GIBERT, V. - Chopin Sus Obras. Edición Ilustrada y Ornamentada Por A. Saló
GIBERT, V. - Chopin Sus Obras. Edición Ilustrada y Ornamentada Por A. Saló
GIBERT, V. - Chopin Sus Obras. Edición Ilustrada y Ornamentada Por A. Saló
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SUS OBRAS.
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I. FORilIACIN ARTSTICA 17
palabras. A Weber oponale menos reparos, y aun parece que las
Sonatas y el Corzcertstck se contaban entre sus piezas favoritas.
Lo que difcilmente se le puede perdonar a Chopin es su des-
apego por la msica de Schumann. La siguiente ancdota es harto
expresiva. En 1858, trasladndose a Paris Stephen Heller, entre-
g le Schumann un ejemplar de su Carnaval, pulcramente grabado,
con una primorosa portada en colores y encuadernado con el me-
jor gusto, para que a su vez lo entregase a Chopin como recuerdo
del autor. Al hojear el obsequio, el maestro polaco no tuvo en sus
labios ms palabras de encomio que stas: Muy hbiles son los
alemanes para presentar estas cosas. Del mismo Carrzaval dijo
en cierta ocasin al editor Schlesinger que aquello en su concepto
no era msica ni cosa parecida. Mal pagaba Chopin lo mucho que
por su causa haba combatido Schumann, no regatendole su ad-
miracin y constituyndose su campen ms entusiasta apenas
conoci sus primeras obras.
Tres autores pianistas , puramente de poca, aunque no des-
provistos de mrito, Hummel, Field, Moscheles, causaron las ma-
yores delicias de Chopin. Si Mozart y Bach eran sus dioses -
observa Niecks - estos tres autores eran sus amigos. Lo mismo
cabe consignar de Clementi , de Ries , de Spohr .....
Hummel y Field - el primero muy en especial - influyeron vi-
siblemente en el ropaje externo de las primeras obras de Chopin,
las cuales se distinguen por el evidente afn de hacer lucir el ins-
trumento. De ellos aprendi a establecer sin miedo sus acordes
arpegindolos en una extensin mayor que la de la mano en su
posicin normal; y aprendi tambin a escribir saltos meldicos a
mayor distancia de una octava, y a emplear simultneamente gru-
pos compuestos de un nmero desigual e irregular de notas, y a
prodigar las series de notas de adorno independientemente de la
valoracin del comps.
As Chopin, sin menoscabo de su personalidad, se apropi los
medios que le brindaban sus contemporneos para ensanchar los
horizontes no slo de la escritura pianstica, sino aun del arte
musical; y, cosa que los otros no pudieron hacer, consagr tales
medios imprimiendo en ellos el sello del genio.
5
Meloda, ritmo y armona.
Los dos estilos de Chopin.
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4
26 PRIMERA PARTE
mente el arte italiano y la Italia por medio del arte italiano, no ha partici-
pado de la inspiracin directa que ha hecho los Rossinis, Bel!inis, Do-
nizettis y ms tarde los Verdis. El gusto italiano slo penetra en l indi-
rectamente, filtrado por el arte y adoptado por la moda. La influencia
sentida no es ms que una influencia de importacin. Por otra parte, su
propia sensibilidad es sobradamente original para que al momento no mo-
difique profundamente la savia que le sirve de alimento y que se asimila. El
giro italiano adquiere en la msica de Chopin una morbidez irresoluta que
110 existe en los italianos autctonos; este arte rutilante lo descompone
Chopin en matices irisados, alterados, opalinos; no es ms que un perfume
lejano, a veces es una cosa afectada, otras se cubre de cndida nostalgia.
Y para formular una definicin necesitamos este vocablo tambin degrada-
do: italianizante.
El alma polaca.
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Los Ronds.
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P1ANO ( Pun:r. '" 6668)
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( Su l'ROPIETAro AC TLJ A . Es LA Sn, . V n._ nE F:nxEs10 CA1'TT
QUF-: nn: F..v PAr~.'lA n1-; .\L\u.on.c A)
III. LOS CONCIERTOS 57
winski (1), que Chopin escriba admirablemente para orquesta.
Klindworth y Tausig no tuvieron empacho en aderezar un nuevo
acompaamiento para los Conciertos en fa menor y en mi menor
respectivamente; pero dieron pruebas de sobrado atrevimiento
tomndose libertades injustificadas. Segn parece, ms respetuo-
sos son los arreglos recientes de dos norteamericanos, Adn
Minhejmer y Ricardo Burgmeister, que han reinstrumentado el
Concierto en mi el primero y el en fa el segundo.
De todos modos los dos Conciertos no producen nunca tanto
efecto como cuando se prescinde de la orquesta.
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***
( 1) James Huneker. Clzopin: tlze man and lzis music. Londres, William
Reeves. Huneker, a su vez, resume y extracta los comentarios de Carlos
Klindworth, el intelectual, de Teodoro Kullak, el poeta, de Hans von B-
low, el pedagogo, y de Hugo Riemann, el especialista en el fraseo y la di-
gitacin.
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NoTA.-El sello puntillado con las inicinlcs G. S. ( Georgc Sane!), cst en relieve
on el ori~itwl.
IV. LOS ESTUDIOS 65
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IV. LOS ESTUDIOS 73
El metrnomo seala 160 por negra, pero el movimiento no
puede ser siempre estricto, hacindose preciso frasear con liber-
tad y holgura. No se convierta a Chopin en Czerny.
El estudio que cierra el ciclo de la obra 10 es su punto culmi-
nante; pocas veces llegar su autor a igual fuerza trgica. De
todos los estudios slo pueden competir con ste los tres que ter-
minan la obra 25.
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En los seis ltimos compases es de rigor hacer un alarde de
delicadeza; la msica ha de tornarse por decirlo as impalpable,
desvanecindose como una espiral de humo.
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CHO se ha fantaseado sobre los Prelu-
~~tl; r dios, la perla de la obra de Chopin, se- -.
>. WJI \ s:in frase de Rubinstein, habiendo con-
''(' 1 ~
'I' W . \ tribudo no poco a mantener ideas err-
u~.-:.. ~.: neas acerca de los mismos la literatura
de Jorge Sand, tan brillante como inexacta.
La primera cuestin que es fuerza aclarar en la
medida posible, es la referente a la fecha de su com-
posicin. Aun cuando se publicaron en 1839, existe
la evidencia moral de que fueron compuestos ante-
riormente al famoso viaje a Mallorca. Precisamente
Chopin, antes de salir de Pars, vendi la obra a
Pleyel por 2,000 francos, de los cuales recibi 500 a
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84 SEGUNDA PARTE
***
l!t.lndworth Los dems editores
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En el PRELUDIO N. 8, molto agita to e!l fa soste1Zido menor,
Chopin nos hace generoso don de lo mejor de su genio. Por la per-
sistencia de la figura rtmica tiene la pieza el distintivo de preludio,
salvndose con sumo arte ele la monotona; es el prototipo ele! g-
nero soado por Schumann antes de conocer la coleccin. Su msi-
ca agitada y sombra llegara al frenes si no la encauzase con mano
firme el nunca desmentido buen gusto de Chopin. Armnicamente
es notabilsimo y sin duela el creador de Trstn e !solda lo tuvo
en las mientes al escribir algn pasaje de su drama lrico.
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que su autor quiere sostenuto e pesante. Cuntas veces lo he
odo rebajado al nivel de banal contradanza!
Llegamos al famoso episodio en mi mayor. El bajo obstinado de
semicorcheas ha sugerido la idea de una cabalgata de guerreros
montando briosos corceles cuyos cascos hieren la tierra con es-
trpito. No voy a oponerme a la explicacin oficial de este pasaje;
pero debo advertir que los pianistas lo convierten en un galopar
desenfrenado que ms parece una huida despus de la derrota que
el trotar majestuoso del escuadrn que regresa vencedor. Por
Dios, no aflijamos con esta nueva catstrofe a la desventurada
Polonia!
Esta parte puede ejecutarse ms de prisa que la primera -
Kleczynski mismo da licencia para ello, -algo ms de prisa, pero
sin hacer perder la idea general ni perjudicar el plan de la com-
posicin.
Lo que sigue al episodio de las octavas ofrece a primera vista el
aspecto de una divagacin superflua, a pesar del encanto musical
que por s mismo tiene y as lo han credo algunos comentadores;
17
150 SEGUNDA PARTE
estimo, sin embargo, que cuaja perfectamente dentro del plan bien
determinado del autor. Perdneme el lector si, a riesgos de caer
en una tonta ilustracin de poema sinfnico, me atrevo a dar una
explicacin literaria. El paso de la caballera ha levantado una
dorada nube de polvo; desaparece momentneamente la escena,
mas la nube va aclarndose y pronto se divisa otra vez el primer
cortejo. Vase como sosteniendo un do con obstinacin Chopin
encauza lo que tuvo apariencias de divagacin y prepara con arte
consumado la reexposicin del tema:
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Chopin public cuarentiuna mazurkas distribudas en once
series de tres, cuatro o cinco, que llevan un nmero de obra.
Forman el que podemos llamar repertorio oficial. Su produccin
escalonada nos refleja las diversas fases de la vicia del poco afor-
tunado artista. Los dos primeros cuadernos son ms espontneos
IX. LAS MAZURKAS 137
y populares; ms adelante el trabajo se hace aparente y la forma
adquiere mayor desarrollo. Pero, surgen aisladamente algunas
mazurkas traviesas y jocundas y, por un extrao espejismo, en la
ltima serie, op. 63, renace algo de la frescura y poesa que fueron
su primer distintivo.
La primera serie, compuesta de CUATRO MAZURKAS, op. 6,
publicse en Diciembre de 1832 y est dedicada a la condesa Pau-
lina Plater, una de las primeras aristocrticas protectoras que en
Pars abrieron sus salones al compositor. Con la primera mazurka
en fa sostenido menor entramos de lleno en la danza nacional po-
laca con todas sus particularidades rtmicas y meldicas, con su
dejo melanclico y su delicioso abandono. Es, como tantas otras,
una obra maestra en miniatura. El autor indica cuidadosamente las
fluctuaciones del movimiento, los ritardando o rallentando, los a
tempo y el rubato, y extrema su libertad subdividiendo un com-
ps con un quintillo de negras. El tro, con las apoyaturas en la
mano derecha, precisa la escena de baile campesino.
La segunda mazurka en do sostenido menor no cede a la pri-
mera en carcter pintoresco y campestre. Durante su introduccin
yese roncar el rstico contrabajo y preludiar el violn en el bor-
dn. La primera meloda es soadora, alegre la segunda.
Otra vez aparece el rubato, expresamente sealado en este
pasaje:
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Los Valses.
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ICE Schumnn que lo' Valm de Chopin
son piezas al parecer improvisadas en la
~~./ misma sala de baile, las cuales poseen en
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!$
1 :~. ~ l menor grado aquella fragancia de intimi- l.
,,._,......,,.,. dad que distingue, por ejemplo, a las ma- L,
zurkas. Pero son valses aristocrticos de pies a ca- v:
beza, incomparablemente superiores a cuantos se .
han escrito. Florestn, el imaginario alter ego de \'
Schumann, opina que para bailarlos dignamente es
menester que casi todas las damas invitadas sean 0
linajudas condesas.
La produccin de este gnero fu en Chopin me-
nos espontnea que la de mazurkas o polonesas. As
150 SEGUXDA PARTE
como, antes de saber alinear las notas en el pentagrama, el precoz
artista cultivaba ya las dos formas nacionales, en cambio los val-
ses ms antiguos que le conocemos datan de 1829, coincidiendo
probablemente con su primer viaje a Viena. Triunfaban a la sazn
en esta brillante capital los Strauss y los Lanner, y los editores
vieneses se hacan de oro publicando valses y otras piezas de baja
estofa. Chopin no supo ni quiso entonces escribir valses que, por
exigencias editoriales, no deban apartarse del estilo que estaba
en boga; sus primeros ensayos no tuvieron continuacin hasta que
respir el ambiente elegante y artificioso ele los salones ele Pars.
Los TRES VALSES, op. 64, fueron los ltimos publicados por
Chopin; aparecieron en Septiembre de 1847. El mismo Florestn
no se desdeara de bailarlos con las tres damas a quienes fueron
dedicados: la condesa Delfina Potocka, la baronesa de Rothschild
y la condesa Catalina Bronicka.
El primero, en re bemol mayor, es el ms popular de todos y
si por lo conciso, vivaracho y espontneo es acreedor al favor de
que goza, no merece en cambio ser maltratado, como acaece con
harta frecuencia. El autor lo quiere malta vivace, es cierto, pero
no entiende prescribir un vertiginoso prestissimo, huero de ex
presin; adems, algo quiso significar al escribir sostenuto sobre
la deliciosa frase meldica del centro.
Este vals fu llamado du petit chien, porque lo improvis Cho
pin a instancias de la Sand, que tuvo el capricho de or descrita en
msica la mana de su perro obstinado en girar sobre s mismo con
el vano empeo de cazar su propia cola.
El segundo vals, en do sostenido menor, es sin duda el ms
potico de todos. No pueden pintarse mejor las injustificadas in
quietudes, los anhelos insaciables, el blando abandono del enamo
rado que busca intilmente en la danza el olvido de sus cuitas. El
interludio en re bemol es un blsamo que adormece momentnea
mente el escozor de su herida. En ste, como en el vals op. 42, un
motivo ondulado, sealado pi mosso, encuadra los diferentes
X. LOS VALSES 153
episodios sentimentales, pero a su carcter decorativo se une un
pronunciado dejo de melancola.
El tercer vals, en la bemol mayor, agrada por lo equilibrado y
sereno y por el delicado fluctuar del diseo meldico; sin igualar
en valor a los anteriores, no deja de ser un eplogo adecuado.
***
Los valses que fueron materia de publicacin pstuma son los
siguientes: Dos VALSES, op. 69, en la bemol mayor el primero
y compuesto en 1836, en si menor el segundo y remontndose su
composicin al 1829; TRES VALSES, op. 70, en sol bemol mayor,
en fa menor y en re bemol mayor respectivamente, compuestos
en 1835, 1843 y 1829; conocemos adems sin nmero de obra un
VALS en mi mayor y otro VALS en mi menor, ambos compuestos
en 1829.
Estos dos ltimos valses, juntamente con el segundo de la
obra 69 y el tercero de la obra 70, fueron los primeros compues-
tos por Chopin, a que he aludido al principio de este captulo; al
momento se advierte que no contienen elementos diferentes de los
que integran los valses publicados por el mismo autor y s sola-
mente los grmenes que se haban de desarrollar en los posterio-
res. Se comprende que Chopin no quisiese publicar sus primeros
tanteos; lo que en ellos balbucea, lo ha dicho mucho mejor en
otros valses.
De todos los valses pstumos, acaso el que merecia ms estima
por parte de su autor es el en la bemol mayor, muy potico y
perfectamente desarrollado.
Como el adagio del Concierto en fa menor, el Vals en re be-
mol mayor fu inspirado por el ideal, o sea por Constanza Glad-
kowska. As lo escribe Chopin a su amigo Tito Woyciechowski
en 3 de Octubre de 1829. Fjate-le dice-en el pasaje sealado
con una cruz; t solo y nadie ms sabe una palabra de esto ...
Ignoramos cual sea el pasaje aludido, que sin duda deba compen-
diar los encantos de un primer amor inocente y secreto.
20
Los Nocturnos.
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* *
21
162 SEGUNDA PARTE
Los Dos NocTURNOS, op. 62, son ms hijos del hbito del tra-
bajo que del hervor de la inspiracin, entiende Niecks.
El primero, en si mayor, - el tercer nocturno escrito en este
tono, - es un laberinto de detalles de escritura, de rasgueos pia-
nsticos y sobre todo de trinos en la tercera parte, que hacen su-
mamente difcil su ejecucin.
Las Baladas.
.1
(o
1il os poemas de Mi<;kiewicz fueron los ins-
1
~1.' pirad ores de las Baladas; as lo manifes-
V'. t su propio autor a Schumann.
, I Dejando aparte las relaciones perso-
(~i nales que tuvo Chopin con el bardo po-
', laco, las obras de ste constituan una de sus lectu-
;; ras favoritas, doblemente atractivas por su belleza
intrnseca y por su vibracin patritica, que no po-
da menos de repercutir en el corazn de un hijo
amante de Polonia. El poeta inspir al msico las
ms bellas de sus composiciones, las que sealan el
apogeo de su poder creador.
Encierran las Baladas un caudal de sentimiento y
174 SEGUNDA PARTE
Reminiscere.
lI
III
Al Niemen.
o> <'.:i>
186 SEGUNDA PARTE
***
El PRIMER ScHERZO, op. 20, en si menor, ftt publicado en
Febrero de 1835 y dedicado a un admirador fantico, a la vez di-
XIV. LOS SCHERZOS 187
plomtico y traficante en vinos, Teodoro Albrecht. Su composi-
cin se remonta probablemente a algunos aos antes, cuando es-
cribi el clebre Estudio revolucionario en do menor.
Chopin inaugura atrevidamente la serie con dos acordes for-
midables y se abandona en seguida, en el presto con fuoco, al
vrtigo de la inspiracin. De vez en cuando tres fuertes acordes
detienen el movimiento y el bajo predica ms cordura, aunque con
escasa eficacia. En la divisin rtmica de este miembro de la pri-
mera idea:
Chopin: Schcrzo I~
/ - -- ~11;
~AA~
Weber: Der Freischtz. Acto II.
#i~n
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En el con anima da Chopin rienda suelta a su vena meldica y
la primera seccin de la pieza termina con algunos compases ele
arpegios. Reptese todo con ligersimas modificaciones y se entra
en la segunda seccin.
Es un delicioso oasis: la msica fluye sin esfuerzo y las ideas
XIV. LOS SCHERZOS 189
musicales que se suceden son a cual ms felices. Qu hermoso
contraste entre los tonos de mi mayor y do sostenido menor! El
mismo rasgo pianstico que viene a substituir el canto es de una
delicadeza extraordinaria. Ntese que la primera frase meldica
de esta seccin ha podido tener influencia en una aria de Micaela
de Carmen, y la frase siguiente tal vez ha influido por su parte
en un lied de Grieg.
El tro adquiere largo desarrollo antes no cae en la reexposi-
cin de la primera parte; sta se reproduce con prolijidad y llega
a la conclusin, de una energa realmente abrumadora.
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semejantes a toque de trompa en lejana, con las cuales principia
el scherzo, reapareciendo durante su curso con alguna frecuencia,
describen los misterios de la noche y la quietud de la selva.
Ved comparecer a la real pareja, el celoso Obern y Titania
la orgullosa, anunciada por un motivo digno de su invisible
majestad:
***
Tanto en este captulo como en los precedentes, he intentado
poner en juego los medios que me han parecido ms eficaces para
hacer amar a Chopin como yo le amo. Hasta qu punto he salido
airoso del intento, no soy yo quien pueda apreciarlo. Acaso estas
pginas grises sugieran otras ms brillantes y mis explicaciones
poco convincentes inspiren otras ms plausibles; sean como fueren
unas y otras, quedarn siempre por debajo de las creaciones de
Federico Chopin; porque, como dice Shakspeare en estos o pare-
cidos trminos: El enamorado, el loco y el poeta-y con ellos el
POETA DEL PIANO, tambin loco y enamorado,-tienen tal ebulli-
cin en el cerebro y se forjan tales fantasas, que van siempre ms
all de lo que la fra razn es capaz de comprender. El ojo del
poeta, girando con frenes, pasea la mirada del cielo a la tierra y
de la tierra al cielo; y as como Ja imaginacin da cuerpo y forma
a cosas no vistas, as el artista traza con su pluma Jos contornos
del aire y a la nada da nombre y existencia. (1)
(!) El sueo de una noche de verano (passim).
25
INDICE DE LAS LMINAS SUELTAS
Pg.
Casa natal de Cho pin en Zelazowa-Wola, cerca de Varsovia. 17
Retrato de Chopin, por Rumpf. 25
Retrato de Chopin, segn Ar'} Scheffer. 55
Retrato de Chopin, por E. Delacroix . 41
Vista de la Cartuja de Valldemosa, en Mallorca. 49
Piano que us Chopin durante su residencia en Valldemosa 57
Carta de Chopin a Mr. Canut . 65
Autgrafo musical de Chopin . 75
Pgs.
INTRODUCCIN, . . . . 7
PRIMERA PARTE
I .... Formacin artstica de Chopin. Influencias y gustos. 11
11 . ... Meloda, ritmo y armona. Los dos estilos de Chopin .. 19
IJI ... El italianismo de Chopin. 25
IV. . . El alma polaca. . . 51
V.... El poeta del piano. 57
SEGUNDA PARTE
1 . . . . Los Ronds . . . 47
11. . . Las Variaciones . 51
111. . . Los Concie rtos. 55
IV .. . Los Estudios . . 63
V.. . . Los Preludios . . 83
VI ... Los lmpromptus 95
VII .. Las Sonatas. . 99
Vlll .. Las Polonesas . 111
IX. . . Las Mazurkas . 133
X.. . . Los Valses . . 149
XI. . . Los Nocturnos. 155
XII .. Varias obras. 165
XIII.. Las Baladas. 173
XIV .. Los Scherzos 185
Acabse de imprimir este li-
bro en Barcelona, en casa
de Hijos de Paluze,
el 12 de Marzo
de 1915
ADVERTENCIA.
ERRATAS IMPORTANTES.