. No
obstante, la sierra posea ms diversidad y cada valle tambin tena sus
sorpresas. En la campaa, todo pareca revelarse al mismo tiempo,
nada se esconda, nada pareca quedar por aprehender. Craso error:
all tambin se escondan "secretos".
Despus de dos aos, nos mudamos a la pampa, a una casa tan
pobre que mi hermana de cuatro aos se asust, negndose a entrar... Volv en el camin de mudanzas. Tena que quedarme algunos
meses para terminar mis estudios. A los ocho aos de edad, viviendo
con desconocidos, necesitaba una nueva territorializacin. Recuerdo
cmo extraaba a mi familia y cmo todo all tena olores, sabores
y colores completamente diferentes. Hasta era ms difcil descansar.
Era como si estuvisemos obligados a reconstruir un hogar, un territorio, a mis ocho aos. Pero pronto llegaron las vacaciones, el retorno al
campo, a aquel "rancho" de paja y piso de tierra, horno con chapa de
hierro y cemento, embalse para buscar agua. Y los reencuentros, muchos, incluyendo con los hermanos que estudiaban con los abuelos en
la "ciudad grande". El rancho tan pobre se transform sin dificultad
en mi territorio, dominado por mis padres, apropiado por la fiesta
con mis hermanos.
Sin embargo, mi cabeza tambin empezaba a irse lejos, hacia otros
campos. Me fascinaba saber que ms all del ro (Ibicuy) haba otros
trenes, y que stos cruzaban otra frontera, rumbo a Uruguay-. Un to
viva en la frontera, "ciudades gemelas", nombre misterioso ste.
Meses ms tarde, para estudiar, fuimos nuevamente a la ciudad.
Otra des-reterritorializacin. Todo estaba fsicamente cerca, como
mximo a unos 100 kilmetros, pero para m, a esa edad, eran distancias enormes. Era otra ciudad, ahora "mucho mayor", de dos mil
quinientos habitantes. Por primera vez calles asfaltadas, tribunales,
hasta un cine (para el cual me gan dos arios de entradas gratuitas, al
responder preguntas sobre geografa en la plaza de la ciudad). Nuevos amigos. El descubrimiento de Monteiro Lobato y Naricitas. Los
primeros atlas. Cuntos viajes (imaginarios) se podan hacer... A la
vez que viajaba por los mapas, trataba de alguna forma de "viajar por
el mundo", aunque fuera por all cerca, creando otras redes, ms reales, expandiendo mi (s) territorio(s). Las primeras "corresponsales"
PRLOGO
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PRLOGO
PRLOGO
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INTRODUCCIN
1. INTRODUCCIN
[ 81
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INTRODUCCIN
bre", y su xodo hacia las ciudades, como la del burgus que lleva una
vida en constante movimiento y transformacin, en que "todo lo slido se desvanece en el aire", segn la conocida expresin popularizada
por Berman (1986 [1982] ):
La burguesa no puede existir sino a condicin de revolucionar incesantemente los instrumentos de produccin, y con ello todas las relaciones sociales. [...] Una revolucin continua en la produccin, una incesante conmocin de todas las condiciones sociales, una inquietud y un movimiento
constantes distinguen la poca burguesa de todas las anteriores. Todas las
relaciones estancadas y enmohecidas, con su cortejo de creencias y de ideas
veneradas durante siglos, quedan rotas; las nuevas se hacen aejas antes de
haber podido osificarse. Todo lo slido se desvanece en el aire, todo lo sagrado es profanado, y los hombres al fin se ven forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones recprocas (Marx y Engels,
1998[1848]:43).
INTRODUCCIN
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En el anterior cambio de siglo, del XIX al xx, otro clsico, el socilogo mile Durkheim, a pesar de no usar explcitamente el trmino
"desterritorializacin" y dentro de una perspectiva terica e ideolgica muy diferente, comentaba respecto al debilitamiento de las divisiones territoriales a partir del creciente papel de las "corporaciones"
(en sentido amplio):
todo permite prever que, si el progreso se sigue realizando en el mismo sentido, sta [la corporacin] deber asumir en la sociedad una posicin cada vez
ms central. [...] la sociedad, en vez de seguir siendo lo que es an hoy, un
agregado de distritos territoriales yuxtapuestos, se volvera un vasto sistema
de corporaciones nacionales. [...] Veremos, de hecho, cmo a medida que
avanzamos en la historia, la organizacin que tiene por base agrupaciones
territoriales (aldea o ciudad, distrito, provincia, etctera) va desapareciendo
cada vez ms. Sin duda, cada uno de nosotros pertenece a una comuna, a
un departamento, pero los vnculos que nos ligan a ellos se vuelven cada
da ms frgiles y ms laxos. Esas divisiones geogrficas son, en su mayora,
artificiales y ya no despiertan en nosotros sentimientos profundos. El espritu provinciano desapareci irremediablemente; el patriotismo de parroquia
ha llegado a constituir un arcasmo que no es posible restaurar (Durkheim,
1995 [1930]:xxxvi-xxxvii).
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INTRODUCCIN
INTRODUCCIN
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La mayor parte de los autores que defienden un inundo en proceso de desterritorializacin, como sera previsible, proviene de otras
reas diferentes de la geografa. Es como si la dimensin geogrfica
o espacial de la sociedad hubiese sido sbitamente "redescubierta"
por las otras ciencias sociales, pero, de modo paradjico, ms para
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INTRODUCCIN
Diversos socilogos y antroplogos, que hace varias dcadas ignoraban o criticaban las lecturas geogrficas o sobre la territorialidad
humana,* redescubren la importancia de la dimensin espacial de la
sociedad ahora, sin embargo, en especial para diagnosticar la polmica desterritorializacin "moderna" o "posmoderna" del mundo.
Como si tambin all no estuviesen siempre, conjugadas, la destruccin y la produccin de nuevos territorios, tanto los ms abiertos y
flexibles como los ms cerrados y segregadores. Esta "dimensin ms
concreta" en que se desarrollan los procesos sociales podra incluso
proporcionar, en periodos de crisis como ste, una mejor percepcin
de la intensidad real de los cambios.
Segn Soja (1993[1989] ), la citada transformacin propuesta por
Foucault de una era centrada en el tiempo en una que privilegia el
espacio, ubicada en el paso del siglo xix al xx, en verdad debera ser
trasladada hacia fines del siglo xx:
INTRODUCCIN
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A medida que nos acercamos al fin del siglo xx E...] las observaciones premonitorias de Foucault sobre el surgimiento de una "era del espacio" asumen
una forma ms razonable. E...3 La geografa tal vez no haya desalojado a la
historia del ncleo principal de la teora y de la crtica contemporneas, pero
hay una nueva y estimulante polmica en la agenda terica y poltica, una polmica que anuncia formas significativamente diferentes de ver el tiempo y el
espacio juntos, la interaccin de la historia con la geografa, las dimensiones
"verticales" y "horizontales" del ser-en-el-mundo, libres de la imposicin del
privilegio categrico intrnseco (pp. 18-19).
Filsofos como Foucault (1984), en el mbito del poder, }jameson (1996[1984]), en el de la cultura, son emblemticos por haber
percibido, a travs del espacio, nuevas lecturas del movimiento de la
sociedad. Otros, como Deleuze y Guattari, que hicieron de la "desterritorializacin" uno de los trminos centrales e incluso definidores
de su filosofa, terminaron por ampliar tanto la nocin de territorio
que a veces se hace difcil transitar por su "geofilosofa" (ttulo de
captulo del libro Qu es la filosofa?, 1991). Aun as, en vista de que
fueron los autores que ms utilizaron el trmino y contribuyeron a
su teorizacin, ellos sern objeto de un tratamiento especfico en el
tercer captulo de este libro con el propsito de abrir perspectivas
para desarrollos tericos posteriores, aunque no concordemos con
algunos de sus presupuestos postestructuralistas ni con muchas de las
implicaciones polticas de sus discursos.
La mayor parte de los autores recurre a la lectura espacial o geogrfica a fin de visualizar mejor no el surgimiento de lo nuevo, sino la
desaparicin de lo antiguo. As, el politlogo francs Bertrand Badie
(1995) osa hablar del "fin de los territorios", ttulo de un libro dedicado en especial a la discusin del debilitamiento del Estado territorial v
el surgimiento de espacios dominados por las organizaciones en red.
Algunos estudiosos aun ms osados y algo visionarios, como Virilio
(1982), llegaron incluso a defender que "la cuestin de fines de este siglo" (xx) sera la de la desterritorializacin. Guattari, ms crtico, alert
en cuanto al peligro por la fascinacin que la desterritorializacin puede
ejercer sobre nosotros: "en vez de vivirla como una dimensin imprescindible de la creacin de territorios, la tomamos como una finalidad
en s misma. Y enteramente desprovistos de territorios, nos debilitamos
hasta desaparecer irremediablemente" (Guattari y Rolnik, 1986:284).
En Brasil, a lo largo de la ltima dcada, es posible registrar la presencia de una serie de cientficos sociales que dedicaron cuantiosas
26
INTRODUCCIN
INTRODUCCIN
27
lanni (1992) tambin asocia globalizacin, desarraigo y desterritorializacin: "La globalizacin tiende a desarraigar las cosas, las gentes
y las ideas..." (p. 92). As se desarrolla el nuevo y sorprendente proceso de desterritorializacin, una caracterstica esencial de la sociedad globalizada (p. 93), se alteran estas nociones, se desterritorializan
"cosas, personas e ideas" (p. 99); la literatura misma se desenraiza en
genios como Nabokov, Borges y Beckett, en un universal que desdea
la estabilidad. Para el autor, "la desterritorializacin aparece como un
momento esencial de la posmodernidad, un modo de ser carente de
espacios y tiempos..." (1992:104); paradjicamente, sin embargo, sta
revela, por otro lado, nuevos horizontes de la modernidad.
Concordemos o no con Ianni, en especial con sus referencias a la
"disolucin" o "carencia" de espacios y, tiempos, se advierte que es imprescindible discutir el trasfondo "moderno-posmoderno" que despunta en el debate sobre los procesos de destenitorializacin (en relacin
con esto, vase el captulo 4). Para los cientficos sociales que abordan
el tema, o bien es la modernidad la que carga un sesgo profundamente
desterritorializador, o bien la posmodernidad es la que se encarga de
promover la destruccin de los territorios o la muy polmica y ya un
lugar comn "supresin del espacio por el tiempo", al disociar el espacio el tiempo a travs de las nuevas tecnologas y de los procesos en
"tiempo real".
Finalmente, al mostrar la amplitud (y relevancia) que adquiere la
cuestin de la desterritorializacin, es importante recordar que entre
los mismos gegrafos hay quienes, de una u otra forma, decretan si no
el "fin" de los territorios y la fuerza de la desterritorializacin (lo que
significara decretar el fin de la propia geografa), al menos la necesidad de cambiar de categoras, como lo hace Chivallon (1999) cuando
propone espacialidad en lugar de territorialidad.
Tambin se puede hallar una especie de aterritorialidad de nuestro
tiempo en anlisis ms especficos, como el de las disporas (vase el
captulo 8). Ma Mung (1995, 1999), uno de los principales gegrafos
en abordar esta temtica, afirma que los migrantes en dispora comparten una "extraterritorialidad-. Como veremos en nuestro anlisis,
pensamos que, por el contrario, se trata de uno de los ejemplos ms
ricos en trminos de que lo que denominamos multiterritorialidad.
De esta forma, elaboramos nuestras reflexiones a partir cle las siguientes cuestiones bsicas sobre los discursos y la "prctica" de la
desterritorializacin:
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INTRODUCCIN
INTRODUCCIN
29
ircrRoDucciN
3
tal, por lo menos a partir de esta perspectiva, creemos estar contribuyendo sustancialmente a una mayor problematizacin y a la bsqueda
de respuestas o, cuando menos, de algunas pistas importantes para el
tratamiento ms riguroso y menos dicotmico de la cuestin.
[31 ]
tiene una cierta tradicin tambin en otras reas, cada una con un
enfoque centrado en una perspectiva determinada. Mientras el gegrafo tiende a poner el nfasis en la materialidad del territorio, en sus
dimensiones mltiples (que debe [ra] incluir la interaccin sociedadnaturaleza), la ciencia poltica pone el acento en su construccin a
partir de relaciones de poder (la mayora de las veces vinculada a
la concepcin de Estado); la economa, que prefiere la nocin de
espacio a la de territorio, con frecuencia lo percibe como un factor
locacional o como una de las bases de la produccin (en tanto "fuerza
productiva"); la antropologa destaca su dimensin simblica, principalmente en el estudio de las sociedades llamadas tradicionales
(pero tambin en el abordaje del "neotribalismo" contemporneo);
la sociologa lo enfoca a partir de su intervencin en las relaciones
sociales, en sentido amplio, y la psicologa, finalmente, lo incorpora
al debate sobre la construccin de la subjetividad o de la identidad
personal, amplindolo hasta la escala del individuo.
Una idea ntida de la amplitud con la que el concepto de territorio
se trabaja en nuestros das puede surgir de esta lectura, que va de la
perspectiva etolgica (o sea, vinculada al comportamiento animal) a
la psicolgica:
dicho debate.
Sin contar con los trabajos ms puntuales de Jean Gottrnan (1952,
1973, 1975), podemos considerar como la primera gran obra escrita
de modo especfico sobre el tema del territorio v la territorialidad
en la geografa al libro Territorialidad humana, de Torsten Malmberg
(1980, escrito originalmente en 1976), obra de referencia, pero cuya
fundamentacin terica conductista fue motivo de fuertes crticas,
Aunque haya establecido las bases de un dilogo ms frecuente con
otras reas, su propsito fue sobre todo el de la refutacin, ya que el
fundamento del concepto implica una asociacin demasiado estrecha entre territorialidad humana y territorialidad animal, siguiendo
la estela de la polmica tesis del "imperativo territorial" biolgico de
Robert Ardrey (Ardrey, 1969[1967]).
Adems de las perspectivas externas a las ciencias humanas, en especial las vinculadas a la etologa, de la cual surgieron las primeras
teorizaciones ms consistentes sobre territorialidad, la antropologa,
la ciencia poltica y la historia (con incursiones menores tambin de la
psicologa) son los otros campos en los que, junto con la geografa y
la sociologa, encontramos el debate conceptual, lo que demuestra
su enorme amplitud y, a la vez, refuerza nuestra percepcin sobre la
precariedad del dilogo interdisciplinario, que es por donde intentaremos, dentro de lo posible, conducir nuestras reflexiones.
2.1.
33
El "territorio" en el sentido etolgico es entendido como el ambiente f environmen t] de un grupo [...] que no puede por s mismo ser objetivamente
localizado, sino que est constituido por patrones de interaccin a travs de
los cuales el grupo o banda garantiza una cierta estabilidad y localizacin.
Exactamente del mismo modo el ambiente de una sola persona (su ambiente
social, su espacio personal de vida o sus hbitos) puede ser visto como un
"territorio", en el sentido psicolgico, en el cual la persona acta o al cual
reCUITC.
En este sentido ya existen procesos de desterritorializacin reterritorializacin en curso como procesos de dicho territorio (psicolgico), que designan el status de la relacin interna al grupo o a un individuo psicolgico
(Gunzel, sjd).
Partiendo de la etologa, donde minimiza el valor de las bases materiales, objetivas, de la constitucin del territorio, el autor propone
la construccin de un territorio a nivel psicolgico. Es interesante observar que reconoce el carcter metafrico de la nocin al utilizarla
entre comillas, aunque, como veremos en el prximo captulo, no sea
exactamente como la metfora con que Gilles Deleuze y Flix Guatta-
34
Pero no pensemos que esta polisemia termina cuando nos adentramos en el campo de la geografa. Se hace muy visible en la entrada
correspondiente del diccionario Les Mots de la Gographie, organizado
por Roger Brunet y otros (1993:480-481). Este rene nada menos que
seis definiciones para territorio. 4 Una de stas se refiere a la "red de
gestin del espacio", de apropiacin todava no plenamente realizada; otra habla de "espacio apropiado, con sentimiento o conciencia
de su apropiacin"; una tercera remite a la nocin al mismo tiempo
"jurdica, social y cultural, e incluso afectiva", aludiendo adems a un
carcter innato o "natural" de la territorialidad humana; finalmente,
se alude al sentido figurado, metafrico, y al sentido "dbil", como
sinnimo de un espacio cualquiera. Una definicin diferente evoca la
distincin entre red, lineal, y territorio, "areal" (de rea), en verdad
dos caras de un mismo todo, ya que el espacio geogrfico es siempre
areal o zonal y lineal o reticular, en tanto el territorio est compuesto
por "lugares, que estn interconectados" (p. 481).
En una obra ms reciente, de carcter semejante, Jacques Lvy (Lvv y Lussault,
2003) identifica un nmero an mayor: nueve definiciones, incluyendo la suya, correspondiente a "un espacio de mtrica topogrfica", continua, frente a los espacios de mtrica topolgica o de las redes, y que ser objeto de discusin en el captulo 7, cuando
abordemos la relacin entre territorio y red,
35
En nuestra sntesis de las diferentes nociones de territorio (Haesbaert, 1995 y 1997; Haesbaert y Limonad, 1999), agrupamos estas concepciones en tres vertientes bsicas:
36
37
39
Aqu se trata de discutir en qu medida es posible concebir una definicin naturalista de territorio, tanto en el sentido de su vinculacin
con el comportamiento de los animales (el territorio restringido al
mundo animal o entendido dentro de un comportamiento "natural"
de los hombres), como en la relacin de la sociedad con la naturaleza
(el territorio humano definido a partir del nexo con la dinmica o
incluso el "poder" natural del mundo).
Segn Di Mo, la concepcin ms primitiva de territorio es la de
un "espacio defendido por todo animal confrontado con la necesidad
de protegerse" (1998:42). Para la etologa,
el territorio es el rea geogrfica en los lmites de la cual la presencia permanente o frecuente de un sujeto excluye la permanencia simultnea de congneres pertenecientes tanto al mismo sexo (machos), a excepcin de los
jvenes (territorio familiar), como a los dos sexos (territorio individual) (Di
Mo, 1998:42).
Los estudios referentes a la territorialidad animal son relativamente antiguos en el mbito de la etologa. Trabajos clsicos como el de
Howard (1948, original: 1920) lanzaron el debate a partir del estudio
del territorio de ciertos pjaros. Ya en esa ocasin se discuta la amplitud de la concepcin y las dificultades de extenderla, como regla, al
mundo animal en su conjunto. No obstante, aun con la dificultad de
generalizarla a todo el mundo de los animales, se realizaron numerosas extrapolaciones hacia el campo humano o social. El propio Howard
afirmaba que no podran existir territorios sin algn tipo de lmite (o
frontera), que a su vez no podra existir sin algn tipo de disputa, de
manera anloga a lo que ocurre en el mundo de los hombres.
El autor que llev ms lejos esta tesis de la extensin de la territorialidad animal al comportamiento humano fue Robert Ardrey, referencia clsica en lo que respecta a la lectura neodarwinista de la
territorialidad, al afirmar que no slo el hombre es una "especie territorial", sino que este comportamiento territorial corresponde al mismo que se puede percibir entre los animales. Ardrey (1969 [1967]:10)
define territorio como:
un rea del espacio, sea de agua, de tierra o de aire, que un animal o grupo de
animales defiende como una reserva exclusiva. Tambin se utiliza la palabra
42
Como ya lo hemos afirmado, es difcil generalizar respecto a la territorialidad animal porque sta "sirve a diferentes funciones en diferentes especies y tiene un gran nmero de desventajas" (Huntingford,
1984:189). De all la importancia de analizar la contextualizacin de
cada comportamiento territorial. Entre los "beneficios" ms generales
de la territorialidad animal, que vara de modo sustancial segn la
especie, tenemos:
7 Segn Kruuk (2002), algunas "fronteras" son en realidad zonas en disputa constante, y otras, cercas o caminos bien definidos. Para prevenirse de la violencia en sus
territorios, muchos animales, como los carnvoros, utilizan sistemas de sealizacin
muy diversificados, a travs de gestos o marcas: "levantar la pierna, arrastrar el trasero,
refregarse las mejillas, araar el suelo o un rbol... Orina, heces, glndulas anales...
restregarse contra objetos o en el suelo, o rascarse" (p. 38). Para Lorena (1966), los
lmites, ms que estar marcados en el suelo, pueden ser resultantes mviles de una
"balanza de poder" (p. 29).
S Kruuk (2002), citando tesis de Pemberton y iones, comenta el caso de ciertos
carnvoros que no poseen una territorialidad definida, como algunos marsupiales de
Tasmania, que pueden organizarse "perfectamente bien en un sistema no territorial"
(p. 36). No patrullan ninguna frontera y con frecuencia tienen un comportamiento
espacial totalmente catico.
43
Adems de una especie de juego costo-beneficio que la territorialidad proporciona a travs de ese sentido funcional, para algunos
autores como Deleuze y Guattari habra tambin otra dimensin, la
de la "expresividad". Se trata probablemente de la caracterstica ms
sorprendente de la territorialidad animal, o mejor dicho, de ciertos
grupos de animales especficos, como algunas aves y peces, inusitada
y polmica, ya que muchos la consideran la ms exclusivamente humana de las caractersticas de la territorialidad.
Segn Deleuze y Guattari (2002), el territorio, ms que ser funcional, "posesivo", es "un resultado del arte", expresivo, dotado de cualidades de expresin. Esta expresividad estara presente en los propios
animales, representada en la marca o "pster" de un color (en el caso
de ciertos peces) o de un canto (en el caso de algunas aves)," por
ejemplo. Para los autores, esta constitucin o liberacin de materias
expresivas sera "arte bruto", lo que hara que el arte no fuese "un
privilegio de los seres humanos" (p. 316). Concordar con Deleuze y
Guattari significara ampliar la lista de semejanzas entre las territorialidades animal y humana hasta un nivel probablemente muy problemtico, en donde podramos aproximarnos de manera peligrosa a las
tesis de los que defienden una correspondencia casi irrestricta entre
el mundo animal y el humano.
A pesar de todas estas posibilidades de encontrar analogas, sorprende que las discusiones de los gegrafos sobre el territorio aborden poco o nada el tema de la territorialidad animal. Ello resulta tanto
ms sorprendente cuando recordamos que uno de los debates centrales imputados al gegrafo es el de la relacin sociedad-naturaleza.
No obstante, se ha abierto un campo muy novedoso, principalmente
a travs de lo que algunos gegrafos anglosajones denominan "geografas animales", un debate serio sobre las formas de incorporacin
de los animales al espacio social.' Los pocos gegrafos que osaron
tender el puente entre territorialidad humana y territorialidad animal cayeron en la interpretacin, ya comentada aqu, segn la cual la
9 Genosko (2002) afirma que, para Deleuze y Guattari, "el devenir-expresivo de un
componente tal como la coloracin marca un territorio" (p. 49).
l Es posible obtener un panorama sinttico de los avances en esta temtica a travs
del artculo "Animating Cultural Geography" (Wolch, Ernel y Wilbert, 2003).
44
45
plio. El serio riesgo que corremos es, una vez ms, el de atribuirle todo,
o el fundamento de todo, al campo biolgico, natural. A tal punto que
la ecuacin puede incluso invertirse: si la "naturaleza natural" del hombre no explica comportamientos como los relacionados con nuestra
mltiple territorialidad las manipulaciones genticas podran realizar
lo que esta biologa socialmente "no manipulada" no logr hacer, o sea,
dirigir el comportamiento humano, aun en su relacin con el espacio.
Las afirmaciones del antroplogo Jos Luis Garca, realizadas ya en
1976, sin duda mantienen su actualidad:
no sabemos, y difcilmente podremos llegar a conocer algn da, hasta qu
punto las observaciones extradas del comportamiento animal pueden ser
aplicadas, aunque sea analgicamente, al hombre. Nos faltan datos objetivos
sobre el significado real de la conducta animal, sobre todo si nos introducimos en el mundo motivacional, y naturalmente el antroplogo, que ha experimentado en sus estudios transculturales el grave peligro del etnocentrismo,
difcilmente puede convencerse de que salvar el incgnito espacio que separa la especie animal de la humana sin sumergirse, a su vez, en el antropocentrismo ms descarado. No queremos con eso dejar de considerar los estudios
del comportamiento animal, sino simplemente prevenir sobre la inadecuada
aplicacin de sus conclusiones al mundo humano (Garca, 1976:17-18).
Si tomamos la crtica por el otro extremo, el de los abordajes que
excluyen por completo cualquier discusin sobre la relacin sociedadnaturaleza y abrevan del antropocentrismo sealado por Garca, frente
a algunos fenmenos como el de los conflictos por el dominio de recursos (como el petrleo, las tierra cultivables y, en algunos casos, aunque
de forma ms indirecta, la propia agua), parece quedar otra leccin: la
de que, ms que nunca, separar naturaleza y sociedad, comportamiento biolgico y comportamiento social, es temerario, como mnimo.
Al huir del tan criticado "determinismo ambiental" o "geogrfico",
se hizo muy comn, incluso entre los gegrafos, restar importancia a
la relacin entre sociedad y naturaleza" en la definicin de espacio
geogrfico o de territorio. Por tal visin antropocntrica del mundo,
Es importante recordar que muchos autores consideran el trmino -naturaleza"
en un sentido muy amplio, que se torna as prcticamente en un sinnimo de "materialidad" o de "experiencia sensorial". Whitehead (199311.9201, por ejemplo, en su
libro El concepto de naturaleza, la define como "aquello que observamos en la percepcin
mediante los sentidos" (p. 7). Optamos aqu por una interpretacin ms esoicta, con el
nico objetivo de resaltar la existencia de una dinmica de la naturaleza de algn modo
diferente (aunque no disociada) de la dinmica de la sociedad.
menospreciamos o sencillamente ignoramos la dinmica de la naturaleza que, calificada hoy en da como indisociable de la accin humana, la mayora de las veces termina perdiendo por completo su
especificidad
Si se exagera, podramos incluso discutir si no existira tambin una
especie de "desterritorializacin natural" de la sociedad, en la medida que fenmenos naturales como vulcanismos y terremotos suelen
provocar cambios radicales en la organizacin de muchos territorios.
Las recientes erupciones de un volcn en el Congo, que obligaron a
decenas de miles de personas a abandonar la ciudad de Goma, y en la
isla Strmboli, en Italia, figuran entre los varios ejemplos de este proceso. Aun sabiendo que los efectos de esta "desterritorializacin" son
muy variables de acuerdo con las condiciones sociales y tecnolgicas
de las sociedades, no hay dudas de que tenemos all otra "fuerza", no
humana, que interfiere en la construccin de nuestros territorios.
Incluso si no convenimos con el trmino "desterritorializacin", en
sentido estricto, para caracterizar dichos procesos ya que, como acabamos de ver, sera absurdo considerar la existencia de territorios "naturales" desvinculados de las relaciones sociales no podemos ignorar
este tipo de intervencin por el simple hecho de que el hombre, por
ms que haya desarrollado su aparato tcnico de dominio de las condiciones naturales, no ha logrado ejercer un control efectivo sobre una
serie de fenmenos vinculados de forma directa a la dinmica de la
naturaleza o, incluso, con su aplicacin provoc reacciones completamente imprevisibles.
Adems, si tomamos en cuenta la discutible tesis de aquellos autores que amplan de forma tal la nocin de poder que ste termina
superando los lmites de la sociedad, es posible extrapolar y decir que
el territorio, aun en la lectura ms difundida en las ciencias sociales,
que privilegia su vinculacin con las relaciones de poder, tambin incorpora una dimensin "natural" en su constitucin,' 2 o por lo menos
12 Reconocer la importancia de una dimensin "natural" en la composicin de los
territorios no significa, pues, concordar con la posicin de aquellos autores que llegan
a ampliar la nocin de poder hasta la esfera de la naturaleza. Para Blackburn, por ejemplo, "[...1 es posible atnnbuirle el 'poder' a propiedades de la naturaleza tanto como a
propiedades de la especie humana, tales como el poder mltiple del medio ambiente
sobre las comunidades humanas. De hecho, el surgimiento de nuestra especie y de la
propia evolucin de la vida demostr el poder de la seleccin natural. Se puede definir
provisoriamente `poder', en un sentido general, como la habilidad de crear, destruir,
consumir, preservar o reparar. Los poderes productivos accesibles a la sociedad, que
47
48
sociedad-naturaleza. La cuestin central, entonces, no es cuestionar
la existencia de las visiones naturalistas (como las nociones de territorio aqu discutidas), sino cmo desarrollar instrumentos conceptuales
para repensarlas dentro de ese complejo hibridismo en el que cada
vez ms se estn transformando.
Godelier mantiene en su definicin una fuerte referencia a la naturaleza, algo muy presente en el trabajo de antroplogos e historiadores que, con frecuencia, cuando analizan el territorio y los procesos
de territorializacin, se refieren al anlisis de las sociedades tradicionales, como la sociedad indgena, que econmicamente dependen
mucho ms de las condiciones fsicas de su entorno o que hacen uso
de referentes espaciales de la propia naturaleza en la construccin de
sus identidades. De all la importancia que Godelier otorga al territorio en tanto fuente de recursos, a su acceso, control y uso.
Algunos antroplogos, en trabajos ms recientes, todava mantienen esa idea de territorio de basamento econmico-materialista como
49
rea "defendida" en funcin de la disponibilidad y garanta de los recursos necesarios para la reproduccin material de un grupo. Es importante recordar, sin embargo, que no se trata de una caracterstica
genrica de las sociedades tradicionales, como interpretan de forma
apresurada diversos autores. Existe una distincin muy ntida entre
las diferentes formas de construccin del territorio y de la territorialidad en relacin con sus recursos, dependiendo de factores como el
tipo de movilidad al que el grupo se halla sujeto.
Lancaster y Lancaster (1992), por ejemplo, al analizar tribus de
Omn, en la pennsula Arbiga, parten de la constatacin de que no
existe la propiedad de los recursos naturales, ya que stos son compartidos por todos, como es tradicional entre los pueblos nmadas del
desierto arbigo. Hay un sistema de acceso a los recursos dotado de
flexibilidad, que depende de factores tales como preferencias basadas
en el conocimiento de los recursos en la zona donde se halla cada familia o grupo y quin alcanzar primero determinada zona. "Lo que
se defiende es la idea de acceso", su legitimidad, "el concepto ms que
el objeto, va que el objeto siempre puede ser renovado o desplazado"
(p. 343), en trminos. aproximados, agregaramos, con lo que se establece as un "patrn flexible de uso territorial" (p. 352).
O sea, algo de la "flexibilidad" territorial que reisindicamos como
caracterstica de la territorialidad (o incluso, para algunos, de la aterritorialidad) de nuestros tiempos "posmodernos" encuentra refugio, de manera muy diferente en su forma, pero dentro de principios
de convivencia social igualmente ricos, entre grupos sociales vistos de
modo genrico como dotados de territorios estables y bien delimitados. En relacin con el trabajo de Lancaster y Lanca.ster, Casimir
(1992) afirma que:
Por no ser animales territoriales, pero poder, si es necesario, comportarse
territorialmente, la mejor estrategia general para garantizar el acceso a los
diversos tipos de recursos, bajo variadas condiciones sociales si/o naturales,
es la flexibilidad (p. 16).
En la mayor parte de los lugares, actualinente estamos bien d stantes de una concepcin de territorio como "fuente de recursos" o
como simple "apropiacin de la naturaleza-, en sentido estricto. Ello
no significa, sin embargo, como lo acabamos de demostrar, que dichas caractersticas se encuentren superadas. Dependiendo de las ba-
50
del trmino.
Lo mismo ocurre en las zonas donde algunos fenmenos naturales
(vulcanismos, movimientos ssmicos, huracanes) ejercen influencias
profundas en la vida social. Adems, como ya hemos comentado, el
agravamiento de las cuestiones ambientales ciertamente llevar a una
valoracin cada vez mayor del control de recursos como el agua o
los suelos cultivables, lo que puede generar nuevos conflictos por el
dominio territorial (como viene ocurriendo ya en diversas regiones
como el valle del Nilo, el Shel o la cuenca del Tigris y del ufrates).
Aunque hayamos comenzado nuestra discusin sobre el abordaje
que privilegia la dimensin econmica del territorio con el ejemplo
ms extremo, en el sentido de asimilacin de una perspectiva materialista de territorio por parte de aquellos que, por las divisiones
acadmicas del trabajo, estaran menos propensos a asumirla, o sea,
los antroplogos, es evidente que otras reas, especialmente la economa, han producido abundantes obras dentro de esa perspectiva. La
cuestin es que la mayora de los trabajos, en especial en el rea de
la economa regional o espacial, hace un uso mucho mayor de conceptos como espacio, espacialidad y regin que de territorio, siendo
por lo tanto temerario "forzar" a partir de all una interpretacin del
concepto. Aunque se utilicen ampliamente trminos como divisin
territorial del trabajo, se trata sobre todo de una divisin espacial del
trabajo (Massey, 1984), ya que en contadas ocasiones se alude a la
concepcin de territorio all incorporada.
Entre los gegrafos, encontramos algunas posiciones que, aunque minoritarias y casi siempre impregnadas de fuertes vnculos con
otras perspectivas, pueden ser consideradas, con cierta simplificacin,
como abordajes que privilegian la dimensin econmica en la construccin del concepto de territorio. Es probable que la concepcin
ms relevante y tericamente ms consistente sea la defendida por
el gegrafo brasileo Milton Santos, en la que el "uso" (sobre todo
econmico) es el definidor por excelencia del territorio.
En defensa de un abordaje geogrfico integrador y "totalizador",
Santos utiliza la controvertida expresin "territorio usado" como correlato directo de "espacio geogrfico" (Santos et al., 2000:2), objeto
de la disciplina geogrfica:
53
nicas (1996:19), e incluso, con el reconocimiento, junto a la "tecnoesfera", de una "psicoesfera" vinculada al "reino de las ideas, creencias, pasiones" (p. 204), dicha nocin aparece de manera mucho ms sutil en
el conjunto de su obra. El nfasis puesto en la "funcionalizacin" y en ej
contenido tcnico de los territorios permite incorporar la lectura de territorio elaborada por Santos en el marco de una perspectiva econmica. Debemos reconocer, sin embargo, el rico proceso de ampliacin y
complejizacin del concepto, verificado en particular en sus ltimos
trabajos," adems del hecho, en extremo relevante, de que el autor
nos alerta para que nunca concibamos la des-re-territorializacin slo
a partir de la perspectiva poltico-cultural, incluyendo de forma indisociable los procesos econmicos, especialmente la dinmica capitalista del "medio tcnico-cientfico informacional",
Esta distincin entre global y local tambin debe ser problematizada, principalmente debido a que el autor, en una obra ms reciente (Santos, 1996:272), asocia "orden global" con desterritorializacin, en tanto separa el centro y la sede de la accin, y
"orden local" y espacio banal, "irreductible", con reterritorializacin,
frecuentemente, otra palabra para significar extraamiento, que es. tambin, desculturizacin" (p. 262).
54
Freund (1977), por otro lado, al analizar la sociologa de Max Weber, afirma de una manera todava ms amplia (que asocia territorio y
"actividad poltica" en sentido amplio):
La actividad poltica se define, en primer lugar, por el hecho de desarrollarse
en el interior de un territorio delimitado. [...3 las fronteras [...1 pueden ser
variables; no obstante, sin la existencia de un territorio que particularice el
agrupamiento, no se podra hablar de poltica. [...I Se puede, pues, definir
la poltica como la actividad que reivindica para la autoridad instalada en un
territorio el derecho de dominio, que es la manifestacin concreta y emprica
del podero. [...I Ese podero y ese dominio, segn Max Weber, slo se vuelven polticos cuando la voluntad se orienta significativamente en funcin de
un agrupamiento territorial, con vistas a realizar un fin, que slo tiene sentido
por la existencia de dicho agrupamiento (pp. 160-161).
55
dad territorial del Estado, el cual tambin es "una forma de propagacin de la vida en la superficie de la Tierra". ste tiende a expandirse como se expanden las clulas y los organismos vivos, "extrayendo
del suelo su vitalidad" Raffestin, en el comentario agregado a esta
obra de Ratzel, reconoce que la "ontologa ratzeliana es de esencia
ecolgica y funda la concepcin biogeogrfica del Estado" (Ratzel,
1988:379). Esta relacin ntima entre suelo (naturaleza o, en la lectura ms amplia de Raffestin, "espacio", sustrato material)15 y Estado (o
territorio), lleva a Ratzel a reconocer que:
El suelo favorece u obstruye el crecimiento de los estados, segn el modo
como ste favorece u obstruye los desplazamientos de los individuos y de las
familias [...J. No se puede concebir al hombre sin el suelo terrestre, as como
la principal obra humana: el Estado. (...] El Estado ViVC necesariamente del
suelo (p. 13).
57
59
pecial la del neorrealismo en el anlisis de las relaciones internacionales. Cox (2002), por ejemplo, define los territorios como "espacios
que las personas defienden por la exclusin de algunas actividades
y la inclusin de aquellas que realzan ms precisamente lo que ellas
quieren defender en el territorio" (p. 3).
Si acudimos a autores ms recientes, pero que ya son clsicos
como Claude Raffestin y Robert Sack, parece haber consenso en que
la dimensin poltica, ms all de su perspectiva jurdica y estatal, es la
que mejor define al territorio. 16 Dada la importancia de ese carcter
poltico, y a partir del amplio sentido relacional que damos al concepto de poder (que incluye el propio poder simblico), dedicaremos a
continuacin un punto especfico al anlisis del pensamiento de Sack
y Raffestin.
caracterstica fundamental.
A pesar de ese enfoque centrado en las entidades "compartimentadas" concretas de la geografa, o ms bien, en la idea de territorio
como "compartimiento", Gottman tambin incorpora una dimensin
ms idealista al tratar de entender los territorios, en especial los estatales, al mismo tiempo en torno de lo que l denomina "sistemas de
movimiento" o circulacin y "sistemas de resistencias al movimiento"
o "iconografas".
Los sistemas de movimiento, ms concretos, estaran vinculados a
"todo lo que llamamos circulacin en el espacio", en tanto que los sistemas de resistencia al movimiento seran "ms abstractos que materiales", "una serie de smbolos", que el autor denomina "iconografas"
(p. 214). Adems de una asociacin entre mundo material e ideal,
aqu encontramos tambin, tal vez por primera vez de modo tan explcito, al territorio vinculado a la idea de movimiento, y no slo de
fijacin, "enraizamiento" y estabilidad.
Es interesante cmo, aun si se asume una posicin de corte materialista, se produce la valoracin de una dimensin ms abstracta
y simblica en la composicin de los territorios. Gottman reconoce
la relevancia de un "cemento slido" que una a los miembros de la
comunidad poltica. Ms que en las fronteras fsicas, "las divisiones
[cloisons] ms importantes estn en los espritus" (p. 220). Y, al concluir su libro, prcticamente le concede prioridad a este mundo de
las ideas, condena a la geografa "materialista" y reconoce que los mayores hechos polticos no se dieron por la violencia sino por el poder
simblico, la "conversin de los espritus":
La geografa no debe tratar de ser materialista en las escuelas: sta de ninguna manera lo es en la realidad viva y cotidiana. La poltica de los estados es sin
duda materialista en sus fines: debe retirar de la geografa ciertos elementos
que la liberarn de esta influencia. Los grandes xitos de la poltica nunca
fueron obtenidos por la fuerza armada, sino por la conversin de los espritus
(pp. 224-225).
La relacin entre territorio y defensa, que se encuentra en los orgenes del trmino y se difundi tambin por medio de la visin neodarwinista de territorialidad, no es una caracterstica superada sino
que est presente en diversas concepciones contemporneas, en es-
6o
A lo largo de las ltimas dcadas han aparecido referencias bastante ms enfticas a estos "poderes invisibles" que forman parte
del territorio en varios trabajos de la antropologa. Hall, por ejemplo, en su conocido libro La dimensin oculta (Hall, 1986), sealado
como el primer antroplogo que emprendi un estudio sistemtico
sobre el tema de la territorialidad, afirma que "el territorio es considerado como un signo cuyo significado solamente es comprensible
a partir de los cdigos culturales en los cuales se inscribe (en Garca,
1976:14).
Uno de los trabajos antropolgicos que se concentraron en forma
ms directa en la discusin sobre este tema fue Antropologa del territorio, de Jos Luis Garca, escrito en 1976. Adems de defender la idea
de que el territorio en la antropologa no tiene por qu coincidir con
otras concepciones, como la de territorio poltico o "legal" y geogrfico, agrega:
Si el territorio es susceptible de un estudio antropolgico, y no meramente
geogrfico o ecolgico, es precisamente porque existen indicios para creer
en el carcter subjetivo del mismo o, dicho de otra forma, porque [...1 entre
el medio fsico y el hombre se interpone siempre una idea, una concepcin
determinada (p. 21).
63
En las sociedades agrcolas preindustriales y en las sociedades "primitivas" de cazadores y recolectores, "el territorio no se defina por
un principio material de apropiacin sino por un principio cultural
de identificacin o, si lo preferimos, de pertenencia. Este principio
explica la intensidad de la relacin con el territorio. ste no puede ser
percibido tan slo como una posesin o como una entidad exterior
a la sociedad que lo habita. Es un fragmento de identidad, fuente de
una relacin de esencia afectiva o incluso amorosa con el espacio".I 8
Los autores enfatizan que la ligazn de los pueblos tradicionales
con el espacio de vida era ms intensa porque, adems de territoriofuente de recursos, el espacio era "ocupado" de manera an ms intensa a travs de la apropiacin simblico-religiosa:
Pertenecemos a un territorio, no lo poseemos, lo guardamos, lo habitamos,
nos impregnamos de ste. Adems, los seres vivos no son los nicos que ocupan el territorio, la presencia de los muertos lo marca ms que nunca con
el signo de lo sagrado. En conclusin, el territorio no est relacionado solamente con la funcin o con el tener, sirio con el ser. Olvidar este principio
15 La gran influencia emprica recibida por Bonnemaison en sus reflexiones es producto de su trabajo en la isla de Tanna, en el archipilago de Vanuatu, donde, segn
l, "el grupo local no 'posee' el territorio sino que se identifica con ste. El principio
de identificacin prevalece sobre el principio de apropiacin [en contraposicin a la
distincin lefebvriana entre apropiacin y dominacin, aqu se trata de distinguir identificacin y apropiacin]. No existe entre la sociedad y su espacio una simple relacin
de territorialidad, sino tambin una ideologa de territorio. [...] sta se evidencia en
todos los conflictos agrarios y geopolticos, actuales o pasados, tal como se la destaca en
su mitologa: los hombres de la isla son, como ellos mismos dicen, 'man-pies', hombreslugares" (Bonnemaison, 1997:77, cursivas del autor). Se trata realmente, dice el autor,
"a] menos en el caso de Tanna, del territorio no como producto de su sociedad sino
como una entidad que precede y funda la sociedad. Su espacio es vivo, es un 'personaje
poltico', un lugar de meditacin entre l y el cosmos [...] Su territorio es un espacio
encantado" (1997:78).
Aunque se refieran en especial a las sociedades tradicionales, Bonnemaison y Cambrzy dejan en claro la primaca que conceden a la
naturaleza simblica de las relaciones sociales en su definicin "posmoderna" de territorio. La fuerza de esta carga simblica es tanta que
el territorio se concibe como "un constructor de identidad, tal vez el
ms eficaz de todos" (p. 14).
Es importante, sin embargo, volver a subrayar que incluso en las
sociedades tradicionales, como las indgenas citadas inicialmente,
existen diferentes formas de incorporar a su mundo los referentes
espaciales. El grado de centralidad del territorio en la concepcin del
mundo de los grupos sociales puede ser muy variable4 9 Por ello se
debe tener siempre sumo cuidado con el "trasplante" y la generalizacin de conceptos como el de territorio, forjados en nuestra realidad,
para contextos distintos, como el de las sociedades genricamente
denominadas tradicionales. Adems de nuestra distancia en relacin
con stas, se trata de sociedades muy diversificadas y tambin distantes entre s, en donde el nico contacto entre ellas suele ser a travs
de nuestros conceptos.
Un aspecto importante a recordar en este debate es que, ms que
el de territorio, el concepto utilizado para resaltar las cuestiones de
orden simblico-cultural es el de territorialidad. Territorialidad, adems de su acepcin genrica o sentido lato, por la cual se la entiende
como la simple "cualidad de ser territorio", muchas veces se concibe
en sentido estricto como la dimensin simblica del territorio.
Cuando se habla de territorialidad, se destaca el carcter simblico, aunque ste no sea el elemento dominante ni agote las caractersticas de territorio. Es posible establecer numerosas relaciones a
partir del propio sufijo de la palabra, como la nocin de identidad
territorial (a ese respecto, vase Haesbaert, I999c). Esto significa que
el territorio cargara siempre, de forma indisociable, una dimensin
simblica, o cultural en sentido estricto, y una material, de carcter
predominantemente econmico-poltico. Este abordaje "integrador"
19 La propia diferenciacin de formas que adquieren las fronteras entre esas sociedades, ya sean ms ntidas y cerradas o ms abiertas y flexibles, demuestran claramente
esta diversidad de papeles de los referentes espaciales en la definicin del grupo.
65
una especie de "experiencia total" del espacio que hace que se conjuguen
en un mismo lugar los diversos componentes de la vida social: espacio bien
circunscrito por el lmite entre el exterior y el interior, entre el Otro y el semejante, y donde se puede leer, en la relacin funcional y simblica con el
extenso material, un conjunto de idealidades compartidas (p. 5).
Nos quedan, pues, dos posibilidades: admitir varios tipos de territorios, que coexistiran en el mundo contemporneo, dependiendo de
los fundamentos vinculados al control o apropiacin del espacio, es
decir, territorios polticos, econmicos y culturales, cada uno de ellos
con su dinmica propia, o trabajar con la idea de una nueva forma de
construir el territorio, si no de modo "total", por lo menos de manera
articulada/conectada, o sea, integrada.
Si se parte de un punto de vista ms pragmtico, podramos afirmar que los aspectos vinculados al control, "ordenamiento" y gestin
del espacio, en donde caben tambin las cuestiones ambientales, han
sido cada vez ms centrales para alimentar este debate. Nos ayudan,
en cierta forma, a repensar el concepto de territorio. La instrumentacin de las llamadas polticas de ordenamiento territorial torna
ms clara la necesidad de considerar dos caractersticas bsicas del
territorio: en primer lugar, su carcter poltico en el juego entre los
macropoderes polticos institucionalizados y los "micropoderes", con
frecuencia ms simblicos, producidos Y vividos en la vida cotidiana
de la poblacin; en segundo lugar, su carcter integrador: el Estado,
en su papel gestor-redistributivo, y los individuos y grupos sociales,
66
giamos las cuestiones polticas y, dentro de stas la del Estado, el territorio puede quedar limitado a las sociedades modernas, articuladas
en torno a los estados-naciones. En este caso, la crisis del Estado sera
la principal responsable de los procesos actuales de desterritorializacin (vase, por ejemplo, el anlisis ya citado de Badie, 1995). Se trata
de una de las lecturas ms limitadas y restrictivas del territorio.
Para otros, el territorio forma parte indisociable de la reproduccin de los grupos sociales, en el sentido de que las relaciones sociales
estn espacial o geogrficamente mediadas, y de que la territorialidad
o la "contextualizacin territorial" son inherentes a la condicin humana. Se trata de una nocin ms amplia de territorio que suele confundirse con la propia nocin de espacio geogrfico (como parece
ocurrir en Santos, 1996).
El territorio, de cualquier modo, se define ante todo con referencia
a las relaciones sociales (o culturales, en sentido amplio) y al contexto
histrico en el que est inserto. Este sentido relacional del territorio
se observa tambin, de alguna manera, en el abordaje ms materialista de Maurice Godelier (1984). Para l, "las formas de propiedad de
un territorio son a la vez una relacin con la naturaleza y una relacin
entre los hombres", siendo esta ltima "doble: una relacin entre las
sociedades y al mismo tiempo una relacin en el interior de cada sociedad entre los individuos y los grupos que la componen" (p. 115).
Es imprescindible, por lo tanto, que contextualicemos histricamente el "territorio" con el cual trabajamos. Si nuestra lectura fuera integradora, en la que el territorio responde por el conjunto de nuestras
experiencias o, en otras palabras, relaciones de dominio y apropiacin
en el/con/a travs del espacio, los elementos-clave responsables de dichas relaciones difieren considerablemente a lo largo del tiempo. De
esta manera, al contrario de Chivallon, podramos decir que si ya no es
posible la idea de territorio como "experiencia total del espacio", que
conjuga en un mismo lugar los principales componentes de la vida
social, no se debe meramente a que no existe dicha integracin, ya que
no existe vida sin haber al mismo tiempo actividad econmica, poder
poltico y creacin de significado, de cultura. Lo que hay, en efecto, es
un cambio de forma, una especie de "desplazamiento".
Podramos afirmar, hoy en da, que la "experiencia integrada" del
espacio (aunque nunca "total", como en la antigua conjugacin ntima
entre las esferas econmica, poltica y cultural en un espacio continuo
y relativamente bien delimitado) slo es posible si estamos articulados
68
6g
la comprensin del mundo, por ejemplo en la visin kantiana del espacio y el tiempo, como en la acepcin materialista mecanicista de evidencia empfrica o "cosa" (objeto ffsico, sustrato material), disociada de una
dinmica temporal. El territorio construido a partir de una perspectiva
relacional del espacio se concibe como totalmente inmerso dentro de
relaciones sociohistricas o, de modo ms estricto, de poder.
Aunque muchos materialistas, en especial los ms mecanicistas, simplifiquen al afirmar que el territorio se restringe a la base espacio-material sobre la cual se reproduce la sociedad, otros, en especial diversos
materialistas dialcticos, dirn que el territorio es ante todo un conjunto de relaciones sociales. Sin embargo, aqu las divergencias tambin
pueden ser notables, desde aquellos que le conceden a la materialidad
del territorio, su sustrato fsico, un papel simplemente accesorio o casi
nulo (una especie de escenario, reflejo o producto) ante las relaciones
socio-histricas (vistas en general en forma dicotmica con respecto a
la materialidad a travs de la cual se realizan), hasta los que plantean
este sustrato fsico como mediador, componente fundamental o incluso determinante de dichas relaciones (por ejemplo, el espacio como
instancia social en Santos, 1978, y Morales, 1983).
Entre los autores que subrayan el sentido relacional del territorio,
destacamos a Souza (1995) en su crtica a Raffestin:
Segn parece, Raffestin no explor suficientemente el filn que ofrece un abordaje relacional, ya que no logr discernir que el territorio no es el sustrato, el
espacio social en s, sino un campo de fuerzas, las relaciones. de poder espacialnuinte
delimitadas y que operan, por lo tanto, sobre un sustrato referencial. (Sin lugar a dudas,
el ejercicio del poder puede depender muy directamente de la organizacin
espacial, de las formas espaciales; pero en este caso hablamos de la preeminencia espacial en la defensa del territorio, y no del concepto de territorio en s.)
(Souza, 1995, p. 97, cursivas del autor).
El espacio y el tiempo son soportes, o sea condiciones, pero a la vez son "cartas de triunfo". Es por ello que Lefebvre tiene toda la razn cuando dice que
"el espacio es poltico". En todo caso, el espacio y el tiempo son soportes, pero
es raro que no sean tambin recursos y, por lo tanto, cartas de triunfo (p. 47).
El territorio es una carta de triunfo particular, recurso e impedimento, continente y contenido, todo al mismo tiempo. El territorio es el espacio por excelencia, el campo de accin de las cartas de triunfo (Raffestin, 1993:59-60).
El hecho de ser una carta de triunfo deviene, en primer lugar, segn Raffestin, de la constatacin de que el espacio es finito. "Nocin
banal" sin duda, pero cuya consideracin es relativamente reciente,
vinculada a lo que los politlogos denominan "cercado [clture] del
espacio". El espacio, al estar compuesto por "dos caras", "expresin"
material y "contenido" significativo, simblico, es un "espacio relacional, 'inventado' por los hombres" (Raffestin, 1993:48). Aqu el autor
supera la diferenciacin estanca propuesta en otro momento entre
espacio "prisin original" y territorio la "prisin que los hombres
construyen para s" (Raffestin, 1993:144).
Podemos afirmar que el territorio es relacional no slo desde la
perspectiva de que siempre se lo define dentro de un conjunto de
relaciones histrico-sociales, sino tambin en el sentido, resaltado por
Godelier, de incluir una relacin compleja entre procesos sociales y
espacio material, sea ste visto como la primera o la segunda naturaleza, para utilizar los trminos de Marx. Adems, otra consecuencia muy
importante cuando subrayamos el significado relacional del territorio
es la percepcin de que ello no implica una lectura simplista del espacio como enraizamiento, estabilidad, delimitacin o "frontera".
Justamente por ser relacional, el territorio es tambin movimiento,
fluidez, interconexin; en sntesis y en sentido amplio, temporalidad.
Como veremos en los captulos finales, este aspecto es decisivo en la
crtica a algunas posiciones recientes sobre el dominio de los procesos
de desterritorializacin, en especial la que disocia red ms vinculada
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son especficos de una poca. En la modernidad, por ejemplo, la territorialidad tiende a ser ms ubicua y bastante mutable.
Por lo tanto, un lugar puede ser utilizado como un territorio en
un momento y no en otro; en un enfoque muy diferente de Raffestin,
aqu no todo espacio que ha sido socialmente apropiado/dominado
se transforma en territorio, ya que:
circunscribir cosas en el espacio, o en un mapa, como cuando un gegrafo
delimita un rea para ilustrar dnde se localiza el cultivo del maz o dnde
est concentrada la industria, identifica lugares, reas o regiones en el sentido comn, pero no crea por s mismo un territorio. Esta delimitacin se
transforma en un territorio slo cuando sus fronteras se usan para afectar el
comportamiento por el control del acceso (Sack, 1986:19).
Sintetizando, "la territorialidad debe proporcionar una clasificacin por rea, una forma de comunicacin por frontera y una forma
de coaccin o control" (p. 28). El territorio se vuelve, as, uno de los
instrumentos empleados en los procesos proclives a algn tipo de estandarizacin internamente a este territorio, y de clasificacin en
la relacin con otros territorios. Todos los que viven dentro de sus
lmites tienden pues, en cierto sentido, a ser vistos como "iguales",
tanto por el hecho de estar subordinados a un mismo tipo de control
(interno al territorio) como por la relacin de diferencia que, de alguna manera, se establece entre quienes se encuentran en el interior
y quienes se hallan fuera de sus lmites.
Por ello, toda relacin de poder mediada territorialmente es tambin generadora de identidad, ya que controla, distingue, separa y, al
separar, de algn modo nombra y clasifica a los individuos y a los grupos sociales. Y viceversa: todo proceso de identificacin social es tambin una relacin poltica, accionada como estrategia en momentos
de conflicto o negociacin. Volveremos a este punto ms adelante.
Mientras los "primitivos" usaban la territorialidad para delimitar y
defender la tierra como abrigo y como fuente de recursos (aunque
en contadas ocasiones la utilizaban para definirse a s mismos, destaca
un poco apresuradamente el autor), en el mundo moderno la dura
competencia se da tanto sobre el propio espacio (en la expansin
colonial, por ejemplo), como sobre las cosas y las relaciones llevadas
a cabo en ste. El Estado-nacin surge para promover una territorialidad, tanto en el sentido de control del acceso, corno en el de clasificar
e incluso nombrar a las personas segn su lugar de nacimiento. Toda
existencia "legal" de los individuos depender de su condicin territorial nacional.
Es importante recordar que, aunque siempre hace hincapi en el
territorio en tanto instrumento concreto de poder, Sack no ignora
su dimensin simblica. No desconoce el papel de la cultura en la
definicin de la territorialidad, en especial al comparar los contextos sociales del Primer y del Tercer Mundo. Pide cautela en cuanto
a asociar por completo los cambios territoriales con las transformaciones econmicas y polticas. "As como la cultura, la tradicin y
la historia median el cambio econmico", afirma l, "stas tambin
median el modo como las personas y los lugares estn vinculados, el
modo como las personas usan la territorialidad el modo como stas
valorizan la tierra".
De esta forma, incluso en la sociedad estadunidense se crean "paisajes histricos" que fortalecen la idea de patria y de nacin y la vida
cotidiana de las personas no implica slo un "espacio vaciable", "fro y
abstracto", donde el acto mismo de consumir "propone crear contextos de afecto y significacin". En sntesis, "la territorialidad, como un
componente del poder, no es tan slo un medio para crear y mantener el orden, sino una estrategia para crear y mantener gran parte del
contexto geogrfico a travs del cual experimentamos el mundo y lo
dotamos de significado" (p. 219).
Tal como en Raffestin, se trata aqu de una visin ampliada del
poder que incluye, por lo menos de forma indirecta, la concepcin
de poder simblico tal como la entiende Bourdieu (1989). No obstante, esta relacin, digamos indirecta, entre poder en sus efectos ms
materiales y poder en un sentido simblico, que abarca la llamada
"semiosfera" o esfera de la produccin de significados, aparece de
manera ms explcita en Raffestin (1988). Este autor se refiere a una
modernidad ms "temporalizada" que "espacializada", en la que "el
territorio concreto se volvi menos significativo que el territorio informacional en materia de territorialidad" (p. 183). Raffestin no concibe una "materialidad neutra", sino inmersa en nuestros sistemas de
significacin:
77
79
la imagen o modelo, o sea, toda construccin de la realidad, es un instrumento de poder, y ello desde los orgenes del hombre. Una imagen, una gua para
actuar, que tom las formas ms diversas. Hasta hemos hecho de la imagen
un "objeto" en s mismo, y con el tiempo hemos adquirido el hbito de actuar
ms sobre las imgenes, simulacros de los objetos, que sobre los propios objetos (1993:145).
Hay quien afirma que el carcter simblico del territorio se est haciendo cada vez ms presente, en detrimento de su dimensin material,
ms objetiva. Se trata de uno de los principales argumentos en favor de
los procesos denominados de desterritorializacin, como si el territorio
y, por extensin, el propio poder en l incorporado, pudiera definirse
nica y exclusivamente por su dimensin ms concreta.
Lvy (LMy y Lussault, 2003) habla de la "opcin epistemolgica" como una de
las nueve definiciones posibles de territorio: "aqu se trata de distinguir lo real del
concepto. El 'territorio' corresponde al espacio socializado, al 'espacio geogrfico', a
la construccin intelectual que permite pensarlo. El objetivo es al mismo tiempo el de
afirmar el carcter social del objeto y de evitar confundir lo real con el discurso que
trata de construir la inteligibilidad" (Lvy y Lussault, 2003:907).
su naturaleza ms estrictamente' poltica hasta su carcter en rigor simblico, pasando por las relaciones dentro del llamado poder econmico, indisociables de la esfera jurdico-poltica. En ciertos casos, como
el de los grandes conflictos territoriales de cariz tnico o religioso, la
dimensin simblico-cultural del poder se impone con gran fuerza, en
tanto en otros, probablemente los dominantes, se trata ms bien de una
forma de territorializacin a fin de regular conflictos dentro de la propia esfera poltica o de sta con determinados agentes econmicos.
Por ello, con base en la distincin entre dominio y apropiacin del
espacio de Lefebvre (1986), propusimos que:
8o
El autor identifica otra dura lucha entre las fuerzas racionalizadoras del "Logos", vinculado a la dominacin, y las fuerzas ms subjetivas
del "Eros", ligado a la apropiacin. Mientras el Logos "inventara, clasifica", asociando saber y poder, Eros o "el gran deseo nietzscheano"
trata de superar las separaciones entre obra y producto, repetitivo y
diferencial, necesidad y deseo. Del lado del Logos se presentan las
fuerzas que tienden a controlar y dominar el espacio: "la empresa y
el Estado, las instituciones y la familia, el establecimiento y el orden
establecido, las corporaciones y los cuerpos constituidos". Del lado
del Eros actan "las fuerzas que intentan la apropiacin del espacio:
las diversas formas de autogestin de las unidades territoriales y productivas, las comunidades, las lites que quieren cambiar la vida y que
tratan de ir ms all de las instituciones polticas y los partidos" (p.
451) y que se colocan de modo franco a favor de la idea de crear contraespacios efectivamente autnomos.
Podramos decir que el territorio, en tanto relacin de dominacin
y apropiacin sociedad-espacio, se reproduce a lo largo de un con tinuum que va desde la dominacin poltico-econmica ms "concreta"
y "funcional" hasta la apropiacin ms subjetiva o "cultural-simblica".
Aunque sea totalmente equivocado separar estas esferas, cada grupo
social, clase o institucin puede "territorializarse" a travs de procesos de carcter ms funcional (econmico-poltico) o ms simblico
der que es siempre multiescalar y multidimensional, material e inmaterial, de "dominacin" y "apropiacin" al mismo tiempo. Qu sera
fundamental "controlar" en trminos espaciales para construir nuestros territorios en el mundo contemporneo? Adems de su enorme
variacin histrica, debemos considerar su variacin geogrfica: obviamente, territorializarse para un grupo indgena de la Amazonia no
es lo mismo que para los grandes ejecutivos de una empresa transnacional. Cada uno desarrolla relaciones con el espacio, o por medio
de l, a travs de las formas ms diversas. Para unos, el territorio est
construido ms en el sentido de una zona-refugio y fuente de recursos, a nivel dominantemente local; para otros, interesa como articulador de conexiones o redes de carcter global.
Volvamos, pues, hacia la especificidad histrica del territorio y,
ms estrictamente, de la territorialidad contempornea en la cual, se
afirma, proliferan ms los procesos de desterritorializacin que de
re-territorializacin. Qu cambi con relacin al mundo moderno
y a las sociedades ms tradicionales? Hay, finalmente, una "desterritorializacin posmoderna" que va superando la "territorializacin
moderna", o estamos en presencia ms bien de una nueva forma de
territorializacin, que convive junto a otras diversas formas, distintas
e histricamente acumulativas?
Una de las propuestas ms interesantes es la que plantea la posibilidad de construir, hoy en da, territorios en el y por el movimiento, "territorios-red" discontinuos y superpuestos, que trascienden en
parte la lgica poltico-territorial zonal ms exclusivista del mundo
moderno. Las propuestas innovadoras de territorio y desterritorializacin en la filosofa de Deleuze y Guattari, a pesar de nuestros reparos
a una parte de su fundamentacin postestructuralista y a la a veces
excesiva amplitud de sus conceptuaciones, pueden brindar algunas
pistas para la articulacin de esas nuevas lecturas.
TERRITORIO Y DESTERRITORIALIZACIN
3. TERRITORIO Y DESTERR1TOPIALIZACIN
EN DELEUZE Y GUATTARIl
[841
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TERRITORIO Y DESTERRITORIALIZACIN
La relacin entre Deleuze-Guattari y la geografa puede ser vista desde dos perspectivas: la primera, a travs de la presencia o abordaje de
cuestiones geogrficas en su propia obra, aunque sin alusiones explcitas al discurso de los gegrafos; la segunda, por el discurso geogrfico que hace uso de la filosofa de Deleuze y Guattari. Comenzaremos
por el segundo abordaje: la mirada geogrfica acerca de la obra de
estos autores.
Para empezar, cabe recordar lo relativamente reciente del dilogo de la geografa con la obra de estos filsofos. Incluso en la literatura anglosajona, que es sobre todo donde ellos se encuentran
presentes, el diccionario de mayor referencia (Johnston et aL 2000) 4
otros trabajos importantes, cuyos autores creen compartir un pen- y
samiento "posmoderno", en especial los de Harvey (1992[1989]) y
Soja (1993[1989]), aportan una lectura de autores postestructuralistas, como Foucault, y destacan su contribucin al dilogo con la geografa, pero hacen poca o ninguna referencia a las obras de Deleuze
y Guattari. Solamente El anti-Edipo es citado por Harvey, y Soja no cita
en ningn momento a los autores. 5
La misma aproximacin dialctica histrico-materialista con la que
los autores leyeron a Foucault podra aplicarse, con sus reconocidas limitaciones, para la lectura de Deleuze y Guattari. A pesar de serias divergencias con el materialismo dialctico, es posible trazar varios puntos
de conexin entre el marxismo y el llamado postestructuralismo. Para
Hardt (1993), por ejemplo, el postestructuralismo no debe ser evaluado
por las oposiciones que genera, ya que lo que ste propone son "matices
,
TERRITORIO Y DESTERRITORIALIZACIN
87
Aunque algunos autores como Antonio Negri propongan una "renovacin" del marxismo a partir de la filosofa de Deleuze y Guattari,
Patton destaca sus profundas divergencias:
A pesar de haber adoptado aspectos de la teora social y econmica de Marx,
hay puntos significativos en los cuales Deleuze y Guattari abandonan las isiones marxistas tradicionales. Ellos rechazan la filosofa marxista de la historia en
favor de una tipologa diferencial de los macro y microagenciamien tos que determinan el carcter de la vida social. Rechazan la idea de que la contradiccin
es el motor del progreso histrico y argumentan que la sociedad se define me-
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TERRITORIO Y DESTERRITORIALIZACIN
nos por sus contradicciones que por sus lneas de fuga o desterritorializacin.6
Rechazan cualquier consideracin intema o evolucionista sobre los orgenes
del Estado [...] rechazan el determinismo econmico (p. 6).
Ms recientemente, los gegrafos han asumido de manera explcita posiciones llamadas postestructuralistas (o ms comnmente, de
forma homloga, posmodernistas),7 desde donde observan con una
mirada diferente trabajos como los de Derrida y Deleuze; es curioso
que esto suceda ms en el Reino L'nido y Estados Unidos que en Francia, tierra de los dos filsofos.
Un rpido balance (no exhaustivo) sobre los gegrafos que se posicionan frente al pensamiento deleuze-guattariano nos permiti identificar tres vertientes entre ellos:
TERRITORIO Y DESTERRITORIALIZACIN
8g
(spacing).
Thrift (1995) es otro autor que defiende las posiciones de Deleuze
y Guattari y uno de los que ms profundiza esta lectura. En busca de
una "teora de la prctica", parte del anlisis de dos corrientes que distingue dentro del postestructuralismo. La primera, "representacionalreferencial", que engloba a autores como Derrida y Lyotard, an se
encontrara influida por un "espritu sistemtico" iluminista, en tanto
que en la segunda, vinculada a pensadores como Foucault y DeleuzeGuattari, y con la cual Thrift se identifica, hay ecos de otros "tericos
de la prctica" que l admira, como Bruno Latour.
Para Thrift, "Deleuze indica modos de escribir el mundo que son
continuos, que no se estabilizan en un concepto de cuadro del mundo"
(p. 28). Se trata, de esta forma, de una lectura del mundo que valora los
contextos, que nunca estn totalmente explicados o determinados. Y se
trata sobre todo de contextos espaciales: como comenta Casey (1998),
Deleuze y Guattari tienen una "extrema sensibilidad" en relacin con
"cuestiones concretas de situacin [implacenumd", lo que se manifiesta
por "su conviccin de que donde algo est situado tiene todo que ver con
go
TERRITORIO Y DESTERRITORIALIZACI N
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91
Machado habla, pues, de una "geografa del pensamiento" deleuzeana, "profundamente dualista", basada en dos espacios heterogneos y antagnicos, propiedad no slo de la filosofa sino del pensamiento en general. Deleuze llega incluso "a utilizar la expresin
`dualidad primordial' para situar la relacin entre dos tipos de espacio: el espacio liso (vectorial, proyectivo, topolgico) y el espacio
estriado (mtrico)" (1990:11). 10
l O Machado comenta aqu el captulo 14 de
Mil mesetas, "Lo liso y lo estriado", uno
de los ms geogrficos de los autores; Mengue (2003), por ejemplo, al comentar la
"doble cara de lo social", molar o segmentaridad rgida y molecular o segmentaridad
flexible y mutante, afirma que las dualidades, en tanto oposiciones binarias, forman la
g2
TERRITORIO Y DESTERRITORIALIZACIN
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93
cesidad de l y que slo se ocupa del estado de cosas y de sus condiciones". Tal vez sera posible decir que el concepto de la filosofa sera una
especie de "concepto primero", y la grandeza de la filosofa "se evala
por la naturaleza de los acontecimientos a los cuales sus conceptos nos
convocan, o que sta nos hace capaces de depurar en conceptos" (Deleuze y Guattari, 1992:47).11
La creacin de conceptos sera "un problema de vecindad, de conexin de uno con el otro, un problema de reparto de conceptos y
no de atribucin de un concepto a un dominio de la realidad", dice
Antonioni (1999:56). El pensamiento y su devenir seran una cuestin
relativa a grupos humanos, medios, territorios, tratndose "ms de
geografa que de historia". Holland (1996) utiliza el trmino "transformadores" (transformers) para resaltar el poder de transformacin
de dichos conceptos. Al contrario de la ciencia, que busca especificar
y estabilizar dominios especficos de lo real, los conceptos en la filosoffa intervienen en problemticas para desestabilizar, al crear nuevas
conexiones no slo con otros conceptos sino con el propio contexto
histrico-geogrfico. Por lo tanto, se trata ms exactamente de saber
cmo "funciona" el concepto o qu se puede "hacer" con l, que de
explicar su significado. De esta forma, los conceptos "no poseen un
contenido independiente, autnomo, a no ser el que ellos adquieren
a travs de su uso en un contexto" (Holland, 1996:240).
Esta valoracin de los contextos o de aquello que Deleuze y Guattari denominan "milieu" otorga a la geografa un papel central en la obra
de los autores. El nuevo paradigma, dice Eric Alliz, implica pensar
en trminos de devenir y no de evolucin, en cualidades expresivas y
no en funciones, un pensamiento "procesal", "nuevo paradigma esttico que implica el gesto experimental de una razn contingente, ms
geogrfica y etolgica que histrica..." (p. 94). En un pensamiento
centrado en el movimiento, en las conexiones, es cuando menos curioso advertir cmo la dimensin geogrfica, y no la histrica, emerge
con tanta fuerza. Se trata, por cierto, de la valoracin de las simultaneidades, de los devenires y de un tipo especfico de conexin, el del
"rizoma", o sea, mucho ms de los contextos v las interacciones que
de las filiaciones y las sucesiones.
II Para una mayor profundizacin, sugerimos la lectura del libro Qu es fa fitosofic?
(1092), donde los autores harn la distincin entre conceptos filosficos y conceptos
cientficos (que ellos denominarn funciones), as como la interprecion hecha por
Patton (2000), especialmente en el captulo 2, "Concept and Image of Tbought".
94
TERRITORIO Y DESTERRITORIALIZACIN
Por ms polmicas que sean estas proposiciones, debemos reconocer que hay diversos puentes a construir bajo la inspiracin de la
"des-reterritorializacin" deleuze-guattariana, incluyendo sin duda la
posibilidad de reconstruirla, de recrearla, a la luz de la geograficidad de los eventos, de reconducirla por otros caminos. En sntesis,
nuestro objetivo es enriquecer el pensamiento geogrfico a travs del
esclarecimiento del concepto de desterritorializacin en Deleuze y
Guattari, en especial como cuestin filosfica, pero tambin por su
potencial, muchas veces implcito, en la construccin de un proyecto
poltico y de un espacio efectivamente creativo-transformador. Patton
(2000) afirma que la idea de la filosofa de Deleuze y Guattari, como
formuladora de conceptos que son inseparables de la realidad vivida,
implica que "la prueba de dichos conceptos" es "fundamentalmente
pragmtica: finalmente, su valor est determinado por los usos que se
puede hacer de ellos, tanto dentro como fuera de la filosofa" (p. 6).
3.2.
TERRITORIO Y DESTERRITORIALIZACIN
95
obras (Guattari lleg incluso a condenar la nocin de posmodernidad), no hay dudas de que se sitan, como mnimo, en el umbral
de la modernidad. Para Mengue (2003), "el pensamiento deleuzeano
ocupa una doble posicin, ambivalente, con un pie situado en el ocaso de la modernidad y de la vanguardia revolucionaria, y el otro en el
surgimiento de la posmodernidad que vela a la Revolucin" (p. 14).
Las multiplicidades constituyen la realidad misma, con lo que proponen as superar las dicotomas entre consciente e inconsciente, naturaleza e historia, cuerpo y alma. Aunque los autores reconozcan que
subjetivaciones, totalizaciones y unificaciones son "procesos que se producen y aparecen en las multiplicidades", stas "no suponen ninguna
unidad, no entran en ninguna totalidad y tampoco remiten a un sujeto" (Deleuze y Guattari, 1995a:8). Su "modelo de realizacin", por lo
tanto, no es la jerarqua del rbol-raz sino la pluralidad del rizoma.
De esta forma, Deleuze y Guattari construyen su pensamiento a travs del modelo del rizoma. En ste, los conceptos no se jerarquizan ni
parten de un punto central, de un centro de poder o de referencia al
cual los otros conceptos deben remitirse. El rizoma funciona a travs de
encuentros y agenciamientos, de una verdadera cartografa de las multiplicidades. El rizoma es la cartografa, el mapa de las multiplicidades.
Mientras que el modelo del rbol-raz es "calco", reproduccin al infinito, el rizoma-canal es "mapa", "dedicado a una experimentacin anclada en lo real", abierto, desmontable, reversible, sujeto a modificaciones
permanentes, siempre con mltiples entradas, al contrario del calco,
que "vuelve siempre 'a lo mismo"' (Deleuze y Guattari, 1995a:22).
Esta propuesta rizomtica del pensamiento busca contraponerse,
aunque sin negarlo, al pensamiento arborescente. 12 El pensamiento
arborescente, o simplemente en rbol, es el que opera por jerarquizacin y por la centralidad, o sea, establece un centro de origen (una
genealoga), como ejemplifican los autores:
II No podemos entender esta contraposicin como una oposicin en la que un
trmino trata de eliminar al otro, pero s debemos percibir una relacin de tensin y
de complementariedad, como veremos ms adelante. Tambin es importante resaltar
que no se trata simplemente de un nuevo dualismo o conjunto de modelos (rbol-raz
Por rizoma-canal): "Otro o un nuevo dualismo? No. Problema de escritura: siempre se
necesitan las expresiones anexactas para designar algo exactamente. [...] la anexactilud no es de ningn modo una aproximacin, al contrario, es el paso exacto de lo que
se hace. Si invocamos un dualismo es para recusar otro. Si recurrimos a un dualismo
de modelos es para llegar a un proceso que recusara cualquier modelo" (Deleuze y
Guattari, 1995a:32).
96
TERRITORIO Y DESTERRITORIALIZACIN
cualquier punto del rizoma puede ser conectado a cualquier otro, y debe
serlo. Eso no sucede en el rbol ni en la raz, que siempre fijan un punto, un
orden. El rbol lingilistico a la manera de Chomsky sigue comenzando en un
punto S y procediendo por dicotoma. En un rizoma, por el contrario, cada
rasgo no remite necesariamente a un rasgo lingstico: cadenas semiticas de
cualquier naturaleza se conectan en l con formas de codificacin muy diversas, cadenas biolgicas, polticas, econmicas, etctera, poniendo en juego
no slo reg-menes de signos distintos, sino tambin estatutos de estados de
cosas (1995a:15).
El rbol remite a centros de poder, a jerarqua, estructuras y relaciones binarias y biunvocas. Los autores afirman que "la lgica binaria y las relaciones biunvocas dominan todava el psicoanlisis [...I, la
lingstica y el estructuralismo, e incluso la informtica" (1995a:13).
Instituciones y apai-atos de poder como el Estado, la escuela y la fbrica tambin se organizan de manera arborescente.
Deleuze y Guattari advertirmacerca de la relacin existente entre
el rizoma y el rbol. A pesar de criticar el rbol, afirman que existe
una relacin entre ambos, que uno traspasa al otro, modificando mutuamente su naturaleza:
Lo fundarbental es que el rbol-raz y el rizoma-canal no se oponen como
dos modelos: uno [el rbol] acta como modelo y como calco trascendente,
incluso si engendra sus propias fugas; el otro [el rizomal acta como proceso
inmanente que destruye el modelo y esboza un mapa, incluso si constituye sus
propias jerarquas, incluso si suscita un canal desptico (Deleuze y Guattarj
1995a:31).
Esto quiere decir que. incluso en el rizoma, pueden existir segmentos que van a endurecerse y volverse rbol, a la vez que en el rbol es
posible que ocurra el surgimiento de un rizoma. Los autores afirmaron, por ejemplo, que "las sociedades primitivas tienen ncleos de
dureza que anticipan el Estado en la misma medida que lo conjuran.
Y las sociedades modernas continan inmersas en un tejido flexible
sin el cuarlos segmentos duros no se desarrollaran" (1996:90). En su
obra, las sociedades primitivas remiten al rizoma; sin embargo, podemos percibir que estas mismas poseen arborescencias dentro de s, a
la vez que las sociedades capitalistas, ms identificadas con la arborescencia, necesitan del rizoma (el tejido flexible) para existir.
En otras palabras, el par rizoma-rbol se relaciona estrechamente con otro, central en la obra de los autores, las "segmentaridades"
TERRITORIO Y DESTERRITORIALIZACIN
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98
experimentacin activa", ya que no podemos prefigurar su camino
(Deleuze y Parnet, 1987:137). Una sociedad, ms que definirse por
sus contradicciones, como en el lenguaje marxista, se define por las
lneas de fuga que afectan a las masas de todo tipo," por los puntos
o flujos de desterritorializacin.
La obra de los autores est marcada por ese movimiento de relaciones mltiples, coexistentes y, de cierta manera, complementarias.
Como ya vimos, no hay un pensamiento binario, de simple oposicin
entre los trminos; no hay oposicin entre molar y molecular, rizoma
y rbol. Los autores procuran pensar y crear por rizoma; buscando los
encuentros, los acontecimientos y los agenciamientos.
Por agenciamiento, Guattari y Rolnik se refieren a una "nocin
ms amplia que la de estructura, sistema, forma, etctera. Un agenciamiento comporta componentes heterogneos sea del orden biolgico, social, maqunico, gnoseolgico, imaginario" (1986:317). Al revs
de las estructuras, que "estn siempre vinculadas a condiciones de
homogeneidad", los agenciamientos son cofuncionales, una simbiosis (Deleuze y Parnet, 1987:52). El agenciamiento es una multiplicidad que incluye tanto lneas molares como moleculares; se trata de
la "unidad real mnima" que l propone en lugar de la palabra, el
concepto o el significante (Deleuze y Parnet, 1987:51). Segn la definicin demasiado simple que Goodchild (1996) da en su "Glosario",
se trata de "un conjunto de partes conectadas que tiene una consistencia" (p. 217).
Pensar estos agenciamientos es, sin duda, pensar en una geografa, una geografa de las multiplicidades y de las simultaneidades
como condicin para el propio movimiento, la propia historia (o el
devenir), ya que el agenciamiento es territorial, ante todo. No hay
historia ni devenir (creacin) posibles sin esos encuentros, sin esos
agenciamientos? De esta forma, para discutir la desterritorializacin
Para Deleuze, masa, que l contrapone con frecuencia a clase, es una forma de accin. asociada a las segmentaridades moleculares, y no una posicin social claramente
definida. de modo que la desterritorializacin de las "masas" y la retenitorializacin de
las "clases" pueden estar presentes en un mismo movimiento o agente social.
]" Como lo destacan diversos autores: "Al medio-espacio, caracterizado por mil fenmenos exteriores, hay que agregarle el medio-tiempo, con sus transformaciones continuas. sus repercusiones sin fin. Si la historia comienza por ser 'toda geografa, como
dijo Michelet, la geografa se vuelve gradualmente 'historia' por la reaccin continua
e.
del hombre sobre el hombre" (Reclus, 1985:57); "La frase puede parecer extravagant
iaperolshuman'ceproigaf'n
que
'hacen
su
prop
menos
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quinta esfera que, de cierta manera, est por encima y al mismo tiempo ms all de todas las dems: para ellos, territorio es un concepto
fundamental de la filosofa. Decimos "de cierta manera" porque, siguiendo el razonamiento de los autores, no se trata de una simple
jerarquizacin, un concepto que simplemente engloba a otro en una
diferencia de grado o de intensidad, en los trminos de Bergson (Deleuze, 1999): ante todo se trata de una diferencia de naturaleza, ya
que el concepto de territorio en Deleuze y Guattari tiene otro contenido. Como afirma Flix Guattari en el libro Micropoltica: cartop-afas
del deseo:
La nocin de territorio aqu es entendida en un sentido muy amplio, que
sobrepasa el uso que suelen hacer la etnologa y la etologa [y la geografa,
deberamos agregar]. Los seres existentes se organizan segn territorios que
los delimitan v los articulan a los dems y a los flujos csmicos. El territorio
puede ser referido tanto a un espacio habitado como a un sistema percibido,
en el cual un sujeto se siente "en casa". El territorio es sinnimo de apropiacin, de subjetivacin realizada sobre s misma. Es el conjunto de proyectos y
representaciones en los cuales va a desembocar, pragmticamente, toda una
serie de comportamientos, de energa aplicada, en los tiempos y en los espacios sociales, culturales, estticos, cognitivos (Guattari y Rolnik, 1986:323).
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Eje 1 Territorialidad
(campos de interioridad)
Eje 2 Desterritorializacin
(lneas de fuga)
Los agenciamientos, de esta manera, se moldean en los movimientos concomitantes de territorializacin y desterritorializacin. Todo
agenciamiento es territorial y se articula de modo doble en torno a
un contenido y una expresin, recprocamente presupuestos y sin jerarqua entre s. Un territorio, por lo tanto, puede ser visto como el
producto "agenciado" de un determinado movimiento en el que predominan los "campos de interioridad" sobre las "lneas de fuga" o, en
otras palabras, un movimiento ms centrpeto que centrfugo.
Los agenciamientos exceden los lmites del espacio geogrfico. Por
tal motivo, el concepto de territorio de los autores es en extremo amplio, pues como todo puede ser agenciado, todo puede ser tambin
desterritorializado y reterritorializado. La construccin del territorio,
o sea, el proceso de territorializacin, se relaciona, por lo tanto, con
el movimiento que gobierna les agenciamientos y con sus dos componentes: los agenciamientos colectivos de enunciacin y los agenciamientos maqunicos de cuerpos (o de deseo).
Los agenciamientos maqunicos de cuerpos son las mquinas sociales, las relaciones entre los cuerpos humanos, animales, csmicos. Los
agenciamientos maqunicos de cuerpos tienen que ver con un estado
de mezcla y relaciones entre los cuerpos en una sociedad:
Un rgimen alimentario, un rgimen sexual regulan. ante todo, mezclas de
cuerpos obligatorias, necesarias o permitidas. Incluso la tecnologa se equivoca al considerar las herramientas por s mismas: stas slo existen en reaG
ciu
an ttcaor, con las9mezciy
mezclas que hacen posibles o que las hacen posibles (Deleuze y-
104
TERRITORIO Y DESTERRITORIALIZACIN
Aqu es importante recordar que, al igual que en la no dicotomizacin geogrfica entre naturaleza y sociedad, no es posible concebir
el cuerpo social fuera del de la naturaleza, ya que se trata de un solo
cuerpo de multiplicidades. Tal vez por eso los autores comiencen la
discusin sobre el territorio a partir de la propia naturaleza, del mundo animal. Esta discusin nos remite a la nocin de hbridos de Bruno
Latour (1991), y tal como en la perspectiva de este autor, ofrece pistas
para pensar la "proliferacin de hbridos" sociedad-naturaleza que los
modernos produjeron, pero que, en vez de pensarlos en su hibridismo, siguieron siendo interpretados a travs de los binarismos y de las
lgicas identitarias.
Cmo va a relacionarse el cuerpo sociotcnico con los flujos de la
naturaleza? En las sociedades tradicionales, por ejemplo, esta relacin
se daba sin una exterioridad o dicotoma entre cuerpos. Otro ejemplo
citado por los autores y que nos ayuda a pensar este agenciamiento
es el agenciamiento feudal. "Se considerarn las mezclas de cuerpos
que definen la feudalidad: el cuerpo de la tierra y el cuerpo social,
los cuerpos del suzerano [sic], del vasallo y del siervo, el cuerpo del
caballero y del caballo [...], es todo un agenciamiento maqunico"
(Deleuze y Guattari, 19951D:30).
Los agenciamientos colectivos de enunciacin, por otro lado, remiten a los enunciados, a un "rgimen de signos, a una mquina de
expresin cuyas variables determinan el uso de los elementos de la
lengua" (19956:32). Los agenciamientos colectivos de enunciacin
no se relacionan con un sujeto, su produccin no puede hacerse efectiva en el propio socius, ya que tienen nexos con un rgimen de signos
compartidos, con el lenguaje, con un estado de palabras y smbolos.
En este momento es necesario prestar atencin y cuidado. No podemos reducir el estado de cuerpos a los anunciados colectivos. Deleuze y Guattari dejan muy claro que los agenciamientos maqunicos
de cuerpos (contenido) tienen una forma, as como los agenciamientos colectivos de enunciacin (expresin) tambin asumen una forma; no podemos, pues, decir que los agenciamientos colectivos son
la expresin de los agenciamientos maqunicos de ctterpos. No existe
esta relacin de reducir uno al otro, o un vnculo dicotmico entre
"regmenes de signos" y "estatuto de estados de cosas".18
I" "las formas, tanto de contenido como de expresin, son inseparables de un mokiMiellt0 de desterritorializacin que las arrastra. Expresin y contenido, cada uno de
ellos est ms o menos desterritorializado, relativamente desterritorializado segn tal
TERRITORIO Y DESTERRITORIALIZACIN
105
Lo que ellos afirman es que existe una relacin entre ambos agenciamientos, los dos recurren uno al otro, intervienen uno en el otro;
se trata de un movimiento recproco y no jerrquico. Esto ocurre
porque los agenciamientos colectivos de enunciacin fijan atributos
a los cuerpos, a fin de recortarlos. resaltados, precipitarlos, retardarlos, etc.'9 Dentro de este movimiento mutuo de agenciamientos, un
territorio se constituye.
Una clase es un territcnio porque para construirla reunimos en forma integrada un agenciamiento colectivo de enunciacin y un agenciamiento maqunico de cuerpos. La mano crea un territorio en la
herramienta que usa, as como la boca crea un territorio al ser acoplada al seno. El concepto de territorio de Deleuze y Guattari gana esta
amplitud porque tiene que ver con el pensamiento y el deseo, deseo
entendido siempre como una fuerza "maqunica", o sea, productiva.
Deleuze y Guattari articulan, as, deseo y pensamiento. Podemos territorializarnos en cualquier cosa, en tanto este movimiento de territorializacin represente un conjunto integrado de agenciamientos
maqunicos de cuerpos y agenciamientos colectivos de enunciacin.
El territorio puede ser construido en un libro a partir del agenciamiento maqunico de las tcnicas, de los cuerpos de la naturaleza (los rboles), del cuerpo del autor y de las multiplicidades que
lo atraviesan, as como del agenciamiento colectivo de enunciacin,
en este caso un sistema sintctico y semntico, por ejemplo. Se crea
un territorio de los Krenak. donde los agenciamientos maqunicos de
cuerpos estn fijados directamente en la Tierra, donde la circulacin
de los flujos deseantes se inscribe directamente en la Tierra. Se crean
agenciamientos colectivos de enunciacin para recortar el Sol y la
Luna, por ejemplo, y fijarles atributos.
estado de su forma. A este respecto, no se puede plantear una primaca de la expresin sobre el contenido, o a la inversa. Puede suceder que las componentes semiticas
estn ms desterritorializadas que las componentes materiales, pero tambin puede
suceder lo inverso. Por ejemplo, un complejo matemtico de signos puede estar m.s
desterritorializado qtte un conjunto de partculas; y a la inversa, las partculas pueden
tener efectos experimentales que desterritorializan el sistema semitico" (Deletize y
Guattari, 1995a:28).
Como ste no es el objetivo de nuestro trabajo, sugerimos al lector buscar la discusin en la obra Mil mesetas, vol. 2, captulo 4 ("Postulados de la lingWstica"), donde
los autores dejan muy claro que no podemos reducir o jerarquizar los agenciamien tos,
sino tratar de hallar su relacin recproca. Tambin se debe obsenur con atencin la
muy amplia concepcin propuesta para trminos fundamentales como "cuerpos" y "actos" (a este respecto, vase sobre todo la referencia a los estoicos en la p. 26).
106
TERRITORIO Y DESTERRITORIALIZACIN
3.4.
DESTERRITORIALIZACIN Y RETERRITORIALIZACIN:
TERRITORIO Y DESTERRITORIALIZACIN
107
OS
TERRITORIO Y DESTERRITORIALIZACIN
En el tercer teorema, Deleuze y Guattari relacionan las intensidades dentro del proceso de des-reterritorializacin y proponen distinguir dos tipos de desterritorializacin: la relativa y la absoluta:
Se puede incluso concluir f...1 que el menos desterritorializado se reterritorieliza sobre el ms desterritorializado. Surge aqu un segundo sistema de reterritorializaciones, vertical, de abajo hacia arriba. f...1 Como regla general, las
desterritorializaciones relativas (transcodificacin) se reterritorializan sobre
una desterritorializacin absoluta (1996:41, cursivas de los autores).
TERRITORIO Y DESTERRITORIALIZACIN
109
lizacin; no marca la superioridad o la dependencia de la desterritorializacin relativa con respecto a la absoluta; por el contrario, como
ya lo afirmamos y lo retomaremos ms adelante, ambos movimientos
se sobrepasan uno al otro.
La desterritorializacin absoluta se refiere al pensamiento, a la
creacin. Para Deleuze v Guattari, el pensamiento se constnive en
el proceso de desterritorializacin. Pensar es destenitorializar. Ello
quiere decir que el pensamiento slo es posible en la creacin, y
para crear algo nuevo es necesario romper con el territorio existente,
creando otro. De esta forrna, as como los agenciamientos funcionaban como elementos constitutivos del territorio, tambin van a producir una desterritorializacin. Se requieren nuevos agenciamientos,
nuevos encuentros, nuevas funciones, nuevos acuerdos. Sin embargo,
la desterritorializacin del pensamiento, as como la desterritorializacin sentido amplio, siempre est acompaada por una reterritorializacin: "la desterritorializacin absoluta no existe sin reterritorializacin" (1992:131). Esta reterritorializacin es la obra creada, el
nuevo concepto, la cancin terminada, el cuadro finalizado.
Deleuze y Guattari afirman que "pensar no es un hilo tensado entre un sujeto y un objeto. ni una revolucin de uno alrededor de otro.
Pensar se hace ms bien en la relacin entre el territorio y la tierra"
(1992:113). Ellos quieren pensar los encuentros, los agenciamientos
que se producen entre los flujos y las intensidades de deseo del SOCiU5
y de qu forma stos se inscriben en la propia tierra. Adems, sostienen, para que el pensamiento exista es necesario un suelo, un medio,
la propia tierra.
En ltima instancia, la tierra es la gran desterritorializada, ya que
"pertenece al cosmos" (1997b:225), por donde los flujos y las intensidades van a recorrer y fijarse:
los cuerpos y el ambiente son atravesados por velocidades muy diferentes de
desterritorializacin, por velocidades diferenciadas, cuyas complementariedades
forman continuums de intensidad, pero tambin dan origen a procesos de reterritorializacin. En ltima instancia, la propia Tierra es la desterritorializada ("el
desierto crece..."), y es el nmada, el hombre de la tierra, el hombre de la desterritorializacin, aunque l sea tambin lo que no se mueve, lo que permanece
vinculado al ambiente, desieno o estepa (Deleuze y Parnet, 1987:134).
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111
Deleuze cita como ejemplos de estos "agujeros negros" de la desterritorializacin los microfascismos analizados por Flix Guattari, que
surgen incluso fuera del papel organizador del Estado v, en el nivel
psicolgico, la esquizofrenia. Finalmente, otro peligro que l seala
para la lnea de fuga es el de caer en "lneas de abolicin, de destruccin, de los otros y de s mismo" (p. 140).
Deleuze y Guattari muestran la intricada interrelacin entre todos
estos diferentes tipos de desterritorializacin, en la que cada uno puede desembocar en el otro, bajo la forma de simples conjugaciones o
bien, ms enfticamente, de conexiones. Creacin y destruccin, sin
embargo, son fundamentales para entender los sentidos positivo y negativo que pueden surgir de la desterritorializacin absoluta.
112
TERRITORIO Y DESTERRITORIALIZACIN
los flMos sociales y los flujos materiales. El trmino lsobrecodificacinl corresponde a una codificacin de segundo grado" (Guattari y Rolnik, 19116:317-3M
22 1..1 la tierra [...) es la superficie sobre la que se inscribe todo el proceso de la
produccin, se registran los objetos, los medios y las fuerzas de trabajo, se distribuyen
los agentes y los productos. Aparece aqu como cuasi-causa de la produccin y corno
objeto del deseo E (Deleuze y Guattari, s/d:144).
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1 13
gida y desptica la organizacin social. Mientras los autores les atribuyen flexibilidad a las sociedades precapitalistas, afirman que las sociedades capitalistas modernas poseen una segmentaridad dura, en que
la organizacin social est sobrecodificada por un aparato desptico y
trascendente del poder, una mquina desptica que desterritorializa y
disciplina los cuerpos (como en la sociedad disciplinaria de Foucault
[1984]).
Las territorialidades precapitalistas crean otras relaciones con la
tierra. Los agenciamientos maqunicos de cuerpos y los agenciamientos colectivos de enunciacin estn fijados en la tierra. No hay una
exterioridad, una separacin entre los cuerpos sociales, tcnicos, polticos, artsticos y los cuerpos de la naturaleza. Lo que ocurre es que
la mquina primitiva subdivide a la poblacin, pero lo hace en una tierra indivisible donde se inscriben las relaciones conectivas, disyuntivas y conjuntivas
de cada segmento con los otros (por ejemplo, la coexistencia o la complementariedad del jefe del segmento con el protector de la tierra) (s/d:150).
Se trata, por lo tanto, de dos relaciones muy distintas con la tierra: mientras en las comunidades tradicionales la tierra-divinidad era
casi un "comienzo y un fin" en s misma, integrando un corpus con el
hombre, en las sociedades estatales la tierra se transforma gradualmente en un simple mediador de las relaciones sociales, en que con
frecuencia el "fin" ltimo, como en la lectura hegeliana, ser tarea
del Estado.
Esto significa que el Estado y el capital impusieron un intenso proceso de desterritorializacin de las sociedades precapitalistas. En lo
que se refiere al capitalismo, los autores afirman:
en El capital, Marx muestra el encuentro de dos elementos "principales": por
un lado, el trabajador desterritorializado, transformado en trabajador libre y'
desprotegido, que tiene que vender su fuerza de trabajo; por el otro, el dinero decodificado, transformado en capital y capaz de comprarla. Estos dos flujos, de productores y de dinero, implican varios procesos de decodifi racin
y de territorializacin con orgenes muy diferentes. Para el trabajador libre:
desterritorializacin del suelo por privatizacin; decodificacin de los instrumentos de produccin por apropiacin; privacin de los medios de consumo
por disolucin de la familia de la corporacin; finalmente, decodificacin
del trabajador en provecho del propio trabajo o de la mquina. Para el capital: desterritorializacin de la riqueza por abstraccin monetaria; decodificacin de los flujos de produccin por el capital mercantil; decodificacin de
114
TERRITORIO Y DESTERRITORIALIZACIN
los estados por el capital financiero y por las deudas pblicas; decodificacin
de los medios de produccin por la formacin del capital industrial, etctera
(s/c1:233-234).
La territorialidad del Estado se concreta en este proceso de desterritorializacin (dentro de la proposicin del primer teorema). El
Estado se reterritorializa en el proceso de sobrecodificacin, o sea,
construye nuevos agenciamientos, sobrecodifica los agenciamientos
territoriales que conformaban las sociedades precapitalistas, configurando nuevos agenciamientos maqunicos de cuerpos y agen ciamientos colectivos de enunciacin.
Luego de exponer estas organizaciones sociales distintas, en que
los procesos de desterritorializacin v reterritorializacin poseen
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r 15
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117
119
Para entender la desterritorializacin, propusimos en un primer momento reflexionar sobre los abordajes conceptuales vinculados con su
"raz", el territorio, en tanto que ste slo se define, como lo destacan
Deleuze y Guattari, en relacin con la territorializacin, su contraparte indisociable. Concluimos con la percepcin de que, aunque adoptemos una conceptuacin genrica de territorio, ligada a la idea de
"control" social del movimiento en el y por el espacio, en sentido lato,
o sea, al mismo tiempo como dominio concreto y como apropiacin
simblica, en los trminos de Lefebvre (o en los sentidos funcional y
expresivo, segn Deleuze y Guattari), este tipo de control debe estar
siempre contextualizado de modo histrico y geogrfico, o sea, debe
ser visto en su especificidad espacio-temporal. Trabajamos aqu con la
idea de que lo que denominamos en la actualidad desterritorializacin,
mucho ms que representar la extincin del territorio, se relaciona con
una negacin a reconocer o con una dificultad para definir el nuevo
tipo de territorio que est surgiendo, ms mltiple y discontinuo.
En concreto, es posible afirmar que la desterritorializacin, como
la "otra mitad" de la dinmica de territorializacin, resulta una constatacin banal, ya que siempre estuvo presente a lo largo de toda la
historia humana. Sucede que el empleo del trmino e incluso el debate sc>bre la transformacin territorial, o del territorio relacionado con
el movimiento de la sociedad, son relativamente recientes. Aunque algunos de los presupuestos para el debate tengan races muy antiguas,
como lo hemos podido ver a travs de la obra de mile Durkheim en
la transicin del siglo xix al xx, el discurso sobre la desterritorializacin gan relevancia slo en las ltimas dcadas, en especial en la
dcada de 1990, relacionado con aquello que muchos denominaron
el advenimiento de una "condicin de la posmodernidad", frente a la
cual suele considerarse como fundadoras a las filosofas postestructuralistas como la de Deleuze y Guattari.
Situar de manera histrica la concepcin de destenitorializacin
significa, pues, colocarla dentro de debates ms amplios, especial-
8]
Crisis actual
POSiCi72
pOltiCa
Crtica
Conservadora
Negativa
Positiva
Positiva
Negativa
".knarquistas"
Vattimo,
Baudrillard (?)
Lyotard
rota'
POSMODERNOS
Parcial*
"Neoconservadores"
A. Gellen
Parcial
AIODERNOS
Total
Maffesoli
Yudice
Guattari (?)
S. Lash
Octavio
Paz (?)
D. Harvey
Castoriadis (1)
Jameson
Giddens (1)
Chesnaux
Habermas (?)
120
Para muchos el posmodernismo, al romper con una poca, inaugura una nueva sensibilidad, una nueva lectura y una nueva experiencia
de mundo, directamente vinculadas a los novedosos paradigmas tecnolgicos que desestabilizan las antiguas certezas y los antiguos lazos de
la sociedad con el espacio. De esta forma, ocurrira un descentramiento del individuo en relacin con las comunidades bien delimitadas, los
contactos se efectuaran cada vez ms a distancia, prescindiendo de la
contigidad fsica. Este descentramiento e inestabilidad "des-localizada" son, para algunos, una marca esencial de la posmodernidad.
Sin embargo, para otros, que entienden la posmodernidad no a
partir de la idea de ruptura (como lo hacen Lyotard, 1986[1979]
y Vattimo, 1990), sino de la continuidad e incluso en el marco de
una radicalizacin de las caractersticas de la modernidad (como Habermas, 1990 [1985] y Giddens, 1991), aquellos rasgos ya se venan
gestando en la modernidad, era en la que, desde la Revolucin industrial, "todo lo slido" tiende a "desvanecerse en el aire", como lo
expres Berman (1986) retomando la conocida expresin acuada
por Marx. Para Balandier, por ejemplo, el discurso posmoderno acenta los rasgos fundamentales de la modernidad, que se define por el
"movimiento ms la incertidumbre":
El movimiento se realiza en mltiples formas, vistas por muchas personas o
bien como trampas o bien como mscaras del desorden. El vocabulario posmoderno se adapta a ese inventario especulador de la "deconstruccin" y de las
simulaciones. Hace algunos aos se viene formando progresivamente la lista
de las desapariciones: del campo a la ciudad, de los grupos de relaciones entre
individuos, de stos a los espacios de la cultura y del poder, todo fue condenado
a la extincin, a la realidad mnima. [...1 Las apariencias, las ilusiones y las imgenes, el "ruido" de la comunicacin desvirtuada y efmera se transformaron
poco a poco en los elementos constitutivos de una realidad que no es una, pero
que se percibe y acepta bajo estos aspectos (Balandier, 1997:11).
121
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125
126
De este modo, el presente se cosifica, ante la ausencia de una relacin coherente entre pasado, presente y futuro. Se trata de una
"esquizofrenia" en la que se vive una serie de "puros presentes, no
relacionados en el tiempo", que rompe la cadena de significacin
en puros significantes materiales presentificados (Jameson, 1996:53).
Harvey (1992[1989] ) agrega que "el carcter inmediato de los acontecimientos, el sensacionalismo del espectculo (poltico, cientfico,
militar, as como de diversin) se vuelven la materia de la cual la conciencia ha sido formada" (p. 57).
De all el peso contemporneo de los procesos de diferenciacin
en detrimento de los procesos de unificacin. Descartada la idea de
progreso y orden temporal, la historia es "robada" y reunida en pedazos aparentemente inconexos, de lo cual el eclecticismo de la arquitectura, en tanto lenguaje esttico privilegiado de la posmodernidad.
es uno de los ejemplos ms contundentes. En sta, "los reflejos distorsionados y fragmentados de una superficie de vidrio a otra pueden
considerarse como paradigmticos del papel central del proceso y de
la reproduccin en la cultura posmoderna" (Jameson, 1996:63). La
propia planeacin urbana no se concibe ms como totalidad: la ciudad es abordada en sus mltiples fragmentos, en su "polifona" parcelada, en sus constantes procesos de diferenciacin interna.
Por ltimo, una cuestin central y muy problemtica de este espacio fragmentado o, en otras palabras, "desplazado", es su representacin: el mundo globalizado se volvera irrepresentable (aunque no
incognoscible, resalta Jameson). Las transformaciones del "hiperespacio posmoderno" trascienden "definitivamente la capacidad del
127
cuerpo humano individual de autolocalizarse, para organizar perceptivamente el espacio de sus inmediaciones, y para cartografiar cognitivamente su posicin en un mundo exterior representable" (p. 97).
La nueva mquina posmoderna "no representa el movimiento, pero
puede solamente representarse en movimiento" (p. 100).
Vivimos en una "confusin espacial y social [...J. La forma poltica
del posmodernismo, si hubiera una, tendr como vocacin la intervencin y el diseo de mapas cognitivos globales, tanto en una escala
social como espacial" (Jameson, 1996:121). De esta forma, la concepcin de espacio desarrollada por el autor indica que "un modelo de
cultura poltica apropiado a nuestra propia situacin necesariamente
tendr que plantear los problemas del espacio como su cuestin organizativa fundamental" (p. 76).
Esta crisis en la.s representaciones espaciales puede asociarse tambin, de alguna forma, a la desterritorializacin. Pero, as como en
nuestra crtica de la desterritorializacin la consideramos ms como
"mito", aqu podemos decir tambin que la "no representabilidad" del
mundo es otro mito, en el sentido de que se trata ahora de damos
cuenta con qu nueva "cartografa" (o geografa) estamos trabajando, o
mejor dicho, de qu nueva experiencia de espacio-tiempo hablamos.
Massey (1993a) parte de la idea del espacio como una "dimensin" (en ningn caso esttica u opuesta al movimiento) dotada de
los tres "momentos" identificados por Lefebvre (espacios percibido
o "llevado a la prctica", concebido o representado y iivido a travs
de sus imgenes y smbolos) y de su relacin indisociable con la dimensin temporal, en que una (re)define a la otra. A partir de esta
concepcin, la autora advierte sobre la despolitizacin del discurso
posmoderno, lo que incluye una crtica al sentido "irrepresentable"
del espacio propuesto por Jameson. Mientras algunos autores, como
Ernesto Laclau (1990), ven el espacio como esttico, por lo tanto,
una regularidad sin mmimiento o "desplazamiento", que impide as
el surgimiento de lo nuevo o "la posibilidad de lo poltico", Jameson
hace recaer las dificultades de lo poltico en el aspecto opuesto, el
caos" o el "desplazamiento" espacial contemporneo.
Para Massey, el espacio como "caos irrepresentable" de Jameson
traduce un viejo tema de discusin de la geograffa acerca de la dificultad de trabajar con la yuxtaposicin de fenmenos en el espacio,
en contraposicin a la mayor facilidad que existira si se tratara de
Yuxtaposiciones en el tiempo. Esto se debera, "en parte, a que en el
128
1 Moreira (1993)
utiliza la interesante metfora del espacio como "el cuerpo del
tiempo" para definir dicha indisociabilidad.
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versa: ya no existe ms, obligatoriamente, la necesidad de que el contexto, en su sentido tradicional de entorno inmediato o condiciones
ambientales directas, sea el elemento principal para comprender
relaciones sociales (o socioespaciales); en realidad, lo que se modifica es la concepcin misma de "contexto". Cada vez ms la dinmica
social se lleva a cabo en relacin con otros niveles espaciales, otros
puntos de referencia, con frecuencia ajenos por completo a las circunstancias locales o de contacto cara a cara.
Todo ello significa, sin embargo, que no se trata exactamente ni
de un "vaciamiento" ni de una separacin. corno supone el trmino
"desanclaje", sino de una especie de "alargamiento", en los trminos
del propio Giddens, de interrelaciones ms extensas por ser discontinuas, lo que permite asociar espacios muy distantes en una misma
temporalidad. Se trata, en fin, de espacio-tiempos ms mltiples, de
combinaciones mucho ms imprevisibles y espacialmente ms fragmentadas.
Las relaciones que antes se hacan "aqu y ahora", conjugadas en un
mismo tiempo-espacio, pueden estar espacialmente disociadas, "desencajadas", para "reencajarse" en otra configuracin o escala espacial.
Si es posible asociar "desanclaje" con desterritorializacin, entonces
el "reanclaje" sera la reterritorializacin. Segn Giddens:
El correlato del desplazamiento es el reanclaje [reembedding] . Los mecanismos
de desanclaje quitan las relaciones sociales y los intercambios de informacin
de contextos espacio-temporales especficos, pero a la vez propician nuevas
oportunidades para su reinsercin .1. El mismsimo proceso que lleva a
la destruccin de los barrios ms antiguos de la ciudad y su remplazo por
enormes edificios de oficinas y rascacielos permite frecuentemente el ennoblecimiento de otras zonas y la recreacin de la localidad. [...1 El propio
significado del transporte que ayuda a disolver la conexin entre la localidad
y el parentesco brinda la posibilidad para el reanclaje, volviendo fcil visitar
parientes "cercanos" que estn muy lejos (p. 142).
miento o "alargamiento" espacio-temporal en relacin con los contextos locales de interaccin, Harvey (1989 [ 1 998 en la edicin en
133
34
dieron antes. La intensidad de la compresin del espacio-tiempo en el capitalismo occidental a partir de los aos sesenta, con todos sus elementos
congruentes de transitoriedad y fragmentacin excesivas en el dominio po
ltico y privado, as como en el social, de hecho parece indicar un contexto
experiencia] que confiere a la condicin de la posmodernidad el carcter de
algo un tanto especial (Harvey, 1992:276).
Existen, no obstante, algunas limitaciones tericas que es necesario registrar. A veces, parece haber una disociacin entre lo concreto
y lo representado, que es justamente el presupuesto de una opcin
por el materialismo y, dentro de ste, por la base econmica de la
sociedad. Los "movimientos estticos" de la posmodernidad, de modo
invariable terminan siendo explicados, "en ltima instancia", por la
crisis de acumulacin capitalista bajo las condiciones del posfordismo
y su momento perturbador de compresin tiempo-espacio.
Hay poco margen para lo mltiple, imprevisible o inexplicable en
este entramado lgico-dialctico en que las "respuestas" a la compresin estn completamente desacreditadas, ya sea el deconstructivismo
(al reducir "el conocimiento y el significado a un montn desordena do de significantes" [p. 315] ), las acciones micropolticas (capillismos
"estrechos y sectarios") o las expresiones "frenticas" que reflejan esa
compresin tiempo-espacio, corno los escritos de Baudrillard y N'idlio ("ellos parecen estar diablicamente inclinados a fundirse con la
compresin del espacio-tiempo y a reproducirla en su propia retrica
extravagante" [p. 316]).
No se trata, obviamente, de criticar la perspectiva filosfica mate rialista tont court, sino de cuestionar el tipo de anlisis que, al tomar
135
136
137
que a
4.3.
Una crtica importante a la concepcin de la compresin del espaciotiempo ha sido planteada por Massey (1993b), para quien el concepto
de Harvey carece de precisin. A pesar de no cuestionar el trasfondo
materialista del autor ("defender su mayor complejidad no es de ningn modo ser antimaterialista") (p. 61), Massey rechaza su economicismo que, centrado en el "capital", oculta mltiples influencias
como las vinculadas a la etnicidad al gnero. Tambin argumenta
a favor de la mayor diferenciacin social en cuanto a cmo viven la
compresin del tiempo-espacio los diferentes individuos en distintas
espacialidades y condiciones sociales. A partir de la nocin de espacio
como "complejo entramado de relaciones de dominacin y subordinacin, de solidaridad y cooperacin", repleto de poder y simbolismo
(Massey, 1993a:157), desarrolla uno de sus conceptos centrales, el de
las geometras de poder: las "geometras de poder de la compresin
espacio - tiempo" (the power geometries of time space compression).
-
Para Massey, diferentes individuos y grupos sociales se hallan situados de manera muy distinta con relacin a los flujos e interconexiones que supone la compresin del tiempo-espacio. La cuestin
es explicitar, por lo tanto, los distintos meandros del poder donde
estn situados. Ciertamente no se trata de un desconocimiento por
parte del materialismo histrico de Harvey, pues es inherente a este
pensamiento la crtica a las profundas desigualdades sociopolticas
engendradas por el capitalismo. La cuestin es que Harvey, al no precisar el concepto, deja de explicitar este importante elemento de su
anlisis. As, afirma Massey:
Ese punto tiene relacin no solamente con la cuestin de quin se desplaza
y quin no se desplaza, aunque ste sea uno de sus elementos importantes;
tiene que ver tambin con el poder en relacin con los flujos y el movimiento. Diferentes grupos sociales tienen distintas relaciones con esta movilidad
138
sectores de la sociedad y de la propia economa. Mientras el capital financiero puede sacar provecho de una especie de "compresin total",
circulando en "tiempo real" alrededor del mundo, las mercancas de
consumo cotidiano an precisan de un tiempo razonable para ser
transportadas de un pas a otro. Algunos objetos se mueven mucho
ms rpidamente que otros, afectando la vida de todos los que dependen de dicha "movilidad". Mientras ciertos productos en efecto se
liberan del problema causado por la distancia, otros adquieren nuevo
valor justamente por depender de esas distancias y volverse, de esa
forma, relativamente menos accesibles.
Junto con el reconocimiento de la complejidad que entraa la
compresin del tiempo-espacio a partir de la diferenciacin de sus
sujetos y objetos, as como de las relaciones de poder profundamente
desiguales que estn en juego, como destaca Massev, es importante
concentrarse en otra cuestin terica, tanto o ms relevante que sa.
Nos referimos al reconocimiento de que la compresin del tiempoespacio tiene que ver slo con una de las "formas" con las que el espa cio social se manifiesta, la que se refiere de manera ms directa a lo
que Shields (1992) denomina relacin de presencia y ausencia, uno de
los tres componentes "paradigmticos" de la espacializacin de la sociedad, junto con la diferenciacin o contraste y la inclusin y exclusin o
dentro y fuera. En realidad, preferimos llamar de manera ms simple
a estas tres caractersticas: presencia, desigualdad (lo que Bergson denomina diferencias de grado) y exclusin (relacionada con una lectura
de la "diferencia" en sentido estricto o diferencia de naturaleza).
Shields argumenta que, en el anlisis de los cambios provocados por
la posmodernidad, lo que efectivamente se puede demostrar en forma
emprica son slo cambios ocurridos en la espacializacin de la presen cia y ausencia. Segn el autor, "inclusin y exclusin y diferenciacin
espacial siguen siendo aparentemente inmutables" (p. 187). Las desigualdades y la exclusin socioespacial, decimos nosotros, fueron preci samente intensificadas. As, si hubo una ruptura entre las experiencias
139
I 4
5. MLTIPLES DIMENSIONES
DE Lk DESTERRITORIALIZACIN
Aunque nuestro objetivo no sea exactamente realizar una "deconstruccin" de los discursos sobre la desterritorializacin, tornaremos
como base, en este captulo, sus principales vertientes interpretativas
a partir de autores que entraron de manera ms directa en este debate. As, con base en sus trabajos, distinguimos al menos tres grandes
dimensiones sociales desde las cuales se aborda la desterritorializacin: la econmica, menos comn (por la propia tradicin predominante que enfoca el territorio a partir de su naturaleza poltica, como
vimos en el captulo 2), la poltica y la perspectiva simblica o cultural
en sentido ms estricto.
Distinguir entre una desterritorializacin de "matriz" predominantemente econmica, otra de matriz poltica y una tercera de matriz
cultural no significa adoptar una posicin estructuralista que diferencia de forma clara esos componentes, en realidad dimensiones o
perspectivas de lo social, identificadas as fundamentalmente porque
los discursos sobre la desterritorializacin en general asumen esa separacin.
Explcita o implcitamente, esas dimensiones se vinculan a diferentes concepciones de territorio. Podemos ampliar la cuestin afirmando que se trata de respuestas diferentes a un mismo proceso de desterritorializacin. Si concebimos territorio en su sentido amplio de
dominacin o apropiacin del espacio, en trminos de las mltiples
relaciones de poder, es factible afirmar que los objetivos o las razones
de esta dominacin control (o descontrol, en el caso de incluir la
desterritorializacin) pueden ser muy diversos y abarcar factores de
orden econmico, poltico y cultural.
Es sorprendente que la discusin ms estrictamente social cle la
desterritorializacin se encuentre casi ausente en esos discursos. Y
son justamente los vnculos entre desterritorializacin y "exclusin"
socioespacial los que situamos entre los ms relevantes para su anlisis (vase el captulo 7). Es probable que ello se explique porque el
territorio y la territorializacin siempre se enfocan en un sentido ms
[141]
142
5.1.
1 43
En el sentido ms amplio, la desterritorializacin se concibe prcticamente como sinnimo de globalizacin econmica o, por lo
menos, como uno de sus vectores o caractersticas fundamentales,
ya que se va conformando un mercado mundial con flujos comerciales, financieros y de informaciones cada vez ms independientes de bases territoriales bien definidas, como las de los estadosnaciones.
En una interpretacin poco ms limitada, se pone de relieve uno
de los momentos del proceso de globalizacin, el del capitalismo
posfordista o capitalismo de acumulacin flexible, flexibilidad que
sera responsable del debilitamiento de las bases territoriales o,
ms ampliamente, espaciales en la estructuracin general de la
economa, en especial en la lgica locacional de las empresas y en
el marco de las relaciones laborales (precarizacin de los vnculos
entre trabajador y empresa, por ejemplo); de all tambin la propuesta de desterritorializacin como sinnimo de "deslocalizacin", que subraya el carcter "multilocacional" de las empresas,
cada vez ms autnomas en cuanto a las condiciones locales/territoriales de instalacin.
En un sentido an ms limitado, desterritorializacin sera un
proceso asociado especialmente a un sector especfico de la economa globalizada, el financiero, en donde la tecnologa informtica volvera ms evidentes tanto la inmaterialidad como la instantaneidad (y la superacin del obstculo de la distancia) en las
transacciones, permitiendo as la circulacin de capital (puramente especulativo) en "tiempo real")
Respecto a la historia, existen referencias indirectas al fenmeno
de la desterritorializacin desde antes de la modernidad occidental.
Pero es en el periodo moderno, dentro de una dinmica capitalista
cada vez ms acelerada, cuando el proceso en efecto cobra fuerza.
As, para discutir la desterritorializacin desde el punto de vista de
quienes la priorizan en tanto fenmeno de orden econmico, podemos partir en primer lugar del debate sobre la globalizacin, ya que
no pocos autores asocian de manera directa globalizacin (u "orden
global", corno expres Milton Santos) y desterritorializacin.
'Podramos i ocluir tambin aqu a aquellos sectores de la economa (servicios, especi almente .) ezrseturadtts cada vez in-SS
en torno al llamado teletrabajo, que hasta puede
Prescindir de la sede fsica de la empresa (a este respecto, vase Ferreira, 20031.
144
Probablemente, el primer gran autor que otorg una clara importancia a la fundamentacin econmica del proceso global-desterritorializador fue Karl Marx. En su discurso, la ausencia del trmino
no impide el anlisis -profundo de las formas con las que el modo
de produccin capitalista "desterritorializa" los modos de produccin
preexistentes para reterritorializar segn su propia dinmica. Las referencias ms distintivas del movimiento de des-reterritorializacin
capitalista son la expropiacin del campesinado, transformado en trabajador "libre" en medio de fenmenos como la apropiacin privada
de la tierra y la concentracin de la propiedad, y, en el otro extremo
de la pirmide social, la velocidad con que los estratos ms privilegiados de la burguesa destruyen y reconstruyen el espacio social, bajo la
conocida afirmacin de que "todo lo que es slido se desvanece en el
aire, todo lo que es sagrado es profanado".
La nocin marxista de "trabajador libre" abarca, de diferentes for
mas, una nocin implcita de desterritorializacin debido a que esos
"vendedores de su propia fuerza de trabajo" son:
trabajadores libres en el doble sentido, porque no pertenecen directamente
a los medios de produccin, como los esclavos, los siervos, etctera, ni los
medios de produccin les pertenecen, como por ejemplo el campesino econmicamente autnomo, etctera, estando, por el contrario, libres, sueltos y
desprosstos de ellos. [...] La as llamada acumulacin originaria no es ms,
pues, que el proceso histrico de separacin entre productor y medio de produccin [lase: desterritorializacini (Marx, 1984:262).
145
Sin embargo, aun con toda su vocacin global, tan bien retratada en este fragmento de El manifiesto comunista, el capitalismo no alimenta solamente la dinmica desterritorializadora. Es evidente
que
al crear la nueva "interdependencia'' y al conectar, econmica y culturalmente, las regiones ms lejanas, se est estructurando una nueva
organizacin territorial, una especie de "territorio-mundo" articulado
a escala global.
146
Podemos decir que el capitalismo nace siendo ya virtualmente global, o sea, sin una base territorial limitada, bien definida, pero que para
realizar con efectividad su vocacin globalizadora recurre a diferentes
estrategias territoriales, en especial la que invoca al ordenamiento geogrfico estatal. La interferencia "cdica" del Estado, siempre como un
arma de doble filo, en la contradiccin que le es inherente entre la defensa de intereses pblicos y privados, como mnimo viene a complicar
seriamente este juego entre apertura y (relativo) cierre de fronteras.
Hirst y Thompson (1998), por ejemplo, cuestionan el paso de la
economa internacional hacia la economa globalizada. Para ellos, las
grandes potencias, en especial Estados Unidos, "siguen siendo el nico garante posible del sistema de libre comercio mundial [...]; por
lo tanto, la apertura de los mercados globales depende de la poltica
americana", en la que el dlar contina siendo "el intermediario del
comercio mundial" (p. 33). La comparacin entre una economa internacional y una globalizada, que para ellos todava no se manifest
en sentido estricto,
lo opuesto de una economa globalizada no es una economa volcada hacia
adentro, sino un mercado mundial abierto, basado en las naciones comerciales
y regulado, en mayor o menor grado, por las polticas pblicas de los estadosnacin y por las agencias supranacionales. Una economa as ha existido de una
u otra forma desde 1870, y contina existiendo, a pesar de grandes contratiempos, el ms serio de los cuales fue la crisis de los aos treinta. La cuestin es que
esto no debera confundirse con una economa global (p. 36).
147
estatal) en la reproduccin capitalista es Giovani Arrighi, en particular en su libro El largo siglo xx (Arrighi, 1996 [1994]). Arrighi propone
una distincin e incluso una oposicin entre un proceso que podemos llamar ms desterritorializado y estrictamente "capitalista" y otro
ms territorializado y de naturaleza "estatista". El autor interpreta el
conflicto entre la dinmica del capital (espacio econmico) y' la "organizacin relativamente estable del espacio poltico" a partir de dos
"modos opuestos de gobierno o de lgica del poder", dos estrategias
geopolticas, podramos decir, que l denomina "capitalismo" y "territorialismo".
Los gobernantes territorialistas identifican el poder con la extensin y la densidad poblacional de sus dominios, concibiendo la riqueza/el capital como
un medio o un subproducto de la bsqueda de expansin territorial. Los gobernantes capitalistas, por el contrario, identifican el poder con la extensin
de su control sobre los recursos escasos y consideran las adquisiciones territoriales un medio y un subproducto de la acumulacin de capital (p. 33).
Arrighi se gua por la regla general mancista DMD' para definir las
frmulas TDT' y DTD' en relacin a las dos lgicas, la capitalista y la
territorialista:
Segn la primera frmula, el dominio econmico abstracto, o el dinero (D),
es un medio o un eslabn intermedio en un proceso dedicado a la adquisicin de territorios adicionales (T'T = + delta T). De acuerdo con la segunda
frmula, el territorio (T) es un medio o un eslabn intermedio en un proceso
dedicado a la adquisicin de medios de pago adicionales (D'D = + delta D)
(p. 33).
148
149
ta", sino tan slo una "lgica diferente"; esta diferencia se advierte en
el hecho de que "el objetivo de las actisidades de gestin del Estado
y de la guerra" es "el control del territorio y de la poblacin" (p. 36).
Aqu territorio parece tener su connotacin ms banal y de sentido
comn vinculada a "tierra", "pedazo de suelo", y como si el territorio
pudiera aparecer separado de la poblacin.
En un momento determinado de su reflexin, Arrighi vuelve compleja su lectura espacial (aunque no exactamente "territorial") al proponer el binomio espacio-de-los-lugares y espacio-de-los-flujos, trmi
nos muy caros tambin a Manuel Castells (1999) en su anlisis de la
sociedad en red:
histricamente. el capitalismo, como sistema mundial de acumulacin y gobierno, se desarroll simultneamente en los dos espacios. En el espacio-delos-lugares H.) triunf al identificarse con determinados estados. En contraste, en el espacio-de-los-flujos triunfo no por identificarse con ning-n Estado
en particular, sino por construir organizaciones empresariales no territoriales
que abarcaban el mundo entero (p. 84).
Una vez ms, nos encontramos ante una especie de dicotoma entre
lugar y flujo o, en otras palabras, territorio y "no territorio" (o red),
procesos (implcitos, en este caso) de territorializacin y desterritorializacin. Arrighi, no obstante, insiste en demostrar, incluso con ejemplos
de temporalidades muy diversas (genoveses en el siglo xo, empresas
estadunidenses a fines del siglo xx), hasta qu punto el capitalismo
consiyi siempre con esos dos espacios. Guindonos por nuestra tesis,
desarrollada ms adelante, de que en realidad son dos concepciones
distintas de terrritorialidad, veremos que no se trata sencillamente de
contraponer territorio a red u "organizaciones territoriales" a "no territoriales", sino de entender las diferentes formas con las que stas se
estructuran territorialmente a lo largo del tiempo.
En otro punto, Arrighi distingue la lgica de las compaas de comercio y navegacin de los siglos xvii y xvin y las multinacionales del
siglo xx. Uno de los aspectos fundamentales es justamente su base
territorial:
las primeras eran organizaciones parcialmente gubernamentales y parcialmente empresarias, que se especializaban territorialmente, excluyendo a
todas las otras organizaciones similares. En contraste, las empresas multinacionales del siglo xx son organizaciones estrictamente comerciales, que se es-
150
151
52
Modernidad fordista
Posmodernidad flexible
Economas de escala
Jerarqua/homogeneidad
Vivienda pblica
Capital productivo/universalismo
Poder estatal/sindicalismo
Estado de bienestar social
tica/mercanca-dinero
Produccin/orig-inalidad
Obrero/vanguardismo
Centralizacin/totalizacin
Sntesis/negociacin colectiva
Produccin masiva
Poltica de clase
Economas de objetivo
Anarqua/diversidad
Desalojados
capital ficticio/localismo
Poder financiero/individualismo
Trabajador especializado
Reproduccin mecnica
Trabajador flexible
&produccin electrnica
Intervencionismo/industrializacin
Neoliberalismo/desindustrializacin
FUENTE:
Neoconservadurismo
Esttica/dinero contable
Reproduccin/pastiche
Administrador/comercialismo
Descentralizacin/deconstrucin
Anttesis/contratos locales
Produccin en pequeos lotes
Mosimientos sociales, grupos
de inters
Storper es uno de los pocos gegrafos que desarrolla de forma explcita un concepto de desterritorializacin de base econmica, del
que destaca principalmente el factor "localizacin":
Una actividad puede definirse como territorializada cuando su efectivizacin
econmica depende de su localizacin (dependencia del lugar) y cuando
dicha localizacin es especfica de un lugar, o sea, tiene races en recursos no
existentes en muchos otros espacios o que no se pueden crear o imitar fcil y
rpidamente en los lugares que no los tienen (1994),
En consecuencia, la disminucin de esta dependencia de las actividades econmicas en relacin con sus localizaciones o a los recursos
y especificidades del "lugar" (tomado aqu en un sentido locacional)
llevara a la desterritorializacin. El autor destaca, sin embargo, que
"la internacionalizacin no est eliminando la territorializacin sino
que, por el contrario, puede estar sustentada por sta en ciertos aspectos", pues no existe correspondencia automtica alguna entre internacionalizacin y desterritorializacin. Para l, "parece que ciertas
153
154
de las empresas por tal o cual localizacin. Adems, la reduccin o incluso la ausencia de barreras arancelarias y la disponibilidad de fuerza
de trabajo barata y no organizada continan siendo centrales, sobre
todo en aquellos sectores considerados por Storper como "desterritorializados". Por ltimo, fenmenos como la llamada "guerra de los
lugares" (Santos, 1996), para ofrecer las condiciones ms ventajosas
en trminos de subsidios, infraestructura, mano de obra e imagen,
muestran que el espacio y el territorio, en vez de disminuir su importancia, muchas veces ampla su papel estratgico, precisamente
por concentrar an ms en determinados puntos las ventajas buscadas por las grandes empresas y por intensificar la diferenciacin de
ventajas que se presentan en cada sitio.
Esta articulacin de la globalizacin con "regionalizaciones" y especificidades econmicas locales aparece con mayor nfasis en la siguiente reflexin de Pierre Veltz (1996):
Desde el punto de vista geogrfico, la globalizacin no es la aparicin de una
red de unidades perfectamente interdependientes, sustituibles [...] y sin vinculacin con los territorios. El proceso de globalizacin toma formas geogrficas muy variadas. Puede apoyarse sobre una divisin del trabajo expandida
en el seno de una red muy amplia. Pero tambin puede afincarse en concentraciones privilegiadas y en mecanismos de "regionalizacin" (en distintas
escalas). Ello se debe a dos razones, que se hallan en el centro de una misma
problemtica de esta obra: primero, porque la globalizacin, como estrategia
del dominio (y no de la supresin) de la diversidad, supone una articulacin
fina con las especificidades locales de los mercados y ms generalmente de los
contextos sociopolticos; luego, porque las interacciones de base territorial
se vuelven nuevamente, en el contexto actual de la competencia por diferenciarse, un factor esencial de performance (pp. 111-112).
155
Lejos de defender el "fin de la geografa", Lefebvre acaba por formular la que viene a ser una de las contribuciones ms exitosas en
cuanto a la dimensin espacial en la filosofa y las ciencias sociales.
Desterritorializacin como "conquista" o "anulacin" del espacio significa siempre, tambin y en especial, una nueva produccin del espacio.
El discurso del "fin de la geografa" slo aparece ms tarde, en los
aos noventa, cuando se piensa que la propalada fluidez global hara
caer las barreras de la distancia (Virilio, 1997; Cai rn cross, 2000[1997] ),
al promover los mercados "libres" conectados al instante. En este sentido, una crtica muy consistente sobre la desterritorializacin relativa
al "fin de la geografa" a travs de los mercados financieros es la realizada por el gegrafo poltico Gerard Tuathail (1998b).
O Tuathail parte de tres argumentos generales sobre la desterritorializacin vinculada a la integracin financiera global. La primera
156
se refiere al carcter ideolgico de los discursos de la desterritorializacin, que conforma la interpretacin formulada por el propio capitalismo informtico en torno a las virtudes de la libertad que proporcionan los mercados abiertos y transparentes, estimuladores de
la expansin de las capacidades humanas. La segunda es que, en vez
de tratarse tan slo de la desterritorializacin, lo que ocurre es "un
reacomodamiento del complejo identidad-frontera-orden que da al
pueblo, al territorio y a la poltica su significado en el mundo contemporneo" (p. 143). No se refiere solamente a que la des-territorializacin se produce de manera conjunta con la reterritorializacin, sino
tambin que "ambas son partes de procesos continuos y generalizados
de territorializacin" (p. 143). Finalmente, Tuathail argumenta que
el mapa geopoltico en la actualidad se encuentra, a la vez, ms integrado o conectado y ms dividido y desplazado, en funcin de las desigualdades crecientes y de las tendencias dominantes en trminos de
informatizacin globalizada. La ciudad global de nuestro tiempo conforma un inmenso apartheid social entre conectados y desconectados.
Contribuyeron a esta "desterritorializacin" financiera global el fin
del sistema de Bretton Woods, al inicio de la dcada de 1970, que ataba
el dlar al patrn-oro, la desregulacin de los mercados financieros a
finales de los aos setenta y ochenta y la introduccin de las tecnologas
de la informacin, al permitir y acelerar las transacciones on-line, en un
mercado que funciona las 24 horas del da, adems del surgimiento de
nuevos actores y productos (fondos de pensin, derivados, securitizacin). Para Tuathail, no obstante, todos estos cambios no significan el
camino inexorable hacia el "fin de la geografa", que:
es implcitamente una tesis sobre mercados y de qu manera los mercados
financieros globales estn evidentemente destinados a aproximarse al "mercado perfecto" un mercado caracterizado por la completa transparencia,
ausencia de friccin de integracin y perfecta informacin invocado por los
actuales tericos del rea (p. 146).
Entre los autores que ms radicalizaron el discurso de la desterritorializacin como consecuencia directa del proceso de globalizacin econmica estn Keniche Ohmae, "gur" de muchos globalistas y ex consultor de corporaciones multinacionales que escribi
El mundo sin fronteras (Ohmae, 1990) y El fin del Estado nacin (Ohmae, 1996[1995]) , y el ya citado Richard O'Brien (1992), con su
157
158
O'Brien tambin asocia su tesis del "fin de la geografa" con competencia, pero admite la persistencia (necesaria, hasta cierto punto)
de mecanismos reguladores "territorializados", como el de la poltica
estatal o de entidades supranacionales, como la Unin Europea. Vinculando geografa y localizacin, afirma que la "localizacin" seguir
teniendo importancia mientras subsistan las barreras fsicas, mientras
"viajar" signifique gasto de tiempo y mientras persistan las diferencias
sociales y culturales, lo cual, podemos agregar, seguramente nunca
dejar de suceder. Incluso para el sistema financiero globalizado, las
diferencias locales/nacionales (en las tasas cambiarias y de inters,
por ejemplo) siguen siendo muy importantes.
Para O'Brien, sin embargo, el "fin de la geografa" asociado a la
prdida de poder del Estado sobre el control de los flujos econmicos,
especialmente el flujo de capitales, y sobre las grandes corporaciones
transnacionales, es un hecho; O'Brien defiende esta desregulacin
de los mercados financieros, as como la construccin de mercados
"libres", por considerarlos ms eficientes y racionales.
En este sentido, afirma O Tuathail, el discurso de la desterritorializacin aparece como parte integrante de la ideologa neoliberal, en
especial porque devala el poder "limitado" (a escala territorial) del
Estado y enaltece las virtudes de la fluidez de los mercados. O sea, se
trata menos un discurso intelectualmente bien articulado y ms uno
con trasfondo poltico, adaptado de modo estratgico a los intereses
de los proyectos neoliberales.
Acerca de la ausencia, en dichas argumentaciones, del debate sobre la dinmica concomitante de reterritorializacin, Tuathail es
enftico: "La integracin financiera global, en realidad, produjo un
nuevo complejo geopoltico de territorio, tecnologa, estados y mercados a escala global", que tiene como eje bsico una serie de centros
financieros globales. Por ltimo, la volatilidad y la gran selectividad espacial del capital financiero diseminan la exclusin de amplias zonas
del planeta, incapaces de construir la infraestructura indispensable
y las condiciones socioeconmicas para su reproduccin, o capaces
de mantener el capital puramente especulativo slo durante cortos
periodos de tiempo.
Incluso en lo que se refiere al flujo de capitales "en tiempo real" y
a la "extraterritorialidad" (como la denominan algunos) de los parasos financieros, no se trata de desterritorializacin sino de una nueva territorialidad, lo que aqu denominamos "territorios-red". Como
159
Sea como discurso ideolgicamente comprometido, sea como evaluacin sectorial de procesos como la flexibilizacin "posfordista", la
fluidez del mercado financiero (y el dominio de la inmaterialidad del
"capital ficticio") o la deslocalizacin de las actividades productivas, la
desterritorializacin, desde una lectura de corte predominantemente
econmico, por lo normal se aborda de manera muy parcial y con una
sobreentendida perspectiva unilateral (economicista) y ahistrica de
territorio.
Como ya lo afirmamos al comienzo de este captulo, es interesante verificar que ninguna de estas perspectivas enfoca la desterritorializacin como proceso de "exclusin" socioespacial, fenmeno que
abordaremos al final de este trabajo (captulo 7). La "exclusin", en
su dimensin socioeconmica, se debe justamente a la flexibilizacin
del capital por la incorporacin de nuevas tecnologas que ahorran
mano de obra y por la precarizacin de las relaciones laborales; a la
acumulacin de capital concentrada en el sector financiero-especulativo, cada vez ms divorciado del sector productivo, y a la crisis del
Estado de bienestar social que ya no acta como vlvula de escape en
pocas de crisis econmica, tanto mediante garantas securitarias (de
seguridad social) como con la propia generacin de empleos.
Podemos, pues, concluir este inciso afirmando que si existe una
desterritorializacin desde el punto de vista econmico, ella estar
Mucho ms vinculada a los procesos de expropiacin, precarizacin y
exclusin introducidos en la lgica de la acumulacin capitalista, que
a las simples esferas del capital "ficticio", de la deslocalizacin de las
empresas o de la flexibilizacin de las actividades productivas. Ante
todo, es necesario distinguir "desterritorializacin por quin y para
quin". Generalmente estos discursos sobre la desterritorializacin
la sea de la globalizacin del capitalismo (de acumulacin flexible),
16o
161
Desde la perspectiva de los autores, el Estado inicialmente se constituye por la desterritorializacin de las comunidades precapitalistas,
mediante la que destruve sus agenciamientos, sus territorios, y sustituye el principio de la inmanencia (la tierra como cuerpo pleno en
que las sociedades precapitalistas se territorializan) por el de la trascendencia, en el que el Dspota Divino asume todos los principios de
organizacin del socius.
En las sociedades tradicionales, se trata de la formulacin ms elemental de una territorialidad, la que depende estrictamente de los
medios o recursos provistos por la tierra, el medio donde el grupo
social est inserto, v que lo transforma, as, en un "presupuesto natural o divino" de la existencia humana, como afirman los autores.
Esta "mquina territorial" es "la primera forma de socius, la mquina
de inscripcin primitiva, 'megamquina' que cubre un campo social"
(s/d:144). Su funcionamiento "consiste en declinar la alianza v la filiacin, declinar los linajes sobre el cuerpo de la tierra, antes que all
aparezca un Estado" (p. 150).
El Estado es territorial en otro sentido, en el que, "segn la frmula
de Engels", "'subdivide, no la poblacin sino el territorio' y remplaza
162
desde este punto de vista no hay grandes cambios cuando es el Estado el que garantiza la propiedad privada de una clase dominante que se distingue de l). La
abolicin de las deudas, cuando se da, es un medio de mantener el reparto de las
tierras, de impedir la aparicin de una nueva mquina territorial, eventualmente
revolucionaria y capaz de plantear o de tratar el problema agrario en toda su
amplitud (pp. 203-204). [...] la residencia o territorialidad del Estado inaugura
el gran movimiento de desterritorializacin que subordina todas las filiaciones
primitivas a la mquina desptica (problema agrario) (p. 205).
Lo que importa, ms que percibir las diferencias entre un movimiento "territorializador" y otro "desterritorializador", es situar de
manera histrica los sentidos profundamente diferentes de una territorialidad tpica o tradicional, "primitiva", muy concreta, y una ms
abstracta, "sobrecodificada", impuesta por el Estado y despus tambin por el modo de produccin capitalista En medio de estos patrones. tenemos an lo que Deleuze y Guattari denominan "mquina"
o "megamquina desptica del Estado", o el modo de produccin
asitico, en el lenguaje marxista.
Para Deleuze y Guattari, ese Estado produce una territorialidad
que no destruye por completo la territorialidad tradicional de las comunidades "primitivas", sino se apropia de sta, integrndola como
"pieza u rgano de produccin" en la nueva mquina desptica. Se
trata, pues, de una des-reterritorializacin compleja, pues al mismo
tiempo que destruye las territorialidades previas, las reincorpora y
produce una nueva forma territorial de organizacin social.
El Estado desptico, tal como aparece en las condiciones ms puras de la
produccin denominada asitica, tiene dos aspectos correlativos: por un
lado, sustituye la mquina territorial, forma un nuevo cuerpo pleno desterritorializado; por el otro, mantiene las antiguas territorialidades, las integra
como piezas u rganos de produccin en la nueva mquina. Su perfeccin es
inmediata, porque su base de funcionamiento son las comunidades rurales
dispersas, mquinas preexistentes autnomas o semiautnomas en relacin
con la produccin; pero desde el punto de vista de la produccin, reacciona
sobre stas produciendo las condiciones de los grandes trabajos que exceden
el poder de las diferentes comunidades (p. 205).
Esa "segunda inscripcin" del Estado se superpone, pero deja sub sistir a "las viejas inscripciones territoriales, como 'ladrillos' sobre una
nueva superficie, [...] que les garantiza su integracin en la unidad
superi or y su funcionamiento distributivo, conforme los designios
163
164
165
miten la declinacin de la "idea de geografa" como base para la organizacin de la poltica y la economa. Una vez ms, estamos ante
el regreso del debate sobre la dimensin espacial, para hablar de su
irrelevancia. Entonces, se vuelve "lgico" comprender que el tan propalado (y cuestionado) discurso sobre el "fin del Estado" y el "mundo
sin fronteras" se torn el eje de lo que aqu venimos denominando
"desterritorializacin poltica". Autores como Baurnan (2003), sin
embargo, destacan la necesaria distincin entre poder y poltica: en
tanto el gran poder sera en la actualidad "extraterritorial", en manos
de las "fuerzas del mercado", la poltica, todava bsicamente territorial-estatal ("local"), perdera cada vez ms su fuerza.
Una vertiente interpretativa, ms circunscrita tericamente al
mbito de la geografa poltica, realiza una clara asociacin entre la
desterritorializacin y la posmodernidad. Tuathail (1998a, 1999)
propone diferenciar entre lo que l denomina como geopoltica moderna v geopoltica posmoderna, cuyas caractersticas las sintetiza de
la siguiente manera ( Tuathail, 1998a:28):
Geopoltic od a
Visualizaciones cartogrficas: mapas
Adentro/afuera, local/internacional
Este/Oeste
Poder territorial
Enemigos territoriales
Postura rgida, fija
Estado, hombre geopoltico
"espacialidad estado-cntrica
(estados soberanos, territorialmente
delimitados)"
Geopoltica posmoderna
Visualizaciones telemticas: SIC
Redes globales, glocalizacin
Jihad/MOA'orld
Poder telemtico
Peligros desterritorializados
Respuesta rpida, flexible
Redes, colectivos ciborg
"condicin sin frontera, quiebra
del Estado y desterritorializacin"
(1998:18)
Destacamos en cursivas los adjetivos de las expresiones "poder terriforjar y "enemigos tenitoriales", que se contraponen a "peligros datecritorializados", porque se relacionan ms directamente con los discursos de la desterritorializacin. En realidad, todas estas caractersticas
; estn interconectadas. La definicin clara de fronteras, distinciones
tales como las de exterior e interior, Occidente y Oriente, la diferenciacin que hace el autor entre Estado y red, todo ello tiene que ver
con su razonamiento propuesto acerca de que la territorializacin se
;
166
67
68
Entre los cambios ms serios en el papel del Estado frente a la gestin corporativa de las grandes empresas, Strange (1996) destaca las
telecomunicaciones:
En la cima de su poder sobre la sociedad, los estados reivindicaron y ejercieron el derecho a controlar los medios por los cuales se comunicaba la informacin: correo, telgrafo y telfono. Alrededor de la ltima dcada, comenz
una rpida declinacin de este poder, desencadenada por una combinacin
de cambio tecnolgico, demanda del mercado y: cambios polticos en Estados
16g
Unidos, a travs de intereses econmicos legitimados por la ideologa econmica de la empresa privada (p. 101).
170
de descentralizacin y desterritorializacin de lo general que incorpora gradualmente al mundo entero dentro de sus fronteras abiertas y en expansin. El
Imperio administra entidades hbridas, jerarquas flexibles y permutas plurales por medio de estructuras de mando reguladoras. Los diferentes colores
nacionales del mapa imperialista del mundo se unieron y se mezclaron en un
arco iris imperial global (pp. 12-13, cursivas del autor).
der mundial, del modo que lo fueron las naciones modernas europeas" (Negri y Hardt.
2001:11, cursivas de los autores).
171
72
debe mantenerse tambin en su relacin con el imperialismo, la forma ms "tradicional" de organizacin del capitalismo. Negri v Hardt
recurren a la polmica distincin deleuze-guattariana entre espacio
liso y espacio estriado para afirmar:
El imperialismo es la mquina de estriamiento global, que canaliza, codifica
y territorializa los flujos de capital, bloquea ciertos flujos y facilita otros. El
mercado mundial, por el contrario, requiere un espacio liso de flujos no codificados y desterritorializados (2001:354).
Tal como lo predijo Rosa Luxemburgo, el imperialismo era al mismo tiempo el medio de difusin ms eficaz para el capitalismo y su
limitacin. Por ello, Negri y Hardt sostienen que "si el imperialismo
no hubiera sido derrotado, habra sido la muerte del capital", ya que
la realizacin plena del mercado globalizado es, obligatoriamente, la
negacin del imperialismo, con la consiguiente declinacin de los estados-naciones que le daban sustentacin.
Los autores cuestionan posiciones como las de los tericos del sistema-mundo (Wallerstein, Arrighi), quienes afirman que el capitalismo
es inherentemente globalizador y que no hay exactamente algo nuevo
en las transformaciones econmicas del siglo xx. La atencin hacia estas "dimensiones universales o universalizantes ab origine, del desarrollo
del capitalismo, no debe impedirnos ver la ruptura o el cambio de la
produccin capitalista contempornea y las relaciones globales de poder". De manera paralela a la "irreversible declinacin" de los estadosnaciones,4 la globalizacin estara en camino a "proyectar una configuracin nica supranacional de poder jurdico" (p. 26).
El punto de partida para la nocin de Imperio como "una nueva
nocin de derecho, o mejor dicho, un nuevo registro de autoridad y
un proyecto original de produccin de normas e instrumentos legales
de coercin que hacen valer contratos resuelven conflictos" (p. 23)
se torn, no obstante, muy problemtico, en especial luego de los
hechos del 11 de septiembre de 2001 y las reacciones neorrealistas
(por lo tanto, "neoterritorialistas", en el sentido de revalorar la lgica
territorial estatal) del gobierno estadunidense.
"Es un grave. error abrigar cualquier tipo de nostalgia de los poderes del Estadonacin o resucitar cualquier poltica que celebre la nacin..Ante todo, esos esfuerzos
son intiles, porque la decadencia del Estado-nacin [...] es un proceso natural e irre-.
rersible" (Negri y Hardt, 20011357-358).
173
74
la "desaparicin de las fronteras" afecta slo a una parte muy limitada de la humanidad, la mayora est inserta en (re)particiones territoriales;
el surgimiento del ciberespacio y de la globalizacin econmica no
slo "abri fronteras" sino que cre otras, al facilitar y fortalecer los
contactos entre los miembros de una dispora, por ejemplo;
la destruccin de barreras fronterizas es sobre todo un fenmeno
de base econmica, que no se extiende al flujo de inmigrantes ni
a la homogeneizacin de los espacios culturales.
Es importante destacar ese papel contradictorio del Estado contemporneo que, a la vez que libera las fronteras para la libre circulacin de capitales -e incluso de mercancas, en numerosos casos-,
acta con un movimiento inverso en lo que respecta al control de la
circulacin de la fuerza de trabajo o de los refugiados polticos, impo niendo cada vez ms "muros" por el mundo con el fin de impedir la
entrada de inmigrantes.
Adems, es indispensable recordar que, como no debemos restringir nuestra nocin de territorio a su acepcin estatal, debe expandirse
tambin la propia concepcin de frontera, y si sta pierde (relativa mente) poder en una escala (la nacional-estatal, por ejemplo), puede
llegar a ganar relevancia en otras (como la local, en el caso de los
guetos y "comunidades" ms cerradas, o la supranacional, en el de
organizaciones polticas como la Unin Europea).
Una de las cuestiones en las que se hace ms evidente este relieve
poltico de la escala local, 5 y que seguramente se volver an ms relevante en el futuro, es la "seguridad". Se trata tambin aqu de una
problemtica ambivalente, ya que como afirma Bauman:
No entraremos aqu, obviamente, en la compleja cuestin del "poder local" c sus;
lmites. Para una introduccin a la polmica, vase Vainer, 2002.
1
1'75
Por un lado, todo se les puede hacer a los lugares lejanos unos de los otros sin
cambiar de lugar [en que el territorio se vuelve un peso y ya no es ms un recurso en la lucha por el poder]. Por el otro, es poco lo que se puede prevenir en
relacin con nuestro propio lugar, por ms vigilantes y cuidadosos que seamos
-31 resguardarlo (2003:100).
Al mismo tiempo, sin embargo, en lo que respecta a la experiencia diaria compartida por la mayora, una consecuencia particularmente significativa de la
nueva red global de dependencias, combinada con el gradual pero inexorable desmantelamiento de la red institucional de seguridad [...] es paradjicamente [...] el aumento del valor del lugar (2003:100, cursivas del autor).
Acompaada por una privatizacin de los espacios pblicos, esta "poltica del miedo cotidiano" (Zukin, 1995) genera la formacin de nuevos
territorios como "comunidades del barrio seguro" o "guetos voluntarios"
(Bauman, 2003:105), que analizaremos ms atentamente en el captulo 6, cuando discutamos la "desterritorializacin en la inmovilidad". De
cualquier manera, se trata aqu de una reinvencin del territorio en el nivel poltico, amalgamado por una concepcin diferente de "comunidad"
que rebasa con amplitud el ideario "societal" del Estado moderno.
Aunque Newman no desarrolle uno de sus argumentos iniciales,
el de que el territorio est restructurndose tambin sobre bases ms
simblicas, en un "espacio tanto virtual como real" (p. 31), concluye
de forma enftica contra la desterritorializacin:
G Agrega que "otras funciones ortodoxas fueron abandonadas o pasaron a ser compartidas, y es as que slo en parte son monitoreadas por el Estado y sus rganos, y no
de manera autnoma" (Bauman, 2003:90).
I 76
(1998b), el objetivo debe ser "teorizar crticamente las territorialidades polimorfas producidas por las mquinas sociales, econmicas.
polticas y tecnolgicas de nuestra condicin posmoderna, ms que
rechazar esta complejidad y. reducirla a dramas singulares de territorializacin resistente o de desterritorializacin permanente" (p. 90).
Sin embargo, en esta complejidad poltica, econmica y tecnolgica,
es necesario agregar aquello que suele llamarse la "poltica de la identidad", una cultura poltica que, como afirma Campbel (1996), debe
moverse hacia ms all de la problemtica de la soberana, con el
foco puesto en la segmentaridad geopoltica, en sujetos estabilizados
y con poder econmico", a fin de "comprender la significacin de los
flujos, de las redes, tejidos y formaciones identitarias all insertas" (p.
19). Por ello tambin es muy relevante abordar la perspectiva cultural
o simblica con la que se viene tratando la desterritorializacin.
5.3.
177
17 8
de la Gemeinschaft por la Gessellschaft de la "comunidad" (tnica, de grupo) por la "sociedad" ("nacional"), seg-n las palabras de Tnnies. Un
esquema general que sintetiza esta distincin, en los trminos planteados por el autor, nos permite deducir mejor las diferentes "territorialidades" que implica cada modelo y verificar por qu suele argumentarse
que el segundo sera ms "desterritorializador" que el primero:
Gemeinschaft (comunidad)
Gessellschaft (sociedad)
Estructura imaginaria y
mecnica
Organismo vivo
Agregado mecnico y
artefacto
Paternidad
Por sangre, de lugar, espiritual (parentesco, vecindad,
amistad)
Relaciones contractuales
Construccin afectiva, "natural" u "original". Los individuos "se mantienen esencialmente unidos a pesar de
todos los factores disyuntivos"
Construccin artificial,
racional. Los individuos
"se mantienen esencialmente separados a pesar de todos los factores
unificadores"
Naturaleza
de la asociacin
Idea de
autoridad
A pesar de todas las obsenracion es y las crticas realizadas al razonamiento dualista de tal distincin, sta an se revela como un referente
vlido justamente para poder pensar las interacciones y ambigedades que oculta la separacin, as como la diversidad interna a cada
condicin. Por ejemplo, Tonnies afirma que:
179
La Gemeinschaft por sangre, denotando unidad de ser, se desarrolla y se diferencia en Gemeinschaft de localidad, que se basa en el hbitat comn. Una
diferenciacin posterior lleva a la Gemeinschaft espiritual rmentall que implica solamente cooperacin y accin coordinada para un objetivo comn.
Gemeinschaft de localidad puede ser concebida como comunidad de vida fsica, del mismo modo que Gemeinschaft espiritual expresa la comunidad de la
vida mental la verdaderamente humana y extrema forma de comunidad
(1961[1887J:194).
So
En este sentido, parece ser evidente que el dominio de la Gesselschaft es desterritorializador, ya que supone la disolucin de esta "unidad" que slo es posible en espacios ms restringidos y articulados
localmente. La proposicin durkheimiana se invierte aqu y la solidaridad mecnica pasa a ser la de los estados y las "sociedades", y no,
como en Durkheim, la solidaridad orgnica. Se trata, en realidad, de
dos visiones distintas sobre el papel del Estado y la sociedad moderna:
la de Tnnies, defensora de elementos comunitarios ms "tradicionales", y la de Durkheim, partidario de la solidaridad "moderna" en
que la propia complejizacin de la divisin social del trabajo es un
elemento "orgnico" de cohesin social (Durkheim, 1995).
Esta ambigedad interpretativa muestra que el modelo es mucho
ms complejo y ambivalente de lo que el esquema dual indica. Si retomamos la nocin "comunitaria" de sociedad nacional de Anderson,
podemos decir que en realidad las sociedades (nacionales), a la vez
que disuelven antiguos lazos "territorializadores", crean otros nuevos,
al principio ms generales y abstractos, ciertamente, pero que con el
tiempo revelan su profundo sentido reterritorializador. Sin hablar de la
gran diferenciacin interna con los Estados-naciones, unos ms forja dos en el llamado "derecho de sangre" y ms cercanos, por lo tanto, a
la Genzeinschaft tnniesiana, otros moldeados en el "derecho de suelo",
ms universalista y ms tpicamente gessellschaftiano.
Como se puede desprender de la discusin realizada al final del
punto anterior, el desorden territorial denominado posmoderno
carga consigo una globalizacin que dice ser homogeneizadora y niveladora de culturas, y una fragmentacin (para algunos, "localiza cin") que abarca no solamente territorios estatales nacionales, con
un carcter poltico ms pronunciado, sino tambin otros de fuerte
connotacin identitaria, 8 muchos de ellos difusores de una verdadera
etnizacin de la territorialidad.
Uno de los primeros discursos sobre la desterritorializacin en el
sentido poltico-cultural, en trminos de "desarraigo geogrfico", nti A este respecto, vase el historial de la relacin entre territorio e identidad en
Claval, 1999 (1996).
181
182
183
Uno de los autores que ms ha abordado la cuestin de la desterritorializacin, desde un punto de vista cultural y enfatizando justamente
estos dos puntos, es el socilogo argentino Nstor Garca Canclini (1990,
1995, 1997). Para el autor, dos de los procesos responsables de los cambios socioculturales contemporneos son "la reformulacin de los patrones de asentamiento y convivencia urbanos" (1995:27), al desvincular el
lugar de vivienda y el de trabajo, lo que transforma en policntrica la
mancha urbana, y "la redefinicin del sentido de pertenencia y de identidad", que sustituye las lealtades locales y nacionales por las "comunidades
184
185
186
espacio. A partir de all, la historia de un lugar se transforma en historia personal. Por sedimentacin, todo lo que es insignificante (...] se transforma en
lo que Nietzsche llam "diario/fig-urativo" Hl Diario que nos ensea "c
podemos vivir aqu porque MOMOS aqu' (pp. 169-170).
Al partir del par historia-mito Y de la herencia helenstica, Maffesoli afirma que mientras las "potencias que rigen el mundo" producen
la historia, las ciudades y sus territorios producen y se alimentan de
los mitos. "Para retomar una imagen espacial, a la extensin (ex - tendere) de la historia se le opone la 'in-tensin' (in - tendere) del mito, que
privilegiar lo que se comparte a travs del mecanismo de atraccin/
repulsin, inherente a l" (1987:170). Para el autor, "la experiencia
de lo vivido en comn es la que fundamenta la grandeza de la ciudad" (p. 171). Remitindose a Florencia, recuerda que "el noble, por
oportunidad o debido a alianzas polticas, puede variar, cambiar de
afiliacin territorial. El comerciante, por las exigencias propias de su
profesin, no deja de circular. El pueblo, a su vez, es el que persevera
en su espacio", se siente "ms responsable por la 'patria', tomando
este trmino en su sentido ms simple, [.. I territorio de sus padres'',
"ese amor por el prjimo y por el presente", "la memoria de la cotidianidad" (p. 173).
Entre el cosmopolitismo y el arraigo, el "hombre relacional", al
acentuar lo espacial, lo territorial, se vuelve "una mezcla de apertura
y de reserva", pero en la cual la "afabilidad" de los contactos cotidianos puede ser "indicio de una poderosa `autorreferencia'" (p. 174).
Maffesoli cree que una "heteronomia tribal" est remplazando la "autonoma individual" burguesa, en un "retorno de la inversin afectiva,
pasional, de la cual conocemos el aspecto estructuralmente ambiguo
y ambivalente" (p. 175). Se sabe, obviamente, que esta tendencia se
halla inserta en una "dialctica masa-tribus", en la que "la masa [ms
cercana a la desterritorializacin, podramos agregar] es el polo englobante, y la tribu [reterritorializadora] el polo de la cristalizacin
particular, en que toda la vida social se organiza en torno de estos dos
polos en un movimiento sin fin" (p. 176),
Las mltiples "tribus" a las que cada uno puede pertenecer revelaran mltiples territorialidades, efmeras, que asumiramos a lo largo
de nuestra vida cotidiana, multiplicidad facilitada por los contactos
va Internet o Minitel (el sistema francs que antecedi a Internet).
Se estara anunciando una nueva racionalidad a la vez "centrfuga
187
88
18g
sido notoriamente manipulado a favor de la legitimacin de los intereses de las clases dominantes del norte de Italia, ms rico, en sus reivindicaciones federalistas y separatistas frente al centro y al sur del pas, ms
pobres As, se puede afirmar que es posible tanto la "geografizacin
de una concepcin tnica", hoy predominante, que se evidencia en conflictos como los de Palestina, Bosnia y Congo-Ruanda, como la etnizacin de una nocin geogrfica, como en el caso de Padania.
De esta forma, la desterritorializacin en territorios marcados de
modo profundo por rasgos tnico-culturales implica, sobre todo, la
destruccin de lo que Said denomin "geografas imaginarias", ya que
la identidad, en este caso, depende fundamentalmente de esas referencias a un determinado recorte geogrfico, tengan stas un carcter
ms concreto o ms simblico.
Una vez discutida la importancia de abordar el territorio y la desterritorializacin a partir de una dimensin cultural, entendida como
cultura poltica, es posible proponer un abordaje de la desterritorializacin desde los diferentes niveles de interaccin cultural que sta implica. De esta forma, tendramos territorios culturalmente ms cerrados cuyos grupos podran ser considerados al mismo tiempo como
territorializados (de manera interna) y como desterritorializantes (en
relacin con grupos de otros territorios y excluidos de stos), as
como territorios culturalmente ms hbridos, en tanto permiten/facilitan el dilogo intercultural y tal vez hasta posibiliten el surgimiento
de nuevas formas, mltiples, de identificacin cultural.
Lo que sucede es que, para diversos autores, la hibridizacin cultural es la mejor evidencia de que vivimos dentro de un proceso de desterritorializacin. La frontera misma, ms que una "lnea de fractura"
que separa identidades culturales (o "civilizatorias") claras, como en
la visin de Huntington, se transforma en el locus del hibridismo, de la
imbricacin de culturas, como seala Garca Canclini en sus estudios,
ya citados aqu, sobre la zona de Tijuana, en la frontera entre Mxico
y Estados Unidos. Kraniauskas (1992) comenta que, en este contexto,
"la frontera, como un espacio de entrecruzamientos culturales hbridos, una 'neoterritorialidad', se torna paradigmtica" (p. 149), lo que
permite hablar incluso de una especie de "epistemologa de frontera"
I Este "cemento entre las clases" promovido por la identidad puede ser tanto un
factor de dominacin, algo ntido en el caso de Padania, como un factor de resistencia,
tal como ocurre entre los inmigrantes. contra la estigmatizacin y la exclusin, en los
movimientos "black" de Inglaterra y "beur" de Francia (Rivera, 1999).
'go
gi
construccin de nuevas territorialidades? Debemos partir del presupuesto de que el trmino hbrido y sus correlatos, hibridismo e hibridizacin, tan en boga en nuestros das, no representan exactamente
una novedad. "Culturas hbridas", segn los ms crticos en relacin
con el trmino, siempre existieron, por el simple hecho de que toda
nueva cultura brota de la mezcla entre distintas identidades y conjuntos de valores culturales previamente dominantes.
Algunas sociedades y espacios viven el hibridismo de manera ms
pronunciada, o se encuentran ms abiertas o se ven forzadas a efectuar
intercambios y mezclas culturales ms intensos. Es el caso de Latinoamrica, tal vez el ms "hbrido" de los continentes, uno de los mejores ejemplos de "territorialidades hbridas", concebido en el violento
escenario colonial a partir de la interpenetracin de culturas indgenas, ibricas, africanas, hindes (en el Caribe y en la Guyana) e talogermnicas (especialmente en el Cono Sur),I1
Stam (1999) advierte que trminos como "mestizaje", "indianismo", "diversalit", "creolit"y otros se han usado desde hace largo tiempo en los estudios latinoamericanos, pero slo en tiempos recientes
se incorporaron como sntomas del discurso posmodernista o poscolonialista. En el movimiento modernista brasileo de comienzos del
siglo xx, especialmente en el de la "antropofagia" del escritor Mrio
de Andrade, encontramos ya el discurso de la hibridizacin:
De esta forma, el canibalismo ritual, durante siglos el verdadero nombre del
salvaje, del otro abyecto, se transforma con los modernistas brasileos en un
tropo anticolonialista y en un trmino de valor (Stam, 1999:59).
Esto no quiere decir que en Latinoamrica el hibridismo cultural haya significado simplemente un proceso de desterritorializacin;
por el contrario, es posible afirmar que sta es la mejor evidencia de
que territorializacin y desterritorializacin no pueden utilizarse sino
en forma conjunta. La compleja dinmica social que dio origen a lo
que hoy en da denominamos Latinoamrica, entre conflictos, acuerdos y sntesis de culturas, tuvo como resultado una reterritorializacin
singular desde una perspectiva histrica. O sea, aunque reconozca-
192
mos la colonizacin como un proceso violento y, por lo tanto, profundamente desterritorializador, sobre todo en lo que se refiere a la
expropiacin de las comunidades amerindias y al trfico de esclavos,
hondamente desterritorializados, dio como resultado determinados
tipos de amalgama que, justo por su calidad de mezcla o sincretismo,
revel ser un eficaz mecanismo de reterritorializacin.
Como afirma Tomlinson (1999):
es importante recalcar que la desterritorializacin no es un proceso lineal,
de una sola mano, sino un proceso caracterizado por el mismo push-and-pull
dialctico de la globalizacin misma. Donde existe desterritorializacin tambin hay reterritorializacin. [...] la desterritorializacin es una condicin
ambigua que combina beneficios y costos con varias tentativas de reestablecer
una "casa" cultural. [...] todos nosotros, como seres humanos, estamos corporeizados y fsicamente localizados. En este sentido material fundamental,
los vnculos de la cultura con la localizacin tal vez nunca lleguen a estar
completamente rotos y la localidad sigue ejerciendo sus reivindicaciones por
una situacin fsica en nuestro mundo vivido. De esta forma, la desterritorializacin no puede significar el fin de la localidad, sino su transformacin en
un espacio cultural ms complejo (pp. 148-149).
1 93
DESTERRITORIALIZACIN Y MOVILIDAD
6. DESTERRITORIALIZACIN Y MOVILIDAD
M como normalmente se aborda al territorio desde diferentes perspectivas (como se vio en el captulo 2), y cada una de dichas concepciones termina por asumir una correspondiente especie de "desterritorializacin" (ya sea desde una ptica ms econmica, poltica o
cultural, como vimos en el captulo anterior), tambin existen definiciones ms integradoras, como la que aqu defendemos, y que consideran al territorio o a los procesos de territorializacin como fruto
de la interaccin entre las relaciones sociales v el control del o por el
espacio. el cual implica relaciones de poder en sentido amplio, al mismo tiempo de manera ms concreta (dominacin) y ms simblica
(un tipo de apropiacin).
En una visin ms tradicional, ese "control" se realiza en particular
sobre reas o zonas, las cuales son demarcadas a travs de un lmite
o frontera, va sea que se encuentren stos ms o menos definidos.
"Desterritorializar" podra significar, entonces, disminuir o debilitar
el control sobre esas fronteras (como vimos para el caso de las fronteras nacionales), con lo que aumenta as la dinmica, la fluidez, en
suma, la movilidad, tanto de personas como de bienes materiales, capital o informaciones.
Analizamos tambin, en el captulo 4, que el discurso de la desterritorializacin, como una de las marcas de la posmodernidad, se vincula
a la aceleracin del movimiento que llega hasta el extremo de realizar
"la aniquilacin del espacio por el tiempo", en la expresin exagerada de Marx, o la "compresin tiempo-espacio", segn los trminos
de Harvey. En estas interpretaciones, sin embargo, el territorio y la
desterritorializacin conforman una dimensin espacial o geogrfica,
que frecuentemente aparece como desvinculada de su contraparte
indisociable, la dimensin temporal e histrica.
Fruto muchas veces de una concepcin del espacio y en consecuencia del territorio ms esttica y casi atemporal, el discurso
de la desterritorializacin se transforma as en el discurso de la(s)
mmilidad (es), tanto de la movilidad material, donde destacamos la
de las personas, como de la inmaterial, en especial la que est directa[1941
195
1g6
DESTERRITORIALIZACIN Y MOVILIDAD
inmigrantes, refugiados o como exiliados, expresiones cuyo significado suele ir ms all de su sentido literal y ampliarse hasta conformar
metforas poderosas (o ambivalentes y, por lo tanto, controvertidas).
Toda una cultura de viajes e incluso una travelling theory empez a
despuntar a partir de la creciente movilidad "posmoderna".' No obstante, ,hasta qu punto es posible vincular la movilidad geogrfica
con la desterritorializacin?
En primer lugar, es importante destacar que no entendemos movilidad ni en el sentido estricto de mero desplazamiento "objetivo" y
genrico de un lugar a otro, ni en el extremo opuesto como abstraccin o incluso simple metfora en la que todo es posible de "movilidad". Si seguimos el punto de vista geogrfico de Jacques Lvy,
Se puede definir la movilidad como la relacin social ligada al cambio de
lugar, o sea, como el conjunto de modalidades por las cuales los miembros
de una sociedad abordan la posibilidad de que ellos mismos u otros ocupen
sucesivamente varios lugares. Segn dicha definicin, excluimos otras dos
elimiopciones: la que reducira la movilidad al mero desplazamiento
nando as sus dimensiones ideales y virtuales, y la que le dara un sentido muy
general a este trmino, jugando con las metforas (tal como la "movilidad" social) o con extensiones incontroladas (la comunicacin, por ejemplo) (Lvy,
[...],
2002:7).
DESTERRITORIALIZACIN Y MOVILIDAD
97
Territorializacin
Lnea molar
Rgida, arborescente
Clases; binarismo
Cuantitativa,
extensiva, macro
estabilidad
Plano de organizacin
Mquinas de
sobrecodi ficacin
Sedentario
Desterritarializacin
Relativa
Absoluta
Lnea molecular
Lnea de fuga
Flexible, rizomtica
Masas
Cualitativa,
intensiva, micro
movimiento
Plano de inmanencia
Mquinas abstractas, no codificadoras
Migra ate
Nmada
198
DESTERRITORIALIZACIN Y MOVILIDAD
Para Antoniolo, Kant es el "sedentario" frente al "demonio" nmada de Nietzsche. El pensamiento nmada
no requiere un sujeto pensante universal, sino una "tribu" de pensadores singulares: no se funda sobre una totalidad englobante. sino que se desplaza a
travs de un medio como los espacios lisos (estepa, desierto o mar), espacio
que no se puede medir, pero en el cual slo podemos repartirnos de forma
DESTERRITORIALIZACIN Y MOVILIDAD
1 gg
Ang (1994) va ms all en su crtica, al reflexionar acerca del carcter despolitizado de la concepcin de diferencia que dicho discurso
contiene:
la tendencia formalista posmoderna de sobregeneralizar la idea global corriente de la llamada subjetividad nomdica, fragmentada y desterritorializada. [...]
la "nomadologa" slo sirve para descontextualizar y aplanar la diferencia,
como si todos "nosotros" fusemos de modo similar siajeros, dentro del mismo
universo posmodemo, con el peligro de reificar, a un nivel convenientemente
deshistorizado, el infinito y permanente flujo en la formacin del sujeto, poniendo de esta forma en primer plano lo que Lota Mani denomina una nocin
de diferencia abstracta, despolitizada e internamente indiferenciada (pp. 4-5).
Aunque no estemos de acuerdo con el sentido general de "despolitizacin" en el abordaje deleuziano, que tantas movilizaciones polticas inspir (al menos en el mbito de la micropoltica, como lo
demuestra Mengue, 2003), de todas maneras debemos evitar el riesgo
de dicha reificacin de una diferencia abstracta y deshistorizada.
Como consecuencia de la diseminacin de dicho "nomadismo" en
tanto caracterstica de una posmodernidad genricamente "liberado-
200
DESTERRITORIALIZACIN Y MOVILIDAD
DESTERRITORIALIZACIN Y MOVILIDAD
201
202
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DESTERRITORIALIZACIN Y MOVILIDAD
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204
DESTERRITORIALIZACIN Y MOVILIDAD
DESTERRITORIALIZACIN Y MOVILIDAD
205
hacia nuevos sitios tambin enfrentan este tipo de desterritorializacin, lo que resulta evidente en casos como el de la presa de las Tres
Gargantas, en China, que desplaz a ms de un milln de personas,
un proyecto impuesto por el gobierno de Pekn que prcticamente
no consult a la poblacin afectada.
En un sentido poltico, ms estricto, las migraciones todava se rigen ampliamente por la territorialidad de los Estados-naciones. Ya hemos comentado aqu que uno de los papeles que indiscutiblemente el
Estado an trata de ejercer, e incluso puede llegar a verse fortalecido
en el futuro, es el control de los flujos migratorios. Aunque las fronteras estn ms abiertas a la circulacin del capital financiero o a los
flujos de mercancas (stos, muchas veces, dentro de una "reterritorializacin" en trminos de los bloques econmicos), por lo general
se han cerrado para el flujo de personas.
En muy diversos casos, al transformarse en chivos expiatorios ante
la crisis de gobernabilidad, las condiciones de los migrantes terminan
siendo an ms frgiles, principalmente al toparse con legislaciones
que endurecen las restricciones territoriales de ingreso, circulacin y
permanencia. El reciente recrudecimiento del movimiento terrorista
vino a agravar an ms el problema, pues se tejieron vinculaciones
genricas y apresuradas entre migraciones y terrorismo internacional.
Sin embargo, no hay duda de que, con relacin al control del flujo
de personas, la tendencia clara de la territorializacin, en un sentido
funcional, es que se revigoricen las tentativas de control a travs de los
territorios-zona, reas con fronteras bien definidas, aunque tambin
sea cada vez ms frecuente la creacin de nuevas estrategias en red
para burlar dichos controles.
Entre tanto, en lo que se refiere al Estado, ya sea que est ms o
menos debilitado, no existe nicamente la mayoritaria visin negativa en cuanto a las migraciones. Aunque raras, tambin puede haber
algunas repercusiones positivas respecto a la reterritorializacin de
ciertos grupos, sobre todo los organizados ms firmemente en torno a las llamadas disporas de articulacin global. Algunos estados,
por ejemplo, han enfocado su atencin en el potencial econmico
e incluso poltico de las disporas, instituyendo nuevas leyes que benefician a los migrantes en tanto grupos culturalmente identificados
con su pas de origen. Una de las medidas ms interesantes fue la que
tom la India, al instituir la figura del Indio No Residente, al cual se
le conceden diversos beneficios como si fuese un ciudadano similar
206
DESTERRITORIALIZACIN Y MOVILIDi_J
a los dems residentes en el territorio nacional. Algo semejante propuso Hungra para las minoras hngaras residentes en zonas vecinas,
aunque en este caso la legislacin tuvo que ser revisada debido a las
acusaciones de los pases vecinos de que ello constituira una afrenta
a sus soberanas nacionales.
Por lo tanto, no es necesariamente por salir de su territorio de
origen, incluso en el caso de las migraciones internacionales, que los
migrantes se transforman de forma automtica en "desterritorializados", y lo mismo ocurre respecto a su identidad en trminos de nacionalidad o de grupo tnico. Aunque sea de modo simblico, es posible
mantener o recrear lo que Said (1990) denomin nuestras "geografas imaginarias". Son los grupos en dispora los mejores representantes de esa "reterritorializacin" a nivel cultural (vase el anlisis de la
multiterritorialidad de las disporas en el captulo 8).
Obviamente, la identidad en su sentido reterritorializador no
constituye tan slo un trasplante de la identidad de origen, sino una
amalgama, un hbrido, en que la principal interferencia puede generarla la lectura que el Otro realiza del individuo migrante. Pvoa
Neto (1994), por ejemplo, destaca el papel de la migracin y de las
representaciones que se hacen del migrante fuera de su regin en la
(re)construccin de la identidad, tras analizar el caso de los migrantes nordestinos en el sudeste brasileo.
Una vez ms, es indispensable destacar que esa entidad abstracta
denominada "migrante" es, en realidad, una sumatoria de las ms diversas condiciones sociales e identidades tnico-culturales. Para sintetizar, debemos hablar de desterritorializacin del migrante como
un proceso sumamente complejo y diferenciado, diferenciacin que
aparece acoplada:
DESTERRITORIALIZACIN Y MOVILIDAD
207
208
DESTERRITORIALIZACIN Y MOVILTI AD
Hasta aqu vimos que la movilidad espacial no es, por s sola, un indicador de desterritorializacin. Numerosos grupos sociales pueden estar
"desterritorializados" sin desplazamiento fsico, sin niveles de movilidad espacial pronunciados, pues para ello basta el hecho de vivir una
precarizacin de sus condiciones bsicas de vida o la negacin de su
expresin simblico-cultural. Los viejos habitantes de una favela muy
precaria pueden estar tan desterritorializados como los migrantes pobres en constante desplazamiento. De este modo, para sintetizar el
presente debate sobre la relacin entre movilidad y desterritorializacin, podemos afirmar que as como movilidad no significa necesariamente
desterritorializacin, inmovilidad o relativa movilidad tampoco significa de
DESTERRITORIALIZACIN Y MOVILIDAD
209
210
DESTERRITORIALIZACIN Y MOVILIDAJ
constante dentro de las redes globales aglutinadoras de dichos espacios, en la conformacin ntida de territorios en red (vase el prximo captulo). Aun si no tomramos en consideracin el hecho de
que esta reterritorializacin se lleva a cabo en torno a territorios-red
propios, que renen "lugares'' muy especficos, el simple hecho de
que la mayora de esas personas desarrolla una percepcin aguda
de la "globalidad" en formacin convierte al propio globo, de alguna forma o cuando menos algunos "circuitos" en su entorno en su
nuevo "territorio".
En segundo lugar, la movilidad de esos individuos ms globalizados se topa con restricciones porque les resulta imposible desplazarse
hacia donde se les antoja. Basta visualizar el mapamundi de las zonas
abiertas y cerradas al turismo internacional en cada estacin (no olvidemos que las reuniones y convenciones de dicha lite empresarial
global en general se realizan en grandes centros internacionales de
negocios o en resorts sofisticados de zonas apreciadas por el turismo
global). Cada momento se recompone todo un conjunto de territorios mundialmente vedados a la penetracin y circulacin de la lite
planetaria, sea como hombre de negocios, sea como simple turista. El
ascenso del movimiento terrorista internacional y la violencia urbana
asociada a fenmenos como el narcotrfico acentuaron an ms este
"acceso restringido" en relacin con los ms ricos (y tambin con los
no tan ricos) del planeta.
Incluso intelectuales globetrotters, como algunos de nosotros, pueden de alguna forma hallarse insertos en ese proceso de reterritorializacin en el movimiento a travs de circuitos globalizados. Bauman
(1999) se remite a un comentario de Agnes Heller: "Incluso las universidades extranjeras no son extranjeras. Despus de dar una conferencia, se puede esperar las mismas preguntas en Singapur, Tokio, Pars o
Manchester. No son lugares extranjeros ni son la tierra de uno". Una
compaera de viaje, sin residencia fija, no por eso se siente "desterrada": "Por ejemplo, sabe dnde se encuentra el interruptor elctrico, ya
conoce el men, sabe interpretar los gestos y alusiones, comprende a
los dems sin mayores explicaciones" (Heller, en Bauman, 1999:99). En
este sentido, los intelectuales globalizados conforman otro estrato de
reterritorializados a travs de redes planetarias aglutinadoras de espacios muy selectos (universidades, bibliotecas, centros de convenciones,
hoteles), y constituyen una delgada parcela ms de un territorio-mundo todava muy embrionario.
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Deleuze (1997 [19901), en un texto breve pero denso y muy provocador, parte de la sociedad disciplinaria foucaultiana y de la crisis de
las instituciones bsicas que la sostienen (familia, escuela, fbrica,
ejrcito, sistemas carcelario y hospitalario), para afirmar que estamos
entrando en otro tipo de sociedad que, en una terminologa no muy
apropiada, l denomina "sociedad de control". No muy apropiada
porque "control" es un trmino genrico y tambin, en cierto modo,
constituye la marca dominante en la sociedad disciplinaria.
Como afirm el propio Foucault, la sociedad moderna es una
"sociedad disciplinaria por oposicin a las sociedades propiamente
penales", antes dominantes, e instaura as "la era del control social"
(Foucault, 1991:86). Lo que en verdad debemos distinguir es qu tipos de control estn ahora dominando, sin duda controles ms velados, sutiles y diseminados (para algunos, "desterritorializados") y,
de manera paralela, qu tipos de territorio (reterritorializaciones) se
producen como espacios en donde (o a travs de los cuales) se realiza
este control.
Mientras en la sociedad disciplinaria lo que importaba era la individualizacin en su sentido ms concreto, el "confinamiento", cada uno
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Las sociedades de control en cierta forma reafirmaran esta biopoltica, desarrollndola al extremo. Autores como Negri y Hardt
(2001) hacen incluso una asociacin directa entre los lmites de la
modernidad (y el consecuente advenimiento de la posmodernidad),
biopoltica y sociedad de control. En sta,
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los circuitos de las nuevas tecnologas de la informacin, no es obligatoriamente fsica, material. La menor carga material de los mecanismos de control informatizados llevara, as, a una especie de "desterritorializacin" por el ciberespacio. Cabe entonces discutir no slo la
dimensin fsico-territorial, sino tambin la simblica o, en este caso,
"virtual", marca caracterstica de las sociedades de control.
Podramos afirmar que se trata de otra forma de desterritorializacin en la inmovilidad (fisica). En realidad, las nociones mismas de
movilidad e inmovilidad se confunden. El poder va nuevas tecnologas de la informacin permite ejercer "control" sobre territorios muy
distantes, y la discontinuidad de nuestros territorios se vuelve ms
usual. Dirigir una empresa a distancia o, incluso, en un plano diferente, "dirigir un cuerpo" a distancia, por ejemplo mediante una sofisticada operacin quirrgica, ya no es ms parte de la ficcin. Nuestras
acciones (o, cuando menos, la de determinados grupos privilegiados)
se volvieron, por lo tanto, mucho ms poderosas, de acuerdo, obviamente, con medio informacional que est a nuestro alcance. Vale decir, antes de accionar estos mecanismos de interferencia a distancia
y ejercer el control que stos proporcionan, debemos dominar los
medios, o sea, tener acceso a la tecnologa y conocer su lenguaje, o
mnimamente "disponer de una contrasea".
En este caso no se busca, como en las prisiones o los campos de
concentracin, controlar una zona o rea mediante su rgida delimitacin y a travs del control de acceso en sus "fronteras". Aqu el
territorio, en su dimensin concreta y funcional, adquiere otra configuracin. Los requisitos materiales para la articulacin territorial
no desaparecieron, pero son ms selectos, densos o, mejor an, se
encuentran ms "condensados" o "comprimidos": para jugar con las
palabras, sa sera otra caracterstica ms de la "compresin" espaciotiempo. Las redes de energa elctrica y de telefona, o simplemente
el equipo de cmputo (alimentado de energa por batera) y el aparato del telfono (en una zona cubierta por la "seal"), son suficientes
para "conectarse" con el resto del mundo, o mejor dicho, con los dems que tambin se encuentran conectados alrededor del mundo.
Ello no significa simplemente que haya disminuido el "peso" de la
materialidad en los procesos sociales ms relevantes ni que, por eso
mismo, haya habido una desterritorializacin (en el sentido ms simplista de la palabra, casi como sinnimo de "desmaterializacin"), sino
que los espacios pasaron a condensar dicha materialidad en zonas o
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redes mucho ms restringidas en el plano fsico, verdaderos "condensadores tecnolgicos" de accin, de movimiento de la sociedad.
Esa enorme condensacin fsico-espacial tiene repercusiones muy
serias en varios niveles. Puntos restringidos (como una antena para
telfonos celulares o una conexin de lnea telefnica) adquieren un
papel estratgico fundamental en la organizacin del espacio social.
A travs de stos se pueden hacer y deshacer conexiones, abrir y cerrar la circulacin de diferentes flujos inmateriales, en especial de
informaciones y capitales, adems de permitir que se desencadenen
otros, innumerables, efectos de carcter material.
As como hay gran cantidad de autores que todava se guan por
esta lgica material-mecanicista que concibe el territorio (y el espacio, en sentido ms genrico) como una materialidad bien delimitada
y, por lo tanto, individualizable, en el otro extremo, estn aquellos
que son partidarios de una postura idealista sobre el territorio y proclaman que no existe una desterritorializacin por el simple hecho
de que el territorio est en vas de construccin sobre otras bases,
ahora puramente abstractas, como en las "comunidades virtuales" de
Internet.
Aqu proponemos una interpretacin intermedia, coherente con
la nocin propuesta al comienzo de este trabajo, que entiende en
todos los casos el territorio (y, consecuentemente, la espacialidad
donde se va construyendo) como un hbrido entre materialidad e inmaterialidad, funcionalidad y expresividad, por el simple hecho de
que estas dimensiones son inseparables y de que los procesos de territorializacin y desterritorializacin slo pueden darse a travs de una
perspectiva conjugada entre ellas de modo permanente.
La mayor diferencia es que, mientras en las sociedades disciplinarias la dimensin concreta del espacio era la dominante, a travs de un
control de tipo extensivo sobre las relaciones sociales, por medio del
control del espacio y el tiempo (disciplinamiento en territorios-zona
continuos y contiguos), ahora junto al predominio de una dimensin
ms abstracta (o "informacional", como ya lo refera Raffestin) , a travs de una interaccin compleja con las antiguas formas de control, se
trata de un control espacial de tipo intensivo, o sea, sumamente concentrado en algunas zonas muy restringidas en el plano fsico, con' Hoy en da, "el acceso o no acceso a la informacin [transformada en una mercany en un "recurso de basel dirige el proceso de territorializacin, desterritorializacin" (Raffestin, 1988:272).
ca
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un desplazamiento del centro de gravedad ontolgico del objeto considerado: en vez de definirse principalmente por su actualidad (una "solucin"),
el ente pasa a encontrar su consistencia esencial en un campo problemtico.
[...] la virtualizacin fluidifica las distinciones instituidas, aumenta los niveles
de libertad, crea un vaco motor. Si la virtualizacin fuera tan slo el paso de
una realidad a un conjunto de posibles, sera desrealizan te [...1. La virtualizacin es uno de los principales elementos de la creacin de realidad (p. 18).
Lvy habla de virtualizacin incluso como sinnimo de desterritorializacin al afirmar, por ejemplo, que "la economa contempornea
es una economa de la desterritorializacin o de la virtualizacin" (p.
51), o en un sentido ms general:
Cuando una persona, una colectividad, un acto, una informacin se virtualizan,
se vuelven "no presentes", se desterritorializan. Una especie de desanclaje los
separa del espacio ffsico o geogrfico comunes y de la temporalidad del reloj y
del calendario (p. 21).
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nuevas tecnologas de la inforrnacin y, por otro, menos flexible, marcado por los innumerables muros que separan a "incluidos" y "excluidos",
etnia "x" y etnia "y", grupos "m's" y "menos" seguros (o violentos).
Polere (1999) realiza una crtica muy justa a ese razonamiento de la
"desespacializacin" y del dominio inexorable de las redes en la sociedad posmoderna o "informacional", inserto en la mayora de los discursos sobre la desterritorializacin. El autor refuta la tesis de que el
contexto material v, por consiguiente, la espacialidad de los fenmenos
no interfieren o tienen cada vez menor interferencia en los procesos
sociales, a travs de un "ciberespacio" inmaterial o virtual globalizado,
"en que al espacio se lo define como un impedimento a la interaccin
entre las sociedades locales H.] [en] un mundo desterritorializado, de
comunicacin y de interaccin generalizadas" (p. 28).
El mundo "real" evolucionara, as, rumbo a un mundo ideal. Pero
este mito de la ubicuidad y de la "existencia desencarnada" se deshace cuando se percibe que lo ubicuo y desencarnado es la imagen, no
nosotros mismos. La mundializacin (trmino que los franceses prefieren a globalizacin) tiene lugar en "diferentes planos encajados: el
de una sociedad con su espacio, del hombre con el mundo material,
del individuo con su cuerpo" (Polere, 1999:19).
Uno de los principales problemas de este discurso de la desterritorializacin "informacional" es justamente ste, el de no percibir que
los verdaderos sujetos del proceso no son "ubicuos y desencarnados",
y que lo que aparece como "desterritorializacin" en una escala puede
representar reterritorializacin en otra. El objetivo central o primero
de la reproduccin y el control social son siempre los individuos-sujetos, no slo en su calidad de conciencias idealizadoras sino tambin
como corporeidades o materialidades.
En este sentido, el control de los cuerpos o de las "masas" pasa
a tener un nuevo papel todava relativamente poco valorado en las
nuevas estrategias territoriales. En una interpretacin muy osada, es
como si el territorio, como unidad espacial funcional y expresiva, en
una sociedad cada vez ms individualista, estuviera siendo comprimido en la "unidad espacial mnima" que es el cuerpo; en otras palabras,
el cuerpo en tanto entidad relacional, inserta en un universo dinmico y complejo de relaciones sociales, o incluso algo cercano a un
individuo-territorio, como indica Maffesoli (2001).
Deleuze y Guattari (1987), exageran el concepto y hablan de "territorializacin" del cuerpo, "colocar mi territorio en mi propio cuerpo
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Valentine (2001), tambin a partir de la categora de espacio, afirma: "El cuerpo no solamente est en el espacio, es espacio", como "una
superficie, [...] marcada y transformada por nuestra cultura", como
un "ser sensitivo, la base material de nuestra conexin con y de nuestra experiencia del mundo", y como la frontera de la psique (p. 23).
Expresiones como "superficie marcada por la cultura" y "frontera"
constituyen alusiones a rasgos de "territorialidad" presentes a travs
del espacio del cuerpo.
Una de las dimensiones de la biopoltica propuesta por Foucault y
otros autores (vase, por ejemplo, Heller y Riekmann, 1996) destaca
la importancia del control sobre los cuerpos (no simplemente individualizados) como un legado de las sociedades disciplinarias que no
desaparece sino que se sofistica y, de alguna forma, se "masifica" en
las sociedades de control. Ya no tenemos ms all la centralidad del
control del/por el espacio, en su sentido ms amplio, sino de los/por
los cuerpos, no slo como entidades fsicas, corpreas, sino tambin
como "reservorios de informacin" (como fuentes de datos y experimentos genticos, por ejemplo):
El control de la sociedad sobre los individuos no se lleva a cabo solamente mediante la conciencia o la ideologa, sino tambin en el cuerpo y con el cuerpo.
Para la sociedad capitalista, la biopoltica es lo que ms importa, lo biolgico,
lo somtico, lo fsico (Foucault, 1994:210).
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[23 1]
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y Guattari, "expresivos': "hay territorio cuando el ritmo se torna expresivo", dicen ellos.
Por otro lado, no se trata simplemente de priorizar lo expresivo
sobre lo funcional, sino de reconocer su imbricacin permanente. Si
el territorio hov, ms que nunca, es tambin movimiento, ritmo, flujo,
red, no consiste en un movimiento cualquiera ni de uno con caractersticas meramente funcionales: tambin es un movimiento dotado de
significado, de expresividad, o sea, con un significado determinado
para el que lo construye y para el que saca provecho de ste.
Los territorios tampoco son unidades homogneas o "totalidades".
Estn compuestos de elementos diferentes que proporcionan configuraciones especficas. Para Deleuze y Guattari (1997a), el territorio
"tiene una zona interior de domicilio o de albergue, una zona exterior de dominio, lmites o membranas ms o menos retrctiles, zonas
intermedias o incluso neutralizadas, y reservas o anexos de energa"
(pp. 120-121). Desde este abordaje, resulta ms fcil visualizar un territorio creado segn una lgica zonal o de superficie, como un rea delimitada por fronteras. Dicho abordaje tambin sugiere un territorio
en el sentido ms tradicional, al establecer una especie de jerarqua
entre interior y exterior, "vitienda", "zonas intermedias" y "anexos".
Deleuze y Guattari, en efecto, no se inspiran aqu en un territorio con
caractersticas ms rizomticas, que probablemente, en su interpretacin, se asociaran ms a procesos desterritorializadores.
Sin embargo, si pensamos que adems de dominios interiores y exteriores, viviendas, membranas y anexos, los territorios se componen
de unidades espaciales como zonas o reas, puntos y lneas o, en una
lectura no euclidiana, nodos y redes, podemos pensarlos en trminos
de las diferentes composiciones que estos elementos proporcionan.
El problema es que diversos autores, gegrafos y no gegrafos, efectan una lectura a nuestro entender dicotmica entre territorios y
redes, como si fuesen dos unidades distintas e incluso antagnicas,
sin percibir siquiera que la red puede ser vista como un elemento
constituyente del territorio.
El socilogo Bertrand Badie (1995), por ejemplo, desarrolla todo
su razonamiento sobre el "fin de los territorios" a partir de una diferenciacin ntida, dualista, podemos decir, entre territorio y red. Uno
es la contigidad, el otro la liberacin de los apremios espaciales; uno es
el cierre, el otro la apertura; uno es la fidelidad exclusiva, el otro las
fidelidades mviles:
34
El mundo de las redes opone al principio de la territorialidad un modo diferente de articulacin de los individuos y de los grupos. El primero est fundado
en la contigidad y la exhaustividad, el segundo en las relaciones libres de los
apremios espaciales. Uno implica el cierre y la exclusin, el otro la apertura y la
inclusin. En un caso, las relaciones construidas son eminentemente polticas,
fundadas en la fidelidad ciudadana, en el otro son funcionales y suponen fidelidades mviles, no jerarquizadas, frecuentemente sectoriales y voltiles (p. 135).
Incluso el filsofo Bruno Latour (1991), a travs de una perspectiva diacrnica, considera territorio y red como dos unidades distintas,
que corresponden de cierta forma a lo que aqu podemos identificar
como diferentes dominancias histricas de los territorios-zona y los
territorios-red. De este modo, l asocia el territorio con los "premodemos" y la red con los "modernos" (p. 184). Tambin afirma que no
es posible reducir las redes a lo global y los territorios a lo local, ya
que "local y global son conceptos bien adaptados a las superficies y a
la geometra, pero muy mal a las redes y a la topologa" y porque "los
dos extremos, lo local y lo global, son mucho menos interesantes que
los agenciamientos intermedios aqu llamados redes" (p. 161).
Las redes, en tanto "lneas conectadas y no superficies", se extienden por casi todos los lugares, "y se expanden tanto en el tiempo
como en el espacio, sin llenar el tiempo y el espacio (Stengers, 1983)"
(Latour, 1991:160). A pesar de que prioriza de modo constante las
mediaciones y los hibridismos (natural-social, local-global), Latour
propone respetar la diferencia entre "redes ampliadas" y "territorio"
(p. 162) y rechazar el territorio de los "premodernos" a la vez que
se preservan (o se "salvan") "las redes ampliadas de los 'modernos"'
(p. 184). Finalmente, en otra proposicin polmica tambin para los
antroplogos, cuestiona si la antropologa no "estara reducida para
siempre a los territorios, sin poder seguir las redes" (p. 158).
Otro autor que efecta una distincin en sentido correlativo, aunque utiliza el trmino "lugar" y no "territorio", es el socilogo Manuel
Castells (1996), en sus concepciones de espacio de flujos (que dominan la "sociedad en red") y espacio de los lugares. La diferencia
principal entre ambos sera la desarticulacin fsica, o mejor dicho, la
contigidad espacial, ausente en el caso de los flujos y presente en el
de los lugares, espacios diversificados en trminos de funciones y ex presiones, dotados de fuerte memoria colectiva e interaccin social.
Berque (1982), en forma anloga, aunque no se refiera explcita-
235
Mtrica interna
Topografa
Topologa
Mtrica
de los lmites
Topogrfica
Horizonte
Rizoma
Topolgica
"Pays"
Red
Territorios
redes
Espacios
fluidos
Espacios
duros
Aun sin entrar en la discusin ms detallada de este cuadro, se percibe que la principal distincin es aquella que separa una mtrica topogrfica o euclidiana de una topolgica o no euclidiana. A pesar del vocabulario matemtico, Lvy resalta la complejidad de dichas mtricas,
2 Maffesoli (1986:206) utiliz esta misma distincin en su anlisis del neotribalismo planetario. El autor, en una obra ms reciente (Malesoli, 2001[1997]), se refiere a los "territorios fluctuantes", moldeados en la movilidad y la ambivalencia del mundo moderno.
23 6
237
Las dos mtricas enunciadas por Jacques Lsy seran, por lo tanto,
inseparables. A nuestro entender, el problema se relaciona con las denominaciones que el autor utiliza, la mtrica euclidiana o topogrfica
que da origen a territorios, la no euclidiana o topolgica, que origi-
238
otra forma, distinguen territorio de red, se deja traslucir una dicotoma que se puede sintetizar de modo esquemtico como lo muestra
el cuadro 7.2.
En consecuencia, tiene origen all una visin dicotmica entre territorializacin y desterritorializacin que a veces asocia no slo unilateralmente la desterritorializacin con las redes, sino que las carga de
una connotacin negativa, como si la movilidad fuese siempre un mal
y el "arraigo", la territorializacin, un bien, lo que recuerda la distincin clsica de Tnnies entre Gemeinschafi y Gesselschaft. 3
3 En nuestros trabajos iniciales sobre el tema de la desterritorializacin (Haesbaert,
1994, 1995), partimos de la disociacin entre territorializacin y desterritorializacin
y territorio y red (1995:177) con e] fin de criticar esta visin dicotmica que impide
ver en la red su doble papel desterritorializador-territorializador (p. 199). As, afirm bamos que "nunca tendremos territorios que puedan prescindir de las redes (cuando
menos para su articulacin interna) y viceversa: las redes, en diferentes niveles, nece sitan territorializarse, o sea, requieren de la apropiacin y delimitacin de territorios,
para su actuacin" (1994:209).
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Territorio
Red
intrnseco
(ms introvertido)
centrpeto
reas, superficies
delimita
(lmites)
arraigo
ms estable
extrnseca
(ms extrovertida)
centrfuga
puntos (nodos) y lneas
rompe lmites
(flujos)
desarraigo
ms inestable
espacio areolar
("vivienda")
espacio de lugares
mtrica topogrfica
euclidiana
espacio reticular
("circulacin") (Berque)
espacio de flujos (Castells)
mtrica topolgica,
no euclidiana J. Lvy)
Al contrario de varios gegrafos que distinguen e incluso oponen territorio y red, defendemos aqu una idea como la de Raffestin
(1988). l ha propuesto una tipologa simple pero pertinente sobre
la interaccin de elementos que componen el territorio, que denomin "invariantes territoriales": tramas, nodos y redes, privilegiados
de modo diferente conforme la sociedad en la que estamos insertos.
As, en una distincin algo evolucionista, cuestionable, identifica cuatro tipos de sociedades o "civilizaciones": dos "tradicionales", una de
transicin y una "racional", moderna, y pasa de la que valora ms las
tramas, "el territorio recorrido" o la "dimensin horizontal", a la que
valora ms las redes, teniendo como intermedio el papel creciente de
los nodos representados por los ncleos urbanos.
As, con base en las lgicas areolar y reticular de Berque y, de forma
ms elaborada, en las mtricas euclidiana y no euclidiana de Lvy,
que aqu preferimos denominar lgica zonal y lgica reticular, respectivamente, simplificamos la trada de invariantes identificadas por
Raffestin en torno a dos elementos bsicos: la "zona" (que l llama
trama) y la red, conjuncin de conexiones o nodos (no slo puntos)
y flujos (no slo lneas), "redes" que, segn los trminos de Raffestin,
aparecen separadas de los polos o nodos.
Tendramos entonces dos formas o lgicas bsicas de territorializacin: una, por la lgica zonal, de control prioritario de zonas y lmites o fronteras; otra, por la lgica reticular, de control prioritario
240
241
242
sta es una observacin muy pertinente para nuestra argumentacin, ya que em tanto la red est "desespacializada", sirve claramente
como contrapunto para el territorio, como si uno pudiera remplazar
al otro. El problema aqu es que slo existe la red como "dimensin
temporal" disociada de la esfera espacial, como en la visin dicotmica entre territorio-espacio y red-tiempo-movimiento. La crtica contundente de Poche va dirigida tambin a otro discurso, ya abordado
aqu, el de aquellos que sobrevaloran el papel de la tecnologa informacional (y de la "virtualidad" del ciberespacio) en la constitucin de
las redes.
Un razonamiento como ste podra llevarnos a un descrdito mayor de la idea de red. Sin llegar a este extremo, sin embargo, nuestra
intencin es por el contrario la de quitarle un poco ese carcter de
"seudo" concepto y precisar algunas de sus propiedades, por lo menos
desde un punto de vista geogrfico, que podr ayudarnos en las reflexiones que seguirn en torno al debate sobre desterritorializacin
y multiterritorialidad.
Algunas distinciones nos parecen importantes en relacin con la
red, considerada como elemento constituyente de todo proceso de
territorializacin. En primer lugar, tal como el territorio en un sentido ms amplio, la red nunca debe ser tomada como un "todo" homogneo y ahistrico. A pesar de que se la considera segn el punto
de vista de Raffestin como una "invariante" territorial, la red est
constituida por elementos que se diferencian a lo largo del tiempo.
As, debemos cuando menos distinguir entre sus puntos (o vrtices) y
sus lneas (o arcos), tanto respecto al tipo de duetos y relais (estaciones
intermedias) como al de flujos que circulan por ella. Estos son funda mentales para entender el papel ambivalente de las redes, al mismo
tiempo territorializador (cuando son ms centrpetas o introvertidas)
en
y desterritorializador (cuando son ms centrfugas o extrovertidas
relacin con determinado territorio).
Una caracterstica contempornea que genera una configuracin espacial completamente diferente y que promueve la discontinuidad espacial, es la compresin del tiempo-espacio y la consecuente inmaterialidad creciente tanto de los flujos como de los "duetos" que componen
l
las redes. Aunque todasa existan duetos materiales de fundamenta
243
importancia, como los sistemas de electricidad y los cables submarinos, son cada vez ms fuertes los flujos inmateriales que circulan
exigiendo slo antenas o satlites que ocupan puntos minsculos en
la superficie de la Tierra o por encima de ella. [
Para nuestros propsitos, la caracterstica ms importante de las redes es su efecto a la vez territorializador y desterritorializador, lo cual
provoca que los flujos que circulan por ellas tengan un efecto que
puede ser tanto de sustentacin, ms "interno" o constructor de territorios, como de desestructuracin, ms "externo" o desarticulador de
territorios. De esta manera, las redes (aunque, atencin: no solamente
las redes en s, sino como formas o medios constituidos o movilizados
por determinados sujetos) son ms o menos desterritorializadoras de
acuerdo con diferentes factores, que incluyen su carcter estratgicofuncional o simblico-expresivo, pues territorializarse es siempre una
conjugacin (diferenciada) entre funcin y smbolo, accin concreta
y valoracin simblica, lo cual hace que las redes bsicamente tcnicas, por ejemplo, desarrollen muchas veces un alcance ms limitado
(ms estrictamente funcional, diramos) de territorializacin.
No debemos, pues, confundir las redes territoriales, en sentido
propio, con las redes en su acepcin ms especfica de redes fsicas o
tcnicas. Contrariamente a los autores que utilizan el trmino redes
territoriales como sinnimo de redes fsicas o tcnicas ("redes tcnicas territoriales", segn los trminos de Bakis, 1993), dotadas de una
materialidad ms evidente, empleamos el trmino para destacar el
papel de las redes en los procesos (re) territorializadores, o sea, en la
construccin de territorios en su sentido de control o dominio material y apropiacin simblica.
As, por ejemplo, redes tcnicas o instrumentales como las redes
viales o de telecomunicaciones de un pas pueden ser, ms que funcionales, "redes territoriales" en tanto fortalecen la unidad o la "integracin" de un territorio, en este caso, el del Estado-nacin. Pero, como
en todo proceso de desterritorializacin, stas nunca son solamente
territorializantes. Las conexiones con el exterior, a veces privilegiadas
5
Es curioso, sin embargo, percibir que incluso con esa increble condensacin de
los "doctos" (meros puntos o antenas de conexin) existen problemas concretos: la
disputa por el espacio para el lanzamiento de nuevos satlites va es encarnizada, con
algunas de las rbitas prcticamente congestionadas. y escenarios donde las nuevas
antenas de telecomunicacin encuentran cada vez ms resistencia de las poblaciones
que se consideran perjudicadas, tanto por sus efectos en la salud corno en lo relativo a
la contaminacin visual.
244
En este caso, algunos autores prefieren el trmino, ms condensado, "territorio-red" en lugar de "territorio en red", pero con el mismo
significado. Partiendo del estudio emprico de la red de migracin
gacha en el interior de Brasil, en 1994 propusimos, paralelamente a
la nocin de "regin-red", la de territorio-red:
Los territorios en este fin de siglo son siempre, tambin, a diferentes niveles,
"territorios-red'', porque estn asociados en menor o mayor grado a flujos
(externos a sus fronteras) articulados en forma jerrquica o complementa6 A este respecto, vase tambin el anlisis de Corra (1997) sobre corporaciones
y espacio.
245
El autor considera que, aparte de esos efectos de las nuevas tecnologas de transportes y comunicaciones, el territorio-red incorpora
propiedades ms inmateriales, topolgicas. Destaca, en especial, dos
de esas caractersticas: "la predominancia de las relaciones horizontales (polo-polo) sobre las relaciones verticales polos-hinterland)" y "el
carcter de trama (no piramidal, no arborescente) de las relaciones"
(p. 64). Es interesante recordar aqu que algunos estudios prefieren
considerar a estos espacios como regidos por relaciones sociales ms
horizontalizadas y no jerrquicas, como "rizomas" ms que "redes" en
el significado ms tradicional.
Esta distincin se relaciona, por lo menos parcialmente, con la que
Veltz propone al diferenciar "territorios de redes" y "territorios en
red". La verdadera novedad sera que en el segundo caso o territoriored "cada polo se define como punto de entrecruzamiento y de conmutacin de redes mltiples, nodo de densidad en una gigantesca
imbricacin de flujos que es la nica realidad concreta, pero que tambin es un desafo a la representacin y a la imaginacin" (p. 65).
Si, como afirma Souza (2002), "al contrario de lo que se podra
pensar, el territorio no es una 'prisin', que se debe contrastar con la
'versatilidad' de las redes" y si "el territorio protege" y "la red articula",
dentro de "una dialctica etc, te/apertura, en la que los dos polos son
imprescindibles" (p. 247, cursivas del autor), en el territorio-red o en
(
246
red podemos decir que el control (la "proteccin") se produce a travs del movimiento articulado (la red). Para Souza, el territorio-red
representa un "puente conceptual" que rene la contigidad espacial
del territorio "en el sentido usual" y la discontinuidad de las redes,
formando as un territorio discontinuo7 que, de acuerdo con la escala,
es "una red que articula dos o ms territorios discontinuos" (1995:94),
como ocurre en el caso de los territorios-red de diferentes facciones
del narcotrfico, que estructuran su poder a travs de la conexin
entre varias favelas en disputa en el municipio de Ro de Janeiro.
El efecto ms importante de esta perspectiva conceptual es de orden poltico, ya que permite superar la nocin "exclusivista" de poder
presente en la idea clsica de territorio, con lo que admite as la visualizacin de diferentes formas territoriales, superpuesta y discontinuas,
de articulacin del poder o de distintos tipos de relacin de poder
(Souza, 1995).
En un trabajo ms reciente, Souza reconoce que el territorio-red
no pierde su carcter "zonal" o de rea debido a que "corresponde
al rea de influencia, esencialmente informal y de lmites nebulosos,
de un poder organizado en red". Esta influencia se ejerce a travs
de la articulacin de varios puntos o "nodo" de la red (2002:428). En
la visin que defendemos aqu, habra un largo continuum entre el
territorio-zona ms tradicional, como superficie de lmites bien definidos, y la red en sentido estricto, que no obligatoriamente funge
como articuladora directa de un territorio, pasando por el territoriored al que nos referimos aqu.
En un trabajo anterior (Haesbaert, 2002a), hemos identificado tres
grandes perspectivas tericas en la relacin entre territorio y red: una
subordina la red al territorio (como en muchas lecturas de la geografia
ms tradicional); otra, en forma dicotmica, separa claramente territorio
y red (como en el abordaje de Bertrand Badie) y, finalmente, una tercera
trabaja con el binomio territorio-red, relativizado de manera histrica, en
que la red acta con efectos territorializadores, o desterritorializadores.
Vistas como componentes de los territorios, las redes pueden estar
as al servicio tanto de los procesos sociales que estructuran territorios
7 La relacin directa que establecen algunos autores (como Souza, 1995, y Bourdin,
2001) entre territorios discontinuos y territorios-red debe ser relativizada, ya que pueden existir territorios discontinuas que no son exactamente territorios-red, como algunos estados-naciones fragmentados desde el punto de vista espacial, donde el carcter
zonal o el control de las reas an se sobrepone al carcter reticular.
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Qu significa decir que en la actualidad la territorializacin se lleva a cabo en gran parte en torno a esos diferentes "territorios-red"? En
primer lugar, que es un hecho concreto la posibilidad de gozar de una
mayor movilidad, pero que sta es tambin un instrumento de poder
extremadamente diferenciado y que no puede ser sobrevalorada, ya
que sabemos no slo de la enorme desigualdad en el acceso a dife'
25o
25
Un ejemplo muy interesante para ilustrar al mismo tiempo la configuracin de territorios-red y la diversidad de modos de organizacin
espacio-territorial lo que denominaremos territorios-red, territorioszona y aglomerados de exclusin, nos lo ofrece la espacialidad de la
red terrorista Al Qaeda, que muchos consideran una entidad "desterritorializada". Muy por el contrario, podemos decir que sta dispone
de una gama de diferentes tipos de territorio, o mejor dicho, como
analizaremos en el ltimo captulo, una especie de multiterritorialidad compleja. Gracias a la riqueza acumulada por sus lderes y a
la fuerza de movilizacin de sus smbolos (religiosos), los miembros
de Al Qaeda pudieron usar una multiplicidad de tipos de territorio
(cuando menos en su sentido funcional), a la VC Z que construan otro,
un territorio-red mundializado flexible en extremo y, por lo tanto, en
constante proceso de des-reterritorializacin.
La compleja y flexible organizacin territorial de la red terrorista es
la mejor prueba de que su poder proviene, en parte, de la versatilidad
con la que logra circular en torno a las variadas territorialidades de nuestro tiempo, haciendo uso de sus diferentes ventajas. As, podemos decir que dispone o dispuso de mltiples tipos de territorios donde se
privilegiaba la forma zona" o rea: cavernas en las montaas, utilizadas
como proteccin (pero vinculadas a las redes del "ciberespacio" a travs
de conexiones a Internet) ;9 campos de entrenamiento en zonas aisladas
del interior de Afganistn (para muchos un verdadero cuartel-general
no slo de la red Al Qaeda, sino tambin de varias otras redes menores,
ms localizadas); y estados-naciones que la apoyan o apoyaron (como el
Afganistn talibn, Sudn y Somalia). Adems, particip (o participa)
en redes econmicas globales, como la de la explotacin y comercio de
diamantes (a partir de Sien-a Leona), y en la red financiera en donde
realiza(ba) sus inversiones (principalmente a travs de Suiza e Irlanda).
g Aunque el grupo
Al Qaeda haya hecho uso de muchas cavernas naturales y sacado
ventaja del accidentado relieve y el clima rido de Afganistn, debemos recordar que
sus bases principales, en cavernas cercanas a Kandahar, no eran una simple "ddiva de
la naturaleza", sino verdaderos bunkers. Como dicen Carmo y
Mon teiro (2001), "el proyecto del bunker fue confiado, en 1998, a un grupo de ingenieros alemanes. Se trata de
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CUADRO
7.3.
ESPACIO-TERRITORIAL
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Desterritorializacin
Territorializacin
Territorios-zona
Territarios-red
Aglomerados de exclusin
Zonas subordinando
redes
"Fuera de control"
Territorialismo
Exclusin socioespa
Mientras los territorios-zona aparecen centrados en dinmicas sociales vinculadas al control de superficies o a la difusin en trminos
de reas (en general continuas) y recurren de manera prioritaria a
lmites ms exclusivistas o a "fronteras" bien demarcadas, en los territorios-red la lgica se refiere ms al control espacial mediante el
control de flujos ("canalizaciones" o ductos) o conexiones (emisores,
receptores y simplemente relais). Una caracterstica muy importante
de la lgic:a discontinua de los territorios-red es que admite una mayor superposicin territorial, en la divisin concomitante de mltiples
territorios.
Tal como hemos visto al discutir los nexos entre desterritorializacin e inmovilidad, no se trata de concepciones contrapuestas y estancas. La relacin de territorios-zona, territorios-red y aglomerados
con los procesos de desterritorializacin y territorializacin es ambivalente, e incluso puede pasar de un extremo a otro: los niveles ms
fuertes de desterritorializacin, en medio de procesos de violenta in-.
seguridad y exclusin social, pueden dar origen a los territorialismos
Primero, existen regiones en las cuales los objetos se agrupan y cuyas fronteras se definen en tomo a cada agrupamiento [cluster]. Segundo, existen redes
en las cuales la distancia es una funcin de las relaciones entre los elementos y la diferencia es una cuestin de variedad relacional. stas son las dos
topologas con las cuales la teora social es familiar. La primera es antigua N.
segura. mientras que la segunda, siendo ms reciente, todava tiene orgullo
de su capacidad de cruzar fronteras. No obstante, hay otros tipos de espacio
Algunas veces, sugerimos nosotros, ni fronteras ni relaciones marcan la
diferencia entre un lugar y otro. Por el contrario, algunas veces las fronteras
vienen y van, admiten "derrames" o desaparecen juntas, mientras que las relaciones se transforman sin ruptura. Algunas veces, pues, el espacio social se
comporta como un fluido (p. 643).
Probablemente por desconocer por completo la tradicin geogrfica en el uso y la discusin de conceptos como el de regin (ellos
no citan a ningn gegrafo), Mol y: Law decidieron hacer uso de esta
terminologa para caracterizar lo que aqu denominamos territoriozona o de lgica zona! en la construccin de territorios. En realidad,
no existe solamente la "regin-zona", homognea, a la que ellos se
refieren. Desde el primer gegrafo clsico en desarrollar el concepto,
Vidal de La Blache, considerado por muchos el "padre" de la geografa racional, la regin surge como un rea relativamente homognea
(en sus primeros escritos) o bien como una "regin nodal" vinculada
a las redes jerrquicas de ciudades y sus zonas de influencia (La Bla-
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./N
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Despus de la oposicin campo-ciudad del siglo xix y la oposicin centro-periferia del siglo xx, asistiremos en breve, si no nos preparamos, a la oposicin
entre aquellos que cuentan con una vivienda y un empleo permanentes y los
que viven a la deriva, en busca de tina subsistencia precaria y de un alojamiento provisorio (Virilio, 1994:6).
A travs de los enfoques presentados en el captulo 5, principalmente, qued claro que la desterritorializacin es analizada desde las
dimensiones ms diversas, desde lo econmico hasta lo poltico, de lo
cultural a lo geogrfico en rigor. De modo sorprendente, como lo hemos sealado en otros momentos, la perspectiva m 's especficamente
social que el debate sobre la desterritorializacin debera priorizar,
casi no se ha abordado. Es probable que esta omisin, vinculada a la
lectura crtica que la cuestin en general implica, vinculada a su vez
a la creciente exclusin (o inclusin precaria) promovida por el capitalismo contemporneo, debe asociarse al hecho de que esos discursos estn moldeados desde los pases centrales. Justamente desde
otro punto de vista, "perifrico", nos gustara destacar aqu el abordaje que relaciona desterritorializacin y exclusin, retomando un
debate que ya habamos propuesto (Haesbaert, 1993, 1995, 1997) y
pretendemos seguir profundizando en otros trabajos.
Desterritorializacin, si es posible utilizar el concepto de manera
coherente, nunca "total" o desvinculada de los procesos de re-territorializacin, debe aplicarse a fenmenos de efectiva inestabilidad o
debilidad territorial, sobre todo entre los grupos socialmente ms excluidos o profundamente segregados y, como tales, imposibilitados de
hecho de construir y ejercer un control efectivo sobre sus territorios,
tanto en el sentido de la dominacin poltico-econmica como en el
de la apropiacin simblico-cultural.
Ante todo, sin embargo, se plantean dos observac ones importantes:
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Si se percibe la pobreza como asociada a la disponibilidad de recursos, "recurso" debe ser visto en su acepcin ms amplia, lo que
incluye, a nuestro entender, la propia dimensin espacial, o sea, el
territorio como "recurso", inherente a nuestra reproduccin social.
Con esto partimos del presupuesto de que toda pobreza y, con mayor
razn aun, toda exclusin social, es tambin, en algn nivel, exclusin
socioespacial y, por extensin, exclusin territorial, o sea, en otras
palabras, "desterritorializacin". La desterritorializacin es entendida
aqu en su sentido "fuerte" o que podemos considerar ms estricto,
la desterritorializacin como exclusin, privacin o precarizacin del territorio en tanto "recurso" o "apropiacin" (material y simblica) indispensable
para nuestra participacin efectiva como miembros de una sociedad.
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Castel destaca que no se debe llamar exclusin a cualquier disfuncin social (2000[1995] ) y que sta no se refiere a un in out bien
definido: "no existe in y out, sino un continuum de posiciones que
coexisten en el mismo conjunto y se 'contaminan' unas a las otras"
(1998 [1995] :568). Para el autor, debemos manejar el trmino "exclusin" con mucha precaucin:
-
re-
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De acuerdo con Room (1999), la exclusin social es multidimensional (en ningn caso slo de orden econmico-financiero), dinmica o mutable (e histricamente definida, agregaramos), se encuentra
espacialmente contextualizada (no slo a nivel individuo-familia sino
tambin del vecindario y la "comunidad"), es ms relacional que meramente distributiva (depende de la participacin/integracin social
y de las relaciones de poder) e implica un tipo de discontinuidad
(aunque no la completa separacin) en la relacin entre los "excluidos" y el resto de la sociedad.
Ante todo, es siempre necesario calificar, adjetivar, la exclusin para
poder abordarla con mayor rigor y jams verla desde la perspectiva conservadora que usa el trmino para legitimar medidas paliativas de "reinsercin" social, sin cuestionar las condiciones de (in)justicia social, (in)
equidad econmica, (falta de) autonoma poltica y reconocimiento
cultural de los grupos sociales que participan en ella. 12 Esto incluye las
desigualdades de gnero, etnia, franja etaria, discapacidad fsica y nivel
cultural, o sea, una exclusin que va ms all de las desigualdades socioeconmicas y abarca tambin las diferencias socioculturales, lo que
llega a incluir el rechazo al Otro (Sibley, 1995).
El riesgo aqu es que, si abarca condiciones tan diferentes, la exclusin se transforme en un concepto "cada vez ms fluido y equvoco
como categora del pensamiento cientfico", caracterizando "diversas
situaciones o poblaciones en las cuales es muy difcil aprehender lo
que stas tienen en comn" (Paugam, 1996:17). Por ello, sin ignorar
la fuerza de factores de orden cultural, aqu pondremos el acento
en la dimensin socioeconmica de las dinmicas de exclusin, por el
simple hecho de que es la que ms est involucrada actualmente en la
formacin de lo que denominamos "aglomerados" y procesos de "territorializacin precaria".
En su dimensin ms concreta, los procesos de exclusin se extienden hoy por el mundo como un todo, y no escapan a ellos ni siquiera
los pases centrales y sus principales ncleos econmicos. Un trabajo
reciente de Allen et al. (1998), por ejemplo, revela la nueva geografa
regional diseada por esta dinmica, principalmente como produc" En una sistematizacin muy interesante, Silver (1994) identifica tres grandes paradigmas con los cuales se aborda la exclusin social: el paradigma de la solidaridad ,
queponlfasi rdeloazscid ra,enulct
durkheimiana; el de la especializacin, de trasfondo liberal individualista, y el del monopolio, que parte de una visin conflictiva o contradictoria de la sociedad.
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mo y nacionalismo representan otros modos poscatastrficos de reinsercin en el contexto modernizado" (Schwarz, en Kurz, 1992:13).
Para Samir Amin (en Lvy et al, 1992), mientras Europa del Este
ingres en una "etapa de capitalismo salvaje" como "una de las principales manifestaciones de la polarizacin capitalista por surgir, la llamada frica negra "ya est cuartomundizada, en el sentido de que no
tiene una verdadera funcin en el mundo actual" (p. 107, las cursivas son
nuestras). Nada impide, sin embargo, que en otro momento histrico
las posiciones cambien. Amin recuerda el caso de las Antillas y del
nordeste brasileo, "centros en la periferia'' en la poca mercantilista,
principalmente a travs de la actividad azucarera, y que se "cuartomundizaron" luego de la Revolucin industrial.
Kurz y Amin, desde diferentes perspectivas de fundamentacin
marxista (Kurz, con ms restricciones en relacin con Marx), se remiten al carcter a la vez constructor y destructor en otras palabras,
des-reterritorializador del capitalismo, adems de reconocer la posibilidad de un retorno a la "barbarie" debido al agravamiento, sin
ninguna contencin, al que tienden hoy la exclusin social y los conflictos relacionados con sta. Como vimos en citas anteriores, Virilio
y Deleuze tambin sealan la centralidad de la cuestin social en trminos del aumento de la miseria y de la precarizacin de una masa de
personas cada vez ms numerosa.
Fruto de este relativo "abandono" por parte de los circuitos globales
de insercin en la sociedad capitalista, tanto en relacin con el consumo como con el trabajo, con la ciudadana o con la expresin cultural
(o con todos stos al mismo tiempo), el movimiento de dicha poblacin "superflua" --en circuitos migratorios, por ejemplo se vuelve un
problema serio y provoca reacciones autoritarias y segregadoras, incluso en los pases centrales del sistema, lo que se puede verificar de forma
fehaciente en los controles fronterizos y en la proliferacin de actitudes xenfobas y neonacionalistas. Es como si la creciente desterritorializacin/exclusin, al generar nuevos "aglomerados", tuviera su contrapunto en el refuerzo de una territorializacin tambin excluyente,
pero ahora al mando de los grupos que se sienten "amenazados" por la
masa de excluidos, de la cual en gran parte tambin son responsables.
El extremo de la exclusin social ya fue teorizado por Marx en
torno a la idea del "Iumpemproletariado", que es necesario retomar.13
Is Servir como base para esta discusin nuestro texto anterior, Haesbaert. 1995
(especialemente, pp. 191-193).
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sa." Como tambin lo seala el Novo Dicionrio Aurlio da Lingua Portuguesa, "masa" puede ser interpretada como "turba", "multitud en
desorden", simple "cantidad, volumen" que ocupa una zona de fronteras mviles, fluidas Baudrillard (1985), al definir "masa", afirma
que sta nunca es "de trabajadores" o de "campesinos", ya que "slo
se comportan como masa los que estn liberados de sus obligaciones
simblicas, 'anulados' (sujetos a las infinitas 'redes')" (p. 12), desintegrados, "residuos estadsticos".
Baudrillard critica el concepto de masa, que para l "no es un concepto. Leitmotiv de la demagogia poltica, es una nocin fluida, viscosa,
lumpen-analtica. [.. .] Querer especificar el trmino masa es justamente un contrasentido: es buscar un sentido en lo que no lo tiene" (p.
11). "En la masa desaparece la polaridad del uno y del otro." Baudrillard a veces exagera su fluidez retrica de in-definiciones y crea una
concepcin que a pesar de ser indistinta, indefinible, se transforma
de forma paradjica, a su vez, en un instrumento fundamental para
su razonamiento.
Otra nocin, ms amplia pero similar a la de masa y que igualmente puede incorporar, de manera implcita o explcita, el discurso de
la desterritorializacin, es la de "poblacin", tal como la propone Michel Foucault (2002[1976]). Foucault se refiere a la poblacin como
"un nuevo cuerpo: un cuerpo mltiple, un cuerpo con innumerables cabezas, si no infinito al menos necesariamente numerable" (p.
292), el cual se convierte en objeto de la biopoltica: "la poblacin
como problema poltico, como problema a la vez cientfico y poltico, como problema biolgico y como problema de poder" (p. 293),
que se sobrepone a la sociedad disciplinaria, ms preocupada por el
control individual.
Se trata de una nueva problemtica identificada en trminos histricos a partir del siglo xix, como ya hemos sealado en el captulo
anterior, "slo aplicable a nivel de la masa". Foucault asocia entonces
poblacin con masa, ya que a esta nocin genrica de poblacin la
percibe como "masa" y como nmero, y slo a partir de su surgimiento se puede hablar de aglomerados de exclusin, puesto que se trata
sobre todo de un fenmeno de masa y considerado como problema,
es tambin un asunto de "poblacin", en el sentido de fenmeno colectivo propuesto por Foucault.
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portante tambin no caer en el mismo conformismo y tratar de rehacer algunas utopas, como lo intentan Negri y Hardt (de forma a veces
exagerada, al proponer una concepcin genrica de "multitud"), ya
que ese carcter "disfuncional" y ese "desorden" de los aglomerados
tambin generan siempre de manera potencial e imprevisible, hay
que subrayarlo, las condiciones para la transformacin y lo nuevo.
As, el inmovilismo (y la exclusin) social puede ser producto tanto
de la movilidad (fsica) extrema como de la casi completa inmosilizacin en el espacio. Como hemos referido en el captulo anterior, una
situacin de intensa movilidad no define, obligatoriamente, la condicin de desterritorializacin. De este modo, podemos tener aglomerados de exclusin tanto en una movilidad atroz y sin direccin como
en la casi completa inmovilidad, como queda claro a travs del ejemplo de una familia de pobladores del sertn brasileo que conocimos
en el oeste del estado de Baha.
En su zona de origen, en el sertn nordestino, ellos estusieron durante largo tiempo "atados a la tierra", como decan, en una condicin
de extrema miseria, o sea, en una situacin de desterritorializacin, o
mejor dicho, de territorializacin precaria, para ser coherente con el
dominio de los procesos de inclusin precaria aqu defendido. Ante
la situacin crtica de hambre e incluso de falta de agua en el sertn,
ellos se transforman en blanco fcil de una desterritorializacin en
la movilidad, verdaderos "nuevos nmadas" en busca de condiciones
mnimas de supervivencia. A este respecto, hemos hecho el siguiente
relato a partir de nuestro trabajo de campo realizado en Barreiras
(Baha), en el momento de llevar a cabo la investigacin vinculada a
nuestra tesis de doctorado, a comienzos de los aos noventa.
Adems de la plaza central de la ciudad (Barreiras, en Baha), en donde muchos camiones patrocinados por alcaldas del interior simplemente "depositan" migrantes, uno de los puntos para acampar ms utilizado por esos "nuevos nmadas' es la margen del ro Grande, al lado del puente de la carretera
BR-242 que atraviesa la ciudad: familias enteras acampan junto al ro en rudimentarias carpas de plstico, regalo de los camioneros que los transportaron
gratuitamente.
Una de las familias acampadas que entrevist viva en condiciones extremadamente precarias, en una improvisada tienda de campaa hecha de cajas
de cartn. Era originaria de Parelhas, en el interior del estado de Rio Grande
do Norte, y vena viajando haca 20 das, a pie o "haciendo dedo" a los camiones. En Parelhas, afirmaron, pasaban hasta tres das sin comer, y cuando
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coman era solamente frijol con harina ("un frijol suelto por aqu, otro por
all..."). Pasaron por Juazeiro, en donde la sequa era an ms grave, y por
Morro do Chapu, una de las ciudades ms altas de Baha, en donde afirman
haber pasado mucho fro.
El jefe de la familia ya haba vivido tres veces en Brasilia, y el periodo de
residencia ms prolongado no lleg a durar dos aos. Vivi tambin en So
Paulo, Belo Horizonte, en el interior de Golas y de Tocantins. Deca con cierto orgullo que conoca "todo este enorme Brasil"... El hijo mayor, de 17 aos
(aunque pareca tener muchos ms), ViSi solo en So Paulo durante seis
meses, cuando trabaj en una empresa de construccin civil. Tuvo una hija y,
por motivos de salud, seg-n l, se Vi0 obligado a volver al nordeste, ya que no
tena condiciones para cuidar a la nia. Cuando vi la gran cantidad de nios
en la carpa de al lado, le pregunt cuntos eran: 'joven, son tantos los chicos
que slo se los puede contar bien cuando duermen...", ironiz l.
Un camionero les inform que "en el puesto de Mimoso nadie se queda de
brazos cruzados, enseguida viene un camin recogiendo gente para trabajar
en las plantaciones". Si no sale bien, siguen a Brasilia, o si no se van para Quirinpolis, en el interior de Gois, donde con seguridad van a encontrar "una
fazenda para cuidar". Sobreviven haciendo juguetes de barro que venden en
las ferias. Un pequeo agujero en el suelo sirve de cocina. Luego de calentar
ag-ua comienzan a asar dos pescados muy pequeos que obtuvieron con sus
propias manos: "Este ro es un regalo de Dios", concluyen. Un camionero les
prometi llevarlos hasta Mimoso, bajo la lona, como si fueran fugitivos: "El
calor es insoportable, pero si conseguimos trabajo todo va a cambiar" (Haesbaert, 1997:147).
A partir de ejemplos como ste, luego de reconocer la gran diversidad de manifestaciones de lo que denominamos aglomerados de exclusin, sus propiedades bsicas, las cuales evidencian los procesos de
exclusin socioespacial/inclusin precaria o de desterritorializacin/
territorializacin precaria, son:
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S. DE LA DESTERRITORIALIZACIN
A LA MULTITERRITORIALIDAD
Nos encaminamos ahora hacia una especie de conclusin, en realidad ms para plantear nuevas preguntas que para responderlas. Con
la preponderancia del componente red en la constitucin de los territorios, as como con la creciente fluidez de los espacios, otorgada por
el "medio tcnico-cientfico informacional" contemporneo (Santos,
1996), podemos afirniar que:
El mundo "moderno" de las territorialidades continuas/contiguas regidas
por el principio de la exclusividad [I estara hoy cediendo lugar al mundo
de las mltiples territorialidades activadas de acuerdo con los intereses, el
momento y el lugar en que nos encontramos (Haesbaert, 1997:44).
Ya no se trata de priorizar el fortalecimiento de un "mosaico"-estndar de unidades territoriales en una zona, vistas con frecuencia
de manera exclusivista entre s, como es el caso de los estados nacionales, sino su convivencia con una mirada de territorios-red marcados por la discontinuidad y la fragmentacin que posibilita el pasaje
constante de un territorio a otro, en un juego que aqu denominaremos, ms que desterritorializacin o decadencia de los territorios, su
"explosin"1 o, en trminos tericamente ms elaborados, una "multiterritorialidad", ya que, como afirmamos en trabajos anteriores, "en la
'pos' o 'neo' modernidad, un rasgo fundamental es la multiterritorialidad humana..." (Haesbaert, 1997:42), que delinea "una geografa
compleja, una realidad multiterritorial (o incluso transterritorial)"
traducida por nuevas expresiones como el neologismo "glocal" (Haesbaert, 1996:36).
As, lo que entendemos por multiterritorialidad es, ante todo, la
forma dominante, contempornea o "posmoderna" de la reterritorializacin, a la que diversos autores equivocadamente denominan desterritorializacin. Ello es consecuencia directa de la predominancia
en especial en el mbito del capitalismo posfordista o de acumulacin flexible de relaciones construidas a travs de territorios-red, suEmplean el trmino "explosin", entre otros, Souza. 1993 y Graham. 1999.
[2791
280 DE LA DESTERRITORIALIZACIN A LA
muurri- Emtrromanik..)
DE LA DESTERRITORIALIZACIN A LA MULTITERRITORIALIDAD
281
yuxtaposicin o convivencia, a la par, de tipos territoriales diferentes, lo que aqu se abordar como correspondiente a la existencia de
"mltiples territorios" o "mltiples territorialidades". Para sintetizar,
diferenciamos esa multiplicidad de territorializaciones que producen
en forma concomitante en todo el planeta, a travs de las siguientes
modalidades (Haesbaert, 2002c:47-48):
de el control se efecta a travs de los medios informticos ms sofisticados, como es el caso de algunos empresarios capaces de ejercer
gran parte del control de sus empresas (grandes propiedades rurales,
por ejemplo) a distancia, va computadora. Hemos visto el caso de la
organizacin terrorista Al Qaeda, en el que sta aprovecha las ventajas
de todos esos tipos de territorializacin. Es como si en cada momento,
a travs de esos mltiples territorios (y escalas), sus miembros (o sus
jefes, por lo menos) pudieran poner en funcionamiento los "ritmos"
territoriales que estratgicamente les favorecen ms.
A la multiplicidad yuxtapuesta (y muchas veces jerrquica) visible
hasta el tercero de dichos conjuntos de territorializaciones, le debemos agregar la efectiva "multiterritorializacin" que se observa en el
ltimo tipo, resultante no slo de la superposicin o la imbricacin
entre mltiples tipos territoriales (lo que incluye territorios-zona y
territorios-red), sino tambin de su experimentacin/reconstruccin
en forma singular por parte del individuo, el grupo social o la institucin. A esta reterritorializacin compleja, en red y con fuertes connotaciones rizomticas, o sea, no jerrquicas, le damos el nombre de
multiterritorialidad. Las condiciones para su realizacin incluiran hoy
en da una mayor diversidad territorial (de all el papel de las grandes
metrpolis como loci privilegiados en trminos de los territorios mltiples que implican); una gran disponibilidad de redes-conexiones o
accesibilidad a ellas (es decir, una mayor fluidez del espacio); una
naturaleza rizomtica o menos centralizada de esas redes, y previas a
todo esto, la situacin socioeconmica, la libertad (individual o colectiva) y, en parte, tambin la apertura cultural para gozar efectivamente de dicha multiterritorialidad o para construirla.
La multiterritorialidad (o multiterritorializacin, si quisiramos sealarla de forma ms coherente en tanto accin o proceso) implica,
as, la posibilidad de acceder a diversos territorios o conectarse con
ellos, lo que se puede lograr tanto a travs de una "movilidad concreta", en el sentido de un desplazamientio fsico, como de modo "virtual", en el trmino de accionar diferentes territorialidades aun sin
un desplazamiento fsico, como en las nuevas experiencias espaciotemporales proporcionadas a travs del ciberespacio.
Echando mano de una concepcin muy amplia de "territorio social", que va desde el individuo y la familia hasta la clase social, la etnia
y la nacin, el socilogo Yves Barel (1986) considera que el hombre,
como "animal poltico y social", es tambin un "animal territorializa-
DE LA DESTERRITORIALIZACIN A LA MULTITERRITORIALIDAD
285
DE LA DESTERRITORIALIZACIN A LA MULTITERRITORIALIDAD
287
Lo global y lo local son procesos, no localizaciones. Globalizacin y localizacin producen todos los espacios como hbridos, como sitios "glocales" canto
de diferenciacin como de integracin (Dirlik, 1999:20). Lo local v lo global
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DE LA DESTERRITORIALIZACIN A LA MULTITERRITORIALIDAD
no son entidades fijas, sino que son producidos de manera contingente, siempre en procesos de re-produccin, nunca completados (pp. 32-33).
DE LA DESTERRITORIALIZACIN A LA MULTITERRITORIALIDAD 2
89
Las redes, en especial las redes informacionales o virtuales, permiten segn la clase y el grupo social un juego territorial indito,
en donde existe la permanente posibilidad de armar (y "desarmar")
territorios en una nueva multiterritorialidad. De cierta manera, puede formar parte de sta la mayora de los fenmenos a los que, a lo
largo de este trabajo, diversos autores identificaron como procesos de
desterritorializacin. Por ejemplo:
DE LA DESTERRITORIALIZACIN A LA MULTITERRITORIALIDAD
291
nuestra visin de la ciudad ser ms fragmentada. Andar ms lentamente y por la superficie, en este caso en autobs, proporciona una
visin ms integrada, aunque de una porcin menor del entramado
general de la ciudad.
No es solamente la posicin econmica la que define la mayor
o menor intensidad de nuestra multiterritorialidad. Las cuestiones
de orden cultural, identitario, segn el contexto, tambin son fundamentales. Moverse dentro de una casa musulmana como la de mi
amigo bengal, por ejemplo, exige una reterritorializacin en el nivel
cultural que yo no domino: el lugar para las mujeres, para los hombres, los ms ancianos, los casados, los solteros o viudos, la manera de
saludar, conversar y tocarse, o simplemente no conversar, no tocarse,
es diferente para los diversos miembros de la familia.
Lo que define mi eleccin por tal o cual territorio dentro de la ciudad es un complejo de procesos, y yo interacto en una multiplicidad
de opciones y limitaciones impuestas por otros que, con frecuencia,
tienen ms capacidad que yo para definir territorialidades, en un sentido general o con respecto a su ambiente econmico y cultural. A
pesar de las diferentes distancias v de los malentendidos, tengo ms
libertad de opciones en Londres para elegir o para construir y vivir
mis propios territorios o, mejor an, mi propia multiterritorialidad.
Hasta el simple acto de sentarse tranquilamente en una plaza ese tipo
de territorializacin soj? es muy distinta de mi experiencia en Ro de
Janeiro.
Ro ofrece mucho menos flexibilidad espacial que Londres para la
libre construccin de territorios, aunque Londres, sin duda, tambin
ofrezca varias limitaciones. Esto no se debe slo al hecho de que Ro
sea una metrpolis del Tercer Mundo o perifrica,5 sino porque su
masa de excluidos o sus aglomerados de exclusin, como los denominamos aqu, estn extremadamente segregados en relacin con las
clases media y alta. Sus territorios son cada vez ms cerrados o exclusivos, pero este cerramiento, al contrario que en los barrios cerrados de
las clases ms altas, no significa seguridad ni incluso garantas mnimas de supervivencia, porque estn definidos y controlados por otros
grupos, con frecuencia ajenos a la realidad de los grupos locales. As,
294
DE LA DESTERRITORIALIZACIN A LA MULTITERRITORIALIDA._
la multiterritorialidad depende sobre todo del contexto social, econmico, poltico y cultural donde estamos situados.
DE LA DESTERRITORIALIZACIN A LA MULTITERRITORIALIDAD
295
Para Ma Mung (1999), por su vez, la dispora traduce "la idea de una
vida fuera del territorio"; sin embargo realiza una importante aadidura: fuera "de un territorio en el sentido 'clsico , o sea, "definido por
la adecuacin de una poblacin a un espacio determinado, circunscrito por la presencia perenne de esta poblacin" (p. 93). Se trata de la
perspectiva del territorio visto desde la continuidad, la estabilidad y el
control sobre un espacio zonal o de rea. Las migraciones, poblaciones
en movimiento, en general exigen una concepcin diferente del territorio, lo que aqu denominamos territorio-red.
La "extraterritorialidad" de la dispora a la que se refiere Ma Mung
"se realiza a favor del desarrollo de una identidad tnica transnacional que ofrece el sentimiento de pertenencia a una misma entidad
social de algn modo a-territorial" (1999:93). Aqu lo que tenemos
es la lectura de que el territorio desaparece en favor de una "identidad transnacional", la cual sigue en parte el razonamiento dualista
global-local que asocia globalizacin (en este caso, "transnacionalizacin") a desterritorializacin. Lo que tal vez Ma Mung menosprecie
es justamente el papel mltiple de la nueva territorialidad que se est
construyendo all.
Desde el punto de vista de Chivallon (1999), por el contrario, en
las disporas encontramos la "recomposicin del lazo comunitario a
travs de la dispersin". stas muestran cmo "la red puede hacer
`circular' la memoria". En este caso, "siempre existe territorio: el de la
vida cotidiana, pero sobre todo el del origen cargado de simbolismo
del lugar de fundacin, verdadero cemento comunitario sin el cual la
red no podra transportar su memoria" (Chivallon, 1999:7).
Se observa que la territorialidad de la dispora no est en modo alguno vinculada solamente a una geografa imaginaria o a una identidad cultural sin referente espacial concreto (como pareca ser el caso
en su ejemplo-tipo, la dispora juda antes de la creacin del Estado
de Israel). Es verdad que la territorialidad suele aparecer en un sentido ms simblico que concreto, pero existe siempre algn vnculo
con un espacio material, sea ste la patria de origen o las zonas en el
extranjero donde se aglutinan los miembros de la dispora (vanse,
por ejemplo, los Chinatowns y Coreatowns o las zonas rabes e hindes en las grandes metrpolis europeas y estadunidenses).
Aunque slo sobrevivan referencias territoriales puramente simblicas, y a pesar de que stas se remitan no a territorios particulares
(como el Estado-nacin o la regin de origen), sino a los territorios
DE LA DESTERRITORIALIZACIN A LA MULTITERRITORIALIDAD
mltiples o de su propia dispersin (territorios dispersos) que componen el gran territorio-red de la dispora, aun as debemos hablar
de un tipo muy peculiar de reterritorializacin: una territorializacin
mltiple, en la dispersin, articulada en red, "con o en el movimiento" (inherente a la dispora) y enormemente simblica; en otras palabras, una multiterritorialidad en sentido estricto.
Aun si la identidad se encuentra "focalizada menos en el territorio comn y ms en la memoria o, ms exactamente, en la dinmica
social de la recordacin y la conmemoracin",6 como afirma Gilroy
(1994:207), en dicha memoria tambin estn contenidas en gran
parte, la "recordacin y conmemoracin" que hacen referencia a una
territorialidad, pues se trata en realidad de la gestacin de otra concepcin del espacio (y del territorio, agregaramos):
(por ejemplo, el sudeste asitico para algunos chinos) es diferente del lugar
mtico de origen. [...] Pues bien, la dispora sabe intuitiva y progresivamente y es as como sta se construye ideolg-icamente, podramos decir, como
dispora que su territorio no es un lugar preciso, sino una multitud que se
equivale, ya ningtn lugar es el lug-ar insustituible de la identidad (pp. 309310).
297
Aunque Ma Mung agregue enseguida su idea de extraterritorialidad, en realidad se trata de otra concepcin de territorio, centrada
en el imaginario pero nunca reducida a ste por completo; un territorio que se "multiplica" justamente porque "se equivale" a travs de
los grupos que se dispersan por diferentes espacios. Tal vez podramos afirmar que el propio carcter de "equivalencia territorial" es
una marca de lo que denominamos multi territorialidad. Aqu se trata
tambin de un territorio en el movimiento, extremadamente dinmico, y su principal "condensacin" puede residir con frecuencia en los
propios grupos o en esa "multitud" que lo reproduce en los espacios
por donde sta circula.
La identidad "transnacional" o, con ms propiedad, de dispora
que Ma Mung llama extraterritorial se construye sobre un nuevo
patrn territorial-identitario, a la vez global y local, que se articula
con nitidez a travs de un territorio-red tpico. La nueva identidad
territorial que se construye est vinculada a un conjunto de espacios
dispersos, discontinuos, conectados en red a travs del mundo. Pero
no constituye exactamente una identidad global (en el sentido de
universalidad), ya que puede restringirse a ese conjunto muy selecto
de espacios donde tiene lugar la reproduccin de grupos con el mismo origen tnico y con intereses socioeconmicos semejantes.'
Para sintetizar, a partir de la reelaboracin de ideas propuestas por
Ma Mung (1999), tendramos como caractersticas geogrficas de las
disporas, en tanto forma de reterritorializacin del migrante:
la multipolaridad de la migracin: desde el sentido etimolgico de
la palabra "dispora", que viene del griego speiro y significa dispersin, la idea central que prevalece es la propagacin o diseminacin e incluso la no centralidad, la no jerarquizacin; una carac7 Esta dinmica, como lo hemos sugerido en un trabajo anterior (Haesbaert, 1999),
puede asociarse geogrficamente a un nuevo tipo de regionalizacin del mundo. ahora ya no bajo la forma de recortes exclusivos o zonales, sino en tomo a diversas redes
superpuestas y conectadas de manera global.
e identidades) y negativo (la [potencial] fragilidad de nuestras relaciones con los dems y con el medio)" (p. 44). La cuestin principal
reside en las circunstancias en las que la accionamos. El ejemplo de
la estrategia multiterritorial de la red terrorista Al Qaeda, comentado
en el captulo anterior, es la mejor evidencia del potencial igualmente
negativo presente en los procesos de "multiterritorializacin".
A travs del ejemplo de la red de Al Qaeda y, en parte, tambin
por el de las disporas y el del nivel ms individual, queda claro que
es necesario identificar la multiterritorialidad ya sea en su sentido potencial o virtual (la posibilidad de ser accionada) o bien como realizacin o accionamiento efectivo. Las implicaciones polticas de esta
distincin son importantes, pues sabemos que la disponibilidad del
"recurso" multiterritorial o la posibilidad de activar o experimentar
concomitantemente mltiples territorios es muy importante en la
actualidad desde un punto de vista estratgico y, en general, se encuentra accesible slo a una minora. As, mientras una lite globalizada tiene la opcin de elegir entre los territorios los que mejor le
plazcan, viviendo en efecto una multiterritorialidad, otros, en la base
de la pirmide social no cuentan siquiera con la opcin del "primer"
territorio, el territorio como amparo o refugio, fundamento mnimo
de su reproduccin fsica cotidiana.
Cuando visito la casa de mi amigo bengal en Stepney Green, en
Londres, vivo una territorialidad completamente distinta de la ma y,
de este modo, expando mi multiterritorialidad a travs de otra experiencia cultural en la trama de la ciudad. Una multiterritorialidad ms
intensa es siempre un "juego abierto", en el que podemos, cuando
menos virtualmente, "jugar" con todos los territorios posibles. En un
plano ms personal, tal vez la multiterritorialidad, en trminos estrictos, sea una condicin durante la cual nos encontramos en realidad
capacitados y somos libres no slo para vivir territorios profundamente diferentes, entrando y saliendo de stos cuando queremos, sino sobre todo para construir otros, producto de una articulacin personal,
y producir de esta forma territorios ms mltiples y "nicos"; nicos,
aqu, en cuanto a la articulacin o la combinacin singular que stos
promueven.
As como la multiterritorialidad contempornea puede ser sumamente compleja y dotada de una amplia flexibilidad, tambin puede
ser activada o creaday desactivada a una velocidad increble. Se trata,
entonces, de evaluarla a partir de esa capacidad efectiva de construc-
En la "Introduccin" s'a hemos visto que la cuestin de la desterritorializacin, a pesar de su actual intensificacin, no es reciente o eminentemente "posmodema". Recurrimos al socilogo Durkheim para
demostrar que hace ms de un siglo circulaba un discurso anlogo al
de este nuevo cambio de siglo. Es curioso verificar, sin embargo, que el
propio Durkheim tambin cuestiona, al menos parcialmente, la idea de
desterritorializacin. En una nota muy importante posterior al razonamiento que hemos reproducido en la "Introduccin", afirma:
no queremos decir que las circunstancias territoriales estn destinadas a desaparecer completamente sino solamente que pasarn a un segundo plano. 1 as instituciones antiguas nunca se desvanecen ante las nuevas instituciones, al punto
de no dejar ms vestigios de s mismas. Persisten, no slo por supervivencia sino
porque tambin persisten algunas de las necesidades a las que correspondan.
La proximidad material constituir siempre un vnculo entre los hombres; por
consiguiente, la organizacin poltica y social con base territorial ciertarnente
subsistir. Slo que sta no tendr ms la actual preponderancia, precisamente
porque ese lnculo pierde fuerza. Adems [...1 siempre encontraremos
nes geogrficas, incluso en la base de la corporacin. Aparte de esto, entre las
diversas corporaciones de una misma localidad o de una misma regin, habr
necesariamente relaciones especiales de solidaridad que siempre reclamarn
una organizacin apropiada (Durkheim, 1995:436).
Como constata el autor, aunque el papel de las "divisiones territoriales" se debilite, los rasgos de muchas de esas configuraciones permanecen, lo cual recuerda lo que Milton Santos denomin "rugosidades" o "acumulacin desigual de tiempos". Incluso en su visin ms
simplificada, partiendo del territorio como base material o "espacial"
de la sociedad, no hay cmo justificar el discurso de la desterritorializacin. En un sentido ms estricto, as como no hay desterritorializacin, con ms razn an no hav "desespacializacin".
Llevado al extremo, el discurso de la desterritorializacin niega la
existencia misma del espacio, que incluso considera como un impedimento para el desarrollo humano, tanto en el sentido de la distancia
[301)
302
a trasponer corno en el del "peso" material o la "objetividad" a suprimir (aqu se confunde la "desobjetivacin" con la "des-esencializacin"
posmodernista). Existe incluso un pensamiento que niega la realidad
del espacio, que "hace del espacio la proyeccin del espritu sobre la
extensin del mundo, y por lo tanto, un objeto abstracto al cual no se le
reconoce existencia en s misma" (Polere, 1999:35). Segn Polere:
El espacio parece sin embargo ser la condicin de posibilidad de los fenmenos, la precondicin de la relacin del individuo con las cosas, la condicin
de la experiencia en la medida que la conciencia del espacio real se origina
en primer lugar en la conciencia del cuerpo, y despus en la relacin entre el
cuerpo y un espacio (demostrado particularmente por la fenomenologa); es
en relacin al espacio que yo defino mi posicin, y la posicin en el espacio
real es una precondicin de la conciencia. La prdida de la posicin real en
el espacio en un mundo que algunos desearan ver sin referencia material
[...1 suscitara sin duda la imposibilidad de entendimiento entre los hombres
acerca de qu es lo real (cada uno, segn Leary, crea una realidad a su conveniencia) a fin de "definir la situacin" y, en forma ms general, formar una
subjetividad, un sujeto social, etctera (1999:35-36).
3 03
desmaterializacin o dominio de relaciones simblicas o "virtuales", ya que la llamada compresin del espacio-tiempo va ciberespacio est siempre al servicio de la construccin de nuevas territorialidades, aunque con un contenido inmaterial mucho mayor
(en una concepcin a la vez no idealista y no materialista del territorio, se trata de un nuevo tipo de territorio);
"no presencia" o desvinculacin del aqu y el ahora, ya que la
compresin o el desanclaje del espacio-tiempo tambin produce
nuevas formas de articulacin cercano-lejano y, de esta forma, de
valoracin y control del espacio (lo que ahora resalta an ms su
carcter relacional);
aceleracin del movimiento o predominio de la fluidez sobre la
estabilidad, ya que el territorio tambin se produce en el movimiento o, por lo menos, en la repeticin del movimiento (lo que
representa un tipo de control);
debilitamiento de los controles espaciales a travs de lmitesfronteras y zonas, pues tambin puede existir un control por
medio de redes (territorios-red) y una rearticulacin de lmites;
aumento de la hibridizacin cultural y, por lo tanto, de la multiplicidad de identidades territoriales, porque tambin es posible
reterritorializar en la hibridizacin;
yuxtaposicin e imbricacin de territorios, ya que puede haber
reterritorializacin en la multiterritorialidad o a travs de ella.
30 4
En estos sentidos, entonces, es posible aseverar que la desterritorializacin es un mito. Como vimos, algunos autores restringen histricamente el fenmeno, al asociarlo a la posmodernidad o a la sociedad
postindustrial, "informacionar. A pesar de las diferenciaciones profundas que se manifiestan en trminos histricos, podemos afirmar
que, adems de venir siempre asociada de modo indisociable a la reterritorializacin, lo que significa desterritorializacin para unos es,
en realidad, reterritorializacin para otros (al manifestar su profundo
sentido relacional), y lo que aparece como desterritorializacin en
una escala o nivel espacial puede estar surgiendo como reterritorializacin en otra (al enfatizar su sentido multiescalar)
Con frecuencia, como hemos destacado, en el trasfondo de los
discursos sobre la desterritorializacin est el movimiento neoliberal
que aboga por el "fin de las fronteras" y el "fin del Estado" para la
libre actuacin de las fuerzas del mercado. La desterritorializacin
que en ese caso se refiere a la lite planetaria es un mito. No es
ms que una recomposicin territorial bajo condiciones de gran compresin del espacio-tiempo, donde las transformaciones en las relaciones vinculadas a la distancia y a la presencia-ausencia (lo "distante
presente") vuelven an ms intensas las dinmicas de desigualdad y
diferenciacin del espacio planetario.
As, lo que de hecho "desterritorializa" la mayora de las veces es
justamente ese alejamiento o debilitamiento del Estado y la consecuente omnipotencia de una economa "flexible", "ficticia", especulativa o "deslocalizada". All no son los grandes empresarios y altos ejecutivos los que estn "desterritorializados"; por el contrario, son ellos
quienes tienen la libertad de elegir la (multi) territorialidad que ms
les conviene, ms flexible y cambiante, es cierto, pero precisamente
por eso an ms prodigiosa.
Es exactamente por medio de esta forma verstil de reterritorializacin de los "de arriba" como se va foijando, por otro lado, gran
parte de la desterritorializacin de los "de abajo", a travs del agravamiento de la desigualdad y la exclusin mediante la concentracin de
la renta, el capital (las inversiones) y la infraestructura, junto con la
ausencia de polticas de redistribucin efectivas, con las inversiones
volcadas ms a la especulacin financiera que al sector productivo
generador de empleos, y con la globalizacin de la cultura del estatus
y del valor contable en una sociedad de consumo extendida a todos
los mbitos de la vida humana.
305
Por otro lado, desde una perspectiva de carcter ms epistemolgico, los argumentos en defensa de la idea de desterritorializacin,
como lo hemos sealado desde el comienzo, aparecen siempre asociados a algn tipo de dicotoma, tanto las ms amplias, que separan
tiempo y espacio, sociedad y naturaleza, material y simblico, como
las ms estrictas, que aislan local y global, estabilidad y movimiento,
territorio y red. Ms all de estas visiones dualistas, es necesario desarrollar un sentido relacional del mtindo que no slo integre estas esferas, sino que tambin reconozca la propia inmanencia del territorio
en relacin con la existencia humana.*
De este modo, incluso la dinmica de la naturaleza y la problemtica
ambiental deben, de alguna manera, ser incorporadas al debate de la
desterritorializacin, a fin de cuestionar la visin antropocntrica que
ve en la desterritorializacin un proceso exclusivamente "humano",
como si la materialidad del espacio pudiera prescindir de --o abstraerse
de las bases "naturales" sobre las cuales fue concebida (y sigue sindolo, de manera cada vez ms hbrida). Basta reconocer que para las
sociedades ms tradicionales, como las indgenas, algunas de las relaciones sociales ms importantes son aquellas que se dan en el campo de
la apropiacin de lo que nosotros denominamos "naturaleza".
Como estamos habituados a pensar dentro de escalas temporales
relativamente limitadas, en especial en las ciencias sociales, no percibimos o tendemos a dejar a un lado procesos de mayor amplitud, sobre todo los vinculados a la dinmica ambiental o de la "naturaleza",
capaces de poner en jaque nuestro pretendido dominio (circunscrito
de modo temporal) sobre territorios que, pensamos, son una produccin nicamente social o humana.
No es slo en la compleja amalgama sociedad-naturaleza de ms larga
duracin donde verificamos hasta qu punto las cuestiones ambientales
afectan y afectarn cada vez ms nuestra organizacin territorial. Incluso
los fenmenos naturales ms inmediatos, de muy escasa amplitud temporal pero de efectos muchas veces tambin intensos, como los terremotos
y las erupciones volcnicas, son suficientes para que cuando menos nos
interroguemos sobre alguna manera de incluir la dinmica de la naturaleza en nuestro debate sobre los procesos de desterritorializacin.
Esto recuerda la filosofa de Deleuze, en la cual, segn Gualandi
(2003), todos los seres, piedras, plantas, animales, personas, "poseen
* Debo sealar que la relacin entre territorio e inmanencia fue introducida por
Glauco Br-uce, a travs de un dilogo informal,
3o6
todos el mismo valor de ser", en un "sistema del Ser unvoco" (retomado tambin por Bruno Latour [19911 y su "parlamento de las
cosas") que "no admite ninguna jerarqua ontolgica entre las cosas
existentes", vivientes y no vivientes (p. 19). Para Gualandi:
El principio del Ser unvoco afirma la inmanencia absoluta del pensamiento al
mundo existente, el rechazo categrico de toda forma de pensamiento que trascienda el Ser de las cosas en una de las tantas formas de lo suprasensible. Para
Deleuze, as como para Spinoza, la intuicin de la univocidad del Ser es la ms
elevada expresin intelectual del amor por todo aquello que existe (2003:19).
307
308
na para la reconstruccin de nuestros referentes territoriales, materiales e inmateriales, funcionales y simblicos. Debemos, pues, luchar
concretamente por construir una sociedad en donde no slo se encuentre mucho ms democratizado el acceso a la ms amplia multiterritorialidad -y la convivencia de mltiples territorialidades-, sino
tambin donde estn siempre abiertas las posibilidades de reevaluar
nuestras opciones y la consecuente creacin de otras territorialidades
an ms igualitarias y respetuosas de la diferencia humana. Porque
el mundo no fue hecho para media docena de privilegiados que en
efecto pueden elegir, cada da, en qu territorio(s) prefiere(n)
O, de un modo ms paradjico, slo para aquellos que construyen un
territorio-mundo moldeado a su exclusiva imagen y semejanza.
De cualquier forma, finalmente, parece que podemos probar lo
contrario de la tesis de Virilio de que la desterritorializacin sera la
gran cuestin de este cambio de siglo. Ms que esto: lo que est dominando es la complejidad de las reterritorializaciones, dentro de una
multiplicidad de territorialidades nunca antes vista, desde los lmites
ms cerrados y fijos de la guetificacin hasta los ms flexibles y efmeros territorios-red o "multiterritorios" de la globalizacin. En verdad,
lo ms correcto sera afirmar que el gran dilema de este nuevo siglo
ser el de la desigualdad entre las mltiples velocidades, ritmos y niveles de des-reterritorializacin, ei especial entre la minora que tiene
pleno acceso y usufructa los territorios-red capitalistas globales que
aseguran su multiterritorialidad, y la masa o los crecientes "aglomerados" de personas que viven en la territorializacin ms precaria o, en
otras palabras, ms incisivas, en la ms violenta exclusin o reclusin
socioespacial.
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321
BIBLIOGRAFA
322
BIBLIOGRAFA
NDICE TEMTICO
[3231
3 24
frontera, 18, 28, 31, 42, 54, 56, 58, 61,
70, 75, 139, 140, 145, 165, 169,
173, 174, 176, 184, 194, 202,
205, 224, 250, 255-257, 269, 280
Gemeinschaft, 178, 179, 180, 181, 238
geometra euclidiana, 159
geometras de poder, 28, 137, 140,
190, 285
Gessellschft, 178, 179, 180, 181, 238
globalizacin, 18, 21, 22, 26, 28, 142,
145, 151, 153, 154, 156, 159,
166, 168-170, 172-174, 176, 180,
208, 244-245, 253, 270, 287, 295,
304
glocalizacin, 135, 165, 287, 291
gueto, 174, 188, 214216, 255, 275, 300
hbrida, 184, 189, 287
hibridismo, 28, 47, 68, 104, 182, 184,
189, 190, 191, 199, 234, 280
hibridizacin. 31, 142, 169, 189, 190192, 289
idealismo, 36, 37, 91, 129
idealista, 57, 58, 59, 61, 68, 129, 135,
280, 303
identidad, 21-22, 31, 62, 63, 74, 76,
79-80, 181-185, 187-189, 200,
206, 249, 256, 257, 276, 280,
283, 287, 289, 294, 295, 296,
297, 298
identidades territoriales, 182
inmovilidad, 216
imperio, 169-173, 270
inclusin precaria, 258, 261, 262,
265, 268, 273, 275
lgica reticular, 239, 257
lgica zonal, 239, 255, 256, 257
lugar, 54, 61, 66, 149, 152, 175, 186,
234
lumpen, 266
lampen-proletariado, 266
NDICE TEMTICO
masa, 98, 186-187, 198, 220, 228, 230,
265, 267-271, 272, 278
materialismo, 36, 37, 47, 52, 53, 5758, 69, 79, 91, 125, 134, 137,
280, 303
mtrica, 235, 239
mtrica topogrfica, 34, 235, 238
mtrica topolgica, 34, 235, 239
migracin, 163, 184, 192-193, 195,
203, 204-206, 295, 297
migrante, 97, 185, 196, 201, 202-204,
206, 297
moderna, 61, 80, 83, 200, 239
modernidad, 22, 26-27, 75, 77, 95,
120-123, 125, 129, 130, 139, 152,
184, 199, 200, 201, 202, 220,
232, 272, 302, 306
moderno-posmoderno, 27
movilidad, 26, 28, 29, 49, 74, 107,
137, 169, 194-196, 200, 203,
207-212, 216, 222, 226, 231, 238,
247, 248, 249, 270, 271, 273,
282, 307
multitud, 171, 270, 272
multiterritorialidad, 27, 29, 66, 140,
150, 185, 187, 207, 251, 252,
279, 282, 284-286, 288-294, 296297, 298-299, 300, 303, 308
multiterritorializacin, 284, 287
neoliberal, 158, 166, 167
neotribalismo, 33
no lugar (es), 182, 209, 241
neoliberalismo, 152
nmada, 42, 49, 84, 97, 107, 196-198,
200-201, 211, 248, 267, 273
nomadismo, 88, 117, 121, 163, 195,
198, 199, 202. 203, 268, 300
paisaje, 53, 61, 117
panptico, 125, 219
poblacin, 221, 269
pobreza, 260, 261
postestructuralismo, 28, 86-89, 91, 281
NDICE TEMTICO
325
326
territorios de redes, 245, 288
territorios discontinuos, 246
terrorismo, 148, 168, 210, 251
topogrfica, 235, 237
topologa, 254, 256
topolgica, 235, 237
NDICE TEMTICO
transterritoriales, 183
transterritorialidad, 150
tribal, 186
tribus, 185, 186, 198
NDICE
AGRADECIMIENTOS
PRLOGO
13
1. INTRODUCCIN
18
84
86
94
99
106
111
118
129
132
137
141
5.
31
32
37
39
48
53
59
64
68
4.
23
3 2 7]
142
160
328
NDICE
5.3. La desterritorializacin desde una perspectiva
cultural
6.
176
DESTERRITORIALIZACIN Y MOVILIDAD
6.1. Movilidad humana y desterritorializacin
6.2. Desterritorializacin en la inmovilidad
6.3. Sociedad de control, ciberespacio
y desterritorializacin
194
195
208
7.
231
231
258
DE LA DESTERRITORIALIZACIN
A LA MULTITERRITORIALIDAD
218
279
301
BIBLIOGRAFA
309
NDICE TEMTICO
323
218
7.
9.
231
231
258
DE LA DESTERRITORIALIZACIN
A LA MULTITERRITORIALIDAD
279
301
BIBLIOGRAFA
309
NDICE TEMTICO
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