Sobre Cuervos de La Memoria (2014)
Sobre Cuervos de La Memoria (2014)
Sobre Cuervos de La Memoria (2014)
[p. 161]. Para Tabita compromiso poltico es suicidio colectivo. Una idea mgica de una
revolucin que de todas maneras no funcionara en ninguna parte [p. 162].
Tercer episodio: la accin era poner una bomba en el Crculo Militar Lleg
tarde a su casa y tembl en la cama, muerta de miedo pensando que quizs haba matado a
alguien. Y a partir de entonces su compromiso sera otro, definitivamente. [p. 162] En ese
espacio en el que medio siglo atrs el laureado Leopoldo sudaba esgrima para luego visitar
a su jovencsima amante Emilia, el quiebre. El da de su cumpleaos nmero veinte, Tabita
conoce a un hombre seis aos mayor: no lo saba an, pero fue la posibilidad de dejar
Buenos Aires, la militancia, las oscuras pasiones de sus padres, la terrible historia familiar,
como si al alejarse pudiera evitar su propia historia para siempre. El viaje a la otra orilla era
vital. [p. 162] El tres de junio de mil novecientos setenta, deja el pas. Das antes haba
bautizado a Montoneros el secuestro de Aramburu.
Juntapapeles, captulo nmero veintiuno, explicita el mecanismo. Tabita ha
recuperado en los ltimos aos y por razones especialmente dolorosas los papeles de los
otros miembros de su familia Las cartas de Pir, el diario de Alejandro el suicida, el libro
de oro de Carmela y Marcos, los rescatados pedazos de papeles escritos por su padre, la
tristeza de los papeles ajados del Poeta [p. 163] Y nuevo mandato que es una nueva
versin de su inicio de escritura: Los papeles se han juntado y Tabita sabe que tiene una
obligacin de sobreviviente. Reunirlos, atarlos, dar a conocer una historia y un pasado,
ordenadamente. Rescatar el olvido, la sucia realidad de cada poca, de cada maldad o
ignominia o renuncia o bajeza. [p. 164]
Sobreviviente que cuenta la sucia realidad de una poca. A inicios de la dcada del
setenta Tabita deja el pas y admite como nico consuelo recibir, desde Argentina, cartas de
Pir a quien nunca ms ver. Entre carta y carta transcripta, las razones para ese imposible
reencuentro. Los hijos de Tabita no tendrn la abuela que se merecan La ausencia
fantasmal para explicar la muerte en los campos de detenidos [p. 168] Le cuesta
comprender que los hombres hayan decidido organizar una matanza tan perfecta, y de
los dos lados. Tabita habla y escribe con un doble descuido y por eso, acaso, la extraeza y
el carcter inclasificable de su discurso y de su postura. Escribe sin percatarse del tab que
merodea la teora de los dos demonios y, en consecuencia (aunque se trate esta
consecuencia de una falacia) escribe sin reconocer, en el pas que dej hace ms de cuatro
dcadas, esa pose que es la grieta.
Para Tabita, la lucha revolucionaria de los aos setenta fue una guerra civil
impulsada por los grupos de izquierda para alcanzar el poder. De un lado, las razones que
hicieron que Tabita se marchara. La decisin de aquellos hombres nuevos, dispuestos a
asesinar por sus ideas No est dispuesta a matar. Y lo discute con los popes del
pensamiento que eran justamente los amigos o los amantes de sus propios padres. Porque
aquella locura estaba en todos, de los dos lados, indiscutiblemente. Armar a una generacin
entera. De alguna forma, Tabita siente que la estaban engaando [p. 172]. Por mucho
tiempo, crey que era una cobarde que no quera un cambio revolucionario.
Los captulos subsiguientes estn plagados de muertes y de muertos: el suicidio de
su abuelo Polo (captulo veintids); una visita a los primeros desaparecidos-asesinados
durante los setenta (captulo veintitrs); el suicidio de su hermano Alejandro (captulo
veinticuatro) al atravesar una calle lateral de la militancia poltica, calle que tambin
reverdece en los sesenta y que tambin culmina en el desastre. Alejandro se suicida en el
Tigre: Los muertos quietos contra el fondo del lodo de ese ro de color sucio y marrn.
Aguas quietas, calmas, movidas por las lanchas que pasan como si no fuera misterioso el
momento de las muertes. Los desaparecidos duermen con los ojos abiertos de pnico en el
fondo de ese ro. [p. 206] Y en ese ro tal vez estn tambin Pir y Walsh quien se refugi
en el Tigre, as como por un tiempo entre los brazos de la madre de Tabita.
El captulo veinticinco se titula El principio del final. Cuenta: En todo caso, entre
1971 cuando se mat Alejandro y 1977 de su desaparicin, Pir entra a militar en
Montoneros. Algo que nunca dijo en ninguna carta que recibiera Tabita pero que el tiempo
ha demostrado. An hoy le cuesta comprenderlo. [p. 207] Tabita intenta creer que el
propio compaero de su madre, que el antiguo amor por Rodolfo Walsh (a quien, por otro
lado, favoreci en su carrera literaria), la amistad por Paco Urondo, condujeron a Pir a la
lucha armada. Y es difcil concebirlo ahora ella tan antiperonista en mi recuerdo. Qu le
hizo pensar que aquellos cuadros podran ser tan inteligentes como ella? [p. 207] Algo
semejante piensa sobre la honestidad. La directiva de Montoneros que tambin estaba
residiendo en Madrid y en Roma, a salvo, decidi que no haba que agitar desaparecidos,
que hasta que no tuvieran unos cinco mil muertos no se poda negociar con los
militares y haba amigos de Pir de toda la vida en aquella directiva de Montoneros. [p.
212] Inconcebible: Para darse un esbozo de explicacin, se ha pasado los ltimos aos
recuperando manuscritos, escritos, cartas de los muertos, papeles y papeles que se hacen
montaas y Tabita quisiera contarlo. [p. 209] El interrogante: Lo que Tabita se pregunta
es qu pas en esos siete aos entre que ella se march de Buenos Aires y su madre
desapareci. Lo increble, todo lo increble que pudiera saber ella de Pir, hasta entonces, no
contemplaba que entrara en ese disparate ideolgico. [p. 208]
Tabita, la sobreviviente, quiere y se ha propuesto reunir, atar, dar a conocer una
historia y un pasado ordenadamente, sin embargo, Cuervos de la memoria no es nada de
eso. No hay orden, no hay (casi) cronologa, hay acumulacin y no ataduras, hay
repeticiones y vueltas concntricas como si se tratara de una escritura esquizo que intentara
dar cuenta de lo inenarrable del desquicio familiar. Ella saba que sus padres vivan en un
cctel, en un gran recipiente, mucha psicologa, un poco de lisrgico aconsejado por el
mdico de cabecera, un egocentrismo sin lmites, mucha lectura y sus autores, mucha
guerrilla y a beber, que son dos das. [Captulo 12, p. 97] Perdida en esa familia poco
convencional, recupera y reivindica lo que es suyo, y sabe que est interviniendo,
inventando, que su recuerdo lo ensucia todo, lo modifica, lo hace arder en las llamas del
infierno. [Captulo 12, p. 97] Cuervos de la memoria es una cartografa del infierno
familiar: violentos, perversos, sdicos, adictos, tullidos del alma. La lectura del caos en
episodios conduce al abismo, facilita ser presa del vrtigo y de las nuseas de andar sin eje,
ni centro. Escribe ella con la marca de la expulsin en la tensin del desorden: Muchos
aos despus Tabita comprender que no se exili de un pas, ni de la historia de un pas:
ella fue una exiliada de la familia. [Captulo 12, p. 97]
Caos organizativo y disonancia ideolgica. Tabita lo dice mal a los odos locales
-su antiperonismo acuado en los cincuenta, atrasa-, lo dice sin la ptina de correccin
poltica que barniza el discurso de quienes revisitan el pasado nacional. Descreda de la
familia, lo es tambin de esa otra entelequia, la nacin. Escribe desde afuera de ambas. La
contratapa de Cuervos de la memoria que incluye la deliciosa hiprbole de hacer de
Leopoldo director de la Biblioteca Nacional, cargo que, en realidad, rechaz cuando se lo
ofrecieron por sus servicios declamatorios a favor del golpe de Estado comandado por
Uriburu-, esa contratapa reincide en los inicios de la escritura desde el exilio: Con una
pesada herencia cuyo peso aumentara con los aos, Tabita Peralta Lugones hizo su vida en
Pars, escribi novelas que otros firmaban, dirigi revistas, cri cinco hijos Y un da,