Arquitectos A Escena
Arquitectos A Escena
Arquitectos A Escena
Pedro Azara
En efecto, aun cuando el trmino 'escenografa' se refiere a un arte, o a un arte Cermica del sur de Italia con una escena
aplicado, posee dos significados que parecen no tener nada que ver entre s. de comedia, siglo Iv a. C. Lipari, Museo
Segn la primera definicin -la menos comn, curiosamente-, la 'escenografa' es Eoliano.
la "delineacin en perspectiva de un objeto, en la que se representan todas aque-
llas superficies que se pueden descubrir desde un punto de vista determinado".
Dibujo en perspectiva que practican o han practicado los pintores y arquitectos
cuando tratan de reproducir, con todos los medios grficos a su alcance y lo ms
fielmente posible, tanto la realidad exterior como las escenas que idean su ima-
ginacin o su inventiva.
Es como si este mbito acotado que los acoge tuviese su propia identidad -des-
lindado del mundo de los humanos pero, al mismo tiempo, unido a l por la boca
del escenario abierta de par en par, boquiabierta, como la de un espectador
entusiasmado o la de un pregonero-. Por qu la escenografa tiene que ver a la
vez con la 'firmitas' -solidez, consistencia y seguridad-, con tectnica de la arqui-
tectura -lo que, de entrada, sorprende- y, lgicamente, con la ligereza de las bam-
balinas y los entoldados? Qu significa y qu implica esta relacin bifronte?
Qu nos dice el trmino acerca de los mundos de la escenografa y de la arqui-
tectura? Son el teatro y la arquitectura artes cuyos campos de accin se cru-
zan o se superponen? Ser que el trabajo y la misin del arquitecto se confun-
den con los del escengrafo? Una exploracin del contexto lexicogrfico de la
palabra 'escenografa' puede informarnos acerca del valor y el sentido del arte
de la escena tanto en la antigedad como en la actualidad.
El trmino griego 'skenographia' tenia que ver, en sus orgenes, nicamente con
el teatro o, ms precisamente, con la dramaturgia -el texto-. Se refera a un rela-
to dramtico, esto es, redactado
Para ser ms precisos, se trataba de unos decorados planos de madera que imi-
taban toscamente columnas, frontones y "otros elementos regios" en las repre-
sentaciones trgicas. Dichos decorados reproducan edificios privados, balcones
y montaas cuando la obra representada era cmica. De la misma manera, si lo
que se representaba era una obra satrica, la escenografa se llenaba de "rboles,
cuevas, montaas y otras caractersticas propias del campo que imitan paisajes",
tal como afirmaba Vitrubio. En definitiva, la escena tradicional estaba compuesta
por unas bambalinas que simulaban un templo, un palacio, una ciudad o el mundo
natural.
Los pobres decorados, que apenas se sostenan en pie gracias a unas pocas vigas
de madera unidas apresuradamente, tenan un aspecto frgil y primitivo que
recordaba una construccin infantil que un golpe de viento, un gesto declama-
torio o una palabra pronunciada con demasiada intensidad podran echar abajo
en cualquier momento.
As pues, una skene evoca de inmediato un techo protector. Bajo la skene se est
a cubierto. La skene constituye un mundo aparte, ntimo y recoleto. Sugiere o
recrea el hogar, vuelto sobre s mismo, cerrado al espacio exterior que desde el
interior de la skene se intuye inhspito y agresivo y, por tanto, inquietante. En la
escena, donde no tienen cabida las inclemencias fsicas y psquicas que azotan al
exterior, el hombre se siente libre y a gusto y, en ocasiones, ofrece fiestas.
La escena no era un lugar vaco, dejado de la mano de los dioses. No era nunca
de noche en su interior. La intimidad de la escena, iluminada por la luz incierta y
fantasmagrica del hogar o de una vela, apareca como un reducto clido y
armnico bajo la bveda cerlea que protega y resaltaba lo que encerraba.
Pona de relieve a los seres y a los enseres que acoga y que estaban envueltos
amorosamente por la luz, a diferencia de lo que aconteca en el exterior, donde
las cosas se disolvan en la lejana. El mundo de la escena no era un duplicado,
una repeticin intil, vana, susceptible de ser confundida con el mundo exterior.
Por el contrario, obedeca -y obedece- a unas reglas propias y estrictas, que son
las reglas con las que se da forma a las obras de arte.
Sin embargo, algunos autores antiguos. como Platn, no emplearon nunca la pala- Sebastiano Serlio, escenografa para
bra skenographia sino skiagraphia para designar el arte de impresiones fugaces. comedia segun el tratado de Vitrubio,
Skiagraphia significaba casi lo mismo que skenographia. Eran sinnimos propios grabado del libro Archittetura, libro ll.
del vocabulario artstico. 'Skenographia' se podra traducir por "representacin
o pintura en perspectiva" y 'skiagraphia' por "representacin o pintura sombre-
ada o en claroscuro". Ambos trminos denominaban artes o tcnicas artsticas
que trataban de ofrecer una ilusin de realidad sobre una superficie bidimensio-
nal, cada una con sus propios medios. No obstante, la skiagraphia aportaba nue-
vos e interesantes matices a lo que implicaba la escenografa, a la vez que abra
nuevas perspectivas al mundo o al trasmundo del teatro y a toda plasmacin
sensible e ilusoria del mundo.
La intima relacin entre la pintura -llena de color- y la sombra -que podra pare-
cer el gris anverso de lo que la pintura, pletrica de color, representa- no es
nueva ni extraa. En verdad, se halla en el origen mismo del arte. El autor roma-
no Plinio transcribi una ancdota antigua que ha gozado de mucha fortuna y
que aparece en diversos tratados de arte posteriores, como Della Pittura del
renacentista florentino Len Battista Alberti. Segn cuenta la leyenda, una noche,
la hija de un ceramista griego, queriendo preservar un recuerdo imborrable de
su amado que al alba parta a la guerra, y a fin de tenerlo para siempre cerca de
s, mand que resiguieran el contorno de la sombra del perfil de su amado que
la vacilante luz de una antorcha proyectaba casualmente sobre el muro de la
estancia. Su padre, al da siguiente, model un doble del rostro del joven a par-
tir de su huella. Fue el primer retrato, la primera imagen. Haba nacido no slo
el arte pictrico sino tambin el gnero del retrato.
Plinio hace referencia a la gran admiracin que despert un decorado que repre-
sentaba una casa sobre cuyas tejas unos cuervos, engaados por la ilusin, tra-
taron una y otra vez de posarse, en la poca en que se celebraban unos juegos
organizados por Claudio Pulcher, hace dos mil aos. La skia es, por tanto, un
plano, un decorado tras el cual no existe fondo ni trasfondo. Las sombras son
chatas, se arrastran inertes, pegadas al suelo o adosadas a las paredes, como los
transgresores y los criminales que cargan con algo oscuro que deben esconder
-un pasado que no puede salir a la luz-.
La negra skia no presenta ni expone nada, tan slo el vaco. La sombra es como
un agujero negro sin fondo que ensombrece la realidad, el abismo en el que se
hunde y se echa a perder la realidad. Los escritores de novelas gticas del siglo
xix solan narrar las desventuras (y el terror) de quienes perdan su sombra o,
por el contrario, de quienes se enfrentaban a la rebelin de su sombra cuando
sta cobraba libertad y derecho de ciudadana. Era como si las pesadillas, los
malos presagios de Platn, se hubieran hecho realidad. En efecto, una sombra
siempre est unida a un cuerpo. Este la conserva siempre alrededor suyo, sobre
un plano o sobre otro cuerpo. La sombra no se concibe sin un ser iluminado
que le d a luz. El cuerpo es lo primero, es primero con respecto a su sombra,
que aparece como una forma segunda, una realidad secundaria. El perfil de sta,
as como su posicin, son mudables, inconstantes.Varian en funcin del lugar del
cuerpo en relacin a la fuente de luz y de la intensidad de sta. Las sombras a
veces se alargan desmesuradamente, como si quisieran desaparecer detrs del
horizonte cuando cae la noche de esto, como en las solitarias -o metafsicas-pla-
zas italianas pintadas por De Chirico, o menguan hasta convertirse en un char-
co de tinta china que mana de la suela de unos zapatos de charol, segn una
sugerente descripcin de Andersen en el cuento La sombra.
Hasta hace bien poco, la mayora de los pensadores (filsofos y telogos janse-
nistas o platnicos) sostenan que el mundo del teatro, fascinante e ilusorio, esta-
ba siempre plagado de luces y sombras que constituan peligrosas tentaciones
para el alma. Pues las sombras son como autnticos fantasmas -fantasmas, en el
sentido original, y no slo en el moderno y coloquial de la palabra: apariciones
o fenmenos extraordinarios-. En efecto, la palabra 'fantasma' viene de 'phantas-
ma'- "aparicin, sueo, espectro o fantasma, imagen sin consistencia, imagen en
general"-, la cual, a su vez deriva del verbo 'faino' que, en griego, significaba "bri-
llar o deslumbrar", esto es, cegar, que es lo mismo que oscurecer o sumir en la
penumbra: en efecto, los trminos contrarios, en este caso, 'alumbrar' y 'cegar' -
como, por ejemplo, el da y la noche que se funden en la noche oscura en la que
se hunde el alma del mstico cuando sale de s misma y aspira a la luz- acaban
equiparndose y confundindose.
Las sombras evocan -y llaman- a los espectros: 'sida' tambin aludia al "alma
inconsistente de los muertos", su sombra. La noche, cuando se suea, recuerda
a la muerte que llega cuando la luz se apaga por ltima vez. De noche reinaba
Hipno, el hipntico y fascinante dios griego del sueo, hermano sombro de
Tnato (la Muerte), capaz de adoptar cualquier forma con tal de hacer creer al
hombre en la existencia de los seres que se le aparecen en sueos. Las mujeres
muertas eran siempre bellas durmientes cuyos frgiles rasgos de porcelana,
como los de un autmata -imagen del doble engaoso que simula estar vivo
cuando no es ms que un ingenioso montaje mecnico de ruedas dentadas-, eran
todava ms hermosos y ms glidos, si cabe, que en vida.
Escribe Vitrubio:
"Fue Agatarco quien, por vez primera, mientras Esquilo haca representar en
Atenas sus tragedias, pint los decorados (scaenam fecit), y de ello nos ha deja-
do un tratado.Aleccionados por ello, Demcrito y Anaxgoras escribieron sobre
el mismo tema; sentando la doctrina de cmo, marcando un centro en un lugar
sealado, es preciso que las lneas respondan segn una ley natural a la direccin
de la vista y a la propagacin de los rayos, para que unas imgenes determinadas
de una cosa indeterminada (de incerta re certae imagines) representen en las
decoraciones de un escenario (in scaenarum picturis) el aspecto (speciem) de
edificios, y que objetos que estn pintados sobre planos parezcan alejarse en
unos sitios y aproximarse en otros".
Pocas citas sobre arte han dado pie a tantas y tan complejas interpretaciones. El
texto en latn es confuso y ambiguo. Ocurre que hoy dia no podemos leerlo sin Grabado de Dominique Barriere a partir
estar condicionados por nuestros conocimientos sobre la historia del arte pos- de un original de Giovanni Paolo Schor:
terior. Cuando Vitrubio escriba sobre la necesidad de que las lneas de la com- Fuegos artificiales celebrados con moti-
posicin se adecuasen a la vista, no estara describiendo acaso una pintura en vo del nacimiento del Delfn, Museo di
perspectiva, los contornos de las caras laterales de cuyas figuras convergen hacia Roma. Dibujo de Iigo Jones para la
un nico punto de fuga situado en el cuadro a la altura del punto de vista, tal escenografa de El triunfo de Albion.
como han pensado algunos estudiosos modernos? En realidad, no se puede
saber a ciencia cierta.
Pero, lo que es seguro es que Vitrubio defina la escenografa como una pintura
o un decorado pintado que poda incluir elementos arquitectnicos. stos deb-
an aparecer tanto en las partes laterales y superior del teln, dibujando un
marco arquitectnico barroco, como en el centro de la composicin.Tenan que
ser contemplados desde cierta distancia para que las formas representadas -
como, por ejemplo, las construcciones arquitectnicas con mscaras grotescas
que sustituan las claves, semejantes, posiblemente, a las que se reproducan en
los frescos del segundo y del cuarto estilos pompeyanos-, pudieran ser plena y
ntidamente reconocidas y apreciadas; pues, miradas de cerca, acostumbraban a
presentar un carcter confuso.
[...j la Arquitectura se compone de orden, que los griegos llaman 'taxis': de dis-
posicin, a la que dan el nombre de 'diatesis'; de 'euritmia' o 'proporcin' (sime-
tra, decoro) y de 'distribucin', que en griego se denomina 'oikonomia' (econo-
ma) [...]
Sin embargo, la equiparacin que Vitrubio -y, antes que l, Cicern- realiza entre
la imagen -o apariencia- y el contenido eidtico no es descabellada ni se aparta
de lo que 'idea' significa, pese a lo que podamos creer hoy da. En griego antiguo,
'eidea' nombraba una cualidad propia y permanente de las cosas, como el carc- Carlo Scarpa, escenografa para la expo-
ter de una persona. La idea se perciba sensible y visiblemente - el verbo griego sicin Antonello da Messina e i
'eido' significaba "ver", de ahi que se hablase de 'idolo', divinidad encarnada en Quattrocentisti Siciliana, municipio de
una estatua o mostrada por medio de sta- y remita a lo que, en verdad, defi- Messina, Sicilia, 1953.
na y, por tanto, distingua a un ser.
Resulta entonces que la sombra es una manifestacin o aparicin del ser, el cual
se revela por medio de su sombra proyectada en un plano. Las apariciones o
especies son siempre una manifestacin del ms all, del mundo invisible, celes-
te, esto es, del reino de las ideas platnicas; de ahi la pertinencia del trmino
'species' para referirse a 'eidea' inteligible, como apunta Pollit. Una idea intangi-
ble, en sentido platnico, se muestra por medio de su "idea" o apariencia. Mas la
contemplacin de las ideas, como Platn demostr en el Fedro, no est al alcan-
ce ni siquiera de los filsofos. Las ideas se encuentran, no en el interior de la
divinidad, como se crey a partir del cristianismo, sino ms all de la regin
donde habitan los dioses. Slo stos tenan acceso directo a la regin deslum-
brante de las ideas. El resto de los seres deba contentarse con vislumbrar su
resplandor a travs de los reflejos luminosos que las ideas dejaban, a modo de
brillante estela, en la superficie de las formas sensibles, esto es, en las especies.
Segn Vitrubio, las especies que los arquitectos trazaban comprendan, como
hemos dicho anteriormente, plantas, secciones o alzados y perspectivas. Sin
embargo, no todas las especies son iguales. Plantas, alzados y secciones son
documentos grficos que resultan de la proyeccin ortogonal de un cuerpo
volumtrico sobre un plano y que informan con exactitud sobre la forma, pro-
porciones y medidas del volumen proyectado. Las especies son como la huella o
marca a escala impresa por el edificio sobre la superficie del papel. Si se traza-
ran a escala natural, el contorno del dibujo coincidira con el perfil de la cara o
de la fachada correspondiente del objeto representado.
Estos documentos acotados nos permiten tomar las medidas de la realidad. Las
plantas y los alzados son como las caras verdaderas de una realidad, el edificio
que se est proyectando, que no existe todava, y que se muestra mediante estos
documentos grficos. Son proyectos, proyecciones, realidades colocadas ms
adelante (pro-jaccio), lejos de nosotros, invisibles an, y que se muestran gracias
al dibujo proyectado. Una especie es un especimen, esto es, un modelo -de una
realidad que est por venir-; modelo perfecto, hermoso o especioso, que refleja
la Belleza que se mira en l. Apariencia e idea, sombra y luz se conjugan en las
especies. La especie, la sombra, da a luz a lo que hasta entonces era invisible,
habiendo permanecido en la sombra. Gracias a estos documentos ejemplares
podemos saber con precisin cmo ser un objeto que es invisible todava, que
no se ha hecho realidad, que no ha encarnado. Las especies nos remiten al obje-
to que slo existe en el ms all donde moran las ideas, o en la imaginacin del
arquitecto, pues, tal como afirmaba Vitrubio, nacen de la unin de sus facultades
creativas: la cogitatio (pensamiento o imaginacin) y la inventio. Por el contrario,
un dibujo en perspectiva, como ya hemos comentado, es, en principio, engao-
so. Platn ya opona el dibujo en planta o alzado -cuya utilidad y legitimidad
defenda puesto que corresponda punto por punto con las distintas caras de la
realidad- con un esquema escenogrfico. las medidas de cuya imagen no guarda-
ban una relacin de equivalencia respecto a las del objeto real. A fin de que el
espectador tuviera la sensacin de encontrarse, desde su particular y limitado
punto de vista, ante un objeto ilusoriamente real, el artista mimtico deba alte-
rar las proporciones y los colores de la realidad. Platn haba observado que las
estatuas divinas de mrmol, en apariencia tan hermosas, que coronaban el fron-
tn de los templos clsicos y que los hombres slo apreciaban desde abajo, si
eran observadas de cerca, cuando no haban sido todava izadas, estaban muy
desproporcionadas. Pareca como si el artista no hubiera esculpido la imagen de
un dios olmpico sino de una divinidad primitiva y monstruosa. El dios no podia
mirarse y reconocerse en esta su imagen deforme. Su belleza no podia trasmi-
tirse. Las imgenes en perspectiva parecan bellas, mas no lo eran porque care-
can de proporcin y medida. Eran desmedidas o deformes. No reflejaban belle- Sala cupular de la casa-museo
za alguna, no informaban sobre sta. Informaban mal. Daban una imagen errnea de Sir John Searle, Londres, 1810.
o equivocada, llevando al pblico a la confusin, ofuscndolo: sumergindolo en
la skia, en lo fosco.
As pues, las especies eran y son parte de los medios grficos que el arquitecto
emplea para proyectar.Al igual que la sombra y la escenografa, la especie emana
de la realidad, por plana, oscura e insustancial que sea. La especie, habiendo sido
originada por la realidad, aparece como el medio, el nico medio vlido para
remontar hacia la realidad originaria y verla en su plenitud. La sombra, lejos de
hacer sombra a la realidad o de palidecer a su lado, se muestra como su direc-
ta plasmacin o proyeccin. Segn la cosmogonia griega, la luz naci del caos.
Las artes todas, al igual que las religiones, no existiran sin la escenografa. En
ausencia de trajes y mscaras, y de un espacio escnico apropiado, perfectamen-
te deslindado del espacio cotidiano o profano, los personajes de teatro no
cobraran vida. Los actores no podran transfigurarse, el tiempo que dura una
representacin, en hroes de ficcin. Igualmente, si no fuesen representados
adecuadamente -si no se les emplazase en peanas, se les depositase y protegie-
se en urnas de cristal y se les sealase con indicadores y carteles-, si no fuesen
expuestos con una luz especial y puntual que los destacase, en fin, si no se les
colocase en un recinto acotado, cual un museo o una galera de arte, segn un
recorrido -incitico-, muchos objetos no llegaran a ver la luz ni llegaran a ser
arte. Un urinario no se trasmutara en Fuente, la clebre y controvertida "escul-
tura" que Marcel Duchamp expuso a principios de siglo en Nueva York: unas
latas llenas de excrementos -excrementos de artista, eso s, de Piero Manzoni,
un artista italiano de principios de los aos sesenta- no se convertiran para algu-
nos en un emblema de la escultura moderna. De la misma manera, retablos o
pinturas religiosas, incluso de artistas como Miguel ngel o Caravaggio -poco
dado al fervor mstico- seguiran siendo objetos de devocin o sagrados, vene-
rados nicamente por lo que representan, y no se les considerara objetos arts-
ticos apreciados por sus cualidades estticas o por su capacidad de deleitarnos,
con independencia de sus valores morales.
Los nicos que son capaces de proyectar estos mundos, donde las leyes natura-
les se subvierten, los edificios son slo una fachada y viven seres tan extraos y
tan humanos, tan prximos a la vez que tan lejanos a nosotros -como el maldi-
to Edipo o los dubitativos Hamlet o Segismundo-, son unos creadores "especia-
les", creadores de especies, maestros de la apariencia: son los arquitectos, bue-
nos conocedores -tcnicos- de los principios -los "arquetipos"- que sustentan la
realidad. El escengrafo y el arquitecto son un mismo creador. Algunos escrito-
res antiguos ya habian sealado que el arquitecto, al igual que el escengrafo,
deba proyectar teniendo en cuenta el punto de vista de los espectadores -y de
los usuarios-, alterando las proporciones (la simmetria) y la disposicin de las
formas, si ello fuese necesario, a fin de complacer a la vista.
Es curioso -y lgico, a la vez- que los arquitectos que con ms eficacia y persis-
tencia han dado nueva vida a las culturas del pasado -sustrayndolas del olvido,
del reino de las sombras en las que el olvido las haba sumido- hayan sido gran-
des escengrafos. As sucedi con Piranesi -que estaba fascinado por la grande-
za de las ruinas de los templos griegos de Paestum- y con Schinkel -quien puso
su grano de arena en el rescate de la arquitectura egipcia gracias a los telones
de La flauta mgica, pintados con motivos orientalizantes-.