Lugar de Escritura: La Cuidad
Lugar de Escritura: La Cuidad
Lugar de Escritura: La Cuidad
de escritura:
la ciudad
PILAR PUEYO COLOMINA (ed.)
coleccin actas
Motivo de cubierta:
Sello de cera del Concejo
de Zaragoza. Ao 1299.
(Archivo Capitular
del Pilar. Cabildo
Metropolitano de Zaragoza)
Lugares
de escritura:
la ciudad
coleccin actas
Lugares de escritura:
la ciudad
XII Jornadas de la Sociedad Espaola
de Ciencias y Tcnicas Historiogrficas
(Zaragoza, 16 y 17 de junio de 2014)
isbn: 978-84-9911-367-8
Ponencias
De Diplomtica concejil. Estado de la cuestin, por M Josefa Sanz Fuentes. 15
Escritura y gobierno ciudadano, por Carmen del Camino Martnez............. 31
La escribana concejil al servicio de la comunidad urbana medieval, por Jos
Miguel Lpez Villalba................................................................................... 57
Escribir la fe pblica en la ciudad: los notarios, por Asuncin Blasco Mart-
nez.................................................................................................................... 91
El hbito epigrfico en la ciudad hispana: de Roma al Renacimiento, por Javier
de Santiago Fernndez.................................................................................. 133
Comunicaciones
Prctica notarial en el concejo de la puebla de Grado (Asturias) durante el siglo
XIII. De los escribanos rurales al notariado pblico, por Guillermo Fernn-
dez Ortiz......................................................................................................... 171
Aproximacin al anlisis diplomtico y estudio tipolgico de un cartula-
rio del concejo de Lorca (Murcia) de 1463-1464, por Diego A. Reinaldos
Miarro........................................................................................................... 189
Documentacin municipal de Tremp (Pallars Juss) en la coleccin privada de
Casa Josep, Vilamolat de Mur, aos 1421-1780, por Daniel Piol Alabart... 203
Guerra y escritura: el cuaderno de reclutamiento del concejo de Fregenal de la
Sierra (siglo XVI), por M Luisa Domnguez-Guerrero................................. 213
7
8 ndice
Escribir en la ciudad, escribir para comerciar: el caso del mercader flamenco Juan
Bautista de Holanda, por M Jos Dez Hermano........................................... 229
Alfabetizacin y cultura grfica en Carmona en 1513, por Adrin Ares
Legaspi.............................................................................................................. 249
De los otros documentos El expediente municipal moderno, por Manuel
Joaqun Salamanca Lpez............................................................................... 265
De escribano de concejo a escribano mayor. La formacin de las cancilleras
urbanas, por Isabel Garca Daz..................................................................... 285
El Concejo de Carmona y el nombramiento de escribanos: conflictos con el
poder regio, por Julio Alberto Ramrez Barrios........................................... 301
El cuaderno de Ordenanzas de Vitoria de 1487, por Elena Snchez Garca.. 315
La reglamentacin de la vida urbana en los presidios del norte de frica: el caso
de Buja, por Hugo Vzquez Bravo................................................................. 331
La documentacin municipal de la ciudad de Macao a lo largo de los siglos XVI
y XVII, por Filipa Roldo............................................................................... 347
Donde la escritura se guarda. Una coleccin facticia del archivo municipal de
Pina de Ebro depositada en la Seo de Zaragoza en 1476, por Miguel ngel
Pallars Jimnez............................................................................................. 357
La ciudad de Oporto y sus notarios (siglos XIII-XV), por Ricardo Seabra...... 371
Escribir en las localidades de Cantabria a finales del siglo XV: escribanos y
notarios en la documentacin del Registro General del Sello (Archivo General
de Simancas), por Francisco Saulo Rodrguez Lajusticia............................ 383
Un primer acercamiento a la institucin notarial en la ciudad de Lugo durante
el siglo XVI, por Gonzalo Francisco Fernndez Surez.............................. 397
El paisaje epigrfico en La Rioja medieval. Tradicin, topografa y centros urba-
nos de produccin publicitaria, por Irene Pereira Garca.............................. 411
Escrituras expuestas a dobles lecturas en centros urbanos de la Edad Moderna.
Epgrafes con juegos grficos de ingenio, por Leonor Zozaya Montes............ 427
Algunas innovaciones en la epigrafa monumental de poca borbnica: el caso
de Madrid, por Francisco J. Molina de la Torre.......................................... 445
Presentacin
9
10 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
Carmen del Camino Martnez abord el uso de la escritura por parte de los
escribanos del concejo y su especializacin en funcin del tipo de documentos
que generaron la regencia y administracin del municipio. Del funciona-
miento de una escribana municipal y del anlisis diplomtico de algunos de
los documentos se ocup Jos Miguel Lpez Villalba. Por su parte, Asuncin
Blasco Martnez examin la historia de la institucin notarial y su evolucin
posterior, el conflicto de intereses entre los profesionales, la prctica notarial
y su papel en la sociedad, centrndose bsicamente en Aragn. Por ltimo,
Javier de Santiago Fernndez contempl la ciudad como escaparate de los
variados usos de la escritura en edificios y paredes de calles y plazas e hizo
un recorrido de la produccin epigrfica concejil en la ciudad hispana desde
Roma al Renacimiento.
Casi una veintena de comunicaciones completaron, con sus aportaciones
especficas, aspectos tratados en las distintas ponencias. En relacin con la
titulada Escritura y gobierno ciudadano, G. Fernndez Ortiz trat sobre las
transformaciones en la prctica escrituraria que se produjeron en el sigloXIII
vinculadas a la creacin de la puebla de Grado (Asturias) y la aparicin de
nuevos profesionales de la escritura. M L. Domnguez analiz la profusa
y variada documentacin que se origin con motivo del reclutamiento de
soldados en la villa de Fregenal en el siglo XVI. M J. Dez expuso el caso
concreto de un mercader flamenco del siglo XVI, poniendo de manifiesto
que la escritura era imprescindible para que los comerciantes se integraran
en el tejido poltico, social y econmico de una ciudad. A. Ares ofreci
una visin global del panorama escriturario de Carmona a comienzos del
siglo XVI. D. A. Reinaldos analiz diplomticamente un cartulario de la
escribana del concejo de Lorca del siglo XV. D. Piol dio a conocer un
conjunto de documentos municipales de Tremp (siglos XV-XX), encontrados
en una coleccin privada.
Las comunicaciones presentadas a La escribana concejil al servicio de la
comunidad urbana medieval englobaron un variado e interesante abanico de
asuntos. As, I. Garca propuso las condiciones que haba de tener la oficina
de escribana de una urbe medieval para poderla considerar como una autn-
tica cancillera. J. A. Ramrez se interes por los enfrentamientos del concejo
de la villa de Carmona con el poder regio provocados por la provisin de
escribanas pblicas del nmero a finales del siglo XV. E. Snchez analiz el
Cuaderno de Ordenanzas municipales de la ciudad de Vitoria de 1487, desde
el punto de vista codicolgico, diplomtico e histrico. H. Vzquez hizo un
estudio conjunto de dos ordenanzas una real y otra concejil dadas a Buja
Presentacin 11
en el siglo XVI con el fin de mostrar la tensin existente entre los mbitos
civil y militar. F. Roldo realiz un anlisis diplomtico de la documentacin
concejil de Macao en los siglos XVI y XVII. M. A. Pallars trat de identificar
los documentos concernientes al municipio de Pina, que fueron depositados
en la Seo de Zaragoza en 1476, a partir de un inventario realizado ese mismo
ao y de otro elaborado en 1487.
De las tres aportaciones a la ponencia Escribir la fe pblica en la ciu-
dad: los notarios, R. Seabra se aproxim al estudio del notariado de Oporto
(siglos XIII-XV), centrndose en aspectos diversos utilizando documentacin
municipal de dicha ciudad. G. F. Fernndez Surez se acerc a la institucin
notarial en Lugo durante el siglo XVI, concretamente en la formacin y
preparacin profesional de este colectivo desde fuentes dispares. Mientras
que F. S. Rodrguez, a travs de la documentacin del Registro General del
Sello del Archivo General de Simancas (Valladolid), trat de reconstruir la
historia de los escribanos y notarios que actuaron en tierras cntabras a finales
del siglo XV.
Sobre epigrafa municipal, que correspondera a la ponencia El hbito epi-
grfico en la ciudad: de Roma al Renacimiento, I. Pereira en su comunicacin
examin la distribucin geogrfica de los epgrafes de La Rioja en la Edad
Media, la produccin epigrfica medieval y los centros urbanos publicitarios.
L.Zozaya present varios ejemplos de escrituras pblicamente expuestas con
dobles significados, conservadas en arquitectura civil privada en calles de Alma-
gro, Granada y Madrid, de poca Moderna. F. J. Molina, basndose en ins-
cripciones de Madrid del siglo XVIII, analiz algunas de las transformaciones
epigrficas perceptibles tanto en el contenido como en el aspecto visual.
Estas XII Jornadas, organizadas por la Sociedad Espaola de Ciencias y
Tcnicas Historiogrficas y coordinadas por el rea de Ciencias y Tcnicas
Historiogrficas del Departamento de Historia Medieval de la Universidad de
Zaragoza, contaron para su realizacin con la ayuda econmica de la Institu-
cin Fernando el Catlico, del citado Departamento de Historia Medieval, del
Decanato de la Facultad de Filosofa y Letras y del Vicerrectorado de Poltica
Cientfica de esta Universidad de Zaragoza. A todas estas instituciones quiero
expresar mi ms sincero agradecimiento porque sin su apoyo no hubiera sido
posible llevarlas a cabo. Y naturalmente al comit organizador por su cola-
boracin y respaldo a lo largo de la preparacin de las mismas, a la secretaria
administrativa de las Jornadas por su diligencia y eficacia y a las personas que se
ocuparon de los pequeos (pero importantes) detalles que facilitaron la buena
marcha de las sesiones.
12 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
ponencias
DE DIPLOMTICA CONCEJIL. ESTADO DE LA CUESTIN
Mara Josefa Sanz Fuentes
Universidad de Oviedo
15
16 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
todos los que estamos aqu lo hacemos como personas que profesamos esa
disciplina desde ngulos tan variados que en aquellos momentos resultaran
inimaginables.
Por aquellas fechas yo estaba en plena realizacin de mi tesis doctoral, y,
aunque an no haba pasado de la primera fase de transcripcin de documen-
tos, el fondo medieval del Archivo Municipal de cija haba puesto ante mis
ojos una enorme variedad documental, pudiendo darme cuenta de que no eran
precisamente los documentos de la cancillera real castellana los ms nume-
rosos, ni mucho menos los notariales, sino que al concejo de cija se haban
dirigido muy frecuentemente otras instituciones y de manera muy especial
los concejos vecinos. Luego vino la, en principio, dura realidad de tener que
enfrentarme a la clasificacin de esos documentos.
Cuando comenc mis bsquedas bibliogrficas para afrontar tal cuestin,
me encontr con el hecho de que solamente haba una publicacin que abor-
dase el tema. En Valladolid, el ao 1972, dentro de la coleccin Cuadernos
de la Ctedra de Paleografa y Diplomtica, Fernando Pino haba publicado su
tesis de licenciatura dirigida por M Soterraa Martn Postigo, en la que se
abordaba por primera vez la clasificacin de los documentos emitidos por los
concejos castellanos2. Fue para m un gran hallazgo; ya conoca a Soterraa, ya
haba manejado su magnfica tesis sobre la cancillera de los Reyes Catlicos y
fui consciente de que el trabajo de Pino era un trabajo serio y fiable. Y segu
sus pasos en todo cuanto me fue posible, porque al trabajar l con fondos del
Archivo General de Simancas, manejaba casi exclusivamente misivas enviadas
por los concejos a la monarqua, siendo la casustica del archivo astigitano ms
variada.
Por otra parte mi acercamiento a las fuentes documentales concejiles se
vio ampliada cuando mi compaera en el departamento de Paleografa de la
Universidad de Sevilla M Isabel Sim y yo abordamos la catalogacin de los
documentos que, bien originales embuchados en las mismas, bien como copias
dentro de su propio texto, bien resumidos, se encontraban en las ms antiguas
Actas Capitulares del concejo de Sevilla3. Su manejo me vino a certificar lo que
En segundo lugar hay que contar con las ediciones de colecciones diplom-
ticas, algunas incluidas en series de gran prestigio que continan su andadura9,
en otras por desgracia interrumpidas10, o en monografas aisladas11.
Por ltimo y mucho ms recientemente la presencia en la red, aparte del
portal estatal PARES, de archivos municipales que nos ofrecen libre acceso a
su documentacin, facilitando enormemente su consulta12.
Todo ello ha llevado a que, cuando en 1992 realic un balance de lo que
hasta aquellas fechas se haba publicado sobre Diplomtica concejil castellana,
el panorama hubiera variado de una manera sustancial, al haberse abierto el
abanico con nuevas aportaciones que venan a ampliar los conocimientos sobre
la misma13.
La realidad es que cuando en el ao 2000 se celebr en Gante el Con-
greso de la Commission Internationale de Diplomatique sobre la Diplomtica
9 Cabe destacar entre ellas la coleccin Fuentes histricas abulenses, publicada por la Insti-
tucin Gran Duque de Alba, de la Diputacin Provincial de vila, que ya supera los 100
volmenes, y la tambin coleccin Fuentes Documentales medievales del Pas Vasco, publi-
cada por Eusko Ikaskuntza, con 150 libros editados (https://www.eusko-ikaskuntza.org/es/
publicaciones/colecciones/fuentesmedievales/).
10 Entre ellas podemos destacar la coleccin Serie Documentacin, publicada por la Dipu-
tacin Provincial de Salamanca, bajo la tutela de Jos Luis Martn Rodrguez, cuyo primer
volumen fue: Alberto Martn Expsito y Jos Mara Monsalvo Antn, Documentacin
medieval del Archivo Municipal de Ledesma, publicada en 1986. Tambin la coleccin His-
toria y Documentos. Documentacin medieval de Cantabria, publicada por la Fundacin
Marcelino Botn en Santander y dirigida por Jos ngel Garca de Cortzar, entre cuyos
volmenes se cuenta el de Enma Blanco Campos; Elisa lvarez Llopis y Jos ngel
Garca de Cortzar, Libro del Concejo (1494-1522) y documentos medievales del Archivo
municipal de Castro Urdiales, Santander, 1996.
11 En los ltimos aos han aparecido las colecciones documentales de los archivos muni-
cipales de Cuenca: Francisco Antonio Chacn Gmez-Monedero, La documentacin del
Archivo Municipal de Cuenca, 1190-1417: estudio diplomtico e histrico-institucional, Madrid,
Universidad Autnoma de Madrid, 1995, y M Josefa Sanz Fuentes; Jos Antonio lvarez
Castrilln y Miguel Calleja Puerta, Coleccin Diplomtica del Concejo de Avils en la Edad
Media (1155-1498), Oviedo, Ayuntamiento de Avils y Universidad de Oviedo, 2011.
12 A ttulo de ejemplo, vid. Archivo Municipal de Antequera: www.archivo.antequera.
es:5390/albnet62/albcgi.exe?CMD=EXTERN&LINK_TO=VER_FONDOS; Archivo
Municipal de Oviedo: www.oviedo.es/el-ayuntamiento/archivo-municipal/documentos-
digitalizados; y archivos municipales de Murcia: www.regmurcia.com/servlet/s.SI?
METHOD=FRMSENCILLA2&sit=c,373,m,139,serv,Carmesi.
13 M Josefa Sanz Fuentes, Diplomtica real y concejil de la Corona de Castilla. Estado
de la cuestin (1966-1991), Historia. Instituciones. Documentos, 19 (1992), pp.449-458
(Homenaje a D. Luis Nez Contreras).
De diplomtica concejil. Estado de la cuestin | Mara Josefa Sanz Fuentes 19
tacin Provincial de vila, 2010. M Josefa Sanz Fuentes, La parroquia ovetense de San
Tirso en los aos 1544-1545, Boletn del Real Instituto de Estudios Asturianos, vol. 66,
n183-184 (2014), pp.225-240.
27 Se trata de la coleccin Monumenta regni granatensis historica, con sus dos secciones: Acta
y Diplomata, en la que se han venido publicando diferentes volmenes en los que se recoge
documentacin de concejos del antiguo reino de Granada, uno de los cuales hemos citado
en la nota 19.
28 El libro de Actas fue abordado desde los puntos de vista de un historiador, un jurista y una
diplomatista: M Josefa Sanz Fuentes, Estudio diplomtico, en Actas capitulares de Morn
de la Frontera (1402-1426), Sevilla, Diputacin Provincial, 1992, pp.CXVII-CXXXII.
29 Virginia M Cuat Ciscar, Diplomtica municipal. Anlisis y tipologa de la docu-
mentacin municipal valenciana del siglo XIV, Saitabi, 38 (1988), pp.89-107.
30 M Milagros Crcel Ort y Jos Trenchs dena, El Consell de Valencia: Disposicio-
nes urbansticas (siglos XIV), En la Espaa Medieval, n 7, La ciudad hispnica durante los
siglos XIII al XVI, II, Madrid, Universidad Complutense (1985), pp.1481-1545; MMila-
gros Crcel Ort, Vida y urbanismo en la Valencia del siglo XV. Regesta documental,
Miscellnia de Textos Medievals, 6 (1992), pp.255-644.
22 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
31 Son muchos los editados. El primero entre ellos lo fue por Antonio Pons, Libre del
Mostassaf de Mallorca, Barcelona, C.S.I.C., Escuela de Estudios Medievales, 1949. Ms
reciente es el publicado por Mara Antnia Cano i Iborra, El Libre del Mostassaf dElx.
Edici crtica i estudi lingistic, Alacant, Diputaci dAlacant, Ajuntament dElx, 1995. En
ambos casos son ediciones crticas para estudios lingsticos.
32 M Luisa Cabanes Catal, Correspondencia entre el Consell de Valencia y las tierras
alicantinas en el siglo XIV, Alicante, Instituto de Cultura Gil-Albert, 1996.
33 M Luisa Pardo Rodrguez, La escribana mayor del Concejo de Sevilla en la Baja
Edad Media, en La diplomatique urbaine en Europe au moyen ge. Actes du Congrs de la
Commission internationale de diplomatique, Gand, 25-29 aot 1998, eds. Walter Prevenier
et Thrse de Hemptinne, Leuven et Apeldoorn, Garant, 2000, pp.357-381.
34 Dos son los catlogs existentes hasta el momento de la Seccin Sigilografa del Archivo
Histrico Nacional: Juan Menndez Pidal, Sellos espaoles de la Edad Media. Catlogo.
Archivo Histrico Nacional, Seccin de Sigilografa, I, Madrid, Tip. Revista de Archivos,
Bibliotecas y Museos, 1921. Araceli Guglieri Navarro, Catlogo de sellos de la Seccion
Sigilografa del Archivo Histrico Nacional, vol. 3: Sellos de rdenes militares, Corporaciones,
Particulares, Varios, Madrid, Servicio de Publicaciones del Ministerio de Educacin y Cien-
cia, 1974.
35 Actas del Primer Coloquio de Sigilografa. Madrid, 2 al 4 de abril de 1987, Madrid, Direc-
cin de los Archivos Estatales, 1990.
36 Julio Gonzlez, Los sellos concejiles de Espaa en la Edad Media, Hispania, 20
(1945), pp.339-382.
De diplomtica concejil. Estado de la cuestin | Mara Josefa Sanz Fuentes 23
entre otros muchos tipos37, y por otra estudios monogrficos sobre los sellos
de un concejo determinado38. Aun as, hemos de reconocer que es un filn
todava escasamente explotado, sobre todo por lo que se refiere a los sellos de
placa bajomedievales y de la Edad Moderna, conservados masivamente en los
archivos de monarquas y seoros, como elemento de validacin de las spli-
cas de los concejos de su seoro, siendo en cambio mucho ms completo el
conocimiento de los sellos pendientes, bien por la conservacin de sus matrices
o de pruebas de los mismos.
Por ltimo recordar que el tema que nos ocupa en estas Jornadas est an
muy abierto y que por ello han seguido apareciendo publicaciones cuyo obje-
tivo es reordenar y, en su caso completar, el cuadro de clasificacin de las tipo-
logas documentales concejiles. A ello dedic un trabajo no hace mucho Vir-
ginia Cuat39, y posteriormente yo misma, volviendo sobre las clasificaciones
anteriormente realizadas, he propuesto una nueva ms amplia y justificada40.
Y si todo esto se ha hecho a lo largo de los 40 aos que separan el congreso
de Santiago de Compostela del da de hoy, hemos de reconocer que se ha
avanzado mucho. Pero hemos de reconocer tambin que hay mltiples posi-
bilidades por explorar.
Cabra destacar en primer lugar la realizacin de estudios comparativos de
lo que ocurre en las distintas coronas hispanas y, por qu no, entre los distin-
tos reinos de cada corona, ya que en el primer caso hay diferentes realidades
jurdicas entre unas y otras, y en el segundo se trata, aparte de algunas diferen-
cias debidas a los antiguos fueros, la constatacin de las posibles divergencias
entre zonas tan alejadas como, por ejemplo, Asturias de Murcia o Galicia de
Andaluca.
Vemos, por otra parte, que cada vez se ampla ms el concepto de docu-
mento concejil, fundamentalmente en lo que se refiere al campo de documen-
tos emitidos por personas que actan en nombre del concejo. Es cierto que
en las clasificaciones en uso ya se ha abierto desde hace tiempo el campo a los
documentos emanados de los alcaldes mayores o alcaldes de la justicia, mayor-
domos y escribanos de concejo, pero, a ttulo de ejemplo, creo que no estara
de menos introducir los referentes a hospitales cuya administracin dependa
directamente del concejo, como ocurre en Oviedo con el hospital-malatera/
leprosera de San Lzaro del Camino, o de las cofradas laicas establecidas
precisamente por miembros de la administracin concejil.
Otro tanto est ocurriendo con los cdices diplomticos, muchos de ellos
facticios, porque son el resultado de una encuadernacin posterior de varios
fascculos que inicialmente se escrituraron aisladamente.
As hemos visto que se ha trabajado mucho sobre los Libros de Ordenanzas.
Que se ha avanzado notablemente en la edicin de los libros de Actas de
sesiones, y digo edicin conscientemente, porque en cambio no siempre han
sido analizados desde el punto de vista de libros en los que se recoge documen-
tacin recibida por el concejo que, si bien en unos casos procede de la canci-
llera real o de la seorial laica o eclesistica correspondiente, en otros procede
de concejos vecinos o de miembros del gobierno de la ciudad o villa que estn
actuando en su nombre y que por ello son susceptibles de ser analizados desde
el punto de vista de la Diplomtica concejil.
Que igualmente han comenzado a aparecer ediciones ntegras de libros
de cuentas o libros de mayordomazgo, acompaados del pertinente estudio
diplomtico41.
Y que por su calidad, y en muchos casos por haber sido el nico referente
que nos queda de documentacin original perdida, se han publicado los cdices
diplomticos establecidos por los RR. CC. como obligatorios en todo archivo de
concejo, atendiendo a su factura, que dependa directamente de los concejos42.
Bibliografa
lvarez, Manuel; Ariza, Manuel y Mendoza, Josefa, Un padrn de Sevilla. Estudio filol-
gico y edicin, Sevilla, Ayuntamiento de Sevilla, 2001.
Blanco Campos, Enma; lvarez Llopis, Elisa y Garca de Cortzar, Jos ngel, Libro
del Concejo (1494-1522) y documentos medievales del Archivo municipal de Castro Urdia-
les, Santander, 1996.
Blasco Martnez, Rosa Mara (ed.), Los libros de acuerdos municipales de Santander 1701-
1765, Santander, Ayuntamiento de Santander, 2005, 3 volmenes.
Blasco Martnez, Rosa Mara (ed.), Los libros de acuerdos municipales de Santander. Siglo
XVII, Santander, Ayuntamiento de Santander, Concejala de Cultura, 2002, 3 volmenes.
Blasco Martnez, Rosa Mara (ed.), Los libros de acuerdos municipales de Santander. Siglo
XVI. Edicin, Santander, Ayuntamiento de Santander, 1998.
Cabanes Catal, M Luisa, Correspondencia entre el Consell de Valencia y las tierras ali-
cantinas en el siglo XIV, Alicante, Instituto de Cultura Gil-Albert, 1996.
Calleja Puerta, Miguel, Las finanzas de un concejo castellano. Piedrahta, siglos XV-XVI.
Estudio y documentos, vol. I (1413-1433), vila, Institucin Gran Duque de Alba, Dipu-
tacin de vila, 2010.
Canellas Lpez, ngel, La investigacin diplomtica sobre cancilleras y oficinas nota-
riales: estado actual, en Actas de las I Jornadas de Metodologa aplicada a las ciencias
histricas, V: Paleografa y Archivstica, Santiago de Compostela, Fundacin Univer-
sitaria Espaola, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Santiago, 1975,
pp.201-222.
Cano i Iborra, Mara Antnia, El Libre del Mostassaf dElx. Edici crtica i estudi lingistic,
Alacant, Diputaci dAlacant, Ajuntament dElx, 1995.
Crcel Ort, M Milagros, Vida y urbanismo en la Valencia del siglo XV. Regesta docu-
mental, Miscellnia de Textos Medievals, 6 (1992), pp.255-644.
Crcel Ort, M Milagros y Trenchs dena, Jos, El Consell de Valencia: Disposiciones
urbansticas (siglos XIV), En la Espaa Medieval, n 7, La ciudad hispnica durante los
siglos XIII al XVI, II, Madrid, Universidad Complutense (1985), pp.1481-1545.
De diplomtica concejil. Estado de la cuestin | Mara Josefa Sanz Fuentes 27
31
32 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
las que cabe destacar las leyes sobre tablas de bronce, buen nmero de ellas
municipales. De todos estos temas hay abundante bibliografa y constituyen
unos antecedentes muy claros de lo que significa la ciudad para la escritura y
viceversa. Pero en esta ocasin se esperaba que hablramos de la ciudad a partir
del renacimiento urbano medieval, por lo que me centrar en este periodo, as
como en los inicios de la Edad Moderna.
Las fuentes escritas generadas o producidas en el mbito urbano y, en espe-
cial, en el entorno de sus instituciones de gobierno, as como las recibidas y
conservadas por ellas4, nos proporcionan informaciones de todo tipo relaciona-
das con las principales cuestiones que se plantea el historiador de la escritura.
Por una parte, nos permiten seguir la evolucin de la escritura en diacro-
na, ya que en ellas encontramos representadas todas las fases de la historia de
la escritura durante la plena y baja Edad Media y, por supuesto, de la Edad
Moderna. As vamos a poder observar los principales procesos de transicin,
partiendo de la escritura carolina ya en muchos casos en fase de transforma-
cin, hasta la aparicin de las gticas propiamente dichas, tanto las textuales
como las cursivas y las hbridas, para luego, en la Edad Moderna, asistir al desa-
rrollo y pervivencia de las gticas y la paulatina, ms o menos lenta, aparicin
de la influencia de la escritura humanstica con la consiguiente proliferacin
de escrituras mixtas que combinan elementos de ambas tradiciones.
Esta es una de las perspectivas desde las que podemos enfocar el estudio
de estas fuentes, pero compaginndola necesariamente con la visin sincrnica.
Dentro de la multiplicidad de tipos grficos que se van a desarrollar simultnea-
mente, sobre todo a partir de la plena implantacin de las gticas, habra que
contemplar cmo se va a plasmar esta convivencia en la documentacin concejil.
La cuestin a dilucidar es hasta qu punto se establece una autntica jerarqua
grfica, y si la vamos a encontrar distribuida en las distintas tipologas documen-
tales identificadas en el seno del gobierno ciudadano, o si, y cmo, los diferentes
modelos grficos pueden aparecer combinados dentro de un mismo producto
escrito y por qu. El recurso a una u otra tipologa grfica y a diversos niveles de
ejecucin de la misma, el empleo de escrituras distintivas, puede reflejar la dis-
tancia entre los distintos mbitos de uso, los protagonistas del acto de escribir o
las distintas finalidades o funciones atribuidas a cada pieza de escritura. Muestra
4 Sobre la evolucin sufrida por los estudios sobre los archivos concejiles y la variada docu-
mentacin que conservan, debido al creciente inters, no slo de los historiadores sino en
especial de los diplomatistas, hacia estas fuentes, puede verse la aportacin de Mara Josefa
Sanz Fuentes en estas Jornadas.
Escritura y gobierno ciudadano | Carmen del Camino Martnez 33
10 Mara Amparo Moreno Trujillo; Mara Jos Osorio Prez, Los primeros Libros de
Actas de Cabildo. Andaluca (siglo XV), en La escritura de la memoria. Libros para la admi-
nistracin, eds. Jos Antonio Munita Loinaz; Jos ngel Lema Pueyo, Bilbao, Universidad
del Pas Vasco, Servicio Editorial, 2012, pp.115-138 (117-119).
11 Mara Josefa Sanz Fuentes, De diplomtica concejil castellana en la Edad Media. Una
nueva propuesta de clasificacin documental, en Sit liber gratus, quem servulus est operatus,
eds. Paolo Cherubini e Giovanna Nicolaj, Scuola Vaticana di Paleografia, Diplomatica e
Archivistica, Citt del Vaticano, 2012, pp.535-548.
12 Para lo que remitimos en primer lugar a su ponencia en estas Jornadas. Resulta signifi-
cativo comparar la situacin actual con la que recogi hace ms de veinte aos, Mara Josefa
Sanz Fuentes, Diplomtica real y concejil de la Corona de Castilla (1966-1991): estado
de la cuestin, Historia. Instituciones. Documentos, 19 (1992), pp.449-458.
13 Jos Miguel Lpez Villalba, Los estudios diplomticos sobre documentacin muni-
cipal espaola: Una ilusin pasajera?, en Littera Scripta. In honorem Profesor Lope Pascual
Martnez, vol. II, Murcia, Universidad de Murcia, 2002, pp.575-596.
Escritura y gobierno ciudadano | Carmen del Camino Martnez 35
14 Un modelo de cmo convendra abordar estas ediciones y los estudios que las acompa-
an, con pertinente introduccin histrica, estudio codicolgico, paleogrfico y diplomtico
e inclusin de reproducciones sera el de Mara Amparo Moreno Trujillo, La memoria de
la ciudad: el primer Libro de Actas del cabildo de Granada (1497-1502), Granada, Universidad
de Granada, 2005 o ms recientemente Mara Amparo Moreno Trujillo; Juan Mara de
la Obra Sierra; Mara Jos Osorio Prez, Los libros de rentas municipales de la ciudad de
Granada en el siglo XVI, Granada, Universidad de Granada, 2015.
15 Presente en los trabajos sobre fuentes asturianas en los que intervienen nuestros colegas
o sus discpulos, en los que el anlisis sistemtico de los caracteres externos de la docu-
mentacin editada en cada caso incluye el preceptivo, aunque breve, epgrafe dedicado a la
escritura. Sirvan de ejemplos los de Mara lvarez Fernndez, La ciudad de Oviedo y su
alfoz a travs de las actas concejiles de 1498, Oviedo, Real Instituto de Estudios Asturianos,
2008 o el de Jaime Fernndez San Felices, Libro de Acuerdos del concejo de Oviedo (1499),
Oviedo, Real Instituto de Estudios Asturianos, 2008.
16 Como en el caso de Mara Josefa Sanz Fuentes; Jos Antonio lvarez Castrilln;
Miguel Calleja Puerta, Coleccin diplomtica del concejo de Avils en la Edad Media (1155-
1498), Avils, Ayuntamiento de Avils, 2011.
17 Vid. supra nota 15.
18 Es el caso de la serie dedicada a la edicin sistemtica de los libros de cuentas del con-
cejo de Piedrahta, Las finanzas de un concejo castellano. Piedrahta, siglos XV-XVI. Estudio y
documentos, con XVI volmenes publicados desde 2010.
19 Subraya la descompensacin, en estas ediciones, a favor del contenido frente al pro-
cedimiento de su creacin y a la forma de presentacin del mismo, al abordar de manera
general, refirindose a todas las instituciones, no slo a las concejiles, la problemtica que
plantea el estudio de libros administrativos Miguel Calleja Puerta, Libros para la admi-
nistracin. Estado de la cuestin y perspectivas de la investigacin, en La escritura de la
memoria. Libros para la administracin, eds. Jos Antonio Munita Loinaz; Jos ngel Lema
Pueyo, Bilbao, Universidad del Pas Vasco, Servicio Editorial, 2012, pp.17-39 (p.18).
36 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
20 Como hizo Miguel Calleja Puerta, Las finanzas de un concejo castellano, Piedrahita,
siglos XV-XVI. Estudio y documentos. Volumen 1(1413-1433), vila, Institucin Gran Duque
de Alba-Obra cultural de la Caja de Ahorros de vila, 2010.
21 As en estudios como los de M Luisa Pardo Rodrguez, La escribana mayor del Con-
cejo de Sevilla en la Edad Media, en La diplomatique urbaine en Europe au Moyen ge, eds.
Walter Prevenier et Thrse de Hemptinne, Leuven-Apeldoorn, Garant, 2000, pp.357-
381 o el de Miguel Calleja Puerta, A escribir a la villa. Clereca urbana, escribanos de
concejo y notarios pblicos en la Asturias del siglo XIII, Historia. Instituciones. Documentos,
42 (2015), pp.59-82. No obstante, el anlisis paleogrfico puede ayudar a reconstruir la
organizacin de estas oficinas como demuestra M Luisa Domnguez Guerrero, La escri-
bana del cabildo de Cuzco (1534-1699), Historia. Instituciones. Documentos, 38 (2011),
pp.67-110 (84-87), o a comprender relaciones entre cambio grfico y formacin de los
escribanos, como apunta Olaya Rodrguez Fueyo, Nicols Yez: el paso del prenotariado
al notariado en Oviedo en el siglo XIII, en Estudiar el pasado: aspectos metodolgicos de la
investigacin en Ciencias de la Antigedad y de la Edad Media, eds. Ainoa Castro Correa
et alii, Oxford, Archaeopress, 2012, pp.383-391 (385).
22 Aunque refirindose a los cartularios en general, destaca entre los problemas a tratar, en
relacin con la funcin de los mismos, el de la disposicin del texto y las caractersticas de la
escritura, Elena Rodrguez Daz, Los cartularios en Espaa: Problemas y perspectivas de
investigacin, en La escritura de la memoria: los cartularios, eds. Elena E. Rodrguez Daz;
Antonio Claret Garca Martnez, Huelva, Servicio de Publicaciones de la Universidad de
Huelva, 2011, pp.13-35 (21-25).
Escritura y gobierno ciudadano | Carmen del Camino Martnez 37
23 Por citar algunos ejemplos relativamente recientes, El Libro de los Privilegios de los Jurados
de Sevilla, Sevilla, eds. Marcos Fernndez Gmez; Pilar Ostos Salcedo, Universidad de
Sevilla, Secretariado de Publicaciones, Defensor del Pueblo Andaluz, 2010 (con reproduc-
cin facsmilar en CD); Fuero de Baeza. Estudios introductorios. Edicin de Jean Roudil y Fac-
smil, Universidad de Jan-Ayuntamiento de Baeza, Jan, 2010; en algn caso han merecido
estas ediciones pese a tratarse de copias tardas y de apariencia humilde, como en el caso
de M Luisa Pardo Rodrguez, Las Ordenanzas de Moguer (1538), Sevilla, Fundacin El
Monte, 2003.
24 As, Pino Rebolledo termina excluyendo estos documentos, que denomina constitutivos,
del cuadro de clasificacin de la documentacin concejil, vid. Mara J. Sanz, De diplom-
tica concejil, p.537.
25 Vid. Miguel Calleja Puerta, El fuero de Avils de 1155, original extracancilleresco
de Alfonso VII y Carmen del Camino Martnez, Escritura y elaboracin formal de los
Fueros de Avils, en Los Fueros de Avils y su poca, eds. Juan Ignacio Ruiz de la Pea
Solar; Mara Josefa Sanz Fuentes; Miguel Calleja Puerta, Oviedo, Real Instituto de
Estudios Asturianos, 2012, pp.431-461 y 405-430 respectivamente.
38 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
der con el segundo ejemplar del fuero avilesino26. Como ya indicaba M Teresa
Carrasco al hablar del Fuero de Madrid de comienzos del XIII27, los gobiernos
de estas villas buscaban a escribanos de su entorno para reproducir esta norma
que iba a ser la que presidiera la propia organizacin y el funcionamiento de las
mismas. Esto ltimo ha quedado corroborado en el caso de Avils, donde no
solo se ha podido conocer el nombre del autor material del documento, sino
tambin identificarlo a travs de otros testimonios de su actividad profesional.
En otros casos, permanecen en el anonimato, pero detallados anlisis codico-
lgicos y paleogrficos permiten corregir tradicionales dataciones y afinar sobre
el momento de realizacin de los ejemplares conservados, como ha sucedido
recientemente con la versin ms antigua del Fuero de Baeza, depositado en
el Archivo Histrico Municipal de esta ciudad28. Por eso, consideramos que el
palegrafo debe abordar su estudio si quiere completar su conocimiento acerca
de todos los aspectos referidos a la relacin del gobierno ciudadano con los
productos grficos y la escritura.
Como consecuencia de este temprano afn de los regimientos por tener
presentes los documentos que ponen las bases de sus derechos y privilegios,
van a irse recopilando no slo los fueros sino el resto de la documentacin
real, privilegios, cartas de mercedes, que el concejo ha ido recibiendo, en
muy distinto formato, desde el ms sencillo al ms ostentoso. Y diversas son
tambin las caractersticas materiales y formales que presentan estos cartula-
rios o colecciones documentales. Un ejemplo de presentacin relativamente
modesta seran las recopilaciones de privilegios reales de Crdoba de 1396
y de 1405, constituidas por una serie de copias certificadas de dicha docu-
mentacin, vertida sobre soporte membranceo con la escritura documental
propia del momento, mientras que en el llamado Cartulario del Concejo de
Crdoba, a finales del siglo XV y comienzos del XVI, hallamos recopilacio-
nes tanto en gtica cursiva cortesana como en gticas textuales formadas de
26 Vase la edicin y reproduccin del ejemplar A en Miguel Calleja Puerta; Mara Josefa
Sanz Fuentes, Litteris confirmentur. Lo escrito en Asturias en la Edad Media, Oviedo, 2005,
148-159 (150-159).
27 Vid. M Teresa Carrasco Lazareno, El Liber de Foris de Magerit. Apuntes en los inicios
de la escritura gtica en Madrid, en Paleografa I: la escritura en Espaa hasta 1250, eds. Jos
Antonio Fernndez Flrez; Sonia Serna Serna, Burgos, Universidad de Burgos, 2008,
pp.233-246.
28 Antonio Claret Garca Martnez, La factura material y la escritura del manuscrito ms.
2/10/1 con el Fuero de Baeza, en Fuero de Baeza. Estudios introductorios. Edicin de Jean
Roudil y Facsmil, Universidad de Jan-Ayuntamiento de Baeza, Jan, 2010, pp.103-126.
Escritura y gobierno ciudadano | Carmen del Camino Martnez 39
de sta33 y dicen mucho sobre la cultura de los dirigentes del concejo, sobre
su conciencia acerca de las jerarquas grficas y sobre la funcin, el papel y el
valor de la escritura34.
Con respecto a los documentos expedidos, tanto intitulados por el propio
concejo, como por alguno de sus miembros, oficiales o delegados, aunque
determinadas tipologas han sido objeto de estudio desde la ptica del diplo-
matista35, an pueden explotarse de manera profunda y detallada desde la
perspectiva del historiador de la escritura.
En estos documentos de relacin un trabajo sistemtico por hacer sera
el de intentar vincular los elementos que contribuyen a otorgar o realzar la
solemnidad de los mismos, como la eleccin del soporte material, el tipo de
escritura o su nivel de ejecucin, y el recurso a determinados artificios canci-
llerescos, de carcter grfico, como la prolongacin ms o menos exagerada
de los alzados, en especial en el primer rengln, acompaada en ocasiones de
rasgos ornamentales superfluos, con el contenido, la tipologa documental, la
calidad de los destinatarios o la formacin de los propios autores materiales.
Es decir, estos elementos podran variar en un mismo contexto de produccin
dependiendo de la importancia o trascendencia del asunto tratado, o bien de
si la comunicacin se establece con alguna instancia superior, con una inferior
o entre iguales.
Afortunadamente, como sealamos antes, muchos de estos documentos
se encuentran digitalizados y son accesibles en las pginas de los respectivos
archivos, lo que permite un acercamiento a sus caracteres externos, entre ellos
33 Vid. Marcos Fernndez Gmez; Pilar Ostos Salcedo; M Luisa Pardo Rodrguez,
El Tumbo de los Reyes Catlicos del concejo de Sevilla. VI (1478-1494), Madrid, Fundacin
Ramn Areces, 1997, pp.14-15.
34 M Luisa Pardo Rodrguez, Memoria digna de llenar con estimacin: Libros de
Privilegios y Tumbo de la Ciudad de Sevilla, en La escritura de la memoria: los cartularios,
eds. Elena E. Rodrguez Daz; Antonio Claret Garca Martnez, Huelva, Servicio de
Publicaciones de la Universidad de Huelva, 2011, pp.153-196.
35 Por ejemplo, Mara Josefa Sanz Fuentes, Cartas de hermandad concejil en Andaluca:
el caso de cija, Historia. Instituciones. Documentos, 5 (1978), pp.403-430, o Jos Miguel
Lpez Villalba, Las relaciones del concejo bajomedieval: Estudio diplomtico de las
cartas concejiles, Guadalajara (1391-1496), Espacio, Tiempo y Forma, Serie III, Historia
Medieval, 10 (1997), pp. 157-182; dem, Estudio diplomtico de la fe como docu-
mento de relacin del concejo bajomedieval: Guadalajara (1457-1469), Anales: Anuario
del centro de la UNED de Calatayud, 4, 1 (1996), pp.149-160; dem, Los mandamientos
del concejo de Guadalajara: 1456-1470, Historia. Instituciones. Documentos, 23 (1996),
pp.339-356.
Escritura y gobierno ciudadano | Carmen del Camino Martnez 41
36 http://archivo.plasencia.es/index.php/carta-de-hermandad-entre-el-concejo-de-
plasencia-y-el-de-talavera.
37 Referencia a estas escrituras no profesionales en el contexto de las corporaciones ciudada-
nas, en Carmen del Camino Martnez, Aprendizaje y modelos grficos: entre el mbito
profesional y el privado, Teaching Writing Learning to Write. Proceedings of the XVIth
Colloquium of the Comit International de Palegraphie Latine, ed. Pamela R. Robinson,
Centre for Late Antique & Medieval Studies, Kings College, London 2010, pp.205-222
(207-208 e imgenes en 213 y 216).
42 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
44 Sirva como ejemplo uno de los trabajos que ha dedicado a estos temas Adelina Romero
Martnez, Diplomtica contable. Las cuentas del concejo de Alcaraz (1453-54 y 145556),
en Homenaje al Profesor Dr. D. Jos Ignacio Fernndez de Viana y Vieites, ed. Rafael Marn
Lpez, Granada, Universidad de Granada, 2012, pp.489-506.
45 Para un enfoque desde la historia de la escritura, vid. M Luisa Pardo Rodrguez, Las
cuentas de la ciudad. Usos y prcticas de escritura en los libros del Mayordomazgo de Sevilla
(1430-1460), en Scripta. An international journal of codicology and palaeography, 8 (2015),
pp.155-166.
46 Sobre los estudios paleogrficos que conviene que acompaen a las ediciones de los libros
de actas vid. supra, nota 15. En la Universidad de Sevilla se han realizado varios trabajos
fin de mster centrados en actas capitulares de distintos concejos y fechas, combinando el
tratamiento diplomtico, codicolgico y paleogrfico. Las conclusiones del dedicado a las
actas carmonenses de 1504 se han publicado en Julio Alberto Ramrez Barrio, Prctica
escrituraria en la escribana concejil de Carmona a travs de las actas capitulares (1504),
en Funciones y prcticas de la escritura. Congreso de Investigadores Noveles en Ciencias Docu-
mentales, Madrid, Universidad Complutense, 2013, pp.201-206.
44 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
47 Para las posibilidades de estudio de estos libros en combinacin con otras fuentes locales
complementarias, remitimos a la comunicacin presentada en estas Jornadas por Adrin
Ares y a un estudio extenso publicado en Adrin Ares Legaspi, Escritura y Sociedad. La
villa de Carmona en 1513, Carmona, Ayuntamiento de Carmona, Servicio Municipal de
Publicaciones, 2015.
48 Figura 7, en la que los tundidores se dirigen al concejo de Carmona.
49 Figura 8. En este caso los vecinos de Alcal de Guadara se dirigen al concejo de Carmona.
Escritura y gobierno ciudadano | Carmen del Camino Martnez 45
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50 Figura 9.
51 Hemos seleccionado en la figura 10 un escrito dirigido en 1531 por el conde de Gelves
al concejo de Carmona, donde destaca la caligrafa humanstica del que deducimos puede
ser su secretario y que contrasta con las gticas cursivas que prevalecen en los libros de actas
de este momento, as como en buena parte de estas comunicaciones, cuyo tenor documental
suele estar elaborado por escribanos o amanuenses vinculados a la escribana concejil o por
los escribanos del nmero de Carmona.
52 En la figura 11 reproducimos una respuesta de la condesa de Piedrahta al concejo de
Toledo, donde resalta la correcta cortesana del escribano frente a la gtica cursiva no tipifi-
cada de la suscripcin.
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Escritura y gobierno ciudadano | Carmen del Camino Martnez 49
Figura 4. Parecer del letrado. Archivo Municipal de Carmona, Actas Capitulares, 1504.
Figura 5. El doctor Alonso Ramrez. 1497. AMTO, Fondo histrico, caja 298.
52 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
Figura 6. Gmez Manrique, corregidor de Toledo. 1474. AMTO, Fondo histrico, caja 298.
Figura 11. Triste condesa presta a lo que vos plazer. Piedrahta 1493.
AMTO, Fondo histrico, caja 298.
La escribana concejil al servicio
de la comunidad urbana medieval1
Jos Miguel Lpez Villalba
UNED
En un principio pudiese parecer que el ttulo de este trabajo resulta una expre-
sin demasiado extendida, que nos encontramos ante un enunciado inmo-
deradamente permeable, excesivamente abierto. Pero es, sin duda alguna, el
resultado de la bsqueda definitoria de un camino que traspasar estas pginas
y que podr permitir la renovacin de objetivos, amplindolos, modificndolos
o revisndolos, y de este modo analizar algunas proposiciones desde el cobijo de
la expresin comunidad urbana que lleva implcito un variado simbolismo.
La convivencia humana, sea en el campo o en la ciudad, ha dado lugar
desde tiempos pretritos a colectividades que han coexistido juntas en mayor
o menor medida. Esa relacin representada en el mbito urbano ha sido defi-
nida de diferentes maneras. Una de las cuales, que bien podra ser aplicada al
mundo medieval, ha sido elegida por su extrema sencillez: Comunidad urbana
es el conjunto de individuos organizados y establecidos en un mismo territorio
que, por su extensin y desarrollo, formara una ciudad2. Esta enunciacin
hace mencin al espacio fsico constituido por diferentes edificaciones junto,
al menos, con una mnima infraestructura de servicios. En estos momentos se
debe hacer una leve alusin a diferentes parmetros geogrficos, sociales, eco-
nmicos y polticos que conformaran el aspecto urbano. El tamao, medido
en nmero de habitantes o de edificios, ha sido uno de los primeros cdigos
para definir una ciudad3. Otro criterio seran las funciones econmicas y den-
57
58 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
7 Un artculo que no ha sufrido la mella del tiempo es el de Horacio Capel Sez, titulado:
La definicin de lo urbano, Estudios Geogrficos, Homenaje al Profesor Manuel de Tern,
138-139 (febrero-mayo 1975), pp.265-301.
8 Afortunadamente las capitales de provincia y algunos de los municipios de cierta entidad
cuentan al presente con pginas en Internet en las cuales por medio de entradas virtuales se
pueden resolver la mayora de los asuntos de los ciudadanos con la administracin urbana.
El uso de estas pginas comenz siendo de tipo informativo y poco a poco han permitido
gestin administrativa de trmites desde conseguir el certificado de empadronamiento a
denunciar una incidencia en la va pblica, pasando por la obtencin del carnet de trans-
porte urbano o la gestin y pago de las denuncias de trfico. Ejemplos del buen hacer de los
ayuntamientos actuales en este acercamiento de la administracin a los ciudadanos podemos
destacar entre las ciudades de tipo medio la pgina electrnica del Ayuntamiento de Vitoria/
Gasteiz. www.vitoria-gasteiz.org, que presenta una portada en la pgina de inicio que con
su distribucin: personas y colectivos, actividades y equipamiento, transportes y mapas,
empresas y desarrollo sostenible, trmites y gobierno local, para finalizar con participa con
tu propuesta, cierra un modelo a imitar. No lo es menos la que presenta el Ayuntamiento
de Gijn que ha obtenido recientemente el premio al mejor servicio de administracin elec-
trnica de Espaa otorgado en el V Congreso Nacional de Innovacin y Servicios Pblicos
(CNIS); www.gijon.es; y entre las pequeas es de destacar la de Guadalajara, de reciente y
atractiva factura: www.guadalajara.es.
60 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
9 Jos Miguel Lpez Villalba, Los estudios diplomticos sobre documentacin muni-
cipal espaola: Una ilusin pasajera?, en Littera Scripta. In honorem Prof. Lope Pascual, ed.
Francisco Marsilla de Pascual, Murcia, Universidad de Murcia, 2002, pp.575-597.
10 Agustn Millares Carlo, Notas bibliogrficas acerca de los Archivos Municipales,
edicin de libros de acuerdos y colecciones de documentos concejiles. Adiciones y rectifica-
ciones, Revista de Historia de Amrica, 35-36 (enero-diciembre 1953), pp.175-208.
La escribana concejil al servicio de la comunidad | Jos M. Lpez Villalba 61
22 El primer anlisis diplomtico de enjundia sobre los libros de acuerdos fue llevado a cabo
por la profesora Sanz Fuentes, a comienzos de la dcada de los aos 90 del pasado siglo:
Mara Josefa Sanz Fuentes, Actas del concejo de Morn de la Frontera. Estudio Diplo-
mtico, en Actas capitulares de Morn de la Frontera (1402-1426), Sevilla, 1992, pp.CXVI-
CXXXI y 3-166. Pocos aos despus se public un completo estudio de la tipologa actas
por Jos Miguel Lpez Villalba, Las actas de sesiones del concejo medieval de Guadalajara,
Madrid, UNED, 1997.
23 Un buen estudio de los cuadros de clasificacin para la documentacin de los municipios
en: Mariano Garca Ruiprez, Tipologa Documental Municipal, Toledo, Consejera de
Educacin y Cultura. Servicio de Publicaciones, 2002.
64 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
24 Ambos modelos han sido tomados de las actas de la segunda mitad del siglo XV, con-
servadas en el archivo municipal de la ciudad de Guadalajara, y que fueron publicadas por
J. M. Lpez Villalba, Las actas de sesiones del concejo.
La escribana concejil al servicio de la comunidad | Jos M. Lpez Villalba 65
25 La llegada de los gitanos a la Pennsula Ibrica estuvo precedida de un largo devenir por
la Europa central donde venan practicando las mismas argucias y donde algunos de ellos
fueron quedndose. Entre las cartas que para justificar su desarraigo presentaban ante las
autoridades destacan la del emperador alemn Segismundo, rey de Hungra, o la del papa
Martn V. Algunas de ellas manifiestan, segn los especialistas, claros sntomas de falsedad
o caducidad. Por ejemplo la que presentaron del rey de Polonia al humanista Lorenzo Pal-
mireno en la Universidad de Zaragoza ya en fechas avanzadas del siglo XVI. F. M. Pabar,
Historia de los gitanos, Madrid, 1980 (Ed. Facsimilar de la edicin de 1914).
26 La carta de seguro ha sido publicada por Istvn Szszdi Len-Borja, Consideracio-
nes sobre las cartas de seguro hngaras e hispanas a favor de los egipcianos, En la Espaa
medieval, 28 (2005), pp.213-227.
27 dem, Consideraciones sobre las cartas de seguro hngaras e hispanas, p.219.
66 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
comunidad. Ni que decir tiene que en los siglos finales de la Edad Media, los
concejos estaban en manos de grupos elitistas y que algunos de ellos, particu-
larmente endogmicos, manejaban a su antojo la gestin municipal. Pero, por
idntico motivo, no se puede negar que las consecuencias que sus decisiones
acarreaban eran notorias para el resto de los vecinos y moradores, privilegiados
o no. Es ms, el reflejo de las secuelas lo era en mayor proporcin negativa para
el comn, el conjunto de aquellos personajes, artesanos, jornaleros, pastores
o de labor desconocida que lejanos a las esferas de los favorecidos por la for-
tuna, generalmente salan mal parados de muchos asuntos picarescos resueltos
interesadamente. Por otro lado, solo en escasas oportunidades pudieron los
integrantes del comn manifestar sus verdicas opiniones sobre los asuntos
tratados y menos an hacerlas valer.
Los actuantes requieren de unos pasos prefijados, algunos de los cuales sern
documentados, pero pocos de ellos conservados porque el concepto de expe-
diente, como acumulacin de unidades archivsticas simples, ser posterior.
Los escribanos recogan por medio de sus escritos las decisiones de aquellos
grupos dominantes que conformaban el devenir cotidiano de la comunidad.
Todo lo que se reflejaba por escrito, dentro de la produccin habitual de la
oficina municipal, estaba destinado al disfrute o punicin del conjunto de la
comunidad. As, principalmente en los libros de acuerdos, en las ordenanzas y
en los consecuentes mandamientos de cualquier tipo, est el reflejo del come-
tido diario del colectivo que domina el concejo, generalmente por medio del
ejercicio de las regiduras31.
Saber distinguir generalidades de casos particulares facilita el conocimiento
de la realidad cotidiana, pero como se trata de dar una visin general, no nos
entretendremos ms en estas opiniones, y habremos de ver el funcionamiento
de la escribana concejil por medio de un ejemplo ms detallado de trmite
administrativo en la misma ciudad de Guadalajara, que en aquel tiempo era
una de las dieciocho ciudades con voto en Cortes32.
derechos de asistir a las Cortes. Por ello en las Cortes de Valladolid de 1425, nicamente
asistieron 12 ciudades, entre ellas: Burgos, Toledo, Len, vila, Salamanca y Cuenca. La
estabilizacin en el nmero llegara en las Cortes de Madrid de 1435, cuando el grupo se
aument a 17, aadindose: Soria, Madrid, Toro, Guadalajara y Valladolid. En 1492 se
uni Granada y este nmero de 18 durar hasta el reinado de Felipe IV, cuando en 1623 se
concedan dos procuradores a Galicia y el 21 de diciembre de 1650 se rompa el monopolio
definitivamente por medio de la venta del voto en Cortes, cuestin que rpidamente apro-
vech Extremadura. Vladimir Piskorski, Las Cortes de Castilla en el periodo de Transito de
la Edad Media a la Moderna (1188-1520), Ediciones El Albir, 1977.
33 Desde el punto de vista histrico resulta muy meritorio el anlisis realizado por Fran-
cisco Javier Barbadillo Alonso, y Natividad Gutirrez Dubla, El debate del abasto de
pescado a Guadalajara en 1500, Actas del IV encuentro de Historiadores del Valle del Henares,
Guadalajara, (1994), pp.93-102.
La escribana concejil al servicio de la comunidad | Jos M. Lpez Villalba 69
ciativa privada, de modo que el abasto de las ciudades se rige por las leyes del
mercado libre. No obstante lo dicho, en muchas poblaciones medievales, los
concejos, por falta de medios administraban indirectamente los servicios muni-
cipalizados cediendo la gestin a particulares mediante un contrato. Dicha
contratacin era ganada por medio de una subasta, que resultaba el procedi-
miento ms frecuente de contratacin municipal y que se llevaba a cabo por
medio de ofertas cerradas. Una vez ganada por alguno de los postulantes, este
se comprometa al desempeo de sus compromisos satisfaciendo determinadas
prestaciones, siempre claro est que se diesen las condiciones pactadas en el
contrato, y todo ello por un importe negociado. La diferencia, entre dicho pre-
cio y el coste real constitua el beneficio logrado por el contratista, que reciba
el nombre de obligado y su oferta en la cual quedaba detallado el precio y las
condiciones del contrato, se conoca como postura.
El proceso documental pasaba por el anuncio de la subasta por medio de
un pregn, a continuacin por la presentacin de las pujas, de las que quedaba
constancia en las actas de las sesiones, y para el pujador se extenda un tras-
lado de la recepcin de dichas propuestas, por medio de un fe y, finalmente,
despus completado el proceso y lograda la concesin, el concejo dictaba una
resolucin, conocida con el nombre de remate, por medio de la cual se con-
ceda temporalmente la gestin de un determinado servicio a un particular.
El documento final que formalizaba el contrato, generalmente de un ao de
duracin, se resolva por medio de una carta de obligacin.
Para entender convenientemente este asunto del abasto del pescado en la
ciudad alcarrea es necesario conocer algo de la singular disposicin que pre-
sentaban los rganos de gobierno del concejo tardomedieval de Guadalajara.
Desde 1405, el citado ayuntamiento se rega por dos secciones diferenciadas:
Concejo y Regimiento. A las reuniones del primero asistan los alcaldes ordina-
rios, el alguacil y otros oficiales de menor entidad, junto con los regidores, en
un total de ocho, ms los representantes de los caballeros y escuderos, adems
de los llamados hombres buenos del comn, de los que destacaba el subgrupo
de los quatro, que representaban a las cuatro collaciones o parroquias prin-
cipales: Santa Mara, San Gil, San Nicols y Santiago. El Regimiento estaba
formado en exclusividad por los miembros de este estamento.
La pregunta que nos podemos formular en este momento es: Cmo fun-
cionaban desde esta dualidad? Salvando hartas distancias, que las hay lgica-
mente, podramos asemejar el Concejo al Ayuntamiento Pleno de la actualidad
y el Regimiento a su correspondiente Comisin de Gobierno. Es cierto que
el Regimiento con el paso de los aos, sobre todo con la llegada de la Edad
70 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
Moderna y las nuevas formas de entender la poltica local, fue restando compe-
tencia al Concejo. Pero en definitiva, qu es la Historia del Rgimen Local en
aquellos aos, sino el reflejo de la reduccin de poder de los Concejos, ms o
menos plurales, aunque siempre lejos de aquellos concejos abiertos tan idlicos
como inoperantes, que se mantuvieron como posibles a mediados del siglo
pasado por los medievalistas del momento, y su consuncin por Regimientos
plagados de funcionarios procedentes de los grupos privilegiados de la ciudad.
En el tema que nos ocupa, la contratacin de abastos, los regidores guadala-
jareos intervenan en las fases de iniciacin y tramitacin del procedimiento,
pero a la hora de la resolucin del mismo, esta decisin corresponda al Con-
cejo pleno. Este reparto de competencias queda muy claro en el discurrir de
las sesiones, recogidas alternativamente en los libros de asiento de las mismas.
Sigamos ahora el proceso ms detallado del arriendo del suministro de pes-
cado en Guadalajara para el ao 1500. Resultaba un procedimiento similar al
que se utilizaba para la contratacin de las rentas reales e incluso se podra decir
que al que se sigue hoy en da para cualquier actuacin de este tenor. Diplo-
mticamente hablando estamos ante un proceso administrativo complejo, que
produca una gran cantidad de asientos en los libros de actas, pero igualmente
bastantes documentos singularizados, propios de las actuaciones previas a la
resolucin definitiva del asunto.
La falta de las actas de sesiones del ao 1499, impide datar con exactitud
el primer acto del proceso de iniciacin. Aun as, y conociendo otros proce-
dimientos similares en su integridad, podemos reconstruir que el Gobierno
pleno de la ciudad, como cada ao, necesitaba regular el compromiso del
abasto de ese producto y se design a unos regidores para que gestionaran el
asunto, todo lo mencionado quedara recogido en su momento en el libro de
acuerdos del Concejo.
En segundo lugar, una vez reunidos los regidores designados otorgaran
un acuerdo, primer documento exento del proceso, por medio del mismo se
recogera la orden de pregonar en los lugares acostumbrados la apertura del
plazo para las ofertas. Estamos ante la presencia de dos documentos claves para
el desarrollo de las actividades de una oficina municipal y su comunicacin a
los habitantes de la poblacin: los mandatos y los pregones.
Las actas, producto de las sesiones de los concejos medievales, recogan
los acuerdos planteados en cada ayuntamiento. Generalmente los acuerdos
de menor jerarqua se comunicaban de forma oral, ahora bien, los concier-
tos que revestan una cierta importancia y por lo tanto no era suficiente una
mera informacin daban pie a un documento determinado que resultaba el
La escribana concejil al servicio de la comunidad | Jos M. Lpez Villalba 71
domo, y Juan Nez de Toledo, del estado de los caballeros. Este ltimo per-
sonaje, que s acostumbraba asistir a las sesiones, y haba estado presente en el
remate del mismo da, es posiblemente el aliado del regidor Francisco de Torres
en contra de lo determinado por los regidores colaboradores en el remate. En
este momento de la narracin, me atrevera a decir, acogindome a los ritmos
cronolgicos de dicha sesin, que pudo ser su confidente en el acto y que le
mandara un aviso para que acudiese a la misma, porque su irrupcin en la sala y
su contradiccin de lo acordado suceden en los ltimos compases de la reunin.
Ante la avalancha de acontecimientos, el Concejo pleno decide reunirse
cinco das ms tarde, el 27 de enero, para atender las nuevas reclamaciones
que, intuyen con meridiana claridad, han de florecer una vez que se ha admi-
tido la primera. Efectivamente, llegado el citado da 27 se presentaron tres
reclamaciones, una del regidor Lope de Torres, otra de Fernando de Velasco,
en nombre del estado de los caballeros y escuderos, y finalmente, otra por el
bachiller Fernando Lpez de Buenda, en nombre de los del comn que ende
estaban 38. Este ltimo demandante propuso asimismo que se abriese un nuevo
plazo para que se postulasen los distintos e inesperados peticionarios y que de
este modo se pudiesen bajar los precios del primer remate. El bachiller Lpez
de Buenda lleg a proponer que si no hubiese solicitantes para la obligacin
del pescado, que: non aya obligados, salvo que lo vendan todos 39. Es decir, el
escndalo por los precios aprobados deba ser de tal magnitud que un sector
prefera, llegados a estas alturas, que el suministro del pescado fuera resuelto
por el juego de la libre competencia.
Surge a raz de estos hechos la opcin de una nueva postura, la del jurado
Antonio de Buenda, que present sustanciosas depreciaciones sobre los costes
anteriores. Ante estas menguas de precio, emerge otra sorpresa que conlleva un
acto administrativo en toda regla, la retirada de la puja de Pedro de Logroo,
quien a pesar de tener un testimonio escrito de plena validez, una carta de
obligacin que haba sido otorgada por el Concejo pleno como resultado de
un acto jurdicamente firme a su favor, la invalida y renuncia a los derechos
expresados en la citada carta de obligacin. Por medio de dicho documento,
que obraba en su poder, podra haber obtenido la cantidad de 50.000 marave-
ds, que era la pena aceptada por el concejo en el supuesto de que el gobierno
local rescindiese el contrato para aceptar una oferta mejor.
38 Ibdem, f. 5v.
39 Ibdem, f. 5v.
La escribana concejil al servicio de la comunidad | Jos M. Lpez Villalba 75
40 A pesar del paso de los aos y del sesgo propagandista que subyace en las pginas del
estudio, la obra de referencia sigue siendo la de Francisco Layna Serrano, Historia de
Guadalajara y sus Mendozas en los siglos XV y XVI, Madrid, CSIC, 1942. Reedicin: Aache
ediciones, Guadalajara, 1993.
La escribana concejil al servicio de la comunidad | Jos M. Lpez Villalba 77
La comunicacin de la norma
43 Entre una dilatada bibliografa se han de sealar nicamente algunos estudios clsicos:
Aquilino Iglesias Ferreiro, La creacin del derecho: una historia de la formacin de un
derecho estatal espaol, Barcelona, Editorial Signo, 1992, 2 volmenes. Jos Luis Escudero
Lpez, Administracin y estado en la Espaa Moderna, Valladolid, Junta de Castilla y Len,
1999; dem, Curso de Historia del Derecho: fuentes e instituciones poltico-administrativas,
Madrid, 1985. Luis Garca de Valdeavellano, Curso de Historia de las Instituciones Espa-
olas: de los orgenes a la Edad Media, Madrid, Alianza Editorial, 1986.
44 Antonio Embid Irujo, Ordenanzas y reglamentos municipales en el derecho espaol,
Madrid, IEAL., 1978, p.45.
La escribana concejil al servicio de la comunidad | Jos M. Lpez Villalba 79
las normas nos han llegado bajo el amparo de la tipologa actas, porque reflejan
la garanta de lo acordado por medio de la ratificacin de los signatarios.
As vemos aleatoriamente, a modo de primer ejemplo, unas ordenanzas de
la ciudad de Betanzos. Por medio de dichos ordenamientos locales escritos al
menos desde fines del siglo XV y cuyas noticias durante el siglo XVI aumentan
considerablemente en la documentacin que en un Libro de las ordenanzas
viejas de la dicha ibdad, recoge algunas de las mismas46. En la edicin que
public el profesor Garca Oro, sobre los restos de las normas susodichas, resul-
tado del rastreo en el Registro General del Sello, se contempla la tipologa de
acta como sustentculo de dichas pautas47. Las correspondientes a diciembre de
1493, que tratan sobre la regulacin de las ventas en la ciudad, comienzan por
la datacin crnica y tpica como marco al acta que refleja las actuaciones jur-
dicas donde se aprobaron por los oficiales locales. A continuacin se manifiesta
nuevamente la data, en esta ocasin exclusivamente tpica sealando el lugar
exacto de la reunin: las casas de consistorio de la dicha ibdad y ayuntamiento
del conejo, a la vez que da paso a la intitulacin desarrollada y completa
de todos los asistentes a la reunin. Sigue la exposicin que incluye un breve
exordio justificativo de la realizacin de las mismas: por servicio de Dios e de la
seora Santa Mara, su gloriosa madre, a cuyo respeto e del rey e la rreyna, nuestros
seores, e del bien pblico de la dicha ibdad e de sus tierra e trminos e de los
extranjeros,. Contina la exposicin explicando las causas que motivan la
promulgacin de la ordenanza en la que seala la inexistencia de un lugar fijo
donde encontrar las mercaderas y provisiones necesarias para el abastecimiento
de la ciudad. Despus de un largo discurso sealaron la plaza del Castro como
tal terreno y se comienza la disposicin con la formula: E asy lo mandavan e
mandaron e pronuniavan e pronunciaron por su sentenia, continan aclarando
que la norma aprobada debe obtener el refrendo real: e pedan e suplicaban
al Rey e a la Reyna, nuestros seores, e a los del su Consejo que la confirmasen e
aprovasen e la mandasen confirmar e aprovar. A continuacin se declaran una
serie de disposiciones puntuales para los diferentes usuarios de dicho lugar de
transacciones comerciales.
46 El profesor Garca Oro opina que existe la posibilidad de que dicho libro se utilizase a lo
largo del siglo XVI y que fuese una compilacin documental, de modo que en sus pginas
se acumulasen documentos de carcter real junto con las ordenanzas locales que le daban
ttulo. Jos Garca Oro, Ordenanzas municipales de Betanzos de los siglos XV y XVI.
Estudio y edicin diplomtica, Anuario Brigantino, 10 (1987), pp.17-32.
47 dem, Ordenanzas municipales de Betanzos.
La escribana concejil al servicio de la comunidad | Jos M. Lpez Villalba 81
A modo de colofn
50 Ibdem, f. 6r.
51 AMGU, 1H0084A, f. 24r.
84 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
Los oficiales del concejo fueron capaces, no solo de custodiar los libros
esenciales en el ejercicio futuro de sus derechos: Libros de privilegios, ordenan-
zas, libros de asientos de los acuerdos, diplomas reales, etc., sino igualmente
aquellos documentos, que hoy en da pueden ser evaluados, equvocamente
entiendo, como de carcter menor, pero que en el desarrollo habitual de las
funciones del concejo medieval representaban un valor muy elevado. La difi-
cultad en el mantenimiento y salvaguarda de la totalidad documental, tanto
de la produccin como de la recepcin que en los siglos medievales vivieron
las escribanas municipales, nos hace inferir que seran aquellos documentos
relativos a la conscriptio, es decir, de la resolucin de los procesos administrati-
vos o judiciales, los afortunados en la eleccin. Una alternativa que les otorg
una vida mucho ms prolongada y en algunos casos rayana en la perennidad.
As pues, conocer en profundidad el funcionamiento de una escribana
municipal no es nicamente seguir la pista que los mltiples documentos
vivos dibujan en los trayectos de las actuaciones administrativas abiertas, sino
entender que ese supuesto final de travesa que es el archivo municipal, no es,
ni mucho menos definitivo, sino que los testimonios se encuentran a la espera
de un maana, donde volvern a recorrer las vas de la administracin concejil.
Por ello, el archivo municipal era, y en muchos casos contina siendo, el mayor
activo financiero que poseen los gobiernos ciudadanos, tanto para defender sus
derechos como para acometer sus compromisos como urbe. Adems, por si
fuera poco y gracias a ello, igualmente les prevena de complicadas situaciones
administrativas y jurdicas.
En otro orden de cosas, en estas postreras lneas debemos quedarnos con la
idea de que la prctica gubernativa est profundamente vinculada a la oficina
municipal y viceversa. En efecto, existe una reciprocidad tan evidente, y a la
vez tan ineludible, que si cualquier procedimiento est viciado, polticamente
hablando, los escribanos participan de l y por el contrario si la tramitacin
est maleada administrativamente, la gobernanza local queda implicada.
La actuacin ciertamente poltica de todos los protagonistas de esa subasta
que hemos referido podra haber contrastado con la actuacin de un escribano
que hubiese negado la plasmacin de innegables evidencias de prevaricacin
basada en cierta informacin privilegiada, que indudablemente es ignorada
por terceros. No parece que sea este el caso, en realidad se limit a recoger
los acontecimientos y como fiel testigo fue dejando su impronta de todos los
hechos sobrevenidos. Pero hay algo ms importante, puesto que al mismo
tiempo que sirve como salvaguarda de los intereses de la comunidad al recoger
cada uno de los acontecimientos, pasa a ser cmplice de la Historia. Y lo es
La escribana concejil al servicio de la comunidad | Jos M. Lpez Villalba 85
52 Jos Mara Garca Marn, La burocracia castellana bajo los Austrias, Madrid, Instituto
Nacional de Administracin Pblica, 1986, p.57.
86 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
Fuentes
Bibliografa
53 Entre los trabajos de los investigadores que se han acercado recientemente a los docu-
mentos producidos en las oficinas municipales, se debe significar el excelente estudio que
sobre los libros de cuentas de los mayordomos de concejo ha sido acometido por el profesor
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Escribir la fe pblica en la ciudad:
los notarios*
Asuncin Blasco Martnez
Universidad de Zaragoza
0. Introduccin
En 1992, con motivo del I Congreso del Notariado cataln, que se celebr
en Barcelona, comenc a estudiar los documentos que durante aos haba ido
recopilando sobre el notariado de Aragn, y con la ayuda de la bibliografa
existente escrib un texto largo, de casi cien pginas. Han pasado ms de veinte
aos durante los cuales el tema no ha dejado de interesarme: he seguido reco-
pilando material en los archivos (preferentemente en los registros de cancillera
real y en protocolos notariales de los siglos XIV y XV) y recogiendo lo que se
segua publicando al respecto, que no es poco, porque la investigacin sobre
el notariado ha seguido y sigue interesando cada vez ms, aqu y en el resto de
Espaa, y as lo demuestran los estudios publicados a lo largo de estos ltimos
20 aos sobre Andaluca (P. Ostos1, M. L. Pardo2, M. L. Garca Valverde3,
* Este estudio se inscribe dentro de las lneas de trabajo del Grupo Consolidado de Inves-
tigacin Aplicada DAMMA, de la Universidad de Zaragoza, financiado por la Diputacin
General de Aragn y el Fondo Social Europeo.
1 Pilar Ostos Salcedo, Los escribanos pblicos de Crdoba en el trnsito de la Edad
Media a la Edad Moderna: Una aproximacin, en El notariado andaluz en el trnsito de la
Edad Media a la Edad Moderna: I jornadas sobre el notariado en Andaluca, del 23 al 25 de
febrero de 1994, coords. Mara Luisa Pardo y Pilar Ostos, Sevilla, Ilustre Colegio Notarial,
1995, pp.171-256; Aranceles notariales de Crdoba (1482-1495), Historia. Instituciones.
Documentos, 25 (1998), pp.503-524; Notariado, documentos notariales y Pedro Gonzlez de
Hoces, Sevilla, Servicio de Publicaciones, Universidad de Crdoba, 2005; Los escribanos
pblicos y la validacin documental, en La validacin de los documentos: pasado, presente y
futuro: Octavas jornadas archivsticas, coord. Remedios Rey de las Peas, Diputacin Provin-
cial de Huelva, 2007, pp.27-42; Regla de la Cofrada de los escribanos pblicos de Crdoba
(1570), en Estudios en memoria del profesor Dr. Carlos Sez: Homenaje, coord. M del Val
91
92 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
5 Juan de la Obra Sierra, Aproximacin al estudio de los escribanos pblicos del nmero
en Granada (1497-1520), en El notariado andaluz en el trnsito de la Edad Media a la Edad
Moderna: I jornadas sobre el notariado en Andaluca, del 23 al 25 de febrero de 1994, coords.
Mara Luisa Pardo y Pilar Ostos, Sevilla, Ilustre Colegio Notarial, 1995, pp.127-170.
6 Mara Jos Osorio Prez, Escribanos e instituciones: un conflicto de intereses entre los
escribanos pblicos del nmero y los del Rey en la Granada del Quinientos, en El nervio de
la repblica: el oficio de escribano en el Siglo de Oro, ed. lit. Enrique Villalba Prez y Emilio
Torn, Madrid, Calambur, 2010, pp.237-258; Escribanos versus escribanos: oficio, poder
y promocin social, en Alma littera: estudios dedicados al profesor Jos Manuel Ruiz Asencio,
coords. Marta Herrero de la Fuente, Mauricio Herrero Jimnez, Irene Ruiz Albi,
Francisco J. Molina de la Torre, Universidad de Valladolid, 2014, pp.467-483.
7 Mara Dolores Rojas Vaca, Notariado pblico y documento notarial en Jerez de la
Frontera en el trnsito a la Modernidad, en El notariado andaluz en el trnsito de la Edad
Media a la Edad Moderna: I jornadas sobre el notariado en Andaluca, del 23 al 25 de febrero
de 1994, coords. Mara Luisa Pardo y Pilar Ostos, Sevilla, Ilustre Colegio Notarial, 1995,
pp.293-338; Los inicios del notariado pblico en el reino de Castilla. Aportacin a su
estudio, Anuario de Estudios Medievales, 31/1 (2001), pp.329-400.
8 Rosa Mara Blasco Martnez, Una aproximacin a la institucin notarial en Cantabria:
desde sus orgenes a la Ley del notariado, Santander, Universidad de Cantabria, 1990.
9 Mara del Pilar Rbade Obrad, Las lugartenencias de escribanas como conflicto: un
ejemplo de la poca de los Reyes Catlicos, Espacio, Tiempo y Forma, Serie III, Historia Medie-
val, V (1992), pp.211-228; El acceso al oficio notarial en el siglo XV: la toma de posesin
de Juan Gonzlez de Madrid, Anales del Instituto de Estudios Madrileos, 35 (1995), pp.361-
388, y El mal uso del oficio notarial en el Madrid del siglo XV: el caso de Alonso Prez de
la Plazuela, Cuadernos de Historia de Espaa, 76 (2000), pp.139-154; Orgenes del notariado
madrileo: los escribanos pblicos en el siglo XV, Madrid, Colegios Notariales de Espaa, 2001.
10 ngel Riesco Terrero, El notariado castellano bajomedieval (siglos XIV-XV): historia
de esta institucin y de la produccin documental de los notarios hasta el reinado de Isabel
I de Castilla, en Jornadas cientficas sobre documentacin de la Corona de Castilla (siglos XIII-
XIV), ed. J. C. Galende Daz, Madrid, Universidad Complutense, 2003, pp.175-225.
11 Miguel ngel Extremera Extremera, El delito en el archivo. De escribanos, falsea-
dores y otras gentes de mal vivir en la Castilla del Antiguo Rgimen, Hispania. Revista
Espaola de Historia, vol. 65, n 220 (2005), pp.465-484.
12 Laure Pagarolas i Sabat, Notaris i auxiliars de la funci notarial a les escrivanies de
la Barcelona medieval, Lligall, 8 (1994), pp.54-71; Los archivos notariales. Qu son y cmo
se tratan, Barcelona, Ed. Trea, 2007. dem, en colaboracin con Montserrat Gmez i Pont,
El col.legi de notaris de Barcelona: histria de la seu duna instituci civil catalana, Barcelona,
Il.lustre Col.legi de Notaris de Barcelona, 1995.
13 Daniel Piol Alabart, El notariat pblic al Camp de Tarragona: histria, activitat, escrip-
tura i societat (segles XIII-XIV), Barcelona, Pags, 2000; El Col.legi de Notaris de Tarra-
gona, Ius Fugit: Revista interdisciplinar de estudios histricos y jurdicos, 12 (2003), pp.197-
220; Notaris i cultura escrita al Camp de Tarragona: lescriptura gtica en els manuals
94 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
1. El notario/escribano
Las leyes sobre el notariado son antiguas: remontan a los fueros26. En los aos
siguientes a su promulgacin, los reyes se ocuparon de reglamentar la institucin
mediante leyes y privilegios en diversas ocasiones, y lo mismo hicieron los monar-
cas de finales del siglo XIV (Juan I) y comienzos del sigloXV, concretamente
Fernando I de Trastmara, aunque que yo sepa apenas se ha dicho nada al
respecto, quizs porque la normativa de 1414 sobre los notarios pblicos de Zara-
goza se halla inserta en unas ordenanzas generales para esa ciudad, dentro de un
apartado dedicado al notario de los jurados. All se incluye una reglamentacin
amplia y completa sobre los notarios de nmero de la ciudad27 que responde a lo
que en la prctica se vena haciendo a lo largo del siglo XIV y a lo que en 1391
ya haba legislado Juan I, cuando trat de evitar la venta indiscriminada de las
notaras y la prdida o extravo de los libros notariales autorizando a los jurados
de Zaragoza para que, junto con los miembros del Consejo o la mayor parte de
ellos, proveyeran las notaras de nmero de la ciudad que quedaran vacantes y
controlaran el traspaso de los protocolos28.
Resulta cuando menos curioso que esta normativa, de corte aragons, se
diera al comienzo del reinado de un monarca recin llegado de Castilla, aunque
las cosas cuadran un poco ms si se tiene en cuenta a) que el rey Fernando no
lo hizo motu proprio sino a iniciativa del gobierno municipal, y b) que cuando
decidi atender el requerimiento de los muncipes zaragozanos encomend la
tarea a uno de los juristas ms expertos del reino: Berenguer de Bardaj, que
desempe un papel muy destacado en la historia aragonesa de su tiempo. Las
nuevas ordenanzas fueron presentadas al rey para su aprobacin en Cambrils,
el 10 de diciembre de 1414 y el 22 de ese mismo mes fueron publicadas por
el infante Alfonso en las Casas del Puente de Zaragoza, sede municipal, en
sesin plenaria. La normativa se ocupaba preferentemente de los dos puntos
ya esbozados en 1391 por Juan I.
28 El elegido, que deba ser vecino o hijo de vecino y estar domiciliado en la ciudad, tena
que abonar mil sueldos jaqueses. Caso de que algn notario de nmero quisiera renunciar
o vender la notara que desempeaba, podra hacerlo, siempre y cuando se la confiara a
una persona apta e idnea, a la que traspasara sus notas. Deba contar con el beneplcito
de los jurados. El precio de la transaccin en principio era libre, pero el comprador no
podra venderla por un precio superior a 1.500 sueldos. M. Mora y Gaud, Ordinaciones,
pp.255-256.
29 El 14 de enero de 1418 Domingo el Cataln, menor de das, hijo de Mateo, difunto,
habitante en El Frasno, se firma con Pedro Serrano, notario pblico y ciudadano de Zara-
goza, como mozo, sirviente y aprendiz al oficio del arte de notara, por tres aos. Recibir
vestido y calzado, adems de la manutencin. Archivo Histrico de Protocolos de Zaragoza
(AHPZ), Miguel de Aguiln, 1418, f. 15r.
98 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
El aspirante deba ser capaz de poner por escrito lo que vea y sus clientes le
contaban con un lenguaje protocolario y preciso, lo que le exiga tener ciertas
nociones de derecho, gramtica y tcnica formularia, unas materias que no se
aprendan ni en las escuelas de gramtica ni en los estudios generales sino junto
a otro notario, sea de nmero o general30, y de forma individualizada. De esta
manera se procuraba que la prctica de la notara constituyera una especie de
secreto profesional cuyo acceso quedaba restringido a ciertas familias, donde
los hijos y sobrinos sucedan a sus padres y tos, sin solucin de continuidad,
en la explotacin del monopolio de la fe pblica y en el control de los centros
de poder a partir de la informacin recabada en sus oficinas: informacin que
deban guardar celosamente y al final de sus das transmitir a sus sucesores. Los
que no tenan la suerte de pertenecer a una saga de notarios, siempre podan
aprender el oficio junto a un notario (general o de nmero) que se brindara a
mostrrselo a cambio de servicio y otras cosas.
El contrato entre el discpulo y el que deba ser su maestro se haca ante
otro notario. El tiempo de aprendizaje dependa del instructor y del alumno:
poda oscilar entre uno y seis aos31. El aspirante generalmente no reciba
estipendio32, antes al contrario, sola pagar por la enseanza, la manutencin,
el vestido y el calzado en dinero o en especie33. No haba un tope a la hora
de transmitir conocimientos: tanto quanto mostrarle podredes et el apren-
der ende podra34. Como garantizadores de estos contratos solan actuar los
padres del discpulo u otros allegados. Cuando se trataba de un aprendiz
aventajado, y no tan nio, l mismo se responsabilizaba de sus actos: es el
caso de Antn Cortit, natural de Alpartil, que en 1410 se contrat como
sirviente y aprendiz con Pascual Alegre Dueso, notario pblico y ciudadano
30 El 6 de octubre de 1361 Jaime Alegret, vecino de Zaragoza, firma a su hijo Jaime como
sirviente, mancebo y aprendiz con Lop de Ferrera, notario general de esa ciudad, por dos
aos. Promete entregar al maestro 100 sueldos que le mantendr y le proporcionar vestido
y calzado. AHPZ, Pedro Snchez de Monzn, 1371, f. 110r.
31 En su da di a conocer unos cuantos contratos de aprendizaje: A. Blasco, El notariado
en Aragn, pp.207-208, y en los ltimos aos se han publicado ms, pero todava sigue
habiendo muchos inditos.
32 A. Blasco, El notariado en Aragn, apndice documental 1, p.236.
33 Ibdem, apndice documental 16, pp.255-256. En 1375 Jaime Garcs, de Jnovas, se
firma como aprendiz al oficio de la notara con Martn dOto, notario pblico de Zaragoza,
por un ao. Recibir manutencin del maestro, pero para paliar los gastos que su estancia
ocasione le entregar tres cahces de trigo y 80 sueldos jaqueses. AHPZ, Vicente de Rodilla,
1375, ff. 292v-293r.
34 AHPZ, Juan Blasco de Azuara, 1396, f. 281v, y Juan de Peramn, 1422.X.18 (s.f.).
Escribir la fe pblica en la ciudad: los notarios | Asuncin Blasco Martnez 99
5. Tipos de notarios
Para obtener el ttulo de notario era preciso superar una prueba ante la
autoridad que le fuese a conferir la fe pblica: rey, arzobispo, obispo, castelln
de Amposta, los muncipes
35 Sin duda Antn tena ya cierta edad, pues fue l quien se responsabiliz del contrato.
AHPZ, Juan Andreviza, 1410.V.22, f. 123r.
36 J. M. Cruselles, Els notaris de la ciutat de Valncia, p.50.
37 AHPZ, Fernando Prez de Samper, 1396, f. 25r.
38 Prothocolla sive capibrevia notularum ut eterne memoriae, Archivo de la Corona de
Aragn (ACA), reg. 882, f. 192r (1346).
100 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
la titulacin notarial del rey46 mientras que otros eran notarios de nmero,
como Juan de Bierge47. Una duplicidad que a veces gener problemas, como
aconteci con Juan Benet, notario pblico de Barbastro, que casado (primero)
y tonsurado (despus) en un momento dado (1471) fue detenido por Francisco
Garcs, justicia de esa ciudad, y enviado a la crcel: no tard en personarse
all mosn Manuel Gmez, lugarteniente de oficial de la iglesia colegial, recla-
mando al preso que aduca al ser coronado, es decir tonsurado, se hallaba
bajo su jurisdiccin48. Quizs por eso, para determinados asuntos la Iglesia
prefera recurrir a los notarios de la ciudad.
46 A mediados del siglo XIV recibieron esta doble titulacin, entre otros, Martn Ximnez
de Uncastillo y Pedro Lpez del Frago, de Zaragoza. AHPZ, Pedro Loarre, 1356, ff. 26r y
161v.
47 Juan de Bierge, amn de notario pblico por autoridad del seor rey por todos sus
territorios y notario arzobispal por toda la dicesis de la provincia de Zaragoza, era notario
de nmero de esa ciudad. AHPZ, Juan de Bierge,1468, f. 14r.
48 ngel Nasarre Rodrguez, Notarios judeoconversos en Barbastro en la segunda mitad
del siglo XV, Trabajo de DEA presentado y defendido en la Universidad de Zaragoza en
septiembre de 2014, apndice documental 2, pp.151-152. Indito.
49 Manuel Gmez de Valenzuela, Ocho documentos sobre judos del Bajo Aragn.
(1453-1454), Aragn en la Edad Media, X-XI (1993), p.373.
50 Javier Ortiz Arza, La Castellana de Amposta en 1466-1468 a travs de sus captulos
provinciales, Aragn en la Edad Media, XXIV (2013), apndice documental 9, p.323.
102 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
63 Vanse los juramentos prestados por Ramn Amat (1393) y Juan Antich de Bages (1492)
en A. Blasco, El notariado en Aragn, apndice documental 22, y Jos ngel Sesma
Muoz, Notarios, secretarios, escribanos y otros oficiales, en Un ao en la historia de
Aragn: 1492, coord. Jos . Sesma Muoz; Carlos Laliena Corbera; Mara del Carmen
Garca Herrero y ngel San Vicente Pino, Zaragoza, Caja de Ahorros de la Inmaculada,
1992, p.326, respectivamente.
64 La capilla de los notarios del monasterio que en 1468 estaba bajo la advocacin de Santa
Mara (AHPZ, Juan de Bierge, 1468, ff. 43r-43v), en 1492 estaba dedicada a Santa Luca
y San Amador (AHPZ, Martn de la Zaida, 1492, ff. 143r-144r).
65 Las ordenanzas de Juan I de 1391 aludan ya a este oficial concejil, pero fueron las de
Fernando I de 1414 las que reglamentaron su oficio. Mara Isabel Falcn Prez, Orga-
nizacin municipal de Zaragoza en el siglo XV, Zaragoza, Institucin Fernando el Catlico,
1981, pp.163-169.
66 Mora y Gaud, Ordinaciones, p.68.
Escribir la fe pblica en la ciudad: los notarios | Asuncin Blasco Martnez 105
Los que haban recibido el ttulo notarial de los jurados, del papa, de una
autoridad eclesistica o de un seor laico tenan un trabajo asegurado, salvo
que cometieran una infraccin grave. Quienes lo hubiesen obtenido en la
cancillera real, una vez finalizadas las prcticas tenan que buscarse la vida, lo
que no era trivial porque en casi todas las ciudades exista un numerus certus de
fedatarios. Los que pertenecan a una familia de raigambre notarial lo tenan
ms fcil: era cuestin de saber aguardar porque algn da el padre, abuelo o
to fallecera o se retirara y ellos les reemplazaran. Entretanto, podan trabajar
en la notara del familiar como procurador o como ayudante. Los que carecan
de esas expectativas deban sopesar sus posibilidades y disponerse a trabajar
duro, a la espera de un golpe de suerte: una manera de allanar el camino pasaba
por contraer matrimonio con la hija o hermana de un notario72. Si se contaba
73 En 1462 Bartolom Roca, que era notario y haba emparentado haca aos con una
familia de notarios, compr una notara de caja por 5.700 sueldos a Pedro de Oliet, que
tuvo que dejarla por ser incompatible con su nuevo cargo de secretario del rey de Navarra.
S. Lozano, La familia y el trabajo, p.69.
74 Caso de Sancho Lpez de Olmeda, que fue protonotario en la cancillera de Pedro el
Ceremonioso cuando este era infante (Francisco Sevillano Colom, Apuntes para el estu-
dio de la Cancillera de Pedro IV el Ceremonioso, Anuario de Historia del Derecho Espaol,
XX (1950), p.173), de Francisco de Prohome, que ocup ese mismo cargo a mediados del
siglo XIV (ibdem, p.173), y de Gil Prez de Buisn, que en 1325 era escribano del rey
(AHPZ, Martnez de Teruel, 1325, ff. 70r, 87v y 137r).
75 En 1356 Ramn Amat, notario pblico por autoridad real, rega el oficio de la escri-
bana del zalmedina, mientras que Alfonso Martnez de Monterde y Blasco Aznrez de
Ans, notarios generales por autoridad real por todo el reino de Aragn, eran scrivientes
en la scrivania de la cort del zalmedina. AHPZ, Pedro Loarre, 1356, ff. 111v, 66v y 87v,
respectivamente. En 1405 rega dicha escribana Pedro Alfonso de Pero Lajusticia, notario
y ciudadano de Zaragoza. AHPZ, Pedro Snchez de Biel, 1405.VII.11.
76 Concretamente, Miguel Prez de Morillo en 1308, y Pedro Gurrea en 1332. ngel
Canellas Lpez, Diplomatario medieval de la Casa de ganaderos de Zaragoza, Zaragoza,
Sociedad Econmica de Amigos del Pas, 1988, p.102, y Monumenta Diplomatica Arago-
nensia, Los cartularios de San Salvador de Zaragoza, Zaragoza, Ibercaja, 1990, IV, p.209,
respectivamente. En 1367 Juan Cavero, notario general, rega la escribana de la corte del
Justicia. AHPZ, Gil Borau, 1367, f. 88r.
77 M. I. Falcn, Organizacin municipal de Zaragoza, p.134.
78 M. I. Falcn, Organizacin municipal de Zaragoza, p.101. Algunos de estos notarios
(Gil de Borau, Juan Blasco de Azuara, Pedro Serrano) optaron por incluir los documen-
tos y escritos que haban redactado como mayordomos de la ciudad en su libro de notas o
protocolo de ese ao, sea de forma intercalada, a lo largo del mismo, o al final, en uno o dos
cuadernillos encuadernados junto con el protocolo. A modo de ejemplo, vase B. Ferrer,
Contribucin a la historia institucional de la mayordoma.
79 M. I. Falcn, Organizacin municipal de Zaragoza, pp.163-168.
80 Cuando podan se decantaban por un notario de la familia: as, en la reunin de los
jurados de Zaragoza de 3 de diciembre de 1456 intervino Antn de Cuerla, menor de das,
notario pblico de esa ciudad, substituydo siquiere regient la scrivania de los senyores
Escribir la fe pblica en la ciudad: los notarios | Asuncin Blasco Martnez 107
jurados por el muy honorable don Anton Martinez de Cuerla, notario publico y escribano
de los seores jurados de aquella. Mora y Gaud, Ordinaciones, p.238.
81 Lo hizo Miguel Roca en 1458 (S. Lozano, La familia y el trabajo, p. 67). En 1511
Martn de la Sala, notario pblico y ciudadano de Jaca, contrat los servicios de Juan Mon-
taner, notario por autoridad real, natural de la villa de Lanage y habitante en Zaragoza, por
un perodo de tres aos y a razn de diez florines anuales, para que le ayudara a l y a su
hermano Juan, tambin notario, asi del arte de la notaria como de otras cosas que ellos
le diran e mandaran de las scrivanias del oficialado y vicariado general de la dicesis de
Jaca, como entre otras personas de cualquier ley, estado o condicion (ngel San Vicente
Pino, Instrumentos para una historia social y econmica del trabajo en Zaragoza en los siglos
XV al XVIII, Zaragoza, Real Sociedad Econmica Aragonesa de Amigos del Pas, 1988, I,
doc. 72, pp.86-87).
82 La ciudad trat de velar por que las disposiciones se cumplieran, pero no se haca; de ah
que ya en 1302 Jaime II diferenciara entre las competencias de los notarios de nmero y las
de quienes no lo eran, ordenando a los notarios generales que se abstuvieran de escriturar
en Zaragoza y sus trminos causas y contratos que no hubiesen iniciado fuera de la ciudad.
Las normas no se cumplieron. A. Blasco, La lucha entre los notarios reales, pp.58-60.
83 ACA, reg. 876, f. 182v.
108 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
Salarios y tasas
Desde antiguo, los fueros y provisiones reales y municipales trataron de
controlar los abusos que a veces se producan en relacin con los ingresos de los
notarios de nmero de la ciudad. A mediados del siglo XV se dio un paso ms
en esta direccin y se regularon los precios que estos fedatarios podan exigir
por su trabajo. Los aranceles entonces aprobados detallaban lo que deberan
percibir en funcin del documento escriturado: testamento, venta de censal,
donacin, contrato matrimonial, permuta, particin, enfiteusis, carta de pago,
etc. Dentro de cada una de estas categoras se estableca una tasa proporcional
a la cuanta escriturada. As, por testamento, codicilo, inventario, donacin
causa mortis, donacin inter vivos y particiones el fedatario percibira 10 sueldos
si la suma del negocio escriturado era inferior a mil, 20 sueldos si la cantidad
oscilaba entre mil y dos mil, 25 sueldos caso de que estuviese entre dos y tres
mil, y as sucesivamente hasta alcanzar valores superiores a nueve mil sueldos;
a partir de esta cantidad se embolsara cien sueldos, que era la tarifa mxima
permitida96. Las tasas por actas de compromiso y sentencia arbitral eran fijadas
por los jueces rbitros, de forma proporcional a ese tope mximo autorizado,
que era de cien sueldos97. Por la copia se perciba la mitad98.
99 Las claves que definan al aragons de mediados del siglo XV, ms que el lugar de naci-
miento, eran la herencia paterna (ser hijo/a de aragons) y la residencia continuada en el
territorio; la procedencia de la madre importaba poco.
100 Se deca que en lugar de haber en ellas personas abtas, sufficientes e de provada fieldat,
son venidas e vienen en personas rafeces, ignorantes e qui a vegadas no fielment se han en
el officio e art de notaria. Mora y Gaud, Ordinaciones, p.71.
101 Ibdem, p.72.
102 Ordenaciones de Juan I del 5 de agosto de 1391, Mora y Gaud, Ordinaciones, I,
pp.255-256.
Escribir la fe pblica en la ciudad: los notarios | Asuncin Blasco Martnez 113
108 En febrero de 1413 Miguel de Aguiln, ciudadano de Zaragoza, se deca legtimo sucesor
de Domingo Martn de Aguiln, su to, notario pblico de esa ciudad, difunto, que a su
vez habra recibido la notara de Domingo Aguiln. AHPZ, Pedro Snchez de Biel, 1413,
ff. 132r-132v.
109 En 1405 Juan Garn, notario pblico, que tena las notas de Martn de Tarba, notario
difunto, sac copia de un testamento. AHPZ, Martn de Traba, 1405. Papel suelto.
110 V.V.A.A., Formularios notariales aragoneses: Formularios de Zaragoza y Valencia, siglos
XIII-XIV (aos 1293-1316) Formulario notarial de Gil de Borau, Zaragoza, siglo XIV (aos
1349-1364). Formulario notarial del Archivo Municipal de Barbastro (siglos XIV-XV). For-
mulario zaragozano del siglo XV Formulario notarial zaragozano de la primera mitad del siglo
XVI Formulario notarial de Gil Abat, Mora (Teruel), siglo XVI, Zaragoza, Justicia de Aragn,
2001, 6 vol.
111 El 23 de septiembre de 1403, tras el fallecimiento de Sancho de Jaca, notario pblico de
la ciudad, tres jurados de la misma (don Arnalt de Novallas, don Antn Jimnez Gordo y
Blas del Corral) se personaron en la casa del difunto y procedieron a sellar la habitacin en
la que se guardaban sus notas a conservacin del dreyto de la ciudat, encomendando parte
del material a Jaime de Claras. AHPZ, Domingo Martn de Aguiln, 1403, ff. 129v-130r.
A. Blasco, El notariado de Aragn, apndice documental 29, pp.271-272.
Escribir la fe pblica en la ciudad: los notarios | Asuncin Blasco Martnez 115
112 Domingo Saso, notario pblico de Barbastro, se las encomend a Galcern Sin para que,
en tanto su hijo Antonico alcanzaba la edad de 20 aos prescrita por fuero, se ocupara de
sacar las copias que se solicitaran pero en su propio domicilio, con el fin de que las notas
no salieran de la casa. Solo en el caso de que el chico falleciera siendo menor de edad o
no quisiera ser notario sus libros pasaran a ser de la propiedad de Galcern. A. Nasarre,
Notarios judeoconversos en Barbastro, p.57.
113 AHPZ, Sancho Lafoz, 1422.II.12, f. 101v.
114 AHPZ, Pedro Aldeguer, 1424.II.11, f. 14v.
115 En 1453 Juan de Barrachina, que adquiri mediante compra la notara de Pedro de
Torres, hizo inventario de los libros de notas anejos a dicha notara: adems de los del men-
cionado Pedro, recibi los de Guallart de Bayona (1342), Ramn de Samper (1351-1389),
Domingo Septiembre (1390-1403) y Artal Sauli, notario real (1432-1435). AHPZ, Juan
de Barrachina, 1453, papel suelto.
116 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
los notarios fuesen capaces de hacerlo, y de hacerlo bien, hizo que pasaran a ser
imprescindibles y merecedores del respeto de todas las clases sociales. Por eso,
y porque as estaba legislado, el notario pblico se convirti en el guardin de
la honra, en principio de las instituciones pblicas y por extensin de toda la
sociedad: la costumbre de plasmar por escrito los compromisos y las decisio-
nes ms elementales de la vida contribuyeron a que la gente, sobre todo en la
ciudad, pasara a depender de la palabra escriturada por un fedatario.
Cuando un vecino o habitante de la ciudad, sea cristiano o de una minora
religiosa, requera sus servicios acuda a su casa o adonde tuviese la oficina,
aunque tambin recurran a ellos cuando los necesitaba y de manera fortuita los
encontraba en plena calle. Parece oportuno mencionar aqu un caso que, segn
recoge Ferrn Prez de Samper en uno de sus protocolos, en su momento tuvo
repercusin en Zaragoza. Corra el mes de diciembre del ao 1419 cuando el
mencionado notario, cabalgando sobre una mula por una calle principal, iba
charlando con Pedro Cerdn (hijo de don Pedro, difunto seor de Sobradiel).
A la altura de las casas donde residan don Ramn de Torrellas y don Luis de
Torrellas, vio venir a un alguacil que llevaba preso al sastre Gombaldo de San
Juan quien, enarbolando en su mano ciertas escrituras, vociferaba y, al tiempo
que se mostraba irritado por su detencin, que al parecer consideraba contraria
a sus derechos, reclamaba ayuda. Cuenta Ferrn que en cuanto el sastre lo vio
venir y se percat de quien era, se dirigi hacia l y agitando los papeles que
blanda en su mano exclam: Notario, yo vos requiero que me fagaz carta
publica como yo presento aquesta firma de dreito del Justicia dAragon al
alguazir que me lieva preso. Fet men de carta publica, requiero vos que cuende
fagaz carta publica e de la fuera que me faze Y alargando la mano hizo
ademn de entregar el escrito al notario. Pero el alguacil le dio un empelln
para que prosiguiera su camino hacia la casa del Gobernador y el fedatario no
pudo recibir los documentos. Ya en su casa, y se supone que en descargo suyo
y del agraviado, Ferrn anot lo acontecido en su protocolo, ante dos testigos
de total credibilidad: Pedro Cerdn y Salvador de la Foz, notario general116.
Aunque en Zaragoza haba 40 notarios de nmero, no siempre resultaba
fcil dar con uno de ellos, lo que poda representar un problema, sobre todo
cuando quien precisaba sus servicios se hallaba lejos de su hogar y en peligro de
muerte. Sucedi a finales de enero de 1475 que una mujer, llamada Teresa de
la Puente, viuda de Juan de la Puente y natural del lugar de la Puente de Zalla,
116 Archivo El Pilar, Fondo Pascual Galindo, Ferrn Prez de Samper, 1419, ff. 125v-126r.
Escribir la fe pblica en la ciudad: los notarios | Asuncin Blasco Martnez 117
117 Teresa estaba seriamente preocupada por su alma y por el futuro de su hija pequea,
segn qued reflejado en el escrito del notario zaragozano: Su voluntat era que por su anima
fuesse fecho cantar et celebrar un trencetenario (sic) cerrado en la yglesia de Sant Miguel de
alla del dito lugar de La Puente. El qual quiso et mando que huviesse de celebrar etc. el
dicho mossen Sancho de Ybarra, clerigo, sobrino suyo. Et ms quiso e mando que de sus bie-
nes fuesen dados et entregados a Menia su ermana del dicho lugar, de sus bienes, et fuesse
satisfecha en et de mil e quinientos maravedis, moneda de Castilla. Item mas que queria e
mandava que de sus bienes la dicha su ermana Menia le levasse una oblada et candela en
la dicha yglesia por su anima por tiempo de un anyo, segunt es costumbre en su tierra. Et
mas quiso et mando que la dicha Menia ermana suya le huviesse a criar de sus bienes una
fija suya que lexava pequenya fine fuesse de edat etc. Et que por el dicho jurament, que en
poder mio prestado havia en poder de mi dicho notario, que todo lo suso dicho passava assi
en verdat et que assi lo havia querido et ordenado de palabra, segunt dicho havia la dicha
Teresa de la Puente. AHPZ, Juan de Bierge, 1475, f. 13v.
118 M. P. Rbade, El mal uso del oficio notarial en el Madrid del siglo XV, pp.139-154,
y M. A. Extremera, El delito en el archivo, pp.465-484. Sobre los refranes, vase Alicia
Marchant Rivera, Aproximacin a la figura del escribano pblico a travs del refranero
espaol: condicin social, aprendizaje del oficio y produccin documental, Batica. Estudios
de arte, geografa e historia, 26 (2004), pp.227-240.
118 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
119 ACA, reg. 245, ff. 250r-250v. Publica la noticia Mara Luz Rodrigo Estevan, Docu-
mentos para la historia del Justicia de Aragn, I. Archivo Histrico de la Corona de Aragn,
Zaragoza. El Justicia de Aragn, 1991, docs. 246 y 248-251, p.57.
120 Archivo Municipal de Zaragoza, Catlogo de Manuel Lucas, n 87 (1332.VII.30).
121 Enrique Main Burguete, Negocio y familia a caballo de los Pirineos, p.403.
122 Sobre la ciudadana como sea de identidad en la Baja Edad Media, vase Enrique
Main Burguete, Ciudadanos honrados de Zaragoza. La oligarqua zaragozana en la Baja
Edad Media (1370-1410), Zaragoza, CEMA, 2006.
123 Ibdem, pp.92-93.
Escribir la fe pblica en la ciudad: los notarios | Asuncin Blasco Martnez 119
124 El padre de Bartolom Roca era carcelero de la ciudad, un oficial de segunda categora
que ni siquiera posea vivienda propia. S. Lozano, La familia y el trabajo, p.109.
125 E. Main, Ciudadanos honrados de Zaragoza, pp.95-96.
126 Ibdem, p.96.
120 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
confi a su vstago sus libros de notas y se retir del oficio; a cambio, Nicols
se comprometi a mantener y cuidar de su padre hasta el final de sus das127.
Menos suerte tuvo el hijo menor, Pedro Garca Marqus, tambin notario pero
general128. Una situacin similar se dio en la familia de los hermanos Lzaro y
Domingo Marcn; los dos eran notarios: el primero de la ciudad y el segundo
de creacin real. Como en el caso anterior, slo Lzaro obtuvo la ciudadana
cuya titularidad transmitira aos despus a su hijo Antn129.
La ciudadana era una dignidad que poda perderse si la fortuna se volva
adversa, y en ocasiones sucedi. Una enfermedad grave o cualquier otra razn
poda afectar a los bienes patrimoniales de una familia y hacerle perder la posi-
cin soada de inmediato o en la siguiente generacin: le sucedi a Sancho de
Exulve o Julve que, a raz de la enfermedad de su esposa, qued arruinado130.
resa para los siglos XIII a XV, que son libros abiertos, dedicados a un burgus
importante de la zona y en los que se fueron incluyendo los documentos que
los distintos notarios escrituraban sobre los negocios y asuntos relacionados
con ese personaje: son estos libros de gran inters y con un sistema de redaccin
muy especial, pero se refieren a comerciantes y mercaderes, no a notarios132.
Mientras que el libro de Bartolom Roca se puede considerar un libro de
autor, pues fue confeccionado en su mayor parte por l. Escrito en primera
persona, el referido notario fue anotando de forma un tanto anrquica (no hay
orden cronolgico ni temtico) todo lo que a lo largo de unos aos le pareci
interesante en relacin con l y su familia: desde la fecha en que adquiri
una notara de caja (que previamente haba sido de Pedro Oliet), el da (15
de junio de 1462) que comenz a ejercer el arte de la notara tras superar un
examen, el momento en que se produjo el derribo de su casa y su posterior
reconstruccin, sus tres matrimonios, las fechas de nacimiento y bautismo de
sus hijos (haciendo constar el lugar, el nombre que adoptaron y los nombres
tanto de los vicarios que oficiaron las ceremonias como de sus respectivos
padrinos y madrinas), las de las defunciones de sus familiares ms allegados
(especificando el lugar del entierro, la existencia de testamento y la recepcin
de la extremauncin), los documentos que escrituraba para sus clientes, sus
negocios Especial atencin merecen los contratos suscritos con sus ayudantes
y aprendices (unos cuantos) del arte de la notara y con sus sirvientas (nueve
mozas a lo largo de 20 aos), junto con otros acontecimientos y datos ajenos
pero que Bartolom consider apropiado incluir en su libro personal, como
la profanacin de una hostia consagrada por parte de un desequilibrado en la
Seo de Zaragoza (1462), una receta para curar animales y una oracin a San
Onofre en latn. Tambin se incluyeron albaranes escritos por otras personas
con las que el notario sostuvo negocios. Las notas correspondientes a los aos
1490-1494, que se aaden al final, por fuerza tuvieron que ser escritas por
otra mano, seguramente por Sancho Misanz, notario real, yerno y heredero de
Bartolom, pues este segn parece falleci en 1490. Se trata de un estudio
serio, porque la autora no se ha limitado a transcribir y reproducir el contenido
del documento sino que lo ha complementado con cantidad de notas extradas
de los protocolos notariales de la poca.
132 Josep Masnou i Pratdesaba y Jordi Torner i Planell, Els manuals notarials de fam-
lies i particulars manresans dels segles XIII al XVI: un cas singular en els arxius de protocols
catalans, Estudis Histrics i Documents dels Arxius de Protocols, 26 (2008), pp.99-145.
122 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
133 Josep Antoni Iglesias Fonseca, El biblifil Bernat dEsplugues (+1433), notari i
escriv del Consell de la ciutat, Barcelona Quaderns dHistria, 5 (2001), pp.57-78.
134 A. Nasarre, Notarios judeoconversos en Barbastro, apndice documental 6.
135 J. M. Cruselles, Els notaris de la ciudat de Valencia, p.113.
136 Como Alfonso de Pedro Lajusticia y Domingo Aguiln. E. Main, Ciudadanos honrados
de Zaragoza, pp.82-85 y J. . Sesma, Notarios, secretarios, escribanos y otros oficiales,
p.330.
Escribir la fe pblica en la ciudad: los notarios | Asuncin Blasco Martnez 123
mitad del siglo XIV, envi a su primognito a estudiar derecho mientras que a
su otro hijo, Bello Aznrez, lo cas con la hija del notario Miguel de Capilla:
al fallecer este sin descendencia masculina, la escribana pas a manos de su
yerno (1384), que estaba muy bien preparado para ello, lo que le proporcion
la anhelada ciudadana, aunque aos despus abandon el oficio para dedi-
carse al comercio, donde sin duda obtuvo mejores resultados econmicos y
sociales pues en 1396 ya era mayordomo de la cofrada de los mercaderes de
la ciudad148. Y es que los conocimientos y la reputacin adquirida como nota-
rio generalmente servan para alcanzar puestos de responsabilidad vinculados
a su profesin, sea como albacea testamentario, juez rbitro o representante
de alguna institucin pblica o sociorreligiosa. Tal fue el camino seguido por
algunos judeoconversos mientras les fue posible, porque en Aragn, durante
un tiempo, los recin bautizados pasaron a ser aragoneses de pleno derecho, al
menos jurdicamente149. El cambio se producira aos ms tarde, despus que
en Castilla150: fue a finales del siglo XV (tras el asesinato de Pedro Arbus en
la Seo zaragozana, en 1485) cuando en Aragn se empez a exigir el estatuto
de limpieza de sangre para poder ejercer la notara en la ciudad.
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Escribir la fe pblica en la ciudad: los notarios | Asuncin Blasco Martnez 131
133
134 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
como aquella que estudia los documentos que tienen su origen en el concejo4,
la Epigrafa Municipal sera la que se centra en el anlisis de los epgrafes cuyo
autor moral es el municipio o son expuestos en lugares pblicos de dominio
municipal y, por tanto, con autorizacin del gobierno de la ciudad.
1. La ciudad romana5
4 Jos Miguel Lpez Villalba, Las Actas de sesiones del Concejo medieval de Guadalajara,
Madrid, Universidad Nacional de Educacin a Distancia, 1997, p.12.
5 Este captulo tiene un carcter meramente introductorio, pues la produccin epigrfica
en la ciudad romana es algo notablemente conocido. He considerado oportuno mantenerlo,
pese a ser consciente de no aportar novedad alguna, para facilitar la comprensin de la
produccin municipal en las Edades Media y Moderna.
6 Plinio, Historia Naturalis, 24, 17, 2.
7 G. Susini, Epigrafia romana, p.48.
8 Giancarlo Susini, Le scritture esposte, en Lo spazio letterario di Roma antica. II, La
circolazione del testo, eds. Guglielmo Cavallo, Paolo Fedelli y Andrea Giardina, Roma,
Salerno Editrice, 1989, p.279.
9 ngel Jordn Lorenzo, Algunos condicionantes estructurales a la disposin epigrfica
en la ciudad romana hispana, en Hispaniae. Las provincias hispanas en el mundo romano,
eds. Javier Andreu Pintado; Javier Cabrero Piquero & Isabel Rod, Tarragona, Istitut
Catal dArqueologia Clssica, 2009, p.126.
El hbito epigrfico en la ciudad hispana | Javier de Santiago Fernndez 135
Esta ubicacin de los epgrafes en los espacios pblicos sin duda contribua
sobremanera a la difusin de su contenido.
Es su idoneidad como medio de comunicacin publicitaria y su adaptacin
mucho mejor que la de cualquier otro medio de comunicacin a la transmisin
de los conceptos polticos lo que justifica el importante papel que la civiliza-
cin romana atribuy a la produccin de epgrafes, especialmente a partir de
Augusto, quien percibi el valor propagandstico de la inscripcin y la utiliz
de modo consciente como vehculo de auto-representacin y glorificacin,
rpidamente empleado tambin, por mimetismo, por las elites romanas, pro-
vocando con ello la rpida difusin del hbito epigrfico entre el resto de
clases sociales como medio de autopromocin social10. Con ello, el mensaje
epigrfico adquiri gran importancia en la vida pblica como instrumento
de afirmacin del poder, de difusin de las ideas y de persuasin poltica11.
Los espacios de las ciudades romanas acogieron la expresin epigrfica, con
una variada gama de mensajes, como un medio que permita a los ciudadanos
identificar los principales edificios, sus constructores o promotores, los deseos
de notoriedad de las elites ciudadanas y la proyeccin pblica de la poltica y
la religin.
En el interior de la ciudad el eje principal de exposicin epigrfica fue
el foro, centro neurlgico de la localidad donde tenan lugar las principales
actividades de la vida pblica y, por tanto, lugar muy frecuentado en el que
era ms sencillo atraer la atencin de los ciudadanos, adems del valor sim-
blico que adquira cualquier representacin que tena lugar en l. Por ello,
los foros de las ciudades romanas se convirtieron en el escenario epigrfico
por excelencia, en el que se representaba a la ciudad y a sus elites. Plinio el
Viejo indicaba que en el foro de cualquier ciudad romana haba ms textos
para leer que en cualquier rea cementerial12. La obtencin de un espacio
en el foro para recordar y homenajear a alguien se convirti en el ms alto
reconocimiento que poda recibir una persona, ocupacin de espacio que
tena que contar con la autorizacin del gobierno local, hecho de indudable
conexin con el que aqu nos ocupa, es decir la produccin epigrfica que
hemos denominado municipal.
del foro de dicha ciudad, indica que en caso de incumplimiento de una de las
condiciones por l puestas tum ea denariorum septem milia quingentos at rem
publicam Tarraconensium transferri iubeo24.
No suele faltar en las inscripciones honorficas el nombre dedicante, a quien
hemos de considerar autor moral del epgrafe. Como en el caso de las dedica-
torias imperiales, en muchas ocasiones fue el gobierno municipal quien ofreci
las estatuas, segn acredita la popular frmula Decreto Decurionum u otras
similares, o la propia civitas en su conjunto. En otras fueron magistrados muni-
cipales o personajes privados. Con la inclusin de estas frmulas el dedicante, el
municipio en lo que aqu nos interesa, une su nombre al del homenajeado y as
se hace partcipe de su gloria, lo que contribuye a exaltar su propia importancia.
Estas inscripciones honorficas, adems de exaltar a las lites municipales y
su esplendor, difunden el poder de Roma y la fuerza de la administracin impe-
rial a la que servan25. Adems probablemente tambin resultaron tiles para
sentar las bases tanto de la futura vida poltica de los descendientes del home-
najeado como de la suya propia26. Con ello se ofreca un modelo de actuacin
a las elites municipales, creando un cdigo de comportamientos deseables
admirados por el pueblo, estimulando de este modo una forma concreta de
actuar por parte de las elites. Cumplan, con ello, una funcin ejemplarizante.
Por supuesto, no nicamente fueron los foros los lugares elegidos para la
ereccin de estatuas e inscripciones honorficas. Otros sitios y edificios pblicos
tambin las albergaron, como fue el caso de las baslicas, teatros y anfiteatros.
En estos ltimos tomaron especial importancia pedestales y placas honorficas,
especialmente a partir del siglo III, cuando las elites adoptaron este espacio
como lugar preferente de exhibicin de sus homenajes, en lugar del foro27.
24 Y si alguno de ellos [sus libertos y los libertos de stos que ejerciesen el sevirato] fuera
requerido a afrontar estos gastos [los propios del sevirato], entonces mando que los 7.500
denarios sean transferidos a la ciudad de Tarraco.
25 Geza Alfldy, La cultura epigrfica de la Hispania romana: inscripciones, auto-re-
presentacin y orden social, en Hispania. El legado de Roma, Zaragoza, Ayuntamiento de
Zaragoza, 1998, p.294.
26 ngel Jordn, Representacin pblica y auto-representacin de sviros augustales en
Hispania Citerior, en Actas del XII Congressus Internationalis Epigraphiae Graecae et Latinae,
Barcelona, 2007, p.741.
27 Alberto Ceballos Hornero, Financiacin de los edificios de espectculos en la His-
pania romana, en Acta XII Congressus Internationalis Epigraphiae Graecae et Latinae, Barce-
lona, 2007, pp.269-274.
140 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
28 Estas ltimas asumieron un claro carcter votivo, aunque pudieran ser consideradas
inscripciones monumentales de construccin.
29 CIL II2/5, 838. GENIO MVNICI/PI NESCANIENSIS. / L(ucius) POSTVMIVS GLY/
CON NESCANIENSI[S], / SIGNVM CAPRAE, PE/CVNIA SVA T(estamento?) EX HS /
M(iliaria) N(ummum) FIERI ET NES/CANIAE IN FORO PO/NI IVSSIT QVOT DO/
NVM VT CONSVM/MARI POSSET. M(arcus) COR/NELIVS NIGER NESC(aniensis),
/ H(eres) EIVS, ADIECTIS DE / SVO AD IMPENSAS / OPERIS HS C N(ummum) /
DEDICAVIT.
30 . Jordn, Algunos condicionantes estructurales a la disposin epigrfica, p.131.
31 Mireille Corbier, Donner voir, donner lire: mmoire et communication dans la Rome
ancienne, Paris, CNRS d., 2006, p.37.
32 CIL II2/7, 976. TEMPLVM PIETATIS [AVG(ustae)], / VETVSTATE CONLAPSVM,
R(es) P(ublica) R(eginensium) / SVMPTV SVO REFECIT CVRANTIBVS, / Q(uinto)
F(---) HERENNI[ANO] ET C(aio) F(---) TAURINO.
El hbito epigrfico en la ciudad hispana | Javier de Santiago Fernndez 141
38 Marc Mayer, Sobre el uso de la epigrafa en la antigedad tarda, en Vrbs Aeterna. Actas
y colaboraciones del Coloquio Internacional Roma entre la literatura y la historia. Homenaje
prof. Carmen Castillo, Pamplona, EUNSA, 2003, pp.93-95.
39 G. Alfldy, La cultura epigrfica de la Hispania romana, pp.297-298.
40 M. Mayer, Sobre el uso de la epigrafa en la antigedad tarda, pp.84-87, 93.
41 Jos Carlos Saquete, El hbito epigrfico entre los romanos, en Hispania romana.
Desde tierra de conquista a provincia del Imperio, Madrid, Electa, 1997, p.280.
144 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
en la Pennsula Ibrica a partir del siglo VIII con la invasin musulmana, que
provoc el abandono de numerosos centros urbanos, con la lgica desaparicin
de lo que haba sido uno de los signos de identidad de la ciudad en la Anti-
gedad, la produccin epigrfica.
Por todo ello, si la tentacin de relacionar la disminucin del hbito epi-
grfico de estos siglos con la decadencia urbana es obvia, en el caso de la
produccin epigrfica municipal resulta an ms evidente. Adems la ciudad
obedece a nuevos parmetros, con caractersticas arquitectnicas e infraestruc-
turas diferentes. Ese cambio lleva aparejada una modificacin de la produccin
arquitectnica, con la ralentizacin, primero, y desaparicin, despus, de las
obras de ingeniera; se aprovechan las infraestructuras antiguas y en todo caso
se reparan las deterioradas. Evidentemente eso tiene una repercusin en la
realizacin de epgrafes, al no ser ya necesarios para recordar la ereccin de
tales obras.
El segundo elemento a destacar es el desarrollo imparable de la llamada
epigrafa cristiana. El paulatino crecimiento e imposicin de los cultos cris-
tianos lleva aparejadas nuevas formas de manifestacin ideolgica y artstica
y, relacionada con stas, una nueva manera de expresin epigrfica. Es una
produccin epigrfica que nace oculta en las catacumbas, es fundamental-
mente sepulcral y est basada en unos presupuestos diferentes a los de la
romana. En primer lugar, el deseo de ostentacin y auto-representacin ya
no est presente, al menos de una forma tan evidente, en la intencin prima-
ria de los primeros cristianos. Adems, influye la antes referida extincin o
debilitamiento de las elites urbanas tradicionales, uno de los grandes motores
de produccin de epgrafes en la Antigedad, siendo su lugar ocupado por
las guarniciones militares y, especialmente, las jerarquas eclesisticas, incluso
a veces los monasterios, que pueden producir en su entorno el crecimiento
de ncleos poblacionales. La Iglesia va monopolizando la expresin epigr-
fica y acabar por convertirse en la principal promotora de inscripciones, o
conseguir protagonizar y monopolizar con sus mensajes las manifestaciones
epigrficas de los notables de la sociedad.
Estos hechos se ven respaldados por la circunstancia de que la capacidad
de escribir se convierte en un cuasimonopolio de los clrigos. El mensaje epi-
grfico se pone al servicio de la Iglesia y son los miembros del estamento
clerical quienes controlan su produccin a travs de los scriptoria epigrficos,
dado el citado monopolio que los religiosos ejercen sobre el arte de escribir.
Es cierto que en ocasiones tambin las elites laicas protagonizan inscripciones
en el perodo inicial del Medievo, pero en la mayor parte de las ocasiones en
El hbito epigrfico en la ciudad hispana | Javier de Santiago Fernndez 145
711 d.C. no son muchas ms las inscripciones de este tipo de las que tenemos
noticia y como en el caso anterior se vinculan con la realeza.
Por otro lado, pero ratificando lo afirmado, las inscripciones honorficas,
tan habituales en el paisaje urbano romano, en el perodo postimperial desa-
parecen. Las nuevas estructuras ideolgicas y sociales hacen que la autopro-
mocin de las elites adquiera una orientacin religiosa y est ms vinculada a
los epitafios, muchos de los cuales researn los mritos de los difuntos, asu-
miendo el papel que en la Antigedad clsica desempearon las inscripciones
honorficas, o a inscripciones de edificacin de templos, en los cuales dichos
notables acreditan sus servicios a Dios y a su Iglesia. Por otro lado, las obras
escultricas dirigidas a los santos, muchas de ellas con inscripciones explicati-
vas, como es lgico, tambin estarn relacionadas con los edificios religiosos,
aunque algunas de ellas se encuentren en su fachada o muros exteriores, y sin
vinculacin con el poder municipal.
con Felipe II como sucesor de Fernando III, pero tambin como defensor de
la Cristiandad frente a la rebelin morisca y ante la amenaza del poder turco
en el Mediterrneo. Obviamente, este deseo de establecer los orgenes remotos
de las ciudades y relacionarlas con la poca clsica es uno ms de los aspectos
del Humanismo y su insistencia en la recuperacin de lo antiguo que venimos
observando en las inscripciones municipales de esta poca, aparte del deseo
de las mismas localidades de reivindicar su antigedad y sus orgenes mticos,
recalcando as su importancia.
Otro tema de cierta presencia en estas inscripciones de contenido histrico
es el recuerdo a los Reyes Catlicos. En concreto a la poca de la guerra civil
castellana y al perodo de imposicin de la autoridad regia sobre los seores.
Se recuerda la sumisin de la ciudad al poder de Isabel y Fernando y, con ello,
la liberacin del de los seores gracias a la intervencin real. En Plasencia, en
la parte exterior de la puerta de Trujillo, debajo de un monumental escudo
de los Reyes Catlicos, se ejecut una inscripcin65 (Fig. 3) en latn que exal-
taba la libertad obtenida bajo el poder de los reyes, a la par que enalteca la
conveniencia de estar sujetos a la autoridad de stos, con una frase lapidaria,
valga la redundancia, regibus quippe decet hominesque subditos fore. La propia
disposicin de las armas reales y la inscripcin del cabildo incide en ese mensaje
de manera visual, especialmente en la ltima frase, en la preponderancia del
poder real, pues el epgrafe se sita por debajo del escudo regio y su tamao es
mucho ms modesto y, por comparacin, claramente inferior. No es la nica
inscripcin en Plasencia que, en torno al mismo hecho, el control de la ciudad
por parte de los Reyes Catlicos, frente al poder seorial del conde de Plasen-
cia, resalta las bondades del fortalecimiento del poder real y de la monarqua,
realidad que gui la poltica de Isabel y Fernando y fue plasmada en estas
inscripciones, que de este modo cumplen un evidente papel propagandstico
de apoyo a la poltica real, haciendo a los cabildos partcipes de ella.
66 Vicente Lamprez y Romea, La arquitectura civil espaola desde el siglo I hasta el XVIII,
Madrid, Saturnino Calleja, 1922, t. II, p.410.
67 En la parte superior, en el centro, se sita el ngel custodio de Burgos, acompaado de las
inscripciones: TE CVSTODEM VR/BIS STATVIT QVI / CVNCTA GVBERNAT (Quien
gobierna todo te erigi para custodia de la ciudad) y TVT BI COMMISSOS / POPVLVM
TVTARE / PATRESQVE (Vela por defender al pueblo y a los padres de los crmenes).
Debajo, Carlos V, en el centro, identificado por D(omino) CHAROLO V MAX(imo)
ROM(anorum) / INP(eratori) AVG(usto) GALL(ico) GER(manico) AFFRICA/NO Q(u)
E REGI INVICTISS(imo). A su izquierda, Fernn Gonzlez, con la inscripcin FERNAN
GONZALI FORTISS(imo) CIVI VE/LLORVM FVLGVRI ET FVLMINI (Fernn Gon-
zlez, fortsimo ciudadano, relmpago y rayo de las guerras); a la derecha del Emperador,
el Cid, con CIDO RVI DIEZI FORTISS(imo) CIVI MAVRO/RVM PAVORI TERRO-
RIQVE (El Cid Ruy Daz, fortsimo ciudadano, pavor y terror de los moros). En la calle
inferior, figura en el centro el conde Diego Porcelos, fundador de la ciudad, de quien se
dice DIEGO PORCELLOE CIVI / PROECLARISS(imo) QVIRINO / ALTERI (Diego
Porcelo, preclarsimo ciudadano, el otro Quirino), flanqueado por los jueces de Castilla
Nuo Rasura NVNIO RASVRE CIVI SAPIENTISS(imo) / CIVITATIS CLIPEO (Nuo
Rasura, sapientsimo ciudadano, escudo de la ciudad) y Lan Calvo LAINO CALVO
FORTISS(imo) CIVI / GLADIO GALEE Q(u)E CIVITATIS (Lan Calvo, fortsimo ciu-
dadano, espada y casco de la ciudad) .
158 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
68 Ignacio Gonzlez de Santiago, El arco de Santa Mara en Burgos, Boletn del Semi-
nario de Estudios de Arte y Arqueologa, 55 (1989), pp.289-306.
69 Ver I. Gonzlez de Santiago, El arco de Santa Mara en Burgos, pp.298-299.
El hbito epigrfico en la ciudad hispana | Javier de Santiago Fernndez 159
obra de su corregidor Juan Gutirrez Tello, quien por orden del monarca eli-
min determinadas inscripciones rabes, situadas donde supuestamente haban
estado otras de poca visigoda, dispuestas por el rey Wamba en las puertas de la
ciudad con versos dedicados a Dios y a los patrones de la ciudad; en lugar de
las rabes se ubicaron otras que pretendan recuperar las de tiempos visigodos78
y, de hecho, en las puertas de Bisagra (sobre la representacin escultrica de
San Eugenio) y del Cambrn (encima de la escultura de Santa Leocadia), as
como en el puente de San Martn (sobre la imagen de San Julin), se copi el
texto de una inscripcin transmitida por la Crnica Mozrabe del 75479, que
reclamaba la proteccin de ellos para la ciudad, de ah que dicho epgrafe vaya
asociado a las imgenes de ellos, significativos obispos de Toledo en poca visi-
goda, Eugenio y su discpulo Julin, y mrtir cristiana en Toledo, ya ensalzada
religiosamente en poca visigoda, Leocadia80.
Con todo ello se conforma un programa epigrfico exaltatorio de la figura
de Felipe II y su lucha contra el infiel en favor del Catolicismo. Adems quiz
se pueda contemplar en estas inscripciones una defensa de la Contrarreforma.
En el concilio de Trento se estipula que los restos de santos y mrtires deben
ser venerados por los fieles, adems de ordenar a los obispos y cargos de la
Iglesia que enseen e instruyan a los fieles acerca de la intercesin de los san-
tos y el culto a sus reliquias, frente a los postulados luteranos y su oposicin
a la veneracin a los santos. Precisamente en este reinado se traen a Toledo
las reliquias de Santa Leocadia, gracias a la intervencin directa de Felipe II81.
Las inscripciones en cuestin inciden en el susodicho culto a los santos y en la
plegaria de intercesin de stos en favor de la ciudad y del pueblo.
Adems de a los objetivos regios, tambin sirvieron para reivindicar la vin-
culacin de la ciudad con la Toledo visigoda como capital del reino, hecho
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El hbito epigrfico en la ciudad hispana | Javier de Santiago Fernndez 167
COMUNICACIONES
Prctica notarial en el concejo de
la Puebla de Grado (Asturias) durante
el siglo XIII. De los escribanos rurales
al notariado pblico
Guillermo Fernndez Ortiz
Universidad de Oviedo (Ficyt)
1 Expone los rasgos generales de este proceso Pilar Ostos Salcedo, El documento nota-
rial castellano en la Edad Media, en Sit liber gratus, quem servulus est operatus. Studi in
onore di Alessandro Pratesi per il suo 90 compleanno I, eds. Paolo Cherubini e Giovanna
Nicolaj, Citt del Vaticano, Scuola Vaticana di Paleografia, Diplomatica e Archivistica,
2012, pp.517-534.
2 Jos Antonio Martn Fuertes, Los notarios en Len durante el siglo XIII, en Nota-
riado pblico y documento privado: de los orgenes al siglo XIV. Actas del VII Congreso Inter-
nacional de Diplomtica, Valencia 1986 I, Valencia, Consejera de Cultura, Educacin y
Ciencia de la Comunidad Valenciana, 1989, p.605; Rosa Mara Blasco Martnez, Una
aproximacin a la institucin notarial en Cantabria. Desde sus orgenes a la Ley del Notariado,
Santander, Universidad de Cantabria, Asamblea Regional de Cantabria, 1990, p.55. Tam-
bin en la regin del Bearn, en el midi occidental francs se ha observado idntica situacin,
vid. Dominique Bidot-Germa, Un notariat mdival. Droit, pouvoir et societ en Barn,
Toulouse, Universit de Toulouse-Le Mirail, 2008, pp.58, 60-61 y ss.
3 Mara Josefa Sanz Fuentes, Documento notarial y notariado en la Asturias del siglo
XIII, en Notariado pblico y documento privado: de los orgenes al siglo XIV. Actas del VII
Congreso Internacional de Diplomtica, Valencia 1986 I, Valencia, Consejera de Cultura,
Educacin y Ciencia de la Comunidad Valenciana, 1989, p.255; Mara Josefa Sanz Fuen-
tes y Miguel Calleja Puerta, Litteris Confirmentur. Lo escrito en Asturias en la Edad
Media, Oviedo, CajAstur, 2005, p.33.
171
172 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
4 sta ha sido analizada en profundidad por Juan Ignacio Ruiz de la Pea Solar, El
desarrollo urbano de la periferia castellano-leonesa en la Edad Media (siglos XII-XIV),
Anuario de Estudios Medievales, 19 (1989), pp.177-178; dem, Las polas asturianas en
la Edad Media. Estudio y Diplomatario, Oviedo, Universidad de Oviedo, 1981, pp.60-63,
entre otras muchas publicaciones.
5 M. J. Sanz, Documento notarial y notariado, p. 248; M. J. Sanz y M. Calleja,
Litteris Confirmentur, pp.28-29.
6 Mara Josefa Sanz Fuentes y Miguel Calleja Puerta, La lengua de los documentos
asturianos en los siglos X-XIII: del latn al romance, en La langue des Actes du Xie Congrs
International de diplomatique (Troyes, jeudi 11-samedi 13 de septembre 2003), cole des Chartes,
[publicacin electrnica]; [sin paginar], IV-6 Otros concejos asturianos. http://elec.enc.sor
bonne.fr/CID2003/calleja-puerta_sanz-fuentes#calleja-puerta_sanz-fuentes_5 [15/03/2015].
7 Es en Oviedo donde la situacin es mejor conocida. El trnsito ha sido estudiado por
Olaya Rodrguez Fueyo, El paso del prenotariado al notariado en Oviedo en el siglo
XIII, en Estudiar el pasado: aspectos metodolgicos de la investigacin de la Antigedad y de la
Edad Media. Proceedings of First Postgraduate Conference. Universidat Autnoma de Barcelona,
26-28 october, 2010, Oxford, BAR, 2012, pp.383-391, cifr. 385.
8 M. J. Sanz, Documento notarial y notariado, pp.245-280.
9 ngel Canellas Lpez, La investigacin diplomtica sobre cancilleras y oficinas nota-
riales: Estado actual, en Actas de las I Jornadas de Metodologa aplicada de las Ciencias His-
tricas. V. Paleografa y Archivstica, Vigo, Universidad de Santiago de Compostela, 1975,
Prctica notarial en el concejo | Guillermo Fernndez Ortiz 173
Las fuentes disponibles tienen las limitaciones caractersticas del siglo XIII
castellano. No se conservan registros que ilustren los inicios de la prctica
notarial y los archivos municipales no son prdigos en informaciones10. Nada
se conserva en el archivo municipal de Grado, pasto de sucesivos incendios, y
ninguna noticia anterior a 1300 nos facilitan, para nuestro estudio, las colec-
ciones de Avils y Oviedo. Los fondos eclesisticos s son ms generosos, pese
a que la canona rural de Gurulls, enclavada en la comarca, no suministra
noticia alguna para dicha centuria11. Una decena de actos jurdicos hemos
podido documentar en el fondo monstico de San Pelayo de Oviedo12 y algo
ms de una treintena en el otro gran cenobio que, bajo advocacin de San
Vicente, se emplazaba en la urbe ovetense13. Dos documentos obtuvimos de
pp.220-221. El pasaje ha sido reproducido por el propio ngel Canellas (ngel Canellas
Lpez, El notariado en Espaa hasta el siglo XIV: Estado de la cuestin, en Notariado
pblico y documento privado: de los orgenes al siglo XIV. Actas del VII Congreso Internacional
de Diplomtica, Valencia 1986 I, Valencia, Consejera de Cultura, Educacin y Ciencia de la
Comunidad Valenciana, 1989, p.137) y, ms recientemente, por Mara Teresa Gonzlez
Balasch, Notariado y notarios en la documentacin de los monasterios de Ferreira de
Pantn y Chouzn, Acta Historica et archaeologica mediaevalia, 25 (2003-04), p.885.
10 La ltima referencia al particular en Mara Josefa Sanz Fuentes, El archivo municipal
de Pola de Siero y su documentacion medieval, en Pasin por Asturias: Homenaje a Jos Luis
Prez de Castro, coord. Ramn Rodrguez lvarez, Oviedo, Real Instituto de Estudios
Asturianos, 2013, p.935.
11 La documentacin original ms temprana de su archivo data del siglo XV. Mara Josefa
Sanz Fuentes, La abada secular de San Martn de Gurulls. Sus propiedades a comienzos
del siglo XV, Studium Ovetense n 12 Trahentes Rete Piscivm Homenaje a Don Ral
Arias del Valle, Archivero de la Catedral de Oviedo I, Oviedo, Instituto Superior de Estudios
Teolgicos, 2007, pp.367-391.
12 Francisco Javier Fernndez Conde, et al., El Monasterio de San Pelayo de Oviedo.
Historia y fuentes I. Coleccin diplomtica (996-1325), Oviedo, 1978, nos 77, 81, 108, 111,
120, 128, 146, 157, 165, 201.
13 Mara Josefa Sanz Fuentes y Juan Ignacio Ruiz de la Pea Solar, Coleccin diplo-
mtica del Monasterio de San Vicente de Oviedo (siglos XIII-XV). I.1: 1201-1230, Oviedo,
1991, nos 34, 41, 80, 117, 131, 132; Celia lvarez Arias y Miguel Metzeltin, Documen-
tos orixinales del monesteriu de San Vicente dUviu I. (1231-1238), Oviedo, Alla, 2008,
nos 3, 15, 36, 47, 61, 74, 92 y 102; Andrea M. Miranda Duque y Celia lvarez Arias,
Documentos orixinales del monesteriu de San Vicente dUviu II. (1239-1250), Oviedo, Alla,
2008, nos 133, 168, 169, 174, 202, 217, 221, 224, 281, 307; Mara Cruz Martnez Dez,
Documentos del sieglu XIII nasturianu (I), Lletres Asturianes n 4 (1982), nos 2 y 3; Jess
Antonio Gonzlez Calle, Los Escamprero y Los Areces, escuderos de Las Regueras: la pequea
nobleza rural asturiana en la Baja Edad Media, Oviedo, Ridea, 2002, nos 6, 7, 9, 10, 12, 13,
14, 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 22. Mara Josefa Sanz Fuentes, Las Regueras en el fondo
documental del monasterio de San Vicente de Oviedo (siglos XI-XIII), en Estudios ofrecidos
174 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
las colecciones del fondo archivstico del extinto monasterio de San Salvador
de Cornellana14 y casi un centenar del de Santa Mara de Belmonte15, cuyos
territorios jurisdiccionales y respectivos emplazamientos limitaban con los tr-
minos dependientes de la puebla de Grado. Mucho menos prdigo en noticias
ha sido el archivo capitular de San Salvador16.
En la mayora de las acciones documentadas son las casas monsticas o
algunos de sus miembros parte activa en las mismas. En tan solo tres de los
documentos de Belmonte no toma la comunidad de religiosos o alguno de
sus profesos parte en el acto jurdico17. Los dos de Cornellana son otorgados
a favor del monasterio y en los de la catedral de San Salvador eran los pro-
pios obispos partcipes en los negocios escriturados. No ocurre lo mismo en
los documentos localizados en la coleccin de San Pelayo de Oviedo, en los
cuales la comunidad, o una de sus integrantes, participa nicamente en seis
de los diez actos referidos al marco objeto de estas pesquisas18. La relacin se
28 Lo mismo ocurre con los documentos procedentes de Santo Toribio de Libana (Vid.
R. M. Blasco, Una aproximacin a la institucin notarial en Cantabria, p.52, nota 20),
y algunos de los fondos de Santo Domingo el Real de Madrid; Mara Teresa Carrasco
Lazareno, La documentacin de Santo Domingo el Real de Madrid (1286-1416). I. Estudio
Documental, Madrid, Universidad Autnoma, Tesis Doctoral, 1994, p.700; o, de la misma,
Del scriptor al publicus notarius. Los escribanos de Madrid en el siglo XIII, Espacio,
Tiempo y Forma. Serie III, Historia Medieval, 16 (2003), pp.335 y ss.
29 Un total de 21, de entre los cuales en uno no hay tampoco lista de testigos. El documento
finaliza ex abrupto con el incipit Qui presentes fuerunt. M. Fernndez Mier, Documentos
de Balmonte, n 54.
30 Pilar Pueyo Colomina, Actuacin documentaria del clero rural de la dicesis de Zara-
goza en los siglos XII-XIII: la localidad de Pastriz, Memoria Ecclesiae, 9 (1996), pp.462 y
469 y ss.
31 A. C. Floriano, Coleccin de Belmonte, n 102; M. Fernndez Mier, Documentos de
Balmonte, nos 25, 27, 30.
32 M. Fernndez Mier, Documentos de Balmonte, nos 5, 7, 11.
33 Ibdem, nos 11, 21, 22, 25, 27, 30, 33, 36, en todos ellos siendo abad o don Nuo o
don Froila.
Prctica notarial en el concejo | Guillermo Fernndez Ortiz 177
34 Ibdem, n 23.
35 Ibdem, nos 5 y 9.
36 Ibdem, nos 45 y 69.
37 Ana Surez Gonzlez, Partidos de cartularios. Una aproximacin arqueolgica a los
ejemplares pregticos de Oseira, Belmonte, Valparaso y Valbuena, Cistercium, 248-249
(2007), pp.406-407. Tambin: A. C. Floriano, Coleccin de Belmonte, pp.18-19.
38 En el monasterio cisterciense de Sandoval, a finales del siglo XII e inicios del XIII, fue
el propio cenobio el que se ocup de los documentos de los que era destinatario, segn Ana
Surez Gonzlez, Cultura escrita en Sandoval. Aproximacin a la produccin documen-
tal durante el abaciadgo de Iohannes (1181-1201), en II Congreso Internacional sobre el cster
en Galicia y Portugal II, Orense, 1998, p.921.
39 Sobre la itinerancia de Pedro Bono, vid. Miguel Calleja Puerta, Un escribano ove-
tense de principios del siglo XIII: el presbtero Pedro Bono, en Orgenes de las lenguas
romances en el reino de Len Siglos IX-XII. Congreso Internacional. Len, 15-18 octubre 2003
II, Len, Centro de Estudios e Investigacin San Isidoro, 2004, pp.470-472.
40 J. I. Ruiz de la Pea y M. J. Sanz, Coleccin diplomtica de San Vicente, n 41.
41 A. Miranda y C. lvarez, Documentos San Vicente, nos 168, 169, 237, 247 y 307.
Adems, sobre la actividad de este religioso en otros mbitos de la regin pueden verse las
notas de R. Magadn, La funcin documental del clero asturiano, pp.63-64.
42 C. lvarez y M. Metzeltin, Documentos San Vicente, n 47; A. Miranda y C. lva-
rez, Documentos San Vicente, n 133 y tambin 221 y 224.
43 Mara Josefa Sanz Fuentes, Ms documentos del Monasterio de San Vicente anteriores
a 1200, Asturiensia Medievalia, 5 (1985-86), pp.91 y ss.
178 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
nombre Suario, que escritura varias acciones hacia la dcada de 1150 a uno y
otro lado de la ra de Avils y en el territorio de Gozn44.
Por ltimo, en la ciudad de Oviedo se escrituran tambin algunos nego-
cios relativos a este territorio. Lo hacen algunos escribanos profesionales de
prestigio, y desde 1240 Rodrigo Martnez, escribano del concejo, primero
reconocido como tal en la regin45. Generalmente trabajan para algn centro
eclesistico de la ciudad, o para algn aristcrata radicado en la vieja civitas
episcopal46.
La mayora de estos documentos recoge transacciones fundiarias, est redac-
tado en latn aunque el romance va haciendo acto de aparicin47, y presenta
la estructura tpica de la escritura romnica prenotarial: invocaciones, prem-
bulo, frmula de expresin de dominio, sanciones espirituales, lectura pblica
in concilio y larga relacin de testigos. Sus formas grficas son las propias de
escrituras carolinas tardas, caractersticas de la documentacin de principios
del siglo XIII, aunque ya desde la dcada de 1250 comenzamos a ver diplo-
mas escritos en una gtica fracturada cursiva. Si Gonzalo ejecuta una escritura
sobrerrengln en la que letras como la f, la s de bastn o la r nunca se dejan
caer por debajo de la lnea de escritura, y los astiles de p, l, b o q tienden a la
vertical, en Juan Pelez unicamente tienden a la verticalidad los astiles de l, q
y p, mientras f y la s de batn y de doble curva, tienden a caer bajo la lnea de
escritura. En ambos la z tienen la caracterstica forma de 3.
48 Esta tuvo lugar con anterioridad a marzo de 1256 (J. I. Ruiz de la Pea, Las polas
asturianas, pp.62, 143, 315). La primera referencia a la misma se halla en AMSPO. FSVO,
n 542.
49 Idntico proceso ha documentado Carrasco Lazareno en Madrid. M. T. Carrasco, Del
scriptor al publicus notarius, p.300.
50 As parece sugerirlo la presencia de miembros de la comunidad monstica entre los
testigos M. Fernndez Mier, Documentos de Balmonte, nos 61 y 62.
51 M. Fernndez Mier, Documentos de Balmonte, n 66, 70, 77, 84. AMSPO. FSVO,
n884. Los dos ltimos al servicio del notario.
52 Su fundamentacin legal est un poco en la sombra, segn expresa Manuel Lucas
lvarez, El notariado en Galicia hasta el ao 1300 (Una aproximacin), en Notariado
pblico y documento privado: de los orgenes al siglo XIV. Actas del VII Congreso Internacional
de Diplomtica, Valencia 1986 I, Valencia, Consejera de Cultura, Educacin y Ciencia de
la Comunidad Valenciana, 1989, p.343.
53 A propsito del fonsado, se extiende cierta exencin al escribano del concejo; vid. Miguel
Calleja Puerta, El Fuero de Llanes. Edicin Crtica, Oviedo, Sueve-Ayuntamiento de Lla-
nes, 2003, p.128.
54 () et todo esto sea escripto per uno de los nuestros escrivanes jurados (), Ciriaco
Miguel Vigil, Coleccin histrico-diplomtica del Ayuntamiento de Oviedo. Precedida de un
discurso preliminar de Manuel Pedregal y Caedo, Oviedo, Imprenta de Pardo, Gusano y
Compaa, 1889, pp.54-55, n XXIX.
180 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
55 Jos Bono, Historia del derecho notarial espaol. I. La Edad Media. 2. Literatura e insti-
tuciones, Madrid, Junta de decanos de los colegios notariales de Espaa, 1982, pp.110-111.
56 M. Fernndez Mier, Documentos de Balmonte, nos 66, 70, 77 y 79; J. A. Gonzlez,
Los Escamprero y Los Areces, no 6.
57 Idntico panorama han descrito para Sevilla Pilar Ostos Salcedo y Mara Luisa Pardo
Rodrguez, Los escribanos pblicos de Sevilla en el siglo XIII, en Notariado pblico
y documento privado: de los orgenes al siglo XIV. Actas del VII Congreso Internacional de
Diplomtica, Valencia 1986 I, Valencia, Consejera de Cultura, Educacin y Ciencia de la
Comunidad Valenciana, 1989, pp.517-518. De las mismas: Documentos y notarios de Sevilla
en el siglo XIII, Madrid, Fundacin matritense del notariado, 1989, pp.28-29.
58 Archivo Histrico Nacional. Seccin Clero. Regular y Secular. Belmonte, carp.1574 n18.
59 Mara Josefa Sanz Fuentes, Paleografa de la Baja Edad Media castellana, Anuario
de Estudios Medievales, 21 (1991), pp.532-533; Eadem, La escritura gtica documental
castellana, en Paleografa II. Las escrituras gticas desde 1250 hasta la imprenta. Oviedo, 18
y 19 de junio de 2007, Oviedo, Universidad de Oviedo, 2010, pp.115-116.
60 Es la nica letra en la que tambin en los scriptores coetneos que actan por la comarca,
o en las inmediatas, se aprecia algn bucle (AHN. Clero. Carp.1575 n 1: Fernando Garca,
ao 1258; AHN. Clero. Carp.1574, n 19: Sin especificar amanuense, ao 1259). En todo
caso, la escritura de todos ellos est an lejos de los modelos grficos que emplea ya en 1258
Nicols Yez (AHN. Clero Regular. Carp.1574 n 12). Una descripcin de su escritura
en O. Rodrguez, Del prenotariado al notariado en Oviedo, pp.386-387.
Prctica notarial en el concejo | Guillermo Fernndez Ortiz 181
El ltimo tercio del siglo est caracterizado por la aparicin de los nota-
rios pblicos del rey en la puebla de Grado, desde 1270. Pronto alcanzarn
el nmero de dos. Los documentos se siguen escriturando enna pobla, y la
jerarquizacin en la oficina se consolida, pero sobre todo cambia la autoridad
sobre los mismos. Martn Rodrguez, antiguo escribano de concejo, trabaja
ahora como simple amanuense al servicio de otro, per mandado de Rodrigo
Alfonso, que es el escribano pblico en Grado, portador de la fe pblica ya
con nombramiento real66.
Conclusiones
Fuentes
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1575, 1576 y 1577.
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Aproximacin al anlisis diplomtico y
estudio tipolgico de un cartulario del
concejo de Lorca (Murcia) de 1463-1464
Diego Antonio Reinaldos Miarro
Universidad de Murcia
Introduccin
189
190 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
3 Seguimos como mtodo de anlisis diplomtico el propuesto por Pedro Luis Lorenzo
Cadarso en el captulo 13 del manual de Paleografa y Diplomtica coordinado por ngel
Riesco Terrero. Vid. Pedro Luis Lorenzo Cadarso, Caracteres extrnsecos e intrnsecos
del documento, en Introduccin a la Paleografa y la Diplomtica General, ed. ngel Riesco
Terrero, Madrid, Sntesis, 1999, pp.257-284. La Comisin Internacional de Diplomtica
prefiere el uso de la terminologa caracteres externos y caracteres internos al de caracte-
res extrnsecos e intrnsecos. Cfr. Mara Milagros Crcel Ort (ed.), Commission Interna-
tionale de Diplomatique. Vocabulaire International de la Diplomatique, Valencia, Universitt
de Valencia, 1994.
Aproximacin al anlisis diplomtico | Diego Antonio Reinaldos Miarro 191
de las cartas de este libro, que ocup dos folios de papel moderno y qued
incompleto, dejando otros cuatro folios en blanco del mismo tipo de papel. En
dicho ndice recogi en dos columnas, por un lado, un resumen del contenido
de las cartas junto con la data (o la indicacin de su inexistencia, en su caso)
y por otro, el folio o folios donde se sita dentro del volumen, cuya foliacin
tambin se la proporcion Espn Rael en numeracin arbiga. No existen
signaturas ni reclamos.
Pasando a analizar el soporte en el que se plasm la escritura del conjunto
documental, hemos de reiterar que se trata de papel de tipo occidental en
formato bifolio, quedando despus distribuido en folios de 306218 mm,
la mayora de ellos escritos por las dos caras. La procedencia de dicho papel
es variada, si atendemos a la existencia de tres tipos de filigranas, si bien dos
de ellas son las mayoritarias: la de la figura de un sol de ocho rayos con un
crculo y un motivo central, presente en los ff. 3-5, 8, 11, 12, 18-24, 26, 34,
35-38, 41-45 y 49; y la de la figura de una flor, con la forma de una especie
de granada, que se puede observar en los ff. 50, 53, 54 y 57-60; mientras que
slo en el f. 56 encontramos otra con la figura de una especie de rosa ochavada.
En la mayora de los casos, estas marcas de agua aparecen situadas en posicin
central en el folio, salvo algunos casos en que se sitan a la izquierda4. No se
observa un cuidado especial en la preparacin de la pgina para la escritura:
as sucede con la caja de escritura, cuyas dimensiones son variables, oscilando
entre 250180 mm y 220150 mm, con una media de 230160 mm y sin
restos de pautado. Ms bien al contrario, podemos decir que la distribucin del
texto a lo largo del soporte es un tanto anrquica, puesto que, si bien a veces
se respetan los mrgenes, en otros casos el texto acaba invadindolos (especial-
mente el derecho y el inferior), por lo que no presentan medidas uniformes.
Por otra parte, las lneas o renglones de escritura no siempre son rectas, sino
que a veces adoptan una direccin ascendente y, en menos casos, descendente.
tan solo una raya de separacin entre dos cartas, las numeradas con el 97 y
98 (f. 56r).
S que encontramos en cambio notas marginales, algunas de la poca y
en otro caso anotaciones archivsticas (en este caso de Espn Rael), a modo
de sntesis sobre el contenido de algunas unidades documentales o sobre su
inters. Tambin son frecuentes las llamadas de atencin (cartas 87, 97 y 106),
resueltas mediante la palabra ojo y un alargamiento del cado de la letra jota
que a veces toma forma de llave (carta 97, f. 55v).
Por ltimo en este apartado, analizaremos las caractersticas del lenguaje
utilizado, puesto que tambin puede aportarnos informacin de inters, en este
caso acerca del nivel sociocultural del autor o autores que intervinieron en la
puesta por escrito de los diversos asuntos poltico-administrativos contenidos
en las cartas. A excepcin del lenguaje solemne de las cartas recibidas de la
cancillera de Enrique IV, en el resto se observan algunos rasgos de particu-
lar inters. Lo primero que hay que sealar es que todas las cartas siguen un
modelo o formulario con un estilo propio del gnero epistolar en cuanto al
saludo y despedida protocolarios, dependiendo de la persona o institucin a
la que se refieran, como veremos ms adelante en el anlisis diplomtico de
la estructura documental. Pero pese a ese carcter protocolario, hay algunos
rasgos en el lenguaje de inters, que aparecen sobre todo en las cartas de escri-
tura ms cursiva y con ductus ms descuidado (adrescadas por aderezadas),
ausencia de nexos se vayan juntar, enbiamos creemos; entrevino por intervino,
arcasmos como tenudos; Crimeynte por Clemente; uso de t por d al final de
palabra y en el modo imperativo (cibdat, adalit, salut, facultat, lit, benignidat,
mirat, mandatnos, sostituit) y uso de algunas formas verbales particulares
como queriramos o detudiredes.
6 La figura del adelantado fue biografiada por Juan Torres Fontes, Don Pedro Fajardo,
Adelantado Mayor del Reino de Murcia, Madrid, CSIC, 1953.
7 Una semblanza del personaje puede verse en las contribuciones de Mara del Mar Garca
Guzmn, Las cabalgadas en tierras granadinas de Juan Fernndez Galindo, comendador de
Reina, en Homenaje al prof. Jacinto Bosch Vil, vol. 1, 1991, pp.181-192; Eadem, Ascenso
poltico y formacin del patrimonio de Juan Fernndez Galindo, comendador de Reina, durante
el reinado de Enrique IV, Cuadernos de Estudios Medievales y Ciencias y Tcnicas Historiogrficas
(CEMYCTH), XVII (1992), pp.147-171 y Enrique Toral y Pearanda, Juan Fernndez
Galindo, comendador de Reina y Capitn General y del Consejo del rey don Enrique IV de
Castilla y su alcaide de Alcal la Real. De su vida y su descendencia en cija y Alcal la Real,
en IV Estudios de Frontera, Alcal la Real, 2001, en homenaje a don Enrique Toral y Pearanda,
coords. Francisco Toro Ceballos y Jos Rodrguez Molina, Jan, 2002, pp.535-578.
8 Personaje de origen judeoconverso y de vida problemtica: cfr. Juan Torres Fontes, El
converso Juan de Crdoba y sus problemas, en Nuevas estampas medievales, Juan Torres
Fontes, Murcia, Real Academia Alfonso X el Sabio, 1997.
Aproximacin al anlisis diplomtico | Diego Antonio Reinaldos Miarro 195
estableciendo asuntos de gobierno), una cdula real y una misiva, en este caso
procedente del comendador Diego de la Cueva.
Con los datos con los que contamos, a tenor del anlisis efectuado, estamos
en condiciones de definir el conjunto documental que estudiamos como un
cartulario de la escribana del concejo de Lorca que abarca el periodo com-
prendido entre junio de 1463 y julio de 1464, descartando a falta de ms
datos otras propuestas, como el que se trate de un libro-registro de cartas o de
un formulario para escribanos9. La principal razn que a ello nos mueve es la
propia definicin de cartulario como una coleccin de documentos copiados
in extenso o, a veces, abreviados en forma de libro, ms raramente en forma
de rollo, que rene los ttulos relativos a los bienes y derechos de una persona
fsica o moral, o los instrumentos concernientes a su historia o a su admi-
nistracin, para asegurar la conservacin y facilitar la consulta; en definitiva,
hablamos de un conjunto de copias de documentos recibidos o emitidos por
personas o entidades10. Una definicin que, como advirti Elena E. Rodrguez
Daz, esconde una realidad mucho ms compleja que debe matizarse segn
las instituciones (eclesisticas o laicas) que elaboraron estos repertorios, las
diferentes pocas, materialidades, ordenaciones, tipologas o funciones que se
le asignan11. Estas palabras quedaran corroboradas en nuestro caso si recorda-
9 Esta sera la razn que explicara su conservacin para Isabel Garca Daz, Documenta-
cin medieval del Archivo Municipal de Lorca (1257-1504). Estudio y edicin, Murcia, Uni-
versidad de Murcia, Ayto. de Lorca y Real Academia Alfonso X El Sabio, 2007, pp.XXXI-
XXXII de la introduccin.
10 Cfr. M. M. Crcel (ed.), Vocabulaire International de la Diplomatique, pp.35-36.
11 Elena E. Rodrguez Daz, Los cartularios en Espaa: problemas y perspectivas de
investigacin, en La escritura de la memoria: los cartularios / VII Jornadas de la Sociedad Espa-
ola de Ciencias y Tcnicas Historiogrficas, eds. Elena E. Rodrguez Daz y Antonio Claret
Garca Martnez, Huelva, Universidad de Huelva, 2011, pp.13-35, p.13. Vanse tambin
las reflexiones de Concepcin Mendo Carmona, El cartulario como instrumento archivs-
tico, Signo. Revista de Historia de la Cultura Escrita, 15 (2005), pp.119-137, pp.122-123
en especial; Alfonso Snchez Mairena, Metodologa para la investigacin de los cartula-
rios medievales: una experiencia a partir del estudio del Tumbo Viejo de la catedral de Lugo
(siglo XIII), en Homenaje al profesor Dr. D. Jos Ignacio Fernndez de Viana y Vieites, coord.
Rafael Marn Lpez, Granada, Ed. Universidad de Granada, 2012, pp.533-548.
Aproximacin al anlisis diplomtico | Diego Antonio Reinaldos Miarro 197
Conclusiones
Fuentes
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200 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
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203
204 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
5 Pere Gifre, Els Arxius patrimonials. Possibilitats historiogrfiques, Figueres, Arxiu Histric
comarcal/Institut dEstudis Empordanesos, 1992.
6 M de Lurdes Rosa (ed.), Arquivos de famlia, sculos XIII-XX: que presente, que
futuro? / Lisboa, Instituto de Estudos Medievais, 2012. Destacamos tambin el proyecto
ARCHIFAM: Los archivos de familia en la Pennsula Ibrica (finales del siglo XIII-principios
del siglo XVII), coordinado desde la Casa Velzquez de Madrid y que rene a investigadores
espaoles, franceses y portugueses. Es preciso sealar la publicacin reciente de Jos Anto-
nio Munita; Arsenio Dacosta; Jos ngel Lema; Agurtzane Paz; Jos Ramn Daz, En
tiempo de ruidos e bandos. Nuevos textos para el estudio de los linajes vizcanos: los Barroeta
de la Merindad de Marquina (1355-1547), Vitoria, Universidad del Pas Vasco, 2014, una
publicacin que parte de un conocimiento profundo de un archivo de familia para construir
la historia del linaje que lo gener.
7 Pere Gifre; Josep Matas; Santi Soler, Els arxius patrimonials, Girona, CCG Edicions,
Associaci dHistria Rural de les Comarques Gironines, Institut de Llengua i Cultura
Catalanes de la Universitat de Girona, 2002, pp.63-98.
Documentacin municipal de Tremp (Pallars Juss) | Daniel Piol Alabart 205
Juss, en Tremp.Pero ya el ttulo del trabajo nos desvela algo diferente: colec-
cin. No es, por tanto, un archivo. Y su procedencia es de la Casa Josep, de la
pequea poblacin de Vilamolat de Mur, y consta en el cuadro de clasificacin
del archivo, en la seccin Colleccions factcies, y con el ttulo Collecci de
documents de Casa Josep de Vilamota de Mur, anys 1476-segle XX.
La familia Castells, propietaria de la Casa Josep, del pueblo de Vilamolat de
Mur, en la comarca del Pallars Juss (Prepirineo cataln), conserv en su poder
esta coleccin de documentos. La coleccin no se ha descubierto ahora, por lo
que no se trata de un hecho excepcional, y ya era conocida desde hace muchos
aos. De hecho, la historia de su conservacin en manos de esta familia, parece
ser que arranca de los primeros meses de la Guerra Civil. En aquel momento,
Josep Castells i Bigorra, maestro y miembro de esta familia, recogi el conjunto
de ms de un millar de documentos para salvaguardarlos de su destruccin.
Este maestro era una persona sensible a las cuestiones culturales, por lo que se
comprende su preocupacin por guardar el patrimonio documental. De hecho,
ya en 1932 se preocup de la restauracin del castillo de Mur y del claustro
de la colegiata de Santa Mara de Mur8, conjuntos arquitectnicos cercanos
a la poblacin de donde era maestro. Estos documentos se escondieron en la
casa de la familia. A la muerte del maestro, los documentos pasaron a manos
de su heredero, mossn Jess Castells i Serra, cannigo de la Catedral de la
Seu dUrgell. Era una persona erudita e interesada por la Historia, autor del
martirologio diocesano9, e inici un trabajo de clasificacin y descripcin de
la documentacin conservada en su casa. Fallecido en el ao 2006, los docu-
mentos pasaron a manos de su hermano quien, en 2009, los deposit en el
archivo comarcal. El trabajo que se est llevando a cabo actualmente es el
de digitalizacin y descripcin, y nuestra investigacin ha permitido cambiar
algunas fechas y algunas descripciones errneas, aunque el proceso todava no
ha finalizado.
Si nos adentramos en la coleccin y analizamos los documentos vemos cla-
ramente que no se trata de un conjunto archivstico que configure una unidad
orgnica. Se confirma que estamos ante una coleccin creada por la voluntad
e inters de una persona con el objetivo de preservar los documentos, aunque
podemos llegar a dudar de que sea sta la verdadera finalidad.
8 Amics de lArt Vell, Memria de lobra realitzada des de la seva fundaci, 1929-1935,
Barcelona, 1935, pp.39, 40 y 65.
9 Jess Castells i Serra, Martirologi de lEsglsia dUrgell, La Seu, Bisbat dUrgell, 1975.
206 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
Documentos Fechas
Eclesistica 896 1424-1911
Notarial 27 1652-1770
Municipal 39 1421-1780
Privada 352 1378-1824
Total documentos 1314
Resulta un total de 1314 documentos de los que nos interesan ahora los de
carcter municipal, dejando los otros tres grupos para otra ocasin. En el Arxiu
Comarcal del Pallars Juss se conserva el fondo municipal de Tremp. Las fechas
extremas arrancan del ao 1521 y llegan al siglo XX. Los documentos conser-
vados en la coleccin de Casa Josep adelantan la fecha hasta 1421. Son un total
de 39 documentos entre libros y documentos de diferente tipologa. Destacan
por encima de todo los libros de acuerdos municipales. De stos se conserva
un fragmento de 10 folios de 1476-148010, otro fragmento de 23 folios des-
encuadernado fechado entre 1509-151111, y un fragmento de 1515151712.
10 Coleccin, 1001/19.
11 Coleccin, 1000/19.
12 Coleccin, 1004/19.
Documentacin municipal de Tremp (Pallars Juss) | Daniel Piol Alabart 207
Despus un libro fechado en 1520-22, que sera el que tiene continuidad con
los conservados en el archivo comarcal, que comienzan en 152113.
Estos libros de acuerdos, de actas municipales, o en los fragmentos que se
conservan de stos observamos que presentan las mismas caractersticas a los
libros de acuerdos catalanes del siglo XV14. Ciertamente que existen diferencias
formales producto de la forma de escribir y disponer el texto de cada escri-
bano municipal. Despus de la fecha y el lugar de reunin (fonch congreguat
consell general a X de aguost any M CCCC LXXVI en la quasa della badia) 15
puede encontrarse el motivo por el que se rene el Consejo general: fonch
congregat consel general sobre la lluici e venda del redelme 16. Inmediatamente
se introduce el nombre de los tres cnsols seguido de la lista de consellers asis-
tentes, en alguna ocasin el nombre del veguer, y se pasa a las deliberaciones.
Estas siempre son introducidas por la expresin Fonch proposat y despus
siguen las expresiones fonch feta conclusi, fonch feta deliberaci. Cuando
se trataban diversos temas eran enumerados a travs de la frmula Sobre los
quaps segents, comenzando por el acostumbrado Primo o primerament,
seguidos los siguientes captulos por Item. La disposicin del texto acostum-
bra a ser en dos columnas; por un lado el listado de asistentes a la reunin y
por el otro las cuestiones que se deliberan. El contenido de la discusin puede
aparecer a regln seguido inmediatamente debajo de las dos columnas con las
que se insertan los nombres de los consejeros.
Pero en estos libros de acuerdos se introducen elementos interesantes que no
se localizan en otros lugares. Por ejemplo, en los primeros das del mes de mayo
de cada ao aparece el inventario de bienes muebles de la iglesia parroquial
de Tremp, conocida como colegiata de Valldeflors. Se citan los ornamentos
litrgicos, vestimentas, objetos de plata y libros. Los cnsules, en presencia del
rector de la colegiata, realizaban anualmente la revisin de los ornamentos de
13 Coleccin, 1273.
14 Montserrat Sanmart; Isabel Companys (eds.), Actes Municipals de Tarragona, 1400-
1401; 1401-1402, Tarragona, Ajuntament de Tarragona, 2011, pp.13-28. Los libros de
Actas de Tremp, concretamente los que ahora citamos, ya han sido objeto de un estudio
y de una edicin por parte de Pau Castell; Carme Muntaner, La vida a Tremp en poca
baixmedieval a travs de les actes del Consell de la vila (1476-1517), Tremp, Edicions Garsi-
neu, 2015.
15 Coleccin 1001/19, f. 2v. El lugar de reunin no siempre es en la casa abada (casa
rectoral). Puede ser en el claustro de la iglesia, la casa del Concejo (Casa de la Vila o Casa
del Consell), el mercadal, alguna casa particular
16 Coleccin 1001/ 19, f. 2r.
208 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
20 Coleccin, 1269.
21 Jordi Morell, Consideracions al voltant duna Font de tipus fiscal. Els llibres des-
times de Reus, en Estudios sobre renta, fiscalidad y finanzas en la Catalua bajomedieval,
Barcelona, I. Mil i Montanals/ CSIC, 1992, pp.349-380. Max Turull; Jordi Morell,
Estructura i tipologa de les Estimes-manifest en Catalua (siglos XIV-XV), Anuario de
Estudios Medievales, 35/1 (2005), pp.271-326.
22 Coleccin 1232.
23 Coleccin 1052. 1780 mayo 7.
24 Coleccin 1227. S. XVIII. Est en muy mal estado.
210 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
***
Estos documentos que se han presentado ahora aportan nuevos datos,
confirman otros y complementan la documentacin municipal conservada
en el Arxiu Comarcal del Pallars Juss. Pero surge una pregunta. Por qu se
conservaron? Si era para salvaguardarlos de la destruccin en la Guerra Civil,
por qu en un archivo se conservan los libros de acuerdos modernos, y en
25 Coleccin 0319/05.
26 Coleccin 1001/19, f. 5r. 1477 mayo 27.
27 Cfr. Daniel Piol; Montserrat Sanmart, El control sobre la producci i comercialit-
zaci del vi a travs de la documentaci municipal: Tarragona, s. XIV-XV, en El Mn urb
a la Corona dArag del 1137 als decrets de Nova Planta, Barcelona, Publicacions Universitat
de Barcelona, 2003, pp.503-514.
Documentacin municipal de Tremp (Pallars Juss) | Daniel Piol Alabart 211
una casa particular los medievales? Por qu estn mezclados libros notariales,
documentacin privada, eclesistica y municipal sin ningn criterio aparente?
La hiptesis que planteamos es que esta coleccin, y la documentacin
municipal en particular, se conservaron en manos de esta familia porque el
maestro Josep Castells tena un inters personal en los documentos. Era un
hombre preocupado por la cultura, por el patrimonio de una zona que, en
el primer tercio del siglo XX comenzaba un proceso de cambio econmico y
social importante comenzaron obras de pantanos, energa hidroelctrica,
que cambiara para siempre la fisonoma de la comarca. Tal vez esta docu-
mentacin lleg a casa Josep con la intencin de servir de base documental a
alguna investigacin histrica. Podemos aventurar que la salvaguarda de estos
documentos con sus diferentes tipologas de la destruccin con motivo de la
Guerra Civil es una conclusin demasiado simple. En cualquier caso es impor-
tante considerar estos documentos de importancia capital para el conocimiento
de la Historia de Tremp y de sus alrededores en la poca medieval.
Bibliografa
Amics de lArt Vell, Memria de lobra realitzada des de la seva fundaci, 1929-1935,
Barcelona, 1935.
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Cantarell, Elena; Comas, Mireia; Muntaner, Carme, El Llibre de la Baronia dEram-
pruny, Lleida, Pags Editors, 2012.
Capmany i Guillot, Josep, Els papers de la Baronia dErampruny: aproximaci a un fons
patrimonial dispers en molts arxius, Materials del Baix Lobregat, 21 (2005), pp.93-103.
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Associaci dHistria Rural de les Comarques Gironines, Institut de Llengua i Cultura
Catalanes de la Universitat de Girona, 2002, pp.63-98.
Morell, Jordi, Consideracions al voltant duna Font de tipus fiscal. Els llibres destimes
de Reus, en Estudios sobre renta, fiscalidad y finanzas en la Catalua bajomedieval, Bar-
celona, I. Mil i Montanals/ CSIC, 1992, pp.349-380.
212 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
Munita, Jos Antonio; Dacosta, Arsenio; Lema, Jos ngel; Paz, Agurtzane; Daz, Jos
Ramn, En tiempo de ruidos e bandos. Nuevos textos para el estudio de los linajes viz-
canos: los Barroeta de la Merindad de Marquina (1355-1547), Vitoria, Universidad del
Pas Vasco, 2014.
Piol Alabart, Daniel, Un document pblic en un arxiu privat: larrendament de la fleca
de Riba-roja dEbre lany 1788, Miscellnia del Centre dEstudis de la Ribera dEbre, 21
(2011), pp.95-104.
Piol, Daniel; Sanmart, Montserrat, Los libros de cuentas municipales de Tarragona en
el siglo XIV, en II Jornadas de Archivos Municipales de Cantabria, Santander, Asocia-
cin para la Defensa del Patrimonio Bibliogrfico y Documental de Cantabria, 1999,
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Piol, Daniel; Sanmart, Montserrat, El control sobre la producci i comercialitzaci del
vi a travs de la documentaci municipal: Tarragona, s. XIV-XV, en El Mn urb a la
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de Barcelona, 2003, pp.503-514.
Rosa, M de Lurdes (ed.), Arquivos de famlia, sculos XIII-XX : que presente, que futuro?,
Lisboa, Instituto de Estudos Medievais, 2012.
Sanmart, Montserrat; Companys, Isabel (eds.), Actes Municipals de Tarragona, 1400-1401;
1401-1402, Tarragona, Ajuntament de Tarragona, 2011.
Turull, Max; Morell, Jordi, Estructura i tipologa de les Estimes-manifest en Catalua
(siglos XIV-XV), Anuario de Estudios Medievales, 35/1 (2005), pp.271-326.
Guerra y escritura: el cuaderno de
reclutamiento del concejo de Fregenal
de la Sierra (siglo XVI)1
Mara Luisa Domnguez-Guerrero
Universidad de Sevilla
1 Este trabajo ha sido financiado por el Proyecto I+D+I del Ministerio de Economa
y Competitividad: Escritura y Ciudad en la Corona de Castilla (Siglos XIII-XVII) HAR
2012-32298.
2 Mercedes Borrero Fernndez, El concejo de Fregenal de la Sierra, poblacin y eco-
noma en el siglo XV, Historia. Instituciones. Documentos, 5 (1978), p.117.
3 Mara Luisa Domnguez-Guerrero, Distribucin geogrfica de las escribanas del
Reino de Sevilla en el siglo XVI, Documenta & Instrumenta, 11 (2013), p.54.
4 Enrique Ordua Rebollo, La tradicin municipalista en Castilla, en Castilla en
Espaa. Historia y representaciones, eds. Mariano Esteban de Vega y Antonio Morales
Moya, Salamanca, ediciones Universidad de Salamanca, 2009, p.34.
5 Mara Dolores Rojas Vaca, Los escribanos de concejo en Cdiz (1557-1607), Historia.
Instituciones. Documentos, 24 (1995), p.432.
213
214 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
cabo las compras de estos bienes, que seran encargados a mercaderes, sastres,
armeros y otros artesanos de la propia villa y de varios pueblos vecinos. Y
finalmente, el resto del cuaderno est dedicado a recoger las comunicaciones
que la villa mantuvo con sus representantes en la ciudad de Sevilla y con las
propias autoridades sevillanas11, as como las relaciones que se establecieron
con los vecinos de la villa en aras del reclutamiento.
Un negocio de esta complejidad requera, lgicamente, un amplio abanico
de tipos documentales que recogieran y diesen solucin a los diferentes aspec-
tos que fueron plantendose. A la hora de analizar estos documentos hemos
realizado una clasificacin basada en la persona o institucin que los expide, ya
que dentro de este cuaderno hallaremos documentos emitidos por tres oficinas
de expedicin diferentes as como documentos privados de particulares.
La primera de estas oficinas de expedicin fue la del asistente de Sevilla,
figura equivalente a la de los corregidores de otras ciudades castellanas12, repre-
sentante del rey en la ciudad y en quien concurran poderes de gobierno civil
y militar y atribuciones de justicia. Como autoridad delegada del Monarca, el
asistente tena derecho a expedir una serie de documentos de mandato propio
de estas figuras, que los concejos y otras instituciones inferiores no podan
emitir; adems contaba con sus propios escribanos13 que hacan para l las veces
de secretarios, elaborando la documentacin que requera para el ejercicio de
su funcin.
Las otras dos oficinas de expedicin son concejiles, concretamente la del
concejo de Sevilla y la del de Fregenal de la Sierra. A pesar de que una de las
instituciones era inferior y dependiente de la otra, sus sistemas de trabajo y
expedicin documental, as como las tipologas de documentos que emanaban
de ellas son similares14. En este caso, sin embargo, existe una particularidad en
11 Una intensa correspondencia que buscaba, por parte del concejo hispalense, que se ace-
lerasen los trmites del reclutamiento para que los soldados estuviesen disponibles cuanto
antes, y por parte del concejo de Fregenal, que se retrasasen todo lo posible y se rebajasen
las demandas de la capital.
12 Agustn Bermdez Aznar, El corregidor en Castilla durante la Baja Edad Media, Murcia,
1971, p.117.
13 Sabemos que estos eran escribanos reales porque as se denominan a s mismos escribano
pblico del rey y de los negocios del asistente, pero no tenemos datos acerca de su origen o de
la forma en la que desempeaban su oficio.
14 En este trabajo se ha empleado como modelo la clasificacin tipolgica de documen-
tacin concejil propuesta por Mara Josefa Sanz Fuentes en De diplomtica concejil
castellana en la Edad Media. Una nueva propuesta de clasificacin documental, en Sit
Guerra y escritura: el cuaderno de | Mara Luisa Domnguez-Guerrero 217
liber gratus, quem servulus est operatus. Studi in onore di Alessandro Pratesi per il suo 90 com-
pleanno, eds. Paolo Cherubini e Giovanna Nicolaj, Citt del Vaticano, Scuola Vaticana
di Paleografia, Diplomatica e Archivistica, 2012, pp.535-548.
218 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
15 Margarita Gmez Gmez, El documento y el sello regio en Indias: su uso como estra-
tegia de poder, Documenta & Instrumenta, 13 (2005), pp. 89-105.
Guerra y escritura: el cuaderno de | Mara Luisa Domnguez-Guerrero 219
2.1. Mandamientos
Igual que ocurra en el caso del asistente de Sevilla, tambin los concejos
emitan documentos de mandato hacia sus subordinados siguiendo el esquema
preciso de las Reales Provisiones. Documentos a los que la bibliografa nombra
indistintamente Provisiones, mandatos o mandamientos16. Al ser esta ltima la
denominacin que utilizaron sus emisores, ser la que nosotros emplearemos
en este trabajo.
Entre abril y junio de 1597 el concejo de Sevilla emiti distintos man-
damientos a otras autoridades o a particulares con el fin de ir desarrollando
los trmites necesarios para llevar a cabo la leva de soldados. A Fregenal de la
Sierra el concejo de Sevilla le envi en total tres mandamientos, que compar-
tan con los del asistente su forma externa (impresos con huecos en blanco
para los datos) y su estructura interna, (intitulacin: Los alcaldes y el alguacil
mayores, y el asistente y los veintiquatro cavalleros regidores desta muy noble y
muy leal ciudad de Sevilla, direccin, expositivo, dispositivo iniciado por os
mandamos, clusulas conminatorias y varias de sancin material encadenadas)
con la nica diferencia de que los mandamientos del concejo iban firmados
exclusivamente por el escribano de la institucin, sin que hubiera presencia
grfica de los intitulantes del documento, como s suceda en los del asistente,
que pona su firma.
son traslados del contenido de este libro de actas, sino que se trata de docu-
mentos originales, validados mediante la suscripcin del escribano de concejo
y las firmas de los regidores que asistieron a la sesin, tal y como suceda en
los libros de acuerdos o actas17. Comienzan, como es comn en las actas, con
la data tpica y crnica, en este caso indicando que las reuniones se llevaron a
cabo en las casas del cabildo de la villa de Fregenal, lugar general de reunin
para la corporacin municipal. A continuacin se registra el nombre de los
asistentes al cabildo y se procede a la narracin de las actividades desarrolladas
durante la reunin, validndose con la firma del escribano del concejo y la de
los cabildantes que asistieron.
Las actas de concejo son el tipo documental ms frecuente dentro del cua-
derno, sumando hasta un total de diecinueve reuniones, que se celebraron
entre el 26 de abril, fecha en la que se recibi en el concejo el mandamiento
del asistente de Sevilla, y el 8 de julio, ya despus del envo a Sevilla de los
soldados, cuando el concejo se rene para determinar la cantidad que se pagar
como compensacin al regidor que se envi a Sevilla para tratar directamente
con el asistente.
1.1.1.2. Cuentas
Al final del cuaderno, una vez que ya los soldados fueron enviados a Sevilla
y el negocio pareca resuelto, el concejo de Fregenal tom la decisin de tomar
las cuentas de los gastos de la guerra al encargado de administrar los fondos.
Pero no se fiscaliza al encargado de ese ao, ya que el negocio an poda alar-
garse, sino al que el ao anterior, ante una situacin idntica a la actual, haba
administrado las cuentas del dinero tomado del psito.
Las cuentas eran documentos pblicos de carcter administrativo y fisca-
lizador que se realizaban con el fin de auditar el uso que un administrador
haba hecho de una cantidad puesta bajo su gestin, asegurando as que no
existiese fraude. Al ser documentos pblicos, deban de ser realizadas siempre
en presencia de un escribano pblico, que diese fe de la veracidad y la validez
de esta auditora, y ante aquellas personas o representantes institucionales
que tuviesen autoridad para determinar si el uso que se haba hecho del
dinero haba sido leal o fraudulento. De esta manera, los mayordomos de los
17 Mara Josefa Sanz Fuentes, Tipologa Documental de la Baja Edad Media Castellana:
Documentacin Concejil. Un modelo Andaluz, cija, en Archivstica. Estudios bsicos,
1981, p.202.
222 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
3.1.2.1. Fianzas
En la reunin de cabildo del 4 de mayo se acord que los hombres recluta-
dos, que en ese momento se encontraban retenidos forzosamente en la prisin
de la villa, podran abandonar su encierro si dejaban una fianza econmica que
3.2.1.1. Notificaciones
Cuando un auto del alcalde o un mandamiento de algn regidor deba de
ser comunicado a terceras personas, el escribano era el encargado de llevarlo
a cabo, y anotaba siempre en el cuaderno dnde y cundo tenan lugar estas
comunicaciones. Estos eran documentos brevsimos, en estilo objetivo, com-
puestos apenas por la data crnica, la indicacin de cmo el escribano notific
una informacin y el lugar donde lo hizo, e, inmediatamente despus, su firma.
Las notificaciones tambin tenan lugar cuando llegaba al concejo un docu-
mento enviado por alguna autoridad superior, el cual deba de ser recibido por
el escribano y su contenido notificado a los cabildantes. Hasta en cinco ocasio-
nes durante el tiempo en el que este negocio se estuvo desarrollando llegaron
al concejo de Fregenal mandamientos del asistente de Sevilla, los cuales eran
siempre recibidos por Francisco de Vargas, escribano del concejo, y notificados
por ste a los cabildantes, dejando siempre constancia de esta actuacin dentro
del cuaderno, mediante un documento especfico. Estas notificaciones, tan
breves como las anteriores, estaban generalmente escritas al dorso del propio
mandamiento, y validadas mediante la suscripcin del escribano pblico y del
concejo en forma que dieran fe. Todas comienzan por la data tpica y crnica,
siguen con el nombre del escribano yo, Franisco de Vargas, scriuano pblico y del
conejo, el acto de notificar el mandamiento y los nombres de las personas a las
que se inform. Cierra con la frmula y dello doy fee, seguido de su suscripcin.
3.2.1.2. Certificaciones/Testimonios
3.2.1.2.1. De actuaciones
El escribano pblico y del concejo tena la autoridad de dejar constancia
fehaciente de las actividades que llevaban a cabo los miembros de la institucin.
En este caso que nos ocupa, el escribano dio fe de las compras que los diputa-
dos haban realizado para armar y vestir a los soldados, de la entrega de estos
bienes a esos mismos soldados, y de las actuaciones que los diputados llevaron
a cabo para poder reclutar a los hombres reluctantes a ser alistados. En total se
encuentran trece documentos de estas caractersticas dentro del cuaderno. Son
todos textos muy breves de estructura simple, en la que el escribano, en primera
Guerra y escritura: el cuaderno de | Mara Luisa Domnguez-Guerrero 225
3.2.1.2.2. De pregn23
El testimonio de pregn constituye un subgrupo dentro de los documentos
por los que el escribano daba fe de una actuacin que se haba desarrollado en
su presencia, siendo en este caso un documento ms complejo y extenso que
los que se realizaban para otras actuaciones como las que se han visto en el
apartado anterior. Este tipo documental constitua una certificacin, validada
por el escribano del concejo, de cmo el pregonero de la villa haba transmitido
mediante pregn una informacin a los vecinos. Para el caso que nos ocupa,
dentro del cuaderno de Fregenal se hallan cuatro cartas de pregn. Las dos pri-
meras son del da 3 de mayo y se refieren a un mismo contenido que se pregon
en dos lugares diferentes: la plaza pblica y los tres altozanos de la villa. Este
contenido era un auto del alcalde ordinario de la villa en el que se da aviso a
los hombres huidos que si no se presentan al da siguiente para ser enviados a
Sevilla, se jugaran su vida y sus bienes; amenazndose tambin a quienes les
ayudasen. Los otras dos son de los das 5 y 6 de mayo, y la informacin que
se transmita en ellos era la lista de hombres que faltaban por entregarse para
ser llevados a Sevilla.
En todos los casos la informacin que se transmite a travs del pregn est
ya incluida con anterioridad en el cuaderno por lo que el documento de pregn
no deber incorporar el contenido de lo que se dice, sino slo dejar constancia
de que se llev a cabo. Las testificaciones de pregn comienzan con la data
tpica y crnica, siguen con la declaracin de cmo el pregn se llev a cabo
en presencia del escribano y se hizo a altas vozes, y cierra dando fe y con una
relacin de los testigos presentes, que en todos los casos eran tres. Se valida
mediante la firma del escribano pero no la de ninguno de los testigos.
3.2.1.2.3. De gastos
A lo largo del cuaderno se encontrarn distintas listas de sumas de los gastos
en los que se incurren para resolver el negocio. A diferencia de las cuentas ante-
23 Jos Miguel Lpez Villalba, Estudio diplomtico de los testimonios de pregn del
concejo medieval de Guadalajara (1454-1500), Espacio, Tiempo y Forma. Serie III, Historia
Medieval, 8 (1995), p.136.
226 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
3.2.2.1. Autos
Decreto o determinacin dada o pronunciada jurdicamente por el alcalde
sobre alguna causa civil o criminal en su condicin de oficial de justicia24. Eran
decisiones que el alcalde toma sobre cierto asunto, y constituan una orden
que deba cumplirse so pena de castigo. Comienzan todas con la data tpica
y crnica, siguen con el nombre del alcalde ordinario que dicta la orden y a
continuacin aparece un expositivo donde se indican los antecedentes que han
llevado a la toma de esta decisin. Tras ello se incluye el verbo dispositivo, que es
en todos los casos mando, y la orden concreta que debe ser cumplida, la cual
queda reforzada con una clusula de sancin penal: so pena que si no lo fiieren
se proveer contra ellos judicialmente con todo rigor. El documento termina con y
as lo mand y firmlo, seguido de la firma del alcalde y la del escribano.
4.1. Misivas
Se conservan dos cartas, la primera de Rodrigo de Marmolejo, regidor de
Fregenal de la Sierra, que fue enviado a Sevilla tras la reunin de cabildo de
28 de abril, a pedir que se rebajasen las exigencias en cuanto al nmero de
soldados y la brevedad del envo. Este enviado escribe una carta el 2 de mayo
que ser recibida en el concejo de Fregenal el da 4 del mismo mes, en la que
informa que ha sido imposible cambiar las condiciones de la demanda, por
lo que apremia a sus colegas cabildantes a cumplir cuanto antes las rdenes
recibidas. La segunda carta es de don Guilln Peraza de Ayala, alcalde mayor de
la justicia de Fregenal, quien, a pesar de estar enfermo, viaj a Sevilla a tratar
directamente el asunto con el asistente, enviando el da 13 de mayo una carta
en la que explicaba lo infructuoso de su viaje, ya que el asistente se mantena
inamovible en su orden. Ambas cartas comparten su carcter espontneo y
personal, tratndose en ambos casos de documentos privados y autgrafos que,
junto con la informacin necesaria para resolver los trmites, incluyen detalles
sobre su estado de salud, saludos a sus compaeros en Fregenal, y curiosidades
y opiniones personales sobre personajes del concejo sevillano.
4.2. Peticiones
En varias ocasiones se encuentran cosidas dentro del cuaderno peticiones
enviadas al concejo de Fregenal por algn particular o miembro de la propia
institucin que solicitaba alguna cosa. Normalmente solan pertenecer a artesa-
nos o profesionales que reclamaban su pago por los servicios que haban pres-
tado en el negocio de reclutar, vestir y armar a los soldados. As, encontraremos
la peticin de un transportista que trajo pao de otro pueblo, la del pregonero
que pregon las rdenes del concejo y la de otro trabajador que no especifica
su funcin. Los documentos se inician con el nombre del peticionario, una
brevsima descripcin del trabajo desempeado por orden del concejo, y una
peticin a vuestras meredes pido y suplico me manden pagar estos maraveds/me
lo manden librar, cerrando con su firma.
Como ha podido verse, el sistema de reclutamiento de soldados en las
villas castellanas, como tantas otras actuaciones en esta poca tan burocrati-
zada y dependiente del documento escrito como fue el siglo XVI, constitua
un proceso largo y complejo, que requera la participacin de distintas per-
sonas e instituciones, cuyas actuaciones pidiendo, mandando, decidiendo,
afirmando generaron una gran variedad de documentos.
Fuentes
Archivo Histrico Provincial de Badajoz, Protocolos notariales, oficio 1, legajo 2969.
Archivo General de Simancas, Consejo Real de Castilla, 281.
228 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
Bibliografa
Bermdez Aznar, Agustn, El corregidor en Castilla durante la Baja Edad Media, Murcia,
1971.
Borrero Fernndez, Mercedes, El concejo de Fregenal de la Sierra, poblacin y economa
en el siglo XV, Historia. Instituciones. Documentos, 5 (1978), pp.113-168.
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de Sevilla en el siglo XVI, Documenta & Instrumenta, 11 (2013), pp.43-65.
Domnguez-Guerrero, Mara Luisa; Ostos Salcedo, Pilar, Los formularios notariales
castellanos y la documentacin judicial, en Los escribanos pblicos y la actividad judicial,
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Gmez Gmez, Margarita, El documento y el sello regio en Indias: su uso como estrategia
de poder, Documenta & Instrumenta, 13 (2005), pp. 89-105.
Lpez Villalba, Jos Miguel, Estudio diplomtico de los testimonios de pregn del con-
cejo medieval de Guadalajara (1454-1500), Espacio, Tiempo y Forma. Serie III, Historia
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Escribir en la ciudad, escribir para comerciar:
el caso del mercader flamenco
Juan Bautista de Holanda
M Jos Dez Hermano
Universidad de Valladolid
1 La edicin consultada para este trabajo es una publicacin posterior: Recopilacin delas
leyes destos reynos hecha por mandado del Rey don Philippe segundo: contienense las leyes hechas
hasta fin del ao de mil y quinientos y sesenta y ocho, excepto las leyes de partida y del fuero y
del estilo, y tambin van en el las visitas de las audiencias / [Bartholome de Atiena], Alcal de
Henares: en casa de Andrs de Angulo, 1569; Copia digital, Valladolid, Junta de Castilla y
Len, Consejera de Cultura y Turismo, 2009-2010.
2 La reina Isabel, en su codicilo de 1504, expres su deseo de reducir todas las leyes existentes
en un solo corpus legal breve y ordenado. Tanto su esposo Fernando como su nieto Carlos I
intentaron llevar a cabo la empresa, aunque sta no se lograr hasta el reinado de Felipe II.
3 Ms informacin acerca de este proceso de urbanizacin puede encontrarse en Luis
Antonio Ribot Garca (dir. congr.); Luigi de Rosa (coord.), Ciudad y mundo urbano poca
Moderna, Actas, 1997.
229
230 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
A comienzos del siglo XVI Medina del Campo se haba convertido en una
villa moderna con una estructura urbana consolidada6, un importante centro
7 Las ferias de Medina del Campo han generado mucha bibliografa al respecto. Una de
las obras ms destacadas es la de Eufemio Lorenzo Sanz (coord.), Historia de Medina del
Campo y su tierra. Auge de sus ferias, 2 vol., Ayuntamiento de Medina del Campo, Junta de
Castilla y Len, Consejera de Educacin y Cultura, Diputacin Provincial de Valladolid,
Caja de Ahorros Provincial de Valladolid, 1986.
8 Betsab Caunedo del Potro, Los medianos mercaderes y artesanos, en El mundo
social de Isabel la Catlica: la sociedad castellana a finales del siglo XV, coord. Miguel ngel
Ladero Quesada, Dykinson, Madrid, 2004, pp.157-179.
9 Betsab Caunedo del Potro es la que ms ha estudiado el tema de la formacin del
mercader a travs de sus numerosos trabajos publicados.
Betsab Caunedo del Potro, La formacin y educacin del mercader, en El comer-
cio en la Edad Media, XVI Semana de Estudios Medievales Njera y Tricio del 1 al 5
de agosto del 2005, coord. por Jos ngel Garca de Cortzar y Ruiz de Aguirre;
Jos Ignacio de la Iglesia Duarte; Blas Casado Quintanilla; Javier Garca Turza,
2006, pp.417-454. Eadem, Mercaderes castellanos: algunos aspectos de su formacin
terica, en Los negocios del hombre: Comercio y rentas en Castilla. Siglos XV y XVI, eds.
Juan Antonio Bonacha Hernando; David Carvajal de la Vega, Castilla Ediciones,
2012, pp.37-51. Eadem, Comercio y hombres de negocios castellanos en tiempos de
los Reyes Catlicos. Tcnicas y aprendizaje, en Comercio y hombres de negocios en Cas-
tilla y Europa en tiempos de Isabel la Catlica, eds. Hilario Casado Alonso y Antonio
Garca Vaquero, Madrid, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, 2007,
pp.251-277.
Eadem, Una enseanza no universitaria: la aritmtica mercantil, en Homenaje al profesor
Eloy Benito Ruano, vol. 1, 2010, pp.209-222.
10 El sistema de contabilidad utilizado era el de la Partida doble. Se basaba en la existencia
de dos libros fundamentales: diario y mayor, llamados en Castilla manual y libro de caja
respectivamente. Espaa fue el primer pas que cont con unas normas legales (Pragmticas
de 1549 y 1552) que prescriban especficamente el uso obligatorio de la partida doble a
todos los mercaderes y banqueros residentes en los reinos de Castilla. Los Reyes Catlicos
en 1491, al publicar el Cuaderno de Alcabalas, intentaron con anterioridad imponer la
232 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
tierra de Arvalo, se obliga a pagar a Gregorio de Medina, mercader, vecino de Medina del
Campo, 2.600 maraveds mediada la feria de octubre de 1519. Escribano: Diego Gonzlez
de Santillana.
AHPV, Protocolos notariales, caja 7840, f. 844r. 1519, mayo, 27. Medina del Campo. Mancio
Gonzlez, vecino de Cogeces, se obliga a pagar a Gregorio de Medina, mercader, vecino
de Medina del Campo, 1.445 maraveds el da de Navidad de 1919. Escribano: Francisco
Carreo.
27 AHPV, Protocolos notariales, legajo 7889, ff. 496r-499r. 1568, diciembre, 20. Medina del
Campo. Carta de poder de Juan Baptista de Holanda a Jorge Tulayne, mercader flamenco,
vecino de Medina del Campo, para que en su nombre y para l mismo cobre de Martn
Jimnez, mercader, vecino de Toledo; Juan de Medina, lencero, vecino de Medina; Alonso
de Aguilar, mercader, vecino de Valencia; Hernando de Morales, vecino de Yelves, y Fran-
cisco Daz, vecino de Badajoz, los maraveds que le deben por unas obligaciones. Escribano:
Baltasar Prez Soto.
AHPV, Protocolos notariales, legajo 7891, ff. 218r-219v. 1570, abril, 11. Medina del Campo.
Carta de poder de Juan Baptista de Holanda a un mercader flamenco no identificado, vecino
de Medina del Campo, para que en su nombre cobre los maraveds que le deben por unas
obligaciones. Escribano: Baltasar Prez Soto.
Vase Anastasio Rojo Vega, Gua de mercaderes y mercaderas en las ferias de Medina del
Campo. Siglo XVI, Medina del Campo, Fundacin Museo de las Ferias y Diputacin de
Valladolid, 2004.
Escribir en la ciudad, escribir para comerciar | M Jos Dez Hermano 237
Fig. 1. Protocolos notariales, legajo 7889, Fig. 2. Protocolos notariales, legajo 7891,
f. 499r f. 219v
28 ngel Gmez Moreno, Espaa y la Italia de los humanistas: primeros ecos, Madrid,
Gredos, 1994, p.119.
29 AHPV, Protocolos notariales, caja 7840, f. 791v. 1519, noviembre, 25. Medina del
Campo. Testimonio del requerimiento hecho por Pantalen Vieri, en su nombre y en el de
Andrs Velluti, a Pedro Ardingueli, vecino de Medina del Campo, para que les pague en la
feria de octubre de Medina del Campo los 40 castellanos y 129 maraveds de una cdula
de cambio de Juan Alegre, sobrescrita por Rafael Ardingueli y Pedro Ardingueli (1519, sep-
tiembre, 17. Valencia); y testimonio de la respuesta de Pedro Ardingueli protestando dicha
cdula. Escribano: Diego Gonzlez de Santillana.
238 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
Esta diversidad lingstica dar lugar a que surjan problemas para comu-
nicarse y entenderse con la administracin y, por ende, con la autoridad30. La
necesidad de normalizacin se mostraba entonces como un imperativo si se
quera controlar as los posibles ardides para estafar y engaar a la autoridad
poltica31. El primer intento llegara con la pragmtica de Cigales de 1549, que
ser ratificada en 1552 por la pragmtica de Madrid. stas van a estar contem-
pladas en la Recopilacin de las Leyes de estos Reinos, mandada publicar por
Felipe II en 1567. Esta recopilacin indica lo siguiente respecto a la lengua en
la que deban realizar sus negocios los mercaderes:
Mandamos que de aqu adelante todos los bancos y canbios pblicos, y los
mercaderes y otras qualesquier personas, ansi naturales como estrangeros que
trataren, ansi fuera destos reynos como en ellos, sean obligados a tener y assentar
la quenta en lengua castellana en sus libros de caxa y manual .
Y que los dichos mercaderes estrangeros, tengan los libros todos que sean
de sus quentas, as de memorias como de ferias, como de otra cualquier condicin
que sean que tocaren a negocios, en lengua castellana 32.
En nota se indica que se est ratificando las pragmticas anteriores de 1549
y 1552, El emperador don Carlos y doa Iuana en Cigales, ao 1549, 24 de
dezienbre; y los mismos en Madrid, ao de 1552, a 11 de maro; pragmtica 33.
Contina la ley mencionada exponiendo los motivos de dicha obligatorie-
dad: para que cuando les fuera pedida quenta la puedan dar 34; y finaliza
con la exposicin de las penas en caso de incumplimiento: y los que no
tuuieren la dicha quenta de sus libros en lengua Castellana, sean condenados en
pena de mil ducados, los quales se repartan en la forma suso dicha 35.
Su motivacin era evidente; para evitar los posibles fraudes fiscales van a
recurrir al instrumento de la lengua mediante un acertado intervencionismo
idiomtico a favor de la lengua castellana.
Juan Baptista de Holanda va a sucumbir ante este complejo panorama
grfico y lingstico por una desafortunada mezcla de juventud e inexpe-
riencia.
El pleito
32 Recopilacin delas leyes destos reynos hecha por mandado del Rey don Philippe segundo: con-
tienense las leyes hechas hasta fin del ao de mil y quinientos y sesenta y ocho, excepto las leyes de
partida y del fuero y del estilo, y tambin van en el las visitas de las audiencias; Libro quinto,
Ttulo XVIII. De los cambios, y cambiadores y corredores dellos y de los mercaderes y intereses.
Ley X. Que los cambios y mercaderes tratantes en estos reynos y fuera dellos, tengan sus libros en
la manera enesta ley contenida, f. 320v.
33 Ibdem.
34 Ibdem.
35 Ibdem, f. 321r.
36 ARCHV, Registro de Ejecutorias, caja 1132, 47. El documento consta de 8 folios (sin
foliar) y est escrito en escritura procesal.
240 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
Conclusin
39 En 1567 tiene 20 aos de edad, por lo que en el momento en que se le acusa es menor
de edad, ya que la mayora se alcanzaba en Castilla a los 25 aos. Vase al respecto el artculo
de Anastasio Rojo Vega, Los menores de Edad en el Valladolid del Siglo de Oro, Inves-
tigaciones Histricas. poca Moderna y Contempornea, 15 (1995), pp.175-194.
40 Armando Petrucci, Scrittura e popolo nella Roma barocca, 1585-1721, Quasar, 1982,
p.9.
242 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
Apndice
(Cruz)
Executoria de Juan Baptista de Olanda, mercader, contra el fiscal.
Ante el secretario Casasola
<Dezienbre, 1567>.
Don Phelipe por la graia de Dios, etctera. A todos los corregidores, governadores,
alcaldes mayores e ordinarios e otros juezes e justiias qualesquier, ans de la villa de
Medina del Canpo como de todas las otras ibdades, villas e lugares de los nuestros
rreynos e seoros, e a cada uno e qualquier de vos en vuestros lugares e jurisdiiones a
quien sta nuestra carta executoria fuere mostrada, o su traslado signado de escriuano
pblico, sacado en pblica forma con autoridad de justiia, en manera que haga fee,
salud y graia. Sepades que pleito criminal pendi y se trat en la nuestra Corte e
Chanillera ante los nuestros alcaldes della, que ante ellos vino en grado de appelain
de ante el lieniado balos, theniente de corregidor en la dicha villa de Medina del
Canpo, que dl conosi de ierta sentencia que41 en l dio / (f. 1v) e pronuni. El qual
dicho pleito hera entre el dotor Juan Fernndez de Cogollos, nuestro procurador fiscal
en la dicha nuestra Corte e Chanillera, acusador, de la vna parte; e Juan Baptista de
Olanda, flamenco rresidente en la villa de Medina del Canpo, rreo, acusado, de la otra,
sobre rran que pareze que en la dicha villa de Medina del Canpo, a veinte e inco
das del mes de hebrero deste presente ao de mill e quinientos e sesenta e siete aos,
ante el lieniado Arvalo, corregidor en la dicha villa, paresi Juan del Rro, alguail,
y denuni del dicho Juan Baptista de Olanda, mercader flamenco, diciendo questando
mandado por vna nuestra premtica pregonada en nuestra Corte y en la dicha villa, que
ningn estranxero de fuera destos nuestros rreynos pudiese escripbir en sus libros los
negoios que haza y tratos en que entenda y todo lo dems que escribiese cosa alguna
en su lengua sino todo en lengua castellana para que se entendiese. El dicho acusado,
/ (f. 2r) pospuesto el tema de Dios y de las penas legales, y contra el tenor y forma de
tiene para el dicho hefeto; porque no lo / (f. 4r) saba escribir y as hera sin culpa. Y
as los dichos quadernos no daavan a su parte porque no hera ms que papel viejo y
no pasava otra cosa ms de lo que dicho thena en lo que ningn dolo ni negligenia
ava avido; y luego que supo lo que mandaba la premtica hizo lo que ella mandava,
y en hefeto, al tiempo de la dicha denuniain, ni diez meses antes, en los libros de
su parte se ava hallado cosa alguna escripto en lengua flamenca y as esava la dicha
denuniain, por lo que pidi al dicho juez as lo declarase e diese a su parte por libre
y sobre todo pidi justicia e costas y soltura. De lo qual por el dicho juez fue mandado
dar42 traslado a la otra parte y el dicho pleito43 fue concluso y44 las partes rresibidas a
prueba con cierto trmino, dentro del qual se hizieron iertas probanzas <por testigos
y escrituras>; y se prosigui el dicho pleito hasta que fue concluso en difinitiba. E visto
por el dicho lieniado balos, theniente de corregidor susodicho, dio e pronunci en
l una sentenia del tenor siguiente45:
/ (f. 5r) <Sentencia>.
Visto este proeso que es entre Juan del Rro, alguail desta villa de Medina del
Canpo, y Jusepe de Pesquera, su procurador, en su nombre, de vna parte; y Juan Baptista
de Olanda y Pedro de Madrigal, su curador ad liten, en su nombre, de la otra, fallo,
atento las causas que rresultan de los descargos del dicho Juan Baptista de Olanda, bas-
tantes en derecho para modeficar la pena de la causa acordada, que deuo de condenar
e condeno al dicho Juan Baptista de Olanda en penas de inqenta mill maraveds
aplicados conforme a la rreal provisin, guardando en la dicha condenain y modifica-
cin lo que Su Magestad tiene statuido por sus premticas rreales en la aplicain de las
tales penas y en las costas deste prozeso justamente hechas, cuya rran en m rreserbo.
Y por esta mi sentencia difinitiva juzgando, as lo pronunio e mando. El lieniado
balos. La qual dicha sentencia pareze fue dada e pronuniada por el dicho juez en la
villa de Medina del Canpo, a ocho das del mes de maro deste presente ao de mill
e quinientos y sensenta e siete aos. De la qual, por parte del dicho Juan Baptista de
Olanda fue apelado por ante / (f. 5v) los dichos nuestros alcaldes, y paree el dicho Juan
del Rro, alguail, rrecibi de Diego dEspinosa, jurado, diez e seis mill e seiscientos y
sesenta e seis maraveds que le perteneen de su parte de la dicha denuniain e con-
denain; e ansimismo parece que el dicho lieniado balos, theniente de corregidor,
que rresebi de dicho Diego dEspinosa otros tantos maraveds que le pertenean de la
dicha condenain; y Josepe de Pesquera rreibi del susodicho Espinosa seis rreales de
su trabajo de auer ayudado al dicho Juan del Rro, alguail, en el dicho pleito; e paree
que la condenain pertenece a nuestra Cmara. El dicho Diego dEspinosa la asent en
el libro de la Cmara que tena Juan de Medina Velzquez. Y ansimismo despus desto
paree que el dicho lieniado balos, theniente de corregidor susodicho, dio un auto
por el qual mand poner la parte de la condenain que a l(l) perteneca en Juan de
Santiago, estante en la dicha villa, para que los tuviese en guarda y depsito; e paree
que el dicho Juan de Santiago rresibi los dichos maraveds e se oblig de los tener
en depsito, e ansimismo el lieniado Juan Laso paree rresibi del dicho Espinosa
dicho rresibo para en qenta de lo que ava de aver de su trabajo. Y en persecuin de
la dicha apelain interpuesta por parte del dicho Juan Bautis/ (f. 6r)ta de Olanda, su
procurador, en su nombre, se present en la dicha nuestra Audienia, en el dicho grado
de apelain, ante los dichos nuestros alcaldes, ante los quales fue trado e presentado
el prozeso de la dicha causa, en el qual por ante anbas las dichas partes fue dicho e
alegado largamente de su derecho e justiia e se prosigui el dicho pleito asta tanto
que fue concluido e visto por los dichos alcaldes. E dichos nuestros alcaldes dieron e
pronunciaron en l sentencia del tenor siguiente:
<Sentencia>.
En el pleito que es entre el dotor Cogollos, fiscal de Su Magestad en esta su Corte e
Chanillera, acusador, de la una parte; e Juan Baptista de Olanda, flamenco, mercader
en la villa de Medina del Canpo, rreo, acusador, de la otra, fallamos, atentos los autos e
mritos del proceso del dicho pleito, que el lieniado balos, theniente de corregidor
en la dicha villa de Medina del Canpo, que de este dicho pleito primeramente conoi,
en la sentencia que en l dio e pronunci, de que por parte del dicho Juan Bautista
de Olanda fue apelado, juzg e pronuni mal y el susodicho apel bien. Por ende
que debemos rrebocar y rrebocamos su sentencia del dicho theniente de corregidor,
e aciendo justiia en la causa debemos asolver y asolvemos al dicho Juan Bautista de
Olanda de la instancia deste juhizio, e no aemos condenain de costas. E por esta
nuestra sentenia ans la pronunciamos e mandamos. El lieniado Gara de Toledo,
el lieniado Mardones, el dotor Juan Pez de Sotomayor.
/ (f. 6v) La qual dicha sentenia fue dada e pronuniada por los dichos nuestros
alcaldes estando en audiencia pblica, en Valladolid, a veinte e inco das del mes de
setienbre46 deste presente ao de mill e quinientos e sesenta e siete aos; de la qual, por
el dicho dotor Cogollos, nuestro procurador fiscal, fue suplicado e dixo e aleg contra
ello largamente en <iertas>(tas) rraones en guarda de su derecho e justiia. Contra la
qual, por parte del dicho Juan Bautista de Olanda nos fue replicado e se prosigui el
dicho pleito asta tanto que fue concluso. E visto por los dichos nuestros alcaldes dieron
e pronunciaron en l sentencia de rrevista del tenor siguiente (del tenor siguiente):
/ (f. 7r) <Sentencia>.
En el pleito que es entre el dotor Juan Fernndez Cogollos, fiscal de Su Magestad
en esta su Corte e Chanillera, acusador, de la una parte; e Juan Bautista de Olanda,
flamenco, rresidente en la villa de Medina del Canpo, rreo, acusado, de la otra, fallamos
que la sentenia difinitiva en este dicho pleito e causa dada e pronuniada por nos, los
alcaldes de Su Magestad, en esta Su Corte e Chanillera, de que por anbas las dichas
partes fue suplicado, es buena e justa e derechamente dada e pronuniada, e sin enbargo
de las rraones a manera de agravios contra ella dicha e alegadas, la debemos confirmar
e confirmamos en todo e por todo como en ella se contiene.
E por esta nuestra sentencia en grado de rrevista juzgando, ans la pronuniamos e
mandamos sin costas deste grado. El lieniado lvar Gara de Toledo, el lieniado
Mardones, el dotor Juan Pez de Sotomayor.
La qual dicha sentencia fue dada / (f. 7v) e pronuniada por los dichos nuestros
alcaldes estando en audienia pblica, en Valladolid, a nueve das del mes de novienbre
de mill e quinientos e sesenta e siete aos. E agora la parte del dicho Juan Bautista
de Olanda nos suplic le mandsemos dar nuestra carta executoria de las dichas sen-
tenias de vista e rrevista por los dichos nuestros alcaldes dadas e pronuniadas, para
que en lo que hera en su favor fuesen guardadas e cumplidas y executadas, o como la
nuestra merced fuese. Lo qual visto, etctera, porque vos mandamos a vos, la dicha
justiia, e a cada vno de vos en los dichos vuestros lugares e jurisdiciones, que siendo
con ella requerido, (po) o con el dicho su traslado sinado como dicho es, por parte
del dicho Juan Bautista de Olanda, veades las dichas sentencias de vista e rrevista por
los dichos (dichos) nuestros alcaldes entre las dichas partes e sobre la rran de lo
susodicho dadas e pronuniadas que de suso ban insertas e incorpo/ (f. 8r)radas, e las
guardis e cunplis y executis en todo e por todo como en ellas se contiene, e contra
ellas no vais ni pasis ni consintis ir ni pasar por alguna manera, so pena de la nuestra
merced e de cada diez mill maraveds para la nuestra Cmara, so la qual dicha pena
mandamos a qualquier scriuano pblico que para ello fuere llamado, que d ende al
que vos la mostrare testimonio sinado con su sino, porque nos sepamos en cmo se
cunple nuestro mandado.
Dada en Valladolid, a nueve das del mes de dizienbre de mill e quinientos e sesenta
e siete aos. El lieniado lvar Gara de Toledo, el lieniado Mardones, el dotor Juan
Pez de Sotomayor, el licenciado Porras.
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3 Archivo de Protocolos Notariales de Carmona, 3, ff. 288r-363v. De los doce escribanos
pblicos que desempean su oficio en Carmona en este ao, slo los libros de Antn de la
Barrera, Pedro de Toledo y Juan de Toledo recogen asientos para 1513.
249
250 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
concejil4. Las primeras nos permitirn observar la escritura entre gran parte
de los miembros de la oligarqua urbana y la organizacin de la escribana
concejil. Los protocolos son una fuente de riqueza inestimable para el examen
grfico de todas aquellas manos que en su da pusieron en prctica el ejercicio
de la escritura, tanto las profesionales como las usuales. Si por algo destacan
los protocolos es por su fiabilidad metodolgica, puesto que en el escatocolo
final de la mayora de ellos se especifica el conocimiento o no de la escritura:
e para mayor firmeza lo firm de su nonbre o bien e porque no saba firmar lo
firm a su ruego el dicho.
Aun as, debemos ser cautelosos a la hora de sentar conclusiones apresu-
radas, ya que dos elementos amenazan esta certeza metodolgica: la posible
sobrerrepresentacin de los sectores altos de la sociedad y la no obligada corre-
lacin entre la firma y el conocimiento de la escritura5. Ni todos lo carmonen-
ses tendran los recursos econmicos ni la necesidad de acudir a un notario
y no por ello seran analfabetos; ni la firma tendra por qu indicar alfabetismo
cuando se restringe a una serie de trazos realizados muchas veces como automa-
tismo de una prctica que no trasluce una alfabetizacin completa. Del mismo
modo que una suscripcin no autgrafa tampoco tiene por qu deberse a una
realidad de analfabetismo.
Las peticiones suponen un aporte cualitativo a nuestra investigacin incom-
parable al de cualquier otra fuente: nos ayudan a esclarecer la problemtica
conceptual sobre la firma como testimonio irrefutable de alfabetismo. En la
coincidencia de la actuacin en los libros de protocolos y el envo de peticiones
redactadas manu propria de un individuo podemos concluir si la habilidad de
escribir del mismo se limita al esbozo de una suscripcin o a la capacidad de
elaborar textos ms complejos (textos que demuestran, adems, un dominio
suficiente de la ortografa, la gramtica, etc.). Ahora bien, de nuevo en las
peticiones vuelve a surgir la controversia metodolgica de las suscripciones.
4 En este ao todava no se genera un libro propio para esta documentacin, por lo que
se conservan con las actas capitulares: AMC, Gobierno, Actas Capitulares, Leg. 26, ff.
1r-588v.
5 Para opiniones a favor de esta concordancia sin paliativos cfr. Daniele Marchesini,
Dalla firma alla scrittura. Sulluso delle sottoscrizioni matrimoniali negli studi sullalfabe-
tismo, en Sulle vie della scrittura: alfabetizzazione, cultura scritta, istituzioni in et moderna:
atti del Convegno di Studi, Salerno, 10-12 marzo 1987, Npoles, 1989, p.71. Para opiniones
ms mesuradas cfr. Carmen del Camino Martnez, Alfabetismo y cultura escrita en las
fuentes notariales, en En torno a la documentacin notarial y a la historia, eds. Pilar Ostos
Salcedo; Mara Luisa Pardo Rodrguez, Sevilla, 1998, p.98.
Alfabetizacin y cultura grfica en Carmona en 1513 | Adrin Ares Legaspi 251
Esta vez por la innecesaria presencia de las mismas para validar el documento,
que nicamente se pueden constatar con cierto grado de certeza en tres supues-
tos: a) que los solicitantes sean un grupo (normalmente vinculados bien a un
mismo oficio bien a un sector socioeconmico), b) que el peticionario sea un
escribano pblico o no (ya sea el interesado directo o acte como delegado de
escritura), y c) que el signatario ostente un cargo de relevancia en el concejo
(novillero, regidor, procurador).
Por ltimo, hemos seleccionado otras dos fuentes que complementen el
estudio de la cultura escrita con datos sociolgicos sobre cada uno de los otor-
gantes de la documentacin. Hablamos, por un lado, del Libro de franquicia
y vecindad (1473-1520) 6, registro anual de los nuevos avecindados en la villa,
en el que no aparece su suscripcin, sino la de su fiador, residente obligado en
Carmona. Esta ausencia, junto con la escasez de testimonios (21 nuevos veci-
nos recibe Carmona en 1513), es uno de los principales defectos que encierra
esta fuente Por otra parte, hemos consultado el padrn de 1508-15117, para
obtener referencias puramente sociolgicas que puedan explicar el grado de
alfabetismo o analfabetismo de cada individuo analizado.
Extensin de la alfabetizacin
Figura 1: Distribucin de los oficios de analfabetos (1A*) y alfabetizados (1B) en los libros
de protocolos. APNC, 3, ff. 288r-363v y APNC, 4, ff. 70r-243v. *No consignamos los 226
desconocidos en la tabla 1A para no distorsionar su interpretacin.
13 Armando Petrucci, Scrivere nel cinquecento: La norma e luso fra Italia e Spagna, en
El libro antiguo espaol: Actas del II Coloquio Internacional del Libro Antiguo espaol, Madrid,
1992, p.363.
14 Elisa Ruiz Garca, La escritura humanstica y sus tipos derivados, en Introduccin a
la Paleografa y la Diplomtica general, ed. ngel Riesco Terrero, Madrid, 1999, p.160.
15 Isabel Garca Daz, La escritura en Cartagena en el siglo XV, Cartagena, Ayuntamiento
de Cartagena, 1999, p.57.
254 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
London, 2010, p.206. Nosotros nos decantamos por considerar las escrituras profesionales
aquellas realizadas por los individuos que viven de la puesta por escrito de la escritura, es
decir, principalmente, los escribanos, pblicos o no.
18 Escritura y Notariado. Una conferencia de don Agustn Millares Carlo, transcrita y
comentada por Manuel Ramrez Muoz, Boletn Millares Carlo, 11 (1990), p.52.
19 As lo seala para las actas de Sevilla la investigadora Del Camino Martnez. Cfr. Carmen
del Camino Martnez, La escritura al servicio de la administracin concejil, Historia.
Instituciones. Documentos, 31 (2004), p.104.
256 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
20 APNC, 4, f. 96v.
21 Fernando de Hoyos, escribano pblico, desempea al mismo tiempo su actividad nota-
rial en el mbito privado y redactaba el pregn que a veces se cosa al libro de actas. Cfr.
AMC, Gobierno, Actas Capitulares, Leg. 26, f. 72r.
Alfabetizacin y cultura grfica en Carmona en 1513 | Adrin Ares Legaspi 257
Figuras 12, 13, 14 y 15: Alonso de Baeza, Antn Ruiz Carrillo, Francisco de Romera y
Alonso Snchez de Bonilla.
Figuras 16, 17, 18 y 19: Alonso Fernndez Terrero, Pedro Martn Terrero, Juan Naranjo y
Pedro Adaz Daz.
Figuras 20, 21, 22 y 23: Menca de Sanabria, Paula de Hoyos, Mara Snchez, la de Porras,
y Luca Snchez de Baeza.
res capaces de suscribir. Cfr. Amparo Moreno Trujillo; Mara Jos Osorio Prez; Juan
Mara de la Obra Sierra, Firmas de mujeres y alfabetismo en Granada (1505-1550),
Cuadernos de Estudios Medievales y Ciencias y Tcnicas Historiogrficas, 16 (1991), p.100.
Alfabetizacin y cultura grfica en Carmona en 1513 | Adrin Ares Legaspi 261
Fuentes
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Libro de franquicia y vecindad de la villa de Carmona.
Libro de protocolos notariales de Antn de la Barrera.
Libro de protocolos notariales de Juan de Toledo.
Libro de protocolos notariales de Pedro de Toledo.
Padrn vecinal de la villa de Carmona de 1508-1511.
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Escritura y Notariado. Una conferencia de don Agustn Millares Carlo, transcrita y comen-
tada por Manuel Ramrez Muoz, Boletn Millares Carlo, 11 (1990), pp.43-56.
29 Reminiscencias que algunos investigadores como Garca Daz consideran ms que como
una pervivencia del sistema grfico pasado, como una adaptacin de la escritura humans-
tica a los gustos castellanos. I. Garca, Escritura y clases populares en Murcia, p.66.
Alfabetizacin y cultura grfica en Carmona en 1513 | Adrin Ares Legaspi 263
1. Introduccin
265
266 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
6 Jos Luis Lpez Gutirrez, Documentacin seorial y concejil del seoro de Cogo-
lludo en el Archivo Ducal de Medinaceli (1176-1530), Historia. Instituciones. Documentos,
10 (1984), pp.157-250.
7 Ramn Carrilero Martnez, Diplomtica municipal albacetense en la primera mitad
del siglo XVI. Una aportacin al estudio del documento privado castellano en los comienzos
de la Monarqua autoritaria, Al Basit. Revista de Estudios Albacetenses, 14 (1984), pp.65-87;
Diplomtica municipal: las ordenanzas. Teora y prctica, Anales del Centro Asociado de la
UNED de Albacete, 9 (1987-1989), pp.73-80; Paleografa y Diplomtica albacetenses: ini-
ciacin al conocimiento de los fondos documentales del Archivo Histrico Provincial de Albacete
(siglos XIII al XVII), Albacete, Instituto de Estudios Albacetenses, 1997.
8 Virginia Mara Cuat Ciscar, Diplomtica municipal. Anlisis y tipologa de la docu-
mentacin municipal valenciana a principios del siglo XIV, Saitabi, XXXVIII (1988),
pp.89-107; Documentacin medieval de la villa de Laredo, 1200-1500, Santander, Fundacin
Marcelino Botn, 1998.
9 Elena Snchez Almela, Diplomtica municipal castellonense. Siglos XIV y XV, Valencia,
1990, (Tesis doctoral indita); El Llibre de Privilegis de la villa de Sant Mateu (1157-1512),
Castelln, Caja de Ahorros y Monte de Piedad, 1985.
10 Jos Antonio Martn Fuertes, Una carta mensajera del Concejo de Santiago al de
Len en el siglo XIV. Estudio de Diplomtica concejil del siglo XIV, Estudis Castellonencs,
6 (1994-1995), pp.829-838.
11 Francisco Antonio Chacn Gmez-Monedero, Coleccin diplomtica del concejo de
Cuenca, 1190-1417, Cuenca, Diputacin Provincial, 1998; Notas de diplomtica munici-
pal en torno a los pregones conquenses bajomedievales, en Estudios en Memoria del profesor
Dr. Carlos Sez, Alcal de Henares, Universidad, 2007, pp.231-237.
12 Adelina Romero Martnez, Los papeles del fisco: Estudio diplomtico de la documen-
tacin fiscal castellana bajomedieval, Granada, Grupo Editorial Universitario, 1998; El
padrn, documento diplomtico, Signo. Revista de Historia de la Cultura Escrita, 6 (1999),
pp.829-838.
13 Jos Miguel Lpez Villalba, Estudio diplomtico de los testimonios de pregn del
concejo medieval de Guadalajara (1454-1500), Espacio, Tiempo y Forma. Serie III, Historia
Medieval, 8 (1995), pp.135-141; Los mandamientos del concejo de Guadalajara: 1456-
1470, Historia. Instituciones. Documentos, 23 (1996), pp.339-347; Estudio diplomtico de
la Fe como documento de relacin del Concejo bajomedieval. Guadalajara (1457-1469),
Anales: Anuario del Centro de la UNED de Calatayud, IV (1996), pp.149-160; Las rela-
ciones del concejo bajomedieval. Estudio diplomtico de las cartas concejiles. Guadalajara
(1391-1496), Espacio, Tiempo y Forma. Serie III, Historia Medieval, 10 (1997), pp.157-182;
El testimonio de acuerdos y el testimonio de autos. Un mero problema de terminologa
documental?, Espacio, Tiempo y Forma. Serie III, Historia Medieval, 12 (1999), pp.91-99;
Documentacin el Archivo Municipal de vila. Vol. VI. (1498-1500), vila, Institucin Gran
Duque de Alba de la Diputacin Provincial, Caja de Ahorros, 1999; La carta de trminos:
De los otros documentos | Manuel Joaqun Salamanca Lpez 267
entre otros, plantendose este ltimo si dicho inters ser una ilusin pasa-
jera14.
De nuevo, hacemos mencin a la figura de Mariano Garca Ruiprez, quien
argumentar que la mayora de los trabajos realizados por palegrafos y diplo-
matistas se centran en el periodo comprendido entre los siglos XIII al XVI,
analizndose unidades documentales simples y, sobre todo, cartas del con-
cejo. Al mismo nivel, por ejemplo, se encontrarn los registros de actas de
sesiones, cuyo alto valor informativo atraer a historiadores, diplomatistas,
archiveros y administrativistas por igual15.
documento constitutivo municipal, Espacio, Tiempo y Forma. Serie III, Historia Medieval,
17 (2004), pp.325-338.
14 Jos Miguel Lpez Villalba, Los estudios diplomticos sobre documentacin muni-
cipal espaola: una ilusin pasajera?, en Littera scripta in honorem prof. Lope Pascual Mar-
tnez, Murcia, Universidad, 2002, vol. 2, pp.575-596.
15 Rafael ngel Arnanz Delgado, Del acta municipal, Barcelona, Bayer Hernos. y Ca.,
1971. Jos Mara Boquera Oliver, Teora de los acuerdos municipales, Madrid, I.E.A.L., 1964.
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Santander, Ayuntamiento, 1998; Eadem, Los libros de acuerdos municipales de Santander. Siglo
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Frontera (1402-1426), Sevilla, Diputacin Provincial, 1992.
Por lo que respecta al mbito madrileo, han visto la luz los siguientes trabajos: Mara del
Carmen Cayetano Martn y Rosario Snchez Gonzlez, Libros de acuerdos del Con-
268 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
Sin embargo, cualquier fondo histrico municipal que se precie estar con-
formado principalmente por documentos compuestos, de ah que ese vaco
deba ser cubierto. En esa lnea, los profesionales del mundo de los archivos
sern quienes se hagan cargo de esa tarea, publicando, caso del Grupo de Archi-
vos Municipales de Madrid, diversos manuales sobre tipologa documental16,
centrados en la identificacin y anlisis de series documentales, conforme a
la legislacin, la tramitacin y los documentos que conforman y disean el
expediente, que a su vez da nombre a la serie.
No obstante dichos estudios tienen su punto de partida en la documenta-
cin generada a partir de la Guerra Civil Espaola, por lo que el vaco para
los textos producidos entre el siglo XVI y parte del XX continuar siendo
un hecho. Si exceptuamos las aportaciones de Mara del Carmen Fernndez
Hidalgo y Mariano Garca Ruiprez17 en el terreno de los psitos, o de Mara
del Carmen Cayetano Martn18 sobre la produccin documental en el Antiguo
Rgimen, ms las de quien les habla19, poco ms debe destacarse.
cejo madrileo: 1464-1600. 5, Aos 1502-1515, Madrid, Archivo de Villa, 1987. Agustn
Millares Carlo, Libros de acuerdos del Concejo madrileo: 1464-1600. 2, Aos 1486-1492,
Madrid, Artes Grficas Municipales, 1970. Agustn Millares Carlo y Jenaro Artiles
Rodrguez, Libros de acuerdos del Concejo madrileo: 1464-1600. 1, Aos 1454-1485,
Madrid, Artes Grficas Municipales, 1932. Federico Prez Castro, Extractos de los libros
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1600. 3, Aos 1493-1497, Madrid, Ayuntamiento de Madrid, 1979; Libros de acuerdos del
Concejo madrileo: 1464-1600. 4, Aos 1498-1501, Madrid, Raycar, 1982.
16 Grupo de Trabajo de Archiveros Municipales de Madrid, Manual de tipologa docu-
mental de los municipios, Madrid, Comunidad Autnoma, 1988; Tipologa documental muni-
cipal 2, Arganda del Rey, Ayuntamiento, 1992; Tipologa documental municipal 3, El Escorial,
Ayuntamiento, 1994. Dichos manuales se han reimpreso bajo el ttulo: Compilacin de manua-
les de tipologa documental de los municipios, Madrid, Consejera de Cultura y Deportes, 2005.
17 Mara del Carmen Fernndez Hidalgo y Mariano Garca Ruiprez, Los psitos muni-
cipales y su documentacin, Madrid, Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentacin, 1989.
18 Mara del Carmen Cayetano Martn, Introduccin a las series documentales de los
archivos municipales castellanos (S. XII-XVIII), en Los Archivos de la Administracin Local,
Toledo, ANABAD Castilla-La Mancha, 1994; Eadem, Una ventana abierta a la Plaza
Mayor: Series documentales en los archivos municipales espaoles (S. XIII-XVIII), en
Los fondos Histricos de los Archivos Espaoles. I Jornadas de Archivos Histricos en Granada,
Granada, Junta de Andaluca, Consejera de Cultura, 1999.
19 Manuel Joaqun Salamanca Lpez, Abastos, oficiales y documentos: el caso de Madrid (1746-
1759), Napoli, Associazione Culturale Sebezia onlus, 2012; El expediente administrativo y sus
De los otros documentos | Manuel Joaqun Salamanca Lpez 269
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de Fernando VI: funcionarios y documentos, Cagliari, ISEM (en prensa).
270 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
entre el dispositivo y las clusulas sin mediar frmula alguna. En ese caso,
el tono empleado en la redaccin servir de apoyo a la hora de clasificar los
contenidos, decantndonos por hablar de disposicin cuando los segmentos
van concatenados o dependen del verbo dispositivo, o de clusulas, cuando
tienen identidad propia, reforzando el cumplimiento de diversos aspectos del
negocio documental.
Continuando con la dispositio, existir disparidad de criterios a la hora de
escoger el tiempo verbal empleado en su redaccin. Primar el estilo directo
(nombro, mando, quiero), sin excluir ejemplos en estilo indirecto (he
nombrado, he tenido), caso del pretrito perfecto, que en documentos como
los nombramientos imitarn el uso dado en las reales rdenes, aunque sin
mediar intermediario en la comunicacin del negocio. La documentacin
notarial ser la que plantee mayores problemas a nivel estructural, toda vez
que las escrituras se redactarn de igual manera a las actas, incluyendo una
ligera modificacin en el dispositivo, cuando lo hacen. La costumbre de
exponer los contenidos a modo de narracin nos llevar a cierta dicotoma,
pues legalmente sern escrituras, pero a nivel diplomtico correspondern a
la categora de las actas, toda vez que aqullas deben mostrar la voluntad del
otorgante.
Huelga decir que en las escrituras la actio jurdica cobra efecto desde el
mismo momento en que se pone por escrito, actio y conscriptio se simultanean.
Sin embargo, en el acta, la actio ha tenido plena eficacia antes de ser documen-
tada, ha producido realmente los derechos y obligaciones que derivan de ella,
antes de ser puesta por escrito, y el hecho de serlo no tiene ms fin que el de
servir de prueba a tal hecho y perpetuar su recuerdo. Es el documento proba-
torio que recoge un hecho anterior y cumplido25. Es por ello que a la hora
de proceder a su anlisis, se reduzca a la fecha y a la expositio y los elementos
validativos, toda vez que estamos ante una narracin. Con todo, dicha expositio
podr dividirse en diferentes apartados desde un punto de vista jurdico o en
funcin de su contenido.
En el terreno de la tipologa documental queda clara la variedad de diplo-
mas presentados por el administrado a nivel probatorio. Respecto a los de
carcter concejil, puede verificarse la adaptacin y asimilacin de los modelos
de la administracin central. No en vano, encontramos oficios, decretos, pro-
25 Jos Joaqun Real Daz, Estudio diplomtico del documento indiano, Sevilla, Ministerio
de Cultura, 1970, p.8.
De los otros documentos | Manuel Joaqun Salamanca Lpez 279
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De escribano de concejo a escribano mayor.
La formacin de las cancilleras urbanas
Isabel Garca Daz
Universidad de Murcia
285
286 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
namientos e cartas en unas arcas9, y en 1408 colocan dos bancos para sentar
delante de las arcas10. No est claro que se trate de la oficina de escribana hasta
mediados del siglo XV, cuando se ordena reparar la cmara del escriptorio del
concejo, lo que indica que ya estaba en uso desde haca tiempo11.
Ante la falta de referencias concretas sobre escribanas de ciudades medie-
vales, hemos de deducir su existencia por medio de datos indirectos, como
pueden ser la existencia de un edificio propio para el ayuntamiento, o la con-
servacin de documentos emitidos por el propio concejo, o la constatacin de
que haba varios escribanos al servicio del municipio.
La existencia de casas de la corte o casa de concejo en una ciudad es un
indicio de que poda existir en ellas un lugar destinado al oficio de la escritura,
especialmente si contaban adems con personal especializado. A este respecto
hay que recordar que muchas ciudades y villas castellanas no tuvieron un edi-
ficio propio para el gobierno municipal hasta entrado el siglo XVI, y que fue
frecuente guardar el arca de los privilegios en una iglesia o un monasterio12.
Sin embargo, las grandes ciudades castellanas s consta que tuvieron un edificio
para las reuniones del ayuntamiento desde fecha temprana. As sabemos que en
Sevilla la casa del concejo donde se reunan los capitulares estaba en el Corral
de los Olmos de Santa Mara, ocupando edificios que ya tenan uso pblico
en poca musulmana13; en Burgos desde 1345 el concejo deba reunirse los
martes y los jueves de cada semana en la Torre del Puente de Santa Mara,
con la presencia del escribano mayor o de su lugarteniente14, y en Zaragoza, el
ayuntamiento se reuna desde 1414 en las Casas del Puente15.
18 Ibd., pp.44-46.
19 M Jos Sanz Fuentes, Tipologa documental de la baja Edad Media Castellana: Docu-
mentacin concejil. Un modelo andaluz: cija, en Archivstica. Estudios bsicos, Sevilla,
Diputacin Provincial, 1981, p.198.
20 M Luisa Pardo Rodrguez, Los notarios de Medinaceli (1368-1454), Boletn de la
Sociedad Castellonense de Cultura, LXII (1986), p.72. La autora considera que debi existir
un escribano de concejo, aunque no ha quedado constancia documental.
21 Ana ngeles Olivares Terol, El concejo de Jumilla en el siglo XVI, Tesis doctoral (micro-
forma), Universidad de Murcia, 1995, pp.570-571.
292 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
22 Jos Antonio Martn Fuertes, Notarios pblicos y escribanos del concejo de Len en
el siglo XIV, Archivos leoneses, 75 (1984), p.19. El autor sita el fenmeno en la segunda
mitad del siglo XIV, pero creo que se podra adelantar a 1345 con la implantacin de los
regimientos.
23 J. A. Bonacha, El concejo de Burgos, p.75.
24 J. A. Martn Fuertes, ibd.
25 A. Rubio, Lescrivania municipal de Valncia, p.31.
26 Jos Marques; M Helena da Cruz Coelho; Armando Luis de Carvalho Homen,
Diplomatique municipale portugaise, en La Diplomatique urbaine en Europe au moyen ge,
eds. Walter Prevenier et Th. de Hemptinne, Louvain/Apeldoorn, Garant, 2000, pp.228-
229. El chancellier se documenta en la ciudad de Loul, en el Algarbe, en 1408.
De escribano de concejo a escribano mayor | Isabel Garca Daz 293
de los propios de la ciudad hasta los primeros aos del siglo XV27, pero otras
se adelantaron, como Sevilla, que registra la existencia de un escribano mayor
en las primeras ordenanzas conservadas, de finales del siglo XIII28. El hecho
de designar al escribano de concejo como mayor nos indica que haba varios
profesionales en el oficio y que se organizaban jerrquicamente; indica asi-
mismo que haba una importante produccin documental como para tener a
ms de un escribano. Esto hace pensar que la presencia de un escribano mayor
en un ayuntamiento es un indicio de que exista una cancillera. Sin embargo
esta denominacin de escribano mayor solo se encuentra en algunas ciudades
castellanas bajomedievales (Burgos, Sevilla, Crdoba) pero no en otras (Len).
Tampoco aparece en Barcelona ni Valencia, donde las fuentes los designan
como escriv de consell, aunque queda claro por su actuacin que diriga y
coordinaba todo el trabajo de escrituracin de la institucin municipal, a modo
de un canciller.
3. El trabajo en la escribana/cancillera
Las oficinas de escribana de las grandes ciudades eran los principales cen-
tros de escritura (o uno de los principales) del territorio en el que se ubican.
Desde la ciudad se difunden rdenes, avisos y comunicaciones de todo tipo
por un territorio que trasciende al propio trmino municipal para abarcar toda
una provincia o reino.
Cuando hablamos de las escribanas/cancilleras urbanas como centros de
difusin de cultura nos estamos refiriendo a una cultura laica, en lengua vulgar
y de carcter prctico. Hay que pensar que los documentos expedidos por los
31 Jos Miguel Lpez Villalba, Las relaciones del concejo bajomedieval, Espacio, Tiempo
y Forma. Serie III, Historia Medieval, 10 (1997), p.158.
32 Peter Herde, La Cancilleria fiorentina nel primo Rinascimento, en La Diplomatique
urbaine en Europe au moyen ge, eds. Walter Prevenier et Th. de Hemptinne, Louvain/
Apeldoorn, Garant, 2000, p.178.
33 A. Rubio, Lescrivania municipal de Valncia, p.57 y ss.
34 ngel Canellas y Jos Trench, Cancillera y Cultura. La cultura de los escribanos y
notarios de la Corona de Aragn (1344-1479), Zaragoza, Institucin Fernando el Catlico,
1988.
35 Antoni Iglesias y Fonseca, Els clssics a la biblioteca de Bernat dEsplugues, notari
i escriv del Consell de la Ciutat, Faventia. Revista de filologia clssica, 22/2 (2000),
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36 M Luisa Pardo Rodrguez, La escribana mayor del Concejo de Sevilla en la Edad
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De escribano de concejo a escribano mayor | Isabel Garca Daz 297
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El concejo de Carmona y el nombramiento de
escribanos: conflictos con el poder regio
Julio Alberto Ramrez Barrios
Universidad de Sevilla
La Baja Edad Media fue testigo de las continuas tensiones generadas por la cada
vez mayor intervencin de la Corona en la administracin concejil1. Como
seala Ladero Quesada, aun en los momentos en los que las villas y ciudades
contaron con una autonoma mayor en el ejercicio de sus competencias, los
monarcas siempre mantuvieron ciertos mbitos y recursos de poder, habida
cuenta de que las ciudades formaban parte del realengo2.
Sin embargo, pueden sealarse tres hitos que jalonaron la escalada inter-
vencionista del poder real sobre el gobierno concejil en poca bajomedieval.
En primer lugar, la instauracin de los regimientos en detrimento de los con-
cejos abiertos durante el reinado de Alfonso XI. A partir de este momento, el
poder qued en manos de una oligarqua local controlada en cierta forma por
el monarca, pues el nombramiento de los miembros del regimiento estaba en
manos de este3. De igual forma, durante el reinado de Alfonso XI se promulg
el Ordenamiento de Alcal de 1348, momento desde el cual se pronuncia,
cada vez con mayor intensidad, una disyuncin entre el creciente predominio
del poder real y la decadencia de la organizacin municipal4. Por ltimo, el
1 El intervencionismo regio no siempre fue impuesto por la Corona. Muchas veces los
concejos acudan al monarca para que este dirimiera en los conflictos internos, situacin que
supieron instrumentalizar en beneficio propio mermando la autonoma municipal. Regina
Polo Martn, El rgimen municipal de la Corona de Castilla durante el reinado de los Reyes
Catlicos: (organizacin, funcionamiento y mbito de actuacin), Colex, Madrid, 1999, p.18.
2 Miguel ngel Ladero Quesada, Monarqua y ciudades de realengo en Castilla. Siglos
XII-XV, Anuario de Estudios Medievales, 24 (1994), p.730.
3 M. . Ladero, Monarqua y ciudades de realengo, pp.743-744; Mara Isabel del Val
Valdivieso, La intervencin real en las ciudades castellanas bajomedievales, Miscelnea
Medieval Murciana, XIX-XX (1995-1996), p.72.
4 Joaqun Salcedo Izu, La autonoma municipal segn las Cortes castellanas de la Baja
Edad Media, Anuario de historia del derecho espaol, 50 (1980), pp.224-225.
301
302 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
5 Como apunta Regina Polo Martn, no siempre la actitud de los Reyes Catlicos hacia
la problemtica municipal fue la misma. Su intervencionismo dependi de las circunstancias
polticas que se dieron a lo largo de su reinado, del grado de fortalecimiento de su poder.
Tras la guerra de sucesin, plenamente consolidados en el poder, los monarcas ya pueden
prescindir del apoyo de los concejos y dar marcha atrs en las importantes concesiones que
haba realizado previamente. El rgimen municipal de la Corona de Castilla, p.736.
6 M. . Ladero, Monarqua y ciudades de realengo, p.765; M. I. del Val, La inter-
vencin real en las ciudades castellanas bajomedievales, pp. 72-74; Manuel Gnzalez
Jimnez, La poltica municipal de los Reyes Catlicos en Andaluca, en Estudos em home-
nagem ao professor doutor Jos Marques, vol. 3, Porto, Faculdade de Letras da Universidade
do Porto, 2006, pp. 129-138. El rgimen de corregidores en Carmona es analizado por
Manuel Gnzalez Jimnez en El Concejo de Carmona a fines de la Edad Media: (1464-
1523), Sevilla, Diputacin Provincial de Sevilla, 1973, pp.132-140.
7 Salustiano de Dios, El Consejo Real de Castilla (1385-1522), Madrid, Centro de Estudios
Constitucionales, 1982, p.335.
8 Francisco Toms y Valiente, Origen bajomedieval de la patrimonializacin y la ena-
jenacin de oficios pblicos en Castilla, Actas del I Symposium de Historia de la Adminis-
tracin, Madrid, Instituto de Estudios Administrativos, 1970, p.147; Mara Luisa Pardo
Rodrguez, Notariado y monarqua: los escribanos pblicos de la ciudad de Sevilla en el
reinado de los Reyes Catlicos, Historia. Instituciones. Documentos, 19 (1992), pp.317-319.
El concejo de Carmona y el nombramiento | Julio Alberto Ramrez Barrios 303
9 Jos Bono Huerta, Historia del derecho notarial espaol, tomo 2, Madrid, Junta de
Decanos de los Colegios Notariales de Espaa, 1982, pp.291-295.
10 Para Jos Mara Garca Marn la presentacin por parte de las ciudades de los privi-
legios concedidos por los monarcas supondr un freno, no siempre efectivo, ante el afn
centralizador de los monarcas bajomedievales. El oficio pblico en Castilla durante la Baja
Edad Media, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1974, p.154.
11 J. Bono, Historia del derecho notarial, p.143.
12 Mara del Pilar Rabad Obrad analiz esta misma problemtica en Cuenca en su
trabajo Las escribanas como conflicto entre poder regio y poder concejil en la Castilla del
siglo XV: el caso de Cuenca, Anuario de Estudios Medievales, 21 (1991), pp.247-276.
304 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
bana del cabildo, como las doce escribanas pblicas18. Bono interpreta este pri-
vilegio como exclusivo para nombrar escribanos del concejo, de eleccin anual.
Sin embargo, argumenta, las ciudades hicieron una interpretacin extensiva de
dicha merced atribuyndose la capacidad de nominar a los escribanos pblicos
del nmero19. La villa de Carmona, en los casos que analizaremos a continua-
cin, har uso de esa interpretacin extensiva, defendiendo su capacidad para
nombrar escribanos por el privilegio antedicho y los usos y costumbres antiguos.
Escribanas y conversos
23 Mara de los Llanos Martnez Carrillo, Escribanos e Inquisicin en los finales del
siglo XV murciano, en Littera Scripta in honorem Prof. Lope Pascual Martnez, coord. Fran-
cisco Marsilla de Pascual, Murcia, Universidad de Murcia, 2002, p.601.
24 M. Gonzlez, Carmona medieval, pp.116-117. En el clebre y voluminoso estudio
sobre los conversos en Sevilla, Juan Gil Fernndez da cuenta del gran nmero de conversos
que ocupaban oficios de escribanas, solo superado por sastres y zapateros. Los conversos y la
Inquisicin sevillana. VIII. Apndices, Sevilla, Universidad de Sevilla, 2003, pp.27-28.
25 Uno de los requisitos para el acceso al oficio de escribano era profesar la fe cristiana,
excluyndose a los herejes del acceso al mismo. J. Bono, Historia del derecho notarial,
pp.215-216.
26 Durante dicha guerra fue comn que los Reyes Catlicos concedieran distintos oficios
a los nobles en pago por los servicios prestados, quebrantando los privilegios otorgados a
ciudades y villas. R. Polo, El rgimen municipal de la Corona de Castilla, p.736.
27 Archivo Municipal de Carmona, Actas Capitulares, Leg. 7, f. 310.
28 Ignoramos si se trata de El Gran Tendilla o el II duque del Infantado, ambos coetneos
y participantes en la guerra de Granada.
29 AMC, Actas Capitulares, Leg. 7, f. 331.
30 AMC, Actas Capitulares, Leg. 7, ff. 332v-333v.
31 AMC, Actas Capitulares, Leg. 7, f. 334.
32 Poder de Fernando de la Serna. AMC, Actas Capitulares, Leg. 7, f. 327.
Poder de Rodrigo de Truxeto. AMC, Actas Capitulares, Leg. 7, f. 328.
El concejo de Carmona y el nombramiento | Julio Alberto Ramrez Barrios 307
hiciese merced de dos de los oficios vacos. Adems, las cartas de poder que traa
consigo le facultaban para usar el oficio, llevar los derechos pertenecientes al
mismo, tanto los secuestrados como los que se generaran de aqu adelante, o
la capacidad de nombrar procurador para sustituirle con los mismos poderes.
Tras presentar los poderes, Diego Salinas entreg al escribano del cabildo
las cartas de merced con los nombramientos para que fueran ledas en la sesin
capitular. En los nombramientos, los Reyes Catlicos mandaban al concejo de
Carmona que recibieran a los tres nuevos escribanos confindoles los oficios
mientras estos permanecieran secuestrados, o a quien poder dieren, en este caso
a Diego Salinas. Si una vez dada sentencia se confirmara el delito de hertica
pravedad se les hara merced del oficio de escribana por los servicios presta-
dos. Antes de las distintas clusulas que cierran el tenor documental, lo reyes
justifican el nombramiento, non enbargante cualquier elein que la dicha
villa o los escriuanos pblicos della ayan fecho, por cuanto segund derecho,
por vacar el dicho ofiio por priuain non lo podieron nyn debieron fazer y
a nos pertenese la provysyn del.
Lo oficiales asistentes al cabildo, siguiendo el ritual marcado en la recepcin
de documentos reales, tomaron las cartas en sus manos, las besaron y pusieron
sobre sus cabezas, diciendo que las obedecan como carta e mandado de su rey
e reyna y, acogindose a la famosa frmula del derecho castellano obedzcase
pero no se cumpla33, suspendieron su cumplimiento hasta que se determi-
nara a quin corresponda la provisin de los oficios. Para ello comisionaron
a Gutirrez Mndez de Sotomayor, alcalde, y a Diego Rom, regidor, junto al
letrado del Concejo.
Al da siguiente se presentaron en el cabildo tres informes34, uno por cada
nombramiento, realizados por el letrado del Concejo. En los informes se defen-
dan los privilegios de los que gozaba Carmona para nombrar escribanos del
nmero, recomendando el sobreseimiento de los nombramientos reales aten-
diendo a los siguientes argumentos:
El secuestro de los oficios perteneca al concejo de Carmona.
Segn los privilegios y buenos usos que tena la villa, a ella corresponda
la eleccin y nombramiento de persona hbil y suficiente para el ejercicio del
oficio
35 Sobre la personalidad de la funcin notarial vase J. Bono, Historia del derecho notarial,
pp.322-326.
36 Julio Alberto Ramrez Barrios, Prctica escrituraria en la escribana concejil de Car-
mona a travs de las actas capitulares (1504), en Funciones y prcticas de la escritura: I Con-
greso de Investigadores Noveles en Ciencias Documentales, coord. Juan Carlos Galende Daz,
Madrid, Departamento de Ciencias y Tcnicas Historiogrficas, Universidad Complutense
de Madrid, 2003, p.204.
37 AMC, Actas Capitulares, Leg. 11, f. 262.
38 Antn de Ojeda simultane el oficio de escribano pblico con el de jurado. Quizs sea
este el motivo que le llev a renunciar a la escribana.
El concejo de Carmona y el nombramiento | Julio Alberto Ramrez Barrios 309
vacos los dos oficios que ocupaba: la lugartenencia de la escribana mayor del
Concejo42 y una de las doce escribanas pblicas del nmero con que contaba
Carmona. El primero de los oficios fue cubierto sin mayores problemas el 9 de
septiembre, da en el que Gonzalo de Andino, escribano mayor del Concejo,
compareci en el cabildo para anunciar cmo haba dado poder al escribano
pblico Francisco de Hoyos43 para que ejerciese el oficio en su lugar. En la
misma sesin capitular, el corregidor Diego Snchez de Alfaro recibi jura-
mento del nuevo lugarteniente.
Sin embargo, la provisin de la escribana pblica se desenvolvi en cir-
cunstancias muy diferentes a las de la escribana del Concejo debido a la inter-
vencin regia. Gonzalo de Andino se person en el cabildo el 23 de agosto44,
solicitando que se le hiciera merced del oficio vaco por muerte de Juan de
Ojeda45. Los seores del Regimiento, despus de tratar otros asuntos, se dis-
pusieron a votar la provisin del oficio. Tres fueron los nombres que salieron
a relucir en las votaciones: Gonzalo de Andino; Alfonso de Ojeda, hermano
del difunto escribano; y Pedro de Cifuentes, alcalde mayor de la villa. De la
votacin, y con una mayora holgada, sali elegido como escribano pblico
Gonzalo de Andino46. Una vez concluido este trmite, y luego de jurar el cargo
ante el cabildo, fue recibido en el oficio, mandndosele entregar los libros y
hiciera merced del oficio de escribano pblico vaco por la muerte de Juan de Ojeda. Que
no hiciera uso de la renuncia para trasmitir el oficio, forma generalizada en la poca, nos
hace pensar que la muerte le sobrevino de forma inesperada.
42 Para J. M. Garca Marn la lugartenencia durante la Baja Edad Media dej de ser una
delegacin para transformarse en un oficio. En El oficio pblico en Castilla, p.63. Gon-
zalo de Andino tena facultad para ejercer el oficio por lugartenientes por real provisin de
30 de noviembre de 1489. AGS, RGS, Leg. 148911, 136.
43 El apellido Hoyos ser un referente en el notariado carmonense, copando escribanas
desde mediados del siglo XV hasta el siglo XVII. J. A. Ramrez, Prctica escrituraria en la
escribana concejil, pp.204-205.
44 AMC, Actas Capitulares, Leg. 18, ff. 545r-546v.
45 Gonzalo de Andino ya fue poseedor de una escribana pblica del nmero en Carmona
antes de solicitar la de Juan de Ojeda. Tenemos prueba de ello por un testimonio de 1478
suscrito y signado por Gonzalo de Andino. AMC, Actas Capitulares, Leg. 4, f. 268r.
46 La mayora tan holgada conseguida por Gonzalo de Andino no debe extraarnos, pues
estamos ante una de las figuras ms importantes y poderosas de la Carmona de finales de
la Edad Media. Mercedes Borrero Fernndez, El control del mundo rural por las lites
locales: el caso singular de Carmona, en Carmona: 7000 aos de historia rural: actas del
VII Congreso de Historia de Carmona, coords. Manuel Gonzlez Jimnez; Mara ngeles
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El concejo de Carmona y el nombramiento | Julio Alberto Ramrez Barrios 311
Conclusiones
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51 Partida 3, Ttulo 19. Ley 3: deben seer vecinos de aquellos logares do fueren escribanos,
porque conoscan meior los homes entre quien ficieren las cartas.
52 J. Bono, Historia del derecho notarial, pp.219-220.
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El Cuaderno de Ordenanzas de Vitoria de 1487
Elena Snchez Garca
Universidad del Pas Vasco
Introduccin
315
316 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
2 Csar Gonzlez Mnguez, La concesin del Fuero Real a Vitoria, Historia. Institucio-
nes. Documentos, 28 (2001), pp.217-229. Ernesto Garca Fernndez, Gobernar la ciudad
en la Edad Media: oligarquas y elites urbanas en el Pas Vasco, Diputacin Foral de lava,
Vitoria, 2004, pp.211-278. Jos Ramn Daz de Durana y Jon Andoni Fernndez de
Larrea Rojas, Acceso al poder y discurso poltico en las villas cantbricas a finales de la
Edad Media, Edad Media. Revista de Historia, 14 (2013), pp.63-80.
3 Arch. Mun. Vitoria (AMV). Ordenanzas Municipales de Vitoria (1487), sig. 17/13/06.
318 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
4 Los dichos seores alcaldes y regidores y diputados dixieron que, por quanto ellos
tyenen bisto las hordenazas antiguas desta ibdad, y que antiguamente en muchas bezes e
dibersos tienpos se an fecho y ordenado (), y sobre las otras cosas que este ao [de 1487]
El Cuaderno de Ordenanzas de Vitoria de 1487 | Elena Snchez Garca 319
firmacin del Consejo Real (30 abril 1539). Estas Ordenanzas de 1487 ya
compiladas, fueron nuevamente copiadas y confirmadas por el Consejo Real
con motivo de un proceso de residencia abierto al concejo de Vitoria. Pas todo
ante Jimeno de Sandoval, secretario de dicho Consejo, y el notario que les dio
traslado fue Pedro de Ulibarri. Esta pieza hoy no se conserva, pero sabemos
que pocos aos ms tarde, en 1544, estaba en manos de Esteban de Izunza,
procurador de la villa. 4. Copia instrumental (5 de abril de 1544). Esta es
la pieza hoy conservada en el Archivo Municipal de Vitoria, copia sacada por
Juan del Castillo, escribano pblico de nmero y del concejo, por orden del
alcalde Fernn Prez de Arana y a iniciativa de Esteban de Izunza, procurador
de la villa, a quien tras ser copiado el ejemplar del que haca uso, la copia de
1539, le fue devuelto de inmediato. El motivo de esta copia no es otro que el
asegurar su pervivencia ante cualquier prdida fortuita5. Esta ltima versin
del Cuaderno de Ordenanzas de 1487 se edit al final del siglo XIX por un eru-
dito local, Vicente Gonzlez de Echvarri. Su labor, siendo buena para aquella
poca, es actualmente mejorable, pues se limit a transcribir como pudo el
cuerpo normativo del Cuaderno, sin parte alguna de los anexos notariales que
dan fe del sucesivo proceso de copias. Dada la dificultad de encontrar hoy en
da esta obra, as como lo limitado y descontextualizado de su edicin, hemos
credo muy til de cara a un futuro no muy lejano el ofrecer una adecuada
edicin crtica de este Cuaderno de Ordenanzas, elaborado y presentado ya
conforme a unas ms modernas y rigurosas pautas metodolgicas6.
se han hordenado (), y como de cabo manda el Rey [Fernando el Catlico], que todas
estn juntas y asentadas en un quaderno, y cada una en su lugar, y estn signadas del signo
de m, el dicho escrivano, en la arca del conejo desta ibdad. Y que pues estn bistas,
mandan a los dichos regidores las agan ans conplir de la forma que dicha es, y las manden
guardar, y sean pregonadas por esta dicha ibdad (Ordenanzas, f. 1v).
5 El dicho Estevan de Ysuna, procurador general, dixo que la dicha iudad de Vitoria
tiene neesidad de las dichas hordenanas para las llevar en otras partes y las presentar (),
e se teme se perdern por agoa o fuego o furto o por otro caso fortituto, e por ende pide al
dicho seor alcalde mande sacar dellas treslado (). Fecho e sacado fue este dicho treslado
de las dichas hordenanas oreginales () en la dicha ibdad de Vitoria, a inco das del mes
de abril, ao del Nasimiento de nuestro Salvador Jesucristo de mill e quinientos e quarenta
e quatro aos (Ordenanzas, f. 25r-v).
6 Vicente Gonzlez de Echvarri, Alaveses ilustres. Apndice III: Archivo de Vitoria.
Ordenanzas de Vitoria del ao 1487, Vitoria, 1900, t. II, pp.401-465. Jos Antonio Munita
Loinaz & Elena Snchez Garca, Ordenanzas municipales de Vitoria (1487): estudio y
edicin documental (en preparacin).
320 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
4. Contenidos normativos
Como ya queda dicho, los artculos del Cuaderno nos aparecen ordenados
pero no organizados. Veremos as que los epgrafes sobre un mismo asunto se
repetirn de forma similar en todos los casos e irn juntos, uno tras otro (los
del trigo, los de basura, los de pesos, etc.); sin embargo, no forman un cuerpo
vertebrado orgnicamente como es propio en la comn prctica legislativa
(Libro, ttulo, captulo y nmero). Por nuestra parte, para poder sistematizar
mejor la informacin de estos 170 artculos y obtener as una primera visin de
su conjunto, los hemos agrupado en mbitos temticos de contenidos afines,
cuya presencia numrica en el Cuaderno de Ordenanzas de 1487 nos ofrece la
siguiente prelacin representada en la grfica adjunta (vase tabla de Conte-
nidos normativos).
322 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
Los tres rdenes de la vida ciudadana. Para poder abordar con cierto
sincretismo los contenidos de estas Ordenanzas, estos nueve mbitos temti-
cos aqu cuantificados los hemos dividido, por su finalidad, en tres rdenes
distintos pero complementarios: el bienestar, la prosperidad y la convivencia.
la lectura pblica de una excomunin general por cualquier clrigo (art. 152).
Por su parte, la vida de los judos nos aparece muy controlada. Radicados en el
gueto de la judera, deban identificarse mediante signos visibles, tenan limi-
tado el modo de vestir, no podan cocer el pan en los hornos de los cristianos,
ni tampoco podan aprender juntos oficio alguno.
9. Marginados: vagabundos. Poco nos ilustran estas Ordenanzas sobre
este particular, pues tan slo son dos los artculos que tratan de evitar que
haya bagamundos en la ciudad. Los vecinos de la villa han de informar a los
alcaldes y regidores si acogen en sus casas a gente sin oficio ni medio por el
que mantenerse; en tal caso, de ser requeridos por los del concejo, no teniendo
trabajo debern abandonar la villa en los tres das siguientes. Si estos vagabun-
dos fueran forasteros, que nadie les d posada, que paguen una multa y se les
expulse del lugar. Los insolventes pasarn nueve das en la cadena.
que, naturalmente, se asocian a faltas ms serias, como las que van vinculadas
al incumplimiento del abastecimiento de trigo a la ciudad. Por ltimo, las
penas ms elevadas son las que oscilan entre los 1.000 a 2.000 mrs, que estn
previstas para sancionar faltas graves, como sucede con el incumplimiento
de la apertura y cierre de las puertas de la villa, la prdida de sus llaves, traer
gente de armas sin autorizacin a la ciudad, usar pesas falsas por parte de los
tenderos y comerciantes, introducir fraudulentamente el vino sin pago de la
sisa a las arcas municipales, o bien, en algn caso, la dejacin de sus funciones
por parte de ciertos oficiales concejiles.
4) En algunos casos la pena va creciendo a medida que se reincide en la
falta, por lo que se llega as a duplicar o triplicar su cuanta inicial, e incluso
acarrear la prdida del ejercicio profesional y/o la pena de destierro por un
tiempo limitado. Esto nos indica que son disposiciones que se adoptan con
clara intencin ejemplarizante.
5) Aunque la mayor parte de las penas son pecuniarias, encontramos algu-
nas de otros tipos, tales como: confiscaciones de objetos (odres de vino, ac-
milas, prendas de juego, etc.), prdida del desempeo de un oficio artesanal
por un tiempo limitado de al menos un ao, as como penas de privacin de
libertad (atando al infractor a la cadena) y castigos corporales (veinte azotes al
judo que more con un cristiano).
6) Finalmente, cada artculo de las Ordenanzas especifica tambin, en la
mayora de los casos, el destino de la pena, algo que resulta ser muy signifi-
cativo puesto que se trata de seguir la pista al dinero que se percibe en forma
de multas por el concejo y sus oficiales. Esto nos confirma lo apuntado ante-
riormente acerca del afn crematstico de estas Ordenanzas, un objetivo fctico
que creemos se esconde tras el primer original de 1487, amn de otros fines
no menos ciertos como los puramente administrativos.
7) Desarrollando un poco ms el destino adjudicado a estas penas, las posi-
bilidades que registramos son las siguientes:
Ciertos vecinos, tales como los damnificados por un quebranto de las
ordenanzas, los delatores o acusadores de una falta, y tambin en otras ocasio-
nes los pobres de la ciudad.
Las parroquias de la villa son receptoras de algunas penas aplicadas a los
blasfemos, as como por otras infracciones de carcter religioso.
Obras pblicas cuya ejecucin ha de corresponder al propio concejo, tales
como la reparacin de las murallas, puertas y calzadas.
El concejo en general, sin ms precisin ni detalle, puede ser tambin y
no pocas veces el destinatario de estas penas.
El Cuaderno de Ordenanzas de Vitoria de 1487 | Elena Snchez Garca 327
A modo de conclusin
Estas Ordenanzas, como reza el tema que nos ocupa en estas Jornadas, son
un adecuado testimonio de las escrituras generadas en el mbito de la ciudad.
Se trata de una singular pieza libraria abordable para su estudio desde una
plural orientacin investigadora, ya sea paleogrfica, diplomtica o tambin
histrica. En este ltimo mbito, estas ordenanzas nos permiten llegar al cono-
cimiento de cmo era la vida en Vitoria a fines de la Edad Media.
En definitiva, gracias a estas Ordenanzas de 1487, se abre ante nuestros
ojos un amplio panorama social y econmico del pasado medieval, dotado por
su articulado de una plural casustica, que pone al descubierto una constante
histrica, pues resuelta la conquista del poder por las elites locales, los siempre
nacidos para regir y cobrar, la praxis poltica se terminar por convertir en
un lucrativo y rentable ejercicio de gobierno. Desde aquella situacin, vivida
a fines del siglo XV y asumida en la Modernidad, hasta llegar a la prctica
poltica del spoil system de los EEUU en el XIX, aplicada luego por los sistemas
liberales parlamentarios, vemos que slo hay un paso.
328 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
Fuentes
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El Cuaderno de Ordenanzas de Vitoria de 1487 | Elena Snchez Garca 329
Las plazas del norte de frica, a las que comnmente se les viene denomi-
nando presidios en la bibliografa, presentan un tipo muy caracterstico de
organizacin social. Aunque el proyecto de expansin por la franja costera del
sur mediterrneo fue auspiciado y avalado por la Corona, sta tuvo que contar
con apoyos financieros de diversa naturaleza para que el mismo prosperase, lo
que condicion sobremanera la gobernacin de los diferentes enclaves, una vez
pasaron a estar bajo su control. Dicho de otro modo, aunque nunca dejaron
de ser de titularidad real, vamos a encontrar tantos modelos de gestin como
la variedad de circunstancias que permitieron sus conquistas1. As pues, tras
la ocupacin de Melilla, por citar algn ejemplo, sta qued en manos del
duque de Medina Sidonia2, quien corri con parte importante de los gastos
de la campaa. El gobierno de Orn, a su vez, estuvo supeditado a los desig-
nios del cardenal Cisneros, que adelant una gran cantidad de dinero para la
preparacin de la expedicin militar responsable de su toma3.
1 Braudel afirm, entre otros, que nunca existi un plan de conquista sistemtico para
ocupar el norte de frica, que los espaoles actuaron por impulsos, y nunca interesados
en ms que controlar ciertos enclaves, sin pretender aprehender las regiones en que stos
estaban. Nosotros, en la misma lnea, vamos ms lejos, pues sugerimos que tampoco hubo
un nico modelo de gestin. Fernand Braudel, En torno al Mediterrneo, Barcelona, 1996.
2 Beatriz Alonso Acero, Cisneros y la conquista espaola del norte de frica: cruzada,
poltica y arte de la guerra, Madrid, Ministerio de Defensa, 2006, pp.102-106.
3 B. Alonso, Cisneros y la conquista espaola del norte de frica, pp.165-172; Jos Garca
Oro, Cisneros. Un cardenal reformista en el trono de Espaa (1436-1517), Madrid, La esfera
de los Libros, 2005, pp.160-163.
331
332 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
Sin embargo, s que existe un rasgo comn en todas aquellas plazas que,
allende del Estrecho, pasaron a ser propiedad de la Corona hispana quedando
incorporadas al reino de Castilla: la progresiva subordinacin de las mismas a
las funciones e instituciones militares.
En el presente trabajo prestaremos atencin al caso concreto de Buja, de la
que excepcionalmente se conservan dos ordenanzas una real4 y otra concejil5
que, aunque han sido profusamente trabajadas por separado6, an no han sido
cotejadas. Mediante su estudio conjunto pretendemos mostrar la constante
tensin que hubo entre la bsqueda del desarrollo de una vida civil, y lo acu-
ciante de las necesidades militares desde el mismo momento de su conquista
hasta que, fracasado el proyecto de controlar el norte del continente africano,
estas ltimas terminaron por sobresalir.
4 Archivo General de Simancas (AGS), CCA, DIV, 48, 20. Editada en: ngel Riesco
Terrero, Ordenanzas militares de Buja de 1531, Revista de Historia Militar, 71 (1991),
pp.105-146.
5 AGS, CCA, DIV, 48, 21. Editada en: Mara Teresa Lpez Beltrn, Las Ordenanzas
de Buja (1536-1540), Batica, 7 (1984), pp.219-244.
6 Otras publicaciones de las que ha sido objeto la ordenanza real: ngel Riesco Terrero,
Anlisis jurdico-diplomtico de las Ordenanzas Reales de Buja de 1531, Espacio, Tiempo
y Forma. Serie IV, Historia Moderna, V (1992), pp.51-70; Regina Mara Prez Marcos,
En los orgenes del ejrcito moderno: las ordenanzas de Buja de 1531, en Estudios sobre
Ejrcito, Poltica y Derecho en Espaa (siglos XII-XX), coords. Javier Alvarado Planas y
Regina Mara Prez Marcos, Madrid, Polifemo, 1996, pp.65-101.
7 J. R. Hale, Guerra y Sociedad en la Europa del Renacimiento (1450-1620), Madrid,
Ministerio de Defensa, 1985, pp.64, 74 y 105; Ren Quatrefages, La Revolucin militar.
El crisol espaol, Madrid, Ministerio de Defensa, 1997, pp.77-78 y 226-229; Enrique Mar-
tnez Ruiz y Magdalena de Pazzis Pi Corrales, Las Guardas de Castilla: Primer ejrcito
permanente espaol, Madrid, Slex, 2012, p.33.
La reglamentacin de la vida urbana en los presidios | Hugo Vzquez Bravo 333
8 Una gran cantidad de las mismas han sido editadas y analizadas en el siguiente trabajo:
R. Quatrefages, La revolucin militar. Para conocer la de 1525, que es en la que quizs
este ltimo menos se detiene: Enrique Martnez Ruiz y Magdalena de Pazzis Pi Corrales,
Un ambiente para una reforma militar: la ordenanza de 1525 y la definicin del modelo
de ejrcito del interior peninsular, Studia Historica, H Moderna, 21 (1999), pp.191-216.
9 Para conocer ms detalles sobre la expedicin: B. Alonso, Cisneros y la conquista espaola
del norte de frica, pp.180-182.
10 Podemos acceder a los cargos de que le acusaron en: M. T. Lpez, Las Ordenanzas de
Buja, pp.221-223.
11 La siguiente autora se interroga sobre el porqu de la existencia nica de este ordena-
miento y deja entrever, como nosotros, que una razn ms que plausible pudiera radicar en
el desorden reinante. No obstante, no pone en relacin ambos documentos: M. T. Lpez,
Las Ordenanzas de Buja, p.220.
334 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
12 Pedro Andrs Porras Arboledas, Las ordenanzas municipales: sus orgenes, contenidos
y posibilidades de investigacin, Vasconia, 36 (2009), pp.19-35; Mara Josefa Sanz Fuen-
tes, Tipologa Documental de la Baja Edad Media Castellana: Documentacin concejil.
Un modelo andaluz: cija, en Archivstica. Estudios Bsicos, Sevilla, Diputacin Provincial
de Sevilla, 1981, pp.201-202; Miguel ngel Ladero Quesada e Isabel Galn Parra, Las
Ordenanzas locales en la Corona de Castilla como fuente histrica y tema de investigacin
(siglos XIII al XVIII), Anales de la Universidad de Alicante, 1 (1982), pp.221-243; y Jos
Miguel Lpez Villalba, Los fueros y ordenanzas medievales: embrin del gobierno de
los cabildos coloniales hispanoamericanos, Historia. Instituciones. Documentos, 33 (2006),
pp.339-363.
13 La siguiente referencia no es ms que un ejemplo: M. T. Lpez, Las Ordenanzas de
Buja, p.219.
14 Acerca de las caractersticas de este tipo documental: Mara Josefa Sanz Fuentes, Tipo-
loga Documental de la Baja Edad Media castellana. Documentacin real, en Archivstica.
Estudios Bsicos, Sevilla, Diputacin Provincial de Sevilla, 1981, pp.251-253; Pedro Luis
Lorenzo Cadarso, El documento real en la poca de los Austrias, Cceres, Universidad de
Extremadura, 2001, p.108.
15 El cual se conserva bajo la misma referencia de archivo que el original de la real provisin
que sometemos a estudio, y dos traslados de sta que igualmente datan del siglo XVI.
La reglamentacin de la vida urbana en los presidios | Hugo Vzquez Bravo 335
16 En el cuadro que se adjunta ms adelante, se puede ver que entre las diferentes tipolo-
gas documentales que conforman este ordenamiento hay recogidos varios testimonios de
pregn. El siguiente texto se ocupa de su estudio en un contexto concreto, pero sus con-
clusiones son de alcance general: Jos Miguel Lpez Villalba, Estudio diplomtico de los
testimonios de pregn del concejo medieval de Guadalajara (1454-1500), Espacio, Tiempo
y Forma. Serie III, Historia Medieval, 8 (1995), pp.135-141.
17 J. M. Lpez, Los fueros y ordenanzas medievales, p.347.
336 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
Mara Barrero Garca24. Nosotros nos inclinamos por lo primero, dado que las
plazas que estudiamos reciben el citado fuero muy tardamente, en fecha poste-
rior a 1494, y sin embargo se sigue aludiendo a l como tal. Pero, en cualquier
caso, ambas coinciden en sealar que ese nuevo ordenamiento se ocupa de la
organizacin concejil, por lo que no sera necesario ahondar en esta cuestin,
pues ya estara sobradamente regulada.
As mismo, lo que igualmente parece interesante resaltar a juzgar por lo
expuesto, es la actuacin de Mlaga, sobre todo, como puente jurdico entre la
pennsula Ibrica y las plazas castellanas en el norte de frica. Este concepto
es el que utiliza Ana Mara Barrero para describir el papel de Canarias respecto
al Nuevo Mundo25.
24 Ana Mara Barrero Garca, De los fueros municipales a las ordenanzas de los cabildos
indianos. Notas para su estudio, en Actas del Congreso del Instituto de Historia del Derecho
Indiano, vol. 3, 2000, pp.29-42.
25 A. M. Barrero, De los fueros municipales a las ordenanzas de los cabildos indianos,
p.33.
26 Es de nuestra misma opinin Jos Miguel Lpez Villalba (J. M. Lpez, Los fueros y
ordenanzas medievales, p.344), pues la seala como el gran elemento vertebrador de la
ciudad. Por ello hemos considerado apropiado la inclusin de este punto, porque creemos
que ilustra de manera perfecta esa tensin que se percibe en la documentacin.
27 Como sucede en el caso de Orn. Archivo Histrico Nacional (AHN). Cdices, L. 1384.
La reglamentacin de la vida urbana en los presidios | Hugo Vzquez Bravo 339
Conclusiones
30 Manuel Gracia Rivas, La invasin de Aragn en 1591: Una solucin militar a las altera-
ciones del reino, Zaragoza, Diputacin General de Aragn, 1992, p.175.
31 El procedimiento es similar al que se describe en la creacin de nuevas villas en la Cornisa
Cantbrica. La siguiente obra recopila una serie de estudios de detalle sobre el fuero de Avils
que nos ilustran todo lo concerniente a esta tipologa documental: Juan Ignacio Ruiz de la
Pea Solar; Mara Josefa Sanz Fuentes y Miguel Calleja Puerta (coords.), Los fueros de
Avils y su poca, Oviedo, 2012. Del proceder en la Corona de Aragn nos puede dar una
idea la siguiente obra: Miguel ngel Pallars Jimnez, Un interesante documento indito
de Alfonso I el Batallador, rey de Aragn, relativo a la poblacin de Pina de Ebro (1129),
en De la Escritura a la Historia (Aragn, siglos XIII-XV), coords. Jos ngel Sesma Muoz
y Carlos Laliena Corbera, Zaragoza, 2014, pp.263-283.
32 Mlaga es una ciudad de referencia importante para estas plazas, de hecho, all se instala
la proveedura general responsable de su mantenimiento. De la concesin de su fuero, al
menos tenemos noticia para el caso de Orn: B. Alonso, Cisneros y la conquista espaola
del norte de frica, pp.175, 230-231.
33 B. Alonso, Cisneros y la conquista espaola del norte de frica, p.118. Aunque tambin
es verdad que esta autora, en la pgina 113, nos dice que Melilla pronto se convirti en una
excepcin en todos los sentidos, quedando un tanto desvinculada de los sucesos que tenan
lugar en el resto de Berbera. Antonio Bravo Nieto, El Gran Capitn y la Espaa de los
Reyes Catlicos, Melilla, 2004, p.13.
La reglamentacin de la vida urbana en los presidios | Hugo Vzquez Bravo 341
34 Rafael Gutirrez Cruz, Los presidios espaoles del norte de frica en tiempo de los Reyes
Catlicos, Melilla, 1997, p.26.
35 B. Alonso, Cisneros y la conquista espaola del norte de frica, pp.228-229: Creo que,
tal como me lo habis escrito en varias ocasiones, si queremos mantenernos en frica, debemos
ocupar [Orn, Buga y Trpoli] y repoblarlas ntegramente de cristianos.
36 B. Alonso, Cisneros y la conquista espaola del norte de frica, p.174. Procedimiento
usado en alguna fase de la Reconquista.
37 AHN. Cdices, L. 1384. En esta ciudad, en 1513, se establece que debe de haber un
nmero de 600 vecinos (colonos), y 100 ms en Mazalquivir: B. Alonso, Cisneros y la
conquista espaola del norte de frica, p.174.
38 Braudel vincula de manera muy acertada los acontecimientos que tienen lugar en Europa
con el devenir de estas plazas. F. Braudel, En torno al Mediterrneo, p.45.
39 En torno a 1544, por tanto, poco despus de salir de Buja: E. Martnez y M. de P. Pi,
Las Guardas de Castilla, p.230.
40 La imagen que se incluye ms adelante est extrada de la pgina web del Repositorio
Documental Gredos (universidad de Salamanca). Trascripcin del texto: Libro nombrado
regimiento de juezes, scripto por el licenciado Alexo Salgado Correa, dirigido al serenssimo, muy
342 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
alto y muy poderoso prncipe don Philippe nuestro seor. En el qual se contienen algunos acuerdos
y avisos de las cosas que los buenos corregidores y juezes deven considerar y hazer y evitar para
administrar bien sus officios, y dar buena y loable cuenta de s y dellos. 1556.
41 Son muchos los autores que han escrito sobre l y su obra. Entre otros: Martn Fernn-
dez de Navarrete, Disertacin sobre la Historia de la Nutica, y de las Ciencias Matemticas
que han contribuido a sus progresos entre los espaoles, Madrid, 1846, p.392.
42 F. Braudel, En torno al Mediterrneo, p.64. Este autor, adems, en la pgina 82, nos
comenta cmo en Orn, en la puerta llamada de Tremecn, exista un portazgo del que se
beneficiaba el rey de Tremecn, lo que obviamente encareca cualquier producto y, por ende,
el comercio en s.
43 Buja en concreto se abasteci desde Mlaga y Valencia. No obstante, en tiempos de
escasez, la adquisicin de trigo magreb fue vital incluso para los habitantes de la pennsula:
B. Alonso, Cisneros y la conquista espaola del norte de frica, pp.232-234.
44 F. Braudel, En torno al Mediterrneo, p.72.
La reglamentacin de la vida urbana en los presidios | Hugo Vzquez Bravo 343
caso de la ciudad de Buja unas ordenanzas concejiles, pero que terminan por
convertirse en ordenanzas puramente militares en sus anexos postreros pues,
como se insiste en la bibliografa y hemos visto en nuestra documentacin,
el abastecimiento real de estas ciudades corri por cuenta de la Corona45
y, muy posiblemente, los beneficios anejos al mismo se quedaron en la
Pennsula.
Finalmente, constatamos un proceso completamente inverso al que estudia
Malpica Cuello para el caso de Loja46, ciudad que ganada al reino nazar de
Granada, pas de estar controlada ntegramente por los militares, a convertirse
en un burgo en sentido pleno. Desde entonces y no antes, s que podemos
hablar ya con propiedad de presidios y no de ciudades.
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346 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
La documentacin municipal de la ciudad de
Macao a lo largo de los siglos XVI y XVII
Filipa Roldo
Universidade de Coimbra
1 Sobre este tema, para el caso portugus, vase Jos Marques; Maria Helena da Cruz
Coelho y Armando Lus de Carvalho Homem, Diplomatique municipale portugaise (XII-
Ie-XVe sicles) en La Diplomatique Urbaine en Europe au Moyen ge, eds. Walter Prevenier
et Thrse de Hemptinne, Leuven-Apeldoorn, Garant, 2000, pp.281-306.
2 Sobre este tema, vase Lus Filipe Barreto, Macau: poder e saber (sculos XVI e XVII),
Lisboa, Editorial Presena, 2006; Manel Oll, El Imperio chino ante los ibricos de Asia
Oriental en Las vecindades de las Monarquas Ibricas, ed. Jos Javier Ruiz Ibez, Madrid,
Fondo de Cultura Econmica, 2013, pp.313-332.
347
348 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
3 Sobre este tema, vase Charles Boxer, Portuguese Society in the tropics. The municipal
councils of Goa, Macao, Bahia and Luanda, 1510-1800, Minnesota, The University of Wis-
consin Press, Madison and Milwaukee, 1965, pp.42-71.
4 Sobre el panorama cultural de la ciudad de Macao, vase L. F. Barreto, Macau, pp.225-
386. Acerca del significado de la expresin cultura pragmtica, vase Marco Mostert,
Communication, literacy and the development of early modern society, en Comunicare
e significare nellalto Medioevo, Spoleto, Centro Italiano di Studi sullAlto Medioevo, 2005,
pp.29-55.
La documentacin municipal de la ciudad de Macao | Filipa Roldo 349
5 Comparativamente, vase Jos Mara Ots y Capdequ, Apuntes para la Historia del
municipio hispanoamericano del periodo colonial, Anuario de Historia del Derecho Espaol,
I (1924), pp.93-157; Arndt Brendecke, Imperio e informacin: funciones del saber en el
dominio colonial espaol, Madrid/ Frankfurt, Iberoamericana/Vervuert, 2012.
6 Biblioteca do Arquivo Distrital de vora (BADE), Papis de D. Francisco de Mascaren-
has, Cdice CXVI/2-5, ff. 27-300v. Algunos de estes documentos fueron recientemente edi-
tados en la obra: Fontes para a Histria de Macau no sculo XVII, eds. Elsa Penalva e Miguel
Rodrigues Loureno, Lisboa, Centro Cientfico e Cultural de Macau, 2009, pp.35-305.
7 Sobre el gobierno de D. Francisco de Mascarenhas, vase Elsa Penalva, As lutas pelo
poder em Macau (c. 1590-c.1660, Doctorado en Historia, 4 vols, Lisboa, Universidade de
Lisboa, 2005 (policopiado). El capitn general era el representante mximo del poder cen-
tral de Goa/Lisboa en Macao, con amplios poderes militares y gobernativos, an as en el
Senado. Los enfrentamientos polticos entre los capitanes y el Senado fueron sin embargo
constantes, a causa de la injerencia de aquellos en la administracin municipal.
8 Fontes para a Histria de Macau, pp.61, 62-64, 70-79, 82-83, 85-86, 87-88, 88-89,
89-92, 146, 223, 225-226, 231-233, 257, 258-259, 283-285. Sobre la actio concejil, vase
Maria Helena da Cruz Coelho, Consideraes em torno das Chancelarias Municipais,
350 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
Tipos documentales
Olhares sobre a Histria. Estudos oferecidos a Iria Gonalves, Lisboa, 2009, pp.165-172; Filipa
Roldo, A memria da cidade. Administrao urbana e prticas de escrita em vora (1415-
1536), Doctorado en Historia, Lisboa, Faculdade de Letras da Universidade de Lisboa, 2011
(policopiado). http://repositorio.ul.pt/handle/10451/4858.
9 Cfr. Mara Josefa Sanz Fuentes, De diplomtica concejil castellana en la Edad Media.
Una nueva propuesta de clasificacin documental, en Sit liber gratus, quem servulus est
operatus: studi in onore di Alessandro Pratesi per il suo 90 compleanno, eds. Paolo Cheru-
bini, e G. Nicolaj, Citt del Vaticano, Scuola Vaticana di Paleografa, Diplomatica e
Archivistica, 2012, pp.535-548. Vase tambin Fernando Pino Rebolledo, Tipologa
de los documentos municipales (siglos XII-XVII), Valladolid, Secretariado de Publicaciones
Universidad de Valladolid/ Asociacin para la Defensa y Conservacin de los Archivos,
1991.
10 Fontes para a Histria de Macau, pp.70-79, 82-83, 87-88.
11 Fontes para a Histria de Macau, pp.89-92.
12 Fontes para a Histria de Macau, pp.89-92.
La documentacin municipal de la ciudad de Macao | Filipa Roldo 351
13 Sobre este tema, vase Adelaide Milln da Costa, As actas camarrias da Idade Mdia:
questes em aberto, en Os Reinos Ibricos na Idade Mdia. Livro de Homenagem ao Professor
Doutor Humberto Carlos Baquero Moreno, vol. I, Porto, Livraria Civilizao Editora, 2003,
pp.81-86; F. Roldo, A memria da cidade, pp.133-135.
14 Fontes para a Histria de Macau, pp.82-83. En los restantes documentos, el dispositivo
del texto se inicia siempre con este verbo (poner de acuerdo).
15 Fontes para a Histria de Macau, pp.70-79.
16 Fontes para a Histria de Macau, pp.87-88, 89-92.
17 En Fontes para a Histria de Macau, pp.82-83 lo afirma explcitamente, ms sigue la
misma forma documental, por lo que se presume que tambin estara inserto en un libro
de acuerdos.
18 El sello municipal podra todava existir en lo documento original, lo cual no conocemos.
19 Sobre el papel del factor distancia en la documentacin colonial, vase Antonia Heredia
Herrera, El factor de la distancia como elemento perfilador de la documentacin indiana,
en El Reino de Granada y el Nuevo Mundo, vol. III, Granada, Diputacin Provincial, 1992,
pp.599-610. Sobre las comunicaciones escritas en las ciudades, vase Maria Helena da Cruz
Coelho, A rede de comunicaes concelhias nos sculos XIV e XV, As comunicaes na
Idade Mdia, Lisboa, Fundao Portuguesa das Comunicaes, 2001, pp.64-101.
352 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
La conservacin documental
los escribanos concejiles en los reinos ibricos, estos hombres tenan un gran
poder y prestigio en la ciudad33.
En lo que respecta al cargo de alfrez, suponemos, sin embargo, que esta
funcin estara en su tiempo despojada de su origen militar, quedando sobre
todo como una atribucin simblica. Efectivamente, al alfrez le corresponda
llevar la bandera de la ciudad en las ceremonias civiles y religiosas, como suce-
da, por ejemplo, en las procesiones. Es curioso notar que, en las ordenanzas
sobre las procesiones de la ciudad de vora, las cuales han sido adoptadas en
Macao34, el escribano de la cmara podra llevar la bandera de la ciudad, si no
hubiera un alfrez35.
Por ultimo, Diogo Caldeira do Rego nos informa que ha sido elegido
para desarrollar sus funciones. Esta indicacin es coincidente con los parcos
datos que tenemos sobre la atribucin del cargo de escribano de la cmara en
Macao. Segn Charles Boxer, los escribanos eran elegidos por el concejo por
un periodo de tres aos36.
Es ya tiempo de concluir este muy breve anlisis de la documentacin
municipal de Macao.
Considerando la documentacin estudiada aqu, es seguro afirmar la per-
tinencia de la Diplomtica municipal en el anlisis de los documentos pro-
ducidos por el poder concejil en Macao. Sin embargo, habr que trabajar
ms en esta materia, pues creo que la diplomtica municipal se deber dedi-
car tambin a la documentacin de las ciudades coloniales, lo que ser muy
til para comprender mejor cules son los modelos documentales concejiles
transferidos de las ciudades de la Pennsula Ibrica hasta esos lugares, y sus
inevitables cambios.
Fuentes
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356 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
1. Introduccin
357
358 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
y Carlos Laliena3, hacan constatar que los mtodos para mantener la validez
de los beneficios jurdicos logrados antao por comunidades como la de Pina,
provistos de concesiones individuales y colectivas, funcionaban y estaban en
vigencia mucho tiempo despus; de esa manera el Estado se reconoca a s
mismo en el pasado, su capacidad para asumir su genealoga era una de las bases
esenciales de su legitimidad, a cuyo servicio era puesta la escritura pragmtica.
No es extrao pues que los vecinos de esa localidad estuvieran interesados
en preservar una serie de instrumentos relacionados con su historia, sobre todo
teniendo en cuenta su peculiar dependencia respecto a su seor temporal: los
titulares de la familia Alagn siempre tomaban posesin de la villa, desde que
se inici su dominio en Pina, tras jurar los usos, privilegios y observanzas de
guardar que acogan a sus vecinos4. De esta manera, en 1476, los representantes
del Concejo de Pina entregaron en la sacrista de la Seo de Zaragoza una caja
de madera con una seleccin de documentos concernientes al municipio, para
que fuera custodiada; el acto fue llevado a cabo ante el notario zaragozano
Juan Lpez del Frago, quien lo registr en sus escrituras. Once aos despus se
volvi a inventariar esta coleccin facticia, acto levantado por Alfonso Francs,
notario de la capital de Aragn como el anterior. Estos dos documentos, que
se ofrecen transcritos al final, son la base de este ensayo5.
6 Apndice documental, n I.
7 M. Pallars, Un interesante documento indito de Alfonso I el Batallador,
pp.265-266.
8 Apndice documental, n II. Esta relacin fue copiada de una forma ms descuidada,
lo que no nos ha permitido en ocasiones relacionar de forma segura cada tem con los del
primer inventario.
9 I-[5] y II-[16].
360 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
18 I-[18] y II-[22].
19 ngel Canellas Lpez, Diplomatario medieval de la Casa de Ganaderos de Zaragoza,
Zaragoza, Real Sociedad Econmica Aragonesa de Amigos del Pas, 1988, doc. n 30.
20 I-[12]. Este documento no consta en el segundo inventario.
21 Rafael Conde y Delgado de Molina, Pergaminos aragoneses del fondo Sstago del
Archivo de la Corona de Aragn. I. Pergaminos procedentes de las ligarzas del condado de
Sstago, Cuadernos de Historia Jernimo Zurita, 51-52 (1985), doc. n 15, p.297; y ngel
Calvo Corts, Monegrillo y su entorno. Apuntes para una historia, Caspe (Zaragoza), Ayun-
tamiento de Monegrillo y Centro de Estudios Comarcales del Bajo Aragn-Caspe, 2000,
pp.16-19, 42-44 y 64-67.
22 I-[1].
23 ACA, Diversos patrimoniales, Archivo de los Condes de Sstago, lig. 2, letra C, n 45,
sin foliar.
24 . Canellas, Coleccin diplomtica del Concejo de Zaragoza, 2, 1975, doc. n 315.
362 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
30 ngel San Vicente Pino, Coleccin de fuentes de derecho municipal aragons del Bajo
Renacimiento, Zaragoza, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Zaragoza, 1970,
docs. n 69 y n 70.
31 I-[2-4].
32 II-[3].
33 I-[11, 14] y II-[7, 10].
34 Mara Luisa Ledesma Rubio, Templarios y Hospitalarios en el Reino de Aragn, Zaragoza,
Guara Editorial, 1982, pp.130 y 143.
35 I-[9, 13, 19, 20, 25] y II-[9, 19, 20, 21, 24].
364 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
C. Juramento de los privilegios de los vecinos de Pina efectuado por sus seores
Citados: un instrumento de juramento del seor a caballeros, gentiles-
hombres y personas de signo servicio (o sea, las que le deban servicio perso-
nal); un juramento a los infanzones de Pina, y otros dos ms de don Blasco de
Alagn, uno a caballeros e infanzones, y el otro a los labradores38.
Ya hemos escrito ms arriba que los seores de Pina lo eran tras jurar los
privilegios de sus vecinos. Los dos instrumentos iniciales pudieran ser los que
juraron los ms antiguos seores de la villa, por lo menos el primer documento:
como los pineros gozaban del estatuto de los vecinos de Zaragoza, otorgado
por Alfonso I, lo que fue ratificado por Pedro III en 1283, Artal de Alagn
tuvo que jurar los fueros, privilegios, cartas, usos y costumbres de los de Pina
el 5 de agosto de 1293, slo tres semanas despus de ser nombrado su seor
temporal39.
Los dos ltimos instrumentos, por la fecha del inventario, 28 de octubre de
1476, seguramente hacen referencia al juramento del entonces titular, Blasco
de Alagn e Hjar, que habra sucedido poco antes a su padre Artal de Alagn
y Cervi, que haba testado en Monegrillo el 10 de enero de ese mismo ao40.
41 I-[15] y II-[14].
42 I-[10] y II-[1].
43 I-[22] y II-[11].
44 R. Conde, Pergaminos aragoneses, doc. n 118, p.307; y . Calvo, Monegrillo y su
entorno, pp.19, 46 y 157-160.
366 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
3. Apndice documental
I
1476, octubre 28 Zaragoza
Mosn Andrs de Arigual, racionero de Pina, los infanzones Francs de Alagn y Antn
de Soteras, el jurado Antn de Lalueza y los vecinos Nicols Andreu y Pedro de Palanzuela,
diputados del concejo de dicha villa, entregan al sosacristn de la Seo de Zaragoza, Jaime
Romeu, una caja azafranada de madera de pino con dos cerraduras de golpe, con 30 instru-
mentos escritos en pergamino; tras ser ledas por el notario las intitulaciones de los privilegios,
libertades, gracias, cartas pblicas y juramentos de los reyes [de Aragn] y de los seores de
45 I-[16] y II-[13].
46 Sobre este tema, Mara Luz Rodrigo Estevan, Das feriados a fines de la Edad Media,
Aragn en la Edad Media, XVI (2000), pp.719-738.
47 I-[17, 24] y II-[8, 12].
48 Mara de los Desamparados Cabanes Pecourt, Documentos de Jaime I relacionados con
Aragn, Zaragoza, Institucin Fernando el Catlico, 2009, doc. n 169.
49 I-[8] y II-[6].
Donde la escritura se guarda | Miguel ngel Pallars Jimnez 367
Pina, se efecta inventario de dichos actos, que pasan a ser depositados en el interior del arca,
y se cierra con dos llaves que sern guardadas por Antn de Soteras, jurado de infanzones,
y por Antn de Lalueza, jurado de labradores de signo servicio, antes de ser cedida para su
custodia en la sacrista de dicha catedral; con la condicin de que podrn ser recuperados
dichos documentos por el concejo de Pina cuando se requiera.
AHPZ, notario Juan Lpez del Frago, protocolo de 1475-1477: ao 1476, ff. 66r-
70r (num. actual).
[Protocolo inicial. Sigue el inventario:]
[1] Et primo un instrument e privilegio intitulado la poblacion en pargamino scripto
atorgado por el senyor rey don Pedro de buena memoria en la ciudat de Caragoca, die
dominica videlicet quinto mensis octubris (sic) anno Domini M vicentesimo octuage-
simo (sic) tercio (barreado), sigllado (sic) con sillo de plomo in cordulis rubey croceyque
coloris.
[2-4] Item tres privilegios ligados en pargamino scriptos et sillados.
[5] Item un translat en pargamino scripto por el qual se demuestran las libertades
que tienen los populantes de la dita villa, intitulado la poblacion.
[6] Item otro instrument de cambio de Pina con Arquayne y Oliet en pargamino
scripto.
[7] Item otro instrument publico de jurament fecho (barreado: en) por el senyor a los
cavalleros, gentilleshombres et de signo servicio de la dita villa, en pargamino scriptum.
[8] Item otra carta intitulada carta (barreado: para) de licencia pora arrendar Valdo-
bellera e Valdor en pargamino scriptum.
[9] Item otro instrument publico intitulado, sentencia arbitral entre Pina e Xixena
en pargamino.
[10] Item otra carta publica fazient por los cavalleros infancones de la dita villa de
Pina.
[11] Item otra carta intitulada, carta de los templeros en pargamino scripta.
[12] Item otro instrument en pargamino intitulado, donation de Monegriello.
[13] Item otro instrument en pargamino intitulado, sentencia del compromis de
Xixena e Pina sobre Farlet.
[14] Item otro instrument en pargamino intitulado, carta de los templeros.
[15] Item otro instrument en pargamino sillado con las las (sic) armas de Alagon
en pendient in fibris sercteys (sic) rubey coloris intitulado, instrumenta faciencia pro
villa de Pina.
[16] Item otro instrument en pargamino intitulado la gracia del mercado de Pina.
[17] Item otro instrument en pargamino intitulado, transumpto de la sal.
[18] Item otro instrument en pargamino intitulado, donacion de la Retuerta de
Pina.
[19] Item otro instrument en pargamino intitulado, contracto de La Almuela fazient
por Xixena.
[20] Item otro instrument en pargamino intitulado, el conpromis de Pina et de
Xixena, primus.
368 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
II
1487, octubre 16 Zaragoza
Juan Borruel, portero del virrey de Aragn, y Antn Mateu, nuncio del oficial de Zara-
goza, abren la caja donde se guarda la documentacin de Pina en la sacrista de la Seo
de Zaragoza, cumpliendo la orden de Juan de Algas, regente de la cancillera, y micer
Pedro Lacera, oficial del arzobispado, a instancias de Juana Lou y otras personas, y ante la
incomparecencia de los portadores de las dos llaves; presentes Antn de Barbern y Martn
Comn, soprior y sosacristn de dicha catedral respectivamente, no consienten que tomen
documento alguno, si no que ha de ser portado por el notario capitular a quien corresponda,
tras ser levantado acto pblico. A continuacin se procede al inventario de los instrumentos
guardados en el arca.
AHPZ, notario Alfonso Francs, protocolo de 1487, ff. 89r-90r (numeracin actual).
[Al margen: Sacamiento de actos de archiux]
[Protocolo inicial. Sigue el inventario:]
[1] Item una carta publica fazient por los cavalleros et infancones de la villa de Pina.
[2] Item un privilegio del rey don Jayme.
[3] Item un privilegio del infant don Alfonso.
[4] Item un privilegio del rey don Jayme.
Donde la escritura se guarda | Miguel ngel Pallars Jimnez 369
Fuentes
Archivo de la Corona de Aragn (ACA), Diversos patrimoniales, Archivo de los Condes de
Sstago, lig. 2, letra C, n 45.
Archivo Histrico de Protocolos Notariales de Zaragoza (AHPZ), Juan Lpez del Frago,
protocolo de los aos 1475-1477; Alfonso Francs, protocolo del ao 1487.
Bibliografa
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1213). Documentos, testimonios y memoria histrica, IV, Zaragoza, Institucin Fernando
el Catlico, Zaragoza, 2010.
370 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
1 Este trabajo est financiado con fondos pblicos a travs de la Fundacin para la Ciencia
y la Tecnologa, dentro del proyecto PEst-OE/HIS/UI4059/2014.
2 Investigador en el Centro Interdisciplinar Tradicin, Cultura, Espacio y Memoria
(CITCEM).
371
372 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
19 Esta referencia parece tarda, sobre todo por el hecho de que ya existan noticias sobre
ese lugar en Combra (1313) y Lamego (1319, 1328 y 1329). Sobre estos paos en estas dos
ciudades, vase, I. da R. Pereira, O tabelionado em Portugal, pp.615-690, para el caso
de Combra, y, Ansio Miguel de Sousa Saraiva, Tabelies e notrios de Lamego na primeira
metade do sc. XIV, Combra, Facultad de Letras, Universidad de Combra, 1998, pp.588-
624, para Lamego.
20 Arquivo Distrital do Porto, Cartrio do Cabido, Livros dos Originais, Livro 1681, f. 44.
21 Corpus codicum latinorum eorum qui in archivo municipali portucalensi asservantur anti-
quissimorum Porto: Curiae Municipalis editum, volume 6, Fasculo 4 (1891-1917), pp.25-26.
22 ADP, Livro 1682, f. 44.
23 Maria Joo Oliveira e Silva haba sealado ya su cruce con cannigos, principalmente.
24 Recordemos que, a partir de ese momento, los monasterios se dedican nicamente a
archivar documentacin. La escritura monstica queda relegada a actos privados y a textos
ms o menos literarios.
376 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
que un lazo ms estrecho entre ellos. Con respecto a esto, se pueden plantear
varias hiptesis: ser que estos notarios pertenecan a la misma oficina? O,
partiendo del principio de que el uso de una segunda seal notarial se cobre
aparte, se repartira el cobro de esta accin de forma ms provechosa?
Sobre la participacin de los notarios en la vida comercial y econmica de
Oporto, aprovechamos algunos ejemplos que creemos que ilustran la relevante
posicin social de estos individuos. Martim Quaresma, notario de Oporto, era
forero de unos casais en Francos y Ramalde, junto con Domingos do Freixo,
mercader en esa misma ciudad. Tenemos noticia de notarios propietarios de
tierras (de las cuales probablemente obtenan alguna renta). As pues, podemos
suponer que este notario estara vinculado al mundo de los negocios, el cual
sin duda le reportara ciertos dividendos.
Vicente Eanes participaba en fletamentos hacia Flandes y Normanda, en el
comercio de vino, pan y aceite de oliva, en la construccin de obras pblicas y
en el cobro de deudas. Por ser notario del obispado, tendra un territorio para
el ejercicio de su oficio ms extenso que el de otros notarios, un tamao que,
sin duda, era proporcional a la abundancia de sus rentas.
Sancho Pires, obispo de Oporto, deja en testamento 50 libras a Joo Colao,
autor de la escritura. Aunque no especifique la razn de esta disposicin, pode-
mos plantear la posibilidad de que se trate de una recompensa por el o los
servicios prestados. Son ejemplos que parecen demostrar la existencia de un
trfico de influencias en la urbe portuense, y de relaciones privilegiadas con
importantes actores polticos y econmicos de la ciudad, que afectaban a los
negocios que en ella se desarrollaban.
TABLAS
TABLA 1
Nombre Ttulo Fechas Seal
TABLA 2
Nombre Ttulo Fechas Seal
Andr Domingues Notario 1328-48
Escribano jurado 1347 ---
Francisco Loureno
Notario 1351-59
TABLA 3
Nombre Ttulo Fechas Seal
Vicente Eanes
Loureno Domingues
Notario 1363-71
TABLA 4
Nombre Ttulo Fechas Seal
Pedro Salamanca
Notario 1277-97
Fuentes
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Lisboa, Instituto Nacional de Investigao Cientfica, Centro de Estudos Histricos.
Chancelaria de D. Joo I: 1383-1433 (2004-2006), Org Joo Jos Alves Dias, Lisboa, Uni-
versidade Nova de Lisboa, Centro de Estudos Histricos.
Chancelaria de D. Duarte: 1433-1438 (1998-2002), Org Joo Jos Alves Dias, Lisboa,
Universidade Nova de Lisboa, Centro de Estudos Histricos.
Corpus codicum latinorum eorum qui in archivo municipali portucalensi asservantur antiquis-
simorum (1891-1917), Porto, Curiae Municipalis editum, vols. I, II, IV e VI.
Cortes portuguesas: reinado de D. Afonso IV (1325-1357) (1982), eds. A. H. de Oliveira Mar-
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Nacional de Investigao cientfica.
380 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
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gresso Histrico de Guimares e sua Colegiada, vol. IV, Guimares, 1981, pp.25-30.
La ciudad de Oporto y sus notarios (siglos XIII-XV) | Ricardo Seabra 381
Son tantas las publicaciones que se han hecho sobre el notariado y su historia
que resulta completamente imposible citarlas todas y ni aun siquiera hacer
una seleccin que no deje en el tintero muchas referencias. En todo caso,
cualquier investigacin o aproximacin a un tema determinado debe partir
de un estado de la cuestin, aunque sea breve y orientativo, que reconozca
los trabajos anteriores y sus aportaciones al conocimiento de la cuestin que
se va a tratar, por lo que proceder a ello, no sin advertir previamente que
ser mucho lo que omitir, no tanto por desconocimiento, sino de manera
intencionada para resumir y no quitar demasiado espacio al tema principal
de esta comunicacin.
Prescindiendo igualmente de aquellas referencias bibliogrficas que tienen
ms que ver con la historia del Derecho y obviando los trabajos clsicos sufi-
cientemente conocidos y citados ya por todos los que han escrito sobre este
tema1, un primer horizonte de publicaciones a tener en cuenta seran las sur-
gidas a partir del centenario de la Ley Orgnica del Notariado, de 28 de mayo
de 1862. De entre ellas, destaca principalmente el catlogo de la exposicin
1 Es el caso, por ejemplo, de referencias como Francisco Toms y Valiente, Origen bajo-
medieval de la patrimonializacin y enajenacin de oficios pblicos en Castilla, en Actas
del I Symposium de Historia de la Administracin, Madrid, Instituto de Estudios Adminis-
trativos, 1970; Jos Bono Huerta, Historia del Derecho notarial espaol, Madrid, Junta de
Decanos de los Colegios Notariales de Espaa, 1979 o Josep Trenchs Odena, Bibliografa
del notariado en Espaa (siglo XX), Estudis histrics i documents dels arxius de protocols, IV
(1974), pp.193-238.
383
384 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
11 Cfr., por ejemplo, Daniel Piol Alabart, El notariat pblic al Camp de Tarragona. His-
toria, activitat, escriptura i societat (segles XIII-XIV), Barcelona, Fundaci Noguera, 2000 o
Jorge Gnzberg Moll, Los notarios y su organizacin en Barcelona (siglos XIII-XVI), Madrid,
Consejo General del Notariado, 2004.
12 De entre la gran cantidad de bibliografa existente, cfr., por ejemplo, M Luisa Pardo
Rodrguez, Seores y escribanos: el notariado andaluz entre los siglos XIV y XVI, Sevilla,
Universidad, 2002; Pedro Jos Arroyal Espigares; Esther Cruces Blanco y M Teresa
Martn Palma, El notariado en Mlaga durante la Edad Moderna: estructura organizativa,
Mlaga, Universidad, 2007 o M Amparo Moreno Trujillo; Juan M de la Obra Sierra
y M Jos Osorio Prez (coords.), El notariado andaluz: institucin, prctica notarial y
archivos, siglo XVI, Granada, Universidad, 2011.
13 De todos estos lugares, vanse por ejemplo Asuncin Blasco Martnez, Notarios
mudjares de Aragn (siglos XIV-XV), Aragn en la Edad Media, 10-11 (1993), pp.109-
134; Eadem, El notariado en Aragn, Actes del I Congrs dHistoria del notariat catal,
Barcelona, Fundaci Noguera, 1994, pp.189-273; Laura Sampedro Redondo, Escribanos
y protocolos notariales de Gijn en el siglo XVI, Trea, Gijn, 2009; Leonor Zozaya Montes,
De papeles, escribanas y archivos: escribanos del Concejo de Madrid (1557-1610), Madrid,
Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, 2011 o Vicente Pons Als, La prctica
notarial valenciana medieval. Los libros de los notarios, Saitabi: revista de la Facultat de
Geografia i Histria, 60-61 (2010-2011), pp.41-62.
14 Rosa M Blasco Martnez, Una aproximacin a la institucin notarial en Cantabria,
Santander, Universidad de Cantabria y Asamblea Regional de Cantabria, 1990.
386 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
24 Cf., por ejemplo, ngel Riesco Terrero, El notariado y los Reyes Catlicos: estado de
postracin de la institucin notarial castellana durante el siglo XV y principios del XVI, en
III Jornadas Cientficas sobre Documentacin en poca de los Reyes Catlicos, dir. Juan Carlos
Galende Daz, Madrid, Dpto. de Ciencias y Tcnicas Historiogrficas de la Universidad
Complutense de Madrid, 2004, pp.189-219.
25 Archivo General de Simancas (AGS), RGS, leg, 149002, 165. Documento de 10 de
febrero de 1490.
26 AGS, RGS, leg, 149606, 133. Documento de 3 de junio de 1496. En la actualidad, el
topnimo se corresponde con el barrio de San Martn, en Santiurde de Toranzo.
27 AGS, RGS, leg, 149812, 52. Documento de 16 de diciembre de 1498.
Escribir en las localidades de Cantabria | Francisco Saulo Rodrguez Lajusticia 389
30 En todos los casos se refiere al Registro General del Sello del Archivo General de Siman-
cas, por lo que omitir este dato en la tabla a fin de aligerar la informacin contenida en
ella.
31 Compuesta en esta poca por los municipios de Hazas de Cesto, Brcena de Cicero y
Solrzano.
32 Pub. J. Solrzano, Coleccin diplomtica de Santander, pp.178-181.
33 Compuesta por los municipios de Bareyo, Arnuero, Noja, Meruelo, Argoos, Escalante
y Santoa.
Escribir en las localidades de Cantabria | Francisco Saulo Rodrguez Lajusticia 391
Reflexin final
El espacio que tenemos los comunicantes en estas actas no permite, ni de
lejos, abordar los temas apuntados con la cantidad de detalles que seran desea-
bles y, en este sentido, son muchas las cosas que se quedan en el tintero. No
obstante, creo que lo dicho hasta el momento constituye una buena muestra de
las posibilidades de estudio del notariado que ofrece un tipo de documentacin
que, con un manual de tipologa en nuestras manos, clasificaramos como real.
En este sentido, no cabe duda de que, cuando nos encontramos con un pro-
blema tan tpico en Cantabria como la escasez de fuentes, lejos de rendirnos,
el historiador debe recurrir a otros recursos y a otra documentacin que puede
cubrir lagunas de conocimiento. Entre sta, la del Registro General del Sello
del Archivo General de Simancas, tan slo muy someramente descrita pero
muy poco explotada para todo lo que no es Santander, tiene todava mucho
que decir y que aportar.
Fuentes
Archivo General de Simancas (AGS), RGS, leg, 149002, 165. Documento de 10 de febrero
de 1490.
AGS, RGS, leg, 149307, 219. Documento de 18 de julio de 1493.
AGS, RGS, leg, 149410, 273. Documento de 15 de octubre de 1494.
AGS, RGS, leg, 149505, 10. Documento de 9 de mayo de 1495.
AGS, RGS, leg, 149508, 34. Documento de 29 de agosto de 1495.
AGS, RGS, leg, 149510, 263. Documento de 22 de octubre de 1495.
AGS, RGS, leg, 149512, 95. Documento de diciembre de 1495.
AGS, RGS, leg, 149606, 133. Documento de 3 de junio de 1496.
AGS, RGS, leg, 149606, 51. Documento de 22 de junio de 1496.
AGS, RGS, leg, 149607, 211. Documento de 18 de julio de 1496.
AGS, RGS, leg, 149610, 234. Documento de 30 de octubre de 1496.
AGS, RGS, leg, 149611, 165. Documento de 7 de noviembre de 1496.
AGS, RGS, leg, 149701, 301. Documento de 29 de enero de 1497.
AGS, RGS, leg, 149702, 60. Documento de 9 de febrero de 1497.
AGS, RGS, leg, 149704, 108. Documento de 5 de abril de 1497.
AGS, RGS, leg, 149812, 52. Documento de 16 de diciembre de 1498.
AGS, RGS, leg, 149909, 137. Documento de 9 de septiembre de 1499.
AGS, RGS, leg, 149909, 360. Documento de 24 de septiembre de 1499.
Escribir en las localidades de Cantabria | Francisco Saulo Rodrguez Lajusticia 395
Bibliografa
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Pardo Rodrguez, M Luisa, Seores y escribanos: el notariado andaluz entre los siglos XIV
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396 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
Una de las fuentes de las que disponemos para averiguar cuntos escribanos
ejercan su oficio en esta ciudad y su territorio dependiente, son varios padro-
nes de vecinos confeccionados para el repartimiento de la alcabala en los aos
1542, 1543, 1544 y 15871, pero que no nos sirven para dar respuesta a esta
pregunta, ya que la informacin sobre la dedicacin profesional de la mayora
de los contribuyentes es bastante limitada. Si recontamos a los escribanos,
observamos una clara variabilidad, pues oscilan entre uno en 1542, cinco en
1543, dos en 1544 y finalmente dieciocho en 1587. Adems sabemos por
otras noticias coetneas que algunas de las personas citadas en los mismos
y de las que no se ofrece dato alguno sobre su profesin, ya por esas fechas
actuaban como escribanos. As suceda con Pedro de Lemos en 1542, Juan de
Carballido en 1543, Francisco de Neira y Juan Vzquez de Bonxe en 1544 o
Alonso Lpez de Santalla en 1587. Otras limitaciones detectadas en censos,
padrones y recuentos fueron las manifestadas en su da por Hortensio Sobrado
Correa quien llama la atencin sobre su posible alteracin al alza o a la baja del
nmero de poblacin, la inclusin o no de la que viva fuera de murallas y la
exencin de la que gozan ciertas personas en cuanto al pago del servicio2. Ms
fiables, si cabe, son los datos que nos proporcionan los libros del consistorio
lucense, ya que en ellos se registra a todos aquellos que desde 1564 hasta 1598
1 Publicados por Mara de las Nieves Peir Graner, A poboacin da cidade de Lugo no
sculo XVI: catro inventarios (1542, 1543, 1544 e 1587), Lucensia, 4 (1992), pp.84-96.
2 Vid. La ciudad de Lugo en el Antiguo Rgimen (siglos XVI-XIX), Lugo, Diputacin Pro-
vincial, 2001, pp.15-16.
397
398 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
3 Mandamos, que los Escribanos Reales no puedan dar fe de ningunas escrituras en ninguna
ciudad, villa ni lugar destos Reynos, sin que primero ante la Justicia y el Regimiento de tal lugar,
y ante el Escribano del Concejo hayan presentado su ttulo; Novsima recopilacin de las leyes
de Espaa: dividida en XII libros, Madrid, Boletn Oficial del Estado, 1976, T. III, p.372.
4 As se proclamaba casi al final de la sesin: Los quales ttulos fueron presentados por los
dichos escrivanos dentro de las casas de consistorio ante los dichos seores justicia e regidores. E
por quanto a m, el escrivano de concejo, en conplimiento de lo probedo por su Magestad en las
Cortes de Madrid del ao de sesenta e tres, con las diesiones de los captulos de las Cortes pasadas
y hes el captulo nobenta e seys del cuaderno de las dichas Cortes que habla sobre el presentar de
los dichos ttulos. Los quales ttulos se entregaron a los susodichos escrivanos y se les ley e declar
el dicho captulo y lo a l respondido. Archivo Histrico Provincial de Lugo, Ayuntamiento
de Lugo, 00001-02, ff. 245v-246r. (A partir de aqu, AHPLu, Ayuntamiento de Lugo,
00001-02, ff. 245v-246r).
5 Archivo del Reino de Galicia, Expedientes de vecinos, 25970/41. (A partir de aqu,
ARG, Expedientes de vecinos, 25970/41).
Un primer acercamiento a la institucin notarial | Gonzalo F. Fernndez Surez 399
oficios desde 1564, tambin puede obedecer al hecho de que los que correspon-
den a la primera mitad pertenecen a escribanos veteranos, algunos de los cuales
sabemos que ya haban fallecido a la altura de 1564 y que, en consecuencia,
no pudieron manifestarlo por s mismos, tal como el citado Pedro Varela cuyo
ttulo haba sido presentado por su hijo Rodrigo Daz Tejero en el consistorio
del 2 de noviembre de 156411.
A continuacin de los escribanos reales se encontraban los numerarios que
ocupaban cada una de las cinco escribanas numerarias existentes, adscritas dos
de ellas a la audiencia del merino o alcalde mayor, otras dos a cada uno de los
dos alcaldes ordinarios y la quinta, al servicio del concejo. La competencia de
nombrar a los escribanos numerarios, por lo menos desde el episcopado de don
fray Juan (1308-1318)12, corresponda al obispo como seor de la ciudad13. Si
por sede vacante o ausencia no se hallaba presente, esta responsabilidad recaa
en el cabildo, solo14 o junto con el den15, o bien en algn otro miembro de la
11 Ibdem.
12 Jos Garca Oro identifica la sentencia dictada por Fernando IV en Salamanca el 23
de junio de 1312 en la pugna que mantenan concejo y obispo por el seoro de la ciudad
como el momento a partir del cual esta prerrogativa cobrara su plena efectividad. Vase de
este autor La iglesia y la ciudad de Lugo en la Baja Edad Media: los seoros, las instituciones,
los hombres, Santiago de Compostela, Instituto Padre Sarmiento de Estudios Gallegos, 1997,
p.28 e Introduccin: a documentacin medieval lucense, en Documentos da catedral de
Lugo, sculo XIV, Mara Jos Portela Silva, Santiago de Compostela, Consello da Cultura
Galega, 2007, vol. I, p.22. Texto completo de la sentencia publicado por Mara Jos Por-
tela Silva, Documentos, I, pp.153-156. Dicha prerrogativa sera confirmada por AlfonsoXI
en Madrid el 2 de abril de 1339 bajo los mismos trminos: Et mandamos et tenemos por
bien que el dicho obispo et la su iglesia pongan alcaldes et notarios et usen bien et conpridamente
della jurdin desse lugar, segunt que el et los otros sus anteesores ossaron della fasta que el dicho
obispo se parti della dicha iudat. AHPLu, Ayuntamiento de Lugo, P260-3-2.
13 Esta potestad ya fue mencionada en su da por Mara de las Nieves Peir Graner, El
seoro episcopal lucense en el siglo XVI: estructura y administracin, Lugo, Diputacin Pro-
vincial, 1998, pp.243-244.
14 El 26 de junio de 1566, al proclamarse sede vacante por la promocin de don Francisco
Delgado a obispo de Jan, el cabildo proceda al nombramiento de Pedro Daz [de Pramo]
el Mozo para escribano para los autos judiiales y ordinarios y a todos los ms autos y
escripturas que sean necesarias Archivo de la Catedral de Lugo, Actas capitulares, Libro
1, f. 128r. (A partir de aqu, ACLu, Actas capitulares, Libro 1, f. 128r).
15 Tras el fallecimiento de don Fernando de Velosillo el 18 de febrero de 1587 y declararse
sede vacante al da siguiente, Rodrigo Lpez de Ventosios compareca en el consistorio
del jueves 23 de abril de ese mismo ao para presentar un ttulo de escribano del nmero y
audiencia de los alcaldes ordinarios que le haban hecho el den y cabildo lucense. AHPLu,
Ayuntamiento de Lugo, 00003-05, f. 182r.
Un primer acercamiento a la institucin notarial | Gonzalo F. Fernndez Surez 401
16 El 27 de octubre de 1555 el licenciado Martn del Pozo, chantre, provisor oficial y vicario
general de la iglesia y obispado de Lugo, teniendo un poder de don Juan Surez de Carvajal,
obispo de Lugo, que le autorizaba para designar oficiales, haba nombrado escribano del
nmero a Juan de Farnadeiros. AHPLu, Protocolos notariales, 00003, ff. 139r-v.
17 El 7 de abril de ese ao Felipe II, teniendo en consideracin la gran distancia a la Corte y
los costes que este desplazamiento ocasionaba, haba facultado a la Real Audiencia de Galicia
para examinar a los escribanos. Texto completo de la provisin real despachada y ordenanza
en Ordenanzas de la Real Audiencia del Reino de Galicia, s.l., [Manuscrito], s.d., ff. 119r-v
y 7r respectivamente. Sobre las competencias delegadas en esta materia por el Consejo Real
en la Real Audiencia remitimos a Laura Fernndez Vega, La Real Audiencia de Galicia,
rgano de gobierno en el Antiguo Rgimen (1480-1803), A Corua, Diputacin Provincial,
1982, vol. II, p.233.
18 De las cuatro aprobaciones que conocemos tras esta fecha, dos fueron dispensadas por
la Real Audiencia y otras dos, por el Consejo Real.
19 El 9 de enero de 1596 don Lorenzo Ascensio de Otaduy, obispo de Lugo, haba nom-
brado escribano del nmero de la audiencia y poyo de los alcaldes ordinarios a Pedro Rodr-
guez de Ribera quien ese mismo da haba tomado posesin de su oficio. Ttulo y posesin
en AHPLu, Ayuntamiento de Lugo, 00003-06, ff. 323r-v y 323v-324r.
20 Los nicos vestigios sobre su presencia son dos mandatos dirigidos por el concejo lucense
a Rodrigo Lpez de Saavedra, procurador general, en los consistorios del 22 de febrero de
1548 y 22 de mayo de 1549 apremindole a que prosiga el pleito entablado con este colec-
tivo y la demanda interpuesta en la Real Audiencia de Galicia por Andrs Lpez en 1577
contra el obispo don Fernando de Velosillo que no nos aportan ninguna conclusin a este
respecto. Vid. AHPLu, Ayuntamiento de Lugo, 00001-01, ff. 84r y 118r; ARG, Expedientes
de vecinos, 25970/41.
402 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
torial a otra. Ello parece deducirse de la justificacin aportada por Pedro Gon-
zlez quien, promovido a escribano ordinario el 9 de octubre de 1586, haba
entregado al concejo una aprobacin del propio Consejo Real dada en Madrid
el 16 de enero de 1570 que le facultaba para usar el offiio de escrivano en
el arobispado de Santiago y en las ms partes do tubiese ttulo e poder de quien
para ello se lo pueda dar21.
Ms parcos son los detalles que nos han llegado sobre los notarios apost-
licos. Solamente disponemos de un ttulo despachado en Lugo el 5 de junio
de 1599 por el doctor don Diego Vela, den y cannigo de la iglesia lucense,
a favor de Miguel Fernndez de Rubis22 que, junto con la documentacin
que lleva anexa, nos ha permitido reconstruir el procedimiento seguido en la
dotacin de una notara apostlica23. Para ello el aspirante deba presentar una
bula de la curia romana ante las autoridades eclesisticas de la ciudad, solici-
tando la concesin de dicho oficio. Una vez acreditada su idoneidad gracias a la
declaracin de testigos y al examen preceptivo, se le investa como tal notario.
A mayores de esto las fuentes consultadas nos revelan que en su mayora son
cannigos catedralicios24, pero no explicitan su nmero exacto.
Las cualidades exigidas para ocupar una escribana, en especial las nume-
rarias y ordinarias, pueden dividirse en morales y profesionales. Entre las pri-
meras, suele mencionarse el ser de buena vida y costumbres, descendiente de
matrimonio legtimo y cristiano viejo, mientras que las profesionales insisten
en la habilidad, suficiencia y fidelidad del aspirante; tener una edad mnima
de 25 aos y haber servido como oficial durante ms de 10 aos al servicio de
escribanos reales y numerarios25.
28 Su ttulo de escribano real haba sido otorgado en San Lorenzo el 19 de junio de 1593,
mientras que el de numerario, en Lugo el 9 de enero de 1596. AHPLu, Ayuntamiento de
Lugo, 00003-06, ff. 203v-204r y 323r-v respectivamente.
29 ACLu, Actas capitulares, Libro 1, f. 198r.
30 ACLu, Actas capitulares, Libro 1, f. 301v.
31 Este ao el cabildo le designa como tal junto con Jcome Fernndez el 19 de febrero.
ACLu, Actas capitulares, Libro II, f. 104r.
32 Cuadro completo de los escribanos del concejo lucense en la Edad Moderna en nuestro
trabajo Una primera aproximacin a los escribanos del concejo de Lugo entre los siglos XVI
y XVIII, en Sub urbem: historia, sociedade e cultura da cidade, eds. Carlos Balias Prez;
Gonzalo Francisco Fernndez Surez, Santiago de Compostela, Universidade de Santiago
de Compostela, 2012, p.147.
33 Pedro Daz de Pramo el Nuevo fue elegido procurador general en 1580, 1581, 1582 y
1583.
34 Este hecho aparece perfectamente constatado en 1547, 1549, 1552, 1557, 1559, 1561,
1562, 1563, 1564, 1565, 1567, 1568, 1570, 1571, 1572, 1573, 1574 y 1583.
Un primer acercamiento a la institucin notarial | Gonzalo F. Fernndez Surez 405
El ttulo de escribano real, tal y como insisten una y otra vez en su dispo-
sitivo, autorizaba a que su beneficiado pudiese otorgar todas las cartas y
scripturas, ventas y poderes y obligaciones, testamentos y codiilios y otras qualesquier
scripturas y autos judiciales y estrajudiciales que ante vos pasaren y se otorgaren
en cualquier parte del reino38. Esta exigencia de poseer dicho ttulo para ejercer
35 Estos eran los mritos que se contenan en el ttulo otorgado el 13 de febrero de 1580
por el obispo don Fernando de Velosillo a favor de Pedro Ares de Aguiar. AHPLu, Protocolos
notariales, 00010-03, f. 345r.
36 Texto completo en AHPLu, Protocolos notariales, 00010-03, ff. 346r-347v.
37 El 7 de abril de 1573 Francisco de Ribadeneira, procurador de causas, renunciaba a su
oficio a favor del escribano Francisco de Neira quien a cambio deba abonarle 50 duca-
dos, entregarle cada ao por el da de Navidad 6 capones cebados y comprometerse, en el
supuesto de renunciar a dicho oficio, a restiturselo al dicho Francisco de Ribadeneira o a
Teresa Fernndez, su hija, si esta se casase con persona que quisiera hacer uso del mismo.
AHPLu, Protocolos notariales, 00003, ff. 205r-v.
38 Ttulo de escribano real despachado por Felipe II a favor de Pedro de Soto, vecino de
San Pedro, en San Lorenzo del Escorial el 28 de octubre de 1587. AHPLu, Ayuntamiento
de Lugo, 00003-06, f. 20v.
406 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
como tal no se cumpla en todos los casos que conocemos, pues Juan Sanjurjo de
Aguiar a quien tenemos documentado desde 1561 como escribano pblico de la
abada de Nuestra Seora de Meira, lo habra obtenido el 1 de agosto de 156339.
Las perspectivas laborales de los escribanos reales lucenses contemplaban
dos posibles escenarios. El primero de ellos consista en su asiento como sim-
ples pasantes en el oficio de algn titular, como Pedro Ares de Aguiar quien
entre los aos 1579 y 1581 haba permanecido como asistente de Juan Sanjurjo
de Aguiar. Otra posibilidad sera su establecimiento de manera independiente.
Gracias a los instrumentos que se han conservado en sus libros de protoco-
los, hemos averiguado que la actividad de algunos de ellos habra principiado
dentro de los lmites de la antigua provincia de Lugo o en otros territorios de
la Corona de Castilla, como acontece con Juan Sanjurjo de Aguiar y Jcome
Fernndez. El primero de ellos permanece durante los aos 1561 y 1562 des-
empeando su labor al servicio de la abada de Nuestra Seora de Meira,
actuando desde el 4 de septiembre de 1563 en la jurisdiccin de Outeiro de
Rei40, mientras que Jcome Fernndez se mueve a caballo entre Madrid y Gua-
dalajara durante los aos 1574 y 157541. Una caracterstica comn a ambos es
la de tratarse de profesionales que a lo largo del tiempo se han ido acercando
a la ciudad, fijando su residencia en poblaciones cercanas desde donde cubren
un radio de accin que oscila de los 40 a los ms de 50 kilmetros de distan-
cia42. Su avecindamiento en Lugo no supone la desaparicin de este carcter
itinerante, pues la bsqueda de sustento econmico obliga a muchos de ellos a
proseguir desplazndose a aquellos lugares donde son requeridos43. S es cierto
39 As se nos indica en el consistorio del jueves, 8 de marzo de 1590 en el que hace pre-
sentacin del mismo. AHPLu, Ayuntamiento de Lugo, 00003-05, ff. 357v-358r.
40 En esta fecha otorga una escritura de cesin. AHPLu, Protocolos notariales, 00007,
ff.206r-207v.
41 El primer documento otorgado por este escribano, fue una carta de poder expedida en
Madrid el 5 enero de 1574, mientras que el ltimo, una carta de poder, sera expedida en
la misma ciudad el 26 de mayo de 1575. AHPLu, Protocolos notariales, 00032-01, f. 2r y
f. 68r respectivamente.
42 Aparte de en Outeiro de Rei, tenemos documentada la actividad de Juan Sanjurjo de
Aguiar a lo largo de 1567 en lugares como Antas de Ulla y Ribeira de Piqun, ambos a
ms de 40 kilmetros de la capital de provincia, o en el concejo de Agolada, provincia de
Pontevedra, situado a 56 kilmetros.
43 El 21 de agosto de 1575 Jcome Fernndez de Rubis haba estimado en 4 reales el
coste de notificar un testimonio y leerlo, un requerimiento y su traslado junto con su des-
plazamiento a la aldea de Guillar en la jurisdiccin de Outeiro de Rei. AHPLu, Protocolos
notariales, 00032-01, f. 79v.
Un primer acercamiento a la institucin notarial | Gonzalo F. Fernndez Surez 407
44 Esta estrategia habra sido la adoptada por Jcome Fernndez al establecerse en la Porta
Nova, va de acceso de los viajeros procedentes del sur de la provincia, de la de Ourense y
de Castilla, y donde se localiza la mayor parte de las escrituras que otorga de 1575 a 1577.
Vase AHPLu, Protocolos notariales, 00032-01, ff. 69r y siguientes.
45 Una relacin completa de las sumas entregadas a varios escribanos que haban ido por
la provincia a notificar una provisin sobre la repoblacin del Reino de Granada aparece
en el consistorio del mircoles, 30 de agosto de 1571. AHPLu, Ayuntamiento de Lugo,
00002-03, ff. 272v-273r.
46 Juan do Campo, escribano real, quien es nombrado receptor por el alcalde Francisco de
Quiroga, se persona en la parroquia de San Salvador de Muxa en donde el 10 de octubre
de 1579 toma declaracin a varios testigos en la causa entablada por el cannigo Martn de
Artieta contra Alonso da Portela, vecino de San Salvador de Muxa, en 1579 por apropiacin
de un leiro llamado Casa do Campo. AHPLu, Ayuntamiento de Lugo, legajo 200-5.
47 As lo manifiesta Jcome Fernndez quien afirma a la altura de 1576 que al tienpo
que otorgu este testamento doy fee que ava peste en esta ibdad e no ava ni se pudo hallar
scrivano del nmero para lo otorgar. AHPLu, Protocolos notariales, 00032-01, f. 149v.
408 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
Fuentes utilizadas
Archivo de la catedral de Lugo, Libros de actas capitulares: 1549-1599 (4 libros).
Archivo del Reino de Galicia, Expedientes de vecinos: 1522-1599.
Archivo Histrico Nacional, Clero: Libro 6268 (1512-1527).
Archivo Histrico Provincial de Lugo, Fondo municipal de Lugo: actas capitulares: 1545-
1599 (7 libros); pleitos civiles: 1560-1599; copias de escrituras: 1532-1599; escrituras:
1546-1599; rdenes e instrucciones: 1552-1599; reales provisiones, decretos y cdulas:
1523-1599; Expedientes judiciales: 1580-1599. Fondo de la fe pblica: Protocolos nota-
riales del distrito de Lugo: 1527-1599 (84 volmenes).
48 El Gobernador, oidores y alcaldes mayores del Reino de Galicia lo haban reiterado por
una provisin despachada en Santiago de Compostela el 16 de mayo de 1550. AHPLu,
Ayuntamiento de Lugo, 0492
49 En la demanda interpuesta el 26 de agosto de 1577 por Andrs Lpez en la Real Audien-
cia, se acusa a los alcaldes ordinarios y a don Fernando de Velosillo, obispo de Lugo, de
acudir a ellos antes que a los reales o numerarios. ARG, Expedientes de vecinos, 25.970/41
50 que pueda usar y exerer el dicho ofiio de notario apostlico en todas las partes y
lugares destos reynos y seoros d'Espaa y fuera dellos en qualesquiera diesis, iudades,
villas y lugares y obispados. Y mandamos que todos los contratos, hescrituras y autos que
ante l pasaren y se otorgaren, ans judiiales como hestrajudiiales, AHPLu., Protocolos
notariales, 00036, ff. 13r-v.
51 As sucede, entre otros, con los cannigos Gonzalo Fernndez de San Julin, Oia o Artieta.
52 Un buen ejemplo lo encontramos en el traslado que Juan Nez de Malle realiza de las
escrituras del mismo Gonzalo Fernndez de San Julin de entre los aos 1512-1527 por
orden de Juan Bautista, provisor de Lugo. Archivo Histrico Nacional, Clero, Libro 6268
Un primer acercamiento a la institucin notarial | Gonzalo F. Fernndez Surez 409
Novsima recopilacin de las leyes de Espaa: dividida en XII libros, Madrid, Boletn Oficial
del Estado, 1976, T. III.
Ordenanzas de la Real Audiencia del Reino de Galicia, s.l., [Manuscrito], s.d.
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concejo de Lugo entre los siglos XVI y XVIII, en Sub urbem: historia, sociedade e cultura
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El paisaje epigrfico en La Rioja medieval.
Tradicin, topografa y centros urbanos
de produccin publicitaria1
Irene Pereira Garca
Universidad de Len
1 Este trabajo ha sido realizado gracias a la concesin de una Beca de Formacin de Perso-
nal Investigador del Ministerio de Ciencia e Innovacin. Se enmarca dentro del proyecto de
investigacin Corpus Inscriptionum Hispaniae Mediaevalium financiado por este Ministerio
(ref. HAR2010-16629).
2 Giancarlo Susini, Epigrafa romana, Roma, Jouvence, 1982, p.17. Este destacado epi-
grafista italiano sealaba que todo documento epigrfico est compuesto por cuatro ele-
mentos: el soporte, el texto, la escritura y el ambiente o paisaje a los que la inscripcin
estuvo destinada y en los que posteriormente fue percibida. Muchos autores se han hecho
eco despus de este trmino, especialmente en los ltimos diez aos, vase: Mara Dolores
Lpez de la Orden, El paisaje epigrfico de la necrpolis romana de Cdiz. Las estelas,
en Actas del I Congreso Internacional de Historia Antigua La pennsula Ibrica hace 2000
aos: Valladolid, 23-25 de noviembre de 2000, Valladolid, Universidad de Valladolid, 2002,
pp.457-462.
Juan Santos Yanguas, El patrimonio del paisaje epigrfico en la ciudad romana. Algunos
ejemplos de Segovia, en Actas de los XVIII Cursos Monogrficos sobre el Patrimonio Histrico,
Reinosa, Universidad de Cantabria, 2008, pp.95-110. Helena Gimeno Pascual, Paisajes
epigrficos en el espacio romano de la comunidad de Castilla-La Mancha, en La roma-
nizacin en el territorio de Castilla-La Mancha, ed. Gregorio Carrasco, Cuenca, Universi-
dad Castilla-La Mancha, 2008, pp.261-338. Diana Gorostidi Pi, El paisaje epigrfico
tarraconense en poca tardoantigua: las inscripciones paleocristianas, en Mors omnibus
instat: aspectos arqueolgicos, epigrficos y rituales en la muerte en el Occidente romano, eds.
Javier Andreu Pintado; David Espinosa y Simone Pastor, Madrid, Liceus, 2011, pp.529-
548. Entre lo ms reciente, Jos Manuel Iglesias Gil y Alicia Ruiz Gutirrez, Paisajes
epigrficos de la Hispania romana: monumentos, contextos, topografas, Roma, LErma di
Bretschneider, 2013.
411
412 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
Autores como Jos Manuel Iglesias Gil o Alicia Ruiz Gutirrez sostienen
que el estudio del paisaje es un elemento clave para la interpretacin de los
monumentos epigrficos8. Bajo postulados propios de la teora pragmtica,
se interesan por el modo en el que el contexto de la comunicacin influye
en la interpretacin del significado. Las inscripciones slo toman su sentido
y significacin cuando se analizan de forma contextual. El paisaje epigrfico
es el ambiente o el contexto topogrfico e histrico donde el epgrafe estuvo
inserto en el pasado y donde cobraba su pleno significado9. Dicho contexto
est formado por mltiples variables: el emisor del mensaje, el tipo de receptor,
el discurso, el trasfondo sociocultural, la ubicacin, la forma en la que el texto
es percibido, la relacin con otros elementos circundantes, etctera. Como
bien afirman Salvador Ordez y Sergio Garca-Dils de la Vega el contexto
es un elemento esencial para extraer toda la potencialidad informativa de las
inscripciones10.
El objetivo de estas pginas no es otro que el de incidir en la importancia
que tiene para la ciencia epigrfica el anlisis del contexto topogrfico de las
inscripciones. Creemos ahora idneo el marco de estas duodcimas Jornadas
de la Sociedad Espaola de Ciencias y Tcnicas Historiogrficas, dedicadas a
la ciudad como centro de escritura, para profundizar en el estudio espacial del
fenmeno epigrfico en lo que respecta al mundo medieval. No hay que olvidar
que la epigrafa es un fiel reflejo de la vida intelectual y social que la crea; en los
monumentos epigrficos vemos peculiaridades formales y de contenido, segn
se trate de un ambiente urbano o rural, y segn las tradiciones de cada centro11.
Por eso en mi investigacin, de lo ms genrico a lo ms concreto, he querido
analizar la distribucin geogrfica de los epgrafes de La Rioja en la Edad Media
para aproximarnos a lo que fue su paisaje cultural. Tras examinar el peso que
tuvo aqu la tradicin clsica, se examina la produccin epigrfica medieval
y, por ltimo, se dedica un apartado a los centros urbanos publicitarios. Con
esto pretendo que nos acerquemos a una visin global del paisaje epigrfico
medieval en el territorio de la actual Comunidad Autnoma de La Rioja.
civium Romanorum junto a otros privilegios como el de poder acuar moneda. Fue tambin
cuna del clebre orador Marco Fabio Quintiliano. A pesar de ello, slo se conocen siete
inscripciones en piedra (ERRioja, 5-9; HEp-06, 1996, 792; HEp-09, 1999, 484); el resto
en su mayora corresponden a fragmentos de cermica. Una situacin semejante se percibe
con la poblacin de Gracchurris (hoy Alfaro) fundada por Tiberio Sempronio Graco, que
conserva nicamente cinco inscripciones en piedra (ERRioja, 1-4, HEp-06, 1996, 790).
Cfr.Jos Antonio Hernndez Vera; Jos Manuel Martnez Torrecilla et alii, Graccu-
rris, conjuntos monumentales en la periferia urbana: puentes, presas y ninfeos, Graccurris,
4 (1995), pp.21-265.
18 Hallazgos epigrficos en las localidades de Montemediano, Nieva, Ortigosa, Pradillo, El
Rasillo y Villoslada (ERRioja, 51-62).
19 U. Espinosa, Epigrafa romana.
416 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
20 Toms Garabito Gmez y Mara Esther Solovera, Terra sigillata hispnica de Tricio,
Studia archaeologica, 38 (1975), 40 (1976) y 43 (1976). v. I: Moldes. v. II: Marcas de alfarero.
v. III: Formas decoradas. Idem, Nuevos moldes del alfar de Tricio, Boletn del Seminario de
Estudios de Arte y Arqueologa, 40-41 (1975), pp.545-591. Toms Garabito Gmez, Los
alfares romanos riojanos: produccin y comercializacin, Madrid, CSIC, 1978. Urbano Espi-
nosa Ruiz, Riqueza mobiliaria y promocin artstica: los Mamili de Tritium Magallum,
Gerin, 6 (1988), pp.263-272.
21 En Tricio haba un destacamento permanente de la Legio VII Gemina, de cuya existencia
dan cuenta los epitafios de algunos de sus soldados y veteranos. ERRioja, 21, 22, 23 y 24.
22 Urbano Espinosa Ruiz, Una oficina lapidaria en la comarca de Camero Nuevo (La
Rioja), Anejos de Gerin II (Homen. a Santiago Montero Daz), Madrid, Universidad
Complutense, 1989, pp.403-415.
23 Ibdem, pp.406 y 413.
El paisaje epigrfico en La Rioja medieval | Irene Pereira Garca 417
24 Cfr. Alberto Monreal Jimeno, Eremitorios rupestres altomedievales (el alto valle del Ebro),
Bilbao, Universidad de Deusto, 1989.
25 Jos Gonzlez Tejada, Historia de Santo Domingo de la Calzada, Abrahan de La Rioja,
patrn del obispado de Calahorra y la Calzada; y noticia de la fundacin y aumentos de la santa
iglesia Catedral y ciudad nobilissima de su nombre, sus hijas, Madrid, editado por la Vivda de
Melchor lvarez, 1702, pp.351-352.
26 En esta lnea el Corpus Inscriptionum Hispaniae Mediaevalium ha comenzado a editar
la coleccin Biblioteca de Epigrafa medieval, que cuenta actualmente con dos volmenes
publicados. El primer volumen, escrito por Natalia Rodrguez Surez, est enfocado a la
418 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
Desde el punto de vista cronolgico, un 10% se halla datado entre los siglos
VIII y X, un 30% entre los siglos XI y XII, un 20% en el siglo XIII y, por
ltimo, un 50% entre los siglos XIV y XV.
Ahora bien, si observamos la distribucin de los hallazgos epigrficos en
esta provincia, comprobamos una ligera transformacin en la Edad Media
con respecto al perodo anterior. El carcter eminentemente urbano que tena
la epigrafa romana se dispersa. En paralelo al fenmeno de repoblacin,
desciende por las cuencas de los ros Oja y Najerilla [Fig. 2]. Numerosas
tipologas desaparecen; otras, se transforman para dar servicio a una nueva
sociedad. No obstante, cabe destacar la presencia de algunas similitudes geo-
grficas, lo que sugiere que, a pesar de la disolucin del mundo clsico, la
tradicin epigrfica romana tuvo una gran influencia en el desarrollo de la
epigrafa medieval27.
En primer trmino, el mayor volumen de produccin epigrfica se con-
centra de un modo semejante en la Rioja Alta. Es curioso que si en el mundo
romano el centro de Tritium es el que ofrece un mayor nmero de inscripciones
conservadas, en el Medievo esta concentracin se da en torno a la ciudad de
Njera, capital del reino pamplons, que est a 2 km apenas de distancia. De
hecho, no sera de extraar que, a raz de las invasiones germanas, y posterior-
mente la entrada de los musulmanes, las gentes originarias de esta poblacin,
unidas a otras de fuera, se replegaran en Njera, en los cerros de Malpica y
El Castillo, para adquirir en la medida de lo posible una mayor seguridad28.
31 Eliseo Sinz Ripa, Los obispos de Calahorra en la Edad Media (siglos VIII-XV), en
ISemana de Estudios Medievales, Njera, del 6 al 11 de agosto de 1990, coord. por Jos Ignacio
de la Iglesia Duarte, Logroo, Instituto de Estudios Riojanos, 2001, pp.37-66.
32 La autora distingue entre centros ocasionales, centros monsticos y centros profe-
sionales. Los primeros seran aquellos cuya produccin epigrfica es escasa generalmente
una o dos inscripciones, torpe, y que realizan de manera ocasional pequeos monasterios
o iglesias rurales, carentes de scriptorium. En cambio, los segundos seran aquellos cuya
produccin epigrfica se realiza por y para un monasterio y, por lo tanto, est destinada a
cubrir las necesidades de comunicacin publicitaria de ese centro. La escritura, salida de
un scriptorium librario, es de gran calidad. Por ltimo se encuentran los centros profesio-
nales, stos seran talleres de produccin epigrfica vinculados a talleres arquitectnicos y
escultricos del Romnico. Mara Encarnacin Martn Lpez, Centros escriptorios en
la provincia de Palencia, en De litteris, manuscriptis inscriptionibus. Festschrift zum 65, ed.
Walter Koch, Viena, Bhlau, 2007, pp.203-227.
El paisaje epigrfico en La Rioja medieval | Irene Pereira Garca 421
Fig. 2. Distribucin geogrfica de las inscripciones medievales a tenor de los hallazgos epigrficos.
Indica el lugar de procedencia de las inscripciones, as como su rea de concentracin.
34 Xavier Dectot, Les tombeaux des familles royales de la peninsule ibrique au Moyen Age,
Turnhout, Brepols, 2009, pp.76-80.
35 Con motivo de las XI Jornadas de la Sociedad Espaola de Ciencias y Tcnicas Historio-
grficas, que tuvieron lugar en la Universidad de Alicante los das 16 al 18 de junio de 2013,
la autora present una comunicacin titulada Las inscripciones medievales del monasterio de
San Milln de la Cogolla, donde se analiza con ms profundidad esta cuestin.
36 Irene Pereira Garca, La catedral en el entorno urbano. Mensajes epigrficos en la
Plena y Baja Edad Media, en VI Jornadas Arte y Ciudad. III Encuentros Internacionales,
Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 2015 (en prensa). Vicente Garca Lobo,
La catedral de Len, centro de produccin publicitaria, en La Catedral de Len en la Edad
Media. Actas del Congreso Internacional Len 7-11 de abril de 2003, eds. Joaqun Yarza
Luaces; Mara Victoria Herrez Ortega y Gerardo Boto Varela, Len, Universidad de
Len, 2004, pp.59-75. Mara Encarnacin Martn Lpez, Las inscripciones de la catedral
de Len (s. IX-XX), Len, CIHM, 2012.
El paisaje epigrfico en La Rioja medieval | Irene Pereira Garca 423
jes37. Los capitulares para estimular la devocin del pueblo, adems de elaborar
todo un programa iconogrfico, recurrirn a las inscripciones. La eleccin del
emplazamiento (claustro, cabecera, trascoro) est ligada a la finalidad del
mensaje epigrfico. En la cabecera de la catedral calceatense disponemos de
varios ejemplos; los textos aqu se utilizan para explicar las figuras que aparecen
representadas en los capiteles y confieren un sentido de unidad al programa
escultrico que, destinado a los fieles, estaba vinculado con el misterio de la Tri-
nidad38. Mencin aparte merecen las inscripciones promovidas por miembros
de la burguesa y la nobleza local, quienes encuentran su espacio en el interior
del templo a travs de la construccin de las capillas privadas. El emplazamiento
era un factor que condicionaba, no slo su funcin y tipologa, sino tambin
su aspecto material. Este modelo se traslada despus a las iglesias parroquiales.
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38 Segn Isidro Bango Torviso, el programa iconogrfico de la cabecera de Santo Domingo,
que revela el misterio de la Trinidad, es uno de los programas trinitarios ms importantes de
esta poca. Isidro Bango Torviso, La cabecera de la catedral de Santo Domingo de la Calzada,
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426 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
1. Resumen
1
Esta investigacin forma parte del proyecto de investigacin titulado Escritura expuesta
y poder en Espaa y Portugal (siglos XVI-XVII): catlogo epigrfico online (HAR2015-
63637-P), financiado por el Ministerio de Economa y Competitividad (MINECO). Inves-
tigador principal: Manuel Ramrez Snchez.
427
428 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
eran yerros. Entend que estaba ante algo diferente, pues, al darles otro valor
y releerlos, cobraban nuevos significados, dobles e inimaginables. Por eso, lo
rebautic con el actual ttulo, que asimismo alude a las escrituras expuestas,
trmino acuado por Armando Petrucci2.
Hay elementos especiales en ciertos epgrafes que conforman anagramas,
trampantojos o jeroglficos. Sus significados son cercanos a nuestra cultura.
Antao, anagrama era la trasposicin de las letras de una palabra, o sen-
tencia, de que resulta otra palabra, o sentencia distinta3. El jeroglfico era
el conjunto de signos y figuras con que se expresa una frase, ordinariamente
por pasatiempo o juego de ingenio4. Trampantojo era el enredo, u artificio,
para engaar, o perjudicar a otro a ojos vistas: como quien dice, trampa ante
los ojos5, la cual poda ser tan llana como el refrn: El corazn manda en los
ojos y los hace trampantojos6.
El comn denominador a todas esas definiciones responde al juego de inge-
nio. Los enigmas para confundir a los sentidos se han dado a lo largo de la
Historia. En la Edad Moderna tambin, y an se aprecian en infinidad de
manifestaciones. Los ms conocidos tal vez sean los trampantojos pictricos7, y
los arquitectnicos, tanto en sus formas generales8, como en sus decoraciones,
donde en ocasiones hay claves y guios slo conocidos y comprensibles para
2 Las escrituras expuestas se usan en espacios abiertos o cerrados, para permitir la lec-
tura plural, a distancia, del texto. Armando Petrucci, Poder, espacios urbanos, escri-
turas expuestas: propuestas y ejemplos, en Alfabetismo, escritura, sociedad, ed. Armando
Petrucci, Barcelona, Gedisa, 1999, p.60.
3 Y contina: Llmase tambin as la misma voz, o sentencia en que se ha hecho la
trasposicin, como roma, de amor. Voz anagrama, Diccionario de la Lengua Castellana,
Joaqun Ibarra, Madrid, 1780.
4 Voz jeroglfico, Diccionario de la Lengua Espaola, Madrid, Espasa Calpe, XV ed., 1925.
5 Voz trampantojo, Diccionario de la Lengua Castellana, IV, Madrid, Hrs. de Francisco
del Hierro, 1739.
6 Jos Antonio Sols Miranda, El libro de todos los refranes, La Corua, El Arca de Papel,
2009, p.33.
7 Los ejemplos son innumerables. Cito simplemente un trampantojo recuperado en unas
obras de restauracin, que aparenta cuadriplicar una puerta de madera, ms unas vidrieras
pintadas en la parte superior, de la Iglesia Colegiata de San Antoln (Medina del Campo,
Valladolid, Espaa).
8 Hay casos grandiosos, como el de la sacrista de la Catedral de Toledo, de Lucas Jordn, y
casos modestos, como el arco oblicuo del acueducto de San Sebastin de Coimbra (Portugal)
de finales del siglo XVI, coronado con un templete que sigue la oblicuidad del arco.
Escrituras expuestas a dobles lecturas | Leonor Zozaya Montes 429
15 Incisa, con restos de policroma, en la puerta del lateral izquierdo de la Iglesia de San
Gins (Madrid, Espaa).
16 La escritura podra estar indicando jerarquas, en la comprensin de un mensaje elitista.
En ese sentido, se podran citar estas palabras: Tambin ese inconsciente y su contrario, el
consciente colectivo, adoptaron actitudes personales y colectivas con respecto a la cultura escrita,
inaccesible en general, y en relacin a sus plasmaciones concretas en la epigrafa urbana, en las
filacterias de los retablos medievales, en la escritura de la cermica, etc. La presencia pblica
de la escritura en la sociedad no haca otra cosa que redistribuir y organizar las distintas reali-
dades vitales. El hombre medieval, ilitteratus o litteratus, siempre pudo localizar tras aquellas
escrituras pblicas un referente [], Francisco M. Gimeno Blay y Jos Trenchs Odena,
Escritura: palabra e imagen (reflexiones sobre la cultura escrita reproducida), Anales de la
Universidad de Alicante. Historia Medieval, 4-5 (1986), p.361. Cursivas de la autora.
17 Las inscripciones [] monumentales expuestas se constituyen en autnticos instrumen-
tos de comunicacin y representacin ms all del mensaje verbal que registran. Antonio
Castillo, Artificios epigrficos. Lecturas emblemticas del escribir monumental en una
ciudad del Siglo de Oro, Del libro de emblemas a la ciudad simblica: Actas del III Simpo-
sio Internacional de Emblemtica Hispnica, coord. Vctor Manuel Mnguez Cornelles,
Castelln-Bennicssim, Universitat Jaume I, 2000, vol. I, p.153. Para entender el signifi-
cado simblico y propagandstico de esos mensajes no hara falta saber leer, [] al verlo,
cualquiera, alfabetizado o analfabeto, poda reconocerlo [], p.166. Afirma que la cons-
titucin de ciertas inscripciones haca que pudieran ser ledas como imgenes y vistas como
palabras, p.54.
18 Interpretacin que se inspira en las siguientes palabras: El artificio grfico puede osten-
tar las mismas funciones de orden simblico y significante que se han formulado respecto
a los poderes de la imagen. De manera que, lo mismo que en el cuadro, el monumento
escrito tambin puede ser interrogado desde la doble categora de lo visible y lo legible
de cuanto se muestra figurado y cuanto se expresa verbalmente, sin que stos se tengan
por qu entender como registros opuestos sino ms bien complementarios, A. Castillo:
Artificios epigrficos, pp.152-153. El autor analiza cdigos discursivos que iban ms all
de la estricta competencia alfabtica, p.168.
Escrituras expuestas a dobles lecturas | Leonor Zozaya Montes 431
Habr quien creer que los trazos especiales de estos epgrafes son erratas,
negando la posibilidad de entender otro fenmeno grfico, por qu? Segn
intuyo, porque ve algo anmalo, diferente, que su cerebro no espera. Eso genera
incertidumbre, que el raciocinio soluciona descartando lo dudoso como err-
neo. As, eclipsa a la imaginacin, que ante una segunda oportunidad podra
entender ms all de lo que ven sus ojos.
Parece fcil discernir una errata en un epgrafe, pero es difcil identificar
un juego grfico de ingenio. ste se puede detectar cuando un texto contiene
un elemento especial (trazo, letra o un conjunto grfico), que podra tener
apariencia de errata o de trazo superfluo, cuya lectura d lugar a sospechas. En
ese caso, hay que releer el texto, otorgando otro valor al elemento especial, y
comprobar que el mensaje cobra un nuevo matiz, o se completa con algo que
es o pretende ser ingenioso. Todo ello ha de ser coherente con el contexto
epigrfico e histrico.
Para comprobar desde el punto de vista formal si el elemento especial est
calculado de forma premeditada en el texto, hay una pauta que puede servir
en algunos casos (aunque no tiene por qu valer siempre ni, por ejemplo, con
grafitis ni palimpsestos). Consiste en recrear la ordinatio, y comprobar si el
elemento singular pudo incluirse, conscientemente, en una preparacin previa
del epgrafe. La composicin del texto debera integrar al elemento singular
con armona en su estructura. Finalmente cabe insistir deber ser coherente
el sentido que adopta el nuevo mensaje en su contexto.
5.1. La Casa de los Tiros, en Granada (Casa Museo, Calle Pavaneras, 19)
La Casa de los Tiros es un palacete del siglo XVI. Su fachada, del XVII, est
cargada de simbolismo. El lema de la casa, El corazn manda, se expone en
varios lugares (puerta de madera, cerradura metlica, etc.). Se representa como
jeroglfico, parte con caracteres grficos, parte con el bajorrelieve de un corazn,
que tiene una espada clavada. En esos casos, se leera El (corazn) manda.
Ese lema tambin est representado decorando la parte adintelada de su
fachada en piedra25. Es un epgrafe con ductus artificial, desarrollado en un
rengln con disposicin horizontal (fig. 1). Su texto incluye un elemento sin-
gular: acaba con una E sobrepuesta a la A. Otorgando valor a ambas letras, la
transcripcin epigrfica sera: el corazn mandae, poco comprensible, pero
translitera lo que acontece en el texto.
La lectura epigrfica es compleja: al dar valor a ambas letras, hay que releer
parte del texto (relectura que incluir entre parntesis). Primero se leera el
lema de la casa, El corazn manda, en imperativo. En la segunda lectura, el
corazn expresa deseo, en subjuntivo: que el corazn mande, desentraando
el enigma simblico26. De esta forma, la E sobre la A confiere al texto una
dimensin ms profunda. Por todo ello, se propone esta lectura: El cora-
zn mand, (el corazn mand)e.
La letra sobremontada parece el resultado de la destreza al servicio del inge-
nio, pues el epgrafe es digno de un maestro experimentado que tallaba con
pericia. Extraara que fuese el fruto casual de una errata al preparar la ordi-
natio, confundiendo el famoso lema de la casa. Adems, todas las aes y las ees
tienen el travesao a la misma altura (he tenido que excluir la recreacin de la
ordinatio por falta de espacio).
28 Por ejemplo, a slo Dios amo por ser quien es, no por algn inters, dice en el discurso
sexto: Agustn Nez Delgadillo, De la victoria de los justos celebrada por David en el Salmo
17. Varios discursos espirituales y predicables, Granada, por Martn Hernndez Zambrano,
1618, p.147.
436 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
tanto en arquitectura civil como religiosa, con variables como slo a Dios el
honor29.
No obstante, revisando el epgrafe, se descubre un anagrama o un tram-
pantojo (fig. 4). Hay dos letras ligadas por un trazo que crea otra letra, a
modo de nexo anmalo. Tras la segunda A (A Solo A) hay una D, de la
que sale un travesao oblicuo hacia la derecha, que liga con la I, formando
una M, la cual es fruto de una accin intencionada. Se traz previamente la
D, y despus la I. Despus fueron unidas de manera particular: se rebaj la
parte superior derecha de la D, donde se marc un crculo, del cual se utiliz
su forma convexa inferior derecha para ligar con la I. As resulta una M, que
queda entre la A y la O (Amo). Si se diese valor a todas las letras, incluidas
las grafas dplices (Di,m), habra que hacer esta transcripcin epigrfica: A
solo Amdios (o invirtiendo el orden, A solo Adimos), porque todas estas
letras estn presentes.
La interpretacin de este texto cobra sentido con la lectura, donde quien lea
ha de introducir la lgica: A slo a Dios (amo)30. As, se dara valor a
las grafas dplices que constan de forma intencionada, en un contexto epigr-
fico donde el Soli Deo ms algn aadido (como amo u honor) era coherente
en la poca Moderna.
29 Por ejemplo, en el epgrafe de la fachada de la Casa Solariega de los Rosales (siglo XVII),
consta A SSOLO DIOS EL HONOR, en la Plaza Mayor, n 33, Almagro, Ciudad Real
(Espaa).
30 Incluso cabran variables como A slo a mi Dios (amo), releyendo algunas
grafas triplemente.
31 Acaso la ms moderna sea la izquierda, la que interesa aqu. La original, la antigua, parece
la derecha. Posiblemente esa fue la hallada entre los escombros que cerraban el pozo del
arrasado huerto los cuidadosos restauradores hallaron la reliquia ms ideal de todas un trozo
del dintel con parte de inscripcin Latina [], Ramn Menndez Pidal, De Cervantes y
Lope de Vega, Buenos Aires, Espasa Calpe, 1945, p.60. En un futuro estudiar en profundi-
Escrituras expuestas a dobles lecturas | Leonor Zozaya Montes 437
existi. Era famosa y citada en diversas crnicas32. El original sea cual fuere lo
mand tallar Lope (1562-1635), lo que le convierte en el autor moral del ep-
grafe. Lo pidi, en teora, imitando a uno que haba visto en Toledo, orgulloso
de haber adquirido esa casa33, donde habit desde 1610 hasta su muerte. Tan
famoso era el texto, que an era recordado tiempo despus de retirado, tras una
remodelacin34. La transcripcin epigrfica, dando valor a todos los trazos, es:
*D**O**M*
PARVA PROPRIA MAGNA
MMAGNA ALIENA PARVA
La lectura sera D(eo) O(ptimo) M(aximo),/ parva propria magna,/
mmagna aliena parva; despus se comentar cmo desarrollar la letra
especial.
La traduccin de la primera lnea es clara, Al Dios mejor y ms grande.
El resto, puede ser traducido de forma sencilla: Lo grande ajeno, por pequeo
dad ese dintel. En caso de que el epgrafe hubiese sido recreado totalmente, implicara que
tambin gustaban de los juegos de ingenio en el siglo XX.
32 Por ejemplo, Joseph Antonio lvarez y Baena, Hijos de Madrid, ilustres en santidad,
dignidades, armas, ciencias y Artes. Diccionario histrico, vol. III, Madrid, Benito Cano, 1790,
p.358.
33 En este letrero desahogaba Lope su satisfaccin de haber llegado, aunque poeta y por
tanto pobre por definicin a ser propietario [], Ramn Menndez Pidal, De Cervantes
y Lope de Vega, p.60.
34 As se coment en 1833: ha desaparecido con el revoque de la fachada la inscripcin
grabada sobre el dintel de la puerta que deca [], Ramn de Mesonero Romanos, Las
calles y casas de Madrid. Recuerdos histricos, en Semanario Pintoresco Espaol, Lectura
de las familias. Enciclopedia popular, dir. ngel Fernndez de los Ros, Madrid, Tip.del
Semanario Pintoresco Esp., 1852, p.339.
438 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
35 Jess Cantera Ortiz de Urbina, Refranero latino, Madrid, Akal, 2005, p.123.
36 Ramn Gmez de la Serna, Lope de Vega, Ed. la Universidad, Buenos Aires, 1945,
p.43.
Escrituras expuestas a dobles lecturas | Leonor Zozaya Montes 439
Figura 7: Epgrafe con monograma mariano formado por dos emes, Granada.
39 En el centro histrico de la urbe. Data del siglo XVII, aunque tuvo una remodelacin
en la siguiente centuria.
40 Texto pintado en humanstica minscula en negro, con maysculas en rojo. Dice:
(Cruz) El r(everendisi)mo p(adr)e fr(ay) Juan de Jess, Ave Mara, gen(era)l de los
Pp(adre)s Carmelitas Descalzos en Ytalia []. Al dicho religioso fra(n)ciscano le aparecie-
ro(n) la Reyna de los ngeles, Ave Mara, N(uestr)a S(eor)a, S(an) Fran(cis)co y
S(an)to Thoms. Lienzo de Peter Paul Rubens, Christ as Redeemer of the World, Fitzwilliam
Museum (Cambridge, Reino Unido).
41 Por ejemplo, en la sptima devocin, al or el relox, decir siempre Ave Mara sin
pecado concebida, se reza el Ave Mara, y luego se dice Ya tengo, o [sic] Virgen sant-
sima, una hora menos de vida []. Y teniendo la imagen del Pilar de Zaragoza consigo,
o mirando a alguna imagen en las casas o puertas, se ganan muchas indulgencias que han
concedido varios pelados de Espaa. Esta devocin conviene imprimirse en los corazones y
labios de los christianos, y encargar que al or el relox todos levanten la voz, diciendo: Ave
Mara y responden [sic] otros: sin pecado concebida. Pedro de Catalayud, Misiones y
sermones, vol. 1, Madrid, Imprenta de Benito Cano, 1796 (3 ed., 1 ed. en 1754), p.333.
Cursivas mas.
Escrituras expuestas a dobles lecturas | Leonor Zozaya Montes 441
ria42. Una forma de promover que se dijesen jaculatorias era conceder indul-
gencias (por ejemplo, por decir Jess, Mara y Jos delante de imgenes)43.
Esas costumbres son comunes y cercanas en el tiempo. Verbalizar una invo-
cacin ante un smbolo religioso ha sido prctica habitual en personas catlicas
nacidas en el siglo XX en Espaa, as como en otros pases. Acompasando,
tambin era normal que realizasen gestos rituales (santiguarse, persignarse,
inclinarse) al ver una cruz o cualquier otro smbolo religioso. Todo ello tambin
se dara en la Edad Moderna.
El ritual vinculado a leer aquellos monogramas tendra diversas funciones,
como la profilctica44, la litrgica, la supersticiosa o la simblica, y posible-
mente siempre, como elemento diferenciador, servira para adscribirse al grupo
religioso pertinente45.
7. Conclusiones
42 San Bernardo, siempre que pasaba por delante de alguna imagen de la Virgen, deca
Ave Mara, y mereci que le respondiese la seora, Dios te guarde [], Antonio de Jess
Mara, Instrucciones catequsticas sobre el captulo tercero de la doctrina, Madrid, Imprenta
de Repulls, 1819, p.274.
43 Por ejemplo, un sumario de indulgencias recoga que el Obispo de Plasencia por decir
delante de la santa imagen Jess, Mara y Joseph concedi 40 das de indulgencia, tantos
como por saludar la santa imagen diciendo Ave Mara Pursima. Los mismos das conce-
di el arzobispo de la Colegiata de San Ildefonso por decir Jess, Mara y Joseph delante
de la Santa Imagen. Bernardo de la Torre, Historia de la antigua y milagrosa imagen de
Nuestra Seora, que con ttulo del Camino se venera en la ilustre villa de Abejar, dicesis de
Osma, Pamplona, Oficina de Joseph Miguel de Ezquerro, 1766, p.254.
44 Menciona la funcin profilctica: Pedro Javier Cruz Snchez, Una primera catalo-
gacin de las escrituras expuestas del medio rural en Castilla y Len, Stvdia Zamorensia,
vol.X (2011), p.93.
45 Esta sera una manifestacin ms para poder adscribirse al catolicismo en la Monarqua
Hispnica. Al respecto: Leonor Zozaya, El ceremonial fnebre como medio de adscripcin
a la religin catlica: otras fuentes, en Ocio y vida cotidiana en el mundo hispnico moderno,
coord. Francisco Nez Roldn, Sevilla, Secretariado de Publicaciones de la Universidad
de Sevilla, 2007, pp.353-366.
442 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
Fuentes y repertorios47
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America. A Documentary History, Lanham (MD), SR Books, 2004, pp.384-385.
445
446 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
nes de Madrid en el siglo XVIII constituyen un ejemplo perfecto para ver las
transformaciones que se estn produciendo en el campo de la epigrafa en esa
coyuntura, donde resulta perceptible un cambio tanto en el contenido como en
la materialidad de los epgrafes. A continuacin, pues, indagaremos en primer
lugar algunas razones que pueden explicar esas innovaciones y seguidamente
nos dedicaremos a los cambios en s.
2 Para uno de los estudios ms recientes y completos sobre la guerra, vid. Joaquim Alba-
reda Salvad, La Guerra de Sucesin de Espaa (1700-1714), Barcelona, Crtica, 2010.
3 Jos Mara de Francisco Olmos, Propaganda poltica en la moneda de los Borbones
(1700-1868), en VI Jornadas sobre Documentacin Borbnica en Espaa y Amrica, Madrid,
UCM, 2007, pp.177-234.
4 Mara de los ngeles Prez Samper, La imagen de la monarqua espaola en el siglo
XVIII, Obradoiro de Historia Moderna, 20 (2011), pp.105-139.
5 Ibd., p.106.
Algunas innovaciones en la epigrafa | Francisco J. Molina de la Torre 447
explicacin de las estatuas de los reyes que coronan la fachada. Tambin Carlos
IV dejar constancia epigrfica de su actuacin en el palacio, aunque se limita
a consignar la fecha en que se llev a cabo la construccin de la llamada Real
Casa del Labrador: reinando carlos iv / ao de mdccciii.
No obstante, junto a los palacios, que para quienes los contemplaban eran
signos inequvocos del poder de la nueva dinasta, a lo largo del siglo XVIII
los reyes llevarn a cabo una importante labor edilicia que tena como objeto
mejorar el aspecto de la corte, as como mostrar a sus sbditos la preocupacin
que sentan por su bienestar. Por ello, adems de establecer nuevas directrices
sobre higiene, alumbrado y empedrado8, se proceder a la construccin de toda
una serie de edificios pblicos (el Hospicio, el Cuartel del Conde Duque, el
Hospital General, la Casa de Correos, la Aduana, el Jardn Botnico, etc.) y
nuevos paseos y puertas (Alcal, Recoletos, San Vicente, Atocha). Consiguien-
temente, aunque es cierto que no es posible hablar de un proyecto de reforma
urbana como tal, no se puede negar que el gobierno de los Borbones durante
el siglo XVIII supuso para Madrid un cambio radical, pues pas de ser una
villa conventual, heredada de unos Austrias que no se haban preocupado de
controlar y dirigir el crecimiento urbano de la Corte, ni de su salubridad, a ser
una ciudad relativamente organizada, embellecida exteriormente y controlada
interiormente9. En muchos de esos edificios, por supuesto, la epigrafa va a
poner de manifiesto de forma destacada quin est detrs de ese esfuerzo, sea
Felipe V (como en el Cuartel del Conde Duque: reinando / phelipe / v //
ao // 1720) o Carlos III (por ejemplo en la Puerta de Alcal: rege carolo
iii / anno / mdcclxxviii). En ocasiones las inscripciones sirven incluso para
expresar el inters del monarca por el bien de los ciudadanos, tal como encon-
tramos por ejemplo en la puerta del Jardn Botnico, donde se indica que este
se hizo para la salubridad y el deleite de los ciudadanos: carolvs iii p(ater)
p(atriae) botanices instavrator / civivm salvti et oblectamento / anno
mdcclxxxi.
8 Al respecto, vid. Jos Mara Ezquiaga Domnguez, La ciudad deseada: las ordenanzas
urbanas en el Madrid de Carlos III, en Carlos III. Alcalde de Madrid, Madrid, Ayunta-
miento, 1988, pp.281-316 (esp.pp.297-309); Beatriz Blasco Esquivias, Teodoro Arde-
mans y su entorno en el cambio de siglo (1661-1726). Aspectos de la arquitectura y el urbanismo
madrileos de Felipe II a Carlos III, vol. 2, Madrid, UCM, 1991, pp.950-1216.
9 Fuensanta Muro Garca-Villada; Pilar Rivas Quinzaos, Proyecto y realidad en la
construccin del Madrid borbnico, en Madrid y los Borbones en el siglo XVIII: la construc-
cin de una ciudad y su territorio, Madrid, Comunidad de Madrid, 1984, p.87.
Algunas innovaciones en la epigrafa | Francisco J. Molina de la Torre 449
12 Gregorio Mayans i Siscar, (eds. L. Abad; J.M. Abascal), Introductio ad veterum inscrip-
tionum historiam litterariam, Madrid, RAH, 1999, pp.97, 99.
13 Francisco Aguilar Pial, El acadmico Cndido Mara Trigueros (1736-1798), Madrid,
RAH, 2001, p.146.
14 Johann Gottlieb Heineccius, Fundamenta stili cultioris in usum auditorii, Madrid, Joa-
qun Ibarra, 1776, pp.235-252 (DOI: 036dd187-efac-428b-a6b8-b568abf2caa7).
Algunas innovaciones en la epigrafa | Francisco J. Molina de la Torre 451
15 Ibd., pp.236-237.
16 Sobre la importancia de latn en el siglo XVIII, vid. Josep Closa Farrs, La difusin
de la Ars Minor de E. Donato en el siglo XVIII hispano. Notas para una contribucin a su
estudio, Anuario de Filologa, 4 (1978), pp.39-91.
17 Armando Petrucci, Potere, spazi urbani, scritture esposte: proposte ed esempi, en
Culture et idologie dans la gense de ltat moderne. Actes de la table ronde de Rome (15-17
octobre 1984), Roma, cole Franaise de Rome, 1985, p.90.
452 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
ser en el siglo XVIII20. Una de las escasas diferencias con las grafas romanas es
la aparicin de U en vez de V, a veces entremezclndose en un mismo epgrafe
ambas grafas (como en el texto latino de la Aduana de Madrid: aedes pvbli-
cae / ivssv et sumptibus / caroli iii / exportandis mercibvs / extrvctae
anno mdcclxix // casa real de aduana / mandada constrvir / por el rey
n(uestro) s(eor) / carlos iii / y conclvida en el ao de 1769). En cual-
quier caso, como es de esperar, la transicin hacia estas letras no fue rpida ni
homognea en todo el territorio, y, de hecho, en el mbito rural aunque sin
duda hay una mejora en el tipo de letra esta carece de la perfeccin tcnica
que encontramos en las inscripciones madrileas.
Desde el punto de vista de la tcnica, junto a la incisin la ms frecuente
a lo largo de toda la poca medieval y moderna encontramos el uso de lo que
podemos considerar litterae aureae, es decir, letras doradas de metal clavadas
al soporte epigrfico. Conocidas y usadas con frecuencia en la antigedad, la
desaparicin del metal en muchos casos no dej ms que los anclajes de las
letras, dando lugar a explicaciones peregrinas sobre su origen. En el siglo XVIII
se produjeron los primeros intentos crticos de recuperar la inscripcin a partir
de los agujeros de la piedra, como el realizado sobre la Maison Carre21. As,
la utilizacin de este tipo de letra en algunos monumentos de poca de Carlos
III (caso de la actual Real Academia de Bellas Artes de San Fernando o de la
Puerta de Alcal) establece una vez ms un vnculo con la antigedad romana
y sirve para exaltar la figura del monarca.
Asimismo, para facilitar la lectura desaparecen muchos de los recursos grfi-
cos (insercin de una letra en otra, abreviaturas por contraccin y elevacin de
las ltimas letras, nexos, etc.) que se utilizan habitualmente en la epigrafa del
siglo XVII, como sucede por ejemplo en las inscripciones que dan cuenta de
la edificacin del antiguo Ayuntamiento de Len. Aun cuando estos elementos
no se abandonan por completo y son todava empleados especialmente en las
inscripciones del entorno rural, no estn presentes en la epigrafa borbnica
de Madrid, que puede considerarse la pauta a seguir.
En algunos casos, la desaparicin de esos recursos grficos no significa que
la lectura del texto resulte ms sencilla. De hecho, la utilizacin de siglas y
abreviaturas tomadas del mundo clsico supona, en un mundo de por s poco
alfabetizado, un obstculo enorme para la comprensin del mensaje epigrfico,
particularmente cuando este, como hemos indicado, recurra al latn. Las abre-
viaturas por suspensin obligan al lector a suplir el texto abreviado, y por ende
a conocer hasta cierto punto la gramtica y el lxico latinos. Por ejemplo, sobre
el edificio del antiguo Tribunal de la Inquisicin se coloc la siguiente inscrip-
cin: aedes has pvbl(icas) vetvst(ate) labentes / avspic(iis) carol(i)
iii refici coeptas / svb caroli iiii felici imperio / praes(es)
ac svprem(ae) fidei qvaestores restitvuervnt a(nno) mdcclxxxx.
As, el lector es obligado a comprender la inscripcin a fin de poder restituir la
terminacin adecuada en cada caso (ya sea acusativo, genitivo, ablativo, etc.).
Un ejemplo sublime de esa complicacin lo encontramos en la inscripcin
grabada en la fuente de Apolo del Paseo del Prado madrileo, compuesta en
su mayor parte por siglas tomadas (o actualizadas) de la tradicin romana:
d(eo) o(ptimo) m(aximo) / s(enatus) p(opulus)q(ue) m(atritrensis) / carolo
iii / avg(usto) p(atri) p(atriae) / d(onum) d(edicavit) / mdcclxxvii. En este
caso, por ejemplo, la nica palabra que no aparece abreviada, al margen de
la fecha final, es el nombre del monarca, de modo que quien no era capaz de
interpretar el sentido de las abreviaturas y siglas solo poda captar la expresin
carolo iii colocada de forma estratgica en el centro de la placa, vinculndola
sin demasiadas dificultades con el rey.
Finalmente, en lo que concierne al contenido, debemos tener en cuenta las
reflexiones que al respecto aparecen en autores como Mayans o Heineccius.
Mayans, segn recoge Garca Jurado, nos recuerda que una inscripcin es una
sencillisima i brevissima espression de algunas cosas memorables, publicamente
espuesta, en materia duradera y que debe atender a tres cuestiones bsicas: el
autor del suceso, la historia y la razn o causa del hecho22. Por su parte, el
a) reinando / phelipe / v
b) ao
c) 1720
Reinando Felipe V. Ao 1720
2. Palacio
1752
ARANJUEZ, Palacio Real. Texto dispuesto en cuatro lneas sobre dos placas situadas
a ambos lados del escudo real en el remate de la fachada principal. Escritura capital
clsica. Incisin.
a) philippvs ii / institvit / philipvs v / provexit
b) ferdinandvs / vi pivs felix / consummavit / an(no) mdcclii.
Felipe II lo fund. Felipe V lo continu. Fernando VI, piadoso y bendito, lo con-
cluy en el ao de 1752.
3. Casa Real de Aduana
1769
MADRID, C/ Alcal, 9. Texto dispuesto en cinco lneas sobre dos placas situadas
a ambos lados de la puerta principal, sobre dos puertas laterales bajo la balconada. La
letra de la primera y tercera lnea presenta un modulo mayor que el de las restantes.
Escritura capital clsica. Incisin.
a) aedes pvblicae / ivssv et svmptibvs / caroli iii / exportandis mercibvs /
extrvctae anno mdcclxix
b) casa real de aduana / mandada constrvir / por el rey n(uestro) s(eor) /
carlos iii / y conclvida en el ao de 1769
Casa pblica para la exportacin de mercancas, por orden y a costa de Carlos III,
concluida en el ao de 1769.
6. Fuente de Apolo
1777
MADRID, Paseo del Prado. Texto dispuesto en seis lneas sobre una especie de cuero
en piedra adosado al pedestal de la estatua del dios Apolo en su cara este. Escritura
capital clsica. Incisin en seccin de V.
d(eo). o(ptimo). m(aximo). / s(enatus). p(opulus).q(ue). m(atritrensis). / carolo iii
/ avg(usto). p(atri). p(atriae). / d(onum). d(edicavit). / mdcclxxvii.
Al Dios supremo y ptimo. El senado y el pueblo de Madrid lo dedic como un
regalo para el augusto Carlos III, padre de la patria. 1777.
7. Puerta de Alcal
1778
MADRID, Plaza de la Independencia. Texto dispuesto en tres lneas sobre una placa
de mrmol sobre el vano central de la puerta. Escritura capital clsica. Litterae aureae
sobre la piedra.
rege carolo iii / anno / mdcclxxviii
Siendo rey Carlos III, en el ao de 1778.
8. Jardn Botnico
1781
MADRID, Paseo del Prado (frente c/ Almadn). Texto dispuesto en tres lneas sobre
dos placas colocadas en el entablamento de la puerta en entrada al recinto. Escritura
capital clsica. Incisin acanalada.
carolvs iii. p(ater). p(atriae). botanices instavrator / civivm salvti et oblec-
tamento. / anno mdcclxxxi.
Carlos III, padre de la patria, fundador del Botnico para la salud y el deleite de los
ciudadanos. Ao de 1781.
27 La puerta original fue derribada a instancias del arquitecto Jos Lpez Sallaberry a partir
de 1892. No obstante, a finales del siglo pasado se decidi reconstruirla, llevndose a cabo
las obras entre 1994 y 1995.
460 Lugares de escritura: la ciudad. XII Jornadas de la SECCTTHH
9. Tribunal de la Inquisicin
1790
MADRID, C/ Torija, 14. Texto dispuesto en cinco lneas sobre un bloque de piedra
colocado sobre la ventana de la fachada principal. Escritura capital clsica. Incisin
acanalada.
aedeshaspubl(icas)vetvst(ate)labentes /avspic(iis)carol(i)iiireficicoep-
tas / subcaroliiiiifeliciimperio / praes(es)acsvpremae(ae)fideiqvaestores
/ restitvervnta(nno)mdcclxxxx
Esta casa pblica, comenzada a construirse bajo los auspicios de Carlos III, ahora
desmoronada por el paso del tiempo, la reconstruyeron el presidente y los inquisidores
supremos de la fe en tiempos del dichoso reinado de Carlos IV, en el ao 1790.
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